Crolla. Vecchioli en Reiteración Dela Poesia PDF
Crolla. Vecchioli en Reiteración Dela Poesia PDF
VECCHIOLI
MARIO R.
MARIO R. VECCHIOLI
En , el escritor, poeta y traductor de la obra de Vecchioli,
Giuseppe Mascotti, explicaba a su audiencia italiana que «cada poeta
argentino para trascender a resonancia nacional, continental, y sobre
VECCHIOLI
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL todo universal, debe estar enganchado a la plataforma de Buenos UNA PIPA, UNA GESTA
Miguel Irigoyen
Aires». Y esta premisa se cumple con el poeta santafesino Mario
Vecchioli (Sunchales, –Rafaela, ). Vivamente celebrado por
Y LA REITERACIÓN DE LA POESÍA
Rector escritores de la talla de Juana de Ibarbourou, Pedro Miguel
Gustavo Menéndez Obligado, Germán Berdiales (entre tantos otros), merecedor de
Secretario de Extensión importantes premios nacionales, provinciales y locales, su figura ADRIANA CROLLA
José Luis Volpogni permanece sin embargo invisibilizada, fuera del espacio cultural de SELECCIÓN Y ESTUDIO PRELIMINAR
Director Centro de Publicaciones Rafaela, ciudad que lo celebra como su poeta por antonomasia.
O del contexto de la Pampa Gringa a la que dio mito fundacional
«Estoy alternándome en la
junto a las voces fraternales de José Pedroni, Carlos Carlino y Gastón
preparación de tres libros: La Pipa,
Gori. Y que enriqueció en generoso magisterio sobre generaciones
cuya temática se ubica en la chacra;
posteriores de poetas de la talla de Lermo R. Balbi y Fortunato Nari.
La ciudad Gringa (o La Gesta Gringa,
Este libro, impulsado por la Secretaría de Extensión y la Sede
ya veremos) que es un canto a
Rafaela–Sunchales de la Universidad Nacional del Litoral, pretende
Rafaela y Cosmogonía del hombre,
subsanarlo y poner en merecido valor la voz esclarecida,
especie, de acusación a la
comprometida y profética de un destino humano y poético vivido sin
humanidad».
claudicaciones: «Che cosa faccio? Scrivo. Chi sono? Sono un poeta…».
(Carta a Gori, de enero de )
MARIO R. VECCHIOLI
(Sunchales, –Rafaela, ).
ISBN ----
UNIVERSIDAD NACIONAL
DEL LITORAL
Mario R. Vecchioli
Mario R. Vecchioli
Una pipa, una gesta y la
reiteración de la poesía
Adriana Crolla (selección y estudio preliminar)
edición al cuidado de adriana crolla
Vecchioli, Mario R.
Mario R. Vecchioli: una pipa, una gesta y la reiteración
de la poesía / Mario R. Vecchioli; comentarios
de Adriana Cristina Crolla; editado por Adriana Cristina Crolla
1a ed . Santa Fe: Ediciones UNL, 2016.
308 pp.; 22 x 13 cm (Ediciones Especiales)
ISBN 978-987-749-049-7
©
Secretaría de Extensión,
Universidad Nacional del Litoral,
Santa Fe, Argentina, 2016.
7
y motiva. Son estas «perversiones», estas «faltas», «rupturas»
o «excesos» las que impiden cristalizar el significado y cata-
pultan hacia una fuga y una pesquisa que convierte la lec-
tura en revulsiva (no deja nunca de movilizar) y a todo lec-
tor en un conmovido gozador de las disrupciones y buceador
de las faltas, o de las excedencias de significado que explotan
en la lectura y obligan a «levantar la cabeza» (Barthes dixit).
Gesto que se activa cuando el lector es «tocado» por algo que
lo obliga a apartar la vista y a poner su inteligencia y sensibi-
lidad a disposición de una idea que a su vez lo impulsa a la
escritura, a «escribir la lectura» aunque más no sea en un dia-
grama mental. Lecturas «irrespetuosas» que exigen ser pensa-
das, analizadas, reacomodadas, pues apelan a la discontinui-
dad y a la reflexión sistemática.
Barthes distinguía entre texto de placer y texto de goce,
Sartre los reconocía como textos «gastronómicos» y tex-
tos «revulsivos». El primero es el que no produce quiebres ni
rompe con el canon y produce una constatación del hedo-
nismo de la cultura y por ello es «digerible». Leer implica en
este caso ingerir, procesar y expeler sin producir desestabiliza-
ciones. El texto del placer es el que propone una irrupción en
lo instituido y normado y por ende ejecuta una vacilación en
la expectativa y en la «biblioteca interna» del lector. Por ende
hace visible una falta y una conmoción ante la palabra inespe-
rada, la negación de la repetición del estereotipo y la instaura-
ción de un extrañamiento frente a la palabra/texto que instala
su novedad en la disgregación y renovación perpetua. El pla-
cer surge ante la frase renovada, el término excéntrico, inau-
dito y el significado que revoluciona y revulsiona sin permitir
el reacomodamiento. Ya lo había dicho Borges: «Todo sucede
por primera vez/ Pero de un modo eterno./ El que lee mis
palabras/ Está inventándolas» (La cifra, 1981).
En este sentido, la creación, y en especial la creación de
una serie nueva o la reubicación de un elemento inesperado
en la misma, provoca un descolocamiento que funda, funde
y (con)funde derivas de sentido, al innovar y convertir lo pre-
8
visible en extraño y lo inesperado en previsible. Es a la biblio-
teca interna del lector a la que se apela, y es en ese contexto
donde los elementos adquieren significación si son re–conoci-
dos y al mismo tiempo se presentan como nuevos para el lec-
tor. Y el creador, al desacomodar, cambiar de lugar, funda una
nueva serie, un nuevo significado. Efecto similar al que se pro-
duce cuando se cambia un libro de lugar en la biblioteca física
y se lo coloca en un estante no previsto, adquiriendo el libro
una entidad diferente y la biblioteca en su totalidad, obligada
a reacomodarse por imperio de la nueva distribución.
Es que el mero efecto del «traslado» o del «nuevo anaquel»
conmociona todo el sistema.
Y es esto lo que valoramos en la obra poética de Mario
Vecchioli. Y lo que sus lectores primeros y especializados, los
otros poetas e intelectuales que lo fueron acompañando en el
proceso de generación de sus libros, pudieron descubrir.
Sus primeros tres libros: Mensaje lírico (1946), Tiempo de
amor (1948) y La Dama de las Rosas (1950)1 fueron celebrados
como el surgimiento y la consagración de una nueva voz en la
que Claudio Premat encontró:
1 Primer Premio Nacional de Poesía «Peña argentina». Jurado: Luis Cané, Augusto
González Castro, Amado Viliar, Salvador Merlino, Horacio Rega Molina.
9
del otoño. En todo caso, es un rico y luminoso otoño, cua-
jando en triunfales frutos de poesía» (carta de Ibarbourou, 1º
de diciembre de 1948).
Treinta y cinco años después de la publicación de su opera
prima la estudiosa rafaelina Mirtha Coutaz de Mascotti, reco-
nocía en el poema que funciona de prólogo a este poemario,
el credo poético y vital que nunca abandonaría al poeta y que
«expone en forma abierta y definitiva, el rumbo de su voca-
ción: Mientras de infamias y de horrores se habla/Yo escribo ver-
sos y a la vida canto» (Mascotti, 1981:11).
Es por ello que al final del ciclo, con la publicación de Rei-
teración del hombre, Susana Valenti, poeta santafesina de fina
y aguda sensibilidad, le manifestaba en una carta:
10
Y Nora Didier, al preferir aquellos poetas que son bucea-
dores de su propio centro, aquellos que avanzan hacia nuevos
espacios con un movimiento centrífugo, coloca a Vecchioli en
esta línea, enfatizando en la necesidad de insistir, en la necesi-
dad de su relectura porque forma parte de una cultura que nos
pertenece e identifica. Y cita a Pesante quien en 1974 dijo: «es
quizás el más importante poeta viviente de la provincia. Pienso
que Mario Vecchioli es un ejemplo de cómo la autenticidad
sin estridencias, unida al indudable talento, sirven para alcan-
zar eso tan importante para justificar una vida: su obra. Esa
obra que en el caso del poeta de Rafaela está incorporada ya al
acervo cultural de los argentinos» (Didier, 2001:5–6, mimeo).
Nos interesa rescatar también la voz de Carlos Carlino
cuando luego de la publicación del último libro le expresaba:
11
la «magna tríada de la lágrima y el surco» (Crolla, 2015b). La
imagen chacarera es enriquecida años después con la publica-
ción de De otros días (1970), El sueño casi imposible (1974) y
Lugar de tierra nuestra (1975).
Si bien muchos supieron celebrar esta nueva vertiente, y
Pesante lo colocaba en el panteón de la literatura argentina,
falta todavía mucho para alcanzar la consagración de la crí-
tica especializada y la instalación de un lugar merecido en
el sistema total. Vacancia señalada sobre todo por la mirada
extranjera, la que todavía sigue reclamando mayor visibilidad.
En 1996, el escritor, poeta y traductor al italiano de la obra
de Vecchioli, Giuseppe Mascotti, en una conferencia que dic-
tara en Rovereto, Italia,2 explicaba a su audiencia que:
12
Además de la serie que nos interesa destacar, una feliz cir-
cunstancia justifica la impronta de este estudio preliminar. El
Dr. Omar Vecchioli, hijo y entusiasta custodio de la obra, ha
conservado y organizado con la colaboración de archivistas y
estudiosos del Archivo Histórico de Rafaela, un cúmulo de
documentación, cartas, artículos, manuscritos, fotos, libros y
testimonios, propios y ajenos. Y en la misma casa de calle Itu-
zaingó 155 y en los mismos muebles donde durante décadas el
poeta los generara y atesorara.
No resulta usual que un investigador pueda reconstruir y
delinear la «figura» de un escritor y de sus condiciones mate-
riales de creación y producción, así como del complejo inte-
lectual que lo acompañara, a partir de la consulta de las fuen-
tes y con el aporte de informantes directos.
De esta manera podremos delinear y explicarnos decisio-
nes, elecciones y modos de producción del artista rafaelino,
quien durante toda su vida se caracterizó por una extrema
generosidad y apertura hacia los requerimientos y procesos
creativos de los otros, y una marcada reticencia a valorar su
obra y a la propia exposición pública. Hecho que se demues-
tra en que salvo su participación en el homenaje que la tribu-
tara la asde al otorgarle el «Premio a la labor literaria», un año
antes de su muerte (de cuyos particulares trataremos más ade-
lante) Vecchioli nunca participó físicamente de las presenta-
ciones de sus libros o en ceremonias donde se concentrara la
atención sobre su figura. Así como nunca aceptó considerarse
un «escritor profesional» sino:
13
la obra será formal, de uno de esos bichos raros a los que llaman
«poeta». Yo no estoy en el oficio, no sigo una carrera, no aspiro al
aplauso, no pretendo dejar una huella. Todo eso me tiene absolu-
tamente despreocupado, y mal hace quien como tú, por bueno y
gran amigo, me quiere ubicar donde no me corresponde. Por eso
mismo, si ahora con mi próximo libro, los decepciono a todos,
será justicia que cada cual reconozca que la culpa no es mía, sino
de ustedes, por considerar lo que no soy (Carta a Gori, 22 de agos-
to de 1970).
14
contrafiguras de sí mismos en sus textos y constituir su sub-
jetividad en tanto escritor. Y los trazos que dejan de su posi-
cionamiento en el complejo literario total, cómo piensan y se
piensan en la literatura y en su sociedad. Vinculaciones extra-
literarias relacionadas con lo literario que se fundamentan en
otras lógicas ligadas a los lugares de poder, a los mecanismos
de reconocimiento social y a las luchas culturales.
15
zo perenne, constitutivamente inacabado y necesariamente imperfecto
(1996:39–40).
