CAPÍTULO 1 La carta
En el taller del maestro don Lázaro trabajaban 9 operarios: el señor Lucas era el capataz. Salvador,
Anselmo y Tomás eran amanuenses; Francisco, Ginés y Mariana, sobrina de don Lázaro, se
ocupaban de las letras decorativas y de diseñar orlas, grecas, cenefas, etc. Demetrio estaba al cargo
de la encuadernación y Diego, un muchacho de 17 años, se ocupaba de preparar plumas, moler
pigmentos y elaborar tintas.
Además estaban la señora Paloma, la cocinera, y Tértulo Urriza, el cochero.
Don Lázaro vivía cerca del taller y siempre llegaba el primero. Aquel día de comienzos de junio, sin
embargo, llegó tarde y se enfadó con su sobrina Mariana que estaba trabajando en una heráldica
para el conde de Floridablanca en letra gótica que él consideraba anticuada.
Don Lázaro era un hombre alto, delgado, de pelo oscuro con alguna cana , facciones angulosas,
ojos vivaces y nariz aguileña; a sus 46 años aún conservaba una espléndida forma. Llevaba más de
dos años en Madrid y ya se cansaba porque le aburría el trabajo que hacía. Había viajado con su
sobrina por varios países: Francia, Inglaterra, Prusia, Japón…
Mariana tenía facilidad para las lenguas. Tenía 19 años y era delgada, de cabello negro y muy
inteligente. Invita a su tío a visitar una colección de láminas de medallas antiguas en el jardín
botánico con el fin de animarlo y distraerlo para que no cierre el taller y se quiera marchar de
nuevo.
Por la tarde llega un mensajero con una carta privada de Francia y mariana envía a Diego a buscar
a su tío. El muchacho va por la calle Mayor, llena de gente de todo tipo (Madrid contaba entonces
con unos 200.000 habitantes) en el botánico Don Lázaro le presenta a don Francisco (Goya), el
pintor de cámara del Rey. Regresan al taller en el carruaje y el maestro lee la carta que es de Miguel
Lafitte; después se encierra en su cuarto a tocar el chelo y Mariana sospecha que se avecinan
problemas.
Por la noche unos ruidos despiertan a Diego. Provienen de la terraza donde está Don Lázaro
observando las estrellas con un telescopio. El chico le ayuda a tomar una decisión. Al día siguiente
les anuncia su marcha a París para realizar un importante trabajo caligráfico. Estará fuera tres o
cuatro meses y el taller seguirá funcionando. Mariana lo convence para acompañarlo. Diego
también se ofrece porque habla francés y es aceptado. Saldrán al día siguiente
CAPÍTULO 2 El viaje
Tértulo consigue cuatro pasajes en la diligencia del servicio postal. Llevan poco equipaje salvo
Tértulo que cargaba un enorme baúl. Salen de madrugada con otros 4 viajeros, el mayoral y su
ayudante. Tardarán casi 12 horas en llegar a Bayona, en la frontera. Tértulo enciende un cigarro
molestando a los viajeros, también cuenta historias atroces. En uno de los descansos Diego lee la
carta y conoce el propósito del viaje. Miguel Lafitte, antiguo alumno de don Lázaro, le pide ayuda a
éste para la copia de un antiguo y extraño manuscrito que le han encargado tres ricos burgueses de
París: Fernand Brissot, Marcel Dupont y Bernard Mounier. Le han encargado 6 copias del
manuscrito.
Miguel había discutido con don Lázaro y ya no habían vuelto a saber más de él. Mariana sospecha
que hay algo oculto, pues sabe que a su tío no le gusta copiar manuscritos.
Durante el viaje pasan por Burgos y Diego recuerda que había nacido en Tobar, un pequeño pueblo
al norte en el que su padre era agricultor y su madre maestra en Lerma hasta su matrimonio. Sus
padres se querían mucho pero su madre murió en 1776 de unas fiebres. El padre no pudo superar la
pena, se dio a la bebida y luego desapareció. Diego no sabe ni dónde ni cuándo murió. Diego, con
15 años no pudo sacar adelante la finca y tuvo que trabajar de peón en los campos vecinos. Pero
pronto se fue a Burgos para trabajar de escribano. También vendía estampas de la catedral. Un día
lo descubrió Lázaro Aguirre y le ofreció trabajo en su taller de Madrid. Allí empezó a trabajar en el
taller preparando plumas y tintas. También se enamoró de Mariana; era un amor platónico ya que
ella nunca le correspondería.
