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La Importancia Del Diagnostico

Este documento describe la importancia de realizar un diagnóstico preciso de la situación actual de una escuela para identificar sus fortalezas y debilidades y las causas de los resultados educativos, lo que permitirá diseñar estrategias para mejorar la calidad de la educación. Un buen diagnóstico requiere información suficiente y confiable obtenida con la participación de todo el personal y la comunidad escolar, y debe responder preguntas sobre el cumplimiento de la misión escolar y los logros y problemas educativos para iniciar un proceso de cambio.

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La Importancia Del Diagnostico

Este documento describe la importancia de realizar un diagnóstico preciso de la situación actual de una escuela para identificar sus fortalezas y debilidades y las causas de los resultados educativos, lo que permitirá diseñar estrategias para mejorar la calidad de la educación. Un buen diagnóstico requiere información suficiente y confiable obtenida con la participación de todo el personal y la comunidad escolar, y debe responder preguntas sobre el cumplimiento de la misión escolar y los logros y problemas educativos para iniciar un proceso de cambio.

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Presentación

Cómo conocer mejor nuestra escuela? Elementos para el diagnóstico, forma


parte de los materiales elaborados para apoyar el proyecto de investigación e innovación “La
Gestión en la Escuela Primaria”, que la Dirección General de Investigación Educativa de la
Subsecretaría de Educación Básica y Normal desarrolla en colaboración con las secretarías
de educación de Baja California, Baja California Sur, Colima, Durango, Guanajuato,
Michoacán, Morelos, Nayarit, Quintana Roo, San Luis Potosí y Sonora.
Este proyecto tiene como propósito establecer una nueva forma de organización y
funcionamiento de la escuela primaria, basado en el cumplimiento de las responsabilidades
profesionales y el trabajo colegiado; en particular, se busca que el personal docente y
directivo adquiera los conocimientos y habilidades necesarias para realizar el diagnóstico y
detección de los principales problemas que enfrentan en su labor cotidiana, así como para
diseñar estrategias para superarlos; de tal manera que se promueva el mejoramiento
continuo de la calidad de los aprendizajes de los alumnos.

El desarrollo de esta forma de trabajo en un plantel escolar beneficia a cada uno de sus
miembros: a los directivos porque orienta sus funciones pedagógicas, al promover el trabajo
colegiado y colocar en el centro de las actividades de la escuela a la enseñanza; a los
maestros, porque les permite compartir con sus colegas los problemas y obstáculos que
enfrentan en su práctica diaria y buscar soluciones conjuntamente, lo que significa —en
última instancia— asumir como grupo de profesionales la responsabilidad de la educación de
los alumnos que atienden; a los alumnos, porque sin duda el trabajo coordinado de los
profesores de la escuela ofrece continuidad en su aprendizaje y facilita su tránsito de un
grado a otro, creando mejores condiciones para el logro de los propósitos educativos
básicos; y a los padres y madres de familia, porque les abre la posibilidad de conocer las
metas educativas que se propone la escuela y participar más activamente en la educación
que sus hijos reciben.

La evaluación del proceso y los resultados de este proyecto durante poco más de dos ciclos
escolares, ha permitido su extensión a otras escuelas, zonas escolares y entidades. Con
base en esta experiencia, este cuaderno presenta algunas sugerencias para la elaboración
del diagnóstico, paso indispensable para diseñar el proyecto escolar, entendido como un
instrumento que articula la acción de todos los miembros de la comunidad escolar,
especialmente la del personal docente y directivo para solucionar los principales problemas
educativos que enfrentan, de acuerdo con sus necesidades y características específicas. En
este sentido, es una guía flexible y no un manual de procedimientos a seguir.
Las sugerencias y recomendaciones que cada grupo de maestros realice sobre este material
serán elementos que permitirán enriquecerlo de manera sistemática y permanente, por lo
que los invitamos a escribir sus comentarios y entregarlos al asesor que visita su plantel, o
bien enviarlos a la Dirección General de Investigación Educativa: Obrero Mundial No. 358, 2°
piso, Col. Narvarte, C.P. 03020, México, D. F.
La importancia del diagnóstico

