Edición: Misael Verdazco
Diseño: Gipsy Duque-Estrada
Foto de contracubierta: Rafael Espinosa
Diagramación: Onelia Silva Martínez
© Alberto Rodríguez Tosca, 2008
© Sobre la presente edición:
Ediciones UNIÓN, 2008
ISBN 978-959-209-845-9
Ediciones UNIÓN
Unión de Escritores y Artistas de Cuba
Calle 17 no. 354 e/ G y H, El Vedado, Ciudad de La Habana
E-mail: [email protected]
LAS BREVES SEMANAS DEL HOMBRE
Carta a manera de prólogo
Querido Alberto:
He vuelto a leer tu nuevo libro y otra vez me ha
estremecido, otra vez he vuelto a quedarme metido
dentro de mí mismo meditando horas enteras sin saber
qué hacer ni qué decir, medio de fiesta y medio de
luto. Hablo de Las derrotas. Cuando hace cuatro años
lo leí por primera vez, estando todavía en borrador,
te escribí:
Es tan bueno que asusta. Yo no sabía que se podía
escribir así, Alberto, no lo sabía. Ni me lo imaginaba.
Hoy pienso que dije poco entonces. Y hasta que
el esteta con sus espejuelos de sabio no me lo diga,
seguiré sin saber si has escrito un largo poema
supuestamente confesional en forma de Diario o estoy
ante una novela en versos —que por lo general no
quieren parecerlo—, tal vez una novela posmodernista
que pretendiera ser un monólogo: ambiciosamente no el
monólogo de un semejante: el ambicioso, dramático
monólogo de una ciudad, entendida aquí la ciudad como
panorama del hombre de todos los tiempos; es decir, la
ciudad como humanidad, como nave de la especie.
Y lo pienso, Alberto, porque en el estentóreo grito
que sorpresivamente has llegado a meter con ese
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poemario —más que grito, alarido de fiera herida—,
no hay pena que al recontar su vida en el momento de
su adiós echara de menos el agonizante, ni extrañara,
tampoco, el seguidor de Freud que se diese a hacer
un exigente estudio de la infelicidad. Aquí, en este
catálogo de las breves semanas del hombre, en
este poemario de fulgurantes imágenes inauguradoras
de un nuevo lenguaje poético, están todas las culpas,
todas las dudas, todos los miedos, todas las melancolías,
todo el infierno, en fin, está el hombre secreto que va
con cada hombre en nuestro gran barco, ese hombre
a veces cortés, servicial, siempre esperanzado pero,
también, siempre temiendo, siempre extraviado. De
ahí el carácter de testamento que en tu texto advirtiera
y que tanto me asustó.
Ese aire fúnebre de algún modo (te escribí a la
carrera) que no está en Vallejo ni en Raúl Rivero ni
en los otros poetas que se han ocupado de la derrota
aunque sin entrar a explorarla tan acuciosamente como
lo haces tú en estas Derrotas que me dan miedo, y
que como en los días de Vallejo, llegan con un lenguaje
renovador a traerle a la Poesía algo nuevo, a abrirle
nuevos caminos, a restituirle el salvaje y a la vez
sagrado viento de cuaresma que inexcusablemente,
por dondequiera que tan radiante deidad pase, ha de
quedar sonando, batiendo, arrancando puertas o
cuando menos llevándose los sombreros (…) Es tu
caso en este libro —más que libro, cataclismo humano.
Salidas del corazón, Alberto, son palabras que al
igual que éstas de ahora te autorizo a citar o reproducir
en cualquier sitio o medio del planeta, porque no las
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escribí por halagarte en privado, sino porque me
salieron del corazón, ya te digo, porque son mi verdad
de hombre conmovido como no lo había vuelto a
estar desde los lejanos días de Ana Frank; aquel
tiempo en que por joven podía todavía soñar, en que
por joven no había descubierto todavía que los nazis
de entonces no eran un producto de estación como el
aguacate y los tomates, sino que, aunque en situaciones
menos rapaces pero en el fondo igualmente hegemónicas,
los nazis habían existido siempre, que incluso todos
nosotros, de algún modo, en uno u otro momento —a
veces sin desearlo, pero también sin poderlo evitar—,
hemos sido nazis —cuando no contra el otro —es
decir, el semejante: ese enemigo—, contra nosotros
mismos.
¿Corazón, he dicho? ¿Utilicé esa voz? Perdón.
Sé que no es una palabra de moda entre los poetas,
tal vez porque en un mundo de tecnologías cada vez
más sofisticadas, tenga a menos el poeta ser un ser
humano; es decir, ser una de esas triviales gentes de
antes, seres primitivos que penaban y amaban y
dudaban y lo decían sin avergonzarse, con la cotidiana
sencillez de quien estuviera en mangas de camisa en
el café de la esquina conversando con Dios de tú a
tú de pelota, de astronomía y de todo lo demás.
Por eso me he atrevido a decir que has llegado a
restituirle a la Poesía dones perdidos, y “emocionado,
emocionado”, vuelvo con la imaginación a abrazar
al hombrecito de tu planeta literario, lo invito a tomar
una copa, me pide que lo acompañe un rato más en
su soledad, que se está haciendo de noche y no sabe
en dónde está su casa, me dice, y como en un espejo,
mirándolo ahí a mi lado mirándome con miedo no
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obstante sus solicitudes, me veo en él en instantes
que por fortuna ya pasaron y en otros que por
desgracia para mí están teniendo lugar ahora mismo,
y lo vuelvo a abrazar y vuelve a rogarme una hora
más de compañía, diez minutos aunque fueren, suplica,
ah pobre, pobre desesperado que al salir del bar
volverá a ser multitud, cifra, nada, me digo, criatura
que en un mundo sin respuestas sueña y cae y busca
a Dios sin encontrarlo hasta que un día se suicide o
muera de cien años pero sin haber entendido nada, y
tomamos otra copa y luego otra y después otra
repasando juntos esta absurda telaraña que llaman
vida y examinando esa otra cosa de la que todo depende
y que nadie sabe si valdrá la pena pero en la que es
necesario creer, y defenderla —y defenderla—, por
más nazi que por tradición o por instinto ella sea.
Entre estos nazis metafóricos y la también
metafórica Ana Frank del lejano Diario de mi
juventud, tú y yo, Alberto, acaso perdedores de
nacimiento —o por alguna otra razón no tan genética
que acaso nosotros mismos ignoramos—, desde el
principio escogimos el destino de Ana. Y lo cantamos
a nuestro modo. Por eso nos negamos a tomar como
ideal del hombre la novedosa máquina de última
generación recién salida de las fábricas niponas con
precios accesibles hasta para obreros sin calificación,
pagadera en cómodos plazos. Frente a esa nueva y
más humillante forma de colonialismo, levantamos
hasta los cielos nuestra voz y cantamos, sin exclusión
de temas ni pensar en las consecuencias, el fracaso,
pero también la gloria, la tremenda gloria de ser,
todavía —pese a todo— seres humanos, misteriosos
seres engendrados por abuelos tal vez llegados del
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Espacio, tal vez sacados de un sombrero en el Paraíso,
tal vez, si no hay más remedio —qué se le va a hacer—,
descendientes, resignados descendientes del linaje
aguafiestas de que habla el tipo ese llamado Darwin,
pero humanos, humanos, en el fondo maravillosos seres
humanos que un día ¿por qué no? podrían incluso
empezar a ser humanos de verdad o, al menos, empezar
a portarse como si ya lo fueran.
Buenos días, Alberto. Buenos días, siglo. Felicidades
por este nuevo comienzo, que ojalá no sea el último.
Por cierto, ahora que digo felicidades (dicho sea
entre paréntesis o, con más justicia, abusando de la
post data que me corresponde y que tal vez no use
completa), meses atrás, en una carta de abril,
bromeando pero sin mentir, como suelo hablar, te decía
al volver a felicitarte por Las derrotas:
Es curioso, carajo, a otros se les felicita por sus
victorias, a ti por Las derrotas, observación ésta que
daría para empezar aquí mismo un señor poema nada
semántico, en el que veríamos pasar a Jesús y a
todos los que han pasado con su cruz antes de que
los subieran en un pedestal a dejarse cagar por las
palomas un año y otro, siglo tras siglo. Tal vez por
eso algunos personajes de los periódicos, escritores o
no, cubanos o no, de antes o de ahora mismo, pulcros,
asépticos, han preferido las victorias.
Un abrazo, hermano, y suerte allá en tu parque del
mañana.
RAFAEL ALCIDES
La Habana, 27 de julio de 2006
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A mis padres,
Acela Tosca Tosca
y Pedro Rodríguez Cabrera,
que en paz y en mí descansan
A mis hermanos,
a mis amigos,
que hoy descansan de mí
Derrota:
(Del latín Dirupta, T.F. de Diruptus, roto.)
Fracaso, frustración, pérdida, desgracia, revés//
Vencimiento de tropas enemigas
por lo común en fuga desordenada//.
Mar: Rumbo o dirección de una nave//
Levantamiento de la prohibición
para que el ganado paste en un coto.
DICCIONARIOS
Reconozco hoy que he fracasado;
sólo me pasmo, a veces,
de no haber previsto que fracasaría.
¿Qué había en mí que pronosticase un triunfo?
Yo no tenía la fuerza ciega de los vencedores
o la visión certera de los locos.
FERNANDO PESSOA
Lo sabemos
—he aquí, por fin, nuestra victoria rencorosa—
es hondo y lo sabemos:
con cal y mugre y lágrima y suspiro...
HÉCTOR ROJAS HERAZO
AQUÍ COMIENZA LA ENUMERACIÓN
DE MIS DERROTAS
las que me propiné me propinaron. Les ordeno
marchar en fila india
como bestias marcadas con broquetas de azufre a
la vista de una horda
de ángeles. Les tapo los oídos para que no se
distraigan con la euforia
de los triunfadores. Las beso en la boca para que
se distraigan con mi beso
mientras pasa la quinta columna de los hombres
felices. Este lunes,
mis derrotas y yo nos pusimos de acuerdo para
mirarnos a los ojos.
Ya nos estamos viendo, rozando con los dedos,
casi amándonos a la sombra
indiferente de un cielo en llamas: amigos idos,
cuerpos enfermos, espíritus
en ruina, vinos baratos, endiablados alcoholes,
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heridas en la cara, lenguas
traidoras, mujeres en fuga, puertas clausuradas;
plegarias, miedos, hambres,
hembras, hombres; cansancios, fiebres, filias,
fobias; héroes, mártires, extravíos
de fe; hojas en blanco, naves a la deriva, falsos
poemas, entierros, destierros,
nombres propios, recónditos adioses, una isla, mis
38 años, todas las tumbas:
mi madre en una de ellas, y polvo, polvo, mucho
polvo cayendo sobre la realidad
como chispas de agua sin consagrar en un bautizo
embrujado. Ya fueron
despedidas todas las plañideras. No habrá
lamentos pero habrá un gemido.
Un solitario gemido de papel a la luz de dos
lunas. La mía, y la vieja luna
del mundo sobre cuyas laderas se acuestan con la
muerte todos los derrotados.
Buenos días, siglo.
Por fin nos encontramos.
Ojalá no hayamos llegado tarde a la cita.
14
Por Dios que cansa
tanto poetín que su dolor de hormiga
al Universo incalculable cuenta.
JOSÉ MARTÍ
I
LAS VIDAS TRANQUILAS DEL DOLOR
Primera Semana
¡Que todo mi dolor no se vierta más que en mí!
