Lucha Armada Honduras
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Editores Técnicos:
Allan Fonseca, Andrés Cruz, Gabriela Soto
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Indexaciones: Repositorio de Revistas UCR, DIALNET, Latindex, REDALYC Directorio y recolector de recursos digitales del Ministerio de Cultura de España, Directory of Open Access Journals.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X. Número especial 2008. Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
EL FENÓMENO DE LOS
MOVIMIENTOS GUERRILLEROS
EN HONDURAS. EL CASO DEL
MOVIMIENTO POPULAR DE
LIBERACIÒN CINCHONERO
(1980-1990)
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RESUMEN
En la siguiente reseña se hace un breve recorrido por la historia política y social de Honduras
del siglo XX para explicar el surgimiento de movimientos guerrilleros revolucionarios a nales
de la década de 1970 y principios de 1980, haciendo hincapié en el Movimiento Popular de
Liberación “Cinchonero” (MPL-C). Se explican las di cultades que afrontó este grupo político
ante el reformismo de la cultura política hondureña y las particularidades de la sociedad rural.
Asimismo se muestran evidencias de cómo el carácter excluyente de las elecciones de 1980-1981
que marcan la transición a los gobiernos civiles, reduce la e cacia de estas como posible factor
de equilibrio social. Meritoria es también la in uencia que ejercieron movimientos sociales de
países vecinos, sobre todo de El Salvador, en la conformación del MPL-C.
Abstract
The following article brie y surveys the political and social history of Honduras in the XX century
in an effort to explain the emergence of revolutionary guerilla movements at the end of the 1970s
and the beginning of the 1980s, emphasizing the Popular Liberation “Cinchonero” Movement
(MPL-C). It discusses the dif culties that this political group confronted in the face of reformism
of the Honduran political culture and the particularities of rural society. Furthermore, it gives
evidence of how the exclusive character of the 1980-1981 elections that marked the transition
to civilian governments, reduced their ef ciency as a possible factor of social balance. Also
noteworthy is the in uence that social movements in neighboring countries practiced, above all
in El Salvador, in the conformation of the MPL-C.
Key Words: reformism, guerrilla movements, revolutionary struggle, Communist Party of
Honduras, Armed Forces, social movements, political violence.
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con el eterno resplandor de su heroísmo y de su culto, algunas veces contradictorio, pero siempre
sincero por la libertad y la justicia” (Guillén, 2000, p. 203). Según algunos autores, las ideas
del sector más progresista de esta generación de intelectuales centroamericanos de las décadas
de 1920 y 1930, se fusionarían con las ideas marxistas para inspirar a los distintos movimientos
revolucionarios de Centroamérica de las décadas posteriores (Casús y García, 2005. p. 296).
La huelga general de los trabajadores hondureños en 1954 puso de relieve, para los sectores
dominantes, la existencia de un actor social, marginado, ignorado y reprimido desde nales del
siglo XIX: la clase trabajadora. Paralelamente a este reconocimiento se produce una importante
campaña de adoctrinamiento anticomunista que en el plano sindical se re eja con la participación
de organizaciones sindicales representativas del llamado “sindicalismo libre y democrático”2 en
el proceso de organización y consolidación del sindicalismo y del movimiento campesino en
Honduras, desde la década de los 50 hasta la década de los ochenta.
Así se explica que las principales organizaciones del sindicalismo y campesinado hondureño, que
se conforman inicialmente entre las décadas de los 50 y 60, se inscriban dentro de tendencias
marcadamente anticomunistas: el Sindicato de Trabajadores de la Tela Railroad Company
(SITRATERCO), la Federación Central de Sindicatos de Trabajadores Libres de Honduras
(FECESITLIH), la Federación Sindical de Trabajadores Nacionales de Honduras (FESITRANH)
y la Asociación Nacional de Campesinos de Honduras (ANACH).
En el contexto social del represivo gobierno del coronel Oswaldo López Arellano (1963-1971),
se produce un intento para organizar movimientos armados y derrocar su gobierno.
Miembros del Partido Comunista de Honduras (PCH), reorganizado en 1954, patrocinan el
asentamiento de un grupo guerrillero en las montañas próximas a El Progreso, Yoro, entre nales
de 1963 e inicios de 1964.