Tardaron 6 días en llegar a Burgos y 5 más a San Sebastián. Allí les dijeron que los franceses habían
cerrado la frontera por los levantamientos campesinos y se había suspendido el servicio de
diligencias. El rey ha convocado los Estados generales y no se puede entrar en Francia ni circular
por ella. Diego estaba fascinado pues era la primera vez que veía el mar.
Don Lázaro decide comprar un carruaje y continuar el viaje por su cuenta. Cruzan la frontera por
Irún con un salvoconducto que don Lázaro muestra a los soldados. Tardaron 15 días más en llegar a
París. En el camino Tértulo se enfrenta a unos asaltantes; otro día encontraron un grupo de dragones
(soldados) que masacraron un pueblo que se había sublevado. Don Lázaro les explica la situación
en Francia: el tercer estado se ha rebelado contra los nobles. Pretenden reformar el estado con ideas
nuevas (Libertad, Igualdad y Fraternidad). El absolutismo tiene sus días contados pero el cambio no
se producirá sin un gran derramamiento de sangre.
Llegan a París que, con sus seiscientos mil habitantes, le parece a Diego una ciudad colosal y
frenética, además de muy hermosa aunque oscura. Se dirigen a la casa de Lafitte donde se alojarán,
cerca de los Inocentes. Como la puerta está cerrada van a la taberna La chevre d´or, cuyo dueño era
también el propietario de la casa. Pétion es el casero, que les pide dos semanas de alquiler que le
debe Miguel y les informa de que ha desaparecido y de que lo busca la policía por el asesinato de un
hombre honrado.
CAPÍTULO 3 Los crímenes del calígrafo.
El piso estaba vacío, las pertenencias de Lafitte se las había llevado la policía. Llega el Intendente
de Policía, Claude Fervac, un hombre alto, delgado, de treinta y tantos años. Don Lázaro le enseña
su salvoconducto y el policía se vuelve muy amable pero se lleva el papel para confirmar su
autenticidad. Les dice que Lafitte está acusado de matar al notario Bernard Mounier. Les advierte
que no deben abandonar París.
Don Lázaro se marcha con Tértulo a Versalles, a tres leguas de París y les dice a los chicos que no
salgan a la calle. Cuando regresan, Mariana pide explicaciones a su tío pero Claude Fervac los
interrumpe. Devuelve el documento a don Lázaro, ya ha comprobado que es auténtico y además ha
recibido la orden del ministro de justicia de ayudarles en todo. Don Lázaro le pide información
sobre el crimen y Fervac les cuenta que hacía diez días Lafitte llegó a casa del notario a las 11 de la
noche, se reunió con él en su despacho y allí lo degolló. La esposa, Mathilde Mounier es testigo:
encontró el cadáver de su esposo y vio salir a Lafitte con un cuchillo ensangrentado. Los criados no
oyeron nada y tampoco faltaba nada en la casa. Les dice además que Miguel ha asesinado a otras
tres personas: Louis Renard, un pequeño terrateniente, Pierre Legrand y el sacerdote Philip Dupré,
que han muerto de forma similar. Los tres se conocían entre ellos, eran relevantes burgueses y un
clérigo influyente. Temen que haya un levantamiento si la gente culpa a los nobles de los crímenes.
Parece que Lafitte trabaja para alguien.
Don Lázaro comenta que a Lafitte lo contrataron además de Mounier otras dos personas, Fernand
Brissot y Marcel Dupont, un banquero y un comerciante. Don Lázaro quiere hablar con ellos y con
la señora Mounier.
Don Lázaro cree que hay una conspiración pero no política sino que tiene que ver con el trabajo que
le encargaron, la copia del manuscrito. Decide ir a hablar con el magistrado Santehuil para que le
enseñe las actas de la investigación. Mientras tanto Mariana y Diego van a dar una vuelta por París,
pese a la prohibición del tío. Recorren tanto la zona de los ricos, en torno al Palais Royal, como la
zona pobre. Visitan además al padre Grimal en una iglesia cerca de la Bastilla que les explica la
situación política del momento (página 108).
