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Análisis Del Libro EL ALMA DE LA TOGA

El resumen analiza el libro "El Alma de la Toga" sobre la profesión de abogado. Aborda temas como la fuerza interior, la sensación de justicia, la moral y sensibilidad del abogado, el desdoblamiento psíquico, la independencia y el trabajo. Resalta la importancia de la palabra para un abogado y que su función es servir a la justicia más que a sus propios intereses.
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Análisis Del Libro EL ALMA DE LA TOGA

El resumen analiza el libro "El Alma de la Toga" sobre la profesión de abogado. Aborda temas como la fuerza interior, la sensación de justicia, la moral y sensibilidad del abogado, el desdoblamiento psíquico, la independencia y el trabajo. Resalta la importancia de la palabra para un abogado y que su función es servir a la justicia más que a sus propios intereses.
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ANÁLISIS DE LIBRO "EL ALMA DE LA TOGA"

1. Introducción
2. Quien es abogado

3. La fuerza interior

4. La sensación de la justicia

5. La moral del abogado

6. La sensibilidad

7. El desdoblamiento psíquico

8. La independencia

9. El trabajo

10. La palabra

11. Elogio de la cordialidad

12. Conceptos arcaicos

13. El arte y la abogacía

14. La clase

15. Cómo se hace un despacho

16. Especialistas

17. La hipérbole

18. Libertad de defensa

19. El amianto

20. Los pasantes

21. La defensa de los pobres

22. La toga

23. La mujer en el bufete

24. Hacia una justicia patriarcal

25. Decálogo del abogado

26. Conclusiones
INTRODUCCIÓN

Ángel Osorio al hacer éste libro nos quiso hablar un poco de lo que esta
pasando con todos los abogados, de la inconciencia que existe, del amor que
le han perdido a la abogacía, un tanto para que hagamos conciencia y
corrijamos todos esos errores que manchan la reputación del abogado y de la
carrera de Derecho.

Que nos dediquemos a ser realmente abogados y no caigamos en lo que


algunos abogados han caído, en la corrupción en la falta de ética profesional y
más.

QUIEN ES ABOGADO

Osorio considera que la abogacía no es una consagración académica, sino una


concreción profesional. Y dice que nuestro titulo universitario no es de
"abogado", sino de "licenciado en derecho". Y que para poder ejercer la
profesión de "abogado". Debe dedicar su vida a dar consejos jurídicos y pedir
justicia en los tribunales. Y quien no haga esto será todo lo licenciado que
quiera pero abogado no.

En su conclusión, el abogado es, el que ejerce permanentemente la Abogacía.


Los demás serán solamente licenciados en derecho, pero nada más.

LA FUERZA INTERIOR:

Su afirmación es que: en el hombre cualquiera que sea su oficio, debe creer


principalmente en sí. La fuerza que en sí mismo no halle no la encontrará en
ninguna otra parte.

Da una recomendación para las agresiones y criticas de la gente: fiar en sí.


Vivir la propia vida. Seguir los dictados que uno mismo se imponga y
desatender lo demás.

En nuestro Ser, hallase la fuerza de las convenciones, la definición de la


justicia, el aliento para sostenerla, el noble estimulo para anteponerla al interés
propio.

Además menciona que el abogado tiene que comprobar a cada minuto si se


encuentra asistido de aquella fuerza interior que ha de hacerle superior al
medio ambiente; y en cuanto le asalten dudas en éste punto debe cambiar de
oficio.

LA SENSACION DE LA JUSTICIA
Ser abogado no es saber el Derecho, sino conocer la vida. El derecho positivo
está en los libros, pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte.
Quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de sentimientos para
advertirlo, será Abogado; quien no tenga más inspiración ni más guía que las
leyes, será un desventurado mandadero.

La justicia no es fruto del estudio, sino de una sensación.

Ángel cita al ilustre novelista Henry Bordeaux. Henry refiere que cuando visito
al escritor Daudet y le manifestó que era estudiante de Derecho, éste le dijo:
"las leyes, los códigos no deben ofrecer ningún interés. Se aprende a leer con
imágenes y se aprende la vida con hechos. Procure ver y observar. Estudie la
importancia de los intereses en la vida humana.

En resumen lo que quiere decir con las palabras "la sensación de la justicia" es
que procuremos no actuar tan apegados a las leyes, que usemos lo que
nosotros tenemos conceptualizado como bueno, equitativo, prudente, cordial y
sobre todo justo.

LA MORAL DEL ABOGADO

En la moral del abogado de lo que Osorio nos habla es del criterio que debe
tener un abogado. Y comienza: La abogacía no se cimienta en la lucidez del
ingenio, sino en la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y
defendamos como moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena
fe, podemos estar tranquilos. Cita las palabras del novelista Collete Iver.
"Nuestro oficio ¿es hacer triunfar a la justicia o a nuestro cliente? ¿Iluminamos
al Tribunal o procuramos cegarle?

Cuando un abogado acepta una defensa, es porque estima - aunque sea


equivocadamente- que la pretensión de su tutelado es justa, y en tal caso al
triunfar el cliente triunfa la justicia, y nuestra obra no va encaminada a cegar
sino a iluminar.

También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto.
Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los
honores profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la coraza.

Abogado que sucumba al que dirán debe tener su hoja de servicios manchada
con la nota de cobardía. No digo que el juicio público no sea digno de atención.
Lo que quiero decir es que después de adoptada una resolución, vacilar ni
retroceder por miedo a la critica, que es un monstruo de cien cabezas
irresponsables y faltas de sindéresis.

Cuando se ha marcado la línea del deber hay que cumplirla a todo trance. El
transeúnte que se detenga a escuchar los ladridos de los perros, difícilmente
llegará al término de su jornada.
LA SENSIBILIDAD

El abogado no puede ser ni frío de alma ni emocionable.

El abogado actúa sobre las pasiones, las ansias, los apetitos en que se
consume la humanidad. Si su corazón es ajeno a todo ello ¿cómo lo entenderá
su cerebro? Quien no sepa del dolor, ni comprenda el entusiasmo, ni ambicione
la felicidad, ¿cómo acompañará a los combatientes?

Y sin embargo, ¿es lícito siquiera que tomemos los bienes y males ajenos
como si fueran propios, y obremos como comanditarios del interés que
defendemos? De ningún modo. La sabiduría popular ha dicho acertadamente
que "pasión quita conocimiento" y "que nadie es juez en causa propia".

De la conveniencia nos dice: El letrado que ha de obtener la misma


remuneración legitima, cualquiera que sea el resultado del negocio, aconseja
con templanza, procede con mesura, hace lo que la moral y la ley consienten.
El que sabe que ganará más o menos según la solución que obtenga, tiene ya
nublada la vista por la codicia, pierde su serena austeridad, participa de la
ofuscación de su defendido, lejos de ser un canal es un torrente.

EL DESDOBLAMIENTO PSIQUICO

El profesor Ángel Majorana denomina desdoblamiento psíquico al fenómeno


con el cual "el abogado se compenetra con el cliente de tal manera, que pierde
toda su postura personal". Ossorio piensa que el desdoblamiento psíquico no
ha de interpretarse en el sentido que lo hace Majorana, diciendo: "el abogado
no soy yo, sino mi cliente", sino en el de la duplicidad de personalidades, "hasta
tal punto soy mi cliente, practicando un doble renunciamiento, y desde tal punto
soy yo mismo. Usando facultades irrenunciables".

Ossorio encuentra plausible y santo renunciar a los intereses, al bienestar, al


goce, para entregarse al bien del otro; matar el sensualismo en servicio del
deber o el ideal. Eso es sustancial en la abogacía. Defender sin cobrar,
defender a quien nos ofendió, defender a costa de perder amigos y protectores,
defender afrontando la injuria y la impopularidad.

En esta disposición del ánimo está la esencia misma de la abogacía, que sin
tales prendas perdería su razón de existir.

LA INDEPENDENCIA

Hablando de independencia en el sentido de libertad creo que se define


claramente el concepto de este subtema con las palabras de Mr. Raymond
Poincaré: "en ninguna parte es más completa la libertad que en el foro. La
disciplina profesional es leve para los ciudadanos de su dignidad y apenas
añade nada a los deberes que una conciencia poco delicada se traza a sí
misma. Desde que se crea por su trabajo una situación regular, el Abogado no
depende más que de sí mismo. Es el hombre libre, en toda la extensión de la
palabra. Solo pesan sobre él servidumbres voluntarias; ninguna autoridad
exterior detiene su actividad individual, a nadie da cuenta de sus opiniones, de
sus palabras ni de sus actos. De ahí en el Abogado un orgullo natural, a veces
quisquilloso, y un desdén hacia todo lo que es oficial y jerarquizado".

EL TRABAJO

En cuanto a la manera de trabajar sería osado querer dar consejos, pues sobre
tal materia es tan aventurado escribir como la del gusto. Sin embargo doy una
opinión personal. Parece lógico que antes de coger la pluma se haya agotado
el estudio en los papeles y en los libros. Seriamente, así debe hacerse y no es
recomendable ningún otro sistema.

