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Este documento analiza el simbolismo de varios elementos arquitectónicos de la catedral gótica, incluyendo contrafuertes, arbotantes, torres, portadas, vidrieras y bóvedas de crucería. Explica que la catedral gótica eleva sus muros no solo para aumentar el espacio sino para transmitir un mensaje de humildad y trascendencia. También destaca la belleza de la catedral gótica y su capacidad de impresionar a quienes la visitan con su elevación hacia lo divino.
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Este documento analiza el simbolismo de varios elementos arquitectónicos de la catedral gótica, incluyendo contrafuertes, arbotantes, torres, portadas, vidrieras y bóvedas de crucería. Explica que la catedral gótica eleva sus muros no solo para aumentar el espacio sino para transmitir un mensaje de humildad y trascendencia. También destaca la belleza de la catedral gótica y su capacidad de impresionar a quienes la visitan con su elevación hacia lo divino.
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La catedral gótica en su simbolismo

María del Carmen GARCÍA ESTRADÉ


Sociedad Española de estudios del siglo XVIII
(Madrid)

A mi abuelo, don José Estradé Royo,


constructor de edificios y arquitecto de almas.

I. Introducción.

II. La función de la catedral gótica. La elevación de sus muros.

III. Los elementos de soporte exterior. El contrafuerte y el arbotante.

3.1. Descripción técnica.


3.2. El simbolismo del contrafuerte y del arbotante.
3.3. El contrafuerte y el arbotante a la luz de la literatura.

IV. La torre.

4.1. La torre gótica.


4.2. El simbolismo de la torre.
4.3. La torre a la luz de la literatura.

V. Las puertas de la catedral. La portada gótica.

5.1. Los nombres de las puertas de la catedral gótica.


5.2. Estructura de la portada gótica.
5.3. El simbolismo de la portada gótica.
5.4. La portada gótica a la luz de la literatura.

VI. El gablete. Descripción técnica y simbolismo.

El Mundo de las Catedrales (España e Hispanoamérica)


San Lorenzo del Escorial 2019, pp. 31-58. ISBN: 978-84-09-14193-7
32 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

VII. Las vidrieras de la catedral gótica.

7.1. Burgos, centro artístico de maestros vidrieros.


7.2. El simbolismo de las vidrieras.
7.3. Las vidrieras a la luz de la literatura.

VIII. El rosetón. Su simbolismo.

IX. El arco ojival y la bóveda de crucería.

9.1. Descripción técnica del arco ojival y de la bóveda de crucería.


9.2. El simbolismo del arco ojival y de la bóveda de crucería.
9.3. El arco ojival a la luz de la literatura.

X. La capilla gótica.

10.1. Función de de la capilla e historia de la Capilla de Santiago


(Catedral de Toledo).
10.2. El simbolismo de la capilla.
10.3. La capilla a la luz de la literatura.

XI. Conclusiones.

XII. Bibliografía.


I. INTRODUCCIÓN

«He visto nuevamente la catedral de Burgos. He pensado en las


catedrales españolas. Sutiles o fuertes, la de León, la de Toledo, la de
Sigüenza, la de Ávila. ¡Qué profunda emoción! Lo más fino, lo más
delicado, lo más espiritual de la historia de España está condensado
maravillosamente en las catedrales».

Estas palabras de Azorín1 confirman los tesoros de las catedrales españolas.


Aparecen nombradas, en esta cita, varias de las catedrales góticas más importantes
de España. Porque la arquitectura gótica se enseñoreó de nuestras ciudades y
dejó en piedra labrada el fruto de sus logros técnicos, la belleza de sus elegantes
formas y el simbolismo de la fe.

El paso del estilo románico al gótico se inicia a finales del XII y durante el
primer tercio del XIII. El arte gótico supone la respuesta técnica y artística al
estilo anterior, el románico, al que se opone con la novedad de sus formulaciones
e ideales, que penetran en España por tres vías, dos de carácter religioso, la
influencia de la Orden Císter determinó la creación de conventos durante el
siglo XIII; otra, la relación de los obispos catalanes con los eclesiásticos de las
diócesis del sur de Francia (Montpellier); y, en tercer lugar, una vía civil que,
a través de los contactos del Condado de Barcelona con el sur de Francia
(Provenza y Languedoc) y los matrimonios de reyes con princesas, pertenecientes
a las casas de Anjou, Borgoña y Plantagenet, propiciaron la influencia del
gótico francés en Castilla.

El arte gótico muestra, en su evolución, tres etapas confirmadas por los


críticos: arcaísmo, también llamado de transición del románico al gótico, purismo,
y gótico florido o flamígero, en pleno siglo XV. Pertenecen a la primera época,
la catedral de Ávila; de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja); la de Sigüenza
(Guadalajara); la catedral vieja de Plasencia (Cáceres); de Mondoñedo (Lugo); de
Tudela (Navarra); y las catalanas de Lérida y Tarragona.

1 AZORÍN, La vida española. «Las catedrales», en La Prensa, 17.9.1922.


34 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

Corresponden a la etapa purista, la catedral de Pamplona y la de Toledo.


La estructura de esta última con la presencia de arbotantes, pilares de núcleo
cilíndrico, arcos apuntados, bóvedas de crucería sencilla y la carencia de linterna
en el crucero, como indica Rafols, “es todo ello de un goticismo típico”2. Sin
embargo, hay catedrales iniciadas en el románico, del que conservan pocos
elementos, que se desarrollan y terminan en el gótico: la catedral de Valencia,
finalizada en el auge del gótico se inició en 1262. También puede darse el
proceso inverso, la pervivencia de características góticas en otra etapa configurada
en otro marco artístico, como ocurrió con la catedral de Segovia cuyos rasgos
góticos aparecen en pleno dominio del estilo renacentista y la catedral de Sevilla
que mantiene el predominio del gótico.

Y, por último, un bello ejemplo, dentro de la arquitectura religiosa del gótico


flamígero, también llamado isabelino por producirse en la época de Isabel la
Católica, es la Capilla de los Fajardo, en la catedral de Murcia.

Terminemos esta pequeña introducción con palabras de Unamuno que


nos recuerda un dístico latino referido a cuatro de nuestras viejas catedrales
españolas:

«Sancta ovetensis, pulchra leonina / dives toletana, fortis salmantina».

Es decir, santa la de Oviedo, por sus muchas reliquias; bella la de León, rica
la de Toledo y fuerte la de Salamanca, la vieja»3. Nombres que se alternan en
versos castellanos para representar: Sevilla, grandeza / Toledo, riqueza y León,
sutileza. Penetremos, pues, en la catedral gótica.

II. LA MISIÓN DE LA CATEDRAL GÓTICA. LA ELEVACIÓN DE


SUS MUROS

Al entrar en una catedral gótica, de tan elevadas proporciones, lo primero


que se siente es la pequeñez de la persona y la grandeza de la divinidad en
esos muros que nos dirigen a ella. La mirada se hace ascensional y recorre
un camino de abajo a arriba, cuyos dos puntos equidistantes son el hombre
con sus pies en tierra y Dios, en lo más alto. La catedral gótica nos transmite
una lección de humildad: la distancia que hay de la fragilidad y pequeñez de la
criatura a la grandeza de su Creador. Cuando esto sucede, y sucede nada más
entrar físicamente en el interior de la catedral, un segundo hecho se produce:

2 RÀFOLS, J. F., «El gótico en España», en Historia del Arte, p. 225.


3 UNAMUNO, M. de, Andanzas y visiones españolas, Madrid 1922, p. 79.
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 35

la catedral entra en nosotros y nos comunica su mensaje de espiritualidad.


