Incendios OBRA
Incendios OBRA
INCENDIOS
Wajdi Mouawad
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
INCENDIOS
Personajes principales:
Nawal (De los 15 a los 19 años)
Nawal (De los 40 a los 45 años)
Nawal (De los 60 a los 65 años)
Jeanne (Julia) (22 años)
Simón (22 años)
Hermile (en los sesenta)
Antonio (Mayor de treinta)
Sawda (De los 19 a los 40)
Nihad (Entre los 30 y los 40)
Personajes secundarios:
Wahab (novio de Nawal; 15 años)
Ralph (Rafael; entrenador de Simón; mayor de 30)
Jihane (Madre de Nawal; entre los 30 y los 40)
Nazira (Abuela de Nawal; entre los 50 y los 60)
Elhame (Partera; entre los 50 y los 60)
Doctor (del hospital en el país de origen; mayor de 30)
Abdessamad (conocedor de las historias; más de 60)
Soldado 1 (puede ser joven)
Soldado 2 (puede ser joven)
El guía de la prisión (Más de cuarenta)
Conserje de la escuela (Más de cuarenta)
Malak (el que se llevó a los gemelos; Más de cuarenta)
Fotógrafo (puede ser joven)
Chamseddine (Más de cuarenta)
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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INCENDIO DE NAWAL
1. Abogado
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
piensa que vendrá más tarde, sin embargo ella viene cuando quiere. Yo quería a su
madre. Se los digo sin preámbulos, yo amaba a su madre. Ella me hablaba seguido de
ustedes. No es común que se haga eso, pero ella me habló de ustedes. Un poco. Sin
avisar. Así como así. Ella decía: los mellizos. Ella decía la melliza, y a veces también, el
mellizo. Ustedes saben como era ella, ella no le decía jamás nada a nadie. Lo que
quiero decir es que incluso antes de que ella decidiera ya no decir nada, ella no decía
nada, no me contaba nada sobre ustedes. Ella era así. Cuando ella murió, llovía. No
sé. Que ese dia estuviera loviendo me afectó mucho. En su país nunca llueve, así que
imagínense cuál es el clima que lleva este testamento. Un testamento no es como los
pájaros, eso es seguro, es otra cosa. Es extraño pero es necesario. Lo que quiero decir
es que es un mal necesario. Discúlpenme.
Rompe en llanto.
2. Ultima voluntad.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
Tengo que decirles que esa fue la decisión de su madre. Personalmente yo estaba en
contra, pero ella insistió. Hubiera podido rechazarla, pero no pude.
El abogado abre el sobre.
Lectura de testamento.
Todas mis posesiones serán divididas equitativamente entre Jeanne y Simón Marwan,
mellizos nacidos de mi vientre. El dinero será dividido equitativamente entre ambos y
mis muebles serán distribuidos según sus deseos y según sus acuerdos. Si hay
discusión o desacuerdo, el ejecutor testamentario deberá vender los muebles y el
dinero será separado equitativamente entre el mellizo y la melliza.
A mi amigo, el abogado Hermile Lebel, le dejo mi pluma fuente negra.
A Jeanne Marwan, le dejo la chamarra de mezclilla color azul.
A Simón Marwan, le dejo el cuaderno rojo.
Entierro.
Abogado Hermile Lebel.
Abogado y amigo,
Lleve a los mellizos
Entiérrenme completamente desnuda
Entiérrenme sin ataúd
Sin ropa, sin nada encima
Sin rezos
Y con el rostro hacia la tierra.
Colóquenme al fondo de un agujero,
Mi rostro de espaldas al mundo
A manera de adiós,
Ustedes lanzarán sobre mí
Cada uno
Una balde de agua fresca.
Después arrojarán tierra y sellarán mi tumba.
Piedra y epitafio.
Al abogado Hermile Lebel.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
Abogado y amigo,
Ninguna piedra será colocada sobre mi tumba
Ni mi nombre será grabado en ninguna parte.
Ningún epitafio para aquellos que no cumplen sus promesas
Y una promesa no fue cumplida.
Ningún epitafio para aquellos que guardan silencio.
Y el silencio fue guardado.
Nada de piedra.
Nada de nombre sobre la piedra.
Nada de epitafio para un nombre ausente sobre una piedra ausente.
Nada de nombre.
Simón,
El abogado Lebel te dará un sobre.
Ese sobre no es para ti.
Está destinado para tu hermano.
El tuyo y el de Jeanne.
Encuéntrenlo y denle ese sobre.
Una vez que esos sobres hayan sido entregados a sus destinatarios
Una carta les será entregada
El silencio será roto
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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SIMON: ¡Ni siquiera muerta nos deja de cagar! ¡La vieja puta! ¡La cabrona de mierda!
¡La hija de la chingada! ¡vieja mmierda! ¡La hija de puta! ¡La hija de la chingada!
¡Nunca nos va a dejar de cagar! Desde hace mucho, cada día, nos decíamos que una
vez que la cabrona hubiera muerto nos dejaría de joder, de chingarnos la madre la
pinche gorda cabrona! ¡Y por fin pasó! ¡Reventó! ¡Pero, sorpresa! ¡Nada de fin!
¡Chingada madre! Lo debimos haber supuesto; ¡cómo pude haber sido tan inocente!
Ella lo preparo muy bien, lo calculó muy bien la pinche cabrona! ¡Voy a golpear su
cadáver! ¡Claro que vamos a enterrarla bocabajo! ¡Por supuesto! ¡Y vamos a
escupirle encima!
Silencio.
¡Aunque nadie más lo haga yo le voy a escupir!
Silencio
¡Está muerta, pero justo antes de morir se preguntó que más podía hacer para
jodernos la existencia! ¡Se sentó, lo pensó, y luego lo supo! ¡Hacer un testamento!
¡Su pinche testamento!
HERMILE LEBEL: ¡Ella me lo dictó hace cinco años!
SIMÓN: ¡No me importa!
HERMILE LEBEL: ¡Escuche! ¡Ella está muerta! ¡Su madre está muerta! Respétela.
Ahora ya está muerta. Alguien que muy probablemente nadie conocía muy bien, pero
que era alguien. ¡Que fue joven, que fue adulta, que fue vieja y que después murió!
¡Debe haber una explicación a todo esto! ¡No debe ser así por así! Ella vivió una vida
atormentada, esta mujer, hay que encontrar la razón!
SIMÓN: ¡No voy a llorar! ¡Les juro que no voy a llorar! ¡Ella está muerta! ¡Me vales
madre, cabrona! ¡Me vale madres que esté muerta! No le debo nada a esta mujer.
¡Ni una lágrima, nada! ¡Dirán lo que quieran! ¡Qué no lloré cuándo murió mi madre!
¡Diré que no era mi madre! ¡Qué no era nada! ¡Nos vale madres, nos vale madres!
¡No voy a mentir! ¡No voy a empezar a llorar! ¿Cuándo lloró por mí? ¿Por Jeanne?
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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¡Jamás! ¡Jamás! No era un corazón lo que ella tenía por corazón, era un tabique. No
se llora por un tabique, no se llora. ¡No tenía corazón! ¡Un tabique, carajo, un
tabique! ¡Ya no quiero oír hablar de eso! ¡Ya no quiero saber más!
HERMILE LEBEL: Sin embargo ella les ha encargado un último deseo. Sus nombres
están ahí, es su última voluntad….
SIMÓN: ¡Qué mierda! ¡Nosotros somos sus hijos y usted sabe más de ella que
nosotros! ¡Me vale madre que nuestros nombres estén ahí! ¡Me da lo mismo!
HERMILE LEBEL: Las cartas, el cuaderno, el dinero…
SIMÓN: No quiero su dinero, no quiero su cuaderno… Si ella piensa conmoverme con
su pinche cuaderno! ¡Olvídelo! Y lo mejor de todo: “¡Busca a tu padre y a tu
hermano!” ¿Por qué no los buscó ella misma si era tan urgente? ¡Mierda! ¡¿No se
preocupó por nosotros y aparte tenía otro hijo en alguna otra parte?! ¿¡Por qué nunca
dijo mis hijos para referirse a nosotros en su testamento?! ¡La palabra hijo, la palabra
hija! ¡Entiéndalo, yo no soy un cualquiera! ¿¡Por qué dice los gemelos!? “La gemela y
el gemelo, niños salidos de mi vientre”, ¡como si fuéramos un montón de vomito, un
montón de mierda que fue obligada a expulsar! ¿¡Por qué!?
HERMILE LEBEL: ¡Yo los comprendo!
SIMON: ¿Qué es lo que comprende, sabelotodo?
HERMILE LEBEL: ¡Lo entiendo! ¡En serio lo entiendo! ¡No es cosa de todos los días
enterarse que nuestro padre a quién creíamos muerto esté aún vivo y que tengamos
un hermano en alguna parte del mundo!
SIMÓN: ¡No hay padre, no hay hermano, no importa quién sea!