El grupo fue denominado como Frente de Acción Popular (FAP) el cual entabló relaciones con
otros grupos armados opositores del Partido Liberal3 –que también fue víctima de la represión de
2 A nales de 1954 destaca la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), luego
en los siguientes años el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL) y la American
Federation of Labor (AFL).
3 Rigoberto Padilla Rush (1929-1998), uno de los más importantes dirigentes del PCH, en sus memorias
cuenta cómo en los días que organizaban el grupo guerrillero, se les acercó Roberto Suazo Córdova, futuro
presidente de Honduras de 1982 a 1986, con el n de dar a conocer sus intenciones de proveerlos de armas
(Padilla, 2001, p. 217). Antes de eso, en la década de los cincuenta se habían producido algunos acercamientos
entre miembros del PCH y militantes del Partido Liberal pertenecientes a las tendencias de izquierda. (Rodríguez,
2005, pp. 34-35).
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las Fuerzas Armadas. De acuerdo a lo expresado por Mario Berríos, estos conatos de insurrección
“no tenían el liderazgo, la disciplina de ejército clandestino ni la logística apropiada para conducir
operaciones insurgentes de gran envergadura” (Berríos, 2005, p. 26).
De igual forma la CIA no lo consideraba un problema de gran magnitud. El órgano de inteligencia
de los Estados Unidos opinaba para el año de 1964 que “en el corto plazo, la única amenaza al
régimen militar en Honduras sería una desavenencia entre sus líderes…Aislados actos terroristas
ciertamente continuarán, pero, a menos y hasta que los comunistas y pro-castristas mejoren sus
capacidades para la subversión y obtengan la cooperación de los Liberales depuestos y de otros
grupos políticos, el régimen puede manejar cualquier amenaza subversiva que ellos traten de
montar” 4.
La CIA contabilizaba las fuerzas del PCH, poco antes del golpe de 1963, en unos 2 mil
miembros “incluyendo alrededor de mil jóvenes de la Juventud Comunista (JC). De estos sólo
unos 250 podían haberse considerado parte del núcleo principal. En adición habían algunos 3 mil
simpatizantes” 5. A pesar de esta fuerza de militantes, que señalaba la CIA, factores de carácter
interno como las constantes divisiones internas impedían que el PCH se convirtiera en un peligro
a la estabilidad del sistema político y económico.
La CIA consideraba que todo eso se agravaba por la debilidad teórica de los militantes del PCH
e incluso aseguraba que “no ha sido un partido revolucionario, habiendo evitado la subversión u
otra acción provocativa con el n de obtener un grado de tolerancia bajo (el gobierno de Ramón)
Villeda”. No obstante todo lo anterior, tomando en cuenta la presencia en Honduras de los males
sociales característicos de los países que experimentaban procesos de lucha revolucionaria, la
CIA concluía que a largo plazo el PCH si podía representar una amenaza a tener muy en cuenta,
especialmente cuando su sector más radical, compuesto por jóvenes de la JC, clamaban por el
paso a formas de lucha más violentas. A esto se añadía un gradual mejoramiento de la calidad de
los cuadros políticos con el “envío a Cuba, en los pasados dos años de algo más de un centenar
de hondureños, algunos de los cuales recibieron entrenamiento guerrillero allí”6.
El 30 de abril de 1965 el grupo guerrillero del PCH que operaban en las montañas de la Comunidad
de El Jute, jurisdicción de El Progreso, Yoro recibió un golpe fatal cuando una patrulla del ejército
4 The Danger of Subversion in Honduras. January, 16, 1964. p. 1. www.foia.cia.gov. Página o cial de la
CIA con documentos desclasi cados.
5 Ídem. p. 4
6 Ídem. p. 4.
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otra parte, no observamos en los países vecinos procesos similares de reforma durante el mismo
período. Para 1973, el gobernante militar, Oswaldo López Arellano, explicaba la necesidad del
reformismo, porque de lo contrario “la situación degeneraría en violencia”, y le planteaba a los
empresarios si querían “una revolución pací ca” o una revolución violenta” (Salomón, 1982, p.
