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Mario Moreno Cantinflas - Adolfo Perez Agusti

El documento es una introducción a la vida y obra del cómico hispano Cantinflas. Explica que a pesar de su gran talento para hacer reír, fue injustamente menospreciado por los críticos. Resalta su habilidad para improvisar y llenar la pantalla con su presencia a pesar de guiones y direcciones deficientes en sus películas.

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Mario Moreno Cantinflas - Adolfo Perez Agusti

El documento es una introducción a la vida y obra del cómico hispano Cantinflas. Explica que a pesar de su gran talento para hacer reír, fue injustamente menospreciado por los críticos. Resalta su habilidad para improvisar y llenar la pantalla con su presencia a pesar de guiones y direcciones deficientes en sus películas.

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En

este libro he querido rendir un homenaje al cómico hispano Cantinflas, el


más injustamente maltratado por los críticos, y demostrar que su capacidad de
improvisación para hacernos reír era ilimitada. A pesar de que sus películas
tenían un pésimo guión y una deficiente realización, su sola presencia bastaba
para llenar la pantalla. Su único problema era que su jerga cómica era tan
rápida, tan incongruente, que nos perdíamos la mayoría de sus chistes. En este
libro, sin embargo, sus mejores diálogos están desmenuzados y son una
muestra palpable de que fue uno de los grandes genios del cine cómico.
Cantinflas marcó un estilo tremendamente personal y tan ampliamente
imitado por otros cómicos que ha conseguido pasar a la historia del cine con
honor y sus habilidades humorísticas resistir perfectamente el paso de los
años.

Página 2
Adolfo Pérez Agustí

Mario Moreno «Cantinflas»


ePub r1.0
Titivillus 14.12.2020

Página 3
Adolfo Pérez Agustí, 1998

Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1

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Página 5
CANTINFLAS

No hay nada más saludable para el cuerpo y el espíritu que la risa y aunque
hay quien asegura que después de las risas vienen las lágrimas, una sesión de
carcajadas nos puede recomponer el cuerpo para mucho tiempo.
Sin embargo, el cine parece estar regido por otras ideas ya que de la
tremenda abundancia de cómicos que existen, pocos han conseguido pasar a
la historia con honor y muy pocos, casi ninguno, han conseguido ser
merecedores de un oscar. Ejemplos de ello los tenemos en Charles Chaplin
quien solamente recibió un oscar honorífico y eso cuando ya estaba apartado
del cine, y en Woody Allen, quien recibió su primer Oscar cuando realizó su
primera película «seria», la célebre «Manhattan».
Parece ser que tendemos más a valorar a quien nos hace llorar
interpretando una obra dramática que a quien nos hace reír, en la creencia de
que detrás de un cómico solamente hay una persona simpática.
Hablen con cualquier persona «entendida en cine» y oirán enseguida su
admiración por los grandes actores dramáticos, por las películas más
complicadas y por los directores de más renombre. Seguramente le dirán la
genialidad de Orson Welles en «Ciudadano Kane» o la magnífica
interpretación de Bogart en «Casablanca», sin olvidar a Fellini, Bergman y
Tarantino, todos ellos especialistas en obras dramáticas. Pero si pretende
mencionarle algunos de los grandes cómicos del cine, a buen seguro que los
considerarán como elementos menores, de poca importancia, y solamente
aptos para hacernos pasar un rato agradable.
Quizás le hablen del genio de Charles Chaplin (especialmente en
«Candilejas», casualmente una obra dramática), de la ironía de Woody Allen
(salvo en sus primeras obras cómicas) y hasta es posible que le mencionen a
los Hermanos Marx, pero del resto de extraordinarios actores ni palabra.
Detrás de tanta marginación injusta quedan cómicos tan extraordinarios como
Peter Sellers, Danny Kaye, Bob Hope, Jerry Lewis, el Gordo y el Flaco, Tony

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Randall y hasta Gene Wilder, entre otros. Y eso si no mencionamos a los
hispanos, como por ejemplo Cantinflas, Gila o Andrés Pajares, ya que a estos
con seguridad les considerarán un subproducto en el mercado
cinematográfico.
Por eso, en este libro he querido rendir un homenaje al cómico hispano
Cantinflas, el más injustamente maltratado por los críticos, y demostrar que su
capacidad de improvisación para hacernos reír era ilimitada. A pesar de que
sus películas tenían un pésimo guión y una deficiente realización, su sola
presencia bastaba para llenar la pantalla. Su único problema era que su jerga
cómica era tan rápida, tan incongruente, que nos perdíamos la mayoría de sus
chistes. En este libro, sin embargo, sus mejores diálogos están desmenuzados
y son una muestra palpable de que fue uno de los grandes genios del cine
cómico.
Cantinflas marcó un estilo tremendamente personal y tan ampliamente
imitado por otros cómicos que ha conseguido pasar a la historia del cine con
honor y sus habilidades humorísticas resistir perfectamente el paso de los
años. Su sola presencia en la pantalla bastaba para llenarla y para que la
película cobrase interés, a pesar de que ni la dirección, ni los diálogos,
estaban cuidados con esmero. Todo se confiaba a su buen hacer, a sus
monólogos totalmente improvisados de los que siempre salía airoso y
provocando la carcajada más espontánea. Era un extraordinario actor que
daba la impresión de no actuar, de estar rodeado de amigos a los cuales quería
hacer reír sin molestar a nadie.
Durante su larga carrera cinematográfica tuvo que soportar a ciertos
críticos que siempre se empeñaban en decir que ya estaba acabado, que su
personaje se había adulterado y que se había aburguesado. Pero lo cierto es
que independientemente del director, del argumento y de los escenarios
elegidos, así como de los otros compañeros de reparto, las películas tenían un
gran éxito comercial solamente por él, por Cantinflas, y eso es algo que
ningún otro actor del mundo ha podido lograr.
Despreciado en su día por los intelectuales y poco reconocido todavía por
los críticos como uno de los mejores cómicos de la historia de cine, Cantinflas
marcó una época y hasta su último filme cosechó grandes éxitos, algo que no
le ocurrió ni siquiera a Charles Chaplin, el cual conoció el fracaso en vida en
varias ocasiones, incluida su última película.
Los que le conocieron personalmente dicen que era sencillo sin
proponérselo. Con una actitud social, tanto en el comportamiento como en su

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indumentaria, alejada de cualquier artificio, era no obstante muy firme en
cuanto a mantenerse en sus convicciones humanísticas.
Aunque sumamente amable no era persona que se diera con rapidez a la
gente, ya que se le consideraba serio, reservado y, por naturaleza, de pocas
palabras, rayando en ocasiones en la desconfianza. Generoso en grado sumo,
pero plenamente consciente de lo que entregaba y a quién lo entregaba, había
conocido la pobreza en su niñez y en ocasiones sintió muy de cerca el
hambre. Por eso, cuando estuvo en la cima del éxito nunca dejó de ser
humilde, quizás porque ello le engrandecía aún más.
El triunfo no le envileció, ni la gloria le cambió su espíritu,
demostrándose con ello que era un artista superior a la mayoría y un ser
humano inigualable. Cuando le preguntaban si se consideraba un hombre
feliz, siempre respondía que sí, a pesar de sus defectos y a pesar de que pueda
tener alguna pena. Decía que se sentía dichoso de realizar su vida y su destino
plenamente, en la medida de sus fuerzas.
Esa felicidad que afirmaba tener era cierta, no era un producto que
quisiera vender cara a su promoción, contribuyendo en gran manera a exaltar
su carácter y sus características personales.
Había conseguido triunfar a tiempo, por supuesto merecidamente, y eso es
una buena manera de lograr tener un corazón noble, sin los resentimientos de
quien ha sido vapuleado largos años por la incomprensión.
Cantinflas fue un privilegiado por la vida, un triunfador, pero eso le
proporcionó más admiradores que envidiosos y un carácter exento de rencores
y maldad, logrando conmover en numerosas ocasiones el corazón de los
mexicanos. Nunca se convirtió el triunfo en una droga para él.
El público se sintió inmediatamente identificado con su filosofía, con su
esfuerzo por aprender siempre, con su afán por mejorar día tras día.
Y aunque era de naturaleza optimista le hacían fuerte mella los fracasos,
las zancadillas y los rencores de las personas, lo mismo que le dolían los
malos gobernantes o aquellas personas que se enriquecían a base de engañar o
robar a los más débiles o ignorantes. Para desahogarse empleaba en sus
películas diálogos y situaciones en las cuales se criticaba y hasta se
ridiculizaba a los poderosos mezquinos, algo que solamente le permitían a él.
Su malicia la caracterizaba de mil maneras para que no fuese una ofensa
directa a nadie, pero suficientemente explícita para que todos los culpables se
dieran por aludidos, tal era su habilidad para decir lo que quería… sin decirlo.
Su voz, dulce, poderosa pero sin estruendos, gustaba de captar el ingenio
del pueblo, más que de contar los chistes políticos desagradables que

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utilizaban otros cómicos, logrando trasformar sus chistes en arte.
Aunque mucha gente le acusaba una y otra vez de cambiar su personaje
original, lo cierto es que no fue así y siempre conservó su tipo, su «peladito»,
aunque se vistiera de ministro, de cura o de pistolero del oeste. Todo ello lo
consiguió sin aburrir, sin repetirse, siendo la mejor prueba de ello es que
desde su primera película hasta la última, fue el artista mexicano más
taquillero de todos.
Disfruten con este libro, amigos, y que la risa les acompañe.

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Los comienzos

Mario Moreno Reyes nació el 12 de agosto de 1911 en Méjico, en el barrio de


Tacuba, uno de los más pobres en aquella época y ahora sede de numerosas
industrias.
Inició su carrera artística en una modesta carpa o pequeño circo
ambulante, la cual estaba instalada en una de las plazas más pintorescas de la
ciudad, la plaza de Garibaldi, en la cual se reunían habitualmente músicos,
cantantes y gente bohemia. Durante muchos años, «La Carpa», como más
tarde se la conocería, fue escuela de grandes actores.
Un buen día, cuando apenas había comenzado la función, alguien gritó:
«que hable Cantinflas», pero como nadie se daba por aludido insistió: «ese
Cantinflas», dijo señalando ya con el dedo a Mario. El sobrenombre prendió
tanto entre el publico que desde ese momento todos le llamaron así, lo que
pareció gustarle mucho a Mario Moreno, ya que nunca renunció a él.
Me hizo gracia el nombrecito y lo adopté —explica a su interlocutor—
pos si… porque viera éste, la personalidad y el nombre del autor… pos…
bueno… si no… Vd. me entiende ¿verdá? Porque si no, pos es lo que yo digo.
¿No es cierto? ¡Claro!
Yo empecé el asunto ese del teatro en una carpita en Jalapa, más que
nada por mi papá, empleado de correos, el cual estaba empeñado en que
trabajase como él, en su oficina de Veracruz. Pero yo no le tenía mucha
voluntad al asunto ese, el de correos, y un día me fui a Julapa, sin dinero ni
propósito determinado, pero con unas ganas tremendas de hacer algo. Ese
mismo día vi que estaban levantando una carpa y se me ocurrió una idea:
puesto que yo tenía cierta disposición para el baile —me gustaba mucho el
charlestón— pregunté por el empresario y le hablé muy fuerte, a lo macho, y
le conté el cuento de que yo había trabajado en Méjico y que sabía bailar
muy bien. Ese mismo día me ofreció un trabajo como bailarín por un peso y
medio diario.

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Después me fui con la compañía de teatro «Novel», en donde hacía
papeles cortos y bailaba en el fin de fiesta al terminar la función. Recorrimos
todo el país a través de los pueblos y un día el director me pidió que saliera a
anunciar una función benéfica y antes de que tuviera tiempo para pensar lo
que iba a decir me empujó y… ¡zas!, ahí estaba yo delante del público y sin
saber que decir. Afortunadamente no me quedé callado y empecé a hablar un
montón de frases sin sentido que nadie entendía. Todavía no había terminado
de hablar cuando fui interrumpido por una enorme ovación. El público era
tan ignorante que creyó que aquello era una vacilada, que lo había hecho a
propósito, y le hizo mucha gracia. Al día siguiente repetí el asunto y… ¡de
ahí para adelante!
Con el paso de los meses volví a Méjico y trabajé en otras carpas,
ganando en una ocasión nada menos que treinta y cinco pesos diarios. Así
llegué a Tacuba, en donde conocí a mi esposa y me puse ya definitivamente el
nombre de «Cantinflas».
Algún tiempo más tarde creó su propia indumentaria, con el pantalón
caído, camiseta larga que apenas alcanza al pantalón, pañuelo al cuello,
zapatos grandes, sombrero partido simulando un tricornio y, puesta sobre sus
hombros, lo que él llama «mi gabardina». Esta indumentaria, que le haría
famoso en el mundo entero, junto a su jerga lingüística (el verbo «cantinflear»
figura incluso en el diccionario de la Real Academia), no la abandonaría
nunca, aunque en sus ultimas películas luciría trajes más normales y ya no
llevaría los pantalones caídos. Además, las numerosas terapias de
rejuvenecimiento a las que se sometió en los 70, así como los diversos
estiramientos de la piel de la cara, provocaron que en sus últimas películas
evitara emplear el lenguaje que le dio fama, quizás porque le era muy difícil
realizar muecas. El pelo teñido en negro y su avanzada edad, modificaron la
imagen de «Cantinflas» y apartado de las cámaras solamente aparecía ya en
festivales benéficos, siendo muy parco en conceder entrevistas.
Nostálgico a ultranza, guardó siempre su popular gabardina, el andrajo
que lucía sobre el traje de «peladito» mejicano.
Durante su vida de actor famoso, vivió en uno de los barrios más bellos de
Méjico, el Polanco Morales, en una calle que se llama Rincón del Bosque.
Esa mansión era de un sobrio estilo moderno y reflejaba la enorme
personalidad del actor. También residió en la calle de Egipto, dentro de la
colonia Clavería. Más lejos, en San Luis de Potosí, poseía un hermoso rancho
de limoneros y una casa de verano en la Ciudad Colonial de San Miguel de
Allende.

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Los primeros éxitos

En 1936 Cantinflas era un desconocido en el mundo del cine pero solamente


un año después la prensa ya le concedía un espacio amplio en sus comentarios
sobre el cine, quizás un poco cansados del patriotismo y la exaltación
nacionalista de las películas de charros, mujeres infieles y madres
sacrificadas.
La película «Así es mi tierra» se estrenó el 15 de Septiembre de 1937 es el
Cine Palacio y la crítica reconoce que la película se sostiene por el gran
cómico Cantinflas. Tan importante es el éxito que ninguno de los otros
actores consigue destacar y los críticos se preguntan si es que existe
justificación para que estén allí resto de los actores. Aunque el argumento es
un plagio descarado de la historia «Pancho Macho», su director se defiende de
ello alegando que solamente se refiere a una parte de la vida de Pancho y que
la intervención de los dos cómicos, Cantinflas y Medel, hacen totalmente
distinta una historia de la otra.

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En esa misma época ya le dedican lo que sería su primer homenaje, en el
teatro Bellas Artes, en donde el público le dedicó una de las ovaciones más
largas de toda su carrera, la cual nunca fue olvidada por el actor. También
hace mella en los filósofos de entonces como el español Ismael Diego Pérez o
el mexicano Pérez Izquierdo, quienes descartan la idea de una dicotomía entre

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Mario Moreno y Cantinflas, ya que ambos eran lo mismo y ninguno quería
expresar ideas de otro como lo hace un maestro en su clase.
Solamente en el cine se puede ver lo que esconde Mario Moreno detrás de
sí, que no es otra cosa que el alma de un niño que carece de prejuicios. Su
idea de la justicia y el amor es simple y hermosa, expresándose de una manera
totalmente absurda y rompiendo el orden en cualquier circunstancia, lo que
provoca una carcajada espontánea y explosiva en los espectadores, de igual
manera que lo hace un niño cuando pretende que los mayores se rían con él.
Con él no existe la sonrisa, solamente la carcajada.
Fue también artista popular en el Follies Bergere, en el cual trabajó
durante muchos meses.
Comedias como «Balance de la revolución», «La isla del Hueso» (remake
de la obra «La feria del hueso» que ya había interpretado en las carpas), o una
versión cómica de Don Juan en «El Tenorio ya no Sopla», perfilan poco a
poco la imagen de Cantinflas.
«Hay una anécdota de esos años que tampoco he podido olvidar y fue
cuando me llamaron para trabajar en una fiesta para gente importante, en el
salón Don Quijote. Me entraron unas ganas horribles de ir a… y, bueno,
porque las necesidades… como si dijéramos… esas de… bueno… corre…
porque si no… ¿No es cierto? Y aquí me tiene Vd. que fui en busca del lugar
que yo buscaba y como iba a medio vestir, con mis pantalones caídos y mi
“gabardina”, sin pintarme, me salió al encuentro uno de los mozos y, de
plano, me echó a la calle, sin que le sirvieran mis protestas ni que tratara de
explicarle quién era yo. Me expulsó a empujones y así me vi en la calle con
esas trazas y sin saber cómo entrar de nuevo».

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Vida sentimental

Aunque los últimos años de su vida no vivió con su esposa, sabemos que
contrajo matrimonio muy joven con Valentina Subarew, una rusa de
nacimiento que llegó a Méjico procedente de Manchuria y que había sido
bailarina en Vlasivostok y China. Por ese motivo Mario Moreno hablaba,
además del inglés, el ruso y algo de chino. Cuando se conocieron, la bailarina
ganaba dos pesos semanales y Cantinflas cuatro, lo que no les impidió
enamorarse y casarse, aunque él siempre bromeó diciendo que ella se casó
con él por su dinero.
«Yo no sé cuando empezó mi vocación por el cine, ni podría determinar si
verdaderamente era vocación o si había pensado en ello; lo único que sabía
era que yo tenía que salvar a mi familia del ambiente de pobreza en que
vivíamos. Algunos dicen que el artista de humor suele ser en el fondo un
hombre triste y busca en el humor formas de compensación espiritual. Esto es
cierto; estoy seguro de que el humorista es más sensible a lo trágico que
cualquier otra persona. Por eso me siento feliz cuando vivo como propias las
reacciones de humor del personaje que represento. No son nada teórico, sino
una pura creación espontánea, tal y como se me ocurre en el momento. Pero
mi vida fuera del cine es la de un hombre serio y responsable y en la medida
que está a mi alcance, procuro ser útil a los demás, causándome esto una
verdadera satisfacción».
«Siempre he tenido dos aspiraciones en la vida: interpretar lo más
fielmente posible el alma popular de México, de cuya entraña he surgido y
así me defino a mí mismo, y aportar algo para que en el mundo haya más
equidad. Creo que si los hombres pusieran más voluntad y se quisieran, esta
equidad sería posible».

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Los toros

Aficionado a los toros, le vimos en numerosas ocasiones torear, no solamente


en el cine, sino en persona, con gran maestría, siendo uno de sus «pases»
favoritos el ponerse a leer el periódico junto al toro, mientras le contaba las
noticias. La primera corrida del que será en poco tiempo considerado como el
«mejor torero bufo del mundo», se llevó a cabo el día 30 de agosto de 1936,
en la Plaza Vista Alegre, ubicada en San Antonio Abad. Allí nació Cantinflas
torero, aunque todavía pasaría inadvertida para el gran público. En esa corrida
intervinieron el popular Chicote y Palillo, siendo los toros sendos Miuras
españoles muy rebeldes. A decir de los expertos, Cantinflas sabía torear en
serio, pues de no ser así nunca habría sido capaz de hacer tantas cosas
increíbles con los toros, becerros o novillos.

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Otra corrida famosa aconteció el 7 de noviembre de 1937 y en ella los
diestros Medel y Chicote se disputaron un mano a mano con la oreja de
Cantinflas como trofeo. La plaza, con un aforo de 20 mil personas, estaba
completa, atraído el público por el éxito en Estados Unidos de Cantinflas,
aunque esto era solamente una pequeña mentira que propagó en los
periódicos, ya que aunque efectivamente había estado en Nueva York, lo hizo
como turista.

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La envidia nacional

Pero la vida artística de Mario Moreno nunca fue fácil en toda su trayectoria,
no a causa del público, sino por las muchas zancadillas que le pusieron sus
compañeros de profesión, envidiosos del enorme éxito, además de los
numerosos problemas políticos en los cuales estaba inmerso su país. En el año
1947 los sindicatos eran solamente una organización para el control de los
trabajadores, más que para cuidar de sus derechos y ello obligó a los actores a
unirse para hacer presiones sobre el gobierno. En una organización
independiente militaban nada menos que Jorge Negrete y Mario Moreno,
opuestos en casi todo y hasta con cierta hostilidad entre sí que les llevó en
más de una ocasión a intentar pelearse a puñetazos. Solamente el deseo de ver
a la industria cinematográfica de México en buen lugar les hacía olvidar de
vez en cuando su agresividad.
Hasta ese año el gobierno había eximido de impuestos a los productores
de cine con el fin de impulsar una industria floreciente, pero el cambio de
presidente alteró estos buenos propósitos y una ley les quitó ese privilegio,
además de exigirles el pago de los cinco años anteriores. Mario y Jorge
Negrete pleitearon y consiguieron eludir el pago de los impuestos atrasados,
pero no el de los nuevos, lo que llevó a los productores a una situación
cercana a la bancarrota. ¿El resultado?: Las películas bajaron en calidad
técnica, se rodaban en pocas semanas y solamente conseguían atraer a los
poco exigentes.

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La fortuna

El trabajo en el cine mexicano escaseaba y la situación se agravó aún más al


permitirse el trabajo de los profesionales extranjeros, lo que llevó a
enfrentamientos entre nativos y extranjeros, entre ellos al renombrado director
Luis Buñuel el cual no consiguió llevar a buen puerto el rodaje de las dos
películas que tenía previstas. Otros actores que tampoco consiguieron rodar
en México fueron Gilbert Roland, Armando Calvo, Libertad Lamarque, Luis
Sandrini y Buster Keaton, este último tratado de manera especialmente
déspota al intentar rodar una película allí.
En esos años la compañía Columbia Pictures había comprado ya los
derechos de todas las películas de Cantinflas y la buena promoción que
realizó con ellas permitió enormes ganancias a todos, lo que limitó
drásticamente las voces de los que se oponían a la inversión extranjera. Esto
llevó a un acuerdo forzado entre las partes litigantes, el cual fue logrado más
que nada por la actuación de Cantinflas, quien con sus chistes provocó tanta
cantidad de risas en las reuniones sindicales que no quedó más remedio que
ponerse de acuerdo. No obstante, la prensa no desaprovechó la oportunidad de
vender periódicos y criticó el hecho de que Cantinflas dirigiera un sindicato
de obreros, siendo millonario y capitalista. La respuesta del actor no se hizo
esperar:
«Sí tengo derecho en mi caso, porque aunque tengo cuatro millones la
diferencia con un capitalista es que yo los gané con mi trabajo de obrero-
actor, y no con el trabajo de los demás o como líder».
En su trabajo como presidente del sindicato de actores, Mario Moreno se
dio cuenta del papel tan desventajoso que tenía la industria mexicana con
relación a la norteamericana, e incluso con la española, agravada por los
pocos créditos que el banco Cinematográfico les otorgaba, los cuales además
debían ser pagados en dólares, sin olvidar que ejercía una censura sobre las
películas propuestas y poseía el control de las mejores salas cinematográficas

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del país. La muerte del director del Follies Bergere, teatro en el cual
Cantinflas llevaba años actuando, provocó su venta y con ello la desaparición
de Cantinflas en su contacto directo con el público. Este hecho no supuso
nada negativo en la carrera del actor, ya que le forzó a buscar una difusión de
sus películas en el extranjero, llegando a ser comparado ya con cómicos de la
talla de Charles Chaplin, Luis Sandrini y Danny Kaye.
Termina el rodaje del film «Soy un prófugo», el cual contaba por primera
vez con la colaboración de dos expertos guionistas, y el resultado fue una
película muy superior en calidad a las anteriores, hasta el extremo de que
Cantinflas fue invitado al festival de Cannes en representación del cine
mexicano.
Este es uno de los diálogos de esa película, entre El Chino y Cantinflas:

Carmelo: —¿Pueden los átomos destruir el mundo?


Cantinflas: —Si viera que sí, aunque usted no lo crea.
—¿Y cuáles son los átomos?
—¿Qué cuáles son los átomos? Los átomos son una cosa
que usted naturalmente no comprende porque son cosas que no
se ven. Son partículas, señor, que vienen siendo, agarrando una
fuerza que al frote, o sea, más bien, ¿usted conoce las
chinampiñas?
—Pues no.
—Mejor para usted porque son muy peligrosas.
—¿Como la dinamita?
—Como la dinamita… ¿cómo compara usted la dinamita
con el átomo, si son partículas diferentes?… que al rozarse
vienen haciendo una fuerza que pudiéramos llamar más bien…
porque mire usted, son cositas pequeñísimas, verdá, que
explota y entonces la frotación del mismo átomo hace que la
partícula desintegrada se unifique enormemente, pero al mismo
tiempo desintegrada, ya como quien dice, explotó… ¿Entendió?

Ahora Cantinflas le explica a El Chino lo que es la hipnosis:

—¿Su poder qué?


—Hipnótico.
—Y ¿eso qué?
—¿Usted nunca ha oído hablar de la ciencia hipnótica?
—¿De quién?

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—Usted que va a saber. Lo que es la falta de
analfabetización. Mire no más en qué estado está usted. La
ciencia hipnótica. Yo me duermo a la gente.
—¡Ya! ¿A poco es usted un político?
—No sea zonzo; me los duermo con la mirada, señor. ¿No
lo crees?

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Los primeros fracasos

La película «Los tres mosqueteros», que no se estrenó en Francia hasta 1946,


fue casi un fracaso allí quizás porque la figura de D'Artañán, interpretada por
Cantinflas, estaba muy apartada de la imagen de héroe habitual. A ese fracaso
se sumó el de «Un día con el diablo», lo que motivó que Mario Moreno
pusiera más cuidado en su profesión y abandonara su cargo en el Sindicato de
la Producción, en parte por exceso de trabajo y en parte por las diferencias tan
notables con Jorge Negrete quien en la última asamblea llegó a sacar una
pistola y amenazar a Mario. Este se acercó a él y le dijo: «No seas payaso, las
cosas no se arreglan con balazos», frase que no detuvo a Negrete quien
intentó pegarle con los puños.
Después de estos incidentes rueda «A volar joven», film bastante más
renovado y que llega a exhibirse con éxito fuera de México. Con un
argumento del francés Paul Collins y teniendo como oponente a la joven
Miroslava, se rodó en los estudios Churusco con un costo total de casi 700 mil
pesos, algo que no era habitual en aquellos años.
El argumento nos hablaba de un recluta destinado al ejército del aire que
persigue a la guapa Margarita, aunque los dueños de la hacienda donde
trabaja en sus horas libres le quieren casar con su hija, la feísima María. Y así,
entre peleas, viajes increíbles en una avioneta pilotada por Cantinflas y su
consagración como héroe de la aviación, termina la historia con boda y todo.
Una vez estrenada la película la prensa pone mucho empeño en casar a
ambos actores en la realidad y dada la gran inclinación de Mario Moreno por
las mujeres rubias no dudan en hablar de un romance entre ambos. Lo cierto
es que Miroslava era ya una mujer triste a causa de un romance frustrado con
el torero Luis Miguel Dominguín y su relación con Mario Moreno no debió
contribuir a mejorar su profunda depresión, ya que según cuentan en esa
época mantenía relaciones con otro personaje que siempre permaneció en la
sombra. Lo cierto es que Miroslava murió misteriosamente, aunque la prensa

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de entonces insistía en que todo era un complot relacionado con su militancia
en el partido comunista y que su muerte fue en realidad un asesinato por tratar
de apartarse de la política. Sin embargo, el médico forense que realizó la
autopsia aseguró que se había suicidado a causa de una fuerte depresión
nerviosa.
Todo este asunto envolvió intensamente a Mario Moreno, ya que la prensa
trataba de relacionarle de alguna manera con el posible asesinato o, cuando al
menos, con la causa del suicidio de la actriz. Hasta hubo quien la acusó de
pertenecer a los servicios secretos rusos ya que había un hecho que parecía
amparar esta noticia y que involucraban de nuevo a Mario Moreno. Según el
artículo, Miroslava estaba siendo vigilada fuertemente por la policía
mexicana, lo mismo que su padre y otras personas de la embajada rusa, lo que
obligó a Mario a esconderla durante algunos días en un lugar apartado hasta
que se calmaran los rumores. Después regresaron a México y a los pocos días
ella se quitó la vida, aunque él insistió durante la rueda de prensa que
concedió en que entre ambos solamente había una gran amistad.
Al año siguiente, en 1948, rueda en los estudios Churubusco «El super
sabio», con un presupuesto de 600 mil pesos, igualmente superior a la media
habitual que era de 450 mil pesos.
El argumento era también de origen francés y tiene como oponente
femenina a Perla Aguilar.
Nos cuenta la historia de un científico que ha inventado una fórmula para
convertir el agua del mar en gasolina, lo que le crea no pocos problemas con
las multinacionales del petróleo que quieren impedir que tal invento salga a la
luz. Cantinflas no era ese inventor tan audaz, aunque sí encarna el papel de un
aprendiz de inventor el cual inventa una fórmula para que las flores
permanezcan más tiempo frescas una vez cortadas.
La película permaneció nueve semanas en los cuatro cines más
importantes de México D.F. lográndose estrenar también en La Habana, uno
de los países con los cuales no era posible comerciar hasta ese momento.
Este es uno de los diálogos entre el profesor y su ayudante, o sea,
Cantinflas: Cantinflas:

—Oiga profe, déjese ya de numeritos y vamos a descansar.


