El autor se propone lograr un encua-
dre justo de Ia Inquifig6n Espanola
en sus grandes linJamie~tos·. Una
vez bien conocidos sus motivos filo-
s6ficos e hist6ricos, su consonancia
con Ia voluntad popular, Ia indole de
sus procedimientos, Ia calidad de
todos sus fundadores y generalmen-
te de sus ministros, Ia sangre que
cost6 y Ia sangre que ahorr6, puede
entonces con critica segura en su
libertad hablarse de las fallas circuns-
tanciales: de tal etapa decadente, de
tal proceso injusto, de tal individuo
indeseable, de tal aplicaci6n rutina-
ria y sin vision, de tal castigo extre-
mado, de tal contaminaci6n politica,
de tal servilismo o tonteria. Todas
las desviaciones y las manchas -ine-
ludibles entre hombres ya lo largo de
tres siglos y en infinita variedad y
aun contraste de coyunturas perso-
nates e hist6ricas- hallaran entonces
su sitio y proporci6n dentro del cua-
dro general, sin falsificarlo.
DIEZ SORPRESAS
2 Usted cree que la Inquisici6n obligaba a las
gentes a hacerse cat6licas?
Es como si usted creyera que Mexico obliga
a los extranjeros a hacerse mexicanos.
Mexico solo obliga al mexicano a que no sea
traidor a la patria. Y gravisimamente castiga
--como todas las naciones y con aplauso una-
nime- ese delito.
Asi la lnquisici6n -tribunal con jueces ecle-
siasticos y sanciones civiles- obligaba al cat6lico
a no ser traidor a su religi6n. En ella veiase el
nervio y la medula de la patria. Todo el mundo
estaba entonces de acuerdo en que se castigara
la traici6n a la religion como un enorme delito.
A nadie le extrafiaba tal proceder y todos lo
aplaudian.
Pudiera ser que, dentro de algunos siglos, en
algun mundo intemacional o supranacional, pa-
9
FONDO MEDIEVAL:
LA LIBERTAD RELIGIOSA
EN EL SIGLO TRECE
Contra la Rutina
El liberalismo, a nombre de la libertad, ejer-
ci6 en todas partes la tirania.
Limit6 o proscribi6 muchos derechos religio-
sos, e impuso por la fuerza un laicismo que es-
taba en pugna con el sentir de las inmensas
mayorias. Asi conculcaba el principio democra-
tico al propio tiempo que lo tremolaba como
bandera.
Pretextando un abstencionismo imparcial, de
hecho tomaba partido. Tomaba el partido de
desterrar a Dios de las aulas escolares y de la
vida pt1blica.
Pero incensaba a la libertad y a la democra-
cia que estaba violando.
El socialismo radical, con mas franqueza y
mas intrepidez, sac6 las consecuencias 16gicas
23
Era, pues, Ia de Ia religion predominante y con
poderoso influjo en el Estado, una actitud de-
fensiva, no ofensiva.
Y notese que judios y moros, por un complejo
de circunstancias historicas y sociales, eran vis-
tos con fiera aversion por el pueblo y sollan
constituir problemas graves para e1 Estado: sin
embargo, refrenando el hervor popular y po-
niendo por encima de todo el derecho. Estado
e Iglesia respetaban la conciencia de judios y
moros, dejabanles practicar libremente su reli-
gion y en ella form<'l.r y dirigir a sus hijos.
Pongamos esto de relieve, acudiendo a dos
monumcntos del siglo trece: las Siete Partidas
del rey Alfonso X, el Sabio, y la Suma Teo/6-
gica de Santo Tomas de Aquino. El Estado y
la Iglesia tienen alli autentica y memorable en-
.,
carnac10n.
El Estado: Alfonso el Sabio
He aqui el monumento juridico. Septima par-
tida. Todo el titulo 24 esta dedicado a los judios:
Lcemos en la ley segunda:
"Mansamcnte, e sin mal bollicio, deben facer
vida los judios entre los cristianos, guardando
su I ey ... "
De las sinagogas se dice en la ley cuarta:
26
La l{;lesia: Tomas de Aquino
He aqui ahora el monumento teol6gico. La
La Suma de Tomas de Aquino constituye ge-
Imina y venerada encarnaci6n del espiritu ca-
t6lico. La doctrina que aqui va a exponer el
Angelico Doctor, era entonces, fue siempre, es
hoy, la doctrina de la Iglesia.
Abramos el libro. Va planteando cuestiones
Santo Tomas: expone, numeradas, las objecio-
nes; las contesta una a una; sienta su propia
conclusion.
Suma Teol6gica. Estamos en la secci6n se-
gunda de la segunda parte. Preguntandose el
pensador si los infielcs debcn ser compelidos,
responde:
"A los infieles que nunca admitieron la fe,
como los judios y gentiles, de ningun modo se
les ha de compeler a la fe"; pero "los herejes y
ap6statas deben ser obligados a que cumplan
lo que prometieron".
A que cum plan lo que prometicron: siempre
esta idea de lcaltad.
Y cxplica que asi como es voluntario hacer o
no un voto licito, pero hccho hay que cumplirlo,
asi pertenece a la voluntad abrazar la fe, pero
una vcz abrazada, hay que guardarla con fide-
lidad. ( Cuesti6n 10, articulo 8).
31
EXAMEN PANORAMICO
Principio y Fundame.nto
De las ideas nacen los hechos. Dejar en li-
bertad al que predica que el robo es licito y lue-
go .sumir
. . en
. .Ia carcel al .pobre
. diablo
. . ,
que roba,
es In.JUStiCia, mcongruenc1a, Imprevision; es com-
placencia para el intelectual y crueldad para el
ignorante; impunidad para el de arriba y opre-
si6n para el de abajo. tNo es mas cuerdo, noes
mas humano atajar el mal en sus causas casti-
gando a uno, que combatirlo en sus consecuen-
cias castigando a cien?
Toda organizaci6n social, toda instituci6n po-
litica, necesita y proclama, con necesidad inex-
cusable y vital, ciertos principios fundamentales
que le sirven de cimiento y que no permite se
socaven. En nuestros tiempo:, que se dicen de
libertad y tolerancia, y aun donde estas palabras
no son falaz estruendo sino honrosa verdad,
como en los Estados U nidos, los comunistas y
bolcheviques, par ejemplo, son reprimidos le-
37
Contraste de Intolerancias
Algunos espiritus ilustrados se eximen de as-
pavientos ante la Inquisici6n, reconociendo que
la intolerancia religiosa era entonces un hecho
universal y que nadie puede tirar la primera pie-
dra. Ciertamente. Bastaria para la vindicaci6n
hist6rica de Felipe II -que fue quien clio mayor
auge a la Inquisici6n, fundada por la gran Isa-
bel-, colocarse en su siglo y ver que habria sido
una excepci6n ultraterrestre si hubiera inventado
la tolerancia; invenci6n, ademas, con la que hu-
biera hecho el candido, pues sus enemigos -que
eran religioso-politico-guerreros- se le habrian
echado encima y habrian acabado con Espana,
con el genuino ser hispanico.
Pero hay mucho mas. N6tese esta fundamen-
tal diferencia: Felipe II, lejos de oprimir con
la Inquisici6n al pueblo espafiol, interpretaba
y condensaba su sentir; mientras que Enrique
VIII, habiendo apostatado de su fe cat6lica por
motivos rastreros -negativa del Papa a auto-
nzar su divorcio con Catalina de Aragon para
casarse con Ana Bolena-, imponia a sangre ·y
fuego sus devaneos teol6gicos al pueblo ingles,
violentando vergonzosamente las conciencias.
Uno defendia a su naci6n; otro la oprimia.