De modo que puede deducirse que la catedral gótica no eleva sus muros para
aumentar su capacidad de acogida física, pudiendo añadir por la altura de sus
paredes un segundo piso, ni sus huecos en los muros se hacen mayores que los
de la catedral románica para aumentar la luz o llenar con el reflejo colorista de
sus vidrieras -aunque esto también suceda-, sino que la catedral gótica, con el
desafío técnico de su arquitectura, busca, sobre todo, transmitir un mensaje, que
llene el alma del hombre de transcendencia. Esta es su misión: hacer que el
ser humano supere la materialidad de lo terreno para dirigirle al verdadero
sentido de su existir: la transcendencia.

También Jovellanos, casi tres siglos antes, ha experimentado esta vivencia


igual a la nuestra, hombres del siglo XXI: el templo gótico, dispone al hombre
«a la contemplación de estas verdades eternas», afirma en su Elogio de las
Bellas Artes4, y su sorpresa entusiasta por el virtuosismo de los artistas se vierte
en estos apóstrofes: «¡Qué suntuosidad!, ¡Qué delicadeza! ¡Qué seriedad tan
augusta no admiramos todavía en las iglesias de León, de Toledo, de Burgos
y Sevilla!».

Siempre se ha alabado la belleza de la catedral gótica. Su estilizada figura


arquitectónica, la impresión de su ligera arquitectura frente a las robustas
masas de la construcción románica confirmándose como su oponente, la luz,
le han valido una admiración imperecedera, determinada, no en menor
medida, porque el gótico supuso un viraje en el gusto artístico, que, imitando
la ley del péndulo, se orientó hacia otro norte. Esta capacidad de la catedral
gótica de impregnar de belleza a quien pisa su umbral y se adentra en ella
consigue también conmocionar a los personajes de ficción y la abadesa del
Monasterio de Madrigal de las Altas Torres (personaje de ficción que representa al
histórico, María la hija ilegítima de Fernando el Católico), queda impresionada
ante la de Burgos:

Nunca antes había tenido María una impresión semejante a la que le


produjo la visión de la hermosa catedral. Jamás hubiera imaginado que
pudiera existir una construcción tan esplendorosa y profunda. Tardó un
rato en recuperarse de su asombro y pensó heréticamente que los
constructores que habían llevado a cabo tal obra maestra tenían que
haber estado en contacto directo con Dios. Ni la de París, de la que tanto
había oído hablar, podía ser tan bella. La piedra labrada y adornada con
mil y un arcos, las torres, los pilares, las agujas en plena construcción,
que parecían adentrarse en el cielo azul, las vidrieras que devolvían los

4 JOVELLANOS, Elogio de las Bellas Artes, Casimiro libros, Madrid 2014, p. 50.
36 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

rayos del sol y las estatuas de piedra, que observaban imperturbables el


paso de los siglos, la dejaron boquiabierta5.

El presente trabajo se propone reflexionar sobre el simbolismo de la catedral


gótica, a través del estudio de sus elementos arquitectónicos. Para ello, se
necesita, en primer lugar, conocer la descripción técnica de estos componentes
arquitectónicos para interpretar, en segundo lugar, su simbolismo, y exponer,
en tercer lugar, mediante citas textuales, lo que la catedral gótica simboliza para
algunos escritores españoles: Valle-Inclán, Pérez Galdós, Unamuno, Palacio
Valdés, Gerardo Diego, Ortega y Gasset y otros escogidos como representantes
de la mejor poesía, novela y ensayo de la literatura española. Así, pues, el
estudio de la catedral gótica se realiza bajo el foco de una triple luz: a la luz
de la arquitectura, a la luz de la fe, y a la luz de la literatura.

III. LOS ELEMENTOS DE SOPORTE EXTERIOR.


EL CONTRAFUERTE Y EL ARBOTANTE

Estos elevados muros que soportan las cubiertas necesitan un refuerzo


exterior para cumplir eficazmente la misión de sustentar las cargas. Y este
refuerzo está constituido por los contrafuertes y los arbotantes, tan visibles
desde el exterior y tan esenciales en su aspecto constructivo y estético.

3.1. Descripción técnica

Los elementos arquitectónicos que soportan el peso de las bóvedas se


clasifican, por su ubicación, en dos grupos: los soportes interiores, columnas
y pilares y los exteriores, los contrafuertes que desvían el peso hacia tierra,
apuntalando el muro desde fuera, y los arbotantes que transmiten la carga desde
el muro al contrafuerte.
,El contrafuerte, también denominado botarel, de piedra maciza, o de
El contrafuerte, también denominado botarel, de piedra maciza, o de ladrillo,
rectangular, con aristas, se adosa a los muros laterales que cierran el edificio.
Para evitar una impresión de pesadez, se remata, frecuentemente, con un
pináculo, acabado en punta, que le da peso y una airosa esbeltez, de modo que la
línea ascensional se subraya de nuevo. El arbotante es un elemento arquitectónico,
creado por el gótico, situado exteriormente, formado por un arco en tranquil
(el que tiene arranques diferentes) en línea diagonal y cuya función es recibir
la presión de las bóvedas ejercida sobre los muros laterales para desviarla al

5 MARTÍNEZ DE LEZEA, T., La abadesa, María, la Excelenta, Madrid 2010, p. 116.


LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 37

contrafuerte. Otra de las funciones del arbotante consistía en formar un


sistema de desagüe de las aguas pluviales que recibía la cubierta superior,
por medio de canales internos terminados en gárgolas, figuras de animales o
personajes grotescos, de perfil alargado que, por su boca vertían al suelo el
agua de lluvia6. Puesto que hay personas que identifican arbotante y contrafuerte,
ha sido conveniente dejar clara la identidad de cada uno. Es, pues, el arbotante, un
elemento de transmisión de carga. Los arquitectos románicos cargaban el
peso de las bóvedas en el interior; los arquitectos góticos lo desplazaron hacia el
exterior7 y, en este sistema de pesos y contrapesos, el arbotante cumplía una
importante misión constructiva, erigiéndose estéticamente en un rasgo
fundamental del estilo gótico, fácilmente identificable a primera vista.

3.2. El simbolismo del contrafuerte y del arbotante

¿Y su simbolismo? El contrafuerte y el arbotante apuntan a lo alto, al igual


que otros elementos arquitectónicos del gótico, por lo que comporta una
reiteración de la espiritualidad, al insistir en la mirada hacia el cielo. Se une a sus
compañeros, el pináculo, la aguja, la torre, el arco apuntado y la bóveda de
crucería para comunicar el mismo mensaje: «elevémonos, desde lo terrenal,
hasta donde mora Dios, en las alturas del cielo».

3.3. El contrafuerte y el arbotante a la luz de la literatura

Unamuno sintetiza la catedral gótica en un adjetivo: es ‘vertebrada’:


«Todos sabéis que las catedrales góticas son vertebradas, es decir, tienen un
esqueleto de columnas y de crucería recubierto de carne de piedra, y que el
peso todo de las bóvedas se echa hacia fuera, sosteniéndolo los contrafuertes
con sus arbotantes»8. Así, pues, Unamuno identifica la catedral gótica con un
cuerpo humano, la humaniza. La catedral gótica simboliza, para el escritor,
estructura y peso: un esqueleto de huesos pétreos. Por eso aprecia la función
de sus contrafuertes y arbotantes.

