ROSARIO DE LOS 7 DOLORES Y PÉSAME A MARÍA SANTISIMA.
EXPLICACIÓN.
Acompañemos a María, que al pie de la cruz, ha sufrido junto a su Hijo la Pasión y la
Muerte. Acudamos a la Santísima Virgen María que en medio del sufrimiento nos ha sido
entregada como nuestra piadosa y tierna madre.
Que a través de este Santo Rosario, en el que meditaremos acerca de cada uno de los
instrumentos de la pasión, oremos con ella junto al cuerpo yaciente de Jesús, y
acompañemos a María en su prolongada noche de dolor y de pena.
ROSARIO
La señal de la cruz.
Acto de Contrición
Señor mío, Jesucristo, me arrepiento profundamente de todos mis pecados. Humildemente
suplico Tu perdón y por medio de Tu gracia, concédeme ser verdaderamente merecedor de
Tu amor, por los méritos de Tu Pasión y Tu muerte y por los dolores de Tu Madre
Santísima. Amén.
Mi Jesús tiene sueño, por el camino se me durmió tres veces el pobrecillo.
Hijito, duerme, duerme, que en esta noche no habrá quien te despierte.
De mañanita, llorando, por los caminos del cielo
salió mi niño a buscar, su rebaño de corderos.
Todos andaban perdidos entre los barrancos negros…
En un bosque de alaridos y brazos en alto tensos,
entró mi niño temblando de soledad y de miedo…
Las flores eran de sangre, las ramas erán flagelos,
las maldiciones volaban, como pájaros al viento.
Era tan largo el camino, estaba el aire tan negro,
que mi Niño se calló, tres veces en el sendero;
y cuando a los ojos de agua se acercó a beber sediento
le dieron a beber mirra, aquellos crueles veneros.
Por fin se subió mi Niño, sobre las ramas de un cedro,
por ver si de las alturas, divisaba sus corderos.
Su séptuple canto triste, rodó por el universo.
Como un gorrioncillo herido – todo púrpura su pecho –
quedo dormido mi Niño, sobre las ramas del cedro;
las nubes lo acariciaban, con devoción los cabellos.
Dormidito lo encontraron, en el camino del cielo
y dormidito a mis brazos, de noche me lo trajeron.
Tiene en sus pies dos claveles, en sus manos dos luceros,
y en su Corazón un sol, tres veces santo y abierto.
Hijito que entre mis brazos, yaces cansado y desecho,
duérmete sin ansiedades por tus perdidos corderos.
… Hijito que entre mis brazos, yaces desnudo y desecho,
sigue durmiendo en la cuna de mi amor y de mis besos.
Estos besos son los últimos, pero mi amor es eterno.
Sigue durmiendo en mis brazos, aunque sabes que tu sueño,
es espada de dos filos que me traspasa por dentro…
Duerme… que para velarte, esta mi dolor despierto…
Se reza un Padrenuestro y siete Ave Marías por cada dolor de la Virgen.
Primer Dolor - La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35)
Qué grande fue el impacto en el Corazón de María, cuando oyó las tristes palabras con las
que Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de su dulce Jesús. Querida Madre,
obtén para mí un auténtico arrepentimiento por mis pecados.
-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre.
JACULATORIA:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia
R= En la vida y en la muerte ampáranos gran señora.
Madre llena de dolor haz que cuando expiremos
R= Nuestras almas entreguemos por tus manos al Señor, que mi alma no se pierda ni
muera sin contrición.
Guía: Y danos pureza de alma.
Los demás: Tú que eres tan poderosa.
Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo,
especialmente a las más necesitadas.
Segundo Dolor - La huida a Egipto (Mateo 2,13-15)
Considera el agudo dolor que María sintió cuando ella y José tuvieron que huir
repentinamente de noche, a fin de salvar a su querido Hijo de la matanza decretada por
Herodes. Cuánta angustia la de María, cuántas fueron sus privaciones durante tan largo
viaje. Cuántos sufrimientos experimentó Ella en la tierra del exilio. Madre Dolorosa,
alcánzame la gracia de perseverar en la confianza y el abandono a Dios, aún en los
momentos más difíciles de mi vida. -Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre.