HERMILE LEBEL: ¡Pues según el testamento no es así! ¡Las cosas no son así!
SIMÓN: ¡Usted no la conocía!
HERMILE LEBEL: ¡Yo la conocía de una forma distinta!
SIMON: No me interesa discutir con usted!
HERMILE LEBEL: ¡Hay que confiar en ella!
HERMILE LEBEL: Ella tenía sus razones.
SIMÓN: ¡No me interesa discutir con usted! ¡Vamos a buscar una funeraria, vamos a
comprar un ataúd, vamos a meterla en el ataúd, meter el ataúd en el agujero, la tierra
en el agujero, una piedra sobre la tierra y su nombre sobre la piedra, y cada quién se
va a su casa!
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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¿como puedo, partiendo de una aplicación teórica, ésta por ejemplo, hacer la gráfica
de relación de visibilidad y el polígono que le corresponde? Intenten dibujar el
polígono.
4. El problema a resolver
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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que vea a mi padre; y me entero que existe otro miembro de ese polígono, otro
hermano. La gráfica de relación de visibilidad que siempre había trazado no vale y es
falsa. ¿Cuál es mi lugar en el polígono? Para encontrarlo, tengo que resolver un
problema. Mi padre está muerto. Ese, ese es el problema. Todo lleva a pensar que
eso es cierto. Pero nada lo asegura. No vi su cadáver, ni su tumba. Se puede,
entonces, entre 1 e infinito, que mi padre esté vivo. Hasta luego, señor Lebel.
Jeanne sale. Nawal (14 años) está en la oficina.
Hermile Lebel sale de su oficina y grita en el pasillo.
HERMILE LEBEL: ¡Jeanne!
NAWAL (llamando): ¡Wahab!
HERMILE LEBEL: ¡Jeanne! ¡Jeanne!
Hermile Lebel regresa a su oficina, saca su celular y digita un número.
NAWAL (llamando): ¡Wahab!
WAHAB (a lo lejos): ¡Nawal!
NAWAL (llamando): ¡Wahab!
WAHAB (a lo lejos): ¡Nawal!
HERMILE LEBEL: Aló ¿Jeanne? Soy el señor Lebel. Hay algo que acabo de recordar.
NAWAL (llamando): ¡Wahab!
WAHAB (a lo lejos): ¡Nawal!
HERMILE LEBEL: Su madre conoció a su padre cuando ella era muy joven.
NAWAL (llamando): ¡Wahab!
HERMILE LEBEL: Se lo digo por si usted no lo sabía.
WAHAB (a lo lejos): ¡Nawal!
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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suplico. Imagina que no lloro. Imagina que soy como siempre, no me hagas
preguntas, Wahab, porque tú no lo sabes. Voy a enmudecer. Voy a enmudecer,
Wahab, prométeme no decir nada, por favor, estoy cansada, por favor, acepta el
silencio. Silencio. No digas nada. No digas nada.
Ella se calla.
¿Qué voy a hacer, Wahab, qué voy hacer? Corrí toda la noche. Sabía que te iba a
encontrar en el acantilado junto a los árboles blancos. Te lo voy a decir.
El la abraza.
Llevo un niño en el vientre. ¡Wahab! Causa vértigo ¿no? Es magnífico y horrible ¿no?
Es un abismo y es como la libertad de los pájaros salvajes ¿no? Cuando oí a la vieja
Elhame decírmelo, un océano explotó en mi cabeza. Un incendio. Fue la vieja Elhame
quién me lo dijo. Ella me lo dijo.
WAHAB: Quizá Elhame se equivocó.
NAWAL: Elhame no se equivoca. Le pregunté: “Elhame, ¿estás segura?” Ella se rió.
Me acarició la cara. Me dijo que ella ha ayudado a nacer a todos los niños del pueblo
desde hace 40 años. Ella me sacó del vientre de mi madre y sacó a mi madre del
vientre de su madre. Elhame no se equivoca. Ella prometió que no le dirá nada a
nadie. “Ese no es asunto mío, me dijo, pero a más tardar en dos semanas ya no lo
podrás esconder.”
WAHAB: No lo esconderemos.
NAWAL: Nos matarán. A ti primero.
WAHAB: Se los explicaremos.
NAWAL: ¿Crees que nos escucharán?
WAHAB: ¿A qué le tienes miedo, Nawal?
NAWAL: ¿Tú no tienes miedo?
WAHAB: No lo sé.
NAWAL: Algo se ha puesto en marcha y nada lo podrá detener. No termino de creerlo.
Algo está aquí. Pon tu mano. ¿Qué es? No sé si es la cólera, no sé si es el miedo, no sé
si es la felicidad. ¿Dónde estaremos, tu y yo, en cincuenta años? Antes esta pregunta
no tenía sentido. Ahora ella me hace llorar profundamente. ¿Dónde estaremos?
WAHAB: Nawal, escúchame. Esta noche es un regalo. Quizá esté loco por decirlo,
pero tengo un corazón, y es sólido. Es paciente. Ellos gritarán, y nosotros los
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5. Carnicería
Casa de Nawal (14 años)
Madre e hija.
JIHANE: ¡Ese niño no es tu niño, Nawal!
NAWAL: Está en mi vientre.
JIHANE: ¡Olvídate de tu vientre! Ese niño no es tuyo. No es de esta familia, no tiene
nada que ver con tu madre, no tiene nada que ver con tu vida.
NAWAL: Pongo mi mano aquí y ya veo su rostro.
JIHANE: ¡Lo que ves no cuenta! Ese bebé no es tuyo. No existe. No está ahí.
NAWAL: Elhame me lo dijo. Ella me lo dijo: “Llevas un niño en el vientre.”
JIHAME. Elhame no es tu madre.
NAWAL: Ella me lo dijo.
JIHANE: Que importa lo que ella te pudo haber dicho. Ese niño no existe.
NAWAL: ¿Y cuándo esté aquí?
JIHANE: No existirá.
NAWAL: No entiendo.
JIHANE: ¡Seca tus lágrimas!
NAWAL: ¡Tú eres la que está llorando!
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JIHANE: ¡No soy yo la que llora, es la vida la que se derrama! Fuiste demasiado lejos,
Nawal, regresas con tu vientre hinchado, y te paras frente a mí para decirme, ahí, con
tu cuerpo de niña: amo y llevo todo mi amor en mi vientre. Regresas del bosque y
dices que soy yo la que llora. Créeme, Nawal, ese niño no existe. Lo vas a olvidar.
NAWAL: ¡Una no olvida su vientre!
JIHANE: Una olvida.
NAWAL: ¡No podré!
JIHANE: Entonces deberás escoger. Quédate con ese niño y en este instante, en el
instante, te quitas la ropa que llevas y que no te pertenece, abandonas la casa,
abandonas a tu familia, a tu pueblo, a tus montañas, a tu cielo y a tus estrellas y me
abandonas…
NAWAL: Mamá.
JIHANE: Abandóname desnuda, con tu vientre y la vida que lleva dentro. O bien
quédate y arrodíllate, Nawal, arrodíllate.
NAWAL: Mamá.
JIHANE: ¡Quítate la ropa o arrodíllate!
Nawal se arrodilla.
Te quedarás dentro de la casa como esa vida que llevas dentro. Elhame vendrá a sacar
al niño de tu vientre. Lo tomará y se lo dará a quién ella quiera.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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de odio en cada esquina. Nadie habla con dulzura de las cosas. Tienes razón, Nawal, el
amor que tenías que vivir lo has vivido y el niño que debiste tener te será quitado. No
te queda nada. Luchar contra la miseria quizá, o hundirte en ella.
Nazira ya no está en el cuarto. Se escucha que golpean la ventana.
VOZ DE WAHAB: ¡Nawal! Nawal, soy yo.
NAWAL: ¡Wahab!
VOZ DE WAHAB: Escúchame, Nawal. No tengo mucho tiempo. Al amanecer me
llevarán lejos de aquí y lejos de ti. Vengo del acantilado junto a los árboles blancos. Le
dije adiós al lugar de mi infancia y mi infancia está llena de ti, Nawal. Nawal, esta
noche, la infancia es un cuchillo que acaban de clavarme en la garganta. Quería decirte
que esta noche mi corazón está lleno de amor, va a explotar. Todos me dicen que te
amo demasiado; yo no sé que quiere decir amar demasiado, no sé que quiere decir
estar lejos de ti, no sé que quiere decir cuando tú no estás aquí. Tendré que aprender
a vivir sin ti. Ahora entiendo que quisiste decirme cuando me preguntaste: “¿Dónde
estaremos en cincuenta años?” No lo sé. Pero donde quiera que yo esté, tú estarás.
Soñamos en ver el océano juntos. Así que, Nawal, te prometo, te prometo que el día
que lo vea, la palabra océano explotará en mi cabeza, explotará y tú romperás en
llanto porque entonces sabrás que estoy pensando en ti y que no estoy lejos. No
importa donde esté, estaremos juntos. No hay nada más hermoso que estar juntos.
