Weberson Pintos
Juan Calvino y el Calvinismo
Juan Calvino fue un importante teólogo francés considerado como uno de los autores
y gestores de la Reforma Protestante. Nació el 10 de julio de 1509 en Noyon, Francia;
al ser hijo de padres católicos, sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera
eclesiástica. Fue excelente en sus estudios y muy religioso desde su juventud. Se formó
para el sacerdocio en el College de la Marche y en el College de Montaigue, además
ingresó a la Universidad de París a estudiar Humanidades y Derecho, ya que su padre
deseaba que siguiera sus pasos y se dedicase al derecho. Posteriormente, se matriculó
en las universidades de Orleáns y Bourgues, donde comenzó a tomar contacto con las
ideas humanistas y reformadas de la teoría de Martín Lutero.
Se separa de la Iglesia Católica Romana alrededor de 1530, tras las tensiones
religiosas y la violencia generalizada contra los protestantes en Francia. Su amigo
Nicolás Cop, quien acababa de ser elegido como rector de la Universidad de la Sorbona
en París, pronunció un discurso que expresaba claramente su apoyo a Martín Lutero,
defendiendo la doctrina de la justificación por los méritos de Cristo, a la vez que
protestaba contra los ataques y persecuciones de que eran objeto los que no estaban
de acuerdo con la Iglesia de Roma. Circularon rumores de que Calvino estaba detrás
del sermón de Cop, por lo que ambos se vieron obligados a huir de París.
Con poco más de veinte años se convirtió al protestantismo adoptando los puntos de
vista de Lutero: negando la autoridad de la Iglesia de Roma por derecho divino, dando
importancia primordial a la Biblia como única regla de fe y conducta, y destacando la
doctrina de la salvación a través de la fe y no de las obras. A la edad de 26 años, era ya
reconocido en toda Europa por su obra recién publicada, “Las instituciones de la religión
cristiana” que trataba sobre el asentamiento institucional del cristianismo reformado.
Calvino se establece en Ginebra, a pedido del pastor Guillaume Farel quien lo invita a
participar en el movimiento reformista de la ciudad. Sin embargo, las autoridades lo
expulsan en 1538 por el excesivo rigor moral que había tratado de imponer a sus
habitantes. Calvino pasa tres años en Estrasburgo, donde sirvió como pastor,
disfrutando de un tiempo de mucha tranquilidad y sosiego. Allí se dedicó a escribir,
componiendo un himnario con 18 salmos, el credo apostólico con música, 17 capítulos
de su libro La Institución de la Religión Cristiana, un estudio sobre la Carta a los
romanos, entre otros. En 1539 contrae matrimonio con la viuda Idelette de Bure y tienen
un hijo, pero este fallece a las dos semanas de nacer.
En 1541 los ginebrinos vuelven a llamarlo y, esta vez, Calvino no se limitó a predicar
y a tratar de influir en las costumbres, sino que asumió un verdadero poder político, que
ejercería hasta su muerte. Durante su ministerio en la ciudad, predicó más de dos mil
sermones, lo hacía dos veces los domingos y casi todos los días a la semana y sus
sermones duraban más de una hora.
Para adentrarnos a los conocidos Cinco puntos del Calvinismo, es de suma relevancia
comenzar explicando que estos son un resumen de los juicios (o cánones) presentados
por el Sínodo de Dort y que fueron publicados como una respuesta detallada a los cinco
puntos de la Protesta Arminiana. Cuando Jacobo Arminio (profesor holandés) muere,
sus enseñanzas pasan a ser formuladas por sus seguidores, conocidos como
arminianos, en cinco puntos principales de doctrina. Hasta ese momento, las iglesias de
Holanda, en común con la mayoría de las iglesias protestantes de Europa, habían
adoptado las Confesiones de Fe de Bélgica y de Heidelberg, las cuales se apegan a las
enseñanzas Reformadas (es decir, calvinistas). Sin embargo, los arminianos querían
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cambiar esta posición, y para ello, presentaron sus cinco puntos en la forma de una
queja o protesta ante la Corte holandesa.