En nuestro país, a partir de 1992, con la suscripción del Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación Básica se inició un intenso proceso de reforma cuyos
propósitos principales son mejorar la calidad de la educación y fortalecer la equidad en la
prestación del servicio educativo. Es decir, se busca asegurar que todos los niños y todas las
niñas —con independencia de su condición social, de la región en la que habiten o del grupo
étnico al que pertenezcan— tengan oportunidades de acceder a la escuela y de participar en
procesos educativos que les permitan alcanzar los propósitos fundamentales de la educación
básica y desarrollar todas sus potencialidades como seres humanos.

Para alcanzar estas finalidades se han puesto en marcha diversas acciones:


reorganización del sistema educativo, reformulación de planes y programas de estudio,
renovación de los libros de texto gratuitos, establecimiento de un sistema nacional para la
actualización de los profesores en servicio y programas destinados a atender
específicamente a grupos de población en situaciones de marginación o en riesgo de fracaso
escolar.

Con estas medidas generales se han creado condiciones más favorables para la realización
de la tarea educativa, sin embargo, el éxito de la reforma depende de que las propuestas y
materiales de trabajo cobren vigencia en cada salón de clases y en cada escuela, es decir,
que el conjunto de las acciones profesionales de maestros y directivos, además de la
colaboración de las familias de los alumnos, tengan como prioridad el logro de los propósitos
educativos; ello a su vez demanda conocer el estado actual en el que se encuentra la
escuela o la zona escolar.

Así, el mejoramiento de la calidad de la educación no depende sólo de las acciones de la


política educativa, sino que requiere del convencimiento y la acción conjunta del personal
docente y directivo, por las siguientes razones:

a) Porque lo que realmente aprenden los alumnos, sin desconocer la influencia de factores
externos, depende principalmente del trabajo que se realiza diariamente en las aulas y en las
escuelas.
b) Porque el conjunto de recursos profesionales y materiales producidos sólo cobran vigencia
si se utilizan adecuadamente en cada salón de clases, y si todo el personal asume como el
centro de su tarea cotidiana el logro de los propósitos.
c) Porque los logros de los alumnos dependen de la acción de varios profesores y del
conjunto de experiencias que se obtienen en todos los espacios de la escuela; si la acción de
los profesores y directivos no obedece a propósitos y principios comunes, los alumnos
reciben orientaciones distintas e inclusive contradictorias.
d) Porque quienes mejor conocen la escuela y a los alumnos que asisten a ella son los
profesores encargados de su educación; por lo tanto, son quienes pueden detectar con
precisión los logros y las deficiencias en los resultados y en el proceso educativo.

Ahora bien, cuando el personal docente y directivo, por estas u otras razones, se convence
de la necesidad de transformar su escuela, es natural que enfrente preguntas como las
siguientes: ¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? ¿Cuál es el mejor camino para mejorar la
educación de los niños y las niñas que asisten a la escuela? La respuesta a estas preguntas
sólo la pueden obtener los propios maestros y autoridades de la escuela, porque cada
escuela tiene características particulares y, por lo tanto, debe diseñar su propia ruta
atendiendo a sus condiciones, los recursos con los que cuenta, etcétera.

Sin embargo, existen experiencias que indican que para iniciar un proceso de cambio para
mejorar la calidad es necesario satisfacer dos condiciones:
a) Que todo el personal de la escuela conozca a fondo los propósitos educativos, su
significado para cada grado escolar, para la organización de la escuela, para el trabajo
docente cotidiano, puesto que el logro de estos propósitos es lo que justifica la existencia de
la escuela.
b) Realizar un diagnóstico preciso de la situación actual de la escuela, principalmente de los
logros educativos de los alumnos, para identificar las fortalezas y debilidades, y las causas
que explican esa situación.