No seques tus lágrimas porque yo no secaré las mías durante toda la noche y cuando
hayas traído al mundo a ese niño, cuéntale de mi amor por él, de mi amor por ti.
Díselo.
NAWAL: Se lo diré, te juro que se lo diré. Por ti y por mí se lo diré. Se lo soplaré al
oído: “No importa lo que te pase siempre te amaré.” Se lo diré por ti y por mí.
Regresaré al acantilado junto a los árboles blancos, y yo también le diré adiós a la
infancia, y la infancia será un cuchillo clavado en la garganta.
Nawal está sola.
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8. Entierro de Nawal
Cementerio. Día.
Hermile Lebel. Jeanne. Simón en el cementerio.
Hermile Lebel contesta el teléfono.
HERMILLE LEBEL: Aló, Hermile Lebel, abogado.
¡Sí, yo les llamé, desde hace dos horas estoy tratando de comunicarme con ustedes!
¿Qué qué pasa? ¡Pues que no hay nada! Ese es el problema. Supuestamente
deberían estar aquí tres baldes de agua frente a la fosa, pero no hay nada. Sí, fui yo
quién habló para pedir las baldes de agua.
¿Cómo que “no hay problema”? Hay un problema enorme. Le repito que aquí
deberían haber tres cubetas de agua y no hay ninguna. Estamos en el cementerio,
¿dónde quiere que estemos? ¿Es imbécil o qué? Estamos aquí para enterrar a Nawal
Marwan.
¡Tres cubetas de agua!
Claro que me oyó bien. Me entendió. A eso vine. Se lo dije a todos: entierro especial,
sólo necesitamos tres cubetas de agua. No parecía muy complicado, incluso le dije al
responsable del cementerio: “¿Quiere que nosotros traigamos nuestras cubetas de
agua?” El me dijo: “¡Olvídelo! Ustedes ya están lo suficientemente afectados como
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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para hacerlo.” Así que le dije de acuerdo. Y ahora estamos aquí, en el cementerio y no
hay cubetas de agua y cada vez estamos más enojados. ¡Es un entierro! ¡No un juego!
¡Carajo! Lo que quiero que me entienda es que no es tan complicado: nada de ataúd,
nada de piedra, nada, lo mínimo necesario. Lo más sobrio posible, sólo pedimos tres
mugrosos baldes de agua, ¡y el administrador del cementerio no fue capaz de hacer su
trabajo! ¡Por favor!
No, no podemos coger una y llenarla tres veces. Queremos tres cubetas llenas de agua
una sola vez.
Cuelga.
SIMÓN: ¿Por qué hace todo esto?
HERMILE LEBEL: ¿Hacer qué?
SEIMÓN: Todo esto. El entierro, la última voluntad. ¿Por qué hace todo esto?
HERMILE LEBEL: Porque esta mujer que está al fondo del agujero, con el rostro boca
abajo, que toda mi vida la llamé señora Nawal, es mi amiga. Mi amiga. Yo no sé si eso
tiene sentido para usted, ahora me doy cuenta de lo mucho que significa para mí.
Suena el teléfono portátil de Hermile Lebel.
Contesta.
Aló, Hermile Lebel, abogado.
Sí, ¿qué pasó?
¡Las encontró! Estaban listas pero enfrente de otra tumba.
Claro que hubo un error. Sí. Nawal Marwan. Sí, seguro. Vaya a traer las tres cubetas
y tráigalas.
Ustedes son algo increíble.
Adiós.
Cuelga.
Llega un hombre con tres cubetas.
Las coloca.
Cada quién toma una cubeta. Las vacían en el agujero.
Entierran a Nawal y se van sin haberle puesto ninguna piedra.
10. Silencio.
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INCENDIO DE LA INFANCIA
Nawal (19 años) frente a la tumba de su abuela. Escribe el nombre de Nazira en árabe.
NAWAL: ¡Noûn, Aleph, zaïn, yé, rra! Nazira. Tu nombre ilumina tu tumba. Entré al
pueblo por el camino que viene de allá abajo. Mi madre estaba ahí, a mitad del
camino. Me esperaba, creo. Debió haberlo presentido. Por la fecha. Nos vimos como
dos desconocidos. Uno a uno llegaron los habitantes del pueblo. Dije: “Regresé para
grabar el nombre de mi abuela sobre su tumba.” Un hombre me escupió. Dijo: “Sabes
escribir pero no sabes defenderte.” Tome el libro que llevaba en la bolsa. Lo golpeé
tan fuerte que la portada se dobló, y el cayó atontado.” Continué caminando. Mi
madre me vio hasta que llegué a la fuente, después di la vuelta para subir hacia el
cementerio y venir a tu tumba. Me voy. Voy a recuperar a mi hijo. Abuela, observo el
sol y me digo que él observa el mismo sol. Un pájaro pasa por el cielo, quizá él ve el
mismo pájaro. Una nube a lo lejos, me digo que ella está encima de él, que él corre
para protegerse de la lluvia. Pienso en él a cada instante y cada instante es como una
promesa de mi amor por él. Hoy tendría cuatro años. El sabe caminar, él sabe hablar y
él debe tenerle miedo a la oscuridad. Te dejo, abuela, y dejo el pueblo. Para siempre.
Cumplí mi promesa contigo, cumpliré mi promesa con él, hecha el día de su
nacimiento: “Pase lo que pase, siempre te amaré.” Gracias, abuela.
Nawal se va. Jeanne escucha en un walkman los casetes que Antonio le dio.
El silencio de su madre llena su cabeza.
13. Sawda
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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SAWDA: Me llamo Sawda. Vengo del campamento de refugiados que está a un lado
del camino principal. Desde lejos vi cuando grabaste el nombre de tu abuela sobre la
piedra. Te vi. Después te paraste de golpe y te fuiste corriendo. ¿Por qué?
NAWAL: ¿Porqué me seguiste?
SAWDA: Quería verte escribir. Ver si eso era cierto. Aquí, el rumor corrió muy
temprano. Qué después de tres años regresabas. En el campamento se decía: “Nawal
regresó, ella sabe escribir, sabe leer.” Todo el mundo reía. Yo corrí para esperarte a la
entrada del pueblo pero tú ya estabas ahí. Te vi golpear al hombre con el libro, y vi al
libro temblar en la punto de tu mano y pensé en todas las palabras, en todas las letras,
hirviendo por la cólera que había en tu rostro. Te fuiste, te seguí.
NAWAL: ¿Qué quieres?
SAWDA: Enséñame a leer, a escribir.
NAWAL: Me voy. Dejo el pueblo. Así que no te puedo enseñar.
SAWDA: Me voy contigo.
NAWAL: No.
SAWDA: Te seguiré. Sé a dónde vas.
NAWAL: ¿Cómo lo sabes?
SAWDA: Conocía a Wahab. Somos del mismo campamento. Venímos del mismo
pueblo. Es un refugiado del sur, como yo. La noche que se lo llevaron gritaba tu
nombre.
NAWAL. ¿Quieres encontrar a Wahab?
SAWDA: No seas tonta. Te digo que sé a dónde vas. No es a Wahab a quién quieres
encontrar. Es a tu hijo. ¿Ves cómo no me equivoqué? Llévame contigo y enséñame a
leer. A cambio te ayudaré. Sé viajar. Dos mujeres juntas será más fácil. Llévame.
Cuando estés triste, cantaré, cuando desfallezcas, te ayudaré, te cargaré. Aquí no hay
nada. Me levanto por las mañanas y me dicen: “Sawda, ve el cielo”, pero el cielo no
me dice nada. Me dicen: “Escucha el viento” , pero el viento no me dice nada. Me
indican el mundo pero el mundo está mudo. Y la vida pasa y todo es opaco. Vi las
letras que grabaste y pensé: he ahí un nombre de mujer. Cómo si la piedra se hubiera
vuelto transparente. Una palabra y todo se aclaró.
NAWAL: ¿Y tus padres?
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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SAWDA: Mis padres no me dicen nada. No me cuentan nada. Les pregunto: “¿Por
qué abandonaron su país?” Me dicen: “Olvídalo. Para qué sirve. No pienses en eso.
No hay país. No importa. Estamos vivos y comemos todos los días. Eso es lo que
cuenta.” Dicen: “Aquí, la guerra no nos atrapará.” Yo les respondo. “Nos atrapará. La
tierra está herida por un lobo rojo que la devora.” Mis padres no cuentan nada. Yo les
digo: “Recuerdo que escapamos a mitad de la noche, algunos hombres nos sacaron de
nuestra casa. Ellos la destruyeron.” Ellos me dicen: “Aprende a Olvídar.” Yo digo:
“¿Por qué mi padre estaba arrodillado y llorando cuando la casa ardía? ¿Quién la
quemó?” Me respondieron: “Nada de eso es cierto. Lo soñaste, Sawda, lo soñaste.”
