EL BAÚL DE LOS DESEOS
Inés era una joven: hermosa, trabajadora y valiente, próxima a cumplir sus veinticinco
años de edad , ella radicaba en la ciudad de Ayacucho, junto a su madre; Carmen,
una mujer de sesenta años quien padecía una enfermedad hepática: cáncer al
hígado, su estado no era el más favorable, ya que su enfermedad había avanzando
a pasos agigantados y la única solución era un trasplante de hígado, pues ella era
una de las tantas candidatas para la operación; sin embargo, el amor entre ellas era
tan fuerte que luchaban por salir adelante.
Por su parte, Inés trabajaba como recepcionista en una inmobiliaria, el sueldo no era
suficiente, pues se había endeudado para costear el tratamiento de su madre,
sumándole a ello los meses de renta atrasados que debían de la casa.
Luego de un largo día de trabajo, Inés llegó de noche a casa y encontró a su madre
sentada en la misma silla de siempre, balanceándose de adelante hacia atrás y
tejiendo una bufanda, pero a su vez reflejaba una mirada triste y melancólica, al
levantar su mirada observó a Inés y dibujó en su rostro la más hermosa sonrisa que
su hija había contemplado.
Seguidamente, saludó a su madre con un beso en la mejilla, mantuvieron una extensa
y amorosa conversación acerca de la rutina diaria de ambas, horas más tarde ayudó
a su madre a acostarse para que pudiese descansar.
Inés nunca se quejó de la situación que le tocó vivir, pero estaba cansada, agotada,
quería gritar de desesperación y salir corriendo, preocupada por la situación de
ambas, solo atinó a prender la radio y escuchar su música favorita con una melodía
relajante, mientras en su mente se repetía una y otra vez: “Esto pronto pasará”.
De inmediato, se propuso a ordenar las prendas de ambas que ya no utilizaban para
donarlo a algún albergue, cabe destacar que a pesar de encontrarse en una situación
difícil, siempre buscaba ayudar a los demás , cuando de pronto dentro de muchos
objetos arrumados unos encima de otro, llamó su atención un pequeño baúl color
bronce, desgastado por los años; el cuál su madre desde niña prohibió abrir a Inés ,
pues su madre argumentaba que era mágico y hacia realidad los deseos más
profundos del ser humano.
El baúl parecía sacado de algún cuento de hadas de hace millones de años atrás, sin
dudarlo, Inés, procedió a abrirlo, estaba lleno de polvo, y dentro de ella contenía
fotografías de Inés cuando era pequeña, repentinamente sus ojos se inundaron de
lágrimas al ver muchas fotos de su madre joven y feliz al lado de su padre quien
falleció cuando ella tenía doce años de edad, debido a un accidente automovilístico,
lloró silenciosamente al recordar cada momento llenos de felicidad. Fue en ese
momento que anheló con todas sus fuerzas volver a ser niña y disfrutar de esa etapa
maravillosa y dijo: “Deseo con todo mi corazón volver a ser una niña y estar junto a
mis padres”, sin recordar las advertencias de su madre Carmen quien le prohibió abrir
aquel baúl.
Tras llorar durante varias horas, Inés se quedó profundamente dormida y casi al
instante apareció en un hermoso paisaje jugando con su perrita Lulú , su mascota de
infancia, y a la que quería con todo su corazón, cuando de repente entre saltos y
brincos se acercó a una pequeña laguna de aguas cristalinas y pudo observar su
reflejo , quedo atónita al descubrir que era una niña ,llevaba puesto un vestido rosa y
una coleta alta adornado con un lazo color plata , idéntica a la foto que encontró en
aquel baúl, ella sonrió, estaba feliz porque era la etapa que mas extrañaba, cuando
de repente divisó a su madre desde lejos, pronunciando su nombre en voz alta , pues
estaba listo el almuerzo.
Fue en ese momento cuando corrió junto con su perrita Lulú hacia su mamá, y la
abrazó muy fuerte, su madre extrañada por el comportamiento de su niña pronunció:
“Inés que pasa hijita, te has despertado muy cariñosa el día de hoy”, sin titubear se
dirigió entre saltos Inés hacia su casa y observó a su padre Víctor quien se disponía
a salir de casa para trabajar.
