MARISTELLA SVAMPA.
LA SOCIEDAD
EXCLUYENTE
LA ARGENTINA BAJO EL SIGNO
DEL NEOLIBERALISMO
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LAs DIMENSIONES
DE LA EXPERIENCIA PIQUETERA"
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{LAS CONDICIONES DE EMERGENGIA DE LAS ORGANIZACIONES
DE DESOCUPADOS
Historicamente, la emergencia y el desarrollo de un movi-
:miento social de desocupadios no ha aparecido como algo nece-
sario n evidente, ni mucho menos sostenido en el tiempo. Lalli
teratura sociolégica ha insistido, més bien, en el conjunto de
dificultades, tanto de caricter objetivo como subjetivo, que ca-
racteriza laaccin de los desocupaddos y que impide que éstos se
‘onviertan en un verdadero actor colectivo. Ala problemética
vineulada con el hecho de que los desocupados se hallan “fue-
ra” de Ia estructura social, que no ocupan “ningiin lugar”, que
son poreello “irepresentables", muchos afiaden la heterogenci-
dad de las bases y de las trayectorias sociales,
La criss de los afios 30 generé una amplia ola de desocupa-
‘i6n que afect6 a todos los paises, sin excepeién. Como conse-
‘cuencia de esta primera ola de hiperdesempleo, surgieron dife-
rentes movimientosy sindicatos de desocupados, tanto en Estados
‘Unidos como en Europa. Sin embargo, esta primera gran crisis
desembocé en la intervencién socal del Estado y, posteriormen-
te, en el desarrollo de economias de bienestar que lograron ab-
sotber ¢ integrar gran parte de la masa de desempleados. En la
actualidad, en la medida en que la desocupacién se ha converti-
do en un rasgo estructural del modelo posfordista, visible en la
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ign. Esto afecté tanto alas grandes zonas industriales como
alas economias regionales y provinciales,y se acelerd asin mas
nego de 1995, enfrentindonos com lo considerado tradicional-
‘mente como “lo irrepresentable”: los desocupadios. Ahora bien,
la sociedad argentina no contaba con redes de contencién ni
con centros de formacién o reconversién laboral, pero tam-
poco el Estado se propuso desarrollarlos cabalmente, ala hora
de aplicar crudas medidas de flexibilizacién o despidos masi-
‘vos. Ya hemos visto también que los sindicatos, nucleadas en la
otrora poderosa cor, de filacién jusicialista, no s6lo no acom-
ppafaron a sus afiliados sino que avalaron el programa de re-
formas estructurales. Por dltimo, el tejido comunitario de la
sociedad argentina, pese a sus incipientes desarrollos desde
la década de los 80, apareefa como insuficiente —y demasia-
do atravesado por los intereses del Partido Justicalista— para
amortiguar el peso de tantas caidas,
Este conjunto de hechos y factores nos permite comenzar a
responder por qué en Ia Argentina existe un movimiento de de-
socupados cuya expansién y relevancia lo ha llevado a erigirse
‘en una suerte de caso inico en el mundo, Pero esta tentativa de
respuesta serfa a todas Inces insuficiente si no tuviéramos en
cuenta que la emergencia de un movimiento de desocupados,
con las caracteristicas actuales esto es, un conjunto de organi-
zaciones “piqueteras”— se explica también por la existencia de
tuna tradicion politica organizativa, en gran parte asociada alas
vertientes mas elassta, cuyos militantes se decidieron a actuar
'ya construir por fuera de las estructura sindicales vinculadas
con el Partido Justicalista,
En lo que sigue, presentaremos los rasgos principales dela
corganizaciGn y movilzacién de desocupados. Para ello, dividire-
‘mos la presentacién en tres partes, En la primera parte aborda-
remos los orfgenes, asf como las corrientes fundamentales que
atraviesan el espacio de las organizaciones de desocupados, En
la segunda, nos ocuparemos tanto de sefalar ls dimensiones de
la heterogencidad, como aquellos repertorios comunes que ca
racterizan la experiencia de las organizaciones piqueteras (Iaac-
‘ién directa, Ia dinamica asambleara, el trabajo comunitario).
Este enfoque es crucial para entender el éxito organizativo dela
‘experiencia piquetera frente a ls dificultades que generalmen-
atesupone la movlizacién de los desocupacdos. En la tercera parte,
‘daremos cuenta dela conflictva relacin con el Estado y os di-
{erentes posicionamientos politicos de ls organizaciones.
