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Transformación de la Ciudad de México (1940-70)

Este documento describe las "décadas doradas" de la Ciudad de México entre 1940 y 1970. Durante este período, la ciudad experimentó un rápido crecimiento económico y poblacional, con la construcción de rascacielos y avenidas modernas. Sin embargo, también se produjo una fuerte influencia estadounidense en la cultura, con la llegada del turismo, las cadenas comerciales y los medios de comunicación norteamericanos. Políticamente, los líderes revolucionarios fueron reemplazados por una élite urb

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Transformación de la Ciudad de México (1940-70)

Este documento describe las "décadas doradas" de la Ciudad de México entre 1940 y 1970. Durante este período, la ciudad experimentó un rápido crecimiento económico y poblacional, con la construcción de rascacielos y avenidas modernas. Sin embargo, también se produjo una fuerte influencia estadounidense en la cultura, con la llegada del turismo, las cadenas comerciales y los medios de comunicación norteamericanos. Políticamente, los líderes revolucionarios fueron reemplazados por una élite urb

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LASDECADASDORADAS

La transformación de la Ciudad de México durante los treinta años


posteriores a la presidencia de Cárdenas fue, a su manera, tan dramática co-
mo los cambios forjados por el Porfiriato a principios de siglo. Estas fueron
las décadas doradas (1940-70) cuando la capital mexicana disfrutaba de fa-
ma mundial como vibrante metrópolis moderna que lograba preservar
abundantes restos de su herencia colonial e india. El trabajo en las fábricas,
el comercio y los servicios absorbía hordas de emigrantes rurales que au-
mentaron la población de la Ciudad de México, de un millón y medio de ha-
bitantes en 1940 a ocho millones y medio en 1970. La prodigiosa expansión
de los arrabales urbanos llegaría a ser un fenómeno muy lamentado en años
P_0 steriores. Pero, mientras tanto, la ecléctica arquitectura de la ciudad sus-
citaba la admiración tanto de sus residentes como de los visitantes extranje-
ros. _Rascacielos de cristal y de acero se elevaban junto a 1~ avenida Juárez,
ª o_nllas del núcleo colonial, y junto al Paseo de la Reforma, el bulevar de
e~tilo parisién bordeado de árboles, jardines y estatuas heroicas. Las man-
siones porfirianas aún engalanaban las calles cercanas a estas arterias, y en
torno al Zócalo sobrevivía un legado español anterior de palacios e iglesias.
Muchos de los residentes más adinerados se retiraban a las barriadas
;~mirrústicas de las inmediaciones, al sur, donde las humaredas industriales
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os escapes del tráfico no habían envenenado aún los cristalinos cielos, ni
scurecido los volcanes coronados de nieve y las montañas purpúreas que

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circundaban al Valle de México. En comunidades como San Angei Mixcoac cbos con algodón. U nicamente las familias más atadas a la tradición seguían
y Coyoacán, era posible desahogar la nostalgia sin renunciar a las comodi- representando "posadas", aquellas procesiones navideñas que conmemora-
dades de la vida moderna. El asfalto se disolvía en calles de guijarros donde ban los nueve días de viaje de María y José desde Nazaret hasta Belén:
el clip-clop de las herraduras y el chirriar de los carros de los mercachifles Esta metamorfosis arquitectónica, económica y cultural de la Ciudad
eran tan familiares como el retumbar de las cubiertas de los automóviles. de México fue presagiada por un cambio memorable en el poder político.
Como hicieron durante siglos, artesanos y vendedores ambulantes, cada uno Los generales revolucionarios provincianos cedieron el gobierno a una elite
con su cantinela o su silbido característico, pregonaban sus mercancías de urbana de clase media. Acudiendo a la metrópoli en busca de títulos de abd-
casa en casa: tapetes de lana y sarapes con coloridos diseños indios tejidos· gacía que se conv_e rtían en su_s pas~p?rtes para llegar a la alta burocracia, es-
loros, pericos y exóticas aves canoras; tortas de miel, compotas y gelatinas'. ta nueva generaoón de políticos h1oeron de la ciudad su residencia perma-
mazorcas de maíz, socarradas a carbón y rociadas con queso; tajadas de su~ nente, el escenario de toda su carrera y el prisma que refractaba su visión
culenta jícama y rábano untado con jugo de limón, chile. En frondosas pla- del resto del país.
zas, a poca distancia de la mayoría de las residencias, se extendían los mer- Las consignas revolucionarias seguían exaltando los ideales de tierra
cados indios, que ofrecían una cornucopia de vegetales, frutas, flores para los desposeídos rurales, salarios dignos para el proletariado y una in-
tortillas calientes recién salidas de la parrilla, pollos vivos y huevos recié~ tervención decisiva del estado en los asuntos económicos. Pero esta retóri-
puestos. Paseándose frente a los puestos de venta, criadas y amas de casa ca ocultaba una creciente alianza entre políticos y empresarios con base en
fingían indiferencia al coro de súplicas y arengas rimadas. Tras un inevita- la Ciudad de México, quienes compartían la convicción de que se debía acu-
ble regateo por los precios y una rendición aparentemente dolorida de los mular riqueza antes de poder distribuirla. Y así, México inició una era de
vendedores, se guardaban lo comprado en bolsas de cáñámo teñido y las crecimiento desequilibrado. La urbanización explosiva, especialmente en la
clientas seguían su camino. Ciudad de México, contrastaba con el letargo del agro. Un consumismo de-
Sin embargo, estos vestigios de una vida tradicional más pausada es- senfrenado entre las clases más opulentas coexistía con la desatención social
taban siendo avasallados por la norteamericanizaci6 n. Suntuosos hoteles a la mayoría menoscabada. La corrupción engrasaba las ruedas del comer-
proveían a ejércitos de visitantes procedentes de los Estados Unidos, que cio y la industria, pero también desviaba beneficios potenciales para los po-
empezaron a llegar al sur en gran cantidad durante la Segunda Guerra Mun- bres. Las organizaciones campesinas y sindicales eran excluidas en realidad
dial, cuando Europa se volvió inaccesible. El comercio turístico surgió co-
de la decisión política y de los peldaños más altos de la actividad política.
mo la mayor industria mexicana, y fue la vanguardia de una invasión
Con todo, es cierto que la nación alcanzó un récord, envidiable en Lati-
económica y cultural norteamericana. Ciudad Satélite, situada en las afue-
noamérica, de prolongada expansión económica bajo un gobierno civil esta-
ras de la capital, al noroeste, creció hasta convertirse en un enorme subur-
ble con una fachada democrática.
bio de clase media, con casas idénticas cuyo modelo eran las comunidades
La personalidad política dominante de esta era, el hombre a quien se
posbélicas del sur de California y de Long Island. En toda la capit~ los me-
atribuyeron más su dinamismo y sus excesos, fue Miguel Alemán, presiden-
renderos donde se ofrecían hamburguesas, hot dogs y pizza competían con
te de México desde 1946 hasta 1952. Muchos historiadores tienden a retra-
los puestos de tacos. El público del béisbol rivalizaba con los de las corridas
tar a Cárdenas y Alemán como opuestos simétricos en el espectro ideológi-
de toros y los partidos de fútbol. Los supermercados tenían sus estantes lle-
co. Se identifica a Cárdenas con las aspiraciones de izquierda populistas de
nos de copos de cereales Kellog's, sopas Campbell, Coca-Cola, salsa de to-
los años posrevolucionarios : la distribución de riqueza en tierras y mejores .
mates Heinz y frijoles cocidos de Van Camp. En los letreros de neón brilla-
salarios; el establecimiento de la hegemonía del estado sobre los recursos
ba una nomenclatura de las grandes empresas norteamericanas: Ford,
naturales y las industrias básicas; el deseo de cortejar a los mexicanos más
General Motors, Chrysler, Zenith, General Electric. Los "blue-jeans" pa~a-
pobres; el intento de hacer que la sede de la autoridad política en la capital
ron a ser el uniforme de la generación más joven, ricos y pobres. En la ra~10 •
pareciese menos lejana y apartada para las provincias. Alemán, en cambio,
los éxitos del rock and roll competían con los corridos mexicanos. "Ozzte Y
es visto habitualmente como la fuerza motriz de tendencias más conservado-
Harriet", "Que lo haga Beaver", "Mannix", "Redada", "El llanero solitario" Y
ras: estímulo a la inversión privada, tanto nacional como extranjera; repre-
muchas otras series norteamericanas de televisión tenían partidarios leales.
s~ón de la combatividad sindical; un ímpetu decidido hacia la industri~liza-
Hollywood relegaba las películas mexicanas a las salas más decrépitas. Has-
ción; resurgimiento en la Ciudad de México de una sociedad cosmopolita de
ta la Navidad se norteamericanizó: en las grandes tiendas, los niños embele-
la capa superior, que no temía exhibir su riqueza.
sados se sentaban en las rodillaii de un Santa Claus de roja chaqueta Yblan-
Las fotografías han grabado muy hondo los contrastes entre estos dos
ca barba; en casa, se colgaban medias sobre la chimenea y se amontonaban hombres en la memoria de los mexicanos que vivieron durante ambas épo-
regalos bajo pinos festoneados con luces palpitantes y copos de nieve he- cas. Por cada instantánea de Cárdenas, desaliñado y robusto, que montado

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el gobierno de Obregón distribuía en las escuelas secundarias de todo el
en su caballo va por sendas de montaña hacia una olvidada aldea india, hay país. Pasó luego a la Escuela de Derecho de la Universidad Nacional, que
una imagen del esbelto Alemán, cuando, sin esfuerzo, golpea una pelota de en la década de 1920 aparecía como un vivero de futuros políticos.
golf ante una galería de admiradores acaudala~os. Muchos profesores de Miguel Alemán eran políticos de alto nivel,
He aquí a Cárdenas rodeado de campesinos que, calzando sandalias que enseñaban en la universidad sin dedicación completa. Estos solían ob-
y ataviados con blusa y pantalones de algodón basto, le_ agr_adecen sus títu- tener cargos para sus estudiantes preferidos después de diplomarse, y los in-
los de propiedad agraria; un ceñudo ~árd~nas anunciando a un ruidoso corporaban a sus facciones políticas. Los políticos neófitos, que se elevaban
gentío, congregado bajo su balcón presidencial, que acaba ?e expropiar las en la burocracia, se rodeaban de ex condiscípulos ascendiéndoles y esperan-
compañías petrolíferas norteamericanas; un Cárdenas paciente, que escu- do a cambio su apoyo.
cha a una delegación de obreros fabriles en su despacho. Los amigos que hizo Alemán en la Escuela de Derecho resultaron de-
Si bien Alemán documentaba a menudo sus reuniones con los po- cisivos tan pronto como se diplomó. En 1928, su padre, en Veracruz, parti-
bres rurales y urbanos, sus archivos gráficos incluyen también viñetas que cipó en una rebelión armada de menor importancia contra el gobierno de
habrían sido inconcebibles para un jefe de estado mexicano tan sólo una Calles, y se suicidó antes que rendirse a las tropas federales. Sólo la interce-
década antes: Alemán sonriente, flanqueado por mujeres de la sociedad
sión de los profesores de Miguel Alemán en la universidad -algunos de ellos
con estolas de visón en el Palacio de Bellas Artes; Alemán orgulloso, re-
burócratas de alta jerarquía en el gobierno de Calles- evitó que fuese inclui-
cibiendo al primer presidente de los Estados Unidos (Harry Trumao),
do en la lista negra de quienes no podían ocupar cargos estatales. Luego
que pisó la Ciudad de México; Alemán jocoso, inaugurando un hotel de
Alemán borró toda duda acerca de su lealtad en 1933, cuando aceptó diri-
lujo en Acapulco. gir un club político pro Calles en Veracruz, donde su difunto padre era ve-
Tanto como la ideología, lo que separaba a estos dos hombres eran
los caminos tan diferentes que habían recorrido hasta la presidencia. Cárde- nerado todavía.
nas, como Obregón y Calles antes que él, era un miembro de la vieja guar- El joven Alemán evidenció una habilidad increíble -que caracterizó
dia revolucionaria. Sus hazañas en el campo de batalla le catapultaron a la su vida entera- para fomentar sus intereses políticos y financieros si-
actividad política. Alemán, el primer presidente que no había participado multáneamente. Aceptó una serie de cargos gubernamentales en agricultu-
en la Revolttción, estableció una tradición de hegemonía política. Creó un ra, justicia y asuntos laborales, mientras mantenía el ejercicio privado de la
modelo para el éxito en la política, que todavía es seguido por los aspiran- abogacía y administraba las inversiones comerciales heredadas de su padre
en Veracruz. También demostró talento para nadar con las corrientes
tes a los niveles superiores de gobierno.
Miguel Alemán nació en 1903 en el pueblecito veracruceño de Sayu- ideológicas predominantes y hacerse indispensable para otros políticos de
la. Su padre, que era tendero, se sumó al levantamiento de Madero contra más antigüedad.
Porfirio Díaz, más tarde combatió contra Victoriano Huerta y fmalmente al- Alemán llamó la atención del presidente Cárdenas al obtener indem-
canzó el rango de general de brigada. El nuevo gobierno revolucionario le nización para trabajadores mineros e industriales en muchos casos jurídi-
premió con préstamos y oportunidades comerciales que le permitieron con- cos. Con el apoyo de Cárdenas llegó a senador, luego a gobernador de Ve-
vertirse en un financiero de considerable importancia en Veracruz, Y fue racruz en 1936, después de ser asesinado el que desempeñaba tal cargo.
electo al Parlamento. Como muchos otros oficiales que habían alcanzado Pese a su posterior fama de ser uno de los dirigentes políticos más conser-
. por lo menos categoría de clase media, el padre no consideraba las fuerzas vadores del México posrevolucionario, Miguel Alemán fue conocido como
armadas como una carrera honorable para su hijo. Los coroneles y genera- gobernador liberal. Reservó la mitad del presupuesto del estado para la
les revolucionarios no eran herederos de una tradición pretoriana. Al con- educación pública, estimuló la reforma agraria y aumentó los salarios obre-
trario, ellos habían destruido las fuerzas armadas regulares del Porfiriato Y ros. En 1938, respaldó a Cárdenas cuando decidió expropiar las compañías
habían forjado un ejército nuevo a partir de una abigarrada variedad de gru- petrolíferas en Veracruz, y organizó una reunión nacional de gobernadores
pos rebeldes. Ya concluida la lucha, muchos de ellos renunciaron a sus car- en apoyo de tal medida. Se hizo estimar más todavía por Cárdenas unos me-
gos mil_i_tares para dedicarse a carreras políticas y comerciales. Esti~ul~ban ses. más tarde, cuando el presidente enfrentó la única insurrección militar
a sus htJOS para que se inscribieran en la Universidad Nacional cap1tahna Y sena de su mandato: un alzamiento del general Saturnino Cedillo en el es-
adoptaran profesiones liberales que los podían lanzar a la política. tado norteño de San Luis Potosí. De nuevo Alemán unió a los demás gober-
. Ya antes de finalizar la Revolución, el padre de Miguel Alemán le en- nadores tras Cárdenas, y ayudó a convencer a ciertos comandantes milita-
vió_~ la capi~al par_a que estu~iase en la Escuela Preparatoria Nacion~l, ::~ res, que vacilaban, para que permaneciesen leales al gobierno. Virtualmente
qu1s1to previo habitual para mgresar en la Universidad Nacional. El JO aband:>nado por sus colegas militares, Cedilla fue derrotado y muerto.
Alemán fundó Eureka, un periódico donde se ensalzaba la Revolución, que Gracias a su renombre como organizador infatigable, Alemán pasó a

