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Crisis y Protesta Social en Argentina

Este documento resume los principales cambios sociales, económicos y políticos en Argentina desde la última dictadura militar hasta la crisis de 2001, incluyendo el aumento de la pobreza, el desempleo y la desigualdad. Describe la emergencia de nuevos actores sociales como los piqueteros que protestan contra las políticas neoliberales a través de manifestaciones y acciones directas. Finalmente, analiza cómo estos nuevos movimientos sociales construyen una nueva identidad colectiva basada en la tradición de las luchas obreras

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Crisis y Protesta Social en Argentina

Este documento resume los principales cambios sociales, económicos y políticos en Argentina desde la última dictadura militar hasta la crisis de 2001, incluyendo el aumento de la pobreza, el desempleo y la desigualdad. Describe la emergencia de nuevos actores sociales como los piqueteros que protestan contra las políticas neoliberales a través de manifestaciones y acciones directas. Finalmente, analiza cómo estos nuevos movimientos sociales construyen una nueva identidad colectiva basada en la tradición de las luchas obreras

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CARRERA: LIC. EN TRABAJO SOCIAL.

FACULTAD DE
CIENCIAS SOCIALES- UBA
MATERIA: COOPERATIVISMO, EXPERIENCIAS
ASOCIATIVAS Y TRABAJO SOCIAL.

ESCENARIOS DE LA CRISIS. CONFIGURACION DE NUEVOS ACTORES


COLECTIVOS. JAVIER BRANCOLI:

El largo ciclo iniciado en nuestro país a partir de la última dictadura militar implico un
proceso de regresión social, modificación del patrón de intervención estatal,
reconfiguración productiva e inserción crecientemente subordinada en la economía
mundial, expresando un momento de doble crisis: por un lado se encuentra en disputa
todo el sistema de creación y distribución de ganancias y al mismo tiempo está
comprometida la reproducción de todo el régimen económico, social, político e
institucional. El principal problema de la economía y la sociedad argentina resulta ser,
la distribución del ingreso, que presenta en simultáneo tres factores concurrentes:
extrema pobreza, extrema riqueza y estancamiento estructural. En este sentido, la
pobreza y el desempleo operan como factores disciplinantes de la sociedad, que por esta
vía garantizan un debilitamiento de las acciones de protesta organizadas por los
trabajadores y una disminución histórica de los niveles de integración social. La
estrategia de la desigualdad y el ajuste permanente requiere como condición
fundamental flexibilizar a ña baja las condiciones de ciudadanía sobre los derechos
adquiridos en materia social (salarial, previsional, etc), y un proceso creciente de
criminalización de la protesta social. Frente a esta realidad aparecen nuevos fenómenos
de movilización e impugnación, nuevas creaciones transversales de reivindicación y
nuevas formas organizacionales que abren un espacio inédito de acumulación de poder
social y político y que ya se venían expresando al interior del movimiento popular.

