Bioética Personalista
y Derecho
Dr. Rafael Santa María D´Angelo*
Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo
Introducción
La relación entre la Bioética y el Derecho guarda cada vez más una
relación necesaria e indesligable. Sin embargo, frente a los desafíos
actuales de la ciencia y de la técnica, presenta el riesgo de convertirse en
disciplinas que se alejen de su centro principal: la persona humana.
El presente artículo presenta la complementariedad existente entre la
Bioética, en especial la Bioética Personalista y el Derecho.
I. Algunas reflexiones sobre la Bioética Personalista
1.1. El surgimiento de la Bioética
Cuando en el año 1970 el bioquímico Van Renselaer Potter acuñó el
término bioética en los Estados Unidos, no imaginó la repercusión que
ésta iba a desarrollar en los años sucesivos.
Ciertamente, él lograría encuadrar en esta nueva disciplina la combinación
del conocimiento biológico con el conocimiento de los valores humanos,
llamándola ciencia de la supervivencia, dada la urgencia de un nuevo saber
no finalizado sólo a conocer los fenómenos naturales, sino también a
descubrir el modo en que se podría usar sabiamente los conocimientos
1
técnico- científico para favorecer la supervivencia de la especie humana.
Así nos dirá Potter: “ La Bioética ha aparecido como una nueva materia de estudio
que enlaza el conocimiento biológico con el conocimiento de los sistemas de valores
* Doctor en Derecho por la Pontificia Universidad Lateranense. Master en Bioética por la Pontificia
Universidad Regina Apostolorum en Roma. Profesor Ordinario de Protección Jurídica de los
Derechos Humanos y Miembro del Centro de Investigación en Bioética de la Universidad Católica
Santo Toribio de Mogrovejo.
1 Cfr. SGRECCIA ELIO, Manuale di Bioetica. Vita e Pensiero. Terza Edizione. Milano, Pp. 3-4.
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humanos… He escogido bio para indicar el conocimiento biológico, la ciencia sobre los
sistemas vivos, y he elegido ética para indicar el conocimiento sobre los sistemas de
2
valores humanos”
Este puente entre las ciencias experimentales y la ética, como también se
le conocía a la bioética se proyectó inicialmente como una reductio ad unum
para nuestros tiempos, dada su interdisciplinariedad y los principios que
3
la inspiran.
Sin embargo, vemos que de cara al pluralismo y al relativismo imperante
en el contexto actual, no resulta sencillo expresar el fundamento de la
bioética. De ahí la necesidad de referirnos a cuestiones más propias de la
persona humana.
Según Mons. Sgreccia: “ … las discusiones sobre el estatuto del embrión; sobre la
naturaleza propia y el carácter específico del acto de la procreación en relación con los
temas de procreación asistida; la definición de la muerte o la concepción del ecosistema
y la bioecología, requieren una concepción antropológica y una fundamentación del
juicio ético centradas en la persona y en la propia naturaleza íntima del hombre… ” 4
El surgimiento de la Bioética, pues, nos muestra la necesidad de una
reflexión que logre al avance de la ciencia médica y técnica e integrarle la
reflexión ética centrada y fundada en la persona humana.
2 RUSSO GIOVANNI. Bioetica fondamentale e generale. SEI. Torino 1995. P. 29 cit. POTTER V.R., Humility with
Responsability- A bioethics for Oncologist: President Adress, en “ Cancer Research” 35 (1975), 2297, 2299. Según
Potter la Bioética no debía focalizarse sólo sobre el hombre, sino debía ampliar su mirada a la biosfera en conjunto, es
decir a toda intervención científica del hombre sobre la vida en general, de allí que el concepto de bioética resulte más
amplio que el de ética médica.
3 Este principio de la reductio ad unum es explicado por el profesor italiano Francesco Calasso: “ … Como se observa,
una idea esta al centro de esta concepción: el principio de unidad, o como los filósofos desearon, de la reductio ad
unum. ¿En que consistía este principio, que fue una de las expresiones más típicas del pensamiento medieval?
Observamos ante todo que esto no nace del mundo del derecho, sino viene copiado de la especulación pura, sobre la
base del pensamiento aristotélico, que regresaba en honores por la aventura en aquel mismo siglo del revivir los
textos justinianos genuinos. En torno a la obra del filósofo griego se había abierto un intenso trabajo de pensamiento,
que con el instrumento de la
exégesis buscaba resolver el grande problema de adaptar a la civilidad cristiana este edificio colosal heredado del
mundo pagano… en el pensamiento aristotélico, el axioma de la reductio ad unum representaba un principio de
orden universal, que del mundo de la naturaleza se reflexiona sobre el cuerpo social: todo el universo es gobernado
de un orden, que es Dios; y Dios es unidad, en la cual la multiplicidad se disuelve. La especulación medieval si
apropia el principio, y de él hace el perno de su filosofía política… ” CALASSO FRANCESCO, Medioevo del Diritto.
I- Le fonti. Giuffrè Editore. Milano 1954. Pp. 371- 372 (traducción personal)
4 SGRECCIA ELIO, Manual de Bioética. Editorial Diana. México 1996. Pp- 1- 2
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1.2. Reflexión sobre el personalismo ontológicamente fundado
Referirnos al personalismo ontológicamente fundado es adentrarnos al
punto de la Bioética personalista. Interesa en esta ocasión referirme a dos
presupuestos básicos: la persona como fundamento de la bioética y la
sinonimia existente entre ser humano y persona humana.