3 Si bien en otras épocas se utilizó el término «región» para mirar los espacios litera-
rios bajo la dupla «nacionalidades vs. contextos geográficos» e imaginar espacios
subcontinentales englobantes y unificadores con netas demarcaciones internas, el
comparatismo moderno (Pageaux, 2011) prefiere utilizar el término «zona» ya que si
bien permite inscribirse en el interior de fronteras nacionales (lo que lo hace prác-
ticamente un sinónimo de región) remite también y con mayor frecuencia a espa-
cios transfronterizos, transnacionales, en que la frontera une más que separar. Juan
José Saer, supo distinguir la fuerte pregnancia de este término en nuestra cultura
identitaria local por lo que tituló su primer libro de cuentos, sancionando una pro-
pia geoestética escrituraria: En la zona (1960). Espacio gestado en clara oposición
a las dos estéticas que signaban la época: la del realismo y la del compromiso po-
lítico. Compartimos con Gramuglio (en Premat, 2010:846) la idea de que la cate-
goría «zona» opera en Saer como punto de anclaje para una conciencia que funda
el mundo y como fundamento espacial de la escritura. La experiencia, la concien-
cia, el recuerdo y la escritura misma con sus procedimientos, aparecen como una
constelación en torno a la figura simbólica de la «zona». Y la idea de que la obra li-
teraria se construye con las esquirlas que lo real deposita sobre la memoria, lo que
16
Rafaela – Italia – Rafaela
Casi al final de su vida, en una carta enviada al escritor
Adolfo Salvi a Venezuela, Vecchioli dice de Italia:
18
cial de la italianidad, ya sea en valores sustancialmente posi-
tivos: un concepto aglutinante de familia, valorativa concep-
ción del trabajo, marcada tendencia al gregarismo endogámico
y al mantenimiento y transmisión de las tradiciones de origen,
valor nucleante de la maternidad, respeto a los manes,4 a la
identidad lingüística, espíritu estoico y vocación para el canto.
Pero también disvalores que podemos fácilmente recono-
cer como tipificantes en muchas de nuestras prácticas socia-
les regionales y, por extensión, de la argentinidad riopla-
tense, originados allí donde las virtudes y los buenos valores
se exacerban perdiendo su inicial positividad. Por ejemplo,
un excesivo, unilateral y reverencial respeto a la «auctoritas»
(los manes), simbolizada en la figura paterna, permite explicar
el paternalismo político y el machismo, arraigado todavía en
nuestras matrices y nuestras prácticas sociales.
El culto a la maternidad que pudo ser la causa de una idea-
lización exacerbada de lo femenino y una absoluta incapaci-
dad de ver a cada mujer en su individual y real concretización.
En la mujer se veneraba a «la madre» y cada madre actuaba
según estos patrones modélicos. Por ello, será justamente la
mujer–madre la que subliminalmente contribuirá a repro-
ducir tanto en los hijos varones como en las mujeres, estos
mismos estereotipos, determinando y ejerciendo sobre ellos
un a veces excesivo control afectivo. Y, cuando las circuns-
tancias lo favorecieron (muerte o desaparición temprana de la
figura paterna) su rigidez moral pudo dejar huellas traumáti-
cas indelebles.
La tacañería, la usura, derivó generalmente en un fuerte
verticalismo y concepción materialista de la existencia. Parti-
cularmente en el grupo social piamontés (el que en sustancial
medida conformó a Rafaela) que se caracterizó por concebir
el trabajo, el ahorro y la actitud estoica ante las adversidades
4 Manes: en la cultura romana, así se llamaba a los genios del mundo subterráneo
que representan las almas de los antepasados que tutelaban con su presencia la
paz y el bienestar de la casa y de la familia.
19
como única respuesta a la búsqueda de un progreso que ase-
gurara un futuro mejor a las generaciones venideras.
Los italianos vinieron a «hacer la América» para su descen-
dencia. Pero su temor a la pobreza inicial y su necesidad de
afianzar (e incrementar) el pequeño «tesoro» que iban cons-
truyendo, provocó paradójicamente que estos mismos hijos
no pudieran gozar durante toda su vida de la bonanza que
progresivamente se iba consolidando. El control de la riqueza
permanecía hasta su muerte en manos del pater familias
siendo la causa de no pocas tragedias, disensiones entre her-
manos o incapacidad para insertarse operativamente en la rea-
lidad. Todo ello agravado por un particular respeto y sumisión
a los mandatos del entorno social que la fuerte endogamia de
las mismas «colonias» colaboró a potenciar.5
La revolución provocada por el cambio sustancial de la eco-
nomía productiva en el aprovechamiento de la tierra (antes
virgen) y en la producción del cereal, que había empezado a
transformar sustancialmente la geopolítica de esta zona que,
desde la creación de Esperanza, pasó a ser reconocida como
Pampa Gringa (por el componente extranjero y en particu-
lar italiano, por ser el más numeroso) es notorio en Rafaela.
Colonia que se demostrará inmediatamente como uno de los
centros más dinámicos y pujantes.
Rafaela fue «formada»6 a través del sistema de «coloniza-
ción privada» por italianos, en su mayor parte venidos del
20
Piemonte, quienes después de sesenta días de viaje, llegan a
Esperanza en 1879 convocados por Guillermo Lehmann para
insertarse en un territorio que se encuentra a 100 km. de la
capital provincial.
Se considera el año 1881 como año de «formación» por ser
el de los primeros boletos de compra–venta de las concesio-
nes que estipula el organizador en el territorio perteneciente
a terratenientes porteños que se lo habían entregado para su
comercialización y que es donde se traza la colonia. Se supone
que el nombre es en honor a Rosa Rafaela Rodríguez de Egus-
quiza, esposa de Félix Egusquiza, empresario paraguayo radi-
cado en Buenos Aires, quien junto a Carlos Saguier y Manuel
Quintana firmaron un contrato de colonización el 16 de octu-
bre de 1880 con Lehmann para subdividir y colonizar un
vasto territorio del centro–oeste santafesino, dando origen así
a la formación de más de 15 colonias.
Según Imfeld, entre las primeras familias pobladoras de
Rafaela, la mayoría era italiana. El 76,5 % eran nativos del
Piemonte y muchos de ellos ya habían capitalizado las expe-
riencias en las «viejas colonias del centro de Santa Fe —donde
habían sido medieros o arrendatarios— lo que les permitió
sin dudas disminuir los riesgos de la improvisación de los
nuevos asentamientos y les aseguró un rápido éxito econó-
mico» (Imfeld, 1999:4).
Con referencia al componente piemontés, citamos un frag-
mento del informe elaborado por una periodista de ese origen
y publicado en Torino:
21
destos, dóciles, tolerantes, cerrados en sí mismos, pero prontos a cantar
en coro para acompañar el trabajo del campo. Sesenta y nueve familias
piemontesas compran buena parte de las 448 concesiones por un total
de 15 000 hectáreas. A quien compra más de un lote, Lehmann regala
10 000 ms2. en la ciudad. Se ha documentado que algunos piemonteses
rechazaron la oferta de Lehmann quizás para evitar los gastos notariales,
pero más probablemente porque querían vivir en la propia tierra para de-
fenderla y cultivarla mejor (Agosti, 1989:76) (la traducción es nuestra).
22
ella los frutos de su estro, luego sazonados en los ocho libros que publi-
có entre 1946 y 1977 (Torre, 1981:173–174).
23
A Mario R. Vecchioli la poesía se le reveló en Italia, en la lengua na-
tal de los Vecchioli, de Leopardi y de otras grandes familias de famo-
sos artistas. Y cuando, dolor y madurez de por medio, le tocó la hora
inexorable de la recuperación de la lengua española, la lengua de sus
primeros años de escuela e infancia campesina en la provincia de los
pioneros, es porque había llegado su encuentro con Rafaela, la ciudad
de sus definitivos amores, de su cosecha áurea, la de su canto generoso
(Nari, 2003).
Por eso en cualquier momento del presente o del futuro, a todos nos
estará permitido confirmar que el prócer epónimo de esta flamante pla-
za, fue un admirable poeta: nuestra propia leyenda poética, equivalen-
te a la de los países de legendaria poesía (Nari, 27 de octubre de 1984).
24
y que el bronce aguarde su turno para el poeta que le dio a Rafaela la
gloria del verso que amalgama la rica biografía de Guillermo Lehmann,
la virtud, la belleza, la verdad, la justicia y el amor. Con los sinceros
afectos para su esposa y su familia, le damos las gracias en nuestro nom-
bre y en el de toda la familia de Guillermo Lehmann (Carta del 30 de
octubre de 1974).
Cuando tuvo la lírica idea de publicar Aleteos, que luego se llamó Mi re-
vista, reunió a su alrededor un puñado grande de jóvenes, jóvenes con
los que gustaba conversar, a los que escuchaba atentamente cuando le
proponían algo o se lo comentaban. Pero a esos jóvenes no sólo les in-
culcaba el amor a la literatura, sino que también, con su conversación
pausada y pensada, les hacía ver lo que era la democracia… donde pre-
valecía el futuro y el deber para convivir en libertad. Y estas charlas se
desarrollaban en una época muy especial para la Argentina, los prime-
ros años de la década del cuarenta…De lunes a viernes, excepto los días
de mucha lluvia o tempestad, solía yo ir a la oficina de Mario. Muchas
veces para quedarme callado, pues en ese entonces estaba preparando su
Mensaje Lírico y luego su Dama de las rosas, hasta que levantaba la vis-
ta y con su apenas esbozada sonrisa me saludaba con su «y bien??». En
otras oportunidades, venían hasta el mismo lugar Edelmira Chizzini de
De Mattía, don José Bucchi, Arnaldo Báez, Arturito Gallo Montrull,
Absalón Navarro, David Berennitzki y otros que no preciso en este ins-
tante, y allí se hacían las tertulias más lindas que he conocido. (Valinot-
ti, 1980:pg. s/d).
25
Siendo Director de Cultura y Acción Social de la Muni-
cipalidad (1958–68) para favorecer y estimular la producción
literaria de autores locales estableció la Biblioteca Municipal
y promovió el desarrollo de la producción con la creación del
Fondo Editorial Municipal instituyendo los concursos anua-
les de poesía, cuento, teatro, novela y ensayo. Impulso que
tenía como intención eliminar la brecha, que él mismo sopor-
tara, entre el productor y una sociedad refractaria al arte.
Condicionamiento difícil de sortear en un contexto signado
por la ruda cultura campesina inmigrante y que también supo
señalar Carlino con relación a Pedroni y a sí mismo, al decla-
rarse poetas en una sociedad que no podía comprenderlos.9
Construirse una identidad de creador e intelectual insumía
grandes esfuerzos porque las veleidades del verso y del pen-
samiento eran consideradas por los mayores, como un mani-
fiesto rechazo al deber de lo pragmático y clara tendencia al
ocio improductivo.
En una carta enviada al escritor Salvador García, Vecchioli
hace referencia a ese ser visto, tanto por escritor como perio-
dista, como un «bicho raro». Y cómo la soledad intelectual
experimentada lo convenció de la necesidad de «quebrar ese
estado de cosas y luchar hasta conseguirlo», para que los que
venían detrás de él «corajearan» sus vocaciones literarias:
26
«un bicho raro». La única preocupación era «hacer plata», y escribir
versos era «perder el tiempo», y más todavía, una «estupidez». Nadie
me comprendía ni quería comprenderme. Me vi solo, en un círculo
cerrado sin que nadie me estimulara. Y me propuse quebrar ese esta-
do de cosas y luchar hasta conseguirlo. De modo que continué contra
viento y marea. Los años fueron pasando y cuando en 1946 publiqué
mi primer libro, la situación no había variado mucho, Los que empe-
zaban a tener inquietudes parecidas, estimulados por mi ejemplo, no
se atrevían a hacerlas conocer. Los asustaba el «qué dirán», la crítica, la
burla. Pero bastó aquél hecho, para que los que estaban más cerca de
mí «la corajeran».
El camino estaba abierto y por él se lanzaron José Bucchi, Edelmira
Chizzini de De Mattía, Palmira Reale de Arcos, Gallo Montrull, Emi-
lio Alejandro Lamothe. (…) Más tarde, aparecieron Fortunato Nari,
Lermo R. Balbi, Margarita Beceyro Oliva, Minerva M. de Bruno, E.