Sin estas condiciones la búsqueda de la calidad puede tener caminos muy inciertos, ya sea
porque no se identifiquen los problemas reales que son necesarios superar o porque las
acciones apunten hacia objetivos secundarios. Así, el conocimiento de los propósitos y el
diagnóstico de la escuela son condiciones para planificar el cambio: nos permiten tener una
orientación definida, identificar los logros y los problemas.

Un buen diagnóstico se basa en información suficiente y confiable. Esta característica es


muy importante porque cuando se emite una opinión acerca de una escuela sin la suficiente
información, se corre el riesgo de que la valoración no corresponda a la realidad o
corresponda sólo a una parte de la misma, por lo tanto no sería una base confiable para
planificar el cambio; pero además es indispensable que la información sea confiable y que
existan evidencias de su veracidad. Para realizar el diagnóstico existen muchas fuentes
disponibles en cada escuela, las cuales deberán ser revisadas sistemáticamente.

Por otra parte, un buen diagnóstico se realiza con la participación de todo el personal de la
escuela, y en la medida de lo posible incorpora a los alumnos y sus familias. Sin la
participación de todos se corre el riesgo de que las conclusiones no sean aceptadas, y por lo
tanto el proceso de cambio se frustra antes de iniciar. Además, la participación de cada uno
aportará información que otros desconozcan; cuando todo el personal participa se establece
una oportunidad para el intercambio de experiencias y el reconocimiento de problemas que
cada uno conoce y entrenta, frecuentemente, en forma solitaria.

La finalidad del diagnóstico es contestar con la mayor precisión posible las siguientes
preguntas: ¿En qué medida nuestra escuela cumple con su misión? ¿Cuáles son los logros
educativos de nuestros alumnos? ¿Qué deficiencias se observan en los resultados
educativos? ¿A cuántos y a quiénes afectan los problemas? ¿Cuáles son las causas de esos
problemas? Este cuaderno pretende contribuir a que los profesores y directivos que han
decidido transformar su escuela, encuentren por sí mismos respuestas a estas preguntas.
Estas respuestas son la base para iniciar el proceso de cambio, puesto que permitirán
identificar las debilidades y fortalezas de cada escuela y nos indicarán qué corregir, qué
fortalecer y qué nuevas acciones se requieren realizar para mejorar la calidad de la
educación de nuestros alumnos. Es decir, son la base para la elaboración del proyecto
escolar, tema que se trata en el siguiente cuaderno de esta serie.
Puntos de partida para elaborar el diagnóstico

El propósito fundamental de la escuela primaria

Todas las organizaciones tienen una misión o tarea que justifica su existencia, por lo tanto si
se quiere valorar el grado de funcionamiento de cualquier organización es necesario tener un
punto de referencia, una situación óptima o dicho de otra manera, una imagen ideal que, por
comparación, nos indique cuál es su estado actual, qué logra con respecto a lo que se
espera de ella y, por tanto, qué acciones se requieren para su mejoramiento. Esta situación o
imagen puede definirse a partir de varios elementos, pero el que con mayor precisión nos
indica si una institución funciona adecuadamente es el grado en que logra los propósitos que
tiene encomendados.

En nuestro país, de acuerdo con el artículo tercero de la Constitución y la Ley General de


Educación, la escuela debe ser democrática, nacional y ha de contribuir a la mejor
convivencia humana y al desarrollo integral del individuo, además de promover los valores de
justicia, igualdad y respeto, favorecer el desarrollo de facultades para adquirir conocimientos
y las capacidades de observación, análisis y reflexión críticos, fomentar actitudes que
estimulen la investigación y la innovación científicas y tecnológicas, fortalecer el aprecio por
la historia y la creación artística, entre otros. Estas y otras metas que la sociedad le impone a
la escuela y que justifican su existencia se mencionan de manera más precisa en los planes
y programas de estudio.

Los propósitos educativos y el plan y programas de estudio.

