Corpus 1ero
Corpus 1ero
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LENGUA Y LITERATURA
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PRIMER AÑ O – CICLO 2020
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PROFESORA CITTADINI ACOSTA FLORENCIA
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ÍNDICE
CORPUS DE TEXTOS
EL MITO Y LA LEYENDA
“LA FELICIDADE DE DAFNE” “EL LLASTAY” “LA CREACIÓN DEL UNIVERSO” “BELEROFONTE Y LA QUIMERA”
“LEYENDA DEL OTOÑO Y EL LORO” “EL FALSO MÉDICO” “LA VIDA Y LA LUZ” “EL LAGO DE LOS PUMAS DE
PIEDRA” “EL RAPTO DE PERSÉFONE” “LAS TERMAS DE CACHEUTA” “LA CIUDAD DE ESTECO”
LA COMUNICACIÓN HUMANA
COMUNICACIÓN EFECTIVA
“IR A BERAZATEGUI”
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LOS MITOS Y LAS
LEYENDAS
EL MITO
Los seres humanos siempre han creado historias para tratar de explicar los grandes misterios de la vida,
como el origen del universo y de la humanidad.
Esas historias son las que actualmente denominamos MITOS. Si bien hoy los leemos como relatos de ficción,
en la Antigüedad los mitos tenían un valor de verdad para el pueblo que los había creado.
Los mitos son relatos anónimos y de tradición oral: surgieron como creaciones colectivas y se difundieron de
boca en boca. Esto permitió la existencia de diferentes versiones: la historia central y su finalidad se mantienen,
pero aparecen variantes relacionadas con los personajes y las acciones que realizan, final de la trama o el estilo
del versionador. En la actualidad, accedemos a estas versiones a través de textos escritos o incluso adaptaciones
cinematográficas.
FINALIDAD
Brindan una explicación sobrenatural a los grandes interrogantes del hombre: el origen del universo y de
los planetas (mitos cosmogónicos), el origen de los hombres (mitos antropogónicos). El surgimiento de los
dioses (mitos teogónicos), el nacimiento de las ciudades (mitos fundacionales)
Explicitan las conductas válidas para una comunidad a través de las virtudes y los defectos de sus
protagonistas (carácter didáctico). Por ejemplo, Belerofonte es soberbio: se cree merecedor del Olimpo y
por eso es castigado.
TIEMPO Y ESPACIO
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Los lugares pueden ser indeterminados o estar asociados a un territorio, dado que estos relatos
pertenecen a un pueblo. Por ejemplo, el mito griego menciona la ciudad griega de Corinto.
PERSONAJES
RELIGIÓN
Suelen tener un vínculo con lo religioso y se los considera sagrados. Por ejemplo, en el mito griego
intervienen divinidades propias de la cultura griega.
LA LEYENDA
Generalmente, las leyendas se originaron cuando los hombres primitivos intentaron explicar el origen de los
fenómenos naturales o las maravillas de la naturaleza que los rodeaba.
Fueron relatos orales que se transmitían de generación en generación y de pueblo en pueblo. Estos relatos
podían variar según las regiones o las características de las nuevas generaciones que agregaban elementos o
quitaban otros, pero dejaban el núcleo de la leyenda original.
Las versiones que se conocen actualmente han llegado por la recopilación efectuada por algunos estudiosos, y
muchas veces están asociadas con el folclore de un lugar sus costumbres y sus creencias religiosas.
Toda leyenda nace con una delimitación de espacio y tiempo; su secuencia narrativa está formada por la
presentación del hecho o suceso inicial, el desarrollo del suceso y todas las acciones que se realizan para
solucionar el problema o delimitarlo y por la resolución del hecho en donde aparece el elemento fantástico o
maravilloso que forma parte esencial del texto.
A) RELIGIOSOS: episodios relacionados con vidas de santos o la presencia de Jesús, historias de justos y pecadores
con el correspondiente castigo emitido por los dioses, lucha entre el Bien y el Mal, etc.
B) DE LA NATURALEZA: origen de las plantas y los animales característicos de un pueblo, virtudes curativas de ciertas
plantas, explicación de los fenómenos naturales o las catástrofes climáticas, interpretación de las formas del
relieve natural provocado por la erosión, etc.
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Hay también leyendas que se apartan de lo anónimo y lo tradicional; están escritas por autores que, si bien se
basan en aspectos legendarios, recrean o componen un texto literario con las características de leyenda. También
se han escrito novelas y obras de teatro, algunas llevadas al cine, utilizando historias tomadas de leyendas
tradicionales, como la del "hombre-lobo".
TEORÍA NARRATIVA
LAS NARRACIONES
Una narración es el relato de uno o varios hechos que suceden en un marco determinado por el lugar y el tiempo
y, en algunos casos, también por la época que les sirve de escenario. Uno o más personajes llevan adelante las
acciones de la historia.
Toda narración es un proceso, una secuencia de hechos relacionados entre sí. En la secuencia narrativa, los
acontecimientos siguen un orden determinado: una introducción, un desarrollo o nudo y un final o desenlace.
En los textos narrativos, esta forma de organización toma características especiales.
La narración parte de una situación inicial, en donde todo transcurre con normalidad, los personajes se mueven
sin novedad por los lugares habituales. Pero en cierto momento se produce una complicación y el personaje debe
procurar su resolución. Cada complicación, con su correspondiente resolución, constituye un suceso. Los sucesos
se producen dentro de circunstancias especiales llamadas marco. Cada suceso, más el marco correspondiente,
forma un episodio. Los episodios se encadenan, uno tras otro, para formar la historia completa (la trama
narrativa).
EL MARCO NARRATIVO
El lugar, el tiempo y la presentación de los personajes son los elementos que conforman el marco narrativo de
todo relato.
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LUGAR: espacio físico donde transcurren los hechos. Puede ser el nombre de un lugar geográfico (Corinto,
Licia, San Juan) o la descripción de un ambiente (un enorme huevo negro, la casa de puertas azules).
TIEMPO: ubicación temporal de los acontecimientos, la época en la que suceden. Puede ser definido (Aquella
mañana de abril de 1985) o indefinido, como ocurre en muchos relatos de tradición oral (En el principio, Había una
vez)
PERSONAJES: introducción de los personajes a través de una breve descripción (nombres, rasgos físicos,
virtudes y actividades, etc. A medida que el relato avanza, pueden aparecer nuevos personajes.
LOS PERSONAJES
Los personajes son seres inventados que llevan a cabo las acciones del relato. Pueden ser personas, animales o
seres sobrenaturales, como dioses o monstruos
Según la importancia que tengan en un relato, los personajes se clasifican en distintos tipos:
PROTAGONISTA O PERSONAJE PRINCIPAL: se destaca porque sus acciones hacen avanzar el relato.
Muchas veces, los protagonistas son también héroes, como Belerofonte. El héroe es un personaje con cualidades
fuera de lo común: inteligencia, valentía, fuerza, bondad, etcétera. En general, son modelos a seguir y reúnen los
valores que una sociedad considera positivos, como el coraje de Belerofonte.
Cada personaje cumple una función en el relato. El protagonista se asocia con la función de sujeto: alguien que
busca conseguir un objetivo, ya sea algo material o inmaterial, por necesidad o no, como un ser amado, un
sentimiento o un cambio en el mundo, esta intención se denomina objeto, y en los relatos puede haber más de
uno. Los antagonistas son los oponentes: buscan obstaculizar al sujeto.
Los sujetos pueden tener ayudantes: colaboran para que ellos cumplan su tarea.
En la mitología griega, los dioses funcionan como oponentes o ayudantes ya que intervienen en el destino de los
hombres, los héroes, destacados por sus virtudes, cumplen la función de sujeto.
