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Capitulo 1 Resumen

Este documento presenta un resumen de varios capítulos de un libro sobre la psicología del mal. Brevemente describe cómo personas normales pueden actuar mal bajo la influencia de fuerzas situacionales, y analiza varios ejemplos históricos de crímenes atroces como el genocidio de Ruanda y la violación de Nanking, señalando cómo la propaganda y la deshumanización del enemigo pueden llevar a la violencia masiva.

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Capitulo 1 Resumen

Este documento presenta un resumen de varios capítulos de un libro sobre la psicología del mal. Brevemente describe cómo personas normales pueden actuar mal bajo la influencia de fuerzas situacionales, y analiza varios ejemplos históricos de crímenes atroces como el genocidio de Ruanda y la violación de Nanking, señalando cómo la propaganda y la deshumanización del enemigo pueden llevar a la violencia masiva.

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CAPITULO 1

LA PSICOLOGIA DEL MAL: TRANSFORMACION DEL CARÁCTER POR LA


SITUACION.

En la imagen de Escher se plasman tres verdades psicológicas. La primera es que


el mundo está lleno de bondad y de maldad: lo ha estado, lo está y siempre lo
estará. La segunda es que la barrera entre el bien y el mal es permeable y
nebulosa. Y la tercera es que los ángeles pueden convertirse en demonios y, algo
que quizá sea más difícil de imaginar, que los demonios pueden convertirse en
ángeles.
Quizás esta imagen nos recuerde la transformación suprema
del bien en el mal, la metamorfosis de Lucifer en Satanás.
Lucifer, el «portador de luz», era el ángel favorito de Dios
La mente es su hasta que se enfrentó a la autoridad divina y fue arrojado al
propia morada y infierno junto con los otros ángeles caídos.
por si sola puede
hacer del cielo un En su búsqueda académica de los orígenes de Satanás, la
infierno y del historiadora Elaine Pagels plantea una turbadora tesis sobre
infierno un cielo el significado psicológico de Satanás como espejo de la
humanidad:

Tememos el mal, pero nos fascina. Creamos mitos de conspiraciones


malvadas y llegamos a creer en ellos lo suficiente para movilizar nuestras fuerzas
en su contra. Rechazamos al «otro» por diferente y peligroso porque nos es
desconocido, pero nos fascina contemplar excesos sexuales y violaciones de
códigos morales cometidos por quienes no son como nosotros.

El profesor de estudios religiosos David Frankfurter concluye su búsqueda del


«Mal encarnado» centrándose en la construcción social de este «otro» malvado.

TRANSFORMACIONES: ÁNGELES, DEMONIOS Y SIMPLES MORTALES

El efecto Lucifer es mi intento de entender los procesos de transformación que


actúan cuando unas personas buenas o normales hacen algo malvado o vil. Nos
ocuparemos de una pregunta fundamental: «¿Qué hace que la gente actúe mal?».
Sin embargo, en lugar de recurrir al tradicional dualismo religioso del bien contra el
mal, de la naturaleza sana contra la sociedad corruptora, veremos a personas
reales realizando tareas cotidianas, enfrascadas en su trabajo, sobreviviendo en el
mundo a menudo turbulento del ser humano. Trataremos de entender las
transformaciones de su carácter cuando se enfrentan al poder de las fuerzas
situacionales.

Me gustaría que a lo largo de nuestro viaje, a medida que vayamos encontrando


diversas formas del mal, el lector se preguntara continuamente: «¿Yo también?».
Examinaremos el genocidio de Ruanda, los suicidios y asesinatos en masa de los
seguidores del Templo del pueblo en las selvas de Guyana, la matanza de My Lai
en Vietnam, los horrores de los campos de exterminio nazis, las torturas
cometidas por la policía civil y militar de todo el mundo, los abusos sexuales
cometidos por sacerdotes católicos, y la conducta escandalosa y fraudulenta de
altos cargos de las empresas Enron y WorldCom. También veremos que algunos
hilos comunes a todos estos casos de maldad pasan por los maltratos a
prisioneros civiles en la cárcel iraquí de Abu Ghraib que se dieron a conocer hace
poco. Un hilo especialmente importante que enlaza todas estas maldades surge
de una serie de estudios en el campo de la psicología social experimental, sobre
todo de un estudio que se ha llegado a conocer como «el experimento de la
prisión de Stanford».

