100%(1)100% encontró este documento útil (1 voto) 890 vistas54 páginasDESPERTA FERRO Antigua y Medieval 14 - Esparta
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HISTORIA MILITAR Y POLITICA DE LA ANTIGUEDAD Y EL MEDIEVODer ned
EditorialEL desfla
ero de las ‘Ter-
mépilas, las
‘puertas calien
tes’ fueescogido
por la coalicién
sriega en el ve
rano de 480a.C.
pata intentar
detener al im-
ponente ejérito
‘que el Gran Rey, Jerjes, haba rasla-
dado 2 Europa. Aunque Esparta no habia auxiliade a los jonios su-
blevados dos décadas antes ni participado en Maratén (490 a. Cs ¢l
rechazo a entrega terra y agua alos enviados del antecesor de Jeri,
Dario I ~a los que habeian arojado a un poro, violando su condicin
dde embsjadores- suponia afrentasuficlente para temer la venganza
persa.
Dentro del ejécitogriego los espartanos contribuyeron solo con
300 hombres, sepiin explica Herddoto (7.208) porque la celebeacisn
dol festividad de las Carneas impedlia que se desplazase el grueso
del ejército, una indicacion dela importancia que los abis rligiosos
sdesernpedabon en la mentalidad espartana -y que, por ejemplo, tam-
bign habria motivado quel eércitolacedemonio legara tardea Ma.
zatéin-, Pero pese a su exiguo niimero su presencia fue importante
para reforzar la moral griega,asegurando que el resto del ejrcitoIa-
cedemonio legaria pronto, y desempefiaron un papel muy destacado
en los combates que durante los dos peimeros dias cansiguleron re-
cchazar emhestida tras embestida persa
Los lacedemonios, por su parte, combaticran coo un valor
digno de encomio y, con sus diferentes tcticas, demostraron
frente a enemigos que no sabian hacerlo- que sabian com
Ls PONDS DE Fs
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‘atirperfectamente. Por ejemplo, cada vez que volvian la es
pada, sitwulaban huir, pero sin romper Ia formacin, de ma
nera ques bitbaros, l ve que han, se lanzaban sobre clas
_gritando slborozadamente: per, en el momento en que tban
ase alcanzados, daban la vuelta para enfrentarse alos bitba-
ros j5.con esa maniobra acababan con una cantidad ingente
»
de persas. (Heriot, 7
‘Con esas maniobraslos hopltas probablemente intentaban evita
convertirse en abjetivos estticas para losarqueros persas.procurando
llegar siempre al cuerpo a cuerpo, Pero al tercer dia, los petsas, alos
(que Ellaltes descubrlé la senda Anopea, pudieron oxearl formacion
ariega para tomara por laretaguardia. Antes de que la tramp sce
ase ln mayor parte de los contingontes elonos se rtiraran, pero el
rey espartano Lednidas qued6 con sus 300 hombres, as como 700 ho-
pitas tespios 40 tebanos. Su secrilico sirvié para segura la retirada
el grueso del ejécito grego, ya que sin el retraso que aquel propicié
la caballeriay tropasligras pers podrian haber convertdo la huida
criega en una matanza,
[Nuestra portadareflefa el momento en que:
Los birbaros de Jerjes se lanzaron, pues, al asalto yen aque-
los instantes, los griegos de Leénidas, como persones que
ian al eneventro de la muerte, se aventuraran, mucho mis
queen os primeros combate, slira la zona més uncha del
desiladero, (Her6do%o, 7223)
Seaprecia lo compacto de uns formacién hoplita en el momento
en que choca contra los Inmortales, la guacdia de lite del ejrcito
persa, En el centro de la imagen Leénidas atraviesa con su corta es
pada ~xyphos~a un inmortal; su casco corintlo de bronce esti inspi
ado en el de una estatua encontrada en Esparta, con carrileras
ecoradas con cabezas de carnero, y cuya cresta transversa era, pro-
bbablemente, un signa de rango. Sus campaeros cuentan tamgn con
cascos corintios,y se aprecian sus livothorakes, armaduras de lino
prensado, no como la de ry, una coraza de Bronce. Algunos pelean
com sts lanza, el arma principal, que permitia mantener al enemigo
distancia ademés,segin Herédoto (7.211) as lanzas dels griegos
ran ms largas ques persa-,y otzosrecurven yaa sus espadas, Los
Tnmortales, con el regain de sus lanzas en forma de granada, se pro-
tegen con grandes escudos de mimbre entelazado -spara-yvan to-
cados com la tipica capuacha pers, ainque algunos también llevan
«2sc0s cénicos de bronce, descendientes ejanos de modelos asirios.
