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Arendt, Hannah - ¿Qué Es La Política

Este documento presenta el pensamiento político de Hannah Arendt. Explora conceptos clave como la política, el totalitarismo y la acción. El documento también proporciona información biográfica sobre Arendt y sobre el editor del texto.

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Arendt, Hannah - ¿Qué Es La Política

Este documento presenta el pensamiento político de Hannah Arendt. Explora conceptos clave como la política, el totalitarismo y la acción. El documento también proporciona información biográfica sobre Arendt y sobre el editor del texto.

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á Qué es la política?
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iQuá es la potrítica?
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Introtlucción de Fina Birulés
ÉtE Paiclós I.C.E /U.A.B
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¡?l É{
Dos acontecimientos de los años veinte marcaron profun- _ F¿.r F.!
-
damente el pensamiento político de Hannah A¡endt (Hannover,
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1906-Nueva York, 1975). Al primero de ellos lo denominó el
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, *shoclc filosófico, filosofia de la existencia de Jaspers y de \,u
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Heidegger- y, al segund o, el ,shock de la realidad" -la óonsoli- F
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l.1J:

^*Li
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a dación áel movimiento nacionalsocialista en Alemania, eI


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surgimiento del totalitarismo-' Ambas experiencias ponen en '::
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movimiento su necesidad de comprender, que, en sus escri.tos,
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se convierte en un intento incesante de traduci¡ al lenguaje de ' $.ii

la experiencia el peligroso y a menudo brutal choque del


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hombre moderno con los hechos.
En ¿Qué es la política2 se editan los manuscritos que Atendt
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había preparado para su proyecto de libro 'Introducción a la 'r: I
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política,. La publicación de este texto abre un espacio privile- l-l
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giado para conocer el pensamiento de esta teórica de la política,
ya que el misrno carácter fragmentario e inacabado del texto
a posibilidad
ir,. t"t .*os entre las manoJ parece ofrecernos la en
de adentrarnos en lo que cabe considerar el taller el que se
a las redes conceptuales, de los que se
fraguaban los materiales,
a nutrÍa su pensar.
La introducción corre a cargo de Fina Birulés (Girona, 1956),
a profesora de Filosofia en la Universidad de Barcelona, coeditora
áel volumen colectivo En torno a Hannah Arendt (1994) y tra-
rluctora de la compilación de textos De la historio o la acción
(1995), también oiiginales de Arendt y publicados por Paidós.

www.pa¡dos.com

IilffiililIilffiil[ililIfiilfiffiil nriento contempo ráneo 49


,

;
4
I F{annah Arendt
,l PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO
Últimos títulos publicados

il E. Levnas, El riempo y el orro


W. Benjamin, Za metafsica de la juvenlud
E. Jünger y M. Heidegger, Acerca del nihilismo
al R. Dworkin, liic a prívada
C.Taylor, La ética de la autenticídad
e igualitarismo político ¿Qué es la política?

t H. Putnam, Ias rn il caras del realismo


M. Blanchot,.E/pajo (no) más allá

,l P. Winch, Co^pr"id", uru sociedad primiliva


l
A. Koyré, Pensar la ciencía
I. Dernda, E I ! en gn aj e y I as i nsl ilucio n es f I os óficas
{ S.Weil, Refexión¡* sobre las causas de Ia libertad y de la opresión social
P.F. Strawson, Zibertací y resentimíento Introducción de Fina Birutés
t H. Atendt, De la historia a Ia acción
G.Yaltimo, Mas allá de la inlerpretación

1; W. Benjamin, Personajes alemana


G,Bataille, Lo que entiendo por soberanía

t M. Foucault, D¿ /¿ nguaje y literatura


R. Koselleck y H. G. Gadamer, fflstoria y hermenéutica
C. Geertz, Los usos de la diversidad

fl j. Habennas y J. Rawls, Debate sobre el liberalismo polílico


J.-P. Sarrre, Verdady eristencia

t A. ilcller, Una revisión de la teoría de las necesídades


A. Scn, Bienesta¡ justicia y mercado
I I. Arcndt, ¿Qué es la política?

{ K. lt- l'oppcr, El cuerpo y Ia mente


I'. li. Strawson,lnálisis y melafisíca
K. J;rspcrs, Ll problema de la alpa
{ I'. K. [rcycrabcnd, Ambigüedady armonía

il I). Gautlricr, f,'goísmo, moralidad y sociedad liberal


ll.llorty, Pragmatismo y política
P. Ricoeur, Illslona y narrativídad

rf, B. Russell, ln¿jl¡s


H. Blumenberg, Z
is filos ófico
as realidades en que vivimos

rt N. Rescher, Razdn y valores en la época cientfrco-tecnológica


M. Horkheimer, Teoría tradicional, teoría crílica
H.Plrtnam, Sentido, sinsentido y los sentidos
lll T. W. Adomo, Sobre la música
M. Oakeshott, E/ Estado europeo moderno

# M. Walzer, Guena, política y moral


W. V. O. Qüne, I cerca del conocimíento cientfrco y otros dogmas
histoia
lilt R. Koselleck, Zos estratos del tiempo: estudios sobre la
H. R. Jauss, Pegaeña apología de la experiencia estética
Ediciones Paidós
H. Albert, Razón citica y práctica social I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona
lil O. Hóffq Justicia política Barcelona - Buenos Aires - México

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fn
I
q

Títu1o original: Was ist Politik? Aus dem Nachla./3, de Ha¡¡ránl Arendt

Traducción de Rosa Sala Carbó SUMARIO


Cubierta de Mario Eskenazi

INrnoouccróN,Fina Birulés . .
9
1. Tras las huellas de los concepros políticos 9
2. La política como.espacio de relación §
l"edición,1997 3. E_ntre- el coraje del aparecer y la autonomía del pensar
29
S"impresión, mayo 2013 4. Una figura excénrrica ha devenido un «clásico>i. 37
No se permite la reproducción total o parcial de este übro, ni su incorporación
a rm sistema inforrnático,
Acnao¡cl¡,rrENTos DE LA EDrroRA ALEMANA. 41
ni su tansmisión en cualquier forma o por cualquier medio,.
sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabacióo u otros métoáos,
sin el permiso previo y por escrito del editor. La inF¿cción de los de¡echos
mencionados puede se¡ constitutiva de delito conta la propiedad intelectual
(Art. 270 y siguientes del Código Penal). Diríjase a CEDRO (Centro Español Pnun¡na pARTE
de Derechos Reprográficos) si necésíta fotocopiar o escanear algun fragmento TEXTOS DE HANNAH ARENDT
de esta obra- Puede contacta¡ con cEDRo a ravés de la web www.conlicéncia.com
o por teléfono et el 91 702 19'10 / 93 272 04 47
1. ¿Qué es la política? .
45
@ 1993 byR. Piper GmbH & Co K 2. Introducción a la política L 49
@ de la traducción, Rosa Sala Carbó a) El prejuicio contra la política y lo que la política es hoy
@ 1997 de todas las ediciones en castellano, de hecho
Espasa Libros, S. L. U., 49
Avda. Diagonal, 662-664. 08034 Barcelona, España
b) Prejuicio y juicio 52
Paidós es un sello editorial de Espasa Libros, S. L. U.
www.paidos.com 3. Int¡oducción a la política II. 61
www. espacioculturalyacademico.com P¡esentación; ¿Tiene ia política todavíaalgún sentido?
www.planetadelibros.com .rl
b) Capítulo I: el sentido di la política 61
. 67
ISBN: 978-84-493-0405-7 9l Capítulo II; la cuestión de la guerra. 100
Depósito legal: B -20.493 12009 d) Presentación: el sentido de la política . 137
Impreso en Arvato Services Iberia, S. A.
SrcuNoa pARTE
El papel utilizado para la impresión de este libro es cien por ci'n libre de cloro
y estrí calificado como papel ecológico
Documentos para el proyecto <<Introducción a la político>.
14!
knpreso en España - Printed in Spain F-uentesparalosfragmentosydocumentospub[üdos. 1,53
Notas técnicas sobre los fragmentos y do.rm.rrto, 155
,
I
f
I INrnooucctóN

{ ¿POR QUÉ DEBE HABER ALGUIEN


f Y NO NADIE?

f Las baellas vto sotl sólo lo qae queda'cuando algo ba


desaparecido, sino que también pueden ser las rnarcas de
{ un ptoyecto, de algo que aa a reuelarse.

f JonN Brncen

f 1.. Tras las huellas de los conceptos polítícos

t Entre 1956 y L959, Hannah Arendt trabaiaba en el proyecto de


f una obra con el título de Introducción a la políticat y que debía publi-
carse en la editorial Piper.2 Como es sabido, Arendt jamás escribió

f este libro, sin embargo, recientemente Piper lograba concretar por


fin su antiguo proyecto edito¡ial al alentar a la socióloga alemana Ur-
f sula Ludz a que compilase los materiales que Hannah Arendt había
escrito en relación con el libro a lo largo de tres años..Ludz realizó un
f minucioso trabajo de reconstrucción, ordenación y presentación de
los dive¡sos fragmentos (conservados sin fecha alguna) que vieron la
I luz en 1993 con el títu1o de \üas ist Politik?
La publicación de este texto abre un espacio privilegiado para co-
T nocer el pensamieirto de esta teórica de la políticd. Y elio, entre otras

f razones, porque, en primer lugar, nos obliga atrátar de contestar a la


pregunta, que de inmediato nos asalta, ¿por qué Arendt abandonó

{ 1. AJ parecer el éxito de \a Introduccióz a k filosofía de K. Jaspers, publicada en


t 1950, llevó a Klaus Piper a propone¡ a Arendt, en 1955, una lntroducción a la política.
E. Young-Bruehl sugiere en su biografía
-Hannab
Arendt. For Loue of tbe Void,

f Yale University Press, New Haven & Londres, 1982 (trad. cast. en Edicions Alfons El
Magnánim-fVEl, Valencia 1993)- que, en la medida en que Arendt se refirió a este li'
broaveces comoEinleitangin diePolitiky aveces comoEinführungin diePolitik,.po-
{ dÍa habe¡lo pensado como una réplica a Heidegger, Einführang in die Metapbynk.
2. En L956 firmó el contrato con Piper Verlag y con Harcourt, Brace & Co., para
t la edición americana.

t
ll
.{
Á
INrnoouccróN 11 ¿
10 FlNl ¡lnurÉs
una subvención a la Fundación Rockefeller
para disponer de dos años ¿
este Droyecto? y, en segundo
lugar' porque'el mismo catáctet frag' ;-Á;"; (',r¿rr. infra docS del apéndigeJ' La subvención le es dc.c'
las manos parece
d--.1te*to que tenemos entre finalmente a escribir ei libro'8 ¿
;:;,t#;;;á;á" üt. v At""¿;.".rrr,.i,
adentrarnos en 1o -que- cabe.considera¡ Si bien es comprensible que Arendt
renunciara al proyecto con-
ofrecernos la posibüdad de *
los materiales' las redes concep- trepidante activi-
como el taller en .t qt" * f"g"ub^t .r.tá-qr. Klaus Piper le había propuesto' dadaquesuacaso
su pensar' buena parte
fuales, de los que se nutría
"--;;;;;;iu"y. a u¡*dono del proyecto a 1,los- muchos---^L^. ^^*^.^,
comproml-
!957 estaba-
'
/'
il;;;.;;ríodo,
á" t.
tambicn se puede afirmar
i.r.du.rtendtr" toi'o t'pttsión
de las sucesivas tentati- V
sos que Arendt tenía en
;::rffiili;;il^.,ó;á;ir,
este período',EftttiuÁt" te' en
«\ü/algreen Lecturesl v de un volu-
"Ut^
vas de dar respuest u
^lu'irei^prtg"'tl
han ,ido p'Étii'dás los
«¿Qué es la politica?>>' con la
materiales para este volumen' Y
men de ensayos t" i;;J
bién el texto ,oUttU tJuot'ao"
^dt'ná'
tl-t'La"^*ente escribía tam'
f'ág^*'' Al p"ttt' en 1958 creyódis-
oue finalmente
i.ltr'ü;#;;."' d. su obra de la década de los cincuenta
tó de su mano convi"iánáoi. en tres libros -L¿
condición lturnana,
bro-
v
el libro' pero nuevos
;;; áel tiempo necesario para retomar
áoiuir;., a Europa, el segundo por haber
ioirc t, reuolución y Ent¡e pasad'o y futuro-pero el fruto final nece-

compromiso, ro ,*prailloo sitaría veinte años de maduración'
sido elegida pu,u p'o'*ti"r el discurso conmemorativo de
la entrega a
)trr*
Y
ñ;;il;";;a"r"ümmX,:m:HffiHXT1?á:Xü Y
á. N o,,. d;; que «s ob re ia
H ffi:m:::: ilffi ;;';;mptil*to'' V^ tn la orimave ru de 1959 'El tra-
Como afirma Arendt, preguntas tan elementales
y directas coulo
fr
revolución» pro,'*ttó t'
no hay.ni son váli.'lts
";'t^s áe lntroduc'
.<;Oué es la políticaf p"Éatñ surgir sólo siya
giro .n el proyecto que form.ular6s cle
bajo en tomo a estos temas supuso.un lrtrl]Ñ,.,!i"r*rrr¿^ po' 1' t'áditión' Y hav
ción a la polírica $é^;;l;;;
tz *f'a 'En diciembr
e de !95e Arendt'
' nuevo en un rno*..r,o, tras las experiencias
políticas del segundo U
del cambio de programa de la de
que ya ha informad";ñiÑ;'Pi;tt
de agradecimi:tit gtt premio
.rrra del siglo **, .t q"t Lan estaliado nuestras viejas categorías
paso que U
obra, ha tenido n* ot"o^t";id;";t" .o*pr..rrlati y estandaies de iuicio moral y en- que el único
qr. t. t uuiuijJlüdd; ;*tt'*u"l' ciudad de HamburgoT
i^..h..i¿" ná dudo ha consístido en el simple proponer.vieias
res-
Lessin g,
;"};Uü;Jt |""'pir^ción áe ensavos americanos' Está con-
;";r;;;- ;il r".ru siirución, convirtiendo
la dificultad en inofensiva. U
""'
d. qrr. r,.ttiil;ffi;;;ioáo
put' ttubaiar en el texto v pide
Efectivament., de pensamiento político"tt d"
i"t G"itiot
i
vencida ]
ll

l. La edición alemana incluyc un


comentario de U' Ludz donde
fragmentos'
justifica el orden
8. El úitimo episodio de este proyecto
bre de 1960 del contrato con la editorial americana'
es la anulación dt mutuo acuerdo en octu-
f
.t ír. ft^rr ,i¿o publicados los diversos
4. Seis lecciones tt";l;vj";J^"rht-i?uou' of Man's Bodv and
Uti"l'iá"ide
the \lork of His

Chicago) que constituveron la base


de su Tbe Human
9. Young-Bruehl, E', ob' cit',415'
su conferencia pro-
ió. ¿;;i"* paru*, ,. i.riere A¡endr a los neotomistas en( <<concern with Poli-
!
Handsr> (abril rg¡0,
condition,Theur,r.*ti"i"il,'üuJ
5 . Fraguürdise
ii";-,,, is¡s(,rad.
r"i'i"'"'iltii'i'' i
cast. Paidós, Ba¡celona 199J)'
potiticben Denken det Gegenitart'Europats-
BitueenPastandFu'
nunciada en la Americani"riri.Js.l.*.
Association
tics in Recent E ]rop.rn PiiL*pt'ita mo"gfto>'
L930-19t4,Kouu, J. {.on pJ, É"to'rt, Btátt
en 1954
AnrNor' H' 'Essays in [Jnderstantling
& Co' Nueva York 1994' pág' 416)'
I
cheVerlanganstalt,r'"iñt*üi7li'J"tiatptsteriormenteen
**';.ui:,'#::;:?,)lroo*'«Reflections onthe Hungarian RevolutioD' 'enlouttat
11. Así denomin, A,tlá' iot trabajos contenidos
Viking Penguin, Nueva York fg6l [t'^d' tast' Penlnsula'
en st Betueen Past antl l:uturt'
Barcelona 1996l' «"Ést"r
I
I

l
ofPolitics,xx'
Ziíir"i ',
t., tr tpitogo át 1á z" tditió', ampüada
">i'''l"i¡"""*BraceJovenovich'
de Táe
Inc'' Nueva York' 1e58. Véase
son elercicios a. p.nrun i.nio párll. r...r
estos ejercicios se mueven enrre cl llrr:ilr(l¡) v

elfuturo,contienentrntoc'ítit^comoexperimento'perolosexpcritrrctlt()sll{)ll}tlrlll
( ( )r rr rlrliln l l r
I
"iil';;;;";;;;:l;""rt
*f '\:%:l;,.lahumanidadentiemposdeglu¡idad,|:*U:;::,".Ti,:;i'tt"'n
Ittt'' Nueva York 1968 [trad' cast' en
de diseñar alguna suene de futuro utópico'
dicionales, no pretende
y la.crítica del pasado"le lt's
,á;;i;r;l.-i§,rírrid"d
'o.s
la unidar.l (lc.^ t,)(l¡) ñr.,! ld rlr
estítn cs<'t i.t:r rlt ltt lrtl¡t¡t't
I
una secuencia da aori*iaitor q*, *Áo a" "na
. suite musical,
Men in Dark Times,git"""it"* l"u^"o'ith'
Gedisa, Barcelona 19901'
T

lir
I
;
I INTRODUCCIóN 7)
I t2 FINA BIRULÉs

alos c-olceptos' por


preguntas' mite que las estructuras de la experiencia humana no son fácilmen-
Arendt, se caracterizan por volver a las
{ ;'Cl;;;";;á.f#.iones' Así, por ejemplo' crea Marv McCarthv co- te identificables y que requieren investígaciones pacientes y sensi-
plZ,«En Arendt un espacio en el bles, pero "contra Kant" está convencida de que las estructuras se
{ ;;;*É, ,í su obra Hannah
caminar con la magnífica sensación de acceder, a tra- hallan inc¡ustadas'en la experiencia y no son impuestas por el filó-
;;;;ñJe buena pafie' ocupada por
rL6
f u¿, d. un pórtico, a una áreaübre pero, en
;;t ú;;:r... gri" hábito de establecer distinciones noestán es popular en
-
soIO.»
Se diría, pues, que en la medida en que formamos parte del mun-
q". rodeados do, la experiencia nos concede un acceso directo al mismo. De modo
el mundo moderno, .., .i la mayoitade discu¡sos
{ empleo correcto de que, cuando Hannah Arendt afírma en las primeras páginas dela La
;;;;;;;".rte dq contorná verbal borroso"'r'El
t i"r^ü¿;;; no sbrá sólo una cuestión.de
p"rrp".,iuu histórica, puesto que una «cierta
gtanáricalógica'
sorde¡a a los
sino de
significados
iondíción humrinarl que lo que se propone es <<nada más que pensar
en lo que hacemosrr, está sugiriendo que no se trata de investigar la

t i"g,iirri."r ha tenido-como consecuencia un tipo de ceguera ante.las


,.á¿r¿.t a las gue corresponden"." Pura Arendt, en el lenguaje hay
naturaleza humana sino las actividades humanas en términos de la
experiencia de éstas, en términos de nuestros más recientes temores
t .-""ru*i""to cángelado, qu" el pensar debe descongelar cuando
qrri"r. averiguar ellentido original.la Así, trabaja aislando conceptos,
experiencias. En relación con este punto, Parekh" ha hablado de rea'
y'lismo
par:a enfatizar una cierta actirud respetuosa para con la realidad
,il Jg"i¿"¿a"ia pista, enmarcándolos, de manera que, en sus manos, el que supone
-como
se puede constatar en su voluntad de alejamien-
uáo d. teorizaitiene algo que vef con reencontrar, recuperm y desti- to de la tradición filosóficá o en su crítica a la perspectiva de las cien-
fl lar un sentido que se ha evaporado: se traduce, pues, en recuerdo'
l.legar
Se cias soéia1es- el rechazo de la violencia que se puede ejercer sobre
aquéila por medio de la teoría,le puesto que, para Arendt, la realidad
i."r^ ¿. ,ur,r.rr lu, hueilas de los conc.ptos políticos, hasta a las
I cxperiencias concretas y en general *fiÍl políticas Oue
fe¡
teórica
dieron
de la
,rá .t ,., objeto del pensamiento, sino precisamente aquello que lo
activa. Basta recordar sus palabras en el prefacio aEntre pasado y fu-
,i,'1,- n, este sentido y con ráró.r, se ha hablado de esta
{ ¡xrlítica como si r.,r^ru.u de una
suerte de fenomenóloga.l'«Ella ad- tuto, <<elpensamiento mismo nace de los acontecimientos de la expe-
riencia viva y debe mantenerse vincirlado a ellos coino los únicos in-
{ ,,,,,,,1i.i.,.i ,, tondidades afines>>, afirma en el prólogo, <rla brecha entre elpasado
y dicadores para poder orientarser>.zo
cl lrrrrrr,r,
"n
(csrc tcxro cstá rambién t¡aducido en la compilación, Arendt, H,',De la his- Si bien, como se ha indicado, Arendt rastrea ias huellas de los
{ t t » i it tt Lt,t c c ió n, P úd6s, Barcelona 1995, pág' 87 J' conceptos para destilar un sentido que se ha evaporado, hay que de-

t [2. «on Ilannah Arendtr> en Hill, M. A. (comp.),


,tf tltc public lvorld,st. Ma¡tin's Press, Nueva York 1979. se trata de la
.í" ulgrr,r, de las respuestas e intervenciones de Arendt en un congreso
Hannab Arendt'The Recouery
transcripción
que tuvo lugar
cir que su pensar no va en busca de un acontecimiento originario, que
fuera el primero eir el orden cronológico y al tiempo diera la clave de
toda la historia, sino que en todo caso se trata dduna suerte de inicio
fl ."
"I"i"-rrr.
..rpr"rrrt en
de tilz sobre ..La obra de Hannah Arend»>. Existe trad' cast. de las
Arendt, H. De la historía a la acción, p6gs' D9 y ss' V-éase tambíén Bet-
,tI ;;;;l;¡rr¡,. Hannob
--
comp.)
Arendt and Mary M{a*lt1 1949.L975 (Brightman, carol
Secker & §0arburg, Londres 199J'
16. Pa¡ekh, Bhil,hu,Hanrab Arendt and tbeSearchforaNewPoliticalPhibsophy,
Macmillan Press, Londres L981, pág.69.
í|. Vé^". On Violenlie, Harcoart, Brace and \World, Nueva York 1969; actual- 17. Arendt, Hannah, La condición bumana, Paidós, Barcelona 199) , pág' 18.
It -*r..n Arendt, Hannah,Tbe
---- Cnsis de la república,Taorus, Madrid l9T,p6gs. 145-'_146. 18. Parekh, Bhikhu ob. cit.,68.
i¿. Ár*¿t, h*rruh, Lile of tbe Mind, Harcourt, Brace Jovanovich, Nueva 19. Véase también Gaili, Carlo, «Hannah Arendt e le categorie politiche della mo-
t v.l
- --i!.ipiz [traá. cast. en Centro
."¿,r*¿t es el primer gran
deEstudios Constitucionales, Madridl984,pág.202).
pensador político en el mundo anglosaión en aplicar el
dernitárr.en Esposito, Roberto (comp.),La pluralitá irrappresentabile. ll pensieto politi-
co di Hannab Arendt, QuattroYenti, Nápoles 7987 , pág. 25 .

il 'iáiir"i
méro¡o fenomenológico , i.-.oÁpr.nsión de la polÍticor, Parekh, Bhilchu,. Hannah
aNeaPoti;calPhilosopby, The Macmillan Press, Londre 1981,
ri, *rrcifor
20. Arendt, H., Betueen Past and Future,Pengrtin Books, L968, pág. 14 (trad.
cast. Península, Ba¡celona L996, pág.20. Exisre también una traducción de este prefa-

t í
oáes. X. véase también 68 y sig.; <<Soy una especie de fenomenóloga,
ír"¿"
pero ¡cuidado!, no
y
o de Huiserlr, Young-Brueh1, Elisabeth, ob. cit., págs' 514 406
de Hegel
y sig'
cio, <<La b¡echa entre el pasado y el futuro», en Arendt, H. De la bi¡toria a la acción,
Paidós, Barcelo na L995, pá9. 87).

ñ
il
t4 FINA BIRULÉS rNrnoouccróN 15

an-archico.2' No hay ningún arcbé, puesto que lo que es'originario, 2. La política como espacio de relación
como se verá, es la pluralidad." Esto queda claro en su decidida acti-
tud en contra de cüalquier afirmación relativa a alguna suerte de ma- Parece como si se hubiera hallado un medio cle po-
ner al mismo desierto en marcha, para desencadenar
nifestación de esencias intemporales en la histo¡ia. Hacia aquí apun-
una tormenta de arena que cubra todas las partes del
ta el hecho de que Arendt no entienda el totalitarismo en términos de
mundo habitado.26
resultado necesario de una dialéctica de la ilustración, de simple ma-
nifestación de lo que, desde Odiseo, ya estaba implícito en la racio- -
Dos acontecimientos en los años veinte marcaron profunda-
¡4
nalidad instrumenpl de la cultura occidental. Así como tampoco
.L
considera apropiafla la vía señalada por Popper que, desde Platón
mente el pensamiento político de Hannah Arendt. Al primero de
e1los, segúnJerome Kohm,27 lo denominó el <.shock filosófico>>
l4
pasando por Hegql y Marx, conduciría a una clausura total de la so- -la
filosofía de la existencia de Jaspers2s y de Heidegger?e- y, al se- J-a
ciedad.2r Arendt afirma 1a terrible novedad del totalitarismo y ataca
gundo, el ,.shock de la realidad>> consolidación del movimien-
cualquier intento de reducir a través de la teoría lo nuevo a 1o viejo,
to nacionalsocialista eñ -la
Alemania, el surgimiento del totalitaris- l.{
lo cual no constituye obstáculo alguno para que se formule preguntas

-posiblemente
como la que
no ajenas a su insistencia en que no es filósofa--24
expresa en una carta aJaspers (4.III.51): .<sospecho que
mo-. Ambas experiencias ponen en movimiento su necesidad de
comprender, de evitar que la realidad devenga opaca al pensamien-
to, de ocupame de la peculiar densidad que envuelve todo lo que es
u
la filosofía no es totalmente inocente en este lío. Naturalmente no en
el sentido de que Hitler tenga alguna cosa que ver con Platón, Más
real. Una,necesidád de comprender que, en sus escritos, se traduce ld
en un intento incesante por traducir en el lenguaje de la experiencia
bien diría en el sentido de que la filosofía occidental no ha tenido
el peligroso y a menudo b¡utal choque del hombre moderno con los
td
nunca un concepto claro de la realidad política, y no podía tener uno,
ya que, por necesidad, ha hablado delhombrey sólo tangencialmen-
hechos.'o
En este sentido,la acción queda situada en el centro de su refle-
tr
te se haocupado de la pluralidad. Pero no deberÍa haber escrito todo
esto, se trata de ideas todavía sin madura»>.25
xión, en la medida en que atender a ella permite que afloren 1os pro-
u
21. Véanse para esta cuestión Esposito, Roberto, L'origine della politica. Hanxah
Arendt o Símone'Vl'eil?,Donzelli, Roma 1996, págs.35 y sig. y la importante y bien do-
26. Arendt, H.,The Origins of Totalitarism, Harcourt, BraceJovanovich, Nueva
York 1911 [t¡ad. cast. Alianza Ed. Madrid, vol. [I, páe.706).
lr
cumentada monografía de Forti, Simona, Vita ¿ella meflte e tempo de la polis. Hannab 27. «Introduction>> a Arendt ,H. Essays in Utderstanding..., pág. XI. Ya
Arendt tra filosofia e politica. FrancoAngdi, Milán 1996, especialmente págs. 83 y sig. 28. Arendt, H., «§lhat is Existenzphilosophy?>> Partísan Rqyieu, XI[, 19a6 (In-
22. En éste y en otros puntos puede establecerse un interesante paralüsmo entre
el pensamiento de Arendt y el deJacques Deffida (véanse, enrre otros, a este respecto:
cluido en Arendt, H. Essays in Understandíttg). Véase «Zueignung au KarlJaspers» en
Secbt Essays, Heidelberg 1948 (induido en Arendr, H. Essayr in Understanding) así
Yr
Fistetti, F., <<Metafisica e politica>> en el número que ia revistaDedalo pubhcó con el tí-
tt;Jo áeldoli delPolitico,DeáaJo, Bari 1990; Honig, B. <<Dedarations of Indipendence:
como también la correspondencia citada en la nota.
29. Taminiaux, Jacques, ..Arendt, disciple de Heideggen> ,n E¡odrt Phénoméno- 6
Arendt and Der¡ida on the Problem of Founding a Republic» en American Political
Sciexce Reuieu, vol. 85, n. 1, marzo 1990; Fonu, S., ob, cit.
21. Véase Foni, Simona, ob. cit., pág.96.
logiques, n. 2, monográfico Hannah Arendt,1985. Véase umbién de esle mismo autor,
Le fille de Thrace et le penseur professionrel,Payot,Paús 1992; Benhabib, Seyla, El re-
luctante modernismo de Hannab Arendt. El diálogo con Martin Heídeger, Episteme-
rt
Eutopías, Valencia 1996; Ettinger, Elzbieta, Han¡ah Arerdt-Martin Heídegger. Eme
24. Entrevista en teleüsión realizada por Günther Gaus (28.X.19U) en Gaus, G.,
Zur Person. Portráx in Frage und Antwort, Feder Verlag, Munich 1964. Posteriormen- Gescbícbte,Piper, MúnichZurich,1995 [trad. cast.: Tusquets, Barcelona,7996); Arendt,
á
te en Reif, A. (comp.), Gesprticbe nit Hannab Arendt,Piper, Mr.rnich 1976 y en Arendt, H. «Heidegger üe Fo»> en Ersals in Under¡tanding D3A-D54; «Martin Heidcgger
H. in Understandíng 1930-1954.
Essays ist achtzigJahre Nt>>,Merkur,l0,L969 [trad. cast. enReutsta de Occidente,n." 84 y Ar
25. Hannah Arendt-Karl Jaspers: Conespondence, 1926-1969 (Kohler, L. & Saner, cbipiélaso, n. 9, 1992).
H. eds.), Harcourr BraceJovanovich, Nueva York 1992,pág.166 (publicada original- 10. Boella,Lauru,HannabArendt.Agirepolitícamente.Pensarepoliticanentc,l:cl.
menre en Piper, Munich 1985). t¡inelli, MiLán 7995 , págs. 11 1 y sig.
í

4
;
I \6 FINA BIRULÉS rNrRopuccróN 17

, blemas no resueltos de la edad y del mundort modernos, sus amena- miembro-del mismo, puesto que laboran como si fueran uno y no
I zas y sus peligros.
Para dar cuenta de la acción, Arendt establece un contraste entre
muchos., En esta dimensión de la actividad humana, la identidád se
confunde con la uniformidad]a
{ ésta y las otras dimensiones de la condición humana, la labor y el tra- A diferencia de la labor, el trabajo es productivo," su, resultados
bajo. En relación con estas ultimas remite al hecho de que «todas las están destinados no tanto a ser consumidos como aser usadositienen
{ lenguas europeas, antiguas o modernas, contienen dos palabras no un cierto carácter duradero. Frente a la característica repetición del
relacionadas etimológicamente para 1o que hemos llegado a pensar- laborar, el trabajo, lafabricación multiplica, amplía algo que ya posee
i como la misma actividad: de esta forma, el griego distingue entrepo.-
nein y ergazestltai, gl latín entre laborare y facere o fabricari, el francés
una existencia relativamente estable. El trabajo consrituye la dimen-
sión por medio de la cual producimos la pura variedad inagotable de
ñ entre trauailler y oburer, el alemán entre arbeiten y uerkenr»." A par- cosas que constituyen el mundo en que vivimos,.el artificio humano.

t tir de ello, distingue la acción de esta,s otras dimensiones de la condi


ción humana.
Esta misma estabilidad, durabiüdad de los productos del trabajo
es 1o que posibilita la objetividad. Sólo por haber erigido un mundo

t Veamos cómo las caractetiza,para retornar posteriormente a la


acción. Arendt entiende la labor como la dimensión ligada a la ne-
relativamente independiente de objetos a partir de lo que la naturale-
za nos da, y por haber construido este ambiente artificial podemos
cesidad, al ciclo de repetición de la naturaleza, esto es, la labor pro- conside¡ar la naturaLeza como algo objetivo. Sin un mundo entre los
,11 duce todo lo necesario para mantener vivo al organismo humano y hombres y la naturaleza, sólohabría movimiento eterno, pero nunca
a la especie. Se caracteriza por no dejar nada tras de sí:.sus produc- objetividad. El bomo faber consigue esta durabilídad y objetividad al
{ tos están destinados a ser consumidos y desaparecen casi tan úpid.a- precio de ejercer una cierta violencia para con la naruraleza, convir-
t mcnte como han aparecido. De este modo, laborar y consumir no
son urás que dos etapas del siempre repetitivo ciclo de la <<vida>>
tiéndose así en amo de ella y capaz de destruir íncluso lo producido
por ias propias manos hrmanus.
I lriolrigica
-zoé-.
A e1lo se refería Marx al hablar del metabolismo
r:rrtrc r:l lrombre y \a naturaleza. Dado el carácter devo¡ador de la
El proceso de fabricación está enteramente determinado por las
categorías de medio y fin.'u La cosa fab¡icada es un producto final en
I virlrr biológica no cabe suponer que una mayor abundancia de pro-
rlrrcros .lc la labor implique su mayor durabil-idad o que el recurso a
el doble sentido de que el proceso de producción termi¡a en ella y de
que sólo es un medio para producir tal fin. A diferencia de la rutina-
I ritilcs o a ir)strumentos más sofisticados, sirva para cambiar o hacer
clcsaparccer la necesidad, en todo ca-so y como ocurre en nuestro
ria actividad de la labor, donde labo¡ar y consumir son sólo dos era-
pas de un idéntico proceso, 7a fabricación y el uso son dos procesos
t nrundo moderno, simplemente la ocultan.
Pertenece asimismo a la labor su no visibilidad y su carácter re-
absolutamente distintos. El tener un comienzo definido y un fin de-
terminado predecible son rasgos propios del trabdjo.rT
4 petitivo y fuerremente apolítico. Dicho con mayor claridad, a dife-
rencia de lo que sucede en el ámbito del trabajo y de 1a acción, el ani
t mal laborans puede laborar en grupo pero ello nunca se traduce en el )). Arenát coincidiría aquí con Simone §feil
-a
rzana, pág. 755 , nota 8J- en considera¡ que <da labor es
quien'cita en La condición hu-
eJ. opio del pueblo que Marx
establecimiento de una reconocible e identificabie realidad paru cada
al creyó que era la religión».
34. Patz. un análisis de la fenomenología arendtiana de la acción, véase Enegrén,

t 11. En el prólogo ala l¿ condiaón bumana afi¡ma <<...1a Edad Mode¡na no es io


mismo que d Mundo Modemo. Cientficamente, la Edad Modema que comenzó en el
siglo xvn terminó al comienzo del xx; políticamente, el Mundo Moderno, en el que
And,té, La pensée politique d.e Hannab Arexdt,P.U.F,París 19M.
15. A este respecto, Arendt cita en numerosas ocasiones a Locke, .,ia labor de
nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos».
il hoy día vivimos, nació con las primeras explosiones atómicas>> (pág. i8).
12. Véase su conferencia <<Labor, trabajo y acción>> en Arendt, H.,De la historia a
)6. La condición humana, pág. 790.
)7. Para una crítica de la noción arendtianá de trabajo, véase Ifluminati, A. Quat-
il la acción, Paidós, Barcelona 1995, pág. 93. tro sguardi su Hannah Arendt Esercizi politici, manifestolibri, Roma 1.994.

.1
a
18 FINA BIRULÉS
'l
rfl
rxrRoouccróN D ül
Frente a la procesualidad de la labor y a la proyectabilidad del
trabajo, la acción se distingue por su .orstitrrtiua iib.rt^d, por su '
cómo es realmente el rnundo. Er mundo es pues ro que está
sotros, lo que nos separa y nos une.
entre no_ #
impredecibilidad. A pesar de rener un comienzo definido, nunca
tiene un fin predecible y ello porque esre mundo de las cosas fabri-
En este punto cobra sentido la afirmación arendtiana señalacla
- más a¡riba de q,-,e la acción tiene un comienzo definido pero un final
A
cado por él homb¡e sólo deviene un hogar, cuya estabilidad perdu-
re y sobreviva al siempre cambiante movimiento de las vidas huma-
impredecible. Toda acción cae en una ¡ed de relaciones], referencias
'ya existentes, de modo quesiempre
H
nás, en tanto que se <<ffascienda Ia. simple funcionalidad de los
bienes de consumo¿ la utilidad de los objetos de uso>>. Es gracias a.
-, -al.canzamás
lejos y pone en rela-
'cién y movimiento más de lo que el agente podía previr. Así, ra ac-
ción se caracterizará por ser impredecible en s,rs ionsecuencias,
tl
la acción y ala pal4bra que el mundo se ¡evela como un esplcio ha- ' mitada en sus resulrados y, también a diferencia de los prodr.to,
ili_
}A
bitable, un espacio,en el que es posible lavidaen su sentido no bio- ' : 'trabajo, irreversible. La acción no puede d"l
lógico (bios). tener lugar, pues, en el ais-
Con la acción nos insertamos en un mundo donde ya están pre-
lamiento, ya que quien empi eza d.go sólo puedé ,"uburio cuando 11
consigue que otros <<1e ayuden>>. siempre actuamos en un mundo
sentes otros. De ahí que A¡endt recurra a la categoría de natalidad
para dar cuenta de esta dimensión. Frente u la .reación _.la tecbne y
- ya estaba arites y continuará después. bigr.rro, a Arendt; oA la acción
que

lapoiesis-,propia del rabajo, la acción como natalidad ap,nta ex-
le es peculiar.poner en marcha procesos cuyo automatismo parece
muy similar al de los procesos nat,rrules, y I; .,
;;;J;r senrar un 5
clusivamente aI hecho del inicio. De rodo recién nacido s. esperr lo
inesperado. Nacer es entrar a formar.parte de r:n mundoque
i, ."ir-
tía antes, nacer es aparecer, hacerse visible, por primera vez, ánt. los '
nuevo comienzo, empezar algo nuevo, tomar la iniciativa
kantianaÍrente, comenzar por sí mismo una cadena>>. y aquí,
o, hablando
nue_
]r
otros; énüar af.ormar parte de un mundo común. Estar vivo, erl este
sentí_do, significa no poder resistirse a la autoexhibición para reafir-
\'amente la atención-al lenguaje ofrece pistas sobre ros rasgos
del actuar: tanto-la lengua grieg, .o*á raraúna dirp*.,
propios
de verbos
Y
rr-rar l-a propia apariencia. El parecer algo se corresponde con el
cho de que cada apariencia es percibida por una pluralidad de es-
he-
que permiten articular Ia experiencia de la acción .ni*to
a cargo de un individ.oo (arcbein, agere) como para
que inicio,
su realización, en
F
pectaáores: <<no sólo estamos en el mundi, sino qui
formarnos parte
la que intervie¡en muchos (pratteii,.gerere).Liacción humana
cio deuna cadena de acontecimientos; los humanos teneÁos
es'ini
er extra-
vl
de éb».38 Y ello a raíz de que, en tanto que ug.rrt.r, io-o, ,1
-ir*o
tiempo sujetos percepto¡es y objetos percibidos, formamos parte de
ño poder de interrumpir los procesos narurares, sociares
puest-o que la accién hace aparece¡ lo inédito.
e históricos,
Ár.ndt mrrr.ju, prr.r,
Y
un contexto. Lo cual significa que debemos pensarnos como actores
o act¡ices procediendo a una autoexhibición en un escenario. («Es- :" irr-ug.:-
tn" "o
utiütarista de acción _que lee libremente
y en Kant-, de modo que la acción, a diferencia de
á., Ágr, _
"r,lu coni.,._
Y
ta¡ vivo significa vivir en un mundo que ya existía antes, es la inte¡-
subjetividad del mundo io que.ror urágrri" el perteneceÍ a la misma
ta, no se mediría por su éxito histórico, sino por
de innovación. La nataridad-oo es, pues,
este gesto de inicio, F
L de todás las acciones,
especie.>>)
La acción, sin embargo, sólo es política si va acompañada de la
acto de ruptura con el pasado.áá*r! ^ut h introducci¿; ¿ argo nue- lt
palabra (lexis), del discurso. Y'ello porqr., en lámedida en que siem-
p:e percibimos el mundo desde la distinta posición q,r. o.rf,u*o, ., J9' <<Initium ergo ut esset, creatus est homo, ante
quem nu[us fui»>, fu ciudad. de
f
é1, sólo podemos expeiimentarlo como mundo .o-ú., en er habla.
sólo hablando es posible comprender, desde todas las posiciones,
I
Díos, )trI, 20. Mary MaCarthy se refiere a Hannah Arendt
recidajo, ( <.Pour dire ,u revoir áH;J
como
"n".r*,rlilJ,^-ü
(óál _ols», en Cahiers du¿rd
nah_Arendt», 1986,pág. L1-aparecido;ñr- yorkR*;".
;.;;;..H;; Il
of Boo¿r, ipzel. ¡..na,
se docto¡ó con una tesis acerca del concepro
de amor;;; dñ y'se prbrico..,,, ;
el título áe Liebesbegriff bei Augustin. Veiucb einer philosopltiitru,
uida del espínta, pág. )5.En este punto totrrpr"!arirtn, ltr
. 18..l-a
de Merleau-Ponty.
Arendt apela a la ..f. p.r..priu^r, lius Springer, Berlín 1929.
¿
40. La condición hurnana, cap.y.

