Caraballeda, enero de 2021
U. E.N. Juan José Mendoza
4to año
Profesor: Albany Morales
Asignatura: G. H. C
Objetivo: 1. Venezuela agraria y republicana de 1830.
Venezuela agraria y republicana de 1830.
Tal vez el rasgo más característico de los inicios de nuestra vida republicana fue la
intensa y bien intencionada discusión sobre la forma de hacer frente a los graves
problemas que había que resolver. En esa libre deliberación republicana que ánimo la
vida política, lo que contaba era el ciudadano, pero, al mismo tiempo, surgieron grave
discordias que pronto rompieron la armonía de los momentos iníciales. La opinión pública
se dividió en bandos opuestos qué buscaban imponerse por la fuerza. Esta situación
permitió el surgimiento de ese personaje qué va a predominar durante muchos años, en
nuestra vida política: el caudillo. De la deliberación entre ciudadanos y del dominio de la
fuerza.
El gobierno deliberativo 1830-1846.
Muchos autores señalan que la élite dirigente, civiles cultos, de buena posición económica
y militares de alto rango, qué tomó las riendas del país en 1830, hizo un gran esfuerzo por
crear unas bases firmes para reorganizar Venezuela. Animados por el deseo sincero de
orientar la patria por la vía del orden, la paz, la legalidad y la moral republicana, la
generación de hombres que separó a Venezuela de la Gran Colombia hizo de este hecho
un movimiento patriótico que se preocupó por los problemas del país.
Con este objetivo, se propició una sincera e intensa discusión en el gobierno, en el
Congreso y en la prensa, sobre todos esos problemas y sobre los medios destinados a
solucionarlos. Y es por esta razón que el historiador venezolano Augusto Mijares designa
a este período de nuestra historia política como el gobierno deliberativo de 1830 a 1846.
1
En aquel momento era difícil librarse del poder y de la influencia de los altos jefes
guerreros que estaban convencidos de haberse ganado, en los campos de batalla, el
derecho a gobernar el trozo de tierra que habían liberado, o la región en la que les tocó
vivir. Aspiraban a altos cargos en el gobierno. El más destacado y prestigioso de todos
era el general José Antonio Páez, figura casi legendaria por su distinguida carrera militar y
sus proezas de guerra. Pero Páez tenía numerosos rivales que le disputaban su posición,
tales como los generales José Tadeo Monagas, Santiago Mariño, José Francisco
Bermúdez y otros tantos.
La élite intelectual civil comprendió claramente que era imposible en ese entonces
prescindir de los militares. Se dio cuenta, también, de que podía unirse a Páez y
reconocerlo como jefe político, pero, al mismo tiempo, pensaba que debía ubicarse a su
alrededor para vigilarlo y controlar sus tendencias autocráticas e, incluso, para estimular
su inteligencia y sus dotes naturales, para que el mismo elevará, de manera autodidacta,
su cultura general. Así nació la alianza tácita para formar el grupo que va a gobernar los
primeros 16 años de nuestra vida política después de la separación de Venezuela de la
República de Colombia.
Páez se rodeo de militares influyentes que no rivalizaban con él y se dejó aconsejar por
hombres cultos y probos, que fueron sus ministros: Santos Michelena, Fermín Toro,
Carlos Soublette, Juan Manuel Cajigal, entre otros. Entre los consejeros políticos de Páez
podemos citar a Ángel Quintero y Antonio Leocadio Guzmán, quienes a su vez eran
rivales entre sí.
Sin embargo, Páez ejerció su hegemonía con equilibrio, mantuvo calmados a los
caudillos, se mostró generoso con los adversarios, respeto la legalidad y las libertades
públicas, sobre todo la libertad de prensa, y aceptó que los legisladores limitarán lo más
posible la intervención del estado en los asuntos privados.
La ley de liberación de contratos.
