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Peña Romero Elena Claudia Participacion PDF

Este estudio analiza las representaciones subjetivas de mujeres organizadas en contextos de conflicto y postconflicto en Perú. Se entrevistó a mujeres de Anfasep en Ayacucho y de organizaciones contra el proyecto minero Conga en Cajamarca. Las mujeres se fortalecen como actoras políticas locales a través de su participación organizada. Producen cambios en cómo se ven a sí mismas y en sus roles de género, además de ejercer resistencia activa y lograr incidencia política. A pesar de las condiciones de vulner
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Este estudio analiza las representaciones subjetivas de mujeres organizadas en contextos de conflicto y postconflicto en Perú. Se entrevistó a mujeres de Anfasep en Ayacucho y de organizaciones contra el proyecto minero Conga en Cajamarca. Las mujeres se fortalecen como actoras políticas locales a través de su participación organizada. Producen cambios en cómo se ven a sí mismas y en sus roles de género, además de ejercer resistencia activa y lograr incidencia política. A pesar de las condiciones de vulner
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU

ESCUELA DE POSGRADO

PARTICIPACIÓN Y REPRESENTACIÓN SUBJETIVA


DE MUJERES ORGANIZADAS
EN CONTEXTOS DE CONFLICTO Y POSTCONFLICTO

Tesis para optar el grado de Magíster en Estudios de Género que presenta:

Elena Claudia Peña Romero

ASESORA:

Narda Henríquez Ayín

JURADO:

Patricia Ruiz Bravo

Rocío Silva Santisteban Manrique

Lima – Perú

2017
A las mujeres que caminan… que luchan…
Las que buscan el bien desaparecido,
Las que cuidan nuestra fuente de vida.
Las que entre historias que se comparten, lágrimas,
alientos, y propósitos firmes…
van tejiendo una fuerza, con hilos resistentes de Mujeres
Mujeres de Anfasep en Ayacucho
y mujeres de Celendín en Cajamarca
Rodomila
Eudosia
Adelina
Sergia
Lidia
Santos
Lucy
Jenny
Máxima
Adelaida
“Consuelo”
Ellas y sus Colectivos,
son el motivo y el fin de este trabajo

2
Agradecimientos

A mis padres Julia y Rubén que con amor me brindaron las condiciones necesarias para el
estudio; que aún son injustamente esquivas para muchas mujeres.

A mi asesora Narda Henriquez, que con su competencia promovió mis capacidades para la
consistencia de esta investigación; y que en su valioso tiempo, dio el espacio para ello.

A las miembros del Jurado, Patricia Ruiz y Rocío Silva Santisteban, cuyas experiencias y
contribuciones valoro mucho. Y con ellas, a las y los maestros de Estudios de Genero que
motivaron nuestras reflexiones y con ello se fue enriqueciendo esta tesis.

A mis docentes de investigación: a Jorge Bracamonte, por apoyar mi propuesta


comparativa y aportar en su cimiento; a Martín Jaime por su rigor metodológico y la
motivación; a Angélica Motta que facilitó nuestro avance en Seminario de tesis; y a
Alizon Rodriguez por brindarnos las bases de las metodologías.

A las maestras y compañeras de Wiñastin, por nuestro trabajo en Ayacucho; que nos dejó
experiencias, perspectivas y método, fundamentales para esta tesis. Particularmente, a
Viviana Valz Gen, que leyó mis primeros escritos con su atenta y comprehensiva mirada.

A mi maestra de la Universidad de San Marcos, Dora Frisancho, que con mucho


entusiasmo leyó toda mi tesis y brindó sus valiosas impresiones y sugerencias.

A Jorge Chávez, por la confianza, compromiso con el tema y cooperación en Celendín, un


agradecimiento enorme. Y a Jesús Peña por su lectura y aliento, a Rosa Ruiz por su
solícito apoyo, a Ada Rojas y Anival Cayo por sus valiosos testimonios, a Karina
Barrientos por su aporte en las coordinaciones, y a Juan Villegas, Miryam Rivera, Elena
Zurita, gracias a cada una/uno.

A Juan Ávalos, cuya amistad y cariño son lo mejor en el camino; a mis amigas, amigos y
familia, que comprendieron mi dedicación a la maestría y me dieron su aliento; a Azucena
Romero y, así como ella… Todo lo que me inspiró y fortaleció… personas, colectivos en
los que he participado, historias, la tierra… yawarniypa, sunquypa!

3
Resumen

El objetivo del presente estudio es analizar las representaciones subjetivas de las mujeres
en relación a su participación organizacional en el post conflicto armado y en los
conflictos socioambientales. Poniendo atención a los cambios y continuidades en sus
procesos de participación en estos contextos.

Con este fin, desde una metodología narrativa y dialógica, se realizaron entrevistas
semiestructuradas a mujeres de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados,
Detenidos y Desaparecidos de Perú (Anfasep) en Ayacucho, y a mujeres organizadas en
contra del Proyecto minero Conga en Celendín -Cajamarca. Enfocando sus
representaciones en tres dimensiones: las representaciones de sí mismas, de su
organización y de su relación con el Estado y la Comunidad. Considerando además, para
el caso de Conga, sus representaciones en relación a la naturaleza.

Se evidencia que con su práctica organizacional las mujeres se fortalecen como actoras
políticas locales. Producen cambios en las representaciones de sí mismas como mujeres
con mayor agencia y derechos, modifican su dinámica relacional y ejercen una resistencia
activa, avanzando hasta la incidencia política, sobre todo en el caso de Anfasep que tiene
más años de trayectoria. En los dos contextos, las mujeres representan su participación
desde las experiencias que han vivido, significándola principalmente como un caminar
juntas en el caso de Anfasep y como lucha del colectivo en el caso de Gonga.

La participación organizacional en los contextos de conflicto son procesos arduos, se


constata que las condiciones de vulnerabilidad que viven las mujeres persisten en nuestro
país y afectan su participación; sobre todo, la exclusión de oportunidades de estudio, la
discriminación social y la estigmatización desde el rol de género. Estas situaciones se
intensifican con las experiencias de violencia en los conflictos; pero, desde la afectación y
vulnerabilidad, ellas desarrollan conciencia crítica y una resistencia colectiva.

Encuentro que en las representaciones de su participación, las mujeres no se limitan a los


objetivos trazados organizacionalmente. La organización, como lugar de pertenencia y
soporte emocional, es uno de los motivos que ellas resaltan, más en el caso de Anfasep.
Así mismo, las señoras de Anfasep están avanzando en el reconocimiento de sí mismas, en
la visibilización de las afectaciones que sufrieron directamente como mujeres. Y en el caso
de Conga, las participantes están valorando como objetivo organizacional, fortalecerse
como mujeres y hacer oír sus voces en el movimiento ambientalista. Finalmente, concluyo
que las mujeres en los dos casos, con su defensa de los derechos humanos y la vida; y con
sus experiencias de mujeres, madres y protectoras; promueven en su entorno una relación
de cuidado y reconocimiento del otro. Nos llaman a reconocer a las comunidades
invisibilizadas, con sus historias, sus necesidades y sus cosmovisiones diferentes.

Palabras clave: mujeres, participación organizacional, representación subjetiva,


fortalecimiento, conflicto armado interno, conflicto socioambiental.

4
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 6

I. PLANTEAMIENTO DE INVESTIGACIÓN 8
1. Problema 8
2. Preguntas 12
3. Objetivos 13
4. Hipótesis 14
5. Metodología 14

II. MARCO TEÓRICO A LA LUZ DEL GÉNERO 21


1. Género y participación 21
2. Género y conflicto social 24
3. Subjetividad, autorepresentación y agencia 27

III. CONTEXTOS DE CONFLICTIVAD: PROCESOS DE PARTICIPACIÓN 30


1. Postconflicto armado interno 31
2. Conflictos socioambientales 40

IV. EXPERIENCIA BASE DE ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL 50


1. Acompañamiento a mujeres de ANFASEP 50
2. Acompañamiento a familiares afectados del conflicto Conga 62
3. Mirando en perspectiva las dos experiencias 69

V. AUTOREPRESENTACIONES DE LAS MUJERES ORGANIZADAS


DE ANFASEP 72
1. Las Mujeres que Caminan buscando justicia 73
2. Representaciones de sí mismas: cambios y roles de género 80
3. Representaciones sobre su organización 90
4. Representaciones sobre la relación con el Estado y la comunidad 112

VI. AUTOREPRESENTACIONES DE LAS MUJERES ORGANIZADAS


EN EL CONFLICTO CONGA 128
1. Las Mujeres que Luchan por el agua y la vida 129
2. Representaciones de sí mismas 138
3. Representaciones sobre su organización 146
4. Representaciones sobre la relación con el Estado y la comunidad 163
5. Representaciones sobre la relación con la naturaleza 171

VII. CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LAS AUTOREPRESENTACIONES


DE LAS MUJERES EN LOS DOS CONTEXTOS
DE CONFLICTIVIDAD 178

COCLUSIONES Y PERSPECTIVAS 191

BIBLIOGRAFÍA 199
ANEXO 206

5
INTRODUCCIÓN

En nuestro país en los diversos momentos de conflictividad social y violencia, las


poblaciones más afectadas han buscado la manera de afrontarlos, en medio de difíciles
condiciones. En esos contextos, las mujeres han tomado parte en diversas formas; ellas
han sufrido los daños, pero también han hecho frente al impacto y han actuado de manera
colectiva en su comunidad. Cuestionando así el imaginario común de ellas como
“víctimas”, las mujeres son actoras y transformadoras en esos procesos.

Dos contextos de conflicto en particular han marcado las últimas décadas en el Perú: el
conflicto armado interno de los años 80 y 90 que, de alguna manera, todos lo vivimos; y
posteriormente, los conflictos socioambientales desencadenados en diversas regiones del
país. En estos conflictos, las mujeres movilizan sus recursos desde el dolor y la
impotencia que han podido sentir ante la violencia y la vulneración de sus derechos, y se
afirman como sujetos activos ante esa realidad. Encontrando sentido y fuerza en su
organización, y participando en la solución de los problemas de su colectivo.

En estos dos momentos críticos de nuestra historia contemporánea, es importante ver los
procesos, los cambios o ciertas continuidades, en las dinámicas y relaciones de género. En
un contexto nacional en el que la exclusión y la marginación persisten, pero, en el que
también las mujeres han ido ganando mayor posicionamiento público a través de diversos
modos y procesos de participación.

La organización y participación de las mujeres ha sido abordada desde diversos enfoques;


sin embargo, la participación en estos contextos de conflictividad aún no ha sido
suficientemente estudiada, sobre todo en el caso de los conflictos socioambientales. En
esta investigación se busca contribuir con el conocimiento en el tema; indagando con las
propias actoras de la participación, trabajando con un enfoque de género orientado a las
vivencias y subjetividad de las mujeres. Y con un enfoque psicosocial que aborda sus
diversas emociones, conflictos y reconfiguración de sentidos, con base en el contexto
social en que se desenvuelven; reconociendo a la vez el impacto de lo subjetivo en la
conformación social.

Desde mi experiencia previa de acompañamiento psicosocial a las mujeres de la


Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos de Perú

6
(ANFASEP) en el contexto post-conflicto armado en Ayacucho, y a mujeres y familiares
afectados por el conflicto socioambiental Conga en Cajamarca –que se desencadenó en el
año 2011; es que formulo el problema de investigación: indagar las particularidades de las
experiencias de participación de las mujeres, desde sus autorepresentaciones; y encontrar
los posibles cambios o continuidades en los dos contextos.

El recorrido que seguimos en esta investigación, transmite un proceso desde el contacto


con los colectivos de mujeres, la etapa de planteamiento de la tesis, su desarrollo y la
presentación de los hallazgos. A la vez, transmite una ruta de viaje de la mano de las
mujeres que nos llevan a conocer sus experiencias de organización y participación.

En el Capítulo I se expone el problema, las preguntas, objetivos y el diseño metodológico,


que sirvieron de coordenadas para la investigación.

En el Capítulo II desarrollo el marco teórico con los conceptos y análisis que han servido
de referencia para abordar y analizar las formas de representarse que tienen las mujeres.

En el Capítulo III se indaga en la historia de los contextos de conflictividad: postconflicto


armado y conflicto socioambiental Conga, enfocando en ellos el desarrollo de la
participación de las mujeres.

En el Capítulo IV comparto mi experiencia previa de acercamiento a la problemática,


desde los trabajos de acompañamiento psicosocial realizados anteriormente como parte de
la Asociación Wiñastin, y de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos-
CNDDHH, en Ayacucho y Cajamarca respectivamente.

En los Capítulos V, VI y VII, presento y analizo los resultados: Las representaciones


subjetivas de las mujeres sobre su participación en los contextos de Ayacucho y
Cajamarca, y los cambios y continuidades hallados considerando los dos contextos de
conflicto.

Finalmente, arribo a algunas conclusiones, planteamientos o posibles rutas que nos traza
el presente trabajo de tesis.

7
CAPÍTULO I: PLANTEAMIENTO DE INVESTIGACIÓN

1. PROBLEMA

La participación social y política de las mujeres es uno de los grandes temas de interés
para el movimiento feminista y los estudios de género. En el desarrollo socio histórico,
con el sistema patriarcal que ha regido nuestras sociedades, se fue delimitando los
espacios de acción de hombres y mujeres en dos ámbitos diferenciados: lo público, como
el lugar de deliberación y toma de decisiones en la comunidad, dominado por lo
masculino; y lo privado, el mundo de la vida familiar y del cuidado doméstico, asociado a
lo femenino. En esta representación dicotómica de la sociedad, podemos identificar las
relaciones de subordinación de género; pero se dificulta visibilizar la diversidad y
complejidad de los diferentes espacios de participación de las mujeres (De Barbieri, 1996).

La conformación social del género y las posibilidades de participación de las mujeres en el


ámbito público, comunitario; no han sido algo fijo, ni universal, sino que han variado con
el tiempo y en diferentes contextos sociales, económicos y culturales. Se constata que las
mujeres tienen diversas experiencias y percepciones de la realidad, como lo han señalado
las feministas poscoloniales (Mohanty 2008; Curiel 2007); y sus posibilidades y
capacidades de acción en la esfera pública varían, complejizando los diversos contextos.

En nuestro país y en América Latina, tenemos un sistema patriarcal dominante con una
configuración especial dada por nuestra historia colonial, que complejiza las relaciones de
poder y subordinación, como lo ha planteado Segato (2014). Este sistema no ha
permanecido fijo, se han dado algunos cambios, que nos ha permitido avanzar hacia la
igualdad de oportunidades. Sin embargo, es importante visibilizar las diversas matrices
culturales que tenemos en nuestro país, las cuales marcan variaciones en las identidades y
relaciones de género. Reconociendo también, que la configuración de etnicidad se
manifiesta en forma compleja y diversa, como señalan algunos estudios (Henríquez 2006;
Ruiz 2003).

Complejizando más el contexto socio histórico de nuestro país, como también de otros
países latinoamericanos; hemos venido atravesando fuertes conflictos sociales asociados a
factores de exclusión y marginación de los pueblos, como el conflicto armado interno en
el Perú en las décadas del 80 y 90, y actualmente los conflictos socioambientales.

8
Constituyendo una realidad muy adversa para las personas y comunidades, en la que es
importante comprender cómo se desenvuelve la participación política-comunitaria de la
mujer, con sus posibilidades y sus dificultades.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación –CVR (2003), puso de manifiesto que las


brechas de género preexistentes se profundizaron durante el conflicto armado, y también
se retomaron situaciones previas de desigualdad étnica y social. Estas situaciones de
violencia, muchas veces pueden limitar más la acción de las mujeres; pero, también puede
impulsarlas a asumir nuevos roles y desplegar su capacidad de agencia; lo cual dependerá
tanto de sus procesos personales e historias previas, como de las posibilidades de soporte
del entorno.

Vemos que ante estas situaciones críticas en las que las situaciones de conflicto se
intersectan con las condiciones de desigualdad, exclusión y pobreza; muchas mujeres se
han organizado y se han fortalecido como sujetos de derecho. Sin embargo, su
participación en los espacios de concertación de la comunidad, muchas veces queda
invisibilizada, o se las encasilla en la condición de víctimas.

En esta investigación, desde la narrativa y subjetividad de las mujeres organizadas, se


busca comprender cómo se dan sus procesos de participación (en varias dimensiones como
veremos más adelante) en dos contextos: el post conflicto armado (Caso ANFASEP) y los
conflictos socioambientales (Caso Conga). Dos contextos sociohistóricos con diferencias
claras; pero también con elementos en común, en los que podemos identificar cambios y
continuidades en las experiencias de las mujeres.

En estos dos conflictos, observamos cómo la violencia y la exclusión persisten en las


poblaciones más afectadas; pero particularmente, nos interesa visibilizar y analizar las
desigualdades de género. Identificar si se mantienen las condiciones que afectan la
participación de las mujeres, y también valorar los procesos subjetivos-sociales que se
movilizan con la acción de las mujeres en los contextos de conflicto y de violencia.

La Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos de


Perú (ANFASEP), es una de las organizaciones más emblemáticas de afectados por el
conflicto armado interno, fundada por mujeres en Ayacucho en 1983, con el objetivo de
localizar a sus familiares. Ellas han denunciado las violaciones de derechos humanos y

9
con su accionar han puesto en agenda los temas de búsqueda de la verdad, justicia y
memoria. Los estudios han resaltado las diversas respuestas que desarrollaron las mujeres
ayacuchanas, y en particular las integrantes de Anfasep (Reynaga 2008; Barrios 2013;
Crisóstomo 2014), quienes continúan resistiendo en un contexto donde la impunidad y el
olvido todavía están presentes.

En cuanto a la participación de la mujer en los conflictos socioambientales, hay pocos


estudios, y no se ha encontrado respecto al conflicto Conga. Algunas investigaciones han
enfocado el impacto de los conflictos socioambientales en las mujeres y el papel de ellas
en la participación comunitaria. Bastidas (2009) habla de una participación más decidida
de las mujeres en la lucha contra los agentes de la contaminación ambiental dada la forma
particular en que el conflicto las afecta. Sin embargo, señala Orozco (2011), las mujeres
tienen menos poder en la toma de decisiones y no se reconoce su participación en la
sostenibilidad del medio ambiente.

Las y los investigadores han planteado diversas modalidades o tipos de participación


política (Thompson 1995; Montero 2006), siendo la participación política directa desde
los colectivos organizados -no la representativa tradicional, la que consideramos que las
mujeres actoras de nuestra investigación vienen desarrollando. No obstante, buscamos
entender su participación organizacional, valorando la manera cómo ellas lo representan,
con los significados y sentidos que ellas construyen.

Desde la perspectiva de género, interesa particularmente ver las posibilidades de una


inclusión democrática y diferenciada. La cual se concretiza tanto por las oportunidades en
el entorno, como por las propias capacidades de acción personal y colectiva de las mujeres
(Tubino Romero y Gonzales de Olarte, 2014). El tema de la inclusión es crucial para ver si
las mujeres están ejerciendo una participación efectiva; si son escuchadas y reconocidas de
manera igualitaria, valorando sus perspectivas y aportes.

Desde lo argumentado, me propongo estudiar cómo las mujeres organizadas representan


subjetivamente sus procesos de participación en el escenario político de los conflictos:
post conflicto armado y conflicto socioambiental. Analizando tres dimensiones de esa
representación: el aspecto personal, el organizacional y el de la relación con el Estado y la
comunidad.

10
Justificación

En primer lugar, considero importante estudiar la participación de las mujeres organizadas


en contextos de conflicto, porque nos permite visibilizar las acciones de las mujeres, que
significan un aporte en la búsqueda de bienestar para sus colectivos y un fortalecimiento
como actoras en los espacios de concertación de la comunidad. Además, es importante
analizar el tema desde su propia mirada, con los sentidos y significados que ellas otorgan a
sus experiencias; ya que sus perspectivas e interpretaciones muchas veces se pierden
frente a los discursos dominantes.

En un país de mucha exclusión social como el nuestro, es importante conocer cómo se


están dando las condiciones para una participación efectiva e inclusiva en los sectores más
afectados por los conflictos. Identificar las posibilidades o dificultades en el ejercicio de su
participación, puede contribuir al desarrollo de acciones para su fortalecimiento, tanto en
las políticas de inclusión social, como en el trabajo psicosocial comunitario; para que las
mujeres hagan escuchar más sus voces y aporten desde su perspectiva en sus
comunidades.

He tomado dos contextos o problemáticas diferentes, la del conflicto armado y la de los


conflictos socioambientales, porque considero que hay violencias y desigualdades,
particularmente de género, que persisten en los contextos de conflicto. Y que es
importante visibilizarlas en un contínuum que nos ayude a una comprensión histórica de
los hechos, en la que se pueden estar repitiendo ciertas condiciones que impactan en la
participación de las mujeres. Es también una forma de contribuir a una memoria sobre
hechos y condiciones que se reeditan y buscar el cambio.

Mi motivación personal y posicionamiento como investigadora

Las experiencias de trabajo como psicóloga, en el acompañamiento comunitario realizado


con mujeres afectadas por los conflictos sociales, me motivaron a desarrollar el presente
tema de estudio. Trabajé en Ayacucho con las mujeres miembros de ANFASEP,
acompañando sus procesos, escuchando sus sentimientos y a veces su desánimo frente a la
demora de justicia; así mismo, las he visto “resistir en la esperanza” (Esquivel), con su
fuerza y unión, fortaleciéndose mutuamente y perseverando en la lucha por la memoria y
la justicia. Y también participé en una experiencia de acompañamiento psicosocial en

11
Cajamarca, con personas afectadas por el conflicto Conga que perdieron a sus familiares;
en la cual observé con inquietud, cómo se repiten muchos factores de vulnerabilidad y
violencia que afectan a la población y en particular a las mujeres; pero también fui testigo
de cómo ellas se afirmaban ante esas situaciones de dolor y de crisis en su comunidad,
organizándose para hacer oír su voz.

Estas experiencias, en las que también me he indignado junto con ellas, me he conmovido,
me he frustrado, y a la vez me he fortalecido con su ejemplo, sus luchas y su fraternidad;
han hecho que vea la importancia de atender la problemática de los conflictos sociales que
afectan a nuestras comunidades, entendiéndolo con un enfoque histórico-social y de
género. Reconociendo situaciones de exclusión y de violencia que se repiten, pero también
viendo las potencialidades y contribuciones del accionar político de las mujeres.

La conflictividad social no es una situación que haya descubierto en esas experiencias de


Ayacucho y Cajamarca; viví en la etapa de secundaria y más en la universidad -UNMSM,
las angustias y miedos que sentimos en Lima por la violencia de “Sendero Luminoso”-SL.
Pero, el horror que vivieron nuestras/os compatriotas de las zonas más afectadas, como
Ayacucho, por el terrorismo tanto de SL como de las Fuerzas Armadas; me hizo “abrir los
ojos” ante la gran marginación y exclusión que viven muchos pueblos en nuestro país. Esa
gran desigualdad nunca la comprendí tanto hasta que viví en Ayacucho y conocí su dolor.
Y en estos años, en que los conflictos socioambientales se tornan violentos, puedo ver que
las situaciones de fondo, la desigualdad social y de género, se siguen dando; y por lo tanto,
aún hay mucho por trabajar con nuestra gente para lograr superarlas.

2. PREGUNTAS

Pregunta General:

¿Cómo se configuran las representaciones subjetivas de las mujeres organizadas respecto a


su participación en dos contextos de conflictividad: el post conflicto armado en Ayacucho
y el conflicto socioambiental en Cajamarca?

Preguntas específicas:

2,1 ¿Cómo las mujeres organizadas en los contextos de conflictividad se representan a sí


mismas, considerando su identidad y roles de género?

12
2,2 ¿Cómo las mujeres representan los procesos de su organización, en los contextos de
conflictividad?
2,3 ¿Cómo las mujeres representan sus procesos de participación en la relación con el
Estado, la comunidad y el medio ambiente?
2,4 ¿Cómo varían o se mantienen las autorepresentaciones de la participación en las
mujeres, según los diferentes contextos de conflictividad: el post conflicto armado
en Ayacucho y el conflicto socioambiental en Cajamarca?

3. OBJETIVOS

Objetivo general:

Analizar las representaciones subjetivas de las mujeres en relación a su participación


organizacional, en dos contextos: el post conflicto armado y el conflicto
socioambiental. Considerando tres dimensiones de sus autorepresentaciones: el
personal, el de su organización y el de relación con el Estado y la comunidad. Y
poniendo atención a los cambios y continuidades que se dan en los procesos de
representación en los dos conflictos.

Objetivos específicos:

3,1 Conocer las representaciones de las mujeres en relación a su identidad y


configuración de género; considerando las dificultades, cambios y aprendizajes
desarrollados desde su participación en los conflictos.
3,2 Analizar las representaciones de las mujeres respecto a los procesos de su
organización; considerando los sentidos y significados que ellas le dan a partir de los
vínculos y acciones que desarrollan.
3,3 Entender cómo las mujeres representan su relación con el Estado y la comunidad,
desde su participación en el escenario político; y considerando además, en el caso de
las mujeres organizadas frente al proyecto Conga, su relación con la naturaleza o
medioambiente.
3,4 Identificar los matices, cambios y continuidades en las representaciones de las
mujeres sobre su participación, considerando los diferentes contextos de
conflictividad: el post conflicto armado y el conflicto socioambiental.

13
4. HIPÓTESIS

En las vivencias de las mujeres en los dos contextos de conflicto, hay una continuidad en
las condiciones de marginación - particularmente de género, y el sentirse frente a un sector
de poder que niega sus derechos. Frente a ello, hay una capacidad de agencia y un
fortalecimiento de las mujeres, sobre todo desde su participación en las organizaciones:

4,1 La experiencia de organización y participación de las mujeres, en los dos contextos


de conflicto, implica un proceso de construcción subjetiva, por el cual ellas
producen nuevos sentidos y significados en su autorepresentación: a nivel personal,
organizacional, y de relación con el Estado y la comunidad. Transitando desde
situaciones de marginación, de dolor y de miedo, hacia la afirmación personal y
colectiva.
4,2 En este proceso, las mujeres se posicionan como actoras políticas locales, buscando
cambios en su entorno según sus necesidades e intereses, reivindicando el respeto de
los derechos humanos y/o medioambientales; y se constituyen en colectivos que
generan cambios sobre las condiciones de marginación que las afecta como mujeres.

5. METODOLOGÍA

Se desarrolla una investigación cualitativa, de tipo narrativa (Días, Arias y Tobón, 2014)
dado que se busca comprender la construcción de sentidos que realizan las mujeres sobre
su participación. Y porque sus visiones invisibilizadas y por tanto subalternas, pueden ser
resignificadas a través de su enunciación.

Así mismo es una metodología dialógica y participativa en la construcción del


conocimiento (Martín-Baró, 1998); lo cual entiendo como un acercamiento a las
entrevistadas, sin un esquema rígido, o un cuestionario establecido desde fuera para ser
respondido por los sujetos; sino que la narración de sus vivencias la realizan las mujeres
siguiendo el hilo de sus sentidos, sus preocupaciones o intereses. A partir de ello, la
investigadora va preguntando o respondiendo, de tal manera que ayude a profundizar o a
seguir desenvolviendo su narrativa. Recogiendo también el aporte del método
psicoanalítico, que complementa “la asociación libre” del paciente con la “atención
flotante” del terapeuta (Rodriguez, 1989); lo recreamos esto en el encuentro entrevistada-
entrevistadora, de manera que no invadimos con preguntas y atendemos lo que la persona

14
nos transmite para llegar a una comprensión de sus significados. Es un proceso de
escucha activa que permite a la entrevistada, a la vez, seguir significando sus
experiencias.

Población y muestra:

Mujeres de ANFASEP organizadas en el contexto postconflicto armado interno en


Ayacucho y mujeres organizadas frente al conflicto socioambiental Conga en Celendín -
Cajamarca.

Se considera dos etapas diferentes del trabajo, con universos diferentes y desarrollados
en periodos distintos: La primera es el de mi experiencia previa con las dos poblaciones
de afectados por los conflictos; y la segunda es la de investigación propiamente a partir
de las entrevistas realizadas en octubre y noviembre del 2015 con dos muestras de
mujeres organizadas: las del conflicto armado interno y las mujeres en el conflicto
socioambiental Conga.

Antecedentes y Recuperación de Experiencias anteriores:

En el 2008 se trabajó con un grupo de mujeres de la ANFASEP como parte del equipo de
de la Asociación Wiñastin que brindó el apoyo para el fortalecimiento organizacional, a
partir de una demanda de la organización, y acudieron voluntariamente algunas de las
socias, tanto integrantes de base, como de la directiva. El promedio de participantes fue 9
señoras, se trabajó durante 4 meses, en talleres quincenales, en los cuales no se
mantuvieron siempre las mismas personas.

En Cajamarca se trabajo con un grupo mixto de hombres y mujeres afectados por la


violencia del Conflicto Conga, este trabajo fue realizado como miembro del Grupo de
Salud Mental de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Se realizaron 3
jornadas de acompañamiento psicosocial entre el 2012 y 2013. Con un promedio de 10
personas, que fue variando en las diferentes jornadas.

Muestra para la Entrevista:

Para la aplicación de la entrevista se trabajó con una muestra intencional de 05 mujeres


miembros de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y

15
Desaparecidos del Perú ANFASEP y 06 mujeres en procesos de organización y
participación frente al conflicto socioambiental Conga, vinculadas a la Plataforma
Interinstitucional de Celendín -PIC.

La PIC, es un colectivo conformado en el año 2009, que está integrado por más de 30
organizaciones sociales de la provincia de Celendín en Cajamarca. Las mujeres que
hemos entrevistado participan en esta plataforma pero a la vez son parte de
organizaciones de mujeres -estables y en formación- que están integrando la PIC. Como
la organización en formación Celendinas luchadoras defensoras de la Pachamama, la
Ronda campesina de la comunidad Molinopampa de Celendín, y la Asociación por la
defensa de la vida y el medio ambiente –ADEVIMA

Mujeres entrevistadas de ANFASEP - AYACUCHO:

Previamente ya tenía una familiarización con las señoras de Anfasep por el trabajo
comunitario que se había realizado.

Para hacer las entrevistas, contacté con algunas señoras que consideraba me podían
brindar la mayor información y a la vez con cierta diversidad en sus niveles de
participación para que la información sea más rica. Conversé con ellas en una vigilia y un
plantón que realizaron en Lima1, en los que participé junto a ellas. Se invitó a las señoras
a participar de la investigación, y las mismas mujeres me sugirieron a otras más con
quien podría conversar. Pacté algunas entrevistas a ser realizadas en Ayacucho en
octubre del 2015.

Con el número de 5 entrevistas, se logró recabar información relevante para el propósito


del estudio. A continuación presento el cuadro con los datos generales de las
entrevistadas:

1
Son parte de las actividades de incidencia que desarrollan las mujeres, una vigilia para exigir la Ley de
búsqueda de personas desaparecidas, y un plantón para lograr una entrevista con el ministro de Justicia y
Derechos Humanos.

16
Cuadro 1. Mujeres entrevistadas de ANFASEP -Ayacucho

NOMBRE EDAD GRADO DE CARGO AFECTACIÓN POR EL C.A.I.


INSTRUCCIÓN
Lidia Flores 63 4° Primaria Socia-ex Presidenta Su esposo fue secuestrado,
asesinado y desaparecido.
Eudosia Conde 55 Primaria Socia -fue miembro Su esposo fue detenido,
completa de la directiva. asesinado y desaparecido.
Adelina García 52 2° Secundaria Presidenta actual Su esposo fue secuestrado y
desaparecido.
Rodomila 49 Superior Miembro de la direc- Su abuela que la crió como
Segovia tiva encargada de la madre, fue asesinada y
Asistencia Social. desaparecida.
Sergia Flores 66 Primaria Vice-Presidenta Su esposo fue detenido y
completa desaparecido.

Mujeres entrevistadas en Celendín –Cajamarca:

Se han recogido los testimonios de 6 mujeres, que han participado en diferente medida en
la Plataforma Interinstitucional de Celendín-PIC y en otras organizaciones de base, desde
la cual integran la PIC. Esto se realizó entre el mes de noviembre y diciembre del 2015.

Se entrevistó directamente a 5 mujeres, una de ellas en realidad con menor participación


en las acciones comunitarias, sin embargo se la consideró porque era importante recabar la
información sobre las dificultades que limitan la participación de las mujeres, y con ello
poder tener una comprensión más integral.

Quise entrevistar a la señora Máxima Acuña, luchadora de Celendín, y fue difícil por la
situación de aislamiento y vigilancia en que se encuentra por parte de la empresa
Yanacocha, sólo pude verla en la Marcha en Defensa del Agua que se realizó el 26 de
Noviembre del 2015, sin embargo su testimonio por la experiencia particular que tiene
dentro del movimiento ambientalista, es muy importante para comprender mejor las
experiencias de las mujeres; por lo que estoy considerando para este estudio el testimonio
que ella dio sobre su experiencia en diciembre del 2015, en un evento de premiación de la
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.

17
Con estos 6 testimonios logré tener información rica y relevante para hacer el análisis de
las experiencias de las mujeres que participan en este contexto de conflicto
socioambiental. A continuación la relación de las entrevistadas:

Cuadro 2. Mujeres entrevistadas de Celendín -Cajamarca

NOMBRE EDAD GRADO DE CARGO-ORGANIZACIÓN AFECTACIÓN POR


INSTRUCCIÓN EL CONFLICTO CONGA
Lucila Ortiz 60 Superior Miembro de “Celendinas Su hijo fue secuestrado y
(Lucy) luchadoras defensoras de la torturado por la policía
Pachamama” -integra la PIC
Santos 57 2° Primaria Miembro de “Celendinas Su hijo fue asesinado en el
Huamán luchadoras defensoras de la conflicto en Julio del 2012
Pachamama” -integra la PIC
Jenny Cojal 35 Superior Presidenta de base de mu- Es una de las/los muchos
jeres de ronda campesina de activistas y líderes
la comunidad Moli-nopampa. ambientales que están
Participa en la PIC. siendo procesados por su
accionar político.
47 Superior Asociación por la defensa de La afectación general del
la vida y el medio ambiente – pueblo que ha vivido el
“Consuelo” ADEVIMA – integra la PIC dolor y el miedo por toda la
violencia. Además refiere
que ha sido amenazada.
Máxima 46 Sin estudios Participa en las acciones Ha sufrido la violencia de la
Acuña convocadas por la PIC. empresa Yanacoha que
quiere despojarla de su
terreno
Adelaida 41 Primaria Participaba en la PIC, pero Su esposo fue asesinado en
Tabaco completa ahora se ha distanciado. la crisis del 2012.

Instrumentos:
• Recuperación de experiencia previa: Cuaderno de notas con el registro de las
sesiones de acompañamiento que realizamos con las mujeres miembros de
ANFASEP y algunas fotografías de los materiales elaborados por las señoras. Y
el cuaderno de notas con registro de las sesiones de acompañamiento a los
familiares afectados por el conflicto Conga.

18
• Entrevista semiestructurada, con 3 ejes y algunas preguntas de apoyo, que
permitan que se exprese lo que es importante para las mujeres, sus sentidos
particulares, sus intereses y prioridades. Abordando las representaciones en
relación a sí mismas, a su organización y su relación con el Estado y la
comunidad. “Véase Anexo”.

Perspectivas de análisis:

El enfoque psicosocial y de subjetivación, que implica reconocer las narrativas y


representaciones de las mujeres en relación a su contexto de organización social; articular
subjetividades con procesos colectivos (Gonzáles, Aguilera y Torres, 2014). Y estudiamos
las subjetividades, a través de las autorepresentaciones: significados que tienen ellas
respecto de sí mismas, respecto de sus organizaciones, y respecto del Estado y comunidad.

El enfoque de la interseccionalidad: método de interpretación que considerando las


diversas desigualdades que afectan a las mujeres, como el género, la raza y la clase
socioeconómica, permite visibilizar la particularidad de las situaciones que viven las
mujeres (Expósito, 2012), el acceso que ellas puedan tener a derechos y oportunidades
(AWID, 2004).

Y el método psicológico asociativo, por el cual los enunciados de las mujeres cobran
sentido a través de las asociaciones con las que se concatenan. Hay que integrar a la
comprensión de los sentidos y significados, las experiencias pasadas de una persona, su
vivencia actual, y la relación con sus interlocutores2 (Santisteban, 1994). Además, en el
método asociativo, lo expresado en un momento por la persona: adquiere sentido, o se
afirma en su significación, con lo que manifieste en otro momento de su relato;
considerando los diferentes ámbitos de la autorepresentación que serán abordados.

Dimensiones de análisis de las Representaciones:

Enfocaremos las autorepresentaciones de las mujeres en tres dimensiones, como se ha


señalado en las preguntas y objetivos: La representación de sí mismas, la representación
de su organización y la representación de su relación con el Estado y la comunidad.

2
En el abordaje de los fenómenos psicosociales, el factor interactuante “es el portavoz de la mayor densidad
de información y significados” (Rodriguez, 1989).

19
En un principio sólo consideramos las tres áreas señaladas, pero posteriormente se ha
añadido la de relación con la naturaleza para el caso CONGA, puesto que es una
dimensión fundamental de la experiencia de las mujeres en este contexto, por la cual
vienen movilizándose.

El orden en que presentamos estas dimensiones, no implica una secuencia lineal, se podría
considerar que la dimensión organización iría primero porque a través de esta, las mujeres
se fortalecen; pero también estamos considerando que las mujeres con su capacidad de
agencia son las que conforman esas organizaciones.

Por lo tanto, es importante ver estas dimensiones en una dinámica de interacción. Se han
separado para su análisis; pero, en la experiencia personal, y en la acción social de las
mujeres, se influyen mutuamente. Como podemos apreciar en el siguiente cuadro, en el
que también señalamos los aspectos de esas dimensiones que podemos encontrar en las
narrativas de las mujeres.

Cuadro 3. Ámbitos de la Representación Subjetiva de las mujeres

ANFASEP CONGA

PERSONAL

- Identidad RELACIÓN CON


- Roles de género RELACIÓN
EL ESTADO CON LA
- Vida familiar Y COMUNIDAD
- Aprendizajes NATURALEZA
- Acción y respuesta - Comprensión
del Estado y la de la naturaleza
comunidad
- Relación con la
- Su propia incidencia naturaleza
ORGANIZACIONAL como organización
en el Estado y la
- Objetivos comunidad
- Fortalezas y
dificultades
- Procesos-cambios
- Vínculos
interpersonales

Nota: Elaboración propia

20
CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO A LA LUZ DEL GÉNERO

Para el presente estudio sobre las representaciones que las mujeres construyen de sus
procesos de participación en dos contextos de conflictividad, se considera los siguientes
enfoques y categorías que son un marco de referencia para el análisis y comprensión de
dichos procesos.

1. GÉNERO Y PARTICIPACIÓN

Enfocamos la participación de la mujer en los contextos de conflictividad, en el marco


conceptual amplio de la participación política. Se han desarrollado diversas definiciones
sobre la participación política; no es un concepto acabado, sino un proceso que van
construyendo las personas y colectivos, según los contextos y momentos que viven. Por
ello, desarrollamos “una idea de participación” (Sánchez, 2000), que la podremos
resignificar desde nuestra investigación.

La participación política es un derecho fundamental de las personas, como lo reconoce la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, y por lo tanto implica la obligación del
Estado de generar las condiciones para su realización. Debe ser inclusiva y reflejar la
riqueza de las diferentes etnias, culturas y perspectivas (Thompson, 1995).

De acuerdo al Instituto Interamericano de Derechos Humanos, la participación política se


manifiesta en toda actividad de los miembros de una comunidad con el objeto de incidir en
las políticas públicas y participar en las decisiones, por medio de la representación o la
participación directa. Ampliando así la noción convencional, restringida a la
representación en partidos; que lleva a despolitizar a los ciudadanos, negando su
determinación en lo político (Montero, 1991).

Montero (2006) señala la participación política como expresión de la democracia y


reconoce el carácter protagonista del pueblo, que demanda una mayor injerencia en la
gestión gubernamental: con nuevos modos de acción política (como marchas, boicots,
paros, graffiti) y nuevas formas de participación organizada -más allá de la militancia
partidista. La acción política se define por la capacidad para influir en la estructura social,
en las relaciones de poder y en el orden establecido.

21
Otros autores también reconocen diversas modalidades de la participación política. Molina
y Pérez (1995) señalan la modalidad de participación comunitaria, que comprende:
actividades para solucionar algún problema de la comunidad o nacional, formar parte de
grupos de trabajo o comités, hacer reuniones públicas y manifestaciones, firmar peticiones
colectivas y la participación representativa no electoral para la toma de decisiones. La
participación de las mujeres en los contextos de conflicto, es una participación organizada
y comunitaria.

Como se señaló, la inclusión es una condición necesaria de la participación política. Pero


esta inclusión no es algo unidireccional del sistema hacia las personas, se concretiza tanto
por las oportunidades en el entorno, como por las capacidades de acción de las personas y
colectivos. Se trata de “un movimiento social que viene desde abajo, desde los márgenes,
cuando los excluidos o incluidos parcialmente se ponen en acción convirtiéndose en
agentes de su propia manera de incluirse, de acuerdo con sus propios objetivos y valores”
(Tubino, Romero, Gonzales de Olarte, 2014:10).

En este proceso hay un fortalecimiento de los actores comunitarios, necesario para la


acción política. Es un poder que las personas obtienen por medio del crecimiento social,
compartiendo conocimientos; no es delegado desde fuera o “arriba” como puede significar
la noción de empoderamiento (Silva, 2015). En un proceso en el que los miembros de la
comunidad desarrollan conjuntamente capacidades y recursos para controlar su situación
de vida y lograr la transformación de su entorno según sus necesidades y aspiraciones;
transformándose al mismo tiempo a sí mismos (Montero, 2006). Se trata de un poder
potenciador, transformador y dialógico; no un poder que se impone a través del control y
dominio; como lo explica Silva.

Martín-Baró (1998) también ha resaltado el valor de las organizaciones comunitarias,


como instrumentos de liberación histórica; que a partir de la conciencia de su realidad y
del fortalecimiento social (potenciación de virtudes - poder colectivo), desarrollan formas
organizativas que llevan al ámbito de la confrontación social sus intereses y necesidades,
haciendo posible la liberación de las estructuras que los oprimen e impiden su desarrollo.
Logrando también, ser protagonistas de su propia historia.

Otra noción importante para la comprensión de la participación política, sobre todo en


contextos de violencia, es la noción de resistencia política. Definida por Beristain como el

22
acopio de fuerzas y recursos para mantener una postura activa y no paralizarse por el
miedo; y para mantener nuestra propia identidad como personas, como miembros de un
grupo y comunidad, o como partícipes de una lucha; haciendo frente a la imposición de
una versión oficial o una realidad totalitaria (Beristain, 1999; Beristain y Riera 2003).

Diversos autores han tratado la resistencia, en el sentido político3. Foucault (1976) en su


análisis de las relaciones de poder, señaló que “donde hay poder hay resistencia”.
Bourdieu (1990) explica la resistencia simbólica, en el que la acción política produce
nuevas significaciones que contribuyen a modificar el orden social. Portocarrero (2010)
siguiendo a Bourdieu, señala que el sistema patriarcal inscribe en los cuerpos las
relaciones de dominación, en las cuales el poder femenino es negado; pero surgen las
actuaciones imprevisibles de resistencia de las mujeres que desestabilizan al patriarcado.

Los estudios de género, han enfocado la participación política, como un ejercicio de


deliberación y toma de decisiones en el ámbito público, al cual las mujeres han tenido un
acceso limitado, debido a las relaciones históricas de subordinación. La división del orden
social entre los espacios público y privado, ha relegado la acción de la mujer al ámbito
privado, asociado a lo doméstico y reproductivo. Con lo cual se desvalorizan los aportes
que ha venido realizando la mujer para el bienestar de su comunidad, e incluso su
participación en la esfera pública ha sido muchas veces invisibilizada (Fassler, 2007).

Estas divisiones se han configurado en un marco de relaciones de poder (basadas en las


diferencias sexuales y de género) construidas históricamente, como plantea Scott (1996),
señalando cuatro aspectos que las constituyen: los conceptos normativos, los símbolos
culturales, las instituciones sociales y la identidad subjetiva. En esta investigación nuestro
enfoque de género, está orientado principalmente a la vivencia subjetiva de las mujeres.

Resaltamos que este marco de las relaciones de poder y género no se dan de la misma
forma para todas las mujeres; sin embargo, se ha desarrollado una “colonización
discursiva que homogeniza a las mujeres negando la complejidad de sus experiencias”
(Mohanty, 2008). En este trabajo, nos acercarnos a la particularidad de la participación de
las mujeres en los diferentes contextos.

3
En un sentido más psicológico, resistencia es la oposición a tomar conciencia de nuestros contenidos
internos o la oposición al cambio, evitando un posible malestar.

23
En ese sentido, y también con un enfoque de interseccionalidad, que permite explicar
cómo el racismo, junto con el sexismo y el clasismo, afectan a las mujeres 4 (Curiel, 2007);
en este estudio, es importante considerar la relación entre género y etnicidad. Comprender
el género desde la conformación cultural andina y rural; sobre todo, porque las mujeres
afectadas por los contextos de conflictos en nuestro estudio, son de las zonas andinas.

De la Cadena (1991), explica que en las comunidades campesinas, las mujeres están en el
último eslabón de la cadena de subordinación: son discriminadas como los varones por su
origen andino, pero son “más indias”, incluso en su propia comunidad, al no tener las
mismas oportunidades que los varones. En ese sentido, se ha cuestionado la idealización
de la complementariedad andina, que parte del reconocimiento de la interdependencia del
trabajo de hombres y mujeres (Ruiz, 2003), pero desconoce que es una dualidad asimétrica
en la que el varón se identifica con el superior y el más fuerte (Henriquez, 2006).

Ruiz (2003) analiza la situación de las mujeres en el área rural, señalando limitaciones
para su participación en las instancias de decisión comunal: sólo participan en las
asambleas cuando se aborda temas exclusivos de la comunidad, pero cuando se toman
decisiones respecto a instituciones públicas, proyectos y en general relaciones hacia fuera,
la mujer es excluida. También señala que las mujeres valoran los espacios de participación
para su desarrollo, permitiéndoles proyectarse a liderazgos más representativos.

2. GÉNERO Y CONFLICTO SOCIAL

Al mirar los conflictos sociales con el enfoque de género, vemos que las relaciones de
desigualdad y opresión de la mujer se manifiestan en los diversos momentos de los
conflictos, produciendo un impacto diferenciado en hombres y mujeres. El enfoque de
género puede ayudar a enfocar mejor las causas estructurales del conflicto, los
desencadenantes del conflicto y las manifestaciones de un conflicto pasado o en curso
(ONU, 2012).

El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (2001) señala que con el análisis de
género se pueden identificar las diferencias entre mujeres y hombres en lo que se refiere a
sus actividades específicas, condiciones, necesidades, acceso y control sobre recursos, así
como su acceso a beneficios del desarrollo y la toma de decisiones. En este trabajo,

4
Constituyéndose lo que Hill Collins llamó una “matriz de dominación” (Curiel, 2007).

24
interesa enfocar las condiciones que tienen las mujeres para participar en los espacios de
deliberación frente a las problemáticas de su comunidad.

El Jack (2003) señala que la desigualdad que las mujeres experimentan durante un
conflicto armado, y después de éste, se deriva de las interpretaciones dominantes acerca de
los roles de género; y que los conflictos armados exacerban las desigualdades en las
relaciones de género que existían en el periodo previo al conflicto.

Pero esta exacerbación de las desigualdades, no se limitan a las relaciones de género. En


nuestros contextos de conflicto, las relaciones jerárquicas por razones étnico culturales y
de género, han sido las condiciones de subordinación que se daban en el inicio del
conflicto armado, y que fueron exacerbadas durante el mismo (CVR, 2003; Henriquez,
2006). La violencia contra las mujeres, y específicamente la violación, fueron actos para
construir y atestiguar las jerarquías de raza y de género (Theidon, 2004).

Así mismo, en el contexto actual, en las zonas andinas y rurales donde se producen los
conflictos socioambientales, todavía persisten estas formas de subaltenización, donde las
mujeres están expuestas a situaciones de violencia; se producen agresiones de carácter
machista por parte de los operadores del Estado (Silva Santisteban, 2013) y se observa una
desventaja de las mujeres en el acceso a los recursos, la participación y la toma de
decisiones (Orozco, 2011).

También los conflictos y la violencia se entrecruzan con las condiciones de pobreza.


Muñoz (2011) señala que en el contexto de los países latinoamericanos, además de la
subordinación estructural de la pobreza, los procesos de conflicto armado han sido una de
las características que se repiten, con efectos devastadores que afectan, sobre todo, a las
mujeres con “identidades subordinadas múltiples”. Vemos entonces que la
interseccionalidad se complejiza: ser afectada por los conflictos sociales, implica una
condición de múltiple vulnerabilidad, sobre todo para las mujeres.

El enfoque de género también nos permite aproximarnos “con nuevas miradas referidas
tanto a la relevancia de las personas y sus mundos subjetivos como a las prácticas
cotidianas en medio de las guerras” (Henríquez, 2006: 128), visibilizando a las mujeres
como sujetos de la historia. En el presente trabajo se trata de entender las experiencias
subjetivas de las mujeres en relación a las prácticas que desarrollan en sus contextos.

25
Beristain (1999) resalta que en muchos países son las mujeres quienes han enfrentado a la
represión política, han buscado a sus familiares desaparecidos y han abierto el espacio
social cerrado por la violencia. En el Perú, la CVR (2003) señaló el impacto diferenciado
que vivieron las mujeres durante el conflicto, pero también las respuestas que
desarrollaron para afrontar el daño en sus familias y comunidades. Theidon (2004) señala
una división de género en el trabajo emocional y de memoria, cuando las mujeres cuentan
su historia y su dolor desde un idioma corporal. Destacando en sus narrativas, la defensa
que hicieron de sus comunidades, sus familias y de sí mismas ante las experiencias de
victimización, particularmente de violación sexual que sufrieron. Otros estudios resaltan la
participación organizada que emprendieron las mujeres en la búsqueda de verdad y justicia
frente a los delitos cometidos en el conflicto armado (Coral, 1991; Reynaga, 2008).

En los conflictos socioambientales las mujeres también se movilizan y participan para


afrontar la problemática. Desarrollan una acción política frente a la degradación
medioambiental, “fundamentalmente a partir de situaciones ligadas a la vida cotidiana y a
la experiencia y conocimientos medioambientales derivados de la misma” (Sabaté, 2000:
181). En el ámbito cotidiano las mujeres tienen una experiencia particular de contacto con
los recursos naturales, tanto por su trabajo reproductivo de cuidado de los miembros de la
familia, como por el trabajo productivo de supervivencia familiar. Sin embargo, esta
experiencia de las mujeres y su participación en la defensa de los recursos, no está siendo
suficientemente reconocida y promovida. Desde un enfoque de género, se deben
contemplar las diferentes experiencias, necesidades e intereses de mujeres y hombres, en
el desarrollo de los mecanismos de gestión de los conflictos socioambientales. Esto
implica que las mujeres estén involucradas en la toma de decisiones sobre dichos procesos
(Vallejo, 2011).

Revisaremos con más detalle estas experiencias de participación de las mujeres en el


capítulo de Contextos de conflictividad y participación, en relación al conflicto armado
interno y a los conflictos socioambientales.

Un punto que miramos críticamente, es el calificativo de “victimas” con que se nombra a


las y los afectados por los conflictos sociales; en primer lugar, para no caer en un
encasillamiento que niegue la integralidad de las personas; y segundo, para no reproducir
las dicotomías del imaginario patriarcal que identifican sobre todo a la mujer como
“víctima”, “vulnerable”, “pasiva”, etc. (Truñó, 2010).

26
3. SUBJETIVIDAD, AUTOREPRESENTACIÓN Y AGENCIA

En esta investigación me acerco al tema de la participación política de las mujeres,


atendiendo a la experiencia subjetiva de quienes son actoras de esa acción.

Enfocar la subjetividad no significa negar los diferentes contextos y condicionamientos


sociales; sino que desde una perspectiva psicosocial, se los reconoce como factores
constituyentes de la subjetividad, condicionamientos que se transforman en estructura
psíquica. Es en el individuo en concreto donde se despliegan las fuerzas sociales, donde se
reflejan las instituciones y los acontecimientos políticos (Rodriguez, 1989), no se puede
comprender adecuadamente una situación social sin atender a las vivencias de las
personas.

Anotando, en concordancia con Rodriguez (1989), que esta perspectiva se diferencia de


las posiciones psicologizantes que se centran en la estructura personal, y que incluso
psiquiatrizan los efectos emocionales y conductuales de las poblaciones afectadas en
contextos de conflicto.

Además, la mirada psicosocial reconoce una dinámica en la cual lo social –que incluye el
género, constituye nuestras subjetividades; pero también desde nuestra subjetividad,
elaboramos lo vivido, proyectamos nuestro “mundo interno”, confrontamos la realidad y
generamos cambios en nuestro entorno. Esta dialéctica psicosocial nos lleva a reconocer la
capacidad de agencia de las personas, así como sus potencialidades de desarrollo.

Se define la agencia como la libertad que tiene la persona de hacer o alcanzar las metas o
valores que considere importantes (Sen, 1985). Así mismo, en la obra de Sen (2000), se
relaciona tanto a la capacidad de los individuos para ayudarse a sí mismos, como a la
capacidad de influir en el mundo y producir cambios. Considerando, la estrecha
complementariedad entre la agencia o libertad individual y las condiciones sociales que
influirán en el grado o alcance de esa libertad (Sen, 2000: 16).

En este marco, se reconoce el papel de las mujeres como agentes activos de cambio social,
que al luchar por superar las inequidades, alteran tanto la vida de las mujeres como de los
varones; por lo que es importante enfocar la agenda de las mujeres considerando su
capacidad de agencia (ídem 235).

27
Butler (1997) ha elaborado la noción de agencia, como performatividad del género.
Reconociendo la ambivalencia de la subjetivación5; considera el género como una
actividad incesante performada del sujeto, aunque no sea del todo conciente. Estamos
hechos por las normas, pero ‹‹la posibilidad de mi persistencia como “yo” depende de la
capacidad de mi ser de hacer algo con lo que se hace conmigo››. Es una agencia repleta de
paradojas, pero no imposible. Además, esta agencia no es un acto individual, es un
proceso relacional: el género se hace con o para otro (Butler, 2006:16). No se trata de una
agencia independiente, soberana; sino de una agencia que parte de la vulnerabilidad de
estar expuestos a los condicionamientos sociales, situación que moviliza nuestra agencia
hacia una resistencia política (Butler, 2015).