¿
¿
¡
v¡ 20 uN¿ srnurÉs rNrnooucclóN 2l
I vo en el continuurn teruporal de la naturaleza, en 1a vida
cotidiana' constituyen en común, no es asimilable a la unidad homogénea del
A l)ecíamos que actuar es inaugurar, hacer aparecer
De
por-primera
modo, el
vez
mundo
género humano. Así, refiriéndose a la polis griega como posible pa-
radigma de espacio público, Arendt afirma que se trataba del único
;;;bi¿,i' ,ñuü, ^Igo propio al mundo' este
-{t humano es este .rpu.iá inie, cuyuley sería lapluralidad.+
En este luear dondeolos hombres podían mostrar real e invariablemente
;;;iá", h acción así descrita no es la que ha triunfado-en.la moder-
t niáod y u la que convencionalmente se le ha atribuido la liberad
de
qffienes etan.
El hecho de que cada hombre sea capaz de acción significa, como
he apuntado más arriba, que debe esperarse d¿ ¿l o de ella lo inespe-
i;;;i;;^J ila reulización de un fin. La acción arendtiana.concede ,

)l áurabilidad y sentido al mundo, y, en esta medida, es política,


pero. rado. Ahora bien, acción y discurso se hallan estrechamente relacio-
ha afirmado nados debido a que la acción humana debe contener al mismo tiem-
at al mismo tiempo se caracteriza
ir"." g..U^, osólo acentuandqla
por su fragilidad'
incontrolabilidad
Comg
y1a precariedad po la respuesta planteada a todo recién llegado: «¿quién eres tú?>>. Al

t de la acción y sustrayéndola al reino de la voluntad,


de sus motivos,
J. ,", objetiíos,llannah Arendt consigue hacer de ella un principio
tomar la iniciativa, quien actúa no sólo cambia el mundo puesto que
se halla siempre entre otros, comparte con ellos el mundo, sino que se

á" lrbot"d y no de necesidad, un principio político y no un


asunto cambia también a sí mismo, al revelar más acerca de lo que antes de
a4l actuar sabía de su propia identidad.
Ptt"3d?ll'o'
'-- l^libertad tiene que ver, pues, .1,
,11 ^,,o. .^.
con pluralidad, cual es enten.
la_ La pluralidad no es, pues, simple alteridad; pero tampoco equi-
dida como elemento constitutivo de la condición humana. Pero vale al mero pluralismo político de las democracias representativas:
at prr^ ar."¿, pluralidad no es idéntica a simple alteridad
(otberness); Ia función del ámbito público es, en Arendt, iluminar los sucesos
humanos al proporciorrr, .rn espacio de apariencias, un espacio de
olrrralidad tiene que ver con distinción, tiene que ver con 1o que se
fl -.r.rr.u a través áe la acción y del discurso.
Con las cosas compar- visibilidad, en que hombres y mujeres pueden ser vistos y oídos y
revelar mediante la palabra y la acción quiénes son. Para ellos la
¡,r", r^ alreridad -la curiosa calidad áe.alteitas q,te posee todo lo
t ;;;.'-";--, pero la distinción es propia de la acción humana' En la
,,,.,1i.1^ .1.o pl,rrulidad significa distinción, es posiblela revelación
apariencia constituye la realidad, cuya posibilidad depende de una
esfera pública en que las cosas salgan de la oscura y cobijada exis-
.{ - .lrr.t ,,r..lio público--de la individualidad de cada uno' de la tencia.a' Lo púb1ico indica, al mismo tiempo, rnundo común, enten-
i,lr.Lrti,lacl (r»bo)ess). La acción como initiufi? rro es el comienzo
de dido como comunidad de cosas, que nos une, agrupa y separa, a t¡a-
.{ ttlgo, sino dc alguien: con las palabras y la acción nos insertamos en vés de relaciones que no supongan la fusión. De ahí que Arendt
rriun.lo hr-á¡o. Desde p.rrp.. tiva, la política introduciría arremeta contra cualquier intento de consüucción de los cuerpos
at "l'
un, ,uptrru en relación
"riu
con cuálquier modalidad simplemente so- políticos sobre el modelo del parentesco o de la famiia,a6 se aleje de
los humanos, en un mundo 9ue las proximidades y fraternidades, porque en e1las los diversos se
.{ .iut ¿" uiar: la pluralidad de seres
convierten en uno (de modo que no es posible que se den alguienes
diversos). La condición indispensable de la política es la irreducti-
tt 41. Los filósofos, Ios homb¡es de pensamiento, han tomado la experiencia
-[.órpli"¿.r¿rput[.r,
mortalidad como experiencia radical de la finitud
de la
humana, pero como señala F. colin ble pluralidad que queda expresada en el hecho de que somos ¿/-
l"r
,# ;r;;;
CahiersduQrif.,n')),L986,pág'59)morirsignificase-
á.il;.munidad,'aisl^rse. En cambio la referincia a la_natalidad hace aparecer
una de 44. Ob. cit. en Ia nota4,pág.158 (subrayado F.B).
i ho*b...., su condición plural, en su condición de agente. Quizás ahí radica
t las diferencias importanres entre el pensamiento de Heidegger y el de Arendt (sob¡e 4r. Sin embargo, hay cosas que no pueden soportar la implacable, b¡illante luz de
la constante presencia de otros en Ia escena pública, afirma fuendt en ob. cit. en pág. 4,

tF
este tema vid. Taminiaux,J., ,"A,.ndt, disciple de Heidegger?»
enEtudesPhénoméno-
cap. II, 7., refiriéndose por ejemplo a la subjedvidad del dolor.
'-' n.2,1985).
logiques, 'pur|rnanálisis
46. Paruun interesante análisis del carácter a-político de <<fraternidad>> ó (<comPa-
42. de esta noción, véase Bernstein, R. «Rethinking the Social and
sió»>, véanse Jo bre l¿ reuolación y «Sobre la humanidad en tienipos de oscuridad' Re-
thePoliricab>enPbílosopbicalProfiles,PolityPress,cambridgelgS6,págs-2)8sig.
flexiones sobre Lessing» en Hombrcs en tierupos de o¡candad.
41. Boella, L. ob. cit., Pág'lD'

14
f"
22 FrNA BrRULÉs
rNrRooucctóN
23
guien y-no algo- Todo ello explicaría ]os comentarios críticos de
de la autoexhibición y de la permanencia del
Arendt sobre la desáparición de la esfera pública en las socieáades acto de contar: la narra_
ción identificaría el su;eto mediante el relaro d.1",
modernas, en las que la distinción y la diferencia han purJu á ,.,
'En la me.dida que el yono es
p;;;i;;;;.i"".r.
asunto privado dg los individuos, de modo qire la .urrár-,.tu ha de- substancia, no puede ser definido, pero
venido el substituto de la acción. Desde este punto de vista, nunca
í relatado y relatar es dar sentido u to h.t.rág!r,.o;.;;;ifl.rr.
-1aiüd1{es privadas manifestadas Como ha'comentado F. Collin,r, «alguien no .", ,lgo,
no ., *].¿ñi a
abie¡tamente constituyen una es:
fera pública id de'anaruralidad'j,.pol otra paÁ, el id deü;¿;;;i;d r.;;.r."_
table.."En cierto sentido ag"i.n'io r"u. i" que hace;
ér, eila es siem-
pre una ¡elación con Io desconocido>>. Esto .r, Ar.ndt.e",i.rrá.-q,r.
para el syielo no hay conocimiento immediató d.
rJ;-.;;;;r*
re-apropiaciones por medio del relato. l^
La- esfera pública, siempre indesligable de los conceptos de liber- euizás u pr.g,.rrrt" ...,r"i¿"
.
tad y de distinción, se caracteriza por la igualdadfT por iaturaleza los
.*:7",|*rl1 que <<responderle en la forma clásica'f il;; ,llit
torla>)'-- Y ello porque' como ya hemos visto, ros
hombres- no- son iguales, necesitan de trna-institución polÍtica para lle- se¡es human osi, in-
teractú.an en una trama de relaciones, donde iod^
gar a serlo: las leyes. Sólo el acto político puede g.r.ru, iguidad,
sin ,".ió, ," ."n"i.rr.
en uná reacción en cadena.
embargo las leyes no cumplen aquí la funii¿n dJreducirio diu.rro ,
lo idéntico e invariable, sino que autorizan Ia posibilidad de las pala- . pe este modo, el(os) sentido(s) de la acción sólo se revelaría
los demás o siempre retrospectivamente. Lo que
a
bras y las acciones. como afirmaEnegrén: ,<sárume.rte en.el inteiialo er narrador cuen-
ta ha de estar necesa¡iamente oculto para el propio
entre la indiferencia de la unanimidad y las disparidades de la desi agente, al me_
nos mientras éste realiza el acto o r.'hu[, atrapado
g¡ild?"d_puede surgir una dimensión áe perteiencia y a. .Á*i- en sus conse-
cuencias, q"g para é1 o para ella la significación d. ;
daór.48 En este sentido podemos señalar, coñ Margar.t Currou*/,
está_en la
/lhistoria r;;^""
otro aspecro de la esfera pública, además de su cualidad espaóial: el q.re sigue. Todor ro-oJ,g;;r;;, ;;r;;;; r"
dueñosautores de los virtuales sentidos d.
carácter artificial de la política nu.rt.u, acciones. Aun-
que las historias son los ¡esultados irr.rritubi.ri.
agente, sino el narrador., el espectador, quien
h;;'ó;.., a
toria. Como dice F. Collin: oiá obra r"
capta'y,"tri, iriir_
r$r"r..rra enrre actores sin
Autoo>.
El descubrimiento del <<quién>>, en contraposición ar <<qué,fo es "(
alguien, está implícito-en todá lo que este alguien di.. y hr... p..o
,. *-*-*
,A
trata de una identidad frágil, puesro que depend., d áismo tierrrpo,

En este punto resulhría plausible afirmar _como ¿


por efemplo
47- <Qara nosotros esto es difÍcil.de comprender porque con el de iguardad uni- ha hecho, entre otros, Seyla Benhrti¡_-qr.
ü;r;;';:L_ Á
mos el concepto de justicia y no el de liberta ai, U¡ro, ir.lÉ. de hecho, u, mod.lo oagonista, de la politica_
48. Enegren, pág.47. Í].i,0:,
lo
¿ or.ri. a. ¿
dlcho hasra aquí, cabría enrender que
el espacio públicá ,. ¡u*
__ 49. canovan, M. <<Poütics as culture: Han¡ah'Arendt and the pubiic Realm»,
lisn2_of lolitical Thougbt,.vol._6, n.J/invierno l9g5; actualmenr. .¡ Hin.h--, t. cSlJin, Frangoise, «Hannah Arendt: ra ;
P. & Hinchman, S.K. (eds.), Hannab Arendt; Critical Errrlr. SUñi, ñr"r^ ,51' acción y lo dado» en w.AA. Firomfía
V*L y géaero, Pamiela, Pamplona 1992,pág.26.
1994, pág- 179-205. véase también, Passerin d'entréves, Muuririo, poliiirol philosopby
Arezlr, Routledge, Londres r994 (especiarm.r,,..r.rp. ili.----''"*"'
of Hannah
. J0. «sus
52. «Isak Dinesen. ig8¡-tpeZ" .n Hombres en tiempos
de oscuridad, píg.90. ;
cualidades, dotes, talentos y defectos que exhibe,, o.uli"r, La 53' A Io largo de su obra, Hannah Ar.ndt.ro t..rtiza
en absoruto er prrrhrcrrrrr , r"
hutnana, pág. 2$.
condición Ia sexuación del pensamiento y nunca
masculino horzbres parareferirse a todos
cuestiona su propia utilizdciírn rlcl <<trcr¡tr,,,,
los ,.Áiráu.,or.
a4
¿
.1
lff
,A 24 FINA BIRULES rNtxooucctóN 25

en la competencia más que en la colaborabión y que, eir é1, se sin- tigua Grecia; se dirige a las gesras heroicas del espacio público ho-
A gulaúza a aquellos que en él participan, separándolos de 1os de-
más.5a Pero, si bien esto parece ser cierto si sólo nos atenemos a ¿4
mérico, rememoradas por el poeta con el tín de liberarlas de la futi-
lidad característica de ia acción humana para distinguirlás del dis-
A condición bumana de sus obras más leídas-, resulta más di-
-una en consideración los textos que se con-
curso y de la palabra, propios del espacio político ateniense. pero,
fícil de sostener si tomamos 1954- Arendt no deja de constatar que
f, servan dela Introducción a la política (y en obras del mismo período
contemporáneamente
-en
en la polis ateniense <<la vida consistía en una ininterrumpida e in-
como Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental,s'
f, Entre pasado y futuro, Sobre la reaolución56). En ellos hallamos fra§-
tensa contienda de todos contra todos>> y afirma que fue este indivi-
dualismo excesivo el que eventualmente llevó a la polis a su fin, re-

t mentos suficientes como para apercibirnos df que para Arendt no


todo espacio público es inmediatamente un espacio político,'7 lo
firiéndose al hecho de que «este espíritu agonal [...] envenenó con
odio y envidia la vida de los ciudadanosrr.'e De ahí que se pueda in-
,+l cual indica la compiejidad y la seriedad de su acercamiento reflexi-
vo ala acción.'8 Así, se puede decir que Arendt hace diversas tenta-
ferir que el espacio político no es una mera localización física de un
ámbito en que las acciones sean visibles sino algo vinculado a la ne-
f, tivas de dar con modelos de espacio público en los que haya sido
posible la experiencia de la acción en tanto que inicio. En este den-
cesidad de límites, delimitado por leyes. El ruomos
mismo gesto, permitiría la multiplicación de ocasiones para la ac-
limita y, en el

,tl tido, en dive¡sas ocasiones, busca un paradigma de acción en la an- ción y el discurso.
A diferencia de lo que.ocurre en l-a condición bumana,en los tex-
fl 54. Benhabib, Seyla, <.La paria y su sombra: sobre la invisibi.lidad de las mujeres
tos mencionados, Arendt investiga también orros modelos de liber-
tad política. En Roma, por ejemplo, ser libre y comenzar están co-
t cn la filosofía política de Hannah Arendt» en Reuista Internacional de Filosofía Po[í
trca, n.2, noviembre 19%, págs.2116.Yéase también de esta misma autora Situa-
ting tbc Sclf, Polity Press, Cambridge 1992, especialmente págs. 89-144. Según Ben-
nectados de una fo¡ma distinta: la libertad es un legado de los
fundadores delos rnaiores de la ciudad heredado por el pueblo que
{ lrulrilr cl nlodclo agonista a¡endtiano contrastaría con un <.modelo asociativor>, lo tiene que aumentar6o y preservar. Esre legado (ia traáición) per-
.lcs,rrrollado por Arendt en sus últimos escritos y que estaría vinculado a la idea de
mite al pueblo enconrrar el vínculo.con un pasado --el suyo- y re-
f, (lu(' ('l csl)rrcio público emerge siempre y en todo lugar en que «los hombres actúan
rlr t oltcicrto>>.
conocer la autoridad, obedecer, sin que por ello desaparezca el es-
)'j. Arcnrlt, II. «Karl Marx and the Tradition of lVestern Poiitical Thought>r, pacio de la iibertad. Más bien son la tradición y la autoridad6¡las que
{ t,lit,r.l,r lror primera vez por Simona Forti, in la revista Micromega, n.5, L995, págs. hacen posible el mantenimiento de este espacio plural no sólo de
l5l0ll. Sc trata de algunos materiales para un lib¡o sobre Marx y el marxismo que
t Arcndt tcnía en mente poco después de haber publicado Los orígenes del totahtaris-
mt¡. 1:.1111¡ro jamás vio la luz, pero parte de sus contenidos fue¡on utilizados en L¿
hombres, sino, en este modelo, también de generaciones. <<El com-
promiso político significaba anre todo preservar la fundación de la
Condición humana, en Entre pasado y futuro y el capítulo final, con el título «Ideolo- ciudad de Roma.>>62
{ gíay Te;:oo, se convirtió en el epilogo de la edición de 1958 de Los orígexes ....La

t parte central fue presentada en una serie de confe¡encias en Ia Universidad de P¡in-


ceton en otoño de 195) con motivo del «Ch¡istian Gauss Seminar on Criticism>>.
59. Arendt, H., «Philosophy and Politics» , Social Research, n. 82, 199A.
60. <<Para nosorros esto es difícil de comprender porque con el de igualdad uni-

,t Está prevista la edición inglesa por Jerome Kohm en Ha¡court Brace de Nueva
Yo¡k.
mcs el concepto de justicia y no el de libertad>r,Infta, fr.)b.
61. Arendt destaca que el sustantivo auctofitas de¡iva del verbo augere,«aumen-
tai». Lo que se aumenta constanremente es d inicio, Ia fundación. Por átra parte, su-
56. On Reaolution, The Viking Press, Nueva York 1961 (trad. cast. en Alianza
t Ed., Mad¡id 1988). Una de las fuentes de los materiales de este libro fue un seminario
que impartió en Ia Universidad de P¡inceton en 1959.
bmyala diferencia entre dilctor y ariifex: .<el autor no es el constructor sino .] que ins-
piró toda Ia empresa [...] a dife¡encia de) artifex, que sólo lo ha hecho, e1 aucnr es el

t 57 . Y éase Infra, fr. 3 6, pág. 7 4.


58. Véase a este respecto Canovan, Margaret, Hannab A¡exdt. A Reinterpretation
verdade¡o "autor" del edificio, o sea su fundador; con esta construcción se convierte
en un "aumentador" de la ciudad>:, <<lü/as ist Autoritát?>>,Der Monat,yllJ,, n. g9, 1956
(incluido en Entre pasad,o y futuro, pág. 133).
t of Her Political Thougbt, Cambridge University Press, Glasgow 1992, especialmente
las págs. ú6-154. 62. Ibíd., pág.1.31.

t
'?!
26 FINA BIRULÉ,S rNrnoouccróN 27
'Junto
a la experiencia de la fundación de un cuerpo político, que Frente a Ia tentación de disolver el habla en la actividad reórica,
examiilará con apasionado interés también en el caso de las revolu- ca¡acterística de la tradición filosófica, en este contexro hay que re-
ciones modernas,u' Arendt halla otra vía a través de la cual pensar la cordar que la acción sólo es polÍtica cuando va acompañada de la pa-
acción en tanto que inicio: la experiencia cristiana del perdón, como labra'(lexis), en la medida en que esta última convierre en significaiiv,r
medio, tan imprevisible como la misma accién, de liberar a los indi- la praxis. Y, en este sentido, \a palabra es entendida como una suerte
viduoi del peso del pasado concediéndoles, así,l¿ po5ibilidad de un de acción, como una víapara conferir sentido y durabilidad al mundo
nuevo inicio en las relaciones entre sí, a pesar de las tendencias anti-- y para decir nuestra responsabilídal con respecto a é1. La responsabi-
polÍticas del cristiahismo. lidad queda aquí vertebrada, como ha señalado con acierto Michael
t_"._ Denneny6T por tres elementos distintos pero estrechamente relaciona-
dos: declarar la presencia de lo que está presente, declararse uno mis-
: mo presente y declarar un nexo entre sí y lo que está presente.
De este modo, y a pesil de la complejidad de la cuestión que in-
dican las diversas tentativas arenddanas de dar cuenta de la dimen-
sión humana de la acción, cabe afirmar que la libertad es entendida,
)k 'lr *
I
por esta pensadora, como característica de la existencia humana en el
mundo. La aca1¡no es, pues, privilegio del agenre político, concier-
La preocupación por la acción y por el mundo en el pensamiento
de Arendt no es extraña, como ya se ha dicho, ala agenda que pare-
I
ne al estar enffe los otros (inter-esse). De forma que, detrás de ia preo-
cupación por la política, vertebradora de 1as reflexiones de Arendt,
cían marcar las experiencias de la primera mitad del siglo. Precisa-
mente, en la época que proyectabalalntroducción a la política,Han-
I
nah Arendt utilizaba las metáforas del desierto y del oasis6s para dar
ri
1o lre hry una decidid a reaaloración del mundo, claramente mani-
"r
fiesta en afirmaciones como las relativas al hecho de que los humanos
sólo son libres mientras actúan, nunca antes ni después, porque ser
cuenta de 1o que irrumpió en el ámbito de lo real con una terrible ori-
ginalidad, la experiencia de los totalitarismos y el inmenso desarrollo t
libre y actuar es una y la misma cosu.& Así, pues, en política 1o que de las posibilidades de aniquilación..En Ia época moderna con la pro- ti
está en juego no es la vida sino el mundo, como espacio de aparición. gresiva sustitución de lo político por 1o social,6e el mundo, como es-
De ahí que no quepa considerar a quien acfúa como alguien pree-
xistente, aislado, soberano y autónomo, puesto que 1o que aquí está en el primero 1a realidad y reduciendo el segundo al engañoso pdrcce»> Cavarero,
t
sobre el tapete es precisamente la libertad como realidad política, un Adriana, <<Hannah Arendt: la libertá come bene comune>> en Plnrsr, Eugenia (cornp.),
La política tra nataliti.e mortaliti. Hannab Arendt, Edizione scientfiche Ita1iane, Ná- i
tipo de libertad que jamás ha sido contemplada, dada-su fragilidad y
s,, modo contingente de ser por la tradición filosófica:6' «En la políti
poles 1993, pág.27.
-
67. DennÁy, M., «The Privilege of Ourselves: Hannah Ai.ndt on J,rdgmenb> en
I
ca, en mayor grado que en cualquier otra parte, no tenemos ia posi- Hill, Mehyn A. (comp.), Hanxab Arendt: The Recouery of tbe Public'Vorld, St. Mar-
biüdad de distinguir entre el ser y la apariencia. En la esfera de los
asuntos hrrrrano., ser y apariencia son la misma cosarr.6u
tin's Press, Nueva York 1979, pág. 269.
68. Así se puede leer en los papeles para Ia lección de 1955 en la Universidad de
I
Berkeley. En opinión de U. Ludz, esre rexro que ella cataloga como fr. 4 no está J
incluido en la presente edición-, podría pensarse como conclu sión dela-que
Introducaón
63. Véase su acercamiento a los consejos en Die Ungarische Reuolution und der to-
talitiire lmpeialismrs,Piper, Munich 1958 (incluido en la edición de1958 deThe Ori
a la política.
69. En su análisis sobre los cambios que se dan en el mundo moderno, destaca la
I
gins of totalitaianism) o Sobre la reoolución.
64. Entre pasado y futuro, Pág. 165.
importancia que concede a Marx, a partir de las tres afirmaciones que Arendt consi-
dera que constituyen la auténtica novedad de la obra marxiana, todavía vinculada a la I
65. Véase infra,k.l. tradición de fílosofía polídca que se inicia con Platón: <<la labor es la c¡eadora del hom-
6(:. Arendt, ll, Sobre la rcoohtción, pág.99. Como ha señalado Cavarero, .,Con-
trarirrrrentc a una tradición bimilenaria, que ha separado d' ser dd. aparecer fundando
brer; <da violencia es la comadrona de la historio> y la tesis )cl sobre Feuerbach. (Véa-
se especialmen te, Karl Marx e la tradizione del pensiero politico occidentale.)
I
]
1
)
¿ 28 rrNe srirurÉs rurno»uccróN
J pacio público se ha ido deshabitando y ya no ilumin a, ya no permite ). Entre el coraje del aparecer y la autonomía del pensar
29

f hacer visible el quién.7o Pero este avance de la deserti zaci1n no tiene


que ver aquí con la c¡eencia de la psicología moderna- se- Sostén la intinitud en la palma de ia mano.
fl -propia
gún la cual el desíe¡to se halla en nuestro interior, de modo que bas-
\ü/¡rua¡nr Bl¿,rr
taúa con adaptarnos alavida en el desierto: el avance del desierto
A está vi¡culado a la pérdida de mundo. No venimos del desierto aun-
Que al juzgar en general le sea propio algo irrefuta-
t que vivamos en é1, parece sugerir Arendt.
Frente a quienes ueían que el deshabitado y silencioso desierto
ble es ello mismo un prejuicio.
IfuNNan AnrNor
se asemejab a a la pVz de los cementerios y, por tanto, que e¡a sufi-
{ ciente acostumbrarse a convivir con é1, el mundo modemo ha mos- Hannah Arendt repite con insistencia a lo largo de su vida: <<yo
trado cuán frecuentes pueden llegar a se¡ las tempestades de arena.
a+l no pertenezco al círculo de ios filósofos. Deseo mirar la política, por
La tormenta de arena de los totalitarismos ha amenazado las dos ca- así decirlo, con los ojos. despejados de cualquier filosoiíur.7r Estas
i pacidades que permitían cambiar el desierto: la facultad de la pasión
y la de la acción.
paiabras no son una fo¡ma de fa-lsa modestia o un modo de recono-
cer alguna ignorancia de la historia de la filosofía, sino fundamen-
,+tf En este contexto,los oasis pueden equipararse a aquellos ámbitos talmente el rechazo de una tradición que conoce bien,la de la meta-
de la vida que existen con total o parcial independencia de las condi- física, de la filosofía política. Y las razones de esre rechazo tienen
d ciones políticas, pueden entenderse como lugares donde respirar,
como espacios donde todavíahay luces y sombras y, por tanto, cierta
que ver con los denodados esfuerzos que ésta ha hecho para escapar
a lo temporal, a lo contingente, a lo relativo. Así, por ejemplo, los fi-
f, visibfidad. En tiempos de desertización,7l en que el mundo ha deja-
clo de ser habitable buscamos refugio en los oasis, pero, como apun-
lósofos de la política, empezando por Platón, han entendiáo el pen-

# l:r Arendt, corremos el peligro de que, en nuestra fugahacia el oasis


sar filosófico desde una depreciación de la acción y de sus .urgo, .u-
racterísticos; han tomado partido por el pensamiento, por la vida

n Ilcvcmos los zapatos llenos de la arena del desierto.T2 contemplativa a través de enfatizar las insuficienciás de la vida acti-
ya. <<La mayor parte de la filosofía política desde Platón podría in-

fl 70. l)ucsto quc «aparecer no signifíca total visibilidad: lo visible no es transparen-


cia>>afiuna Anne Marie Roweil,o (Sens comnun el nodernité chezHannab Arendt,Eds.
Ousia, B¡usclas 1987, pág. 18), recordando la influencia en este punto de Merleau-
terpretarse fácilmente como los diversos intentos para encontrar ba-
ses teóricas y fgrmas prácticas que permitan escapar de la política
Ponty en la obra de Arendt. por completo.>>74
)11
71. En «tiempos de oscu¡idad», dirá en el prefacio a la compilación de escritos Palabras comó éstas parecerían permitirnos .-sperrr el asenti-
f, con el título Hornbrcs en tienpos de oscaridad.
72. En el prefacio citado en la nota anterior Arendt afirma <áún en los tiempos
miento de A¡endt al dictum de Marx. <<Los filósofos se han limitado
a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de
t más oscuros tenemos el de¡echo a espe¡ar cierta iluminación, y dicha iluminación pue-
de provenir menos de las teorías y conceptos que de la luz incierta, titilante y a menu-
transformarlo.>> Pero no es así, puesto que, en opinión de Arendt, de
esta tesis puede derivarse que Ia tarea de la teoría social o política
do débil que algunos hombres mujeres reflejarán en sus trabajos y sus vidas bajo cual-
t
y
quier circunstancia y sobre la época que les tocó viü¡ en la tierro>, pág. 11. Hornbres consistirÍa en tender puentes entre pensamiento y acción y, por tan-
en tiempos de oscuidad, está compuesto por diversos escritos dedicados, ent¡e otros, a to, nos diría quá pensar para que podamos saber cómo actuir. Cues-
A Brecht, Broch, Benjamin, Luxemburg, Dinesen, Jaspers. En el ensayo dedicado a Les-
sing, Arendt an alizaeltipo de calidez de rel ación, defraternidad, qte se da enue los re-
tionar esta concepción
culación entre el pensar
través de retomar
-a y la acción- es launo pregunta por la arti-
primidos y perseguidos, ente aqueilos que tratan de busca¡ algún oasis donde so- de los objetivos
á brevivir y comenta: <<¿hasta qué punto seguimos obligados con ei mundo cuando nos
han echado de á o nos hemos retirado de éste?», pág. )2, En este mismo ensayo anali.- 7J. Ent¡evista cirada.
A za la ambigüedad del fenómeno de la <<emigración interio». 74. Arendt, H.,La condición humana,pág.242.

4
-l
30 FINA BIRÚLÉS rNrnopuccróN )l
centrales de su obra y, acaso, su obstinada insistencia en que lo úni- no sólo los reladvos al establecimiento de los conocidos dualismos
co que pretende es <<comprenderrr,T'va en esta mísma dirección. En entre alma y cuerpo, mundo sensible/mundo suprasensible..., sino
su opinión,la búsqueda de una teoría política que nos diga cómo ac- muy especialmente los relativos al hecho de que cuando alguicn se
tuar significa, por una parte, obviar la fragilidad de la acción, la in- dedica al pensar puro vive por compieto .<fuera del mundo>>, alejado
certidumbre de su cu¡so y, por otra, constituye uno de los.síntomas de los otros. Lo cual explicaría los prejuicios de la filosofía con res-
de la desaparición del espacio público en el mundo moderno, condi- pecto a la política.76
ción de 7a acciín y de la libe¡tad. Así, atribuye ala teoúa política la En general todos estos prejuicios se caracterizan por confundir la
tarea de indicarnos cómo comprender y apreciar la libertad en el política precisamente con 1o que acabaría con e11a.77 Basta pensar en
mundo y no la de enseñarnos cómo cambiarlo. Cambiarlo es cosa de cómo en la moderna preocupación filosófica por el Homb¡e se ma-
aquellos que aman actuar conce¡tadamente y no del solitario trabajo nifiesta claramente el talante filosófico cont¡ario a la pluralidad y a
de los teóricos. la opinión derivada de la presencia de los muchos. Como afirma
Arendt, elfilósofo reduce la pluralidad de voces a una sola. oEihom-
:! :! 9<

bre es a-político. La política nace en elEntre-los hombres, por lo tan-


to completa mente fu e ra d e I homb r e>> (I nfra, fr . I) .
Así la filosofía occidental en la medida en que ha establecido un Buena parte de la obra de A¡endt es una muestra de su escéptica
orden jerárquico que prima la uita contemplatiua por encima de la acdtud con respeto a la capacidad del pensamiento puro para .rptut
uita actiua,ha entendido la actividad de pensar como alejamiento del la singularidad de la política y por ello está atravesada por la búsque-
mundo sensible, del mundo de las apariencias. El pensar es concebi- da de un pensar que <<retorne al mundo>>. Un pensar que no encuen-
do como retirada del mundo común, de todo lovisible y, por tanto, tra entre los filósofos (a excepción de algunos textos de Kant) ni en el
como gesto de hterrupción de cualquier acción, de cualquier activi- <<conocimiento>> que posteriormente proporcionarán las ciencias so-
dad ordinaria. De esta forma y, en el contexto de Ia filosofía, no es ex- ciales y que, en su opinión, todavía estaba presente en la idea socráti-
traño hallar afirmaciones relativas a cierta afinidad entre la filosofía y ca (y sofística) de verdad: una verdad que sólo puede existir en la re-
la muerte. La reflexión humana se alejaría de lo particular, de lo vivi- lación con los demás.78
do, y saldría en busca de 1o generalmente dotado de significación, de Al asumir la contingencia como una forma positiva de ser y nun-
modo que el Yo pensante se entendería como resultado de este pro- ca como deficiencia, Arendt quiere dar cuenta de la libertad sin recu-
ceso de retirada del mundo sensible, del mundo donde no podemos rri¡ ni al sujeto moderno ni a principios trascendentes. Pero esto no
evitar el dejarnos ver delante de los/las otras, donde no podemos evi- significa una renüncia al pensar o una sumisión a lo.accidental, sino
tar aparecer.
Hannah Arendt reconoce que esta imagen de la filosofía contie- 76. En el mismo gesto de mostrar cómo la tradición de filosofía política, desde
ne un núcleo de verdad que tiene que ver con la propia experiencia Platón a Marx, pasando por Rousseau, no ha pensado la acción, A¡endt descubre un
de la reflexi6n,ya que ésta sólo es posible cuando logramos retirar- talante anti-filosófico en <<escritores políticos>> como Maquiavelo, Montesquieu y Toc-
queville.
nos de las actividades cotidianas: el propio carácter de urgencia de
77. En este punto es interesante ver la distinción que establece Arendt entre po-
las mismas, exige el recurso a juicios provisionales, cosrumbres, pre- der y üolencia (Critis de la República, págs. 145 y sig.). Por lo dicho hasta este mo-
juicios. Pero al tiempo que reconoce el hecho de que la condición de mento, para esta teórica de la política, la víolencia es un medio siempre a-político o
Ia vida del espíritu es la retirada de la acción, de lo visible, Arendt no prepolítico.
7 8. Véase Aren dr, H. Ei ch n an n in e ru salem : A Report on t b e B an a lity of Eui l, The
deja de destaca¡ algunos de los problemas ligados a esta cóncepción, J
Viking Press, Nueva Yo¡k 1963 [trad. casr. en Lumen, Barcdona 1967]; «Thinking
and Moral Considerations: A lecturo>,.!o cial Researcb,lB, n. ),197L enDe la histoia
75. Véase Ia entreüsta citada. a la acción; La uida del espíritu, <.El pensao, § 17 y 18.

;{
;
t FINA BIRULES INTRODUCCIóN 33
I )2
el mundo, de la asunción de ésta como espacio de singularidad: cada aconteci-
clara y decidida voluntad de responsabilidad hacia
I rrr-ro
pcnsar el acontecimiento'
miento en la historia humana revela un paisaje inesperado de accio-
nes y pasiones y de nuevas posibilidades que conjuntamente tras-
Acontecimiento es lo que sobreviene o adviene en el tiempo hu-
afirma que ei¿contecimiento es lo que,-tanto cienden la suma total de voluntades y el significado de todos los
- -;. r.-i";iniauxTe puruias colectividades, emerge a tíulo sin-
I ;;1": i"¿ividuos.o*o
i,rlu, . imprevisto en el tiempo, apairele
en el tiempo notoriamente y
orígenes.
Desde una perspectiva como ésta, se entiende que se pueda con-
no habria aconteci- siderar, como hace Arendt, que cuando ia filosofía moderna, durante
merece ser conmemorado .ámo tal. Por tanto,
-l ;i;";, en el repetitivo proceso de la labor, sólo fases de unseciclo. el último tercio del xvru, ha tratado de pensar la política, la ha t¡ans-

.l Tampoco habría acontecimientos en la fabricación en


pro*ro roalrnenre previsible y reversible. Sólo
tanto
hay
trata
aconteci-
formado en historia: al representar a los seres humanos en una histo-
ria universal, la pluralidaá queda diluida en un individuo humano, la
á.
t "i cuando se introduie sentido o, lo que es 1o mismo, no hay
-i.nto
acontecimiento sin mundo común; es decir, el
acontecimiento es in-
hrrmanidad. «De ahí lo monstruoso e inhumano de la historia, que ai
fin se impone plena y b¡utalmente ala política.» Frente a la libertad
y de las que se da en el espacio público,la modernidad se habría refugiado en
{ ,.prr^Ui. de la imprevisibitidad y de la fragilidad de 1a acción
la necesidad de Ia historia. Muestra de elo sería, por ejemplo, el he-
polubru, que vinculan a los individuos-entre sí'
-l ^ Desdá esta perspectiva, la teoría debe abandonar sus pretensio- cho de que las modernas fiiosofías de la historia queden articuladas
,,o puede ser jamás pensado en términos de alredededor de las nocion es de proceso y defin ca-
nes, el -respectivamente
{ ^.o.rt".i*i.rrto
r.plt."tio, y
de energía a lo latgo i: lnu cadena de causas de efec-
racterísticas de la labor y del trabajo.s2
Los filósofos se dirigen a la historia como totalidad para rrarar
,ur. y ello porque, en tarlto que lnlclo, que interrupción'
la acción
t ptopiá unt"..derrt". «El acontecimiento ilumina su propio pa-
.r,r
de elimina¡ Ia aparente falta de sentido, el carácter contingente, de
los acontecimientos y de las acciones históricos y con ello acaban
;;,.i;,; ji;, fr"d" s"t deducido de éb> escribi¡á Arendt''o Así'
".,
f, l,',,,,r.í,,',tirlg" ,., -irada a Ia historia, pa.^ dar cuenta del aconteci-
por anular toda singularidad, toda individualidad en el proceso.
Esto es, al atribuir el significado de cualquier acontecimiento a un
de
rlit'trto .1.1 f,resente que necesita str pentado -el surgjmiento
{ Irs trtrrlitaristr)os- uft^^'á que la cimprensión <<no significa
ne- fin último, terminan por vaciar la Historia de todo contenido con-
deducir de precedentes 1o que no tiene creto. De modo que Arendt parece afirmar que cuanto podemos
{ *,,, i,, .1,,. rcsulta afr'entoso, at¡ibui¡ a la labor carácter procesual, repetitivo y el hecho de
i;i.; r'.*1,licar los fenómenos por talei analogía1 ry s¡n¡ralidades -su está destinado a ser consumido-, se puede
t ;;;r; no p,r"du sentirse el impacto de la realidad el shock de 1a
Significa, más bien, examinar y soportar consciente-
que en su ámbito todo
aplicar también al concepto de proceso histórico. En é1, toda iirrg"-

{ ""pái"".i^.
mánte Ia catgaqrr. .ru.tt,o siglo ha colocado sobre nosotros no laridad, todo ácontecimiento está destinado a sef consumido, olvi-
-y
á su peso>>81-' Se tra- dado, puesto que borra el hecho de que cada nuevo comienzo es
;;;g; ;" "rír,"n.i, ni someterse mansamente
t tu, i,.-,.r, de una aproximación no teoréti ca ala historia
vinculada a por naturaleza un <<milagro>>, contemplado y experimentado desde
el punto de vista de los procesos que necesariamente interrumpe
t 79. Taminiaux, Jacques, «Acontecimiento' mundo
y juicio según Hannah
(comp'), El resplandor de lo público' En tomo a Hanttah
(véase Infra, fr3a).
Esto explicaría por qué Arendt se aleja de la tradiciín sine ira
Ar;á,,, ;HILB,'clu,-,ái"
{ '-
Arendt,Nueva Sociedad, Caracas 1994,pág' Ú)'
1'95)
á0.' Arendt, H., «Understanding and Politicsr, Partisan,Reuieu,XX,IY,
t *.¿iir¿.."
4tl.
f,iroy'r;n(Jnderstandiig[trad,cast. enDelahistoriaalaacción,pá9.
82. «Y ¿qué otra cosa, sino confusión
para sus seguidores-, pudo conducir a Ma¡x -una
confusión feliz para sí mismo y fatal
a identificar la acción con "ei construir

t g1. Arendt, Hannah, The origins of Totalitarianisra. Antisenitism Harcourt Bra-


."J;;;;;.h, Ñ,r.ua York, 1968Ítrad' cast' Alianza Ed'' Mad¡id 1987 'pág' 12)'
la historia"?» A¡endt, H., <<llistory and Immortalirp> en Parti¡an Reuieu, vol.24, n. t,
1957 [t¡ad. casr. en De la historia a la acción, pág. 60).

4
a
34 FrNA BrRULÉs rNrnooucc¡óN
3j
et stadio,$ Describir los campos de exterminio-con objetividad, .n ros escriros donde Kant pone er énfasis
ca (el iuicigtu y
como le pide E. Voegelin, significa condonarlos, y ral .onáo.rr.i¿r, en er en_
de los espec.tadores, de quienes, sin
particrprr.rl,
1usi1m3 ---
r..4'r!¡v4r L, ra n*"
no desaparece por el mero hecho de que posteriormente, junto a ra Iución francesa, la aplaudieron.
descripción objetiva, añadamos una condena. Escribir silla cóle¡a ahora recordar jo
sería eliminar del fenómeno una parte de su naturaleza, una de sus
, ,Ar.u:o,convenga dicho más arriba: Ia condición
de la vida der espíritu consisre en el sustraerse
a ra participación acd-
cualidades inherentes. Frente al toralita¡ismo, Ia indignación o la va, én romar el punto de vista der espectad"..A
Ji[;;'i;."ro
emoción no oscurEce nada antes bien es una parte integrante del
objeto. Así, pues, la ausencia de emoción no se halla en"el origen
-
'
ocurre con el pensamiento .rpeculrtivo,
pectador no está so1o, ya q,r. , p.rr. d.
.n .l .r*-a.il*i", a ou"
*
h"ll"rr. i*Jü.ri. ., .f
de la comprensiórl, puesto que a 1o que se opone <<emocionab> no acro, siempre ro está .on ru.s.o-éspectadores.
r¿ "o
poriüíia-Já. ¡ur_
es en modo alguno a <<racional>> cual fuere el sentido que gar como espectadores la debemos al sentido I

mos a este término-, sino en todo -seacaso a la insensibilidad, quede- que nuestro sentido del mundo y de
.o_ún il;;; *a,
a ia intersubjetiviaá;, ,r,"",.r¿i_
menudo es un fenómeno patológico, o al sentimentalismo, que es dad producida en común.
I
una perversión del sentimiento.Y en estas claves hay que enten-
:"1. a la objetividad der conocer,
. . .F (reflexionanre) ra imparcialidad derivada rlei
der- sus palabras relativas a la comprensión, ,r.rro que distiirta juicio está vincurada j. d;;;;;.i.u..r-
ur i,echo
I
de la correcta información y del cánocimiento "r, cientÍfico: se cargo de aconrecimienros siempre singulares
se trata
de <<un complicado p-roceso que nunca produce resultados inequí- ayuda de un universal dado. se t.^t" d.
;;;;ilg*r., .r" r, I
vocos. Es una actividad sin fin [...J por la que acepramos la reali-
í, jrrrgm sin criterios prees-
tablecidos, que tiene *y:h9 más que r...;;;;;ara
dad, nos ¡econciliamos con ella, es áecir, tratamo, d. .rtu, en ar- renciar que con la capacidad pur, árd.ru, y orri',,r. I
monía con el mundorr.sa La comprensión deviene así la otra cara de
r,_,brráir;-;;rt;",
este contexto, los juicios no tienen nunca
un carácter.on.iry."i.,
i,
". t
la acción. más obligan al asentimie-nro por medio
de una .orr.l,rrionlJg;;;,,.,
F¡ente a la objetividad lo que conviene a esre pensar que reror-
na al mundo es la imparcialidad, que como hemos visto nt equiva-
te irrefutable (véase, Infra fi. Zb).
N recorremos a la
I
con el fin de colocarnos
le a indiferencia. Imparcialidad que Arendt encuentra.r, Ho-.ro,
cuando decidió canthr la gesta de los ftoyanos aravez que de los
-juzgar
«en el iugar de oüo>>,.se r¡ata de-imaginación
páru.
larged mind). por utilizar términás a"
,"";;'r;;i;;i"_irrrr" t* t
ar."¿r, r^'*^;i";;1állr..n-
aqueos y proclamar la gloria de Héctor ranro como la grindeza de
Aquiles; aquella imparcialidad homérica de la que ," h]ro eco He_
trena para ir de visita». Esro no presupone
Ag"" ,ip""l;;;;;;., t
patía, mediante Ia cual pudíéramos po'n.rrro, en ra mente
de todos ros
ródoto y también Tucídides. Los griegos up..rrdi..o., a compren- ni un dejaise hechizar prsiu-um.nt. por la T
{emá1, ,n..rr. J.loñ.or,
der, no a comprenderse, como indiviáuos, sino a mirar el *lir-o
mundo desde la posición del otro, ver lo mismo bajo aspectos muy
sino el compromiso d. pe.rsripo, ,i
-lrrná Srttrirrürl:"ó,,i., t
distintos
_y, a menudo, opuesros.t, Este tipo de ápu..iulidud .,
también 1o que persigue Arendt en su lectura de la iantiana críti- . 86. Para un estudio acerca de las similitudes de la rectura deracrítica der juicio en
Arendt y e,, Lyotard, véanse Forti, Simona,;b.
I
83. Arendt, H., Reply to Eric voegel.in », Reatiew of politics,enero 195.r (ac-
<<a
Kantism of Arendt and Lvotard»."
ge, Nueva Yo¡k 1992.
S;*ñ,",
;rr. . Ingram, D., «The posrmocrcr.
a.'iri^p.¡,¡r¿g¡rgLyotard,Rourlc,l I
tualmente enEssays inl,Jnderstanding,pag.4os). Se trata
donde A¡endt habla del método- seguidá
i.
urro d. ro, po.o, ,.*ro.
§ara dar cuenta del fenómeno del totalitaris-
mo. voegelin había hecho una reseña de Los orígenes... que se publicó junto a
87. Kant, I.,Crínca deljubio,540.
88' sobre el papel delserbstdenken enraobra
<<Pensare übe¡amente' pensare ir mondo,
de Arendt, véase Boeilrr, l,,rrr,r,
t
la res- -[tr^d. * óiáii-rl¡¿, ttere ar mondo il u,tn,r,,,l.¡
puesta de Arendt.
84. <<Comprensión y político>, pág.30.
Tartaruga, Milán I990
I;;";;;.:.];19961 yLonrns, I)rr,irttc, .srr,
crst..,
tir en comm^un et juger par soi-mém.r, j *"".gráff co de É,nrles p/.,/,,,,n,¿,,,,¡,,u,
;
85. En t re p asadg y faturo, págs. 59 -60; 2j 9 -27 g. qiles, n. 2, 1985.
.n
".
t
s
n
,,
t )6 FINA BIRULÉS TNTRoDUCCIóN 37
f piensa con mentalidad extensa, decía el propio debe. apartar-
5T',t' xiones arendtianas radica en que están hechas desde una decidida vo-
{ ." .l.lus condiciones privadas subjetivas del juicio y reflexionar so- luntad de no obvia¡ el hecho de que nuestra humanidad ha perdido
(que.no-puede
bre su propio juicio disde un punto de visra universal el hilo de su tradición ya que, a pesar de toda la sofisticación de su
{ d.t"n it -á, qrr" poniéndose en el punto de vista de los demás)' historiografía, ha perdido la facultad de la memoria. Basta recordar
"i
ESte modo de pensar nos ofrece una cierta inparcíalidal,
pero
aquellas palabras de Arendt en las que enfatiza que sus ensayos tie-
.J -como
va indicaba antes- no nos dice <<cómo actuaD> ni siquiera nos indica nen un único propósito: ganar experiencia en cómo pensar; no con-
cómo aplicarro el saber logrado por su mediación a la vida política. tienen prescripciones acerca de qué pensar o qué verdades sostener.
al Afirma hrendt: <<Kant noJi.. .ó*o tener en cuenta a los otros; pero
-

<<Lo que menos pretenden de todo es volver a atar el hilo roto de la


no nos dice cómoasociarnos con ellos para actua,>>.et Lo cual implica tradición o inventar modernísimos sustitutos con los cuales rellenar
il que juzgar sólo 1o podemos hacer en un ámbito Lqt:it1^1Tt:te pú- la brecha entre pasado y futuro.rres
ÉI.á (*."tir en común y itzgar por sí mismo»). Ei iuicio del espec-
4) rador crea el espacio sin e1 cual nada puede aparecer- La-imaginación

t p."r"rrrrrir, prir, lo irrepresenable, il a*bito plural de 1o humano'e'


Así, .., el juicio, y a diferencia de lo que ocurre en el caso de1 pensa-
4. [Jna figura excéntrica ha deaenido un ,rclásico»

-a *i"rrto .rp...rluiirro, el lenguaje no es entendido como un obstáculo,


,ino comá memoria y fuente de un posible consenso; de un consenso
No se puede ser indiferente al mundo si¡ convertir-
lo en ininteligible
t siempre <<cortejado>> aunque llegue a lograrse, dadala irreductible
pluralidad humana.
Craupr IIa¡rBe6

t A la vista de todo e1io, cabe afirmar que, cuando antes nos ¡efe-
ríamos a la responsabi-lidad hacia el mundo que se transparenta en «|os
Vivimos en un mundo en que el propio cambio se
ha convertido en algo tan obvio que corremos el riesgo

t t' x I
rncnto, á. p.rrru-iento despiadadamente honestos>>el de Arendt,
.l
c ri
,licl,a rcsponsubilidrd subraya la importancia de la inscripción histó-
de olvidar incluso qué es lo que ha cambiado.

IIr,NNarl AnrNor
t .icrr crr ,,i, -urdo común y de la comprensión nunca definitiva del
¿l(.ollt(:ci¡ticr-ltoe4 en qna tierra hecha habitable gracias a la obra de los
t lr,rrrrbrcs. Sc trata, pues, de un concepto político.
Y hab-ría que añadir que, buena parte de lafuerza de estas refle-
A principios de los años setenta, Arendt afirmaba haberse incor-
porado claramente a las filas de quienes <<desde hace algún tiempo se

t esfuerzan por desmontarla metefísica y la filosofía, con todas sus ca-


tegorías, ta1 y comó las hemos conocido desde sus comienzos en Gre-
cia hasta nuestros días>re7 y añadía que tal desmzintelamiento sólo es
I extensivo.
gg. Ibíd. § 40, véanse las máximas del entendimiento humano; la 2" es la dei pensar
posible si partimos del hecho de que el hilo de la tradición se ha que-
90. Arendt trata esta cuestión en la <<Thirteenth Sessionr> y en un seminario que
t dio en el año 70 con el título <<Imaginatio»>, incluido en Arendt,H.,Lectures on Kant's
Political Philosopá1 (BrrNrn, R., comp. ), Chicago University Press,7982'
brado y no seremos capaces de renovarlo. Acaso estas dos afirmacio-
nes puedan decir algo del creciente interése8 que, desde la pasada dé-
aJ 91. Arendt, H', ob' cit', Pág.44.
g2. <<IJ giudizio é la forma nuova, modema di ¡edenzione del passato nell'epoca in 95. Arendt, H., «La b¡echa entre pasado y futu¡o» en De k historia a h accióx,
t cui la tradizione non socorre piú e lo storicismo appare legato al carro dei vincitori>',
Bodei, R, <<Hannah Arendt interprete di Agostino>> en Esposito, R.
(comp.), La plura-
pás.87.
96. «Introduction» a Arendt,H., Penser léuénemettt, Belin, París 1989.
tl9'
al liti irraPpresentabite, Pág.
93.'ton esta expresión Arendr se refiere a Niet?sche eol¿ uida del espíitu,pág.421.
97. Arendt, Hannah, La aida del espíritu, pág.242.
98. Para la recepción de su obra, véase el ya mencionado libro de Simona Forti
94. yéaseAmii, Anne, H¿ nnah Arendt. Politiqae et éaénement,PUp,Paris L996, que incluye además una muy completa bibüografía.
,l pás.14. Por lo que respecta a nuestro país hay que reseñar que, desde finales de la década

.l
a
38 FINA BIRÚLÉS
INTRODUCCIóN
39
cada, despierta el pensamiento de esta judía-alemana.
Hasta este mo-
menro había sido conocida.pg..r,l independencia de p.rrrÁi.rr,o
' en un lugar verdaderamente incómodo;
basta recordar arguna
y caracterizaciones que de
por su análisis histórico der fenómeno del totrlitarir*o ha merecido _por ejemplo, ,q,r-.lür.qr.
J.as

9y_e¡tionada convierren en una mezclaintelectual ln


(7951), especialmenre por su ecuación enrre
nazism. y ;,uri;;*., úric, d. b;;;:;;;i]u
por el escándaio suscitado por su resis (1961) de <<ia ,ririJi¿"á
¿a
votuqionário,ol o descut;
con facilidad ni con r,
;;;;;
rie"i,
1..i"* .i.i rl,.r.r¡,
lo ,._

mab> en nuestro siglo.


con el neoa¡isrotelismo¡i"'.lrrilirJir.i¿"
a,. i;;il";"¡á;;all.u,, ni
con er r.rir.rrurrÁ.1. ü..¿i."
Lo que ha dejado por pensar tanto lo que en su momento se
de_ vo> habe¡masiana o la filosofía frr";.;; al.r..r_ T
nominó pensamiento posmoderno como ra:crisis del marxir*o a.l^ aif.*r:i;:;:,; tl
fur.- plo. Sin embargo, se puede "o"r_
cen haberla converti{o en un locus en el que se puede
t.-rirui .o., e n s a m i e n t, rár¿ r á
;* ,,;^fir-;;;;
t
p Jr-r : Jr.'; ;::r H::íiJ,fjí,
cierta comodidad: sus.inrentos de repensai ra especificid;e
lítico, su lúcido análisis del lugar qr. o.rrprría Marx en
á;l; p" pre exitosos, ofrece redes.conceptuales
que le permiten retornar
::r*
ra tradición Ias preguntas y úarar de decir y:;.;;prende¡ a
de la filosofía política; su apuesra por un <<pensa*in
brr-áill^rrr, ,r, no, un mundo en el que las ideas más.comúnmente er mundo moder- la
preguntas relativas a la responsabilidad y a la culpabiüdrd aceptadas se
.n ,.lu.ion
a los crímenes del nazismo), el exilio, lu figura á.f
*f"Si^iló, ¿a H;:*,.
<< a t a c a d as, ráfrt, d
a s,;p;;;;i J; r ili r.#;
f,i"L, n, _
I

paria; tm la reivindicación de la memo¡ia .'., ,r,


*"dio áo.rá. yu ,o Se di¡ía que lo que Arendt pretende
hay_ ninguna forma de permanencia; su cercanía es tratar de ver qtré po-
¿ .,p..rrm páá,i.o»
de W. Benjamin.
demos aprender de esra crisis
errores' Acaso simoremenr.
y;o ." .a;.;;t;;; ir.ri.T,,o.l",,
si bien esto es así, en el fondo de la mayoría de sus reflexiones Ieu-tu. *tu d.r-ur.;:;il.i iod.,,
lo que descubrimos son sucesivos inrentos
de tas ideas y.l ,hoik J+;tdd;J; r"
;;;;.r;;;,
entre el.pensamie¡to y la acción, sin recaer.án ia dialéctica
i. i."rio, . manifesrar alguna suerte d. nortulgii ,in" pár,
para tamenrr.r. o pr.n
,.,;;;;;;lrr"pa.
.i pr..i bras' meditar sobre enas, que ;;#r;;
pitarse hacia un fácil pragmatismo, Efecdvamente
Hannah Á.rrdt
;
atateaexcesivamenre hu-
trata de pensar esta terrsián sin anulada, .;r.;;;.;;;;;;;iür^ T.dd.,per-o-que comporta sabidr.ír, ;;;sto quelas palabras son el
alimento del pensar y son lo ,i"i.o
mos para replicar a Ios sobresaltos
d.!rl, .on frecuencia, dispone_
dei mundo. ó;;;;;".-al.na,
en ¿Qué es la política.2, .<y aunqu.
..tu ,epü.a no vence al infortu-
de los 80 hay un renovado interés por Ia obra de
Arendt. si bien hacer una crónica ex_
haustiva de las diversas publicaciones .o qu. ,..*ifiesta
este interés excedería el es-
nio ni atrae a la fortuna, es un acontecimiento
como tab>. Tarea aca_
r{
pacio de esta nota, quizás pueda servir de muestra so humilde, pero no
J *rr*." iál;;ri""-É;";";" , -,ry,.;uJu ¡;i;;.
Hannab Arendt (cru2, M. &.Birulés, F., comp.)
centro de
Madrid 1.98j, w¡ recoge colaboraciones de Ia *;;;;i.
p"rrai* Con*itu.ñ"¿*,
d. qui.* ,. hu.l.a].^i" ¡
crates.
Y en este gesto de volver a palabras
podemos atribuir a Só_
d
estudio de Arendt en los úldmos años y que-incr"y.
,"" .-r1"r"-ului.*r'rri. lrü nr. <.esfera pública» o «pode»>
.oro or..rón>>, <<libertad>>,
destacar también que el n. monogr,ífi.á qu. I.
d.di.o t revtstaDebats ( n. J7 ) en r99l ..;ri;;;orr.r. que una errónea asi_ {
junto con Ia milación de Io que .itá en;,r.go
reedición de La rt)mana y ra pubri.";ió" ;;l;y^ .iíriá"roi- .-n lu-f"iiri., _en lugar de
.condición
laciónDe la hi¡toia a la acción derarla la posibilidad á.;#üü^;r#i., consi- {
p.olog.d*-po, M. C*rr_ han significado un
importante estímuto de trabajo.-.*bo, er que quienes partici-
AJr.d.do. ¿J.r,r;;;tiil;.
vestigación redlizado, desde 1990, en el marco del
Ia universidad de Barcelona, se están dor.rolrriJo
y'ii ir"r"r-.
áeminario Filosofia i Génere» de
a". i' pan se revelan como algu.ie, y
coÁced.n arru=uiiiárJ^ri"írra.,
entenderla en té¡mino, d. r.iu.iár,-;;;;.
d";i;;;;;'r"ir',r-
d
f,rrte de lrs a*uares relecturas de
la obra de Hannah A¡endt.

