La
Guacamaya y el Zamuro:
Un Cuento para Leyre
Por
Olga del Valle Vegas Vásquez
Este cuento está basado en hechos de la vida real que fueron fabulados, por
lo tanto cualquier coincidencia es pura casualidad.
“Escuchar el maravilloso concierto de una gran diversidad de aves, que
trajinan a partir de las cinco, desde el oeste, hacia el este, inundando con su
canto el silencio del atardecer caribeño, llevando sus alas llenas de
bendiciones, a través de su paso victorioso entre el mar y la montaña, es
admitir que la libertad de su vuelo no tiene precio”
Para mis adorad@s angelitos, mi familia, mi principal fuente de
inspiración, motivo de mi lucha por alcanzar todos mis sueños y para tod@s
los niños que lean este cuento, a ustedes, dedicado con amor.
La Guacamaya y el Zamuro: Un Cuento para Leyre
En un pequeño poblado ubicado entre el mar y la montaña de la zona norte
costera de Venezuela, en una región paradisíaca del Estado Vargas, vivía la tía
abuelita de Leyre Alejandra de los Ángeles quien era una niñita consentida, de
8 años de edad, única hija, linda morenita, de inmensos ojos negros, largo y
liso cabello hermosamente encrespado en las puntas, con una expresión en el
rostro que parecía estarse haciendo constantes preguntas a sí misma, su papá
se llamaba José Antonio y su mamá Rosibel, quienes por motivo de
vacaciones laborales, viajaron desde Argentina, lugar de residencia de la niña
y sus padres, para visitar a su abuelo Panamá (Así le decían al Sr. José
Antonio que se llamaba como el papa de Leyre y como su bisabuelo), a su
abuelita Yelly, a sus tíos Omar (hermano morocho de su papa José Antonio) y
José Ricardo, entre una gran lista de familiares y amigos.
El plan vacacional consistía en pasar unos días en casa de cada familiar,
fue así como se quedaron a descansar en el pequeño apartamento donde vivía
la tía Olga y la tía Vivian que se quedaba los fines de semana, ya que vivía en
un apartamento en Caracas, teniendo como vecinas a la tía Norelis y a la prima
Andreína que también bajaba al litoral algunos fines de semana ya que vivía
igualmente en Caracas en otro apartamento y eventualmente a la tía Cristela
que las visitaba siempre.
Leyre que era muy juguetona, estaba encariñada con su vivienda en
Argentina, su colegio, sus amiguitos, los lugares donde solía pasear, un amplio
parque con toboganes y columpios, cerca había una iglesia donde todos los
domingos acudía a misa con su mamá.
Su papá la convenció de que solo serían unos días en el apartamento de la
tía abuela Olga, en el que ella se sentía incomoda por ser pequeño y con pocas
áreas de esparcimiento a las que estaba acostumbrada en Argentina, pero era
necesario que ella conociera el modo de vida de sus familiares, habitantes de
la tierra que la vio nacer, ya que ella se fue, estando muy pequeñita, por lo cual
desconocía ciertas tradiciones y costumbres que caracterizan al venezolano, a
pesar de que su linda mamita hacia cosas para vincularla con su identidad
nacional, de hecho su primera primavera fue disfrazada de orquídea a su
colegio, representando hermosamente a la flor nacional venezolana.
Ella se levantaba temprano, se desayunaba y bajaba junto con sus padres a
la playa, que era novedosa para ella y constituía el único atractivo del
apartamento de la tía abuela, allí ella se divertía enfrentando las olas, jugando
con la arena, disfrutando de la brisa del mar y apreciando los rayos de sol que
tanto se ausentan en la tierra que le dio acogida a ella y a sus padres.
El apartamento, propiedad de la tía Norelys y su hija Andreína, estaba
ubicado detrás de los famosos campos de golf de Caraballeda, tenía una vista
por detrás hacia el inmenso engramado y por la parte lateral hacia los edificios
vecinos, desde donde se divisaban igualmente una cadena de tiendas de venta
alimentos rápidos, bancos, farmacias entre otros.
Grandes árboles frutales entre ellos matas de mango, de guayaba y
enormes apamates vestidos de Nazareno, como dice Alí Primera en su
“Canción Mansa para un Pueblo Bravo” decoraban el espacio y constituían un
ecosistema en donde habitaban diversidad de aves y animalitos que oscilaban
entre ardillas y lagartijas.
A Leyre le toco dormir en el lado del apartamento que colinda con el resto
de los edificios y una mañana se despertó asombrada por el graznido, voz o
ruido que producía la Guacamaya que tenían en situación de cautiverio en el
edificio de al lado.
Era un ave inmensa, enjaulada en un pequeño espacio en el que se movía
magistralmente de un lado a otro para estirar sus hermosas alas y en las
mañanas y en las tardes emitía un ruido especial, como de saludo, el cual
coincidía con los momentos en que la estaban alimentando o visitando,
especial atención merecía la visita de un corpulento zamuro.
Si efectivamente en el espacio donde estaba ubicada la jaula de la
guacamaya, una espaciosa terraza, rodeada de barandas, se paraba todas las
tardes un zamuro.
Leyre se asomó asombrada en la ventana y trato de divisar las
características del ave, mientras escuchaba atenta la explicación que su tía
abuelita le daba sobre la vida de la prisionera:
- Yo tengo viviendo aquí treinta y ocho años y todo este tiempo he
observado la misma jaula, pero no sé decirte si es la misma guacamaya- le
advirtió tía Olga.
- Pero ¿cuánto tiempo duran vivos esos animalitos tía? - preguntó Leyre
- No lo sé, la otra vez pregunté y me dijeron que más de cincuenta años,
especialmente si están en cautiverio, pero te prometo que lo voy a investigar
por internet y después te cuento.
La hora del desayuno transcurrió entre saborear las deliciosas empanadas
que prepararon tía Olga y Tía Vivian con la ayuda de Rosi, mientras Leyre
jugaba con unas antiguas muñecas de trapo al finalizar su comida.
Eran unas muñequitas que permanecieron en el viejo mueble tipo
biblioteca que atesoraba algunos de los libros que le quedaron a tía Olga,
después de haber donado la mayoría de ellos para que otras personas pudieran
utilizarlos.
Esas figuritas de trapo eran la delicia de Leyre cuando visitaba a sus tías,
antes de partir para Argentina y ellas la conservaron, como mudos testigos de
aquellos días en que ella les decía “Las nenés” y se abrazaba afectuosamente
de la que estaba vestida de rojo.
Especial mención para las diferentes figuras de San Nicolás, propiedad de
la difunta abuela Carmen, que Leyre, agitaba diciendo. “Ete et tanta”,
queriendo preguntar “¿Este es Santa?” y se asustaba cuando uno de los
muñecos cantaba “Jingle Bell” ayudado por unas baterías de las que la nenita
no tenía ninguna información.
Todos esos juguetes y adornos eran sacados uno por uno para recordarle a
la niña que ella jugaba con ellos deleitando así a toda su familia que reunida
en la pequeña, calurosa, pero acogedora sala, se amuñuñaban para verla
desplazarse dando sus primeros pasos.
No habían terminado de recoger y fregar los platos del desayuno cuando ya
tenían que escoger y decidir cuál sería el almuerzo, que ingredientes
necesitaban y lo más importante, quién lo iba a preparar.
Como era fin de semana y tía Vivian estaba desocupada, (no tenía que ir al
trabajo), la misma se ofreció a preparar el almuerzo.
Fue así como tía Olga dispuso también de un tiempo libre y se dedicó a
buscar por internet toda la información que necesitaba para ofrecérsela a su
sobrina nieta, el entusiasmo que había despertado la historia en la niña,
provocó que la tía Olga aprovechara la oportunidad para hacer algo que
distrajera a la niña para que no se aburriera, durante su estancia en su
apartamento, si, efectivamente construiría un cuento sobre la guacamaya y el
zamuro, un cuento para Leyre.
Por su parte la nenita, había bajado nuevamente con sus padres a la playa
mientras esperaban la hora del almuerzo
No fue desagradable para tía Olga investigar no solo sobre las guacamayas
sino también sobre los zamuros, ella quería indagar hasta que punto estos
animales pueden ser capaces de comunicarse entre sí, y como teniendo ambos
intereses contrapuestos podían compartir tanto rato juntos casi siempre a la
misma hora, quedando la incógnita si eran la misma guacamaya de hace años
y el mismo zamuro, no de tantos años porque uno de los resultados que arrojó
la investigación era que los zamuros tenían un promedio de vida corto.
Pero en todo ese tiempo ¿serían capaces de comunicarse?, ¿que se decían
cada vez que emitían esos graznidos?:
- Estoy aquí para acompañarte querida guacamaya, para que no te sientas
sola- podría decir el zamuro
- Yo te agradezco tu compañía pero no está bien que me visites con tanta
frecuencia, no creo que se vea bien, probablemente la gente piense que estas
esperando que me muera para atacarme, yo sé que ustedes no actúan hasta
estar seguros de que su presa está realmente muerta- pareciera decirle la
guacamaya.