Inés simplemente lo abrazó con todas sus fuerzas y dijo con voz solloza: “papi no
sabes cuánto te extrañe”, él sonrió y le dijo: “hija yo siempre voy a estar contigo,
pórtate bien y ayuda a tu madre en casa” Inés asentó la cabeza dibujando en su rostro
una enorme sonrisa.
Inés sabía que aquel baúl era el causante de dicha situación, era un baúl de los
deseos, miles de interrogantes pasaron por su cabeza, era por esa razón que nunca
la dejaron acercarse aquel baúl y pensó: “he sido una hija desobediente y terca, debí
haber escuchado las palabras de mi madre, pero me encanta estar con ellos y volver
a estar juntos”
De pronto su madre se acercó a Inés y le dijo: “hija tomate la pastilla, por favor”. Inés
se quedó sorprendida, pues no sabía el motivo real del porque tomaba medicamentos
¿para qué mamá? -respondió Inés, su madre un poco desconcertada por la respuesta
de su hija solo atinó a decir “hija, si no tomas estas pastillas tu salud puede empeorar”
aquellas palabras dejaron a Inés con más dudas e incertidumbre. Algo pasaba, pero
no sabía exactamente que sucedía.
Al llegar la noche el Sr Víctor llega de trabajo cansado, pero ansioso porque traía
consigo un objeto color bronce que encontró en la calle.
Ellos pensaron que Inés se encontraba dormida cuando de repente su padre, expuso
en un momento de plática con su esposa todos los problemas económicos que
atravesaban, puesto que los tratamientos para mantener el corazón sano de su hija
eran sumamente caros. ¡¡Claro!! era por aquel motivo que no podía jugar como los
otros niños- pensó Inés - me agitaba mucho, mis manos se tornaban de un color
violeta y mi corazón latía cada vez más rápido, ellos nunca me dijeron nada para no
preocuparme.
Inés se fue acercando sigilosamente a la sala, donde se encontraban sus padres, y
abrió un poco la cortina para ver lo que pasaba, sin embargo, grande fue su sorpresa,
al percatarse que su padre tenía en sus manos el mismo baúl que ella y su madre
habían guardado por años en su familia.
Inés no lo podía creer. Estaba sorprendida por todo lo que estaba atravesando, su
mente se puso en blanco, en ese instante su padre abrió el baúl y dentro de aquel
baúl se desbordo una luz resplandeciente, pero no había nada en su interior, fue
entonces cuando su padre pronuncio estas palabras con un tono triste y melancólico:
“deseo de todo corazón que mi hija sane de su enfermedad, daría hasta mi propia
vida.
Inés, rápidamente salió de su escondite y cerró el baúl de un solo golpe, miró a sus
padres asustada y dijo: “no debieron abrir este baúl, pues este cumple todos tus
deseos, lo sé, porque hice lo mismo que ustedes y por eso estoy, pedí volver a ser
niña para estar junto a ustedes”; pero los padre de Inés no le creyeron y trataron de
calmarla, su madre Carmen agregó con una voz dulce: “hija de seguro has soñado
eso y piensas que es real, por favor vuelve a acostar”; Inés no tenía otra opción se
dirigió a su cuarto esperando lo que sabia pasaría irremediablemente con su padre.
Al día siguiente por la mañana Inés fue la primera en levantarse y se dirigió con mucha
prisa al cuarto de sus padres, la escena fue muy triste, pues observó a su madre
abrazando a su padre con lágrimas en los ojos, y su padre yacía en la cama acostado
sin signos de vida.
Inés se acerco y dijo con voz entrecortada: “No fue un accidente, mi padre dio la vida
por mi” su madre no entendía que pasaba y solo dijo: “Inés discúlpame por no creerte
desde el principio acerca del baúl”, Inés sin decir una sola palabra, colocó el baúl en
una mochila y junto con su perrita Lulú salieron apresuradamente de la casa.
Se dirigieron hacia la casa de una señora llamada Yolanda, ella era muy conocida en
Ayacucho por sus trabajos referente a la lectura de cartas y temas esotéricos.