A mi entender, todas las horas son buenas para trabajar pero más
especialmente las primeras de la mañana. Desde las 6 hasta las 10 y ahí va la
razón. A partir de las 10 de la mañana nadie dispone de sí mismo. La consulta,
las conferencias con otros colegas, las diligencias y vistas, las atenciones
familiares la vida de relación y las necesarias expansiones del espíritu
consumen todo nuestro tiempo.

Muchos advierten que da lo mismo trasnochar, recabando el tiempo cuando los


demás se acuestan. No lo estimo así, porque antes de las 10 de la mañana
podemos dar al trabajo nuestras primicias y después de las 10 a.m. no les
concedemos sino nuestros residuos. Con la cabeza despejada ordenan las
ideas, se distribuyen las atenciones, se aprovecha el estudio.

En fin, todas las reglas del trabajo pueden reducirse a ésta: hay que trabajar
con gusto. Logrando acertar con la vocación y viendo en el trabajo no sólo un
modo de ganarse la vida, sino la válvula para la expansión de los anhelos
espirituales, el trabajo es liberación, exaltación, engrandecimiento. De otro
modo es insoportable esclavitud.

LA PALABRA.

Por la palabra se enardecen o calman ejércitos y turbas; por la palabra se


difunden las religiones, se propagan teorías y negocios, se alienta al abatido,
se doma y avergüenza al soberbio, se tonifica al vacilante, se viriliza al
desmedrado. Unas palabras, las de Cristo, bastaron para derrumbar una
civilización y crear un mundo nuevo. Los hechos tienen, sí, más fuerza que las
palabras; pero sin las palabras previas los hechos no se producirían.

Abominen de la palabra los tiranos porque les condena, los malvados porque
les descubre y los necios porque no la entienden. Pero nosotros, que
buscamos la convicción con las armas del razonamiento, ¿cómo hemos de
desconfiar de su eficacia?
ELOGIO DE LA CORDIALIDAD

A este tema no le encontré mucha relación con el titulo de "elogio de la


cordialidad" pero voy a resumir lo que quiso decir Ossorio al lector.

Al comienzo habla de los abogados y los jueces. De como se tiene ya la mala y


errónea idea de que el juez hace favoritismos y el abogado miente.
Permítanme explicarlo de una manera mas clara. El juez piensa del abogado:
"¿En qué proporción me estará engañando? y el abogado piensa del juez: ¿A
qué influencia estará sometido para frustrarme la justicia?"

Nos hallamos tan habituados a pensar mal y a mal decir, que hemos dado por
secas las fuentes puras de los actos humanos. Gran torpeza es esta. Las
acciones todas y más especialmente las que implican un hábito y un sistema,
como las profesionales- han de cimentarse en la fe, en la estimación de
nuestros semejantes, en la estimación de nuestros semejantes, en la ilusión de
la virtud, en los móviles levantados y generosos. Quien juzgue
irremediablemente perversos a los demás, ¿cómo ha de fiar en sí mismo, ni en
su labor, ni en su éxito? Hay que poner el corazón en todas las empresas de la
vida.

CONCEPTOS ARCAICOS

Para los jueces cumplir la regla al pie de la letra es, en muchas ocasiones,
criminal; y si los jueces no han de hacerse cómplices de corrupciones o
abandonos, deben usar su criterio para obtener resultados satisfactorios en un
juicio, ya que en muchas ocasiones los reglamentos son oscuros y faltos de
verdad y humanismo. Así que el juez debe resolver los casos como lo juzgue
mejor y no tal y como lo dicen Códigos y autos.

EL ARTE Y LA ABOGACIA.

No es abogado quien no tiene una delicada percepción artística.

Algunos tienen como elementos de expresión la aritmética, la química o el


dibujo lineal, nosotros usamos la palabra escrita y hablada, es decir, la más
noble, la más elevada y artística manifestación del pensamiento. No existe
antagonismo entre el Arte y la Abogacía.

El abogado debe tener inexcusablemente:

 una revista jurídica de su país y otra extranjera.


 Una mitad - según las aficiones - de todos cuantos libros jurídicos se publiquen
en su país.

 Unos cuantos libros de novela, versos, historia, crónica, crítica, sociología y


política.
Las novelas y los versos los recomendé porque son la gimnástica del
sentimiento y del lenguaje. Son para que el abogado amplíe el horizonte ideal y
mantenga viva la renovada flexibilidad del lenguaje.

Un abogado debe ubicar los libros como articulo de primera necesidad y


dedicar a su adquisición un cinco, un cuatro o un tres por ciento de lo que se
gane, aunque para ello sea preciso privarse de otras cosas. Y si el abogado no
puede alcanzar ni aún ese límite mínimo, que no ejerza. La abogacía es
profesión de señores y, a la manera que el derecho dé sufragio, debe estar
vedada a los mendigos. No se eche esto a cuenta de un orgullo mortificante,
sino a la de una rudimentaria dignidad. Que diríamos de un médico que no
tiene estetoscopio para auscultar. Pues apliquemos la alusión al abogado y
tratémosle de igual manera.

LA CLASE

Los abogados, por lo mismo que nuestra misión es contener, cuando cesamos
en ella buscamos la paz y el olvido. No hay campañas de grupo contra grupo,
ni ataques en la prensa, ni siquiera pandillas profesionales como en otras
profesiones. Al terminar la vista o poner punto a la conferencia, nos
despedimos cortésmente y no nos volvemos a ocupar el uno del otro. Apenas y
de vez en cuando nos dedicamos un comentario mordaz o irónico. Nuestro
estado de alma es la indiferencia; nuestra conducta, un desdén elegante.

Hay una costumbre que acredita la delicadeza de nuestra educación. Después


de sentenciado un pleito y por muy acre que haya sido la controversia, jamás el
victorioso recuerda su triunfo al derrotado. Por el contrario, el vencido es quien
suele suscitar el tema felicitando a su adversario - incluso públicamente - y
ponderando sus cualidades de talento, elocuencia y sugestión, a las que, y no
a la justicia de su causa, atribuye el éxito logrado.

Las clases no implican desnivel personal sino diferenciación en el cumplimiento


de los deberes sociales.

CÓMO SE HACE UN DESPACHO.

La condición inexcusable para triunfar en una profesión es saber ejercerla. Un


tonto puede prevalecer en lo que depende de la merced, mas no en lo que
radica en el crédito público.

Medios que un letrado tiene para darse a conocer:

La Asociación. O sea, trabajar en colaboración, estableciéndose bajo una


razón social dos o más compañeros y creando entre todos unos consultorios.
Repruebo sin vacilar ese procedimiento por esencialmente incompatible con
nuestra profesión. ¿Cómo será posible dividir en partes alícuotas la estimación
de un problema y el modo de tratarle y la responsabilidad del plan adoptado?
El anuncio. Aunque algunos lo admiten, afortunadamente la mayoría lo
considera como una degradación. Es lícito decir "yo vendo buen café" ¡pero es
grosero anunciar "yo tengo honradez y talento"!. Sólo con atreverse a decir
esto, se está demostrando la carencia de las prendas más delicadas e
indispensables en la psicología forense.

La exhibición. Aunque duela un poquillo la palabra, hay que usarla en su


aceptación noble, para venir a parar en que éste es el único medio lícito para
darse a conocer. Poner en manifiesto lo que llevamos dentro y lo que somos
capaces de hacer.

Hablar de los compañeros que se han dado a conocer como letrados después
de haber sido Ministros. Estos son casos aislados y no constituyen sistema.

ESPECIALISTAS.

Si el hombre es siempre esclavo de la misma tarea, se degrada.

En la abogacía, la especialización toca los limites del absurdo. Simplemente no


se puede ser especialista en una sola cosa, porque en la abogacía como en
muchas otras profesiones, en un solo caso, gran parte de las veces, se
necesita de varias materias de Derecho. Nuestro campo de acción es el alma, y
esta no tiene casilleros. ¿Se concibe un confesor para la lujuria, otro para la
avaricia y otro para la gula? ¡Pues igual en nuestro caso!

No es indiferente ni inofensivo el proceder mediante especializaciones, porque


ellas, aún contra nuestra voluntad, pesan enormemente en el juicio y
unilateralizándose nos llevan al error. El civilista nunca creerá llegada la
ocasión de entrar en una causa, cuando a veces, con una simple denuncia se
conjuraría el daño o se prepararía el arreglo; el criminalista todo lo verá por el
lado penal y fraguará procesos quiméricos o excusará delitos evidentes.

Esta y no otra es la razón de que tan pocas veces un profesor en un buen


abogado. El profesor ve un sector de la vida, forma en él su enjuiciamiento... y
todo lo demás se le escapa.

Convenzámonos de que en el foro. Como en las funciones de gobierno, no hay


barreras doctrinales, ni campos acotados, ni limitaciones del estudio.

Para el abogado no debe haber más que dos clases de asuntos: unos en que
hay razón y otros en que no la hay

LA HIPERBOLE.