La persona como fundamento de la Bioética
Un aspecto inicial que resulta importante comprender es que referirnos al
fundamento personalista de la Bioética, es ahondar una seria reflexión
racional sobre la realidad que constituye el centro de la actividad
biomédica, la persona humana.
Ciertamente, encontramos situaciones planteadas por la biomedicina con
tensiones, desacuerdos radicales, posturas profundamente divergentes y
hasta contrarias. No obstante, sostenemos la necesidad de encontrar una
plataforma de pensamiento ético válida y sólida, un fondo donde pueda
anclar nuestra razón ética, y evitar así caminar a la deriva.
Frente a este caminar sin ninguna referencia a la verdad, dice el Papa
Benedicto XVI: “ poner en el centro el tema de la verdad no es un acto meramente
especulativo, restringido a un pequeño círculo de pensadores; al contrario, es una cuestión
vital para dar profunda identidad a la vida personal y suscitar la responsabilidad en las
relaciones sociales. De hecho, si no se plantea el interrogante sobre la verdad y no se admite
que cada persona tiene la posibilidad concreta de alcanzarla, la vida acaba por reducirse
a un abanico de hipótesis sin referencias ciertas” 5
La interrogante: ¿por qué fundar la bioética en la persona?, no lleva una simple
respuesta, sino, más bien, acompaña una seria reflexión racional sobre la
realidad que constituye el centro de la actividad biomédica, a la vez sujeto
y objeto de la misma: la persona humana.
En este sentido, es necesario enfatizar dos aspectos: primero fundar la
Bioética en una comprensión de la realidad que, por su propio peso, se
5 BENEDICTO XVI, Discurso en la visita del Santo Padre a la Pontificia Universidad Lateranense, 21 de Octubre
del 2006.
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impone a nuestra subjetividad ética. Y luego, no se trata de una realidad
abstracta, sino de esa persona concreta que somos cada uno de nosotros,
de esa persona que se trata médicamente como paciente, o de esa otra
persona que tiene que pronunciarse como médico. Habrá que reflexionar
sobre el significado profundo de esa realidad que llamamos “ persona” .
Para lograr una argumentación racional capaz de ser una “ plataforma” de
pensamiento ético ante las divergentes posiciones, se plantea que habría
cuatro modos posibles de lograr resolver las controversias: el uso de la
fuerza, la conversión de una parte a la concepción de la otra, una argumentación
sólida o procedimientos concordados.
De todas ellas, la conclusión más clara y contundente es la encontrar un
camino de solución, a través del acuerdo. Estamos, pues, ante una
expresión de la llamada “ ética contractualista” , que no se compromete ni
relaciona con ninguna visión ética concreta.
Sin embargo, si se analiza mejor esta tesis, lo que se plantea de modo
determinante como valor fundamental es la tolerancia y la convivencia
pacífica. Surge la interrogante: ¿quién ha dicho que todos tengan que estar de
acuerdo con el principio de la tolerancia y del respeto mutuo? Pensemos en aquellos que
optan por el uso de la fuerza ¿cómo se les puede convencer de que deben aceptar el
consenso? ¿También por la fuerza?6
Se vuelve a la necesidad de reconocer la capacidad de la razón humana de
encontrar y exponer razones válidas que justifiquen una determinada
opción ética. De alguna manera, todos actuamos y razonamos sobre la
base de esa convicción, aún cuando la neguemos, detrás de algunos de los
juicios morales se esconde una concreta comprensión de la realidad como
criterio determinante y normativo, lo que algunos llaman precomprensión
7
orientadora.
6 Curiosamente los sostenedores de esta tesis admiten el uso de la fuerza contra quienes violen la autonomía de los
demás al no aceptar la ética del consenso. Claramente, este razonamiento se vuelve contra la misma tesis, pues si
alguien utiliza la fuerza contra quien la utilizó porque rechazó el principio del no uso de la fuerza, está él mismo
rechazando ese principio y podría ser él mismo tratado con la fuerza.
7 Cfr. LUCAS LUCAS RAMON, El hombre, espíritu encarnado. Compendio de Filosofía del hombre. Ediciones
Sígueme. Salamanca 2005. Pp. 16-17. Cualquier pregunta se realiza desde un cierto saber ya. En el caso del hombre
para poder formular esta interrogante: ¿por donde comenzar el conocimiento del hombre?, el que pregunta antes
debe tener una idea de si mismo, aunque sea una idea vaga e indeterminada. Una precomprensión orientadora
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El mismo argumento se repite cuando se refiere a la autonomía. Cuando se
refiere a respetar la autonomía de cualquier persona, esto supone la
comprensión de la persona como ser autónomo, libre; supone una visión
antropológica, una antropología normativa, para saber cuál es el verdadero
bien del paciente, es preciso tener una comprensión de la realidad del ser
humano.
Resulta preciso así distinguir entre la capacidad del ser humano de
comprender al ser, lo ontológico como veremos adelante, y el deber ser, es decir el
bien o mal moral8. El comprender el ser se realiza solamente en la apertura al
ser de las cosas no en el consenso. Esto se orienta necesariamente hacia la
búsqueda de lo que es. Algo similar sucede en el conocer el deber ser, que se debe
razonar conforme a la apertura del ser para comprender el deber ser. No basta
el mero consentimiento, o la formulación de un juicio sobre bases puramente
formales. La conciencia ética se realiza plenamente como tal cuando se abre
intencionalmente alserde lascosas, buscandolaverdadmoral.
