0% encontró este documento útil (0 votos)
231 vistas60 páginas

El Conflicto Armado Interno en Guatemala

El documento describe la historia del conflicto armado interno en Guatemala desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Resume que la expropiación de tierras indígenas en el siglo XIX llevó a un sistema de trabajo forzado, y que el gobierno de Estrada Cabrera (1898-1920) mantuvo este sistema mientras daba grandes concesiones a la United Fruit Company, dándole un gran control sobre la economía. Más adelante, los gobiernos reprimieron violentamente las huelgas de trabajadores de la compañía banan
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
231 vistas60 páginas

El Conflicto Armado Interno en Guatemala

El documento describe la historia del conflicto armado interno en Guatemala desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Resume que la expropiación de tierras indígenas en el siglo XIX llevó a un sistema de trabajo forzado, y que el gobierno de Estrada Cabrera (1898-1920) mantuvo este sistema mientras daba grandes concesiones a la United Fruit Company, dándole un gran control sobre la economía. Más adelante, los gobiernos reprimieron violentamente las huelgas de trabajadores de la compañía banan
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 60

EL CONFLICTO ARMADO INTERNO EN GUATEMALA

Antecedentes
Con la salida de la grana de los mercados internacionales, el gobierno de Justo
Rufino Barrios se vio obligado a producir café, el cual requería de grandes
extensiones de tierra y de una gran cantidad de mano de obra a bajo costo. A fin
de satisfacer esta necesidad, en 1873 Barrios expropió las «tierras de indios» que
se habían mantenido desde la Colonia Española y las convirtió en fincas
cafetaleras para sus correligionarios liberales, y luego emitió el «Reglamento de
Jornaleros» el cual prácticamente convertía a la población indígena en colonos
mal pagados en dichas fincas.
Gobierno de Manuel Estrada Cabrera

Licenciado Manuel Estrada Cabrera.


Primer presidente civil de Guatemala
Gobernó entre 1898 y 1920
«Museo Nacional de Historia de Guatemala».
Mapa de rutas de la «Flota Blanca» de la United Fruit Company, la cual tenía el
monopolio de transporte de carga y personas desde y hacia Puerto Barrios, tras
las generosas concesiones otorgadas por Estrada Cabrera.
Durante el gobierno del primer presidente civil de Guatemala, Manuel Estrada
Cabrera (1898-1920), se mantuvo el sistema del reglamento de jornaleros de
Barrios, y además la United Fruit Company (UFCO) se convirtió en la principal
fuerza económica de Guatemala, gracias a grandes concesiones otorgadas por el
gobierno ya que Estrada Cabrera tenía acciones en la compañía; a Estrada
Cabrera, además, le interesaba obtener el apoyo norteamericano para evitar un
posible ataque de la flota británica y en cuanto a la política exterior de los Estados
Unidos para Centro América, esta consistía en mantener gobiernos afines y los
más pacíficos posible para facilitar la construcción del canal interoceánico que
primero estuvo planificado para Nicaragua, luego en Colombia y por último en
Panamá, tras la Separación de Panamá de Colombia.
Siguiendo el estilo de la época no toleró oposición a su gobierno, persiguió a sus
enemigos políticos y restringió la libertad de prensa, pero a pesar de esto, es
considerado como un administrador eficiente, ya que logró mantener la economía
del país pese a que esta se vio afectada por la deuda con los Bancos Británicos
heredada del gobierno de José María Reyna Barrios, la construcción del Canal de
Panamá, la variabilidad en el precio del café, principal producto de exportación de
Guatemala durante los regímenes liberales, y por las imposiciones políticas,
económicas y militares de los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania durante la
Primera Guerra Mundial.
La UFCO controló más del 40 % de la tierra del país, las instalaciones del único
puerto en el Atlántico (Puerto Barrios) y el transporte en ferrocarril con apoyo
incondicional del gobierno guatemalteco. Esta situación se mantendría hasta 1944.
Guatemala, una «República Bananera»
El término despectivo República bananera (del inglés Banana Republic)
frecuentemente se utiliza para describir a pequeños países que son pobres y
subdesarrollados y que tienen un gobierno inestable, con corrupción galopante y
una relación sumisa con los Estados Unidos. El término fue acuñado por el escritor
norteamericano O. Henry, quien lo utilizó para describir al imaginario país
«Anchuria» en su novela Cabbages and Kings. Henry se inspiró en lo que vio
durante un viaje a Honduras, que había sido invadida en 1910 por la corporación
frutera Cuyamel Fruit, y que estuvo a punto de irse a la guerra por rivalidades
corporativas con su vecina, la Guatemala de Manuel Estrada Cabrera, la cual a su
vez estaba controlada por la United Fruit Company.
Otros escritores siguieron utilizando el término para describir a los corruptos
países de América Central y el poder casi absoluto que en los mismos tenían las
fruteras estadounidenses.

Estructura social de Guatemala


En 1920, el príncipe Guillermo de Suecia visitó Guatemala e hizo una descripción
muy objetiva tanto de la sociedad guatemalteca de la época como del gobierno de
Estrada Cabrera en su libro Between two continents, notes from a journey in
Central America, 1920 El príncipe explicó la dinámica de la sociedad guatemalteca
que observó indicando que aunque Guatemala se hacía llamar República, contaba
en realidad con tres clases sociales claramente definidas:
1. Criollos: una minoría formado por familias descendientes de los españoles
que conquistaron Centroamérica y que para 1920 estaban a cargo de
ambos partidos políticos en el país. Para ese año, se habían relacionado
con extranjeros, principalmente europeos y la gran mayoría de ellos tenía
sangre indígena en sus venas.
2. Ladinos: la clase media, constituida por personas que nacieron del cruce
entre nativos, negros y criollos. En 1920 no tenían poder alguno, aunque
conformaban el grueso de los grupos de artesanos, dueños de tiendas,
comerciantes y oficiales de bajo rango en el ejército.
3. Indígenas: las vasta mayoría de la población. Analfabetos y renuentes a
cualquier forma de cambio, han sido utilizados en el ejército por sus
cualidades, llegando a posiciones de mandos medios, por sus cualidades
de ser renuentes a participar en actividades políticas y su respeto innato
hacia el gobierno y los oficiales. En 1920, constituían la principal fuente de
mano de obra agrícola y estaban en tres grandes categorías: mozos
colonos, que vivían en plantaciones y se les daba un pequeño terreno para
que lo cultivaran por su cuenta, a cambio de que trabajaran en las
plantaciones por ciertos períodos de tiempo; mozos jornaleros:
trabajadores por día, que eran contratados para trabajar en las fincas por
un determinado tiempo y se les pagaba un salario diario; y artesanos
independientes: aquellos indígenas que vivían en las provincias más
remotas y sobrevivían cultivando maíz, frijol o arroz. Su excedente lo
vendían en los mercados de la comunidad y frecuentemente transportaban
sus productos a sus espaldas.
Después de Estrada Cabrera
El presidente interino Carlos Herrera y Luna heredó un desorden fiscal, monetario
y bancario, con inflación galopante; se opuso a ratificar varios contratos con
compañías norteamericanas que había firmado Estrada Cabrera y que Herrera
consideraba lesivos para el país. Entre estos se encontraban:
 Venta de la Empresa Eléctrica, que había sido expropiada a los accionistas
alemanes después de la Primera Guerra Mundial
 Contrato con la International Railways of Central America (IRCA), para
poner en vigor el Contrato Ferrocarrilero Méndez-Williamson de 1908
firmado en el período del presidente Manuel Estrada Cabrera.
 Contrato sobre servicio de luz, calor y fuerza eléctrica con Central America
Power Company
 contrato con Washington Serruys, para la instalación de un tranvía eléctrico
 contrato entre el Ministerio de Fomento y la Compañía All America Cables
Incorporated, para el establecimiento en la capital de una oficina pública de
cablegramas.
Herrera fue derrocado en un violento golpe de estado en diciembre de 1921. El
golpe estuvo dirigido por el general José María Orellana, quien había sido Jefe del
Estado Mayor de Estrada Cabrera y quien ratificó todos los contratos con
compañías internacionales.
El Poder de la United Fruit Company en el gobierno de Orellana
1. La Huelga de los Muelleros: A mediados de 1924, los portuarios de Puerto
Barrios, claves para la exportación de banano y para las importaciones a
Guatemala, demandaron la jornada de 8 horas y aumento de sus salarios.
La UFCO se negó a aceptar y no cedió; los trabajadores entonces se fueron
a la huelga, a la cual se solidarizaron todos los trabajadores de las fincas de
la frutera. La UFCO pidió ayuda al gobierno, que actuó con rapidez: tropas
fueron enviadas a imponer el orden en Barrios; el choque fue brutal,
saldándose con muerte y heridos entre los obreros. La huelga tardó 27
días, pero la represión logró acabarla: 22 dirigentes fueron encarcelados y
luego expatriados.
2. Huelga ferrocarrilera: A finales de 1924, los trabajadores de la International
Railways of Central America (IRCA) demandaron la reducción de horas de
trabajo, el aumento de salario y el respeto para su organización Sociedad
Ferrocarrilera. Una vez más, la frutera (propietaria de la IRCA) se negó
rotundamente a aceptar estas demandas y movilizó al gobierno de Orellana
para reprimir violentamente la huelga de cinco mil trabajadores.
3. Grandes extensiones de tierra ociosa: Un mecanismo ampliamente utilizado
por la UFCO era comprar a precios bajos grandes cantidades de tierras
como una herramienta para evitar que surgieran competidores y mantener
así un monopolio sobre la producción de plátanos, inclusive conservando
extensas zonas agrícolas sin cultivar bajo pretexto que sequías o
huracanes le obligaban a mantener «en reserva» grandes extensiones de
terreno sin usar.

Gobierno del general Jorge Ubico


Cuando el general Ubico tomó el poder en 1931, eran numerosos los países que
se inclinaban por gobiernos autoritarios; de esta manera, una vez en el poder,
Ubico Castañeda asumió poderes dictatoriales y métodos de espionaje y represión
similares a los de Barrios y Estrada Cabrera, y mantuvo una Asamblea legislativa
títere obediente a sus mandatos. Inteligente, dinámico y temperamental tenía
obsesión por controlar hasta el más mínimo detalle de la vida de Guatemala,
siendo uno de sus principales objetivos el de lograr una reorganización de la
administración pública, para lo que nombró a varios allegados suyos, los llamados
Ubiquistas, en posiciones claves del gobierno. Su gobierno se caracterizó por un
esfuerzo por estabilizar las finanzas del estado, reduciendo el gasto público:
demostró ser un administrador muy capaz al reducir los sueldos de los empleados
públicos en un 40 % para contrarrestar el déficit del gobierno., y también por las
acciones de una policía y poder judicial implacables en contra del delito, de la
corrupción y de cualquier tipo de oposición al régimen. Finalmente, completó la
centralización del poder al eliminar a los alcaldes popularmente electos por
intendentes que eran nombrados por el propio presidente.
Es significativo su impulso a la construcción de obra pública, especialmente
carreteras, en beneficio de la actividad cafetalera, dominada por inmigrantes
alemanes en la Verapaz en donde había sido Jefe Político- y por terratenientes
guatemaltecos en el resto del país. Para la construcción de carreteras empleó
trabajo forzado de indígenas, vigilados por el cuerpo de ingenieros del ejército. Por
medio del decreto 1995 de 1934 canceló las deudas impagables que los jornaleros
tenían con los hacendados, suprimiendo así el Reglamento de Jornaleros
impuesto por Justo Rufino Barrios en 1873; pero para contrarrestar una potencial
escasez de mano de obra para las fincas, promulgó el Decreto 1996 ―la Ley de
Vagancia― y el Decreto 1474 ―la Ley de Vialidad―, las cuales obligaban a todo
campesino que no tuviera un mínimo de tierras a trabajar cierta cantidad de días al
año de servicio de un hacendado; si esto no se podía comprobar, el jornalero
debía trabajar gratuitamente en los caminos.
Puede decirse que su administración se mantuvo gracias al monopolio bananero
de la «frutera» (la United Fruit Company), a la que le otorgó generosas
concesiones en Tiquisate y para el usufructo del ferrocarril. Conforme avanzaron
los sucesos de la Segunda Guerra Mundial, la política norteamericana y sus
compromisos con la «frutera» lo obligaron no solo a declarar la guerra a las
naciones del eje ―Alemania, Italia y Japón sino a permitir el establecimiento de
bases norteamericanas en Guatemala. Entre los beneficios que recibió del
gobierno norteamericano a cambio de su alianza en la guerra hubo armamento
moderno para el ejército y entrenamiento en la Escuela Politécnica por militares
norteamericanos.

Revolución de 1944
General Jorge Ubico Castañeda.
El General Ponce Vaides, solamente estuvo al mando durante 110 días y continuó
con la forma de gobernar represiva de su antecesor, dando instrucciones a la
policía para atacar a sus adversarios. En aquellos días El Imparcial publicó
entonces fuertes editoriales contra las intenciones de Federico Ponce Vaides de
perpetuarse en el poder. A consecuencia de estos acontecimientos, el primero de
octubre fue asesinado el periodista Alejandro Córdova frente a su residencia en la
ciudad capital. El crimen aceleró los preparativos del movimiento cívico militar del
20 de octubre de 1944. l Todos estos acontecimientos terminaron de encender las
pasiones reprimidas por varios años. Fue el 20 de octubre de 1944, cuando
ocurrió un levantamiento popular, donde participaron: Abogados, maestros,
obreros, estudiantes universitarios y una parte del Ejército. La lucha se estableció
entre la otra parte del Ejército y la policía que eran leales al General Ponce. Luego
de estos sucesos se difundió la noticia de que Ponce Vaides había solicitado asilo
político en México y el gobierno había sido tomado por un triunvirato compuesto
por un civil y dos militares: El civil Jorge Toriello Garrido, el Mayor Francisco Javier
Arana y el Capitán Jacobo Árbenz Guzmán.
Las principales funciones del gobierno de transición fueron, derogar los decretos
que había realizado la administración anterior. Convocó a una Asamblea Nacional
Constituyente que produjo una nueva Carta Magna. Quedó instituida la Junta
Revolucionaria del 20 de octubre de 1944, con el propósito de garantizar a los
guatemaltecos un marco constitucional para llevar a Guatemala a una democracia
representativa.

Gobierno de Arévalo
El gobierno del primer presidente electo democráticamente en la historia de
Guatemala, Juan José Arévalo, se distinguió por sus numerosas realizaciones
educativas y de beneficio para la mayoría de las capas más pobres de la
población, de la clase media y de los intelectuales más consecuentes. Sin
embargo, la vieja oligarquía y los sectores poderosos, apoyados por el sector
conservador del Ejército, no descansaron y comenzaron a conspirar contra el
nuevo gobierno. El presidente Arévalo Bermejo inició su gobierno en 1945, y de
acuerdo a los historiadores liberales desde el principio utilizó un lenguaje a veces
disociador, que empezó a polarizar a la sociedad guatemalteca, causando entre
los terratenientes la sensación de que solo era el gobernante de una parte de los
guatemaltecos. Por otra parte, en el libro autobiográfico Despacho Presidencial de
Arévalo, se observa que el gobierno se inició con sanciones a la oposición,
intervencionismo económico del Estado ―con la emisión de la Ley de Emergencia
Económica― y un decidido apoyo a un movimiento sindicalista recién surgido. Así
entonces, las fuerzas de oposición al gobierno Arevalista ―revolucionarios
moderados y “ubiquistas” poco a poco fueron marginadas y empezaron a temer la
implementación de un socialismo en el país. Por otra parte, es importante
destacar que el presidente Arévalo tomó posesión con poder limitado, restringido
por los militares, que estaban acaudillados por el Teniente Coronel Arana.
El frente de lucha del gobierno Arevalista fue preponderantemente urbano y, a
diferencia de su sucesor, no enfrentó los problemas de la tenencia de la tierra y el
trabajo agrícola, a pesar de que la mayoría de la población era rural e indígena,
salvo en lo relacionado con los trabajadores de la agricultura tecnificada
norteamericana aposentada en las vastas y fértiles regiones de Bananera y
Tiquisate. Por otra parte, el régimen revolucionario, impulsado y dirigido por
miembros de las capas medias directa e indirectamente, fortaleció las posiciones
de aquellas y las acrecentó Por su parte, el sector terrateniente se organizó a
través de las asociaciones de agricultores, comerciantes, industriales, banqueros,
aseguradores y especuladores financieros, etc.
Los precios del café, principal producto agrícola que exportaban los
guatemaltecos, ya que el banano era negocio exclusivo de los norteamericanos,
alcanzaron los precios que habían perdido en 1930. Y, aunque la beneficiada en
primer término fue la élite cafetalera, hubo una derrama suficiente para abrir
nuevos negocios o ampliar los ya existentes en los rangos sociales intermedios de
la capital y de algunas cabeceras departamentales. Asimismo, durante el gobierno
de Arévalo hubo considerable expansión de las clases medias urbanas y ladinas
del país, a las que hasta el sindicalismo recién organizado favoreció, puesto que
muchos de los nuevos dirigentes y diputados obreros salieron de sus distintas
capas.
Múltiples complots y asonadas militares ―entre las que sobresale la rebelión
militar de 1949 que se saldó con el asesinato del teniente coronel Francisco Javier
Arana― no lograron derribar el gobierno de Arévalo, debido al fuerte apoyo
popular con el que contaba, tanto así que no solo logró culminar su mandato sino
que incluso pudo entregar el poder en un contexto pacífico y de elecciones
democráticas a su sucesor, el Coronel Jacobo Árbenz Guzmán quien tenía
tendencias revolucionarias más radicales que las de Arévalo.
Gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán
Jacobo Árbenz Guzmán llegó al poder después de ganar las elecciones que se
desarrollaron en la República de Guatemala, en el año de 1950. Fue apoyado por
los partidos Renovación Nacional y Acción Revolucionaria de la Capital y el partido
Integración Nacional de Quetzaltenango. Los obreros, campesinos, maestros y
estudiantes le dieron todo su respaldo, ganando el proceso eleccionario. Cuando
inició su gobierno, los guatemaltecos parecían condenados a no prosperar. En
1950, el 76 % de los habitantes poseían menos del 10 % de las tierras; mientras
que un 2,2 %, el 70 %. La United Fruit Company era dueña de más del 50 % de
las tierras cultivables del país, de las que únicamente cultivaba el 2,6 %; y los
campesinos tenían sueldos miserables. Por otra parte, desde el gobierno de
Manuel Estrada Cabrera existían monopolios norteamericanos de empresas
subsidiarias de la UFCO y que se dedicaban al transporte de carga por ferrocarril y
vapores, los que salían de Puerto Barrios, Izabal, puerto controlado por la frutera.
Asimismo, controlaban la generación de la electricidad, los teléfonos y telégrafos
del país. Estas empresas no pagaban ningún tipo de impuesto por el uso de los
recursos nacionales, gracias a las generosas concesiones otorgadas por Estrada
Cabrera, y ratificadas por los gobiernos de José María Orellana y Jorge Ubico.
Sobre la base de su plan de gobierno, realizó (o intentó realizar) lo siguiente:
1. Promulgó el Decreto 900, para expropiar los terrenos ociosos de la UFCO:
El 17 de junio de 1952, el gobierno de Árbenz aprobó el Decreto 900, o ley
de la Reforma Agraria, que creó la posibilidad de ganancia de cultivos para
los trabajadores de campo que no tenían tierras anteriormente. A pesar de
que la intención de los promotores de enajenar únicamente las tierras
ociosas de las grandes fincas, en muchas regiones las comunidades
intentaron resolver viejos conflictos locales a través de ella. Asimismo, se
produjeron denuncias y ocupaciones de tierras no afectables, así como
casos de irregularidades en la distribución de las parcelas.
2. Inició la construcción de la carretera al Atlántico para competir contra el
monopolio del ferrocarril, que estaba controlado por la frutera mediante su
empresa International Railways of Central América (IRCA).
3. Inició la construcción del puerto Santo Tomás de Castilla en donde se
encontraba el puerto Matías de Gálvez, para competir con Puerto Barrios,
puerto controlado por la UFCO mediante su Great White Fleet.
4. Inició los estudios para la planta de generación «Jurún Marinalá», para
competir con la empresa eléctrica que estaba en manos de
estadounidenses.
Muchas aldeas se convirtieron en el eje de un nuevo proceso de organización de
los campesinos en Comités Agrarios Locales, mediante los cuales los campesinos
reclamaban el reparto de tierras y de los centros de producción agrícolas y
ganaderos. El Decreto 900 estableció, como órganos de la reforma, el
Departamento Agrario Nacional, los Comités Agrarios Departamentales y los
Comités Agrarios Locales. Estos últimos estaban integrados por cinco miembros,
elegidos "uno por el Gobernador Departamental, uno por la Municipalidad
respectiva y tres por la organización campesina o por el sindicato de la finca o
empresa de la localidad" (Artículo 1 del Reglamento para el funcionamiento de los
Comités Agrarios Locales). Sus atribuciones eran, entre otras, «hacer un
inventario y registro de las tierras afectables por la Reforma Agraria [y] dar el
trámite correspondiente a todas las denuncias de tierras afectables y a las
solicitudes sobre adjudicación de las mismas». (Artículo 8, incisos a y c, del
Reglamento)
Golpe de Estado de 1954

Entrada de la sede de United Fruit Company. La multinacional frutera impulsó el


golpe ante la repartición de tierras baldías.