- No seas mal pensada, ni me juzgues por mi apariencia, yo vengo de una
manada y me separo de ella solo para estar contigo unas horas y decirte que no
es mucho lo que te estás perdiendo, aquí tienes techo seguro, comida y el
afecto de los que te cuidan- insistió el zamuro
- Pero yo quiero ser libre como tú, escoger mis horarios, comer cuando me
plazca, estirar mis alas, sentir vibrar mi corazón, disfrutar del aire y
enfrentarme al viento en contra- respondió inspirada la guacamaya, de acuerdo
a la interpretación de tía Olga
- Y ¿qué me dices de tus noches aquí, en tu jaula? - pareciera preguntarle el
zamuro
- Son oscuras, silenciosas, abrumadoras, a veces la piel se me estremece
con tanto frio y cuando veo movimientos de sombras me paralizo y solo oigo
el latir de mi corazón- seguramente esta sería la respuesta de la asustada
guacamaya
No le cabía la menor duda a tía Olga que de aquellos diálogos siempre
resultaba que el zamuro se retiraba con impotencia de no poder ayudar a su
amiga y ella se quedaba resignada esperando un nuevo amanecer para ver a su
único amigo porque aunque parezca mentira, en todos estos años que tía Olga
llevaba viviendo en ese edificio ninguna otra ave se estacionaba con tanta
frecuencia y por tan prolongado tiempo como lo hacia ese noble zamuro,
demostrando lealtad ante tan majestuosa ave, cuyos coloridos plumajes
contrastaban con la negrura del plumaje de su fiel amigo.
La investigación sobre sus características dejaba muy mal parado a tan
noble animal, de hecho hasta el nombre resultaba catastrófico, eran conocidos
como buitres y de ellos existen aproximadamente siete especies que se
encuentran distribuidas en toda América y se alimentan de carroña, vegetables
y pequeños animales vivos y tienen muy buen sentido del olfato. Se creía que
estos animales eran parientes de las cigüeñas, cosa que a tía Olga le pareció
muy raro dado que las cigüeñas están vinculadas con la concepción, el traslado
de bebes románticamente así identificadas, son blancas e inmaculadas y su
pico es largo y como anaranjado, pero finalmente se comprobó que si bien no
estaban emparentados con las cigüeñas ni con las garzas, tampoco estaban
estrechamente emparentados con aves de rapiña de esas que arrebatan vidas.
Otra de las cosas que se dicen de los zamuros es que hay que tenerles
respeto por varios motivos y no solo porque son feos y les gusta comer carne
muerta, se dice que vuelan tan alto que han producido accidentes aéreos al
chocar contra los parabrisas de los aviones, aquí en Venezuela cerca del
aeropuerto de Charallave había un basurero que atraía la presencia de estos
animales quienes al sobrevolar la zona ponían en riesgo la posibilidad de
navegación aérea en ese espacio, se dice también que tienen un gran apetito y
que pueden volar grandes distancias para buscar su alimento, tienen un
estómago poderoso que produce ácidos capaces de destruir bacterias, se
alimentan de vísceras y tienen la particularidad de que vuelan en línea recta
siguiendo torres y cables eléctricos, poseen hasta 80 cm de longitud y su
plumaje negro esconde manchas blancas bajo sus alas y jamás acuden a un
animal que no esté completamente muerto y al igual que el resto de las aves,
tienen el olfato atrofiado aunque en menor proporción.
“Atención Estado Vargas, vamos hoy al circo Los Magníficos, donde te
esperan nuestros leones, elefantes, tigres, amaestrados, un evento único e
irrepetible con muchísimas emociones, amiguito te esperamos esta tarde”
Eran los gritos que se escuchaban a través de un altoparlante que
anunciaba la llegada de un circo al Estado, toda la tarde estuvieron haciendo
tal anuncio por lo tanto cuando Leyre llegó de la playa y fue corriendo para el
cuarto a ver como seguía la guacamaya y a esperar la llegada del zamuro,
escucho la invitación que venía de la calle y dijo:
- Papi, mami ¿puedo ir al circo?
- Tenemos que averiguar cuánto cuestan las entradas y donde la están
vendiendo, contestó el morocho José Antonio, papá de Leyre.
- Yo también quiero ir- dijo la tía Olga
Después del almuerzo casi cena, se organizó una comisión que salió a
recorrer el lugar donde estaba instalada la carpa del circo para preguntar por
los detalles del evento, estaban ubicados en un terreno adyacente a un gran
complejo recreacional con balneario incluido.
Mientras un grupo preguntaba por los precios de las entradas y los horarios
tía Olga tomo a Leyre de la mano y la llevó a recorrer la jaula de los animales,
en verdad era lamentable ver el estado en que se encontraban esas criaturas, se
lamian unos con otros en los que se mezclaba la saliva con el sudor caluroso
del ocaso de un día soleado, dejando al descubierto sus largas lenguas y sus
afilados dientes, algunos emitían gemidos que causaban tristeza, luego
recorrieron el área donde estaban los elefantes, quienes se desplazaban lenta y
tortuosamente en el pequeño espacio como barcos a la deriva, se podía sentir
su respiración aguda y una sensación de temor al ver movimiento de gente
alrededor de ellos.
- Huye libre- le susurraba tía Olga a la gran oreja de uno de los elefantes
que se acercó al grupo de gente que lo observaba
- Hay tía ¿estabas pensando lo mismo que yo? - le pregunto Leyre
- Si mi niña, es triste ver a estos inmensos animales reducidos a un espacio
tan pequeño, con tan pocas condiciones adecuadas para su cautiverio- le
advirtió la ancianita verdaderamente conmovida con la escena de dolor y
sudor que estaban presenciando.
Efectivamente tía Olga pudo constatar que la niña estaba ya
suficientemente sensibilizada con el caso del cautiverio de la guacamaya y el
sufrimiento que posiblemente le causaba su amigo el zamuro, sea por bien o
sea por mal.
Ninguna charla sobre el medio ambiente y su ecosistema podrían
tranquilizar el noble corazón de la niñita que se solidarizaba con su tía abuela
en cuanto a mantenerse firme en contra del cautiverio de los animales salvajes.
Regresaron a la casa con las entradas para el próximo evento, con la
convicción de que el espectáculo les resultaría incomodo y hasta desagradable,
inclusive los actos de malabarismo eran cuestionados por su peligrosidad.
Descansaron esa noche después de conversar sobre lo observado, tía Olga
no quería ver a la niña triste y antes de acostarse prometió informarle de lo que
había investigado sobre el zamuro y la guacamaya.
Comenzó hablándole lo que ya contamos sobre el zamuro y su posible
conversación con la guacamaya
- Ahora cuéntame de nuestra amiga prisionera tía, ¿Es cierto que puede ser
la misma de hace 38 años? –preguntó Leyre
- Sí y más hijita, puede durar hasta 70 años viva, leí en alguna parte-
respondió la tía abuela
Leyre se acomodó en la cama mientras su abuelita comenzó a contarle que
es el ave de mayor tamaño en su especie y pertenece a la familia de los
papagayos siendo un animal decorativo por su calidad estética, como el
colorido plumaje que se presta para dar viveza a su especie:
- ¿O sea que ella está prisionera por su belleza?- preguntó Leyre
- Si mi niña, su belleza la condena- le dijo tía Olga
- ¿Tú crees que ella pueda rechazar a su amigo el zamuro por ser feo?-
Volvió a preguntar Leyre preocupada
- Te acuerdas de aquel cuento que te leí, “El Principito”, que explicaba que
muchas veces la belleza es invisible a los ojos, que la belleza no se ve a veces
sino se siente, ¿no te das cuenta que la guacamaya parece gritar cuando lo ve y
después se queda tranquila durante todo el rato que el zamuro la acompaña, es
porque ella valora su lealtad, su compañía y su solidaridad, a pesar de que no
es un ave de su especie.
La niña tenía sueño pero seguía atenta escuchando los resultados de la
investigación de tía Olga, quien entre otras cosas le dijo que supuestamente
estas aves no se deben separar de sus familias, que son aves muy afectivas y
que no se sienten bien estando solas, lo que explica que vea con agrado la
presencia de su amigo el zamuro.
- ¿Y que comen ellas tía? - seguía preguntando Leyre
- A ellas les gusta comer semillas de girasol, trigo, maíz, arroz, avena,
algunas legumbres, frutas, verduras y agua- dijo tía Olga- pero las que viven
en estado silvestre comen mango, semillas de jabillo y de chaguaramo- agregó
a continuación.
