REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LAS RELACIONES INTERIORES JUSTICIA Y PAZ
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
CUERPO DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS PENALES Y CRIMINALÍSTICAS (CICPC)
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD (UNES)
AMBIENTE III PROCESO I-2021
INVESTIGACIÓN PENAL
PROFESOR: ALÙMNOS:
ALI NIETO KELVIN LOPEZ
GUÁRICO, SAN JUAN DE LOS MORROS
RESEÑA HISTÓRICA DE LOS PLANES DE SEGURIDAD CIUDADANA
El 19 de octubre de 1951, la Junta de Gobierno presidida por el General
Marcos Pérez Jiménez, bajo el decreto n° 323 publicado en la Gaceta Oficial
(en adelante G.O) n° 23.660; fija la creación de una Comisión para la
Prevención de la Delincuencia, la cual estaría adscrita al Ministerio de Justicia.
Esta comisión, tenía como su principal objetivo el estudio de las causas de la
criminalidad en diferentes regiones del país, con el propósito de proponer al
gobierno la implementación de acciones para prevenirlas, disminuirlas o
contrarrestarlas.
El siguiente paso que dio inicio a la Dirección General de Prevención del Delito
(en adelante DGPD), ocurre en el primer mandato de Rafael Caldera, cuando
se le da a la Comisión para la Prevención de la Delincuencia el carácter de
Dirección, bajo decreto n°240 publicada en GO n° 29.143 de fecha 11 de
febrero de 1970, contando entre sus atribuciones; la orientación de las
investigaciones para obtener un diagnóstico sobre las actitudes sociales y los
hechos sociales concurrentes a la génesis del acto criminal, así como otro tipo
de componentes de situaciones delincuenciales; la evaluación de
investigaciones criminológicas para establecer un plan de profilaxis social con
el fin de disminuir la incidencia delictiva en el país; la formación del personal
adecuado para aplicar medidas inherentes a la prevención; la realización de
campañas de orientación de la colectividad para obtener su colaboración en la
prevención del delito; la centralización, confección y publicación de estadísticas
y tablas de pronósticos de criminalidad; la elaboración de proyectos de leyes,
de reglamentos y de normas o procedimientos relacionados con la política
antidelictiva; el estudio y coordinación de todo lo referente a la asistencia del
Gobierno de Venezuela a eventos nacionales o internacionales relacionados
con la etiología y prevención del delito; La aplicación de medidas de profilaxis
social; la coordinación de los planes oficiales relacionados con la prevención
del delito y las demás que le señalen las leyes y reglamentos.
En el año 1983, a través de la proclamación del reglamento interno del
Ministerio de Justicia según GO Extraordinaria n° 3.221, de fecha 14 de julio de
1983, se adscribe a la Dirección General Sectorial de Servicios Administrativos;
ratificando con esta decisión su carácter de dirección teniendo como sus
funciones; formular, coordinar y evaluar políticas y programas relacionados con
la prevención del delito; Promover y ejecutar la política del Estado en materia
de investigación del fenómeno delictivo; Promover la formación del personal
para el desarrollo de los planes y programas de prevención del delito; la
promoción de la participación de la comunidad en los programas de prevención
del delito; mantener en forma permanente el sistema de información del
fenómeno delictivo, para la elaboración de las estadísticas y tablas de
pronósticos sobre la criminalidad; estudiar, en coordinación con el Ministerio de
Relaciones Exteriores, todo lo referente a la asistencia del Gobierno de
Venezuela a reuniones nacionales e internacionales relacionadas con la
etiología y la prevención del delito; Promover la ejecución de programas
destinados a incorporar a los miembros y organizaciones de la comunidad, y en
especial al sector juvenil, a labores de desarrollo y prevención social dentro de
la comunidad; Elaborar el respectivo informe anual de sus actividades para la
presentación de la Memoria y Cuenta del Despacho.
