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CAPITULO 2. TEMA 1. Conceptos y Modelos en Psicopatología

Este documento presenta conceptos y modelos en psicopatología. Explica que los criterios son herramientas conceptuales que guían el conocimiento mediante la delimitación y ordenación de datos relevantes, mientras que los modelos sirven para conceptualizar problemas de forma amplia. Se discuten diversos criterios como el estadístico, que define la anormalidad basada en desviaciones estadísticas, y los sociales e interpersonales, que reconocen la influencia sociocultural. También se explica que coexisten múltiples modelos debido a la complejidad

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CAPITULO 2. TEMA 1. Conceptos y Modelos en Psicopatología

Este documento presenta conceptos y modelos en psicopatología. Explica que los criterios son herramientas conceptuales que guían el conocimiento mediante la delimitación y ordenación de datos relevantes, mientras que los modelos sirven para conceptualizar problemas de forma amplia. Se discuten diversos criterios como el estadístico, que define la anormalidad basada en desviaciones estadísticas, y los sociales e interpersonales, que reconocen la influencia sociocultural. También se explica que coexisten múltiples modelos debido a la complejidad

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2020

TEMA 1. Capítulo 2. Conceptos y modelos en psicopatología

ALBA M.AGUILERA
PSICOPATOLOGÍA 1º CUTRIMESTRE
01/01/2020
I. Introducción: precisiones conceptuales

Desde una perspectiva hegeliana del conocimiento y las praxis científicas se pueden
establecer tres niveles de trabajo y análisis (Mussó, 1970): el teórico, el experimental y el
técnico. Desde el nivel teórico los elementos característicos son las representaciones
simbólicas y el manejo de símbolos, cuyos medios de trabajo son:
1. Los estrictamente conceptuales, es decir, el razonamiento, la imaginación, la memoria, y sus
productos o elaboraciones, esto es, las definiciones estipulativas, los sistemas de clasificación,
los modelos teóricos disponibles, etc.
2. Los medios materiales y/o tecnológicos de los que disponemos para aumentar la eficacia de
toda esa actividad intelectual -desde el lápiz y el papel, hasta los libros, archivos, o
computadoras, además de los cuestionarios, los instrumentos de estimulación, de registro de
datos, o de control de variables.
El tipo de trabajo científico que puede esperarse desde este nivel es crear conceptos,
proyectar actividades y elaborar críticas.

Los criterios y modelos en psicopatología son herramientas conceptuales del nivel teórico:

 Un criterio es una norma, regla o propiedad que <<guía el conocimiento> , esta


expresión conlleva:
A) Delimitar con precisión los hechos que constituyen datos para la comprensión y
explicación del objeto.
B) La ordenación de esos datos según su mayor o menos importancia.
Así pues, un criterio es una categoría, más o menos genérica, una norma o conjunto de
normas que designa la propiedad o propiedades sobre cuya base se clasifican y ordenan los
datos que parecen relevantes para un objeto y un área concreta de conocimiento.

Criterio de anormalidad. Conjunto de normas que designan las propiedades sobre cuya base
se puede categorizar a una persona como psicopatológica.

 Un modelo es una forma global de ordenar o conceptualizar el área de estudio. Sirve


de orientación para explicar la conducta, investigar e interpretar. Una teoría tiende a
ser una explicación más específica de un fenómeno particular (propone un conjunto
particular de proposiciones o afirmaciones que pueden ser probadas); un modelo, por
el contrario, es una orientación mucho más amplia que refleja una posición básica para
conceptualizar problemas (Kazdin, 1983)

Los modelos en psicopatología pueden tener diversos significados, y no necesariamente son


incompatibles:
1. Un modo de concebir la psicopatología como ciencia diferenciada, incluyendo la
definición del objeto mismo y los procederes técnicos y metodológicos adecuados para
abordarlo: en términos generales, esto es lo que solemos entender cuando hablamos de las
“escuelas de la psicopatología”, herederas en gran parte de una manera de entender el objeto
de la psicología; por ello encontramos en los modelos psicológicos y psicopatológicos
influencias de varias escuelas de pensamiento.
2. Analogías donde se toman conceptos de otros campos y se aplican a la psicopatología. Por
ejemplo modelos animales, modelos de condicionamiento o modelos de provocación
experimental de experiencias anormales (alucinaciones, delirios...). Los modelos constituyen
un modo de representación de la realidad que se quiere conocer, que ayudan a seleccionar los
hechos relevantes y reproducir algunas de sus propiedades, por lo que son parciales y
selectivos.
3. Un paradigma o paradigmas, que cubren contenidos idénticos a los que se incluyen en el
modelo, como por ejemplo “modelo o paradigma de aprendizaje”, “modelo o paradigma
social”, “modelo o paradigma cognitivo”, etc. El término paradigma posee varias acepciones:
o Metáfora de la realidad, ya que contiene supuestos no susceptibles de verificación
empírica.
o Ejemplar metodológico, es decir, un consenso científico acerca de los problemas
relevantes que hay que resolver.
o Un asiento institucional de la comunidad científica, es decir, hábitos y reglas tácitas
de su actuación.

¿Por qué conviven actualmente en psicopatología tantos modelos distintos?


Una 1ª RESPUESTA: tiene que ver con la indeterminación conceptual de
la misma psicopatología, debido a una ausencia de criterios ampliamente
compartidos y a la relatividad de los mismos, además del grado tan alto de
complejidad del objeto, que hace inviable abordarlo desde un solo criterio,
dado el nivel de conocimiento y tecnologías disponibles.
La pervivencia de distintos modelos ha ocurrido por las diversas opciones de
las diferentes escuelas y porque esas opciones representan intentos de
solucionar problemas nuevos que hasta entonces no se habían planteado.

Una 2ª RESPUESTA: tiene que ver con la relatividad sociocultural de su objeto de


conocimiento, porque si las sociedades valoran positivamente ciertos modos de comportarse,
de ser, de experimentar la realidad, de sentir o de expresarse, cualquier contradicción
manifiesta de tales modos puede considerarse enfermiza, disfuncional o anómala. Por ello lo
“psicopatológico” a veces no responde a criterios científicos, sino éticos o morales. Las
«imágenes del hombre» que una sociedad o un grupo posean van a ser determinantes a la
hora de construir las «imágenes de lo psicopatológico». Esas imágenes cristalizan en lo que se
suele llamar «modelos» y «criterios» de psicopatología.
Cabe destacar que las creencias sobre la naturaleza humana no se aplican por igual a todos
los miembros de la sociedad, ya que hay unos grupos dominantes (intelectuales, políticos...)
que asignan a sus contrarios una “naturaleza” diferente a la suya. Por ello vemos tantas
diferencias en psicopatología, a veces sutiles, lo que repercute en el pronóstico y el
tratamiento.

En definitiva, no existe una “verdad objetiva” que sea objeto de la psicopatología. Las
escuelas y modelos se pueden concebir como el puente que une las creencias implícitas o
tácticas de la sociedad con el comportamiento concreto de sus actores; surgen por la
necesidad de implementar un sistema de creencias. Cuando el sistema cambia, cambian los
criterios, las escuelas, los modelos y las instituciones.
2. Conceptos y criterios de psicopatología
2.1. El criterio estadístico
En el siglo XIX se recurrió a la cuantificación de los datos psicológicos a través de la
estadística, fundamentalmente. En psicopatología, la estadística es un criterio definitorio del
objeto y adquirió rango de concepto, cuya máxima ejemplificación se encuentra en el criterio
estadístico de la psicopatología.