,_ .9.9,
Argn{1 H.,The lew as axd politics in tlse Modern Age
101' En rgT2HansMorganthau preguntaba
servadora? ¿Es liberal? ;Dó"nde
a Arencrt: o¿qué., urt..ri ¿ris co,-
{
(Feldman, R. H. comp.) Grove laríab,l-ewisb_lde.atíty
Press, I.Íueva york t9ZS. ;. ;;ü;;,:;í' 1,,, n".rr,*. urr.' .,,n,1,r,r,r,,
"r,r"

l
neas?.>> <<on Hannah
100. fuendt, H., Rabel Vanhyryn:.t!e Life of a nr.n¿,".n1111, ü rr'i,..,r,,1 l',',,',,. ,.,,., pti¡4.
Jeutess, East and \West Library, 102. Comodetectóparrl.Vnlcry'y,1,,,'Ar.,ii, 'ül{"¿,,,,1*u¡r. r67.
Lond¡es 1958; ed. alemana, Piper, Munich 19i9. ' ""' "' l.r¡r,,rr,lcrr.rucl,»,
Oeuures complé/es, II, Irrl. l,lóirrrlc, ,i.¡ ,i
¡,,ii

¿
;
I FINA sinurÉs
40
I nos conduz ca alatentación de liberarnos de ella
y.consi-
,ados- AGRADECIMIENTOS
{ ;;;;;o"" en el lugar del poder no hay nadie. Pero'como observahay na-
{ ar"rai.rr"^rigrinl" el más terrible de 1os despotismos:_«no
hublut con este Nadie ni protestar ante éb;'
il;;;;;;áu
I Fma BlnurÉs

I Universidad de Barcelona

I Todo editor está obligado en primer lugar al auror a quien edita.


Por lo tanto tengo que agradecer a Hannah Arendt la formidable vi
il vencia que para mi formación ha supuesto trabafur sobre sus texros.

t No solamente ha ampliado mi ho¡izonte cienrífico sino que además


he obtenido algunos conocimientos respecto a lo que ocurre y puede

t ocurrir entre los hombres en el espacio público-político. Las palabras


de Arendt, a menudo impresionantes, aquí o en cualquier otro lugar,
.l se han'convertido en compañeras de mi vida. Para la ocasión presen-
te se me ocurren algunas frases de su entrevista con Giinter Gaus:
.l <<Comenzamos algo; tendemos nuestros hilos en una red de relacio-
nes...>>, Efectivamente, yo he <<comenzado» algo con este libro: sim-
t plemente porque al haberlo hecho he puesto algo nuevo en el mun-
do; pero también, o al menos eso.espero, pretendiendo algo más
t exigente. La publicación de esta parte del legado podría ser un co-
mienzo si diera nuevo ímpetu a la interpretación de Arendt, puesto
f, que los caminos recorridos hasta ahora ya están en parte muy gasta-
dos yla recepción [de la autora] está en peligro de convertirse sólo en
i la cita de fórmulas como la de la «banalidad del malr, u otras frases

I arrancadas del contexto. Dicho de otro modo: fos manuscritos aquí


reunidos podrízln animar a considerar otravezy con mayor exacdt;d
Io que Hannah A¡endt escribió, En cualquier caso, ésta es la exigen-
{ cia que ha surgido de ellos paramí. Deseo haber cont¡ibuido con mi
cornenta¡io a que la discusión en torno a la filosofía y teoíapolíticas
{ de Arendt se furflame de nuevo. Otra cosa que un deseo no puede ser
porque, como para todo comienzo, aquí también es válido aquello
{ de: <.... lo que será de esto no lo sabemos nunca>>.
t Siguiendo la cronología del nacimiento de este libro, hay que
nomb¡ar en segundo lugar a la competente lecto¡a de la editorial Pi
t per, la señora Renate Dórner. En las conversaciones que mantuvimos se

A
a
l

I
i

I 42 TEXTOS DE HANNAH ARENDT


I
I
l
I
origínaron los proyectos de investigación aludidos en er prórogor. y fue
l
I
l
t.
i
ella quien me puso en contacto con el lrofesor So.rth"imm"-. pit^lu
rcalszaciín de los mismos. Así llegamos a la próxim, .rtr.lór, ..,
Pni¡¿trRA p,\RT.rl
I
nuéstro agradecimiento: El señor Sontheimer há^depositado una rnsó-
hta conÍianza en mí, ha recomendado mis rrr."ri.ür, propuestas a la
TEXTOS DE HANNAH ARENDI' I
Sociedad Alemana de rnvestigación y ha proporci.rruáo i mi trabalo d
un amplio espacio de libertad. Así pues, sin el apoyo de dicha socie,
dad,1a presenre publicación no hubiera tenido lugar. Además de repe- U
tir gustosá'rnente tirdos los agradecimientos anteriores, quisiera añadir
que para mí fueron de.la misma importancia las buenai condiciones ll
de trabajo que ofiece raLilbrury of congress en §Tashington a los lec-
tores del legado. Además tengo que citar dos ponencias (y r., ,.ron*- I
cia en los oyentes) que me han ayudado rrrrr.ho uu^n á, en la orde-
nación del texto y su comentario: la primera de^Gitta Gess (doctora u
en la Universidad de Munich) a lo largo del semesrre de verano de
1997; la segunda en las Jornadas Hannah-Arendt cerebradas en la
Academia católica de rwiesbaden en enero de 1992. Finalmente, me
he pennitido importunar a toda una serie de personas cercanas a mí
Iu
masc:ulini et feninini generis'*r'con uná primera redacción del ma-
nuscrito. Entre ellos destacan dos a quienes también deseo mostra¡
l{
mi agradecimiento públicamenre: la doctora Lotte K6hrer, adminis-
tradora del legado Arendt, de quien he aprendido muchas cosas cla-
tr
rificadoras, y el señor Erich Darchinger, que me introdujo en ros fun-
damentos- de la lengua griega y ha continrado uyoáárrdome allí
td
donde la filóloga clásica Hannah Arendt presentaba énigmas a la ed!
tora, socióloga en cuya formación la Antigüedad clásica sólo fue mar-
ld
ginal. ¡d
Unsura Luoz t
Feldafing dicienzbre de 1992
U
7r
* La edición a]ema¡a induye un prólogo a cargo
k
** u. Ludz alude irónicamente a unas palabrai
motivo de la recepción del premio sonning (1975),
de Kurt sontheimmer [N. del t.]
de H. A¡endt en copenhrgu. .on
un indiüduoludÍo Tfemini
5
U
<<soy
generis", como ustedes pueden ver...» [N. dej t.]

ür
d
;
il
{
{ ¿QUÉ ES LA POLÍTICA?
t
t
il FnacltrNro 1

t Agosto de 1950
{
¿Qué es la política?
{
1. La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hom-
il bres. Dios ha creado ¿/hombre lMensch), /os hombres son un pro-

t ducto humano, terrenal, el producto de la naturaleza hrrmana. Pues-


to que la filosofía y la teología se ocupan sieñp:á&Fhoábil, p...rtu
que todos sus enunciados se¡ían correctos incluso si sólo hubiera un
{ hombre, o dos hombres, o únicamente hombres idénticos, no han en-

t contrado ninguna respuesta filosóficamente váüda a la pregunta:


¿Q-uÉ_5 la pof_t-ica? Peor todavía: para todo pensamiento científico
t sólo hayltrgrrbts
-tarlto
filosofía y la teología,
en la biología ola psicología como en la
así como parala zoología sólo hay e/ león. Los

t leones serían una cuestión que sólo concerniría a los leones.


En todos los grandes pensadores Platón- es llamati-
il -incluido
va la diferencia de rango entre sus filosofías políticas y el resto de su
obra. La política nunca aJ,canza la misma profundidad. La ausencia
t de profundidad de sentido no es otra cosa que la falta de sentido para
la profundidad en la que la política está andada
fl 2. Lapolítícatrata de1 estar juntos y los unos con los otros de los

t diuersos. Los hombres se organizan políticamente según determina-


áálGñ.rnidades qgncia§, Jn ,rn caós absoluto, o a pártir de un caos
abroiütoZllál?iilcia!, En la medida en que se construyen cuer-
t pos políticos sobre la familia y se los entiende a imagen de ésta, se
considera que los parentescos pueden, por un lado, unir a los más di-
1; versos ), por otro, perr-nitir que figuras similares a individuos se dis-

t tingan las unas de las otras.

.+;
Til
¿QUE ES LA POLITICA? A1
46 TEXTOS DE HANNAH ARENDT

: En esta fo¡ma de otganización, efectivamente, tanto se di.suelye


b)La representación monoteísta de Dios, a cuya inragen y seme-
janzá debehaber sido creado el hombre. A partir de aquí, ciertamen-
la variedad orisinaria, como t. d.t,t.gl lg ,'gYid?{,e.sencial de to-
te, sólo pueda haber e/ hombre, /os hombres son una repetición nrás
dorll hoÁbfilE" ambos casG, la ruina áJIa política resulta del
o menos afortunada del mismo. El hombre creado a semejanzl <k. ll
desarrollo de cuerpos políticos a partir de ia familia. Con esto ya se
soledad de Dios es la base del hobbesiano state of nature as a uttr tl
da a entender lo que en la imagen de la sagrada Famiüa es simbóli
co, la opinión de que Dios ha creado no tanto al hombre como a la
all against all. Es la guerra de uno contra todos los otros, qlre son
odiados porque existen sin sentido sin senddo para el hombre crca-
familia.l.
'""'f''C.rurdo se ve do a imagen de la soledad de Dios.
-
É"]^ fg$-m1s
que la participación, esto es, ia
participación activa, Ln la pluralidad, seempieza aiogar-a ser Dios, es La solución de Occidente a esta imposibilidad de la polÍtica den-
áucir, u hacer como si naturaliter se pudiera escapar del principio de tro del mito occidental de la creación es la transformación de la polí-
la diversidad. En vezr de engendrar a un hombre, se intenta, a imagen
tica en historia o su sustitución por ésta. A ffavés de ia representación YI
de una historia universal la pluraiidad de los hombres se diluye en zzzz
fiel de sí mismo, crear ¿/ hombre.
individuo humano que también se denomina humanidad. De ahí lo
u1
Desde un punto de vista práctico-político, sin embargo,la fami-
monstruoso e inhumano de la histo¡ia, que al fin se impone plena y
lia adquiere su arraigado significado por el hecho de que el mundo V¿
brutalmente a la poiítica.
está oiganizado de tal modo que en é1no hay ningún refugio para el
6. Es tan difícil darse cuentar'de que debemos ser realmente li- á
individuo, para elmás diverso' Las familias se fundan como alber-
bres en uri territorio delimitado, es decir, ni empujados por nosotros
gue y fortificación en un mundo inhóspito y extraño en ei que uno
mismos ni dependientes de material dado alguno. Sólo hay liberracl á
á.r., .rtublecer parentescos. Este deseo conduce a Ia perversión en el particular ámbito del entre de la política. Ante esta libertad nos
fundamental de lo político, porque, a través de }a int¡oducción del
conceptó de parentesco, suprime, o más bien pierde, la cualidad
refugiamos en la <<necesidad» de la historia. Una absurdidad espan- á
tosa.
fundamental de la pluralidad.
4. El hombre, tal como filosofia y teolo$a lo entienden, só1o 7. Podría ser que la misión de la política fuera elaborar un mun-
do tan transparente parala verdad como la creación de Dios. En el
Y
se realiza- en la política con los mismos derechos que los
existe
-o
más diversos se garahtizan' En esta garantía voluntaria y en la conce-
sentido del mito judeo-cristiano esto significaría: e/hombre, creado a H
imagen de Dios, ha recibido una fue¡za generadora paru organizar al
sión de una exigencia de igualdad jurídica, se reconoce que la plura-
lidad de los hombres, que deben su pluralidad únicamente a sí mis-
hombre a semejanza de la creación divina. Esto probablemente es un fl
disparate. Pero sería la única demostración y justificación posibie de
mos, tiene que agradecer su existen cia ala creación delhombrc.
5. La filosofía tiene dos buenos motivos para no encontrar nun- la idea de una ley natural. F
En la absoluta dive¡sidad de todos los hombres entre sí, que es
ca ei lugar donde surge la política. El primero es:
a) Zoon politikon:z. como si hubiera en e/ hombre algo político mayor que la diversidad relativa de pueblos, naciones o razas; cn la 7l
que perteneciera a su esencia. Pe¡o esto no es así; e/hombre es a-po-
fticó. U política nace en elBntre-los-hombres, por 1o tanto comple-
pluralidad, está contenida la c¡eación delhombre por Dios. Alrí, sirr
embargo,la política no tiene nada que hacer. Pues la política or¡lrrrri f
za de antemano a los absolutamente diversos en consideraciirn :r urr:r
tamente fuera del hombre. De ahí que no haya ninguna substancia
igualdad relatíua y para diferenciarlos de los relatiuamente clivcls. rs.
Ilr
propiamente poiítica. La política surge en el entre y se establece
como relación. Así 1o entendió Hobbes. Jl
1.* Arcaísmo por: Dios habría creado no al hombre sino más bien a la famüa.
l.'" En el original: realizar lRealisierenl.Seguramente se refiere a: <lirrse
(inglés: lo realize).
crrcrrrrr JI
2.* En griego en el original.
á
d,
II
fl
Jl
fl INTRODUCCIÓN A LA POLÍTICA I
rT
1l
{ Fnac¡¡sNro 2a

fl
L Capítulo: Los prejuicios
{l
a) El prejuicio contra la política y lo que la política es hoy de hecho
J5
En nuestro tiempo, si se quiere hablar sobre política, debe empe-
{rr zarse por los prejuicíos que todos nosotros, si no somos políticos de
profesión, albergamos contra ella. Estos prejuicios, que nos son comu-
{ nes a todos, representan por sí mismos algo político en el sentido más
fl amplio de la palabra: no tienen su origen en la arrogancia de los inte-
lectuales ni son debidos al cinismó de aquellos que han vivido demasia-
J5 do y han comprendido demasiado poco. No podemos ignorarlos por-
que formán parte de nosotros mismos y no podemos acallarlos porque
I apelan a realidades innegables y reflejan fielmente la situación efectiva
en la actualidad y sus aspectos polÍdcos. Pero estos prejuicios no son
rll juicios. Muestran que hemos ido a parar a una situación en que políti-
camente no sabemos --o todavía no sabemos- cómo movemos. El pe-
,II ligro es que lo poiítico desaparezca absolutamente. Pero los prejuicios
se anticipan, van demasiado lejos, confunden conpolítica aquello que
¿ acabaúacon la política y presentari lo que sería una g}]@L[l¡fe como si
perteneciera a la naturaleza del asunto y fuera, por lo tanto, inevitable.
) <<Tras los prejuicios contra la política se encuentran hoy dÍa, es decir,

t desde la invención de la bomba atómica, el temor de que la humanidad


provoque su desaparición a causa de ia poJítica y de los medios de vio

I lencia puestos a su disposición, y


-unidaserá razonable
*o.-1, esperanza de que la humanidad
estrechamente a dicho te-
y se desharáa
-

t 4.o E.l pasaje puesto entre comillas simples está tachado en d original y no se ha

d sustituido. Se reproduce casi ]iteralmente en el fragmento 3b.

d
rl
50 TEXTOS DE HANNAH ARENDT
TNTRoDUCCTóN,r re porfrlca r 51

de la polÍtica antes que de sí misma (mediante un gobierno mundial Sin embargo, los prejuicios contra la poJítica, la idea de que Ia po_
que disuelva el estado en una maquinaria administrativa, que resuel- lítica interior es una sarta fraudulenta y engañosa de intereses e ideo-
va los conflictos políticos burocráticamente y que sustituya los ejérci- logías mez_quinos, mienrras que la .*táor?rcrú, .ro.1, p-pagan-
tos por cuerpos policiales). Ahora bien, esta esperan2a es de todo davacíayla cruda violencia son considerablemente más aniiguos que
punto utópica si por política se entiende que generalmente la invención de instrumenros con los que poder destruir toda'vida L¡-
ocurre- una relación entre dominadores-cosa y dominados. Bajo este gánica sobre la Tierra. Por lo que concierne a Ia polÍtica interior, es-
purito de vista, en lugar de una abolición de lo político obtendríamos . tos prejuicios son al menos tan antiguos más de un cenrenar
una forma despótica de dominación ampliada hasta lo monstruoso, de años- -ulgo la cual pretendía
como la democracia padamentaria, re-
en Ia cual el abismo entre dominadores y dominados tomaría unas presentar, por primera vez en la historia moderna, al pueblo (aunque
proporciones tan gigantescas que ni siquiera serían posibles las rebe- éste nunca se lo haya creído), En cuanto a la política exterior, su na-
liones, ni mucho merros que los dominados controlasen de alguna cimiento se dio en las primeras décadas de la expansión imperialista ¡t{
manera a los dominadores. Tal carácter despótico no se altera por el a fines del siglo pasado, cuando los estados nacionales, no eri no.rbr.
hecho de que en este régimen mundial no pueda señalarse a ninguna_
. -_r_.s_^--*_--_]_--*-;_-fr_-.-,:-^.a>_r ".
de la nación sino a causa de sus inte¡eses económicos nacionales, em- kt
persona, a nrngun despota, ya que la oomñáffinTürocrátftá, fa do- i
'lmñá46n a ravés del anonimato de las oficinas, no es menos despó- i
pezaron a extender la dominación europea por toda la tierra. pero io
que hoy da su tono peculiar al prejuicio contra la política es: ra huida d
¡ltica porque <<nadie>> la ejerza. Al contrario, es todavía más temible,J hacia la impotencia, el deseo desesperado de no ten.r que actuar eran
IJpues no hay nadie que pueda hablar con este Nadie ni protestar antel entonces todavía prejuicio y preüogativa de una clase social rest¡in- YI
él.\Pero si entendemos por politico a-bito dql *rndo e.¡¡§gq-L!§ gida que opinaba como Lo¡d Acton que el poder coffompe y la po_
"n
ho*br"r ¡pgld¡se-tjAlseffe.*riroq:, &Ulalsüsuulos humanoj; una YA
sesión del poder absoluto coffompe absolutamente.' gui .it, .on-
du.fbrtl4rd gu. d. ott o t*o t.-ttdtíut, erlto¡rsg§la$pgag¿¡o
es en absqluto ulópi*qjr. Eliminar a los hombres en tanto que activos
dena del poder se correspondía completamente .on lo, deseos
toáawa inarticulados de las masas no lo vio nadie tan claramenre
¡r
.r ulgo que ha ocurrido con frecuencia en la historia, sólo qr. ro
cala mundial
^ "r-
sea en la fory (para nosotros extraña y pasada
como Nietzsche en su intento de rehabilitarlo
do con el sentir de la época, también confundió,-aunque
é1, de acuer- fr
-b§n o identificá, el poder
de moda) de la tiranía, en la que-láToñiñd de un solo hombre exi-
gía vía Jibre, bien sea en la forma del totalitarismo moderno, en el que
lMachtT, que un único individuo nunca puede detenrar porque surge
de la actuación conjunta de muchos, .o., lu violencia lGewitr), deia
rr
rl se pretende liberar .<fuerzas históricas>> y procesos impersonales y que sí puede apoderarse uno solo. ¡r{
i i presuntañ-ente superiores con el fin de esclaviia¡ a los hombres. Lof
t I propTameñte-¿-FóEiico?zpóIítischl
ffis la dinámica que
sentido fuerte- de esra
-enha desencadenado y que le J
es peculiar: todo y todos los que hasta ayer pasaban por <<grandes>> Fl
hoy pueden incluso deben- ser abandonados al olvido si_el ¡s9-
-e d
t' John Emerich Edwa¡d Dalberg Acton en una carta a M¡¡rrrl.ll (,reiHl¡r.rr, ,r rlr J
abril de 1887: «Powe¡ tends to co¡Tupt and absolute powcr c()rnrl)t,, u1,0,,i,,,.1y.,
1,,,
íd., Essays on Freedom andPouer, selecc. e introd. por (iertrr¡,1" I lirrrrrrrllr¡r 1,, r ;1.r,
coe, III.,FreePress, 1948,pág.j64.(Todaslasnorasrin¡rslrri:¡,.r,lr,ur¡i,l,,rr,l¡rrt¡rl,r
J
libre, donde no impGra el terror, estrictamente a 1o político y [oJrl eCO-
eco- |¡ por U. LIdz apartirdelas que ya se encontraban cn el ur¡rrrrr:it rir, y rlr llpn¡,a
nomlco.
%
riales del Iegado arendtiano. tN. del t.l.)
rrr¡r,. ¿
)
rl
;
4 TEXTOS DE HANNAH ARENDT
TNTRoDUCCIóN a ra polfrrca I 5)
A 52

apelación deba constar explícitamente. Los prejuicios no son


A FnactdnNro 2s idiosincrasias personales, las cuales, si bien nunca pueden probarse,
siempre remiten a una experiencia personal en la que tienen la evi-
A dencia de percepciones sensibles. Los prejuicios no tienen una evi-
dencia tal, tampoco para aquel que les está sometido, ya que no son
Capítulo l: Los Prejuicios
{ fruto de la experiencia. Por eso, porque no dependen de un vínculo
personal, cuentan fácilmente con el asentimiento de los demás, sin
fl b) Prejuicio Y juicio'.
que haya que tomarse el esfuerzo de persuadirles. Ahí es donde se
política' debe-empe- diferencia el prejuicio del juicio, con el que Por otra parte tiene en
at En nuestro tiempo, si se quiere hablar sobre
,r;;;t lrs pre;ricios que todo.s nosotros' si no somos políticos de común que a través suyo Ia gente se reconoce y se siente afín, de ma-

t f"rf.Jio", ulÉ.rg*o, to""' ella' Pues que podemos intercam-


.o.purti*os, que son obvios para
los prejuicios' que todos
nosotros'
nera que quien esté preso en los prejuicios siempre puede estar cier-
to de algún resultado, n.rientras que lo idiosincrásico apenas puede
imponerse en él espacio público-político y sólo tiene validez en lo
,l L,iamos h .árru..sación sin tener que explicarlos detalladamente'
"r, algo político en el sentido más.amplio de la palabra privado e íntimo. Consiguientemente el prejuicio representa un gran
;;;;;;;",* -es
asuntos hu- papel en 1o puramente social: no hay propiamente ninguna fo¡ma de
\{ ¿á.i., J*" q,r"".J.rrtit.rye un componente.integral de los
ro, movemos todos 1os días' Que los prejuicios sociedad que no se base más o menos en los prejuicios, mediante los
-*á, átrá lo, qr." .*tr^ordirrariamente grande en la vida cotidiana cuales admite a unos determinados tipos humanos y excluye a otros.
{ l|[;; "" p^p.f ü, Cuanto más libre está un homb¡e de prejuicios menos apropiado es
lo política es algo de lo que en sí no cabe lamenrar-
;;;;ilr;,á.n Pues el hombre para lo puramente social. Pero si en sociedad no pretendemos juzgar
y ,¡u., en ttingún .rro, ," debeiía cambiar'
'r,, intentar
^L ,*,'p,,".í" vivir"sin preiuicio-s y no sólo porque su buen sentido o su en absoluto, esta renuncia, esta sustitución del juicio por el prejui-
t tlisr:cr¡imicnto no serían suficientes parai'mgar de nuevo
todo 4que- cio, resulta peligrosa cuando afeclaal ámbito político, donde no po-
demos ,rror..rot sin juicios porquer como veremos más adelante,2 el
ii., ..,,f ,.,:i" 1.," *" le pidiera a1gún juicio a 1o largo de su-vida
sino
I i,.,,:.,,,.,,,'," ,,,r..,.ia tal de prej"icios e*igpiaunaalerta sobrehuma-
que vff con la aclaruciín y
pensamiento político se basa esencialmente en la capacidad de juz-
gar LUrteilskraft).
t 1,,,- 1",,,' cso la política siempre ha tenido
,ii.i¡,,,.i0n rle ircjuicior, lo^qr. no quiere decir que consista en edu-
Uno de los motivos de la eficacia y peligrosidad de los prejuicios
es que siempre ocultan un pedazo del pasado. Bien mirado, un pre-
.l ;;;i;t ;"., "ll,rírrrtlor, ni iue 1os qt'" t" esfuerzan en dilucidarlos y juicio auténtico se reconoce además en que encierra un juicio q'ae en
.rt¿n .n sí mismos libres de ellos. La pretensión de estar atento
generaJ su día tuvo un fundamento 1egítimo en la experiencia; só1o se convir-
i ,Li".,. al mundo determina el nivel pofutico y la fisionomía
en la que los hombres' tió en prejuicio al ser arrast¡ado sin el menor reparo ni revisión a tra-
de una época pero no puede pensarse ninguna
confiar y reinci vés de 1os tiempos. En este sentido se diferencia de la charlatanefia,la
,l ." .*pfi",
"ri..u,
dir en sus Prejuicios.
de iuicio y decisión, no pudieran
cual no sobrevive al día o la hora en que se da y en la cual las opinio-
para nes y juicios más heterogéneos se confunden caleidoscópicamente' E1
-fi Evidentemente esta justificación del prejuicio como critelio
peligro del prejuicio reside precisamente en que siempre está bien an-
jtzgar en la vida cotidiana tiene sus fronteras, vale sólo para auténti-
t coJprejuicios, esto es, para los que no afirman ser
juicios' Uno puede
;;;;";* los prejuicios aurénricos en e\hecho que apelan con
de to- 2. Respecto a la capacidad de juzgar Arendt no se manifiesta detalladamente en
los manusc¡itos póstumos. Queda claro sin embargo que la tesis con la que debía
ail tal naturalid^á u,r, <<se dice>>, use opinal', sin que
por supuesto dicha ocuparse más ta¡de tan intensivamente, a saber, que <.el pensamiento político se basa
esencialmente en la capacidad de juzgar», ya queda formulada en este momento.
t 5.* Corrección manuscrita de: Ei prejuicio contra la
politica' Para ello véase el fragmento )c, pág.112, también la pág. l$ del apéndice.

.il
rt
¿
54 TEXTOS DE HANNAH ARENDT INTRoDUCCTóN e re porÍrrc¡ r 55

-' clado en el pa-sado y por éso se avanzaal juicici y lo impide, imposibi- y se convierten en algo que en origen no eran, a saber,
en aquellas
Iitando con ello tener una verdadera experiencia del piesente. 3i qr.- pseudoteorías que, como cosmovisiones LW e lt an s cb a"
rémos disolverlos prejuicios primero debemos redescubrir los juicios
; ;: n|f,o^o -
géneas o ideologías iluminadoras, pretenden abarcar todu'lu
r.^lidud
pretéritos que contienen, es decir, mostrar su contenido de verdad. Si histórica y política. si la función del prejuicio es prese*r.
esto se pasa por alto, ni batallones enteros de ilustrados oradores ni
bibliotecas completas de folletos pueden conseguir nada, como
muestran claramente los casi infinitos
--e infinitamente infructuo-
sos- esfuerzos dedicados a problemas tales como el de los negros en.
juzga de exponerse abiertamente a ro rear y de tener

sión que protegen de toda experiencia, y^ q.r. ., .ll* todo


, q"i."
q". ,r*",-r"
pensando, las cosmovisiones e ideologías cumplen tan'bien
.ri, -i
lo ,.ul
e¡t{ al parecer previsto de algún modo. Jusiamente esra ,roiror¿i-
i
T
los Estados Unidos'o el de los judíos, cuestiones sobrecargáas de
prejuicios antiquísimos.
dad que las distingue tan claramente de los prejuicior, to,
.rrao q
siempre son sólo de naturaleza paicial, .luiu*.rr. qr. yr ro
-r.rtr,
Puesto que el prejuicio, al recurri¡ a lo pasado, se avanza al jui- se confía no sólo en los prejuicios sino tampoco en los ..iáriÁ
d.l id
cio, ve limitada su legitimidad temporal a épocas histó¡icas juicio ni en 1o que han pre-juzgado, muestran que
-cuanti- todo elo.r ]ii..ur-
tativamente la gran mayoría- en que lo nuevo es relátivamente raro mente inadecuado. Este rechazo de los criterioi en el mundo
*od.r-
en las estructuras políticas y sociales y lo viejo predomina. La palabra no imposibilidad de juzgar 1o que ha sucedido y r,r".d.-*d, aiu
<<'1lugar>> tiene en nuestra lengua dos significados totalmente diferen-
-la
según unos criterios firmes y reconocidos por todós, de subsumirlo T
ciados que siempre se mezclan cuando hablamos. Por una parte alu- como caso de un universal bien conocido, unida estrechamente
a la
de al subsumir clasificatorio de lo singular y pafticulff bajo algo ge- dificultad de ofrece¡ principios de acción para 1o qu. d.bu-r,_,."-
neral y universal, al medir, acreditar y decidir 1o concreto meüante der- se describe con frecuencia como ,r, ,rihilir*o i"fr...*. l^
criterios regulativos. En tales juicios hay un prejuicio; se juzgasólo lo
especie" de
época, como ro,a desvaloración de todos los valores, una
indiüdual pero no el criterio ni su adecuación a 1o que mide. Tam- ocaso.de los dioses y catástrofe del o¡den mo¡ar d.imrrrdá.
Todu,
bién sobre dicho criterio se juzgó una vez y, aunque ahora este juicio estas interpretaciones presuponen tácitamente que a
los hombres
se omite, se ha conve¡tido en un medio para poder seguir juzgando. sólo se.les puede exigir juzgar cuando poseen criierios, que
Ia capa_
Pero por otra parte juzgar puede aludir a algo completamente distin- cidad de juicio no es más que la aptitud para crasificar.á.t..*
y
to: cuando nos enfrentamos a algo que no hemos visto nunca y pari- cuadamente lo particular según 1ó g.rr.rur que por común "¿.r.
,.u.ido
lo que no disponemos de ningún criterio. Este juzgar sin criterios no corresponde. si bien es verdad qusse admiie qrr. ru .upu.rdud J.;,ri-
puede apelar anadamás que a la evidencia de lo juzgadomismo y no cio-consisre y debe consistir en juzgar di¡ectament. y
ri, criterios, ros
tiene otros presupuestos que ia capacidad humana del juicio, que tie- ámbitos en que esto ocurre, en deásiones de toda
ne mucho más que ver con la capacidad para diferenciar que con la
á;,;;;; ;;
turalezapersonal o pública, y en el llamado juicio.de g,rr,o,
no ," "._
,o
capacidad para ordenar y subsumir. Este juzgar sin criterios nos es man en serio porque, de hecho, lo así juzgado no tiene
nunca carác-
bien conocido por lo que respecra al juicio estético o de gusto ter concluyente, nunca obliga a los demáI en el sentido q*
._u
lGescbrnacksurteifi, sobre el que, como dijo Kant, precisamente no conclusió¡ lógicamente irrefutable obliga al asentimie"rá, "r, ,iro
q""
se puede <<disputan> pero sí discutir y llegar a un acuerdo; y también sólo puede persuadirles. eue al jnzgar á gen.rrl l. s.u piopio
ulgn
lo vemos en la vida cotidiana cuando, ante uoa situación todavía no irrefutable es ello mismo un prejricio; los'criterios,
conocida, opinamos si esto o aquello la hubiera juzgado correcta o validez, no son nunca demosúubies irref.utable*"ri.; ,
-i..,t.n, tienen
l",
incorrectamente. En toda crisis histórica los prejuicios se tambalean,
ya no se confíaen ellos y justamente porque ya no pueden contar con
es apropiada la limitada evidencia del juicio, "1f",,irf,r
sobre la que toclos cstrirr
deacuerdoy sobre la que no se debe Ái dirpurr. ni discutir.
I)crrr.s
t
el reconocimiento en esos <(se dice>>, «se piensa>> no vinculantes, en trables irrefutablemenre son sólo el clasifiiar, el medir
y .l J
ese terreno delimitado en que se justificaban y usaban, se solidifican criterios, la regulación de lo individual y concreto, todo ^frli.,,,
ío .r,,i 1,.,.
I
;
A () TEXTOS DE HANÑAH ARENDT TNTRoDUCCTóN ,r re polÍrrce r 57
A
-)

§;upone lavaliáez dei criterio paralanaturalezadel asunto. Este cla- la que a la pregunta por el tema de
rcalizada recientemente y en
A ,idc^, y regular, en el que ya no se decide otra cosa que si de un
*odo áo*lrobable se ha operado errónea o acertadamente, tienen
preocupación candente hoy día la respuesta casi unánime fue: el
hombre.' Se respondía esto no en ei sentido de la amenaza concre-
{ mucho mái que ver con un concluir deductivo que c9n un Pensa- ta que representa la bomba atómica para el género humano (una in-
rnienro jazgante.La pérdida de ios criterios, que de heclo determina quietud semejante ya estada de hecho muy justificada); a lo que
{ ,,1*rrráo Áod"-o én su facticidad y que no es reversible mediante evidentemente se aludía era aIa esencia de1 hombre, la entendiera
ningún reromo a los buenos Antiguos o el establecimiento arbitrario cada individuo como la entendiera. De todos modos
A ,ie iu"uos valores y criterios, sólo es una catástrofe para el mundo
juzgar
muestras podrían multiplicarse a voluntad- no se duda ni -yunestas
ins-
tante de que el hombre o se ha salido de quicio o está en peligro o
moral si se acepta que los hombres no están en condiciones de
A las cosas en sí mismás, que su capacidad de juicio no basta paraiuz- en cualquier caso es lo que hay que cambiar.
gar originariamente,' que sólo puede exigírseles aplicar coffectamen- Sea cual sea la postura que uno adopte frente a la cuestión de si
ñ i" ."g1á, conocidas y servirse adecuadamente de criterios ya exis- es el hombre o el mundo 1o que está en juego en la crisis actual, una
tentes. cosa es segura: la respuesta que sitúa al hombre en el punto central
{ Si esto fuera así, si fue¡a esencial al pensamiento humano que de la preocupación presente y cree deber cambiarlo para poner re-
los hombres únicamente pudieran iuzgar cuando tuvieran a mano medio es profundamente apolíúca; pues el punto central de la polí-
{ tica es siempre la preocupación por el mundo y no por el hombre
criterios fijos y dispuestos, entonces sería cierto lo que hoy se supo-
ne en general, que en la crisis del mundo moderno más que éste es
*por un mundo acondicionado de alguna manera, sin el cual aquellos
{ que se preocupan y son políticos no consideran que la vida merezca
cl hombre mismo quien está fuera de quicio.* En la enseñ^nza ac -
{ <lénrica sc ha difundido ampliamente este supuesto, lo cual se per- ser vivida. Pe¡o de 1a misma manera que no se cambia un mundo
cibc claramenre en el hecho de que las disciplinas históricas, que cambiando a los hombres de la práctica imposibili-
I ricncn cluc vcr
sc,
con la historia del mundo y 1o que acontecióo
-
en é1,

lrirn Jiluido en las ciencias sociales y la psicología. Esto no signi-


dad de ml empresa- tampoco -prescindiendo
se cambia rna organización o una
asociación empezando a influi¡ sobre sus miembros. Si se quiere
{ lit'rr sirr1l (luc sc abandona el estudio del mundo histórico en sus pre- cambiar una institución, una organización, cualquier corporación
rr.¡rlirlrrs cronológicas en favor del estudio de modos de con- pública mundana, sólo puede renovar su constitución, sus leyes, sus
{ .lrrctir
"r"p",sociales y después humanos, los cuales, a su vez, sólo estatutos y esperar que todo lo demás se dé por sí mismo. Que esto
de una investigación sistemática si se excluye al sea así tiene relación con el hecho de que siempre que se juntan
A objeto
1,,r",i",,'r.irncio
scr
i',.,¡',,1r." que actúa, que es el artífice de los acontecimientos consta- hombres
-sea
privada, social o público-políticamente- surge en-
tablcs en el mundo, y se le rcbaia a la condición de set que mera- tre ellos un espacío que los reúne y alavez los separa. Cada uno de
lI mente tiene una conducta, ser al que se puede someter a experi- estos espacios tiene su propia estructura, que cambia con el cambio
mentos y al que incluso cabe esperar poner definitivamente bajo de los tiempos y que se da a conocer en lo privado en los usos, en lo
fl conrrol. Más iignificativo quizá que esta académica disputa de fa- social en las convenciones y en lo público en leyes, constituciones,

t cultades, .t
qré como mucho se ¡evelan ambiciones de poder total-
mente antiac;démicas, es que tal desplazamiento del interés -del
estatutos y similares. Dondequiera que los hombres coincidan se
abre paso entre ellos un mundo y es en este <<espacio entre>> LZwis-

{ mundo al hombre- se manifieste en el resultado de una encuesta chen-Raurnf donde tienen lugar todos los asuntos humanos. El espacio

t En el original: ..' y de lo acontecido en é1.


6.*
*
A¡endt usa aquí la frase deHamlet (Act. I, esc. v): <<The time is ont of join»>, se-
gún valverde. «Los tiempos están desquiciado*>, Planeta, Barcelona, 1995. según M.
J. No hemos podido descubrir a qué <(encuesta>> vuelve a nomb¡arse en
-quecosa especialmente de la-
otro Iugar de estos manusc¡itos (véase pág. 142)- se refiere,
mentar, ya que de dicha fuente se hubiera podiáo exrraer condusiones respecto a la
r{i Á. Cone¡ero: «EI mundo está fuera de juicio», Cátedra,
\drid,
tlg6' [N' del t'] datación de los fragmentos.

11
.il
sT
J
58 TExros DE HANÑAH ARENDT
TNTRoDUCCTóN e r-¿ PorÍrrce t 59 I.f
que aquí se habla es el mundo humano, o sea el resultado del pro- \r{
ent¡eIóshoinbres,queeselmundo'nopuede'existirsinellos'-porlo
dift'ánti^ dt t'n universo sin hombres ár.i. y actuar humanos entendidos comúnmente. Dichas capacida-
oue un mundo ,in i'otito'-u des p.rterrecen sin duda a la esencia del hombre; si fracasan, ¿no de- Vá
:T##;üilil;Ll.r, ,.rí^ en sí mis¡rr*o,na contradicción'
bería cambiarse la esencia del hombre, antes de pensar en cambiar t:l
Pe¡o esto no ,ignifitu ;" "f Án¿o
y las catástrofes que tienen lugar
p"o' sucesos humanos' ni muchomenos que mundo? Esta objeción es en el fondo muy antigua y puede apelar a H
en é1 sean diluibles los mejores testimonios, por ejemplo a Platón, quien ya reprochó a
se deban a algoq,t
""
'J;dt-u
ttel hombte' o la esencía de los hom-
mundo' en cuyo centro' suceden Pericles que tras la muerte de éste los atenienses no fueran mejores
¡l
bres. Pues el mundo y f" t*"¿el que antes.
los asuntos hr*,'o','"-t""
l^ expresión o' como quien dice"la re- ' ¡rr
de la esencia humana' sino al con-
oroducción impuesta lt*tt'iot
i.*a "ü;ñá. ¿ñ.1"s- hombres son capaces de pro'l:'cir
tl1o' mismos' a saber' cosas' e incluso
fr
lberstellenl^lgo qlr"'i-'o='ot' á
o espirituales son p¿ra ellos' rea-
los ámbitos d..ro,nioudo' Ái*itot
iii^¿;;;rd*;;, Jil' l"' podt' -á""'' sólo en la medida en
como un YA
q""li.fr"t ámbitos están cosificados' en que los presentan
que se
hombres actúan les
mundo de co§as. f''tá rnt"'do de cosas
condiciona y por este motivo toda
en
catástrgfe que sufre repercute so- 1
en alsuna catástrofe tan mons-
i;" Iif.t y fár'uf..,u' Podría
truosa que aniquila; ñ;íJtr
pensarse
*"'¿"'Lcluso las capacidadesT. t{
de manera que
producir
;J;;;;.. p"., .oniigorarlo' para Hasta podríamos
animal'
cosas'
imaginar- Y
se quedara ,io *tt"io,"t"*o "t'
;;; q". tales catástrofes tuvieron--1'g".
prehistóricos y que ti*ut tribus' llamadas-
en el pasado'
primitivas'
en tiempos
desprovistas lr
imaginarnos que
de mundo, son sus residuos' También- podríamos
que dtjura vida humana tras de sí'
T
una gueffa atómica,^Jffiendo
podría provocar rnu tuiá"'ofe semejante
al destruir el mundo en su
o mejor el curso del mundo
t
totalidad' P..o ,i"*p-* ttta tf myndo'
;;i;.ilh*br'., yu no son dueños, del que esrán tan alienados ¡r
proceso puede imponerse sin
que el automadsmoi'útttntt a todo
trabas_ el que .r"r;;;l;d.strucción áe
los hombres y no ellos mis- I
Sin .*bu,go, L'
'r*ib;;;
mos.
,.
iu p"ot'p'ción por el-hombre citada
á. trl.r posibilidades. Más bien lo grave
más
y angus- I
tiante de ella"r,I
de estos peligros
es q"; ;;á;*tiende por- completo
;;;;; kaull,""),sumamente rtales'
y los elude desde una in- I
reflexionar pero no actuar
se puede
,.iiori¿u¿ donde'tomo máximo ;
ni'cambiar nada.
Naturalmente podría obietarse
con facilidad que el mundo de
!
7'o En el original: la aPtituil "' I,
Á
;
f,
{
{ INTRODUCCIÓN A LA POLÍTICA II
t
A
fl Fnaourxro J,r
fl
.lt a) Presentación: ¿Tiene la política todauía algún sentido?a

I A la pregunta por el sentido de la política hay una respuesta tan


sencilla y tan concluyente en sí misma, que se diría que otras respues-
il tas están totálmente de más, La respuesta es: el sentido de la política

t 4. Evidentemente, Hannah Ar.rrdt .-p.ró a ¡eelabora¡ este fragmento antes de


El sentido de la polÍtico> (Fragmento )d); se conserva la pri-
escribir<<P¡esentdcíón:

t mera página del correspondiente manusc¡ito (página N, 022377, de H.A., numerada


«-1- ») cuyos detalles técnicos
-los del fragmento 3d, por
formato, papel- son los mismos que
-úpografia, procede de la misma
lo que probablemente época que éste.
t Por lo que respecta a1 contenido, pertenece al manusc¡ito precedente porque justo al
principio aborda el tema <dibe¡tadrr. El texto de la página es el siguiente:
' Prcsentación:
t A
¿Tiene la política todavía a.lgún senddo?
la pregunta por el sentido de la políttca hay ana rctpueÍta tan sencilla y tan conclu-

t le?tte mrsma, que se diría qae todo lo demás está de sobra. La rcspilesta es el sentido
e?t sí
de la política es k libertad. Lo carioso de esta respuesta es que resulta obuia y conuence, aun-
que entra en contradicciór con ks definiciones que ks ciencias políticas dan en la Edad Mo-
il dema a lo político y tanpoco coincide con la diuersid¿d de teoia.s que, desde Platóx, los fi-
lósofos de lo político suelen aportar. Pues estas definicíones y korías parten de que la

t política es una necesidadineludible para la uida del bombre; priuee la subsistenaa de


ciedad y asegura la uida del
k
ndiuiduo. Si algo nlene que l)er con la libertad es úniu¡nente en
¡o-

t el sentido de que ésta es su fix, es decir, algo fuera de la política 1 para lo que la política es
sólo ax rnedio. Pero el se*ido de atla cosa, a diferencia de su fin, esá incluido en ella mis-
ma. Por lo t¿nto, si k libertad es el fin de la política, tto paede ser su sentido. Consi-
t guienterzente, la libertad empieu donde el ejercicio de h política tennina
ruanera que b existencia de un objeto producido cualquiera mmienu en el nomento
la misma
-de en que
t su productor le da el último retoque. Pero lafrase: <<El sentido de la política es h libertad>>
alude a algo completamente distinto, a saber, a que la libertad o el ser-libre [Frei-sein] esai
incluido en lo político y sus acttüidades.
an, Actualmente estdfiios sin duda mily cercd de entender la libertad cono at fin de la
política, y puede que la obuiedad de lafrase <<el sentido de k política es la libe¡tado ten-
,il, ga mucbo que Der con este maletztendido.

,lt
T
62 TExros or HañN¿x ARENDT TNTRoDUCCTóN a re porÍt.rc¿ rr 63

es la-libertad. Su simplicidad y contundencia resíde en que es exacta- ca y es de suponer que la mayotía estaría de acuerdo con tal objeción.
mente tan antigua, no como la pregunta, que naturalmente ya surge Pero esto no modifica en nada ni la esperan za pregrrntu. si lu po-
de una sospecha y está inspirada por la desconfianza, sino como la lítica trae la desgracia y no puede abolirse, sólo-nila
quidan la desespera-
existencia. de 1o político. Pero hoy día esta respuesta no es ni obvia ni ción o la esperanza de que el diablo no será ran malo como lo pirr,un
inmediatamente convincente, cosa que se aprecia con claridad en que esperanza bastante tonta en nuestro siglo, en que desdeia pri-
nuestra pregunta actual ya no cuestiona el sentido de la políticataly
-una
mera guerra mundial hemos tenido que ver cómo cada diablo que la
como antes se hacía: a partir de experiencias que eran de natu¡aleza política nos presenraba erumucho peor de lo que a nadie se le h,rbi.-
no-política lnicbt-polltiscál o incluso anti-política Lanti-politiscbl. ra ocurrido pintarlo.
I.{uestra pregunta a-ctual surge de experiencias polítíc4s muy reales: dos experiencias, que provocan la pregunta por el senticlo
. .Estas
de la desgracia que la política ya ha ocasionado en nuestro siglo y de de la política, son las experiencias políticas f.*dr*"ntdes de nuesr¡a
la mucho mayor que todavía amerrazaocasionar. De aquí que nuestra época. Si uno las pasa por alto es como si no hubiera vivido en esre
pregunta suene mucho más raücal, mucho más agresiva y mucho mundo, que es el nuestro. No obstante hay entre elias todavía una di-
más desesperada: ¿tiene, pues,la política todavía algún sentido? ferencia. Por lo que respecta a la experiencia de la politización total
En la pregunta planteada de este modo así es ya como se en los estados totalitarios y a la cuestionabilidad de lo polídco que
-y
plantea a cualquiera- resuenan dos ecos: primero, la experiencia de surgía de ella, es u¡ hecho que desde la Andgüedad ya nadie creía
los totalitarismos, en 1os que ptesuntamente la vida entera de los que el sentido de ia política fuera la libertad; uií .oo,o iambién es un
hombres está politizada la consecuencia de que no hay libertad hecho que en la Edad Modema, tanto teóricá como prácticamente, 1o
-con
ninguna. A partir de dicha experiencia, y esto significa a panir de político únicamente vale como medio para proteger la subsistencia
condióiones específicamente modernas, nace la cuestión de si la polí de la sociedad y üal productividad del libre desarrolio social. Así
tica y la iibertad son conciliables en absoluto, de si la libertad no co- pues, ánte el cuestionamiento de lo polÍtico tal como se da en la ex-
mienza sólo allí donde acabala política, de manera que simplemente periencia totÑraúa, sería posible en teoría un retroceso a un punro
ya no haylibertad donde 1o político no tiene tinal ni límites. Quizá ias de vista históricamente anterior si las formas totalitarias cle
cosas han cambiado tanto desde los Antiguos, para los que política y dominación no hubieran hecho -comomás que demosuar aquello que el
libertad eran idénticas, que ahora, en las condiciones modernas, una
y otra han debido separarse por completo.
pensamiento liberal del siglo x,* ya había mostrado. En cambio,
desconcertante que la posibilidad de una aniquilación física absoluta
lo
I
En segundo lugar, la pregunta se plantea inevitablemente a la vis-
ta del inmenso desarrollo de las modernas posibilidades de aniquiia-
tiene para lo político es que precisamente no permite ese retroceso.
Pues lo político amenaza precisament. ,q.r.llo que, según la Edad
tl
ción, las cuales, al ser monopolio de los estados nunca se hubieran Mo_dema, justifica su exisrencia, a saber, ü pura
iosibilidad cle vivir LI
desplegado sin ellos, por 1o que sólo pueden aplicarse en el ámbito de la humanidad en su conjunto. si es verdad que la política es algcr
político. Aquíya no se trata únicamente de la libertad sino de la vida,
de la existencia de la humanidad y talvez de toda la vida orgánica so-
necesario parula subsistencia de Ia humanidad,8' .nto.r.", ha empc-
zado de hecho a autoliquidarse, ya que su sentido se ha vuelto brus-
h
bre la Tie¡ra. La pregunta que aquí surge convierte todo 1o político camente falto de sentido. Í
en cuestionable; hace dudar de si bajo las condiciones modernas po- Esta falta cie sentido no es ningun a aporiaficticia; es un estado de
lítica y conservación de la vida son compatibles, y secretamente ex- cosas absolutamente real del que podemos darnos cuenta cada día si h
II
presa la esperanza de que los hombres serán razonables y abolirán de nos tomamos la molestia no solamente de leer los periódicos sino
alguna manera la política antes de que ésta los elimine a todos. Cier-
tamente puede objetarse que la esperanza de que los estados niueran
. . 8.o En- el original: que la política no es sino algo necesario para Ia subsistencia cle
o de que al menos la política desaparezca por una vía u otra es utópi-

I
Ia humanidad.