En el año 1999, ocurre la fusión entre el para entonces Ministerio de Justicia y
el Ministerio de Relaciones Interiores; en esta fusión se ratifica una vez más a
la institución como Dirección General. Para el año 2005, la Dirección es
designada como autoridad central en materia de Trata según Gaceta Oficial nº
38.140 de fecha 04 de marzo de 2005; confiriéndole con esto otras funciones
operativas a la dirección; entre las cuales se encuentran; elaborar, coordinar y
ejecutar medidas preventivas y de cooperación previstas en el articulo 9 del
protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas,
especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención de las
Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
Para el año 2008, Con la creación del Plan Nacional para la Protección
Prevención y Atención en Periodos Festivos de Asueto y Vacacionales; se
produce la interacción interministerial unificando esfuerzos para la prevención
en materia riesgos y desastres e información y resguardo de los ciudadanos
durante estos periodos festivos. Entre los ministerios que se encuentran
participando en este plan se encuentran; el Ministerio del Poder Popular para la
Defensa, Salud, Mintic, Mintur, Mippam, Minep, Finanzas, Mincit, Cultura,
Ambiente, Industrias medias y Comercio, Educación, Planificación y Desarrollo,
Trabajo y Seguridad Social.
Con la creación y publicación del Reglamento Orgánico del Ministerio del Poder
Popular para las Relaciones de Interiores y Justicia el 09 de junio de 2009,
publicado en gaceta oficial 39.196; en su artículo 24 se establece que la
Dirección se adscribe a la Viceministerio de Prevención y seguridad
Ciudadana; en este sentido se establece en el artículo 25 numeral 7, 8 y 9 las
competencias del Viceministerio que inciden directamente en la Dirección
General de Prevención del Delito.
Asimismo, en su artículo 26 del Reglamento Orgánico, se plantean las
funciones de la Dirección, entre las cuales se mencionan; Apoyar al
Viceministro o Viceministra, en el diseño y formulación de políticas y
estrategias relacionadas con la prevención del delito y la criminalidad;
Promover y diseñar investigaciones de corte criminológico, que coadyuven a la
ejecución de planes y programas preventivos integrales, así como el estudio
estadístico; articular planes, programas y jornadas preventivas de atención
integral para enfrentar las situaciones que propicien la reducción de la
incidencia delictiva en conjunto con el sector público, consejos comunales y
demás organizaciones sociales; promover la participación comunitaria en el
diseño de políticas y estrategias de prevención integral, a fin de contribuir con
el impulso de la contraloría e inclusión social; Diseñar programas de formación
y capacitación en materia de prevención integral, a nivel nacional, estadal y
municipal, con el propósito de optimizar las políticas, estrategias y acciones en
la materia; Cooperar y coordinar con organismos nacionales e internacionales
en la participación y suministro de información relativa a la prevención del delito
que coadyuven a la divulgación de las acciones del Estado, de conformidad
con los convenios, acuerdos y tratados internacionales debidamente suscrito,
previa autorización del Ministro o Ministra.
Asimismo, en el artículo 8 del mismo decreto se plantea la creación de
comandos estadales donde la Dirección muestra protagonismo en una de sus
comisiones esta es la “Comisión de Prevención Integral y Participación
Ciudadana”, que tiene como objetivo fundamental el trabajo articulado con las
comunidades organizadas a fin de que a través de talleres y charlas, se
promueva la convivencia pacífica.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA PREVENCIÓN DEL DELITO EN VENEZUELA
En Venezuela se inicia la prevención del delito a través de un organismo ad
honorem cuyo nombre es comisión de la prevención de la delincuencia que fue
creado según decreto Nº 323 del 19 de octubre del año 1951, con la finalidad
de neutralizar la criminalidad en el país. Posteriormente el 11/02 del año 1970,
surge la Dirección de prevención del delito según decreto Nº 241, que sustituye
a la comisión de la prevención de la delincuencia. Que se encuentra
actualmente vigente, realizándose campañas antialcoholismo, de prevención
de accidentes, y realizando también labores de capacitación de personal en