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bajos sueldos, be?eficios Y categoría social, se volvió tan poco atractiva, que
dirigir la campaña del próximo presidente, ge~eral Manuel Avila Camacho. el cuerpo_ de oficia!es só!o pudo atraer mexicanos de clase media baja.
Elegido en 1940, Avila Camacho_ designó a Miguel Alemán como secretario BaJo la presidencia de Alemán, la Universidad Nacional-y especial-
de Gobernación y jefe de su gabinete. . 111ente su escuela de Derecho- remplazó a la vieja guardia revolucionaria
Avila Camacho, uno de los menos radicales entre los comandantes colllº el recl~tador _más importante de políticos y burócratas de nivel supe-
rebeldes que surgieron del cataclismo de ~910- 1920 , sof~có la~ c~e~tiones rior. De los ciento siete hombres que ocupaban puestos jerárquicos en el go-
inflamatorias que habían quedado d~ los anos_posrevolucionanos_ iruciales. bierno de Alemán, cuarenta estaban en la escuela de Derecho al mismo
Al preguntársele por su actitud hacia la Iglesia__, consternó ~ los ideólogos tielllPº que él, ya fuese como estudiantes o como profesores. Una lista par-
· · da declarando durante su campana
d e l a la izqwer . .electoral:
. Soy
. creyente" . cial de sus ex condiscípulos incluía a su secretario de Justicia, el regente de
y con esa simple declaración puso fin al anticlenc~hsmo ofi~ial. Ya en el
la Ciudad de México, varios gobernadores, el director general de los Ferro-
poder, remplazó a Vicente Lombardo Toledano, el hder marxista del_movi-
carriles Nacionales y los secretarios de Hacienda, Obras Públicas, Industria
miento gremial, por Fidel Velázquez, muc~o más conse~~dor, y dispuso
y Comercio~ :rabajo y Educación_ Púb!ica: .
que la Secretaría de Educació_n e~imi~ara la i~eología s~ciahsta_ de_l progra-
Al utilizar sus contactos umversitanos como reserva de talento políti-
ma de la escuela pública. La distnbución de tierras perdió su pnondad, y se
redujo a un cuarto del nivel alcanzado en los años de Cárde~as. En cambio, co Alemán estableció una pauta para administraciones posteriores. Entre
el gobierno de Avila Camacho ~e concentró en promover la mdust~ia priva- 1946 y 1947, dos tercios de los ministros eran graduados de la UNAM (Uni-
da. El súbito interés en las fábricas no era tanto una nueva estrategia para el versidad Nacional Autónoma de México). Casi todos provenían de la Escue-
desarrollo económico, como una reacción ante el estallido de la Segunda la de Derecho, que pasó a conocerse como la "cuna de políticos". Acaso los
Guerra Mundial, que obligó a México a recurrir a la industria nacional pa- estudiantes hayan nacido en estados tan remotos como Veracruz, Chihua-
ra rempiazar los artículos importados. hua y Yucatán, pero al llegar a la Ciudad de México, siendo adolescentes,
La guerra trajo, a·demás, una dramática mejora en los lazos con los para inscribirse primero en la Preparatoria Nacional y después en la
Estados Unidos. La disputa petrolera de la era cardenista quedó olvidada UNAM, llegaban a evidenciar un grado sorprendente de homogeneidad.
a medida que las plantas militares norteamericanas compraban todos los Como escribió recientemente un politílogo: "La mayoría de los políticos
minerales y otras materias primas que podía proporcionar México. Se em- triunfantes han vivido en el mismo sitio durante sus años de adolescencia,
pleaban trabajadores mexicanos para recoger cosechas al otro lado de la han ido a la escuela en el mismo ambiente, han tenido en gran parte los mis-
frontera, porque la leva militar había agotado la mano de obra norteame- mos maestros, han leído los mismos textos, han tenido los mismos amigos y
ricana. Y como posterior testimonio de la estrecha relación en tiempos de han iniciado simultáneamente sus carreras en los mismos organismos... "
guerra, México asignó un pequeño contingente de aviación -el Escuadrón Cuando un político emprendía su carrera, detestaba salir de la Ciu-
201- al comando del general MacArthur en las Filipinas, a principios de dad de México por temor a alejarse del centro del poder. Aunque tuviera la
1945. esperanza de llegar a diputado, senador o gobernador, se pasaba casi todo
La presidencia de Avila Camacho marcó la transición hacia el lide- el tiempo haciendo campaña en los ministerios públicos de la capital, en vez
razgo civil de la nación. Muchos comandantes militares compar_tían el con- de cortejar a sus electores locales. Este proceso fue vívidamente descrito
senso público, según el cual ya no era imprescindible su rol dommante en la por Braulio Maldonado, un ex condiscípulo de Alemán que llegó a goberna-
política. Y en 1940, cuando A vila Camacho suprimió a las fuerzas arma~as dor de su estado natal, Baja California:
como ala oficial del partido de gobierno, quedó en claro que su sucesor iba
a ser un civil. Como hombre fuerte del gabinete, Alemán pasó a ser el can- El aspirante a candidato debe entrar pronto en la batalla; de-
didato oficial en las elecciones de 1946. be movilizar amigos e influencia política; debe convertirse en
Ya instalado en la presidencia, Alemán redujo todavía más la influen- un decidido "antesalero" y esperar hora tras hora, día tras día,
cia política de los militares: la parte correspondiente a las. fuerzas ~rmad:~ con la esperanza de ser recibido por funcionarios, altos y ba-
en el presupuesto gubernamental se redujo a menos del diez por cient~, jos. Debe sufrir constantes humillaciones; pero debe sonreír y
nivel más bajo desde el Porfiriato. (Siguió declinando hasta el dos por cien- ser cortés con todos, desde el portero hasta el jefe ...
ro hacia el decenio 1960, una proporción insignificante en comparación con El aspirante debe asegurarse también de que su nombre figure
otros países latinoamericanos). Se empezó a rotar con frecuencia a los co- en el "prontuario político" junto a los demás esperanzados, con
mandantes del ejército para impedir que establecieran bases de poder loca- abundante y precisa información sobre sus antecedentes:
les. Se daban a sus unidades suministros limitados de combustible Y pertre- dónde nació, quiénes fueron sus padres. si fueron revoluciona-
chos, para inhibir cualquier posibilidad de rebelión. La vida militar, con sus rios o reaccionarios, en qué facción partidaria participó,

A-, L
quiénes son sus protectores políticos Y qué interés se han to- saba con sinecuras _en consejos municipales, legislaturas estatal
mado en •su• caso. Tal información llega a parecerse más que el Parlamento Nacional. es Y, a veces,
nada a la ficha de un delincuente en un archivo policial. Pero el PRI no alteró la índole elitista y auton·t . d
. ana e1 gob"1erno.
Es también de suma importancia que el presidente conozca al Aunque e l grueso d e los afiliados al partido eran ca · b
, d" · · d'
aspirante, 0 que sea su amigo o su pa~ente. Cuando el aspiran- oingun mgente sm 1cal o campesino fue designado · mpesmos á
y o reros,
• .
· b • Jam s como m1D1Stro.
te está a punto de ser designado candidato, ya h~ dado hasta la Alemán des1gna a sus candidatos a gobernador sin consult al PRI
ar , pese a
camisa ha hecho toda clase de promesas Y perdido toda digni- frecuentes pro t es t as d e lid eres l ocales del partido. En su gran , 1
· · fi · l d mayona,
dad. Ha sido despiadadamente importunado por cientos de funcionanos o icia , . es e más
. alto
. rango
. nunca se molestar on en d e dicar os
es-
políticos, caudillos sindicales, líderes campesinos y periodistas fuerzos a l a po1ihca parttdana, m tampoco desperdiciaban su ti"e po
· é · • m ac-
mercenarios. Ha tenido que presentarse como un "revolucio- tuando en e l comit ejecutivo del PRI. Sin voz efectiva para eleair a qw·
nario" sin igual. Ya se ha comprometido a desembolsar el pre- . l b" lp . o-- enes
roaneJa?an e go ierno, e RI estaba imposibilitado de influir en los planes
supuesto público, incluyendo su propio sueldo, antes de iniciar del gobierno. .
su mandato. Esto era, sin duda, lo que sucedía en los asuntos económicos. Alemán
Sólo después de sobrellevar este calvario, recibe el aspirante la buscaba asesoramiento en este ámbito fuera del PRI, en la comunidad fi-
bendición del presidente. Desde ese momento, las cosas se nanciera. La agricultura comercial, la industria y las actividades mineras
vuelven facilísimas, ya que se ha ganado la batalla y se ha ga- habían encabezado el aume~to de la renta nacional entre 1940 y 1945, y
rantizado la victoria en las antesalas del gobierno. Ahora los Alemán estaba resuelto a alimentar la prosperidad estimulando el sector
sindicatos, la organización campesina y el partido le procla- privado.
man Candidato Oficial, y él pasa a ser el hombre del momen- En la agricultura, privilegió las posesiones privadas por sobre los eji-
to, una persona de talento, de impecable honestidad y mérito dos de propiedad comunal, tan vigorosamente impulsados durante la etapa
revolucionario. de Cárdenas. La política crediticia benefició a los cultivadores más adinera-
dos. Casi todos los proyectos mayores de irrigación estaban situados en los
Alemán tuvo la astucia suficiente para darse cuenta de que un gobier- estados del noroeste, menos populosos, donde dominaban las grandes fin-
no de abogados salidos de la misma universidad que él y promovidos me- cas comerciales. Se elevaron los límites legales máximos para el tamaño de
diante los rituales ya descritos tenían menos apariencia todavía de legitimi- las fincas privadas, y se pasaban por alto las violaciones de estos límites. En
dad política que la vieja guardia militar que había gobernado en virtud de vez de la reforma agraria, fue la productividad el centro del programa agra-
sus victorias bélicas durante la Revolución. Por eso, con gran fanfarria, rio del gobierno.
reorganizó en 1946 el partido oficial y lo rebautizó Partido Revolucio~io La industria fue, sin embargo, la estrella de los años de Miguel
Institucional, como se llama todavía hoy. En teoría, el PRI debía p~oporc10- Alemán. Los empresarios, mediante sus cámaras industriales recién crea-
nar un canal para que sectores campesinos, obreros y de clase ~ed1a formu- das, cabildeaban intensamente para convencer al gobierno y a la prensa de
laran la política gubernamental en términos generales; _garantizar_ la super- que sólo la rápida creación de fábricas podría vencer el subdesarrollo. Se
vivencia de los ideales revolucionarios, y designar candidatos oficiales para volvió a cortejar a la inversión extranjera, pero no se le permitió alcanzar las
todos los cargos electivos, que abarcaban desde la presidencia hasta_ los con- pro~orciones del apogeo de don Porfirio, cuando el dinero que venía del ex-
sejos municipales. Los abrumadores recursos organizativos y financi~ros del tran1ero respondía hasta por dos tercios de todas las inversiones. En cambio
PRI -aparte de su respaldo popular- garantizaban que fuera elegida ~na Alemán patrocinó una política económica más nacionalista, según la cual el
mayoría de sus candidatos contra los políticos pertenecientes a pequenos noventa por ciento de las inversiones se financiaba con ahorros internos. Pa-
partidos opositores. Y el gobierno siempre podía recurrir al fraude en a_que- ra nutrir nuevas industrias de propiedad mexicana, el gobierno erigió barre-
llos distritos donde sus contrincantes políticos evidenciaran una fuerza 10es- ras contra las mercancías extranjeras que amenazaran competir con las ma-
per ada en las encuestas de opinión pública. nufacturas locales. Las tasas impositivas sobre el comercio estaban entre las
El PRI era útil también proporcionando una vasta reserva de 1ea1e~ . más bajas de América Latina. Y las nuevas empresas eran eximidas de pa-
para llenar los niveles inferiores de la burocracia gubernativa. Se podía con gar impuestos cuantiosos por períodos de hasta diez años.
• • · u obreros
tar con él para que montara manifestaciones de campesinos . b en1 Más discutido fue el apoyo que dio Alemán a las reclamaciones em-
apoyo de los programas laborales agrarios e industriales que anunc~a ª ~ presariales de que se contuvieran los costos de mano de obra. Manipuló al
gobierno. Los caudillos políticos locales del partido, llamados "caciquesn~ movimiento sindical mexicano con una destreza perfeccio.n ada por una lar-
eran hábiles para entregar votos el día de las elecciones, y se los recompe ga participación personal en sus asuntos. En los doce años anteriores a su

478 479
.dencia Alemán construyó fuertes vínculos con líde l final del mandato de Alemán, la capital tenía 12.704 de las 63.544 fábricas
llega d a a la presl • . • res s·
dicales conservadores. Como secretario de Gob_erna~1ón de A~ila Calllac:- ª0 todo el país. Y en 1979, la Ciudad de México -con más de un cuarto de
.16 1·os legaJ·os sobre todos los func1onanos gre11Uales y o, ~as 118.993 fábricas_ del país- respondía por casi la mitad de la producción
comp1 arop 1
"d t dio su apoyo a los sind1cahstas m á s mo d erados y dócile · com
. . .
presi en e, o industrial de la nación.
. dir • •ó di s en su
lucha contra los izquierdistas. Su gobierno_ igi 1as . _sputas laborales ha
cia los tribunales, donde se alen~aba a los J~~ces a em1~1r decisiones que fa-
vorecían a la patronal. y no vacilaba ~n utilizar la policía y el ejército Par~
romper huelgas. .
Pero el factor decisivo para mantener baJOS los salarios indUst ·a1 Aunque el supuesto milagro económico mexicano lanzado por el go-
•·fi· d" 1 nes
era la disponibilidad de una rese~a c:15i m ~ta e J~rna eros rurales. Enor- bierno de Miguel Alemán beneficiaba evidentemente a los industriales y fi-
mes cantidades de trabajadores sm tierra m ocupación se trasladaban 1 nancieros más que a cualquier otro grupo, las relaciones entre los políticos
ciudades, especialmente a la capital. Su estado de ánimo era más des ª as y estos empres~os s~ caracterizaron a menudo por la ambigüedad, la ten-
"d b . espe-
ranzado que combativ?, _Y aceptaban_ ensegm ª, tra a10 en las fábricas, la sión, hasta la anunos1dad. Este patrón tuvo algunas excepciones notorias,
construcción y los servic~os por salarios que solían estar por debajo de los empezando por el mismo Alemán. El y varios de sus ministros estaban vin-
niveles mínimos estableados por ley. culados socialmente, y como socios comerciales, con una camarilla de opu-
Con los bajos costos de mano de obra, una escasa carga impositiva lentos industriales y financieros durante y después de sus años en el gobier-
protección contra los compet1"d ores extran1eros, . l as empresas acumulabany no. Pero de una manera general, la era de Alemán no logró poner fin a la
ganancias con rapidez y las invertían en nuevas actividades industriales. Se separación entre las élites políticas y económicas que habían brotado de la
estimulaba a casi todas estas fábricas nuevas para que se instalaran en gran- Revolución.
des centros urbanos, sobre todo en la Ciudad de México. Desde los días del Habitualmente los políticos iniciaban sus carreras con la ayuda de sus
Porfiriato, la capital había surgido como el sitio más favorable para el desa- padres o parientes mayores que se destacaron en la Revolución y lograron
rrollo industrial. Hacia el decenio de 1940, la ciudad se ufanaba del merca- categoría por lo menos de clase media con posterioridad a ella. Los empre-
do de consumo más grande del país, la mano de obra más numerosa, lama- sarios procedían con la mayor frecuencia de familias acomodadas o de cla-
yor concentración de talento empresarial y gerencial, los bancos y se media que fueron simpatizantes del Porfiriato, católicos firmes o descen-
organismos gubernamentales de los que dependían las empresas para crédi- dientes de extranjeros; es decir, grupos que eran vistos con desconfianza
tos y licencias, y una avanzada infraestructura urbana: transporte público, por la clase política posrevolucionaria. Dados sus antecedentes familiares,
alcantarillado, agua corriente, electricidad y redes telefónicas. Entre la eta- los empresarios eran reacios a entrar en la actividad política o no podían ha-
pa de Alemán a mediados del decenio 1960, esta infraestructura fue suma- cerlo. Si estudiaban en la UNAM, ni siquiera se acercaban a la Escuela de
mente mejorada mediante programas gubernamentales que canalizaron en Derecho debido a su reputación como incubadora de políticos. Y después
la Ciudad de México cinco veces más dinero para obras públicas que el to- de la graduación, pocos empresarios buscaban ni se les ofrecía ocupación,
tal invertido en todas las demás municipalidades combinadas. Durante los siquiera temporal, en la burocracia gubernamental o en compañías de admi-
años de Alemán, la capital fue también el eje de una red nacional de trans- nistración estatal.
portes que había sido modernizada con nuevos aeropuertos, una restaura- Los políticos encontraban igualmente cerrado y exclusionista el mun-
ción del sistema ferroviario y una cuádruple extensión de las carreteras as- do empresarial. Antes de la década de 1960, las empresas familiares domi-
faltadas. naban la iniciativa privada en México. Un extraño casi nunca podía esperar
Convirtiendo a México en un imán tal para la industria, Alemán fue a elevarse sobre la categoría de empleado. Aunque estuviera motivado pri-
precursor de un modelo de crecimiento económico que fue pronto emulado mordialmente por el lucro financiero, un joven lo bastante afortunado como
en todo el mundo en desarrollo. Colocando casi todas las fábricas nuevas en par? tener las conexiones políticas adecuadas era más propenso a buscar su
pocas grandes ciudades, una nación rural atrasada podía acelerar su expan· enriquecimiento personal en el gobierno, que a pensar en una carrera como
si'6 n econ6 mica.
· Desde 1946
hasta fines de 1970 el producto naciona · l bruto
. gerente en una empresa privada que no le ofrecía esperanza alguna de ser
d Mé · · ' l
e xico creció en más del seis por ciento anual empujado por ª propia d propietario ni de un cargo gerencial máximo. Y además, nada impedía a un
economía de la capital, que aumentaba el doce por' ciento anual. El papel e político de éxito acumular riquezas ilícitas durante su m~~ato Ye!11prender
la capital com? locomotora económica era más notable todavía cu~do ;: una actividad comercial propia una vez retirado del serviao público.
medía en térmmos industriales. En 1940, había en el país 56.314 fábricas, asi . La corrupción estaba arraigada en el gobierno des~e la éJ?o~ colo-
las cuales 4.920 estaban situadas en la Ciudad de México. Hacia 195 e º' nial. Los funcionarios de la Corona española robaban los tnbutos md1os Yse