A su regreso consiguen que don Lázaro les explique que en realidad trabaja para el gobierno de
España y de Francia, es una especie de espía. En ese momento arrojan un adoquín por la ventana
con una nota en la que los amenazan de muerte si no se marchan.
CAPÍTULO 4 La cruz y la rosa.
Al día siguiente, Tértulo y Mariana van a interrogar a los ayudantes de Lafitte; don Lázaro y Diego
van a ver a la señora Mounier, la esposa del difunto. De camino don Lázaro comenta a Diego que la
nota ha sido escrita por una persona diestra pero con la mano izquierda, por temor a ser reconocido.
No puede ser Lafitte porque es ambidiestro.
La residencia de los Mounier era un palacete al norte de la plaza Vendôme. Allí los esperaba Fervac
y los recibe un criado que va a anunciar a la señora su llegada. Los Mounier viven lujosamente. La
señora Mounier era una mujer hermosa, de unos treinta y cinco años, vestida de negro. Les informa
fríamente de lo sucedido: estaba acostada y sobre la medianoche oyó un ruido, salió de su
dormitorio y bajó las escaleras hacia el despacho de su marido llevando un quinqué. Aún no había
llegado abajo cuando vio salir a Lafitte con un cuchillo ensangrentado. Luego fue al despacho y vio
a su marido tirado en el suelo, en medio de un charco de sangre.
La convencen para que les enseñe dicho despacho que era una habitación grande llena de libros, un
ventanal y pocos muebles, además de un retrato del señor Mounier que sostenía en la mano derecha
una cruz y en la izquierda una rosa escarlata.
Don Lázaro quiere interrogar también a los criados, pero la señora Mounier los ha despedido porque
se marcha a su residencia de la costa. Les informa además de que el padre Dupré era consejero
espiritual del notario.
Por la tarde quieren visitar a Brissot, aunque Fervac les dice que está enfermo y no puede hablar, y
que su esposa tampoco les servirá de mucha ayuda. Por otra parte, el señor Dupont se ha encerrado
en su residencia y se niega a hablar con nadie.
Cuando se va Fervac, don Lázaro comenta a Diego que los libros del despacho de Mounier son
libros herméticos y tratados de alquimia. Además por el retrato ha descubierto que Mounier era un
hereje, un rosacruz.
Por su parte, Mariana y Tértulo no han descubierto nada, solo que Lafitte despidió a sus ayudantes
el 15 de junio y les pagó dos mensualidades. Don Lázaro los envía a interrogar a los criados de
Mounier.
El maestro va con Diego a visitar a los Brissot esa tarde. Su mansión era como un palacio de estilo
barroco, rodeado por un jardín con un estanque, un frontón y un kiosco de música; Brissot es un
banquero. Galand, el secretario personal de Brissot les informa de que pagaron a Lafitte treinta mil
libras por su trabajo, una enorme suma. Hablan también son la señora Brissot, de 52 años, una
mujer menuda y frágil que va en silla de ruedas, pues se cayó de un caballo con 22 años, recién
casada. Desde entonces no puede andar y tampoco leer. Les cuenta que su esposo había comprado
recientemente una biblioteca completa en el extranjero. Cuando llegaron los libros estuvo encerrado
en su despacho con ellos. Como no salía fueron a buscarlo y lo encontraron inmóvil, completamente
ido y desde entonces sigue así. También les dice que al día siguiente unos ladrones entraron a robar
pero solo se llevaron algunos objetos de plata.
Luego visitan la biblioteca de Brissot que era inmensa. En la pared había unas láminas enmarcadas
con dibujos alquímicos y en medio de la habitación varias cajas con libros desordenados pues los
ladrones lo habían revuelto todo. La partida de libros pertenecía a un judío de Praga, Iaacov
Bensalem y había pagado 500.000 libras, una cifra desmesurada.
Luego visitan a Brissot en su habitación. Era un hombre de unos 60 años, delgado y de cabello
blanco. Su mirada estaba perdida y esbozaba una sonrisa, su médico no sabe lo que tiene.