materia de prevención.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA PREVENCIÓN Y PROTECCIÓN ANTE RIESGOS Y
AMENAZAS
Por mucho tiempo la investigación y el trabajo en el ámbito de los desastres
asociados con amenazas naturales estuvieron limitados al análisis de la
situación y a la acción luego de cada evento. El desastre no era un producto de
un escenario de riesgo preexistente, relacionado con los procesos de
desarrollo impulsados. Se pensaba que la sociedad era una víctima que no
contribuía a que los desastres ocurrieran y el fenómeno natural detonante era
sinónimo del desastre en sí mismo. Este representaba un escenario estático,
donde el sismo, las tormentas o huracanes, eran los únicos responsables de la
desgracia de muchos, y el evento dañino era imprevisible y a menudo
inexplicable a partir del conocimiento científico de la época. En la década de
1970 y con mayor fuerza en la década de los años 80 empieza a incorporarse
en el ámbito de los desastres la incidencia de los procesos de desarrollo en la
creación de condiciones de vulnerabilidad a futuros desastres, y la
incorporación de la relación de los desastres con el medio ambiente y la
sostenibilidad. La década de los noventa acogió la llamada declaratoria del
Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales impulsada
por Naciones Unidas. La temática del riesgo y su reducción a través de
intervenciones –sobre todo al nivel local- anticipadas al evento físico y su
impacto tomaron mayor fuerza. En general, fue una década donde se
consolidaron conceptos y teoría y se puso en práctica a nivel local mucho de
los aportes pioneros. (Lavell, 2001)
Se dio una revisión del tema a partir de entonces, adquiriendo ahora más
protagonismo el concepto de “riesgo” que el de “desastre”, como la forma poder
comprender mejor cómo se comportan los factores que constituyen ese riesgo
– amenaza y vulnerabilidad – y poder intervenir sobre ellos, desde las políticas
de Estado y en las comunidades, para así contribuir a reducirlo y con ello,
evitar que los desastres se produzcan con la frecuencia e intensidad que les
caracteriza. Siguiendo su evolución histórica, “gestionar el riesgo” en
contraposición al esquema precedente de “administración de los desastres”, se
entiende hoy como “un proceso social complejo que conduce al planeamiento y
aplicación de políticas, estrategias, instrumentos y medidas orientadas a
impedir, reducir, prever y controlar los efectos adversos de fenómenos
peligrosos sobre la población, los bienes y servicios y el ambiente” (Lavell,
2001). Así, el riesgo es entonces la probabilidad de que en una comunidad,
lugar o región, confluyan condiciones económicas, sociales o ambientales
perniciosas para una parte o toda la población, por un período determinado y
con adición de una amenaza específica a la que las personas y sus bienes
están expuestos.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS PLANES Y PROGRAMAS DE PREVENCIÓN,
ATENCIÓN Y REHABILITACIÓN ANTE EMERGENCIAS Y DESASTRES
Debido a la actual situación que estamos viviendo ante los desastres naturales
se ha buscado la forma de garantizar cada vez más a profundidad el bienestar
del hombre.se ha venido trabajando intensamente para actuar con anticipación
y así evitar que algo ocurra. El siguiente cuadro mental nos enseña la evolución
de un desastre.
Origen Descripción
Equivale a lo que podríamos llamar situación inicial de
Antes
riesgo.
Durante Concreción del riesgo en el desastre propiamente tal.
Predominan las acciones de respuesta y rehabilitación.
Esta fase no tiene un único punto de término, ya que las
variadas formas de alteración social producidas variarán
en su evolución, dependiendo de su gravedad y de
la eficacia de las acciones de mitigación emprendidas. En
consecuencia, para definir la finalización de un desastre es
forzoso hacerlo con base en una decisión evaluativo: un
desastre finaliza en el momento en que
la población afectada recupera su capacidad global para
manejar por sí misma la alteración que ha sufrido, sin que
esto implique necesariamente la desaparición de toda
situación de urgencia.
Fase en que la población aplica la capacidad de acción
recuperada para hacer frente a las "secuelas" del desastre.
Después
Predominan objetivos de reconstrucción y se plantea la
posibilidad de darles un enfoque de desarrollo sostenible.