—¿Cómo puedes pensar en semejante nimiedad?
—De manera que, ¿un buen plato de carne asada con sus
patatas es una nimiedad?
—Pero al lado de mi descubrimiento ¿qué significa un plato
de carne asada?

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—Pues al lado quién sabe, pero por separado… Compare
usted: ¿qué prefiere, un buen platito de carne asada o un buen
chorrito de gasolina?
—¿Cómo puedes hablar así? La gasolina es la base de la
vida moderna y unos días más y pasaré a la historia rodeado
de riquezas. Imagínate, gasolina a precio de agua.
—Pasaremos los dos, porque no me va a negar mi
participación, yo también he puesto mis conocimientos
científicos y psicológicos. Ahora, como quien dice, ya tiene
clavo; va usted a decirme o va usted a negarme que…
—Sí hijo, moralmente has sido un sostén para mí.
—Moralmente y trabajosamente, porque eso de aguantarle
a usted sus achaques de viejecito; que si la temperatura, que el
reúma, la diabetes. Esto es muy cansado, no crea.
—Bueno cuando muera te pienso dejar todo a ti y presiento
que será muy pronto.
—Tampoco corre tanta prisa, yo por mí puedo aguantarme
unos cuantos meses. Además, no sé porque estamos hablando
de estas cosas, usted está muy bien, un poco paliducho, muy
desmejorado por el trabajo, tiene falta de vitaminas porque le
tengo a puro ejote, se marea un poco pero se vuelve a
enderezar y ahí vamos, con mucha fuerza, así, ¿bochornoso
verdá?, pues no se queje, no sea tonto y anímese.
—No trates de animarme hijo, ya sé que mis días están
contados y por eso quiero terminar mi fórmula.
—¿Y la mía?
—Ah, sí, la longevidad de las flores. Pero hijo mío, ¿qué
interés puedes tener en alargar la vida de las flores?
—Mucho más que por su invento. En primer lugar, las
flores huelen bonito y nos alegran la vida.
Entonces ¿usted cree que hay derecho que la flor que tantos
desvelos nos cuesta, que el rosal que cuida usted con esmero,
con sacrificios para que se desenrrolle, pa que sus pétalos
abran sus cápsulas al compás de las regadas, pa que después
de tanto esfuerzo usted la corta, que esa flor… cómo vamos a
dejar que muera en lugar de vivir para satisfacción de la
humanidad?
¿Cree usted que es justo?

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—Es una ley de la naturaleza.
—Pues la naturaleza anda checa, profe, porque es lo mismo
que si usted agarra a una muchachita de 16 abriles, verdá, una
muchachita fresca, muy así llenita de, muy llena de…con
mucho sexapi y claro que se enamora de ella, porque, pues yo
siempre…porque las ocupaciones que usted tiene, pero me
enamoro yo y entonces, cuando estoy bien entrado, se muere,
¿sería justo?

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Una historia de otro país

Ese mismo año, en 1948, filma una nueva película rompiendo la tendencia de
rodar solamente una al año, aunque por consejo de sus distribuidores
posponen el estreno hasta el año siguiente.
La película «El mago», segunda que hizo la productora Posa Films, estaba
basada en un argumento de Alex Joffé, aunque adaptada al castellano por
Jaime Salvador. La excusa para buscar fuera el argumento era obvia, ya que
tanto público como críticos consideraban siempre que los argumentos de las
películas mexicanas eran pueriles y apenas elaborados. Así y tomando como
base la obra de teatro «Six heures a perdre», algo así como «Seis horas para
perder», se parte de un buen argumento que ya había sido aceptado con éxito
años atrás en otros países.
También influyó mucho en esta búsqueda de argumentos extranjeros la
distribuidora Columbia Pictures, ya que siempre hizo mucha presión para que
abandonaran esas historias referidas exclusivamente a problemas mexicanos
que no eran comprendidos con frecuencia en otros países. De seguir en esa
línea, insistieron, nunca podría lograrse una proyección internacional de
Cantinflas.
Pero con todos estos cambios era lógico que surgieran los detractores del
lado opuesto, aquellos que le pedían que fuera siempre fiel a la problemática
de México y sus películas se convirtieran en algo así como un alegato social
contra la injusticia. Lo cierto es que esta película costó mucho más dinero de
lo que se pensaba a causa de la gran diversidad de vestuario y escenarios,
además de incluir ciertas secuencias consideradas demasiado atrevidas por los
puritanos de entonces. A ello contribuyó especialmente la actriz brasileña
Leonora Amar, que como su apellido indica provocó intensas pasiones a sus
compañeros de reparto, incluido Cantinflas. El escándalo llegó a su cenit
cuando se incluyeron sendas escenas de amor entre Cantinflas y la actriz, algo
que hasta entonces se había procurado eludir.

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Cantinflas era muy macho, faltaría más, pero en ninguna de sus películas
se permitía más excesos amorosos que algún furtivo beso. En «El mago», una
bailarina que llevaba un sugestivo traje de baño mientras que bailaba un
pasodoble, provoca arrebatos libidinosos en Cantinflas quien no puede evitar
hablar de los dos enormes pechos que tenía la bailarina, además de extasiarse
con la mirada recorriendo su cuerpo. Y eso es lo que los críticos de antes
consideraban tan libidinoso y pasado de tono.
He aquí un diálogo del filme, en el cual confunden a Cantinflas con el
heredero del trono:

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—¿Se dignaría su alteza contestarme unas preguntas?
—Hábleme más alto que con este turbante que me han puesto no le oigo
nada.
—¿Se dignaría su alteza contestarme a unas preguntas?
—No me grite que no soy sordo; además, ya le había oído la primera vez.
—¿Qué opina usted de este país donde ha vivido tantos años de
incógnito?
—En primer lugar yo no he vivido de incógnito, sino que he vivido de mi
labor social, de mi labor laboriosa y muy personal y cotidiana. Y en segundo
lugar, y habiendo hecho esta observación tan impertinente, debo decirle que
en este país se sufre, pero con gusto; se murmura, pero se aprende; hay por
ejemplo, que… pos, bueno, claro, pero hay, pero eso sí, nadie lo molesta a
uno, como debe ser.
—¿Piensa suprimir el velo en las siervas?
—¿Pero desde cuando andan tapadas las chivas?
—Me refiero a las mujeres.
—Ah, eso no, de ninguna manera. Ahora mismo vamos a ver como
destapamos a todas, aunque a las feas mejor las dejamos bien tapadas.
—La contestación de su alteza es muy sabia. ¿Qué piensa de la mujer en
general?
—¿La mujer de qué general?
—Quiero decir de las mujeres.
—Pues como dicen los italianos, mío cara, a veces carísima, la mujer es
una estrella que alumbra nuestro camino. Es la barca submarina que al
compás de la, de la estrella matutina, es el lucero indagador que va guiando
nuestras vidas paso a paso, que va exigiendo desde nuestra alma, como si
dijéramos, es la única razón de existir, es el arco iris de mañana, pero
desgraciadamente es la suegra de pasado mañana. La mujer es la abnegación,
el amor y la perdición de los hombres.
—Pero no siempre.
—Eso lo dice porque usted no está casado. Hay excepciones, porque
tampoco va usted a meter a mi tía en este lío, aunque tiene usted a María
Antonieta, tiene también a Julia y a Petra Sánchez,
¿verdad? Si es… lo que debe usted, es la miel, pudiéramos considerarla el
panal, es la mantequilla y esto lo digo porque las hay muy resbalosas. La
mujer es, pues, la mujer es mísera.
¡Ay, Dios!, lo que he dicho. Será mejor que lo dejemos para otro día. Con
permiso.

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En el siguiente diálogo su ministro le plantea un problema muy serio con
las finanzas del país:
—Majestad, nos hemos quedado sin divisas.
—¿Y para qué quiere las divisas si no las vamos a torear?
—Me refería a las reservas de moneda extranjera.
—¿Pues, quién se las clavó?
—Se gastaron en todo lo que Su Majestad mandó traer de todo el mundo.
—De manera que… ora jui yo, me echan la culpa a mí.
—No, eso no.
—Eso lo dice ahora porque saben que les doy mastuerzo, viejos
marrulleros. Yo les tengo aquí pá que resuelvan mis problemas, no pá que me
los busquen.
—¿Y las elecciones?
—Pues se harán como siempre, respetando el voto del pueblo para que
gane el que yo quiera.
Problemas en los cines
En el año 1949 la distribución de películas en México es muy conflictiva a
causa de grupos financieros que pretenden quedarse con todas las salas de
cine, con el fin de establecer un monopolio. Pero el problema de fondo llega a
la prensa al darse cuenta el público de que lo que se pretende en realidad es
demostrar al gobierno que la exhibición cinematográfica solamente genera
pérdidas económicas, con el fin de lograr subvenciones y deducción de
impuestos. Tal es la presión de cierto empresario para lograr hacerse con el
poder de todos los cines, que aquellos competidores que nunca cedieron a sus
requerimientos vieron seriamente dificultada la compra de películas para
exhibir. Por si fuera poco, ofrecieron un pago adicional en oro si le ofrecían
solamente a ellos toda la producción cinematográfica de interés. Los
sindicatos y el mismo gobierno no fueron ajenos a esta manipulación y
contribuyeron no poco, quizás engañados, a que poco a poco los grupos de
presión dominaran el mercado del cine.
El teatro tampoco estuvo ajeno a estos problemas y los pocos que se
atrevieron a estrenar obras en las cuales se criticaba la unión entre el gobierno
y los capitalistas fueron censurados.
Solamente la presión que ejerció en ese momento la agrupación ANDA, la
cual como sabemos estaba dirigida por Jorge Negrete y Cantinflas, logró
parar estos abusos, aunque no pudo impedir la censura teatral a todo aquello
que fuera un ataque al gobierno.

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La prensa escrita se puso de parte de esa asociación y se alabó sin reparos
la labor de Cantinflas y Negrete, a los que mencionaba como actores que
nunca habían renegado de sus personajes, sea cual fuera el gobierno que
estuviera al mando. No obstante, en esas alabanzas existía una presión
escondida para que ambos, prensa y asociación de actores, estuvieran unidos
en la lucha contra el poder, especialmente si eso vendía más diarios. Una vez
quitada ya la máscara de la colaboración desinteresada, a Jorge Negrete le
pidieron sin reparos que sus personajes fueran campesinos oprimidos por sus
jefes, en lugar de ricos hacendados o bandoleros justicieros, mientras que a
Cantinflas le exigían que no se dejase convencer por tantos premios y
alabanzas, que no se considerase nunca un genio —por que no lo era —y que
se rodease solamente de personas humildes para que se acercase a la realidad
del pueblo mejicano, como si eso no fuera lo que llevaba haciendo desde sus
comienzos.
Para avalar sus «buenas intenciones», una revista realizó una encuesta
entre sus lectores, que obviamente manipuló a su capricho, como puede verse
en los resultados siguientes: (La clasificación era una puntuación del uno al
mil —el mil debería ser el actor perfecto —y la revista incluía al final un
consejo a cada actor más votado, en un alarde de pedantería que debió herir
más de una sensibilidad).

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Laurence Olivier, 910 puntos, aunque se le consideraba demasiado ligado
a grupos teatrales muy elitistas.
Arturo de Córdova, 605 puntos, reconociéndole su gran atractivo para el
mundo del cine, algo así como reconocerle solamente que era guapo.
Cantinflas, 565, a quien se le recomendaba que en sus películas solamente
debían haber mexicanos, en un claro alegato racista.
Jorge Negrete, 550 puntos, exigiéndole que dedique más espacio a las
intervenciones dramáticas que a la canción, olvidándose de que ante todo era
un cantante que hacía cine, y no al revés.
Pedro Almendáriz, 540 puntos, insistiendo en que solamente trabajase a
las órdenes de Emilio Fernández y así quedaba todo en casa.
Tin Tan, 400 puntos, al cual no le reconocían ningún mérito, salvo el de
llenar los cines de público.
De esta lista, que obviamente era mucho más larga, nos llama la atención
el que los gustos de los lectores no coinciden en absoluto con los resultados
de taquilla, ya que ninguna película de Laurence Olivier consiguió recaudar ni
por aproximación los resultados de las de Cantinflas o Jorge Negrete, y que
desprestigiar al cómico Tin Tin era llamar poco menos que incultos a los
miles de espectadores que acudían a ver sus películas.
Afortunadamente esta clasificación no fue tomada en serio por nadie, lo
que indica que el público es bastante más sabio que la mayoría de los críticos.
Lo que si es cierto es que las películas de entonces no buscaban formar
culturalmente al público y solamente les interesaban los resultados
económicos, dando por supuesto que si realizaban un filme serio y
correctamente elaborado el público lo iba a rechazar. Lógicamente la historia
del cine nos ha demostrado en repetidas ocasiones que el público sabe valorar
perfectamente lo que es bueno y lo que es malo, aunque sus gustos no
coincidan nunca con los de los críticos.
No faltaron en esa época las alusiones hacia «el desenfreno del sexo» que
se mostraba en la pantalla, el cual consistía en muchas ocasiones en besos
apasionados o desnudos esbozados, los cuales no eran del agrado de nadie,
salvo de los espectadores. Se criticaba el uso de las «más bajas pasiones»
(suponemos que se referirían a bajarse al bosque), el que se mostrara actrices
con mucho cuerpo y poco cerebro (aunque nadie las preguntara sobre su
calificación académica) y se mencionaba expresamente a la actriz María Félix
como un ejemplo de vampiresa devora hombres, aunque tampoco se salvó de
esta inquisición la popular Dolores del Río, casualmente las dos actrices
hispanas que más fama mundial consiguieron.

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Los varones también fueron vapuleados por estos críticos con sed de
venganza y ganar lectores, y de Jorge Negrete dijeron que era demasiado caro
para lo poco que ofrecía, recomendando en su lugar a Pedro Infante o Luis
Aguilar (casualmente menos conflictivos políticamente), así como Cantinflas,
ya que consideraban que México tenía otros cómicos extraordinarios que no
eran tenidos en cuenta, además de decirle que sus moralejas están exentas de
la profundidad humana que dicho cómico pretende con ellas.

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La realidad sobre Cantinflas

Durante ese año Mario Moreno se preocupó poco de la prensa sensacionalista


de su país y se dedicó a viajar por Europa, buscando que sus películas
llegaran a todo el mundo, con un resultado apoteósico en cuanto a
recibimiento multitudinario se refiere. Visitó Bélgica, Francia, Alemania y
Francia con un recibimiento extraordinario, lo que originó una expectación
enorme cuando por fin regresó a su país, en donde le esperaban miles de
personas en el aeropuerto de la capital, además de familiares, amigos, el
cuerpo de bomberos, una representación de la policía, sin olvidar el sindicato
de voceadores de periódicos. Este acontecimiento sirvió para dejar bien clara
la gran distancia que existía entre los críticos y el pueblo, quienes en multitud
le siguieron a pie hasta su propia casa, no sin antes abrazarle, darle la mano y
tirarle cientos de flores.
Allí le esperaba su esposa Ivanova y su madre, los cuales se trasladaron
hasta la Residencia del Bosque, en donde otra multitud entusiasta aguardaba
su regreso. Hubo vivas, aplausos y fuegos artificiales, así como los oportunos
grupos de mariachis que corearon con canciones la bienvenida.
La fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada y en un acto bien
organizado se le hizo entrega de un Diploma de Honor, La Medalla al Mérito
y una placa en la cual se le nombraba Primer Comandante de la policía.
Allí concedió a la prensa la siguiente entrevista:
—¿Qué planes tiene ahora en su regreso a su país?
—Pretendo realizar tres películas norteamericanas, aunque se filmarán en
nuestros estudios de México, así como una versión cómica de la obra de
Cervantes «El Quijote», en la cual espero que haga el papel de Don Quijote el
popular Gary Grant, aunque las conversaciones sobre este asunto todavía no
han finalizado.
—¿Cómo fue el recibimiento en Francia?

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—Estuve recorriendo a pie todas las principales calles de París y allí me
reconocieron en seguida cientos de latinos, especialmente españoles, los
cuales me abordaron para darme la mano y pedirme autógrafos. Fue una
experiencia maravillosa.
—¿Cambiaría su residencia por irse a vivir a París?
—Yo siempre prefiero México, con sus taquitos, los frijolitos y sus
chicarrones. Ahora quisiera invitarles a mi terraza en donde podrán tomar
todo lo que deseen.
—¿Le ocurrió algún hecho significativo en Europa?
—Recuerdo especialmente una anécdota en Roma, cuando estaba en un
restaurante con unos amigos. Deseando demostrarles mi dominio del italiano,
pedí en su propio idioma al camarero los platos que deseaba comer. Creo que
no pasé del segundo plato y ante la cara de estupor del camarero (imagínense
lo que le estaría diciendo), uno de mis compañeros italianos se ofreció a pedir
la comida en mi nombre, a lo que yo me negué, ya que trataba de demostrar
mis habilidades con el idioma. Continué hablando en casi perfecto italiano y
lo único que conseguí fueron una gran cantidad de risas entre el camarero y
sus compañeros. Cuando ya tenía la cara roja de vergüenza el camarero me
preguntó en perfecto español si no prefería hablar en mi propio idioma, puesto
que al ser español me entendería mejor. Casi sufrí un colapso.

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La envidias

La otra película que se estrenó ese mismo año fue «El mago», rodada
igualmente en los estudios Churubusco y aunque tuvo una gran éxito por
parte del público los políticos le acusaron de incorporar en la producción a
numerosos extranjeros, además de no emplear el castellano adecuadamente y
de introducir numerosos extranjerismos. Aún así, la película recaudó en uno
de los cines 73.000 pesos, mientras que lo habitual en una película de éxito no
sobrepasaba los 30.000 pesos. Durante varias semanas ocupó el puesto de
honor en la recaudación de los cines, superando incluso a las películas
norteamericanas.
Pero a pesar de ello siempre había algún crítico que trataba de
desprestigiarle, incluso acusándole de poner demasiadas chicas guapas en las
películas, olvidándose de que el popular actor solía invertir parte de su dinero
en promocionar las películas y que gracias a él el cine mexicano era conocido
fuera de sus fronteras. Al mismo tiempo no descuidaba la promoción de
numerosos espectáculos de teatro y revista y en esos días estrenaba una
comedia titulada «Bonjour México», en la cual también incluía numerosas
hermosas mujeres entre las actrices y bailarinas.
Su conexión con Francia era evidente, dominaba ya en esa época
perfectamente el idioma francés, y solía invertir hasta un millón de pesos en
traer revistas musicales procedentes de Francia para estrenarlas en el
restaurado teatro Iris. La prensa le dedica el apodo de «Monsieur Cantinflas»
y unos días después trascienden los resultados económicos de tal aventura,
que no son otros que desastrosos ya que apenas si logra recuperar la mitad del
dinero invertido.
El espectáculo era perfecto, la coreografía extraordinaria y hasta se incluía
un número final de Can-Can para deleite del público, pero el precio de las
entradas era demasiado alto para esa época y no consiguió recuperar el dinero
invertido.

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Continúan los éxitos en el cine

En 1950 algunas películas de Cantinflas son dobladas al italiano, el francés y


el alemán, mientras que el director Luis Buñuel rueda en Méjico la película
«Los olvidados» y la película «El supersabio» alcanza un gran éxito en
Santiago de Chile. En México, los dos cines que exhiben las películas de
Cantinflas, el Continental y el Santa Lucía, alcanzan récord de recaudaciones
todos los días, mientras que los pases privados de su nueva película titulada
«Puerta joven» es recomendada como la mejor de todas las filmadas hasta
ahora, aunque ahora se intercalan las risas con las lágrimas, combinación que
siempre ha dado grandes éxitos en el cine. Ver a Cantinflas realizando un
drama constituye una novedad.
Entre película y película, homenajes y viajes, aún tiene tiempo para torear
y ese año en la ciudad de Torreón sale a los ruedos para lucir sus habilidades
cómicas con el toro. La plaza estaba llena desde unas horas antes y el cartel
de «no hay billetes» estaba colgado el día anterior. Mientras esperaba la hora
de la corrida en su hotel, la radio y la prensa acudieron a pedirle una
entrevista, lo que constituyó una novedad ya que en esa ciudad las entrevistas
se concedían siempre en la emisora de radio, nunca en los hoteles.
La película «Puerta joven» nos cuenta la historia de un presidente de una
comunidad de vecinos, el cual ayuda a escribir sus cartas a aquellas personas
que no pueden hacerlo por ser analfabetas.
El argumento no es nuevo y hay quien le acusa de plagiar de nuevo una
película de Charlot, especialmente en las escenas más dramáticas, justo en
aquellas en las cuales pretende provocar el llanto. Esta coincidencia, sacada a
relucir inmediatamente por los críticos, más el bajo presupuesto (apenas 450
mil pesos) con la que se realizó, motivaron que el éxito no estuviera
asegurado. No obstante, las recaudaciones proporcionaron una grata sorpresa
a los productores, ya que durante las tres primeras semanas de exhibición se
lograron casi los 100.000 pesos.

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De entre los diálogos de la película, hemos entresacado el siguiente:

—Niños, ora si se les va a caer, ahora verán. Aquí tenemos


primeramente al verbo del pluscuamperfecto del antebrazo
atraía, o sea: yo atraía, tú atraías, él atraía, ¿tú qué traes? No
este no. Vamos a ver niños, ¿ustedes saben lo que es
gramática? se me hace que no lo saben.
¿Cómo lo van a saber si andan de pinta no más ahí jugando
al timbiricha y las tripas de gato?
Pero no importa, pues para eso estoy yo aquí, para
decírselo. Gramática es el arte o la ciencia —pues en esto no
nos hemos puesto de acuerdo— que nos enseña a leer y a
escribir correctamente el «indioma» castellano.
—Maestro, no se dice «indioma», se dice idioma, de raíz
latina.
—Sí, pero yo no hablo de esa raíz, yo hablo de la raíz india,
por eso digo indioma.

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De nuevo las envidias

A pesar de que el cineasta Luis Buñuel realiza varias películas en México, en


esos años todavía el cine de ese país no consigue traspasar las fronteras,
excepto algunas incursiones a países afines de latinoamérica. Europa sigue
vetada para las películas procedentes de México, salvo aquellas en las cuales
interviene Cantinflas. Ello ocasiona que otros actores se pongan en su contra,
de manera especial Jorge Negrete, quien se dirige a los promotores
internacionales para culpar a Cantinflas de ejercer un monopolio sobre el cine
mexicano, impidiendo que otras películas se puedan exhibir en Europa.
Las presiones aumentaron y el gobierno de México se ve en la obligación
de subvencionar alguna de las películas ya rodadas y el Banco
Cinematográfico aporta también dinero extra para esta operación. Otros
personajes se suman a estas descalificaciones y acusaciones, llegando hasta el
punto en que se echa la culpa del fracaso cinematográfico a los sindicatos, a la
censura y hasta a los actores, todo menos reconocer que las películas que se
ruedan en México son de ínfima calidad, con dinero o sin dinero. El resultado
es que con el dinero público se filmaron en esa época una gran cantidad de
películas de cabareteras y mafiosos, libres hasta cierto punto de la censura
anterior, aunque Europa siguió vetada por falta de una mínima calidad en las
películas.
La llegada pujante de la televisión no contribuyó precisamente a mejorar
el panorama cinematográfico y mientras que el cine norteamericano
reaccionaba con firmeza y buen hacer con las superproducciones y el
Cinemascope, México prefirió seguir filmando películas que agradasen
especialmente al gobierno y a los críticos, pero nunca al público.
Y así, otro acontecimiento viene a perjudicar aún más a la industria
cinematográfica mexicana, cuando el 26 de Julio de 1950 se realiza la primera
retransmisión de televisión comercial en México y un año más tarde se abre
ya una segunda cadena.

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Cantinflas sigue adelante

Pero aunque la entrada de la televisión acobardaba a los cineastas, Mario


Moreno seguía delante con sus planes cinematográficos de rodar una película
al año y ese mismo año comienza el rodaje de «El siete machos» con su
productora Posa Films, película que constituye un razonable éxito del actor, el
cual retoma su personaje humilde y popular. Al mismo tiempo, funda una
productora particular, vinculada a Posa Films, denominada Internacional
Cinematográfica, con la cual pretende no estar supeditado a ningún grupo de
presión. Para asegurarse el éxito contratan a Emilio Fernández como director
y a la actriz Rosita Quintana para que dé la contrapartida sensual al cómico.
Como siempre, las películas sería distribuidas por Columbia Pictures.
La película «El siete machos» era una sátira de las tradicionales películas
sobre charros, vampiresas y mariachis que tanto se prodigaban en México. En
ella hace el papel de un humilde sirviente que testigo de un asesinato va en
busca del culpable, aunque para lograr su fin se disfraza (como si del Zorro se
tratase) y se pone el apodo de «El siete machos», en una clara alegoría a tanto
macho suelto; «si ellos son machos yo soy siete veces macho», afirmaba.
Estos son dos de los diálogos del filme:

Cantinflas: —¿Y esos animales de dónde los sacaron?


—Pos, de donde los sacamos siempre.
—Pos será del basurero, porque no me va a decir que son
guajolotes, más bien parecen zopilotes disecados. Mire no más
qué muslo; mire no más qué buche, mire que no tiene ni buche.
Mire usted no más, ¿dónde está el gordo?, ¿dónde está la
carne? pero ni por aproximación, no hay pescuezo, pura
rabadilla. Mire no más, mire no más que mirada tan triste
tiene.
—Pero si está muerto…

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—Muerto de hambre, porque nunca comía el pobrecito, y
no me le quiten todas las plumas porque le va a dar pulmonía.
—¿Quí’uvo jefe?
—Dígame un animal de cuatro letras que empieza con ele.
—Elefante.
—No cabe.
—Pos le doblamos la trompa. ¿Qué dice la chamba?
—Regular hombre, regular. Ese siete machos no me deja un
minuto de respiro, pero le capturaré y me ganaré la prima de
cinco mil pesos.
—¿Cinco mil pesos por una prima? Oiga, cómo ha subido
todo. Antes por esa cantidad hasta dos hermanas le daban a
uno.
—Pues esta prima me la ganaré yo.
—Usted qué va a ganar. ¿Usted cuándo agarra algo? El
borracho ese que agarró la otra vez, resulta que el lugar de que
usted le encerrara se quedó encerrado usted y luego se llevaron
las llaves.
—Al tiempo, al tiempo.
—Ahora que dice al tiempo, ¿por qué no nos vamos a echar
una cervecita?
—¡Hombre! se lo iba a proponer yo mismo.
—Pues propóngaselo, pero pague usted.

Un problema en la vesícula biliar le obliga a ingresar en el quirófano,


aunque su naturaleza era todavía lo suficientemente fuerte como para que a
los dos días estuviera ya comiendo su plato preferido, los tacos, preparados
cómo no por su esposa Valentina, aunque los médicos le habían aconsejado
que debía dejar de comerlos, ya que era posible que se le formasen nuevos
cálculos si no llevaban un régimen más natural. Cuando le preguntaban por la
operación decía que «el caso es que los médicos me han encontrado unas
preciosas piedras en la vesícula y han querido operarme para quedarse con
ellas».

