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Reflexiones sobre Tecnología y Sociedad

Este documento presenta las reflexiones del autor sobre las afirmaciones de Al Gore acerca de las autopistas de la información y su potencial para crear un mundo más armónico. El autor expresa dudas sobre cómo las desigualdades sociales podrían superarse a través de la tecnología y sobre quiénes controlarán realmente las redes de información. Además, recuerda que las innovaciones tecnológicas no han podido superar las desigualdades culturales creadas por las estructuras sociales.

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Reflexiones sobre Tecnología y Sociedad

Este documento presenta las reflexiones del autor sobre las afirmaciones de Al Gore acerca de las autopistas de la información y su potencial para crear un mundo más armónico. El autor expresa dudas sobre cómo las desigualdades sociales podrían superarse a través de la tecnología y sobre quiénes controlarán realmente las redes de información. Además, recuerda que las innovaciones tecnológicas no han podido superar las desigualdades culturales creadas por las estructuras sociales.

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ANTES DE LLEGAR AL FUTURO.

Meditaciones probablemente antiguas sobre cosas modernas y posmodernas.

CONFERENCIA PRONUNCIADA EN EL ENCUENTRO INTERNACIONAL


“IDENTIDAD Y SUBJETIVIDAD” ORGANIZADO POR LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA EN MAYO DE 1998.

“Como hubo en el pueblo profetas falsos,


así habrá falsos doctores,
que introducirán sectas perniciosas...
Muchos los seguirán en sus liviandades,
y por causa de ellos será blasfemado
el camino de la verdad”.

II de San Pedro. 2.

“La ciencia es tan dañosa


a los que no saben aprovecharse de ella,
como útil a los otros”.

Tales de Mileto.

Hace unos años atrás Al Gore, vicepresidente de los Estados Unidos, refiriéndose en una entrevista a
las autopistas de la información dijo: ”Yo soy un gran defensor de esta idea, que permitirá que los
hospitales, archivos, centros meteorológicos y las fuerzas de seguridad estén conectados entre sí,
compartiendo información y conocimientos para evitar catastrofes, delitos,etc. Estoy convencido de
que con las autopistas de la información el mundo será más armónico y humano... La información es
un tesoro y debe ser compartida como tal por todos los pueblos; además, su difusión es una garantía
de las libertades democráticas...si los pueblos basan su desarrollo en la comunicación, estarán
haciendo una apuesta por el futuro, lo que ayudará a que otras naciones más desarrolladas puedan
invertir más facilmente en esos mismos países”. (Gore A. 1994.pp 92-94).

Muchas preguntas me sugirieron las afirmaciones de Gore. No me imagino como se pueden favorecer
conexiones, intentando privar derechos. No logro ver con claridad los efectos de la facilidad de las
inversiones para las naciones más desarrolladas en las subdesarrolladas o indesarrolladas,
permitiéndome un neologismo que espero comprensible. No me percato de cómo serán garantizadas
las libertades democráticas desde una red de redes, o lo que equivale a decir millones de
computadores conectados de los cuales la inmensa y abrumadora mayoría no están en las manos de
los que tienen supuestamente que facilitar la comunicación para el desarrollo.

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¿Fetichismo o mala intensión?. Para no moverme en discursos que no me pertenecen
profesionalmente, aunque sí ciudadanamente, me contento con recordar algo que leí hace más de
diez años atrás: “Puntas de lanza de la llamada revolución tecnológica, la información y la
comunicación se están convirtiendo hoy en los ejes alrededor de los cuales se reestructuran las
relaciones sociales entre los individuos, los grupos y las clases, las naciones y los bloques de poder.
No se equivocan aquellos que ya nos se contentan hablando de “sociedad de la información” para
designar la sociedad de mañana, una sociedad en la que la información se instala como nuevo
recurso de base, nueva materia prima, nueva forma de energía. Sin embargo, perpetran una inmensa
estafa intelectual cuando, en un discurso mesiánico, infieren la novedad social partiendo de la
novedad técnica y metamorfosean esta mutación tecnológica en un “instrumento salutifero”,
remitiendo alegremente las segregaciones y las relaciones de fuerzas sociales anteriores a esta
nueva sociedad llamada informacional.” (Mattelart A, Stourdze Y.1984.p.56).

