Sobre el PODER, en Weber y Foucault
Eduardo Florio
Existen innumerables situaciones sociales en las cuales algunas personas determinan y
condicionan las conductas de otras. Aún más, podemos seguramente afirmar que existen
múltiples situaciones sociales en las que unas personas imponen determinadas conductas
a otras, aún contra la voluntad de estas. Esto ha hecho que el concepto de "poder" haya
recibido a lo largo de los siglos múltiples definiciones y significados. No obstante ello, lo
encontramos en general ligado a conceptos como los de "dominación", "coacción",
"mando y obediencia", "imposición", "amenaza", "fuerza" y tantos otros.
En su acepción tal vez más básica y elemental, el concepto de poder aparece en la doctrina
política ligado siempre a la capacidad de unas personas de imponer determinadas
conductas a otras personas, aún contra la voluntad de éstas.
En general hay coincidencia en los autores en torno a que las relaciones de poder tienen
como características claves:
a. La de ser una relación social o una relación entre personas, es decir que el poder es
siempre un fenómeno relacional.
b. La relación de poder es asimétrica, es decir hay una persona que manda y una que
obedece y en tal sentido la relación tiene una fuerte unidireccionalidad.
También hay coincidencia en los autores clásicos en señalar que en la vida social el poder
ha sido visto como la posibilidad de imponer la voluntad propia a los demás a través de
algún medio específico: el conocimiento, la inteligencia, la fuerza, la riqueza, el dogma o
cualquier factor que sirva para impulsar o constreñir otros a hacer lo que en otras
circunstancias no harían.
Así mismo se reconoce en general que la obediencia tiene matices que van desde las
respuestas basadas en la convicción de la legitimidad del mandato o de la conveniencia en
consentirlo hasta la percepción de una amenaza en caso de desobediencia o directamente
el puro acatamiento forzado.
Considerando que invariablemente las definiciones de poder se mezclan o relacionan con
otros conceptos como fuerza o dominio, algunos autores propusieron una más desagregada
distinción de los mismos.
Comenzamos diciendo que el poder se halla en todo proceso de toma de decisiones.
A lo largo de la historia, la mayoría de las sociedades ha generado modelos de
organización jerarquizados en sus relaciones políticas, sociales y económicas. La creación
de jerarquías conlleva inevitablemente la división de los miembros de la sociedad entre
gobernantes y gobernados.
El poder se manifiesta a través de:
• Coacción: Es el medio utilizado para que terceros sigan una
determinada conducta. Puede ser física o psicológica.
• Coerción: La coacción dio paso a la coerción que es la situación donde el tercero
realiza el mandato debido a la amenaza del uso de la violencia, es decir, la potencialidad
del uso de esa violencia. La coacción se fundamentaba en el temor de un daño seguro en
el caso de incumplir lo ordenado. En la posibilidad más o menos cierta que haya una
sanción (entendida como consecuencia).
El interés de las élites o gobernantes, es entonces lo que definimos como «acumulación
diferencial de poder», es decir acumular más poder que sus competidoras. Esta
competición por la acumulación de poder se produce en todos los ámbitos de la sociedad.
Además, la formación de élites implica inevitablemente competencia por el control de
recursos de poder, ya sean estos políticos, económicos, informativos, coactivos,
ideológicos, o de cualquier otro tipo
Los diferentes significados del Poder están analizados por Eric Wolf.
El autor propone cuatros distintas dimensiones del poder: personal, relacional,
organizativa y estructural.
La primera dimensión de poder, la personal, es interpretada como pura y simple capacidad
del individuo, sin poner énfasis en las direcciones y formas que puede asumir el poder.
La segunda dimensión la relacional, es la capacidad de un individuo de imponer su
voluntad a otro o grupos de personas, sin enfrentar donde estas iteraciones se mueven.
La tercera organizativa, es el control de un individuo sobre una unidad organizativa
determinada, que a su vez influye otro individuo.
Por último, Wolf individua la forma estructural, el poder que organiza y dirige una unidad
y las direcciones de energías.
El poder puede ser detentado (ilegalmente) u obtenido (legalmente) gracias a:
• La fuerza (violencia, coacción): "el origen de todo poder es la violencia”
Según Max Weber, «el Estado es aquella comunidad humana que ejerce (con éxito)
el monopolio de la violencia física legítima dentro de un determinado territorio»
• La persuasión (directa, indirecta, subliminal; por persuasión moral, incluyendo a
la religión).
• Una autoridad delegada (por ejemplo, en un proceso democrático).
• La influencia social o la tradición
• La pertenencia a una determinada clase social.
• Un carisma personal o colectivo la presunción de tenencia de unas determinadas
habilidades o cualidades, sean éstas ciertas o no, pero reconocidas por una mayoría.
(estrategia que uso Hitler para obtener el poder en Alemania, y que resultó exitosa)
• Una pericia o habilidad (un "saber-hacer"): por ejemplo, el poder del ingeniero que
es capaz de diseñar una máquina.
• El conocimiento (enseñándolo o no revelándolo, compartido o guardado en
secreto). Una persona al tener conocimiento es capaz de persuadir a otras personas, para
que crean que todo lo que él hace, está bien, que deben actuar del mismo modo.
• La comunicación.
• El dinero: control a través de la propiedad de los medios de producción, poder
financiero, etc.