EL CARÁCTER DE LA PROTESTA SOCIAL. PROCESOS SOCIALES EN LOS


80 Y 90:
La crisis actual encontró desde la sociedad, particularmente en estos últimos años,
respuestas sectoriales organizadas, el punto más alto, espontaneo e inorgánico de
protesta social se manifestó en las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001,
implicando la emergencia y articulación de los sectores medios pauperizados por
pérdida de ingresos / empleo y de sectores populares marginados, arrastrados a niveles
insostenibles de supervivencia, que tomaron masivamente las calles y plazas de la
república para producir un cambio institucional histórico. La protesta social en la
Argentina manifiesta características nuevas e inéditas en el país, que se expresan en una
ruptura importante en el sistema político tradicional y en nuevas expresiones de
movilización social. La crisis de representación de este periodo se expresa en 1. Una
profunda ilegitimidad de las políticas económicas vigentes por sus consecuencias
manifiestas de recesión profunda, incremento del desempleo, la precariedad laboral y la
pobreza, disminución del consumo, bancarización forzosa y retención de depósitos de
pequeños ahorristas.. 2- En un proceso de fuerte movilización social en repudio a las
estrategias de ajuste vigentes, por via de organizaciones que exhiben autonomía
respecto a las estructuras políticas tradicionales y adoptan formas novedosas y de mayor
radicalidad. El fenómeno de los piquetes de trabajadores desocupados, articulado con la
resistencia de actores sindicales y sociales que expresan el fenómeno de involución de
las capas medias y que discuten nuevas formas orgánicas, así como la creación de
nuevas experiencias de construcción política, son la expresión de esta nueva articulación
de actores tradicionalmente integrados en el mercado de trabajo y consumo de la
sociedad argentina. A las transformaciones estructurales de la economía y la sociedad
que se produjeron en nuestro país, se refieren al mismo tiempo cambios y mutaciones de
las identidades de los actores colectivos protagonistas de este proceso de movilización
social que recuperan su capacidad asociativa y se expresan con nuevos discursos
públicos. Es posible identificar procesos sociales de sincretismo entre diversas y
diferentes identidades que contribuyeron al desarrollo del movimiento popular en
nuestro país: el movimiento obrero, los movimientos sociales urbanos y las
organizaciones de base territorial. La recuperación de estas viejas tradiciones
asociativas y la construcción de estas nuevas identidades colectivas, se desarrollan en el
contexto acelerado de la crisis actual. Como nuevas acciones de lucha: 1- Los
piqueteros recuperan, como “novedad”, lo que es en realidad un viejo instrumento de
lucha del movimiento obrero; 2- Las organizaciones de base territorial se recuperan
como espacio público de encuentro y articulación de los trabajadores desocupados y
precarios. 2- Las comunidades eclesiales de base, los comedores populares y los
gremios de base, representan incipientes redes de solidaridad primaria que hacen
sostenibles las asociaciones de protesta.

Históricamente, el conflicto laboral ha cumplido un papel destacado en las luchas


sociales en nuestro país (hasta los 80). Un movimiento obrero poderoso y el instrumento
de la huelga resultaron eficaces para las luchas reivindicativas de la clase trabajadora.
“En correspondencia con la composición del actor colectivo que la instrumentaba, el
conflicto laboral, se localiza en forma dominante en las provincias del polo industrial
tradicional, en el sector privada, y en particular en la industria.” . Como decantación
del proceso de desindustrialización y desempleo que se inicia durante la dictadura,
sumado a las crisis de los gobiernos provinciales, el centro de los conflictos laborales
tienen su eje principal en los trabajadores estatales y un consecuente desplazamiento de
mayor intensidad de la protesta hacia el interior del país (en los 90). La protesta social
se transforma en una referencia ineludible de la vida política en nuestro país, y es
posible caracterizarla como un nuevo ciclo de movilización social que se desarrolla en
la última década. Desde los saqueos producidos en 1989 que provocaron la salida
anticipada obligada del gobierno radical del Alfonsín, se manifiesta embrionariamente
este sector social y político de nuestros días, los sectores más perjudicados por el
régimen neoliberal: los desafilados. Este sector, caracterizado por la pérdida de la
relación salarial estable y la ruptura de lazos relacionales y asociativos, se constituye
como factor de impugnación con alta potencialidad política. Este sector fue adquiriendo
progresivamente visibilidad política y constituyendo una identidad particular. “Eran las
huellas trágicas de una Argentina inédita: con altísima desocupación y desigualdad
social. Se llamaron piqueteros y fogoneros y constituirían una expresión central de la
protesta social en la Argentina de la segunda mitad de los 90”. Todo movimiento social
es definido como un sistema de prácticas colectivas, podemos encontrar ciertas
regularidades en este sistema que expliquen las características de este nuevo ciclo de
protesta: Han aumentado y se han diversificado las acciones de protesta en todo el
territorio nacional. Se han multiplicado las organizaciones referentes de esta protesta. Se
han producido modificaciones en los temas, demandas y reivindicaciones planteados. Se
manifiestan nuevos formatos de protesta y movilización. El aumento progresivo y
constante de estas manifestaciones, la constitución de una organización nacional de
piqueteros, la convergencia táctica de diversos grupos sociales en esta forma de
protesta, la continuidad discursiva del movimiento con acciones colectivas globales de
protesta, han definido la potencialidad de estas redes sociales con niveles crecientes de
articulación. Como productos inmediatos y visibles de esta etapa podemos identificar:
1-La ruptura de mecanismos institucionalizados de resolución de conflictos y la
aparición de nuevas representaciones e institucionalidades (consejos consultivos de
políticas sociales, espacios y mesas de concertación) frente al Estado. 2- La aparición de
nuevas y temporales identidades sociales que surgen en el marco de la protesta social
(piqueteros, cacelorazos). 3- La constitución de nuevos espacios públicos de encuentro
(asambleas barriales, redes de comunicación informaticas).