La exageración de la verdad, tan común entre los abogados, debe ser evitada.
El buen gusto suele correr parejas con la dignidad y el pudor. Quien sepa
guardar su recato y ocupar su puesto, de fijo no fraternizará con sus clientes en
lo criminal ni los divinizará en lo civil.
Antes de abrir los registros estruendosos, mire bien si el caso lo merece o no; y
en caso de duda, haya de la hipérbole y aténgase al consejo cervantino:

Llaneza muchacho, llaneza.

LIBERTAD DE DEFENSA.

El particular debe ser libre para defenderse por sí mismo. Salvo en los casos
en que esa libertad puede dañar al derecho de las otras partes o al interés
público.

Para el ciudadano es vejatorio que le obliguen a decir por boca ajena lo que
podría expresar con la propia, y que una cosa tan natural como el pedir justicia
haya de confinarla precisamente a un técnico. El pretorio debería tener sus
puertas abiertas a todo el mundo, sin atender a otro ritualismo que al clamor de
quien solicita lo que ha de menester.

Con ello los abogados ganaríamos en prestigio sin perder sensiblemente en


provecho. Lo primero, porque al no ser nuestro ministerio forzoso, sino rogado,
se acrecentaría nuestra autoridad. Lo segundo, porque serían pocos los casos
en que se prescindiera de nuestra tutela.

Pero se trata de una cuestión de principios, y aunque hubiera de desaparecer


por inútil nuestra profesión, esto sería preferible a mantenerla cohibiendo a la
sociedad entera y permitiendo que, en vez de buscarnos, nos soporte.

EL AMIANTO

Tengo a los financieros mucha consideración porque sin su capacidad de


iniciativa, sin su sed de oro, sin su acometividad y sin su ética maleable,
muchas cosas buenas quedarían inéditas y el progreso material sería mucho
más lento. Mas no concibo al Abogado Financiero, por la sencilla razón de que
si es financiero no puede ser Abogado.

Si un abogado es Financiero, porque al serlo, estarían mezclando el interés


propio con el ajeno y poniendo en cada asunto el albur de hacerse poderosos,
vienen a consagrar inmensos pactos de cuota-bilis; una cuota-litis hipertrofiada.

Poder y riqueza, fuerza y hermosura, todas las incitaciones, todos los fuegos
de la pasión han de andar entre nuestras manos de abogados sin que nos
quememos. El mundo nos utiliza y respeta en tanto en cuanto tengamos la
condición del amianto.

LOS PASANTES

Para la generalidad de los licenciados, las obligaciones del pasante aparecen


establecidas en este orden:
1ª. Leer los periódicos.

2ª. Liar cigarrillos y fumarlos en abundancia cuidando mucho de tirar las


cerillas, la ceniza y las colillas fuera de los ceniceros.

3ª. Comentar las gracias, merecimientos y condescendencias de las actrices y


cupletistas de moda.

4ª. Disputar siempre a gritos sobre política, sobre deportes y sobre el crimen de
actualidad.

5ª. Ingerir a la salida del despacho cantidades fabulosas de patatas fritas a la


francesa, pasteles, cerveza y vermouth.

6ª. Leer distraídamente autos, saltándose indefectiblemente los fundamentos


de derecho en todos los escritos y, en su integridad el escrito de conclusiones.

La enseñanza del bufete no tiene otra asignatura sino la de mostrarse al


Abogado tal cual es y facilitar que le vean sus pasantes. No hay lecciones
orales, ni tácticas de dómine, ni obligaciones exigibles, ni sanción. Si bien se
mira, existe una fiscalización del pasante hacia su maestro, pues, en puridad,
este se limita a decir al otro. "entérese usted de lo que hago yo, y si lo
encuentra bien, haga usted lo mismo". Por eso el procedimiento de la singular
enseñanza consiste en establecer una comunicación tan frecuente y cordial
cuanto sea posible.

LA DEFENSA DE LOS POBRES

Constituye la defensa de los pobres una función de asistencia pública, como el


cuidado de los enfermos menesterosos. El Estado no puede abandonar a
quien, necesitado de pedir justicia, carece de los elementos pecuniarios
indispensables para sufragar los gastos del litigio. Mas para llenar esa atención
no hace falta, como algunos escritores sostienen, crear cuerpos especiales, ni
siquiera encomendarla al ministerio fiscal. Los colegiados de Abogados se
bastan para el menester, lo han cubierto con acierto desde tiempo inmemorial,
y debieran tomar como grave ofensa el intento de arrebatárselo.

LA TOGA

La toga no representa por sí sola ninguna calidad, cuando no hay cualidades


verdaderas debajo de ella se reduce a un disfraz irrisorio. Pero después de
hecha esta salvedad, en honor al concepto fundamental de las cosas, conviene
reconocer que la toga, como todos los atributos profesionales, tiene para el que
la lleva, dos significados: freno e ilusión; y para el que la contempla, otros dos:
diferenciación y respeto.
La toga es freno, porque cohíbe la libertad en lo que pudiera tener de
licenciosa. Es ilusión, por nuestra función. Por nuestro valer. Por nuestra
significación.

Es diferenciación, porque ella nos distingue de los demás circunstantes en el


tribunal; y siempre es bueno que quien va a desempeñar una alta misión sea
claramente conocido. Y respeto, porque el clarividente sentido popular, al
contemplar a un hombre vestido de modo tan severo, con un traje que
consagraron los siglos; y, que sólo aparece para menesteres trascendentales
de la vida, discurre con acertado simplicísimo: "ese hombre debe ser bueno y
sabio".

El abogado que asiste a una diligencia en el local infecto de una escribanía,


usa un léxico, guarda una compostura y mantiene unas formulas de relación
totalmente distinta de las que le caracterizan cuando sube a un estrado con la
toga puesta.

LA MUJER EN EL BUFETE

Como el libro va dedicado a compañeros principales, les diré que importa


mucho para vestir la toga (cuya bolsa, por cierto, debe ser bordada por la novia
o la esposa) casarse pronto y casarse bien.

¿Procedimiento? Enamorarse mucho y de quien lo merezca.

¿Receta para encontrar esto último? ¡Ah! Eso radica en los arcanos
sentimentales. El secreto se descubrirá cuando algún sabio atine a reducir el
amor a una definición.

Nada más de la mujer. Vamos con las mujeres. Voy a hacer una dramática
declaración. El Abogado no tiene sexo. Así como suena.

Es decir, tenerle sí que le tiene... y, naturalmente, no le está vedado usar de él.


Pero en su estudio y en relación con las mujeres que en él entran, ha de poner
tan alta su personalidad, de considerarla tan superior a las llamaradas de la
pasión y al espoleo de la carne, que su exaltación le conduzca a esta paradoja:
el abogado es un hombre superior al hombre. Esto lo digo en el caso de que a
un Abogado le toque alguna mujer muy atractiva como cliente. El abogado
debe ver el atractivo del caso y no el de la dama.

En pocas palabras, la mujer, con el sexto sentido que tiene, se convertirá,


aparte de nuestra pareja, en nuestra mejor consejera en nuestros casos. Por
eso recomiendo que exista entera comunicación del Abogado hacia su mujer.
Claro, esto solamente cuando la mujer está interesada.

HACIA UNA JUSTICIA PATRIARCAL


Las condiciones apetecibles e indispensables, según mi entender, para un
buen procedimiento judicial, son estas cuatro: oralidad, publicidad, sencillez y
eficacia. En breve hablaré de ellas.

La justicia debe ser sustanciada por medio de la palabra. Esto por las
siguientes razones:

Primera. Por ley natural. Al hombre le fue dada la palabra para que, mediante
ella se entendiera con sus semejantes. La escritura es un sucedáneo hijo del
progreso.

Segunda. Por economía de tiempo.

Tercera. El procedimiento oral es el supuesto imprescindible para la publicidad.


Lo sustancial es que hablen a los jueces las partes o sus letrados.

Cuarta. Por seguridad de que los jueces se enteran de las cuestiones. Claro
que el Juez o Magistrado que recibe unos autos los debe estudiar hemos de
suponer que lo hace. Pero los puede leer bien o leerlos mal o no leerlos. Puede
entender todas las razones o dejar de entender algunas y en este último caso
no tiene a quien pedir mejor explicación.

DECALOGO DEL ABOGADO

1º. No pases por encima de un estado de tu conciencia.

2º. No afectes una convicción que no tengas.

3º. No te rindas ante la popularidad ni adules a la tiranía.

4º. Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti.

5º. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados, pero no
consientas ser menos.

6º. Ten fé en la razón, que es lo que en general prevalece.

7º. Pon la moral por encima de las leyes.

8º. Aprecia como el mejor de los textos el sentido común.

9º. Procura la paz como el mayor de los triunfos.

10º. Busca siempre la justicia por el cambio de la sinceridad y sin otras armas
que las de tu saber.

CONCLUSIONES
Con este libro pude analizar lo que es un abogado, en el sentido en el que
realmente debemos hacer en nuestra carrera y rechazar todo lo malo que hay
también, como lo son todos los actos de corrupción los chantajes, la falta de
ética profesional, para que no caigamos en esos actos que lo único que hacen
es manchar la reputación de todos los abogados y de la carrera.