• En las relaciones personales: dominación/sumisión.
MICHAEL FOUCAULT. (MICROFÍSICA DEL PODER)
De las teorías de Michael Foucault se extrae su ruptura con teorías de la soberanía que
localizan el poder en un centro único (Estado, Ley) y que conciben al poder en su
dimensión prohibitiva como represión (“no se debe”). Para Michael Foucault lo que hace
aceptado el poder es su dimensión positiva, su faceta productiva: forma saber, induce
placer, crea la verdad y sus reglas, genera resistencias.
El poder no se encuentra en instituciones o aparatos que garantizan la sujeción del
ciudadano, en reglas por oposición a la violencia, en la dominación de un grupo de la
sociedad sobre otro. El Poder es una relación de fuerza observable como ejercicio de poder
en la periferia institucional (trabajo, escuela, etc.). Es aquí donde se da la dominación
como proceso continuo que somete al cuerpo, que construye sujetos.
En este sentido el poder no es monolítico, unificado, sino desplegado en micropoderes y
en relaciones descentralizadas.
Durante los siglos XVII y XVIII se producen grandes transformaciones en la tecnología
política (del poder) que constituyen la sociedad disciplinaria. Sin dejar de considerar la
importancia de la soberanía del derecho como principio organizativo de la sociedad, en la
sociedad moderna aparecen como mecanismos del nuevo poder disciplinario:
• La norma, las reglas (no sólo las jurídicas)
• Nueva teoría de la ley y del delito en la que se redefine la idea de crimen. El crimen
es un atentado contra la ley, ley que emana de los órganos legislativos y, por lo tanto, es
útil a la sociedad. El criminal al atentar contra la ley es peligroso para la sociedad, es su
enemigo interno.
• La desaparición de los suplicios físicos para imponer castigos sobre el pensamiento,
el alma, la voluntad. La ley penal no puede prescribir venganza (como antes lo hacia el
soberano), sí reparación. La deportación, la ley del talión, el escarnio público, son
reemplazados por la prisión, por el control y la reforma moral y psicológica. No se
castigan sólo los actos, también las conductas potencialmente desviadas de la norma. Es
por ello que sentencian los jueces y los expertos.
Para Foucault, el poder son acciones sobre otras acciones a fin de interferir con ellas.
Foucault no recurre a la violencia, sino que afirma que el poder presume libertad en el
sentido en que el poder no es forzar, sino formas de hacer que la gente se comporte por sí
misma de modo distinto de cómo lo hubiesen hecho de otra manera. Un modo de realizar
esto es mediante la amenaza con violencia. Pero tratar de convencer a alguien de lo
contento que se sentirá si adquiere un determinado producto, es también una forma de
ejercitar el poder, y en el marketing hay un gran conocimiento de cómo (intentar) efectuar
este cambio de comportamiento.
El esquema de la sociedad disciplinaria fue descripto en el siglo XVII por el filósofo
utilitarista inglés Jeremias Bentham en el panóptico: todo lo divisa. El modelo se
construye con una torre central de observación rodeada de un anillo de celdas iluminadas.
El objetivo principal de esta institución es la posibilidad de vigilancia permanente. No
importa si se vigila, lo esencial es que el individuo se sienta vigilado. De esta manera el
poder se torna visible e inverificable haciendo innecesaria la fuerza, que cede su lugar a
la mirada. De este modo el sometido reproduce por si mismo las coacciones del poder, se
convierte en el principio de su propio sometimiento (Sujeto y objeto del poder).
Este mecanismo permite individualizar, registrar, comparar los individuos. El desarrollo
de estas técnicas de observación constituye la anatomía política, la biopolítica, en la que
el hombre es además objeto de saber, de clasificación. De este modo el poder produce el
saber como todo saber constituye relación de poder. El propósito de este dispositivo de
vigilancia es aligerar, economizar y hacer más eficaz el poder.
Las tesis de Foucault sobre el poder, se desarrollan en tres apartados
• El poder no es esencialmente represivo; puesto que incita, suscita, produce.
• Se ejerce más que se posee; dado que no posee una forma definida; «el poder no es algo
que se adquiera, arranque o comparta, algo que se conserve o se deje escapar; el poder se
ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de relaciones móviles y no igualitarias
(…)»
• Pasa por los dominados tanto como por los dominantes; ya que pasa por todas las fuerzas
en relación.
La sociedad capitalista se convierte en una red institucional de disciplinamiento para la
producción, cuyo objetivo es fijar a los hombres a un aparato de normalización para
convertirlos en individuos que internalicen normas y adecuen sus comportamientos, pues
un individuo normalizado es útil, productivo y rentable.
Esto se logra a través de instituciones microscópicas de control que fijan al hombre al
aparato productivo apropiándose de su actividad, su tiempo, su palabra, su cuerpo, con un
régimen de premios y castigos que actúan como correctivos o normalizadores. Estas
instituciones normalizadoras como la escuela, el trabajo, la familia, los hospitales, se
enlazan en una red capilar de micropoderes a las instituciones de encierro que basan su
funcionamiento en el modelo de la prisión: manicomios, geriátricos, cárceles,
correccionales, etc. (MICROFÍSICA DEL PODER).