Pauloni de Chiaraviglio, Héctor Reinaudi, Sirley Hubeli Bertone, el
Dr. Artajerjes Gaveglio, Leonor Sánchez de Bustamante de Barreiro,
Eva Nañez, Adelina B. de Terragni, Elda Massoni de Beccaría, Angel
Balzarino, Antonio Terragni. Y hay otra gente joven que se prepara,
pronta a sumarse a ese grupo que desde los distintos géneros litera-
rios (poesía, cuento, teatro, ensayo) están demostrando que Rafaela ya
es algo más que una chacra (carta a García, 26 de diciembre de 1974).
27
Hubo una vez aquí un tiempo de resonancia: un tiempo en que liras di-
ferentes (aunque símiles en prestigio) rompieron, de pronto, la baldía
modorra ciudadana, encumbrándola de armoniosas celestidades. Lue-
go ese instante pasó…Sólo quedó en pie, a la espera de ser confirmada,
nuestra afirmación de que igualmente debíamos mirar con optimismo
el futuro, ya que el surco había sido abierto, y de él nos vendrían nue-
vos y generosos frutos…Al celebrar jubilosamente la aparición de Ven-
tana de vacaciones y la incorporación de Fortunato E. Nari al círculo de
nuestros poetas auguramos al magnífico libro un destino de aplausos y
felicitamos sinceramente al autor, que tan promisoriamente se anuncia
(Vecchioli, M. 1956).
28
una noche llegó a confesarle: «la culpa de que yo empezara a
escribir la tiene usted») por dar a conocer De otros días (el libro
que se acababa de publicar) y su obra, en radios y periódicos
santafesinos:
Bien sabe usted, querido amigo, que no soy de esos que se enva-
necen con los elogios. Pero debo confesarle que esta vez sí, me he
sentido sacudir hondo ante estas palabras suyas: «Su libro me vol-
vió a la adolescencia, a la época de Silvas labriegas; me ha emo-
cionado por un retorno a plazas rafaelinas, a calles, a chacras que
cruzaba en los sábados, cuando dejábamos el colegio por una ca-
minata y de paso recitábamos algunas de sus estrofas».
Saber que mis versos —mis pobres versos— tuvieron ese privile-
gio, fue algo nuevo y maravilloso. La idea de haber estado en us-
ted y sus compañeros, contribuyendo a su expansión espiritual, a
sus sueños juveniles (que son los más bellos y puros de la vida),
me conmovió profundamente, haciéndome sentir traspasado de
dulzura (carta a Balbi, octubre 16 de 1970).
29
considera el libro de Rafaela porque en él no sólo Vecchioli rei-
tera su intención de seguir cantando la epopeya de los coloni-
zadores, sino que además se posiciona como enunciador de su
mito fundacional:
30
Y una ternura material ensancha
el corazón antiguo de la tierra.
porque va a comenzar el sueño….
El sueño casi imposible de Guillermo Lehmann
(Balbi, 1981:11, mimeo).13
13 Vecchioli supo agradecer este «arrojo» en una carta que envía a Balbi pocos días
después de la presentación, el 7 de noviembre de 1974 y que constituyera para el
joven «una de la más hermosa epístola de que fui destinatario». Y otra luego de ha-
ber leído el texto que Balbi le remitiera. Con gratas palabras le contestó: «Gracias,
entonces, querido Lermo, por haber saludado tan cálidamente la aparición de mi li-
bro. Gracias por haberse avenido a acompañarme desde el brillante prólogo. Nada
más grato a mi corazón que verse caminado junto al suyo, lírica y sencillamente fra-
ternizados» (Carta a Balbi, 4 de enero de 1975).
31
nace la luz crepuscular, el silencio guarnecido, el suave rumor de los pa-
sos perdidos, la balsámica esencia de la nostalgia… El poeta es proféti-
co, se adelanta a los demás hombres, se adelanta a su propia condición
de hombre que es adelantarse a sí mismo, a su historia particular…
Como dijimos Reiteración del hombre, melancólico, crepuscular, sabio e
intenso. Dadivoso y humano llegó para estremecernos como un adiós,
para hacernos reflexionar, para asombrarnos todavía más, con la magni-
tud del conocimiento que el poeta fue acumulando día tras día y para
sacudirnos de las tentaciones que suelen rondarnos por un lisonjero y
banal triunfo terrenal. Así ha cerrado el tiempo de esta tierra y ha co-
menzado su verdadero triunfo, el de la eternidad misma que le espera a
través de su poesía que es el único recuerdo valedero a pesar de la cruel-
dad del tiempo que él nombró. Entonces, ahora mismo, le digo con sus
propias palabras, porque no hay otras más perfectas, ni más puras, ni
más nítidas:
32
Italia como matriz formadora
de la sabiduría vecchioliana
Cuando Mario tenía 10 años su padre decidió enviarlo junto
a su hermano menor Nolfo a Italia para que recibiesen una
adecuada formación clásica en uno de los más tradicionales
colegios de entonces: el Collegio Convitto Campana de la ciu-
dad de Osimo. Ciudadela que se encuentra a 7,5 km. de dis-
tancia de Camerano, en cuya tierra nacieron los Vecchioli y
donde se inició esta epopeya ítalo–gringa que tan claramente
permite explicar la peculiar poética de Vecchioli. Un intere-
sante artículo con firma de Andriolo del Castello, publicado
en Giornale d’Italia en 1952, relata:
14 En las campiñas de Osimo, cerca Camerano, han nacido los Vecchioli: uno de
ellos, Antonio, tentado por el mar que contemplaba cada día desde la ventana, un
día comenzó a navegar. Primero fue en Brasil, y después en Argentina. Se detuvo
sobre la llanura santafesina, en Sunchales —reino de tantos rurales inmigrantes
italianos— y aquí nació Mario. Pequeño, fue llevado por su padre —casi como un
presagio de su destino— a su tierra natal de Osimo, a los efectos de que se edu-
case en uno de los más antiguos y célebres colegios de Italia: el Instituto Campa-
na (mimeo).
(La traducción del italiano le pertenece a Mario Vecchioli. Se sobreentiende que los
errores que se le deslizaron tanto en la sintaxis como en la semántica son debidos
a la interferencia entre las dos lenguas y a una finalidad más amorosa que precisa
en el español como lengua de llegada) [Nota de la autora].
33
provincia de Ancona, al centro de Le Marche. Una panorá-
mica aérea permite distinguir las murallas de tufo que comen-
zaron a construirse en el 174 a.C. en el caprichoso trazado cir-
cular que la misma geografía de la cima obligó a trazar. Y que
permite gozar del maravilloso panorama de las colinas pice-
nas apenínicas, desde el Gran Sasso a San Marino, entre el
reverberante verde de las laderas y el lejano azul de la cercana
costa del Mar Adriático. La historia reconoce asentamien-
tos preexistentes desde épocas eneolíticas, luego de los pice-
nos y probablemente de celtas y, en época romana, la exis-
tencia desde el siglo ii a.C. de la colonia Auximum, de donde
deriva su nombre. Por allí pasó César en el 46 a.C. y se pro-
dujo la conquista de los Godos en el 520 d.C. con un poste-
rior retorno al Imperio en el 539. Pero los tiempos posteriores
son ricos de conquistas, luchas y asedios de bizantinos, fran-
cos y del rey Pipino, quien en el 754 dona el territorio a la
Iglesia. Transformada en Comune independiente desde el siglo
xi, sufrió largamente las luchas entre los señores que la regían
y los poderes eclesiásticos, hasta entrar bajo dominio absoluto
del Papado en 1487. Y ser anexada finalmente al Reino de Ita-
lia en 1860.
Restos de la magnífica Fuente Magna testimonian la pre-
sencia de Pompeyo Magno15 quien según la leyenda pasó allí
su juventud y en sus posesiones hacía abrevar a los caballos.
El Duomo manifiesta como tantas iglesias en Italia, la profusa
intervención de sucesivas culturas erigiendo una sobre otra
sus lugares de culto, y en el área Comunal son visibles toda-
vía trazas de termas y del foro, así como también en los aleda-
15 Pompeyo formó con César y Craso el primer triunvirato en una inestable alianza
política que dominó los acontecimientos políticos y militares de finales de la Repú-
blica Romana. La rivalidad y una guerra civil surgió luego de la muerte de Craso, el
triunfo de César en las Galias y en Farsalia en el 48 a.C. La disputa entre César y
el Senado culminó con la entrada a Roma y la huida de Pompeyo y gran parte del
Senado romano a Grecia en el año 49 a.C. Refugiado en Egipto, Pompeyo murió
asesinado por orden de Tolomeo XII.
34
ños, restos de un teatro, tumbas y villas romanas. Con poste-
rioridad las torres medievales y las iglesias románicas y góticas
enjoyaron la villa, y luego el barroco se enseñoreó en la arqui-
tectura, esculturas y pinturas con que los señores del lugar
manifestaron su poderío y excelencia.
Pero quien la visita siente en primera medida el influjo de
la dulce belleza de los valles que se extienden generosamente
hacia el mar y experimenta la profundidad armoniosa del
silencio de los «spazi infiniti» y el vuelo humilde del «passero
solitario» en el «colle del’Infinito» que Leopardi, en la vecina
Recanati, supo gozar y significar.
Una carta enviada por el Presidente del Consejo de Admi-
nistración del Collegio Campana, Prof. Alessandro Niccoli el
20 de abril de 1979 al Dr. Omar Vechioli, a través del agente
consular de Italia en Rafaela, certifica que el poeta fue «con-
vittore» (pupilo) en esa institución desde el 13 de septiembre
de 1913 a julio, y por un breve período, durante octubre de
1920. Que realizó sus estudios primarios entre 1913 y 1914, la
3ª Elementare en 1914 y la 4ª al año siguiente. Y que luego fre-
cuentó cinco años del Liceo Ginnasio «F.M. Campana» entre
1915 y 1920. Que durante estos años estudió y promovió las
siguientes materias: Italiano, Latín, Griego, Francés, Historia,
Geografía, Matemática, Historia Natural y Educación Física.
El Prof. Niccoli informaba también que Mons. Carlo Gri-
llantini, un histórico del lugar, se acordaba muy bien del anti-
guo alumno. Y para completar la información acompañaba la
carta con una Guida di Osimo escrita por este mismo histórico,
y un capítulo del libro Mezzo secolo nell´Istituto Campana, así
como copia de periódicos bimestrales de la institución de los
años 1913, 1914 y 1916.
De estos boletines podemos extraer informaciones muy
interesantes sobre la organización institucional, el costo de la
residencia, el nombre de los promovidos (entre los que figu-
ran los nombres de Mario y Nolfo) y de actividades colatera-
les (deportivas, culturales y recreativas) realizadas durante el
año académico. Por ejemplo se nos informa que:
35
Collegio fondato nel 1715 e costituito in Ente Morale con R. decreto
22 settembre 1876.
Locali vasti e igienici; illuminazione elettrica; bagni e doccia, freddi e
caldi.
Istituti scolastici interni: R. Liceo–Ginnasio, R. Scuola Tecnica, Scuole
Elementari.
Ginnastica, scherma, musica, disegno, lingue straniere: corso gratuito
di lingua tedesca.
Insegnamento religioso impartito da Direttore Spirituale che abita e
convive nel Collegio.16
16 Colegio fundado en 1715 y constituido en Ente Moral por Real Decreto del 22 de
septiembre de 1876. Amplias e higiénicas habitaciones, iluminación eléctrica, ba-
ños con ducha fría y caliente.
Las dependencias escolásticas internas son el Real Liceo y Gimnasio, la Real Es-
cuela Técnica y la Escuela Primaria. [Se imparte] Gimnasia, Esgrima, música, dibu-
jo, lenguas extranjeras: curso gratuito de alemán.
Enseñanza religiosa impartida por Directores Espirituales que viven y conviven en
el Colegio.
17 Comida abundante y sana: en el desayuno: café con leche y pan; en el almuer-
zo: sopa o pasta, dos platos de carne con ensalada, fruta, 1/5 de vino. Para cada
comida el pan es a voluntad. En los días festivos, durante el almuerzo, se ofrece
una entrada con fiambres y en las fiestas religiosas y cívicas también un postre y un
vaso de vino especial.