El más claro ejemplo de la posición liberal del gobierno fue la promulgación de una ley
que se hizo famosa por los graves conflictos que habría de suscitar entre los productores
del campo y el sector financiero comercial: la ley de libertad de contratos, también
conocida como la ley del 10 de abril de 1834.
2
Los problemas más graves que debió enfrentar el nuevo gobierno fueron: la existencia de
una pobreza generalizada y la falta de dinero. No existía una moneda nacional ni un
sistema de créditos, y los pocos privilegiados que tenían alguna fortuna no se sentían
inclinados a movilizarla, ya que, moralmente la usura, obligaba a los prestamistas a cobrar
bajos intereses y a otorgar plazos muy largos.
Pero la necesidad de dinero era de tal magnitud, que el gobierno decidió eliminar todas
esas restricciones mediante la libertad de contratos, es decir, permitiendo que las partes
pudieran pactar libremente, sin ninguna regla oficial, las condiciones de los préstamos: el
plazo, la forma de pago, la garantía y los intereses que eran muy altos. Esto hizo posible
que los especuladores y cazadores de oportunidades se enriqueciesen a costa de los
necesitados. La ley disponía, además, que si algún deudor no podía pagar lo que debía,
en el tiempo convenido, los bienes que había dado en garantía podían ser rematados en
subasta pública, al precio que se ofreciese, aunque esté fuese muy inferior al precio real
de la propiedad.
La ley del 10 de abril fue complementada, en 1841, con la llamada ley de espera y quita.
Esta ley contemplaba la posibilidad de conceder prórroga o disminución de alguna parte
de la deuda, siempre que todos los acreedores se pusieren de acuerdo para conceder
tales beneficios.
Los venezolanos, especialmente los agricultores, estaban tan desesperados por
conseguir el dinero que necesitaban, que aceptaron esas condiciones peligrosas como
una salvación. El dinero comenzó a circular, y así se pudieron obtener los préstamos
necesarios para hacer las inversiones que requería la expansión cafetera que estaba en
marcha.
Al comienzo, se obtuvieron excelentes resultados: la producción agrícola aumento
enormemente y las exportaciones, en especial las de café, se multiplicaron. Y como ese
producto se vendía a excelentes precios en los mercados internacionales, los agricultores
pudieron enfrentar sus deudas.
Pero esta situación de bonanza no duraría mucho tiempo, cuando los precios del café
comenzaron a descender hacia 1840, al tiempo que los préstamos se vencían, el sector
agrícola sintió el peso abrumador de la famosa ley, cuyas disposiciones podían llevarlos a
la ruina.
3
El primer ensayo de poder civil.
Hacia el final del período presidencial de José Antonio Páez, muchos consideraban que
ya se había asentado las bases para establecer el ideal liberal del poder civil, es decir, un
gobierno no autoritario, cuya única fuerza debía ser la fuerza de la Constitución y las leyes
de la República. En consecuencia, los militares debían volver a sus cuarteles y cumplir
con las funciones que les correspondía en una sociedad republicana: defender la
soberanía nacional, garantizar la paz y el orden constitucional. Pero ellos no estaban
dispuestos aceptar este mandato, pues creían haberse ganado en los campos de batalla
el derecho a dirigir la República que habían libertado.
Frente a esta situación, los partidos del poder civil, intelectuales, agricultores y
universitarios, entre otros, se agruparon alrededor del doctor José María Vargas,
postulado para la presidencia, mientras que los que apoyaban a los militares auparon al
general Santiago Mariño, héroe de la independencia. En esta ocasión, José Antonio Páez
ejemplo de moderación al someterse a la voluntad de la mayoría civil, que al final llevo a
la presidencia al doctor Vargas, aún cuando sus preferencias personales se inclinaban
hacia el general Carlos Soublette.
Contra el sabio doctor José María Vargas se produjo la primera de las revoluciones que
habrán de caracterizar, en lo sucesivo, la agitada vida política venezolana del siglo XIX,
en esta ocasión se trataba de la revolución de las reformas 1835-1836.