Por eso ya no quiero quedarme aquí. Wahab gritó tu nombre y eso fue un milagro a
medianoche. Si a mí me llevaran, ningún nombre saldría de mi garganta. Ninguno.
¿Cómo querer aquí? Nada de amor, nada de amor, y como me dijeron: “Olvida,
Sawda, olvida”, yo lo olvidaré. Olvidaré el pueblo, las montañas y el campamento y el
rostro de mi madre y los ojos devastados de mi padre.
NAWAL: No olvidaremos, Sawda, te lo juro. Desearíamos hacerlo pero no olvidaremos.
Puedes venir conmigo.
Se van.
Jeanne escucha el silencio de su madre.
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15. ALFABETO
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SAWDA: No sé.
NAWAL: ¿Dónde están los niños?
SAWDA: No hay niños. Vamos a Kfar Rayat. Ahí está el orfanato más importante de la
región.
ANTONIO: Déme la foto. Haré que la amplíen. La examinaré por usted. Estoy
acostumbrado a fijarme en los pequeños detalles. Con eso hay que empezar. Su
madre me hace falta. La vuelvo a ver. Sentada. Silenciosa. No con la mirada de una
loca. No con la mirada perdida. Lúcida y afilada.
JEANNE: ¿Qué es lo que ves mamá, qué es lo que ves?
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retardador. Sobre el autobús que está al fondo, quemado, hay letreros. Le pregunté al
tendero de la esquina, que viene de ese país, y alcanzó a leer: Refugiados de Kfar
Rayat.
JEANNE: Por mi parte busqué el historial del juicio. Uno de los capítulos más largos
tiene que ver con la prisión construida durante la guerra, en Kfar Ryat.
ANTONIO: Ahora vea. Bajo su mano…
JEANNE: ¿Qué es?
ANTONIO: El mango de una pistola. Su amiga también tiene uno debajo de la
camiseta.
JEANNE: ¿Qué hacían con una pistola?
ANTONIO: La foto no lo dice. Quizá trabajaban como guardianes de la prisión. ¿En
que año fue construida la prisión?
JEANNE: 1978. Según el juicio.
ANTONIO: De acuerdo. Sabemos que su madre estaba, hacía finales de los 70, en los
alrededores del pueblo de Kfar Rayat donde una prisión fue construida. Ella tenía una
amiga de la cuál ignoramos el nombre y ambas llevaban una pequeña pistola.
Silencio.
¿Está bien? ¿Jeanne, está bien? ¿Está bien?
JEANNE: No, no estoy bien.
ANTONIO: ¿De qué tiene miedo, Jeanne?
JEANNE: De encontrar.
ANTONIO: ¿Qué quiere hacer ahora?
JEANNE: Comprar un pasaje de avión.
Nawal (19 años) espera el autobús. Sawda está a su lado.
SAWDA: Me voy contigo.
NAWAL: No.
SAWDA: ¡No te puedo dejar sola!
NAWAL: ¿Por qué?
SAWDA: Porque no estás bien.
NAWAL: Estoy bien, Sawda.
SAWDA: ¡No te voy a dejar!
NAWAL: ¿Estás segura que pasa un autobús por esta ruta?
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Traducción Humberto Pérez Mortera
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SAWDA: Hay una parada de autobús. Eso quiere decir que un autobús va a pasar por
aquí. Pasa por este camino. Es utilizado por los refugiados que regresan hacia los
campamentos. ¿Ves la polvareda? Debe ser él. Nawal, el médico dijo que era mejor
esperar.
NAWAL: ¿Esperar qué?
SAWDA: A que se calmen las cosas.
NAWAL: No puedo esperar.
SAWDA: El dijo que seguramente va a haber represalias en los campamentos debido a
los niños secuestrados.
NAWAL: ¡Por eso tengo que ir allá!
SAWDA: No podemos.
NAWAL: ¡Entonces no vengas!
SAWDA: ¿Qué es un día más o un día menos, Nawal?
NAWAL: Un día más que yo lo tendré en mis brazos.
SAWDA: ¿Y si mueres? ¿Eso de qué servirá?
NAWAL: Si muero, eso quiere decir que él ya estaba muerto.
SAWDA: Nawal… No vayas ahora…
NAWAL: No me digas lo que tengo que hacer.
SAWDA: Prometiste enseñarme.
NAWAL: Yo no te prometí nada. Nuestro camino juntas se acaba aquí, Sawda.
Llega el autobús. Nawal sube. El autobús se va. Sawda se queda a un lado del
camino.
33
Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
HERMILE LEBEL: No siempre es domingo, ténganlo por seguro, pero a veces hace
falta. Un día a la semana poder quedarse en la casa. Llego a la oficina y el propietario
ya estaba ahí. Me dije que algo extraño pasaba. El me dijo: “Señor Lebel, no puede
entrar, estamos reparando su piso, quitando la alfombra.” Le dije: “Pudo haberme
prevenido, tengo trabajo, espero clientes.” Me dijo: “Pero usted siempre está ocupado,
no importa que hubiera sido hoy o mañana, usted se habría quejado.” “Yo no me quejo,
sólo habría querido que me avisara,” le dije, “sobre todo ahora que estoy en un periodo
de mucho trabajo.” Entonces él se me queda viendo y me dice: “Es porque usted no se
organiza.” ¿Qué? ¿Qué yo no me organizo? ¿Yo?. “Es usted quien no se organiza,
usted llego así como así, como un pelo en la sopa, y me dice: ¡Estoy reparando su
piso!” “¡Nada que hacer!” responde. Así que yo también le dije, “¡Nada que hacer!” Y
me fui. Qué suerte que alcance a encontrarlos.
Salgan, salgan, no se queden en la casa, hace demasiado calor. Vengan al jardín.
Hermile abre la llave del agua para rociar su césped. Jeanne y Simón alcanzan a
Hermile. Ruidos de taladros.
HERMILE LEBEL: Están reparando la calle. Va a seguir así hasta el invierno. Salgan.
Salgan. Salgan. Me da gusto recibirlos en mi casa. Es la casa de mis padres. Ahí están
los papeles.
Ruido de taladros.
HERMILE LEBEL: Debido a los trabajos, cambiaron la ruta del autobús. Pusieron una
parada justo ahí, del otro lado de la salida de mi jardín. Todos los autobuses que pasan
se detienen aquí y cada vez que un autobús se detiene pienso en su madre. Pedí una
pizza. Comeremos juntos. Pedí con todo menos peperoni porque es difícil de digerir.
Es una pizzería hindú, las pizzas son muy buenas, no me gusta cocinar, así que pido
para llevar.
SIMÓN: No se preocupe por nosotros, queremos hacerlo rápido. Tengo un combate
esta noche y ya voy tarde.
HERMILE LEBEL: Buena idea. Mientras esperamos que lleguen las pizzas podemos
arreglar los papeles.
JEANNE: ¿Por qué piensa en nuestra madre cada vez que un autobús se detiene?
HERMILE LEBEL: ¡Debido a su fobia!
JEANNE: ¿Qué fobia?
34
Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
HERMILE LEBEL: Su fobia…. A los autobuses. Todos los papeles están ahí y están
revisados. ¿No lo sabían?
JEANNE: ¡No!
HERMILE LEBEL: Ella nunca subió a un autobús.
JEANNE: ¿Ella le dijo el porqué?
HERMILE LEBEL: Sí. Cuando ella era pequeña, vio un autobús lleno de civiles ser
ametrallado frente a ella. Algo espantoso.
JEANNE: ¡¿Cómo supo eso?!
Ruido de taladros.
HERMILE LEBEL: Ella me lo dijo.
JEANNE: ¿Pero por qué ella le dijo eso a usted?
HERMILE LEBEL: ¡Yo que sé! ¡Porque se lo pregunté! ¡Por Dios!
Hermile Lebel les da los papeles. Jeanne y Simón firman donde él les indica.
HERMILE LEBEL: Estos papeles arreglan lo de la sucesión de su madre. Excepto lo
que tiene que ver con su último deseo. Y me refiero a usted, Simón.
SIMÓN: ¿A mí?
HERMILE LEBEL: Usted no ha tomado el sobre que le corresponde a su hermano…
Simón ve a Jeanne.
JEANNE: Sí, yo ya tomado mi sobre.
SIMÓN: No entiendo…
Ruido de taladros.
JEANNE: ¿Qué es lo que no entiendes?
SIMÓN: ¡No entiendo a qué juegas!
JEANNE: A nada.
SIMÓN: ¿Por qué no me dijiste nada?
JEANNE: ¡Simón, no lo hagas más difícil!
SIMÓN: ¿Qué vas a hacer, Jeanne? Vas a correr por todos lados gritando: “¿Papá,
papá, dónde estás? Soy tu hija.” ¡No es un problema matemático, por dios! ¡No vas a
obtener una respuesta! ¡No hay respuesta! No hay nada más…
JEANNE: ¡No quiero discutir contigo, Simón!