Se pueden medir hechos psicológicos complejos (personalidad, valores, normas, motivos,


creencias). El postulado central del criterio estadístico es el de que las variables que definen
psicológicamente a una persona poseen una distribución normal en la población general de
referencia. Psicopatológico sería todo lo que se desvía de la normalidad y es poco frecuente,
fuera de la distribución normal de la población de referencia. Por ejemplo, “hiperactividad” o
“hipoactividad”, como comportamiento motor alterado.
Aunque infrecuente no significa psicopatológico. Por ello se requiere adoptar un supuesto
adicional al de frecuencia para la definición de las psicopatologías: el supuesto de la
continuidad y dimensionalidad, según el cual los elementos constitutivos de las
psicopatologías también están presentes en la normalidad, si bien constituyen una
exacerbación por exceso o defecto. De modo que las diferencias entre lo normal y lo
psicopatológico son de naturaleza cuantitativa, de grado. Cuando la psicopatología se rige por
un criterio estadístico emplea el término anormalidad como análogo al de psicopatología, que
significa que la conducta, rasgo o característica es muy poco frecuente y poco representativa
del grupo social normativo, y cuantitativamente distinta de la normalidad.
Este salto conceptual desde la idea de infrecuencia estadística a la de anormalidad, ha
permitido, además, que el criterio estadístico pase de ser considerado únicamente como parte
del «contexto del descubrimiento» a ser utilizado también como parte del contexto de la
explicación y la justificación.

Criterio estadístico. Determina la anormalidad en base a una desviación de la norma


estadística (distribución normal).

2.2 Los criterios sociales e interpersonales


H. S. Sullivan llamó criterio social consensual para señalar la
definición de las psicopatologías como una cuestión de
normativa social. De aquí a afirmar que lo psicopatológico no es
más que una «construcción social» y una «convención» que la
comunidad adopta en un momento, de un modo por lo general
poco explícito, no hay más que un paso. Y solo otro más para
afirmar que lo psicopatológico solo existe en las mentes (en las creencias) de quienes lo
postulan.
Lo que en un contexto cultural es normal, se torna patológico en otros. Por ello se ha
afirmado que diagnosticar implica poner una etiqueta a lo que simplemente era un problema o
modo de vivir, añadiendo un problema más al sufrimiento del destinatario: se suma el estigma
social a la etiqueta de “enfermo mental”. Por ello la OMS lucha contra el estigma asociado a
las enfermedades mentales.
No nos queda más que admitir que las normas sobre las que catalogamos a una persona
como anormal, existen en nuestras mentes. Pero no por ello hemos de negar su existencia, sino
que hay que profundizar en estas normas y supuestos para evitar que la actividad clínica se
deje llevar por prejuicios y falsa moral, de manera que se ayude a la persona con una
psicopatología a incorporarse al contexto social al que tiene derecho a pertenecer.
Muchas veces la adecuación a un rol social y personal deseable constituye el marco
referencial imprescindible para la catalogación de normalidad. Por ejemplo, esperamos que
unos progenitores responsables y adaptados se comporten de acuerdo con su rol y, por lo
tanto, dediquen buena parte de su tiempo y esfuerzos a procurar para su familia estabilidad
económica y emocional. Conseguir restaurar la capacidad de adaptación social suele ser
objetivo fundamental de muchas estrategias de tratamiento psicológico.

Criterio social. Es establecido por la normativa social que determina lo esperable [normal) y lo
inadecuado [anormal) de la conducta. Se han referido varios tipos, tales como el consensual y
el legal.

¿En qué consiste la adaptación social? No siempre es fácil determinarlo y suponer que
adaptación es sinónimo de salud mental puede llevar a graves errores. Difícilmente podemos
admitir que en todos los casos, la adaptación social entendida como el cumplimiento acrítico
de las leyes y normas, constituya un criterio de salud mental. Así que la definición de qué
significa adaptación social presenta tantos problemas como la de psicopatología y no es el
criterio por excelencia para delimitar las psicopatologías ni lo normal.
Un modo de solucionar los problemas derivados de la indeterminación de criterios de este
tipo pasa por postula la existencia de condicionantes situacionales, que serían responsables
de la aparición de psicopatologías. Aquí el individuo es un mero actor, una marioneta sometida
a contingencias ambientales donde la sociedad le ha adjudicado un papel. Si ese papel no es
bueno, la responsabilidad es de la sociedad. Pero sustraer de la naturaleza humana la
autodeterminación y la racionalidad tiene un riesgo, convertiría a la persona que presenta una
patología en alienada. Esto no significa que los condicionantes situacionales no expliquen la
aparición de patologías, pero es preciso examinar a fondo el contexto para comprender la
génesis y el mantenimiento de comportamientos perturbados, sin robar al “alienado” la
condición de ser humano.

2.3. Los criterios subjetivos o intrapsíquicos


Según los criterios subjetivos, intrapsíquicos o personales, el individuo es el
que dictamina sobre su estado: se queja sobre su infelicidad o disgusto e
incapacidad para afrontar el problema, del malestar, a la vez que busca ayuda
especializada.
Una variante es el criterio alguedónico, propuesto por Schneider (1959) hace
referencia al sufrimiento personal como elemento definitorio de la presencia de
una psicopatología.

Criterio subjetivo. Es un criterio propuesto por el propio individuo. Se basa en


la conciencia que tiene el sujeto de su situación psicopatológica ¡sufrimiento,
conducta indeseable, etc.)
Los criterios subjetivos aluden a dos aspectos nucleares de la clínica:
1. La conciencia de enfermedad: fluctúa desde su ausencia hasta un grado máximo. Es crucial
para establecer un diagnóstico y su gravedad. Si el paciente no expresa su malestar,
difícilmente se detectarán consecuencias observables del trastorno. En cuanto a la gravedad,
su nivel dependerá de cuáles sean las consecuencias del problema, incluyendo tanto las que
pueda detectar un observador externo como las que manifiesta el propio afectado
2. La egodistonía: consiste en la disonancia que se produce entre la autoimagen y los
síntomas, su significado, o la interferencia que provocan. Cuanto más egodistónico es un
trastorno, mayor sería la consciencia de este. La baja consciencia del trastorno repercute en el
diagnóstico y el tratamiento, así como en la respuesta al mismo.

En muchas ocasiones los elementos subjetivos son un elemento central a través del que se
hace evidente una psicopatología.
Pero tienen limitaciones. Los pacientes no siempre son conscientes de sus problemas e
incapacidades, por ejemplo, en fases de un trastorno psicótico, en estados disociativos,
trastornos de la conducta alimentaria o trastornos de la personalidad. En cuanto a la
egodistonía, no siempre los síntomas y consecuencias resultan disonantes para la persona (p.
ej., anorexia nerviosa, trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo). Y cuando esto
sucede, es improbable que decida por sí misma buscar ayuda especializada y acepte
involucrarse en un programa de tratamiento.
Un problema adicional, es que no todo el que manifiesta infelicidad, angustia, problemas
sociales, presenta una psicopatología diagnosticable. El criterio subjetivo o personal no tiene
tampoco en cuenta los efectos que un comportamiento anormal produce en el contexto social
inmediato de la persona que lo exhibe (mientras que sí lo haría el alguedónico). Y ninguno de
los dos permite distinguir entre, por ejemplo, psicopatologías y reacciones normales de
adaptación al estrés. Por lo que estos criterios son insuficientes tanto a nivel explicativo
como a la hora de analizar sus consecuencias.
De todos modos, no hay que olvidar que en la práctica constituyen criterios muy a tener en
cuenta, pues en muchos casos es el propio individuo quien detecta una anomalía. Así que
tanto si se da el auto-reconocimiento del problema como si no, la información proporcionada
por la persona sobre su estado es una fuente de datos irrenunciable e imprescindible.