La revolución de las reformas se denominó así porque los militares que la propiciaron
pedían la reforma de la constitución y el restablecimiento del fuero militar. Pero el doctor
José María Vargas, a pesar de haber llegado al cargo de presidente de la República en
contra de sus deseos, a la hora de defender la majestad de las instituciones republicanas
hizo frente con gran entereza a los militares revoltosos.
Aunque esta Revolución fracaso por él decidió apoyo que José Antonio Páez y sus
soldados le dieron al gobierno, José María Vargas se vio obligado a renunciar
voluntariamente a la presidencia poco tiempo después, convencido de que los militares no
dejarían que próspera el gobierno civil y convencido de que él no era el hombre adecuado
para ejercer la presidencia en las circunstancias de entonces. En efecto, el deseo de
establecer un sistema de gobierno de leyes, y no de hombres, se estrellaba contra el
caudillismo, cuya esencia reside en la fuerza y en el personalismo.
4
Se organiza el partido liberal.
Para el período siguiente, José Antonio Páez volvió a asumir la presidencia. En esta
oportunidad, Antonio Leocadio Guzmán, que había sido un fiel colaborador suyo durante
10 años, en 1840 se separó del grupo gobernante y se lanzó a la oposición. Fundó un
periódico llamado El Venezolano, desde el cual, inició una fuerte campaña de críticas a
quienes habían estado dirigiendo el país desde 1830. Los opositores del gobierno se auto
calificaron de liberales, y comenzaron a llamar conservadores, godos u oligarcas a José
Antonio Páez y sus colaboradores. Así nació la lucha política entre liberales y
conservadores, que después habría de prolongarse durante todo el siglo XIX.
Sin embargo, si bien hubo una propaganda liberal, no hubo en cambio, nadie que se
dedicará a organizar un partido con el expreso nombre de conservador. Ejemplo
significativo de la confusión de ideas y de términos que prevalecía en esta época es el
hecho de que el periódico paecista que se opuso a El Venezolano se llamó El Liberal.
Antonio Leocadio Guzmán se olvidó de que, durante 10 años, el mismo había sido figura
prominente en el gobierno, y se lanzó al ataque con las siguientes consignas: ¡Hombres
nuevos en el poder! y principio alternativo. Además, aunque defendió fogosamente la
Constitución de 1830 en sus aspectos generales, hizo campaña por una serie de
reivindicaciones populares, con la seguridad de que tendría buena acogida en el sector
agrícola y en la mayoría del pueblo en general. Algunas de estas reivindicaciones
propuestas por Guzmán fueron: abolición de la esclavitud, abolición de la pena de muerte
y voto universal.
Así mismo, los liberales arremetieron contra la burguesía de comerciantes y prestamistas
que había impuesto su control político sobre el gobierno. Los escritores del periódico El
venezolano hicieron campaña por La abolición de las leyes del 10 de abril y de espera y
quita, por la eliminación del tribunal comercial que ventilaba los juicios por deudas, y por
el cierre del Banco Nacional a través del cual la élite financiera y el gobierno realizaban
sus transacciones.
Durante los dos primeros años, los liberales emplearon un lenguaje moderado. El blanco
de las críticas no era tanto Páez, a quién respetaron al principio, sino sus ministros, en
especial Ángel Quintero, enemigo personal de Guzmán; pero cuando se produjo la crisis
económica de 1842, la oposición de los liberales fue más violenta, y pronto cayó en
verdaderos excesos.
5
El retorno de Bolívar.
La figura de Simón Bolívar se vio envuelta en la discusión política. Como hemos visto, de
los principales dirigentes del estado. Fue precisamente un ministro de Páez, Ángel
Quintero, quien propuso en 1830 el destierro de Simón Bolívar y de sus más fieles amigos
y colaboradores.
De esta circunstancia se valieron los liberales para proponer un desagravio al libertador:
pidieron la repatriación de sus restos y la declaración de una amnistía para que pudiesen
regresar los bolivarianos que sufrían el destierro.