TORQUATO TASSO
LUNES
los muertos y la luna
al milagro de nacer suma el milagro de vivir
al milagro de vivir suma el milagro de seguir
viviendo no preguntes por qué no preguntes
conserva tu ignorancia sobre la seducción
de los escarabajos nocturnos ladea el rostro
y esquiva la estocada de esos arqueólogos
del conocimiento compra un ramo de espinas
y sale a repartirlo cada peatón espera con ansia
su pequeña mordedura de plata no preguntes
por qué no preguntes simplemente camina y
al filo de la noche acércate a una vidriera
contempla fijamente tu rostro como si fuera
de otro (en realidad no es tuyo) ese otro sabrá
explicar lo que sucede después lava tus manos
en todas las pilas bautismales sécalas con el viento
y con la punta de un alfiler invisible pídele a cada
dedo una gota de sangre (diez gotas de sangre
para colorear las pupilas del anciano que te guiará
con su noble ceguera hasta el mejor destino) confía
en el ojo pero no en la mirada no mires hacia delante
no mires hacia atrás no mires camina simplemente
camina y ruega porque ningún desprevenido
reproduzca
el juego (es peligroso jugar cuando se borraron las
reglas
de antemano) no preguntes por qué no preguntes no
lo que sólo los muertos y la luna podrían responder.
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1
Tantas noches pensando que iba a llegar el día. Tantos
días rumiando en la oquedad las suaves canciones que
antaño nos sirvieron de incienso para espantar el frío.
Tantos fríos apenas espantados. Agua. Agua y más agua.
Rigurosas corrientes arrojando montañas de cadáveres
en las biliosas cuencas de un océano vacío. Nadie para
partir. Nadie para llegar. Una garganta sangrando a
borbotones y nadie para calmar la sed con agua. Agua.
Agua y más agua. Bulliciosas corrientes acunando sierpes
de doble cola y lengua de marfil. Horizontes con muros.
Oceánidas salmodiando en la distancia adustas oraciones
sobre las penas y las glorias del mar. Prisas del cielo por
encubrir la tierra. Apremios de la tierra por renegar del
cielo. Recias campanas doblando a lágrima y espuma.
Una ola de fuego arrastrando el carro de Neptuno hacia
la callada vigilia de una segunda eternidad. Tantas noches
pensando que iba a llegar el día, y ahora que llega los
caprichos del verbo lo convierten en una lúgubre
celebración del agua. Agua. Agua y más agua: la
tradicional fiesta de los náufragos apenas comenzó.
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MARTES
naufragios
no haber podido pronunciar más de tres veces
el nombre de esa mujer sin que descendiera
de una nube su implacable dedo índice para
culparme de su odiosa levedad temer a la multitud
y a las alturas dormir hasta las once y despertarme
con la nefasta sensación de haber perdido las uñas
de las manos y el tiempo rodar como una roca por
mis propias palabras y estrellarme contra un muro
de gente hablar más de la cuenta y de lo que no
conozco mentir sobre los dones que heredé
(no heredé ningún don salvo el de una escritura
que huye) tocar la puerta equivocada siempre abrir
la puerta siempre a la hora equivocada soñar
todas las noches el mismo sueño con los mismos
monstruos (monstruos de la vida real espantajos
refugiados en mí desde que me enamoré del olor
de la sangre y aprendí a respirar sin tus pulmones)
no haber crecido al ritmo de mi edad cuando mi edad
crecía al ritmo de un meteorito perseguido por una
mariposa insistir en inventarios de lo que nunca
tuve o fui regresar cada mañana a la misma solitaria
estación a ver pasar el tren (decirme adiós) y luego
volver a casa acostarme en el suelo con una botella
de vino entre las piernas y aguardar el rostro del
desconocido en la ventana para señalarme en el reloj
de arena los desmanes del día y la hora de morir.
21
2
“Y ahora te toca a ti: el poeta y su muerte; no es una
buena escena ni aun para el autor de los monólogos: nada
ocurre en ella de especialmente emocionante”. Enrique
Lihn termina su cerveza y sale a caminar, tranquilo. Yo
lo siento pasar, dejo que se despida de los árboles y le
susurro al viento: “Ahora me toca a mí: la muerte y su
poeta. No es una buena escena ni siquiera para el autor
de los delirios: ocurre todo en ella”. Pero el poeta los
poetas de la muerte lenta trabajan juntos en las noches
de abril para segar con el filo de un espejo el cuello del
dragón de cuya lengua no brota el fuego de los dioses
señalados sino la mustia escarcha de un día sin dinero y
sin mujer. No resultaron ser tan fieles los difuntos. Se
desboca un reloj, se inquieta la ciudad, se nubla el cielo.
Doblan por mí las nítidas campanas. No por los otros
doblan. No por los otros se derrumban al paso de la brisa
las fáusticas paredes. Río por no saber quién llora al
interior de la puerta que sigue y lloro por no saber quién
ríe en el zaguán de aquella casa que no veré jamás.
Ladran los perros, mugen las vacas, se suicidan los peces.
(Una noticia tuya me sacaría de este arrecife sin orillas
que poco a poco se desmigaja en mi cabeza.) Aún no ha
cerrado el bar. Enrique Lihn regresa con el cadáver de
un niño entre sus manos, pide una hoja en blanco y se
sienta a conversar, tranquilo: “¡Un día al fin! Tu madre,
toda suave lectura, vuelve para aventar del patio los
recuerdos turbulentos, que gritan: ¡el muerto, el muerto,
el muerto! Con las orejas y las manos sucias”.
22
MIÉRCOLES
se puede no se puede
con los traidores no se puede
con los traidores sí se puede sólo
hay que darles tiempo para que ordenen
el crimen con los charlatanes no se puede
con los charlatanes sí se puede sólo hay
que darles agua para que escupan
su baba con los asesinos no se puede con
los asesinos sí se puede sólo hay que
darles la noche para que asesten el golpe
con los falsos profetas no se puede con los
falsos profetas sí se puede sólo hay
que darles la mano para que hieran el ojo
con los amores imposibles no se puede
con los amores imposibles sí se puede
sólo hay que darles un mapa para que
entierren la aguja cuídate de los traidores
de los charlatanes de los asesinos de los
falsos profetas y de los amores imposibles pero
cuídate más de tu cuidado pues la prudencia
es torpe cuando juega a ser déspota y en su
desapacible tiranía prohíbe toda misericordia
para los amores imposibles los falsos profetas
los asesinos los charlatanes los traidores y otras
desdichadas criaturas de la inconmensurable realidad.
23
3
Recobras la cabeza. La hundes en la piedra con el mismo
estupor con que en las noches los microbios ejercitan su
danza en el borde de una vieja medalla. Cuentas hasta
diez, suspiras con los pulmones de otro y robas un pan
que ardía sobre un campo de cieno. Te lo llevas a la boca
como si nadie estuviera observando ese recorrido fantasma
de tu gloria en pena. Burlas al burlador y sigues tu camino
de astro desesperado entrando sin remedio y sin tacha al
agujero de su perdición. Todo se reconcilia en tu contra
y tratas de pronunciar una palabra que te salve de la
suerte echada. Insistes en evitar que tus ojos tropiecen
con los torsos desnudos de las estatuas de sal. Recobras
la cabeza. La hundes en el agua y respiras. La hundes
en el aire y te ahogas. No la hundes en el fuego porque
una chispa de aire y agua amenaza con denunciar tu
desespero ante el justo tribunal de los casos perdidos. Ya
no sabes qué hacer. A dónde ir después de tantas
madrugadas cayendo a la misma pueril escarpadura.
Quizás seguir cayendo hasta que encuentres la roca que
detenga tu rostro antes de estrellarse contra el cielo.
24
JUEVES
desde un lejano resplandor
alguien preñó de un agrio abatimiento
las horas de este día
no por mucho
madrugar amanece
más temprano no por
mucho madrugar amane
ce más temprano no por mu
cho madrugar amanece más tem
prano no por mucho madrugar ama
nece más temprano no por mucho ma
drugar amanece más temprano no por
mucho madrugar amanece más tem
prano no por mucho madrugar am
anece más temprano no por mu
cho madrugar amanece más te
mprano no por mucho ma
drugar amanece más te
mprano no por muc
ho madrugar am
anece más te
mprano n
o por m
ucho
ma
d
25
4
Crecer en la burbuja. Sentir la fiebre de los suaves cristales
restallando en la bruma como si fueran olas. Vienen de
mí y en mí consuelan la nostalgia del mar. Chocan contra
mi cuerpo y se retiran llevándose pedazos de la entraña
feliz. No gimo. Busco mis dos manos en la oscuridad y
me las llevo a la cara. Tengo cara. Tengo la sensación
de que la piedra que acaricié en el sueño era real. Así
que tengo sueño y piedra y cara y dos manos para asestarle
al prójimo una tajadura en la cabeza. ¿Estás preparado
para vivir? Hacha hacha hacha. ¿Recuerdas? Cada tajo
un recuerdo. ¿Estás preparado para fingir? Recuerda.
Todo lo que caiga en tu boca será bendecido por nadie.
No esperes ni bendición ni ensalmo. Si acaso, la voluntad
del hacha resbalando hacia ti como una hebra de luz en
busca de un espejo y una interrogación (?). Gusano.
Celebran en las gradas. La apariencia del signo es un
gusano: (?). Sus anillos se enroscan en el filo del hacha
y preguntan por todo: país, patria, cárcel, labrantíos,
astrolabios, velocípedos, jabalíes, bibliotecas, monasterios,
partidos, urnas, revoluciones, balsas, cementerios marinos,
viernes santos, martines pescadores... Pero ahora no vas
a responder, pues debes regresar a la primera noche con
el vago fervor de quien regresa de una gran derrota.
Recuerda: eres el derrotado. Alégrate por eso. Y llora.
26
VIERNES
el beso de la mujer araña
deja que la tarántula entre en tu cama
no la espantes con ese gesto tuyo
de mendicante y mandarín deja que avance
hasta tu cuello y bese tu pobre boca
resentida por los estragos de un beso
anterior no eches a perder este momento
de unción sublime entre la tarántula y tú
mantén la calma la compostura el miedo
y todo lo que sirva para que avance
la tarántula no duele su mordida no quedan
huellas queda un débil recuerdo que olvidarás
mañana es la tarántula la señora de los más
tristes de los más solos tú eres el elegido
deberías dar gracias por esta noche
de beatitud ajena no es tuya es cierto pero
qué importa es la tarántula la reina de los más
cuerdos de los más locos la misionera
de los asustados corazones que no saben
latir para ahogar la violencia de los ásperos
adioses recíbela permite que se acerque
y a la hora del beso cierra los ojos no hables
no preguntes qué va a pasar con la suave
ponzoña que entrará en tus venas es
la tarántula la reina de los reyes que no
saben qué hacer con su dolor y su corona.
27
5
Y una vez más te dejabas caer entre mis brazos amputados
a sangre fría después de una batalla. Resplandecía en tus
labios una risa fatal. Yo te daba de beber en un tarro de
buey el jugo de las blasfemias proferidas en alta voz bajo
los techos de antiguas catedrales. Sin embargo morías.
Un anciano disfrazado de enfermero me animaba a buscar
entre las olvidadas canciones de los tiempos de paz una
que hablara del Leviatán, la aurora, el ananké, las tristezas
del polvo, las grandezas del fuego, el siglo de Pericles, las
Erinnias, Walpurgis, Mencio, Empédocles, San Juan de
Patmos, las Leyes de Manú. Hice hasta lo imposible por
reanimar tu cuerpo deshecho por la espada. Oré, canté,
besé tus labios, disparé a un cometa, te hice el amor. Sin
embargo morías y yo, acompasadamente y sin quererlo,
te ayudaba a morir.
