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EL cuarto
de la luna
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EL cuarto
de la luna
Violeta Orozco
El cuarto de la luna
© Texto: Violeta Orozco
© Fotografías: Marco Antonio Posada Pedroza
Primera edición: Proyecto Literal, 2020
Colección AZ-Poesía
Edición.
Proyecto Literal.
Literatura y Alternativas en Servicios Editoriales S. C.
Av. Melchor Ocampo 379,
Col. Romero de Terreros, Coyoacán,
Ciudad de México, C. P. 04310.
proyectoliteral.mx
[email protected]
(55) 5336 1436
Coordinación editorial: Jocelyn Pantoja
Diseño de colección: Mariana Castro
Diseño de interiores y portada: Omar Cervantes
Fotografías: Marco Posada
Producción: A Rodríguez
ISBN:
Todos los derechos reservados.
Impreso en México, enero de 2020.
9 I. Tiempo robado
21 II. Terrenos del insomne
33 III. Espejismos del desierto
41 IV. El incierto territorio
I. TIEMPO ROBADO
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LA FUNDACIÓN DEL TIEMPO
La roca que cae no es más pesada
que la pluma que f lota
en su vértigo ensayado.
El balcón existe para dejar caer de él
la esperanza en la cumbre de su angustia
empeñada en creer que el futuro persiste
que la muerte no ha nacido todavía.
Se incuban la muerte y la esperanza
como una enfermedad inesperada.
Se maravilla el ser de su caída
rutinaria del balcón de cada día.
Nos encerramos para creer que el movimiento
está quieto, que no se altera el rostro
de verse en el espejo.
El tiempo se funda en la caída
diurna del balcón abandonado.
La piedra cae sobre sí misma, gira, abre
el espacio al recorrerlo
como una voz que se deslinda del cantante
por un instante vibra
se suspende en su trapecio
de aire sobrio
se desprende de su pausa
suelta el miedo
se entrega al vacío
con su f lor entre los labios
resbala
en el estanque que la espera,
cae al río que Heráclito predijo.
El tiempo se funde en el espacio
que la recibe,
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cae como un canto hecho pedazos
se disgrega en sus ondas
perfora el polvo aterido de su grito.
El tiempo ha muerto
ya no hay tiempo
para nada para nadie
el tiempo ha nacido muerto
el balcón se ha desplomado,
el puente de tiempo se ha vencido
y no queda en el agua
sino el rastro del ciclo,
la ruptura de la ola en el espacio.
13
EL CERCO DE LAS NOCHES
Madura la quema de los huesos
en la mano f loreciente del insomnio.
Temes que empiece
el cerco angustiante de las noches,
tus ojos yertos
frente al espacio
Las estrellas asombradas.
El gran silencio
de la ceiba de la noche
nace un barco
su luz de fría espiga
angustia la piel enferma.
Te interrogan los rostros en la noche
y no sabes qué responderles
a los astros en la noche.
Miras hacia arriba:
el palacio de imágenes
tejidas en el techo de tu cuarto
se han venido abajo
los horizontes
sobre tu rostro,
ha caído el tejado del mundo,
aboliste la distancia al destruirla,
has cercado lo que amas
mientras la alta barricada de la noche
se disuelve como polen
en el aire.
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EL PRADO
Cabellos arrancados
al prado lento de la noche
una manera de caer el tiempo
porque siempre hay una vega más alta
un canal más hondo
que corre para adelante
la vereda se borra
la casa vieja
reposa en el margen
la tierra se puebla
de color y de gracia
caigo hacia adelante
El cardo envejece
todo es viejo y nuevo
f lorece en cinco
lugares distintos
por el caudal del monte
nada siembro
sino tiempo desolado.
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EL OJO
El mundo me pasa de largo
porque yo no sé mirar sin aferrarme
a lo que cambia
de forma y de sentido.
(La vocera del metro escupe un viejo canto, esculpe
una nueva firma como el perro en el poste,
esgrime su nombre fracturado).