Esto último nos lleva a entender que no es posible pretender lograr una
comprensión personal que coincida total y perfectamente con la realidad y
menos aún que la agote. De otra parte, tampoco se puede renunciar a la
capacidad de buscar la verdad y de alcanzar cierta comprensión verdadera de
lo real, aunque no sea nunca perfecta o absoluta. Esto se entiende mejor ante el
hecho que todo hombre nace con la rectitud necesaria de razón para conocer
infaliblemente losprimerosprincipios, comohacerelbien yevitarelmal.
Lo anteriormente mencionado muestra la necesaria atención a la
realidad, la cual debe caracterizar toda reflexión ética y se especifica de
modo singular en la realidad concreta de la persona humana.
Ser humano y persona humana como sinónimos
El sentido común y el lenguaje ordinario sugieren la similitud de los
términos “ persona” y “ ser humano” , acompañada de una reflexión habituada
a concebir la persona como caracterización apropiada de lo humano. En
nuestros días, por los recientes avances científicos a nivel de la
biomedicina y el bioderecho, no es muy sencillo identificar o asociar el
significado de estos términos.
8 Lo que los escolásticos llamaron “ razón especulativa” y “ razón práctica” respectivamente
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Para no pocos, en la actualidad, decir o referirse a la “ persona” no significa
decir o referirse al “ ser humano” y viceversa.
Esta no es la primera vez que la reflexión racional y la experiencia concreta
muestran la separación entre persona y ser humano. Bastaría hacer referencia a
la esclavitud, el racismo, a la persecución judía, por mencionar algunas en las
cuales no era negada la pertenencia biogenética a la especie humana, sino el
reconocimientoontológicode persona, ycomotalsu relevanciaéticayjurídica.
Separada de sus raíces, la noción de persona asume hoy nuevos roles que
ponen en peligro su propio valor, intuitivo y originario. Luego de los
fenómenos discriminatorios referidos, nos enfrentamos ahora a una
nueva forma de exclusión humana más sutil, por el grado de desarrollo
físico, psíquico y social del ser humano, que específicamente ataca los
casos confines: la discriminación contra los embriones, los fetos, los niños,
los discapacitados, los ancianos, los enfermos incurables.
Este dualismo presentado en la actualidad no resulta un conflicto social más,
sino que atañe a toda la humanidad la cual no queda reconocida, sino más
bien seleccionada, y seleccionada ¿ante los ojos de quién?, ¿a título de qué?; un
9
nuevo eugenismo se proyecta discriminando con ello al mismo ser humano.
Un aspecto que resulta importante distinguir en el ser humano es el nivel
ontológico y el nivel operativo, es decir, el plano del ser y el del actuar. Si
primero es el ser, y de ahí deriva el actuar, habrá que tener en cuenta cuál
es el ser, la ontología de una realidad para calificar su realidad. Puede
darse que un ser no esté actuando por determinadas causas, por ejemplo,
el sueño, y no por eso deja de tener unas características ontológicas. “ El
valor del ser humano no queda condicionado por la adquisición de determinados
10
atributos, pues a quien hay que defender es al hombre sin atributos” .
9 Cfr. PALAZZANI LAURA, Il concetto di persona tra bioetica e diritto, G. Giappichelli, Torino 1996. Pp. 31 -38.
“ … De acuerdo con una concepción bien fundada filosóficamente desde el punto de vista de la tradición, es persona
todo ser de una especie cuyos miembros poseen la capacidad de alcanzar la autoconciencia y la racionalidad. Por
tanto, si sólo fueran personas aquellos seres que, en efecto, poseen dichas cualidades en acto, en ese caso a cualquier
hombre dormido podría serle impedido despertar vivo, pues mientras duerme, claramente no es persona. El deber
de proteger su vida -cuando se queda dormido sin el temor de no volver a despertar ya nunca- cesa, en todo caso,
según nuestros deseos… ” SPAEMANN ROBERT, ¿Son todos los hombres personas? Cuadernos de Bioética 31, 3º
Grupo de Investigación en Bioética. Santiago de Compostela 1997, Pp. 1030-1033
10 SANTA MARIA D'ANGELO RAFAEL, El Diagnostico prenatal de los discapacitados y la tutela de los derechos
fundamentales. Diálogo con la Jurisprudencia Nº 116. Editorial Gaceta Jurídica. Lima 2008. Pp. 172
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Cuando se abandona el punto de partida indiscutible de la nueva vida, es decir,
la concepción, todo se vuelve impreciso, y una fuerte carga de arbitrariedad se
impone. Cada científico pretende construir una teoría sobre el inicio de la vida
junto a la definición de persona que más le acomoda, que le permita realizar el
tipode investigacionesymanipulacionesque desee realizarcon losembriones.
Es evidente que muchos de los conceptos y categorías de “ persona” son
estipulados por convención, por consenso, obviando la naturaleza misma
de la persona. Se revela externamente la posesión o capacidad de poseer
ciertas funciones que son consideradas relevantes, y así puede ser más o
menos persona, se puede llegar a ser persona adquiriendo en un momento
determinado o gradualmente algunas características sea la sensibilidad, la
racionalidad o la voluntad.
Es por ello que para algunos “ ser humano” es un término biológico que
indica pertenencia a la especie “ homo sapiens” , mientras que persona es un
término moral que implica que el organismo tiene derechos de tipo moral.