Ya que creo que es uno de los mensajes que nos quiere dar Ángel Ossorio con
este libro, porque se ve que es una persona muy comprometida con su carrera
y con su vida profesional, que hagamos conciencia y limpiemos todos los
errores que muchos otros que se dicen abogados han manchado.

Elaboró:

Gustavo Herrejón Terán

[email protected]

UNIVERSIDAD LATINA DE AMÉRICA

Licenciatura en Derecho

Asignatura: Derecho Civil II.

Morelia, Mich. Septiembre, 2005.

ANUNCIOS RELACIONADOS

ACCIONES Y EXCEPCIONES

Índice  
      
Capítulo I. Acción
        
A. Concepto de acción  
      
B. Antecedentes
        
C. Clasificación de las acciones 
       
1. Acciones reales y personales
        
2. Acciones de condena, declarativas, constitutivas, cautelares y ejecutivas     
   
3. Acciones nominadas e innominadas  
      
C. Las acciones que derivan del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal 
       
1. Acciones reales 
      
2. Acciones de Estado Civil (art. 24)
        
D. Acciones que derivan del Código Civil para el Distrito Federal        
Capítulo II. Excepción 
       
A. Concepto de excepción 
       
B. Clasificación de las excepciones 
       
C. Excepciones que derivan del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal   
     
D. Excepciones que derivan del Código Civil para el Distrito Federal        
Fichas Bibliográficas  
      
Capítulo I. Acción

A. Concepto de acción

Del latín actio, movimiento, actividad o acusación, dicho vocablo tiene un


carácter procesal. La acción procesal es concebida como el poder jurídico de
provocar la actividad de juzgamiento de un órgano que decida los litigios de
intereses jurídicos.

B. Antecedentes

La acción procesal tiene orígenes remotos. En Roma se le estudia dentro de


los tres diversos períodos del procedimiento civil romano:
La época de acciones de la ley (754 a.C. hasta la mitad del siglo II a.C.).
La época del procedimiento formulario (segunda mitad del siglo II a.C. hasta el
siglo III de la era cristiana).
El procedimiento extraordinario (siglo III d.C. hasta Justiniano y su codificación,
529 a 534 de nuestra era).

En el estadio primario la acción se dice que eran declaraciones solemnes,


acompañadas de gestos rituales que el particular pronuncia y realiza ante un
magistrado con el fin de proclamar un derecho que se discute o de realizar un
derecho plenamente reconocido. De allí que las acciones se dividieran en
declarativas (legis actio sacramento, per judicus arbitrive postulationem y per
condionem) y ejecutivas (legis actio per manus iniectio y per pignoris
capionem).

Posteriormente, en el período formulario, las fórmulas antes exclusivas del


conocimiento del Colegio de los Pontífices se divulgan, se multiplican y se
desposeen del rigorismo formulista previo, para ser adaptadas a las
necesidades crecientes de un explosivo pueblo romano. Sin embargo, es la
más conocida y longeva concepción de Celso la que ha tenido mayor impacto y
permanencia en la elaboración de la definición de acción procesal, así el
derecho de perseguir en juicio lo que se nos debe.

En el período extraordinario una de las corrientes más difundidas sobre la


naturaleza jurídica de la acción procesal, es la doctrina tradicional, que tiene
entre sus destacados sostenedores al fundador de la Escuela Histórica de
Derecho, Federico Carlos de Savigny, quien estima a la acción como el
derecho que nace de la violación de un derecho subjetivo y como el ejercicio
del derecho material mismo.

En la época contemporánea muchas exposiciones más han intentado


fundamentar la naturaleza jurídica de la acción procesal, entre las que
sobresalen las de Chiovenda: la acción como derecho autónomo potestativo;
Kohler: como un derecho de personalidad; Couture: como una forma del
derecho constitucional de petición; Kelsen que sobrepone la acción al derecho
subjetivo; Coviello: facultad de invocar la autoridad del Estado para la defensa
de un derecho con dos estadios (potencialidad y actuación).

Las más modernas y sólidas concepciones de las acciones procesales se


inclinan a calificarla como un derecho abstracto de obrar procesal de carácter
público, cívico, autónomo, para pretender la intervención gubernamental a
través de la prestación de la actividad jurisdiccional y lograr una justa
composición del litigio planteado (Carnelutti, Rocco, Liebman, Calamandrei).

Por su parte, el doctor Arellano García, concibe a la acción como la conducta


dinámica que el sujeto realiza para ponerse en movimiento e impactar al
mundo que lo rodea. En la omisión hay una inactividad, una abstención de
conducta, una paralización de su hacer, es un no hacer, no actuar.
C. Clasificación de las acciones

1. Acciones reales y personales

Este criterio clasificativo atiende al tipo de derechos que sirven de fundamento


a la acción respectiva, si la acción se funda en un derecho real se tratará de
una acción real. Si se apoya en un derecho personal se tratará de una acción
personal.

LAS ACCIONES REALES tienen por objeto garantizar el ejercicio de algún


derecho real, es decir, aquellas que ejercita el demandante para reclamar o
hacer valer un derecho sobre alguna cosa, con plena independencia de toda
obligación personal por parte del demandado.

LAS ACCIONES PERSONALES son las que tienen por objeto garantizar un
derecho personal, es decir, se deducirán para exigir el cumplimiento de una
obligación personal, ya sea de dar, de hacer o de no hacer determinado acto.

2. Acciones de condena, declarativas, constitutivas, cautelares y ejecutivas

Este criterio clasificativo toma en cuenta las diferentes especies de


prestaciones que suelen reclamarse.
Las acciones de condena son aquellas que pretenden del demandado una
prestación de dar, hacer o no hacer. Con ellas se pretende la ejecución
inmediata del derecho declarado por la sentencia judicial; su fin esencial es la
ejecución del fallo.
Las acciones declarativas son aquellas en que el actor pretende terminar con
una situación de incertidumbre que gira alrededor del derecho que le sirve de
fundamento a la acción. El órgano jurisdiccional se limitará al reconocimiento
oficial del derecho en la forma reclamada por el demandante. Es decir, estas
acciones consisten en hacer cierto el derecho y no en exigir del demandado
una prestación determinada.
Las acciones constitutivas son aquellas que se dirigen a obtener la creación,
modificación o la extinción de un derecho o una obligación, o una situación
jurídica.
Las acciones cautelares, preservativas o preventivas son aquellas que tienen
como objeto conservar la futura efectividad de una acción definitiva en la
persona o en los bienes del demandado.
Las acciones ejecutivas son aquellas que derivan de un documento con
cualidades específicas que permite, desde que se ejercitan, antes de la
sentencia definitiva, afectar provisionalmente el patrimonio del deudor.

3. Acciones nominadas e innominadas


Este criterio clasificativo atiende al hecho de que el legislador haya previsto
expresamente en la legislación un determinado tipo de acción e incluso le haya
atribuido una determinada denominación.
Las acciones nominadas son aquellas en que el actor podrá mencionar su
denominación legal y le serán aplicables todas las disposiciones que rijan a ese
tipo de acción, pues la denominación es útil para identificarla con todas sus
consecuencias legales procedentes.
Las acciones innominadas son aquellas que el legislador no les previó una
denominación determinada pero, que intentada no habrá razón para no
considerarla y se procederá al desempeño de la función jurisdiccional aunque
sólo se aplicarán las reglas legales aplicables a las acciones en general, pues,
no habrá reglas específicas que deriven de una categoría especial de acción.

C. Las acciones que derivan del Código de Procedimientos Civiles para el


Distrito Federal.

Los artículos primero al trigésimo cuarto, del capítulo primero, del título primero,
del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal establecen todo lo
referente a las acciones contenidas en este ordenamiento.

1. Acciones reales
Acción reivindicatoria (art. 4). Esta acción tiene caracteres combinados de
acción de condena y de acción declarativa, según se desprende del artículo 4º
del código al establecer: La reivindicación compete a quien no está en posesión
de la cosa, de la cual tiene la propiedad, y su efecto será declarar que el actor
tiene el dominio sobre ella y se la entregue al demandado con sus frutos y
accesiones en los términos prescritos por el Código Civil. Se trata de una
acción cuyo titular ha de ser el propietario de la cosa y no un simple poseedor.
Se debe apuntar que en ocasiones la acción reivindicatoria será también una
acción constitutiva cuando se reclame la nulidad del título que, con menores
merecimientos, tenga el demandado. Establece el artículo 5º que esta acción
previene la posibilidad de que el demandado le asigne a un tercero la
responsabilidad de un juicio.