Considero que la performatividad se aplica a la participación de las mujeres en las


situaciones de conflicto social, ya que los mandatos masculinistas regulan los diversos
roles y relaciones de género; y las mujeres expuestas a las diversas situaciones de
vulnerabilidad, fortalecen su agencia en colectivo y amplían sus marcos de acción,
desestabilizando los mandatos dominantes del patriarcado. Se insertan así en lo político,
con el desarrollo de esta agencia performativa.

Esta capacidad de agencia de las mujeres, no está exenta de conflictos intra e


intersubjetivos. Burin (1987) explica que en la construcción social de lo psíquico en las
mujeres, hay una interiorización de parámetros culturales opresivos (como el mandato de
la maternidad y el cuidado doméstico) y por ello, la subjetividad femenina es una
situación de conflicto, entre la constitución cultural de sus deseos y las posibilidades de
transformación de los mismos.

Consideramos esta noción de conflicto de la subjetividad femenina; pero, reconociendo su


potencial de desarrollo y transformación, su capacidad de revuelta, como lo denomina
Kristeva (1998), por el cual las mujeres ya no se someten a los roles atribuidos, y que más
allá de la acción, implica un trabajo interior de re-vuelta, rememoración, búsqueda y
cuestionamiento retrospectivo; que llevará a una conflictividad interna, y en las relaciones,
con muchas resistencias y con sus cuotas de dolor; pero necesaria, para vivir con dignidad.

5
Un sujeto se constituye mediante una subordinación; pero siendo sujeto, es también agente, y puede
subvertir esa subordinación.

28
Usaremos la categoría de la representación para analizar los significados y sentidos que
las mujeres producen respecto a su propia experiencia de participación. Tomando en
cuenta la dimensión subjetiva de las representaciones sociales desarrollada por Gonzáles
(2008), la cual permite articular lo social y lo individual. Considerando el valor
constituyente de lo emocional, y reconociendo al individuo como sujeto productor de
sentidos. Comprensión que no fue suficientemente desarrollada por Moscovici, debido a
su tradición más social y cognitiva.

Gonzáles define la representación como una producción de la subjetividad social capaz de


integrar sentidos y configuraciones subjetivas en los diversos espacios de representación
social. Y como “producciones simbólico-emocionales compartidas que se expresan de
forma diferenciada en la subjetividad individual” (2008:236). Valorando este carácter de
producción subjetiva de la representación, en este estudio la denomino representación
subjetiva, destacando así el rol agente del sujeto para recrear lo que le es dado.

Jodelet (2008) entiende las representaciones como los “significados que los sujetos
individuales o colectivos atribuyen a un objeto localizado en su entorno social y material”
(2008: 52), y que están articulados tanto a dimensiones afectivas como cognitivas. Como
abordamos en este estudio, los significados se producen también en relación a las propias
experiencias, y al sí mismo. Son autorepresentaciones que las mujeres elaboran desde su
participación en las organizaciones, que lo veremos en tres niveles: la representación de sí
mismas, de su organización y de su relación con el Estado y la comunidad.

Las representaciones subjetivas tienen diferentes conformaciones. Pueden conformarse


como sentidos subjetivos, que están relacionados al aspecto emocional y simbólico, y
expresan las diferentes configuraciones que producen los sujetos según sus experiencias.
Y también se configuran como significados: producciones con base en los elementos
comunes de las representaciones, más asociado a los aspectos cognitivos y concientes,
como el conocimiento compartido, el sentido común y las creencias (Gonzales, 2008).

Santisteban (1994) señala que toda conducta tiene la característica de poseer un sentido,
aún cuando estos no sean conscientes. Las experiencias pasadas de una persona, su
vivencia actual y la relación con sus interlocutores, nos ayudan a configurar y conocer ese
sentido. Esto es importante tener en cuenta al escuchar las narrativas de las mujeres, ya
que hay sentidos que no son verbalizados, sino que se transmiten más allá de las palabras.

29
CAPÍTULO III: CONTEXTOS DE CONFLICTIVAD:
PROCESOS DE PARTICIPACIÓN

En el proceso que ha seguido este trabajo de investigación con las mujeres de Ayacucho y
Cajamarca, es importante reflexionar sobre la relación entre contextos de conflicto social y
procesos de participación; antes de pasar a presentar el recuento de los dos procesos.

En el momento de mis primeros planteamientos de tesis, influida aún por los enfoques
tradicionales mecanicistas que siguen presentes en las investigaciones, y que definen los
fenómenos sociales en esquemas bien estructurados y delimitados, con causas y efectos
unidireccionales; sin haber cuestionado bien esa lógica, pensé en la participación política
de las mujeres como una respuesta, o una reacción frente a los contextos de conflicto.

Luego de las últimas experiencias de campo, entrevistando y participando también con las
mujeres en la acción comunitaria; al reflexionar sobre esas experiencias y lo narrado por
ellas; me di cuenta que las mujeres mismas, con sus acciones, y conformando los
colectivos u organizaciones, son actoras que constituyen esos contextos de conflictividad,
y participan en las dinámicas del conflicto. Porque ellas, en muchos aspectos, desafían los
órdenes del género; así como otros mandatos y discursos dominantes, son confrontados
desde sus colectivos, constituyéndose en agentes de cambio.

Leyendo a Martín-Baró (1998), con su comprensión de las organizaciones comunitarias


como instrumentos de liberación, pude reconocer este valor de los procesos participativos,
que las mujeres me estaban transmitiendo con sus relatos y sus prácticas. Y encontré
sentido a lo que señalaba Elias (1988)6: que son los individuos quienes crean los
contextos. Los contextos sociales se dan por los vínculos que los individuos establecen;
comprensión que da el verdadero valor a los procesos de participación de las mujeres.

En el siguiente recorrido histórico y documental de los dos contextos de conflicto,


podemos considerar estas reflexiones. Y tener en cuenta la complejidad de las situaciones:
en las que hay diversas etapas (conflicto, post conflicto); hay actores múltiples, con
diversos niveles de participación; y, donde los niveles de agencia y vulnerabilidad se
cruzan en las experiencias de las personas y colectivos, o varían en distintos momentos.

6
Gracias a las clases con la maestra Maria Emma Mannareli, con quien trabajamos mucho la obra de Norbet
Elias en el curso de Género e Historia.

30
1. POSTCONFLICTO ARMADO INTERNO

Entre los años 1980 a 2000, nuestro país vivió el conflicto armado interno desatado por la
acción del grupo terrorista Sendero Luminoso -SL, como lo señala el Informe de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR, 2003). Con la respuesta del Estado y
después de los Comités de Defensa, se desarrolló una guerra, en la que un sector de la
población en situación de mayor pobreza y exclusión social (población campesina y con el
quechua u otra lengua nativa como idioma materno), fue el más afectado, incluso por la
acción de las fuerzas armadas, que en muchos casos cometieron los delitos de lesa
humanidad. Siendo Ayacucho el departamento donde se concentró el 40 por ciento de
muertos y desaparecidos reportados a la CVR.

Esta parte del capítulo está orientado a ver los procesos de participación y organización de
las mujeres que afrontaron los daños o secuelas que produjo el conflicto armado en los
diversos ámbitos, personal, familiar y comunitario.

La CVR (2003) realizó un análisis integral de la realidad del conflicto, identificando los
factores generadores, el daño y las secuelas que causó la violencia a nivel individual,
familiar y social. Y reconoció el impacto diferenciado de la violencia según el género,
señalando que las distintas posiciones y roles ocupados por varones y mujeres
condicionaron su participación en el conflicto armado. Lo cual se constata tanto por las
diferentes formas de afectación sufrida, como también por las formas de agencia que
desarrollaron las mujeres.

Respecto a la situación de las mujeres, ellas sufrieron diversas formas de violación de los
derechos humanos, así como en el caso de los varones; pero, sobre todo destaca la
violación sexual que fue ejercida más sobre las mujeres. Así mismo, sufrieron por la
desaparición y muerte de sus familiares, quedando ellas sobre todo, en situación de viudez
y a cargo de sus hijos, ya que los varones en mayor porcentaje eran los desaparecidos o
asesinados.

La CVR, explica también el contexto en el que se desató el conflicto armado, señala que la
mayoría de mujeres afectadas “vivían en las comunidades y pueblos de la sierra sur del
país (Ayacucho, Huancavelica, Apurimac). Se trata de zonas rurales pobres y alejadas
cuyos habitantes son parte de grupos campesinos secularmente excluidos (…). Además

31
ellas han sido, en muchos casos, objeto de burla, maltrato y humillación por su condición
de indígenas” (2003: 47). Como sabemos también por los estudios de De la Cadena
(1991), en estos sectores rurales la discriminación como indígena recae más en la mujer,
sufriendo una doble discriminación por género y etnicidad. Estas condiciones han
constituido desde siglos atrás una situación adversa para las mujeres, con muchas
exclusiones que han tenido que afrontar.

Aunque la CVR no profundizó en las formas de afrontamiento de las personas, registra


que la violencia no llegó a destruir la capacidad de respuesta de la población, y señala con
respecto a la mujer que “…ante la destrucción de redes sociales tradicionales y el
asesinato masivo de dirigentes, las mujeres asumieron nuevas responsabilidades y
lanzaron al país el reto moral de reconocer la pérdida de miles de sus hijos en masacres y
desapariciones” (2003: 243). Y exhorta a trascender el estereotipo de hombre agresor -
mujer víctima, identificando los procesos y los espacios de agencia, enfrentamiento y
resistencia creados por las mujeres y hombres.

Además, hay que reconocer que la actuación de algunas mujeres también se dio en el lado
de los grupos que perpetraron la violencia, lo que a su vez cuestiona la idea de que la
mujer esté siempre en la posición de víctima. Así mismo, las mujeres también integraron
las rondas campesinas que enfrentaron en armas a SL. Al respecto, Theidon (2004)
manifiesta que las narrativas de la guerra interna han sido masculinizadas dentro de las
comunidades, enfatizando el heroísmo masculino. En las comunidades donde trabajó,
todas las autoridades eran varones y las asambleas comunales no eran espacios
democráticos, a pesar de la participación de la mujer, ya sea integrando las rondas o
participando de los procesos de recuperación y reconstrucción de la vida en comunidad.

Las mujeres fueron víctimas de la violencia, pero su identidad e integridad es compleja y


no se queda sólo en la posición de víctima. Frente a los daños producidos por el conflicto
armado, las mujeres desarrollaron diferentes formas de afrontamiento con los cuales
fueron reconstruyendo sus vidas: ejercieron acciones de protección de sus familias,
asumieron nuevos roles, y muchas de ellas empezaron a desarrollar procesos de
participación integrando las organizaciones de afectados. Ello contribuyó a su vez a
nuevos aprendizajes y al desarrollo de liderazgos, desplegando mecanismos de resistencia
frente a la violación de los derechos humanos.

32
Reynaga (2008) señala que la violencia afectó a las organizaciones de mujeres de barrios
populares de Huamanga, como también lo señala Coral (1991), el objetivo de la violencia
fue desarticular todo tipo de organizaciones sociales (la CVR ha recogido testimonios que
dan cuenta de la ofensiva de SL contra las dirigentes populares, amenazas y asesinatos),
pero Coral encuentra que a partir de 1985 estas organizaciones comienzan a reactivarse.

Se da un proceso de agrupamiento de las mujeres para afrontar en forma colectiva las


dificultades propias del contexto, realizando acciones para la sobrevivencia familiar y por
la defensa de los derechos humanos (Reynaga 2008). En este contexto de los primeros
años del conflicto se conforma la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados,
Detenidos y Desaparecidos de Perú (ANFASEP), que se organizan sobre todo en torno a
la búsqueda de sus familiares y en defensa de la verdad y la justicia.

Coral (1991) explica que durante el conflicto armado se da un reordenamiento o


“recomposición del espacio” de desenvolvimiento de la mujer, básicamente por la puesta
en cuestión del protagonismo masculino al haberse convertido éste, en blanco principal de
la violencia. La mujer debía afrontar el conjunto de la problemática para garantizar la
subsistencia; en este escenario, se da una ampliación de espacios y niveles de participación
para la mujer, trascendiendo su rol tradicional, para reafirmarse como actor social.

Coral señala que este giro se da porque “la mujer ha comprendido que ante la profundidad
de su problemática las salidas individuales son insuficientes” (1991:84). Una de las
grandes tareas que asume es la defensa de los derechos humanos, constituyéndose en la
protagonista principal; con la “dolorosa tarea de reclamar a sus desaparecidos, gestionar la
libertad de sus presos o el entierro de sus muertos…” y por la preservación de la
integridad física y la vida de los que con ella quedan (1991:90). En los testimonios que
escuché de las integrantes de Anfasep, resalta que en los inicios ellas comenzaron a buscar
por separado a sus familiares, pero se dieron cuenta que solas no iban a poder lograr ser
escuchadas, y así se fueron juntando con otras mujeres, animándose unas a otras.

Citando a Del Pino, Henríquez (2006) refiere que se produce un giro de la “adaptación en
resistencia a otras formas más definidas de resistencia”; destacando el papel de las madres
como “vanguardia pública y discursiva”. Así mismo, señala que “las mujeres participarán
tanto en la resistencia a SL apoyando los comités de autodefensa, como en las nuevas
organizaciones que surgen en el interior del país” (2006:10).

33
Con respecto a la rearticulación del movimiento popular de mujeres, Coral en 1991 da
cuenta de 360 organizaciones en la provincia de Huamanga: Clubes de Madres, Comités
de Mujeres, Comités de Familiares de desaparecidos, que se seguían extendiendo en el
campo y la ciudad. En 1988 se constituye la Federación Provincial de Clubes de Madres
de Huamanga y en 1991 se convoca al Primer Congreso Departamental de clubes de
madres que dio lugar a la Federación Departamental de Clubes de Madres (FEDECMA).
Estas organizaciones de mujeres participan en diversas acciones: presencia masiva en la
marcha por la paz y en el paro regional por la paz y el desarrollo, en 1988; Concertación
con el Comando Político Militar en torno a la pacificación y la defensa de los derechos
humanos en 1990 y participación en el Comité de Gestión para la Emergencia
Departamental en el mismo año, entre otras acciones, que demuestran la participación de
las mujeres en los procesos de reconstrucción frente a los daños ocasionados por la guerra.

Reynaga (2008) resalta la participación activa de las mujeres en el proceso de búsqueda de


la verdad, señala que la ANFASEP y la FEDECMA (Federación de Mujeres de Ayacucho)
contribuyeron al trabajo de la CVR. Las mujeres fueron la mayor parte de las personas que
dieron su testimonio. Sofía Macher (2014) resalta la agencia política desplegada por las
mujeres en los testimonios que brindaron en las audiencias públicas: actuando frente a la
oportunidad brindada por la CVR, desarrollaron una estrategia discursiva. Ellas
confrontaron el poder del Estado, reelaborando la historia del conflicto y movilizando los
discursos hegemónicos; asignando, desde su experiencia, las responsabilidades. También
reclamaron respeto e igualdad, en su demanda de justicia; manifestando siempre una
representación de los otros, es decir relatando lo sufrido no solo por ellas sino también por
las otras personas de su colectivo. Macher señala el impacto que tuvieron estos
testimonios en las subjetividades de las personas que lo escucharon, sobre todo por ser la
experiencia directa de estas mujeres.

Otro ámbito donde se observa el liderazgo de las mujeres, es en los procesos de


desplazamiento; las mujeres asumieron la responsabilidad de hacer frente a la mayor parte
de los desplazamientos en un primera etapa y se constituyeron en grupos organizados en
defensa de sus derechos (Henríquez, 2006).

La activista de derechos humanos Ada Rojas (A. Rojas, comunicación personal, 08 de


octubre, 2015), miembro de COTMA (Coordinadora de Trabajo con Mujeres de
Ayacucho), que en los años de la violencia trabajaron con los clubes de madres; refiere

34
que muchas de las mujeres que conformaron los clubes de madres como estrategias de
sobrevivencia, eran afectadas por el desplazamiento, sólo que por temor no se
identificaban como tales, manifestando que habían salido de sus pueblos por la educación
de sus hijos. Explica que con la intervención del PAR –Programa de Apoyo al
Repoblamiento, creado en 1993 en el gobierno de Fujimori, se comienza a prestar atención
a la situación de la población desplazada. Es aquí donde se comienzan a organizar
propiamente como desplazadas, con la incorporación de los hombres, pero la presencia de
las mujeres era mayoritaria. Luego con la instauración del Consejo de Reparaciones y el
Registro Único de Víctimas, se consolidan las organizaciones, con el fin de obtener su
certificación y las reparaciones. Actualmente son 26 organizaciones de desplazados en la
provincia de Huamanga y el 80% están siendo lideradas por mujeres. Además en
Ayacucho las asociaciones de desplazados han conformado la Asociación de Familias de
Desplazados Internos por la Violencia Política Ayacucho. Su lucha está dirigida a la
entrega de las reparaciones colectivas, y también están buscando ser reconocidas por la
Ley de Vivienda. Rojas, refiere que en el trabajo actual con las mujeres desplazadas,
recién está saliendo toda la afectación que vivieron, y que no se les reconoció. Muchas de
ellas además perdieron a sus familiares, sufriendo una doble afectación.

Podemos entender que el identificarse ahora como desplazados por la violencia política,
puede ser una estrategia que los posiciona en sus derechos. Pero, también nos demuestra
que hay esa apertura a decir lo que realmente vivieron, quizás porque las condiciones
actuales son diferentes, ya no hay la estigmatización y el miedo de antes. Además esta
actual manera de nombrarse plantea la intención de ser reconocidos en esa experiencia que
tuvieron que afrontar, pero que también tuvieron que ocultar como una forma de defensa.

La Asociación Nacional de Familiares de secuestrados, detenidos y desaparecidos del


Perú -ANFASEP:

El 2 de Setiembre de 1983 es la fecha que marca el inicio de la ANFASEP, primero


nominada Comité de Familiares de Desaparecidos (CFD), presidido por la señora
Angélica Mendoza de Ascarza, y en 1984 adoptaron el nombre de Asociación Nacional de
Familiares de Secuestrado, Detenidos y Desaparecidos en las Zonas Declaradas en Estados
de Emergencia del Perú – ANFASEP. Se nominaron Asociación Nacional, porque en esa
época contaban con bases en los departamentos de Apurimac y Huancavelíca (Soto, 2007).

35
Las mujeres, viudas y madres son las que toman la iniciativa de trabajar juntas para hacer
oír sus voces, para tener fuerza. Ellas iban caminando buscando a sus familiares
desaparecidos, y en medio de ese dolor se iban encontrando con otras mujeres que también
caminaban buscando, y así se motivaban a estar juntas, a organizarse.

Los primeros años fueron tiempos muy difíciles para la organización, donde había mucho
temor para reunirse, para hablar, incluso las autoridades encargadas de la administración
de justicia eran intimidadas, dejando de lado la defensa de las familias afectadas. Este fue
un contexto muy hostil para las señoras de ANFASEP, que además eran discriminadas,
estigmatizadas, y maltratadas; sin embargo las señoras reconocen el apoyo de algunas
personas o autoridades, como la alcaldesa de Huamanga en ese entonces, Leonor Zamora,
que en 1991 fue asesinada por denunciar las violaciones a los derechos humanos que se
estaban cometiendo; ella brindaba a las señoras espacios para poder reunirse y poder hacer
llegar su voz a la población.

Las mujeres de ANFASEP tienen como principal objetivo la lucha por la Verdad y la
Justicia. Inicialmente su demanda era localizar a sus familiares desaparecidos, y se
identificaron con el lema: “vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Después han
mantenido su búsqueda de la verdad, por saber qué fue lo que pasó a sus familiares; y de
la justicia, para que se juzgue a los responsables. Lo cual es una conquista demasiado
ardua, con avances muy lentos; como es también la exigencia de reparación, que después
también asumieron, reconociendo todo lo que la violencia truncó en sus vidas.

En ese proceso de búsqueda y de luchas, ANFASEP respondió a la necesidad de


supervivencia y sostenimiento de los niños y niñas que quedaron huérfanos,
implementando en 1985 el Comedor de de niños “Adolfo Pérez Esquivel”. Y en el 2005 se
inauguró en su local el Museo de la Memoria “Para que no se repita”. Realizaron acciones
de incidencia para el cumplimiento de sus derechos, consiguiendo la respuesta positiva de
la Defensoría del Pueblo ante el pedido que hicieron en 1997, para que se investigue las
desapariciones forzadas. Posteriormente se crea en el 2001 la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación, impulsada por las organizaciones de derechos humanos con la
participación activa de Anfasep.

En los años posteriores las organizaciones de afectados fueron desarrollándose en la


región y a nivel nacional. Se consolida la Coordinadora Regional de organizaciones de

36
afectados por la violencia política de Ayacucho -CORAVIP y la Coordinadora Nacional
de organizaciones de afectados por la violencia política del Perú –CONAVIP, en las
cuales los jóvenes hijos de las fundadoras de ANFASEP, que integraron la JUVENTUD
ANFASEP, han sido líderes destacados, asumiendo las coordinaciones.

Las mujeres de Anfasep, que inicialmente fueron quienes lideraron el proceso de búsqueda
de justicia, poco a poco se van integrando a la gran red de organizaciones de afectados.
Reconociendo la necesidad de un trabajo articulado para el logro de los objetivos
comunes, como la Ley de Reparaciones que se logró en el 2005, y que actualmente se
continúa luchando para que estas sean más justas e integrales.

Una de las plataformas más significativas que lidera la Anfasep y que se viene dando
desde el 2008 es la declaración de “la Hoyada” -zona aledaña al cuartel de los Cabitos
donde se asesinaron y cremaron cientos de personas que fueron desaparecidas o detenidas
extrajudicialmente, como “Santuario de la Memoria”, para poder allí conmemorar a sus
seres queridos, y contribuir a la memoria de todo lo que se vivió y no debería repetirse.

Anfasep ha tenido como una de sus roles más resaltantes, el trabajo por la memoria. Sus
testimonios y su firmeza en la búsqueda de justicia, ha contribuido a que los hechos de
violencia no sean olvidados en nuestro país. También han publicado el libro: ¿Hasta
cuando tu silencio?, Testimonios de dolor y coraje, cuya primera edición fue en el 2007, y
en el 2015 han presentado una segunda edición, en la que incorporan sus acciones más
recientes, sobre todo la incidencia por el “Santuario de la Memoria”, con la que ya se ha
conseguido el respaldo del Gobierno Regional y el Ministerio de Justicia, asignándose el
lugar “La Hoyada” para tal fin; ha sido un proceso muy largo, con mucha resistencia de
las autoridades y que aún falta su construcción.

Paralelamente también han estado incidiendo junto con otras organizaciones en la


promulgación de una Ley que asegure la búsqueda de las y los desaparecidos. Han
participado activamente de este proceso, ahora con mayor capacidad de dialogo y
coordinación, y con mayor agencia para hacer oír sus voces; han realizado viajes a Lima
para conversar con diferentes autoridades, del Ministerio de Justicia o la Defensoría del
Pueblo. Se consiguió que el Proyecto sea aprobado en el Congreso, y el 22 de junio del
2016, que el Presidente Ollanta Humala promulgue la Ley N° 30470 de Búsqueda de
Personas Desaparecidas durante el periodo de violencia 1980-2000.

37
Todos estos procesos emprendidos por las señoras de Anfasep, han ido incidiendo en el
desarrollo de la identidad de las mujeres, en sus subjetividades; como lo veremos en el
desarrollo de la tesis. Las mujeres han fortalecido sus recursos y emprendido nuevos retos,
asumiendo liderazgos en la organización, y articulándose cada vez más a los espacios
interinstitucionales; superando poco a poco los temores, los desencuentros o las
exclusiones, para en la actualidad establecer más sinergias y mejores vínculos.

Anival Cayo (A. Cayo, comunicación personal, 25 de enero de 2017), actual secretario de
la Junda Directiva de Anfasep, fue miembro de Juventud Anfasep, y ha acompañado a la
directiva dos años en sus diversas gestiones con las autoridades, apoyando sobre todo con
el tema legal. Él señala que las mujeres se han fortalecido bastante, que ellas tienen sus
estrategias, “tienen plena conciencia sobre lo que van a exigir y a la larga lo han
conseguido”; y que la ayuda que brinda es más en el aspecto técnico, en las normas:

Nosotros ayudamos a fortalecer, más por el aspecto legal. Porque ellas tienen sus formas de
exigir y reclamar, tienen sus discursos. Pero también hay que ajustarse a unas normas,
planteamientos, y llegar a un consenso. Por estrategia ellas son siempre primero las que se
desenvuelven. Y si se requiere acotar, nosotros lo hacemos, con las normas (…) Ellas cada
una saben qué decir, se organizan entre ellas mismas, y lo que uno aporta es pequeño.

Pero, acota que siempre necesitan ese acompañamiento. Sin embargo, también en su relato
vemos como esta acompañamiento ha ido variando: al inicio las acompañaban las ONG’s,
después tuvieron dos asesores abogados externos a la organización, y actualmente el que
más las acompaña es él que es miembro de Anfasep, de la generación de jóvenes. Esto
revela también el fortalecimiento y mayor agencia de la organización. Anival Cayo,
además resalta que las mujeres “han encomendado en participar a sus hijos” y que es
importante el acompañamiento de los jóvenes (de Anfasep), “porque nosotros lo vamos a
hacer con más ahínco, porque hemos vivido el proceso, y lo sentimos”.

Por otro lado, respecto a la respuesta de autoridades o representantes de instituciones,


señala que ellas tienen representatividad: “Ahora el sólo hecho de verlas, las reciben bien,
las escuchan… Hay un grado de representación, de consideración por todo lo que
vivieron”. Pero también señala que aún hay desconocimiento y falta de conciencia
respecto al tema en las autoridades, incluso en su propia región, a quienes las mismas

38
señoras los sensibilizan. Refiere que les dicen: “pero esto hay que dejarlo, hay que darle
vuelta a la página”, “¡Ay siguen con eso, ya dejen eso!”, pero a la larga se sensibilizan.

Señala que no se evidencia una discriminación de género en el acercamiento con las


autoridades, y que “por ser mujeres que han luchado tantos años, son valoradas”. Sin
embargo, señala que sí puede haber discriminación o prejuicios por el tema, como ya se
mencionó, o por su origen o condición social; que no se ve de manera directa, pero que
“en las miradas, la desatención, cuando tú estás hablando y le prestan más atención al
teléfono”, hay una forma de discriminación.

Respecto a las líderes que dirigen la asociación, señala que ha habido un fortalecimiento
de sus capacidades: “han mejorado muchísimo (…) tienen ahora mayor comprensión de
los contextos, para emplazar a las autoridades y plantear alternativas de solución al
tema”. Sobre la participación en sus asambleas, refiere: “nuestras asambleas no siempre
son color de rosas, siempre hay discrepancias, pero la junta directiva sabe resolverlo, hay
liderazgo”. Y que todavía hay cierto machismo en las señoras, más en las bases: “por su
misma formación de las mujeres, aún perduran algunos rasgos, se da a veces más
importancia al varón”, ya sea el asesor o algún miembro de la directiva, para que asuman
responsabilidades. Aún se observa poca participación de las bases, pero explica que “se ha
avanzado, se les pide sus opiniones, y las que eran más tímidas, ya participan”.

Crisóstomo (2014) realiza un estudio sobre las presidentas de ANFASEP, en el que


concluye que las presidentas, en particular, ya estaban empoderadas antes del conflicto y
que durante el conflicto ellas despliegan sus capacidades, retoman sus roles y prácticas
previas. Destacando su orientación al trabajo, en la etapa anterior al conflicto, que
demuestra que no estaban encasilladas a los roles reproductivos. Cuestiona así los
estereotipos sobre ANFASEP y las mujeres integrantes, como mujeres pobres, analfabetas
y sin agencia. Es importante este reconocimiento de las agencias con que contaban las
mujeres, ya que sin esa capacidad no podrían haber afrontado y desarrollado las acciones
que emprendieron en lo personal y como colectivo.

Coincido en que las organizaciones no son las que empoderaron a las mujeres, como
señala Crisóstomo. Pero, en el sentido que, considero el valor de la organización como
expresión, justamente, de la fortaleza y agencia de las mujeres. Lo que se produce es un
fortalecimiento, como lo hemos planteado en el marco teórico, en el que las personas

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potencian sus recursos en colectivo. Las organizaciones no son algo externo a ellas que las
va a empoderar, sino que las organizaciones son conformaciones y creaciones de las
propias mujeres; son la expresión de su fortalecimiento.

Barrios (2013) ha estudiado los factores asociados a la capacidad de resiliencia de las


mujeres en Ayacucho, incluyendo a socias de Anfasep, frente al conflicto. Resaltando
aspectos culturales como: la identidad cultural, la reciprocidad y el apoyo comunal. Sin
embargo, así como se valoran las fortalezas con que contaban las mujeres; hay que
considerar que no todas tuvieron los recursos y soporte necesarios frente a tanta violencia,
y para muchas personas, la guerra produjo una profunda afectación difícil de superar.

Finalmente, considero que frente al impacto de la violencia, el empoderamiento y


resiliencia que las autoras reconocen en las mujeres de ANFASEP no sólo se despliega o
retoma; sino que tiene un carácter diferente: al darse las condiciones para una
organización colectiva con liderazgo de la mujer. Hay un cambio cualitativo, esto no
desvaloriza el empoderamiento previo, pero implica reconocer la particular respuesta,
esfuerzo y despliegue de las mujeres frente a una situación extrema, frente a un gran
impacto vivido. Es en este sentido, que Coral (1991) habla de un giro o recomposición del
espacio de desenvolvimiento de la mujer, o Del Pino (Henríquez 2006), de un giro a
formas más definidas de resistencia.

2. CONFLICTOS SOCIOAMBIENTALES

En la década del 90 y sobre todo desde mediados de los 90, en que la violencia del
conflicto armado interno fue disminuyendo con la derrota de SL; la industria extractiva de
minerales toma impulso en nuestro país, y con más fuerza hacia el 2000 y en adelante.
Esto se produce en el marco del contexto internacional. Desde la década del 90 se da esta
expansión, sobre todo en los países de América Latina que fueron adoptando una política
de mayor apertura a la inversión minera; como es el caso del Perú, donde el gobierno de
turno dio una serie de reformas y leyes que favorecieron la inversión de las empresas
extractivas, y cuya política ha sido continuada por los siguientes gobiernos.

Así mismo, en este contexto, “desde mediados de la década del 90, las relaciones entre
empresas mineras y las poblaciones vecinas comenzaron a ocupar un espacio estelar en el
mapa de conflictos sociales en el país” (Echave, 2009), como se puede constatar en los

40
reportes que realiza la Defensoría del Pueblo del Perú, que viene registrando regularmente
la mayor presencia de conflictos socioambientales y sobre todo mineros.

En el último informe de la Defensoría del Pueblo (2017) -del mes de marzo del presente
año, se reporta 204 conflictos sociales, 140 activos y 64 latentes, de los cuales la gran
mayoría, el 68.1%, son conflictos de tipo socioambiental (los conflictos de otro tipo
registran un porcentaje entre el 1 y 8%). Así mismo, de los 139 conflictos
socioambientales, 92 casos corresponden a conflictos relacionados a la actividad minera.

Las razones de estos conflictos en nuestro país están dadas sobre todo por la falta de
diálogo del Estado y las empresas mineras, con los pobladores de las zonas donde se
proyecta la extracción. Muchas veces no se escuchan las voces de la población, y se
implementan los proyectos sin la debida información y consulta. Entonces la población
busca otras formas de hacerse escuchar, mediante las movilizaciones, paros o toma de
carreteras; y reciben como respuesta del Estado, sobre todo, represión y criminalización.

La preocupación de las comunidades, es por la falta de cuidado de los recursos naturales, y


el daño que causa al medio ambiente y a la salud de los pobladores; basado en hechos que
ya sucedieron, que las empresas han ocasionado. Entonces hay un temor frente a nuevos
proyectos. Además éstos se implementan sin respetar las dinámicas de organización y
desarrollo de las poblaciones: expropiando sus territorios, o comprando el apoyo de
algunos dirigentes; lo cual genera problemas a nivel de las relaciones comunitarias. Por
todo ello, la desconfianza y falta de credibilidad se instala en las poblaciones.

Otros motivos relacionados que generan conflicto, que reporta la Defensoría del Pueblo,
son: el incumplimiento de acuerdos ya sea desde el Estado y sobre todo de las empresas
con respecto a los compromisos de responsabilidad social y de cuidado de la naturaleza. Y
que se afecte las actividades que tradicionalmente realizan las comunidades como la
actividad agropecuaria.

La acción del gobierno es crucial para el desenvolvimiento de los conflictos, ya que es el


Estado el que debe asegurar que las poblaciones sean informadas y consultadas. Sin
embargo la población percibe que en muchos casos el gobierno lo que hace es
parcializarse con los intereses de las empresas mineras, hasta usar la fuerza represiva para
detener las acciones de resistencia de la población. Desde el Estado y las empresas,

41
además se maneja un discurso que descalifica las acciones de la población,
considerándolos como personas manipuladas por otros o anti-desarrollo; con lo cual
también justifican su imposición a la fuerza.

Los conflictos socioambientales en su fase de crisis, han ocasionando pérdidas de vidas y


daños personales, esto viene sucediendo cada año en nuestro país. Según reporte de la
Defensoría del Pueblo, entre el 2011 y el 2016, más de 70 personas fallecieron; entre ellas
miembros de la policía, pero la mayoría de muertos son pobladores de las zonas del
conflicto, activistas defensores de los territorios y sus recursos.

Algo que se constata, es la presencia de estos conflictos, en las poblaciones que sufren de
mayor exclusión y desigualdad económica, social y política. Los países de América Latina
con mayor número de protestas sociales, entre los que se encuentra el Perú, son los que
también presentan mayores desigualdades socioeconómicas (PNUD, 2013).

Frente a los daños y conflictos generados en torno a la industria extractiva, la población de


diferentes regiones del país se ha ido organizando; al inicio las acciones fueron sobre todo
locales, y poco a poco han ido articulándose en una agenda común. Hasta que se creó en
1999 la Confederación Nacional de Comunidades afectadas por la Minería –CONACAMI,
que han puesto en la agenda nacional la necesidad de atender la problemática. Al principio
su agenda se centró en la denuncia de casos y defensa de derechos de las poblaciones
donde se desataban los conflictos. Después desarrollaron iniciativas, como la organización
de consultas ciudadanas, con la primera consulta en Tambogrande en el 2002; que
significó la puesta en práctica de la participación ciudadana, en el que la población
afirmaba su visión de desarrollo, y a la vez cuestionaba los marcos legales vigentes.

Según afirma Echave (2009) en estos procesos de diálogo también se han observado las
dificultades y retos que se presentan a las comunidades; y señala que las estrategias de
resistencia sin elaboración de alternativas para el desarrollo local, no llegan a construir un
discurso que haga incidencia en otros actores. Así mismo también hay dificultades en la
conexión de agendas entre las diferentes regiones, todo lo cual se presenta como desafíos a
asumir por las poblaciones y comunidades. Faltaría agregar el reto de incorporar el
enfoque de género y generar una participación más equitativa de hombres y mujeres, tarea
que es planteada por diferentes autores (Herz 2013; Cuadros 2010).

42
También es importante mencionar que en la amazonía ha habido una organización propia
que fue fortaleciéndose, de lo local a lo regional, y también empezando por la defensa
frente a las empresas explotadoras de materia prima. A finales de los 60 y comienzos del
70 se articulan más, hasta que en 1979 conforman la coordinadora de Comunidades
Nativas de la Selva Peruana –COCONASEP que en 1980 se denominó: Asociación
Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana –AIDESEP. Esta organización ha trabajado
firmemente por los derechos colectivos de los pueblos indígenas y ha planteado las
propuestas de desarrollo que respeten su cosmovisión. También hay que señalar que han
estado impulsando el liderazgo y participación de las mujeres a través de encuentros y
capacitaciones.

Sin embargo, en la mayoría de registros o relatos sobre la participación de los pobladores


frente a los conflictos mineros, mayormente se habla en general de la participación de los
representantes y dirigentes de las organizaciones que están en las mesas de acuerdos y
otros espacios, pero no se toma en cuenta el nivel de participación de las mujeres.

Cuadros (2010) refiere que frente a los problemas que aparecieron con el boom de la
minería, las comunidades campesinas de entornos mineros incrementaron su conciencia
ambiental y de ejercicio de sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.
Destaca también el avance desde la acción reactiva hasta la generación de iniciativas que
dieron lugar a los espacios de diálogo; sin embargo señala que uno de los principales
desafíos para las comunidades es la “necesidad de reforzar y renovar sus espacios
organizativos, buscando la participación intensiva de todos sus miembros, hombres y
mujeres, en los diferentes procesos” (Cuadros, 2010:26).

La realidad es que las mujeres no están siendo incluidas en los procesos de consulta
interna y toma de decisiones; las empresas sólo están negociando con los varones de las
comunidades, sin tomar en cuenta la perspectiva de las mujeres y desconociendo el aporte
que ellas hacen al desarrollo de sus comunidades (Cuadros, 2010).

Las mujeres tienen una particular vivencia de las situaciones que se presentan con la
actividad minera, y las afectaciones al medio ambiente, ya que ellas tienen un rol
importante en las actividades agrícolas y pecuarias (Cuadros, 2010), y hay una relación
directa con la utilización de recursos básicos para la supervivencia (Sabaté, 2000); todo
esto debido a las divisiones de género que han establecido roles y responsabilidades

43
diferenciadas para hombres y mujeres. Sin embargo, las mujeres presentan desventajas al
momento de acceder a la tierra y el agua y en el proceso de decisiones de tales recursos.

Herz (2013) cuestiona la consideración de las mujeres como actoras pasivas o vulnerables
de los conflictos. El autor encuentra diferentes casos en los países suramericanos que
contrastan con esa premisa; pone como ejemplos a Ecuador, donde frente a la actividad de
explotación y contaminación se ha formado el Frente de Mujeres Guardianas de la
Amazonía; también las mujeres de Putumayo en Colombia organizadas por las defensas de
sus territorios y recursos naturales; y en el caso de Perú, resalta las movilizaciones de
mujeres en defensa del agua en Cajamarca y Espinar. Lo cual “evidencia que los
conflictos socioambientales son percibidos como situaciones que las afectan directamente
en tanto pueden poner en riesgo las fuentes de supervivencia de las familias” (Herz,
2013:31).

Se han realizado pocas investigaciones sobre género, minería y conflicto socioambiental


en casos concretos en nuestro país, pero tenemos el trabajo de Cuadros (2010) y el de
Bastidas (2009), que revelan aspectos específicos de las experiencias de las mujeres en
diferentes zonas de actividad minera.

Bastidas (2009) presenta los casos de San Mateo de Huanchor en Huarochirí, Choropampa
en Cajamarca y el de Callao. Los tres casos han sufrido la contaminación ambiental y los
daños a la salud de las personas por el contacto con los residuos tóxicos, o el derrame de
minerales como en el caso de Choropampa. Sin embargo la autora señala que la
contaminación minera ha producido efectos diferentes en hombres y mujeres. La autora
encuentra que la escasez de agua y la recogida de elementos contaminantes han incidido
de manera sustancial sobre las tareas asignadas a las mujeres, afectando su salud y la de
sus familias. Se observa que son las mujeres quienes mayormente se responsabilizan de
solucionar los problemas de sus familias y comunidades; sin embargo tienen un acceso
restringido a los recursos naturales y a la propiedad de la tierra.

Bastidas en su estudio encuentra que las mujeres actúan permanentemente en defensa de la


ecología, pero aunque su presencia es sustancial, es muy poco visibilizada. Ha registrado
la participación de la mujer en las directivas de las asociaciones, como en el caso del
Comité de Afectados por la Minería en el Centro Poblado de Huanchor, y en el Frente de
Defensa de los Intereses del Pueblo de Choropampa. También señala que más del 90% de

44
mujeres refieren que han participado en diferentes acciones; sin embargo aclara que serían
reivindicaciones parciales, concretas; pero no se percibe una estrategia de articulación
colectiva. También se consigna los obstáculos que limitan su participación: poca
información, escaso apoyo de pareja e hijos, incomprensión o miedo al cónyuge, y el
limitado tiempo que tienen para dedicarse a la organización, debido a la doble o triple
jornada que realizan.

Cuadros (2010) realiza su estudio en la provincia de Espinar, Cusco, y en las provincias de


Grau y Cotabambas en Apurimac. Encuentra los diversos efectos que tiene la minería en la
vida de los hombres y mujeres, y las dificultades que tiene la mujer para su participación.
Uno de los cambios que produce la actividad minera en las zonas estudiadas es la
incorporación de las mujeres en los empleos temporales que ofrece la minera; sin
embargo, si bien esto brinda un ingreso adicional para la familia, también implica una
sobre carga de trabajo para la mujer, ya que las actividades domésticas siguen siendo parte
de sus tareas, y los varones no aportan en estas.

La autora constata una complementariedad de hombres y mujeres en el trabajo económico


y productivo, pero a pesar de ello no hay complementariedad en la toma de decisiones, o
en la participación en las asambleas de la comunidad. Señala que ni las comunidades ni la
empresa minera escuchan sus voces, ni toman en cuenta sus opiniones. En las
comunidades hay una “resistencia de los varones, que consideran que las mujeres no
podrán asumir nuevas responsabilidades, porque no tienen las sufrientes capacidades…”
(Cuadros, 2010:81); esta resistencia se da porque hay un temor a ser desplazados de las
actividades que han venido asumiendo. Pero también se constata en este estudio, el temor
que sienten las mujeres a asumir nuevas o mayores responsabilidades, lo cual se debe a la
discriminación que han venido sufriendo, pero también a la falta de oportunidades para
acceder a la educación.

Participación de las mujeres en el Conflicto Conga:

Con respecto a los procesos de participación comunitaria frente al Proyecto Conga, no se


han encontrado investigaciones, pero hay relatos y reflexiones de los procesos dados en
este conflicto socioambiental. Haré un recuento de ellos, empezando por explicar cómo se
genera el conflicto.

45
El Proyecto minero Conga, de la empresa Yanacocha, comienza sus acciones con la
compra de tierras en el 2001, y entre el 2010-2011 el Estado anuncia su aprobación. La
población ya tenía una experiencia negativa previa con la empresa Yanacoha, por el daño
al medio ambiente ocasionado con otras explotaciones, produciendo el secado de algunas
lagunas; y también por la forma de intervención en las comunidades ocasionando división
en la población. Un hecho fuerte fue el derrame de mercurio en el poblado de Choropampa
en el año 2000, ocasionando la intoxicación de 755 personas, según informó la Defensoría.

Es por todo ello que frente el Proyecto Conga, se produce el rechazo de la población, y
conociendo que cuatro lagunas de cabecera serían secadas por dicha empresa. En este
contexto, aumenta la protesta y movilización de las comunidades, sobre todo al no ser
escuchadas. Y el conflicto llega a sus momentos álgidos, con la represión policial con
armas de fuego, ocasionando en noviembre del 2011 muchos heridos y detenciones; y en
julio del 2012, la pérdida de cinco vidas, cuatro hombres de Celendín fueron alcanzadas
por las balas, incluyendo un adolescente; y en Bambamarca murió un joven.

La población celendina, en un comienzo estuvo bastante dividida, pues Yanacocha había


comprado tierras a varios comuneros de Celendín; pero en el 2009 se conforma la
Plataforma Interinstitucional de Celendín -PIC, integrada por más de 30 organizaciones
sociales de la provincia. Desde esta plataforma se comienza a brindar información a las
provincias de Cajamarca que serían afectadas por el proyecto Conga; sobre todo, además
de Celendín, a las provincias de Bambamarca y Cajamarca; consiguiéndose así un gran
respaldo contra el proyecto.

Por otro lado, Cajamarca es una región donde las rondas campesinas han tenido mucha
fuerza desde décadas atrás, es por ellos que SL no pudo avanzar en el norte del país. Estas
rondas surgieron para detener el abigeato en sus comunidades; pero poco a poco han ido
ampliando sus objetivos, buscando el orden, justicia y bienestar en su comunidad; por lo
que también se han comprometido en la defensa de los territorios y los recursos naturales.

En estas rondas la presencia de las mujeres se ha venido dando cada vez con más fuerza, y
en varios casos las mujeres han asumido la presidencia de la ronda de su comunidad. Es
sobre todo en Bambamarca, donde las rondas están defendiendo el cuidado de las lagunas,
y las mujeres tienen bastante presencia y liderazgo en las diversas actividades,
concentraciones, marchas, vigilancia de las lagunas. Aportan también desde el rol típico

46
de preparar las ollas comunes, pero su participación, no se limita a eso. Janet Carhuajulca,
miembro de las rondas y anteriormente presidenta, manifestaba: “nosotras hemos estado
en las lagunas, en Cajamarca, en Bambamarca y nos hemos enfrentado a todo (…) yo
tengo dos hijas y muchas veces he tenido que dejar a mi familia por luchar por algo que
nos pertenece a todos” (Carhuajulca, en Hoetmer y otros, 2013)

Hemos recogido algunos testimonios, y publicaciones, que manifiestan algunas iniciativas


de organización de las mujeres a partir del conflicto socioambiental:

En Cajamarca se formó la asociación Mujeres Defensoras de la Vida; pero que, sobre


todo, respondieron a la coyuntura de los hechos ocurridos en el 2002. Igualmente en
Celendín luego de estos hechos, se conformó la OMUDEVIC: Organización de mujeres en
defensa de la vida con convicción, que convocó a una gran marcha a nivel provincial, pero
no se ha mantenido activa.

Posteriormente en Celendín se ha formado la organización: Celendinas Luchadoras en


Defensa de la Pachamama, en la que se ha buscado integrar a mujeres de la comunidad
que ya venían participando en la defensa del agua con las convocatorias que hacía la PIC,
sobre todo en las marchas y vigilias. Esta organización recién se ha conformado el 2015, y
están buscando la continuidad y fortalecimiento de sus miembros con la participación en
diversos talleres que son brindados por ONG’s y organizaciones nacionales (en temas de
género, medio ambiente, comunicación). Aunque tienen dificultad para coincidir todas,
mantienen una coordinación regular, se proyectan a seguir consolidándose, y han
participado como organización de mujeres en actividades convocadas por la PIC.

También hemos identificado en Celendín la Asociacion por la Defensa de la vida y el


medio ambiente –ADEVIMA, integrado por mujeres; pero según manifiesta una de sus
integrantes más activas, no se formó específicamente como colectivo sólo de mujeres. Esta
asociación participa en las movilizaciones frente al Proyecto Conga; pero, está
particularmente avocado a la defensa de los campesinos judicializados por su oposición a
los proyectos de mega represas en la zona del Marañón. Y también es parte de la PIC.

En el caso de Celendín, Milton Sánchez, presidente de la PIC manifestó en una entrevista,


que no hay una fuerte organización de las mujeres; pero que su acción ha sido muy
importante, han estado muy comprometidas en las luchas y en las movilizaciones, y señala

47
que en las asambleas eran las que más asistían (En Hoetmer y otros 2013). Solicitamos su
apoyo para el contacto y entrevista con las mujeres que participan en la PIC y para
conversar con él sobre los avances en la participación de las mujeres, pero no se obtuvo la
respuesta. Lo cual entendemos puede ser parte de las dinámicas de desconfianza que
pueden surgir en estos contextos (pese a que ya había un contacto anterior por la
experiencia de acompañamiento que se hizo en la zona), y por el mismo tema de género
que se está movilizando.

Jorge Chávez (J. Chávez, comunicación personal, 22 de octubre de 2015), activista


ambiental de Celendín, que también integra la PIC; manifiesta que “el tema de la lucha
está aumentando” (refiriéndose al momento actual, luego de una etapa de menor
movilización) y que “las mujeres están participando bastante”. Resaltando algunos
avances: refiere que una rondera es parte de la dirigencia de la PIC; luego señala que hay
un grupo de Mujeres de Celendín que se ha formado para la defensa de la Pachamama que
vienen reuniéndose; y hay otro grupo de mujeres que están muy activas frente al tema de
las hidroeléctricas que se quieren implementar para favorecer a la minería. Y señala que
una joven del grupo de Mujeres de Celendín, viene coordinando con los pobladores que
ofrecen sus casas, para la realización de murales sobre el tema (p. 174).

Jorge Chávez también compartió algunas dificultades que se han presentado para la
participación de las mujeres. Respecto a las señoras que perdieron a sus familiares, refiere
que hay dos que siguen cercanas al tema, “…las demás como que ya no quieren saber
nada. Hay diferentes formas de tomar el tema, algunas continúan participando, otras
quieren olvidar, alejarse. Una de ellas, ha dicho ‘¡ya no!’, no quiere ya hablar del tema. Ha
estado molesta porque se acercó alguien, haciéndose pasar por un periodista, para sacarle
información”. A parte, nos comentó que hay mucha criminalización de los activistas y que
esto también está afectando a las mujeres; como a la dirigente rondera antes mencionada, a
quien están acusando de secuestro a autoridades. Otra situación que se está dando, es la
violencia contra la señora Máxima Acuña, comentó esto al manifestarle mi deseo de poder
conversar con ella. Señaló que era muy complicado: “Yanacocha, está vigilando, no te
dejan pasar, hay una tranquera y no se puede pasar para ir a su casa. Están al tanto si son
de derechos humanos, o periodistas, es muy difícil”.

La participación de la señora Máxima Acuña, es un caso emblemático de resistencia de


una mujer campesina frente a los avances de la empresa minera. Ella y su familia viven en

48
la comunidad de Sorochuco, en Celendín. La empresa Yanacocha ha querido expropiarle
su terreno por diferentes medios, incluyendo la violencia física a su familia. La señora
Máxima con su familia, han resistido y han denunciado este hecho mostrando los
documentos que la muestran como propietaria. Pero la defensa de Máxima va más allá de
la propiedad de sus tierras; ella hace una defensa de los recursos naturales y se ha unido a
la vigilancia que realizan Los Guardianes y Guardianas de la laguna.

Su causa ha logrado el respaldo tanto a nivel nacional en diferentes regiones, como a nivel
internacional. La Red Latinoamericana de Mujeres Defensoras de los Derechos Sociales y
Ambientales le hizo entrega de más de 116,000 firmas recolectadas a nivel mundial,
pidiendo que el Estado vele por la seguridad y derechos humanos de las mujeres y sus
familias. Han pretendido descalificar la lucha de Máxima, hacerla ver como mentirosa,
arribista, objeto de manipulación de las ONG, etc. Pero la contundencia y claridad de
Máxima en su testimonio, ha valido el reconocimiento de un gran sector de la población y
sobre todo de organismos internacionales. Y el 18 de abril del 2016, Máxima Acuña
recibió el Premio Goldman, que es la premiación más importante para los defensores del
medio ambiente en el mundo; con lo que se ha logrado una mayor visibilización del tema
y de la participación de la mujer en nuestro país. Por primera vez los medios de
comunicación nacionales mostraron el tema y entrevistaron a Máxima Acuña.

En el año 2012, después de las muertes de 4 personas en Celendín, incluyendo un menor


de edad y un joven en Bambamarca; desde el Grupo de Salud Mental de la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos, se brindó apoyo psicosocial a las familias de las personas
asesinadas y personas que fueron detenidas y agredidas. En este grupo en el que
participaron los familiares afectados de Celendín, con la presencia de las dos mujeres que
quedaron viudas, la madre del adolescente fallecido, y otras señoras afectados por la
represión; las mujeres manifestaban con fuerza, pero también con el dolor de la pérdida
reciente, que no iban a dejar de luchar, que iba a estar unidas. Sin embargo, como veremos
con más detalle en el análisis de las narrativas de las mujeres que participan en el conflicto
Conga, no se ha logrado conformar un grupo organizado de estas personas afectadas, por
diversas razones, como también lo mencionó el activista ambiental Jorge Chávez.

49
CAPÍTULO IV: EXPERIENCIA BASE DE TRABAJO COMUNITARIO CON
MUJERES EN AYACUCHO Y CAJAMARCA

Presento las experiencias de acompañamiento psicosocial que he tenido con las mujeres en
las dos zonas de conflicto que se han tomado en este estudio. Y realizo el análisis producto
del diálogo con las mujeres, los equipos de facilitación, y los aportes de las
investigaciones.

La primera experiencia es de acompañamiento a la ANFASEP en el 2008, en la cual


vemos algunos procesos socioafectivos que se desarrollan en la dinámica de la
organización y participación de las mujeres. Unos años después, entre el 2012-2013,
después de las muertes por el Conflicto Conga en Cajamarca, tuvimos la experiencia de
acompañamiento a las personas afectadas y que vienen luchando en defensa del agua.
Escuchando a las mujeres en Cajamarca, encontré algunos puntos en común en relación a
la experiencia con Anfasep; por lo que quedó en mi la inquietud por este tema, por estos
cruzamientos; y es por ello que ahora retomo estas experiencias previas como punto de
partida en este viaje de investigación, buscando una mejor comprensión de los procesos de
participación que vienen desarrollando las mujeres.

1. ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL A MUJERES DE ANFASEP

En primer lugar se consultó a las señoras de Anfasep, en reunión de la directiva, si podía


recoger los aportes de la experiencia de fortalecimiento organizacional que tuvimos con
ellas, para mi trabajo de tesis; lo cual a ellas les pareció bien, manifestaron su satisfacción
en que yo realice mi tesis sobre la organización, una de las señoras dijo que era bueno para
dar a conocer las cosas que han hecho, lo que han vivido y lo que falta trabajar para
alcanzar sus derechos.

Durante el tiempo de trabajo (2004-2011) en Ayacucho en la Asociación Wiñastin,


tuvimos la oportunidad de trabajar con personas y colectivos afectados por el conflicto
armado interno, en diferentes momentos y procesos. Una de las organizaciones, con
quienes se trabajó más, es la Anfasep, y un trabajo importante fue el de fortalecimiento
organizacional, en convenio con Consejería de Proyectos-PCS, y partiendo de una
demanda de la propia organización.