Y he aqui otra diferencia substancial. El es-
pafiol proclamaba los derechos de la verdad re-
41
ralmente ignorado, de que los cat6licos fueron los
fundadores de la libertad de conciencia en los
Estados Unidos. Maryland, la (mica colonia ca-
t6lica de las trece primitivas de Norteamerica,
fue la {mica que estableci6 al fundarse, en 1634,
y proclam6 por ley antes que nadie -el 2 de
abril de 1649- la tolerancia religiosa. Asi lo
cuenta el protestante Bancroft, narrando c6mo
en aquella regi6n cat6lica presidida por Lord
Baltimore, "muchos protestantes encontr,aban
amparo contra la intolerancia protestante".
(History of the United States, cap. 7). Por cier-
to que poco despues, al preponderar en Mary-
land los puritanos, pagaron bochornosamente la
generosidad cat6lica, prohibiendo "el papismo"
que los habia acogido y amparado.
i Podria ser mas expresivo el oontraste?
Procedimientos y Victimas
Era la lnquisici6n un tribunal mixto : ecle-
siastico y civil. Deseado y pedido por los Reyes
Cat6licos, el Papa concedi6 su erecci6n (en
1480) y de el derivaban su autoridad los inqui-
sidores, ya que habian de entender en casas de
fe y religi6n.
Los eclesiasticos ejerdan un papel en cierto
modo semejante al del moderno jurado: deter-
minaban si habia o no delito. En casas leves, se
absolvia al reo imponiendole alguna penitencia:
43
Segun el propio Llorente en su maligna His-
toria critica de la Inquisici6n, ningun prisionero
era oprimido con cadenas o cepos - y aqui cabe
recordar a Morelos, con ellos bajo la justicia
real, sin ellos bajo el Santo Oficio-; sus car-
celes eran "buenas piezas, altas, sobre b6vedas,
con luz, secas y capaces de andar algo": verda-
dcros palacios para lo que entonces se estilaba.
Todos sus procedimientos, en fin, eran de lomas
suave dentro de las ferreas costumbres del tiem-
po. Asi, don Juan Valera, espiritu nada timorato
ni angosto, ha podido afirmar que "la Inquisi-
ci6n de Espana ca<>i era benigna y filantr6pica
comparada con lo que en aquella edad durisima
hacian tribunales y gobiemos y pueblos". (Dis-
cursos Academicos. Respuesta a Nunez de Arce
en su recepci6n) .
Resplandores I nquisitoriales
~ Puso la Inquisici6n trabas al genio y grilletes
a la inteligencia? En su ramo exclusivo, el reli-
gioso, no podia oprimir a escritores que eran
todos espontanea y medularmente cat6licos; y
en lo demas, envidia da la libre intrepidez con
que entonces se hablaba y escribia. Nunca el
genio espafiol ha pensado con mas ne1vio, ori-
ginalidad y brio que en plena Inquisici6n, y da
la casualidad de que con ella coincida la edad
de oro de las letras espafiolas. rNo es verdade-
49
lnquisicion-4
el castigo se ataj6 el mal. .. " (Vida de San Ig-
nacio, libro quinto, capitulo 10).
Con este respeto convencido, con esta experi-
mentada certidumbre del canicter benefico y
venerable de Ia Inquisici6n, hablan todos sus
contemporaneos ilustres: Bernaldez, Zurita, fray
Luis de Granada, Santa Teresa, Mariana, y entre
nosotros Zumarraga y nuestros mejores ap6sto-
les. (. Y quien fue Ia fundadora, sino la incom-
parable Isabel? (. Quienes los inquisidores, sino
hombres conspicuos por la virtud, Ia ciencia y
el seso, como el enorme cardenal Jimenez de
Cisneros, como fray Die~o de Deza, el protector
de Col6n, como el benigno don Alonso Manri-
que, amigo de Erasmo? Y Lope de Vega, Rioja,
Rodrigo Caro y mil mas, (.no llevaban a honor
el pertenecer al Santo Oficio?
Esto s6lo debe hacer meditar a los reflexivos,
considerando que instituci6n un3.nimemente
aprobada, lo mismo por e1 instinto popular que
por los varones ex.imios, ha de haber respondido
·a necesidades y conveniencias patentes, y no ha
de haber sido ese monstruo deforme y tenebroso
que nos quiere pintar un incopsulto sectarismo.
Distingos y Remate
Lo expuesto no tiende a cohonestar excesos,
desviaciones, extravios, abusos. (. D6nde no los
hay, habiendo hombres? Pero (.condenaremos
52
la judicatura por los jueces venales, o Ia medi-
cina par los medicos vividores'?
Dos observaciones capitales cabe hacer, en es-
te pun to, sabre la Inquisici6n: en su apogeo del
siglo dieciseis; en su decadencia del siglo die-
ciocho.
Baja los Borbones, desde la centuria decimoc-
tava, regalistas, volterianas y jansenistas tuvie-
ron preponderancia en el gobiemo espaiiol e
influyeron con mas o menos presi6n en el Santo
Oficio, tratando astutamente de desfigurar su
autentica fisonomia y de emplearlo como ins-
trumento politico. Milagro fue que lo consiguie-
ran s6lo con intermitencias y a medias. Cuando
llegaron a ser secretarios individuos como Llo-
rente --que entre los cargos principales que ha-
ce a la lnquisici6n pone el honrosisimo de su
independencia y valentia ante el poder civil-,
ya se vera que el Santo Oficio habia venido a
desvirtuarse, perdiendo su espiritu vital para
acabar por ser sombra y caricatura de si mismo.
Asi cuando en nuestra patria formaba deforme
proceso de herejia a Morelos, tirando a debili-
tar y descalificar la revoluci6n, con beneficia de
la paz y del gobiemo establecido.
Por lo que toea a su epoca de genuino apogeo,
aunque es justa reconocer que los tiempos eran
excepcionales y crudelisima la agresi6n protes-
tante, el rigor de la Inquisici6n fue muy severo
53
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITAN
Quien fue Llorente
Es celebre su nombre, siempre asociado al res-
plandor de las hogueras inquisitoriales. ;, Quien
fue Llorente y cmll es el valor de su persona y
de su obra?
Don .T uan Antonio Llorente, sacerdote espa-
iiol, naci6 en 1756 y muri6 en 1823. Contami-
nado de liberalismo regalista, ya para 1784 se
habia curado de toda "levadura ultramontana'',
segU.n el mismo cuenta, no obstante lo cual acep-
t6 al aiio siguiente el cargo de comisario de la
lnquisici6n de Logroiio, pasando luego a Ma-
drid a ser secretario general, de 1789 a 1791.
La autoridad eclesiastica hubo al cabo de des-
tituirle, recluyendole por un mes en un monas-
terio.
Hombre ladino y de ancha manga, los pro-
p6sitos cismaticos de Urquijo y Caballlero, mi-
nistros de Carlos V, encontraron en el publicista
defensor, y cuando Godoy tram6 despojar de sus
55
citar-, y antes y despues lo han hecho, entre
otros, precisando los yerros y tergiversaciones de
Llorente, Garcia Rodrigo en su Historia verda-
dera de la Inquisici6n, Orti y Lara, los protes-
tantes alemanes Oscar Peschel ( 1858) y Emesto
Schaefer ( 1902), el jesuita Ricardo Cappa en
su solido y vivaz compendio sobre La lnquisi-
ci6n espanola (Madrid, 1888) ...
