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Teorias Criminologicas Ruben Mendoza Sarabia

Este documento presenta resúmenes de dos teorías criminológicas: 1) La teoría del desplazamiento del crimen, la cual argumenta que las medidas de prevención pueden simplemente desplazar el crimen de un lugar a otro en lugar de prevenirlo. 2) La teoría de la actividad rutinaria, la cual sostiene que para que ocurra un crimen se requiere de un ofensor, una víctima/objetivo y la ausencia de un guardián, y que las actividades rutinarias de la ciudad a men

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Teorias Criminologicas Ruben Mendoza Sarabia

Este documento presenta resúmenes de dos teorías criminológicas: 1) La teoría del desplazamiento del crimen, la cual argumenta que las medidas de prevención pueden simplemente desplazar el crimen de un lugar a otro en lugar de prevenirlo. 2) La teoría de la actividad rutinaria, la cual sostiene que para que ocurra un crimen se requiere de un ofensor, una víctima/objetivo y la ausencia de un guardián, y que las actividades rutinarias de la ciudad a men

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LICENCIATURA: CRIMINOLOGIA Y

CRIMINALISTICA

MATERIA: PERFIL CRIMINOLOGICO

PROYECTO: teorías del crimen

ALUMNO: ruben mendoza sarabia

CATEDRATICO: MARCO ANTONIO


ROMERO HERNANDEZ

SEMESTRE: SEPTIMO
FECHA: 13/12/2016

INDICE

1
INTRODUCCION.....................................................................3
TEORÍA DEL DESPLAZAMIENTO DEL CRIMEN.................3
Teoría de la actividad rutinaria.............................................6
TEORÍA DEL PATRÓN DELICTIVO.......................................9
Conclusión............................................................................10
Bibliografía...........................................................................11

INTRODUCCION
Este trabajo se hizo con la finalidad de obtener un aprendizaje de las diferentes
teorías del crimen las cuales se le presentaran a continuación detalladamente en

2
la que cada una de las teorías tiene diferentes posturas y formas del como lo ven
sus autores para así uno tener varias corrientes de información

TEORÍA DEL DESPLAZAMIENTO DEL CRIMEN


Un problema con la teoría del patrón delictivo, que comparte con la mayoría de los
trabajos sobre la oportunidad, los factores situacionales, el estilo de vida y las
actividades rutinarias, es que no se enfrenta directamente al problema del
desplazamiento del delito y se limita a explicar por qué algunos blancos del delito
son escogidos en lugar de otros. La cuestión del desplazamiento de la
delincuencia es vital para la prevención de los delitos: ¿disuaden las medidas de
prevención de cometer delitos o simplemente desplazan el delito de un lugar a
otro? Si se presentan más obstáculos para cometer los delitos en un barrio
conocido por el delincuente, ¿desiste de llevarlos a cabo o se desplaza su
actividad hacia otros barrios y otras metas delictivas? ¿Son la mayoría de los
delitos realmente evitables mejorando la vigilancia o reduciendo la atracción de los
objetivos? Nadie mantendría que todos los delincuentes están predestinados a
cometer un cierto número de delitos al año y que automáticamente buscan otro
blanco a atacar, si encontraran obstáculos en su camino a la acción criminal.
Nadie propondría tampoco que las medidas de prevención son totalmente
efectivas para reducir el volumen de crímenes. La verdad reside en algún sitio
entre estos dos extremos.

El desplazamiento se produce cuando los agresores cambian su comportamiento


para evadir las acciones preventivas. Es lo opuesto a la difusión de beneficios. Es
una trampa probable pero lejos de ser inevitable. Varias revisiones muestran que
muchos programas de prevención situacional tienen poca o ninguna evidencia de
desplazamiento y, cuando se encuentra, raramente compensa las ventajas de la
prevención. Esta teoría ve el crimen como algo que se mueve alrededor de las
medidas en cinco formas principales:

1) el delito se mueve de un lugar a otro (geográfica);

3
2) el delito se mueve de un tiempo a otro (temporal);

3) el delito se dirige de un tipo de blanco a otro (blanco); 4) un método delictivo


reemplaza a otro (táctico);

5) un tipo de crimen se sustituye por otro (tipo criminal).