50
Presentaré a las señoras de quienes he recogido sus testimonios y las que participaron en la
realización del dibujo sobre cómo se sienten en su organización; usando nombres ficticios:

Sra. Ana ( 44) en ese entonces: líder y futura presidenta de ANFASEP

Sra. Miriam (55) presidenta de ANFASEP en ese año

Sra. María (80) fundadora de ANFASEP

Sra. Isabel (49) viene desde Pampacangallo, miembro de base y quechuahablante.

Sra. Rosa (46) viene de Muyurina y también es miembro de base.

Sra. Silvia (54) miembro de la directiva

Sr. Jorge (52) miembro de la directiva

Desde una perspectiva comunitaria, la propuesta de intervención de Wiñastin7 se realizó


considerando el protagonismo de los agentes en sus procesos de cambio; desde el
reconocimiento de los temas de interés o problemas del colectivo, la reflexión y
elaboración de sus experiencias y la identificación de alternativas para afrontarlas.

Los temas que más les preocupaba a las señoras eran la falta de participación de los
miembros al interior de la organización y la falta de conocimiento de ANFASEP de parte
de las autoriades y la comunidad, esto asociado al problema de no alcanzar la justicia; así
mismo, les preocupaba el cansancio y desánimo de las integrantes, y la separación de las
mismas de la organización.

La preocupación por la participación, lo relacionaban más con la participación activa de


los miembros al interior de la organización, que hablen, que den su opinión; pero no
llaman participación a su accionar en relación a las autoridades o a las instituciones, para
ello hablan de caminar, seguir buscando, hacer marchas de protesta, marchas de sacrificio
a Lima, reuniones con las autoridades, presentar documentos para reclamar sus derechos,
ser reconocidos y alcanzar la justicia. Pero para lograr todo ello, el aspecto
intraorganizacional es importante y por eso les preocupa la participación en las asambleas.
La señora Ana (líder) decía: “¿Porqué no hablan? (…) Tenemos que participar todas
para alcanzar la justicia. A veces un intelectual, un abogado que nos orienta, puede estar
equivocado y no dicen nada…”.

7
Referencia bibliográfica: Peña, Revilla, Ruiz, Valz Gen y Vega, 2010.

51
A lo largo del proceso pudimos reflexionar sobre algunas dinámicas de relación que
dificultaban la participación dentro de la organización, las cuales reeditaban los procesos
de exclusión y marginación que muchas veces vivieron, sobre todo al comienzo de sus
movilizaciones buscando a sus seres queridos. Las señoras nos contaron cuál fue la actitud
de las personas del entorno, incluyendo a las autoridades, actitud de rechazo que en alguos
casos lo sentían presente. Las señora Miriam (presidenta) manifestaba:

Los de fuera se reían, no sentían nada. La gente, las autoridades decían que nosotros éramos
familiares de los senderistas y “¿qué hacíamos caminando?”

(…) antes ninguna organización o institución como los clubes de madres querían tenernos a
su lado. “Qué cosas hacen esas mujeres, qué buscan, ociosas”, nos criticaban.

Y la señora Isabel (de Pampacangallo) señalaba: “Los vecinos nos odian, nos desprecian,
dicen que somos terroristas”.

Exclusiones vividas que habían sido acentadas en su propia dinámica intra personal y
organizacional, y se expresaban a través de la falta de comunicación y paticipación activa
en las asambleas, e incluso se manifestó en el vínculo con nosotras. Por ejemplo cuando
percibimos el rechazo inicial de algunas miembros de la organización para la realización
de los talleres, haciéndonos ver lo que ellas habían vivido cuando no eran escuchadas, ni
acogidas. Nos dijeron: “no queremos salud mental, en esos tiempos necesitábamos, ahora
ya no”. El primer contacto con un grupo siempre condensa lo que se ha vivido antes (F.
Santisteban, comunicación personal, 2008).

Las discriminaciones y desprecio del que hablan las mujeres, seguramente también
estaban asociadas a la discriminación étnica y social, ya que las mujeres que marchaban
eran mujeres del campo, quechua hablantes, de condición humilde; pero también a su
condición de género, lo cual se hace algo más explícito, cuando las cuestionan por ser
mujeres “ociosas”, que no deberían estar caminando, marchando, buscando, porque “no
corresponde a una mujer”.

En el encuentro de los talleres la confianza se iba construyendo y las personas que


participaban menos, se fueron sintiendo en más confiaza y comenzaron a manifestar sus
opiniones. Lo interesante es que en el taller estaban miembros de la directva y miembros
de base, y lograron decirse mutuamente lo que muchas veces callaban: las que formaban

52
parte de la directiva, manifestaron que las socias de base se quedabana calladas y no daban
sus opiniones; y las socias de base señalaron que a veces las cuestionaban cuando daban
su opinión. En el contexto de tanta violencia, temor y desconfianza que se generó en los
años del conflicto y de sus primeras movilizaciones; entendemos que la desconfianza y el
silencio se constituyeron en una forma de protegerse, y esto se manifestó en muchos
aspectos de su experiencia que nos fue compartida, en sus relaciones con las otras
organizaciones, en sus temores y precocupaciones por los antiguos miembros de su
asociación que conformaban otras organizaciones, y en el contacto inicial con nosotras.

Por otro lado, observar la dinámica del silencio y posible descalficación, entre las
miembros de base y directiva, también nos muestra cómo al interior de las organizaciones
conformadas por mujeres se pueden reproducir los esquemas de jerarquización que son
parte del sistema patriarcal, ya que es la estructura dominante de la sociedad.

Respecto al tema de la exclusión, y la desigualdad de género, ellas son mujeres


quechuahablantes, que han vivido la experiencia de marginación y exclusión de manera
permanente y antes del conflicto armado, por ser mujeres tenían poco acceso a la
educación y a participar en las organizaciones de su comunidad. Por eso el Informe de la
CVR (2003) reconoce que hubo un impacto diferenciado de la violencia: La violencia
afectó de manera diferente a la población peruana según las diversas posiciones sociales
ocupadas y los distintos roles de género desempeñados. Esto se evidencia en sus
preocupaciones, cuando explican que en la organización “el 90% de las personas son
analfabetas” y que por eso muchas “no saben opinar”, “no nos dan importancia y nos
ven gente humilde”, decía el señor Jorge.

En medio de condiciones previas de exclusión y marginación, es que sufrieron la


desaparición de sus familiares, y luego la revictimización mediante el rechazo y la
etigmatización cuando salían en búsqueda de sus familiares. Fueron discrimandas por
buscar a sus familiares desaparecidos, acusadas de “terroristas”, pero esto se reoforzó por
su condición de ser mujer campesina, quechuahablante. Son manifestaciones de la
exclusión que sienten de fuera, pero también de una autoexclusión que puede generarse a
partir de esas experiencias. Esto se visibiliza también cuando se les proponía alguna
actividad diferente y al principio sentían que no iban a hacerlo bien. La experiencia de
exclusión y marginación interviene en la formación del autoconcepto, así como en la
disposición a emprender nuevas cosas. (Valz Gen, comunicación personal, 2008).

53
Al manifestar el rechazo que vivieron cuando salían a reclamar por sus seres queridos, la
queja se presentaba como si no hubiera cambiado la situación; entonces se trató de ir
visibilizando los procesos, los cambios. Empezaron a observar y reconocer, que en esa
época no tenían el apoyo que ahora tienen, aún cuando todavía para ellas faltaba mucho
para que sean reconocidas por las personas y las autoridades. La señora Miriam
(presidenta) nos decía:

Pero falta que nos conozcan más, todavía no nos conocen bien… en el Gobierno Regional, en
la reunión que tuvimos nos dijeron: Ah! ustedes seguían teniendo sus reuniones!, no
sabíamos.

Además, la larga espera de justicia, las hace sentir que la exclusión y postergación es lo
que persiste. Incluso los logros se hacen difícil de ser valorados: “tantos años y no hemos
alcanzado nada”, “si no vamos a ver nada es en vano reunirnos”, eran algunas de sus
expresiones que se repetían. Entonces, fue importante hacer un trabajo de historia y
memoria de la organización, a través de recursos metodológicos que faciliataron que las
socias reconozcan y visualisen mejor lo que habían logrado.

La Línea del Tiempo, mostró los hitos más importantes de su historia, desde sus inicios
cuando no tenían local, hasta que lo consiguieron, después cuando formaron el comedor
para los niños huerfanos; también mostraron los momentos más difíciles, recordando que
su fundadora Mama Angélica, cuando viajó a Francia como presidenta de ANFASEP, fue
acusada y denunciada por el Gobierno de Alberto Fujimori de ser “embajadora del
terrorismo en Francia” lo cual hizo que ellas se replieguen, dejando de reunirse por un
tiempo. Después, ubicaron en su línea del tiempo las demandas al Estado que lograron
conseguirse, como el apoyo de la Defensoría del Pueblo, y la formación de la CVR, lo
cual ellas reconocían como parte de su acción de incidencia.

El Mapa Hablante, que se construyo con el aporte de todas las participantes, nos hizo ver
cómo desde los inicios, ellas se movilizaron en el espacio público. Nos cuentan que salían
a averiguar a la prefectura sobre sus familiares desaparecidos o detenidos, presentaban
papeles a las autoridades, reclamaban justicia, incluso las estrategias que tenían para poder
reunirse: tenían sus “Reuniones Relámpago” en la plaza que era sólo entre tres o cuatro
personas cuando iban a la fiscalía por ejemplo, puesto que no podían permanecer mucho
tiempo reunidas en el espacio público, o las reuniones clandestinas que tenían en algunos

54
espacios; vemos lo militarizada que se hallaba la zona, con la fuerte presencia de soldados
con sus escopetas que iban en camiones (de color verde). En toda esta situación ellas
reconocen de sí mismas que “con miedo pero salíamos”. Señalando que los hombres no
podían andar en las calles ni reunirse por el peligro que corrían, por eso sólo ellas salían a
las calles, muchas veces con sus hijos como vemos en el dibujo. Las señoras se dibujaron
cuando caminaban con unos carteles que tenían un mensaje, al principio sobre todo su
lema: “Vivos los llevaron, vivos los queremos”, más adelante ya llevaban carteles que
decían: verdad, justicia. Vemos también los diferentes lugares desde donde venían los
familiares (Pampacangallo, Vilcashuamán, Quinua), y las vemos llegando en un carro
(lado derecho), incluso venían desde Puno y Cusco, fue lo que señalaron.

Algo muy significativo era ver cómo las socias realizaban este trabajo colectivo con
mucha dedicación, aportando ya sea con el dibujo o los recuerdos, se sentían bien
construyendo juntas a pesar de las situaciones difíciles que estaban representando, como el
cuartel donde ejecutaron a muchos de los desaparecidos o la presencia de los militares.
Observamos que para ellas era valioso el poder transmitirnos con ese mapa hablante sus
fortalezas como organización, todo lo que han enfrentado juntas para superar esos
obstáculos, la historia de ANFASEP en sus inicios con miembros de la organización que
venían de todas partes.

55
Este trabajo visual, les ayudó también a notar y empezar a valorar cómo han cambiado las
cosas. Ahora no vienen de todas partes, ahora también se pueden organizar en sus
pueblos; pueden reunirse sin miedo y sin tener que esconderse; ahora también pueden
estar los varones, etc. Hay cambios que pueden causar dolor como la separación de
miembros que están en otras organizaciones, pero al reflexionar los hechos, revelan cosas
positivas: Líderes de ANFASEP organizando a pobladores en otros lugares, mayor
atención del Estado en los propios pueblos, y sobre todo mayor tranquilidad.

Otro elemento que se fue consruyendo, es El Arbol de ANFASEP, simbolizando a través


de las piedras que rodeaban al árbol, sus flores y frutos; las dificultades, fortalezas, logros
y metas. Este árbol se fue construyendo en base a sus memorias y reflexiones, y al
reconocimiento y valoración de lo avanzado como organización.

Piedras: la pérdida de sus familiares, que algunas/os miembros se fueron, el desánimo,


cansancio porque tantos años y no se consigue la justicia, la verdad, la falta de
información y más participación de los miembros, indiferencia y falta de apoyo en los
primeros años, los demás no los conocen bien, la indiferencia del gobierno y las
autoridades.

Flores: unión de las socias, permanencia en la lucha, las mujeres salieron adelante con sus
hijos, los hijos crecieron, algunos les apoyaban y consolaban, en ANFASEP se sienten
acompañadas.

Frutos: poco a poco se fueron organizando, formación del Comedor para los niños, la
realización de marchas para lograr obejtivos, el apoyo de la Defensoría del Pueblo, se
implementa el Museo de la Memoria, la CVR inicia su labor, más fuerza para seguir
adelante, más organizaciones les apoyan.

Estrellas (metas): alcanzar justicia, verdad y reparación, y el deseo de reunirse con otras
organizaciones, lo cual fue uno de las más importantes objetivos que se cristalizaron en el
trabajo de los talleres.

DIBUJANDO CÓMO SE SIENTEN EN SU ORGANIZACIÓN.

En la primera sesión nos reunimos en grupos, y se les pregunto: ¿cómo se sienten en su


organización?

56
Presento el trabajo de uno de los grupos. En este grupo participaron cinco personas: la
señora María (líder fundadora), la señora Isabel (de Pampangallo), la señora Rosa (de
Muyurina), la señora Silvia (miembro de la directiva) y el Señor Jorge (también miembro
de la directiva).

Primero las señoras compartieron en grupo cómo se sentían en su organización y luego se


les pidió plasmarlo en un dibujo. En el compartir con la palabra ellas manifestaron su
preocupación por que las socias vienen cansadas, no participan, y también era fuerte el
sentimiento de dolor por no alcanzar justicia, la señora Silvia dijo:

(…) durante estos 25 años que vamos a cumplir no encontramos justicia. No hemos
alcanzado nada. Entonces dicen si no vamos a ver nada es en vano reunirnos. Algunos
lloran, tristes estamos.

En cuanto a la participación, fue el señor Jorge, uno de los pocos miembros varones que
hay en la organización, quien dijo que “el 90% de personas son analfabetas, y así asisten
por asistir, no saben opinar”.

La señora Isabel, de Pampacangallo, señaló que se sentía bien porque ya esta familiarizada
con los integrantes de ANFASEP, hay información, y conversan entre ellas. Y la señora
Rosa de Muyurina dijo que se siente bien alegre porque comparte sus problemas en el
grupo, y recibe “esa palabra de aliento y apoyo moral”. También compartieron cómo
perdieron a sus seres queridos, el dolor que sentían y la frustración por no alcanzar
justicia; la Señora de Muyurina recuerda la pérdida de su hijo con mucho dolor y llanto. Y
también estaba la voz de la señora María que afirmaba “no podemos callarnos, vamos a
exigir (…) queremos ir a Lima a hacer marcha. No queremos reparación colectiva nada
más”.

Después en el momento de plasmar su experiencia en el dibujo, la mayoría no quería


dibujar, se mostraban inseguras, tímidas, decían que no saben, y le decían al único varón
que él dibuje. Se les trató de animar para que participen todas de alguna manera, que
contribuyan, que no se preocupen de que salga bien, que lo importante es que expresen lo
que deseen. Entonces comienzan a decirle al señor Jorge qué dibujar, y luego poco a poco
ellas solas se van animando a participar también.

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El señor Jorge comienza dibujando a los miembros de ANFASEP reunidos (en el lado
izquierdo). Después la señora Isabel de Pampacangallo se anima a dibujar, y plasma a su
único hijo vivo, con una choza, un corralito y los animales (lado izquierdo superior);
también la señora Rosa de Muyurina, hace su dibujo y representa a su hijo muerto (arriba
al lado derecho), diciendo que siempre lo recuerda. La señora Silvia dibuja a una persona
muerta y su madre al costado en el lado derecho también (a ella, la señora María le iba
indicando). Así mismo, la señora María le indica al señor Jorge que dibuje personas
muertas, con la sangre que se vea (lado izquierdo). Y después pidió dibujar a una madre de
rodillas orando y llorando; ella no quería dibujar; también quería que se escriba que están
buscando a sus familiares, entonces el señor Jorge anotó el mensaje: “Vivos los llevaron,
vivos los queremos”. Además él dibujó en el centro a Alan García con una balanza que
representa la injusticia. Después, para la presentación en plenaria, las señoras eligen al Sr.
Jorge para que él lo haga. En su presentación él relata así el dibujo del grupo:

(…) el gobierno de Alan que da más apoyo a gente de poder y el pueblo esta abajo. Hay una
masa de gente que son los miembros de ANFASEP reunidos, algunos que están atentos y
otros distraídos en las reuniones. Muchas veces asistimos por asistir. No sabemos pedir,
exigir acuerdos. Todos los socios debemos trabajar en conjunto y no sólo los de la directiva.
No debe haber rencor entre los socios.

Luego habla de las personas que murieron y las madres que sufren que se ve en el dibujo.
Y lee el lema “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”.

58
Análisis:

En esta actividad, se plasman los diversos sentimientos que tienen las señoras en relación
a su organización, y en el dibujo se va desenvolviendo casi el mismo proceso que en el
compartir previo, en el que empiezan manifestando aspectos de la organización y
pariticipación de los miembros, pero luego viene el sentimiento de la pérdida, del dolor, de
la muerte que finalmente se impone con dramatismo en el dibujo. Esa pérdida y ese dolor
por la desaparición de sus familiares se refuerza, se acrecienta, con la falta de justicia, con
la desatención del Estado, llevándolas a veces a la desesperanza y el desánimo. Cuando la
Institución no brinda un lugar y contención a sus miembros, se produce una sensación de
“des-auxilio” que “deja al ser no sólo sometido al terror sino también a la desolación
profunda de no ser oído”, señala Bleichmar citado por Herrera (2011).

Lo que manifiesta la fundadora de ANFASEP es importante para comprender los matices


y complejidades en los sentidos que construyen las señoras sobre su organización, y en
cómo se presentan a sus interlocutores. Por un lado en la dinámica inicial ella llama a la
acción, a seguir luchando, a hacer una marcha; pero después en el dibujo acude a las
imágenes de los muertos y la sangre, y a una madre de rodillas orando y llorando,
reforzando más bien la idea de la mujer víctima, doliente, abatida. Reforzando el
estereotipo de la mujer-madre-sufriente-víctima. Vemos como se complejizan las
representaciones de la organización, cómo en colectivo van construyendo los sentidos y
los significados de su experiencia, y también en interacción con la posición de las
personas y organizaciones de su entorno, ante quienes ellas quieren comunicar su sentir,
transmitir un mensaje, y lograr un reconocimiento, recurriendo a las situaciones de
victimización que vivieron; sus representaciones visuales son también símbolos que
trasmiten una realidad para llamar la atención sobre ella. La memoria de su sufrimiento,
también es la forma en que manifiestan su situación para lograr la ansiada justicia.

También es muy significativa la interacción que se da entre los participantes al realizar el


dibujo, cómo las mujeres le ceden al varón la capacidad de realizar el dibujo, así mismo,
es él quien es elegido para representar al grupo en la plenaria. Esa falta de confianza de las
mujeres en poder hacer su dibujo revela las exclusiones y limitaciones que como mujeres
han desarrollado; pero también es importante resaltar que cuando hay un clima de
motivación y confianza, las mujeres pueden atreverse a realizar lo que les parece difícil, y
logran expresarse.

59
Lo aparentemente contradictorio es que la señora María aún cuando no quiso dibujar,
demostrataba una actitud directiva con los que dibujaban, quizás tiene que ver con su
posición de líder y la manera como se concibe ese liderazgo en la organización; en una
manera más tradicional, como ha regido en nuestra sociedad y que sigue presente en
muchos niveles (como lo expresa también el Sr. Jorge al dibujar a un presidente que
simboliza la balanza de las jerarquías y el poder, de los que están arriba y abajo).

Este aspecto de las relaciones jerárquicas también lo evidencia el señor Jorge cuando se
refiere a los miembros usando el término de “masa” que muestra una mirada desde arriba
sobre una multitud de individuos con poca capacidad de autonomía. Y además se trata de
la mirada de un varon sobre “la masa de mujeres”.

Todo esto nos habla de las dinámicas al interior de la organización que también nos ayuda
a comprender la dificultad de sus miembros para poder expresarse y comunicar
abiertamente su opinión o su disentir en las situaciones que hay que resolver como
organización. Vemos también que los esquemas jerárquicos, no solo están en la relación
hombre-mujer, también se puede dar en las interacciones entre mujeres. Estas dinámicas
pueden limitar el desarrollo de nuevos liderazgos, de otras voces que se manifiesten en la
organización y en el escenario externo de relación con los interlocutores.

Por otro lado, es una gran fortaleza de la organización que las mantiene “participando”, el
soporte afectivo que encuentran en el grupo y el sentido de familiaridad, aún con las
dificultades que pueda haber, las señoras han sabido ser soporte unas de otras. En el grupo
pueden compartir sus preocupaciones, se sienten comprendidas, apoyadas; seguramente
por estar identificadas en su sentir por la pérdida de sus seres queridos; pero también como
mujeres, como madres, compartiendo la vida cotidiana, los hijos y el trabajo. La señora
Miriam manifestó: “me siento bien porque converso con mis socias y compartimos las
experiencias de los hijos”.

Este aspecto de las organizaciones como espacios donde se genera solidaridad y sororidad
ha sido un elemento destacado en las investigaciones (Manky y Muñoz-Nájar 2014;
ALBOAN 2007), y sobre todo se ha manifestado más en las organizaciones de mujeres,
quienes comparten las experiencias de su vida cotidiana; pero además, en este caso de una
organización de afectados por la violencia, encontramos que es especialmente importante

60
el despliegue de las capacidades de cuidado desarrollado más en las mujeres, con sus
habilidades de escucha y apoyo mutuo.

Sobre todo para muchas señoras mayores que viven solas, sentir ese acompañamiento y
apoyo, es fundamental. Por eso muchas siguen motivadas por estar en sus asambleas. Esto
también se podía ver en los talleres que realizabamos, era admirable ver que las señoras
mayores eran las más constantes y puntuales, incluso siendo las que venían de más lejos,
como la Sra. Isabel de Pampacangallo (a 4 horas de viaje).

Continuando, las señoras de la organización han seguido en este largo camino de acciones,
y con mucho esfuerzo han ido ganando derechos al Estado, como la Ley 28592 que crea el
Plan Integral de Reparaciones. Este es un logro en alianza con las organizaciones de
derechos humanos, pero ellas son las protagonistas, junto a las otras organizaciones de
afectados de todo el país; quienes tantas veces han venido en marchas, de sacrificio como
ellas le llamaban, para reclamar frente al Palacio de Justicia; pero, con poco o nulo eco de
los medios de comunicación y de la población que sólo pasa por el costado ignorando toda
la problemática que ellas y ellos viven, quizás ya no con el desprecio y rechazo de los
primeros años que las señoras se movilizaban, pero si con mucha indiferencia.

Es comprensible entonces, con lo arduo que les resulta lograr ser escuchadas, y toda la
movilización y esfuerzos que hacen para lograrlo, que llamen a su marcha: Marcha de
sacrificio. Las situaciones de dolor y pérdida que vivieron seguían presentes en sus modos
de elaborar, significar, nombrar y transmitir sus vivencias, como lo vimos en el dibujo, y
ahora lo vemos en cómo nombran sus acciones políticas, de movilización e incidencia.
Además hay una relación sugerente entre el dibujo de la “madre sufriente, víctima” con
esta expresión de la marcha de sacrificio.

Estas experiencias con las señoras, son la base de mi interés y de mis preguntas para
comprender más sus procesos de participación. Y como psicóloga, me interesa seguir
haciéndolo, escuchándolas a ellas, por lo que la ruta del viaje continúa más adelante con
las entrevistas individuales que se realizaron con las señoras de ANFASEP y con las
mujeres en defensa del agua en Celendín-Cajamarca.

61
2. ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL A FAMILIARES AFECTADOS POR EL
CONFLICTO CONGA

Se acompañó a personas afectadas por el conflicto Conga, de la provincia de Celendín,


afectadas tanto por las muertes de sus familiares, como por las detenciones y abusos. En
este caso, era un grupo mixto, de varones y mujeres, lo cual es algo que nos permite tener
una mirada diferencial por género que enriquece nuestro conocimiento.

Esta experiencia fue realizada como miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. En total se tuvieron tres reuniones de
acompañamiento, pero no se mantuvieron las mismas personas, y más bien se integraron
otras en la segunda y tercera reunión.

Profundizaré más en la primera sesión. Y cambiaré los nombres de los participantes por la
reserva del caso. A continuación los presento:

Rosa (38) su esposo fue asesinado en la represión del 2012

Amelia (26) también quedó viuda, por los hechos de violencia del 2012.

Eliana (36) que perdió a su hijo adolescente.

Angélica (32) madre de Miguel, quien fue herido

Elsa (34) esposa de Juan quien había sido detenido y torturado.

Miguel (15) le cayó una bala en el fémur en los hechos de violencia del 2012

Joaquín (35) fue detenido y torturado, cuando participaba en las protestas

Juan (37) detenido y torturado, participaba en las protestas

Jesús (24) detenido y torturado por estar grabando los hechos de represión

Andrés (31) dirigente de la PIC, con quien se coordinó para convocar a los participantes.

La primera jornada de acompañamiento la realizamos a solo dos meses de producidos los


hechos de violencia y muerte, por lo que los sentimientos y reacciones eran de mucho
impacto como también consternación e incertidumbre por todo lo sucedido. Constatamos
la fuerte afectación que las pérdidas de sus seres queridos y la violencia sufrida
ocasionaban en las familias, y también el gran malestar y daño por las detenciones y
torturas de las que fueron objeto varias personas.

62
Los familiares estaban en un primer momento de duelo, en el que la muerte es sentida
como algo que los invade, sentida en la vida de cada una/uno; con reacciones de negación,
pensando que no pudo haber pasado, o también negando el sentimiento de dolor y
poniéndose duros para no sentirse peor. La señora Rosa dijo: “estamos muy dolidos, es
una historia muy grande, mi esposo pierde la vida inocentemente… llevo la idea que sigue
de viaje… ese día hemos muerto todos”. Y la señora Amelia, que también quedó viuda,
manifestó: “Ya se acabó la vida. En ese momento era para tomar veneno”. La señora
Eliana, que perdió a su hijo dijo: “me pongo el corazón duro, y sigo adelante por mis hijos
pequeños”, también manifestaba cómo el dolor estaba en su cuerpo: “me duele mi cuerpo,
mi cerebro”.

Hay un dolor que las y los invade, pero al atravesar por ese dolor, también se produce una
conciencia de la injusticia sufrida, como personas, como familia y como comunidad. Y
frente a la violencia cometida contra sus seres queridos, se afirman en la demanda de
justicia. Se sienten firmes desde la convicción de no haber cometido un delito, sabiendo
que sus familiares luchaban por el agua, pero no eran delincuentes, ni terroristas. La
señora Rosa manifestó: “por defender nuestra agua nos han matado, no por violador,
delincuente”. La señora Amelia dijo: “no se merecían esta clase de muerte… estoy
dispuesta a luchar y hacer justicia, no tengo miedo a nada porque era inocente”.

Hay una conciencia de la injusticia contra sus seres queridos que se fortalece también con
la conciencia crítica de la realidad social y política injusta que mata a personas por
defender un bien común para la vida. Esto las fortalece, y les permite identificar más el
valor de lo que están defendiendo, con la determinación de buscar la justicia.

La experiencia de los varones presentes, era sobre todo la de la detención y tortura. El


señor Juan que fue detenido y golpeado, dijo que por salir a las protestas, eran acusados de
terroristas, extorsión y ser culpables de las muertes: “nos llevaron amarrados de la mano
como delincuentes”. El señor Joaquín señaló: “venía el ejército y a patadas nos han
tratado”; y Jesús, el joven que también había sido detenido, refirió que lo golpearon y le
agarraron violentamente de los testículos; con toda esta experiencia dijo haber sentido
mucho miedo y estar al borde de la locura. Estas experiencias nos muestran lo que señalan
los estudios, que hay un impacto diferenciado de la violencia según el género (CVR 2003;
El Jack 2003), que las distintas posiciones y roles de género ocupados por varones y
mujeres condicionaron su participación; pero además nos revela que las agresiones de tipo

63
sexual no sólo la sufren las mujeres, sino que también los hombres son víctimas de ello,
pero que muchas veces no se conoce por la vergüenza y el silencio que se produce. Pero
además, algo importante para nuestro estudio, es que el impacto emocional que queda,
puede amedrentar y retraer a las víctimas en su movilización política.

Por otro lado, a las mujeres que perdieron a sus esposos, también las reafirma y fortalece
la lucha por sus hijos; eso es lo que las sostiene para seguir adelante y a remontar el dolor
de muerte. También se pudo observar que la preocupación por sus familias, por los hijos,
se intensifica debido a que la mayoría son personas con limitados recursos, en situación de
pobreza; y sobre esa condición difícil, es que han sido afectadas por la violencia del
conflicto socioambiental; por ello el sustento del hogar vendrá a ser su prioridad. Y como
veremos en el capítulo VI, al estar solas asumiendo toda la responsabilidad de la casa, es
muy difícil continuar en la acción política del colectivo.

La necesidad económica fue un tema que resaltaba en las sesiones: ¿cómo seguirían
adelante?, ¿cómo sus hijos iban a seguir estudiando?. En los casos de las señoras viudas,
algunas asumieron trabajos fuera de casa y de mayor tiempo para poder sacar adelante a
sus hijos. Una de las señoras a quien también hemos considerado en la posterior entrevista
individual, es la señora Rosa, a ella le dieron un trabajo en el Gobierno Regional a los 4
meses de la pérdida de su esposo (después ha conseguido entrar a la Red de Salud, por
concurso, para el servicio de limpieza). En la segunda jornada que tuvimos, ella había
empezado con su trabajo, y nos manifestó que por sus dos hijos está trabajando duro. Era
la primera vez que estaba trabajando fuera de la casa, con un horario, y se sentía un poco
tranquila por poder dar atención a lo más necesario para sus hijos. Esto le ayudaba a sentir
esperanza en el futuro, ya no era como en la primera sesión, en la que sus sentimientos
estaban marcados por el fatalismo.

Necesidad percibida de seguir luchando

Como señalamos, frente al dolor y rabia por las injusticias vividas, perciben que alzar su
voz y manifestarse ante las autoridades es necesario. En medio de la queja por sentirse
excluidos de la justicia, surge la convicción de sus derechos, que pueden buscar la justicia
y conseguirla si siguen luchando, si no se callan. Y son las mujeres las que más
manifiestan la rabia y el dolor sentido por ellas y por su colectivo, así como la necesidad
de seguir en la defensa de sus recursos naturales.

64
Las señora Rosa decía: “pedimos justicia, no hay para nosotros, ya pasaron dos meses y
no se hace justicia”. Y la señora Elsa, esposa de uno de los señores golpeados y afectados
en su salud, señalaba: “En Celendín no tenemos autoridad… ¡queremos justicia, que nos
dejen en paz, tranquilo! Humala nos prometió, y nos hace la vida imposible”. Pero
también manifestó con mucha firmeza: “¡Qué pensarán las autoridades, que los
familiares se callen; pero yo estoy dispuesta a luchar! Que obedezca el Gobierno porque
entregaremos la vida por el agua”. En otra sesión la hermana de una de las víctimas
refirió: “Si ahora no pedimos justicia, que cosa no nos harán, después vendrán, nos
matarán”; una de las señoras también dijo algo que refleja además los miedos
construidos, que pueden venir de un intento de acallar a la movilización del pueblo: “La
gente del alcalde están diciendo que van a quemarnos con fósforo a la gente”.

Su dolor por las pérdidas, por la violencia sufrida también se mezcla con la sensación de
que se les quiere quitar el bien del agua, que también es la vida. Perdieron a sus seres
queridos, y también sienten que se les quiere arrebatar la vida de la naturaleza, de su tierra,
con la actividad minera que contamina y hasta anula las fuentes de agua. Las fuertes
vivencias, que son sobretodo expresadas por las mujeres, muestran que frente a la gran
vulnerabilidad y peligro por sus vidas -tanto por la amenaza a los recursos naturales, como
por el asesinato de las personas que se movilizan- hay la necesidad de luchar para que no
les sea arrebatada, entonces su acción política se convierte también, en una política de
supervivencia.

Para ello, los participantes perciben que el apoyo es necesario, ven a la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos que los ha acompañado en la defensa de los detenidos y
ahora con el acompañamiento psicosocial, como un aliado, y una fortaleza para afrontar el
dolor; pero también esto se mezclaba con expectativas de ayuda material, la señora Elsa
dijo: “necesitamos su apoyo, ya sabíamos que venían…”, el señor Joaquín manifestó:
“necesitamos su apoyo, necesitamos recursos”, y la señora Rosa dijo: “queremos que nos
sigan ayudando para nosotros buscar justicia”; fueron muchas las demandas, incluso nos
pedían que la policía se vaya, lo cual fue aclarado con ellas, definiendo el alcance de
nuestra ayuda como equipo de acompañamiento psicosocial.

65
Respuesta de la sociedad y el Estado:

Con respecto a la opinión pública, ellas sienten la incomprensión de los que son de otros
lugares, de otro mundo (de Lima, de las ciudades); y afirman su conocimiento, basado en
su experiencia de vida, ante los discursos hegemónicos que buscan imponerse. La señora
Elsa en particular, afirma con mucha fuerza que no se les quite el agua, ella es la portavoz
de esa fuerza y motivación que hay en el grupo para defender sus lagunas; nos decía: “el
agua mantiene la chacra, quizás de la ciudad no saben, que nos dejen la libertad, ¡libre!
que no nos quiten el agua”.

Por otro lado, la policía, “los cachacos” son percibidos como los que las y los atacan. Ni
aún frente a la realidad de sus seres queridos muertos, heridos, pudieron sentir alguna
cercanía, comprensión o ayuda de las autoridades. En el caso de los varones manifestaron
la violencia represiva del que fueron objeto. Y las mujeres se quejaron más de los gestos,
palabras, y la indiferencia ante su dolor y su situación extrema; en momentos que
requerían de la solidaridad y ayuda para la atención de sus familiares heridos, y no la
tuvieron adecuadamente.

La señora Rosa dijo “tenemos odio a la policía, militares; pisotearon nuestras velas en la
Iglesia, ni de muertos estuvieron libres nuestros familiares” (esto sucedió cuando estaban
velando a sus familiares en la plaza). La señora Eliana, que perdió a su hijo y la señora
Angélica que tenía a su hijo herido señalaron que en el hospital no les dejaban ver a sus
familiares: “los cachacos no nos dejaban ver”, “nos mentaban a la madre”, “las
enfermeras no nos dejaban pasar, mi hijo estuvo dos horas en el hospital hasta que murió
y no lo pude ver”. Otra señora dijo: “el Alcalde no nos ha apoyado ni en el entierro”.

Ellas perciben que sus sentimientos, sus derechos, su visión de la vida, también son
“pateados” y “pisoteados”, por quienes no comprenden lo que ellas y ellos sienten y viven,
como campesinos/as, como mujeres y como madres.

Acto de reconocimiento de sus familiares asesinados:

En una de las sesiones que tuvimos los participantes resaltaron que sus familiares
asesinados no eran delincuentes, no eran terroristas y que no era justo que los hayan
matado. Reclamaban el reconocimiento de la dignidad de sus seres queridos, entonces se
les preguntó si querían dejar algún mensaje para su comunidad sobre sus familiares. Y

66
decidieron colectivamente poner los nombres de todos los fallecidos, las cuatro personas
de Celendín y el joven de Bambamarca, incluyendo también a algunos heridos. Con dos
mensajes al final:

“¡Los tenemos presentes en nuestros corazones!”


“¡Luchar por el agua no es delito!”

Este cartel lo pegaron en la puerta del colegio donde nos estábamos reuniendo:

Resalta la importancia del reconocimiento en las narrativas de las familias;


reconocimiento de la dignidad de sus familiares asesinados y reconocimiento de la
dignidad de su lucha, y de sus propios valores de vida en relación con la naturaleza. Y es
un reconocimiento que no sólo esperan pasivamente de afuera, sino que ellas mismas lo
expresan y se reafirman en ello.

67
Apoyo Mutuo:

Donde sí encuentran resonancia, comprensión y protección es en el apoyo mutuo entre


ellos/ellas; las situaciones vividas han generado momentos de solidaridad, se dio en el
momento de los hechos de violencia vividos, y se manifiesta en la sesión grupal donde se
dan aliento y apoyo entre ellos.

Las mujeres también son las que más expresaron la solidaridad, esto se dio en el primer
momento de las sesiones donde manifestaban cómo se sentían, pero también en algunas
dinámicas que se plantearon. Las mujeres expresaron su solidaridad entre ellas, su deseo
de seguir luchando juntas y su sentimiento de protección como madres; y también se
brindaron consejos mutuos.

Cuando Jesús, el joven que fue torturado, dio su testimonio, una de las señoras que perdió
a su esposo, le dijo espontáneamente: “ayudaremos a Jesús, él también nos daba aliento,
valentía”.

En una de las dinámicas que se plantearon donde se sugirió que se podían dar aliento entre
ellos, y que eligieran a una persona para hacerlo; la señora Rosa le dijo a la señora Amelia
que también había perdido a su esposo, que van a caminar juntas por sus esposos y que
van a continuar la lucha hasta conseguir justicia.

En otra sesión, la hermana de uno de los adultos asesinados, aconsejó a las madres: “a las
que tienen sus hijos jóvenes hay que decirles, hay que prevenirse, cuidarse un poco más”;
refiriéndose al cuidado que se debe tener cuando se movilizan en la defensa del agua.

Para terminar, hay una afirmación por continuar juntos en la defensa del agua, la vida, y
también por conseguir la justicia frente a los hechos de violencia y abuso cometidos. Sin
embargo, son diferentes procesos. Para algunas personas, sobre todo las más afectadas por
la pérdida de sus familiares, si bien afirman que seguirán unidas luchando por la justicia y
por el agua, el dolor por la muerte es bastante intenso y también la necesidad de responder
a las necesidades económicas de la familia, la alimentación y educación de sus hijos.

68
3. MIRANDO EN PERSPECTIVA LAS DOS EXPERIENCIAS

Cuando hacemos un acompañamiento psicosocial, es importante ir abiertos a lo que vamos


a encontrar, sin ideas preconcebidas, ya sean teóricas o de experiencias previas. El marco
conceptual y de experiencia es una base; pero nuestra relación con el grupo, depende sobre
todo de contactar con cada experiencia particular para ser oportunos y respetuosos de cada
proceso. No obstante, reconocemos el valor de la experiencia previa como un bagaje con
el que contamos que nos ayuda a entender mejor algunas cosas, y a darnos cuenta de
procesos que quizás sin esa experiencia no podríamos notarlo.

En ese sentido, para las que habíamos trabajado en Ayacucho, cuando escuchábamos en
ciertos puntos a las señoras de Cajamarca, era imposible no asociarlo con lo que habíamos
escuchado y visto antes, en las experiencias de las familias afectadas por el conflicto
armado interno. La experiencia con afectados por la violencia política, nos brindó una
perspectiva que nos ayudaba a comprender e incluso apoyar la comprensión de ciertos
procesos por las señoras: como las diversas reacciones frente a lo vivido que son normales
y son afectaciones sociales, y la necesidad sentida de luchar y de seguir unidas frente a
esas situaciones.

Luego de las experiencias de acompañamiento, siempre vienen las reflexiones personales


y colectivas, uno también necesita procesar lo vivido. Las conexiones que habíamos
observado entre esas dos experiencias, me dejó con algunas impresiones. Una de las cosas
que percibía era como si en ciertos aspectos de la experiencia de las familias en
Cajamarca, y de las mujeres en particular, se estuvieran repitiendo los hechos de injusticia
y violencia vividos en el conflicto armado.

Tenía una imagen como si lo vivido por las señoras de Cajamarca en ese momento de
pérdida que las afectaba emocional y profundamente, fuera como en un tiempo atrás lo
vivido por las mujeres afectadas por la violencia en Ayacucho cuando comenzaban en su
lucha. Sobre todo, cuando las señoras, de Cajamarca, reclamaban por el olvido y la
impunidad frente a la muerte de sus seres queridos, y cuando se animaban mutuamente a
seguir unidas para reclamar sus derechos. Imaginé esa escena, ese coraje, esas voces, en
los primeros momentos de ANFASEP, cuando las señoras se juntaban para buscar a sus
seres queridos; fueron experiencias de unión y organización, pero también confrontadas
con la violencia, con el rechazo e incomprensión del entorno.

69
Por ejemplo, es significativo cómo se emplea ahora con quienes protestan por la actividad
extractiva minera, el mismo adjetivo que se usaba para calificar y juzgar a quienes
reclamaban por las muertes y abusos cometidos en los años del conflicto armado,
llamándoles “terroristas”. Ahora también en los conflictos socioambientales, se trata de
descalificar y criminalizar las protestas de los colectivos que luchan por defender sus
derechos.

Me preguntaba y me sigo preguntando, porqué las violencias continúan, por qué se


repiten, qué factores son los que continúan presentes. Pero también es resaltante ver cómo
en ambos casos se producen experiencias de afirmación y fortalecimiento de las mujeres,
como sujetas con derechos y con una necesidad de organización y mayor participación.

Uno de los factores de continuidad que podía visualizar, es que en estas violencias de los
conflictos sociales, hay una violencia estructural que persiste; pues son las poblaciones
andinas, rurales y en situaciones de pobreza, las que son más afectadas, las que más sufren
la violencia. Y en las mujeres hay una situación de violencia y vulnerabilidad múltiple, por
ser mujer con menos oportunidades, además de ser andina y pobre. Lo que encontró la
CVR (2003) para el caso de los afectados por la violencia política, también se viene dando
en los casos de violencia por los conflictos socioambientales.

En muchos de los sectores afectados por la actividad minera, no han cambiado las
situaciones de marginación y exclusión que hemos tenido previamente al conflicto
armado; y justamente, son estas situaciones las que generan mayor conflictividad social, al
no ser escuchadas y tomadas en cuenta las necesidades de los pobladores, como lo señala
también el PNUD (2013): los países con mayor número de protestas sociales son los que
presentan mayores desigualdades económicas. Las situaciones de marginación se
mantienen a todo nivel, no solo en lo económico, sino también en las relaciones de género,
por lo que las mujeres se ubican en los sectores más rezagados o invisibilizados, desde sus
propias familias y comunidades.

En cuanto a las manifestaciones de la violencia, vemos que cuando los conflictos sociales
de los últimos años llegan a su fase de crisis, se revive en cierta forma los años del
conflicto armado interno y algunas formas de violencia se repiten. Se reproducen los
esquemas de autoritarismo y de negación del “otro” que puede ser atacado, desaparecido o
muerto. Y específicamente hacia las mujeres, hay insultos y ataques como el patear sus

70
ollas comunes y las velas con que velaban a sus familiares muertos. Silva Santisteban
(2013) manifiesta que las mismas lógicas subalternizadoras que se dieron durante la
violencia política, se da entre los policías, fiscales y demás operadores de justicia frente a
las mujeres durante los conflictos sociales, como es el caso de Conga.

Vemos también que en el caso de los conflictos socioambientales, los hombres al estar con
mayor presencia en la acción política de resistencia, son los más expuestos a las
agresiones físicas y la muerte. Y son las mujeres quienes tienen que afrontar las
situaciones de mayor carencia para sacar adelante a sus familias.

Por todo ello, vemos cómo las mujeres en ambos contextos de conflictividad, son
afectadas de una manera diferente por los roles que asumen como mujeres. Pero también
es resaltante que en medio de las dificultades, la vulneración de sus derechos y la amenaza
a los recursos necesarios para la vida; las mujeres buscan asegurar la supervivencia de sus
familias y tienen una participación más activa en el afrontamiento de los conflictos a nivel
organizacional o colectivo.

Por todo ello, es que me interesa comprender más estas situaciones, acercándome a lo que
viven las mujeres en ambos contextos de conflicto: el socioambiental y el post conflicto
armado; escuchar cómo ellas sienten y elaboran sus procesos de participación, desde su
organización y en relación con el Estado y la comunidad.

Es importante también reconocer las particularidades o matices de cada contexto. Como el


hecho de que en el caso de Cajamarca, la lucha que realizan las mujeres y pobladores, no
ha partido desde las detenciones, torturas y asesinatos; sino que viene desde la defensa de
sus recursos naturales, de la tierra y el agua, que son fuentes de vida para su comunidad,
para sus hijos, y que ellos han visto dañados, contaminados. Es así que las mujeres de
Cajamarca se constituyen en defensoras de la vida. Las mujeres de ANFASEP se
movilizan fundamentalmente frente a la violación de derechos humanos que se
cometieron, también protegieron la vida de los hijos que quedaron con ellas, y vienen
trabajando para que la violencia y la muerte no se vuelvan a repetir. Por lo que hay una
conexión en ambos casos, en la defensa de la vida.

71
CAPÍTULO V: AUTOREPRESENTACIONES DE LAS
MUJERES ORGANIZADAS DE ANFASEP

Con lo que mi esposo ha pasado, en eso ya recién parece


que estoy mis ojos cerrados, mi boca cerrado, no sé,
pero recién abrí mis ojos, mi boca, para caminar;
en eso ya he aprendido todo mamá.
Lidia Flores (Anfasep) 8

La situación en la que se encontraron las mujeres por el conflicto armado, en el caso de las
mujeres de ANFASEP, sobre todo por la pérdida de sus esposos o hijos, dejó heridas
profundas y secuelas, pero también en muchos casos las llevó a potenciar los recursos con
los que contaban y a asumir nuevos roles; siendo su organización como ANFASEP, una
de las experiencias que ha marcado la construcción de su identidad y sus representaciones
subjetivas, a partir de un mayor involucramiento en la escena pública para responder a su
problemática, como lo iremos viendo en los tres niveles de sus representaciones que voy a
analizar, y que se entrecruzan, influyéndose mutuamente.

Cabe mencionar que los procesos de representación, los sentidos y significados que las
personas dan a sus experiencias no solo están marcados por la problemática actual, sino
también por las experiencias pasadas de las personas, sus historias personales y por los
vínculos que establecen. Por ello ante una misma problemática podemos encontrar
diferentes sentidos que las personas otorgan a su experiencia.

En este capítulo, analizaré las representaciones de las mujeres sobre su organización y


participación, teniendo como material de base y referencia, la experiencia de
acompañamiento para el fortalecimiento organizacional que se realizó en el 2008.

El marco de la entrevista individual fue una o dos preguntas muy generales, a partir de la
cual se fue profundizando; pero sobre todo para poder acercarnos a sus representaciones
subjetivas, se dejó que las señoras pusieran los énfasis en su relato según sus propias
experiencias, respetando su propia construcción. Las preguntas de base fueron: ¿qué ha

8
La señora Lidia es socia de Anfasep y ex presidenta. La cita es parte de lo que compartió en la entrevista
que se realizó para la presente tesis, en octubre del 2015.

72
significado para ellas, o cómo han sentido su participación en ANFASEP?, y ¿qué
cambios han sentido es sus vidas?

Las representaciones de las señoras entrevistadas expresan aspectos de su propia


individualidad, pero también son construcciones que ellas han desarrollado en el vínculo
social, expresan también los sentidos comunes de la organización; en ese sentido, cada una
de las mujeres entrevistadas, es una voz representativa de las diferentes vivencias de las
socias de ANFASEP.

En las narrativas de las mujeres, surgían varios temas, según su comprensión subjetiva. En
el análisis que haremos, hemos considerado dentro del esquema general de las tres áreas
de representación que nos planteamos estudiar, esos temas que ellas han resaltado más.

Previamente, presentamos a las actoras de este estudio, sujetos principales de esta


investigación, con sus valiosos relatos y experiencias compartidas.

1. LAS MUJERES QUE CAMINAN BUSCANDO JUSTICIA

Manifestación pro construcción del Santuario de la Memoria, en el sector La Hoyada,


colindante al cuartel Cabitos, donde fueron ejecutados y asesinados cientos de prisioneros.
Foto: Anfasep Ayacucho

73
Estas son las reseñas de las entrevistas individuales a las integrantes de ANFASEP, en las
que están las citas más importantes de sus testimonios. Sin haberles propuesto un relato de
sus vidas; las mujeres compartieron aspectos de su historia previa que nos permitieron
entender mejor los sentidos de su participación. Podemos ver diferentes niveles de
motivación y de compromiso en la participación organizada, pero algo que las une es que
siempre han estado caminando, buscando, por sus seres queridos vivos y por justicia.

SRA. EUDOSIA:

La señora Eudosia tiene 55 años, ha sido parte de la directiva entre el 2009 y el 2010, con
el cargo de tesorera. Al esposo de la señora Eudosia se lo llevaron los policías en el año
1983, y quedó con 3 niños a su cargo. La señora ha estado buscando a su esposo en todos
estos años, cavando ella misma con sus propias manos para encontrar sus “restos”. Ella
manifiesta una determinación en seguir buscando a su esposo y alcanzar justicia. A
continuación su testimonio:

“Como un mes estuve caminando, buscando. Mujeres cargando a sus hijos buscaban. En
ese tiempo era mucho miedo. ¡Ahora estamos tranquilo, estamos hablando, antes qué iba
a ser así!, no…

Acaso mi esposo era cualquiera cosa… por eso cada año he ido a buscar... Quiero
justicia, por eso yo camino… ¿Por qué a mi esposo asesinaron, sin investigar su verdad?,
¡quiero saber! ¡Por qué mataron! Por eso no puedo olvidar, no quiero dejar…

Mientras estoy viva quiero saber, cuando muera, mi caso desaparecerá, junto con mi
hijo… Es mi capricho, no es por nada, no es por plata, es mi cariño, me duele… ¡Es mi
capricho!...”

Recuerda cuando se comenzaron a organizar:

“Caminábamos, en grupo, grupo…muchas mujeres, y nos encontramos con Mama


Angélica y me dijo: ¿qué cosa buscas?, mejor hay que agruparnos para así poder exigir
más; y así empezamos a juntarnos más mujeres, pero después me fui cuando entré a
trabajar en el proyecto Cachi”.

También señala algunos cambios que percibe desde su participación:

74
“Antes no sabíamos lo de la directiva… Ahora ya levantamos la cabeza, ya no somos
como niña, antes nos quedábamos calladas. Antes era joven también, incluso yo no
participaba un tiempo. En el 83 dejo porque tenía que trabajar, con mis hijos chiquitos”.

Y expresa cómo se siente en su organización:

“Cualquier cosa, actividad, entre nosotros cocinábamos, ya más tranquilo como con mi
familia con las mamás. Como mi familia hemos confiado. Reuniones, canciones, ya hemos
acostumbrado tantos años y cuando fallecen lloramos”.

SRA. LIDIA:

La señora Lidia tiene 63 años, a su esposo se lo llevaron de su casa, y estuvo desaparecido


por muchos años, pero sus “restos” óseos ya fueron identificados y entregados. Ella quedó
con 6 hijos cuando su esposo fue secuestrado. Fue presidenta de ANFASEP en el 2009-
2010. Ella pidió que la entreviste en su casa, donde está realizando trabajos de telar para
vender, que me mostró con bastante entusiasmo.

Cuando le pregunto cómo se siente participando en su organización, refiere:

“Con usted, con nuestro asunto hemos conocido, con todos también. Ya hemos avanzado,
todas las autoridades ya reconocen ya, todas las autoridades ya se han enterado todo, qué
reclamos hemos hecho, qué reclamo estamos haciendo”.

Después habla de los cambios y aprendizajes:

“Antes yo nada no sabía, solamente era nuestro trabajo, hacer nuestro negocio, trabajar
para mis hijos, para mejorar nuestras casas, nuestros hogares, otra cosa nada, yo no me
metía en nada (…) Con lo que mi esposo ha pasado, en eso ya recién parece que estoy mis
ojos cerrados, mi boca cerrado, no sé, pero recién abrí mis ojos, mi boca, para caminar;
en eso ya he aprendido todo mamá”.

Y explica cómo empieza su búsqueda y conformación en la organización:

“…mirando de noche “regresará decía” pero no era eso pues, de allí poco a poco me
acostumbré. Pero porqué voy a dejar, porqué si algunos están muriendo, algunos están
buscando, algunos están despareciendo, algunos en las calles con los animales…

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Yo voy a la Fiscalía y allí me encontré con la Sra. Angélica, me dice (…) entre toditos
podemos levantar, yo no más estoy presentado, tú no más estás presentado, a parte, a
parte, entonces no va a tener fuerza, mejor toditos hay que reunir…”.

Señala un tema difícil de abordar como mujeres:

“…con nuestro testimonio, así sacamos también algunos no podemos, hablar también, a
veces tenemos en nuestra mente no más ocultado las cosas, acaso hablábamos… solo
decían a nuestra familia ha hecho, pero nunca de violación hablábamos…

Cuando han llevado a mi esposo, la guardia republicana, esa fecha toditos que terruco ni
militar, toditos han actuado (…) Algunos cuando sacaban a sus esposos de noche a sus
esposas violaban, yo tenía miedo de eso mamá, pero yo en otro sitio yo he visto, con eso
más en ANFASEP me he metido, no he dejado”.

Continúa expresando porqué sigue en la organización:

“…este nuestro ANFASEP nosotros hemos hecho nacer, nosotros hemos formado;
entonces yo no dejo, aunque he encontrado, yo no más no he caminado, yo no solita no
más eso también he encontrado, son varios averiguando, con bastante reclamos, entonces
así igualito yo también quiero a otros mis amigas…”

SRA. RODOMILA:

La señora Rodomila tiene 49 años, es de la provincia de La Mar, perdió a su abuela que la


crió como una madre, y a su tío, con quien también se crió. Tenía 18 años cuando mataron
a sus familiares, ella logró estudiar la carrera de docencia. Actualmente está en la junta
directiva como asistenta social. En principio, nos habla de su historia personal, de su
infancia y adolescencia:

“Yo me he criado con mi abuelita, no me he criado con mis padres, mi madre se


embarazó a los 14 años (…) Yo ya sé cómo es vivir una huérfana, cuando le asesinaron a
mi abuelita me quedé sola, he sufrido, me autoeducado trabajando en los restaurantes…

Los terroristas me querían reclutar, yo dormía en los bosques, en casa abandonadas…


Ella me decía mientras regresas de tu colegio, de repente te secuestran… mejor te llevo a

76
Huamanga (…) Y yo soy quechuahablante materna, entonces sufría mucho, mi vida era
llorar, llorar”

Después por todos esos problemas, cuando estaba en la universidad se me presentó un


dolor de cabeza insoportable, que nadie detectaba porqué era.