Las acciones de los personajes aparecen unidas por relaciones de tiempo: una acción sucede antes, al mismo
tiempo o después de otras acciones; y por relaciones de causa y efecto: una acción se origina en una causa y
determina una consecuencia. De este modo, las acciones van conformando una serie de hechos que se van
encadenando, denominada secuencia narrativa.
Una secuencia narrativa es una unidad dentro del relato y puede ser resumida por un breve texto.
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ACTIVIDADES
1. Para definir qué es un mito y qué una leyenda te propongo que leas estas dos definiciones y subrayes todo lo
que consideres importante (pueden ser palabras sueltas u oraciones completas):
A) “Los mitos y las leyendas proporcionan una interpretación del mundo, del origen de hechos de la
naturaleza y de los seres que habitan la tierra, vinculando a la tradición y a sus creencias colectivas. De esta
manera, transmiten una imagen del mundo previa a los saberes racionales, a las técnicas y ciencias.
Tanto el mito como la leyenda parten de la necesidad de explicar algo de importancia social para la
comunidad y con el tiempo se le incorporan elementos ficcionales”.
B) “Las leyendas son narraciones que se transiten oralmente, de generación en generación, y que se
relacionan con la identidad de los pueblos que las crean. Al igual que los mitos, explican el nacimiento de alguna
ciudad o de una costumbre popular, el origen de los elementos naturales, las causas de los fenómenos climáticos.
Generalmente, esa explicación se basa en sucesos mágicos o sobrenaturales. Sin embargo se diferencian de los
mitos en que los hechos que cuentan las leyendas pueden ubicarse en un lugar y un tiempo determinados, porque
se inspiran en personajes y hechos históricos”
2. ¿Qué explican los mitos y las leyendas?
3. ¿Por qué estos relatos son importantes para la comunidad?
4. ¿En qué se diferencian el mito y la leyenda? Y ¿qué tienen en común?
LA FELICIDAD DE DAFNE
Dafne corría y saltaba, con el barro hasta las rodillas. Su pelo era una maraña de nudos imposibles y la sonrisa
era ancha, sincera, sonrisa de mujer salvaje y poderosa. En las plantas de los pies el latir de la tierra le anunciaba
las tormentas, contaba las historias de los habitantes del bosque o delataba la presencia de ocultos moradores
sensibles a su flecha.
El viento le besaba las cicatrices que las ramas hacían en su cuerpo, susurraba en canciones los secretos de las
hojas suspendidas. Dafne era un hilo más en el intrincado tejido de la naturaleza, que se expandía o cortaba sin
penas ni alegrías.
Cazaba como Diana, como sus compañeras ninfas. La muerte era una nota que tocaba a diario para que sonara
el mundo. En sus pies, las piedras tallaban los dibujos de su libertad; y en sus manos cada músculo sabía su
quehacer, tensando el arco con sabiduría para darles un final piadoso a sus eventuales presas.
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Amaba la tierra que olía cuando la lluvia convertía los terruños en barro y terminaba por esconder sus piernas bajo
una capa oscura y quebradiza. Salían entonces a la luz los seres de la oscuridad: lombrices, larvas, caracoles, un
festín para los pájaros. Algunos de los invitados terminarían en el fuego. Sorprendidos por la filosa puntería de
Dafne.
Aquel día el sol se asomaba por entre los nubarrones, después de la tormenta. Tenía echado al hombro un par de
codornices, el pelo empapado sobre la cara. Celebrando que había clareado, exhausta y feliz, decidió visitar a su
padre, el dios-río Peneo.
Como se alegraba el cada vez que la silueta de su hija aparecía entre las ramas! La admiraba por alegre, por
fuerte, por sensata, y disfrutaba cuando la risa de Dafne cantaba en sintonía con los borboteos de la corriente.
Aquella muchacha era su debilidad y, mientras se saciaba con el festín que había dejado la caza, pensó que no
habría nada que no estuviera dispuesto a hacer por ella.
Cupido dejó las flechas de inmediato. Sabía de lo que era capaz la ira de aquel dios joven y hermoso. Lo odiaba,
Odiaba ese porte masculino y grácil, su belleza, su inmenso poderío.
Lo miró por el rabillo del ojo mientras este tomaba el carcaj y se alejaba, pedante, rumbo al banquete, sin siquiera
mirarlo.
Él, Cupido, era menudo pero poderoso también. Parecía que Apolo lo olvidaba. Por el desprecio que le había
mostrado, juró que sus flechas, aunque pequeñas, le acarrearían terribles infortunios.
Cupido tensó una flecha especial, una que tenía la punta de plomo. Quien fuera atravesado por ella no moriría,
pues sus flechas no mataban, sino que sería destinado a huir de todo aquel quien le profesara amor.
Apartó la atención de Apolo, que se preparaba para la cacería con su hermana, y observó detenidamente a las
ninfas del bosque. Se interesó por una en especial, de cabellos revueltos y rojizos, piernas fuertes y torneadas, y
una sonrisa franca y deslumbrante. La flecha zumbó y se clavó, certera, en medio de su corazón.
-¡Ay! --soltó Dafne, percibiendo un dolor inexplicable en el pecho. Se llevó los dedos a la piel tostada donde había
sufrido el azote, sin entender qué lo había causado.
- Nunca me casaré - soltó, heladas la voz y la postura, sin saber de dónde provenía aquel deseo.
- Dafne querida-se extrañó el dios-río—, dices eso porque aún no te has enamorado...
-No, padre. No es por eso. Es mi libertad lo que venero. Es de mi independencia de la que estoy enamorada.
Nada me complace más que, sin rumbo fijo, correr hasta que mis piernas se echan cansadas, en el suelo...
-Tendré las tardes cálidas bajo los árboles, la sangre tibia de la presa cazada.
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--Estoy segura. Y necesito saber que respetas mi juicio, que lo entiendes.
El dios se debatió, apenado. Nunca antes había visto así a su hija. Sus lágrimas hacían caminos de agua y sal al
juntarse con la tierra salpicada en sus mejillas. Se le contrajo el corazón. Tanto amaba a Dafne que le era
insoportable verla triste. Suspiró, haciendo un gran esfuerzo por poner a un lado sus deseos para ella, y le dijo:
Un poco más tranquila, Dafne se despidió y regresó a cazar junto a las ninfas.
Cupido preparó otra flecha. Esta vez la punta era filosa y dorada, hecha de oro. Aquel que fuera atravesado por
ella se enamoraría perdidamente de la primera persona a la que viera. Esa, estaba destinada a Apolo.
Esperó, agazapado, a que el dios estuviera a pocos metros de Dafne. Una vez que se aseguró de que no habría
manera de que no se mirasen, disparó.
La flecha se clavó en el pecho de Apolo en el preciso instante en que sus ojos se encontraban con los de la ninfa.
-¡Por todos los dioses! ¿Cuál es tu nombre, criatura divina, mujer-cárcel de mi espíritu? No dormiré mientras
respires lejos de mi aliento -suspiró.
-Dame tus manos, ilumina mi agonía con tus besos, necesito que sean míos tus encantos, que esta, mi devoción,
sea también mi condena…
Apolo se acercaba y ella estaba paralizada por el miedo. Cuando al fin cayó en la cuenta de lo que sucedía, echó
a correr en busca de ayuda.
El dios corrió también, detrás de ella. La ninfa era veloz y conocía los estrechos pasajes a la perfección. Grande y
musculoso, a pesar de sus esfuerzos, él la seguía con destreza pero un poco rezagado.