28
SÁBADO
evocación del pájaro carpintero
el obediente pico del pájaro carpintero toc toc toc
picotea la rama y recoge la flor toc toc la grieta toc
en el tronco del árbol es un viaje hacia la soberbia
de un dios que quiso ser mortal y toc toc se equivocó
de abrigo no es bueno que los dioses toc imiten
a los hombres toc toc toc no es bueno que los hombres
huyan de lo que va a decir el pájaro carpintero toc pues
va a decir que hoy es sábado mañana será domingo y
nadie ha preguntado por nadie y nadie ha preguntado
por nada y toc toc hacen falta preguntas para limpiar
la casa toc la casa y el corazón del hombre que
pretendió
ser dios y toc toc toc se equivocó de amigo no es bueno
que los hombres toc imiten a los dioses no es bueno que
los dioses no es bueno que los hombres toc toc
confundan
sus tácitos quehaceres y toc se desentiendan de lo que va
a decir el pájaro carpintero pues va a decir que los
truenos
del mundo no concuerdan con las arpas del cielo y
toc toc
sí es bueno que los hombres sí es bueno que los
dioses toc
se den la mano un día y salgan en silencio a caminar
toc toc
29
y en silencio ventilen sus problemas y ojalá que eso
ocurra
a la hora en que el desobediente pico del pájaro
carpintero
picotea la rama toc toc toc... ¿y recoge el dolor? ¡toc!
30
6
Hoy me puse mis galas de extranjero para salir a caminar.
Esta ciudad no es mía. La recorro sin prisa. Dejo que me
recorra como lo haría la mano de una niña abandonada
en una caja de cartón ante la puerta de un prostíbulo. La
ciudad ignora que yo existo. Me escurro entre portales,
columnas, puentes, autos, muros, gente. Soy un fantasma
aferrado a su túnica como al último madero de un bosque
a punto de zozobrar entre las ruinas de un suburbio en
llamas. En cada esquina me aseguro de que aún llevo la
isla en peso doblada en el bolsillo. Asechan los ladrones.
Los asesinos cumplen su ronda alrededor de los ensueños
del paseante solitario. Despiertan exhaustos los amantes
al regreso de la dura faena. Si algo le pasara a la isla en
peso que llevo en el bolsillo, la lluvia que ha empezado a
caer quedaría congelada en el aire y tendríamos que
abrirnos paso por entre espadas de hielo. Si algo le pasara
(¡ah, Virgilio!) a la isla... Me resguardo en la barra de un
bar del barrio La Concordia y pido una cerveza y un
reloj. Busco el aturdimiento en el reloj y la hora exacta
en la cerveza. Escribo este poema al dorso de la carta
donde me advierten que debo seis meses de alquiler.
¿Será muy tarde ya para rendirle cuentas de las derrotas
de anoche a la noche de las derrotas de mañana? En la
mesa contigua un hombre llora, otro habla con la sombra
de un barco que navega desconsoladamente en la pared.
Yo pago la cerveza y vuelvo a la intemperie de un mundo
que gira a la velocidad de un lirio. Sí, esta ciudad no es
mía, pero tampoco de quienes la heredaron. Es del alba,
es del sueño, es de la noche. Por eso hoy todos nos
pusimos las galas de extranjero para salir a caminar.
31
DOMINGO
ni temprano ni tarde para nada
ya es domingo mi amor demasiado tarde
para vivir demasiado temprano para morir qué
hacemos ahora con este instante en que no es
ni temprano ni tarde para nada qué hacemos
dime conozco varias formas de agonizar
(he agonizado en ellas) pero eso no salvará
la incertidumbre de este día qué hacemos
para calmar estas ansias de claridad en medio
del hastío quizás soplar una mansa ventisca
sobre la voz de los turpiales y aguardar
su réplica de sabios eremitas quizás volver
a caminar sobre las aguas para sentir la sedosa
dentellada de los peces amaestrando nuestros
pasos con sus torvos venenos quizás pintar
la nieve con la sangre del cuervo que ayer
graznó en la casa (nunca más nunca más nunca
más graznará el cuervo) quizás rodar desasosiego
abajo hasta tocar el fondo compartir migajas
del pan ácimo (arrebatárselo al magnate y al
mendigo) con el anciano ciego que a veces
llora que a veces piensa que a veces se equivoca
de hambre y engulle los fuegos los vientos
las mareas quizás dinamitar un puente afilar
un hacha contener un vómito reabrir una herida
entregar esta canción y nuestras venas a una gran
ampolleta de dietilamida de ácido lisérgico y...
hasta quizás un beso pero qué hacemos dime
32
¿acaso como cada domingo cerrar la puerta cruzar
los brazos y esperar en silencio la inminente
sucia peligrosa indeseada aparición del lunes?
33
7
Las vidas tranquilas del dolor. Vienen y van como cometas
perdidos en una galaxia enemiga. Arden en la fragancia
de los trinos y no se comprometen sino con sus propias
estelas de agua. Son las vidas tranquilas del dolor. La
calma chicha de la sangre agujereada con alfileres de
seda. La fuente. El puente. Una estación para sembrar
pequeños botones de bocas cerradas. El silencio no es
humano. Lo alquilan en la tierra para falsificar la gloria
de los dioses. Pero si callas hoy mañana te será dado un
reino de noches sin culpas y devuelta la devoción por la
música de los desiertos. No soy digno de decir lo que
digo. Pero la madrugada será larga y nadie llamará para
decir que no soy digno de decir lo que digo. Una cerveza,
un ánfora, una foto, un beso, un verso, un huerto, un
puerto, varias tumbas de más, una página en blanco, una
conversación con las estrellas y un país. Así transcurren
las vidas tranquilas del dolor. Entre un cuerpo que tiembla
y una ventana por donde alguna vez se fugó el día.
34
Dueles de tu propio dolor;
duélete y calla.
ÁNGEL ESCOBAR
II
EL MIEDO
Segunda Semana
Para quien tiene miedo,
todos son ruidos.
SÓFOCLES
LUNES
todos los días lo mismo
todos los días lo mismo levantarse
tomar café bañarse vestirse salir
a caminar lo mismo todos los días
lunes martes miércoles la misma
brutal resurrección después de una
madrugada de muerte todos los días
saludar beber comer besar a una mujer
(desear la del prójimo) sentir envidia
por el que sonrió jueves viernes sábado
pagar cuentas comprar mitologías bajar
la cabeza ante los reyes soñar con túneles
hablar por hablar callar por no mentir
domingo lunes martes despedir amigos
masturbarse con rabia vender el alma
al diablo negar asentir (no señor sí señor)
redactar burdas lamentaciones que no
conducen sino a todos los días lo mismo
burlar las leyes acatarlas sortear deudas
dudar durar reír llorar huir pedir perdón
arrepentirse hojear la prensa arrepentirse
escuchar la radio arrepentirse (se acaba
el mundo) miércoles jueves viernes vagar
como alma en pena por calles de otros
tropezar en ellas con lánguidos transeúntes
enceguecidos por la indiferencia del ser
la inmortalidad del miedo y la rueda dentada
de la repetición todos los días lo mismo
todos los días lo mismo todos los días.
39
8
Oigo voces, ruidos, pasos. Se tomaron la casa. ¿Quién
vive? La noche no responde. No responde el cartero y
la golondrina moja sus alas en un vaso de sangre recién
servido. Limo mis uñas con un pedazo de metal y escribo
un poema en prosa sobre el día en que amanecí tendido
sobre un colchón de espuma infectado de una bacteria
aún no reconocida por los altos facultativos de la Cruz
Roja Internacional. ¿Miedo? ¿Duelo? ¿Culpa? ¿Desazón?
¿Rencor de mí? ¿Quién vive? El viento no responde. No
responde la campana de la parroquia y un capitán de
policía monta guardia en la acera de enfrente con una
linterna en la cabeza. Los pasos hablan, los ruidos cumplen
años, las voces parpadean. Un tigre avanza hacia mi
cara y lo distraigo con un verso de Blake que habla de
un tigre que avanza hacia mi cara. ¿Quién vive? El tiempo
no responde. No responde la golondrina, timbra el cartero
y desde su garita de capitán el policía apaga la linterna
y alumbra hacia la luna con un cuchillo que se encontró
enterrado en el corazón de una muchacha. A través de
un cristal pulido por un descendiente de Baruch Spinoza,
examino el abolengo de los ruidos, tajo en la anatomía de
las voces, investigo la naturaleza de los pasos. Una casa
tomada necesita saber quién la ha tomado. Si la noche si
el viento si el tiempo si otra casa. Un rumor de hojas
secas se precipita sobre la soledad y dicta un número. Se
detienen todos los relojes. Se intranquiliza el fuego. Cierro
los ojos. Veo el mar... ¿Quién vive?
40
MARTES
aire griego
vete con él amiga él te necesita más que yo
dúdalo un segundo y vete déjame solo con
mi pequeña maleta de cuero y el cincel
con que habré de socavar el aire enfadado
y descalzo el aire me dirá (te juro) todo
lo que debo saber el aire es sabio el aire
es griego (créeme) lo descubrí una mañana
en que volvía del ágora y anaximandro
me invitó a una copa el aire (dijo) el aire
es el principio y el centro y el fin y es
la rubia cabellera de la hermana de dios
batiendo sobre el mundo como las aspas
enloquecidas de un molino no enloquece
sólo quien se sirve del aire y yo me sirvo
amiga lo zahiero desde el borde de una
rabia inspirada y dejo que roce mi esqueleto
con su cofia de antiguas mieles heridas
tengo miedo es cierto el aire es sabio y griego
pero también es arduo y estricto con sus leyes
no temas tú no temas vete con él y si algún
día decides regresar no me busques no
en el mismo sillón pues habré salido de viaje.
41
9
Un paseo por las alcantarillas nos devolvería la fe en el
mito de la alegría y el amor. Sólo un paseo por las
alcantarillas. Las úlceras del agua dibujan en la piedra
pequeños signos que se mezclan enigmáticamente con el
limo. Desconocidos alfabetos rodean la figura con atoradas
sílabas que por momentos procuran significar algo. Nadie
las reconoce. Son sílabas arrinconadas por un misterio
anterior a la lógica y posterior al tiempo. Álgebra de un
dolor que huele a espina de rosa imaginada. El silencioso
estiércol guarda un secreto que se sabrá algún día. Las
costras pútridas del musgo nos protegen de esa persistente
ignorancia que nos hace repetir una y otra vez el paseo
por las alcantarillas. Yo bajo a veces y tropiezo con los
mismos obstinados viajeros que aún sueñan con encontrar
entre la erizada pelambre de las ratas un motivo para
seguir muriendo por amor. Los pies llagados, el estómago
enfermo y las manos vacías, nos anuncian la hora de
subir. Arriba nos estará esperando nuevamente, con su
silabario de buenas maneras, la crepuscular, pulcra,
inmaculada, higiénica... muy higiénica ciudad.
42
MIÉRCOLES
las cenizas del miércoles
ciudad higiénica y crepuscular lágrima hallada
cuánto diéramos el firmamento y yo para sanar
tu herida los dientes diéramos y hasta las penas
para aliviar tus falsos gozos (hay sangre en tus
paredes hay odio en tu mirada) míranos esta
noche y abandona tu letargo brujo contempla
el mar que no heredaste y ruega a su horizonte
por nosotros olvida el torpe ayer y reconquista
con besos sin besar el áspero mañana oídos
miopes narices sordas piernas mudas ojos inválidos
de amor no pueden modificar tus clásicas labores
hoy miércoles de ceniza vuelve a tu juego de azar
y arriesga un número aventura un riesgo corrige
la velocidad de tus semáforos no es tarde aún para
recobrar la mansedumbre del crepúsculo y la quietud
del cielo sé tu propia urbanista y traza el nuevo plano
con la tinta de tus más fieros desvaríos no cuentes
con el hombre vestido de árbol ni con la ley dormida
en sus laureles tus inquilinos viven atados con cadenas
de asfalto a los rieles de un tren que nunca va a pasar
libéralos ya y deja que te liberen ellos sabrán qué hacer
con tus dolores ¡los dolores! (hay un mendigo temblando
en tus portales el mismo que hace años peleaba
por españa mendigando en parís salvo que el tuyo es
viejo y lo asisten el frío y la soledad de todos los
mendigos
que en el mundo pelean por sus huesos y un pedazo
de pan)
43
duélenos menos ciudad procura ser reciente si te salvas
nos salvas si nos salvamos prometemos perpetuar tu
nombre
después de las lluvias y desastres que para hoy
anunciaron
los diarios y... este poema que termino a las tres de otra
madrugada sin nadie al lado a quien leerle “ciudad
higiénica y crepuscular lágrima hallada cuánto
diéramos”.
