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La Forma Sacramental, Karl Rahner PDF

Este documento presenta una discusión sobre la relación entre la palabra de Dios y los sacramentos. Argumenta que históricamente se ha distanciado la palabra de los sacramentos, pero que en realidad son dos aspectos de la misma realidad salvífica. También resume las raíces teológicas de esta separación y la necesidad de superar esta dicotomía mediante una reflexión sobre la palabra de Dios como fundamento de los sacramentos.

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Este documento presenta una discusión sobre la relación entre la palabra de Dios y los sacramentos. Argumenta que históricamente se ha distanciado la palabra de los sacramentos, pero que en realidad son dos aspectos de la misma realidad salvífica. También resume las raíces teológicas de esta separación y la necesidad de superar esta dicotomía mediante una reflexión sobre la palabra de Dios como fundamento de los sacramentos.

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CAPiTULO VII

RELACION ENTRE PALABRA Y SACRAMENTO


BIBLIOGRAFIA

AUER, 1., «La palabra sacramental», en Sacramentos. Eucaristia (Barce-


lona 1982), p. 148-158; CHENU, M.-D., «Evangelizzazione e sacramenti
nell'incontro tra la chiesa e il mondo di oggi», en Evangelizzazione e sacra-
menti (Torino-Roma 1972), p. 95-120; ESPEJA, 1., «Fe, palabra y sacramen-
to», p. 237 de «Para una renovacion de la teologia sacramental», en CT
XCIX (1972), 217-257; FRIES, H., Wort und Sakrament (Milnchen 1966);
KASPER, W., «Wort und Sakrament», en Glaube und Geschichte (Mainz
1970), p. 285 -310; KOEHNLEIN, M., Was bringt das Sakrament? Disputation
mit Karl Rahner (Gottingen 1971); MALDONADO, L., «Algunas teologias
sobre sacramento y culto», en Phase 96 (1976), 487-509 ; RAH NER, K., «Pa-
labra y Eucaristia», en Escritos de Teologia, IV, 323-365; RAMOS-REGIDOR,
1., «Fede e sacramento», en Evangelizzazione e sacramenti (Torino-Roma
1972), p. 13-33; SCHI LLEBEECK X, E. , «Parole et sacrament dans l' eglise», en
Lum Vitae 46 (1960), 25-45.

I. LA PALABRA DE DlOS, FUNDAMENTO DEL SACRAMENTO

Planteamiento his tori co-teo rico

Se lamenta Karl Rahner de que entre los cat6licos, salvas muy


contadas excepciones, no haya existido una preocupaci6n por la teo-
logia de la palabra, y precisa que el hecho de darse una verdadera
teologia de la palabra lIegaria a constituir un fundamento para la
teologia sacramental. Y afinando todavia mas el senti do de su obser-
vaci6n, afiade Rahner que se percibe la sensaci6n como si en la teo-
logia cat61ica anidase el nocivo interes por afirmar que la palabra y
el sacramento son dos realidades radicalmente distintas y, en conse-
cuencia, por separarlas cada vez mas I . La aguda advertencia de
Rahner ha puesto de manifiesto una de las deficiencias mas notables
dentro de la teologia , que la Iglesia viene arrastrando como pesado
lastre desde hace ya varios siglos. Y esta tan singular limitaci6n se
manifiesta tanto a nivel te6rico como a nivel pastoral, pues si te6ri-
camente se echa en falta una elaboraci6n intelectual que supere esta
dicotomia, pastoralmerite se ha tenido que lamentar la forma tan i16-

I R A HNER, K., «Parola di Dio e sacramenti», en Nuovi sagg i, V, p.476.


252 FII. Los sucral1lentos en/a econol11iusa/vijica

gica como algunos pastoralistas escindieron el culto de la evangeli-


zacion, como si la ralabra y el sacramento fuesen realidades tan dis-
tintas que no cupiesen juntas 2.
Quien observa la realidad descrita por quienes as! piensan en 10
referente a la relacion entre la palabra y el sacramento, recibe la
impresion de hallarse ante un comportamiento que enjuicia a la pa-
labra y al sacramento como realidades disyuntivas, 0 esto 0 aquello,
cuando en verdad su relacion no es Ili tan siquiera copulativa, esto y
aquello, pues no se trata de dos realidades distintas, sino de dos as-
pectos diversos de la misma y unica realidad salvi fica para el hom-
bre. La fe y los sacramentos son los dos conductos a traves de cuya
unidad Ie lIega al hombre el don de Dios que Ie instala en la vida y
Ie proyecta hacia el futuro.
Karl Raimer no se ha contentado con formular una queja, sino
que ha expuesto con toda precision la afinidad que media entre la
palabra y el sacramento y ha afirmado de ellos que son tan semejan-
tes que hay que preguntarse por la razon de dicho can'tcter com un. y
por la diferencia entre ambos a pesar de su coincidencia 3
Esta tendencia a distanciar la palabra y el sacramento tiene raices
muy diversas y tan antiguas que se adentran en el tiempo hasta lIegar
a siglos ya muy remotos. Quiza el cambio operado alfinal del pri-
mer milenio, cuando se dejo de eonsiderar al saeerdocio a partir de
la mision y se comenzo a comprenderlo desde el cui to, tuvo gran
influencia a la hora de crear la situacion que hoy lamentamos. Se
inicio un proceso de sacralizacion, en el que se Ie otorgaba al culto,
y con el culto a quienes 10 celebraban, una razon de se~ autonoma de
la palabra. Yen consecuencia, comenzo a concebirse la Iglesia como
una entidad basicamente cultual, entendiendo el culto de forma ritual
restrictiva. Un hecho concreto nos advierte de este cambio. Si toma-
mos como punto de referencia la ordenacion de los presbiteros, se
comprueba que durante el primer milenio se conferia mediante la
imposicion de las manos, y que es en el siglo x, concretamente entre
el 950 y el 962, con la aparicion del Pontifical Romano Germanico,
cuando consta por primera vez la entrega de los instrumentos como
rito de la ordenacion de los presbiteros. Este significativo cambio en
el ritual de ordenacion, que acabo desplazando al primitivo rito de la
imposicion de las manos, tan solo es explicable desde la nueva con-
cepcion eminentemente cultual del sacerdocio que se estaba abrien-

, Recuerdcsc que hace no muchos afios. aliit par 10 dccada de los selcnla. en
dClcrminados ambicnlcs pastorales resullaba mas que incol1venicntc hablar del cullO.
La LlI1ica palabra quc se admitia era cvangelizacion. Lamcnlablcmcnle sc habia olvida-
do que el cullo es anuncio de la palabra dc Dios y dc ahi la brulal escision que se
deseaba imponcr.
1 RAH~ER , K. , "Palabra y ellcaristia», en Escrita", de T('ologia. IV. p.324.
C. 7. Relacion entre palabra y sacramento 253

do paso dentro de la teologia momistica 4. A partir de una idea del


sacerdocio se Ilego a un modo de ordenar a los sacerdotes, reflejo de
una manera de pensar en la Iglesia.
Pero si las raices de la escision son tan lejanas, hubo un momen-
to mas cercano al que hay que considerar como muy decisivo en la
ruptura entre palabra y sacramento. Se trata del siglo XVI, con la
Reforma protestante. Cuando los reformadores proclamaron como
norma suprema de la vida eclesial cristiana la sola fe , y pretendieron
apropiarse del evangelio haciendolo patrimonio exclusivo suyo, la
Iglesia de la Reforma se adjudico el titulo de Iglesia de la palabra y
reservo para la Iglesia cat61ica el de Iglesia de los sacramentos. No
solo la palabra y el sacramento quedaron desgajados del tronco co-
mun, sino que la misma Iglesia se vio afectada en la concepcion de
su naturaleza, desde que se admitia sin mas la posibilidad de una
Iglesia sola de la palabra, e implicitamente sin la vigencia de los
sacramentos, y viceversa, se creia posible una Iglesia sola de los
sacramentos, que vivia sin la fuerza de la palabra.
A este proposito resulta sumamente grMica la manera de pensar
de un teologo tan eminente como Pedro de Soto quien , a la hora de
enjuiciar el ministerio de la predicacion, 10 considera la mayor y mas
digna de las obligaciones sacerdotales, pero la restringe en exclusiva
al obispo. El sacerdote, segun el parecer de este teologo, podia ser
un magnifico ministro si se dedicaba al coro y a la celebracion de la
misa, sin predicar una sola vez en su vida, ya que por oficio no Ie
correspondia hacerlo. Y si predicaba era tan solo por comision del
prelado. En el siglo XVI, la separacion entre la palabra y el sacramen-
to habia lIegado a conseguir carta de naturaleza entre quienes, al
reflexionar teologicamente sobre el sacerdocio, partian de la situa-
cion con creta que configuraba la vida real de no pocos sacerdotes de
aquel tiempo. Por ello se comprende que Lutero, desde una postura
radical mente opuesta y tomando tambien como punto de partida la
misma situacion real descrita por Soto, rechazase con todo impetu
que el obispo ordenara a los ministros para que ofrecieran misas en
favor de los vivos y de los muertos , y no para que predicasen.
Esta manera antagonica de ver las cosas, que de algun modo to-
davia persiste en ciertos autores, es, como ya hemos dicho, la here-
dera de un determinado planteamiento a superar. Y, para conseguir-
10, hay que iniciar una reflex ion sobre la palabra y pasar despues a
estudiar distintos aspectos de la relacion entre palabra y sacramento.
Y en la medida en que sea posible habra, que tomar como doctrina

4 BER NA L, 1. M .. «La iden tidad del ministerio sacerdota l desde los rituales de
ordenaciom), Phase XXI ( 1981),203-222.
254 P.I!. Los sacramentos en fa econom fa sa fvfjica

basica la ensenanza del concilio Vaticano II, para que sirva de vin-
culo de uni6n entre estas diversas partes.