La obra de Llorente, desacreditada ante to-
dos los hombres de ciencia, es chisica como tipo
de amanada improbidad. Lo cual no impide,
por supuesto, el que sectarios y jacobinos -re-
zagados perpetuamente, aunque, sin duda por
antifrasis, se autotitulan avanzados- tengan a
Llorente por pontifice maximo y tremolen su
nombre como una bandera de combate, en la
que centcllea la cifra pavorosa de "victimas"
de la Inquisici6n, por el ex secretario compu-
taclas.
Yo, Contador ...
Instinto y habitos de contador me han dado
impulso y paciencia para compulsarle las cuen-
tas al gran capitan de los declamadores contra
el Santo Oficio.
Don Juan Antonio Llorente dispone de los
a rchivos de la lnquisici6n, registra innumera-
blcs documentos, explota con laboriosa erudi-
ci6n un campo entonces casi virgen, escribe con
59
He aqui los totales que saca Llorente ( capi-
tulo 4.6, articulo 1 ) , para esa triple clasificaci6n:
1.-"Quemados en persona" (que, entiendase
bien, significa quemados vivos) : 31,912.
II.-"Quemados en estatua: 17 ,659".
III.-"Penitenciados con penas graves:
291,450".
Eso de "penas graves" lo pone el secretario
para despistar, pues comprende am al inmenso
numero de los que, en virtud de los "edictos de
gracia" con que iniciaba sus labores la Inquisi-
ci6n ((.que otro tribunal del mundo hace tal
cosa?), eran perdonados y reconciliados con le-
ves penitencias de indole espiritual, como salir
los viemes en procesi6n de disciplinantes, seg{m
lo cuenta el contempor1meo Bemaldez (Historia
de los Reyes Cat6licos, cap. 44). Pero para Llo-
rente todos esos son "victimas", y con los tres
sumandos antedichos forma su impresionante to-
tal de 341,021.
S6lo me ocupare de los ejecutados en perso-
na, que es lo que mas importa, ademas de que
las otras cifras siguen el compas de la primera,
y derribada esta, vienen al suelo las restantes.
Vamos a cuentas.
61
Mariana Falsificado
Tiene Ia palabra Llorente, capitulo 8, articu-
lo 4:
".Juan de Mariana, con presencia de los pape-
les antiguos, escribi6 que en Sevilla se quema-
ron, en el primer afio de la Inquisici6n ( 1481 ) ,
dos mil personas y mas de dos mil estatuas, y que
hubo diecisiete mil penitenciados. Pudiera yo
decir, sin temeridad, que otro tanto pasaria en
las otras ciudades en el primer afio del estableci-
miento de su respectivo tribunal; pero por mo-
deraci6n quiero suponer que s6lo se verificase
una decima parte, puesto que dedan ser la di-
famaci6n en Sevilla mayor que en otras partes".
Por tanto, Llorente aplica dos mil ejecutados
a Sevilla en 1481, y -deslumbrandonos con su
moderaci6n- s6lo doscientos en el primer afio
de su establecimiento a cada uno de los doce
tribunales siguientes: Cordoba, .J aen, Toledo,
Extremadura, Valladolid, Calahorra, Murcia,
Zaragoza, Valencia, Barcelona, Mallorca y
Cuenca. 0 sea un total de cuatro mil cuatro-
cientos ejecutados estimativos para un solo afio,
con base en el testimonio de Mariana. Testi-
monio tan caro al secretario que vuelve a el cons-
tantem.ente; por ejemplo, cap. 5, art. 4; cap. 7,
art. 2; cap. 46, art. 1 ; y aunque nunca da el tex-
to, da Ia referencia: Historia de Espana, libro
24, capitulo 17. (.A quien puede caberle duda?
62
tados; dos mil personas fueron quemadas, sin
otro mayor numero de los que se huyeron a las
provincias comarcanas".
Como se ve, inventa Llorente que Mariana
habla de Sevilla; inventa que cita el aiio 1481,
pues aqui se habla vagamente de todo el pri-
mer periodo, y se alude concretamente a Tor-
quemada, que no fue inquisidor general sino
hasta 1483, como el propio Llorente informa en
otro sitio; inventa, para dar majestad y solidez
al ntimero, que Mariana se apoya "en papeles
antiguos", cuando se am para en un "dicen" y
reproduce un numero redonde forjado a ojo de
buen --o mal- cubero.
Quien de tal manera miente en cosa tan facil
de comprobar ( aunque nadie la compruebe
porque el mismo desplante de la reiterada cita
parece desautorizar toda sospecha racional),
(.que fe merece cuando afirma bajo su palabra
o aludiendo a documentos inasequibles para el
lector? i Y que nombre le toea sino el de falsario,
ni que reputaci6n sino la de embustero?
BerncUdez. Falsificado
Vimos que al tribunal de Sevilla le adjudica
Llorente dos mil fantasticos cadaveres por el
solo primer afio de 1481, y que calculando "por
moderaci6n" que en otros dace tribunales serla
64
La Inscripci6n de Sevilla
Prosigue Llorente su c6mputo, capitulo 8,
articulo 4:
"Alio 1524 se puso en la Inquisici6n de Se-
villa una inscripci6n de la que resultaba que,
desde la expulsion de los judios (verificada en
1492) hasta entonces, habian sido casi millares
los quemados ... " Transcribe la inscripci6n la-
tina en que consta la vaga y an6mala expresi6n
"casi millares" (fere millia), pero ni siquiera
dice de d6nde copia ese texto, carente asi de
solidez y autenticidad comprobable. Y a quien
comprobadamente ha cometido gruesos fraudes
en las dos citas antecedentes (.que credito puede
darsele en esta, cuando omite hasta la fuente de
que la toma?
Basado en la inscripci6n, Llorente supone un
millar de ejecutados para esos 32 alios, o sean
32 ejecutados anuales, y aplica la mitad otra vez
(no ya la decima parte que antes le habia pare-
cido justa) , a cada uno de los demas tribunales.
Extiende el mismo calculo a los dos alios ante-
riores que quedaban pendientes ( 1490 y 91), y
redondea asi una bonita suma en ese tercio de
siglo.
Siempre, eso si, esforzandose "por que resul-
te mas el sistema de moderaci6n" y luchando
por "disminuir el numero de castigados cuanto
69
penni tan las circunstancias". "Nos hemos pro-
puesto huir del peligro de que se piense que
procuramos exagerar". "No quiero que nadie
pueda con verdad afirmar que pretendo abultar
los males ... " i Tal es el inocente secretario!
Lo transcrito figura en el capitulo 46, articulo
1, don de hace el c6mputo general y definitivo de
"victimas", y al que pertenece todo lo que sigue.
El Periodo del Porque Si
Hasta a qui ha habido tres fuentes: Mariana,
falsificado; Berml.ldez, falsificado; inscripci6n de
Sevilla, vaga y sin garantias.
Ahora viene el que yo llamo "periodo del por-
que si". Dilatado periodo: desde 1524 hasta
1744, o sean 221 aiios.
En el decurso de la obra, Llorente riega algu-
nas alusiones a relatos que ha visto de autos de
fe, y llena los inmensos vacios de su informacion
-o de su probidad- extendiendo la proporci6n
"mortuoria" de aquellos autos, a larguisimas
temporadas. Y al formular este inventario ge-
neral del capitulo 46, articulo 1, dice escueta-
mente: "se calculan" tantas vktimas por aiio
en cada tribunal; no a punta raz6n ni referencia
alguna; sencillamente porque se le ocurre, por-
que le place, "porque si". Y lo curioso es que
despues, muy serio, va repitiendo sus cifras co-
mo hechos consumados.