‘Su escaso armamento defensivo los ponfa en desventaa frente al ho
plita en el cuerpo a cuerpo.
EL mimero y la ventajatictica del ercito persa acabaron con la
‘menguada hueste griega, y como postrer tstimonio de su sariicio
queds el epitafio que se eseribié sobre su cumba
‘Caminante, informa a lo lacedemonios que agui yacemos
por haber obedecido sus mandates. (Herddloto, 7.228)Un precursor
as INE Weller
Agesilao II y su expedicion
""panhelénica™ contra el
GranRey persa (396-394 A.c.)
AGESILAO IT DE ESPARTA CONOCIO EN SUS CUATRO DECADAS DE REINADO (H. 400-H. 360 A.C.) EL
APOGEO Y EL DECLIVE DEL PODER ESPARTANO. LA GRAN EXPEDICION A ASIA MENOR QUE DIRIGIO.
ENTRE 396 Y 394, CON LA ETIQUETA DE PANHELENICA (EL OBJETIVO DECLARADO ERA LIBERAR A LOS
GRIEGOS QUE VIVIAN EN LA REGION DEL DOMINIO PERSA), SE CONSIDERA UN PRECEDENTE DE LA
QUE LLEVARA A CABO SESENTA ANOS DESPUES ALEJANDRO MAGNO, POR MAS QUE EL PRECEDENTE
SEA MODESTO Y SIN PARANGON POSIBLE. CON TODO, EL REY EURIPONTIDA DERROTO EN VARIAS OCA-
SIONES A LOS SATRAPAS Y LOGRO UNA GRAN VICTORIA EN SARDES, EN 395, QUE CASI LE PERMITIO
APODERARSE DE LA CAPITAL LIDIA. EL BOTIN FINAL ASCENDIO A MAS DE MIL TALENTOS, DE LOS CUA-
LES DEDICO EL DIEZMO (CIEN TALENTOS) EN EL ORACULO PANHELENICO DE DELFOS. SOLO EI. ESTA-
LLIDO DE LA GUERRA DE CORINTO EN EL CONTINENTE EN 395 PUDO FORZAR SU REGRESO Y
CERCENAR POTENCIALES PLANES DE CONQUISTA.
‘ campafa asidtica de Agesilao I, diareaespartano dea
dinastia euripéntida (sparta era une diarquia, con an
“y que salia de’
hhunde sus races en las relaciones, por momentos convulsas, que
yenian manteniendo desde la diltima
casa euripéntida yel otro de la agiada),
Iacedemonios y persa
parte de la guerra del Peloponeso, conocida como guerra jénica
‘0 guerra decélica (412-404 a. C.). Ambos poderes habian man-
tenido entonces un matrimonio de convenieneie: silos persas
suftagaban tanto la construccién de una gran flota como la sol-
dada de los marineros mercenarios que la tripulaban,indispen-
sables ambos
por su parte os espartanos convenfan en reconocer la soberanla
ddel Gran Rey sobre el Asia Menor y las islas de Chipre y Claz6-
1menas, lo que obviamente abarcaba alos griogos que vivian en
estos territorias rewwindicados tradicionalmente por los Aque-
se queria vencera Atenas en su dominio, mar,
ménidas.DesPoRT FERRO
> CHOQUE DE DOS GRUPOS DE HOPLTAS, Hemnen> a as Neves, Jno, ic, 390182 2.C eo Bini
Lacolaboracin secanaliz6 através de tres tratados sucesivos,
‘o sise quiere de uno solo precedido de dos versiones preliminares,
jurados (los griegos no firmaban, juraban ante los dioses) ao
largo del aio 412/1 a. C.,un acuerdo sllado por Esparta a precio
de oro. Como resultado, Fsparta se impuso finalmente a Atenas
cn la guerra del Peloponeso, esa contiendla entre la potencia ho-
piltica par excellance ye principal poder naval del mundo griego,
‘© como lo presentaron los antiguos, un chogue entre un eefante
yuna ballena, El precio pagado por los lacedemonios fue, segiin
he comentado, lreconocimiento de los derechos de los Aquemé-
‘nidas sobre la costa minorasiatica, Chipre y Clazémenas, habita-
ddas por griegos. En la Hélade continental muchas voces se
erigieon denunciando la “aici” alos griegos asiticos, aquellos