Expresa el sentido que tiene ANFASEP para ella:

“…me asocié y me siento en familia, a las señoras con pollera cuando las veo me siento
como si fuera mi mamita, porque así andaba ella, con su pollera, con su manta.

Me sentí cuando me eligieron primera vez vicepresidenta, que como persona de repente
actué bien, mis ideas, mi participación, entonces me han elegido, entonces siento que no
me he equivocado…

En ANFASPEP me sentí más con la organización, como un grupo de familia, las marchas
me gusta bastante, reclamar con marchas, más fuerza… Eso me interesa a mí, luchar por
el bien de la organización, que la organización también crezca…”.

Percepción sobre el Estado:

“el Estado también tiene la culpa, porque los campesinos estaban olvidados, recién
después del conflicto armado, cuentan con puestos de salud, las carreteras que han
llegado a cada pueblo… tenían que morir todavía los campesinos para que tengan todo”

SRA. SERGIA:

La señora Sergia tiene 66 años, es de la provincia de Cangallo, a su esposo se lo llevaron


de su casa, y no ha sabido más de él. Ella se quedó con siete hijos, tenía 34 años de edad.
Ella actualmente es vicepresidenta de ANFASEP. La señora Sergia empieza contando lo
que sucedía en esos tiempos:

“En el 82 empezó a asesinar a las autoridades, en los distritos, anexos. (…) Empezaron a
buscar a mi esposo, y yo no he hecho caso, porque no hemos hecho nada. De allí el 1ro de
julio de 1983 a las 3 de la mañana entraron 6 encapuchados a mi casa, cuando estábamos
durmiendo (…) A las 7 de la mañana salí al puesto policial de Cangallo a averiguar. Me
ha dicho acaso tú has traído, para qué vienes acá.

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Empezó a parecer más Sendero y Militares… y después de 3 partes ya… de las
comunidades, autodefensas… si encontraban a las señoras o señoritas llevando sus
ovejas… se llevaban sus ovejas, cargaban… violaban también sexualmente… en todos
esos sitios alrededor de los Morochucos”.

Cambios, tareas que asumir:

“Cuando estaba vivo mi esposo, no quería que trabaje para negocio (…) teníamos
chacra, yo cultivaba la chacra, animales también criábamos (…) Después que ha
desaparecido, de allí me he venido con mis hijos (…) iba a los profesores que conocía a
lavar su ropa, así me daba para hacer comer a mis hijos, hasta las 10 de la noche
trabajaba…

Participación en ANFASEP:

Desde esa fecha empezamos a caminar en Anfasep y estamos caminamos todavía (…) En
la organización nosotras como mujeres siempre queremos hacer valer nuestros derechos,
por eso algunas socias también eran tildados de terrorismo.

Recuerda: En ANFASEP como estamos caminando, para que se forme Comisión de la


Verdad, nos ha llevado al Congreso (…) En ese viaje cuando estábamos lavando la
bandera al frente del Juzgado, ha dicho el Dr. Valentín Paniagua, ya está firmado ya
para que se forme CVR, nos alegramos, eso hemos conseguido…

SRA. ADELINA:

Adelina García, tiene 52 años. En 1983 se llevaron a su esposo de su casa y no volvió a


saber de él. Tenía una hijita. Actualmente es presidenta reelegida de ANFASEP. Los días
que estuve de viaje por Ayacucho, ella junto a su directiva estaban realizando acciones de
incidencia, pero me brindó el espacio para realizar la entrevista.

Adelina empieza contando sobre su infancia:

“… yo no he conocido a mi papá, mi mamá cuando estaba gestando conmigo, mi papá se


ha ido.(…) Mi mamá tenía 3 hijos, no podía educar… cuando eres jovencita quieres
vestirte bien, entonces yo decía voy a trabajar y estudiar (…) Con mi esposo me he

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conocido cuando tenía primero de secundaria, cuando ha desaparecido estudiaba
segundo por la noche, pero no había quien me apoye con mi hijo, era difícil…”

Desaparición de su esposo:

“...en el 83 en diciembre a mi esposo lo hacen desaparecer (…) me han pateado, me he


caído al suelo, me he quedado desmayada, y cuando me he despertado a mi esposo ya lo
habían sacado (…) cuando han pasado dos días, un dolor intenso me vino… he ido a la
posta, había abortado, no sabía que estaba en estado…”

Ingreso a ANFASEP y dificultades para continuar:

“De allí desde esa fecha, ANFASEP se ha agrupado, yo sé cómo se ha organizado, desde
el principio (…) pero después no podía cómo estar acá en Huamanga, yo me he regresado
a mi pueblo (…) casi 3 o 4 meses nada más aguanté allá, porque de noche entraban los
militares, a cada casa entraban, los jóvenes lo abusaban…”.

Cambios, aprendizajes y nuevos retos:

“Yo he aprendido cómo hay que llevarnos en una organización con las socias, con otras
mujeres, tienen diferentes opiniones, cómo hay que respetar, no es que para que te respete
tú vas a pelear, discutir, sino cómo vas a hacer para que seas respetada…”

“Ahora ya se ya cómo, dónde hablar, con quién. Mas que nada ese tiempo cuando recién
empezamos yo tenía miedo conversar con las autoridades, yo tenía vergüenza delante del
público para hablar, yo sudaba todas esas cosas me han pasado (…) y ahora ya me siento
mejor, puedo conversar con cualquier persona aunque no pronunciaré bien el castellano”

Sobre el objetivo que persiguen en su organización:

“…ya no es sólo la verdad, justicia, eso no más, sino también tenemos que trabajar por la
memoria, tenemos que pensar que los jóvenes que vienen atrás hay que dejar una
memoria, que si no se preocupa el Estado, también como organización nosotros tenemos
que preocuparnos, por esa razón tenemos el Museo de la Memoria, también ahora que
estamos exigiendo La Hoyada que haga Santuario de la Memoria”

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… claro a veces algunos nos critican, porqué vivir toda la vida victimizando. No, yo en mi
caso yo no me victimizo… yo le he sacado adelante a mi hija, ni tampoco todos los días
lloro… tenemos que trabajar, también en mi hogar tengo que responder, y también a mi
organización”.

2. LAS REPRESENTACIONES DE SÍ MISMAS: CAMBIOS, ROLES DE GÉNERO

Cambio de roles-espacios de acción:

En el caso de las 5 personas entrevistadas, la experiencia de organización y participación


política se dio solo a partir de la afectación producida por la violencia del conflicto
armado. Esta participación organizada se constituye en un nuevo espacio de conocimiento
y de acción, que lo expresan resaltando los cambios que para ellas significó.

En cuanto a las actividades que realizaban las señoras antes, varía un poco, algunas se
dedicaban a los cuidados de la casa y a la chacra, una de ellas, la señora Lidia, realizaba
junto a su esposo las labores del comercio de animales, y en el caso de la señora
Rodomila, era muy joven y tenía la posibilidad de dedicarse al estudio, hasta que se trunca
con la pérdida de su madre, pero luego ella logra tener una carrera profesional. Las otras
señoras, tuvieron solo estudios escolares e inconclusos. Sin embargo, las cuatro
entrevistadas que perdieron a sus esposos, luego de ello se dedican a diversas actividades
de producción fuera de la casa, y entran a la actividad comercial para poder asumir la
responsabilidad de sustentar a la familia. Como lo vemos por ejemplo en el caso de la
señora Eudosia:

(…) empiezo a trabajar como negociante, llevaba del camal, carnero, chancho; antes de lo
que pasó con mi esposo, cuidaba a los bebes, cocinaba. También entré al proyecto Cachi,
preparando comida para los trabajadores.

Este testimonio nos demuestra que las mujeres tuvieron que asumir tanto el rol de cuidado
de los hijos, como de trabajo fuera para el sustento económico de la familia. Uno de los
trabajos que realizó la señora está referido a lo que se considera como trabajo femenino, el
cocinar; pero esta labor, que es parte del conocimiento con el que cuenta, lo aprovecha
para asumirlo ya como un trabajo remunerado fuera de la casa.

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De la misma manera también las señora Adelina relata en el libro de ANFASEP (2015),
que antes su esposo no quería que trabaje por su hijita que era bebé, el tenía su taller y
mantenía a la familia, señala que ella no sabía hacer nada y que ha sufrido bastante,
porque su hijita no le dejaba trabajar. Después ella ha trabajado viajando a la chacra,
trayendo cereales… y refiere que después en ANFASEP le han dado trabajo en la venta de
artesanía en la tienda.

Muchas mujeres, ya desde antes de la pérdida de sus familiares, realizaban trabajos en las
chacras y la crianza de animales, aportando también con sus esposos al sostenimiento
económico del hogar, pero además ellas tenían el mayor peso de trabajo de atención en la
casa. Después de la desaparición del esposo, tuvieron que asumir toda la carga ellas solas.
La señora Sergia nos decía:

(…) teníamos chacra, yo cultivaba la chacra, animales también criábamos… animales


pequeños más… chanchos, gallinas… Después de lo que ha pasado, difícil era señorita,
hasta las 10 de la noche trabajaba (…) Cuando estaba vivo mi esposo, no quería que trabaje
para negocio, en la casa no más hay que trabajar…

Respecto a su accionar como ANFASEP, el testimonio de la señora Lidia, nos da muchas


luces de lo que ha significado para las señoras el comenzar a buscar a sus familiares y
reclamar sus derechos. Ella es la única de las entrevistadas que se dedicaba al comercio
junto a su esposo, pero al igual que las demás, recién después de la pérdida de sus
familiares comienzan a alzar sus voces frente a la situación que se vivía y a organizarse.

Antes yo nada no sabía, solamente era nuestro trabajo, hacer nuestro negocio, trabajar
para mis hijos, para mejorar nuestras casas, nuestros hogares, otra cosa nada, yo no me
metía en nada. Era nuestro trabajo, día a día, amanecíamos a nuestro negocio,
anochecíamos con nuestro negocio, de noche dormimos, levantamos, cocinamos, y a nuestro
negocio. Vendíamos carne…

Luego expresa de manera más contundente lo que para ella significó este cambio:

Con lo que mi esposo ha pasado, en eso ya recién parece que estoy mis ojos cerrados, mi
boca cerrado, no sé, pero recién abrí mis ojos, mi boca, para caminar; en eso ya he
aprendido todo mamá.

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La señora Lidia nos revela aspectos de su vida anterior, como ella se desenvolvía en lo
cotidiano y familiar, entre las actividades del hogar y el trabajo fuera para el sustento de la
familia. En su caso ella y su esposo compartían las actividades de producción económica,
complementándose en las tareas, incluso refiere que en la casa él también ayudaba. Sin
embargo ella reconoce un cambio importante en su vida desde que sucede lo de su esposo
y comienza a participar. Ella habla de una forma metafórica tan potente para expresar ese
cambio, señalando que tenía los ojos cerrados, la boca cerrada, hasta que abrió sus ojos y
pudo aprender. Esto muestra como un despertar y tomar conciencia, a partir del daño
sufrido, comienza a mirar lo que estaba pasando afuera, a conocer lo que no conocía, y ver
que sus derechos estaban siendo vulnerados, entonces empieza a buscar justicia; lo cual
fue concretado con su integración en la organización.

Ella pasa al espacio de la participación a nivel comunitario, comienza a tener una relación
diferente con su entorno; ya se manejaba en un nivel público por su trabajo de
comerciante, y esto pudo ser un recurso con la que ella contaba, un bagaje de habilidades,
de relaciones, como refiere Crisóstomo (2014), las mujeres ya contaban con una capacidad
de agencia; sin embargo, ella siente que hubo un cambio sustancial, es así como ella da
sentido a esa experiencia, reconociendo un antes y un después que marca su historia de
vida. En ese sentido vemos que hay una recomposición del espacio de desenvolvimiento
de la mujer, como lo señala Coral (1999) y el desarrollo de formas más definidas de
resistencia (Henriquez, 2006). Todo lo cual nos habla de la capacidad de agencia de las
mujeres, de sus representaciones como producción de nuevos sentidos y reconfiguración
de sus experiencias.

Otro testimonio de la señora Eudosia, nos muestra una escena que revela las
responsabilidades que tuvieron que asumir las mujeres frente a la pérdida de sus esposos:
“Me entero a los 5 días que se lo llevaron. Desapareció en Satica. Como un mes estuve
caminando, buscando. Mujeres cargando a sus hijos buscaban.

La imagen de las mujeres “cargando a sus hijos”, buscando, es muy demostrativa de todo
lo que implicó esa situación en que quedaron las mujeres, la doble y simultanea “carga”
que tuvieron que llevar y afrontar: la búsqueda de su familiar desaparecido y el sostener en
todo sentido a sus hijos.

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Fortalecimiento de capacidades:

Respecto a como se representan a sí mismas, en sus capacidades, en sus dificultades y en


lo que van fortaleciendo y aprendiendo, tenemos algunos testimonios que nos ayudan a
comprenderlo. Una de las entrevistadas, la señora Eudosia, refiere:

Antes no sabíamos lo de la directiva… Ahora ya levantamos la cabeza, ya no somos


como niña, antes nos quedábamos calladas. Antes era joven también… (tenía 24
años, cuando se llevaron a su esposo)

La señora Eudosia, reconoce un avance desde que viene participando, en conocimientos,


en experiencia, y lo asocia a un crecimiento de niña a adulta, reconoce ese crecimiento en
la seguridad de levantar la cabeza y de hablar. Pero también implica una experiencia de lo
que es ser niña: no conocer, callar, no levantar la cabeza; lo cual refleja también la
construcción social dominante. Sin embargo, desde su experiencia en la organización
logra transformarse, y aunque sin reconocer en su narrativa la reconfiguración de género,
deja de ser lo que se supone es la mujer: alguien que no opina, que se calla y que no
conoce ni interviene en el espacio organizacional.

El asumir nuevas tareas también repercute en la autoestima, en la autoafirmación, no solo


desde el desarrollo de las habilidades personales; sino también a partir del vínculo con los
otros y el reconocimiento que se recibe. La señora Rodomila, nos manifiesta cómo se ha
ido sintiendo con la participación en ANFASEP, cuando le dieron la responsabilidad de un
cargo:

(…) me he sentido con más valentía, capaz de hacer todo. Me sentí cuando me eligieron
primera vez vicepresidenta, que como persona de repente actué bien, mis ideas, mi
participación, entonces me han elegido, entonces siento que no me he equivocado…

“En ANFASPEP me sentí más con la organización, como un grupo de familia, las
marchas me gusta bastante, reclamar con marchas, más fuerza…”

Vemos que se da un fortalecimiento personal desde el trabajo colectivo, desde las acciones
emprendidas con los otros, como lo señala Montero (2006).

83
En ese sentido, la señora Lidia también nos expresó cómo era reconocida por la gente de
su comunidad, con mucho entusiasmo y satisfacción: “Todo el pueblo me felicitan, me
reconocen, eres un líder de Carmen Alto. Tú eres líder, por todos has hecho”.

Además ella misma también en otro momento reconoce sus aportes a la organización
como líder, cuando nos cuenta que en su periodo de presidenta se inició la lucha por el
Santuario de la Memoria. Y cómo se ha ido avanzado, en este proyecto.

El reconocimiento del entorno, contribuye al propio reconocimiento de las fortalezas de


las actoras políticas, configurándose un sentido de competencia personal, de capacidad de
logro, que va a fortalecer su autoestima y su capacidad de liderazgo.

La Sra. Adelina nos manifiesta cómo fue sintiendo su proceso de fortalecimiento desde su
participación en la organización, las dificultades que sintió al inicio, y que aún puede estar
sintiendo:

Ahora ya se ya cómo, dónde hablar, con quién. Mas que nada ese tiempo cuando recién
empezamos yo tenía miedo conversar con las autoridades, yo tenía vergüenza delante del
público para hablar, yo sudaba, todas esas cosas me han pasado… y poco a poco esos
nervios pierdes también, y ahora ya me siento mejor, puedo conversar con cualquier persona
aunque no pronunciaré bien el castellano, pero ya de alguna manera ya tengo que
conversar.

El tema del idioma ha sido mencionado por casi todas las entrevistadas; el idioma ha sido
un aspecto importante en sus comunicaciones, ellas tenían la necesidad de hacerse
escuchar por sus interlocutores, organizaciones y autoridades en un sistema que
hegemónicamente utiliza el castellano, y que menosprecia a quienes usan otro idioma
como el quechua. Esta situación es algo que se ve reflejado en las interacciones y por ello
también ha sido un tema complicado para las mujeres, llegando a sentir que estaban en una
situación de inferioridad al no manejar el idioma español. El sentirse que no pronuncian
bien el castellano, también debe haber sido un elemento fundamental para ese temor, esa
vergüenza de hablar, ese sudar de manos.

La percepción sobre sus dificultades o deficiencias, nos muestran la importancia de una


interacción con los otros que puede sumar a sus esfuerzos y capacidades, pero en otros

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casos, desde una posición de poder dominante, estar reforzando una autopercepción de
inferioridad. La señora Lidia manifiesta:

(…) De allí ya he aprendido todo a hacer, responder, hablar también, siempre tenía miedo, a
veces faltaba pensar, todavía no estábamos más capacitado, nadie no nos capacitaba
también, así como ustedes vienen, así hablábamos, capacitábamos…

En este punto la señora Lidia nos revela una autopercepción de carencia de algunas
capacidades, que muchas veces las señoras han sentido, algo que también lo hemos visto
en el trabajo con los grupos, la dificultad para hablar, para manifestar lo que piensan, la
idea de no saber o no poder hacer, frente a una propuesta. Esta autopercepción no es
gratuita, ni es sólo una cuestión personal, tiene que ver con las desigualdades sociales en
la educación, pero también con las relaciones de poder a nivel cultural y étnico, y con la
desigualdad de género que implica menos oportunidades para las mujeres.

Quienes tienen menos acceso a la educación, son las poblaciones campesinas, o de zonas
periféricas a las capitales, con más carencias económicas, pero también con los patrones
culturales machistas, por los cuales las mujeres tienen menos oportunidades de estudiar,
esta situación está cambiando, pero en la época cuando las mujeres de ANFASEP eran
niñas, adolescentes, era muy fuerte. Por eso la señora Lidia, en su testimonio, en el libro
de ANFASEP (2015), manifiesta: “me siento aliviada porque están los jóvenes, quienes
continuarán cuando nosotras ya no estemos, para ellos será más fácil, porque saben leer,
tienen estudios”.

Por otro lado, esa autopercepción de “no saber hablar”, puede revelar una marginación
cultural, de la identidad “del otro”, de la lengua de los quechua hablantes. Cuando las
señoras dicen muchas veces que no saben hablar, esto tiene mucho que ver con que no
sabían hablar en castellano, como lo sugiere Adelina. Es por eso que no se sentían bien
para interactuar con las organizaciones y más con las autoridades, que encima de
maltratarlas por buscar a sus desparecidos, las marginaban por su identidad, por su lengua.
Esta forma de sentir que no se sabe hablar como los otros, refleja una subalternización de
un grupo de personas frente a otras que marcan una pauta con su idioma, con sus reglas; y
esta relación de poder, es la que hace sentir a las personas quechua hablantes con menos
capacidad, y a veces quienes interactuamos con ellos no somos conciente de eso y
podemos reforzar ciertas jerarquías.

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¿Acaso ellas no sabían hablar, responder?, sí, pero en su idioma, con su cultura; pero las
relaciones jerárquicas, hacen que se sientan que no pueden, que no saben, en relación con
los que marcan las pautas y tienen el poder. Vemos cuánto les ha costando a las señoras
esta lucha, en medio del dolor de buscar a sus seres queridos, tener que esforzarse para ser
escuchadas y entendidas, tener que aprender el idioma impuesto.

Aplicación de las capacidades desarrolladas en ANFASEP a otros espacios de


organización:

Algunas de las experiencias nos demostraron cómo al sentirse fortalecidas en la


organización de ANFASEP, los recursos con que contaban lo potencializaban generando o
fortaleciendo otros espacios de organización, sobre todo el Club de Madres del vaso de
leche. Esto sobre todo se dio en los dos casos de señoras que fueron presidentas de
ANFASEP, que son quienes han desarrollado más la capacidad de liderazgo.

Testimonio de la Sra. Lidia:

(…) Cuando ya estoy sola, ya estoy caminando, ya así 10 años y entonces aquí en el distrito
de Carmen Alto había vaso de leche… entonces yo decía pero porqué yo no recibo vaso de
leche, yo tengo hijos, porqué a mí no me dan decía, entonces yo he acercado, y en un grupo
me han despreciado, me han dicho, no aquí somos conocidos, somos desde antes, ya no
inscribimos…

Entonces de allí qué pensé, así como caminábamos en ANFASEP, estaba un poco ya más
como capacitada (…) porqué nosotros no podamos formar un grupo, diciendo yo, hay que
formar un grupo y hay que presentar al Consejo (…) entonces otras juntas me miraban, me
cuidaban, por qué estaba reuniendo, diciendo que estaba buscando de otros sitios, entonces
allí también he gritado, todos somos gente, todos queremos, no para ustedes no más,
diciendo ya estaba un poco para hablar ya soltaba mi boca, entonces ya nombramos, ya yo
voy a estar, como sea voy a entrar al Consejo.

Aquí la señora Lidia nos transmite un poco la situación social que se vivía, ella se sentía
rechazada, que no la querían, y lo entendía como un egoísmo; pero se observa que estas
relaciones cargadas de afectos de “mezquindad” (quizás también la desconfianza, el
prejuicio frente al otro) y de exclusión, se expresan en un contexto de pobreza,
acrecentada con el conflicto armado, sin embargo, en este contexto las mujeres buscan
respuestas creativas, como lo hizo la señora Lidia.

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En la acción de la señora Lidia es resaltante cómo el participar en la organización la ha
fortalecido. Sintiéndose con más capacidades para formar o dirigir otra organización, así
como para reclamar sus derechos cuando son vulnerados en otros espacios. La señora
Lidia ha tenido un aprendizaje desde ANFASEP y esto lo despliega en esta nueva
experiencia. Cuando empezó ANFASEP, junto a mamá Angélica reconocen que cada una
por su lado no iba a tener fuerza o lograr los objetivos; igualmente en su distrito retoma
esta experiencia, y esta vez ella asume la iniciativa y el liderazgo para impulsar la
formación de la organización de Vaso de Leche. Es decir que hay una repotenciación de
sus capacidades de agencia, asumiendo ella ahora el rol de impulsora y de dirigente.

Agencia y victimización:

Todos estos testimonios nos revelan cómo las señoras han tenido una capacidad de
agencia para responder a las situaciones de vulneración y de injustita cometidas en el
conflicto. También hay que considerar que la violencia sufrida impactó en diversas
maneras. Para algunas personas con menos fortaleza del yo y con poco soporte social, ha
sido muy difícil afrontar todo ello. Pero, la gran mayoría ha estado saliendo adelante frente
a las dificultades. Han sido víctimas, y de una manera particular las mujeres, pero también
desde esa condición se han sobrepuesto y fortalecido.

Al respecto la Sra. Rodomila manifestó: “He sufrido tanto pero he sobresalido, no me he


quedado sentada sin hacer nada, sino que he estudiado hasta lograr mi profesión…”

También la señora Adelina, se refiere a este tema con una visión crítica, rechazando que se
les vea como personas que se victimizan:

(…) a veces algunos nos critican, porqué vivir toda la vida victimizando. No, yo en mi caso
yo no me victimizo… yo le he sacado adelante a mi hija, ni tampoco todos los días lloro, ya
he superado cosas… tenemos que trabajar, también en mi hogar tengo que responder, y
también a mi organización”.

Historias personales que han marcado:

Como señalaba antes, es importante también tener en cuenta las historias personales de
estas mujeres para comprender sus subjetividades; en muchos casos las personas que
sufrieron el impacto del conflicto armado, venían de historias de carencia en diversos

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niveles, siendo sobre todo la carencia afectiva algo que marca mucho las vidas de estas
personas.

En el caso de la señora Rodomila el tema del abandono inicial es fuerte y luego se revive
por las circunstancias del conflicto:

Yo me he criado con mi abuelita, no me he criado con mis padres, mi madre se embarazó a


los 14 años, yo nací cuando ella tenía 15; entonces me he criado con mi abuelita (su madre
se vino a Lima). Yo ya sé cómo es vivir una huérfana, cuando le asesinaron a mi abuelita
me quedé sola, he sufrido, me autoeducado trabajando en los restaurantes para sobresalir,
porque mi abuelita siempre me decía, me enseñaba a los profesores de la comunidad, yo
quiero verte como ellos.

Su historia de infancia nos revela las carencias afectivas, experiencias de abandono y


orfandad que se repiten; y que se pueden reeditar en los vínculos posteriores. Entonces se
observa que muchas veces se mezclan y refuerzan las experiencias de abandono social con
las vivencias de abandono más personal.

Vemos también el esfuerzo personal por salir adelante, por romper los esquemas del
pasado, por tener más educación, no embarazarse temprano. Y están las experiencias
buenas, los vínculos saludables; como el ejemplo y amor brindado por la madre-abuela a
la señora Rodomila, que la estimula a trabajar y tener una carrera profesional. (Su abuela
era comerciante, iba a otros pueblos a vender ganado).

También en ese proceso de afrontar las cosas sola, pudo haber desarrollado una cierta
autosuficiencia, para no sentirse más necesitada, abandonada, y ella afirma “me he
autoeducado”, resaltando su agencia y auto responsabilidad.

Otra referencia a la historia personal, familiar, nos la dio la Sra. Adelina:

(…) yo no he conocido a mi papá, mi mamá cuando estaba gestando conmigo, mi papá se ha


ido. El todavía vive en Lima, pero no he conocido. Mi mamá tenía 3 hijos, no podía educar…
cuando eres jovencita quieres vestirte bien, entonces yo decía voy a trabajar y estudiar…

Con mi esposo me he conocido cuando tenía primero de secundaria, cuando ha


desaparecido estudiaba segundo por la noche, pero no había quien me apoye con mi
hija, un poco celoso también era”. (Ella tenía 16 años cuando se une a su esposo)

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Adelina, como muchas mujeres, tuvo las limitaciones para poder estudiar; en este caso se
resalta que fue por las situación económica que vivían, al haberle abandonado su padre.
Ella tenía la motivación por estudiar y trabajar para tener los recursos, sin embargo,
conoce bien jovencita a su esposo, y nuevamente se ve limitada en sus estudios, al formar
un hogar a tan temprana edad. Situación que también se repite sobre todo en poblaciones
con diversas carencias, económicas y socioafectivas; y esto relacionado al machismo y a la
falta de información sobre nuestra sexualidad que tenemos las mujeres, más en algunos
sectores. Crisóstomo (2014) en su estudio con las presidentas de ANFASEP, señala que en
los cinco casos que estudió las mujeres respondieron que cuando quedaron embarazadas
por primera vez, no era algo que habían deseado o planificado en esos momentos.

Pese a estas limitaciones y dificultades, la señora Adelina nos demuestra la capacidad para
seguir buscando el desarrollo personal y salir adelante, hasta constituirse en una líder de su
comunidad y de su organización.

Implicancias de la participación en la vida familiar

Es importante para ver cómo la experiencia de participar en la organización repercute en la


vida familiar, y cómo a la vez ellas se sienten con ello. En algunos casos la respuesta
familiar las puede fortalecer, en otros casos sienten que es difícil o no tienen mucho
apoyo, y eso puede incidir de diferente manera en ellas. Y en muchos casos, buscan y
encuentran la comprensión y el reconocimiento en otros espacios. Todo eso también puede
generarles sentimientos ambivalentes sobre su participación.

La Sra. Lidia señaló: “Me apoyaban, estaban alegres, orgullosos porque he sido líder. Me
decían si hubieras sido estudiante, como hubieras estado, abogado, profesional…”

Y la Sra. Rodomila contó sobre su familia:

(…) No les interesa, él me dijo tú sigue buscando a tu familia, algún día de repente me sacas
en cara, que por mi culpa no encontré a mi familia (…) nunca me dice a dónde vas, porqué
vas. Solo un poco que he descuidado a mis hijos, el día que encontré a mi familia, ya no me
importó nada… le dije a mi esposo encárgate de mis hijos, porque yo voy a seguir buscando
para la exhumación…

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Rodomila nos muestra lo que implica comprometerse con la organización y en la
búsqueda de sus seres queridos; que a veces se descuida a los que están presentes… a la
familia, a los hijos.

Una participante en el acompañamiento grupal de Wiñastin decía: “Lo malo es que mi


esposo no me entiende y siempre me critica y yo sé que me critica porque no siente nada”.

Esta experiencia de sentir que en la propia familia no las entienden y no sienten nada, ha
sido muy duro para ellas; pero muchas mujeres como el caso de la que compartió este
testimonio, encuentran motivos que las reafirman para seguir en la organización, motivos
que desarrollaremos en el siguiente punto.

2. REPRESENTACIONES SOBRE SU ORGANIZACIÓN:

El Inicio de la organización:

Varias de las señoras nos explicaron cómo fue que se integraron a la organización; cuatro
de las cinco entrevistadas estuvieron desde los inicios de la organización, narraron cómo
se encontraron cuando buscaban a sus seres queridos y percibieron la necesidad de buscar
y reclamar juntas.

En el taller de fortalecimiento organizacional que realizamos, las señoras hicieron una


línea del tiempo para identificar los hitos más importantes de su organización. Allí ellas
resaltaron sus inicios, cuando se unieron las fundadoras de la asociación.

Algo que resalta en las entrevistas individuales, es que la mayoría de las señoras reconocía
en la señora Angélica Mendoza, conocida como Mamá Angélica, a la persona que las
motivó a seguir juntas y reclamar unidas.

Ellas recordaban que en el comienzo eran pocas las señoras que se reunían y buscaban
juntas, la señora Adelina expresó esto en una manera simbólica, cuando realizamos la
línea del tiempo: “Nuestra organización empezó con pocas señoras en el año 1983
parecían semillitas, eran pocas”.

A continuación algunos testimonios de las entrevistas que muestran los primeros tiempos
en que empezaron a organizarse:

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La señora Lidia, explica cómo desde lo sucedido a su esposo, comienza a buscar y se
encuentra con la señora Angélica:

(…) Entonces allí que cosa vamos hacer, pero gracias a Dios, a la señora Angélica (…) Me
dice, Sra. Lidia porqué, qué cosa tienes, a qué has venido (…), hay varios de todo sitio está
haciendo; no sé como podemos hacer, entre toditos podemos levantar; así eso era su boca:
entre toditos podemos levantar, yo no más estoy presentado, tú no más estás presentado, a
parte, a parte, entonces no va a tener fuerza, mejor toditos hay que reunir…

Vemos que las condiciones las motivan a organizarse, como lo señalaba Coral (1991); el
tomar conciencia que para afrontar la situación que estaban viviendo, necesitaban la fuerza
del grupo, “levantar entre todas”, como lo manifestaba la señora Angélica. Se destaca
además la iniciativa y el liderazgo de la señora Angélica, en los diversos testimonios de las
entrevistadas; como es el caso de la señora Eudosia:

Caminábamos, en grupo, grupo…muchas mujeres, y nos encontramos con Mama Angélica y


me dijo: ¿qué cosa buscas?, mejor hay que agruparnos para así poder exigir más; y así
empezamos a juntarnos más mujeres, pero después me fui cuando entré a trabajar en el
proyecto Cachi.

Hay un reconocimiento de sus derechos que deben ser exigidos y que es mejor hacerlo
agrupadas. También es importante anotar que las que se juntaban e iban creciendo en
número, eran mujeres. Esto nos explicaron más en la experiencia previa de
acompañamiento: fue así, porque eran los hombres los más expuestos a la detención,
ejecución y desaparición; por esa razón prefirieron que no salgan los hombres junto con
ellas. Se puede entender esta acción de protección de los esposos, hijos o hermanos, como
un despliegue de la capacidad de cuidado desarrollada más en las mujeres debido a la
socialización y construcciones culturales; pero también, como una estrategia para el
desenvolvimiento y continuidad de la organización, de sus acciones de búsqueda y sus
reuniones de coordinación.

Dificultades para la continuidad de la organización y para la participación de las


mujeres:

En los primeros años de la organización, en pleno conflicto armado, la posibilidad de


permanecer organizadas reclamando por los derechos humanos y la justicia, era muy

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difícil para las mujeres. Al buscar a sus familiares desaparecidos eran vinculadas a SL,
podían ser también acusadas o detenidas, y pocas autoridades les brindaban el apoyo. Al
respecto la señora Lidia refiere:

(…) De allí a la alcaldesa cuando estaba apoyando a ella también le mataron, de allí otra
vuelta nosotros hemos desasido todo, de miedo, porque algunos decían reunía a los
terroristas por eso le han matado, porque tenía en el Consejo a los terroristas. De allí poco
a poco en otro sitio, otra vuelta en el parque nos reuníamos, de allí en la Casa del Maestro,
en un canchón adentro. El director… nos dio un campo, pero ¡adentro nos decía!, limpiando
hacíamos reuniones, tapábamos con plástico, con esteras.

Y la señora Sergia explica cómo tenían que cuidarse cuando andaban: “caminando
conversamos, nunca parábamos… los papeles también ocultado llevábamos…”

Por otro lado, también estaba la dificultad que tenían las mujeres para poder mantenerse
en la organización en esas circunstancias, en que tenían que responder solas por el
sustento de la familia. Como lo manifestó la señora Eudosia que al inicio estuvo poco
tiempo en la asociación, porque tenía que trabajar fuera de casa por sus hijos, pero más
adelante retorna su participación. Y de igual forma, la señora Adelina nos contó que un
tiempo tuvo que dejarlo poder trabajar más.

Enfrentar el efecto de la guerra, las llama a participar en la organización, pero a su vez, se


dan situaciones que no se lo permiten; entonces muchas veces las mujeres se sienten en
una pugna, entre participar y asumir otras responsabilidades que sienten imprescindibles,
sobre todo la manutención familiar. Todo esto nos muestra lo difícil que puede ser la
participación en estos contextos de conflicto armado, y sobre todo para las mujeres que
quedaron viudas.

Así mismo, podemos ver que los procesos de participación no son lineales, que se
presentan dificultades por las que las señoras dejan la organización; pero en muchos casos,
no la abandonan; quizás en otros casos sí, pero lo que se constata es que la participación
organizacional de la mujer, en estas situaciones de conflicto, es un proceso con sus
repliegues, sus retrocesos, así como también sus reimpulsos y avances.

Vemos también como la organización se tuvo que desarrollar en una forma oculta,
buscando protegerse; básicamente porque eran tildadas de terroristas, y porque en esos

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tiempos, tal estigma implicaba el peligro de sufrir la violación de sus derechos, hasta la
muerte. Vemos cómo el miedo y la desconfianza que marcaban esos años del conflicto se
hacía patente en los procesos de la organización; estas vivencias marcaron la constitución
inicial de ANFASEP, y esto en parte explica porqué posteriormente sus relaciones con
otras organizaciones de afectados no eran tan fluidas, había desconfianza, dificultad para
coordinar. Y porque también el repliegue, o el cerrarse, fue parte de sus estrategias de
protección en esos tiempos.

En el caso de las señoras con mayor liderazgo, se observó las condiciones limitantes para
poder desempeñarse en la organización, para desplegar sus capacidades y asumir cargos
de responsabilidad. Como en la situación que nos comparte la señora Lidia:

(…) De allí ya coordinadora hemos nombrado a la señora Angélica, había en esa fecha otras
señoras... Ellas han entrado, yo como en esa época era con mi hija recién nacidita, y mis
hijitos, por eso no podía entrar en la junta (…) Si voy a caminar, mis hijos van a estar
abandonados, y cómo voy a trabajar” (Ella se quedó con 5 hijos de su esposo fallecido y un
hijo mayor de 8 años).

“Caminar”, seguir avanzando en la organización y gestionar en la comunidad asumiendo


nuevas responsabilidades, entraba en conflicto con la necesidad y responsabilidad urgente
de alimentar a sus hijos; y por ello tenían que optar muchas veces por dejar la
organización o no asumir los cargos de coordinación.

Los objetivos con los que identifican su organización:

Cómo se representan como organización, es algo que se establece en relación a los


objetivos que han ido plasmando desde que se conformaron. Esta representación no es
sólo un conocimiento racional de objetivos compartidos, sino que también está cargado de
aspectos afectivos. Y además, no ha sido algo estático, algunos de los testimonios lo
señalan al hablar de un cambio o manifestar que en los inicios era de otra forma.

Cuando realizamos los talleres grupales en el 2008, ellas comentaron que en los primeros
años su reclamo solo era por encontrar a sus seres queridos, por la verdad y la justicia; que
no buscaban la reparación, porque nada iba a poder reparar la desaparición de sus seres
queridos. Pero en ese año que realizamos el acompañamiento, ya estaban considerando esa
demanda; aunque aún con ciertos sentimientos encontrados que se manifestaba en las

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contradicciones en el grupo; y que se puede observar que aún persisten, pese a que es un
objetivo de la organización que lo asumen sabiendo que la violencia truncó sus proyectos
de vida. Sin embargo, vemos que algunas cuestionan a otras porque solo piensan en la
reparación económica. O las contradicciones pueden ser más personales, con sus propias
preocupaciones respecto al tema de la reparación.

Tenemos el caso de la Sra. Rodomila, que a pesar que viene luchando porque se mejore el
tema de la reparación para todas y todos los afectados, aún no ha retirado la reparación
económica por la desaparición de su madre porque le hace sentir “como si hubiera
vendido a su familia”. Estos son aspectos que el Estado no ha tomado en cuenta, pues no
se trata solo de dar el dinero, sino también de darles un soporte socio-afectivo que
resguarde su dignidad. Además desde el hecho de la demora en brindar estas reparaciones,
el Estado da un mensaje de no reconocimiento de ese derecho para las familias afectadas.

Por otro lado, podemos ver que a nivel personal hay diversos énfasis, no todas resaltan lo
mismo en su búsqueda; si bien hay objetivos comunes de la organización que se
manifiestan en sus discursos, hay otros sentidos más subjetivos que las mujeres configuran
en función a sus propias vivencias e historias.

Como veremos luego, hay diversos niveles de compromiso, de involucramiento colectivo


y de perspectivas. Algunas resaltan los objetivos de la organización incluyendo el
desarrollo de la propia organización, y para otras el énfasis está en la justicia y verdad en
relación a su caso. En algunos testimonios se ve como ambos aspectos se integran.

La Sra. Rodomila nos transmitió la identidad de su organización en función a las metas


que se han planteado:

(…) nosotros somos parte de los defensores de derechos humanos, defendemos para que no
se repita, transmitimos a la nueva generación para que no vuelvan a vivir, sin fines de lucro,
somos un grupo de mujeres que trabajamos sobre los derechos humanos.

La Sra. Lidia expresaba el objetivo de la organización poniéndolo en diálogo con el sentir


respecto a su caso (después que le han sido restituidos los “restos” de su esposo). Además
vuelve al objetivo de la organización como era en un principio, para resaltar el reclamo
por las vidas perdidas, y explica los cambios que se han dado en la búsqueda de objetivos:

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(…) yo no estoy conforme con lo que he encontrado así en esa forma, porque el era vivo,
lleno de fuerza, joven, tiene hijos y cómo han hecho desaparecer (…) sólo yo quiero como
reclamábamos en los primeros decíamos “vivos los llevaron, vivos los queremos”; de allí
como ya avanzamos esto, queremos la verdad, justicia; queremos la verdad, quién ha hecho,
porqué ha hecho; y entonces ahora la justicia,: reparación, eso que estamos recibiendo es
nada…

La señora Adelina lo manifestó así:

(…) en la organización nuestra exigencia, nuestra lucha, era la verdad, la justicia dónde
están nuestros desaparecidos, nuestros familiares, qué pasó.

(…) ahora ya cambió también, ya no es solo la verdad, justicia, eso no más, sino también
tenemos que trabajar por la memoria, tenemos que pensar que los jóvenes que vienen a atrás
hay que dejar una memoria, que si no se preocupa el Estado, también como organización
nosotros tenemos que preocuparnos…

Adelina demuestra que la motivación y el objetivo de su participación en la organización,


es de carácter colectivo y trascendente, al considerar el futuro del país educando a los
jóvenes desde la memoria, para que los hechos de violencia no se vuelvan a repetir.
Asumiendo una responsabilidad como organización por el país.

Vemos que las representaciones que las mujeres tienen de su organización pueden variar
en relación a su experiencia personal, o por el rol o nivel de responsabilidad que tienen en
la organización, y también en relación a la experiencia con el Estado, como lo mencionó
Adelina.

Importancia de saber la Verdad:

La señora Sergia y la señora Eudosia resaltan el deseo de conocer la verdad de lo que


sucedió a sus esposos; ellas hablan de su caso, pero es también lo que todas en ANFASEP
sienten, es la primera razón por la que se identificaron y se unieron:

La señora Sergia expresa: “Por que quiero saber de la desaparición de mi esposo, quiero
saber su paradero, con ese fin quiero saber…”

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Y la señora Eudosia: “Yo decía: y porqué a mi esposo asesinaron, sin investigar su
verdad, ¡quiero saber! Porqué mataron. Por eso no puedo olvidar, no quiero dejar,
quiero justicia, por eso yo camino. Hasta el final…”

También comentó sobre las otras socias: “a veces les he avisado a las señoras que hay
restos en un lugar, y no van, no sé para qué están en las reuniones. En otro lugar también
hemos encontrado huesito, por la carretera, hemos llevado al fiscal, será de alguien”.

La señora Eudosia participó antes, en un proyecto que acompañamos de “Fortalecimiento


de capacidades emprendedoras” con el apoyo de La Cruz Roja, en la cual las señoras
realizaban bordados para unas carteras que serían comercializadas, y en el que se planteó
que las señoras puedan plasmar aspectos de su experiencia que les había ayudado ha salir
adelante en este tiempo. La señora realizaba en sus bordados la escena de la cueva donde
iba a buscar a su esposo, y fue impactante para mi saber que después de más de 25 años,
ella seguía yendo a buscar, cada año, los “restos” de su esposo, cavando ella misma en la
tierra con sus propias manos.

Por lo que nos contó en la entrevista individual, la experiencia inicial de búsqueda de su


esposo fue muy dura; hubo un momento en que ella encuentra el cuerpo de su esposo
muerto y dañado por la exposición en que se encontraba, pero no podía recogerlo sola,
necesitaba ayuda y estuvo buscándola. Las autoridades no quisieron acudir al lugar, hasta
que cuando regresa, ya no estaba el cuerpo; esa experiencia la marca mucho y por eso
decía: “Cómo no voy a alcanzar justicia, cómo no voy a enterrar. Y cómo va a
desaparecer a pesar que estoy viendo” es por eso que ella ha seguido buscando por sí
misma, y porque el Estado no se responsabilizó de ello.

Por todo ello, se puede entender que para ella no es comprensible que las otras no sigan
buscando también por sí mismas, como ella lo hace. Y a la vez, se puede ver que esa
búsqueda de su esposo no es sentida solo como algo personal, aunque por la carga que
para ella tiene su experiencia, pareciera serlo. Ella siente que es la búsqueda de todas, y
aunque se queje de las otras, también se siente identificada con ellas y en sus búsquedas
están presentes, por eso también busca y encuentra por los otros, otras. Esta búsqueda de
los cuerpos, es para ella la principal fuerza y motivo para seguir en ANFASEP, pero es
también el motivo primordial o único que tuvo la organización en su origen. Ella
representa esa búsqueda de ANFASEP, que no es solo suya y que no se ha perdido,

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porque paralelamente a buscar la mejora en el tema de reparaciones económicas y el logro
de la construcción del Santuario de la Memoria, han seguido incidiendo en la búsqueda de
los desaparecidos, mediante diversas acciones, presentando cartas, haciendo vigilias,
plantones para que se implemente como política pública.

Fortalecimiento de la organización:

Una motivación muy importante, sobre todo en las mujeres que asumen más liderazgo es
trabajar por el fortalecimiento de la organización, lo cual también redunda en el logro de
los objetivos. Este fortalecimiento para ellas está relacionado con el reconocimiento de su
organización por parte de la sociedad y el Estado, y con las acciones que ellas emprenden
para lograrlo.

La Sra. Rodomila manifestó su interés en trabajar por la organización: “Eso me interesa a


mí, luchar por el bien de la organización, que la organización también crezca, que
trabajemos por el bien de la organización, que llevemos arriba la organización”.

Y también ella resalta la necesidad de reconocimiento de su organización, que las


conozcan más como defensoras de los derechos humanos: “Que nos conozcan más, esta
organización es antigua, nuestro objetivo siempre es defender a los derechos humanos”.

Este tema tiene que ver también con sus representaciones de la relación con el Estado y la
comunidad, y lo analizaremos más en la siguiente sección.

Una preocupación importante en las entrevistadas, sobre todo en las que han tenido mayor
liderazgo, es que la organización perdure, que crezca, que no disminuyan sus miembros.

Esta es una preocupación que también manifestaban en el acompañamiento grupal que


realizamos, y la principal porta voz de este sentir era Mamá Angélica, quien manifestó su
tristeza por la ausencia de los socias que están conformando asociaciones en sus lugares de
origen: “eso me duele… Antes venían de todas partes, como han escuchado que estamos
más tranquilos, ahora cada pueblo está organizado, en cada pueblo hay las reparaciones
colectivas, para qué ya van a venir”.

En esa ocasión trataron el tema de las reparaciones, señalando que estas son más posibles
para sus socias, en sus pueblos. Y que ANFASEP hasta el momento no ha sido aún

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tomado en cuenta, “algunos piensan que ya gozamos de esas reparaciones”, decían. En ese
tiempo aún no recibían las reparaciones individuales. En la actualidad ya lo recibieron, y
por lo que han manifestado algunas de las entrevistadas eso ha repercutido en alguna
medida en la falta de continuidad de las socias. Sin embargo, hay una gran cantidad de
socias que continúa en la organización, más allá del haber recibido una “reparación”
económica hay otros motivos fuertes por los que las mujeres continúan, algunos de los
cuales, ya lo hemos manifestado.

Otro motivo que ha generado la disminución de socias, es que las señoras que perdieron a
sus hijos ya son bien ancianas, están enfermas y varias han muerto. Incluso en la Juventud
ANFASEP hay discontinuidad porque los jóvenes dejaron de ser jóvenes, están ya
asumiendo las responsabilidades de su propia familia. Y porque algunos de los líderes
participan activamente en otros espacios de acción política, lo cual ya se venía dando hace
varios años, y ésta también era una de las preocupaciones de Mama Angélica que lo sentía
como un abandono a la asociación. Nuevamente el tema del abandono se hace presente, en
los temores y pesares que vivencian.

La desaparición misma de los seres queridos, esposos, hijos, padres; pudo ser sentida
como abandono, aún cuando no fue por voluntad de los desaparecidos. Y esto debe hacer
difícil comprender o aceptar las separaciones; aún cuando sean manifestaciones de
crecimiento o impliquen nuevas condiciones favorables. Cuando desarrollamos el
acompañamiento grupal se trabajo este tema con la figura de “el hijo que se va”, pero
llevando las fortalezas que recibieron, trabajando por la misma búsqueda en otros
espacios, liderando y haciendo crecer el movimiento más allá de la asociación ANFASEP.

Estrategias para el fortalecimiento de la organización:

Frente a la problemática percibida por ellas de disminución de las socias, se plantean y


desarrollan nuevas acciones, la Sra. Rodomila refiere:

(…) estamos asociando a los nuevos afectados que vienen, las puertas de la ANFASEP está
abierta, se va a llevar la convocatoria de jóvenes, porque nuestros jóvenes, son padres de
familia tienen que trabajar para sus hogares, y también aquí las socias poco a poco ya están
bajando de edad; entonces siguen asociándose nuevas socias, estamos tratando de integrar a
las nuevas socias a la junta directiva, invitamos para viajes para que aprendan de esa
manera…

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Son estrategias que quizás antes no lo hacían, como mencionó la señora Lidia; pero ahora
reconocen la importancia, renovando sus miradas y acciones. Cuando trabajamos en grupo
con ellas hace ocho años, se percibía a un grupo con menos apertura incluso con otras
organizaciones de afectados.

En la entrevista actual la señora Lidia manifestó las estrategias y también las dificultades
que se dan en estos momentos:

(…) seguimos adelante porque si vamos a dejar nuestra organización, que tal fracasamos,
nosotros no más estamos agarrando, entre nosotros a veces junta directiva estamos
entrando, otros jóvenes a veces llamamos, a veces sus hermanos, pero no aguantan, no
resisten, solo con la reparación vienen, para recibir, pero para reclamar de nuestra
organización, ver qué podemos hacer, a veces no están de acuerdo…

La señora Lidia, como líder de su organización, y como ex presidenta, tiene una


perspectiva de compromiso por la continuidad y desarrollo de su organización. Identifica
algunas dificultades de la organización; pero también nos muestra que están desarrollando
otras prácticas. Sobre todo con una mayor apertura a los jóvenes y a nuevos miembros.

Cuando estuve en el local de la asociación con las señoras de la directiva, explicándoles


sobre mi trabajo, llegó uno de los jóvenes que regresaba de dejar unos afiches de
convocatoria a nuevos integrantes de la “Juventud ANFASEP”. Allí, una de las señoras de
la directiva sugiere a las otras dirigentes, y al joven, que también algunos de los jóvenes
vengan a las reuniones de directiva para que vayan aprendiendo: “porque sino cuando
nosotras no estemos como van a seguir con la organización” señalaba.

Esta apertura de las señoras, refleja avances en la organización; cuando hicimos nuestro
taller de acompañamiento en el 2008, las señoras sentían un recelo con los jóvenes,
pensaban que les faltaba responsabilidad, además desaprobaban que se integren a otras
organizaciones, ahora esto ha cambiado.

Aspectos simbólicos y subjetivos en el compromiso con su organización y su


búsqueda de justicia

Anteriormente he presentado los objetivos con que se identifican en su organización, que


son compartidos por el colectivo y forma parte del discurso de anfasep. Pero también hay

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otros sentidos de carácter más subjetivo, simbólico y emocional, que no figuran en los
objetivos, pero que son muy fuertes y refuerzan su compromiso con la organización.
Veremos a continuación cuáles son esos sentidos.

“Haber hecho nacer a la ANFASEP” en colectivo:

La señora Lidia lo expresa así:

(…) Así era mamá, por eso este nuestro ANFASEP nosotros hemos hecho nacer, nosotros
hemos formado; entonces yo no dejo, aunque he encontrado, yo no más no he caminado, yo
no solita no más eso también he encontrado, son varios averiguando, con bastante reclamos,
entonces así igualito yo también quiero a otros mis amigas, a otros como mi familia, que
encontraríamos, y seríamos un poco paz.

En primer lugar hay un sentido de pertenencia, por la historia compartida, por haber
nacido y crecido juntos como organización, lo cual se puede dar con más fuerza en
quienes han estado desde la fundación de ANFASEP o que ya tienen un tiempo de historia
compartida.

La señora Lidia siente su compromiso con la organización más allá de lo que ella pueda
haber alcanzado en lo personal, y siente que su trabajo y esfuerzo está puesto en la
organización, además habla de haberlo hecho nacer, es como refiriéndose a un hijo que se
le da la vida y se le forma; hay una experiencia y una elaboración de lo que significa su
organización desde su ser como mujer y madre, por lo tanto no lo va a abandonar, como
tampoco han dejado de luchar por sus hijos.

También hay un reconocimiento de que este “parir” a ANFASEP, fue un trabajo colectivo,
y que la lucha ha sido de muchas, caminando juntas, buscando juntas. Ella dice: yo no más
solita no he encontrado, porque ella entiende que encontrar a un familiar es un logro como
colectivo, ya no es solo el familiar de una señora; es el desaparecido de todos, de todas, el
que es encontrado. Ella continúa:

(…) para mi esta organización que he hecho nacer, que mis ojos han abierto en allí,
entonces a mi tanto tanto me cuesta este ANFASEP, tantas lágrimas, tanta caminada, tanta
vergüenza, cuando caminábamos en las calle marchábamos, nos miraban con malos ojos.
‘Qué es esa organización, es organización de terroristas’ así nos decían, entonces esas cosas

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nos sentíamos mal. Pero no somos terroristas, serán pues algunos, puede haber, no podemos
decir, la conciencia. Hay cárcel hay todo, porqué no han prisionado en vez que maten.

La señora Lidia nos muestra la dialéctica que se da al integrar una organización, ella abrió
sus ojos, su pensamiento, con ANFASEP; pero también ANFASEP nació por el esfuerzo
de ellas, resistiendo ante tantas adversidades; y ella es conciente de esa contribución con
sus fuerzas a la organización; y eso la afirma, la fortalece en su lucha.

Por otro lado se desarrolla una nueva actitud, para mirar la posibilidad de que algunos de
los desaparecidos hayan sido senderistas, antes eso era negado rotundamente, o no se
mencionaba, ahora pueden admitir esa posibilidad sin que por ello se sientan
descalificadas en su lucha, porque se dan cuenta que igual se cometió una violación de los
derechos al desaparecer a las personas, en ves de investigar o ser encarceladas. Esto las
permite afirmarse con más libertad, con más seguridad, sin sentir que algo tienen que
ocultar, que de algo tienen que avergonzarse. Antes el estigma y el dolor era más grande y
el silencio, el guardar algo, no ayudaba en su afirmación como luchadoras por la justicia y
los derechos humanos.

ANFASEP como símbolo del familiar desaparecido:

Un aspecto muy significativo de su compromiso e identificación con ANFASEP, es que la


organización significa para muchas de las mujeres un lazo con sus seres queridos
desaparecidos, la ANFASEP representa y es sentida por las mujeres como estar en
contacto con su familiar desaparecido, evocarlos, sentirlos presentes, o sentir que ellas
están con sus seres queridos, que no los abandonaron. Que a pesar que no pudieron
encontrarlos están siempre con ellos. De esta forma también el dolor de no haberlos
encontrado es transformado.