Tercer Dolor - El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41 -50).
Qué angustioso fue el dolor de María cuando se percató de que había perdido a su querido
Hijo. Llena de preocupación y fatiga, regresó con José a Jerusalén. Durante tres largos días
buscaron a Jesús, hasta que lo encontraron en el templo. Madre querida, cuando el pecado
me lleve a perder a Jesús, ayúdame a encontrarlo de nuevo a través del Sacramento de la
Reconciliación. -Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre.
Cuarto Dolor - María se encuentra con Jesús camino al Calvario.
Acércate, querido cristiano, ven y ve si puedes soportar tan triste escena. Esta Madre, tan
dulce y amorosa, se encuentra con su Hijo en medio de quienes lo arrastran a tan cruel
muerte. Consideren el tremendo dolor que sintieron cuando sus ojos se encontraron - el
dolor de la Madre bendita que intentaba dar apoyo a su Hijo. María, yo también quiero
acompañar a Jesús en Su Pasión, ayúdame a reconocerlo en mis hermanos y hermanas que
sufren. -Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre.
Quinto Dolor - Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39)
Contempla los dos sacrificios en el Calvario - uno, el cuerpo de Jesús; el otro, el corazón
de María. Triste es el espectáculo de la Madre del Redentor viendo a su querido Hijo
cruelmente clavado en la cruz. Ella permaneció al pie de la cruz y oyó a su Hijo prometerle
el cielo a un ladrón y perdonar a Sus enemigos. Sus últimas palabras dirigidas a Ella
fueron: "Madre, he ahí a tu hijo." Y a nosotros nos dijo en Juan: "Hijo, he ahí a tu Madre."
María, yo te acepto como mi Madre y quiero recordar siempre que Tú nunca le fallas a tus
hijos. -Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre
Sexto Dolor - María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46)
Considera el amargo dolor que sintió el Corazón de María cuando el cuerpo de su querido
Jesús fue bajado de la cruz y colocado en su regazo. Oh, Madre Dolorosa, nuestros
corazones se estremecen al ver tanta aflicción. Haz que permanezcamos fieles a Jesús hasta
el último instante de nuestras vidas. -Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre
Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42)
¡Oh Madre, tan afligida! Ya que en la persona del apóstol San Juan nos acogiste como a
tus hijos al pie de la cruz y ello a costa de dolores tan acerbos, intercede por nosotros y
alcánzanos las gracias que te pedimos en esta oración. Alcánzanos, sobre todo, oh Madre
tierna y compasiva, la gracia de vivir y perseverar siempre en el servicio de tu Hijo
amadísimo, a fin de que merezcamos alabarlo eternamente en el cielo. -Padrenuestro, siete
Ave Marías, Gloria al Padre
Guía: Oh, soberano santuario, Madre del Verbo eterno.
Los demás: Líbranos, Virgen, del Infierno a quienes rezamos tu Santo Rosario.
Guía: Emperatriz poderosa de los mortales consuelo.
Los demás: Ábrenos, Virgen, el Cielo con una muerte dichosa.
Padre nuestro.
Dios te Salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto, en tus
manos, Señora, ponemos nuestra fe para que la ilumines. Llena eres de gracia..."
Dios te Salve María Santísima, amantísima Madre de Dios Hijo, Virgen Purísima en el
parto, en tus manos, Señora, ponemos nuestra esperanza para que la alientes, llena eres de
gracia..."
3. Dios te Salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen
Purísima después del parto, en tus manos, Señora, ponemos nuestra caridad para que la
inflames, nuestras almas para que las salves y todas nuestras necesidades para que las
remedies. Llena eres de gracia..."
Dios te Salve, María Santísima, Templo, Trono y Sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen
concebida sin la culpa Original. DIOS TE SALVE.