Asimismo, el artículo 6º indica que el poseedor que niegue la posesión la


perderá en beneficio del demandante. El artículo 7º determina que pueden ser
demandados en reivindicación, aunque no posean la cosa, el poseedor que
para evitar los efectos de la acción reivindicatoria dejó de poseer y el que está
obligado a restituir la cosa o su estimación si la sentencia fuere condenatoria.
Acción posesoria (art. 9). Al adquirente con justo título y de buena fe le
compete la acción para que, aun cuando no haya prescrito, le restituya la cosa
con sus frutos y accesiones en los términos del artículo 4º, el poseedor de mala
fe, o el que teniendo título de igual calidad ha poseído por menos tiempo que el
actor. No procede esta acción en los casos en que ambas posesiones fuesen
dudosas o el demandado tuviere su título registrado y el actor no, así como
contra el legítimo dueño. En esta disposición hay una equiparación a la acción
reivindicatoria en lo que se refiere a los efectos de la acción, ya que indica que
se obtendrá la restitución de la cosa con sus frutos y accesiones en los
términos del artículo 4º (acción reivindicatoria). El beneficiario de la acción
debe ser aquel poseedor que tenga justo título y actuar de buena fe, y además,
en situación de prescribir la cosa. Tendrá el carácter de demandado el
poseedor de mala fe, o el que teniendo título ha poseído por menos tiempo que
el actor. El objeto de la acción es la recuperación o la restitución de la posesión
del bien mueblo o inmueble.
Acción negatoria (art. 10). Esta acción se recoge en el artículo 10º en donde el
titular de la acción no es necesariamente el propietario, pues, puede intentar la
acción el poseedor a título de dueño o que tenga derecho real sobre el bien
inmueble. Esta acción sólo es procedente en relación con bienes inmuebles. El
objeto de esta acción es el de obtener la declaración de libertad o la de
reducción de gravámenes de un bien inmueble, la demolición de obras o
señales que importen gravámenes, la tildación o anotación en el Registro
Público de la Propiedad: Conjuntamente se podrán reclamar el pago de daños
y perjuicios y en forma contingente se podrá también reclamar que el
demandado caucione el respecto de la libertad del inmueble.
Acción confesaría (art. 11). Esta acción compete al titular del derecho real
inmueble y al poseedor del predio dominante que esté interesado en la
existencia de la servidumbre. Se da esta acción contra el tenedor o poseedor
jurídico que contraría el gravamen (reo). El objeto de esta acción es obtener el
reconocimiento de la existencia del gravamen, declarar los derechos y
obligaciones que giran alrededor del mismo y obtener el pago de frutos, daños
y perjuicios, así como también hacer cesar la violación del gravamen y, en caso
de sentencia absolutoria, el actor puede exigir del reo que afiance el respeto
del derecho.
Acción hipotecaria (art. 12). Esta acción tutela el derecho real de hipoteca.
Tiene el carácter de demandante el acreedor hipotecario si la acción se
endereza al pago o a la prelación del crédito que la hipoteca garantiza. No
obstante también tendrán el carácter de actor, cualquiera de los sujetos que
tienen derecho a que se constituya una hipoteca necesaria ya que este mismo
artículo permite que la acción hipotecaria se intente para construir una
hipoteca. Con el carácter de demandados pueden fungir: el deudor con
carácter de poseedor a título de dueño del fundo hipotecado, los otros
acreedores si la acción hipotecaria se ejerce para construir, ampliar o registrar
una hipoteca o si se trata de una prelación de créditos, y el tercero, nuevo
dueño o poseedor jurídico que adquiera el inmueble después de anotada la
demanda en el Registro Público de la Propiedad. El objeto de la acción
hipotecaria es construir, ampliar y registrar una hipoteca y, obtener el pago o
prelación del crédito que la hipoteca garantiza.
Acción de petición de herencia (Arts. 13 y 14). Esta acción tutela el derecho del
heredero a que se le reconozca en justicia su derecho a los bienes del de
cujus. Se confirma su carácter de acción real puesto que está encausada a la
obtención de bienes, que deberá entregar la parte demandada con sus
accesiones. Tiene el carácter de titular de la acción el heredero testamentario
in testamentario. El carácter de demandado le corresponde al albacea, el
poseedor de las cosas hereditarias con el carácter de heredero o cesionario de
éste, el sujeto que no alega título ninguno de posesión del bien hereditario o
dolosamente dejó de poseerlo. El objeto de esta acción es el de obtener la
declaración de heredero (el actor), obtener la entrega de los bienes hereditarios
y de las accesiones a los bienes hereditarios, obtener indemnización y
rendición de cuentas.
Acción del copropietario (art. 15). Existe copropiedad cuando una cosa o un
derecho pertenecen pro-indiviso a varias personas. Pues bien, en el supuesto
de que la propiedad común que se afecte en alguna forma y que el
copropietario quiera ejercitar alguna acción tendiente a la tutela adecuada de
su derecho de copropiedad, aunque el copropietario no es propietario total del
bien afectado, se le da la esta acción para proteger su derecho. El
copropietario puede deducir las acciones relativas a la cosa común, en calidad
de dueño, salvo pacto en contrario, o ley especial. No puede, sin embargo,
transigir ni comprometer en árbitros el negocio, sin consentimiento unánime de
los demás condueños.
Acción interdictal de retener la posesión (Arts. 16 al 20). Esta acción interdictal
y posesoria previene una defensa del poseedor contra actos de perturbación
procedente de terceras personas. La perturbación consiste en actos
preparatorios tendientes directamente a la usurpación violenta o a impedir el
ejercicio del derecho. Es titular se esta acción el poseedor jurídico o derivado
de un bien inmueble ya que no se concede al poseedor de bienes muebles.
Tendrá el carácter de reo el perturbador, el que mando la perturbación (autor
intelectual), el que se aprovecha de la perturbación, el sucesor del perturbador.
El objeto del interdicto consiste en poner término a la perturbación, indemnizar
al poseedor, afianzamiento por el demandado de que no volverá a perturbar,
conminar con multa al demandado o arresto para el caso de reincidencia.
Acción interdictal de recuperar la posesión (Arts. 17 y 18). Es titular de esta
acción el tenedor de la posesión jurídica originaria o derivada de un bien
inmueble. Tienen el carácter de poseedor originario y además quien posee la
posesión útil, el propietario, mientras el carácter de poseedor derivado lo tiene
el arrendatario, el usufructuario, el comodatario y el poseedor en virtud de un
derecho de habitación. Tendrán el carácter de sujetos pasivos. el despojador
(quien privó de la posesión al demandante), el que ha mandado el despojo
(autor intelectual), aquel que se aprovecha del despojo, el sucesor del
despojante. El objeto de esta acción es que el actor recobre la posesión y,
complementariamente: se le indemnice de los daños y perjuicios, obtener que
el demandado afiance su abstención, conminar al demandado con multa y
arresto para el caso de reincidencia.
Acción interdictal de obra nueva (art. 19). Para los efectos de esta acción se
entiende por obra nueva, no solo la construcción de nueva planta, sino también
la que se realiza sobre edificio antiguo, añadiéndole, quitándole o dándole una
forma distinta. Constituyen el objeto de esta acción, la suspensión de la
conclusión de la obra nueva perjudicial al poseedor de predio o derecho real
sobre el mismo, la demolición de la obra nueva, la modificación de la obra
nueva y restitución de las cosas al estado anterior de la obra nueva. Pueden
ser sujetos actores en esta acción el poseedor del predio afectado por la obra
nueva, el poseedor del predio afectado por la obra nueva o el vecino del lugar
si la obra nueva se construye en bienes de uso común. Es sujeto pasivo de la
acción, quien mandó construir la obra nueva, sea poseedor o detentador de la
heredad donde se construye. En esta interdicto se puede producir una medida
inmediata por parte del juzgador quien puede decretar consiste en la
suspensión de la construcción hasta que el juicio se resuelva.
Acción interdictal de obra peligrosa (art. 20). esta acción se da al poseedor
jurídico o derivado de una propiedad contigua o cercana que pueda resentirse
o padecer por la ruina o derrumbe de la otra, caída de un árbol u otro objeto
análogo. Su finalidad es la de adoptar medidas urgentes para evitar los riesgos
que ofrece el mal estado de los objetos referidos, obtener la demolición total o
parcial de la obra o la destrucción del objeto peligroso. Pueden ser sujetos
actores aquellos que tengan derecho privado o público de paso por las
inmediaciones de la obra, árbol u otro objeto peligroso. En esta acción como en
la anterior se toman providencias suspensivas antes de la sentencia.
Acciones de terceros (Arts. 21 a 23). Esta acción consiste en la intervención de
terceros, con derecho propio, en un juicio seguido por personas diferentes. No
solo incluye la intervención de terceros para que ejercite las acciones que
tengan respecto al problema debatido en un juicio determinado, sino que
también se les llama para que les traiga perjuicio la sentencia que se dicte en
un juicio en el que se elucidan cuestiones vinculadas con sus derechos y sus
obligaciones. Existen diversas hipótesis en que podría un tercero ejercer
derechos de acción en juicio a los que sea llamado o en los que, él ha acudido
para deducir derechos propios.

2. Acciones de Estado Civil (art. 24)


Estas acciones tienen por objeto las cuestiones relativas al nacimiento,
defunción, matrimonio o nulidad de éste, filiación, reconocimiento,
emancipación, tutela, adopción, divorcio y ausencia, o atacar el contenido de
las constancias del Registro Civil para que se anulen o rectifiquen. En estas
acciones, ha de partirse del supuesto de que, se trata de un procedimiento
contencioso dirigido contra quien vaya a tener el carácter de demandado que,
normalmente será la persona que está vinculada con el actor en el estado civil
de que se trate.