Como lo mencionado anteriormente, los cinco puntos del calvinismo se oponen punto
por punto a los cinco puntos arminianos, y son los siguientes:
1. La depravación total: Cuando se habla de depravación total no se refiere a que
cada hombre es tan malvado como pueda ser, ni a que el hombre sea incapaz
de reconocer la voluntad de Dios; ni tampoco a que sea incapaz de hacer algún
bien hacia su prójimo o aún dar lealtad externa a la adoración de Dios. Lo que sí
se quiere decir, es que cuando el hombre cayó del Jardín de Edén cayó en su
‘totalidad’. La personalidad completa del hombre ha sido afectada por la caída,
y el pecado se extiende a la totalidad de las facultades, la voluntad, el
entendimiento, el afecto y todo lo demás. La Biblia enseña con absoluta claridad
que el hombre, por naturaleza, está:
a) MUERTO: ". . . como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron" (Romanos 5:12);
b) ESCLAVO: "Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si
quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen
del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él." (2 Timoteo 2:25-26),
c) CIEGOS Y SORDOS: "Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio
del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para
que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan" (Marcos 4:11-
12)
d) CARECE DE ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL: "Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente." (1 Corintios
2:14).
e) NATURALMENTE PECAMINOSO: 1) Por nacimiento: "He aquí, en maldad
he sido formado, y en pecado me concibió mi madre." (Salmo 51:5); y 2) Por
práctica: "Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y
que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
solamente el mal." (Génesis 6:5).
Si este es el estado natural del hombre, se plantean las siguientes preguntas:
¿pueden los muertos darse vida a sí mismos? ¿Pueden los ciegos darse vista a
sí mismos, o los sordos darse el oído? ¿Puede el no instruido enseñarse a leer
a sí mismo? ¿Puede el naturalmente pecaminoso cambiarse a sí mismo? Seguro
que no. La depravación humana es total, por lo tanto, nuestra incapacidad para
desear o procurar la salvación también es total.
2. Elección incondicional: Nuestro rechazo o aceptación de la verdad bíblica que
enseña que la condición del hombre por naturaleza es la depravación total,
determinará en gran medida nuestra actitud hacia este siguiente punto. Si el
hombre en verdad está muerto, prisionero, y ciego etc., entonces el remedio para
todas estas condiciones debe descansar fuera del hombre mismo (es decir, en
Dios) ¿puede el muerto levantarse a sí mismo?, la respuesta inevitablemente es
“por supuesto que no”. Sin embargo, hombres y mujeres son levantados de su
muerte espiritual, “nacidos de nuevo” como lo proclama el evangelio según San
Juan; y como son incapaces de llevar a cabo esta obra por ellos mismos, se
puede concluir que es Dios quien los levantó. Por otro lado, como muchos
hombres y mujeres no han sido vivificados, se puede igualmente concluir que
eso es porque Dios no los ha levantado. Si el hombre es incapaz de salvarse a
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sí mismo, siendo la caída de Adán una caída total, y si sólo Dios puede salvar, y
si no todos son salvos, entonces la conclusión debe ser que Dios no ha escogido
salvar a todos.
3. Expiación limitada: Este tercer punto es el central de los cinco, y también la
verdad central del evangelio, el propósito de la muerte de Cristo en la cruz. En
la misma, Cristo llevó el castigo y obtuvo la salvación, pero… ¿el castigo de
quiénes llevó Cristo? Y ¿la salvación de quiénes obtuvo? Hay tres opciones que
podemos examinar, para considerar este punto:
a) Cristo murió para salvar a todos los hombres sin distinción: este punto de
vista es sostenido por “Universalistas” y propone que Cristo murió para
salvar a todos los hombres, por lo tanto, todos los hombres serán salvos. Si
Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado, rescatado, dado Su vida,
por todos los hombres; entonces, todos los hombres serán salvos.
b) Cristo murió para no salvar a nadie en particular: este punto de vista es el
llamado "arminiano," que sostiene que Cristo obtuvo una salvación
potencial para todos los hombres. Cristo murió en la cruz, según este punto
de vista, pero aunque Él pagó la deuda de nuestro pecado, Su obra en la
cruz no llega a ser eficaz hasta que el hombre 'decide por Cristo' y de este
modo es salvado.
c) Cristo murió para salvar a un cierto número: este es el llamado “calvinista”
y dice que Cristo murió positiva y efectivamente para salvar a cierto número
de pecadores que merecían el infierno, en quienes el Padre había puesto
su libre elegible amor. El Hijo paga la deuda por estos elegidos, hace
satisfacción por ellos a la justicia del Padre, e imputa Su propia justicia a
ellos, para que sean completos en Él.
La tercera de esas alternativas es la que está más de acuerdo a la Biblia:
Cristo murió para salvar a un número particular de pecadores; esto es, a
aquellos que “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo” [Efe.