2.4. Los criterios biológicos


Conjunto de criterios de naturaleza no psicológica que enfatizan
en la naturaleza biológica, física, de las personas. Se basan en que las
diferentes psicopatologías son, fundamentalmente, la expresión de
alteraciones y/o disfunciones en el modo normal del funcionamiento
de estructuras biológicas o los procesos en los que se sustentan. Las
causas pueden ser, (Canguilhem, 1971):
1- Agentes patógenos (prefijo dis-),
2-Carencia de elementos constituyentes (prefijo a-)
3-Una ruptura en el equilibrio de los procesos, elementos o
estructuras (prefijos hiper- o hipo-).
Si la explicación última de las psicopatologías es una etiología orgánica se hablará de
“enfermedad mental”; pero esto no descartaría factores psicológicos y sociales, es decir, no
primariamente biológicos, bien en la etiología misma, bien en su mantenimiento, o bien en las
consecuencias que la causa orgánica tiene en el funcionamiento psicológico del individuo.
Por ejemplo, un delirio o alucinación pueden estar ocasionados por factores biológicos
(intoxicación alcohólica, deterioro cerebral...), pero no todas las personas padecerán los
síntomas con la misma intensidad ni manifestarán el mismo grado de deterioro en su
funcionamiento social y personal. Los planos psicológico y biológico son complementarios.
El modelo bio-psico-social (adoptado por la mayoría de los científicos de la salud para la
explicación de la naturaleza humana y sus alteraciones y enfermedades, mentales o médicas)
reconoce la complementariedad necesaria e inevitable de esos tres aspectos, para la
explicación de la naturaleza humana, sus alteraciones y enfermedades. En la misma línea, la
biología de sistemas asume los modelos de redes, ya que los síntomas de una enfermedad
están conectados entre sí de forma causal, a través de una amplia variedad de mecanismos
biológicos, psicológicos y sociales. Si esas relaciones causales son potentes y estables, los
síntomas pueden provocar un alto grado de retroalimentación que los hace autónomos.

Criterio biológico. Mantiene que la «enfermedad mental» se produce por una alteración del
sistema nervioso.

2.5. Criterios de psicopatología: conclusiones


Uno de los objetivos de nuestra disciplina es delimitar el peso relativo de cada criterio para
clasificar, explicar y/o predecir. Optar por un solo criterio significa elegir un modelo en
detrimento de otros.
Los postulados en los que nos podemos basar para catalogar un modo de pensar, actuar o
sentir como anormal o psicopatológico son:
1. No hay criterio que pos sí mismo o aisladamente sea suficiente para definir un
comportamiento, sentimiento o actividad mental como anormal o psicopatológica.
2. No hay comportamiento, sentimiento o actividad mental que por sí mismo sea
psicopatológico. Hay que apelar a muchos condicionantes contextuales y examinar la posible
utilidad adaptativa y estratégica, a la vez que se han de observar las “ganancias
secundarias”, tácitas o explícitas, que la persona o sus allegados exhiben o la sociedad
obtiene.
3. Las psicopatologías son un obstáculo para el desarrollo individual y social, además de para
el grupo social cercano. No tienen utilidad estratégica, o esta es < que la conducta contraria.
4. Las psicopatologías impiden llegar a niveles óptimos de desarrollo social, afectivo,
intelectual y/o físico.
5. Los elementos que definen una psicopatología no difieren de los que definen la
normalidad, más que en términos de grado, extensión y repercusiones; habrá que adoptar
criterios dimensionales en lugar de categoriales.
6. Una psicopatología no conlleva necesariamente a ausencia de salud mental. Hay
anomalías corrientes en la vida que también son objeto de estudio en psicopatología, lo que
sirve de ayuda para entender el funcionamiento de otros procesos y actividades anómalos
(p. ej., pérdidas de memoria, fenómenos hipnagógicos, experiencias alucinatorias, etc).
7. La salud no es sólo ausencia de enfermedad, sino presencia de bienestar. Es “un estado
que permite el desarrollo óptimo físico, intelectual y afectivo del sujeto en la medida en que
no perturbe el desarrollo de sus semejantes”.
La salud mental no es un concepto monolítico. Parámetros como autonomía funcional,
percepción correcta de la realidad, adaptación eficaz y respuesta competente a las demandas
del entorno, relaciones interpersonales adecuadas, percepción de autoeficacia, buen auto-
concepto, estrategias adecuadas para afrontar el estrés y desarrollarse intelectual, social y
emocionalmente, etc., constituyen aspectos en los que hay que fijarse cuando se debe
diagnosticar o calificar el grado de salud mental de una persona.
El estado de bienestar se define como la capacidad que permite a las personas reconocer sus
habilidades y capacidades para hacer frente a los estresores normales de la vida, trabajar de
forma productiva y contribuir a su comunidad. Por lo que la salud mental también se refiere a
mejorar la competencia de los individuos y comunidades para alcanzar sus objetivos.
No hay grupo o colectividad inmune a los trastornos mentales, pero ciertos grupos tienen
mayor riesgo (pobreza, desempleo, baja escolarización, violencia, migrantes, refugiados,
indígenas, ancianos abandonados). Los ámbitos mental, físico y social están íntimamente
imbricados, en mutua interdependencia.

3. Los modelos de la psicopatología

La proliferación de modelos refleja una realidad más ficticia que real, ya que algunos se
limitan a destacar algunos aspectos de los fenómenos psicopatológicos, más que a constituir
un sistema original y propio sobre las psicopatologías. Por ejemplo, los modelos humanistas y
existenciales se limitan a criticar a otros modelos (biomédico, conductual...) o a enfatizar
ciertos aspectos que no se contemplan en tales modelos, como los conceptos.

Además de los problemas teóricos y técnicos se han argumentado problemas relativos a la


eficacia de las técnicas terapéuticas derivadas de ellos. Pero es importante el valor de
denunciar los aspectos críticos de los modelos dominantes, como factores psicosociales, el
estigma asociado a las enfermedades mentales, etc.

Nos centraremos únicamente en tres grandes orientaciones teóricas que cubren


adecuadamente el panorama de la psicopatología científica actual, es decir, las perspectivas
biomédica, conductual y cognitiva.

Conductual. Se utiliza en este capítulo para designar que el objeto de estudio se centra en la
conducta, no en la mente o el cerebro. Aunque con este término se asume que el aprendizaje
es el principal componente de la conducta, incluye también otros principios derivados del
estudio científico del comportamiento (p. ej., asociados a componentes psicobiológicos o
cognitivos) y no se reduce, como el conductismo radical (o en general conductismo] a lo
directamente observable.
3.1. El modelo biomédico
También llamado biológico, fisiológico o neurofisiológico, asume que el trastorno mental es
una enfermedad de igual naturaleza que cualquier enfermedad física. Las psicopatologías se
producen por anormalidades biológicas subyacentes (genéticas, bioquímicas, neurológicas...).

El inicio de la psicopatología se vincula al desarrollo de la medicina y los saberes científicos


asociados, como biología, bioquímica, genética, etc. La influencia del modelo médico en
psicopatología se asocia al desarrollo de drogas psicotrópicas que mostraron eficacia para
tratar trastornos mentales: ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos y otros; cambiaron la
imagen del tratamiento de la enfermedad mental, no siempre a mejor.

3.1.1. Bases biológicas de la psicopatología


Se presume que una alteración estructural o funcional del cerebro es la causa primaria de
las psicopatologías, anatómicas o bioquímicas, adquiridas o innatas, vinculadas a la genética,
metabolismo, infecciones, alergias, tumores, trastornos cardiovasculares, traumas físicos,
estrés, etc.