:mismos por cuya libertad se habia luchado casi un siglo antes en
Jas famosas guerras médicas (490 la primera y 480/79 la segunda)
Y que ahora habla sido “eomprada con arqueros persas’ estos,
con oro, ya que en los déricos. la moneda oficial aqueménida, se
representabe al rey como arquero
Poretnia, por lengua, por costumbres, porcreencias, los po-
bladores de las ciudades dela costa de Asia Menor, que corre de
norte a sur por las regiones de dle, Jonia y C
lugar a dudas griegos, legados durante las migraciones dela
dad Oscura, bien que légicamente sometidos a la intensa in-
fluencia cultural autéetona. De otro lado, esas mismas ciudades
se levantaban en un terrtorio cuya soberania era ancestralmente
teivindicada por la monarquia persa, que no parceia dispucsta
a renunciar al control y explotacién de esta frtl y prospera Ila~
nuralitoral, Deahi que, en ocasiones, cuando la presin del bir-
bro se hacia mis acuciante, estos helenos emigrados a Asia
volvieran sus ojos hacia sus “hermanos” del continente, y mis
cn concreto hacia la potencia hegeménica de turn, que, ampa~
alasve-
leidades de la més eruda Realpolitik y, legada el caso, no
rindose en crterios de afinidad cultural, los someti
dudaban en utilizartos como moneda de cambio (como se vera
mis abgjo). El fenémeno alcanza su apogeo en la transicion del
siglo V al IV a, C, 0 dicho de otro modo, entre a dtima fase de
la guerra del Peloponeso y os afios posteriores a la paz det Rey
de 386.2, C.,no por casuaidad el periodo en que se acuta el re-
curso retérico ~hoy diriamos el eslogan de la “libertad de los
sriegos asiticos" en tanto comunidad helénica definida ¢ indi-
vidualizada con vistas a su explotacidn con fines politicos.
Pronto se hizo evident, y no solo por la cuestién asitica,
que Esparta ibaa resultar una dueia mis severa que Atenas. Los
espartanos, en palabras atribuidas al comedisgrafo Teopompo,
“después de haber dado a probar a los griegos la dulce bebida de
la libertad, les sirvieron una mucho mais amarga y desabrida”
(Plutarco, Vida de Lisancra, 138). En el umbral del siglo IV a
Lisandro, a quien el gran historiador prusiano Gustav Droy-
sen denominara “monarca no coronado de Grecia” por el poder
omnimodo adquitido tras su victoria sobrela armada ateniense
en Egospétamos (ato 405 a, C.), serd el arquitecto del llamado
“Segundo imperio espartano’, una auténtica hegemonia ultra
marina -y no, como habia venido siendo hasta entonces, exclu
sivamente continental~ que extendia sus tentéculos por todo el
mundo griego,
ero el entendimiento simbistico entre espartanos y persas
‘no iba a durar mucho. El origen del desencuentro se puede re
rmontar@ la restitucién de Ciro el Joven en su antigua posicién
de karanis, una especie de virrey de las satrapias occidentales,
‘tras unos meses confinado bajo la acusacién de participar en
‘una conjura pat
asesinar al nuevo rey, su hermano mayor Ar-
tajerjes I, lamado Memnén, quien habia sucedido a su padre
Dario Ia comienzos de 404 a. C. (Jenofonte, Anibasis, 1.1.1
Plutarco, Vida de Artajrjes 3) El regreso de Ciro provocd in:
‘mediatamente tensién con Tisafernes,sitrapa de Lidia, de quien
producto de una maniobra politica (de hecho lo fue).
