Carabobo,
Reflexión y compromiso con la memoria histórica
Compendio realizado por;
Dr. Asdrúbal José Colina Peralta
La batalla de Carabobo fue una de las principales acciones militares de la Guerra de
Independencia de Venezuela en el marco de las Guerras de Independencia
Hispanoamericanas que se llevó a cabo en el Campo de Carabobo el 24 de junio de 1821, por
parte del ejército patriota contra el ejército real español. Esta batalla fue decisiva en la
liberación de Caracas el día 29 de junio, ese día las tropas de Bolívar entraron en Caracas,
pero los habitantes blancos habían abandonado la ciudad, El Libertador es recibido por casas
vacías y saqueadas, en las calles había apenas pordioseros y cadáveres. Aproximadamente,
24 mil personas abandonaron Venezuela rumbo a las islas del Caribe, a Estados Unidos o a
España. Bolívar mandó a confiscar todas las posesiones de los que habían emigrado,
incluyendo las cosechas.
El ejército patriota de Simón Bolívar demostró ese día ser un ejemplo de Unidad,
Estrategia y Organización. Unidad, Organización y Estrategia, elementos tan cruciales para
el triunfo en Carabobo se deben procurar para unir y salvar a nuestros pueblos de la rapiña
imperial. En la Unidad conjugada en Carabobo, los jefes criollos, tan quisquillosos de sus
propios intereses parroquiales, los pusieron de lado pues se dieron cuenta, primero, que sin
el jefe supremo, Bolívar, no habría dirección. Y en Segundo lugar, que el enemigo no eran
los rivales, sino lo realistas.
Esta fue una batalla brillantemente preparada, fue la acción más importante para la
independencia de Venezuela. A pesar de que la guerra proseguiría hasta 1823, debido a que
algunos restos de las fuerzas realistas lograron escapar del campo de batalla y lanzarían varias
campañas contra el occidente del país, conocidas como la "Campaña de Occidente"; el poder
de los españoles en Venezuela estaba liquidado y esto le permitió a Bolívar iniciar las
Campañas del Sur mientras que sus subordinados acababan la lucha en Venezuela.
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Los últimos focos de resistencia realista cayeron en las campañas posteriores,
Cumaná en el oriente fue tomada poco después, el 16 de octubre del mismo año. Mientras
que Francisco Tomás Morales logró refugiarse en Puerto Cabello con 2000 sobrevivientes
de Carabobo (más 1000 hombres de la guarnición local), pronto reunía más de 5200 hombres
reconquistando Maracaibo y Coro el 7 de septiembre y 13 de noviembre de 1822,
respectivamente.
Tras la derrota realista en la batalla naval del Lago de Maracaibo el 24 de julio de
1823 y el asedio planteado por el general Páez en Puerto Cabello la situación realista se hizo
insostenible y tuvieron que evacuar la plaza el 8 de noviembre de 1823, dos días después el
castillo de San Felipe fue tomado, acabando así la guerra de independencia en Venezuela.
Hoy debemos preguntarnos Qué significa para nosotros hoy en día aquella batalla
lejana en el tiempo? De qué nos sirve recordar hoy esos laureles ganados con sangre hace
tanto tiempo?
Carabobo será para siempre el gran campo escenario de la batalla que consolidó la
nacionalidad venezolana. A la distancia que nos separa de ese hecho histórico, logrado con
sangre patriota y de aliados, esto nos llama al hacer un acto de reflexión en franca
interconexión del presente con el pasado. A decir de Arturo Schopenhauer, según el maestro
Nicolás Abbagnano;
“… la única utilidad que puede tener la historia es la de dar al género humano
la conciencia de sí mismo y del propio destino. Un pueblo que no conozca su historia
vive como el animal: sin darse razón de su pasado, limitado e inmerso en el presente.
Lo que hace la razón para el individuo, lo hace la historia para una totalidad de
individuos; refiere el presente al pasado y anticipa el futuro”.
En este sentido las acciones épicas de los pueblos son claves a tener presente para
entender la relevancia de un hecho más que simbólico, donde se expulsó al oprobioso imperio
monárquico español y consolidó la nacionalidad venezolana. Hecho que además abrió al
entendimiento nacional las posibilidades reales y ciertas de consolidar a Venezuela en uso
pleno de sus facultades como nación soberana. Esta lucha no ha cesado por materializar ese
logro, producto en parte de ambiciones y traiciones recibidas por quienes posterior a ese
glorioso hecho librada la Independencia y en su recorrido histórico como nación, han
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detentado el poder en varias etapas y lo han convertido en instrumento para el beneficio
propio personal y de oligarquías.
Los terratenientes y comerciantes adularon al general Páez como garante del régimen
conservador, celebrando con el mayor entusiasmo el triunfo de Carabobo y la historia de los
héroes. Sus acciones particulares se enfocan cuando manejan con discreción el hecho en sus
intereses ligados al comercio marítimo británico, lo cual se mantenía amenazado por las
flotas hispanas desde los puertos de Cuba y Puerto Rico, a cuya protección clamaba con
frecuencia Páez a Sir Robert Ker Porter, cónsul británico en la Guaira. Estas actitudes seran
el inicio de la gran intervención Anglo europea en el desarrollo de nuestra historia.
