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APOCALIPSIS

El documento presenta los primeros capítulos del libro bíblico del Apocalipsis. Narra la visión que Juan tuvo de Jesucristo en la isla de Patmos y las instrucciones que recibió para escribir siete cartas a las iglesias de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea, advirtiéndoles sobre correcciones a realizar y prometiendo recompensas a los fieles.
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APOCALIPSIS

El documento presenta los primeros capítulos del libro bíblico del Apocalipsis. Narra la visión que Juan tuvo de Jesucristo en la isla de Patmos y las instrucciones que recibió para escribir siete cartas a las iglesias de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea, advirtiéndoles sobre correcciones a realizar y prometiendo recompensas a los fieles.
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APOCALIPSIS

CAPÍTULO 1

1. La revelación de Jesús, el Cristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que conviene
que sean hechas presto; y las declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo,
2. el cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesús, el Cristo, y de todas las
cosas que ha visto.
3. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta Profecía, y guardan las cosas que en
ella están escritas, porque el tiempo está cerca.
4. Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia sea con vosotros, y paz del que es y que era, y que
ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono;
5. y de Jesús, el Cristo, el testigo fiel, el Primogénito de los muertos, y Príncipe de los reyes de la tierra.
Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre,
6. y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre: a él sea gloria e imperio para siempre jamás.
Amén.
7. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la
tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén.
8. YO SOY el Alfa y la Omega: principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso.
9. Yo Juan, vuestro hermano, y participante en la tribulación y en el Reino, y en la paciencia de Jesús, el
Cristo; estaba en la isla que es llamada Patmos, por la palabra de Dios y el testimonio de Jesús, el
Cristo.
10. Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
11. que decía: YO SOY el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo
a las siete Iglesias que están en Asia: a Efeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a
Filadelfia, y a Laodicea.
12. Y me volví a ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro;
13. y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que
llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro.
14. Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de
fuego;
15. y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas
aguas.
16. Y tenía en su diestra siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era
como el sol cuando resplandece en su fuerza.
17. Y cuando yo le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas;
YO SOY el primero y el último;
18. y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por los siglos de los siglos, Amén. Y tengo las
llaves del infierno y de la muerte.
19. Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas.
20. El secreto de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los siete candeleros de oro. Las siete
estrellas son los ángeles de las siete Iglesias; y los siete candeleros que has visto, son las siete
Iglesias.
CAPÍTULO 2

1. Escribe al ángel de la Iglesia de Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el cual anda en
medio de los siete candeleros de oro, dice estas cosas:
2. Yo sé tus obras, y tu trabajo y paciencia; y que tú no puedes sufrir a los malos, y has probado a los
que se dicen ser Apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
3. y has sufrido, y sufres, y has trabajado por mi Nombre, y no has desfallecido.
4. Pero tengo contra ti que has dejado tu primera caridad.
5. Por lo cual ten memoria de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; si no, vendré
presto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te enmendares.
6. Mas tienes esto, que aborreces los hechos de los nicolaítas, los cuales yo también aborrezco.
7. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al que venciere, daré a comer del árbol de
la vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios.
8. Y escribe al ángel de la Iglesia de Esmirna: El primero y postrero, que fue muerto, y vive, dice estas
cosas:
9. Yo sé tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen
ser Judíos, y no lo son; mas son sinagoga de Satanás.
10. No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo ha de enviar algunos de
vosotros a la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación de diez días. Sé fiel hasta la
muerte, y yo te daré la corona de la vida.
11. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. El que venciere, no recibirá daño de la
muerte segunda.
12. Y escribe al ángel de la Iglesia que está en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos, dice
estas cosas:
13. Yo sé tus obras, y dónde moras, donde está la silla de Satanás; y tienes mi Nombre, y no has negado
mi fe, aun en los días en que fue Antipas mi testigo fiel, el cual ha sido muerto entre vosotros, donde
Satanás mora.
14. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: porque tú tienes ahí los que tienen la doctrina de Balaam, el
cual enseñaba a Balac a poner escándalo delante de los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas
a los ídolos, y a cometer fornicación.
15. Así también tú tienes a los que tienen la doctrina de los nicolaítas, la cual yo aborrezco.
16. Arrepiéntete, porque de otra manera vendré a ti presto, y pelearé contra ellos con la espada de mi
boca.
17. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al que venciere, daré a comer del Maná
escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un Nombre nuevo escrito, el cual
ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
18. Y escribe al ángel de la Iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, que tiene sus ojos como llama de fuego, y
sus pies semejantes al latón fino, dice estas cosas:
19. Yo he conocido tus obras, y caridad, y servicio, y fe, y tu paciencia, y tus obras, las postreras que son
muchas más que las primeras.
20. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que permites a Jezabel mujer (que se dice profetisa) enseñar,
y engañar a mis siervos, a fornicar, y a comer cosas ofrecidas a los ídolos.
21. Y le he dado tiempo para que se arrepienta de la fornicación; y no se ha arrepentido.
22. He aquí, yo la echo en cama, y a los que adulteran con ella, en muy grande tribulación, si no se
arrepintieren de sus obras;
23. y mataré a sus hijos con muerte; y todas las Iglesias sabrán que YO SOY el que escudriño los riñones
y los corazones; y daré a cada uno de vosotros según sus obras.
24. Pero yo digo a vosotros, y a los demás que estáis en Tiatira: Cualesquiera que no tienen esta
doctrina, y que no han conocido las profundidades de Satanás (como ellos dicen), Yo no enviaré
sobre vosotros otra carga.
25. Pero la que tenéis, tenedla hasta que yo venga.
26. Y al que hubiere vencido, y hubiere guardado mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre los
gentiles;
27. y los regirá con vara de hierro, y serán quebrantados como vaso de alfarero, como también yo la he
recibido de mi Padre;
28. y le daré la estrella de la mañana.
29. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

CAPÍTULO 3

1 Y escribe al ángel de la Iglesia que está en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete
estrellas, dice

estas cosas: Yo conozco tus obras; que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

2 Sé vigilante, y confirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas
delante

de Dios.