I
;
t 64 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN ¡ ra porÍrlca lr 65
{
tambitln de preguntarnos, en nuestro disgusto por el desarrollo de to- de los procesos que necesariamente interrumpe. En este sentido, a la
{ Jo, lo, protl.á^r políticos importantes, cómo podríamos hacerlo transcendencia religiosa de la fe en los milagros, corresponde la t¡ans-
La falta de sentido en que ha caÍdo la cendencia comprobable en la ¡ealidad de todo comienzo en relación
fl -.jo, dudus las circunstancias.
poútica en general se aprecia er..gl! todos los problemas políticos a la conexión interna de los procesos en que irrumpe.
particulares se pfecipitan a un callejón sin salida. Como sea que con-
t 'rid"r.-o, la siiuación e intentemos calcular los factores particulares
Naturalmente éste es sóio un ejemplo para aclarar que lo que lla-
.mamos efecdvamente real, ya es un plexo de realidad mundanal, or-
'- gántca y
t que la doble amenaza de los estados totalitarios y las armas atómicas
' y, sobre todo, Ia coincidencia de ambos- nos plantea: no pode- humana, qr. pr..iru-entá como tal realidad ,u.. .on lu
marca de las «improbabilidades infinitas>>. Pero si tomamos este
t ,,.,á, .i siquiera imaginarnos una solución satisfactoria,..aun cuando
¡,,.,r.,prri3rumos la mejor voluntad de todas
las partes (1o que como
ejemplo como una metáfo¡a de lo que pasa realmente en el ter¡eno de
ios asuntos humanos, entonces empieza a f.allar. Pues por lo que res-
t ,.¡; ,,,lri.lo no podemos hacer en política porque la buena voluntad
lr.y no g raitirala buena voluntad de mañana), Si partimos de la
de
1ó-
pecta a éstos, de lo que se trata, como decimos, es de procesos de na-
turaleza histórica, esto es, de procesos que no transcurren en forma
no nos sea
{ ¡ii., irrh-erente a estos facto¡es y suponemos que nada -que de desarrollos naturales, sino en la de cadenas de acontecimientos en
iruy yu conocido determina ni determinará el curso del mundo, en- cuyos engarces este milagro de <<improbabilidades infinitas» aconte-
{ ,oá.L, sólo podremos decir que un cambio decisivo para nuestra sal- ce con tanta f¡ecuencia que nos parece extraño hablar de milagros
vación sólo^sucederá por una especie de milagro. Ahora bien, para (debido a que consid.rr-o, qr. il proceso de la histori" ..r.rltu d"
t consi<lerar con toda seriedad qué significaría este milagro y eliminar
la sospccha de que esperar milagros o contar con ellos es una mera
las iniciativas hümanas y está continuamente atravesado por nuevas
iniciativas). En cambio, si este proceso se contempla en su puro ca-
{ fiiv,,li.la{ o ,r.rr1ig"..ra necia debemos olvidar en primer lugar el roi rácter procesal naturaknente es lo que ocurre en toáas las fi-
,¡rr,, cl nrilagro clcsde siempre ha representado en la fe y en la supers-
-y para las queesto
losofías de ia historia el proceso histórico no es el resul-
t ri, i.ir¡, .:s rlccir cn la rcligión y en la pseudorreügión. Para liberarnos tado_ de la acción conjunra de los hombres, sino del desarrollo y
,1,'l ¡,r't'jrrir:ie ,lc c¡trc el rnilagro es un fenómeno genuina y exclusiva- confluencia de fuerzas extra, sobre o infra humanas, esto es, en lai
fl ,,,,.,, t,. rt:li¡1iosg, cn cl que algo ultraterrenal y sobrehumano irrumpe que el homb¡e que actúa es excluido de la historia- cualquierhuevo
..rr l,r rrr,r¡c'l¡t rlc ltls asttntos humanOS O de IOS CUTSOS naturaleS, qUi-
t z¡ui (.()trvclU{il tcucr prcsente que el marco completo de nuestra exis-
inicio en é1, sea para bien o para mal, es tan improbable que todos los
grandes ácontecimientos se toman como milagros. Visto objetiva-

t r,.¡ci¡ r'c,rr[:-la cxistcncia de la Tierra, de 1a vida orgánica sobre ella,


tlcl ¡;ó¡c1r fuurnano, sc basa en una especie de milagro. Pues des-de el
mente y desde fuera, las posibiJ-idades de que mañana el día transcu-
rfa exactamente ccimo hoy son aplastantes esto no es

t punto de vista de los procesos universales y de la probabilidad que


ios rige, la cual puede reflejarse estadísticamente, ya el sólo naci-
-seguramente
del todo así, pero para las dimensiones humanas son tan'aplastantes
como las posibilidades de que a partir de los acontecimientos cósmi-
fl miento de la Tierra es una «improbabilidad infinita». Lo mismo ocu-
rre con el nacimiento de la vida orgánic a a parúr dei desarrollo de la
cos, los procesos inorgánicos y ia evoiución de los géneros animales
surgieran la Tierra, la vida o la humanidad no animal.
,ili naturaleza inorgánica o con el nacimiento de la especie humana a La diferencia decisiva enrre las «improbabfidades infinitas>> en
paftir de la evolución de la vida orgánica. En estos ejemplos se ve cla- que consiste la vida humana terrena y los acontecimientos-milagro
t ir-.rt" que siempre que ocurre algo nuevo se da algo inesperado,
imprevisible y, en ú1timo término, inexplicable causalmente, es decir,
lEreignis-Wunderf en el ár¡rbito de los asuntos humanos mismos es
naturalmente que en éste hay un taumaturgo y que es el propio hom-
,lñt algo rrsí como un milagro en el nexo de las secuencias calcu-lables. bre quien, de un modo maravilloso y misterioso, esrá do¿d;para ha-
Cón <¡tras palabras, cada nuevo comienzo lAnfongl es por naturaleza cer milagros. Este don es lo que en el habla habitual llamamos la
,rlt un milagrá y experimentado desde el punto de vista acción ldas Handelnl. A la acción le es peculiar ponff en marcha pro-
-contemplado
,ll
fi
TNTRoDUCcIóN ,t re Por,frrce rr
62
I ARENDT

t's lrr
A.
lilrt'ti S imilar al de ios Procesos rlatu- - FRAGMENToSB
§í
,,,",,,o, /cornienro, emPezar algo nuevo,
l'
sí mis-
.1,.c?§- S ,Lnamente, comé¡zar Por
Ertad Yace en este Poder-comen-
de que todo b) Capítulo l: El sentid'o de la políticae ¡J
¿ ertriÉa enelfactum
ui.rr. ,l mundo -que Ya estaba
nuevo comienzo' LapreguntaporelSentidodelapolíticayladesco.nfian.zafrente
t¿
mismo un políti-
,ór, Áuy antiguas, tanto como la tradición de la filosofía
,
u
idéntica a comienzo o' hablando
§ "[u a Parménides y se originan {
ca. se remohiur, , ñlutór, y quizás incluso
taneidad nos resulta muY extraña por los filósofos en la polis,
de nuestra tradición de pensamien-
;;..p*i.n.ias sumament. i.ul.r üvidas
¡d
l)()rcpre cs u,. - -
humana que ha
:ntificar libertad con libre albedrío
y .rro o, en la forma de organización de la convivencia
to conceptual y sus categorro- - determinado tan eiemplir y modélicamente 1o
que todavía hoy en-
;;#;;;;úu.. ¡¡'á'á r' riu'"'¿ de elección enffe dos alterna-
palabras f,
entre el bien v el mal- y no sim- ;;¿;;, por po[íicu^que incluso de ahí proceden nuestras
tivas va dadas
-dicht;;;;;te:
querer que esto o ao'',.11o sean así o asá. Esta para designarlo en todas las lenguas europeas' al
;ifi#U rru..ü¿^i. *otiuo'' en los que aquí no Tan*tig,u,comolap,.guot"porelsentidodelapolíticasonlas
tiene naturalmente sus buenos
tradición respuestas qle justifican la política, y casi todas
las detenninaciones o
fortalecida po-r 1a convic- I
oodemos entrar, y fue extraordinariamente áLii"iao""t de io político que hallamos en nuestra tradición son, por su
i.ri.lr-Á,ieüedad, de q-u91a libertad no sólo no
:,?,::'#:',üil sino que' al contrario' únicamen-
auréntico .orrt.niáo, justificaciones. Hablando en general,
todas estas f
reside en la acción y t" to polítilo' justifiCaciones y definiciones vienen a designar la políticacomo un me-
;.H;#ffi.i iá*Ur. ienuncia a acruar, se retrae sobre. sí mismo áo poru un fin *ás elevado, fin último, por cierto, cuya determinación {
retirándosed.lmu'doyt'itulopolítico'Frenteaestatradicióncon-
sólo la experienciu,'"'de'tipo pri-
i,rri¿o muy diversa a través de los siglos. Aun así, toda esta dive¡sidad
d;il;i.g".i¿ ';É;";; "o frente a ella también se alza sobre se puede résu*i, en unos pocos témrinos fundamentales
y este hecho T
. idr."., át "it r"-bre' an- huÉh po. sí solo de la elemental sencillez de las cosas que aquí tratamos'
"rá" compl.iam.nte olvidado de ias lenguas f
todo el restimonio
""n.u Lá po[tica, se dice, es una necesidad ineludible payala vida hu-
.l signihcacomenzar y dominar' es de-
tiguas, en que s.riei'"
"'l"in *uru, ánto individual como social' Puesto que el hombre no es a,-
;i,ilIilil v tr"r*iiá'o'¿:n oo'io
algo en marcha' es decir' desen-
tárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado
de !
*of;;,Hl1"r:ltlrn.rr.milagros cualla convivencia sería imposible.
es un rasso det catlejón sin satida
de ninsuna manera esta espe-
ésta debe concernir u iodos, sin 1o
Mirion y fin de la política es asegurar.la vida en e1 senti'do más amplio.
a
a que ha ido a parar nuestro mundo'
ranza nos saca del ál;il;;ú;i*.orígirurio."si.l
senrido de la polí-
ningún otro- donde
E's"i1^q,i.nhaceposiblealindividuoperseguirenpazy.tranquili-
dad sus fines no importunándole --es completamente mdlterente
en a
dca es la libertad, es en este espacio to en q"á .rf"r^ de la vida se sitúen dichos fines: puede tratarse, en el
tenemos el der"cho u-"tptt^t "'if'g'o''
No porqu: -y
creamos en ellos
;á;;G"", de posibilitar que unos pocos se ocupen de la filosofía
sen-
a
en la medida en que pueden actua.l'
son ca-
th";;;ñJo, ho*btti t i*o':Yi"l]:l^d:ll::::t:: o,., .l ,"."ti¿o Áod.rno, dá asegurur a muchos el sustento y un.mí- tr
paces de llevar a J;i; i'";robable
plegunta 'le si la poiiüca tle- il;;J.r;á;á. ouao'q"", .J*o Madison observó "na "e'" e"
cabo continuamente, lo sepan o no._La L
toduuiu ulg,1., ,.nti¡o, áuo cuando
aiabe en la fe en milagros -y
n.
9.* Corrección de: Ptesentacióa: ¿Tiene Ia política todavía aigún sentido?
¿dóndedeberíaacabar,sino?-'nosconducéinevitablementede 5. Thefederatisrn.)1 (Madiso¡): nButwhatisgovemmentitself butthegreatest Y
i,r.uo a la pregunta por el sentido de la política' o[ all reflections on human nature? If men were a.,gels, no government
§/ould be ne-

I
r
66 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN e r¿ porfrrce u 61

cesos cuyo automatismo Parece muy similar al de ios procesos riatu-


rales, y lá es pecüar sentar un riuevo comienzo, empezar algo nuevo, FnacrnmNro JB
to.rrri la iniciativa o, hablando kantianamente, coménzar por sí mis-
mo una cadena. El milagro de 1a libertad yace en este poder-comen-
zar lAnfangen-Kónnen) que a su vez estriba en el factum de que todo b) Capítulo I: El serutido de k políticae' rd
hombre en cuanto por nacimiento viene al mundo ya esmba
-que
antes y continuará después
-
es é1 mismo un nuevo comienzo. La pregunta por el sentido de la política y la desconfianza frente Id
Esta idea de que la litertad es idéntica a comienzo o, hablando a ella son muy antiguas, tanto como la tradición de la filosofía políti-
otra vez kantianamentel a espontaneidad nos resulta muy extraña ca. Se remohtan a Platón y quizás incluso a Parménides y se originan
porque es un rasgo característico de nuestra tradición de pensamien- en experiencias sumamente reales üvidas por los filósofos en la polis,
io .oo..ptral y sus categodas identificar libertad con libre albedrío y esto es, en la forma de organización de la convivencia humana que ha td
entendei por libre albedrío la libertad de elección entre dos alterna' dete_rminado tan ejempl¿r y modélicamente lo que todavía hoy en-
tivas ya dadas
-dicho
toscamente: entre el bien y el mal- y no sim-
plemente la ]ibertad de querer que esto o aquelio sean así o asá. Esta
tendemos por política que incluso de ahí proceden nuestras palábras
para designarlo en todas las lenguas europeas.
tr
iradición tiene naruralmente sus buenos motivos, en los que aquí no Tan antiguas como la pregunta por el sentido de la política son las úr
podemos entrar, y fue extraordinariamente fomalecida por la convic- respuestas que justifican la.política, y casi todas las determinaciones o
ción, extendida ya desde la Antigüedad, de qüe la libertad no sólo no
reside en la acción y en lo político, sino que, al contrario, únicamen-
definiciones de lo político que hallamos en nuesrra tradición son, por su
auténtico contenido, justificaciones. Hablando en general, todas estas
Y
te es posible si el hombre ¡enuncia a act:Jar, se retrae sob¡e sí mismo justificacíones y definiciones vienen a designar la política como un me- ¡l
retirándose del mundo y evita 1o polírico. Frente a esta tradición con-
ceptual y categorial se levanta no sólo la experiencia, sea de tipo pri-
dio para un fin más elevado, fin último, por cierto, cuya determinación
ha sido muy diversa a través de los siglos. Aun así, roda esta dive¡sidad
ir
vado o público, de todo hombre, frente a ella también se alza sobre
todo el testimonio nunca completamente olvidado de 1as lenguas an-
se puede resumir en unos pocos témrinos fundamentales y este hecho
habla por sí solo de la elemental sencillez de las cosas que aquí tratamos.
lr
tiguas, en que el gríego arcbein significa comenzar y dominar, es de-
cir, ser libre, y ei latino agere poner algo en marcha, es decir, desen-
La política, se dice, es una necesidad ineludible paralavida hu-
mana, tanto individual como social. Puesto que el hombre no es au-
rd
cadenar un proceso.
Por lo tanto, si esperar milagros es un rasgo de1 callejón sin salida
tárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado de
ésta debe concernir a todos, sin 1o cual la convivencia sería imposible.
id
a que ha ido a parar nuestro mundo, de ninguna manera esta espe-
ranza nos saca del ámbito político originario. Si el sentido de la po1í-
Misign y fin de la política es asegurar la vida en el sentido más amplio.
Es ella quien hace posible al individuo perseguir en paz y trunqrili-
H
tica es la libertad, ., .n ..i. espacio
-y
no en ningún otrq- donde dad sus fines no importunándole completamertá i.rdif...nre en
-esfines: puede trararce, en el sen-
aa
tenemos el de¡echo a esperar milagros. No porque creamos en ellos qué esfera de la vida se sitúen dichos
sino porque los hombres, en la medida en que pueden actuar, son ca- tido antiguo, de posibfitar que unos pocos se ocupen de la filosofía YÁ
paces de llevar a cabo lo improbable e imprevisible y de llevarlo a
!'l
l
o, en el sentido moderno, de asegurar a muchos el sustento y un mí-
cabo continuamente, lo sepan o no. La pregunta de si la política tie- nimo de feücidad. Dado que, como Madison observó una vez,, cn
ne todavía aigún sentido) aun cuando acabe en la fe en milagros
-y ¿
¿dónde debería acabar, si no?-, nos conducé inevitablemente de 9." Corrección de: PresenÍacióa: ¿Tiene la política todavía algún scntirkri,
nuevo a la pregunta por el sentido de la política. 5, Tbefederalisrn.51 (Madison):<Eutwhatisgovemmentítself lrrrr rlrc grrrrcrt
l

I
of ali ¡eflections on human nature? If men were angels, no govcnrr¡rc¡rr w,,ut,l l,c r,r
;
il
68 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN a re polÍr¡c¡. u
il 69

e$tá convivencia se tfafa dehombres y no de ángeles, el cuidado de la


,t existencia sólo puede tenef.lugff mediante un estado que posea el
gún los griegos sólo la hubo en Grecia
tiempo ¡elativamente corto.
e incluso aIlí por un espacio de

)t r'onopolio de la violencia y evite 1a guerra de todos contra todos.


A .strs respuestas les es común tener por obvio que allí dondelos
Lo que distinguía la convivencia humana en la polis de otras for-
mas de convivencia humana que los griegos conocían muy bien era la

.t hombres conviven, en un sentido histó¡ico-civi-lizatorio, hay y ha ha-


bido siempre política. Para abonar tal obviedad se acostumbra a ape-
libertad. Pero esto no significa que lo político o la política se enren-
díera como un medio para posibilitar la libertad humana, una vida li-
at lar aladefinición aristotélica del homb¡e como un ser vivo político y
esta apelación no es irrelevante porque la polis ha determinado deci-
bre. Ser libre y vivir en una polis eran en cierto sentido uno y lo mis_
mo. Pero sólo en cierto sentido; pues para poder vivir en una polis, el
rili sivamente tanto la concepción eulopea de lo que es verdaderamente homb¡e ya debía ser lib¡e en otro aspecto: como esclavo, rro podíu .r-
l. política y su sentido como la forma lingüística de referirse a el1o. tar sometido a la coacción de ningún otro ni, como laborante, a la ne-
4t I,or eso tampoco es irrelevante que 1a apelación a Aristóteles se base cesidad de ganarse ei pan diario. Para ser libre, e1 homb¡e debía ser
.r. 1,n .ruleritendido igualmente muy antiguo aunque ya postclásico' liberado o liberarse él mismo y esre esrar libre de las obligaciones ne-
{ Aristóteles, para el que 1a palabra politikon era un adjetivo parala cesarias para vivir era el sentido propio del griego srhile o del ro-
organizaciói de la polis y no una caracterización arbitraria de la con-. mano otium, el ocio, como decimos hoy. Esta liberación, a diferen-
r'il viuencia humana, qo se refería de ninguna manera a que todos los cia de la libertad, era un fin que podía y debía conseguirse a través
lrombres fue¡an políticos o a que en cualquier pafie donde vivie- de determiñados medios.'El decisivo e¡a el esclavismo, la violencia
t sen hombres hubiera poJÍtica, o sea, polis' De su definición quedaban ex- con que se obligaba a que otros asumieran la penuria de Ia vida dia-
cluidos no solamente los esclavos sino también los bárbaros de reinos ria. A di-ferencia de toda forma de explotación capitalista, que persi-
4l ¿rsiáticos regidos despóticamente, bárbaros de cuya humanidad no gue primeramente fines económicos y sirve al enriquecimiento, Ios
cluclaba en absoluto. A lo que se refería era simplemente a que es una Antiguos explotaban a los esclavos para liberar completamenre a los
,i{t y que ia or-
¡rarticularidad del hombre que pueda vivir en una polis señores de la iabor lArbeitl, de manera que éstos pudíeran entregar-
la forma humana de convi-
il l4rrnizacíón de ésta representa suprema
vcncia y es, por lo tanto, humana en un sentido específico, igualmen-
se a la libertad de lo político. Esta libe¡ación se conseguía po.
-üio
de Ia coacción y la violencia, y se basaba en la dominación absoluta

rt te alejado de lo divino, que puede manténerse por sí solo en plena


libertad y autonomía, y de 1o animal, en que la convivencia
-si
se
que cada amo ejercía cn su casa. Pero esta dominación no era ella
misma política, aun cuando representaba una condición indispensa-
da- es una forma de vida marcada por la necesidad. La política, por ble para todo lo político. si se quiere entender lo político en el senti-
{llt Aristóteles como en muchos
1o tanto, en el sentido de Aristóteles do de la categoría.medios-fines, entonces ello era, tanto en el sentido
-y
t otros puntos de sus escritos políticos no reproduce aquí tanto su pro-
pio parecer como la opinión compaffida, si bien mayoritariamente no
griego como en el de Aristóteles, ante todo un fin y ño un medio. y el
fin no era la libe¡tad tal como se hacía realidad en la polis, sino la li-
r{ artiiulada, por todos los griegos de Ia época-, no es en absoluto una beración prepoiítica paralalibertad en la poiis. En ésta, el sentido de
obviedad ni se encuentra dondequiera que los hombres convivan. Se- 1o político, pero no su fin, era que los hombres trataran ent¡e ellos en
it Iibertad, más aJláde Ia violenci a,la coacciln y el dominio, iguales con
iguales, qué mandaran y obedecieran sólo en momentos necesarios
d cessary. If angds were to govern men, neithe¡ exte¡nal nor internal controls on go-
verr¡ment would be necessary. In framing a government which is to be administrated -en
la guerra- y, si no, que regularan todos sus asuntos hablando y
persuadiéndose entre sí.
u by men over men, the great difficulty ües in this: you must fi¡st enable the government
to control the governed; and in the next place oblige it to cont¡ol itselfrr. Citado según:
Lo político en este sentido griego se centra, por lo tanto, en la li-
bertad, comprendida negarivamenre como ,o ,.i dominado y no do-
t A-lexander Hamilton y otros, Tbe federalist Papers, con una presentación de Clinton
Rossiter, Nueva York, A Mentor Book (ME2r4L), L961, pág.)22. minar, y positivamente como un espacio sólo establecible por mu-
J
,
70 TEXTOS DE HANNAH ARENDT
TNTRoDUCCTóN e r¡ polÍrrce rr 7t
I
cesario o indispensable que constituía más bien un impedimento. Los
chob, en que cada cual se mueva entre iguales. Sin tales otros, que son
griegos sabían por propia experiencia que un tirano razonable (io
mis igualás, no hay libertad. Por eso quien domina sobre los demás y
que.nosotros llamamos un déspota ilustrado) era una gran ventaja
.r, p,I.., por priniipio distinto de ellos, puede que sea más feliz y dig-
para la prosperidad de la ciudad y el florecimiento de las artes ranto
no ie envidia que aquellos a los que domina pero no más libre. Tam-
mate¡iales como intelectuaies. Sólo que así se acababa con la libertad.
bién é1 ," *.r.V. e1¡un espacio en que no hay libertad en absoluto.
para nosotros esto es difícil de comprender porque con el de igual- Se expulsaba a los ciudadanos a sus hogares y el espacio en que sc
daba el trato libre entre iguales,la agora, quedaba desierto. La lil¡cr-
dad unimos el concepto de justicia y no ei de libertad, malentendien-
tad ya no tenía espacio y esto significa que ya no había libertad polí-
do así, en nuestro senqdo de igualdad ante la ley, Ia expresión griega
tica.
para una constitución libre, la isonomia.Peto isononzz no signifi- .Aquí todaviano podemos referi¡nos a lo que verdaderamente ha
ia que todos sean iguales ante la ley ni tampoco que la ley sea la mis-
-u pai" todos sino simplemente que todos tienen el mismo derecho significado esta pérdida de lo político, que en el sentido de la Edad I'{
actividaá eraen la polis preferentemente Antigua coincide con la pérdida de la libertad. Aquí se trata sólo de
y
a lá áctividad política esta
por 1o tanto libertad que una breve retrospeciirra sobre aquello que en origen se vinculaba
la de hablar lás ..nos ion los otros. Isonomia es
al concepto de 1o político nos proteja del prejuicio moderno de que la "¿
de palabra y como tallo mismo qué ise.goria; más tarde Polibio las
política,es una necesidad ineludible y de que la ha habido siempre y VI
laÁará , uibar simplemente isologia.c Hablar en 1a forma de or-
por doquier. Precisamente necesario en el sentido de una exi-
denar, y escuchar en la formu de obedecer no tenían el valor de los -sea ü¿
gencia ineludible de la naturaleza humana como el hambre o el amor,
verdadiros hablar y escuchar; no eran libertad de palabra porque
esuban vinculados a un proceso determinadO no por el hablar sino
sea en el sentido de una organización indispensable de la convivencia
hurnana- 1o político no lo es, puesto que sólo empieza donde acaba
i;l
por el hacer ltun) o el laborar. Las palabras en este s'entido eran sólo
el reino de las necesidades materiales y la violencia física. Tan poco á
i1 sustituto de un hacer que presuponía Ia coacción y el ser coaccio-
ha existido siempre y por doquier lo poiítico como tal que, desde un
nado. cuando 1os griegos decían que los esclavos y los bárbaros eran
aneu logou, qr. t ó poieían la palabra, se referían a que.se hallaban
punto de vista histórico, solamente unas pocas grandes épocas 1o han á
en una iit,ruáiO' en que el habla libre era imposible. En la misma si-
conocido y hecho realidad. Sin embargo estos pocos grandes casos
tuación se halla el déspota, que sólo sabe ordenaf; para poder hablar
afortunados de la historia son decisivos; únicamente en ellos se pone tr{
de manifiesto el sentido de la política, tanto en lo que ésta tiene de
necesita de otros de igual condición. Por consiguiente, para la liber-
tad no es necesaria una democracia igualitaria en el sentido moderno
salvación como de desgracía. Por este motivo son modélicos, no por- Á
que puedan copiarse sino porque ciertas ideas y conceptos que du-
sino una esfera restringida, delimitada oligárquica o aristocrática-
mente, en que al menos unos pocos o los mejores tfaten los unos con
rante un breve periodo fueron piena realidad son determinantes tam- tr{
bién para las épocas a las que una plena experiencia de 1o político les
los otros cómo iguales entre iguales, Naturalmente esta igualdad no
tiene 1o más mínimo que ver con la justicia.
es negada. á
Lo decisivo de esta libertad política es su vínculo a un espacio' La más importante de estas ideas, que también para nosotros per-
ho- tenece todavía irrecusablemente al concepto de política en general, y ,A
Quien abandona su polis o es destefrado pierde no solamente su
que por eso ha sobrevivido a todos los virajes de la historia y a todas
gu, o ,, patria sino iambién elúnico espacio en que podía serlibre; hr
las transformaciones teóricas, es sin duda la idea de la libertad. Que
iierd. la compañía de los que eran susiguales. Pero para su vida y el
iuidado de su exiEtencia este espacio de la libe¡ta{ era tan poco ne-
política y libertad van unidas y que 1a tiranía es la peor de todas las
formas de estado, la más propiamente antipolítica, recorre como un
H
6. Véase Victor Ehrenberg, Art. «Isonomia >>, en P.au ly s Re al-En c1 clop ri di e der
1.195 0), págs. 29) sigs.
c las -
hilo rojo el pensamiento y la acción de la humanidad europea hasta la
época más reciente. Sólo los estados totalitarios y sus correspondien-
il
s i s cb e x Al t ertum s u i s s e n s cb aft ea, vol. Supl. 7

yl
s
il TEXTOS DE HANNAÉI ARENDT INTRoDUccTóN e ra porÍr¡ca tr 73
72
{
tes ideoiogías no el mafxismo, que proclamaba el reino de la Que la idea de que la política tiene inevitablemente algo que ver
A libertad
-pero
y entendía la dictadura del proletariado en el sentido roma- con la libertad, idea nacida por vez primera en la polís griega, se haya
,ro, .o,,ó una institución pasajera de la revolución- han osado cor- podido mantener a través de los siglos es tanto más notable y conso-
d tar este hi1o, de manera que lo propiamente nuevo y espantoso de
libertad
lador si tenemos en cuenta que en el transcurso de tal espacio de
ellos no es la negación de la libertad o la áfirmación de que la tiempo apenas hay un concepto del pensamiento y de la experiencia
t no esbuena ni necesaria para el hombre; es más bien la convicción de occidentales que se haya transformado, y también enriquecido, más.
qu,: la liberrad del hombre debe ser sacrificada a1 desa¡rollo histó¡ico Ser libre significaba originariamente poder ir donde se quisiera, pero
f, .,.ryo pro."ro puede ser obstacuiizado por el hombre, únicamente si este significado tenía un contenido mayor que 1o que hoy entende-
ósi" a.túa y se mueve en libertad. Esta concepción es común a todos mos por libertad de movimiento, No solamente se refe¡ia a que no se
f, i,,r,rruri*i"ntos políti'cos específicamente ideológicos. Desde una estaba sometido a la coacción de ningún hombre sino también a
que uno podía alejarse del hogar y de su <rfamiü»> (concepto romano que
4 l)cr.ril)cctiva teórica lo decisivo es que la libertad no se localice ni en el
i,,,,rilrr" que actúa y se mueve libremente ni en el espacio que surge Mommsen tradujo sin más por servitud).7 Esta libertad la tenía úni-

I c¡trc los hombr.r, sino que se transfiera a un proceso que se realiza a


cs¡raldas del hombre que actúa, y que opere ocultamente, más allá del
camente el señor de la casa y no consistía en que él dominara sobre
los ¡estantes miembros de ésta, sino en que gracias a este dominio po-
visible de los asuntos públicos. El modelo de este concepto de día deiar su hogar, su familia err el sentido antiguo. Es evidente que
{ "riracio
iiÉertad es el de un río que fluye libremenre, y para el que cualquier esta libertad conllevaba el elemento del riesgo, del atrevimienro; que-

fl inrerposición representa una arbitrariedad que frena su fluir- La iden-


tificación modeina de la antiquísima contraposición entre libertad y
daba a la voluntad del hombre libre abandonar el hogar, que era no
sólo el lugar en que los hombres estaban dominados por la necesidad
f, ¡c'ccsiclacl y la antítesis entre libeftad y arbitrariedad que ha apareci- y la coacción, sino también, y en estrecha conexión con e1lo, el lugar
donde la vida era garantizada, donde todo estaba listo para rendir sa-
.k, c'rr srr trrgar ticncn su secreta justificación en este modelo. En todos
f, (':;r()s ('irs()s *l .,rrr."pto modemo de historia ha reemplazado al de po- tisfacción a las necesidades vitales. Por 1o tanto sólo era libre quien
estaba dispuesto a arriesgar la vida; no lo era y tenia un alma esclava
Irrir ¡ vill,:rrtc <lcsclc sicmpre; los acontecimientos políticos y la acción
fl ¡,t ,lit it rr st. rlisrrclvcn
en el devenir histórico y la historia se entiende en quien se af.enaba alavida con un amor demasiado grande
para el que Ia lengua griega tenía una palabra específica.8 -un
vicio
:;,'rrti.l,, litcl'rrl colno Lln río. La diferencia entre este ampliamente di-
t lr rrr,lit lo ¡rr.nsirrrric:ttto ideológico y los estados totalitarios es que estos Esta convicción de que sóio puede ser libre quien esté dispuesto
a arriesgar su vida jamás ha desaparecido del todo de nuestra
t rilrirrurs li,rn .lcscubierto los medios políticos para sumergir al homb¡e
..¡ lrr c.¡rricrrtc dc la historia, de modo que quedala atrapado tan ex- conciencia; y lo mismo hay que decir del vínculo de lo político con el
c|,rsiv¿tmentc por la ,<libertaó> de ésta, que ya no pudiera frenar su peligro y el atrevimiento en general. Lavalentía es la primera de to-
fl <<libro> fluir sino, al contrario, convertirse él mismo en un momento das las virtudes polÍticas y todavíahoy forma parte de las pocas virru-

t de su aceleración. Los medios por los que esto sucede son la coacción
deJ rerror, recibida del exterior, y la coacción, ejercida desde el inte- 7. Theodor Mommsen, Rómiscbe Geschichte,.3 vols.,5" ed., Berlín, \X/eidman,
rrf rior, del pensamiento ideológico, esto es, de un pensamiento que en 1868-1870, vot. t, pág. 62.
cieria mádida también intemamente sigue la corriente en el sentido 8. La palabra es pbilopsychia. Véase Jacob Burckhardt, Gnecbísche Kalturge*
t del río de la historia. Sin duda, este desarrollo del totalitarismo es
realmente el paso decisivo en el camino de la supresió¡ de la libertad,
chichte, ed. completá, 4 vols., Múnich: dtv (6075-6078), L977,vol.2,pág.391: <<...amor
alawda (philopsycbia) es pues un reproche contra el que el griego a sí mismo y el trági-
co a sus personajes heroícos acostumb¡an a defender. ... generaimente el amor a la vida
,til lo que no niega que desde un punto de vista teórico el concepto de li- es at¡ibuido a los sírvientes y esclavos como un rasgo denigrante que los diferencia de
bertad huy, áesaparecido allí donde el concepro de la historia ha los libres». Esta cita se halla en una notita conservada en el Iegado A¡endr en !ü'as-
ñ reemplazado en el pensamiento moderno al de la política' hington.

al
.l
¡
74 TExros DE HANNAH ARENDT ¡r
rNTRoDUccróN e ra porÍrrca ¡r
des ca¡dinales de Ia política, yaque
mundo púbüco común a toáos
únicamente podemos acceder al
est¡echo vínculo de ro porítico con Io homé¡ico. y
15
v
que es el espacio propia_ no sóro porque Ho-
.mente político, si nos alejamos de "ororit1,
nuestra existencia piirrjr'v
mero fuera el educador de esta poris sino ,^*ure"
p*qíl'segun lr|
pertenencia alafamiliaa ia que d.l, comprensión que de sí mismos tenían ra
nuestra ,id, .rü *iJr:;'";á, lo, gri"gor y lí b
dos, el espacio que penetraÉ* lo,
q* "r"-
r. rtr.uírn a cruzatel dintel la polis esraban "r]r"i".iA,
intimrm.r,i.'ffir'l;;"r.'ü,
de su. casa dejó de ser ya en rrn tiemio 9*::: _d,e
rlencras ya presentes
."0._
grandes empresas y aventuras,
muy temprano un ámbito de
de las que. aiguien sólo podía esperar
'/
en é-1. Así, el concepro ..rrtrur a. u
dominada por ningún tirano, lo, .orá.pt o, iiur.,".
d, ;roroál)".'rr"gorin
p.u, L
salir victorioso si se aliaba.o" se remirían sin dificurtad a. ros tiempor'rr".n¿ri.ár"'fñíui-ürro*0,
el mundo que se abre a los valientes,
o*or igü*i er. Áá.riar:;; ü., .,
ti, ur.rr,rreros y los emprende_ Ioc' cir')t0 ya que, de hecho, ra gru.rdiás, experiencia
de Ias potenciali-
!
dores surge ciertamente una especie
davía político en sentido propio.
á. ..pr.io público,
eril."ri*."te
éste no es to-
esre ámbito en que
dades de una vida-entre iguarls ya se encontraba
las epopeyas homé¡icas; y, to q* quizá
modéli.u*.rr,. .r,
es *á, *p;;;;;.1 nn.i_
lr
irrumpen los emprendedór.r^r,rrg.;**.
uno de ellos puede ver y oír y udriirr.
esrán entre iguales y cada
tu, g.rru, de todo-el *rrá, g.r-
miento de la polis podía entená..r. .o*o
periencias, bien negativamente
una respuesta a estas ex-
--en er sentido .;á;p;.t.r.s en su
lr
tas con cuyas leyendas el poeta y discurso funerario-se refie¡e a Homero:
el narrad"o¡ ¿" frir,".i^
,"i.i; a* laporis d.br, il;;;re para ¿
pués asegurarles la gloria para asegurar ala grandeza de los hechos y paub.ur
ú port.riárá. ¿;;;;;J";;; ¿ 0". h;;;;;;;;o".,.,,,,_
sucede en la privacidad y en r, famila,."
pias cuatro paredes, aquí todo
a *.9"sr*iJil}l i^ oro- nencia más fiablel, que la.memoril .i"l
tuaba en el poema-,,, bien "l
po.,, .o*;;;;';;",:;;:.
_en el sentido en (prc
fl
,pr...á ,qrr.ttui* q* ¡"t^*.rr.
puede generar la publicidad, .s "
á..ir, i^ pr...n.i, de los demás. pero
esta luz, que es ,a co¡dición previa
á. ,ááo aparecer efectivo, es en-
.positivamente
Platón decía (en la Carta XI)ü qr. tu poU,
fluencia de grandes acontecimientos o.urrido,
había nacido de la con-
.r, t"fr.rir-oá o,ro,
u
gañosa mientras es sóro púbrica
y rro políti., Ér .rpr.iá-p,ifuJo"i.
aventura y 7a gran empresa d.rápur*. ru
gestas, es decir, de actividades políticas
grandeza' En ambos casos es como
en sí mismaü J. ,, p..rfa. \r
t* prorrto todo^ha acabado, si er campamento militar homéri-
el campamenro se levanta y los *h¿ro.,,rjil;r;;;;;; ,.,
co no se levantara, sino que,. r"ri¿rru
parúa, se fundara la porii y se
dJ;;;;;;, .iL*..r. ,1"
!
otros que los homb¡es ]ibrás_ regresan
, .rrr. Ert" .rjr.io p-,iiti.o encontrara con .ilo ro"ffio-dond"
sólo llega a ser políticq cuando
," ;;bL;.
en una ciudad, cuando se
aquél pudiera permanecei prolongadamente. y
por mucho que en !
Iiga a un sido concreto que sobreviva esta permanen cia orolon gada h3y
,rrrio u las gestas memorables apodido transformarr., .i ."" r*i-
como a los nombres de sus autores,
y lo, t.rnr_ ita alaposte¡idad en
do der espacio d. ü porriig;. iñ;;
homérico, que re da origen.
J
Ia sucesión de las generaciones. prá.irárJ, q"..fr.*""" Es por lo tanto natrrral qr. ,liorr,
manente los morules y a sus actos y palabras
a
fugaces, es la polis, po-
ü;;.r_ Iítico, lo que se entendía p", fiU."rá
en este espacio propiamcntc
,. j"rrriur"; el senticlo <lc l;r r.rr
1xr_ Y
Iíticamente distinta de otos^asentamientos, presa y la aventura se debfutó
también t:li3
una palab,:a)r."
(para los que los griegos
d;;ü-.ltu
,. consrruye en romo al
ras había sido en cierra maneru
más y más y ,qr.llo qr"
",, "r,,o
.r u...rorio ir,dirp.nrrl;r.,-
,,r,.,,,,,
i;;';.;,;',s r,, r r,.
J
espacio público, la plaza del me¡cado,
iguales pueden siempre encontrarse.
dorá. ." ,d.i;;,r; fi;;., l* é
" 10. Ehrenberg, ob. cit.
.luy comprender nuesrro concepto porítico
originalmenre aparece en Ia polis gri.gu'o
de libertad tal como f0.*^En el original: fidedigno. G
v
11' según Tucídides, II, 41; véase Hannah
d. ñ;;;;;*ir".rr. Arendt, vita a¡rirtt t¡ret,r,rrt
Leben,nuevaedición 19g1,Múnich-iü."fr,nr..'f'Sp
217),leut,¡rú¡¡ t,rorlg^ttrett
también infra, pág. ll5 y nota Vr,n.
37.
9. P¡obablemente se alude p.alabra asty, para la que el H.G. Liddle
a_l a
A Greek Enslith Lexicon. oxford, ilur.naon'í.¿i..
nificado: ..in the materij sense, opposite
& R. Scott,
is?a, pág.2$)da el siguiente sig-
12. Véase «Die unter platons Namen
y Friedrich Mülier, en: pratón,
übe¡liefe¡ten Ilr.icli», rr¡,1 ,lr I llerr,rrylul¡
s¿*rtrrliwrril,."n 1,, ,r,,,1, rle lir rrrl¡1, lr h, l¡16¡u¡,,,.
cher con la nume¡ación ¿. S*pLrr"r, j
F
polis>>.
1957.1958,vo1. 1, págs. za¡ _tli,,
,.fr.,"ifr"rfrtrr¡¡,r, l(orv,lrlr (l(¡l l, 14, //1,
pag. itl (= ¿;;i t, r ),)lr)| ¡ ¡,¡, |,,,01 ¡
F
YI
*I
f
t 76 TEXTOS DE HANNAH ARENDT INTRoDUCCIóN a ra rorÍrrca r¡ 77
{
presencia de los otros, el trato con iguales en la publicidad de la ágora, que cualquiera es capaz de comenzar por sí mismo una nueva serie.
il la, como clice Heródoto, isegoría, pasara a ser el auténtico contenido Que la libertad de acción signifique lo mismo que sentar un comien-
del ser-libre. Simultáneamente,la actividad más importante para el ser- zo y empezar a1go, nada 1o ilustra mejor en el ámbito político griego
t libre se desplazó del actuar al hablar, del acto libre a la palabra libre. que el hecho de que la palabra archeiry se refiera tanto a comenzar
Este desplazamiento es de gran importancia y se ha ido produ- como a dominar. Este doble significado pone de manifiesto que se
t ciendo en la tradición de nuestro concepto de libertad, en la cual la denominaba dirigente lFübrer) a quien comenzaba uigo y buscaba
-los compañeros para poder realizarTo; y este realizar y llevar a fin lo
t convicción de que actuar y hablar están escindidos y les correspon-
rlcn capacidades humanas completamente distintas es incluso más empezado era el significado originario de la palabra <<actuan>>, prat-
.I.'r:isiva que en la historia de Grecia misma, pues uno de los elemen- tein.Elmismo emparejamiento entre Ser-libre y empezar hallamos en
{ Ios rrriis riotables y estimulantes del pensamiento griego era precisa- 1a convicción romana de que la grandeza de sus antepasados culminó
rrt nr('¡rt() ,1uc desde el principio, esto es, desde Homero, no existía una en la fundación de Roma y de que la libertad de los romanos siempre
I:rl t'scisión fundamental entre hablar y actuar, y que el autor de gran- debe remontarse urbe condita- a esta fundación en que se
-ab
I tlt's ¡it'r;tas también debía ser orador de grandes palabras
n)(:ntc porque las grandes palabras fueran las que debían
-no
sola-
explicar las
sentó un comienzo. San Agustín fundamentó ontológicamente esta li-
bertad romana al afirmar que el hombre mismo es un comienzo, un ini-
t glandes gestas, que, si no, caerían, mudas, en el olvido sino
habla misma se concebía de antemano como una especie de acción.
porque el cio, ya que no existe desde siempre sino que viene al mundo al nacer,
A pesar de la filosofía política de Kant a pafiir de la experien-
-9ue,
,{t C<¡ntra los golpes del desdno, contra las malas pasadas de los dioses cia de la revolución francesa, se ha converddo en una filosofía de la li-
r:l honrbrc no podía defenderse pero sí enfrentárseles y replicarles ha- bertad porque se centra esencialmente en el concepto de espontanei-
t l,l,rrr,k,, y, aunquc csta réplica no vence al infortunio ni atrae a 1a for-
rrrn:r, ('s ulr succs() cc»tro tai; si las palabras son de igual condición que
dad- iólo ,ot hemos dado cuenta de1 extraordinario significado
político de esta libe¡tad reside en el poder-ssrns¡2¿¡- h6y,
ril 1,,:; srrt t'strs, si (conto sc dice al tinal de Antígona) «grandes palabras
-que
cuando los totalitarismos, lejos de contentarse con poner fin a la li-
r(':,1)()n(l('t¡ y r'('l)1lrln los grandes golpes de los elevados hombros>>, bertad de expresión, han querido también aniquilar fundamen-
rrt ( lrr{)n( ('ri l() ([r(: ilcontccc cs algo grande y digno de un recuerdo g1o- talmente la espontaneidad del hombre en todos los terrenos. Cosa
ri.:r.. (.)r¡r'lrllrlrrl scír.cn este sentido una especie de acción, que ia que por otra parte es inevitable si el proceso histórico-político se de-
t ¡rrr,¡,i;r nriuir l)rrc(lx llcgar a ser una hazaña si en pleno hundimiento fine de un modo determinista como algo en que todo es reconocible
r;t' lt' t'¡rf rr'¡¡t,ru palabras es la convicción fundamental en que porque está decidid o a priori, siguiendo sus propias leyes' Pues frente
nil -ésta
st: lrrs¿r la tragcclia gricga y su drama, aquelio de lo que trata. alaf\acióny cognoscibilidad del fururo es un hecho que el mundo se
Us prccisamente esta concepción del hablar, que sirve de base al renueva a diario mediante el nacimiento y que a través dela esponta-
d descubrimiento que la filosofía griega hizo del logos como poder en neidad del recién llegado se ve arrastrado a a1'go imprevisiblemente
sí mismo, la que pasa a segundo término en la experiencia de la polis nuevo. Únicamente cuando se le hurta su espontaneidad al neonato,
á y desaparece completamente de la tradición del pensamiento políti- su derecho a empezar algo nuevo, puede decidirse el cu¡so del mun-
co. La [bertad de expresar las opiniones, el derecho a escuchar las do de un modo determinista y predecirse. La übertad de expresión,
ñ que fue determinant eparalaorganización de la polis, se diferenciá de
opiniones de los demás y ser asimismo escuchado, que todavía cons-
ál tituye para nosotros una componente inalienable de la libertad polí- la libertad de sentar url nuevo comienzo, propia de la acción, en que
aquélla necesita en mucho mayor medida de la presencia de otros.
tica, desbancó muy pronto a una libertad que, sin ser contradictoria
ü con ésta, es completamente de otra índole, a saber, la que es propia Ciertamente tampoco la acción puede jamás tener lugar en el aisla-
de la acción y del hablar en tanto que acción. Esta libertad consiste en miento, ya que aquel que empieza algo sólo puede acabarlo cuando
A 1o que nosotros llamamos espontaneidad, que desde Kant se basa en consigue gue otros le ayuden. En este sentido toda acción es una acción

A
I
It
A
78 TExros DE HANNAH ARENDT INrnoouccróN A LA polÍrrca rr 79 ,l
in concert como Burke solía decir;u
(Platón,
imposible actuar sin amigos
<<es

Carta VII, 325d),14 es decir impo-


Algo bien distinto ocurre con 1a libertad de hablar los unos con
los otros, que en definitiva sólo es posible en el trato con los demás.
#
v camaradas de confianz»>
ribl. el sentido del giego prattein, reahzar, completar. Pero inclu- Su significado ha sido siempre múltiple y equívoco y ya en la Edad vr
"n Antigua encerraba aquella dudosa ambigüedad que tiene todavía
so éste es sólo un estadio de la acción misma, si bien e1políticamen-
te más importante, o sea, el que determina en última insta¡cia qué será
para nosotros. Sin embargo, lo decisivo entonces como hoy no es de H
de los asuntos humanos y cuálsu aspecto. A este estadio 1e precede el
comienzo, el archein,y la iniciativa que decide quién será el dirigente
ninguna mánera que cada cual pudiera decir lo que quiera, o que
cada hombre tenga el derecho inherente a expresarse tal como sea. f,
o arcbon, elprirnus inter pares, queda en manos del individuo y su
valor de qh una nueva empresa. Finalmente, bien pue-
Aquí de lo que se trata más bien es de darse cuenta de que nadie com-
prende adecuadamente por sí mismo y sin sus iguales lo que es obje- F
"rr"rrt.rrurt.
de alguien completamente solo, si los dioses le ayudan, teÑzar giandes
g"rtui, como Heracles, que únicamente necesitó a los hombres para
tivo en su plena realidad porque se le muestra y manifiesta siempre en
una perspectiva que se ajusta a su posición en el mundo y le es inhe-
lt
que conservaran su recuerdo. Po¡ mucho que sin ella toda Iibertad po-
lítica perdería su mejor y más profundo sentido, la libertad de la es-
rente. Só1o puede ver y experimenfar el mundo tal como éste es <<real-
mente>> al entenderlo como algo que es común a muchos, que yace
F
pontaneidad es todavía prepolítica; úriicamente depende de las fo¡mas
áe organización de la convivencia en la medida en que también ella, al
entre ellos, que los separa y los une, que se muestra distinto a cada
uno de ellos y que, por este motivo, únicamente es comprensible en
f
fin y al cabo, sóio puede darse en un mundo. Pero puesto que emana la medida en que muchos, hablando entre sí sobre é1, intercambian
sus perspectivas. Solamente en la libertad del conversar surge en su
Y
de los individuos, puede salvarse bajo circunstancias muy desfavora-
bles incluso del alcance de, por ejemplo, r:na tiranía; en 1a productivi- objetividad visible desde todos lados el mundo del que se habla. Vi
vir en un mundo real y hablar sobre é1 con otros son en el fondo lo
Y
dad del artista así como en general de todos los que producen cual-
quier cosa mundana aislados de los demás, se presenta también la mismo, y a los griegos la vida privada les parecía <<idiot»> porque le
f.ahabaesta diversidad del hablar sobre algo y, consiguientemente, la
V
espontaneidad y puede decirse que todo producir es imposible si no
procede primeramente de la capacidad de actuar en la vida. Pero mu- experiencia de cómo van verdaderamente las cosas en el mundo.
Ahora bien, esta libertad de movimiento, sea la de ejercer la li-.
F
chas actividades humanas pueden tener lugar lejos de la esfera política
y esta lejanía es incluso, como veremos más tarde,l' una condición bertad y comenzar algo nuevo e inaudito sea la libertad de hablar con ,a
muchos y así darse cuenta de que el mundo es la totalidad de estos
esencial para determinadas productividades humanas.
muchos, no era ni es de ninguna manera el fin de la política
-¿rqtrc-
7
Ilo que podría conseguirse por medios políticos; es más bien cl cott
11. Edmund Burke en sus <<Thoughts on üe Cause of the Present Discontents>>
(1770): «They [i.e. the \,Mhigs in the reign of Queen.dnne, comp.l believed that no man
tenido auténtico y el sentido de 1o político mismo. En estc sctrt itlo ¡ro 7
could act with effect who did not act in concert; that no man could act in concert, who
lítica y libertad son idénticas y donde no hay esta última tatnproco lrrty
did not act with confidence; that no men could act üth confidence, who were not bound _espacio propiamente político. Por otro lado los medios con
(ltrc sc /
together by coÍunon opinions, colnmon affections and common interest»>. Citado aquí
según el extracto de Edmund Burke, Oa Gouemnent, Politics and Sociery, seleccionado
funda este espacio político y se protege su existencia no son sictnpr:c
ni necesariamente medios políticos. Así, los griegos, por eiemplo, n<'r ?
y editado por B. V. Hill, Nueva York, Internat. Library, 1976, pá9s.75'L19, pág. lL3.
consideran a estos medios que conforman y mantienen el espacio po-
14. Véase «Die unter Platons Namen überlieferten Briefe», ob. cit., pág. )$
.