Por otra parte la Paz tan anunciada después de la batalla de Carabobo fue efímera
porque el problema esencial no era tanto la dependencia de España como la exclusión y la
injusticia social. Las causas socio económicas de la explosión social continuaban vigentes.
Las guerras civiles continuarían a lo largo y ancho del siglo refinanciando las deudas de cada
guerra con nuevos empréstitos.
Apenas España reconocía la independencia política de Venezuela, el 30 de marzo de
1845, mediante un tratado de paz y amistad hecho entre los gobiernos de la reina Isabel II de
España y del presidente venezolano Carlos Soublette, se inicia un proceso por parte de los
nuevos conquistadores británicos, quienes ya estaban cruzando hacia esta ribera del Esequibo
vibrador, con el fin de explotar las minas de oro, que irónicamente irían a los bancos que
financiaban nuestras guerras intestinas.
Con la gloria y el heroísmo de nuestro gentilicio, tendríamos las bases para construir
la nueva nacionalidad, pero sobre todo que a nadie se le ocurriera pensar en la independencia
integral. Lo tangible se expresaba en campos arrasados por el fuego y el saqueo.
Curiosamente la producción y exportación de Cacao continuó marcando cifras de su
producción comercial, marcando así su incidencia en los aspectos políticos de la nueva
nación.
La construcción de la nueva Republica significaba para la oligarquía conservadora
poder establecer el cese de hostilidades, a fin de construir el piso político para la
consolidación de la tan anhelada libertad de comercio, del control y administración del poder
político, y así continuar explotando la mano de obra esclava, irrespetando los decretos de
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abolición dictados por el Libertador y mantener la estructura económica colonial dentro del
nuevo balance de poderes derivado de la derrota de Napoleón en Waterloo.
La historiografía oficial de la Oligarquía desconoció las raíces sociales de la guerra,
nadie pudo evitar los continuos estallidos sociales que se generaron durante todo el siglo
XIX, y cesaron momentáneamente con la imposición de la férrea dictadura presidida por
Cipriano Castro, y su administrador logístico, su patrocinador y compadre Juan Vicente
Gómez que después lo sacó de su negocio.
Las guerras civiles se apoderaron de la vida política durante cien años. Los godos
siempre negaron que las guerras llamadas de independencia fueron guerras civiles, resultado
de estallido social, o una reacción violenta de los sectores excluidos de la sociedad contra los
dueños de la Casa Grande, los mantuanos o blancos criollos, y de los blancos criollos contra
los privilegios de los funcionarios de la metrópolis. Poco se observa el carácter internacional
que adquiere con los ejércitos de Morillo y los mercenarios británicos que continuaron
ejerciendo sus funciones hasta la expulsión de los ejércitos españoles del último rincón
continental.
A pesar de este gris escenario de la pos guerra, también es cierto que se redujo el
número de excluidos y se ampliaron las condiciones para ingresar a la sociedad, pero los
prejuicios y la ideología colonialista perduraron, porque los dueños de los medios de
producción conservaron la estructura productiva en función de los mercados metropolitanos.
La Conquista no habrá terminado hasta que la mentalidad colonial no desaparezca por
completo. Por lo tanto, la Historia de la Resistencia, es la historia de una descendencia
histórica que consciente o inconscientemente se ha resistido al poder de esa prosopopeya
goda aliada con los intereses foráneos que miran jubilosos como suben las cifras de
crecimiento económico, mientras los demás mueren de hambre.
Es la historia de un conflicto entre un sector que pretende implantar variaciones de
un mismo modelo colonialista, y otro sector que se resiste. El primero, los dueños del aparato
productivo y político, dividió la historia para que los incautos creyeran que la Conquista y la
Independencia habían terminado porque éramos libres y felices. En tal sentido, si se pretende
penetrar la esencia de los hechos o situaciones planteadas en virtud de su proyección para
darle sentido histórico y poder explicarnos el presente, tendremos que resistir primero al
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recuerdo falsificado del pasado, para tener una visión clara de los proyectos sociales y
políticos de la Venezuela del Siglo XXI.
Carabobo cabalga suspendida en la memoria eterna del sagrado fuego patrio de la
Venezuela que triunfó y triunfa sobre el oprobioso imperialismo español, europeo y de
cualquier signo o región para siempre. Esa herencia de patriotas que en su momento
sacrificaron todo con desprendimiento para sellar la libertad absoluta de la Venezuela
indómita, merece todo nuestro reconocimiento y compromiso con el legado de la Patria
Madre, única y propia del Venezolano.