3 Acuérdate pues de lo que has recibido y has oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Y si no velares, vendré a
ti como

ladrón, y no sabrás a qué hora vendré a ti.

1056

4 Mas tienes unas pocas personas también en Sardis que no han ensuciado sus vestiduras, y andarán
conmigo en

vestiduras blancas, porque son dignas.

5 El que venciere, será así vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré

su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

7 Y escribe al ángel de la Iglesia que está en Filadelfia: El Santo y Verdadero, que tiene la llave de David;
que abre y

ninguno cierra; que cierra y ninguno abre, dice estas cosas:

8 Yo conozco tus obras: he aquí, he dado la puerta abierta delante de ti, y ninguno la puede cerrar;
porque tienes
algo de potencia, y has guardado mi Palabra, y no has negado mi Nombre.

9 He aquí, yo doy de la sinagoga de Satanás, a los que se dicen ser judíos, y no lo son, mas mienten; he
aquí, yo los

constreñiré a que vengan y adoren delante de tus pies, y sepan que yo te he amado.

10 Porque has guardado la Palabra de mi paciencia, yo te guardaré de la hora de la tentación, que ha de


venir en

todo el universo mundo, para probar los que moran en la tierra.

11 He aquí, que yo vengo presto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.

12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré
sobre él el

Nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios, que es la nueva Jerusalén, la cual ha


descendido del cielo

de con mi Dios, y mi Nombre nuevo.

13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

14 Y escribe al ángel de la Iglesia de los Laodicenses: He aquí, el que dice Amén, el testigo fiel y
verdadero, el

principio de la creación de Dios;

15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, o hirviente!

16 Mas porque eres tibio, y no frío ni hirviente, yo te vomitaré de mi boca.

17 Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces
que tú

eres un desventurado y miserable y pobre y ciego y desnudo;

18 Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de

vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio,
para que

veas.

19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo: sé pues celoso, y enmiéndate.

20 He aquí, que yo estoy parado a la puerta y llamo; si alguno oyere mi voz, y abriere la puerta, entraré a
él, y

cenaré con él, y él conmigo.

21 Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he
sentado con mi
Padre en su trono.

22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

CAPÍTULO 4

1 Después de estas cosas miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, era
como de

trompeta que hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que es necesario que
sean hechas

después de éstas.

2 Y luego yo fui en espíritu; y he aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba
uno sentado.

3 Y el que estaba sentado, era al parecer semejante a una piedra de Jaspe y de Sardónice; y un arco del
cielo

estaba alrededor del trono, semejante en el aspecto a la esmeralda.

4 Y alrededor del trono había veinticuatro sillas; y vi sobre las sillas veinticuatro ancianos sentados,
vestidos de

ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas de oro.

5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y siete lámparas de fuego estaban ardiendo delante
del trono,

las cuales son los siete Espíritus de Dios.

6 Y delante del trono había como un mar de color de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono, y
alrededor

del trono, cuatro animales llenos de ojos delante y detrás.

7 Y el primer animal era semejante a un león; y el segundo animal, semejante a un becerro, y el tercer
animal tenía

el rostro como de hombre; y el cuarto animal, semejante a un águila volando.

1057

8 Y los cuatro animales tenían cada uno por sí seis alas alrededor; y de dentro estaban llenos de ojos; y
no cesaban

día ni noche, diciendo: Santo, Santo, Santo el Señor Dios Todopoderoso, el que era, y que es, y que ha de
venir.

9 Y cuando aquellos animales daban gloria y honra y alabanza al que está sentado en el trono, al que
vive para

siempre jamás;
10 los veinticuatro ancianos se postraban delante del que estaba sentado en el trono, y adoraban al que
vive para

siempre jamás; y echaban sus coronas delante del trono, diciendo:

11 Señor, digno eres de recibir gloria y honra y virtud, porque tú creaste todas las cosas, y por tu
voluntad tienen

ser y fueron creadas.

CAPÍTULO 5

1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito de dentro y de fuera,
sellado con

siete sellos.

2 Y vi un fuerte ángel predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos?

3 Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo.

4 Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de
mirarlo.

5 Y uno de los ancianos me dice: No llores; he aquí el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, que ha
vencido

para abrir el libro, y desatar sus siete sellos.

6 Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un
Cordero

como muerto, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda
la tierra.

7 Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.

8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante
del

Cordero, teniendo cada uno arpas, y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los
santos;

9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú
fuiste

muerto, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.

10 Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos; y la
multitud de

ellos era millones de millones,


12 que decían a alta voz: El Cordero que fue muerto es digno de tomar potencia, y riquezas, y sabiduría,
y

fortaleza, y honra, y gloria, y alabanza.

13 Y oí a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y
todas las

cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea alabanza, honra, y
gloria, y

potencia, para siempre jamás.

14 Y los cuatro animales decían: Amén. Y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron
al que

vive para siempre jamás.

CAPÍTULO 6

1 Y miré cuando el Cordero hubo abierto el primer sello, y oí al pr

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