Jonathan Peña Arenas.
Ética Profesional.
Especialización en Diseño y Construcción de Vías y Aeropistas - Escuela de Ingenieros Militares.
La ética y la moral: paradojas del ser humano.
Cuando hablamos de ética y moral, nos vemos inmersos en un sinfín de posibilidades en cuanto a
su definición, debido a que muchas personas entran en conflicto al tratar de conceptualizar estos
términos teniendo en cuenta las condiciones propias de cada uno y de las enseñanzas y vivencias
que se han desarrollado a lo largo de su vida.
Tal vez la misma sociedad trata de dar el significado global de lo que es ser ético. Lo vemos a
cada instante, de manera personal hasta un escenario macro. Nos enteramos de muchos casos
donde se pone en duda la capacidad de tomar decisiones que incluyan todos los aspectos que
rodean una situación. Los problemas de corrupción del país, un problema macro que nos hace
pensar como somos capaces de darles el poder a personas que hacen y deshacen a su gusto. Pero
somos capaces de criticar y venerarnos con oponernos y criticar las acciones de los demás,
cuando no tenemos la capacidad de decidir por algo tan simple como si debo o no comprar un
celular robado.
De una u otra manera todas las personas que conviven dentro de una sociedad, están
condicionando sus acciones poniendo como eje su cultura, su religión, su educación, su clase
social, etc. Aunque estamos lejos de épocas donde los fanatismos eran el pan de cada día, aún
sobreviven vestigios que condicionan la forma de actuar y de pensar de las personas.
A modo de ejemplo, el pensamiento dogmático de las religiones, que imponen su ley y que se
debe cumplir a cabalidad, supone un riesgo en las libertades de los demás sujetos que no están de
acuerdo con ciertas postulaciones ordenadas por ellos. Es acá donde entra el “hasta donde acaba
mi libertad y empieza la del otro”. A mi parecer, es muy fácil infringir la ley pero con una simple
disculpa o un acto de fe, se perdona y pasa como si nada. Lo que pasó, ya pasó y que
posiblemente el daño generado a las demás personas quede como si nada, todo porque estoy
actuando bajo mi fe, bajo mi cultura, bajo mis costumbres.
Todo acto, cada condición que se presenta en la vida, cada decisión a tomar en cualquier ámbito
es de total autoría. El autor describe una influencia de la familia en la decisión de nuestros actos y
que seguramente se convirtió en una cadena de errores por el pensamiento dentro de esta familia.
Tristemente en un país donde las oportunidades de cambio son mínimas, se seguirá cumpliendo
este designio.
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Ahora imaginemos algo macro. Si todos los días vemos casos de robo, abusos sexuales,
corrupción en todos los organismos estatales, que podemos esperar si la cultura, si todo lo que
vemos esta polarizado hacia estos términos. Es lo que nos espera (esperemos que no).
Ahora, podemos decir que de cada una de las etapas de la vida, se va adsorbiendo de a poquitos
costumbres, pensamientos y acciones que pueden ser realizadas en cualquier otro momento de la
vida, el dilema es si en verdad debo hacerlo de acuerdo a las normas y leyes, o hacerlo en contra
de ellas.
Muchas personas describen el bien de acuerdo a sus condiciones sociales, culturales y religiosas,
también describen el mal. Pero ¿Lo que está mal para ellos, también estar mal para mí?
Es acá donde se rompe todo paradigma, debido a que cada individuo es un universo, cada mente
está plagada de ideas, de pensamientos, de sensaciones y que es muy difícil uniformar eso, aun
somos una sociedad plural, afortunadamente. Somos libres pero con unas normas que cumplir
para que se mantenga el orden de las sociedades y comunidades, y para que la convivencia con el
que es diferente a mí, sea mucho más fácil y no haya necesidad de entrar en conflictos por
modelos que defiendo yo, pero que el otro abole.
En una sociedad tan diversa, es complicado realizar actos moralmente bien vistos por todos los
individuos, pero más complicado es decirse a uno mismo si lo que hizo o está a punto de hacer,
esta moralmente bien para mí.