Una vez más el ministro Quintero, cegado por su inquina, se opuso a esta iniciativa, con lo
cual brindó a los liberales la bandera política de la reivindicación del nombre de Bolívar, la
cual tendría una gran acogida popular, pues la población no era anti bolivariana.
Muy pronto, los conservadores se dieron cuenta de su error y comenzaron a competir con
los liberales proponiendo honores y homenajes para Bolívar, a quien 10 años antes había
vituperado y sometido al escarnio público. Es así como, en diciembre de 1842, se traen a
la patria los restos de Bolívar en medio de los más pomposos funerales y honores de todo
tipo. En esta ocasión, el ilustre Fermín Toro escribió una de sus más célebres piezas
literarias: descripción de los honores fúnebres a Bolívar.
Con estos hechos se inicia en Venezuela un proceso de inversión de sentimientos
respecto al libertador Simón Bolívar, se pasa del escarnio a la deificación, con lo cual la
verdadera figura histórica de Bolívar, que no necesita que lo conviertan en Dios para ser
grande, también queda deshumanizada y vale decir adulterada.
La crisis cafetera.
Puede decirse que desde 1830 hasta 1842 la política económica del gobierno produjo
excelentes resultados. Fue una época de auge económico en la que la producción
agrícola y pecuaria se triplicó, en relación con las cifras de 1830. Esa expansión y
prosperidad se debió a que funcionaron armónicamente la producción, el trabajo y el
sistema de créditos, pero existía un punto débil su única base de apoyo firme estaba
constituida por los precios del café en los mercados internacionales, qué hacían de este
un negocio rentable. Las ganancias que obtenían los productores les permitían pagar los
altos intereses de los créditos y el costo de la mano de obra así cómo realizar nuevas
inversiones.
6
Pero a partir de 1842, la competencia internacional en los mercados de café hizo que los
precios de este producto comenzaron a descender bruscamente. En esas circunstancias
los márgenes de ganancia ya no fueron suficientes para que los agricultores pudieran
hacerle frente a sus obligaciones financieras. La única salida que vieron los cosechadores
a su angustiosa situación fue la de sembrar más café en nuevas áreas y tierras vírgenes
con la esperanza de que vendiendo más aunque fuese a menor precio podrían obtener
las ganancias suficientes para compensar sus deudas y sus gastos.
Sin embargo lo único que lograron los agricultores con esta decisión fue que el exceso de
oferta de café en los mercados generarse una mayor reducción de los precios con lo cual,
su situación se tornó desesperada. Con sus fincas hipotecadas en condiciones que
estaban más allá de sus capacidades de pago, corrían el riesgo de que sus propiedades
fuesen rematadas en subastas públicas, según lo establecido en la ley del 10 de abril, y
de ser llevados ante un tribunal comercial.
Ante esta situación el sector agrícola y el sector financiero entraron en pugna por
intereses encontrados. Ambos se atribuyeron recíprocamente la culpa de la mala
situación. Para los prestamistas la culpa era de los agricultores por su falta de prevención
y porque no supieron administrar el dinero gastándolo en lujos y extravagancias. En
cambio, los agricultores replicaban que la culpa la tenían los prestamistas usureros, pues
cobrarán intereses excesivos y se amparaban en la inicua ley del 10 de abril para
despojar a los hacendados de sus valiosas propiedades rematándolas a precios irrisorios.
El debate sobre la situación económica se tornó cada día más violento, y el partido liberal
se valió de esta ocasión para arreciar sus críticas contra el gobierno. Los agricultores
corrieron a unirse a este partido. Antonio Leocadio Guzmán, Tomás Lander, y muchos
otros escritores arremetieron contra el gobierno títere que sólo favorecía a los desalmados
usureros, que no producía nada sino que se valían de las leyes injustas para despojar de
su dinero y de sus tierras a los agricultores, que si producían cosas que enriquecían al
país. Para ellos la culpa de la crisis la tenía el gobierno y la clase parasitaria de los
prestamistas. Del otro lado la gente del orden, los defensores de las leyes y del espíritu
republicano, insistían en las imprudencias de las empresas agrícolas y en el atraso de los
métodos productivos.