70
Empieza el periodo con quince tribunales:
Sevilla, Cordoba, .J a en, Toledo, Extrema dura,
Valladolid, Calahorra, Murcia, Zaragoza, Va-
lencia, Barcelona, Mallorca, Cuenca, Granada
y Canarias. Surgen mas tarde el de Santiago de
Galicia, en 1573, y el de Madrid, en 1705. (Ad-
vierto que yo no me he metido a comprobar ni
el numero ni Ia fecha de erecci6n de los tribu-
nales, cosa que habria tambien que compulsar.
Noto, de paso, que hay alguna discrepancia en-
tre los tribunales considerados por Llorente y
los enumerados por Mariana en su Historia de
Espana, libro 24, cap. 17).
Para los quince primeros afios, decreta Llo-
rente diez ajusticiados anuales por cada tribu-
nal; para los sesenta afios siguientes, ocho; para
los veintitres inmediatos, cinco; para los cuaren-
ta y cuatro que siguen, cuatro; para los treinta
y nueve posteriores, tres; y para los cuarenta ul-
timos, dos. En total para los 221 afios del perio-
do del porque si, se permite Llorente asesinar
en el papel a 17,546 personas, que entran muy
formales en su imponente cuadro de "victimas
de la lnquisici6n".
El Periodo Documental
Viene, finalmente, el periodo de 1745 a 1808,
en que Llorente muestra basarse en los papeles
-aunque no los exhibe-, y da las siguientes
71
cifras precisas: los prim eros quince afios, total
en los 17 tribunales, diez ejecutados; los veinte
afios siguientes, dos ejecutados; los cuatro afios
inmediatos, dos e_jecutados; los veinticinco afi.os
restantes, ninguno. Total para los 17 tribunales,
en 64 afios: catorcc personas muertas. Esto que-
da sujeto a comprobaci6n, pero es verosimil..
Tratandose de cosas contemporancas y en que
cualquier viejo, por sus simples recuerdos, po-
dria desmentirlo, supongo que Llorente no qui-
so exponerse a tan facil ridiculo y dej6 dormir
un poco la fantasia para atenerse a los docu-
mentos.
Balance General
El c6mputo de Llorente, en resumen, puede
clasificarse asi:
I.~Aiios 1481 a 1489. Citas falsifica-
das de Mariana y Bernaldez: . . 6,928
II.-Afios 1490 a 1523. Inscripci6n im-
precisa y de problematica autenci-
dad en Sevilla: . . . . . . . . . 7,416
III.-Afios 1524 a 1744. Periodo del par-
que si : . . . . . . . . . . . . . 17,546
IV.-Afios 1745 a 1808. Periodo docu-
mental: . . . . • . . . . . . . . 14
Total de ejecutados en 328 afios: 31,904
72
Extremadura ( 1485) . . . • • 2,049
Valladolid ( 1485) • • • • • • 2,039
Calahorra ( 1485 ) • • • • • • 2,039
Murcia ( 1485) . • • • • • • • 2,039
Zaragoza ( 1485) . . . • • • • 2,039
Valencia ( 1485 ) . . . • • • • 2,039
Barcelona ( 148 7 ) • • • • • • 1,951
Mallorca ( 1487) . . . . • • • 1,951
Cuenca ( 1514) . . . . . • • • 1,463
Granada ( 1524) • • • • • • • 1' 119
Can arias ( 15 24) • • • • • • • 1,118
Santiago ( 1573) • • • • • • • 696
Madrid ( 1705) • • • • • • • 80
Total . • . • . . . 31,904
Dos Botones de Muestra
A pesar de los documentos destruidos por el
propio Llorente y por algunas revoluciones,
redentoras, subsisten innumerables papeles in-
quisitoriales a disposici6n de los estudiosos. Y
dondequiera que se hace una comparaci6n do-
cumental, Llorente queda descalificado.
Asi qued6 ante el protestante aleman Emesto
Schaefer, cuyas cuentas exactas por ciertos pe-
Conclusion
El fraude, la arbitrariedad, el absurdo capri-
cho, presiden toda esta hidr6pica contabilidad
de victimas ilusorias. Disponiendo Llorente de
copiosisimos archivos inquisitoriales, pudo y de-
bi6 atenerse a los documentos, solo llenando con
aproximaciones algunos huecos posibles. Pero
hizo todo lo contrario: arrumbar los papeles
y entregarse a antojos delirantes. Como sac6
31,904 muertos, pudo haber sacado el triple o
Ia decima parte : sus numeros serian igualmente
caprichosos, delesznables y nulos.
Despues de este examen, creo que todos es-
taremos acordes en que tamar en cuenta esos
numeros, aun con grandes rebajas y como simple
referencia estimativa, seria ponerse en ridiculo.
77
POPULARIDAD DE LA INQUISICION
Una V e.rdad Revolucionaria
Pero (. habla usted en serio? -dini el reccloso
lector-. (. Querdt us ted hacemos tragar y dige-
rir que era popular esa cosa opresiva y tenebrosa
que se llam6 Ia lnquisici6n?
En realidad no hablo yo. Hablan -van a ha-
blar aqui- exclusivamente historiadores e in-
genios heterodoxos.
Y si alguien encuentra extempor{mea que "to-
davia hoy" se tome por asunto Ia popularidad
de Ia lnquisici6n, dire que ciertamente es ex-
temponineo si se atiende a los siglos transcurri-
dos y a que hace mucho tiempo eso debia ser
sabido por todos; pero como no es asi, y como
Ia aplastante mayoria aun de los hombres cultos
suele ignorarlo, parece oportuno y hasta nove-
doso, "todavia hoy", poner en claridad y relieve
esa verdad, que asume caracteres y atractivos
de noticia de ultima hora.
79
Por otra parte, la verdad, cualquier verdad
( es reaccionaria o revolucionaria? Yo no le pon-
dria adjetivo ni etiqueta. Si es verdad, eso le
basta. Si es verdad, ciertamente ensanchara nues-
tros horizontes, enriquecera nuestro espiritu, "nos
hara lib res". Y la verdad sobre la Inquisici6n,
puesto que viene a revolucionar la estancada y
muerta superficie de inveterados prejuicios y
rutinas mentales, bien puede llamarse -si se
quiere adjetivo- una verdad revolucionaria.
El Testimonio de T£clrnor
Vamos a oir a Ticknor, celeberrimo historia-
dor de la literatura espanola. Su mentalidad
norteamericana y protestante, cargada de pre-
conceptos y abominaciones contra el Santo Ofi-
cio, no lo puede en tender; pero su probidad de
erudito le lleva a atestiguar reveladores hechos
positivos, aunque no alcance a explicarselos rec-
tamente.
Espigo las citas que van a continuaci6n, de la
Historia de la Literatura Espanola, por M. G.
Ticknor, traducida por don Pascual de Gayan-
gos y don Enrique de Vedia. (Madrid, 1851-
1856, 4 tomos).
Abrimos la obra por el tomo primero, capi-
tulo 24:
80
su esposa, un auto de fe, los artesanos de Madrid
se ofrecieron en masa y voluntariamente a cons-
truir el anfiteatro~ y trabajaron en el con tal
ardor y entusiasmo, que la obra se fermin6 con
increible brevedad, animandose unos a otros al
trabajo con devotas exhortaciones, y declarando
que en caso de faltar los materiales, derribarian
sus propias casas y dispondrian todo lo necesario
para tan santo objeto"
Tenemos, en suma, por testimonio de ilustra-
do adversario:
Que gobiemo, intelectuales y pueblo, con de-
susada unanimidad, estaban acordes en su ad-
hesi6n y entusiasmo por el Santo Oficio.
Que este, lejes de oprimir a la naci6n espa-
nola, era fruto de su espontanea voluntad, para
defenderse de contagios extranjerizantes.
Y que, piensese lo que se quiera sobre Ia In-
quisici6n, es inconcuso que ella constituia un
hecho rotundamente democratico.