36
del momento no dejaban de ser informados, y promovida la
reflexión y el espíritu patrio entre los alumnos. En un texto de
fecha 9 de agosto, bajo el título Per Gorizia redenta, se trans-
cribe el discurso de altisonante entusiasmo patriótico que el
rector había dirigido a los pupilos durante los festejos por la
toma de Gorizia. Y los encendidos versos de poetas locales
con los que se exultaba la victoria y homenajeaba a los caídos:
18 En esta hora altamente patriótica también ustedes, oh! jóvenes —quien más
quien menos, según la edad, la inteligencia y la condición social— también uste-
des pueden y deben contribuir con su parte, también ustedes deben aportar su pie-
dra para el gran edificio de la redención plena y absoluta, para que no se diga que
la escuela falló en su supremo y más noble deber, que es el de formar el carácter
de los jóvenes, sofocar en ellos el germen del egoísmo, prepararlos no solamente
para ser un día buenos profesionales —cosa que no depende en todo ni sólo de
la escuela— pero educarlos y prepararlos para ser ciudadanos probos, operantes,
conscientes del propio deber, útiles y devotos a la patria (La trad. nos pertenece).
37
De fecha 9 de abril de 1979 es la carta enviada al Director
del Colegio por Monseñor Carlo Grillantini, quien relata lo
siguiente:
38
ellos el festejo del centenario de Grillantini, quien fallecería
poco después, el 17 de noviembre de 1986 (Morroni, 1986).
Los datos que Grillantini y Graciotti aportan sobre el
Collegio Convitto Campana (también conocido como
Nobile Collegio Campana) nos permiten terminar de recons-
truir la historia de la institución fundada entre 1714 y 1715 gra-
cias a los mecenas osimanos Federico y Muzio Campana y
por iniciativa del Cardenal Orazio Filippo Spada. El objetivo
de su fundación era brindar instrucción media y superior a los
nuevos dirigentes de la sociedad, provenientes de la nobleza,
de la rica burguesía urbana y de algunos pocos proletarios que
entraban para acceder a la vida eclesiástica. En los orígenes,
basado en la pedagogía de los Padres Jesuitas, tuvo como fina-
lidad primordial garantizar la formación de seminaristas para
el obispado y en la instrucción laica, garantizar una forma-
ción seria y profunda en vistas a la universidad y a la vida
social. Para ser aceptados en el claustro se debía demostrar
ser «buoni natali e riguardavole nella sua Patria e di buona
indole che dia speranza di felice riuscita nella sua educazione»
(Graciotti, 20). Los pupilos gozaban de algunos privilegios
especiales como ser dormir separados de los seminaristas
y de alumnos de otras condiciones sociales, recibir forma-
ción en disciplinas «cavalleresche», hacer excursiones y esta-
días durante el curso del año. La media de los alumnos pupi-
los a lo largo del siglo xviii y xix no fue más alta de 70/80.
Durante la estadía de Vecchioli y su hermano, los internos no
superaban los 60. En 1877, con la unificación política italiana
y la implementación de la educación laica a todos los niveles
sociales, se da paso a la aplicación de la instrucción obligato-
ria primaria y la creación de las escuelas superiores divididas
en Liceo, Escuela Técnica y Profesional. Graciotti explica que
hubo una resistencia manifiesta en muchas zonas internas de
la península para adaptarse a las nuevas regulaciones pero la
laicización era un hecho sancionado. Mantener algunos sacer-
dotes en el personal docente, fue un modo de conservar un
lazo con el antiguo régimen. Ya para 1899 los seminaristas eran
39
instalados en otra sede y desde 1914 el personal docente pasó
al control estatal.
La célebre tradición educativa se refleja en los numerosos
alumnos que tuvieron luego destacada actividad, entre ellos
dos Papas: León xii (1760–1829) y Pío viii (1761–1830) y el
escritor Adolfo de Bosis (1864–1924). Otro claro signo del
nivel cultural alcanzado fue haber sido sede de la Accademia
dei Risorgenti, entre 1770 y la caída del gobierno Pontificio.
El Palazzo se sitúa en Piazza Dante junto a una construc-
ción del siglo xvi, el Palazzo Gallo. Y su fachada de estilo neo-
clásico, obra del Arquitecta Andrea Vici, discípulo de Vin-
vitelli, se destaca en el portal y columnas dóricas de piedra
de Istria y un balcón de hierro forjado. En el techo del Aula
Magna resalta una tela de Luigi Spada. En otras salas se pue-
den admirar otras obras de arte y es particularmente atractiva
la Biblioteca que atesora numerosos incunables y manuscri-
tos. En ese edificio funcionaron el Ginnasio y el Liceo hasta
1967 en que fue transformado en un ente multifuncional para
la promoción cultural (exposiciones, congresos y también
sede de la prestigiosa Accademia d’Arte Lirica e Corale della
Città d’Osimo. Allí se disputa la famosísima Copa Pianistica
d´Italia.19
En 2000 una delegación rafaelina viajó a Italia acompa-
ñando a los Vecchioli para una celebración en homenaje al
antiguo alumno, la que se organizó en el Campana. Y se dejó
en recuerdo una placa de la Sociedad Italiana de Rafaela,
19 Uno de los tesoros escondidos de este Palazzo son las cuevas subterráneas.
Ámbitos seguramente muy frecuentados por los alumnos ya que se encontraban
allí las cubas de vino y la despensa, y que tuvimos la suerte de conocer durante
nuestra visita a Osimo el lunes de Pasquetta del año 2015. El suelo de Osimo está
perforado por numerosas cuevas y túneles que se extienden bajo gran parte de su
superficie. Entre los cuales, el túnel que nace en Piazza Dante y pasa bajo el edifi-
cio del Palazzo Campana, es uno de los más largos y ricamente ornamentado con
relieves de temas heroicos. Si bien la guía que nos acompañara hiciera una lectura
esotérica, templario–masónica, de las figuras que parecen dar sentido al circuito de
los vericuetos y salas subterráneas. (Nota de la editora)
40
para ser ubicada en algún lugar distinguido del edificio. La
misma fue colocada en abril de 2001 al ingreso de la Biblio-
teca en homenaje al ilustre estudiante «vista l’importanza del
personaggio e la spiccata preparazione culturale dimostrata
nel corso della Sua vita».20 La misma es bilingüe y reza: «La
Società Italiana di Rafaela (Argentina) al suo illustre poeta
Mario Vecchioli nel posto della sua formazione. Accademia
Palazzo Campana 1913–1920, Rafaela, Septiembre de 2000 /
Osimo, Settembre 2000».
En el otro material que se le enviara al Doctor Vecchioli
podemos leer una semblanza del Profesor Luigi Torcianti
(Romiti, 1935:244–253). De origen campesino pudo acceder a
estudios superiores gracias a al apoyo de un tío sacerdote y de
un obispo, llegando a obtener el diploma en Milán para ense-
ñar Filosofía en el Ginnasio Superiore de Osimo. La especu-
lación filosófica fue la especialidad de Torcianti, pero a eso le
agregaba dotes especiales para la comunicación y para la res-
puesta ingeniosa, claro signo de su matriz campesina, lo que
le permitía contar con una gran dosis de penetración psicoló-
gica y de vivacidad en el contacto con los jóvenes. Su figura
es trascedente en relación con Vecchioli porque supo intuir
sabiamente las dotes de ese alumno de excepción a quien le
vaticinó: «Tu sarai scrittore, non dottore».
Datos que recuperamos del mismo poeta en una carta que
envía a la entusiasta italianista rosarina Idria Meacci Vannacci,
narrándole algunas intimidades de su estadía italiana y de su
amorosa relación con esta lengua:
41
hizo recordar mis ya lejanos días de colegio en Italia, cuando el
profesor, un fraile bondadoso y barbudo, solía repetir a la cla-
se: «Non avete vergogna? Vecchioli è l’unico straniero, ma scri-
ve e parla l’italiano meglio di tutti voi». Debo reconocer, mo-
destia aparte, que eso era cierto y que inmerecidamente me ganó
fama de ser superior, cuando en realidad se debía a que yo ha-
bía aprendido el idioma en los libros y los otros en la calle, con
los infaltables errores dialectales. Ese prestigio de «inteligente» y
de «imaginativo» se agrandó más tarde en los casos que teníamos
«composición». Ésta consistía en lo siguiente: el profesor escribía
algo en la pizarra, por ejemplo: «Chi va piano va sano e lontano»
y nosotros teníamos que desarrollar el tema. Disponíamos para
ello un plazo de tres horas y yo no empleaba más de 20 o 30 mi-
nutos para entregar el trabajo, mientras algunos al cabo del plazo
fijado, todavía no habían escrito dos líneas. En la primera oca-
sión el profesor se asombró: «Già?» y su gesto de duda fue muy
expresivo. Después fueron los elogios: no sólo yo era el más rápi-
do, sino el que mejor realizaba los trabajos. Y como sabía que mi
intención era la de seguir la carrera de medicina un día me vatici-
nó: «Lei sarà scrittore, non dottore». No se equivocó por mucho,
ya que fui un poco lo primero y nada de lo segundo en virtud
de que tuve que interrumpir los estudios y regresar por el falleci-
miento de mi padre. Entonces tuve que reprender el castellano,
prácticamente olvidado después de ocho años de ausencia. De ahí
que abandoné definitivamente el idioma peninsular para dedicar-
me a este otro, pues los distintos medios expresivos entre ambos
me confundían hasta el punto que al principio mi lenguaje era
cualquier cosa, menos italiano puro o castellano puro …le agra-
dezco la tarjeta y el ramito de olivo que conservaré como un «pe-
dacito» de Italia, de esa Italia a la que tanto quiero y admiro por
lo mucho que significó siempre en la historia de la humanidad.
(Carta a Meacci, 25 de abril de 1977)
42
también porque para sus condiscípulos el italiano era una
lengua extranjera, ya que lo que se hablaba en sus casas era el
dialecto.21
La estadía en la península, afirman sus biógrafos, le permi-
tió frecuentar localidades de importancia como Ancona, Fal-
conara, Sirolo, Bumana, Recanati, Loreto, Macerata, Castel-
fidarno, Camerino y otras más, y le permitieron fijar las bases
para la adquisición de la enorme cultura clásica y una especial
predisposición por la literatura y la música.
21 A pesar de la fuerte imposición del italiano como lengua nacional por el gobierno
fascista de Mussolini, el efecto dominó de unificación lingüística sólo se producirá
años más tarde en la población italiana gracias a los medios de comunicación, la
radio, y fundamentalmente la TV, a partir de los ’50 y con el stándard que aportó el
así llamado boom o miracolo económico.
22 Emilio Salgari nació en Verona en 1862 y frecuentó el Instituto Técnico Náutico
de Venecia. Publicó una extensa lista de novelas de aventuras ambientadas en pai-
sajes exóticos, como el ciclo de Sandokan de la Malasia o el de los Corsarios. Mu-
rió pobrísimo en Torino en 1911. Quino rindió tributo a estas lecturas, masivamente
consumidas por la juventud argentina de la primera mitad del siglo XX, en la figura
43
En una carta que el poeta envía a un antiguo condiscípulo,
el Doctor Alberto Fedele, a quien dedica el soneto en italiano
«Fratello» con que inaugura su libro De otros días, reconoce
que el destino (la muerte de su padre el 25 de noviembre de
1920) los había obligado a regresar y a no encarar jamás los
estudios de medicina.
Los hermanos zarpan de Génova hacia la Argentina el 30 de
abril de 1921 en el vapor Formosa y Mario se radica en Rafaela,
según datos de su Libreta de Enrolamiento, un 8 de noviem-
bre de 1921. Por sus biógrafos sabemos que desempeña diver-
sos cargos públicos: empleado de Defensa Agrícola, personal
administrativo de la Jefatura de Policía. Y en la Municipali-
dad de Rafaela actuó sucesivamente como Secretario Gene-
ral, Secretario de Gobierno y Hacienda y Director de Cultura
y Acción Social. Ejerció además una permanente labor perio-
dística en varios medios locales desde 1931 cuando obtiene el
carnet habilitante como redactor de La Opinión. Fue también
comentarista de El Norte. Creador de numerosas letras de mar-
chas, la más famosa es la de la ciudad de Rafaela con música
de Remo Pignoni.23 Obtuvo el primer premio de un certa-
men provincial organizado por el Club de Leones de Rafaela
en 1965 como autor de la letra, la música mereció también el
primer premio pero en un concurso realizado en el año pos-
terior. La Municipalidad declaró a dicha obra Canción Ofi-
cial de la ciudad por decreto 2841 del 25 de octubre de 1966 y
se cantó por primera vez en el Cine Teatro Belgrano el 26 de
octubre, en ocasión de celebrarse la «Semana de Rafaela». La
misma, según estatuto debe ser cantada en todas las ceremo-
del padre de Mafalda y su entusiasmo por Sandokan ante la mirada azorada de los
niños, quienes en la década del 60 desconocían ya esta popular producción pro-
veniente de Italia.