Entonces el concepto queda reducido a una de sus propiedades, tal como
11
la capacidad intelectual.
A este funcionalismo, se puede responder que la presencia de una función pre-
supone la existencia de un sujeto, con una naturaleza determinada que hace po-
sible el ejercicio de aquella función, y que es la capacidad de tener esta función y
no su ejercicio, aquello que constituye al ser y la natura de un sujeto. Las fun-
cionesnoson elsujetosinuncarevelan alsujetoysu naturaleza, lamanifiestan.
Si la persona se redujese a un conjunto de características o funciones que
aparecen y desaparecen en los diversos individuos y en diversas situaciones,
12
tendríamos para reconocer a una persona que valorar caso por caso.
Serán estos “ reduccionismos” que acentúan las funciones del hombre, los
que buscarán una definición de la persona rica, por ejemplo, la
responsabilidad moral, la capacidad de relación, pero serán estas
definiciones, ricas, bellas, aquellas que no sirven para comprender a todos,
11 Cfr. BALLESTEROS JESUS, Exigencias de la dignidad humana en Biojurídica. BALLERSTEROS J.-APARISI
A. (Eds.), Biotecnología, dignidad y derecho: bases para un diálogo. EUNSA. Pamplona 2004. Pp. 43-55
12 Cfr. PALAZZANI LAURA, Persona, Bioetica e Biogiuridica. Medicina e Morale. Rivista Internazionale di
Bioetica. Centro di Bioetica. Facoltà di Medicina e Chirurgia Agostino Gemelli.Università Cattolica del Sacro Cuore.
Roma. 2004/2. Pp. 312
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también a aquellos que no manifiestan la capacidad de comportamiento
moral o racionalidad.
De lo hasta aquí expuesto, podemos decir que todo “ ser humano” , en cuanto ser li-bre
y espiritual, es “ persona” , así como que no existe “ persona” alguna que no sea un “ ser
13
humano” .
1.3. El método triangular de la Bioética Personalista
Siguiendo el método propuesto por Mons. Elio Sgreccia, quisiera hacer
referencia al método triangular de la Bioética Personalista, como él nos
14
enseña . Pienso que su reflexión nos ayudará luego cuando abordemos la
incidencia de la Bioética a la Biojurídica.
Un aspecto inicial que resulta importante mencionar es la cohesión de sus
tres lados. Primeramente, el de acudir al acto biomédico en su
consistencia científica (se piensa por ejemplo en el ADN).
Luego de este examen, se reflexionará hondamente en el significado
antropológico y los valores relacionados a la vida y la integridad de la
dignidad humana. En esta síntesis filosófica, se permitirá evaluar y
determinar qué valores tutelar y qué normas deben ser previstas de acción,
tanto a nivel individual, como social. En otras palabras, del valor-persona,
se establece una jerarquía: vida, salud, responsabilidad personal, etc.
La solución de tales problemas éticos deberá ser buscada en relación a los
conceptos y a los valores de fondo de la persona humana, y esto reclama el
entero de la filosofía del hombre. Esto sería el último lado del triangulo.
Explica Mons. Sgreccia: “ … Se impone el confronte con la antropología de
referencia, de manera dinámica y constante: continuamente los descubrimientos
científicos y las aplicaciones tecnológicas abren nuevas posibilidades y nuevas
conquistas, continuamente estas evoluciones repercuten en el desarrollo social y en la
adecuación jurídica de la sociedad… .” 15 Añade luego: “ … Es obvio que de este diálogo
13 Esta afirmación que equipara al ser humano con la persona evita toda forma de discriminación, de modo especial
aquellos desprotegidos como son el concebido, el enfermo terminal, el discapacitado.
14 Cfr. SGRECCIA ELIO, Manuale di Bioetica, Op. Cit. Pp. 63- 64
15 Ibidem. (traducción personal)
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“ triangular” (biología-antropología-ética), la antropología misma queda enriquecida,
sin embargo es igualmente necesario que ella ponga los criterios y valores que no puedan
ser superados, porque representan el motivo mismo de la teleología del progreso
científico y de la sociedad… ” 16
Esto evidencia que “ ...la cuestión bioética, en efecto, antes de ser una cuestión
axiológica, es esencialmente una cuestión antropológica: comprende en primer lugar no
la imagen que queremos construir (o que queremos defender) del hombre, sino la defensa
de su identidad misma. Una defensa que comprende naturalmente, y en profundidad,
también nuestro ethos pero que no puede ser reducida a una cuestión específicamente
moral, es decir de mera orientación axiológica de la conciencia...” 17
Ciertamente, los valores fundamentales que se logra con esta síntesis
requieren de una regulación especial, y aquí su vínculo directo con el
Derecho. Relación que no resulta del cumplimiento de un procedimiento
más, sino que guarda armonía con una consideración clara de la persona
humana y de su inherente dignidad.