Otras concepciones: disposicional, situacional y sistémica.

La noción esencialista atribuye la conducta a factores disposicionales y la noción


incremental la atribuye a factores situacionales. Cuando nos enfrentamos a una
conducta inusual, a algún suceso inesperado, a alguna anomalía que no tiene
sentido, ¿qué hacemos para intentar entenderla? El método tradicional ha
consistido en identificar las cualidades personales que han dado origen a la
acción: la estructura genética los rasgos de la personalidad, el carácter, el libre
albedrío y otras predisposiciones de la persona. Ante una conducta violenta
buscamos los rasgos de una personalidad sádica. Ante un acto de heroísmo
buscamos genes que predispongan al altruismo .

Los psicólogos sociales (como yo mismo) nos inclinamos a evitar el criterio


disposicional cuando intentamos entender las causas de una conducta inusual.
Preferimos iniciar nuestra búsqueda de significado planteando preguntas sobre el
«qué»: ¿qué condiciones pueden contribuir a determinadas reacciones? ¿Qué
circunstancias pueden generar una conducta? ¿Qué aspecto tiene la situación
desde el punto de vista de quienes se encuentran en ella? Los psicólogos sociales
nos preguntamos en qué medida los actos de una persona se pueden deber a
factores externos a ella, a variables situacionales y a procesos propios de un
entorno o un marco dado.

El poder de crear al «enemigo»

Los poderosos no suelen hacer el trabajo sucio con sus propias manos, del mismo
modo que los capos de la mafia dejan los «accidentes» en manos de sus
secuaces. Los sistemas crean jerarquías de dominio con líneas de influencia y de
comunicación que van hacia abajo y rara vez hacia arriba. Cuando una élite del
poder quiere destruir un país enemigo, recurre a los expertos en propaganda para
crear un programa de odio. ¿Qué hace falta para que los ciudadanos de una
sociedad acaben odiando a los ciudadanos de otra hasta el punto de querer
segregarlos, atormentarlos, incluso matarlos? Hace falta una «imaginación hostil»,
una construcción psicológica implantada en las profundidades de la mente
mediante una propaganda que transforma a los otros en «el enemigo». Esta
imagen es la motivación más poderosa del soldado, la que carga su fusil con
munición de odio y de miedo. La imagen de un enemigo aterrador que amenaza el
bienestar personal y la seguridad nacional da a las madres y a los padres el valor
para enviar a sus hijos a la guerra y faculta a los gobiernos para reordenar las
prioridades y convertir los arados en espadas de destrucción.

Todo esto se hace con palabras e imágenes. El proceso se inicia creando una
imagen estereotipada y deshumanizada del otro que nos presenta a ese otro como
un ser despreciable, todopoderoso, diabólico, como un monstruo abstracto que
constituye una amenaza radical para nuestras creencias y nuestros valores más
preciados. Cuando se ha conseguido que el miedo cale en la opinión pública, la
amenaza inminente de este enemigo hace que el razonable actúe de una manera
irracional, que el independiente actúe con obediencia ciega y que el pacífico actúe
como un guerrero. La difusión de la imagen visual de ese enemigo en carteles y
en portadas de revistas, en la televisión, en el cine y en Internet, hace que esa
imagen se fije en los recovecos de nuestro cerebro primitivo, el sistema límbico,
donde residen las potentes emociones del miedo y el odio.

CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD: GENOCIDIO, VIOLACIÓN Y TERROR

Tres mil años de literatura nos han enseñado que ninguna persona o Estado es
incapaz de actuar con maldad. En el relato que hacía Homero de la guerra de
Troya, Agamenón, jefe de las fuerzas griegas, dice a sus hombres antes de que se
enfrenten al enemigo: «¡Ninguno de los que caigan en nuestras manos se libre de
tener nefanda muerte, ni siquiera el que la madre lleve en el vientre, ni ése
escape! ¡Perezcan todos los de Ilio, sin que sepultura alcancen ni memoria
dejen!». Estas viles palabras las pronuncia un ciudadano noble de una de las
naciones-Estado más civilizadas de su tiempo, la tierra de la filosofía, de la
jurisprudencia, del teatro clásico.