7
El proceso electoral de 1846.
La grave crisis económica persistía tenazmente, mientras conservadores y liberales
continuaban su feroz debate. Los liberales lograban calar en el pensamiento del pueblo,
debido a las reformas populares que proponían, sobre todo con su consigna de hombres
nuevos al poder, qué fue bien recibida, pues la gente ya comenzaba a cansarse de ver las
mismas caras y el mismo grupo de apellidos dirigiendo la nación desde hacía 14 años. El
periodista Antonio Leocadio Guzmán, hombre astuto, inteligente y buen escritor, pero
también demagogo, violento y pugnaz, fue el candidato escogido por los liberales para
ponerlo al gobierno, que aún no había decidido cuál sería el suyo.
Para este momento, el presidente era el general Carlos Soublette, a quién se le
reconocían virtudes cívicas y una honradez a toda prueba, pero que había sido impuesto
por José Antonio Páez, por lo que se convirtió en objeto de duros ataques con que la
prensa dirigida por Guzmán pretendía descalificar a Páez y a todos sus partidarios.
El periodismo de la oposición, encabezado por el periódico El Venezolano y seguido por
otros muchos periódicos, que se sumaron a la polémica, empleaban todas las formas
posibles de expresión violenta. Pero también los conservadores arrojaban cataratas de
agravios contra Guzmán y su movimiento, al cual llamaban la oclocracia.
Lo cierto es que la violencia, la sátira, la injuria, la calumnia y la amenaza fueron utilizadas
como armas políticas legítima, en nombre de la libertad de prensa, sin percibir que con
ellos se destruían, en el sentimiento colectivo, los conceptos de civismo, legalidad,
tolerancia y convivencia política.
Comienzan las luchas de los caudillos.
Lo que al fin quedó de este frenesí de recíprocos ataques entre los que presumían ser la
gente del orden y los que se decían defensores del pueblo contra los abusos de la
oligarquía, fue que los dos partidos quedaron convertidos en bandos irreconciliables. Pero
la peor consecuencia de ello para el país, fue que ambos empezaron a buscar, entre los
militares, caudillos para sus respectivas causas. Y esto dio comienzo a las guerras civiles.
En medio de la agitación política que conmovía a la nación y sin haber cesado la grave
crisis económica, se produjo el alzamiento de un jefe guerrillero llamado Francisco José
Rangel, apodado el indio, Rangel cometió todo tipo de tropelías en Güigüe, donde saqueo
e incendio la hacienda del integrante ministro Ángel Quintero. Otros caudillos se alzaron
8
también en Barlovento, en los llanos del Tuy y en Barinas. Lo mismo hizo el hasta
entonces oscuro general Ezequiel Zamora en La Victoria, desde dónde salió para ir a
reunirse con los alzados que seguían a Rangel, y terminó siendo reconocido por todos
ellos como el general del pueblo soberano.
Este alzamiento fue tomando proporciones cada vez más graves, por lo que el gobierno
decidió escoger a un militar de prestigio como candidato a la presidencia, el general José
Tadeo Monagas, héroe de la independencia y recomendado por José Antonio Páez, quién
fue encargado de ir a someter por las armas a los rebeldes.
Para desgracia de Antonio Leocadio Guzmán, este alzamiento se inició al mismo tiempo
en que él encabezaba una tumultuosa marcha de propaganda política hacia la Ciudad de
la Victoria. El propósito era entrevistarse con José Antonio Páez en la casa del general
Santiago Mariño, con el objeto de que ambos estudiaran la forma de calmar los exaltados
ánimos de ambos bandos, de manera que el proceso electoral continuase de manera
civilizada y pudiera terminar en paz.