II. De la Bioética a la Biojurídica
2.1. Necesidad de una interdisciplinariedad
El método de la Bioética comprende un enfoque multidisciplinar e
interdisciplinario. “ La simple aportación de disciplinas diferentes asegura solo el
aspecto multidisciplinar; y para hablar de la existencia del aspecto interdisciplinar; es
necesaria también una relación ordenada y orgánica de las diferentes disciplinas” . 18
Este rasgo propio de la Bioética es reconocido en la Declaración Universal
de Bioética y Derechos Humanos al señalar entre sus objetivos el de
“ fomentar un diálogo multidisciplinario y pluralista sobre las cuestiones de bioética
entre todas las partes interesadas y dentro de la sociedad en su conjunto” .19
17 D'AGOSTINO FRANCESCO, Dalla bioetica alla biogiuridica. SALVINO BIOLO (a cura) Nascita e Morte
dell'uomo. Problemi filosofici e scientifici della bioetica. Editrice Marietti. Genova 1993. Pp. 137- 147 (traducción
personal)
18 CICCONE LINO, Bioética. Historia, Principios, Cuestiones. Palabra. Madrid 2005. Pp. 27
19 Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, Artículo 2º Inciso e.
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Vemos, pues, que el diálogo de cada disciplina en torno a la Bioética exige
la necesaria apertura del Derecho a otras disciplinas, tanto desde una
dimensión externa como interna.
Desde una dimensión externa, pues el avance biomédico revela cada vez más
datos que resultan relevantes para el Derecho, y sin ellos él mismo no podría
brindar una certera respuesta. Se piensa en la fecundación in vitro y en su
incidencia para determinar la filiación en el Derecho de familia; la muerte
cerebral, como indicador para establecer la muerte de una persona.
En una dimensión interna, vemos que los problemas bioéticos guardan
relevancia en el Derecho Constitucional (como son los derechos
fundamentales de la persona), en el Derecho Civil (en el derecho de
personas y en el derecho de familia especialmente), en el Derecho Penal
(con las consideraciones de tipo panal a delitos contra la vida o la salud)
Ahora bien, creemos que este fructífero diálogo interdisciplinario lleva a
un encuentro inevitable para el Derecho, diría más bien reencuentro: la
Ética. En efecto, es la misma Declaración Universal antes mencionada que
“ reconoce la interrelación existente entre la ética y los derechos humanos en el terreno
20
concreto de la bioética.”
De cara a lo anteriormente expuesto, vemos que la Bioética resulta en una
“ magnífica ocasión” para devolverle su fundamento al Derecho, y si este
encuentro se alimenta de los presupuestos de la Bioética Personalista, nos
encaminamos a una consideración jurídica de todo ser humano, de toda
persona humana como sujeto de derecho.
2.2. Devolver al derecho su fundamento ético
En un contexto actual como el nuestro, donde la globalización, el pluralismo y
el relativismo inciden fuertemente en la consideración del derecho, es común
referirse a la “ amoralidad” del derecho, posición que conduce finalmente a un
derechoque prescinde de cualquiercriteriode justiciayde bien común.”
20 Ibidem Prefacio
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De este modo, aquello que es considerado sólo como derecho, es el producido
en modo autoritativo por una fuente humana, conforme a ciertas formalidades
con total independencia del aspecto ético de sus contenidos normativos. La
propuesta de esta corriente comprende el desarrollo de un concepto del
derecho y del Estado que no deje ningún lugar a la justicia, excluir a ésta de las
consideracionesque se conceptúacomoestrictamente jurídicas.
En este sentido, para algunos autores, ante la imposibilidad de un cono-
cimiento objetivo del bien humano en sentido individual o colectivo, que
permitan un contenido y fundamento a los derechos humanos, proponen
una determinación ya no por la razón, sino más bien por los sentimientos.
Esa es la posición del filósofo americano Richard Rorty, quien sostiene: “ Para
superar esta idea en sentido peculiar de obligación moral, sería útil dejar de preguntar
“ qué nos hace diferentes de los otros animales” y dejar de decir que la diferencia radica en
que nosotros podemos pensar mientras que ellos tan sólo pueden sentir. Deberíamos pensar
más bien que nosotros podemos sentir los unos por los otros mucho más que ellos. Esto nos
permitiría separar la idea cristiana de que el amor importa más que el conocimiento y la
idea neoplatónica de que el conocimiento de la verdad nos hará libres. Pues en tanto
pensemos que hay un poder ahistórico que tiende a lo justo, un poder llamado verdad o
racionalidad, no podremos superar el fundacionalismo… Es el resultado de lo que he
venido llamando “ educación sentimental” … Ahora estamos en condiciones de hacer a un
lado los últimos vestigios de la idea de que los seres humanos se distinguen por su
capacidad para la razón en lugar de por su capacidad para la amistad y el mestizaje, por
la racionalidad rigurosa en lugar de por la sentimentalidad flexible… Estos dos siglos se
entienden mejor no como un período de comprensión profunda de la naturaleza de la
moralidad o de la racionalidad, sino más bien como una etapa en la que ha ocurrido un
progreso sorprendentemente rápido de los sentimientos y se ha vuelto mucho más fácil para
21
nosotros movernos a actuar gracias a las historias tristes y sentimentales..·”
Haciendo mención a Rorty, el Card. Joseph Ratzinger señala que, en la
actualidad, se propaga un nihilismo banal, con resultados muy peligrosos.