Los directivos de la United Fruit Company (UFCO) habían trabajado intensamente


en los círculos del gobierno de Harry S. Truman y del general Dwight Eisenhower
para hacerles creer que el coronel Árbenz intentaba alinear a Guatemala al Bloque
Soviético. Lo que ocurría era que la UFCO se veía amenazada en sus intereses
económicos por la reforma agraria de Árbenz, que le quitaba importantes
cantidades de tierras ociosas, y el nuevo Código de Trabajo de Guatemala, que ya
no le permitía utilizar las fuerzas militares guatemaltecas para contrarrestar las
demandas de sus trabajadores. Como la mayor terrateniente y patrona de
Guatemala, el Decreto 900 resultó en la expropiación del 40 % de sus terrenos.
Los oficiales del gobierno norteamericano tenían pocas pruebas del crecimiento de
la amenaza comunista en Guatemala, pero sí una fuerte relación con los
personeros de la UFCO: el secretario de Estado norteamericano John Foster
Dulles pertenecía a la firma de abogados Sullivan and Cromwell (en inglés) que ya
había representado los intereses de la United Fruit y hecho negociaciones con
gobiernos guatemaltecos; su hermano Allen Dulles era el director de la CIA y
miembro del consejo directivo de la UFCO el hermano del Subsecretario de
Estado para Asuntos Interamericanos John Moors Cabot (en inglés) había sido
presidente de la frutera y Ed Whitman, quien era el principal encargado del
cabildeo de la United Fruit ante el gobierno estadounidense, estaba casado con la
secretaria personal del Presidente Eisenhower, Ann C. Whitman (en inglés).

El PGT, fundado por José Manuel Fortuny en 1949, alcanzó una gran
preponderancia durante el gobierno de Árbenz.
Por su parte, el gobierno norteamericano y la derecha guatemalteca acusaban a
Árbenz de comunista por lo siguiente por haber atacado los intereses de los
monopolios norteamericanos en Guatemala, porque los miembros de su círculo
privado eran dirigentes del comunista Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT),
por el ambiente macartista que se vivía en los Estados Unidos luego de la
Segunda Guerra Mundial.
A comienzos de 1953 se puso en marcha un plan preparado por expertos
norteamericanos para expulsar a Árbenz del Gobierno, fijándose el cuartel
operativo en Opa Locka, Florida. En agosto de 1953, J. C. King, jefe de la CIA
para el hemisferio occidental, informó al presidente estadounidense sobre el plan
Operación PBSUCCESS (con un presupuesto inicial de 3 millones de dólares),
que consistía en desplegar una enorme operación de propaganda anticomunista
en la que también se llevaría a cabo una invasión armada de Guatemala. El
proyecto contaba con el apoyo activo de los dictadores de la cuenca del Caribe:
Anastasio Somoza (Nicaragua), Marcos Pérez Jiménez (Venezuela) y Rafael
Leónidas Trujillo (República Dominicana). De esa forma, la CIA fue la que
organizó, financió y dirigió una operación, encubierta en la que incluso se
autorizaron vuelos de los B-26 y de los P-47 desde Nicaragua.
En junio de 1954, Castillo Armas entró desde Honduras al municipio de Esquipulas
junto con el llamado Ejército de Liberación, manteniéndose refugiado varios días
en la localidad, y fue desde allí donde busco aliarse con otros municipios, y en
donde el Cristo Negro de Esquipulas fue nombrado comandante del Movimiento
de Liberación Nacional. Durante el mes de junio de 1954 se vivía en Guatemala
un clima de confrontación irremediable. En el campo, las invasiones de tierra
sucedían una tras otra, en tanto que, los mítines y las manifestaciones de apoyo al
régimen iban siendo cada vez menos. Los sermones y advertencias de la Iglesia
arreciaban y aparecieron una serie de rótulos en las principales ciudades del
oriente guatemalteco, los cuales decían: «El día de la Liberación: los que apoyen a
Castillo Armas vivirán, los que apoyen a Árbenz morirán". El bombardeo de la
capital y otras zonas urbanas fue resistido inicialmente por el Ejército, pero los
efectos del ataque reventaron su efectividad entre los funcionarios y los políticos
―tanto civiles como militares― y en distintos sectores de la población
guatemalteca. El ruido de los aviones y la propaganda radial contagiaron el
descontento y, sobre todo, ablandaron la voluntad del régimen Arbencista.
Finalmente, viendo la pasividad del ejército ante la débil invasión, Árbenz renunció
en julio de 1954.
Las primeras acciones del gobierno contrarrevolucionario de Carlos Castillo Armas
fueron ilegalizar al Partido Guatemalteco del Trabajo, prohibió las asociaciones,
los sindicatos y los partidos políticos, suspendió los programas favorables a los
indígenas y a la clase obrera, impuso una severa censura, disolvió el Congreso y
comenzó una dura persecución en contra de los intelectuales de izquierda (de
quienes la mayoría se vieron obligados a refugiarse en la Embajada de México
para salir al exilio, entre quienes se encontraban el Presidente derrocado Jacobo
Árbenz Guzmán). Los fondos del Ministerio de Educación fueron congelados y se
prohibieron todos los libros considerados "comunistas"; asimismo, se iniciaron las
hostilidades hacia la Universidad de San Carlos de Guatemala, la cual se
constituyó como la principal fuerza opositora y vía de denuncia contra los abusos
del gobierno y contra la invasión estadunidense Pero aún más importante, derogó
la Constitución de 1945 y la Ley de Reforma Agraria, contenida en el Decreto 900,
con lo cual se dejaba sin efecto la distribución de la tierra a los campesinos y
todas las tierras que ya habían sido repartidas, fueron devueltas a los miembros
de los terratenientes del país y a la United Fruit Company.
Tras emitir el marco legal provisional, conocido como Estatuto Político de la
República de Guatemala, el 10 de octubre de 1954, la junta militar convocó un
plebiscito, en el que Castillo Armas obtuvo el 99,9 % del voto favorable. De esta
manera Castillo Armas se convirtió en presidente de la República para el período
que habría de concluir el 15 de marzo de 1960, según lo fijó la Asamblea Nacional
Constituyente, que fue elegida al mismo tiempo.

Sello conmemorativo de la invasión de 1954.


De los proyectos Arbencista, Castillo Armas solo derogó la reforma agraria
inmediatamente después de tomar el poder, pero tuvo que finalizar la carretera al
Atlántico, bajo la dirección del Ingeniero Juan Luis Lizarralde, Ministro de Obras
Públicas, por la importancia que tenía para la economía del país; la carretera se
terminó en 1959, y tras su finalización ocurrió lo que Árbenz había esperado: el
ferrocarril de la UFCO no pudo competir contra el transporte vehicular en
camiones. Asimismo, y por la misma razón, continuó con los trabajos de
planificación del puerto de Santo Tomás y de la hidroeléctrica Jurún Marinalá, la
cual fue terminada e inaugurada en 1970. El puerto se construyó hasta después
del terremoto de 1976, pero para entonces ya había quebrado la United Fruit
Company y su sucesora, Chiquita Brands International ya no tenía el mismo poder
e influencia en el gobierno de los Estados Unidos.
El régimen de Castillo Armas nombró una nueva Corte Suprema de Justicia e
inició un período de intensa persecución política en contra de dirigentes,
intelectuales y sospechosos comunistas en general, en la misma línea que la
política Macartista lo hacía en los Estados Unidos en ese momento. Se anularon
los derechos adquiridos durante la revolución de 1944, en especial los concedidos
por la Reforma Agraria. El cuerpo de leyes anticomunistas se completó más
adelante, cuando el artículo 6 transitorio de la Constitución de 1956, facultó al jefe
del Ejecutivo para expatriar o impedir el ingreso al país, por cinco años, a los
comunistas que se habían asilado o exiliado de Guatemala por razones políticas.
Una vez en el poder, hay evidencia de la premura con que el gobierno
liberacionista dirigió sus acciones para conseguir documentación inherente a
eventuales «instrucciones especiales» que durante los «dos gobiernos anteriores»
se hubieran otorgado para facilitar los viajes de «políticos» y «comunistas». Esto
se dio debido a la imperiosa necesidad norteamericana de conseguir pruebas
acerca del carácter «comunista» del régimen derrocado. La posibilidad de obtener
«evidencia documental» con la cual exponer la conspiración comunista en los
asuntos de Guatemala, había sido definida como uno de los objetivos primarios
por parte de la CIA, que envió a varios de sus oficiales a Ciudad de Guatemala
durante 10 días para que coordinasen la creación de una fuerza de seguridad local
experta las prácticas usadas por el Macartismo en los Estados Unidos.
Transformación agraria
Tras la contrarrevolución de 1954, el gobierno guatemalteco creó el Consejo de
Planificación Económica (CNPE) y empezó a utilizar estrategias de libre mercado,
asesorado por el Banco Mundial y la Administración de Cooperación Internacional
(ICA) del gobierno de los Estados Unidos. 64 El CNPE y la ICA creó la Dirección
General de Asuntos Agrarios (DGAA) la cual se encargó de desmantelar y anular
los efectos del Decreto 900 de Reforma Agraria del gobierno de Jacobo Árbenz
Guzmán. En 1959, se aprobó el decreto ley 1286 que creó la Empresa Nacional
de Fomento y Desarrollo Económico del Petén (FYDEP), dependencia de la
Presidencia de la República, y que se encargaría del proceso colonizador del
departamento de Petén; en la práctica, el FYDEP estuvo dirigido por militares y fue
una dependencia del Ministerio de la Defensa; paralelamente, la DGAA se
encargó de la faja geográfica que colindaba con el límite departamental de Petén y
las fronteras de Belice, Honduras y México, y que con el tiempo se llamaría Franja
Transversal del Norte (FTN).
Asesinato de Castillo Armas
La noche del 26 de julio de 1957, cuando Guatemala estaba inmersa en una
gravísima crisis política, Carlos Castillo Armas fue asesinado en la Casa
Presidencial, abatido con tres disparos de fusil. Junto a su cadáver se encontró un
papel escrito a lápiz que decía: «Ni el poder ni el dinero dan forma al Mundo».
El primer sospechoso fue el soldado Romeo Vásquez Sánchez, de 24 años, quien
había escrito en su diario "Todo mi sufrimiento será apagado con la sangre de
Armas”. Los investigadores se apoyaban en el diario que hallaron en su casillero,
un cuaderno con veintitrés páginas en las que hablaba de sus planes: creía que al
matar a Castillo Armas, Arévalo volvería al poder. Estaba consciente de que podía
morir, pero no le importaba: «soy un mártir y nada tengo que perder» escribió el
joven, que se suicidó a los pocos minutos de supuestamente matar al presidente.
Sin embargo, lo absurdo de esta versión hizo que se dudara de la autenticidad del
diario, y hubo varias teorías sobre posibles autores del crimen:
 Rafael Leónidas Trujillo: dictador de la República Dominicana, pues Castillo
Armas no le otorgó la Orden del Quetzal luego de ayudarlo con la invasión.
 Rivales militares de Castillo Armas
 El Comunismo Internacional, en venganza por el derrocamiento de Árbenz.

Conflicto Armado Interno

El Conflicto Armado Interno – también denominado Guerra en Guatemala,


Guerra Civil en Guatemala o Enfrentamiento Armado en Guatemala–  fue la
guerra civil interna ocurrida en Guatemala entre 1960 y 1996, que enfrentó el
Ejército de Guatemala con civiles subversivos, organizados en una guerrilla. La
guerra, que duró 36 años, dejó 250 000 personas muertas o desaparecidas. El
enfrentamiento culminó de manera oficial con la firma de los Acuerdos de Paz.
También se le llama Guerra Interna o Conflicto Interno Armado.
Etapas del conflicto armado interno
La primera etapa de la guerra comenzó después del intento de derrocar al
gobierno del presidente Miguel Ydígoras Fuentes. Esta acción la emprendió un
grupo de militares jóvenes en el Cuartel General Justo Rufino Barrios -también
conocido como Castillo de San Rafael de Matamoros-, el 13 de noviembre de 196.
Los oficiales que no quisieron aceptar el indulto ofrecido por el gobierno siguieron
luchando, convertidos en guerrilleros; en alianza con miembros del Partido
Guatemalteco del Trabajo -PGT- o Partido Comunista y otras facciones que
surgieron en esos años.
Organizaron entonces las Fuerzas Armadas Rebeldes -FAR-, integradas por
diversos frentes comandados por Marco Antonio Yon Sosa, Luis Turcios Lima,
Alejandro de León Aragón y otros jefes de facción. Las -FAR- se desintegraron por
diferencias ideológicas entre los comandantes. Sin embargo, los frentes
guerrilleros continuaron la lucha, separadamente, contra el Ejército regular, hasta
la década de 1980; en aquel año organizaron la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca -URNG-
Al principio, la guerrilla actuó en la región oriental -Zacapa, Izabal y Chiquimula-,
pero fue abatida por las fuerzas regulares. Entonces, sus contingentes se
movieron hacia Petén, el altiplano central y el occidental, y otras regiones del país,
incluso la capital, donde comandos urbanos actuaron durante varios años.
En el lapso de 1980 a 1982, los guerrilleros dominaban un amplio territorio y
tenían el apoyo de muchos campesinos. Parecía que iban a vencer al Ejército de
Guatemala, pero éste también se reorganizó y cambió de táctica; obtuvo más
armamento y recursos humanos. Por consiguiente, en acciones mejor dirigidas,
logró recuperar las regiones tomadas por la guerrilla.
El ataque del Ejército de Guatemala afectó a las poblaciones campesinas de las
regiones en que se desarrolló la guerra. Por consiguiente, muchas de ellas
tuvieron que emigrar hacia otras regiones del país o a Honduras y México.
Durante el gobierno de Vinicio Cerezo comenzaron las conversaciones entre la
URNG y el Gobierno de Guatemala para una paz negociada. El 29 de diciembre
de 1996, durante el gobierno de Álvaro Arzú, después de muchas reuniones y
convenios, y con la intervención de la Organización de las Naciones Unidas -ONU-
se firmaron los Acuerdos de Paz.
Número de masacres
De acuerdo con un informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH)
publicado en 1999, bajo el respaldo de la Organización de Naciones Unidas,
precisó que el Ejército de Guatemala cometió un total de 626 masacres contra
comunidades de campesinos durante la guerra. A la guerrilla guatemalteca se le
atribuyen 32 (Juicio en contra de exguerrillero guatemalteco entra en su fase final,
2004).
En otras palabras, de acuerdo con la misma fuente,  entre el 90 y 94 por ciento de
las masacres registradas durante el Conflicto Armado Interno fueron cometidas
por el Estado de Guatemala  (Juicio en contra de exguerrillero guatemalteco entra
en su fase final.
SEGUNDA PARTE
Capítulo IV

El proceso de paz guatemalteco


 
IV.1 Raíces del conflicto armado suscitado de 1960 a 1996 en la República de
Guatemala
Guatemala, desde su conquista, cuenta con una historia extremadamente compleja,
pudiéndose advertir como rasgos característicos de esa historia: la combinación de luchas y
acomodo entre las élites (cuyo status se ha basado en su extracción española y su control
sobre recursos estratégicos como la tierra, el capital y el poder militar) y los pobres, en su
mayoría indígenas y habitantes de las áreas rurales (quienes no han tenido acceso ni a la
tierra, ni al capital, ni al poder militar). Lo anterior ha provocado la conformación de un
Estado injusto, que veló por la satisfacción plena de las necesidades de sólo un sector de la
población, marginando al resto. Por ello, las causales del conflicto armado guatemalteco
pueden encontrarse en su poca afortunada historia.
Tomando como base el abordaje que hace Monseñor Rodolfo Quezada Toruño,
ex-coordinador de la Comisión de Paz, el conflicto armado guatemalteco tuvo su origen,
por una parte, en la situación de inhumana pobreza en que desde tiempos ancestrales ha
sobrevivido la inmensa mayoría de los guatemaltecos. Mientras que a un sector muy
reducido de la población le han abundado los bienes y servicios. Ingentes han sido los
problemas derivados del analfabetismo, la falta de educación, el deficiente cuidado de la
salud, la carencia de vivienda, el grave problema agrario, la exclusión y marginación de las
etnias indígenas, la fragmentación de la misma sociedad guatemalteca, etc. Por otra parte,
el país ha contado con instituciones debilitadas, abundando los regímenes dictatoriales.
Estos hechos han permitido que los gobiernos no hayan sido capaces de implementar
medidas audaces para hacer posible que el mayor número de guatemaltecos accediera a los
bienes y servicios que requieren para su realización personal y familiar. Por ello, se habla
de la persistencia de una injusticia institucionalizada.
Del párrafo anterior se deduce que en Guatemala no ha existido un ambiente de
verdadera paz, sino al contrario, se ha vivido en un ambiente de violencia estructural, o sea
una situación en la que las necesidades de la gran mayoría de la población han sido
insatisfechas, frente a la plena satisfacción de unos pocos.
Guatemala tuvo su oportunidad para gestar un importante proceso de vida
democrática (que efectivamente implicaba la participación de la mayoría de la población),
luego de la expulsión de la dictadura militar existente hasta 1944. Esa oportunidad da inicio
con el primer gobierno revolucionario encabezado por Juan José Arévalo (1945-51), quien,
animado por hacer cambios, impulsó reformas que hoy pudieran ser vistos como
elementales, pero que, entonces, eran imprescindibles para una sociedad que parecía estar
iniciando así el siglo XX.
El proceso revolucionario permitió que por primera vez se viviera la amplia
participación y organización ciudadana en la toma de decisiones sobre asuntos públicos. El
crecimiento de la organización civil se amplió a la esfera sindical y cultural. Se aceptó que
los analfabetos (la mayoría indígena) fueran ciudadanos con derecho a elegir y ser electos;
se implementaron programas para impulsar la industria nacional y la pequeña y mediana
producción agrícola; se aprobó el sistema de seguridad social; y se realizaron importantes
transformaciones en las políticas educativa y laboral.
El sucesor de Arévalo, Jacobo Árbenz Guzmán (1951-54), en un intento por
impulsar reformas revolucionarias buscó atar en una sola estrategia de lucha el desarrollo
capitalista con la democracia social, pero no bajo la dirección de la burguesía empresarial
sino desde el Estado y con apoyo en una fuerte movilización popular. El proyecto, por sus
propósitos y por la manera como empezó a ser aplicado, apareció en el enrarecido ambiente
conservador del país como una amenaza comunista, principalmente por la dinámica
expropiatoria de la propiedad terrateniente.
La cercana asesoría política que el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT -partido
comunista-) otorgó al presidente Árbenz, aunado a la decisión de éste de suprimir
privilegios a las compañías estadounidenses y la ejecución de la reforma agraria dirigida a
estimular la mediana producción y el mercado interno, se convirtieron en pretextos de
sectores militares, latifundistas y estadounidenses para derrocar al gobierno de Árbenz a
través de una invasión militar organizada por la CIA.
De esa forma, la semilla del movimiento insurgente de Guatemala fue sembrada con
la interrupción del proceso revolucionario, materializada con la caída del régimen de
Jacobo Árbenz Guzmán, quien había gestado importantes reformas estructurales en la
sociedad guatemalteca.
La consecuente llegada al poder de Carlos Castillo Armas dio al traste con el
proceso de democratización y desarrollo iniciado en 1944. Estos hechos originaron un
período de inestabilidad política en el país, pues provocó la disconformidad de quienes
apoyaban las acciones reformistas de Árbenz y que veían en su caída la postergación de
muchas tareas de beneficio social.
Entre las primeras normas dictadas en 1954 por el gobierno contra-revolucionario se
encontraron: la anulación de la reforma agraria y otras políticas sociales, así como la
proscripción de todas las organizaciones políticas, sindicales, campesinas y gremiales
acusadas de pertenecer o vincularse al Partido Comunista y a las corrientes social-
demócratas, cerrando con ello los espacios de participación política. Además, se destruyó el
proceso de descentralización del poder público. El retorno al autoritarismo fue estimulado
por la política de guerra fría sostenida por Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra
Mundial. Sólo a través de este modelo político, los grupos agro-exportadores tradicionales
tanto como los grandes monopolios estadounidenses aseguraron la continuidad de un
sistema de producción y mercado basado en la obtención de alta plusvalía. Obviamente, la
satisfacción de las necesidades de la mayoría fue constituyéndose en una tarea postergada.
A pesar que el ejército guatemalteco se constituyó en el garante de los intereses de
las clases dominantes en 1954, esta institución no fue inmune a los cambios observados en
la sociedad guatemalteca, ya que el triunfo de la revolución de 1944 propició un cambio en
la composición social del alumnado de la Escuela Politécnica (institución educativa
encargada de la formación militar), así, cuando triunfó la contra-revolución de 1954, el
Ejército estaba dividido (no todos comulgaban con las ideas contrarrevolucionarias).
El asesinato del presidente Castillo Armas en 1957, la incapacidad de los
contrarrevolucionarios de mantener el orden y la división interna de las filas castrenses,
condujo a la participación de políticos junto a militares en la búsqueda del poder. Así, llegó
a la presidencia el general Miguel Ydígoras Fuentes, luego de la anulación de unas
confusas elecciones y de su subsecuente victoria en una segunda versión de las mismas.
El arribo al poder en Cuba por parte de Fidel Castro capturó la imaginación de
innumerables jóvenes idealistas de toda América Latina (muchos de ellos: militares
guatemaltecos).
Ante la ascensión de Fidel Castro y en la espera de favores por parte del gobierno
estadounidense, el presidente Ydígoras Fuentes permitió entrenarse en suelo guatemalteco,
bajo la dirección de la CIA, a las fuerzas mercenarias anticastristas. Este hecho causó
mucha indignación entre algunos miembros prorevolucionarios del ejército guatemalteco.
El descontento generado por un régimen desvinculado de las demandas de la
mayoría, la indignación por haber brindado el territorio guatemalteco a las fuerzas
anticastristas y la división interna en las filas del ejército propiciaron el alzamiento del 13
de noviembre de 1960. En esa fecha, un grupo de oficiales de la base militar de Puerto
Barrios, departamento de Izabal, encabezaron una sublevación, comprometidos en derrocar
al presidente Miguel Ydígoras Fuentes, para restituir la credibilidad al sistema político. El
movimiento se gestó como un intento de golpe de estado, careciendo de sustento
ideológico.
El levantamiento fue controlado, pero varios de los oficiales líderes se internaron en
las montañas del oriente del país. Cuatro meses después, en 1961, se produce un segundo
brote rebelde, dirigido por los mismos ex oficiales. El grupo se da a conocer como
"Movimiento Revolucionario 13 de noviembre, MR-13". Esta agrupación estableció
contactos con el clandestino PGT y como resultado de ello, en 1962, se forma el grupo
denominado "Fuerzas Armadas Rebeldes, FAR" (luego se denominaron: Fuerzas Armadas
Revolucionarias). La vinculación entre el PGT y los alzados en armas produce la
ideologización del movimiento armado.
La lucha armada gestada por las FAR se inició como complemento estratégico de la
acción política. Sus acciones no tardaron en transformarse en el origen de un proyecto
político-militar de notoria identidad con la revolución cubana.
Las FAR y el PGT generaron una estructura clandestina de organización política
que se integró con militares urbanos de clase media, pequeños propietarios, trabajadores
agrícolas y, en menor medida, por obreros. La bandera enarbolada por estas agrupaciones
establecía como sus principales propósitos: resolver de raíz la injusticia y marginación
social causantes de la pobreza y la ausencia de libertades.
Según el guerrillero Julio César Macías (Comandante César Montes) fueron tres los
factores que motivaron el surgimiento de la guerra:
"La intervención de la CIA en 1954, las fisuras dentro del Ejército en
1960 y la consolidación de la izquierda en 1962".
A partir del golpe de estado gestado en marzo de 1963, con el que se depone a
Miguel Ydígoras Fuentes, el Estado contrarrevolucionario empezó su consolidación,
alcanzando considerable nivel represivo en los primeros años de la década de los setenta,
con el gobierno de Carlos Arana Osorio (1970-74). De esa forma, el Estado respondió a los
alzamientos con la contrainsurgencia, llegándose a la supermilitarización de la sociedad y a
erogar importantes cantidades de dinero para hacer frente a la insurgencia.
Es deducible que el conflicto armado guatemalteco ha tenido una raíz que va
mucho más allá de 1960, pues ha sido producto de un descontento originado de la
imposibilidad de llevar avante las reformas estructurales emprendidas en la revolución de
1944, que para muchos significaban la posibilidad de avanzar hacia la plena satisfacción de
las necesidades de la mayoría de la sociedad guatemalteca.
Según Gabriel Aguilera, los conflictos sociales centroamericanos, como el
guatemalteco, surgieron como la desembocadura de demandas por la instauración de una
verdadera democracia política y social que no han sido satisfechas. El autoritarismo y la
represión convirtieron los primeros brotes de insurgencia en las guerras que recién
culminaron. La fuerza de las demandas insatisfechas provocó que los Estados no pudieran
vencer a los revolucionarios. De esa forma, las guerras se prolongaron con su secuela de
destrucción humana y material, provocando el empantanamiento de las posibilidades de
transición y de resolución de los terribles problemas centroamericanos, en especial la
persistencia en la violación de los derechos humanos.
Se puede advertir que el conflicto guatemalteco no fue casualidad, sino que se
desarrolló en un ambiente social que favorecía la exclusión y propiciaba los descontentos.
En suma, el origen del conflicto guatemalteco puede encontrarse en las hondas injusticias
sociales vividas. Edelberto Torres-Rivas, respecto de las raíces del conflicto armado
guatemalteco, expone:
"El período histórico clausurado formalmente con la firma del
Acuerdo de Paz Firme y Duradera empezó a constituirse a finales de los
años cincuenta y tuvo como causa las reacciones de la élite agraria-
comercial, de sectores de las clases medias conservadores, de una parte del
Ejército y de la Iglesia Católica frente al programa nacional reformista que
postularon las fuerzas democráticas del país, representadas en el gobierno de
Jacobo Arbenz. La reacción al proyecto modernizador del Arbencismo
coaguló fuertemente a los sectores conservadores del país gracias al
eminente apoyo norteamericano.
En el ambiente de la guerra fría, una propuesta como la reforma
agraria con motivación campesina resultó insoportable y movilizó en contra
importantes fuerzas sociales y políticas. En la consolidación de esta alianza
reaccionaria no solamente resultó decisivo el papel de la política exterior
norteamericana movido por su enfrentamiento con la URSS el mundo
comunista".
 