Dafne salto piedras y esquivó ramas con el eco de los versos de Apolo a sus espaldas, y el terror se apoderó,
tramo a tramo, de su temple.
-¡No corras, belleza hecha destino! ¡Eres mía! ¡No hay lugar donde no haya de buscarte!
Todo lo que amaba estaba a punto de desvanecerse. Sus animales, los árboles, las plantas. Las tardes
silenciosas esperando a la presa, el zumbar de los insectos por las madrugadas.
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Dafne aulló, creyendo perdida su libertad para siempre, hasta que advirtió que el suelo bajo sus pies se
humedecía. Era su padre, llegando a ella en venas de agua por debajo de la tierra. Apolo estaba por rodearla con
sus brazos cuando sintió que algo extraño pasaba con ese cuerpo. Primero las plantas de sus pies, labradas por
la piedra, se aferraron al suelo; luego sus piernas se secaron y su piel se transformó en corteza. Sus brazos se
alargaron al cielo y se ramificaron, y sus cabellos se volvieron como las hojas que le cantan sus secretos al viento.
El dios apoyó su mejilla en el tronco, derramó sus lágrimas, y creyó que aún podría escuchar el corazón de Dafne
bajo la madera.
Finalmente no pudo ser otra cosa más que admirar la belleza del laurel, que no había hecho sino conservar la de
su amada. Y le susurró que, desde ese día, coronaría con sus hojas a los héroes.
Apolo besó la áspera superficie que abrazaba, mientras Dafne celebró que aún formaba parte del tejido verde, de
la sinfonía exacta de aquel bosque que sonaría por siempre hasta el final de los días, convertida en árbol.
ACTIVIDADES
1. ¿Qué características creen que debe tener un buen narrador oral para mantener interesado a su auditorio?
2. En sus vidas cotidianas narran sobre sus vidas personales y las de otros, ¿con qué finalidad? Creen que,
para responder a la pregunta ¿Quién sos?, ¿deberían responder con un relato?
3. ¿Estarían de acuerdo, entonces, con la afirmación de que revelamos quiénes somos, nuestra identidad, no
solo por lo que hacemos, sino también mediante lo que contamos de nosotros? Justifiquen sus respuestas
con ejemplos.
4. subrayen en el texto las partes en que describe a Dafne y copien las características de esta ninfa. ¿Cuál
les parece la más importante y por qué?
EL LLASTAY
Dicen que el Llastay (o Yastay) es el protector de los animales de los las aves, las vicuñas, los guanacos, las
corzuelas, los venados, los quirquinchos y las llamas.
Ayuda a los que cazan para comer y ahuyenta a los que cazan por deporte para cuidar que no exterminen a los
animales.
Si un cazador busca una buena presa, le tiene que ofrecer al Yastay un poco de tortilla de maíz, en un lugar oculto
por ahí. Y él le entrega un guanaco macho, a cambio de que no mate a las hembras y a las crías.
Al que cumple con la ofrenda nunca le faltará carne para comer. Pero cuentan que cuando los cazadores se
abusan, los asusta una enorme sombra que deja libres a los animales atrapados.
Dicen que es un anciano de barba blanca que usa un bastón y lleva una flauta. Otras voces cuentan que es un
guanaco macho que se convierte en humano para hacer tratos con las personas.
Una mañana, muy temprano, don Paredes preparó el mate, se calzó las ojotas, se puso el poncho, el sombrero, y
le dijo a su perro, acariciándole el lomo:
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—Vamos a ver si tenemos suerte hoy y cazamos un guanaco.
Mientras tomaba unos mates, guardó en una bolsita unas tortillas de maíz por si le daba hambre en el camino.
Porque a veces pasaba todo el día buscando una presa y volvía sin nada.
Anduvieron y anduvieron toda la mañana por los cerros secos. Castigaba el sol, mientras caminaban entre piedras
y cactus.
Don Paredes estaba viejo y se cansaba, así que cada tanto se sentaba un rato en una piedra. Estaba comiendo
una tortilla, lo más tranquilo, cuando vio aparecer con su paso majestuoso a un par de jóvenes guanacos.
Azuzó a su perro para que los corriera, los guanacos se escaparon con el perrito corriendo detrás y los perdió de
vista.
Al rato se puso de pie despacio, le dolían los huesos y trató de apurar el paso siguiendo el camino que habían
tomado los animales.
Después de andar un trecho encontró un rancho que tenía un gran corral de piedras grises, y en un palo estaba
atado su perro. Miró alrededor y vio en el corral a los guanacos que había estaba persiguiendo.
-Para que no asuste a mis guanacos —contestó el hombre-. Y vos, ¿por qué azuzás a tu perro para que persiga a
los guanacos?
-Pues para cazar uno, hombre, ¿para qué va a ser? Yo ya estoy viejo, y sin ayuda del perro no puedo cazar para
comer.
-Cuando necesites, yo te voy a dar un guanaco -le dijo el hombre-. Pero vení solo, sin el perro. Dejame en una
piedra un poco de tortilla de maíz y te vas a dar una vuelta por ahí. Cuando vuelvas, vas a encontrar un guanaco
carneado.
-Bueno, negrito, ya no vas a tener que andar corriendo guanacos. Te vas a quedar en el rancho, y yo voy a venir
solo, ¿sabes?
Dio una vuelta por ahí, al rato volvió y junto a la piedra donde había dejado la tortilla encontró un guanaco
carneado.
A partir de ese día, cada vez que necesitó comida repitió el rito: dejó una tortilla en la piedra, como ofrenda, y el
Llastay le dejó una pieza de carne para que se alimentara.
ACTIVIDADES
1. ¿Cuál es la tarea o misión que tiene el Llastay?
2. ¿Qué características correspondientes a la leyenda encontramos en este texto?
C. Preguntale a tu familia o amigos si conocen alguna leyenda que les hayan contado y compartila en tu carpeta.
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LA CREACIÓN DEL UNIVERSO
MITO CHINO
Dentro de aquel huevo originario que reunía el todo y la nada, también dormía Pan Gu, el gigante del hacha.
Dieciocho mil años duró el sueño pesado del gigante. Cuando despertó, se sintió muy confundido y sofocado.
Alrededor suyo no había otra cosa que Wuji: caos indiferenciado, ser y no-ser, tinieblas sin forma ni límites
precisos.
Pan Gu se puso en pie, empuñó su hacha y golpeó el huevo con fuerza. La cáscara se astillo en pedazos.
Enseguida, aquella nebulosa que formaría el universo empezó a girar y a girar. Pan Gu separó la materia más
clara y ligera de la más pesada y oscura. Con una formó el cielo. Con la otra, la tierra.
Desahogado, de mejor humor, el gigante dedicó toda su energía a separar cielo y tierra, todavía muy cerca uno
del otro.
Gracias a su esfuerzo, la distancia entre ambos fue creciendo día tras día, lentamente pero sin pausa, y Pan Gu
creció con ella.
Pasaron otros dieciocho mil años. Recién entonces las tinieblas se disiparon para siempre, y el cielo azul y la
tierra firme estuvieron lo suficientemente separados.
Cumplida la titánica tarea, el gigante Pan Gu, exhausto y satisfecho, se recostó, exhalo y murió.
Como la muerte engendra vida y la vida engendra muerte, y el mundo está en perpetuo cambio y transformación,
ocurrió algo aún más extraordinario. El cuerpo de Pan Gu, todavía tibio, sufrió una metamorfosis y dio origen al
mundo que nos rodea, tal como lo conocemos.