SIMÓN: … No hay padre, no hay hermano, sólo tú y yo.
JEANNE: ¿Qué es lo que le dijo exactamente del autobús?
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
SIMÓN: ¿Qué es lo que vas a hacer? ¡Chingada madre! ¿A dónde lo vas a ir a buscar?
JEANNE: ¿Qué fue lo que le dijo?
Sawda (gritando): ¡Nawal!
SIMÓN: ¡Olvídate del autobús y respóndeme! ¿Dónde lo vas a encontrar?
Ruido de taladros.
JEANNE: ¿Qué fue lo que le contó?
Sawda (gritando): ¡Nawal!
HERMILE LEBEL: Ella me contó que acababa de llegar a un pueblo…
SAWDA (a Jeanne): ¿Usted no habrá visto a una jovencita que se llama Nawal?
HERMILE LEBEL: En autobus…
SAWDA (gritando): ¡Nawal!
HERMILE LEBEL: ¡Lleno de gente!
SAWDA (gritando): ¡Nawal!
HERMILE LEBEL: Varios hombres llegaron corriendo, detuvieron el autobús, lo rociaron
con gasolina y después otros hombres llegaron con metralletas y…
Una secuencia larga de ruidos de taladros que tapan por completo la voz de Hermile
Lebel. Los rociadores de agua escupen sangre y lo inundan todo. Jeanne se va.
NAWAL (gritando): ¡Sawda!
SIMÓN: ¡Jeanne! ¡Jeanne, regresa!
NAWAL: Estaba en el autobús, Sawda, ¡estaba con ellos! Cuando nos rociaron con
gasolina grité: “Yo no soy del campamento, yo no soy una refugiada del campamento,
yo soy como ustedes, busco a mi hijo que ellos se llevaron!” ¡Entonces ellos me
dejaron bajar, y después, después, dispararon, y de un momento al otro, el autobús
explotó, estalló con todos los que estaban dentro, estalló con los viejos, los niños, las
mujeres, todos! Una mujer intentaba salir por la ventana, pero los soldados le
dispararon, y ella se quedó así, colgada sobre el borde de la ventana, su hijo en sus
brazos a mitad del fuego y su piel se derritió, y la piel del niño se derritió y todo se
derritió y todo el mundo se quemó! Ya no hay tiempo, Sawda. El tiempo es un pollo
con la cabeza cortado, el tiempo corre como un loco, a derecha e izquierda, y de su
cuello decapitado, la sangre nos inunda y nos ahoga.
36
Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
SIMÓN: (al teléfono). ¡Jeanne! ¡Jeanne, contéstame! No tengo a nadie más, Jeanne,
tú no tienes a nadie más. ¡No hay otra solución más que olvidar! ¡Contéstame,
Jeanne, contéstame!
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
INCENDIO DE JANNAANE
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
llamaba La luz del día, lo llamaremos El canto del amanecer. Hay que mantenernos
lúcidas. Ver claro. Adivinar.
Un tiempo. Sawda canta como si estuviera rezando.
Jeanne escucha el silencio de su madre.
22.Abdessamad
Wahab y Nawal (14 años) en el acantilado con árboles blancos. Nawal desenvuelve
un regalo.
WAHAB: Te traje un regalo, Nawal.
NAWAL: ¡Una nariz de payaso!
WAHAB: Del mismo que vimos cuando pasó el teatro ambulante. ¡Te hubieras visto
reir! Decías: “¡Su nariz! ¡Su nariz! ¡Mira su nariz!” ¡Y me encantaba tanto oírte reír.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
Fui hasta el lugar donde acamparon, evité ser devorado por el león, pisado por el
elefante, tuve que hablar con los tigres, comí tres serpientes hasta entrar a la tienda del
payaso, el payaso dormía, la nariz estaba sobre su mesa, la tomé y me salí!
ABDESSAMAD: En el cementerio todavía está la piedra donde, según la leyenda,
Nawal escribió el nombre de su abuela. Letra por letra. Primer epitafio del cementerio.
Ella había aprendido a escribir. Después se fue. Sawda con ella y la guerra llegó.
Nunca es una buena señal cuando la juventud escapa.
JEANNE: ¿Dónde está Kfar Rayat?
ABDESSAMAD: En el infierno.
JEANNE: ¿Más exactamente?
ABDESSAMAD: Al sur. No lejos de Nabatiyé. Siga el camino.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
SOLDADO 1: Vamos a acuchillar a una y después a la otra, lentamente, para que cada
una escuche el grito de la otra y así veremos si la que sabe cantar tiene una voz hermosa
y si la que sabe pensar aún le quedan ideas.
Sawda saca una pistola y dispara dos veces, un disparo tras otro.
Los paramilitares caen.
Jeanne pasa por ahí, escuchando el silencio de su madre.
SAWDA: Nawal, tengo miedo que el soldado haya tenido razón. Escuchaste lo que
dijo: “La primera vez es difícil, después es mucho más fácil.”
NAWAL: Tú no los mataste, tú nos mantuviste vivas.
SAWDA: Todo eso son palabras, nada más que palabras y ahora tenemos cadáveres
tirados a nuestros pies.
NAWAL: Ven. ¡Vamos! No podemos quedarnos aquí. Ven.
Ellas retoman la marcha.
24.Kfar Rayat
Jeanne en la prisión de Kfar Rayat. El guía está junto a ella. Ella toma fotos.
EL GUIA: Para reactivar la industria turística, esta prisión se convirtió en museo en el
año 2000.
JEANNE: (Enseñando la foto de Nawal y Sawda.) ¿Usted conoció a estas mujeres?
EL GUIA: No. ¿Quiénes son?
JEANNE: A lo mejor trabajaron aquí.
EL GUIA: Entonces se fueron de aquí con el torturador cuando terminó la guerra.
JEANNE: ¿Cómo se llamaba?
EL GUIA: Abou Tarek. Esta es la celda más famosa de la prisión de Kfar Rayat. La
gente peregrina hasta acá. Era la celda de la mujer que canta. Encerrada aquí cinco
años. Cuando los otros eran torturados, ella cantaba.
JEANNE: ¿La mujer que cantaba se llamaba Sawda?
EL GUIA: No se conoce su nombre. Todos tenían una matrícula. Un número. La
mujer que canta tenía el número 72. Era un número famoso aquí.
JEANNE: ¡¿Dijo 72?!
EL GUIA: Sí ¿por qué?
JEANNE: ¿Usted conoció a alguien que trabajara aquí?
EL GUÍA: El conserje de la escuela. En ese entonces era guardia de aquí.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
25. Amistades
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
paramilitares! Empezaron a lanzar a los niños contra los muros, y después mataron a
los hombres que pudieron encontrar. Los niños decapitados, las jovencitas quemadas.
NAWAL: Lo entiendo, Sawda, pero para responder a eso no podemos actuar sin
pensar. Escúchame. Escucha lo que te digo: nuestras manos están manchadas de
sangre y en una situación como esta, los sufrimientos de una madre cuentan menos que
la máquina terrible que nos aplasta. El dolor de esa mujer, tu dolor, el mío, el de todos
los muertos de esa noche no son un escándalo, sino una acumulación, una suma
monstruosa que no podemos calcular. Así que tú Sawda, tú no puedes participar en esa
acumulación monstruosa de dolor. No puedes.
SAWDA: ¿Entonces qué hacemos? ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos con los brazos
cruzados? ¿Y lo negamos todo? ¿Y nos decimos que todo eso son historias entre
salvajes y que no nos debe importar? ¡Nos quedamos con nuestros libros y con nuestros
alfabetos, con todo eso que sí es hermoso, que si es bello, que si es extraordinario e
interesante! “Hermoso. Bello. Interesante. Extraordinario. “Son escupitajos a la cara
de las víctimas.” ¡Sólo palabras! ¡Para que sirven las palabras, dime, si ahora no sé que
hacer! ¿Qué hacemos, Nawal?
NAWAL: No puedo responderte Sawda porque estamos en una encrucijada. No hay
valores que nos guíen, así que sólo valen los pequeños golpes del destino. Lo que
sabemos y lo que sentimos. Lo que está bien y lo que está mal. Pero algo si te digo: no
queremos la guerra y estamos obligadas a hacerla. No queremos la tristeza y nos
ahogamos en ella. Quieres vengarte, quemar las casas, hacerles sentir lo que tú sientes
para que ellos comprendan, para que cambien, para que los hombres que hicieron eso se
transformen. Quieres castigarlos para que comprendan. Pero ese juego de imbéciles se
nutre de la bestialidad y del dolor que te ciega.
SAWDA: ¡No estoy ciega!
NAWAL: ¡Sí! ¡Estás ciega, Sawda!
SAWDA: ¿Entonces no hacemos nada, eso quieres?