Don Lázaro pide a Fervac poder visitar las casas de los otros asesinados y a Dupont.
Tértulo y Mariana no han averiguado nada de los criados de Mounier y don Lázaro los envía al
ayuntamiento para que busquen alguna propiedad que los tres socios tuvieran en común.
Don Lázaro y Diego visitan con Fervac los domicilios de las otras víctimas, pero solo encuentran
algunos libros raros y un libro rosacruz en casa del sacerdote Dupré.
Fervac ha hablado con Dupont que le ha dicho que el encargo a Lafitte era copiar un Libro de horas
medieval pero don Lázaro piensa que es mentira. De vuelta a casa, Mariana les comunica que ha
encontrado una propiedad a nombre de Brissot y Mounier, una tumba o mausoleo. Don Lázaro les
anuncia que irán al día siguiente a visitarla.
CAPÍTULO 5 El secreto del mausoleo.
Llegan al mausoleo, al fondo del cementerio, sobre las diez de la mañana. Se trataba de un templete
de estilo neoclásico de mármol negro con las iniciales R K (Rose Kreuz). Don Lázaro les explica su
significado. Deciden no hacer nada entonces y volver por la noche.
Cuando vuelven, Tértulo rompe la cerradura con facilidad y entran. En el interior sólo había un
sarcófago de piedra, mueven la losa superior y descubren una escalera y un pasadizo secreto. Este
termina en una puerta de madera; era una antigua catacumba de la época romana. Tras la puerta
encuentran una cripta en la que hay un templo rosacruz con todos sus elementos: el altar, las
columnas egipcias, las pinturas con una montaña (Heredom) y un pelícano, un candelabro de 9
brazos, tres crucifijos negros, el del centro con una rosa de oro… allí buscan el manuscrito
misterioso pero no lo hallan. Don Lázaro les explica qué son y qué hacen los rosacruces: practican
el ocultismo y persiguen recuperar el estado edénico. Para ello practican la alquimia, la cábala, etc.
Su libro es Las nupcias químicas de Christian Rosenkreuz.
Así que Brissot y Mounier eran rosacruces, lo mismo que los fallecidos Renard, Legrand y Dupré, y
posiblemente Dupont.
Don Lázaro lo sabe por el retrato de Mounier con la rosa y la cruz, las láminas de la biblioteca de
Brissot y los libros herméticos de ambos. Ignoran lo que tiene que ver con ellos Miguel Lafitte, pero
tal vez robara el manuscrito Bensalem. Solo saben que su amigo no es un asesino. El asesino es
alguien que no tiene el libro y asesina porque sigue buscándolo.
Al salir del mausoleo unos hombres les tienden una emboscada. Se esconden entre las tumbas y
Tértulo hace uso de “Dorotea” (dos trabucos unidos que se accionan con un solo gatillo) y mata a
los adversarios. Uno de ellos, antes de morir, confiesa que los envía Charles Napoule, conde de
Saint-Clair. Llega entonces Fervac y le explican lo sucedido.
Al cabo de tres días, cuando estaban comiendo en “La chevre d´or”, tres hombres van a buscarlos
de parte de Napoule, Tértulo se enfrenta a ellos y los deja maltrechos pero al final don Lázaro
decide acompañarlos con Diego.
CAPÍTULO 6 El código alejandrino.
La mansión de Saint-Clair estaba a las afueras de París; era una antigua fortaleza con foso y
almenas. El interior era siniestro, con muebles antiguos y el blasón de los condes. Napoule los
recibe en una enorme estancia donde estaba comiendo y les dice que tienen que recuperar el
manuscrito Bensalem que ha sido robado por Lafitte y entregárselo a él. Intentó comprarlo el
primero pero Brissot tenía más dinero y se lo arrebató. Se queja del ascenso de los burgueses en
detrimento de la nobleza. Don Lázaro descubre libros de alquimia en su biblioteca, pero el conde
niega ser un rosacruz. De regreso a casa, Diego cree que Napoule es el asesino, pero el maestro lo
pone en duda.
Fervac los visita a media tarde y les comunica que la situación política se está complicando. En la
Asamblea Nacional los burgueses negocian con el Rey una constitución, pero se teme una represalia
de los nobles y de la corona. Ya no hay pan ni alimentos en París y la ciudad es un hervidero de
rabia y agitación.