IV.2 Actores del conflicto armado
Al hacer referencia a los actores del conflicto armado guatemalteco, nos referimos a
los participantes en acciones de violencia directa. En tal sentido, se puede afirmar que el
conflicto armado directo tuvo como actores principales a dos partes en pugna: el gobierno
guatemalteco (que incluye al ejército, el cual forma parte del aparato del Estado, que fue
instituido en 1871, y cuya existencia tiene origen constitucional) y las fuerzas armadas
insurgentes izquierdistas.
Por parte del gobierno guatemalteco, el actor directo era el ejército, que se
constituyó en el órgano encargado de la defensa del status quo. Los gobiernos que se
sucedieron desde 1960 propiciaron el desmedido armamento y la profesionalización del
ejército. En su seno se enfatizó el discurso anticomunista y la visión polarizada del mundo,
por ello, su accionar estuvo marcado por dictados de la ideología de la Seguridad Nacional.
Todo esto implicó una amplia disponibilidad de recursos materiales y técnicos, una
inspiración ideológica extremadamente articulada para la defensa del status quo; y un
conjunto de prácticas (guerra irregular, operaciones encubiertas -no supiéndose diferenciar,
sino tardíamente, entre la izquierda insurreccional y la oposición política, legal, pública y
democrática-), que reforzaron las estructuras autoritarias de la sociedad.
En la lucha contrainsurgente, el ejército guatemalteco no actuó solo, se incorporaron
a la lucha, patrullas paramilitares como: el Movimiento Anticomunista Nacional
Organizado, MANO o Mano Blanca; la Nueva Organización Anticomunista, NOA; el
Consejo Anticomunista de Guatemala, CADEG; el Ojo por Ojo; y el Ejército Secreto
Anticomunista, ESA. Estos grupos permitieron disminuir cuantitativamente al movimiento
guerrillero, pero también hicieron que el conflicto armado tuviera dentro de sus principales
víctimas a civiles opositores al régimen. Es evidente que la estrategia contrainsurgente se
marcó en dos campos: la oficial, perpetrada en los combates y, la extraoficial, denominada
guerra sucia, que implicó el uso de grupos paramilitares y del ejército mismo.
Un duro golpe a la estrategia guerrillera consistió en convertir a la población civil en
instrumento del terror (constituyéndose en actores del conflicto armado). El Plan Nacional
de Seguridad y Desarrollo, establecido durante el gobierno de Efraín Ríos Montt, señaló
que la guerra debía combatirse en todos los campos, a saber: en lo militar, en lo político y
en el socioeconómico, siendo la mente de la población civil el principal objetivo. De ese
modo, se crean las "Patrullas de Autodefensa Civil, PAC". Estas patrullas se extendieron en
1982 como grupos paramilitares impuestos para reunir a vecinos de una comunidad con el
fin de involucrarlos en acciones represivas de control poblacional. Las PAC llegaron a
aglutinar a cerca de novecientos mil hombres (un 10% de la población nacional), muchos
de los cuales fueron armados y mandados a vigilar a la comunidad, denunciar a
sospechosos, rastrear a la guerrilla e informar y apoyar los requerimientos logísticos del
ejército.
Al amparo del ejército, las PAC, que luego se denominaron "Comités Voluntarios
de Defensa Civil, CVDC", se convirtieron en instrumentos de violación de los derechos
humanos.
Durante la segunda fuerte ofensiva guerrillera (de 1978 a 1982), la izquierda armada
se encontró como una amplia red de comisionados militares, civiles que actuaban como
ojos y oídos de las fuerzas armadas. Los prolíficos nexos de éstos con el ejército y otros
cuerpos de seguridad constituyeron fuentes relevantes de empleo e ingresos para esa
población.
Es evidente que el conflicto armado guatemalteco se caracterizó por el accionar de
dos partes en pugna, pero en cada parte existe una pluralidad de actores y,
consecuentemente, de nombres.
La otra parte del conflicto la integraban las fuerzas armadas insurgentes o guerrillas
izquierdistas. Como vimos en IV.1, éstas tienen su origen en el levantamiento armado del
13 de noviembre de 1960. Cuando se firma el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, el
movimiento guerrillero guatemalteco se presentó como una unidad (mediante la URNG),
pero éste no siempre ha estado unificado, al contrario, la mayor parte del tiempo estuvo
dividido.
Luego que en 1962 se logró la verdadera ideologización del grupo insurgente al
agruparse en un solo mando a los integrantes el MR-13, el movimiento 20 de octubre, el
movimiento 12 de abril y el PGT, conformando las FAR, en 1966 se produjo la primera
división de la guerrilla, causada principalmente por las diferencias de percepción de los
líderes guerrilleros Marco Antonio Yon Sosa (quien era de la línea maoísta) y Luis Turcios
Lima (que apoyaba la tesis de la guerra popular revolucionaria).
Los años setenta se presentan como la década de la reorganización insurgente. El
comandante Pablo Monsanto (Jorge Soto García) asume la dirección de las FAR, al mismo
tiempo, nuevas organizaciones guerrilleras surgieron entre los años 1971 y 1972, pero las
mismas anunciaron públicamente su existencia varios años después. Estas organizaciones
fueron el Ejército Guatemalteco de los Pobres, EGP (que originalmente surge como la
Nueva Organización Revolucionaria de Combate, NORC), apareciendo públicamente en
1975 y la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas, ORPA, que apareció
públicamente en 1979. Ambas se ubicaron especialmente en zonas eminentemente
indígenas y empobrecidas.
Tras la reorganización de la guerrilla y su asentamiento en zonas pobladas
principalmente por indígenas, las etnias guatemaltecas se convirtieron en actores de una
manera como nunca antes había ocurrido. El sufrimiento que estos grupos experimentaron
les hizo emigrar de sus tierras; asimismo, los convirtió en principales víctimas de grandes
atrocidades vividas; y, en cierta forma, provocó su organización para exigir el respeto de
sus derechos y la atención de sus necesidades insatisfechas. Las masacres y la derrota de la
estrategia de la guerra popular revolucionaria no impidieron que el movimiento indígena
siguiera desarrollándose por otros cauces y con otras expectativas.
Al finalizar la década de los setenta la acción política de estas agrupaciones se convirtió en
complemento de la estrategia militar. No obstante, el incremento de la represión política
desalentó el debate político en las organizaciones guerrilleras, acentuó la clandestinidad y
la secretividad y reforzó el mandamiento de estructuras similares a las del ejército, es decir,
basadas en la subordinación de los mandos inferiores a los superiores y en la centralización
en la toma de decisiones.
La evolución del movimiento revolucionario hacia opciones exclusivamente
militares estuvo influida por el triunfo sandinista (julio de 1979) en Nicaragua y el
fortalecimiento militar de las organizaciones guerrilleras salvadoreñas.
El 1979 se formó una instancia de comunicación entre el EGP, las FAR y una
facción del PGT, a la que en 1980 se incorporó la ORPA, la cual se llamó inicialmente La
Cuatripartita. Esta comunicación permitió a las fuerzas insurgentes más grandes agruparse
en una sola organización que surgió a la luz pública en enero de 1982, con el nombre de
Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG. Luego, a la URNG llegó la
facción del PGT-Comité Central y, con esta reorganización, se allanó el camino para gestar
el proceso pacificador, produciéndose los primeros contactos entre las fuerzas insurgentes y
los militares, al llegar ambas partes a la conclusión de que ninguno de los dos bandos tenía
la perspectiva de lograr una victoria armada total a corto plazo.
Al momento de llegar a la firma de los acuerdos finales de paz, la URNG contaba
con una estructura superior así:
a) Una comandancia general, compuesta por los comandantes de los tres
grupos guerrilleros (FAR, EGP y ORPA) y por el secretario general del
PGT.
b) Una comisión político-diplomática a nivel internacional, compuesta
por cuatro miembros de la URNG y tres asesores.
Es evidente que el conflicto armado guatemalteco no puede resumirse en un simple
enfrentamiento armado de ejército y guerrillas, pues varios sectores de la sociedad
guatemalteca se vieron, directa e indirectamente, involucrados.
Muestra de lo anterior, fue la participación de agrupaciones que ofrecieron
resistencia a actos institucionalizados de violación de los derechos humanos y que
surgieron dentro del conflicto, tales como: el Grupo de Apoyo Mutuo, GAM (surgido en
1984); la Comisión Nacional de Viudas de Guatemala, CONAVIGUA (1988); las
Comunidades de Población en Resistencia, del Ixcán, de la Sierra y de El Petén, CPR
(1991); el Consejo Nacional de Desplazados de Guatemala, CONDEG (1989); y la Oficina
de Derechos Humanos del Arzobispado, ODHA (1989).
 
IV.3 Contenido del conflicto armado
Para determinar el contenido del conflicto armado guatemalteco se tiene que recurrir
al inicio del mismo (Ver IV.1). Para entonces, la guerrilla justificó sus acciones en la
pretensión de derribar a un régimen corrupto, pero luego el enfrentamiento este-oeste los
atrapó y el conflicto se tornó ideológico. Es evidente, que al estar marcada la historia del
Estado de Guatemala por la permanente insatisfacción de las necesidades de la mayoría y
las consecuentes disconformidades, el conflicto guatemalteco no puede entenderse sin tener
como telón de fondo la historia del país
Sin embargo, el contenido del conflicto guatemalteco está matizado por influencias
de factores endógenos, pero también por factores exógenos; vale la pena tener presente que
en los años sesenta, por la fuerza de la experiencia cubana, hubo intentos guerrilleros en
casi toda América Latina, constituyéndose este acontecimiento en detonante de posteriores
movimientos armados izquierdistas, que pudieran imitarles los pasos.
En tal sentido, se debe considerar como determinante: la situación interna
guatemalteca marcada por problemas ancestrales que, a juicio de los alzados en armas,
tuvieron su oportunidad histórica para resolverse durante el gobierno de Árbenz; y, a la vez,
el contexto internacional marcado por el auge del conflicto este-oeste.
Las posiciones asumidas por la izquierda armada guatemalteca fueron variadas,
según la época y el grupo guerrillero. Edelberto Torres-Rivas presenta de forma resumida
los rasgos de sus actuaciones, de la siguiente manera:
"El primer rasgo ideológico de la izquierda guerrillera guatemalteca
es que estuvo inicialmente encabezada por oficiales del ejército, un grupo de
rangers entrenados en Estados Unidos que formaron el MR 13 de
Noviembre, y que se movieron de la insubordinación nacionalista, a un
izquierdismo campesinista, luego al trotskismo y finalmente al marxismo
castrista. El periplo ideológico fue superficial pero ejemplar. Luego, vino la
primera ola guerrillera (1964-69), derrotada, que se rehace bajo la misma
generación dirigente pero con nuevos métodos. La bandera del socialismo
animó claramente estas luchas, pero como una mención de estrategia a
futuro y no como una causa movilizadora. Y cuando se produce la unidad
programática (y una inicialmente difícil coordinación militar), la sociedad
socialista como objetivo desaparece finalmente del programa de la izquierda
armada. En los cinco puntos del documento de constitución de la URNG,
dos se refieren a la futura construcción de un gobierno popular, democrático
y revolucionario, y de una sociedad justa y mejor... Como una fórmula seca,
sin emoción, rutinaria.
El segundo rasgo, en esta segunda época, a finales de los setenta, es
que las tres generaciones de izquierda armada (el EGP, ORPA y las FAR)
mantuvieron una cierta búsqueda por alcanzar una expresión doctrinaria, sin
lograrlo. Son abundantes los documentos que fijan su posición y su oferta,
pero tienen un carácter panfletario, propagandístico; es una izquierda pobre
teóricamente. Como quedó dicho, se reconocen marxistas, aunque fueron las
FAR quienes mejor tuvieron una clara definición de ese aspecto.
El EGP y luego la ORPA, elaboraron modalidades originales de
interpretación de la sociedad guatemalteca. Esta última, estuvo animada por
una obsesiva necesidad de comprensión del racismo y de las
reivindicaciones indígenas, pero no elaboró una estrategia para la lucha
social. En cambio, el EGP no sólo abordó conceptualmente el tema de las
relaciones ladino-indígenas sino que tuvo más éxito en la incorporación de
éstos a la lucha armada".
La incapacidad del Estado para paliar la miseria indígena, situación que abarcó a los
más de veinte grupos étnicos guatemaltecos, convirtió a este importante conglomerado
social en la principal pieza de manipulación dentro del conflicto. La participación indígena
le da un contenido particular a la lucha interna guatemalteca, aun cuando es verdad que el
conflicto armado guatemalteco no puede ser calificado como un conflicto étnico o
etnopolítico. La participación de este conglomerado humano le da un perfil especial, lo cual
lo distingue de los otros conflictos armados que se suscitaron en el istmo centroamericano
(se refiere a los conflictos salvadoreño y nicaragüense).
Frente a la guerrilla izquierdista se opuso el Estado contrainsurgente, que basó su
lucha en la defensa del status quo y planteó una estrategia de combate basada en la doctrina
de la Seguridad Nacional. La falta de criterios acertados para distinguir entre el
izquierdismo insurgente y el democrático llevó al Estado a desarrollar una guerra sucia,
convirtiéndose en señalado violador de los derechos humanos.
Cuando asume la presidencia Marco Vinicio Cerezo Arévalo (1986), elegido
democráticamente, cambió el contenido de la lucha contrainsurgente que desarrollaba el
ejército guatemalteco, pues se pone en ejecución la tesis de la Estabilidad Nacional, según
la cual se buscaba un equilibrio entre los factores de poder (entre acciones políticas,
psicosociales, económicas y militares). Héctor Alejandro Gramajo Morales, Ministro de
Defensa durante la presidencia de Cerezo Arévalo, advertía que mediante dichas acciones
se produciría el grado relativo de seguridad necesario para la continuidad del Estado.
En cuanto a los factores exógenos que matizaron el conflicto armado, conviene
establecer que se vio influido por la participación indirecta de las superpotencias de la
época. La guerra fría, como conflicto mayor, realineó e inspiró a los actores internos para
una guerra menor, o de baja intensidad. Como fuere, el encuadre global dotó a los
contendientes locales de aliados, pertrechos, programas y estrategias. Además, les prestó
discurso (macartista o marxista), les abrió horizonte de poder y les dio claves alternativas
para la reinterpretación histórica y social de sus realidades.
 