La esencia de la sociedad disciplinaria radica finalmente en que ya no es fundamental un
control sobre la sociedad, sino que se delinean formas de comportamiento
institucionalizado en la disciplina que produce en el sujeto individual una
AUTODISCIPLINA / AUTOCONTROL, la mirada virtualmente está incorporada en
las mentes, puede o no ser real y concreta....
EL PODER ES PARTE DE UNA TRILOGÍA: SE CONSTRUYEN SABERES ALREDEDOR DE LA
DISCIPLINA, ESTOS SABERES SE CONSTITUYEN COMO VERDADES (QUE INTENTAN
CONSTITUIRSE COMO HEGEMÓNICAS DE UN CAMPO DE CONOCIMIENTO EN DETRIMENTO DE
OTROS CONOCIMIENTOS, POR EJEMPLO, EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO, Y DE ALLÍ OTROS
CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS DERIVADOS, COMO EL JURÍDICO) Y ESTOS SABERES Y
VERDADES GENERAN PODERES.
Foucault fue un estudioso de los mecanismos del poder y la insurrección de los saberes,
no contra los métodos, contenidos o conceptos de una ciencia sino una insurrección contra
los efectos o consecuencias de poder centralizadores que están ligados al discurso
científico y a su funcionamiento dentro de una universidad, en un aparato escolar o en un
aparato político como el marxismo o en toda la sociedad.
El poder no es considerado como un objeto que el individuo cede al soberano (concepción
contractual jurídico-política), sino que es una relación de fuerzas, una situación estratégica
en una sociedad en un momento determinado. Por lo tanto, el poder, al ser resultado de
relaciones de poder, está en todas partes. El sujeto está atravesado por relaciones de poder,
no puede ser considerado independientemente de ellas (microfísica).
El poder, para Foucault, no sólo reprime, sino que también (como se dijo) produce: efectos
de verdad y saber, en el sentido de conocimiento.
Existe un poder que todo lo envuelve, lo mimetiza, lo reduce, hasta la propia ciencia,
convirtiéndose en una especie de paradigma que todo lo engulle y que se encarga de tender
un manto para silenciar los saberes que no interesan que se coloquen en la vanguardia o
abran paso para que se establezcan y consoliden como conocimiento científico y universal.
Aún podemos conseguir en nuestros días, individualidades o cuerpos institucionales que
todavía están aferrados a viejos modelos de aprendizaje en la educación porque se
sostienen mediante un poder que ostentan de vieja data pero que la ola de la renovación,
de la innovación y de los nuevos tiempos se los llevará tarde o temprano por delante, para
que dejen el camino libre de obstáculos a fin de que pueda avanzar la ciencia y el saber.
Es importante acuñar una noción de poder que no haga exclusiva referencia al
gubernativo, sino que contenga la multiplicidad de poderes que se ejercen en la esfera
social, los cuales se pueden definir como poder social. En La verdad y las formas
jurídicas, Foucault es más claro que en otros textos en su definición del poder; habla del
subpoder, de "una trama de poder microscópico, capilar", que no es el poder político ni
los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de pequeños poderes
e instituciones situadas en un nivel más bajo. No existe un poder; en la sociedad se dan
múltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apoyándose mutuamente y
manifestándose de manera sutil. Uno de los grandes problemas que se deben afrontar
cuando se produzca una revolución es el que no persistan las actuales relaciones de poder.
El llamado de atención de Foucault va en sentido de analizarlas a niveles microscópicos.
Para el autor de La microfísica del poder, el análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado
a partir de dos relaciones:
Contrato - opresión, de tipo jurídico, con fundamento en la legitimidad o ilegitimidad del
poder.
Dominación - represión, presentada en términos de lucha - sumisión.
El problema del poder no se puede reducir al de la soberanía, ya que, entre hombre y
mujer, alumno y maestro y al interior de una familia existen relaciones de autoridad que
no son proyección directa del poder soberano, sino más bien condicionantes que
posibilitan el funcionamiento de ese poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. "El
hombre no es el representante del Estado para la mujer. Para que el Estado funcione como
funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de
dominación bien específicas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía".
El poder se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos,
independientes del proceso económico. Las relaciones de poder se encuentran
estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas; íntimamente enlazadas y
desempeñando un papel de condicionante y condicionado. En el análisis del fenómeno del
poder no se debe partir del centro y descender, sino más bien realizar un análisis
ascendente, a partir de los "mecanismos infinitesimales", que poseen su propia historia,
técnica y táctica, y observar cómo estos procedimientos han sido colonizados, utilizados,
transformados, doblegados por formas de dominación global y mecanismos más
generales.
El poder es en sí mismo el despliegue de una relación de fuerza, habría que analizarlo bajo
la figura de enfrentamiento, combate, choque o guerra. Diríamos, además, que la política
es la continuación de la guerra utilizando otros medios; esta afirmación podemos
estudiarla desde tres vertientes. Primero, las relaciones de poder funcionan en una
sociedad como la nuestra, tienen como centro de gravedad una relación histórica que
podemos encontrar en la guerra. Y si aceptamos también que el poder político detiene la
guerra para que se establezca la paz en la sociedad civil, no lo hace para neutralizar los
efectos de aquélla.
Para Foucault, el poder no es algo que posee la clase dominante; postula que no es
una propiedad, sino que es una estrategia. Es decir, el poder no se posee, se ejerce. En
tal sentido, sus efectos no son atribuibles a una apropiación sino a ciertos dispositivos que
le permiten funcionar plenamente. Pero, además, postula que el Estado no es de ninguna
manera, el lugar privilegiado del poder, sino que es un efecto de conjunto, por lo que hay
que estudiar lo que él llama sus hogares moleculares.