23 Remo Pignoni, pianista y compositor rafaelino, compuso canciones folklóricas,
infantiles y estudios. Grabó en 1981 el álbum discográfico De lo que tengo con 28
composiciones. Realizó numerosos recitales y conciertos en su ciudad natal, en
Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y otras ciudades del interior.
44
nias oficiales. Con Pignoni como autor de la música, com-
puso también la letra de la «Canción de la Escuela Normal»
y la «Albiceleste», marcha Deportiva del Club Atlético de
Rafaela, donde se desempeñó como integrante de su comi-
sión. Es autor también de la letra de las marchas oficiales de
la Escuela «Ángela de la Casa de Lehmann» y de la «Ciudad
de Sunchales», estas dos últimas con música de Sebastián Rai-
none. Actuó además en la Asociación Rafaelina de Básquetbol
y en la Liga Rafaelina de Fútbol. En 1926 fue integrante de la
primera comisión de las «500 Millas Argentinas».
Su filiación itálica no será jamás olvidada ni negada. De este
modo se justifican las cinco décadas de apoyo físico e inte-
lectual, asumiendo cargos gerenciales en la Sociedad Italiana
«Vittorio Emanuele ii» entre 1932 hasta el año de su muerte.
Y su afán por instituir una revista institucional. En ella dejó
expresa como editorialista su hermandad con los millares que
desde la península vinieron a colonizar: «La gente de nues-
tra estirpe, los laboriosos hijos de la gran Madre latina, Italia,
son sin duda alguna los que más han contribuido al engran-
decimiento de esta tierra generosa y hospitalaria. Ellos le han
dado el aporte fervoroso de su voluntad tenaz y de su brazo
fuerte» (1939, Nº 5: 6).
E inscribiendo de este modo su credo ítalo–argentino:
«Ensayaremos prestigiar más y más a la raza itálica, desta-
cando el hondo y a veces casi milagroso aporte con que ella
se ha identificado siempre al progreso de la Argentina» (1939,
Nº 1: 3).
45
mundo explícita en la obra de Leopardi. Desde entonces sus
páginas serán rescatadas por valiosos críticos, no por los can-
tos patrióticos sino por su desolada poesía». (Galli, 1998)
Durante la primera mitad del siglo xx fue manifiesto el fer-
vor hacia sus cantos y en especial a su poema más famoso: El
infinito, En nuestra zona, no encontramos menciones explí-
citas de su presencia en los poetas de la primera generación,
aquellos que superando el doloroso silencio de los primeros
colonizadores, empezaron a amasar con sus voces la epopeya
de la gesta gringa que sus padres y abuelos habían realizado en
el trabajo cotidiano de la siembra.
Sin embargo, el magma nutricio de la italianidad, la lúcida
autoconciencia de sí y de su escritura que Leopardi inau-
gura por oposición a la inocencia del concepto de inspiración
romántica, está presente en nuestros autores, en especial en
José Pedroni. Si bien en Pedroni se manifiesta un marcado
optimismo por la vida, la naturaleza protectora y la conquista
de la tierra, una lectura más profunda de su obra da cuenta
de una subliminal tristeza que surge de un fraternal recono-
cimiento del dolor existencial. Y la fe en la potencialidad sal-
vadora de la comunidad universal se corresponde con el con-
cepto de titanismo que el recanatese metaforiza en su último
poema: La ginestra. Mario Vecchioli es quizás de esa genera-
ción el más explícitamente ligado a la matriz leopardiana, si
no en su estilo, sí en su «marchigiana» manera de aprehender
lo real. En Osimo, Vecchioli recibió como dijimos antes, una
fuerte formación clásica–humanista y un alto nivel intelectual
digno de la más rancia tradición italiana y local. Su estadía
en la península le permitió frecuentar varias veces Recanati y
conocer la casa y la biblioteca del gran poeta.
Consideramos que una muestra de esta admiración es
la decisión de agrupar su poesía usando el mismo apelativo
genérico del recanatese: Canto. Porque, como lo pensara su
predecesor, la palabra debe servir para transformar en alqui-
mia poética la experiencia del presente y la síntesis entre lo
46
antiguo y lo moderno.24 En Vecchioli en particular, servirá
para referirse a la experiencia amorosa y, con otros matices
menos agónicos, la luna que «insolando» de blanco la ilusión
perdida, es una compañera permanente en su poesía.
47
cantore degli eroici rurali – magari quelli discesi, come suo padre,
dai colli piceni dalla storia millenaria – marcianti nella nuova
Odissea latinoamericana che comincia pure sul mare e prende
l’abbrivio dal viaggio misterioso di Colombo, con le moglie ed
i figli, il badile, l’aratro e le sementi, per violare la vergine terra
del continente sconosciuto e poter celebrare come nella terra
natia le antiche sagre trionfali della vita che si trasmette e dilaga,
a divenire civiltà e progresso, le sagre eterne delle erbe e dei fiori
delle messe e della frutta, dei pampini e dei grappoli, perfino dove
non era che il silenzio della solitudine e la desolazione del deserto?
Preso da un così sogno di poesía…Vorremmo incitarlo, da queste
colonne italianissime, a dar forma d’arte alla sua inquetudine, al
suo grande sogno, a pacificare la sua anima di poeta cantando
senza indugio tutti i versi racchiusi nel suo cuore: l’epopea
dell’emigrante, nella vergine terra d’America, attende ancora
suo poeta. È forse lui l’atteso? Indiscrezione commesse su di un
prezioso manoscritto ci permettono di affermarlo e presentirlo. E
benchè alla poesía di Mario Vecchioli non siano risparmiati premi
e onori in tanti concorsi nazionali e la sua fama, varcate ormai
le frontiere argentine, abbia raggiunto tanti paesi dell’America
Latina —il Messico, l’Ecuador— pur tuttavia noi, gente d’Italia,
che ritroviamo nei suoi canti luce e forza d´ispirazione che ha
radici nella poesía della nostra terra.25
25 Pero, este poeta, es ahora poseedor de un llamado que viene de lejos: para es-
cucharlo es intención suya a dar a la poesía un canto épico más amplio con el cual
tratar la conquista de la tierra americana por medio del colono–pionero. El corazón
de Vecchioli, todavía lleno de los cantos escuchados cuando pequeño en su dulce
tierra de la Marca, quiere ser el cantor de la tierra. Corazón de rural será Mario Vec-
chioli, el cantor de los heroicos rurales —quizás aquellos descendientes, como su
padre, de las colinas picenas de la historia milenaria— peregrinos en la nueva Odi-
sea latino–americana che comienza también sobre el mar y toma el empuje del via-
je misterioso de Colón con las esposas y los hijos, la azada, el arado y las semillas,
para romper la tierra virgen del continente desconocido y poder celebrar como en
la tierra natal, las antiguas fiestas triunfales de la vid que se transmiten y prosperan,
para convertirse en civilización y progreso, las fiestas eternas de las hierbas y de las
flores, de las cosechas y de las frutas, de las vainas y de los racimos, hasta donde
48
Otro hecho que lo liga a Italia es la composición juvenil de
las novelas «a lo Salgari». Y que muchos años después se per-
mitiera recuperar el italiano de la juventud para componer en
esta lengua el soneto homenaje al antiguo «fratello» Alberto
Fedeli, que incluímos en esta antología. Los poemas «La tierra
iluminada», «Regreso» y «Canto a la Dama de las Rosas» fue-
ron traducidos por Alfonso Depascale. Y también el poema nº
13 de La Dama de las Rosas, al que el traductor titula «Passeri»
y publica en Corriere degli italiani.26 Por otra parte Giuseppe
Mascotti traduce íntegramente la Obra Poética de Vecchioli.
Trabajo incesante que realizó entre 1986 y 2006, que enviara
en sucesivas entregas al hijo del poeta y que todavía perma-
nece inédito.27
Concluimos este apartado con las palabras de Godofredo
Lazcano Colodrero que cierran el prólogo de Obra Poética,
porque según Omar Vecchioli, reflejan en consonancia con
nuestra mirada, el origen de la pasión poética de nuestro
49
poeta, debido a su temprana frecuentación de los clásicos y
de haber aprendido de los griegos la eterna finalidad del arte.
50
asegurándole un reconocido lugar en el canon poético argen-
tino, Vecchioli integra con Pedroni y Carlino una tríada auro-
ral, al modo de la magna tríada del Trecento italiano (Dante,
Petrarca, Boccaccio) y en la sintonía de un entramado poético
y espiritual confraterno por tonos y temáticas que reconoce-
mos como Gesta Gringa. Y, lo que es más importante, un diá-
logo fructífero de conscientes y compartidas miradas estéticas.
En la palabra de José Pedroni (Gálvez, 1899–Mar del Plata,
1965); de Mario Vecchioli (Sunchales, 1903–Rafaela, 1978) y de
Carlos Carlino (Oliveros, 1910–Buenos Aires, 1982) se inau-
gura el mito y se inscribe la memoria del sudor y la lágrima.
Carlos Carlino en Poemas de la tierra (1938) y Poemas con
labradores (1940) recupera la voz mediterránea del padre y
abuelo y de tantos labradores que con «ternura de novio»
aprendieron a amar y a conquistar el nuevo suelo. Como
afirmó su amigo Pedroni, el lino que llevaba en su apellido
es clave y coloración de su particular palabra poética, dignifi-
cada en la bucólica relación con la tierra y en la dolorosa con-
ciencia de los sacrificios y costos que fue necesario pagar para
«enamorarla».
Pedroni, con su libro Monsieur Jaquín (1956) y poemas
como «La invasión gringa», «Génesis», «Puerta», «Historia de
una escritura», «Nostalgia», «Monumento a la agricultura»,
rinde tributo cantando la gesta colonizadora en sus esencias
arquetípicas. Con tonos más personales construye también
la memoria verbal del padre itálico rescatando metonímica-
mente sus herramientas de albañil como símbolos constructo-
res de la sociedad naciente.
Eugenio Castelli considera Silvas labriegas de Mario Vecchioli
como la más profunda y rica síntesis conceptual sobre la signi-
ficación de los inmigrantes. Rescata la opinión de Balbi: «Evo-
cador espirituoso de una epopeya ingenuamente campesina,
posee en sí la génesis y la apoteosis» (Castelli, 1998:12) y explica
que su poesía «un gesto cotidiano, el ademán de quien siembra
las semillas, se convierte en gesto ritual, místico, creador. Es
asimismo profunda la interpretación del fenómeno humano
51
y social que es la inmigración en sus dimensiones de paso y
futuro, a través del lenguaje poético» (Castelli en Vecchioli,
1997:xiii). También destaca en su poesía la presencia de un
mensaje fraternal y la visión optimista que viene del campo.
Si bien el lado positivo del proceso social de la inmigración y
la colonización agraria no pudo contrarrestar los rasgos dra-
máticos del desarraigo y degradación de los sectores origina-
rios: el indio y el criollo.
En el capítulo que destina a los poetas de la Pampa Gringa
en su libro sobre la literatura santafesina, Castelli incluye a
José Cibils, José Pedroni, Carlos Carlino y Vecchioli y ana-
liza la revolución que éste provoca. Señalando que le basta al
poeta la elección de un adjetivo audaz como «carne amarga»
contrapuesto a la «tierra iluminada» y a la exactitud metafó-
rica del «inventar un mundo» para alcanzar su mejor expre-
sión y reflejar las mayores contradicciones, un antes y un des-
pués de la epopeya y para poner en evidencia el contraste
entre un pasado de dolor y un futuro de creación abierto ante
ellos en la tierra iluminada (Castelli, 1998:14).