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Salvado de la quema

En esa época, la producción mexicana logra las peores críticas de toda su


historia y el cine del país está en un estado deplorable, con los productores
filmando los mismos argumentos, ya que no quieren correr ningún riesgo con
ideas nuevas. Nuevos personajes llegan al mundo del cine y lo primero que
hacen es atacar a quienes detectan el monopolio de la distribución,
acusándoles de no dejar que exhiban películas la gente que en verdad tiene
cualidades.
Una de estos personajes denunciados, muy amigo del presidente de la
República, tenía el monopolio de la distribución en nada menos que 17
estados de México, lo que le convertía en la cabeza decisoria ante cualquier
controversia.
El Sindicato de la Producción Cinematográfica se unió en la lucha contra
esta oligarquía, acusándoles de estrangular la producción nacional y de
enriquecerse creando impuestos adicionales que se llevaban ellos, además de
no arriesgar dinero ni talento. Un norteamericano de enorme fortuna llamado
Jenkins quiso oponerse a tal monopolio cinematográfico y puso su dinero a
disposición de unos buenos profesionales del cine, pero fue expulsado
inmediatamente por el propio presidente de la República, aunque regresó al
poco tiempo y se dedicó al negocio del azúcar, ejerciendo de esta manera un
lento pero eficaz negocio en el mundo del cine, convirtiéndose después en el
opresor más fuerte de la industria.
Afortunadamente Mario Moreno era el único artista mexicano que tenía
compañía propia y había logrado que la distribuidora norteamericana
Columbia Pictures se encargase de distribuir siempre sus películas, escapando
así de las garras de los monopolistas.
En 1951 dedica parte de su tiempo a torear, una afición a la que no quería
renunciar, y utilizando su avión particular realiza una gira por toda América

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latina, aprovechando los pocos días libres para actuar también en obras
teatrales y preparar su próxima película «El bombero atómico».
Cuando llegó a Panamá fue recibido con todos los honores por la prensa y
el público, eludiendo cualquier contestación a temas políticos de su país o
referentes a la guerra en Corea, pasando posteriormente a viajar a Ecuador,
Uruguay, Argentina y Chile, en donde sería recibido igualmente en loor de
multitudes. De allí llegó al Brasil, a Sao Paulo, en donde se tuvo que formar
un cordón policial en las calles para evitar que la muchedumbre le aplastara
con su entusiasmo. En esa ciudad ningún artista había conseguido nunca tal
muestra de entusiasmo y hubo un momento en que la protección se rompió y
varias personas le cogieron en hombros y le llevaron así hasta el hotel donde
estaba hospedado. Al llegar, su ropa estaba rota y ligeramente magullado,
especialmente en el cuello, ya que un forofo por quitarle la corbata que
llevaba casi le estrangula. Después de aquél día, y según dicen las malas
lenguas, ya nunca volvió a llevar corbata.
En Montevideo el entusiasmo no fue menor, aunque la presencia
simultánea de Miguel de Molina, con quien había tenido serios encontronazos
en el pasado a causa de sus diferencias sindicales, motivó el que la prensa
sensacionalista dijera que estaban retados ambos a un duelo a muerte. Durante
unos días los periodistas recorrieron cuantos lugares creían se iba a celebrar el
mortal encontronazo, sin éxito, ya que ambos personajes parecía que tenían
interés en no encontrarse en ningún lugar. Pero un día, en una fiesta celebrada
en Cantegril, se encontraron los dos frente a frente, se acercaron, y sonriendo
se dieron la mano. Después brindaron y se contaron sus problemas mientras
paseaban y bailaban con sus admiradoras.

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Siguen los éxitos

La película «El siete machos» estaba batiendo nuevos récords de recaudación


y aunque no aporta novedades en cuanto a realización y dirección nos da la
imagen de un Cantinflas nuevo, con sus continuas burlas y bromas a los
machos y charros.
En esa época Cantinflas tiene otros competidores en el mundo del cine
cómico, como son Catita y Manolín, pero los espectadores lo tienen
suficientemente claro a los pocos días del estreno de las películas, ya que en
seguida solamente permanece en cartel la de Cantinflas.
Según los críticos, la película «El siete machos» había roto todos los
récords antiguos en México y con solo 14 días de exhibición ya había
recaudado nada menos que 718 mil pesos, cifra que superaba incluso a
cualquiera de sus anteriores películas.
La Operadora de Teatros le ofrece por ese motivo un homenaje en el
Variety Club, (en donde aprovecha para pedir dos pulmones artificiales que le
faltan en su Hospital Infantil), mientras que unos días después otra fiesta en
su honor tiene lugar en un popular restaurante, donde le entregan una placa
conmemorativa por el éxito de su última película.
Las adulaciones se siguen sucediendo sin interrupción y dado que la
película sigue cosechando enormes éxitos en taquilla, muy superiores a
cualquier otro filme desde que se fundó la industria cinematográfica en
México (nada menos que un millón doscientos mil pesos), se inicia
inmediatamente el rodaje de otro nuevo filme que llevaría por título «Si yo
fuera diputado», el cual partía de un guión del propio actor.
Lo curioso del caso en que esta última película se estrenaría antes que «El
bombero atómico», ya finalizada, ya que se pensó que el momento político
era muy adecuado para una crítica a tanto desvergonzado. También se aportó
algo inédito hasta entonces en el cine mexicano, como fue la participación de

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numerosos extras, lo que obligó a un despliegue de medios técnicos y
humanos desconocido hasta entonces.
Los homenajes de ese año se cerraron con una fiesta organizada por todo
el mundo cinematográfico, de nuevo reunidos en el Variety Club de México.
En ella se mostró un retrato a tamaño natural de Cantinflas, lógicamente con
su gabardina puesta, el cual se subastó entre los asistentes con fines benéficos,
siendo otorgado a un diputado que aportó nada menos que 14 mil pesos,
aunque casi se la quita el propio gobernador que también pujó hasta el último
momento.
Una vez finalizada la fiesta y para seguir recaudando fondos para los
necesitados, se organizó una corrida de toros que constituyó otro nuevo éxito.

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Nuevos aires de cambio

En ese año de 1952 la situación política de México seguía sin conseguir la


estabilidad necesaria y hubo muchas voces que afirmaban que en su país ya
mandaban los norteamericanos, con sus dólares e industrias. Por eso la
industria cinematográfica fue blanco de todas las miradas y todos opinaban
que lo mejor era que se cerrara la llegada de películas yankees, con lo cual
muerto el perro se acabó la rabia. Afortunadamente tal desatino no se llegó a
realizar y lo único que se trató de corregir eran los monopolios en la
exhibición de películas, las cuales debían llegar al público en su totalidad, sin
favoritismos.
La presencia de los independientes, encabezada por la productora Posa
Films perteneciente a Cantinflas, se hizo cada vez más fuerte y poco a poco el
imperio del monopolio cinematográfico se vino abajo y su presidente se vio
en la necesidad de vender sus salas cinematográficas y todas sus acciones, so
pena de acabar arruinado. Hasta entonces, quien no pertenecía a ese imperio
se tenían que conformar con exhibir sus películas en las peores salas
cinematográficas y por supuesto en las peores fechas, lo que les ponía en una
situación económica imposible de soportar. Los otros, aquellos que aún
siendo independientes apoyaban y favorecían el monopolio, contaban hasta
con grandes campañas publicitarias e incluso con la asistencia personal de los
artistas que intervenían en las películas.
En 1952 se terminó de rodar «Si yo fuera diputado», con un presupuesto
de 500 mil pesos, pero en su estreno nuevamente los críticos se cebaron en
Cantinflas acusándole, una vez más, de adulterar su personaje. Ya no ven en
él al humilde «peladito» de las primeras películas, olvidándose de que
Cantinflas tampoco era ya ese jovencito vivaracho de antes y que por fuerza
no era procedente que siguiera haciendo papeles de ese tipo. El personaje, por
tanto, tenía que evolucionar con el actor y para eso tanto sus muecas, como
sus movimientos, debían corresponder a la edad que ahora tenía. Sus

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detractores nunca entendieron que el personaje tenía que evolucionar, tanto
por edad como por la propia evolución del país y los espectadores. Un crítico
llegó a afirmar que ciertamente la crítica, o los críticos, no le respetan ya e
incluso eluden hablar ya de él, quizás porque son muchos años triunfando y
debe dejar paso a otros cómicos más jóvenes.
Otros detractores dicen que ya apenas se habla en los periódicos de
Cantinflas y mucho menos de Mario Moreno, aunque le reconocen que su
simpatía provoca todavía algunas pasiones y reconocimientos públicos.
Afortunadamente otro crítico, mejor intencionado, replicó que bastaba
conocer las cifras de las taquillas, ver las largas colas que se forman en los
cines y sufrir los empujones de los admiradores en donde se exhiben películas
de Cantinflas, para darse cuenta que nada ha cambiado, que el ídolo sigue más
vigente que nunca. Los fallos que puedan tener sus películas hay que
considerarlos como cualquier otra cosa realizada por el hombre, puede ser
buena, humana, tener valores o ser todo lo contrario.
Lo cierto es que era casi imposible criticar abiertamente sin sentir
remordimientos una película que ha permanecido tantas semanas en cartel,
algo que no consiguen el resto de supuestos buenos actores y realizadores. Es
como llamar imbéciles a los espectadores por acudir en masa a ver sus
películas.
Un periodista tuvo el valor de enfrentarse a sus compañeros de profesión
y le felicitó en un aplaudido artículo por su última película, agradeciéndole la
deferencia que había tenido siempre con la prensa. Afirmó que era muy difícil
para una persona tan famosa y con tantas películas a sus espaldas, superarse
en cada filme, pero que a su juicio eso ya lo había logrado con «Si yo fuera
diputado». Esta película —continuó— marca la iniciación de una nueva etapa
en su carrera artística, una diferencia vital. En las anteriores y aunque
estuvieran dirigidas al pueblo sencillo, no había mensaje, pero en este caso las
alegorías son obvias e importantes. Le aconseja que despierte, que ejerza sus
derechos como actor y que gracias a sus películas puede acabar con muchas
de las lacras de la sociedad. Acaba su artículo pidiéndole que retorne de vez
en cuando al «peladito», que no le abandone para siempre, consejo que para
bien o para mal no siguió Mario Moreno en sus siguientes películas.
La taquilla en el cine de estreno demostró, una vez más, que público y
críticos no estaban de acuerdo, ya que recaudó nada menos que 94 mil pesos.
Estas son dos secuencias de la película:

—Como licenciado me hago cargo de la defensa de la dama


que es mi cliente y exijo que se me enseñe la veracidad

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autentoria del acta, antes de ese atentado. Inmediatamente
después de eso procederemos a, al, y procedemos a dejar esas
chivas de donde las sacaron, sino quieren ir al bote. ¡A ver el
alta!
—Sabe usted que…
—¿Me hace el favor de enseñarme el alta?
—Tome.
—¿Usted es abogado en derecho?
—Si, señor.
—Pues me extraña compañero, porque cualquiera que sepa
algo de derecho es de cuenta de que esto está chusco.
—¿En qué se funda?
—En que esta ejecutoria no tiene ningún valor, porque aquí
se reclaman rentas devengadas según contrato, y el contrato no
es por 80 pesos, sino que pesa solamente 40; artículo, ley de
los casos previstos en el Comité Ejecutivo de Aguas, de
inundaciones contra terremotos, como quien dice, artículo
infinito de la ley de impuestos de saldos disolutos. ¿Cómo lo
vio, colega?
—Es que la renta la subió hace cinco meses.
—¿Y cuánto le dieron a usted por armar este trinquete?
—Oiga usted, no le permito…
—Condenado chaparro, está usted fuera de la ley y les voy
a consignar a ustedes, sino se me van, por usurpación de
poder, aunque no han podido, por allanamiento de morada con
premeditación, alevosía y ventosía e insultos a una indefensa
dama.
—¡Pueblo que me escucha! Aquí me tienen ante ustedes y
ustedes delante de mí, y esta es una verdad que nadie podrá
discutir. Y ahora me pregunto: ¿y por qué estoy aquí si podría
estar en otra parte? Y enseguida encuentro contestación,
porque soy muy rápido en todo. Estoy aquí porque no estoy en
otra parte y porque ustedes me llamaron, y si el pueblo me
llama, el pueblo sabrá porque lo hizo. Yo, contrariamente a lo
que dijo cierto sujeto que le gustaba sujetar de todo y que no
quiero pronunciar su nombre pero que le estoy viendo, no
represento a ningún partido porque me represento yo solito,
porque, como dice el refrán, más vale solo que mal

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acompañado. Agradezco estos aplausos tan desnutridos a la
par que merecidos, que me incitan a seguir discursiando. Y
ustedes se preguntarán: este joven de tan tierna edad, tan
guapo, de aspecto tan distinguido, de cara tan agradable, ¿será
capaz de conducir una nave a buen puerto? ¿Será capaz de
sortear todos los peligros hasta encontrar el faro de la
felicidad que nos deje positivamente seguros? Y este joven, yo
mismo, pues de mí estoy hablando por si no lo sabían, que
habla entre paréntesis, les contestará: a pesar de ser tan pollo
tengo más plumas que un gallo y, sobre todo, tengo ganas de
hacer justicia y darle al pueblo lo que es del pueblo.
Yo, al revés que otros, les voy a dar pan, pero buen pan con
leche, no bollito como siempre les han dado.

Y mientras la película «El bombero atómico» seguía esperando una mejor


oportunidad para ser estrenada, la productora Posa Films ya estaba buscando
actrices para el próximo rodaje, ajena a los muchos conflictos que seguían
presentes en las demás productoras y distribuidoras de cine. Y es que salvo
las películas de Cantinflas el resto no conseguía traspasar las fronteras e
incluso eran grandes fracasos comerciales a pesar de contar con subvenciones
estatales. Mientras que los realizadores ignoraban la senda marcada por Luis
Buñuel y se decantaban por El Indio Fernández, las películas norteamericanas
copaban las salas cinematográficas con gran éxito. Una vez más, la solución
para los productores mediocres iba por limitar la exhibición de esas películas,
en un intento de obligar al público a que acudiera a ver películas que lo le
interesaban.
El secreto para ellos, el cual sigue presente hoy día en España, no iba por
realizar películas que interesasen realmente al público, sino en conseguir
dinero del Estado para tanta mediocridad.
Afortunadamente para los mexicanos el gobierno nunca cayó en ese truco
y no aportó dinero para ningún monopolio, ni financió películas
insoportables.
Corría ya el año 1952 cuando algunos periodistas se atrevieron a sacar la
realidad a la prensa y hubo quienes acusaron a los monopolios de querer
colocar películas invendibles en los cines y de encima solicitar favores del
gobierno. Les acusaron de no preocuparse de buscar estrellas que impactaran
en el público, mencionando que solamente Cantinflas, Arturo de Córdova,
Pedro Infante y Jorge Mistral, conseguían atraer a las gentes con su solo

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nombre. Al margen de ellos, ningún otro actor o actriz conseguía levantar
pasiones, ni mucho menos asegurar unos ingresos mínimos en las taquillas.
El problema es que todas las compañías son conscientes de ello y tratan de
realizar sus películas utilizándoles siempre como cabecera de cartel, lo que es
imposible, tanto por tiempo, como por disponibilidad de los propios actores.
Cualquiera de los otros actores constituye un riesgo económico enorme,
aunque el origen del problema está no tanto en el actor como en la falta de
buenos guiones y directores. Las cuatro superestrellas, además, se pueden
quemar si filman más de una película por año y eso supondría el fin de su
carrera y por ello de la industria cinematográfica que las apoya. Solamente
Cantinflas, año tras año, consigue que el público no se canse de su ídolo, pero
este es un caso excepcional que no se volverá a repetir. Un ejemplo de ello es
Tin Tan, el cual, consciente de que su vida artística es muy corta, trata de
atesorar riquezas rápidamente rodando una película al mes, lo que
indudablemente acabará con su imagen en pocos años.
Con el fin de sacar de apuros al mediocre cine nacional se logran
intercambios con otros países latinos y así todo queda en casa, aunque con
escaso éxito, ya que las películas que llegan de los otros países no aportan
ningún interés al público.
Cantinflas, por su parte, comienza a rodar en 1952 «El señor fotógrafo»,
mientras que por fin se exhibe la película «El bombero atómico», película
número 27 de su filmografía, la cual es dirigida por Miguel M. Delgado. Le
acompañan en el reparto la niña Elisa Quintanilla, la cual hace el papel de una
rica heredera que es secuestrada por la mafia para pedir rescate por ella,
aunque como es lógico Cantinflas logra rescatarla. Su papel consiste en
interpretar inicialmente a un vendedor de periódicos, aunque posteriormente
se convertirá en el bombero más célebre de la ciudad.
El siguiente diálogo pertenece al filme:

—Aquí está su periódico, jefe. Por cierto que venía yo


leyendo que, fíjese usted, dice que nació un chamaco con dos
cabezas y «orita» hay una junta de médicos.
—¿Y para qué es la junta de médicos?
—Pues yo creo que ha de ser… porque resulta que un
médico dice que es un chamaco de dos cabezas y el otro dice
que no, que lo que pasa es que es un yucateco y una
complicación.
—Bueno, dígame que le debo por el periódico.

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—Como dos cincuenta, pero por ser para usted se lo doy en
dos ochenta.
—Bueno, pues recuérdemelo luego porque tengo mala
memoria y no traigo ahora nada de cambio.
—Pero yo la tengo muy buena y además usted es de
confianza. Eso si, no más tiene crédito hasta tres pesos.
—¿Tan limitado es mi crédito?
—No, no es que sea limitado, lo que pasa es que mire usted:
honradamente su empleo de bombero no ofrece garantías. Un
día de estos se me da usted un chamuscón —que Dios no lo
quiera— y ¿a quién reclamo?
—Hombre, no diré que no es verdad, pero no hay que ser
tan pesimista.
—No, si pesimista no soy, lo que pasa es que ya ve usted el
incendio de ayer; se derrumbó el edificio y si no se echa usted
para un lado, ahorita estaría convertido en un sandwich.
—Bueno, siempre se exagera. ¿Por qué no ingresas en el
cuerpo?
—Porque para cuerpo el mío, el suyo no tiene porvenir.
—¡Véame a mí!
—Por eso lo digo. Hace diez años que le conozco y sigue
igual, puro calor y ni un peso.
—Pero por lo menos la institución le asegura el pan.
—Será tostado.
—Y en caso de muerte le da un seguro de vida.
—Seguro que mi viuda vivirá muy bien con él. Yo eso no lo
entiendo: si me muero me dan un seguro de vida, y si estoy con
vida en este empleo me aseguran la muerte bien calentita.
Siempre tengo las de perder.

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Su vida privada

Aunque Mario Moreno era un hombre que acudía con prontitud a cualquier
requerimiento benéfico o en ayuda de algún amigo, procuraba que la prensa
no importunase a su familia, ni mucho menos que se inmiscuyeran en su vida
amorosa. En contra de la costumbre de los periodistas de considerar la vida
privada de las personas célebres al mismo nivel que la pública, Mario Moreno
nunca toleró indiscreciones de nadie y solamente dejó traslucir aquello que le
beneficiaba a él y su familia. Era consciente de que muchos artistas en declive
o que nunca contaron con el entusiasmo del público, dejaban al descubierto
sus problemas amorosos y sus miserias personales, para que así la prensa se
ocupara de ellos, aunque fuera hablando mal. Esta postura tan férrea le llevó
al lugar elegido y cuando la prensa o el público hablaba de la vida privada de
Cantinflas solamente lo hacían con halagos.
En el lado contrario, la actriz María Félix, famosa por sus romances, no
ocultó al público sus relaciones con el productor Cesáreo González, quien
como sabemos lanzó al estrellato a Marisol.
Juntos filmaron en Italia una nueva versión del personaje bíblico
Mesalina, aunque su instinto de mujer experimentada hizo que se marchase
rápidamente de un país en el cual había ya actrices tan internacionales como
Gina Lollobrigida y Sofía Loren, sin olvidar a la sex symbol Silvana
Pampanini. Allí abandonó a su amor y se entregó en los brazos del actor
Carlos Thomson, el cual prometía ser una gran estrella del cine pero que no
consiguió su propósito, lo que motivó el que se anulara la boda entre ambos,
unos días antes de celebrarse. A su regreso a Méjico un nuevo idilio inunda la
prensa del corazón, esta vez con Jorge Negrete, justo la pareja que necesitaba
para afianzarse como estrella del cine. La boda se celebró en 1952.
Mario Moreno sigue centrado en su productora cinematográfica y a pesar
de los intentos de los poderosos, no vende nunca sus derechos y sigue siendo
el actor más taquillero del cine. Para contrarrestarle se inicia la reposición de

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películas míticas del cine mexicano, en un intento de atraer a las nuevas
generaciones y se exhibe de nuevo «Allá en el rancho grande», a lo que Posa
Pilms contesta reponiendo «Ahí está el detalle», nuevamente con un éxito
apoteósico.
Pero como todos los esfuerzos por anularle no dieron resultado, se
inventan un doble en Colombia, el cual se presenta en todos los teatros
llevando la clásica indumentaria de Cantinflas e imitándole en gestos y
diálogos. El público que nunca tuvo la oportunidad de ver al popular actor
podía ahora hacerse la ilusión de tenerle delante e incluso de pedirle un
autógrafo.
Anunciándose sin pudor como «El Cantinflas colombiano», sirvió de
trampolín para una legión de imitadores de habla hispana que se diseminaron
por el mundo entero. Desde ese momento, no había fiesta, circo o teatro de
variedades, que no tuviera un «Cantinflas» entre sus comediantes, algo que
también le ocurrió Charlot incluso mientras vivía.
Cantinflas no tenía nada que objetar a que los imitadores se sirvieran de su
éxito para llenar los teatros, pero le molestaba sobremanera que empleasen la
palabra «Cantinflas» para confundir al público. No obstante, esos imitadores
contribuyeron no poco a difundir la fama de Cantinflas en el mundo entero, y
era una prueba más de la popularidad que había alcanzado, del mismo modo
que otros lo hicieron con los Hermanos Marx y Charlot.

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Cantinflas versus Negrete

El viejo pleito entre Cantinflas y Jorge Negrete no tenía trazas de acabarse


nunca y las malas lenguas dijeron que era a causa de la creciente popularidad
de Mario Moreno, el cual conseguía año tras año mayores éxitos en taquilla
que el popular cantante charro. Además, Negrete tenía que luchar contra la
competencia de otros cantantes que igualmente le estaban quitando público,
como Pedro Infante, Miguel Aceves Mejías o Chavela Vargas.
El hecho de que ambos militasen con cargos importantes en el sindicato
ANDA no era la mejor manera de un entendimiento entre ambos, sino más
bien una excusa continuada para seguir peleando. Los abogados tuvieron que
intervenir y ello provocó el efecto añadido de que había que preparar los
juicios y acudir a ellos, algo que no entraba dentro de los planes artísticos de
Mario Moreno, al cual le faltaba siempre tiempo para poder hacer su trabajo.
Por eso, y con ocasión de una asamblea general del sindicato, en el cual las
palabras se hicieron cada vez más fuertes entre ambos, Mario Moreno decide
abandonar, junto a su amigo Arturo de Córdoba. De esta manera ambos ganan
tranquilidad, aunque ello suponga la primera división entre la gente ligada al
cine. Ambos opinaron en aquel momento que este hecho puede ser muy
positivo para el cine, al contrario de lo que en realidad parece, ya que desde
fuera pueden hacer una labor mucho más constructiva que peleando entre
todos.

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La muerte de Jorge Negrete

Negrete, cuando se vio líder del sindicato, acudió al presidente de la


República para que apoyara más a los productores independientes, los cuales
estaban prácticamente ahogados por la oligarquía la cual había tenido la
buena idea de comprar incluso acciones de las sociedades independientes.
Pero en esta entrevista la salud de Jorge Negrete ya era crítica, estaba
adelgazando por días, y en un chequeo improvisado le detectan una
enfermedad sumamente grave, lo que obliga a hospitalizarle.
Afortunadamente su fuerte naturaleza le permite recuperarse con rapidez e
iniciar el rodaje de una nueva película con su esposa María Félix.

Pero esa recuperación fue ficticia, él último aliento de energía que la


naturaleza le concedía, ya que a los pocos días de finalizada la película y

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cuando se encontraba actuando en la ciudad de Los Angeles, la cirrosis
hepática que le perseguía desde hacía años le produjo una hemorragia masiva
que le llevó a la tumba, muriendo el 5 de Diciembre de 1956 en la habitación
506 del Cedars of Lebannon Hospital. Aunque estuvo acompañado de sus
familiares más directos, su esposa María Félix solamente llegó a tiempo de su
entierro, ya que en esos días estaba de gira por Europa.
La desgracia de la familia Negrete no acabó con su muerte, ya que la
prensa nacionalista sacó a relucir a los pocos días toda clase de mentiras sobre
su vida, especialmente sobre la afición al alcohol que le había llevado a morir,
cuando la realidad es que Negrete no era bebedor y la cirrosis que le mató era
infecciosa, no tóxica. También dijeron que murió del susto al saber que el
Banco Internacional le iba a embargar todos sus bienes por una deuda de 100
mil pesos, con cuyo dinero había comprado un collar de esmeraldas para su
esposa y que nunca pagó.

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La vida sigue para Cantinflas

Gracias a su cese en la ANDA Cantinflas recupera tiempo para reaparecer en


los escenarios teatrales con la obra «Yo Colón», la cual fue un éxito total de
público en su exhibición en el Teatro Insurgentes. Desde el mismo momento
en que Cantinflas aparecía en escena, incluso sin que articulase palabra, la
sonrisa acudía ya a la cara de los espectadores, ansiosos por ver en persona a
su ídolo.
El tema era una comedia musical en dos actos, en el cual se habla de un
Colón modernizado que canta y habla de fútbol americano, aunque no faltan
las escenas representando su viaje por el mar, su encuentro con los Reyes
católicos, un motín a bordo de su barco, la llegada a las Américas, su
apresamiento por los salvajes indígenas y hasta una corrida de toros.
Posteriormente le vemos en nuestro siglo acompañado por un gendarme y
mientras recorren la ciudad hablan de política mundial.
Al cabo de una semana de exhibición la obra había recaudado ya 60 mil
pesos, al mismo tiempo que provocaba la ruina de las otras obras teatrales que
coincidieron con la suya. Al terminar la temporada el público se agolpó a la
salida del teatro y rompió las puertas para poder ver de cerca a su ídolo.
Posteriormente, Cantinflas nunca más volvería a actuar en directo para el
público en una obra teatral. Puesto que, según sus palabras, ya había cumplido
con creces sus deseos y sueños teatrales.
Inmediatamente después se prepara el estreno de «El señor fotógrafo», la
cual compite en taquilla con «Pepe, el toro» protagonizada por Pedro Infante.
Coprotagonizada por Rosita Arenas y Angel Garasa, Cantinflas hace el papel
de fotógrafo de un estudio y detective privado para averiguar la suerte que ha
corrido un científico amigo suyo.
He aquí dos diálogos de los más significativos:

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Cantinflas: —Aquí estoy Don Ole, bueno, aquí al lado,
porque fui a enseñarle las pruebas a la señorita Consuelo.
—Y qué, ¿le gustaron?
—Pues no mucho que digamos, porque sabe usted de que
salieron un poco así, medio oscuras, ¿verdad? Se alcanza a
distinguir un bulto, pero hay distorsión; hay, como quien dice,
una especie de, que se puede decir, se está viendo, pero no. Ni
es un bulto, ni es ella, es como una mancha. Yo creo que se
pasaron de tueste.
—Pero hombre, cada día está usted peor.
—¿Peor de qué?
—Es que no aprende. Echa a perder siempre el material y
siempre llega tarde.
—Pero llego, ¿no?
—A su hora no.
—A la suya es posible, pero a la mía sí.
—¿Pero por qué no madruga más? Es muy sano y además
no hay nada tan hermoso como ver la salida del sol.
—Eso es verdad jefe. Pero el solecito agarró un… una para
salir que de plano a mí me agarra muy forzado. Debía
esperarme un poco más.
—Bueno, si cae algún trabajo fácil, hágalo, pero sobre todo
no me deje solo el estudio.
—Pero Don Ole, ¿cuándo le he dejado a usted el estudio
solo? De plano usted me trae como de encargo, me abronca
por faltar dos días, pero es que fui a empadronarme, pues uno
tiene derecho y obligación. Hay que cumplir con la cosa cívica
y con sufragio en reelección. Los ciudadanos tienen derecho.
Ora falté dos días, muy bien, y tres días, ¿por qué?, por lo
cansado de la cola que estaba yo. Luego fueron cuatro días:
¿de qué fue? Para estudiar el programa político del candidato,
porque hay que estudiarlo aunque después no se lleve a cabo,
como quien dice, que lo dicen para engancharnos. Pero de
todas maneras, uno, exteriorizarse, pero ¿pues, en qué país
cree usted que estamos? Ahora bien, si usted me bota porque
voy como quien dice a cumplir una obligación a votar, pues
muy bien botado, pero a usted en la conciencia no le va a

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quedar que ha quedado como un ciudadano. No, Don Ole, no.
de plano hay que decir las cosas.
Cantinflas: —¡Qué bonita casa tiene usted, Consuelo!
—¿Lo dice de veras?
—¡Pero cómo no!, aunque le diré a usted que mi casa, pues
en realidad el único defecto que tiene es que está retirada del
centro, del movimiento, de las finanzas, de la industria, de la
bolsa como quien dice, que es donde están las movidas, así de
amplificaciones y toda esa cuestión. Y también la portera, oiga
usted, es una lata. Eso de que no más los recibos del mes y si
uno se atrasa un poquito, digamos un año, luego vienen las
indirectas y las exigencias, hombre, no hay derecho. Ni modo
que se fuera uno a quedar sin pagar.
—Pero las porteras no tienen la culpa, es que los dueños de
las casas son unos abusadores y unos sinvergüenzas.
—Exactamente, usted lo ha dicho, unos sinvergüenzas.
Como yo le dije a mi casero, si yo fuera un vago, que a lo mejor
lo soy, pero eso a él no le importa. Pero un joven como yo, de
una presencia inestable, con un futuro ignorado, pos hay que
tenerle confianza.
—¿Y qué pasó con los recibos?
—Pues que llegó con unos cargadores a mi casa y me sacó
todos los muebles al patio y lo que más me enchiló fue que no
tuvo el valor, como quien dice las cosas de familia, las cosas de
abolengo.
—¿Tiene usted muchas?
—Para qué le cuento, con decirle que tengo una cómoda
que perteneció a un tal Luis XV, que es una joya
arquitectónica.
—¡Qué interesante!
—Y también tengo un ropero.
—¿También de Luis XV?
—No, este es un poquito más grande, como del quince y
medio.