Algo similar había dicho Passeron: “ninguna innovación tecnológica pudo jamas superar, por virtud
exclusiva del medio, las desigualdades culturales producidas y reproducidas por el juego bien
engrasado de las estrcuturas y de las jerarquías sociales: las características técnicas de un medio de
comunicación no predeterminan jamás sus efectos sociales al punto de descartar los efectos que
dependen de las relaciones sociales que se encuentran en el origen de la utilización de esta técnica”
(Passeron J.C.1982. pp 46-47).

Pero psicólogo que soy al fin y al cabo, doy un peso especial a una de las afirmaciones hechas por
quien ha sido denominado “el senador de la tierra”. Me refiero a aquella que testifica el valor de las
autopistas de la información y del desarrollo cibernético en general, en la creación de “un mundo más
armónico y humano”. Imagínense, reconsiderar las utopías dentro de un esquema tecnológico.
Pensar al menos alternativamente que el Walden Dos de Skinner no era una total falacia. Que si bien
la tecnología comportamental no lo había logrado, la informacional si lo puede lograr. UN MUNDO
MÁS ARMÓNICO Y HUMANO.

Intento no dejarme atrapar por las fascinaciones fetichistas, por la narcisización, al decir de Bleichmar
H. (1983) con sentido instrumental. “El peligro se produce cuando los instrumentos técnicos se
escinden del ego humano, o sea, cuando la técnica se torna autosufciente o se adueña del hombre
en lugar de dejarse adueñar por él” (Dorfles G. 1969.p.34). Pero también la fascinación del horror,
hablando con Pichón, me acosa: una fibra óptica puede transportar doscientas veces más
información que un cable coaxial; los repetidores de fibra óptica pueden estar separados entre sí a
más 100 km, frente a aproximadamente 1,5 km en los sistemas eléctricos tradicionales; un solo par
de cables de fibra óptica puede transmitir más de mil conversaciones simultáneas; las redes de fibra

2
óptica son capaces de albergar 500 canales de televisión, pueden receptar 34000 lineas telefónicas
de ida y vuelta. “A qué más”, diría Silvio Rodríguez.

Tampoco quiero acercarme a la tecnofobía resistente activa, esa suerte de anquilosamiento del más
elemental raciocinio y de las menos virulentas de las buenas pasiones. Intento alejarme con más
dificultad de la tecnofobía pasivo agresiva resistencial, esa que nos hace utilizar nuestras PC como
nuestras antiguas Remingtons. Máquinas de escribir que en tiempos de crisis energética nos hacen
consumir más combustible. Siendo objetivo, es decir entre científico y cínico, estoy obligado al menos
a concordar con que “tal o cual encarnación concreta de las nuevas tecnologías de la información
puede, evidentemente, conocer el fracaso, pero no ciertamente el conjunto de este sistema técnico”
(Mercier P.A, Plassard F., Scardigli V. p.16.1985). Vuelvo con Silvio: ”Me acosa el cara pálida”.

Trato de mirar des - interesadamente. ¿Pero por dónde empiezo a mirar?. Vuelvo a las preguntas de
siempre: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos, dónde estamos, hacia dónde vámos?. No intento
responder a todas las preguntas. Me permito una abstracción que me remite a mi definición
epistémica esencial: “el ser de los hombres es su proceso de vida real” (Marx, C., Engels, F., 1982,
p.25).

Cuba. América Latina.El mundo. Para nuestro país, se impondría empezar al menos por el 68 o por el
95 del siglo pasado. Pero no me da para tanto. Por suerte hay especialistas en este Encuentro que lo
hacen excelentemente. Camino más de cerca. Soy más o menos de la generación de los sesenta. De
esos años que son siempre recordados por los que hoy cargan con algo más de 45 años como la
época dorada: La filosofía del “make love, not war”, las tres “M” revolucionadoras (Marx el Dios, Mao
su espada, Marcuse su profeta), el Mayo rojo francés, los hippies, los Beatles, los movimientos
guerrilleros de liberación, la revolución cubana, el Che. Vengo de esa década que devino en un
arrebato de humanismo crítico trascendente, un grito de esperanza y confianza en el ser humano, un
basta multiplicado por millones de voces que con la negativa, la ruptura o la lucha destrozaron la
imagen de perfección edulcorada y falsa que siguiendo las enseñanzas de Dorian Grey la sociedad
de clases había construido para sí. La época de la defensa de las mayorías y de las minorías desde
una estética de las diferencias, una ética humanista fundamental y una ideología cuando menos
revolucionadora. Los desposeídos no clamábamos posesión, no queríamos sencillamente tener.
Reclamamos y exigimos nuestro derecho a ser.