IV.4 Características del conflicto armado
El conflicto armado guatemalteco se caracterizó por limitarse a dos períodos de
auge en los que nunca se llegó a toma de cuarteles, guerra de posiciones, enfrentamientos
prolongados, ni a producirse (tal como sucedió en El Salvador) dos manifestaciones
opuestas de poder dentro del territorio nacional. Esta fue efectivamente una guerra de un
ejército institucionalizado contra pequeñas guerrillas, donde ambas partes se acostumbraron
al juego sucio, provocando que la población civil (adepta o no a sus postulados) haya sido
la más vulnerada. Según Edelberto Torres-Rivas, de dichos períodos se advierten los
siguientes caracteres:
a) Un primer período de auge de esa guerra de guerrillas se produjo
entre 1965 y 1968, el cual fue precedido y continuado por una feroz
represión militar. Esta ola guerrillera fue derrotada y aparece una segunda
oportunidad desde 1978 a 1982. En el período intermedio, sucesivos
gobiernos militares castigaron, con extrema dureza, múltiples y reiterados
esfuerzos de organización estudiantil, sindical, campesina y política, no
necesariamente vinculados a la estrategia armada revolucionaria. Esto hacía
prevalecer un clima de inestabilidad institucionalizada.
b) Bajo una óptica estrictamente militar, la segunda ola guerrillera no
fue derrotada en una óptica estrictamente militar pues las fuerzas insurgentes
mantuvieron sus estructuras como grupos irregulares armados, control de
pequeñas zonas de influencia, frente guerrilleros y mando militar
(tardíamente) unificado. Retuvieron la posibilidad de aplicar los métodos de
la guerra de guerrillas, lo que hicieron de manera intermitente, pero ya sin
opción de triunfo.
Además, la segunda ola guerrillera tiene como característica que se
desarrolló en las zonas fronterizas, selvas tropicales y sierras impenetrables,
a donde el brazo del Estado no alcanzaba a llegar. Protegida por la geografía
y la barrera cultural representada por los idiomas indígenas, la guerrilla se
implantó y creció hasta constituirse hacia 1981 en una seria amenaza para el
poder del gobierno de turno.
Fue característico del ambiente conflictual, vivido en Guatemala durante treinta y
seis años, las continuas violaciones a los derechos humanos que se perpetraron. En
esencia, los derechos humanos no se violaron en los momentos álgidos del conflicto, por el
simple hecho de querer hacerlo, sino se violaron como parte esencial de una política estatal
de terror, que tenía como objetivo central, detener la insurgencia mediante técnicas
contrainsurgentes. O sea que las miles de violaciones de los derechos humanos en
Guatemala, se realizaron planificada y conscientemente y no como producto de excesos
ocasionales de parte de miembros de la institución armada. Eso significó que la mayor parte
de las víctimas de las violaciones fuera la población civil, considerada potencialmente
como colaboradora combatiente de la insurgencia.
A manera de síntesis, se puede caracterizar el conflicto armado guatemalteco de la
siguiente forma:
a) El conflicto tiene profundas raíces históricas;
b) El conflicto armado tuvo dos marcados períodos de auge. Sin
embargo, el estado de tensión se mantuvo hasta su finalización;
c) Durante el desarrollo del conflicto, la insurgencia cambia sus objetivos;
d) Dentro de cada parte en conflicto, se observó multiplicidad de actores;
e) El conflicto tiene amplia participación indígena.
f) El conflicto tiene principalmente dentro de sus víctimas a la
población civil. Las víctimas del conflicto fueron mayoritariamente
indígenas; y
g) El conflicto fue una expresión de la confrontación este-oeste.
Ante lo frío que pudiera resultar la exposición sintética de los rasgos que
caracterizan al conflicto armado guatemalteco, resulta elocuente dar a conocer los
resultados del documento "Guatemala, nunca más", producto del proyecto denominado
Recuperación de la Memoria Histórica, REMHI, llevado a cabo por la Oficina de
Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala, bajo la coordinación de Monseñor Juan
José Gerardi Conedera. En este documento se establece que durante treinta y seis años que
duró el conflicto se produjeron cincuenta y cinco mil violaciones a los derechos humanos.
De esta cifra, cuarenta y tres mil violaciones fueron registradas entre 1980 y 1983. Según el
informe, alrededor de doscientos mil niños y niñas quedaron huérfanos y ochenta y seis mil
fueron víctimas indirectas, además cuarenta mil mujeres quedaron viudas, existieron
cincuenta mil desaparecidos y un millón de refugiados. La suma del cuadro final del
conflicto armado interno, según el informe del REMHI, alcanzó un millón cuatrocientos
cuarenta mil víctimas directas e indirectas. En el informe se responsabiliza al Ejército y a
las llamadas Patrullas de Autodefensa Civil de alrededor del 80% de las violaciones a los
derechos humanos.
Es difícil cuantificar con precisión el precio que le ha costado a Guatemala afrontar
un largo conflicto armado. De lo que no hay duda es que los cultivos abandonados, los
ataques a la infraestructura vial, las torres de transmisión eléctrica y telecomunicaciones,
así como los atentados contra edificios públicos y privados, aunados a la desaparición
forzosa de eminentes intelectuales guatemaltecos, dejaron al país al margen del desarrollo
social, político y económico. El recuento es negativo por dondequiera que se vea, tanto en
el aspecto humano, como físico y económico.
 
IV.5 Desenlace del conflicto armado
En más de treinta años de conflicto armado, ni los insurgentes ni los sucesivos
gobiernos consideraron seriamente la posibilidad de una solución política en lugar de la
lucha militar. En buena medida, ello se debió a la serie de gobiernos autoritarios que, al
negar la democracia pluralista y falsearla mediante fraudes electorales, intentaron controlar,
no solamente, la insurrección sino a toda la sociedad por medio del terrorismo de Estado.
A pesar de la pérdida de fuerza experimentada por la guerrilla izquierdista, el
conflicto guatemalteco subsistió pues las causas que le dieron origen persistieron con el
tiempo. El hecho que a los gobiernos guatemaltecos se les viera como símbolos de la
violación sistemática de los derechos humanos otorgó cierta legitimidad a la lucha de los
alzados en armas.
La relativa paz impuesta, vivida en Guatemala durante el gobierno de Kjell Eugenio
Laugerud García (1974-78), fue una paz tensa (sin solidez), pues no estaba basada en la
satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población, lo cual se convirtió en el
motor de la lucha. Eso no quiere decir que hoy, cuando ya no existe conflicto armado, las
causas hayan desaparecido, pero si significa que las partes en pugna han puesto sobre la
mesa condicionante para transformar al Estado y convertirlo en garante de los derechos que
permitirán la plena realización humana.
Es evidente que en el istmo centroamericano fracasaron ostensiblemente las
soluciones violentas. A pesar que en El Salvador, la guerrilla y el ejército llegaron a un
relativo empate en el campo de la batalla. En Guatemala, en cambio, la guerrilla se vio
fuertemente diezmada, sin embargo, la paz que hubiera significado su aniquilamiento en el
campo de batalla, no convencía a la mayoría, pues ello implicaría la subsistencia de una
situación de descontento que llevó a los guerrilleros a alzarse en armas. Por eso, lentamente
se abrió paso a la voluntad pacificadora de negociar para evitar perjuicios a las inmensas
mayorías.
Inicialmente, fue en el exterior donde se abrió la posibilidad de buscar una solución
negociada a los conflictos centroamericanos (lo que implicaba solución al conflicto
guatemalteco). La experiencia del Grupo de Contadora constituye una extraordinaria
iniciativa de la política exterior de cuatro países vecinos: México, Venezuela, Colombia y
Panamá. En enero de 1983, los cancilleres de esos cuatro países examinaron la situación
centroamericana y formularon una declaración en la que se llamó al diálogo y a la
negociación como instrumentos eficaces para reducir las tensiones y establecer las bases
para un clima de convivencia. El rol mediador de Contadora se desarrolló por más de tres
años, por intermedio de reuniones de consulta periódicas y encuentros con los cancilleres
centroamericanos. El eco internacional que tuvieron las iniciativas del grupo de Contadora
provocó que sus propuestas recibieran un decidido apoyo de países americanos y europeos.
La iniciativa de Contadora fue un valioso instrumento de la diplomacia latinoamericana,
que sacó por primera vez de la Organización de Estados Americanos y de la influencia
directa norteamericana la discusión de un problema regional.
En julio de 1985, los gobiernos de Argentina, Brasil, Perú y Uruguay formaron el
Grupo de Apoyo, y con ello se terminó por definir una política latinoamericana para
Centroamérica. De esa forma, el grupo de Contadora sirvió de catalizador para el
entendimiento latinoamericano, pues sus iniciativas generaron la creación de un segundo
grupo. Pero, además, Contadora fue el primer esfuerzo serio y persistente para construir una
solución latinoamericana a conflictos latinoamericanos, procurando mantener los conflictos
centroamericanos por fuera de la confrontación este-oeste. Con este grupo se afianzó, en la
práctica y no en la retórica, el anhelo de la vigencia de los principios democráticos
consignados como ideal en la Carta de la OEA y coincidió en el tiempo con la mayor onda
expansiva de la democracia en el subcontinente latinoamericano.
El documento más importante producido por el grupo de Contadora fue el Acta de
Contadora para la Paz y la Cooperación en Centroamérica, aprobado en la VII Reunión de
Consulta (7 de septiembre de 1984). El acta consta de un preámbulo y tres partes, relativas
a compromisos jurídicos, ejecución y seguimiento, y disposiciones generales. El acta
contiene, asimismo, un protocolo adicional y un anexo en el que se definen algunos
términos militares utilizados en el acta.
A pesar que las negociaciones sobre el Acta de Contadora llegaron a un pleno
acuerdo, al momento de la aceptación final no pudo ser suscrita por los gobiernos
centroamericanos, quedando simplemente como un proyecto. Cuando las iniciativas del
grupo se tornaron poco receptivas, por parte de los gobiernos centroamericanos, se dio un
último esfuerzo por reavivar el papel mediador del grupo por medio de la emisión del
Mensaje de Caraballeda para la Paz, la Seguridad y la Democracia en Centroamérica (11 y
12 de enero de 1986).
Meses después del mensaje de Caraballeda, la iniciativa de Contadora comenzó a
decaer. No obstante, en el acto de toma de posesión del presidente Marco Vinicio Cerezo
Arévalo (14 de enero de 1986), éste hace un llamado a los cinco presidentes
centroamericanos para reunirse en fecha cercana y encontrar la solución pacífica a las crisis
armadas que los centroamericanos afrontaban. El encuentro de los cinco presidentes se
llevó a cabo el 25 de mayo de 1986 en la villa de Esquipulas, Guatemala. De dicha reunión
emanó la Declaración de Esquipulas (Ver Anexo C), en la cual se expresaba, entre otras
cosas, la voluntad de las partes de firmar el "Acta de Contadora para la Paz y la
Cooperación en Centro América" y:
"Que la paz en América Central sólo puede ser fruto de un auténtico
proceso democrático pluralista y participativo que implique la promoción de
la justicia social, el respeto de los derechos humanos, la soberanía e
integridad territorial de los Estados y el derechos de todas las naciones a
determinar libremente y sin injerencias externas de ninguna clase, su modelo
económico, político y social, entendiéndose esta determinación con el
producto de la voluntad libremente expresada por los pueblos".
La Declaración de Esquipulas evidencia que las partes en conflicto comenzaron a
desarrollar una percepción positiva de la paz para el área. No obstante el gran avance que
representaba haber suscrito un instrumento con esa percepción, debe tenerse en cuenta que
dicho documento era una simple declaración y no poseía carácter vinculante, constituyendo
una expresión de soft law (Ver Anexo C). Ello fue superado, afortunadamente, por un
documento vinculante que los cinco presidentes suscribieron al año siguiente (nos
referimos a Esquipulas II).
En febrero de 1987, el presidente de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, lanzó su
propuesta denominada "Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en
Centroamérica" y que presentaba diez puntos (todos ellos contemplados en los documentos
de Contadora), como la reconciliación nacional por medio de un decreto de amnistía
general sobre delitos políticos; el restablecimiento del diálogo interno con todos los grupos
desarmados de oposición política; el cese del fuego; la democratización a través de la
realización inmediata de procesos democráticos, pluralistas y participativos, la celebración
de elecciones libres, supervisadas por la OEA; la suspensión de la ayuda militar de
naciones extranjeras; el control y reducción de armamentos y efectivos y un seguimiento
eficaz en los anteriores propósitos.
Sin embargo, la más importante consecuencia del planteamiento de Arias fue el
hecho que, por la propia iniciativa de los cinco presidentes centroamericanos, se convocó a
una reunión que nuevamente se celebraría en territorio guatemalteco (en esa ocasión en
Ciudad de Guatemala) para tratar el tema de solución a los conflictos existentes en la
región. De esa manera, se consolida la filosofía de Contadora, en el sentido que los propios
centroamericanos debían tomar en sus manos la responsabilidad de la paz y, por ello,
debían alcanzar los acuerdos que correspondieren.
La cumbre de Esquipulas II se llevó a cabo del 5 al 7 de agosto de 1987 y allí se
aprobó el "Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centro América" (Ver
el contenido anexo D). Es evidente que este fue un acontecimiento histórico que marca el
próximo desenlace que tendrían los conflictos armados que tenían lugar en Nicaragua, El
Salvador y Guatemala. Por la importancia de este acontecimiento, Esquipulas II será objeto
de tratamiento especial en el parágrafo IV.5.3.
Esquipulas II marcó la pauta para que se facilitara el acercamiento de las partes
involucradas en los conflictos. En Guatemala, permite el inicio de un proceso de
conversaciones que marcan la etapa de desenlace del conflicto armado local.
Dentro de los factores que facilitaron el desenlace de los conflictos armados en
Centroamérica, y particularmente en Guatemala, merecen especial consideración tanto la
democracia que logró imponerse como sistema político en el área, la finalización del
conflicto este-oeste y el acuerdo de Esquipulas II (sendos temas serán tratados en los
siguientes subparágrafos).

IV.5.1 La Democracia como factor determinante para el surgimiento del proceso de


paz
El proceso de pacificación que se desarrolló en Guatemala fue producto de la
democratización gestada en el país. Por ello, la relación casi paralela entre los procesos de
democratización y de pacificación.
Anteriormente a 1986, cuando los gobiernos no habían sido producto de elecciones
competitivas y libres, ni por asomo se pensó en llevar a cabo un proceso de pacificación. En
esa época no existían los mecanismos, ni las culturas aptas para la solución pacífica de los
conflictos que se plantean como parte de la modernización y el crecimiento de la sociedad.
Al contrario, lo que se dio fue una represión descontrolada.
La URNG, aprovechando el descrédito internacional que tenía el gobierno guatemalteco
por violaciones a los derechos humanos, exigió como condición previa para iniciar platicas
de pacificación, la democratización del país.
Al asumir como jefe de Estado, el general Humberto Mejía Víctores (1983-86),
encontró un conflicto armado donde la guerrilla tenía ya muy pocas posibilidades de
alcanzar el poder; la estrategia de su antecesor, general Efraín Rios Montt, que consistió en
convertir a la población civil en actores del conflicto armado, diezmó numéricamente a la
guerrilla. Pero este gobernante no se interesó en un proceso de pacificación, pues tenía
otros proyectos como convocar a una asamblea constituyente, promulgar una nueva
constitución y llevar a cabo elecciones generales en 1985.
La entrada en vigencia de una nueva Constitución Política en 1986 amplió el marco
de regulación y protección de los derechos humanos. Apareció una nueva normativa para la
protección al patrimonio natural y cultural, la protección del medio ambiente y la
protección de los derechos de los pueblos indígenas. Además, se crearon tres nuevas
instituciones garantes de los derechos de los guatemaltecos: la Corte de Constitucionalidad,
la Procuraduría de Derechos Humanos y el Tribunal Supremo Electoral, lo cual estimuló la
confianza en la izquierda armada.
La elección del primer gobierno civil, después de quince años de gobiernos
militares, produjo como resultado la incorporación al discurso estatal de los temas: respeto
a los derechos humanos, búsqueda del bienestar social y reconciliación nacional, todos
estos conceptos agrupados en un llamamiento hacia la paz.
Cuando Vinicio Cerezo Arévalo tomó posesión (enero de 1986), planteó la
posibilidad de negociar con la insurgencia, condicionada a que las fuerzas insurgentes
depusieran las armas.
La primera reunión de representantes del gobierno con representantes de la
insurgencia se cristalizó durante el período de gobierno de Vinicio Cerezo Arévalo,
auspiciado por el gobierno de España. La debilidad de una democracia naciente, en la que
no podía confiarse de plano, llevó al fracaso el primer intento negociador. Lo que es
innegable es que Cerezo Arévalo inició los primeros pasos de un diálogo que
posteriormente cobra fuerza. Con un régimen militar difícilmente se hubiera abierto el
diálogo.
El acuerdo de Esquipulas II contempló la democratización del istmo
centroamericano como claro objetivo, señalando que dentro de ese contexto deben
desarrollarse los procesos de reconciliación de las sociedades centroamericanas. Con
Cerezo Arévalo se da inicio a la conformación de la Comisión Nacional de Reconciliación
que constituye antecedente directo de las pláticas directas de pacificación.
Cuando asume la presidencia Jorge Serrano Elías (1991) se expresa la clara
intención del gobierno de dar finalización al conflicto armado y, efectivamente, dentro de
su período de gobierno se producen avances sustanciales. Pero, la significancia de esos
avances se ven opacados con una muestra de la debilidad de la democracia guatemalteca:
un fallido autogolpe de Estado (disolución del Congreso Nacional, de la Corte Suprema de
Justicia, de la Corte de Constitucionalidad y suspensión de la vigencia de ciertos artículos
de la Constitución Política de la República). Este acontecimiento de espíritu
antidemocratico provocó un lógico estancamiento en las encaminadas pláticas de
pacificación. Ante el fallido intento de autogolpe, el presidente Serrano Elías es
desconocido como presidente y se retira del cargo.
Las pláticas de pacificación retoman el rumbo cuando asume la presidencia Ramiro De
León Carpio, elegido democráticamente, no mediante elecciones populares, sino mediante
elecciones parlamentarias, conforme lo mandaba la Constitución Política de la República de
Guatemala, para el caso de quedar vacante el cargo de presidente.
Con la toma de posesión del gobierno de Álvaro Arzú, en enero de 1996, se inicia
un período político que ofrece condiciones favorables para enfrentar retos postergados. Una
de esas condiciones es la autoridad y reconocimiento político del nuevo gobierno, puesto
que Álvaro Arzú llega a la presidencia de manos del Partido de Avanzada Nacional (PAN)
como partido mayoritario en el Congreso de la República, con lo cual cuenta con
posibilidades de coordinar sus planes en el organismo legislativo.
La democracia, entendiéndola como forma de gobierno que implica la decisión de la
mayoría de gobernados, ha representado una condición determinante para el nacimiento y
empuje del proceso de pacificación en Guatemala. Las elecciones libres abrieron la
oportunidad para el ejercicio de la libre expresión y organización popular, además,
sirvieron para activar a las ciudadanías pasivas, retraídas o atemorizadas.
Ahora, para hacer que la paz experimente solidez, queda la tarea de perfeccionar la
democracia, en el sentido que ésta no sólo debe implicar un sistema de gobierno en el que
la mayoría de gobernados hayan contribuido a elegir, sino que es necesario el abordaje que
implique el acceso de la mayoría a la riqueza económica, cultura, y la posibilidad de
participar, en igualdad de condiciones, en los ámbitos políticos y sociales, tal como manda
el Acuerdo marco sobre la democracia en Guatemala, o Acuerdo de Querétaro (Ver IV.6).
 