Foucault intenta romper una complicidad de la ley con el Estado y en tal sentido, habla de
entender la ley no como algo que demarca los dominios de la legalidad-ilegalidad sino
como un procedimiento por medio del cual establece ilegalismos que dicha ley permite,
tolera o inventa como privilegios de clase; o bien, ilegalismos que prohíbe, aísla y define
como medio de dominación1. En tal sentido postula que "(...) las leyes están hechas por
unos y que se imponen a los demás" Foucault, M. (2001).
En Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Foucault teoriza en torno a la noción de
“ilegalismo”. O "tolerancias", o “ilegalismos tolerados”, ciertos campos de actividades
que se encuentran legalmente prohibidas, pero en los cuales las potestades represivas
existentes están a menudo en suspenso. Se trata de unas zonas que podríamos llamar de
tolerancia por parte del poder respecto de ciertas prácticas. Se trata de prácticas toleradas
en el sentido de que pese a estar legalmente prohibidas no son habitualmente interferidas
por el aparato del Estado (ej. los manteros o vendedores ambulantes)
La lucha antijudicial, expresa Foucault, es una lucha contra el poder y no contra las
injusticias de la justicia. Esto explica que cuando aparecen motines, rebeliones, el aparato
1
CEFD Cuadernos Electrónicos de Filosofía del Derecho | ARTÍCULO ASPECTOS JURÍDICOS DEL PODER.
LOS "ILEGALISMOS". El “CASO SADE”. Ángel Pelayo González-Torre Universidad de Cantabria Fecha de
recepción 01/06/2011 | De aceptación: 07/06/2011 | De publicación: 25/06/2011
judicial ha sido la diana sobre la cual se disparan los dardos, al igual que el aparato fiscal,
el ejército y otras formas de poder.
Así tenemos que las distintas y múltiples formas de represión, se globalizan desde la óptica
del poder; vemos como la represión está presente en las escuelas, en las universidades en
las cuales los profesores muchas veces intentan imponer pautas o modos de interpretar la
realidad bajo una coacción, soslayando la percepción o formas de interpretación de los
estudiantes, limitando así la creatividad de éstos. En otras ocasiones, tratan de convertirlos
en repetidores del discurso del profesor tirano que fue formado bajo patrones de
memorización y enciclopedismo; la represión también está presente en las fábricas, en los
cuarteles y en las prisiones. Foucault está convencido de que "en todo lugar donde hay
poder, el poder se ejerce. Nadie es su dueño o poseedor, sin embargo, sabemos que se
ejerce en determinada dirección; no sabemos quién lo tiene, pero sí sabemos quién no lo
tiene" Foucault, M. (2001: 31).
En vez de preocuparse por, qué es el poder sugiere que habría que preguntarse más bien
cómo se ejerce el poder, mediante qué tecnologías y mediante qué procedimientos se
ejerce ese poder y qué consecuencias y efectos se derivan de ello. En definitiva, el poder
no es una institución, no es una estructura ni una fuerza de la que dispondrían algunos: es
el nombre que se le da a una situación estratégica compleja en una sociedad dada.
Finalmente, podemos decir que para Foucault la distinción entre violencia y poder se
funda precisamente en que la violencia se realiza sobre las cosas o sobre los cuerpos para
destruir o someter, el poder supone el reconocimiento del otro como alguien que actúa o
que es capaz de actuar. En ese sentido, gobernar es incidir sobre el campo de acción real
o posible de los otros. De ahí la célebre reiteración de Foucault según la cual, al final de
cuentas ejercer el poder no es más que "conducir conductas", valga decir: la posibilidad
de ampliar o de restringir el campo de acción de los otros. Michael Foucault, busca
precisar aún más los rasgos definitorios de las prácticas del poder. En ese esfuerzo subraya
que el poder no es en modo alguno acción directa o inmediata sobre los otros. Su
formulación es más compleja: el poder "actúa sobre sus acciones; una acción sobre la
acción, sobre las acciones eventuales o actuales, presentes o futuras".
MAX WEBER: DOMINACIÓN Y LEGITIMIDAD.
El hombre puede constituir relaciones sociales, en las cuales los participantes pretenden
integrarse en un todo. Estas relaciones pueden inspirarse en fundamentos afectivos,
emotivos o tradicionales (COMUNIDAD) o en base a intereses mutuos con un orden
garantizado por un dirigente o un cuadro administrativo (ASOCIACIÓN o SOCIEDAD).
En una sociedad los órdenes pueden estatuirse por libre pactación de sus miembros o por
otorgamiento y sometimiento. En el caso de asociaciones cuyas reglamentaciones han sido
otorgadas y rigen de hecho con respecto a todas las acciones en el ámbito de su poder,
estamos hablando de instituto.
El problema central de la política es el de la eficacia del poder, no el ejercicio de la
representación. (Weber se basa en la eficacia del poder y no en el ejercicio del poder)
El estado es la máxima expresión de una organización política. El medio específico que
todo estado dispone, para obtener su fin, es la coerción física, tiene el monopolio legítimo
de los medios de violencia para que el orden político sea duradero y estable.