- ¿Eso hace que se encariñen con sus dueños, tía? - preguntó nuevamente
la niña teniendo un mundo de cosas por querer saber
- Si dicen que es un animal muy inteligente, y que puede hasta repetir
algunas palabras, ¿Qué te parece? - preguntó esta vez tía Olga
- Fenomenal, ¿Por qué será que nuestra amiga no ha aprendido a hablar
nada? - dijo Leyre
- Quizás los dueños no tienen tiempo para dedicarlo a enseñarla- respondió
tía Olga.
Continuando con la charla, la ancianita le contó a la niña que era
importante mantener la jaula limpia, es un género de aves que comprende 16
especies, miden entre 70 y 75 cm y pesan alrededor de 900 gramos
- ¿Tú puedes divisar el color de sus plumas desde aquí tía? - pregunto
Leyre
- Sí, creo que es verde en su mayoría y tiene la punta de las alas y la cola
azul- contestó la tía
- Si es así, es de las que se llaman Ara Militaris y es una de las más
amenazadas- agregó la tía- por lo tanto es vulnerable a estar en peligro de
extinción, que horror
- ¿Y eso porque tía? - pregunto Leyre
- Por el comercio ilegal, los cazadores las atrapan para venderlas como
mascotas- enfatizó la tía.
Efectivamente la tía Olga no estaba equivocada, en Venezuela la
guacamaya ha sido declarada como especie en peligro de extinción, por lo cual
se requiere profundizar las investigaciones sobre su situación actual,
especialmente en estos momentos en que el cielo venezolano se nutre con la
presencia de estas maravillosas aves, acompañadas de un gran variedad de
especies, dándole vida y color a nuestros espacios aéreos, por eso hay que
fomentar el vuelo, como lo hacen algunos preocupados en la materia y la
reproducción de estas aves en libertad, así como difundir información de cómo
deben ser tratadas las mismas.
Tía Olga quería saber más sobre las leyes al respecto ya que en muchos
lugares se considera ilegal la captura de estas aves, que definitivamente son
más felices si están libres, llenas de color y vida, cautivando por lo sociable e
inteligente,(tienen desarrollada la parte lingüística en su cerebro y son capaces
de realizar imitaciones de palabras al escucharlas pronunciar, repiten frases
como nombres y cosas) son fuertes y románticas inclusive desde su
nacimiento llaman la atención porque a medida que van creciendo van
evolucionando, nacen sin plumas y como los bebes, se les hace difícil abrir los
ojos, son inquietas y emiten grandes ruidos, también se dice que son fieles y
cariñosas y se protegen entre sí para no ser cazadas por el hombre ni por
ningún otro animal.
Como todos los animales las guacamayas tienen un rito especial para
conquistar a sus parejas, incluso se dice que hasta danzan y a la edad de cinco
años están listas para ser independientes y buscar parejas.
Una de las razones por las que las hacen cautivas son para obtener sus
plumas, que son vendidas para actividades decorativas por eso en Venezuela
existen organizaciones e instituciones que protegen esta especie.
La niña se quedó dormida, pero pudo escuchar la mayor parte de la
explicación que le ofreció su tía Olga, que al darse cuenta de que Leyre ya no
hacía más preguntas, decidió apagar la luz, arroparla para que no la picaran los
mosquitos y retirar su larga y encrespada cabellera de su rostro.
Que grande estaba su niña, había crecido una barbaridad, pero lo que más
le asombraba a la tía abuela era su inteligencia, no dejaba de hacer preguntas,
y era gracioso escuchar el tono de su voz con ese acento argentino que había
adquirido, pero lo que más le llenaba de orgullo era su interés por el animalito
prisionero demostrando igualmente un gran nivel de sensibilidad social.
Al día siguiente, como esa y todas las mañanas que siguieron, lo primero
que hacía Leyre al levantarse después de pedir la bendición era asomarse a la
ventana para ver a su amiga la guacamaya, después de ducharse acudieron a la
misa, se fueron sin desayuno para poder llegar temprano a la iglesia, cuenta
Rosi que la niña escucho con mucha atención el sermón del padre, estaba
hablando sobre los ángeles, en su discurso expresó que invocar a los ángeles
de la guarda permitía que ellos te iluminaran el camino.
- ¿Qué tengo que hacer para invocar a los ángeles mami? - le pregunto
Leyre a Rosi.
- La mejor manera de asegurarte de que los ángeles responderán
prontamente a tu llamado, es creando un vínculo constante y permanente
hablándoles todos los días, si es posible a la misma hora, con una sesión diaria
de oraciones, así sea de solo cinco minutos- respondió Rosi.
- Los angelitos están pendientes de las personas que los llaman para
pedirles ayuda entonces ellos envían su luz para salvarlas del peligro- agregó
el morocho José Antonio, papá de Leyre.
- ¡Ah, entonces con el permiso de Dios le voy a pedir a mis angelitos que
ayuden a una amiga mía! - informó Leyre.
- ¿A quién hija? - preguntó el morocho preocupado.
- A mi amiga la guacamaya que está en cautiverio y en peligro de
extinción- respondió Leyre complacida de poder encontrar una salida para la
problemática de la guacamaya prisionera.
José Antonio, el morocho quedo preocupado por el exceso de atención que
su hija le estaba prestando al asunto de la guacamaya prisionera, estaba de
acuerdo en que ella sintiera lástima por el animalito en cuestión, pero no en
que se convirtiera en su único tema de conversación, estaba convencido de que
una niña de su edad debía tener otros intereses, otras cosas de que ocuparse, de
ver una película por ejemplo de jugar con sus equipos sofisticados de
comunicación.
Después de desayuno se reunieron en la sala para planificar la fiesta de
cumpleaños de la tía abuela, en plena mitad del mes de agosto, mes de
vacaciones, parecía mentira, 68 años y estaba igualita, llena de fuerza y
entusiasmo, dedicada a la escritura de novelas y cuentos, le encantaba
entretener a Leyre con sus historias, pero a la nenita la que más le gustaba era
la que estaba relacionada con la guacamaya y su amigo el zamuro.
La tía Norelys y la prima Andreína subieron al apartamento acompañadas
por Carlos el esposo de Andy (Andreína en diminutivo, así la llamaba la tía
abuela), y sus pequeños hijos Carlos Enrique de 6 años y Valentina de 4, para
organizar lo de la fiesta, la tía Cristela participaba por WhatsApp, a través de
un dispositivo telefónico que permitía no solo el envío de mensajes de textos
con la posibilidad de graficarlos con pequeñas imágenes que llamaban
emoticones, sino que también se disponía del recurso de enviar mensajes de
voz que todos podían escuchar y así todos participaban de la reunión
organizativa.
Era hermoso ver como toda la familia se ponía de acuerdo para la logística
de preparar los alimentos y comprar las bebidas a consumir, tía Norelys tenía
siempre en su pequeño bar algunas botellas de licor con los que preparaba
ricos cocteles de frutas, el de fresa y el de parchita eran los favoritos, mientras
que Carlos ayudaba siempre con el suministro de sangrías, cervezas y
pasapalos para picar, tía Cristela siempre colaboraba con aquellas cosas que
faltaban, la tía abuela Olga se especializaba en el asunto de las ensaladas, su
gran logro eran las de gallina, hechas con pollo desmenuzado, papas y
zanahorias, el secreto estaba en la preparación del aderezo, ella tenía la medida
exacta para agregar la mayonesa, la sal y un puntico de mostaza.
El plato fuerte era opcional, en esta ocasión la tía Norelys decidió usar
unos caparazones de pollo que había comprado al camión que las hacia
madrugar todos los viernes y los sábados en la búsqueda de tan preciado
alimento, acostumbradas ya a hacer colas, no se perdían la cita de los fines de
semana.
Así pues quedo conformado el menú del próximo fin de semana, en el
marco de una confraternidad familiar, efectivamente como lo había dicho el
padre Carlos en su misa de la mañana, esta era una familia sólida porque no
solo compartían la comida, todo estaba sustentado en valores coherentes,
sanos, duraderos, reales, era lo que el padre llamaba una familia construida
sobre la roca.
Tía Olga se regocijaba por las palabras del evangelio que había que había
profesado el padre esa mañana, el mismo había dicho “Señor gracias por este
evangelio, bendice a nuestras familias y danos luz y sabiduría para orientarlas
y acompañarlas de la mejor manera, de forma tal, que tengamos hogares y
matrimonios sanos, estables y sólidos”.
En la familia se sentía el orgullo de haberse mantenidos unidos aun
después de la muerte de la abuela Carmen, entre las “muchachas” (las
ancianas tías) se echaban bromas basadas en una hipótesis de tía Cristela, una
de las más echadoras de broma, ella decía que había algunas personas a las
que pudiera causarles envidia que ellas se mantuvieran unidas, entonces les
decía a los hermanos, “No permitan que se quemen los pancitos que hay en el
horno”, refiriéndose a que tenían que hacer todo lo posible por mantenerse
vivos y unidos, como desde la infancia cuando jugaban juntos y nadie más
participaba de las historias que se inventaban para entretenerse.