NAWAL: ¿Pero a quién quieres convencer? ¿No te das cuenta que hay hombres que no
pueden ser convencidos? ¿Qué hay hombres que ya no pueden ser persuadidos de
nada? ¿Cómo esperas explicarle a los paramilitares, qué están equivocado? ¿Qué
esperas? Qué te va a decir: “¡Ah! Señorita Sawda, su razonamiento es interesante, voy
a cambiar inmediatamente de opinión, cambiar de corazón, cambiar de sangre, cambiar
de mundo, de universo y de planeta y me voy a disculpar inmediatamente?” ¿Piensas
eso? ¿Que haciendo sangrar con tus manos a su mujer y a su hijo le vas a enseñar algo?
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
Piensas que va a decir de un día al otro, con los cuerpos de su gente querida a los pies:
“Esto me hace reflexionar y es cierto que los refugiados tienen derecho a una tierra.
¡Yo les doy la mía y viviremos en paz y en armonía todos juntos!”
Y te lo juro, Sawda, que yo sería la primera, yo tomaría las granadas, tomaría la
dinamita, las bombas y todo lo que pudiera hacer el mayor daño, yo las pondría a mi
alrededor, yo me las tragaría e iría sin parar hasta estar en medio de esos imbéciles y me
haría explotar con una satisfacción que no te puedes imaginar. ¡Lo haría, te lo juro,
porque ya no tengo nada que perder, y mi odio es grande, muy grande hacia esos
hombres! Vivo en el rostro de los que destruyen nuestras vidas. Vivo en cada una de
sus arrugas y sólo tendría que hacer eso, dejar que todo explote dentro de mí, dejarme
explotar completa para desfigurarlos, dejarlos sin rostro, sin piel hasta la médula de sus
almas, ¿entiendes? Pero hice una promesa, una promesa a una anciana: aprender a leer,
a escribir y a hablar para salir de la miseria, escapar del odio. Y voy a mantener esa
promesa. Cueste lo que cueste. No odiar a nadie, jamás, con la cabeza en las estrellas,
siempre. Una promesa a una anciana que no era bella, que no era rica, que no era nada
especial, pero que me ayudó, que se ocupó de mí y que me salvó.
SAWDA: ¿Entonces qué hacemos?
NAWAL: Te voy a decir lo que haremos. Y me vas a prometer que no intentarás evitar
lo que decida.
NAWAL: Acuérdate, hace mucho, me viniste a buscar, me dijiste: “Enséñame a leer y
a escribir.” Te dije que no, después te dije que sí y mantuve mi promesa. Te enseñé y
juntas aprendimos a pensar. Acuérdate. Así que ahora es tu turno para prometer.
Prométemelo.
SAWDA: Te lo prometo.
NAWAL: Escucha. Vamos a golpear un lugar. No vamos a lastimar a ningún niño, a
ninguna mujer, a ningún hombre, excepto a uno. A uno sólo.
SAWDA: ¿De quién hablas?
NAWAL: De Chad.
SAWDA: El jefe de todos los paramilitares. No lo encontraremos.
NAWAL: Yo lo encontraré. La joven que le enseña a sus niños fue mi alumna. Ella
me va a ayudar. Yo la voy a reemplazar una semana.
SWADA: ¿Por qué dices “yo”?
NAWAL: Porque voy a ir sola.
SAWDA: ¿Y qué vas a hacer?
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
EL CONSERJE: La noche en que dio a luz, la prisión estaba en completo silencio. Ella
dio a luz sola, agachada en un rincón de su celda. La oíamos gritar, y sus gritos eran
como una maldición sobre todos nosotros. Cuando ya no se oyó ninguno, entré. Todo
estaba oscuro. Ella había puesto al niño en una cubeta y lo había cubierto con una
toalla. Yo era el que se llevaba a los niños al río. Era invierno. Tomé la cubeta, no me
atreví a ver, y salí. La noche era bella y fría. Profunda. Sin luna. Fui hasta la zanja, la
dejé ahí y regresé. Pero oía los gritos del niño y oía los cantos de la mujer que canta.
Así que me detuve y pensé y mi consciencia estaba fría y negra como la noche. Así que
regresé, tomé la cubeta y caminé, caminé durante mucho tiempo. Me crucé con un
campesino que iba con su rebaño de regreso al pueblo que está más arriba, hacia
Kisserwan. Me vio, vio mi dolor, me dio de beber y yo le di la cubeta. Le dije: “Toma,
es el niño de la mujer que canta.” Y me fui.
JEANNE: ¿Dónde está Kisserwan?
EL CONSERJE: Un poco más hacia el oeste. Frente al mar. Pregunte por el hombre
que crió al niño de la mujer que canta. Ellos le dirán quién es. Yo me llamo Fahim.
Tiré muchísimos niños al río. Pero a ese no lo tiré. Sus gritos me detuvieron. Si usted
lo encuentra, dígale mi nombre, Fahim.
Jeanne se pone la chamarra.
JEANNE: ¿Por qué no nos dijiste nada? Te habríamos querido igual. Habríamos
estado orgullosos de ti. Te habríamos defendido. ¡Por qué no nos dijiste nada! ¿Por
qué nunca te oímos cantar, mamá?
27. TELEFONOS
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
Mierda, Simón, ¡escucha lo que te digo! ¡Sólo me quedan dos monedas, te hablo del
culo del mundo, hay un mar y dos océanos entre nosotros así que cierra la boca y
escúchame!
SIMÓN: ¡No! ¡No! ¡No! ¡Mierda, no!… ¡Siempre soy yo el que se hace cargo de todo!
… ¡Ya no quiero saber nada! Tu fuiste la que escogió eso, no me voy a callar, no me
voy a callar, no me voy a callar, tú eres la que quiso saber, buscar, tu buscas… no… no…
no… ¡no me interesa! ¡Mi combate de box! ¡Eso es todo! ¡Sí, eso es todo! ¡No lo
quiero saber! ¡No, no me interesa conocer su historia! ¡No me interesa! ¡Sé quien soy
y eso es suficiente! ¡Ahora escúchame! ¡Regresa! ¡Regresa, mierda, regresa!
¡Regresa, Jeanne! ¿Bueno? ¿Bueno?… ¡Mierda!.. ¿No hay un número en la pinche
cabina telefónica al que te pueda marcar?
JEANNE: No, tú no vas a marcar, tú vas a ir con el abogado, le vas a pedir el cuaderno
rojo y vas a ver que hay ahí escrito. Eso es todo.
Ella cuelga. El cuelga.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
JEANNE: ¡No! ¡Fahim no se equivocó! ¡El la veía todos los días! ¡El tomo al niño, el
tomo la cubeta, el niño estaba en la cubeta y no había más que un niño, no dos, uno!
MALAK: Fahim no vio bien.
JEANNE: ¡Mi padre está muerto, él dio su vida por este país, y no es un torturador, y él
amó a mi madre!
MALAK: ¿Eso fue lo que ella les contaba? Es bueno contar historias a los niños para
ayudarles a dormir. Te había prevenido, en el juego de preguntas y respuestas, se llega
fácilmente al origen de las cosas y nosotros hemos llegado al secreto de tu propio
nacimiento. Ahora escucha, escucha: Fahim me dio la cubeta y se fue corriendo.
Levanté la toalla que cubría al niño, y ahí vi dos bebés, dos recién nacidos, rojos como
la cólera, pegados uno al otro, abrazados uno con el otro, con todo el fervor del inicio de
su existencia. Los tomé y los alimenté y les puse un nombre: Jannaane y Sarwane. Eso
es todo. Tu regresas ahora que ha muerto tu madre, y veo, en las lágrimas que corren de
tus ojos que no me equivoqué. El fruto de la mujer que canta nació de una violación y
del horror, pero ellos sabrán revertir y transformar los gritos perdidos de los niños
aventados al río.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
que no era para usted más que un territorio que había que masacrar poco a poco.
Acuérdese. Mi nombre quizá no le diga nada, ya que todas las mujeres eran para usted
putas. Usted decía la puta 45, la puta 63. Esa palabra le daba a usted elegancia,
autoridad. Y las mujeres, una a una, sentían en ellas nacer el odio y despertar el miedo.