480
481
asociaban con los mineros, mercaderes y hacendados cuyas actividad En la Ciudad de México, las transacciones por bienes raíces se halla-
habrían debido reglamentar. En el si~lo XIX, S_ant~ ~ Ysus allegados s:~ ban entre las fuentes de ingreso más lucrativas para los políticos. Según Be-
quea.ron el erario público y hasta cedieron terntono naeto~al por lucro Per- teta, el presidente Alemán ganó una fortuna adquiriendo una vasta hacien-
sonal. Durante el Porfiriato, los altos cargos de _la ~urocr~et~ eran ocupados da en las afueras del noroeste de la capital y luego subdividiéndola en
por mexicanos adinerados que creían que el pr1;0cipal Objetivo del gobierno terrenos residenciales cuando esa zona pasó a ser Ciudad Satélite, el más
era garantizar que ellos siguieran acum~ando nquezas. y después de la Re. populoso suburbio de clas~ m~dia. Este fue un ca~o que involucró tierras
volución, los vencedores militares consideraron como botín de guerra pro- privadas. Con más frecuencia, sm embargo, los políticos que especulaban en
bienes raíces se veían frente a la propiedad comunal. En las tres décadas
pio al peculado. .
Lo que hizo de la corrupaón un fenómeno tan notable desde la épo- posteriores a la elección de Alemán, más o menos la mitad de la expansión

ca de Alemán fue el hec~o de_ q~e el auge econÓ?11-co ~reó muchas oportu- de la Ciudad de México tuvo lugar mediante la expropiación de ejidos, cu-
nidades más para el ennquecimiento de los fu°:cionan~s gubernativos. Es- yos campesinos eran compensados a precios muy inferiores al valor de mer-
tos obtenían sobornos enormes de los contrat1S_tas privados a quienes cado. Aparentemente los ejidos eran protegidos por la legislación de la re-
encomendaba ayudar a erigir ~iq~es de ir_rigación! proyectos hidroeléc:i~ forma agraria. Pero los políticos influyentes podían eludir la ley y obtener
cos, aeropuertos, dársenas y edificios públicos. Se unponían pagos ilícitos ganancias enormes entregando esas parcelas a urbanizadores que luego las
los comerciantes que pretendían importar materias primas y artículos rna~ cubrían con fábricas y residencias para mexicanos de clase media y alta.
nufacturados. Era necesario sobornar a funcionarios públicos antes de que El rápido crecimiento económico no fue la única razón para los altos
se pudiera excavar el terreno para los nuevos edificios de apartamentos y niveles de corrupción oficial. También fue culpable el sistema político que
fábricas que brotaban en toda la capital, y hacían falta más sobornos para surgió bajo la presidencia de Alemán. Los políticos y sus entornos iniciaban
tener a raya a los inspectores del gobierno mientras se efectuaba la cons- sus carreras temprano, adelantaban a través de una serie de cargos bu-
trucción. Las restituciones secretas sobre compras gubernamentales de rocráticos y se les obligaba a retirarse a edad mediana a fin de dejar paso a
mercancías y servicios del sector público llenaban los bolsillos de muchos una elite más joven. Los políticos de éxito se sentían intensamente presiona-
funcionarios. Y los transgresores menos imaginativos desfalcaban los fon- dos para aprovechar sus breves desempeños en la alta burocracia para enri-
dos públicos que ellos controlaban. quecerse ellos y sus protegidos lo antes posible. Su actitud, en palabras de
Años después de dejar su cargo, Ramón Beteta, secretario de Ha- cierto estudioso, era: "Más te vale tomar lo que puedas mientras estés allí."
cienda durante la presidencia de Alemán, se quejaba de la idea generalizada La corrupción alimentaba el desprecio que casi todos los empresa-
de que los políticos robaban simplemente los fondos que les eran confiados. rios abrigaban contra los políticos. Según encuestas efectuadas entre hom-
Si bien no negaba que era habitual el autoenriquecimiento en el gobierno, bres de negocios en las décadas de 1950 y 1960, únicamente los generales del
Beteta insistía en que se efectuaba por medios más- soÍlSticados: ejército y los dirigentes sindicales eran vistos con menos estima que los
políticos. No es que los hombres de negocios fueran virtuosos en su propia
No entiendo cómo puede creer la gente que el secretario de conducta: cometían evasiones impositivas en enorme escala; pagaban a los
Hacienda, el presidente de la república o algún otro ministro representantes de los trabajadores de sus fábricas para garantizar la tran-
puede decir cualquier día determinado: "Envíeme la mitad de quilidad laboral, y sobornaban a funcionarios públicos para eludir las orde-
esas consignaciones presupuestarias a mi casa." nanzas, lograr licencias de importación y obtener contratos con organismos
No hace falta hacerlo de ese modo, que es, digamos, el medio gubernamentales. Pero los empresarios se convencían de que estas prácti-
más burdo de aprovecharse del propio cargo. J:lay muchas ma- c~ estaban arraigadas en la corrupción oficial y que los hombres de nego-
neras que un funcionario puede enriquecerse, y no son ilega- cios no tenían más remedio que seguir la corriente.
les, dicho estrictamente, aunque tampoco son éticas. Piénsese, Considerándose los miembros más productivos de la sociedad, los
por ejemplo, en el dignatario público que sabe que está a pun- h~mbres de negocios sentían que su contribución al milagro económico me-
to de inaugurar una nueva carretera, o conoce al contratista xicano no recibía el aplauso oficial suficiente. Consideraban la retórica re-
que la va a construir o supervisar. Juntos pueden conspirar pa- volucionaria del gobierno -que ensalzaba a los pobres rurales y urbanos-
ra adquirir, ya sea directamente o a través de intermediarios, como un alarde de hipocresía. Los políticos, por su parte, veían pocos
las propiedades situadas junto a esta carretera, y así ganar una Dlotivos para que los empresarios se quejaran de un gobierno que los pro-
fortuna. Un funcionario público tiene innumerables maneras tegía contra los competidores extranjeros, les permitía guardarse el grueso
de obtene1 beneficios de su cargo sin ser necesariamente co- de sus ganancias y mantenía a raya a la mano de obra.
rrupto en el sentido de tender la mano pidiendo dinero ... La mala opinión que tenían los empresarios sobre los políticos pene-

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traba en sus vidag privadas. Aunque ambas elites vivieran muy r 6 . Según estos criterios, la cortesana de más éxito de esa época fu e Inn a Serra-
barrios lu1·osos de la capital, como. Lomas de Chapultepec' Coypoacá XUnas en 00, que d et all ó en sus memorias su meteórico ascenso como amante d e
los hombres de negoc·n10Y San ,. .
Angel ' casi nunca alternaban socialmente. Para . pohticos, magnates y por últrmo un presidente.
olíticos eran advenedizos. Sus casas palaciegas eran a menudo 1as re·s, los Sus. padres eran dueños de una hacienda de tama-no me d"10, Situa· da
cias más grandes de la manzana. Los muros
P . externos y las cercas d e hi s1den. entre las Junglas del estado sureño de Chiapas cerca de l f t
0 ._ , a ron era con
ocultaban sólo parcialmente su llamativa mezcolanza arquitectó . err Guatem~la. Cuando er~ nma, Irma se enfadaba por la monotonía de las ta-
tilo colonial español y europeo posbélico, con fachadas que moruca st de es- reas agr1colas, !as lecc1one~ escala~~ enseñadas de memoria, las pesadas
drillos o piedra volcánica por un lado Y un acabado de estuco raban la. clases de catec1Smo ~ la m1Sa dom1rucal, las reuniones sociales que se di-
Los políticos siempre parecían poseer demasiados coches, y sus~~~ el otro. solvían en el ato~tarmento de la embriaguez, y la constante incomodidad del
asemejaban sospechosamente a guardaespaldas . De sus hijas d feres se cinturón de castidad que ella y otras muchachas provincianas se veían obli-
eran vulgares, estrepitosas
• y que vestían
• d con mal gusto. Se dse_
ecia t,. .... b.que
ecta gada~ a usar_~su aut~biogr~fía se titula "A calzón amarrado"). En su caso, la
que trataban d espóucamente a sus cna os, y que eran tan rústi ........,_ ién rebelión se tmó de ;1olenc1a. A los oc~o años golpeó con un garrote a su pa-
queteaban con los mariachis contratados para sus fiestas. Los h1~s, que co- drastro, que dorm1a -como represalia por una zurra recibida ese mismo
de los políticos tenían fama de ser aún peores. Alardeaban d 1J~s varones día- y le envió al hospital con el cráneo fracturado . Irritada porque se la
a influencia
de velocidad en teorno
·v la fortuna de sus padres. Y hacían carreras
. al obligaba a asistir a una ceremonia religiosa, incendió las trenzas de su ma-
zana con sus veloces coches y motocicletas, desafiando . ªaman.
a los vecinos dre con una vela votiva. Y cuando el cura y sus acólitos se presentaron en su
. El .
presentaran queJaS.
. comportanuent o modesto y el don.,,;r . t que
au e social casa para exorcizar al diablo que evidentemente se había apoderado de su
. ampo- alma, ella los echó con mordiscos, puntapiés, puñetazos e insultos como
co era, por cierto, ' la normad entre los·dretoños de la elite em presanal pe
sus p_a dr es seguian estan o convenc1 os de que los hijos de los ', . ro ellos nunca habían oído.
eran .mcomparablem
. . . . groseros.
ente más .. Naturalmente , hub o pocos políticos
casos d La oportunidad de escapar de Chiapas llegó inesperadamente en·
matnmoruos mIXtos entre hiJOS e hiJas de políticos y empresarios. e 1955, cuando Irma era apenas adolescente. Su prima fue elegida para repre-
sentar al estado en un certamen de belleza que se efectuó en Acapulco, y se
permitió a Irma acompañarla a dicho lugar de veraneo. El certamen era po-
co más que una excusa para que grandes personajes del cine, empresarios y
políticos reclutaran adolescentes ingenuas e impacientes como amantes y
Si bien las alianzas maritales y las amistades íntimas eran muy escasas acompañantes a las fiestas. El momento descollante de los circuitos sociales
entre altos funcionarios públicos y hombres de negocios, ambos grupos en- era una visita de todas las concursantes a las suntuosas oficinas de Fernan-
contraban un terreno social común cuando se trataba de elegir amantes. do Casas Alemán, un pariente lejano y amigote del ex presidente Miguel
Unos y otros preferían mujeres pertenecientes al mundo del espectáculo: Alemán. Había sido profesor de éste en la Escuela de Derecho de la
cantantes, actrices de teatro, vedettes de la televisión, estrellitas de cine y UNAM; luego llegó a gobernador y senador por Veracruz, y fue designado
participantes en concursos de belleza. El varón adinerado, siempre propen- regente de la Ciudad de México por Alemán. Fue personalmente elegido
so a distinguir entre la virtuosa madre de sus hijos y el objeto impuro de sus por Alemán para sucederle como presidente, pero se le rechazó por acusa-
ciones de que había sido excesivamente corrupto en la administración de la
deseos sexuales, situaba evidentemente a las artistas en la segunda cate-
capital. Como consuelo, Casas Alemán fue designado embajador en Italia y
goría. Eran seductoras, con frecuencia carismáticas, menos estorbadas por
Grecia por el nuevo presidente, Adolfo Ruiz Cortines (1952-58). Aunque
la moral convencional. Su categoría de celebridad era un incentivo adicio-
aceptó los nombramiento s, pasaba casi todo su tiempo yendo y viniendo en-
nal para hombres que anhelaban la admiración y la envidia de sus iguales. Y
tre la Ciudad de México y Acapulco, donde tenía fama de ser el socio co-
entre los políticos y los empresarios se presuponía que la carrera d~l es-
mercial de Miguel Alemán en lucrativas actividades turísticas.
pectáculo había preparado a esas mujeres para relaciones donde se mter-
Alto, robusto y bien parecido, con su ondulado cabello veteado d_e
cambiaban las atenciones sexuales por las recompensas económicas Yel as- gris, el cincuentón Casas Alemán tenía esposa e hijos en la Ciudad de Mé:n-
censo profesional. co. Evidentement e prefería amantes muy jóvenes. Cuando las participantes
Un amante de la elite solía seguir en su carrera una senda que te~ía en el certamen de belleza se agolparon en su oficina de ~capulco~ él no l~s
sus paralel?s en el mundo político. Surgida habitualmente de la clase media~ prestó atención y fijó su mirada en Irma, que ~ los trece anos parec1a una Ri-
empezaba Joven, se mostraba leal mientras una relación duraba, se asegur\ ta Hayworth prepúber con su vestido azul phsado y sus medias cort~s.
ba de_ que cada vínculo sucesivo fuese con alguien de más jerarquía que : "Me sentó en sus piernas y olí su perfume fuerte , penetrante , recor-
antenor, y se preparaba para un temprano retiro amasando una fortun .