La legalidad (en el Estado moderno) es el fundamento principal del poder político, ya que
transforma un poder de hecho, en un poder de derecho. Si, es legalidad- El la tendencia
que tenemos a que reconocer que hay leyes que si bien son legales no son legitimas …es
decir son injustas.
Para Max Weber la sociedad moderna está amenazada por el fenómeno creciente de la
concentración del poder dentro de las organizaciones.
Es importante señalar que para Weber el concepto de poder, está relacionado al de
dominación, es decir, ejercer una autoridad sobre un grupo social determinado y encontrar
un grado de obediencia.
POLÍTICA
Una asociación es asociación política si su orden está garantizado en un área geográfica
dada por la amenaza o el uso de la fuerza física por parte de un cuadro administrativo. Las
acciones que tienden a influir en la dirección de una asociación política son acciones
políticas.
Por estado se entiende un instituto político de actividad ininterrumpida cuyo cuadro
administrativo posee el monopolio legítimo de la coerción física en función del orden
vigente.
Coincide con Trotsky que todo Estado está basado en la fuerza. Es un medio específico
del Estado, no el único.
OBEDIENCIA
La obediencia es la actitud en la que un individuo hace de una conducta exigida por otra
voluntad una conducta propia.
La obediencia puede lograrse a través de:
• Poder: probabilidad de imponer la voluntad dentro de una relación social, aún
contra toda resistencia y cualquiera sea su fundamento. Una variable ultima de
efectivización de ese poder es la violencia para doblegar la resistencia.
• Disciplina: probabilidad de encontrar obediencia pronta, simple y automática por
parte de un conjunto de personas. Allí, no es necesaria la violencia como dispositivo
eficaz, dado el mínimo de resistencia.
• Dominación: probabilidad de encontrar obediencia a un mandato entre personas
dadas. Implica uno que manda y otro que obedece. Necesita basarse en la legitimidad,
pues la resistencia es vehiculizada en tanto existe autoridad legítima.
Weber centra su análisis de la autoridad y el orden en la dominación, pues considera que
el poder y la disciplina son categorías extremas que es menos probable observar en la
realidad.
La dominación, para que sea tal, requiere 2 elementos esenciales: una figura o cuerpo que
represente AUTORIDAD y que esa autoridad sea LEGITIMA.
DOMINACION es el término que prefiere Weber en su desarrollo teórico sociopolítico,
pues es donde radica la OBEDIENCIA.
DOMINACION = Autoridad + Legitimidad - Resistencia= OBEDIENCIA
La legitimidad es la creencia en la validez del orden y la autoridad por parte de quien
obedece. Esta legitimidad puede darse en virtud de creencias intimas (emotivas, afectivas,
tradicionales, racional con respecto a valores) o en virtud de intereses racionales (espera
de consecuencias favorables a nuestros intereses tras una acción determinada)
TIPOS DE DOMINACIÓN LEGÍTIMA
Max Weber distingue entre tres tipos puros de dominación legítima:
1. Racional: se apoya sobre la creencia en la legalidad de ordenaciones establecidas y de
los derechos de mando de aquellos a quienes esas ordenaciones atribuyen el ejercicio de
la autoridad (autoridad legal).
2. Tradicional: se apoya en la creencia en la santidad de las tradiciones que tienen
vigencia desde tiempos remotos y en la legitimidad de aquellos a quienes esas tradiciones
atribuyen el ejercicio de la autoridad (autoridad tradicional)
3. Carismática: se apoya en entrega extracotidiana al heroísmo, la santidad o
ejemplaridad de una persona (caudillo), cuyas órdenes son emitidas o reveladas (autoridad
carismática).
EN EL ESTADO LA DOMINACIÓN LEGAL SE EJERCE MEDIANTE UN CUADRO
ADMINISTRATIVO BUROCRÁTICO DE UN MODO RACIONAL Y EN ESE
MARCO NO PUEDEN FALTAR LOS PARTIDOS POLÍTICOS.
El líder es la persona que guía al grupo y es reconocida como orientadora.
El líder carismático es aquel al que sus seguidores le atribuyen condiciones y poderes
superiores a los de otros dirigentes.
El líder tradicional es aquel que hereda el poder ya sea por costumbre o por jerarquía.
El líder legal es aquel que asciende al poder por métodos democráticos o es elegido por
que muestra la calidad de experto que es en la materia que le compete. Esta figura es
comúnmente vista en el campo de la política y de las empresas privadas en las que se
implementa el modelo burocrático, en el cual las decisiones están establecidas por un
sistema de reglas precisas (un protocolo a seguir).
Al tratar el poder varios autores han retomado la definición de Max Weber, como la
probabilidad de tomar decisiones que afecten la vida de otro(s) pese a la resistencia de
éstos. En la medida en que el poder se ejerce por medio de la fuerza y la coerción, Weber
distingue entre el mero ejercicio del poder y la relación de dominación:
El concepto de poder es sociológicamente amorfo. Todas las cualidades imaginables de
un hombre y posibles pueden colocar a alguien en posición de imponer su voluntad en una
situación dada. El concepto de dominación tiene por eso, que ser más preciso y sólo puede
significar la probabilidad de que un mandato sea obedecido (Weber: 1974, p.43).