Al llegar a la casa ingresaron por un pasadizo angosto y una cortina de abanicos se
escuchó, desde su interior una voz misteriosa que dijo: “Pasen, sé que viene porque
tienen algo que mostrarme y añadió: “Mi nombre es Yolanda, díganme en que les
puedo ayudar”
Inés se acerco un poco nerviosa junto a su perrita Lulú y dijo: “Necesito que me ayude,
mi padre encontró este baúl y al abrirlo pidió dar su vida por mi para verme sana y
feliz y ahora está muerto, sé que ese baúl es mágico porque pasó lo mismo conmigo,
pedí volver a ser una niña donde supuestamente todo era felicidad y encontré una
realidad totalmente diferente, solo quiero volver a casa junto con mi madre y recuperar
mi vida”
Seguidamente Yolanda añadió: “Muéstrame aquel baúl”, con esfuerzos bruscos Inés
trató de sacar el baúl de su mochila, cuando por fin lo hizo, se lo entregó a Yolanda
con un poco de inseguridad. Yolanda lo observó detenidamente y al abrirlo, como de
costumbre esa luz blanca y radiante iluminó el lugar.
Definitivamente, Yolanda confirmó que aquel baúl bronce era mágico y la única forma
de recuperar su vida anterior seria pronunciando las palabras mágicas y el ingrediente
principal; anhelarlo con el corazón, pero tenía que dar algo a cambio para que su
deseo puede hacerse realidad, caso contrario el intento sería inútil.
Inés desconcertada se puso a llorar y solo atinó a abrazar fuerte a Lulú y le dijo entre
sollozos: “Perdóname Lulú tú has sido mi mascota de la infancia, pero no tengo otra
alternativa, te quiero mucho Lulú” y abrazo fuerte a su perrita.
Luego de ese momento de despedida entre llantos y desconsuelo, Inés miró a
Yolanda y asentó la cabeza positivamente, dándole a entender que daría a su perrita
a cambio para poder recuperar su vida, Yolanda comprendió la señal.
Pronto, Yolanda entregó el baúl a Inés y pidió pronunciase la frase para que pueda
volver junto a su madre, en ese momento se sintió una tensión en el ambiente lleno
de misterio e incertidumbre. A continuación, Inés pronunció la tan famosa frase:
“Deseo de todo corazón volver a recuperar mi vida actual al lado de mi madre y dar a
cambio por esta petición a mi perrita Lulú”, la luz blanca envolvió por completo a Inés
haciéndola desaparecer.
Al despertar, Inés estaba acostada en la cama de un hospital, fue abriendo poco a
poco los ojos y observó a su madre , quien al verla la llamó por su nombre con voz
temblorosa y débil , su madre alzó la mirada y se quedó en shock; no lo podía creer ,
su asombro era tanto que no podía pronunciar palabra alguna , luego de unos minutos
dijo con voz entrecortada - despertaste después de siete años de espera , tantas
noches al lado tuyo, tenía mucho miedo de perderte- luego de ello , abrazó fuerte a
su hija .
Su madre llamó al doctor y todos al verla se quedaron sorprendidos, estaban a punto
de desconectar la máquina que la mantenía con vida. Inés escuchó decir a un médico
– tu madre oró mucho por ti- mientras le suministraba el último suero.
Al quedarse a solas con su madre pudo confirmar que los años habían transcurrido
notablemente, pues la mayor parte del cabello de su mamá eran blancos, las fisuras
de su rostro más pronunciadas, un caminar inclinado; sin embargo, seguía
manteniendo la misma mirada de amor y esperanza.
Yo nunca perdí la fé – añadió su madre- te amo mucha hija. Inés le contó todo a su
madre la principal causa de su ausencia durante todos esos años, platicó sobre aquel
baúl, asimismo le confesó que se enteró de la verdadera muerte de su padre.
Por otro lado, su madre le manifestó su arrepentimiento por no haberle contado la
verdad desde el principio, también le comentó a su hija que se encontraba sana, libre
de aquella enfermedad que había sufrido por años y que no era necesario ningún
trasplante de hígado, fue en ese momento que Inés le confesó que ese fue su deseo
y que sacrificó a su perrita para poder regresar con ella.
Pronto Inés fue dada de alta, llegaron a la casa y buscaron el bendito baúl para
deshacerse de él, no lo querían consigo, era peligroso, pues quedabas encerrado en
tus recuerdos y cualquier deseo que pidieses al abrirlo se haría realidad, era un juego
de doble filo con el cuál se tenia que actuar con cuidado.
Inés y su madre prendieron fuego al baúl, acabando así con todo lo que por inocencia
o ignorancia se les arrebató; desde ese momento, Inés comprendió que todo lo que
pasa en esta vida es por alguna razón, que el presente se disfruta y se valora al
máximo, porque realmente las cosas pueden cambiar literalmente, de la noche a la
mañana.
Magui