Grito épico y constatación dolorosa que hermanan su poe-
sía a la imagen de los inmigrantes del cuadro homónimo de
Antonio Berni. Figura del desarraigo y del futuro en perspec-
tiva histórica, que resplandece en el grito épico del poema:
«Los inmigrantes»
52
esos desheredados hombres
de ojos tranquilos y de brazos rudos,
son los que traen el mañana,
los que alzarán el porvenir a pulso,
ennobleciendo el pan de cada día
desde la oscura dimensión del surco…
53
(«Hermano mío, dulcemente hermano…»
en Silvas labriegas, 1952)
Por fin, en ese año 1952, aparecen las Silvas labriegas. Constituyen
éstas el libro al que más veces he vuelto por mi vocación de cele-
brar a los inmigrantes, a mis campesinos sin lustre pero heroicos,
a mi niñez de verdores balsámicos en la laguna esmeraldina de los
alfalfares o entre las sedas crepitantes del país que copiaba la luz
en su panojas.
Este libro queda para siempre en mí, desde la primera lectura.
Hasta su tapa, finamente dibujada por Artemio Arán me gana el
ánimo con las figuras expresivas de los inmigrantes pobres, va-
lerosos, fuertes, yendo al futuro y dándonos sus espaldas anchas
54
que tenían como destino soportar la nueva vida y empujarlas has-
ta hacerla pródiga. A lo largo de sus páginas y a través de sus es-
trofas, y de sus palabras, he ido tras los años desentrañando el
secreto de la belleza, la maestría de las rimas, la gracia de las si-
labas que otorgan música a esta forma por la que optó el poeta.
Una vez me contó el porqué de silvas y cómo, decidida su adop-
ción, debió corregir los poemas que tenía hechos para que en
muy poco tiempo cada uno contara con los versos y las medidas
que corresponden a esta forma. Mario Vecchioli me refirió esto y
parecía haberse divertido mucho con la adaptación que tuvo que
hacer para organizar y unificar el libro. Y de ese divertimento, sa-
lió quizá el libro más hermoso de nuestro poeta (Balbi, 27 de no-
viembre de 1981:8–9).
Este libro es, en síntesis, la narración de lo que hicieron aquí los pio-
neros italianos (piamonteses en su inmensa mayoría) que allá por el
penúltimo decenio del sigo pasado vinieron a poblar estas tierras.
Guillermo Lehmann, un suizo visionario, fundó distintas pobla-
ciones, entre ellas Rafaela, alentando el sueño de que cada una se
convirtiera en una ciudad populosa. Todas estas poblaciones cre-
cieron, pero la que cobró rápido impulso, superando a todas las
demás, fue precisamente Rafaela, que en la actualidad supera los
55
60 000 habitantes y es la tercera de la Provincia de Santa Fe en
importancia, después de Rosario y Santa Fe.
«El sueño casi imposible» de Guillermo Lehmann, sin embargo,
no hubiera podido concretarse de no haber sido por la importan-
te corriente inmigratoria venida de todas partes de Italia y, funda-
mentalmente, del Piamonte.
Ellos fueron, los piamonteses, la fuerza tremenda que dio impul-
so a la epopeya del surco, convirtiendo estas tierras desérticas y
salvajes en tierras de abundancia, de progreso, de civilización.
Pero para lograrlo, pasaron por las más grandes penurias. Tuvie-
ron que desmalezar, que defenderse de la alimaña, de las incle-
mencias del tiempo, de los llamados «gauchos matreros» o «gau-
chos alzados», elementos fuera de la ley que asaltaban, robaban y
asesinaban.
En un ambiente de tanta hostilidad, rodeados por la soledad,
abandonados a su propia suerte, sin posibilidad de ayuda algu-
na, tuvieron que levantar su propia modesta casita o rancho, ca-
var el pozo para tener agua, buscarse los alimentos, eliminar toda
vegetación primitiva, arar la tierra caminando detrás de la reja,
soportar días interminables trabajando de sol a sol, sin darse un
descanso y aguantándose las fiebres que les minaban la salud y la
nostalgia que les deprimía el ánimo.
Todo estaba contra ellos, sin embargo no se dejaron abatir, por-
que pertenecían a una raza excepcional, como quizás no exista
otra en el mundo. Su coraje, su voluntad indomable, su enorme
tenacidad y su fe en sí mismos les hicieron salir triunfantes, des-
pués de haberlo soportado todo.
Ahora, mirando desde esta época en que las familias se rodean del
máximo confort, y el trabajo se rige por horarios, con descansos
sabatinos y dominicales, con feriados y vacaciones pagas, con se-
guros y servicios asistenciales, etc. y la vida proporciona distintas
comodidades y recreaciones, resulta casi imposible creer que algu-
na vez existieron mujeres y niños de tanto temple, de tanto saber
afrontar, resistir y vencer tantas adversidades. Sin embargo, forzo-
so es reconocer que existieron y que fueron ellos, los que no te-
niendo nada, crearon todo este mundo de prosperidad que es or-
56
gullo del país. Aquellos valerosos pioneros hicieron la realidad del
sueño casi imposible, a ellos va dedicado el libro que pienso, las
autoridades italianas o alguna empresa patrióticamente inspirada
debería hacer traducir al italiano, para que toda la nación
peninsular conozca y admire, con legítimo orgullo, lo realizado
por esos compatriotas en estas latitudes. Dejo expuesta la idea,
que confío sea concretada.28
57
ticular, detectar el indudable magisterio que Vecchioli ejerció
sobre los más jóvenes.
En el texto de la carta primera conservada por Gori (que
podemos presuponer el manifiesto inaugural de una amistad
que durará hasta la muerte del rafaelino), se hace visible un
lector gozoso y al mismo tiempo analítico, atento e inflexible
con referencia a su concepción de la poesía. Poseedor de una
mirada respetuosa que no evita la crítica justa y la sugerencia
dinamizadora.
58
«Paseo» es de gran dulzura, pero aún me gusta más «La vida en
flor», no sé si porque me devuelve recuerdos de la infancia, o por
su aire elegante de suave nostalgia. «El paraíso» es todo un acier-
to, acierto que se repite en «Alba de primavera» y «El amigo pája-
ro» que cierran brillantemente sus poemas. En resumen: la emo-
ción honda y sana de Se rinden los nardos se me ocurre que es
como el canto sutilmente melancólico de una lluvia serena, que
despierta en nuestro íntimo voces dormidas, paisajes olvidados y
un dulce deseo de echarnos a soñar.
Celebro la aparición de su libro y le auguro los mejores juicios
periodísticos y de autores. Espero, asimismo, que no será el único
regalo que nos haga a quienes gustamos de esas cosas y que pos-
teriores trabajos vendrán a decirnos de su fina espiritualidad y de
su superación constante (carta a Gori del 27 de febrero de 1947).
59
amigo Gastón»; «Rafaela de 1969 años y diciembre 2. Querido
hermano Gastón»; «febrero 28 de 1973. Caro Gastón»; «Abril
12 en Rafaela de 1973 años. Querido Gastón» y «septiembre 4
de 1976. Viejo y querido amigo».
La disposición de Vecchioli para dialogar, acoger y acon-
sejar a los jóvenes poetas y que como demostramos, ha que-
dado fijada en el imaginario colectivo como una de sus gene-
rosidades más evidente (Colombo, 2013), se hace explícita en
la carta de 1953, donde vaticina el señero futuro creativo a un
joven Fortunato Nari:
60
dio de la claridad del sol, finalmente «humanizada» y por lo tan-
to, serenamente feliz (carta a Gori del 15 de junio de 1953).
61
Y con una carga de fina ironía, le devuelve el favor enviándole
otro, que a su vez considera mediocre, declarando con sorna:
62
za nuestro gusto de soñar, pensar y sufrir? (carta a Gori del 28 de
marzo de 1969).
35 Cuando volví de Italia tuve que aprender el español de cero. Y estoy seguro de
haberlo logrado porque cuando publiqué mi primer libro, los más eminentes escri-
tores dijeron de mí que «era un maestro del idioma». Como vos, quería ser médico.
Pero el destino no estaba de acuerdo y como siempre gana, soy lo que soy. Como
en la Boheme puedo repetir: «¿Qué hago? Escribo. ¿Qué soy? Soy un poeta» (La
trad. nos pertenece).
63
per le circostanti campagne – tra Recanati, Osimo, Cingoli ed
Ancona – dal Colle dell’Infinito. Non è forse l’eco di quanto –
chiuso nel suo cuore fanciullo – che lo fece poeta? E allora, qual
premio migliore, amico Vecchioli? (Andriolo del Castello, 1952).36
36 Queremos anticipar idealmente, a este hijo de nuestra gente nacido en tierra ar-
gentina, educado en tierra italiana, y en tierra italiana iniciado al amor fecundo hacia
la Madre Tierra un premio que quizás ninguno podrá entregarle nunca: un ramo de
laurel recogido en los «laureti» picenos que escondieron y protegieron, de las insi-
dias de los moros, la Casita de Nazareth. Quizás sobre aquel ramo se posó —pe-
regrino de amor y de poesía— el gorrión solitario, a ensayar y volver a ensayar, con
voz apagada, las inimitables variaciones de su canto que habría lanzado después
en la noche de luna, fascinante y tentadora, por las campiñas circundantes —entre
Recanati, Osimo, Cingoli y Ancona— desde la colina del Infinito. ¿No es quizás el
eco de todo esto —encerrado en su corazón de niño— que lo hizo poeta? Y enton-
ces, qué premio mejor, amigo Vecchioli? (la traducción es de M. Vecchioli).
37 En una aclaración inserta en Obra Poética, los biógrafos manifiestan haber ex-
cluido de esa edición el casi centenar y medio de poemas publicados con seudó-
nimo entre 1923 y 1935 y toda su producción en prosa (novela, cuentos, comenta-
rios) la que permanece inédita.
64
guaje, las formas y en una misma manera de sentir, de conce-
bir y de expresar.
Estimo que todo poeta que haya alcanzado la serenidad a que alu-
de su pregunta seguirá sintiendo la poesía con la misma intensi-
dad, con el mismo placer íntimo de los días gloriosos de su juven-
tud, aunque ya sea diferente su manera de mirar las cosas… La
poesía es un arte, el arte se nutre de la estética y junto a la estética
debe estar la ética. No siendo así no hay poesía posible (Vecchioli
en Hernández, 1974).
65
mugido. Esos y muchos otros elementos deben seguir existiendo
pues suprimirlos implicaría una mutilación del conjunto, y por-
que además sirven para crear el clima ambiental. Pero ya es hora
de que pasen a ser nada más que el trasfondo de un canto donde
el poeta, que sabe que hay un atrás de cada cosa, descubra y exhu-
me todo su desconocido universo y lo muestre a quienes sólo ven
lo que está a la vista (Vecchioli en Hernández, 1974).
66
peto lo obligaban a modificar su modalidad? En carta a
Pesante, por entonces presidente de la asde, le explica:
67
La cuestión es que el caso me ha traído dos problemas. El prime-
ro, que en mi casa ha sonado continuamente el teléfono transmi-
tiéndome felicitaciones, y fuera de casa, he llegado tarde a todos
los lugares donde iba, al ser detenido en la calle por los amigos
curiosos y afectuosos. El segundo: la duda sobre si debo asistir o
no al acto del 13 de junio, porque de ir, quebraría una norma que
he mantenido toda la vida, y de no ir, los defraudaría a usted y
a los miembros de la C. Directiva de asde y también al público.
Y ahí no terminan las cosas. Usted sabe que yo no hablo. Y que
no hablo por distintas razones; una, que no sé hablar, dos, que
no sé vencer mi timidez, tres, que me emociono tremendamen-
te, cuatro, que no tengo voz, cinco, que tengo una dicción dura,
verdaderamente abominable. Con tales inconvenientes, el hacer
uso de la palabra sólo serviría para deteriorar la figura que ustedes
han creado. Y yo no deseo decepcionar a ustedes ni a nadie (carta
a Hernández, mayo 14 de 1977).
Luis Gudiño Krämer (1971), Agustín Zapata Gollán (1972), Diego Oxley (1973), Luis
Di Filippo (1974), Rafael Virasoro (1975) y Marta Elena Samatan (1976).
68
Pedroni es Pedroni!. ¿Cómo no estar confundido, sorprendido?