En cada caso, la teoría asume que los agresores están obligados a delinquir, sin
importar los impedimentos que enfrenten. Para Felson & Ronald (1998), el delito
se puede prevenir reduciendo las oportunidades. De no ser así, nadie se tomaría
la molestia de adoptar ciertas precauciones rutinarias como, por ejemplo, cerrar
los coches y casas con llave, guardar el dinero en lugares seguros, aconsejar a los
niños que eviten a los desconocidos y vigilar la casa de los vecinos cuando no
están. De hecho, tomamos todas estas precauciones cada día de nuestras vidas.
Estas acciones podrían a veces desplazar el riesgo de ataque delictivo a otros
objetivos. Para que esto no ocurra y conseguir mayores reducciones generales de
los riesgos delictivos, la policía, el gobierno y otras instituciones deberían poner en
marcha acciones más amplias encaminadas a reducir las oportunidades. Una idea
similar orienta muchos enfoques para la prevención del delito, entre ellos:

• Métodos policiales orientados a la resolución de problemas.

• Arquitectura de espacios defendibles.

• Prevención del delito mediante el diseño ambiental.

• Prevención situacional del crimen. Estos autores afirman que la reducción de las
oportunidades no suele desplazar el delito. Todas estas formas de reducir las
oportunidades de delinquir se han enfrentado a la misma objeción: no hacen más
que cambiar el delito de lugar, pero no lo evitan.

Esta teoría del “desplazamiento” considera que el delito es trasladado


básicamente de cinco modos:

1. El delito puede ser trasladado de un lugar a otro (desplazamiento geográfico).

4
2. El delito puede ser trasladado de un momento a otro (desplazamiento
temporal). 3. El delito puede ser desviado de un objetivo hacia otro
(desplazamiento del objetivo).

4. Un método de comisión del delito puede ser substituido por otro


(desplazamiento táctico).

5. Un tipo de delito puede ser substituido por otros (desplazamiento del tipo de
delito). En cada caso, se parte de la base de que los delincuentes deben cometer
un delito, independientemente de los impedimentos que deban afrontar o,
expresado en términos coloquiales, “lo malo acaba saliendo”. Cualquiera que sea
la base de esta asunción, no tiene en cuenta el importante papel causal de la
tentación y la oportunidad. Incluso en el caso de los delincuentes más
comprometidos, la teoría del desplazamiento atribuye demasiada poca importancia
al papel causal de la oportunidad. En muchos casos, las medidas preventivas
disuaden a los delincuentes de realizar actividades delictivas adicionales. También
pueden tener efectos positivos considerados en:

• Reducir la delincuencia más allá del foco de las medidas, lo que se conoce
como difusión de beneficios; y

• Reducir la delincuencia antes de que la medida sea realmente implantada,


conocido como beneficios anticipados. Sin embargo, las medidas preventivas no
siempre logran los efectos deseados, algunas veces porque los delincuentes no
están advertidos de las medidas establecidas. Por ejemplo, los criminales pueden
continuar delinquiendo frente a la cobertura policial porque no perciben que el
riesgo se ha incrementado. En otros casos, los delincuentes pueden ajustarse
negativamente a las medidas implantadas. Esos ajustes negativos incluyen el
desplazamiento y la adaptación a largo plazo.