IV.5.2 El fin de la Guerra Fría como factor determinante dentro del proceso de paz
La participación indirecta de las dos superpotencias de la guerra fría dio a los
conflictos centroamericanos un perfil particular. Los mismos constituyeron guerras de baja
intensidad que experimentaron determinados auges atendiendo al apoyo que los bandos en
conflicto recibían de las superpotencias aliadas. El desarrollo de los conflictos
centroamericanos, desde sus respectivos inicios, tuvo en la guerra fría a un factor que
reforzó sus contenidos.
La suscripción de los acuerdos Reagan-Gorbachov y la paralela aparición del
Glasnost y la Perestroika produjo la moderación ideológica de las partes conflictuadas.
Con ello se posibilitó la negociación y el desarrollo exitoso de procesos de pacificación que
pusieran fin a conflictos armados regionales o locales a los que el auge de la guerra fría
había otorgado perfiles especiales.
Ante los cambios experimentados, para la Unión Soviética era un contrasentido
seguir apoyando a la insurgencia. Para los Estados Unidos, el soporte político y militar a las
fuerzas contrainsurgentes se transformó en innecesario, volviendo intolerables los costos de
una victoria militar. La finalización del antagonismo este-oeste provocó que las
superpotencias favorecieran la solución pacífica y no militar de los conflictos existentes; ni
económica, ni políticamente les convenía la continuación de éstos.
Ciertamente, al definir los contenidos de los conflictos centroamericanos no
podemos conformarnos con el argumento que expone que éstos fueron una simple
expresión de la gran guerra fría prevaleciente, pues las raíces de los mismos van más allá
del gran conflicto mundial, pero si es aceptable establecer que la guerra fría les otorgó un
perfil particular.
En Guatemala, como consecuencia del fin de la guerra fría, perdieron sustento los
argumentos a favor de la lucha por la imposición de un Estado socialista, asimismo las
coartadas de los miembros de la derecha dura centroamericana. Con ello se produjo un
ambiente propicio para el diálogo interno. Además, ante la desaparición de las
contradicciones ideológicas irreconciliables entre las fuerzas políticas, se tornó posible la
incorporación de las fuerzas insurgentes (ya desarmadas) al sistema político.
El fin de la guerra fría ha generado un nuevo escenario en el que las relaciones
internacionales basadas en el diálogo y la cooperación pueden convertirse en pilares
fundamentales de la convivencia pacífica entre Estados. Sin ánimo de tomar partido por
ninguno de los antiguos contendientes en guerra fría, la desaparición de este conflicto
otorga la oportunidad a que las partes busquen la solución de sus respectivos conflictos por
medio de instancias que contemplen el diálogo. 
IV.5.3 Importancia del Acuerdo Esquipulas II
De los días 5 al 7 de agosto de 1987, se llevó a cabo en la ciudad de Guatemala la
cumbre presidencial que se denominó Esquipulas II. En esa ocasión se aprobó un acuerdo
entre los jefes de Estado centroamericanos, denominado "Procedimiento para establecer la
paz firme y duradera en Centroamérica".
El instrumento jurídico comprende un preámbulo en el que los presidentes de los
países centroamericanos acuerdan los siguientes puntos: asumir plenamente el reto histórico
de forjar un destino de paz para Centroamérica; el compromiso a luchar por la paz y
erradicar la guerra; hacer prevalecer el diálogo sobre la violencia y la razón sobre los
rencores; dedicar a las juventudes de América Central, cuyas legítimas aspiraciones de paz
y justicia social, de libertad y reconciliación, han sido frustradas durante muchas
generaciones, estos esfuerzos de paz; y colocar al Parlamento Centroamericano como
símbolo de libertad e independencia de la reconciliación a la que se aspiraba en
Centroamérica (Ver anexo D).
Los aspectos contemplados dentro del cuerpo del documento son los siguientes: la
reconciliación nacional (que comprende el diálogo, amnistía y comisiones nacionales de
reconciliación); la exhortación al cese de hostilidades; la democratización (que comprende
la libertad de uso de los medios de comunicación, el pluralismo político partidista y la
derogación de los estados de excepción, sitio o emergencia); las elecciones libres; el cese
de la ayuda exterior a las fuerzas irregulares o a los movimientos insurreccionales; el no
uso del territorio para agredir a otros Estados; el control y limitación de armamentos; las
negociaciones en materia de seguridad, verificación, control y limitación de armamento; la
reinserción de refugiados y desplazados; la cooperación, democracia y libertad para la paz y
el desarrollo; la verificación y seguimiento internacional (por medio de la Comisión
Internacional de Verificación y Seguimiento); y un calendario para la ejecución de los
compromisos (Ver anexo D).
Con el Acuerdo de Esquipulas II se marcó el momento en que los actores locales de
cada conflicto asumieron el rol central, tanto para la definición del conflicto, como para
advertir las claves para su resolución. El acuerdo fue una verdadera señal de autonomía
centroamericana en contradicción con los intereses hegemónicos de las grandes
superpotencias. Se puso todo el peso en resolver los conflictos domésticos y alcanzar la
reconciliación nacional, más que en intentar resolver las amenazas a la seguridad externa.
El éxito de Esquipulas II se debió, en buena medida, a ser un esfuerzo conducido
por los propios actores: los centroamericanos; y a que los mismos lograron que prevaleciera
una percepción de interés común regional y de búsqueda de autonomía con relación a los
diversos elementos que actuaban a favor del conflicto, particularmente las diferencias
ideológicas y la política hacia la región de la administración norteamericana de aquella
época, que privilegiaba la solución violenta a la crisis del área.
Afortunadamente, la Declaración de Esquipulas I y el acuerdo de Esquipulas II, en
concordancia con los cambios internacionales, se caracterizan por justificar una definición
amplia de la paz (democratización, desarrollo, derechos humanos) y una modalidad propia
para alcanzarla, que es la acción por medio del diálogo, mecanismo que a su vez otorga la
legitimidad.
Según Luis Alberto Padilla y Carlos Ochoa García, autores de la introducción en
una obra dedicada a la Cronología de los Procesos de Paz de Guatemala y El Salvador,
publicada por el Instituto de Relaciones Internacionales y de Investigaciones para la Paz,
IRIPAZ, los Acuerdos de Esquipulas contienen una noción amplia de paz. Veamos el
contenido del párrafo correspondiente:
"Los Acuerdos de Esquipulas, como se recordará, en concordancia
con los cambios internacionales, al abordar los conflictos internos, los sitúa
en una perspectiva diferente, que se caracteriza por justificar una definición
amplia de la paz (democratización, desarrollo, derechos humanos) y una
modalidad propia para alcanzarla, que es la acción por medio del diálogo,
mecanismo que a su vez otorga la legitimidad. Una modalidad distinta de
definición de la paz conduce necesariamente a una modalidad distinta para
explicar los conflictos y sus formas de resolución".
El acuerdo de Esquipulas II no se limitó a mandar que se resuelvan los conflictos en
forma pacífica, sino que también estipula formas concretas para dar solución a los
conflictos existentes en Centroamérica al enfatizar que los conflictos deber resolverse a la
luz de un procedimiento general: la reconciliación nacional. A la vez establece como
mecanismos concretos para lograr la reconciliación nacional: el diálogo, instancias
nacionales institucionalizadas (como las comisiones nacionales de reconciliación),
presencia internacional (comisiones internacionales de verificación y seguimiento) y
compromisos políticos (la negociación). Además, vale la pena resaltar que Esquipulas II
favoreció la apertura de un proceso de negociación directa (entre gobierno e insurgentes),
aun sin cese de fuego, como una manera de allanar el camino de la reconciliación.
La historia centroamericana reciente demostró que la evolución observada en los
procesos de paz nacionales y de solución de conflictos armados internos han sido, en gran
medida, definidos en la línea prevista en Esquipulas II. De esa forma, el acuerdo tuvo una
importancia trascendente al establecer caminos viables hacia la búsqueda de la pacificación
en los países centroamericanos.
En Guatemala, el proceso de búsqueda de la paz comenzó como una consecuencia
del Acuerdo de Esquipulas II, ya que este instrumento jurídico establecía la obligación de
los gobiernos de iniciar procesos de diálogo con las fuerzas de oposición y a la vez crear
condiciones que permitieran la conclusión pacífica de los conflictos armados.
Como consecuencia de Esquipulas II, fue importante el primer paso: la constitución
de la Comisión Nacional de Reconciliación, CNR, el 11 de septiembre de 1987, integrada
por un miembro oficial, un ciudadano notable y un delegado de la Conferencia Episcopal.
La CNR facilitó por primera vez algunos contactos entre la URNG y actores locales
diversos, primero y luego, diálogos preliminares con representantes del gobierno (Ver V.6).
 