POLÍTICAS PÚBLICAS EN SEGURIDAD CIUDADANA Y SISTEMA PENITENCIARIO
El marco constitucional y la consecuente regulación de aspectos sociales,
políticos y civiles entre otros, implica la ampliación del campo de acción del
Estado, en el sentido en que se ve incrementada su actividad e intervención en
algunos asuntos. Esto implica importantes transformaciones en las distintas
áreas de acción del Poder Público Nacional y en la estructura del Estado
venezolano en general. En el proceso de reforma del Estado y en la
redefinición de un sistema tendente a garantizar la seguridad personal de los
ciudadanos, las políticas públicas en seguridad ciudadana, juegan un papel
fundamental, y se propone considerarlas para este estudio como unidad de
análisis, no sólo del sector público y del Estado nacional en general, sino del
Gobierno Nacional en particular, siendo éste considerado como la unidad
estratégica del sistema político y como un instrumento para la realización de las
políticas públicas. Si bien la seguridad ciudadana es una responsabilidad
concurrente de los distintos ámbitos político territoriales del poder público -y así
lo prevé la CRBV- la política nacional de seguridad ciudadana representa un
buen revelador de las prioridades y valores del Estado en el tratamiento
específico de la materia y en general, de los objetivos del sistema político como
parte del sistema social global. Al fin y al cabo, “lo importante para caracterizar
a un gobierno no son los criterios tradicionales de quién y cómo se ejerce el
poder, sino el contenido de las políticas públicas”, Ciertamente cuando se habla
de seguridad ciudadana, se ven involucrados distintos actores: distintas
instancias públicas y privadas, organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales, y sobre todo la sociedad civil como parte importante para la
solución de los asuntos públicos; sin embargo -y muy especialmente- son las
actividades desarrolladas por (y desde) (Julio-Septiembre 2006) el Estado las
que ponen a prueba la coherencia política e institucional de todo el sistema, por
cuanto el desarrollo de la política de seguridad requiere de la intervención de
una multiplicidad de organismos, y en su debida articulación, el Estado tiene
una gran responsabilidad. Específicamente a los organismos del Poder Público
Nacional (Asamblea Nacional, Ministerio del Interior y Justicia, Ministerio
Público y Tribunales de la República entre otros) les corresponde desempeñar
un papel fundamental en el desarrollo de la política nacional de seguridad. A
los fines de hacer una aproximación al tema de estudio, se entiende que una
política nacional de seguridad ciudadana comprende -en sentido restringido-
todos aquellos programas, proyectos y actividades destinadas a disminuir los
índices de criminalidad, llevados a cabo por el gobierno nacional, a través de
cualquiera de las ramas del Poder Público. Claro está que cualquier
aproximación al estudio de la acción gubernamental, también debe comprender
los resultados o consecuencias que esas políticas generen, pues como señala
Lahera, “si no se miden los resultados, éstos no se pueden diferenciar de los
fracasos”, Tanto en su planteamiento como en sus resultados, la política
nacional de seguridad debe ser valorada en cuanto a su eficiencia en la
prevención de la criminalidad y la violencia, en la legitimidad de los medios
empleados y sobre todo, por el respeto de los derechos humanos. Serán estos
criterios a considerar, de forma transversal, para la evaluación de la política
venezolana en la materia. Según el programa de gobierno del Presidente de la
República, Hugo Chávez Frías, la política nacional de seguridad ciudadana
debía tender a proteger y organizar la seguridad ciudadana, “entendida como la
protección de los derechos ciudadanos y las libertades civiles, a fin de
mantener la armonía social y la consolidación de la paz pública para el logro de
los objetivos nacionales.” Para el período 2001-2007 fue diseñado un Plan de
Desarrollo Económico y Social de la Nación (PDESN), que en lo social
establece como objetivo la construcción de una nueva condición de ciudadanía
basada en el reconocimiento pleno y en el ejercicio garantizado de los
derechos). Allí se reconoce la seguridad ciudadana como una condición
fundamental para el desarrollo humano -siguiendo las tendencias modernas
que definen la seguridad de un modo Política de Seguridad Ciudadana en
Venezuela Especial Referencia al Desarrollo Jurídico Penal 347 integral y
directamente asociada a la calidad de vida-, garantizando la superación de
amenazas, vulnerabilidad y riesgo para la vida de las personas y sus
propiedades, la paz y la convivencia pacífica, y ello se alcanzará –según el
Plan- con la nivelación de los desequilibrios macro sociales, la prevención y
control del delito y con la reestructuración del sistema penitenciario. Bajo esta
concepción en materia de seguridad ciudadana, el Plan establece que:
El enfrentamiento de los índices de criminalidad, se asume como una política
integral, que comprende, por una parte, la reducción de las desigualdades
sociales, el incremento del nivel de empleo y la atención a los grupos sociales
relativamente pobres y, por la otra, una política específica para la prevención y
combate de la criminalidad y la violencia (destacado nuestro).