Acciones personales
Acción de enriquecimiento sin causa (art. 26). Tiene el carácter de actor el
perjudicado por un enriquecimiento sin causa. Será demandado quien se
enriqueció con detrimento de otro. El objeto de esta acción será exigir una
indemnización que se cuantificará con la medida en la que parte demandada se
enriqueció.
Acción de otorgamiento de título (art. 27). La falta de título legal en el actor, da
pábulo al ejercicio de esta acción para que se le otorgue dicho título. Será actor
el sujeto que carece de título legal y que, por ese hecho es perjudicado. Será
demandado la persona que está obligado a extender el título que ha omitido.
Es objeto de esta acción que el obligado extienda el documento
correspondiente.
Acción de jactancia. En esta acción el actor es obligado a ejercer su derecho
procesal de acción, y que a nadie puede obligarse a intentar o proseguir una
acción contra su voluntad excepto cuando alguno públicamente se jacte de que
otro es su deudor, o de que tiene que deducir derechos sobre alguna cosa que
otro posee. La acción de jactancia ejercita una acción para obligar al sujeto reo
a ejercitar, a su vez, una acción. Por lo tanto, es objeto de esta acción obligar al
jactancioso a deducir la acción que afirme tener dentro del plazo que le señale
el juzgador, apercibido de que, si no lo hace, se le tendrá por desistido de la
acción que haya sido materia de la jactancia. Es sujeto demandado en esta
acción la persona que públicamente (notoriamente) se jacte de que otro es su
deudor, o de que tiene que deducir derechos sobre alguna cosa que otro
posee. Es sujeto actor o demandante en esta acción, el poseedor de la cosa
respecto de la cual se ha indicado por el jactancioso que se deducirán
derechos o la persona a la que se ha imputado ser deudor del jactancioso.
Acción forzada (art. 32). En esta acción, como en la anterior, el actor no ejerce
voluntariamente el derecho de acción, sino que se ve compelido a ello. A nadie
puede obligarse a intentar o proseguir una acción contra su voluntad excepto:
cuando por haberse interpuesto tercería ante un juez menor por cuantía mayor
de la que fija la ley para los negocios de su competencia, se hayan remitido los
autos a otro juzgado y el tercer opositor no concurra a continuar la tercería;
cuando alguno tenga acción de otro, a quien pueda exigir que la deduzca,
oponga o continúe desde luego, y si es citado para ello se rehusare, lo podrá
usar aquel. El objeto del primer supuesto es el de que se continúe la actuación
del tercero en la tercería y no se detenga el juicio que espera la devolución de
los autos. El objeto del segundo supuesto es excitarlo para que la deduzca,
oponga o continúe.

D. Acciones que derivan del Código Civil para el Distrito Federal


Acción para la división de cosa común (art. 939). Quienes se hallan bajo un
régimen de copropiedad no están obligados a permanecer indefinidamente pro-
indiviso. A los que por cualquier título tienen el dominio legal de una cosa, no
pueden ser obligados a conservarlo indiviso, sino en los casos en que, por
determinación de la ley, el dominio es indivisible. Si el dominio no es divisible, o
la cosa no admite cómoda división y los partícipes no se convienen en que se
adjudicada a alguno de ellos, se procederá a su venta y a la reparticipación de
su precio entre los interesados. La facultad de división de cosa común ha de
ser planteada ante el juez, y el objeto de la acción será establecer una división
equitativa de la cosa común. Son aplicables a la división entre partícipes las
reglas concernientes a la división de herencias.
Acción de nulidad. Los actos ejecutados contra el tenor de las leyes prohibitivas
o de interés público serán nulos, excepto en los casos en que la ley ordene lo
contrario. El contrato puede ser invalidado: por incapacidad legal de las partes
o de una de ellas; por vicios del consentimiento; porque su objeto, o su motivo
o fin sea ilícito; porque el consentimiento no se haya manifestado en la forma
que la ley establece. La acción de nulidad la ejercerá la parte del acto jurídico
que resulte afectada por la irregularidad del mismo y la parte demandada será
la parte que derive prerrogativas del acto nulo. El objeto de la acción será que
se declare la nulidad del acto y se le prive judicialmente de sus efectos y, en su
caso, que se vuelvan las cosas al estado que tenía antes del acto nulo y, de no
ser posible, se condene al pago de daños y perjuicios.
Acción de simulación (art. 2180). Suele acontecer que un acto jurídico
aparentemente válido pero, afectado de nulidad por simulación, se le pretenden
dar efectos como si fuera real por lo que, se ha establecido la acción de
simulación para precaverse de él. Es simulado el acto en que las partes
declaran o confiesan falsamente lo que en realidad no ha pasado o no se ha
convenido entre ellas. La simulación da lugar a la nulidad. La nulidad de los
actos simulados puede ser solicitada por los terceros perjudicados con la
simulación, o el Ministerio Público cuando ésta se cometió en transgresión de
la ley o en perjuicio de la hacienda pública. es objeto de esta acción, además
de la declaración de nulidad, la restitución de la cosa o del derecho a quien
pertenezca, con sus frutos e intereses, si los hubiere.
Acción de nulidad por actos en fraude de acreedores (art. 2163 al 2179). Esta
acción protege el interés de los acreedores en contra de los actos que su
deudor realiza para defraudarlos. También conocida como acción pauliana,
encuentra su aplicación cuando los bienes del deudor han sido vendidos, sin
haber sido pagados íntegramente los acreedores. Los actos celebrados por un
deudor en perjuicio de su acreedor pueden anularse, a petición de éste, si de
esos actos resulta la insolvencia del deudor, y el crédito en virtud del cual se
intenta la acción es anterior a ellos.
Acción de rescisión (art. 1949 y 1950). Ante una situación de incumplimiento
del sujeto pasivo de la relación jurídica, optativamente, tiene derecho el sujeto
pretensor o sujeto activo, a escoger entre esta acción de rescisión o la acción
de cumplimiento. La facultad de resolver las obligaciones se entiende implícita
en las recíprocas, para el caso de que uno de los obligados no cumpliere lo que
le incumbe. El perjudicado podrá escoger entre exigir el cumplimiento o la
resolución de la obligación, con el resentimiento de daños y perjuicios en
ambos casos. También podrá pedir la resolución aún después de haber optado
por el cumplimiento, cuando éste resultare imposible.
Acción de cumplimiento forzado (art. 1949). En la situación de incumplimiento
de una obligación por uno de los sujetos de la relación jurídica sustantiva, ya se
establecido en la acción anterior que, el sujeto pretensor puede elegir entre
exigir el cumplimiento o la resolución de la obligación, con el resarcimiento de
daños y perjuicios en ambos casos. Por supuesto que no podrá intentar ambas
acciones por ser contradictorias pero, sí podrá pedir la rescisión del contrato
después de haber optado por el cumplimiento forzado, si éste resultare
imposible. El objeto de la acción será obtener el cumplimiento forzado de la
conducta debida más el resarcimiento de daños y perjuicios.
Acción redhibitoria (art. 2142). Esta acción tiende a la resolución de la venta y a
la restitución íntegra del precio con sus intereses. Una denominación moderna
de esta acción sería la de acción de rescisión por vicios ocultos ya que en los
contratos conmutativos, el enajenante está obligado al saneamiento por los
defectos ocultos de la cosa enajenada que la haga impropia para los usos a
que se la destina, o que disminuyan de tal modo este usa, que de haberlo
conocido el adquirente no hubiere hecho la adquisición o habría dado menos
precios por la cosa. Esta disposición es más amplia que la simple compraventa
de cosas con vicios ocultos pues abarca otros actos jurídicos en los que se
transmita el dominio de una cosa que posteriormente a la transmisión del
dominio aparezca con vicios ocultos. La consagración de las dos acciones
derivadas de la existencia de vicios ocultos cuando no se produce la excepción
asentada consisten en que puede el adquirente exigir la rescisión del contrato y
el pago de los gastos que por él hubiera hecho, o que se rebaje una cantidad
proporcionada del precio, a juicio de peritos.

Capítulo II. Excepción

A. Concepto de excepción

Vocablo derivado del latín exceptio, excepción. La exceptio se originó en la


etapa del proceso por fórmulas del derecho romano como un medio de defensa
del demandado. Consistía en una cláusula que el magistrado, a petición del
demandado, insertaba en la fórmula para que el juez, si resultaban probadas
las circunstancias de hecho alegadas por el demandado, absolviera a éste, aun
cuando se consideraba fundada la intentio del actor. La posición de la exceptio
en la fórmula era entre la intentio y la condemnatio.

Actualmente se pueden destacar dos significados de la excepción:

Sentido abstracto. Es el poder que tiene el demandado para oponer, frente a la


pretensión del actor, aquellas cuestiones que afecten la validez de la relación
procesal e impidan un pronunciamiento de fondo sobre dicha pretensión
(cuestiones procesales), o aquellas cuestiones que, por contradecir el
fundamento de la pretensión, procuran un pronunciamiento de fondo absoluto
(cuestiones sustanciales).