El Testimonio de Prescott
He aqui a otro celebre angloamericano:
Guillermo H. Prescott, autor de la difundida
Historia del reinado de los Reyes Catolicos
(Traducci6n de Atilano Calvo Iturburu, Ma-
drid, 1855 ) .
87
riormente, Ia Revoluci6n Francesa, y el libera-
lismo, y el socialismo, y otros ismos de ahora.
Han abundado declamaciones y farsas de tole-
rancia: han escaseado hechos. i Aun no cuajan
los frutos de "la naciente Iuz de Ia ilustraci6n"!
Y es muy de seiialarse que en algunas de las
partes donde han cuajado, como en los Estados
Unidos, fueron los cat6licos --colonia de Ma-
ryland- los heroicos fundadores de esa toleran-
cia. (Veanse pormenores en Banctoft, tomo I,
capitulo 7 de su History of the United States.
Londres, 1861 ) .
Revilla, Unamuno, Villalba Hervas
Don Manuel de la Revilla y don Pedro de
Alcantara Garcia, renombrados escritores, en sus
Principios generales de literatura e Historia de la
literatura espanola (Madrid, 1884), dicen de-
sapacibles cosas sobre la Inquisici6n, pero re-
cuerdan ( Segunda parte, lecci6n 25) que aquel
tribunal fue "planteado en Espana ( 14 78) por
los Reyes Cat6licos, para conseguir la unidad
politica y religiosa de la naci6n", y confiesan
en seguida:
"Muestra cual seria el estado religiose de
aquella epoca, la supremada omnipotencia que
en breve tiempo, y con aplauso del pueblo fa-
natizado, adquiri6 el Santo Oficio ... "
92
LUZ DE ENTONCES
Hernando del Pulgar
( 1436?-1493)
Un escritor de raza, un hombre de mundo y
de corte, que con pincel brioso y libre, traz6 las
vivas semblanzas de los Glaros varones de Cas-
tilla, que fue secretario, consejero y embajador
en Francia de Isabel y Fernando, nos dej6 una
jugosa Cr6nica de los senores Reyes Cat6licos.
Hernando del Pulgar nos cuenta en ella lo
que vio y vivi6. Y al hablar, en el capitulo 77
de la segunda parte, de la fundaci6n del Santo
Oficio, dice como antes de establecerlo, se co-
misionaron religiosos que "con dukes amones-
taciones", instruyendo y exhortando, trataron de
atraer a los judaizantes.
Los judaizantes -nunca huelga puntualizarlo
y reiterarlo- no eran los judios fieles a su re-
ligion, con los que para nada se meti6 el Santo
97
Inquisici6n-7
religiosa, cimiento de la unidad patri6tica con-
quistada al cabo de ocho siglos de fabulosa
guerra.
Siempre hubo y despues de la expulsion sigui6
habicndo en Espana judios de sangre y cat6licos
de credo, muchos tan destacados como este Her-
nando del Pulgar entre los laicos, y como entre
los eclesiasticos nada menos que el lnquisidor
General fray Diego de Deza o el arzobispo de
Granada y confesor de los Reyes fray Hernando
de Talavera. (Vease ·william Thomas Walsh,
Characters of the Inquisition, cap. 6. Nueva
York, 1940).
El C ardenal Cisneros
(1436-1517)
Grande en la acci6n y en la cultura, asombro-
so en la santidad y en la politica, desmesurado
en el don de humildad y en el don de imperio,
este fraile franciscano arrebatado de su celda
para venir a confesar a Isabel la Cat6lica y ser
luego ministro y regente de Espana, es una de
las figuras mas enormes y poliedricas que han
honrado la historia.
Fray Francisco Jimenez de Cisneros fue el
tercer lnquisidor General -despues de fray To-
mas de Torquemada y fray Diego de Deza-,
por espacio de una decada, desde 1507 hasta
103
Pedro M artir de Angleria
( 1457-1526)
Con ojo alerta, vivo y modemo, este claro hu-
manista asistio a la novedad de la epoca que se
abria con el ensanchamiento del mundo. Estuvo
en relacion con navegantes y conquistadores:
Colon, Magallanes, Vasco de Gama. . . Parecen
de periodista -un periodista docto y perspi-
caz- sus Cartas latinas.
En una de ellas, la numero 295, llama a la
lnquisicion "preclara invencion y digna de to-
da alabanza" ("praeclarum inventum et omni
laude dignum"). Pero con libertad critica erro-
res y excesos. Al iuquisidor de Cordoba, Diego
Rodriguez de Lucero, Lucerius en latin, lla.ma-
le por burla Tenebrerius: y, asi como en el nom-
bre, en todo lo demas lo pone negro (Epistola
333, 342, 370, 385).
Este Lucero fue positivamente hombre extre-
moso y deplorable, a quien el cardenal .Jimenez
de Cisneros desautorizo y encarcelo.
Pero, como todos sus coetaneos, Pedro Martir
distinguia entre el eventual descarrio y la ins-
titucion en sf. Y al Santo Oficio lo diputaba
por "preclara invencion y digna de toda ala-
banza".
107
Fray juan de Zumarraga
(1476?-1548)
El franciscano fray Juan de Zumarraga, pri-
mer obispo de Mexico, eminente en el puesto y
en la virtud, grande en el apostolado y en la
cultura, gestor en la fundaci6n de la primera
imprenta y la primera universidad del Conti-
nente, abrupto condenador de todo abuso, escri-
bia asi al visitador Tello de Sandoval, el 12 de
noviembre de 154 7:
"Como vuestra merced lo llev6 entendido y
experimentado, aca conviene y es necesaria la
santa Inquisici6n, mas para los espaiioles que
para los indios, porque no menos malos cristia-
nos seglares pasan aca que los clerigos y frailes
renegados; y si la cizaiia una vez se arraiga entre
estas nuevas plantas, mala sera de desarraigar".
Un lustro mas tarde, otros apost6licos fran-
ciscanos encabezados por fray Angel de Valen-
cia, dedan directamente al Rey, en escrito del
8 de mayo de 1552: "Grandisimo seria el ser-
vicio que Dios Nuestro Seiior recibiria, y el te-
mor y rienda que a los desenfrenados y malos
cristianos se pondria con el temor de Ia Inqui-
sici6n. Habria grande enmienda y mejoria".
Por dondc se ve que la Inquisici6n no era solo
cosa tolerada por los contemporaneos eminentes,
sino deseada y pedida. Se ve tambien que se so-
108
Y es de sefialarse que Zumarraga en 1547,
o sea despues del triste suceso de don Carlos,
del extraiiamiento del gran inquisidor y de la
visita de Tello de Sandoval, insiste en urgir co-
mo necesario el formal establecimiento del Santo
Oficio aca, pero "mas para los espafioles que
para los indios".
Y de hecho, los indios -salvados los afios
primeros en que hubo algunas cosas menores y
el caso grave e ins6lito del cacique-, ya al fun-
darse formalmente la lnquisici6n, quedaron, de
modo explicito, fuera de la 6rbita del tribunal.
Asi lo dicen categ6ricas las instrucciones que a
los que vienen aca a establecerlo, da el inquisi-
dor general don Diego de Espinosa, en 1570;
asi consta en las Leyes de lndias; asi se cumpli6
invariablemente basta el fin.