En su análisis sobre el poder, D. M. Wrong estudia y clasifica las diferentes modalidades
de ejercicio según la diversidad de sus fundamentos. Para hacer que su poder sea efectivo,
un individuo o grupo puede apelar a los temores, a sanciones físicas, al ejercicio de la
persuasión, a la manipulación o al compromiso que los no-poderosos tienen con el
"sentimiento del deber". Dependiendo de sus bases, Wrong distingue las relaciones que
son asimétricas de las que exigen reciprocidad. Dentro de las primeras están la fuerza y
la manipulación; dentro de las segundas la persuasión y la autoridad (Wrong: 1980, p.
26).
Mientras que el poder que se ejerce por la fuerza tiene su sustento en la violencia, la
manipulación es un poder que se ejerce ocultando las intenciones mediante un esfuerzo
deliberado y exitoso de influir en las respuestas de individuos o grupos a los que no se les
comunica explícitamente las intenciones del poderoso. Este "lavado de cerebro" (Wrong,
1980, p. 28-31) induce tanto a la compra irreflexiva de determinados productos como a
votar por ciertos candidatos. Por su parte, debe entenderse por persuasión aquella forma
de poder que intenta convencer mediante argumentos que se aceptan sólo después de ser
evaluados independientemente e integrados como base del comportamiento propio.
A diferencia de la fuerza, la manipulación y la persuasión, la autoridad se vincula a la
existencia de cierta legitimidad y de una estructura jerárquica que conlleva a
ordenamientos institucionalizados.
Lo anterior no implica que la autoridad renuncie al ejercicio de la fuerza y la violencia,
sino que, como Weber ha señalado, ésta se ejerce con un sustento legítimo y en esta
medida se minimiza la necesidad de mantener los medios de coerción en alerta constante:
"Sólo cuando un sistema de autoridad se desmorona, o un individuo dado pierde su
autoridad, debe recurrirse al poder para asegurar su conformidad..." (Peters, 1967, p. 10).
Al respecto algunos autores como Easton y Arendt, han señalado la necesidad de
diferenciar entre el ejercicio efectivo de la fuerza y la mera amenaza de su utilización.
Conviene no perder de vista la distinción significativa entre la exclusión efectiva de una
persona del sistema político (ya sea mediante la eliminación física o el encarcelamiento)
de la mera "advertencia" de su posible supresión (Easton, 1958; Wrong, 1980). A
diferencia del mero poder, la autoridad previene la aplicación de la fuerza como tal:
"cuando se usa la fuerza es que la autoridad ha fallado" (Arendt, 1976, p. 93). En tanto el
poder ordena y está respaldado, si es necesario por la imposición, la autoridad "apela", y
deja de ser tal si se impone (Sartori, 1989, p. 233).
Weber contrapone la acción ocasional de la comunidad al carácter permanente de la
asociación institucional, y define los diferentes fundamentos de la legitimidad como
justificación interna de la obediencia que está interiorizada, tanto en los gobernados como
en los gobernantes (Weber, 1974, Bobbio, 1984, p. 24).
En la medida en que la legitimidad de la autoridad se sustenta en las leyes. Esta autoridad,
se distingue del poder coercitivo y del liderazgo basado en la capacidad de influir y en la
persuasión por la legitimidad racional - legal.
La relación de autoridad es una relación de órdenes y obediencia en la cual la autoridad
tiene el derecho de mandar y los otros la obligación de obedecer. Esta definición de la
legitimidad como sustento de la dominación está basada en los planteamientos weberianos
y es compartida por varios autores (Biersted,1964; Gerth y Mills, 1972; Wrong, 1980).
A diferencia de la persuasión, la autoridad no intenta presentar argumentos sino asegurar
el cumplimiento de las órdenes. En oposición a las relaciones igualitarias de persuasión,
los lazos de autoridad son siempre jerárquicos. La relación autoritaria no descansa ni en
argumentos razonados y compartidos ni en el mero poder coercitivo sino en una estructura
cuya razón y legitimidad es reconocida tanto por los que mandan como por los que
obedecen y donde cada uno tiene un lugar jerárquicamente definido (Arendt, 1976, p. 93;
Bierstedt, 1964; Wrong, p. 32-49).
En la medida en que los deberes y obligaciones están claramente estatuidos, el
comportamiento es previsible y la relación es continua, de allí que, en la relación de
autoridad la importancia del contenido de la comunicación pueda ser secundario frente al
significado prioritario del estatus que ocupa quien da la orden. En este sentido la autoridad
es un poder institucional (Bierstedt) y legítimo (Weber) que se ejerce manteniendo cierta
"distancia" entre los que mandan y los que obedecen. De allí que la posesión y ejercicio
de la autoridad tiende a estar íntimamente asociada con un conjunto de rituales -pompa y
ceremonia- y de elementos simbólicos -cetro, corona, etc. (Laswell y Kaplan, 1963).
Así, el concepto de autoridad conlleva una serie de identificaciones, demandas y
expectativas que se vinculan a la fórmula política. Afirmar que una persona tiene autoridad
significa que es poseedora del poder que le asigna la "fórmula política" y que aquellos que
se adhieren a ésta, consideran que se ejerce en forma justa y apropiada (MacKiver, 1947;
LasweIl y Kaplan, 1963).