Una vez finalizado el rodaje del filme, se estrena simultáneamente en dos


salas, compitiendo con la popular «Peter Pan» de Walt Disney, recaudando
tantos pesos como la película americana.

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Y en esos días, sin parar apenas para descansar, comienza el rodaje de
«Caballero a la medida», en donde abandona temporalmente su popular
indumentaria para ponerse unos trajes de chaqueta perfectamente cortados.
Tan perfectamente le sientan que durante el rodaje en plena calle pasó
desapercibido para los muchos espectadores que asistían a la filmación.

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Dificultades

Pero la lucha contra la oligarquía de los distribuidores no acababa y Mario


Moreno empezaba a tener serias dificultades para seguir siendo independiente
y encontrar con facilidad salas cinematográficas donde exhibir sus películas.
La cinta «El señor doctor» se vio involucrada en este problema y a punto
estuvo de ser retirada de los cines en pleno éxito, circunstancia que fue
salvada gracias a la intervención de la Columbia Pictures.
El cine nacional no se recupera y los nuevos gobiernos solamente se
quedan en muchas buenas palabras e intenciones, pero sin ninguna solución
válida. Del total de las 118 películas que se filmaron ese año de 1954,
solamente se exhibieron 22, en parte por los problemas de los distribuidores y
en parte porque las pocas salas disponibles estaban copadas por películas
norteamericanas. La descapitalización del sector independiente cada vez era
mayor, lo mismo que sus deudas con el Banco Cinematográfico.
Al mismo tiempo, la vida nocturna del país se resiente, se expulsa de las
calles céntricas a los sudamericanos sin documentación y la mayoría de los
cabarets para la clase media son cerrados aduciendo numerosos motivos
legales.
El capital del país también se resintió de esta movida legal y los
banqueros amenazaron con un boicot y una posterior fuga de capitales al
extranjero. La inflación esos años fue tremenda, los costes para la industria
cinematográfica se duplicaron y una línea moralizadora, con abundancia de
melodramas, llegó a los espectadores, salvándose de la quema solamente el
Indio Fernández y Cantinflas.
Para solucionar el problema de la industria del cine se crea la empresa
Cinemex, con el fin de distribuir en todo el mundo las películas mexicanas,
con lo cual las salvaría de la bancarrota. La idea no era mala y por ello todos
los productores, así como los técnicos y los actores se ofrecieron
desinteresadamente para apoyar tal solución. Desde ese momento todos

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trataron de mejorar la calidad técnica y artística de sus películas y adecuarlas
al nuevo público al cual iban dirigidas. El gobierno, por su parte, les promete
reducirles hasta un 25% de sus impuestos, si con ello ayudan a la economía
nacional.
El tiempo demostró que ni siquiera esa buena idea pudo llevarse a buen
fin.
Mario Moreno sigue fiel a su camino trazado y por ello la Asociación de
Periodistas agradece su ayuda a los voceadores callejeros en un festival para
recaudar fondos para tan humildes trabajadores. En este acto tuvo una
pequeña intervención en la cual dijo: «Francamente yo, bueno, mejor dicho,
no yo, sino el que resulte responsable, es el que merece esta medalla que
ahora, con esto de la depreciación de la moneda adquiere un valor
incalculable, aunque… viéndolo bien, y después de todo, ese valor de esta
medalla es el habérmela dado ustedes. No sé ni por qué lo han hecho, pero de
todos modos ya me la dieron y ahí ya se va».
La recién formada Cinemex, que pretendía resolver todos los problemas
del cine nacional, fracasó en la distribución de «El señor fotógrafo», no
solamente en México si no en el resto del mundo, llegando a sacarla del país
sin el permiso de Posa Films, lo que motivó que la siguiente película, la
número 29, no fuera distribuida por ellos.
«Caballero a la medida» contaba con un argumento base de Mario
Moreno y la actuación de Angel Garasa, portando un letrero que se haría
famoso durante muchos años y que decía: Soy feliz porque me visto en Ortiz.
En esta película hace el papel de un humilde sastre que tiene que trabajar duro
para que no le echen de su casa al no poder pagar la renta, mientras su novia
ayuda a un sacerdote en el mantenimiento de un comedor para niños pobres.
También le vemos metido a boxeador.

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Éxitos en el extrajero

En estas mismas fechas es nombrado Actor del año por el público de


Colombia y con ello sus películas se estrenan a partir de entonces en varias
salas simultáneamente, alcanzando mayor recaudación en menos tiempo de
exhibición. Por contra, el resto del cine mexicano no tiene la misma suerte en
Europa y los productores se quejan de que en España, concretamente,
solamente han conseguido ser estrenadas 8 películas de una producción que
supera las cien anuales. Pero el problema no parece estar en la poca
aceptación de las películas por parte del público sino en la mala distribución y
la poca continuidad en la programación. Solamente las protagonizadas por
Cantinflas llegan puntualmente y alcanzan recaudaciones en taquilla similares
a las del cine mundial. Una vez fallecido Jorge Negrete, el cual era muy
admirado igualmente en España, ningún otro artista ha conseguido llegar al
público español o al menos nadie ha intentado que llegue.

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Las recaudaciones en México no son distintas a las del resto del mundo y
mientras que
«Caballero a la medida» logró recaudar 213 mil pesos en su estreno, la
protagonizada por la popular Marga López y titulada «La entrega» solamente
consiguió 75 mil pesos, considerándose aún así un triunfo económico.
Ese mismo año se inicia el rodaje de «Arriba el telón», en la cual
trabajaría la actriz Christian Martell, quien había sido Miss Universo, no
faltando quien pretendió ver un romance entre ella y Cantinflas. Se dijo que
ambos acapararon con sus atenciones entre sí las cámaras de cine y que
organizaron no pocas escenas cómicas durante el rodaje en el Teatro de los
Insurgentes.
Entre los días del rodaje, Mario Moreno acude a la fiesta de una antigua
amiga, La Valentina, quien había sido compañera suya en la época de las
carpas, la cual quería rendir un homenaje a la persona que tanto la ayudó
cuando ella era todavía una artista desconocida y él un personaje popular.
Pero en esa fiesta también estaba un periodista de la prensa amarilla, aquella
que tanto abunda y que con tal de lograr más ventas se inventan cualquier
calumnia. Cantinflas había sido víctima de esta urraca ya en varias ocasiones,
así como algunos de sus amigos, y le pidió a la anfitriona que le expulsase de
allí: Si este se queda, yo me voy, porque no puedo permanecer junto ante tal
extorsionador.
El motivo de esas críticas tan falsas no era otro que la falta de trabajo del
periodista, el cual casi nunca conseguía que se publicaran sus crónicas. Con el
fin de lograr un buen puesto en los periódicos se inventó unas noticias
escandalosas sobre un actor y como quiera que el truco le dio resultado ya no
hubo nadie que se salvara de esa artimaña.
Valentina consiguió que ambas personas permanecieran en su fiesta pero
Mario Moreno no se calmó y con la complicidad de un buen amigo suyo
planeó aguarle la fiesta al periodista y así darle una lección.
La idea era entrar en la habitación del periodista y de esta manera los dos,
en solitario, resolverían sus problemas como «dos hombres». Y así, entró en
la habitación donde dormía el periodista y le llamó a gritos para que se
despertara. Pero el hombre no hizo caso de los gritos —estaba seguro que le
partiría la cara—, se hizo el dormido y Mario Moreno le vació una botella de
agua encima de la cabeza. El periodista empezó a gritar, le pidió que le
perdonara y no le hiciera nada, aunque Cantinflas no paró de amenazarle con
pegarle. El final se resolvió con tres bofetadas, pero al día siguiente el hecho

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salió en todos los periódicos acusándole de pegar una paliza al periodista de
una manera cobarde.
Mario Moreno siempre quitó importancia el hecho y lo justificó alegando
que alguien tenía que parar los pies a ese tipo de periodistas y que él siempre
lucha por la injusticia, tanto en el cine como fuera de él.

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Cine versus televisión

Ya en 1955 la irrupción de los televisores en el hogar empezó a suponer un


serio problema para la por entonces deplorable producción cinematográfica
mexicana, incapaz de adaptarse económicamente y ni siquiera
tecnológicamente a los nuevos tiempos. Para lograr que el público
abandonase las cómodas butacas de sus hogares había que darles algo más de
lo que era habitual, ya que si para las películas americanas, con su recién
estrenados Cinemascope y Vistavisión, además del enorme Cinerama, el rival
era un serio problema, imagínense para unas películas realizadas con pocos
medios y con los mismos actores de siempre.
Además de ello, la televisión lograba por fin llevar a los hogares a los
jugadores de fútbol y baloncesto, a los boxeadores y al fútbol americano, algo
impensable hace unos pocos años. Por si fuera poco, los créditos para el cine
no llegaban adecuadamente y siempre acababan en las mismas manos, y eso a
pesar de que en teoría era el gobierno quien llevaba el control de los
presupuestos. Diversos directores se cambiaron en corto espacio de tiempo,
cada uno con ideas revolucionarios para mejorar la industria del cine,
incluyendo aquellos que afirmaban que dando al público personajes clásicos
extraídos de la literatura mexicana se llenarían por fin las salas
cinematográficas.
De nada les sirvió experiencias anteriores en este sentido y los fracasos en
Europa con películas pretendidamente «serias», basadas en personajes
literarios, pero que aburrían hasta al más entusiasta, no se tuvieron en cuenta
y nadie contradecía al nuevo director, si con ello conseguían las
subvenciones. Pero los espectadores lo tenían muy claro y deseaban ver
películas cómicas, con comedias que mostraran a la juventud bailando,
amando y rompiendo moldes, no soportando los melodramas de mujeres
maltratadas siempre por malvados varones, con hijos ilegítimos y dirigentes
tan maquiavélicos que no podían mirarse al espejo so pena de sentir pánico.

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Aparecieron, cómo no, los primeros desnudos «por exigencia del guión» y
salvo aquellas mujeres que ya eran pasto de los michelines, todas las actrices
se apuntaron a mostrar sus cuerpos en duchas improvisadas y escenas de amor
voluptuosas. Lo importante era llenar de una vez las salas de cine y
exportarlas de una vez al extranjero. Lo curioso del caso es que el público
siguió sin acudir al cine mexicano y las únicas películas que atraían al público
eran las de Cantinflas, el «Indio Fernández» y las de Buñuel, mientras que
Miguel M. Delgado conseguía siempre unos discretos resultados merced a
tocar temas desenfadados y alegres.
Y es que la imaginación y el buen hacer no se pueden imponer vía
gubernamental, ni se logra una buena película solamente a base de dinero
disponible. Tampoco se consigue atraer al público a ver el cine nacional
prohibiendo la exhibición de películas extranjeras, ya que al final lo que se
pierde en realidad es el gusto por el cine.
Mario Moreno, con su gran veteranía y continuos viajes al extranjero, lo
tenía todo mucho más claro y manifestó en más de una ocasión que la culpa
no la tenían las películas americanas, con su abrumadora calidad, sino los
productores mejicanos que no sabían hacer su trabajo y que buscaban
solamente agradar a los políticos, cuando en realidad debían agradar
exclusivamente al público. Pidió todo lo contrario a sus compañeros, en el
sentido de considerar que la entrada de capital extranjero era una buena
medida, del mismo modo que lo era el permitir las coproducciones con los
americanos o europeos.
Estos comentarios no gustaron a los nacionalistas y le acusaron de no
hacer patria, aunque reconocieron que sus palabras coincidían con sus hechos
y que si él había conseguido triunfar lo mismo en casa que fuera, era obvio
que era porque sabía hacer las cosas y quizás sería conveniente imitarle.
El resultado de estas conversaciones no tardó en surtir efecto, pero con
ambos bandos ya totalmente enfrentados, ya que Mario Moreno se desmarcó
totalmente de los mexicanos y admitió en su productora a extranjeros, no
solamente para aportar capital, sino también para aportar ideas y trabajo. Con
el paso de los años era el único pilar que se mantenía rígido, mucho más
después del intento fallido de Cinemex.
Aliado férreamente con la Columbia Pictures, amenazó con hacer una
fuerte campaña política contra las decisiones del gobierno relativas al cine y
para demostrarlo se separó del Banco Cinematográfico e inició la distribución
de otras películas mexicanas con la ayuda de los norteamericanos.

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«Que se fastidien los timoratos —dijo— y los cobardes. Estoy en pleno
derecho de defender mis intereses comerciales y con ello además quiero
derrocar la inmoralidad que está entronizada en el cine».
Su fama mundial era algo muy sólido y eso le permitía enfrentarse a los
grupos más poderosos y recalcitrantes, aunque había quien pensaba que
precisamente por haber ido siempre por libre había conseguido ponerse en el
primer puesto de la industria cinematográfica y eso había supuesto el
abandono o el dejar en la estacada a algunas personas con buenas intenciones.
Esa indiferencia ante los problemas nacionales le costó no pocas críticas,
incluso de personas bienintencionadas.
La marejada en el cine aumentó y la valentía de Mario Moreno irritó a
muchas personas, hasta el punto en que el Banco Cinematográfico amenazó a
Posa Films e indirectamente a Cantinflas, con un boicot total. La respuesta del
actor no se hizo esperar y contra lo que esperaban sus enemigos, ese desafío
le encolerizó aún más y acudió en persona al director del banco amenazándole
a su vez con retirar todos los fondos que había depositado allí. Y como quiera
que le estaba hablando precisamente la persona más rica del país, la
conversación duró poco, fue muy clara, y el mencionado director se cayó la
boca para el resto de su mandato.
También aprovechó para dejar las cosas claras ante la prensa:

«Aquí trabajamos unos pocos y otros ganan el dinero sin


trabajar. No estoy en absoluto contento con la situación, ya que
mientras que los actores nos esforzamos en levantar el cine
nacional, los monopolistas tratan solamente de quedarse con el
dinero sin aportar ningún beneficio».

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Por fin en Hollywood

Y coincidiendo con esta marejada político-financiera, Mario Moreno vio por


fin realizado su mayor sueño profesional: ser admitido en el cine
norteamericano como uno más de sus grandes estrellas. De la mano de Mike
Todd sería el protagonista, junto a David Niven y Shirley MacLaine, de la
película «La vuelta al mundo en 80 días». Basada superficialmente en la obra
del mismo nombre escrita por Julio Verne, filmada en película apta para la
nueva pantalla Todd-AO y con una banda sonora de primera categoría,
supuso el mejor reconocimiento mundial al cómico mexicano, el cual la
interpretó primero en perfecto inglés y posteriormente la dobló al castellano.
La película alcanzó nada menos que 5 oscars, entre ellos el de la mejor
película, y en algunas salas fue presentada en la gigantesca pantalla del
Cinerama, lo que aportó una grandiosidad extraordinaria a las imágenes,
aunque ligeramente desfiguradas por el efecto circular de dicho sistema.
Dirigida por Michael Anderson contó con la colaboración extraordinaria
de: Charles Boyer, Marlene Dietrich, Luis Miguel Dominguín, Fernandel,
Trevor Howard, Glynis Johns, Buster Keaton, Peter Lorre, John Mills, Gilbert
Roland, César Romero, Frank Sinatra y Evelyn Keyes, entre otros muchos.
«La vuelta al mundo en 80 días» se empezó a rodar en Chichón (España),
a donde llegó Mario Moreno el 10 de agosto de 1955 con todo el numeroso
equipo de rodaje. Fue recibido por todos los periodistas cinematográficos de
Madrid, ya que la publicidad anunciaba que sería la mejor película del
mundo.
Los problemas financieros para el productor Mike Todd fueron
extraordinarios, incluso hubo un momento en que solamente él creía en su
proyecto y hasta le cerraron los créditos en el mundo entero, corriendo el
rumor de que el rodaje se paralizaría al estar arruinado.
Con un coste inicial previsto de 6 millones de dólares, los resultados en
taquilla desbordaron todas las previsiones más optimistas y la película se puso

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pronto a la cabeza de las más taquilleras de la historia del cine.
En total se filmó en 10 países diferentes y se utilizaron 72 localizaciones
distintas, además de contar con la colaboración espontánea de 44 estrellas
consagradas del cine mundial. Se cuenta que a algunos les pagó con los
mejores habanos, mientras que a Luis Miguel Dominguín le regaló un
Cadillac último modelo y a Frank Sinatra un Thunderbird muy veloz, y eso
para un trabajo que nunca excedía de dos días.
Al cómico Fernandel, que en aquella época rivalizaba en Europa con
Cantinflas, no hizo falta regalarle nada, salvo la promesa de que también
intervendría la actriz francesa Martine Carol, de quien se decía estaba
locamente enamorado, o enamorados ambos, ya que la propia Martine cuando
se enteró que trabajaría Fernandel también trabajó gratis, siempre y cuando la
escena en que saliera fuera conjuntamente con Fernandel. Todo un pequeño
romance que duraría apenas dos minutos en la pantalla, es más, en la
secuencia la actriz le pega una sonora bofetada al cómico. Cosas del amor.
La mítica Marlene Dietrich, que mostraba sus largas y bien torneadas
piernas para detener al elegante David Niven, le pidió 150 mil dólares por tres
minutos de secuencia, aunque si todo quedaba a su gusto no le cobraría nada,
como así ocurrió. Al final del rodaje, todos cuantos habían exigido dinero por
su trabajo cobraron, incluso más de lo estipulado en el contrato,
especialmente el bailarín José Greco, el cual se conformó nada menos que con
7.500 dólares, aunque nadie estuvo contento con su presencia.
También se marchó contento el cómico Buster Keaton, algo apartado ya
por entonces de las cámaras de cine, ya que cobró doble sueldo por hacer de
guarda de un tren del oeste, durante una secuencia que se rodó en Durando
(Colorado) y en donde serían atacados por los indios siux. En esa época la
popularidad y la economía de Buster Keaton estaban bajo mínimos, se le
consideraba acabado, pero Mike Todd tuvo un gran detalle con el actor al
exigir que le pusieran una caravana para uso particular, como se hacía con el
resto de las estrellas.
Un problema añadido fue cuando se necesitaron unas cuantas gaviotas del
Pacífico en una escena, para lo cual tiraron al mar una gran cantidad de
comida sobrante y presente ya en los cubos de basura. Como quiera que las
gaviotas no gustaban de ese manjar ciertamente ya podrido, mandaron traer
sardinas directamente de Portugal y esta vez sí consiguieron la colaboración
de las aves.
Después de la película la relación entre Mario Moreno y Cantinflas se
hizo muy sólida. Vivieron grandes días de juerga y diversión y Mike tuvo que

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soportar estoicamente y sin protestar todas las bromas que le gastaba
Cantinflas. Como contrapartida, Todd le obligaba a levantarse a las seis de la
mañana para coger su avioneta particular rumbo a Los Angeles y allí
aprovechaba a dormir profundamente mientras que Cantinflas pilotaba el
avión.
La película sirvió para que Cantinflas recorriera países inéditos para él,
como Tokio, Pakistán, La India o Indonesia, pasando el año nuevo en Japón y
haciendo el recorrido alrededor del mundo en 100 días, unos pocos más que
los de su personaje de novela.
Una vez finalizado el rodaje llegó por fin a México, algo cansado y con
varios kilos de menos, llevando una gabardina inglesa de primera categoría,
mientras que era recibido por una multitud que le esperaba desde hacía horas
en el aeropuerto. Recibido por su esposa Valentina, no pudo evitar llorar ante
las cámaras de televisión, ni manifestar cierto resquemor al ver que no había
venido a recibirle ningún miembro sindical, ni nadie del mundo
cinematográfico. Su fama y triunfo empezaba a sentar mal a los fracasados.
Le acusaron de venderse a los americanos, de ser un instrumento en
manos de los yankees y que su talento lo había puesto al servicio del capital
norteamericano, quitándoselo a México.
Tanta ingratitud tenía que dañar seriamente los sentimientos de Mario
Moreno, el cual no solamente había estado trabajando en Hollywood como
actor, sino que se había convertido por iniciativa propia en embajador
comercial y había conseguido que la distribuidora Columbia Pictures se
encargase también de exhibir otras películas mexicanas en el resto del mundo,
algo que siempre habían intentado con poco éxito otras personas.
Afortunadamente para él no toda la prensa le criticó su éxito, ya que hubo
periodistas que le felicitaron públicamente por haber logrado trabajar en
América en una gran superproducción, lamentando que a algunas personas el
triunfo de sus compatriotas les sentara mal.
Pero los triunfos no acabaron ahí, ya que incluso la Unión Soviética
adquirió los derechos para distribuir la película en todo el país y en Hotel
Tívoli de Nueva York le prepararon un homenaje en donde se proyectaría la
película. En el programa estaba previsto que Cantinflas se dirigiera al público
norteamericano en inglés, mientras que las normas de la etiqueta le obligaron
a ponerse un smoking que obviamente chocaba con la imagen que
habitualmente tenían de él.
Mike Todd presentó su revolucionario método Todd-AO, el cual consistía
en una pantalla cóncava que permitía dar mayor amplitud a la imagen

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ganando incluso nitidez con respecto al Cinemascope. Al mismo tiempo se
empleaba película de 70 mm debidamente recortada, con lo cual la calidad de
la filmación era también mayor. Por desgracia su buen y económico método
murió casi con él y salvo el musical South Pacific pocas películas más se
filmaron con este sistema, el cual por cierto se asemejaba bastante al
Vistavisión de la Paramount, también de una corta vida cinematográfica.
La proyección de la película ante el exigente público norteamericano fue
todo un éxito, los asistentes se rieron largamente con sus gracias expresadas
en perfecto inglés y el personaje de Picaporte fue con mucho el más aplaudido
de todos. En el intermedio le abrazaron Mike Todd (el cual moriría poco
tiempo después en un accidente con su avioneta particular), su prometida
Elizabeth Taylor y la actriz Shirley MacLaine, constituyendo para Mario
Moreno el día más feliz de toda su existencia cinematográfica. Al terminar la
proyección el público le aplaudió largamente y cuando se dirigió al público
apenas si tuvo el valor de desearles Feliz Navidad, antes de retirarse
precipitadamente. Su huida fue cortada por el propio David Niven, quien
agarrándole del brazo le obligó a salir de nuevo a saludar al público y
mientras los asistentes coreaban su nombre, los saludos y abrazos de
multiplicaron, al mismo tiempo que un mariachi mexicano interpretaba una de
sus melodías favoritas. Alguien gritó ¡Viva México!, lo que fue coreado con
una salva de aplausos.
—¿Cómo se siente, Sr. Moreno? —le preguntaron.
—Me considero el hombre más feliz de la tierra.
—¿Esperaba este éxito en su primera película norteamericana?
—Al menos le puedo asegurar que soñaba con ello. He llegado donde
quería, pero además por la puerta grande.
—¿Cuál es su impresión del cine americano?
—Que hacen las cosas a lo grande.
—¿Y la reacción del público en este homenaje?
—Me he sentido emocionado cuando han gritado ¡Viva México!, en lugar
de ¡viva Cantinflas! El triunfo no ha sido solamente mío, sino de mi país.
—¿Y sus compatriotas cómo han reaccionado ante este triunfo?
—He recibido críticas muy dolorosas cuando firmé el contrato y me
acusaron de haber dejado de ser Cantinflas. Pero creo que he dejado las cosas
bien claras, que está clara mi procedencia y que soy el mismo de siempre.
—¿El personaje de Passepartout es igual al que describió Julio Verne en
su libro?
—Estoy convencido de que era tan mexicano como Cantinflas.

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—¿Cuándo se estrenará la película en México?
—El problema para ello es económico, ya que las copias en formato
Todd-AO valen muy caras y se hace necesario aumentar el precio de las
entradas, algo que el gobierno de la nación no permite.
—¿Qué le han dicho sus compañeros de reparto?
—He recibido felicitaciones de Marlene Dietrich, la cual dice que soy una
revelación en el mundo del cine; de Elizabeth Taylor que alabó mi calidad
artística; de Judy Garland quien afirmó que era el actor ideal para este papel;
de Eddie Fisher por considerarme un personaje inolvidable; de David Niven
quien me considera un gran cómico y de Shirley MacLaine quien después de
conocerme dice que ansía visitar México.
La película recaudó en su estreno en Norteamérica 16 millones de dólares,
mientras que su coste total había sido de 6 millones, con lo cual las arcas
vacías de Mike Todd se recuperaron sobradamente. En su momento, el
productor manifestó que la mayor parte del triunfo se lo debía a la presencia
de Cantinflas en el filme y que contar con él para otros proyectos futuros sería
tener asegurado el triunfo, algo que como sabemos no pudo cumplir a causa
de su imprevista muerte.
En 1957 muere en un accidente de aviación el actor-cantante Pedro
Infante, el último de los galanes que enamoraba con su voz, y en esa misma
época se rompe por fin el monopolio cinematográfico que tanto había
perjudicado a México. No obstante y para desilusión de todos, este hecho no
sirve para realizar mejores películas ni mucho menos para conseguir que se
llenen las salas de cine.

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Llueven los homenajes

Mario Moreno recibe otro homenaje por su labor en el cine, aunque todavía
hay quien le critica por no haberse desligado de la multinacional Columbia
Pictures para distribuir sus películas. Lo que ninguno de sus críticos quiere
reconocer es que gracias a esa distribuidora norteamericana Cantinflas ha
logrado mantenerse hasta entonces como líder nacional y sus películas han
podido llegar a casi todos los países del mundo.
Se casa por fin la actriz Elizabeth Taylor con Mike Todd en una
ceremonia celebrada en un lugar de Acapulco y actúa como uno de los
testigos Mario Moreno, mientras que la asociación de Productores de Cine le
concede la Medalla al Mérito Cinematográfico, un trofeo que pesaba nada
menos que 160 gramos de oro, siéndole entregada por el Secretario de
Gobernación. Y como continuación a estos reconocimientos en la Semana de
Hollywood se le nombra el mejor actor cómico del momento, compitiendo
con Danny Kaye y Bob Hope. A este festival acudieron numerosas figuras
legendarias de la pantalla grande, entre ellas Yul Brynner y Marlon Brando,
con las cuales confraternizó muchas horas.
También fue motivo de una ovación cerrada durante la entrega de los
Globos de oro celebrada en el Hotel Ambassador, durante cuya ceremonia
todo el público fue testigo del gran cariño que se le tenía en el extranjero,
obsequiándoles con algún chiste en un perfecto inglés por su cariño y
provocando no pocas sonrisas con sus gestos.
Como continuación a este reconocimiento norteamericano, en México
prolongaron la fiesta y con casi 800 personas congregadas en una sala de
fiestas, aplaudieron largamente a Cantinflas, agasajándole por su dilatada
carrera y labor humanitaria.
Mike Todd, antes de emprender nuevos rumbos y dado que el éxito de la
película «la vuelta al mundo en 80 días» era ya imparable, mucho más
después de ser doblada a otros idiomas, reunió a multitud de amigos y actores

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en el Hotel Beverly Hilton y les presentó a los dos actores que había hecho
posible el triunfo de su película, David Niven y Cantinflas, augurándole al
actor mexicano grandes triunfos en las pantallas norteamericanas con sus
nuevas películas.
La televisión mexicana no puede quedar al margen de tantos
acontecimientos y celebra un magno festival, en el cual nombran a Cantinflas
como «Camarógrafo honorario del vídeo» y en donde no faltaron personajes
tan importantes como María Félix, Rosita Arenas, Miguel Aceves Mejía,
Angel Garasa y Gustavo Rojo, entre otros muchos.
La película de Todd, sin embargo, no alcanza grandes éxitos de taquilla en
Europa e incluso se la acusa de lenta, pretenciosa y aburrida, siendo
despreciada en el elitista festival de Cannes, aunque no preocupa mucho a su
productor, habida cuenta que ya había recuperado con creces lo invertido y
darse cuenta de que las películas premiadas en ese festival casi nunca cuentan
con el apoyo del público, siendo en muchas ocasiones grandes fracasos en
taquilla.
Pero como quiera que el descanso nunca fue algo necesitado por
Cantinflas, todavía saca fuerzas para torear de nuevo en Ciudad Juárez, en
Chihuahua, haciendo caso omiso de los médicos que le aconsejaban descansar
dado su debilitado estado de salud. Una vez finalizados todos sus
compromisos sociales y olvidado ya un poco el éxito de «La vuelta al mundo
en 80 días», emprende los preparativos para el estreno del filme «El bolero de
Raquel», título acertadísimo que hace referencia al famoso bolero de Ravel, el
cual baila Cantinflas en una danza memorable.
Ni que decir hay que la película vuelve a batir todos los récords de
taquilla anteriores.
En esos mismos días compra una nueva residencia en la cual instalaría
una sala cinematográfica para 30 personas y es la estrella estelar del primer
programa de televisión internacional. Este programa constituyó un
acontecimiento inédito hasta entonces en el mundo y se calcula que fue visto
nada menos que por 100 millones de personas de la Unión Americana,
además de Canadá y la baja California. Se retransmitió desde la plaza de toros
de Tijuana mediante la tecnología de la NBC, abriéndose primeramente en
Toronto (Canadá), después pasó a Nueva York y finalmente llegó a México,
donde presentaron primeramente unos bailes folklóricos de diferentes países
latinos.
Este acontecimiento fue organizado por Mike Todd (que era marido de la
actriz Elizabeth Taylor) y para asegurarse el necesario auditorio lo realizó en

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la plaza de toros y la entrada fue gratuita, con lo cual se llenó con diez mil
personas. La NBC instaló una cámara, mientras que las otras dos pertenecían
a Estados Unidos y México. La aparición de Cantinflas fue apoteósica y toreó
un toro con su gracia habitual, mientras que una legión de nada menos que
2.000 periodistas aprovechaban para realizar miles de fotos.
Entre el público, pero estratégicamente colocados para que las cámaras
pudieran captarlos sin problemas, estaban David Niven, Kirk Douglas, Rita
Moreno, Gilbert Roland, Humphrey Bogart y Mickey Rooney. Cantinflas
cobró la nada despreciable cantidad de veinte mil dólares por solamente trece
minutos, algo muy superior a cualquiera de los demás toreros consagrados.
La fiesta continuó por la noche en un lujoso restaurante, en el cual no se
permitió la entrada a la prensa (quizás por cuestión de espacio), y por eso no
se disponen de documentos gráficos sobre ese acontecimiento único.