Retlexion sobre la palabra

Se queja RaImer de que en la teologia escolar exista un lamenta-


ble olvido de la palabra de Dios como tema de ensenanza teol6gica,
y esta queja es sumamente razonable, porque sin formular una seria
reflexi6n teol6gica sobre la palabra de Dios es imposible compren-
der y aun justificar el porque de la instituci6n de los siete sacramentos.
Para abordar una reflexi6n sobre la palabra debemos comenzar
reafirmando 10 que todos ya sabemos: que la palabra de Dios es la
donaci6n del mismo Dios mediante la revelaci6n de su propia inti-
midad y la manifestaci6n de su voluntad salvi fica en favor del hom-
bre. Pero si volvemos reflexivamente sobre este corto y sencillo
enunciado advertimos de inmediato que surge una cuesti6n suma-
mente interesante. Asi, aparece que la revelaci6n es locuci6n de
Dios sobre Dios, con 10 que el sujeto y el objeto de la revelaci6n es
el mismo Dios. Y si se tiene en cuenta que revelar, manifestarse una
persona en 10 que es y en 10 que tiene, equivale a salir de si mismo
haciendo donaci6n de su propia intimidad, se ha de admitir que la
revelaci6n es la donaci6n que Dios hace de si mismo al hombre. Es
Dios (sujeto) quien da aDios (objeto). Y por tratarse de una autodo-
naci6n nadie puede suplir al sujeto ni al objeto de la misma, 10 cual
obliga a concluir que el unico que puede hablar sobre Dios es Dios,
el unico que puede darle Dios al hombre es Dios mismo. Desde
Dios, como origen absoluto, se inicia una donaci6n al hombre, que ha
de recibirla como don de Dios. EI vehiculo que establece est a posible
comunicaci6n entre Dios y el hombre es la palabra dicha por Dios; de
ahi que la palabra de Dios sea el medio por el cual Dios llega hasta el
hombre, por el que se Ie ofrece y por el que se Ie revela.
EI reconocimiento de la palabra como el cauce de la presencia
operativa de Dios entre los hombres es tan antiguo como la misma
Sagrada Escritura. EI hecho de la creaci6n del mundo ya viene des-
crito en el libro del Genesis como un mandato verbal pronunciado
por Dios con la f6nnula: dijo Dios. Y efecto de la palabra dicha por
Dios fue la creaci6n de cuanto existe. Y la palabra de Dios rigi6 los
destinos de Israel, pues en forma de dialogo se dirigi6 Yahveh a
Abram para sa carle de su tierra e iniciar de este modo la historia de
salvaci6n para el hombre. De fonna sumamente grafica, por no citar
mas que un ejemplo, aparece la palabra como cauce de comunica-
ci6n divina cuando, segun la misma letra del texto sagrado, fue diri-
gida la palabra de Yahveh a Abram para formularle la promesa.
C 7. Relacion entre palabra y sacram ento 255

Los textos neotestamentarios en los que se refiere que Dios se ha


manifestado presente entre los hombres por medio de la palabra son
tan abundantes y ofrecen doctrina tan copiosa que vale la pena inten-
tar su reconstruccion conceptual.
De audacia, tomando esta palabra en sentido admirativo y lauda-
torio, ,hay que calificar la detenninacion tomada por San Juan para,
al adentrarse en la intimidad del misterio de Dios, referirse al Hijo
denomimindolo la Palabra. Este texto del prologo de San Juan ha de
ser considerado como punto de referencia clave para interpretar la
doctrina neotestamentaria sobre la palabra, pues en el se ofrece su
sentido genuino. Palabra, en el lenguaje de San Juan, es sinonimo de
Hijo; por 10 que anunciar la palabra, predicar detenninadas cualida-
des de la misma, ofrecer un program a de aceptacion y fidelidad ante
ella, equivale a adoptar identico comportamiento ante el Hijo, que es
quien da sentido a la palabra. Si desde aqui intentamos una estructu-
racion conceptual del plurifonne contenido del Nuevo Testamento
sobre la palabra, llegamos al siguiente resultado.
La palabra de Dios aparece en el Nuevo Testamento dotada de
un poder taumaturgico. Este es el caso del centurion, quien con hu-
mildad suma pide la curacion milagrosa para un tercero, y a fin de
conseguirla apela tan s610 al mandato verbal de Jesucristo. De he-
cho, en este caso, la palabra es vehiculo transmisor del poder que
tiene el Senor sobre la misma enfennedad. Y en otras ocasiones es
la palabra directamente pronunciada la que libera de los demonios,
la que sana a los dolientes y maltrechos posesos.
Si en el caso de los milagros obrados por Jesucristo aparece
siempre la palabra como expresion de su poder reparador en 10 hu-
mano, mucho mas importantes resultan las referencias neotestamen-
tarias que presentan la palabra como principio de salvacion etema.
Asi, en la parabola del sembrador, caso en que el interprete es el
mismo Jesucristo, la semilla es la palabra y el resultado de la siem-
bra dependera de las distintas actitudes que tome el hombre ante la
simiente, es decir, ante la palabra de Dios 5. Anunciar la palabra a
los hombre es un cometido cumplido por el propio Jesucristo 6. Y
ante tal anuncio, el hombre ha de tomar una actitud oyente, como
Maria la de Betania 7, para poder alcanzar la beatitud que otorga su
escucha x.
Si todos los evangelistas ofrecen una explicita referencia a la pa-
labra, es San Juan, sin duda, quien elabora todo un cuerpo doctrinal

5 Mt 13,I S-23.C f Mc 4,1 3-20 y LcS , 1l-15.


6 Mc 2,2.
J Lc 10.39.
, Lc 11 ,2S .
256 P.ll. Los sacramentos en fa ecol1omia safvijica

sobre la virtualidad salvi fica que tiene. Y no podia comportarse de


otra forma quien habia identificado la Palabra con la divinidad del
Hijo de Dios. Para San Juan, toda actitud cristiana es mera conse-
cuencia del comportamiento adoptado ante la palabra de Dios, que
ha sido anunciada por Jesucristo 9. Escuchar el anuncio evangelico y
observarlo con fidelidad es condicion indispensable para ser discipu-
10 de Jesucristo 10. Y, como consecuencia ultima, quien desee salvar-
se tendni que haber entendido la palabra de Dios II. Pero, aunque la
salvacion pertenece al escaton del futuro, ya en el presente, y como
un anticipo de la gloria a a\canzar, puede el hombre gozar en su
interior de la intimidad de Dios como efecto de haber guardado la
palabra anunciada por Jesucristo, pues el Padre Ie amara y vendra
con el Hijo a hacer mansion en el 12 .
Si para ampliar el recorrido iniciado nos volvemos al libro de los
Hechos de la Apostoles , encontramos que en la incipiente predica-
cion apostolica la palabra conjuntamente con el sacramento es pro-
puesta como principio unico de salvacion. Asi consta literalmente
cuando, al narrar la consecuencia que se siguio de haber escuchado
el sermon pronunciado por San Pedro en el mismo dia de Pentecos-
tes, dice con elocuente laconismo: «Los que acogieron su palabra
fueron bautizados». EI primer dato pastoral de la recien nacida Igle-
sia habla de la unidad de la fe y del bautismo es decir, de haber
aceptado la palabra y haber recibido el bautismo. Con 10 que la pri-
mera formulacion que relaciona la fe con el bautismo se halla ya en
el Nuevo Testamento, y concretamente en el libro de los Hechos 13.
La Iglesia apostolica sintio como cometido propio el anuncio de
la palabra de Dios 14. De manera insistente aparece esta constatacion
en los Hechos de los Apostoles, y con ella la verificacion de que la
palabra de Dios iba creciendo 15 por todas partes, hasta Ilegar a ser
aceptada incluso por los gentiles 16. Y al predicarla con tal porfia, los
Apostoles eran conscientes de la virtualidad salvi fica que la acompa-
fiaba. Por ello, San Pablo, empleando metMoras castrenses, dice de
la palabra que es el yelmo de salvacion y la espada del Espiritu San-
to 17, cuya eficacia es mas cortante que la espada de doble filo 18. Y

9 In 17,6. 14.17.
In 8,31 .
I II

" In 8,37. 43.51.


