EL CENTRO HISTÓRICO DE LA HABANA: UNA NUEVA FORMA DE RECUPERAR UN
TESORO ARQUITECTÓNICO Y URBANÍSTICO
Prof. Dr. Arq. Orestes M. del Castillo del Prado (1)
La Habana es lo único que nos queda.
Andrés Duany
Fundada en 1519 y en esa ocasión ocupando su tercera localización geográfica, La
Habana, una de las siete primeras villas fundadas por el Conquistador Diego Velázquez,
inició una nueva y definitiva vida junto al Puerto de Carenas, una bahía muy segura, con
una entrada muy estrecha, un profundo canal central de navegación, sin una salida al
fondo y muy bien protegida de la acción de los vientos del norte.
El desarrollo de la ciudad en la encrucijada de los buques en su ruta desde y hacia
América, tuvo lugar alrededor de cinco plazas principales y a lo largo de las vías que
enlazaban estas plazas. El crecimiento de La Habana tuvo como resultado un tejido
urbanístico excepcional, que aún se conserva en su carácter original. Vieja, deteriorada,
portadora de una gran dignidad, el área que representa el Centro Histórico está, como el
ave Fénix, resucitando de sí misma para recuperar su esplendor, bajo la guía de la Oficina
del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Con una superficie total de unos 2,14 kilómetros cuadrados, que cubren 242 manzanas, el
Centro Histórico - espacio originalmente rodeado por las Murallas más el área abierta
llamada Reparto de las Murallas, un desarrollo urbano resultante de la demolición de esa
obra defensiva en el Siglo XIX – contiene hoy día unos 3500 edificios en los cuales – con
diferente grado de conservación o deterioro, existen 22500 viviendas, siendo sólo un
tercio de ellas apartamentos y alcanzando aproximadamente el 49% las casas de
viviendas colectivas – solares y cuarterías – donde las personas viven en condiciones
precarias. Debe tomarse en consideración que, de acuerdo con un censo realizado por el
Plan Maestro de Rehabilitación Integral del Centro Histórico de La Habana, que es la
entidad de planeamiento de la Oficina del Historiador, la población total ronda los 70000
habitantes, lo que da una densidad promedio de unos 625 habitantes por hectárea.
La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que tiene la gran responsabilidad de
recuperar ese rico patrimonio arquitectónico y urbanístico y de elevar la calidad de vida
de los pobladores del Centro Histórico por medio de diversos programas sociales, fue
fundada en 1938, como una dependencia del ayuntamiento de La Habana. Desde
entonces, ha transitado por cuatro diferentes etapas que pueden ser descritas de la
manera siguiente:
Primera Etapa: 1938 – 1964
Lucha por la recuperación, protección y rehabilitación de monumentos y sitios históricos
de la Ciudad, regulación de las denominaciones de las calles, reconocimiento de lugares
de interés y valor histórico y de las tradiciones culturales. En 1959 el gobierno cubano
reconoció el brillante desempeño del fundador, Dr. Emilio Roig de Leuschsenring y otorgó
apoyo oficial a la misión de salvaguardar el patrimonio histórico y artístico. El Dr. Roig
falleció el 8 de agosto de 1964, significando su muerte una gran pérdida que creó un
enorme vacío.
Segunda Etapa: 1964 – 1981
Los colaboradores del Dr. Roig continuaron la búsqueda de viejos documentos perdidos.
En 1967, como uno de los primeros movimientos del gran “juego de ajedrez” en que la
Oficina está empeñada aún, comenzó la restauración del palacio de los Capitanes
Generales para transformarlo en el Museo de la Ciudad, un viejo sueño del Dr. Roig.
En ese mismo año, el Dr. Eusebio Leal Spengler fue designado Historiador de la Ciudad y
comenzó a compilar documentos y colecciones, creando una reserva documental y
seleccionando testimonios orales sobre la Habana Colonial.
Simultáneamente, el Ministerio de Cultura propuso una nueva legislación para la
protección del patrimonio. En 1978, por otra parte, el Centro Histórico fue declarado
Monumento Nacional.
Desde 1980 el Historiador ha estado publicando libros y artículos, ofreciendo ciclos de
conferencias así como organizando visitas y recorridos a lugares de interés para lograr
una difusión del verdadero valor del Centro Histórico.