Señala, además: “ … El ideal de Rorty es una sociedad liberal en la que no existan valores ni
21 RORTY RICHARD, Derechos Humanos, Racionalidad y Sentimentalidad. Shute Stephen- Hurley Susan, De los
derechos humanos- Las conferencias Oxford Amnesty de 1993. Editorial Trotta. Madrid 1998. Pp. 58
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criterios absolutos. El bienestar será lo único a lo que merezca la pena aspirar… La convicción
mayoritaria difundida entre los ciudadanos es para Rorty el único criterio que se ha de seguir
22
paracrear elderecho. Lademocracianoposeeotrafilosofíani otrafuentedelderecho… ”
Posteriormente, añade el Card. Ratzinger: “ … es indiscutible que la mayoría no es
infalible y que sus errores no afectan sólo a asuntos periféricos, sino que ponen en cuestión
bienes fundamentales que dejan sin garantía la dignidad humana y los derechos del hombre,
es decir, se derrumba la finalidad de la libertad, pues ni la esencia de los derechos humanos ni
la de la libertad es evidente siempre para la mayoría. La historia de nuestro siglo ha
demostrado dramáticamente que la mayoría es manipulable y fácil de seducir y que la
libertad puede ser destruida en nombre de la libertad. En Kelsen hemos visto, además que el
relativismo encierra su propio dogmatismo: está tan seguro de sí mismo que debe ser impuesto
a los que no lo comparten. Con una actitud así, al final resulta inevitable el cinismo, que en
Kelsen y Rorty se percibe ya de forma clara. Si la mayoría tiene razón – como ocurre en el caso
de Pilatos -, el derecho tendrá que ser pisoteado. Entonces lo único que cuenta, a fin de cuentas,
es elpoder delmásfuerte, quelamayoríasabedisponer asu favor… ” . 23
Un aspecto que se desprende del positivismo jurídico, es el consenso, es decir, el
acuerdo mayoritario que crea el derecho. Al respecto, aclara el Card. Ratzinger:
“ ...El “ fin de la metafísica” , que en amplios sectores de la filosofía moderna viene
presupuesta como un hecho irreversible, ha llevado al positivismo jurídico que hoy ha asumido
sobre todo la forma de la teoría del consenso: como fuente de derecho, si la razón no está en
grado de encontrar el camino hacia la metafísica, hay para el Estado sólo las comunes
convicciones sobre los valores de los ciudadanos, convicciones que se reflejan en el consenso
24
democrático. Elconsensonocrealaverdad...”
Sobre esta ausencia ética, en especial de la justicia, por parte del derecho
positivo, el profesor Massini, citando a Robert Spaemann, sostiene: “ … los
hombres distinguen acciones justas e injustas. Y el criterio último de esta distinción no
es la adecuación de las acciones a las leyes positivas existentes, pues estos mismos
hombres distinguen también leyes justas e injustas, sentencias justas e injustas (...). Si
no hubiera nada justo por naturaleza, la discusión misma sobre temas relacionados
22 RATZINGER JOSEPH, Verdad, Valores, Poder. Piedras de toque de la sociedad pluralista. Rialp. Segunda
Edición. Madrid 1998. Pp. 32- 33, 93.
23 Ibidem. Pp. 94- 95
24 RATZINGER CARD. JOSEPH, Lectio Doctoralis. LUMSA, Per il diritto, omaggio a Joseph Ratzinger e Sergio
Cotta. G.Giappichelli Editore. Torino 2000. Pp 11. (traducción personal)
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25
con la justicia carecería de sentido...”
A esta situación, podemos afirmar que resulta imposible sustentar una
teoría de los derechos humanos sobre la base de un ordenamiento jurídico
que propugne una neutralidad del ordenamiento frente a los valores.
Pues, analizando los conflictos que eventualmente pueden surgir entre los
derechos humanos al concurrir en un caso concreto, la única forma de
solucionarnos y de mantener la coherencia del derecho interno consiste en
romper esa neutralidad frente a los valores, ya que los conflictos para su
solución requieren acudir a un juicio valorativo a cargo de una autoridad
(un órgano jurisdiccional por ejemplo), sobre la base de los valores. Esto
evidencia que el ordenamiento jurídico no puede ser concebido desde un
punto de vista exclusivamente formal, es decir, como un conjunto
únicamente normativo.
Esto nos recuerda que “ las reglas jurídicas no pueden ser consideradas el mero
producto de una voluntad (aquella del legislador), sino deben ser consideradas como un
dictado de la razón en el confronte de la cual la voluntad legislativa debería,
dócilmente, adecuarse poniendo normas pues el carácter generalísimo de la
26
racionalidad es absolutamente irrenunciable. ” En otras palabras, “ La vía más
directa para demostrar la obligatoriedad de una regla es aquella de mostrar de ella su
27
conformidad a un valor” .
Resulta evidente que cada ordenamiento jurídico nacional encuentra su
fundamento en una Constitución, y puede decirse que forma parte del
bien común político. Pero para comprender el derecho, por consiguiente,
no debemos mirarlo desde la óptica de la política, del uso que ésta hace de
él, sino desde la óptica del mismo derecho.
El profesor D'Agostino, al referirse a la relación entre política y derecho,
considera lo siguiente: “ ...la política tiende a la creación de grupos sociales dotados
25 MASSINI CORREA CARLOS, Positivismo, Ética y Derecho. Aportaciones al Debate Actual entre
Iuspositivsmo e Iusnaturalismo. Revista Humanitas. Biblioteca Electrónica de la Pontificia Universidad Católica de
Chile: http://humanitas.cl/biblioteca/articulos/d0337/ (fecha de revisión: 18/04/2007) cit. SPAEMANN, R., “ La
actualidad del derecho natural” , en Crítica de las utopías políticas, Pamplona, EUNSA, 1980, pp. 315-16.