La señora Rodomila nos transmite el sentir de las mujeres ancianas, que perdieron a sus
hijos:

(…) las señoras que fueron soporte de esta organización algunas ya fallecieron y algunos
están postradas en cama, no se levantan, ya desconocen, yo estoy en el cargo de asistenta
social y estoy haciendo visitas; están enfermas, con la sordera, pero, ¡cómo quieren a su
organización!, yo le hablo en la oreja le digo vengo de la ANFASEP a visitarle, ¿cómo
estás?, se ponen a llorar, me dicen, ¿de ANASEP?, cuándo es la reunión, qué cosas hay en el

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informe, cuándo voy a encontrar a mi hijo… cuándo nos van a entregar sus restos.
Preguntan por las otras señoras cómo están… por mamá Angélica, se acuerdan de algunas
socias… no se olvidan de la fecha, la reunión ¿es el 15 no?, ¿30 no?, se ponen a llorar,
miran al cielo “hijo mío tu me has mandado, visita de ANFASEP, ¿dónde estás?”

Para estas señoras mayores que están en cama, el saber de ANFASEP, y haber estado en
ANFASEP, ha significado para ellas un estar con sus hijos, tenerlos más presentes que en
el sólo recuerdo y sentir privado. ANFASEP se fue constituyendo en un símbolo, en una
fuerza que representaba y encarnaba al hijo amado, al esposo; y les ayudo a compensar el
vacío dejado por ese ser querido desaparecido. Con esta fuerza que encarna ANFASEP,
podemos comprender mejor de dónde sacan fuerzas tantas señoras ancianas para seguir
yendo a las reuniones, viniendo de tan lejos y con tantas dificultades. Si dejan ANFASEP,
sería como dejar a sus seres queridos.

La misma Sra. Rodomila expresa este significado de ANFASEP en su propia experiencia


personal: “…me asocié y me siento en familia, a las señoras con pollera cuando las veo
me siento como si fuera mi mamita, porque así andaba ella, con su pollera, con su
manta”.

Así como en el caso de algunas madres que perdieron a sus hijos, ANFASEP encarna a
sus hijos; para Rodomila representa a su madre, por que las señoras todas visten como ella
vestía, y se siente en familia, como recuperando la familia que ha perdido, esa carencia es
sobrellevada al estar en la organización.

En los talleres que trabajamos con Wiñastin, una de las participantes manifestó esto de
manera muy gráfica:

(…) me decían que yo como hermana no podía luchar sino que la indicada era mi madre, mi
madre y yo no podemos olvidar el dolor. Yo siento que cuando voy a ANFASEP me
encuentro con mi hermano y me pongo muy alegre.

Y en el libro de ANFSEP (2015), la señora María Huamán, que perdió a tres hijos
expresa: “Siempre estoy pensando en venir, porque siento que mis hijos están
esperándome en ANFASEP, siento que mis hijos están despertando”.

Es como que el ser querido cobra vida en ANFASEP.

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No fracasar como organización:

La preocupación manifiesta de no fracasar en ANFASEP, que lo expresa la señora Lidia:


“…seguimos adelante porque si vamos a dejar nuestra organización, que tal
fracasamos…”. Tiene asociación con experiencias vividas por el conflicto en sus vidas
personales y familiares, aún cuando no siempre son concientes. La señora Lidia decía
sobre la experiencia familiar:

Haber cuánto cada uno en nuestro hogar teníamos proyectos para hacer con nuestra pareja,
pero eso no tenemos, hemos perdido, nos han hecho fracasar (…) entonces eso para nosotros
es un dolor…

Explica todo lo que perdieron con la desaparición de sus familiares. Ese sentimiento de
haber fracasado, de haberse truncado en los proyectos, es una dura experiencia vivida, que
está presente y que a través de ANFASEP, no se quiere repetir, está presente en ese temor
a fracasar como ANFASEP. Un motivo más para no dejar la organización, que no es
explícito, pero que tiene que ver con sus vivencias profundas que buscan ser
resignificadas, mediante una nueva experiencia de lucha, de esfuerzos, pero con logros.
También esto lo han podido revertir en otros niveles, sobre todo con sus hijos, ellas se han
esforzado mucho en sacarlos adelante y muchos de ellos pudieron lograron terminar sus
estudios y cumplir sus proyectos. A través de ANFASEP ellas trazan metas y realizan un
proyecto, pero un proyecto colectivo, ya no es sólo personal, familiar.

La lucha por el daño sentido como mujeres:

Este podría ser un motivo también poderoso pero no tan conciente, o quizás “indecible”
para muchas mujeres de ANFASEP, y me refiero a la violencia sexual a la que estuvieron
expuestas las mujeres. Los comentarios de varias de las personas entrevistadas -cuatro de
las cinco entrevistadas tocaron el tema- nos sugiere eso.

La señora Lidia señaló:

(…) con nuestro testimonio, así sacamos también algunos no podemos, hablar también, a
veces tenemos en nuestra mente no más ocultado las cosas (…) acaso decían a mí me ha
hecho esto, solo decían a nuestra familia ha hecho, pero nunca de violación hablábamos,
pero de allí fueron saliendo las cosas, con las organizaciones;, nos decían vamos ha hacer
esta cosa, tienen que declarar (…) esas cosas también ha sido difícil para una mujer,

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después de años ha salido…” (Señala que algunas organizaciones las apoyaron para que
puedan manifestar y denunciar las violaciones en los registros de víctimas)

Aquí hay dos puntos que resaltar:

Primero la señora nos muestra una de las mayores afectaciones que sufrieron las mujeres
en la época del conflicto armado: la violación sexual, como ya la CVR lo constató.

En este caso la incapacidad que sienten de no poder hablar, tiene que ver con el tipo de
daño sufrido, por el dolor que se lleva dentro y por el estigma social que se tiende sobre
las mujeres víctimas de esa atroz violencia. La señora Lidia, nos manifiesta cómo las
mujeres dejan de lado el daño sobre ellas misma, para solo hablar de lo sucedido a sus
familiares. No es que esa violencia que asesinó y desapareció los cuerpos de sus esposos,
no haya sido un daño para ellas, sufrieron mucho a causa de eso; pero además muchas
sufrieron la violencia directa en sus propios cuerpos.

Frente a esta situación, me hago algunas preguntas: ¿Cuánto esto oculto ha tenido que ver
con las motivaciones, con las fuerzas para seguir en ANFASEP, luchando?, ¿Ellas solo
estaban luchando por sus familiares?, ¿hasta que punto ellas no han seguido en esta lucha
por lo que les sucedió a sí mismas?, por la injusticia sentida en lo más profundo de sí
mismas, aunque callándolo.

Esta situación me resuena mucho con el título del libro de ANFASEP: ¿Hasta cuándo tu
silencio?, esta pregunta la tomaron de la letra de una canción que ellas siempre entonan,
en la que se dirigen a sus seres queridos de quienes ya no supieron o escucharon más. Pero
después de haber escuchado el testimonio de la señora Lidia y también las referencias al
tema, de las otras señoras entrevistadas; entiendo que las señoras están comenzando a
sacar el tema. Y entonces es aquí cuando la pregunta del título del libro me resuena
dirigida hacia ellas: ¿Hasta cuándo tu silencio, mujeres de ANFASEP?.

Probablemente es la pregunta que ellas se habrán hecho a sí mismas. Es una pregunta que
reconozco como una indignación mía por lo sucedido, y que puede ser eco de la
indignación de ellas, pero que no pretende ser una exigencia. Pues si no lo llegan a
expresar en lo público, es porque eso tiene un sentido o razón para ellas, o varias razones;
sobre todo protegerse del estigma que lamentablemente persiste en nuestra sociedad frente
a la mujer que ha sufrido esa violencia. Pero posiblemente también, no romper los relatos

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de la organización o el cómo ellas se identifican en Anfasep; sobre todo como madres,
esposas que perdieron a sus seres queridos y que luchan por alcanzar justicia frente a ello.

La señora Lidia continúa:

Cuando han llevado a mi esposo, la guardia republicana, esa fecha toditos que terruco ni
militar, toditos han actuado (…). Yo no estaba aquí cuando han llevado, de día. Algunos
cuando sacaban a sus esposos de noche a sus esposas violaban, yo tenía miedo de eso mamá,
pero yo en otro sitio yo he visto, con eso más en ANFASEP me he metido, no he dejado. Yo
cargado con mi hijita he visto a 10 familias han matado, era una pobre chica…

Aquí la señora Lidia expresa claramente su afirmación en la participación, desde el


conocimiento de las violaciones hechas a tantas mujeres, ya sea por los militares, como
por los senderistas. Ella no sufrió de esa violación directamente, pero sí estuvo muchas
veces expuesta, sintiéndose vulnerable, con el terror de que pueda pasarle lo que a tantas
mujeres. Desde esa vivencia personal de ser testigo de la violencia y ser afectada en cierta
forma; e identificándose también con las mujeres más afectadas; es que Lidia siente más
fuerza para no dejar la organización.

Entonces vemos que puede haber otras motivaciones de las señoras para seguir en la
lucha; más allá de buscar a sus familiares desaparecidos, asesinados, está también el haber
sufrido como mujer la violencia directamente sobre sí mismas.

La Sra. Sergia también trató el tema, recordando lo que pasaba en su pueblo de los
Morochucos, con el peligro que venía de tres partes:

(…) empezó a aparecer más Sendero y Militares… y después de tres partes ya… de las
comunidades, autodefensas… si encontraban a las señoras o señoritas llevando sus ovejas…
se llevaban sus ovejas, cargaban… violaban también sexualmente (…) en todos esos sitios
alrededor de los Morochucos…

La señora Adelina también explica los temores que pasaron frente a las incursiones en los
pueblos y en sus casas, y las formas en que tenían que protegerse:

(…) dormíamos en otros sitios (…) porque de noche entraban los militares, a cada casa
entraban, los jóvenes lo abusaban (…) y también de vez en cuando entraban también los

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terroristas... entonces de noche para que no pase eso, nosotros íbamos a otro sitio fuera del
pueblo…

La Sra. Rodomila también nos ha contado (y su testimonio también está en el libro de


ANFASEP) cómo dormían fuera de sus casas para huir de peligros:

Los terroristas me querían reclutar, yo dormía en los bosques, en casas abandonadas… Ella
(su madre) me decía: mientras regresas de tu colegio, de repente te secuestran, yo que voy a
hacer, te van a llevar, mejor te llevo a Huamanga.

Rodomila nos revela un problema que fue vivido en el campo; los secuestros o
“reclutamientos” que hacía SL de los y las jóvenes, y que luego en muchos casos significó
el sometimiento sexual de la mujer.

El tema de la violación sexual fue recurrente en las entrevistadas (cuatro de ellas tocaron
el tema con diversos niveles de implicancia) sin que se preguntara directamente sobre ello;
por eso cobra sentido como un problema que vivieron las mujeres en primera persona y
que están comenzando a visibilizarlo más, sin necesariamente decir que les sucedió a ellas.

Son situaciones que amenazaban constantemente a las mujeres en el conflicto armado;


sucedía en los diferentes pueblos, hasta en la ciudad; las mujeres vivían con ese temor de
ser asaltadas, con el temor en sus cuerpos, más allá si fueron violadas o no. Pero, por lo
que esta pequeña muestra nos revela, podemos decir que gran parte de ellas pasaron del
riesgo y el miedo a la violación, a ser las más afectadas por ese delito. Y por ello es
también relevante el reconocimiento de la señora Lidia de que estas terribles situaciones
fueron para ella un motivo de mayor decisión para seguir en la organización; aún cuando
no sea un motivo explícito expresado por otras socias, ella nos transmite un sentir
importante de las mujeres de ANFASEP.

Los vínculos en la organización:

En los testimonios de las señoras se manifiestan los sentimientos sobre su organización, lo


que las une con las otras mujeres, y también los desencuentros que se producen, así como
algunos aspectos de las relaciones entre las socias de base y la directiva. Estas vivencias
subjetivas e intersubjetivas se pueden entender teniendo en cuenta las diversas situaciones

106
vividas como organización desde sus inicios, es decir la historia de ANFSEP, como
también las propias historias personales.

Relación entre las socias de base y las dirigentes:

En las entrevistas y en el trabajo previo con las señoras de ANFASEP a través de los
testimonios y representaciones de las mujeres se encuentra que pueden darse formas de
relacionarse jerárquicas o excluyentes, y que faltan mayores mecanismos de
comunicación.

La relación excluyente, es una situación bidireccional, implica también una autoexclusión,


que se ha percibido también cuando las mismas señoras se callan, o no quieren hacer algo,
pensando que se equivocarán, o que lo harán mal.

Cuando trabajamos a nivel grupal en el 2008 estaban las demandas de las dirigentas por
una mayor participación de las socias, pero fue bueno que en ese experiencia estuvieron
miembros de la directiva y miembros de base, así pudieron escucharse mutuamente,
manifestando sus malestares, sus inseguridades y temores.

En la entrevista individual la señora Eudosia refiriéndose a los primeros años que estaba
en ANFASEP, manifestó: “Antes no sabíamos lo de la directiva… Ahora ya levantamos
la cabeza, ya no somos como niña, antes nos quedábamos calladas…”

La señora Eudosia ubicaba el lugar de la directiva como el del conocimiento, son como
distintos espacios o niveles; ella como miembro de la organización no conocía mucho,
pero luego fue aprendiendo, y más adelante llega a ser parte de la directiva.

A veces desde las socias de base se percibe que falta una mayor comunicación de la
directiva, y desde la directiva esperan que las socias sepan escuchar y expresar sus dudas y
opiniones. En el acompañamiento grupal trabajamos esto haciendo un sociodrama con
intercambio de roles, en el cual ellas pudieron reconocerse mutuamente en sus
perspectivas, darse cuenta por ejemplo que para la directiva no es fácil asumir la
responsabilidad.

107
En ese entonces por ejemplo una de las señoras de la directiva decía: “¿Porqué no
hablan? (…) Tenemos que participar todas para alcanzar la justicia. A veces un
intelectual, un abogado que nos orienta, puede estar equivocado y no dicen nada…”.

Con lo cual la señora Adelina demostraba que las señoras se pueden quedar calladas según
el revestimiento de autoridad que dan a quien están frente a ellas. Pero también frente a
esa pregunta de la señora Adelina y miembros de la directiva, una de las integrantes de
base respondió: “a veces tengo miedo de hablar, porque pienso que voy a hablar mal y me
van a criticar”.

Hay algunas mejoras en la participación como lo manifestó la señora Eudosia, que ahora
ya no se quedan calladas, sin embargo, todavía hay diferencias en los niveles de
participación y pocos nuevos liderazgos, por eso la señora Lidia en la entrevista como ya
se señaló, dijo que entre ellas no más han estado rotando en la junta directiva.

Por otro lado, las dificultades de las socias para expresarse son comprensibles si lo
relacionamos a cómo las mismas señoras líderes, que son o han sido parte de la directiva,
han tenido dificultad para poder hablar en otros espacios, con representantes del Estado
por ejemplo, y que poco a poco fueron desarrollando la confianza hasta que ahora lo hacen
con mayor soltura. Ellas con sus gestiones y coordinaciones han tenido la oportunidad
para avanzar en su fortalecimiento personal, lo que nos sugiere que en el caso de las
señoras miembros de base, pueden estar faltando los espacios y oportunidades para que
desarrollen su confianza y capacidades.

Sentimientos difíciles y manejo de las relaciones:

Otro aspecto son los sentimientos difíciles que también se viven dentro de toda
organización, y más en una organización donde hay tanto dolor y tanta injusticia sentida
por las cosas que han vivido. Hay unión y solidaridad en el colectivo, pero esto no es
puramente así. Hay cariño, compañerismo, pero también envidias, recelos, palabras
hirientes; confianzas y desconfianzas; y también resentimientos, dolor, en ese interactuar
con las otras. Y sin embargo, eso no apaga la fuerza, sobre todo de quienes han estado
liderando la organización y sienten la responsabilidad como líderes, sobre todo al asumir
un cargo. La señora Lidia expresaba esa parte, del malestar:

108
(…) A veces también parece envidia, hablamos tú has encontrado, pero yo no… entonces
otra forma quedas. (…) ella ya ha encontrado, ya estará tranquilo, que ya no entre a la junta
directiva, ya encontró ya… Esas cosas también me dicen, y a veces yo también me quedo
mal, resentida, cuando escuchas esas cosas: para qué ya va a entrar, ella ya encontró…

Estas situaciones son difíciles, pero también las señoras encuentran las formas de
fortalecerse y salir adelante, y también aprenden en esa interacción a comprender o
manejar mejor las cosas, como lo manifiesta Adelina:

(…) Aprendí también cómo llevarse con las mamás que son afectados (…) A veces algunos
te dicen cosas que no es, empiezan a inventarse, esas cosas también hay que saber llevar
cómo. (…) Así de esa forma aprendí cómo tratarlo a los demás, cómo a mí también tienen
que tratarme.

Soporte afectivo de la organización:

Si bien se ha mencionado que hay a veces desencuentros y malestares en la relación, esto


no significa que no haya un sentir de ser un colectivo que comparte objetivos; pero más
allá de eso, el sentir común sobre la pérdida de sus seres queridos, es lo que ha hecho que
se identifiquen, se comprendan mutuamente y se fortalezcan. La señora Eudosia señalaba:

Cualquier cosa, actividad, entre nosotros cocinábamos, ya más tranquilo como con mi
familia con las mamás. Como mi familia hemos confiado. Reuniones, canciones, ya hemos
acostumbrado tantos años y cuando fallecen lloramos.

El elemento afectivo de acompañamiento, de compartir vivencias, confiarse, es muy


importante para su organización. Eso también las motiva a seguir asistiendo puntualmente
a sus reuniones por más de 30 años, siendo algunas muy ancianas. Ese componente
afectivo es importante para la cohesión del grupo, y sobre todo para su bienestar integral, a
nivel personal y colectivo.

Pocas veces se resalta esto en los análisis sobre las organizaciones, más se ve su eficacia
en función a los objetivos explícitos, oficiales; pero para este colectivo de mujeres que han
vivido la violencia del conflicto armado, es tan valioso el compartir, reír, llorar, cocinar
juntas, para poder seguir adelante. Es por la experiencia vivida del conflicto, quizás
también por las carencias previas, y porque influye la socialización más afectiva de las

109
mujeres; que, como lo señalaron algunas estudiosas del género (Burin 1987, Benjamin
1996), está más orientado al cuidado y al reconocimiento de las necesidades del otro.

La señora Rodomila también da luces sobre este punto:

(…) me sentí más con la organización, como un grupo de familia, las marchas me gusta
bastante, reclamar con marchas, más fuerza, la unión entre familias de desaparecidos, todos
somos afectados, no importa la religión todos somos afectados.

Rodomila resalta el valor que ha tenido para ella ANFASEP, como grupo de referencia,
constituyendo una familia, caracterizada por la fuerza y la unión; quizás por la propia
experiencia de haber perdido a la madre; pero también por el reconocimiento que todos
comparten esa afectación.

Manky y Muñoz-Nájar (2014) también señalan éste vínculo de solidaridad emocional


entre las madres de ANFASEP como parte de sus capacidades organizativas. Refiere que
en los primeros años de formación de ANFASEP, la organización funcionó como un
espacio de contención y solidaridad para compartir experiencias, brindar apoyo emocional
y también comenzar a construir una agenda común. Pero estas capacidades de contención
no sólo se han manifestado en los principios de ANFASEP, sino que mantienen su fuerza
de contención y cohesión hasta la actualidad.

Ver la organización como una posibilidad también de generar recursos para la


subsistencia de sus familias:

Las señoras han desarrollado diversas iniciativas para generar recursos, aunque no han
sido tan sostenidos. Hay una tienda en ANFASEP, donde están los productos que algunas
de ellas han hecho, esta tienda se mantiene dentro de su local. Sobre estas actividades la
señora Eudosia manifestó:

Hemos coordinado para tejidos, bordados, para vender. Cuando falleció mi esposo paraba
tejiendo, bordando. Hay que abrir tiendita les decía, nos compran los turistas. Entonces
abrimos abajo primero y la madrina fue Juana Huancahuari. Y después hicimos chalina de
la esperanza. Más que nada con tejido, reíamos, hablábamos, chistes. A veces nomás
recuerdo, cuando las mamás lloran, a veces no quiero venir.

110
Se puede ver que sus conocimientos previos y habilidades, las utilizan en la experiencia
colectiva de emprendimiento para la obtención de recursos que va a favorecer a las
integrantes de ANFASEP. También nuevamente el aspecto afectivo se entremezcla, y el
“tejido”, es también el del encuentro entre ellas: como hilos que se enlazan con el diálogo,
la risa, pero también están los recuerdos tristes que se comparten. Hay una variedad de
hilos que entrelazan su tejido, y les dan el sentido de integración.

Responsabilidad y compromiso de las líderes:

Finalmente en esta sección resalto los sentidos que dan las líderes a los roles que han
venido asumiendo; su nivel de compromiso, sus esfuerzos y a veces el sentir que todo ello
no es tan reconocido. La señora Adelina manifestó: “Tenemos a veces muchos trabajos,
quizás no tenemos ningún pago acá en la organización, pero con el amor trabajamos en
la organización…”.

Y la señora Lidia habló desde su posición como líder que fue presidenta:

(…) cuando escuchas esas cosas: para qué ya va a entrar, ella ya encontró; entonces yo he
respondido, yo no estoy diciendo para entrar, ya he pasado ya, si otros quieren entrar que
entren, hay que elegir quién puede hacer bien; porque aquí nosotros no estamos ganando
dinero, no estamos ganando sueldo, tenemos que tener tiempo, vamos a dejar lo que
trabajamos, lo que hacemos para trabajar en ANFASEP…

En su testimonio en el libro de ANFASEP (2007), la señora señala: “algunas veces me


siento presionada por el cargo, pero no podría renunciar porque pienso que si me han
elegido, debe ser porque confían en mi”.

No es tan fácil no renunciar, hay momentos en que la señora Lidia pudo haber sentido que
quisiera dejarlo todo; en esta entrevista, en otro momento compartió que había otra cosa
que la “ha dejado mal”, pero que prefería no sea escrito; dijo que a veces quisiera dejarlo
(a ANFASEP), pero no lo ha hecho. Y no creo que lo haga, porque encontramos en ella,
más razones para seguir; su compromiso con la organización es muy fuerte.

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3. REPRESENTACIONES SOBRE LA RELACIÓN CON EL ESTADO Y LA
COMUNIDAD:

Es necesario reconocer que las autorepresentaciones de las mujeres organizadas sobre su


relación con el Estado, están dados en un contexto histórico-social de desatención del
Estado; el cual se reafirma frente a los daños personales y colectivos que dejó la violencia,
ante los cuales el Estado niega las responsabilidades que le compete; y con esa negación,
se niega también a las personas más afectadas, no se las reconoce en su valor y derechos.

El testimonio de la señora Eudosia es el que más revela este olvido y menosprecio de


ciertas vidas. En el 2010, ella me contó que iba cada año a buscar los restos óseos de su
esposo, habiendo pasado más de dos décadas, y aún lo ha seguido haciendo, cavando ella
misma en la tierra con sus propias manos. Una clara expresión de la falta de atención de la
sociedad y del Estado para encargarse de ello, para asumirlo como una vida del colectivo
apagada por la violencia, y responsabilizarse por ello; no verlo literalmente como el resto,
sobrante que no importa para el país. En la entrevista ella nos revela la falta de pertenencia
y protección en un Estado que no cumple su función: “Porqué se llevaron a mi esposo, si
el trabajaba para el Estado, y se lo llevan los sinchis!”

Esto se preguntaba con mucha consternación, viéndolo como algo sin ninguna lógica;
porque estando su esposo dentro del aparato estatal –era profesor en ese entonces, no fue
reconocido como tal. Trabajando para el Estado en forma legal, igual lo llevaron como si
fuera un terrorista. Es creer que se es parte de un orden institucional, y darse cuenta que no
es realmente así, y quedar sin el supuesto amparo del Estado. Salieron de su pueblo
huyendo de SL y luego es el propio Estado que finalmente lo desaparece a su esposo.

Eudosia nos muestra cuál fue la respuesta de las autoridades ante la situación de su
esposo: “Llevé papeles a la fiscalía. Acaso mi esposo era cualquiera cosa. Pero por gusto
hemos presentado con abogado, no recogían los cuerpos, más de una semana y nada. Por
eso cada año he ido a buscar”. El Fiscal le dijo (en ese tiempo que fue a pedir ayuda)
“tal vez no habrá muerto acá, sino en un enfrentamiento”, negando con esto toda la
realidad que ella comunicaba, y de la cual habían testigos.

112
Entonces hay un sentir de haber sido tratados, como señala Silva Santisteban (2008), como
desechos, basurizados. Incluso, literalmente, Eudosia vio a su esposo muerto abandonado
en el campo, expuesto a los animales como me contaba; y no se hizo nada frente a eso.

Ese mal trato, esa desatención desde el Estado, es algo que aún las mujeres siguen
percibiendo. Las señoras de ANFASEP muchas veces han acudido a las autoridades
buscando que se cumplan sus derechos de justicia y reparación, pero cuantas veces no las
han escuchado; o a veces las escuchan, reciben sus documentos, pero luego no hay
respuesta. La misma seora Eudosia decía: “No nos responde bien, nos marginan, ni quiere
reconocer nuestros documentos, no nos contestan”.

Y la señora Rodomila decía: “Nadine Heredia, ha ido a su casa a buscar, han conversado
(se refiere con la señora Angélica), y cuando entró al poder jamás ha llegado acá, y
mandamos cartas y cartas, tampoco nada, no nos responde, no tiene tiempo, tiene agenda
llena, así nos responde.

Cómo comprenden la respuesta de la sociedad:

Expresaron cómo ellas perciben que la gente ve a ANFASEP, la señora Eudosia señaló lo
que se comenta o piensa de ellas:

“Estas mujeres tendrán tiempo para que caminen, esas terrucas, ociosas mujeres”, nos
gritan. “Deberían rascar su panza”; hasta ahora, antes más. Pero he escuchado en la radio,
que estamos buscando limosna: “Caminan justicia, justicia, toda la vida, viejas ya están, qué
harán mascarán sus huesos”. Yo les digo a las demás que hablen, aunque te digan, no hagas
caso. Otras mamás rabian… Yo no les hago caso.

La señora Eudosia reconoce indiferencia y maltrato en la sociedad; y frente a las ofensas,


se reafirma y trata de animar a las otras mujeres para seguir adelante. Pero también hay
que reconocer esa indignación y rabia que ella nos transmite al hablarnos del sentir de sus
compañeras; una rabia por la incomprensión, por la desvalorización de su búsqueda, hasta
por la burla frente a su dolor. Con el paso de los años muchas como Eudosia, se han ido
fortaleciendo, o prefieren no sentir nada como protección de sus sentimientos; pero
también muchas sienten una rabia que se prolonga por tanta indolencia.

113
Esos comentarios de los otros muy cargados de insensibilidad y de una ideología que
acusa a todos los que reclaman derechos como “terrucos”; también manifiestan los
patrones sociales sobre lo que se supone deberían o no hacer las mujeres, “y aún más”, las
de mayor edad. Según estos patrones, ellas no deberían estar en marchas; quizás deberían
estar en casa descansando o haciendo las labores domésticas para que su acción sea
validada. Participar y revindicar la justicia, cuando lo hacen las mujeres, y más las mujeres
del pueblo o campesinas, no tiene sentido ni valor en este imaginario social machista.

Desde otra perspectiva, tenemos el testimonio de la señora Lidia, que registra los cambios
en la actitud de la gente; considerando que el Informe de la CVR ayudó a que la gente
conozca y se sensibilice por lo sucedido: “Después de la Comisión de la Verdad y cuando
escucharon los testimonios, la gente empezó a escucharnos y sentir. Antes ni las propias
autoridades querían hablar de eso”.

Macher (2014), que ha estudiado las agencias de las mujeres en los testimonios que dieron
en las audiencias públicas de la CVR; explica cómo las personas que las escuchaban,
quedaban impactadas, y reconocían, todo lo que habían sufrido las víctimas. Una oyente
dijo: “estoy sorprendida con esas mujeres, cómo sufren por sus hijos… es igual que
nosotros”. Esto refleja, hasta que punto llegó la invisibilización del otro; pues más allá de
sentir su experiencia como ajena, revela una discriminación y deshumanización, como si
por ser diferentes, campesinas, quechuahablantes, no sintieran igual como seres humanos.

Importancia del Reconocimiento para ANFASEP:

El sentimiento de no reconocimiento en relación a las autoridades y la comunidad es muy


grande, y está registrado desde el inicio de la organización; cuando fueron insultadas,
burladas, sin que se reconozca la injusticia que se cometió con sus familiares; y sobre
todo, con la negación de las desapariciones por el propio Estado. Fueron las mujeres las
que afrontaron el ninguneo; y más, por ser mujeres campesinas, quechuahablantes.

Esta situación, se inscribe en un no reconocimiento de sus pueblos, y como mujeres; que


viene desde antes del conflicto armado, y se ha prolongado a lo largo de estos años de
experiencia de la organización. Como escribí en un artículo (para la revista Rimarisum del
Movimiento de Derechos Humanos de Ayacucho), los desaparecidos en nuestro país, no

114
son sólo aquellos ejecutados y eliminados clandestinamente en el conflicto armado,
desaparecidos son todos los que son ignorados, los que no cuentan para el país.

Por todas estas experiencias anteriores, durante, y después del conflicto; las mujeres de
ANFASEP tienen como tema significativo, el reconocimiento. Lo vimos en la experiencia
previa de acompañamiento, y lo vemos ahora en las entrevistas individuales, cuando
señalan como un avance logrado: que ahora las reconocen más.

En realidad, el reconocimiento es esencial para todo ser humano, y cuando este falla en la
sociedad que nos debería acoger, atender, cuidar, será un punto crítico que requiere mayor
atención. Benjamin (1996), destaca la importancia para la constitución de sujeto, de
reconocer al otro como un “otro” también sujeto, que tiene su propia existencia y valor; y
explica los procesos psíquicos intra e inter subjetivos en la relación madre-niño, que son la
base de ese reconocimiento. Pero, vemos que esta dinámica, es extensible a la sociedad, en
la que nos falta mucho para reconocernos unos a otros como igualmente sujetos.

Por otro lado, el tema del reconocimiento es fundamental en la organización; pero las
mujeres no lo esperan pasivamente, las mujeres han venido trabajando en ello y reconocen
los avances. Constatamos que son “agentes de su propia manera de incluirse, de acuerdo
con sus propios objetivos y valores” (Tubino, Romero y Gonzales de Olarte, 2014:10).

La señora Lidia en la entrevista manifestó:

Con usted, con nuestro asunto hemos conocido, con todos también… Ya hemos avanzado,
todas las autoridades ya reconocen ya, todas las autoridades ya se han enterado todo, qué
reclamos hemos hecho, qué reclamo estamos haciendo.

Este cambio que ella percibe respecto a su organización es muy valioso, porque era un
tema fundamental que como organización querían desarrollar. Cuando realizamos el
acompañamiento organizacional (2008), ellas sentían que faltaba que los demás conozcan
qué es ANFASEP, y era uno de los objetivos que se plantearon. Ese conocimiento, implica
para ellas: ser reconocidas como afectadas por la violencia y en su derecho a la justicia.

Sin embargo, aún pueden sentir el olvido y la injusticia. Se sienten un poco más
reconocidas y escuchadas; pero en los hechos, el avance es muy lento, y entonces se
genera nuevamente el sentimiento de postergación.

115
Si bien la señora Lidia siente que hay un avance en el reconocimiento, quizás más
asociado al conocimiento de su situación; también en otro momento de la entrevista,
manifiesta que el gobierno no responde; las escuchan, tienen conocimiento, pero como ella
dice, no les hacen caso: “Del gobierno nunca dice nada... Vamos a Lima, a veces no
responden. No nos hace caso”.

Por su parte, la señora Sergia manifestó un sentimiento de mayor apertura de las


autoridades hacia la asociación; explicándolo por la propia capacidad de ellas para hacerse
escuchar, y resaltando los avances logrados. Lo cual nos revela el nivel de agencia que han
alcanzado las señoras, con la conciencia de su poder como colectivo:

Siempre nos atiende de esa parte, siempre que decimos Anfasep la puerta está abierta para
nosotros, sí de esa parte ya hemos hecho escuchar como sea nosotros. (…) Ya no estamos
como antes, teníamos miedo, a veces hablar, entrar y conversar con las autoridades, pero
ahora ya no, siempre entramos y normal hablamos.

(…) Como directiva, siempre tenemos que hacer recordar a las autoridades, aquí mismo
también… a pesar que son ayacuchanos… más antes a pesar que están aquí las autoridades
nadie nos apoyó…

Anival Cayo (comunicación personal, 25 de enero de 2017), que como miembro y asesor
legal de Anfasep, las acompañó en muchas gestiones a las señoras; señalaba precisamente
que las señoras tienen representatividad, que ahora, con “el sólo hecho de verlas, las
reciben bien, las escuchan”, tienen consideración de todo lo que vivieron; y que las
mismas señoras han sensibilizado a las autoridades o representantes de las instituciones
que no reconocían la problemática.

La afirmación en la verdad y la justicia, frente a la impunidad del Estado

La arbitrariedad de la Ley ha sido la respuesta que el Estado ha dado por mucho tiempo,
primero con su accionar durante el conflicto armado, y desde allí con una política de la
negación y el olvido frente a todo lo que ocurrió en nuestro país. Frente a esta política que
impone el Estado, las mujeres no se someten, porque reconocen en ello la arbitrariedad y
el abuso. Las mujeres de ANFASEP se han afirmado en el deseo de verdad y de justicia
con su presencia, su voz y sus acciones; logrando mantener la memoria de una verdad que
no se quiere reconocer. La señora Sergia manifiesta:

116
(…) Por que quiero saber de la desaparición de mi esposo, quiero saber su paradero, con
ese fin quiero saber (…) En la organización nosotras como mujeres siempre queremos hacer
valer nuestros derechos, por eso algunas socias también eran tildados de terrorismo.

Y la señora Eudosia, que sigue buscando “en la tierra”, y bajo tierra; reafirmaba su deseo
de verdad con bastante énfasis:

Mientras estoy viva quiero saber, cuando muera, mi caso desaparecerá, junto con mi hijo…
¡Es mi capricho, no es por nada, no es por plata, es mi cariño, me duele… Es mi capricho!...

Vemos que esa determinación de las mujeres en encontrar los cuerpos, en darles sepultura,
en saber la verdad; es auto-representado como “capricho”: como empeño, que se
reconoce firme, persistente, necesario, en un contexto de impunidad y de indiferencia
hacia el otro. Un contexto en el que el capricho, es la respuesta más racional y saludable
para alcanzar justicia. Un capricho conciente.

Sin embargo, este empeño, en un “orden” sociopolítico dominante que pretende


normalizar y negar todo, puede ser considerado “irracional”, y efectivamente muchos lo
califican así. Señalaba Freud (1930) que cuando la seguridad de que el orden jurídico no
se quebrantará para favorecer a un individuo o a los intereses de un grupo, se pierde, se
produce la rebelión contra esa injusticia; pero, para quienes detentan un poder arbitrario,
toda oposición y defensa de la legalidad, será tachada, deslegitimada. Como hemos visto,
para el caso de Anfasep, llamándolas “terrucas”, “locas”, etc.

La resistencia de las mujeres de ANFASEP, nos evoca a la insurrecta Antígona9 que se


revela frente a la Ley del Rey para que el cuerpo de su hermano no quede condenado a ser
carroña y darle los rituales fúnebres; esta gran mujer de la mitología y la literatura se
resignifica en nuestros tiempos en la subjetividad de las mujeres de ANFASEP.

Resistencia activa de las mujeres:

Frente a la política de negación e impunidad que han mantenido los gobiernos y


autoridades, las señoras de ANFASEP, han desarrollado diversas manifestaciones de
resistencia activa, y creativa, para reclamar por sus derechos y hacer memoria. Han
realizado marchas, plantones, romerías, vigilias; y articulándose con otras organizaciones

9
Personaje de la mitología griega, presentado en la clásica tragedia de Sófocles: Antígona, y en otras obras.

117
e instituciones, como las organizaciones de afectados, las ong’s y el movimiento de
derechos humanos, han participando de diversas acciones y campañas de incidencia.

En esta resistencia, la riqueza de su identidad cultural también se manifiesta en diversas


expresiones que transmiten sus necesidades, vivencias y sentimientos: como sus cantos
memorando a sus seres queridos, sus bordados y tejidos, la alfombra de semana santa (p.
124), o el Yuyachikuq: tradicional marcha que realizan cada año para hacer recordar a los
organismos del Estado, la agenda pendiente de justicia y los compromisos hechos; esto lo
realizan en el mes de la entrega del Informe Final de la CVR, en agosto.

Uno de los compromisos pendientes por el cual las señoras han venido tomando diversas
acciones en defensa y de incidencia, es la construcción del Santuario de la Hoyada, en la
zona colindante al Cuartel Cabitos, donde cientos de personas que fueron detenidas,
fueron asesinadas e incineradas. Sobre este tema la señora Lidia decía:

Estamos en reclamos de La Hoyada, yo quisiera verlo. Las autoridades ahora ya saben, ya


se han enterado, algunos están comprendiendo, y otros, poca importancia nos toma.
Tenemos que hacer nuestras movilizaciones, hemos puesto la Cruz para que respeten en La
Hoyada. Y al fin está amurallado.

Estas apreciaciones de la señora Lidia, reflejan una falta de respuesta del Estado, pero
también reconoce los avances logrados. Ahora podemos ver un mayor reconocimiento de
las propias acciones con las que han podido lograr algunos objetivos, como hacer
movilizaciones y haber puesto una Cruz en el terreno de La Hoyada (la cual lleva una
inscripción que señala lo sucedido en el lugar) para que no se siga invadiendo. Y también
se realizaron otras acciones como plantar hitos para delimitar la zona; las señoras y los
jóvenes con sus propias manos plantaron los troncos, y también con el apoyo del
Movimiento de Derechos Humanos de Ayacucho que realizó esta y otras acciones de
incidencia con las autoridades. Aunque este apoyo no lo mencionó la señora, y esto quizás
porque hay una conciencia del protagonismo que ellas tienen en todo este esfuerzo, porque
son las que fueron más afectadas o por su persistencia en tantos años.

El testimonio de la señora Eudosia en relación a otras organizaciones como las ONG’s,


también va por ese lado: “Nosotros estamos soñando de la organización, que cambie…
que haya justicia, reparación… Otras organizaciones su trabajo es apoyarnos”.

118
Las palabras de Eudosia, transmiten la capacidad de agencia y el protagonismo de las
señoras de ANFASEP, no es una relación de pasividad en la que las ONG’s dirigen o
manipulan a las señoras como muchas veces se interpreta. Pero esto también ha sido un
proceso en el que la organización ha ido progresando; Anival Cayo (comunicación
personal, 25 de enero de 2017), nos manifestaba que la forma como las mujeres se fueron
desenvolviendo en sus gestiones con autoridades, fue variando: al inicio eran
acompañadas por las ONG’s, después por un abogado externo, y actualmente por él que es
miembro de Anfasep, de la generación de jóvenes, que las apoya en la parte legal; pero
resaltando que el protagonismo en la gestión lo tienen las señoras.

Por otro lado, también se puede observar que el fortalecimiento de las mujeres y las
nuevas formas de resistencia, están asociados a condiciones diferentes en el entorno, en la
respuesta de las autoridades. Condiciones como la estigmatización de “terrorista”, y el
miedo a ello, han cambiado; y esto favorece también una mayor articulación de los
colectivos. La señora Lidia nos hizo referencia a la apertura con otras organizaciones, algo
que en el 2008 cuando trabajamos con ellas, todavía no se veía, había mucho recelo frente
a las otras organizaciones. Ahora nos dice con convicción: “Entre organizaciones
queremos juntarnos. Antes por susto no venían y ya no tenemos miedo a las autoridades”.

El trabajo de memoria, está presente en los objetivos y acciones de ANFASEP, a partir del
conocimiento que hay un sector de la sociedad y el mismo Estado que pretende dejar en el
olvido todo lo sucedido. La señora Adelina manifestó:

(…) tenemos que pensar que los jóvenes que vienen atrás hay que dejar una memoria, que si
no se preocupa el Estado, también como organización nosotros tenemos que preocuparnos,
por esa razón tenemos el Museo de la Memoria, también ahora que estamos exigiendo La
Hoyada que haga Santuario de la Memoria.

En estas expresiones vemos cómo se colocan como sujetos actores de los acontecimientos
en el país, como actoras que no sólo esperan pasivamente del Estado; pero a su vez, le
exigen -con la fortaleza que han desarrollado, el cumplimiento de sus obligaciones. Y son
concientes que las cosas se han ido logrando por sus acciones y su perseverancia, nada ha
sido reconocido fácilmente por el Estado.

La señora Sergia hizo referencia a las reuniones que tienen con las autoridades, en el 2015
viajaron a Lima para hablar con el ministro de Justicia sobre las reparaciones; junto con

119
organizaciones de afectados de otros departamentos, dejaron los documentos que
sustentan su demanda. Este año también han seguido haciendo un seguimiento. Las
señoras han desarrollado más autoconfianza y seguridad para expresar sus demandas y
plantear sus propuestas. Esto fue lo que comentó la señora Sergia:

En la organización nosotros siempre caminamos hablando mal que bien con las
autoridades…Exigimos que se cambie la ley 051, de reparación, y también haya la doble
afectación. De uno solo no más, todavía ha dado…

En ese viaje que hicieron a Lima también reclamaron por una Ley de Búsqueda de
Personas Desaparecidas, haciendo una vigilia, incidiendo con el Ministro, y en el 2016
continuaron con la demanda. Hasta que el 22 de Junio de 2016, el Presidente Humala ha
promulgado la Ley N° 30470 de Búsqueda de Personas Desaparecidas durante el periodo
de violencia 1980-2000. Un importante hecho para las familias afectadas en el Perú y para
todo el país, porque implica el reconocimiento de los delitos que afectaron las vidas de
miles de peruanas y peruanos. Es el reconocimiento que ellas estaban buscando, y que
abre un camino como país.

Las señoras a lo largo de los años han ido logrando avances en el reconocimiento de sus
derechos, se logró el trabajo de la CVR, se logró la Ley de Reparaciones y ahora la Ley de
Búsqueda de Desaparecidos. Con este logro, una vez más pueden darse cuenta que no han
caminado en vano, y también seguir aprendiendo que articuladas con otras organizaciones
e instituciones se puede lograr más; que no es fácil, pero se puede cambiar las políticas del
Estado y se puede construir la memoria y la justicia que están buscando.

Hablé con algunas de las señoras el día de la Promulgación de la Ley de Desaparecidos y


estaban muy contentas, pero a la vez concientes que todavía tenían que hacer mucho. La
señora Adelina, presidenta, expresó: “ahora todavía tenemos que ver para que se
implemente, para que se cumpla”, y agradecía el apoyo de todos. La señora Sergia,
miembro de la directiva, me hizo referencia a todo lo que habían hecho para que esto se
consiga: “que alegría señorita, para eso hemos estado caminando estos días, hemos
hablado con el ministro, con la Defensoría, con radio programas”. Igualmente la señora
Eudosia y la señora Lidia estaban muy satisfechas recordando las cosas que habían hecho,
la señora Lidia manifestó que en Ayacucho hicieron una vigilia, la señora Eudosia recordó
que había viajado a Lima para eso.

120
Se observa que conseguir los objetivos buscados, contribuye a su conciencia de logro
como colectivo, y a seguir firmes en sus agendas. Esto las motiva y ayuda a superar las
frustraciones, el agotamiento que han sentido ante las postergaciones.

Perspectiva para mejorar el trabajo en redes:

Las señoras reconocen el aporte de las otras organizaciones para el fortalecimiento de su


organización, y para el logro de los objetivos. La señora Lidia manifestó cómo con las
capacitaciones se han fortalecido; pero también piensa que falta trabajar más en
articulación con otras organizaciones, incluso las que no trabajan el mismo tema; sin
embargo, esta última comprensión no la encontré en las otras entrevistadas que
reafirmaron que el tema que trabajaban es por los derechos humanos. La señora Rodomila
señaló que han salido en la marcha por el Día Internacional de la Mujer, pero como algo
más circunstancial.

El testimonio de la señora Lidia fue:

Ahora yo pienso cuando hay reclamos del Frente de Defensa, deberíamos participar porque
nosotras también somos de ese pueblo. En reclamo por el agua, la luz, todos (…) Si tú me
acompañas, yo te acompaño. De eso estamos mejorando, pienso que podemos apoyar entre
autoridades, llamarnos. Esas cositas fallamos en organizaciones. A veces pienso que tal vez
no comprendan, que tal si no sé explicar…

ANFSEP no se ha integrado al movimiento social más amplio, que implica trascender su


agenda particular, y reconocerse en las luchas del pueblo, o propiamente de las mujere,
por una mayor equidad social. La señora Lidia piensa en esto, pero no se anima a decirlo,
siente que tal vez no la comprendan, o que no va a saber explicar; pero quizás tenga más
sentido lo primero, ya que no es algo que sea avizorado por las demás socias, entonces
todavía no hay las condiciones necesarias para que ella pueda sembrar esa semilla.

No obstante; esta situación de desarticulación no es atribuible sólo a ANFASEP, sino que


también sería un síntoma de la situación de las organizaciones en nuestro país. Tampoco
mencionaron nada de otros movimientos sociales en el país, como la defensa del agua
frente a la contaminación minera. A pesar que les compartí que en la tesis iba a trabajar
también la participación de las mujeres en los contextos de conflicto socioambiental, esto

121
no generó mayor comentario. Incluso en algunas zonas de Ayacucho, hay problemas por
la industria extractiva, pero no es un tema que como región lo hayan asumido.

Percepciones críticas sobre lo político:

Como hemos visto las señoras de ANFASEP han venido realizando diversas acciones de
envergadura política, en la búsqueda de solución frente a la problemática que las afecta, y
que también la asumen como un tema pendiente para el país. Sin embargo, varias de las
señoras no identifican su accionar con la política; porque según la noción común de la
política, lo relacionan con la actividad de los candidatos al gobierno y las autoridades
elegidas; y porque las acciones de éstos, han contribuido al desprestigio de esa política.

La señora Eudosia manifestó:

Nosotros estamos por alcanzar justicia. No es política. (…) Nosotros buscamos nuestros
fallecidos, nosotros buscamos justicia. Políticos, te dicen te vamos a hacer pagar, por
ejemplo Ollanta Humala, su esposa nos dijo: cuando mi esposo entra ustedes van a alcanzar
justicia. Alan García después nos ha dicho ‘terrucos, que se queden con esa migaja’ ” -este
último también fue a ANFASEP prometiendo reparación cuando estaba de candidato a la
presidencia y después aprobó la más mínima “reparación”.

También la señora Rodomila señaló:

No hacemos política, nosotros somos parte de los defensores de derechos humanos,


defendemos para que no se repita, transmitimos a la nueva generación, para que no vuelvan
a vivir, sin fines de lucro (…) política es como los candidatos, se comprometen, promesas no
cumplen y a nosotros nos utilizan también.

Por un lado, vemos que las señoras no se identifican con la política (convencional) por la
relación directa que han tenido con los candidatos y autoridades de gobierno, quienes han
reforzado la idea de una política asociada a la mentira, al fin de lucro y los intereses
partidarios. Y por otro lado, vemos que la política viene siendo circunscrita al tema
electoral y del gobierno; lo cual es parte un discurso dominante que no reconoce otras
formas de participación política, y que como lo señala Montero (1991), es una forma de
despolitizar el accionar de los ciudadanos. El trabajo de los ciudadanos en búsqueda de
justicia, en defensa de los derechos humanos y la memoria, no se reconoce como acción
política en esta narrativa dominante.

122
CONCLUSIONES:

Hemos visto cómo los diversos procesos de participación emprendidos por las mujeres
desde su organización ANFASEP, han incidido en sus subjetividades. Con un cambio en
las representaciones de sí mismas, fortaleciendo sus capacidades personales y
organizacionales. Generando otras maneras de relacionarse con su entorno y logrando
avances en relación con el Estado, para el reconocimiento de sus derechos. Todo esto
implica un proceso de reconfiguración de sus autorepresentaciones, en el cual se afirman
como agentes productoras de nuevos sentidos. Un proceso que no está exento de
dificultades, de esfuerzos y contradicciones a lo largo del camino; y que transita desde el
dolor, el miedo, la rabia, hasta el fortalecimiento personal y colectivo.

Representación de sí mismas:

Las mujeres entrevistadas perciben que afirmaron su capacidad de agencia y se


fortalecieron desde la participación organizada que emprendieron con otras mujeres frente
a los hechos del conflicto. Se representan a sí mismas como sujetas más activas en el
escenario social, mujeres que trabajan por los derechos humanos y la justicia. Ampliaron
sus roles de género y su espacio de acción para intervenir en el escenario político.

La mayoría de mujeres entrevistadas tuvo muchas carencias tanto económicas como


afectivas en su infancia y adolescencia. Sobre todo en el tema de la educación, cuatro de
las mujeres no completaron sus estudios de primaria y secundaria. Todo esto ha influido
en las limitaciones que han sentido en su desenvolvimiento, en diversas experiencias.

Hay una conciencia y afirmación desde el dolor. Sienten que la experiencia vivida les hizo
abrir los ojos frente a toda la injusticia que estaban viviendo, y reconocieron que tenían
que luchar frente a ello, exigiendo verdad y justicia, sintiéndose sujetos de derecho.

La defensa de derechos humanos que emprenden es sobre todo desde la pérdida de sus
seres queridos, desde su condición de madres o viudas; no tanto sobre ellas como mujeres.
Aunque, observamos que empiezan a manifestar la afectación a la que ellas,
particularmente como mujeres, estaban expuestas.

En todo ese proceso, las mujeres no se han quedado en la posición de victimas pasivas y
han pasado a ser protagonistas de sus historias. Uniéndose a otras mujeres con quienes

123
compartían el dolor y el coraje, han caminando y trabajando juntas por alcanzar la justicia.
Este camino las ha fortalecido y han superando algunas condiciones dadas por la
marginación social; potenciando sus agencias con las que venían saliendo adelante con sus
familias, para desarrollar nuevos aprendizajes desde su organización.

Representaciones sobre su organización:

Las mujeres de ANFASEP valoran la necesidad de estar unidas para lograr sus objetivos.
Este accionar conjunto está en la memoria de sus inicios en que las mujeres buscando a
sus familiares se iban encontrando unas con otras, identificándose con la misma búsqueda.
Pero también es una fortaleza de la organización que ha perseverado y ha ido avanzando
cada vez, a redes más amplias de articulación.

Esa unidad que sintieron las iba ayudar en el inicio de su organización, la han mantenido
por muchos años; logrando sentirse como una gran familia, donde tienen un soporte social
y emocional: un espacio sanador frente al dolor de la pérdida y también un lugar donde
compartir sus experiencias cotidianas como mujeres y madres.

Sobre su participación en el escenario político, para ellas ha sido un caminar juntas


buscando la justicia. En el caminar juntas se condensan sus acciones como ANFASEP;
esa es la expresión que más usan para referirse a su práctica colectiva, “caminábamos”,
“seguimos caminando”. Ese caminar implica para ellas: organizarse, salir en marchas,
hacer vigilias, hablar con las autoridades, presentar documentos, concretar los lugares de
memoria, y otras acciones de incidencia para lograr sus objetivos.

Esa experiencia de participación, como un caminar juntas, viene de su propia historia. Ya


que caminar fue lo que literalmente hicieron por cerros y cuevas buscando a sus familiares
desaparecidos, llevando a sus hijos en brazos. Haciéndose cargo de la doble tarea de
buscar justicia y sostener a la familia. Caminaban solas, caminaban juntas, “caminaban
como locas” (es lo que muchas veces escuché decir a las señoras refiriéndose a los
momentos de desesperación cuando buscaban a sus familiares desaparecidos); y como la
justicia demora, han seguido caminando para poder alcanzarla y construirla.

La participación organizacional para las mujeres, en el contexto del conflicto armado, ha


sido bastante complicada; porque ellas asumieron, tanto la búsqueda de justicia, como el
hacerse cargo, solas, del sustento familiar. Además, se hicieron cargo de proteger a su

124
familia; sobre todo a los varones adultos, frente al riesgo de ser detenidos o desaparecidos.
Y vivieron la vigilancia, represión y acusación desde el Estado y la propia comunidad.
Entonces, la participación de las mujeres no ha sido un proceso continuo, ha habido
avances y repliegues; momentos de miedo y otros de mucha fortaleza.

Las mujeres han percibido dificultades o limitaciones en el desarrollo de su participación,


en el manejo de los aspectos organizativos y en el vínculo con los interlocutores,
relacionándolo a la falta de estudios, o al dominio del idioma castellano. Todo esto revela
condiciones previas de marginación de la mujer donde se intersecta la desigualdad
económica, de género y étnica. Se mantienen las relaciones de poder donde la lengua
quechua, la procedencia andina, el ser mujer, están en una posición subalterna.

Hay significados en común respecto a la organización que tienen las mujeres; pero su
involucramiento y perspectiva de los objetivos puede variar según las propias historias,
experiencias personales y el nivel de liderazgo que asumen en la asociación.

Y hay sentidos subjetivos que no son necesariamente planteados como objetivos de su


organización, pero que son muy relevantes para la participación de las mujeres:

 Resalta el soporte afectivo, el sentido de pertenencia que las mujeres encuentran en


su organización.
 Ver a ANFASEP como un proyecto creado y construido en colectivo por las
mujeres y que debe seguir adelante. Como el hijo que sacaron adelante al quedar
viudas.
 Encontrar que en ANFASEP, en el colectivo reunido: el familiar desaparecido está
presente, está vivo en un nuevo sentido; y que ellas no los abandonan, como
madres, esposas.
 Y planteo que también es una fuerza para seguir, el haber sentido la violencia en sí
mismas como mujeres, por el miedo a la violación o la misma violación a la que
muchas mujeres estuvieron expuestas. Una violencia que siempre se calló, pero que
no se borró de sus memorias. Y que al comenzar a expresarse ahora, revela la
significancia que ha tenido para su participación, aunque no fue manifestado.

Reconocen y valoran los progresos de su organización; hay una capacidad de


resignificarse y crear nuevas estrategias para seguir avanzando. Los objetivos de la

125
organización fueron resignificados y ampliados, desde la búsqueda de sus desaparecidos,
el reclamo de justicia, hasta el trabajo de verdad y memoria para el país. Además, han
reconocido la importancia de articularse y establecer sinergias con otras organizaciones de
afectados y con instituciones de la sociedad civil. Y dentro de la propia organización,
renuevan las estrategias para reforzar la integración y continuidad de ANFASEP.