De su último suspiro nacieron el viento y las nubes. Su ojo izquierdo se transformó en el sol, y el derecho en la
luna. Las estrellas que pueblan el cielo nacieron de sus cabellos. Sus brazos, piernas y tronco dieron origen a
cinco altísimas montañas, mientras sus venas se convertían en caudalosos ríos y sus tendones en valles y
caminos. Cada uno de sus músculos trasmuto en tierras y campos fértiles. Las plantas, las flores y los árboles se
formaron a partir de su piel y del vello de su cuerpo. De su sudor nacieron la lluvia y el rocío de sus dientes y
huesos surgieron el oro, la plata, el jade, el marfil y la innumerable riqueza mineral de nuestra tierra.
En cuanto a los hombres y mujeres, algunos dicen que nacieron del espíritu y el alma del gigante. Otros afirman
que somos descendientes de los piojos que vivían entre sus pelos.
En cualquier caso, el universo y los seres que lo habitan existen gracias al gigante Pan Gu.
ACTIVIDADES
BELEROFORTE Y LA QUIMERA
En un tiempo muy lejano vivieron dos hermanos llamados Hipono y Bolero. Eran los hijos de
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Glauco, el rey de la ciudad de Corinto.
Los hermanos solían ir de caza al bosque. Hipono era un arquero casi infalible. Una tarde, vio una figura distante
entre arbustos y le lanzó una flecha mortal. Cuando fue a recoger la presa, descubrió que no se trataba de un
animal. Era su propio hermano, Belero.
Hipono lloró de rodillas junto al cuerpo muerto. Luego del funeral, lleno de dolor, decidió abandonar su casa y su
ciudad. También cambió su nombre, para que nadie olvidara su trágico error. Ahora se llamaría Belerofonte, "el
matador de Belero".
Tras dejar Corinto, llegó a la ciudad de Tirinto. Allí reinaban Preto y Antea. Ambos se condolieron de su desgracia
y lo hospedaron en el palacio. Pero la reina Antea se había enamorado a primera vista. Hizo todo lo posible para
ser correspondida por ese joven triste y bello. Belerofonte, sin embargo, la ignoraba una y otra vez. Herida en su
amor propio, Antea le dijo a su marido que el huésped intentaba seducirla y conquistarla.
El rey Preto se sintió traicionado y humillado. Para no enojar a los dioses -matar a un huésped era un grave
crimen-, tramó un plan simple pero efectivo. Llamo a Belerofonte y le dijo:
- Por favor, lleva este mensaje a Yobates, mi suegro, el padre de Antea. Es urgente.
Yobates reinaba en Licia, una ciudad vecina a Tirinto. Belerofonte se puso en marcha sin preguntar nada. Al
llegar, se presentó ante el rey. El anciano Yobates abrió en su presencia el mensaje sellado. La nota decía:
El portador de esta carta deshonró a tu hija y a tu yerno, y debe pagar con su vida.
Yobates pensó unos momentos. El tampoco quería manchar con sangre sus manos. Al fin le dijo al mensajero:
-Belerofonte, sé que tu fuerza es tan grande como tu coraje. Te pido que viajes a Caria y nos libres de la
despiadada Quimera.
De ese modo, Yobates cumplía el encargo de Preto, pues nadie salía vivo de un combate con la Quimera. Era un
monstruo con cuerpo de cabra, cabeza y garras de leona, y cola de serpiente. Corría a gran velocidad y escupía
fuego, su piel era tan gruesa que ni la espada más filosa la traspasaba. Vivía entre las montañas y solía bajar a
los campos, diezmando rebaños, asesinando a cualquiera que la enfrentara.
Belerofonte sabia que nadie que desafiara a la criatura volvía para contarlo. Pero el aun lloraba a su hermano,
considero justo perder la vida en garras de un monstruo, si eso le deparaba el destino.
-Para enfrentar a la Quimera-le dijo el anciano-. Usa una lanza de plomo en lugar de una de acero.
También le recomendó atacar al monstruo a caballo. Pero no en cualquier caballo, sino en uno más veloz y más
ágil que todos los demás. El único que le serviría. Nada menos que Pegaso, el caballo alado, favorito de los
dioses.
Belerofonte agradeció los consejos y siguió camino. Encargó a un herrero una lanza de plomo, mientras pensaba
cómo atrapar a Pegaso. Pero aunque lograra atraparlo, se decía, debería domarlo. ¿Y cómo domar un caballo
volador?
La diosa Atenea escuchó sus cavilaciones y quiso ayudarlo. Tomó la apariencia de una niña y se puso en su
camino. Llevaba una cuerda dorada entre las manos. Le entregó la cuerda con una sonrisa y le dijo:
-Sé que buscas a Pegaso. Suele refrescarse en la fuente de Pirene. Podrás atraparlo con este lazo.
Belerofonte aceptó el regalo de la misteriosa niña. Poco después, encontró al caballo alado donde ella le había
indicado. Era un animal majestuoso.
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Belerofonte esperó a que Pegaso agachara la cabeza para beber de la fuente. Entonces arrojó el lazo dorado. Así
consiguió atraparlo y montarlo. Pegaso corcoveaba, encabritado. Levantó vuelo, se sacudió, intentó quitarse de
encima a su jinete. Pero Belerofonte era hábil y decidido, y el animal terminó aceptándolo como un jinete digno.
Cuando llegaron a los campos de Caria y divisaron a la Quimera, volaron en círculos a su alrededor. Primero a
mucha altura, estudiándola, y después cada vez más cerca. La bestia nunca había sido atacada desde el aire.
Recién los vio cuando bajaban en picada hacia ella. Tomada de sorpresa, solo atinó a pararse sobre sus patas
traseras, rugir y exhalar una bocanada de fuego. Al mismo tiempo,
Belerofonte arrojó su lanza hacia las fauces del monstruo.
El fuego de la Quimera derritió el metal. El plomo líquido corrió por su garganta. La bestia soltó un horrendo
gemido y cayó al piso, muerta, con las entrañas calcinadas.
A su regreso, Belerofonte fue saludado como un héroe. Yobates, en cambio, maldijo su suerte. Le hizo un nuevo
encargo: pelear contra los sólimos, un pueblo feroz que acechaba las fronteras de la ciudad.
Con ayuda de Pegaso, Belerofonte no solo sobrevivió, sino que cumplió la misión con éxito. Y asi se sucedieron
otras trampas, de las que el joven salía siempre vencedor.
-¿Cómo es posible que un héroe respetable como tú, Belerofonte, haya intentado seducir a mi hija Antea a
espaldas de su marido? No puedo entenderlo.
El anciano le mostró la carta del rey Preto, que el propio joven le había entregado tiempo atrás.
Sorprendido, Belerofonte le explicó la verdad, que era justo al revés. La reina quiso seducirlo a él, y al verse
rechazada, lo acusó injustamente.
Yobates creyó en su palabra. Para compensarlo, le ofreció la mano de su otra hija, Filónoe. Así, el héroe se
convirtió en príncipe. Y poco después, tras morir Yobates, fue coronado rey.
Una mañana, Belerofonte monto a Pegaso para volar hacia el Olimpo. Después de tantas hazañas, se sentía
invencible, digno de ser recibido en la morada de los dioses. Pero Zeus no pensaba igual. Al verlo venir, decidió
castigar su soberbia Para eso le alcanzó con un tábano.
El insecto voló y pico a Pegaso en una pata. El caballo se encabritó. Belerofonte, que montaba muy confiado, casi
distraído, no llegó a aferrar la rienda dorada. Cayó de espaldas al vacío. La terrible caída no lo mato-fue a dar
sobre unos espesos matorrales, pero el golpe lo dejó rengo, ciego y muy lejos de su hogar.
Así pasó Belerofonte sus últimos años: vagando por caminos desconocidos y contando sus hazañas a quien se
prestara a oírlas.