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484
formas ... En
. 6 tar tan cerca de un hombr e tan impor tant por~u e los ho?1bres son a~querosos, peludo s y carent es de
cadera s ancha s
daba Irma. •~e cautJ~ e :~razó y sentí el calor de sus manos." e, tan reahda d? Y~ mismo soy mu1er: mi constr ucción ósea y mis
con alguien
dueño de sí mismo:·· reg resaro n a Chiap as. Casas Alemá n la siguió nn..~- son femmm ~es. Adei:riás, siemp re he procur ado unir mi vida
Irma y su prima nteme . l . r~
que me consid ere muJer a mí."
nte para promo ver e tur1Smo en ese est ad o Alemá n,
e
emanas más tard e, apar s contactos con po I'it1cos . "
l al es. A la hora de
oc Cuand o I~ma relató estas conversaciones a Fernan do Casas
s . tnar- una influen cia malsan a so-
t trasado y renovar su
de decirme adiós con un abrazo o de cualqu ier otra for.., a, éste se e_scan ~hzó. Decla rand~ que Rivera era
an a l 'b' ... ara el retrato ensegu ida. Fue
charse, en ugar b'ó a su avión y ya no me d eJ'6 b aJar . •
' escn ió lrtna . "Co- bre una Jovenc ita,. orden ó al artista que termin
. D . b strarm e", se lamen taba Irma.
simplemente me su I eJa a un mund o que en aqu e1 enton ~s cuand o Feman do empez ó a enclau
. d' ·,me raptó'· Me fui. encan tada. ra forjad a so-
mo qmen ice, ancia ante un
h
om
b
red que veía_ con adoraci'6 n." "Prefi rió que ~onse rvara tod~ la in?cen cia posible, que estuvie
, de import Los rasgos de terque dad de su caráct er
momento carec1a enó los roles tnu'lt'1- lamen te a su image n y semeJanza.
ío duró cuatro años, en que.Irma fi esemp . da se?tía "asfixia~a" por el itinera rio que él or-
E se amo r so isuca_ . Casas Aletnán la volvieron a manife starse. Se
ples de Pigmalión, ninfa adoles cente y muJer cuidad o: estudi os univer sitario s leccio nes de
propo r- questa ba para ella con tanto
. 16 en
una mansión situad a en las
. afuera
. . s de la capita l, . ' le
al sur
música, excurs iones de caza, largas tempo radas en Acapu
l~. y la enfu-
msta ió en los cursos de literat ura de la
cionó un automóvil con chófer y la mscnb nderle en una ci-
recían las ocasio nales infide lidade s de Ferna ndo. Al sorpre
n tan grave-
UNAM . .
rse, Ca- ta amoro sa, cortó las trenza s de su rival e hirió a Casas Alemá
A veces la trataba como una ruña. Irma contab a que, al acosta mente en la cara, que "se esperó un mes hasta curars e por compl
eto". Hubo
y é~ el seduc-
sas Alemán disfrutaba fmgiendo que ella era Caper ucita Roja una breve reconc iliació n entre Irma y Feman do, pero la prolon
gada rela-
o Irma cumpl ía años, él le ponía calcet ines muy cor- un hijo de él y
tor Lobo Feroz. Cuand ción termin ó finalm ente porqu e, según ella, se negó a tener
~s de globos.
tos y la llevaba al Parqu e Alameda,_ donde le co~pr a~a docen tomó medid as para aborta r sin hacérs elo saber anterio rmente .
or a la edad
En otras ocasiones, no obstan te, exigía una soÍIStlcación superi Irma sostuv o que se negó a tocar siquie ra la fortun a que le
dejó Fer-
añaba a Casas
de Irma. Ataviada con vestidos de haute-couture, Irma acomp nando como regalo de despe dida, y que en cambi o se inició, con algún es-
ctores cinema -
Alemán en un torbellino de cóctel es y banqu etes para produ fuerzo, como cantan te. Duran te sus años como amant e de Casas Alemán
instru ido en políti-
tográficos, magnates industriales y polític os. Habié ndola h~bía conocido_ a mucha s person as de la indust ria del espect
áculo, y se I~
fragmento de
ca y negocios, espera ba que ella le comun icara en detall e todo dieron oportu mdade s de ser oída. Se presen tó en progra mas televis ivos de
información que reunie ra durant e esas celebr acione s. varied ades con Cuco Sánch ez, un famos o cantan te de balada s y música ru-
Cuand o Casas Alemá n encarg ó a Diego Rivera que pintar a
un desnu- abominable y se
de que ésta había sido ele- ral mexic ana. Sánch ez se quejó de que la voz de Irma era
do de la quince añera Irma, fue un signo infalib le negó a actuar junto a ella. Televi dentes le enviar on por correo un torren te
en la vejez, Diego era tan
vada a la catego ría de cortes ana de la elite. Ya de pro~es tas e insulto s. Pero lo más impor tante fue la opinió n de su produ c-
de la socied ad por exce-
contra dictori o como siempr e. Había sido el artista tor, quien, por razone s no aclara das en las memo rias de Irma, la hizo can-
alta que diaria mente le prodi-
lencia, el mimado de las matron as de la clase tante princi pal en treinta y dos emisio nes. Vino luego un contra to para gra-
la esperanza
gaban pasteles, prenda s de vestir costos as y otros regalo s con bar, Y despu és, giras por todo Méxic o.
ares. Pero Diego había
de que él acepta ra pintarl as, a ellas o a sus famili Aunqu e su voz mejor ó, fue probab lemen te su person alidad
escéni ca
cristia no renaci do. En
vuelto tambié n a la grey stalinista con el fervor de un lo q~e transf ormó a Irma Serran o en una de las cantan tes más popula res de
causó un escánd alo
1954, cuand o murió su esposa Frida Kahlo , River a Méxic o duran te princi pios del decen io 1960. Su figura cimbre ante se había
arte del Partid o Co-
político al hacer que se cubrie ra su féretro con el estand vuelto volup tuosa y ella la mostr aba con sus atavíos cortos y ceñido s de "ran-
en una ceremo-
munista en vez de la bande ra mexic ana mient ras era velada chera". Sus riñas con otros artista s propo rciona ban materi al para las colum -
nia auspic iada por el gobier no en el Palaci o de Bellas Artes. n:15 de chism es. El públic o acudía a las actuac iones de Irma
atraíd o por su
la pro-
Hasta su propia enferm edad fatal pasó a ser una ocasió n para pi~ard ía. Le agrad aban sus ácidas conversaciones con los espect
adores más
cáncer del pene viaJ· ó a Mosc ú para una radiote ra- añante s maria-
paganda. Sufrie ndo de 'é · Pe· ru~dosos y la irascib ilidad que eviden ciaba hacia sus acomp
'
. Yse procla mó curado gracia s a los milagr os de la medic ina soVI tica. . no tocaba del
pia
r en 195?, casaª chis. En una célebr e ocasió n, como le pareci ó que un músico
ro los síntomas del mal_reapar eciero n (iba a morir de cánce to~o bien, interru mpió su propia actuac ión, cruzó el escena
rio y le partió la
s airos grotes cos a su ya chocante d de corba-
los setent a Yun años) Yañadie ron alguno e- cor· gwtar ra en la cabez a ... "Le quedó atorad a en el cuello en calida
· d e conversación, partic ularm ente en cuant o al sexo. Irma re aron a llamar -
repert ono ta", record ó más tarde. Sus embel esados admir adores empez
a suavemente grotes camen te
daba que, cuand o ella posab a para su retrato River a le pasab la "La Tigres a". Y ella se maqui llaba los ojos con pincel adas
1~ m~o por el cuerpo Ycomen taba: "La piel de una mujer es lo más ext_rª~~ grand es para proye ctar un aura de gato monté s.
puras 01u1er '
d10ar10 del mundo . La poblac ión deber ía estar regida por
487
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el servilismo de Eche-
Con malicioso regocijo, Irma ponía a prue ba
halla ra ~eductora, tal ba a la residencia de Irma pa-
No se podía esperar que cualquier hom~re late de México (1964-? verría en c~da oport~nidad. Cuando éste llega
. Gustavo Díaz Ordaz, pres iden O) reunión de gobierno , ella solía
vez menos que nad 1e
,
una ra acam pana r al presidente Díaz Orda z a una
Irma le babi a con~ cido en cordones de los zapatos, sa-
y un político famoso por su imagen auste ra. com enta r a s~ amante que tenía desatados los
s Alem án. Era baJo, de tez os- ría a atarlos antes de que Díaz
de las muchas fiestas a las que asistió con Casa biendo muy bien que Echeverría se apresura
por gaf~ de gruesos crista- o. Y cuando Echeverría le
cura y dientes de conejo, con ojos defo r~ad os Orda z pudi era agacharse para hacerlo él mism
y la estir ada formalidad de de su estima, le exigía que le
les. Su rígida postura, su traje de corte discreto llevaba cestos con fruta fresca como símbolo
ue Irma le encontró inte- ad de Echeverría gara ntiza r
su hablar, le daban aspecto de ordenanza. Y aunq pela ra naranjas. Según Irma, era responsabilid
tuvo la fran quez a de adrnif se le debían como amante del
ligente y favorecido por un sentido del humor, que recib iera las recompensas materiales que
"don Nadie": lI
presidente. Pero ella no agradecía sus esfue rzos.
que inicialmente Je desechó, co?5iderándolo un
el cand idato presi den- varias materias primas
Pero cuando Jrma Je volvtó a encontrar, él ~ra "Me consiguió autorizaciones para importar ...
milagrosamente en un Ado- la mujer. "Como soy lista para
cial, y el manto del poder le h~bía transform~do cuya impo rtaci ón estaba prohibida", escribió
o a la de Irma frente a un es y multipliqué los pesos
nis. Por casualidad, su limusma se detuvo JUnt Jos negocios, supe aprovechar estas concesion
bio de sonrisas a través de las rápid ame nte. Mis arcas tron aban con tanto
oro."
semáforo, durante un aguacero. Hubo un cam
, Díaz Ord az la invitó a be- fábri cas de ropa en Puebla, una hi-
ventanillas cerradas de los coches. Con ademanes Irma no tard ó en ser dueñ a de dos
seña s de que la siguiera de instalaciones para manufac-
ber una taza de café. E Irma, a su vez, le hizo landería en Toluca, un~ fábrica de calzado, tres
era más atractivo de Jo que escogidos. Construyó en la ca-
vuelta a su residencia en Lomas. "Descubrí que turar ladrillos y diversos bienes inmobiliarios
amb iciones desd e aquel día o discordante que satisfacía al
me imaginaba", escribió. Además, admitió, "mis pital una mansión en un estilo arquitectónic
quer ía llegar a conquistar al y una nostalgia recién descu-
lluvioso hasta ahora, no conocen límites. Y o mismo tiem po sus fantasías hollywoodsenses
atrás . Gruesos torreones, co-
hombre más poderoso del país". bierta por la vida cam pest re que había dejado
Ser la amante del jefe de estado tenía ciert os
inconvenientes. Díaz rústica y la galería. Había una
mo los de un castillo, enm arca ban la terraza
ro pers onal . De todos los pre- en el jardín, entre los hibiscos
Ordaz valoraba mucho su reputación de deco piscina flan quea da por caballos de pied ra. Y
sidentes posrevolucionarios, a él se le cons idera
ba el más católico, que has- y jaca rand aes, acec haba n estat uas de
lúbricos demonios y piadosos santos.
a su cere mon ia religiosa de cueros de animales salvajes,
ta rompió la tradición acompañando a su hija Su dorm itori o esta ba repl eto de pieles y
boda. (No obstante, sostuvo el principio de la
sepa ració n entr e Iglesia y Es- ey. Posando en su lecho circu-
muñecas y estatuillas de pers onaj es de Disn
an las nupcias). Los diarios, iente concha, se imaginaba la
tado esperando en el patio mientras se efectuab lar, con su dosel arreg lado en forma de reluc
ejercicio, nunca publicaban diosa en "El nacimiento de Venus", de Botticell
i.
siempre tan serviciales para un pres iden te en
Ord az tenía tiempo para Orda z duró hasta 1969, unos die-
artículos que hubieran podido sugerir que Díaz Su rom ance con el pres iden te Díaz
rafías de Díaz Orda z bailan- dato. Según Irma, la esposa de
otros asuntos que los de estado. No hubo fotog ciocho meses ante s de term inar éste su man
un torn eo de golf. El mensaje esta relación, y dio órdenes de
do el vals en un salón de baile, ni juga ndo en Díaz Ord az esta ba cada vez más furiosa por
te era puro trabajo y nada de para filmar y grabar. Cuando
de sus fotos publicitarias era que ser pres iden que se canc elara n los cont ratos de la Tigresa
ursos solemnes; reuniones se saboteaba su carrera en el
diversión ... tan sólo ceremonias inaugurales, disc Irma prot estó ante Díaz Orda z, diciendo que
pres enta ción formal de cre- o que eso estaba por debajo de
de trabajo con ministros y poüticos regionales, espectáculo, él se negó a intervenir, aduciend
plan eó una intrincada venganza
denciales por nuevos embajadores. la dignidad de su cargo. Enfurecida, Irma
Serr ano, "no tiene una cont ra el pres iden te y su esposa.
"Con este tipo de amantes", se lame ntab a Irma años, Irma se puso su
su braz o. Si acaso te acoro· El día en que la seño ra de Díaz Orda z cumplía partió de mañana
el privilegio de ir al cine o al teatro colgada de
Casi siem pre nos acost ába· traje de "ranchera", cont rató una band a de
mari achis y
pañan a ver la televisión a ratitos, si bien te va. s. Una seren ata mariachi era
mos Y hacíamos el amor aprovechando el tiem
po furtivo." rumbo a la resid enci a presidencial en Los Pino esa no tuvo dificul-
ocul- sa Tigr
Aunque el público en general no se ente ró de la relación, no se ·r entre una ofre nda tradicional de cumpleaños y la famo servicios habían
de que sus
· ,
tªbª ª quienes podían favorecer la carr era de Irma . Esta podí a elegi . t?d para convencer a los guardias de seguridad para su esposa. La
o sorp resa
una lucrativa variedad de contratos para telev
isión cine teatr o Y grab acio· sido cont ratad os por el mismo presidente com espo sas Y otros
lar a' una ~orte real, la adula· alto nivel, sus
nes. El círculo interior del pres iden te tan simi
1 r su mansión ya esta ba colmada de políticos de !3 princ ipal Y soltó
el balc6
'
· bros creyesen que una pala bra de Irma podí a e eva os
ba co_m_o s1· sus miem grandes personajes cuando Irma se plantó bajo ión:
esa ocas
dest ino político. Entr e es~ una canción obscena que había compuesto para
pres~1gio ante el monarca o pone r en peligro su
quio sida d que Luis Ec e·
políticos de elite, ninguno la trataba con más obse
forzoso del presidente.
verría Alvarez, secretario del Interior y here dero 1
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Pronto se cansaron de ella y en comentarios periodísticos se sugirió que es-
Yo trataba a un casado taba relacionada con pistoleros. Más que la mala fama, fue la mediana edad
pero eso ya se me acabó. lo que finalmente desplazó a Irma del centro de la escena. Pero ella, reme-
Su mujer lo había celado morando sus conquistas, adoptaba una pose a lo Mae West: "No he tenido
con todas, conmigo no. que pedirle nada a los hombres, solitos han querido ser generosos."
Mas después de tanto ~ tanto
su mujer lo comprendió.
A él le dio cinco balaws,
a mí, de milagro no.
Mis amigas preguntaban:
En sus momentos más reflexivos, Irma Serrano se felicitaba por haber
"Jrmita, ¿pues qué pasó?"
tenido la sensatez de trasladarse a la Ciudad de México cuando era muy jo-
Pues que cuando yo lo amaba
ven. Como ella, casi todos los miembros del círculo encantado de políticos
la gorda nos sorprendió.
y empresarios habían establecido residencia en la metrópolis cuando aún
eran jóvenes, y allí encontraron sus destinos. La Ciudad de México era tam-
Un manto de silencio escandalizado cubrió a los invitados. Re _
bién un faro para los pobres ambiciosos. Entre 1940 y 1970, mM de cuatro
rriendo a los restos de su dignidad, el presidente Díaz Ordaz fue hacia Ir:a
millones de personas dejaron sus hogares en el campo para establecerse en
con una sonrisa forzada. Sin dar indicio alguno de la relación que los unía
la capital. Fueron parte de una migración enorme que transformó a México
simuló reconocerla solamente como la famosa cantante que había ido aren~
en un país con mayoría urbanizada ya en 1960.
dir homenaje a la primera dama. Los migrantes eran expulsados del campo por las sequías prolonga-
das, la imposibilidad de los ejidos para mantener familias, la mecanización
"Muchas gracias, señora", me dijo. Le di un bofetón con todas
de las fincas privadas y el aumento de la población resultante de las mejoras
mis ganas. Los lentes volaron. Los mariachis callaron. La esce-
en el cuidado de la salud, que redujo las tasas de mortalidad de niños y adul-
na se cong.eló por unos segundos hasta que se oyó: -Chirrín,
tos. Sumados, estos factores llevaron a un espectacular aumento del setenta
chirrín-, rifles y metralletas cargadas listas para ser usadas en
y cuatro por ciento en la cantidad de trabajadores agrarios sin tierra entre
defensa del monatca. Los guardias pusieron a mi colorida figu-
1940 y1%0.
rita en la mira de sus anna.s. .. Pero (Díaz Ordaz) se limitó a dar
Además de verse desplazados de la agricultura, los migrantes eran
una seña para que los soldados bajaran las armas. Luego se
atraídos hacia la Ciudad de México por la revolución en las comunicaciones
llevó la mano al ojo, que ya no le respondía a causa del cache- -radio, películas y periódicos llegando a las zonas rurales más aisladas-- que
tadón. presentó un modo de vida avanzado, remunerador e interesante como alter-
nativa a la pobreza estática del campo. Esta visión era al mismo tiempo una
Se permitió que lrma y su séquito salieran del terreno residencial. Ya
realidad y un espejismo. Hacia 1%0, la renta familiar promedio en la capi-
al otro lado de la puerta, los mariachis, que no habían sospechado la inten- tal excedía en un 185 por ciento el promedio de la nación en conjunto. Los
ción de Irma, temblaban de espanto y de ira. Ella los apaciguó con una ge- puestos de trabajo eran más abundantes y había mayor posibilidad de que
nerOf.a propina, luego regresó a su mansión en las afueras de la capital para las esposas e hijos complementaran los ingresos de fos jefes de familia varo-
"esperar las funestas consecuencias•. nes. La metrópoli ofrecía también más acceso al agua corriente, la electrici-
Se había preparado para su acto .de venganza liquidando casi todas dad, el combustible para cocinar, las clínicas médicas, las escuelas, el cine,
~ -propiedades y enviando el dinero fuera del país, segura de que, si sobre· los acontecimientos deportivos y otros entretenimientos. Pero estas ventajas
vma, por lo menos seria obligada a exiliarse. Pero en los días y semanas pos· estaban viciadas por desigualdades económicas que eran mayores en la Ciu-
tenores al incidente, ni policías ni soldados se presentaron a su pu~r~ dad de México que en el resto del país. En 1960, el diez por ciento más adi-
r ~ e pudo comunicarse con Díaz Ordaz, quien le pidió taJl nerado de la población de la capital recibía el cuarenta por ciento de todos
~ que no diera publicidad a su relación ni a aquel dramático enfrenta· l~s ingresos, mientras sólo el tres por ciento superior se adjudicaba el 21 por
miento. Su ~era de cortesana política terminó, por supuesto. Sorpr~n- ciento de los ingresos. Entre 1940 y 1950, el índice del costo de vida para las
dentemc-n tc, MD e~go, siguió real>iendo selectos papeles como act~ : familias de clase obrera en la Ciudad de México se triplicó, mientras que los
contratos de grabación. Por .un tiempo estuvo también románticamente vin salarios reales cayeron basta en un tercio.
~ con vari05 empresarios opulentos, a quienes intrigaba pensar que Las deficiencias de la vida en la metrópoli empezaban por la vivien-
teman como amante ª la tigresa que ni siquiera el presidente logró doJJlaf·