85 y Posas y Del Cid, 1983, p. 275).
La situación no era para menos. En el breve período de Ramón E. Cruz, la beligerancia del
movimiento campesino había aumentado, lo que unido a la política conservadora de este
gobierno produjo el 18 de febrero de 1972 a la masacre de campesinos en la aldea La Talanquera,
jurisdicción de Olancho, donde efectivos del Cuerpo Especial de Seguridad (CES), asesinaron a
seis personas que reclamaban tierras a un terrateniente de la zona (El Día 1 de marzo de 1972 y
Fúnez, 2000, p. 256-266). Unos días después, el representante de la Iglesia Católica de Olancho,
Monseñor Nicolás D’Antonio, informó que el 26 de febrero en Juticalpa “cuatro bombas de
dinamita estallaron…siendo colocados los explosivos en las calles cercanas de las residencias de
los ganaderos en con icto” (El Día, 1 de marzo de 1972, p. 1). La autoría de estos hechos nunca
fue esclarecida.
En el contexto de la protesta social de la década de los setenta destacaba también la actividad
de los estudiantes de secundaria, organizados principalmente alrededor de dos organismos: la
Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza (FESE), fundada en 1970; y, los Comités de
Lucha de Estudiantes de Secundaria (CLES), fundados pocos años después de la FESE. Ambas
organizaciones tenían claras in uencias de las dos tendencias principales de la izquierda: el
PCH y el Partido Comunista Marxista-Leninista (PCMLH), este último de tendencia maoísta
(Rodríguez, 2005. p. 110 y Barahona, 2005, p. 216). Los estudiantes se convertirán en un
soporte fundamental para los movimientos guerrilleros de los años ochenta. En el seno de la
UNAH, aparecerán con especial fuerza personas que promueven ideas de lucha armada para
derrocar al orden social dominante.
En 1974, el reformismo militar en Honduras daba muestras de vacilaciones ante la oposición de
los sectores más conservadores de la élite terrateniente y el capital extranjero (Arancibia, 1994.
p. 81). Generalmente se considera que el reformismo militar llega a su n cuando Oswaldo
López Arellano es depuesto de la jefatura del Estado, el 22 de abril de 1975. Hay otros que
matizan este hecho, especi cando que el reformismo militar llega a su n a partir del año 1977,
con una serie de hechos represivos realizados por el gobierno de Juan Alberto Melgar Castro
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8 En el período 1975-1978 se entregaron a grupos campesinos 89 mil hectáreas de tierra. De ellas el 45%
estaban ubicadas en el Valle del Aguán (Posas y Del Cid, 1983, p. 318).
9 Estos grupos en octubre de 1980 se uni can para conformar el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN).
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Tomás Nativí y Fidel Martínez, ambos líderes muy reconocidos, abandonan formalmente
las las del PCH entre nales de 1979 y principios de 1980. El primero dará vida a la Unión
Revolucionaria del Pueblo (URP), el segundo a la organización que es objeto de la presente
reseña: el Movimiento Popular de Liberación Cinchonero (MPL-C) (Padilla, 2001, p. 409 y
Rodríguez, 2005, p. 200). Fidel Martínez era un ingeniero agrónomo graduado en el Centro
Universitario Regional del Litoral Atlántico, de la ciudad de La Ceiba. Mario Berríos nos dice
que el MPL-C fue fundado el 7 de septiembre de 1979 (Berríos, 2005, p.51), o sea a poco menos
de dos meses de haberse dado el triunfo de los sandinistas. Recibe su nombre en honor al rebelde
olanchano Serapio Romero, más conocido como “Cinchonero”, que en 1868 dirigió una rebelión
contra el gobierno de José María Medina (1864-1872). Romero atacó haciendas y casas de las
familias más poderosas de la cabecera departamental de Olancho, en lo que fue cali cado por
una historiadora como el motín “producto del odio hacia los ricos de Juticalpa” (Martínez, 2002,
p. 112).