" In 14,22.
IJ Hch 2,41.
14 Hch 6,4.
15 Hch 6,7. C f. 8,4. 14.25; 12,24; 13 ,5.7 .44.
16 Hch II , I; 13,44-49.
17 Ef6 , 17.
IR Heb 4, 12.
C. 7. Relacion entre palabra y sacramento 257

como cualidades morales Ie atribuye el ser palabra de verdad 19 y de


vida 20.
La palabra, tal y como se la describe en el Nuevo Testamento, es
en si misma el don de Dios que, ofrecido gratuitamente al hombre,
tiene en si la virtud operativa de atraerlo y vivificarlo, hasta hacerlo
morada de la Trinidad que inhabita al creyente. Si la palabra, por ser
el don que brota de la voluntad salvi fica del mismo Dios, tiene en si
el poder de salvar al hombre, no ha de sorprender que, por la misma
voluntad salvi fica de Dios, su palabra se concrete en siete mandatos
institucionales, con 10 que los sacramentos quedan determinados en
su existencia desde la palabra y ejercen , aunque de manera propia,
identica operatividad salvi fica que aquella. Los sacramentos son par-
te integrante de la palabra, ya que el mandato institucional de Cristo
los incluye unitariamente en ella. Por 10 tanto, no cabe distinguir
entre la palabra y el sacramento como si se tratase de dos entidades
salvi ficas distintas. Lo unico correcto es reconocerlos unidos en la
voluntad misteriosa de Dios manifestada por su palabra. Y dada esta
uni6n de origen y de finalidad , hay que concluir que en la celebra-
ci6n eclesial de los sacramentos alcanza su total cumplimiento la
palabra. De ahi que Jesucristo ordenara como unico principio de sal-
vaci6n la fe y el bautismo 2 1, mandato que San Pedro reconoci6 y
puso en pnictica desde el mismo dia de Pentecostes, como consta en
su primer anuncio misional , cuando estimula a cuantos Ie han escu-
chadD a que se conviertan y se dejen bautizar en el nombre de Jesu-
cristo, en el que han de creer, para de este modo alcanzar la remisi6n
de los pecados y conseguir el don del Espiritu Santo. Segun la doc-
trina de San Pedro, la fe en la palabra, es decir, la fe en Jesucristo, al
abrazarla ha de ser profesada en la recepci6n del bautismo, porque el
bautismo en el nombre de Jesucristo es, en ultimo termino, una pro-
fesi6n publica y eclesial de la fe en Cristo, el Senor. Trasladado este
planteamiento a la actual situaci6n de la vida de la Iglesia, se puede
afirmar que la liturgia sacramental 0, si se quiere, la administraci6n
de los sacramentos, ha de ser considerada como la misma palabra de
Dios celebrada 22.
Como resumen doctrinal de cuanto hasta aqui hemos expuesto
analiticamente, nos pennitimos proponer que la palabra de Dios fun-
damenta los sacramentos, desde el momenta en que se integran en
ella formando parte de su cuerpo doctrinal salvi fico , y que en los
sacramentos, puesto que son los medios concretos por los que de

19 Col 1,5. C f. Sant 1, 18.


2" Flp 2,6.
" Me 16, 16.
22 TRIA CCA , A., «Per una trattaz ione dei saeramenti in prospettiva liturgiea», en
Rivisla Lilurgica LXXV ( 1988),349.
258 P.II. Los sacramentos en la economia salvifica

hecho recibe el hombre la gracia santificante, encuentran su cumpli-


miento la palabra y los acontecimientos de la Escritura 23 .

La forma sacramental como profesion de fe

Hay un aspecto muy concreto en la relaci6n palabra sacramento


que interesa estudiar. Se trata del valor de profesi6n de fe que tiene
en si misma la lIamada tecnicamente forma sacramental. Si para esta
reflexi6n partimos de las ya conocidas palabras de San Agustin
quien, al interrogar sobre la relaci6n entre el «verbum» y el «ele-
mentum», afirma que cuando la palabra recae sobre el elemento es
cuando se hace sacramento, al que cali fica de palabra visible 24, se
advierte que, segun esta conocidisima formulaci6n agustiniana, la
palabra otorga al elemento el rango sacramental. Pero a pesar de ser
tan importante esta proposici6n, todavia no resulta definitiva para
fundamentar sobre ella la doctrina que intentamos desarrollar, y hay
que recurrir por ella a otras proposiciones agustinianas. EI mismo
San Agustin, dando un paso definitivo en su exposici6n sobre la
virtualidad del sacramento del bautismo, se pregunta de nuevo de
d6nde Ie viene al agua la virtud para que con el contacto del cuerpo
lave el coraz6n. Y responde que por la eficacia de la palabra, pero no
de la palabra pronunciada, sino de la palabra creida 25. Esta exacta
formulaci6n precisa que la eficacia de la palabra sobre el elemento,
es decir, de la fonna sobre la materia, no depende de la mera pro-
nunciaci6n fonetica, sino del acto de fe que con ella se profesa.
Este planteamiento agustiniano nos permite proponer que la lIa-
mada forma sacramental tiene siempre el valor de la profesi6n de fe
en un contenido que se remonta a la misma palabra de Oios. Porque
si todos los sacramentos, como ya hemos indicado al tratar de su
instituci6n, apoyan su existencia en insinuaciones neotestamentarias,
tan s610 por la fe se las puede reconocer y aceptar, por ser parte
integrante de la palabra de Oios. Y para corroborar cuanto acabamos
de proponer te6ricamente, iniciamos un recorrido hist6rico, tom an do
como punto de referencia la fOnl1a del sacramento del bautismo.
Dos son los textos neotestamentarios que habitual mente son con-
siderados como institucionales del bautismo: el de Mt 28, 19 y el de

2J ZADRA, D., «Si mbolo y sac ramento», en Fe cristiana y sociedad modema, 28,
p.131.
" SA N AGUSTiN, In loannis Evangeliu/1/, 80,3: «Dctrahe verbum, et quid est aqua
ni si aq ua? Accedit verbum ad elementum, et fit sac ramentum, etiam ipsum tanquam
visibile verbum», cn Ohms completas de S. Agustin, t.XIV (BAC 165), p.436-437.
'5 San Agustin , «U nde ista virtus aquae, ut corpus tangat et cor abluat, nisi faciente
verbo: non quia dicirur, sed quia crcd itur'J, en ibid.
C 7. Relacion entre palabra y sacramento 259

Mc 16, 16. Si entre los dos optamos por el de Marcos, por tratarse
de un texto mas primitivo, segun 10 testifica el estilo de su redac-
cion, nos encontramos ante un imperativo que, puesto en boca de
Jesucristo, abarca simultaneamente la profesion de fe y la ablucion:
el que creyere y fuere bautizado. Las palabras del texto retlejan con
c1aridad un mandato que impone la necesidad de creer, pero deja en
la indeterminacion su contenido, ya que no especifica el objeto sobre
el que ha de recaer la profesion de fe . Esta especificacion, segun la
letra del Nuevo Testamento, fue doble en el tiempo de la Iglesia
apostolica, y mientras en el texto de Mateo se concreta en fonna
trinitaria, en varios textos de Hechos, y de las epistolas paulinas apa-
rece con formulacion cristologica 26 . Lo cual quiere decir que en el
mandato original de Cristo hubo tan solo una exigencia de fe, y que
la Iglesia apostolica expreso indistintamente su fe bautismal en for-
mula trinitaria 0 cristologica. A tenor de este planteamiento, el texto
de Mateo se convierte en un precioso testimonio liturgico sobre la
profesion de fe trinitaria, como es tambien una preciosa profesion de
fe cristologica la glosa bautismal interpolada en la Vulgata al texto
de Hechos que describe el bautismo del eunuco administrado por
Felipe 27. En el Nuevo Testamento se verifica un mandato exigitivo
de la profesion de fe y dos maneras distintas de concretarlo 28, con 10
que se comienza a vislumbrar que las primeras formas bautismales
no fueron mas que profesiones de fe con las que cumplir el mandato
de Jesucristo.
Los elementos Iiturgicos y pastorales que aporta la Iglesia de los
Santos Padres resultan sumamente interesantes, pues vienen a con-
firmar que los antecedentes de la que hoy dia lIamamos forma bau-
tismal consistian, tanto en su estructura formal como en su contenido
conceptual, en una explicita profesion de fe. Asi aparece, por ejem-
plo, en la rubrica para administrar el bautismo que transmiten tanto
la Tradicion apostolica, de Hipolito de Roma, como las restantes
fuentes liturgicas que de ella derivan 29 . En todas elias el ritual es
bien sencillo, pues propone que se administre una triple inmersion y
que en cada inmersion se profese la fe en una persona de la Trinidad.
Dada la plasticidad de la descripcion bien vale la pen a reproducirla.
Acompafiado por el diacono, dice la Tradicion apostolica, descienda