15. Se alude alaleianla de Ia esfera política propia de las actividades artesanales y lítico actividades políticas legítimas ni admiten que sean ningún tipo F
artísticas, pero también del pensamiento filosófico. Sobre todas.ellas habla }lannah de acción que pertenezca esencialmente a la polis. Pensaban que para
Arendt en sus manuscritos póstumos sólo marginalm ente (véaie ínfra pág. ll4 sigs.). Se- la fundación de una polis es necesario en primer lugar un acto legis-
;
gún unas notas manuscritas para la introducción (véase en el apéndice Documento I'),
posiblemente planeaba dar más detalles al respecto en un previsto, aunque no redac-
lativo, pero el legislador en cuestión no era ningún miembro de la po-
lis y lo que hacía no era de ningún modo <<poktico>>. Además, pensa-
I
tado, tercer capítulo: «La posición socrático>.
I
ll
f-
Ft TEXTOS DE HANNAH ARENDT
80 TNTRoDUCCTóN e r¿. porírrce u g1

ü ban que en el trato con otros estados 1a polis ya no debía comportar-


A se políticamente sino que podía utilizar la violencia
-
era porque
mediante la elaboración de una constitución dirigida a 1o individual,
constitución cuyas leyes correspondieran a las ideas, sólo accesibles a
t su subsistencia estuviera amenazadapor el poder de otras comunida-
des, fuera porque ella misma quisiese someter a otros. En otras pala-
los filósofos y finalmente incluso mediante 1a influencia que quiso
ejercer sobre un gobernante del que esperaba haría realidad dicha le-
bras, lo q,r. hoy llu*amos política exterior no era para los griegos po- gislación :un intento que casi le costó la vida y la libertad. A estos
-il lítica en sentido propio. Más tarde volveremos sobre e1lo.16 Aquí 1o intentos pertenece también la fundación de la academia, que, si bien
importante para nosotros es que entendamos la libertad misma como se enfrentó a la polis al auto-delimitarse frente al territorio propia-
-#l trlgo político y no como el fin supremo de los medios po1íticos y que mente político, también siguió precisamente el sentido de este espa-
comprendamos que coacción y violencia eran ciertamente medios
-it l).rra proteger o fundar o ampJiar el espacio político pero como tales
cio político específicamente greco-ateniense
en que el habia¡ ios unos con los otros fue -es
decir, en la medida
su contenido auténtico.
¡lo cran precisamente,políticos ellos mismos. Se trata de fenómenos Con ello surgió junto al territorio libre de 1o político un espacio nue-
(¡re pertenecen sólo marginalmente a lo polÍdco.
vo de 1a libertad máximamente real que ha llegado hasra nuesrros
{ Iiste espacio de 1o político, que como tal reoJizaba y garantizaba días como la libertad de las universidades y la libertad académica de
tanto la realidad hablada y testimoniada por muchos como la libertad, cátedra. Pero esta libermd, aunque formada a imagen y semejanza de
t dc todos, solamente puede cuestionarse
-en un sentido que yace
más allá de la esfera política- en el caso de que, como 1os fiiósofos
otra cuya experiencia había sido originariamente política, aunque
Platón todavía la entendiera seguramente como el posible núcleo o
t c:r la polis, se prefiera el trato con pocos al trato con muchos.y se ten-
ga la convicción de que el libre conversar sobre algo no engendra rea-
punto de partida de lo que en el futuro debía ser el estar juntos de

t liclacl sino cngaño, no verdad sino me¡tira


I)rrrnróniclcs parcce haber sido ei primero en ser de esta opinión,
muchos, trajo al mundo un nuevo concepto de libertad. A diferencia
de una libertad puramente filosófica y sólo válida para el individuo

t yir (luc rro sólo clifcrcnció a los muchos malos de los pocos mejores -tan
d,qada de 1o político que únicamenre el cuerpo del filósofo ha-
bitaba aúnla polis- esta libertad de los pocos es de naruraleza com-
ton¡r, lrizo I lcráclito y como correspondía en el fondo alespíritu ago- pletamente política. El espacio libre de la academia debía ser un sus-
ñ r¡rrl .'1.' lrr virl¿r ¡rolítica griega, en que todos debían esforza¡se cons- tituto plenamente válido dela plaza del mercado ,la ágoru, el espacio
t¡url('nr('ntc l)o¡' scr ql mejor. Parménides dife¡enció más bien un libre central de la polis. Los pocos, si querían seguir siéndolo, debían
ñ r iurrino tlt: lrr vcrclad, quc únicamente se abria d, individuo qua inü- exigir para su actividad, su habla¡ entre ellos, desligarse de las activi-
vi,lrro, «1., krs canrinos del engaño, en que se mueven todos aquellos dades de la polis y de la ágora, de la misma manera que 1os ciudada-
ñ (lu(', (:n cl nrocl<-, que sea, siempre van en compañía. Platón siguió a nos de Atenas estában desligados de todas las actividades dirigidas al
A Pan¡rénides hasta un cierto grado, ya que 1o políticamente significati-
vo en dicho sucesor es que, al funda¡ la academia, no insistió en el in-
mero ganarse el pan. Debían quedar liberados de la política en el sen-
tido griego exactamente como los ciudadanos debían quedar libera-
dividuo sino que hizo realidad una concepción fundamental de los
ñ pocos, que, otra vez, filosofaban hablando lib¡emente entre ellos.
dos de las necesidades de lavidapara dedicarse a la política. Y debían
abandonar el espacio de 1o propiamente político para poder entrar
art Platón, el padre de la filosofía política de occidente, intentó de en el espacio de lo <<académico>> como los ciudadanos debían aban-
maneras diversas oponerse a la poiis y a lo que en ella se entendía por donar ia esfera privada de su hogar para entregarse alaplazadel mer-
art übertad. Lo intentó mediante una teoría política en la que los crite- cado. Del mismo modo que la liberación de la labor y de la preocu-
rios políticos no se extraían de 1o político mismo sino de la filosoffa, pación por la vida eran presupuesto necesario paralalibe¡tad de lo
aqi político, la liberación de la política lo era parulalibertad de io acadé-
16. Véase más abajo en este fragmento pág.9L, además ei fragmento 3c, en el que mico.
Á se alude a la po.lÍtica exterior como una noción específicamente roma¡a, pág. 129 sigs. Es en este contexto que se dice por primera vez que la política es

á
á
I

I
I

82 TExros DE HANNA1T ARENDT . rNTnoouccróN e re porÍrrce rr gl


algo necesario, que 1o político en su conjunto es sólo un medio para la poiis y la política desde la academia y la filosofía, sino el alejamien- ¿
un fin más elevado, situado más allá de lo político mismo, que, consi- to de la polis, la apolitia,"' la indiferencia respecto a la polítiáa.
guientemente, debe justificarse en el sentido de tal fin. Sin embargo, Lo decisivo en esta relación no es tanto el conflicto entre la polis ¿
liama la atención que el paralelismo que establecíamos, segírn el cual y los filósofos, sobre el que volveremos después detalladamente,rT
parecerÍa que la libertad académica ocupara el iugar de la libertad como el simple hecho de que esta indiferencia mutua, en que por un F{
política y que polis y academia se relacionaran entre sí como hogar y
polis, ya no sea válido. Pues el hogar (y el cuidado de la vida que se
momento parecía haberse disuelto dicho conflicto, no pudo durar, ya
que era imposible que el espacio de los pocos y su libertad, aunque i
I
da en su esfera) no se justifica jamás como un medio para un fin, también era un ámbito público, no privado, pudiera desempeñar las
como si, dicho aristotélicamente, Ia mera vida fuera un medio parala mismas funciones que el político, el cual incluía a todos los aptos para
.,buena üd»>, sólo posible en la polis. Esto no es asÍ porqu. á.nro 1a libertad. Es evidente que siempre que los pocos se han separado de
del ámbito de la mera vida no puede aplicarse en absoluto la catego- los muchos en la forma de una indiferencia académica, sea en
ría medios-fines: el fin de la vida y de todas las tareas relacionadas la forma de un-seadomi¡io oligárquico- han dependido de los muchos
con ella no es sino el mantenimiento de la vida, y el impulso por man-
7a
r'
en todas las cuestiones del con-vivir en las que realmente hay que ac-
tenerse laborando en vida no es externo a ésta sino que está incluido tuar. Esta dependencia puede ínterpretarse en el sentido de una oli-
en el proceso vital que nos fuerzaa laborar como nos obliga a comer. garquía platónica como si los muchos existieran para ejecutar las ór-
Si aun así se quieie entender esta relación entre hogar y poiis desde la
categoría medios-fines, la vida que se garantiza en el hogar no es el
denes de los pocos, es decir, para asumir la verdadera acción; en esrc
caso la dependencia de los pocos se superaría mediante el dominio,
]1
medio para el fin superior de la libertad política, sino que el control
de las necesidades vitales y el dominio doméstico sob¡e la labor es-
igual como 1a dependencia de los libres de las necesidades de la vida
se superaba mediante el dominio sobre los esclavos: la libertad se ba-
?
clava son el medio de liberación para lo político.
De hecho, una tal liberación mediante el dominio, la überación
saría, pues, en la violencia. O bien la libertad de los pocos es de na-
turaleza puramente académica y entonces depende cla¡amente de la
F
de unos pocos para la libertad del filosofa¡ medianre el dominio so-
bre los muchos,la propuso Platón en la figura del filósofo-¡ey, pero
benevolencia del cuerpo político que la garantice. En ambos casos, 7
esta propuesta no fue recogida por ningún filósofo después de é1 y
sin embargo, la política ya no tiene nada que ver con la libertad, no es
propiamente política en el sentido griego; se encarga más bien de F
políticamente quedó sin ningún efecto. AI contrario, la fundación de
la academia, precisamente porque no pretendía educar parulapolíti-
todo aquello que asegura a esta libertad la existencia, es decir, de la
administración y el cuidado de la vida enla paz y de la defensa cn la F
ca como sí las escuelas de los sofistas y oradores, fue ext¡aordinaña-
mente significativa para lo que todavía hoy entendemos por libertad.
guerra. Con lo qué el ámbito de libertad de los pocos no solrrnx'nrt.
tiene que afirmarse ante al ámbito deio político, definido por krs rrrrr- 7
El mismo Platón todavía podría haber creído que la academia con-
quistaría y dominaría un día la polis. Para sus sucesores, para 1os filó-
chos; además depende, en su simple existencia, de éstos; la cxisrcrrr.irr
simultánea de la polis es para la existencia de la academia plat<'r-
?
sofos de la posteridad, lo que quedó fue sólo que la academia garan-
tizaba a los pocos un espacio institucional de libertad, y qo. .rta
nica o la posterior universidad- una necesidad vital. Pero, -laenronces
es evidente que 1o político en su conjunto desciende al nivel que en la
I
libertad se entendió ya desde el principio como conrrapuesr; alab,- [polis-] po1ítica corresponde al mantenimiento de la vida; se convier-
bertad dela plaza del mercado; al mundo de las opiniones engañosas te en una necesidad que, por un lado, se opone a la libertad y por otro
ü
y al hablar mentiroso debía oponerse un conrramundo
{e la virdad y
del hablar adecuado a ella; d. arte de la retórica, la ciencia de la dia-
I
léctica. Lo que se impuso y ha determinado hasta hoy nuestra idea de
Ia libertad académica no fue la esperanza de platón de decidir sobre
11.* Este término no puede documentarse léxicamente, tampoco como a¡u,litrit,
17. Esta indicación podría referirse aI capítulo planeado con el nomhrc
ción socrática>>.
..1 ,n p, r,rl I
,l

§
;
rllt
84 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN a ra porÍrrce rr 85
fl
const-i.tuye su presLlpuesto. A1 mismo tiempo aparecen ineludible- emparejó con Ia fundación de un espacio yuxtapuesto aI político en
{ mente aquellos aspectos de lo político que en origen, según la auto- que los creyentes, se reunieron primero en comunidad y se convirtie-
comprensión de la polis, representaban fenómenos marginales. Para ron después en iglesia. Este paralelismo se ha confirmado plenamente
{ la polis cuidado de la vida y defensa no eran el punto central de la con el surgimiento del estado secular, en el cual la libertad académica y

t vida política y eran políticas en un sentido auténtico sólo en cuanto


las resoluciones sobre ellas no se decretaran desde arriba sino que se
la religiosa están estrechamente vinculadas, ya que el cuerpo político
garuntizapública y legalmente la libertad de la po1ítica a ambas. Si en-
tomaran en un común hablar y persuadirse entre todos. Sin embargo, tendemos por política todo aquello necesario para la convivencia de los
f, en la justificación de la política desde ei punto de vista de la libertad hombres y para posibilitarles individuos o cgmo comuni-
-como
t clc los pocos esto resuimba completamente irrelevante. Lo decisivo
e'ra solamente que todas las cuestiones refetentes a la existencia que
dad- uria übertad situada más a17á de 1o político y lo necesario, esra-
remos justificados para medir el grado de libertad de un organismo po-

4 los pocos no dominaban se entregaban al ámbito de lo político. Por


lo tanto, se mantiene ciertamente una relación entre política y liber-
lítico según la libertad rel-igiosa y académica que toiere, esto es, según
la extensión del espacio no político de l-ibertad que contiene y sostiene.

d tad, pero únicamente una relación, no una identidad. La libertad en


tanto que fin último de la política sienta los límites de ésta; pero el cri-
Este efecto político, ahorayainmediato, de ia libertad política, de
la cual tanto se ha aprovechado la libertad académica, remite a otras,
t terio de la acción dentro del ámbito político mismo no es la libertad
sino la competencia y la eficacia en asegurat la vida.
y políticamente hablando más radicales, experiencias que las de los fi-
lósofos. Para los cristianos'no se trata de establecer un espacio de los
{ Esta degradación de la política a partir de la filosofía, tal como la pocos junto al espacio de los muchos, tampoco de fundar un contra-
vemos desde Platón y Aristóteles, depende completamente de la dife- espacio para todos frente al espacío oficial, sino del hecho de que
fl l cnciación entre muchos y pocos, que ha tenido un efecto extraordina- un espacio público en general, sea para pocos o para muchos, es, por su
r io, clurirclcro hasta nuestros días, sobre todas las respuestas teóricas a carácter público, intolerable. Cuando Tertuliano dice que <<a noso-
t lrr ¡rrc¡lrrrtrr por cl scntido de la política. Pero políticamente no ha teni-
,l,r nrrryor cltcto clue la apolitia de las antiguas escuelas filosóficas y
tros, cristianos, nada nos es más extraño que los asuntos públicosrrls
el acento se pone precisamente sobre 1o público. El temprano recha-
t l,r lil,.'r'trrrl tlc critcdra de las universidades. Dicho en otras palabras, su zo cristiano a la participación en los asuntos públicos se suele enten-
t'f cclo lrolítico sicnrpre. se ha extendido sólo a los pocos, para los que la der, y con razón, o bien desde la perspectiva romana de una deidad
t :rrrri'rrtic¡r cx¡rcricncia filosófica ha sido determinante por su arrollado- rival de los dioses de Roma, o bien desde la visión proto-cristiana de

t r',r ,rlrsorl,cncia
-una
experiencia que, según su propio sentido, con-
clucc lucra dcl ámbito po1ítico del vivir y hablar unos con otros.
una esperanza escatológica ajena a toda preocupación por e1 mundo.
Pero de este modo se pasan por alto las verdaderas tendencias anti-
políticas del mensaje cristiano y 1a experiencia de:lo que es esencial
f, La causa de que no quedara nada de esta repercusión teórica, de
que más bien por lo que respecta a io político y los políticos se haya he- para el estar juntos de los hombres en que se fundamenta. Es indu-
cho sentir hasta nuestros &as la convicción de que 1o político se justifi- dable que en ia predicación deJesús el ideal de la bondad representa
ail «:a y debe justificarse por fines superiores y extemos dichos el mismo rol que el de la sabiduría en la enseñan za socrática:Jesús re-
-aunque
4t fines mientras tanto se hayan desgastado considerablemente- reside
en el rechazo y la tergiversación de 1o político, aparentemente similares
chaza que se le llame bueno en el mismo sentido en que Sócrates
rechaza que sus alumnos le declaren sabio. Lo propio de la bondad es
ñ 1>ero realmente mucho más radicales, operado por el cristianismo. A que debe ocultarse; que no puede aparecer como lo que es. Una co-
primera vista podría parecer que éste originariamente habría exigido munidad de hombres que crea seriamente que todos los asuntos hu-
íti para todos aquella misma libemad de la polírica, hasta cierto punto aca-
démica, que reívindicaban las antiguas escuelas filosóficas para sí. Y 18. Tertul.iano, Apologetícus, )8: nec ulla magis rcs aliena qaam publica. Yéase
at esta impresión se fortalece si pensamos que el ¡echazo de lo público se Arendt, Vita actiua, ob. cit., pág.7L.

A
s
86 TExros DE HANNAH eh¡,r.¡or INTRoDUCCTóN ¡ r¡, porflrc¿ rr Q1

manos deben regu-larse en el sentido de la bondad,"que no vacile al


menos en intentar aÍnaÍ a sus enemigos y en pagar el mal con el bien,
que, dicho con otras palabras, tenga el ideal de la santidad por mo-
delo
-no
sólo para la salvación de la propia alma en el alejamiento
de los hombres sino parula regulación misma de los asuntos huma-
cal carácter antipolítico del cristianismo consiguió a tavés de la his-
toria ftansfofmarse de manera que hiciera posible una especie de po-
lítica cristiana: aparte de la necesidad histórica generada por la caída
del imperio romano, fue obra de un solo hombre, san Agustín, en el que
permanecía extraordinariamente viva la tradición del pensamiento
ilt,{
, nos- no puede sino mantenerse alejada de lo público y de su luz. Debe romano. La reinterpretación de 1o político surgida de él ha tenido un
operar ocultamente porque ser visto y escuchado genera inevitable.
mente aquel brillo y esplendor por el que toda santidad
te como se presente- se convierte en seguida en apariencia. -se
presen-
-'significado decisivo parala tradición occidental, no sólo panlatra-
dición teórica y del pensamiento sino para el marco en que ha acon-
tecido la historia política real. Es ahora cuando el cuerpo polÍtico
"l
á
Así pues, a diferencia de lo que ocurría en el caso de los filósofos, también acepta que la política es un medio para un fin superior y que
en la renuncia a la política de los primeros cristianos no había ningún en elIa sólo se trata de libertad en la medida en que ha dejado iibies
¿
abandono del ámbito de los asuntos humanos en general. Un tal ale-
jamiento, que en la forma extrema de la vida ermitaña fue usual en los
determinados ámbitos. Só1o que ahora la ]ibertad ya no es una cues-
tión de pocos sino, al contrario, de muchos, los cuaies ni deben ni ne-
A
primeros siglos después de Cristo, hubiera enrrado en flagrante con-
tradicción con la prédica deJesús, y la iglesia lo consideró muy pron-
cesitan preocuparse ya de 1os temas de gobierno porque la carga del
orden político necesario para los asuntos humanos se deposita sobre A
i
to una herejía. De ló que se trataba más bien era de que el mensaje unos pocos. Ahora bien, a diferencia de 1o que ocurría con P1atón y ¿
cristiano proponía un modo de vida en que los asuntos humanos en los filósofos, el origen de esta carga no es la fundamental pluralidad
general debían remitirse no al rámbito de 1o público sino a un ámbito humana, la cual ataría los pocos a los muchos, el uno al todos. Dicha
interpersonal entre hombre y hombre. Que se haya identificado, y pluralidad más bien se afirma y el motivo que decide a los pocos a
quizá confundido, este ámbito del <<entre>> con la esfera privada por- asumir sobre sí la carga del gobierno no es el remor a ser dominados v¿
que se contrapone al ámbito público-polírico se debe a las ci¡cuns- por los peores. San Agustín exige explícitamente que la vida de los san-
tancias históricas. La esfera privada fue a lo largo de toda la anrigüe- tos también se desarrolle en una <<sociedad>> Lsoziettit),y supone, al ha- ¿
dad greco-romana la única alternativa al espacio público y paru la blar de unaCiuitas Dei,un estado de Dios, que incluso en circunstan-
interpretación de ambos espacios fue decisiva la contraposición en- cias no terenales, la vida de ios hombres también se determina á
tre, por una parte, qué quería uno mostrar al mundo y cómo quería políticamente abierto si la política es también una carga en
aparecer ante é1, y, por otra, qué debía únicamente existi¡ en el aisla- elmás allá. En-dejando
cualquier caso, el morivo de asumir el peso de lo polí- á
miento permaneciendo oculto. Lo determinante desde un pr:nto de tico terrenal es e1 amo¡ al prójimo y no el temor frente a é1.
vista político fue que el cristianismo buscó el aislamiento, en el cual Es esta transformación del cristianismo, que culmina en el pensa- á
exigió inclui¡ también 1o que siempre había sido público.l2 miento y la accíón de san Agustín,l2'la que puso finalmente a la Igle-
En este contexto no consideraremos cómo este consciente y ruü- sia en condiciones de abri¡ al mundo la primitiva reclusión crisriana en
á

19, En el original se incluye entre parénresis el texro síguiente:


el aislamiento, de modo que los creyentes constituyeron en el mundo
un espacio público totalmente nuevo, determinado religiosamente,
vt
Pues los cristianos no esttín contefitos practicando una ruiseicordia que aaya nás allá que, si bien público, no era político. Lo público de esre espacio de los
vt
-el ú¡ico en que a 1o largo de toda Ia Edad Media se tu-
de lo político; explíatamente reiuindican <<practicar lapsuaa» dar limosna, a lo que creyentes
-y
se refiere Mt. 6,1 xgs., es, según k concepción tanto judía cono ciitiana prirnitioa, justi
cia y no nisericordia-, sólo que esta actiuidad no puede aparecer ante las ops de los
vieron en cuenta las necesidades específicamente políticas de los hom-
tr
bombres, no debe ser uista por ellos, tiene que permanecet tafl decididamente oculta que
Ia nano izquierda no sEa qaé bace la derecba, es decir, que el autor esté excluido coruo
espectador de su propio acto.
l2.o Enel original sobre ei fundamento de esta rransformación culmina en el
pensamiento y la acción de sari Agustín...
rr
w
L*¡
I:
d 88 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNIRoDUCCTóN a ra polfrrca rt 89
*
bres- fue siempre ambiguo; primero fue un espacio de reunión, pero la política. Y ésta necesita de la iglesia sólo de la religión sino de
no simplemente t¡n edificio donde la gente se reunía sino un espacio
-no
Ia existencia tangible espacialmente de las instituciones religiosas-
{
que selabía construido expresam.ente como lugar de reunión. Como para demostrar su justificación superior y su legitimidad. Lo que ocu-
{ á, prr"r, no podía ser un espacio de apariencia, debía albergar el con- rrió al iniciarse la Edad Moderna no fue que la función de la política
tenido auténtico del mensaje cristiano, Pero esto se reveló casi imposi- cambiase, ni tampoco que se le otorgara de repente una nueva digni
fl ble, ya qud, por nafu ruleza,io público, constituido mediante la reunión dád exclusiva. Lo que cambió más bien fueron los ámbitos que ha-
de muchos, se establece como lugar de apariencia. La política cristiana cían parecer necesaria la política. El ámbito de 1o religioso se sumergió
fl ha tenido siempie dos misiones: por un lado asegurarse mediante la in- en el espacio de lo privado mientras el ámbito de la vida y sus necesi-
rcrvcnción en la política secular que el lugar de reunión de los creyen- dades antiguos y medievales el privado par excellence- reci-
{ [cri, no político en sí rriismo, fuera guarecido del exterior; y por otro
-para
bió una nueva dignidad e irrumpió en forma de sociedad en lo pú-
lrrrkr cvitar que tal lugar de ¡eunión se convirtiera en uno de aparien- blico. A este respecto debemos diferenciar políticamente entre la
-rt r.'irr, t1r-rc la iglesia se convi¡tiera en un poder secular y mundano más' democracia igualitaria del siglo xrx, para la que la participación de
l,o c¡r-rc demuestra que e1 vínculo con e1 mundo, que corresponde a todos en el gobierno siempre es una señal imprescindible de la liber-
$ toclo l<¡ espacial y le permite aparecer y parecer es considerablemente , tad del pueblo, y el despotismo ilustrado de comienzos de la Edad
Moderna para el que <<Liberty and Freedom consist in having the go-
más difícil de deshacer que el poder de lo secular, que se presenta des-
{ de fuera. Pues cuando la Reforma consiguió finalmente alejar de las vemment of those Laws by which their Life and their Goods may be
iglesias todo lo que tenía que ver con parecer y aparecer.y conye¡tirlas most their own: 'tis not for having share in Govemment, that is not-
{ o1.^ u", en lugaies de reunión para los que vivían aisladbs en el senti- hing pertaining to 'em>>.'0 En ambos casos, el gobierno, en cuya área
fl ck-, cvangélico, desapareció también e1 carácter púbiico de estas igle-
si,rs. Aun cu,rndo la secularización total de ia vida pública no hubiera
de acción se sitúa en adelante 1o político, está pára proteger la libre
productividad de la sociedad y 1a seguridad del individuo en su ám-
fl sitkr corrsccucncia cle Ia Reforma, considerada frecuentemente como
l)r('( uls()r'¿r tlc cstc proceso; aun cuando en la estela de esta seculariza-
bito privado. Como sea la relación de ciudadanos y estado: libertad y
política permanecen separadas en lo decisivo y ser libre en el sentido
fl t irir lrr lcli¡iirirr no sc hubiera converddo en cosa privada, aun así difí-
t ilr¡ ¡t'rr lt: Irr rlricr¿r podiglo la Reforma asumir la tarea de ofrecer al hom-
de una actividad positiva, que se despliega libremente, queda ubica-
do en el ámbito de la vida y la propiedad, donde de 1o que se trata no
t l, r,' r u r s t rs t i t r tivo clel antiguo se¡- ciudadan o LBürger-S e inf
r

r¡rrt', siu .lrrcla, la iglesia católica sí había llevado a cabo


-,wta
durante
tarca
siglos
es de nada común sino de cosas en su mayoría muy partículares.,Que
esta esfera de 1o particular, de 7o idion, permanecer en la cuai se
t tr irs cl lu-rndir¡ricnto del imperio romano.
Como quiera que se planteen tales posibilidades y alternativas hi-
consideraba en la Edad Antigua limitación idiota, se haya ampiia-
do tan enormemente a causa del nuevo fenómeno de un espacio pú-
fl potéticas, lo decisivo es que con el fin de la Antigüedad y el surgi- blico social y unas fuerzas productivas sociales, no individuales, no
miento de un espacio público eclesiástico la política secular siguió li- modifica en nada el hecho de que ias actividades exigidas para la con-
fl gada a las necesidades vitales resultantes de la convivencia de los servación de la vida y la propiedad o para la meiora de la vida y el en-

t hombres y a la protección de una esfe¡a superior que hasta el fin de


la Edad Media se concretó espacialmente en la existencia de la igle- 20. Carlos I en su discurso antes de su decapitación el r0 de enero de 1649: «For
sia, Ésta necesita de la polític a, tanto de la mundana de 1os poderes the people, truly I desire their liberty and freedom as much as anybody whomsoever.
Jlli But I must tell you their liberry and freedom consists in having government
seculares como de la religiosa dentro del ámbito eclesiástico mismo, -those
Iaws by which their life and thei¡ goods may be most their own. It is not having a sha-
con el tin de poder mantenerse y afirmarse sobre la tierra y en este
rilt mundo como iglesia visible decir, a diferencia de la invisible,
re in government. That is nothing pertaining to themrr. Aquí citado según Hugh Ross
1üTilliamson, The Day They Killed the Krhg, Nueva York, Macmillan, 1957, págs. ú9'

cuya existencia (cuestión -es


sólo de fe) no es discutida en absoluto por 144, pág.141. \flilliamson hace constar que existen más versiones de este discurso.
ñ
rt
{
{
\ai
90 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN e re rorÍt¡ce u 91 tyr
grandecimiento de 1a propiedad, estén subordinadas a la necesidad y tiende que la política es un'medio y la libertad su fin supremo; la relación tÉ
,o libertad.
u lu Iro que la Edad Moderna esperaba de su estado y lo mísma, pues, ho ha cambiado, si bien el contenido y la dimensión de la
que éste ha cumplido sobradamente ha sido que los hombres se:r- libertad sí lo han hecho en extremo. De ahí que hoy día la pregunta por ú
tiegaran libremente al desarrollo de las fuerzas productivas sociales, el sentido de la política sea generalmente contestada en términos de ca-
a la producción común de los bienes exigidos para una vida «feliz». tegorías y conceptos que son extrao¡dinariamente antiguos y quizá por ú
eso extraordinariamente respetables. Pero en el aspecto político la Edad
Ert, .orr..pcién modema de la política, parula que e1 estado es
una fimción de ia sociedad o un mal necesario para la libertad social, se Modema se diferencia al menos tan decisivamente de épocas anterio- Y
ha impuesto práctica y teóricamente sobre otras que, inspiradas por la
Antigüedad y referidas a la soberanía del pueblo o la nación, siempre
res como en el espiritual o material.Ya el solo hecho de la emanci-
pación de las mujeres y de la clase obrera, es decir, de grupos huma- V
reaparecen en todas las rbvoluciones de la Edad Modema. Para éstas,
derd.lur americana y francesa del siglo xvlu hasta la húngara del pasa-
.ro, u 1or que jamás antes se había permitido mostrarse en público,
dan a todas las preguntas políticas un semblante radicalmente nuevo'
f,
do más reciente, tener participación en el gobiemo coincidía directa-
mente con ser-]ibre lFreisein). Pero estas revoluciones y las experien-
Ahora bien, esta definición de la política como medio para una li-
bertad situada fuera de su ámbito, aunque de aparición frecuente en
Y
cias directas que en ellas se dieron de las posibilidades de la acción
política no han sido capaces, al menos hasta hoy, de traduci¡se en nin-
la Edad Moderna, es válida para ésta en una medida muy limitada.
De todas las respuestas modemas a la preguhta por el sentido cle la
f
guna forma de gobiemo. Desde el surgimiento del estado nacional ia
ópinión corriente es que el deber del gobierno es tutelar la libertad de
política es ésta la más estrechamente adherida a la tradición de la fi-
losofía política occidental, lo que, dentro del pensamiento sobre el
I
la sociedad hacia dentro yhaciafuera, si es necesario usando la üolen- estado nacional, se ve con la máxima claridad en el principio del pri-
mado de la política exterior, que, formulado por Ranke, es la base de
Y
cia. La participación de los ciudadanos en el gobierno, en cualquiera
de sus fo.*rr, es necesaria parala libertad sólo porque el gobierno, todos los estados nacionales.2' Mucho más característico del carácter
igualitario de las formas modernas de gobierno estado y de la moder-
Y
puesto que necesariamente es quien dispone de medios pa¡a ejercer la
uiol..r.iá, debe ser controladoin dicho ejercicio por los gobemados' na ernancipación de obreros y mujeres, emancipación que, desde un Y
Se comprende pues que con el establecimiento de una esfera punto de vista político, expresa los aspectos más revolucionarios de
-como
siemprá ümitada- de acción política aparece un poder que debe ser la Edad Moderna, es una definición de estado dirigida al primado de
la política interior, según 1a cual, <.e1 estado como poseedor de la vio-
1
vigilado constantemente para proteger la libertad. Lo que hoy día en-
t.rrd.mor por gobiemo constitucional, sea monárquico o'republicano, lencia [es] una forma de organización de la vida indispensable para la 7
es esencialmente un gobiemo limitado y controlado en cuanto a sus po- sociedad>> (Theodor Eschenburg).'2 Entre estas dos concepciones:
deres y al uso que haga de Ia violencia por sus gobemados. Es eviden-
ar
te que las limitaciones y los controles se efectúan en nombre de ia li-
bertad, tanto la de la sociedad como la del individuo; se trata, pues, en
21. Véase, por ejemplo, Leopold von Ranke, «Die grofsen Máchte» (1811), en:
ídem, Gescbichte und Politik: Ausgeurihlte Aufsdtze und Meisterscbriften, comp- pc,r
Hans Hofmann, Sruttgan: Króner, 1942, págs. l-fi, pág.2. No se ha podido deternri
a
la medida de lo posible y si es necesario, de poner fronteras al espacio
estatal del gobierno para posibilitar la libertad fuera de é1. Por 1o tanto,
nar si A¡endt se refiere di¡ectamente a estas o a otras páginas de Ranke o bien si hacc
una valoración general de la obra de este autor. Véase, sin embargo, en la misma se-
l
no se trata, al menos en primer lugar, de hacer posible la libertad para
actuar y dedicarse a la política, puesto que esto son Prerrogativas del
lección de escritos de Ranke <<Politisches Gesprách>> (1816), págs. 78-L74, pág.97: el
título de esta última página, probablemente formulado por el editór, reza: <<Primat der
a
auswártigen Politib>; Ranke hace decir a Karl: «En política parece que las relaciones
gobierno y de los políticos profesionales que, por la vía indirecta
exteriores desempeñan un gran papelr>.
G
del sistema de partidos, se ofrecen al pueblo para representarle den-
tro del estado á ere.rtrulmente contra éste. Dicho con oitas palabras,
en la relación entre política y libertad, la Edad Modema también en-
22. Yéase Theodor Eschenburg, Staat und Gesellscbaft ix Deutschland, Stuttgart:
Schwab, 7956, pág.19. La cita es: <Gl estado como poseedor de la violencia es una for-
ma de organización de la sociedad indispensable para la sociedadrr.
1
I
q
F TNTRoDUCCTóN a re porÍrtc¿ ¡r
ü 93

f
o') TEXTOS DE HANNAH ARENDT

Pues el riesgo que se le exige a aquel que se dedica a la esfe¡a de la po-


aquella paralaque el estado y 1o político son instituciones imprescin-
lítica, donde puede someterlo todo a discusión menos piecisamente
f*.lI dibles parala libertad y aquella que ve él una institución impres-
su vida,'a no concierne normalmente a la vida ni de la sociedad ni de
cindibü paralavida hay una oposición infranqueable, de la que ios

F ,"pr.r.rirrtes de dichas tesis apenas son conscientes' Por 1o que


respecra a senrar un criterio por el que_la acción política se-rljay itz-
la nación ni del pueblo. Más bien concierne sólo a ia libertad, tanto a
la propia .o*o , la,del.grupo al que el inclividuo Pertenece, y, con

i* guÉ huy una gran dife¡encia en considerar como el más elevado de


io, bi.í", la l"ibertad o la vida. Si entendemos por política algo que
e11a, a la segura continuidad del mundo en que este grupo o pueblo
viven, mundo que han construido a lo largo de las generaciones con
el fin de encontrar una permanencia digna de confianzalr
'para
el ac-
¡t esencialmente y a pesar de todas sus transformaciones ha nacido en
ruar y el hablar, o sea, para las actividades propiamehte políticas.
f, la polis y continúa unido a ella, se da en la unión entre política y
,i,i" .,ru conffadicción interna que suprime y arruina 1o específica-
urcntc político.
Bajo circunstancias normales, esto es, bajo las circunstancias domi
nantes en Europa desde 1a antigüedad romana, la guerra sólo ha sido
la prolongación de la política con otros medios, 1o que significa que
¡-lll l-st,, cont¡adicción es palmaria en el privilegio que siempre ha te-
podía evitarse si uno de'los adversarios aceptaba las exigencias del
rrir[o la política para, en determinadas circunstancias, exigir a los im-
otro. Hacerlo podía costarle la libertad pero no la vida.
¿ l,licaclos en ella el sacrificio de sus vidas.
Ahora bien, naturalmente
Estas circunstancias, como todos sabemos, ya no son las actuales;
e*igen.ia puede entenderse también en el sentido de que-el indi
i-fit "stu
viduo sácrificá su vida al proceso vital de la sociedad y, en efecto, se
cuando las miramos retrospectivamente nos Parecen una especie de

f
¡*
da aquí una interrelación que, al menos, pone alguna frontera al ries-
go dá h vida: a nadie le está permitido arriesgar 1a suya cuando, al ha-
ccrlo, arriesga a un tiempo la de la humanidad. Sobre esta interrela-
ción de la que sólo ahora somos conscientes porque tenemos a
paraíso perdido. Pero aun cuando el mundo en que hoy vivimos no
se puede explicar ni deducir
proceso automático- desde
-causalmente
la
brotado en el suelo de ésta. Por 1o
Edad
que
Moderna,
respecta
o en el sentido de un

a
lo cierto es que ha
lo político, esto sig-

f, ilr¡cstro dcuÁc. h posibilidad de poner fin a la-vida humana y a toáa


nifica que tanto la política interior, cuyo fin supremo era la vida,
como la extetior, que se orientaba a.la libertad como bien supremo,

fIt vi.lrr <rrgánica en general volveremos todavía;D de hecho, apenas se


r,,,, l,,,,irra.,smitiáo ni una sola categoría política ni un solo concep-
r() ¡rolírico cluc, referidos a esta recientísimaposibilidad, no se revelen
rrrrrrtr tcri¡icamcnte superados y púcticamente inaplicables, ya que
descubrieron en ia violencia y la acción vioienta su auténtico conteni-
do. Finalmente el estado se organizó como fáctico ,,poseedor de la
violencio> de lado si el fin perseguido era 1a vida o la li-

h c¡r cicrro scnrido de 1o que hoy se trata por primera vez también en
polírica exrcrior es de la vida, es decir, de la supervivencia de 1a hu-
-dejando
bertad. En cualquier caso, la pregunta por el sentido de la política se
refiere hoy día a si.estos medios públicos de violencia tienen un fin o
no;y el interrogante surge del simple hecho de que la violencia, que

f, manidad.
I

pero esta remisión de la libertad misma a la supervivencia de la .debería proteger la vida o la libertad, ha llegado a ser tan poderosa,
que amenaza no únicamente a la libertad sino tarnbién a la vida.

7 humanidad no elimina la oposición entre übertad y vida, oposición


que ha inspirado todo io político y continúa determinando todas las
uirtrd., específicamente políticas. Incluso podría decirse muy legíti
Dado que se ha puesto de manifiesto que lo que cuestiona la vida de
la humanidad ente¡a es precisamente el crecimiento de los medios de

irl mamente q^ue precisamente el hecho de que en la actualidad en polí-


violencia estatales, la respuesta, en sí mism a ya muy discutible, que la

f, tica no ,. i.urá ya más que de la mera existencia de todos es la señal


más clara de Ia desgracia a que ha ido a parur nuestro mundo
24. La formulación, hoy insólita, <<somete¡ a consejo>> loat Rat baltett"] podría ha-
ber sido inspirada por el poema de Goethe <<Amyntas>>, cuya última línea dice: <<\ü7er

f, -una
desgracia que, entre otras cosas, amenaza con liquidar a la política. sich der Liebe vertraut, hált er sein Leben zu Rat?». Agradezco esta observación a la
administradora del legado Arenát, doctora Lotte Kóhler, Nueva Yo¡k.

f 21. En los fragmentos póstumos este argumento se detalla sobre todo en el Fr. I d. 1J.* En el originai: zuuerlti/3liche.

fY
\

94 TExros DE HANNAH ARENDT


TNTRoDUCCTóN ¿ le porfuca n 95

Edad Moderna ha ofrecido a ia cuestión del sentido de la política, re- riorme¡te la política só1o un medio para el mantenimiento y el fo_
sulta ahora doblemente dudosa. mento de la vida de la sociedad, y que consiguientemente [ÁitO ]as
Que este colosal crecjmiento de los medios de violencia y aniqui- compeieñcias de 1o político a lo más necesario, pudo creer, no sin
lación haya sido posible no es debido sólo a las invenciones técnicas fundamento, que acabaría con el problema de la violencia mucho me-
sino al hecho de que el espacio púbJico-político se ha convertido tan- jor que todos los siglos precedentes. Lo que ha conseguido ha sido ex-
'to
en la autointerpretación teórica de la Edad Modema como en la cluir láviolencia y el dominio directo del homb¡e sobre el hombre de
brutal realidad e., rrn lugar de violencia' Únicamente así el progreso la esfera, siempre en constante ampliación, de la vida social. La eman-
técnico ha podido derivar desde el principio en un progreso de las cipación de la clase obrera y de las mujeres, es decir, de las dos cate-
posibilidades de aniquilación recíproca. Puesto que allí donde los gorías de personas sometidas a la violencia en toda la historia premo-
hombres actúan conjpntamente se genera poder y puesto que el ac- derna, señala con la mayor claridad el punto álgido de esta evolución.
tuar conjuntamente sucede esencialmente en el espacio político el po- Pero ahora consideremos si esta disminución de la violencia en la
der potencial inherente a todos los asuntos humanos se ha traducido
en un espacio dominado por la violencia. De ahí que Parezca que po-
vida de la sociedad es realmente equiparable con un incremento de li-
bertad. En el sentido de la tradición poiítica No-ser-libre LNicht-frei-
q
der y violencia son 1o mismo, y en las condiciones rnodernas éste es Seinf tiene una definición doble. Por un 1ado, estar sometido a la vio-
efectivamente el caso. Pero por su origen y su sentido auténtico po- lencia de otro, pero también, e incluso más originariamente, estar
der y violencia no sólo no son 1o mismo sino que en cie¡to modo son sometido a la c¡uda necesidad de la vida. La actividad que corres- '1
tl
opuestos. Ahora bien, allí donde la violencia; que es propiamente un ponde a la obligación con que la vida nos fuerzau p.o.r:ruirros lo ne-
fenómeno individual o concerniente a pocos, se une con ei poder,
que sólo es posible entre muchos, se da un incrernento inmenso del
cesario para conservarla es la labor. En todas las sociedades premo-
demas podía uno liberarse de éste obligando a orros a hacerlo
ri
.potencial de violencia, potencial que, si bien impulsado por el poder mediante la violencia y 1a dominación. En la sociedad moderna, el la-
de un espacio organizado, crece y se despliega siempre a costa de di- borante no está sometido a ninguna violencia ni a ninguna domina- T
cho poder.
La pregunta acerca del papel que le corresponde a la violencia en
ción, está obligado por la necesidad inmediata inherente a la vida rl
misma. Por lo tanto, la necesidad ocupa el lugar de la violencia y la
las relaciones interestatales de los pueblos o acerca de cómo podría pregunta es cuál de las dos coerciones podemos resistir mejor, la de
excluirse su uso en dichas relaciones está actualmente, desde la in- la violencia o la de la necesidad. Pero además toda la evolución de la T
vención de las armas atómicas, en el primer plano de toda política. sociedad se dirige ante todo, al menos hasta el momento en que la. au- r<
Pero el fenómeno de ia progresiva preponderancia de la violencia a
expensas de todos los demás factores políticos es más antiguo; ya en
tomatización elimine realmente la labor, a convertir indistintamente
a cualquiera de sus miembros en laborantes cuya activic{ad, sea la que ti
la Primera Guerra Mundial, apareció en las grandes batallas de material sea, se dedique en primer lugar a procurar lo neces¿rrio parir virla.ll
del frente occidental. En este sentido, es remarcable que esta violen- También en este sentido el alejamiento de la violencia rlc lrr vi.l,r rl«: la Ll
cia, en su nuevo y desastroso papel de una violencia que se despliega
automáticamente y aumenta sin cesar, resultara tan absolutamente
sociedad ha tenido como sola consecuencia concedcr a lrr rrr.,.r.si,lrr,l
con que la vida lo fuerza todo un espacio desproporciorrirtl¡rrrrr.rrtt.
¡i
imprevista y sorprendente a todos ios implicados, tanto a los respec-
tivos pueblos como a los estaüstas como a la opinión pública. De he-
mayor que nunca. La vida de la sociedad está fácticaflrcnt(' rLrrnirrrr,l:r
no por la libertad sino por la necesidad; y no es casual c¡r r<. .l ..,,r r, ..¡,
l{
cho, el incremento de la violencia en el espacio público-estatal se
rcaJizí a espaldas de los que actuaban
entre los más dispuestos a la paz y -en
menos
un siglo que se pretendía
violentos de la historia. La
era moderna, que consideró con una mayor decisión que nunca ante-
to de necesidadhaya sido tan dominante en todas las f il,rs«,f í,rs nr,,
dernas de la historia, en las que el pensamiento se oricntirlrrr f ilr,:;rili
camente y buscaba llegar a la autocomprensión.
La expulsión de la violencia de1ámbito privado dcl lr«r11rrr y rl,. lrr
I,l
LT

¡
F
tsr 96 TEX:IOS DE HANNAH ARENDT INTRoDUCCTóIS ¿ re porltrc¡ Ir 97

l.fl
fl esl'era semipública de la sociedad fue completamente consciente; cias, no podían resultar un peligro para todos porque no había nin-
precisamente paru poder vivi¡ cotidianamente sin violencia se fork- gún monopolio de la violencia.
leció la violencia del poder púbiico, del estado, de la que se creyó se- Veíamos que concebir lo político como un reino de los medios
tn guir siendo dueño porque se la había definido explícitamente como
mero medio para el fin de la vida social, del libre desarrollo de las
cuyo fin y criterio hay que buscar fuera de él es extraordinariamente
antiguo y también extraordinariamente respetable. Pero en la actua-
ü fuerzas productivas. Que los medios de violencia pudieran resu-ltar lidad más reciente lo que se ha discutido de tal concepción es que,

fl ellos mismos <.productivos>>, es decir que pudieran crecer exacta-


il)cnte igual (o incluso más) que las demás fuerzas productivas de la
aunque originariamente se basa en fenómenos lindanres con lo políti-
co o tangenciales a ello (la violencia, necesaria a veces para proteger-

,t socicdad, no. se tuvo en cuenta en la Edad Moderna porque para los


r»,r<lcrnos la esfera de lo productivo coincidía en general con la so-
lo, y el cuidado por la vida, que debe ser asegurada antes de que sea
posible la libertad política), ahora aparece en el centro de toda acción
Lrlt cicrlacl y no con el estado. Precisamente éste era tenido por específi- política y establece la violencia como medio cuyo fin supremo debe
crrnlcntc improductivo y en caso extremo por un fenómeno parasita- ser el mantenimiento y o.rganización de la vida. La crisis consiste en

I rio. Pucsto que se había limitado la violencia al ámbito estatal, el cual


cstaba sometido en los gobiernos constitucionales al control de la so-
que el ámbito político amenazaaquello único que parecía justificarlo.
En esta situación la pregunta por el sentido de la política varía. Hoy
Jil cicdad mediante el sistema de partidos, se creyó tener a la violencia
rcCucida a un mínimo que como tal debía permanecer constante.
apenas si suena ya: ¿Cuál es el sentido de la política? Pues esrá mucho
más próximo al sentir de los pueblos, que se consideran amenazados

-rt Bicn sabemos que lo contrario ha sido el caso. La época conside-


racla históricamente la más paúhca y menos violenta ha provocado
en todas partes por la política, y donde precisamente los mejores se
apartan conscientemente de ella, preguntar asímismos y a los demás