El MPL-C no sería la única organización guerrillera, ya que por esas mismas fechas surgen
también las Fuerzas Populares Revolucionarias “Lorenzo Zelaya” (FPR-LZ), el Frente
Morazanista para la Liberación de Honduras (FMLH), el Partido Revolucionario de los
Trabajadores Centroamericanistas de Honduras (PRTCH) y, un poco más tarde, el Frente
Patriótico Morazanista (FPM). Estos son los grupos que hasta el momento se han identi cado
como resultado de la presente investigación.
Ya se explicó brevemente lo que era la línea política de masas y la línea política militar del MPL-C.
Solamente agregaremos que el surgimiento estuvo marcado por un elemento muy particular del
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11 Artefactos explosivos que únicamente dispersan propaganda política impresa, hojas volantes
generalmente.
12 El escritor hondureño Longino Becerra, veterano miembro del PCH, a pesar de que el comando
se proclama miembro del MPL-C, adjudica esa acción al FMLN, sin mencionar siquiera el nombre de la
organización (Becerra, 1999, p. 163). Sin embargo, creemos más lógico considerar, por el contenido del
comunicado que re ere a asuntos particulares del movimiento popular hondureño, que el comando que realizó
el secuestro tuvo que haber sido del MPL-C, sin descartar, por supuesto, el apoyo o incluso la posibilidad de la
participación de algunos guerrilleros salvadoreños.
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hondureños de parte de los escuadrones de la muerte 13. Algunos de los que aparecieron en esa
lista proporcionada por los militantes del MPL-C, fueron víctimas de los escuadrones de la
muerte en los meses y años siguientes: Tomás Nativí, Fidel Martínez (ambos el 11 de junio de
1981), Dagoberto Padilla (29 de marzo de 1982), Héctor Hernández (24 de diciembre de 1982)
y Rolando Vindel (18 de marzo de 1984). Los guerrilleros incluyeron demandas de cese a la
represión a dirigentes populares y miembros de la Iglesia Católica de Santa Rosa de Copán,
así como atender la demanda de padres, maestros y estudiantes que en esos días exigían la
o cialización de 20 colegios de educación media (Tiempo, 28 de marzo de 1982, p. 5).
El 28 de marzo con la intercesión del presidente de Panamá, se produce un acuerdo. Las
autoridades hondureñas, que habían negado hasta entonces tener a los prisioneros reclamados,
aceptan liberarlos.
La respuesta de los cuerpos represores a esta acción del movimiento guerrillero no se hizo
esperar. El 11 de junio de 1981 el fundador del MPL-C, menos de dos meses después del
secuestro de la aeronave, es asesinado en una vivienda de la capitalina colonia El Hogar. Según
el testimonio de los testigos, Fidel Martínez es asesinado por hombres encapuchados que luego
cubren su cuerpo con sábanas y lo trasladan a un lugar que hasta el día de hoy es desconocido
(Becerra, 1999, pp. 163-166). Junto a él, también es víctima Tomás Nativí Gálvez, líder de la
Unión Revolucionaria del Pueblo (URP). Un viejo miembro del MPL-C asegura que la pérdida
de Fidel Martínez fue decisiva para que la organización político-militar experimentara un vacío
de liderazgo, lo que a nales de la década de los ochenta produjo con ictos, que en algunos casos
llegaron a traducirse en luchas internas y hechos violentos que afectaron a los mismos miembros
del MPL-C (Entrevista “German Meraz”, Tegucigalpa, septiembre 2006)14.
13 Entre los nombres que aparecían en la lista estaban: el Dr. Juan Almendarez, rector de la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras (UNAH); Profesor Felícito Montalván, presidente de la Federación de
Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH); Dr. Ramón Custodio; Lic. Víctor Meza; Prof. Tomás Nativí,
coordinador general de la Unión Revolucionaria del Pueblo (URP); Teniente Coronel Mario Maldonado
Muñoz; Lic. Gautama Fonseca; Periodista Ventura Ramos; Ingeniero Fidel Martínez Rodríguez; los hermanos
Carlos Roberto y Jorge Arturo Reina; Dr. Enrique Aguilar Paz, diputado del Partido Innovación y Unidad
(PINU); Lic. Adalberto Córdova, dirigente de la URP; Napoleón Acevedo Granados, dirigente sindical; Héctor
Hernández Fuentes, dirigente sindical; Marcial Euceda, presidente del Frente de Unidad Campesina de Honduras
(FUNACAMH) y de la Unión Nacional de Campesinos (UNC); Fausto Orellana, dirigente campesino; Atilio
Villalobos, dirigente de la Empresa Asociativa Campesina de Isletas (EACI); Dagoberto Padilla, dirigente
sindical; Rolando Vindel, dirigente sindical; Fausto Milla, sacerdote; José Luis Rivera y otros más.