26 Hech 8,16; 19,5; Rom 6,3; Gal 3,27.


27 Hech 8,37; en la Biblia de Jerusalen vease la nota de pie de pagina.
2X STENZEL, Die Taufe. Eine genetisehe Erklarung del' Taufliturgie (Innsbruck
1958); en p.111 y siguientes, «D ie Tauffonnel».
29 Dependientes de la Tradicion apostoliea de Hipolito han de ser consideradas las
obras siguientes: el Libro VIII de las Constitueiones Apostolieas, el Epitome 0 Consti-
tueiones de Hipolito, el Testamento de Nuestro Senor y los Canones de Hipolito. Las
Constituciones de la Iglesia egipciaea son la misma Tradieion apostoliea de Hipolito,
a la que se Ie denomino asi mientras se conocia unicamente la version egipciaca.
260 P.II. Los sacra men/o,l' ell /a ecollomia sa /vi/ica

el que se va a bautizar. Cuando ya ha bajado hasta el agua, el que


administra el bautismo Ie impone la mano, micntras Ie prcgunta:
i,Crees cn Dios Padre omnipotente? Y el que es bautizado responde:
creo. Y teniendo la mana sobre su cabeza 10 bautiza una vez, Des-
pues Ie dice: i,Crees en Cristo Jesus, Hijo de Dios, que naci6 de Maria
por medio del Espiritu Santo y fue crucificado bajo Poncio Pilato, y
muri6, y fue sepultado, y resucit6 al tercer dia dc entre los muertos,
y ascendi6 a los cielos, y esta sentado a la derecha del Padre, y que
vendra a juzgar a los vivos y a los muertos? Y cuando dice: creo, se
Ie bautiza otra vez, Y de nucvo Ie pregunta: i,Crees en el Espiritu
Santo y en la santa Madre Iglcsia y en la resurrecci6n de la carne?
EI que esta siendo bautizado responde: creo. Y se Ie bautiza por
tercera vez :\0. Como se ve a simple vista, en esta administraci6n dcl
bautismo coincide la profcsi6n de fe con la f0l111a bautismal. Identica
cstructura se observa en el sacramentario Gelasiano del siglo VIII 31.
Y junto a los datos liturgicos aparccen los tcstimonios concep-
tuales. Conocer los de Tertuliano habra de resultar muy esclarece-
dor. En primer lugar encontramos la afirmaci6n que el alma no se
purifica por haber sido lavada, sino por haber respondido 32. Claro
testimonio de la vinculaci6n del efecto del sacramento a la palabra
de fe dicha a manera de dialogo. Con esta formulaci6n nos hallamos
ante un planteamiento muy similar al que mas tarde habra de propo-
ncr San Agustin cuando vincule a la fe en la palabra cl efecto purifi-
cador del bautismo. Un segundo texto ofrece Tertuliano sobre la fe
como contenido de la forma sacramental, y en estc caso precisa que
la respue sta que ha dc darse en el bautismo se corresponde con el
mandato impuesto por el Senor en el Evangelio 33. Segun las dos
proposiciones de Tertuliano, la que hoy llamamos forma bautismal
es una profesi6n de fe tal y como el Senor 10 habia dispuesto.
La misma estructura de preguntas y respuestas aparece en San
Agustin, Los textos ya cxpuestos .14, y que ahora debemos repetir con
otra intenci6n, nos hablan claramente de una estructura dialogal en
la profesi6n de fe del bautismo, a la que considera necesaria para la
validez del sacramento, incluso en caso de urgentc necesidad 35. Y

10 SAl' I-Ill'fliiTO Dl ROM A. La lradilioll aposlo/iqlle. Introduct ion, traduction et


notes par Bernard BOT IL O.S.B. , 2" edicion (Paris 1968).
" DS 36.
" TrR TI JI.IA I'O, D(' r(',\ "lIrreclione II/orlilo/"llll/ , XL VIII, II: «An ima cnim non lava-
tione. sed responsione sane itul"» (CCSL II , p.989) .
.13 TlR Il;UAI'O. D(' corOlla, I 11 ,3: «Aliquid respo ndentcs. quam Dominus in cvan-
gclio dctennina vit» (CCSL II, p.I 042).
" Vcasc 10 dicho en el capitulo tercero. dcntro de otro contexto.
" SAN A<;( 'sTil', De haplislI/o. I. XIII, 21: «Posc it baptismus, quem tanta festina-
tion c accepit. ut ncccssariam int errogatio ncm paucorul11 verborum vix periculi temJlus
admitat» (Ohms ("o/llplelas de S AglIslin. t.XXXII [BAC 498]. p.435).
C. 7. Re/acion entre pa/abra y sacramento 261

precisando el valor sa lvifico que se Ie ha de reconocer en cada caso


a la profesi6n de fe, distingue entre los adultos y los ninos. Los ma-
yores tendnin que contestar por ellos mismos y los pequenos, si no
saben hablar, 10 hanln por medio de sus padres, porque en to do bau-
tismo tiene que darse una respuesta de fe, que, segun nuestras cate-
gorias, equivale a la actual forma sacramental 36. Una muy explicita
referencia a la profesi6n de fe dialogada en la administraci6n del
bautismo la ofrece San Agustin en su famosa carta a Bonifacio. En
un pasaje en que reproduce la formulaci6n literal de la duda que
embarga a su interlocutor el obispo Bonifacio, ofrece con toda clari-
dad el esquema dialoga l que se mantenia a principios del siglo v en
la administraci6n del bautismo, ya que litera lmente dice que los pa-
dres responden en nombre del nino que va a ser bauti zado a las pre-
guntas que alii se les formula 37.
Hasta lIegar a San Agustin, no habia existido una terminologia
para designar la profes i6n de fe dentro de la adm inistraci6n del bau-
tismo. Tanto en los libros rituales como en los catequeticos se habla-
ba de preguntas y respuestas para profesar la fe , pero sin asignar
nombre propio a semejante rito. Es precisamente San Agustin quien
acuna una primera terminologia cuando, dentro de la administraci6n
del bautismo, denomina a la profesi6n de fe verbum , y a la realidad
tangible, elementum. Con el binomio agustiniano verbum et elemel1-
tum se lIega a la primera descripci6n tecnica de los componentes del
sacramento. Y como se ha podido comprobar, el contenido significa-
do con verbum equivale al cumplimiento de la profesi6n de fe impe-
rada por Jesucri sto en el mandato institucional y recogida en el texto
de Mflrcos.
Hay que advertir, como dato sumamente significativo, que cuan-
do en el ritual del bautismo se da el paso hacia la actual forma sacra-
mental explicitamente trinitaria e indicativa, se manti ene la origina-
ria concepci6n de la forma sacramental como una profesi6n de fe
trinitaria. Asi se adv ierte en el primer atisbo de esta nueva manera de
expresar la forma sacramental y que aparece en San Ildefonso.
Cuando en el ambiente hispimico del siglo VII hubo necesidad de
hacer frente por los cuatro costados a la amenaza de la herejia arria-
na y proclamar de todos los modos posibles la fe ortodoxa en la
Trinidad, se dio entrada a una forma bautismal en la que el misterio
trinitario, y con ello la divinidad de Jesucri sto, quedaba perfecta-