Representaciones sobre relación con el Estado y la comunidad:

En relación al Estado y a las organizaciones de la comunidad, las mujeres se posicionan


como actoras políticas avanzando desde el nivel local y regional, hacia lo nacional.
Trascendiendo la búsqueda personal y familiar de justicia, buscan colocar la problemática
en la agenda pública, como un pendiente para el país.

Ellas han venido trabajando para que su problemática sea reconocida y atendida por el
Estado, en un marco de relaciones de poder en el que el Estado ha querido negar los
hechos de violencia que también cometieron las fuerzas del “orden”, y actuar con
impunidad. Ante ello, ANFASEP ha desarrollado una resistencia activa en la búsqueda de
justicia, contribuyendo a una memoria que no borre lo vivido.

Pese al valor político de su resistencia, ellas la diferencian, con énfasis, de la política;


porque consideran la política en el sentido tradicional, como ejercicio electoral y de
representación de las autoridades. Y por su experiencia con candidatos y autoridades, que
ofrecen cumplir sus demandas y no cumplen. Por eso, ellas se reafirman como defensoras
de los derechos humanos que trabajan por la justicia; diferenciando ello, de la política.

El tema del reconocimiento por el Estado y la sociedad, es crucial para las socias de
ANFASEP. Ellas sienten que es un proceso en el que se ha avanzado, y en el que el
reconocimiento no viene sólo del Estado; sino que ellas han ido logrando que se reconozca
su accionar y su justa demanda. Ahora hay un sentir de ser más escuchadas y reconocidas,
que particularmente valoran mucho por la historia previa de la organización cargada de
rechazo y estigmatización hacia ellas. Sin embargo, los sentimientos de reconocimiento
son ambiguos, porque este escucharlas o reconocerlas en el discurso, muchas veces no se
concreta en los hechos; entonces, también sienten que hay una postergación.

126
Hay un reconocimiento de sus agencias y capacidades organizativas para incidir en las
autoridades, con la convicción que las autoridades escuchan y responden con hechos
concretos en razón a sus diversas acciones como ANFASEP y a su perseverancia.

Hay una conciencia de la trascendencia de sus objetivos para el país, para el futuro, para
los jóvenes; más allá de la justicia que quieren lograr en relación a sus casos personales y
familiares. Siendo este compromiso más asumido por las señoras que tienen mayor
liderazgo, quienes lo ven como una responsabilidad que tiene la organización.

Perciben tanto cambios como continuidades en las respuestas del Estado y de la


comunidad en relación a su problemática: Mayor sensibilidad en los ciudadanos y
autoridades (antes “no sentían nada”), mayor conocimiento de su problemática, y son más
escuchadas. Pero, sienten que falta más comprensión de la gente, que no entiende porqué
ellas continúan organizadas; y que el Estado no responde con suficiente voluntad política.

Alfombra elaborada en Semana Santa con apoyo de Juventud Anfasep


Motivo: Las Madres en el lugar donde se proyecta el Santuario de la Memoria
Donde sus seres queridos fueron desaparecidos
Donde llevarles flores, hacer una oración…
Dejar memoria

127
CAPÍTULO VI: AUTOREPRESENTACIONES DE LAS
MUJERES ORGANIZADAS FRENTE AL CONFLICTO CONGA

Nosotros luchamos por el futuro; los demás no entienden,


nos dicen terroristas, antimineros. Con el conflicto hemos
tomado conciencia de nuestra realidad (…) hemos tomado
conciencia para defender la tierra; y como mujer,
estamos haciendo oír nuestra voz.
Lucy Ortiz 10

En este capítulo se analizan los significados y sentidos que las mujeres construyen de su
participación en el conflicto Conga; la cual se viene dando en el marco de la resistencia
que viene haciendo su comunidad, en la actualidad, frente a las intervenciones de la
Minera Yanacocha. Esta participación, en principio se da como parte de la Plataforma
Interinstitucional de Celendín, y posteriormente las mujeres han buscado conformar su
propia organización.

En ese proceso, las configuraciones subjetivas de las mujeres revelan una construcción
común desde sus experiencias en colectivo; pero también algunas diferencias de acuerdo a
las experiencias personales, a cómo cada una ha vivido el conflicto en la relación con su
entorno y a cómo se van han involucrado en la defensa del agua.

El insumo para este análisis, son las entrevistas individuales realizadas a las mujeres
seleccionadas, que vienen participando en defensa del agua; pero también se tendrá en
cuenta el análisis que hicimos de la experiencia previa de acompañamiento psicosocial, a
las mujeres y varones afectados por los hechos de violencia del 2012 que presentamos en
el capítulo IV.

Así como se señaló para el análisis del caso Anfasep; en este capítulo hemos recogido los
temas en las tres áreas generales propuestas por la tesis: personal, organizacional y de
relación con el Estado; pero también, se han tomado en cuenta los propios énfasis o temas
de interés de las señoras. En ese sentido, añadimos un área general más para el presente
caso: el de la relación con la naturaleza.

10
La Señora Lucy es miembro de “Celendinas luchadoras defensoras de la Pachamama”. La cita es de la
entrevista realizada para la presente tesis en noviembre del 2015.

128
1. LAS MUJERES QUE LUCHAN POR EL AGUA Y LA VIDA

Marcha de mujeres en Cajamarca. Fuente: Celendín Libre

A continuación presento a las señoras de Celendín que participaron de esta investigación


con sus relatos, transmitiéndonos su experiencia de ser parte de un colectivo que lucha en
defensa de la vida y el agua; y que han sufrido momentos críticos de violencia en su
comunidad que ocasionaron la muerte de cinco personas.

SEÑORA LUCY:

La señora Lucy tiene 60 años, integra la organización “Celendinas luchadoras defensoras


de la Pachamama” la cual es parte de la PIC. Ella y su familia vienen participando en la
defensa del agua, sobre todo con su hijo y su esposo. A su hijo en el 2012 lo detuvieron y
golpearon por estar grabando las acciones de la policía en la plaza de Celendín.

Cuenta cómo se integra a “Celendinas luchadoras defensoras de la Pachamama”:

“a raíz de una capacitación, un tallercito, comenzaron a invitar a todas las que nos veían
en la marcha (…) la idea es que como mujeres a parte de tener nuestro pensamiento y
seguir defendiendo, nos agrupemos, para seguir aprendiendo y ver una actividad
productiva (…) Y agrupándonos como mujeres, hay ong’s que desarrollan capacitaciones.

Una de las propuestas es que nos sigan capacitando para tener bien claro la
problemática que tenemos acá, prepararnos y saber bien lo que defendemos. (…) Aunque

129
los años que hemos tenido de la lucha, siempre ha habido vigilia, que ha sido de bastante
alivio para informarnos de la problemática. Desde que nos balearon, como que nos
cortaron todo eso. (…) Tanto mujeres como hombres hemos tenido experiencia en toda
esta resistencia que se ha tenido…

Nosotros luchamos por el futuro; los demás no entienden, nos dicen terroristas,
antimineros. Con el conflicto hemos tomado conciencia de nuestra realidad, yo antes no
sabía que había lagunas en Celendín… (…) a partir de lo que pasó, hemos tomado
conciencia para defender la tierra; y como mujer, estamos haciendo oír nuestra voz. Sí,
acá se dio la oportunidad de algo muy fuerte...

Como mujeres nos afecta más directamente… que pasamos en casa más, el agua es
indispensable. Y yo como mujer me identifico con la pachamama porque nuestro vientre
da frutos. (…) Ahora hay varias mujeres luchadoras que en una forma u otra están, en las
canciones, en las marchas (…) A mí me encanta la computadora, los videos, lo
presentamos en una vigilia, eso me gusta contribuir.

Las mujeres somos más convencidas por lo que luchamos, y yo no lucho sólo por
Celendín, lucho por todo el planeta. Yo con mi negocio diría voy a llenarme de clientes,
pero eso es momentáneo (…) No es sostenible. Tú no puedes estar luchando sólo por ti
como egoísta, sino para los demás.

A raíz de lo que sucedió a su hijo:

Pensé que a mi hijo lo iban a matar… El fiscal nos dijo, si es problema de Conga ya no se
puede hacer nada. Impotencia que uno siente que las autoridades se vuelvan en contra de
nosotros. (…) Ver la injusticia que hay te da más fuerza, coraje, comprometerte aún más
por tanto abuso que se comete. El gobierno que supuestamente debe proteger… a la
población lo maltratan, lo marginan.

SEÑORA JENNY:

Jenny tiene 35 años, es presidenta de base de mujeres de la ronda campesina de


Molinopamapa en Celendín. Participa en la PIC, además también participa a nivel
nacional en la FEMUCARINAP. Ella es una de las y los dirigentes que está siendo
judicializada-criminalizada, por estar liderando las protestas.

130
Nos habla de su organización de base y la participación en la PIC:

“Como rondas campesinas pertenecemos a un eje de la plataforma. En cada comunidad


tenemos nuestra propia junta, hay base de mujeres y varones, allí soy presidenta de la
base de mujeres. En Celendín ancestralmente, casi todos los distritos comunidades, somos
ronderos, viene desde nuestros abuelos; mis padres, mis abuelos han sido ronderos”.

“Cuando una lucha con la convicción transparente (…) y enfrentas todas tus denuncias
que vengan, lo vas a enfrentar con un perfil bien alto, porque tu sabes en tu conciencia
que no te estás vendiendo, ni te estás beneficiando…”

Perspectiva de género y alcance de la lucha:

“Y aparte también, como mujer, yo busco un equilibrio, donde el hombre no es quien más
pese, ni siquiera la mujer, sino que ambos luchemos por los mismos intereses….lo que
pasa es que el hombre se ha contaminado, y a veces el hombre se aprovecha del poder de
ser el pilar del hogar, y viola los derechos de la mujer…”

“La lucha social no es solo el agua (…) los conflictos sociales no solo es Conga, es
muchos atropellos (…) porque ahora el campesino y el ciudadano ya no tenemos voz ni
voto (…) al final si tú no estás de acuerdo, ellos igual te imponen…”

“sí pienso que la mujer tiene la seguridad en cada opinión que da. Incluso si la mujer
tomamos decisiones, (…) no solo queda en un querer, sino que lo hacemos.

Cuando tu entras a una lucha social, dejas de pensar en ti, no personaliza; sino que dices
esto quiero para mi nueva generación; porque quizás ya no podamos estar nosotros,
somos luchadores sociales, quizás estamos en las cárceles, o nos quiebran a medio
camino…”.

‹‹Hay compañeras que me dicen tú te vas porque eres una madre desnaturalizada (…)
sin darse cuenta que dejar a tu hijo también es valor, y salir con él también es valentía, yo
me iba con mi hijo, me he ido al Marañón con mi hijo. Una anécdota con mi hijita: me
decía tú me abandonas por ir a la lucha, y una vez la llevé a la reunión y las compañeras
le enseñaron a hacer la ofrenda a la pachamama y le hice recorrer las lagunas; entonces
a mi hijita le encantó, dice “ya sé mi mamá porque lucha tanto”, ahora me defiende››

131
Cambios y aprendizajes desde la participación:

“Yo he descubierto en mí cosas… no sabía que un día tú tenías que mover muchas masas,
no sabía que esa capacidad la tenía, no sabía que era artista, no sabía la pegada que
tenía que tener en la lucha, porque las arengas, las canciones que se presentaba en ese
momento, lo que yo construía en cada comunidad…

Hay muchos cambios, porque en mi vida personal, y en la vida personal de cada


compañera que yo conozco, uno que su autoestima ha crecido, dos que ha mejorado la
fraternidad, lo amical, y también la independencia de cada mujer, y en los liderazgos, que
es lo más importante.

Las mujeres digamos que sí somos un escudo fuerte para los hombres… las mujeres en
todas partes hemos caminado, y las que hemos movido masas, hemos sido nosotras. Los
varones dicen vamos a estar, pero a la hora de la verdad, hay que tengo que trabajar…
que tengo que hacer eso…”

SEÑORA SANTOS:

Ella tiene 57 años y es miembro de “Celendinas luchadoras defensoras de la Pachamama”,


perdió a su joven hijo en los momentos críticos del conflicto en julio del 2012; ella
también participó en el acompañamiento psicosocial que realizamos en el 2012-2013. La
señora Santos desde antes que su hijo sea asesinado participaba en las movilizaciones en
defensa del agua. La señora Santos empieza presentándose:

“Yo soy la madre de Joselito, soy la persona que estoy luchando desde el inicio que se
empezó esta lucha del agua, yo estoy allí, adelante, perdí a mi hijo en la lucha, yo sigo
adelante por mis hijos, por mis nietos, porque sabemos que el agua es la vida. Segundo,
también por encontrar alguna justicia que se haga, que se investigue, pero
desgraciadamente yo creo que no hay justicia en esta tierra, porque los papeles de los
muertos ya se ha archivado (…) pero así aún yo sigo adelante apoyando…”

“Cómo es eso que este gobierno maldito, traicionero, que no piensa, no recapacita, que
estamos defendiendo el agua para toda la gente, todo el Perú; porqué dice el desarrollo,
el desarrollo, será el desarrollo de la matanza porque nos van a matar a pausa (…)

132
entonces debe pensar en vez de matar nuestras lagunas, más bien hubiera desarrollo
hubiera semilla, hubiera ganadería, agricultura…”

“Nosotros no estamos manipulados ni por Santos Gregorio, ni por nadie, porque nosotros
hemos abierto los ojos gracias a esos malditos internacionales mineros que han venido a
explotar nuestro Perú, nuestras tierras, nuestras lagunas, nosotros hemos abierto los ojos
porque conocemos, vivimos, palpamos con nuestros propios ojos…”

“Yo participo en las organizaciones de mujeres, nos reunimos para salir, para opinar
cualquier cosa nos reunimos, estamos en la plataforma, en la ronda, al grupo de mujeres
también. Antes de participar en la lucha por el agua no participé en nada…”

Mis hijos me llamaban la atención, que la policía… pero poco a poco se dieron cuenta.
Porque yo les dije hijitos vamos a defender el agua, yo me estoy saliendo a la lucha, sabes
qué hijito, porque te quiero, porque te amo (…) hasta que todos mis hijos se convirtieron.

Cambios y aprendizajes desde la participación:

“Siento que alguna cosa si conozco, porque más antes no teníamos nada, sabíamos
solamente cocinar, pero ahora como hemos salido bastante a reuniones, hemos ido a
Lima (…) También he ido a lima a hablar en la universidad de San Marcos sobre el
problema. (…) tengo también mis videos de eso que he hablado, cantando”

…más antes nada sabíamos, como éramos del campo, no teníamos educación (…) he
sufrido mucho, no he conocido, pero desgraciadamente, pero por una nos han hecho bien,
también, porque en base a eso ya conocemos otras cosas, practicar con otras…

Ahorita, ya yo si sé defenderme, porque ejemplo alguien que por allí dice, ‘ah esa ociosa,
abre su boca’, yo le digo no es así, las cosas son así que tenemos que defender el agua,
qué animal va a vivir así, que persona, qué planta va a vivir así (…) Y algunos ya tienen
conciencia.

No debemos quedarnos solo en la casa, ahora hay mujeres congresistas, presidentas, hay
mujeres que son de alto mando, entonces porqué las mujeres tenemos que ser escogidas
que somos en la casa, ya tenemos que conocer”.

133
SEÑORA CONSUELO:

La señora Consuelo tiene 47 años y pertenece a la Asociación por la defensa de la vida y


el medio ambiente –ADEVIMA, que también es parte de la PIC, y en la que ella realiza
una acción muy dedicada de apoyo a los campesinos ronderos que están siendo
judicializados por defender sus recursos en la zona del Marañón aledaña a Celendín.
Consuelo hace un seguimiento de sus casos, cuando la conocí acababa de llegar de su viaje
por el Marañón y transmitía muy emocionada el respaldo del pueblo en los lugares donde
estuvo.

La señora Consuelo empieza hablando del impacto que ha sufrido el pueblo de Celendín, y
sobre el legado de su padre en la defensa frente al proyecto Conga:

“Quizás el impacto es menos en el tiempo, pero ahí está, nos ha dejado huella, nos ha
movido. Hemos tenido mucho tiempo de dolor, de impotencia. ¡Cómo la empresa viene a
trastocar los valores de toda una región!

Mi padre era el que estaba en frente de la lucha por Conga. Cuando muere mi papá
dijimos no ser sólo personas receptivas, eso nos empuja a salir. Y como legado de mi
padre ayudamos a los denunciados.

El martes llegué en la madrugada de acompañar a los campesinos denunciados. Hemos


venido muy contentos porque la gente nos pregunta y se solidariza con nuestra causa.

Mi papá creó la Asociación para la defensa de la vida y el medio ambiente –ADEVIMA.


Nosotros hemos tomado el nombre y con esa mística lo sacamos adelante. Cuando mi
papá lo fundó eran varones. Ahora las que más participamos somos mujeres, somos cinco
en constante actividad. Entre nosotras podemos adecuarnos a nuestros horarios.

Nuestra acción específica es el acompañamiento de los demandados. (…) los abogados no


nos quieren defender. Un solo abogado es nuestro abogado y ya está saturado. Nuestro
objetivo es verlos libres a nuestros ronderos, porque sabemos que no han cometido
ningún delito, están acusado hasta de cadena perpetua.

Para tomar conciencia de todo esto hay que trabajar, porque cómo conoce el campesino
de todas estas vulneraciones porque no llega a las comunidades datos, a las justas estas

134
personas vulneradas en sus derechos conocen, para ellos es sorpresa. Pero en su
jurisdicción saben administrar justicia de la mejor manera…

La prensa se encarga de lavar sistemáticamente la cabeza de la gente que los escucha. De


manera sistemática, haciéndose los tontos, todas las noches, raje, raje. Radio Nor Andina
me han cerrado las puertas, porque tienen miedo que se escuche nuestros puntos de vista.

Esta lucha es de toda la vida, es eterno, porque estas empresas nunca se van a ir, dicen
que se van a ir y allí están. Entonces tenemos que sensibilizar…

También siento temor, a veces nos amenazan, más por mis hijos. Para mi esposo tampoco
es tan fácil, tenemos que conversar, llegar a acuerdos. A veces mis hijos me reclaman, y
yo les digo que se acostumbren, porque su mamá no es exclusividad de nadie. A mi hija
mayor le digo: acostúmbrate a ver que soy útil, no sólo para la familia.

SEÑORA ADELAIDA:

La señora Adelaida tiene 41 años participaba de la PIC, pero ahora se ha distanciado. Su


esposo fue asesinado, le cayó una bala en los hechos de violencia del 2012. Se quedó con
dos hijos adolescentes, y ahora tiene una nieta de 2 años. Actualmente está trabajando en
la Red de Salud en la limpieza para sacar adelante a su hija e hijo que están llevando sus
estudios superiores. Ella participó del acompañamiento que hicimos desde la CNDDHH.
Cuando me comuniqué para plantearle la entrevista manifestó que se sentía muy triste, que
“las cosas pasaron y se dio todo al olvido y que alguien se acuerde me da aliento”.

Nos habla de la situación de los familiares de los asesinados:

Al comienzo 6 meses nos reunimos, después desunión. Ya no quieren nada ya. Ahorita
estamos dos no más… el resto no. Yo si voy a seguir… por lo menos para mis hijos (…)
Lo que nosotros queremos es… por los hijos que han quedado.

Sobre la participación en las reuniones por la defensa del agua:

Ahorita ya no nos llama ellos, a veces como estoy en mi trabajo escucho por la radio…
cuando ya pasó, pero ellos ya no llaman (…) Más lo que queremos saber es de los
papeles. Si está siguiendo por indemnización o no. Ellos con que nos dieron trabajo ya

135
dicen ya tienen trabajo, pero no es así, necesitamos para nuestros hijos. Del trabajo nos
sacan y punto…

Sobre la participación en la defensa del agua, antes que muriera su esposo:

Él hace un mes que no participaba… pero sí antes, cuando llamaban por barrios. Yo por
los hijos no podía, porque era en la mañana.

La minera debería retirarse (…) dejar vivir en paz, a la población… a veces el que
asesinan es el más inocente… estoy sola desamparada, sin tener otra mano, soy padre y
madre para mis hijos, si un día yo me muero mis hijos quedan desamparados…

Yo he sufrido mucho porque a mi no me criaron mis padres, sino mi tío, y no me dieron


profesión porque eran pobres. Mi papá era ignorante, no le gustaba las hijas
mujeres….me abandonó de un día de nacida, me estaba por regalar a cualquier
persona… y mi abuelita dijo yo le voy a llevar a mi nieta.

Hay que defender nuestros derechos, que no toquen las lagunas, (…) los que van a sufrir
son nuestros nietos, bisnietos. (…) yo por esta niña no puedo salir (se refiere a su nieta),
en esas veces me llamaban, yo les comenté que no podía salir, que no puedo hacer nada…
ahora estoy más en mi casa. Después ya no sé nada. Ni qué hacen… no estoy al tanto…

SEÑORA MÁXIMA:

Presento el testimonio que ella brindó en un conversatorio previo a la entrega del Premio
de Derechos Humanos que le entregó la CNDDHH en diciembre de 2015.

“Por defendernos de lo que me corresponde, y otro por defender a mi pueblo, y por


defender la tierra, en la tierra está nuestro desarrollo, futuro, la alimentación para todos.

Por defender nuestra agua que es vida para el ser humano. Dios hizo la tierra por lo cual
yo lucho por la tierra, cuido la tierra, cuido el agua, por eso no temo de luchar frente a la
empresa. No tengo dinero pero voy con la verdad.

Las lagunas naturales mantienen la parte baja, los caseríos. La empresa se ha metido en
todo… pero yo no me humillo ante la empresa, nunca voy a arrodillarme a las empresas.

136
Hemos sufrido, yo lo siento, una mujer campesina que soy, iletrada que no se manejar
una letra, defender… ¡qué tanto es el atropello de las empresas!, que no sabe respetar,
hacer justicia. Estoy cerrada en la tierra que vivo.

Pero se que hay gente que toma conciencia, que se preocupa por la vida.

Yanacocha me ha divulgado que soy una tal por cual (…) Si fuera sólo por mí, qué voy a
soportar todo lo que estoy viviendo, ya me hubiera salido de mi predio.

Mi pensamiento, mi decisión es por dejar una historia para los niños, jóvenes. Y que si yo
salgo me da pena que se destruya nuestras tierras.

Yo les invito a que vean mi situación. Cómo estamos rodeados como si fuéramos
delincuentes, unos matones.

Si destruyen nuestra naturaleza de dónde va a venir la alimentación a los pueblos. Les


pido que tomen conciencia y si se han decidido defender lo hagan de un solo corazón.

Verlos me da coraje para seguir adelante, a pesar de todo que vengo pasando no pierdo
la moral para seguir en la lucha. La empresa lo que quiere es desaparecernos (…) El
coraje que tengo es de no dejarme humillar por la empresa porque estoy con la
conciencia limpia, estoy en mi propiedad, porque tengo mis documentos. (…)

La empresa dice que es responsable, cómo va a ser, matando nuestros animales…

Yo quiero tener un coraje, pero si recuerdo desde el inicio lo que vengo sufriendo no lo
puedo soportar compañeros, es muy difícil desde que inicio mi lucha.

Hagan una justicia de acuerdo a la ley, no fuera de la ley. Hasta han dicho la empresa
que estoy separada de mi esposo por ser una mujer mal vividora, a mis hijos. (…)

Me van a disculpar es porque soy una mujer campesina, no tengo una letra, no he ido a la
escuela.

137
2. LAS REPRESENTACIONES DE SÍ MISMAS:

Experiencias personales:

Las historias personales de las mujeres, tanto las situaciones que han vivido en el
conflicto, como sus historias familiares, condiciones y oportunidades del entorno en que
se desarrollaron; son importantes considerarlas para entender las diferentes formas de
representar su experiencia; y valorar sus procesos de fortalecimiento. Como en el caso de
la señora Santos que quedó huérfana muy temprano y solo estudió hasta el segundo de
primaria, sin embargo, ha aprendido mucho y se ha desenvuelto en diversos espacios.

Son las propias mujeres quienes traen estos elementos de su historia previa, haciéndonos
ver que es parte importante de sus subjetividades, sus identidades y desarrollos personales.

Algunas de las entrevistadas cuentan con referentes o modelos de participación política


y/o comunitaria en su entorno familiar. Se evidencia en el caso de las que ejercen mayor
liderazgo. Como el caso de la señora Jenny cuyos padres y abuelos fueron ronderos y el
caso de la señora Consuelo que es hija de un luchador social reconocido en Celendín.

Por otro lado, es particular la experiencia de quienes sufrieron la pérdida de un familiar


por el conflicto, como es el caso de la señora Santos y la señora Adelaida, para quienes es
importante la judicialización por el asesinato de sus familiares. Pero también se puede ver
una diferencia en sus configuraciones subjetivas, vemos que las dos tenían diferentes
niveles de sensibilización y participación frente a la amenaza del proyecto Conga antes de
las pérdidas de sus familiares y también después. En el caso de la señora Santos, ella venía
participando desde antes de perder a su hijo, incluso ella sensibilizó a su familia, y
convenció a sus hijos para que participen. En el caso de la señora Adelaida no hubo el
mismo compromiso previo en la defensa del agua, por lo que con la pérdida de su esposo
y por toda la responsabilidad que ha tenido que asumir con sus hijos, ahora sólo está
centrada en reclamar justicia e indemnización por la muerte de su esposo.

Cambio de roles-espacios de acción:

Se observa que las mujeres entrevistadas empiezan a desenvolverse en el espacio de la


participación comunitaria al tomar conciencia de la amenaza que representa la actividad de
la empresa minera Yanacocha para su espacio vital.

138
En principio, son mujeres de diferentes niveles de instrucción y estrato económico, que
han tenido diferentes oportunidades en su entorno. La señora Santos sólo tiene segundo de
primaria, y la señora Adelaida primaria completa, ellas son las que perdieron a su familiar
directo. Cuando tuvimos la experiencia de acompañamiento psicosocial, ese era un tema
que nos llamó la atención, que las señoras afectadas eran de condición económica baja y
también con carencias a nivel de soporte afectivo familiar.

Ellas dos han trabajado en la chacra, y en el caso de la señora Santos, también fue
empleada del hogar. La señora Adelaida manifestaba, la clara desigualdad marcada por el
género, incluso como condición de pertenencia y permanencia en la familia:

No estudié más, porque el sufrimiento era en la chacra, a los familiares que nos criaban no
les interesaba el estudio (…) Mi papá era ignorante, no le gustaba el estudio y a las hijas
mujeres las iba a regalar…

La señora Santos menciona también las limitaciones para el estudio, y luego remarca los
nuevos espacios y actividades en las que se ha desenvuelto a partir del conflicto; pero
también es importante ver que previamente había desarrollado recursos y capacidades que
le permitieron salir adelante con su familia:

Yo como no tenía educación, he sido de la chacra, he acostalado maíz, camote, yuca,


ayudaba a sacar, llevaba a vender, ayudaba a cosechar y a acostalar. En las moliendas iba
a cocinar para que me paguen con chancaca y eso iba a vender, llevar para que me den
papa, alverja, para dar a mis hijos…

Después resalta lo que ha aprendido desde su participación frente al proyecto Conga:

Siento que alguna cosa sí conozco, porque más antes no teníamos nada, sabíamos solamente
cocinar, pero ahora como hemos salido bastante a reuniones…

(…) más antes nada sabíamos, como éramos del campo, no teníamos educación (…) he
sufrido mucho, no he conocido, pero desgraciadamente, pero por una nos han hecho bien,
también, porque en base a eso ya conocemos otras cosas, practicar con otras…

Ella trabajaba en la casa y también en la chacra para el sustento familiar. Sin embargo se
puede observar una cierta desvalorización de su actividad productiva fuera de la casa, de
este conocimiento que poseen, cuando señala que antes no sabían nada, o “solamente

139
cocinar”. Quizás el estereotipo dominante del rol femenino es tan fuerte que en su
narrativa obvian sus otras habilidades (esto también se observó en el grupo de
ANFASEP).

En el caso de las señoras Lucy, Jenny y Consuelo, ellas si cuentan con estudios de nivel
superior, pero también ellas, han emprendido la participación política ante la amenaza de
las empresas mineras. Así mismo, son mujeres que han venido trabajando por el sustento
de sus familias en diversas actividades como el negocio y en actividades relacionadas a
sus profesiones; pero inician la acción política con el conflicto Conga. Incluso la señora
Jenny cuyos padres fueron ronderos, ella estuvo viviendo en Lima y retorna en el 2010, en
que según manifiesta “empezó la lucha fuerte” y es allí que se integra a las rondas. Con lo
que encontramos, así como en el caso del conflicto armado, que en estos contextos de
crisis, la mujeres despliegan sus capacidades de agencia, pero se constata nuevamente en
la experiencia de las mujeres, que ellas amplían sus espacios de acción -como lo señaló
Coral (1991) respecto al conflicto armado, y desde la conciencia de los abusos del Estado
y la empresa Yanacocha se deciden a participar en la defensa de los recursos de su
comunidad.

Desde la conciencia del abuso se van configurando como sujetos políticos:

La señora Lucy decía: “Con el conflicto hemos tomado conciencia de nuestra realidad.
Yo antes ni sabía que había lagunas en Celendín, pero ahora ya veo que este es un
problema del planeta…” Además resalta lo significativo que es para la mujer esta
participación: “…gracias a, aunque no debería ser gracias, pero a partir de lo que pasó,
hemos tomado conciencia de defender la vida y como mujer estamos haciendo oír nuestra
voz”

La señora Santos también resalta un cambio desde la situación del conflicto y la defensa
del agua, que refleja un tomar conciencia de algo que no se conocía antes, y reafirmando
la propia experiencia:

(…) nosotros hemos abierto los ojos gracias a esos malditos internacionales mineros que
han venido a explotar nuestro Perú, nuestras tierras, nuestras lagunas; nosotros hemos
abierto los ojos porque conocemos, vivimos, palpamos con nuestros propios ojos.

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Estos testimonios, nos muestran un proceso de reflexión crítica y concientización (Martín-
Baró, 1998) que moviliza la participación de las mujeres en la defensa de sus necesidades
y derechos; al ver los abusos de la empresa minera, el daño a sus tierras, al agua, y
también por los hechos de violencia que han desencadenado.

Y resalta también, el posicionamiento desde su identidad de género, y sus propias


experiencias. Es significativo que la señora Lucy diga que como mujer están haciendo oír
sus voces; que lo mencione para hacer visible algo que puede pasar desapercibido si no es
nombrado. Y ella lo resalta porque sabe que las mujeres se están abriendo paso en la
participación comunitaria, un espacio que no ha sido igualmente abierto para hombres y
mujeres.

Así mismo el valor que le da la señora Santos a su “abrir los ojos”, a su conocimiento,
desde su propia experiencia es muy significativo, porque se afirma como poseedora de una
verdad legítima, con autoridad para afirmar su conocimiento por la realidad que viven, no
solo ella sino, su colectivo. Constatamos como señalaba Sabaté (2000) que la
movilización de las mujeres se produce sobre todo por sus conocimientos basados en la
vida cotidiana en contacto con la naturaleza.

En ambos casos se evidencia el conocimiento desde una experiencia colectiva, tanto como
comunidad que abre los ojos, y como mujeres que hacen oír su voz. Con lo cual se
manifiesta lo antes afirmado: que lo que las mujeres representan, sus sentidos y
significados son también expresión de lo construido colectivamente.

Fortalecimiento de capacidades, expresiones culturales y de género:

Los siguientes testimonios nos permiten ver cómo las mujeres reconocen y valoran sus
capacidades, sus respuestas frente a los retos y sus descubrimientos personales:

La Sra. Jenny manifestó:

(…) no sabía que un día tú tenías que mover muchas masas, no sabía que esa
capacidad la tenía, no sabía que era artista, no sabía la pegada que tenía que tener
en la lucha, porque las arengas, las canciones que se presentaba en ese momento...

Sra. Lucy:

141
Todos tenemos diferentes capacidades, y eso debemos aprovechar para seguir con nuestra
lucha. (…) en la vigilia por ejemplo preparé los videos, todo secuenciado, y les gustó porque
presentamos la historia de Máxima, pero ya todo estaba programadito, bien diseñado, eso
me gusta hacer a mí y contribuir.

Sra. Santos:

A veces me mandaron a Lima, a representar a Cajamarca, y gracias a Dios, hablando he


salido bien, tengo también mis videos de eso que he hablado, cantando…

Vemos también como sus capacidades se expresan a través de su riqueza cultural y en


relación al género, tanto la señora Jenny, como Santos, manifiestan que han expresado
compartiendo con el canto; ésta es una tradición que se manifiesta en Cajamarca en los
carnavales con la creación de coplas que expresan sus vivencias, pero también en otros
espacios y sobre todo las mujeres vienen expresando sus sentimientos con cantos que
alientan a sus colectivos. Es un legado del ande, también lo hemos visto en Ayacucho
cuando muere un familiar, son las mujeres las que cantan ese dolor con los harawis11.
Máxima Acuña ha cantado las situaciones que ha vivido, lo hizo cuando recibió el Premio
Goldman. Con los cantos, las mujeres expresan sus vivnecias, dignifican a los defensores
muertos y se reafirman en la lucha.

Esta es una parte del huayno que Máxima cantó en su premiación:

Por defender mis lagunas, la vida quisieron quitarme. Ingenieros, seguritas, me robaron mis
ovejas, caldo de cabeza tomaron, en el campamento de Conga. Si con esto, adiós, adiós,
hermosísimo laurel, tú te quedas en tu casa, yo me voy a padecer.

Y esta es una estrofa de la canción de Jenny:

Al escuchar las noticias que mis hermanos morían (bis), todos estaban luchando por el agua
que es la vida (bis), Cesar, José y Eleuterio, Justino y Joselito (bis), fueron los cuatro
guerreros que lucharon por el agua (bis). Sin temor a los balazos, sin temor a la represión
(bis), se convirtieron en héroes, para ejemplo de sus pueblos (bis).

11
Es un género musical del ande, con el que las y los pobladores expresan sus diversas experiencias en
relación con los otros, en comunidad y con la tierra.

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Dificultades:

Por otro lado, las mujeres pueden percibir algunas dificultades o limitaciones en su
desenvolvimiento en este proceso de participación, pero estamos viendo que también
tienen los recursos para superarlo, como expresarse con sus canciones.

Sobre todo, el tema de la educación limitada es el más mencionado. El testimonio de la


señora Máxima, nos revela cómo esto puede ser sentido como limitación en la relación
con sus interlocutores. Máxima en su testimonio hizo alusión de manera reiterada a su
carencia de estudios, incluso al final pidió disculpas por ello; vemos como las condiciones
subjetivas y relacionales son marcadas por la desigualdad. Al finalizar su testimonio
Máxima terminó diciendo: “Me van a disculpar es porque soy una mujer campesina, no
tengo una letra, no he ido a la escuela”.

Escucharla nos hizo ver la realidad de ser parte de un Estado, de un país que no ha podido
brindar iguales oportunidades a sus “ciudadanos” porque no todos son considerados como
tal. Porque en nuestro país ser campesino ha significado “ser menos”, y peor ser mujer
campesina.

Estas carencias a algunas mujeres las puede limitar, la señora Lucy, explicaba que algunas
mujeres dicen no puedo, yo no se hacer nada. Ella valora las capacitaciones que han tenido
porque les ha ayudado a descubrir y expresar sus habilidades.

Víctima o luchadora:

Si bien se constatan diversas situaciones que las ha dañado; la mayoría de las personas
entrevistadas se posicionan como mujeres que están luchando por defender la vida y el
agua, frente a las arbitrariedades de la empresa minera y del Estado. Algunas han sentido
el abuso, hasta la muerte contra sus seres queridos; sienten una afectación, pero no dejan
de reconocerse como defensoras, sobre todo en el caso de la señora Santos y la Señora
Máxima, quienes reclaman por justicia frente a la muerte o los atropellos, pero también se
reafirman constantemente en su defensa del agua y la vida de las futuras generaciones.
También para la señora Lucy que vivió todo el temor por el hijo que lo llevaron detenido,
su convicción y su práctica está en la defensa de la vida.

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En el caso de la señora Adelaida, ella está más centrada en el tema de la justicia y
reparación por la pérdida de su esposo, además se siente muy limitada para participar en
las reuniones por toda la carga familiar que ha tenido que asumir, y no ha podido
integrarse con los otros familiares de las víctimas, y con la organización para canalizar sus
demandas. En estas condiciones, ella resalta más su sufrimiento, su victimidad.

El nombre que las mujeres más usan para referirse a su accionar político es “la lucha”, lo
cual las ubica en un rol activo, propositivo, de agencia, y no de pasividad o victimización;
aún en el caso que hayan perdido a su familiar, cuando ha habido una convicción de
defensa del agua, ésta se mantiene; y enriquece su identidad y representación de sí misma,
como lo expresa la señora Santos:

Yo soy la madre de Joselito, soy la persona que estoy luchando desde el inicio que se
empezó esta lucha del agua; yo estoy allí, adelante, perdí a mi hijo en la lucha; yo sigo
adelante por mis hijos, por mis nietos, porque sabemos que el agua es la vida…

Expresa su identidad como mujer luchadora, pero también como madre. Vemos que esta
es una de las representaciones más fuertes de las mujeres, que da sentido a sus luchas.
Alzan sus voces, se movilizan, defienden sus recursos naturales, pensando en el bienestar
de sus familias, de sus hijos, de las generaciones que vendrán. Vemos que la defensa de
sus derechos está más en función de la tierra y de los hijos.

Implicancias de la participación en la vida familiar:

Las mujeres consideran algunas experiencias difíciles con la familia, pero también
muestran sus maneras de procesarlo para salir adelante. Además reconocen también las
experiencias positivas en lo familiar desde su participación.

La Sra. Jenny manifestó: “...la mujer hemos terminado quedándonos solas por hacer
valer nuestra palabra, y por hacer sentir nuestra opinión, o por buscar el equilibrio de
género de la mujer con el varón…”.

También habló del sentimiento respecto a los hijos, haciendo ver lo difícil que es manejar
el tema de los hijos y seguir participando; es un asunto cargado de contradicciones, y a
veces de culpas, de una necesidad de justificar la acción:

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Hay compañeras que me dicen tú te vas porque eres una madre desnaturalizada, pero no es
eso; cuando fui a Lima, fui cargado a mi hijo. Se dan la libertad de criticar sin darse cuenta
que dejar a tu hijo también es valor, y salir con él también es valentía.

Y nos contó una anécdota con su hija, mostrando la trascendencia positiva que también
puede tener la participación comunitaria de las mujeres en su vida familiar:

(…) me decía tú me abandonas por ir a la lucha; y una vez la llevé a la reunión y las
compañeras le enseñaron a hacer la ofrenda a la pachamama y le hice recorrer las lagunas,
entonces a mi hijita le encantó, dice ‘ya sé mi mamá porque lucha tanto’… ahora me
defiende…

La señora Lucy manifiesta cómo toda su familia está participando en diferentes formas:

En mi familia todos apoyamos, mi esposo le acompaña a “Luis” (su hijo) en algunas


actividades… como que nos hemos dividido, mi esposo es la parte intelectual, de
investigación; yo aquí estoy con las mujeres más exclusividad.

Estas experiencias contribuyen al proceso de las mujeres, porque tienen el respaldo para
seguir adelante con sus actividades en la organización.

Por otro lado, también nos transmitieron la preocupación de la familia frente a la


participación de las mujeres; preocupación por lo que pueda pasarles; por ejemplo, la
misma señora Jenny manifestaba que ahora su hija le decía que está bien que vaya, pero
que tenga cuidado. En otros casos estas expresiones y preocupaciones de la familia,
buscan disuadirlas de su participación, como lo que señaló la señora Santos que su hijo le
decía: “…tú por gusto estás perdiendo tiempo, a veces pasas por allí te pueden balear, te
pueden accidentar, cualquier cosa puede pasar, ya no hay justicia…”

Finalmente, otro aspecto en que se llega a implicar a la familia, pero más como una forma
de amedrentamiento y bajar la moral de quienes están en la resistencia; es lo que realiza la
empresa minera en el caso de Máxima por ejemplo; y que llega a afectar más, cuando se
involucra también a los hijos. Máxima manifestó muy indignada: “Hasta ha dicho la
empresa que estoy separada de mi esposo por ser una mujer mal vividora… hasta a mis
hijos le han dicho…”.

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Y en este testimonio vemos que cuando el ataque va dirigido a socavar la acción política
de las mujeres, entran a tallar los prejuicios machistas. Y esto sucede desde distintos
sectores; incluso como señalaba la Sra. Jenny las propias mujeres pueden juzgar a una
mujer con los estereotipos sexistas.

3. REPRESENTACIONES SOBRE SU ORGANIZACIÓN:

Las mujeres que hemos entrevistado, que vienen participando en la defensa del agua,
tienen como referente la PIC, que integra a las diversas organizaciones de Celendín, en la
que participan hombres y mujeres; pero individualmente cada una participa en diferentes
espacios conformados por mujeres. Hay una cierta desarticulación al nivel de colectivo de
mujeres, y el grupo llamado: “Celendinas luchadoras en defensa de la Pachamama”, es el
único que está buscando afirmarse como organización propiamente de mujeres y
ambientalista; están construyendo sus objetivos, participando de algunas capacitaciones y
con la meta de tener un plan de trabajo.

Veremos las representaciones subjetivas de las mujeres sobre estos procesos de


organización colectiva; cuáles son los sentidos que las mujeres dan a su participación en el
colectivo general que está ejerciendo la defensa del agua, pero también los motivos para
comenzar a articularse como asociación de mujeres.

Inicio de su participación en la organización:

Como se explicó antes hay un proceso en el que las señoras comienzan a cuestionar la
situación de su comunidad en relación a la acción de la empresa Yanacocha, por el daño
producido a la naturaleza, a las lagunas. Ante esto, ellas buscan canales de información,
escuchan en la radio, se acercan a las reuniones para enterarse más. Otra situación que las
compromete más, y al mismo tiempo las retrae, son los hechos de violencia que se
produjeron en julio del 2012, ocasionando la muerte de cinco personas.

Poco a poco, las mujeres se han ido articulando a las organizaciones, sobre todo a la PIC
que es el colectivo interinstitucional de mayor referencia, pero también han estado
conformando grupos específicamente de mujeres. La señora Lucy manifestaba:

Recién en este año me enteré que se reunían las mujeres, nos invitaron a una
capacitación…Antes no participaba en ningún grupo, pero sí en las protestas, vigilias, más

146
como espectadora. Y comienzo a enterarme más cuando “Luis” (su hijo) comienza a
estudiar y conocer la problemática.

La señora Santos refiere:

Nos dijeron por la radio, hay que defender el agua, que lo van a contaminar, lo van a
destruir las lagunas, entonces la gente pensó el agua se va a secar, nos vamos a morir,
entonces la gente empezó a tomar conciencia y salimos a la calle, en aguacero, en soles, y
siempre salimos.

Las mujeres perciben el nivel de su participación en diferentes formas, algunas como la


señora Lucy sienten que estar en las calles, en las marchas, o vigilias no es suficiente, y se
requiere la pertenencia a un colectivo para salir del lugar de “espectadora”.

En otros casos como el de la señora Jenny, al ser parte de una Ronda Campesina, está más
en contacto con la diversa problemática de su localidad, y así va asumiendo el tema de la
defensa del agua. Su ronda campesina se integra a la PIC y comienzan a apoyar las
diversas acciones como la de Los guardianes de las lagunas.

Posicionamiento en la defensa ambiental:

El objetivo principal de la participación: la defensa del agua frente a la empresa


Yanacocha, es claro en casi todas las entrevistadas; pero en algunos casos hay una tensión
entre la lucha por el agua y la búsqueda de justicia frente a los muertos por el conflicto,
sobre todo en las que perdieron a sus seres queridos.

La señora Adelaida, está de acuerdo con la defensa del agua, pero no lo enfatiza en su
discurso; porque ahora más le preocupa cómo salir adelante con sus hijos después de la
pérdida de su esposo. Y también se preocupa porque el caso de las personas que murieron
ha quedado archivado y no hay justicia, ni una indemnización. Ella transmite también esa
preocupación en el caso de la señora Maximila, que perdió a su hijo adolescente, y que es
la única con quien a veces se encuentra y trata de animarla para seguir buscando justicia.

En el caso de la señora Santos, integra los dos objetivos, pero su testimonio a la vez refleja
lo difícil que es manejar el tema de la falta de justicia frente a la muerte de sus seres
queridos. Y podemos percibir qué esto puede tener implicancias en la afirmación o no de

147
su participación en la organización; sobre todo si en la organización no se atiende, esa
necesidad sentida. Santos expresa:

(…) estoy luchando desde el inicio que se empezó esta lucha del agua, yo estoy allí, adelante,
perdí a mi hijo en la lucha, yo sigo adelante por mis hijos, por mis nietos, porque sabemos
que el agua es la vida. Segundo, también por encontrar alguna justicia que se haga, que se
investigue, pero desgraciadamente yo creo que no hay justicia en esta tierra.

La señora Santos se afirma en la defensa del agua y también busca justicia por lo sucedido
a su hijo; pero tiene sentimientos de desesperanza respecto a alcanzar la justicia, la siente
inalcanzable, casi sin probabilidades de darse; coincidiendo con la señora Adelaida en que
los papeles se han archivado.

El problema es que como familiares afectados por estas muertes, no han logrado una
articulación, no están organizadas, entonces cada una siente que esa lucha la está haciendo
sola y además que no tiene eco o apoyo en el colectivo. La señora Adelaida, es quien más
expresa la sensación de abandono de este tema:

(…) ahorita no tenemos apoyo de ninguna persona… no debe quedar así no más como
cualquier cosa (…) yo me siento muy triste, muy resentida, las cosas pasaron y se dio todo al
olvido y que alguien se acuerde me da aliento.

Nuevamente vemos como en el caso de las señoras de ANFASEP, cómo las mujeres que
han sufrido la violencia de perder a sus seres queridos de esa forma; encima sienten la
violencia del olvido de la vida de sus familiares.

Esta falta de atención y apoyo puede llegar a ser un factor que aleje a quienes la sufren, de
la lucha por el agua. Este sentir también se expresa en el reclamo de los hijos de Santos.
Ella directamente no manifiesta ese reclamo, pero su frustración es proyectada en la queja
de sus hijos, cuando transmite lo que ellos le dicen: “tú dices que sigues en la lucha, que
se haga justicia, y qué… ahora quién reclama por mi hermano, tú por gusto estás
perdiendo tiempo”.

Vemos que en estos casos de los familiares que han perdido a sus seres queridos, no están
encontrando un espacio ni de respuesta del sistema judicial, ni de contención y apoyo de
sus colectivos de referencia. Repitiéndose la misma situación de indiferencia y olvido que

148
han vivido por tantos años las señoras viudas y madres de ANFASEP. Nuevamente el
“des-auxilio” y la desolación de no ser oídos (Herrera, 2011).

En el caso de la señora Máxima, es diferente. Ella se afirma claramente en los dos


objetivos de la defensa del agua y la búsqueda de justicia frente a la intención de la
empresa Yanacocha de sacarla de su terreno. En su caso, no hay una tensión manifiesta
entres esas dos búsquedas, es conciente que defender su predio es también impedir la
extracción minera en ese terreno. Además, ella se reafirma en sus objetivos porque siente
el apoyo de todos los que trabajan por la defensa del agua, de los dirigentes y de las
organizaciones que apoyan en su proceso judicial. Todo ello la fortalece y sostiene:

(…) yo lucho por defender lo que me corresponde y otro por defender a mi pueblo, por
defender la tierra, en la tierra está nuestro desarrollo, el futuro…

(…) si fuera solo por mí, que voy a soportar todo lo que estoy viviendo, ya hubiera salido de
ese predio (…) Verlos me da más coraje para seguir adelante; a pesar de todo que vengo
sufriendo, no pierdo la moral para seguir en la lucha.

No obstante toda la fuerza que la sostiene, al oírla decir: “si solo fuera por mí… ya
hubiera salido…”, comprendemos que el hostigamiento que ella recibe de la empresa es
tan grande, que puede llegar a un punto en que preferiría no estar allí; en ese lugar donde
está cercada, vigilada, aislada, amenazada. En esa situación, algunas veces habrá sentido
la contradicción interna entre el deseo de salir de allí y su convicción en la lucha por el
agua; o la contradicción entre ese deseo y lo que todos han depositado en ella, al
reconocerla como el emblema de la defensa del agua.

Por otro lado, apoyarla la fortalece, pero las condiciones en las que se encuentra en su
terreno, no están cambiando y a veces se agravan. El agente agresor usa todas sus armas
de poder, y el apoyo a Máxima tiene que ser mayor y por todos los frentes. En ese sentido,
el apoyo internacional está siendo muy importante.

Hay un reconocimiento internacional de la lucha de Máxima y en abril del 2016 ha


recibido el Premio Goldman, el más importante en el mundo que se otorga a los
defensores del ambiente. Esto ha hecho que recién se visibilice el caso en los medios
informativos del país. Importante para prevenir mayores abusos de la empresa Yanacocha
y para el reconocimiento de la acción ambientalista de Máxima y de las mujeres.

149
De la defensa del agua, por los hijos; a la defensa para todas y todos:

El objetivo en común frente al conflicto Conga: la defensa del agua y la vida, es


manifestado por las mujeres, y como señalamos antes, resaltando su preocupación por la
tierra y por los hijos. Pero, desde ese posicionamiento inicial ellas avanzan a un sentido
más prospectivo y de trascendencia, porque no es solo por sus familias y su comunidad,
sino para el país y además para las futuras generaciones. Por lo tanto el reclamo que hacen
tiene una trascendencia para el país, y ellas son concientes de ello, y además ese
conocimiento las reafirma más en la justicia de su demanda.

La señora Santos refiere:

Cómo es eso que este gobierno maldito, traicionero, que no piensa, no recapacita, que
estamos defendiendo el agua para toda la gente, todo el Perú…

(…) no lo vamos a dejar esta lucha del agua porque sabemos que tantas generaciones que
vienen van a sufrir; sino que las personas que se venden sus conciencias, no se quieren, no
piensan ni en ellos ni en sus hijos.

La señora Máxima también se manifestó con una visión de memoria futura: “mi
pensamiento, mi decisión es dejar una historia para los niños, jóvenes; porque si yo salgo
me da pena que se destruya nuestras tierras”

Y también la señora Lucy señaló: “Tú no puedes estar luchando solo por ti como egoísta,
sino por los demás, esa es la visión por lo menos para mí, luchar por los demás. De
repente yo ya no voy a vivir, pero dirán y qué es lo que hicieron en ese tiempo…”

Jelin (2003) en su trabajo sobre la memoria de la violencia política, habla de la múltiple


temporalidad de los fenómenos sociales, y de cómo las experiencias están también
moldeadas por el “horizonte de expectativas”, por una temporalidad futura. Esta
perspectiva también la podemos visualizar en las representaciones de las mujeres que
emprenden la acción política en defensa del agua; cuando están pensando en cómo será la
memoria de las nuevas generaciones en el futuro, y cómo desde el presente ellas pueden
contribuir a un mejor futuro.

150
Representaciones de Género:

Algunas de las señoras manifestaron una conciencia de lo que la participación en defensa


del agua implica para las mujeres, resaltado la oportunidad de participación de la mujer y
también reconociendo los aportes que las mujeres pueden realizar al colectivo organizado.

Estas valoraciones de género también se ven expresadas en la voluntad de conformar una


asociación de mujeres que pueda fortalecer sus recursos y permitir un mejor aporte en el
colectivo ambiental.

La señora Lucy, como ya anotamos antes, es conciente de la importancia que esta lucha
está teniendo para que la mujer pueda hacer oír su voz, y además ella se plantea
directamente como objetivo trabajar en esa dirección. De las entrevistadas, ella es quien
más está procesando este tema de la participación de la mujer, pero nos muestra que esta
es ya una búsqueda que se está dando entre las mujeres ambientalistas. Además ella
encuentra algunos aspectos por los que la mujer se puede identificar más con esta lucha:

Yo lo que quiero es ver cómo la mujer puede participar más, que se escuche nuestra voz (…)
Como mujeres nos afecta más directamente, que paramos en casa más, el agua es
indispensable, es para todo. Y a parte yo como mujer me identifico con la pachamama,
porque damos frutos, nuestro vientre, igual a la tierra que da infinidad de frutos, tú también
eres semejante a ella, somos vida.

En este sentido que le de la señora Lucy a su participación indentificándose como mujer


con la pachamama, hay una exaltación de lo femenino materno; es parte también de un
discurso que busca revalorar la naturaleza, y afirmar las tradiciones culturales; pero
también es el discurso de la corriente esencialista del ecofeminismo (Sabaté, 2000), que al
hacer esta relación de la mujer con la naturaleza refuerza los estereotipos machistas. La
señora Lucy ha venido participando de encuentros de mujeres, en los que se han expuesto
temas que articulan el género y la defensa de la naturaleza. En base a esos discursos y sus
experiencias previas las mujeres van construyendo los sentidos de su acción.

Particularmente para las mujeres, que se representan o se identifican vinculadas a su


familia, a los hijos, estos discursos cobran mucho sentido. Las mujeres tanto en este grupo
de Cajamarca, como en Ayacucho, construyen los sentidos de sus prácticas y de su

151
organización, en relación a su rol materno, su rol de cuidado, de ver por los hijos; y en
función a ello defienden la vida, o los derechos humanos, como lo hemos estado viendo.

En el caso de la señora Lucy estos discursos también tienen resonancia, porque además
ella es parte de un colectivo católico, en el que trabajan por ejemplo el tema de la defensa
de la vida en relación al aborto, entonces estas comprensiones se van integrando. Una cosa
que ella no concibe es que estén por la defensa de la vida y que se pueda aceptar el aborto.

Ella nos contó una experiencia, que en un Encuentro Internacional de mujeres en


Cajamarca, donde se presentaron las diversas problemáticas, le choco saber que entre los
temas estaba el aborto. Señala que había unas personas lesbianas que estaban
manifestando su posición a favor del aborto y que ella también manifestó su posición, la
cual tiene una lógica que ella transmite. Señala que se paró y dijo:

Yo vengo a defender el agua, ¡la vida, la biodiversidad! Yo como mujer me siento madre,
tierra, siento que de mi vientre sale vida, ¡no me puedo estar de acuerdo!

