LA TERCERA OLA DE TERAPIAS DE CONDUCTA O TERAPIAS DE
TERCERA GENERACIÓN
Recientemente, Steven Hayes (2004a, b) ha resaltado la necesidad de reagrupar o
reorganizar el gran número de terapias emergentes así como la dificultad que entraña
incluirlas en alguna de las clasificaciones existentes en la actualidad. Por ello, este autor
emplea la expresión “La Tercera Ola de Terapias de Conducta”, para referirse a un
grupo específico de terapias, dentro de un amplio espectro de terapias surgidas
recientemente desde la tradición conductual, que comparten algunos elementos y
características comunes. A este grupo de terapias surgidas durante la actual ola de
terapias de conducta se las conoce como “Las Terapias de Tercera Generación” (en
adelante TTG)
las terapias de tercera generación provienen de la tradición de la terapia del
comportamiento pero estas nuevas terapias se diferencian con respecto a las anteriores
generaciones de terapias de conducta en: (i) abandonan el compromiso de utilizar
exclusivamente cambios de primer-orden; (ii) adoptan asunciones de corte más
contextualista; (iii) utilizan estrategias de cambio más experimentales por la persona en
lugar de emplear exclusivamente estrategias de cambio de primer-orden o directas y,
(iv) amplían y modifican de forma considerable el objetivo a tratar o cambiar (Hayes,
2004b)
Otra de las diferencias con respecto a las terapias de la primera y segunda generación es
la filosofía en las cuales estas nuevas terapias están basadas: son contextualistas en
lugar de mecanicistas.
El grupo de terapias que conforman la tercera generación de terapias de conducta son
las siguientes: La Terapia de Aceptación y Compromiso, la Psicoterapia Analítica
Funcional la Terapia de Conducta Dialéctica, la Terapia Integral de Pareja y la Terapia
Cognitiva Basada en Mindfulness para la depresión.
De forma general, podría decirse que la característica esencial o definitoria de este
nuevo grupo de terapias es el énfasis que le otorgan a variables, cuestiones o asuntos
que tradicionalmente han sido menos investigados, en la mayoría de los casos obviados
totalmente y, en otros muchos, rechazados de forma directa desde el tradicional análisis
clínico y experimental del comportamiento. Dicho de otro modo, las TTG conectan
directamente con otras terapias o aproximaciones no-científicas de corte más
experiencial y existencialistas (e.g., Pérez-Álvarez, 2001). De forma más específica,
algunas de estas cuestiones, o nuevas variables de interés consideradas en las TTG se
refieren o conectan directamente con: procesos relacionados directamente con la
aceptación psicológica; los valores, tanto de la persona o cliente como los del propio
terapeuta; un proceder dialéctico durante el curso de la terapia; cuestiones relacionadas
con la espiritualidad y la transcendencia; asuntos que tratan o abordan directamente el
“Yo” o el “Self ” y el autoconocimiento; el estar en contacto con el momento presente
-aquí y ahora- o, por ejemplo, la importancia concedida a la relación terapeuta-cliente.
Es decir, las nuevas terapias de conducta están abarcando o centrándose en variables,
asuntos y tópicos que principal y tradicionalmente han sido propias y exclusivas de
aproximaciones de corte más cognitivo y humanista-existencial. Este tipo de relaciones
han sido establecidas en reiteradas ocasiones
Los métodos de intervención y técnicas que utilizan las TTG se basan frecuentemente
en la experimentación por parte de los clientes, es decir, son técnicas más
experimentales -en el sentido de experienciar, sentir, vivir en uno mismo- que didácticas
o directas, como en el caso de las terapias de la primera y segunda generación. Entre las
diversas técnicas (ejercicios experienciales, historias, paradojas, metáforas, etc.) cabe
destacar las de mindfulness y las de distanciamiento cognitivo. En otras palabras, las
nuevas terapias de conducta o TTG, utilizan técnicas o procedimientos de intervención
más in-directos en lugar de limitarse exclusivamente al uso de técnicas basadas en
cambios de primer-orden o técnicas directas, como siempre se había hecho hasta la
actualidad. El uso de estas técnicas, supone quizás el salto más cualitativo, en cuanto a
la tecnología se refiere, de esta nueva generación de terapias.
Israel Mañas Mañas. NUEVAS TERAPIAS PSICOLÓGICAS: LA TERCERA
OLA DE TERAPIAS DE CONDUCTA O TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos. Universidad de
Almería. Ctra. de Sacramento s/n. 04120, La Cañada de San Urbano, Almería (España)
Terapia de Aceptación y compromiso
Aunque definida como terapia de conducta, ACT difiere significativamente del
tratamiento cognitivo-conductual convencional, pues si en éste el foco se dirige hacia la
eliminación de las conductas-problema que favorecen la aparición o el mantenimiento
de los síntomas, ACT postula en cambio la necesidad de abandonar los esfuerzos para
desembarazarse de las sensaciones, los pensamientos o los sentimientos aversivos, y
aceptarlos tal y como son.
Hayes, et al. (1999) utilizan el acrónimo ACT para resumir cuales son los objetivos
últimos de la terapia que, en el original inglés, se describen así: A de Accept (Aceptar),
C de Choose (Elegir) y T de Take Action (Actuar). Por tanto, la terapia se orienta a
promover la «flexibilidad» del cliente para acep- tar (dar cabida o admitir) los eventos
privados incómodos, para elegir una dirección valorada y para pasar a la acción no
obstante las dudas y las dificultades. Las barreras que se levantan para impedir adoptar
este compro- miso y dirigirse hacia una vida realmente valorada —es decir, los
elementos que producen «rigidez» (Hayes y Strosahl, 2004) son la evitación
experiencial y la fusión cognitiva, tal y como ya se ha mencionado.
Hayes (2000) de forma muy directa expone en los siguientes nueve pun- tos cuál es la
actitud que debe adoptar el terapeuta si pretende conseguir estos objetivos:
1. Lo que el cliente experimenta no es el enemigo a batir. Lo perjudicial, o incluso
lo traumático, es luchar por no experimentar lo que se experimenta.
2. No puedes ser tú el que rescate a los clientes de sus dificultades y del reto que
supone crecer.
3. Sin perder la actitud compasiva, no aceptes razones: la cuestión no es lo
razonable que pueda ser algo, sino su utilidad.
4. Si el cliente se siente atrapado, frustrado, confuso, asustado, enfada- do o
ansioso anímate: eso es justamente lo que necesita trabajarse y está aquí ahora.
Convierte la barrera en una oportunidad.
5. Si tú mismo te sientes atrapado, frustrado, confuso, asustado, enfa- dado o
ansioso anímate: ahora estás en la misma barca que el clien- te y tu trabajo se
humanizará por ello.
6. Es más importante hacer lo que dices que decir lo que hay que hacer.
7. No discutas. Lo importante es la vida del cliente, no tus opiniones.
8. Tú estás también en el mismo barco. No te protejas poniéndote por encima.
9. Lo importante es siempre la función (que cumple la conducta), no su forma o su
frecuencia. Cuando tengas dudas pregúntate a ti mismo o pregunta al cliente «al
servicio de qué está esta conducta».