3b SAN AGUSTiN, De baplismo, IV,X XIV, 3 1: « Ideo cum pro e is, respondent, ut
impleatur erga eos ce lebra tio sacramenti, valet uti que ad eorum consecrat ionem, quia
ipsi respondere non poss unt. At si pro eo qui respondere potest a lius respondeat, no n
itidem va let» (Ohms cOll1plelOs de S. Aguslin, t.XXX II [SA C 498), p.563).
37 SAN AGUSTiN, «Carta a Sonifacio» , en (Dbms complelas de S. Agustin, t.VIII
[SAC 69], p.68J).
262 P.lI. Los sacram enlos en fa economia salvifica

mente propuesta. Por ello, San Ildefonso de Toledo mando que el


bautismo se diese en nombre de la Trinidad 38, mandato que recoge
de manera palmaria la identificacion de la forma sacramental con la
profesion de fe. Pero la noticia exacta de estar ya en uso la formula
indicativa trinitaria en la administracion del bautismo la ofrece San
Paulino de Aquileya en el sinodo de Forli , cuando propone que han
de ser rebautizados quienes no han sido bautizados en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espiritu Santo 39. Tanto para San Ildefonso
como para San Paulino, que se mantenian en la estructura agustinia-
na del sacramento, el verbum sacramental , al que hoy Ilamariamos
forma sacramental, se concretaba en una explicita profesion de fe en
la divinidad de Jesucristo a partir del misterio de la Santisima Trini-
dad.
Cuando, con la Il egada del hilemorfismo aristotelico, se paso del
verbum de San Agustin a la forma de Santo Tomas, hubo un auten-
tico cambio en la concepcion filosofica, pero no en la teologica. Es
cierto que el verbum y el elementum agustini anos solo eran conside-
rados como necesarios en el sacramento, mientras que la materia y
la forma eran valoradas como constitutivos del sacramento; sin em-
bargo, el analisi s directo del concepto «forma » en Santo Tomas nos
ha de deparar la grata sorpresa de com pro bar que en su pensamiento
teologico mantiene el sentido de profesion de fe que se venia arras-
trando desde los Santos Padres. En primer lugar, hay que tener en
cuenta que para Santo Tomas, siguiendo a San Agustin , el sacramen-
to tiene una significacion sagrada 40. Ya desde aqui cabria deducir
que la Ilamada forma sacramental es una realidad teologica vincula-
da a la fe y mediante esta vinculacion ordenada a causar el efecto del
sacramento. Pero hay un texto en el que Santo Tomas expone de
manera explicita su vinculacion con San Agustin a la hora de preci-
sar el alcance de la forma sacramental como profesion de fe . En un
contexte un tanto casuistico, y respondiendo a cierta posible obje-
cion deducida de una proposicion de Aristoteles, Santo Tomas recu-
rre literalmente a San Agustin para precisar qU~!3J9Ll'!l_,!. s3f!.<!l!l~n­
tal tiene valor no desde la materialidad de sus palabras, sino desde el
coi1tenio6 de su fe, es decif, desde el sentido que la fe otorgaaTas
palabras 4 1. Y si se tiene en cuenta que para S,!nto Tomas, precisa-
mente como filosofo aristotelico, la forma es 10 que- da el ser a la

J8 SAN ILDEFONSO, De cognilione baplismi; el capitulo e X11 Jl eva par titulo: «Quod
in nomine Trinitatis detur bapti smunm , en PL 96, col. 158.
39 Sabre este punta vease STENZ EL, A., Die Tauje. Eine genelische Erklerung del'
Taufliturgie (Innsbruck 19 58), p.111 Y siguiente: « Die Taufformel ».
40 Suma Teol6gica, III , q. 60, a. I, sed contra.
41 Suma Teol6gica, III , q. 60 , a. 7. ad 1m. : «Non secundum ex teriorem sonum
voc is, sed qui a creditur. id est. secundum sensum verbo rum , qui fid e tenetUf» .
C. 7. Relacion entre palabra y sacramento 263

cosa real, habra que concluir que la fe e~ue_ otQrgaJa consisten-


cia es;le_sil!l a lar~alidad de los sacramentos.
Tras este analisis que hemos llevado a cabo sobre el concepto
«forma sacramental» nos es licito concluir que toda celebracion
eclesial de los sacramentos esta basada en la intima relacion de la
palabra con el signo, y que aquello que Ie otorga entidad y eficacia
al sacramento es la palabra de Dios creida y profesada en la forma
sacramental. Un breve repaso sobre las formas liturgicas de los di-
versos sacramentos asi 10 confirma, pues tan aceptacion de la pala-
bra de Dios y profesion de fe son las palabras de la consagracion en
la eucaristia, como la forma absolutoria en el sacramento de la peni-
tencia y, en general, la forma sacramental de los restantes sacramen-
tos.
Si nunca debio hablarse de una separacion entre la palabra y el
sacramento, dada la actual sensibilidad teologica ya no cabe de nin-
guna manera establecer un planteamiento ordenado a justificar la
disyuntiva de palabra 0 sacramento. Hemos visto como ha habido
que recurrir a la palabra de Dios incluso para fundamentar el mo-
mento institucional de los sacramentos, y que la palabra continua
presente en cada celebracion sacramental por la virtualidad que con-
cede al signa desde la profesion de la fe a traves de la forma sacra-
mental. Como ha dicho el Concilio Vaticano II con tanta precision
como clarividencia, la revelacion del misterio de Dios se hace por
gestos y por palabras entre si conexos 42. Y esta conexion reconocida
por el Concilio tiene un fundamento divino, pues Jesucristo envio a
sus discipulos a predicar y a bautizar, a anunciar el unico mensaje
salvi fico mediante el signa de las palabras y de los gestos.

EI acto de fe, eclesial y personal,


en la recepcion del sacramento

El comportamiento sacramental de la Iglesia, 10 hem os dicho ya


y ahora tenemos que repetirio, equivale a un acto simultaneo de fe y
de obediencia en la palabra de Jesucristo, que ha instituido los sacra-
mentos. Y desde este comportamiento de aceptacion y fidelidad , el
sacramento es el medio por el que la gracia de Dios llega a cada uno
de los mortales, y obra en su persona el constante proceso de conver-
sion que Ie lleva no solo a nombrarse, sino a ser hijo de Dios 43 .
A simple vista, se alcanza a ver que en los sacramentos hay dos
aspectos nitidamente diferenciables: el eclesial y el personal. Preci-

42 DV 2: «Fit gestis verbisque intrinsece inter se connexis».


43 1 In 3, 1.
264 P.lI. Los sacramentos en fa econom[a safv([tca

sar a partir de la palabra creida en que consiste cada uno de ellos, y


determinar en que se relacionan sin perder su identidad, es el come-
tido a lIevar a cabo en este apartado. Rahner ha hablado del giro
copemicano que ha de tomar el planteamiento teologico al reflexio-
nar sobre la disposicion del sujeto que recibe los sacramentos, y pro-
pone que de una comprension individualista y aislada del sujeto se
ha de pasar a otra corporativa y «mundana» 44. Sin entrar en con-
frontacion con este modo de formular la disposicion que ha de
acompafiar al sujeto que recibe los sacramentos, intentaremos poner
c1aramente de manifiesto la relacion que debe existir entre 10 ecle-
sial-comunitario y 10 individual-personal en todo comportamiento
sacramental, en el que siempre se establece una necesaria relacion
entre la fe en la palabra aceptada y el signa sacramental.
Segun ensefia el Concilio Vaticano fI, los sacramentos constitu-
yen uno de los medios por los que la Iglesia, como comunidad sacer-
dotal, lIegaa realizar en plenitud su can'tcter sagrado 45. Quien atien-
de al enunciado de este texto conciliar, y al amplio desarrollo del
mismo que Ie acompafia, lIega a la conviccion de que todo el se esta
refiriendo al efecto de los sacramentos y que esta afirmando de la
Iglesia que lIega a alcanzar su madurez entitativa por medio de los
sacramentos. Asi se desprende del anal isis que el Vaticano " hace
del efecto eclesial de cada uno de los sacramentos. Un breve repaso
nos permitira comprobarlo. Del bautismo dice que incorpora a la
Iglesia; de la confirmacion, que perfecciona esta incorporacion; de la
eucaristia, que otorga la incorporacion plena a la Iglesia; de la peni-
tencia, que reconcilia con Dios y con la Iglesia; de la uncion de los
enfermos, que contribuye al bien del Pueblo de Dios; del orden, que
constituye a determinados cristianos en pastores del pueblo de Dios,
y del matrimonio, que por la patemidad hace de los esposos genera-
dores de nuevos miembros de la Iglesia. Como se ve, el Concilio ha
contemplado a cada uno de los sacramentos desde su propia dimen-
sion ecJesial, pues ha considerado los sacramentos como medios a
traves de cuyo efecto la Iglesia se desarrolla y se perfecciona. Sien~
do esta consideracion eclesial de los sacramentos sumamente impor-
tante , hemos de confesar que no es ella la que en este momenta nos
interesa, pues describe el efecto eclesial de los sacramentos, pero
nada dice de que sean ellos mismos acciones eclesiales.
Importa pues buscarelnlotivo en el que apoyarse para compren-
der la ultima razon del comportamlento sacramental de la Iglesia, es
decir, porque vive sacramentalf!1ente. Y esta razon no es oiraque la