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Abajo o arriba el telón

En 1955 se estrena la película «Abajo el telón» en la cual Cantinflas es un


modesto limpiador de cristales que es involucrado en el robo de un collar de
perlas, aunque su buen hacer y facilidad de palabra logra ponerle a salvo de la
cárcel, mientras detienen al verdadero culpable. Y entre una cosa y otra actúa
improvisadamente en el teatro en una escena del ballet de Cleopatra.
He aquí una de las escenas más interesantes:

—¿Agarraron ya al ladrón?
—Gracias a usted tenemos ya a toda la banda. Aquí tiene el
cheque de la recompensa.
—¿Y qué tal toca?
—¿Quién?
—La banda esa que apresaron.
—Me refería a la banda de ladrones.
—¡Ah, bueno!, ¿y dieron ya con el dichoso collar de
perlas?
—Seguro.
—¿Y usted cree que era auténtico?
—¿El collar?
—No hombre, el cheque que me dieron.
—Cójalo con confianza, está firmado por mí.
—Así la cosa ya cambia, ¿verdad? Pero como quien me lo
dio fue aquí el comandante, es muy natural que se me hiciera
sospechoso.
—Yo también quiero darle otro premio.
—¿Otro cheque?
—No, otro beso.

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Homenajes

Algún tiempo después, en 1957, los críticos le dedican un homenaje que debe
celebrarse fuera de su país, ya que en su tierra no le perdonan que la
distribución de sus filmes estuviera en manos de la Columbia. La Asociación
de Productores se incorpora al reconocimiento y le otorgan la Medalla al
Mérito Cinematográfico, en especial por la gran cantidad de divisas que sus
películas proporcionan a México.
En esas fechas consigue unos días de descanso para acudir a la boda entre
Elizabeth Taylor y Mike Todd, el creador de la película «La vuelta al mundo
en 80 días», la cual había sido un éxito mundial a pesar de que el Sr. Todd no
contó para realizar su proyecto con ningún productor interesado y la película
estuvo en varias ocasiones a punto de no poderse acabar por falta de
presupuesto.
Quizá para corregir el desagravio y además de los oscars concedidos a la
película, en la Semana de Hollywood declaran a Cantinflas el mejor cómico
del año precisamente por su actuación en esa película, casualmente en la
única en la cual no hace de protagonista principal.
Otro homenaje similar se le otorgó en el Cocoanut Grove del Hotel
Ambassador, donde se celebraba el décimo cuarto banquete de los Globos de
Oro y cuando mencionaron su nombre la sala entera se rindió a sus pies
vitoreándole y aplaudiéndole. El aplauso duró más de cinco minutos, prueba
del aprecio que ya sentían por Cantinflas fuera del circuito hispano. Una vez
finalizados los aplausos, Cantinflas, emocionado y en perfecto inglés, dio las
gracias al público por el honor.
Esto fue suficiente para que en México reconsiderasen su postura hacia
Mario Moreno y allí se organizó otra fiesta con cientos de personalidades del
mundo de los negocios y del gobierno, mientras que la asociación ANDA
quería también homenajearle después de que le mantuvieran apartado de sus
negocios por el pleito existente entre Mario y Jorge Negrete. Recordaremos

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que Mario Moreno acusó públicamente a Negrete de quedarse con dinero de
la asociación y esto provocó la enemistad irreversible entre ambos. En este
homenaje también debería estar la productora Posa Film a la cual pertenecía
Cantinflas desde hace muchos años.
Ese mismo año moría en un accidente de aviación el cantante Pedro
Infante, rival de Jorge Negrete.
A la larga lista de homenajes que ese año le fueron otorgados a Cantinflas
hay que añadir el del canal 5 de la televisión, con una comida celebrada en El
Patio a la que acudieron María Félix, Miguel Aceves Mejías, Rosita Arenas y
Gustavo Rojo, entre otros.
Todos estos éxitos tienen su contrapartida en Europa, en donde la película
de Todd y la labor de Cantinflas no han sido bien acogidas, como lo
demuestra la fría acogida que le otorgaron en el festival de Cannes. A su
regreso a México se encuentra con otro disgusto al recibir las críticas de
aquellos que hace poco le habían aplaudido, la asociación ANDA. Le acusan
de dedicarse solamente a recoger aplausos y abrazos fuera de su país y de
aliarse con el «enemigo». Estos disgustos le provocan una enfermedad a
Mario Moreno, el cual no presenta su última película y desaparece una
temporada de sus presentaciones en público.
Los comentarios sobre su salud son cada vez más preocupantes, se dice
que está agotado, y el estreno de la película «El bolero de Raquel» que debía
ser el 9 de Agosto se retrasa al 9 de Octubre, pero ya es presentada por
Cantinflas y el éxito es atronador.
«El arte de limpiabotas —explicó Mario Moreno— es una cosa así, como
si dijéramos, un tanto disyuntiva y metafísica, aunque no tan existencialista
como parece, pero sí mucho más gacha.
Porque ya ve usted lo de la Cenicienta; usaba zapatillas de cristal y ahí
es donde empezó las dificultades, porque es como si lo llamaran a una
limpiar la vidriera, sin ventana, pero con medias suelas.
Y luego lo del gato con botas, que por cierto los usaba de ante, y con lo
cual tenía una que ponerse muy chango para que no le fuera a rasguñar. ¡Y
pa qué les cuento lo de los zapatos de los futbolistas!, porque ahí, si el bolero
se pone a dar bola, no le sueltan hasta que el árbitro dice orsai y que por lo
mismo el gol no es válido.
Pero ya estuvo suave. Si quieren saber más cosas de cómo limpiar los
zapatos pa que parezcan que están limpios, no más se me retachan como de
rayo pal cine para clacharle “El bolero de Raquel”, donde le espera su
artista decorador de punteras y tacones o similares».

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La salud

En 1957 la salud de Mario Moreno se comienza a resentir, así como su


economía, y uno de sus edificios se derrumba quedando solamente
escombros. Cuando acude al lugar comenta:
«Realmente no he perdido mucho, quizás mano de obra, porque
materiales, míralos, aquí están».
Ese año rueda «Ama a tu prójimo», la cual cuenta con un hospital de la
Cruz Roja como escenario, y posteriormente se inicia «Sube y baja», sin
olvidar que estaban comenzando los preparativos para la película
norteamericana «Pepe», la cual sería rodada en La Habana, México y Los
Angeles con diálogos exclusivamente en inglés.
También le llegan noticias de Hollywood, ya que el actor Jerry Lewis le
propone una película con ambos de protagonistas, además de Fernandel y
Alec Guinnes. Conjuntamente con estos proyectos que nunca se llegaron a
realizar, Mike Todd, el productor de «La vuelta al mundo en 80 días», le
propone filmar una nueva versión de «Don Quijote», con Cantinflas en el
papel de Sancho.
En el año 1958, a la edad de 47 años, se realiza la primera operación de
cirugía estética para mejorar su aspecto, coincidiendo con una moda que llegó
también a Gary Cooper y el cantante Miguel Aceves Mejía. Los resultados no
fueron satisfactorios, su mímica facial se resentía, y tuvo que intervenir otro
especialista para restaurarle su cara tradicional.

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En España

Con motivo del rodaje de algunas escenas de la película «La vuelta al mundo
en 80 días», las cuales deberían reflejar un ambiente típico español, al menos
para la imagen que tienen de nosotros en el extranjero, en el pequeño pueblo
de Chichón se habilitó una plaza de toros en la cual se celebraría una corrida
con la intervención del diestro Luis Miguel Dominguín y el propio Cantinflas,
quien nos haría una demostración de sus cualidades como torero cómico.
Como sabemos, la película se exhibió en el mundo entero en versión
original, en inglés, en un intento de internacionalizar al cómico mejicano, el
cual intentó traspasar su habitual jerga dialéctica a un idioma tan poco
manipulable como es el anglosajón. En esa película que compartía cartelera
con David Niven y la por entonces desconocida Shirley MacLaine, los
diálogos no eran propicios para el desmadre y salvo sus gestos y muecas no
pudimos ver nada de lo que era habitual en sus otros filmes. No obstante, y en
eso debemos ser justos, ese mismo problema lo han debido tener los
traductores de las películas de los Hermanos Marx para traspasar al idioma
castellano el sentido del humor americano.
Una vez estrenada la película en versión original y con subtítulos para los
países hispano parlantes, se decide aprovechar el tremendo éxito mundial,
coronado además por sendos óscars, y se realiza el doblaje al castellano para
conseguir llegar al público más joven, el cual se supone que no había acudido
a ver la película por alergia a leer subtítulos.
En marzo de 1959 llega a España y aunque no consiguió ocupar la portada
de ninguna publicación de entonces (algo que sí conseguían los pocos actores
norteamericanos que nos visitaban), fue entrevistado por algunas emisoras de
radio y las pocas revistas que existían sobre cinematografía. Vestido
impecablemente, con un traje realizado por el mejor modisto de su país, las
uñas perfectamente arregladas, el pelo peinado y cortado al más puro estilo
inglés, con un bigote y cejas realizadas con sumo esmero y con una piel lisa y

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libre de arrugas, no era ciertamente la imagen que esperábamos ver de nuestro
admirado Cantinflas. Adornado con un carísimo anillo de compromiso, un
brazalete de oro, un reloj de pulsera precioso, una camisa que nos recordaba
la utilizada por Al Capone, y en medio de un montón de floreros más
adecuados para una dama que para un varón, Mario Moreno nos recibió en
uno de los salones del Hotel Hilton de Madrid, siempre acompañado por su
fornido productor, el Sr. Gelman, quien con su gran estatura y corpulencia
hacía las veces de guardaespaldas.
Estas son algunas de las preguntas que le hicieron:
—¿Recuerda su anterior visita a nuestro país?
—Yo no olvidaré nunca de cómo me recibió España en mi primer viaje.
Es una de las grandes emociones de mi vida, créalo. Y eso que uno está ya
curtido en decir semejantes cosas, créalo.
—¿Viene como turista?
—No exactamente. El motivo es para hacer el doblaje al español de la
película «La vuelta al mundo en 80 días», ya que tanto el productor Mike
Todd como yo mismo somos conscientes de que todavía hay mucha gente que
no ha ido a verla por aquello del idioma.
—Su imagen ha cambiado, ¿a qué es debido?
—Mire que es usted preguntón. Cuando no trabajo en el cine yo soy un
hombre como tantos y visto como la mayoría, no puedo ir por la calle de
«pelaíto» mexicano.
—Dicen que se ha realizado una operación de cirugía estética para
rejuvenecerse, ¿es cierto?
—Yo no me plancho la cara como dicen, pero me la cuido bastante, por
eso es que me encuentra usted tan guapo.
—¿Es usted mejor persona que su personaje de Cantinflas?
—Yo creo que efectivamente soy bastante mejor persona que ese
Cantinflas, y se lo digo ahora que no me está escuchando.
—¿No ha sentido nunca celos de su personaje? ¿No le molesta que le
llamen Cantinflas en lugar de Mario?
—Es que yo nunca he tenido celos ni envidia de nadie y mucho menos de
alguien que me ha ayudado a vivir como vivo y a ser lo que soy. Aunque es
posible que en algunos momentos he podido sentir celos y hasta quizás le he
envidiado, especialmente cuando veo cómo le quiere el público. Pero eso es
una envidia noble de la que no me avergüenzo. Cuando salgo delante del
público es cierto que la gente me llama Cantinflas y nadie por mi verdadero

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nombre, pero es una prueba de amor hacia mí ya que a fin de cuentas mi
personaje refleja una parte de mi carácter, no es una pura invención.
—¿El público español es igual de cariñoso que sus compatriotas?
—Siempre que he estado en su país las muestras de afecto han sido
intensas, especialmente por parte de la gente más humilde. Yo soy un actor
sencillo fuera y dentro de la pantalla, algo como un habitante de un pequeño
pueblo de cualquier país, incluso de Tokio, Roma o Turquía.
—¿Su personaje sería el mismo de no haber nacido en un ambiente
humilde? ¿Existiría Cantinflas si su origen fuera más burgués?
—Creo que de no haber sido yo el creador, algún otro actor lo hubiera
lanzado. El personaje existe, abunda por las calles, y solamente hay que verlo
y cogerlo.
—¿Considera entonces a Cantinflas un personaje real, alguien que es un
fiel reflejo de las personas humildes?
—Es totalmente verídico en lo esencial, en su alegría, bondad, su
ingenuidad y su picardía, pero no hay que olvidar que la gente humilde tiene
que agudizar su ingenio para sobrevivir y en eso Cantinflas es único. En
cuanto a mi aspecto externo, con la gabardina y los pantalones caídos, no son
reales en los mexicanos humildes, entre otras cosas porque esas personas no
suelen utilizar cinturones.
—En España pensamos que su jerga lingüística es algo habitual entre los
mexicanos, ¿es así?
—Pues no sabría decirle. El acento es ciertamente de México, quizás algo
exagerado, pero es real.
Es como lo que les ocurre a ustedes con los castizos madrileños. Lo que
Cantinflas persigue con ese modo de hablar es defenderse, confundir a los
malvados y oportunistas, y de manera especial a aquellas personas que siendo
cultas desprecian a quienes no lo son. Cuando habla, ni siquiera las personas
cultas pueden seguirle en su conversación.
—¿Lo utiliza también en su vida privada?
—No solamente para hacer reír, sino también para defenderme. Ahora con
mi edad ya lo voy empleando algo menos, pero cuando era chico constituía
casi una necesidad para poder sobrevivir.
—¿Le resulta fácil para usted ese juego de palabras tan… incoherentes?
—Es sumamente sencillo.
—¿Se siente avergonzado en ocasiones de su pasado?
—Yo no renegaré jamás de mi pasado humilde y lo llevo con orgullo.
—¿Cómo recuerda a sus padres?

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—Mi padre era un modesto funcionario de Correos y Telégrafos. Antes de
nacer yo tuvieron que criar ya a otros cuatro hermanos, dos hembras y dos
varones, y posteriormente llegué yo y otro chico más. Su esfuerzo para darnos
de comer era agotador pero lo consiguieron, aunque nosotros les ayudamos en
cuanto nos pudimos poner en pie. Para pagar nuestros estudios realizamos
toda clase de trabajos, repartiendo telegramas o vendiendo periódicos.
—¿Cuál era su vocación en esos años?
—Naturalmente quería ser ingeniero agrónomo; eran los que mejor vivía
en mi país. Figúrese lo que se ha perdido el campo por no haber podido
graduarme.
—¿Cuándo descubrió que su vocación no eran los campos de labranza?
—El primer día que pisé una carpa improvisando un número de baile. En
ese momento supe que de ingeniero nada. Aquello era lo mío y creo que hasta
bailé muy bien. Durante mis primeras actuaciones me dedicaba a bailar
tangos, pero como perdía los pantalones el público se reía mucho, así que
decidí dejarlos caer para siempre.
—¿Recuerda el sueldo que ganaba?
—Dos pesos que apenas me llegaban para comer.
—¿Y ahora gana algo más?
—Mejor no se lo digo porque Hacienda anda algo encolerizada conmigo.
—¿Nunca toma vacaciones?
—Pues ahorita mismo he pensado en tomarme unas vacacioncitas aquí en
España el año que viene. No quiero pasarme toda la vida estando aquí
solamente de paso.
—¿Es cierto que incluso posee una avioneta que pilota usted mismo?
—Cierto y en un principio pensé hacer este viaje pilotando yo mismo el
avión, pero me encontraba algo cansado a causa de los negocios y he
preferido llegar descansado a España.
También monto a caballo, nado un poco…
—¿Cómo están sus compromisos cinematográficos?
—Como actor solamente quiero hacer una película al año, siempre con mi
productora Posa Films, la cual la formé con dos buenos amigos y quiero
seguir fiel a ellos, porque yo sé permanecer leal a una amistad.
—Veo que no dispone de mucho tiempo libre…
—Bueno, entre filmar y llevar los negocios se me van la mayor parte de
las horas del día, pero aún tengo tiempo para volar, montar a caballo, nadar y
torear alguna vaquilla, aunque esto último lo hago cada vez menos.

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—Hay quien le critica por ponerse siempre en contra del poderoso y le
acusa de ser usted también uno de ellos.
—Soy un actor sencillo que hace papeles de gente del pueblo y eso
molesta a muchos, pero el que yo tenga dinero ahora no ha cambiado mi
forma de ser. Creo que con esos comentarios estoy pagando un poco lo
mucho que le debo a la vida, pero mi vida privada me pertenece a mí
solamente.
—¿Incluida su vida sentimental?
—Estoy casado, no tengo hijos y soy feliz. Punto final.
—Usted tiene un hijo que es Cantinflas, del mismo modo que Charles
Chaplin tiene a Charlot.
¿Encuentra similitud entre ustedes dos?
—Si existe algún parecido nunca ha sido premeditado. Los dos personajes
proceden de la calle y quizás de la misma condición social y cultural, pero
mientras que Charlot es un hombre bueno que nunca se defiende, o lo hace
muy pocas veces, Cantinflas pelea a su manera, no admite las injusticias.
Además, Charlot es pesimista y Cantinflas está siempre alegre, hasta cuando
pelea o tiene hambre.
—¿Trata de resaltar la injusticia que existe en la sociedad?
—Es que Cantinflas no se siente víctima ni atropellado por nadie y ni
siquiera explotado. Mi personaje tiene una gran dignidad y lo que quiere
transmitir no es un mensaje de queja sino optimismo y alegría con aquello que
la vida te otorga, aunque no sea lo que deseas.
—¿Expresa eso sus propios pensamientos?
—Pues sí. Ni siquiera en mis años malos de la juventud me vi vencido por
los acontecimientos.
En esta vida hay que pelear por sobrevivir, pero hay que hacerlo con una
sonrisa en los labios.
—¿Viven sus padres?
—Todavía los tengo conmigo y aquí está el chico de la carpa para que a
los viejos no les falte lo que pidan. Gracias a ellos y a mis hermanos y
sobrinos sigo confiando en el mañana.
—¿Cuál es su próximo proyecto cinematográfico?
—Estoy preparando una gran superproducción con Hollywood, en la cual
intervendrán numerosos artistas populares, entre ellos Frank Sinatra y Shirley
Jones. Está basada en la obra de Neville «El último caballo» y tratará sobre un
sencillo ranchero mejicano que se va a Nueva York detrás de un caballo al

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que adora. En un principio quise poner de protagonista a una actriz española,
pero no hemos tenido tiempo de buscarla.
—¿Y de aquellos proyectos sobre «Don Quijote» y «Platero y yo»?
—Yo nunca he querido hacer el papel de Sancho Panza en una obra tan
importante como El Quijote, ya que es mejor dejar la obra tal y como fue
escrita. Existe otro proyecto que sin embargo está bastante avanzado y que
titularía «Don Cantinflas en La Mancha», la cual se rodaría en tierras
manchegas.

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Entre americanos anda el juego

La película «Sube y baja» se estrena por fin, pero el público se sintió


decepcionado al compararla con la superproducción «La vuelta al mundo en
80 días». La crítica fue despiadada, le acusaban de haber abandonado su
imagen de «peladito mexicano», pero aún así la taquilla fue muy buena.
Cantinflas prefirió no obstante no aparecer en público, lo que agudizó la
idea de que estaba ciertamente mal de salud, aunque todavía encuentra
fuerzas para viajar a España, en donde contestó a la entrevista anterior y
doblar al castellano la película «La vuelta…», la cual por cierto todavía no se
había estrena en México. En el viejo continente le proponen rodar «Platero y
Yo», además de la mencionada «Cantinflas en La Mancha», noticias ambas
que son muy mal acogidas en su país por considerar que no se debería realizar
una parodia de tan insignes obras literarias.
Se le acusa entonces de haber agotado sus recursos y de tener una cultura
estrecha, exigiéndole que tenga más respecto por Cervantes, no vaya a ser que
se despierte de su tumba.
Los críticos se vuelven contra él y dicen que debería envejecer de nuevo,
pues con la cirugía plástica que se ha efectuado el cómico de la gabardina
había perdido la flexibilidad del gesto en el que estribaban sus arrolladores
triunfos.
Sin hacer caso de las malas críticas, Mario sigue su vida y se compra el
rancho La Purísima, en el municipio de Ixtlahuaca para dedicarlo a la cría de
ganado bravo y adopta al que sería su hijo Mario Arturo Moreno Ivanova,
hijo de la americana Marion Roberts, la cual tenía serios problemas
económicos para mantener a su hijo. El niño fue registrado entonces como
hijo de Valentina y Mario Moreno, constituyendo una nota de alegría y
felicidad para el matrimonio.

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Pepe, la segunda oportunidad en Hollywood

Y en 1960 por fin se emprende el rodaje de la película «Pepe», gracias a la


colaboración de la Columbia Pictures, Posa Films y el productor George
Sidney. La lista de actores que intervinieron fue extensísima, estando entre
ellos: Dan Dailey, Maurice Chevalier, Shirley Jones, Bing Crosby, Richard
Conte, Bobby Darin, Sammy Davis Jr., Jimmy Durante, Zsa Zsa Gavor, Janet
Leigh, Jack Lemon, Kim Novack, Dean Martin, Frank Sinatra, Debbie
Reynolds, Edward G. Robinson, Donna Reed, Charles Coburn, Tony Curtis,
Peter Lawford, César Romero y las chicas del Follies Bergere, además de
contar con la voz de Judy Garland. Los exteriores se rodaron en Las Vegas,
México D. F., Nevada y Acapulco, estrenándose en 1962.
Por supuesto la crítica volvió a arremeter contra Cantinflas, acusándole de
olvidar sus orígenes en un intento de internacionalizarse. Se le pedía que no
se alejara de sus comienzos y que siguiera con la imagen de hombre del
pueblo mexicano, algo que ciertamente seguía presente, al menos si tenemos
en cuenta que ese año fue recibido por el Presidente Kennedy en la Casa
Blanca, en representación del pueblo mexicano.
Afortunadamente los elogios fuera de su país aumentaban y hasta el New
York Times le dedicó un extenso artículo comentando los raros y
maravillosos talentos como comediante, alegando que por desgracia se
perdían entre la gran cantidad de artistas norteamericanos, a los que consideró
escoria de Hollywood. Bastante razón tenía estos comentarios ya que en esa
película solamente pudimos ver un esbozo del talento de Cantinflas, aplastado
bajo tanto actor famoso.
El guión de la película no sabemos si denominarlo flojo o inexistente y la
imagen de Cantinflas tiene que competir nada menos con la de el caballo Don
Juan, el cual acapara más metros de película que el resto de los actores. El
resultado final fue un gran fracaso comercial y económico, aunque los

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americanos se excusaron diciendo que la culpa la tuvo Cantinflas, quien no
acababa de encajar entre el gusto mundial.

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La crisis del cine mexicano

Después filma cinco películas más en las cuales incluye nuevos personajes sin
abandonar definitivamente la imagen del «peladito», aunque ahora solamente
se confiaba ya en el mercado mexicano para rentabilizar las películas. Las
incursiones en Norteamérica e incluso en Europa, salvo España, no parecía
que pudieran repetirse nunca más. Por ello, no es de extrañar que las única
películas que se filmen fueran realizadas para un público tan poco exigente
que soportara toda clase de despropósitos.
Cantinflas todavía aguantaba el tipo, junto al cantante Enrique Guzmán,
las dirigidas por Luis Buñuel y alguna incursión afortunada de María Félix.
Por eso le otorgan un nuevo galardón, el premio Menorah de oro, que el Club
Israelita de México le concedió por la película «El analfabeto». En ese mismo
año termina «El extra», con nuevos personajes pensados solamente para esa
película y le es otorgado el título honorífico de Doctor en Humanidades por la
Universidad de Michigan en reconocimiento de su labor humanística, sus
aportaciones filantrópicas y su gran personalidad. La Asociación Nacional de
actores no quieren quedarse descolgada y le entrega un imperdible de oro por
su trabajo que «dignificaba a los actores mexicanos en el extranjero».
Pero todavía no finaliza el año 1962 sin que un nuevo premio le sea
concedido por ser el actor más destacado de todos los mexicanos en la V
Reseña Mundial de festivales Cinematográficos, celebrada en Acapulco,
además de otra medalla de oro por ser miembro de un jurado en un concurso
internacional de belleza femenina.
En 1963 el gobierno norteamericano decide ayudar a la industria
cinematográfica de México y mediante el plan «Alianza para el progreso»,
concede préstamos siempre y cuando se haga un manifiesto anticomunista.
Aunque algunos productores están de acuerdo con este sistema de
financiación, otros recurren a coproducciones con Argentina, mientras que
algunos se instalan definitivamente en Estados Unidos.

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Mario Moreno estrena entonces «Entrega inmediata», en donde vuelve
con su personaje más entrañable, con la intención de recuperar el aplauso de
un público que empezaba a perder.
Coincidiendo con esta película, el célebre productor norteamericano
David O. Selznieck (recuerden «Lo que el viento se llevó»), en
reconocimiento a sus distinguidas y continuadas contribuciones a través del
cine para el entendimiento entre las gentes del mundo, le concede «El laurel
de oro», durante el XII Festival Internacional del Cine, quedando además
impresas las huellas de manos y pies de Cantinflas en el piso del Teatro Chino
de Hollywood.
Con el fin de ir preparando su descanso, adquiere el rancho Las Acacias
en Ixtlahuaca y lo restaura a su modo, en donde permanecería ya hasta su
muerte.

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Con la iglesia nos hemos topado

Coincidiendo con otras películas en las cuales se toca el tema de los curas de
barrio, Cantinflas filma «El padrecito», ahora ya con un nuevo guionista
llamado Jaime Salvador, resultando en realidad un remake de otra película
norteamericana que tenía como protagonista al cantante Bing Crosby.
El resultado parece ser que agradó a todos (tuvo un éxito de taquilla
absoluto), ya que la imagen de Cantinflas en sotana parece ser que encajaba
perfectamente en su carácter, aunque eso sí, se trataba de un cura muy
moderno y defensor a ultranza de los desvalidos. Tal fue el éxito que hasta
recibió el beneplácito de la Iglesia Católica, quienes le felicitaron por el modo
de exponer la doctrina social de la Iglesia y la llamada a las vocaciones
sacerdotales. La consecuencia fue, cómo no, un aumento de seminaristas muy
entusiastas y hasta se cuenta que el propio Mario Moreno envió a Roma, al
mismísimo Vaticano, una copia de su película.
«He querido dar una imagen de fraternidad y comprensión a nuestro
pueblo —comentaba— y por ello he procurado no herir los sentimientos de
nadie en esta película. Sé que cualquier frase mal empleada hubiera podido
hacer daño a los devotos de la religión y aunque mis conceptos abstractos
sobre la fe y la devoción puedan sorprender a algunos, nunca he querido con
ello criticar a los sacerdotes. He tratado a mi personaje como si perteneciera
al pueblo, como un serhumano muy normal con sus problemas cotidianos».