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490
_...
da. En las décadas de 1940 y 1950, la mayoría de los migr~tes se asentaron males en los patios. Las tensiones sexuales crecían, y no era inusitado el in-
primero en los viejos inquilinatos aband~nados generaciones atrás P<>r la cesto e,ntre hermanastros y hermanastras, padres e hijastras. No había inti-
clase media. Más de un tercio de la población mora?ª en estas "vecindades• midad en Casa Grande, ni siquiera en su baño público, donde las mujeres
muchas de ellas construidas durante el Porfinato: En "I¿>s hijos d; eran espiadas constantemente por los varones, niños y adultos.
Sánchez" un clásico estudio sobre los pobres de la capital mexicana dur A mediados del decenio 1950, el alquiler mensual por una habitación
te la déc~da de 1950, Osear Lewis de~cribió una_ve~dad típica. Estaba~: en Casa Grande era inferior a los cuatro dólares. La dieta básica consistía
tuada en Tepito, una barriada dura situada ~ diez minutos de caminata al en café, tortillas, frijoles y chile, complementada con carne quizás una vez
norte del Zócalo. Esta conejera de calles desiguales Y polvorientos calle· por semana. Los recién llegados del campo seguían utilizando tortillas para
· al . d d" . J<>-
nes encerraba pequeñas fábncas y g pones, tien as mun~tas, baños públi- recoger la comida; los residentes más "ciudadanizados" recurrían a las cu-
cos salas de cine destartaladas, escuelas repletas, malolientes tabernas y charas. Las posesiones de los pobres eran escasas. Además del lecho y las
, d'
pulquerías, puestos de madera que ven ian sopas y tacos, y el mercado d esteras, el mobiliario consistía en una mesa y varias sillas de madera, y una
los ladrones, al aire libre, donde se podía comprar a muy bajo precio efec~ cómoda grande, compartida por toda la familia. Se usaban las ropas una se-
tos robados y usados. Antes guarida de los bajos fondos, Tepito estaba po- mana o más antes de ser lavadas. La mitad de los residentes utilizaban coci-
blada entonces principalmente por artes~n~s, vendedores ambulantes, jor- nas a gas, abastecidas con tanques colocados en el patio. Los demás de-
naleros fAbriles, trabajadores no especializados, camareros, oficinistas pendían de hornallas de querosene o braseros de carbón, el soporte
mensajeros y faquines. El ingreso promedio per capita era un poco meno~ principal de la cocina campesina. Un indicio de la relativa prosperidad de
de veinte dólares al mes. Casa Grande, comparada con otras vecindades cercanas, era la presencia de
Casa Grande, la vecindad descrita por Lewis, ocupaba toda una man- artículos de lujo modernos: casi un 80 por ciento de los inquilinos tenían ra-
zana y albergaba a setecientas personas en sus inquilinatos de dos pisos. Las dios, más de la mitad lucían relojes de pulsera y el 20 por ciento poseían te-
dos estrechas entradas a los callejones de la vecindad estaban custodiadas levisores.
por estatuas de cerámica de la Virgen María y altos portones que de noche En esta etapa anterior al metro, el transporte público de los pobres
se cerraban con llave. Los residentes que volvían a casa al anochecer tenían consistía totalmente en autobuses y trolebuses. Niños y adolescentes, deseo-
que pagar al portero un pequeño peaje para que les abriera los portones. sos de ahorrarse el billete, se aferraban precariamente a los paragolpes y
Durante el día, los cuatro patios de Casa Grande bullían de perros, gatos y ventanillas posteriores de dichos vehículos. Las bicicletas, única forma de
aves canoras enjauladas, así como una variedad de animales de corral -pa- transporte privado, eran los burros urbanos. Sus dueños, a pie, las empuja-
vos, pollos, cerdos, cabras- a los que se degollaba en ocasiones festivas. Los ban cargadas de paquetes que llegaban a los dos metros de altura. Tenían
niños jugaban en esos patios para evitar las calles, densamente transitadas los manillares decorados con cinta de plástico multicolor, tal vez hasta una
por vehículos. Las mujeres usaban los grifos públicos para lavar la ropa, que cola de zorro, y en las barras transversales se colocaban almohadillas forra-
después se colgaba en sogas que entrecruzaban los inquilinatos. Por allí va- das de lana para llevar a la novia o a la esposa.
gaban los vendedores públicos hasta entrada la tarde, cuando los adolescen- Las uniones libres predominaban sobre los matrimonios legales en las
tes ocupaban esos recintos para jugar al fútbol. De noche los hombres juga- vecindades urbanas, mucho más que en el campo. Desde la perspectiva del
ban a las cartas sobre cajones de madera dados la vuelta. Y los domingos hombre, en la metrópoli había mayores posibilidades de conocer mujeres, y
menos presión social y moral para casarse o permanecer unido a una sola
por la noche, se reservaban los patios para bailes al aire libre.
cónyuge. Además, los hombres aducían la pobreza para justificar las unio-
Una familia de hasta doce miembros se apretujaba en cada vivienda
nes libres.
de una sola pieza, sin ventanas, sólo ventilada mediante la puerta que_ s_e
"Si se empieza a examinar lo que cuesta un casamiento, un hombre
abría sobre un patio o sobre un callejón. Los progenitores y los hijos pnVl·
pobre se da cuenta de que no tiene dinero suficiente para una boda", expli-
legiados se adueñaban de la cama ' mientras los demás se acostaban afuera
. caba Manuel Sánchez, un residente de Casa Grande.
e_n esteras de paja. Con tantas personas en una misma habitación, era unpo·
sible lograr una noche de sueño ininterrumpido. Alguien volvía siempre tar- Entonces decide vivir de este modo, sin eso, ¿ve? Toma no más
de de trabajar o de jugar, y arrastraba los pies entre los cuerpos post r~~~~ a la mujer, tal como yo hice con Paula. Además, un pobre no
para prepararse algo de comer antes de acostarse también. Las ~n ID tiene nada para dejar a sus hijos, así que no hace falta prote-
rrupc1ones eran repetidas en las horas previas al amanecer por los mie · gerlos legalmente. Si--yo tuviera un millón de pesos, o una casa,
bros de la ~amilia que iniciaban temprano sus horarios de trabajo. Los olo- o una cuenta en el banco o algunos bienes materiales, haría en-
res _eran msoportables e ineludibles: del minúsculo retrete, apen~s seguida un matrimonio civil para legalizar a mis hijos como mis
semmculto cerca de la puerta; del área de la cocina descubierta; de los an ·

l
493
492
herederos legítimos. Pero las personas de ,mi clase .no tienen los pob: ~- Pasando frente a su estatua, rozaban con las manos los pliegues

::. :u·~
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d

' Lo
Y l mayoría de las mujeres de a_qw no_ esperan casar-
m:mas piensan que la amante vive m~JOr que la CSpo-
que pasa
habitualmente es que la muJer se va con el
. . ld
de su tun~ca, o frotaban la car~ y el cuerpo contra la efigie. Los que habían
sido mágicamente sanad~s deJaban allí objetos de plata que representaban
sus partes curadas: una pierna, una mano, un corazón.
h;mbre, y sólo después de una 1~ de mte e más o menos Aunque los pobres urbanos solían revelar a veces una fe ilimitada en
. emp1'eza a protestar y quiere que él se case con ella la religión, sus expectativas ante el mundo temporal eran mucho menores.
seis meses · alis
P ero eso no es más q ·
ue el convenc1on mo de las mu1ercs
· ·
Para ellos, lo <mico milagroso del milagro económico mexicano era encon-
·
jQuieren encadenar al hombre! trar ocupación que les permitiera sobrevivir. Nunca había puestos de traba-
jo suficientes, en las industrias, el comercio o los servicios, que llenaran sus
Ninguna de las mujeres e~trevistadas por Lewis en C_asa Grande es- demandas. Y la enorme reserva de mano de obra creada por sucesivas olas
t de acuerdo con estas reflexiones. Ellas entraban en uniones libres CO- de nuevos migrantes a la Ciudad de México garantizaba que los salarios si-
;:oúnica posibilidad de escap~ a _la atmósfer_a tensa y opr~va de una vi- guieran siendo insuficientes.
vienda repleta de una sola hab1tac16n, a cambio de un espacio propio en el Jesús Sánchez, el patriarca de la familia bosquejada por Lewis, gana-
inquilinato. P:ro preferían un matrimonio legal, especialmente uno aproba- ba tan sólo un dólar diario al cabo de treinta años como comprador de ali-
do por la Iglesia. . . . . mentos para un restaurante de baja clase media. Agradecía que su patrón le
"Entrar en una iglesia del brazo de m1 padre, con mi vestido blanco, y permitiera aumentar su salario trabajando siete días por semana y todos los
acercarme con él al altar, donde estaría esperándome el que me iba a dar su festivos. Pero aún así, tenía que complementar sus ingresos vendiendo bille-
apellido" ... ésta era la fantasía de la hermana de Manuel, Consuelo, que sin tes de lotería y desempeñando diversos oficios ocasionales entre sus horas
embargo accedió a vivir en concubinato. de mayor trajín en el restaurante. Sus hijos, pese a disfrutar de la enseñan-
Pese a la infrecuencia de las bodas por la iglesia y la escasa asistencia za primaria de la que él carecía, no podían obtener una ocupación mejor.
a misa, la religión cumplía un rol esencial en la vida de los pobres de la ciu- Sus intentos de vender artículos de segunda mano en los mercados calleje-
dad. Recurrían al clero principalmente para los bautismos y funerales ... y ros eran impedidos por los policías, que reclamaban sobornos incesantes,
aun entonces, tal vez no se confiara el cadáver a un cura hasta que yada una que equivalían a impuestos confiscatorios. Y sus tentativas de buscar traba-
noche entera en el ataúd colgado sobre una bandeja con vinagre y cebollas, jo en las fábricas eran frustradas por funcionarios sindicales corruptos, que
los cuales absorbían el espíritu maligno que había causado la muerte. Reza- exigían pagos imposibles e ilegales por la credencial del sindicato, que solía
ban, o al menos se arrodillaban, diariamente ante el diminuto altar de su ser un requisito previo para hallar trabajo en la industria.
santo favorito o de la Virgen María en un rincón de su apartamento. Si un Ingresar en un sindicato era sumarse a la elite de la clase obrera. Ha-
miembro de la familia no volvía a casa al final del día, ellos colocaban la ima- cia 1960, menos del doce por ciento de los campesinos y jornaleros urbanos
gen de San Antonio cabeza abajo hasta que el pariente desaparecido reapa- de México estaban inscritos en sindicatos. El gobierno, ejerciendo el control
recía o hasta que se renunciaba a toda esperanza. sobre el movimiento obrero organizado, no tenía interés en fomentar un gre-
El fervor religioso de los pobres de la Ciudad de México se eviden- mialismo grande, que acaso llegara a ser un rival político o amenazar el cre-
ciaba sobre todo en sus peregrinaciones. Cada pocos años viajaban a Chal- cimiento económico reclamando salarios roás elevados. Por eso, la enorme
ma, unos sesenta kilómetros al suroeste de la capital, para rendir homenaje mayoría de los pobres no tenía ningún medio organizado para presentar de-
al Cristo con la tez oscura de un indio. Los últimos cuatro o cinco kilóme- mandas políticas o económicas.
tros hasta Chalma se recorrían a pie. Los adoradores más penitentes -Y los Sabedores de que había límites, más allá de los cuales no se permitiría
a~rade~id~s por respuestas milagrosas a plegarias ofrecidas en visitas ante- crecer a sus sindicatos los líderes gremiales estaban más comprometidos
riores-: msistían en completar este último tramo de rodillas, y llegaban al _al- con el gobierno que c¿n su propia base. La Secretaría de Trabajo podía
tar suci?s Yensangrentados. Las multitudes eran mayores aún en la Bas~ca nombrar o destituir dirigentes sindicales, aprobar o prohibir huelgas, con-
de la Virgen de Guadalupe, situada en las afueras de la Ciudad de México, firmar o vetar acuerdos salariales. El tipo de líder sindical que el gobierno
al norte. En la ocasión más importante, el 12 de diciembre, casi un roillón de prefería era flexible sin parecer servil, lo bastante perspic~ como pa_r~ no
pobres se congregaban en dicho altar erigido en una ladera, para conJJJe· dejar que el disenso en su gremio llegara a ser una molestia que_ reqwnera
~od~ar el _día de 1531 en que una Virg;n María morena se apareció ante un intervención gubernamental, y diestro para exagerar los beneficios que ne-
10 10 recién conve t'd p • 1 s cu· gociaba para sus afiliados de base. .
r i º· ocas veces los fieles prestaban atención a 0
r~! que_ ofrecían la misa o los sacramentos. No querían intermediarios entre Los sindicatos, la patronal, el gobierno y la p~e.nsa 00.la~ra?an ~n ID-
e os nusmos y esta mexicanísima Virgen María, la protectora tradicional de trigas para convencer al público de que una dmgenc1a smdical mde-