Mariana y Tértulo se marchan para seguir interrogando a los criados, pero don Lázaro queda
sumido en un estado de melancolía, pensativo y silencioso. Están en un callejón sin salida. Diego le
sugiere que tal vez el mensaje de Lafitte contenga alguna información oculta. Don Lázaro vuelve a
mirar la carta, con la cita de la Divina Comedia, y descubre un mensaje cifrado subrayando las
sílabas de 14 en 14. El mensaje es “Habla Adánica”. Le explica a Diego que se trata de la lengua
empleada por Dios para hablar con Adán y Eva en el paraíso, que se trata de la lengua perfecta que
sirve para expresar con sus sonidos la esencia de las cosas y tiene poder creador. Luego, siguiendo
la cita de Dante, suben al tejado por la escalera y junto a la veleta encuentran una bolsa de cuero
negro con un cilindro de latón y una nota que explica que en el tubo hay una copia de una letra del
alfabeto adánico cuya contemplación puede causar mucho dolor. Suplica a don Lázaro que el
manuscrito Bensalem no caiga en malas manos. También pone que si están leyendo la nota
posiblemente él esté muerto.
Tras dudar un rato, abren el tubo y contemplan el signo dibujado a pincel con tinta china, la letra
“Om”. Pierden el sentido del tiempo y del espacio y oyen un sonido que va creciendo y lo inunda
todo. Diego se siente como una partícula, primero de la tierra, luego del sistema solar y más tarde
del universo entero hasta llegar a la nada y asistir al acto de la creación. Don Lázaro arruga el papel
y ambos consiguen volver a la realidad con los ojos llenos de lágrimas. La experiencia los deja
agotados y atónitos. Luego van a la taberna y toman aguardiente. Don Lázaro le explica al chico
que los hindúes sostienen que OM fue el sonido que originó la creación y que tal vez eso hayan
experimentado. Le dice también que su descubrimiento debe permanecer en secreto, no debe
saberlo ni siquiera Mariana.
Cuando regresan la chica y Tértulo, don Lázaro les confiesa que en realidad Miguel Lafitte es su
hijo. Lo tuvo muy joven con una actriz de una compañía de cómicos de la legua cuando vivía en
Carcassonne. Fue un cobarde y los abandonó; años más tarde se ocupó de la educación del
muchacho en París pero Lafitte nunca lo vio como un padre.
Por la noche Diego reflexiona sobre el signo OM que han contemplado y sobre el manuscrito.
¿Quién iba a sospechar que Dios es, en realidad, un calígrafo?
CAPÍTULO 7 La ciudad en armas
El 12 de julio Mariana y Tértulo siguen investigando el paradero de Lafitte, mientras que don
Lázaro y Diego van a entrevistar a Dupont.
Tras mucho insistir, los recibe pero no sabe ni dónde está Lafitte ni el manuscrito. Parece que tiene
las maletas preparadas para marcharse a algún sitio. Corre el rumor de que el rey ha destituido al
primer ministro Necker. Si es así habrá jaleo pues quiere decir que ya no habrá constitución y los
privilegios de los nobles seguirán vigentes.
Don Lázaro decide que es el momento de regresar a España. Mariana y Tértulo han ido a la casa
Brissot para hablar con los criados: Miguel comió con los Brissot, ayudó a transportar los libros de
Bensalem y luego se fue. El maestro se queda pensativo. Cenan, llega Fervac y les cuenta lo mal
que van las cosas en la ciudad; se alegra de que se marchen. Don Lázaro les dice que cree saber
dónde está el manuscrito pero no puede decirlo. Se va con Tértulo para comprobarlo y les dice a los
chicos que no salgan a la calle pero Marian no hace caso, quiere echar un vistazo con Diego y
volver enseguida.
En las calles de París, miles de ciudadanos se dirigen al Palais Royal. El diputado Camille
Desmoulins los arenga para que tomen las armas con el color verde de Necker, el de la esperanza.