14 Las personas consultadas, accedieron a dar información sobre la temática con la condición de no revelar
nombres verdaderos. Atendiendo esa petición, los nombres que aparecen entrecomillados son cticios.
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De esa forma, el MPL-C, con una valiosa pérdida en sus órganos de dirección, tiene que enfrentar
al año siguiente (1982) el ascenso de un gobierno civil conducido por el liberal Roberto Suazo
Córdova, que va de la mano con la agudización de la trágica Doctrina de Seguridad Nacional.
Las Fuerzas Armadas culminan lo que algunos llaman un proceso de derechización –y otros de
ultraderechización (Tiempo, 8 de agosto de 1980, p. 6) –gracias al nombramiento de Gustavo
Álvarez Martínez como jefe de la institución castrense.
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o Muerte” liberan a los últimos rehenes y toman un avión rumbo a La Habana, nuevamente
gracias a los buenos o cios interpuestos por el gobierno panameño. No consiguen que el
gobierno cumpla con sus peticiones. No obstante, la acción tiene una publicidad tal que desvirtúa
momentáneamente la imagen de “oasis de paz” que las élites hondureñas intentan difundir a
nivel nacional e internacional a través de los medios de comunicación.
Durante los años 1983 y 1984, las actividades más notables del MPL-C se reducen a atentados
dinamiteros contra objetivos políticos varios en las principales ciudades de la costa Norte y
en Tegucigalpa. Algunos de esos hechos, reivindicados plenamente por el MPL-C, aparecen
en el cuadro anexo. Los atentados dinamiteros responden básicamente a dos coyunturas del
movimiento guerrillero y popular. Los atentados de agosto-septiembre de 1983 es producto de
las acciones tendientes a distraer a las fuerzas militares que estaban concentradas en destruir
la columna guerrillera del PRTCH en la zona selvática del departamento de Olancho. Las
acciones del MPL-C de dichos meses se inscribían en el marco de colaboración y unidad de
los movimientos guerrilleros hondureños, conocido como Dirección Nacional Unitaria (DNU)
(Rodríguez, 2005, p. 174).
A principios de 1984 se produce la reactivación del movimiento popular (Posas, (Julio 1987).
Notas sobre las Luchas Recientes del Movimiento Popular Hondureño. Boletín Bimestral de
Análisis de Coyuntura, UNAH, pp. 36-37)15. En el mes de marzo de 1984 los trabajadores del
sindicato de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) llevaron a cabo manifestaciones
que provocaron centenares de detenciones en protesta por la desaparición del presidente de la
organización, Rolando Vindel, acontecida el 18 de marzo (Tiempo, 22 marzo de 1984, pp. 2-3
y Tiempo, 29 de marzo de 1984, p.2). Todavía los historiadores y analistas políticos no han
considerado el peso que tuvieron estos hechos en la caída del jefe de las Fuerzas Armadas,
Gustavo Álvarez Martínez, el 31 de marzo de 1984.
A nales de 1985 el MPL-C se propone establecer una guerrilla en el área rural. Varios campamentos
son establecidos por esas fechas, en las montañas de la sierra Nombre de Dios, que señalan los
límites de los departamentos de Yoro y Atlántida, al norte del país, esto según el testimonio de
un ex miembro de la organización (Entrevista con “Esteban Ramírez”, Tegucigalpa, mayo 2005).