Porque todo se rehúsa a morir mientras camina, camino
camino de ojos cerrados.
No hay otra claridad, Tiresias,
que la certeza
de tu ceguera.
Un poeta es un ojo
expulsado al polvo de las épocas
después de haber arrojado
el testimonio del incendio.
Nadie quiere ver
ni su muerte ni su vida,
ver el tiempo que en su ojo se coagula.
El tiempo me pidió
verse en mi espejo.
No le di tiempo.
Me escondí en él,
lo usé para cubrirme.
16
LA SOLEDAD DEL MOVIMIENTO
Una garza blanca
baja hacia el verano.
En sus ojos las eras
se dan cita, giran, liman
el áspero cuello de las noches.
No duerme su atuendo en esa rabia,
ráfagas de peces se desatan
la cabellera al ver su forma
erecta de bejuco
y eres una garza atenta
que se posa en una rama
sobre el agua suspendida
(somos el tiempo que en sus ojos se detiene)
somos la soledad del movimiento.
17
VEJEZ
Envejezco al compás de la tarde
como un temblor de insecto
sobre la carretera del sol.
Envejezco
Cambio
como la noche y su marea de silencios,
digo siempre distintas sucesiones de palabras
como un niño que no puede recordar las letras
de lo que cambia
mientras camina.
Envejece todo lo que mi vista
contamina y abarca,
las arrugas han invadido
las orillas de todos los ríos.
Me quemo
en esta perenne fragilidad,
la estatua se derrite
mientras escribo
sobre el pedestal que la sostiene.
El eucalipto salpica hojas canas
sobre mi libro
no puedo escribir al margen
de una realidad que encrespa y rompe,
inunda el cuaderno, destila la tinta,
como ola arrancada al seno de la rabia.
Comienzo a entender al tiempo,
entiendo también que el tiempo
es ahora otro
y sé que soy
mi propio transcurrir
cayendo en una ánfora horadada
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gota que toma un descanso
distinto para seguir cayendo,
acepto el tiempo que en mí perece
acepto el tiempo que en mi renace.
19
RENACIMIENTO
Imaginé que mi vida era un círculo perfecto
trazado por un artífice italiano
que cerró los ojos e intuyó la forma
exacta de la entraña, el ovillo
de mi cuerpo agazapado entre el musgo,
el inmenso espejismo de la forma
talla un árbol en medio de la sala
sin muebles,
dibuja el porvenir de lo que nunca ha llegado,
alza la copa en el país vacío
brinda por todos los soles prematuros,
celebra, maldice lo que no se toca sino con los ojos,
atraviesa el biombo de hojas falsas
separa la luz de su red de frío.
Pero mi vida no era más que un nudo, en realidad
mi vida era el círculo
que dibuja el borracho en su nocturno pendular
por la ciudad difunta,
ondulando en su amar inexacto,
en su vaivén entre el sueño y el deseo.
II. TERRENOS DEL INSOMNE
23
EL CUARTO DE LA LUNA
Para que nadie interrumpiera el curso de la luna
alquilé un cuarto
para poder soñar.
En él veía el puño cerrado del otoño
abierto como mi herida
¿pero por qué hablaba tan bajo
si dolía tanto?
¿Por qué mi voz amaneció sin voz?
Y yo pasé tantos años esperando
pero no pasó nada
porque no pasó nada en mí.
O tal vez sí, tal vez
un perro abandonado
ladró allí abajo
y toda esa ternura
que guardé para los tiempos
en que el otoño
se hiciera seda brillante
y me amara como el mar ama
se quebró.
Pulsé la honda como arpa
armé la piedra de belleza y verdad
la hice redonda
la limé en mis labios imanté
sus orillas de susurro
La luminosa naranja de la tarde
se desangra. No sueña el árbol derribado
en la esquina de la tarde.
Y eché serpientes por los ojos, y fui vómito
vena desangrada por su odio.