Para los cubanos, entonces, no existía el ciberespacio, no sabíamos ni que sería el cibernético el
espacio propuesto como alternativo para la emancipación, para la libertad. Pero era sí- ver- que había
-espacio. Un espacio que queríamos rellenar con nuestras ansías, angustias y convicciones. Es
también, no quiero ocultarlo, un espacio marcado por la “filosofía de la asignación”, de la “decisión

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desde arriba”, de “lo que te toca”. Aprendimos a ser en el discurso del otro. Fuimos más de una vez
“archivados en copias y no en originales”. Oscilamos siempre entre ser nombrados combativos o ser
tildados de conflictivos, entre ser divertidos y ser diversionistas. Se encargaron de nosotros los que
pensaban que la desinencia hace a los sinónimos, los que estaban convencidos de que la contradic-
ción es oposi-ción y contraven-ción y por lo tanto supone san-ción, elimina-ción. Dicen, por cierto,
que algunos de esos extremistas de ayer viven hoy en una sinonímia existencial desinente que
identifica social-ismo con capital-ismo. Pero al fin somos sobre todo los que hicimos lo que creíamos
que teníamos que hacer, los “convencidos hasta en la duda”. Demostramos que la transgresión no
siempre es hostilidad, que puede ser mejoramiento, cambio, crecimiento. Que el marxismo es
esencialmente pensamiento crítico, desmistificador, unido a la acción transformadora, liberadora.
Somos, además, los que estamos aquí.

El mundo no era, ni pretendía ser una aldea global. Los mimetismos no eran sino mimetismos. Las
imitaciones eran imitaciones. Malas, peligrosas, pero sin pretensión de absorción. Transculturación sí.
Subsumisión no. Transformación y refundamentación que puede pasar por la asimilación analógica,
pero que no se detiene en ella. Salvar las diferencias, las individualidades, sumarlas en un proyecto
emancipatorio y reivindicador de la especificidad (nacional, racial, de genero,etc.) frente a la amenaza
de la estandarización de la enajenación. Hacerlo desde una ética, una estética y una crítica de la
conciencia ilusoría y de la producción simbólica de las clases. Socialización para la individualizacion.
Individualización para la socialización en la expresión de Wallón H.

Leyendo con claridad que las condiciones económicas son las que en última y no en primera instancia
configuran los escenarios y las propuestas de cambio, identificamos en los Manuscritos del 44, y
después con Guevara, que el hombre tenía que crecer desde sí mismo. “Los hombres van
adquiriendo cada día más conciencia de la necesidad de su incorporación a la sociedad y, al mismo
tiempo, de su importancia como motores de la misma” (Guevara E.1968.p.44). El asunto queda
planteado como una revolución epistemológica que devuelve, definitivamente, al hombre su
protagonismo liberador. “No se trata de un anarquismo de principio que sueña con la ausencia de
todo gobierno... es pensar en la forma en que el sujeto se dé sin sumirse a la norma ni a las
convenciones” (Díaz E., Sotolongo P.L.1997.p.36).

A ello también nos convocaron a su modo y desde sus polémicos discursos psicológicos sobre la
subjetividad, algunos de nuestros pilares referenciales. Por solo nombrar algunos rememoro a Freud
– lo que las frases del espiritu susurran en voz baja puede ser dicho en voz alta: los deseos y las
aspiraciones de los hombres tienen el derecho de afirmarse; a Rogers – la naturaleza fundamental
del ser humano, cuando funciona libremente, es constructiva y digna de confianza; y también
Foucault con las denominadas tecnologías de sí mismo, “las técnicas de sí”, los instrumentos de la
autotransformación del sujeto.