La política de seguridad ciudadana se presenta entonces como producto de un
proceso que se desarrolla en un tiempo y marco específico que van definiendo
el tipo y el nivel de los recursos disponibles y empleados, y donde a través de
complejos esquemas de interpretación y de juicios de valor, se va definiendo
tanto la naturaleza de los problemas planteados como las orientaciones de la
acción en materia de seguridad.
VÉRTICES Y PROYECTOS DE LA GRAN MISIÓN ¡A TODA VIDA VENEZUELA!
Transformar el sistema de justicia penal para adecuarlo a Ia garantía efectiva
de los derechos humanos donde Ia justicia, y en particular los procedimientos
penales y los mecanismos alternativas de resolución de conflictos, sean
accesibles. Imparciales, idóneos, transparentes, autónomo. Independientes,
responsables, equitativos y expedites, sin dilaciones indebidas, ni formalismos
o reposiciones inútiles, de acuerdo a lo estipulado en Ia Constitución de Ia
Republica Bolivariana de Venezuela. Lograr Ia transformación integral del
Código Penal para Ia definición de un nuevo paradigma penal que contemple Ia
revisión de los tipos penales y del marco sancionatorio. Consulta nacional para
una nueva legislación penal y procesal: Construcción de un gran consenso
nacional a través de una consulta y otras estrategias que faciliten Ia
promulgación de una nueva legislación penal que cuenta del espectro delictivo
de Ia sociedad venezolana de hoy y prevea.
A sanciones acorde con un Estado social de derecho y de justicia, priorizando
las penas distintas a Ia privación de libertad. tal y como lo establece Ia
Constitución de Ia Republica Bolivariana de Venezuela. Alcance: Nacional.
Promulgación de un nuevo Código Penal para Ia definición de un nuevo
paradigma que contemple Ia revisión de los tipos penales y del marco
sancionatorio asr como. para rescatar Ia naturaleza acusatoria y garantista,
superar los obstáculos que impone el sistema actual y lograr un sistema
accesible, imparcial, idóneo, transparente, autónomo, independiente,
responsable, equitativo y expedite, sin dilaciones indebidas, ni formalismos o
reposiciones inútiles y descongestionar el sistema judicial de aquellos casos
que, por su gravedad y naturaleza extra penal, pueden ser solucionados entre
las partes.
Coordinar Ia acción de los integrantes del sistema de justicia penal para luchar
contra Ia impunidad de los delitos priorizados por Ia Gran Misión A Toda Vida
Venezuela y mejorar Ia actuación en Ia persecución penal y Ia gestión de los
integrantes del sistema. ACCIONES PROGRAMATICAS Constitución de Ia
Comisión para Ia coordinación del Sistema de Justicia Penal instalación de Ia
Comisión de Estado para Ia coordinación entre los integrantes claves del
Sistema de Justicia Penal(Poder Judicial, Ministerio Publico, Defensa Publica,
Ministerio con competencia en materia de seguridad ciudadana y Ministerio del
Poder Popular para el Servicio Penitenciario), para Ia construcción de un nuevo
paradigma de corresponsabilidad, Ia cual se realizara en dos niveles: nacional
y regional, a través de las máximas autoridades de cada integrante del Sistema
de Justicia, y descentralizado en cada entidad federal. Alcance: Nacional.
Sistema de información Unificado para el seguimiento de los casos en todo el
sistema de Justicia Penal, a los fines de mejorar su eficacia y eficiencia.
Alcance: Nacional. Sistema de información publico de indicadores de
seguimiento de gestión y de resultados. Creación de un sistema de información
publico sobre Ia base de indicadores de seguimiento de gestión y resultado de
los integrantes del Sistema de Justicia Penal, para medir su eficiencia y
eficacia. Alcance: Nacional. Plan de incorporación de nuevos integrantes del
sistema de justicia: Fortalecimiento de una nueva generación de integrantes del
sistema de justicia mediante el mejoramiento de Ia formación, selección e
incorporación de personal, generando nueva ética de Ia justicia. Alcance:
Nacional. Consulta de percepción judicial: Realización de una encuesta de
percepción judicial con Ia participación de jueces, fiscales, expertos y
comunidad en general, a fin de medir Ia actuación de Ia justicia. Alcance:
Nacional.