44 RAH NER, K., «Rifl essioni sopra la celebraz ione personal e dell ' cvento sacramen-
tale», en Nuovi saggi, Y, p.S09-SI O.
45 LG II.
C. 7. Re/acion entre pa/abra y sacramento 265

obediencia y la fidelidad a la palabra de Dios. La Igl esia, como Es-


po sa fiel y amantisima, celebra en un comportamiento de fidelidad
aquellos preceptos que reconoce como recibidos de su Senor 46. Des-
de aqui , como ya hemos dicho en otras ocasiones, podria deducirse
el comportamiento sacramental de la Iglesia. Pero todavia no es ella
la razon ultima por la que la Iglesia procede sacramental mente. EI
motivo primordial del comportamiento sacramental de la Iglesia es
pDr ser ella misma el Cuerpo de Jesucristo. Como Cuerpo de C(istG
ejerce aquellas acciones determinadas por Cristo en orden a la santi-
ficacion del hombre 47. Y por ella bautiza y administra.vi.G~riamente
todos los sacramentos como acciones de Cri;;-fO-. -las acc iones sacra-
mentales son siempre acciones de Cristo, pues tan solo el , por ser-el
unico -sacramento, como dice San Agustin 48 , puede conferirlos a los
hombres. Pero las acciones de Cristo-sacramento llegan al hombre
por la mediacion de la Iglesia, que en la visibilidad de su cuerpo ha
quedado constituida desde sli institucion divina en pervivencia histo-
rica de la sacramentalidad cristiana. Por ello, a partir de su misma
razon de ser signo sacramental, la Iglesia con su comportamiento
creyente ante la palabra de Dios celebra los sacramentos. Los sacra-
mentos, pues, son ciertamente acciones de Cristo, pero acciones de
Cristo que Ie llegan al hombre en la Iglesia y por la fe obediente de
llilglesia. La medi ac ion sacramental de la Iglesia es la que Ie perm i-
te al hombre recibir la gracia que fluye del sacramento por antono-
masia que es Jesucri sto. "
- P-ara comprender el comportamiento sacramental de la Iglesia se
ha de tener en cuenta que esta configurada, desde una doble dimen-
sion: la que hace referencia directa a Cristo y la que se orienta pre-
ferencialmente al hombre. De cara a Jesucristo , la Iglesia es la espo-
sa que vive en atenta escucha de la palabra de Dios en un comporta-
miento de fidelidad . Es la perfecta creyente que pone en ejecucion la
palabra de Dios. De cara a los hombres , el quehacer de la Iglesia se
concreta en su di sponibilidad vicaria, es dec ir, en ejercer un menes-
ter de mediacion en favor del hombre, realizando, no en nombre
propio, sino en el de Jesucristo, cuanto hace por los hombres. En
resumen, y para concretar, hemos de afirmar que el comportamiento
sacramental de la Iglesia parte de su fidelidad a la palabra de Dios
en la que cree. Por ello, las insinuaciones sacramentales que halla en
el Nuevo Testamento, y que movida por el impulso vivificante del

46 SC 6.
47 LG 7.
48 SAN AGUSTiN: «Non est en im aliud Dei mysterium, ni si Chri stus» (Ep. 187, PL
33, 845). He aqui un tex to en el que San Ag ustin escribe «mysterium» predicado de
lesucri sto como sinonimo de sacramento, e n cuanto signa vis ibl e de la realidad invi si-
ble que es Dios.
266 P.I!. Los sacramento.s· enla economia salvijica

Espiritu Santo reconoce como mandatos institucionales de los sacra-


mentos, Ie impelen a administrar los sacramentos, y los administra
como recibidosen la palabra de Dios y prestando un servicio de
mediacion al hombre. Se puede decir que la palabra creida por la
Iglesia es el movil impulsor de su mediacion sacramental.
A partir de aqu i y puesto que las acciones sacramentales son en
si mismas eclesiales, se ha de sostener que son siempre de canicter
publico y, en consecuencia, comunitario. Y por ello, en ultima ins-
tancia, hay que admitir que es la comunidad eclesial la que siempre
y de forma exclusiva celebra los sacramentos. Ahora bien, como
quiera que la comunidad, segun ensefia e l Vaticano 11 , esta estructu-
rada sobre un esquema organico y jerarquico 49, en la administracion
de los sacramentos cada uno de los miembros de la comunidad ha de
tener su cometido propio, sin que nadie pueda desplazar ni sustituir
al otro. EI obispo como obispo, y por ell o como cabeza liturgica de
la Iglesi a particular; el presbiterio en union sacramental con el obis-
po, y los laicos como miembros integrados en e l Cuerpo eclesial de
Cristo por la fe y el bautismo, todos, y cada uno a su propio modo,
tienen un lugar adecuado en la realizacion de los sacramentos. Seria
un error craso pensar que la unica competencia sacramental que tie-
nen los laicos es la pasiva de recibir los sacramentos. La presencia
activa de los laicos en todos los sacramentos es una antigua aprecia-
cion patristica que ha sido retomada en consideracion por el Vatica-
no II.
Aunque sea de forma sintetica, y con el fin de que quede clara la
nocion comunitaria de la administracion sacramental, es conveniente
que recordemos algunos aspectos por los que se ha de reconocer la
necesaria presencia eclesial de los laicos en la adm ini stracion sacra-
mental. En el bautismo ha quedado ya patente, desde el momento en
que en la patristica se administraba con la triple interrogacion sobre
el misterio trinitario. Interrogacion que pervive en el presente ritual ,
aunque desplazada inmediatamente antes de la ablucion con la actual
forma sacramental. En la confirmacion, al confirmando han de
acompafiarlo los padrinos, quienes en representacion de la comuni-
dad presentan y salen garantes de quien llega a incorporarse mas
plenamente a la Iglesia. Este papel representativo de la comunidad
tiene eclesiologicamente hablando un gran valor de signo 50 . En cada
celebracion eucaristica se hall a presente toda la comunidad eclesial,
ya que quien responde al mandato de lesucristo es la Iglesia como

49 LG I I: «orga ni ce exstructa».
50 Demostrari a poca sensibilid ad eclesiol6gica quien ante este argum ento se parase
a pensar si la no presenc ia de los padrinos afecta a la li citud 0 a la valid ez de la
admini straci6 n.
C. 7. Re/acion entre pa/ahra y sacramento 267

tal y no un individuo en particular 51. Sobre la penitencia y el matri-


monio no vale la pena esforzarse, ya que son los seglares quienes
aportan desde si mismos la cuasi-materia y la materia de estos sacra-
mentos. En la unci6n de los enfermos es la condici6n de enfermo,
arraigada en el fisico doliente de una persona, la que capacita a la
persona como sujeto de este sacramento. Y, por ultimo, en la admi-
nistraci6n del sacramento del orden los laicos juegan un papel muy
singular. La presencia de los laicos, sobre todo en la ordenaci6n de
presbiteros, significa que e l pueblo presenta a uno de los suyos para
que sea ordenado, y cuando la ordenaci6n ha terminado y los presen-
tes saludan al recien ordenado besandole las manos dan un claro
testimonio de que ya no es uno de ellos, sino uno para ellos. Los
seglares que han presentado al ordenando, ahora ya ordenado, 10 re-
ciben como ministro. El saluda que el pueblo Ie dirige, a pesar de la
algarabia que suele provocar en el templo, que a simple vista puede
parecer poco respetuosa, equivale a una recepci6n, otorgandole a es-
ta palabra todo su sentido eclesiol6gico. Queda pues patente el al-
cance activo y eclesial que tienen los laicos en la administraci6n de
los sacramentos.
Planteada la consideraci6n de la sacramentalidad a partir de la
comunidad como Cuerpo de Cristo, comienza a vislumbrarse el sin-
senti do que supone contemplar a los sacramentos, en cualquiera de
sus aspectos, pero sobre todo en el de su realizaci6n como acto ecle-
sial, desde una vertiente individualista y aislada. Este es el que Rah-
ner denomina viejo modelo y ante el cual se pregunta: (,que siente un
cat6lico corriente en la normal recepci6n de un sacramento? 52 La
descripci6n que en fonna de respuesta ofrece Rahner viene a decir
que en el sacramento 10 que el cristiano halla es la posibilidad de un
encuentro aislado con Dios, es decir, la probabilidad de un encuentro
en el que entran en juego las circunstancias de la vida personal, pero
tomadas en cuenta tan s6lo como la condici6n en la que ha de desa-
rrollarse moral mente la propia existencia. Es cierto que esta manera
de comprender la finalidad del sacramento deja mucho que desear,
entre otras razones por haber olvidado el sentido comunitario de la
naturaleza de los sacramentos en cuanto son acciones de la Iglesia