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Soy de los convencidos de que después de los sesenta el mundo cambió esencialmente,
epistémicamente. Cambió porque después de los sesenta no se podía ser como antes de los sesenta
sin sentir cuando menos vergüenza, porque una buena parte de los que nos dedicamos hoy a las
ciencias sociales llevamos los pelos largos, amamos libremente, y miramos a la vida con más
suavidad y beneplácito. Cambió porque no faltó la traición al espíritu que tanto defendimos. Cambió
por último, porque los eternos productores de enajenación no nos perdonaron la década prodigiosa y
desde entonces además de intentar comprárnosla a cualquier precio y con mucha ganancia, nos
intentan consolar con el aislamiento esquizoparanoide de una red de redes que pretende triturarnos el
sabor de la lo nacional, de lo diferente . Insisto, estoy alertando de peligros, no demoliendo opciones
probables.

Que cosas tiene la vida. El socialismo conjuntivamente era tildado de estandarizante, de buscar un
malsano sometimiento de las partes al todo, de diluir al individuo en el proyecto de la masa. ¿Será
que la globalización ciberespacial en una forma de pseudosocialismo digital?.

La alternativa entonces a nuestras “ansias satánicas” de los sesenta es una suerte de “ciberspace
way of life” que casualmente tiene su centro en los Estados Unidos. Se nos viene encima un nuevo
mundo. “No ha muerto el Rey. Estamos aquí. ¿Que viva qué Rey?”. ¿Un rey con un reino global,
desdibujado en su virtualidad, interconectado en todos sus extremos?. Un nuevo orden mundial. Un
nuevo mundo.

Responder es mejor si nos afiliamos a nuestras tradiciones, a los “maestros de la sospecha” : Marx y
Freud. No trataré, por el momento de una psicoanalisis de la sociedad contemporánea, como
escribiera Horney. Apenas mirar rápidamente desde la interrogante: ¿qué mundo esta siendo ese?,
¿qué sujeto lo acompaña, lo vive, lo recrea?.

Dos usuarios, o quizás sea mejor decir, dos “usados” entran en el Barbie’s Virtual Playhouse y
encarnando a los personajes centrales de las aventuras de la melindrosa rubia de juguetería,
conectados por guantes, lentes y cascos, se aventuran en el arte de amar de una manera análoga,
aunque digitalizada, que hasta para la vaquita pijirigua, aquella que fue inseminada artificialmente sin
respetar su derecho de “seguir a la antigua”, resultó una desgracia. Al menos para la vaca había un
sentido suprasocial elemental de su sacrificio (aún así se quejaba). Sin embargo, contento estaba el
amante virtual porque a él nunca le gustaron los preservativos, y en esta variante no los necesita.

Conectado a una linea pirateada de internet un vecino decía estar en un combate sideral del “Descent
II” en el que participaba un piloto belga, un australiano y uno canadiense. Se destrozaban unos a
otros sin conocerse, sin tocarse. Todo esto ocurría mientras su esposa intentaba fregar los platos con
residuos de oca pastificada, y su hermano cargaba cubos desde mi casa para poder darse un baño.

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Claro que pudieramos llamar la atención sobre otras variantes. Dudar de los beneficios escotomiza, al
decir de Pichón, cierra la posibilidad de pensar en los perjuicios. Mi hijo José Manuel, escribe
excelentes trabajos de la Segunda Guerra mundial, le adiciona imágenes, observa materiales
audiovisuales de archivo que traen al presente la hecatombe que costó la vida a más millones de
personas que las que tiene como exigencia de vida fundamental conectarse alguna vez por internet o
cualquier otra net. Cada uno de nosotros tendría sobradas razones para la alabanza. Pero no
venimos a hacer una asamblea de balance.