• El desplazamiento ocurre cuando los agresores cambian su comportamiento


hacia otras acciones delictivas. El desplazamiento es lo opuesto a la difusión de
beneficios. Es una trampa probable pero lejos de ser inevitable. Varias revisiones
muestran que muchos programas de prevención situacional tienen poca o ninguna

5
evidencia de desplazamiento y, cuando se encuentra, raramente compensa las
ventajas de la prevención

. • La adaptación se refiere a un proceso de largo plazo donde la población


criminal en su conjunto descubre nuevas vulnerabilidades después de que las
medidas preventivas han permanecido por un tiempo. Paul Ekblom, Ken Pease y
otros investigadores, citados en Clarke & Eck (2003), a menudo usan la analogía
de la carrera armamentista entre los previsores y los ofensores cuando discuten el
proceso.

Teoría de la actividad rutinaria


Esta construcción teórica pretende ser una explicación causal de la producción de
los “incidentes criminales” en tanto hechos físicos relacionados con objetos
ubicados en tiempo y espacio.
En este marco teórico existen tres ingredientes mínimos para la producción de
incidentes criminales especialmente “delitos predatorios de contacto directo” un
potencial ofensor, cualquiera sea la razón por la que pueda llegar a cometer un
delito; un potencial blanco, ya sea un objeto o una persona y la ausencia de un
guardián capaz, que abarca no sólo a los agentes policiales sino también a los
vecinos, los amigos, etc.
La ciudad es un ámbito particularmente estimulante para el desarrollo de
actividades delictivas pues la actividad rutinaria que en ella se desarrolla,
comúnmente, coloca juntos a estos tres elementos en tiempo y espacio. Para
estos autores existen diferentes niveles de responsabilidad en la prevención del
delito. El “desaliento personal” es la responsabilidad de la familia y los amigos, el
“desaliento asignado” es la responsabilidad de las personas empleadas para
realizar esta tarea como los agentes policiales el “desaliento difuso” es la
responsabilidad de aquellos empleados que no tienen asignada específicamente
esta tarea como los maestros y el “desaliento general” es la responsabilidad de
todos los ciudadanos más allá de los lazos familiares u ocupacionales.
La cuestión política central, para los teóricos de las actividades rutinarias es
aumentar la responsabilidad de desalentar los incidentes criminales que van
decreciendo cuando se pasa de niveles personales a niveles generales.
Los vínculos entre la teoría de la acción racional y la teoría de la actividad rutinaria
son evidentes y es por ello que confluyen cada vez más en las elaboraciones
teóricas de esta táctica situacional y ambiental. Tal vez el tema central del debate
en estos marcos conceptuales es hasta qué punto la situación o el ambiente
puede ser visualizado como un generador del delito como lo hace, en cierto

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sentido, la perspectiva del delito predatorio de contacto directo o debe ser
concebido como un receptor de dichos problemas. Pero más allá de este debate
irresuelto en estas tradiciones, lo que se demuestra como un común denominador
es la visión del delito como un aspecto normal, un lugar común de la vida
moderna.
Es un evento o mejor dicho, una masa de eventos que no requiere una motivación
o disposición especial, ni una patología o anormalidad y está inscrito en las rutinas
de la vida económica y social contemporánea.
Técnicas de Intervención: Sintéticamente, algunos ejemplos de técnicas de
intervención construidos en el marco de esta táctica de prevención del delito son:
Intervención Orientada a los Ofensores: El Uso de Circuitos Cerrados de
Televisión en Estacionamientos de Autos. Intervención Orientada a la
Comunidad/Vecindario: “designan automáticamente” la Prostitución. Intervención
Orientada a la Víctima: el Proyecto Kirkholt de Reducción de la Victimización
Repetida en Robos en Casas y Apartamentos.
Este tipo de técnicas de intervención aplicadas en determinados casos parecen
globalmente demostrar que la táctica situacional y ambiental puede ser exitosa
para reducir determinados delitos, realizados por determinados ofensores, en
determinados lugares, en determinados momentos y bajo determinadas
condiciones. Sin embargo, la naturaleza exacta de este impacto esta aún abierta a
la discusión.
Se presenta como una cuestión central el problema del desplazamiento, que ha
sido esgrimida por los opositores de esta táctica como su verdadero “talón de
Aquiles”. Si las técnicas de intervención sólo ocasionan que el delito escape hacia
otro lugar, los resultados de las mismas parecen ser bastante pobres. Importante
es tener en cuenta que el desplazamiento es un fenómeno multifacético, que
abarca no sólo el desplazamiento geográfico o espacial, es decir, cuando el mismo
delito se realiza en otro lugar; sino también el desplazamiento temporal cuando el
mismo delito sobre el mismo blanco se realiza en otro Máximo.
Por último, presenta implicaciones culturales muy adversas.
Lo que Crawford denomina el nacimiento de una “mentalidad de fortaleza” a
medida que las medidas de prevención situacional y ambiental se multiplican, el
individuo cada vez más busca “encerrarse” en ámbitos protegidos, lo que incide
necesariamente en una separación con respecto a los otros, un resquebrajamiento
de las relaciones sociales basadas en la confianza. Paradójicamente, como lo
demuestran las investigaciones empíricas sobre miedo al delito, esta agresividad
de la expansión de la táctica situacional y ambiental se traduce en el incremento
de la sensación de inseguridad: “solamente nos comunica cuan efímera y
contingente la seguridad es realmente”.