Para que la escuela mejore su funcionamiento pueden existir muchas formas para comenzar,
pero la más importante es conocer a fondo los propósitos generales de la escuela ¿qué
queremos que los alumnos conozcan y sepan hacer cuando terminen la primaria?, ¿cómo
contribuye cada profesor para lograr esos propósitos?, ¿todos los maestros los conocen e
interpretan del mismo modo?

El plan y los programas de estudio es el documento que contiene los lineamiento académicos
para los seis grados de la educación primaria, con el fin de que los maestros y directivos
tengan una visión de conjunto acerca de los propósitos y contenidos de cada grado y de todo
el nivel educativo.

De acuerdo con este documento, el propósito fundamental de la escuela primaria es lograr


que los niños desarrollen las habilidades intelectuales de la lectura y la escritura, la selección
y búsqueda de información, la expresión oral y la adquisición del razonamiento matemático
para aplicarlas en la solución de problemas cotidianos.

La escuela debe desarrollar estas habilidades porque de ellas depende, en gran parte, que
los alumnos aprendan permanentemente en forma autónoma a lo largo de sus vidas.
Además, estas habilidades permiten que los alumnos adquieran, en forma más sólida, otros
contenidos de la educación primaria.
También es responsabilidad de la escuela inculcar conocimientos científicos básicos y
valores fundamentales para comprender el medio social y natural, preservar la salud y el
ambiente, mejorar la convivencia social y disfrutar de las artes y el ejercicio físico.
Ambos tipos de propósitos están estrechamente relacionados; las habilidades intelectuales
no se desarrollan al margen del trabajo con los contenidos referentes a las ciencias
naturales, a la historia, o la geografía; además, para la adquisición de este tipo de
conocimientos es necesario dominar la lectura y las formas elementales del razonamiento
matemático.
A primera vista este conjunto de propósitos parece demasiado ambicioso, sin embargo, hay
que tomar en cuenta que son propósitos para toda la escuela, es decir, implican la acción de
los maestros en conjunto y la meta es que todos los niños y niñas los alcancen en seis años,
independientemente de la condición social o de la región donde vivan.
Por lo anterior, existen dos elementos que constituyen un referente para valorar si la escuela
cumple con su misión:

a) Si todos los alumnos alcanzan los propósitos educativos, es decir, si aprenden lo que se
pretende enseñarles y si desarrollan las habilidades y actitudes esperadas.
b) Si esos propósitos se logran en el transcurso de seis ciclos escolares.

Ambos elementos expresan los resultados óptimos que se esperan y constituyen los
parámetros o puntos de partida para saber cómo funciona la escuela. Por eso, el
conocimiento preciso de los propósitos de la escuela es una condición necesaria para
elaborar el diagnóstico.
El hecho de recurrir a los propósitos educativos como punto de partida para elaborar el
diagnóstico permite: tener precisión sobre las metas que la escuela pretende alcanzar,
analizar las formas de enseñanza y de organización que se desarrollan para lograrlas y
evaluar los resultados que se obtienen para identificar las dificultades que se presentan y sus
posibles causas. De otra manera podría considerarse que una escuela funciona bien si su
aspecto físico es más o menos agradable, si los maestros se llevan bien, si gana algún
concurso, o si los niños se mantienen en orden o están bien uniformados; en este caso el
juicio podría ser erróneo, puesto que en ninguno de estos rasgos se observa lo que todos los
niños y las niñas han aprendido en relación con los propósitos educativos.*
Los programas de estudio establecen la secuencia de contenidos y ciertas orientaciones y
formas de trabajo que se consideran adecuadas y congruentes para alcanzar los propósitos
en cada grado. Es decir, señalan metas específicas y proponen el enfoque para abordar los
contenidos. Una vez reconocidos los propósitos generales es necesario traducirlos en
conocimientos, habilidades y actitudes más específicos, con lo cual se sabrá con mayor
precisión qué es lo que se espera aprendan los alumnos en cada grado y por tanto, en qué
medida la escuela primaria propone alternativas viables para lograr sus propósitos.
Por ejemplo, el plan y programas enuncia que el propósito primero y fundamental de la
educación primaria es lograr que los niños desarrollen habilidades intelectuales (la lectura y
la escritura, la expresión oral, la búsqueda y selección de información, la aplicación de las
matemáticas a la realidad) que les permitan aprender permanentemente y con
independencia, así como actuar con eficacia e iniciativa en las cuestiones prácticas de la vida
cotidiana. Si este propósito se refiere a lo que todos los niños y niñas deben alcanzar al
término de su educación primaria ¿Qué significa este propósito y cómo se traduce en el
trabajo diario?, ¿cómo se articula con los enfoques de enseñanza y los contenidos de cada
asignatura y grado?
En el esquema A se puede observar cómo este propósito está presente en las distintas
asignaturas; y en el esquema B cómo se desglosa la habilidad de buscar y seleccionar
información en los distintos grados en la asignatura de matemáticas.