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Y pensé que iba a reventar de tanto miedo
pudriéndome en tanto terror y no pude creer que alguien
[vería en mí algo más que un mundo
a orillas del colapso
un alarido animal aullido inmenso azul
arrojado sobre mis ojos la bóveda celeste
arropando el círculo voraz me devoraba todo
yo misma fui el silencio que se devoraba.
Ah, todos me decían que la vida era tan larga
que ya habría tiempo.
Y mientras crecía en mí la muerte, la mentira.
Yo era una ruina abierta al público
El dolor del mundo
Pensé que yo era el Dolor del mundo.
Y mi lengua dejó de hablar y se puso a lamer
herida el alarido
Soy un alarido
que rompió el muro del silencio y se hizo sangre
rasgada en el cielo
Yo soy la venida, yo soy la avenida violada
en su primera noche a la intemperie.
La luna no tiene casa
ni hotel para acostarse
siquiera una noche
enlazada a su sueño
de paludismo y fiebre
la luna no tiene un cuarto
mengua mientras delira
cambia de tono y timbre,
declina y decrece
adelgaza enfebrecida en su alucine
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se desfigura y transfigura
por eso crece
llama a la marea
desde su cama recostada gime
deseo y distancia
confundidos en un sólo goce
de atraer agua que se pliegue a su tacto
a su aullido de loba en brasa
llama
de salitre y brama
llama
a todos los que rondan en la noche,
velando vigilándose siguiendo
el toque de queda, la hora prohibida
¿Quién esperas que caiga
desde el pozo del cielo?
¿Quién quiso interrumpir tu curso transparente,
con qué fin alzó su hiedra
para tapiar tu vista al muro?
Cuando abriste la ventana de tu cuarto
todo era quietud como en un cuarto de niño:
el caballo de trapo recargaba la cabeza
sobre la mecedora
cerraba los ojos.
Recordando en la penumbra
el cráter en medio del techo
su fractura azabache y obsidiana
tus dedos enamorados de su filo.
Cuando abriste la ventana dejaste entrar al día
como un río olvidado de su curso,
lo dejaste inundar tu selva blanca,
y yo dejé que tomaras tu rumbo,
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como lápiz que traza su designio
débil pero seguro
sobre la hoja en blanco
sobre la hoja en blanco temblando.
sobre la hoja
en blanco.
27
NO EXISTE EN LA NOCHE EL AMOR,
EXISTEN LOS AMANTES
El deseo es un mosquito que ronda tu piel
[en el centro de la noche.
Te persigue cuando tienes más cansancio,
te perfora cuando estás a punto
de caer en el pozo del sueño
y despiertas en el centro de la sed.
No te reconoces en el espacio que te rodea.
Tu recámara prisión sin dimensiones
te sofoca. El zumbido
del negror en las paredes
el estruendo del viento
sacuden tu sordera
y aterrizan tus huesos
en las noches que trituras
para recobrar la sensación que llamas tiempo.
Pero nada pasa.
Apenas te queda el recuerdo del movimiento,
como cuando quieres gritar en un sueño
y no sale nada de tu boca.
Entonces notas que estás encadenado a una cama
a donde vienen los mosquitos cada noche
a perforarte la piel
para extraer la sangre de tu río subterráneo.
La noche es un deseo desesperado
de encallar en la otra orilla
Eres un barco aletargado
circundando un promontorio
de peñascos al desnudo.
Eres el mosquito para quien
el hambre es lo mismo que la sed,
la noche lo mismo que el deseo.
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INSURGENTES SUR
Porque todo ha pasado
todo ha dejado de pasar.
Los autos en la noche
se detienen a mirarme
he cambiado, ha cambiado de sentido el día
el tiempo no nace ni muere
para nosotros,
apenas se mece en su herida sin origen
aúlla en su presencia sin presente.
Yo soy la avenida
más grande de la tierra,
por mi han transcurrido
todos los instantes.