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pendiente, combativa, pero responsab~e, defendía ~ la clase _obrera sin des- roat:ri~l rodante obsoleto. El presidente Cárdenas nacionaliz6 las1íneas fe-
. 1a estab"l"d
trurr i i a d económt"ca y política de la
. nación. El ntual empezab a rroviarias que se hallaban todavía en manos privadas y entregó l t"ó d
· 1 · d" , a ges i n e
cuando un líder sindical presentaba recl~macio~es de aumentos salari~es y todo e 1sistema a sm icato fer~~viario. Fue durante esos años cuando el sin-
beneficios adicionales. La patronal soba aducir que estas reclamaciones dicato alcanzó su mayor prestigio e independencia.
eran irr~zonables. Podía sobrevenir entonces una huelga con el discreto Con los costos operativos de los ferrocarriles en marcado aumento el
consentimiento de la Secretaría de Trabajo. y después de un acuerdo, los presidente Avila Camacho puso fin al experimento de gestión obrera y'en
. · .proc
d 1anos · la· maban la victoria del sindicato. No obstante, el hecho de que 1940 entregó la administración de los trenes a una empresa pública r_e cién
1 salarios
. fl . d .
reales tendieran a ir detrás de la m aci 6n urante casi todos los
;:ceni~s 1940 y 1950 sugería que mu~hos de estos_ tr~unfos era°: ilusorios.
crea~a. :º~º despu_és de llegar al poder, Miguel Alemán resolvió poner al
prop10 s!ndicato bajo co~t~ol gubernamental. Para lograr este objetivo; uti-
El sistema alentaba la corrupetón en el movimiento gremial. Los diri- lizó tácticas que se repetman a menudo contra los dirigentes sindicales in-
gentes sindicales estaban secretamente a sueldo del gobierno. Recibían re- dependientes durante su presidencia. Trasladó su apoyo a una facción pro
tribuciones de la gerencia por abstener.se de hacer hue_lgas o abreviarlas, y gubernamental conservadora del sindicato, liderada por un rimbombante
por aceptar acuerdos salariales má~ bajos para s~ afibad~s de base. Tam- funcionario gremial llamado Jesús Díaz de León. En octubre de 1948, con el
bién obtenían sobornos de los trabajadores a cambio de su ingreso en el sin- refuerzo de policías y soldados disfrazados de gremialistas, Díaz de León y
dicato. y lograban la lealtad de sus subordinados compartiendo estas ga- sus acólitos expulsaron físicamente del centro de operaciones del sindicato
nancias con ellos y dándoles libertad de acción para percibir pagos ilícitos a la dirección titular. En grandes titulares, los diarios difundieron las acusa-
propios. Los dirigentes sindicales imponían además su control sobre sus ciones de Díaz de León, que afirmaba que los funcionarios depuestos
gremio.s subvirtiendo las leyes encaminadas a proteger a los trabajadores. habían permitido la infiltración comunista y habían desfalcado fondos sindi-
Por ejemplo, basándose en la legislación que apuntaba a lograr la agremia- cales. Los oponentes de base de Díaz de León fueron desalojados de sus
ción del personal de una empresa, podían expulsar de sus filas a los disiden- puestos de trabajo, y remplazados por nuevos trabajadores comprometidos
tes y luego reclamar a la patronal que despidiera a esas personas porque ya con él.
no eran afiliados al sindicato. Otras veces, los líderes sindicales aconsejaban Como jefe de los obreros ferroviarios, Díaz de León llegó a ser un
a la patronal que trasladara a los disidentes a empresas subsidiarias, lejos de hombre rico. Se decía que era dueño de una importante granja en las afue-
la capital. Habitualmente, la mera amenaza de semejante desplazamiento ras de la Ciudad de México, que vendía leche a organismos gubernamenta-
bastaba para convencer a los trabajadores rebeldes de que renunciaran, tan- les a precios exagerados. También era un ávido participante en rodeos y ex-
to al sindicato como a sus puestos de trabajo. posiciones de cría de equinos, donde se presentaba con extravagantes trajes
Durante fines del decenio de 1950, sin embargo, la corrupción gre- que le ganaron el apodo de "El Charro". Dicho término, asociado al princi-
mial llegó a ser un escándalo nacional cuando el sindicato ferroviario, ago- pio con Díaz de León, llegó a ser la designación popular de un líder sindical
biado, inició la huelga más grave de esa época. Esta crisis fue mucho más corrupto. ·
embarazosa para el gobierno, porque los ferrocarriles eran de propiedad es- Durante su desempeño, el sindicato ferroviario fue una hechura ~el
tatal y su historia se vinculaba íntimamente con la tradición revolucionaria Y gobierno. El sistema ferroviario provocaba cuantiosas pérdidas financie-
el creciemiento económico del país. ras al estado a causa de las grandes inversiones de capital Y una política
Bajo el gobierno de Porfirio Díaz, la red ferroviaria nacional era pro- consistente en subsidiar pasajes para el público y costos d~ flete ~~a la
piedad en su mayor parte de inversores extranjeros, y administrada princi- empresa privada. Pero nadie podía acusar a Díaz de León ni ~ los dmgen~
palmente en beneficio de ellos, cobrando bajos costos de flete por sus mate- tes charros que le sucedieron, de aumentar la carg~ económica bregand
rias primas y artículos terminados. Como los empleados extranjeros eran por la subsistencia de los cien mil afiliados al sindicato. De acu_erdo con
privilegiados en cuanto a salarios y ascensos, los ferroviarios mexicanos fue- un informe publicado en 1958 por un comité de disi~en~es gre~uales r~u-
ron entre los primeros conversos a la Revolución. En los vertiginosos cam- nido en la Ciudad de México, los trabajadores ferrovi~r~~s habian sufritlo
bios de dirección revolucionaria, tuvieron la suerte de haberse alineado jun- una pérdida. del cuarenta por ciento
. en su poder adqwsit1vo con respecto
to al vencedor definitivo, Alvaro Obregón.
a la década anterior. . · Val! ·
Durante el período posrevolucionario, los obreros ferroviarios f~e- El líder de esta facción opositora izquie rd1st ª era De_~detn~ eíJaºn'
ron ensalzados como modelos del nuevo proletariado, y percibieron salarios . t 0 sd ¡954 él y sus partl anos ven
un ex afiliado al Partido ComuniS a. e e d" ' . · d"cal y contra la
que eran altos, según las normas de clase obrera. Nadie les discutía estas re- .
hac1endo - . 1á ontra la irecc1 6n sin i
una campana simu t nea c ·os obreros. La lucha
compensas. Ellos trabajaron duro para reconstruir la red destruida por los . . • t 1 para aumentar 1os sa1an
largos anos
- d e guerra civil,
· · y para mantener en funciones un inventario corporación ferroviaria esta a , di .d t ovocaron demoras en
· de había sido acerba y violenta. Cuando los st en es pr

496 497
rroviarias se efectuaban actos de subversión y l
el servicio de trenes, fueron denigrados en la prensa. ~~os ~artidarios · be · a prensa sostuvo que una
facción pro gu rnamental ganaba fuerza rápidamente en el sindicato.
suyos fueron trasladados o despedidos. Tantos obreros ~werd~~ como
conservadores habían sido lesionados o muertos en sangnentas nnas. Pero La hue~a ~mpezó el 25 de febrero y paralizó Ferrocarriles Naciona-
hacia 1958, Vallejo y su facción tenían una evidente influenci~. Al informe les, ~a línea_pr~cipal. Al ~a siguiente, cuando el gobierno aceptó las recla-
maciones smdicales, Vallejo pareció haber logrado una victoria total. Pero
ya mencionado sobre erosión salarial, añadieron l~ recl~ación de un au-
este acuerdo resultó ser tan sólo el primer acto de un dram a en d esarro11o.
mento inmediato de 28 dólares mensuales. Los funetonanos charros, que to- · r • • f
davía ocupaban los cargos máximos del sindicato, se vieron desgarrados en- El sistema 1erroVIano
. . ue organizado en trece líneas diferentes, cad a una
tre una rebelión interna y la presión del gobierno para mantener bajos los con su p~op10 conv:mo laboral que se debía negociar por separado. Cuan-
salarios. Como de costumbre, optaron por el gobierno Y recomendaron un do Vallejo trató de 1~poner el acuerdo con Ferrocarriles Nacionales en las
aumento mensual de sólo 16 dólares. Además, los charros accedieron cuan- demás líneas, el gobierno se lo negó. Los diarios, que habían ensalzado el
do la gerencia de los ferrocarriles solicitó que se le concedieran sesenta días gobierno por su pretendida generosidad al acceder a las reclamaciones
para examinar la reclamación salarial. Este período de gracia permitiría que obreras en Ferrocarriles Nacionales, describió a Vallejo como un ingrato
la elección presidencial, programada para el 4 de julio de 1958, tuviera lu- cuyas demandas excesivas apuntaban a precipitar un enfrentamiento entre
gar sin ninguna controversia laboral. el movimiento obrero organizado y el estado.
Pero Vallejo, advirtiendo que el gobierno sería especialmente vulne- Vallejo cometió entonces un funesto error de cálculo. En un intento
rable en los días previos a las elecciones, llamó al trabajo a desgano el 26 de de obligar al gobierno de López Mateos a extender el nuevo convenio a to-
junio. Dos días más tarde, esto se convirtió en una huelga total que paralizó das las líneas ferroviarias, declaró un paro laboral el 25 de marzo. Esto era
el sistema ferroviario. Para desmentir las afirmaciones periodísticas de que apenas unos días antes de iniciar la Semana Santa, cuando los mexicanos en
sólo una minoría subversiva apoyaba la huelga, Vallejo organizó también tropel subían en coches, tomaban autobuses y trenes para huir de las ciuda-
manifestaciones masivas de obreros ferroviarios en la Ciudad de México y des, secas y calurosas, rumbo a la costa y el campo. Evidentemente, Vallejo
Guadalajara el 28 de junio. pensó que el gobierno cedería a sus exigencias antes que arriesgarse a la ira
A estas alturas, el presidente Adolfo Ruiz Cortines tuvo que interve- de millones de viajeros frustrados. Pero el bombardeo de comentarios con-
nir. Decretó un aumento mensual de 17 dólares -muy por debajo de lo que trarios a Vallejo en la prensa -y la perspectiva de unas vacaciones arruina-
reclamaba Vallejo- pero, lo más importante, autorizó al sindicato a efectuar das- había puesto en realidad a la opinión pública contra la posición del sin-
elecciones internas en agosto. Los opositores ganaron la votación con faci- dicato.
lidad y se instaló a Vallejo como secretario general. Se estableció una tregua Tan pronto como se inició la huelga, en la madrugada del 25 de mar-
intranquila hasta diciembre, cuando Adolfo Lópcz Mateos asumió la presi- zo, el gobierno actuó con celeridad para proteger las vacaciones de Pas-
dencia de México. cua ... y quebrantar al sindicato. Se tomó el mando de todas las estaciones fe-
Procurando crear una imagen pública distinta de su predecesor, hos- rroviarias con soldados, que remplazaron a los telegrafJStas del gremio.
co y más conservador, López Mateos había hecho su campaña como políti- Tropas de la policía y del ejército fueron en busca de los huelguistas a sus
co pro sindical, de izquierda. Según expresó, su gobierno sería de "extrema hogares, y con armas de fuego, los obligaron a volver al trabajo. Ot~os_miles
izquierda ... dentro de la Constitución". Estas convicciones pronto fueron de trabajadores fueron encarcelados, entre ellos Vallejo y sus prmctpales
puestas a prueba por Vallejo. En negociaciones con la gerencia de la prin- colaboradores. El secretario de Justicia insistió en que los dirigentes gre-
cipal línea ferroviaria, Vallejo insistió en que el ofrecimiento gubernamen- miales formaban parte de una conspiración encaminada a der~ocar al go-
tal de un aumento mensual de 17 dólares fuese complementado por asigna- bierno. Se afirmó que Vallejo había recibido dinero de la embaJada rusa, Y
ciones habitacionales para los asalariados ferroviarios. Tales beneficios, dos diplomáticos soviéticos, que habían sido al parecer sus pagadores, fue-
señaló Val~ejo, estaban garantizados por la Constitución y por la legislación ron expulsados de México. fi t y
la~oral r:c1ent~. El ~aquete de reivindicaciones que procuraba obtener Va- El servicio ferroviario fue casi normal durante todas 1as te~ ~-
. la e·iu dad d e México' todos. los dmgen-
.
llejo eq~u~~ldna casi al aumento mensual de 28 dólares que él había pro- cuando los veraneantes volvieron a
puesto imcialmente en mayo de 1958. Advirtió que, si los administradores tes del sindicato ferroviario habían sido remplazados por funcionarios pro
. • t casi todos los obreros presos
gubernamentales de los ferrocarriles no accedían a estas reclamaciones, se gubernamentales En los meses su bsiguien es, b d •
· . 1 ora ores mme-
Vall ·0 y sus coa
declararía una ~uelga a fines de febrero de 1959. fueron puestos en libertad. Sm embargo, ~J . .
Al aproximarse la fecha tope, el gobierno utilizaba los diarios para diatos quedaron detenidos para sometealrl?s.a_1wdcio.u mandato el presiden-
. . • · uelta imcio e s ,
exponer sus a~gumentos contra el sindicato. Se acusaba a Vallejo de ser un Con la crtsis ferroviaria res . · quierdista Mantuvo las
te López Mateos se dedicó a restaurar su imagen IZ •
agente comumsta a sueldo de extranjeros. Se afirmaba que en las líneas fe-