Mientras charlaban sobre los detalles del evento, un pajarito se paró en la
ventana de la cocina a tomar agua de la que tía Olga había estado colocando
en una vasijita para mostrarle a Leyre lo cerca que tenían a la cantidad de aves
que rodeaban el edificio gracias a una inmensa mata de mango que les servía
de albergue y les suministraba alimentos.
Era un pajarito de los que más frecuentaban el espacio, amarillo con alas
marrones oscuro, era chiquitico y cantaba alegre porque estaba consumiendo
su líquido favorito, pero había que asomarse con cuidado porque ellos
levantaban vuelo cuando alguien se les acercaba.
- ¡Qué lindo tía, déjame verlo! - gritaba Leyre emocionada al mismo
tiempo que el animalito levantaba vuelo
- No puedes gritar niña, no ves que lo espantas, pero no te preocupes que el
vuelve- le dijo la tía Olga un poco regañona un poco consoladora.
Este episodio bastó para que Carlos, el novio de Andy que muy poco
hablaba explicara que en Caracas, estaban recomendando que si no se iba a
continuar con la rutina de alimentar a las aves, no se hiciera porque era una
crueldad ya que las aves eran animales inteligentes que sabían dónde ubicar
sus provisiones seguras, y regresaban al mismo lugar donde antes habían
encontrado agua y alimentos.
Por lo antes contado tía Olga prometió que no lo haría más, de paso ya
había pasado varios sustos, uno de ellos fue un pajarito que entró en la cocina,
revoloteo sobre su cabeza y después salió tranquilamente por la ventana por
donde entró dejándola completamente paralizada del susto y en otra ocasión
durante un hermoso amanecer sintió unos ruidos en la ventana de su cuarto y
después un gran estruendo pues resultó ser que unos enormes pericos se
habían montado en el viejo y destartalado aire acondicionado, el cual se estaba
desboronando por el óxido, el mismo no pudo soportar el peso de los animales
y casi se va al suelo, tuvieron que sacarlo de emergencia y mandarlo a
desincorporar.
Efectivamente estos animales con su peso, su tamaño y su pico pueden
causar daño, especialmente si ellos creen que pueden encontrar comida en
algún espacio, entonces tía Olga lo pensó muy bien y aseguró que nunca más
les pondría comida ni agua, mientras decía todo esto, la pequeña Leyre se fue
entristeciendo cada vez más, ella que estaba segura de que su tía Olga estaba
completamente del lado de los pajaritos, las cotorras y las guacamayas
vecinas, entonces, ¿Cómo podría ayudarla a resolver el problema de la
guacamaya prisionera? Sobre todo porque la última vez que vieron al zamuro
merodeándola junto con otros zamuros más, la tía Olga, como siempre se
inventó un dialogo entre los animales:
- Estoy asustada- decía la guacamaya
- ¿Por qué? - preguntaba el zamuro
- Porque tus amigos me están mirando mucho y me van a cambiar de sitio,
ante estaba colocada en un lugar que tenía vista a la montaña y podía ver pasar
a mis hermanos todas las tardes y escucharlos cantar, pero mis amos
consideraban que estaba en peligro y me quitaron para ponerme aquí, donde
tengo vista a esta bulliciosa autopista, lo único bueno es que en este lugar te
puedes parar en la baranda y visitarme con más frecuencia- respondió la
guacamaya haciéndole énfasis en que solo él podía visitarla.
- ¿Tu recuerdas a tu familia? - le preguntó el zamuro para evadir un poco la
conversación
- No, creo que me compraron desde que era una cría, pero no pierdo las
esperanzas de encontrar a mi familia, celebrar una agradable comida con ellos
y apreciar todas las cosas que la libertad puede ofrecerme.
- Realmente te admiro y te respeto por querer volar más alto, sin temor a
caerte, quisiera poder ayudarte aunque sea a intentarlo, no importa si
fracasamos- le dijo con verdadera ternura el zamuro.
- Yo pienso que no es casualidad, los dos nacimos en este mundo para
hallarnos y si los dos nos encontramos en estas circunstancias fue para
querernos- le contestó la guacamaya un poco apenada, confesándole el amor
que estaba empezando a sentir por su amigo el zamuro
Efectivamente era un amor que se reinventaba todos los días así mismo, tía
Olga le decía a Leyre que quien quiere a otro ser en sus tiempos difíciles,
merece estar presente en sus buenos momentos por eso consideraba que la
guacamaya le debía lealtad a aquel zamuro en caso de que ella pudiera
alcanzar sus sueños de libertad, aquel ser que le estaba diciendo que las causas
por las que se juntaron sus almas no era pura casualidad, era el destino el que
las había unido.
La niña lloraba mientras recordaba esa última conversación que su tía le
había inventado entre el zamuro y la guacamaya, y si era verdad y si esas dos
especies se estaban coqueteando mutuamente para cortejarse porque estaban
enamorados, que tristeza más grande invadía a la niña si su tía llegase a dejar
de preocuparse por las aves.
La semana transcurrió rápidamente y el cumpleaños de la tía Olga reunió a
toda la familia en el pequeño apartamento, disfrutaron de la comida y la
bebida y jugaron un buen rato con el equipo de sonido de Andy, ubicaban las
canciones de su preferencia, las bajaban por internet y en una ronda iban
cantando de acuerdo al turno que le tocara a cada quien.
Casi todas las canciones que solicitaba tía Olga eran criticadas por el
grupo, muy pocas coincidían realmente con la mayoría, cada quien tenía
gustos distintos que iban desde la salsa, la música pop, las baladas en inglés, la
música rock, entre las más solicitadas.
Una ronda de canciones más y tocaba la hora del primer plato, la sopa de
pollo, con aquel calorón, puso a sudar a todo el mundo, sin aire
acondicionado, solo los ventiladores ayudaban a calmar aquel sopor.
Pero el calor que más se sentía era el bochinche que se armaba comiendo,
los chistes de la tía Cristela eran la delicia de la mesa, seguido por las salidas
de la tía Vivian, quien no paraba de posar para la cámara y para el recuerdo de
tan hermosos momentos juntas, mientras que la tía Norelis pedía con angustia
que espantáramos unas mosquitas que estaban saboteando la reunión ya que la
mata de mango estaba cargada y eso las atraía.
Los invitados seguían llegando, el primo Martin y su grupo familiar,
esposa, hijo, nuera y nietos, la tía Gilma y la tía Raquel, avisaban por teléfono
que ya estaban a la entrada del estacionamiento, para que les abrieran la
puerta.
Al festejo se sumaron el grupo familiar conformado por tía Oneida y tío
Carlos junto a los primos Carlos José, Carlos Eduardo y Oneidita, también se
agregaron al equipo, los padrinos de religión de los morochos quienes
formaban ya parte de la familia, se terminó de formar el bochinche ya que
Oneidita instaló el Karaoke y todo el mundo se puso a cantar, el abuelo
Panamá no solo cantaba, también bailaba y entre bolero y bolero animó al tío
Carlos a cantar a dúo “El Cigarrillo” de Ana Gabriel, fue genial, en cambio tía
Olga se lanzó a cantar una del grupo Queen, “Rapsodia Bohemia” y casi que
acaba con la fiesta, empezaron a boicotearla y ella con tanto entusiasmo por el
amor que sentía por esa canción, seguía adelante sin importarle el abucheo del
grupo.
En medio de tanto desorden llegó la hora de picar la torta, todos alrededor
de la mesa comenzaron a cantar cumpleaños a la tía Olga, guiados por el
vozarrón de Panamá, entonces a la hora de apagar las velitas Leyre grito:
- ¡Yo, yo, yo la apago
- Pero hija, no te toca a ti, es el cumpleaños de tía Olga, ella es la que tiene
que apagar las velitas- intervino Rosi
- No pero yo quiero pedir un deseo por tía Olga- refutó Leyre
- Y ¿Cuál es el deseo hija? - preguntó el morocho José
- Con el permiso de Dios le pido a nuestros ángeles custodios que nos
iluminen para ayudar a mi amiga la guacamaya a encontrar su libertad-
respondió Leyre
Todos aplaudieron la idea y la niña sopló la vela gustosa, sin imaginarse
que en aquella mesa estaba un ángel que la había escuchado, si era la prima
Andreína, abogada de profesión, penalista, quien desempeñaba una función
importante en un organismo público garante de las libertades de los
ciudadanos.
Cuando aún estaba en el vientre materno de tía Norelys, una persona con
cierta capacidad psíquica toco la barriga de la embarazada, durante una visita
familiar a su lujosa quinta ubicada en una prestigiosa zona del Este de
Caracas, esta persona predijo que la niña que nacería estudiaría dos
profesiones, derecho y comunicación social y que estaba llamada a ayudar a su
familia.
Efectivamente nació niña y estudió derecho rodeada de las comodidades
que sus padres pudieron brindarle y del cariño que le profesaron sus tíos,
dentro de la carrera de derecho sacó dos títulos más, se especializó en asuntos
penales y se graduó de Fiscal.