Preñada de pasado y de futuro,
he visto como matan los autos a los hombres
los hombres a los hombres
he creído
que soy la respuesta a la eterna pregunta
de cómo morir en libertad.
El muchacho en llamas
corrió hacia mí como si fuera
el agua dispuesta a recibirlo,
pero yo sólo supe
ahogarlo entre los autos,
hundirlo bajo mi piel.
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CARPE NOCTEM
La ciudad te llama
sus ecos giratorios (helicópteros) patrullas
todo estaba vivo
(las ratas) chillaban copulando
rondaban los techos (los gatos) de párpados azules
imán de (laberintos circulares) persiguiendo su sed sed sed
de círculo obsesivo (el gesto) que repite el rito
ventanas donde (la piel) grita y vacila.
Me escondo en la cobija
se abisma el ruido invade las grietas
todo se llena me llena (la patineta)
cruza el gran espacio de la noche
una (estela de crujidos toma forma)
(la avenida se alza) como una ola enorme
ruge, misiles de luz pueblan el (cielo/ invertido) de la calle
los árboles sacuden sus raíces,
sus (cabezas de luces) se levantan
pobladas al unísono, [temblando]
nada está quieto en el instante.
se desdobla el tiempo en mil (cabezas/ como hidras)
tantas como cuerpos
nada está quieto, [álamo tálamo],
(sucesiones de miradas repetidas)
gatos y ratones tras su cola
rosario de cánticos (collar de notas fijas)
encendidas como arpas (se ilumina la botella) que tañe, tiñe
el espacio de colores (subibaja de voces enlazadas) en la rueda
a la rueda de la mar de la mar (horizonte líquido).
30
No hay sentido
sino en el f lujo continuo de este río.
Todo pasa por encima
como tren de escándalo y miseria
todo suena y silba y deja huella
en la claridad del aire sin memoria.
El pájaro extiende su voz única
sobre la selva.
¿Quién responde?
Todo pasa por debajo
la corteza terrestre del asfalto
todo tiembla y retumba
cuando pasa un solo pájaro
alzando la voz sobre el bosque
Todo habla en esta hora
se revela el mundo
en la noche fugitiva
carpe diem carpe noctem
zumba el silencio en los cuartos de los viejos
la tele encendida habla sola siempre
se cierran las cortinas de la isla
sobre la noche galopante.
La anciana deletrea
el nombre de un amante destejido
se confunden sus memorias desmemorias
De banquetas volcánicas y zurdas
el sollozo del insomne
el vértigo voraz, el precipicio
del que hablan los borrachos
no te dejas vivir por el instante.
31
Niegas, reniegas del escándalo nocturno
del barullo frenético de viernes.
Temes.
Amas.
Te pliegas y despliegas en ti mismo
las capas sucesivas de la noche
te devuelven un sueño subterráneo.
Deseas salir del círculo, alucinas
pero quieres vivir
y saltar de la ventana
del sueño mientras duermes
deseas al sueño
como al agua el sediento
sílabas alumbran tus batallas
enumeras tus triunfos
sobre el ángel del sueño,
gozas de su ausencia
como un amante
mal aconsejado.
Lavas las paredes de la noche
como si fuera salitre acuchillado.
Separas el follaje con tus manos
y te dejas ir.
al centro oscuro del reposo
como una selva
que engulle sombras
sin dar cuenta de su cuerpo,
alberca tangible de presencias
la noche abrupta se detiene
en ti como un barranco
y sales al paso de las olas
al pulso de las olas.
32
Mides
el retroceso
suave de la arena,
eres transparente,
tocas,
pero no pueden tocarte,
¿quién existe en esta hora?
eres apenas un presagio de temblores,
se repliega el agua
en su lecho azogado de murmullos,
se ref leja la luna llena
no perturba la piedra
el perímetro restante
de la noche se recorta,
manoteas en un grito te sofocas
te hundes en el alba entrecortada
la ola te devuelve a la otra orilla
de luces y espejismos.