Pegaso, por su parte, siguió volando hasta el cielo. Allí se inmortalizó como una constelación que lleva su nombre,
y hasta el día de hoy puede verse.
ACTIVIDADES
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En Tierra del Fuego, en la tribu selk'nam había un joven indio llamado Kamshout al que le gustaba hablar.
Le gustaba tanto que, cuando no tenía nada que decir -y eso era muy notable porque siempre encontraba tema-,
repetía las últimas palabras que escuchaba deboca de otro.
-Si, es cierto, Mirémoslo en silencio. ¡Es verdad! Está hermoso! Y es mucho más lindo así, cuando uno lo mira con
la boca cerrada, ¿no es cierto? -respondía Kamshout.
-¡No quiero escuchar una palabra más! - gritaba, de vez en cuando, el malhumorado cacique -. ¡En esta tribu hay
indios que hablan demasiado!
Por su charlatanería, toda la tribu sintió su ausencia cuando un día, como todo joven, tuvo que partir.
-Lo sé! -respondía otro. Ahora puedo oír cantar a los pájaros.
-Yo lo extraño -decía una. Pero enmudecía inmediatamente, ante las miradas de reprobación de los demás.
Y Kamshout regresó.
Y las aves al verlo emigraron, porque ¿para qué cantar donde nadie puede escucharte?
Kamshout regresó maravillado. No podía olvidar su viaje y repetía a quien quisiese oírle (pero más a quien no)
que en el norte los árboles cambian el color de sus hojas.
(Y los que lo oían imaginaban, tal vez, un pan recién sacado del fuego).
De árboles desnudos.
(Y los que lo escuchaban se horrorizaban de semejante desfachatez. ¡Si solo andaban desnudos animales y
hombres!).
(Y los obligados oyentes miraban sus pinturas para poder imaginar mejor).
15
De caminos hechos de hojas que crujían, coloreadas de dorado, amarillo y rojo, provenientes de árboles que se
desnudaban.
¿Qué era esa tontería de decir que los árboles no tienen hojas eternamente verdes?
¿Quién iba a tragarse el cuento de que los árboles pierden su follaje y luego les brota otro nuevo?
Desesperado por convencerlos de que decía la verdad, Kamshout contó lo mismo infinitas veces, sin parar.
Día y noche, sin parar. Segundo tras segundo, sin parar. Hasta que sus palabras se fueron encimando unas con
otras y se convirtieron en un extraño sonido.
Por hacerse los que no lo veían, por jugar a ignorarlo, no vieron, en serio, su prodigiosa transformación: Kamshout
se convirtió en un loro gordo.
Recién lo notaron cuando escucharon que les hablaba desde los árboles.
No había duda. Era su voz, que ahora solo decía kerthprrh, kerrhprrh... hasta el cansancio.
Komshout volaba sobre las hojas, y al rozarlas, las tenía del color de sus plumas. De pronto, una hoja cayó.
Pero Kamshout no respondió. Se había ido muy lejos, Dicen que acompañado por su amiga y enamorada.
La tribu quedó más en silencio que nunca. Recién en la primavera, cuando las hojas volvieron a cubrir las ramas
erizadas de frío de los árboles desfachatadamente desnudos, volvió Kamshout, acompañado de su compañera y
de sus hijos.
Otros dicen que los que vinieron eran solo un grupo de loros haciendo kerrhprrh sin cesar desde las copas de los
árboles.
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ACTIVIDADES
EL FALSO MÉDICO
Son muchas horas y el cansancio se acumula. Se siente sobre los hombros. Varios cafés engañan al sueño y lo
retardan un poco pero esto solo no alcanza. Las guardias son inevitables, pero él sabe que con eso también suma
experiencia.
Le pide a una enfermera que le alcance las historias clínicas de los pacientes de la habitación 224. Es el último
esfuerzo. Ya se va. Una cama verdadera y no una camilla durísima y fría. Eso es lo que necesita.
Repasa las historias clínicas: no son casos graves. No tiene que tomar decisiones por el día de hoy.
Braulio, un señor de unos 70 anos, lo saluda apenas con la mano, pero le hace un gesto de que está todo bien.
Cálculos renales como para llenar una estantería completa. Un poco dopado pero evolucionando bien. Lo revisa.
Todo en orden.
En la cama de al lado, la otra paciente, Rosa. Entró con un cuadro de vesícula inflamada, para intervención. Tiene
para unos días antes de ser operada. Con la vesícula inflamada hay más riesgos. ¿Es el que la ve muy pálida o
realmente lo está? Le hace la pregunta de rigor:
El doctor trata de procesar rápidamente la información que vuelve a consultar en la historia clínica.
-La de la operación, cuál va a ser si no - le contesta la señora al mismo tiempo que levanta la sabana y parte del
camisón. La marca de la herida no le deja lugar a duda. La incisión se ve desprolija y la sutura no mucho mejor. El
doctor no sabe por dónde empezar, pero hace la pregunta obvia:
Doña Rosa le pide que le sirva un vaso de agua, pero el doctor está tan nervioso que casi se la toma él.
-Vino un muchacho joven, como usted, y se presentó como el doctor... no me acuerdo el apellido. Ya estaba con
los guantes y con lo que va en la boca, eso, el barbijo, y me contó, hablando muy suavecito, que me iba a operar.
Le pregunté si tenía que ser ahora. Me contestó que era el único momento en que el... ¿cómo se llama?, eso,
quirófano, estaba libre.
Bueno, me dijo, ahora cierre los ojitos y relájese. Después me puso un pañuelo en la boca y me quedé dormida.
¿Pasa algo malo, doctor?
El doctor repasa por decima vez la historia clínica. Solo figura la rutina diaria, nada más.
Al médico le tiemblan las piernas y no puede decidir si dejar a Rosa sola o llamar a la enfermera, aunque no es la
misma de la noche. Se pregunta cómo puede ser posible, cómo.
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ACTIVIDADES
LA VIDA Y LA LUZ
No había hombres. Los únicos seres vivos sobre la tierra eran el dios Nemequene, su mujer y su hijo.
Nemequene un día quiso crear la vida en la tierra. Tomó un poco de barro blando, y modeló las figuras de los
hombres y de los animales. Trabajó con empeño varios días dándoles forma a las figuras, pero los muñecos que
hacía no tenían vida. (...)
Entonces Nemequene envió a su hijo al cielo para que iluminara la tierra. El joven llegó al cielo y se convirtió en
Súa, el sol. Los rayos brillantes de Súa iluminaron bien la tierra. El barro se calentó, y brotaron hierbas, árboles y
plantas. Todo floreció, y el paisaje se puso verde. Y el calor del sol les puso vida a los muñecos de barro que
Nemequene había hecho.
Algunos se convirtieron en pájaros y vivieron en los bosques (...). Otros se convirtieron en peces (...). Otros se
convirtieron en distintos animales, y otros, en los seres humanos.
Pero las gentes creadas por Nemequene no estaban conformes, porque la luz y el calor de Súa les llegaban
solamente unas horas. Cada noche, mientras Súa descansaba, volvía la oscuridad. Entonces le pidieron ayuda a
Nemequene.
Nemequene amaba a los seres que había creado y quiso ayudarlos. Así que subió al cielo y se convirtió en Chía,
la luna. De este modo, compartió la tarea de iluminar el mundo con su hijo. Súa iluminaba con sus rayos de luz
sobre la tierra de día, y Chía, de noche.
Desde entonces, las gentes creadas por Nemequene nunca se olvidaron de darle las gracias. Celebraban fiestas
en honor de Súa y de Chía, y dicen que, a veces, dedicaban sus hijos al sol y la luna llamándolos suachías antes
de darles nombres propios.