Mariana y Diego son arrastrados por la muchedumbre. Hay disparos, Diego se cae el suelo y
Mariana se pierde entre el gentío. El chico regresa a casa sin encontrarla con la esperanza de que la
muchacha ya esté allí, pero no es así. Tértulo y don Lázaro salen a buscarla sin resultado. Al día
siguiente un chico trae una nota de Napoule. El conde tiene a Mariana y quiere el manuscrito a
cambio de la muchacha, si no le irá cortando los dedos por cada hora de retraso. Deciden ir a
rescatarla a la casa. Fervac los visita y les comunica que Dupont ha sido asesinado. Don Lázaro,
Tértulo y Diego van hacia la mansión cuando cae la noche.
CAPÍTULO 8 El códice Bensalem.
Consiguen llegar, pagando a los de la defensa ciudadana. Tértulo saltó la valla para reducir a la
guardia y poner explosivos en la casa. En esto llega Fervac para ayudarles. Los policías y don
Lázaro escalan la tapia. El maestro pide a Diego que los espere allí, pero el chico no hace caso y los
sigue. La casa se incendia y hay una explosión. Todos corren hacia allí pero Napoule les dice que él
no ha secuestrado a Mariana. Se enfrenta a don Lázaro con una espada y este lo vence. En esto
aparece Fervac y lo mata de un tiro. Descubre entonces don Lázaro que Fervac es el séptimo
rosacruz (el encargo eran seis copias del manuscrito más el original = 7). Él mató también a
Mounier con la ayuda de la señora Mounier, que es su amante y cómplice. Don Lázaro le exige
liberar a su sobrina si quiere el manuscrito. Fervac accede.
Tértulo, Diego y don Lázaro están atados y al cabo de un buen rato llega un hombre de Fervac
acompañado de la señora Mounier y de Mariana. Fervac amenaza con disparar a la chica y don
Lázaro confiesa que el manuscrito nunca salió de la casa Brissot.
Llegan a la mansión Brissot y llevan a los prisioneros atados a la biblioteca. Traen a la señora
Brissot también atada a su silla de ruedas. Don Lázaro indica que el manuscrito lo tiene ella y,
efectivamente, se encuentra en un compartimento para guardar objetos debajo de la silla de ruedas.
Ella estaba a salvo porque no podía leer. Fervac y Mathilde Mounier abren y leen el libro y se
quedan inmóviles, con la mirada extraviada y una sonrisa de felicidad, como el señor Brissot,
perdidos en el interior de su propia mente. El resto permanecen con los ojos cerrados. Diego
consigue desatarse y casi sucumbe al hechizo del libro pero logra dominarse y aparta la mirada,
luego desata a sus amigos.
La señora Brissot les cuenta que el día que llegó el libro también estaba presente Miguel Lafitte
pero este enloqueció de una manera muy especial, distinta a la de su marido. El muchacho sigue
vivo y se encuentra en el bosque de Boulogne y se cree un pájaro y habla su lenguaje. La señora
Brissot se queda con el manuscrito para custodiarlo. Tértulo y Mariana regresan al piso y don
Lázaro y Diego van con la criada Marie a buscar a Miguel.
CAPÍTULO 9 El lenguaje de los pájaros.
Lo encuentran desnudo y feliz hablando con los animales y se lo llevan a casa. Emprenden el
regreso a España el 14 de julio de 1789, día que estalla la revolución del pueblo contra el Rey y los
nobles. Antes de llegar a la frontera, Miguel se escapa y desaparece en el bosque, no sin antes dejar
un mensaje a don Lázaro, una cita de la Divina Comedia con la que muestra agradecimiento a su
maestro. Lo dejan que viva libre y feliz
EPÍLOGO
En el epílogo, Diego nos resume el resto de la historia. Volvieron a Madrid y siguieron trabajando
en el taller. Diego llegó a ser calígrafo. Años más tarde, don Lázaro se marchó a América y Diego se
instaló por su cuenta, se casó y tuvo hijos.
En el año 1805 recibió una carta de la señora Brissot. Había muerto y le encargaba la custodia del
manuscrito a él, al que consideraba una buena persona. Lo guardó en una cripta que construyó en el
sótano de su vivienda. Pasó el tiempo y una vez muerta su esposa e independizados sus hijos,
cuando ya es muy mayor, decide abrir el manuscrito para ver si es digno de él y comprobar sus
efectos.
FIN