Carlos Quinto
( 1500-1558)
Establecido por los Reyes Cat6licos a fines
del siglo quince para limpiar sus dominios de
"conversos" hip6critas que so capa cristiana se-
guian judios y minaban la unidad nacional, el
Santo Oficio sirvi6 a poco andar para defender
a Espana de la subversion protestante que a
principios del siglo dieciseis entr6 a sangre y
fuego por toda Europa. Era lo que Mariana te-
nia ante sus ojos al decir que el Tribunal fue
112
y caudillos de muchas personas, y con las armas
en la mana". Por lo cual, concluye, "se debe
mirar si se puede proceder contra ellos como
contra sediciosos, escandalosos, alborotadores e
inquietadores de la republica, y que tenian fin
de incurrir en caso de rebeli6n, por que no se
puedan prevaler de la misericordia".
Misericordia, por lo vista, solia usarse en el
austero Tribunal para quienes la pedian siendo
culpados por primera vez. Y Carlos Quinto,
avisado por acre y repetidisima experiencia, ad-
vierte el peligro y sugiere que se mire bien si en
justicia puede tratarseles como sediciosos, a fin
de que no se valgan del perd6n para reincidir
mas tarde con mejor apercibimiento.
Todo lo cual demuestra, contra la creencia
comlin, que Carlos Quinto tuvo en tanto a la
Inquisici6n como el propio Felipe Segundo, pues
a ella incumbia poner a salvo, seglin el Empe-
rador, aquel doble negocio que importaba sobre
todos los demas: el "servicio de Nuestro Seiior"
y el "bien y conservaci6n" de Espaiia.
Fray Luis de Granada
(1504-1588)
Santo y apost6lico vivir, encumbrados pensa-
mientos, sazonada doctrina, lengua sapida, fres-
ca y raudalosa que cae y repercute de siglo en
siglo como un torrente fertilizador.
115
ocupen en buenas obras y santos ejercicios sin
ninguna ficci6n de engaiio, que no han caido,
antes vemos a muchas perseverar en la virtud
hasta el fin de la vida? Pues (.que seso es poner
los ojos en una persona o en otra que cay6, y no
en tantas virtuosas que perseveran? (. Por que os
ha de mover mas la flaqueza de los pocos para
desmayaros, que la constancia de muchos, de
que esta llena la Iglesia, para esforzaros?"
Asi habla fray Luis.
Hombre tan recto (.llamarla "justisimo" a un
tribunal ignominioso?
Quien tan alto saber y ciencia tuvo ~ escribi-
ria lo que escribe si no resplandeciera en los in-
quisidores la esclarecida calidad intelectual y
moral, ineludible para que sus fallos fuesen "to-
que en que se prueba la fineza de la doctrina"?
Tan eximio var6n (. dijera cuanto dice si no
palpara la fundamental excelencia del Santo
Oficio y sus reprcsentantes?
Melchor Cano
( 1509-1560)
Te6logo eminente, genio bravo y arisco, al
presentar un reparo que dirlamos de orden tec-
nico sobre los jueces inquisitoriales, Melchor
Cano manifiesta su fervorosa aprobaci6n de es-
te "santisimo y sumamente necesario tribunal''.
119
Jeronimo de Zurita
( 1512-1580)
Venerable y puntual, nos sale al paso el pa-
triarca de la historia aragonesa, .T er6nimo de
Zurita.
En sus Anales de Aragon, tomo 4, libro 20,
capitulo 49, habla expresamente Del Santo Ofi-
cio de Ia General I nquisicion, fun dado por los
cat6licos Reyes Isabel y Fernando.
No esconde ni atenua su alabanza. Nuestro
Senor -escribe- "alumbr6 e inspir6 el animo
y coraz6n de un religioso de Ia Orden de los
Predicadores, que se llam6 fray Tomas de Tor-
quemada, que era prior del monasterio de Santa
Cmz de Segovia y confesor del Rey y de Ia Rei-
na, var6n de santa vida y de limpio y noble
linaje, para que a imitaci6n del fundador de su
Orden se persiguiese en estos reinos Ia here-
jia ... ; de tal manera que lo que estaba esta-
blecido por los sagrados decretos y canones de
la Iglesia, aquello se ejecutase inviolablemente
con favor de los Reyes, sin acepci6n de personas,
quitando todos los. impedimentos y embarazos
que podian estorbar un negocio y ministerio tan
santo".
"Para que en esto se guardase tan santa orden
como se requeria, mandaron juntar los mas se-
fialados varones de aquellos reinos, asi en dig-
122
que resulta de la justicia, y toda polic.ia y go-
biemo civil".
Consecuencia:
"Es tanto el respeto y amor que los aragone-
ses tenemos al Santo Oficio y sus ministros, que
mostramos haber sido los primeros y mas anti-
guos que recibimos con millares de afectos de
nuestras almas este sacro patrimonio y fuerte
alcazar de la fe cat6lica. Siempre damos a los
inquisidores titulos de Sefioria; respetamoslos co-
mo a senores, y padres y maestros de la patria".
N ada de medias tint as ni reservas. Adhesi6n
con amor y con respeto. Franco entusiasmo.
"Padres y maestros de Ia patria" los inquisido-
res. "Sacro patrimonio" el tribunal, cuyos fun-
dadores "como por inspiraci6n divina fueron
alumbrados".
Y quien habla asi es aquel sesudo historiador
en quien Ticknor reconoce y alaba "un espiritu
admirable de independencia".
Santa Teresa de jesus
( 1515-1582)
He aqui a la monja incomparable. Escribe el
Libro de su Vida, todo llaneza y sublime. AI lie-
gar al capitulo 33, nos cuenta sus proyectos y
trabajos para fundar conventos carmelitas de
mas estrecha austeridad. y explica :
125
vcrdad. Y se reia. Se reia del miedo al Santo
Oficio. Este defendia la misma fe que -como
todos los espaiioles- ella libre y amorosamente
habia abrazado, y por la que estaba pronta a
dar la vida. (.Como temer?
Si Teresa encontrase en su alma cosa digna
de Inquisicion, ella espont{meamente iria a bus-
car a la Inquisici6n. i Gran palabra! (. Cabe mas
alto concepto de la santidad del instituto y de Ia
rectitud de sus ministros?
Y, mas tarde, cuando precisamente el Libro
de su Vida paso a censura al Santo Oficio, Te-
resa deda, encantada, que su escrito estaba "en
manos de los angeles". Tal categoria de entendi-
miento y virtud daba a los inquisidores, llamando
de aquel modo, por metafora, a los que en asun-
tos de fe y doctrina eran, como en general los
angeles, custodios de hombres y naciones.
juan de Mariana
( 1536-1624)
Dificil hallar voz mas franca y libre, mas aus-
tera y valiente, que la de cste granitico adver-
sario de tocla tirania. Tan no juzgaba que fuese
tirania el Santo Oficio, que lo aplaude y lo en-
cumbra con singulares alabanzas.
"Mejor suerte y mas venturosa para Espana
fue el establecimiento que por este tiempo
127
Su proceso, en suma, no tuvo por origen nin-
guna cuesti6n religiosa sino una cuesti6n civil,
aunque se encomend6 Ia causa al Santo Oficio,
como tributo y deferencia a la calidad del reo.
Suarez de Pe.ralta
(1537-?)
Criollo nacido en esta Nueva Espana por
1536 o 1537, hombre de mundo y relacionado
con la flor de la sociedad mexicana, Juan Sua-
rez de Peralta es un cronista ingenuo y sabro-
sisimo que hace ver con los ojos y palpar con
las manos las cosas que ha vivido.
Marcha a Ia metr6poli en 1579 y alla per-
gena su Tratado del descubrimiento de Indias
que permanece inedito hasta 1878, ano en que
lo publica don Justo Zaragoza en Madrid bajo
el titulo de Noticias hist6ricas de la Nueva Es-
pana. He aqui algunos rasgos sobre la Inquisi-
ci6n en Mexico.