Buss (1962) nos dice que se distinguen 3 tipos de enfermedad según sus mecanismos
causales primarios: infecciosas (ej. pulmonía, hepatitis), sistémicas (ej. diabetes) y
traumáticas (ej. fractura, ingestión de tóxicos).
El interés por la concepción sistémica se intensificó en los años 50 y se reforzó por el
descubrimiento de neurotransmisores (noradrenalina, serotonina...) y de fármacos
psicoactivos. Las psicopatologías se concebían como resultado de problemas neuro-bio-
químicos (teorías del desequilibrio bioquímico). Actualmente existe gran evidencia de que
muchas sustancias bioquímicas intervienen en muchos trastornos mentales y del
comportamiento, sin bien no son los únicos factores causantes ni los más importantes en
muchos casos. Por ejemplo, la actividad insuficiente del ácido gamma aminobutírico (GABA)
en el caso de los trastornos de ansiedad, o el exceso de actividad dopaminérgica en la
esquizofrenia, o los déficits en la actividad de catecolaminas y serotonina en la depresión,
también los desequilibrios del sistema serotoninérgico en el trastorno obsesivo-compulsivo.
La corea de Huntington es un trastorno degenerativo con profundas crisis emocionales,
delirios, ideas de suicidio y movimientos motores involuntarios, cuyo factor responsable es
la pérdida de neuronas en los ganglios basales. Asimismo, las causas biológicas como factor
causal son evidentes en las “amnesias puras” (afasias) o las enfermedades adquiridas por
ingestión de tóxicos, los traumatismos craneoencefálicos, etcétera.
Los trastornos mentales orgánicos son aquellos donde las causas físicas son evidentes y se
diferencian de los trastornos mentales funcionales, en los que no hay evidencia de
alteraciones orgánicas o los datos no son relevantes para una explicación biológica.

Otro enfoques que sustenta al modelo biomédico actual refiere a la genética. Algunos
trastornos ocurren con mayor frecuencia en una familia en comparación con la población
general, por lo que se considera que hay una “predisposición genética”. Se habla de las bases
genéticas de la esquizofrenia, la depresión, la manía, el Alzheimer, intentando averiguar si se
trata de genes dominantes o recesivos. También se ha enfatizado sobre los “grupos de riesgo”,
observando casos de parientes biológicos de un paciente con una patología específica, por si
presentasen el mismo trastorno o similar por la sintomatología.
El Proyecto sobre el Genoma Humano (International Human Genome Sequencing
Consortium, 2001) permitirá identificar las influencias que determinados genes y secuencias
genéticas tienen sobre el desarrollo de ciertas patologías. Aunque es un trabajo largo y lento
por la inmensa cantidad de genes y posibles fenotipos y manifestaciones psicopatológicas. Los
efectos aislados de los genes son escasos y no se conocen las mutuas influencias entre
ambiente y estructura genética. Por lo que en el futuro se investigará sobre “genómica
funcional”, analizando trayectorias y conexiones entre los genes y el comportamiento “de
arriba a abajo” (genómica conductual) y “de abajo a arriba” (nivel molecular biológico celular,
de lo general a lo particular). Plomin y McGuffin (2003)

3.1.2. Postulados del modelo biomédico


El modelo biomédico se fundamenta en los siguientes conceptos:
1. Signo. Indicador objetivo de un proceso orgánico anómalo (ej. fiebre indicador de
inflamación).
2. Síntoma. Indicador subjetivo de un proceso orgánico y/o funcional (ej. sensación de tener
fiebre). Es la unidad mínima descriptible en psicopatología. Hay primarios (rectores, nucleares
o patognomónicos) que orientan hacia un diagnóstico determinado, y secundarios, que no
cumplen los criterios etiológicos o descriptivos de la entidad nosológica en la que se han
identificado.
3. Síndrome. Conjunto de signos y síntomas en forma de cuadro clínico (patrón recurrente).
4. Enfermedad mental (entidad nosológica). Estructura totalizante en la que adquieren sentido
los fenómenos particulares, que dota de recursos explicativos al médico para comprender los
factores etiológicos del trastorno hasta la validez del pronóstico, aumentando la eficacia del
tratamiento. Sin embargo este constructo no agota en ningún caso el nivel explicativo de los
trastornos mentales.
5. Discontinuidad entre lo normal y lo anormal. El trastorno mental, al ser considerado
enfermedad, se clasifica y diagnostica sobre la base de criterios categoriales. Cada enfermedad
mental constituye una entidad clínica (nosológica) discreta, con características clínicas
(sintomatología), etiología, curso, pronóstico y tratamiento específicos. Cada categoría clínica
se diferencia cualitativamente de las demás enfermedades mentales y de lo “no clínico”. Son
reflejo de esta orientación médica los sistemas de clasificación categorial de la APA y la OMS
Contrasta con la concepción dimensional de la psicopatología , donde la diferencia entre lo
normal y lo patológico es, sobre todo, una cuestión de grado (no discontinuidad).

NOSOLOGIA**: PARTE DE LA MEDICINA QUE DESCRIBE, DIFERENCIA Y CLASIFICA LAS ENFERMEDADES.

3.1.3. Evaluación del modelo biomédico


VIRTUDES:
1. Nos recuerda que los problemas psicológicos pueden tener causas o concomitantes
biológicos.
2. Ha desarrollado sofisticadas técnicas, gracias a las cuales la investigación sobre aspectos
neurofisiológicos de las psicopatologías progresa con rapidez, aportando valiosa información
en corto tiempo.
3. Sus tratamientos (farmacología) han proporcionado aportaciones significativas para la
terapia, ya sea por ineficacia de las estrategias de intervención o como complementos a esas
estrategias.

PROBLEMAS Y LIMITACIONES:
1. El reduccionismo de creer que toda conducta humana puede explicarse en términos
biológicos limita el conocimiento de las psicopatologías. Los procesos biológicos están
influenciados por variables psicológicas (intrapsíquicas), sociales y ambientales.
Cuando percibimos un evento negativo fuera de nuestro control, la actividad de la
noradrenalina o la serotonina desciende, propiciando la aparición de un trastorno depresivo.
La vida mental es una interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales,
ambientales..., por lo que es más importante poder explicar esa interacción que centrarse
exclusivamente en un tipo de variables. Aunque el modelo biomédico ha facilitado una
comprensión más integrada y holista de los trastornos mentales bajo el paradigma del modelo
bio-psico-social.
2. Las teorías del modelo biológico a menudo son incompletas y poco concluyentes. Por
ejemplo, al realizar estudios con animales, a menudo es difícil generalizar la validez de las
conclusiones al comportamiento humano y sus alteraciones. Así mismo, los estudios
genealógicos y genéticos están abiertos a sucesivas interpretaciones y reinterpretaciones,
según avancen las neurociencias.
3. La aceptación rígida de postulados biológicos acarrea los siguientes problemas:
A. Tiende a considerar al individuo como pasivo, al no ser agente responsable del inicio del
trastorno y de su curación. Se convierte en un intermediario entre el médico y la enfermedad.
Mientras que el papel del médico es activo. Este planteamiento tiene efectos nocivos, porque
limita la capacidad de asumir un rol activo al paciente en el proceso de recuperación.
B. El trastorno mental tiene una etiología (causa) orgánica. Pero muchos trastornos
psicológicos no obedecen a causas orgánicas sino que se produce un intercambio constante de
causas biológicas, psicológicas y sociales.
C. El diagnóstico se establece sobre los síntomas (criterios de diagnóstico). Pero es
problemático reducir el diagnóstico a un mero etiquetado. Actualmente se tiende a evitar la
implicación de asunciones teóricas, empleándose preferentemente criterios descriptivos
(sintomáticos).

OTROS PROBLEMAS del enfoque según Deacon (2013):


1. El fracaso del modelo en ofrecer causas biológicas inequívocas. En el DSM-5 hay falta de
marcadores como criterios diagnósticos. También se refiere a la ausencia de innovaciones
importantes en farmacoterapia por ausencia de biomarcadores y la escasa validez de las
categorías diagnósticas.
2. Se refiere también a la popularidad de teorías estrictamente biologicistas que no se
sustentan en datos lo suficientemente importantes y definitorios, ni los psicofármacos han
demostrado una eficacia sólida.
3. El modelo es incapaz de reducir el estigma asociado a las enfermedades mentales.
Reducirlo a anormalidades bio-genéticas puede aumentar los deseos de distanciarse
socialmente de los enfermos, a la vez que refuerza las dudas y preocupaciones sobre la
naturaleza crónica e “intratable” de las enfermedades mentales y/o sobre la peligrosidad y lo
impredecible del comportamiento de los enfermos.
4. Alude también a la falta de innovación en farmacoterapia (asociada con una escasa
rentabilidad coste-beneficio) y los pobres resultados asociados con la medicación (en especial
antipsicóticos atípicos, estabilizadores de ánimo e inhibidores de la recaptación de
serotonina o ISRS). Menciona la tasa imparablemente ascendente de personas con trastornos
mentales y la tendencia a la cronificación de los problemas, debido a la prevalencia e
ineficacia de los tratamientos psiquiátricos que se basan en un enfoque exclusivamente
biologicista.