Quizá mi nombre no le dirá nada, mi número de puta tampoco, pero hay una cosa que
usted no ha olvidado, que usted no pudo haber olvidado, una cosa que todavía suena en
sus oídos. La mujer que canta. Ahora la recuerda, usted reconoce la verdad de su odio
hacia mí, cuando usted me colgó de los pies, cuando el agua mezclada con la
electricidad… cuando los clavos bajo las uñas… cuando la pistola cargada
apuntándome. Los disparos y la muerte son parte de la tortura a la tortura, y la orina
sobre mi cuerpo, la suya, en mi boca, sobre mi sexo y su sexo en mi sexo, una vez, dos
veces, tres veces, y tan seguido que el tiempo se rompió. Mi vientre inflándose por su
culpa, usted quiso que me quedara sola, completamente sola al dar a luz. Dos niños,
mellizos. Usted me hizo imposible querer a los niños, pelearme con ellos, educarlos con
la vergüenza y el silencio. ¿Cómo hablarles de usted, hablarles de su padre, hablarles de
la verdad. Amarga, amarga es la verdad dicha. El tiempo pasará, pero usted no
escapará a una justicia que se nos escapa a todos: esos niños que hemos traído al
mundo, usted y yo, están vivos, son hermosos, inteligentes, sensibles, llevan en ellos sus
propias victorias y derrotas, buscan darle sentido a su vida, a su existencia… le prometo
que tarde o temprano, ellos vendrán y se pararán frente a usted, en su celda y usted
estará solo frente a ellos como yo estuve sola con ellos y, como yo, perderá cualquier
sentimiento de estar vivo. Una piedra estaría más viva que usted. Le juro también que
cuando ellos estén frente a usted, ambos sabrán quien es usted. Y si usted puede
reconocer la belleza que los inunda, entonces quedará una esperanza, pero si usted los
ve todavía con indiferencia y sin curiosidad, sabiendo que los dos son fruto de la tortura,
entonces podremos decir que nuestro siglo murió. Nosotros dos venimos de la misma
tierra, de la misma lengua, de la misma historia y cada tierra, cada lengua, cada historia
es responsable de sus héroes. Responsable de sus torturadores y de sus víctimas,
responsable de sus victorias y de sus derrotas. En ese sentido, yo soy responsable de
usted y usted responsable de mí. Lo único que nos queda es nuestra dignidad. Hemos
fracasado en todo, quizá lo único que podamos salvar sea la dignidad. Hablándole
como le hablo doy testimonio de mi promesa dada a una mujer que un día me hizo
comprender la importancia de abandonar la miseria: “Aprende a leer, a escribir, a
contar, aprende a pensar.”
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
NAWAL: Hay cosas que nunca podré explicarte, Simón, es por eso que tienes que
seguirme y no preguntarme nada.
SIMÓN: ¿A dónde me llevas, mamá?
NAWAL: Necesito tus golpes para romper el silencio. Sarwane es tu nombre
verdadero. Jannaane es el nombre verdadero de tu hermana. Nawal es el nombre
verdadero de tu madre. Abou Terek es el nombre de tu padre. Ahora tenemos que
encontrar el nombre verdadero de tu hermano.
SIMÓN: ¡Mi hermano!…
NAWAL: Tú hermano de sangre, créeme, Simón, créeme. Encontrándolo sabrás si los
lobos rojos existen realmente.
Simón se queda solo.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
INCENDIO DE SARWANE
Una vez que empieza la canción, su fusil pasa de guitarra a micrófono. Su inglés no es
el mejor del mundo.
Canta el primer estribillo.
De pronto, su atención es atraída por algo a lo lejos.
Rápidamente se lleva el fusil al hombro y apunta sin dejar de cantar.
Dispara, recarga rápidamente.
Tira otra vez mientras se mueve. Tira de nuevo, recarga, se detiene y tira otra vez.
Rápidamente, Nihad saca una cámara fotográfica. Apunta en la misma dirección y
toma una foto.
Retoma la canción.
Se detiene de pronto. Se tira al piso. Toma su fusil y apunta a algo que se le acerca.
Se levanta de golpe y dispara una bala. Corre hacia donde disparó. Se le cae su
walkman que sigue sonando.
Nihad regresa, arrastrando por los cabellos a un hombre herido. Lo avienta al piso.
HOMBRE: ¡No! ¡No!
NIHAD: ¿A qué le dices no?
HOMBRE: ¡No quiero morir!
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
NIHAD: “¡No quiero morir!” “¡No quiero morir!” Es la frase más estúpida que
conozco!
HOMBRE: ¡Se lo suplico, déjeme ir! No soy de aquí. Soy fotógrafo.
NIHAD: ¿Fotógrafo?
HOMBRE: Sí… de guerra… fotógrafo de guerra.
IHAD: ¿Y me tomaste una foto…?
HOMBRE: …Sí…quería tomar a un francotirador… Te vi disparar… subí… pero te
puedo dar los rollos…
NIHAD: Yo también soy fotógrafo. Ve. Yo he tomado todas estas fotos.
Nihad le muestra foto tras foto.
HOMBRE: Son hermosas…
NIHAD: ¡No! No son hermosas. La mayoría de las veces piensan que son de gente
dormida. Pero no. Están muertos. ¡Yo los he matado! Lo juro.
HOMBRE: Te creo…
Buscando en la mochila del fotógrafo, Nihat saca una cámara fotográfica equipado con
disparador automático y control alámbrico. Nihat ve en el visor y retrata al hombre
muchas veces. Saca de su mochila una enorme cinta adhesiva y amarra la cámara a la
punta de su fusil.
HOMBRE: ¿Qué haces…?
NIHAD: Mejoro mis condiciones de trabajo.
La cámara está bien fija.
Nihad une el control alámbrico a su fusil.
Ve en el visor de su fusil y le apunta al hombre.
Tomar una foto de alguien que va a morir es fácil. Tomar a alguien que acaba de morir
es fácil aunque un poco aburrido. Tomar una foto de alguien que está muriendo. Es
más difícil. Más rara. Más hermosa.
HOMBRE: ¿¡Qué hace!?
NIHAD: Una prueba.
HOMBRE: ¡No me mate! Podría ser su padre, tengo la edad de su madre…
NIHAD: Mala suerte. No conozco ni a uno ni a otra.
Nihad dispara. La cámara se dispara al mismo tiempo. Vemos la foto del hombre en el
momento en el cuál es tocado por la bala. Nihad le habla al hombre muerto.
Kirk, estoy muy cortento de estar aquí en “Star T.V. Show”….
Al contrario, gracias a ti Nihad. ¿Cuál va a ser tu jiguiente canjión?
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
31. Desierto
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
HERMILE LEBEL: ¡Exacto! ¡Eso es! ¡Ese es un buen escondite! ¡Ese tipo de gente
se debe esconder! ¡Quizá nos observe, así que hay que movernos hasta que él nos venga
a ver, y nos pregunte que hacemos en sus tierras!
SIMÓN: ¿De qué película sacó todo eso?
HERMILE LEBEL: ¡Es en serio, Simón! ¡Sarwane! ¡Vamos! Vamos a ver y quizá
encontremos a su hermano! ¡Uno nunca sabe! ¡Quizá su hermano sea un abogado
como yo! ¡Sigamos!
Siguen su camino.
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
No, no le disparo a mujeres como Elizabeth Taylor. Elizabeth Taylor es una primera
actriz. Me gusta mucho y no quiero matar a Elizabeth Taylor. Así que cuando veo una
mujer como ella, no le disparo…
No le disparas a Elizabeth Taylor.
¡No, Kirk, claro que no!
Gracias Nihad,
De nada, Kirk.
Nihad se levanta, se pone el fusil al hombro y dispara de nuevo sobre al cadáver del
reportero.
33. Chamseddine
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Traducción Humberto Pérez Mortera
Incendios de Wajdi Mouawad
SIMÓN: Un paramilitar lo conoció cuando era niño. Entraron a la armada juntos, pero
después perdió su rastro. El nos dijo: “Chamseddine debió raptarlo y matarlo.” El nos
dijo que usted desollaba a cada militar y a cada soldado extranjero que atrapaban sus
hombres.
CHAMSEDDINE: ¿Dijiste que Nihad Harmanni era el hijo de la mujer que canta, ese
que nació de la relación que tuvo con Wahab y quién nadie ha visto su rostro?
SIMÓN: No. El no sabía todo eso. Nunca oyó hablar de la mujer que canta. Sólo me
dijo que Nihad Harmanni pasó por esta región.
CHAMSEDDINE: ¿Entonces cómo puedes decir que él es el hijo de la mujer que
canta?
HERMILE LEBEL: Si me permite hablar. Yo puedo explicarle. Hermile Lebel,
abogado y ejecutor testamentario de la mujer que canta. Señor Chamseddine, yo puedo
decirle que es lo que pasa: todos los detalles concuerdan.
CHAMSEDDINE: ¡Hable!
HERMILE LEBEL: ¡Un gran rompecabezas! Primero pasamos por el pueblo de origen
de la señora Marwan. Eso nos llevó a Kfar Rayat. Después seguimos varias pistas
relacionadas con las fechas de llegada de cinco niños al orfanato. Toni Moubarak, pero
no era él, él encontró a sus padres después del fin de la guerra, un personaje bastante
desagradable. Esa pista nos llevó a una familia Harmanni que hoy está muerta. El
abarrotero nos habló de su hijo adoptivo. Nos dijo su nombre. Pasé a ver a un colega,
bastante agradable, que se ocupó de los asuntos de la familia Harmanni. El nos dijo que
no podían tener hijos, que habían adoptado, al pasar por Kfar Rayat, un niño que
llamaron Nihad. La edad del niño y su llegada al orfanato concordaban perfectamente
con lo que sabíamos de la señora Nawal. Pero mas importante aún fue que ese niño era
el único de nuestros candidatos que fue llevado al orfanato por aquella que ayudaba a
dar a luz a las mujeres del pueblo de la señora Nawal. Una cierta Elhame Abdallâh.