Para realizar el análisis de los propósitos educativos consulte la actividad 1 en el anexo de este
cuaderno.
Los propósitos generales de la educación primaria se expresan en conocimientos y
competencias más específicos en los programas de estudio, los que, de acuerdo con la
organización de los contenidos, deben alcanzarse gradualmente y mediante diversas
actividades.
Algunos contenidos corresponden a asignaturas o grados específicos, otros como el
desarrollo de actitudes, hábitos y habilidades, atañen al conjunto de acciones que se realizan
en el aula y en toda la escuela.
Cuando una escuela comienza a realizar su diagnóstico es importante analizar el aprendizaje
de los alumnos del último grado, pues en ellos se reflejan con mayor claridad el trabajo de los
maestros de la escuela en su conjunto. Desde luego lo recomendable es evaluar el logro en
cada uno de los grupos y alumnos, de acuerdo con las metas específicas establecidas para
cada grado escolar.
Si todos los maestros y directivos de la escuela conocen ya los propósitos generales y de
grado a que se refieren, entonces es conveniente preguntarnos ¿qué tanto las actividades
que se realizan cotidianamente, en cada uno de los grupos y en la escuela, favorecen u
obstaculizan el logro de dichos propósitos?, ¿estamos satisfechos con los resultados de
aprendizaje obtenidos por los alumnos de nuestra escuela y, en particular, por los que
egresan de sexto grado?