-t rlircctirnrcnte el desarrollo más grande y terrible de los instrumentos


. k' viok'nr:ia. Y csto es una paradoja sólo aparentemente. Con 1o que
si: ¿tiene la política todavía algún sentido?
Estas preguntas se basan en las opiniones concernientes a qué sea
-t rr. sc t'orrt«i fuc ccln la combinación específica de violencia y poder,
r onrlrirr;rt'it'rrr .¡uc sírlo podía tener lugar en la esfera público-estatal
propiamente la política que hemos esbozado brevemente. Dichas
opiniones apenas han variado en el transcurso de muchos siglos. Lo
ail l)( )l lu(' stikr t'n clla los hombres actúan conjuntamente
( y generan po- que ha cambiado es sólo que aquello que era contenido de juicios
,1,'r'; rro irrrlrortir cuíttr cstrictamente se señalen las competencias de procedentes de determinadas experiencias inmediatas y legÍtimas
altt r.stt. :irrrlrito, cr¡rin cxactamente se le tracen límites a través de consti- -el
juicio y condena de lo político a partir de la experiencia de los filóso-
rrrtio¡rcs y ()tr()s controles: por el simple hecho de continuar siendo fos o los cristianos, así como la corrección de tales juicios y la con-
ñt, tur ¿irrrbito pt'rl>lico-poiítico engendra poder. Y este poder tiene que siguiente justificación limitada de lo político- se"ha convertido
rcsultar cicrtamente una desgracia cuando, como ocurre en la Edad desde hace ya mucho en prejuicio. Los prejuicios represenran siem-
Á Modcrna, se concentra casi exdusivamente en la víolencia, ya que pre en el espacio público-político fundadamente un gran papel. Se
esta violencia se ha trasladado simplemente de la esfera privada de lo refieren a lo que sin darnos cuenta compartimos todos y sobre 1o que
dñ ya no juzgamos porque casiya no tenemos la ocasión de experimen-
individual ala esfera pública de los muchos. Po¡ muy absoluta que
afr fuera la violencia del señor de la casa sobre su familia en la época pre- tarlo directamente. Todos estos prejuicios, cuando son legítimos y no
moderna seguro que era suficientemente grande como para dldar mera charlatanería, son juicios pretéritos. Sin ellos ningún hombre
f,t -y
al gobierno del hogar de despótico- esta violencia estaba limitada puede vivir porque una vida desprovista de prejuicios exigiría una
siempre al individuo que la eiercia, era una violencia completamente atención sobrehumana, una constante disposición, imposible de con-
ñ, impotente y estéril económica y po1íticamente. Por muy desastrosa seguir, a dejarse aÍ.ectar en cada momento por toda la realidad, como
que fuera la violencia casera para los sometidos a ella, los instrumen- si cada día fue¡a el primero o el delJuicio Final. Por lo tanto prejui-
.a tos mismos para ejercerla no podían proliferar bajo tales circunstan- cio y tontería no son lo mismo. Precisamente porque los prejuicios

f
,#
98 TEXTOS DE HANNAH ARENDT INTRoDUCCIóN e ra porfrrc¡. r¡ 99 irr
siempre rienen una legitimidad inherente sólo podemos atrevernos a Es connatural a nuestro objeto, el cual siempre tiene que ver con
manejarlos cuando ya no cumplen su función, es decir, cuando ya no
son apropiados para que quien juzgue compruebe una parte de la rea-
los muchos y con el mundo que surge entre ellos, que al respecto
nunca pueda ignorarse a la opinión pública. Ahora bien, de acuerdo
"r
'Fl
lidad. Pero justo cuando los prejuicios entran en abierto conflicto
con la realidad empiezan a ser peligrosos.y la gente, que ya no se sien-
con ésta, la pregunta por el sentido de la política se refiere actual-
mente a la amenaza que la guerra y las armas atómícas representan 't
te amparada por ellos al pensar, empieza a tramados y a convertirlos paru el hombre. Por Io tanto, es esencial al asunto que empecemos
en fundamento de esa especie de teorías perversas que comúnmente nuestras consideraciones por la cuestión de la guerra. ld
llamamos ideologías o también cosmovisiones LWeltanschauangen).
Contra estas figuraciones ideológicas de moda, surgidas de prejui- va
cios, nunca ayuda enfrentar Ia cosmovisión directamente opuesta
sino sólo el intento de sustituir los prejuicíos por juicios. Para ello es F
imprescindible remitir los prejuicios a los juicios contenidos en elios
y los juicios, a su vez, a las experiencias que los originaron. *t
Los prejuicios que en la crisis actual se oponen a la comprensión
teórica de 1o que sea propiamente la política conciernen a casi todas lt
las categorías políticas en que estamos acostumbrados a pensar, sobre
todo a la categoría medios-fines, que entiende lo político según un fin Yí
último extrínseco a 1o político mismo; también a la presunción de que
el contenido de lo político es la violencia y, finalmente, al convenci-
d
miento de que la dominación es el concepto central de la teoría polí-
HT
tica. I'odos estos juicios y prejuicios se originan en una desconfianza
frente a la política en sí misma no ilegítimá. Pero en el actual prejui- lÉr
cio contra la política esta antiquísima desconfiar.izz- seha transforma-
do. Tras él se halla, desde la invención de la bomba atómica, el temor
completamente justificado de que la humanidad pueda liquidarse a
H
causa de la política y ios instrumenros de violencia de que dispone.
De este temor surge la esperanza de que la humanidad será razonable
H
y eliminará a la política antes que a sí misma. Dicha esperanza no está rr{
menos justficada que tal temor. Pues la idea de que siempre y en to-
das partes donde haya hombres hay política es.ella misma un prejui-
cio, y el ideal socialista de una condición humana final sin esrado,lo
rl
que en Marx signific-1sin poftica, no es de ninguna manera ut6pico; r{
es sólo escalofriante.2s

2). En el original se añade el siguiente rexro entre p.renr.rir,.


d
Marx era desgraciadamente nucbo nejor bistoriador que teóico y la mayoría de las
ueces sólo expresó y afiaó conceptual y teóncamente aquello qie eia'objetíuarnente com-
A
probable corno tendencia histórica La extinción de lo político pertenece precinmente a
rl
j
eslas tendencias obletiuas y comprobables de la Edad Moderna.
L
fl 100 TEXTOS DE HANNAH ARENDT INTRoDUCcTóN e re porftIce u 101

-{ el mundo no se destruye más que una creación humana y la violencia


Fn¿curNro lc necesaria para ello se corresponde exactamente con la inevitable vio-
-{ lencia inherente a todos los procesos humanos de producción [Hers-
at tellung). Los instrumentos de üolencia requeridos para la destrucción
c) Capítulo Il: La cuestión de la guerrt'*. se crean a imagen de las herramientas de la producción y el insm-
-t ALa guena totalls
mental técnico siempre los abarca igualmente a ambos. Lo que los
hombres producen pueden destruirlo otra vez, lo que destruyen pue-
at den construirlo de nuevo. El poder destruir y el poder producir equi-
Cuando las primeras bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima
-t 1
,or ricndo un fin rápido e inesperado a la Segunda Guerra Mundial un
libran labaJanza.Lafircrza que destruye al mundo y ejerce violencia
sob¡e é1 es todavía la misma fuerza de nuestras manos, que violentan
,'scirlofrío cruzó el mundo. Cuán justificado estaba dicho escalofrío
-il loclavía no se podía saber entonces. Pues una sola bomba atómica ha-
la naturaleza y destruyen algo natural
-acaso
un á¡bol para obtener
madera y producir alguna cosa con ella- paraformar mundo.

A lrírr r:onscguido sóio en pocos minutos 1o que hubiera requerido la ac'


ción sistcmática y masiva de ataques aéreos durante semanas o meses:
Que poder destruir y poder producir equilibren labalanza no tie-
ne, sin embargo, una validez absoluta. Só1o la tiene para lo producido

t arrasar una ciudad. Que 1a estÍategia bélica podía otravez, como en


la lldad Antigua, no solamente diezmar a los pueblos sino también
por el hombre, no para e1 poco tangible, pero no por ello menos real,
ámbito de las relaciones humanas, surgidas de la acción en sentido am-
,t transformar en un desierto el mundo habitado por ellos era algo co'
nocido a los especialistas desde el bombardeo de Coventry y a todos
-
plio. Sobre esto volveremos más tarde.l6 Lo decisivo para nosotros en
la situación actual es que también en el mundo propiamente de las co-
.ü ,l..:s.lc los ataqllcs aéreos masivos sobre las ciudades alemanas. A-le- sas el equilibrio ent¡e destruir y reconstruir sólo puede mantenerse
nrirn;il yl cril un c¿rmpo de ruinas, Ia capital del país un montón de mientras la técnica se ci¡cunscriba únicamente con el procedimiento
-#l ( ¡rs( ( )l('s y la l>ornba atórnica, tal como la conocemos desde la Segunda
( ;u('r'r'rr Mrrnrlirrl, si l¡icn representaba en la historia de la ciencia algo
de producción, y éste ya no es el caso desde el descubrimiento de la
energía atómica, si bien todavía hoy vivimos en general en un mundo
.4 ¡rl»;r,lrrtir¡rrcnt(: Irue vo, no era sin embargo en el marco de la estrategia determinado por la revolución industrial. Tampoco en éste nos las ha-
1,,'li, ,r rrro,h'¡rrir -y, por lo tanto, en e1 ámbito de los asuntos huma- bemos sólo con cosas naturales, que más o menos transformadas, rea-
,rtl n.s (), rrrt'jor', irrtcrhumanos, de que lratala política- más que el parecen en el mundo creado por los hombres, sino con procesos natu-
¡rrrrrto t'rrlrniluurtc, ¡lcanzado por así decir en un salto o cortocircui- rales generados por el hombre mismo mediante la imitación e
,ttl [(), Íl (l(rc .irnlrulsaban los acontecimientos a un ritmo cada vez más introducidos directamente en el mundo humano. Es característico de
vcrIiginoso. estos procesos que, al igual que un motor de explosión, transcurran
aill IIs más, la destrucción del mundo y la aniquilación.de la vida hu- esencialmente entre expiosiones, es decir, hablando históricamente,
mana mediante los instrumentos de violencia no son ni nuevas ni es- entre catástrofes que a su vez impulsan el proceso mismo hacia delan-
ñ pantosas y aquellos que desde siempre han pensado que una condena te. Hoy nos encontramos en casi todos los ámbitos de nuestra vida en
incondicional de 1a violencia conduce a una condena de lo político en
aa general han dejado sólo desde hace pocos años, más exactamente des-
un proceso de este tipo, en que las explosiones y catástrofes, lejos de
significar el hundimiento, provocan un progreso incesante cuya pro-
ñt de la invención de la bomba de hidrógeno, de tener raz6¡. A1 destruir blematicidad no podemos por tanto considera¡ en nuestro contexto.
De todas maneras, desde un punto de vista poftico puede constatarse
aíl 14.*' Cor¡ección manusc¡ita de: Preseittación: ¿uenela política todavía algún sen-
en el hecho de que el desastre catastrófico de Alemania ha contribuido
trdo/
,+l 15.* Cor¡ección manuscrita de: La guerra de aniquilación. 16." Véase infra en este fragmento págs. i06, 717 y 129 sig.

^
;
102 TExros DE HANñAH ARENDT INTRoDUCCTóN a re porÍrtce u
j
t03
esencialmente a hacer hoy de ella uno de los países más modemos y que el hombre, mientras sólo tenga que habérselas con fuerzas natura-
á
avanzados de Europa, mientas que atrás quedan los países que o bien
no.están tan exclusivamente determinados por la técnica que el ritmo
lrs, permanece en un ámbito terreno-natural a1 que él mismo y sus
fuerzas, en cuanto ser vivo orgánico, pertenece. Esto no varíu por ál h"- A
del proceso de producción y consumo hace proüsionalmente super-
fluas las catástrofes como América, o bien no han pasado por una ca-
cho de que utilice su fue¡za yla extraida de la naturaleza paraprodu-
A
J
cir algo completamente no-natural, a saber, un mundo que sin
tástrofe definitivamente destructiva, como Francia. El equilibrio entre el hombre, de modo únicamente <<natural> no existiría. -dgo
O, dicho de
producir y destruir no es alterado por la técnica modeina ni por el pro- otro modo, mientras el poder producir y el poder destruir equilibran ia
ceso a que ésta ha arrastrado al mundo humano. AI contrario, parece balanza todo es en cierta manera todavía normal y lo que las ideolo-
como si en el curso de dicho proceso ambas capacidades, estrecha-
mente emparentadrr, ,. pot..r.iaran mutua e indisolublemente, de
manera que producir y destruir se revelan, incluso ilevados a su medi-
gías totalitarias dicen sobre 1a esclavización del hombre por el proceso
que él mismo ha puesto en marcha es sólo un fantasma, ya que los
hombres continúan siendo dueños del mundo que han construido y
"l
,r,
da más extrema, como dos fases apenas diferenciables del mismo, en el
que
-para
poner un ejemplo cotidiano-- la demolición de una casa es
señores del potencial destructivo que han creado.
Pero el descubrimiento de la energía atómica, la invención de una fr
sólo la primera fase de su construcción, y la edificación de la casa mis-
ma, puesto que a ésta se le calcula una duración determinada, ya pue-
técnica propulsada por energía nuclear podría alterar esta situación,
ya que lo que se pone en marcha no son procesos naturales sino pro-
6
de incluirse en un proceso incesante de demolición y reconstrucción. cesos que, no siendo terrenales, actúan sobre ia Tierra con el fin de
Con f¡ecuencia se ha dudado, no sín razón, de que los hombres en producir y destruir mundo. Estos procesos provienen del universo
á
medio de esta progresión necesatiamente catastrófica que ellos mismos que rodea a la Tierra, y el hombre, al violentarla, ya no se comporta
han desencadenado puedan seguir siendo dueños y señores de su mun-
,+1
como un ser vivo, sino como un ser capaz de orientarse en el univer-
do y de los asuntos humanos. Es desconcertante sobre todo la apari- únicamente pueda vivir bajo las condiciones dadas en la á
t
so
ción de las ideologías totalitarias, en las cuales el hombre se entiende -aunque
Tierra y por la naturaleza. Estas fuerzas universales ya no pueden me-
como un exponente de dicho progreso catastrófico desencadenado dirse en caballos de vapor o cualquier otra medida'narural y, puesto
por él mismo, exponente cuya función esencial consiste en hacer avan- que no son de natuialeza terrena, podrían destruir la Tierra del mis-
zar el proceso cada vez más rápidamente. Respecto a esta inquietante
adecuación no debería olvidarse, sin embargo, que se trata únicamen-
mo modo que los procesos naturales que el hombre maneja pueden *t
destruir el mundo construido por él mismo. Ei horror que se apode-
te de ideologías y que las fuerzas naturales que el hombre emplea a su
servicio pueden todavía contarse en caballos de vapor,"' es decir, en
ró de la humanidad cuando supo de la primera bomba atómica fue el >t
unidades dadas en la naturaleza, tomadas del entomo inmediato del
hombre. Que éste consiga duplicar o centuplicar su propia fue¡za me-
horror ante esta fuerza (en el sentido más verdade¡o de la palabra so-
bre-natural) procedente del universo, y el númerb de casas y calles f,
diante el aprovechamiento de la naturaleza puede considerarse una
üolación de ésta si, con la Biblia en la mano, se cree que el hombre fue
destruidas, así como la cifra de vidas humanas aniquiladas fueron clc
importancia sólo porque era de una fuerza simbólica inquietante e fl
imbo¡rable que la recién descubierta ftiente de energía ya hubiera
creado para protegerla y servirla y no al revés. Pero aquí da igual quién causado sólo al nacer muerte y destrucción a tan gran escala. lt
sirva o esté predestinado a servir por decisión divina a quién. Lo que es
innegable es que Lafircrza de los hombres, tanto la productiva como la
Este horror pronto se mezcló con una indignación no menos jus-
tificada y en el momento mucho más palpitante, ya que el podcrío clc
f,
de la labor, es un fenómeno natural, que la violencia es una posibilidad
inherente a dicha fueruay, por lo tanto, tambiénnatural y, finalmente,
la nueva arrna, entonces todavía absoluto, se había comprobado cn
ciudades habitadas, cuando se hubiera podido ensayar igual de bien y
lt
17." En el original: Pferdekrtiften.
de un modo políticamente no menos efectivo en un desierto o en una
isla deshabitada. En esta indignación también se percibía anricipada-
r{
7r
irl
t.
É{t
a ¡-a polírrca
,t 10,1 TEXTOS DE HANNAH AREND'I TNTRoDUCCTóN l¡ 10j

mente algo cuya monstruosa realidad sóio hoy sabemos, es decir, el


)5 hecho, que ninguno de los estados mayores de las grandes potencias
mundo es casi imposible limitarlo a un conflicro entre países totalita-
rios y países no totalirarios. El lanzamiento de la bomba atómica con-
niegaya, de que en una guerra, una vez puesta en marcha, los conten- tralapín y no conrra 1a Alemania de Hitler paralaque originalmen_
-fr dientes utilizan inevitablemente las armas de que disponen en cada tehabía sido construida es una muestra cla¡a de ello. Lo indignante

fl momento. Esto, evidentemente, sólo cuando la guerra ya no tiene una


meta y su finaiidad ya no es un tratado de paz entre los gobiernos com-
del caso es, entre otras cosas, queJapón era ciertamente una polencia
imperialista pero no totalitaria.
at batientes sino una victoria que compofte la aníquilación como estado
----<¡ incluso física- del adve¡sario. Esta posibiJidad ya se significó en
Este horror que trascendía todas las consideraciones político-mo-
rales y ia indignación que reaccionaba política y moralmente renían
,t la Segunda Guerra Mu¡dial al exigirse a Alemania yJapón una capi-
tulación incondicional pero su plena atrocidad sólo.se ¡eveló cuando
en común la comprensión de lo que significaba en realidad la guerra
total y la constatación de que ésta era un hecho que atañía rroiólo ,
4t las bombas atómicas sóbre Japón demostraron que las amenazas de los paÍses dominados por los totalitarismos y los conflicos generados

v una aniquilación total no eran charlataneríavacíay que ios medios ne-


cesarios para ella estaban realmente a mano. Hoy, consecuentemente
con el desarrollo de dicha posibilidad, ya nadie duda de que una ter-
por ellos sino a todo el mundo. Lo que en principio ya püa los ro-
manos y de facto en los tres o cuarro siglos que llamamos Edad Mo-
derna"- parecía imposible en el corazón del mundo civilizado, a saber,
fl cera guerra mundial difícilmente acabará de otro modo que con la ani-
quilación del vencido. Estamos todos tan fascinados por la guerra to-
el exterminio de pueblos compietos y el arrasamiento de civilizacio-
nes enteras de golpe se había deslizado amenazadoramente otra vez
*l tal que apenas podemos imaginamos que la constifución americana o en el terreno de lo posible. Y esta posibilidad, si bien surgida como
cl actual régimen ruso sobreviü erun ala derrota tras una eventual gue-
*t rra cntrc Rusia y América. Pero esto significa que en una futura guema
yll r)() sc tr¿rtaría dcl logro o la pérdida de poder, de fronteras, merca-
respuesta a una amenaza totalttatia --€n la medida en que ninguno
de los científicos habría pensado en construir la bomba atómica si no

*t .k,s y cs¡racios vitalcs, de cuestiones, en fin, que también podrían ob-


hubiera temido que la Alemania de Hitler lo hiciera y la utilizara-,
se convirtió en una realidad que apenas si tenÍa nada que ver con el

*t t('n('r's('sin violcncia por la vía de la negociación política. Así,la gue-


rr,r lr,r .'lt:j:rtlo clc scr la ultima ratio de conferencias y negociaciones
motivo que le había dado vida.
Se sobrepasó pues, quizá por primera vez en la Edad Moderna
el inicio de unas acciones miiitares que no eran
,rt ( Uylr I.il1)tur¿r catrsaba
rrirs (lu(r lrr corrtinr¡ación de la política con otros medios, Ahora de lo
pero no en la historia en general, una limitación inherente a la acción
violenta, limitación según la cual la destrucción generada por los me-
rli ( ¡(: s(r t rílta rnás bien es de algo que naturalmentq no podría ser nun-
Ir
ca ol>jcto dc ncgociaciones: 1a simple eústencia de ur país o un pue-
dios de üolencia siempre debía ser parcial, af.ectar sólo a algunas zonas
del mundo y a un rrúÁ"ro determinado de vidas hrr*urrrr"p.ro nunca
4t blo. Iln cste estadio en gue ya no se presupone como algo dado la co-
existencia de las partes enemigas y sólo se quie¡e zanjar de modo
a todo un país o un pueblo entero. Pero que el mundode todo un pue-
blo fuera arrasado, los muros de ia ciudad derruidos, los homtres
,1ñ violento los conflictos Surgidos entre ellas la guerra deja de ser un me- muertos y el resto de la población vendida como esclava ha sucedido
di<¡ de la poJítica y empieza, en tanto que guerra de aniquilación, a con frecuencia en la historia y sólo en los siglos de la era moderna no ha
,,ill traspasar -los límites impuestos a 1o político y con ello a destruirlo. querido creerse que esto pudiera suceder. Siempre se ha sabido más o
Sabido es que esta hoy denominada guerra total tiene su origen menos explícitamente que éste es uno de los pocos pecados mortales de
lfi en ios totalitarismos, con los que está indefectiblemenre unida; la de lo político. El pecado mortal o, para no ser paréticos, el cruce de la
aniquilación es la única guerra adecuada al sistema totalitario. Fue-
rt ron países gobemados totalita¡iamente los que proclama¡on la guerra " <üa Edad Moderna no es lo mismo que el Mundo Moderno. Ciendficamenre la
Edad Modema, que comenió en el siglo xvrrr, terminó al comienzo del xx; políticamen-
tolaly, al hacerlo, impusieron necesariamente su ley al mundo no to- te el Mundo Moderno en el que hoy día vivimos nació con las primeras explosiones ató-
ril talitario. Cuando un principio de tal alcance hace su aparición en el micas». Arendt establece esta distinción en el prólogo a fu condición humaz¿. [N. del t.]

ñ
t
106 TEXTOS DE HANNAH ARENDT
INTRoDUCCTóN ¡ ra porÍrrce r¡ 7W
frontera inherente ala acciónviolenta es de dos tipos: por un iado ia
viduos sino-que aniquila mediante el terror sistemático
muerte ya no concierne sólo a cantidades más o menos grandes de per- todas las rela-
ciones interhumanas. A él corresponde la guerra total,
sonas que debe¡ía¡ morir de todos modos, sino a un pueblo y a su
tenta con la destrucción de unos .rrrrto, puntos concretos
que;" ; .or-
constitución política, los cuales son posiblemente inmortales e incluso militar-
mente importantes sino que persigue _y la técnica
en el caso de la constitución intencionadamente. Lo que aquí se mata vu t"
permite perseguirlo- aniquilar el mundo surgido enrre "horu
no es algo mortal sino algo posiblemente inmorral. Ademásjy en estre- ros h"-*or.
sería ¡elativamente.fácil comprobar q,re lás reorías p"riii.",
cha conexión con esto, la üolencia al.carvaen este caso no rélo , .oru, y ro,
códigos morales de occidente han intentáo siempre
producidas, surgidas. a su vez mediante la üolencia y por tanto
me-
¿;l;;;irrr"-
na1 de los medios políticos_la auténtica guerra dá r.riq,ril*i;;;; r.-
diante ella nuevamente reconstruibles, sino u r*u r.arárá asentada his-
guramenre sería rodavía más fáctl demosrra¡ la ineficaiia
tórico-poJíti.^*.rrt.'.r, este mundo de cosas producidas, rearidad que, d. .rár't.o_
rías y exigencias. curiosa-mente todo aquerlo que .on.i.rn.
puesto que no fue ella misma producida, tampoco puede ser nueva- .r, ,.,
amplio sentido ai nivel de moralidad que el hoLb¡e ,. i.fár,"
mente restaurada. Cuando un pueblo pierde su libertad como estado, u ,i
mismo confirma por naruraleza las piabras de pratón:
pierde su realidad política aun cuando consiga sob¡evivir físicamente. .r iu fo"riu
De lo que se trata aquí, pues, es de un mundo de relaciones hu-
con las imágenes y modelos qrr. .r.""' lo que <<embelleciendo
li, -i- ;
delos primeros padres forma r lu d.r.."J.rr.i
manas que no nace del producir sino del actuar y el hablar, un mun- f:j:p:r,1 ^(ir¿",,
245).'o En la Edad Antigua el gran objeto de esros embellecinüen«rs ñ
do que en sí no tiene un final y que posee una fi¡meza tan resistenre
que tenían, al menos en cuanto a lo político, un varor formativo
pesar de consistir en lo más efímero que hay: la palabra fugaz y era la
;a
e1 acto rápidamente oli,'idado- qrr. u u...r, .o-o .., .l caso del"pue_
guerra de Troya, en cuyos vencedoies los griegos veían
a ,r,
Td
sados y en cuyos vencidos veían los.o-LoI a los suyos.-o.-'.r,. -,.po-
blo judío, puede sobrevivir siglos enteros a la pérdida der ,,,r,,do
producido tangible. Ésta es, sin embargo, ,nu .*i.p.i6n, yaque por
modo unos y otros se convirtieron, como Mommsen ,oli^ d".ir,
..,
kr
lo general esre sisrema de relaciones suigido de la aición, ., .i qrl .l
pasado continúa vivo en la fo¡ma de una historia que habla yi. lu
los.<<pueblos gemelosrr" de la Antigüedad porqu.lu
,ir.^ g.ri, 1.,
valió a ambos como comienzo de su existenciu t-rlr,¿rl.r. p;;;*, ld
que siempre se habla, sólo puede exisrir dentro der mundo pioduci-
de los- griegos conrra Troya, la cual fnariz| con una
aniquilacián tan
completa de la ciudad que su exisrencia se ha dudad; h;r;;
lrr
do, anidando entre sus piedras hasta que éstas tambié., huÉ1un y, al i"..
hacerlo, dan testimonio
-aunque
rra. Este-ámbito tan propiamente
se las arranque del seno de Étie-
poco, se considerada todavíahoy el ejemplo más primigenio
rra de aniquilación.
de gue_ Y
humano, qrr.áu forma a 1o político
en sentido estricto, puede cie¡tamente irse a pique pero no ha surgi-
?or 1o tanto, para una reflexión sobre el significado de ésta, que
vuelve a amenazainos, podemos evocar estos sucesos de
,d
do de ia violencia y su designio no es d.rapari.ir pó, .u,rru de ella. ra Antigüe-
Este mundo de relaciones no ha nacido por l, frerza o la poten-
dad
Trcya-sobre
todo porque mediante la estilizacidn a. t" g*rrI a.
griegos y romanos definieron de un modo alavez.oli.iá.rrr.
ld
cia de un individuo sino por la de muchos qrr., ,l estar juntoslgene_
ran un poder ante el cual la más grande fuérza del indivíduo'ef im- H
potente. Este poder puede ser debiütado por todos los factores
posibles, del mismo modo que puede renovarse otra vez a causa
de
. 18.* !n el original: Es connatural a estas cosas, concernientes en un amprio senti-
do aI nivel de la autoimpuesta mo¡alidad del homúre, que para
.11", t.ngu uJd;, lo
H
todos los facrores posibles; sólo puede liquidarlo definitivamente la
que Platón decía: es_la poesíacon Ias figuras y modelo.
...uio, po. .[r...' ---
violencia cuando es rotal y,literalmente, no deja piedra sobre piedra
26' La cita de platón (en ra t¡aducción di R,rdolf Rufen"r) áce: ..Ei
t.rc., tipo de á
posesión-y de locura proviene de las Musas. cuando
conmueven un alma sensiblÉ e ín-
ni hombre junto a hombre.
Ambas cosas son esenciales al totalitarismo, que, por lo que res-
tegra, le inspiran cánticos y otras obras poéricas y aJ. ensalzar
así los mii.s J. ,*t, a.
,:. uT,Cyo,. torma a la posteridad». plat6n, Meisterdialoge. phaidon, Symposion, pha;_
¡r{
pecta a la política interior, no se conformu .or, ,*.dr.rrtr. Ios
^
incli-
dlos, Lurrch-Stutrgan: Artemis (Die Bibliothek der alter¡ Vtett,W4j),
27. Theodor Mommsen, Rdruische Geschichte,ob. cit., vol.
I, pág.3,
lOiA, pag. Ztt. r{
t{
¡{
L
fl INTRoDUCCTóN ¿ ra porÍ¡c¿ Ir
r08 TEXTOS DE HANNAH ARENDT
t 109

--<s decir, 1o que caracterizaba sólo a la polis y los griegos de-


y contrapuesto 10 que para sí mismos y en cierta medida también para lítico>>
á .nosotros significa propiamente la política, así como ei espacio que negaban a bárbaros y a hombres no libres- se cenr¡aba en el hablar

.# éstare' debe ocupar en la historia. En este sentido, es de decisiva im-


portancia que el canto homérico no guarde silencio sobre el hombre
sobre algo a y con los demás. A esta esfera se la consideraba bajo el
signo de la peitbo divina, una fuerza de convicción y persuasión

t vencido, que dé testimonio tanto de Héctor como de Aquiles y gue,


aunque los dioses hayan decidido de antemano la victoria griega y \a
que rige sin violencia ni coacción entre iguales y que lo decide todo.
Contrariamente, la guerra y la violencia asociada a ella fueron exclui-

.ll derrota troyana, éstas no convierten a Aquiles en más grande que


tléctor ni a la causa de los griegos en más legítima que la defensa de
das por completo de lo propiamente político, surgido y válido entre
los miembros de una polis; violentamente, se comportaba la polis
Troya. Así pues, Homero canta esta guerra, datada tantos siglos como un todo f¡ente , tt.ot estados o ciudades-ertuio p.ro prJcisu-
-fl atrás, de modo que,.en cierto sentido, o sea en el sentido de la me- mente entonces se comportaba, según los mismos griegos, <<apolítica-
¡ll moria poética e histórica, la aniquilación pueda ser reversible. Esta
gran imparcialidad de Homero, que no es objetividad en el sentido
mente>>. De ahí que en estos casos se suprimiera necesariamente la
igualdad de los ciudadanos, que impedía que nadie mandara ni nadie

I de la moderna libertad valorativa, sino en el sentido de la total li-


bertad de intereses y de ia completa independencia del juicio de la
obedecie¡a. Precisamente porque una guera no puede hace¡se sin
órdenes ni obediencia ni dejando las decisiones al crite¡io de la con-
I historia
-contra
la cual consiste en el juicio del hombre que actúa y
su concepto de ia grandeza_,yace en el comienzo de toda historio-
vicción,1os griegos pensaban que pertenecía a un ámbito no-político
lnicht-politiscb). Ahora bien, al ámbito polÍtico pertenecía funda-
A grafiay no sólo de la occidental; pues algo así como lo que-entende-
mos por historia no lo ha habido nunca ni en ningún sitio donde el
mentalménte todo aquello que nosotros entendemos por extrapolíti-
co. Para nosotros la guerra no es la continuación por otros medios de
f, cjcmplo homérico no haya sido, al menos indirectamente, efecdvo. la política, sino a la inversa la negociación y los trátados siempre una
Sc trata dcl mismo pensamiento que reencontramos en la introduc- continuación de ia guerra por otros medios: 1os de la asrucia y el en-
t cirirr rlc I'Icrócloto, cuando dice que quisiera evitar que <<las grandes gaño.
El efecto de Homero sobre el desarrollo de la polis griega no se
y rrrirravillosas gcstas tanto de los helenos como de los bárbaros, ca-
t y('r'rul (:n cl olvido>>-28 es decir, un pensamiento que, como Burck- agotó sin embargo en esta exclusión, sólo negativa, de la violencia del

t l',rr',lt «rl¡scrvír con razón unavez, «no hubiera podido ocurrí¡sele a


trirr¡¡rirr cgipcio o judío>r.2e
ámbito político, cosa que únicamente tuvo como consecuencia que las
guerras como siempre se realizaranbajo el principio de que el fuerte

# Ils lricn conocido que los esfuerzos griegos por transformar la


grrcrra dc aniquilación en una guerra política no fueron más allá de
hace lo que puede y el débil sufre 1o que debe.ro Lo propiamenre ho-
mérico en el relato de la guerra de Troya tuvo su pleha repercusión en

4t csta salvación retrospectiva de los aniquilados y abatidos que Home-


ro poetizó, y fue esta incapacidad lo que llevó finalmente al derrum-
la manera en que la polis incorporó a su forma de oiganización el con-
cepto de la lucha como el modo no sólo iegítimo sino en cierto senti-
4l bamiento de las ciudades-estado griegas. Por lo que se refiere a la
guerra, Ia polis griega siguió otros caminos en la definición de lo po-
do superior de la convivencia humana. Lo que comúnmente se deno-
mina espíritu agonal de los griegos, que sin duda ayuda a explicar (si
,lil| Iítico. La polis se formó alrededor de la ágora homérica, el lugar de es que algo así puede explicarse) que en los pocos siglos de su floreci-
reunión y discusión de los hombres libres, donde lo propiamente <<po- miento encontremos condensada en todos los ter¡enos del espíritu
,llfl una genialidad más grande y significativa que en ninguna otra parre,
no es solamente el empeño de ser siempre y en todas partes el mejor,
19.* En el manuscrito hay un pronombre neutro cuya referencia podría ser a <do
rill político» en vez de a <da políticarr.
afán del que Homero yahablay que poseía en efecto tanto significa-
28. Heródoto, I, 1.
,{t 29. Jacob Burckhardt, Qriechische Kulturgescbicbte, ob. cit., vol.),pág.406. 10. Véase Tucídides, V, 89 (Melierdíalog).

,t
t
t
I
DE HANNAi{ ARENDT
TNTRoDUCCIóu a ra PolÍrrcl n 111 I
110 :tExros
ú
se encuentra ep su lengua un
verbo para hensiblepelonoporellomenosinsistenteyesencial).Delaambiva-
do para los griegos que hasta una as-
como i.;;á q,r. Hio*..o versificaba la guerra troyana resulta ahora
se entendía no sólo JI
;11:,^;;;;;;;;?r" 't mejor)' que que colmaba la vida' Esta compe- ;;;;6ñáad infinita de obietos aludidos, Ios cuales, al ser trata-
átti'idud sacados a la'ltrz
piración sinocomo
"" l' l"thu' completamente 'inde- á". ,"r rá",os en la presencia á" o"o' muchos' son sus lados. u.i !
tencia todavia tenta * *tatL "" il Hñ11.;, ¿."á..r,,a" obligados a mostrar rodos
que dio a Háctor v Aquiles la
pendienre d. lu ui.torá;';á;*;;^, ;;il;á.o*pl.rod pued-e un asunto aParecer en su plena r..:'r
oportunidad ¿" *o""lJ; t;; t'^"' dt manifestarse realmente' a.u. t.rr.rr. pfesenre que toda circunstancia pu.:,lt'
T
ocurre con la guerra entre iü;il;i"q*
;;;J;;;. pl..,r*""t reales' Lo mismo y otros la oportunidad de ma- ;;;ñ .n iur,u, {acet'as yperspecuvas.como seres hqmanos
irrrI II i
t
griegos y troyanos, que concede a
unos político-público es lo ctr
lo'.gíitgot ti espacio
ditp"t' enüe los que. Puesto que para
nifestarse tomlmente y a la que
corresponde sóIo é1es elterritorio en cluc
""
al enfurecido combate y que irrun(ko¡noni .oqr.'. todát tt reúnen' I
dioses que otorga ,t' iltt'o significado. todas las cosas, en ,l, .áÁpttt"d, adquieren
va-lidez' Esta capaciclatl'
divino en ambos bandos' aun
demuestra .lur^*t"tJ' q"" f'ly algo guerra contra i^rr¿^ en ultimo términp en aquella imparcialidad
homérica qlre so- t
;;;;;;;; á. .[o' 1á esté consagrado.la ruina' La lamente veía un asunto desde el contraste
de todas sus partes-' es pe-
y HoÁt'o la ve con los oios de los tro-
Troya tiene dos .o"t"Ji*' .Jirt 11f, ¿",lgii"drá y h"*u nuestros días todavía no ha sido igua- I
Este modo homérico de
yanos no menos q"-t;1* dá lo' griegos'
'
también se
dos aspectos que sólo aParecen en
la lucha' hd" ;" toda su ápuriot'áau intensidad' En tal capacidad del
en todas las cosas para laliberación
*ortru. -que
la guerra es..<el padre de ;;;1"; ;;.o, d. r"t t"ritt", cuyo significado se subestima cuan- I
es también.t d" H".á-.lio *anáo dice humano de las ataduras dogmáticas
;#ff;;r".n Áq"i,la violencia de la-guerra en todo-su'esPanto ;;;¿;," Pero
re, áo ," 1o, juzga, siguiendo el ejemplo- platónico' moralmente.' I

er gií y lapo rencia del homb


ilffi ñJ". airJor-ente des"la enf""rá prueba ."",¡."," pl.u türgu*""t"íó" ás d" i-pottancia secundaria
para
que únicam.rrr" p"iJ;;;;*t
ct"'do la pone a
i, ."*iirr.iOn de lo iolítico acaecida por primera vez en Ia polis' Lo
frenteaalgooalguien'
indiferenciado' Ia poten-
,Jp.,ái"* dar la ruelta a los argumentos y volver
decisivo no es que
Lo que,en Uo*.'o aparece todavía casi r* JiÁ^.i"rr., d.lá¿; ;i"" que se obtuviera realmenre la facultad
yLafuer.zaarrebatadora de las gran-
cia violenta ¿. tm g'u'i¿t" gt"as de los áe uerlos temas ¿"rJ. áir,i"tos'lados,
significa
1o que políticamente
á"* nalabras que las ;;;;H;; rrsuadiendo asíalaasamblea tos muchos punros de vista posibles dados
se nos presenta va claramente divi- ;;r;;;f.r.iui.ru ser contemplado y
;::'ffii;;r;.L", a nosotros
lu' competiciones únicas ocasiones l" .i.""a. tÉa , prtiit it lo' t"lt' algo puede
dido en ia polis ,rri,*^ -las
""t" pat^ ldtit"' la Íuetza desplegada sin variados' Esto sig-
;";;;;;, ; ;.rr. d"'r, mismidad, los aspectos másinteÉs'
en que toda Grecia; j";t^b^ que sólo se
este último nifica bastante más q". f' exclusión dél propio
;i;il;;v l.t ¿Ári.t v A*"tio"es inacabables' En Homero se da- obtiene algo negativJy .á-p""a-el riesgo
de perderel vínculo con el
cosas' que todavía en
caso, las dos caras de todai las La facultad de mi-
t" á donde toda ;;J; y iá ir,.iiru.ioí pot 'ut objetos y ut"'tot' reside
ban en la luc,u, .utt' JJ*J'^**tt
del hablar'
',,,Uito
de Aquilesvr:na derrota puede ;;;i;ít-. r.*u ¿.ráátos más dí""ot ángulos en el mundo
victoria es ambigua;;;;l';it;oria humano, capacita para intercambiar el propio
y natural.punto de vis-
Héctor' Pero en los debates ya no se trata
ser tan célebre ómo la de el mundo y consigue,
., q"
los respectivos o-radores se manifiesten
como i" ..".í¿.io, d.*á, junto a los que se está en
de dos bandos t..¿uá.* Lb.nad dt movimiento en el mundo de 1o espiri
por que ,rl,
personas, si bien .,'inh""t'tt todo hablar'
'
te aparczca(de
P"Ijt?Pjetivo>>
un modo difícilmente apre- ;á,""";^t"l.ta a la que se da en el de lo físico'
Este recíproco conven-
i;;:;;'d;,lr..ir'^ur"" .;;;;;rr"rdir, qr" era el auténtico comportTitlt:.Ptltico-de los
que no
.irá^á*ot librei de la polis, presuponía un tipo de ltbertad al pro-
D¡e Fragmente derV2n2frqi!e'r: Gne' ni espiritual ni físicamente'
11. Heráclito, B5l, en: ÍIermann Diels' Berlín' Veidmann'
.rirU^ inmutablem";,. "i"t'f'da,
cbisch undDeurrrá,6', tcli'' ;;ü"rti"t r'""'' vol' I ireimpresión pio punto de vista o Posición'
1951) , Pig,. 162.
I
fl TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN e re polÍrrce rr t1)
t
712_

modelo parala aptirud específicamente.políti-


Su peculiar icieal, su nadie es apto para el discernimiento, ni siquiera el tirano. Además,
t ca está en la pbrorueszi, aquel disce¡nimiento del hombre político
(del politikos, no del hombre de estado, que aquí no existe), que tie-
esta libertad política, que en su figura más elevada coincide con el
discernimiento, no tiene que ver lo más mÍnimo con nuestro libre al-
fl ne tan poco que ver con 1a sabiduría que Aristóteles incluso la remarcó bedrío ni con la libertas romana ni con el liberam arbitrium cristia-

t como opuesta a la sabiduría de los filósofos. Discemimiento en un con-


texto político no significa sino obtener y tener presente la mayor pano-
no, hasta ei punto de que incluso falta en la lengua gdega la palabra
para todo esto. Ei individuo en su aislamiento nunca es libre; sólo
rámica posible sobre las pcsiciones y puntos de vista desde los que se puede serlo cuando pisa y actíta sobre el suelo de la polis. Antes de
,itl considera y juzga un estado de cosas. De esta pbronesis,la virtud po- que la libertad sea una especie de distinción para un hombre o un
ejemplo para el griego frente al bárbaro-, es
,ltl lítica cardinal para Aristóteles, apenas se ha hablado durante siglos. Es
en Kant en quien la reencontramos en primer iugar, en su alusión al
tipo de hombre
un atributo para
-por
una forma determinada de organización de los hom-
,tt sano entendimiento humano como una facultad de la capacidad de jui-
cic¡.Lallama «el modo de pensar más extendido» y la define explícita-
bres entre sí y nada más. Su lugar de nacimiento no es nunca el inte-
rior de ningún hombre, ni su voluntad, ni su pensamiento o senti-
mcnte como la capacidad <<de pensar desde la posición de cualquier mientos, sino el espacio eil.tre, que sólo surge allí donde algunos se
otr:or>,'2 pero desgraciadamente esta capacidad política kanttana par juntan y que sólo subsiste mientras permanecen .iuntos. Hay un espa-
fl excelleruce no desempeña ningún ro1 en el desarrolio del imperativo ca-
te1¡órico; pues la validez del imperativo categórico se deriva del «pen-
cio de la libertad: es libre quien tiene acceso a é1 y no quien queda ex-
cluido del mismo. El derecho a ser admitido, o sea la libertad, era un
*t sarrricnto coincidente consigo mismorr,lr y \a razínlegisladora no pre-
slll)ouc a los dcnrás sino únicamente a un yo-mismo [Se/ás¡] no
bien para el individuo, bien no menos decisivo para su destino en la
vida que la riqueza o la salud.
rl t'ontrrrtlictorio. L¿r vcrdad es que en 1a filosofía kanriana la facultad po-
lítit:r rrrrtí,rrti('rr n() cs la razón legisladora sino la capacidad de juzgar,a
Por lo tanto, para el pensamiento griego, la libertad estaba enrai-
zada enun lugar, unida a é1, delimitada espacialmente, y las fronteras
4t l.r , rlrl cs lrro¡rio ¡roclcr prcscindir de.das condiciones privadas y sub- del espacio de la libertad coincidían con los muros de la ciudad, de la
¡t'tiv;rs tlt'l jrrir:i.r>>.,'r lin cl sentido de la polis el hombre político era en polis o, más exactamente, de \a ágora que ésta rodeaba. Fuera de es-
1l :,rr ¡r;rlticrrlrrl rlistinción al mismo tiempo el más libre porque tenía en tas fronteras estaba por un lado el extraniero, en el que no se podía
virtu.l ,l,,srr ,lis<'crnimiento, de su aptitud para considerár todos los ser libre porque no se era un ciudadano o, mejor, un homb¡e políti-
,,ill l)unt()ii rlt: vistrr, la ¡náxima libertad de movimiento. co, y por otro el hogar privado, en el que tampoco se podía ser libre,

ril Alror':r bicn, cs también importante tener presente que esta liber-
t:rtl clc lo político dcpende por completo de la presencia e igualdad de
porque no había nadie poseedor de los mismos derechos con quien
constituir coniuntamente el espacio de la libertad. El sígnificado de
clcrcchos de los muchos. Un asunto sólo puede mostrarse bajo múlti- esto último erutodavía dete¡minante para el concepto romano
rl,ll -por
ples aspectos cuando hay muchos a los que respectivamente aparece 1o demás tan distinto- de lo que es lo político, la cosa pública,la res
desde perspectivas diversas. Donde estos otros e iguales, así como sus publica o república. Tanto pertenecía laÍamiia según los romanos
,,ill
opiniones, son suprimidos, por ejemplo en las tiranias, en las que ai ámbito de lo no-libre que Mommsen tradujo la poJabra «familia»
r-tl todo se sacrifica al único punto de vista del tirano, nadie es libre y sin más ni más como <<servidumbrerr.ls La causa de esta servidumbre
era doble; por un lado ei pater familias, el padre de familia manda-
{t 32. Kant,Kritik der(Jrteikkraft, 8158 [Hay trad. cast.]; véase Ha¡nah Arendt, Das
ba é1 solo como un verdadero monarca o déspota sobre su hogar, el
cual, junto con mujer, hijos y esclavos, formaba la ,<familior. Por io
Ur:eilen. Texte zur Kants Politischer Philosophie (comp. Ronald Beiner), Múnich-Zü-
,fr| ric)r, Piper, 1985 , pá9. 60 sig., pág. 95 sig.
tanto le {.aJtaban iguales ante los que aparecer en libertad. Por otro
fi. Kant,ibíd.
4l )4. Ob. cit., 8159. 35. Yéase Mommsen, Rómische Geschichte, ob. cit., vol. l,pág.3.