26 D'AGOSTINO FRANCESCO, Filosofia del Diritto. G. Giappichelli Editore. Terza Edizione. Torino. Pp. 16- 18
(traducción personal)
27 COTTA SERGIO, Il diritto nell'esistenza. Linee di ontofenomenologia giuridica. Giuffré. Milano 1991. Pp. 194
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de específica identidad y por tanto cerrados, tanto más compactos más cerrados;
mientras el derecho ofrece la posibilidad a los hombres de una sociabilidad universal,
más allá de la singular comunidad política… el derecho, como estructura abierta, es
universalmente pacíficante, porque no conoce obstáculos de fronteras, lengua, raza o
cultura; no hay otra concepción a la que se pueda abrir una relación jurídica que
aquella del reconocimiento del otro como otro, es decir como hombre..” 28
Esto nos lleva a reconocer dos aspectos. El primero que la vida jurídica no
se agota ni se limita en las relaciones reguladas por ordenamientos
jurídicos nacionales, más bien, las supera. En segundo lugar, aunque es
verdad que las normas de los ordenamientos jurídicos divergen en forma y
contenido, mantienen una estructura idéntica (la estructura imperativo-
retributiva, como el caso de los acuerdos y pactos estipulados en
aplicación del principio pacta sunt servanda, independientemente de la
pertenencia al mismo ordenamiento jurídico)
La actividad jurídica pues, permite que todo aquel que se adapte a la regla,
entre como cualquier otro, en una relación de sociabilidad abierta,
ampliamente y potencialmente ilimitada. Esto nos permite considerar que
si bien las normas varían en la práctica de ordenamiento nacional a
ordenamiento nacional, no prohíbe, en principio crear una
reglamentación universal. Ninguna razón jurídica la impide; antes bien, la
exigiría esa misma razón.
No obstante se puede decir que esto resulta muy ideal o abstracto, que en
la actualidad no existe un derecho universal. A esto corresponde decir que,
en el terreno de los principios, el concepto de regla, por sí mismo, no
implica ninguna limitación territorial o ideológica, sino que es de una
extensión ilimitada. En realidad, las reglas están circunscritas a esferas
particulares de validez sólo de hecho, no por principio. Si el mundo de los
hombres no estuviese dividido en entidades políticas separadas, caería la
barrera de hecho y la regla podría desplegar toda su potencialidad
universalista.
Una regla podrá ser universal siempre que se refiera sólo a aspectos
elementales comunes a todos. La condición para que una regla sea
28 D'AGOSTINO FRANCESCO, Op. Cit., Pp. 19
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Bioética Personalista y Derecho
universalmente válida en el pensamiento, tanto como en la realidad, es la
justicia.
La justicia exige tratar igual a los iguales y, de un modo adecuadamente
distinto, a los desiguales. No se limita a exigir que los hombres sean
tratados igualmente en lo que tienen de iguales, sino que además exige que
se les trate de un modo convenientemente distinto en lo que tienen de
desiguales. Y si el derecho encuentra en la regla su principio constitutivo,
ésta, a su vez, encuentra su posibilidad de manifestarse en la justicia, que
no es tal, si no se extiende a todos los hombres. La justicia, pues, da al
modo de vida jurídico la posibilidad de constituirse y al mismo tiempo su
29
valor intrínseco.
En su mensaje a las Naciones Unidas, el Papa Juan Pablo II señalaba: “ … . si
nos esforzamos en valorar las cosas con objetividad, podemos ver que, más allá de todas las
diferencias que caracterizan a los individuos y los pueblos, hay una fundamental
dimensión común, ya que las varias culturas no son en realidad sino modos diversos de
afrontar la cuestión del significado de la existencia personal. Precisamente aquí podemos
identificar una fuente del respeto que es debido a cada cultura y a cada nación: toda
cultura es un esfuerzo de reflexión sobre el misterio del mundo y, en particular, del hombre:
es un modo de expresar la dimensión trascendente de la vida humana...” 30
Añade luego: “ En este sentido, es motivo de seria preocupación el hecho de que hoy
algunos nieguen la universalidad de los derechos humanos, así como niegan que haya
una naturaleza humana común a todos. Ciertamente, no hay un único modelo de
organización política y económica de la libertad humana, ya que culturas diferentes y
experiencias históricas diversas dan origen, en una sociedad libre y responsable, a
diferentes formas institucionales. Pero una cosa es afirmar un legítimo pluralismo de
"formas de libertad", y otra cosa es negar el carácter universal o inteligible de la
naturaleza del hombre o de la experiencia humana. Esta segunda perspectiva hace
muy difícil, o incluso imposible, una política internacional de persuasión” . 31
29 COTTA SERGIO, ¿Qué es el derecho? RIALP. Madrid. 2000. Pp. 97- 99.
30 JUAN PABLO II, Discurso a la Quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas.
31 Ibidem
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Universalidad de los derechos humanos y pluralidad de las culturas
no son, pues, dos términos opuestos. Indican, más bien, dos polos en
torno a los cuales se debe desarrollar una dinámica positiva: por un
lado la constante y progresiva búsqueda en torno al núcleo
fundamental y determinante de la dignidad humana; y de otra
parte, la riqueza y la actualidad de su traducción en el específico y
variado contexto histórico. En este sentido, estos términos se
reclaman, se enriquecen, y muestran al derecho su real fundamento.