El asunto es que hay un punto común, un común denominador discursivo subyacente: “...no es el
pueblo o el grupo familiar amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja, lo que constituye la célula
básica de la sociedad, sino el individuo...la mayoría de los lugares y tiempos de la vida colectiva han
desaparecido...la vida social se reduce a una circulación cotidiana entre dos polos: el trabajo y la
casa... las nuevas tecnologías de la información también se proponen invadir el domicilio, tanto para
actividades de compra, como de entretenimiento o incluso de trabajo...el domicilio se convertirá en
una especie de terminal global de información y comunicación” (Mercier P.A., Plassard F., Scardigli
V.pp.52-53). Como dice Alfredo Grande, psicoanalista implicado y amigo, “el sujeto no percibe
mediatización corporal ni cultural. El objeto aparece “mágicamente”, porque no hay conciencia del
proceso de producción histórica que lo generó. Se pasa de la contingencia del objeto al objeto
fetichizado...toda la subjetividad pasa de ser un block maravilloso, a convertirse en una pizarrita
siniestra, donde los verdaderos monitores a color de los sistemas informáticos son las personas.
Trasmutadas previamente en terminales de computadoras”. (Grande A.1996.p.207).

¿Casualidad , causalidad o concomitancia?. Allí donde la causa y el efecto coinciden


espaciotemporalmente, donde la mirada histórica nos revela una mezcla en paralelo de procesos, lo
que casi siempre ocurre cuando de fenómenos sociopsicológicos se trata, los eventos son ordenados
como causales por una suerte de lógica discursiva. Es una opción.

Nos dicen que llegando a los finales del siglo XX el mundo se nos está volviendo más interactivo. Lo
que en este metalenguaje, que trae consigo implicitamente una recodificación de las palabras,
significa que los niños viven amarrados a los videojuegos,los multimedia, la telemática, las decenas
de canales de televisión, práctican como deporte casero el zapping, y sobre todas las cosas, como el
nuevo espacio de la existencia, tienen la realidad virtual.

En “El libro de los chicos enamorados” (Publicado en Página 12), Elsa Bornemann nos enfrenta al
dilema desde el sentimiento. NOVIA ELECTRONICA

Todo de ti me enamora...
¡Menos la computadora!

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Todo a ir a verte me invita...
¡Menos esa maquinita!

Pareces hipnotizado
Cuando te encuentras con ella,
La observas encandilado
Igual que a una niña bella.

Te advierto, va siendo hora:


O me prestas atención
O a esa procesadora
Regálale el corazón

¿Hace falta que te diga


que siento que me olvidaste?
¡ De tu electrónica amiga
es de quien te enamoraste!

Un MUNDO INTERACTIVO. Que manera de confundir el lenguaje. Llamar a esto interactividad. La


sociedad mediológica, como la denomina Debray R. (1995), la sociedad informatológica, nos prepara,
nos dibuja un sujeto coherente a sus antiproyectos. Algunos lo llaman el sujeto sujetado de la
posmodernidad. Yo digo que es el sujeto de la deconexión. Desconectado esencialmente del otro, lo
que quiere decir deconectado de sí mismo. ¿Cuál es su identidad?. ¿Un password?. Interactividad
humana sin vínculo es una no interacción. Interactividad es reciprocidad en un vínculo, un continente
de “intercambio de miradas, de gestos, contacto corporal, mensajes verbales y no verbales. Procesos
comunicacionales y de aprendizaje que permiten inferir direccionalidad recíproca de ese
comportamiento” (Quiroga A.P.1994.p.47).

¿Pero quién es ese sujeto de la posmodernidad o para la posmodernidad?. Desde mi representación


básica se me antoja que una primera caracterización crítica pertenece a Lennon & McCartney : “He’s
a real nowhere man, sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody”. Pero para
evidenciar mi apego al gremio profesional al que pertenezco, mi identidad de psicólogo, me
aprovecho de una excelente caracterización hecha por Rojas M.C. y Sternbach S. (1995). Señalo
apenas algunos rasgos importantes:

1. Ritmo hipomaníaco ligado a la abolición de todo conflicto, al éxito y la eficacia. La velocidad es un


síntoma de su modo de existir.