(carta a Berzero, 1 de junio de 1977).
69
no se dejó tentar por vanidades,
prefirió ser un avecilla tierna
y decir sus arrullos
en la ciudad donde feliz viviera.
Su nombre quedará en el bronce,
tal vez se esculpirá en la piedra.
Pero tampoco hará falta su estatua
a las generaciones venideras,
para saber que caminó estas calles
mario vecchioli, sensitivo aeda,
porque sus versos vencerán el tiempo
y son tema de estudio en las escuelas
y habrán de perdurar porque lo bueno
sobrevive a sus épocas.
39 Roblas había pedido a Eduardo Remonda, quien partía para España, que graba-
ra la voz de su amigo rafaelino y se la trajera a La Coruña. Muchos años después y
por circunstancias fortuitas, la grabación, cuya existencia desconocía, llega a ma-
nos de Omar Vecchioli. Contamos con una copia que nos obsequiara y siendo un
documento único, lo hemos desgrabado para darlo a conocer en esta oportunidad.
La copia sonora será cargada en la página destinada al poeta en el Portal Virtual de
la Memoria Gringa: www.fhuc.unl.edu.ar/portalgringo
70
en público por pensarse incapaz o insustancial, era decidida-
mente inmerecida.
71
atardecer de la existencia voy repasando mi propia historia y no
me siento defraudado. Nunca le pedí nada a la vida, acepté lo que
ella quiso darme y le estoy agradecido. ¿No es ésta una manera de
encontrar la felicidad?
Tu tocayo Remonda ya ha mirado el reloj y comprendo que es
hora de terminar esta charla.
Antes de despedirme quiero recordarte que ayer fue el aniversario
de la fundación de Rafaela. Lo hemos celebrado con entusiasmo.
Y el día, esta mañana, sigue asociado a la fiesta. Estamos en pri-
mavera, la estación de las flores, de los pájaros, de la alegría. La
ciudad que tú conoces es toda fulgor bajo el sol de octubre, desde
esta sintonía de luz y de color, te estrecho en un gran abrazo para
sentir tu corazón latiendo junto al mío.
Hasta tus noticias, hermano Eduardo. Y que Dios esté contigo. Te
habló Mario Vecchioli. (Mensaje grabado el 25 de octubre de 1970
y enviado a Eduardo Roblas, residente en La Coruña, España).
72
preceden, responsables de la edición Obra Poética (Rafaela,
1981–1997).
Decidimos también destinar mayor espacio a un estudio
preliminar e incluir como apéndice, un cuadro bio–bibliográ-
fico, con el fin de brindar a los lectores una idea cabal de la
«figura de autor» que el poeta rafaelino fue diseñando. Las
fotos incluidas terminan de completar la semblanza.
Lo que permite conjeturar un aporte para futuras investi-
gaciones y al mismo tiempo dejar registro de esa otra produc-
ción documental que tuvimos la suerte de poder consultar y
poner en valor.
La obra de Vecchioli puede ser organizada en tres eta-
pas: una primera intimista, de marcado interés lírico confor-
mada por los temas desarrollados en los tres primeros libros:
Mensaje lírico, Tiempo de amor y La Dama de las Rosas; una
segunda de impronta bucólica iniciada con Silvas labriegas
y continuada fervorosamente con De otros días, El sueño casi
imposible y Lugar de tierra nuestra; y una tercera conclusiva y
de profunda indagación filosófica, donde el poeta deja paso
a preocupaciones de hondo interés metafísico. Dios, el mis-
terio de la vida y de la muerte, la inexorabilidad del destino,
la consustanciación final justificada en la creencia de un uni-
versal panteísmo, afloran en intensas disquisiciones que cons-
tituyen la base profunda y sincera de Reiteración del hombre.
Temas ontológicos que lo ocupaban y preocupaban en esos
años finales y que, si no le hubiera sobrevenido la muerte,
hubieran cuajado en un libro que por datos que avanzara, se
hubiera titulado quizás, Cosmogonías.
De todos modos al leer en totalidad la obra poética es posi-
ble percibir que muchos de estos planteos, en modo más eufó-
nico, afloran ya en sus obras primeras. Junto, por supuesto a
indagaciones estéticas y sentimentales.
En concordancia con la intención de hacer visible una línea
creativa, sustentadora de una tradición que muchos otros
escritores hicieron suya e hicieron trascender y que engloba-
mos en la categoría de «zona» poética, hemos seleccionado
73
en modo dispar del contenido de Obra Poética, dando mayor
espacio a la producción que da cuenta de estas «miradas fun-
dacionales» y que a su vez generan imágenes sobre cosas, per-
sonas y fenómenos locales, de fuerte pregnancia y fundamen-
tos de nuevas «bibliotecas» identitarias.
De los primeros tres libros, más cercanos a estéticas de
impronta romántica y fuerte efusión lírica, seleccionamos
pocos poemas, pero que permiten percibir el entusiasmo y la
intensidad poética que va a mantener a lo largo de su vida
productiva. Los dos primeros seleccionados de mensaje lírico
son los que abren y cierran ese primer libro. «A manera de
prólogo», porque trasciende el tiempo de esa primera pro-
ducción y puede ser considerado un verdadero credo poético
que justifica y otorga significación a toda su obra posterior.
Lo mismo vale para «Letra y número», primer poema del pri-
mer apartado enunciado como «Primeros cantos». Lo selec-
cionamos porque acordamos con su hijo Omar que el mismo
condensa y anuncia vida y obra. «Mensaje lírico», poema que
cierra el libro epónimo establece también una unidad de sig-
nificaciones al ratificar un destino poético e invocar al «her-
mano» lector para «arrancar» juntos voces de bronce y de
júbilo al «barro» de la existencia. Una misma intención los
aúna y es la de establecer poeta y lector un pacto poético,
sumando una voz al canto fraternal de la existencia. «Canto
de la tierra virgen y de los campos nuevos» preanuncia sin
dudar, el clamor épico de la vertiente bucólica, ampliamente
desarrollada en la segunda etapa. Vocación de «interpretador»
del pequeño–inmenso mundo campesino, que luego desarro-
llará ampliamente en los dos libros que incorporamos com-
pletos, y que se continúa en los poemas dispersos que inclui-
mos también para ayudar a completar el panorama.
De Tiempo de amor, segundo libro, elegimos «Destino»
porque enlaza, en tempranas reflexiones, el sentido de la vida
y la incontestable y definitiva, pero también cósmica, esen-
cia de la muerte. E «Insolación» y «Transmigración» por la
74
belleza de las imágenes y la inefable sustancialidad que logra
darle a las palabras.
Sin desmerecer la importancia que posee el tercer libro: La
Dama de las Rosas, por el posicionamiento que brindara al
poeta el otorgamiento de un premio nacional, hemos selec-
cionado sólo algunos poemas y sonetos para mostrar el modo
cómo el poeta alcanza picos insospechados de profunda efu-
sión lírica, potencia expresiva y originalidad, razones todas
que celebraron las destacadas personalidades del jurado, como
quienes hicieron llegar misivas consagratorias de su portento
creativo.
Otra razón es la de proporcionar al lector una entrada para
adquirir conciencia de la maestría composicional y versatili-
dad en la organización métrica y formal. Ya que Vecchioli se
demuestra como un gran poeta, no sólo en la generación de
mundos, sino y por sobre todo por la maestría en la resolución
y variedad de formas en que se expresa: cantos, silvas, cuarte-
tas, sonetos, verso rimado y libre, así como en la originalidad y
potencia de sus metáforas y procedimientos retóricos.40
Por otra parte hemos tenido en cuenta también las apre-
ciaciones y sugerencias de Omar Vecchioli con quien hemos
departido amplia y amigablemente sobre la obra de su padre.
Algunos poemas son incluidos a pedido suyo y como agrade-
cimiento a su generosa y entusiasta disponibilidad.
Silvas labriegas y El sueño casi imposible (Canto a Rafaela)
aparecen completos en la presente edición. De De otros días,
40 Como ya señaláramos alguna vez Vecchioli narró a Nari que ya tenía casi termi-
nado el libro cuando decidió que la forma estrófica que correspondía a la sustancia
eglógica del libro era la «silva» y transformó todos los poemas de Silvas labriegas,
para adecuarlos a esta combinación.
Silva: composición poética de número indeterminado de versos endecasílabos y
heptasílabos, de rima consonante, de libre disposición, pudiendo quedar sueltos
algunos versos. La silva puede ser arromanzada: estrofa de número indeterminado
de versos de ritmo endecasílabo donde sólo riman en asonante los versos pares (la
mayoría de los poemas incluidos en el libro), o sin rima (como por ejemplo en «Tie-
rra maldita» y «Entre las blancas mariposas blancas».
75
Lugar de tierra nuestra (Divagaciones de una pipa) y de la obra
que permanecía inédita cuando los responsables de Obra
Poética organizaron la publicación y que incorporaron en la
misma, seleccionamos también en modo disperso, pero aten-
diendo a las razones ya formuladas.41 Finalmente incorpora-
mos de Reiteración del hombre aquellos poemas que configu-
ran una unidad temática con los anteriores. Cerramos, como
el poeta, con «Serenamente» porque en él dejó expresa su
despedida. Con una promesa de retorno “trans–humanado”
en el fluir vibrante de la vida que sigue su discurrir o para
«volver y continuar la historia desde el siguiente tomo». ¿Pre-
anuncio no concretado de un libro que la muerte sorpresiva
nos impidió gozar? O, como bellamente nos poetizara Dante
¿desde la completud de la mirada divina, latiendo latente en
alguna hoja «sparsa» del libro–universo que infinitamente «si
squaderna»?
Entendemos que de este modo nuestros lectores pueden
contar con una entrada si no completa, coherente, armo-
niosa y motivadora, al universo de este genial poeta. Lectura
que esperamos provoque la misma fruición y el mismo entu-
siasmo que a nosotros en la consecución de esta empresa.
76
Epistolario citado
De Vecchioli
– Carta a Carlos Premat, 8 de junio de 1943
– Carta al padre jesuita Alejandro Gómez y Gómez, Quito, Ecua-
dor, 27 de mayo de 1976
– Carta a Idria Meacci Vannacci, Rosario, 25 de abril de 1977
– Carta a Edgardo Pesante, Santa Fe, 12 de mayo de 1977
– Carta a Jorge Alberto Hernández, Santa Fe, 14 de mayo de 1977
– Carta a Jorge Berzero, Santa Fe, 1 de junio de 1977
– Carta a Jesús Varela Sánchez, Buenos Aires, 24 de agosto de 1977
– Carta a Alberto Fedeli, Rafaela, 5 de mayo de 1972.
– Carta a Adolfo Salvi, Caracas, Venezuela, 17 de noviembre de 1977
– Carta a Lermo Rafael Balbi, primavera de 1974
– Carta a L. R. Balbi, octubre 16 de 1970
– Carta a L. R. Balbi, 4 de enero de 1975
– Carta a Fortunato Nari, Rafaela, 15 de junio de 1953
– Carta a Gastón Gori, Santa Fe, 5 de marzo de 1969
– Carta a Salvador García, Santa Fe, 26 de diciembre de 1974
– Carta s/d, 1974
A Vecchioli
– Carta de Juana de Ibarbourou, Montevideo, 1º de diciembre
de 1948
– Carta de Carlos Carlino, Buenos Aires, 18 de diciembre de 1977
– Carta de Carlos Premat, Paraná, 8 de junio de 1943
– Carta de Lermo Rafael Balbi, Santa Fe, 8 de octubre de 1970
– Carta de Lermo Rafael Balbi, Santa Fe, 22 de junio de 1976
– Carta de Susana Valenti, Santa Fe, 26 de setiembre de 1977
– Carta de Adelina de la Casa de Gili y Margarita de la Casa de
Demaría, Rafaela, 30 de octubre de 1974
– Carta de Salvador García, Santa Fe, 28 de noviembre de 1974
– Carta de Fortunato Nari, 18 de enero de 1953
– Carta de Fortunato Nari, 30 de octubre de 1974
77
De Vecchioli a Gori
– Carta a Gori, 27 de febrero de 1947
– Carta a Gori, 15 de junio de 1953
– Carta a Gori, 5 de marzo de 1969
– Carta a Gori, 28 de marzo de 1969
– Carta a Gori, 2 de abril de 1969
– Carta a Gori, 12 de agosto de 1970
– Carta a Gori, 22 de agosto de 1970
– Carta a Gori, 21 de enero de 1972
78
– Carta del 2 de diciembre de 1969
– Carta del 12 de agosto de 1970
– Carta del 22 de agosto de 1970
– Carta del 10 de octubre de 1970
– Carta del 21 de enero de 1972
– Carta del 14 de agosto de 1972
– Carta del 23 de noviembre de 1972
– Carta del 5 de diciembre de 1972
– Carta del 22 de enero de 1973
– Carta del 28 de febrero de 1973
– Carta del 27 de marzo de 1973
– Carta del 12 de abril de 1973
– Carta del 4 de junio de 1973
– Carta del 14 de julio de 1973
– Carta del 27 de octubre de 1973
– Carta del 4 de noviembre de 1975
– Carta del 30 de noviembre de 1975
– Carta del 4 de septiembre de 1976
– Carta del 22 de diciembre de 1977
79
Material sonoro
Mascotti, Giuseppe (1996) Alle due spine. Mario Vecchioli e Fortunato
Nari, humildad y grandeza en poesía . Devoto recuerdo para Lermo Rafael
Balbi. Conferencia dictada en Rovereto, Italia el 22 de noviembre (mimeo)
(la traducción nos pertenece).