IV.6 Historia del proceso de paz guatemalteco
El acuerdo de Esquipulas II marca el momento en que la instancia negociadora se
toma como la única válida para resolver el conflicto guatemalteco. A raíz de ese
acontecimiento se produjeron los primeros acercamientos entre las partes en conflicto y,
con fundamento en lo acordado, se estableció la Comisión Nacional de Reconciliación,
quien, según el acuerdo, tenía la función de constatar la vigilancia real del proceso de
reconciliación, así como el respeto irrestricto de todos los derechos civiles y políticos de los
centroamericanos. En atención a sus obligaciones y atributos, la CNR tomó la iniciativa y
desarrolló esfuerzos por dar un inicio a las pláticas de paz.
En octubre de 1987, un día después de la toma de posesión de la CNR, las partes en
conflicto: la URNG y el gobierno (en cuya comitiva se encontraba el ejército de
Guatemala) hicieron un primer intento de acercamiento en Madrid propiciado por el
embajador de Guatemala en España, Danilo Barillas. Dichos acercamientos fueron
violentamente rechazados por grupos conservadores opuestos a la propuesta de paz.
La CNR buscó la manera de propiciar un ambiente negociador, de esa cuenta, se
produjo una reunión con la URNG en Oslo, Noruega (30 de marzo de 1990), en la que se
dejaron sentadas las bases de lo que sería la negociación posterior. El acuerdo de Oslo fue
denominado "Acuerdo Básico para la Búsqueda de la Paz por Medios Políticos". Con éste
se superó la objeción militar que buscaba el fin del conflicto por medios militares. Vale la
pena tener en cuenta que ese acuerdo no fue firmado por la comandancia guerrillera, sino
por una delegación de tres médicos pertenecientes a la comisión diplomática de la URNG y
que como miembro de la CNR estaba Jorge Serrano Elías, quien posteriormente sería
elegido como presidente de la República. En dicho acuerdo se definió, como objetivo de la
negociación, establecer un proceso serio que culminase con el logro de la paz y el
perfeccionamiento de una democracia funcional y participativa. A la vez creó la figura del
"conciliador" que asumía el rol de mediador interno (cargo que recayó en el obispo de la
diócesis de Zacapa, Monseñor Rodolfo Quezada Toruño), presidente de la CNR, llamando
también la presencia de un observador de las Naciones Unidas, en representación del
secretario general (cargo que recayó originalmente en Francesc Vendrell y posteriormente
en Jean Arnault).
El acuerdo de Oslo estableció que la CNR debía organizar rondas de encuentros de
la URNG con diversos sectores de la sociedad civil y posteriormente se reanudaría la
discusión directa con el gobierno. La estrategia planteada advertía la necesidad de
concientizar a los actores guatemaltecos de la necesidad y posibilidad de la paz y de crear
condiciones que hicieran posible retomar la negociación directa. De esa cuenta, se
realizaron una serie de reuniones, resultando de las mismas: importantes acuerdos o
comunicados.
La primera de esta serie fue la reunión que se realizó entre los partidos políticos y la URNG
en mayo de 1990, en El Escorial, España. En el acuerdo se convino que la negociación se
desarrollaría dentro de los marcos constitucionales, y que a la vez se pondría en marcha un
proceso de revisión y reforma institucional, lo que incluía reformas a la Constitución
Política de la República, a fin de lograr las metas de paz y perfeccionamiento de la
democracia funcional y participativa. Las reformas acordadas no fueron logradas.
La segunda reunión se produjo entre la URNG y el sector empresarial organizado
representado por la Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales,
Industriales y Financieras de Guatemala, CACIF. Esta reunión tuvo lugar en Ottawa,
Canadá, en agosto y septiembre de 1990. De esta reunión no se logró la suscripción de
acuerdo alguno, sino sólo fue logrado un "comunicado" en la cual ambas partes formulaban
sendas declaraciones.
En septiembre de 1990 se desarrolló la reunión entre la URNG y líderes de los
sectores religiosos (Iglesia Católica, Iglesia Episcopal, Confederación de Guatemala,
Alianza Evangélica, Iglesia Presbiteriana, Asamblea de Grupos Cristianos, Comunidad
Judía). La reunión tuvo lugar en Quito, Ecuador. De dicha reunión emanó la Declaración de
Quito.
En el mes de octubre de 1990 se desarrolló la reunión entre la URNG y
representantes del movimiento sindical y popular. Dicha reunión tuvo lugar en Metepec,
Puebla, México y de la misma emanó una declaración conjunta. Asimismo, en ese mes se
desarrolló la reunión entre la URNG y representantes de los sectores académicos,
cooperativistas y profesionales. La misma tuvo lugar en Atlixco, Puebla, México y de ésta
emanó una declaración conjunta.
Con excepción del primer encuentro, en las restantes reuniones se coincidió en
señalar que la paz necesariamente debía buscarse en la solución de problemas nacionales y
no solamente se refería a la conclusión del conflicto armado, lo cual indica que se advertía
que la paz deseable era la que tenía un contenido amplio.
El estancamiento del proceso se dio cuando, una vez concluida la ronda de
encuentros, se volvió a la posición inicial, en la que el gobierno persistía en negarse a
volver a encontrarse con los insurgentes, si éstos no hacían presencia a los diálogos con el
fin de discutir las condiciones para deponer las armas. La dirigencia de la izquierda armada
insistía en el tratamiento de los temas sustantivos o de reestructuración social, antes de
deponer las armas. Esa inflexibilidad sostenida durante el gobierno de Cerezo Arévalo tiene
como justificación el hecho que durante su mandato, el ejército de Guatemala se oponía
rotundamente a las conversaciones con la guerrilla. Una frágil democracia naciente,
difícilmente, tomaría el riesgo de oponerse a las posiciones asumidas por los grupos de
poder, toda vez que los sectores más duros del ejército habían intentado dos veces dar un
golpe de Estado.
Es lugar común que al período que comprende las reuniones que se sostuvieron
entre la comandancia de la izquierda armada y los distintos grupos representativos de la
sociedad guatemalteca se le denomine fase de negociación indirecta.
Jorge Serrano Elías, cuando asume la presidencia de Guatemala (enero de 1991), se
ubicó en una posición diferente al de su predecesor. Serrano no buscó apoyo dentro de
grupos de poder del Ejército, sino se limitó a impartir órdenes y asumir efectivamente su
cargo constitucional de Comandante General de dicha institución. Esta posición le otorgó
suficiente fuerza como para que el ejército no le condicionara la posibilidad de entablar
diálogo con la URNG.
En abril de 1991, el presidente Serrano dio a conocer su "Iniciativa para la paz total de la
nación", en la cual se pedía discutir inmediatamente el fin de la lucha armada y la
desmovilización de los insurgentes, así como su incorporación a la vida civil, el inicio de
programas para lograr mayor equidad económica y social y para profundizar el proceso
democrático. Dentro de ese marco, formó una comisión gubernamental de paz, bajo la
dirección de Oscar Conde Orellana.
Ante esos hechos, era inminente que la comisión gubernamental se sentaría en la
mesa de negociaciones con la URNG. Cuando esto se produce, el Gobierno de la República
entró a la negociación, a la inversa que lo hacen los insurgentes, asumiendo su legitimidad
y el carácter democrático del régimen imperante en el país. Por ello su motivación central
era la de concluir el conflicto armado por medio de la negociación política (tal como lo
prescribe el Acuerdo de Esquipulas II). El gobierno admitió un conjunto de insatisfacciones
y demandas sin respuesta, presentes en la sociedad, pero no las vio como fundamentales del
conflicto, sino como manifestaciones de un proceso democratizador inacabado, de ahí su
reiterada percepción de que la institucionalidad constituía la infraestructura adecuada para
resolver esa situación y que el problema más urgente a resolver era el aspecto bélico del
conflicto. Con esa óptica, el gobierno pretendía buscar la solución lo más rápido posible al
conflicto, concediendo menor urgencia a los temas sustantivos.
La URNG llegó a la mesa con una posición menos reticente. Comparando su
postura con la del Ejército, la URNG estuvo más interesada en articular, e incluso participar
en la convocatoria del diálogo nacional. Aceptó finalmente Esquipulas II y, en su nombre,
presionó para realizar el diálogo. Rearticuló sus frentes políticos nacionales e
internacionales (como la Representación Unitaria de las Oposición Guatemalteca, RUOG)
y reforzó su campaña internacional de denuncia contra la militarización del país. En su
discurso comenzaron a aparecer temas como el fin de la discriminación y el respeto a la
identidad de los pueblos indígenas y el llamado a realizar un diálogo nacional sobre temas
sustantivos, como la situación agraria, la distribución de la riqueza y la eliminación de las
condiciones que provocan la pobreza y la violación de los derechos humanos. De esa
forma, la URNG se interesó en aparecer como representativa de los intereses de la
población y socialmente marginada.
En fecha 26 de abril de 1991 se reunieron los representantes gubernamentales y la
URNG en la ciudad de México. De esa forma se da inicio a la llamada fase de negociación
directa. Denominar a esa etapa como de negociación directa podría dar lugar a confusión,
ya que no solamente se hizo uso de la negociación como medio de solución de conflictos.
En esta fase estuvieron presentes los buenos oficios y la mediación.
Durante la reunión de Ciudad de México se logró firmar el "Acuerdo del procedimiento
para la búsqueda de la paz por medios políticos", o "Acuerdo de México", en el cual se
logró acordar un temario de once puntos a negociar y el procedimiento para desarrollar la
negociación. El temario incluyó:
1) Democratización y derechos humanos;
2) Fortalecimientos del poder civil y la función del ejército en una sociedad
democrática;
3) Identidad y derechos de los pueblos indígenas;
4) Reformas constitucionales y régimen electoral;
5) Aspectos socioeconómicos;
6) Situación agraria;
7) Reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado;
8) Bases para la incorporación de la URNG a la vida política del país;
9) Arreglos para el definitivo cese del fuego;
10) Cronograma para la implementación, cumplimiento y verificación de los acuerdos;
y
11) Firma del Acuerdo de paz firme y duradera y la desmovilización de los insurgentes.
De esa suerte, la agenda contempló una parte para resolver una amplia gama de
problemas nacionales (denominada parte sustantiva), para después pasar a trabajar sobre
el fin de la confrontación armada y la desmovilización de los rebeldes (denominada parte
de procedimiento). Con ello se puede notar que el proceso de paz tomó el perfil deseado
por la dirigencia insurgente, en el sentido que primeramente debían abordarse los temas
estructurales y luego los procedimentales.
El acuerdo definió un proceso para negociar la firma de un acuerdo de paz firme y
duradera en el que se consignarían los acuerdos políticos, su implementación y ejecución
por las partes, y los términos de verificación por la CNR y la ONU.
Este acuerdo tuvo amplio consenso en la población y ganó expectativas optimistas
sobre la posibilidad de alcanzar rápidamente la paz. Esas expectativas se acentuaron al
firmarse el "Acuerdo sobre democratización para la búsqueda de la paz por medios
políticos", también conocido como "Acuerdo de Querétaro", suscrito el 25 de julio de 1991.
Conviene citar textualmente a Gabriel Aguilera Peralta, quien le otorga una importancia
trascendental a este acuerdo. Veamos:
"Este acuerdo es uno de los logros más importantes hasta la fecha en
la búsqueda de la paz. Constituye una especie de marco general para el
tratamiento de los restantes puntos del temario. En su redacción el acuerdo
define lo democrático en cuatro dimensiones: política, social, económica y
cultural y le pone dos apellidos: funcional y participativa.
Al definir lo que quiere decir por 'funcional y participativa' se vierte
una visión de una sociedad democrática que abarca sub temas como: respeto
a los derechos humanos, desmilitarización, reconocimiento de los derechos
indígenas, necesidad de la distribución del ingreso, vigencia del Estado de
derecho, eliminación de la represión, retorno de los refugiados. Se plantea
también la participación de la sociedad civil en la formulación, ejecución y
evaluación de las políticas de gobierno.
La importancia del consenso de Querétaro estriba también en que por
primera vez desde que se inició la guerra interna ambas partes, gobierno e
insurgentes, se ponen de acuerdo en un modelo de sociedad democrática
para el país...".
Siendo la democratización el primer punto de la agenda sobre temas sustantivos,
con la adopción del acuerdo de Querétaro se dio por cerrado el primer punto, dando paso,
en octubre de 1991, al siguiente: los derechos humanos.
Los derechos humanos comenzaron a abordarse en septiembre de 1991 y para mayo
de 1993 aún no se había resuelto. No existía consenso tal como el observado al tratar el
tema de la democratización. La discusión se movió a un terreno concreto que implicaba
decisiones con efectos prácticos, ello causó dificultad, toda vez que resultaba muy difícil
lograr el consenso sobre decisiones que implicaran una óptica común sobre un conflicto tan
prolongado y complejo y que, obviamente, implicó violaciones masivas a los derechos
humanos por parte de ambos bandos.
Ya para diciembre de 1992, se habían resuelto diez de los once puntos en que se
subdividía el tema de derechos humanos. En las discusiones se habían logrado
entendimientos para dar plena vigencia (normativa y sociológica) a un conjunto de
derechos ya incorporados en los ordenamientos legales del país. Sin embargo, las grandes
dificultades se dieron por la discrepancia en los siguientes aspectos:
a) La situación de las milicias auxiliares del ejército, compuestas por los
comités voluntarios de defensa civil, conocidos originalmente como PAC.
La URNG pedía su disolución inmediata, en tanto que el gobierno ofrecía su
disolución hasta finalizar el conflicto;
b) El momento de vigencia del conjunto de entendidos sobre derechos
humanos. Al respecto, los insurgentes pedían la vigencia inmediata de los
acuerdos y el gobierno ofrecía la vigencia de éstos desde que finalizara el
conflicto; y
c) La inclusión de una comisión que investigara violaciones de los
derechos humanos en el curso del conflicto. A esto se oponía el gobierno,
protegiendo intereses de miembros del ejército.
Finalmente se acordó que el gobierno ya no organizaría más milicias auxiliares del
ejército y que las existentes podrían ser encuestadas en cuanto a la voluntariedad de
pertenencia, quedando en libertad de retirarse los elementos que no estuvieren por voluntad
propia. Como contrapartida, la guerrilla aceptó que sus fuerzas fueran desmovilizadas hasta
el final del conflicto. Las otras dos diferencias no pudieron resolverse, pues el autogolpe de
Estado del 25 de mayo interrumpió la negociación.
Cuando asumió Ramiro De León Carpio aceptó la renuncia de la CNR, que había
actuado como mediador interno del proceso de pacificación, integró una nueva comisión de
paz gubernamental, bajo la dirección de Héctor Rosada Granados, formulando una
propuesta conocida como "Plan Nacional de Paz".
Mientras que los acuerdos de Oslo y México abordaron el tratamiento conjunto de
temas sustantivos y operativos, el plan de De León Carpio contemplaba una propuesta
distinta al contemplar como eje central una división entre los temas sustantivos y operativos
de la agenda, pues se concibió que primero debía buscársele solución a las causas del
conflicto armado y después ponerle fin al mismo. Con dicho plan, los temas
procedimentales seguían siendo negociados por gobierno y URNG, en tanto que los temas
sustantivos pasaban a jurisdicción de un foro permanente por la paz, integrado por
representantes de la sociedad civil, cuyas recomendaciones se debían tomar en cuenta por el
gobierno para diseñar las directrices políticas. Otra novedad que contemplaba el plan era la
de un mediador internacional, o sea un representante de las Naciones Unidas, en lugar del
mediador nacional que había sido el conciliador.
La propuesta de De León no tuvo entera receptividad. Al establecer que la
negociación directa sólo giraría en torno a los temas operativos, negándose la posibilidad de
que la izquierda armada tuviera autoría de los acuerdos que pudieran lograrse y que la
deposición de su actitud hostil se diera únicamente cuando se diera solución a las causas
que propiciaron el conflicto armado, colocaba en una situación desfavorable a la URNG. La
negatividad de los insurgentes ante la propuesta del gobierno estancó el proceso.
Estancado el proceso, las Naciones Unidas, quien, según el Plan Nacional de Paz,
tendría la iniciativa de acercar a las partes, convocó a éstas a una reunión que se llevó a
cabo en México y, a raíz de la misma, se convino en los términos para reanudar las
discusiones de paz por medio de un instrumento denominado "Acuerdo Marco para la
reanudación del proceso de negociación entre el gobierno de Guatemala y la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca" (10 de enero de 1994).
En el apartado I del Acuerdo Marco se ratificó el temario de negociación
establecido en el Acuerdo de México. Veamos:
"Las partes negociarían el conjunto de los puntos del temario general
del Acuerdo de México en cada punto. Las partes decidirían conjuntamente
los alcances de sus compromisos, los cuales estarían sujetos a verificación.
El gobierno y la URNG se comprometieron a estar debidamente
representados durante las negociaciones por delegados de alto nivel a fin de
asumir acuerdos políticos acordes al marco constitucional, sin limitar su
facultad de llegar a acuerdos sobre reformas institucionales y
constitucionales".
El regreso a la agenda diseñada en el Acuerdo de México fue de vital importancia
para dar seguimiento a los progresos alcanzados. Con ello se logró unificar, nuevamente,
los temas sustantivos y operativos de la mesa de discusión.
El Acuerdo Marco tiene la característica de ser un compromiso de concesiones
mutuas. Con este instrumento se acordó solicitar al Secretario General de las Naciones
Unidas que designara un representante para que asumiera la función de moderador de las
pláticas bilaterales. Es característico de este proceso que quien tuvo las funciones
mediadoras (o sea, de acercamiento de las partes y de proposición de iniciativas
encaminadas a lograr la solución del conflicto) se le haya denominado "moderador".
Sobre el foro de la sociedad civil, las partes coincidieron que la sociedad
guatemalteca tiene un papel esencial en la consecución de la paz y en el proceso de
reconciliación. Por ello, un aspecto de gran importancia del Acuerdo Marco para la
reanudación del proceso de negociación fue la creación de la "Asamblea de la Sociedad
Civil", acordándose abrir la participación de todos los sectores no gubernamentales,
siempre que se acreditase legitimidad, representatividad y legalidad. Como funciones de la
Asamblea, se señalaron, en el apartado III del Acuerdo, las siguientes:
"i) Discutir la temática sustantiva de la
negociación bilateral, es decir, los puntos del ii al vii del
temario general del Acuerdo de México, con miras a formular
posiciones de consenso.
ii) Transmitir al Moderador de las Naciones
Unidas, al Gobierno de Guatemala y a la URNG,
recomendaciones u orientaciones formuladas como resultado
de sus deliberaciones. Dichas recomendaciones u
orientaciones no serán vinculantes y estarán encaminadas a
facilitar el entendimiento entre las Partes. La Asamblea
discutirá la temática sustantiva de acuerdo a un calendario
ajustado a los plazos establecidos de las negociaciones
bilaterales y no podrá retrasar el desarrollo del proceso de
negociación bilateral.
iii) Conocer los Acuerdos sobre la temática
sustantiva concluidos por Las Partes y avalar estos Acuerdos
para darles el carácter de compromisos nacionales, lo que
facilitará su implementación, sin embargo, si por alguna otra
razón no se avala un Acuerdo bilateral, este acuerdo
mantendrá su vigencia".
La instalación de la Asamblea de la Sociedad Civil y sus consecuentes labores permitieron
un atinado acompañamiento al trabajo de la mesa oficial. La Asamblea se convirtió en un
actor central (aunque no formal) para la elaboración de propuestas a tratar en la mesa de
negociaciones en cada uno de los puntos sustantivos de la agenda. Sus propuestas no eran
vinculantes, pero no podían ser descartadas, ni pasadas por alto.
Otra contribución significativa del Acuerdo Marco fue la creación del "Grupo de Países
Amigos del Proceso de Paz", compuesto por Colombia, España, Estados Unidos, México,
Noruega y Venezuela. Fue de especial importancia el rol asumido por España, México y
Noruega, quienes con su trabajo de lobby, a nivel de Naciones Unidas, influyeron en los
momentos de crisis, evitando que el proceso se interrumpiese.
Al convertirse la ONU en moderadora y dársele participación directa a los países amigos se
allanó el camino para una participación significativamente mayor de la comunidad
internacional. Otro punto de entendimiento al que se llegó fue el de establecer un
mecanismo de verificación, lo cual se le solicitó a las Naciones Unidas.
Con el Acuerdo Marco se lograron modificar los procedimientos establecidos en los
acuerdos de Oslo y de México. Sobre esas bases, nuevamente, se puso en marcha el proceso
de pacificación que había quedado estancado.
Al momento de reanudarse las pláticas de paz, la URNG se encontró en una difícil
situación, pues había surgido en México (precisamente en Chiapas) un conflicto armado
con contenidos parecidos al conflicto guatemalteco, eso le provocó el estrechamiento de los
amplios espacios políticos en México. Quizás a ello se deba la flexibilidad de la URNG
ante la opción que planteaba la renovación del proceso de paz. El gobierno, por su parte, a
pesar de su legitimidad, encontró una comunidad internacional que le presionaba más para
la reanudación de las conversaciones.
De esa forma, se le dio continuidad al proceso de pacificación, desarrollándose
consecuentes rondas de conversaciones entre gobierno y guerrilla en México, lográndose la
suscripción del "Acuerdo Global sobre derechos humanos" (Ver IV. 8.1) y el "Acuerdo de
calendario de las negociaciones para una paz firme y duradera en Guatemala".
Al haber logrado la suscripción del Acuerdo Global sobre derechos humanos, se
puso fin al estancamiento experimentado en las conversaciones cuando ambas partes no
transigían sobre puntos álgidos en materia de derechos humanos. Debe advertirse, que gran
parte de lo que contiene este acuerdo fue convenido en las pláticas interrumpidas (lo
convenido con anterioridad formaba parte de los preacuerdos).
En el Acuerdo Global se reitera el compromiso del gobierno de Guatemala de dar pleno
cumplimiento a las normas constitucionales y a los tratados internacionales. Además,
contiene compromisos adicionales específicos relativos a asuntos que tienen particular
importancia para la población en la coyuntura actual. Ninguno de los compromisos afectaba
el marco constitucional que estaba vigente en el país. Sobre el tema de la vigencia, se
convino que, como una excepción, lo relacionado con derechos humanos tendría una
vigencia inmediata.
El Acuerdo de calendario que se logró daba un espacio de un mes para cada tema, se
suscribió con el objeto de lograr culminar con el proceso en diciembre de 1994.
Evidentemente, ello no fue logrado, no se tomó en cuenta que las negociaciones podían
empantanarse en temas álgidos como los derechos de los pueblos indígenas y la
desmilitarización.
Luego, otros dos acuerdos fueron firmados en Oslo, en junio de 1994, uno acerca
del reasentamiento de la población desarraigada por el enfrentamiento armado (17 de
junio), y el otro que establecía una (tibia) comisión para el esclarecimiento histórico de las
violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos
a la población guatemalteca (23 de junio).
Al respecto de las negociaciones para crear la comisión de la verdad, conviene
resaltar que la URNG había llegado a Oslo con el objeto de plantear la creación de una
comisión al estilo salvadoreño, en tanto que las fuerzas de línea dura dentro de la
delegación del gobierno (principalmente del ejército) asumieron la posición de no aceptar
ninguna comisión. Al final, se estableció una comisión para esclarecer los crímenes que
significaban violaciones a los derechos humanos en el pasado, pero sin mencionar los
nombres de los individuos responsables y tampoco se confería a ésta ninguna facultad para
procesarlos. Las repercusiones de haber establecido una comisión de la verdad paralizaron
las conversaciones y elevaron el nivel de tensión entre sectores de la derecha y la izquierda
guatemaltecas, quienes culpaban a sus respectivas delegaciones por haber aceptado (la
derecha advertía el gran riesgo de establecer una comisión de la verdad; en tanto que la
izquierda reprochaba haber aceptado una comisión ineficaz y moralmente inapropiada).
La debilidad que representaba haber contemplado el establecimiento de una tibia
comisión de paz fue paliada, en parte, por el desarrollo de un proyecto de recuperación de
la memoria histórica, que desarrolló la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de
Guatemala, ODHA. Ese afortunado emprendimiento de la ODHA fue iniciado el 23 de
abril de 1995 (antes de la culminación del proceso de paz).
La crisis provocada por los descontentos suscitados por la adopción del acuerdo de
establecimiento de la comisión de esclarecimiento histórico y las demoras para
implementar el Acuerdo Global sobre derechos humanos provocaron un nuevo
estancamiento del proceso de paz. La URNG se negó a regresar a la mesa negociadora
mientras no se implementaran las disposiciones del Acuerdo Global. Ello socavó la
credibilidad de todo el proceso de paz.
Las demoras de implementación del Acuerdo Global de Derechos Humanos, en
parte, fueron responsabilidad de la ONU, pues MINUGUA, como misión de verificación de
derechos humanos, tenía el mandato de empezar a funcionar de inmediato, sin embargo, se
vio impedida de iniciar sus labores, pues en el seno de la ONU estuvo en un impasse la
decisión sobre si la misión quedaría bajo la jurisdicción del Consejo de Seguridad o de la
Asamblea General. Al final, la última posición prevaleció.
Debido a una oportuna participación de la ONU, se reanudaron las negociaciones.
El siguiente punto era el de los derechos de los indígenas. Por la complejidad de los asuntos
a tratar en este tema y debido a las tensiones que alteraron el cronograma del proceso
negociador el "Acuerdo sobre Identidad y derechos de los Pueblos Indígenas" fue suscrito
el 31 de marzo de 1995 en la ciudad de México, fecha posterior a la prevista.
El Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas incluyó reformas
trascendentales y fue considerado un logro decisivo para un país que cuenta con más de la
mitad de la población indígena. Era de esperar que no dejara satisfechas todas las demandas
de los movimientos indígenas organizados, sin embargo, colocó los cimientos para futuros
logros.
El clima pre eleccionario de 1995 tomó un matiz muy especial cuando la URNG
lanzó un llamado (sin precedentes) a votar, hecho que fue interpretado como un cambio de
las estrategias de lucha, advirtiéndose que la izquierda armada comenzaba a concebir a los
medios eleccionarios como posibles formas de acceder al poder. En el mes de agosto de
1995, la URNG se comprometió a suspender las acciones militares durante las dos últimas
semanas de la campaña electoral, a cambio de que los partidos políticos más importantes
asumieran el compromiso de continuar las negociaciones de paz, y respetar los acuerdos ya
firmados cuando accedieran al poder. De esa forma, la clase política guatemalteca aceptaba
que los acuerdos negociados constituían acuerdos de Estado, y que, por ello, no podrían ser
pasados por alto por ningún gobierno.
Las negociaciones con la moderación de la ONU continuaron en el resto del año
1995 sobre el siguiente punto de la agenda, los asuntos socioeconómicos, el cual incluía un
asunto espinoso: la cuestión agraria en Guatemala. No obstante, las negociaciones pasaron
a un segundo plano frente a la expectativa de las elecciones que tendrían lugar en
noviembre de 1995 (en primera vuelta) y en enero de 1996 (en segunda vuelta). El proceso
de paz no fue tema central en las propuestas de los principales candidatos, abundaron más
las descalificaciones mutuas y las apelaciones al orden y a la seguridad como valores
privilegiadas en una sociedad largamente castigada por el conflicto y la crisis.
En noviembre de 1995, la Cámara del Agro (sindicato patronal compuesto por
integrantes de la oligarquía terrateniente guatemalteca), en medio de una publicitada
maniobra de sabor electoral, promovió una acción de inconstitucionalidad con el fin de
anular todos los acuerdos firmados por el Gobierno. El argumento jurídico era
inconsistente, pero el planteamiento político tenía la fuerza del sentido común: ¿Los
acuerdos que toma una comisión gubernamental, que negocia en secreto, comprometen en
su cumplimiento a toda la sociedad? ¿Y el organismo legislativo, representación legal de la
nación, qué papel juega en esto? Posteriormente, la acción fue rechazada, pero el hecho
dejó entrever la intransigente posición de este sector de la sociedad.
Antes y después de su ascenso al poder, Álvaro Arzú, conjuntamente con sus
consejeros, sostuvo varias reuniones secretas, directas, con la URNG en diversos lugares.
En enero de 1996, al asumir Arzú, no se había llegado a ningún acuerdo sobre aspectos
socioeconómicos, a pesar de que existían algunos acuerdos parciales sobre puntos
específicos. El nuevo presidente tomó una actitud positiva acerca de las negociaciones,
aumentando las expectativas de que podría firmarse un acuerdo de paz final en 1996.
Fueron éstas y otras acciones del nuevo gobierno (lo que incluía una reorganización
importante del ejército, que lo descomprometía frente a los miembros de éste) las que
allanaron el camino para que, en marzo de 1996, la URNG emitiera unilateralmente un
gesto de buena voluntad sin precedentes: hacer un llamado a un alto a las acciones armadas
ofensivas. Con ello, el gobierno respondió deteniendo las operaciones contrainsurgentes
ofensivas.
El presidente Arzú nombró una nueva comisión de paz, ahora coordinada por
Gustavo Porras Castejón. A este equipo le tocó tratar el aspecto más difícil del temario
fijado por las partes, el relativo a los aspectos sociales, económicos y agrarios. En este
punto se había estancado el proceso por casi dieciocho meses y había provocado los
mayores desencuentros tanto entre el Gobierno y la URNG como en el interior de la
sociedad.
La negociación formal se reanudó el 22 de febrero, en la ciudad de México, ratificando el
procedimiento, la agenda y valorando positivamente las condiciones existentes a partir de la
asunción del nuevo gobierno. De esa forma, en medio del optimismo reinante, el 6 de mayo
de 1996 se logró firmar el "Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación agraria",
abriéndose el camino hacia la etapa final del proceso.
El Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación agraria, a pesar de las
dificultades vividas para su suscripción, es testimonio abierto de cuánto se ha avanzado en
el país en el uso de un lenguaje político y democrático. Por la importancia de este acuerdo
conviene destacar las notas que caracterizan a cada una de sus partes. De esa cuenta, en la
primera parte del texto, aborda aspectos relativos a la participación y concertación social;
en dicha parte se tomó el compromiso de profundizar una democracia real, funcional y
participativa, de forma que el proceso de desarrollo económico y social sea democrático y
participativo.
En una segunda parte del texto se establece el compromiso del Estado de promover,
orientar y regular el desarrollo socioeconómico del país, de manera que con el esfuerzo de
la sociedad, en su conjunto, se asegure, en forma integrada, la eficiencia económica, la
satisfacción de las necesidades de la población y, con ello, la justicia social. Además, se
establece la necesidad de un crecimiento económico acelerado del país para la generación
de empleos y su desarrollo social. Se consideró que la elevación del nivel de vida, la salud
de los habitantes y la educación y capacitación, constituye premisas básicas para acceder al
desarrollo sustentable de Guatemala.
En la tercera parte se considera que la resolución de la problemática agraria y el
desarrollo social son fundamentales e ineludibles para dar respuesta a la situación de la
mayoría de la población que vive en el medio rural, que es afectada por la pobreza. La
resolución de la situación agraria requiere de un proceso complejo que abarca múltiples
aspectos de la vida rural, lo cual va desde la modernización de las modalidades de
producción y de cultivo, hasta la protección del ambiente, pasando por la seguridad de la
propiedad, la adecuada utilización de la tierra y del trabajo, la protección laboral y una
distribución más equitativa de los recursos y bienes del desarrollo. Afortunadamente, la
promoción del acceso de los campesinos a la propiedad de la tierra y uso sostenible de los
recursos del territorio, no quedó en un plano discursivo, pues se creó el Fondo de Tierras,
como una instancia que daría atención a las exigencias de tierras. Se abordó la necesidad de
reformar el marco jurídico del agro y de un desarrollo institucional en el área rural que
permitiera poner fin a la desprotección y despojos de los que han sido objeto los
campesinos y, en particular, los pueblos indígenas.
Por último, en la cuarta parte se aborda el tema de la modernización de la gestión
pública y política fiscal. En esa parte se advierte que la administración pública debe
convertirse en un instrumento eficiente al servicio de las políticas de desarrollo, por ello el
Gobierno se compromete a la descentralización y desconcentración y a elaborar una política
fiscal que permita cumplir con sus obligaciones constitucionales. Se estableció que la
política presupuestaria debe responder a la necesidad de un desarrollo socioeconómico con
estabilidad. El presupuesto nacional debe contemplar suficientes recursos para el
fortalecimiento de los organismos e instituciones que garantizan el estado de derecho y
respeto a los derechos humanos. Se contempló lo relativo a la política tributaria en el
sentido que ésta debe concebirse de forma que permita la recaudación de recursos que
permitan el cumplimiento de las tareas del Estado, incluyendo los fondos requeridos para la
consolidación de la paz. Dentro de este marco, se establece como meta elevar en por lo
menos un 50%, para el año 2000, la carga tributaria en relación PIB, respecto de la carga
tributaria de 1995 (carga tributaria que significaba apenas el 7,6% del PIB, proponiéndose
llevarla a un 12% de PIB).
Ciertamente, el acuerdo no cuenta con una perspectiva revolucionaria que cambie
radicalmente las estructuras productivas del país, como muchos esperaron, sin embargo,
aborda temas esenciales para la modernización de un país, al enunciar, reiteradamente, la
necesidad de la participación social y concertación política, así como el decisivo
reordenamiento institucional y lo trascendente de incorporar numerosos aspectos del
Acuerdo a la política económica nacional.
Para el logro de la paz a la que el pueblo guatemalteco tiene derecho, este acuerdo tiene
tremenda importancia pues plantea la modernización del país sobre la base de permitir el
acceso de la mayor parte de la población nacional a los bienes que producen riqueza y, con
ello, dar atención a necesidades insatisfechas, considerando que las inconformidades que
han causado la insatisfacciones de las necesidades han sido la fuente de los conflictos
armados. Es muestra lo afirmado el primer párrafo del preámbulo del acuerdo. Veamos:
"Considerando
Que una paz firme y duradera debe cimentarse sobre un desarrollo
socioeconómico orientado al bien común que responda a las necesidades de
toda la población".
Con un afortunado optimismo, las negociaciones continuaron, provocando la
confianza que pronto se resolverían los delicados temas relacionados con el poder civil y el
futuro de las fuerzas armadas, por un lado, y la reinserción a la vida política de los
guerrilleros, por el otro. Las pláticas condujeron a que el 19 de septiembre de 1996 se
firmara en la Ciudad de México el "Acuerdo sobre fortalecimiento del poder civil y función
del ejército en una sociedad democrática". Conviene tener presente que en la parte
considerativa de ese acuerdo se establecen las bases sobre las cuales debe descansar la paz,
como valor que se aspira hacer realidad. Veamos:
"Que la paz descansa sobre la democratización y la creación de
estructuras prácticas que, en el futuro, eviten la exclusión política,
intolerancia ideológica y polarización de la sociedad guatemalteca".
El acuerdo afirma la necesidad de mejorar, modernizar y fortalecer el Estado y su
sistema de gobierno republicano, democrático y representativo. El acuerdo rediseña los tres
poderes del Estado en un escenario de participación popular.
Sobre el ejército nacional, se estableció que su misión sería la defensa de la
soberanía del país y de la integridad de su territorio, no tendría asignadas otras funciones y
su participación en otros campos se limitaría a tareas de colaboración. En el tema de las
reformas constitucionales de los artículos que regulan las funciones del ejército fue
fundamental haberse establecido que "los delitos y faltas del orden común cometidos por
militares serían conocidos y juzgados por la jurisdicción ordinaria". Y a la inversa: "Ningún
civil podrá ser juzgado por Tribunales Militares". Se estableció, además, que el Presidente
de la República como Comandante General del Ejército e impartiría sus órdenes por
conducto del Ministro de la Defensa Nacional, quien podría ser civil o militar, lo que
constituyó un avance sustancial del poder civil frente al poderoso ejército nacional.
Con respecto a la doctrina del ejército, se estableció que la misma estaría orientada
al respeto de la Constitución Política de la República, de los derechos humanos, a los
instrumentos internacionales ratificados por Guatemala en materia militar, a la defensa de
la soberanía e independencia nacional, a la integridad del territorio del país y al espíritu de
los Acuerdos de Paz Firme y Duradera.
Con respecto al sistema educativo militar, se estipuló la necesidad de propiciar
reformas, de manera que ese sistema fuera congruente, en su marco filosófico, con: el
respeto a la Constitución de la República y demás leyes; con una cultura de paz y
convivencia democrática; con la doctrina definida en el párrafo anterior; con los valores
nacionales guatemaltecos; el desarrollo integral del ser humano; el conocimiento de la
historia nacional guatemalteca; el respeto a los derechos humanos, la identidad y derechos
de los pueblos indígenas, así como la primacía de la persona humana.
Respecto del servicio militar, se estableció la necesidad de efectuar una práctica de
alistamiento en forma voluntaria, mientras se adoptara la Ley de Servicio Cívico, que
debiera incluir tanto el servicio militar, como el servicio social, lo cual debiera conllevar al
cumplimiento de un deber y un derecho constitucional, pero que no sea forzado, ni
violatorio de los derechos humanos, que sea universal y no discriminatorio. Es oportuno
hacer la aclaración que esto constituyó un gran avance, pues en Guatemala, el servicio
militar era totalmente discriminatorio, constituía una actividad realizada, casi
exclusivamente, por la población campesina, principalmente indígena.
Ya este acuerdo contempló una parte puramente operativa, en la cual se promueve la
desintegración de los Comités Voluntarios de Defensa Civil, CVDC (conocidas como
PAC). Se convino la disolución de la Policía Militar Ambulante, PMA (cuerpo policial que
dependía del Ejército Nacional), y se estableció la reducción de efectivos del ejército y,
consecuentemente, la reducción de su presupuesto.
Las propuestas giraron en el tema de la reducción del ejército. La URNG proponía que se
hiciera un recorte del 50% (como en El Salvador) y el ejército propuso cercenarse en un
33% que finalmente fue lo que se acordó.
Quizás por las expectativas que se guardaban sobre este tema, el acuerdo desalentó a
muchos, principalmente en lo que respecta a las funciones del ejército, para el efecto
conviene citar a Edelberto Torres Rivas:
"Debe interrogarse, una vez más, por qué un tema tan sensible en la
historia política del país despierta un interés tan relativamente menor. El
esperado debate nacional sobre el fin de la hegemonía política de las fuerzas
armadas no se dio en la dimensión que el tema sugiere. Era ésta le mejor
oportunidad de valorar en alta voz y con voluntad crítica el destino
mesiánico de los militares, en un ambiente de fin de siglo.
Nada se dijo que no fueran los lugares comunes, que por serlos, nada
agregan. Se produjo como siempre alguna referencia a la
inconstitucionalidad de varios puntos. El silencio se explica no porque haya
un acuerdo implícito en la opinión pública sino porque en su interior subsiste
el miedo. Se filtra en nuestra cultura política el temor cervical que aún
despiertan los militares, sus poderes fácticos aún vigorosos, su capacidad de
represalia aún intacta".
Nada se dijo sobre temas sustantivos como el nuevo concepto de seguridad
nacional, la significación de la soberanía en una sociedad global, la utilidad del ejército en
un mundo sin guerras, lo cual hubiese sido lo más oportuno, pues a pesar que, según la
Constitución Política de la República de Guatemala, el ejército debe ser un órgano
apolítico, obediente y no deliberante, eso nunca ha sido así, ya que éste se ha ubicado como
el eje fundamental en la estructura del poder, lo que le ha hecho asumir posiciones en la
gestión política de la sociedad, con lo cual obviamente ha superado el mandato
constitucional, que lo limita a tareas de seguridad y defensa del Estado, constituyéndose en
un órgano político, no siempre obediente y deliberante.
Contrariando cualquier previsión posible, el 28 de octubre de 1996 estalló un
escándalo que provocó la suspensión de las negociaciones. A ORPA se le señaló estar
vinculada con el secuestro extorsivo de la señora Olga Alvarado de Novella, de 86 años,
miembro del grupo familiar propietario de la monopólica industria cementera guatemalteca.
La perpetración de ese acto, realizado el 25 de agosto, fue atribuido a un comando
subversivo y el día 20 de octubre había sido canjeada por el comandante Isaías (Rafael
Augusto Valdizón Núñez). Con ello se colocó en una situación crítica a la URNG, la cual
decidió expulsar a Isaías y, en la mesa de negociaciones, se produjo la renuncia del
comandante Gaspar Ilom (Rodrigo Asturias).
Superado el escándalo, el 7 de noviembre presidente Arzú instruyó a la Comisión de
Paz para que solicitara a las Naciones Unidas la convocatoria a una nueva ronda de
conversaciones. Fue hasta el 4 de diciembre, en el Ayuntamiento de la ciudad de Oslo,
cuando se firmó el "Acuerdo sobre el definitivo cese al fuego", lo que constituyó una
ratificación del consensuado cese al fuego que ya se había alcanzado desde el 20 de marzo
de 1996, cuando la URNG ofreció una suspensión unilateral de acciones bélicas y el
presidente Arzú ordenó que el Ejército cesara sus operaciones contrainsurgentes.
Con ese acuerdo se contemplan ya temas operativos, lo cual evidencia el salto que
se ha dado al abordar temas procedimentales, superándose los aspectos sustantivos. En el
primer considerando de dicho acuerdo se fundamenta el hecho de dar inicio al tratamiento
de temas operativos, pues se ha dado conclusión a los acuerdos sustantivos del proceso de
paz. En el cuerpo del acuerdo se establece el día "D", fecha a partir de la cual corren los
plazos y procedimientos para la concentración, primero, y la posterior desmovilización de
las fuerzas guerrilleras. La logística y seguridad de tales movimientos, los compromisos
que adquiere tanto el gobierno, en representación de su ejército, y las fuerzas guerrilleras
para separarse entre sí con garantías suficientes, la entrega del armamento por parte de
estos últimos y otras previsiones se realizarían bajo la supervisión de militares de las
Naciones Unidas.
El 7 de diciembre de 1996, se suscribió el "Acuerdo sobre las reformas a la
Constitución y a la Ley electoral y de partidos políticos". En este acuerdo se presenta, de
manera ordenada, las diferentes reformas constitucionales que implicaría la implementación
de cada uno de los acuerdos alcanzados. Además de contemplarse la reforma a muchos
artículos constitucionales, contempla la creación de nuevos artículos.
El carácter constitucional de los aspectos que comprenden los acuerdos de paz y, en
particular, las reformas específicas contempladas en el acuerdo del 7 de diciembre, han sido
objeto de encontradas opiniones en el medio jurídico del país. Nuestro punto de vista es que
ésta ha sido una ocasión para aprovechar y mejorar algunos aspectos de la Constitución, de
manera que se aborde una noción amplia de orden social.
El 12 de diciembre de 1996, se suscribió en Madrid el "Acuerdo sobre bases para la
incorporación de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca a la legalidad". Es
importante resaltar que en la parte considerativa del acuerdo se establece como causa del
enfrentamiento armado: el cierre de los espacios políticos. Veamos:
"Considerando que el origen del enfrentamiento armado interno que
durante más de tres décadas ha vivido Guatemala estuvo determinado por el
cierre de espacio políticos de expresión y participación democrática, y la
adopción de medidas de represión política en contra de personas y
organizaciones que fueron vinculadas o identificadas con el régimen
derrocado en 1954".
El acuerdo dio margen para un amplio debate sobre la figura apropiada para el
retorno de los insurgentes a la vida social y civil. Al final, en el acuerdo se regula lo
relativo a la integración de los miembros de la URNG a la vida política, económica, social
y cultural en un marco de dignidad, seguridad, garantías jurídicas y pleno ejercicio de
derechos y deberes ciudadanos. Para el efecto, dispuso de dos fases de incorporación, una
inicial que duraría un año calendario a partir del día "D + 60", en la que se desarrollarían
programas de ayuda educativa, financiera, legal, económica para que en lo individual, los
insurgentes fueran trasladándose hacia la normalización de sus vidas; y la segunda etapa es
la definitiva, o de mediano plazo, en la que se proveerían los apoyos necesarios para
consolidar la reincorporación. En esta fase, que se desarrollaría a partir de un año después
del día "D + 60", los beneficiarios podrían acceder a servicios de más largo plazo,
incluyendo la asistencia financiera, asesoría técnica, legal y laboral, educación,
capacitación y proyectos educativos, destinados a asegurar una incorporación sostenible a
la vida económica, social y cultural del país, en igualdad de condiciones que el resto de la
población guatemalteca.
En ese acuerdo también se contempló lo relativo al compromiso del Gobierno de
promover ante el Organismo Legislativo la promulgación inmediata de una Ley de
Reconciliación Nacional, "con el objetivo de promover una cultura de concordia y respeto
mutuo que elimine propósitos revanchistas" y, que al mismo tiempo, preserve los derechos
fundamentales de las víctimas, como condiciones indispensables para una paz firme y
duradera. En el acuerdo no se habla de amnistía, sino de extinción de responsabilidades, lo
que trae casi los mismos efectos jurídicos. Se estableció lo relativo al derecho inalienable
de toda sociedad a conocer la verdad. Para el efecto, se crea la comisión de esclarecimiento
histórico de las violaciones de los derechos humanos y los hechos de violencia que han
causado sufrimiento a la población guatemalteca. Así también, se establece lo relativo al
derecho a obtener reparación por parte de las víctimas de las violaciones de los derechos
humanos.
Finalmente, el 29 de diciembre, en un solemne acto, se firmó en el interior del
Palacio Nacional de Guatemala dos acuerdos, uno, el "Acuerdo sobre Cronograma para la
implementación, cumplimiento y verificación de los acuerdos de paz" y, el otro, el
"Acuerdo de Paz Firme y Duradera", poniéndose fin, a un conflicto armado que había
causado, durante treinta y seis años, profundo luto al país.
En el Acuerdo sobre Cronograma se establecen las etapas de implementación de
cada una de la serie de reformas abordadas en los distintos acuerdos suscritos por las partes.
El Acuerdo de Paz Firme y Duradera constituye un instrumento síntesis de todos los
acuerdos suscritos y medio para la vigencia de éstos (Ver análisis efectuados en el capítulo
V). Con éste se pone fin formalmente al conflicto armado y, a la vez, se da inicio al proceso
de reformas tendientes a disminuir las condiciones de violencia estructural existentes en
Guatemala (el acuerdo puede verse en el anexo F).