Ese día, estaba resplandeciente y como toda un Hada Madrina, la hermosa
abogada se le acercó a la niña después de que todos se habían servido de un
pedazo de la torta, y le preguntó que porque había pedido ese deseo a lo que la
niña respondió:
- Tengo una compañerita de clases que está discapacitada, no puede
caminar y ella se siente triste a veces porque no puede jugar como nosotras,
entonces yo siento que ella está como la guacamaya prisionera en su silla de
ruedas, con la diferencia de que la guacamaya puede salir de su prisión si
alguien la ayuda- expuso la niña con gran sensibilidad social.
- Yo creo que puedo ayudar a tu amiga, yo conozco a una persona que
trabaja con esas cosas, veras, tu amiga la guacamaya pertenece a una familia
que forma parte de lo que llamamos fauna silvestre, los animalitos que están al
aire libre, y el derecho ambiental es un conjunto de leyes que protegen a esos
animalitos- explicó con dulzura la prima Andreína
- ¿Y tú crees que tu amigo nos puede ayudar? - preguntó Leyre
- Claro, él es un compañero de trabajo muy competente, la caza de esos
animalitos está prohibida y su cautiverio también, las personas que retienen a
tu amiga van a tener que demostrar de dónde sacaron el permiso para
mantener en prisión a un animalito que está en peligro de extinción- Seguía
explicando Andreína
- ¿Y qué significa eso prima? - seguía preguntando Leyre, cada vez más
intrigada
- Significa que su especie, es decir su familia no se está reproduciendo
adecuadamente y por eso pueden desaparecer y el cautiverio es una de las
causas que están permitiendo que eso suceda- Acotó Andreína, haciendo gala
de toda la pedagogía posible para que la niña pudiera entender.
- Te prometo que mañana mismo me comunico con mi compañero de
trabajo y te doy una respuesta, eso si tienes que saber que todo esto que te
estoy contando tiene que hacerse mediante una serie de trámites legales que
llevan tiempo y a lo mejor ya tu no estés aquí con nosotros cuando pongan en
libertad a tu amiga, pero nosotras te vamos a estar informando, ¿verdad tía
Olga? - le planteó la prima.
Andreína asumió así el desafío de devolverle la libertad a la guacamaya
porque estaba movida por el amor que sentía hacia la niña y esa es la fuerza
más creadora que pueda existir.
La fiesta se terminó y cada quien regresó a su casa, con la convicción de
que definitivamente el asunto de la guacamaya iba a dejar de ser una
preocupación más dentro de la familia.
El mal tiempo que imperó durante esa semana no permitió que la niña
saliera a dar paseos y quedó suspendido el acostumbrado viaje a la playa, el
aburrimiento amenazaba con aparecer, mientras que la jaula de su amiga la
guacamaya era batuqueada por el viento y la lluvia, Leyre se debatía entre
pensar que el animalito estaba disfrutando de la furia salvaje de la naturaleza o
estaba pasando frio y un gran susto.
De pronto un gran ruido estremeció el apartamento, todos salieron
corriendo para asomarse por la ventana de la cocina que tiene vista hacia el
campo de golf y oh sorpresa, un inmenso árbol había caído a todo lo largo y
ancho de su inmenso cuerpo.
Tía Olga había decidido transformar el lamentable hecho, en un motivo
para aleccionar a Leyre, quien desde niña mostraba un amplio y enriquecido
vocabulario, por la diversidad de temas que manejaba gracias al buen colegio
al que asistía en Argentina y a los valores humanos enseñados por Rosi y el
morocho, una anécdota que siempre recordaba la tía Olga era que en sus
primeros añitos de edad, apenas entrando a la escuela su papa grabó una
conversación en la que ella le decía que tenía que tratar bien a sus padres y
llamarlos, para ello, utilizó términos como “así es la vida” “esta es mi
opinión” “te explico”.
Pero esa no era la única anécdota, entre las más recordadas esta aquella en
la que le grabaron un video reclamándole por teléfono a un vigilante que las
panquecas se le habían quemado en ese momento por su culpa y le pedía que
hiciera su trabajo, por supuesto con las limitaciones del lenguaje propio a la
edad de dos años y medio, donde todo lo pronunciaba con la letra t.
Por todo eso y por mucho más, la tía Olga se sentía inspirada y motivada a
inventar historias para entretenerla, entonces le compuso esta poesía:
“Una fuerte y macabra brisa,
A todos nos anunció
Que el árbol del campo de golf vecino
Al suelo derribado sucumbió
El ruido en su caída,
Como un grito se sintió
Luego su majestuoso cuerpo,
Tendido en la grama quedó.
Nadie ha venido a visitarlo,
Sus frondosas ramas extendió
Y aún viéndose vencido
Su verde ropaje lució
Imponente se divisa
En el gran campo deportivo
¿A dónde irán sus restos?
Es lo que en mi pensamiento abrigo,
Al árbol que no da frutos
Dicen que nadie le tira piedras
Pero a un árbol difunto
La tala y la quema es lo que le espera.
Como no sentir dolor,
Ante semejante escena.
Ver su tronco, ver sus ramas y el follaje que reverbera.
Mal venida sea la tormenta
Que con su fenómeno ciclónico,
Azotó las costas de Vargas
Dejando ruinas de modo agónico.
Solo un gran espacio abierto
Como mudo testigo,
Y un gran adiós sale del alma,
Adiós al buen amigo.
Demos gracias a Dios
Que ante su estrepitoso derribo
No haya hecho daño a nadie
Fue un lamentable susto
Y un amargo dolorcito.”
Todos en la pequeña salita aplaudieron el poema, se sintieron identificados
con la temática y una vez más el medio ambiente era motivo de atención y de
enseñanza en la casa de esa numerosa y humilde familia, donde todos habían
estudiado una profesión, logro que vestía majestuosamente el mueble que
preside la salita, con las fotos de graduación de todos los miembros de la
familia, como único tema de exposición.
Y así llegó otro domingo y en esta oportunidad sin poder salir del
apartamento para ir a misa, entonces se decidieron a escucharla por televisión,
donde el mensaje del ofrecimiento invitaba a los oyentes a rezar por los ateos
o sea por los que no creen en Dios, el padre le pedía al Espíritu Santo para que
iluminara sus mentes con su luz y encendiera sus corazones con la llama de su
amor, especialmente pedía que les concediera el don de la fe.
- ¿Qué significa tener fe papá? - pregunto Leyre.
- Se dice que tener fe es creer en lo que no se puede ver, hija- contestó el
morocho
- ¿Dios no se puede ver verdad? - siguió preguntando la niña
- Así es hija, tampoco se puede oír, pero podemos sentir su fuerza creadora
precisamente porque tenemos fe en que el existe aunque no lo podamos ver-
Intervino Rosi para ayudar a su esposo en las respuestas a la niña
- Si tienes fe en que tus problemas se van a resolver, la gracia divina
vendrá hacia a ti y te concederá todos tus deseos- le advirtió la tía Olga
convencida de que las preguntas de Leyre tenían que ver con sus peticiones a
los ángeles de que le concedieran la libertad a la guacamaya.
Esa semana que se iniciaba con este sermón divino, era la última semana
de vacaciones que la familia compartía con la niña y sus padres, ya que estaba
próxima la fecha en que se regresarían a Argentina, no obstante la nenita se iba
tranquila porque su prima Andreína ya había iniciado las gestiones para
investigar el asunto en cuestión.
Bajo la promesa de que la mantendrían informada de todos los pormenores
del caso a través de internet, la niña se despidió de la familia y por supuesto de
sus amigos la guacamaya y el zamuro, también se despidió del árbol caído que
permaneció durante dos semanas tendido de largo a largo en el campo de golf
con sus hojas verdecitas por lo que no se explica el extraño fenómeno de su
caída.
Quedaba en manos de tía Olga la responsabilidad de dar continuidad a la
denuncia por cautiverio en contra de la familia la familia Aristigueta Lander,
que tenía prisionera a la guacamaya durante tanto tiempo, en nombre de su
sobrina nieta.
Efectivamente en Venezuela existe la Ley Penal del Ambiente que sirve
para decidir cuáles son los delitos que se cometen contra los recursos naturales
y contra el medio ambiente e impone los castigos y todas las medidas que
tienen que tomarse para restituir y reparar los daños causados.
Tal como dijo la prima Andreína se siguió un procedimiento que implicó
una investigación del caso, implementación de las diligencias pertinentes y se
ejecutó un juicio oral en el que la tía Olga le pidió permiso al juez para leer
una poesía que le había compuesto a su sobrina nieta, donde se explicaba la
visión que ella tenía sobre el caso del cautiverio; aceptada la solicitud, tía Olga
dio inicio a la presentación del caso de esta manera tan particular:
Prisionera frente a mi hogar
Habita una guacamaya
Desde hace años atrás.