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2. Poco sujetado a lazos y limitaciones de cualquier tipo. Es un tipo pragmático que anda a la
búsqueda de fama y poder. Cuando lo logra, aún en pequeña escala, hace ostentación de el.
3. Su interés personal esta siempre por encima de otros intereses. Pone toda su agresividad en su
competitividad. Por eso no participa de proyectos grupales, institucionales, etc. En el mejor de los
casos lo usa como instrumento de su ascenso personal.
4. Su ética se rige por su pragmatismo y sus objetivos vitales antes expuestos. El tener es el criterio
de éxito, por eso además de ser transgresivo, no siente vergüenza por esto.
5. Se percibe en su vida una profunda banalización. Pertenece a la cultura light. Su insensibilidad
logra niveles que limitan con la psicopatía. “El esfuerzo ya no está de moda, todo lo que supone
sujeción o disciplina austera se ha desvalorizado...” (Lipovetsky G. 1996.p.56).
6. Predomina en él un hedonismo individualista. Desestima lo interior, el mundo de lo íntimo. Lo
importante es mostrarse bello y divertido. Hay en él una suerte de libido catectizada en la belleza
externa. “La Histeria. El deseo de hacerse simpático- señala Debray R.- roza a todo aquél que
quiera consentir y prevenir los deseos del otro, a cualquier precio. La neurosis histérica es la
forma límite del comportamiento indicial, como búsqueda perpetua de la buena impresión.”
(Debray R. 1995.p.154).

Los consultorios empiezan a embotarse de “formas de malestar que se arraigan y fortalecen en un


espiritu de época marcado por la pérdida de antiguas convicciones y por nuevas discursividades que
no se perfilan todavía con claridad como soportes de la subjetividad” (Rojas M.C., Sternbach
S.1995.p.136). El hombre posmoderno, sus contornos subjetivos son la clara manifestación de las
relaciones reales en las que viven, “lo ideal no es...más que lo material traducido y traspuesto a la
cabeza del hombre” (Marx C.1980.p.XX). El mal-estar humano es, releyendo a Freud, un malestar de
la cultura. La cultura entendida no simplemete como la producción o el escenario conjuntivo y
entrecruzado de la creación estética y ética de grupos relativamente exiguos de la sociedad. Ni tan
siquiera la cultura entendida como la producción espiritual de todos los sectores sociales. Estoy
hablando de la cultura como la estructura real de la subjetividad del individuo, el referente potencial
de su libertad. Ser cultos para ser libres.

La imagen semiarquetípica de libertad catectizada en la figura del marino nos es devuelta en otros
ámbitos de navegación. Navegar por las autopistas de la información. ¿Nos hace esta navegación
marineros, nos hace libres?. Los psicólogos sabemos al menos de las concomitantes adictivas, y no
son las adicciones un indicador de libertad. Muy por el contrario. “Simultaneamente a la revolución
informática, las sociedades posmodernas conocen una revolución interior...en el momento en que el
crecimiento económico se ahoga, el desarrollo psíquico toma el relevo, en el momento en que la
información substituye la producción, el consumo de conciencia se convierte en una nueva bulimia:
yoga, psicoanálisis, expresión corporal, zen, terapia primal, dinámica de grupo, meditación
trascendental; a la inflación económica responde la inflación psi y el formidable empuje narcicista que

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engendra”. (Lipovetsky G.1996.pp.53-54). Un paciente me explicó la causa de su búsqueda
incansable de un psicólogo con una imagen de Byron L: “And now, I’m alone. Upon the wide. The
wide sea”. Otra vez el mar, la navegación, la libertad con el alto costo de la soledad.

Todo nos viene preparando una muerte para el sujeto. El derrumbe del ruso-cialismo. Lacan y
Foucault. Y ahora, la interconcectividad administrada y amaestrada desde la misma filosfía, desde la
misma ética de la segregación, del poder, del predominio. En todo caso, ahora hay una multiplicación
del efecto de seducción por las capacidades de maniobras sustitutas del sujeto y supraeficientes. A
pesar de su sensible modo de decir con la escritura. Considerando incluso su apego a lo espiritual, no
tengo muchas dudas de que ante una Pentium 2 con conexiones de fibra óptica, Sor Juana Ines de la
Cruz no hubiera vacilado en repetir sus hermosos versos:
“Yo no puedo tenerte ni dejarte,
no sé por qué al dejarte o al tenerte
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos si sé qué para olvidarte…”