15 En marzo de 1984, pocos días antes de las huelgas de los sindicalistas de la ENEE, se había conformado
el Comité Coordinador de Organizaciones Populares (CCOP), aglutinando a diversas organizaciones sindicales,
estudiantiles, obreras y de defensa de los derechos humanos. El CCOP era sucesor del Frente Unidad Popular 25
de Junio que en julio de 1982 se había organizado, pero que fue desarticulado al poco tiempo por la represión de
Álvarez Martínez.
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En los primeros días del mes de marzo del año siguiente (1986), un campesino informa a las
autoridades de La Ceiba de la presencia de extraños grupos de hombres armados. Enseguida, la
Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP), sin especi car el día exacto, informó de un enfrentamiento
con guerrilleros que dejó como saldo la muerte de un efectivo y dos policías heridos (Tiempo, 8
de marzo de 1986, p. 8). A pesar de que ha sido identi cada la zona de operación del MPL-C, se
continúan con los preparativos para dar vida a un guerrilla en las montañas de Nombre de Dios.
Entre junio y julio de 1986 se envía un nuevo contingente. Con esto el grupo que permanece
“enmontañado” alcanza el número de doce (Entrevista con “Esteban Ramírez”, Tegucigalpa,
mayo 2005).
El 11 de octubre de ese año un nuevo enfrentamiento se produce entre militares y guerrilleros, cerca
de la aldea de Yaruca, a 35 kilómetros de La Ceiba, departamento de Atlántida. Dos guerrilleros
y un soldado pierden la vida (Tiempo, 13 de octubre de 1986, p. 14). En los siguientes días, el
ejército despliega un cerco militar que cubre toda el área entre La Ceiba y la ciudad de Tela. Con
la colaboración de Pablo García Flores, desertor de la columna guerrillera, el ejército ubica unos
siete campamentos del MPL-C después de un mes de búsqueda (Tiempo, 14 de noviembre de
1986, p. 2). En ese mismo período mueren por lo menos tres guerrilleros y un soldado más en
combates intermitentes (Entrevista con “Esteban Ramirez”, Tegucigalpa, mayo 2005 y Tiempo,
4 de noviembre de 1986, p. 2; Tiempo, 20 noviembre de 1986, p. 2 y Tiempo, 21 noviembre de
1986. p. 16).
Asimismo la policía asesina al dirigente campesino Hermes Aguilar por considerarlo colaborador
de la guerrilla (Tiempo, 25 de octubre de 1985, p. 5 y Comisionado de Derechos Humanos,
1994, p. 340).
Al nal, según nos cuenta el entrevistado, lograron salir de las montañas para dirigirse a la ciudad
de San Pedro Sula. Sin embargo, el 24 de noviembre el grupo guerrillero, que se ha reducido a
5 personas, es interceptado por una patrulla de policías y un nuevo enfrentamiento se produce
en el centro urbano. El resultado: tres policías son heridos, dos de ellos de suma gravedad y los
militantes del MPL-C logran escapar (Entrevista con “Esteban Ramírez”, Tegucigalpa, mayo
2005 y Tiempo, 26 noviembre de 1986, pp. 8-9).
El 22 de julio de 1989 –casi tres años después de lo hechos narrados –en represalia por su
traición, Pablo García Flores, el desertor de la columna, es asesinado por un comando del MPL-C
en la comunidad Campo Caimito, a 15 kilómetros al norte de La Lima, Cortés (Tiempo, 24 de
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Descripción Número
Estallido de bombas 15
Enfrentamientos con cuerpos de
7
seguridad estatales.
Ataque a tropas extranjeras. 1
Ajusticiamientos. 4
Asaltos a bancos o instituciones
5
privadas.
Secuestros. 4
5. Conclusiones
Aunque a inicios de la década de los ochenta existían los síntomas en la sociedad hondureña
que podían hacer creer en la posibilidad de una convulsión social general la sociedad rural
hondureña no se había polarizado lo su ciente, gracias al reformismo militar, que no fue
abandonado ni siquiera en los posteriores gobiernos militares, de manera dramática18. Se necesita
una investigación profunda que también analice las muy probables relaciones de paternalismo
que los políticos hondureños y los terratenientes en el campo practicaron con respecto a los
campesinos, esto como producto de las debilidades del proceso “modernizador” capitalista en
Honduras.