Además, según el modelo médico, la presencia de 2 ó más enfermedades resulta


conceptualmente problemática. Se asume que son “complicaciones de” o “secundarios a”,
pero cada una representa una condición distinta que requiere tratamiento distinto. La
comorbilidad en los trastornos mentales es la regla y no la excepción, es decir, los trastornos
“puros” y sin complicaciones son raros. Algunos trastornos se describen mejor como diferentes
aspectos de un único trastorno. Las investigaciones revelan que gran parte de la comorbilidad
entre los trastornos no es debida a co-ocurrencias aleatorias, sino que hay patrones
sistemáticos de comorbilidad. Se ha comprobado que los diagnósticos del DSM y la CIE pueden
organizarse jerárquicamente. El vértice sería un factor general de psicopatología y le seguirían
al menos 3 dimensiones de trastornos en el siguiente nivel, que se corresponden con 3 de las
4 dimensiones de los síntomas identificadas por Markon (2010):
1- Trastornos interiorizados en los que la experiencia subjetiva de malestar emocional es un
componente principal (ej. trastornos depresivos, ansiedad generalizada).
2- Trastornos exteriorizados, en los que las manifestaciones primarias son típicamente
comportamientos observables (ej. dependencia del alcohol, trastornos de la conducta).
3- Trastornos cognitivos (ej. espectro de la esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo con
síntomas psicóticos).
Cada nivel superior se divide en dimensiones más concretas, basadas en subconjuntos de
trastornos que ocurren con mayor frecuencia (nivel más bajo en la jerarquía). La evidencia de
estas dimensiones jerárquicas puede tener importantes implicaciones para comprender,
clasificar, tratar y prevenir los trastornos mentales, lo que constituye la base de los enfoques
transdiagnósticos.

3.2. El modelo conductual


El modelo conductual surgió en los años 70 por la maduración
de la psicología del aprendizaje (condicionamiento clásico y
operante y el control de la conducta anormal) y por la
insatisfacción con el modus operandi de los modelos médico y
psicodinámico, tanto por factores teóricos como prácticos.
Aunque pronto comenzó a sufrir críticas internas ya que era un modelo rígido. Su evolución
histórica ha dado lugar a diferentes submodelos. El conductismo se desarrolló paralelamente
en Sudáfrica, Inglaterra y EEUU. Aunque en américa el enfoque es el análisis experimental de la
conducta y en Europa se asumen variables intermedias (con Hull y Mowrer), como el concepto
de “impulso”.
Las características del conductismo son:
1. Objetividad. Se centra en fenómenos objetivos, buscando las relaciones causales entre
ambiente y conducta.
2. Principios del aprendizaje como base teórica. El criterio es la conducta anormal, hábitos
desadaptativos condicionados, que suponen síntomas clínicos, según las leyes y principios del
aprendizaje. La terapia consiste en aplicar estos principios para la modificación de conducta.
3. Rechazo del concepto de enfermedad. El concepto médico de enfermedad no es aplicable a
los trastornos del comportamiento. Por ejemplo, la enuresis funcional supone para el modelo
médico un síntoma producido por otros problemas; para el conductismo la enuresis en sí es
el problema, por un condicionamiento deficiente.
4. Aproximación dimensional. Rechaza la existencia de “personas enfermas mentalmente”,
por lo que no cabe establecer categorías. Se propone el “diagnóstico o análisis funcional de la
conducta”. La conducta anormal difiere cuantitativamente de la normal, pero no
cualitativamente. La anormalidad connota el funcionamiento defectuoso de ciertos sistemas
psicológicos.
5. Relevancia de los factores ambientales. Se considera que la causa de los trastornos
comportamentales obedece a factores ambientales, que van condicionando al individuo a
través de toda su experiencia. Skinner era radical en este enfoque, lo que constituye la
debilidad de su modelo.
6. Teoría científica. Ofrecía una explicación parsimoniosa sobre las causas y el tratamiento de
la conducta anormal, con variables definidas de forma objetiva y operacional, donde las
hipótesis podían ser contrastadas empíricamente para verificar o rechazar.

Propuestas para re-definir el trastorno mental o psiquiátrico (Stein et al., 2010)

3.2.1. Críticas al modelo conductual de la psicopatología


1. Las evidencias genéticas debilitaban el enfoque conductual.
2. Además, están presentes las variables intermedias, es decir, el análisis del pensamiento y la
experiencia subjetiva. El ser humano no es un simple conjunto de reflejos condicionados
(estímulo-respuesta). Aunque los cambios conductuales provoquen cambios cognitivos,
también se pueden inducir esos cambios conductuales a través de procesos cognitivos.
3. También había discrepancias teóricas en el propio conductismo y se aludía a criterios fuera
del modelo (como la ansiedad) que le quitaban validez. Según Breger y McGaugh, la teoría E-R
aportaba una base irreal para la terapia de conducta, ya que los terapeutas tenían que recurrir
constantemente a la imaginación, el pensamiento y la memoria. Proponían una “teoría de
estrategia central”, afirmando que en la neurosis se aprenden una serie de estrategias
centrales que guían la adaptación del individuo al medio.
4. En la práctica del conductismo había que incluir variables mediacionales o encubiertas de
forma irremediable, por lo que se hacía necesario incluir procesos cognitivos como elementos
esenciales del modelo, pese al rechazo del factor cognitivo como componente central del
modelo conductual. Todo a pesar de que muchos trastornos consisten, en sí mismos, en
problemas cognitivos (obsesiones, trastornos de la percepción...).

Variables encubiertas. Variables mediacionales, no observables directamente. Se refieren a


variables de tipo cognitivo, tales como la imaginación o los procesos de pensamiento. Se
supone, desde la teoría conductual, que están sometidas a leyes de aprendizaje semejantes a
las que rigen para las variables directamente observables.

3.2.2. Apertura del modelo conductual a la cognición: el enfoque cognitivo -


conductual
Actualmente conviven varias orientaciones conductuales, las 3 más importantes son:
1. El enfoque mediacional (clásico o clásico/operante).
2. El enfoque operante o análisis experimental de la conducta.
3. El enfoque cognitivo.

Los dos primeros se centran en facetas observables de la conducta y el tercero en los


procesos cognitivos. La teoría del aprendizaje social (Bandura, 1977) se considera intermedia
e integradora entre las posiciones mediacional/operante y la cognitiva, porque tiene en cuenta
las respuestas observables y los procesos cognitivos.

Estímulo condicionado (EC|. Estímulo neutro que, tras su asociación con un estímulo no
neutro o incondicionado [provoca de forma natural una respuesta incondicionada), elicita una
respuesta particular [respuesta condicionada, RC).
Estímulo incondicionado (El|. Estímulo que provoca una respuesta natural o acondicionada
[respuesta incondicionada, Rl] sin necesidad de condicionamiento previo. Por ejemplo, un
ruido muy fuerte provoca una respuesta de susto.

A lo largo de los años ha habido mejoras y actualizaciones en el modelo conductual. La


tendencia actual en la perspectiva conductual es a dar relevancia a los procesos cognitivos.
Se ha visto que el condicionamiento puede ocurrir, incluso, cuando los estímulos están
separados en el espacio y en el tiempo. Además, el condicionamiento se da, tanto con
estímulos discretos, como con relaciones abstractas de 2 ó más de ellos, acercándose cada vez
más a la psicología cognitiva. Más que centrarse en asociaciones de contigüidad entre
estímulos, enfatiza relaciones de información.