"Preso el cacique (don Carlos de Texcoco) y
hechas las informaciones, el arzobispo don Juan
de Zumarraga le mand6 quemar, y le llevaron
con una gran coroza y le entregaron a la justicia
seglar ... Esto se supo en Espana, y no pareci6
bien por ser recien convertido; y asf, se mand6
que contra los indios no procediese el Santo
. . ••• "
OfICIO
132
grande y suntuoso tablado, que a verle solo se
podia ir desde Espana. Salieron a el muchos pe-
nitenciados con diferentes penitencias, entre los
cuales sacaron a quemar dos. Fue cosa muy de
ver y de temer.
"Presidia don Pedro Moya de Contreras, el
cual vino a suceder en el arzobispado de Mexico
por muerte de don Alonso de MontUfar, fraile de
la orden del senor Santo Domingo. Fue eleccion
la que en el se hizo, muy en conformidad de
todos, y a qui en Ia ciudad queria en extremo ... "
La voz de Suarez de Peralta, contemporaneo
de gran llaneza y despreocupada sinceridad en
cuanto narra, nos confirma lo que ya sabemos:
que los indios quedaron exentos del Santo Ofi-
cio, y nos cuenta c6mo los primeros funciona-
rios del Tribunal que a Mexico llegaron "fue-
ron muy bien recibidos, y ellos procedieron muy
cristianisimamente", y como don Pedro Moya
de Contreras era varon "a quien Ia ciudad que-
ria en extremo". Que de esta noble pasta solian
ser los inquisidores.
Antonio Perez
( 1540-1611)
Claro escritor y turbio politico, Antonio Pe-
rez, el famosisimo secretario de Felipe Segundo
contra el cual intrigo despues feamente, no en-
134
el se retractaba de ella, como de proposici6n err6-
nea. Porque, senores ( asi dijo recitando por
un papel) : los reyes no tienen mds poder sobre
sus vasallos, del que les permite el derecho di-
vino y humano, y no por su libre y absoluta
voluntad".
N ada, pues, de temores ni lisonjas para el
monarca. La Inquisici6n, que pudo hacerse la
desentendida o concretarse a alguna privada re-
convenci6n, tom6 valientemente la defensa de
la limpia doctrina y del derecho contra todo
posible abuso de la autoridad rea~l, y oblig6 al
predicador a una retractaci6n solemnisima.
Leonardo de A rgensola
( 1559-1613)
El insigne Lupercio Leonardo de Argensola,
poeta, historiador, estadista, en el capitulo 45
de la Informacion de los sucesos de Aragon en
1590 y 1591, o sea de los motines a cuenta de
los fueros aragoneses y la prisi6n de Antonio
Perez, asienta:
"Llaman por otro nombre en Espana a la
Inquisici6n cl Santo Oficio y verdaderamente
con mucha propiedad, porque todas sus accio-
nes son santas, y las provincias que no gozan
de estc bien, han perdido la verdadera religion.
137
"Quisiera detenerme aqui, respondiendo a al-
gunos extranjeros y aun herejes que han escrito
contra la lnquisici6n de Espana, a la cual apli-
can falsamente muchas oosas y maneras de pro-
ceder no admitidas ni conocidas aca".
Palabras que nos comprueban c6mo los ten-
denci<lsos fantaseos contra la Inquisici6n vienen
de muy lejos, y como cumple a los amigos de la
probidad y la cultura, desvanecer fantasmas y
abrir paso a la luz.
Lope de Vega
(1562-1635)
Es pr6digo en pasajes reveladores Lope de
Vega, oceano del alma nacional, en quien pa-
rece precipitarse y derrocharse todo el ser im-
petuoso y magnifico de Espana.
Prologando su Corona trdgica, poema sobre
Maria Estuardo ( 1627), califica a los protes-
tantes ingleses de "herejes, satiricos y embus-
teros, expulsos de religiones, que escriben letras
que el vino y el juego entorpecieron, y como
ligeros de manos para los hurtos, asi para los
falsos testimonios".
Y canta en el poema:
Ceiii, en servicio de mi rey, Ia espada,
antes que el labio me cinese el bozo: I
138
LUZ DEAHORA
lnquisici6n y Cultura
(Menendez Pelayo)
Puntiaguda paradoja esta del Santo Oficio y
Ia cultura.
La cultura pide que se conozca aquello de
que se habla. La cultura pide que se aprove-
chen las adquisiciones ya logradas, y que no se
vuelva sobre prevenciones y sonsonetes defini-
tivamente barridos por la critica. La cultura
pide abolici6n de prejuicios, exilio de errores,
seguridad de noticias, luz y madurez de com-
prensi6n.
Y contra la cultura que esto pide suelen Iabo-
rar los que aparentan preconizarla y defenderla,
cuando rutinariamente achacan al Santo Oficio
el.ser adversario de la cultura.
Hay un hombre extraordinario, que penetr6
como nadie en el pasado espafiol, lo conoci6
con intimidad, lo comprendi6 con plenitud, Io
143
"La Inquisici6n consinti6 todo genero de li-
cencias al teatro, a la novela y a Ia satira".
Y asf, contra cavilaciones y teorlas, los hechos
gritan irrefutablemente que "en el siglo dieci-
seis, inquisitorial por excelencia, Espana domino
a Europa, aun mas por el pensamiento que por
la acci6n, y no hubo ciencia ni disciplina en que
no marcase su garra " .
La de Menendez Pelayo esta aqui. Noes facil
tarea borrar su signo.
I nquisici6n y Progrc so
(Don juan V a!era)
Envejecido Iugar comun, donde no pocas gen-
tes han embarrancado: la Inquisici6n Espanola
fue remora y paralisis para el progreso intelec-
tual, y a ella se debe la postraci6n y decadencia
en que mas tarde vino a dar Espana, mientras
otras naciones europeas avanzaban y subian .
Enfocado friamente el problema, varias obser-
vaciones decisivas se ofrecen al hombre infor-
mado.
I.-El mayor auge de la lnquisici6n va de la
mano con el mayor auge de la cultura espanola,
y ese fraternal apogco no es coincidencia fugitiva,
sino paralelismo poderoso y firme que se pro-
longa a lo largo de dos siglos: el dieciseis y el
diecisiete.
150
1{i,,t6ricamcnte, la represi6n de la herejia sig-
1ti fic6 dcfensa de la civilizaci6n.
I nquisici6n y Renacimiento
(Un Gran Hispanista Ingles)
Hay un jubilo intelectual y un descanso etico
en Ia conquista y el saboreo de la verdad. Y
cuando csta verdad viene a romper telarafias y
sombras de vctustos prejuicios, cobra un aire
mafianero de rcnovaci6n y juventud.
Este halito matutino corre por las paginas de
un libro de ahora, aportaci6n del ilustre his-
panista ingles Aubrey F. G. Bell. Titulase Luis
de Leun. Un estudio del Renacimiento espanol,
y, publicado en Oxford en 1925, ha sido exce-
kntemente editado en Castellano por Ia casa
Araluce, de Barcelona.
La erudici6n de Bell es muy genuina, muy
clirccta, muy minuciosa; marcha con sosiego y
scguridad; todas sus afirmaciones vienen res-
paldadas por citas y documentos precisos; no da
declamaciones, sino hechos. Se hundi6 a con-
ciencia en Ia Espana del Rcnacimiento y sali6
maravillado. Maravillado y con apetito de bo-
rrar las ignorancias e incomprensiones que sobre
ella pululan, basta en libros y autores de cau-
daloso prestigio.