Sentido concreto. Son las cuestiones concretas que el demandado plantea


frente a la pretensión del actor, con el objeto de oponerse a la continuación del
proceso, alegando que no se han satisfecho los presupuestos procesales
(excepciones procesales), o con el fin de oponerse al conocimiento, por parte
del juez, de la fundamentación de la pretensión de la parte actora, aduciendo la
existencia de hechos extintivos, modificativos o imperativos de la relación
jurídica invocada por el demandante (excepciones sustanciales). Es decir,
dentro este sentido concreto de las excepciones, las procesales objetan la
válida integración de la relación procesal e impiden un pronunciamiento de
fondo sobre la pretensión del actor, mientras que las sustanciales contradicen
al fundamentación misma de dicha pretensión y procuran una sentencia
desestimatoria.

El doctor Arellano García define la excepción como el derecho subjetivo que


posee la persona física o moral que tiene el carácter de demandada o de
contra demandada en un proceso, frente al juzgador y frente a la parte actora o
reconviniente en su caso, para contradecir lo establecido por el actor en la
demanda o lo determinado por el reconviniente en la contrademanda y, cuyo
objeto es detener el proceso o bien obtener sentencia favorable en forma
parcial o total.

B. Clasificación de las excepciones


Desde el punto de vista de que la excepción esté basada en una disposición
procesal o en una disposición de fondo, se pude hablar de excepciones
adjetivas o excepciones sustantivas.
Desde el punto de vista de que la excepción pueda suspender el procedimiento
en un juicio o no lo paralice, podríamos mencionar excepciones de previo y
especial pronunciamiento y excepciones comunes o normales.
Desde el punto de vista de su denominación y siendo que el legislador en
ocasiones se refiere a determinada excepción como una denominación
determinada y otras veces alude a excepciones en general, se puede hacer
referencia a excepciones nominadas e innominadas.
Desde el punto de vista de que las excepciones se dirijan a detener la marcha
de un proceso o a atacar las pretensiones de la parte actora o contra
demandante para que haya una sentencia favorable, se pueden citar las
excepciones dilatorias y las perentorias.
Desde el punto de vista del momento procesal en que deba hacerse valer,
habrá excepciones que tendrán que interponerse en un término más breve que
el concedido para contestar la demanda y otras que, se harán valer
simultáneamente con el escrito de contestación; además otras que, se harán
valer con posterioridad a la contestación por tener el carácter de
supervenientes.
Desde el punto de vista de que las excepciones estén respaldadas o no, por la
lógica, por las constancias de autos y por las normas jurídicas implicables a
ellas, puede hacerse referencia a excepciones fundadas o infundadas.
Desde el punto de vista de que las excepciones se promuevan adecuadamente
conforme a las normas que rigen el proceso, o infrinjan las normas procesales
que rigen su procedencia, puede hablarse de excepciones procedentes o
improcedentes.

C. Excepciones que derivan del Código de Procedimientos Civiles para el


Distrito Federal

Los artículos del trigésimo quinto al cuatrigésimo, del capítulo segundo, del
título primero, del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal
establecen todo lo referente a las excepciones contenidas en este
ordenamiento.

Todas las excepciones procesales que tenga el demandado debe hacerlas


valer al contestar la demanda, y en ningún caso suspenderán el procedimiento.

Es necesario apuntar que todas estas excepciones tienen el carácter de


dilatorias, ya que impiden el pronunciamiento sobre la cuestión principal de
fondo planteada en el juicio. Es decir, ponen un obstáculo a que se produzca el
pronunciamiento normal que debiera proceder en el juicio de que se trate.
Excepción de incompetencia del juez (art. 37). Sabiendo de antemano que toda
demanda debe formularse ante el juez competente y que es nulo lo actuado por
el mismo si fuere declarado incompetente, se puede proseguir con la
explicación estableciendo que puede ser promovida esta excepción por
declinatoria o por inhibitoria. La inhibitoria se intenta ante el juez a quien se
considere competente, pidiéndole que dirija oficio al que se estima no
competente, para que se inhiba y remita los autos. La declinatoria se propondrá
ante el juez a quien se considere incompetente, pidiéndole que se abstenga del
conocimiento del negocio y remita los autos al considerado competente. Las
cuestiones de competencia en ningún caso suspenderán el procedimiento
principal, pero deberán resolverse antes de dictar sentencia definitiva.
Excepción de litispendencia (art. 38). Esta excepción se da en razón de que ya
existe un litigio pendiente en el que se tramita el mismo negocio en donde las
partes contendientes son las mismas y que el objeto del juicio anterior también
se identifica con el segundo juicio. Procede cuando un juez conoce ya de un
juicio en el que hay identidad entre partes, acciones deducidas y objetos
reclamados, cuando las partes litiguen con el mismo carácter. El que la oponga
debe señalar precisamente el juzgado donde se tramita el primer juicio, y
acompañar copia autorizada de las constancias que tenga en su poder, o
solicitar la inspección de los autos. El que oponga la litispendencia por existir
un primer juicio ante juzgado que no pertenezca a la misma jurisdicción de
apelación, sólo podrá acreditarla con las copias autorizadas o certificadas de la
demanda y contestación formuladas en el juicio anterior, que deberá exhibir
hasta antes de la audiencia previa, de conciliación y de excepciones
procesales. En este caso declarada la litispendencia, se sobreseerá el segundo
procedimiento. El efecto que se pretende lograr con esta excepción es
definitivo, pues, se trata de que se concluya un indebido nuevo juicio y que se
esté a los resultados del primero.
Excepción de conexidad de la causa (art. 39 y 40). Se encuentra entre las
dilatorias y también las de previo y especial pronunciamiento. Esta excepción
tiene como objeto la remisión de los autos en que ésta se opone, al juzgado
que previno, conociendo primero de la causa conexa para que se acumulen
ambos juicios y se tramiten como uno, decidiéndose en una sola sentencia.
Existe conexidad de causas cuando haya: identidad de personas y acciones,
aunque las cosas sean distintas; identidad de personas y cosas aunque las
acciones sean diversas; acciones que provengan de una misma causa, aunque
sean diversas las personas y las cosas; identidad de acciones y de cosas,
aunque las personas sean distintas. El que oponga la conexidad debe señalar
precisamente el juzgado donde se tramita el juicio conexo, acompañando copia
autorizada de las constancias que tenga en su poder o solicitando la inspección
de los autos conexos. El efecto de la excepción es la acumulación de los autos
del segundo expediente a los del primer juicio. Se trata de juicios distintos pero
las acciones proceden de la misma causa.
Excepción de falta de personalidad del actor o del demandado (art. 47). El
juzgador está expresamente autorizado para examinar de oficio la personalidad
de las partes. El interesado podrá corregir cualquier deficiencia al respecto
hasta la audiencia del artículo 272-A. Contra el auto en que el Juez desconozca
la personalidad negándose a dar curso a la demanda procederá el recurso de
queja.
Excepción de falta de capacidad (art. 47). La parte actora ha de ser una
persona jurídica con capacidad procesal ya que el código establece que todo el
que, conforme a la ley, esté en el pleno ejercicio de sus derechos civiles puede
comparecer en juicio. Si carece de dicha capacidad, no deberá admitirse la
demanda por tratarse de un presupuesto procesal pero, si resistió el tamiz del
juzgador dicha demanda, el demandado tiene la oportunidad de impugnarla al
contestar la demanda y oponer esta excepción. El incapaz puede comparecer a
juicio por conducto de sus representantes.
Falta del cumplimiento del plazo, o la condición a que este sujeta la obligación
(Arts. 1938 y 1939 del C.C). La falta de cumplimiento del plazo o de la
condición a que está sujeto el derecho que sirve de base a la acción intentada
será motivo de resolución hasta que se dicte la sentencia definitiva. La
obligación es condicional cuando su existencia o resolución depende de un
acontecimiento futuro o incierto. La condición es suspensiva cuando de su
cumplimiento depende la existencia de la obligación. Es obligación a plazo
aquella para cuyo cumplimiento se ha señalado un día cierto, es decir, el que
necesariamente ha de llegar. Esta excepción debe hacerla valer el demandado
al contestar la demanda
Excepción de división (Arts. 1984 y 1985 del C.C.). Se sabe que la
mancomunidad existe cuando hay pluralidad de deudores o de acreedores,
tratándose de una misma obligación. A una deudor mancomunado no se le
puede exigir la totalidad del adeudo pues su débito es conjunto con otros
deudores y a cada deudor sólo se le puede exigir jurídicamente la parte que le
corresponda pagar. Si se le reclama la totalidad exigirá la división de lo que se
le reclama y la excepción será de división. Por tanto, interpondrán esta
excepción, los deudores mancomunados a los que se les exija una porción
mayor de aquella a la que están obligados.
Excepción de orden o de excusión (art. 2814 al 2186, 2822 y 2824 del C.C). La
excusión es un beneficio que se le concede al fiador ya que este no puede ser
compelido a pagar al acreedor, sin que previamente sea reconvenido el deudor
y se haga la excusión de sus bienes. La excusión consiste en aplicar todo el
valor libre de los bienes del deudor al pago de la obligación, que quedará
extinguida o reducida a la parte que no se ha cubierto. la excusión no tiene
lugar cuando el fiador renunció expresamente a ella, en los casos de concurso
o de insolvencia probada del deudor, cuando el deudor no puede ser
judicialmente demandado dentro del territorio de la República, cuando el
negocio para que se prestó la fianza sea propio del fiador y, cuando se ignore
el paradero del deudor, siempre que llamado éste por edictos, no comparezca,
ni tenga bienes embargables en el lugar donde deba cumplirse la obligación.
Excepción de la improcedencia de la vía. Cuando se declare esta excepción, su
efecto será de continuar el procedimiento para el trámite del juicio en la vía que
se considere procedente declarando la validez de los actuados, sin perjuicio de
la obligación del juez para regularizar el procedimiento.
Excepción de cosa juzgada (art. 92). Ésta una típica excepción procesal que ha
de examinarse antes de las excepciones que se dirijan al derecho material
invocado por la parte actora. En esta excepción sólo se examinará si ya el
problema fue analizado en juicio anterior en el que se dictó sentencia. El
demandado debe hacerla valer al contestar la demanda y no suspenderá el
procedimiento.