En una jaula pequeña
Ante un inmenso paisaje
Donde viajan libremente
Ejemplares de otras especies.
Entre ellos un zamuro,
Quien religiosamente la visita
Ante la terraza infame
Que rodea su jaulita.
La visita en la mañana
En la tarde y al mediodía,
Y yo me pregunto
En tono intrigante,
¿Cómo será su compañía?
Si se hablan, si se entienden
¿Cuál será su filosofía?
¿Si conversan de los viajes
Que el zamuro a diario realiza?
¿Si coinciden en querer ambos
Las mismas ideas sobre el modo de vida?
¿O si espera el zamuro que ella muera algún día
Y poder disfrutar su carne
Sin ninguna melancolía?
¿La torturará diciéndole lo mucho que la ansía?
¿O le cantará alegorías sobre lo bonito que es la vida?
¡Qué suspenso mis señores vivo yo cada día,
Cuando veo a ambos pájaros
Convivir en supuesta armonía
Uno libre que vuela alto
Y sus alas extiende con alegría
Y otro incómodo e indefenso
En tan sagrada agonía.
¿Será el mismo buitre siempre,
El que a la guacamaya visita?
Lo cierto es que ella lleva años
En esa jaula conscripta.
Ah malaya quien pudiera
Conocer la rutina
De estos dos animalitos
Que mi imaginación desafía
La exposición de tía Olga logró conmover al juez quien se expresó con un
versículo bíblico “Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino
de los cielos”, con su presentación y los alegatos del especialista en defensa
del medio ambiente se determinó que si había un delito y se dictó una
sentencia que estableció la responsabilidad del acusado, quien resultó estar
enfermo para el momento del levantamiento del caso, no obstante se impuso
igualmente la responsabilidad de reparar el daño, por su parte el juez ordenó la
remisión de la guacamaya al medio natural de donde fue sustraída.
El procedimiento de la liberación de la guacamaya se llevó a cabo y la
sentencia del juez determinó su reintroducción inmediata en su hábitat natural
previa evaluación sanitaria por parte de especialistas para determinar su
aptitud física, biológica y psicológica.
Pero una autoridad competente en el área de conservación del medio
ambiente determinó, después del estudio del caso, declarar a la guacamaya no
apta para quedar en libertad, eran muchos años sometida al cautiverio, lo que
le desarrollo una tendencia a estar acompañada de humanos.
Entonces gracias a la intervención de Andreína, el ángel que ayudó a la
guacamaya a liberarse, se logró hacer un estudio de posibles lugares donde el
animalito pudiera curarse y rehabilitarse para poder ser liberada.
Solo en el exterior pudieron encontrar un centro de rescate de vida silvestre
con una serie de programas acompañados con el desarrollo en vivero de las
especies de plantas y árboles que propician la supervivencia de las aves.
Era un eco parque exitoso en materia de reproducción de guacamayas a
nivel mundial que ejecutaba liberaciones de aves con un altísimo nivel de
supervivencia.
Mientras tanto la lucha por la guacamaya continuaba y la familia
Aristigueta Lander, ex dueños de la guacamaya, introdujeron un recurso legal
para apelar la sentencia del juez que determinó la libertad del animal:
- No es procedente acceder a la pretensión de los demandantes, respecto a
la devolución de la guacamaya ya que se trata de una especie silvestre y su
entorno real es su hábitat de origen y no el hogar de la familia Aristigueta
Lander- Fueron los alegatos del juez de la causa
La familia estaba conmovida, el Sr. Aristigueta había desmejorado en su
condición de enfermo (era hipertenso) debido a la ausencia de su “Mascota” y
ese era el alegato de más peso que tenían.
- La incautación de animales silvestres- prosiguió el juez- tiene soportes en
mandatos constitucionales y legales que prohíben su tenencia por parte de los
seres humanos, puesto que tan solo algunos de ellos pueden servir de mascotas
y suplir las necesidades de afecto y compañía como sucede con los perros y
los gatos.
Los Aristigueta Lander, la parte demandante, reconocieron una vez más
que ellos no tenían permiso, autorización ni licencia para el ejercicio de la
caza o para justificar la tenencia de una guacamaya.
- Por todo lo antes expuesto se legaliza el decomiso de la guacamaya y su
posterior entrega a las instituciones competentes en asuntos del medio
ambiente mediante un plan de retorno del animal incautado a su ambiente
natural- sentenció el juez de la causa.
Quedando así cerrado el caso desde el punto de vista judicial, y luego de
pasar por un período de recuperación la guacamaya viajó al exterior amparada
por un programa educativo, monitoreada por el eco parque a través de un radio
collar que permitió su seguimiento, comenzó a volar con un promedio de 40
km una vez que se sintió cómoda con el ambiente que la rodeaba.
Este traslado del animal al exterior, se produjo gracias a que otras
instituciones culturales y educativas se unieron a la causa de Leyre y de su
ángel Andreína que se hicieron dignas de admiración por la importancia de su
gestión desde el punto de vista ambiental como por el significado para la
identidad patria, y la connotación cultural e histórica que conllevó dicha
acción.
Tía Olga acompañó el viaje de la mascota y tuvo la enorme dicha de ver
ese maravilloso eco parque inundado de guacamayas, llenando con su canto
todo el espacio disponible para ello, algo más parecido al paraíso no podía
existir, varias especies de multicolores expandían sus alas sin mayor limitación
que las que les dejaba el espacio de sus compañeras.
La vida al aire libre la esperaba, por todas partes se respiraba naturaleza,
ella, la muy feliz guacamaya, aún tenía a flor de piel los sentimientos salvajes
de su especie, salvajes como el camino que la esperaba, con su mente abierta a
disfrutar de nuevas aventuras, saltaba de rama en rama sintiéndose acariciada
por las hojas de los árboles, atrás quedaba el pasado.
Su plumaje se había ido cayendo poco a poco y se sentía desvestida, ante
tal evento tía Olga le compuso unos versos:
Fina vas con tus atuendos
Aunque no sean de estreno
Ellos visten con prestancia
A una linda princesa de los cielos.
Alegría siempre desbordas
Ese es tu principal ropaje
Iluminas así el camino
Del fiel amigo que dejaste
No te aflijas dulce chica
Si al desplazarte no llevas
Ropa nueva en tu plumaje
Porque es de inagotable belleza.
Ten en cuenta que tu tristeza
Sin querer casi que arruina
Esas alegres mañanas
Que con tus graznidos animas
Con pocas plumitas vestiste
Y así quedaste preciosa
Ruego a Dios porque tu ropa
Crezca nueva y frondosa.
Que tu suerte nunca cambie
Con el pasar del tiempo
Bastará para salvarme
De este triste momento
En que te veo angustiada
Por lucir nuevos atuendos
Dios nos de vida y salud
Para verte libre al viento
Volar sobre este hermoso parque
Junto con tus ancestros
Y compartir una vida
Sin dejar de recordar
A quien te dio alegrías
A tu amigo de verdad
Dios te bendiga princesa
Dios te de paz y consuelo
No es importante como te vistas
Que lo sepa el mundo entero
Lo importante es el tesoro
El que tú llevas por dentro.
Vuela libre, vuela alto
Vuela siempre, vuela eterno.
El animal se estaba descobrando, la vida que no vivió, antes de partir de su
cautiverio tuvo su último encuentro con su amigo el zamuro, ambos parecían
sostener una conversación sobre el futuro que a ella le esperaba:
- Tenemos que agradecer a nuestros ángeles de la guarda por la ayuda que
nos brindaron en nuestras vidas- le dijo resignado el zamuro
- Demos gracias por librarme del lazo de mis cazadores y pidámosle que
guie nuestro camino hacia la adorada libertad- le advirtió la guacamaya-
también tenemos que pedir por aquellos que abusaron de mí y me condenaron
a esta prisión durante tantos años, que Dios los perdone por el daño que me
causaron y les de resignación a la hora de mi partida porque sé que ellos
disfrutaron con mi presencia sin saber el daño que me causaron, yo también
los voy a extrañar porque siempre me cuidaron y trataron de darme lo mejor
de sí para que yo me sintiera cómoda.
- No pienses ahora en eso, enamórate nuevamente, de quien vuele y cante
para ti, de quien te visite a mitad de día solo para decirte que te quiere como
yo lo hice, que te pregunte si comiste, quien te presuma con otras aves de otras
especies, pero más que nada enamórate de alguien que valore más tus
sentimientos que tu hermoso plumaje.
- Nunca encontrare alguien como tú, que me diste aliento durante mis
momentos más difíciles, ojalá pudieras venir conmigo a compartir el destino
que me espera- contestó la guacamaya devolviéndole con lealtad, la fidelidad
que el zamuro le había brindado.