44
10
El hombre-lobo que necesita de la luna llena para
convertirse en lobo, ni es lobo, ni es hombre. Apiadémonos
de esa bestia inconclusa que no sabe dónde poner su
cuerpo cuando llegan las noches, se abren las ventanas
y la ciudad se colma de temibles aullidos. Apiadémonos
de ese animal difuso que no sabe dónde poner el alma
cuando se muere el día y otro animal se contonea a su
favor entre los oasis de un desierto en ruinas. Hay que
desocupar la luna de asechanzas para que el hombre
desista de su obsesión por convertirse en lobo. La luna
todavía llena es un dulce manjar para el estómago vacío
de quien no ha visto la luz sino a través de un sueño. El
sueño de las bestias —ya sean lobos, ya sean hombres-
siempre tiene sabor a pesadilla. Conciencia de un estupor
que los reúne en la distancia para decidir el rumbo de los
próximos caminos. No quieren encontrarse en el mismo
diván a la hora en que un doctor adormilado en la
penumbra les pronostica la misma enfermedad. De vez
en cuando los hombres-lobos se disfrazan de corderos
para evitar la puñalada por la espalda de los hombres-
hombres. Los hombres-hombres de vez en cuando cantan.
Se hacen acompañar por hábiles dulzainas y tararean
canciones de ultramar para burlar la trayectoria del beso
traicionero de los hombres-lobos. Entonces se duerme la
ciudad y todos regresan en silencio al temido remanso de
la aurora boreal: los hombres-hombres, los hombres-lobos,
y yo.
45
JUEVES
el leñador llega al bosque una hora antes del alba
y encuentra intacto el árbol de la vida
hacha hacha hacha hacha hacha hacha hacha hacha
hacha hacha hacha hacha hacha hacha hacha hacha hacha
hacha hacha
hacha hacha ha
cha hacha hacha
hacha hacha hacha
hacha hacha hacha ha
chas hacha hacha hacha
hacha hacha hacha hacha
hacha hacha hacha hacha ha
hacha hacha hacha hacha hacha
hacha hacha hacha hacha hacha hacha
hacha hacha hacha hacha hacha... recuerdas?
46
11
El recuerdo del hacha apacigua los aleteos de la herida.
Duele menos la herida cuando retumba el hacha. Duele
menos el hacha cuando la herida grita en los oídos de
Dios y nadie más escucha. Escucha ucha hacha hacha
hacha... ¿Recuerdas? Así retumba el hacha cuando grita
la herida. No me abandones hoy que hacha y herida
tienen nombre y hambre y merodean la casa. Pon tu
mano en mi frente y límpiame el sudor con esta página
que bulle y habla y poco a poco se incendia entre mis
dedos. Estoy cansado de pensar: piensa conmigo.
Ayúdame a olvidar que soy un cuerpo y traigo un abrigo
de papel que no me protege del asedio de los hombres-
lobos. Los hombres-lobos aúllan cuando los hombres-
hombres afilan sus colmillos y amenazan con ensanchar
el tajo de la herida. Herida y hacha duermen en el mismo
portal mientras mis brazos se dejan abrazar por tus caderas
y la calle firma un pacto de dolor entre la caridad y el
asesino. No me abandones hoy que no se suicidaron las
ballenas y su canto insiste en espantar con arpegios de
hiel la poca luz que de vez en cuando se asoma a mi
cabeza. Estoy cansado de sentir: siente conmigo. Ayúdame
a entender que cargo un alma y pesa. Ayúdame a ignorar
que arrastro un cuerpo y pesa. Ayúdame a creer que no
hace frío. Mientras tanto, ahí dejo a cada verdugo con su
herida, a cada condenado con su hacha. ¿Escuchas?
Escucha ucha hacha hacha hacha... “Cortar por lo sano
para sanar lo enfermo”, dicen que dijo el hacha cuando
le preguntó la herida... ¿Recuerdas?
47
VIERNES
inventario de pérdidas
perdí a mi madre estoy a punto
de perder a mi padre y estuve
a punto de perder a mi hermano
qué más pedirle a dios ¿gracias
señor? perdí el día de ayer estoy
a punto de perder el de hoy y
mañana es sábado perdí el peso
y el pelo perdí el paso y las ganas
de vivir perdí el empleo y el tren
que me llevaría gratis hasta
la próxima estación perdí la voz
arengando en la plaza (todo
para nada) y un sueño perdí el
sabor del mar el color de la noche
y la memoria de una infancia feliz
perdí la emoción por los grandes
silencios por las pequeñas cosas
por los ruidos nocturnos que antaño
distrajeron con lágrimas el vocerío
de mis penas perdí la emoción
por la emoción y al amigo aquél y
a la muchacha aquélla y como mil
nostalgias perdí la noción de la vida
real el rumbo y la ponderación
humana qué más pedirle a dios ¡gracias
señor! por estas pérdidas pues a ellas
les debo que le hayan nacido alas
de barro y oro a mi pequeño corazón.
48
12
No hay paz en la tumba de mi madre. Cada noche la
escucho arrastrar sus viejas pantuflas de goma por toda
la casa. Mientras camina, lava los platos, raspa el polvo,
ordena mis camisas. A veces se detiene y dice: “Hijo,
¡cómo estás viejo!” Entonces yo me pregunto: “¿Por qué
las madres se duelen de hallar envejecidos a sus hijos si
jamás la edad de ellos alcanzará a la de ellas?” El alma
en pena de mi madre recorre mi cuerpo con ojos que dan
grima. Sus manos tiemblan, zurcen mis pantalones, juegan
con los reptiles. El aire se refocila en los cristales y un
aroma de pan recién horneado amansa los remolinos de
la noche. Mi madre canta. Busca palabras que alivien
con música las hendiduras de su propio corazón. A veces
se detiene y dice: “¡Hijo, vuelve junto a tu padre, acaricia
con lágrimas su pulmón herido; visita de vez en cuando
a tus hermanos; llora en paz y sálvate, pero no te
avergüences de haber salido de mi vientre escaldado!”
La madre es fría y está cumplida. La mía intenta
rescatarme de un despeñadero que cultivo con ganas.
Me niego a abandonarlo. No quiero. No puedo. Se me
hizo tarde para regresar a la casa materna y mucho
menos a ese pleamar de cascabeles sucios que reclama
mi cara para tatuar en ella un plano de los días en que
fuimos felices. Mi madre tose, se le escapa el aire, lo
deja ir con la inspirada resignación de quien escribe un
salmo. Mientras camina, se mira en el espejo para verme
soñar. Sueña conmigo. Nos soñamos. A veces se detiene
y dice: “¡Hijo!” Entonces yo me pregunto...
49
SÁBADO
entonces yo me respondo
porque no fui capaz de saborear la fuerza
de los trepidantes aguaceros porque cerré los ojos
cuando llegaba el día porque abrí la ventana cuando
pasaba el viento (viento malvado que traía en su cola
un cántico) porque no amé a la misma hora en que
me amaron porque dije sí cuando debí decir tal vez
porque dije tal vez cuando debí callar porque callé
cuando debí tal vez gritar decir que no que sí
que los tres puntos cardinales ya no eran cinco sino
cuatro porque tardé en llegar porque me apresuré
a partir porque creí en un sueño y me mintieron
porque soñé con alas de papel y me llenaron de remos
de metal (metal malvado que traía en su cola un
vértigo)
porque bajé a tu cuerpo y ya no estabas porque subí
a tu alma y te habías ido porque la soledad es un
silencio demasiado brutal y yo no sé amansarlo
porque reí porque lloré porque abracé a un fantasma
y resultó ser un pájaro del tamaño del miedo porque
cantó ese pájaro una vez y no volvió a callarse
porque repté animal de costumbre hacia la ociosa
nada y en sus tibias arenas enterré la cabeza y aunque
no vi y no oí y no hablé puse palabras en mi boca y
luego
las olvidé para salvarme porque no me salvé a pesar
de haberme traicionado porque te traicioné en las noches
mientras te levantabas confiando en mí cada mañana
50
porque envidié las artes del ladrón que se robó el frío
de la nieve y fui y aseché y para rivalizar me robé el
calor
del fuego pero lo devolví al día siguiente por temor
a la cólera del río (río malvado que traía en su cola
un látigo).
51
13
Un cuerpo que se resiste a seguir siendo un hábito, un
número, un movimiento más o menos previsto y circular,
es un cuerpo que sufre. Señor, apiádate de ese cuerpo:
él no sabe ser sino un cuerpo. Camina, como los otros,
sobre la misma línea del gran ferrocarril, y no sabe cuándo
va a caer. Es un cuerpo, y los cuerpos nunca saben nada.
Éste se resiste a seguir siendo algo: una ficha, un límite,
un signo astrológico, una aventura parecida a la siguiente
aventura, y es un cuerpo que sufre. Es un cuerpo
interpretado por otros cuerpos: nunca fue un cuerpo por
primera vez. Su primera vez fue siempre de los ojos de
otros, y las primeras veces de los otros siempre huían al
verlo llegar. Señores: apiádense de ese cuerpo, que no
sabe ser sino un cuerpo que sufre.
52
DOMINGO
sombras de la ciudad
las maceradas calles de la ciudad
se inundan de cuerpos petrificados
por el escepticismo celestial (es domingo
son las dos de la tarde y tengo miedo)
cuerpos y calles se recluyen en fosos
de remotas devociones ignoran que nada
los vigila ya desde el balcón del cielo
que nadie los acaricia con ese antiguo
viento de ternura cósmica que antes
gemía y amparaba que antes dolía
y dedicaba cada segundo de sus horas
a perseguir fantasmas no me preocupa
el creciente desempleo de los dioses sino
la ciudad y su alegre hormiguero
jugueteando entre naipes de asfalto
como ciegos entre sombras de nieve
la sorda multitud cierra los ojos para no ver
el tráfico de almas que entre sus manos
engorda y se recrea la ciudad es un río
de piernas retrocediendo hacia la noche
de un planeta letal un océano de lenguas
ensimismadas en el sonsonete de su ronco
parloteo ¡a dónde creen que van hombres
de dónde creen que vienen! la hipnosis
tiene cura abran los ojos destapen
sus oídos y vean y escuchen el zumbido
de las moscas comunicando la noticia
53
¡el mundo es otro es otra la ilusión y...!
(es domingo son las tres de la tarde se apagan
los motores de la felicidad y tengo miedo).
54
14
Me acuesto y me levanto con miedo. Con miedo voy al
baño, enciendo luces, me visto, me calzo, me preparo un
café. No me miro en el espejo por miedo a verme en el
espejo. Pienso en el aire de mi país y un sudor frío sube
por mis rodillas como si me arrastrara sobre un campo de
nieve hacia un árbol donde se mece suavemente un
ahorcado. Me da miedo quedarme solo con el miedo y
salgo a caminar. Camino, por supuesto, con miedo. Camino
y observo a la gente que camina y me observa.