La entrevista no pudo realizarse, porque cuando llegaron las noticias del alzamiento de
Rangel y la incorporación de Zamora a dicho grupo, Antonio Leocadio Guzmán regreso
precipitadamente a Caracas, pues allí los paecistas lo acusaban de ser el instigador de la
revuelta.
En este momento, el delito de la rebelión se castigaba con la pena de muerte, por lo que
Guzmán viéndose acusado de conspirador temió por su vida y tuvo la infeliz idea de
esconderse.
El ocultamiento de Guzmán fue interpretado por los conservadores como una
sobreentendida confesión de culpabilidad. No vieron mejor forma de librarse de Guzmán
que poner en manos de su mortal enemigo Juan Vicente González, la misión de
perseguirlo hasta dar con él para llevarlo a juicio.
En estas circunstancias, el partido del orden decidió apoyar la candidatura del general
José Tadeo Monagas ante la inminente reunión de los colegios electorales el primero de
octubre de 1846. Monagas obtuvo 107 votos y Guzmán a pesar de estar fugitivo, obtuvo
57. Dos días después sería encontrado escondido en un viejo de cocer pan en la casa de
un amigo suyo. Se le llevó a juicio y fue condenado a muerte, aunque la sentencia no se
ejecutó.
9
Entretanto, en el congreso se realizó la elección definitiva del nuevo presidente y, cómo
era de esperarse, ganó Monagas. Así culminó, en enero de 1847, el agitado proceso
electoral que puso fin al gobierno deliberativo y a la relativa paz republicana que había
logrado mantenerse durante 17 años. A partir de este momento y durante muchos años,
ya no habrá más paz en la República.
José Antonio Páez y los conservadores creyeron haber anotado un duradero triunfo con
la elección de Monagas, pues estaban persuadidos de que podría manejarlo y ponerlo al
servicio de sus intereses, pero el caudillo Oriental pronto dio muestra de que no sólo
quería tener autonomía de acción, si no quería mandar a su antojo. Aunque nombró un
gabinete conservador, quiso demostrar frente a este su independencia de criterio.
Comenzó por indultar a Antonio Leocadio Guzmán, conmutándole la pena de muerte por
un destierro perpetuo, con la advertencia de que si volvía al país se le aplicaría de
inmediato la pena inicial. Además siguió actuando sin consultar al sector que le había
apoyado y empezó a poner en los principales cargos administrativos a su gente de
confianza, que se había traído desde el Oriente.
Se ha dicho que con estos hechos, Monagas le perdonó la vida a Guzmán, pero le robó el
partido, efectivamente, liberales que lo habían combatido comenzaron a verlo con
simpatía y a animarlo para que terminase de desplazar a los conservadores.
10
Caraballeda, enero de 2021
U.E.N. Juan José Mendoza
4to año
Profesor: Albany Morales
Asignatura: G. H. C
Objetivo: 1. Venezuela agraria y republicana de 1830.
ACTIVIDADES.
Responde en un las siguientes interrogantes, tomando en cuenta la lectura realizada.
(Realizar la actividad en hojas blancas recicladas o de examen).
a. ¿Por qué es más apropiado llamar gobierno deliberativo y no oligarquía conservadora,
al régimen de gobierno que rigió en Venezuela entre 1830 y 1846?
b. Si la élite intelectual de 1830 era partidaria del poder civil, ¿por qué apoyo a José
Antonio Páez y los llevo dos veces a la presidencia de la república?
c. ¿Cuáles eran las principales disposiciones de la ley del 10 de abril de 1834?
d. ¿Por qué la ley del 10 de abril de 1834 fue bien recibida por los agricultores
inicialmente?
e. ¿Por qué los agricultores llegaron a considerar la ley del 10 de abril como inicua,
después de un tiempo?
f. ¿Cuándo surgió el partido liberal?
g. ¿Quién fue su líder más destacado?
h. ¿Cuál fue su órgano divulgativo?