III. ESPEJISMOS DEL DESIERTO
35
DIBUJAR LA NIEBLA
Como si la niebla no fuera este correr de viento sobre el lago
esta dulce perturbación en el cuerpo,
como si el silencio no ensordeciera.
Nada tenía ya tiempo,
como si el nombre de las cosas se hubiera diluido
a fuerza de tanto olvidarlo.
Como si sólo hubiera una ruta de peregrinaje,
como si la calma y la violencia
fueran dos bellezas hermanas.
Como si hubiera una sola pregunta,
una sola piedra lanzada al aire
hasta tomar la forma de un pájaro.
Como si la soledad fuera una palabra,
la vida una costa lejana
sobre la que caminan paraísos encintos de luz
el primer y último día de su vida,
el mar hinchándose para romper
su propia imagen devastada.
Como si la distancia hubiera sido grito,
las laderas, infinito
resbalando por la eternidad:
un lago sin boca ni fondo.
Como si el silencio fuera
una propiedad furtiva del espacio,
como si todos los que lo vieron
siguieran mirándolo
desde las horas y las eras.
36
Como si la niebla fuera apenas
un correr de viento sobre el lago.
Como si hubiera un hoyo en la palabra eternidad y pudieras
[mirar a través de él.
Como si la lluvia fuera una promesa de tiempos venideros,
[el preludio de una esperanza.
Como si la noche
fuera un zócalo de sombras
tejidas en forma de carrusel.
Como si el tiempo fuera una pócima lista para vaciarse
en cualquier alquiler de eternidad.
Como si la sed fuera purga de nostalgias que lava el tiempo,
como si hubiera una razón para la sed.
Como si el viento fuera parte de una sinfonía irreconocible
que las manos de un niño hubieran desbaratado.
Como si la luz abriera puertas,
como si el polvo abriera danza.
Como si toda simulación
no fuera sino el principio
de una derrota no confesada.
Como si cada hoja fuera un árbol, cada silencio una caída,
[cada melodía un símbolo,
cada sonido un fragmento
de variaciones sobre una lluvia impertinente.
Como si la lluvia fuera una ventana
que azotara en el silencio,
abriste la ventana y dejaste caer una pluma,
una nota blanca en medio de la noche.
Porque tal vez la música es como la oscuridad
que hace más real lo que sucede entre sus sombras.
37
EL CANAL
Cuando me tocas
recuerdo mi condición de río
atardezco contigo nuevamente
y el otoño camina más despacio.
Todo resbala por nosotros,
ecos y épocas ascienden y descansan.
Crece el pasto hacia dentro del invierno
Se apaga la escarcha lentamente
Siento tu rostro girar hacia el mío,
rehilete empujado por el viento.
Son tus ojos un canal encandilado
donde transcurre un pétalo-velero
(y yo miro emigrar en las acequias
el polvo de un oro desterrado).
Tus manos son raíces, abren canales en mi piel,
vetas iluminadas por tu tacto.
A media noche una garza abre el río con su grito
y bajas a beber la claridad del canto.
El río asila noches blancas, mece tibias luces. Cabecea.
Amanece un alba tenue. Gotea toda la noche
el rumor que me navega.
Se estremecen los sauces,
la ribera se enciende en un susurro
alza el vuelo el alba
arde una hoja sobre el agua.
cascadas de horizontes
se desploman sobre la hierba
y un tremor de basaltos atestigua
el origen de la f lor entumecida.
Una piedra se hunde hacia el silencio
y no queda de nosotros
sino el limo tenaz
hasta el fondo del estanque.
38
LA DIMENSIÓN DEL SILENCIO
El frío de la noche lleva
sangre de susurros. Veo el palacio de espejismos
temblar en agua tibia. Viento de arena
traza la cara de la luna ausente.
Miro el revés de las cosas
asomadas al precipicio de la noche
vértigo y vómito vórtice voraz
vacío.