Pues bien. Agesilaose le sonfian. ademas de las tropas (es
partats, liad y mercenasios) que babian servido com los ha
‘ostasy que seguian en Asia Menor, neda nucnos que gts ocho
mil hombres més: dos mil neodamodes, seis mil aliados y treinta
omoioio espartiatas de pleno derecho, los cuales constituian la
slice o médula espinal del eército: el diarca recibe asimismo pro-
‘isiones para seis meses Yenofonte, Helénicus, 41-3 y Agesiao
16-7; Pltatco, Vide de Agesilao, 61-3). Con las tropas marcha
{isandro, amante y-mentor dé Agesiso,« quien habia colocado
ened trono mediate a saga intecpectacon de un orécul délfco
1 que pareci dispuesto a recuperar un poder gue se habla visto
coartado por los éforos.
‘La magnitud de la expedicion sin duda debid de generar
alarma en el mundo griego en cuanto ala progresin de ls am
biciones lacedemonias, pues era evidente que ls objetivos tras
‘endian Ia mera reivindicacion de autonomfa para los griegos
‘minorasiticos. Bl concepto de autonomnia, tan diferente del ac:
tal, fe definiendo en el siglo V a. Cy resulta capital para la
‘cbmprensién plena delos acontecimientos geopoliticosalo largo
delahistoria de Grecia, Autonomia, del griego autoty nomot, sig
nifica wobernarse “con las leyes propias", con lo que equivale aProponts
Kaloo. Parim—Prispus taco. Cris
toy, a ‘ Bae
Noto
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carats conceal Bescincs
Cepeda ps er ig
eee Satrapia de
ai duper aemicaco age s
dalaualgaia ir winindo octal a, ae =. Dascilio
politica superior cajo del estado espaol fionindos © Sis Ontica
es bien ilustrativo a estos efectos). Pues: 2 2 Kebren oO
bien, muy inteligentemente Agesilao en olonal + ONS Povicharants.
vuelve la expedicién en una propagada oe a
GME oud pretend gee futrtgs tes
BO eectcauaad Wed aD ae
clusoinvolucrara muchos en la tates wee” nh Ame _Satrapla de
Bee pee ton be
Mirman acon cece AD ee kor’ Misia cc
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paral gis comin lope SE ie stig Or, o
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trataba a sus sibaitos como escla-
vos. Con todo, muchos griegos vie~
ron quela campaia de Agesiao IL Lesbos
oe Saltepeade
humo que ocultaba oso a
Jetivos reales de con _ Lidia
‘quista, con lo que varios 808 re Bs 4
‘estados importantes rehu- as he pieewenes ”° ~ Tolos i
mp A y slo las. Sardis (Sardes)
saron tomar parte en la , Se
sy Klezimenae. Spijtna senda ade
misma Atenas, Corinto yBeo Chios rou ae + Maio Bectoie
cia (lenafonte, Helénicns, 3.5.55 ; Cea a
Pausaniias, 3.9.2-3). efbrae ba Mons
A pesar de Los evidentes signos: % Or haine eos ton
de recelo ¢ incluso disconformidad, ° ‘iets
Agel no eej6enstempeioy conti Cogn 3 4
‘6 con su proyecto imperialista enna uy. be
aro do raha La pur dain con C3 BREST ON st tiancrum les
itd ekeral beodo, eno quese aoja sin dod aneide Same OO °
fries aman de Corl (9386 4 ii
aC ytendrd lugar en 396 2.C., cuando Agesitan, en vipers: Me os Vp priene = ee
dela campaiiaasidtica, intent6 realizar un escenogratico sacri- Her ° abe i
ficio cargade de reminiscencias homéricas en Aulide, en’suclo- Sea le
tec all doh Afumenn ize o propecia micas eestor’ Back
‘de emprendes el camino de Troya. El grandilocuente ritual una (aie)
Ange
Chyszoris
imitatio Agamemnonis on toda rela, con Agesiao transmutade Paras .
coh un nuevo Agamenén “conductor de hombres", ue inferrum- Pisye
pido por un escuadirin de caballeria enviado por los beotarcas © Thera
ie 8.