Creación de nuevos circuitos judiciales penales, despachos del Ministerio
Publico y de Ia Defensa Publica para conocer delitos violentos, circunscritos a
municipios o parroquias priorizadas por Ia Gran Misión. Supone el despliegue
de unidades de Ia Policía Nacional Bolivariana y del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, para intervenir en los procesos conocidos
por estos nuevos circuitos judiciales penales y asegurar el adecuado
funcionamiento y Ia eficacia del Sistema de Justicia. Alcance: Territorio
Priorizado. Instalación de las Casas de Ia Justicia Penal, en cada uno de los
municipios priorizados, con el fin de acercar Ia justicia a nuestro pueblo. En
estas Casas funcionaran de manera articulada: Fiscalías locales (que pro-
cesan faltas y delitos con sanciones menores a 8 años); tribunales penales
itinerantes y Defensa Publica, garantizando Ia coordinación entre los órganos
para lograr mayor 17ó nivel de esclarecimiento, celeridad y sanción en los
procesos penales. La instalación de las Casas de Ia Justicia Penal implica Ia
dotación, tecnificación, aumento y cualificación del talento humano de los entes
involucrados. Alcance: Territorio Priorizado. Priorización en Ia resolución de
casos que impliquen Ia utilización de Ia coacción y Ia fuerza física; que implica
Ia preparación de los actos conclusivos, procesamiento y aplicación de penas
para los delitos, tales como homicidio, violación, robo, lesiones personales,
secuestro y extorsión. Alcance: Nacional.
Desconcentrar y flexibilizar Ia administración de justicia a través de Ia creación
de espacios comunitarios de mediación y abordaje de conflictos que permitan
su resolución a través de mecanismos alternativas. Plan nacional de creación
de Casas de Paz y Convivencia cuya función es actuar como Centros
Comunales e integrales de Resolución de Conflictos, en los cuadrantes de paz
y convivencia, conformados por Defensorías de Niños, Niñas y Adolescentes,
Defensorías de Ia Mujer, instancias no penales de resolución de conflictos
entre otros, articulados con las bases de misiones, que brinden asesoría y
mediación en casos de problemas de convivencia entre personas.
Incorporación de nuevos profesionales egresados de Ia Universidad Bolivariana
de Venezuela (UBV), Ia Misión Sucre y otras instituciones públicas de
educación universitaria, a las Casas de Paz y Convivencia en todo el país.
Alcance: Territorio Priorizado.
INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN LA SOCIEDAD CIVIL EN EL DISEÑO Y
EJECUCIÓN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
Las políticas públicas, como proceso de concertación Estado-Sociedad,
mediante el examen de la interacción entre éstos para llegar a un punto de
acuerdo, las políticas públicas. Se empleó la observación de los
planteamientos, entre otros, en cuanto elementos teórico-conceptuales sobre
políticas públicas, actores, evaluación de políticas y Estado y sociedad.
Estableciéndose como principales conclusiones que las políticas públicas son
el resultado de actos de confrontación/acuerdo entre representantes estatales y
sociales, que enfrentan nudos críticos, situaciones conflictivas y restricciones
normalizadas, donde por su naturaleza política el Estado está implícito, pero la
sociedad requiere de cierto empoderamiento social y canales de comunicación
efectivos que avalen una sana y estrecha relación Estado-Sociedad, en procura
de obtener la aprobación pública.
IMPORTANCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS PARA EL DESARROLLO DE LA
POLÍTICA NACIONAL DE SEGURIDAD CIUDADANA DEL ESTADO VENEZOLANO
La seguridad ciudadana en atención a que esto constituye un requisito previo
esencial para la determinación del alcance de las obligaciones de los Estados
Miembros conforme a los instrumentos del Derecho Internacional de los
Derechos Humanos aplicables. En esta dirección, la Comisión destaca que en
el orden jurídico internacional de los Derechos Humanos no se encuentra
consagrado expresamente el derecho a la seguridad frente al delito o a la
violencia interpersonal o social[12]. Sin embargo, puede entenderse que ese
derecho surge de la obligación del Estado de garantizar la seguridad de la
persona, en los términos del artículo 3 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad de su persona”; del artículo 1 de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre: “Todo ser humano tiene derecho a la vida, a
la libertad y a la seguridad de su persona”; del artículo 7 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos: “Toda persona tiene el derecho a la
libertad y a la seguridad personales”; y del artículo 9 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos: “Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la
seguridad personales”. No obstante, la Comisión considera que la base de las
obligaciones exigibles al Estado se encuentra en un plexo normativo que exige
la garantía de derechos particularmente afectados por conductas violentas o
delictivas, cuya prevención y control es el objetivo de las políticas sobre
seguridad ciudadana. Concretamente, este cúmulo de derechos está integrado
por el derecho a la vida; el derecho a la integridad física; el derecho a la
libertad; el derecho a las garantías procesales y el derecho al uso pacífico de
los bienes, sin perjuicio de otros derechos que serán objeto de análisis
específico en el cuerpo de este informe.