Cuentan que así fue cómo se creó la vida en el mundo, según lo recuerdan los chibchas.
ACTIVIDADES
Dicen que Viracocha, el padre de todos, antes de crear a los hombres, creó a unos gigantes que vivieron sobre la
tierra muchos años. Pero estos gigantes eran seres engreídos y, a veces, se creían más que el mismo dios. Al ver
esto, Viracocha envió un diluvio, y los gigantes se ahogaron.
Creó entonces al primer hombre, Alcaviza, de la misma estatura que él y le dio un bastón de oro. "Debes caminar
y caminar sobre la Tierra. Solo cuando se hunda sin esfuerzo en el suelo, podrás asentarte y fundar tu pueblo", le
dijo el dios antes de partir. Dicen que el bastón se hundió en Cuzco, la capital del Imperio inca.
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Allí nacieron los demás hombres y mujeres.
Pero Viracocha les tenía reservado otro regalo a los hombres: rodeado de montañas, se extendía un hermosísimo
valle. Los hombres y las mujeres vivían allí y nunca les faltaba agua ni comida. Los Apus, dioses de las montañas
que rodeaban el valle, los protegían. Una sola cosa les prohibieron los Apus: nunca debían escalar hacia la
cumbre donde ardía el fuego sagrado.
Pero el diablo tentó a los hombres y, tomando la forma de uno de ellos, les dijo a los guerreros más fuertes:
"Ustedes se creen mucho, pero a que no pueden subir la montaña".''Sí podemos, pero no lo hacemos porque los
dioses se van a disgustar", respondieron algunos. ''No es cierto. Anoche, los Apus me dijeron en sueños que
deseaban ver lo valientes que son los hombres".
Dudaron un poco aquellos guerreros, pero, al llegar la noche, se organizaron y en silencio comenzaron a subir
Casi habían alcanzado la cima cuando los Apus los descubrieron. Se enojaron muchísimo y, como castigo,
enviaron cientos de pumas feroces que devoraron a aquellos hombres imprudentes.
Cuando Inti, el Sol, vio la terrible matanza, lloró de tristeza por la muerte de los guerreros. Dicen que lloró per
cuarenta días y cuarenta noches. Sus lágrimas inundaron el valles todos se habían ahogado. Solo un hombre y
una mujer se salvaron, y, cuando la lluvia paró y el sol salió de nuevo, se vieron rodeados de un inmenso lago.
Era tan transparente el agua que, en el fondo, se podían ver unas estatuas de piedra que tenían la forma de los
pumas ahogados. Por eso, a ese lago lo llamaron Titicaca, que significa 'lago de los pumas de piedra'.
ACTIVIDADES
DÁNAE Y PERSEO
Mito griego
No se puede escapar al destino. Eso lo saben todos los griegos, y lo supo también Acrisio en el momento de su
muerte. Un oráculo le había advertido que su nieto lo mataría y por miedo a esta profecía, mandó a encerrar a
Dánae, su única hija, para que nunca tuviera descendencia. Pero Zeus se apiado de ella y concibió, transformado
en lluvia de oro, un hijo en su vientre. Cuando Acrisio se enteró, ordenó que encerraran a Dánae y a su hijo en un
cofre, y los arrojaran al mar. Pero ellos se salvaron, y llegaron sanos y salvos a la isla de Séfiros, gobernada por el
tirano Polidectes quien, apenas vio la belleza de Dánae, no dudó en llevarlos a su palacio.
Allí creció Perseo, el hijo de Dánae, y con los años se transformó en un joven apuesto y valiente. Sus cualidades
pronto despertaron la envidia del rey, quien veía en él un futuro rival. Acosado por esos sentimientos, le ordenó
una misión imposible: traer la cabeza de Medusa, la terrible Gorgona.
El valiente Perseo aceptó ese desafío, sobre todo, porque sabía que si no cumplía, Polidectes podría separarlo de
su madre. La diosa Atenea le dio su escudo de plata, y Hermes el dios mensajero, una espada de oro y le indicó
el camino hacia las grayas, unas horribles ancianas que tenían un solo ojo y una sola boca para las tres. Ellas le
dirían dónde encontrar a Medusa."Tienes que ser astuto, no te van a decir nada por voluntad, debes engañarlas le
dijo el dios. Y así lo hizo Perseo: mientras las grayas estaban distraídas, se apodero de su único ojo. No tuvieron
más remedio que decirle dónde se escondía Medusa y, además, le dieron tres objetos mágicos: unas sandalias
aladas, una alforja mágica y el casco de Hades, que hacía invisible a quien lo usaba."Una cosa más: nunca mires
de frente a Medusa", le advirtieron.
Al llegar a los confines del mundo, Perseo encontró a las gorgonas durmiendo. Caminando siempre hacia atrás y
mirando a través del escudo de plata, se acercó lentamente. (..) Pudo distinguir rápidamente a Medusa: en vez de
cabellos, en su cabeza crecían horribles serpientes (..). Entonces el joven avanzó y, mirando siempre su reflejo,
extendió su espada y la decapito. Tomó la cabeza y la metió en la alforja. Luego se puso el casco de Hades y
escapo sin que las otras gorgonas pudieran encontrarlo.
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Al llegar a Séfiros, el tirano lo esperaba. “Y bien. Perseo, ¿me has traído lo que te pedí?" le preguntó
socarronamente. "Mira por ti mismo si no me crees, Polidectes", le contestó el joven mientras sacaba la cabeza de
Medusa de su alforja. Inmediatamente el rey se convirtió en piedra, al igual que todos sus soldados. De esta
manera, Perseo y su madre quedaron liberados de la tiranía de Polidectes y vivieron felices y amados por el
pueblo.
Un día, Perseo decidió participar en los juegos que organizaba un rey vecino; allí, en el medio de la arena, lanzó
un disco con tanta fuerza que este atravesó las gradas y golpeó a un anciano que observaba entre el público. No
era otro que Acrisio, su abuelo. Dánae secó las lágrimas de Perseo y lo consoló con las palabras que saben todos
los griegos: nadie escapa a su destino.
ACTIVIDADES
EL RAPTO DE PERSÉFONE
Mito griego
Perséfone era hija de Deméter, diosa de la naturaleza y la agricultura, y era también muy hermosa, Solía dar
paseos en soledad por los campos que, en ese tiempo, estaban llenos de flores todo el año, porque no existían ni
el frío ni el hambre.
Cierto día, Perséfone estaba recostada en el pasto cuando oyó unos pasos muy cerca. Apenas se incorporó, vio
la figura de Hades, el dios del Inframundo, quien la raptó y la llevó a su reino de tinieblas para hacerla su esposa.
La madre, al advertir que su hija no regresaba, salió a buscarla. Recorrió todos los lugares posibles donde podría
encontrarla y preguntó por ella a quienes se cruzaban en su camino. Sin embargo, nadie tenía noticias sobre la
joven. Hasta que el Sol se apiado de su dolor y le contó lo sucedido. Deméter fue en busca de Zeus, padre de
todos los dioses, para que obligara a Hades a devolverla. Pero Zeus, que conocía muy bien el carácter de su
hermano, no quería tener problemas con él.
Deméter se enfureció por el desinterés de Zeus y le juró que, mientras no le devolvieran a su hija, no iba a hacer
crecer nada sobre la tierra. De manera que, a los pocos días, todo se había convertido en un verdadero desierto.