Compartimos el miedo de morir, pero no algún día o
dentro de muchos años sino ahora, en el próximo paso,
tras la próxima mirada; entonces nos ignoramos a propósito
y en silencio nos decimos adiós con el justo temblor de
quienes saben que se despiden de los otros para siempre.
Con miedo escribo que me despido de los otros para
siempre, por miedo no me atrevo a borrarlo, pero de
súbito sobreviene el milagro: desaparece el miedo, y es el
momento que aprovecha para hacer su desapacible
estrepitosa entrada triunfal: el pánico.
55
Sé del miedo cuando gritan mi nombre.
ALEJANDRA PIZARNIK
III
UN GOLPE DE DADOS
Tercera Semana
Todo pensamiento admite una jugada de dados.
STÉPHANE MALLARMÉ
LUNES
crees que pueda
(a la manera de efraín rodríguez santana)
¿crees que pueda?
se cierran las ciudades por orden de la noche alucinación
de los delfines crees que pueda remembranzas de otro día
sin mar un sol a medio hacer una posibilidad y un
límite crees
que pueda un astro un faro y una página en blanco
para no
escribir crees que pueda todo para brotar de entre las
ruinas
crees que pueda y saludar a los payasos que no saben
llorar crees que pueda volar sobre los cerros y atisbar
una isla crees que pueda tocarla aún rozarla con la
lengua
besarla con los dedos secar sus hombros con las más
húmedas mejillas crees que pueda luego regresar
a mi escondrijo y desde allí flotar sobre sus aguas
como
una hoja en paz luego temblar luego sentir crees que
pueda
luego soliviantar los pasos del ciempiés hasta quebrar
la meta crees que pueda la meta del ciempiés
soliviantar
mi meta de volver a soñar con arrecifes palmas
playas crees
61
que pueda soñar una vez más rugir como alma en
celo y
recobrar el alma crees que pueda crees que quiera el
alma
recobrarme regresar a mi cuerpo olvidar las traiciones
y dormir sin llorar y llorar sin fingir y perdonar y
perdonarme
crees que pueda el frío de esta fiebre transformarse
en ola
y remolcar el peso específico de tantas fugas ansias
soledades
trotar crees que pueda trotar elevarme despacio hasta
mi
desvalijado corazón y refugiarme allí tranquilo como un
niño
arrodillado como un preso y pronunciar en voz baja la
palabra
poesía
¿crees que pueda la poesía crees que pueda?
62
15
Yo siempre quise ser un gran poeta. Incluso yo estaba
llamado a ser un gran poeta. Tenía quince años cuando
el gran poeta que iba a ser empujó la puerta de mi cuarto
y me dijo: “Tú vas a ser un gran poeta... pero hay que
trabajar”. Tenía quince años y era yo. No el trotavientos
que ahora soy y se burla de todo y a toda hora le saca
la lengua a aquel gran poeta que iba a ser. Tenía quince
años y cada noche una palabra distinta se acostaba
conmigo y en la mañana amanecíamos con hijos que
crecían en la tarde y en la noche se acostaban con otras
palabras que daban a luz palabras nuevas, hijas del
siguiente amanecer. No era nada despreciable mi familia
cuando tenía quince años y el mundo comenzaba a mis
pies y terminaba en la lengua de Dios justo en el instante
en que empezaba a decir “hágase esto y lo otro y aquello
y lo de más allá”. Tenía quince años y era yo. Tenía
quince años y era Dios. Sí, yo estaba llamado a ser un
gran poeta. Por Dios lo juro. Y también por mi madre,
que otro día entró a mi cuarto y me dijo: “Yo no sé si tú
vas a ser un gran poeta, pero lo que sea que vayas a
ser... hay que trabajar”.
63
MARTES
trabajar cansa
(a la manera de cesare pavese)
por qué no trabajé cuando podía por qué
cuando podía no abrí los ojos y vi tu rostro
dímelo ahora que empieza la semana
y las derrotas desayunan con otro dime
en qué recodo del camino comenzó
el extravío qué hice mal o a destiempo
qué no hice de qué se disfrazaron aquellos
días en que andaba conmigo me reía
de mí hablaba con los demás y soñaba
y confiaba y leía como un poseso cuanta
hilacha de hiedra o pedazo de papel vertía
pasmo y savia en mis ojos quién puso
esa montaña de espinas entre la rosa y yo
quién dispuso este azar quién ese broche
qué voz dijo “aquí sí” cuál “allá no” cuántas
voces armaron el gran coro de sal que ahora
devasta mis oídos qué aviesa tempestad
tramó las tramas y recreó el recreo por qué
aullaron los lobos cuándo hablaron los dioses
qué dijeron quién respondió por todos sin
preguntarle a nadie quién preguntó por nadie
sin responderle a todos por qué no salió el sol
mientras dormía y al alba qué travieso rival
deformó las preguntas en mi boca a qué horas
del tiempo alguien gritó “¡trabajar cansa!”
y antes de terminar ya yo estaba cansado.
64
16
No estamos para nadie mi sombra y yo... No estamos
para el cobrador de impuestos, la prostituta, el argonauta,
el ministro, el alienígena, el banquero, el bibliotecario, el
heresiarca, la monja, el tahúr, el cura, el pastor cuáquero.
No estamos para la hora de la verdad, el ave de mal
agüero, la voz de la conciencia, la mejor usanza, la luz de
nuestros días, los días de guardar. No estamos para nadie
mi sombra y yo... No estamos para Jack el Destripador,
Erick el Rojo, Simbad el Marino, Nemo el Capitán, Funes
el Memorioso, Sinuhé el Egipcio, Bartebly el Escribiente,
el Ángel de la Jiribilla, los ratones de Hamelin, el Fantasma
de Canterville. No estamos para la Bella y la Bestia,
Gargantúa y Pantagruel, Dafnis y Cloe, Leucipa y
Clitofonte, Rómulo y Remo, Romeo y Julieta, Hansel y
Gretel, Tristán e Isolda, Calisto y Melibea, Salicio y
Nemoroso, Bouvard y Pecuchet. No estamos para Pedro
y el Lobo, Robinson y Viernes, Jonás y su Ballena, San
Jorge y su Dragón. No estamos para nadie mi sombra y
yo... No estamos para el coleccionista de mariposas, el
vendedor de biblias, el general de cinco estrellas, el soldado
desconocido, la niña, el parapléjico, el borracho, el suicida,
el proxeneta, el médico de guardia, el contrabandista de
huracanes. No estamos para el buen samaritano, el falso
amigo, la viuda alegre, el judío errante, el hijo pródigo, el
aprendiz de brujo y ni para el último de los Mohicanos
estamos mi sombra y yo... No estamos ni para Dios si
llega con sus perros a llevarse mi sombra.
65
MIÉRCOLES
yo he sido una vez águila y moza y pez mudo en
el mar
(a la manera de empédocles)
yo he sido una vez águila y moza y pez mudo en el
mar
he visto caer los muros levantarse las aguas en briosas
mareas contra las míticas ciudades he hablado con los
dioses
(me han mentido) he visto al buda al cristo al krishna
al lama
(me han negado: soy hombre) he calumniado al prójimo
y el prójimo me ha calumniado a mí (siempre estamos
a mano)
he tentado la suerte en los lupanares que esconde el
corazón
he dormido en las calles y en mi cama (la misma cama
en la que he amado a una mujer que no me ha
amado) he salido
de noche a perdonar ladrones (ellos me han perdonado)
he besado la mano de mi enemigo al tiempo que le
ofrecía
su mejilla he maldecido en el templo y en la sinagoga
he orado en casas de cita y en mi casa he llorado en
babilonia
he contemplado al tigris y al éufrates unidos por el nudo
de mi garganta y me he avergonzado de mis ojos
acechando
66
el vaho del febril apareamiento entre los dos torrentes he
estado en delfos preguntando por nadie (nadie sabe
que existo
nadie sabe que lloro en silencio y que estoy solo) he
alterado
la letra de los himnos de orfeo (donde decía “sólo
hablo
para los que estén en la obligación de escucharme” yo
canté
“sólo escucho a los que no estén en la obligación de
decirme”)
he sufrido y he invitado a sufrir he muerto y he
resucitado he sido
y he dejado de ser y todo por haber sido tierra y aire
y agua y fuego
y sólo para ser otra vez águila y moza y pez mudo en
el mar.
67
17
No me gusta tu rostro cuando hacemos el amor. Estás
fingiendo. Yo sé que estás fingiendo. Yo también finjo a
veces. (Todo poeta es un fingidor. De lo contrario no
sería poeta.) Finjo, por ejemplo, ser bueno. Mis amigos lo
creen y me quieren por eso. Soy Jano. Finjo estar triste
y finjo ser feliz. Reparto mis dos caras entre el día y la
noche como un camión de hiel y otro de miel que dejan
sus mercancías a la hora justa en los almacenes de las
lunáticas ciudades. Finjo ser tierno y sabio y buen amante
y por eso de vez en cuando las muchachas salen, hablan
y se acuestan conmigo. Me agradan las mañanas con sol
y finjo que las odio porque un poeta serio tiene que
comulgar con las mañanas turbias. Detesto la ópera y
finjo tener todos los discos de María Callas, Caruso, Kiri
Te Kanewa y por supuesto varias versiones de La
Traviata, Tosca, Aída y todo Donizetti y Verdi y
Leoncavallo. Colecciono los libros de José Santos
Chocano pero finjo que es malo porque los que juzgan
aseguran que es malo. Finjo saber de todo un poco cuando
en verdad sé muy poco de nada. Finjo ir a teatro no me
gusta el teatro finjo ir a galerías me aburre la pintura finjo
ir a conciertos me fatiga la música y hasta finjo que finjo
este poema. Pero no importa. El caso es que no me
gusta tu rostro cuando hacemos el amor. Porque estás
fingiendo. Yo sé que estás fingiendo.
68
JUEVES
todo lo sólido se desvanece en el aire
(a la manera de carlos marx)
poesía
país pueblo magia dios poder revolución
lenin qué hacer 1900 kremlin estatua de la libertad
hoz 2001 martillo wall street
voz bandera ejército titanic 1962 mayo noviembre 1968
sortilegio cheguevara juventud
ideología (“falsa conciencia”) ideología
gólgota tlatelolco world trade center cuito cuanavale
marquetalia chiapas muro de berlín
1959 exilio insilio camarada izquierda derecha gusano
mariposa fidel 1959
muertos (“vamos a ver los muertos de la patria”)
patria
golfo de méxico puerto del mariel hiroshima chernobil
plaza de tienanmen
moral del tiempo temporal balanza memorias de
entresiglos apocatástasis basílicas del sur
cristo clero cristal (“con los doce cené yo fui la
cena”) cruz hambre esplendor
yemayá osiris san judas atis apolo odín baal santa
bárbara visnú babalú-ayé
¡pasen antiguos testamentos pasen nuevos sacramentos
pasen!
pasar correr huir (“cuando huye de mí yo soy las
alas”) alar rugir roer
69
morir en el intento de encontrar las palabras
que en el aire amenazan con volverse corpóreas
pero se desvanecen en el aire
(¿contenidos del hongo formas del corazón?)
y estallan en la noche
como un turbión de estrellas
arrinconado contra un mundo que gira como loco
alrededor de su propio desvarío
palabras palabras palabras
¿poesía?
70
18
Lunes para nacer martes para llorar miércoles para fingir
viernes para cantar sábado para enternecer domingo para
morir... ¿Y el jueves? Los jueves improvisas. Juegas con
las palabras como si fueran bolos, como si fueran lobos.