(…) para nosotras mujeres de la lucha del agua, defendemos la vida… entonces para mí es
contradictorio, no lo concibo todavía eso…

Por otro lado, la señora Lucy también considera que la mujer puede y está aportando de
diferentes maneras en la resistencia, reconociendo incluso aportes diferentes en relación a
los varones. Manifiesta:

Acá han salido varias mujeres luchadoras, muy comprometidas, que en forma activa están
formando parte de las comisiones, de las marchas, han estado presentes. También
intelectualmente se puede aportar, y otras señoras que he visto que han apoyando bastante
en lo que es preparación de alimentos, entonces en diferentes campos se puede aportar.

(…) Todas tenemos diferentes capacidades y eso debemos aprovechar para seguir con
nuestra lucha (…) hay que potencializar. Algunas mujeres dicen “yo no se hacer nada, tú si
puedes, yo no…” ¡te estás anulando!, algo debes saber, es cuestión de abrirnos y decir esto
tengo para dar (…) Cada una de acuerdo a sus necesidades y sus tiempos está dándose a la
lucha

(…) Las mujeres somos más convencidas por lo que luchamos (…) la mujer es más centrada
y coherente en lo que puede decir y hacer.

152
Relaciones de género:

La señora Lucy expresa aspectos de la relación de género en base a lo que ella percibe en
las manifestaciones del colectivo organizado, pero también en base a su propia experiencia
familiar, lo cual nos muestra los diferentes procesos que se vienen dando, equilibrándose
las relaciones entre hombres y mujeres:

(…) Que se diga que el hombre en esta lucha haya sobajado a la mujer no creo, no tengo
conocimiento yo; de repente en forma particular, me contaba una compañera que el esposo
le decía ‘ya te vas a ir a la lucha, estás perdiendo tu tiempo’, creo que sus esposos que no
tenían mucho convencimiento, pero me contaban otras que ya el esposo entendió y las
apoyan. Como acá todos apoyamos, mi esposo yo cuando salía a la marcha y él se quedaba
acá en el negocio; yo me voy a la capacitación y mi esposo no me prohíbe, entonces todo es
complementario.

La señora Jenny, también manifestó su perspectiva de género: “(…) como mujer, yo busco
un equilibrio, donde el hombre no es quien más pese, ni siquiera la mujer, sino que ambos
luchemos por los mismos intereses”.

Luego manifiesta su mirada sobre los roles de género en general, manifestando la


persistencia de algunos estereotipos machistas, como el pensar que el hombre es el pilar en
el hogar, y ver a la mujer en una posición subalterna, aún cuando ella resalte su aporte:
“Dios lo ha puesto como un pilar y la mujer es como su bastón, pero el hombre sin ese
bastón no avanza, y viceversa”.

Ella también expresa cómo es la participación de la mujer en la organización, y aquí se


observa cómo esa representación general que tiene de las relaciones entre varón y mujer,
se vuelve a manifestar:

Las mujeres digamos que sí somos un escudo fuerte para los hombres… las mujeres en todas
partes hemos caminado, y las que hemos movido masas, hemos sido nosotras. Los varones
dicen vamos a estar, pero a la hora de la verdad, hay que tengo que trabajar… que tengo
que hacer eso…

Ella resalta en otro momento, que ha sido un escudo fuerte para el presidente de la PIC,
destaca el liderazgo de él, pero cuestiona la participación de los demás hombres que no lo
ve tan consistente. Lo cual concuerda con la representación de la señora Lucy cuando

153
manifiesta que las mujeres son más convencidas, más centradas y coherentes. Pero
respecto a su idea de la mujer, primero como bastón del hombre, y luego como escudo de
los hombres en la acción política, revela que a pesar de reconocer la capacidad de la mujer
y su fortaleza (y considerando que efectivamente han sido más los varones detenidos y eso
lleva a las mujeres a asumir un rol de protección), persiste la representación de la mujer en
un rol secundario, frente a un actor principal masculino. Y quizás eso sea una gran
limitación desde la propia subjetividad de las mujeres, que aún con toda la capacidad y
fuerza que se tiene, no se asumen o buscan los liderazgos más altos. Las figuras centrales
en estas luchas, las figuras reconocidas, siguen siendo la de los varones.

La señora Santos, expresa también como está percibiendo la participación de la mujer en


la PIC, transmitiendo su experiencia de una participación democrática durante las
asambleas:

Cada una tenemos que tener nuestra opinión, todos tenemos que dar la voz, dicen y la
compañera qué opina, y la compañera… Entonces tenemos que dar algo, y el primero que da
la mejor opinión se recoge. Los hombres y mujeres somos igual ya, ya no somos que los
hombres son preferidos, no ya no ahora somos iguales.

Experiencia de participación en la Marcha en Defensa del Agua:

En mi viaje a Cajamarca para realizar las entrevistas, el último día pude participar de la
marcha por el Agua que realizaron las bases ambientalistas de Celendín, Bambamarca y
Cajamarca el 26 de Noviembre del 2015. Yo me integré a los manifestantes de Celendín, y
pude constatar la importante presencia de la mujer. En las diversas delegaciones, que
venían de diferentes comunidades de Celendín, las mujeres iban adelante junto con los
varones llevando las banderolas, solo hubo una delegación de ronderos de la comunidad
de Oxamarca que estaba integrada únicamente por varones. Otro aspecto que pude percibir
es que la voz de las mujeres, su participación con las arengas era más fuerte y consistente,
sus voces se escuchaban más y con mayor continuidad. Yo me ubiqué precisamente en la
delegación de ronderos de Oxamarca al ver que no contaba con mujeres; esta delegación,
muy disciplinada formando dos filas, bajo el control del jefe de ronda que con vinsa12 en
mano que cuidaba el orden, no tenía mucha fuerza ni iniciativa con las arengas; debo decir
12
La vinsa es el látigo que usan los ronderos que es el símbolo de la justicia de las rondas. Y que
lo emplean para castigar las acciones que atentan contra la buena convivencia.

154
que mi voz dando fuerza y continuidad a las arengas que escuchaba desde las otras
delegaciones que estaban adelante o atrás, en algunos momentos animaba a los ronderos a
seguir alzando la voz. Le pregunté a uno de los ronderos porqué no habían mujeres y me
respondió que se habían quedado cuidando a los animales, aunque luego dijo que sí habían
participado en una marcha que hicieron anteriormente a Lima.

En esta marcha estuvieron presentes dos de las señoras que entrevisté; pude ver a la señora
Jenny, en acción y ejerciendo su liderazgo, discutiendo con otros lideres sobre la manera
de ocupar el espacio al inicio de la marcha y también la vi lanzando algunas arengas.

También estuvo presente la señora Santos, iba con mucho entusiasmo, ubicándose en
primera fila de una delegación y llevando la banderola.

La señora Lucy, me dijo que no iba a poder acudir porque tenía que atender el negocio, la
señora Consuelo no iba a poder ir porque había estado de viaje en apoyo a los denunciados
del Marañón y tenía que atender a la familia. La señora Adelaida manifestó que ya no le
avisan de las actividades, pero tampoco podría porque ella está trabajando en la red de
salud. Y la señora Máxima Acuña estuvo en la marcha, lo cual es un logro para el
colectivo ambientalista, considerando lo difícil que es para ella entrar o salir de su terreno.
Una cosa impactante de la marcha, era el resguardo policial, conforme avanzamos en la
marcha la policía se ubicó también en fila a ambos lados de nosotros. Era amedrentador
ver como apuntaban con su arma hacia nosotros, que parecía ser la lanza lacrimógena,
pero que es grande como una ametralladora. En un momento percibí algo curioso, ver a la
policía mostrando su autoridad y fuerza con su arma, y por otro lado a los jefes ronderos
donde me ubicaba, que tenían la vinsa como símbolo de autoridad. Se veía un “balance”
desigual de fuerzas, pero también dos grupos de dominio masculino mostrando cada uno
su espacio de poder.

El encuentro con Bambamarca:

En el momento del encuentro de las delegaciones de Celendín con las de Bambamarca,


llegando a la plaza desde diferentes calles; en una esquina, se pudo visualizar a toda la
delegación de Bambamarca que entraba también a la plaza. Se sentía la emoción de la
gente por esa unidad, que les daba más fuerza. En el encuentro se sentía la hermandad de
los dos pueblos en su lucha. Se veían también a muchas mujeres de Bambamarca en

155
primera fila. Una de las señoras de Bambamarca al ver a una mujer muy anciana en la
delegación de Celendín le manifestó su admiración y respeto con un gran abrazo. Luego
nos unimos todos en una sola marcha para dar la vuelta a toda la plaza.

Manifestación en la Plaza:

Si bien la presencia de las mujeres en la marcha tanto en las bases de Celendín, como de
Bambamarca era muy notoria; hay que decir que luego cuando nos concentramos en la
plaza para escuchar a los dirigentes y autoridades que encabezan la movilización contra la
empresa minera, todos los que tomaron la palabra eran varones: el presidente de la PIC,
los presidentes de rondas campesinas, los alcaldes de Bambamarca y Celendín; la única
mujer que tomó la palabra, o se la dieron, fue la señora Máxima. Pero ella ejerce otro tipo
de representatividad, no es una lideresa elegida por las bases, sino que emerge como
ejemplo de resistencia y de lucha por la situación que junto a su familia afronta. Su fuerza
frente a todo el poder que enfrenta, se ha convertido en un símbolo de la lucha; y sus
palabras dan más fuerza al colectivo, así como el colectivo le da fuerza a ella en todo
sentido. Al ver a Máxima en un encuentro inicial, o cotidiano, se la observa tranquila, muy
afable y risueña; además se podría decir hasta algo reservada y tímida, pero cuando daba
sus palabras a los participantes en la plaza, poco a poco se afirmaba y llenaba de energía,
con una fuerza que irradiaba a todos los que la escuchaban con entusiasmo y admiración

Conformación de las organizaciones de Mujeres en defensa de la vida y el agua:

En Celendín como en otras provincias, funcionan las rondas que tienen base de hombres y
también hay base de mujeres, en diversas comunidades y como dijo la señora Yeni esto ya
es una organización ancestral; pero las mujeres activistas y líderes en la lucha contra el
proyecto Conga, han buscado conformar una asociación de mujeres propiamente sobre el
tema de defensa del agua.

En el 2012 luego de los hechos de violencia la señora Yeni explicó que conformaron la
OMUDEVICC:

(…) cuando estábamos en proceso de lucha también conformamos una organización de


puras mujeres, que tuvo una incidencia porque hicimos una marcha muy fuerte de mujeres a
nivel provincial, invitando a otras provincias, con el nombre de OMUDEVICC:
Organización de mujeres defensoras de derechos de la vida con convicción.

156
Y cuando le pregunté porque tomaron esa iniciativa o vieron la necesidad de conformar
esa asociación de mujeres señaló:

(…) Porque hacía falta una organización central de mujeres para el tema ambientalista,
como estrategia para contrarrestar a la minería… Y para defender los derechos que se
estaban violando como el territorial a la compañera Máxima.
Y porque buscábamos un equilibrio entre varones y mujeres en la lucha.

Sobre el sentido del nombre de la organización “defensoras de derechos de la vida”, no


hubo una explicación definida, pero el surgimiento de esta organización a raíz de los
hechos de violencia en el que se perdió la vida de cinco personas, da también luces sobre
el nombre que adoptaron.
Ella habla de una incidencia fuerte en la convocatoria que hicieron para la marcha, sin
embargo la organización no ha tenido una continuidad con la misma fuerza, y más bien el
grupo está bien disminuido, por las dificultades de las propias integrantes para
permanecer, y como lo percibe la señora Jeny por la formación de un nuevo colectivo con
otro nombre. Por estos motivos, ella manifiesta:

(…) Entonces a las finales en la lucha social estamos quedando pocas, pero lo bueno es que
esas pocas que nos estamos quedando, somos las que estamos de tiempo, y vamos a
fortalecernos…

Posteriormente, se ha conformado la asociación: “Celendinas luchadoras en defensa de la


Pachamama”, la cual ha buscado articular a las mujeres que han venido participando en la
defensa del agua, buscando tener un espacio propio para las mujeres, y que se encuentra
en actividad.

La señora Lucy ha estado participando en esta asociación, también la señora Santos, y se


ha invitado a las otras personas entrevistadas. La señora Jenny ha participado en algún
momento, pero siente que esta conformación desconoce o deja de lado la organización que
ya existía, y que ella resalta en su importancia por haber respondido a los momentos más
difíciles.

La señora Lucy refiere que viene participando desde este año a raíz de una capacitación a
la que fue invitada, y desde entonces ha continuado. Pero refiere que es difícil que se
reúnan todas, por las actividades de cada señora y sus horarios; son unas 20 mujeres, pero

157
logran reunirse 5 o 6, me dice que no tienen aún una directiva o coordinadora, y que una
compañera que es de Irlanda es la que les ha estado pasando la voz para reunirse.

Ellas han venido participando en talleres de capacitación de diversas organizaciones como


DEMUS, el SER y GRUFIDES; con lo cual se están fortaleciendo y aprendiendo más, la
señora Lucy valora mucho esto porque refiere que con esas capacitaciones la mujer puede
ir participando más en los diversos espacios.

En general se percibe en las mujeres una convicción en su lucha en defensa del agua, pero
el referente de la organización de mujeres aún falta fortalecer y articular. En el caso de la
OMUDEVICC, que lo integra la señora Jenny, persiste el deseo de la señora de reanimarlo
y fortalecerlo. Y en el caso de la organización Celendinas luchadoras en defensa de la
Pachamama, están en el proceso de constituirse orgánicamente.

En el caso de la señora Consuelo, ella conforma con otras mujeres una asociación, pero
que no fue constituida pensando en que sea de mujeres, sino que se dio así porque podían
coincidir en los horarios. Ella explica cómo se conformaron:

“Mi papá creo la Asociación para la Defensa de la Vida y el Medio Ambiente -


ADEVIMA; nosotras hemos tomado el nombre y con esa mística lo sacamos adelante. (…)
Somos 5 damas en constante actividad, cuando mi papá lo fundó eran varones, pero
ahora somos mujeres porque nos juntamos en el día”.

El objetivo que ellas se han planteado es ayudar a los campesinos que vienen siendo
denunciados por defender sus tierras:

Somos como veedoras, a los jóvenes (ronderos) les encanta nuestra compañía. (…) Los
abogados no nos quieren atender… sólo uno quiere defendernos… y qué tal si nosotras no
estaríamos… Un rondero es fuerte en su comunidad, pero cuando se exponen a tanta cosa
que hay en la ciudad se pierden; esa vulnerabilidad… porqué tiene que haber entre nosotros,
todos somos personas…

Esta acción, es una experiencia que refleja una vez más el rol que están cumpliendo las
mujeres en la protección de los otros, y sobre todo de los varones que son sometidos a las
denuncias. Este grupo sin ser constituido intencionalmente como asociación de mujeres, lo
es, y la labor que cumplen es de acompañamiento y defensa de los ronderos que han sido

158
denunciados. Este rol de protección se entiende al ver las condiciones de vulnerabilidad en
el conflicto según el género; pero también puede ayudarnos a su comprensión el
considerar la base de socialización en el rol materno y de cuidadora que principalmente las
mujeres han tenido que asumir.

El sentido familiar y afectivo:

Podemos ver los sentidos que ellas dan a su participación desde su experiencia personal y
familiar, y que contribuyen a un mayor compromiso. Como ya dijimos antes, la defensa
del agua es pensada desde su condición de mujeres madres, protectoras de la vida de la
familia, de los hijos; pero también podemos ver este sentido en relación al daño que han
sufrido sus hijos en la acción ambientalista.

En el caso de la señora Santos reconoce en su lucha, la motivación de seguir la propia


lucha del hijo que murió habiendo defendido el agua:

(…) me parece que por la muerte de mi hijo voy a seguir, porque mi hijo murió en la lucha,
entonces eso también me trae en la lucha porque murió por defender el agua; por seguir su
lucha, y seguiré hasta donde puedo”.

En el caso de la señora Lucy, desde la experiencia vivida con su hijo, que fue detenido y
golpeado, se ha fortalecido más:

Pensé que a mi hijo lo iban a matar (…) Ver la injusticia que hay te da más fuerza, coraje.
Comprometerte aún más por tanto abuso que se comete

En el caso de la señora Consuelo el ejemplo de su padre que siempre luchó por el agua y
defendió a las personas que sufrían de abusos e injusticias, la motivó a seguir su ejemplo,
sobre todo después que fallece su padre, ella empieza a involucrarse más activamente en la
lucha:

Mi padre era el que estaba en frente de la lucha por Conga. Cuando muere mi papá dijimos
no ser sólo personas receptivas, eso nos empuja a salir. Y como legado de mi padre
ayudamos a los denunciados.

159
Los vínculos en la organización:

La solidaridad, el apoyo mutuo:

Estos son elementos que fortalecen tanto a la organización como a las personas. La señora
Jenny manifestó en el caso de las mujeres: “cuando uno comparte cosas con otras
compañeras y ves sus realidades de cada compañera, te das cuenta que tu problema no es
nada”. También recordó la experiencia de compartir en las actividades del colectivo, lo
cual les hace sentir en hermandad: “…en ese momento todos éramos
hermanos,…compartíamos un plato de comida. Son cosas que no se pueden olvidar…”

La señora Lucy contó que habían hecho una actividad para apoyar a una de las socias que
se encontraba mal de salud, y también reunieron fondos para apoyar a la compañera
Máxima Acuña.

La protección de los otros, resaltante en la acción de las mujeres:

La señora Jenny, manifestó que habían sido el escudo de los hombres. Esto se corrobora
con lo que me respondió un participante de la Marcha en Defensa del Agua cuando le
pregunté cómo veía la participación de la mujer. Él manifestó: “Sí, ellas están
participando, incluso más, porque nosotros tenemos miedo, porque a nosotros es lo que
nos detienen, nos denuncian”.

Esta representación de la mujer que puede ir como escudo protector, en parte se cumple
porque las mujeres asumen ese rol protector que se ha construido socialmente. Pero
respecto a que a las mujeres no les va a afectar por ser mujeres, vemos que desde las
autoridades o las fuerzas represivas, muchas veces no se está haciendo diferencias o
midiendo la represión o el abuso por ser mujeres. Ellas también están asumiendo riesgos y
están siendo denunciadas, como es el caso de Jemny y otras mujeres; y el caso de la señora
Máxima que fue golpeada por resistirse a salir de su propiedad. Un problema es que este
riesgo que también hay para la mujer, no esté siendo debidamente visibilizado. Y que por
el contrario, con el mantenimiento de la representación de la mujer como escudo protector,
se encuentre expuesta a mayores riesgos.

En el video “Cuentan y cantan” de la realizadora Chambeu (2014), las mujeres que


defienden el agua cuentan cómo han sufrido directamente la violencia represiva. Una de

160
las mujeres que también participa en “Celendinas luchadoras en defensa de la
Pachamama”, es Giovanna Medina, que nos manifiesta:

“antes tal vez no reprimían a las mujeres (…) ahora sus sirvientes del gobierno que es la
DINOES ellos si nos maltratan a nosotros, si es que estamos adelante no les interesa, si
estamos con niños tampoco, igual nos empujan, nos palean, nos insultan, el maltrato
hacia nosotros y hacia los varones es igual (…) vino un policía y me cogió... y cuando
corrí me dio con su arma en la cintura y el cual tuve sangrado vaginal…”

La Desconfianza y las divisiones:

La desconfianza se manifiesta en el clima del conflicto Conga en el mismo movimiento de


activistas. Ya lo hemos visto en el sentir frente a la nueva organización de mujeres; pero
también por otros factores como el interés político partidario con que algunos líderes han
manejado la lucha; o la forma como la empresa ha comprado el apoyo de la gente,
generando divisiones en la comunidad. La señora Jenny expresa cómo todo esto se mezcla
en su sentir, con una figura muy reveladora: el “fantasma” que los está acosando:

(…) se genera una división… pero dentro de esa misma división, hay un fantasma que nos
está acosando al mismo tiempo, la forma que están dividiendo, las organizaciones que están
dividiendo, hay intereses políticos de por medio, hay mineros que pagan a la gente para que
se dividan, a veces ofrecen trabajo, o los programas sociales que por debajo dan, entonces
eso trae problemas.

Pude recoger, pero también sentir este clima de desconfianza, en diversos momentos de mi
jornada en Cajamarca. Llegando a ver que están desconfiando entre ellos mismos, como
que ya no se sabe quién es quién, quién esta en contra o a favor de Conga.

La señora Jenny manifestó de forma contundente el extremo de esa desconfianza: “En


esta lucha yo podría decir que no confío ni en mí misma”

Pero también pude ver directamente la duda y desconfianza entre la gente que estaba en la
Marcha; lo cual probablemente me incluía a mi que venía de otro sitio, ya que se
desconfiaba hasta de las personas que han demostrado claramente o públicamente su
posición.

161
Un señor de una de las delegaciones que se sentó a mi lado mientras esperábamos el
inicio de la marcha, dijo que Marco Arana (reconocido defensor del medio ambiente)
ahora está a favor de la mina; Jorge (joven ambientalista) que se encontraba a mi otro
costado le explico que Arana nunca a apoyado a la mina, y luego cuando Jorge se paró el
señor me dijo: “ él también creo que está comprado por la mina”; yo le tuve que explicar
que no, y decirle que el joven hasta fue detenido por filmar los abusos de la empresa y las
autoridades.

Esta desconfianza o temor también se manifestó en que una de las entrevistadas,


“Consuelo”, pidió que mejor su nombre quede en reserva, “por la forma como se están
dando las cosas”. Se refería a los hechos que me había comentado: cómo los medios tratan
de desprestigiar a los dirigentes y también las amenazas que están recibiendo.

Dificultades para la participación

Hemos visto a lo largo de los testimonios que la participación en el contexto del conflicto
para las mujeres tiene varias dificultades, la estigmatización y juzgamiento por dejar a la
familia, el asumir las responsabilidades del hogar, la desconfianza y temores en las
relaciones, y una cosa fundamental ha sido la violencia del 2012 que generó un repliegue
para todos lo activistas, por el dolor y miedo que dejó. Esta situación es un factor para
entender también el porqué no ha habido una continuidad en el colectivo de mujeres que
se formó en Celendín en el 2012, La señora Lucy manifiesta cómo los hechos ocurridos,
mermaron al movimiento, en el que las mujeres ya venían participando activamente:

Una de las propuestas es que nos sigan capacitando (refiriéndose a su colectivo de mujeres)
para tener bien claro la problemática que tenemos acá, prepararnos y saber bien lo que
defendemos. (…) Aunque los años que hemos tenido de la lucha, siempre ha habido vigilia,
que ha sido de bastante alivio para informarnos de la problemática. Desde que nos
balearon, como que nos cortaron todo eso. Y eso queremos retomar… que haya fechas
especiales para la vigilia, para mantenernos informados (…) Tanto mujeres como hombres
hemos tenido experiencia en toda esta resistencia que se ha tenido (…) pero a raíz de esos
problemas como que nos agarró el temor.

El testimonio de la señora Lucy nos revela cómo el miedo afectó a la población, y sobre
todo a los activistas, ocasionando un repliegue lamentable sobre todo para las mujeres que
venían participando; pero también nos hace ver que hay un reconocimiento de las

162
fortalezas propias del colectivo, para organizarse, para establecer sus canales de
información, para participar, sin que haya venido alguien de fuera a capacitarlos.

Podemos ver que algo muy positivo de la presencia de las ONG’s ahora brindando
talleres, más allá de los contenidos que ayudan mucho a las mujeres, es que están
contribuyendo a la reactivación de la movilización de las mujeres; y a que ellas busquen
los medios para recuperar las experiencias y saberes que habían construido.

Vemos también cómo en los momentos más álgidos de los conflictos, la participación de
la mujer es muy complicada, ocasionando el retraimiento y la desarticulación de las
organizaciones. Se constata lo mismo que sucedía con ANFASEP, cuando en los primeros
años, la muerte de la alcaldesa que le apoyaba o la denuncia que hizo el presidente a
Mama Angélica hizo que las mujeres dejaran de participar; pero luego lo retoman, para lo
cual seguramente fueron encontrando redes de apoyo que les ayudó a re-unirse.

4. REPRESENTACIONES SOBRE LA RELACIÓN CON EL ESTADO Y LA


COMUNIDAD:

Relación con el Estado:

La relación de confrontación y conflicto con el Estado es muy definida por las


entrevistadas; cuando hablan del gobierno y del Presidente Humala, cuando se refieren a la
acción de la policía, y también a las autoridades. Hay una vivencia de desprotección, de
traición, de una Estado que se va en contra de ellas y ellos.

La señora Santos manifiesta un sentir común respecto al Estado, en particular al presidente


O. Humala:

(…) el Ollanta como nos vino a engañar aquí a Cajamarca, yo era su gente, su votante, pero
desgraciadamente he votado por un asesino, que vendió a su patria, por un asesino, no
esperábamos que nos iba a hacer esto (…)

Cómo es eso que este gobierno maldito, traicionero, que no piensa, no recapacita, que
estamos defendiendo el agua para toda la gente, todo el Perú; porqué dice el desarrollo, el
desarrollo, será el desarrollo de la matanza porque nos van a matar a pausa…

163
Ella más que nadie siente esa traición de muerte del Gobierno y específicamente de
Humala, quien ofreció al pueblo cajamarquino defender el agua. Ella lo siente tan fuerte
porque le mataron a su hijo. También se observa que confronta los discursos del Estado y
las empresas sobre el desarrollo, a partir de la experiencia de la defensa del agua y viendo
las muertes que se ocasionaron. Cuestiona la incapacidad del Estado para ver el bien
mayor de cuidar el agua; y lo ve más como una inconciencia del Estado, son los marcos
desde los cuales ella puede evaluar y juzgar la situación.

La señora Adelaida habla de la acción de los militares:

(…) han disparado convenga no convenga, han disparado a las personas que les caiga,
póngase que hubiera habido niños, hubiesen muerto cantidad de niños allí. (…) Cómo
venían armamentos, llegaba de rato en rato en los helicópteros para el estadio. (Ella vive en
frente del estadio donde estaban los militares). Eso debe pensar el presidente, que él enviaba
el armamento de Lima…

También la señora Lucy compartió su vivencia sobre la acción de los militares:

(…) ellos cumplen órdenes, pero a veces no los podemos entender que a pesar de que
cumplan órdenes, se puedan ir contra su propia gente. Es triste ver eso. A veces me daba
cólera, hay yo le tengo mucho odio que tengo que ir superando poco a poco (…)
humillación, cólera, rabia, no sabíamos qué hacer, nos gritaban por las calles, nos
insultaban; se repartían como dueños de Celendín por todas las calles, haciendo
arengas…desfile…

Y la señora Consuelo nos transmite muy conmovida el impacto que ha significado la


violencia y muertes del 2012:

(…) los muertos que tuvimos el 3 de Julio del 2012 fue lo peor que tuvimos aquella vez…
Todo lo que nos ha afectado, y ahora nos sigue afectando…Quizás el impacto es menos por
el tiempo, pero allí está, nos ha dejado huella, nos ha invadido, hemos tenido mucho tiempo
de dolor, de impotencia…

Vemos el sentir de las mujeres frente a tanta violencia; el dolor y también la rabia que aún
sienten, porque lo vivido fue muy impactante para todo el pueblo. Es importante resaltar
estas consecuencias que nos manifiestan las señoras, porque quizás para muchos los
hechos ya pasaron, pero para las señoras, aún siguen presentes. Mientras para el Estado o

164
las empresas, los costos y pérdidas sólo son vistos en dólares; para la gente el costo es
mucho más profundo, es el daño a su salud emocional y al de su comunidad.

También se ve que todos estos temores y la impotencia frente al poder de un Estado y una
empresa que puede matar sin más, conducen a un repliegue de la organización
comunitaria. Esto, para los grupos de poder es un logro, pero para el pueblo es algo que va
contra su acción política; y contra su propio desarrollo sobre todo en las mujeres, al dejar
de intervenir en su comunidad, como lo había expresado la señora Lucy.

La misma señora Lucy comparte la experiencia más dolorosa que vivió cuando se llevaron
a su hijo arbitrariamente, transmitiendo su dolor e indignación frente a las autoridades:

(…) el 28 de julio le agarraron, lo detienen sólo por tomar fotos. Pensé que a mi hijo lo iban
a matar… El Fiscal le dijo: “Si es problema de Conga ya no se puede hacer nada… (llora y
se siente indignada) Impotencia que uno siente, que las autoridades se vuelvan en contra de
nosotros. Igual que está pasando con la familia Chaupe. Se cometió mucha injusticia,
teníamos una fobia a la policía…

Relación con la empresa minera:

También manifiestan su sentir y cuestionamientos ante el accionar de las empresas, en


muchos sentidos: por el daño a la naturaleza, por la violencia que ejercen contra ellos y
por la forma como afectan la convivencia de la comunidad, o dividen a las organizaciones.

La señora Jenny refiere: “la forma que están dividiendo, las organizaciones que están
dividiendo, hay intereses políticos de por medio, hay mineros que pagan a la gente para
que se dividan, a veces ofrecen trabajo, o los programas sociales que por debajo dan…”

La señora Máxima expresa su sentir respecto a la empresa Yanacocha; percibe el abuso de


poder, al mostrar desde su vivencia la relación desigual entre la empresa y su persona:

(…) Yo lo siento, una mujer campesina que soy, iletrada, que no se manejar una letra
defender, que tanto es el atropello de la empresa, que no saben respetar, hacer justicia.
Estoy encerrada en el terreno que vivo (…) Yo quiero tener un coraje, pero si recuerdo
desde un inicio lo que vengo sufriendo no lo puedo soportar compañeros, es muy difícil
desde un inicio mi lucha

165
Estas experiencias de abuso del poder, generan impotencia y muchos sentimientos
encontrados; vemos la lucha interna que emprenden las mujeres, para no quedar en la
impotencia y terminar rindiéndose. Pero también la misma experiencia de Máxima como
veremos más adelante, muestra que con el apoyo del pueblo, de las organizaciones y las
autoridades justas, las y los activistas ambientales se fortalecen para seguir adelante.

Por otro lado, Máxima observa las contradicciones en el discurso de la empresa y sus
acciones: “La empresa dice que es responsable, cómo va a ser, matando nuestros
animales…”; esto es justamente el fundamento que tienen para no creer en la minera. Así
también, la señora Santos manifestó su indignación con la empresa, cuando explicaba que
eso le hizo abrir los ojos: “…nosotros hemos abierto los ojos gracias a esos malditos
internacionales mineros que han venido a explotar, nuestro Perú, nuestras tierras,
nuestras lagunas…”

Además, perciben de parte de la empresa, una falta de adecuado diálogo e información con
la población. La señora Lucy señala que la empresa Yanacocha difundía sus proyectos en
la comunidad, y ella asistía antes a esas reuniones para conocer; pero señala que no se
dejaban entender. Aquí es importante tener en cuenta que la señora Lucy tiene instrucción
superior, esto nos hace pensar que peor aún será para la mayoría de la población. Ella
relata que hacían los jueves de diálogo donde invitaban a toda la población: “Una vez
explicaron el proyecto pero no entendí ni J, asistíamos los tres de la familia, pero no era
clara la explicación, y además tampoco no refutaban mucho, como que aceptamos todo”.

También contó que tenía una alumna de secundaria estaba haciendo un proyecto para
conocer sobre los proyectos mineros, y que habían solicitado información a la empresa y
nunca se las proporcionaron, sólo les “dieron una folletitos” que no decían nada; ella:

(…) Yo me sentí muy mal, era como toma y cállate, me dio mucha cólera y dejé de ir… La
información era bien cerrada, pero yo no sabía porqué….Después mi hijo que se iba
involucrando, y por eso voy conociendo más, y ya entendí porqué la información era muy
cerrada.

Relación con la comunidad:

Las señoras sobre todo sienten que hay una incomprensión de sus luchas de parte de las
demás personas que no participan, y tienen sus explicaciones ya sea por que estas personas

166
viven en otras realidades, porque no piensan bien o porque no tienen conciencia del
cuidado de la tierra. Como lo manifestó una señora en el grupo de acompañamiento
psicosocial, señalando que la gente de la ciudad no sabe que el agua mantiene la chacra.

En ese sentido también, en mi viaje de Celendín a Cajamarca para la Marcha por el Agua,
mi compañera de asiento -casual, Inocenta, una celendina que vive sola, cuidando sus
plantas y sus cuyes, me comentó que sabe de la lucha por el agua y que está de acuerdo:
“En Lima no entienden porque no tienen paisaje, no tienen lagunas, no tienen pajaritos
que cantan… por eso no le dan importancia”.

La señora Santos también expresó su percepción de los que están a favor de la minería, en
relación a lo que ha visto en su comunidad. Ella entiende que muchas personas defienden
la minería por falta de conciencia, pero también por interés de recibir algo:

(…) las personas que se venden sus conciencias, no se quieren, no piensan ni en ellos ni en
sus hijos, por eso ellos necesitan un regalo de un balón de gas, una cocina, ellos son
manipulados… Ellos no piensan en el mañana no piensan en sus hijos, porque si ellos
pensaran, no vendieran su conciencia…

Por otro lado, también hay voces que reconocen a las personas y organizaciones que les
apoyan en su lucha, y que sí tienen conciencia de cuidar la tierra. Máxima afirmaba:

Pero sé que hay gente que toma conciencia, que se preocupa por la vida (…) Si fuera sólo
por mí, qué voy a soportar… Agradezco a las personas que son buenas autoridades… que
hagan buena justicia.

La señora Consuelo señalaba que los abogados no querían defender a los campesinos, pero
que había un abogado que los defendía. Se observa que el apoyo que pueden percibir de su
comunidad es muy limitado. No hay una sensibilidad con la problemática de su
comunidad, o hay mucha indiferencia con estos temas.

Estamos viendo en el caso de las mujeres de Celendín, que también hay una
representación de su comunidad, de sus autoridades, del Estado; como un contexto que no
es capaz de brindar la comprensión y el respeto a sus necesidades y diferencias. Sino por
el contrario, que se impone con violencia negando el valor de sus vidas y sus derechos.

167
Fortalecimiento en la acción frente al Estado, la empresa, la comunidad:

Frente a las acciones del Estado –los militares, de la empresa, de la comunidad, si bien las
señoras manifiestan su indignación, su rabia o su tristeza; también manifiestan su
determinación en seguir defendiendo su tierra, afirmándose en sus fundamentos y en su
dignidad, como lo muestra la señora Máxima:

La empresa se ha metido en todo… pero yo no me humillo ante la empresa, nunca voy a


arrodillarme a las empresas (…) Cuido la tierra, cuido el agua, por eso no tengo miedo de
luchar frente a la empresa. No tengo dinero, pero voy con la verdad.

También las señoras resaltan en su narrativa las acciones que emprenden para defender la
tierra y difundir su lucha en la comunidad. La señora Lucy compartió la experiencia que
tuvieron como comunidad frente a los militares, reconociendo que lograron hacer que
ellos se retiren de su plaza, en esta oportunidad defendiendo su dignidad como pueblo:

Ya era común verlo en el pueblo, si no los echábamos hubieran abundando los militares,
policía, el ejercito como dueños, pero no nos hemos dejado… Uno de los primeros meses el
ejército queriendo alzar la bandera hacer el desfile público, nos organizamos todos y ¡pum!
los sacamos a los cachacos… fue una medida de decir ¡basta!, una resistencia de no querer
más eso…

Estas acciones las fortalecen como comunidad que puede afrontar sus problemas en
colectivo; ya sea frente a situaciones extraordinarias de abusos como estos, o de una
manera más programada desde sus organizaciones para conseguir sensibilizar a la
comunidad, informarles, y animarlos a la defensa del agua.

Afirmación como mujeres defensoras:

También están la defensa y autoafirmación que hacen las mujeres frente a las personas del
entorno que les acusan por ser mujeres, de ser ociosas o incluso de ser malas madres. La
señora Santos demuestra que es un proceso en el que han tenido que aprender a afirmarse
y no sentirse mal frente a las descalificaciones. Manifiesta la señora Santos

Ahorita, ya yo si sé defenderme, porque ejemplo alguien que por allí dice, ‘ah esa ociosa,
abre su boca’, yo le digo no es así, las cosas son así que tenemos que defender el agua, qué
animal va a vivir así, que persona, qué planta va a vivir así… Y algunos ya tienen

168
conciencia. Entonces ya conocemos para decir a la gente, que algunos nos quieren atacar,
ya les sabemos contestar, podemos defendernos de nuestros derechos, porque sino no
sabíamos qué hablar, ni qué decir.

Diversas acciones de Resistencia:

Las mujeres desarrollan diversas acciones, en su participación como colectivo,


incorporando también sus prácticas culturales y los recursos de su comunidad. Como lo
vimos antes, a través de los cantos que expresan sus emociones y situaciones vividas, y
con otras actividades e iniciativas.

La señora Lucy nos contó sobre la Feria en la que participaron para dar a conocer los
productos naturales que hay que cuidar, y dar a conocer su organización de mujeres:

El grupo también participa en la feria ecológica que realizaba la PIC, como grupo, con
platos típicos. Para fomentar lo que se produce en las zonas que están en peligro (…)
Después también nos invitaron a un evento que se hizo, cultural, donde vinieron de
diferentes lugares, y nos dieron un pequeño stand para difundir la organización, para
darnos a conocer lo que hacemos.

Y comentó el plan que tienen de ir a las comunidades a compartir lo que están


aprendiendo en los talleres, y sobre todo fortaleciendo al colectivo de mujeres:

(…) lo que queremos es también que todo lo que hemos aprendido, hacer la réplica en otras
comunidades, con otras mujeres que no tienen la oportunidad; y esa es la idea para este año
(…) para que también tenga los conocimientos que estamos adquiriendo, para que sepan
claramente lo que estamos haciendo, para que no se pierda también el espíritu de lucha.

Integración en redes: nacional e internacional

Como hemos visto en los diversos puntos que hemos señalado, las mujeres que vienen
participando en la defensa del agua, están en un proceso de organización y articulación
con otros colectivos de mujeres, a nivel regional, y algunas han participado en encuentros
nacionales, en incluso en un encuentro internacional en Cajamarca.

La información por Internet, también es un medio que ha ayudado mucho en la incidencia


a nivel internacional. Y hay organismos internacionales que han brindando espacios a las y
los líderes; Máxima Acuña participó de varios encuentros en Francia, con la Federación

169
Internacional de Derechos Humanos, el Observatorio de Violencia contra la mujer,
Amnistía Internacional, entre otros. Todo esto está contribuyendo al reconocimiento de la
participación de las mujeres en la defensa ambiental.

Percepciones sobre su accionar y la política:

En este grupo de mujeres luchadoras de Celendín, también he recogido algunas


concepciones y cuestionamientos respecto a la actividad política; y una demarcación de su
accionar con respecto a ella. El testimonio de la señora Jenny es el más resaltante:

Acá hemos venido a una lucha, no queremos políticos… para esta convocatoria hemos
hecho, yo como mujer, que no haya políticos… (Se refiere a la convocatoria a la Marcha en
Defensa del Agua). A mi no me gusta que nadie imponga partido, que cada lugar, cada
persona tenga derecho a elegir quién quiere que le represente.

En otro momento cuestiona la política como un factor que disminuye la lucha:

Toda la plataforma falta fortalecer en general, porque a partir de las políticas, se ha divido
la lucha, y estamos pocos quedando (…) el compañero Goyo lo felicito porque ha sacado
pecho por su pueblo en su momento, pero por otra parte me decepciona; y si él ha cometido
ese tremendo error de irse por el lado fácil nos tiene que rendir cuenta. Me decepciona
porque por cometer esa tremenda estupidez se disminuye nuestra lucha” (Se refiere al ex
Gobernador Regional de Cajamarca, que ha sido acusado de corrupción).

Vemos que hay también una identificación de lo político con la actividad partidaria y de
representación en el Estado. Y también como en el grupo de ANFASEP, se observa el
desprestigio de la política, por el accionar que han tenido los “políticos” o autoridades del
gobierno. Así mismo, por esos motivos, no reconocen su propio accionar como político.

Algo interesante es la afirmación de la señora Jenny: “hemos hecho, yo como mujer, que
no haya políticos”, como reafirmando que esa es una posición que la tiene ella por ser
mujer, una posición que no la tendrían los hombres; seguramente porque quienes ejercen
esa forma de política en su comunidad, son justamente, o sobre todo, varones. Estaría
dándose aquí una identificación de formas de hacer política, en relación al género. En la
cual se entiende la política tradicional, partidaria, como práctica más masculina. Pero esto,
no sería positivo para el avance de la participación de la mujer, ya que podría ser una
manera de alejarse de ese nivel de participación, en vez de mejorar su ejercicio.

170
5. REPRESENTACIONES SOBRE LA RELACIÓN CON LA NATURALEZA

Las mujeres organizadas en defensa del agua y la vida, transmiten esta dimensión de
relación, de vínculo con la naturaleza, que en un principio no habíamos considerado en los
ámbitos de representación subjetiva de las mujeres, pero que luego de oír los testimonios,
no podemos dejarlo de lado, ya que es parte de su cosmovisión y es por lo que vienen
movilizándose, actuando en su comunidad.

Estamos contemplando dos aspectos, la concepción de la naturaleza y su relación con ella;


los cuales están muy ligados porque su relación con la naturaleza depende justamente de la
forma como la conciben. Pero hemos visto además que su relación con la naturaleza tiene
un matiz diferente por su subjetividad femenina; como mujer o madres con los roles que
asumen, tienen una visión y acercamiento particular con la naturaleza, con el agua.

Concepción de la naturaleza

Las entrevistadas si bien centran su defensa en el agua, amenazada por el proyecto Conga,
conciben la naturaleza como un todo interconectado. Del agua depende la vida de las
plantas, de los animales y nuestra propia vida, la de los hijos, de la familia.

El agua ante todo es vida, por eso hablan indistintamente de la lucha por la vida, o por el
agua. Y como mujeres, lo conciben también desde su particular experiencia; desde el
vínculo que ellas tienen con el agua, ya sea en el cuidado de sus familias, como en el
trabajo en el campo, donde “el agua mantiene a las chacras” (Sra. Elsa, en la experiencia
previa). Entonces entienden que sin agua no hay alimentos, como decía Máxima: “Si
destruyen nuestra naturaleza, de dónde va a venir la alimentación a los pueblos”.

También está asociado a la concepción andina de la Pachamama, la madre tierra que


brinda sus frutos y da vida; concepción que las mujeres desde su vivencia como madres la
encuentran cercana, y pueden sentirse identificadas como lo señalaba la señora Lucy:
“porque damos frutos, nuestro vientre, igual a la tierra que da infinidad de frutos, tú
también eres semejante a ella, somos vida”.

En la concepción andina, la pachamama no sólo da vida, sino que es un ser vivo, nuestra
madre. Igual Mama Yaku, es la madre agua, es un ser que siente, que sufre, como lo

171
manifestó Nélida Ayay, también activista ambiental de Cajamarca, en el documental “Hija
de la Laguna”13: “Mama Yaku, acaso no entienden que tú eres un ser viviente”

Al reconocer la capacidad de dar vida del agua, de la tierra; lo integran también a una
visión de desarrollo, que no se queda sólo en el momento presente. Máxima decía: “en la
tierra está nuestro desarrollo, futuro, la alimentación para todos”.

Y desde ese conocimiento, cuestionan las otras ideas de desarrollo, como lo hacía la
señora santos refiriéndose al gobierno: “…porqué dice el desarrollo, el desarrollo, será el
desarrollo de la matanza porque nos van a matar a pausa (…) entonces debe pensar en
vez de matar nuestras lagunas, más bien hubiera desarrollo hubiera semilla, hubiera
ganadería, agricultura…”

Relación con la naturaleza

Reconociendo la importancia de la tierra y el agua, y que son seres vivos, las mujeres
representan su vínculo con la naturaleza como una relación de respeto y de cuidado. Esta
relación de cuidado también la estarían manifestando los varones que vienen actuando en
defensa del agua; pero esta forma de vínculo es particularmente más cercano a los
vínculos desarrollados por las mujeres, relacionado a sus roles como madres, hermanas,
hijas cuidadoras de la familia. En cambio la relación machista, del sistema patriarcal, es
más de dominio sobre el otro, y prima la racionalización, más que el afecto. Esta es la
relación que los Estados y empresas extractivas están teniendo con la naturaleza, la del
dominio y depredación. Benjamin (1996) señala que la dominación masculina, no está
sólo en función de relaciones personales de poder; sino que es algo inherente a las
estructuras sociales y culturales.

Las mujeres hablan de cuidado, de la defensa a su tierra, al agua. Máxima decía: “Dios
hizo la tierra por lo cual yo lucho por la tierra, cuido la tierra, cuido el agua, por eso no
temo de luchar frente a la empresa”.

Una participante de la zona de Porcón en uno de nuestros talleres con promotores, expresa
cómo se concibe el vínculo, a partir de reconocer que el agua es la madre, la Yakumama:
“El agua pide a gritos que le defendamos, está contaminada, hay que defenderlo”.

13
“Hija de la Laguna” documental dirigido por Ernesto Cabellos y estrenada en nuestro país en agosto del
2015.

172
También hay una relación de respeto que se alimenta con el mayor conocimiento que
tienen de su naturaleza al estar participando en la defensa del agua, con las acciones que
realizan, la información que se brinda. Como lo señalaba la señora Lucy: Con el conflicto
hemos tomado conciencia de nuestra realidad, yo antes no sabía que había lagunas en
Celendín… (…) a partir de lo que pasó, hemos tomado conciencia para defender la tierra.

Este es un conocimiento que no lleva al dominio, sino al cuidado. Como el que propone
Benjamin (en su crítica a la racionalidad masculina): un conocimiento que respete a su
objeto, que pueda experimentarse como comunión y no como conquista (1996: 236).

Finalmente para complementar estas representaciones de las mujeres, recojo la canción de


Blanca Llamoctanta14, rondera de Bambamarca, que expresa la visión del agua como
fuente de vida y bienestar, y el compromiso de cuidarla que tienen:

Queridos hermanos déjenme pasar, déjenme pasar; voy a las lagunas para vigilar, para
resguardar; voy con los ronderos para resguardar y para luchar.
Sus aguas cristalinas me dan felicidad, me dan felicidad, y nuestros hijitos mas vida tendrán,
más vida tendrán.

CONCLUSIONES:

Desde su accionar político y basado en su experiencia cotidiana de contacto y cuidado con


la naturaleza, las mujeres vienen configurando sus representaciones subjetivas:
afirmándose en sus narrativas con una idea de bienestar para su comunidad que quieren
defender, empezando a valorar la importancia de su rol como mujeres en esa defensa y con
la necesidad de organizarse para contribuir en esa lucha. Así mismo en ese proceso están
fortaleciéndose como sujetos sociales activos y desarrollando sus agencias personales.

Representación de sí mismas:

Las mujeres entrevistadas ya intervenían en el espacio público con el trabajo para el


sustento de sus familias; pero la participación en el ámbito político mediante la
movilización y organización colectiva, la emprenden ante la amenaza de sus recursos y de
la vida; a partir de la conciencia de los abusos de la empresa extractiva y del Gobierno.

La señora Blanca Llamoctanta canta esta canción en el video “Cuentan y cantan” realizado por Francoise
14

Chambeu (2014).

173
Esto brinda oportunidades para que las mujeres desarrollen sus potencialidades y
fortalezas, lo cual ellas valoran mucho en su desenvolvimiento en la comunidad, en
defensa de la vida.

Las señoras que manifiestan más limitaciones y carencias en su educación, en su infancia;


son las más afectadas en el grupo que hemos entrevistado, dos de ellas con la muerte de
sus familiares y la otra con el intento de parte de la empresa minera de despojarla de su
terreno. Sin embargo, siendo concientes de eso, quienes están participando en la defensa
del agua, no caen en una situación de victimización por esas limitaciones que han tenido.
Limitaciones que tienen que ver no sólo con la situación económica, sino que
particularmente con la marginación de género.

Las mujeres activistas en al defensa del agua, se identifican como mujeres luchadoras, que
protegen la tierra, no como víctimas. Pero también como madres que cuidan la vida de sus
hijos, de los nietos, de los que vendrán. En ese sentido, ellas hacen una defensa de sus
derechos más orientada al cuidado de la naturaleza y de los hijos, no tanto a sí mismas
como mujeres individualizadas

El activismo ambiental repercute en lo familiar, y es algo con que las mujeres tienen que
lidiar, a veces hay el apoyo familiar, otras veces no, y eso tiene costos en la vida
emocional de las mujeres. El estigma social por ser mujeres y activistas es fuerte, se las
quiere encasillar en su rol de esposas y madres.

Los vínculos entre hombres y mujeres están cambiando, y ellas son parte activa en ese
proceso. A nivel familiar, hay parejas que están empezando a comprender la importancia
de la participación de la mujer, y hay parejas que participan juntos en la defensa
ambiental.

Representación de su organización:

Las mujeres entienden y nombran su participación organizada como una lucha por la
defensa de la vida. El situarse en la lucha por el agua, las afirma como agentes activos en
su comunidad, como actoras, más que como víctimas. Sin dejar de lado que hay
situaciones de afectación para muchas mujeres.

174
Los hechos de violencia del 2012 ocasionaron mucho temor en la población, también un
repliegue de la participación en la que ya venían participando muchas mujeres en el
colectivo general. Se constata que en los conflictos socioambientales, también es difícil
mantener la participación, sobre todo para las mujeres surgen más dificultades.

En el caso de las mujeres que han perdido a sus familiares hay una necesidad de justicia y
atención a sus casos; sienten que hay un abandono del Estado y de sus colectivos de
referencia, lo cual puede repercutir en su permanencia en la organización colectiva. Por el
contrario, el apoyo del colectivo, fortalece la lucha por el medio ambiente, como lo vemos
en el caso de la señora Máxima

Las mujeres entrevistadas están valorando su aporte particular como mujeres al


movimiento ambientalista, resaltando sus cualidades como: ser más decidas, convencidas,
constantes y comprometidas. Además sienten que tienen el espacio y la oportunidad para
poder manifestarse en su colectivo.

También encontramos la representación de sí mismas como “escudo protector de los


hombres”. Si bien esta identificación puede ser parte de la estrategia como colectivo;
habría que preguntarse, si esta representación no las sitúa, social y subjetivamente, en una
posición secundaria; siendo el actor principal el varón. Vemos que las mujeres están
participando más y asumiendo liderazgos, pero los niveles de mayor representación en el
espacio público siguen copados por los hombres.

La representación común de la mujer como escudo protector además invisibiliza los


riesgos y violencias que se dan contra las mujeres, exponiéndolas a mayores riesgos. Las
mujeres también están siendo violentadas, criminalizadas y enjuiciadas.

Hay un clima de desconfianza que impregna y rodea al colectivo ambiental. Según lo


manifestado por las señoras, el miedo por todo lo sucedido y la acción de la empresa
minera comprando a la gente, está contribuyendo a este malestar.

Representaciones de la relación con el Estado y la Comunidad

En la relación con el Estado y la comunidad, hay una fuerte sensación de abandono, sobre
todo, se sienten traicionadas por el gobierno. Entonces los sentimientos producidos son de

175
rabia y de indignación, además de dolor e impotencia. Esto es sentido de manera particular
por las mujeres a quienes se les arrebató la vida de sus seres queridos.

No obstante, frente a la indiferencia del Estado y la persistencia de la empresa minera de


explotar los recursos; la población, y en particular las mujeres, se afirman en la defensa de
sus recursos. Resistiendo a la imposición de la mina y a la imposición de los discursos del
“desarrollo”.

Así mismo, están haciendo frente a la descalificación que se hace de su participación, por
ser mujeres, que se asienta en los prejuicios machistas. Además de ser tildadas de
“terroristas” junto con los varones; ellas por ser mujeres, son juzgadas como “ociosas” y
“madres desnaturalizadas”.

Exigen el reconocimiento de su causa por parte del Estado y la comunidad; pero ante todo
ellas mismas se reafirman en el reconocimiento de su dignidad, y la de sus seres queridos
muertos en conflicto, con una convicción en la trascendencia de su defensa.

Respecto a la minera, tienen muy claro el daño que causa a la naturaleza, pero también
hacen referencia al daño que ocasionan en las relaciones en la comunidad creando
conflictos y desconfianza.

Sienten incomprensión de las personas que por ser de la ciudad no ven la importancia de la
naturaleza; o que sólo ven su interés inmediato y no el futuro de sus hijos. Haciéndonos
ver que hay perspectivas y cosmovisiones diferentes que no son comprendidas.

El reclamo que ellas hacen si bien parte de una necesidad sentida desde sus familias,
pensando en la vida de los hijos; trasciende esa mirada, y conciben su lucha como un
beneficio para todo el país, para las futuras generaciones. Esta perspectiva y su
convencimiento, las reafirma en la defensa que vienen realizando.

Hay un fortalecimiento del colectivo y de las mujeres, que además de afirmarse en sus
conocimientos y en su dignidad; están buscando sensibilizar a la comunidad e informar
para contribuir a la defensa. Buscando articularse con mujeres a nivel regional y nacional.

176
Hay una práctica de resistencia política de las mujeres entrevistadas; pero ellas se
diferencian de la práctica política, porque la conciben como partidaria, electoral, y
relacionada al ejercicio masculino.

Relación con la Naturaleza:

Hay una relación de cuidado y respeto, muy diferente a la del Estado y las empresas cuya
visión es más de dominio y explotación. Una relación que como mujeres socializadas en el
cuidado de los otros, de la familia, de los hijos, pueden comprenderla más.

Esa relación de cuidado con la naturaleza está basada en el reconocimiento de la tierra y


del agua, como fuentes de vida, y como seres vivientes. Es la Mama Yaku que siente, que
sufre y que reclama el cuidado. Además las mujeres en sus acciones cotidianas, en las
casas o en las chacras, tienen un contacto con el agua que les permite valorar su
importancia para la vida, porque sin ella no hay el alimento para la familia. Y con esta
experiencia y conocimiento, ellas asumen con seguridad y firmeza su defensa del agua.

Uno de los murales plasmados en las paredes del pueblo de Celendín.


Mostrando la participación de las mujeres en la Defensa de la Vida:
Unidas y en resistencia, con los brazos abiertos…
Mirando por los hijos.