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relaciones diplomáticas con el gobierno de Fidel Castro pese a la presión . Los diarios Y revis~as dependían del gobierno para obtener papel a
desde Washington. Pareció revivir el programa de reforma agraria, que lan- b_aJo_ costo y_para dos terc~os. por lo menos de sus ingresos publicitarios. Pe-
guidecía después de la era Cárdenas ( en re~lidad, apenas u~ cuarto de las r~odis~as ~ directores de ~•anos recibían estipendios mensuales de funciona-
12 millones de hectáreas oficialmente expropiadas por el gobierno de López nos pubhcos Y empresan~s privados a cambio de un tratamiento favorable.
Mateos fueron distribuidas a los campesinos). Y López Mateos impulsó un Nat~ralmente, en las crómcas de primera plana se pregonaban los anuncios
plan de participación en las ganancias que finalmente elevó los salarios de ofic1~les Y los futuros proyectos públicos, mientras que los incidentes de la
muchos trabajadores en un cinco por ciento anual o más. contienda laboral s: relegaba~ a breves artículos, junto a las páginas de su-
Y a seguro de haber establecido antecedentes de progresista, López cesos. Las referencias al presidente y sus actitudes lindaban con la adula-
Mateos encaró el asunto inconcluso de sus primeros meses de mandato. Al ción, y casi toda la elite política gozaba de una inmunidad similar con res-
fin Demetrio Vallejo y los demás líderes sindicales ferroviarios de izquierda pecto a las críticas de la prensa. Sin embargo, la falta de credibilidad entre
que habían permanecido cuatro años en prisión fueron llevados a juicio en los lectores era un problema constante. Al investigar las actitudes del públi-
1963. Vallejo y su principal colaborador fueron juzgados según la ley anti- co hacia la prensa en el decenio 1960, un estudioso se tropezó con un cinis-
subversiva y condenados a dieciséis años de cárceL una sentencia más pro- mo generalizado, sucintamente resumido por uno de sus entrevistados,
longada que la que suelen recibir en México los asesinos. Otros veintitrés quien dijo: "Si leo algo en el diario, tengo que preguntarme: lPor qué me
funcionarios sindicales también fueron hallados culpables y recibieron seve- cuentan hoy esta mentira en particular?"
ras condenas de cárcel. La era posbélica produjo, sí, escritos intelectuales donde se cuestio-
. . En este desenl~ce había u~ claro mensaje: cualquier beneficio que re- naba profundamente el optimismo oficial en cuanto a la capacidad del país
cibiera la clase trabajadora reflejaba la benevolencia del régimen, y no era para resolver la injusticia social. En su obra maestra "El laberinto de la so-
resultado de victorias arrancadas por sindicatos independientes enfrenta- ledad", el poeta y ensayista Octavio Paz describió indeleblemente a un pue-
dos con el gobierno. blo todavía incapaz de curar las heridas abiertas por la conquista y el colo-
nialismo, la guerra civil y la revolución, la riqueza y la pobreza. En "La
muerte de Artemio Cruz" y "La región más transparente", el novelista Car-
los Fuentes expuso apasionantes relatos sobre comandantes revolucionarios
provincianos seducidos por la opulencia y los hechizos cosmopolitas de la
A medida que se acercaba el fin del decenio 1960, los dirigentes me- Ciudad de México. Pero las elevadas tasas de analfabetismo y el bajo poder
xicanos tenían motivos para fe licitarse. El régimen civil nacido en la era de de compra del público limitaban necesariamente los lectores de todos los
Alemán funcionaba sin tropiezos. Cada seis años, la elite política se autorre- autores. Al no poder vivir con los réditos de sus obras, estaban obligados
generaba, eligiendo con pocos roces y poca controversia un candidato pre- con el gobierno por sus cargos burocráticos, diplomáticos y universitarios.
sidencial que invariablemente ganaba las elecciones por una mayoría aplas- Corno resultado, hasta a los intelectuales más honestos y más críticos se les
tante. Cada gobernador y cada regente de una gran ciudad pertenecía al podía hacer sentir que eran menos irritantes que beneficiosos para un go-
partido de gobierno, que además disfrutaba de mayorías abrumadoras en el bierno deseoso de demostrar que toleraba el disenso.
Congreso. El movimiento sindical y la asociación campesina nacional eran El orgullo de los líderes gubernamentales por su destreza en la direc-
lo bastante grandes y visibles como para afirmar que hablaban en nombre de ción pública de la nación era igualado por su entusiasmo con respecto a la
los trabajadores urbanos y rurales del país. Estas organizaciones de la clase economía. El crecimiento había continuado sin interrupciones desde la
obrera permanecían leales al gobierno, dando apoyo a su perspectiva de década de 1940. La inflación seguía siendo baja. Hacia 19~, el peso ~abía
cooperación entre capital y trabajo y dispuestas a contribuir a aplastar a los resistido a la devaluación durante quince años. Las inversione~ extranjeras
disidentes en las fábricas y en el agro. afluían al país. En el extranjero, los economistas solían no esc_:atimar sus el~-
Se podía contar con los medios de comunicación masiva para proyec· gios al modelo mexicano de industrialización urbana. Y la Cmdad de Méxi-
tar una sensación de bienestar y prosperidad. Casi no hacía falta que el go· co era un escaparate para el mundo en desarrollo: una metrópoli~ aparen-
b~emo ej~rciera u~a. ce~sura despótica. Obligados con el estado por ~c~n- temente moderna que preservaba su carácter autóctono, una cmdad de
cias ~ r~ditos pu~h_c itanos, los altos funcionarios de la radio y la televisió~ nuevas fábricas y talleres artesanales, bulevares de eS tilo europeo _Y calles
~uscnbian las opmiones expresadas por el presidente Díaz Ordaz en 1965. ·
co1omales ··
de guiJarros, supermerca d os Ymer cados indios' grandes tiendas y
Antes de -~ropalar un ítem noticioso, antes de emitir un comentario, antes vendedores ambulantes. . d I
de transmitir ~n programa, piensen siempre si ayuda a promover la armonía En los círculos oficiales había una necesidad casi palpable. e ce e-
entre los mexicanos o a exacerbar sus diferencias y resentimientos." ,.
brar tantos éxitos. Y con este espmtu, e1go b'iemo esperaba con ansia el mo-

500 501
íadas de 1968 en la Ciudad de México Er 1
mento d e a lbe rgar las Olimp , · a a inscripción en las universidades mexicanas alcanzó a 350 000 ·
primera vez que esos augustos Juegos tenían lugar en un palS en desarrollo · · · d e 1a etapa de Alemán.
ro á s que a1 prmcipio . , siete veces
lo cual proporcionaba una ocasión para mostrar a~ mundo el milagr~ . La UNA~ seguía_ siendo el centro del sistema estatal de educación
económico mexicano. Los acontecimientos cult?rales ib~n a ser una parte superior. Aleman la babia trasladado a un predio flamante ·t d ·
· 1 , si ua o quince
de la agenda tan importante como la com~e~encia deportiva, dando así a los kilómetros
. a sur del centro de la capital · La llamada c· d
m a d u · · ·
mversitana
artistas mexicanos la oportunidad de recibir los honores que no iban a lo- q~e s~ ~auguró en 1954 era una maravilla arquitectónica. Ocupaba más de
grar los atletas mexicanos en los rigurosos certá~enes por _m_edallas. Con un seis kilometros cuadr~dos; la~ par_edes externas de sus edificios se engalana-
presupuesto de 175 millones de dólares, el gobierno summistró instalacio- ban con murales de R~vera? Siqueiros y otros artistas. Igualmente drattJ.ático
nes imponentes para los extranjeros, tanto a_tletas como entrenadores, artis- era el aumento de los mscntos en la UNAM, que subió de unos veintidós mil
tas y periodistas. Estos desem_bol~os se co~s1der~ban, adem~s, una inversión estudiantes en 1946 a casi ochenta y cinco mil en 1968.
a largo plazo. Sin duda las Ohmp1adas estimulanan más turismo en los años La UNAM había mantenido su fama como cuna de políticos. Duran-
venideros, y las instalaciones construidas para los Juegos serían más tarde te toda la década del cincuenta y la del sesenta, más o menos la mitad de to-
para viviendas y recreación pública. dos los secretarios de gobierno enseñaron allí, y allí reclutaron miles de es-
La última vez que se había montado una extravagancia en tal escala tudiantes para la burocracia estatal. Los estudiantes' ingresaban en diversas
en la Ciudad de México fue en 1910, cuando Porfirio Díaz conmemoró el facciones universitarias del PRI, lo cual convertía las disputas universitarias
centésimo aniversario de la guerra de la independencia. Don Porfirio había en plebiscitos donde se verificaba la popularidad de los potenciales candi-
sido motivado por los mismos impulsos que guiaban a los organizadores de datos a la presidencia de la nación.
las Olimpíadas: un auténtico orgullo por el oblicuo progreso económico de Pero el PRI no era, de ningún modo, el único canal para el activismo
la nación y su imperfecto sistema político; el deseo de anunciar al mundo político en la UNAM. El predio estaba embadurnado con proclamas de le-
que México estaba saliendo con rapidez de los espasmos del subdesarrollo, ninistas, trotskistas, castristas, maoístas y neoizquierdistas. Las cuestiones
y la convicción de que la Ciudad de México ofrecía un vislumbre futurista de internas, tales como el contenido de los programas, los métodos de ingreso,
donde llevaba la modernización al resto del país. los nombramientos de docentes y los pasajes de autobús, movilizaban a
Para el gobierno de Díaz Ordaz, el concepto de que había algún pa- grandes grupos de estudiantes. En 1966, durante una gran huelga estudian-
ralelo entre las Olimpíadas de 1968 y el tristemente célebre centenario de til -declarada en parte como reacción porque la administración de la
1910 era absurdo y malicioso. Desde 1920, la legitimación moral de todo UNAM pretendía limitar los crecientes ingresos-, el rector fue tomado co-
gobierno se basaba en la premisa de que la Revolución había derrocado el mo rehén y obligado a renunciar. Pero más inquietante para el gobierno era
injusto sistema político, social y económico creado por don Porfirio. la creciente tendencia de los activistas estudiantiles a intervenir en cuestio-
Según los funcionarios oficiales, sólo una minoría perversa y antipatrióti- nes ajenas a su propia universidad, y a forjar vínculos con militantes de otros
ca podía igualar las imperfecciones del régimen moderno con la era si- establecimientos y hasta de las escuelas preparatorias.
niestra del Porfiriato. Los estudiantes participaban en manifestaciones apoyando las huel-
A medida que avanzaba 1968, sin embargo, una minoría importan- gas declaradas por sindicatos independientes. El retrato de Demetrio Valle-
te -los estudiantes universitarios de izquierda en la capital- se inclinaba jo, el dirigente ferroviario encarcelado, se hizo conocido en las universida-
cada vez más a hacer esa conexión. Ante numerosos públicos de sus igua- des, y su libertad se reclamaba en todos los actos públicos izquierdistas. Las
les, los líderes estudiantiles afirmaban que el PRI era el nuevo Porfiriato, acusaciones de fraude electoral en los estados del norte inspiraron protes-
que el milagro económico mexicano era una burla y que los pródigos de- tas en la UNAM y el Politécnico, la otra universidad estatal importante de
sembolsos para las Olimpíadas estarían mejor invertidos en programas la capital. En los activistas universitarios influyó además lo que acontecía
para socorrer a la mayoría de los ciudadanos, encenagada en la pobreza. fuera del país. En la primera mitad de 1968 -año de divisoria ~e a~as para
~esde la perspectiva del gobierno, los estudiantes incurrían en una las rebeliones juveniles en todo el mundo-, los militantes estudiantiles p~ra-
des~bnda mu_e st ra de ingratitud. Ciertamente que el milagro mexicano los lizaban universidades en los Estados Unidos y parecían a punto de derribar
habia b~neficiado. La economía en expansión había acrecentado las filas de al gobierno en Francia. . .·
los me_x1ca~os acomod~dos 7de clase media, que respondían por el gru_eso Pero, no importa cuáles fuesen las causas del creciente _movimiento
~e lo_s mscntos en la uruversidad. A pesar de la enseñanza gratuita en las ins- de protesta, no importa con qué vivacidad rechazaran los estudiantes la c_o-
htuc~ones e st atales,_ los estudiantes necesitaban considerables recursos fi- rrupción política y el autoritarismo, 1968 se habría desarrollado de muy <l:is-
nancieros para cubnr los gastos de subsistencia y permanecer fuera del mer- tinta manera si los Juegos Olímpicos no se hubies_e~ programado en la Crn-
dad de México. El gobierno estaba interesad1S1mo en que los Juegos
cado laboral hasta los veintidós O veintitrés años. Con todo, hacia 1968, la

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. . • alteración embarazos a. Y los activistas estudian-
tuvieran lugar sm ninguna El gobierno optó por presentar el encontron azo como una conspira-
tiles sabedores de esta inquietud, estaban convenci_· d os d e que s: les presen- ción que apuntaba a desacredi tar a la nación con la proximida d de las
' •d d · · alable para hacer al gobierno cualqwer reclama-
taba una oporturu a migu . - Olimpíada s. La n~che del 26 de julio, mientras aún tenían lugar violentas ba-
. d. t A
ción pen ien e. caso
nunca más durante sus anos d e estu d.iantes, sería tan tallas entre estudiante s y granadero s, la policía irrumpió en el centro de
, .
. enso la autoridad política. No pareció · h b l .
vu lnerable al dlS a érse es ocurrido operacion es del Partido Comunist a Mexicano, donde arrestaron a varios
·sma ·lid d · · l
sensación de debi a instigara a gobierno a ·
pensar que t al vez es ta mi funcionar ios del partido, asolaron el local, destruyero n archivos y confisca-
responder con anormal violencia. . ron propagan da. Al día siguiente, los portavoce s gubernam entales afirma-
La cadena de sucesos que desencade nar~n un explosivo enfrenta- ron que en esa incursión se habían hallado pruebas de que el motín había si-
miento entre los militant~s universitarios y el go.~1erno e_mpezó con un inci- do dirigido por los comunista s. En las semanas siguientes, el argumento de
dente menor el 22 de julio de 1968. Estalló una rma calle1era entre estudian- que agitadore s comunista s y extranjero s estaban socavando el orden públi-
tes de una escuela preparator ia privada y de varios institutos públicos de co llegaría a ser un estribillo permanen te en las declaracio nes oficiales y los
artes y oficios en el distrito central capitalino. Las causas de la trifulca fue- comentari os periodísti cos.
ron insustanciales: rivalidades adolescent es por "territorio "; el tradiciona l
Los activistas estudianti les, entre tanto, respondie ron convocand o
resentimiento que los estudiantes de artes Y oficios abrigaban contra los
una asamblea en el Politécnic o, el 28 de julio. Allí declararon una huelga en
alumnos de escuelas privadas, más acomodad os; Yel desasosieg o de los mo-
las universida des, escuelas preparato rias y de artes y oficios de la capital, si
zalbetes al acercarse el final del período de estudios. Pero en las semanas
el gobierno no accedía a liberar de inmediato a todos los estudiante s arres-
anteriores, otras reyertas similares habían provocado vandalism o contra las
tados durante el motín, indemniza r a los estudiante s heridos y las familias
tiendas del barrio, y esta vez los comercian tes locales pidieron la interven-
de aquellos que, según se afirmaba, habían sido muertos por la policía, di-
ción policial. Al día siguiente, 23 de julio, cuando se reanudó la pelea, el re-
solver a los granadero s y abolir la ley antisubver siva que se había utilizado
gente tuvo una reacción excesiva, enviando doscientos granadero s, una fuer-
za paramilita r famosa por utilizar durísimos métodos para reprimir para juzgar a Demetrio Vallejo y otros disidentes .
La reacción del gobierno fue clausurar todas las escuelas públicas de
desórdenes.
La aparición de los granadero s pareció unir a los estudiante s enfren- la capital. La noche del 29 de julio, se recrudecie ron los desórdene s estu-
tados, que empezaron a burlarse de los policías y después los apedrearo n. diantiles en las calles del centro cerca del Zócalo, la plaza principal de la ca-
Los granadero s respondier on lanzando gas lacrimóge no y apaleando a los pital, y esta vez se sumaron soldados a los granadero s. Tras destruir las ba-
estudiantes. Cuando algunos jovencitos huyeron a una escuela de artes y ofi- rricadas hechas con autobuses volcados, los soldados atacaron las escuelas
cios cercana, la policía invadió el edificio y aporreó a todos los estudiante s donde buscaron refugio los estudiante s. En el incidente más conspicuo, las
que había a la vista, aun aquellos que no habían participad o en la contienda tropas utilizaron una bazuka para abrir las sólidas puertas barrocas de la Es-
callejera. cuela Preparato ria Nacional ... la misma institución donde Rivera, Siqueiros
La brutalidad policial suscitó una vigorosa reacción en las universida- YOrozco habían iniciado el movimien to muralista en la década de 1920. En
des, especi~e nte en el Politécnico, cuyos estudiante s procedían casi todos la madrugad a del 30 de julio, más de mil seisciento s estudiante s estaban
de escuelas de artes y oficios como la que atacaron los granadero s. El 26 de arrestados , y casi cien hospitaliz ados.
julio, miles de estudiantes del Politécnico participar on en una marcha de El gobierno negó que el ejército hubiese utilizado una bazuka Y
protesta en el centro de la Ciudad de México. Ese día, por coincidenc ia, afirmó que cualquier destrozo causado en la antigua preparator ia era resul-
unos estu~iantes de izquierda, principalm ente de la UNAM, efectuaba n ~n tado de cócteles Molotov arrojados por subversivos. Casi todos los diarios
acto púb~co en las cercanías para conmemor ar el decimoqu into aniversario publicaro n únicamen te esta versión, pero los comentari os sobre el "bazuka-
del alzaro1ento oficial de Fidel Castro en Cuba. Los dos grupos se unieron Y zo" se esparciero n rápidamen te por toda la ciudad de boca en boca. Además
empezaron a marchar hacia el Palacio Nacional. Cuando fueron intercepta - de galvanizar más aún a los estudiante s este incidente empezó a poner a im-
dos por un enorme contingente de granadero s los estudiante s se dispersa- portantes sectores del público contra el' gobierno por su excesivo despliegue.
ron_ p_or las calles transversales y emprendie ro~ escaramuz as, atacando a la de fuerza.
pohcia Yh?ye nd0 , durante toda la noche. Al amanecer, el distrito central es· Al 111 de agosto, el rector de la UNAM encabezó a ochenta mil es~u-
taba en rwn~. J:Iabía autobuses volcados y carboniza dos con cócteles Mo· diantes en una manifesta ción pacífica encaminad a a protestar contra la in-
l~tov. Hubo Vltnnas destrozadas y tiendas saqueadas . El gas lacrimóge no Y vasión de las escuelas por el ejército y la policí~. La m~ch~ que empezó en
e_dhumo ~aturaban el aire. Decenas de estudiante s y granadero s estaban be- los alrededor es de la capital, al sur, terminó leJOS del distrito central, en un
n os, y cientos de revoltosos habían si·do esfuerzo por no provocar al gobierno.
arrest a d os. Ese mismo día, el presidente Díaz Ordaz, que había tratado de per-