Después de eso, señor Chamseddine, ya no tuvimos ninguna duda.
CHAMSEDDINE: Si la mujer que canta te consideró digno de su confianza, eso quiere
decir que eres noble y digno. Ahora usted debe salir. Y dejarnos solos.
Hermile Lebel sale.
CHAMSEDDINE: Sarwane, acércate. Escúchame. Escúchame con atención.
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SIMÓN: 7.
JEANNE: Muy. 7 es impar. Lo multiplicamos por 3 y le sumamos 1, eso da 22. 22 es
par, lo dividimos entre 2. 11. 11 es impar, lo multiplicamos por 3, y le sumamos 1, 34.
34 es par. Lo dividimos entre 2, 17. 17 es impar, lo multiplicamos por 3, y le sumamos
1, 52. 52 es par, lo dividimos entre 2, 26. 26 es par, lo dividimos entre 2, 13. 13 es
impar. Lo multiplicamos por 3 y le sumamos 1, 40. 40 es par. Lo dividimos entre 2,
20. Lo dividimos entre 2, 10. 10 es par, lo dividimos entre 2, 5. 5 es impar, lo
multiplicamos por 3, le sumamos 1, 16. 16 es par, lo dividimos entre 2, 8, lo dividimos
entre 2, 4, lo dividimos entre 2, 2, lo dividimos entre 2, 1. No importa la cifra de inicio,
siempre llegamos a… ¡No!
SIMÓN: Te quedaste callada. Cómo yo me quedé cuando lo entendí. Estaba en la
tienda de Chamseddine, y en su tienda vi venir el silencio que todo lo inundó. Hermile
Lebel había salido. Chamseddine se me acercó.
CHAMSEDDINE: Ahora, Sarwane, escúchame, escúchame bien. No es el azar el que
te trajo hasta mí. Aquí está el espíritu de tu madre, el espíritu de Sawda, enterrada no
muy lejos. La amistad de dos mujeres es como una estrella en el cielo. La oigo cantar.
Un día, un hombre se me acercó. Era joven y orgulloso. Imagínatelo. ¿Lo ves? Era tu
hermano. Nihad. Buscaba un sentido a su vida. Le dije que peleara por mí. Dijo que
sí. Aprendió a manejar las armas. Un gran tirador. Infalible. Un día, se fue: “¿A
dónde vas?” le pregunté.
NIHAD: Quiero encontrar a mi madre.
CHAMSEDDINE: ¿Dónde la encontrarás? ¡Estamos en guerra!
NIHAD: Ella viene del Norte. Voy al norte.
CHAMSEDDINE: ¿Y nuestra causa? ¿Los refugiados? ¿El sentido de tu vida?
NIHAD: ¡No hay causa, no hay sentido!
CHAMSEDDINE: No estás solo. Muchísimos niños perdieron a su madre. Ellos
olvidaron. Ellos están vivos. Muchísimas madres perdieron a sus hijos, ellas olvidaron,
ellas están vivas.
NIHAD: Yo no olvido, y yo no estoy vivo.
CHAMSEDDINE: Se fue. Traté de ayudarlo. Hice que lo vigilaran. La buscó por
años sin encontrarla. Muchísimas madres buscaban a sus hijos. Era la locura. Un día
sin razón empezó a reírse. Sin causa, sin sentido, se volvió francotirador. Coleccionaba
las fotos, las imágenes. Nihad Harmanni. Una gran reputación de artista. Lo oímos
cantar. Máquina de matar. Entonces el país fue invadido por el ejército extranjero. El
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ejército del Sur. Que ayudaba a los paramilitares y a Chad, el jefe que tu madre había
matado. Vinieron hasta el Norte. Aquí llevaron a cabo las masacres en los
campamentos. El no dejó de dispararles. Una mañana, lo atraparon. El había matado a
siete de sus tiradores. El les había apuntado al ojo. La bala entre los lentes. Ellos no lo
mataron. Lo agarraron, lo formaron, le dieron un trabajo.
SIMÓN: ¿Qué trabajo?
CHAMSEDDINE: En una prisión que acababan de construir, en el Sur, en Kfar Rayat.
Buscaban un hombre que se hiciera cargo de los interrogatorios.
SIMÓN: ¿Un torturador?
CHAMSEDDINE: Un torturador.
SIMÓN: ¿Entonces trabajó para mi padre, Abou Tarek?
CHAMSEDDINE: No, tu hermano no trabajó para tu padre. Tu hermano era tu padre.
Cambió su nombre. Se olvidó de Nihad, se volvió Abou Tarek. Buscó a su madre, la
encontró pero no la reconoció. Ella buscó a su hijo, lo encontró pero no lo reconoció.
El no la mató porque ella cantaba y él amaba su voz. El mundo dejó de girar. Sí, sí, lo
oíste bien, el torturó a tu madre, sí, ella fue torturada por su hijo y el hijo violó a su
madre. El hijo es el padre de su hermano y de su hermana. ¿Escuchas mi voz,
Sarwane? Suena como la voz de los siglos pasados que tratan de hablar contigo. Pero
no, Sarwane, no, la voz es de ayer. Y las estrellas se callan dentro de mí un segundo,
ellas se quedaron en silencio hasta que tú pronunciaste el nombre de Nihad Harmanni.
Ahora veo que las estrellas guardan silencio dentro de ti. El silencio está en tí Sarwane,
el silencio de las estrellas y el silencio de tu madre. En ti.
Nihad Harmanni, es decir Abou Tarek, durante su proceso.
NIHAD: No negaré nada de lo que se ha dicho sobre mí durante el juicio que ha durado
todos estos años.. La gente que dijo que la torturé, la torturé. Y aquellos de quién me
acusan haber matado, los maté. Es más quiero agradecerles porque me permitieron
tomar fotos hermosísimas. Aquellos que golpeé y aquellas que violé siempre
presentaban un rostro más conmovedor después del golpe o la violación. En resumen,
lo que quiero decir, es que este juicio ha sido aburrido, de hueva mortal. Nunca la
música suficiente. Ahora les voy a cantar una canción. Digo eso porque hay que salvar
la dignidad. No soy yo quién lo dijo primero, sino una mujer, aquella que llamábamos
la mujer que canta. Ayer, ella vino, se puso frente a mí, me habló de dignidad. Salvar
lo que nos queda de dignidad. Reflexioné, y me di cuenta que ella tenía razón. ¡Este
juicio ha sido de lo más aburrido! Sin ritmo y sin ningún sentido del espectáculo. El
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espectáculo: es ahí donde está para mí la dignidad. Desde el inicio. Nací con él.
Estaba ahí, en la cubeta donde me depositaron después de mi nacimiento. La gente que
me vio crecer siempre me dijo que ese objeto era una huella de mis orígenes, un cierto
tipo de dignidad, porque, según la historia, me fue dada por mi madre. Una pequeña
nariz roja. Una pequeña nariz de payaso. ¿Qué es lo que quiere decir? Para mí, mi
dignidad es un gesto dejado por aquella que me dio la vida. Ese gesto nunca me ha
dejado. Déjenme ponérmelo y cantarles una canción escrita por mí para salvar la
dignidad de este enorme aburrimiento.
Se pone la nariz de payaso. Canta.
Nawal (15 años) da a luz a Nihad.
Nawal (45 años) da a luz a Jeanne y Simón.
Nawal (60 años) reconoce a su hijo.
Jeanne, Simón y Nihad están juntos.
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Y tú supiste retirarlo.
Ahora, hay que volver a aprender a tragar saliva.
A veces es un acto muy difícil.
Tragar saliva.
Ahora, hay que reconstruir la historia.
La historia está en pedazos.
Con suavidad
Consolar cada pedazo
Con suavidad
Aliviar cada recuerdo
Con suavidad
Arrullar cada imagen.
Jeanne,
¿Sonríes?
Si sonríes, no lo dejes de hacer
Porque yo no lo dejo de hacer.
Es la risa de la cólera
La de las mujeres caminando juntas
Te habría llamado Sawda
Pero ese nombre, incluso al sólo decirlo,
En cada una de sus letras
Es una herida sangrante en lo profundo de mi corazón.
Sonríe, Jeanne, sonríe
No permitas que nadie diga, después que hayas pasado,
Allá va
La niña con mirada triste
No fue generosa
Su corazón se mantuvo cerrado
Sonríe,
Nosotras,
Nuestra familia,
Las mujeres de nuestra familia estábamos consumidas por la cólera.
Yo estaba encolerizada contra mi madre
Así como tú sientes cólera contra mí
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