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El Desierto Florecera

El documento habla sobre cómo Dios puede transformar los desiertos de nuestras vidas y hacerlos florecer. Explica que los desiertos son lugares donde podemos escuchar la voz de Dios y ser renovados espiritualmente. Aunque los desiertos son difíciles, Dios puede darnos gozo y hacer que florezcamos. Al ser transformados por su poder, podremos contemplar su gloria.
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El Desierto Florecera

El documento habla sobre cómo Dios puede transformar los desiertos de nuestras vidas y hacerlos florecer. Explica que los desiertos son lugares donde podemos escuchar la voz de Dios y ser renovados espiritualmente. Aunque los desiertos son difíciles, Dios puede darnos gozo y hacer que florezcamos. Al ser transformados por su poder, podremos contemplar su gloria.
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Tema: El desierto florecerá

LECTURA: Isaías 35:1-2 NVI

INTRODUCCIÓN
La palabra en hebreo para desierto es: midbar. Viene de la raíz hebrea: dabar, que
suena o significa: «hablar» y «palabra». El desierto es el lugar donde Dios nos
habla. Dado que el desierto es un lugar desolado, es ahí donde se convierte en un
lugar ideal para oír la voz de Dios, pues no existen muchos distractores. Los
desiertos de nuestras vidas son lugares tormentosos de prueba, tentación y duda.
Sin embargo, nuestra vida misma es un desierto que necesita de la constante
intervención divina y una profunda renovación espiritual que nos permita florecer.
Esto solo es posible cuando escuchamos la voz de Dios en la soledad de los
momentos difíciles que el Señor nos permite atravesar.

1 – Se alegrarán el desierto y el sequedal. Se cree que el capítulo 35 de Isaías


fue redactado por un discípulo del primer Isaías en el exilio en Babilonia cuando
Jerusalén sucumbió a la invasión y destrucción de dicho imperio. Cuando Israel fue
a parar al exilio en Babilonia enfrentó uno de sus momentos históricos más
difíciles. Sin un rey, símbolo de protección política y militar; sin un templo,
símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo; y sin tierra, símbolo de la
promesa hecha a sus antepasados. Estas condiciones desérticas para el pueblo
judío representaban un momento oportuno para considerar su verdadera posición
ante Dios. Si bien el exilio fue la consecuencia final de su desobediencia, fue tan
solo al ser despojado de todos esos elementos emblemáticos que el pueblo judío
entendió el valor y la riqueza que existe en una vida de obediencia a Dios. Es duro
estar en un desierto espiritual, nadie piensa en llegar allí en realidad, pero todos en
algún momento llegamos a ese punto, no porque lo queramos, sino porque muchas
veces es consecuencia de nuestro bajo nivel de comunión con Dios o es producto de
permitir que los problemas que nos rodean le ganen la partida a nuestra fe. El
salmista David experimentó esos desiertos espirituales y escribió: «Oh Dios, tú eres
mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te
anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua» Salmos 63:1 NTV. En
medio de nuestra aflicción el Señor puede darnos gozo pleno que las circunstancias
más difíciles no nos podrán arrebatar.

2 – Se regocijará el desierto y florecerá. Las condiciones naturales de los


desiertos no son favorables para que la vegetación pueda subsistir. Las condiciones
climáticas no solo hacen imposible la vida agrícola, sino que representan una
dificultad para la subsistencia humana. Lo que significa que el día a día en el
desierto es un milagro continuo que solo Dios puede realizar en beneficio del
hombre. Así como solo Dios puede hacer posible la vida en el desierto por su poder
sobrenatural, solo Dios en su amor por sus hijos, puede hacerlos florecer en las
circunstancias más complejas. Aquellas áreas que consideramos que nunca
podríamos cambiar y que muchas veces representan un obstáculo permanente, que
marchitan nuestra relación con el Señor, bajo su intervención y poder nuestra
naturaleza puede ser transformada por completo al encontrarnos a solas con Él.
3 – Ellos verán la gloria del Señor. En muchas ocasiones anhelamos que Dios
obre sobrenaturalmente en nuestra vida, pero en el momento que evaluamos cuál
es el espacio que realmente tenemos para que Dios trabaje, nos percatamos que no
hay lugar suficiente para que pueda construir algo nuevo en nosotros y así
manifestar su gloria. Al ser transformados de manera sobrenatural por el poder de
Dios, y entrar en una relación íntima con él, Dios nos concede la oportunidad y el
privilegio de poder contemplar su gloria. La gloria de Dios es la belleza de su
espíritu. No es una belleza estética o material, sino una belleza que emana de su
carácter, de todo lo que él es. Santiago 1:10 hace un llamado al hombre rico para
que se «gloríe en su humillación», indicando una gloria que no tiene que ver con la
riqueza, el poder o la belleza material, elementos que son despojados de nosotros
en los desiertos.

APLICACIÓN
Durante todos estos estudios hemos visto cómo el Señor utiliza los desiertos como
escenarios de preparación en el modelaje de nuestra vida y carácter. El desierto es
el lugar propicio donde no solo nos encontramos a nosotros mismos, sino podemos
acercarnos a Dios de una manera única. Los desiertos también nos invitan a una
profunda reflexión sobre las realidades espirituales que vivimos. Cuando la
desnudez de un desierto desviste ante nuestros sentidos la exuberancia del mundo
material, quizá volvamos nuestros corazones a Dios y tratemos de descubrir lo que
es verdaderamente importante en nuestras vidas. ¿Ha permitido que la gloria de
Dios transforme las áreas áridas en su vida despojándolo de todo aquello que
marchita su comunión con él? ¿Ha experimentado la transformación que solo
Jesús puede hacer en su vida?

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