El hoy exige a las generaciones presentes refrescar con profunda dedicación y lealtad
la memoria por mantener el hilo histórico dorado sagrado del ayer glorioso que abrió las
alamedas de la libertad y soberanía. Cobra sentido lo afirmado por Jean Paul Sartre en
entrevista sobre la historia, “La vigencia del pasado depende del futuro”. Oportuna frase que
denota la necesidad en el presente, de un puente íntimamente ligado a un pasado de sacrificios
y glorias patrias, con proyecciones en el porvenir.
Enrumbar nuestra Patria por senderos de dignidad, queda de parte de nuestra
sensibilidad y sentido colectivo en poner todo el empeño generacional, para hacerla cada día
más auténtica, libre, soberana, floreciente y definitivamente hermosa, por encima y más allá
de la traición que a cada paso y vuelta del camino, surge imprevista de la celada alentada y
materializada por propios y extraños a nuestra nacionalidad. En este momento, no puede
haber duda alguna respecto a un hecho trascendental en la edificación y consolidación de
nuestra nacionalidad.
Cualquier diferencia en los acontecimientos coyunturales contemporáneos, no nos
exime ni justifica para desconocer, ignorar o dar la menor importancia a una fecha
monumental para la Venezuela perenne y que todo hijo de este suelo patrio debe honrar.
Todos estamos llamados a contribuir para mejorar este estatus, ciertamente, la difusión
masiva de esta epopeya Bicentenario por todos los medios disponibles y posibles en debate
abierto y plural, para disipar dudas, lagunas en la historia que mejoren objetivamente la
consciencia subjetiva e intersubjetiva de la nacionalidad venezolana y bolivariana.
Sobreponerse a las dificultades propias de nuestra contemporaneidad; del momento
histórico, es nuestro gran reto en respeto y reguardo de la memoria de patriotas que en
Carabobo lo dieron todo en desprendimiento y sacrificio. Quien tiene el honor de la
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nacionalidad venezolana, debe también tener presente que somos hijos del sacrificio de
patriotas, libertadores y mártires que como Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Francisco
de Miranda, Carlos Soublette, Francisco Aramendi, Rafael Urdaneta, José Francisco
Bermúdez, José Antonio Páez, Manuel Cedeño, Ambrosio Plaza, Santiago Mariño,
Bartolomé Salom, Pedro Camejo, Daniel Florencio O’Leary, Juan José Conde, Thomas
Ilderton Ferriar (Batallón Cazadores Británicos), Diego Ibarra, Miguel Antonio Vásquez,
José Laurencio Silva, Juan José Rondón, entre miles de héroes y heroínas anónimos del
pueblo llano que merecen reconocimiento, respeto y compromiso por hacer de Venezuela la
Patria integra y digna por la que ellos lucharon. Nadie bajo ninguna oferta engañosa nos debe
encandilar y producir ceguera que nos desvíe del camino y nos conduzca por senderos de
fatalidad.
Nuestra nacionalidad debe valorarse como lo que es; hija heredera de glorias de
Libertadores como no la tiene ninguna otra nacionalidad en el mundo. Esa herencia merece
más que atención, todo nuestro respeto y sacrificio hoy, que garantice un relevo generacional
igual o mayor de glorioso para transferir en las generaciones futuras.
La conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Carabobo este 24 de junio de
2021, debe servir para conectar la nacionalidad con sus más altos y dignos valores y hacer
desde ya el mayor despliegue de actividades en todos los sectores y espacios de Venezuela,
que involucre a todas las Universidades y la institucionalidad nacional. Tomar el año 2021
para fomentar mediante charlas, eventos académicos, actividades culturales, deportivas y
protocolares públicas y privadas, será la más genuina manifestación de amor de todos los
venezolanos por su ejemplar, digna y dignificante historia.
Referencias
Aquiles J. Amares P, (17/01/2021) Carabobo: Bicentenario para la revisión, reflexión y
compromiso con la memoria histórica.
Morón, Guillermo, (1955). Breve historia contemporánea de Venezuela, Caracas
Reverón Eloy, (22/06/2010) Después de la Batalla de Carabobo.
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Monumento a Carabobo
EL CAMPO DE CARABOBO antes de 1921
El primer decreto para erigir un monumento en Carabobo fue dado por el
Congreso General de Colombia, en el Rosario de Cúcuta, el 20 de julio de 1821,
antes de cumplirse un mes de la gloriosa batalla. En lo referente a la erección
del Monumento dice:
5º) Para recordar a la posteridad la gloria de este día, se levantará una
columna ática en el campo de Carabobo.
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EL CAMPO DE CARABOBO en1921
Para conmemorar el primer centenario de la batalla, el general Juan Vicente
Gómez ordenó la construcción de un monumento a la batalla.
EL CAMPO DE CARABOBO 1931
Para el primer centenario de la muerte del Libertador, Se ordenó construir el
resto del conjunto; inaugurado el 17 de diciembre de 1930.
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EL CONJUNTO MONUMENTAL CAMPO DE CARABOBO
Decretado Monumento Histórico Nacional y Sitio de Patrimonio Histórico
el 3 de julio de 1961