Habiendo visto Jesús a su Madre que estaba junto a la Cruz, y al discípulo amado, dijo a su
Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”.
V. ¡Oh Reina de los Mártires! ruega por nosotros.
R. Que estuviste junto a la Cruz de Jesús
LETANÍAS DE LOS DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad y un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios Ruega por nosotros
Santa Virgen de las Vírgenes Ruega por nosotros Madre crucificada Ruega por nosotros
Madre dolorosa Ruega por nosotros
Madre lacrimosa Ruega por nosotros.
Madre afligida Ruega por nosotros.
Madre abandonada Ruega por nosotros
Madre desolada Ruega por nosotros Madre privada de Hijo Ruega por nosotros
Madre traspasada por la espada Ruega por nosotros
Madre abrumada de dolores Ruega por nosotros
Madre llena de angustias Ruega por nosotros
Madre clavada a la cruz en su corazón Ruega por nosotros
Madre tristísima Ruega por nosotros
Fuente de lágrimas Ruega por nosotros
Cúmulo de sufrimientos Ruega por nosotros
Espejo de paciencia Ruega por nosotros
Roca de constancia Ruega por nosotros.
Ancora del que confía Ruega por nosotros
Refugio de los abandonados Ruega por nosotros
Escudo de los oprimidos Ruega por nosotros
Derrota de los incrédulos Ruega por nosotros.
Consuelo de los míseros Ruega por nosotros.
Medicina de los enfermos Ruega por nosotros.
Fortaleza de los débiles Ruega por nosotros.
Puerto de los náufragos Ruega por nosotros.
Apaciguadora de las tormentas Ruega por nosotros.
Auxiliadora de los necesitados Ruega por nosotros.
Terror de los que incitan al mal Ruega por nosotros.
Tesoro de los fieles Ruega por nosotros.
Inspiración de los profetas Ruega por nosotros.
Sostén de los apóstoles Ruega por nosotros.
Corona de los mártires Ruega por nosotros.
Luz de los confesores Ruega por nosotros.
Flor de las vírgenes Ruega por nosotros.
Consuelo de las viudas Ruega por nosotros.
Alegría de todos los Santos Ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo ten piedad de nosotros.
Oración Oh Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el alma dulcísima de la gloriosa
Virgen y Madre María, según la profecía de Simeón; concédenos propicio, que cuantos
veneramos sus dolores y hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu
sagrada Pasión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
LA MADRE ESTABA JUNTO A LA CRUZ.
La Madre estaba junto a la cruz El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía
de Simeón y por la misma historia de la pasión del Señor. Éste –dice el santo anciano,
refiriéndose al niño Jesús– está puesto como una bandera discutida; y a ti –añade,
dirigiéndose a María– una espada te traspasará el alma. En verdad, Madre santa, una espada
traspasó tu alma. Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin
atravesar tu alma. En efecto, después que aquel Jesús –que es de todos, pero que es tuyo de
un modo especialísimo– hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin
perdonarlo aun después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar
su alma, pero sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la
tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma,
y, por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de
compasión superaron las sensaciones del dolor corporal. ¿Por ventura no fueron peores que
una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente tu alma y penetraron hasta la
separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega
a Juan en sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del
Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución
del Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras,
cuando aún nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?
No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se admire el
que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el
carecer de piedad. Nada más lejos de LaLiturgia.org 8 las entrañas de María, y nada más
lejos debe estar de sus humildes servidores. Pero quizá alguien dirá: «¿Es que María no
sabía que su Hijo había de morir?» Sí, y con toda certeza. «¿Es que no sabía que había de
resucitar al cabo de muy poco tiempo?» Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello,
sufría por el Crucificado?» Sí, y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres
tú, hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de
María que de la pasión del Hijo de María? Este murió en su cuerpo, ¿y ella no pudo morir
en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un amor superior al que pueda tener
cualquier otro hombre; esta otra tuvo por motivo un amor que, después de aquél, no tiene
semejante. Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de
la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar
de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN FINAL
Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma
con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su
amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu
Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al
Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.