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Táctica Social: Esta táctica de prevención del delito tiene residuos positivistas
que solía señalar a la “reforma social” como un instrumento de la prevención ya
que la criminalidad se reconocía como efecto de las desigualdades sociales, por lo
que reducir o eliminar esas contradicciones sociales implicaba reducir o eliminar la
criminalidad (salarios más altos, menos desocupación, más educación .igual:
menos criminalidad y más seguridad).
Esta relación entre políticas económicas y sociales y el problema del malestar
social y la criminalidad ha sido objeto de debate sobre todo en el período posterior
a la segunda guerra mundial, alejándose en mayor o menor medida del código
teórico positivista. Se trata, de la táctica contemporánea de prevención del delito
que más se liga al pasado y la única que preexiste, sin dudas, al momento del
“cambio paradigmático” de los años 80.
Como táctica de prevención del delito está difundida en horizontes culturales muy
diferentes y en el marco de la “crisis del Estado Social” se reconstruye de
diferentes maneras de acuerdo a las contingencias y a las circunstancias de cada
contexto. Los ámbitos en los que más fuertemente se ha desarrollado desde los
años 80 en adelante son: en el mundo anglosajón, especialmente en EE.UU,
Canadá, Máximo y en menor medida en Gran Bretaña; en Francia y en Canadá y
más recientemente, en algunas regiones de Italia.
Consideraciones críticas: Es posible hacer algunas consideraciones críticas, en
primer lugar, hay un impulso a generar intervenciones cada vez más tempranas
sobre los jóvenes en riesgo, por lo que criminólogos y operadores ya casi
comienzan a hurgar en las cunas.
En segundo lugar, la búsqueda de vinculaciones entre los factores de riesgo dirige
la mirada hacia cadenas causales cada vez más extendidas, cada vez más
difíciles de demostrar empíricamente, llevando al ensanchamiento de las redes del
control social.
En tercer lugar, como planteaban los teóricos del etiquetamiento, las técnicas de
intervención sobre potenciales ofensores, grupos en riesgo, son estigmatizan tés y
albergan un mecanismo que puede ser descripto como una profecía que se
cumple a sí misma.
En cuarto lugar, la lógica misma de la definición de jóvenes en riesgo se hace en
función de análisis estadísticos de agregados sociales que tienen, en el mejor de
los casos, un alcance probabilístico, por lo que muchos “falsos positivos” pueden
ser incluidos en la categoría y luego sometidos a estas técnicas de intervención, lo
que genera fuertes dudas desde el punto de vista ético y político sobre el resultado
global de las mismas.
Por último, una cuestión central es su relación problemática con la política social
en general. Si las técnicas de intervención construidas sobre esta base no se

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diferencian claramente de las intervenciones sociales en general, planteando los
mecanismos y resultados esperados en el diseño de las mismas y guiando su
implementación por estas coordenadas, se corre el riesgo de “criminalizar la
política social”.
Es decir, en esta coyuntura política, en determinados horizontes culturales, parece
más fácil justificar determinadas intervenciones dirigidas a mejorar la educación, la
salud, el bienestar, etc., de los habitantes si están orientadas al objetivo de la
prevención del delito, pues los estados de cosas preexistentes son catalogados de
criminógenos.