E. C. Tolman ya reconoció la importancia de la cognición en el aprendizaje, al sugerir que se


obtiene a través de estrategias cognitivas. Incluso Pavlov se refirió a su segundo sistema de
señales para referirse al condicionamiento semántico, al condicionamiento sin contacto
directo con el estímulo incondicionado o asociación E-E (estímulo-estímulo).
Actualmente el modelo conductual atraviesa un estado de expansión cognitivista, incluyendo
conceptos mediacionales como expectativas, memoria, atención, imaginación, pensamientos,
percepción, evaluación, etc. De esta manera se integran nuevos fenómenos que permiten
nuevas explicaciones y predicciones, imposibles desde el mero aprendizaje asociativo. Así se
ha ido configurando el enfoque cognitivo-conductual. Por ejemplo, el enfoque basado en el
aprendizaje inhibitorio, en contraste con el clásico de habituación, establece que durante la
extinción del miedo no se produce un borrado en la asociación EC-EI, sino un nuevo
aprendizaje donde el EI no ocurre tras el EC. Esto implicaría la desconfirmación de la
expectativa señalada por el EI (constructo cognitivo). También se han incluido constructos
cognitivos al modelo, como expectativas, creencias, valoraciones... El autor de referencia en la
reorientación cognitiva del modelo conductual fue Beck (1976), por introducir esas variables.
Sandín (2015) ha desarrollado un modelo cognitivo trifactorial sobre el trastorno de pánico,
según el cual los constructos cognitivos de sensibilidad a la ansiedad, autoeficacia hacia el
pánico e interpretaciones catastrofistas de las sensaciones corporales, desempeñan un papel
clave en la gravedad del trastorno.

Condicionamiento operante. Proceso a través del cual un organismo aprende a asociar


ciertos actos con determinadas consecuencias. El organismo aprende a efectuar ciertas
respuestas instrumentales para obtener un refuerzo o escapar de un castigo. También se
denomina condicionamiento instrumental.

3.3. El modelo cognitivo

La analogía del ordenador y el enfoque del procesamiento de


la información (PI) se erigen inicialmente como paradigmas
visibles de la psicología cognitiva.
En un sentido genérico, el término psicología cognitiva implica
un conjunto de contenidos y procedimientos técnicos que hacen
referencia a la cognición, es decir, la actividad mental humana y
sus productos, o sea, al conocimiento. Implica la consideración
del hombre como un ser autoconsciente, activo y responsable,
y no inexorablemente ligado a los condicionantes ambientales
o a la adaptación pasiva al medio. Un ser que busca activamente
conocimiento, en un constante proceso de autoconstrucción, con planes, objetivos y
recuerdos, que no puede librarse de los sesgos y prejuicios a la hora de la elaboración de la
realidad. La búsqueda y transformación de la información operan sobre representaciones
internas de la realidad.
3.3.1. Procesamiento de la información (PI)
Conceptos de frecuente utilización en psicología cognitiva, vinculados sobre todo al PI, que
resultan de especial interés para la investigación psicopatológica. Seguiremos el esquema
propuesto por Williams et al. (1988)
1. Limitaciones en la capacidad de procesamiento
El cerebro humano es un sistema de capacidad limitada, lo que ha sido definido como que
los procesos cognitivos requiere “esfuerzo” para funcionar (Kahneman, 1973); tanto las
características de la persona, como las de la tarea a realizar, o la situación a resolver,
determinan la cantidad de esfuerzo o los recursos que serán necesarios para una adecuada
ejecución. Algunos investigadores lo achacan a una consecuencia de nuestras dificultades para
coordinar o ejecutar a la vez procesos cognitivos diferentes, ya que al concentrarnos en una
tarea debemos desatender otras fuentes de estimulación que actuarían como distractores.
Cuando existe una limitación para el procesamiento de la información, el origen podría ser
diverso, como alteraciones neurológicas, conflictos emocionales, etc.

2. Procesamiento selectivo
Nuestra mente selecciona ciertos estímulos, situaciones o tareas y, a la vez, ignora otras que
de ser tenidas en cuenta podrían perturbar la correcta realización de las elegidas. Los
estímulos pueden competir unos con otros. Este estilo de procesamiento es la atención
selectiva. Las razones por las que una persona selecciona una información y descarta otra son
muy diversas.
Aunque también existe un tipo de procesamiento no consciente de la información, que actúa
paralelo al procesamiento consciente, de manera que registramos y elaboramos más
información de la que cabría esperar.

3. Etapas de procesamiento
Desde el PI se han propuesto distintos modelos procesuales diferentes entre sí aunque
comparten algunas características.
1-Todos intentan identificar los subprocesos simples en los que se descompone el proceso
complejo.
2- Luego se elaboran hipótesis plausibles sobre cómo se organizan los subprocesos y aparecen
las diferencias entre modelos: los más sencillos postulan que estos subprocesos son etapas o
fases del procesamiento, independientes entre sí, lineales y secuenciales, es decir, cuando
acaba una comienza otra. Cada etapa recibe la información de la anterior, realizando
transformaciones sobre ella y dando lugar al output que recogerá la siguiente etapa, y así
sucesivamente. Estos modelos permiten averiguar cuáles son los subprocesos básicos y cuales
sus invariantes, de los procesos más complejos que componen la actividad mental.
En los años 70 se intentó identificar las etapas del procesamiento, con lo que surgieron 2
modelos complementarios:
A) Los que postulaban una metodología aditiva
B) Los que utilizaban una basada en la sustracción.
Más tarde, Sternberg (1977) incluyó, además de la metodología sustractiva, mediciones
sobre las diferencias individuales. Pero fue criticado por simplista, ya que el ser humano no es
un mero procesador.
Actualmente se propone el sistema cognitivo como un conjunto de módulos de
procesamiento, cada uno de los cuales está dedicado, sobre todo, a realizar un tipo especial
de transformaciones. Algunos módulos reciben información directamente del entorno,
mientras que otros la reciben de otros módulos. Algunos de ellos son «cognitivamente
impenetrables», es decir, están de algún modo involucrados con la estructura del sí-mismo,
mientras que otros podrían estar bajo control voluntario y/o intencional. Pero plantean
limitaciones a la hora de explicar la complejidad de la organización mental humana.

4. Procesamiento en paralelo
No todos los procesos mentales son seriales (contar, cálculos matemáticos...). Muchas veces
la solución a un problema se alcanza de modo globalizado, de manera que se procesan varios
aspectos en paralelo (a la vez). Para entender el procesamiento en paralelo hay que tener en
cuenta 3 características básicas del procesamiento humano de la información:
A. La presencia de un procesamiento en paralelo contingente.
B. La existencia de una jerarquía y estructuras de control.
C. La puesta en marcha de procesos y estrategias automáticas vs. controladas.

Procesamiento en paralelo. Forma de procesamiento de la información en la que dos o más


actividades se procesan de forma simultánea.

5. Procesamiento paralelo contingente, modelos bottom - up y top - down y el papel de los


esquemas en la organización del conocimiento
Desde la perspectiva de las etapas del procesamiento, el éxito de las últimas fases del
procesamiento depende de que se hayan completado las primeras: son contingentes unas con
otras. Aunque se cuestiona si la realización completa de una fase es condición necesaria para
que se inicie la otra. Plantearon como posibilidad alternativa la de que los resultados -el
output- de una etapa eran continuamente accesibles para los demás (Norman y Bobrow,
1975; Posner y McLeod, 1982). Esto significaría que una etapa de procesamiento comenzaría
antes de que la anterior hubiera finalizado y utilizando o teniendo en cuenta el output que,
hasta ese momento, hubiera producido la anterior. Esto implicaría, además, que todas las
etapas estarían funcionando simultáneamente.

Procesamiento en serie. Procesamiento de la información de forma lineal, donde al


procesamiento de una etapa le sigue el procesamiento de otra de forma secuencial.