,{t
t
714 TExros DE HANñAH ARENDT rNTRoDUccróN e re porfrrce rr llj
Iado, en este hogar dirigido- por uno solo no se'admitía la lucha ni la pre el mejor de todos y conseguir gloria inmortaT. Lapresencia nece.
competencia porque debía constituir una unidad no perturbada por sada de_muchos en general y de muchos de igual .onái.iór, en parti-
intereses, posturas o puntos de vista contrapuestos. Puesto que se su- cular, el lugar homérico de reunión, la ágora-que en er caso'.le Ia
prunía esa variedad de aspectos, moverse entre los cüales e¡a el autén- campaña contra Ttoya sólo pudo surgir porque muchos <<reye$> que
tico contenido del ser-libre LFreiSein), del acmar y hablar en liber- vivían dispersos en sus haciendas y que eran hombres libres s. junta-
tad. En suma, la'falta de Iibertad e¡a el pr.rrrprr.rio de una unidad ron para una gran empresa (cada uno con eI fin de obtener una gloria
compacta, que era tan constitutiva de la convivencia en la familia sólo posible conjunramente, lejos del hogar patrio y su estrechJ"¡__,
como la libertad y la lucha lo eran parala óonvivencia en la polis. El esta homérica conjunción de los héroes; todo esto quedó posterior-

r'
espacio libre de lo político aparece, pues, como una isla, el único lu- mente desprovisto de su carácter transito¡io y aventurero. La polis si-
gar en que el principio de la violenciayla coacción es excluido de las gue completamente Jigada ala ágorahomérica pero este lugar de reu-
relaciones entre los hombres. Lo que está fuera de este pequeño es- nión es ahora permanente, no el campamento de un ejército que tras
pacio, la familia de un lado y las relaciones de la polis con orras uni-
dades políticas de otro, sigue sometido al principio de la coacción y
acaba¡ su cometido se dispersa otravezy debe esperar siglos hasta que
un poeta le conceda aquello a 1o que ante los dioses y los hombres te-
?t
al derecho del más fuerte. Por eso, según la concepción de la Edad nía derecho por la grandeza de sus gestas y palabras gloria in-
Antigua, el estatus del individuo depende tanto del espacio en que se mortai. La polis ahora, en la época de su florecimiento, -la esperaba á
mueve en cada momento que el mismo hombre, qr., io-o hi;o adul-
to de un romano, <<estaba subordinado al padre..., podía-ser que,
(como sabemos por el discurso de Pericles)r7 ser quien ,.
"nJu.gu.u
por sl misma de hacer posible la lucha sin violencia y de garuntizár
F
como ciudadano, fuera su seño»r.r6
Pero volvamos a nuestro punto de partida. Intentábamos recapa-
gloria, que hace inmortales a los mortales, sin poetas ni cÁtores.
Los romanos eran elpueblo gemelo de los griegos porque arribu-
la
F
citar acerca de la guerra de aniquilación ffoyana y el tratamiento que
le dio Homero para comprender cómo acabaron los griegos con elele-
yeron su origen al mismo acontecimiento,la guerra de troyu;porqr.
no se tenían <<por hijos de Rómulo sino de Eneasrr,ls por descendien-
#
mento aniquilador de la violencia que destruye el mundo y lo político.
Es como si hubieran separado la lucha, sin la que ni Aquiles ni Héctor
!o 4.los troyanos (como los griegos sostenían serlo de los aqueos).
Por lo tanto derivaban su existencia política conscientemente áe una
tl
hubieran podido hacer*ealmente acto de presencia y dernostrar quié- der¡ota la que siguió una refundación sobre tierra extranjera, pero
-a
¡l
nes eran, de lo guerrero-mfitar en que anida originariamente la vio-
lencia, haciendo así de la lucha una parte ínregrante de la polis; y como
no la refundación de algo insólitamente nuevo, sino la renouadaiun-
dación de algo antiguo,la fundación de una nueva patúay una nue- F
si hubie¡an asignado a sus poetas e historiadores la preocupación por
la suerte de los vencidos y sometidos en las furiosas guerras. Respecto
vacasa para los penates, los dioses del hogar regio en Troya, que Eneas
había salvado al huir con su padre y su hijo iruzándo-el mar hacia F
a esto último hay que considerar sin embargo que eran sus obras, no
la actividad de que éstas surgieron, lo que formaba parte a su vez de la
el Lacio. De lo que se tratabi .o-o .ro, dlce virgilio en la elabora-
ción definitiva de las esrfizaciones griega, siciliana y romana del ciclo F
polis y lo político
-igual
que las estatuas de Fidias y orros artistas per-
tenecían necesariamente al contenido, mngible en el mundo, de lo po- -
de leyendas troyano, era de anular la derrota de Héctor y la aniquila-
ción de Troya: <<otro Paris atizará de nuevo el fuego que arruinó los F
lítico y público, mientras que sus autores mismos a causa de su profe-
sión no eran considerados ciudadanos libres e iguales. De ahí q.ri prru
pináculos de Pérgamorr.re Ésra es la misión de Eneus, desde cuyo
7r
la tipificación del hombre griego en la polis fuera determinante la fi
gura de Aquiles, el constante impulso por distinguirse, por ser siem- J7. Transmitido por Tucídides, II, 41. 7l
36. Ob. cir..,pág.71.
38. st. \Teinstock, Art. <<Penates>>, en Paulys Real-Encycropiidrc der cla¡sischen Al-
g) págs. 4 17 sigs. y pag. +Zá.
tert unzstais s en sch aften, vol. 1 9 ( I 9l
39. Virgüo, á eneis,Y[., )2L sig. [rad. cast.].
vl
ifa
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i16 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN a r¡ po¡-Írrc¡ rr Lfi
{
punto de vista Héctor, que durante diez largos años impidió la.victo- suceso puede tener dos caras y cómo el poeta, al contrario de lo que
á ria de los Danaos, es el auténtico héroe de la leyenda, y no Aquiles. ocurre en la realidad, no tiene con la victo¡ia de los unos el derecho a
Pero lo decisivo no es esto sino que en la repetición de la guerra tro- derrotar y dar muerte en cierta manera por segunda vez a los otros.
A yana sobre suelo italiano las relaciones del poema homérico se invier-
ten. Si bien Eneas, sucesor alavez de Paris y de Héctor, atiza de nue-
Pero que esto también ocurriera en la realidad
-y pueblosdifícil
no es expli-

t vo e1 fuego por una mujer, no es por Helena ni por una adúlte¡a, sino
por Lavinia, su prometida, y si bien, igual que a Héctor, se le enfren-
carse hasta qué punto la autointerpretación de los forma par-
te de la realidad si se tiene en cuenta que los romanos, en tanto ies-
cendientes de los troyanos, en su primer contacto comprobable con
{ ta la furia despiadada ylairainvencible de un Aquiles, es decir Tur- los griegos, se presentaron como los descendientes de-Ilión-, esto
nur;, el cual se identifica explícitamente a príamo que parece todavía más inaudito; pues es como si en el comienzo de la his-
{ -<<anúnciale
tanrbién aquí has encontrado a Aquiles>>-,ao cuando se retan, Tur- toria occidental hubiera realmente tenido lugar una guerra que, en el
nus, o sea, Aquiles, huye y Eneas, o sea, Héctor, le persigue; y así
,{l corno Héctor ya en la descripción homérica no sitúa ia gloria por en-
sentido de Heráclito, hubiera sido <<el padre de todas lu, cásusrr, yu
que forzó la aparición de. un único proceso en sus dos caras origina-

I cinra de todo sino que <<cayó un defensor luchando por sus piogeni-
tores>>, tampoco a Eneas puede separarlo deDido pensar en la mag-
riamente reversas. Desde entonces ya nohay para nosotros, ni én el
mundo sensible ni en el histórico-político, cosa o suceso a no ser que
f na gloria de las grandes gestas, ya que «el propio encomio no le
parece merecedor de fatigas y tormentosr>,4I sino sólo el recuerdo del
los hayamos descubierto y contemplado en toda su riqueza de aspec-
tos, que nos hayan mostrado todos sus iadós, y los hayamor .o.roiido
f, hijo y los descendientes, la preocupación por la pervivencia de la es-
tir¡rc y su gloria, que para ios romanos significaba la garuntíade la in-
y articulado desde todos los puntos de visra posibles en el mundo hu-
mano.
f, rr ro rtlrliclacl terrenal.

lisrc ()l'iirer), transmitido primero míticamente y después estiliza-


Sólo desde esta óptica romana, en que e1fuego es atizado de nuevo
para superar la total destrucción, podemos quizá entender la guerra de
fl rl. rrrris ...scicntemente, de la existencia política romana a partfu de
'l'roy:r y .lc la gucrra que la rodeó
es sin duda de los sucesos más re-
aniquilación y por qué ésta, independienremente de todas las conside-
raciones morales, no puede tener ningún lugar en la política. Si es ver-
t r¡r,rr',',rl,lcs y cnrocionantes de la histo¡ia occidental. Es como si a la
:u¡rlrivrrlcrrcia c imparcialidad poética y espiritual del poema homéri-
dad que una cosa tanto en el mundo de lo hisrórico-político como en el
de lo sensible sólo es real cuando se muestra y se percibe desde todas
,il| ., lt: sccrr¡rdara una realidad plena y completa que realizara algo que, sus facetas, entonces siempre es necesaria una pluralidad de personas o
(lc otr'() nrodo, jamás se hubiera rcaTizado en Ia historiu y qr., ápu- pueblos y una pluralidad de punros de vista para hacer posible la reali-
r{ll rt:utcnrente, tampoco puede realizarse en absoluto, a saber, la plena dad y garuntizar su persistencia. Dicho con otras palabras, el mundo
justicia para los vencidos, no por parre del juicio de la posteridad,
;il que desde y con Catón^siempre puede decir: <<victrix causa diis pla-
sólo surge cuando hay diversas perspectivas, únicamente es en cada
caso esta o aquella disposición de las cosas del mundo.
cuit sed victa Catonirr,42 sino por pafie del manscu¡so histórico mis-
dl mo. Ya es basranre inaudito que Homero cante Ia gloria de los venci-
Si es aniquilado un pueblo o un estado o incluso un determinado
grupo de gente, que el hecho de ocupar una posición cual-
r]il dos y que incluso muestre en un poema elogioso cómo un mismo quiera e¡ el mundo que-pornadie puede duplicar sin más- presenran una
visión del mismo que sólo elios pueden hacer realidad, no muere úni-
4I 40. Ob. cit.,7X,742.
41. Ob. cir.'|/,232sig.
camente un pueblo o un estado o mucha gente, sino una parte dei
mundo aspecro de él que habiéndose mostrado antes uhorr ro
42. Exttaido de: Lucano, Pharsah'a (= Bellum ciaile),I,128. Véase el comentario -un de nuevo.
rtil al uso que Hannah Arendt hace de esta cita en: Hannah Arendt y KarlJaspers, Bief podrá mostrarse Por eso la aniquilación no 1o es solamen-
uecl¡¡el 1.926-1969, edit. por Lotte Kóhler y Hans Saner, Múnich -Zurich,piper, 19g5, te del mundo sino que afecta también al aniquilador. La polírica, en
atl pág.769 sig. sentido estricto, no tiene tanto que ver con los hombres cómo con el

rt
t
118 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCcTóu ¡ r¿ porÍrrce rr tt9
mundo que surge entre ellos; en la medida que'se convierte en des- cuahdo hacer y sufrir han pasado pueden después convertirse en las
-'tructiva y ocasiona la ruina de éste, se destruye y aniquila a sí misma.
dos caras de un mismo suceso. Pero entonces este mismo a causa de
Dicho de otro modo: cuantos más pueblos haya en el mundo, vincu- la lucha se transforma en algo distinto que se revela sólo a la mi¡ada
lados entre ellos de una u otra marlera, más mundo se formará entre evocadora y elogiosa del poeta o a la retrospectiva del historiador.
ellos y más rico será el mundo. Cuantos más puntos de vjsra haya en Desde un punto de vista político, sin embargo, el ehcuentro implíci
un pueblo, desde los que mirar un mundo qtrá db.rg, y subyacáa to- to en Ia lucha sólo puede mantenerse si ésta es interrumpida y de clln
dos por igual, más importante y abierta será la naeión. Si por el ion- resulta un estar juntos distinto. Todo tratado de paz, incluso cuando
trario aconteciera que a causa de una enoñne catástrofe restara un no es propiamente tratado sino dictado, sirve para regular nuev¿l-
solo pueblo sobre la Tierra en que todos 1o vieran y comprendieran mente no sólo el estado de cosas previo al inicio de las hostilidacles
todo desde 1a misma perspectiva y vivieran en completa unanimidad, sino también algo nuevo que surge en el transcurso de 1as mismas y se
entonces el mundo en el sentido histórico-político llegaría a su fin y convierte en común tanto para los que hacen como para los que pa-
los supervivientes, que pennanecerían sin mundo sobre la Tierra, no decen. Una transformación tal [de la simple aniquilación en algo dis-
tendrían más en común con nosotros que aquellas tribus faltas de tinto y permanentel2o está ya en la imparcialidad homéríca, que por
mundo y de relaciones que los europeos encontraron al descubrir. 1o menos no malogra la gloria y el honor de los vencidos y vincula
nuevos continenles y que recuperaron o descartaron para el mundo para siempre el nombre de Aquiles al de Héctor. Pero por 1o que res-
humano, sin ser'conscientes en definitiva de que eran también hom-
bres. Dicho con otras palabras, sólo puede haber hombres en el sen-
pecta a los griegos, dicha transformación del hostil estar juntos se li-
mitó por bompleto a lo poético y evocador y no fue políticamente
d
tido auténtico del término donde hay mundo y sólo hay mundo en el
sentido auténtico del término donde la pluralidad del género huma-
efectiva.
Así pues, el tratado yla als.anza como concepciones centrales de
5
no es algo más que la multiplicación de ejemplaresde una especie.
Por eso es tan importante que la guerra de Troya, repetida sobre
lo político no sólo son históricamente de origen romano sino esen-
cialmente extraños al ser griego y a su idea de lo que pertenece al ám-
vr
suelo italiano, a 1a que el pueblo romano remontaba su existencia po, bito de 1o político, es decir, de 1a polis. Lo que aconteció cuando los jr
lítica e histórica, no ftnñzara a su vez con una aniquilación de los descendientes de Troya llegaron a suelo italiano fue, ni más ni menos,
vencidos sino con una.aTianza y un tratado. No se tralabaen absolu-
to de atizar otravez las llamas para invertir el desenlace, sino de con-
que la polÍtica surgió precisamente allí donde ésta tenía para los gric-
gos sus Iímites y acababa, esto es, en el ámbito no entre ciudadanos
f,
cebir un nuevo desenlace para esas llamas. Tratado y alianza, según de igual condición de una ciudad sino entre pueblos extranjeros y cle - 1r
su origen y su concepto, definido con tanta riqueza por los romanos, siguales entre sí que sólo la lucha había hecho coincidir. Es cierro qrrc
están íntimamente ligados con la guerra entre pueblos y representan,
siguiendo la concepción romana, la continuación por así decir natu-
ésta, y con ella la guerra, fue también, como hemos'visto, el inicio «h' f,
la existencia política de ios griegos pero únicamente en la meclirlir r.rr
ral de toda guerra. También hay aquí algo homérico o quizás algo con que éstos, al luchar, permanecían ellos mismos y se unían para ascl¡ r . 1l
que el propio Homero ya tropezó cuando dio a la leyenda úoyana su rar la conservación definitiva y eterna de la propia esencia. En cl r:,rs,,
elaboración definitiva: el reconocimiento de que también el encuen- de los romanos era esta misma lucha la que les permitía conoccr.s(: :l úr
tro más hostil entre hombres hace surgir algo en adelante común en-
tre ellos simplemente porque
-como
dijo Platón- <do que el agen-
sí mismos y al antagonista; una vez finalizada no se retraían otr.ir v(.2
sobre sí mismos y su gloria dent¡o de los muros de su ciudad sinr.r t¡rrr. F
te hace, lo sufre también el paciento> (Gorgias, 47 6) ,$ de manera que habían obtenido algo nuevo, un nuevo ámbito político, garantizrrtLr
por el tratado, en el que los enemigos de ayer se convertían cn l,,r;
a4
41. Véase Plat6n, S¿imtliche Werke, ob. cit. (nota 12), vol.
231. ltrad. cast.].
l, pág. 197-2$, pág.
20.* Adición de una frase suprimida a causa de una interpolación.
ül
f,
{
E
A 720 TEXTOS DE HANNAH ARENDT INTRoDUCCTóN e le porfrrce tt 721
A aliados del mañana. Dicho políticamente, el tratado que vincula a dos dad la fundación del pueblo romano, del populus Romanus, no
á pueblos hace surgir entre ellos uri nuevo mundo o, para ser más exac- unió a los partidos contendientes en el sentido de que suprimiera la
tos, garantiza la pervivencia de un mundo nuevo, común ahora a am- diferencia entre patricios y plebeyos. Justo a1 contra¡io la prohibición
# bos, que surgió cuando entraron en lucha y que crearon al hacer y pa- terminante de los matrimonios mixtos
-más
tarde abolida- acen-
decer algo igual. tuó la separación más expkcitamente que antes, sólo que se eludió 1a
A Esta solución de la cuestión de la guerra, sea propiamente roma- enemistad. Pe¡o lo específicamente legal de la normativa en el senti-
na o bien surgida posteriormente de la rememoración y estilización do romano era que en adelante un tratado, un vínculo eterno, ligaba
A de la guerra de aniquilación de Troya, es el origen tanto del concep- a patricios y plebeyos. La res publica,la cosa pública que surgió de

t to de ley como de la extrhordinaria importancia que ésta y su elabo-


ración tuvieron en el pensamiento político de Roma. Pues 7a lex
este tratado y se convirtió en la república romana se localizaba en el
espacio intermedio entre los rivales de antaño. Laley es aquí, por 1o

,{+l romana a diferencia e incluso en oposición a 1o que los griegos en- tanto, algo que instaura relaciones entre los hombres, unas relaciones
tsndían poÍ nomos, significa propiamente <<vínculo duraderor> y, que no son ni las del derecho natural, en que todos los humanos re-

4 a partir de ahí, tratado tanto en el derecho público como en el priva-


clo. Por 1o tanto, una ley es algo, que une a los hombres entre sí y que
conocen por naturaleza como quien dice por una voz de la concien-
cia 1o que es bueno y malo, ni las de los mandamientos, que se impo-

4 tlene lugar no mediante una acción violenta o un dictado sino a t¡a-


vés de un acuerdo y un convenio mufuos. Hacer la ley, este vínculo
nen desde fuera a todos los hombres por igual, sino las del acuerdo
entre contrayentes. Y así como un acuerdo tal sólo puede tener lugar
ñ cluradero que sigue a la guerra violenta, está ügado a su vez-al hablar si e1 interés de ambas partes está asegurado, así se trataba en el caso
y replicar, cs decir, a algo que, según griegos y romanos, estaba en el de la originaria ley romana de «erigir una ley común que tuviera en
dül ccntro dc todo lo político. cuenta a ambos partidos>> (Altheim).0'
Lo <lccisivo es, sin embargo, que sólo para los romanos la activi- Para valorar correctamente aliá de todo moralismo, que
Ail .lrr.l lt'llislrrclora y con ella las leyes mismas correspondían a1 rimbito -más
debe ser secundario en nuestro examen- la extraordinaria fecundi-
,lr: Lr ¡rlopiamente político, mientras que, conforme a la noción grie- dad política del concepto romano de 1ey, debemos recordar sumaria-
r[l ¡,i1, ll activiclad del legislador estaba tan radicalmente diferenciada de mente la noción griega, tan distinta, de lo que en origen es una ley.
lrrs ¿rctiviclades y ocupaciones auténticamente políticas de los ciu- Esta, tal como la entendían ios griegos, no es ni acuerdo ni tratado,
+t rlarlrrnos de la polis que ni siquiera necesitaba ser miembro de la ciu- no es en absoluto nada que surja en el hablar y actuar entre hombres,
tlacl sino alguien de fuera a quien se le hiciera un encargo a nada, por lo tanto, que corresponda propiamente al ámbito polÍtico,
,rlll -como
trn cscultor o a un arquitecto se les puede encargar algo que la ciudad sino esencialmente algo pensado por un legislador,,algo que ya debe
necesita. En Roma al contrario la ley de las doce tablas, por muy in- existir antes de entrar a formar parte de lo político propiamente di-
)rt fluida que pueda estar en los detalles por los modelos griegos, ya no cho. Como tal es pre-política pero en el sentido de que es constituti-
es obra de un hombre individual sino el tratado entre dos partidos en ya para toda posterior acción política y todo ulterior contacto políti-
rlil lucha, el patriciado y los plebeyos, lucha que requería el consenti- co de unos con otros. Así como los muros de la ciudad, con los que
rlll rniento de todo el pueblo, aquel consensus omnium al que la histo- Heráclito compara alguna vez alaley, deben ser construidos antes de
ria romana siempre atrlbtia en la redacción de las leyes <<un rol in- que pueda haber una ciudad identificable en su figura y sus fronteras,

ít comparable» (Aitheim).aaPara este carácter contractual de la iey es


significativo que esta ley fundamentaT, ala cual se remonta en ¡eali-
del mismo modo la ley determina la fisonomía de sus habitantes, me-
diante la cual se destacan y distinguen de otras ciudades y sus habi-
4,1 tantes. La ley es la muralla levantada y producida por un hombre,
44. FranzAltheim, Rómiscbe Gescbichte 11,4., edic. ampliada y completa, Frank-
,rl,t furt del Meno, Klosterm ann, 795), pág. »2. 4r. Ob. cit,pág.214.

4
rt
I
I

T
¿ la porÍrrce rr
722 TEXÍOS DE HANNÁH ARENDT TNTRoDUCCTóN 12)
A
dentro de la cual se abre el espacio de lo propiamente político,.en que
los muchos se mueven libremente. Por eso Platón invoca también a
naba también la relación entre padre e hijo
ral decir <<padre y déspoto>-, sino también -de
modo que era natu-
porque la ley, igual que el
,l
Zeus, elprotector de las fronteras y jalones antes de promulgar sus le- padre al hijo, engendruba alos ciudadanos (en todo caso era la condi-
yes para la fundación de una nueva ciudad. Esencialmenre se trata de
trazar fronteras y no de lazos y vínculos. La ley es.aquello según lo
ción para Ia existencia de éstos como lo es el padre parala del hijo) y
por eso le correspondía, según el parecer de la polis
tes y Platón ya no opinaran igual-, la educación de-aunque
Sócra-
los ciudadanos
'l
cual Ia polis inicia su vida sucesiva, aquello que no puede abolirse sin
renunciar ala propia identidad; infringirla es como sobrepasar una (Apología - Leyes). Pero puesto que esta relación de obedienciaalaley
frontera impuesta a la existencia, es decir, hybris. La ley no tiene nin- no tiene ningun fin natural, como sí la del hijo aI padre, se puede com-
parar otra vez ala relación entre señor y esclavos, de manera que el

I
guna validez fuera de la polis, su capacidad de vínculo sólo se exrien-
de al espacio que contiene y delirnita. Exceder la ley y salir de las ciudadano libre de la polis era frente alaley, esto es, frente a las fron-
fronteras de la polis son todavía para Sócrates literalmente uno y lo teras en cuyo interior era libre y que encerraban el espacio de la liber-
mismo. tad, un «hijo y esclavor> para toda la vida. Por eso los griegos, que den-
La ley
-aunque
abarca el espacio en que los hombres viven
cuando renuncian a la violencia- tiene en sí misma algo violento,
tanto por lo que respecta a su surgimiento como a su esencia. Ha sur-
gido de la producción, no de la acción; el legislador es igual que el
tro de la polis no estabán sometidos ai mando de ningún hombre,
advirtieron a los persas que no menospreciaran su combatividad, pues
no temían menos la ley de su polis que 1os persas al gran rey. Como
quiera que se interprete el concepto griego de ley, para lo que ésta en
f j

urbanista y el arquitecto, no que el hombre de estado y el ciudadano. ningún caso sirve2i'es para tender un puente de un pueblo a otro o, Fl
La ley produce el espacio de lo político y contiene por 1o tanto io que
de violento y violentador tiene todo producir.
dentro de un mismo pueblo, de una comunidad política a otra. Tanr-
poco en el caso de la fundación de una nueva colonia era suficiente la tl
En tanto que algo hecho, está en oposición a lo natural, lo cual no
ha necesitado de ninguna ayuda, ni divina ni humana, para ser. A
ley de la metrópoli. Los que se iban a fundar otra polis, necesiraban
otravez un legisladot, un nornothetes, algoien que senta¡a las leyes
tl
todo lo que no es naturaleza y no ha surgido por sí mismo, ie es pro- antes de que el nuevo ámbito político pudiera darse por seguro. Es
pia una ley que lo una cosa tras otra, y entre estas leyes no hay ningu- evidente que bajo estas condiciones fundacionales estaba absoluta-
ñ
na relación, como tampoco la hay entre lo sentado por ellas. <<Una
ley>>, como dice Píndaro en un fragmento célebre (n. 48, Ed. Bo-
mente excluida la formación de un imperio
que a causa de la guerra con los persas se había -incluso
siendo cierto
despertado una espe-
tl
eckh), también citado por Platón, <.es el rey de todos, mortales e in- cie de conciencia nacional helénica, la conciencia de la misma leqgua ]1
mortales, y, al hacer justicia, descarga con mano poderosa lo más vio- y el mismo carácter político paru toda la Hélade. Aun en el caso de
lento>>.a6 A los hombres subordinados a é1, esta violencia se manifiesta que la unión de toda la Hélade hubiera podido dalvar al pueblo grie-
go de la ruina, la auténtica esencia griega se hubiera malogrado.
F
en el hecho de que las ieyes ordenan, de que son los señores y co-
mandantes de la polis, donde, si no, nadie más tiene el derecho de or- Talvez se aprecie más fácilmente la distancia que separa esta con- It
denar a sus iguales. Por eso las leyes son padre y déspota alavez,
como Sócrates en el Critón expone al amigo (50-r1),47 no sólo porque
cepción de la ley como el único mando ilimitado en la poüs de la de
los romanos si se tiene en cuenta que Virgilio tilda a los latinos, a cuya I
en los hogares de la Antigüedad imperaba lo despótico, que determi- tierra llega Eneas, de pueblo que <<sin cadenas ni leyes ... por impulso
propio se ácoge a los usos de los dioses más antiguos» (VII, 203-20q.48 I
46. Píndaro (Edición-Tusculum), Fragmento n. l4l. La traducción (de Oska¡
lX/erner) es la siguiente: <<Nomos, der Sterbüchen all wie/
Unsterblichen Kónig, er
lenkt/ Als Recht dies fordernd, das Gewaltsame mit / Allzu,ingender Hand»..Véase 21.* En el original: Como quiera que se interprete esta ley según la entendían los
I
Plarón, Gorgias, en íd., Sdmtliche Verke, ob. cit., vol. 1, págs. 197 -28), págs. 219 síg. gríegos, para lo que ésta en ningún caso sirve...
#
I
47 . Platón, Kritón, eníd., Siimtlicbe Verke, ob. cit., vol. l, págs.13-47, pág.42 sig. 48. Virgilio, áeneis,\lI,2$ sig.

q
J
f, 124 TEXTOS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN ¿ re porftrca rr 125
t En definitiva ia ley surge alií sólo porque ahora se trata de establecer Como quiera que fuere esta justificación, 1o decisivo en nuesrro
ñ rrn tratado entre los oriundos y los recién llegados. Roma está funda- contexto es que precisamente Ia justificación no formaba parte del
,la sobre é1, y que la misión de Roma sea <<someter a leyes a todo el modo de pensar romano y no puede haberse impuesto entrc sus his-
t orbo> (IV, 231,)4e no significa sino fijar todo el orbe a un sistema de
ffatados del cual únicamente este pueblo, que derivaba su propia
toriadores. Lo romano hubiera sido dejar subsistir a la ciudad enemi-
ga como c-dntrincante, cosa que intentó el viejo Escipión, que venció
ail existencia histórica de un tratado, era capaz. a Aníbal;zz' 1o romano era recorda¡ el destino de los antepásados y al
Si se quiere exp(esar esto en categorías modemas, hay que decir igual que Emilio Escipión, el destructor de la ciudad, romper en lá-
A que la política de los romanos empezó como política exterior, esto es, grimas sobre las ruinas de ésta y, presagiando la propia desgracia, ci-
(txactamente con aquelio que conforme al pensamiento griego era ab-
f, t;olutamente extrínseio a 1a política. También para ios romanos el ,ám-
tar a Homero: <<.. : [Home rc, Ilíada,'N, 164 sig.; VI, 448 sig.J...» j2 final-
mente, lo romano era remitir a esta victoria, culminada en una
,d bito político sólo podía surgir y mantenerse dentro de 1o legal, pero
este ámbito nacíay crecía solamente allí donde distintos pueblos coin-
aniquilación que convirtió a Roma en la potencia mundial, el inicio
del declive, como casi todos los historiadores romanos hasta Tácito
i cidÍan. Esta coincidencia es de por sí guerrera, y 1a palabra latna po-
pulus significa originariamente <<llamamiento a filas>> (Attheim).59
solían. En otras palabras, romano era saber que la existencia del ad-
versario, precisamente porque se ha manifestado como ta1 en la gue-
Pero esta guerra no es el tin sino el comienzo de la política, de un nue- rra, debe ser tratada con benevolencia y su vida perdonada por
vo espacio político surgido en un tratado de paz y alunza.Ést" es tum- compasión para con los demás, sino por mor del crecimiento -node la
bién el sentido de la ..clemencio> romana, tan célebre en la Antigüe-
)*l dad, del parcere subiectis, del buen trato a los vencidos, con los que
ciudad, que en el futuro debía también abarcar en una a[anza a los
más ext¡años. Este modo de ver 1as cosa determinó a los romanos a
A Rorna organizó primero las comarcas y pueblos de Italia y después las
lroscsioncs extraitálicas. Tampoco la destrucción de Cartago es ningu-
decidirse, a pesar de todos sus intereses particulares inmediatos, por
conceder la libe¡tad y la independencia a los griegos (aunque con fre-
f, rrrr ol,jcciírn a cste principio vigente asimismo en la realidad política
cf i:r'tiv;r, ,r sal;cr, el de no aniquilar jamás sino siempre ampliar y exten-
cuencia tal comportamiento, a la vista de la situación fácticamente
existente enlas poleis griegas, pareció una tontería sin sentido). No
fl ..lt'r' ntrcvos tratados. Lo aniquilado en el caso cartaginés no fue el po-
,lt:r' rrrilitirr, al cual Esclpión ofreció unas condiciones tar incompara-
porque se quisiera reparar en Grecia el pecado cometido en Cartago
sino porque se tenía el sentimiento de que la esencia griega era el ver-
dlt l,lcnrcntc Irrvorables tras la victoria romana que el historiador moderno dadero reverso de los romanos. Para éstos era todavía como si Héc-
:ic l)rL:llrnta si actuó más en su inte¡és que en el de Roma (Mommsen),'l tor se enfrentara a Aquiles y le ofreciera después de la guerra la alian-
,+lt ni taurpoco cl competidor comercial en el Meüterráneo sino sob¡e za. Sólo que mientras, lamentablemente, Aquiles se'había hecho viejo
todo <<un gobierno que nunca cumplía su palabra y nunca perdonaba>.
ril .De este modo encamaba el auténtico principio político antirromano,
y pendenciero.
También aquí sería erróneo aplicar c¡iterios morales y pensar en
principio frente al que la política romana era impotente y que Roma un sentimiento moral que se extendíera a lo poiítico. Cartago fue la
r.ll hubiera destruido si no hubiese sido destruido por Roma. En cualquier primera ciudad con la que Roma se ias hubo, que la igualaba en po-
.it caso, así o de manera parecida podría haber pensado Catón y con él los
historiadores modemos que justifican la destrucción de la ciudad, la
der y que al mismo tiempo encamaba un principio enfrentado al ro-
mano. En el caso de Cartago se demostró que el principio político ro-
,!,il única rival de Roma existente entonces a escala mundial, mano del tratado y la alianza no era universalmente válido, que tenía
sus límites. Para comprenderlo mejor debemos tener presente que las
,ll 49. Ob. cit.,TV,DL
50. Altheim, Rdmi¡che GeschichteII, ob. cit., pág.71. 22.x En el original: el vencedo¡ de A¡íbal.
rn 5 1. Mommsen, Rórniscbe Gescbicb te, ob. cit., vol. 7, pág. 663.
52. Homero, Ilías,IY,I64 sig.; VI, 448 sig. [trad. cast.].

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1,26 TExros DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN e r¿ porÍr¡ce lt 12 / ¡4

leyes con que Roma organizí prirnero las comarcas italianas y des- acción a 1o que pasa enrre hombres dentro de una polis y sujetanclo a ll
pués los países del mundo, eran tratados no en nuestro senddo sino ésta todo lo externo con que en su actividad deba establecer víncuios.
que aspiraban a un vínculo duradero que implicara por lo tanto una Só1o así, conforme al pensar griego, la acción es política, es decir, vin_ ri
aLianza en lo esencial. De esta confederación de Roma, deTos socii,
que integraban casi todos los enemigos vencidos antaño, surgió la
societas romana, que no tenía nada que ver con sociedad pero sí algo
con asociaci6n yla relación entre socios que ésta compofta. A 1o que
culada a la polis I, por lo tanto, a la forma más elevada d. .onuir,,,,
cia humana. Gracias alaley que la limita e impide que se dispers.: ,.,
un inabarcable y siempre creciente sisrema de relaciones la aició, ¡r.
cibe la figura permanente que la convie¡te en un hecho cuya granrlt.
ITl

los romanos aspiraban no era a aquel Imperiurn Rornanurn, a aquel za, eslo es, cuya excelencia, pueda ser conservada y recordada. I ),,
dominio romano sobre pueblos y países, que, como sabemos por este modo la ley se enfrenra alatagacidad de todo io mortal, tan
¡rt.
I
Mommsen, les sobrevino y se les impuso más bien contra su úolun- culiar y manifiestamente sentida por los griegos, tanto a la fugaci<i,,1
tad, sino a una Societas Romana, un sistema de alianzas instaurado de la palabra dicha como alavolatlización de la acción realizada. Los
por Roma e infinitamente ampliable, en el cual los pueblos y los paí- griegos pagaron esta fuerza productora de figuras de su ruomos con la
ses además de vincularse a Roma mediante tratados transitorios y re- incapacidad de formar un imperio y no hay duda de que finalmente
novables se convirtieran en eternos aliados. En 1o que Roma fracasó toda la Hélade sucumbió por este nomos delas poleis, de las cirrcla-
en el caso de Cartago fue precisamente en el hecho de que lo único des-estado, que se multiplicaban con la colonización pero no p.tlíirrr
posible entre ambas hubiera sido como máximo un tratado entre uni¡se y confederarse en unaahanzapermanente. Pero con igrr:rl rrr.
iguales, una especie de coexistencia hablando en términos modernos, z6npodúa decirse que los romanos fueron víctimas cle srr lcy, ,l,.srr
lo que quedaba fuera de las posibilidades del pensamiento romano. lex, merced a la cual establecieron cieftamente alianzrs y t'rrrf t.tlt.
No es ninguna casualidad ni nada atribuible a estrechez mental. raciones duraderas allí donde fueron pero éstas, al ser crr sí nrisrrrrs
Lo que los romanos no conocían ni podían conocer en absoluto de- ilimitables, les obligaron, contra su voluntad y sin qtrc si.rit:r¿rr*irr
bido a Ia experiencia fundamental que determinó su existencia polí- gún tipo de a{án de poder, a dominar sob¡e el globo tcr:r.írc[rc., «1.-
tica desde el principio eran precisamente aquellas características in- minio que, una vez conseguido, únicamente podía volvr:r ¿r rlcsmoro-
he¡entes a la acción que habían llevado a los griegos a conteneda en narse. Por eso es natural pensar que con la caída de Roma se destruyó
el nomos y a entender por ley no un vínculo o una relación sino una para siempre el punto central de un mundo y con ello tal vez la posi-
frontera incluyente que no podía excederse. A la acción, precisamen- bilidad específicamente romana de centrar el mundo entero aliecle-
te porque por su esencia establece siempre relaciones y vínculos, le es dor de é1, mientras que cuando todavía hoy pensamos en Atenas,
¡rre-
propia ailí donde se extiende una desmesura y, como decía Esquilo, suponemos que su decadencia significó la desaparición para siem¡rrc,
«insaciabilidad>, tales que sólo desde fuera mediante 'un noTnos, una no de un punto central del mundo pero sí sin duda de uno culmiÁ,r.,
ley en sentido griego, puede mantenerse dentro de unos límites. La te de posibilidades humano-mundanas.
desmesura, como decían los griegos, no reside en el hombre que ac- Pero los romanos pagaron su inacabable capacidad de confe<lcr¿r,
túa y su bybris sino en que las relaciones surgidas de la acción son y ción y ahanza extensiva y d,r.ad.ra no solamente con un crecimiento
deben ser de tal especie que tiendan a lo ilimitado. Toda relación es- tan desmesurado de su imperio que arruinó la ciudad y la Italia donri-
tablecida por la acción, al involucrar a hombres que a su vez actúan nada por ella. Pagaron el punto de vista poiítito menos caras-
en una red de relaciones y referencias, desencadena nuevas relacio- tróficamente pero desde-desde
el espiritual no menos decisivamente- cc,n la
nes, transforma decisivamente la constelación de referencias ya exis- pérdida de la imparcialidad greco-homérica; con el sentido por lo gran-
tentes y siempre alcanza más lejos y pone en relación y movimiento de y excelente en todas sus figuras, allí donde se hallara; y .on lá ro-
más de lo que el agente en cuestión había podido prever. A esta ten- luntad de inmortalizarlo medianre su glorificación. La historia y la
dencia a 1o ilimitado se enfrenta el nornos griego circunscribiendo la poesía de Roma, en un sentido exclusivamente romano, nunca entró en
t-
tr TEXTOS DE HANNAI'I AITEND'I la po¡-Írrce rt
fl
12.8 IN'l'RoDUCCTóN a 129

dr:cadencia, al igual que la historia y la poesía de Grecia, en un sentido Consideremos esta peculiar limitación romana como queramos:
exclusivamente griego, tampoco;2'' en el caso de aquellos se trata siem- es indudable que el concepto de una política exterior y por tanto la
{ pre de exaltar la historia de la ciudad y todo 1o que 1e concieme direc-
.t tamente, o sea, esencialmente su crecimiento y propagación desde su
noción_ de un- orden político fuera de las fronteras del própio pueblo
o estado es de origen exclusivamenre romano. Esta politirr.ión .o-
fundación; ab urbe condita, o bien, como en Virgilio, de relatar lo mana del espacio entre los pueblos da inicio al mundo occidental, es
-f que lleva a su fundación, los hechos y travesías de Eneas: dum conde- más, sólo ella genera el mundo occidental qua mwdo. Hasta los

A ret urbem.n En cierto sentido podría decirse que los griegos, que ani-
quilaban a sus enemigos, fueron históricamente más justos y nos trans-
tiempos romanos fueron muchas las civiüzaciones extraordinaria-
mente ricas y grandes pero nunca hubo entre ellas un mundo sino un

A mitieron mucho más sobre ellos que los romanos, que los hicieron sus
aliados. Pero también este juicio es falso si se entiende moralmenre.
desierto a través del cual, si todo iba bien, se tendían comunicacio-
nes como finos hilos y sendas que cruzaban derra yerma, pero a tra_
t Pues precisamente lo especÍficamente moral en la derrota 1o compren-
di.eron magníficamente los vencedores roma.nos, que incluso se pre-
vés del cual, si ias cosas iban ma1, proliferaban lus grerras y se arrui-
naba el mundo existente. Estamos tan habituados a enrender Ia ley y
t glmtaron en boca de los enemigos vencidos, si no serían <<rapiñadores
del mundo, cuyo impulso destructivo no encontraria ya nuevas tie- '
el derecho en el sentido de los diez mandamientos y prohibiciones,
cuyo único sentido consisre en exigir la obediencia, que fácilmente
4 rras>>, si su afán de establecer relaciones por doquier y de someter a los
demás a la etema alp¡za de la ley no indicaría que eran el «único de
dejamos caer en el oivido e1 originario carácte¡ espacial de la ley.
Cada ley crea antes que nada un espacio en el que entra en vigor y
,il| tc,dos los pueblos que desea con la misma pasión la abundanciay elva- este espacio es el mundo en que podemos movernos en libertad. Lo
cío>> dc lrancra que, en todo caso, desde el punto de vista del some- que queda fuera de él no tiene ley y, hablando con exactirud, no tie-
A titl«r, ¡rotlía l)arcccr muy bien que 1o que los romanos llamaban «do- ne mundo; en el sentido de la convivencia humana es un desierto. Es
rrriuirr>> si1¡nif'icarl lo lnismo que hurtar, matñ y robar y qruela pax esencial a las amenazas de ia política interior y exterior con que nos
f, littrtt,ttr,t,l:r r'ólclrrc paz romana, fuera sólo el nombre para el desierto enfrentamos desde el advenimiento de los totalitarismo, qrá hugr.,

t r¡rrc rlt'jrrlrrrr ¿ttr'¿ís ('l'írcito,Agricola,S0).'aPeroporimpresionantes que


¡,rrr'. l;rrr l)lr'(:('(:r talcs y parecidas observaciones si se comparan con la
desaparecer de ella a lo propiamente político. Si las guerrr, ,on ot.u
vez de aniquilación entonces ha desaparecido lo específicamente po-

t l,,rlri,itit'ir y rrlcionalista historia moderna, el adversario a que alude


sr vifioria, la caru de los ven-
ilt r t's cl lrunran<-¡ y común reverso de toda
lítico de la política exterior desde los romanos, y las relaciones entre
los pueblos han ido nuevamente a patan a aquel espacio desprovisto

1l t'irl,rs vcncidos. La ocurrencia de que pudiera haber algún otro que


,7r«r
i1;rrrrlirrir a ltoma cn grandeza y fuera por eso igualmente digno de una
de ley y de política que destruye el mundo y engendra el áesierto.
Pues 1o aniquilado en una guerra de este tipo es mucho más que el
,tll historia rememorativa: este pensamiento, con que Heródoto introduce mundo del rival vencido; es sobre todo el espacio'entre los comba-
la gucrra de los persas, es ajeno a los romanos. tientes y entre los pueblos, espacio que en su totalidad fo¡ma el
,{.1 mundo sobre la Tierra. Y para este mundo entre lZuiscbenuteltl,
que debe su surgimiento no al producir sino al actuar de los hom-
rl! 2).*
fi.
En el original: al igual que la historia y la poesía de los griegos, rampoco.
Yirgüo, Aeneis, 1,5. Respecto al concepto de ñ:ndación romano e¡l Ha¡nah bres, no es válido lo que decíamos al principio de que así como ha
Arcndt y el signficado de Virgilio para su tesis de la natalidad véase Ha¡nah A¡endt, üáer sido aniquilado por mano humana puede seip.od,-,cido orra vez por
,rlll die Reuolation,Múnich:Piper,7963,págs.267 sig. [rrad. cast.pígs.2I)ysigs.J;véasetam- ella. Pues el mundo de relaciones que surge de la acción, de la au-
bién el ultimo capítulo «el abismo de la übertad y el novus o¡do saed ontm>> en:íd.,Von k- téntica actividad política del homb¡e, es en ve¡dad mucho más difí-
1; ben des Geistes:D¿sWollen,Múach,Piper,l979,págs. 185 sig. [rrad. cast. págs.481
54. En el capítulo j0 de suDe uita lulii Agricolae Libel, en cuya patte principal in-
ysigs.]
cil de destruir que el mundo producido de las cosas, en que el pro-
forma de Ia campaña militar británica, Tácito destaca el rliscurso de un jefe militar ene- ductor y creador es el único señor y dueño. Pero si este m.rrdá de
íil migo ante la batalla del monte Graupio (84 d. C.), al que aquí se refiere Arendt. relaciones se convierte en un desierto, la ley del desierto ocupa el lu-

{
t
130 TExros DE HANNAH ARENDT INTRoDUCCIóN e re porfr¡c¡ ¡l 131
gar de las leyes de la acción política, cuyos procesos denrro de lo po-
lítico son reversibles sólo muy difícilmente, y este desierto entre
FnacurNr
hombres desencadena procesos desertizadores, ftuto de la misma
desmesura inherente a la libre acción humana que establece relacio-
nes. Conocemos procesos tales en la historia y que sepamos apenas
á) Presentación: El sentido de la política
ninguno pudo detenerse antes de arrasffa¡ a Ia ruina u,rr,
tero con toda su riqueza de relaciones.
-rráo .rr-
§ 1 ¿Tiene la polÍtica todavÍa algún sentido?

_ Esta pregunta se plantea inevitablemenre a quien'empiezahoy


día a reflexionar sobre ia política. La época de gue*as y revtlr.iones
que Lenin presagió a nuestro siglo y que ahora ¡ealmente vivimos ha
convertido en una medida apenas reconocida hasta la fecha los acon-
tecimientos políticos en Ln factor básico del destino personal de to-
dos ios hombres sob¡e la tierra. Pero este destino, allí don.le ha
hecho completo efecto ar¡astrando ¡ealmente a los homb¡es al torbe-
llino de los acontecimientos, ha sido una desgracia. Y para esta des-
gracia que la polÍtica ha traído y parala todavía más grande que ame-
naza a la humanidad entera no hay ningún consuelo, y, qrl. .,
evidente que las guerras en nuestro siglo no son <<tempestná., d. u..-
ro>>" que purifiquen el.aire político ni una <<continuación de la políti-
ca con otros mediosJ6 sino enormes catástrofes que pueden irurrr-
ñ
formar el mundo en un desierto y la Tier¡a en maieria sin vida. po¡
otra parte, si se considera seriamente las revoluciones, como Marx,
/
<<locomotoras de la historiaJT difícilmente han mostrado éstas nada
/
con más claridad que el hecho de que tal tren de la historia se preci-
pita a un abismo, y que las revoluciones
-lejos
gracia- sólo aceleran temiblemente el rirmo
de acabar con ra des-
de su despliegue.
I
Las guerras y las revoluciones, no el funcionami.nio d. los regí- /
menes padamentarios y los partidos democráticos, constituyen Ls
/
^
55. A-lr.rsión al [bro, aparecido en 1,920In stahlgeuittern. Aus dem Tagebucb eines
JtolstruppÍi¡hrert, en que Ernst Jünger relata sus vivencias del frente occidental (191j-
1918) a la manera del <.¡ealismo heroico>>, que él hizo célebre.
I
[trad. cast.].
56. carl von clausewitz, vom Kriege (1932-1g34), Reimpresión Mrinich: Dr. Bi-
bliothek, 1984, pág.35: «Así pues, vemos que la grrerra no es meramente un
acto porí-
tico sino un verdade¡o instrumento político, ani continuación de la relación pofitira
f
ana realización de la nisna cox otros medio.r». véase también ob. cit. pág.465'. É
57. Ka¡l M arx,Die Klassenkdmpfe ín Frankreicb en: Karr-Marx-Áu"sgable, verke,
--
llrlften, Bnefe, cd. por Hans-Joachim Lieber, 7 vols., Stuttgart: Co"l, ,.f.
(1960), p{g5. 121-245, págs. 216.
üyf ñ
r/
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f-
vd Ú2 TExToS DE HANNAH ARENDT TNTRoDUCCTóN ¿ r¿ po¡-ftrc¡. lr 133

exi)eriencias políticas fundamentales de nuestro siglo. Si se las pasa de uno nuevo. Estos fines no son 1o mismo que las metas, que es lo que
por alto es como si no se hubiera vivido en absoluto en un mundo en la acción política siempre se persigue; las metas de una fo[tica nun-
é
f, que es el nuestro. Comparados con ellas, comparados con los verda- ca son sino líneas de orientación y directrices2a que, como tales, no se
deros retrocesos que provocaron en nuestro mundo y que todavía po- dan por fijas sino que más bien varían constantemente su configura-

f, demos constatar áirri^t.áte, aquellos que r.su.lu.n ian bien como


pueden los asuntos cotidianos del gobierno y se encargan entre las ca-
ción al entrar en contacto con las de los otros, que también tienen las
suyas. Só1o cuando la violencia se interpone con su arsenal de instru-

f tástrofes de poner orden en los asuntos humanos nos recuerdan a


aquel oficial de caballería junto al lago de Constanza; y podemos muy
mentos en e1 espacio entre los hombres, recorrido hasta entonces por
la mera habla desprovista de todo medio tangible, las metas de una po-

ff, bien llegar a pensar que sólo los que por cualquier motivo nó están
part-icularmente enterados de las experiencias fundamentales de la
época son todavÍa capaces de cargar con e1 lastre de un riesgo del cual
saben tan poco como el oficial de caballería del lago a sus pies.'8
lítica se conüerten en fínes tan inmutables como el modelo según el
cual un objeto cualquiera es producido, y que iguai que á determinan
la elección de los medios, los justifican e incluso los santifican. Aunque
una acción polÍtica que no está bajo el signo de la violencia no alcance

ff Las guerras y las revoluciones tienen en común estar bajo el signo


de la vioiencia. Si ellas son las experiencias políticas fundamentales de
nuestro tiempo, entonces nos movemos esencialmente en el campo de
la violencia y por este motivo estamos inclinados a equiparar acción po-
sus metas
que no tenga
propiamente no las aLcanza nlmca- no puede
-y ningún fin o ningún sentido. En cuanto a los finesdecirse

tiene un sentido, ya que sólo mediante el hablar y el replicar -rntre


no era
lo que perseguía, sino que se atenía con más o menos éxito a metas; y sí

n lítica con acción violenta. Esta equiparación puede ser funesta porque hombres, pueblos, estados y naciones- surge y se mantiene en la rea-
Iidad el espacio en que todo 1o demás ocurre. Lo que en lenguaje polí-

ff
cn las circunstancias actuales lo único que puede derivarse de ella es
r¡rc lrr acción política acabe por no tener sentido, pero a la vez es muy tico se denomina ruptura de relaciones sacrifica este espacio, y toda ac-
turrrpr.cnsiblc, ya que a la violencia le ha correspondido en efécto un ción con medios de vioiencia destruye primero este espacio entre aÍÍes
r oI ir u¡r«rrt rrrrtísinro en la historia de todos los pueblos de la humanidad. de aniquilar a aquellos que viven más allá de é1.

flr l ls cor ro si cr r nucstro horizonte experiencial hubiéramos hecho balan-


r Por 1o tanto en política debemos diferenciar entre fin, meta y sen-
c. rlt' lorlrrs las cxpcriencias del hombre con la política. tido. El sentido de una cosa, a diferencia del fin, está siempre ence-
I Inrr tlc las características principales de la acción violenta es que rrado en ella misma y el sentido de una actividad sólo puede mante-
n(:r'(:sita .lc nrcdios materiales e incorpora al contacto entre los hom- nerse mientras dure esta actiüdad. Esto es válido para todas las

l*
!,il
l¡r'cs instrtuncntos que sirven para coaccionar o matar. Ei arsenal de es-
tos instrumcntos son los medios de violencia, que como todos los me-
clios sirven para conseguir un fin, sea la autoafirmación en el caso de la
actividades, también parala acción, persigan o no un fin. Con el fin
de algo ocurre precisamente 1o contrario; sólo hace sü aparición en la
realidad cuando la actividad que la c¡eó ha llegaáo a su término
defensa sean la conquista y el dominio en el caso del ataque. En cuan- --€xactamente igual como la existencia de cualquier objeto producido

l"
ñ
to a una revolución, el fin puede ser la destrucción de un cuerpo polí-
dco, el restablecimiento de uno pretérito o, por último, la construcción
comienza en el momento en el que el productor le da el último reto-
que. Finalmente, las metas a que nos orientamos,'e establecen los cri-