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Un hecho triste

Un periodista unió los comentarios sobre Cantinflas a los de Charlot, aunque


los diferenció alegando que mientras que Charlot pregonaba la resignación y
el miedo a la pobreza, Cantinflas aceptaba los designios del destino con
alegría, sin traumas ni horror. Pero este aspecto que en las películas tiene
tanto sentido, no puede ser ejercido en realidad por Mario Moreno cuando la
vida le zarandea en 1964 con la muerte por un cáncer de su esposa Valentina
Ivanova, poniendo en venta incluso la casa donde pasó sus últimos días ya
que le traía demasiados recuerdos. Por este motivo se trasladó a Villa de
Istlahuaca (Las Alcaldías), además de comprar un terreno próximo a su casa
de Cuernavaca para cultivar aguacate y mango.
Una vez recuperado, filma «El señor doctor», en donde encarna a un
médico que busca una fórmula mágica para salvar a un niño de la muerte y un
producto para dejar el pelo bien liso. La película motiva un nuevo
reconocimiento a su papel y la Asociación de Periodistas Cinematográficos le
concede la distinción «Honor al Mérito Internacional», mientras que el torero
Manuel Benítez «El cordobés», le pide que ponga prólogo a su libro
biográfico «O llevarás luto por mí» y la agrupación «Ciudad de los niños» le
otorga una bandeja de plata como agradecimiento a su ayuda.

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Su lucha contra los críticos

En 1966 filma «Su excelencia», con un argumento propio, en donde encarga a


López, un hombre humilde que llega a ser diplomático de su país Los Cocos,
un pueblo dividido entre los azules y los colorados, algo así como
conservadores y comunistas. Pero la crítica le acusa de delirios de grandeza y
de querer convertirse en árbitro de la política mundial, argumentando unas
soluciones que rayaban en la estupidez y en las que dejaba entrever un claro
anticomunismo. Como respuesta, Mario Moreno publica un libro sobre la
película, insistiendo en todo cuanto dijo de provechoso en el film.
Molesto con la opinión de los críticos, no dudó en enfrentarse a ellos en
cuantas entrevistas concedió. Esta fue una de ellas:
—¿Cantinflas sigue siendo Cantinflas?
—Yo creo que sí, aunque ya no se vista como antes. El Cantinflas de las
carpas y de las primeras películas respondía a las características de un tipo
popular en aquellos tiempos: el peladito.
—Y ese tipo ya no existe.
—No es que ya no exista. Yo creo que sigue existiendo, pero con otras
características. Todo evoluciona, México evoluciona y Cantinflas ha tenido
que evolucionar también.
—¿Está Vd. cansado?
—No, ¿por qué?
—¿Está contento?
—Sí, muy contento y orgulloso porque siento que si he llegado a triunfar
ha sido a base de muchos esfuerzos y mucha dedicación a mi trabajo. Es un
trabajo difícil que exige mucho, mucho, constantemente. Usted no se imagina
lo nervioso que me pongo aún cuando filmo, antes de cada escena. No se lo
imagina.
Su última película y la muerte de su esposa hicieron reflexionar a Mario
Moreno, el cual se apartó durante un año de las cámaras de cine hasta que una

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vez cumplidos ya los 57 años reconsideró su vida futura y rodó «Por mis
pistolas», una parodia de pistoleros, minas de oro y caballos, en la cual
trabajó la actriz Isela Vega. Durante el rodaje conoció a Joyce Jett, una
hermosa y avispada mujer que después de mantener con él 20 años de
relaciones sentimentales le pidió el divorcio; algo muy razonable si no fuera
porque nunca estuvieron casados. Pues la buena señora no solamente quiso
vivir a costa del bueno de Mario Moreno el resto de sus días, sino que le
exigió como reparto de «bienes gananciales» 20 mil dólares, varios pisos y
una substancial pensión alimenticia. Como quiera que las demandas judiciales
se eternizaban, los abogados de cada uno tuvieron que llegar a un acuerdo en
el cual la buena señora no salió ciertamente mal parada.

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Una cadena de despropósitos

La película «Por mis pistolas» tampoco consiguió el éxito deseado, quizás


porque el mundo evolucionaba rápidamente y los jóvenes estaban más
interesados ya por la música de los Beatles (por cierto, la película «Qué noche
la de aquel dia» estuvo prohibida en México), el movimiento Hippie y el uso
del LSD que por películas moralistas, lo que motivó que la productora Posa
Films Internacional estudiara con mucho detenimiento el próximo film.
La elección recayó sobre un clásico de la literatura, Don Quijote, y el
título sería «Un Quijote sin Mancha», el cual devolvería a Cantinflas a sus
escenarios primitivos, los barrios obreros que dieron fama al «peladito». La
película no era ciertamente una versión fidedigna de la popular obra literaria y
en ella se veía a un humilde trabajador con ganas de ser un buen abogado de
los pobres y que lógicamente debía enfrentarse a los poderosos hombres que
pretendían oprimir al pueblo. El guión era del propio Mario Moreno y tenía
como compañeros de reparto a Lupita Ferrer, Angel Garasa y Carlos
Riquelme.
En 1969 el presidente del patronato Casa del Actor le entrega la medalla
de oro por su distinguida labor humanitaria y se inicia un romance con la
actriz Irán Eory, aunque estaba vez ambos prefieren mantenerlo en un
discreto silencio. Su amistad había nacido anteriormente en España, durante
una corta estancia de Mario Moreno en la boda de un amigo, aunque ninguno
de los dos quería formalizar ninguna relación seria, uno por edad y
desventuras anteriores y la otra porque todavía se consideraba muy joven para
atarse a nadie.
Los amigos dieron otras versiones para explicar la ruptura, aunque años
después Mario Moreno dijo que en realidad en esa época lo único que
necesitaba era dedicarse por entero a su hijo, mientras que ella explicó que
fue el carácter absorbente de él lo que la hizo meditar y volverse atrás.

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Unos meses después concedió una entrevista a un diario del país en el cual
explicaba el secreto de su peculiar lenguaje cantinflesco, ya admitido por la
Real Academia de la Lengua española:

—Ora que si profundizamos se trata de un deslenguaje a la


defensiva de la incultura que no le gusta confesar a uno. Yo no
sé, pero alego para que crean que si sé. Y alegamos lo que
usted quiera, al cabo que el que pierde es que sabe, porque el
que no sabe qué le importa ¿no?
El político, por ejemplo, dice y dice y no dice nada. No, si
la demagogia es…
—¿Y qué se siente al dormir en la Casa Blanca?
—Antes que nada, lo considero un honor. ¿Qué se siente
durmiendo en la Casa Blanca? Pues antes de dormirse uno se
pone abusado para ver si le están espiando, porque para eso de
espiar son buenos. Pues… se siente y no se siente. Fíjese que lo
que me figuro no es que digamos ¡ya!, pero me extraña porque
casualidad que yo pensativo, pues desde luego, ¿por qué no?
Pues si esas personas pues para mi que… y luego llegó uno que
parecía empleado pero me dijo: «for the way», y así,
francamente, con malas palabras uno como que no se lleva. Y
me dijo que ¿cómo a las ocho?, que dice el presidente que está
usted muy ready para cualquier desaigre.
¿Y qué se siente al dormir en la Casa Blanca? Pues con la
conciencia tranquila se duerme en cualquier parte, con tal que
no descobijen. Yo con estos honores me siento muy mexicano,
aunque a veces tengo tipo de suizo y la gente se me arrima y yo
por las dudas guardo la cartera, porque ya ven que uno nunca
sabe. Por eso al dia siguiente hubo lo que hubo.
—¿Qué opinión tiene de la política?
—Creo que todo ciudadano tiene y puede participar. Yo he
actuado, dentro de mi trabajo, como político, aunque en la vida
real no me gustaría. Muchos compañeros han sido diputados y
he visto que tiene mucha similitud con el teatro; es un show con
buenos actores. Unos le hacen a la comedia, otros al drama y
la mayoría se van a la opereta. Los actores diputados montan
su show como si fueran a actuar durante tres años en un teatro.
Agarran brazos, dan besos, ponenposes para las fotografías y
cogen todo lo que pueden. Conste que yo lo que digo, si dicen

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que dije, pos allí está el respetable que también lo dice; ora que
si ustedes se rajan…
—¿Su personaje actual es el mismo de aquél de la carpa?
—No, yo creo que no me podía haber quedado en esa
época. Los personajes y los pueblos cambian con la época y
prosperan; se superan. Cantinflas ha evolucionado con el
pueblo, ya no es un peladito se ha superado, aunque ni el
pueblo ni Cantinflas han cambiado su esencia. Ya no suele
llevar esa «gabardina» de antes y viste un poco mejor, casi a la
moda, aunque todavía saco de vez en cuando mi gabardina.
—¿Qué es para usted un cómico?
—Es muchas cosas: un señor que tiene la conciencia de que
su profesión consiste en divertir a la gente. Sabe que puede
transformar cualquier situación en algo cómico, aunque no
quiere decir que maquille los chistes a lo loco.
—¿Se considera profeta en su tierra?
—Yo he tenido experiencias con todos los públicos y creo
que el más difícil es el mexicano. Mi opinión es que cuando
llega al teatro o al cine no deja sus problemas fuera, los lleva
consigo.
Esto hace que le moleste su compañero de butaca y que
siga pensando en sus problemas. Los gringos son mucho más
prácticos y una vez que entran en un teatro se aíslan del mundo
exterior y tratan de sacar partido al dinero que han invertido
para ver la función. Si el cómico consigue aislarle de sus
problemas es que es bueno. Todo depende del nivel de las
carcajadas.
—¿Es usted una persona feliz?
—Es que si no lo fuera no podría proyectar felicidad al
público. No comprendo eso del payaso que estando triste en
capaz de hacer reír. Los amargados no proyectan felicidad,
más bien la contagian.
—¿Cuál es su comida favorita?
—Pues quitando los voladores, que uno no sabe ni que cosa
llevan dentro, para mi los chilaquiles, la verdad. ¿Y qué me
dice de los peneques?, aunque de esos no hay que comer mucho
porque se apeneca uno.
—¿Su color predilecto?

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—Entre el azul y las buenas noches.
—¿Tiene miedo a envejecer?
—No, porque cuanto más viejo más experimentado, aunque
hay quienes no son tan viejos y ya son muy experimentados.
—¿A qué enfermedad tiene más miedo?
—Por lo general a todas, aunque más al mal de ojo, porque
a quien le hacen mal de ojo, ¡uy!
Entre los artistas la enfermedad más terrible es la
egolatría.
—¿Su mejor premio?
—Sin pensarlo, sin equivocarme, sin titubear: mi hijo.
—¿A quién admira?
—Ahorita mismo a Ghandi y si volviera a reencarnarme
querría ser él mismo.

Ese mismo año torea por última vez en el cumpleaños de su sobrino


Eduardo y también trata de afianzar sus inversiones comprando el Hotel
Posada La Ermita, en la cual había vivido su madre, y vendiendo un hotel que
poseía en Acapulco. Las acciones de su nuevo hotel las repartió entre varios
miembros de su familia y concedió la administración a su sobrino Roberto
Moreno, aunque con el paso de los años la rentabilidad disminuyó y lo
cerraron.

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Cantinflas escritor

No contento con la crítica que había recibido su película «Su excelencia»,


publica un libro basado en el guión auténtico del film con el cual trata de
congraciarse con sus ya numerosos detractores.
Pero la noticia de que el libro, aunque firmado por él mismo, fue escrito
en su mayor parte por su amigo Marco Almazán, supuso nuevas críticas por
parte de un sector que ya deseaba perjudicarle. Afortunadamente la firma de
Cantinflas todavía era muy fuerte entre el público y constituyó un gran éxito
editorial que estaba ansioso por escuchar y leer cualquier frase que
perteneciera a su ídolo.
Cantinflas era aún el personaje cómico más importante de habla hispana y
este libro, en un época en la cual era poco menos que imposible tener sus
películas en casa, era la única manera de tener ante sí las parrafadas hilarantes
de él. El resultado fue que en poco más de un mes se vendieron 50.000
ejemplares, muchos de los cuales llegaron a Los Angeles, ciudad en la cual le
concedieron la distinción San Yorty, algo así como la llave de la ciudad.
El 14 de Enero se celebra en esa ciudad un festival benéfico como ayuda a
la comunidad hispana más necesitada, al que acude por supuesto Cantinflas, y
allí se dedica a firmar autógrafos entre todos los compradores de su libro,
aunque las ventas en esos días habían sido tan altas que se ve imposibilitado
de poder satisfacer a todos sus admiradores. Según cifras manejadas con
realismo, ya se habían vendido 100.000 ejemplares y las ventas continuaban.

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Su salud se resiente

En esa época comienza a elaborar lo que sería el guión básico de su próxima


película «El profe», en la cual trataría una vez más de hacer justicia entre los
pobres y atacar al rico. Por desgracia, un infarto de miocardio frena sus
deseos de trabajo y se ve obligado a descansar durante algunos meses. La
noticia por supuesto corrió como un reguero de pólvora y el mundo entero se
enteró al dia siguiente que Cantinflas había sufrido un infarto. El problema no
fue grave, se solucionó en seguida, pero para el público fue la primera señal
de alerta de que su ídolo era ya muy mayor y que pronto les abandonaría. El
equipo médico que le atendía insistía en que no había sido nada severo y que
pronto podría volver a trabajar, pero que debía cuidarse mucho más que hasta
ahora, especialmente en cuanto a las comidas y el tabaco. Fueron muy severos
en que debía abandonar drásticamente el hábito de fumar, algo que Mario
Moreno llevaba practicando desde que era joven.
Pero el problema era que Cantinflas y el cigarrillo en los labios era casi lo
mismo para el público, e incluso muchos de los carteles publicitarios le
mostraban con su cigarrillo barato colgando, casi cayéndose, de su boca. Por
eso ni él, ni sus admiradores, podían imaginárselo sin un cigarrillo encendido,
con mucha más razón en una época en la cual fumar no estaba mal visto y ni
siquiera los médicos hacían cruzadas en contra del tabaco.
Y al igual que antes hicieran otros grandes actores del cine, para los
cuales la inmortalidad era algo alcanzable, Cantinflas siguió mostrándose en
público y en el cine con su cigarrillo medio caído, apenas ya una colilla,
mientras miraba casi detrás de las pestañas con sus párpados medio cerrados y
su mirada de astucia. Pero ahora ya había dejado de fumar en privado,
asustado por una muerte que empezaba a ver ya cercana. Una cosa era la
imagen que pretendía mostrar al público y otra muy distinta la que sentía en
su interior.

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El renacer de un trabajador incansable

Sus ansias de vivir fueron en esa época más fuertes si cabe que nunca y una
vez que finalizó la filmación de «El profe» inauguró el Hotel La Posada La
Ermita en Guanajuato y acude a San Antonio —Texas—para recoger un
nuevo premio por su extensa y magnífica labor cómica en el cine. Sin apenas
descanso se traslada a Nueva York en donde la Asociación de Cronistas de
Espectáculos le otorga un nuevo galardón por su buena labor en «Un Quijote
sin mancha». Allí conoce al popular jugador de fútbol, el brasileño Pelé, y
medio en broma medio en serio quedan de acuerdo para filmar una película
juntos, en la cual por supuesto Cantinflas sería un experto campocentrista.
Pero estos buenos propósitos se tienen que posponer para atender sus
múltiples compromisos, entre ellos un nuevo viaje a España, a la ciudad
costera de Gijón, en donde interviene como miembro del jurado en el Festival
de Cine Infantil de Gijón.
Sin apenas recuperarse coge un avión y retorna a México y de allí parte a
Lima —Perú— en donde junto con otros 180 artistas de todo el continente
americano interviene en un festival a beneficio de los damnificados por el
terremoto que asoló ese país. Sin tiempo suficiente poder dormir, al día
siguiente acude a Mérida —Yucatán— donde el popular cantante británico
Tom Jones (¿recuerdan la canción «No es nada extraño»?) es el invitado de
honor, junto a Cantinflas, en la inauguración del periódico Avance. Allí nace
una fuerte amistad entre los dos y el exminero convertido a cantante visita La
Purísima y su campo de cría de ganado bravío.
En esa época México empieza a salir de la crisis económica y política, y
en el distrito federal se inaugura por fin un viejo anhelo de sus habitantes: el
metro, el cual viene a solucionar en parte el caótico tráfico de la ciudad,
aunque justo es reconocer que la mayor aportación económica para tan
inmensa obra corrió a cargo del marido de la popular actriz María Félix. Este
acontecimiento, más el nombramiento de México D. F. como sede del IX

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Campeonato Mundial de Fútbol, fueron suficientes para que la pujante
economía del país siguiera por buen camino.
Mario Moreno, por su parte, no descansa y consigue por fin inaugurar su
ansiado Hogar para los Niños. Para lograr fondos organiza un monumental
festival benéfico con Chacho Ibáñez y aprovecha para rendir un homenaje al
compositor Agustín Lara, el cual se encontraba ya gravemente enfermo. Por
desgracia la salud de Lara era tan precaria que no puede acudir al homenaje,
el festival se tiene que suspender y además coincide con el premio de
Literatura Humorística que se llama Cantinflas, el cual también queda
desierto por falta de buenos concursantes.
Los festivales y homenajes cruzados siguen siendo habituales en la vida
de Mario Moreno y en 1970 entrega a su amigo Luis Basurto una medalla
como reconocimiento a sus muchos años como actor teatral, casi 30
ininterrumpidos, del mismo modo que también agasaja al director de la
agencia de publicidad que se ha encargado hasta entonces de su promoción
publicitaria y todavía tiene fuerzas para acudir al Foro Internacional de la
Juventud y hablar sobre las drogas, la violencia y el erotismo, temas que
siempre persiguió en sus películas, aunque justo es reconocer que el tema del
erotismo siempre lo enfocó bajo un prisma cómico, quitándole cualquier
dramatismo inoportuno.
En ese año el Presidente Luis Echevarría intenta relanzar al decrépito cine
mexicano y otorga privilegios a jóvenes realizadores, aunque no consigue que
los cómicos den el prestigio que el nuevo cine necesita. Solamente Cantinflas
aguanta bien el tipo y su película «El Profe», en la cual interviene por última
vez el popular Arturo de Córdoba, logra consolidar la figura de Cantinflas una
vez más, a pesar de que sus ya numerosos detractores le auguraban una vez
más el fracaso.
En 1971 recibe otro galardón (y van…), pero esta vez por fin se lo
concede por primera vez el gobierno de la ciudad, el cual había estado ausente
hasta entonces de cualquier reconocimiento público hacia el popular actor.
Las razones no son otras que las continuas críticas que tanto Cantinflas como
Mario Moreno dedicaban a los poderosos, llegando en más de una ocasión a
enfrentamientos directos y cruces de palabras agresivas entre ambos. El
privilegio de ser un actor de reconocido prestigio mundial y estar apoyado por
las clases económicamente débiles, le permitía a Mario Moreno poder decir
sin problemas lo que los demás tenían que callarse.

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La medalla de oro que le concedieron fue por ser «El amo de Garibaldi» y
el homenaje celebrado en el teatro Follies Bergere se extendió posteriormente
hasta la plaza Santa Cecilia, en donde se organizó una improvisada fiesta
popular con miles de admiradores rendiéndole su entusiasmo.
En esos días organiza los preparativos para ir a España, en donde rodaría
la película «Don Quijote cabalga de nuevo», filme en el cual intervendrían
actores hispanos tan populares como Fernando Fernán Gómez, María

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Fernanda D’ocón, Mary Francis, Laly Soldevila y Vicente Escribá. La
coproducción entre Posa Films y Oscar PC, estuvo dirigida por Roberto
Gavaldón.
Aunque en un principio se pensó nada menos que en Gary Grant para
hacer el papel de Don Quijote, las pretensiones económicas del actor
americano impidieron que las conversaciones entre ambos llegaran a buen fin.
Todos eran conscientes que esta película no podía ser una más en la
filmografía de Cantinflas, no tanto por la posibilidad de quemar el personaje
para siempre, sino por el tema literario de fondo, el cual obligaba a poner un
sumo cuidado en los diálogos. La inversión económica fue muy importante y
dado que se contaba con la presencia de Cantinflas y el buen argumento de
fondo, el éxito debería estar asegurado, lo que por desgracia no ocurrió. El
fracaso fue absoluto, al menos en España, y eso que en el estreno de la
película estuvo nada menos que Doña Carmen Polo, esposa del general
Franco, la cual debería aportar el suficiente prestigio para que todo fuera un
éxito. Justo es reconocer que el día del estreno hubo un lleno total y que en la
calle se congregaron multitud de admiradores de Cantinflas, pero los días
posteriores fueron tan pobres en espectadores que la película se retiró
inmediatamente.
Los críticos insistieron en que Cantinflas no debía meterse en camisa de
once varas y mejor tenía que dejar los clásicos de la literatura para actores
más serios. Después del fracaso de convertir a «Los tres mosqueteros» en una
obra cómica, con el deseo de llegar también al mercado francés, hay quien
dijo que ya solamente le faltaba intentarlo con La Biblia.
Y como quiera que lo que todos pretendían era impedir que el mejor, y
quizás el único, cómico de habla hispana desapareciera de las carteleras, se
realizó un nuevo intento para atraer al público, esta vez a los niños, para los
cuales la tremenda verborrea de Cantinflas les resultaba ininteligible.
Contando con su asesoramiento se hizo una serie de cortos de dibujos
animados para la televisión, el «Cantinflas Show», la cual a pesar de estar
realizada con esmero no consiguió llegar al gran público y ni siquiera fue
repuesta.
También se elaboró un comic que al menos permaneció a la venta durante
unos meses y que hoy es motivo de interés para los coleccionistas.
En 1973 rueda «Conserje en condominio», título que sería cambiado por
el de «Conserje para todo», más comprensible para el público. Esta película
número 46 sería producida por Rioma Films y distribuida por Columbia
Pictures, siendo el director Miguel M. Delgado. En esta ocasión Mario

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Moreno no interviene en la elaboración del guión y los diálogos son obra de
Carlos León.
A consecuencia de la presentación a la prensa de esta película sostuvo esta
entrevista sobre la juventud:
—¿Qué está cambiando en nuestra juventud?
—Creo que nuestra juventud ya nace anciana y ello va unido a que ya no
existe interés o al menos ilusión en ser padre, en ver crecer y educar a los
hijos.
—¿Cuál es la causa?
—Ahora todo da lo mismo a todos. Los sentimientos están vacíos y si
alguien menciona la palabra amor le dicen que esa es una palabra hueca.
—¿Son muy diferentes los jóvenes de ahora a nosotros?
—Yo creo que la juventud siempre es la misma, sea la época que sea.
Siempre participa en los problemas, sean sociales o políticos y busca metas
que alcanzar. Necesitan ídolos a quien imitar y costumbres que seguir, aunque
en muchas ocasiones estos hábitos son muy negativos.
—¿La causa puede estar en una carencia de ídolos válidos?
—No exactamente. Idolos y costumbres adecuadas los hay siempre, lo
que ocurre que a veces imitan a quienes no aportan nada bueno y eso les
provoca un gran hastío por la vida.
—¿Y el ejemplo de los mayores no les sirve?
—Es que para los jóvenes toda persona que haya rebasado la barrera de
los treinta es un viejo y no les tienen en cuenta, ni su experiencia les sirve de
nada.
—¿Qué opina del movimiento hippie?
—Sinceramente no les entiendo. ¿Cómo se puede concebir a unas
personas que pregonan amor y paz y se dedican a hacerse daño a sí mismos y
a los demás? No tienen ningún deseo de progresar, solamente ven pasar los
días. Dicen que nada vale la pena y que todo se aprende sin necesidad de
estudiar.
—¿Les influye la juventud de otros países?
—La más influyente es la norteamericana. Les imitan en el trabajo, el
vestir y también en su idea del sexo y en la manifestación de la violencia.
Creen que la libertad es no estudiar ni trabajar, en ser irresponsables y no
respetar al prójimo.
—Cambiando de tema, ¿cómo fue su relación con Charles Chaplin?
—Ocurrió ya hace algunos años, cuando estaba en California. Parece ser
que vio algunas de mis películas y le impresionaron mucho y me invitó a su

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residencia. Para mucha gente eso hubiera sido un sueño, pero yo nunca estuve
con la leyenda si no con un compañero, un artista.
—¿Qué le preguntó?
—Le interesaban mucho mis comienzos y me confesó que él siempre
había buscado como hacer reír, pero de una manera que obligara al espectador
a pensar.

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Una pausa en su trabajo como actor

Durante 1974 no quiso filmar ninguna película pero nunca le faltaron motivos
para sentirse satisfecho. Los miembros del senado le organizan un homenaje
como reconocimiento a su intensa labor filantrópica en favor de los niños, al
mismo tiempo que le aplauden su buena labor artística. Los norteamericanos,
por su parte, le organizan en la ciudad de Los Angeles una semana entera de
homenaje en reconocimiento de su gran trabajo como cómico, a lo que se
suma otro homenaje similar meses después en la ciudad de Puerto Rico.
Pocas semanas más tarde pone en marcha la escuela infantil en Ixtlahuaca,
una obra que llevaba muchos años persiguiendo ya que era consciente de que
los niños de esa zona rural necesitaban una escuela adecuada que les
permitiera en un futuro salir de la situación de pobreza en la que vivían. La
escuela, con una capacidad para 350 alumnos, fue inaugurada por el
gobernador de México y se aprovechó la presencia de los numerosos políticos
para organizar una ruta entre los pueblos cercanos que recogiera en camiones
a los niños para llevarles al colegio, evitando que tuvieran que andar todos los
días los muchos kilómetros que les separaba de sus casas.

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Dos años después

La vida de Mario Moreno estaba ya sometida a grandes cambios, no


solamente por su edad si no por las circunstancias laborales y sentimentales
que le acontecían. Molesto cada vez más por la política de su país, decidió
emprender el rodaje de una película que de alguna manera explicara el
sentimiento de la mayoría de la población, la mayoría de las veces al margen
de los dictados de los políticos.
La película se tituló «El ministro y yo» y en ella criticó sobremanera la
lentitud de las resoluciones políticas, las cuales llegaban muchos años después
de que existiera un problema a resolver. Insistió en la burocracia como
método para paralizar cualquier buena iniciativa y dejar en suspenso por
tiempo indefinido cualquier resolución aprobada por iniciativa popular.
Tampoco olvidó mostrar el reconocimiento de los funcionarios más
eficientes, los cuales se veían impotentes de sacar adelante su trabajo por
culpa de los directivos que solamente se preocupaban de acudir a actos
oficiales, en lugar de trabajar.
En esta película trabaja Héctor Suárez, personaje de gran prestigio, a
quien Mario Moreno invitó a trabajar con él, aunque tenía dudas de que
solamente «trabajara con artistas buenos y no quisiera hacerlo con él». La
respuesta de Héctor fue corta pero muy clara: «cuando usted quiera, don
Mario».

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Su amigo el actor Ángel Garasa

En 1976 muere el actor Angel Garasa, compañero inseparable de Cantinflas


en la mayoría de sus películas, hecho que abate profundamente a Mario
Moreno consciente de que todos sus compañeros de trabajo se están
marchando de su lado sin remisión.
La amistad entre ambos actores no solamente era por motivos
profesionales si no por coincidencias morales y políticas, ya que ambos
buscaban a través de sus películas cambiar el mundo y hacerlo más noble.

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En su funeral, mantiene la siguiente conversación con un periodista:

«Ambos, Mario Moreno y Cantinflas, son unidades


indivisibles. Ambos quisieran tener la fórmula para cambiar el
mundo en algo más noble. Aunque yo no tengo esa fórmula
creo que existe un camino y consiste en que el mundo obre de
buena fe, que la gente crea en sus compañeros y que nos
despojemos de ese egoísmo tan grande que tenemos. Hay que
entender que el mundo no somos solamente nosotros, sino que
somos muchos a quien tener en cuenta. Yo suelo ser una
persona muy positiva, nunca pienso en lo que me molesta o
disgusta y así no me pongo de mal humor.
¿Sobre el amor? Pues yo no creo que exista una edad ideal
para enamorarse y yo aún tengo tiempo para ello ya que estar
enamorado es muy hermoso.
Yo no puedo decir qué se siente al ser un triunfador porque
no me considero como tal o al menos no me he sentido así. La
vida es demasiado corta para triunfar. Cuando te quieres dar
cuenta el destino ya te la ha quitado. Es más, creo que yo no
tendré tiempo de triunfar y que me moriré antes, aunque he de
reconocer que ocupo un buen lugar en este mundo, lugar que
he conseguido a través de mi esfuerzo constante.
No creo que la mujer necesite liberarse de nada y considero
eso de la liberación femenina como una tontería. La mujer es
igual al hombre y solamente tiene que darse cuenta de que
posee unas diferencias esenciales con respecto a los varones y
que al igual que éstos necesita sentirse apoyada por el otro
sexo».