EL TERRITORIO COMO ESPACIO DE RESISTENCIA Y ARTICULACION


DE LA CLASE TRABAJADORA.

La protesta social “es un modo de ruptura del orden social regular, pero al mismo
tiempo puede convertirse en un modo casi normal de la practica politica en los
márgenes del sistema político”. En la medida en que se consolida la estrategia de
desigualdad llevada adelante por las diversas fracciones del bloque dominante, el
sistema político se vuelve incapaz de dar respuestas minimas a los reclamos sociales, y
la protesta se intensifica a través de actores que no son únicos ni homogéneos pero
encuentran cada vez mayores niveles de articulación, consenso social y radicalidad en
sus acciones. La construcción de nuevo sujeto popular en la Argentina se asienta, sobre
la tradición de la sociedad Argentina, fundamentalmente del movimiento obrero en
distintas etapas que van desde principios del siglo XX con anarquistas y socialistas, la
incorporación masiva de obreros industriales con el peronismo y las luchas de
resistencia durante la represión. Otros actores relevantes se constituyeron a partir del
movimiento estudiantil en las décadas del ´60 y ’70, el movimiento de derechos
humanos durante y posterior a la dictadura del ’76, y la constitución de estos nuevos
actores colectivos que han puesto en cuestionamiento las formas de representación y la
institucionalidad vigente. Podemos encontrar líneas de continuidad que ligan a estos
nuevos actores -piqueteros, desocupados, desafiliados – con su pertenencia anterior
a fracciones de clase integradas al sistema de producción y que se constituyen
subjetivamente como miembros de un colectivo social en donde comparten su suerte
con el resto de los desocupados y en este sentido orientan su acción: “están organizados
territorialmente, participan de las reuniones de desocupados, reivindican el papel de
las organizaciones en la distribución de planes de empleo, están de acuerdo con formar
un sindicato de desocupados y participan de las acciones de lucha llevadas a cabo.”
En este sentido el proceso de fragmentación y heterogeneización de los sectores
populares que originó el desempleo y fue llevado adelante como estrategia por parte de
los sectores dominantes, encuentra una respuesta y nuevos puntos de articulación del
movimiento popular a partir de: 1-La pertenencia de clase y el reconocimiento de
una historia común como trabajadores. 2-El reconocimiento de una nueva unidad
organizativa en la organización barrial. 3- La participación política y social que
conduce a algún alivio de su situación en la emergencia. 4-El corte de ruta como
instrumento central de lucha. Este nuevo actor colectivo toma como punto de partida
experiencias anteriores de resistencia en el territorio: asentamientos y tomas de tierras
en los `80; la instalación de comedores y ollas populares en el ¨89; la lucha frente a los
tarifazos y las empresas privatizadas a comienzos de los `90; los cortes de ruta y accesos
como respuesta frente a las políticas de ajuste. Estas organizaciones se desarrollan
aceleradamente en este último período y expresan un salto reivindicativo que supuso
pasar de la demanda de planes de empleo, a la lucha contra el ajuste y la política de
“déficit cero"; la multiplicación de las relaciones inter organizacionales; una nueva
vitalidad de las organizaciones sindicales asociadas a este proceso de movilización en
alianza con los desocupados; el impulso de las organizaciones territoriales como nuevo
ámbito de organización de la clase trabajadora.“El barrio como nueva fábrica”
sintetiza la búsqueda de otros espacios asociativos de la clase trabajadora con un nuevo
sentido para las entidades barriales de carácter vecinal, devolviendo, en el terreno
organizativo, lo que es negado para vastos sectores de la población en el mercado de
trabajo. La conformación de redes y asociaciones vecinales ha sido la estrategia de
crecimiento de la Central de Trabajadores Argentinos en la actual crisis buscando
organizar a esa nueva clase trabajadora precaria y desocupada recuperando a la
organización comunitaria y a las redes familiares que en el territorio desarrollan
estrategias para enfrentar la crisis.