Finalmente, Zeus no tuvo otra alternativa que intervenir; mas cuando descendió al Inframundo a pedir la libertad
de Perséfone, Hades le comunicó que eso era imposible, porque la joven ya había comido el fruto prohibido, la
granada, y todos sabían que quien comiera de esa fruta no podía volver al reino de los vivos. A pesar de esto,
tanto le rogó Zeus que, por fin, llegaron a un acuerdo; Perséfone pasaría seis meses en el mundo de los muertos,
como la esposa de Hades, y seis meses volvería a la tierra para estar con su madre.
Desde entonces, durante el tiempo en que Deméter está con su hija, el suelo se vuelve fértil y todo reverdece,
pero cuando Perséfone vuelve al Inframundo, su madre se entristece y nada deja crecer sobre la faz de la tierra.
ACTIVIDADES
Fue hacia el año 1532. Un chasqui llegó a las tierras de Cacheuta, el poderoso cacique que dominaba el valle de
Mendoza y sus alrededores.
El emisario traía solamente malas noticias: Atahualpa, el gran señor inca desdiente de Inti, había sido hecho
prisionero por los españoles y esperaba ayuda de los suyos porque debía llenar un cuarto de oro y plata a cambio
de su libertad
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Cacheuta convocó a sus vasallos y reunió el mayor caudal posible para la salvación del Inca. Muy poco tiempo
después un hato de llamas cargadas con petacas de cuero repletas de objetos de oro y plata estaban listas para
emprender el viaje hacia el Norte. El mismo cacique, al frente de sus jefes guerreros, sería el encargado de
conducirlas.
Partió la expedición. Las llamas con sus pasitos menudos, acompañados de movimientos del cuello y la cabeza,
marchaban llevando en el lomo la valiosa carga que iba a servir para dar libertad al soberano de los quechuas.
Cuando llegaron a las primeras estribaciones del macizo andino, se internaron por los angostos vericuetos de la
montaña y marcharon sin descanso en su afán de llegar cuanto antes a destino. Pero cerca de un recodo de la
montaña distinguieron, a lo lejos, semiescondido, un grupo de gente armada y de inmediato reconocieron al
enemigo.
Los indígenas se pusieron en guardia, y como primera medida decidieron esconder la valiosa carga en el más
seguro lugar de la montaña. Eran grandes conocedores del terreno y muy pronto su labor quedó terminada.
Los adversarios notaron que habían hecho un alto en el camino; como seguramente ya habían descubierto la
emboscada, decidieron atacarlos.
La lucha fue desigual, pero encarnizada, y aunque los indígenas supieron defenderse con valor, finalmente
cayeron vencidos.
Dueños de la situación, los españoles se lanzaron en busca del oro y la plata del rescate de Atahualpa.
Registraron rocas y grietas, cuevas y barrancos tratando de sacar su secreto a la montaña. Y tanto empeño
pusieron que, finalmente se acercaron al lugar donde habían depositado el tesoro. Pero cuando intentaron
tomarlo, enormes chorros de agua hirviendo surgieron de entre las piedras, salpicándolos, deteniéndolos,
quemándolos.
Dicen que el espíritu de Cacheuta brotó como agua hirviente para alejar a los enemigos del tesoro del Inca.
Dicen que desde entonces las aguas protegen el secreto del oro, pero se brindan a los que acuden a ellas en
busca de alivio para sus males.
ACTIVIDADES
LA CIUDAD DE ESTECO
La ciudad de Esteco era, según la leyenda, la más rica y poderosa de las ciudades del norte argentino.
Se levantaba en medio de un fértil y hermoso paisaje de la provincia de Salta. Sus magníficos edificios
resplandecían revestidos de oro y de plata.
Los habitantes de Esteco estaban orgullosos de su ciudad y de la riqueza que habían acumulado.
Usaban un lujo desmedido y en todo revelaban ostentación y derroche. Eran soberbios y petulantes. Si se les caía
un objeto cualquiera, aunque fuese un pañuelo o un sombrero, y aun dinero, no se inclinaban siquiera para
mirarlos, mucho menos para levantarlos. Sólo vivían para la vanidad, la holganza y el placer. Eran, además,
mezquinos e insolentes con los pobres, y despiadados con los esclavos.
21
Un día, un viejo misionero entró en la ciudad para redimirla. Pidió limosna de puerta en puerta y nadie lo socorrió.
Sólo una mujer muy pobre que vivía en las afueras de la ciudad con un hijo pequeño, mató la única gallinita que
tenía para dar de comer al peregrino.
El misionero predicó desde el púlpito la necesidad de volver a las costumbres sencillas y puras, practicar la
caridad, ser humildes y generosos, y todo el mundo hizo burlas de tales pretensiones. Predijo, entonces, que si la
población no daba pruebas de enmienda, la ciudad sería destruida por un terremoto. La mofa fue general y la
palabra terremoto se mezcló a los chistes más atrevidos. Pedían en las tiendas, por ejemplo, cintas de color
"terremoto".
El misionero se presentó en la casa de la mujer pobre y le ordenó que en la madrugada de ese día saliera de la
ciudad con su hijito en brazos. Le anunció que la ciudad se perdería, que ella sería salvada por su caridad, pero
que debía acatar una condición: no volver la cabeza para mirar para atrás aunque le pareciera que se perdía el
mundo; si no lo hacía, también le alcanzaría el castigo.
La mujer obedeció al misionero. A la madrugada salió con su hijito en brazos.
Vagos indicios recuerdan, en el campo asolado, el asiento de la opulenta ciudad de Esteco tragada por la tierra en
castigo de sus soberbios habitantes.
Anónimo
ACTIVIDADES
LA COMUNICACIÓN
HUMANA
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COMUNICACIÓN EFECTIVA
LA INMISCUSIÓN TERRUPTA
Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le
flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario
en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.
– ¡Asquerosa! – brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos
es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue
marivorearle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire
con sus abrocojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle
las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su
contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro
peticuras de esas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de
vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.
Julio Cortázar
EL CUENTO DE LA SOPA
Estaba una señora sentada sola en la mesa de un restaurante, y tras leer la carta decidió pedir una apetitosa sopa
en la que se había fijado. El camarero, muy amable le sirvió el plato a la mujer y siguió haciendo su trabajo.
Cuando éste volvió a pasar cerca de la señora ésta le hizo un gesto y rápidamente el camarero fue hacia la mesa.
– ¿Qué desea, señora?
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– Quiero que pruebe la sopa.
El camarero, sorprendido, reaccionó rápidamente con amabilidad, preguntando a la señora si la sopa no estaba
rica o no le gustaba.
Tras pensarlo un poco más, en cuestión de segundos el camarero imaginó que posiblemente el problema era que
la sopa estaría algo fría y no dudó en decirlo a la mujer, en parte disculpándose y en parte preguntando.
– Quizás es que esté fría señora. No se preocupe, que le cambio la sopa sin ningún problema…
El camarero, desconcertado, dejó atrás la amabilidad y se concentró en resolver la situación. No era de recibo
probar la comida de los clientes, pero la mujer insistía y a él ya no se le ocurrían más opciones. ¿Qué le pasaba a
la sopa? Lanzó su último cartucho:
– Señora, dígame qué ocurre. Si la sopa no está mala y no está fría, dígame qué pasa y si es necesario, le
cambio el plato.
– Por favor, discúlpeme pero he de insistir en que si quiere saber qué le pasa a la sopa, sólo tiene que probarla.
Finalmente, ante la petición tan rotunda de la señora, el camarero accedió a probar la sopa. Se sentó por un
momento junto a ella en la mesa y alcanzó el plato el plato de sopa. Al ir a coger una cuchara, echó la vista a un
lado y otro de la mesa, pero… no había cucharas. Antes de que pudiera reaccionar, la mujer sentenció:
– ¿Lo ve? Falta la cuchara. Eso es lo que le pasa a la sopa, que no me la puedo comer.