51 Tengo para mi, y la ofrezco como opini6n muy particular, que, puesto que la
celebraci6n eucaristica es el acto eclesial por excelencia, en su celebraci6n tiene que
estar presente toda la comunidad y, por ello, tambien el obispo. De ahi, concluyo en mi
apreciaci6n, que toda misa celebrada por un presbitero diocesano equivale a un a
concelebraci6n con su propio obispo. Sobre este particular puede verse AR NA U-GARCi A,
R., «Iglesia particular y comuni6n eclesial», en EI ministerio en la Iglesia (Valencia,
1991), p.1 96-198.
52 R A HNER, K. , « II vecchio modello: il sacramento come incontro isolato con Dio» ,
en Nuovi saggi, V, p.51 O.
268 P.l1. Los saeramentos en la economia salvi/lea

que revierten en el perfeccionamiento de la misma Iglesia que los


celebra. Pero hay que preguntarse, 1.Ia salvacion 0 la condenacion no
acaban siendo un hecho rabiosamente personal? Si esto es asi , (,pue-
de el hombre olvidarse de su dimension individual en el momenta de
acercarse a los sacramentos? Esta pregunta que, sin duda alguna,
contiene una gran dosis de verdad, ha de ser analizada para poder
reconducirla a su genuino planteamiento y buscar su correcta solu-
cion.
Antes de ofrecer una definitiva respuesta a la cuestion planteada,
interesa advertir que, a la hora de enjuiciar la disposicion con que
hay que acercarse a los sacramentos, se ha de evitar tanto el indivi-
dualismo aislante como el colectivismo que masifica. Ha quedado
puesto en tela de juicio el proceder de quien a la hora de recibir un
sacramento, pensemos por ejemplo en el de la eucaristia, se compor-
ta con miras meramente individualistas; pero tan rechazable como
este comportamiento seria el de quien procediese con miras colecti-
vistas. Como advertencia ineludible hay que proponer que en la vida
sacramental no vale ni el individualismo ni el colectivismo. EI unico
proceder correcto es el comunitario. Y esto porque la comunidad no
solamente no destruye a la persona, sino que la realiza. Quien atien-
de a los mas modemos planteamientos cristianos sobre la persona,
pensemos en autores como Mounier 0 Guardini, se percata que la
concepcion que ofrecen sobre la persona se basa en la relacion. Es
en el dialogo abierto frente al otro como cad a uno se encuentra a si
mismo y se realiza personal mente. Con 10 que se establece una no-
table distincion entre individuo y persona, pues mientras el indivi-
duo gira sobre el propio yo, el propio «ego», y de ahi el egoismo, la
persona se realiza en la apertura am oro sa frente al otro. De ahi que
mientras la caridad, apertura y donacion mutua, es el maximo man-
damiento de la ley cristiana, el egoismo, subordinacion del otro al
propio yo, es el pecado anti cristiano por antonomasia. Centrada ya la
persona en el marco de la relacion desde la fe y el amor, compren-
demos que la comunidad de los creyentes, la realiza en vez de des-
truirla, pues Ie ofrece la constante posibilidad del amoroso dialogo
ininterrumpido desde la fe . Yen esta forma de fe dialogante es como
se vive el cristianismo y, por ende, la sacramentalidad.
EI cristiano, al acercarse a los sacramentos, ha de hacerlo desde
la propia fe, es decir, desde la propia aceptacion de la palabra de
Dios. Tan solo porque cree en la palabra de Dios y la acepta, se
acerca la persona a los sacramentos. Por ello su disposicion inmedia-
ta ha de ser el acto de fe personal en la palabra fundamentante y
oferente de los sacramentos. En ella encuentra el porque justificativo
de su personal proceder sacramental y la esperanzadora promesa de
una vida divina colmada por la gracia de Dios y abierta a la esperan-
C. 7. Relacion entre palabra y sacramento 269

za del futuro escatol6gico. El don salvi fico que Ie ofrece la palabra,


el cristiano 10 encuentra cumplido en la recepci6n de los sacramen-
tos; de ahi que su disposici6n primera, a la hora de acercarse a reci-
birlos, ha de ser la fe en la palabra de Dios, que fundamenta y des-
cribe la realidad sacramental.
Pero la fe del cristiano es siempre una fe eclesial, pues en la
Iglesia ha recibido la palabra de Dios y en la Iglesia la profesa. Pen-
sar en un acto de fe extraeclesial no es posible. Seria algo asi como
intentar describir la realidad de una persona desencajada de su mar-
co hi st6rico, 10 cual equ ivaldria a que se hubiese lanzado en doble
saito mortal al vacio de la nada. Porque aquello que no existe abri-
gado por la propia historia, no tiene existencia real. Y el marco his-
t6rico para el cristiano, aquello que delimita su total existencia, y, en
consecuencia, aquello que Ie ofrece la posibilidad de ser persona
cristiana, es la realidad eclesial que Ie acompafia y Ie configura en
cualquier momenta y donde quiera que se halle instal ado dentro del
mundo. Por ello, el acto de fe que el cristiano ha de hacer ante la
palabra de Dios y ante los sacramentos es simultaneamente personal
y eclesial. Personal , porque parte responsablemente del propio yo y,
al mismo tiempo, eclesial, porque el yo del cristiano que 10 formula
tiene consistencia en la Iglesia, es decir, en el seno de la comunidad
cristiana que Ie proyecta a un constante dialogo con el otro. Por ello,
el creo singular pronunciado por un cristiano es, al mismo tiempo, el
creemos plural proclamado por la comunidad. En consecuencia de 10
cual, la fe que cada cristiano profesa ante los sacramentos es a la vez
personal y eclesial.

II. LA INTEGRAC ION DE LA PALABRA EN LA CELEBRACION


LlTURGI CA

Dimension sacramental del anuncio de la palabra

La doctrina sobre la palabra de Dios expuesta en el Concilio


Vaticano II no s610 Ie ha devuelto la prestancia desde un punto de
vista te6rico, sino que practicamente la ha revalorizado de tal for-
ma que ocupa por derecho propio un lugar en todas las celebra-
ciones liturg icas . Hoy dia ya no es imag inable un acto de culto
sacramental sin qu e la palabra de Dios sea honrada y distinguida
de manera tan patente que ocupe un lugar destacado en el conjun-
to del rito liturgico.
La doctrina promulgada por el Concilio ha sido muy precisa a
este respecto. Partiendo del hecho ejemplar de mostrarse a si mi smo
ante la Iglesi a y ante el mundo como una asamb lea que escucha la
270 P.II. Los sacramentos en fa ecol1omia salvijica

palabra de Dios y la proclama con valentia 53, ha sentado como prin-


cipio que por medio de la palabra proclamada por la Iglesia en la
celebracion liturgica es Dios mismo quien obra 54 sobre los fieles. Y
desde aqui ha precisado los conceptos, y ha sentado como principio
que el anuncio de la palabra de Dios tiene lugar en la misma lectura
de los textos biblicos, y que la homilia consiste en una glosa prope-
deutica de la palabra proclamada. En el texto sagrado, a tenor de la
doctrina conciliar, se contiene la palabra de Dios, y por su anuncio,
es decir, por su proclamacion, se incorpora a la celebracion liturgica
de la asamblea del Pueblo de Dios.
Quiza la formulacion mas exacta del Concilio sobre la palabra de
Dios en la celebracion liturgica es aquella que propone, al tiempo
que recuerda los comportamientos antiguos, que «la Iglesia siempre
ha venerado la Sagrada Escritura, como 10 ha hecho con el Cuerpo
de Cristo, pues, sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de
tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la
palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo» 55. Sin confundir, ni mucho
menos identificar, la presencia substancial de Jesucristo en la Euca-
ristia con su real presencia operativa en la Sagrada Escritura, el Con-
cilio no ha tenido inconveniente en establecer un parangon entre la
Escritura y el Cuerpo de Cristo, relacion que por otra parte resulta tra-
dicional en el pensamiento cristiano, a partir del capitulo sexto de San
Juan, que afirma de Cristo que se hace presente en la comunidad por
medio de la proclamacion de su palabra y por la comida de su Cuerpo.
La idea que establece la relacion entre la Escritura y la Eucaristia
hay que considerarla como totalmente integrada en el pensamiento
de la asamblea conciliar, pues la repite en varios de sus documentos.
Asi 10 hace en el decreto sobre la vida religiosa, cuando estimula a
los que han hecho profesion de los consejos evangelicos para que,
alimentados en la mesa de la ley divina y del sagrado altar, amen
como hermanos en Cristo a los restantes miembros de la comunidad
y respeten a los superiores como padres 56 . Y en el decreto sobre la
vida de los presbiteros, al referirse a los medios de vida espiritual
puestos a su alcance, subraya aquellos en los que se alimentan con la
palabra de Dios en la doble mesa de la Sagrada Escritura y de la
Eucaristia 57. Pero donde el Concilio ha expuesto con mayor aten-
cion esta doctrina ha sido en el decreto sobre la sagrada liturgia.
Yeamoslo.
53 DV I.
54 SC 7: «Esta presente en su palabra, pues es EI mismo el que habla cuando se lee
en la Iglesia la Sagrada Escritura».
55 DV 21.
56 PC 6.
57 PO 18.
C. 7. Relacion entre pa/abra y sacramento 271