Documentos periodísticos,
divulgativos y conferencias
s/d Historias de nuestra historia, Cuaderno de Extensión del Museo Histó-
rico de Rafaela, 2000:8.
s/d «Revista Social». Órgano Oficial de la Sociedad Italiana de S.M. «V.
Emanuele II» (enero de 1939–julio de 1940) Rafaela, Nº 1 al 17.
s/d «En Osimo, tras las huellas del poeta de la llanura santafesina» en Dia-
rio La Opinión, Rafaela, viernes 16 de mayo de 1986, p. 6.
s/d Il Collegio–Convitto Campana, periódico bimestral, Osimo, Ancona, año
V, nº 4, 17 de octubre de 1913.
s/d Il Collegio–Convitto Campana, periódico bimestral, Osimo, Ancona, año
VI, nº 3, 24 de julio de 1914.
s/d Il Collegio–Convitto Campana, periódico bimestral, Osimo, Ancona, año
VIII, nº 3, 29 noviembre de 1916.
s/d «Il resto del Carlino», suplemento Carlino Ancona, Ancona, p. II, 18
giugno 1986.
s/d Historias de nuestra historia, Rafaela: Material divulgativo del Museo
Histórico de Rafaela, 2000.
s/d Sociedad Italiana «Victtorio Emanuele» (1979) Acta Nº 635, Rafaela.
Agosti, Paola (1989) «Piemontesi in Argentina». Torino magazine, nº 5,
maggio, 1989, Torino, Italia: Editoriale Quattro, pp. 73–79.
Balbi, Lermo Rafael (1981) Conferencia presentación de la Obra poética
édita e inédita. Centro Cultural Municipal de Rafaela (Sala Sociedad Italia-
na). 27 de noviembre de 1981. (mimeo)
——— (1974) Conferencia presentación de El sueño casi imposible en
el Teatro Lasserre de Rafaela (mimeo).
80
Cron «Un grande poeta argentino fu allievo del nostro Campana» in Mensi-
le L’Antena Civica, Osimo, giugno–luglio, nº 6/7, p. 4, 1986.
Coutaz de Mascotti, Mirtha «Mensaje lírico, el primer libro de Mario
Vecchioli, el poeta de nuestra ciudad» en La opinión, Rafaela, sábado 19
de diciembre de 1981, p. 11.
Del Castello, Andriolo «Quando buon sangue non mente. Mario
Vecchioli, poeta argentino tra Osimo e Rafaela», Giornale d’Italia, Roma, 14
de enero de 1952.
——— «Mario Vecchioli, poeta argentino tra Osimo e Rafaela». Giornale
d’Italia, Buenos Aires, 14 de enero de 1952, s/d.
Coutaz de Mascotti, Mirtha «Mensaje lírico, el primer libro de Mario
Vecchioli, el poeta de nuestra ciudad» en La opinión, Rafaela, sábado 19
de diciembre de 1981, p. 11.
Didier, Nora (2001) La figura aglutinante del entorno en la poesía de Ma-
rio Vecchioli, V Encuentro de Poetas y Narradores y Ensayistas, Concep-
ción del Uruguay, E.R. (mimeo).
Graciotti, Riccardo (s/d) I collegiali in scena. Storia del teatrino del
Collegio Campana di Osimo, 1713–1926, Istituto Campana per l’Istruzione
Permanente, Osimo.
Hernández, Jorge Alberto: «De poesía y algo más, con Mario R. Vec-
chioli», Diario El Litoral, Santa Fe, 11 de agosto de 1974.
Massoni, Elda «Vecchioli a través de su vida y su obra» en Diario Castel-
lanos, 19 de octubre de 1977. (Disertación leída durante la presentación de
Reiteración del hombre el 17 de octubre de ese año).
Morroni, Giuliana «Si è spento mons. Girllantini storico di Osimo per
eccellenza» in Corriere dell’Adriatico, Osimo, 18 de noviembre de 1986.
Nari, Fortunato (2003) Palabras para la celebración del Centenario del
nacimiento en un acto organizado por ERA en la Plaza Vecchioli (mimeo).
——— (1984) Palabras durante el acto público para la inauguración de
la Plaza Vecchioli, Rafaela, sábado 27 de octubre de 1984 (mimeo).
——— (1981) Conferencia para la celebbración del centenario de Ra-
faela y la presentación de la Obra poética édita e inédita. Centro Cultural
Municipal de Rafaela (Sala Sociedad Italiana). 27 de noviembre de 1981
(mimeo).
Premat, Claudio «Mensaje lírico de M.R. Vecchioli» en El Diario de Para-
ná, 9 de junio de 1948.
Renard, Cristina (2005) «Un poeta de la inmigración: Mario Vecchioli»
en Rev. Suelo santafesino, Santa Fe: Secretaría de Cultura de la Provincia
de Santa Fe, año 4, nº 3, pp.17–19.
Romiti, Cesare (1935) Mezzo secolo nell’Istituto Campana, Città del Cas-
tello: Soc. anónima tipográfica Leonardo Da Vinci.
81
Rubiolo, Graciela (1997) Rafaela y sus calles, Imprenta La Opinión, Ra-
faela, pp. 99–100.
Torre, Amilcar (1981) «La Revista Social. Una expresión del alma rafae-
lina y el ideal de Mario R. Vecchioli», en La Opinión: 1881–1981 Rafaela,
Rafaela: Edición Especial del Diario La Opinión.
Valinotti, Alcides «Tiempo de tierra y empedrado. Maestro de Juventu-
des» en Diario La Opinión, Rafaela, 15 de mayo de 1980, pg. s/d.
Vecchioli, Mario en Defensor, Rafaela, viernes 2 de marzo de 1956.
——— Traducción al español de Andriolo del Castello: Noticias de Rafae-
la – Cuando la buena sangre no miente. Mario Vecchioli, poeta argentino en-
tre Osimo y Rafaela, Giornale d’italia, 14/01/1952 (mimeo).
Vecchioli, Omar (1997). Entrevista en Suplemento Cultural «La Palabra».
Diario La Opinión. Rafaela.
Bibliografía citada
Barthes, Roland (1993) El placer del texto, Buenos Aires: Siglo Veintiuno
editores.
Carlino, Carlos (1976) Gauchos y gringos en la tierra ajena, Buenos Ai-
res: Plus Ultra.
——— (1999) en José Pedroni, Obra poética. Santa Fe: UNL.
Castelli, Eugenio (1998) Un siglo de literatura santafesina, Santa Fe: Cul-
turales Santafesinas.
Castelli, Cervera, Gori, Isaías, Valli (1991) Inmigración, identidad
y cultura, Culturales Santafesinas, Subsecretaría de Cultura de la Pcia. de
Santa Fe y Municipalidad de Rafaela, Santa Fe: Impresora Setúbal.
Colombo, Ana María (2013) Tesis: La construcción paradigmática de
Mario R. Vecchioli y su legitimación en el imaginario de la Pampa Gringa
santafesina (mimeo).
Crolla, Adriana (2015a) «Territorios de la italianidad como fatalidad: una
mirada desde la “zona”» en (Crolla, A. ed.) Italia y Francia e Santa Fe. Diver-
sidades, legados y reconfiguraciones, Santa Fe: UNL, pp. 15–25.
——— (2015b) «Literatura de la pampa gringa y del “rosafé candial de
los trigales”» en (Cecchini de Dallo, y Vittori, G. dir. y comp.) Santa Fe en
la gestación y el desarrollo de la Argentina, Santa Fe: Espacio Santafesino
Ediciones, pp. 231–234.
——— (2015c) «¡Puro gringo! perfiles de la inmigración italiana en las co-
lonias santafesinas» en Rev. Zibaldone. Estudios Italianos de La Torre del Vi-
rrey, Valencia, España. Vol. III, http://www.zibaldone.es/index.php/revista-n-5
——— (2014) Altrocché! Italia y Santa Fe en diálogo, Santa Fe: UNL.
82
——— (2012) «Literatura, territorialidad y matrices culturales. Una mira-
da desde la “zona”» en (M. Montezanti y G. Matelo coord.) El resto es silen-
cio. Ensayos sobre literatura comparada, Buenos Aires: Biblos, pp. 91–104.
——— (2009) «Ser gringo: traducción cultural itálica en la configuración
identitaria de la pampa santafesina» en Transgresiones y tradiciones en la li-
teratura. Asociación Peruana de Literatura Comparada (ASPLIC), Lima: Univ.
del Pacífico/Universidad Católica Sedes Sapientiae, pp. 229–281.
——— www.fhuc.unl.edu.ar/portalgringo
Chemez de Eusebio, Magda
(2002) Inmigración y selección matrimonial. El caso de los italianos en Rafa-
ela 1887–1913, Centro de Estudios e Investigaciones Históricas de Rafae-
la, Serie 7, Rafaela: Graf. Gutemberg.
Galli, Gloria (1998) «Presencia de Leopardi en Argentina» en Mentre nel
mondo si favelli o scriva. G. Leopardi en el II centenario de su nacimiento.
Madrid: Depto. de Filología Italiana, Univ. Complutense de Madrid.
Gramuglio, María Teresa (2010) «El Lugar de Saer» en Julio Premat
(coord.), Glosa – El Entenado, Córdoba: Université de Poitiers – Alción Ed.
——— (2008–2009) «Interrelaciones entre la literatura argentina y litera-
turas extranjeras. Debates actuales e hipótesis de trabajo» en El hilo de la
fábula, nº 8-9, Santa Fe: UNL, pp.17-24.
——— (1992) «La construcción de la imagen» en Tizón, H., Rabanal, R. y
Gramuglio, M.T. La escritura argentina, Santa Fe: UNL.
Grillantini, Carlo (1975) Osimo, Pinerolo: Tipografia Moderna, pp. 44–46
Imfeld, Daniel (1999) Piamonteses en el Oeste Santafesino. Sus aportes
en la construcción de una identidad regional, Centro de Estudios e Investi-
gaciones Históricas de Rafaela, Serie 1, Rafaela: Graf. Gutemberg.
Pageaux, H.D. (2011) Musas na encruzilhada. Ensaios de literatura com-
parada, Frederico Wesphalem, Brasil:URI–editoraufsm.
Said, Edgard W. (1996) Representaciones del intelectual, Buenos Aires:
Paidós. [Traducción Isidro Arias.]
Stepffer, Claudio (2000) Walt Whitman, Mario Vecchioli y los nuevos
mundos (mimeo).
Vecchioli, Mario (1997) Obra poética, Rafaela: Estab. Gráfico Acosta.
——— «Ventana de Vacaciones de Fortunato E, Nari» en Diario Defen-
sor, Rafaela, viernes 2 de marzo de 1956.
Zobboli, Marta; Coutaz, Mirtha (1987) Mario Vecchioli. Antología
poética, Rafaela: Sec. de Cultura y Deportes, Municipalidad de Rafaela.
83