El desarrollo de los Movimientos Sociales en Argentina. Cambios en la


configuración de los actores colectivos de la protesta.

El crecimiento y desarrollo del Movimiento Social en Argentina encuentra un punto de


inflexión en la etapa 2001/02 que puede ser analizada a partir de factores que dieron
origen y surgimiento para este desarrollo. La construcción del sujeto popular se asienta
sobre viejas tradiciones asociativas y nuevas experiencias de lucha y movilización que
es necesario conocer para nuestra intervención profesional.Los factores estructurales de
la economía y la sociedad Argentina en las últimas décadas nos permite identificar un
conjunto de factores que favorecieron su desarrollo: La reducción del pleno empleo
como forma de integración social y política de amplios sectores de la población,
afectaron directamente el poder de presión y negociación del movimiento obrero
organizado, un actor fundamental en la escena política del siglo pasado, frente al Estado
y a las corporaciones económicas más concentradas.El desprestigio de la política
partidaria como canal de acceso al estado y a su vez el deterioro de éste como garante
de derechos a partir de la represión y la corrupción que identificaron su accionar en los
últimos años.El desentendimiento del Estado de los principales problemas sociales
que afectan a la sociedad a partir de la desarticulación progresiva del sistema de
asistencia y promoción social que garantizaba el viejo estado de bienestar. La
aparición de grupos minoritarios (étnicos, culturales, religiosos, sexuales, etc.) En
sociedades diversas y complejas que tienen como horizonte la integración de todos sus
miembros y que determinan la emergencia de nuevos actores histórico-políticos
definidos no sólo por su posición en la estructura económica, sino por su disputa y
reconocimiento simbólico y cultural.En este sentido podemos encontrar distintas
definiciones sobre Movimientos Sociales (en plural) que nos aproximen gradualmente al
conocimiento de esta experiencia histórica particular que se ha desarrollado en la
Argentina reciente. Touraine define a los Movimientos Sociales “como acciones
colectivas fuertemente organizadas con fines explícitos, una base social definida y un
adversario circunscrito”. Los describe como sistema de relaciones de un conjunto social
y que realiza acciones frente a un adversario (reacciones) claramente definido y que
busca el logro de reivindicaciones y el reconocimiento de derechos. Su carácter es
instrumental, gradualista y finalista y pierde centralidad y relación con su carácter de
clase social. En otro sentido Castells y Lokjine los describen como “forma particular de
la lucha de clases en el ámbito urbano”, y representan una expresión particular de la
lucha de clases con un alto cuestionamiento al sistema de dominación. Su constitución
está fuertemente ligada a la lucha por el consumo colectivo (salario indirecto) y a la
reproducción social de la clase trabajadora. Particularmente Castells los sitúa en el
ámbito urbano y con una relativa vinculación con las organizaciones del movimiento
obrero.
Castells los define desde una visión estructural como “sistema de prácticas sociales
contradictorias que controvierten el orden establecido a partir de contradicciones
específicas de la problemática urbana” .Lojkine refuerza esta definición estructuralista
poniendo el acento en “la apuesta política de estos movimientos de clases y fracciones
de estratos sociales que impugnan el sistema de dominación y confrontan directamente
con el poder político”. Una tercera corriente plantea que los Movimientos Sociales
representan una nueva forma de relación social con otras formas y símbolos que las
representaciones tradicionales (partidos y sindicatos) Esta tendencia va a ubicar a los
movimientos sociales en el campo simbólico y cultural. En todos los casos un
movimiento social surge como respuesta sectorial a los desafíos, desequilibrios y
desigualdades sociales, en esta definición podemos encontrar puntos de coincidencia de
los distintos autores a partir de la identificación de tres principios que resultan comunes:

Identidad: definición de objetivos comunes que nuclean a quienes representan.

Oposición: delimitación clara de un adversario.

Totalidad: elaboración de un proyecto de sociedad que los contiene.

Los movimientos sociales urbanos, como movimientos comunitarios que se han


desarrollado a partir de la transición democrática en nuestro país (y en América
latina), han definido nuevas identidades y sujetos políticos. Se han fortalecido a partir
de la primacía dada a la sociedad civil en la década pasada y desarrollaron capacidades
frente a un estado desertor y a un mercado restringido para amplios sectores de la
sociedad. En este sentido se fortalecieron distintas experiencias locales y sectoriales en
el ámbito de la sociedad civil que configuran un tejido social diverso y heterogéneo;
pero al mismo tiempo dinámico y creativo y que van desde las primarias redes
familiares hasta complejos movimientos pluriclasistas de carácter regional o nacional:
Las redes familiares y vecinales constituyen el primer eslabón de esta cadena solidaria
y organizativa y tienen como misión central desarrollar estrategias familiares y
comunitarias de sobrevivencia a la crisis. Manejan recursos propios y escasos, actúan
en el corto plazo frente a la emergencia y la asistencia inmediata.Las organizaciones
territoriales de base constituyen el punto más próximo de agregación de demandas
para las políticas públicas. Han sido objeto de políticas clientelistas y de captación a
partir de la administración de recursos y programas sociales desarrolladas por los
distintos niveles del Estado.Cuentan con una larga trayectoria de asociativismo vecinal
desde las primeras sociedades de fomento a fines del siglo XIX; las cooperativas y
mutuales fuertemente consolidadas a partir de la segunda mitad del siglo XX; los
movimientos de pobladores característicos de la transición democrática; las ollas
populares y comedores propios de la hiperinflación. Han recuperado protagonismo con
el nuevo paradigma de políticas sociales propio de los organismos internacionales que
hegemonizaron la década del 90 y que permitieron la transferencia de
responsabilidades desde el Estado hacia la sociedad civil. Se han transformado
entonces en intermediarias de recursos e influencias entre el estado y la comunidad y
este mecanismo contribuye a sobrellevar situaciones de crisis y emergencia pero
también desprestigiando a dirigentes y organizaciones. Los movimientos sociales
urbanos surgen fuertemente con el desarrollo de la crisis y la lucha de vastos sectores
de la población por acceder a los bienes de consumo colectivo antes garantizados por
las políticas públicas de bienestar (a partir de políticas sociales universales y el pleno
empleo) Su campo de actuación se sitúa entre los sectores medios pauperizados y
pobres estructurales que desarrollan estrategias que les permitan no desengancharse
totalmente del sistema.La inestabilidad política y económica son factores que
favorecieron este surgimiento y desarrollo de los MSU.En la mayoría de los casos los
movimientos sociales se han caracterizado por su sectorialidad y la defensa de
intereses específicos.Tanto el desarrollo de la clase trabajadora, como la emergencia
de conflictos sociales, encuentran expresiones étnicas, nacionales o ideológicas que se
presentan como manifestaciones particulares de la lucha de clases en cada sociedad
particular. Para Castells o Lojkine los movimientos sociales se presentan como la
materialización concreta de esa categoría abstracta (clase social)El proceso de
homogeneización y heterogeneización de sectores dominantes y dominados, han
favorecido estas nuevas versiones de las clases sociales en América Latina.La
articulación de los movimientos sociales con el sistema político registra diversas
posiciones y tendencias:

·     Una tendencia integra cada movimiento social con alguna experiencia política: partido
popular y proyecto de transformación se funden en un mismo campo. El movimiento
social constituye la instancia prepolítica que permite establecer un espacio de
confrontación y negociación con el estado. Esta definición es propia de la década del
70 y de la estrategia de las organizaciones políticas  de esta etapa.
·         Una segunda tendencia parte de la crisis de credibilidad de la clase política y
plantea a los Movimientos Sociales como “nuevas formas de hacer política”.
Actualmente muchos Movimientos Sociales no buscan el poder estatal y no se
involucran en política. La desvinculación de la sociedad y la economía global plantea
la reafirmación de identidades, locales, étnicas o nacionales.
·         Un tercer enfoque ¨ culturalista ¨ reconoce en los Movimientos sociales prácticas
colectivas y espacios de relaciones sociales donde se configuran nuevos actores,
identidades y formas de acción

La transición democrática en nuestro país permitió establecer condiciones para el


desarrollo de los Movimientos Sociales Urbanos: la existencia de un espacio político
reconocido; la separación estado y sociedad civil junto con la transferencia de
responsabilidades de esta hacia las organizaciones sociales; el principio formal de
igualdad entre los individuos; la conformación de grupos reconocidos y organizados que
pugnan por el ejercicio de los derechos.La democracia (formal) constituye un acuerdo
social basado en el reconocimiento de sujetos y sus diferencias que no se expresan
únicamente en el campo económico sino también en el simbólico y cultural. De esta
forma los movimientos sociales cuestionan la lógica de la modernidad y progreso como
caminos para la integración social en una dirección de progreso lineal desde una
perspectiva racionalista y evolucionista.La apertura democrática, después de la
experiencia de la dictadura, generó en distintos actores de la sociedad civil un
movimiento antiestatal a partir de las experiencias de represión y que se materializó en
el movimiento de derechos humanos. Esta actitud refractaria hacia las políticas del
estado se expresa en una contradicción que al mismo tiempo demanda al estado su
presencia y reclama autonomía para su desarrollo. Al mismo tiempo, el auge del
mercado como instancia ordenadora de la sociedad determinó un crecimiento de la
sociedad civil a partir de la supremacía de lo privado sobre lo público. Esta transición
deja como huellas la transformación de los actores colectivos tradicionales frente a la
caída del paradigma industrialista y del estado de bienestar. Las prácticas sociales
segmentadas y las nuevas demandas de los ciudadanos configuran un nuevo escenario y
actores colectivos no reconociendo a los partidos políticos y sindicatos tradicionales
como canal para la expresión de estas demandas. A partir de la diversidad de intereses y
objetivos que expresan los MSU no se ha definido todavía una forma de agregación de
demandas en un interés general o común.
La configuración de una sociedad mercado céntrica, posterior a la transición
democrática, deja como saldo un conjunto significativo de la población en condiciones
de desafiliación. Al mismo tiempo el desplazamiento del Estado como principal actor de
las políticas sociales y la explosión de los niveles de pobreza y desempleo favorecieron
el desarrollo, como efecto no deseado, de experiencias organizativas de carácter social y
comunitario. Estas experiencias, tienen como base estrategias familiares y comunitarias
para enfrentar la crisis, y emergen con fuerza en la última década.

Este proceso social de profundas transformaciones en la morfología de la sociedad


argentina y sus principales actores colectivos, permitió la confluencia de viejas
tradiciones asociativas de carácter vecinal con un fuerte componente de identidad de
clase propio del movimiento obrero.

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