11
i. ¿Qué cambios promovió?
j. ¿Por qué conquistó el apoyo de los agricultores?
k. ¿Qué razones impulsaron su crecimiento?
l. ¿Cuándo comenzó y en qué consistió la crisis cafetera?
m. ¿Cuáles fueron las causas de la crisis cafetera?
n. ¿Cuál fue el sector más perjudicado con la crisis cafetera?
o. ¿Por qué puede decirse que la crisis económica se tradujo en una crisis política?
p. ¿Por qué es particularmente notorio el proceso electoral de 1846?
q. ¿Qué consecuencias políticas se desprendieron de ese hecho?
CRITERIOS DE EVALUACIÓN.
1. Contenido 10 puntos.
2. Ortografía 2 puntos.
3. Participación en el foro 4 puntos.
4. Responsabilidad y entrega puntual de la actividad 4 puntos.
12
Caraballeda, enero de 2021
U.E.N. Juan José Mendoza
4to año
Profesor: Albany Morales
Asignatura: G. H. C
Objetivo 2. La tenencia o propiedad de la tierra, mano de obra y otros aspectos
económicos del período.
La tenencia o propiedad de la tierra, mano de obra y otros aspectos económicos del
período.
El sistema latifundista no sufrió profundos cambios como consecuencia de la guerra de
Independencia. Según Laureano Vallenilla, el latifundio colonial pasó de las manos de los
antiguos terratenientes a las manos de los grandes jefes militares de la Independencia,
muchos de ellos sin otros bienes de fortuna. Sin embargo hay que destacar que en
realidad esa transferencia de propiedad sólo afectó a un grupo reducido de terratenientes
coloniales.
La mayoría de esos terratenientes (algunos también dueños de esclavos negros)
conservó sus propiedades. Unos lo lograron porque después de todo ese vendaval
revolucionario quedaron entre el grupo de los que ganaron la guerra y el poder político en
la nueva república, Los otros, aunque temporalmente sufrieron el secuestro y confiscación
de sus bienes, al final lograron la devolución de sus tierras y otras propiedades a través
de juicios en los tribunales.
Fueron muchos los “emigrados realistas” que regresaron después de terminada la guerra
y lograron la devolución de sus tierras o una adecuada indemnización. Y ello tuvo que
cumplirse, pues era una de las condiciones que impuso España para firmar la paz y
reconocer nuestra independencia política en 1845.
En fin, la mayor parte de las mejores tierras del país, las haciendas y hatos, siguieron
siendo propiedad exclusiva de los grandes y medianos latifundistas. La novedad fue la
incorporación de unos cientos de nuevos propietarios a esa clase que reunía a unos
10.000 venezolanos, esto es, menos del 1% de la población del país.
Algunos de esos nuevos propietarios adquirieron sus tierras mediante las leyes de reparto
de bienes acciónales promulgadas desde que se estableció el gobierno republicano en
Angostura. Las normas originales, fueron las establecidas en 1817. Esa normativa fue
ratificada en 1820, en 1821 y en legislaciones posteriores.
Las tierras baldías o tierras públicas.
Otros adquirieron propiedades o las aumentaron a través de la compra de tierras baldías.
Mediante una ley promulgada en 1821, y especialmente con la ley de 1848, muchos
adquirieron tierras vendidas muy baratas por el Estado. El objetivo de la ley de baldíos era
dotar de tierras a los que no la tenían, fomentar la producción agropecuaria y además
obtener beneficios para el fisco. Sin embargo, la mayor parte de las tierras baldías
vendidas fueron a parar a las manos de grandes latifundistas y caudillos militares como
José Tadeo
Monagas. Además no se aumentó la producción agrícola pues muchos compraron la
tierra pero la mantenían ociosa o improductiva. Y tampoco obtuvo el Estado buenas
ganancias fiscales pues los especuladores sólo entregaban como pago bonos devaluados
que compraban a muy bajo precio en el mercado. Todo esto lo denunciaba la propia
Memoria de Hacienda de 1856.