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Súbitame_nte, el movimiento de protesta había ido en aumento, de al-
manecer alejado del creciente conflicto (se hallaba, en realidad, en una gira
gunas r~clamac10nes específicas a un repudio general del estilo autoritario
política por Guadalajara), habló por primera vez. •~ay una ~ano ~endida",
del gobierno. Era un desafío que ni siquiera el miembro más moderado de
declaró, adoptando una pose conciliadora. "Los mexicanos drrán s1 la mano
hallará respuesta. Estos hechos deplorables Y vergonzoso~ ~e han apesa- 1~ eli~e política po~ía acepta~. El PRI, los sindicatos nacionales y las orga-
dumbrado profundamente. No acentue~os _más nuestras difer~mcias ... " nizaciones campesinas, a decir verdad todo el sistema político, funcionaba
El presidente, sin embargo, no_ anadió a sus palabras ningún ofr~ci- sobre la pre~isa ~e que_ las _decisiones se tomaban en la cumbre y eran rati-
miento para que el gobierno se entrevistar~ con portavoces de los_estudian- ficadas -no discutidas m objetadas- por reuniones de gente común a las que
tes para discutir sus reivindicaciones. Y la imagen de su "mano tendida" fue se atribuía la representación de diversos sectores de la sociedad mexicana.
ridiculizada por los manifestantes, en cuyas panca~tas se afirmaba que "La Y desde el punto de vista de cualquier partidario del gobierno, era intolera-
mano tendida empuña una pistola", "El brazo tendido luce una cruz gama- ble pensar siquiera en la sugerencia de que el presidente -situado en el mis-
da" y "Los muertos no pueden apretar la mano tendida". mo pináculo del régimen- se expusiese a una humillante confrontación con
Estas consignas, y otras mucho más insultantes para Díaz Ordaz, fue- jóvenes disidentes que no pertenecían a ningún grupo oficialmente patroci-
ron inscritas en carteles o gritadas a coro por ciento cincuenta mil manifes- nado ni reconocían las reglas establecidas del comportamiento político.
tantes que participaron en una marcha desde el Politécnico hasta el Zócalo, El discurso sobre la situación del país tuvo lugar sin alteraciones el 111
el 13 de agosto. En un país donde el presidente en ejercicio es tratado con de setiembre. Como se preveía, Díaz Ordaz adoptó una actitud severa hacia
la reverencia que se concede a una deidad, esa retórica era escandalosa- el movimiento estudiantil. Ofreció la posibilidad de negociar con los disi-
mente sacrílega. Los policías de civil que vigilaban la marcha corrían a los dentes, pero tal diálogo se efectuaría a puerta cerrada, con un orden del día
teléfonos públicos para comunicar tales comentarios a sus superiores. Los resuelto por el gobierno, y no le involucraría necesariamente a él como par-
espectadores que bordeaban la ruta de la manifestación se miraban incrédu- ticipante directo. Cuando sólo faltaban seis semanas para las Olimpíadas,
los. Los diarios y la televisión, centrando sus comentarios en los ataques advirtió que no se tolerarían nuevas manifestaciones de protesta, y que se
personales contra el presidente, sugirieron que los manifestantes se habían haría frente a cualquier resistencia con "todos los elementos que el pueblo
puesto fuera del límite de la civilización. ha puesto en nuestras manos". Apelando a los partidarios del gobierno para
Pero las filas de los disidentes crecieron con jóvenes de la clase obre- que demostraran su apoyo, expresó confianza en que el "pequeño grupo" de
ra -muchos de ellos no asociados con las escuelas preparatorias ni las uni- extremistas estudiantiles se encontraría con el "repudio generalizado e in-
versidades- y a su paso las manifestaciones atraían a multitudes más gran- dignado de millones de mexicanos".
des de espectadores fascinados por una falta de respeto tan insólita. El 27 En los días siguientes, los diarios imitaron la dura actitud del presi-
de agosto tuvo lugar la mayor demostración de protesta. Alrededor de cua- dente. Sindicatos y organizaciones campesinas vilipendiaron a los estudian-
trocientos mil manifestantes -en su mayoría estudiantes, pero no todos ni tes, llamándoles subversivos dirigidos desde el extranjero. El Senado auto-
mucho menos- partieron del Parque de Chapultepec, bajaron por el Paseo rizó al presidente a utilizar las fuerzas armadas "en defensa de la seguridad
de la Reforma y la Avenida Juárez y llegaron al Zócalo, donde frente al Pa- interna y externa de México". Pero la efusión masiva de apoyo popular que
lacio Nacional reclamaron que se presentara el presidente repitiendo: había invocado Díaz Ordaz no se evidenció en ninguna parte. Los pocos ,ac-
"iBocón, sal al balcón!" tos públicos con auspicio gubernamental no pudieron reunir a más de dos a
Al día siguiente, todavía eufóricos por la asistencia inesperadamente tres mil empleados estatales, policías vestidos de civil y campesinos perple-
masiva, los dirigentes estudiantiles exigieron que Díaz Ordaz participara en jos, traídos en camiones desde las afueras de la capital.
un "diálogo público" con ellos, que debía efectuarse en el Zócalo y televisar- Estas manifestaciones fueron empequeñecidas por otra marcha de
se a to~o el país el l 11 ~e setiembre. Esta era la fecha programada para q_ue protesta que congregó a doscientos cincuenta mil personas a me~iados de
el presidente pronunciase el discurso tradicional sobre la situación nacio- setiembre. Como prueba de su decisión de evitar todo enfrentamiento con
nal. ~ra un acto de provocación sugerir que se postergara ese discurso ª las fuerzas de seguridad, los disidentes caminaron hasta el Zócalo en abso-
cambio de un debate libre donde el presidente sería acallado seguramente luto silencio salvo el ruido de sus pisadas y el entrechocar de sus pancartas
por un coro de insultos Y burlas. Un representante del Consejo Nacional de Y sus ropas. 'Pero este imponente despliegue .de d'iscip · Jina no h12
· o más que
Huelg~ -:--f?rmado por militantes estudiantiles de ciento cincuenta escuelas aumentar la cólera del gobierno. .
p~ra dirigi~ el movimiento de protesta- insistió en que la propuesta de un El 18 de setiembre el ejército ocupó la UNAM. Era la pnmera vez
diál?gº. abierto tenía la finalidad "de poner fin a la práctica corrupta de las que las fuerzas de segundad. ' plSa. ban la umversi
· 'dad desde 1929• cuando . se
habitaciones llenas de humo O los pequeños grupos donde se excluye a las . •
le concedió autonomía para maneJar sus asun os t ·
10 ternos •
Más

de mil estu-
masas de toda participación". ' .
d1antes fueron arrestados, y las tropas no sa1·ier 00 del predio hasta fin de

506 507
ºd las oficinas y laboratorios. La ocupación est· dos y policías en la i:eriferia de la plaza, los dirigent~s estudiantiles anuncia-
tras haber d estrm o au ' 1
mes, all . el área central, cuyo resu ta d o fu e la muerte d•- ro°: que se suspendia la marcha hasta el Politécnico. Hubo en cambio una
uló batallas e e1eras en . . e
ro . ·r t y
vanos maru estan es. e1 24
de setiembre, el eJército ocupó el Politécnic0 sene de are_ng~s bastante moderadas, que suscitaron un aplauso superficial.
d" d b .
zas con los estu iantes e ese esta lecimiento
después de nuevas escar amu . í . . , El publico ya empezaba a dispersarse a las 6 de la tarde, cuando un
Las tácticas cada vez más duras del gobierno paree ~n estar minando hehco?t~ro que volab~ en círculos sobre la plaza dejó caer dos bengalas ver-
el ímpetu d el movum • •ento de protesta. Las fuerzas de segundad, donde aho des. Sub1t_amente, en tierra, estalló una fuerte descarga de fusilería. Más tar-
. . -
. . b eclutas novatos del ejército, estaban perdiendo su autocon- de el gobierno afirmaría que unos francotiradores apostados en los techos
ra participa an r • h b' "d
. n·igían ma yores baJ· as · Miles de estudiantes
tro l e m . a. 1an si o arrestados , y de los aparta~~ntos inici~ro~ la violencia, pero muchos otros testigos, inclu-
llos se les mantenía incomumcados, sm que se notificara su yendo superV1v1entes, penod1stas extranjeros y equipos de televisión . dieron
a mue h os d e e . . · · fi · 1
paradero a sus familias, y hasta sm un r~conocimiento o 1cia de s~ deten- testimonio convincente de una masacre bien planeada. Mientras ~uchos
ºó Además la ocupación de los predios de la UNAM y del Politécnico soldados penetraban en la plaza a tiros, otros soldados y policías -vestidos
ci n. , d · 1
por las fuerzas de seguridad había desbarata º. senamente a capacidad de con ropas civiles, pero identificables por el guante blanco que llevaban en la
los militantes estudiantiles para convocar reuniones numerosas de sus par- mano izquierda- empezaron a hacer fuego contr'a el gentío desde dentro de
tidarios. la plaza. Estudiantes, padres y niños fueron disparados indiscriminadamen-
Pero cuando setiembre tocaba a su fin, grupos más reducidos de ac- te. Como las rutas de escape estaban bloqueadas con vehículos blindados y
tivistas estudiantiles utilizaban para sus asambleas un lugar alternativo: la fuerzas de seguridad, el gentío, presa del pánico, corría de un extremo de la
plaza abierta de un proyecto habitacional público denominado Plaza de las plaza al otro, sin poder eludir las mortíferas descargas cerradas. A los inten-
Tres Culturas, que se encontraba convenientemente cerca del Zócalo y el tos de rendición se respondía con disparos, y las balas barrieron incluso a
ocupado Politécnico. El nombre de esta plaza alude que alü existen estruc- quienes se postraron en el suelo. Las intensas andanadas continuaron sin in-
turas arquitectónicas pertenecientes a las eras azteca, colonial española y terrupción durante una hora, y hubo tiroteos intermitentes hasta la madru-
contemporánea. La que más destaca es la de época moderna. En edificios gada.
de apartamentos que se elevan a trece pisos de altura y más, habitan miles Se permitió la entrada de ambulancias a las 11 de la noche, una vez
de inquilinos que proceden principalmente de la clase media: maestros, que casi todos los muertos y heridos fueron retirados en vehículos militares,
otros profesionales que perciben ingresos modestos y empleados del gobier- los cuales se llevaron también más de dos mil prisioneros. Se apostaron po-
no. La restaurada iglesia de Santiago Tlatelolco representa los tiempos de licías en los hospitales para impedir que los parientes hicieran averiguacio-
la colonia. Y se rinde homenaje a la civilización precolombina con rastros nes sobre las víctimas, y para evacuar los cuerpos de los que murieron bajo
de mampostería y esculturas que formaron parte de Tlatelolco, donde los atención médica. Algunos prisioneros que estaban detenidos en campamen-
aztecas dieron la última batalla a los conquistadores. tos militares afirmaron haber visto grandes fogatas en dichas instalaciones,
El 2 de octubre de 1968, la Plaza de las Tres Culturas se convirtió en y haber percibido olor a cadáveres quemados.
escenario de otra última batalla, que esta vez enfrentó a las fuerzas guber- Fue imposible determinar con exactitud cuántas personas murieron
namentales con el movimiento de protesta. Cuando sólo faltaban diez días en la Plaza de las Tres Culturas, una tragedia que se conoce como la Noche
para la inauguración oficial de los Juegos Olímpicos, el presidente Díaz _or- Triste de Tlatelolco. El gobierno insistió en que los muertos no fueron más
daz decidió poner fin a la crisis por cualquier medio. Delegó a dos políticos de cuarenta y nueve personas, y no permitió ninguna investigación inde-
de jerarquía para iniciar negociaciones con estudiantes que representaban pendiente sobre las bajas. Los diarios y los canales de televisión no intenta-
al Consejo Nacional de Huelga esa mañana en el predio de la UNAM, c~ya ron siquiera indagar la masacre, y prestaron poca atención a lo que afirma-
ocupación militar había sido levantada dos días atrás. Para gran irritación ban los parientes de personas desaparecidas. Pero el cálculo de varios
del g~bierno, sin embargo, otros militantes estudiantiles habían reunido ~na centenares de muertos -publicado por dirigentes estudiantiles- ha llegado
multitud en la Plaza de las Tres Culturas al caer la tarde con la intención a ser generalmente aceptado como más verosímil que las cifras guberna-
de organizar una marcha hasta el Politéc~ico para recla~ar que las tropas mentales.
evacuaran ese predio. La masacre de Tlatelolco puso un brusco fin al movimiento de protes-
Juzgado según las colosales manifestaciones de semanas anteriores, ta de 1968. Tomado por sorpresa por la fulminante oleada de descontento
eS t e acto público fue un fracaso. Los cálculos sobre la cantidad de personas en los tres meses anteriores, el gobierno recuperaba ahora el control de la
pre~entes variaron d~ cinco mil a diez mil personas, en su gran mayoría es- situación política. El 3 de octubre, un solo día despu~s de las matanzas en
tudiantes, p~ro también padres y niños que residían en los edificios adya· masa, la Cámara de Diputados promulgó una resol~c1ón dond~ se caracte-
centes. Debido a la reducida concurrencia y a la presencia de tantos solda- rizaba todo lo acontecido desde julio como "una acción subversiva perpetra-

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·eros" La prensa empezó a enfatizar los comenta
da por e lemen t os extranj · . . -
. d 1 Juegos Olímpicos inmmentes. Grupos comerciales sindi"
nos acerca e os · fi · ' -
. .
catos y asociaciones r urales apoyaron el argumento
. . o licial
l . de que el pai's,
avergonza d o ya por la Vl·otencia , no podía permitirse e. UJO
,, de quedar má s
humillado aún ante el mundo chapuceand~ con las Oh?1p1ad~s.
Por cierto, los Juegos Olímpicos tuVIeron lugar si~ tropiezos y fueron
juzgados en general como un éxit~. ~s campos deporttv~s se llenaron de
entusiastas, y también los acontecimien~os culturales tuvieron un~ concu-
rrencia numerosa. Pocas fueron las queJas de los atletas o los turistas tes-
pecto a los alojamientos .. E indudablemente, muchos visita~tes extranjeros
interpretaron los violentos estallidos de las semanas anteriores como sim-
plemente otra expresión de las protestas juveniles que conmovieron al mun-
do ese año en lugares tan remotos como Nueva York, Chicago, París, Praga
y Tokio. Pocos espectadores venidos de otros países vieron siquiera alguna
ironía en la ceremonia tradicional que cerró las Olimpíadas ... la puesta en
libertad de miles de palomas, anunciando la esperanza de paz.
Pero las Olimpíadas resultaron ser tan sólo un breve paliativo para el
trauma de Tlat(?lolco. Aunque fue aplastado, el movimiento de protesta
había precipitado la crisis política más grave desde el período posrevolucio-
nario inicial. Señaló Octavio Paz: "En el momento mismo en que el gobier-
no mexicano recibía el reconocimiento internacional por cuarenta años de
estabilidad política y progreso económico, un chorretón de sangre disipó el
optimismo oficial e hizo que cada ciudadano dudara del sentido de ese pro-
greso."
El hecho de que este escepticismo fuese más profundo entre los me-
xicanos cultos de clase media era una causa especial de inquietud para el go-
bierno. Ellos habían sido aparentemente los mayores beneficiarios del auge
económico ?esde los años de Miguel Alemán. La etapa había empezado con
el ~eclutami~nto de graduados u_niversitarios de clase media para los pel-
danos supenores de la burocracia gubernamental. y ahora finalizaba con
una ruptura entre el régimen y la universidad que había sido el manantial
de la elite política. '

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