IV.7 Naturaleza y caracteres del proceso de paz


La historia del proceso de paz guatemalteco ha evidenciado que éste ha tenido como
fin la reestructuración de una sociedad que se había caracterizado por la exclusión y la
injusticia. Por ello, se puede advertir como naturaleza del mismo el hecho de ser un proceso
complejo, al haberse propuesto múltiples objetivos, a saber: la desmovilización de las
fuerzas irregulares insurgentes, la desmilitarización del país, la democratización, el
desarrollo y la plena vigencia a los derechos humanos. En ese sentido, el proceso se ha
informado del contenido de los principios que inspiran la concepción amplia de paz, o sea
no simplemente como ausencia de conflicto armado, sino considerando los aspectos
positivos de la misma.
Según Edelberto Torres-Rivas, el proceso de paz guatemalteco tuvo como
características originales a las siguientes:
a) Que la consecución de la paz fue paralela a la transición a la
democracia política. En otras experiencias, la democracia es resultado
posterior del alcance de paz. En Guatemala, se da el hecho que sólo un
gobierno civil podía interesarse en la negociación con la guerrilla, dada la
resistencia del ejército a dialogar con la insurgencia, sin obtener la previa
entrega de las armas. De la transición democrática salieron recursos políticos
para empezar la transición a la paz.
b) En el proceso de paz se discutieron y aprobaron aspectos sustantivos
de la construcción de la paz, constituyéndose en un diálogo sobre temas
económico-sociales de la sociedad guatemalteca y de su desarrollo futuro, en
condiciones de justicia social, participación y tolerancia. El proceso no
podía, abordar solamente aspectos técnicos relacionados con el fin del
conflicto armado, sino debía contar con un programa adecuado para
modernizar al país y hacerlo más justo. Esto le otorgó a la negociación una
dimensión original para contribuir a la construcción de confianza necesaria
en la etapa posterior al conflicto.
c) También es característico que el retorno de los refugiados y
desplazados se inició con anticipación a la finalización del conflicto. A partir
de octubre de 1992, se inició la reinserción de grupos de población
desplazada. Circunstancias como éstas allanaron el camino del proceso, pues
advertían la buena voluntad de ambas partes, al propiciar que desde la fecha
del retorno de los refugiados y desplazados comenzaron a cesar las terribles
efectos del conflicto armado.
d) La verificación internacional se comenzó a desarrollar antes de
finalizado el conflicto armado, pues la misma inició en noviembre de 1994,
es decir, dos años antes de culminado el conflicto. Esto fue producto de que
en el Acuerdo Global sobre derechos humanos, que tuvo una vigencia
inmediata, se contempló la implementación de mecanismos de verificación,
en este caso la tarea fue encomendada a Naciones Unidas. Lo normal es que
la verificación sea una consecuencia del acuerdo entre los contendientes,
pero en el caso guatemalteco se advirtió que no podía existir una
complaciente actitud hacia conocidos actos institucionalizados de
violaciones a los derechos humanos.
e) También, el cese de fuego se ha logrado antes del acuerdo de paz
firme y duradera. Una oportuna decisión de la dirigencia de la izquierda
armada en marzo de 1996, fue seguida por una orden presidencial para que
el ejército suspendiera toda operación contrainsurgente. De esa forma,
durante nueve meses antes del fin del conflicto, éste dejó de producir
víctimas.
A las características señaladas por Torres-Rivas, proponemos agregar las siguientes:
f) El proceso de paz tiene su punto de partida en un acuerdo
internacional: el Acuerdo de Esquipulas II, que promovía la búsqueda de
solución pacífica de los conflictos internos de los países centroamericanos,
por medio del diálogo. La existencia de un acuerdo internacional como ese
allanó el camino para dar solución a los conflictos armados que tenían lugar
en suelo centroamericano.
g) También es característico de este proceso de paz el hecho de poseer
dos etapas bien diferenciadas: primeramente, la etapa de pláticas indirectas
de paz donde no intervenían los propios actores del conflicto (se refiere a la
fase donde se desarrollaron reuniones entre los distintos sectores de la
sociedad nacional y la URNG, generando una serie de acuerdos,
declaraciones o comunicados) y, luego, la etapa de pláticas directas de paz
(se refiere a la fase en la que representantes gubernamentales y de la
guerrilla celebraron reuniones directas).
h.       El proceso de paz tuvo como principales protagonistas a las dos partes en conflicto.
Sin embargo, los representantes de las partes no fueron siempre los mismos. Hubo
multiplicidad de actores. El proceso de paz se desarrolló con representantes de
cuatro gobiernos y existieron tres comisiones de paz distintas. Eso provocó que en
nueve años de diálogo haya cambiado paulatinamente el estilo de diálogo de las
fuerzas que intervinieron. El escenario local fue variando así: primero se observaron
los temores de negociar por parte de Cerezo Arévalo, seguido de la anuencia
condicionada de Serrano Elías, luego los primeros acuerdos con De León Carpio y,
por último, el éxito final logrado por Arzú Irigoyen.
i) Fue sumamente importante la participación indirecta de la sociedad
en las negociaciones, por medio de la instancia denominada Asamblea
Nacional de la Sociedad Civil, de los resultados del trabajo de esa instancia
se podían advertir legítimas reformas sociales.
j) Fue importante el rol de las Naciones Unidas, primeramente como
buen oficiante, acercando a las partes. Seguidamente, como observador del
proceso, monitoreando la mesa de negociaciones. Luego, como moderador o
mediador del proceso, acercando a las partes y proponiendo soluciones. Y,
por último, ha pasado a la verificación. Con la participación de este
organismo se le da dimensión internacional al proceso.
k) También fue importante el rol del grupo de Países Amigos, quienes
propiciaron el acercamiento de las partes (actuando como buenos oficiantes).
Estos, además, prestaron sus respectivos territorios para el desarrollo de la
mesa de negociaciones y ejercieron presión para que el proceso no decayera.
l) Del proceso de paz guatemalteco es destacable el hecho de que nunca
se efectuó un reconocimiento expreso de los grupos insurgentes
guatemaltecos (tal como se dio en El Salvador), lo cual no impidió que se
activaran mecanismos internacionales de mediación, de apoyo y de
verificación internacional. Pero, desde el momento en que las Naciones
Unidas, el grupo de países amigos y la comunidad internacional toda,
tuvieron participación en los acuerdos de paz, tácitamente se aceptaron
repercusiones internacionales del conflicto.
m) También fue característico, que durante mucho tiempo las
negociaciones se realizaron casi secretamente. Al inicio hubo un ambiente
de desinformación, lo cual provocó que se combinaran las falsas
expectativas y el escepticismo de la población.
 
IV.8 Acuerdos suscritos por las partes en conflicto durante el proceso de paz
En V.6 vimos que fueron muchos los instrumentos jurídicos suscritos, pero en el
presente parágrafo nos dedicaremos a enunciar y establecer, de manera sintética, las
características de los instrumentos jurídicos integrados, los cuales, a partir del 29 de
diciembre de 1996, forman parte de la estructura jurídica que fundamenta el proceso de
edificación de la paz.
En el Acuerdo de Paz Firme y Duradera se establece que quedan integrados al mismo,
todos los acuerdos suscritos con base en el Acuerdo Marco sobre Democratización para
la Búsqueda de la Paz por Medios Políticos, suscrito en la ciudad de Querétaro, México,
el 25 de julio de 1991; y a partir del Acuerdo Marco para la Reanudación del Proceso de
Negociación entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca, suscrito en la ciudad de México el 10 de enero de 1994. De manera
ordenada, esos acuerdos son presentados a continuación.
El 29 de marzo de 1994, en México, se suscribió el Acuerdo Global sobre
Derechos Humanos el cual constituye el documento más importante para dar plena
vigencia a las normas que persiguen la dignificación humana y la democracia. En este
documento se concertó crear una misión para verificar la implementación del acuerdo.
El 17 de junio de 1994, en Oslo, se logró suscribir el Acuerdo para el
reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado, en el
que se cubre una amplia agenda de aspectos relativos al regreso de la población
desarraigada, en condiciones de seguridad, libre decisión, inserción productiva y
reconciliación en un ambiente de paz y democracia. En este documento se define que la
estrategia del reasentamiento debe, entre otros objetivos, priorizar la lucha contra la
pobreza que caracteriza a las áreas de desarraigo, asegurar el pleno ejercicio de los
derechos de esta población, reintegrarla política, económica y socialmente en la perspectiva
de un desarrollo sostenible y promover en dichas áreas la reconciliación.
Luego, el 23 de junio de 1994, en Oslo, se suscribió el Acuerdo sobre el
establecimiento de la comisión para el esclarecimiento histórico de las violaciones a los
derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos a la
población guatemalteca. Atendiendo a la necesidad de lograr la verdad, como condición
para alcanzar una paz sostenible, este documento se ha considerado débil y vago, "es
expresión de las debilidades con las que ya negociaba la dirigencia de la insurgencia
armada".
Luego de un tiempo de estancamiento, se suscribió el 31 de marzo de 1995, en
México, el Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas, en el que se
reconocen y desarrollan algunos aspectos relativos a la condición multiétnica y pluricultural
de la sociedad guatemalteca y los derechos y obligaciones derivadas de tal reconocimiento.
El acuerdo incluye el reconocimiento de derechos civiles y políticos y derechos
económicos, sociales y culturales, que comprometen una nueva institucionalidad del Estado
y una revisión de la cultura nacional existente.
Nuevamente, después de un largo período de estancamiento, el 6 de mayo de 1996,
en México, se logró suscribir el Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación
agraria. La negociación de este acuerdo suponía abordar uno de los aspectos más
controvertidos de la mesa, pues se advertía que debían tratarse puntos referentes a la
cuestión social y económica del país, pretendiéndose rectificar aquellas situaciones de
exclusión e injusticia sociales que estuvieron entre los orígenes del conflicto. La versión
final del documento fue calificado de gran envergadura. No obstante las encontradas
opiniones contradictorias que se vertieron sobre este instrumento, resulta difícil aceptar que
con éste se han logrado superar las situaciones de exclusión e injusticia sociales, pero el
intento de modernización de las estructuras productas resultan alentadoras.
El 19 de septiembre de 1996, se suscribe en México, el Acuerdo sobre
fortalecimiento del poder civil y función del ejército en una sociedad democrática. Con
éste se advierten las pretensiones de construir un proyecto que rediseñe los tres poderes del
Estado en una perspectiva de ampliar la participación ciudadana, la gobernabilidad
democrática y la racionalización de sus responsabilidades públicas. Aquí se definen las
funciones del ejército limitadas a la defensa de la soberanía del país y de la integridad de su
territorio.
El 4 de diciembre de 1996, en Oslo, se firmó el Acuerdo Base para el definitivo
cese al fuego. En éste se estableció el día "D", a partir del cual corren los plazos y
procedimientos para la concentración y posterior desmovilización de las fuerzas
guerrilleras, bajo la supervisión de militares de las Naciones Unidas.
El 7 de diciembre de 1996, en Estocolmo, se suscribió el Acuerdo sobre reformas
constitucionales y régimen electoral. En éste se contempló la reforma y la creación de
varios artículos constitucionales; y reformas a la ley electoral y de partidos políticos.
El 12 de diciembre de 1996, en Madrid, se suscribió el Acuerdo sobre bases para
la incorporación de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca a la legalidad.
Aquí se estableció que los insurgentes y quienes estuvieron involucrados en el
enfrentamiento armado serían eximidos de las responsabilidades penales por los delitos
cometidos a lo largo del conflicto armado, sean éstos políticos o comunes conexos.
El 29 de diciembre de 1996, en Guatemala, se suscribieron dos acuerdos: Acuerdo
sobre cronograma para la implementación, cumplimiento y verificación de los
acuerdos de paz y el Acuerdo de Paz Firme y Duradera. Con este documento, de
manera simbólica, se pone punto final a un largo y doloroso episodio de la historia
guatemalteca y se da inicio al proceso de edificación de la paz positiva.
 
