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La Magia de la Sincronicidad

El documento habla sobre la sincronicidad, un concepto acuñado por Carl Jung que se refiere a la coincidencia simultánea de dos eventos vinculados por el sentido pero no causalmente. Jung concluyó que existe una conexión íntima entre el individuo y su entorno que en ocasiones crea circunstancias coincidentes que tienen un significado simbólico. La sincronicidad representaría cómo las ideas ocultas en nuestra mente se manifiestan de forma sorpresiva y coincidente para facilitar su alcance.

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La Magia de la Sincronicidad

El documento habla sobre la sincronicidad, un concepto acuñado por Carl Jung que se refiere a la coincidencia simultánea de dos eventos vinculados por el sentido pero no causalmente. Jung concluyó que existe una conexión íntima entre el individuo y su entorno que en ocasiones crea circunstancias coincidentes que tienen un significado simbólico. La sincronicidad representaría cómo las ideas ocultas en nuestra mente se manifiestan de forma sorpresiva y coincidente para facilitar su alcance.

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La sincronicidad.

¿Qué es la sincronicidad?
Este concepto existe al menos desde los vedas pero fue Carl G. Jung quien acuñó el término de
sincronicidad, refiriéndose a “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de
manera no causal” como la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no
se puede explicar pero que tiene cierto sentido para la persona que lo observa.

Jung llegó a la conclusión de que hay una íntima conexión entre el individuo y su entorno, que
en determinados momentos ejerce una atracción que acaba creando circunstancias
coincidentes, teniendo un valor específico para las personas que la viven, un significado simbólico
o siendo una manifestación externa del inconsciente colectivo. Son este tipo de eventos los que
solemos achacar a la casualidad, el azar, la suerte o incluso a la magia, según nuestras creencias.

La sincronicidad nos representaría en el plano físico por ejemplo, la idea o solución que se esconde
en nuestra mente, maquillada de sorpresa y coincidencia, siendo de esta manera mucho más fácil
alcanzar.

Al igual que Jung, Wolfgang Pauli, premio nobel de la física pensaba que la sincronicidad era una
de las expresiones que caracterizaban al unus mundus, una realidad unificada de la que emerge
y regresa todo lo existente. Coincidiendo esta concepción con la Teoría de la Totalidad y el Orden
Implicado de la Mecánica Cuántica del físico estadounidense David Bohm.

“Somos como islas en el mar, separadas de la superficie pero conectadas en la profundidad”


-William James-

Sincronicidad: momentos mágicos


Una experiencia sincrónica suele venir a nuestras vidas cuando menos lo esperamos, pero en el
momento exacto, cambiando en ocasiones la dirección de nuestro camino e influyendo en nuestros
pensamientos. Pero para ello, tenemos que estar receptivos y atentos al mundo que nos rodea,
creando la apertura a esa posibilidad de sincronicidad.

Cuanto más alertas estemos con respecto a nuestro entorno, más probabilidades habrá de que ocurra
a nuestro alrededor o al menos, que le prestemos atención. Desde pequeñas conversaciones,
canciones de la radio o mensajes publicitarios por ejemplo, hasta encuentros aparentemente
“fortuitos”. Tan sólo hay que estar atentos.

Si dejamos a las circunstancias fluir y no presionamos ni forzamos la ocurrencia de sucesos o la


voluntad de las personas, mientras mantenemos una actitud receptiva y de apertura, dejándonos
llevar por nuestra intuición y nuestra sabiduría interior, nos abriremos a “la magia” que nos ofrece
la experiencia de la sincronicidad. Si sabemos escucharla puede convertirse en una buena guía
para nuestras vidas.

Seguro que alguna vez un libro o un anuncio publicitario te han dado la respuesta a esas dudas que
continuamente te estabas planteando; que ibas a llamar por teléfono a una persona y en ese mismo
instante, es ella la que te llama; que has tenido un encuentro inesperado en un lugar que ni siquiera
pensabas o que has encontrado a la persona exacta cuando la necesitabas apareciendo de la nada.

Todos hemos experimentado en alguna ocasión una coincidencia que parecía tan improbable
que nos resulta mágica y epifánica, como si existieran conexiones entre sucesos, personas o
informaciones a través de hilos invisibles que tan sólo podemos vislumbrar por momentos. Según el
psiquiatra suizo Carl Jung esto no es casualidad, sino sincronicidad, uno de los aspectos más
enigmáticos y sorprendentes de nuestro universo.

“No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas”

-Friedrich Schiller-

Un ejemplo de sincronicidad, es el relato del actor Anthony Hopkins que, cuando fue contratado
para actuar en la película “La mujer de Petrovka”, buscó durante mucho tiempo la novela de George
Feifer, en la que se basaba el guión. Lo necesitaba para preparar su personaje. Cansado y fastidioso
por no hallarla, decidió rendirse y tomar el metro para regresar a casa.

Sentado en la estación de Leicester Square, halló un libro en un banco. Era justo ese libro. Se quedó
asombrado que ni siquiera se dio cuenta de que estaba escrito en los márgenes, con anotaciones y
detalles.

Pasaron dos años, y su sorpresa fue mayor. Durante el rodaje conoció al autor; y éste le confesó que
había perdido su ejemplar con anotaciones personales sobre la obra. ¡El mismo libro que Hopkins
había encontrado en el metro!

Se trata de la sincronicidad, que rige nuestra vida, si sabemos despertarla y estimularla.