En las reuniones de expertos y en las sesiones de trabajo desarrolladas
durante el proceso de consultas sub-regionales que integran el proceso de
preparación de este informe, se trató reiteradamente el punto relativo a la
utilización en las Américas de conceptos diferentes para referirse al mismo
objeto de estudio –la protección y garantía de los derechos humanos frente al
delito y la violencia-, tanto en ámbitos políticos como académicos[13]. En
algunos casos se maneja una definición muy amplia, que incorpora medidas de
garantía de otros derechos humanos (como el derecho a la educación; el
derecho a la salud; el derecho a la seguridad social; o el derecho al trabajo,
entre otros), mientras que en otros casos se reduce esa definición a las
intervenciones de las fuerzas policiales y, eventualmente, del sistema judicial.
Del mismo modo, se manejan indistintamente conceptos diferentes, como los
de “seguridad pública”; “seguridad humana”; o “seguridad democrática”, lo cual
genera un marco impreciso desde el punto de vista técnico para definir los
estándares de derechos humanos comprometidos.
Uno de los puntos de partida para esta definición conceptual ha sido ya
recogido por la Comisión en anteriores oportunidades. Así, ha sostenido que
La seguridad ha sido desde siempre una de las funciones principales de los
Estados. Indudablemente, con la evolución de los Estados autoritarios hacia los
Estados democráticos ha ido evolucionando también el concepto de seguridad.
El concepto de seguridad que se manejaba antes se preocupaba únicamente
por garantizar el orden como una expresión de la fuerza y supremacía del
poder del Estado. Hoy en día, los Estados democráticos promueven modelos
policiales acordes con la participación de los habitantes, bajo el entendimiento
de que la protección de los ciudadanos por parte de los agentes del orden debe
darse en un marco de respeto de la institución, las leyes y los derechos
fundamentales. Así, desde la perspectiva de los derechos humanos, cuando
en la actualidad hablamos de seguridad no podemos limitarnos a la lucha
contra la delincuencia, sino que estamos hablando de cómo crear un ambiente
propicio y adecuado para la convivencia pacífica de las personas. Por ello, el
concepto de seguridad debe poner mayor énfasis en el desarrollo de las
labores de prevención y control de los factores que generan violencia e
inseguridad, que en tareas meramente represivas o reactivas ante hechos
consumados. Esta vinculación permanente entre seguridad de las personas y
convivencia democrática se hace presente en el desarrollo de este informe.
A los efectos de este informe, el concepto de seguridad ciudadana es el más
adecuado para el abordaje de los problemas de criminalidad y violencia desde
una perspectiva de derechos humanos, en lugar de los conceptos de
“seguridad pública”, “seguridad humana”, “seguridad interior” u “orden público”.
Éste deriva pacíficamente hacia un enfoque centrado en la construcción de
mayores niveles de ciudadanía democrática, con la persona humana como
objetivo central de las políticas a diferencia de la seguridad del Estado o el de
determinado orden político. En este orden de ideas, la Comisión entiende
pertinente recordar que la expresión seguridad ciudadana surgió,
fundamentalmente, como un concepto en América Latina en el curso de las
transiciones a la democracia, como medio para diferenciar la naturaleza de la
seguridad en democracia frente a la seguridad en los regímenes autoritarios.