58. Alusión a una historia popular sobre un jinete que, en su fogoso avance, no se 24*. En el original: direcciones.

f,'' da cuenta de que cabalga sobre el lago helado y cubierto de nieve de Constanza. Cuan-
do liega a Ia otra orilla y se da cuenta, al ser consciente del peligro que ha corrido, se
59. Originalmente el texto continuaba como sigue:
y en las que se iaspira nuestra acción, tienex en cotnún con los fixes que ambos ya-

l- muere. Véase la balada «Der Reiter und der Bodensee>, de Gustav Schwab, en,id., Ge- cen fuera de la acción y tienen una enstencia independiente de k actiuidad que les co-

dicb¡e, edic. revisada y corregida con una introducción biográfica de Gotthold Klee, rresponde; tienen en común con el sentido que su existencia es mucho menos tangible que

fl Gürersloh: Bertelsmann, 1882, págs. 270-2D.


te a Ia docto¡a Lotte Kóhler.'
-
Agradezco la indicación sobre la fuen- un fin, aunque también pueden perdurar tras la culminaczón de toda actndad particular
Si fuera oerdad que la acción política persigue fines y debe ser pzgada según su finali

l{
F
134 TExros DE HANNAIT ARENDT porÍnce
rNTRoDUccróN e re rr 135

terios conforme a los que debe juzgarse todo lo que se hace; sobrepa- la Antigüedad como una meta a que orientarse y de acuerdo con la cual
san o transcienden el acto en el mismo sentido en que toda medida juzgar las acciones. Así,la libertad, para poner otro ejemplo, puede ser
transciende aquello que tiene que medir. un principio, como en la polis ateniense, pero puede también ser un
A estos tres elementos de toda acción política --el fin que persi- crite¡io para valorar, en una monarquía, si el rey ha sobrepasado los lí-
gue, la meta vagamente conocida a que se orienta y el sentido que se mites de su poder, y en tiempos de revolución puede convertirse muy
manifiesta en ella al ejecutarse- se añade un cuarto que, aun sin ser tácilmente en un fin que se crea poder perseguir directamente.
nunca el impulso inmediato de la acción es 1o que propiamente la Para nosotros es suficiente hacer constar que, cuando a la vista de
pone en marcha. A este cuarto elemento quiero llamarle el principio
la penuria que los acontecimientos políticos han traído al homb¡e
de la acción siguiendo a Montesquieu, quien lo descubrió por prime-
preguntamos si la política tiene toáavia algún sentido, imprecisamen-
ra vez en su discusión de las formas de estado en el Esprit des loís. Si
te y sin damos cuenta de los diversos significados posibles de esre
se quiere entender este principio psicológicamente, puede decirse
interrogante, siempre estamos preguntand o alavez toda una serie de
que se trata de una convicción fundamental que divide a los grupos
cuestiones de otro tipo. Las preguntas que vibran en la que marcó
de hombres entre sí. Tales convicciones fundamentales, que han te-
nuestro punto de partida son: Primero. ¿Tiene la polÍtica todavía al-
nido un rol en el curso de la acción política, se nos han transmitido gún fin? Lo que quiere decir: ¿son los fines que la acción política per-
en gran número, aunque Montesquieu sólo reconoce tres --el honor
sigue merecedores de los medios que puedan emplearse en determi-
en las monarquías, la virtud en las repúblicas y el temor en la tiranía.
nadas circunstahcias para su consecución? Segundo. ¿Hay todavÍa en
Entre estos principios pueden también fácilmente contarse la gloria ¡r(
el campo de io político metas en virtud de las cuales podamos orien-
tal como la conocemos en el mundo homérico o la libertad tal como
la encontramos en 1a Atenas de la época clásica o la justicia pero tam-
tarnos confiadamente? Y si las hubiere, ¿no son sus criterios comple-
tamente impotentes y utópicos, de manera que toda empresa poftica,
F
bién la igualdad sí la entendemos como la convicción de la originaria
dignidad de todos los que tienen aspecto humano.
una vez puesta en marcha, no se preocupa más de metas y criterios Fr
sino que sigue un curso inherente a ella que nada externo puede de-
Tend¡er.iros que hablar más tarde del extraordinario significado de tener? T ercero. ¿No es la acción política, al menos en nuestro tiempo, |I,l
estos principios que mueven al hombre a la acción y de los que ésta se precisamente una muestra del fallo de todos los principios, de mane-
nutre constantemente.@-Pero aquí, para evitar malentendidos, ya de-
bemos señalar una dificultad. Los principios que inspiran la acción no
ra que, en vez de proceder de uno de los muchos orígenes posibles de É
la convivencia humana y alimentarse de sus profundidades, más bien
solamente no son los mismos en las üversas formas de gobiemo y épo-
cas de la historia: más bien lo que era principio de la acción en un pe-
se adhiere oportunistamente a 1a superficie de los acontecimientos tl
cotidianos y se deja llevar por ellos en múltiples direeciones, elogian-
ríodo puede convertirse en meta a que orientarse en otro o también en
fin que perseguir. Así, por e¡'emplo, 7a gloúa inmortal. fue el principio
do hoy siempre lo contrario de lo que ayer sucedió? lNo ha conduci- tl
do la acción misma al absurdo sacudiendo con ello también los prin-
de la acción sólo en el mtmdo homérico pero pemaneció durante toda
cipios u orígenes que quizá previamente la pusieron en ma¡cha? tl
dad, eilonces h política flo trataría de cosas políticas en sí mismas sino tan superiores a ella § 22'.
tl
conto todos los fines deben solo a los medíos gracias a los c-uales ban sido posibles. Además
resaltaia que la acción políhca finalizaría cuando consiguiera sa fin y que k polítíca en ge-
neral si realmente debiera que es un nedio- conseguil fines no-polílicos para
Éstas son las preguntas que se plantean inevitablemente a cual-
tl
-puesto
justificar su eistencia, tend.ia que desaparecer ex algún momento de la bistoia de la ha-
manidad. Este pasaje se encuentra al dorso de la página señalada con «ad 4» GOZDSB).
quiera que empiece a reflexionar sobre la poftica en nuestro tiempo.
Formuladas así no pueden responderse; son preguntas en cierta ma-
t;
60. Esta podría ser una refe¡encia al planeado capítulo «Pluralidad en las formas
de estadorr.
25.* No hay título para esre apartado.
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TEXTOS DE HANNAH ARI,NDT INTRoDUCCIóN a r¡. porfrrca lr B7
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nera retóricas o exclamativas, que necesariamente permanecen atla- en la realidad; sólo nos impide concebir adecuadamente lo que real-
ñ oadas en el marco de experiencia que 1as origina, el cual está deter- mente sucede. Fines, metas y sentido de las acciones son tan poco
*inudo y delimitado por las categorías y lePresentaciones de la vio- idénticos entre ellos que en una misma acción podrían caer en.unas
all lencia. Es esencial al fin que justifique los medios necesarios para contradicciones tales que precipitarian alos propios agentes a dificili

t conseguirlo. Pero, ¿qué fin podría justificar los medios que tal vez
aniquilarían a la humanidad y a la vida orgánica sobre la Tierra? Es
simos conflictos y envolverían26 a los futuros historiadores, encarga-
dos de explicar fieLmente lo acontecido, en infinitas disputas interpre-

t esenci^l a las metas delimitar tanto los fines como los medios, prote-
gienC.o de esta manera a\a acci1n del peligro inherente,a-ella de Ia
tativas. Por lo tanto, el único sentido que una acción con los medios de
violencia puede manifestar y hacer visible en el mundo es el inmenso

f, á.r-.rrrr. Pero si esto es así, entonces las metas ya han fallado antes
de que fuera evidente que Ia acción sujeta a fines había resultado no
poder que tiene la coacción en el trato de los hombres entre ellos, y
esto completamente al margen de los fines para los que la violencia fue

t tener ningún fin; pues, de ser así, no hubiera podido suceder nunca
que los medios de violencia de que disponen hoy las grandes poten-
empleada. Aunque el fin sea la libertad, e1 senddo encerrado en la ac-
ción misma es la coacción violenta; de este conflicto real al máximo
t .iur, y qr. en un futuro no lejano pueden estar en poder de todos los
estados soberanos, se pusieran al servicio de la acción política'
surgen entonces aquellas paradojas que nos son tan familiares a través
de la historia de las revoluciones: que deba obligarse al hombre a la li-

t Donde la extraordina¡ia limitación del horizonte experiencial en


que la política nos es accesible según las experigncias de nuestro siglo
bertad o que se trate
-en
palabras de Robespie¡¡s-61 de oponer al
despotismo de la monarquíalatiraníade la libertad. La meta es lo úni-
,il se mLlestra más claramente es en el hechp de que involuntariamente, co que puede eiiminar o al menos suavizar este conflicto mortal entre
ran pronto nos pcrsuadimos de \a filta de fines y metas de la acción, sentido y tin inherente tanto a las guerras como a las revoluciones.
t ,'rtr,,,,r, ilisl,trcstos a cuestionarnos el sentido de la política en gene- Pues la meta de toda violencia es la paz
-,Ia
meta pero no el fin, esto
es, aquello según 1o cual todas las acciones violentas particulares en el
¡:rl. 1,1 l)r(:1,,r¡ntit pgr los principios de la acción ya no alienta nuestro
t 1,r'¡s;rrrrit'rrto sobrc la política desde que la cuestión
por las formas de sentido de las céleb¡es palabras de Kant (no puede permitirse^que eg

t ¡,r rl ri.r rr«r y 1,ol la rncjor forma de convivenciahumana ha caído en el


:,rlt'rr, irr, ('st() (:s, <lcsdc las décadas de la revolución americanaapttn-
una guerra suceda 1o que haría imposible la subsiguiente paz)o' deben
juzgarse. La meta no está encerrada en la acción misma pero tampoco

t . i¡,ir,:; t['l si¡ifur xvttt, durante las cuales se discutieron vivamente las
1,,,sil,lt's vcrrt:tjas y desventajas de la monarquía, de la aristoctaciay
yace en el futuro como el fin. Si debe ser realizable debe permanecer
siempre presente
-precisamente
porque no se ha realizado. En el
caso de la guerra, la función de la meta es sin duda poner coto a la vio-
áf .lt' l,r tlcnrocracia, o de cualquier forma de gobiemo que como repú-
fiica p¡clicra unificar elementos monáIquicos, aristocráticos y demo- lencia; pero entonces entra en conflicto con los fines, cuya consecución

il cráticos. Y la pregunta por el sentido de la política, es decir, por 1os


contenidos permanentes y dignos de recuerdo que sólo pueden ma-
movilizó a los medios de violencia; pues estos fines se pódrían al,ca¡zar
mejor y más rápidamente si se diera libre curso a los medios, o sea, si
4t nifestarse en la convivencia política y en la acción conjunta, no se ha
tomado apenas en serio desde la antigüedad clásica. Preguntamos
lr por el sentido de la política pero aludimos a sus fines y metas y sólo
los llama¡nos su sentido porque literalmente ya no creemos en un sen-
26.* Enei originai: confundi¡ían.
61. Probablemente se alude a la frase de Robespierre: <<Le gouvernement de la ré-
volution est le despotisme de la liberté contre la tyrannio>. A esta frase del discu¡so de
1r tido. Es por eso que tendemos a hacer que los diferentes elementos Robespieme ¿ntF la Convention Nationale del 5 de febrero de 1794 se ¡efiere Hannah
Arendt en otros lugares de su obra. Véase Robespierre, Oeuures, edit. por Laponnera-
posibles de la acción coincidan y a creer que una diferenciación enrre
t fin y -.tr, principio y sentido no sería sino rizar elrizo.
j.{uestra fdta de disposición a hace¡ dfe¡enciaciones no impide
ye, vol. 3 (Reimpr. en Nueva York, F¡anklin, L970), págs. fi9-567, pág. 550; véase
Arendt, Ü b er die Rerolution, ob. cit., pág. 7 5, pág. 266.

,l naturalmente que las diferencias existentes fá«icamente se impo¡gan


62. KaNr, Zum euigen Frieden, B12: <<Ningún estado debe permitirse en guerra
con otro hostiiidades taies que hagan imposible la confianza mutua en la futura paz...r.

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D6 TEXTOS DE HANNAH ARENDT INTRoDUCCIóN e ra polfr¡ca ll ú7
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nera retóricas o exclamativas, que necesariamente pelmanecen atra- en la realidad; sólo nos impide concebir adecuadamente lo que real-
ñ oacias en el marco de experiencia que 1as origina, el cual está detef- mente sucede. Fines, metas y sentido de las acciones son tan poco
*i.rudo y delimitado por las categorías y representaciones de la vio- idénticos entre ellos que en una misma acción podrían caer en unas
.{ lencia. Es esencial al fin que justifique los medios necesalios pala contradicciones tales que precipit arían a los propios agentes a dificif-

t conseguirlo. Pero, ¿qué fin podría justificar los medios que tal vez
aniqularían a la humanidad y a Ia vida orgánica sobre la Tierra? Es
simos conflictos y envolverían26 a los futuros historiadores, encarga-
dos de explicar fielmente lo acontecido, en infinitas disputas interpre-

t esencid a las metas delimitar tanto los lines como los medios, prote-
giendo de esta manera a la acción del peligro inherente a ella de la
tativas. Por lo tanto, el único sentido que una acción con los medios de
violencia puede manifestar y hacer visible en el mundo es el inmenso

t á.r*.r.r.u. Pero si esto es así, entonces las metas ya han fallado antes
de que fuera evidente que la acción sujeta a iines había resultado no
poder que tiene la coacción en el trato de los hombres entre ellos, y
esto completamente al margen de los fines para los que la violencia fue

t tenár ningún fin; pues, de ser así, no hubiera podido suceder nunca
que los medios de violencia de que disponen hoy las grandes poten-
empleada. Aunque el fin sea la libertad, el sentido encerrado en la ac-
ción misma es 1a coacción violenta; de este conflicto real al máximo
i .iur, y qr. en un futuro no lejano pueden estar en poder de todos los
estados soberanos, se pusieran al servicio de 1a acción política'
surgen entonces aquellas paradojas que nos son tan familiares a través
de la historia de las revoluciones: que deba obligarse al hombre a 1a li-

t Donde la extraordinaria limitación del horizonte experiencial en


que la política nos es accesible según las experiencias de nuestro siglo
bertad o que se trate
-en
palabras de Robespie¡¡s-6r de oponer al
despotismo de la monarquíalattraníade la libertad. La meta es lo úni-
,ril ," -.,"rt.u más claramente es en el hechp de que involuntariamente, co que puede eliminar o al menos suav'aar este conflicto mortal entre
ran pronto nos pcrsuadimos de lafúta de fines y metas de la acción, sentido y tin inherente tanto a las guerras como a las revoluciones.
t ,'r,.,,,.rl; rlislrrrcst«-rs a cucstionarnos el sentido de la política en gene- Pues la meta de toda violencia es la paz
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meta pero no el fin, esto
es, aquello según 1o cual todas las acciones violentas particulares en el
¡rrl. l,rr f )r'(:llrnta por los principios de la acción ya no alienta nuestro
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por 1as formas de sentido de las céleb¡es palabras de Kant (no puede permitirse que eg

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1,..rI lil rncjor forma de convivenciahumana ha caído en el
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una guerra suceda lo que haría imposible la subsiguiente paz)o' deben
fingarce. La meta no está encerrada en la acción misma pero tampoco

t r ilrios rlt'l si¡ile xvttt, durante las cuales se discutieron vivamente las

1,,,sil,lt's vt:rrt:tjas y desventajas de la monarquía, de la aristocruciay


yace en el futuro como el fin. Si debe ser realizable debe permanecer
siempre presente
-precisamente
porque no se ha realizado. En el
,lt' Lr rlcnr«rcracia, o de cualquier forma de gobiemo que como repú- caso de la guerra, la función de la meta es sin duda poner coto a la vio-
,ra lencia; pero entonces entra en conflicto con los fines, cuya consecución
lllicrr p¡clicra unificar elementos monárquicos, aristocráticos y demo-
,l cráticts. Y la pregunta por el sentido de la política, es decir, por los
contenidos permanentes y dignos de recuerdo que sólo pueden ma-
movilizó a los medios de violencia; pues estos fines se pódrían aJ,canzar
mejor y más rápidamente si se díera libre curso a los medios, o sea, si
4t nifestarse en la convivencia poiítica y en la acción conjunta, no se ha
tomado apenas en serio desde la antigüedad clásica. Preguntamos 26.* Enei original: confundirían.
1A por el sentido de la política pero aludimos a sus fines y metas y sólo 61. P¡obablemente se alude a la frase de Robespierre: <<Le gouvernement de la ¡é-
los llamamos su sentido porque iiteralmente ya no creemos en un sen- volution est le despotisme de la líberté contre la tyrannie». A esta frase del discu¡so de
1T tido. Es por eso que tendemos a hacer que los diferentes elementos Robespierre ante la Convention Nationale del 5 de febrero de L794 se ¡efie¡e Hannah
A¡endt en otros lugares de su ob¡a. Véase Robespierre, Oeuures, edit. por Laponnera-
posibles de 1a acción coincidan y a creer que una diferenciación entfe
il fin y *.tr, principio y sentido no seda sino rizar el rizo.
ye, vol. 3 (Reimpr. en Nueva York, Franklin, 1970), págs. 539-)67, pág. 550; véase
A¡endt, Über die Reoolu¡ion, ob. cít., pág.15, pág. 266.
I.{uestrá faita de disposición a hacer dife¡enciaciones no impide
,l naturalmente que las diferencias existentes fácticamente se impo¡gan
62. KaNr, Zum ewigen Frieden, B12: <<Ningún estado debe permitirse en guer¡a
con otro hostüdades tales que hagan imposible Ia confianza mutua en la futura paz...r.

il
I
1.38 TEXTOS DE HANNAH ARENDT

los medios se organizaran correspondiendo a los fines. El conflicto en- SrcuNp¡ pARTE
tre meta y fin surge porque es esencial al fin degradar a medio todo 1o
que le siwe y rechazar como inútil todo lo que no'Ie sin e. Pero, ya que
toda acción violenta se da en el sentido de Ia categoría medios-fines, no
es ningún problema que una acción que no reconoce Ia meta delapaz

-y
las guerras desencadenadas por los totalitarismos han situado en el
lugar de la paz la conquista o el dominio del mundo- se manifieste en il
el campo de la violencia siempre como superior.
Puesto que nuest¡as experiencias con la política se han dado sob¡e
todo en el campo de la violencia, nos parece natural entender la acción
,l
política según las categorías del coaccionar y ser coaccionado, del do- r'l
minar y ser dominado, pues en ellas se hace patente el auténtico senti-
do de todo acto violento. Tendemos a considerar la paz, que como .l
meta debía mostrar 1os límites de la violencia y poner coto a su marcha
aniquiladora, cgmo algo que procede de un ámbito transpolítico y debe H
mantener a la política misma denffo de sus fronteras que ten-
-igual
demos a saludar los períodos de paz que también en nuestro siglo se han
;r{
abierto entre las catástrofes como aquellos lustros o décadas en que la
política nos ha concedido un respiro. Ranke acuñó una vezla expresión
F
del primado de la política exterior6r y no puede haber pensado en otra
cosa que en la prioridad que ante todas las demás preocupaciones debe
7
dar el estadista a la seguridad de las fronteras y ala relación de las na-
ciones entre sí porque de éstas depende la mera existencia de estado y
7
nación. Sólo la guerra fría, se está tentado de decir, nos ha enseñado lo
que significa en realidad el primado de la políticá exterio¡. Ya que si
?
ésta, o, mejor, el peligro que siempre acec-ha en las relaciones intema-
cionales, son los únicos objetos relevantes de la poJítica, entonces se ha
?
vuelto del revés ni más ni menos que 1o que decía Clausewitz de que la
guerra es la continuación de la política con otros medios, de modo que
I
la política se convierte ahora en una continuación de la guerra y los me- /
dios de la astucia sustituyen transitoriamente a los de la violencia. Y
quién podría negar que las condiciones de la carrera armamentista en /
que vivimos y estamos obligados a vivir, sugieren al menos que lo que
dijo Kant respecto a no pennitir que ocurrieranada durante la guerra /
que hiciera imposible más tarde la paz, se ha invertido y vivimos en Lrna
paz que no pefmite que suceda nada que haga imposible una guerra. F
61. Yéase supra, nota 21.
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.l DOCUMENTOS PARA EL PROYECTO
ql «INTRODUCCIÓN A LA POTÍTICA"

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Pruunn DocuMENTo
PRINCIPALES Y ESTRUCTURA:
'll NorAS MANUSCRTTAs oB FI¿NN,rs AnrNor
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til Introducción a la política
10223801

,iI Es difícil decir qué sea la política. Ante tales cuestiones estamos

íl habituados a dirigirnos a los filósofos, los cuales, por ejemplo, saben


mejor qué es la naturaleza que los científicos. De este modo presupo-
il nemos que el filósofo habla por todos los hombres, que, aunque no
tenga con la naturaleza una relación distinta a la de.los demás, ha re-
al flexionado sobre elia mejor y más piofundamenre.
Ahora bien, ¿ocurre lo mismo con la políti ca? I-a enfermedad pro-
I fesional de los filósofo.s. Tienen una prevención contra ella, y no po-
demos creerlos tan ciegos o confiar en que 1o hacen lo mejor posible.
rr Po¡ otro lado: ¿quién, si no lós filósofos, quién debe darnos informa-
ción?
rI Pero los filósofos hablan por todos ios hombres, poi lo ranro, su
prejuicio es un prejuicio humano. En tanto que realmente humanos,
il todos tenemos un prejuicio contra la política.
,t Comparemos la falta de calidad de la antropología kantiana
es el hombre?!- con laf.oJtade ¡ealismo delosNomoiz7' de
-i¿qué
I Platón.

I
{r Griego en el original

.r
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142 APÉ,NDICE DOCUMENTOS t,[3

Lo2DBll Filosofía - política: Tanto en Parménides como en Heráclito ya la


Introd.urción a la política pietensión de saber lo que la pluralidad de los hombres nunca po-
dían saber, lo inaudito, lo extraño a la multitud. En este sentido Par-
Prólogó o primer párrafo: una encuesta reveló: el punto cenüales ménides formula las opiniones aparentes de la multitud de un modo
.<la preocupación por el hombre»' El hombre se preocupa por sí mis- que resuena en Heráclito filósofos entre ellos. <<Tiranos espiritua-
mo. (Descubrimiento del Sí-mismo.) Así desde el comienzo de la Era lesr, 653."- -
Moderna. En contra: el punto central de toda política es la preocu- luzgar: la imposibilidad de subsumir 1o individual
- Kant. rc
pación poi el rnundo. Ei desierto ylos oasis. El peligro de llevar el de-
sierto al oasis. La des{olocación del mundo. La política se propone el
Subsumir: no filosófica sino científicamente. Alcanzar lo individual:
rl
i
éste es'el objetivo de Ia poktica. Expresado kantianamente: el proble-
cambio o el mantenimiento o la fundación del mundo. ma según Jaspers, lo desvió a la doct¡ina y que, en cualquier
Los únicos que todavía creen en el mundo son los artistas du- -que,
caso, dejó sin resolver- era el <<paso de lo a priori a lo posterioril> y
ración de la obra arte refleja el carácter duradero del
-la
mundo. No
de el término medio es en Kant el <.esquema de la imaginacióo> (véase
pueden permitirse la alienación del mundo. El peligro es arrastrarlos a rebasar el entendimiento, el subsumir, se realiza en el <<juicio refle- LT
la descolocación, o sea, desertizar los oasis. Por otra parte el solo he" xionante>>). Juicio reflexionante: Jaspers 477:2e' <<tenemos una expe-
cho del arte muestra que el hombre es lo único que ha quedado intac- riencia de lo particular y lo pensamos bajo el supuesto de un univer- Fr
to. De no ser así, no tendríamos ningun arte, solamente kitscb. sal no conocido>> (contra: subsumir, donde partimos de 1o universal =
/
La alienación del mundo de la Edad Modernaha penetrado en la
política con Marx, que habla de la alienación del hombre de sí mis-
mo. Lo decisivo es que Marx únicamente quería cambiar el mundo
para überar al hombre, para liberarlo del'mundo' El hombre debía
juicio determinante).
r
tener tanto tiempo como fuera posible para sí mismo, para el desa-
i0223831 JA
rrollo de su sí-mismo; éste era el concepto de libertad. Este el huma-
nismo marxiano.
Sobre el concepto de dominación: El rex romano, a diferen-
cia del basileus,)0- estaba realmente construido análogamente a la
?
Las ideologías ni sustitutivas de la reügión ni de la política, /
-
siempre y cuando 1o sustitutivo todavía debe tener algo que ver con
familia y por eso se le odiaba tanto en la Roma republicana. Otra
vezla conve¡sión en imperio se realizó en el sentido dela regre-
lo sustituido sión. Ja
Desierto: Cuando \a amenazaes la exterminación de la vida orgá-
El estar sometido a leyes no alte¡a pata nadá tal omnipotencia.
nica la preocupación ya no es el hombre.
Esto lo que distingue al rey del tirano. Legislar'sin actuar ni ejercer
es va
descubrimiento kantiano de 1o público y lzr.pluraiidad de
El no es acción polÍtica y no confiere por lo tanto ningún poder. (?)
mano de lo bello. En lo bello, sin embargo, aparece el nundo, nola va
También al rey se le considera un obediente ----obedece las leyes
hunanidad sino el mundo habitado por el hombre
- (Mommsen, 64-7q.3t.
ut
10223821 28.* La cif¡a se refiere a Karl JasnEns, Die grof3en Philosopben: Erster Band, Mú- rt
Introducción a la Política nich, Piper, 1957 , pág. 653.
29.* Ob. cir,pá4.477.
10.* En griego en el original y, como rex, sin comillas.
tl
Las experiencias fundamentales de la Antigüedad: polis - funda-
ción - exilio y regreso del exilio
J 1.* Theodor Mommsen, Rómische Geschichte,I vols., 5. edic., Berlín §ü'eidmann,
1868-1870, vol. 1.
II
úr
rl
{
,Ü DocuMENTos
144 APÉNDICE 145

{ ra se puede entre todos construir un mundo contra ]¿ mus¡1s o con-


sobre juzgar: juzgar según precedentes y sólo en su defecto según -
,l fun.lamentot
-
1o particular tratado como universal' tra..áchar a perder el díar, (Mommsen).r2
'

Del desierto y los oasis: si salimos del arte, de los oasis, para
il avénturarnor .n il desierto, o mejor, para hacer retroceder al de- 10223851
sierto, podemos apelar a Kant, cuya auténtica filosofía política se
.l "rr.rl"r^,.u
en la KU [Crítica del Juiciol y se inspira en el fenómeno 2. Cap. Los prejuicios filosóficos: contra la pluralidad, el estar
de 1o bello. juntos, y contra las opiniones. Aquí mucho más seriamente porque no
il un prejuicio sobre la política sino una condena de lo que la política es

il 1022184)
de hecho.
Origen histórico en Platón
-
Sócrates. El estar-consigo-mismo

,tr frente al unos-con-otros de las opiniones. El actuar no aparece. La


ln trod.ucción, lo p)U,iro, postura del filósofo y el político. (Preiuicio más débil donde el filóso-

t Distribución:
fo no Dios, como en los países angiosajones.)
3. Cap. La posición socrática: el único filosofar, que tiene lugar
il i.Cap. De los instruidos y sus det¡actores. El prejuicio de los ins-
truidos: ia política o es dominación o es cuidado de la existencia.
públicamente. En contra, la Academia
Presupuesto: que yo,'cuando estoy conmigo mismo (= pensar)
rI contra .l pr"¡ri.io' reflexión histórica: la política no ha sido en.abso-
rex, reyes homéricos, Heró-
soy dos y no uno. La pluralidad penetra en la soledad. Por eso: no
ll-,to sicmpre dominación conüadecirse lógica y éticamente (La virtud es enseñable sin
-romanos, - -
il t[rr..; y cri absoluto siempre cuidado de la existencia: la política co-
,,,.','r,,1,,, rlonrlc acababa la preocupación por lavida. De ahí la virtud
duda, como todos 1os colectivos políticos atestiguan: lo que no es
enseñable es el bien). Sócrates: sé como quisieras parecer, parte de
il . ,¡r'.lir'rl: Aquiles y Maquiavelo.
lrr vllctltí¿r.
Atlt:trriis, ltistóricamente ambos prejuicios van juntos' En el ám-
1o público de su apariencia y brillo. Maquiavelo: parece lo que qui-
sieras ser: parte del ser (ante Dios pero sin Dios: vanidad. Pues na-
il l,iro rlt.l cuitlarlo cle la vida: dominación . El rex y la regresión ro- die puede <<se»> sin alguien gue mire. Esta es la mundanidad del

,l lil¡ll lll.
lrl
¡,r'cjLricio fr,rndamental: que siempre
ha habido política' En
hombre).
Excepción: no el daimonion stno el <<sumergirser>, donde ya no se
r orrtrrr, Aristírtclcs, cn definitiva el origen delapalabra, piensa. Aquí, en el tltaumazein,))' en efecto uno.
4 sicrrrprc cxistiría la necesidad de la vida, la cual a su vez obligaría El extremo opuesto: cómo soy uno aüavés de los otros.
rt a los hombrcs a diviürse entre los que obedecen y los que mandan'
por mor de la vida: guerra contra todos. Por mor de la seguridad: do-
Ad 1.) Aquílos fundamentos áe experiencia prrr"lo más extrema-
mente universal, que no es articulable. Donde acaba elhabla acabala
al nrinación. Por lo tanto, point of reference: Ia vida' El prejuicio es que política.
la política vital.
sea una necesidad

rI Desde un punto de vista histórico, por lo tanto, no todos los pe-


ríoclos son igudmente significativos para la política. Donde preocu-
1022].86)

t pación por la vida: nínguna política' Prepolítica.


Las experiencias fundamentales de la polídca en occidente: Polis J2.* Mommsen, ob. cit., vol. 1, pág. 695: «Mientras en la Grecia auténtica.-. la üda
4 Res
-intentan
prrÉ[.,
-
Exilio (Moisés) ninguna repetible
-
pero sólo en ellos un conocimiento posible.
los judíos lo apenas parece merecer Ia pena, e incluso los mejores, el uno con Ia copa, el otro con la
espada, el tercero con el estudio echan a perder el día...».
-
I Hemos resuelto el problema de la vida.
- ¿Y ahora qué? Só1o aho- 13.x En gríego en el original; significa: admirarse, ma¡avilla¡se.

.I
t
E

146 epÉ,Norcr. DocuMENTos l4l


4. Cap,: pluralidad eir las formas de gobiemo § 2: Los prejuicios sob¡e Ia política y su justificación:
t,
Los tópicos antipolíticos i
lo2&87l
La polÍtica en la Edad Moderna
La política como ordenamiento de la existencia
-
vida. Mundo
t
1. La política es cuidado de la existencia. (Implícito: lo superior
empieza después de la poktica.)
como defensa del mal
- como dominación
r{
-
2. Lapolítica es necesaria porque los hombres no son ángeles.ra.
3. La política es dominación. §3: La condena áe la política por los filósofos
rl
El tópico pro-político:
En contra:
J
El hombre es un ser político.
/
§ 4: EI hombre es un ser político

1022388)
tl
Cap. 2: determinados conceptos como honor gloria valen-
tía etc. - - ¡r
Lo que sigue se refiere a todo: una introducción a la política y -
no la ciencia política. Lo que todo ciudadano debe, necesita y pue-
de saber sobre la política: cuál es el ámbito y cuáles sus froñteras,
I
qué ocurre en él y cuáles son las reglas de juego que lo rigen, qué
cualidades deben movilizarse y cuáles son las virtudes que hay que
?
desarrollar. Qué es lo polltico en que siempre vivimos y cuáles las
formas respectivas que adopta y que llamamos formas de gobierno.
?
Además daré algún aviso a los instruidos en medio de sus detracro- ?
res. No para su instrucción sino porque lo experimeniado no les
convence
-con
cede lo simple.
razón)-, si no se indica al respecto de dónde pro- I
F
1022389) 'ú
§ 1: Los prejuicios contra la política y su justificación:
,I
Sistema de intereses de la política interior
tl
Abolición de la política mediante la política. Muerre del estado
Política exterior; bomba atómica - tl
(La política hoy)
']

J4.* Vuelve ala cira deJames Madison, véase la pág. 67 de esta edición, nota 5. I
rf
til
J
,l 148 APÉNDICE DOCUMENTOS 149
,t decir que he escrito de nuevo un capítulo introductorio a este libro
ñ SBcuNoo DocuMENTo sobre la violencia con el título: ¿Tiene la política todavía aigún senti-
H¡NNau AnrNor ¡ Kraus PrerR, do?i6' A esta pregunta responde el último capítulo de la parte sobre
lt 7 pr annr on L959 la revolución. Por lo tanto el libro es en conjunto una totaJidad on its

,l oün Íeet [sobre sus propios pies].


Y ahora los detalles técnicos, que son más bien complicados. La

t Querido Klaus Piper, seguramente ha esperado Ud- durante mu-


cho tiempo esta carta, la respuesta a la suya del 4 de marzo en que me
parte sobre la guerra no está lista en alemán (esto es, no en su versión
definitiva)'7 pero puede ultimarse rápidamente. Sin embargo,la par-

t pr"grrntrb" por la Introdpcción a la política. Permítame entrar inme-


diatamente in rnedia res. ,
te sobre la revolución la escribí en inglés porque la necesitaba para
Princeton;i8 podría estar lista a finales de mayo. Le enviaré ,rrá .o-
Antes de que nos pongamos de acuerdo sobre fechas debe Ud' pia tan pronto esté completa. Espero que todo el paquete pueda es-
1l saber cómo .riá, lu, .orur. Y" no recuerdo si le dije en Frankfurtl'. tar traducido en junio o j.ulio (no es cosa suya, rny funeral como
- ale-
)t que empezarÍa el übro con un extenso capítulo sobre la cuestión de la
juerra. No una discusión sobre la situación actual sino sobre lo que'
aquí decimos) y entonces intentaré tenerlo listo para la impresión
mana entre agosto y septiembre. Lo intentaré
- no estoy segura, ten-
t Iignifica 1a guerra para la política en general. El motivo para ta1 co-
In].rrro era muy sencillo: vivimos en un siglo de guerras y revolucio-
go que preparar Hamburgore y todavratengo pendiente aquí un vo-
lumen de ensayos.a0 En junio y julio quiero haber acabado la guerra.
ril nes, y una introducción a la política no empezaría bien si no fuera Esto significa que Ud. recibiría la segunda parte del libro para su re-
con lo que nos llcva a ella en tanto que contemporáneos. Al principio visión a principios de junio y 1a primera parte a principios de agosto.
rl había pnsado csto como una introducción porque a mi parecer las
11,,,rr1o y lus rcvoluciones quedan fuera
del ámbito político en senti-
Personalmente preferiría dejar correr todos los plazos y que Ud. pu-
blicara cuando le conviniera. Los plazos tienen sobre mí un efecto de-
rl ,1,, ¡,r,,¡,i,,. Iistrin ba.io el signo de
l,rrj.r t.l si1ln,, rlcl podcr. Por 1o tanto,
la violencia
me
y no, como la política,
propuse añadir a continua-
primente y tampoco me ayuda tener constantemente mala concien-
cia. Además, seguramente tendremos que mudarnos. Demasiado
+l , i,lr, .1,.1 t:rr¡rítrrlo sobre la guerra
-que
ya contenía multitud de sub- abu¡rido de explicar. Pero si en el verano, junto con todos los otros
rr¡,ítrrIrs - ,1,," pensé.que podría ser un capítulo sobre-la revolu-
,l . 1.,
, i,',rr. l'.'¡,, tnc ccluivoqué en todo el asunto' Está claro que la guerra y
quebraderos, me viene a cuestas una mudanza,al perderé lisa y llana-
mente un mes y entonces ya no cuadrará ningún plazo.
lrr ¡t.voltrt:irin: cl rol de la violencia en la poiítica resultarían aproxi- ... La pregunta sigue siendo naturalmente si mi nuevo plan puede
4 rrrrrrlaurcntc tan largos como el liblo entefo. Y ahora la pregunta es: servirle para su nueva colección. A mí me parece que debería funcio-
rl ¿dcbcmos dividir la historia y publicar la introducción en
dos volú-
menes? 1. Volumen: guerra y revolución' El rol de la violencia en la
nar. Pero es difícil apreciarlo. Naturalmente también"puede Ud. pre-
guntarse cuánto tiempo transcurrirá hasta que le ¡emita el segundo
al política. 2. Volumen: la introducción propiambnte dicha, para la que
neccsitaríamos un título específico, ya que ei de introducción sería
t preferible para toda la obra.
Ya ve que si que quería, aunque con
Ud. quiere tendrá más de 1o
J6.* Véanse los fragmentos 3a y
J7.o Puede estarse ¡efiriendo
)d.
los fragmentos 3b y )c.
a
18.* Alude a la serie de conferencias ..On ¡evolution>r.
a un retraso considerable. Pero está claro que no le ata tirg*
contra-
to. l.lo necesita decidirse hasta que nohayavisto 1a cosa. He olvidado
19.* Es decir, el discurso de agradecim.iento por el Premio Lessing que la ciudad
de Hamburgo había concedido a Hannah Arendt el 28 de septiembre de L959.
'40." Se trata de la publicación deBetaeen Past and. Fufure,
,r enconüaron en F¡ankfu¡t del Meno
41." En diciemb¡e de 1959 Hannah Arendt y su marido, Heinrich Blücher, se mu-
35.* En septiemb¡e de 19)8 Arendt y Piper se
rr conrnotivodelaconcesiónaJaspersdelPremio delapazdeloslibrerosalemanes.
da¡on a su nueva casa:370 Riverside Drive en Manhattan (Nueva York). AIIÍ vivió ella
hasta su muerte (1975).

ll
i
Y
il
150 APENDICE DocuMENTos 151
til\
volumen. Y esto no puedo decirlo ahora mismo. Cuando tenga listo IIt{
el primero, tengo que preparar, antes de escribir el segundo, la im- Trncrn DocuMENTo
presión alemana dela Harnan Condition Si no estuviera Ud. seguro DrscmpcróN DEL PRoYECTo PARA Ita
áel asunto de los dos volúmenes, también me parecería acertado pu-
blicar el primero por separado sin hacer ninguna alusión a que se tra-
ta de una introducción a una introducción. .
r,r RocrrrELLER FouNoarroN,
DICIEMBRE 1959 I
ñ
l El título provisional del libro que tengo la intención de escribir es
Introducción a la política. Lo planifico desde hace al menos cuarro
I
años; el libro, por 1o tanto, ya está comprometido por contrato con /
un eütor americano y cgn mi editor en Alemania. De amplias parres
de é1 ya existe una primera redacción. La raz6n por la que he tenirlo L
que demorarme ha sido Ia siguiente: ia actividad polÍtica hrrnranrr
central es la acción; pero para conseguir comprender adecuaclanrcrr- l
te la naturaleza de la acción se reveló necesario distinguirla corrccl)
tualmente de otras actividades humanas con las que habitualrnenlc s(.
Ü
la confunde, tales como labor y trabajo. Por 1o tanto, escribí prinrcro
el lib¡o que apareció en 1958 con el títtioThe Hurnan Condition; quc
;
trata de las tres principales actividades humanas: labor Llaborl, traba-
jo Luork) y acción laction), desde una perspectiva histórica. Debería
7
haberse llamado Vita actiua. De hecho, es una especie de prolegóme-
nos al ]ibro que ahora me propongo escribir, el cual continuará clon-
7
de aquel acababa. En términos de actividades humanas se ocupará
exclusivamente de la acción y el pensamiento ltbougbt).
?
EI objeto del libro es doble. Prirnero: un reexamen crítico de krs Í
conceptos tradicionales capitales del pensamiento político, así conro
de sus estructuras conceptuales
-tales
como rnedios y fines; ¿lt¡tor i a
dad; gobierno; poder; ley; guerra; etc. Por crítica no entiendo <<rlc
molición». Intentaré descubrir de dónde proceden dichos conccl)tos I
antes de que se convirtieran en algo así como monedas fuera de cur-
so y generalizaciones abstractas. Por lo tanto examinaré las expericn- I
cias concretas, históricas y políticas en general, que dieron origen a
conceptos políticos. En cuanto a las experiencias que se ocultan tras ?
\a mayoúa de estos conceptos obsoletos, siguen siendo válidas, y de-
ben ser recuperadas y reactuñzadas si se desea escapar a ciertas ge- I
neralizaciones que se han revelado perniciosas. Un buen ejemplo de
este método podría ser el artículo «\ü/hat is Authority?>>, que apare-
I
I
I
--J
,{
152 ¡pÉNnrcs
-{ FUENTES
Assc,ciation for potiticat and Legat philosophy 153
al ;izil:¿3ilü;j.la
.l segundo: un examen más sistemático Fu¡Nrrs pARA Los FRAGMENToS
de aqueras esferas del
,+l mrmdo y de la vida.h.umanu qr. il*Áos Y DocuMENTos puBLICADosoI
prosirm.nte políticas,
esto es, det ámbito pú-brico po1ú.nu pu".
v J. rl;ü;ü;"í* iinr,
t me ocuparé principalmente de ros-diversos
modos J.'r, pirr"rrar¿
y de las instituciones que les .o...rpond.r.
É, írrrürU- Fragmento I: ¿eué es k política? (agosto 1910)
4t ^umana
bras, reexam naré ra viéja cuesiión i.-h"
formas de gobiernol sus
t¿rmi.,o, d. j;ñ;j'h]*"_
principios y sus modos'.le acción. En de: <<Denktagebuch» n.-1, págs,
23-29,en: LC_Con t.79
,{l ,a, existen básicamente dos maneras de estar juntos;
.;;;;;h;* L=72 de
br,:s iguales a uno, de donde surg. t,
,..ián;.á bi* .";";;;;;;., 7 páginasmanuscritas;
t a lo que corresponde la actividadi.
debe¡ía acabar con una discusión,.b;h;;
;.;;;;
A p-u,ti,a".,,iu; .iTUr"
en esta edición págs..45-47

n sal o entÍe poJítica y filosoffa.


rlaclon entre actuar y pen-

I{e enumerado estos dos propósitos por brevedad,


Fragmenro ,^, contra ta potítica y lo que ta potítica
lo que no sig- I!rr:ií:," es boy
ü nifica que el libro vava at.rr., do, p"rrolio id.ul r.ri, q,ri:r;;; d*
Iíneas estuvi..r, tu., entrerazadas
;;; ür"¡ difícirmente se díera
de: LC-Con , ,.?^t:l?
la uieja de
T cuenta de su duplicidad. "l llaneous Loose erg.¡,f ^numeraciónl, carpeta
agrl- ú)a>g
<<Misce_
--- -022862,
r páginas L a4mecanoeiuf¡iiu*i
en esta edición pags.4O-St

I Fragmento 2b: prejuicio y juicio


I de: LC-Con t.79 [= 72 de Ja
vieja numeración], carpera
I llan eous Loos e n"g.¡¡,,
páginas 1 a g mecano n asrl" ú)'
---"áol _ozz sl t,
<<Misce-

sr^f¡ii^r7
I en esra edición pags.
iZ-59

I Fragmento 3a: presentación:


¿Tiene la política to¿nr¡, algún sentido?
I de: LC-Con t. 67 L=^60_de
Ia vieja
)-- numeraciónJ,
-^-- págs. 022304_
I
_ .022j09,pág.022377.
Pagmas 0011 a oo6'p:F\? 1 mecanogr
en esra edición págs. 67-66 o- aÍiada;
I
nota 4
$.o LC = Librarv of C,
42.* Yéase Betueen Past and Future un recipiente dc crnón DC' usA;cont. container,
oln*tt"'\x/ashington' = esto es,
p.,'"ri].,,a"ü;.,J,:."1ff
"n
;:llll.fiT,lT,l1l,:T"l:,y,::::,i;,f 5*#*
I

-
1,54 APÉNDICE FUENTES l5j
Este fragmento ya ha aparecido en francés (traducido por Patrick Documento 3: Descripción del Proyecto
Lévy) con el tímlo <<La politique a-t-elle encore un sens?>>, en Ontoh-
gie et Polítique: Actes du Colloque Hannab Arendt, edit.-por Miguel de: LC-Con t.23 l=20 de la vieja numeraciónl; carpeta .<Rocke-
Abensour y otros, París, Ed. Tierce (Littérales, 2),L989,págs.1$-L68. feller Foundation>>, pág. 01,387 2;
1 página mecanografiada en papel de copia;

Fragmento )b: Primer capítulo: el sentido de la política en esta edición págs.L51-152

de: LC-Cont.67 l= 60 de la vieja numeraciónl


páginas 0t a28 mecanografiadas;
en esta edición págs.67-99
Noras rÉcNrcas
SOBRE LOS FRAGMENTOS Y DOCUMENTOS

Fragmento 3c: Segundo capítulo: la cuestión de la guerra


Fragmento 1

de: LC-Conl 67 l= 60 de la vieja numeraciónl, págs. 02D45-


022376; El texto está sacado del «Denktagebuch>, de Hannah Arendt,
páginas 1 a 29 mecanografiadas; que contiene las anotaciones desde 1942 hasta 1950. Se trata de un
en esta edición págs. 100-130 cuaderno a líneas en formato de aprox. 45, conservado sin las cu-
bienas en el LC-Cont.79, carpeta <<Miscellaneous Poems and Sto-
ries,1925-42 and undated>>. La numeración de las páginas, alápiz, es
Fragmento )d: Presentación: el sentido de la polítíca
de la propia autora, las anotaciones son a tinta. La editora se ha en-
de: LC-Con t. 67 L=60 de la üeja numeraciónl;
-
cargado de la transcripción del original manuscriro y la adminisra- F{
dora del legado Arendt, la doctora Lotte Kdhler, de su revisión. Las
páginas L a L0 mecanografiadas;
en esta edición págs. 131-138 notas son de Ia editora A
Documento t: Introdurción a la políticalnotas manuscritas] Fragmentos 2ay2b
"l
?r
de: LC-Cont. 67 l= 60 de la vieja numeraciónl; págs. 022380- Probablemente se redacta¡on ambos en el mismo periodo. El2a
022389; por completo a doble espacio, mecanografiado presumiblemente por
1 0 páginas mecanografiadas; la propia Arendt con una máquina de escribi¡ sin diéresis. El 2b em-
en esta edición págs.141.-1.47 pieza igualmente a doble espacio con la misma máquina pero a partir "1
7r
de la pág. 3 cambia a espacio y medio con una máquina con diéresis.
Documento 2: Hannab Arendt a Klaus Piper Los caracteres son en ambos casos los mismos (probablemente Olym-
pia), la misrna paginación y la misma calidad de papel.
F
de: LC-Cont..30 [= 26 de la vieja numeración]; págs. 0$770-
0$771.;
-
El papel
(formato americano 8... 11) procede de un bloc,lá que contribuye
probar que la propia H. A. mecanografió los manuscritos, seguramen-
a f
2 págnas mecanografiadas en papel de copia; te mientras wajaba. Ambos textos contienen correcciones manus- á
en esta edición págs. 148-150 cntas alápí2. -
causa del cambio del doble espacio al espacio y me-
dio en el ft . 2b -Aes' de suponer que el 2a seaanrerior al 2b. H
al
d
r
I 156 epÉNucr
T .1
^ - )o
.Fragmentos )a
I Escritos.probablemente en el mismo periodo: máquina con diéresis
I (probablemente la Oiympia propiedad de Arendt), espacio y medio,
parcial-
órp.l y paginación como en 2a y 2b. - Corecciones en 1b,
I menre cán cinta mecano gráfrcanueva, de simiiar
en 3a (que a su vez coincide con lb y 3c).
calidad
se
a la empleada
escribió con otra mái
I q"i", -3bformato americano,
tri" d.iéresis), por 1o demás: el mismo doble

r eipacio, dístinlo papel (más delgado), pero igualmente de un bloc, már-


genes más estrbchos. Parece una versión prevista para enviar a la edito-
iial (probableinente tambien mecanografiada por la propia Arendt).
;
I Documento 1

Las notas, escritas a Lápiz o bolígrafo sobre yellotu-pad-paper


I americano, se redactaron probablemente en periodos diferentes, Se
usaron distintos bolígrafos y soportes. Las páginas. están sueltas, de
I I manera que el orden, que aquí sigue la numeración anleriol a la en-
trega del legado alaLibrary of Congress, no puede considera¡se vin'
I .rrlánt.. El respectivo inicio de página se indica mediante los núme-
I r os 0223 80, hasta 022) 89. Las dos últimas líneas de la págna 0223 87

e stán escrita s a lápiz, así como toda la págna 022389 .


- La yeditora
I sc ha encargado de la transcripción
ministradora del legado Arendt, la
del original
doctora Lotte
manuscrito
Kóhler, de
la aá'
su revi-

r sión. Las notas son de la editora.

I Documento 2

r Lacarta mecanografiada sobre papel de copia probablemente


por la propia Arendt corresponde ¿l s¡iginal conservado en eI archi-
I vo de la editorial Piper. Las notas son de la editora.

E Documento J

En el legado Arendt no se ha conservado ningún añadido a Ia co-


P pia, por una sola cara, de la <<Description of Proposal», que presumi'
I tle;ente mecanografió la propia Arendt. La recepción de la solici'
tud fue confirmada por la institución con fecha del 15 de diciembre
t de 1959. Las notas son de la editora.

F
¡

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