Conexiones invisibles

A todos nos ha pasado de vivir experiencias así. Por lo general, nos sorprendemos por esa llamada
inesperada justo después de pensar en una persona especial; o haber desistido de insistir en la
aprobación de un presupuesto por un trabajo, y ¡zas!, conocemos al gerente del lugar dentro de un
ascensor cualquiera. O en una librería no logramos hallar el libro indicado para una persona, justo
se cae de la estantería un título, y… ¡es ese! A veces vamos conduciendo el auto, no encontramos
sitio para estacionar; damos una vuelta, y aparece el espacio adecuado exactamente enfrente del
lugar adonde vamos. Incluso el amor puede sorprendernos cuando menos lo buscamos.

Los hilos invisibles de la sincronicidad se mueven a su ritmo, y, si estamos atentos, podemos


permitir que aparezcan para conspirar a nuestro favor.

El concepto de sincronicidad existe desde el tiempo de los Vedas (época que dio lugar a los cuatro
textos más antiguos de la literatura india, base de la religión védica), y fue el psicólogo suizo Carl
Jung quien lo trajo a más cerca en el tiempo. Para él, “sincronicidad es la ocurrencia temporal
coincidente de varios eventos acausales (sin causa aparente).”

Jung afirmaba que en su manifestación se mueven los hilos del inconsciente colectivo, donde todo
está conectado de alguna forma sutil, que no vemos hasta que las situaciones aparecen.
Es bueno recordar que funciona en positivo y en negativo. ¿Te has dado cuenta de que, si piensas
mucho en negativo, la vida se pone complicada?: esto también es sincronicidad: atraes lo que
generas, aunque no lo quieras.

Más allá de las premoniciones

En sueños o despiertos, los seres humanos imaginamos realidades. Muchas veces, la fuerza de estos
pensamientos, el enfoque y energía que le dedicamos, producen el resultado esperado; si no exacto,
quizás muy aproximado. Lo sorprendente es que la experiencia de sincronicidad viene a sorprender
y, además, a completar algún ciclo de información inconsciente, o de una experiencia que
anhelábamos vivir.

Por eso la sincronicidad es definida también como una coincidencia significativa entre un estado
interno -usualmente una necesidad-, y un evento externo inexplicable que se corresponde con la
necesidad.

Jung, la muerte y un rayo misterioso

Se sabe que la tarde en que Jung murió, se desató una gran tormenta eléctrica sobre su casa en
Künsnach (Suiza). Prácticamente justo en el momento del deceso, cayó un relámpago de tal
magnitud que dio justo sobre su árbol favorito del jardín.

Pasaron muchos años, y el director Laurens van der Post filmaba una película sobre la vida de Jung,
cuya última escena era en lo que fue la casa del psiquiatra.

En el preciso instante de hablar en la filmación sobre la muerte de Jung y cuando estaba


describiendo al rayo que exterminó el árbol favorito, cayó un rayo en el jardín. Todo quedó
registrado en la película.

Cómo sincronizar tu vida

¿Es posible sintonizar la vida, aprovechando la ley de la sincronicidad? Si nos entrenamos lo


suficiente, podemos ayudar al universo inmaterial a empezar a manifestar más coincidencias
eventuales de las que imaginamos. Aquí, algunas de las herramientas que pueden ayudarte si las
practicas con constancia:

1. Lo similar atrae lo similar. Este principio de la metafísica (lo que está más allá de la
física), postula que al rodearte de experiencias, vivencias, sentimientos y emociones lo más
parecidas posible a lo que anhelas, es factible que en corto tiempo se manifieste la
sincronicidad de traer eso que quieres a tu vida. Recuerda: no es sólo pensar o fantasear;
necesitas mantenerte en acción permanente.

2. Activa más tus neuronas espejo. Las neuronas espejo (también llamadas especulares) son
células nerviosas del cerebro que están diseñadas para activarse cuando observas cualquier
situación, que, en forma inconsciente, despierta tu atención y provocan que la imites. Al
imitarla estás más cerca de una experiencia potencialmente parecida, y, al estar atento y
sintonizado en esa frecuencia, tiene alta probabilidad de generar ese resultado.
3. Desarrolla tu conexión interna. Desde una perspectiva de fluir, estar relajado y no
forzando los acontecimientos, es más probable estimular los eventos sincrónicos en tu vida.
Algunos recursos son la práctica permanente de meditación, tai-chi, observación consciente
de la naturaleza, introspección, lecturas positivas y nutritivas para el espíritu.

4. Conócete a ti mismo. La sincronicidad trae respuestas en forma de eventos sorprendentes,


e incluso perturbadores. Cuanto más profundo vayas dentro de ti, podrás manifestar
aspectos de tu inconsciente mediante la cooperación con lo que ocurre en el mundo externo.
Estos lazos son invisibles hasta que un hecho determinado produce el resultado tangible.

5. Sé un observador consciente. La mayoría de las personas viven reaccionando a las


situaciones. Para abrirte a una mayor sincronía es necesario que dejes de luchar de esa
forma, y te coloques en la posición del observador; permite reconducir tu energía de
episodios desafiantes hacia algo constructivo, para, así, llamar a la sincronicidad en tu vida.

6. Siempre utiliza lo que sucede para tu elevación y aprendizaje. Esta es otra de las formas
de generar mayor sintonía vital. Resignifica los acontecimientos de forma tal que te sirvan
para crecer, espera y observa con paciencia. Hay hilos invisibles que te conectan con la
experiencia de tu vida, y que, por algún motivo, aún no se ha manifestado.

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