Tercera Etapa: 1981 – 1993
En 1981 el Gobierno de la Nación aprobó un presupuesto exclusivo para la rehabilitación
del Centro Histórico de La Habana. Se concentraron las acciones de recuperación en dos
de las cinco plazas principales y en importantes calles de la vieja ciudad, así como en
edificios de alto valor. En diez años, mas de sesenta edificios fueron rehabilitados,
mostrando las potencialidades que poseen los monumentos recuperados.
En 1982 la UNESCO declaró al Centro Histórico de La Habana y al sistema defensivo
colonial de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, con el número 27 en la lista del rango
internacional.
En 1990 el Gobierno se vio en dificultades para continuar con el apoyo económico a favor
del Centro Histórico pero mantuvo su preocupación por la responsabilidad de
salvaguardar un patrimonio que pertenece no sólo a los cubanos, sino que es Patrimonio
Cultural de la Humanidad.
Cuarta Etapa: 1993 hasta el momento presente
En octubre de 1993 fue aprobada la Ley-Decreto 143 que otorgó a la Oficina del
Historiador un respaldo legal para desarrollar su desarrollo auto financiado y sostenible,
considerando, desde ese momento, que el Centro Histórico es una zona priorizada de
protección. La Oficina del Historiador responde directamente al Consejo de Estado y
desde entonces dispone de un status que le permite establecer relaciones comerciales y
cobrar impuestos a instituciones e individuos para invertir esos ingresos en los distintos
programas de recuperación que se llevan a cabo, en el rescate del patrimonio y en el
mejoramiento social. Fue creada la Compañía Turística Habaguanex, S.A. con el propósito
de crear facilidades hoteleras y extra hoteleras, así como otras actividades comerciales
cuyos beneficios económicos contribuyen al sostén de los programas sociales.
Todo esto implicó una reorganización institucional, creando un sistema de negocios
encaminado a obtener ganancias a partir de sus operaciones, con el fortalecimiento del
sistema especializado de administración, dando continuidad a la recuperación física del
patrimonio y al desarrollo de programas socio-culturales. En ambos casos, los pasos
cualitativos y cuantitativos llevados a cabo han sido considerables.
El desafío principal: el entorno urbano del Centro Histórico.
Aproximadamente un séptimo de la antes mencionada cifra de 3500 edificios existentes en
el Centro Histórico se consideran de gran valor, con grado de protección uno o dos. En
términos de estos criterios, los índices basados en una clasificación internacional toman
en consideración la importancia del carácter arquitectónico, histórico o social del
inmueble o aún su condición de elemento tipológico único.
El Centro Histórico está sobresaturado de condiciones de habitabilidad inadecuadas, la
falta cuantitativa y cualitativa de servicios y el uso inapropiado de los edificios, con
subdivisiones ilegales y la consecuente sobrepoblación. Esto da lugar a un trabajo
estructural excesivo que acelera el deterioro de estos inmuebles y que, por extensión,
afectan el entorno de todo el vecindario.
El entorno edificado fue abandonado por un largo período de tiempo. Mientras tanto, el
empleo agresivo y no compatible de los inmuebles ha afectado el carácter original de las
construcciones históricas.
Actualmente, el desafío es realmente impresionante y la tarea requiere que el programa de
recuperación, conocido como Plan Maestro de Rehabilitación Integral, coordine la acción
de todas las entidades involucradas en la conservación de la ciudad.
Acciones desarrolladas por la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana desde la
aprobación de la Ley-Decreto 143.
Cuando se aprobó la Ley-Decreto 143, se estableció un nuevo modelo de administración.
Para desarrollar su potencial, la Oficina obtuvo la posibilidad de suscribir contratos, de
generar operaciones comerciales, de promover y supervisar sus propias fuentes de
recursos financieros y de formular y ejecutar programas de intervención en el patrimonio.
Ese modelo está sustentado por seis premisas:
• Voluntad política al mas alto nivel que favorece la recuperación del Centro
Histórico.
• Reconocimiento de una autoridad institucional singular que dirige el proceso de
recuperación.
• Existencia de una estructura organizativa especial para proteger la actividad de la
institución.
• Capacidad para planificar estratégicamente uso del territorio de forma integral.
• Descentralización de los recursos financieros.
• Disponibilidad de sus propiedades inmobiliarias.