En definitiva, las operaciones que se realizan en diferentes etapas de procesamiento están


bajo la influencia cualitativa -y no sólo cuantitativa- de los resultados que se están
produciendo en otras etapas anteriores. Además, la actividad cognitiva no es una respuesta
pasiva al input, parece más oportuno pensar que también se producirá un efecto de
retroalimentación (feedback) entre las etapas últimas y las primeras, es decir, un retorno de la
información, hasta alcanzar las metas. Este feedback es modificador, e incluso reorganizador,
de las etapas anteriores.

Así que la mente funciona con bucles y circuitos, gracias a los cuales la información sigue un
flujo continuo entre todas las etapas y en ambas direcciones:
-Los modelos que se refieren al flujo de información desde los niveles inferiores a los
superiores se denominan “abajo-arriba” (bottom-up) (de lo particular a lo general).
-Los que analizan el flujo desde los niveles superiores hacia los inferiores son los modelos
“arriba-abajo” (top-down). Los modelos top - down se ven obligados a postular la existencia de
representaciones mentales de orden superior, “esquemas”, (Bartlett, 1932), es decir,
representaciones estereotipadas, típicas de las situaciones o actividades. Los esquemas
contienen información válida para una situación específica y se modifica con los nuevos
inputs. Probablemente el proceso comienza con un bottom-up para identificar el módulo más
apropiado para alojar la información y luego ocurriría el top-down, que decidirá cómo se
organiza e interpreta esa información. Según esto, la comprensión e integración final del
input estaría predeterminada por estructuras de conocimiento ya existentes que suplirían la
información adicional para realizar inferencias.
El modo en que una situación va a ser interpretada y/o recordada depende en gran medida
del abanico de esquemas prototípicos que se encuentren almacenados en la memoria a largo
plazo, ya que son los que facilitarán la incorporación de los detalles. Estas representaciones se
adquieren a través del aprendizaje (vicario o directo), por lo que habrá grandes diferencias
individuales en cuanto a los esquemas que se encuentran en la memoria y sus diferencias
individuales.
Una parte importante de las investigaciones sobre la organización de los contenidos de la
memoria en personas deprimidas y en ansiosas muestra la utilidad de estos planteamientos,
porque parece que la tendencia de estas personas es a interpretar la información de un modo
amenazador (ansioso) o negativo (depresivo). Son personas con gran accesibilidad a estos
esquemas, lo que intensificaría el estado de ánimo perjudicial.

6. Jerarquías de control
Parece entonces que los distintos tipos de actividad cognitiva están continuamente
interactuando unos con otros. Por lo que hay una hipótesis que recurre a estructuras de
control, que supone que las actividades cognitivas están organizadas jerárquicamente, y en el
vértice estaría la estructura que controla todo el proceso de organización; las estructuras
superiores controlarían a las inferiores.
Un ejemplo para explicar, metafóricamente, este modo de operar del sistema cognitivo es
el de la conducción de vehículos. Los procesos y estructuras de nivel superior son los
encargados de determinar el rumbo y el destino al que queremos dirigirnos cuando
conducimos un automóvil. Las estructuras inferiores son las encargadas de ejecutar las
maniobras precisas para lograr el objetivo deseado y cualquier error será, en principio,
detectado por las estructuras inmediatamente superiores y, en última instancia, por la
superior a todas ellas. Pero ¿cuál sería la estructura superior? Podría ser la conciencia, según
muchos autores.

Procesamiento jerárquico. Denota la existencia de interacción entre el


procesamiento de unas tareas y otras, produciéndose entre ellas diferentes niveles
de control jerárquico [el procesamiento de unas actividades depende del
procesamiento de otras de orden jerárquico superior].
7. Procesos automáticos vs. estratégicos o controlados
El planteamiento de que el sistema cognitivo puede ser concebido como una organización
compleja y jerárquica de procedimientos de control da lugar a la introducción de otra
posibilidad alternativa, aunque no excluyente con respecto a la anterior. Una misma terea o
actividad cognitiva puede realizarse de un modo cualitativamente distinto por diferentes
personas, o por una misma persona en diferentes situaciones. Estas diferencias inter- e intra-
individuales dan como consecuencia que nuestro sistema cognitivo es extremadamente
flexible (o estratégicamente flexible). Surge, por tanto, la distinción entre procesos
automáticos o rígidos y procesos controlados o flexibles.
A) Los procesos automáticos (Rígidos) implican secuencias de operaciones mentales
como respuesta a una configuración concreta de inputs externos o internos, que no
requiere atención (esfuerzo no consciente) y, una vez activados, funcionan
independientes a los procesos controlados. Pueden ser producto de un entrenamiento
intensivo o estar genéticamente determinados. Se ha planteado la existencia de
déficits de procesamiento automático en los trastornos afectivos y de ansiedad.
B) Los procesos controlados (Flexibles) son secuencias temporales de operaciones
cognitivas que la persona activa intencionalmente. Consumen recursos conscientes,
por lo que están limitados por la propia capacidad atencional. Es difícil que concurran
2 procesos controlados a la vez, a no ser que la ejecución sea tan lenta que permita la
actuación en paralelo. Son extremadamente flexibles para adaptarse a situaciones
nuevas.

8. Del procesamiento de la información a la psicología cognitiva


La actividad humana y las experiencias subjetivas se mediatizan por la información a la que
se tiene acceso y por la capacidad de elaboración. Están moduladas por la naturaleza y eficacia
de las etapas en el procesamiento. Los esquemas ejercen un control arriba-abajo sobre la
percepción, comprensión, memoria, etc. La organización de las estructuras de control y las
metas u objetivos son más o menos idiosincráticas, en la medida en que algunas secuencias se
vuelvan automáticas.

Procesamiento de información: conceptos básicos.


1. La mente y el cerebro tienen una capacidad limitada de procesamiento de información.
2. Procesar la información requiere:
a. Esfuerzo (recursos).
b. Selección.
c. Secuencia de pasos.
d. Especialización (módulos, funciones, procesamiento).
e. Procesamiento simultáneo o en paralelo (automáticos y controlados)
3. Los procesos mentales están jerarquizados.
4. El sistema cognitivo es muy flexible.

3.3.2. Otros desarrollos y aportaciones del modelo cognitivo y la psicopatología


En psicopatología interesa saber no sólo cómo funciona la mente, sino cuáles son los
contenidos sobre los que trabaja y la relación entre el cómo y el qué.
La psicología cognitiva actual y la psicopatología tienen importantes raíces en psicología
social y psicología de la personalidad.
-El PI se ocupa de los procesos mentales con sus estructuras y operaciones.
-La psicología social cognitiva se ocupa de investigar los “contenidos mentales”, es decir,
atribuciones, actitudes, expectativas, creencias, valores, etc., accesibles o no a la conciencia,
modulando y dando sentido al comportamiento.
-La psicología de la personalidad enfatiza en la identidad personal (el sí-mismo ) o la
autoconciencia, que influyen en ciertas patologías, como la pérdida de identidad personal o la
difusión del sí-mismo, que necesitan de los constructos psicológicos que sustentan estos
términos.
Contenidos psicológicos diversos como las atribuciones, las metas, los valores, las creencias,
las predicciones, las emociones, los sentimientos, etc., son centrales para la psicología
cognitiva y obligados para la psicopatología. Aquí nos alejamos de la metáfora hombre -
computadora y dibujamos un ser humano menos racional y más realista. El ser humano
describe, predice, juzga y decide mediante reglas de inferencia intuitivas, a través del
razonamiento inductivo, guiado por intuiciones más o menos racionales, sometido a sesgos
de interpretación, provocando errores y disfunciones de comprensión y explicación.

3.3.3. Concepto de psicopatología desde el modelo cognitivo


Podría afirmarse que el objetivo básico de la psicopatología cognitiva es el análisis de las
estructuras y procesos que controlan la aparición de los comportamientos y experiencias
anómalos, y no tanto las conductas anormales en sí mismas. El énfasis se coloca en el concepto
de experiencia anómala, equivalente a disfunción o psicopatología, más que conducta
anormal. Esta perspectiva es crítica con las concepciones reflejas, automáticas y
predeterminadas de otros modelos (conductista, biomédico, psicodinámico).