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Controversias

Una vez que el gobierno de Luis Echevarría se terminó y alcanzó la


presidencia López Portillo, Mario Moreno tuvo que soportar numerosas
críticas de sus admiradores a causa de una foto que se hizo con Féliz Galván,
secretario de Defensa del nuevo gobierno, aunque para acallar la polémica
consistió en ser entrevistado para la prensa:
—Yo soy millonario pero de izquierdas.
—¿Considera que los políticos le han utilizado para sus campañas?
—Creo que mi popularidad es algo muy apetecible para quienes desean
utilizarme en su favor y no veo nada malo en ello si la causa es noble. Pero yo
nunca me he prestado ni me prestaré a ponerme de parte de ningún grupo
político en concreto.
—¿Le interesa el mundo de la política?
—No más que a cualquier ciudadano y pienso que todos debemos
interesarnos un poco por lo que pasa a nuestro alrededor, pero si yo un día
tuviera que vivir de ella dejaría de ser un comediante.
No creo que la gente me aceptase en ese doble papel.
—¿No tiene amigos entre los políticos?
—Por supuesto que sí, aunque no estoy interesado en sus ideologías si no
en su carácter.
—Pero usted tendrá algún pensamiento político, ¿no?
—Toda persona tiene alguna manera personal de pensar y yo tengo la mía,
aunque no se la voy a decir a usted. La gente como yo, los que hemos surgido
de la nada y sabemos lo que significa luchar para ganarse un puesto estable a
base de esfuerzo, tenemos las ideas muy claras.
—¿Izquierda o derecha?
—Ya que me presiona… básicamente soy un hombre de izquierdas que ha
luchado, sigue luchando y desea superarse. Todo aquel que trabaja tiene

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derecho a tener lo que se ha ganado. Mi ilusión en la vida es poder decir lo
que yo quiero decir, sin presiones ni compromisos.
—¿Pero usted tiene amigos honorables que se han dedicado a la política,
no?
—Y me parece magnífico, pero mi tribuna es apolítica aunque también
puede funcionar políticamente, aunque no tengo que aspirar a ser diputado. La
política la hago con mis películas, una política con humor y muy humana.
—¿Como en su película «Su excelencia»?
—Lo que hice en esa película fue expresar cómo debería ser el mundo,
cómo pueden funcionar mejor las cosas. De modo que ya ve, sin ser político
hago política en mis películas.
Quizás como homenaje a que desde casi en sus comienzos en el cine había
sido nombrado miembro honorario del cuerpo de Tránsito, algo así como
nuestra Policía Municipal, y basándose en la película «El gendarme
desconocido» de 1941, emprende el rodaje de su película número 48 que
llevaría por título «El patrullero 777», basada en un guión propio. La acción
está centrada en nuestros días y en ella le vemos con el tradicional uniforme
azul de la policía, disfrazado de hippie, bailando en una discoteca al son de la
música más rockera y hasta peleando con unos matones empleando técnicas
del más puro Kárate.
La película alcanzó gran popularidad, pero como siempre entre el público,
ya que los críticos aprovecharon la oportunidad una vez más para criticarle su
afán de moralizar al público, su decadencia física y hasta su deseo de
dignificar la labor de la policía.
Afortunadamente la película no se resiente económicamente de tan
negativos comentarios y en una entrevista insiste que lo que en verdad
pretendió transmitir fue el reconocimiento a la labor policial, aunque para
lograrlo tuviera que dejar bien claro el afán de servicio y la moralidad de un
cuerpo que había estado en entredicho por corrupción en numerosas
ocasiones. Tan alto era su deseo de agradar que incluso llegó hasta el extremo
de entregarle la película al departamento de Policía del Distrito Federal para
que sus beneficios económicos sirvieran para mejorar a sus servidores.

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Nuevos reconocimientos

Como contrapartida a las críticas de sus detractores, la Real Academia de la


Lengua incluye en su enciclopedia el término «Cantinflas» y «cantinflear»,
para dejar constancia de un lenguaje tremendamente popular que traspasó las
fronteras.
También le nombraron Rey del Cine Nacional, en unión a la reina Silvia
Pinal, nombramiento que rechazó al considerarlo fuera de lugar, aunque no le
quedó más remedio que aceptar el de Embajador Mundial de la Risa, más que
nada porque a la ceremonia ya organizada estaban invitados numerosos
políticos. Por si fuera poco en la ciudad de San Antonio de Texas le
nombraron nada menos que «Hidalgo de San Antonio de Béjar», término
fuertemente pedante pero que no tuvo más remedio que aceptar.

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Cantinflas y el Papa

Respetuoso a ultranza con la Religión Católica, Mario Moreno vivió el día


más importante de su vida cuando el mismísimo Papa Juan Pablo II decidió
visitar el Hospital Infantil, del cual era miembro del patronato, encontrándose
ambos y manteniendo una larga plática que dejó sensiblemente emocionado al
popular actor. Durante unas horas Cantinflas se quedó absorto en sus
recuerdos, tratando de revivir un encuentro que ni siquiera había visto en su
imaginación, ya que incluso las pocas veces que se trasladó a Italia ni siquiera
intentó pedir audiencia al Papa para saludarle.
«Nunca me imaginé que recibiría aquí en mi tierra un apretón de manos y
un afectuoso palmoteo en mi espalda de su Santidad y jamás olvidaré esa
expresión tan espontánea, llena de simpatía, que puso cuando me miró. Mi
diálogo con él fue muy breve, pero suficiente para mí.
He vivido unos momentos muy emotivos y nunca podré olvidar cuando me
puso sus manos en mis hombros y me felicitó en italiano por mi contribución
a la felicidad y la alegría de las gentes.
El Papa es una persona sencilla, de mirada penetrante y llena de bondad.
Me impresionó su gran seguridad, su firmeza al oprimir mis manos y sigo
teniendo presente su figura dotada de gran personalidad, con una sonrisa
que proyecta esperanza y solidaridad humanas».

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Su última película

Nunca sospechó que su película número 49 fuera ciertamente la última de su


carrera, ya que de haberlo sabido quizás hubiera realizado alguna que fuera un
digno colofón a su trabajo. Pero si hacemos caso de los comentarios sobre el
motivo de elegir esta película y no otra, pudiéramos pensar que precisamente
quiso volver a sus orígenes más humildes, dignificando la profesión más
humilde de todas, la de barrendero.
Con el fin de lograr una filmación a su modo y manera, fue producida por
él mismo bajo el nombre de Cantinflas Films, S. A. y el argumento lo elaboró
con la ayuda de Fernando Galeana.
Cualquiera que haya visto esta película habrá notado el interés de
Cantinflas por retomar los diálogos, movimientos corporales y ciertos chistes
que le caracterizaron en sus primeras películas. Si hubo todavía algún motivo
de queja por el abandono de su personaje del «peladito», en esta película
podemos ver el renacer de aquel humilde obrero que trataba de hacer el bien,
enfrentándose como siempre al poderoso.
La película es muy bien acogida por el público, incluso más que «el
Patrullero 777» y solamente en México sobrepasa los 260 millones de pesos
de recaudación. Quizás porque no se esperaba tan estupenda reacción por
parte del público, Mario Moreno decide reconsiderar su postura de no volver
a filmar ninguna otra película y emprende la elaboración de un guión,
mientras que se convierte en productor de «Welcome María» que se rueda en
Los Angeles.

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El final de ídolo

Pero quizás por su precaria salud o porque era consciente que a sus 72 años ya
no podía realizar las contorsiones y muecas que sus personajes le
demandaban, lo cierto es que nunca más volvió al cine, aunque ello no quiera
decir que se retirase a un lugar tranquilo y apartado del mundo. Su carácter
inquieto no era apto para realizar un mutis.
Desde ese momento y durante 11 largos años tiene tiempo de seguir
recibiendo galardones, entre ellos una mención de la FAO, organismo que
controla la producción alimentaria, y el día Mundial de la Alimentación
Mario Moreno es proclamado «Símbolo de la Paz y Alegría en las Américas»,
durante un emotivo acto celebrado en la sede de la OEA (Organización de
Estados Americanos). Le es entregada las llaves de Washington y allí mismo
graba un disco que dio la vuelta al mundo en favor de todos los niños del
mundo, el cual sería destinado a recaudar fondos para la UNICEF, al mismo
tiempo que colabora en otro destinado a sensibilizar las conciencias
mundiales, disco en donde también están todos los artistas hispanos de más
renombre, entre ellos «El Puma», José Feliciano y Julio Iglesias.
Establecido periódicamente en España, en donde se compró un lujoso
apartamento, el propio Rey Juan Carlos I le recibe durante un encuentro muy
emotivo, al mismo tiempo que España le reconoce su inmensa labor en pro
del cine hispano, concediéndole el título de «Personaje de la Década de las
Américas», mientras que La Real Academia de la Lengua Española acepta ya
sin reparos el término «cantinflear» como una forma más de expresión
popular. Cuando le es entregado un diccionario con su nombre y forma de
hablar, comenta: «Ya ve usted, terminé en verbo».

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Recordando un divorcio extraño

En 1985 y para asombro de juristas y legisladores, su «amiga» Joyce Jett, con


la cual había convivido durante algunos años sin estar casados, e incluso
existiendo un contrato previo entre los dos en el cual se especificaba que en
caso de separación ninguno de los dos tendría derecho a ninguna
indemnización, le pone un demanda por «divorcio», amparándose en un
extinta ley del estado de Texas en la cual se estipulaba que cuando dos
personas hacen vida marital y social juntas y se comportaban en público como
pareja, aunque no tuvieran hijos en común, eran consideradas a todos los
efectos como matrimonio y en caso de separación se podía, voluntariamente,
pedir un divorcio en igualdad de condiciones que las parejas realmente
casadas.
Con esta ley, impulsada lógicamente por feministas deseosas de vivir a
costa del varón, se establecía un contrato imaginario donde no había ninguno
real.
Pero afortunadamente no todos los legisladores tenían los sentidos tan
nublados como la mencionada señora (la cual por cierto reclamó más dinero
del que tenía realmente Mario Moreno), y en un primer juicio declararon no
procedente el reparto de bienes aunque tuvieron en cuenta la posibilidad de
establecer una pensión económica.
Como quiera que el dinero ajeno siempre es muy tentador, y mucho más
cuando intervienen abogados que también se llevarán una gran suma por sus
servicios, presentaron un recurso y durante dos años la causa por «divorcio»
continuó adelante. La maldad de esa señora, quien anteriormente había
hablado maravillas de Mario Moreno (cosa lógica dada la vida tan opulenta
que recibía), quedó demostrada cuando se dedicó a tocar la fibra sentimental
del público y concedió multitud de entrevistas en prensa, radio y televisión,
hablando pésimamente de lo horrible que había sido vivir con tan malvado

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señor. Le tachó de egocéntrico, absorbente, celoso y hasta de defraudar a la
hacienda mexicana.
Para Mario Moreno, deseoso de lograr la paz en una época de su vida en
la cual la necesitaba más que nunca, el dinero no significaba apenas nada si
gracias a él podía vivir feliz. De esta manera y para evitar un juicio que se
podía prolongar otros dos años más y seguir siendo el blanco de la atención
de cuantas comadrejas existían a su alrededor, llegó a un acuerdo con Joyce y
le regaló el 33% de sus bienes, entre ellos la finca que tenía en Huston y 10
automóviles.
Afortunadamente ya había puesto a buen recaudo un 33% de sus bienes
totales a nombre de la viuda de su amigo Jacques Gelman, por lo que pudo
salvar la mayor parte de su inmensa fortuna.

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La recuperación moral

Pero como quitarse una espina que molesta no es motivo de tristeza (aunque
el acto duela), sino de alegría, su intensa vida social sigue adelante y emplea
una buena suma de dinero en la construcción de una escuela que lleva por
nombre «Unidad Educativa Soledad Reyes», situada en La Purísima, y que es
donada al gobierno del estado de México para evitar que nuevas aves de
rapiña le arrebaten lo que no les pertenece. En la inauguración, el presidente
municipal de Ixtlahuaca le nombra «Benefactor decidido de la educación y
benefactor ejemplar de la niñez del municipio», término ciertamente largo y
pedante que se podía haber resumido.
Y así, en 1992, con un estado de salud que parecía imposible de alterar,
pero consciente de que su fin está cerca, Mario Moreno se preocupa del
destino de sus bienes y al mismo tiempo que hace testamento en favor de su
hijo adoptivo, entrega el mural «Cómicos del siglo XX» a la asociación
ANDA, mientras que todavía tiene tiempo de recoger un nuevo premio, esta
vez en Noviembre del mismo año cuando le entregan al Premio Internacional
«Gracias», una joya de oro puro en forma de corazón que le prenden en la
ciudad norteamericana de Huston —Texas—. La entrega se la hizo el actor
Ricardo Montalbán a través de la Asociación Emiliy Cranz.
Unos días más tarde, el 21 de Diciembre, aparece de nuevo en la
televisión, en donde el Presidente de México el Sr. Carlos Salinas, le hace
público su reconocimiento y admiración, al mismo tiempo que le anuncia que
el próximo año le rendirá un homenaje multitudinario, propósito que como
sabemos nunca llegó a materializarse.
Alejado durante diez años de las cámaras cinematográficas siguió
vinculado al mundo del cine a través de la Casa del Actor, en donde mantenía
conversaciones con viejos actores y con nuevos aspirantes que le pedían
consejos. Pero poco a poco se fue alejando de las reuniones sociales, se
comentaba que empezaba a sentirse triste de que algunas personas le hubiesen

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criticado injustamente a lo largo de su vida, y se refugió en su vida privada
hasta el punto de no admitir a la prensa ni aceptar más homenajes ni
reconocimientos. Incluso rechazó el apretón de manos que quería darle el por
entonces Presidente del Gobierno español, Felipe González, durante su visita
a México, aunque aún tuvo fuerzas para inaugurar una biblioteca pública en
un barrio obrero y regida por unas monjitas.

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Allí pronunció unas palabras de agradecimiento que se podían resumir así:
«No me voy, me quedo aquí con ustedes. Cada vez que abran un libro en esta
biblioteca, recuerden que Cantinflas es su amigo y admirador de esta obra que
ustedes mismas construyeron». Esta fue su última aparición en público.
Siguió unido fuertemente a su hijo y no dudaba en acudir a cuantas
llamadas le hacía, procedieran de México o del extranjero.

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El comienzo de la inmortalidad

El 20 de abril de 1993 todas las cadenas de televisión mundiales dan la triste


noticia: Cantinflas ha muerto. A la edad de 81 años y a causa de un tumor
maligno localizado en los pulmones, fallece el artista hispano más famoso de
toda la historia del cine.
En su lápida podemos encontrar una frase que él quiso expresamente que
le grabaran que decía:
«Parece que me he ido, pero no es cierto». Algo que podemos afirmar
visionando de nuevo cualquiera de sus muchas películas.
El día 20 de abril se congregó una gran multitud en la avenida Félix
Cuevas de la capital mexicana para despedir por última vez a su ídolo. Se
instalaron dos capillas para acoger a su familia, amigos, políticos y otras
personalidades, así como a los numerosos artistas del cine que querían estar
presentes.
El público permaneció congregado toda la noche en el velatorio y a la
mañana siguiente empezó el traslado al cementerio, mientras un destacamento
de camiones de la basura le saludaban cortésmente a su paso por las calles,
quizás en reconocimiento a que su última película se la había dedicado a
ellos.
El ataúd fue llevado al auditorio de la asociación ANDA y allí hubo otra
congregación a la que acudieron miles de personas que querían verle por
última vez, en medio de una fina lluvia que no impidió el intenso tributo
popular.
De allí fue trasladado al Palacio de Bellas Artes, en donde asistió el
Presidente de la República, mientras largas colas de personas iban pasando
por el féretro para darle su adiós definitivo, protegido por la escolta de honor
del Cuerpo de Bomberos. Después y a través de la Alameda Central, en un
cortejo encabezado por la patrulla urbana 777 de la policía y cerrado por un
coche de bomberos, llegaron hasta el Panteón Español, en donde otra multitud

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le esperaba desde hacía muchas horas. El cuerpo de Mario Moreno había sido
incinerado ya por deseo propio y las cenizas eran portadas por su hijo
adoptivo Mario Arturo Moreno Ivanova, quien las depositó en la tumba en
medio de la emoción desbordada de la multitud, la cual provocó numerosos
destrozos en las tumbas próximas.
A su muerte, la labor humanitaria que Cantinflas había emprendido nunca
se detuvo y la familia Moreno Reyes continuaron sus deseos aún no
cumplidos y crearon una fundación para que todo se siguiera llevando por el
camino que estaba ya elegido de antemano. La Fundación Mario Moreno
Reyes, creada en 1993, es la encargada de seguir los pasos de su creador
Mario Moreno «Cantinflas».

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Epílogo

Artista de vocación, le encantaba también el baloncesto, el boxeo, coleccionar


armas de fuego y los coches deportivos.
Profundamente humano, solía acudir a cuantas llamadas benéficas le
solicitaban y era miembro honorario de numerosas asociaciones de
emigrantes e indigentes.
Su forma de vestir fuera de la pantalla era igualmente sobria y solía tocar
la guitarra entre sus amigos, demostrando siempre su inteligencia y buen
corazón. Fundó una obra social denominada la Casa del Actor, ya que quería
que todos los actores, cuando llegaran a viejos, tuvieran un lugar honroso
donde pasar sus ratos libres de manera totalmente gratuita.
Su imagen y su estilo fue copiado hasta la saciedad por todos los cómicos
del mundo y era raro el circo o festival cómico que no anunciase a un
«Cantinflas» entre sus payasos. La sola presencia de estos dobles bastaba para
llenar los espectáculos.
Hollywood tardó mucho en reconocer su maestría y solamente le incluyó
en dos de sus películas: «Pepe» y «La vuelta al mundo en 80 días», aunque en
ninguna de ellas pudo expresarse en su jerga habitual, quizás porque debía
hablar originalmente en inglés y esto le limitaba enormemente.
Reconocido como uno de los mejores cómicos mundiales, el hecho de ser
hispano le impidió ser ni siquiera nominado a un «oscar» y vimos que
mientras otros cómicos como Charles Chaplin, alcanzaban la categoría de
Genios y entraban en la historia del cine mundial, a Mario Moreno solamente
se le consideraba un cómico que llenaba los cines de habla hispana.
Durante su época gloriosa fueron numerosos los halagos y
reconocimientos mundiales que la prensa le dedicó y entre ellos entresacamos
los siguientes:

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«Cantinflas es un maestro de la pantomima» (George Greel
del Collier’s).
«La elocuencia mímica que posee le hace capaz de crear
con uno o dos gestos un personaje inolvidable. Basta conque se
presente en escena y haga un gesto, para que el publico
aplauda y ría» (Verna Carleton).
«Cantinflas no es fotogénico sino microgénico» (Betty Kirk
del New York Times).
«Cantinflas es chistoso en cualquier idioma; sorprende la
forma en que pasa de lo trágico a lo cómico y viceversa, sin
perder la atención del auditorio. Supera a Chaplin en la
intensidad de la acción» (Hedda Hopper del Times).
«No ha nacido otro comediante igual» (Charles Chaplin).

Cantinflas vino por primera vez a España en 1946, para actuar en el


Paralelo barcelonés y el éxito fue increíble, debiendo esconderse de la
multitud que quería verle. Para ocultarse de la gente cogió un taxi y cuando
llegó a la Plaza de Cataluña quiso pagar la carrera, a lo que el taxista le
respondió que con estrecharle la mano ya se consideraba pagado.
Su primera película fue «No te engañes corazón» en 1936 y la última «El
barrendero» en 1983.
Murió el 20 de Abril de 1993 en Méjico, a los 81 años, víctima de un
cáncer de pulmón producido por su afición a fumar.

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Filmografía

No te engañes corazón (1936)


Así es mi tierra (1936)
Cara o cruz (1936)
El signo de la muerte (1939)
Ahí está el detalle (1940)
Ni sangre ni arena (1941)
El gendarme desconocido (1941)
Carnaval en el trópico (1941)
Los tres mosqueteros (1942)
El circo (1941)
Romeo y Julieta (1943)
Gran Hotel (1944)
Un día con el diablo (1945)
Soy un prófugo (1946)
A volar joven (1947)
El super sabio (1948)
El Mago (1948)
El señor fotógrafo (1949)
Puerta joven (1950)
El bombero atómico (1950)
El siete machos (1950)
Si yo fuera diputado (1951)
El señor fotógrafo (1952)
Caballero a su medida (1953)
Abajo el telón (1954)
El bolero de Raquel (1956)
La vuelta al mundo en 80 días (1956)
Ama a tu prójimo (1957)

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Sube y baja (1958)
Ama a tu prójimo (1958)
El analfabeto (1960)
Un quijote sin mancha (1961)
El extra (1962)
Pepe (1962)
Entrega inmediata (1963)
El padrecito (1965)
El señor doctor (1966)
Su excelencia (1966)
Por mis pistolas (1968)
Un quijote sin mancha (1969)
El profe (1971)
Don Quijote cabalga de nuevo (1972)
Conserje para todo (1973)
El ministro y yo (1976)
El patrullero 777 (1979)
El barrendero (1981)

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Frases

Y para que el lector termine este libro con una sonrisa en los labios, tal y
como vivió su vida Cantinflas, se han escogido algunas de sus películas más
populares y de ellas los diálogos más increíbles, con el deseo de que
emprenda sus labores cotidianas con optimismo y alegría.

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El ministro y yo
1976
110 minutos
Director: Miguel M. delgado
Intérpretes: Mario Moreno (Don Mateo Melgarejo), Celia
Castro, Lucía Méndez.
Esta película forma parte de la última etapa de Mario Moreno,
antes de retirarse definitivamente del cine y aunque no posee ya
la gracia ni los diálogos de sus anteriores filmes, retoma su
personaje del «peladito» y consigue que los viejos tiempos
vuelvan a nuestra memoria.
Como una muestra de que Mario Moreno nunca estuvo
totalmente acabado, hemos entresacado los siguientes diálogos:
Resumen:
Don Mateo es un escribano que está hospedado en la Casa de
huéspedes «La española» y se dedica a escribir cartas a cuantas
personas analfabetas necesitan de su buena ortografía.
Poseedor de un viejo Ford, recorre con orgullo las calles de
Méjico.

—¿Qué más quiere que ponga en la carta?


—Pues que sea muy feliz en el día de su cumpleaños.
—Bueno, aquí lo tienes.
—Pero ¿por qué ha puesto calle del rifle si es «del cañón»?
—¿No te dije que esta máquina es gringa y no tiene «eses»?
Total, ¿cuál es la diferencia entre el cañón y el rifle, si los dos
disparan? Aquí tienes, dame diez pesos, más ocho por los
acentos, que suman veinte.

Ya en la pensión y después de escuchar a Estrellita cantar «El relicario»,


atiende los problemas de sus compañeros. Uno de ellos es un joven que se
queja porque no le llega el dinero que su padre le envía para sus gastos.

—Es que mi padre piensa que con dos mil pesos puedo
llegar a fin de mes y solamente me alcanza hasta el día quince.

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—Pero si ni siquiera te lavas la ropa. Lo que debes hacer es
organizarte y estudiar, ya que te gastas lo que tienes y lo que
no tienes y ni siquiera pagas a Estrellita la pensión. La debes
ya tres meses.
—¿Insinúa que debo ponerme al día?
—Al día y a la noche, ¿pues que no duermes aquí? Y si no
lo haces voy a escribir una carta a tu padre con pelos y
señales, desde luego con más pelos y señales, así que apártate
que voy a comer y no me gustan los callos con pelos.

Al día siguiente llegan a las oficinas del ayuntamiento.

—Perdone señorita, quisiera hablar con el jefe del


departamento del catastro, donde fijan el metro de tierra.
—De eso no sé nada. Aquí fijamos el precio de los
panteones y villas.
—Pero, esto no puede ser, señorita, ¿por qué son esas
cosas? Vámonos al departamento de quejas.
—¿De qué se quiere Vd. quejar?
—Contra el departamento de información. Yo vine a la
oficina del catastro y no a conocer todo el edificio, en calidad
de turista. Vengo a quejarme contra el empleado de
información que no supo informarme correctamente.

Desesperado y casi por casualidad, encuentra por fin la oficina del


catastro.

—Perdone, joven ¿me podría dar Vd. los precios


catastrales de, que digamos, de éste, más bien de la Colonia
San Jacinto?
—¿Trajo la solicitud?
—No más venimos a preguntar.
—Las preguntas se hacen por escrito y por triplicado.
—Se me hace que nos vamos, el sr. nos va a pegar, sino
más venimos a preguntar. Vd. se llama sr. Coyote ¿verdad?, y
con esa cara no llega ni a perro Chihuahua.
—Bueno, si el terreno se lo van a expropiar entonces
necesita tarjeta de identificación, acta de nacimiento, acta de
matrimonio, comprobantes de pago, cartilla del servicio

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militar, licencia de automóviles, tarjeta de circulación,
certificado de obras publicas, certificado de estudios…
—¿Y no necesita el certificado de defunción del sr?, pues si
duramos veinte minutos más en este edificio, no solamente el
certificado le traigo sino que le dejo el cadáver. Quisiera verle
a Vd. de este lado para…
—¿Para qué?
—Si quiere saberlo haga su solicitud por escrito y en
triplicado. ¡Vámonos!

Salen a la calle con la intención de escribir una carta al sr. Ministro, ya


que no encuentran otra solución. Al poco tiempo, la carta que envió al
Ministro es atendida y mantiene una entrevista personal con él.

—Lo felicito señor, su carta está muy bien fundamentada.


¿En qué se basa?
—En la ley, porque ¿qué es expropiar?, despojar
legalmente cuando es por causa de utilidad publica, porque si
no va a ser útil a un público en general, sino a un general muy
público, pues entonces es una especie de trinquete. Además,
previene de mi sesión al chas-chas, dando y dando, pajarito
volando, como quien dice «chivo brincando, chivo pagado».
¿Qué le parece?
—La ley lo establece y hay que pagar.
—Pues mire Vd. si es chivo cuadrado, el metro cuadrado
valía hace 50 años 15 pesos —es un supongando, un supón—
pues ahora ese metro debe valer mucho más, porque todo sube
salvo excepciones, como la leche que sube cuando la están
hirviendo, baja cuando la están ordeñando y de afuera nunca
más vuelve a bajar. Es la plusvalía Sr. Ministro.

Tal es la habilidad para explicar el problema y su afición a la filatelia, que


comparte con el Ministro, que éste le propone trabajar en su secretaría, cargo
que acepta.
Sus compañeros le preguntan de qué hablan cuando están en el despacho.

—Pues el sr. Ministro y yo hablamos del petróleo, de la


economía, de cultura. Pues como él y yo tenemos confianza,
fuimos compañeros de banca…

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—¿En la universidad?
—No, en el parque. Siempre hubo una gran intimidez entre
los dos. Yo le decía: «Mira Antonio, en esas cosas y en esas
otras», y él que… bueno, yo lo conozco, somos íntimos y
además tenía mucho interés en saber cómo me iba en mi nuevo
empleo. Le dije que Vd. me vio cara de gato bodeguero y me
mandó a la ratonera.
—Bueno, eso tiene arreglo, ya que a partir de ahora es Vd.
el subdirector de personal.

La película termina felizmente cuando el Ministro le comunica que le van


a trasladar a Inglaterra como Embajador y le propone comprarle la colección
de sellos, la cual tiene en gran aprecio por ser un recuerdo de su padre.

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El bolero de Raquel
1956
Posa Film
96 minutos
Director: Miguel M. Delgado
Intérpretes: Mario Moreno, Manolita Saavedra (Raquelita), Flor
Silvestre, Alberto Catalá, Elaine Bruce.
Es la primera película en color que film Mario Moreno y la que
más dinero produjo a su productora. La historia nos habla de un
bolero (un limpiabotas), el cual tiene que hacer grandes
esfuerzos para sacar el suficiente dinero para vivir. Este
problema se le agudiza más cuando una amiga suya se marcha a
buscar trabajo y le deja a su hijo, ya que ella no puede
mantenerle.
El titulo de la película, sumamente inteligente y apropiado,
proviene de un baile que nuestro protagonista se marca con la
bailarina Elaine Bruce, al son del popular y larguísimo «Bolero
de Ravel». Es una escena épica e imborrable en la filmografía
de Cantinflas.