En estos últimos, el concepto de seguridad está asociado a los conceptos de
“seguridad nacional”, “seguridad interior” o “seguridad pública”, los que se
utilizan en referencia específica a la seguridad del Estado. En los regímenes
democráticos, el concepto de seguridad frente a la amenaza de situaciones
delictivas o violentas, se asocia a la “seguridad ciudadana” y se utiliza en
referencia a la seguridad primordial de las personas y grupos sociales. Del
mismo modo, contrariamente a los conceptos también utilizados en la región de
“seguridad urbana” o “ciudad segura”, la seguridad ciudadana se refiere a la
seguridad de todas las personas y grupos, tanto en las zonas urbanas como
rurales. Sin perjuicio de lo señalado anteriormente, es importante destacar que
el concepto de “seguridad pública”, se utiliza ampliamente en los Estados
Unidos y Canadá, para hacer referencia también a la seguridad de las
personas y grupos que componen la sociedad. Por el contrario, como se ha
señalado en los párrafos anteriores, la misma expresión “seguridad pública”, en
América Latina hace referencia a un concepto diferente que alude a la
seguridad construida desde el Estado o, en ocasiones, a la misma seguridad
del Estado.
En los últimos años, los aportes de la academia y de los organismos
internacionales especializados han permitido un acercamiento más certero al
concepto de seguridad ciudadana, diferenciándolo también del concepto de
“seguridad humana”, construido en los últimos quince años a partir,
fundamentalmente, de las elaboraciones realizadas en el ámbito del Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Este último se refiere
específicamente a “uno de los medios o condiciones para el desarrollo humano,
el que a su vez se define como el proceso que permite ampliar las opciones de
los individuos que van desde el disfrute de una vida prolongada y saludable, el
acceso al conocimiento y a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida
decente, hasta el goce de las libertades políticas, económicas y sociales”. En
este cuadro, la seguridad ciudadana aparece estrictamente sólo como una de
las dimensiones de la seguridad humana, pues se la concibe como la situación
social en la que todas las personas pueden gozar libremente de sus derechos
fundamentales, a la vez que las instituciones públicas tienen la suficiente
capacidad, en el marco de un Estado de Derecho, para garantizar su ejercicio y
para responder con eficacia cuando éstos son vulnerados (...) De este modo,
es la ciudadanía el principal objeto de la protección estatal. En suma, la
seguridad ciudadana deviene una condición necesaria –aunque no suficiente-
de la seguridad humana que, finalmente, es la última garantía del desarrollo
humano. Por consiguiente, las intervenciones institucionales destinadas a
prevenir y controlar el fenómeno del delito y la violencia (políticas de seguridad
ciudadana) pueden considerarse una oportunidad indirecta pero significativa
para, por un lado, apuntalar el desarrollo económico sostenible y, por otro,
fortalecer la gobernabilidad democrática y la vigencia de los derechos
humanos. En los últimos años se ha logrado una mejor aproximación
conceptual a la seguridad ciudadana desde la perspectiva de los derechos
humanos. Efectivamente, en el ámbito de la seguridad ciudadana se
encuentran aquellos derechos de los que son titulares todos los miembros de
una sociedad, de forma tal que puedan desenvolver su vida cotidiana con el
menor nivel posible de amenazas a su integridad personal, sus derechos
cívicos y el goce de sus bienes, a la vez que los problemas de seguridad
ciudadana, se refieren a la generalización de una situación en la cual el Estado
no cumple, total o parcialmente, con su función de brindar protección ante el
crimen y la violencia social, lo que significa una grave interrupción de la
relación básica entre gobernantes y gobernados. Por otro lado, la actividad de
la fuerza pública legítimamente orientada a la protección de la seguridad
ciudadana es esencial en la consecución del bien común en una sociedad
democrática. Al mismo tiempo, el abuso de autoridad policial en el ámbito
urbano se ha constituido en uno de los factores de riesgo para la seguridad
individual. Los derechos humanos como límites al ejercicio arbitrario de la
autoridad constituyen un resguardo esencial para la seguridad ciudadana al
impedir que las herramientas legales con las que los agentes del Estado
cuenten para defender la seguridad de todos, sean utilizadas para avasallar
derechos. Por lo tanto el respeto y la adecuada interpretación y aplicación de
las garantías establecidas en la Convención Americana deben servir a los
Estados miembros como guía para encauzar la actividad de la fuerza pública
en el respeto de los derechos humanos.