Pero no te engañes: son ellas las que juegan contigo. Te
rugen al pasar: los lobos, los bolos, las palabras. Te usan
en las noches para limpiar el piso con tus ínfulas de
astuto burlador. Ni siquiera eres víctima de tu propio
invento. Otros ordenaron la broma y huyeron como crueles
antílopes para que tú rodaras con la cáscara de papel que
dejaron abandonada en el camino. ¡Ah torpe repetidor de
modas pasadas de moda, aprendiz de aprendices,
inexperimentado experimentador! Eres el más inocente
de los inocentes. No sabes distinguir entre una muchacha
y un clavel. Para tu vanidad todos son versos, para tus
versos todos son claveles y muchachas. Qué burda tu
semana. Lunes para escupir martes para callar miércoles
para perder viernes para vagar sábado para beber domingo
para dormir... ¿Y el jueves? Los jueves improvisas. Ignoras
que una pluma de falso pavo real enmienda con sangre
apócrifa cada línea que escribes. Un día vas a salir a la
calle vestido de payaso. Allí estaremos esperando tus
lectores para lanzarte las mismas piedras que esculpiste
mientras nos embrollabas con ardides de escuálido truhán
vendiendo a precio de poesía los devaluados desperdicios
de tu desasosiego y tu dolor.
71
VIERNES
no te mates
(a la manera de carlos drummond de andrade)
“no te mates alberto no te mates” dijo la voz
que antes susurró en los oídos de un tal carlos
“calma el amor es eso que estás viendo
hoy se besa mañana no pasado mañana será
domingo y nadie sabe qué sucederá el lunes”
dijo la voz y el pez volvió a dormirse se rompió
el florero y una mujer se arrodilló ante mi indefensa
cremallera “no te mates alberto” dijo y me dio
un beso entonces no me mato sobrevivo a la tarde
de este viernes sin sol y vuelvo a mi escondite
como un hábil ladrón que se ha robado un huevo
(me robé un huevo le mordí los pezones a una diosa
y me negué tres veces antes que los gallos del alba
me negaran) elijo una cimitarra al azar y reto a duelo
a un niño él me deja ganar yo lo dejo mentir él
me deja morir yo lo dejo matar “no te mates alberto
no te mates inútil insistir” volvió a decir la voz y ya
no insisto no rebajo mi angustia a un lloriqueo no
elevo mi tristeza a un desamparo busco tus ojos
en las calles de ayer y le duelo al dolor (a mí el dolor
me duele) no sé qué hacer con este día dónde poner
sus horas cómo desviar hacia otra mortal oscuridad
la intimidante voz la voz ¡vuelve la voz! ¡la noche!
“la noche pasó en ti y las frustraciones sublimándose
allí dentro un barullo inefable rezos vitrolas santos
72
que se persignan anuncios del mejor jabón barullo
que nadie sabe de qué para qué” no te mates carlos no
te mates alberto ustedes son “tú eres la palmera tú eres
el grito que nadie escuchó en el teatro y las luces se
apagan”.
73
19
No quiero leer un libro más. Tampoco un libro menos.
Los que he leído bastan. La mayoría de los libros son
como la mayoría de los hombres: enseguida se agotan.
Se dejan encandilar por las palabras y cuando no tienen
nada que decir, siguen diciendo. No quiero conocer a un
hombre más. Tampoco a un hombre menos. Los que
conozco bastan. La mayoría de los hombres son como la
mayoría de los libros: enseguida se agotan. Se dejan
corromper por la arrogancia de sus cielos y cuando no
tienen nada que pensar, siguen pensando. Hombres y
libros se agotan por igual en verbo y alma. Y aunque el
tiempo de vez en cuando los corrige, ellos no cesan de
escarbar en los pantanos del lenguaje como si allí fueran
a encontrar la quintaesencia de la palabra “hombre”, la
quintaesencia de la palabra “libro”. Libro y hombre: el
mismo error errando, la misma errancia horrible. Por eso
no quiero leer un libro más. Tampoco a un hombre menos.
74
SÁBADO
la única esperanza es el próximo trago
(a la manera de malcolm lowry)
no el libro no el hombre no el crítico
la única esperanza es tu cuerpo alado
cayendo sobre el mío como un pájaro
decapitado en pleno vuelo la única
esperanza es otra vez tu cuerpo y otra vez
la esperanza de reanimar la condición
primera (la inocencia perdida la ignorancia
ultrajada) no este inútil bregar con las
palabras que ponen en peligro los días
de tu vida las vidas de tu día no esta
congoja de tímido agrimensor que surca
el aire mientras escribe un verso no un
verso es la única esperanza no la agónica
resurrección del ave sobre la distraída
ruina de los mitos no el mito de las ruinas
no la llegada a un puerto o la salida
a un campo (no una campana de algodón
doblando a herido es la única esperanza)
no el labio ansioso sino la risa enferma
no el sueño traicionero sino el insomnio
atroz no el beso sino el frío no el llanto
sino el viento no el taller no la oficina sino
el mar sino el bar (no el libro no el hombre
no el crítico) la única la última esperanza es
el próximo trago... y después el otro.
75
20
“Vive escondido avanza enmascarado”. Lo sabían Epicuro
y Descartes, lo ignoramos nosotros. Somos las marionetas
del paseo. Saltamos de vitrina en vitrina como chispas de
un volador en navidades. A nosotros nos condena todos
los días a la hoguera la Santa Exhibición. Hablamos por
hablar, decimos por decir, mentimos y de vez en cuando
tar-ta-mu-de-a-mos la verdad. ¿Pero qué es la verdad
sino este insensato ignorar la superioridad de la mentira?
“Vivir escondido” supone desocupar el cuerpo de falsos
extravíos. “Avanzar enmascarado” supone constatar la
materia de un sueño que no se sueña. “Vivir escondido”
supone “avanzar enmascarado”. Lo ignoramos nosotros.
Descartes y Epicuro lo sabían.
76
DOMINGO
un golpe de dados jamás abolirá el azar
(a la manera de stéphane mallarmé)
si todo pensamiento admite una jugada de dados
por qué los míos no juegan o se retiran apenas
los dedos enemigos comienzan a tramar su arremetida
tienen miedo mis manos y mi cabeza tiene miedo no
al tiro o al juego sino a los dados esa osada
institución de imperturbables puntos negros (campos
de golf y de batalla) presumen de sus trampas
intimidan
al jugador se burlan de las torpezas de su arrojo
y luego se dejan sobornar por la desidia de la mano
resbalan como víboras vestidas de novia por el sucio
tablero conspiran con la noche y balbucean hurañas
oraciones para que el jugador no juegue (el jugador
no juega) y la noche y los dados y los dedos
proclaman
la dudosa victoria con un grito a mitad de la partida
si todo pensamiento piensa si todo pensamiento añora
si todo pensamiento admite una jugada por qué los míos
huyen horrorizados de la mesa donde rumian sus míticos
pudores el terror a la página en blanco la imagen en fuga
¡ah que tú escapes! el estrépito de un caracol
nocturno
en un rectángulo de agua (la poesía) una
conversación
77
en la penumbra (el poema) el mentiroso que
siempre dice
la verdad (el poeta) y un cielo y un suelo y la luz de
una vela
y otros viejos enigmas que sólo en apariencia abolirá
el azar.
78
21
Todo lo que sé de la vida lo aprendí en los libros. Y como
desde hace rato mi biblioteca se transformó en una inquilina
extraña para mis ojos arrobados por el miedo, no estoy
al día y cada nueva página se me antoja un enigma.
Antes la vida no era un enigma. No sé qué pasó mientras
dormía. Me perdí de algo que ahora no puedo descifrar.
Otra vida se incrustó en mí como un cuchillo con
herrumbre de oro. Era simple y sabia la vida de los libros,
pero alguien pasó una página sin avisar y ahora no sé
nada. Voy a tener que ponerme la camisa y salir a caminar
a ver si entiendo algo de lo que pasa afuera.
79
De la contradicción de las contradicciones,
la contradicción de la poesía,
borra las letras y después respíralas
al amanecer cuando la luz te borra.
JOSÉ LEZAMA LIMA
IV
LO QUE NO FUE MAÑANA SERÁ AYER
Cuarta Semana
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.
ELISEO DIEGO
LUNES S.A.
publicidad poética pagada
buenas noches señor bienvenido a la navidad
del cuerpo la mesa está servida pase póngase
cómodo la velada será corta como la cola
del diablo o larga como la barba de dios (aquí
nunca se sabe aquí siempre se sabe) lave
sus manos en aquella fuente de fino baccarat
séquelas luego con la bandera de la patria ignore
el agua de rosas y la toalla de terciopelo magrebí
(nada mejor para la buena higiene de las manos
que un gesto levemente patriótico) ¿cataplasmas
jordán? ¡claro! si esa hermosa cictratiz en el rostro
la provocó sin dudas una inconfundible cuchilla
gillette entonces pase déjese curar déjese bautizar
déjese cortejar por el murmullo de la noche el trino
la multitud el miedo aliste sus rencores para la hora
de la desobediencia general el minuto del brindis
el segundo de la lisonja hipócrita no huya no
cierre los ojos no orine en el florero no interrogue
al clérigo no dude no sude no distraiga al vecino no
resbale por las piernas de la mujer del prójimo
(resbale por las piernas de la mujer del prójimo)
échese a descansar en aquella genuina mecedora
thonet firme nuestro libro de visitas con el
estilógrafo
mont blanc encienda un fósforo para alumbrar
la calma el alborozo la compostura el sueño y otros
especímenes de sospechosa claridad acérquese
a la mesa deguste su whisky y su caviar vomite
85
su pasado y su dolor no llore no ore no mienta
no sienta no cante no salte córtese el dedo índice
para que los demás señalen el camino (¿sabe
que hay un camino?) elija un número desentierre
un muerto vote por el rumor y compre cocacola bien
venido a la navidad del alma el cuerpo está servido
pase póngase cómodo de su comodidad depende
que los gastos de esta fiesta nos lo financie el cielo.
86
22
Se reaniman los trenos de la edad madura. El primer
inventario de esta inocente vejez agazapada. Buenos días
mamá, buenos días papá. Acerquen sus oídos a mis manos
y escuchen este vals de hijo no pródigo que busca un
tibio rincón en el altar de sus prodigios. Un gran artista
pinta en mí. Canas y arrugas, pesadumbre y joroba, barriga
y desazón. Soy un lienzo mortal y me ofrezco para el
sabio espectáculo de la acuarela y el pincel. Me dejo
pincelar. Que pincelen conmigo. La nueva cicatriz será la
contraseña para entrar a la noche de los sueños pintados.
Arcos de luz remontando la venturosa ubicuidad de la
neblina. Chisporroteo de neblinas participando de la luz
como de un carnaval de crueldades que no se cansa de
rentar una a una las horas de mis noches para darle de
comer a la tristeza. Viento feroz, carcajada del mar, rabia
del cielo. Mi llanto de hoy flotando en un charco de
alcohol como un galeón fantasma a punto de encallar en
una isla aún no descubierta por los buscadores de oro por
los buscadores de plata por los buscadores. (Yo apenas
busco mi isla en un instante de paz y tampoco la
encuentro.) Mis lágrimas de ayer humedeciendo el aire
ya humedecido por las lágrimas que seguramente verteré
mañana. Pero no crean: no todo es vencimiento y
orfandad. A veces se cansan de vagar y regresan con
ganas las ganas de vivir... Buenos días mamá, buenos
días papá.
