HABERMAS VS FOUCAULT
DEBATE TELEVISIVO ENTRE HABERMAS Y FOUCAULT
Despuntamos con el debate entre Jurguen Habermas y Michel Foucault. Ambos son
prácticamente los que marcan con sus ideas el combate entre lo que después se conocerá
como modernidad y postmodernidad, aunque para entonces no se le conozca de ese modo.
Juan Cano de Pablo, en el enlace http://www.filosofia.net/materiales/num/num13/
num13b.htm
concluye en su exposición sobre este debate lo siguiente:
“Habermas piensa que si todo es biopoder (el poder que está inserto en todos los ámbitos,
que no vemos, pero que padecemos) como dice Foucault, la filosofía foucaultiana presenta
un déficit bastante grave. Esto es así porque, por una parte, desde ese concepto de
biopoder es imposible explicar el progreso social en términos de moralidad. Y en segundo
lugar resulta imposible explicar las formaciones de la identidad personal ya que no hay
categorías suficientes para explicar estos dos aspectos. Habermas piensa que el modelo
foucaultiano de subsunción bajo las formas de poder, como única forma de explicación tanto
del orden social como de las relaciones entre individuo y sociedad, produce un déficit
categorial tan alto, que la teoría foucaultiana se siente incapaz de explicar lo que pretende
explicar.
Las categorías que utiliza Foucault para explicar estos dos problemas serían: el modelo de
procesos de avasallamiento por el poder y el modelo de acción estratégica o de acción
instrumental. Frente a eso, el modelo habermasiano de la acción comunicativa supone la
puesta en marcha de un ámbito de estudio en el que las categorías fundamentales serían
los procesos orientados al entendimiento, procesos que están regidos por normas y valores.
En último término el valor más importante de esos procesos es la búsqueda de la
emancipación.”
Como se ve, Habermas, se caracteriza por representar y defender una modernidad como el
cruce entre los horizontes emancipadores de una ciencia revolucionaria, una moral kantiana
y una estética de alta cultura, y el giro de lenguaje pragmático de los anglosajones. Tal
combinación lo llevó a proponer como el horizonte de una modernidad inconclusa, una
acción comunicativa donde los actores dialógicos se pusieran de acuerdo teniendo en cuenta
misiones de la ilustración.
Foucault, en cambio, desconfiaba de tales misiones de la Ilustración (como la liberación de
la ignorancia a través de la educación, la prosperidad a través de la ciencia aplicada y la
espiritualización de las masas por medio de la cultura de élite) y ponía el acento más bien
en el poder que ejercían los discursos ilustrados sobre las masas. Descubrió la lógica de las
sociedades disciplinarias a través del encierro (en las cárceles, hospitales, escuelas e
instituciones varias) y el ejercicio de las redes discursivas de poder que lo vinculó a la
verdad y a la objetividad.
Precisamente de estos dos aspectos trata esta polémica abierta frente a las cámaras de la
televisión europea. La fuente de donde tomamos este fragmento no ubica fecha ni lugar,
pero sospechamos que fue en Alemania o en Francia y antes de 1979, fecha crucial en que
apareció La condición postmoderna de J. F. Lyotard que será nuestra próxima presentación.
Aquí la polémica.
“Presentador: (...) me gustaría que entraran ahora en el tema de la verdad, sobre el cual
ambos han escrito bastante.
Habermas: Sí, en realidad. Tú Michel, hablas demasiado de la verdad, pero estás salpicado
de paradojas. El núcleo principal de tu teoría sostiene que la verdad está atravesada por
relaciones de poder. Pero con ello caes en la paradoja de la autorreferencialidad, pues la
teoría de que la verdad no se da fuera del poder tendría que aplicarse a tu propia teoría.
Foucault: Cuando afirmo que la verdad no se da fuera de relaciones de poder ficciono
hipótesis verificables en los hechos. Hay que ficcionar teorías para ver si se realizan.
Habermas: ¿Entonces reclamas una verdad positiva para tu teoría dela verdad?
Foucault: Claro que sí. Hay que verificar hipótesis con hechos en lugar de “comprender al
hombre”.