IV.8.1 Importancia del Acuerdo Global sobre derechos humanos suscrito el 29 de
marzo de 1994 en la ciudad de México
El tratamiento del tema de los derechos humanos se inició en septiembre de 1991; sólo fue
posible la suscripción del Acuerdo Global sobre derechos humanos hasta finales de marzo
de 1994. El abordaje de este tema es fundamental en los procesos que pretenden abordar la
paz desde una concepción amplia, en la que los derechos humanos han pasado a formar
parte de su contenido. No es posible pensar en lograr la paz, cuando el respeto a los
derechos humanos permanece ausente.
El Acuerdo Global demuestra que se tomó plena conciencia de un clima de
violaciones a los derechos humanos que era necesario superar. El contexto guatemalteco en
la época de conflicto se caracterizó por la gran cantidad de violaciones a los derechos
humanos, lo que significó una inmensa cantidad de personas asesinadas, desaparecidas y
desplazadas, propiciando una cultura de violencia, evitando el desarrollo de una vida digna.
En el acuerdo se consideró como el primer compromiso de las partes: fortalecer el Estado
de Derecho, mediante la plena observancia de los derechos humanos, reconociendo que no
era suficiente la existencia de una estructura normativa de protección, sino que debía
añadirse una voluntad política de respeto a los mismos. Ese acuerdo presenta como
responsables de respetar y proteger los derechos humanos a: el Estado de Guatemala,
personificado en el Gobierno quien se comprometió a respetar y promover los derechos
humanos, conforme el mandato constitucional; y la URNG que se comprometió a respetar
los "atributos inherentes a la persona humana" y de concurrir al efectivo goce de los
derechos humanos.
Con el acuerdo se reconoció la plenitud de sus derechos, tanto a la población civil,
como a los contendientes, contemplándose todas las garantías de protección establecidas en
la Constitución Política de la República de Guatemala, así como los tratados o
convenciones internacionales en materia de derechos humanos de los que Guatemala forma
parte.
Resulta evidente que con el Acuerdo Global sobre Derechos Humanos se reitera el
concepto amplio de paz que ha inspirado el proceso de paz guatemalteco. La creación de
este instrumento, su vigencia y verificación inmediatas, demuestran que los derechos
humanos han sido considerados esenciales para lograr la paz.
El acuerdo contiene una gran variedad de aspectos, tales como:
a.       El compromiso del gobierno de Guatemala de dar pleno cumplimiento a las normas
constitucionales y a los tratados internacionales en materia de derechos humanos;
b.      El fortalecimiento de las instancias de protección de los derechos humanos;
c.       El compromiso de combatir la impunidad, así como el compromiso de que no
existan cuerpos de seguridad ilegales y aparatos clandestinos;
d.      Se refiere a la regulación de la portación de armas y la necesidad de hacer
restrictiva la portación;
e.       Se establecen garantías para las libertades de asociación y de movimiento;
f.        Se suprime el servicio militar en forma obligatoria y discriminada;
g.       Se establecen garantías y protección a las personas y entidades que trabajan en la
protección a los derechos humanos;
h.       Se establece el resarcimiento y/o asistencia a las víctimas de violaciones a los
derechos humanos; e
i) Se regulan funciones de verificación internacional por parte de la
Organización de las Naciones Unidas.
El logro de la paz le restó todo tipo de justificaciones a las violaciones a los
derechos humanos, por ello fue necesario que la paz se comenzara a construir otorgándole
efectiva positividad a los derechos fundamentales de las personas. Fue atinado, entonces,
que el acuerdo logrado comenzara a tener plena vigencia antes que culminara el proceso de
pacificación (Ver el contenido del acuerdo en anexo E).
 
IV.9 Importancia de la participación de la sociedad guatemalteca en el proceso de paz
La participación de los sectores organizados de la sociedad guatemalteca en el
tratamiento de los problemas que le agobiaban fue de sustancial importancia, pues, de su
seno podían emerger soluciones, con alto nivel de legitimidad, a diversos asuntos que
habían sido la causa de la división o retraso del país. Afortunadamente se contó con la
instancia de la Asamblea de la Sociedad Civil, ASC, que desarrolló importantes aportes que
hizo llegar a la mesa de negociaciones.
La necesidad de hacer participar a la sociedad guatemalteca en el proceso de paz no fue una
novedad del Acuerdo Marco que creó a la ASC, pues, recordando el contenido del
parágrafo IV.6, advertimos que la sociedad guatemalteca fue participante activa ya en la
fase de pláticas indirectas de paz.
Los primeros pasos para hacer participar a la sociedad guatemalteca en las pláticas para la
pacificación interna fueron dados por la iglesia católica (especialmente a través de los
obispos Rodolfo Quezada Toruño y Juan Gerardi Conedera, titular y suplente de la CNR,
respectivamente), quien asumió la iniciativa de crear espacios para que los ciudadanos
expresaran sus intereses y propuestas en torno a la paz, llamando al diálogo nacional.
En el Gran Diálogo Nacional, convocado por la CNR y emprendido en febrero de 1989,
diferentes sectores de la sociedad guatemalteca tuvieron presencia. En éste participaron
cuarenta y siete organizaciones y ochenta y cuatro delegados de organizaciones de los
siguientes sectores: gubernamental, popular, sindical, cooperativo, solidarista, académico y
profesional, político, periodístico, religioso y empresarial. Estuvieron ausentes poderosas
agrupaciones patronales como CACIF y UNAGRO y algunos partidos de oposición.
Evidentemente, con el Gran Diálogo Nacional se desarrolló el primer intento serio
de tomar en consideración los puntos de vista de la sociedad para determinar la fuente de
sus principales problemas. Sin embargo, en 1991 al cambiar el esquema del proceso de paz
guatemalteco, no se consideró como parte de la negociación a la sociedad organizada. De
esa forma, la importancia de los aportes que podrían provenir de sectores organizados de la
sociedad quedó relativizados.
En 1994, nuevamente cambió el esquema del proceso de paz y, entonces, se suscribe el
Acuerdo Marco y en éste se contempla la creación de la Asamblea de la Sociedad Civil,
constituyendo el principal aporte de la sociedad guatemalteca integrada para dar solución a
sus principales problemas.
La creación de esa instancia se fundamentó en el insistente reclamo de los sectores
sociales de participar en la mesa. Pretender tomar en cuenta las propuestas de amplios y
variados sectores resultaba muy difícil, pues el acceso de muchos sectores a la mesa
hubiera tornado complejo y prolongado el proceso. Por ello se creó la ASC como foro
paralelo a la mesa. La ASC tuvo como cometido analizar los temas sustantivos y formular
propuestas. Sus recomendaciones, no obstante, fueron opcionales para los integrantes de la
mesa bilateral.
La ASC ha sido un espacio de debate que se concretó en elevar la participación
activa y propositiva de la sociedad para contribuir al éxito del proceso de paz. Esta
instancia fue considerada como una tribuna para adquirir experiencia en métodos de
concertación y negociación y para desarrollar nuevas formas de movilización y presión
social.
Cumpliendo con el referido Acuerdo Marco, la ASC fue instalada el 1 de mayo de 1994,
bajo la dirección de Monseñor Rodolfo Quezada Toruño, que había actuado como
conciliador desde los acuerdos de Oslo. La convocatoria para participar incluyó a todos los
sectores que participaron en el diálogo de Oslo, ampliándose a las organizaciones
indígenas. Igualmente, lograron incorporarse las organizaciones femeninas. La ausencia del
CACIF impidió la obtención de un consenso más amplio dentro de la sociedad.
La participación de los sectores fue bastante amplia, para el efecto se conformaron once
mesas de trabajo que desarrollaron un trabajo puntual y muy a tiempo que fue pasado a las
partes para que se tomaran en cuenta en la negociación de los asuntos sustantivos. La ASC
asumió el compromiso de presentar a las partes su posición sobre cada uno de los temas
sustantivos. Para ello aprobó un procedimiento basado en la consulta y el consenso, en el
que cada sector presentaba su respectiva posición sobre un mismo tema sustantivo, luego de
ello, las ponencias sectoriales eran estudiadas por una comisión ad hoc para redactar,
después, una postura de consenso, la que era discutida detenidamente hasta la aprobación
final. Al mismo tiempo, la ASC tuvo como tarea estudiar los acuerdos emanados de la mesa
de negociaciones y darles su aval con el objeto de convertirlos en acuerdos nacionales.
Sumamente importante fue la participación de la sociedad guatemalteca.
Evidentemente los representantes de los diferentes sectores presentes en la ASC son una
parte relativamente reducida de la sociedad guatemalteca, muy importante, pero
insuficiente. No obstante, con esa experiencia se han establecido los pasos para que la
sociedad pueda abordar sus problemas responsablemente en el futuro. La ASC demuestra
que la capacidad de organización de los guatemaltecos se ha incrementado mucho, lo cual
es de suma importancia para hacer de ésta una sociedad verdaderamente democrática,
donde, por los conductos adecuados, se sepa hacer saber las inquietudes o necesidades de
cada sector.

IV.10 La Organización de las Naciones Unidas y el proceso de paz guatemalteco


Los procesos de paz centroamericanos se vieron fuertemente impulsados cuando los
cinco presidentes centroamericanos, mediante el Acuerdo de Esquipulas II, pidieron la
intervención del Secretario General de Naciones Unidas para que conformase la Comisión
Internacional de Verificación y Seguimiento. Dicha comisión tuvo como funciones la
verificación y seguimiento del cumplimiento de los compromisos contenidos en el Acuerdo
de Esquipulas II. Así da inicio la participación de la ONU en los conflictos
centroamericanos. Vale la pena resaltar el rol sumamente importante que esta organización
desempeñó en el proceso de pacificación salvadoreño, el cual, en buena medida, produjo un
efecto demostración a las partes en conflicto en Guatemala.
En el caso particular de Guatemala, a raíz de Esquipulas II se abrieron los espacios para la
negociación. Cuando da inicio la fase de pláticas directas, las Naciones Unidas fueron
invitadas a participar únicamente como observadores. Durante el lapso que la ONU
desempeñó el rol de observador, el proceso no avanzó con la celeridad deseada y, a raíz del
intento de autogolpe de Estado perpetrado por Jorge Serrano Elías, el proceso se estancó.
Posteriormente, el presidente De León Carpio trató de reiniciar las pláticas a finales de
1993, pero no fue sino hasta que se modificó la participación de la ONU en el proceso de
paz, que las negociaciones dieron resultado. El 10 de enero de 1994, cuando se suscribió el
Acuerdo Marco, se otorgó el papel de único moderador y máximo verificador de todos los
futuros acuerdos. El involucramiento protagónico de la ONU, que tomó tres años en
conseguirse, elevó la importancia del proceso de paz para todas las partes involucradas,
tanto a nivel interno, como a nivel internacional.
El rol que asumió la ONU fue de vital importancia para revitalizar el proceso que,
en momentos, se caracterizó por la intransigencia de ambas partes. Así lo expresó
Monseñor Rodolfo Quezada Toruño, quien fungió como conciliador. Veamos:
"Las partes no se ponían de acuerdo en nada, eso fue lo más duro y
difícil, porque mientras en México se trataba de conciliar posiciones, en
Guatemala se daban enfrentamientos a cada momento.
Cuando en marzo de 1994 las partes decidieron cambiar el formato
de negociación y por tanto, negociaron mi salida de la Comisión Nacional de
Reconciliación (CNR), le di gracias a Dios porque entró a batear Naciones
Unidas".
A raíz de la firma del Acuerdo Global sobre derechos humanos, que tuvo vigencia
inmediata y que contemplaba la verificación inmediata del cumplimiento del mismo, las
Naciones Unidas hicieron presencia directa en territorio guatemalteco para dar inicio a su
tarea verificadora, por medio de una misión especial denominada Misión de las Naciones
Unidas para la verificación de los derechos humanos en Guatemala, MINUGUA. En el
Acuerdo Global se contempló que la misión de verificación comenzaría a trabajar de
manera inmediata, pero problemas internos dentro del seno de la ONU impidieron el rápido
establecimiento de MINUGUA, con ello se produjo la pérdida de la dinámica del proceso
de paz. Sin embargo, esos obstáculos fueron superados y en noviembre de 1994 se
estableció la misión. MINUGUA constituyó la expresión más concreta del interés que la
comunidad internacional tenía en lograr la solución al conflicto guatemalteco.
La verificación de la observancia de los derechos humanos, encomendada a la ONU, se ha
considerado como uno de los aspectos fundamentales que aporta el Acuerdo Global sobre
derechos humanos. Así lo expresa Jorge Mario García Laguardia, ex Procurador de los
Derechos Humanos guatemalteco:
"Uno de los compromisos más significativos del Acuerdo es la
verificación, aspecto que recoge algunos mecanismos de protección
establecidos por al ONU bajo la denominación «verificación internacional
de los derechos humanos». Este mecanismo recoge las experiencias de la
ONU en otros países como El Salvador, Kampuchea y Haití, pero lo amplió
ya que se le vincula con otro tipo de compromisos mucho más amplios,
como lo son el llamado «fortalecimiento institucional»".
Como parte del trabajo de verificación que desarrolla MINUGUA, se elaboraron los
informes referidos al cumplimiento del Acuerdo Global sobre derechos humanos. Hasta
junio de 1998 se habían producido ocho informes. Como elemento común de dichos
informes es destacable el hecho de haberse considerado a la impunidad como el principal
obstáculo para mejorar el respeto de los derechos humanos.
Obviamente, MINUGUA por sí misma no puede corregir la abismal situación de
inobservancia de los derechos humanos en Guatemala, pues ese ha sido un problema
institucionalizado, pero la sola presencia de una misión de más de cuatrocientas personas en
todo el país ha cambiado el contexto de los derechos humanos, ya que la presencia de éstos
ha tenido un impacto disuasorio, sirviendo de recordatorio de que el mundo observa
cuidadosamente la situación de los derechos humanos en Guatemala, eso provoca que ese
contingente humano sea tomado en serio. Además, la asistencia prestada por MINUGUA
ha contribuido a superar el profundo temor que experimentaban muchos guatemaltecos de
denunciar las violaciones a sus derechos fundamentales. En ese sentido, proporcionan una
instancia neutral para llevar sus testimonios, particularmente en remotas áreas rurales donde
mucha gente jamás tuvo contacto con ningún funcionario que velase por el respecto de los
derechos humanos de estas personas. Ello ha abierto necesarios espacios de expresión.
MINUGUA, también, se ha visto influenciada por una importante innovación que
experimentan las nuevas misiones de derechos humanos de las Naciones Unidas, que es la
de asociar la verificación con el fortalecimiento de las instituciones nacionales encargadas
de la protección de los derechos humanos. No puede pretenderse que con una misión, de
carácter transitorio, como lo es MINUGUA, pueda lograrse un clima de respeto permanente
de los derechos humanos, por ello se tiene que recurrir a las instituciones pre-existentes o
las que están por formarse, para fortalecerlas y hacerlas eficientes en sus importantes
labores de protección de los derechos fundamentales.
Es evidente que la participación de la ONU ha sido fundamental para encausar al
país en la búsqueda de remedios a los grandes males vividos, pero MINUGUA no fue el
único ente de la ONU que ha brindado asistencia reciente en Guatemala. La situación de los
derechos humanos en ese país ha merecido la atención de la Comisión de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas desde 1979, a través de diferentes mecanismos que
fueron desde solicitudes de informes al Secretario General, el nombramiento de un Relator
Especial y, luego, de un Representante Especial, hasta la designación sucesiva de tres
expertos independientes encargados de brindar asistencia al gobierno de Guatemala. De esa
cuenta, la Comisión pudo seguir con particular atención la situación de los derechos
humanos en ese país durante diecinueve años.
De particular importancia fue la labor desarrollada por los expertos independientes, pues
tuvieron el mandato de examinar la situación de los derechos humanos, de brindar ayuda al
gobierno guatemalteco, siempre en materia de derechos humanos, y de elevar informes a la
Comisión de Derechos Humanos respecto de la observancia de esos derechos. La ciudadana
argentina Mónica Pinto ejerció como la última experta independiente; la finalización de su
mandato (marzo de 1997), sin que se produjera posterior nombramiento de un nuevo
investigador independiente, evidencia que la situación de los derechos humanos (cívico-
políticos) en Guatemala ha mejorado sustancialmente con relación al pasado.
 
IV.11 Lectura efectuada del conflicto armado guatemalteco durante el proceso de paz
Conociendo las raíces y contenido del conflicto armado guatemalteco y el temario
abordado en el proceso de paz, podemos concluir que las partes involucradas en el proceso
de paz formularon una lectura adecuada del conflicto. No se tomó la posición simplista de
negociar el cese al fuego (lo que hubiera significado la obtención de la paz negativa), sino
que se comprendió que la solución del conflicto requería la implementación de variados
mecanismos que propiciaran el acceso al desarrollo del pueblo guatemalteco.
No se puede pretender que prontamente se logre dar satisfacción a las necesidades de todos
los componentes de la sociedad, para que éstos nunca consideren la vía armada como una
alternativa para exigir la satisfacción de sus demandas, pero se han establecido las pautas
necesarias para que en la sociedad guatemalteca se impongan mecanismos democráticos
que hagan posible la participación de todos los sectores de la sociedad en la vida nacional.
Paradógicamente, durante el proceso de paz guatemalteco, primero se abordaron
aspectos sobre el diseño del proceso que permitirá conseguir la paz positiva, como
condición para negociar la obtención de la paz negativa, o sea la deposición de las armas.
Es obvio que las raíces de la violencia armada no logran superarse de la noche a la mañana,
las mismas continuarán operando al margen de la paz alcanzada, así como ellas se hacían
presentes al margen de la guerra, de esa suerte, la etapa post conflicto puede verse
caracterizada por la presencia de la violencia despolitizada, cruda y criminal. Sin embargo,
en la medida que todos los sectores sociales guatemaltecos den cumplimiento a los
lineamientos estipulados en los acuerdos de paz suscritos, podrá conformarse un país justo
y no excluyente.
Ya en el proceso de Esquipulas se liga la paz y la democratización al desarrollo y a la
eliminación de los problemas de pobreza e injusticia social. La visión amplia y positiva de
paz se hizo presente e inspiró la solución de los conflictos nacionales.
Al referirse a las bondades del proceso de pacificación guatemalteco, Tania Palencia
Prado comenta:
"El impacto más importante que ha provocado el proceso de paz en
Guatemala es la inauguración de nuevos escenarios políticos para procesar y
dirimir los conflictos sociales. La violencia político militar ya no sostendrá
ni derrumbará Estados. Ahora el sistema político se reordenará mediante
reformas mínimas que habían sido anuladas desde 1954 por las cúpulas
militares y menospreciadas por el radicalismo de la izquierda armada.
Concluyó el círculo vicioso que alimentó la intransigencia ideológica".
Pero vale la pena establecer que, pese a las bondades del proceso de paz
guatemalteco, es destacable la corta visión de futuro que se tuvo en términos de la
reconstrucción de la memoria histórica y de la sociedad en general. Se optó nuevamente,
por sumergir en el olvido toda una serie de tremendos e innegables hechos de terror y
violencia ocurridos en el pasado reciente. Además, no se dejó establecido, con la
objetividad necesaria que el tema requería, las funciones, objetivos y dimensiones de un
ejército en un país que decía adiós a los conflictos armados. Igualmente, lo conseguido en
el Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria constituyen acuerdos
tibios frente a las grandes necesidades nacionales, pero ello no debe ser desalentador, pues
la construcción de la paz es un proceso incesante y la etapa posterior a la suscripción del
acuerdo final puede representar la oportunidad para seguir trabajando arduamente en la
perfección de la agenda para la construcción de la paz.
Pese a lo anterior, la culminación del proceso de paz presenta una oportunidad que
se debe aprovechar para construir una mejor sociedad. Edelberto Torres-Rivas se refiere al
respecto:
"La paz termina con la violencia directa que se expresaba en el conflicto.
Pero este no desaparece con el cese del fuego, la desmovilización de la
guerrilla, el fin de las Patrullas de Autodefensa o la reducción del Ejército.
Las causas profundas que a finales de los años cincuenta empujaron al
descontento, la protesta y finalmente la represión y la violencia se mantienen
en nuevas magnitudes.
Este período que ahora se intenta clausurar solo dará comienzo a otro si se
enfrenta con decisión el desafío de construir la paz y fortalecer la
democracia con grandes cuotas de justicia y bienestar para todos. No es
necesario volver al ideario arbencista pues la historia va hacia adelante. No
es posible prescribir en el texto lo que debe hacerse. Solamente es prudente
insistir una vez más en que no debe desperdiciarse esta oportunidad, la
última del siglo".
 

También podría gustarte