(generalesbeocios), que objtaron qu el rey espartano no hacia We
debido uso de la mantica {adivinacién) oficial beocia y, conse- andes Halicarriassus eras oe
utente, proce eron 9 esparcit port suck Is victims ya
a é
ofreccasen el altar (Jenofontc, Helénicas, 343-4 y5.5;Platarco, a Physkos
Vida de Agesilac, 64-6 y Vida de Lisandro, 27.1-2). Bxistecon- ere a et
senso entre los estudiosos modemosalahora de subrayarla sig Hasan Pek:
ssificacion de a afrentatebanas de hecho, desde ese momento, si Kos LY Cnilus sn oy Aa
antes; Agel fe alimentando ao ago desu reinadoun 3 oO Mit.
odio visceral hacia lostebanos -que se arrogan el derecho dee rae nae ron foes
7 0
C Kodhusoe | ssi
fers deo sean ep de
sire TEAEINES, 10390 2.2
diane nee camo si
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cara gu so sn
Sed Gs yb jag for
1 BAEIAERE ce
vf) rao
esta
presentacién de
todos los beocios-
» que condicioné la
recciin politica del
estado espartano en estas
décadas cruciales,
Ya en Asia Menor, Agesilao
también fija su cuartel general en Ffeso, una ciudad
enlla que Lisandro conservaba la fidelidad de clientela politicas
que ahora miraban hacia como su valedor ante el rey espar-
tano. Molesto por los madas altaneros y pretenciosos de Lisan
dro, objeto de mayor agasajo que el propio diarca, Agesilao hace
caso omiso de las peticiones de todos los enviados por aquél
hhasta que rebajado en su orgullo, Lisandro solicitay obtiene del
rey el mando de una misién militar en el lejano Helesponto,
donde segiin dice trataré de ocultar su vergiienza (Jenofonte,
Helénicas,34.7-10; lutareo, Vida de Lisandro, 234-241 y Vida
de Agesilao, 7-8).
En un primer momento Agesilo se entrega a devasiar las
propiedades ce los sefiores persas del Helesponto, la regién sep-
tentrional de Asia Menor, Poco después el rey reine contingen-
tes de todas ls ciudades griegas de Asias afin de superar las
carencias ene cuerpo de cabaleria, orden que los més pucien
tes contribuyeran con caballos, armas y jinetes, En el invierno
de 396/5 a. C.el rey entrena con energia a las tropas locales, muy
distantes en tacticas, coraje y discipline de la flange espartana
En a primavera de 395
a.C. la evocacién de diferentes momen-
tos de la vida del rey micénico Agamendn en la Mada prosigue
en Efeso con a proclama de Agesilao dirigida alas aristocracias
tgrecoanatélicas para que se unan a la campafia 0, en su defecto,
‘manden a un hombre armado ya caballo, asi como con le orge-
nizacin de unos juegos que sirvieran tanto para ejercitar asus
tropas como para estimular su afin de competitividad ante la
pperspectiva de conseguir importantes premios. Durante los jue
0s ten lugar el famoso ardid de Ageslao consistente en ven
der desnudos a los barbaros capturados por los piratasaliados
de los espartanos; la contemplacién de la piel blanca ylos cuer-
pos flicidos de los enemigos, atribuidas a la molicie asitica
levé la moral de las huestesgriegas, que creyeron que comba-
tirian contra mujeres (Jenofonte, Helénicas, 3415-19; Phutarco,
Vida de Agesilao, 95-8). No obstante, algunos de sus aliados se
‘quejaban por tener que enviar al combate y, por consiguiente, a
la muerte a muchos mis hombres que la propia Esparta: ante
las eriticas Plutarco relata en su Vida de Agesilao (266-9) una
conocida aunque probablemente apdcrifa anéedota en a que rey
hizo sentar de un lado alos lacedemonios y de otro asus aliados,