177
CAPÍTULO VII: CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LAS
AUTOREPRESENTACIONES DE LAS MUJERES
EN LOS DOS CONTEXTOS DE CONFLICTIVIDAD

En este capítulo se presenta una síntesis de las autorepresentaciones de las mujeres


organizadas sobre sus procesos de participación, haciendo un paralelo entre los dos
contextos de conflicto, que nos permitirá visibilizar y analizar las continuidades y
diferencias en las experiencias de las mujeres. Se hace un análisis a partir de lo que ellas
dicen, pero también hay autores que refuerzan los hallazgos; y habría que ver como
agenda de investigación, si otros casos van en otra dirección.

Representaciones de sí-mismas:

MUJERES DE ANFASEP MUJERES DE CELENDÍN


Las mujeres de Anfasep afirmaron su capacidad Ante la amenaza a sus recursos naturales y ante
de agencia: asumieron nuevos roles y se los abusos de la empresa minera y el Estado, las
fortalecieron desde la participación organizada mujeres emprenden la participación en el
con otras mujeres. ámbito político mediante la movilización y
organización colectiva.
Hay una conciencia y afirmación desde el dolor,
sienten que la experiencia vivida les hizo “abrir Reconocen y valoran sus recursos desplegados
los ojos” frente a toda la injusticia que estaban en el proceso de participación. Haciendo uso de
viviendo. sus conocimientos y habilidades desarrollan su
creatividad y aportan a las acciones políticas.
Resaltan los recursos personales que han
Además, en su práctica resalta su riqueza
fortalecido, sobre todo mayor confianza en su
cultural; con sus expresiones a través del canto
capacidad para hacer oír su voz. Se representan
las mujeres vienen haciendo oír sus voces y
a sí mismas como sujetas más activas en el
fortaleciendo a colectivo.
escenario social.
Las mujeres defensoras son de diversa
La mayoría de las mujeres entrevistadas
condición social. Pero, las entrevistadas que
tuvieron carencias tanto económicas en su
relataron mayores carencias en su historia de
infancia y adolescencia. Además han sentido la
vida, son justamente, las más afectadas: dos de
discriminación por ser quechuahablantes.
ellas con la muerte de sus familiares y la otra
El reclamo por los derechos ha sido más en con el intento de despojarla de su terreno.
relación a sus familiares desaparecidos, como
Las mujeres activistas asumen la defensa desde
madres o viudas, no tanto sobre ellas como
el rol de madres que cuidan la vida de sus hijos
mujeres.
y de los que vendrán. Y se identifican como
Muchas han sufrido el daño de la violencia
mujeres luchadoras.
directamente en sus propios cuerpos, pero ha
tenido que callar por años, debido al estigma No presentan demandas propiamente desde la
social. Algunas reconocen esta situación de experiencia como mujeres, pero sí están
postergación, lo miran críticamente, y reconociendo la importancia de su aporte en la
comienzan a expresar su sentir. lucha ambiental, y valorándolo como una
oportunidad de hacer oír sus voces.
Las mujeres han salido de una posición de

178
“víctimas” a ser protagonistas de sus historias. El activismo ambiental repercute en lo familiar,
Reconocen la situación de victimización, pero a veces sienten apoyo, y otras veces no, lo cual
sobre todo para visibilizar la injusticia y tiene costos en la vida emocional de las
reclamar sus derechos. mujeres.
En lo familiar muchas veces fue difícil seguir El estigma social por ser mujeres y activistas es
en la organización y poder atender las fuerte, se las quiere encasillar en su rol de
obligaciones del hogar. Y aún puede haber esposas y madres.
incomprensión de la familia que les dicen que
Las mujeres están cambiando también los
ya lo dejen. Pero ellas defienden y cuidan sus
vínculos con los hombres. Las parejas están
espacios fortalecedores.
comenzando a apoyar la participación de la
mujer en la defensa.

Análisis:
Vemos situaciones vividas por las entrevistadas, en los contextos de conflicto, que han sido
elaboradas y resignificadas, mostrando su agencia como sujetos productoras de sentidos. Desde
sus experiencias y sobre todo desde su práctica organizacional, las mujeres han reconfigurado sus
autorepresentaciones15.
En ambos casos las mujeres sienten que la violencia vivida, las ha hecho tomar conciencia de las
situaciones sociales injustas y determinarse a intervenir en su comunidad para cambiarlas.
Ampliando su espacio de acción y sus agencias16, logrando un fortalecimiento personal desde el
trabajo conjunto con otras mujeres y en contacto con sus tradiciones. Una agencia con y para otros.
Aún persisten las situaciones de discriminación para las mujeres, por el género, la condición social
y el origen étnico17. Ellas las reconocen como situaciones limitantes, no obstante los logros que
han podido alcanzar. La falta de educación es lo que más resaltan. En el grupo de Ayacucho la
mayoría tiene un menor nivel educativo. El grupo de Cajamarca es más variado; pero, si bien el
riesgo ambiental involucra y afecta a mujeres de diversos estratos; son las mujeres de menor nivel
económico, en nuestra muestra, las que han sufrido más los daños del conflicto Conga.
En ambas luchas las mujeres asumen más un rol de madres y protectoras en la defensa de los
derechos humanos o medioambientales. Su resistencia política es por los hijos o por la tierra, no
tanto por ellas mismas como mujeres.
Pero, en el caso de Cajamarca, están valorando más su participación como mujeres en la
comunidad y su posibilidad de hacer oír su voz. Y en el caso de Anfasep, están comenzando a dar
espacio al daño que también ellas mismas sufrieron como mujeres, aunque no está como agenda en
su organización.
La participación en contextos de conflicto es muy ardua, y más para las mujeres cuando les toca
asumir el rol de padres y madres, como en el caso de Anfasep, o en el de una señora de Celendín
que perdió a su esposo. Además está el estigma social que pretende encasillar a la mujer en su rol
de madre. Y la represión del Estado, que en ambos casos se ha manifestado causando repliegues.
Pero las mujeres ejercen una resistencia frente a las imposiciones y prejuicios que buscan
paralizarlas, ellas se levantan y defienden sus espacios; transformando con ello también las
dinámicas de relación en sus entornos; en la interacción con varones, con autoridades y con
diversos actores de la comunidad.

15
Comprensión de las autorepresentaciones que va en dirección a lo trabajado por Gonzales (2008).
16
De acuerdo con Coral (1991) y Del Pino, citado por Henríquez (2006). Las mujeres tienen agencias
previas (Crisóstomo), pero con sus organizaciones las desarrollan en otros niveles de acción, de resistencia.
17
Confirmándose la situación de interseccionalidad (Curiel 2007, Expósito 2012) en las condiciones de
vulnerabilidad de las mujeres.

179
Representaciones de su organización:

MUJERES DE ANFASEP MUJERES DE CELENDÍN


Las mujeres valoran mucho el estar unidas para Las mujeres entienden y nombran su
alcanzar sus objetivos. Esta es una fortaleza de participación organizada como una lucha por la
su organización, que ha ido avanzando cada vez defensa de la vida. Esto las afirma más como
a redes más amplias de articulación. agentes activos en su comunidad, como actoras,
más que como víctimas. Y concientes de su
Para ellas su participación ha sido un caminar
contribución para todo el país, no sólo para sus
juntas buscando la justicia. Saliendo en
comunidades.
marchas, haciendo vigilias, hablando con
autoridades, construyendo lugares de memoria Su lucha implica una resistencia activa en
y otras acciones de incidencia. diferentes formas: marchas, vigilias, campañas,
incidencia en medios de comunicación,
Su representación del caminar juntas, viene de
creación de canciones, murales, etc.
su historia y su origen; ya que eso fue lo que
hicieron literalmente: caminar por cerros y Los hechos de violencia del 2012 ocasionaron
cuevas buscando a sus familiares desaparecidos. mucho temor en la población, también un
repliegue en la participación de las mujeres que
La participación en la organización en el
ya venían participando en el colectivo general.
contexto del conflicto armado ha sido ardua:
Y el impacto sigue aún: dolor, desconfianza,
 Asumieron la responsabilidad de buscar
temor, que van superando poco a poco.
justicia, además de hacerse cago del sustento
familiar. Hay un clima de desconfianza fuerte, que llega
 Además, la responsabilidad de proteger a los a impregnar al colectivo ambiental. Según las
varones adultos, frente al riesgo de que estos señoras, el impacto por todo lo sucedido y la
sean detenidos o desaparecidos. acción de la empresa minera comprando a la
 Y afrontaron la represión y acusación desde gente, contribuye a ello.
el Estado y la comunidad misma.
Hay diferentes experiencias de las mujeres:
 Han luchado durante años, y logrado algunos
objetivos con mucho esfuerzo, perseverancia,  En el caso de las que han perdido a sus
esperanza, en medio de diversas dificultades. familiares hay una necesidad de justicia en la
atención de sus casos, y sienten que hay un
Por todo ello la participación de las mujeres no
abandono del Estado y de sus colectivos de
ha sido un proceso continuo, sino un proceso
referencia; lo cual puede desmoralizarlas.
con avances y repliegues; en el cual se han
 En el caso de la señora Máxima, afectada
fortalecido.
personalmente, en su familia, por el conflicto
Han tenido dificultades en el manejo de los de su terreno; el apoyo del colectivo la
aspectos organizativos y en el vínculo con los fortalece y ayuda a enfrentar la violencia.
interlocutores, relacionándolo a la falta de  Las otras mujeres luchan básicamente por
estudios, o al dominio del idioma castellano. Y defender los recursos comunes a todos, del
han sentido una marginación en sí mismas y su empeño extractivista y la contaminación.
entorno.
Reconocen y valoran su aporte, como mujeres,
Hay sentidos en común respecto a la al movimiento, resaltando cualidades (más
organización que comparten las mujeres; pero convencidas, decididas, comprometidas) y
también hay sentidos más personales según las habilidades.
experiencias particulares y el nivel de liderazgo
Hay una autorepresentación de la mujer en el
que asumen.
papel de “escudo protector de los hombres”,

180
Hay sentidos subjetivos que no son planteados porque se entiende que los hombres están más
como ejes, objetivos de la organización, pero expuestos a la violencia represiva.
que son relevantes para la participación de las Esta representación invisbiliza los riesgos y
mujeres: violencias que también viven las mujeres, que
 El soporte socio-afectivo que las mujeres están siendo violentadas y criminalizadas.
sienten en su organización: un espacio
Ellas sienten que tienen el espacio y la
sanador y un lugar donde compartir
oportunidad para poder manifestarse en su
experiencias cotidianas como mujeres y
colectivo, en su organización.
madres.
 Representar ANFASEP como el lugar donde Están participando más y asumiendo liderazgos,
el familiar desaparecido está presente, al cual pero se observa que los niveles de mayor
siempre se recurre y no se abandona. representación siguen copados por los hombres.
 Y también es una fuerza para seguir, el haber
sentido la violencia en sí mismas como La conciencia de género está siendo elaborada:
mujeres, por el miedo a la violación o la en la experiencia personal, a través de espacios
misma violación a la que estuvieron de capacitación, y en encuentros de colectivos
expuestas, que siempre se calló, pero que no de mujeres.
se ha borrado de sus memorias. En estos espacios las mujeres reelaboran sus
representaciones, conectando también con los
Los objetivos de la organización fueron discursos comunes, como la relación mujer -
resignificados y ampliados, desde la búsqueda naturaleza, madre tierra, y escudo protector.
de los desaparecidos, la búsqueda de verdad, de
justicia y memoria para el país. Los espacios colectivos también les permiten
valorar la fuerza de unirse con otras mujeres,
Cada vez valoran más articularse con otras aprender y compartir experiencias.
organizaciones de afectados y con instituciones
de la sociedad civil, para tener más fuerza. Hay una preocupación por diferenciarse de la
práctica “política”, porque la relacionan a lo
Con todo ello, se evidencia un accionar político; partidario y porque en la búsqueda de
pero ellas no se reconocen como políticas; por representación a nivel partidario de algunos
el significado común y tradicional de política, activistas, ven que podría usarse el movimiento
relacionado a lo electoral, y por las experiencias ambiental para intereses políticos personales.
con los políticos que les prometieron y no Entonces buscan separar los niveles de acción.
cumplieron.

Análisis:
Las mujeres representan su participación política comunitaria principalmente desde su experiencia
organizacional, por eso para ANFASEP es un caminar juntas y para las mujeres de Celendín es la
lucha por el agua. En el caso de las activistas ambientales, vemos que al nombrar así su
participación, se posicionan con más fuerza y resistencia frente a las políticas del Estado, además
reconocen y afirman más la trascendencia de su acción para todos; en el caso de Anfasep esta
conciencia se da más en las líderes, pero no es tan firme en todas las entrevistadas.
Las dinámicas de las organizaciones en los dos conflictos varían, pero hay algunas constantes. Se
constata que la conformación y continuidad de los colectivos es un proceso arduo: hay momentos
críticos en los que la represión y la violencia causan el repliegue da las mujeres. Estas dificultades
se dieron en los inicios de Anfasep y hoy se dan en el colectivo ambiental. Podemos comprender
entonces, las limitaciones de la organización, dándonos cuenta que en contextos de conflicto, los
avances de las mujeres pueden detenerse en determinados momentos.
Vemos también, cómo los significados y sentidos comunes de la organización, se mezclan con las
experiencias particulares, en las representaciones subjetivas de las mujeres; generando sentidos

181
más personales, emocionales y simbólicos, que también alimentan la determinación por continuar
organizadas y resistiendo.
Particularmente en el caso de Anfasep, que tiene una larga historia, las mujeres han venido
otorgando diversos valores a su organización, resaltando su soporte afectivo18, por ser fuerza en
medio del dolor, y espacio para compartir las experiencias cotidianas. Pero, también vivieron
juntas sus silencios, sus historias guardadas por temores, como la violencia en sus propios cuerpos,
que hoy comienza a develarse, como reconociendo la injusticia de su postergación y estigma; y
revelándonos que también sería parte de su resistencia -aún sin exponerla en la mayoría de casos.
Las mujeres de Celendín también están valorando la importancia de la unión de colectivos de
mujeres y sienten que hay un crecimiento y fortaleza en el compartir experiencias diversas. Pero
también se dan procesos donde el soporte colectivo no está funcionado para las mujeres, lo cual
podemos reconocer al escuchar a las señoras que perdieron a sus familiares y no sienten el apoyo
del colectivo. Y viendo la experiencia de Anfasep, reconocemos cuán importante para su
recuperación y fortalecimiento, es tener ese soporte.
En ambos casos, las mujeres asumen la identidad de defensoras, con un posicionamiento desde el
rol materno, protector de los hijos, de la vida, de la tierra. Las mujeres de Anfasep caminaron por
sus hijos desparecidos, por sus hijos que quedaron, y por que no vuelva a suceder. Las mujeres de
Cajamarca también luchan por la vida, protegiendo la naturaleza de la depredación; lo hacen desde
su experiencia cotidiana cercana a la naturaleza, al agua y al cuidado de la familia19. La lucha en
ambos casos es más como madres, por sus familias, por sus hijos, que por ellas mismas.
Las mujeres de Anfasep estarían empezando a mostrar su afectación particular como mujeres, pero
no se da en el discurso de su organización.
El rol que asumen como escudo protector de los hombres, también se repite, con el riesgo de
invisibilizar la violencia que a ellas mismas les afecta. Además, si bien este rol puede ser una
estrategia colectiva, sitúa a las mujeres, social y subjetivamente en una posición secundaria, siendo
el actor principal el varón. Como se observa en el movimiento ambiental, donde son los varones
quienes tienen más representatividad.
En el caso de las mujeres de Celendín, están elaborando más su participación desde su posición
como mujeres, reconociendo los particulares aportes que ellas pueden brindar en la defensa del
agua, con su cuidado de la familia, con su perseverancia y su compromiso especial en la
resistencia (su integración en un colectivo conformado también por varones, les da otra
perspectiva). Esta elaboración que hacen las mujeres es importante desde el enfoque de género,
que debe ser considerado no sólo en la explicación de los conflictos, sino también en el manejo
que se haga de ellos para una participación más equitativa, que contemple las diferentes
experiencias, necesidades e intereses de mujeres y hombres20.
Los procesos de organización en Ayacucho y Cajamarca, están en diferentes etapas; por lo que el
fortalecimiento organizacional puede valorarse más en el caso de Anfasep, que ha pasado por
diversas dificultades, mostrando la capacidad de resignificarse y crear nuevas estrategias. Y son las
propias mujeres las que reconocen y valoran los procesos y cambios; tanto en las estrategias, como
en los objetivos. Demostrándonos la dinamicidad y posibilidad de cambio de las organizaciones.

18
Manky y Muñoz-Nájar (2014) señalan éste vínculo de solidaridad emocional como parte de las
capacidades organizativas de Anfasep.
19
Confirmando otros estudios de la participación de la mujer en la defensa ambiental (Sabaté 2000, Herz
2013).
20
En concordancia con los hallazgos de Cuadros (2010), Vallejo (2011) y Herz (2013) sobre la participación
de las mujeres en los conflictos socioambientales.

182
Representaciones de su relación con el Estado y la comunidad

MUJERES DE ANFASEP MUJERES DE CELENDIN


En relación al Estado y la comunidad, las En la relación con el Estado y la comunidad,
mujeres sintieron por mucho tiempo el hay un sentimiento de abandono y de ser
abandono, la indiferencia y estigmatización. traicionados por el Gobierno de Ollanta, quien
Pero, con sus acciones de incidencia y su les prometió cuidar el agua, pero al final apoyó
persistencia caminando juntas, ahora perciben a la empresa minera; generando indignación,
cambios en las respuestas del Estado. dolor e impotencia por toda la violencia sufrida.
Se posicionan como actoras políticas, sujetos de Ante todo ello, la población y en particular las
derecho, que trabajan para que su problemática mujeres, se afirman en su lucha, resistiendo a la
sea atendida; en un contexto político en el que imposición de la minera y a sus discursos del
ha dominado la negación y la impunidad. “desarrollo”.
Están avanzando de la búsqueda personal y Defienden la naturaleza y su cosmovisión,
familiar de justicia, al situar la problemática mediante diversas formas de resistencia creativa
como una agenda pendiente del país; trabajando que desarrollan en la comunidad. Y conscientes
por la memoria, para que no se repita lo vivido. que su lucha es en beneficio de todo el país, de
las futuras generaciones.
El tema del reconocimiento por el Estado y la
sociedad es resaltante, y adquiere sentido por la Las mujeres exigen el reconocimiento de su
historia previa cargada de rechazo y lucha y su dignidad de parte del Estado y la
estigmatización que vivieron. Sienten que es un comunidad, pero ante todo ellas mismas se
proceso en el que ellas han incidido, con reafirman en su dignidad, y se reconocen con
diversas gestiones y haciendo seguimiento. Con convicción como defensoras de la vida.
lo cual han logrado la aprobación políticas
Respecto a la minera Yanacocha, tienen muy
públicas.
claro el daño que causa a la naturaleza, por el
Sin embargo, todavía sienten que reconocerlas oro; pero también hacen referencia al daño que
en el discurso, muchas veces no se concreta en ocasionan en las relaciones en la comunidad
los hechos; cuando las autoridades les creando conflictos y desconfianza.
reconocen u ofrecen algo, y luego lo olvidan.
Sobre la comunidad, perciben incomprensión de
Hay un auto-reconocimiento de sus agencias y los otros, porque son de la ciudad y no valoran
capacidades organizativas para incidir en las la naturaleza; o porque piensan en su interés
autoridades; con la convicción que hay que inmediato y no en el mañana.
exigir, para que las autoridades escuchen y
También enfrentan la descalificación de su
atiendan a sus derechos.
lucha por ser mujeres, llamándolas “ociosas” o
Perciben tanto cambios como continuidades en “madres desnaturalizadas”. Además de
las respuestas del Estado y de la comunidad: “terroristas”, por oponerse al proyecto Conga.
Cambios: mayor sensibilidad y escucha (antes Hay un fortalecimiento del colectivo y de las
la gente, las autoridades, “no sentían nada”), mujeres, que además de afirmarse en sus
mayor conocimiento de su problemática. conocimientos y en su dignidad; están buscando
sensibilizar a la comunidad, informar, capacitar
Continuidades: aún falta mayor comprensión de
para contribuir a la protección de los recursos.
la gente que no entiende porqué ellas continúan
en la lucha. Todavía el Estado no responde con
la suficiente voluntad política.

183
Análisis:
En ambos casos las mujeres entrevistadas vienen ejerciendo una acción política de resistencia
frente a las políticas dominantes del Estado, frente a la violencia e impunidad contra sus
comunidades, sus familias y territorios.
Las mujeres de ambos contextos vivencian una situación de abandono, no reconocimiento y
violencia, de parte del Estado; y también de la comunidad, con su incomprensión, descalificación y
estigmatización de sus luchas. Todo lo cual genera sentimientos de rabia, indignación, impotencia.
Y nos revela la necesidad del reconocimiento21 del Estado y la sociedad, como fuente de
identificación, pertenencia y contención para las personas y colectivos.
Las mujeres son actoras en el reconocimiento de sus derechos, mediante diversas estrategias de
sensibilización, incidencia y memoria (marchas, vigilias, ferias, canciones, etc.); con las cuales
visibilizan sus vivencias y situaciones de vulnerabilidad, a la vez que plantean alternativas para
superarlas.
Esta participación de las mujeres muestra un fortalecimiento colectivo22, con un poder
transformador que produce cambios en su entorno, no sólo en sí mismas. Las mujeres desde su
participación organizacional, como Anfasep o como colectivo de defensa ambiental son parte de
procesos de cambio para el país:
Impiden el avance de dinámicas de dominación e imposición patriarcales; al generar nuevas
visiones en la política del Estado, que llevan al reconocimiento de los derechos de sectores de la
población que son excluidos.
Ellas se posicionan como mujeres actoras de su comunidad, concientes de su capacidad de
incidencia, más en el caso de Anfasep que tiene más de 30 años de resisntecia, y como sujetos de
derechos. Produciendo nuevos sentidos y significaciones que modifican la manera de ver el orden
social.
Estos son avances que van logrando poco a poco desde una participación y resistencia política que
hace frente al la represión, el estigma, y particularmente la descalificación por ser mujeres que
participan activamente en el escenario público.
Promueven mayor conciencia en la población, sobre la diversidad social, la inclusión, el diálogo,
los derechos humanos y el cuidado ambiental.
Las mujeres defensoras de Celendín, se posicionan en la resistencia de su colectivo (de varones y
mujeres) que defiende el agua y la vida, con más fuerza y convicción de su aporte para el país,
para las futuras generaciones. Pero, aún falta consolidar su participación organizacional
propiamente como mujeres.
Las mujeres de Anfasep también conciben la importancia de su lucha para el país, pero esta
conciencia, está más fuerte en algunas líderes, no es una visión tan homogénea en las mujeres de la
asociación.

21
Benjamin (1996) y Bleichmar citado por Herrera (2011 ) han trabajado la importancia del reconocimiento
y la profunda afectación que produce en la persona cuando este fracasa.
22
Este fortalecimiento y poder del colectivo han sido señalados por Montero (2006) y Martín-Baró (1998)
respectivamente.

184
Representaciones de la relación con el Medio ambiente

MUJERES ACTIVISTAS DE CELENDÍN


Conciben la tierra y el agua, como fuentes de
vida, y como seres vivientes. Y ven toda la
Concepción de la naturaleza
naturaleza como algo interconectado: del agua
depende la vida de las plantas, los animales, las
chacras, y también nuestra propia vida, la vida
de los hijos, la familia.
Mantienen la concepción andina de la
Pachamama, la madre tierra que brinda sus
frutos y da vida; concepción con la cual las
mujeres desde su vivencia como madres,
pueden sentirse identificadas. La pachamama da
vida y es un ser vivo, nuestra madre; igual
Mama Yaku, es la madre agua, es un ser que
siente, que sufre y que reclama cuidado.
Y valoran la naturaleza como la base del
desarrollo: en la tierra, en la naturaleza, está el
desarrollo, el futuro. Contraponiéndose a la
noción capitalista de desarrollo basado en la
acumulación de dinero.

Al reconocer la naturaleza como un ser viviente


y no un objeto, representan su vínculo con la
Relación con la naturaleza
naturaleza como una relación de respeto y de
cuidado.
Así mismo, desde su visión de desarrollo
fundada en la naturaleza, priorizan el cuidado
de la tierra, de los cultivos, de la agricultura.
Las mujeres en sus acciones cotidianas en las
casas o en las chacras, tienen un contacto con el
agua que les permite valorar su importancia
para la vida, porque sin ella no hay el alimento
para la familia.
Desde esa experiencia y conocimiento ellas
asumen con seguridad y firmeza la defensa del
agua.

Análisis:
La relación que las mujeres asumen con la naturaleza es de cuidado, de respeto; muy diferente a la
del Estado y las empresas cuya visión es más de dominio, de explotación, que reduce la naturaleza
a la condición de objeto.

185
En estos diferentes tipos de relación con el otro, con la naturaleza; están inscritas las
representaciones y relaciones del género. En la cual la visión masculina es la del dominio, la
racionalidad y la agresividad; frente a la femenina que valora el vínculo, lo afectivo, el cuidado del
otro.
Para las mujeres, por su socialización en el cuidado de los otros23 (familia, hijos); el cuidado de la
naturaleza adquiere un mayor sentido. Y podemos decir que la relación de cuidado con la
naturaleza que están proponiendo los colectivos ambientalistas, no sólo las mujeres; es una
propuesta que confronta a la visión masculinista24 de relación de dominio, que prima en nuestra
sociedad.
Pensando si este tema tiene que ver algo con la acción política de las mujeres de Anfasep, se puede
analizar que: si bien esta relación de cuidado con la naturaleza está siendo más elaborada y
representada por las mujeres defensoras de la naturaleza, en comparación con la mujeres
organizadas post conflicto armado; en general, la acción política de las mujeres de ambos
contextos, promueve esta relación de cuidado y de reconocimiento del otro.
Esta acción es valiosa en un país como el nuestro en el que la exclusión y la discriminación han
dejado a un lado a muchos sectores de la población. Frente a ello, ellas nos hacen ver que hay un
“otro” con iguales derechos, y con diferentes experiencias y cosmovisiones que deben ser
reconocidas y respetadas.
Hemos visto cómo en estos contextos de conflicto, no se reconoce la dignidad y el valor de la vida
de estas personas, con sus cosmovisiones, sus intereses y necesidades. Pero las mujeres están
transformando poco a poco esta situación, con su participación, con su resistencia, negándose a
someterse a la cultura de negación y dominio del otro, así como de dominio de la naturaleza.

Proceso de configuración subjetiva en contextos de conflicto:

Encuentro que los procesos de configuración subjetiva de las mujeres que participan en los
dos contextos de conflicto, tienen una dinámica que varía en contenidos específicos; de los
cuales hemos hecho un recuento por áreas. Pero si lo vemos en conjunto, el proceso de
conformación como sujetos políticos tiene una dinámica en común: con impactos, con
emociones, con fortalezas y transformaciones que se repiten. Y este proceso se desarrolla
en el marco relacional, donde la organización colectiva es fundamental para el
fortalecimiento de las mujeres.

23
Señalado por diversas autoras (Burin 1987, De Barbieri 1996, Benjamin 1996)
24
Visión masculina de racionalidad, poder y dominio, analizada en el trabajo de Benjamin (1996)

186
Hay un impacto de la violencia que genera sentimientos y emociones de dolor, impotencia
y/o rabia; pero todo ello conlleva a una toma de conciencia de las situaciones político-
sociales que las afecta, viendo más allá de sus situaciones particulares; a lo que ellas le
llaman en ambos grupos: “un abrir los ojos”.

Con lo que mi esposo ha pasado, en eso ya recién parece que estoy mis ojos cerrados, mi
boca cerrado, no sé, pero recién abrí mis ojos, mi boca, para caminar… (…) Pero porqué
voy a dejar, porqué si algunos están muriendo, algunos están buscando, algunos están
despareciendo… (Sra. Lidia-ANFASEP)

(…) nosotros hemos abierto los ojos gracias a esos malditos internacionales mineros que
han venido a explotar nuestro Perú, nuestras tierras, nuestras lagunas, nosotros hemos
abierto los ojos porque conocemos, vivimos, palpamos con nuestros propios ojos…” (Sra.
Santos-Celendín)

Con este abrir los ojos se generan, y fortalecen en colectivo, los sentimientos y procesos
psicosociales que contribuirán al afrontamiento de los problemas; como el coraje o la
indignación, la necesidad de verdad, el compromiso, la solidaridad y la necesidad de
organizarse participando en el ámbito público para cambiar las situaciones que las afectan.

Acaso mi esposo era cualquiera cosa… por eso cada año he ido a buscar... Quiero justicia,
por eso yo camino… ¿Por qué a mi esposo asesinaron, sin investigar su verdad?, ¡quiero
saber! ¡Por qué mataron! (Sra. Eudosia-ANFASEP).

(…) Desde esa fecha empezamos a caminar en Anfasep y estamos caminamos todavía (…)
En la organización nosotras como mujeres siempre queremos hacer valer nuestros
derechos…” (Sra. Sergia-ANFASEP)

(…) a partir de lo que pasó, hemos tomado conciencia para defender la tierra y como mujer
estamos haciendo oír nuestra voz (…)
Ver la injusticia que hay te da más fuerza, coraje, comprometerte aún más por tanto abuso
que se comete” (Sra. Lucy-Celendín)

Este proceso de representación subjetiva de las mujeres con producción de nuevos


sentidos y significados de sus experiencias, lo podemos visualizar en el siguiente cuadro:

187
Cuadro 4.
O

PROCESOS SUBJETIVOS DE LAS MUJERES ORGANIZADAS


EN LOS CONFLICTOS SOCIALES

Violación de DD.HH y/o


ambientales

Impotencia Conciencia Fuerza - Coraje Participación


Dolor crítica Compromiso política
Rabia “Abrir los ojos” Solidaridad organizacional

Fortalecimiento Personal y Colectivo

- Vulnerabilidad - miedo - frustración - cansancio


- -

Producción y Reconfiguración de sentidos

Nota: Elaboración personal

Vemos cómo se da un fortalecimiento desde las situaciones de vulnerabilidad, impotencia,


dolor. Pero este camino no es algo lineal, sin dificultades, como veremos más adelante; y
tampoco es definitivo, que llegue de un punto a otro y termine; sino que es un proceso que
se viene dando constantemente. Es como una espiral ascendente, en la cual se puede
volver a las vivencias de dolor, miedo, cansancio; pero se va avanzando en el desarrollo y
fortalecimiento, con nuevos aprendizajes. La vulnerabilidad no ha desaparecido, pero es
también impulso para seguir en la resistencia política.

Este proceso de reconfiguración subjetiva, implica cambios y aprendizajes a nivel personal


que repercuten en lo colectivo: en las relaciones del entorno y en las significaciones del
orden social, particularmente del género; pero también contribuyen a cambios en relación
a las problemáticas del colectivo. Por lo que también constituye un camino emancipador
de las situaciones de injusticia y exclusión; con el cual las mujeres y sus colectivos se
hacen sujetos de derecho y sujetos de su historia.

188
Podemos leer este proceso con una mirada de género:

El impacto en las emociones es diferente según el género, las mujeres expresan más ese
impacto porque tienden a racionalizar menos, y lo manifiestan también a través de un
lenguaje corporal (Theidon, 2004). Hemos visto cómo las mujeres hablaron de poner duro
el corazón para no sentir tanto dolor, otras hablaron del dolor de cabeza o sentir que se
perdían. Por otro lado, las mujeres muchas veces centran sus emociones de miedo, de
dolor; sobre todo en el miedo por sus familias, por sus hijos, más que por ellas mismas.

El proceso de toma de conciencia de las situaciones que se estaban viviendo en el contexto


del conflicto armado, pero también en el del conflicto socioambiental, es remarcado por
las mujeres de manera especial desde su condición de mujeres; porque resaltan que a partir
de eso, han salido de los espacios en los que se manejaban para intervenir en lo público-
político, como sujetas de derechos y haciendo oír su voz como mujeres.

La movilización de sentimientos favorables a la acción política también tiene su matiz de


género. Puesto que las mujeres desarrollan esa fuerza y coraje, en ambos grupos, en gran
medida desde su visión como madres que han visto las situaciones de injusticia que han
afectado la vida de sus hijos, familias; y que buscan defenderlos, protegerlos.

La solidaridad del grupo, es un aspecto muy valorado por las mujeres, desde los inicios de
su formación, particularmente en Anfasep. Se encuentran como mujeres compartiendo la
misma experiencia y perciben la necesidad de estar unidas para conseguir justicia;
apreciando sus espacios colectivos como el soporte afectivo que las ayuda a salir adelante.
Y en el caso de Cajamarca, perciben que como mujeres tienen una experiencia particular,
y que necesitan estar unidas para fortalecerse y hacer oír sus voces. Se trata de solidaridad
y también de sororidad, una solidaridad entre mujeres, que las fortalece.

La participación política comunitaria, también se desarrolla en las mujeres desde su


experiencia y sentir como madres, cuidadoras de la familia. Las mujeres de ANFASEP
han caminado buscando justicia por sus seres queridos, sus hijos, sus esposos; y las de
Cajamarca también consideran la defensa del agua, de la vida, pensando en el bienestar de
la familia y los hijos. Pero, desde esas perspectivas más familiares, van reelaborando los
sentidos de su participación, tomando cada vez más conciencia de la importancia de sus
demandas para el país y las futuras generaciones.

189
Las mujeres de Cajamarca se identifican en su acción política con diferencias en relación a
los hombres, se consideran más convencidas, más decididas y más comprometidas.

Las mujeres de Anfasep, son también una revelación de la fuerza particular de la mujer en
las situaciones de conflicto. No sólo asumieron la defensa de los derechos humanos frente
a la desaparición de los esposos o hijos; sino que también asumieron la protección de los
varones que quedaban, siendo ellas las que salieron a enfrentar el espacio público en
contexto de conflicto.

Finalmente reiteramos que todo este proceso de subjetivación de las mujeres, no es un


camino lineal; todo lo contrario, hemos visto que condiciones del entorno, vivencias y
emociones, retraen en algún momento la participación de las mujeres. Vemos que el
miedo, la desconfianza, las contradicciones internas y los desencuentros con los otros,
pueden estar presentes. Lo cual es particularmente vivido por las mujeres, al ser agentes de
sus vidas en un sistema que pretende coartar y limitar su acción, juzgándolas por
participar; evidenciándose la situación de conflicto en la subjetivación femenina que
planteaba Burin (1987).

190
CONCLUSIONES GENERALES Y PERSPECTIVAS

A continuación las principales reflexiones y hallazgos de esta tesis que ha enfocado la


participación comunitaria de las mujeres en los contextos de conflictividad, acercándonos
a su configuración subjetiva, desde sus autorepresentaciones:

1. Las autorepresentaciones de las mujeres en los contextos de conflictividad, revelan su


configuración como actoras políticas locales desde su participación organizacional.
Las mujeres producen nuevos sentidos de sus experiencias, desarrollan conciencia
crítica, despliegan su fuerza y solidaridad, e intervienen en el espacio político de
confrontación de sus intereses.

Se producen cambios en las representaciones de sí mismas como mujeres sujetos de


derecho y con mayor agencia, y cambios en las relaciones de género en su entorno,
con mayor poder de acción en sus diversos espacios. Por lo que sus organizaciones se
constituyen en movimientos de afirmación de las mujeres y de liberación de las
situaciones de exclusión tanto para ellas, como para sus colectivos. Esto concuerda con
diversos autores que han sostenido el valor de la organización comunitaria para el
fortalecimiento personal y colectivo (Montero, 2006; Martín-Baró, 1998); la
producción subjetiva de las representaciones, como expresión de la agencia de los
individuos (Gonzales, 2008; Rodriguez, 1989); y la importancia de la organización de
mujeres, en la ampliación de sus espacios de participación (Coral, 1991).

Otros autores como Crisóstomo (2014), han cuestionado que en el conflicto armado las
organizaciones hayan empoderado a las mujeres, porque ellas contaban con agencias
previas. En esta investigación, lo que encuentro es un fortalecimiento de las mujeres
en colectivo; en el cual sus agencias se desarrollan en otros niveles de participación, en
“formas más definidas de resistencia”25; como lo es, la propia conformación de sus
organizaciones, desde las que se posicionan como actoras políticas locales.

2. Se constata el carácter político de la participación organizacional, de las mujeres en


ambos contextos de conflictividad, por cómo ellas vienen trabajando para que su
problemática, sea reconocida por el Estado y la comunidad; en un marco de relaciones
de poder en las que el Estado ha querido negar los hechos de violencia, y actuar con

25
Del Pino, citado por Henriquez (2006).

191
impunidad en el caso del conflicto armado; y en el caso del conflicto socioambiental
ha tratado de imponer una política extractiva sin considerar el daño a la naturaleza, ni a
las poblaciones. Frente a ello las mujeres vienen resistiendo, desarrollando recursos
para sensibilizar a la población y hacer incidencia de sus demandas.

Pero, identifico también, las diferencias en los dos contextos: Anfasep con más de 30
años de trayectoria, ha desarrollado más capacidades organizacionales; y en
articulación con otras organizaciones, las mujeres despliegan su agencia con acciones
de incidencia a nivel regional y nacional; logrando, con mucha persistencia, la
aprobación de algunas políticas públicas. En el caso de las mujeres en Celendín,
todavía están en proceso de consolidarse como organización y sus iniciativas son a
nivel de sensibilización más local, todavía no se posicionan en los espacios más
amplios de representación; pero se están afirmando como mujeres que valoran sus
recursos y la organización, para fortalecerse y aportar más a la defensa del colectivo.

Es importante valorar la resistencia política que implican las representaciones y


prácticas de las mujeres; considerando que hay una ideología política dominante que
pretende negar la acción de los colectivos (Montero, 1991), desde diversas
representaciones y discursos con los que son descalificados y estigmatizados. Y
porque para las mujeres, es importante posicionarse en ese espacio político que aún
puede ser percibido como un espacio masculino.

3. La participación organizacional, en situaciones de conflictividad, es un proceso arduo,


particularmente para las mujeres; con limitaciones, con avances y repliegues, que nos
muestra la resistencia y fuerza de las mujeres desde la misma vulnerabilidad a la que
han estado y siguen expuestas, como: la marginación de género, la represión, la
impunidad, las demoras que desgastan y dañan. Frente a todo eso, la conciencia, la
indignación y la esperanza siguen presentes y son el motor para la resistencia política.

En el caso de Anfasep, la fortaleza de su organización se ha ido consiguiendo con


muchos años de resistencia en condiciones de vulnerabilidad que aún persisten;
pasando por etapas de retraimiento, de desilusión, pero, fortaleciéndose unas a otras
para conseguir sus objetivos. En el caso de las mujeres de Celendín, el conflicto
continúa. Los hechos de violencia son todavía recientes, han causado repliegue en la
organización y todavía marcan la subjetividad de las mujeres, que han sentido la

192
violencia hacia sus hijos, sus familias y comunidad. Hay sentimientos de dolor,
temores; pero también la indignación que las mueve a participar y fortalecerse como
mujeres organizadas, para aportar a la movilización de su colectivo.

Por todo ello, la conformación como actoras políticas, se da en un proceso de


resistencia colectiva, en el que en condiciones de vulnerabilidad y marginalidad, ellas
fortalecen su capacidad de agencia. Reconociendo la paradoja de la agencia que señala
Butler, donde la vulnerabilidad es parte de la resistencia (2015)

4. Los significados de su participación para las mujeres entrevistadas se dan en base a sus
experiencias y como construcción colectiva de cada organización, en cada contexto de
conflictividad: Para las mujeres de Anfasep su experiencia de participación es un
Caminar Juntas en búsqueda de justicia y para las mujeres organizadas frente al
Proyecto Conga, es una Lucha en defensa de la vida.

Estas variadas representaciones las posiciona de maneras particulares. En el caso de


las mujeres de Celendín, se sitúan con más poder para confrontar sus demandas y con
la convicción de que su lucha es para el beneficio de todos. En el caso de las mujeres
de Anfasep, pueden potenciar sus alcances, trabajando más sobre la fuerza y
trascendencia que tiene el Caminar juntas: con su trabajo de memoria y defensa de los
derechos humanos, que también es una contribución para todo el país.

En ambos casos hay una afirmación de sus resistencias, con un conocimiento basado
en sus prácticas cotidianas, sus experiencias colectivas y expresiones culturales, en las
que se despliegan y resignifican los roles y relaciones de género.

5. En los dos contextos, en su práctica de resistencia, hay una autorepresentación de la


mujer como protectora: resaltando en el caso de Anfasep el ser protectoras de los
derechos humanos por los hijos y familiares desaparecidos, y en el caso de Conga, las
mujeres son protectoras de la naturaleza, de la tierra, de sus recursos.

En ambos casos, estas autorepresentaciones, están relacionadas a sus experiencias


como madres, cuidadoras de la familia. También en el caso de Conga, vemos que las
mujeres sustentan su defensa del agua, porque es vida para los hijos, los nietos y las
futuras generaciones. En esta dirección, otros estudios resaltan el rol de las mujeres, su

193
experiencia cotidiana, el cuidado de sus familias, como la razón por la cual se
involucran con fuerza en la defensa de sus derechos (CVR, 2003; Sabaté, 2000).

6. En este estudio hemos enfocado las representaciones de las mujeres, como producción
de sentidos y significados según sus experiencias de vida. Pero las representaciones
expresadas en sus relatos, también son discursos, con contenido cultural o ideológico,
que se comparten y aprenden en los diversos espacios; como los discursos de derechos,
ambientalista, feminista, etc. Son diversos discursos que se inscriben en corrientes
sociales y políticas, y que confrontan a los discursos dominantes.

En el caso de Anfasep, ya tienen un discurso organizado; hay construcciones


subjetivas, pero también discursos de derechos, de memoria; que tienen una
intencionalidad, es más conciente, parte de su estrategia política y las orienta en sus
prácticas26. En el caso de las mujeres de Celendín, están en un proceso de construcción
de significados comunes, y también van asimilando los discursos ambientalistas o eco-
feministas, con los cuales elaboran sus experiencias y a la vez afirman su defensa.

Hay una línea de investigación que tiene que ver con el análisis de los discursos; pero
en este trabajo, aunque se identificó algunos discursos aprendidos, no se ha
profundizado en ese enfoque, que quedaría pendiente para otras investigaciones.

7. A partir de las autorepresentaciones de las mujeres organizadas en contextos de


conflictividad, y con el aporte de los autores que reconocen el valor político de la
participación comunitaria (Molina y Pérez, 1995; Montero 2006), podemos definir la
participación en estos contextos, como:

Un proceso de fortalecimiento y transformación por el cual las personas actuando en


colectivo, desarrollan conciencia crítica de su realidad de vulnerabilidad, exclusión y
violencia; e intervienen en ella generando cambios en su entorno social, desde
repercusiones locales hasta el logro de políticas públicas.

Implica una reconfiguración subjetiva de los actores/as y la producción de nuevas


significaciones del orden social. Entrañando un mayor reto para las mujeres al estar
más expuestas a las situaciones de vulnerabilidad, exclusión y desigualdad; las cuales

26
Confirmando este papel del discurso, el actual secretario de Anfasep, Anival Cayo, refiere que las señoras
ya tienen sus discursos con los que se organizan, sus estrategias, sus formas de exigir y reclamar (pag. 35).

194
vienen visibilizando y resistiendo de manera creativa, resignificando sus prácticas
tradicionales de género y expresiones culturales.

8. En las acciones de resistencia de las entrevistadas, el rol de las mujeres como


protectoras también se hace presente al cuidar a los varones de los riesgos de ser
violentados o detenidos. Este rol de la mujer lo encontramos en los dos contextos: Las
señoras de Anfasep protegieron a los varones de las detenciones y ejecuciones,
asumiendo ellas el accionar en el espacio público; lo mismo en el caso Conga, la mujer
esta asumiendo el rol de protectora o “escudo” de los hombres, al ponerse por delante
en situaciones de tensión y violencia.

Estos roles pueden ser parte de la estrategia de la organización, pero es importante


poder problematizarlos, ya que se puede invisibilizar los propios riesgos a los que
están expuestas las mujeres y la violencia que directamente sufren. Además, se estaría
reforzando el rol secundario de la mujer en la participación política; con las propias
mujeres situándose subjetivamente en esa posición, viendo al varón como el actor
principal. Limitando así su propio liderazgo en la comunidad.

9. Se constata que en ambos contextos aún persisten las situaciones de desventaja para la
mujer, que limitan su participación; son condiciones de marginación donde se
intersecta la desigualdad económica, de género y étnica27. Que necesitan ser superados
para lograr la inclusión democrática de las mujeres.

Las mujeres entrevistadas, tanto en Ayacucho, como en Celendín, han manifestado sus
experiencias de limitación por la falta de oportunidades de educación, sobre todo por
ser mujeres, y en contextos rurales. Y en el caso de Ayacucho hemos visto también, la
exclusión y discriminación sentida por las mujeres a causa de su idioma, al no ser
comprendidas en su lengua materna y al sentirse disminuidas por quienes se
posicionan desde el idioma dominante.

10. En las representaciones de las mujeres organizadas en estos contextos, encuentro


motivaciones para la participación más allá del logro de los objetivos definidos de sus
organizaciones. Una de las más importantes es el soporte socio-afectivo que brindan

27
Como señala el enfoque de interseccionalidad, (Curiel, 2007; Expósito, 2012) y los estudios de la mujer en
el contexto andino, rural (De la Cadena, 1991; Ruiz, 2003).

195
los colectivos. Esto se resaltó más en el caso de Anfasep, en el que la organización ha
sido un espacio de contención emocional frente a todo el dolor vivido; y también la
fuerza para resistir en tantos años de búsqueda de justicia.

Este soporte afectivo podría ser más trabajado en el colectivo de mujeres de Celendín,
para que las personas más afectadas por las pérdidas sientan también ese apoyo,
puedan elaborar mejor lo sucedido y fortalezcan el sentido de su participación.

11. En Anfasep, una de las motivaciones importantes, que no es parte de las demandas de
la organización, pero que se anuncia en los relatos de las entrevistadas, sería la lucha
por la injusticia sentida en ellas mismas como mujeres. Algo que comienzan a
manifestarlo con mayor necesidad, que años atrás estaba más oculto, y que hoy una de
las portavoces de este sentir de muchas de las socias, señala que ese es un motivo por
el que siguió más en la lucha. Por lo que encuentro que hay una evolución de las
señoras, con cambios en el proceso de reconocerse a sí mismas.

Las narraciones de las entrevistadas muestran que en las zonas más afectadas por el
conflicto armado, las mujeres fueron el blanco de la violencia sexual. Y esa realidad
fue un sufrimiento y un temor constante para las mujeres. Más allá de haber sido
violadas o no, ellas vivieron con esa angustia sentida en sus cuerpos, y fueron testigos
de esa violencia en otras mujeres. Considero que esto es un motivo por el que muchas
mujeres han continuado resistiendo; pero sólo visibilizaron el daño a sus familias, por
el estigma revictimizante al que están expuestas en nuestra cultura machista.

Esta es una realidad no reconocida aún por nuestra sociedad, silenciada por el Estado,
y por ello todavía muchas mujeres lo seguirán guardando. El develarlo o no, es un
proceso que requiere ser respetado, acogido con cuidado cuando es expresado, y
trabajar mucho para que las mujeres tengan el contexto de reconocimiento, contención
y reparación que requieren en nuestra sociedad.

12. En el caso de las mujeres de Cajamarca, la participación de ellas como mujeres, es


algo que valoran, porque entienden que esta situación de conflicto es una ocasión y
una oportunidad para hacer oír sus voces como mujeres y para fortalecer sus
capacidades. Además, reconocen que tienen fortalezas particulares como mujeres, se
valoran como más decididas, comprometidas y constantes en su participación.

196
Entonces, el interés y la demanda está en ser más visibles y aportar como mujeres al
movimiento colectivo; que sus voces y sus aportes sumen a la resistencia política.

13. Hemos visto en este estudio, que la acción política de las mujeres, y su colectivo, en
defensa del agua, propone una forma de relación con la naturaleza que es de respeto y
cuidado; la cual es opuesta a la relación de dominio de la cultura masculina dominante
de nuestras sociedades (Benjamin, 1996), y que es llevada a cabo en nuestro país, por
las empresas extractivas y las políticas neoliberales del Estado.

El enfoque de cuidado de la naturaleza no está presente en el colectivo de mujeres y


afectados por el conflicto armado. Sin embargo, al ver las acciones y logros de ambos
colectivos, el de defensoras de la tierra y el de las defensoras de los derechos
humanos-Anfasep; considero que estos colectivos proponen y promueven en nuestro
país, una relación de cuidado y de reconocimiento por el otro. Propuesta en la cual las
mujeres desde su socialización y experiencia tienen mucho que aportar.

14. Las mujeres en ambos contextos, desde sus autorepresentaciones nos han revelado lo
negativo que ha sido y es para sus experiencias como mujeres y como colectivo, el
olvido, la indiferencia y la violencia de una sociedad que no brinda la contención ni la
protección debida. Nos muestran la impotencia, la desesperanza, y el “des-auxilio”
(Herrera, 2011) que dejan, el no ser reconocido como un otro digno de derechos.

Pero también, las mujeres en las dos zonas, con sus propuestas y resistencias, nos
llaman a reconocer a las personas y comunidades que han estado invisibilizadas
históricamente en nuestro país; y que tienen sus necesidades, experiencias, y
cosmovisiones, que deben ser valoradas, para que sean sujetos en igualdad de
derechos. De este modo, las mujeres, con sus prácticas, contribuyen al cambio en las
representaciones del orden social.

ALCANCES Y REFLEXIONES FINALES DEL TRABAJO:

En el presente estudio hemos tenido una mirada de continuidad de la participación de la


mujer en los contextos de conflicto, que nos ha permitido ver las condiciones que se
repiten, que limitan o que favorecen la participación de las mujeres. Pero también, hemos
podido valorar los aportes o particularidades en los procesos de participación de las

197
mujeres, en diferentes contextos; lo cual contribuye a no homogenizar las experiencias de
las mujeres.

Los resultados y reflexiones de esta tesis; presentados y dialogados con las mujeres
actoras de la investigación, pueden contribuir a sus procesos de reflexión y
fortalecimiento personal y organizacional. En ese sentido, se considera también, que las
experiencias de los colectivos de mujeres que están viviendo los contextos de conflicto
socioambiental y postconflicto armado, y están pasando por diferentes situaciones y
diferentes momentos en sus procesos, pueden dialogar, escucharse mutuamente, y
nutrirse de sus particulares fortalezas y experiencias.

Se está aportando con algunos hallazgos sobre la participación de la mujer en contextos


de conflicto socioambiental, y particularmente en relación al Proyecto Conga lo cual aún
no había sido estudiado. Queda pendiente investigar más, ampliando por ejemplo la
muestra, incluyendo a las mujeres que participan en la provincia de Bambamarca, que
desde sus rondas campesinas se han involucrado en la defensa ambiental. Y profundizar
en los temas que se han encontrado, o en líneas de investigación que no se han abarcado,
como el análisis de los discursos.

LIMITACIONES:

 Los grupos de mujeres de Celendín y Ayacucho, tienen algunas diferencias


muestrales, por lo que en algunos aspectos es difícil hacer generalizaciones. Sobre
todo el nivel educativo era más variado en el grupo de Cajamarca.
 ANFASEP es una organización más consolidada que tiene más de 30 años de
formación, por lo que también hay hallazgos respecto a la dinámica grupal que no se
pueden generalizar o comparar entre las dos organizaciones, así mismo, como se
señala en las conclusiones, ellas cuentan con discursos construidos que organizan su
accionar.
 La limitación de recursos y tiempo, no nos ha permitido seguir trabajando en base a
los resultados que se encontraron, volver a viajar a las zonas a partir de los hallazgos
encontrados para profundizar o contrarrestar la información, hubiera sido muy
valioso para este trabajo. Sobre todo incorporar la mirada de lo que las actoras
piensan de los hallazgos. Pero queda como un proyecto a realizar.

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V Foro Regional sobre transformación de conflictos socioambientales en América Latina
“Buenas prácticas en la Transformación de Conflictos Socioambientales”. Quito, FFLA.
Consulta: 7 de octubre de 2015
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ANEXO:

GUÍA PARA LA ENTREVISTA

Objetivo general: Conocer las representaciones de las mujeres sobre sus procesos de
participación, en tres ámbitos: la representación de sí mismas, la representación de la organización
y la representación de la relación con el Estado y la comunidad.

Objetivo metodológico: A partir de la pregunta base, seguir el propio guión del relato de la
entrevistada, recogiendo los elementos que cada mujer resalta de su experiencia personal. Y
profundizar o complementar en ese recorrido, con preguntas que sean relevantes y pertinentes para
cada caso, considerando los temas propuestos en la matriz, o lo que nos sugiera el propio relato.

INTRODUCCIÓN:
Compartir el objetivo de la investigación, mi motivación por el trabajo
Resaltar su participación: que puedan compartir sus experiencias, lo que sienten y lo que piensan.

PREGUNTA BASE:

¿Qué ha significado para ellas, o cómo han sentido su participación en la organización?

MATRIZ DE TEMAS:

Representaciones de sí mismas
Impacto del conflicto y recursos que le ayudaron a afrontar
Ocupación, actividades que realizan
Sentimientos desde su participación en la organización:
- Cambios en su vida, roles, relaciones
- Actitudes respecto a sí mismas, sus capacidades, limitaciones y fortalezas
- Influencia en la vida familiar
- Temas que les preocupa como mujer
- Representaciones sobre la participación de la mujer

Representaciones de su organización
Integración en la organización: motivación, decisión, dificultades
Demandas como organización y sus diversas acciones
Demandas como mujeres frente a la organización
Participación en la organización, sentido de su desempeño, aporte, liderazgo
Sentimientos de la pertenencia a su organización
Vínculos establecidos
Fortalezas de la organización
Dificultades y cómo lo afrontan
Procesos, cambios y aprendizajes de la organización

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Representaciones sobre la relación con el Estado y comunidad
Sobre el accionar del Estado, y actores de la comunidad
Respuestas respecto a su problemática
Reconocimiento de su organización o colectivo
Atención a sus intereses como mujeres
Posibilidades y canales para manifestar sus intereses y demandas
Sus acciones para afrontar la política del Estado: como mujeres y comunidad
Cambios o posibles avances en la relación con el Estado y la comunidad

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