1:4]; aquellos a quienes el Padre “Le ha dado del mundo [Juan 17:9]; aquellos
por quienes Él mismo dijo que derramaba su sangre: “Porque, esta es mi sangre
del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los
pecados.” [Mat. 26:28]. Además, hace justicia al propósito de Cristo de venir a
esta tierra a morir en la cruz. “Llamarás su nombre Jesús, porque salvará a Su
pueblo de sus pecados.” [Mateo 1:21].
4. Gracia irresistible: Si los hombres son incapaces de salvarse a sí mismos a
causa de su naturaleza caída, si Dios ha propuesto salvarlos, y Cristo ha
realizado su salvación, entonces lógicamente sigue que Dios también debe
proveer los medios para llamarlos a los beneficios de esa salvación que Él ha
procurado para ellos. Romanos 8:30: “y los que predestinó a éstos también
llamó”. Dios no solamente eligió hombres y mujeres para salvación; también
llamó a esos a quien le plació elegir. ¿Qué quiere decir "gracia irresistible"?
Nosotros sabemos que cuando el Evangelio es predicado en la iglesia, o al aire
libre, o a través de la Palabra de Dios leída, no todas las personas hacen caso
de su llamado. No todas las personas llegan a ser convencidas de sus pecados
y de su necesidad de Cristo. Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos.
Existe no sólo un llamamiento externo; sino también uno interno. El llamamiento
externo puede ser descrito como: "las palabras del predicador," y este
llamamiento, cuando es realizado, puede obrar de diferentes maneras, en
decenas de diferentes corazones, produciendo diferentes resultados. Sin
embargo, hay una cosa que este llamamiento no puede hacer: no efectuará la
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obra de salvación en la alma pecadora. Para que una obra de salvación sea
forjada en el alma, el llamamiento externo debe ir acompañado por el
llamamiento interno del Espíritu Santo de Dios, porque es Él quien "convencerá
de pecado, de justicia y de juicio." (Juan 16:8). Y cuando el Espíritu Santo llama
por Su gracia a un hombre, a una mujer o a una persona joven, este llamamiento
es irresistible: es decir, este llamado no puede ser frustrado, porque es la
manifestación de la gracia irresistible de Dios.
5. Perseverancia de los santos: Si el hombre no puede salvarse a sí mismo,
entonces Dios debe salvarle. Si no todos los hombres son salvos, entonces Dios
no ha salvado a todos. Si Cristo ha hecho la satisfacción por pecados, entonces,
esta expiación es por los pecados de aquellos que son salvados. Y si Dios se
propuso revelar esta salvación en Cristo a los corazones de todos aquellos a
quienes Él escogió salvar, entonces, Dios proveerá los medios necesarios y
eficaces para realizarlo así. Por lo tanto, si habiendo decretado salvar, habiendo
muerto para salvar, y habiendo llamado a la salvación a aquellos que jamás se
salvarían por sí mismos; entonces, Él también preservará a aquellos salvados
hasta la vida eterna, para la gloria de Su Nombre.
Este es el sello del creyente, que él pertenece a Cristo; que él está
perseverando en las cosas de Cristo; que él está procurando tanto más hacer
firme su vocación y elección. El creyente en Cristo puede caer en la tentación,
pero el Señor "no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que
dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar." (1
Corintios 10:13). Así que el creyente se fortalecerá y seguirá fortaleciéndose
cada vez más, en las cosas relacionadas con su salvación, para la gloria de
Cristo.
Calvino mismo nunca usó tal modelo, y nunca combatió el Arminianismo
directamente. Estos puntos, pues, funcionan como un resumen de las diferencias entre
el Calvinismo y el Arminianismo.
A causa de su mala salud, sufría asma crónica. Calvino falleció a los 54 años, el 27
mayo de 1564, en brazos de Teodoro de Beza, su sucesor.
Su rol en la reforma fue tan fundamental que su nombre se convirtió en sinónimo del
movimiento, a pesar de que él no fue su fundador ni la voz más influyente hasta el final
de su vida. El nombre 'calvinista' fue tomado con mucho orgullo particularmente por los
de habla inglesa. Sin dudas, sus trabajos han aportado mucho a la historia del
cristianismo, tanto es así, que a día de hoy existen diversas iglesias que se consideran
relacionadas en doctrina o historia con el calvinismo, como las Iglesias Presbiterianas,
las Iglesias Congregacionales, Iglesias Reformadas, Bautistas Reformados, entre otras.
Finalizo este trabajo con una frase del mismísimo Juan Calvino: “Sin el Evangelio, todo
es inútil y vano”.