Y lo ins6lito de Bell -semejante aqui al da-
ncs Carlos Bratli en su Felipe II- es que capta
161
lnquuici6n-11
y mantuvo al pueblo en la ignorancia. Aqui te-
nemos otra confusion de ideas. . . La Inquisici6n
no solo no se opuso a la cultura, sino que la fo-
mento y rara vez hubo tantas facilidades para
adquirirla como en la Espana del siglo dieci-
seis ... Felipe II protegio a los hombres de letras,
fomento la traduccion de los clasicos y fundo
bibliotecas y archivos en Espana, contrastando
su proceder con el incendio de las bibliotecas que
se perpetraba en Flandes por el ano de 1566".
"Es necesario acudir a otras causas, si quere-
mos explicar Ia decadencia del imperio espanol,
decadencia que se manifesto a fines del siglo
diecisiete", concluye Bell. Y expresa y analiza
con buen juicio las causas de ordenes diversos
que influyeron en Ia postracion hispana, despues
de dos siglos de esplendor cultural que precisa-
mente coinciden y marchan de Ia mano con el
apogeo de la Inquisicion.
Esta decae despm!s, y -caso llamativo- con
su decadencia converge la de Espana.
lnquisici6n y Reforma
(Un Gran Hispanista Aleman)
Un gran hispanista alem{m, Karl Vossler, a
quien debemos enjundioso libro sobre Lope de
Vega y penetrantes notas sobre Sor Juana Ines,
nos ha dado tambien -edicion espanola de Cruz
177
lnquisici6n-12
reda por tanto de eficacia falaz que indujese al
contagio de lo heretico.
lnquisici6n y Paparruchas
(Garcia Icazbalceta)
Las paparruchas tienen vida inmortal; pero
cs singularmente lastimoso que se exomen con
solemne ropaje de ciench. hist6rica y cngatusen
no solo a gente de candorosa buena fe, sino a
personas que se estiman cultas y sagaces.
No hay paparrucha que nose haya dicho so-
bre la lnquisici6n: momias a las que se atribu-
yen origenes y torturas fantasticos; empareda-
mientos; ejecuciones secretas ... toda una ca-
terva de tonterias se vienen repitiendo siglos
atras y todavia no se acaban de morir.
Figura, a este prop6sito, en las Cart as de
joaquin Garcia /cazbalceta (Porrua, Mexico,
1937), una epistola nutrida de jugosas noticias
y razones. Dirigela don Joaquin el 4 de abril
de 1894, a su sabio y dilecto amigo el P. Aquiles
Gerste, a la saz6n en Fresole, y se refiere a "la
polemica suscitada con motivo de la publica-
cion de la novela de Rider Haggard intitulada
Montezuma's Daughte.r (Londres, 1893).
"Las aserciones del autor de la novela son tan
infundadas, que no las considere dignas de una
refutaci6n extensa", dice don Joaquin; pero
182
EXPLORACION DE MOOOS
El Tormento
Hiere legitimamente nuestra sensibilidad y ha
pasado al habla com<m con caracteres de horror
ponderativo, lo de los tormentos inquisitoriales.
Vale la pena examinar Ia cosa mas de cerca.
El uso del tormento -no para castigar al
reo, sino para hacerlo confesar- viene de muy
antiguo. Lo prescribe el derecho romano, de
donde pas6 a las legislaciones posteriores y con
cuyo prestigio se afianz6 en todos los paises ci-
vilizados, subsistiendo hasta el siglo dieciocho
inclusive.
AI establecerse la lnquisici6n Espanola, a fi-
nes del siglo quince, no invent6 el tormento. Lo
tom6 de Ia universal costumbre, pero lo practi-
c6 con moderaci6n extraordinaria y lo aboli6 de
hecho antes que nadie.
Al lado de las crueldades pavorosas cometi-
das en otros tribunales -quemar las extremida-
des, arrancar las ufias, prensar los pies, verter
191
La conclusion que brota de los hechos, cote-
jades con lo que en la misma epoca practicaban
todos los demas tribunales, es que, contra ei pre-
juicio divulgado, hablar de tormentas inquisito-
riales no es a.gradar, sino empequefi.ecer. Y que,
asi como se ha dicho, considerando la neta ex-
presion de su pensamiento, que Maquiavelo es
el escritor menos maquiavelicoJ podria decirse,
considerando su rclativa benignidad, que los tor-
mentes de la Inquisicion eran los menos inqui-
sitoriales.
El Auto y la H oguera
(Que era cl auto de fe?
Simplementc. la solemne cercmonia -con
misa, predicacion, asistencia de autoridades y
pueblo- en que se leian las causas y scntcncias
de los rcos. En el auto de fc ni se mataba a nadic
ni se encendia hoguera alguna.
Cuando habia reos que debian "relajarse al
brazo secular" -muchas veces no los habia-,
alli se cntregaban publicamente a las autorida-
des. Y con eso concluia lo propiamente inquisi-
torial.
Despucs, en sitio y en acto aparte, el juez ci-
vil, aplicando la ley civil, condenaba a muerte
a los culpados, y funcionarios civiles ejecutaban,
en otro Iugar todavia, la sentencia.
200
Otros Extremos
Leyendo causas inquisitoriales, solemos trope-
zar con detalles curiosos y reveladores de un es-
. piritu de benignidad y templanza que hay que
tomar en cuenta para un juicio equilibrado acer-
ca del entenebrecido tribunal.
Vayan, al azar, unos ejemplos, relacionados
con el mismo auto de fe de 1659.
AI susodicho don Guillen de Lamport, recap-
turado clespues de su evasion, "en las faltrique-
ras se le encontraron treinta y cinco pesos que
habia ido .ahorrando de su raci6n, que pedia en
dinero". Esto indica que el encarcelado tenia
libertad para escoger entre alimento o dinero,
y luego con estc proveerse a su elecci6n de lo
que quisiera, alcanzandole para sustentarse y
para ahorrar.
AI propio Lamport, que al evadirse dijo y es-
cribi6 pestes de los inquisidores, estos "le excu-
saron los closcientos azotes de cajon, por lo mismo
que les habia injuriado, por no parecer vengan-
za en causa pro pia". (.Que tribunal tendria, aun
ahora, esos escrupulos?
Durante el auto de fe, don Guillen estaba
"puesto para que oyese su sentencia, el brazo y
mano por la mufieca pendiente en la argolla,
aunque la piedad del Santo Tribunal no per-
miti6 que por todo el tiempo de la lectura de su
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causa estuviese asi, antes a breve rato se le man-
do clcsatar".
Sebastian Alvarez o Rodriguez, ya en el auto
solemne, "estando en el tablado, a las repetidas
instancias de los clerigos para que pidiese mise-
ricordia. . . rcsolvi6sc al fin a pedir que fuese
oido, y por asegurarsc mds su negocio, fue man-
dado a I a Inquisici6n". Es decir, se suspendi6 la
scntencia ya dictada y sc aplaz6 cl castigo, por
cscuchar de nuevo al reo y darle ocasi6n de que
su sucrtc mejorasc. Esta bencvolcncia usaban
los inquisidores, y en cstas gcstiones e instancias
caritativas se ocupaban los clerigos en el tablado.
Execraci6n
Enterarse, situar, entcnder: seguimos con
nuestra bandera.
~ Es que nos dclcitamos con el dolor y la cruel-
dad? No. Deploramos y nos hiere espiritual-
mcnte la clureza habitual en epocas pasadas:
pero buscamos conoccrla en su diversidad de
aspectos e intensidades, situarla en su atmosfera
y su dia, juzgarla con criteria comparative y
comprencledor.
Algunos quisieran una ardiente condenaci6n,
a rajatabla, de los procedimientos inquisitoria-
les. Pero ...
De nucstra exploraci6n de modos resulta que
los procedimientos inquisitorialcs eran los me-
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BRUJULA DL NOMBRES
lnquisicj6n-1+