La Lucha por la Tierra.
Los campesinos que antes de la guerra de Independencia no tenían tierras propias para
trabajar, tampoco las van a obtener después. Buena parte del descontento campesino, la
violencia rural que azotó a la Venezuela del siglo XIX tuvo esa causa. Guerras civiles
como la 1846 y la Guerra Federal tuvieron a la lucha por la tierra como una de sus
banderas.
El trabajo.
En cuanto a la “mano de obra” o fuerza de trabajo ella estaba representada por una vasta
población de campesinos o peones que sembraban, recogían las cosechas y hacían otras
duras tareas. Muchos de esos campesinos soportaban condiciones de servidumbre o
semifeudales, pero al menos eran “jurídicamente libres”. Los esclavos negros, que
tuvieron esa condición hasta 1854, estaban en peores condiciones. Como se verá más
adelante, bajo el gobierno de José Gregorio Monagas fue abolida esa odiosa situación
legal: El que una persona fuese propiedad privada de otra persona.
Situación económica y social hacia 1830
La guerra de Independencia, los posteriores enfrentamientos entre los antiguos jefes
patriotas y la devastación económica y social dejaron al país en una situación de grave
crisis general.
La Venezuela de 1830 continuaba siendo esencialmente agropecuaria, agro-exportadora.
Pero la producción y el comercio de bienes habían caído a niveles muy bajos y la deuda
pública se convirtió en un grave problema nacional. Era necesario organizar mejor la
recaudación de las rentas y la administración pública.
Para 1830 la población se estimaba en unos 870.000 habitantes, pero debido a la
incorporación de gran número de peones y esclavos a la guerra de Independencia, las
haciendas y hatos quedaron con muy poca mano de obra.
Para el período 1830-1831 las principales exportaciones venezolanas, considerando su
valor monetario en pesos ($), eran las siguientes:
Café......................... 11.550.000 $ (pesos)
Cacao....................... 7.200.000 $
Cueros de ganado......... 420.000 $
Añil.............................. 270.000 $
Tabaco.......................... 100.000 $
Algodón........................ 95.000 $
La producción artesanal apenas cubría parcialmente el consumo interno de zapatos,
alpargatas, tejidos textiles, sombreros, aperos para bestias y otros bienes. Lo mismo
ocurría con los trapiches e ingenios azucareros, curtido de pieles, salazón de pescado y
carnes.
Otros Aspectos del Comercio Externo.
El comercio era relativamente libre, se podía comerciar con cualquier país y producto,
pagando los respectivos impuestos que se cobraban a la exportación e importación de
bienes. Para el año 1830, los principales socios comerciales de Venezuela eran
Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Las Antillas, España, Francia y Holanda.
Para ese mismo año, el valor de las exportaciones era menor al valor de las
importaciones.
Teníamos un déficit o resultado negativo en la balanza comercial externa.
En medio de este cuadro económico y social se inicia un nuevo período de la Historia de
Venezuela. En el orden económico se mantuvo una economía agropecuaria bastante
atrasada, basada en el latifundismo y la ganadería extensiva.
En el orden social, predominó una población esencialmente rural y dispersa, donde la
pobreza, el hambre, las enfermedades y el analfabetismo eran indicadores de un gran
atraso.
ACTIVIDADES.
Elabora en hojas blancas, pueden ser recicladas, un mapa conceptual alusivo a la lectura
realizada. (NO REALIZAR EN PAPEL BOND O CARTULINA).
CRITERIOS DE EVALUACIÓN.
1. Contenido 4 puntos
2. Ortografía 3 puntos
3. Redacción 3 puntos
4. Distribución de la información 4 puntos.
5. Uso de palabras de enlace 3 puntos.
6. Responsabilidad y entrega puntual de la actividad 3 puntos.