6 CABALLERO, J. D., «El arbotante», blog Enseñ-Aarte. 10.1.2010.


7 ISBOUTS, J.P., «La gracia del estilo gótico» en Jesús y los orígenes del cristianismo,
Barcelona, National Geografic, Editec, 2018, p. 99.
8 UNAMUNO, M. de, «León», en Andanzas y visiones españolas. Madrid, Renacimiento,

1922, p. 79.
38 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

IV. LA TORRE

4.1. La torre gótica

Al acercarse al templo gótico, la torre atrae la atención. Por su elevada


altura, tiene una función de atalaya, como vigía desde donde se divisa una gran
extensión de terreno y las encrucijadas de caminos, con evidente carácter defensivo:
es el centinela que da la voz de alerta, y, al tiempo, es divisada desde lejos,
destacándose en el entramado de edificios que personaliza a una ciudad o
villa, como muy bien supieron reflejar los artistas: El Greco, en su Vista y plano
de Toledo. Pero la torre, además de su misión defensiva y de dar una fisonomía
al lugar en que se enclava, adquiere otra función en los templos góticos: la de
campanario. Las torres, en la catedral gótica, pueden ser dobles, como lucen
las de León, Burgos y Salamanca y únicas, como la torre de la catedral de
Oviedo, la de origen romano de Palencia, la mudéjar torre-campanario de
Sevilla, antiguo minarete, que en el siglo XVI elevó su altura con cuatro cuerpos
decrecientes, obra de Hernán Ruiz II y la de Toledo que remata su último cuerpo
octogonal (de Hannequin de Bruselas) con tres coronas decrecientes, en forma
de tiara. La torre puede rematar en una veleta (el Giraldillo en Sevilla) o adornarse
con dos bolas de bronce y en la pequeña instalar una cruz de hierro con el
pararrayos (Oviedo).

4.2. El simbolismo de la torre

El simbolismo de la torre, por su altura y elevación, manifiesta una significación


espiritual y por su carácter cerrado, se refiere, en la versión religiosa, a la
Virgen, recuérdese, a este respecto, que la Madre de Dios, entre sus emblemas,
recibe el título de Torre de marfil, Torre de David, en las letanías lauretanas9,
cerrada al pecado; y, en la versión profana, a su inexpugnabilidad, relacionada
con su función defensiva. Carácter que, al trasladarse al ámbito religioso,
simboliza la defensa de Dios a sus fieles seguidores, y, en correspondencia,
la defensa de la fe, por parte de estos. Revilla, por su estructura vertical,
considera que la torre “evoca su voluntad de unir cielo y tierra”10. Por contener
el campanario, la torre simboliza la llamada a la oración: el rico lenguaje de
sus campanas llama a la devoción, en su invitación a la misa, al rezo del
Ángelus y del rosario. Esto lo captó muy bien Boccherini, en su obra Musica
notturna delle strade di Madrid, (quinteto para cuerdas en do mayor, opus

9 GARCÍA ESTRADÉ, Mª. C. «El Retablo Inmaculista del Monasterio de la Encarnación

en Escalona (Toledo)». Ávila 2018, pp. 187-212.


10 REVILLA, F., Diccionario de Iconografía y Simbología, Madrid, Madrid 2009, p. 658.
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 39

30, nº 6) cuando imita el sonido de las campanas llamando al rezo, a través


del violonchelo11.

Sin embargo, la torre puede simbolizar también la soberbia cuando su


crecimiento es desproporcionado y solo aspira a manifestar el poderío humano,
como se relata en Génesis, 11, 1-9, en el episodio de la Torre de Babel.

4.3. La torre, a la luz de la literatura

La literatura se ha inspirado frecuentemente en las torres de las catedrales,


cuyo fruto se expresa en acertados poemas y descripciones estéticas.

El espíritu crítico y sobrio de Jovellanos, después de unas palabras admirativas


ante la belleza de los templos góticos de Sevilla, Toledo, Burgos y León, como
se ha mencionado anteriormente, se impone y enseguida repara en la cara
menos amble del gótico: «¡Qué laberinto tan intrincado de capiteles, torrecillas,
pirámides, templetes, derramados sin orden y sin necesidad por todas las partes
del templo!¡Qué desproporción tan visible entre su anchura y su elevación, entre
las partes sostenidas y las que sostienen, entre lo principal y lo accesorio!»12.

El gusto clásico basado en la proporción y en la armonía y el concepto de


utilidad, tan querido por los ilustrados se opone a este derroche innecesario
de energía. Este rechazo de la profusión ornamental del gótico se encuentra
también en otros escritores del siglo XIX.

Clarín en su novela señera, La Regenta, describe la torre de la catedral de


Vetusta (nombre literario de la ciudad de Oviedo) en el primer capítulo (2º
párrafo) de su obra y emite un juicio sobre el gótico, estilo inicial del templo,
del que reprueba ‘las vulgares exageraciones de esta arquitectura’ y todas sus
alabanzas se ciñen alrededor de su torre, construida en 1587 por Rodrigo Gil
de Hontañón, sobre planos de Juan de Badajoz, cuando era obispo Cristóbal de
Sandoval y Rojas:

Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del
cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono
y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de
la esbelta torre en la Santa Basílica. La torre de la catedral, poema romántico

11 GARCÍA ESTRADÉ, Mª C., «Luigi Boccherini en España: Musica notturna delle

strade di Madrid», Nápoles, octubre 2018 (en prensa).


12 JOVELLANOS, Elogio del arte, Casimiro, Madrid 2014, p. 50.
40 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

de piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era


obra del siglo diez y seis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero,
cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las
vulgares exageraciones de esta arquitectura. La vista no se fatigaba contemplando
horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo; no era una de esas
torres cuya aguja se quiebra de sutil, más flacas que esbeltas, amaneradas,
como señoritas cursis que aprietan demasiado el corsé; era maciza sin perder
nada de su espiritual grandeza, y hasta sus segundos corredores, elegante
balaustrada, subía como fuerte castillo, lanzándose desde allí en pirámide de
ángulo gracioso, inimitable en sus medidas y proporciones. Como haz de
músculos y nervios la piedra enroscándose en la piedra trepaba a la altura,
haciendo equilibrios de acróbata en el aire; y como prodigio de juegos malabares,
en una punta de caliza se mantenía, cual imantada, una bola grande de bronce
dorado, y encima otra más pequeña, y sobre esta una cruz de hierro que acababa
en pararrayos13.

Así pues, la torre gótica de la catedral de Oviedo, ‘aquel índice que señala
el cielo’, según Clarín -simbólicamente, una flecha que apunta a la meta del
ser humano, el cielo-, es una de las más bellas de España con sus pináculos y
torrecillas en los que rematan cada uno de los cinco cuerpos retranqueados
que la componen, perfilados estos ornamentos en el cielo a medida que la torre
se eleva. Hoy día, la figura de una mujer, la Regenta, la acompaña. Otro asturiano
de nacimiento -que Clarín no lo fue- la distingue como emblema de belleza,
en su libro autobiográfico, La novela de un novelista:

Su misma catedral, de estilo gótico, ni por su magnitud, ni por la riqueza


de sus ornamentos, sale de lo común en esta clase de templos. Pero su torre...
¡Ah!, su torre merece capítulo aparte.

Es la más esbelta, la más armónica, la más primorosa de cuantas existen


en España. Oviedo alardea, con razón, de esta torre, como una mujer fea se
vanagloria de poseer copiosos y ondulantes cabellos14.

Para Clarín y Palacio Valdés, la torre gótica de Oviedo simboliza la belleza,


pero otra torre, la de la catedral gótica de Sevilla, es, para Gerardo Diego, el
símbolo de la poesía del vergel andaluz con limoneros y un símbolo de su
origen mudéjar:

13
CLARÍN, La Regenta, cap. I. Biblioteca 30 aniversario de Alianza Editorial, Madrid 1996.
14
PALACIO VALDÉS, A., La novela de un novelista, Madrid, Espasa Calpe, Colección
Austral, nº 266, séptima edición, 1959, p. 166.
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 41

1 Giralda en prisma puro de Sevilla 8 toda naranja al sol que se te humilla.


nivelada del plomo y de la estrella, Al contraluz de luna limonera,
molde en engaste azul, torre sin mella, tu arista es el bisel, hoja barbera
palma de arquitectura sin semilla que su más bella vertical depura.
Si su espejo la brisa enfrente brilla, Resbala al tacto su caricia vana.
no te contemples -ay, Narcisa- en ella Yo mudéjar te quiero y no cristiana.
que no se mude esa tu piel doncella, Volumen, nada más: base y altura15.