TEORÍA DEL PATRÓN DELICTIVO


A inicios de la década de los ochenta, Brantingham & Brantingham comenzaron a
trabajar en los movimientos (en el tiempo y el espacio) de las personas que
cometen delitos, desarrollando así la teoría de del patrón delictivo.

Los patrones delictivos locales pueden decirnos mucho acerca de cómo las
personas interactúan con su entorno físico y generan más o menos oportunidades
delictivas. La teoría del patrón delictivo, un componente central de la Criminología
ambiental, analiza cómo se mueven en el tiempo, el espacio de los sujetos y las
cosas involucradas en un delito. Coincidiendo con el enfoque de la actividad
rutinaria, esta teoría tiene tres conceptos principales: nodos, rutas y límites.
“Nodos”, un término proveniente del transporte, se refiere a desde dónde y hacia
dónde se trasladan las personas. No sólo se generan delitos en estos lugares,
sino también cerca de ellos. Por ejemplo, un bar conflictivo puede generar más
delitos fuera del local que en su interior. De este modo, la palabra “nodo” expresa
un sentido de movimiento y por lo tanto aporta un significado adicional sobre la
oportunidad delictiva.

Cada delincuente busca los objetivos del delito alrededor de los nodos de
actividad personal (tales como el hogar, la escuela o las zonas de ocio) y las rutas
entre ellos. Asimismo, las rutas seguidas por las personas en sus actividades
cotidianas están estrechamente relacionadas con los lugares donde son víctimas
del delito. Es por eso que la teoría del patrón delictivo presta tanta atención a la
distribución geográfica del delito y al ritmo de actividad diaria. Ello genera, por
ejemplo, mapas del delito según las horas del día y los días de la semana, y

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permite relacionar el delito con los flujos de personas de camino al trabajo, la
salida de la escuela de los niños, el cierre de los bares o cualquier otro proceso
que mueva personas ente nodos y a lo largo de rutas.

El tercer concepto de la teoría del patrón delictivo, los límites, se refiere a los
confines de las áreas donde la gente habita, trabaja, compra o busca
entretenimiento. Algunos delitos –tales como ataques racistas, hurtos en
comercios y atracos callejeros– es más probable que ocurran en los límites,
porque en esos puntos coinciden personas de distintos barrios que no se conocen.
La distinción entre “propios” y “extraños” ayuda a subrayar la importancia de los
límites, dado que los propios normalmente cometen delitos más cerca de su
vecindario, mientras que los extraños consideran más seguro delinquir en los
límites y, a continuación, retirarse a sus áreas. Y, cosa más importante, los
teóricos del patrón delictivo y otros criminólogos ambientales han demostrado que
el diseño y la administración de las poblaciones, ciudades y áreas comerciales
pueden producir importantes cambios en los índices de criminalidad. Por ejemplo,
es posible reducir la criminalidad mediante la moderación del tráfico y la
orientación de las ventanas de forma tal que los vecinos puedan vigilar mejor sus
propias calles.

Conclusión
En este trabajo se presentan las diferentes teorías de las conductas
especificas en la persona y la forma en la que esta se desnbuelve en
la sociedad mediante el comportamiento forma de pensar rasgos
unocos en su personalidad la cual lo hace único e indiferente ante la
sociedad.

Bibliografía
Marcus Felson. Ronald V. . (1998). "La oportunidad hace al Ladrón" Teoría práctica para la
prevención del delito. (M. D. Felip, Trans.) Londres.

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