87
MARTES
suicidios
de mi garganta borbotones de sangre (espérame)
escupo la última gota y lloro una pérdida voy a morir
el día menos pensado el día más pensado voy a fingir
que muero y (no me despidas de nadie) traficaré
con alas hasta quedarme ciego mudo paralítico y con
las manos atadas a una escalera (adiós) bonito día
mira
cómo pasan los trenes mira cómo se hunden los
barcos
mira cómo se levanta el telón y saludan (salúdalos)
los cómicos con boinas doradas en medio de un coro
de ángeles (cantan angelicalmente) contémplalos
como si fueran ángeles de verdad atiende sus gemidos
disculpa sus problemas (te amo) la mañana es un
agrio mediodía que sabe a madrugada esa loba herida
que defiende a sus cachorros de la inclemente luz
(¡la luz la luz dame la luz!) dame el silencio dame
una voz para llamarte y un ademán que se parezca
a un sueño no te dejes aturdir por la persecución
de los olores ruidos de platos tendidos de manteles
(tenemos hambre) ignóralos olvídalos caminaremos
hasta la medianoche hablaremos de música de cine
del animal favorito de lautréamont y (hace una tarde
espléndida) de los suicidas que conozco mira ellos
me cuentan de clínicas barbitúricos tranquilizantes
psicotrópicos neurolépticos antidepresivos cuerdas
disparos saltos al vacío venas a punto de estallar
88
(lowry karyotakis pavese nerval silva wolf jozsef
plath trakl rigaut pizarnik de rocka dazai akutagawa
maiakovski esénin celan quiroga sá carneiro von kleist
maría mercedes casey rosales novás ángel escobar)
y luego se retiran seguros de haber visto en mis ojos
la imagen de una muchacha bañándose en un río
y el rostro de ellos mismos cuando tenían ganas de
vivir.
89
23
Este hombre que va a morir. Este hombre que va a
ejecutar el salto heroico hacia la nada. Este hombre que
cultivó una huerta de espinas bajo sus pies desnudos.
Este hombre que miró por última vez a las estrellas y por
última vez roció con lágrimas la claridad del firmamento
para luego colorearla con su sangre. Este hombre que
ayer habló y jugó y se rió con sus amigos. Este hombre
que hoy se despidió de sus hermanos con un “ya vuelvo”
que retumbó en la noche como un acorde de violín
batallando con la voracidad de un trueno. Este hombre
que va a morir, termina de vomitar el “poema del hombre
que va a morir”... y salta.
90
MIÉRCOLES
el tiempo pasa
pero el tiempo pasa y los animales respiran
y las cebollas se ensañan con las niñas de los ojos
y las niñas se derriten de amor por los ojos de alguien
y alguien camina sobre el mar y el mar se excita
con el bramido de un animal que pasa (es el tiempo)
las manecillas de barro de un reloj martillando
en la piedra como aves de rapiña horadando la carne
de los que van al parque salen del mercado cruzan
la calle dicen adiós con el pañuelo y se comportan
como desvalidos maniquíes expuestos en oscuras
vitrinas de papel (es el tiempo) el gran confín entre
el crepúsculo y la aurora el torbellino de agua
la cuchilla ardiente las férreas vías por las que sólo
pasan trenes cargados de cadáveres pasajeros de un
alegre convoy cuyo destino apenas conoce el
guardagujas
(yo viajo en ese tren) mis compañeros duermen
mientras
el gran depredador termina su tarea mis compañeros
hablan mientras el mudo acontecimiento los acaricia
con lágrimas de hielo los arrulla con romanzas de
cuna
y nos contempla con aire de altivo ruiseñor aferrado
a un enigma es el tiempo (la gran derrota) el laborioso
ventanal por el que nos asomamos a la nada para
rogarle
a las estrellas que nos mientan cuando nos estemos
acercando al estallado abismo de la última estación.
91
24
Compro un boleto al Porvenir y justo sobre la altura del
Presente se descarrila mi vagón. Algunos pasajeros tratan
de avisarle al maquinista, pero los rugidos del tren y el
color de los ojos de la muchacha que se quedó conmigo
no dejan escuchar. Nos quedamos solos, en silencio, la
muchacha y yo. ¿Y qué hacemos ahora?, pregunto.
Caminar, responde la muchacha. ¿Y hacia dónde? Pues
hacia donde íbamos: al Porvenir. Eso queda muy lejos,
digo. El Porvenir —objetó ella— no es un lugar; el
Porvenir es un bosque incendiado, una lancha en el cielo,
un mar, una gacela, un pájaro, una noche sin luna, un
amigo, un hombre, una mujer... Trato de persuadirla con
razones que aprendí unas en la calle otras en la escuela
y la mayoría en el Libro Undécimo de las Confesiones
de San Agustín: “¿Quién hay que niegue que los futuros
no existen todavía?” Pero la muchacha parece no
entender. Ya está en camino.
92
JUEVES
¡este jueves se prohíbe
terminantemente cualquier tipo de experimentación!
(pase la página)
93
25
“Prohibido prohibir”. Soy el hijo bastardo de mi mala
conciencia. Digo que hay que volar y un ángel con guantes
de albañil le da una última mano a la estructura de mis
alas. Lanzo una piedra contra una ventana de cristal y
echo a correr. (Nunca me había visto correr tanto hacia
mí. Nunca me había visto tan rechazado por mí mismo.)
Escribo “prohibido prohibir” y hablo y callo y blasfemo y
salgo de este pedazo de papel para encontrarme con mi
rostro que también ha venido a mi encuentro. Nos
reconocemos de inmediato y damos un paseo por la orilla
del mar. Paseamos, sin mirarnos, mi rostro y yo. Luego
nos despedimos sin haber pronunciado una palabra. Vuelvo
a mi cuarto y escribo “prohibido prohibir”. Hoy me lavaré
trece veces las manos, compraré una cuchilla de afeitar,
saludaré al vecino y en la calle le pondré otra zancadilla
al hombre mayor que ya estoy siendo y le robaré la
billetera al anciano que muy pronto seré. Me disfrazaré
de mí mismo, tocaré en la puerta de la mujer que ayer
me abandonó y le regalaré un caballo para que se monte
en él y cabalgue hasta los límites de un fin del que no
puedan regresar sus fervorosos labios y sus fingidos besos.
Luego escupiré en los ojos del enemigo que hoy escribió
“¡este jueves se prohíbe cualquier tipo de experimentación!”,
porque aquí el único experimento soy yo, y prohíbo
prohibir.
94
VIERNES
los nuevos mandamientos
y otros pecados capitales
haz del pecado de la ebriedad y la fornicación
un santuario de ciega hechicería no lo cambies
por nada hazlo deflagrar en tu cabeza como una
pesadilla a punto de convertirse en sueño no
te dejes desorientar por la retórica del orden
(no hay orden no hay ley no hay brújula) no hay
entre este mundo y el otro sino tu propio ardido
corazón ardiendo siempre hallarás más respuestas
en el clítoris de una puta que en los 33 tomos
de la summa theologiae de santo tomás de aquino
siempre hallarás más preguntas en los pezones
de una colegiala que en el credo quia absurdum
de quinto septimio florencio tertuliano y todos
los padrecitos juntos y aunque siempre es invierno
en el verano de los guardianes de las causas perdidas
y aunque siempre es otoño en sus cabezas no
renuncies
al más natural de los peregrinajes comparte el cuerdo
arrebato de los locos la arrebatada locura de los
cuerdos
no renuncies al miedo sé temeroso y grita sé
indiferente
y llora desobedece y vuelve a confiar en tus instintos
de ser orgánico y crepuscular no huyas de tu
antepasado
95
vivo abjura de tu sobreviviente muerto escribe con las
uñas
en las alas de un pájaro las palabras que deberán
surcar
los mares y encontrarse contigo del otro lado del
océano
bebe come mata miente roba jura en vano sé iracundo
lujurioso adúltero envidia las glorias de tu mejor amigo
fornica desea con ganas a la mujer del prójimo y al
final
no te sientas arrepentido y huérfano no te sientas sucio
y extraviado (no te sientas piensa mira) hay un
camino
que conduce a la piedra rústica que es la filosofal que es
la piedra en el bolsillo la cabeza y el zapato la misma
piedra
con la que tropezamos todos los días de regreso a casa.
96
26
He visto las mejores mentes de mi generación
desvanecidas en el aire como asustados cálamos a punto
de caer. Las he visto, a su pesar, cayendo. Las he visto
estrellarse contra un muro de ideas que antes se estrellaron
contra un muro de gente. Las he visto izar banderas y
quemarlas después. Aplaudir desenfrenadamente en sus
tribunas y con el mismo desenfreno abominarlas luego en
tribunas de otros. Las he visto lidiar sus más altos y más
bajos instintos con la destreza de un banderillero que
desafía el cuerno temeroso ante la mirada expectante del
poder y la gloria. (Todavía escucho sus lánguidos aullidos
batallando en la plaza.) Las mejores mentes de mi
generación quisieron cambiar el mundo con bombo y
pandereta a una hora en que el mundo se cambiaba a sí
mismo con saña y maldición. Sordomudas ante el paso
del tiempo y de rodillas ante las broncas filípicas de los
Padres de la Patria, las mejores mentes de mi generación
dilapidaron en un grito todo el silencio que necesitarían
después para salvar la patria de los padres. Hablaron,
callaron. Gozaron, sufrieron. Ganaron, perdieron. Sangraron
y con pequeños sorbos de absolución y olvido curaron
sus heridas. Qué más decir de las mejores mentes de mi
generación, sino que siguen siendo las mejores mentes de
mi generación... hasta que nazcan otras.
97
SÁBADO
desayunos
es sábado me despierto a las seis ya huele a
desayuno
por las rendijas de la ventana se filtra un aire negro
que carga otros hedores pronto vendrán por mí
los funcionarios de inmigración y todavía no decido
dónde guardar tu foto me pregunto qué estará
haciendo
ahora mi padre allá en la isla seguramente duerme
o sueña o se prepara para morir tan solo como lo dejé
hace siete años acompañado de una soledad que ya
lo acompañaba la radio es una ametralladora de malas
noticias los periódicos otra y me pregunto qué habrá
desayunado hoy el señor presidente hace frío a las seis
y me despierto imaginando cosas cocodrilos que cantan
serpientes que agonizan mujeres que huyen de mí
como de un temblor o una epidemia ¡no huyan! les grito
pero del otro lado una voz hermosa como gemido de
sándalo
les ordena correr desvanecerse entre la bruma para
que yo
no pueda retenerlas (no las retengo) a esta hora las
prostitutas
se retiran a dormir trabajaron con ganas les pegaron
con ganas
pero llegaron a la pieza con lo del desayuno huele a
desayuno
a las seis y me pregunto qué habrá desayunado hoy el
capitán
98
de corbeta y su señora buenos días mundo buenos
días aguja
de coser entra en mis ojos y hazme portador de una
ceguera
amable (ya vi lo suficiente gracias) si hay un jardín de
las delicias
no es mi jardín si hay una felicidad no es mía
(perdonen la tristeza
sucede cada tanto a las seis) me sirvo el primer trago
mi desayuno
que sabrá amargo como resina de eucalipto el próximo
sabrá
a sudores tuyos ahora confundidos con sudores de
otro bajo qué
sábanas te estarás despertando esta mañana amor mío.
el 19 de noviembre de 2001,
a las 5 y 40 de la tarde,
casi un año después de escrito este poema,
murió mi padre. Yo no estaba.
Le debo dos derrotas: su muerte y mi ausencia
99
27
Tendrías que vivir en mi cuerpo para entender sus noches.
Tendrías que morir en mi alma para urdir sus mañanas.