V. LAS PUERTAS DE LA CATEDRAL. LA PORTADA GÓTICA

Los muros de la catedral se horadan con grandes vanos: Si los ventanales


cubiertos con vidrieras constituyen uno de los vanos de la fachada, el otro se
manifiesta en las puertas, dos centros de evangelización donde pueden leerse, a
través de las coloreadas vidrieras o de las piedras claras, escenas de la Biblia,
ejemplarizantes, con la figura de Cristo y de la Virgen, con sus personajes
antiguos o más modernos, dignidades eclesiásticas que apoyaron la construcción
de la catedral.

5.1. Los nombres de las puertas en la catedral gótica

Son varias las entradas a la catedral gótica, por diferentes puertas, y estas,
además de ser localizables por su referencia geográfica (puerta norte del crucero,
puerta sur), ganan su identidad con nombres propios, que las individualizan:
Puerta del Sarmental, en la catedral de Burgos, o Puerta del Juicio Final, en
León. Un mismo nombre, Puerta del Perdón, así denominada por concederse
indulgencias al atravesarla, en peregrinaciones, romerías o años santos, se
aplica a varias catedrales: Sevilla, Córdoba, Coria, León; y existe también el
caso contrario, varios nombres para una sola puerta, en una catedral. como
sucede con la Puerta de la Alegría, conocida igualmente por Puerta de los
Leones o Puerta Nueva, en la catedral de Toledo, nombres que, respectivamente,
refieren a la celebración de la fiesta de la Asunción de la Virgen, a los leones
esculpidos que vigilan su acceso desde las columnas de la verja de entrada, y a ser
la más nueva, construida en 1460 y realizada por los renombrados arquitectos
Pedro y Juan Guas y Juan Alemán.

Incluso, existe alguna puerta, la Puerta del Reloj, de la catedral de Toledo,


que se hace polivalente en sus denominaciones y acumula varios nombres,
como las personas: se la llama también Puerta de la Chapinería, porque da a

15 DIEGO, G, «Giralda», en Primera Antología de sus versos, Madrid 1949, p. 134.


42 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

la calle, donde antaño se vendían chapines; Puerta de los Reyes, por alusión
a los Reyes Magos, allí representados, que el pueblo confundía con los reyes
castellanos; Puerta de las Ollas, por la cantidad de tinajas en la escena de las
bodas de Caná; Puerta de la Feria, pues por ella se salía a la calle donde se
instalaba la Feria en los tiempos antiguos16. Su nombre de Puerta del Reloj,
naturalmente, lo toma del reloj situado encima de la portada. La Puerta
Llana, neoclásica, de la época del cardenal Lorenzana, así denominada porque
no tiene escalones, era la correspondiente a la salida de las procesiones y
ahora por ella acceden los visitantes a la catedral y otra puerta, que lleva el
curioso nombre de Puerta del Mollete, pues en esa puerta se repartía el pan a
los pobres, completan los accesos a la Catedral Primada, desde el exterior,
junto a las tres puertas de la fachada principal: la Puerta del Perdón, en el
centro, en cuyo tímpano se escenifica la imposición de la casulla a san Ildefonso,
por la Virgen; en el mainel, la figura del Salvador y en las jambas, el apostolado.
A su s lado, junto a la torre, la Puerta del Infierno, con decoración vegetal -curiosa
paradoja que donde imperan las llamas crezca la fresca vegetación- y a la
derecha, la Puerta del Juicio Final, de la que se tratará en el apartado del
simbolismo. Además hay dos puertas de acceso al claustro: la Puerta de Santa
Catalina, del gótico tardío, con una pintura de la Anunciación, en el tímpano, y
la Puerta de la Presentación, en estilo plateresco escenifica este motivo, la
Presentación de Nuestra Señora, en su medallón. Como se ha podido observar,
los nombres propios de las puertas de la catedral gótica responden a distintas
motivaciones

5.2. Estructura de la portada gótica

La portada de la catedral gótica se compone de distintos elementos


arquitectónicos: en su parte superior, por varias arquivoltas abocinadas, de
arcos apuntados, donde se colocan esculturas de personajes, o motivos florales
y vegetales, adaptados a la línea curva, que dejan, en su interior un tímpano,
en el que se inserta la escena escultórica principal. Constan las portadas de
un parteluz, también denominado mainel, que divide el vano de entrada en
dos partes. Ahí, es muy frecuente ubicar una imagen de la Virgen (en el
mainel de la Puerta del Reloj en Toledo), de Cristo, o de algún obispo. En
los laterales del vano, se sitúan las jambas, elemento vertical, a modo de
pilar o columna, que sostiene el arco o dintel de la puerta y se ornamenta con
diversas esculturas, representando a varios personajes: profetas, apóstoles o
santos.

16 RODA, M., «La Puerta del Reloj», en su blog Elpincelconlienzo.com, el 13.11.2013.


LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 43

5.3. El simbolismo de la portada gótica


La función simbólica de las puertas reside en su programa de evangelización,
especialmente desarrollado en el tímpano. No es de extrañar que, si todo el
arte gótico consiste, simbólicamente en la mirada ascensional para dirigir el
pensamiento y el espíritu a lo esencial, a Dios, en la portada gótica, además
de escenas bíblicas, se sitúe la iconografía del Juicio Final, como advertencia
a los fieles de que, al final de la vida, van atener que rendir cuentas ante el
Señor. Y este recuerdo, al entrar en el templo, de lo que les va a pasar en el
futuro, el Juicio Final, es una constante en las portadas góticas, y, aunque también
puede encontrarse dentro del templo como ocurre en la Catedral Vieja de
Salamanca, en el remate del retablo mayor del ábside (Nicolo Florentino, 1445),
lo frecuente es hallar el motivo iconográfico del Juicio Final en la portada.
Señalaremos algunos ejemplos. La catedral de Tudela (Navarra) presenta
en su fachada abierta al Oeste, en el principal acceso de la catedral, el Juicio
Final considerado como una de las primeras manifestaciones góticas de
España. Se construyó a finales del XIII y en las primeras décadas del XIV. A
la izquierda del espectador, se muestra a los salvados y, a la derecha, a los
condenados, los castigos del infierno y los pecados que a él les han llevado.
Su tímpano está vacío, actualmente, pero se considera que antes, posiblemente,
estaría representada la figura de Cristo Juez.
En la Catedral de Toledo, el Juicio Final aparece en la puerta del mismo
nombre de la fachada principal: arriba, Cristo Juez en el centro con la Virgen
y san Juan; abajo, los salvados salen de sus tumbas; más abajo, los demonios
se llevan a los condenados.
En la de Burgos, el motivo del Juicio Final está en el tímpano de la Puerta de
la Coronería, con Cristo Juez en trono y la Virgen y san Juan Bautista a su lado,
implorando misericordia; en la parte inferior, se ve a san Miguel pesando las
almas y separando a los que irán al Paraíso de los condenados al infierno. Las tres
arquivoltas del tímpano representan escenas del Juicio Final. Por esta puerta,
entraban los peregrinos del camino francés de Santiago, y los vecinos del barrio
alto, que después de entrar, bajaban por la Escalera Dorada, de Diego de Siloé.
En León, la Puerta del Juicio Final es la puerta central de la catedral: se
muestra, en ella, a Cristo en Majestad con sus estigmas y unos ángeles portando
los símbolos de la Pasión, y a la Virgen y a san Juan, flanqueándole. En el
dintel de la puerta, se manifiesta la psicostasis17 de san Miguel, distribuidos
los elegidos en un grupo y, en otro, los condenados.

17 RODRÍGUEZ PEINADO, L., «La psicostasis», en Revista Digital de Iconografía medieval,

vol. IV, nº 7, pp. 11-20.