EI principio primero, que el Vaticano " propone como doctrina


fundamental , sostiene que C risto esta presente en la proclamaci6n
del texto biblico, pu es ensena que a traves de l mi smo es Dios quien
habla a su pueb lo y Cristo quien sigue anunciando su evangelio 58. Y
de aqui concluye, en 16gica deducci6n, que la proclamac i6n de la
palabra de Dios tiene un caracter didactico y pastoral. Asi 10 pone de
manifiesto cuando reconoce que «aunque la sagrada liturgia es, prin-
cipalmente, culto a la Divina Majestad , contiene tambien una gran
instrucci6n para el pueblo fiel» 59. Instrucci6n que, en ultimo termi-
no, imparte e l mismo Cristo cuando habl a a traves de la Sagrada
Escritura. Por ello, porque la liturg ia esta al servicio de una inte n-
ci6n didactica en funci6n de la fe , e l Concilio dict6 como nonna que,
a fin de que la mesa de la palabra de Dios se prepare con abundancia
para los fiele s, se abran con mayor amplitud los tesoros biblicos, de
modo que, en un espacio determinado de anos, sean leidas al pueblo
las partes mas importantes de la Sagrada Escritura 60.
Esta norma del Concilio es asumida por Pablo VI cuando, en su
constituci6n apost6lica Missale Romanum, determin a de mane ra
concisa el modo c6mo ha de aplicarse. Y para justificar la normativa
ritual que debe regir la tectura de los textos sagrados en la liturgia,
el Papa afirma que <<todo esto ha sido ordenado de tal manera que
estimul e cada vez mas en los fiele s el hambre de la palabra de Dios,
y, baj o la acci6n del Espiritu Santo, impul se aI pu eblo de la nueva
Alianza hacia la unidad de la Igles ia». Quien tiene presente las di s-
posici ones de la Iglesia ha de concluir que la pal abra de Dios no es
una m era preparaci6n para e l sacramento, sino que e lla mi sma tiene
como finalid ad, coordinada con los sacramentos, edificar e l Pueb lo
de Dios 6 1.
Si se toma la celebraci6n eucaristica como el paradi gma de cual-
quier otra acci6n liturgica, de e lla se ha de deducir que a la procl a-
maci 6n de la palabra Ie corresponde un lugar propio dentro del su-
premo acto liturgico con el que se tributa culto aDios y se ed ifi ca su
pueblo 62. De hecho, e l Misal Rom ano , recapitulando la doctrina
propuesta por e l Vaticano II , establece como norm a que las lecturas
de la Sagrada Escritu ra, con los cantos que se interca lan, constituyen
la parte principal de la liturg ia de la palabra, y prec isa que por medio

58 SC 33. Sobre la presencia de Cristo en la palabra proc lamada vease LOPEZ


MARTiN, J. , En el Espiritu y la verdad. Introduccion a la liturgia (Sa lamanca 1987),
p.138-140; MARSILI , S., «Cri sto si fa presente nella sua Paro la» , en RL 70 ( 1983),
67 1-690"
59 SC 33.
60 SC 5 1.
61 TRI Act"A, A. M. , «Biblia y Liturgia», en NDL, 4 15-416.
62 JUNGMANN , J. A., Sacn flcia de la misa (Madrid 1963), p.435-544.
272 P.II. Los sacramelltos en la economia salvi/lea

de estas leeturas Dios habla a su pueblo, Ie deseubre el misterio de


la redeneion y salvaeion, y Ie ofreee un alimento espiritual; y que
Cristo, por medio de su palabra, se haee presente entre los fieles 63 .
EI mismo esquema que ineorpora la palabra en la celebracion
eucaristica se repite en los restantes sacramentos. En la disposicion
ritual de todos los que se administran dentro de la celebracion euca-
ristica, la proclamacion de la palabra viene exigida desde la misma
estructura de la misa. En los restantes , y en este apartado quedan la
uncion de los enfemlos y la penitcncia, la lectura biblica ocupa un
lugar propio y destacado. Para comprobarlo bastani con observar el
nuevo ritual del sacramento de la penitencia. Y entre las tres formas
posibles de administrar este sacramento habremos de fijamos en la
primera, en la que se administra la confesion de los pecados y la
absolucion de forma individual. Por tratarse del modo que a simple
vista parece menos comunitario, podria pensarse que en el no debe
tener cabida la proclamacion de la palabra de Dios. Lo cual no es
cierto, pues la Iglesia ha dispuesto que antes de la inmediata con fe-
sion de los pecados, bien sea el confesor 0 el mismo penitente lea un
texto de la Sagrada Escritura. La finalidad de esta lectura viene pre-
cisada con toda claridad en la letra del mismo ritual cuando dice que
por la palabra de Dios los fieles son iluminados para reconocer sus
pecados, son lIamados a la conversion y estimulados a la misericor-
dia divina 64 Con esta norma ritual , la disposicion del penitente, su
aportacion al sacramento de la penitencia mediante aquellos actos
que en terminologia tecnica sacramental son denominados la cuasi
materia, queda intimamente vinculada a la fiel escucha de la palabra
de Dios. Por ello, su anuncio, que ha de ocupar un lugar propio en
toda accion sacramental, tiene tambien cabida en la confesion indi-
vidual, porque desde el anuncio verbal del plan salvi fico, cada per-
sona es Ilamada a la conversion, que habra de culminar en la reeep-
cion de la absolucion con la que el penitente queda reconciliado con
Dios y con la Iglesia.
La palabra de Dios, desde el momenta en que es el anuncio del
misterio salvi fico , hace presente ante el hombre el designio de salva-
cion deeretado por Dios y realizado por medio de su Hijo, y se 10
ofrece en un gesto de gratuidad a la espera de que 10 ace pte en una
respuesta de fidelidad. EI hombre, al aceptar desdc la fe dentro de la
celebracion liturgica el contenido de la palabra de Dios, se pone en
trance de salvacion. EI Concilio con su doctrina de los dos mesas ha
puesto de relieve la unidad de la palabra y el sacramento como prin-
cipio de salvacion para el hombre.

'" Ordenilcion general del misal rOlllano. 11.33.


6' Ordo Paenilentiae. Praenotandil. 11.1 7.
C. 7. Relacion entre palabra y sacramento 273

Una de las observaciones mas agudas, entre las propuestas por


los te61ogos actuales sobre la relaci6n entre la Sagrada Escritura y la
liturgia, es la formulada por Chauvet cuando dice que la proclama-
ci6n liturgica de la Escritura es la epifania simb6lica, el descubri-
miento sacramental, de sus constitutivos intemos. E intrepretandose
a si mismo desde la linea del pensamiento de Heidegger, concluye
que la Biblia despliega su esencia en la proclamaci6n liturgica que
de ella se hace 65. Una vez mas tenemos que repetir nuestra propia
formulaci6n y afirmar que los sacramentos, y con ellos la liturgia, se
fundamentan en la palabra y que en los sacramentos se realiza la
palabra. Porque la celebraci6n Iiturgica acaba siendo la manifesta-
ci6n viva, y a su vez generadora de vida, del contenido de la palabra.
Quien tiene presente esta intima relaci6n entre palabra y sacramento
se percata de que el saber cristiano sobre Dios no se agota en una
mera idea, y que la frialdad del racionalismo no tiene cabida entre
las estructuras del cristianismo, que cree y, al creer, proclama viven-
cialmente esta fe sapiencial dentro de una celebraci6n ten ida por el
Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

6; CH AUVET, L. M. , Simbolo y sacramento. Dimension constitutiva de 10 existencia


cristiano (Barcelona 1990), p.217.

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