El medio ambiente olvidado en el siglo XIX[editar]
Históricamente, la forma de pensar que dio lugar a la Revolución Industrial del siglo
XIX introdujo criterios esencialmente de crecimiento económico. Estos criterios se pueden
encontrar en el cálculo del Producto Nacional Bruto, que se remonta a la década de 1930.
Las correcciones se hicieron en la segunda mitad del siglo XIX en el ámbito social, con la
aparición de la organización sin ánimo de lucro y el sindicalismo. El término "económico y
social" forma parte del vocabulario.
Pero los países desarrollados (o países del Norte) se dieron cuenta en los años 1970 que
su prosperidad se basa en el uso intensivo de recursos naturales finitos, y que, por
consiguiente, además de las cuestiones económicas y sociales, un tercer aspecto estaba
descuidado: el medio ambiente. Por ejemplo, la huella ecológica mundial excedió la
capacidad "biológica" de la Tierra para reponerse a mediados de los años 1970.
Para algunos analistas26 el modelo de desarrollo industrial no es sostenible en términos
medioambientales, lo que no permite un "desarrollo", que pueda durar. Los puntos críticos
son el agotamiento de los recursos naturales (como las materias primas y los combustibles
fósiles), la destrucción y fragmentación de los ecosistemas, la pérdida de diversidad
biológica, lo que reduce la capacidad de resistencia del planeta.
El desarrollo (industrial, agrícola, urbano) genera contaminaciones inmediatas y
pospuestas (por ejemplo, la lluvia ácida y los gases de efecto invernadero que contribuyen
al cambio climático y a la explotación excesiva de los recursos naturales, o
la deforestación de la selva tropical). Esto provoca una pérdida inestimable de diversidad
biológica en términos de extinción (y por lo tanto irreversibles) de las especies de plantas o
animales. Esta evolución provoca un agotamiento de los combustibles fósiles y de
las materias primas que hace inminente el pico del petróleo y acercarnos al agotamiento
de muchos recursos naturales vitales.
Al problema de la viabilidad se añade un problema de equidad: los pobres son los que más
sufren la crisis ecológica y climática, y se teme que el deseo legítimo de crecimiento en los
países subdesarrollados hacia un estado de prosperidad similar, basado en principios
equivalentes, implique una degradación aún más importante y acelerado por la biosfera. Si
todas las naciones del mundo adoptaran el modo de vida norteamericano (que consume
casi la cuarta parte de los recursos de la Tierra para el 7 % de la población) se
necesitarían de cinco a seis planetas como la Tierra para abastecerlas. Y si todos los
habitantes del planeta vivieran con el mismo nivel de vida que la media de Francia, se
necesitarían al menos tres planetas como la Tierra.27
Además, los desastres industriales de los últimos treinta años
(de Chernóbil, Seveso, Bhopal, Exxon Valdez, Fukushima etc.) han llamado la atención a
la opinión pública y a asociaciones como WWF, Amigos de la Tierra o Greenpeace.