Hasta los reflejos incondicionados más sencillos implican cognición. Por ejemplo, la RO
(respuesta de orientación) es la consecuencia de una reacción al cambio (novedad), que
desencadena la activación de procesos de juicio y comparación, no siempre conscientes, que
conducen a la toma de decisiones y se traducen en una conducta.
En contra de los postulados psicodinámicos de “transmisión de la energía”, se argumenta
aquí que lo que se transfiere es información (señales, indicios), activando los procesos
necesarios para proporcionar un significado. Entonces se produce la respuesta.
A nivel metodológico, la psicopatología se configura como un área de investigación, que
estudia cómo funcionan los procesos cognitivos anómalos y cuáles son los contenidos de esos
procesos, con técnicas y modos propios de la psicología cognitiva. Su objetivo no es la
aplicación práctica de sus resultados, sino buscar las mejores respuestas a los problemas,
teniendo como marco de referencia la investigación rigurosa, sistemática y ética. La aplicación
práctica de modelos y técnicas servirá para replantear, ajustar, modificar y explorar la
viabilidad y utilidad de las respuestas iniciales. La disociación entre investigación y aplicación
estaría condenada al fracaso.

Los principales postulados del modelo cognitivo en psicopatología son:


1. El objeto de estudio en psicopatología son las experiencias, sentimientos y/o actividades
mentales y comportamentales inusuales o anómalas, disfuncionales y dañinas, inadaptadas y
fuera de control, y que provoquen interferencias o deterioro en el desarrollo personal, en el
comportamiento y en las relaciones sociales.
2. Lo psicopatológico se conceptúa en términos dimensionales: grado del fenómeno,
estabilidad (o no), variables que median en el incremento y atenuación, y grado en que
difieren de la normalidad.
3. Las diferencias entre normalidad y psicopatología son cuantitativas (de grado). Las
diferencias de grado conllevan diferencias cualitativas en el procesamiento de la información y
en la forma de experimentar la realidad. Por ejemplo, ante estados de ansiedad se produce un
procesamiento preferente de estímulos amenazantes. Estas experiencias, sentimientos o
actividades anómalos no son necesariamente mórbidos.
4. El objetivo preferente de la investigación en psicopatología es el funcionamiento de los
procesos cognitivos anómalos.

5. La investigación se puede llevar a cabo en situaciones naturales o artificiales. En las


condiciones artificiales de laboratorio es necesaria la reproducción fiel de los contextos. Los
datos útiles provienen de la información subjetiva (como cuestionarios) y de lo directamente
observable por el experimentador (rendimiento de tarea, respuestas motoras...).
6. La salud mental se define sobre: la habilidad para adaptase a los cambios y demandas
internos y externos; los esfuerzos de auto-actuación (búsqueda de novedades y cambios que
supongan retos); los sentimientos de autonomía funcional y capacidad de autodeterminación.

Es equívoco hablar de un único modelo cognitivo de la psicopatología. Tenemos modelos


sobre determinados trastornos (depresión, ansiedad, esquizofrenia), sobre experiencias
anómalas (alucinaciones, delirios) o sobre anomalías en procesos de conocimiento (atención,
percepción, memoria) o en sus contenidos (atribuciones, categorías), y/o en las estructuras
superiores de control (conciencia, sí-mismo). Pero se puede hablar con razonable seguridad de
una psicopatología cognitiva.

4. Modelos y realidad clínica


La multiplicidad de enfoques ha servido para crear confusión dentro de la psicopatología.
Difícilmente las psicopatologías podrían ser explicadas en un solo modelo.
La realidad clínica no parece ajustarse muy bien a los modelos que la respaldan. Por ejemplo,
con la terapia de conducta. En teoría este tipo de tratamiento debe basarse en la aplicación
de los principios del modelo conductual. Sin embargo, la realidad es muy diferente; los
terapeutas de conducta, como cualquier otro terapeuta, utilizan todos aquellos elementos
que consideran de utilidad en un momento o caso particular, es decir, tienden a ajustar la
teoría a la práctica clínica en lugar de hacerlo al revés. Este distanciamiento entre la teoría y
la práctica constituye el eclecticismo técnico (Lazarus, 1981): si bien un científico no debe ser
ecléctico, un clínico no puede permitirse el lujo de no ser ecléptico. Y aunque, en la terapia de
conducta, haya múltiples escuelas de pensamiento y metodologías contrapuestas, esto no
justifica que hayan proliferado métodos sin base teórica en la actualidad, con terapias de
conducta de dudosa eficacia.

Terapia de conducta. Tipo de tratamiento psicológico que, mediante la aplicación de los


principios de la teoría del aprendizaje, pretende reemplazar la conducta desadaptada o
indeseable por formas adaptativas y modos constructivos de afrontamiento.

Cabe decir que ningún modelo particular de psicopatología captura todas las formas de
psicopatología, es decir, no abarca todos los aspectos de la “anormalidad”. Utilizar un solo
modelo nos daría unos resultados parcialmente correctos, pero no se podría ver “la realidad”
en su conjunto. Por ello se hace necesaria una aproximación multidisciplinar. Pero surge un
problema si se trata de hacer una aproximación multidisciplinaria epistemológica de sistemas
teóricos irreconciliables, por lo que no sería aceptable decir que todos los modelos son
igualmente válidos.
Así como la revolución de Watson consistió en trasladar el objeto de la psicología de la
mente a la conducta, la revolución cognitiva hace lo contrario, volver a los contenidos de la
mente como finalidad. Mientras que un psicólogo mentalista tiende a inferir procesos
mentales a partir de la conducta, un psicólogo conductual define tales procesos en términos
conductuales.
La evidencia actual se engloba en el modelo cognitivo, pero hay un gran solapamiento
conceptual con el modelo conductual, como la cognición y el condicionamiento, por lo que
“cognitivo-conductual” tiene información redundante (Zinbarg, 1993), ya que muchas teorías
psicopatológicas cognitivas son igualmente conductuales, al menos en los conceptos
fundamentales. Por ejemplo, la evidencia nos muestra que la exposición, uno de los
principales procedimientos de la terapia de conducta (eficaz para eliminar la ansiedad),
induce cambios conductuales mediados por mecanismos del procesamiento de la
información. Las cogniciones afectan al condicionamiento tanto como el condicionamiento
genera cogniciones, que a su vez afectan al condicionamiento.
Cuando se han separado los procesos del condicionamiento y de lo cognitivo (consciente-no
consciente, automático-controlado, voluntario-involuntario), se ha mostrado su inutilidad y su
falta de realismo. Cabe interpretar que los términos de cognición y condicionamiento no están
bien definidos y se trata de fenómenos altamente solapados que incluyen procesos tanto
automáticos como controlados. Tal dicotomía no ha resultado ser científicamente válida. Por
ejemplo, las fobias pueden aprenderse por aprendizaje vicario. En este caso, ¿es condicionado
o cognitivo?

Aprendizaje vicario. Aprendizaje obtenido por medio de la imitación de la conducta de otros.


También denominado aprendizaje observacional, modelado, o aprendizaje social.
<< Los términos cognitivo y condicionado han sido utilizados durante muchos años con un
sentido político. Las connotaciones políticas pueden tener un papel en algunas esferas, pero
este no es el caso en la escena científica. La investigación conductual tiene mucho que ofrecer
al condicionamiento futuro de la psicopatología. Si abandonamos las inclinaciones políticas
(condicionamiento vs. cognición) y utilizamos orientaciones (E-E) más contemporáneas,
entonces ciertos fenómenos psicopatológicos pueden comenzar a ser comprendidos desde la
perspectiva del condicionamiento. (Rapee) >>

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