Jorge Bucay
IR A BERAZATEGUI
(La acción transcurre durante la tarde, en una calle del Gran Buenos Aires.)
Sr. Ramírez: -Señor, por favor, ¿podría decirme si por aquí pasa algún colectivo?
Sr. Estévez: -Alguno debe pasar. Escuche. Siento uno.
Sr. Ramírez: -Yo no sé si tengo que tomar el ciento uno.
Sr. Estévez: -¡Pare, don! ¡Pare, don!
Sr. Ramírez: -¿Paredón? ¿De qué paredón me habla? (Se pone las manos sobre la frente en forma de visera
como para ver mejor.) Aquí no veo ningún paredón.
Sr. Estévez: -¡Pero qué paredón ni qué parecita! ¿Por qué no cierra la boquita? (Se lleva el índice a la boca en
gesto de silencio.) Dije que siento que viene algún colectivo.
Sr. Ramírez: -Sí, el ciento uno.
Sr. Estévez: -¡No! Yo dije: siento uno.
Sr. Ramírez: -Pero no sé si ese me lleva.
Sr. Estévez: -(tremendamente confundido.) ¿Y por qué no lo va a llevar? Si paga el boleto lo lleva.
Sr. Ramírez: -Sí, pero, ¿No sabe si me lleva a Berazategui?
Sr. Estévez: -¿A ver a Zategui?
Sr. Ramírez: -Sí, a Berazategui.
Sr. Estévez: -¿Y que se yo? No tengo la menor idea de quien ese Zategui.
Sr. Ramírez: -¿Zategui? ¿Quién habló de Zategui? ¡Qué disparate!
Sr. Estévez: -¡Pero a usted le falla el mate! Me acaba de preguntar que puede tomar para ir a ver a Zategui. (Se
pone el dedo sobre la sien y lo da vueltas para indicar que no está bien de la cabeza.)
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Sr. Ramírez: -Disculpe, pensé que tal vez usted sabía que colectivo me puede llevar a Berazategui.
Sr. Estévez: -¡Pero si yo no se quien es Zategui!
Sr. Ramírez: -(Totalmente desconcertado.) ¿Zategui? ¡Nadie! Yo no conozco a ningún Zategui.
Sr. Estévez: -Ah, ¡qué piola! Usted se parece a mi tía Porota: dice una pavada tras otra. ¿Así que no conoce a
ningún Zategui y quiere que yo le diga cómo ir a verlo? ¿Pero qué le pasa? (Se da media vuelta y empieza a
alejarse.)
Sr. Ramírez: -(Lo toma de un brazo y lo acerca.) Ya le dije, quiero averiguar qué colectivo me lleva a Berazategui.
Sr. Estévez: -¿Pero quién es ese Zategui que usted quiere ir a ver?
Sr. Ramírez: -¡Nadie!
Sr. Estévez: -(Lo toma de la solapa con las dos manos.) ¿Y cómo quiere que yo le diga que tomar para ir a ver a
nadie? ¿Por quien me toma?
Sr. Ramírez: -(Se suelta suavemente.) Disculpe, lo que quiero tomar es un colectivo.
Sr. Estévez: -(Furioso.) Mire, ¿por qué no se las toma de una vez?
Sr. Ramírez: -Lo que yo quiero tomar es un colectivo que vaya a Berazategui.
Sr. Estévez: -(Se toma la cabeza con las dos manos con gesto desesperado.) ¿Pero de qué Zategui me habla?
Sr. Ramírez: -Señor, por favor, le hablo de Be-ra-za-te-gui.
Sr. Estévez: -Mire, usted vaya a ver a quien quiera, ¿pero yo que tengo que ver con eso?
Sr. Ramírez: -¿Con eso?
Sr. Estévez: -Sí, con eso.
Sr. Ramírez: -¿Con eso qué? ¿Qué eso? ¿Qué eso?
Sr. Estévez: -¿Queso? ¿Qué queso?
Sr. Ramírez: -¿Qué queso qué? ¿Qué queso? ¿Qué es eso del queso?
Sr. Estévez: -¡No se qué es eso del queso pero me irrita los sesos!
Sr. Ramírez: -Mire, si a usted el queso le irrita los sesos, déjese de comer queso.
Sr. Estévez: -(Se toca la boca y saca la lengua.) Pero si yo no estoy comiendo queso.
Sr. Ramírez: -Tiene razón. Entonces, lo que lo irrita no es eso.
Sr. Estévez: -Pero, que…so…que… so…
Sr. Ramírez: -¿Qué le pasa con el queso?
Sr. Estévez: -(Hace un gesto amenazador con la mano.) Qué so… qué so… ¡Qué sopapo le voy a encajar si no la
termina y se va!
Sr. Ramírez: -Señor, justamente lo que yo quiero es irme a Berazategui.
Sr. Estévez: -¡Mire, ahí viene el colectivo, súbase y váyase a ver a quien quiera! (Lo empuja hacia el colectivo y lo
obliga a subir.) ¡Y déle mis saludos a su abuela!
LA CONVERSACIÓN: SUPERESTRUCTURA
- ¿Ya viste a Tita? ¡Pobrecita, su hermana se va a casar con su novio! Yo los vi un día en la plaza del pueblo,
tomados de la mano. ¡Tan felices que se veían!
-¿No me digas? Pues Paquita dice que ella vio como un día, en plena misa le pasó a Tita una carta de amor,
perfumada y todo!
- ¡Dicen que van a vivir en la misma casa! ¡Yo que Elena no lo permitía!
- No creo que lo haga. ¡Ya ves como son los chismes!
Laura Esquivel
de Como agua para chocolate
ACTIVIDADES
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1. Imaginen quiénes podrán ser las personas que sostienen la conversación anterior (los
interlocutores).
2. ¿Cómo inicia la conversación la primera persona? ¿Con qué palabras llama la atención del
receptor?
• ¿Qué palabras de la pregunta inicial indican que ambas personas conocen a Tita?
3. Para despertar el interés de su oyente, ¿qué palabra usa la persona que está hablando?
LA CONVERSACIÓN
A través de la conversación, los hablantes intentan alcanzar diferentes objetivos: pedir, ordenar, narrar,
comunicar, manifestar sus estados de ánimo. Es decir, apelar, informar, expresar. La conversación suele seguir
ciertas reglas que son propias de este tipo de discurso. Ese esquema básico se llama superestructura y sirve para
analizar la mayoría de las conversaciones.
1. SE INICIA LA
CONVERSACIÓ N CON 1. SE DESPIERTA EL
ALGUNA FÓ RMULA. INTERES DEL OYENTE 1. SE APELA AL 1. SE TERMINA DE 1. SE USA ALGUNA
(HOLA, ¿QUÉ TAL?) (MIRÁ , PEDRO, TENGO RECEPTOR (PIDIENDO, PROPORCIONAR LOS FÓ RMULA DE
ALGO IMPORTANTE ROGANDO, DATOS QUE SE DESPEDIDA O DE
2. SE LLAMA LA QUE DEIRTE…) ORDENANDO…) DESEABAN CIERRE.
ATENCIÓ N DEL TRANSMITIR.
RECEPTOR. 2. SE PREPARA EL
TÓ PICO O EL ASUNTO
2. SE INFORMA 2. SE PLANTEA UN
(SE TRATA DE TU
(PROPORCIONANDO NUEVO ENCUENTRO.
CASAMIENTO)
DATOS, NARRANDO,
EXPLICANDO…)
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3. SE EXPRESAN
SENTIMIENTOS
(EXPLICANDO QUÉ SE
SIENTE)
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