después ondené a través de un heraldo que se levantaran los al
fareros, lego los herreros,carpinteros asi con el resto de los
oficis, hasta que pricticamente todos os aliados estaban en pie
y solo los lacedemonios sentados: Agesilao, concluyente,espets
‘Jos aliados:"{Veis cémo no aportais més soldados a la cam-
pana?” Ciertamente el espartano fue el tinico ¢jército profesional
dela Hélade
El resultado de tantos desvelos por parte del diarca euripén-
tida se dejard ver la primavera siguiente, cuando Agesilao de-
rota al ejcito persa en el rio Pactolo, cerca de Sardes, capital
dela satrapia de Lidia, que estuvo a punto de caer en manos grie-
igs, La derrota en Sardes habria de costare la cabeza a Tisaler-
nes, cuyo patrimonio fue destinado a saldar la deuda del Gran
Rey con los remeros mercenarios de la flota comandada por
Conén y Farnabazo, @ los que se hizo entrega de doscientos
veinte talentos de plata que calmaron sus énimos y reivindica
ciones (Anénimo de Oxirrinco, 19.1-3). El lugar del desafortu
nado Tisafernes ser ocupado por el quiliao (comandante en
jefe de los eércitos persas en Asia Menor) Titraustes, con Ia
lorden de ofrecer la autonomiaa los griegos
tticos si pagaban
cl antiguo tributo, propuesta que fue rechazada por Agesilao,
Después de haber reunido un importante botin del saqueo sis-
temitico de as satrapias de Lidia, Figia Helespéntica y Capa-
docia, la campata asdtica de Agesilao adquiria consistencia con
una victoria de prestigio que lejos de saisfacer o enorgullever a
las ciudades griegas del continente, quiz les hizo temer que une
Esparta més poderosa y vencedora del birbaro endureciera st
yugo sobre ells
Pactado con Titraustes el abendono de Lidia, previo pago de
treinta talentos, Agesilao pasa ala satrapia de Farnabazo para
continuar amasando botin con el saqueo de Frigia y Misia
Mientras, en el Ege, los recientes fracasos del navarco Férax y
sobre todo la sublevacién de Rods, que acoge a una flota persa
capitaneada por Conén a la que Atenas contribuye también con
remeros y armas, obligan a que desde Esparta se encomiende
también a Agesilao el mando naval. Por primera vez en la larga
y victoriosa historia de Esparta, un solo hombre astentaba se
rmejante poder y la comandancia de las tropas en tierra yen mar.
Pero él delegé enseguida el almirantazgo en su cuiado Pisandro,
tun ejemplo claro de nepotismo que se probard fatal en la nau-
rmaquia de Cnido, donde Esparta perdié casi toda Ia flota y con
ella la talasocracia en el Egeo (Jenofonte, Helénicas, 34.26-29;
Anénimo de Oxirrineo, 7.1; Diodoro, 14.79 5-8; Plutarco, Vida
«de Agesilaa, 109-11)
LA ANABASIS ASIATIC:
‘A GRECIA CONTINENTAL
Cuando en la primavera de 394 a. C. Agesiuo se preparaba para
ppenetrar mucho mis al este en el imperio pers, los éforas orde-
naron su vuelta, ya que un afio antes habia estallado en la Grecia
“ASCENSO” 0 REGRESOcontinental la guerra de Corinto y Esparta no podia atender con
sgarantias dos frentes tan distantes, una noticie que Agesilao re-
cibié con evidente desagrado debido a que boicoteaba sus pro-
metedores planes asisticos: el contemporineo Jenofonte le
atribuye a idea, absolutamente delirante, de destruir el imperio
‘que una ver invadierala Hélade, mientras Plutarco, que yaescribe
‘enel siglo Il d.C..ensu afin de compararle con Alejandro, habla
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