Sin embargo, en algunos regímenes la noción de autoridad en la práctica se encuentra
divorciada del verdadero centro del poder. La autoridad formal y la real deben
consecuentemente diferenciarse. En no pocas ocasiones, las autoridades formales no
toman las decisiones políticas, sino que se limitan a participar en las ceremonias y rituales
(es el caso de la monarquía británica y el de los presidentes de la ex Unión Soviética). Allí
donde el control y la autoridad están en las mismas manos (poder efectivo y poder formal),
el debilitamiento de uno conlleva al del otro (Laswell y Kaplan, 1963, p. 138).
La atribución de autoridad siempre tiene un contenido "subjetivo", porque involucra no
solamente a las personas que mandan sino también a las que obedecen. La relación de
autoridad implica la aceptación de la misma; su mantenimiento y continuidad dependen,
en gran medida, del prestigio de las personas que ocupan los distintos cargos (LasweIl y
Kaplan, p. 133-5).
Así, la autoridad legítima (formal) presupone un conjunto de reglas compartidas que
prescriben la obediencia dentro de ciertos límites. Para ser legítimas estas normas deben
ser comunes a un amplio número de personas y no limitarse a regir únicamente las
relaciones que estrictamente se establecen entre los que mandan y los que obedecen
(D. M . Wrong estudia y clasifico las diferentes modalidades de ejercicio del Poder según
la diversidad de sus fundamentos. Para hacer que sea efectivo, un individuo o grupo
'puede apelar a los temores, a sanciones físicas, al ejercicio· de la persuasión; a la
manipulación o al compromiso que los no poderosos; tienen: el "sentimiento del deber").
Dependiendo de sus bases; Wrong distingue las relaciones que son asimétricas de las que
exigen reciprocidad; Las primeras están la fuerza y la manipulación; dentro de las
segundas la persuasión y la autoridad (Wrong: ·1980, p. 26). · '·· · Mientras que el poder
que se ejerce por la fuerza tiene su sustento en la violencia, la manipulación es un poder
que se ejerce ocultando las intenciones mediante un esfuerzo deliberado y' exitoso de
influir· en las respuestas de individuos o grupos a los que nó se les comunica explicita~
mente las intenciones del poderoso. Este "lavado de .cerebro". (Wrong, 1980, p. 28-31).
induce tanto a la compra: irreflexiva de determinados productos como a votar por ciertos
candidatos.)
Por su parte, debe entenderse por persuasión aquella forma de poder que intenta convencer
mediante argumentos que se aceptan sólo; después de ser evaluados independientemente
e integrados como base del comportamiento propia. A diferencia de la fuerza, la
manipulación: y la persuasión, la autoridad se vincula a la existencia de cierta legitimidad
y de una estructura: jerárquica que conlleva a ordenamientos institucionalizados;
La aceptación de la autoridad es conceptualmente inseparable de la participación en las
actividades gobernadas por reglas en función de las cuales la libertad adquiere sentido: ...
sólo en el contexto de las actividades gobernadas por reglas tiene sentido hablar de la
libertad de elección; librarse de todas las reglas, no sería obtener la libertad perfecta, sino
crear una situación donde la noción de la libertad ya no podría encontrar asidero..."
Al respecto, preocupado por la vinculación entre libertad, autoridad y democracia,
Giovanni Sartori afirma que:
Así, en la medida en que la autoridad implica que la obediencia a los ordenamientos no
sea impuesta, sino que tenga sustento legítimo se puede afirmar que la crisis de la
democracia es una crisis de autoridad. Lejos de repugnar a la democracia, puede decirse
que la autoridad es la fórmula de poder por excelencia. La idea que realza la democracia
no es la conquista de poder, sino por el contrario, su minimización y por lo tanto, la
sustitución de los "poseedores de poder" por los "poseedores de autoridad" (Sartori, p.
233-4). De ahí que, para Sartori la mejor forma de conceptualizar el autoritarismo es como
un sistema político en el cual, a diferencia de la autoridad democrática, apenas hay sitio,
si es que lo hay, para la libertad.
El interés de Weber por la democracia no responde a las preocupaciones comunes a varios
autores de la teoría clásica en torno a la mejor forma de lograr la expresión de la "voluntad
general" o de la "voluntad de las mayorías", sino a una obsesión específica por lo que
considera un dominio burocrático incontrolado que puede convertirse en la "jaula de
hierro" de las sociedades futuras.
En opinión de Weber las funciones del burócrata y del político deben ser claramente
distinguidas: "...no es propio del funcionario entrar combativamente en sus propias
convicciones en la lucha política y, en este sentido 'hacer política', que siempre es lucha".
Mientras el funcionario profesional "vive de la política", el verdadero líder político, el
caudillo de "gran calibre" vive para la política (Weber, 1982, p. 106, 116-9).
En la visión de Weber, la burocracia tiene una tendencia que le es inherente, que le lleva
a rebasar sus funciones administrativas y asumir tareas estrictamente políticas. La mejor
forma de evitar la posibilidad de colocar a personas con una mentalidad burocrática en
posiciones de caudillaje político es mediante una democratización que impida a la
burocracia dominar los puestos de liderazgo para los que no está preparada (Beetham,
1987, p. 68).
En la medida en que los votos electorales son expresiones de confianza sobre la capacidad
de los individuos, la lucha democrática hace posible la elección de los líderes más capaces
y se convierte así en un antídoto efectivo contra el poder de la burocracia: "...los políticos
han de proporcionar a la burocracia un contrapeso..." (Weber, 1982, p. 106).