44 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

5.4. La portada gótica, a la luz de la literatura

¿Quién no se siente afectado por la catedral de Toledo al contemplar su


riqueza o al rememorar su ingente historia? Las palabras de Blasco Ibáñez
nos hablan de su arte :

El primer cuerpo de la fachada estaba rasgado en el centro por la puerta


del Perdón, arco ojival enorme y profundo que se estrechaba siguiendo la
gradación de sus ojivas interiores, animadas con imágenes de apóstoles,
calados, doseletes y escudos con leones y castillos. En el pilar que divide
las dos hojas de la puerta, Jesús, con corona y manto de rey, flaco, estirado,
con el aire enfermizo y mísero que los imagineros medioevales daban a
sus figuras para expresar su divina sublimidad. En el tímpano un relieve
representaba a la Virgen rodeada de ángeles vistiendo una casulla a San
Ildefonso, piadosa leyenda repetida en varios puntos de la catedral,
como si fuese el mejor de sus blasones. A un lado la puerta llamada de la
Torre [la Puerta del Infierno]; al otro la de los Escribanos [la Puerta del
Juicio Final], por la que entraban en otros tiempos, a jurar el cumplimiento
de su cargo: las dos con estatuas de piedra en sus jambas y rosarios de
figurillas y emblemas que se desarrollaban entre las aristas hasta llegar
a lo más alto de la ojiva.

Encima de estas tres puertas de un gótico exuberante, se elevaba el


segundo cuerpo, de arquitectura grecorromana y construcción casi moderna,
causando a Gabriel Luna la misma molestia que si un trompetazo discordante
interrumpiese el curso de una sinfonía. Jesús y los doce apóstoles, todos
de tamaño natural, estaban sentados a la mesa, cada uno en su hornacina,
encima de la portada del centro, limitados por dos contrafuertes como
torres que partían la fachada en tres partes. Más allá extendían sus arcadas
de medio punto dos galerías de palacio italiano, a las que más de una
vez se había asomado Gabriel, cuando jugaba, siendo niño, en la
vivienda del campanario.

La riqueza de la Iglesia -pensaba Luna- fue un mal para el arte. En un


templo pobre se hubiese conservado la uniformidad de la fachada
antigua. Pero cuando los arzobispos de Toledo tenían once millones
de renta y otros tantos el cabildo, y no se sabía qué hacer del dinero, se
inventaban obras, se hacían reconstrucciones, y el arte decadente paría
mamarrachos como la Cena18.

18 BLASCO IBÁÑEZ, V., La catedral, F. Sempere y Cª, Valencia 1903, pp. 7 y 8.


LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 45

Blasco Ibáñez realiza una valoración artística de la gran portada y fachada


catedralicias, con sus aciertos y errores. Pero, por encima de todo, para el
escritor, la catedral simboliza, la derrota del Arte por el Dinero. Su discurso
presenta, entonces, una acerada y amarga crítica social.

VI. EL GABLETE

El gablete es un elemento arquitectónico ornamental de forma triangular


cuyos dos laterales, rematados en puntas o en crochet (ganchos), terminan en
vértice, formando un ángulo agudo y el tramo horizontal puede estar explícito
originando un triángulo, o no aparecer, incrustándose el ángulo agudo en el
muro por encima de las arquivoltas de las portadas góticas, aunque también
puede presentarse en el interior del templo. Fue empleado, sobre todo, en los
edificios del primer gótico. Se coloca en las fachadas para rematar el ornamento
de las portadas. En su interior figuran diversos motivos: el trébol, cuadrifolio o
se emplazan esculturas y también pinturas, como ocurre en los tres gabletes de
la catedral de Siena, donde el central cobija la Coronación de la Virgen, sobre
un fondo de oro. La puerta de San Cristóbal la catedral gótica de Sevilla presenta
un gablete, con sencilla decoración vegetal esquematizada. En la catedral de
Toledo, dentro de la capilla de Álvaro de Luna figuran varios gabletes y, también,
en la torre de la catedral.

La función simbólica del gablete es, como en todos los demás elementos
arquitectónicos terminados en punta, insistir en la elevación de la mirada
hacia lo alto, señalando el destino del hombre, después de su paso por la tierra.
El gablete es, pues, un índice de espiritualidad, una ayuda más para nuestra
elevación espiritual.

VII. LAS VIDRIERAS DE LA CATEDRAL GÓTICA

Una vez atravesada la puerta de entrada a la catedral, penetramos en su


interior. Allí, las vidrieras nos envuelven con sus juegos de colores: constituyen
uno de los más relevantes y atractivos signos del gótico, y conquistan, por su
atrevida belleza, la fama de las catedrales en las cuales se insertan.

7.1. Burgos, centro artístico de maestros vidrieros

La elaboración del vidrio (corte de un patrón, pintura y cocción en el


horno) se describe en el libro De Diversis Artibus, principios del siglo XII,
del monje benedictino Teófilo, de la abadía de Helmarshausen, verdadero
46 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

tratado sobre pintura (cómo hacer los colores y cómo combinarlos,) y del
arte del vidrio, una de cuyas copias, descubierta en 1772, se debe al poeta y
dramaturgo alemán Lessing19.

La materia del vidrio está formada por sílice, potasa y lima y sus colores
se consiguen mediante los óxidos metálicos: para el amarillo, cadmio; el azul, a
través del cobalto. Los vitrales de los templos góticos tienen una composición de
mosaico sostenidas sus piezas por estructuras de plomo. Las vidrieras suponen un
gran avance en el sistema constructivo de los templos, pues les permiten la
entrada de luz y la belleza de sus colores. Aunque las vidrieras se usaron el
templo románico, su auge llegó con el arte gótico. Las primeras vidrieras de
la península ibérica surgieron en el Monasterio de las Huelgas y en la catedral de
Burgos, ciudad que se convirtió en un centro artístico y técnico por la presencia
de expertos maestros en el arte del vidrio: Arnao de Flandes, padre e hijo, Arnao
de Vergara y Diego de Santillana.

7.2. El simbolismo de las vidrieras

Las vidrieras góticas permiten la entrada de la luz física y también


permiten la entrada de la luz espiritual y de la transcendencia. Los grandes
vanos de los muros se cubren con vidrieras policromadas alcanzando no sólo
la ligereza y esbeltez de estos, sino la consecución, como dice Ràfols, de
«pinturas transparentes»20. Las vidrieras de la catedrales góticas son libros
de imágenes abiertos donde se lee el dogma católico y se expone la guía de
nuestro caminar por la tierra. Anuncian el reino de la luz y nos invitan a la
santidad. San Pablo exhorta a los colosenses a dar «gracias a Dios Padre, que
os ha hecho capaces de participar en la herencia de los santos en el reino de
la luz»21. Esta es su dimensión simbólica, la luz espiritual que comunican las
vidrieras, uno de uno de los elementos principales de la arquitectura gótica.
Un breve recorrido por algunas catedrales españolas nos lo confirmará.