2.3. Bioética, Persona humana y Derecho
El nacimiento de la Bioética presenta el gran desafío a la ciencia y a la
técnica, el de volver su atención a la centralidad de la persona humana.
Una reflexión en Bioética y en Bioderecho que no considere este
presupuesto estará mostrando una ética alejada de la realidad del ser
humano. “ … Porque el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y
32
debe ser la persona humana… ”
En nuestro tiempo, vemos que “ ... cada concepción reduccionista y
mortificante de la persona humana no depende de la praxis de los
derechos, sino de los prejuicios de los intérpretes… la problemática del
fundamento es esencial por cuanto se relaciona con la identificación de la
33
concepción de persona humana que defendamos...”
Por ello, para preservar esta unidad bio-sico-espiritual, es necesario
considerar con claridad que todo ser humano es persona. No existe persona alguna
que no sea un ser humano. El ser humano, hombre o mujer, es una persona.
Existe un primado de la naturaleza sobre la función; no existe una
gradualidad en la persona. La persona humana vale por el mero hecho de
ser persona y no por ésta o aquélla de sus características accidentales. Es la
misma desde la concepción hasta la muerte natural.
32 CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Nº 25
33 VIOLA FRANCESCO, Etica e metaetica dei diritti umani, Op. Cit. Pp. 31,189- 190.
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Bioética Personalista y Derecho
Desde el Derecho, la reflexión sobre la persona humana muestra la
dimensión existencial del derecho. Su correspondencia con las exigencias
propias de la existencia humana” , su estructura dual proporciona al
hombre conciencia de su imperfecta condición y, en consecuencia, la
necesidad de ayuda recíproca. De esta situación, nace la necesidad de
establecer un orden en las relaciones personales mediante comunes
principios rectores, reglas de conducta o normas. La persona humana es
un ser “ en relación” . Esta socialidad fundamental del hombre conlleva otra
característica inherente: la juridicidad.
El concepto ontológico de persona humana, si bien es diferente al
concepto jurídico de persona, pero no por esto resulta que sean realidades
diversas, pues se refieren al mismo ser humano.
La persona es considerada por el Derecho como sujeto de derecho, al cual el
ordenamiento jurídico le reconoce “ situaciones jurídicas subjetivas” . Sin
embargo, la condición de sujeto de derecho no depende de la sociedad ni
de la cultura, sino de la misma naturaleza humana. Por ello, es necesario
que la definición del ser humano no sea dejada al Derecho, sino que se
reconozca aquello que ya tiene en la realidad preexistencia.
Todo lo anteriormente expresado, mantiene una armonía medular con el
principio de la dignidad de la persona humana, que destaca la centralidad de la
persona humana, otorgándole una consideración única en su valor. La
dignidad de la persona humana es el fundamento de los derechos del
hombre, no es un derecho, es criterio determinante de su titularidad.34
34 La dignidad de la persona tiene repercusiones jurídicas en lo atinente a cuestiones relativas a la titularidad de los
derechos fundamentales. Al respecto señala el jurista Carlo Casini: “ ... Una cultura della vita per essere solida ed
efficace deve dare risposte precise ad una triplice domanda. La prima: qual è il “ titolo” della dignità umana? Quale,
cioè, il presupposto di essa? Credo che la nostra risposta debba essere: l'unico titolo necessario e sufficiente è
l'appartenenza biologica alla specie umana... a chiunque è biologicamente uomo debba essere riconosciuta la dignità
umana. Non è il biologo che indica il contenuto della dignità o che la può riconoscere. Ma il biologico determina la
condizione della dignità. La seconda: qual è il contenuto essenziale della dignità? È la vita. Essere riconosciuti
“ degni” significa che la propria esistenza (la “ vita” ) va considerata un valore sempre, indipendentemente dalle
circostanze. Il diritto alla vita appare perciò la primordiale estrinsecazione concreta della dignità umana. .La terza: la
dignità umana è graduabile oppure no? Possono esservi gradini di dignità, nel senso che qualcuno “ vale” di più e
altri di meno? La contrapposizione tra vita e qualità della vita...” CASINI CARLO, La dignità umana: dalla
banalizzazione al recupero dei suoi contenuti. DONATI P. (a cura) La cultura della vita. Franco Angeli. Milano Italy.
1989. Pp. 234- 242
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Conclusión
Resulta necesario recuperar ante todo la verdad del derecho, por la que el
derecho no es un medio para imponer una ética entre las tantas. El
derecho, en cambio, tiene la función de imponer una ética que es propia
del derecho. El derecho es derecho, es decir, expresión de justicia en la
medida en que tutela al débil en la relación con los otros sujetos, reconoce
a cada uno aquello que es debido, piensa en las relaciones interpersonales
sobre el plano de la paridad, reconoce la centralidad y la dignidad de la
persona y, por tanto, la igualdad de todos los seres humanos. El derecho,
como vemos, tiene una ética y, si no se la respeta, viene disminuido,
propiamente como derecho.
Precisamente, la Bioética, en especial la Bioética Personalista, aquella
fundada por Mons. Elio Sgreccia, brinda en su método la maravillosa
oportunidad no sólo de devolverle al derecho ese necesario fundamento
ético, sino también de centrar su atención en la persona y en su dignidad
intrínseca. La Bioética Personalista de Mons. Elio Sgreccia resulta, pues,
una Bioética para nuestro tiempo. A él mi más profundo y sincero
agradecimiento.
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