Más nunca volvió a verse el zamuro por la terraza del edificio vecino, la
jaula solitaria quedo como mudo testigo de aquel hermosos romance, la noche
negra y oscura ya no la iba a volver a asustar, se anunciaba un nuevo día en la
que el alma inquebrantable de aquella hermosa guacamaya escapaba de las
garras de su destino, ya no daba aquellos terribles graznidos que emitía cuando
estaba enfadada, el horror de la sombra y el pasar de los años en esa pequeña
jaula ya formaban parte de su pasado porque la libertad la invitaba a vivir de
nuevo.
Tía Olga no se cansó de tomar fotografías para enviárselas a Leyre
adjuntas a su correo electrónico, con toda la información y seguimiento del
caso.
Al regresar a Venezuela se sentía cansada, con los achaques típicos de la
edad, la visión un poco nublada, las piernas no le respondían bien, el brazo
izquierdo le estaba ocasionando algunas molestias, y cada vez con más
frecuencia buscaba la cama para descansar.
Esa primera noche, al arroparse con la cobija, se volteo hacia la terraza de
los vecinos y sintió el vacío de la jaula, se sintió afectada porque en cierta
forma esa también era su mascota.
Fueron días de reflexión, en los cuales sintió la necesidad de reunir toda la
información de la vivencia que había tenido y decidió escribir el cuento que se
había prometido a sí misma para Leyre, con todas las notas que tenía suelta
sobre los ficticios diálogos entre la guacamaya y el zamuro.
Una vez terminada la historia se sentó ante la computadora y le escribió
una carta a la niña en la que le informaba que la extrañaba mucho, que todos
los días pensaba en ella, que la escuchaba preguntando cosas, que sentía que
estaba allí con ella, que si bien tenía algunos bienes de fortuna que le
proporcionaron la venta de sus libros, consideraba que lo más hermoso que le
dejaba eran sus ideas producto de la inspiración que ella en su tierna infancia y
en la motivación que representaba tener una familia numerosa y hermosa:
Te envío el cuento que construí con tu iniciativa de querer liberar a la
guacamaya, con la condición de que reflexiones sobre los valores que allí
tratamos como lo son la amistad, la bondad, la fortaleza, la tolerancia, la
solidaridad, la justicia y la libertad, en cada correspondencia que te envíe, te
voy a estar comentando sobre esto, para que me des tu opinión y sólo así habrá
valido la pena todo el esfuerzo que hicimos, besos y abrazos, saludos a Rosi y
a al Morocho, con cariño Tía Olga.
Al regalar un abrazo virtual, y contribuir con la educación en valores de su
familia, la tía Olga estaba cumpliendo con la tarea del día para levantarse el
ánimo y seguir escribiendo para Leyre, escuchando música de la que
denominaban New Age, instrumental, de esa que era mágica y transportaba a
las personas hacia un estado de paz y reflexión, todo lo que la tía Olga
necesitaba para concentrarse y continuar viviendo del hechizo que produce la
literatura.
La primera reacción de la niña en su respuesta, era indagar de donde le
había salido la idea de inventar un romance entre la guacamaya y el zamuro,
entonces tía Olga le contestó en otra correspondencia que la idea había surgido
dentro del núcleo de la familia, y le explicó que entre los papeles que ella
guardaba como recuerdos de los morochos, de cuando eran niños, había un
mini cuento en el que se narraba un amor imposible, así lo titularon, tía Olga
no recuerda quien lo escribió, pero estaba allí entre sus cosas y decía así:
“Había una vez un joven llamado Luis, él era pobre y era hijo del obrero
que trabajaba para la madre de la mujer de sus sueños, como en todos los
casos ella lo rechazaba porque era pobre, eso decía su mente, pero su corazón
lo amaba tanto como él a ella…pero no lo quería aceptar y además era
afrodescendiente y ella era muy racista.
Un día como todos los otros, el joven se le acercó a Alejandra (la
muchacha) y le dijo:
- ¡Hola Alejandra!
- ¿Quién eres? Le preguntó Alejandra
El desilusionado se volteó y se fue muy triste.
Su padre quien sabia de sus sentimientos le preguntó:
- ¿Qué te pasa Luis?
- Nada padre
- Hijo, no me ocultes nada solo dime ¿Qué te pasa?
- Ok, Alejandra no me conoce y yo me desvelo por su amor
- Hijo, a lo mejor ella te ama tanto como tú a ella pero su clase social no
los dejara ser feliz nunca.
Las palabras de su padre lo dejaron más triste aún. Caía la noche y Luis
estaba en el jardín de la gran casa que su padre cuidaba desde que tenía su
edad. Alejandra también tenía un poco de tristeza por lo que había sucedido.
Ambos estaban pensando el uno en el otro, lo que no sabían era que el
padre de Luis y la madre de Alejandra habían pasado por lo mismo que ellos
estaban pasando.
Por eso el papá de Luis le dijo que sus clases sociales nunca los iban a
dejar ser felices, así sus corazones se amen. Ellos no conocían esa historia, la
madre de Alejandra al saber de sus sentimientos la mandó al exterior.
Cuando Luis se enteró de la noticia inmediatamente le confió sus
sentimientos a Alejandra quien al saber los sentimientos de Luis le confesó los
de ella y le dijo que eso era imposible. El padre de Luis habló con la madre de
Alejandra y le preguntó:
- ¿Por qué permitiste que tu hija se fuera, como una vez tu lo hiciste?
- Lo lamento pero ¿cómo esperas que mi hija le corresponda a tu hijo?
- Ellos se aman y eso es lo importante
- Ya no hay marcha atrás.
Luis se quedó con el corazón hecho pedacitos. Siguió con su vida pero
nunca pudo sacar de su mente a Alejandra. Diez años después ya no eran
jóvenes sino adultos, y aún estaban enamorados. Cuando Alejandra regresó a
su casa y vio que Luis se había superado y era todo un hombre de negocios, no
pensó en nada, corrió a sus brazos y lo besó sin importar su color de piel, ni su
posición social y se amaron por siempre”
Tía Olga le explicó a Leyre que esta relación que se da entre Luis y
Alejandra se parecía a lo que pasaba entre el zamuro y la guacamaya, ella era
bella y estaba prisionera como Alejandra que siendo una joven tenía que
obedecer los mandatos de su madre y el Luis era pobre y era afrodescendiente
pero sentía amor por Alejandra y como el zamuro oscuro y feo tenía miedo de
que Alejandra lo rechazara así como la Guacamaya graznaba en principio
cuando el zamuro la visitaba.
Lo que la ancianita quería que Leyre entendiera, era que de la historia de
amor de ambos cuentos, se deduce que no se puede juzgar a las personas por
su raza o color de piel y mucho menos por su posición social, ya que el amor
es la base de toda relación entre los seres humanos y de él emana la vida. Era
importante que ella supiera que como seres humanos no somos perfectos que
siempre cometemos errores los cuales se pueden evitar si creemos y sabemos
distinguir entre lo bueno y lo malo entre el bien y el mal.
También quería con ello, comenzar a hablarle acerca del mestizaje, que los
venezolanos tenían una identidad mezclada producto de las relaciones entre
indios, afrodescendientes y blancos, una sangre cruzada, cargada de leyendas
y mitos, así es Venezuela.
La niña leyó la correspondencia con la ayuda de sus padres quienes le iban
explicando aquellas cosas que ella no podía entender, finalmente quedo
ansiosa por saber cuáles eran los otros valores que estaban presentes en el
cuento y que ella debía conocer.
La siguiente comunicación dirigida a Leyre comenzaba con el manejo de
los valores presentes en el cuento de la guacamaya y el zamuro, la amistad, la
bondad, la fortaleza, la tolerancia, la solidaridad, la justicia y la libertad, para
lo cual tía Olga buscó ayuda en sus viejos y atesorados apoyos, sus libros,
entre ellos el Diccionario Enciclopédico Larousse 2008, unas revistas
coleccionables elaboradas por el diario “El Nacional” en el 2002,
denominadas “El Libro de los Valores” y de José Gregorio Bello Porras
“Valores, esenciales para la vida en familia y comunidad” editado por la
Biblioteca Básica Temática, en el 2004, bajo el auspicio del Consejo Nacional
de la Cultura para cada uno de los casos en estudio.
Al iniciar su carta se valió de la introducción con la que Bello Porras
comenzó su escrito y le dijo a Leyre que “hablar sobre los valores exigía una
conversación larga, personal, con mucha sinceridad, pero a la que no falte
bastante afecto”. Continuó su exposición planteándole que “se trataba de un
compartir de experiencias, un contar de vivencias que provienen de los hechos
cotidianos, de lo que nos ha pasado día a día en este camino de la vida”.
En concreto le explicó que cuando hablamos de valores nos referimos a
algo que nos guía en la vida, especialmente cuando tenemos que tomar
decisiones, tal cual como lo sustenta Bello Porras, “Los valores son luces en la
oscuridad de la existencia”.