Pero más allá de preferencias, temores y rechazos, el asunto central es el del encuentro o la perdida
de sí mismo, de la mismidad y la otredad, en este proceso que requiere de una geografía para su
sujeto. Una geografía que permita la circunscripción al entorno intrasubjetivo en un laberinto ilusorio
de alternativas pragmáticas que se confunden con alternativas existenciales. ¿Quién soy en el
ciberespacio?, ¿dónde está mi cuerpo?. Los cuerpos se pierden en las fibras ópticas, son
convertidos en una imagen (visual, auditiva, kinestésica) , y “toda imagen es una estratégia” (Debray
R. 1995.p.131). La estrategia de la globalización.

El crecimiento humano parece quedar atrapado e dos ejes fundamentales: información y


globalización. La identidad, esa parábola que unifica en la mismidad y armoniza en la otredad, es
puesta a andar por una autopista en la que no hay yo y otros. Solos están cada uno de todos los yo.
El otro es el yo virtual. Yo mismo que me desdoblo ante lo mio. Círculo potencialmente
esquizodestructivo. En la interconectividad me hablo a mí mismo cual si hablara al y con otro. Siendo
que para ser yo-otro tengo que dejar de ser yo-yo. Mi otro es quien está en el lugar de mi yo. Yo estoy
en el lugar del otro.

Lo sabemos: no hay sociedad informacional sin globalización. La sociedad mediológica informacional


es condición pre y pos de la globalización. Todo bien. Pero... ¿dónde está el sujeto?, no el sujeto de
la globalización, sino el sujeto de la relación, de la interconectividad. Si donde digo no soy, y donde
soy no digo, ¿dónde tendrá lugar el contacto, el vínculo?. “Todos somos iguales” es la ley primera
solamente donde la segunda ley es “todos somos distintos”.

9
Nos llenamos de dudas. Simbiosis y ambigüedad. El tema entonces es el que nos convoca en estos
días: Dejar de ser para crecer o no crecer para ser. Nosotros, los aquí presentes, posiblemente
ensayamos otro cuestionamiento. Nuestra respuesta afirmativa. No desde la metáfora robótica de la
enajenación, sino desde la construcción del desarrollo sostenible y sustentable. No desde la renuncia,
sino desde el humanismo crítico que sustenta las utopías y las prácticas emancipatorias: SER PARA
CRECER.

Muchas gracias.

BIBLIOGRAFIA

1. Bleicmar H. (1983) El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente. Buenas Aires.
Ediciones Nueva Visión.
2. Debray R. (1995) El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Argentina. Manantial.
3. Díaz E., Sotolongo P.L. (1997). Ernesto Che Guevara. Ética y estética de una existencia. Argentina. Laborde
Ediciones.
4. Dorfles G. (1969) Nuevos ritos. Nuevos mitos. Barcelona. Editorial Lumen.
5. Gore A. (1994) Entrevista. Revista Muy interesante. N° 158. Julio.
6. Grande A (1996) El Edipo después del Edipo. Agentina. Editorial Topía.
7. Guevara E. (1968) El socialismo y el hombre en Cuba. En: El Caimán Barbudo.Materiales de estudio. La
Habana. Imprenta nacional de la UJC.
8. Lipovetsky G. (1996) La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporaneo. Barcelo. Anagrama.
9. Marx C. (1980) El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo I. La Habana. Ciencias Sociales.
10. Mattelar A., Stourdze Y. (1984) Tecnología, Cultura y Comunicación. Barcelona. Editorial Mitre.
11. Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985) La sociedad digital. Las nuevas tecnologías en el futuro
cotidiano. Barcelona. Editorial Ariel s.a.
12. Passeron J.C. (1982) Images en bibliothéque, images de bibliotheques. París. Document du Gides. pp.46-
47.
13. Rojas M.C., Sternbach S. (1995) Entre dos siglos. Una lectura psicoanalítica de la posmodernidad.
Barcelona. Anagrama.
14. Quiroga A. P, (1994) Matrices de Aprendizaje. Constitución del sujeto en el proceso de conocimiento.
Buenos Aires. Ediciones cinco.

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