Habermas: Vamos con calma, porque estás respondiendo a la teoría de la verdad y al
mismo tiempo atacando ala hermenéutica.
Foucault: Efectivamente, siempre lo he hecho.
Habermas: Terminemos primero la discusión sobre la verdad y luego pasaremos a la
hermenéutica.
Foucault: De acuerdo. No tengo problemas. Son mis críticos los que han afirmado que yo
no tengo interés en la verdad. Nada más falso.
Habermas: Pero sigues a Nietzsche al decir que hay que cuestionar la voluntad de verdad.
Foucault: Efectivamente. Pero es lo mismo que el planteamiento según el cual la verdad es
una forma de discurso de poder. La tradición occidental descansa en una concepción moral
de la verdad. La verdad pensada como necesariamente buena. Como decían los escolásticos
bonum et verum convertuntur. (El bien y la verdad son recíprocos). Pero eso o es cierto.
La gran hazaña de Descartes fue separar el sujeto del conocimiento del sujeto moral.
Habermas: ¿Pero quieres decir que la verdad puede ser buena pero también mala?
Foucault: Usamos la verdad para excluir a otros. La verdad funciona en nuestras
sociedades como un principio de exclusión. Incluso en la ciencia. Mendel decía la verdad;
pero la comunidad científica no le hizo caso, no estaba en la verdad del discurso científico
de la época. Y, sin embargo, más tarde sus experimentos se verificaron nuevamente,
reconociendo que tenía razón. Usamos la verdad para excluir. El poder científico moderno
con toda su euforia de racionalidad excluyó al loco. Tú pareces olvidar que escribiste un
libro sobre Conocimiento e interés, en donde sostienes que el conocimiento no es
desinteresado, sino que existen algunos intereses en el a priori de las distintas ciencias.
Habermas: Sí, pero yo admito que en algunos casos, como el de los pacientes que se
psicoanalizan, la verdad y el interés genuino coinciden. Y tú pones siempre la verdad como
un arma de opresión por parte de los poderosos.
Foucault: Hay también resistencia al discurso de la verdad del poder. La verdad se puede
decir desde una exterioridad salvaje.
Habermas: Pero entonces volvemos a lo que tú planteas en política. Dominaciones y
resistencias, en las que posiblemente una resistencia se trona también dominante, y no
hemos avanzado nada. Las nuevas verdades ejercen su dominación.
Foucault: es una cuestión de hecho. El marxismo se originó como una teoría libertaria y
revolucionaria pero condujo al archipiélago de Gulag.
Habermas: Pero las sociedades occidentales no pueden compararse a Gulag.
Foucault: Claro que sí. Lo he dicho varias veces. Gulag no es una excepción de la sociedad
soviética, es la tendencia inmanente de toda la sociedad moderna. Es el efecto del oder
omnímodo del Estado.
Habermas: Pero hay verdades empíricamente objetivas. Los enunciados cuya función es
descriptiva (empírico -- analíticos) obedecen a las reglas de la verdad objetiva. Tú pareces
que no crees en la objetividad.
Foucault: La objetividad de la que se podría hablar con respecto a las teorías científicas no
es muy diferente de la objetividad kantiana. Sólo que Kant postula unas formas aprióricas
suprahistóricas, mientras que mi arqueología las postula como formas geohistóricas, es
decir, que configuran los principios del saber en una cultura dada y en una época
determinada. Pero la objetividad es en ambos casos la sumisión a las reglas; en Kant a las
del entendimiento y la sensibilidad; en mi arqueología a la gramática profunda del saber de
una época en una cultura determinada. Pero ni Kant ni yo hablamos de que los seres
humanos tengamos conocimiento de la realidad en sí misma, fuera de nuestros esquemas
interpretativos.
Habermas: vuelves a caer en la autorreferencialidad. En efecto, concluyes en un
historicismo, y por tanto, tu propia teoría está sujeta a ser superada históricamente. Caes
dos veces en la paradoja autorreferencial. Uno porque dices que toda verdad es un efecto
del poder; dos, porque la objetividad de la verdad es meramente histórica.” (...)
Tomado de Foucault y el Posmodernismo. Carlos Rojas Osorio. Universidad Nacional.
Heredia, C.R. págs: 151-153.