Fue así como tía Olga comenzó con su viaje sensorial, al nombrarle los
valores más importantes, destacados en el cuento de la guacamaya y el
zamuro, intentando que la niña viviera su fábula, como si fuera la vida real y
en cierta forma lo fue y así quedará, como un recuerdo de una infancia que
algún día dejará atrás:
La amistad, Larousse la define como “Una relación de afecto y confianza
mutua entre personas”, “El libro de los Valores” dice que “Es una de las más
nobles y desinteresadas formas de afecto que una persona puede sentir por
otra. Quienes creen en la amistad, se aceptan y se quieren sin condiciones, tal
como son, sin que esto quiera decir que sean cómplices en todo o que se
encubran mutuamente sus faltas”
Efectivamente la relación ficticia que se da entre la guacamaya y el
zamuro, representa a la amistad, él la visitaba diariamente sin obtener nada a
cambio ya que ella no podía compartir con él sus intereses, eran especies de
aves diferentes y a lo mejor ni siquiera podían comunicarse pero se aceptaban
mutuamente una vez que se adaptaron por lo menos ella a la presencia de él.
La bondad, Larousse la define como “Cualidad de bueno: la bondad de sus
actos, inclinación natural a hacer el bien”, el “Libro de los Valores” dice que:
“La bondad es la disposición a hacer el bien, de manera amable y generosa, las
personas bondadosas sienten un gran respeto por sus semejantes y se
preocupan por su bienestar”, mientras que Bello Porras, añade que “La bondad
puede ser una manifestación del bien” “La bondad a veces se confunde con
una debilidad humana”.
En el cuento de la guacamaya y el zamuro se refleja la necesidad que
siente la tía por entretener a su sobrina aprovechando la oportunidad para
educarla simultáneamente, igualmente refleja la buena disposición que tiene la
prima Andreína de ayudar a Leyre y finalmente el zamuro practica la bondad
en la obra de visitar a su amiga para brindarle consuelo
La fortaleza, Larousse la define como “Fuerza y vigor, recinto fortificado,
entereza, firmeza para soportar la adversidad y practicar la virtud”, el “Libro
de los Valores” la define como “La fortaleza es la capacidad que nos permite
mantenernos fieles a nuestras convicciones y hacerles frente con firmeza y
energía a las diferentes situaciones que nos encontramos en la vida”
Durante muchísimos años el animal se mantuvo vivo y con las mismas
energías se movía dentro de su pequeño espacio para ejercitar sus alas, nunca
se sintió derrotada y estuvo firme hasta lograr su libertad.
Tolerancia, Larousse la define como “Respeto a la libertad de los demás, a
sus formas de pensar, de actuar o a sus opiniones políticas o religiosas,
capacidad del organismo para soportar sin dolor ciertos agentes físicos o
químicos”, “El Libro de los Valores” señala que se expresa en la disposición
para admitir en los demás una manera de pensar, de obrar, de ser diferente y,
como tal, es un valor fundamental para la convivencia pacífica”. Bello Porras
opina que “La tolerancia es respeto a la otra persona a pesar de las diferencias
que mantengamos con ella”
La diferencia de especies no constituyó un obstáculo para que los dos
animales pudieran convivir pacíficamente en un mismo espacio durante tanto
tiempo, allí había respeto y aprecio de un ser hacia otro ser.
Solidaridad, Larousse la define como “Adhesión incondicional a la causa o
empresa de otros, entera comunidad de intereses y responsabilidades:
solidaridad entre los pueblos”, el “Libro de los Valores” afirma que “Cuando
dos o más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin
común, hablamos de solidaridad” Para Bello Porras “La solidaridad es
colocarnos en el lugar del otro, sentir lo que el sentiría y regresar a nuestro
lugar para actuar en consecuencia” igualmente señala que “La solidaridad se
demuestra, generalmente en los momentos difíciles” “Es prestar apoyo a quien
lo necesite por el solo hecho de que lo necesite”.
Gracias a la solidaridad que el zamuro le brindó a la guacamaya esta pudo
sobrevivir ya que le dio con su compañía la fuerza necesaria para hacerle
frente a su cautiverio. La unión entre tía Olga, Andreína y Leyre frente a la
lucha por la libertad del animalito produjo una fuerza especial que motorizo el
trabajo de demandar justicia.
Justicia, Larousse la define como: “Concepción que cada época,
civilización etc. Tiene del bien común: practicar la justicia, acción de
examinar las reclamaciones de alguien acordando lo que sea justo, acción por
la que se reconoce o declara lo que pertenece o se debe a alguien”, “El Libro
de los Valores” afirma que “La justicia consiste en conocer, respetar y hacer
valer los derechos de las personas”, mientras Bello Porras agrega que “La
justicia es dar a cada cual lo que le corresponde, según sus acciones” “La
justicia en el mundo comienza por tu casa y contigo mismo”.
Todos los mecanismos necesarios para poner en práctica el ejercicio del
derecho en la búsqueda de la defensa de los principios que defienden el medio
ambiente fueron activados y mediante un procedimiento legal se obtuvo la
libertad de un ejemplar silvestre en situación de cautiverio y en peligro de
extinción. En este caso la justicia exigió un gran esfuerzo por parte de tía
Olga, quien acudió a declarar, de la prima Andreína quien tramitó legalmente
el caso ante las autoridades competentes, los vecinos de la comunidad quienes
atestiguaron a favor de la libertad del animal sosteniendo una conducta de
justa en todas sus acciones
Libertad, Larousse la define como “Estado de la persona que no está presa
ni sujeta a la voluntad de otra, capacidad o facultad que tiene una persona para
decidir si quiere o no hacer algo, familiaridad, confianza tomarse demasiadas
libertades, naturalidad, soltura, falta de cohibición en el comportamiento,
moverse con libertad. Estado o condición del que no es esclavo o del que no
está preso.” “El libro de los Valores” señala que “La libertad es la posibilidad
que tenemos para decidir por nosotros mismos como actuar en las diferentes
situaciones que se nos presentan en la vida”, mientras que Bello Porras afirma
que “La libertad es un conjunto de condiciones que le permiten al ser humano
obrar, ser y desarrollar su potencial según su propio esfuerzo”. Igualmente
señala que “La libertad es una actitud personal. Cada individuo es propulsor
de libertad, cuando promueve el dialogo, la apertura en el compartir de ideas,
la crítica constructiva y la autocrítica.”
Los resultados de la acción conjunta entre vecinos de la comunidad, líderes
sociales y el conjunto de normas que regularizan la acción penal contra delitos
que afectan el medio ambiente permitieron rescatar de su cautiverio a la
guacamaya y la retornaron a su ambiente natural donde pudo reeducarse para
poder volver a volar libre y sin ataduras, para poder volver a reunirse con otras
aves de su especie, para poder alimentarse conforme a sus necesidades, para
poder aparearse y tener crías y para finalmente poder ser feliz en su hábitat.
La niña termino de leer la correspondencia en compañía de sus padres,
quienes le explicaron cada uno de los valores nutriéndolos con otros ejemplos
de la vida cotidiana y haciéndole preguntas para ver si ella había entendido
bien el mensaje de que los valores representan siempre una guía para la acción
que facilitan el camino hacia la libertad y la felicidad.
Ella, en la medida en que iba creciendo, fue transmitiendo todos los
conocimientos adquiridos, a sus compañeros de estudio en su escuela, en
Argentina, se hizo fanática de la defensa del medio ambiente llevando como
bandera las riquezas que poseía su país de origen, Venezuela, que cuenta con
más de cuarenta Parques Nacionales según lo investigó y confirmó con la
lectura de Leonardo Ruiz Tirado en “El ambiente y nosotros”, explicó que
“estos son santuarios naturales, pulmones vegetales, reservorios de extensión
variable, son generadores de identidad y admiración por parte de vecinos y
pobladores, pero también por los visitantes locales nacionales y extranjeros
por lo cual el estado venezolano ha optado por vigilarlos de manera especial,
para así garantizar la protección y conservación de sus recursos, es decir su
flora, su fauna, sus ríos, su paisaje, ante la industria, ante el turismo
indiscriminado, la caza, la pesca y las ocupaciones ilegales, así como ante
cualquier otro tipo de abuso”
Gracias a sus exposiciones, en su escuela comenzaron igualmente una
campaña para dar libertad a todas las aves retenidas en calidad de mascotas ya
que ese cuento que su tía construyó para ella, movilizó con su carga de
imágenes, con su universo de sensaciones con sus diferentes anécdotas, con su
enseñanza sobre los valores, el mundo que todos llevamos por dentro, su
autora la tía abuela Olga había puesto en escena situaciones que eran reales
con planteamientos ficticios que tenían que ver con el modo como ella
enfrentaba al mundo con su manera especial de interpretar las cosas.
La guacamaya y el zamuro no quedaron juntos, su romance no tuvo un
final feliz, pero sí un final justo, ellos, aún con su limitada inteligencia,
decidieron ser amigos, compañeros, cómplices que se encontraban cada tarde,
para soñar por la libertad, solo por eso valió la pena armar este cuento para
Leyre.