La enseñanza y el aprendizaje en el centro del diagnóstico de la escuela

Al revisar los resultados que obtienen los alumnos con relación a los propósitos esperados,
conviene tener presente lo que se mencionó anteriormente: la escuela debe procurar que
todos los niños y las niñas logren los propósitos educativos, no basta con que sólo lo
alcancen algunos niños destacados y en función de ellos se valore el trabajo realizado.
Asimismo, habrá que saber cuántos alumnos han logrado esos propósitos en seis años
escolares y cuántos han necesitado varios más para conseguirlo y, finalmente, qué número
de alumnos no ha concluido su educación primaría debido a la deserción. Es posible que se
encuentren deficiencias en el logro de algunos propósitos y que, en cambio, en otros haya
resultados satisfactorios: en ambos casos es muy útil buscar las causas.
La búsqueda de las causas de los resultados satisfactorios puede llevar a descubrir formas
de trabajo, tipo de materiales utilizados, tiempo invertido, entre otros, que favorecen el
aprendizaje de los alumnos y que puede extenderse a otras actividades. Dicha indagación
ayuda, de igual forma, a descubrir formas de trabajo, formas de relación con los alumnos,
materiales utilizados y otro tipo de cuestiones que deben cambiarse para mejorar los
resultados.
Entre las cuestiones que hay que revisar se encuentra, en primer lugar la cuestión de la
correspondencia entre lo que se enseña, la forma como se enseña y los propósitos de la
escuela, es decir, si el camino que hemos seguido para llegar a la meta es el más adecuado,
pues estos elementos no siempre corresponden. Por ejemplo, cuando los niños repiten la
escritura de palabras para mejorar la ortografía, o practican la copia de textos y el llenado de
planas, practican la lectura y escritura de números, repiten series numéricas, resuelven
sumas, restas, multiplicaciones y divisiones pero sin aplicarlas a la solución de problemas
cotidianos, evidentemente están atendiendo un asunto específico, pero no quiere decir que
con estas actividades estén desarrollando las habilidades señaladas en el plan y programas
de estudio. En todo caso, si estas son algunas de las prácticas cotidianas más frecuentes, al
término de los seis grados de la educación primaria, sólo se logrará formar alumnos que
quizá cuenten con una buena letra y ortografía y conozcan el algoritmo convencional de la
suma y la resta, pero sin haber desarrollado otras competencias más importantes, como la
de leer y escribir diferentes tipos de texto, expresarse oralmente o la de utilizar las
matemáticas como un instrumento para reconocer, plantear y resolver problemas. Otro tanto
sucede si en las clases de geografía e historia se fomenta la memorización de datos, fecha y
nombres, descuidando el desarrollo de habilidades y nociones que ayuden a los alumnos a
relacionar los procesos históricos con el medio geográfico.
El reconocimiento de este tipo de problemas es el primer paso para mejorar el
funcionamiento de la escuela en su tarea más importante: la educación de los niños y las
niñas. Sin duda, los problemas de enseñanza y aprendizaje constituyen un reto para el
director y cada uno de los maestros y, en esa medida, una oportunidad para trabajar en
equipo.
Para saber más acerca de estos y otros problemas que están presentes en la escuela, es
necesario conocer el punto de vista de maestros, alumnos y padres de familia; por lo que se
sugiere realizar la actividad 2, “Los problemas sentidos”, que se encuentra al final de este
cuadernillo.

¿Dónde buscar las causas o factores que explican la situación de la escuela o de la


zona escolar?

Cuando el aprendizaje obtenido por los niños no es satisfactorio se tiende a buscar las
causas fuera de la escuela. Los resultados desfavorables en el aprendizaje se justifican
aludiendo a condiciones externas, como el nivel económico o el ambiente cultural y familiar
de los niños. A veces se escuchan expresiones tales como: “les cuesta trabajo aprender a
leer y escribir porque en la comunidad donde viven casi nadie sabe”, “tienen problemas de
nutrición, por eso no aprenden”, “su rendimiento ha sido muy bajo, seguramente porque la
familia está muy desintegrada”.

Pero, ¿realmente sólo cuentan estos factores para todos los casos?, ¿cuál es la
responsabilidad de la escuela?, ¿la forma en que funciona y se organiza la escuela no influye
en el aprendizaje de los niños?, ¿en la escuela hay un clima que los estimule y que
compense las carencias del ambiente familiar y social en el que algunos niños viven?

Diversas investigaciones han comprobado que existen escuelas situadas en medios


culturales y económicos semejantes que obtienen resultados distintos en el cumplimiento de
los propósitos escolares, y que otras, cuyo trabajo se hace en condiciones desfavorables
logran mejores resultados de aprendizaje que las que cuentan con mayores recursos. Si las
condiciones externas son las mismas, ¿por qué los resultados son diferentes?, ¿a qué se
debe que una escuela situada en un medio desfavorable logre resultados positivos?, ¿cómo
explicar estas diferencias? Algunas respuestas pueden buscarse en el aula y en las formas
de enseñanza, en la organización y funcionamiento de la escuela y en la relación entre la
escuela y las familias de los alumnos.

A continuación se presenta una aproximación a diversos ámbitos en los que se pueden


identificar algunas causas que influyen en los resultados educativos. Es precisamente en
estos ámbitos en los que el director y los maestros pueden intervenir realmente para mejorar
la situación de la escuela y, por tanto, los que se deben eludir al elaborar el diagnóstico.

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