Existe una estructura de trabajo que garantiza la ejecución del ciclo de recuperación del
patrimonio, a través de los pasos siguientes:
• Planeamiento urbano.
• Estudios de factibilidad de inversiones.
• Programación de los recursos financieros.
• Identificación de las tareas de inversión y de las estrategias de proyecto.
• Aplicación de las regulaciones urbanas y de uso de suelo indicadas por el Plan
Maestro.
• Preparación de los proyectos de ejecución de las obras.
• Planificación, contratación y compra de suministros.
• Presentación de los proyectos a la Comisión Provincial de Monumentos.
• Solicitud de todas las licencias y permisos para ejecutar las obras.
• Ejecución y supervisión de la secuencia de ejecución de obras.
• Explotación de los edificios intervenidos o de reciente construcción.
Para facilitar la aplicación de este nuevo modelo de administración y cumplimentar las
tareas que implica la restauración, las principales instituciones de la oficina del
Historiador están agrupadas en cuatro divisiones, dirigida cada una al cumplimiento de
cada una de las siguientes tareas específicas:
• Completamiento y aplicación del Plan Maestro.
• Proyección socio-cultural.
• Adquisición y administración de los recursos financieros.
• Rehabilitación física.
El trabajo total que desarrolla la Oficina descansa “en los hombros” de un grupo
importante de entidades. Estas constituyen su estructura organizativa bajo el principio de
unidad en el desarrollo de las tareas sobre la base del respeto debido a un Centro
Histórico que es verdaderamente un rico ejemplo de arquitectura y urbanismo – a pesar
del deterioro que puede observarse – único en la preservación de su imagen a través de
los siglos. Es la población global del Centro Histórico “el quién” recibe los beneficios
directos e indirectos del programa de restauración, tomando parte, tal como es en el
Programa Especial de Rehabilitación Integral del Barrio de San Isidro, directamente en las
decisiones que dirigen las acciones y actividades a ejecutar, así como trabajando con sus
propias manos en las intervenciones constructivas, obteniendo con ello una fuente de
trabajo.
Dos programas importantes en desarrollo
Tal como se ha expresado, hay varios programas en desarrollo para elevarla calidad de
vida de los habitantes del Centro Histórico. Dos de los más importantes son los
Programas Especiales de Rehabilitación Integral del Barrio de San Isidro (mencionado en
el párrafo anterior), con la intención de la rehabilitación total de uno de los barrios más
pobres de la Ciudad, desde tiempos de la dominación española, prestando atención a la
recuperación física del patrimonio edificado y de la vida social y cultural de los
pobladores que tienen participación en las decisiones de actuación y, como ya se dijo, en
trabajar con sus propias manos en el rescate total del barrio y del Malecón Tradicional
que trata “la cara visible del ciudad” en una extensión de poco mas de un kilómetro a lo
largo del frente marítimo, cubriendo un total de 14 manzanas, en las que habitan 5400
personas. Este programa implica el rescate de edificios de un gran valor arquitectónico
que dan una imagen urbana muy interesante, destinada a usos diversos, incluida como
cosa principal, la vivienda social además de apartamentos de alto estándar, facilidades
hoteleras y extra hoteleras y otros servicios.
Como una extensión de todas esas actividades, la Oficina ha sido encargada
recientemente de la recuperación integral del Barrio Chino, que se encuentra fuera de los
límites geográficos del Centro Histórico.
Epílogo
La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, tal como se ha manifestado, lleva a
cabo una muy seria actividad en la recuperación integral del Centro Histórico y de otras
dos zonas de significación urbana, mas allá de sus límites geográficos.
En todo este espacio urbano, el propósito principal es elevar la calidad de vida de la
población, con el apoyo de una nueva forma de actividad financiera que obtiene sus
recursos económicos de los ingresos que produce el desarrollo del turismo – turismo
cultural – y de otras vías comerciales e inmobiliarias.
Hoy se pueden mostrar resultados en un tejido urbano único, que recupera su imagen
original paso a paso, dando nueva vida a verdaderos tesoros de valor arquitectónico y – lo
mas importante de todo – elevando realmente la calidad de vida de una población que
comparte e intercambia sus nuevas experiencias con todos los visitantes foráneos, que
son bienvenidos.
(1) Coordinador de Actividades Académicas , Dirección de Arquitectura Patrimonial,
Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Profesor de Mérito, Facultad de Arquitectura de La Habana, CUJAE