19 RUBIO ESTEBAN, M., «Del manual medieval de Teófilo», El Imparcial, 24 de junio,

de 2014.
20 RÀFOLS, J. F., «El uso de ventanales con vidrieras de color representa un gran paso

para el desarrollo artístico de la arquitectura gótica, pues sirvieron para dotar los grandes
edificios de la época de pinturas transparentes. Y de rica policromía. En los países septentrionales
europeos, dichos ventanales se ampliaron hasta llenar todo el espacio comprendido entre dos
contrafuertes, y así la rica decoración de vidrieras, que envolvía su recinto místico y producía
un espiritual conjunto de puros y simples contrastes entre ventanales de ricos tonos y muros
totalmente lisos, se resolvía en rítmica unidad», en «El arte gótico», Historia del Arte, tomo I,
pp. 203 y 204.
21 TARSO, P. de, Epístola a los colosenses, 1, 9, Sagrada Biblia, Nácar y Colunga, Madrid

1959, p. 1286.
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 47

Así ocurre en la catedral gótica de León. Si algo destaca en la Pulchra


leonina, son sus vidrieras, famosas hasta tal punto que priorizan la atención del
visitante. En ellas, se cuenta la historia de la salvación del hombre por Cristo y la
esperanza de la vida eterna. Entre las más antiguas del siglo XIII, se halla
una vidriera El árbol de Jesé (central del ábside) y otra de carácter profano,
La Cacería, con escenas cortesanas y de juglares más las representaciones de la
Gramática y de la Dialéctica. Se data a finales del siglo XII, y se cree procedente del
palacio de Berenguela22. La catedral gótica, como un museo de vitrales, contiene
ejemplares de otros estilos y edades, entre los que destacan las renacentistas
vidrieras de la Capilla de la Virgen Blanca con el motivo del nacimiento del
Salvador desarrollado en tres partes: la Anunciación, el Nacimiento -realizado
en el siglo XVI (1561) por Rodrigo de Herreras-, con el Santo Niño colocado
en una sábana junto a José y María, acompañados de la mula y del buey, y la Epifanía
donde figura la adoración de los Reyes Magos. En la roseta central, aparecen el
Padre Eterno y el Espíritu Santo, que, junto al Hijo recién nacido, representado
abajo, componen la iconografía de la Santísima Trinidad.

León tiene una gran superficie de vidriera, casi mil ochocientos metros
cuadrados, en 737 vidrieras23 y este es el rasgo más francés del edificio, junto con
sus dos torres cuadradas, que recuerdan la catedral de Chartres, y una triple portada
en su fachada principal-, pero Burgos tiene más vidrieras antiguas24. Así, del
rosetón de la Puerta del Sarrmental se conservan 31 vidrieras originales de las
52 de que se compone -perdidas las que faltan en la invasión de los franceses
cuando volaron el castillo en 1812-, además de dos óculos pequeños en la
Puerta de Santa María. De los 18 ciclos de que constan las vidrieras, son los
más importantes el del rosetón de la Puerta del Sarmental, con influencia de
Chartres, el del cimborrio y el de la Capilla de los Condestables, dedicada a la
exaltación de la Luz divina, bajo la advocación de la Purificación de la Virgen.
Los vitrales de esta capilla los realizó Arnao de Flandes, el Viejo, maestro
vidriero de la catedral. En los ventanales superiores se representan santos y
en los bajos, motivos de la infancia de Jesús.

En la catedral de Segovia, las vidrieras, como un libro de cristal, cuentan tres


ciclos religiosos: el misterio de la Redención, en las naves; la vida pública de

22 GÓMEZ RASCÓN, M., La catedral gótica, León 1998, pp. 80 y 81.


23 Las 737 vidrieras se distribuyen de esta manera: 3 rosetones, 31 ventanales altos, 34 en
el triforio, y 21 en las naves bajas y capillas, según CORRAL HOSPITAL, Vidrieras de la
catedral de León, quien añade que en el nivel bajo se representa los temas vegetales y la
actividad del hombre con los vicios (pereza, vanidad, ira) y virtudes del hombre y motivos del
trivium y quadrivium; el intermedio está dedicado a la heráldica y en el superior, se encuentran
escenas celestiales con pasajes de la Biblia.
24 PÉREZ BARREDO, R, «Las vidrieras de nuestra catedral nada tienen que envidiar a las

de León», Diario de Burgos, 30 de diciembre de 2015.


48 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

Jesús, desarrollada en la girola, y la vida de la Virgen, en el crucero, relatada


en ocho vidrieras: la Natividad (1ª vidriera); ángeles músicos (2ª); la presentación
en el Templo (3ª); los Desposorios de la Virgen (4ª); Pentecostés (5ª); la muerte
de la Virgen (6ª); ángeles músicos (7ª) y la Asunción de la Virgen (8ª).

Las vidrieras más antiguas de la catedral de Sevilla son las diecisiete góticas
realizadas por un vidriero alsaciano Enrique Alemán, documentado en Sevilla
entre 1478 y 1483, situadas en la capilla mayor y las naves de poniente, de
las que se destacan la individualización de los personajes, apóstoles, profetas y
santos de la devoción de la baja edad media, de una grana precisión técnica.

7.3. Las vidrieras, a la luz de la literatura

Las vidrieras de las catedrales constituyen una imagen recurrente en la


literatura, que abarca un arco extendido desde el siglo XV hasta el XX. En el
interior de la Catedral Primada de Toledo, rodeados del mayor número de
vidrieras medievales conservadas, entre ellas, las del rosetón del crucero, las
vidrieras de la capilla mayor y las figuras de santos y apóstoles en el lado este,
oyeron misa el escudero y su criado, el Lazarillo de Tormes, como cuenta su
autor: «anduvimos hasta que dio las once: entonces entró en la iglesia mayor y
yo tras él; y muy devotamente le vi oír misa y los otros oficios divinos, hasta que
todo fue acabado y la gente ida». Y don Ramón del Valle-Inclán enciende la
llama de su poesía mística en estas cristalinas ornamentaciones para cantar su
belleza trascendente en esta oración o poema, Vitrales, de Claves líricas25:

1 ¡Rosaleda de oro, 10 ¡Teologal diseño, 19 ¡Escalas por donde


selva del sonoro, rosas del ensueño el alma responde
ruiseñor del coro! de un cielo abrileño! el que se me esconde!
¡Rosas inocentes, ¡Voluntades bélicas! ¡Mística oración!
¡Formas transparentes ¡Coyundas angélicas! ¡Dulce posesión!
Conceptos lucientes! ¡Paces evangélicas! 24 ¡Tetragrammatón!
¡Sois en los vitrales ¡Rosas del anhelo
de las catedrales, voces del consuelo
Soles musicales! amores del cielo!

25 VALLE-INCLÁN, R. del, «Vitrales», pertenece al poemario El pasajero (1919), es la

Clave XV de Claves líricas, Madrid, 1930, que comprende sus tres libros poéticos: Aromas de
leyenda, 1907; el poemario citado y La pipa de Kif.
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 49

VIII. EL ROSETÓN GÓTICO. SU SIMBOLISMO

El término rosetón, etimológicamente, procede de la palabra roseta, (que


significa ‘en forma de rosa’), diminutivo de la palabra latina, rosa, por coincidir
ambos vocablos, el botánico y el arquitectónico, en expresar la forma circular
propia de los objetos que denominan. A la palabra, se añade en español el
sufijo aumentativo -ón, que señala el gran tamaño, en el término arquitectónico.
El rosetón es una gran ventana circular calada cuyo vano se cubre con vidrieras de
colores. Está ubicado fundamentalmente en la fachada principal, en la que
pueden incluirse hasta tres rosetones, como muestra Nôtre Dame de París, y
es también habitual situarlo frente al altar.

Su función técnica es iluminar el interior del templo y embellecerlo con


el juego de colores que proyectan los rayos de sol, cuando inciden sobre él,
creando una misteriosa atmósfera que invade al visitante y que ayuda a situarlo
en un ámbito de trascendencia y elevación. De aquí su triple función técnica,
ornamental y simbólica.