17 Debe aclararse que en este cuadro solo se consignan las actividades plenamente reivindicadas por
el MPL-C y aquellas que fueron adjudicadas a esta organización por la policía y el libro de Mario Berríos,
ex miembro de las Fuerzas Especiales, titulado Los Comandantes 2005 (Ver bibliografía anexa). Posteriores
investigaciones podrán tal vez dilucidar e identi car más hechos relacionados con el MPL-C.
18 Por otra parte, las claves para comprender ese reformismo particular de Honduras se encuentran en el
singular proceso de Reforma Liberal de nales del siglo XIX que es explicado por el historiador Darío Euraque
El referido historiador concluye en ese estudio que “lo distintivo de la historia moderna hondureña surge de las
características especí cas de las élites rurales del país, sus relaciones con el poder estatal, y las relaciones de estos
sectores y la historia de los sectores económicos y sociales que no formaban parte de las élites”. (Euraque, Darío.
(Enero-Junio 1991). La Reforma Liberal en Honduras y la Hipótesis de la Oligarquía Ausente 1870-1930. Revista
de Historia. Vol. No. 1. No. 23. Editorial de la Universidad de Costa Rica. p. 38).
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Asimismo cabe señalar el particular carácter del sindicalismo en Honduras. Las organizaciones
campesinas y obreras que surgen posteriormente a la huelga de 1954, lo hacen bajo una fuerte
supervisión estatal. En el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, se convertirán en
parte integrante del conjunto sistémico19. Incluso en determinadas coyunturas serán factores
de equilibrio y mediación de las crisis provocadas por el tradicional caudillismo político, tal
y como se observa en un enfrentamiento protagonizado por los políticos de ambos partidos
tradicionales en los meses de marzo, abril y mayo de 1985, que amenazó con romper el incipiente
orden constitucional. Entonces, las organizaciones obreras y campesinas desempeñaron un papel
decisivo para la solución del con icto.
Todo lo anterior explica porque el MPL-C fue un movimiento prácticamente restringido al área
urbana en un país donde la mayoría de la población era rural. A la vez, conduce a comprender
por que el MPL-C no logró superar la etapa de organización conspirativa, careciendo de una
base social signi cativa.
Con las elecciones de inicios de los ochenta, se demuestra que Honduras poseía un sistema
político, basado en un antiguo bipartidismo, muy estable que fue capaz de canalizar, hasta cierto
punto, por medios “legales” las diferencias existentes en la sociedad hondureña. Decimos hasta
cierto punto porque en los hechos, la violencia política no disminuyó en lo absoluto en los años
inmediatamente posteriores a las elecciones. Fue todo lo contrario.
El in ujo de los acontecimientos en El Salvador, Nicaragua y, en menor medida, Guatemala son
de vital importancia para comprender el MPL-C como una organización que nace fuertemente
in uenciada por los movimientos revolucionarios de estos países, de tal forma que sus primeras
reivindicaciones dan especial énfasis a la situación de revolución en toda la región.
Los medios de comunicación pretendieron hacer creer que las acciones eran realizadas
por movimientos revolucionarios de países vecinos. Sin menoscabo de la participación de
salvadoreños y nicaragüenses en acciones de los movimientos guerrilleros hondureños, y de la
también importante participación de hondureños que pelearon en las las del FMLN y el FSLN,
podemos concluir que los movimientos guerrilleros hondureños fueron un fenómeno concreto
que no puede ser ignorado por la ciencia histórica.
19 El Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL) había diseñado un plan
para el período 1977-1981, consistente en la “capacitación” de campesinos, la creación de 50 sindicatos urbanos
y rurales en todo el país y la “inversión” de más de 1 millón 200 mil dólares. Esto en el contexto social donde
era evidente el agravamiento de la crisis de dominación que experimentaban las oligarquías centroamericanas
(SITRAUNAH, 1979, pp. 15-16).
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Artículos
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Entrevistas:
Entrevista con “Esteban Ramírez”. Tegucigalpa, 10 mayo 2005.
Entrevista con “German Meraz”. Tegucigalpa, 3 de septiembre de 2006.
Webibliografía:
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Página o cial de la CIA con documentos desclasi cados.
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