Son tercos cuerpo y alma y ocultan sus vastos horizontes
detrás de mis temblores. Sabotean cada paso que das
para acercarte. No te acerques. Quédate donde estás,
mirando al cielo. Si de una nube se descuelga una palma
y de sus bordes gotea la imagen de un relámpago abrazada
con desesperación a la posibilidad de un trueno, ésa será
la constatación de que estoy vivo y te elijo entre todas las
que ayer pretendieron salvarme del abismo que hoy te
salva de mí. No me doliera tanto este dolor si no te
acompañara por acompañarme. Pero no me acompaño,
amor. También me dejo solo, tirado por ahí, como una piel
de víbora abandonada antes de hora en un potrero. Y el
potrero soy yo. Y mi cuerpo y mi alma y a los tres les
temo. No insistas. Aún estás a tiempo de huir hacia el
próximo llamado de otro cuerpo, aunque no sé si hacia
los inevitables cortejos de otra alma. La mía te requiere,
aunque ahora mismo te esté diciendo adiós con un collar
de fuego en la cabeza.
100
DOMINGO
y llegado este día de trémulo amanecer
y llegado este día de trémulo amanecer me pregunto
a quién le importan estas monsergas lágrimas lloros
crujir de dientes cayendo a otro vacío como estrellas
a un pozo quién se conmoverá con estos alaridos
de presuntuoso bailarín qué baile extraño se posa
en la ventana al alborear cuántas hojas de parra ahítas
de inútiles conjuros han desfilado por mí en estas
mañanas (a dónde se marcharon estas mañanas que
de mí
nacieron y hacia mí guiaron sus temores) cómo pude
injuriar con tanto gimoteo las palabras que amé las
que me amaron cuándo sobrevino el penúltimo
naufragio
a qué horas me negué a nadar hasta la orilla quién
no estaba en la orilla (por qué tu garganta no secó
con un grito al arrogante océano) dónde puso su gran
huevo el fugitivo azar quién conspiró con la mordaza
para impedir la furia de los besos qué besos no
furiosos
impidieron la mansedumbre de aquellas manos de
mujer
que ayer acariciaron mi cabeza por qué tantas caricias
se fueron sin llegar por qué tantos recuerdos llegaron
sin partir por qué quién dónde cómo cuándo y todo eso
me pregunto al filo de este día de trémulo amanecer.
101
28
Con qué sutiles distracciones nos derrota el tiempo. Qué
triquiñuelas arma para dejarnos sin caminos, para llenarnos
de caminos. Abruma la certeza de sus pasos, desconcierta
el aspaviento de sus vivas. Fuente de todo augurio y toda
desazón, el tiempo urde las trampas, nosotros caemos en
ellas. Nos estrellamos contra el mundo y celebramos
junto al fuego como bestias hipnotizadas por el dedo de
un dios destituido por Dios que goza con el frágil candor
de la distraída Criatura. No volveré al camino. Lo
esquivaré como se esquiva un perro con rabia o a una
mujer traidora. A campo traviesa encontraré una piedra
y sobre ella proferiré mi grito de rencor para que sólo lo
escuche la lombriz que desde el fango conversa con la
luna y no le hace tanto duelo a su dolor. Quiero recuperar
el tiempo perdido, restituir el tiempo ganado, quedarme
temporalmente sin tiempo. Prófugo del tiempo y de mí,
hasta que cese la algarabía de unas manos ajenas huyendo
de la tierra con mis manos. Me declaro en huelga de
tiempo. Interrumpo los latidos del corazón con una
diadema de espinas. Me niego a hacerle el juego a este
desordenado festín de soledades que tan altivamente nos
prepara para la muerte súbita. Me volveré a morir, pero
sin muerte. Me volveré a quejar, pero sin miedo.
para Liem, mi sobrina,
de paso por su tiempo
102
¡Oh tiempo,
deja ya de volar!
ALPHONSE DE LAMARTINE
AQUÍ TERMINA LA ENUMERACIÓN
DE MIS DERROTAS
las que me propiné me propinaron.
Un largo trago amargo suspendido en el aire como
una araña atrapada en el tejido
de su propio pataleo. Una muerte
fechada ayer y un nacimiento reptando desde hoy
hacia las violentas estaciones
de mañana. Páginas sin control que medran
en mi boca como zarza ardiendo en un desierto de
papel. Implacables rigores de una
ausencia multiplicada por mí en algarabía.
Demasiados silencios vagando sobre el mar como
un galeón fantasma a la deriva:
sus polizones cánticos, sus pasajeros ruidos. Arduos
daguerrotipos obligados a repetir el juego, el
peligroso juego en el que siempre
apostamos el ojo y la mirada. El exorcista duerme
con el estómago vacío mientras la noche empuja.
El exorcista canta, sueña, festeja
su recreo. Alguien le dice: “No juegues con
el fuego
que apagarás mañana. Una cosa es jugar y otra
tentar la mano que ciñe la fosforera”.
Pero el exorcista no escucha y vuelve a su sueño y
vuelve
a su canción. Espanta con un bostezo al enviado
del diablo y abriga con una manta
105
de seda a la muchacha que esa noche
dormirá a su lado.
Y aunque sabe que fue insuficiente el magro
andar, el exorcista respira en paz, le sonríe
al crepúsculo y por primera vez piensa en el alba,
y no tiembla.
A las seis de la mañana se cierra el tiempo, a las
seis de la mañana se clausura
el mundo. Entreabro la puerta de la calle
para que pase el viento que hará pasar al hombre
que hará pasar el fiel inventario
de todas sus derrotas. Elijo mi labor: verlos
pasar. Derrotas, hombres, vientos. El circo es una
fiesta en que reparten magos, monos,
cuervos, elefantes, malabaristas, tragaespadas;
mujeres barbudas, muchachas desnudas, enanos y
payasos. Pasen y véanme pasar y
hacer magia; rogar por plátanos, graznar por uvas,
desnudarme por nada; saltar, llorar, asustar y
hacer reír. No se arrepentirán de haber
pagado por husmear en esta gran cordillera de albas
y crepúsculos que nunca vi sino a través de un
fiero lobanillo del tamaño de un sol
que huía de la luna como huye el fuego del agua,
la cabra
del leopardo, y yo de ti.
En este momento del poema hago una pausa abro
un paréntesis para evocar
a mis amigos, esas dulces criaturas
que de tarde en tarde derrotan mis derrotas.
(Astutos como serpientes y sencillos
106
como palomas, así son mis amigos. Nos gozamos
y dolemos al tiempo. Al tiempo nos cansamos de
olvidar y saltamos de memoria
en memoria hasta encontrarnos. Ellos me dicen:
“Lo que no escribas hoy no lo sufras mañana”. Y
escribo que mañana seré feliz,
y escribo que mañana, y escribo... Mis
amigos saben
que no todo lo que escribo es real y que todo lo
que escribo es real. Que me juego la vida
en cada parpadeo. Que a veces miento y que a
veces cierro
los ojos para no ver la cabeza del típico avestruz
enterrada en la arena para no verse
negándose a mirar. Mis amigos, por fortuna, casi
siempre
perdonan.) Cierro el paréntesis.
Pero mis amigos siguen ahí, tomándome las manos,
leyendo el final de esta fatigante
jornada en la que siempre caminaron conmigo.
¿Qué hacer? ¿Quién vive? Termina de bañarte Voy
a poner la mesa Te espero en la
cocina Si te mueres te mato Mundo mundo vasto
mundo si yo me llamase Raimundo Si me llamase
Protágoras pero me llamo Anselmo Si
me llamase José pero me llamo Pedro Si me
llamase
Jesús pero me llamo Antonia Si me llamase Acela
pero me llamo Alberto Vuelve a
dormirte... Vuelvo a dormirme y en el sueño me
acuerdo
de la hora exacta en que olvidé cómo era
107
sobrevivir a aquella hermosa aventura
de estar solo. Solo de soledad. De soledad cualquiera.
Sé que no soy el único hombre del mundo a quien
lo ha abandonado una mujer, pero sí
el único mundo que con la delicada negación de
un beso
ha destrozado a un hombre.
Escucha. Cada grano de cocaína que rompe tu
nariz borra un recuerdo y funda
una batalla. Cada trago de alcohol desfigura
un silencio. Deja que aparezca la noche y piensa
en ti cuando regrese el día. Escribe.
Tú sabías que el amor era eso: “Hoy se besa,
mañana
no, pasado mañana será domingo y nadie sabe
qué sucederá el lunes”. El amor era eso
y no la cándida invención que fabricaste en
complicidad
con tu inocencia. Escribe. Escribir es la única
forma de llorar que vence todas
las formas de morir. Si no escribes te mueres. Si te
mueres,
ya sabes: la obstinada tierra seguirá girando
alrededor del complaciente sol y la mujer
que ayer jugó contigo, hoy volverá a jugar...
pero sin ti.
Tú no estás solo. Tu otro tú siempre ha estado
observándote, pero no has dejado
que se acerque y él es tan tímido, que prefiere
cuidarte desde lejos, como se cuida a un niño que
corre detrás de una pelota entre
108
la mansedumbre de un parque y la voracidad
de una autopista. No cuides al niño no te acerques
al parque no vuelvas a caer
en la tentación de apostarle tu esqueleto a la
autopista.
Simplemente escribe.
Mientras tanto, yo entreabriré la puerta de la calle
para que pase el aire que hará pasar
al hombre que hará pasar el fiel inventario de
todas
sus derrotas. Otras flores del mal, aquella entraña
sola, conocidos sarcófagos haciendo
guardia en mí; el labio que se fue, la fuga que
vendrá;
la oscuridad como una máscara que guarda un
bálsamo, la soledad como ese bálsamo
que se frota con la punta de un cuchillo ardiendo;
maneras de correr huir, maneras de callar mentir;
escorpiones diciendo su veneno, ocho
años y un único extravío, ocho años y un largo
amargo
adiós; veinte horas sin dormir, agua y alcohol y
otra vez agua: ¿agua de vida? La vida,
mis 39 años, todas las tumbas: mi madre y mi
padre en una
de ellas (buenos días, mamá / buenos días, papá),
y la apacible sensación de que a las seis
de la mañana se funda el tiempo, de que a las seis
de la mañana
se inaugura el mundo.
109
Buenos días, siglo.
Por fin nos encontramos.
Ojalá no hayamos llegado tarde a la cita.
Continuarán...
110
Yo sé
(todos lo saben)
que la derrota tiene una dignidad
que la ruidosa victoria no merece.
JORGE LUIS BORGES
Bogotá, Colombia,
noviembre del año 2002
ÍNDICE
Las breves semanas del hombre / 5
Aquí comienza la enumeración de mis derrotas / 13
I
LAS VIDAS TRANQUILAS DEL DOLOR
Lunes / 19
1 / 20
Martes / 21
2 / 22
Miércoles / 23
3 / 24
Jueves / 25
4 / 26
Viernes / 27
5 / 28
Sábado / 29
6 / 31
Domingo / 32
7 / 34
II
EL MIEDO
Lunes / 39
8 / 40
Martes / 41
9 / 42
Miércoles / 43
10 / 45
Jueves / 46
11 / 47
Viernes / 48
12 / 49
Sábado / 50
13 / 52
Domingo / 53
14 / 55
III
UN GOLPE DE DADOS
Lunes / 61
15 / 63
Martes / 64
16 / 65
Miércoles / 66
17 / 68
Jueves / 69
18 / 71
Viernes / 72
19 / 74
Sábado / 75
20 / 76
Domingo / 77
21 / 79
IV
LO QUE NO FUE MAÑANA SERÁ AYER
Lunes S.a. / 85
22 / 87
Martes / 88
23 / 90
Miércoles / 91
24 / 92
Jueves / 93
25 / 94
Viernes / 95
26 / 97
Sábado / 98
27 / 100
Domingo / 101
28 / 102
Aquí termina la enumeración / 105
de mis derrotas / 105
Índice / 113