La idea de circularidad que expresa el rosetón, está asociada a Dios, porque el


círculo es la figura geométrica de la perfección, así pues, el círculo manifiesta la
perfección divina. De igual manera, por la luz que deja penetrar a través de
sus vidrieras, se asimila a Jesucristo, Luz del mundo y su radialidad, partiendo
de un centro del cual salen los radios que se extienden en todas direcciones,
norte, sur, este y oeste, manifiesta la difusión por toda la tierra de su misión
redentora. Asimismo, el rosetón alude también a la Virgen María, por ser la
rosa (se la denomina en algunos pasajes bíblicos, Rosa de Jericó) uno de sus
emblemas y hay que tener presente que muchas catedrales se acogen a a una
advocación mariana: Nôtre Dame, de Paris; Santa María, de Burgos; Santa María,
de Plasencia; Santa María la Mayor, de Mérida; Santa María de la Asunción, de
Burgo de Osma; Nuestra Señora de Gracia, de Cuenca; La Encarnación, de
Málaga; Nuestra Señora de las Nieves, de Ibiza; Nuestra Señora de la Huerta, de
Tarazona; Catedral Vieja de Santa María y Nueva de Santa María, de Salamanca
y la joya renacentista La Natividad de Nuestra Señora, de Baeza debida a los
arquitectos Vandelvira, Villalpando y Alonso Barba y tantas oras.

Se debe destacar que una de las catedrales españolas, la de Santa María,


de Palma de Mallorca, posee el rosetón más grande del mundo dentro del
arte gótico, con 12,5 metros de diámetro, por lo que se le conoce por el Ojo
del gótico. Su construcción se realiza en 1370 y «en el siglo XVI se le
añadieron 1236 vidrieras que dibujan la estrella de David»26.

26 V.V.A.A., Atlas ilustrado de las catedrales de España, Madrid, Susaeta, (sin fecha), p. 107.
50 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

IX. EL ARCO OJIVAL Y LA BÓVEDA DE CRUCERÍA

Quizás los elementos más característicos del arte gótico sean el arco
ojival o apuntado y la bóveda de crucería.

9.1. Descripción técnica del arco ojival y de la bóveda de crucería

El arco ojival es el que está compuesto por dos segmentos entrecruzados


de dos circunferencias iguales, que se unen en ángulo en la clave; por este
ángulo en forma de punta, también recibe la denominación de arco apuntado.

Este ángulo es la seña de identidad del arte gótico y se contrapone al arco


de medio punto, de forma redondeada, propio del románico, aunque se empleó
ya en la arquitectura islámica de mediados del siglo IX y en la borgoñona antes
del gótico27. Técnicamente, ayuda a elevar la altura del arco y del edificio y
consigue, respecto a estas, que las presiones laterales sean menores.

La bóveda de crucería resulta de cruzar dos bóvedas de cañón apuntadas,


de donde procede su nombre. La bóveda de cañón apuntada es la consecuencia de
prolongar un arco apuntado y proyectarlo en un espacio tridimensional. Y esta
bóveda de crucería es la empleada en la arquitectura gótica, seña de identidad
del interior de sus templos. Dentro de este, se observa que el cruce de los
arcos forma unos nervios que separan las partes de la bóveda. Y se reúnen en un
punto, la clave. Entre estas bóvedas, destaca la más simple, la cuatripartita,
formada por el cruce de dos arcos diagonales que dividen la plementería o
conjunto de plementos -paños de relleno, realizados con sillar o ladrillo, y con
función pasiva, situados entre los nervios, soportes activos que recogen el
peso de la bóveda- en cuatro segmentos. Esta bóveda sirve para cubrir espacios
cuadrados o rectangulares y se usa en el gótico clásico. La bóveda sexpartita
añade un tercer nervio transversal que la divide en seis plementos. La bóveda
estrellada, propia del gótico tardío, se muestra en la catedral de Sevilla y en la
de Toledo, en la hermosa Capilla de Santiago, fundada en 1430 por el condestable
don Álvaro de Luna y se emplea para cubrir espacios más amplios.

9.2. El simbolismo del arco ojival y de la bóveda de crucería

Una vez conocidos los rasgos propios del arco apuntado u ojival y de la
bóveda de crucería formada por arcos apuntados, se comprueba visualmente
la elevación del edificio que busca destacarse por su verticalidad, lo que, de

27 CABALLERO, J.D., «Arco apuntado y bóveda de crucería», en su blog Enseñ-Arte, el

día 1.5.2009.
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 51

nuevo, incide en la mirada hacia lo alto. Las cubiertas del templo gótico no
pesan por encima de las cabezas de los hombres, sino que aumentan el espacio
contenedor y guían con sus formas agudas, como si quisieran y pudieran romper
el techo, la mirada ascensional de los fieles hacia la morada de Dios en las
alturas. Este es el simbolismo del arco apuntado y de sus correspondientes
bóvedas: reunir las fuerzas materiales de la técnica constructiva y ponerlas al
servicio de un proceso de evangelización, sin palabras. Tal como exhorta Pablo a
los colosenses: «Si fuisteis, pues, resucitados con Cristo, buscad las cosas de
arriba, pensad en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de
Dios; y no en las de la tierra»28.

9.3. El arco ojival a la luz de la literatura

Ortega y Gasset expone un juicio sobre el arte gótico, duro, donde uno de
sus componentes más significativos, el arco ojival, cambia sus líneas geométricas
por una metáfora humana:

Uno y otro, templo [catedral de Sigüenza] y cantar [Poema de Mio Cid],


se contentan circunscribiendo un trozo de vida. La religión y la poesía no
pretenden ellas suplantar esa vida, sino que la sirven y diaconizan. ¿No es
esto discreto? La religión y la poesía son para la vida.

En las catedrales góticas por el contrario, la religión se ha hecho sustantivo,


niega la vida y este mundo, polemiza con ellos y se resiste a obedecer sus
mínimas ordenanzas. Sobre la vida y contra la vida constituye esta religión gótica
un mundo que ella misma se imagina orgullosamente.

Hay en el gótico un exceso de preocupaciones ascendentes: el cuerpo del


edificio se dilacera para subir, se desfilacha, se deja traspasar y en sus flancos
quedan abiertas las ojivas como ojales de llagas29.

Para el ensayista -que se autodefine en este artículo, antes de esta cita,


como hombre realista y sin imaginación-, el arte gótico huye de este mundo por
alcanzar otro. Coincide con varios escritores en humanizar metafóricamente un
elemento gótico, el arco ojival, pero lo presenta como ‘llaga’, asociado a la
enfermedad y embutido en una cosificación ‘ojales’. Esto es, el gótico, en la
óptica del autor, está deformado por una visión negativa.

28 TARSO, P. de, Epístola a los colosenses, en Sagrada Biblia, versión de Eloíno Nácar y
Alberto Colunga, BAC, Madrid 1949, p. 1288.
29 ORTEGA Y GASSET, J., «Arte de este mundo y del otro», en El Imparcial, 24 de julio

1911, en La deshumanización del arte y y otros ensayos de estética, Madrid 2003, p. 95.
52 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

X. LA CAPILLA GÓTICA

10.1. Función de de la capilla e historia de la Capilla de Santiago, (Catedral de


Toledo)

La capilla gótica es un lugar de enterramiento dentro de la catedral y este


carácter funerario es su rasgo primordial. En la catedral, únicamente, se entierran
las dignidades eclesiásticas, los reyes y los nobles. Fundadas por personas o
familias con gran poder económico y social, también son un emblema de arte,
de historia, de belleza y de ostentación. Los escudos mostrados en lugares
relevantes revelan el linaje al que pertenecían los miembros de la familia allí
sepultados. Los mejores arquitectos, escultores y pintores, realizaban sus bóvedas,
esculpían sus mausoleos, decoraban sus retablos. Se reunían, en estas capillas,
los más prestigiosos artistas de la época.

Son tantas y son tan bellas las existentes en las catedrales españolas, que
olvidando el magnífico ejemplo de la Capilla de los Condestables, en Burgos,
elegimos, por gusto personal, para hacer un breve comentario, la Capilla de
Santiago de la catedral toledana.