A Weber le preocupa la creciente burocratización que ve aparejada a la disminución de la
importancia de las funciones estrictamente parlamentarias como la vigilancia y control
sobre el ejecutivo; la selección y entrenamiento de los representantes partidarios y futuros
líderes y la posibilidad de la renovación de los mismos en el caso de haber perdido la
confianza pública (Beetham, 1969; Weber, 1982, p. 108-9).
En este sentido, la "democratización" de acuerdo con Weber no significa un mayor poder
de las masas -que incluso llega a considerar como una idea ilusoria de la nueva sociedad.
La democracia es, en primer lugar, la posibilidad óptima para escoger a los mejores líderes
mediante una competencia pública que les otorgue la legitimidad necesaria para poder
imponer su propia dirección sobre la burocracia. En segundo lugar, el parlamento elegido
democráticamente se convierte en un foro de debate público que revisa las políticas que
se llevan a cabo y permite remover a los líderes si hay una severa pérdida de confianza.
El énfasis weberiano en la democracia como mecanismo óptimo para la selección y
legitimación de los líderes políticos es retomada y desarrollada por J. Schumpeter (1968).
WEBER y SCHUMPETER: Sus perspectivas acerca de la democracia.
De manera más explícita que Weber, Schumpeter hace una crítica a la teoría clásica de la
democracia que supone que los gobernantes actúan para llevar a cabo la voluntad del
pueblo. Schumpeter niega la posibilidad de una volonté générale y del "bien común" y
considera que "ambos pilares de la teoría clásica se desmoronan en polvo
inevitablemente". En la medida en que el bienestar tiene distintas significaciones para los
diferentes individuos y grupos, es necesario construir una concepción más realista de la
democracia (p. 322-4).
Las principales dificultades acerca de la teoría clásica están en la afirmación de que "el
pueblo" tiene una opinión definida y racional sobre toda cuestión singular y elige a sus
representantes para cuidar que esta opinión se ponga en práctica. La elección de los
representantes se considera como el medio que se subordina al fin primario del sistema
democrático, que consiste en investir al electorado del poder de decidir las controversias
políticas. Como Weber, Schumpeter propone la inversión del orden para colocar en
segundo lugar la decisión de las controversias por el electorado y, en primer lugar, la
elección de quienes han de efectuar la decisión, De esta manera, la teoría de la democracia
deja de atribuir al electorado un grado que el autor considera "completamente irreal" de
iniciativa y permite reconocer la importancia vital de la aceptación del caudillaje político:
el principio de la democracia significa entonces simplemente que las riendas del gobierno
deben ser entregadas a los individuos o equipos que disponen de un apoyo electoral más
poderoso que los demás que han entrado en la competencia (p. 343-4).
... la democracia no significa ni puede significar que el pueblo gobierne efectivamente, en
ninguno de los sentidos evidentes de las expresiones 'pueblo' y 'gobernar'. La democracia
significa tan sólo que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar los hombres que
han de gobernarle. Pero como el pueblo puede decidir esto también por medios no
democráticos en absoluto, hemos tenido que estrechar nuestra definición acudiendo a otro
criterio identificador del método democrático: la libre competencia entre los pretendientes,
al caudillaje por el voto del electorado (p. 362).
En un régimen democrático la política se convierte inevitablemente en una carrera donde
los líderes tienen un papel prioritario. Schumpeter considera que -de hecho la "voluntad"
o necesidades de un grupo pueden permanecer latentes por décadas y sólo adquieren
significado político cuando son incorporadas a un programa dentro de la competencia
electoral de un líder (p. 345-6).
Aunque no lo reconozca explícitamente, Schumpeter rescata gran parte de la concepción
weberiana del carisma y afirma que "...la capacidad para ganar una posición de caudillaje
político está asociada a cierto grado de energía personal y también a otras aptitudes..." (p.
367).
Al menos en principio que todos son libres de entrar en la competencia, lo cual se traduce
en una considerable libertad de expresión "la competencia efectiva por el caudillaje exige
un alto grado de tolerancia para las diferencias de opinión" (p. 375).
Varios autores han destacado su ausencia de compromiso con los "valores democráticos"
tradicionales de igualdad política y de participación popular que, como hemos señalado,
ninguno de los dos pretendía abordar.
A diferencia de lo afirmado por Weber, Hannah Arendt, considera que, en sentido estricto,
el poder sólo puede ser realmente efectivo, si incluye el consentimiento de los gobernados.
Para Arendt, la sobrevivencia del poder está estrechamente ligada al grado de adhesión
que logre suscitar y mantener en la ciudadanía.
Mientras que Weber sostiene que el poder está referido siempre a la intencionalidad y a la
voluntad del individuo que lo ejerce, Arendt responde que "el poder no es nunca una
propiedad individual. El poder pertenece al grupo y sobrevive sólo en la medida en que el
grupo permanece. Cuando decimos de alguien que se encuentra en el poder, lo que
queremos decir es que su investidura de poder proviene de un cierto número de personas
que lo autorizan a actuar en su nombre".
Si desaparece el sostén y el apoyo de la colectividad o del grupo, el poder termina por
desvanecerse. Para Arendt, por consiguiente, la tiranía representa así el grado supremo de
la violencia y el grado mínimo de poder.
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