La película arranca con nuestro bolero limpiando los zapatos a un turista,


aunque mejor habría que decir manchándole, delante del castillo de
Chapultepec:

—¿Vd. sabe en qué año ser construido este bonito


«castilo»?
—No se dice castilo, se dice castillo. Fue construido, ahora
verá Vd., en el año… porque cuando la batalla del chapulín
que agarramos en el cerro de… no, fue después del plan de
agua sucia. Fue en el año… no, fue antes.
—¿Antes de qué?
—Del año ese que le iba a decir, porque ya ve Vd. que en
cuestión de fechas hay muchas controversias. Aquí vivieron
Maximilian y Carlota, según la enciclopedia Británica, desde

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que llegaron hasta que, como quien dice, que don Máximo
entregó el equipo por culpa de doña Carlota. Porque sabe Vd.,
dicen, bueno, a según porque también en ciertos secretos de
estado, parece que don Maxi de esas cosas que una vez, dice
doña Carlota: hombre que, usté. Bueno entonces entró la
discusión, una cosa psicológica.
—¿Usted saber qué querer decir la palabra Chapultepec?
—¿A poco usted no sabe?
—No.
—No, pues qué va usted a saber, si no más vienen a ver
como está el dólar y a ver si compran sopladores y curios,
amexican curios. Había de viajar, de instruirse, no que su
educación es muy indeficiente, les falta agricultura. Aquí
cualquier chamaco que empieza a hablar, luego les dice cosas,
hombre.

Cuando regresa a casa, le comunican que su vecino el albañil se ha caído


desde el piso diecisiete a la calle y ha muerto.

—Su compadre el albañil estaba trabajando y se le cayó el


ladrillo.
—¿Y por un ladrillo tanto jaleo?
—Es que agarrado del ladrillo iba su compadre y no lo
soltó hasta que llegó al suelo.
—A no, eso si, cuando mi compadre agarraba algo no lo
soltaba. Acuérdese de mi reloj despertador.

La viuda del difunto, Raquelita, decide irse a vivir a Guadalajara, donde


están sus padres y la podrán mantener hasta que encuentre trabajo. Le deja a
su hijo Chavita hasta que pueda volver a por él.

—Pero ahora van a ser dos bocas.


—El niño es de poco comer.
—No y yo también, pero no crea que por falta de apetito
sino por necesidad.

El primer día juntos lleva al niño al zoológico.

—Los camellos se parecen a los hombres en muchas cosas.


Por ejemplo, los camellos pueden pasarse varios días comiendo

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y sin beber y el hombre se puede pasar varios días bebiendo y
sin comer.
—¿Y esos animales tan bonitos, qué son?
—Son cebras. Animales cuadriláteros porque tienen cuatro
patas, de la raza de los batracios. ¿No ve la bata rallada que
traen? Yo creo que son del género franela y muy frioleras.
—Yo creo padrino que Vd. no anda bien de la prosodia.
—¿La prosodia? Yo ni conozco a esa señora. Una vez, no
más, de pasada la vi…
—No padrino, prosodia es una de las partes de la
gramática.

Aconsejado por su ahijado, decide dedicarse a albañil para ganarse la


vida.

—¿De modo que Vd. es albañil?


—De los buenos. ¿No se me nota?
—Bueno, aquí tiene que levantar un muro de 3,50…
—¿3,50?, se me hace muy barato, no nos va alcanzar ni
para ladrillos.
—De tres metros cincuenta centímetros y en el centro me
deja una abertura para una puerta.

Cuando termina…

—¿Pero qué es esto?


—Pues el muro que me encargó Vd. Es un muro tirando a
modernista.
—Jamás he visto cosa parecida.
—¿Verdad que no? Lo tiro así a puro cálculo, de manera
que no más agarro ángulo va y yo creo que me salió bien.
—Aquí tiene el salario de hoy y ¡lárguese de aquí!
—Lo que pasa es que en lugar de puerta hice una
claraboya, estilo gótico, como de renacimiento. Lo que pasa es
que no les gusta reconocer los conocimientos, les falta
ignorancia.
Si un edificio, en la responsabilidad de uno, en este caso,
porque la cosa rotativa cuando el subsuelo, los pilotes, señor
pero ¿cómo no?, si estamos haciendo planos. Son líneas señor,

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4 por 3 dieciocho elevado al cubo, entonces ya agarra cierta
circunferencia. Con un movimiento terrorífico, porque aquí hay
mucho temblor, hay que tomar en cuenta el subsuelo. Bueno,
aquí lo dejamos.

También fracasa en el cabaret en su empleo como limpiabotas (bolero) y


se va a Acapulco, a la playa. Como allí nadie lleva zapatos, se dedica a vender
pescados podridos, a dar friegas de aceite de coco a las turistas y a socorrista.

—¡Socorro!, alguien se ahoga.


—¿Y qué quieren que yo haga?
—Vd. es el salvavidas.
—Sí, pero yo no le empujé. ¿Si no sabe nadar para qué se
meten al agua? Se sienten muy sabrosos y a la primera ola se
descontrolan. Díganle al ahogado que se mantenga a flote, que
no haga buches y que ahora organizo mi salvamento. Bueno,
creo que no va a haber más remedio que entrarle al agua y yo
soy alérgico. ¿Dónde está el muerto?
—Allí.
—¿No estará disimulando? Oiga, el agua está muy salada.
El salvamento es catastrófico y le despiden nuevamente, por
lo que decide volverse a su tierra. Allí le espera una nueva
desilusión. La madre del niño, viene para llevarse a su hijo, ya
que se va a casar.

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El analfabeto
1960
101 minutos
Posa Film
Argumento: Marcelo Salazar, Juan López
Director: Miguel M. Delgado
Intérpretes: Mario Moreno (Inocencio Prieto), Lilia Prado,
Angel Garasa, Sara García, Carlos Agostí
En esta película la imagen del peladito está ya bastante alejada,
aunque todo el rodaje y el guión estaban más cuidados, ya que
se trataba de asegurar un retorno del personaje al público
hispano.
El protagonista es Inocencio Prieto, un noble operario que
trabaja en una carpintería haciendo cualquier tipo de encargo
que le pidan, sin sospechar que una herencia de un tío lejano
que vivía en Tejas, le ha convertido en poseedor de nada menos
que de 2 millones de pesos. Pero mientras esto ocurre, su vida
en la carpintería empieza a complicarse.

—Inocencio, tráeme una caja de clavos.


—Con o sin.
—Sin, pero rápido.
—… ya está.
—¿Y los clavos?
—Vd. me dijo sin.
—Sin cabeza.
—Pues yo creo que me decía sin clavos.
—Bueno, ¿terminaste el ataúd?
—Sí y en madera de sauce llorón para que haga juego con
los dolientes.
—¿Y cómo te quedó?
—Pues quedó bien, pero lo va a quedar mejor al muerto.
—¿Pero, qué medidas son éstas?
—Pues las que Vd. me dio estaban medio borrosas, así que
lo hice a puro golpe de ojo. Yo conocía al difunto y era medio

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cabezón, así que lo hice holgado aquí para que él se sienta
como en su casa. Como un sarcófago, estilo egipcio, para que
se sienta como faraón y descanse mejor. No lleva clavos,
precisamente porque, como quien dice un piquete así, cuerpo
dormido, todo perdido y… siempre es molesto. ¿Qué necesita
aire?, ¿qué se siente medio asfixiado?, pues no más abre aquí y
que entre el aire. En fin, como un día de campo. Esas cosas
medio apretadas, pues no, no. Un individuo que va a estar
siempre apretujado, que le entre aire y aire fresco.
—Eso me pasa por contratar gente que no sabe leer ni
escribir.
—Pues no sabré leer ni escribir, pero bien que me explotan
y encima quieren que les haga unos féretros como un traje a la
medida.
—Pues si no te conviene te largas.
—Pues me largo.
Con el fin de conseguir trabajo, se dirige al director del
banco para que le de un empleo.
—¿Se puede compenetrar?
—Pase Vd. ¿Deseaba hablarme?
—Sí, pero no más quería hablarle de persona a persona,
personalmente y sin que nos estén fisgando.
—¿De qué se trata?
—¿Ya sabe que ya llegó Blanca?
—¿La hija de Josefina?
—Señor, la que se quedó viuda cuando se murió su marido.
Bueno, lo que yo quería demostrarle a Vd. es que uno es
eficiente y que está al tanto de todo, pero el meollo del asunto
es otro. Vd. no está para saberlo ni yo pa contárselo, pero
señor debo decirle que yo esta mañana estaba meneando la
cola…
—¿De gusto?
—No, en la carpintería esa del abusivo de Don Leoncio.
Pero ya ve Vd. como es Don Leoncio. Luego se puso conmigo,
pues como quien dice que esto, que lo otro y dije: que no… hay
que hablar comercialmente, no en esa forma. Y entonces yo
dije: para no tener dificultades mejor disolvemos la sociedad
por incontabilidad de caracteres. ¿No le parece? Por eso yo he

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venido a verle, para cambiar impresiones y un enfoque en su
importante negociación bancaria y financiera.
—¿Y qué empleo le gustaría?
—Cajero no, pues eso era lo que hacía allá, que hacía las
cajas de muerto. Pero contador, señor, me sé unos cuentos…
¿conoce Vd. el del Perico marinero y la sirena?
—No siga. Yo le estaba hablando en términos bancarios,
pero veo que Vd. no sabe ni lo que es un pagaré.
—No, pagaré no. Yo sé lo que es un deberé y como no
quiero seguir debiendo por eso he venido a verle, porque aquí
está lo confidencial del asunto. Así donde me vé, yo no sé ni
leer ni escribir. No lo parece, ¿verdad? Porque el que me vé
así dice: pues ese es escritor o científico, pues nada. Me
gustaría ocupar un empleo facilito, como por ejemplo, mozo de
limpieza combinado con mandadero y de vez en cuando les doy
de comer a los empleados.

Consigue el empleo y coincidiendo con su nuevo trabajo, trata de ganarse


la simpatía de Blanca.

—A propósito, aún no me ha dicho Vd. a qué se dedica.


—Pues verá Vd. De tiempo atrás, como quien dice de algún
tiempo acá, mi negocio eran las maderas. Maderas finas,
importación y exportación, maderas de primera clase, como
ojos de pájaro, o sea, maderas desplumadas. Luego resulta que
me dije, pues vamos a cambiar de horizonte y ahora me estoy
dedicando a la cosa bancaria, la cosa financiera, hipotecaria,
la cosa así donde hay algo de porvenir.
—¿Y lleva mucho tiempo en eso de la banca?
—Pues en eso de la banca llevo pensando mucho tiempo,
pero trabajar, trabajar, hasta el lunes no empiezo. Por que
mire Vd., eso de la banca es una cosa de futuro, es una cosa
como quien dice de ambiente y de relaciones.

A Inocencio las cosas con sus compañeros del banco le van por mal
camino y los enfrentamientos son continuos.

—Inocencio, ¿barriste ya el cuarto del archivo?


—¿Cuál cuarto del chivo?

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—¡Archivo!
—No me grite que no estoy sordo.
—Límpieme los zapatos.
—¿Cómo que le limpie los zapatos? ¿Acaso tengo pinta de
bolero? Lo que Vd., necesita son suelas. ¿No le da vergüenza
venir a la oficina casi en guarachas?
—Bueno, tráigame unos cigarros.
—¿Qué marca?
—Fumadores con filtro.
—Digo qué marca su reloj, porque se me hace que van a
dar las tres y ya terminó mi horario.

También acude a la escuela para aprender a leer y escribir y ese dia el


profesor le pide que explique la lección ante todos los jóvenes alumnos.

—¿Recuerda nuestra lección de ayer?


—Señor, cómo no. Las letras no son todas iguales entre sí
debido a que algunas son diferentes a las otras y las otras son
distintas a las demás. Tenemos ante esta situación las
mayúsculas y las minúsculas. Las mayúsculas son las que se
acostumbran a hacer grandotas y las minúsculas por falta de
vitamina, o sea por falta de desenrollo literario, siguen siendo
chaparritas. También, para acabar de amolar esta situación
que es de sémbola, tenemos conque nos encontramos con este
fenómeno que puede ser también gramatical, pero que es un
fenómeno que viene a ser también de la misma situación que
estamos hablando. Entonces, tenemos las vocales y las
consonantes. E, I, O, U, A.
—No, A, E, I, O, U.
—Pues me extraña profe, porque el orden de los factores no
altera el alfabeto.

Inocencio y su novia son acusados de robar unas joyas y acaban en la


cárcel a donde acuden sus amigos para consolarle.

—Calma tus nervios.


—Es que da coraje, profe. Uno se desvela quemándose las
pestañas en estudios profundos, científicos, queriéndose
incorporar a la civilización, queriendo ser algo en la sociedad,

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¿para qué?, para que vengan con calumnias y destrocen el
honor y la integridad del individuo. Ahora me van a tomar mis
huellas vegetales, me van a hacer investigaciones y a lo mejor
me dan tormento.

El juicio tiene lugar.

—Vd., confesó que había comprado el vestido que la


coacusada…
—¿La co… qué?
—La coacusada, el vestido que la señorita había lucido en
la fiesta de coronación.
—Lo confesé y lo vuelvo a confesar. Lo compré con lo que
me sobró de los mil pesos que me dio don Rómulo, Me podía
haber dado más, pero ya lo dije en mis investigaciones y nadie
me quiere creer.
—Diga si es cierto o no que recibió de manos de la
coacusada un paquete sospechoso que contenía las joyas
robadas.
—Como será Vd. de hablador, de alterativo y enredoso…
ese paquete contenía sus ahorros que ella me daba para que los
depositara en el banco y ganara intereses que fueran
acumulativos, para que fuera recibiendo dividendos
aprovechando mi situación bancaria.

Por fortuna, todo se arregla y una vez resuelto el problema va de visita al


cementerio, en donde está enterrado su padre, con el propósito de dialogar
con él y pedirle consejo sobre su futuro.
Al terminar se despide con un…

—Bueno, ya me voy porque a lo mejor tienes muchas cosas


que hacer y te estoy quitando el tiempo. Perdóname que no te
deje las flores pero es que me las prestaron.

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Un quijote sin Mancha
1961
97 minutos
Posa Film
Director: Miguel M. Delgado
Intérpretes: Mario Moreno (Don Justo Leal), Angel Garasa,
Lupita Ferrer, Carlos Riquelme, Carlos Agostí,
Resumen del film:
Don Justo trabaja en un despacho de abogados, con el fin de
practicar antes de poderse independizar y abrir su propio
despacho.

—Mire profe: hay casos también difíciles que la gente no entiende. Ese
individuo que llegó con el oficio con ciertos atenuantes, si vamos a ver la cosa
de fondo entonces, vamos, es un miedo controlable, pero con cierta
responsabilidad del individuo. Porque al declarar dice: hombre muy bien.
Pero si usted está ahí entonces no me lo va a desnegar, entonces supón que
todavía dice, no señor como profesional yo tengo el deber conforme a la ley,
el articulo 349 de la ley que dice: por qué, no y me dice, no, porque…
hombre, también no. Las cosas hay que hablarlas claras y yo sé lo que quiero
decir.
—Bueno, pues sigue estudiando que creo llegarás a ser una luminaria
algún día y en cierto modo creo que tienes algo de Quijote.
—Pues puede que tenga razón, porque yo recuerdo que cuando era
pequeño mi madre me decía: «qué hijote tengo».
—No me refería a eso. Me refería a que eres como el caballero andante.
—No, pues de andante todos tenemos pues nunca podemos encontrar un
taxi.
Llega al despacho de los abogados, donde le tienen preparado un trabajo.
—Don Justo, atienda a estos clientes.
—¿Vd. habrá de ser el demandado y Vd. la demandona, no?
—En busca de justicia. Me llamo Isabel Gavilán, viuda de Riego, viuda de
López, viuda de Méndez, viuda de Pérez, viuda de Sánchez y desde hace seis
meses viuda de Suárez.
—¿Se casó Vd. con la mesa directiva de algún sindicato?

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—No señor, eran los apellidos de mis difuntos esposos. El asunto es que
este sujeto me enamoró, me hizo promesa formal de matrimonio ante testigos
y a la hora de cumplirla se desdijo.
—Señor Palomo: ¿por qué la sacó Vd. a la señora Gavilán?
—Es que la señora decidió a última hora que el contrato matrimonial sería
bajo el régimen de separación de bienes.
—Eso demuestra que iba tras de mi fortuna.
—Bueno, pues ¿a qué otra iba a tirarle el señor Palomo? Aunque es
cuestión de gustos, quisiera saber qué es lo que reclama.
—50.000 pesos por daños y perjuicios, por todos los gastos que hice, mis
sentimientos pisoteados y el daño que llevo en mi corazón.
—Es que esa clase de herida no es con dinero como se cura. Mi cliente se
defendería alegando legitima defensa, ya que sus maridos anteriores murieron
uno tras otro y aunque no los mata con sus manos hay muchas formas de
matar. ¿No se da Vd. cuenta del daño que puede causar amanecer en sus
garras, digo en sus brazos? Creo que sus cinco maridos anteriores murieron
del susto.
Resuelto el caso, Don Justo atiende a un amigo al llegar a su casa.
—Sr. Malpica, ¿qué le pasa?
—¿Recuerda que fue Vd. quién me ayudó a arreglar todo lo concerniente
a mi casamiento por poder?, pues resultó que no era lo que yo había soñado y
por eso vengo a pedirle que nos descase.
—¿Y por qué razón, motivo o circunstancia?
—Pues porque mi esposa resultó ser demasiado joven y demasiado
exigente para mi edad.
Yo estaba tan ilusionado que me sobrestimé.
—Es que una cosa es ver los toros desde la barrera y otra tirarse a matar y
con una espada sin filo. Así que primero viene a mí para que le casara por
poder y ahora para que le descase por no poder.
—Esa es la idea. Dese cuenta que cada dia que pasa me hago más viejo.
—Si, pero cada dia que pasa salen nuevas vitaminas, nuevas hormonas y
la vida se alarga.
Además, el marido y la mujer deben ayudarse mutuamente a vencer
adversidades y no estar solamente pensando en el lado prosaico y
materialístico de las cosas. Le aconsejo que se cuide mucho, que se alimente
bien, que coma marisco, mucho marisco porque contiene mucho fósforo y
dele a su chica afecto y cariño.
—¿Y Vd. cree que con eso se conforme?

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—No, definitivamente no, pero con eso la irá entreteniendo para que Vd.
le de tiempo a mejorar. A fuerza de vivir juntos se acostumbrarán a los
excesos y a las privaciones, pero sino le comprende échemela para acá.
—Así lo haré. Gracias por levantarme el ánimo.
—Pues es lo único que se puede levantar por el momento, pero más vale
algo que nada.
Resuelto el caso, una vecina le pide ayuda porque han metido a su hijo en
la cárcel por robar un aparato de televisión.
—Sra. su hijito no sabe lo que hace, pero sí sabe lo que se lleva. La otra
vez se clavó una radio de frecuencia modulada y lo que molesta no es la
modulada sino la frecuencia conque se los lleva. Esta vez va a ser más difícil
ayudarle porque ya le conocen en todas las delegaciones de policía.
—Vd. no sabe lo que es ser madre.
—¡Ah, no! ni me apetece. Esas no son labores propias de mi sexo. Ya
veré lo que puedo hacer por su hijo.
Otro día, don Justo se ofrece para defender gratuitamente a una cabaretera
a la cual la justicia quiere quitar la custodia de su hija pequeña, ya que no la
consideran un ejemplo adecuado.
—¿De veras me ayudará Vd. a que no me quiten a mi hija?
—Hasta donde sea posible. El caso es estudiar el caso, y si acaso hay caso
defenderemos el caso, por si acaso.
—Es Vd. un gran tipo. Recé tanto que Dios me lo mandó.
—Pues si viera que no llegué por ese conducto… Bueno, tápase un poco,
no venga un aire y le dé angina de pechos.
Su corderito come sin parar y esto le trae problemas a Don Justo.
—Ayer se desayunó con el segundo tomo del Código Civil y ahora ya
anda por la página 349 del Código Penal. A este paso a fin de año va a saber
más de leyes que yo. Pero eso si, es muy inteligente. Le traje la última edición
de la Ley Fiscal y no quiso ni olerla, como que no le gustó. Se vé que tiene
ideas propias y sería antidemocrático cortar la libertad de pensamiento y su
libre determinación.
El juicio comienza.
—En mi calidad de Presidenta de la Asociación de la Asociación de
Damas Pro defensa de la moral, insisto en que esa mujer no tiene derecho a
conservar a su inocente hija.
—Sr. Juez: permítame que le haga unas preguntas a la demandante,
aunque antes quisiera hacer una apología de mi defendida. Esta pobre e
indefensa mujer que por un momento encontró la felicidad al conocer a un

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repartidor de gas con quien contrajo matrimonio, tuvo un amor fugaz y una
felicidad fugaz. Una fuga de gas hizo que aquel apuesto repartidor de gas…
apuesto a que no saben lo que quedó. ¿Qué quedó de aquél amor inflamable?
Una joven viuda, una inocente niña y un zapato.
Y ahora quieren quitarle a la niña y dejarle el zapato. Pero empezar con
mis preguntas a la demandante: ¿Es Vd. casada?
—Por supuesto que no.
—Lo contrario me hubiera sorprendido.
—¿Por qué?
—Pregúnteselo al espejo. De todas formas, es de suponer que Vd. no tiene
hijos y no sabe lo que es ser madre, ni mucho menos entender lo que es sentir
el amor. Me imagino que Vd. habrá tenido muchos días buenos pero todavía
no sabe lo que es pasar una noche buena ni lo que es ser madre.
—¿Y cuando esa madre se muestra en publico casi desnuda?
—Sepa que la condición de madre no se pierde al desnudarse, ni se
adquiere al ponerse una escafandra de buzo. Lo que hace madre a una madre
son sus sentimientos. Vd. sr. juez, no debe ser capaz de condenar a esta mujer
que lucha por defender a su hija, con ropa o sin ropa.
—Sin embargo, mientras no desaparezcan los hechos que motivaron la
demanda, en especial su trabajo…
—Esa actividad ya no existe. Ahora se ganará el pan con más ropa y
menos peligro como telefonista en el bufete de un amigo mío.
—Bien, eso cambia todo el panorama y la declaro libre de cargos. Puede
llevarse a su hija.

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El barrendero
1983
89 minutos
Cantinflas Film
Argumento: Mario Moreno
Director: Miguel M. Delgado
Intérpretes: Mario Moreno (Napoleón Pérez), María Sorte,
Ursula Pratis, Roxana Chavez.
Ultima película de Mario Moreno, aunque posteriormente
siguió realizando apariciones esporádicas en televisión. En ella
trata de retomar la imagen que le dio fama y con un guión algo
más elaborado que en sus anteriores películas, nos vuelve a
sorprender con su critica a las injusticias sociales, aunque ya sin
cargar en las facetas sensibleras de anteriores film.
Resumen del film:
Nuestro cómico protagonista es un barrendero municipal, muy
querido en el barrio, especialmente por las mujeres.

—Vd. lo que tiene que hacer es pedirle a su patrona que se compre una
casa de un sólo piso. Si no la hace caso la demandamos al sindicato por
ausencia que digamos, porque no corre Vd. como quien dice, entonces dónde
está… si, sí, vamos al sindicato. Mire Vd.: falta de contrato colectivo, la
ausencia del derecho humano, el despido injustificado, la cláusula tercera que
dice, de ninguna manera y por ningún objeto, ¿entonces qué?
—Vd. si que sabe de derecho laboral.
En la pensión donde vive también tiene problemas, ya que sus
compañeros de cuarto, dos perros callejeros, ladran mucho a causa del hambre
que pasan.
—Mire Sra.: lo que yo haga en mi apartamento, o sea mi vida privada, a
nadie tengo que darle explicaciones. Y aprovecho para decirle que yo quiero
aclarar y que quede bien claro, que desde la mañana anteayer, porque resulta
que un señor que yo no… porque Vd., como digamos también, porque, que de
qué, porque Vd. me va a aclarar eso.
Para conseguir algo de dinero, busca en la basura y cuando encuentra algo
de interés se lo lleva a un usurero. Ese día, lleva un reloj despertador.

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—¿Qué me traes aquí?
—Un reloj muy antiguo. Creo que es de sol y ahora con la luna no sé si
trabaje bien.
—¿Qué marca?
—¿Cómo que qué marca? Pues las horas, ¿no ve que es un reloj?
—Adelanta algo.
—Pues mejor, para que se levante antes, para que madrugue, Vd. que es
medio politicón.
Ya ve que en la política lo que vale es el madruguete.
—¿No tiene cristal?
—¿No ve que es antiguo?
—Tampoco tiene cuerda.
—Es para que ponga las horas con el dedo.
—Pero si le falta una manecilla…
—¿Y qué? A la Venus de Milo le faltan las dos manos y ya ve Vd. que es
una obra de arte y lo que vale.
—Suena muy mal.
—Pero si le estoy vendiendo un reloj, no una pianola. ¿Qué quiere, que le
cante las mañanitas? Son piezas muy buscadas, ya no las hay. Deme
doscientos pesos por él.
—Te doy diez.
—¿Diez? Quédese con él, trato hecho.
En el barrio hay esos días una boda y le ofrecen a Napo que haga de
camarero y que se gane 700 pesos, empleo que acepta gustoso. El problema es
que tiene que repartir las bebidas y le gusta probar todas hasta que acaba un
poco alegre. Olvidándose en seguida de su condición de camarero se pone a
hablar con los invitados.
—Con permiso señores, yo creo que si la bolsa baja es porque pesa
mucho.
—¿Vd. sabe algo de finanzas?
—De finanzas no, pero sí puedo decirles que yo tengo contactos con
grupos como ustedes, a la transa, al trinquete.
—¿Pero Vd. sabe…?
—Yo no sé del hilo, Concha es la que teje, pero aquí entre nosotros hay
un movimiento financiero, porque hay que estar al contacto y al día. Que esto
quede entre este grupo por la represalia y esas cosas. Porque yo creo…
fíjense, calculamos según los financieros, permítanme un poquito, es un
movimiento financiero que viene en el mundo atraviesa Londres, llega a

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Singapur, sale a Nueva York, llega a Londres y regresa a Japón. ¿Ese
triángulo que quiere decir? Hombre, vamos entonces a estar alerta. El banco
en cierta forma dice: la situación mundial en estos momentos, por los ángulos
que vienen, en realidad la fluctuación sigue y sigue, entonces ¿qué pasa?, no
muy bien. Que esto no salga de entre nosotros. Como dice Pitágoras, sino
flota se hunde.
Esa misma tarde Napo acude a una asamblea de barrenderos y aprovecha
para decir cuál es su opinión sobre la huelga.
—Vds. se tienen que acordar, compañeros que digamos, bueno, en
nuestras asambleas no se habla claro, se debe decir y el secretario de actas
debe de apuntar porque, mire Vd. si hay un punto, como decía aquel
compañero, pues muy bien. Pero recuerde Vd. que hubo un momento que la
confusión, y entonces dice el otro: que muy bien, que las cuarenta horas, muy
bien, ¿repartidas entre cuántos meses? No se trata de eso hombre y entonces
viene la, y todavía ¡nooo!, muy bien. ¡Ah!, eso sí me gustó. ¿Por qué no se
apunta eso para que no haya confusión?
—Compañero Napoleón, no le entendí a Vd. nada.
—Y no me extraña, si además de sordo es Vd. analfabeto.
Napo descubre el cadáver del prestamista y lo denuncia a la policía.
—¿Quién asesinó al prestamista?
—Pues a lo mejor lo asesinó un infarto.
—¿Y el puñal clavado en la espalda?
—Pues hay infartos muy traicioneros.
—¿No habrá sido Vd. mismo?
—Yo, ¿cómo… yo voy a asesinar un muerto que está difunto? Como
quien dice que ya no hay que hacer nada.
—¿Entonces quién fue?
—Pues dígalo usted que para eso es policía.

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Adolfo Pérez Agustí es un veterano escritor, nacido en Madrid, dedicado
desde hace ya casi 40 años a la divulgación y docencia de la Medicina
Natural. Aunque en sus comienzos fue un estudiante poco aplicado de la
Medicina Convencional, abandonó pronto estos estudios para intentar
comprender la génesis de las enfermedades y la razón por la cual muchas se
convertían en procesos crónicos.
Esto le llevó inexorablemente al estudio del comportamiento de las partículas
y su relación con la energía vibratoria que rige nuestro organismo, en cuyo
campo de acción se mueve el pensamiento. Desde entonces ha comenzado
una nueva andadura profesional como director de esta colección publicada
por Editorial Dilema, dedicada de modo preferente al estudio de las
enfermedades y su relación con las emociones y el desequilibrio cuántico.

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