D. Excepciones que derivan del Código Civil para el Distrito Federal

Todas estas excepciones que se encuentran en el Código Civil, pertenecen al


género de las perentorias, entendidas éstas como aquellas que matan la acción
ejercitada en contra del demandado. El vocablo proviene de la palabra perecer,
en consecuencia, dichas excepciones tienen como objeto destruir o eliminar las
pretensiones del actor.
Excepciones de pago (Arts. 2062 al 2096). El cumplimiento de las obligaciones
extingue éstas. Pago o cumplimiento es la entrega de la cosa o cantidad
derivada o la prestación del servicio que se hubiere prometido. Todas las
modalidades y características de pago deberán expresarse al hacerse valer la
excepción. Sería insuficiente que se expresara que ha habiendo pago y no se
mencionaran las circunstancias en que el pago se realizó, así como si no se
adjuntaran los documentos comprobatorios de ese pago. El Código Civil regula
diversas situaciones que pueden llegarse a presentar en relación con el pago y
deberá invocar la disposición que, en particular, se refiere a las modalidades y
circunstancias en que se haya cumplido por el demandado con la obligación
que se le reclama.
Excepción de compensación (Arts. 2185 al 2187, 2190 y 2191). La
compensación tiene lugar cuando dos personas reúnen la calidad de deudores
y acreedores recíprocamente y por su propio derecho. La compensación
produce el efecto de extinguir por ministerio de ley las dos deudas, hasta la
cantidad que importe la menor. Por tanto, si el actor es también deudor del
demandado, éste interpondrá la excepción de compensación, cuyo efecto será
extinguir total o parcialmente su adeudo según sea el monto de lo que le debe
el actor.
Excepción de confusión de derechos (Art. 2206). Esta excepción opera cuando,
por alguna circunstancia, el demandado ha adquirido los derechos del actor. Es
decir, hay extinción de obligación por confusión, cuando las calidades de
acreedor y deudor se reúnen en una misma persona.
Excepción de remisión de deuda (Arts. 2209 y 2210). Es una forma de extinción
de las obligaciones que consiste en que cualquiera puede renunciar su derecho
y remitir, en todo o en parte, las prestaciones que le son debidas, excepto en
aquellos casos en que la ley lo prohíbe. La condonación de la deuda principal
extingue las obligaciones accesorias, pero la de éstas deja subsistente la
primera.
Excepción de novación (Arts. 2213 al 2215 y 2220). Esta excepción se invoca
para señalar que se ha extinguido el derecho que se pretende reclamar. La
novación se presenta cuando las partes interesadas en un contrato lo han
alterado sustancialmente estableciendo una obligación nueva que substituye a
la antigua. La novación extingue la obligación principal y las obligaciones
accesorias. Al resultado de la novación se le considera como un nuevo contrato
y está sujeto a las disposiciones generales que rigen los contratos. Es
importante anotar que nunca se presume la novación, ha de constar
expresamente.
Excepción de prescripción negativa (Arts. 1158 al 1164). El principio de
seguridad jurídica exige que, la falta de cumplimiento de una obligación,
aunada a la falta de exigencia de ese cumplimiento, dé lugar a la extinción de
las obligaciones. Por tanto, si se ha dejado transcurrir el término lega para que
la acción se extinga o para que se extinga el derecho que le sirve de
fundamento, se puede oponer esta excepción. La prescripción negativa se
verificará por el sólo transcurso del tiempo fijado por la ley, por lo tanto, si no
hay disposición que establezca que se trata de prestaciones imprescriptibles, la
regla general es que prescribe en diez años. Es importante recordar que la
prescripción se puede interrumpir con la presentación de la demanda.
Excepción de condiciones resolutorias (art. 1940). A diferencia de que la
existencia de una condición suspensiva que no se ha realizado, constituye es
una excepción dilatoria; la presencia de una condición resolutoria que se ha
realizado y que ha extinguido la obligación que se reclama en juicio, constituye
una excepción perentoria. La condición es resolutoria cuando cumplida
resuelve la obligación, volviendo las cosas al estado que tenían, como si esa
obligación no hubiere existido.
Excepción de término resolutorio. Puede suceder que, dentro de la hipótesis de
libre contratación, en que las partes se obligan en la forma y términos que
quisieron hacerlo, se pacte que la obligación se extinguirá por el transcurso de
un tiempo previsto en el propio contrato. En este supuesto se está ante un
término resolutorio que dará lugar a esta excepción perentoria. Si el término es
suspensivo la excepción será dilatoria.
Excepción de cesión de deudas (Arts. 2051 y 2052). En esta excepción
perentoria el demando arguye que ha dejado de tener la categoría de deudor
que le atribuye el actor. La substitución de deudor requiere el consentimiento
expreso o tácito del acreedor. Lo peligroso para el actor es que, existe ese
consentimiento tácito. Se presume que el acreedor consiente en la substitución
de deudor cuando permite que el substituto ejecute actos que debía ejecutar el
deudor, como pago de réditos, pagos parciales o periódicos, siempre que lo
hago en nombre propio y no por cuenta del deudor primitivo.
Excepción de retención de la cosa vendida (Arts. 2283, fracción I, 2286 y 2287)
Es obligación del vendedor entregar las cosas vendida pero, si no se le ha
pagado el precio puede retenerla, salvo si se le ha concedido plazo para el
pago. Tampoco está obligado a la entrega, aunque haya conocido un plazo, si
después de la venta se descubre que el comprador se halla en estado de
insolvencia, de suerte que el vendedor corra inminente riesgo de perder el
precio, a no ser que el comprador le dé fianza de pagar al plazo convenido.
Excepción de inexistencia (Arts. 1794 y 2224). Si el actor reclama al
demandado el cumplimiento de una presunta obligación que emana de un acto
inexistente, se hará valer la excepción perentoria de insistencia. El acto jurídico
inexistente por la falta de consentimiento o de objeto que pueda ser materia de
él no producirá efecto legal alguno. No es susceptible de valer por
confirmación, ni por prescripción, su inexistencia puede invocarse por todo
interesado. Los elementos de existencia serán el consentimiento y el objeto
que pueda ser materia del contrato.
Excepción de nulidad (Arts. 1795, 2226 y 2229). Si la obligación deriva de un
acto jurídico, se puede reclamar la nulidad de ese acto, por vía de la excepción.
El contrato puede ser invalidado por incapacidad legal de las partes o de una
de ellas, por vicios en el consentimiento, por que su objeto, o su motivo o fin,
sea ilícito, porque el consentimiento no se haya manifestado en la forma que la
ley establece. Puede hacerse valer la nulidad por vía de excepción habida
cuenta de que ella puede prevalerse todo interesado, cuando es nulidad
absoluta.
Excepción de transacción (Art. 2944 y 2953). Si la transacción es un contrato
por el cual las partes, haciéndose recíprocas concesiones, terminan una
controversia o previenen una futura, es lógico que, si surge la controversia
futura, el demandado puede invocar esta excepción que es equivalente a la
excepción de causa juzgada. La transacción tendrá, respecto de las partes, la
misma eficacia y autoridad que la cosa juzgada; pero podrá pedirse la nulidad o
la rescisión de aquella en los casos autorizados por la ley.

Fichas Bibliográficas

Arellano García, Carlos. Derecho procesal civil, 4ª ed., México, Porrúa, 1997.
Arellano García, Carlos. Práctica forense civil y familiar, 21ª ed., México,
Porrúa, 1999.
Arellano García, Carlos. Teoría general del proceso, 6ª ed., México, Porrúa,
1997.
Diccionario Jurídico Mexicano, 4 vols., 9ª ed., UNAM / Porrúa, México, 1996.
Gómez Lara, Cipriano. Teoría general del proceso, 9ª ed., México, Harla, 1996.
(Col. Textos Jurídicos Universitarios).
Ovalle Favela, José. Derecho procesal civil, 7ª ed., México, Harla, 1995. (Col.
Textos Jurídicos Universitarios).
Pina, Rafael de. Diccionario de derecho, México, Porrúa, 1965.
Pablo Fernández de Castro
[email protected]

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