Las violaciones de Ruanda

Los pacíficos tutsis de Ruanda, en el África Central, aprendieron que un simple


machete, usado contra ellos con mortal eficiencia, podía ser un arma de
destrucción masiva. La matanza sistemática de tutsis por parte de sus anteriores
vecinos, los hutus, se extendió por todo el país en pocos meses, durante la
primavera de 1994, cuando los escuadrones de la muerte mataron a miles de
hombres, mujeres y niños inocentes con machetes y garrotes con clavos. En un
informe de Naciones Unidas se calcula que en sólo tres meses fueron asesinados
entre 800.000 y un millón de ruandeses, haciendo de esta matanza la más atroz
de la historia conocida. Tres de cada cuatro tutsis fueron asesinados.

Hasta hace poco no se ha reconocido el uso sistemático de la violación de las


mujeres tutsis como táctica para sembrar el terror y la aniquilación espiritual.
Según algunos informes, todo empezó cuando un alcalde hutu, Silvester
Cacumbibi, violó a la hija de un amigo suyo y luego hizo que la violaran otros
hombres. La joven contó más tarde que Cacumbibi le había dicho: «No
malgastaremos balas contigo; te violaremos y eso aún será peor».
La violación de Nanking

El horror de la violación es tan gráfico, y por ello tan fácil de visualizar, que
usamos el término metafóricamente para describir las inconcebibles atrocidades
de otra guerra. Los soldados japoneses asesinaron entre 260.000 y 350.000
civiles chinos en unos meses sangrientos de 1937. Estas cifras superan las
muertes causadas por el bombardeo atómico de Japón y el número de civiles que
murieron en los países europeos durante la Segunda Guerra Mundial.
Aparte del número de chinos asesinados, es importante reconocer la «creatividad
malvada» de sus torturadores, que llegaron a convertir la muerte en una
liberación. La investigación de aquel horror realizada por Iris Chang ha revelado
que se usó a varones chinos para hacer prácticas de bayoneta y para concursos
de decapitación. Se calcula que fueron violadas entre 20.000 y 80.000 mujeres.
Muchos soldados iban más allá de la violación y las destripaban, les cortaban los
pechos o las clavaban vivas a la pared. Obligaban a los padres a violar a sus hijas
y a los hijos a violar a sus madres bajo la mirada del resto de la familia.

Deshumanización y desconexión moral en el laboratorio

Podemos dar por sentado que la mayoría de las personas, en la mayoría de las
ocasiones, son seres morales. Pero imaginemos que esta moralidad es como un
cambio de marchas que en ocasiones se sitúa en punto muerto. Cuando ocurre
esto, la moralidad se desconecta. Si el coche se encuentra en una pendiente,
tanto él como el conductor se precipitan cuesta abajo. Dicho de otro modo, lo que
determina el resultado es la naturaleza de las circunstancias, no la destreza o las
intenciones del conductor. Creo que esta sencilla analogía expresa uno de los
temas importantes de la teoría de la desconexión moral desarrollada por mi colega
de Stanford Albert Bandura.

Nuestra capacidad de conectar y desconectar selectivamente nuestros principios


morales explica por qué la gente puede ser cruel en un momento y compasiva en
el siguiente.

ESTUDIAR EL LADO OSCURO DE LA NATURALEZA HUMANA

Como diría el poeta Milton, el viaje que vamos a emprender hará que nos
adentremos en la «oscuridad visible». Nos llevará a lugares donde el mal, sea cual
sea su definición, ha acabado triunfando. Conoceremos a muchas personas que
han cometido atrocidades con otras, muchas veces motivadas por unos fines
elevados, por la mejor de las ideologías, por un imperativo moral. Advierto al lector
que a lo largo del camino nos encontraremos con demonios, aunque puede que se
sienta decepcionado por su banalidad y por su parecido con cualquier vecino
suyo. Con su permiso, y como guía de esta aventura, le invitaré a ponerse en el
lugar de esas personas y a mirar con sus ojos para que se haga una idea del
mal más completa, más cercana y personal. A veces, lo que veremos será pura y
simplemente horroroso, pero si no examinamos y entendemos las causas de ese
mal no podremos cambiarlo, contenerlo o transformarlo mediante decisiones
fundadas y medidas sociales innovadoras.

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