No hay silencio
no hay silencio en el vacío,
ruido derruido, claridad que aturde.
/ Ritmo
hay ritmo en el silencio.
/ Rito
39
EN UN JARDÍN JAPONÉS
Tal vez la paz sea un jardín lleno de luces,
una pared tiernamente aturdida por la hiedra.
Porque hay tanta suavidad en lo que calla
hay tanta solidez en lo que tiembla.
Crece a mi alrededor el estruendo de la hoja
cayendo contra el muro contra el tiempo
desnudando los espejos a la luz que la recibe.
Un garabato blanco se escribe sobre el aire
y una mariposa desteje su camino.
La paz es una pausa entre dos alaridos,
una eternidad entre dos bordes
o tal vez la paz sea un jardín
donde reposan los pájaros sin sombra
las fuentes agostadas, las buganvilias viejas
que dejan caer el color hasta el fondo del estanque
transparentándolo
hasta aniquilar el tiempo
que las crea y las deshace.
IV. EL INCIERTO TERRITORIO
43
CORAZÓN DE AIRE
Tenemos este
corazón de aire.
Tantos años sobre la tierra
y ya estamos vacíos
y colmados de tiempo
que cargamos a cuestas,
como un escarabajo que empuja su avalancha
de objetos muertos
acumulando tierra
siempre
acumulando tiempo.
Sentimos miedo de ser disecados
como una mariposa en un clavo
como hojas en un viento feroz.
Ahora sólo tenemos
Este corazón de aire:
un temor del tamaño de una casa
y un tejado
que al viento se deshebra.
Todo nos perfora desde adentro,
somos dolor desplegado en un desierto
un gran mapa de homicidios miniatura
como un hormiguero desangrado.
44
EL ENCUENTRO
Cada quién
debe seguir
el llamado de su corazón solitario.
Pienso en los hombres que amé en silencio.
Fueron tantos. Fueron todos.
Eso es lo que soy.
Un poco de silencio
y un anhelo grande.
Ahora no queda
sino el encuentro
conmigo mismo.
He de aprender aún
a ganar el paisaje
de mi corazón solitario.
45
EL SUEÑO INDECISO
Y entonces supe que le había pedido al mundo demasiado.
Le había pedido al mundo que cumpliera mis sueños
cuando mis sueños eran el mundo.
y mi alma era una casa vacía
una sala de conciertos
en donde el silencio
se sentaba a escucharse
callar eternamente.
Yo era un cansancio sin sueños
y un sueño sin descanso.
Era el principio de la sed,
el agua amaneciendo al primer río.
Yo era el sonido
que tienen las calles
que no tienen tu nombre,
oh sueño
sueño que le diste
formas a las cosas,
arquitecto de lo deshabitado.
(y mi sueño, sin sed y sin sede
tomó vidas enteras para gestarse)
nació como duda en la cara de otros hombres
que no sabían si era miedo
o el principio de un deseo.
El sueño nació proscrito
como si nunca hubiera conocido paraíso.
Y era apenas una queja,
una zozobra tímida
asombrada de que los hombres
le posaran los ojos en el cuerpo.
46
Porque el sueño en ese entonces
no tenía cuerpo,
y nada de lo que tenía cuerpo se parecía al sueño
desnudo en un mundo de vestidos
el sueño cerraba los ojos para no ver a los que lo miraran.
Porque el sueño quería ser mundo,
quería ser cuerpo,
por más que no fuera sino miedo
y dolor y deseo.
Odiaba a los hombres
y a la ruidosa solidez de sus realidades.
Los hombres y sus calles y mercados,
la vida, esa gran mercadería
de noches y destinos
esa ronda agitada de pasos frenéticos
corriendo hacia el gran tragadero de la muerte.
La muerte,
esa bolsa henchida de sueños desinf lados,
ese tiradero de mundos
donde el sueño
era apenas
una tentativa.
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