La hermosa Capilla de Santiago, fundada en 1430 por el condestable don


Álvaro de Luna, Gran Maestre de la Orden de Santiago, con cuyo hábito se
reviste la efigie de su sepulcro, custodiado por cuatro caballeros santiaguistas,
fue encargado este y el de su esposa, doña Juana Pimentel, conocida por el
sobrenombre de ‘la condesa triste’, por la hija de ambos, doña María, esposa
de don Iñigo López de Mendoza y Luna, II marqués del Infantado.

Solo destacamos dos elementos de la capilla: sus muros con elegantes


gabletes de acusada forma puntiaguda y la espléndida bóveda estrellada, prodigio
de tracerías de equilibrado diseño que, a pesar de su espectacularidad, no llega a
ser recargada. El exquisito gusto de su ornamentación muestra la alcurnia y
el refinamiento de la familia que la encargó y en cuyos muros se mantiene la
fama de su nombre, esa fama tan buscada en la Edad Media, solo al alcance
de los poderosos.

10.2. El simbolismo de la capilla

La capilla es el símbolo de la gloria mundana. En ella, se acogen los


escudos de armas que representaron en vida a los ahora yacentes y que los
siguen representando, ya difuntos, como un desafío a la muerte, cuyo poderío se
supera por la fama. Es también un símbolo de poder y un símbolo de la vida
del ilustre desaparecido, que deja constancia de sus hitos, rastreados, en los
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 53

motivos esculpidos en su sepulcro: el perro para expresar lealtad y fidelidad,


la espada, el libro o el hábito que vistieron, convertido ahora en sudario de
piedra, como es el caso del personaje de esta capilla.

10.3. La capilla a la luz de la literatura

Pérez Galdós, quien define la catedral de Toledo como “la enciclopedia de


las catedrales”, se siente atraído por sus leyendas legendarias y nos transmite
dos, la de los esqueletos y la de un muñeco mecánico, el Hombre de Palo, en
un mismo escenario: la Capilla del Condestable Álvaro de Luna:

En el centro de la capilla de Santiago, se alzan los dos mausoleos de don


Álvaro y su esposa. En cada uno de estos se ven cuatro monjes orantes. En
Toledo existe la creencia, legendaria o real, de que en la cripta están los
esqueletos de la familia de don Álvaro, pero no sepultados, sino sentados en
derredor de una mesa de piedra. Con esta leyenda coincide la del Hombre de
Palo, perpetuada en una calle que lleva este nombre. El gran mecánico, Juanelo
Turriano construyó un muñeco que, por medio de alambres y resortes entraba en
la Catedral a la hora de la misa y llegando a la capilla del Condestable se
arrodillaba devotamente y luego se retiraba de igual manera por su camino
de alambres y ruedas30.

Otra descripción de esta capilla se debe a Blasco Ibáñez, en su novela La


catedral, ya citada. La catedral de Toledo es un cofre de tesoros, como apunta el
refrán que, refiriéndose a las dos catedrales más grandes de España, dice:
«Sevilla es la caja, y Toledo, la alhaja».

XI. CONCLUSIONES

La catedral gótica, frente a la románica, se caracteriza por su verticalidad


mostrada a través de la elevación de sus muros, las torres, los pináculos, torrecillas
y agujas, el arco ojival y la bóveda de crucería. Todos estos elementos guían
los ojos en una mirada ascensional, cuyo objetivo es el cielo. Estos signos
góticos que impulsan la elevación física de la mirada, indican, simbólicamente,
la elevación espiritual. Por ello, el arte gótico no es solo un cambio de clave
estética en la evolución del gusto artístico, sino que, por encima de la admiración
embelesada o el rechazo de la profusión ornamental que produzca, es un índice de

30 PÉREZ GALDÓS, B., Visita a una catedral, Toledo (Su historia y su leyenda), en

Miscelánea, Madrid 1982, p. 1456.


54 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

espiritualidad. Sin esta piedra angular simbólica, la ascensión espiritual, no


puede entenderse el estilo gótico.

Si, al contemplar la piedra labrada, nuestros ojos solo ven el cuerpo de la


piedra, en su forma externa sin penetrar hacia dentro, hasta el corazón de la
piedra, jamás se podrá llegar a la profundidad de su centro, el espíritu de la
piedra, y su mensaje de espiritualidad quedará impenetrable para aquellos que se
queden en la superficie de la piedra, valorándola en el ámbito de la estética, de
lo que ven los ojos físicos, atrapados en su belleza. Por esto, los juicios de aquellos
escritores citados, sorprendidos por la desproporción arquitectónica, por la
multiplicación ornamental, o por su aérea belleza formal son válidos en el
ámbito estético: para ellos, la catedral gótica simboliza la belleza (Clarín, Palacio
Valdés, Azorín), o la dimensión histórico-legendaria (Pérez Galdós), o la crítica
social (Blasco Ibáñez), pero no captan la dimensión simbólica esencial de su
espiritualidad, excepto el autor del Lazarillo de Tormes, al señalar la devoción
religiosa, Jovellanos, que encuentra en la catedral gótica las verdades eternas y
Clarín que, al describir la belleza de la torre, manifiesta su espiritual grandeza.

Si la catedral románica engrosaba sus muros para aislarse del entorno


terrenal y asienta sus piedras en el suelo para echar raíces en la tierra, la catedral
gótica es un vuelo de luz y color que se eleva para encontrar otra esfera en lo alto.

El desproporcionado adorno de agujas, pináculos, torrecillas, como han


manifestado algunos escritores, rompe el equilibrio terrenal, deshace la proporción
del cuerpo físico, pero catapulta el alma hacia arriba y recuerda que el fin del viaje,
de la peregrinación terrenal es llegar al cielo. Y, entonces, los pináculos torres,
torrecillas y agujas son flechas que nos indican, que nos repiten incansablemente,
que nos guían a la meta, que corresponde a nuestra dignidad humana.

Desde esta interpretación simbólica, los signos góticos cobran sentido, su


verdadero sentido, transmitir el mensaje: la mirada hacia lo alto, nuestra mirada
debe estar puesta arriba y en la comprensión de este mensaje, la catedral gótica,
prodigio de luz, cirio encendido, se ilumina y nos ilumina con la luz de su
belleza interior transcenente.

XII. BIBLIOGRAFÍA

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CSIC, 2016.

- AZORÍN, La vida española. Las catedrales, La Prensa, 17.9.1922.


LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 55

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1998.

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p. 50.

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- VV. AA., Atlas ilustrado de las catedrales españolas, Madrid, Susaeta


(sin fecha).
56 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

Fig. 1. Rosetón Norte (Catedral de León). Primer plano de la rosa central: Cristo
glorificado en su realeza. Fotografía del Archivo Edilesa, N. Cabeza/ M. Martín,
del libro La catedral de León. Texto de M. Gómez Rascón. León 1996

Fig. 2. Capilla de Santiago (Catedral de Toledo) .Sepulcros de d. Álvaro de Luna


y su esposa. Decoración de gabletes y referencias al apóstol Santiago del que
D. A. de Luna fue Gran Maestre. Fotografía: Las Capillas, Cuaderno nº 3 de
La Catedral de Toledo, Cabildo Catedral Primada, Toledo, 2008.
LA CATEDRAL GÓTICA EN SU SIMBOLISMO 57

.
Fig. 3. Catedral de Burgos, con sus dos bellísimas torres, arcos apuntados,
rosetón y pináculos. Fotografía de J.J. Bernárdez.

Fig. 4. Arbotante, pináculo, bóveda de crucería y arco ojival de la catedral


gótica. Dibujo del blog Enseñ-Arte, de J. D. Caballero.
58 MARÍA DEL CARMEN GARCÍA ESTRADÉ

Fig. 5. Torre de la catedral de Toledo, con su más elevado cuerpo de pináculos,


rematado con las tres coronas y la veleta. Fotografía de J.J. Bernárdez, abril 2019.

Fig. 6. Torre de la catedral de Oviedo y escultura de la Regenta. Fotografía


de J. J. Bernárdez, abril 2010.

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