FL DOBLE ORIGEN DEL. MOVINIENTO PIQUETERO
EI movimiento piquetero nunca fue uno ni homogéneo,
sno que estuvo marcado por diferentes tradiciones organizati-
vas y corrientes politico-ideolégicas. En rigor, el proceso de
conformacidn del movimiento piquetero reconoce dos afluen-
tes fundamentales: por un lado, las acciones disrruptivas, ev
nescentesy por momentos unificadoras, de los cortes de rutay
levantamientos populares registrados en el interior del pais a
partir de 1996, resultado de una nueva experiencia social co-
‘munitaria vinculada al colapso de las economias regionales y
a laprivatizacin acelerada de las empresas del Estado realizada
en los afios 90; por otro lado, la accién territorial y organizati-
va gestada en el Conurbano Bonaerense, y ligada a las lentas y
profundas transformaciones del mundo popular, producto de
tun proceso de desindustrializacién y empobrecimiento cre-
ciente de la sociedad argentina que arrancé en los afios 70
No es posible comprender la genésis ni el posterior desarror
Io del movimiento piquetero sino establecemos esta doble fia:
idn. Ast los conflictos generados en el interior del pais repre-
sentaron el punto inicial en el cual una nueva identidad —los
piqueteros—, un nuevo formato de protesta—el corte de ruta—
‘una nueva modalidad organizativa —la asamblea—y un nuevo
tipo de demanda —Ios planes sociales— quedaron asociados,
originando una importante transformacién en los repertorios
‘de movilzacién de la sociedad argentina. En fn, laacci6n colec-
tiva com epicentro en algunas regiones del Conurbano Bonae-
rense contribuyé de manera decisiva al desarrollo de los mo
ddelos de organizacién, a escala nacional, asf como también ala
produccién de los nucvos modelos de militancia, intimamente
asociadosal trabajo comunitario en los barrios.
Mientras que el primerafluente nos emplaza en la perspec-
tiva de la ruptura,el segundo tiende a marcar la perspectiva de
la continuidad. En realidad, podrfamos decir que la accién pi-
me
_quetera nacié all donde se desarticularon los marcos sociales y
Taborales de manera brusca y vertiginosa, all donde la expe-
riencia de la descolectivizcién adquirié un carécter masivo,
‘afectando a trabajadorescalificados que contaban con carreras
laborales estabes, e inchufan familias yhasta generaciones com
pletas socalizadas en el marco de la estabilidad y el bienestar
‘social allidonde el desarraigo tanto como la desocupacién ret
nieron en un solo har un conglomerado heterogéneo de cate
gorias sociales. Asi, Ia cuna del movimiento piquetero se en-
cuenta en las lejanaslocalidades petroleras, Cutral-Co y Plaza
Huincul (1996-97), en Neuquén, y sobre todo, Mosconi y Tarta-
gal, en Salta (a partic de 1997); esto es, poblaciones cuya vida
estaba estructurada en torno de vPr, la mayor empresa produc-
tiva del Estado.
Los largos cortes de 1996 y 1997 ocurtidos en Cutral-Co y
Plaza Huincul (Neuquén) y en Tartagal y Mosconi (Salta) ruvie-
ron una importancia fundamental porque, en primer Tugar,
‘marearon el pasaje a la aceién de nuevos actores constituidos
fen el interior del pais, a saber: multisectoriales conformadas
por sectores desigualmente afectados por la desestructuracién
de las economias locales. Fue sin duda el encuentro ene dife-
rentes sectores sociales, todos ellos afectados por un inédito
proceso de descolecivizacin, frente a un Estado nacional en
retirada, lo que constituye el punto de partida de una experien-
cia unificadora, en medio del desarraigo socal.
tes confluyeron desocupadios, comerciantes, pequetios empresa
ros, sindicats y politicos locales, Fue exadimensin comunitaria
Ja que posibilité la convergencia entre los cortes —Ios pique-
tes—y las pucbladas, herederas de los estallidos en las provin
cias, que ¢ produciran como respuesta alas represiones de los
piquetes, para luego constituirse de manera progresiva en hori-
zontes potenciales de cada corte,
Sin embargo, puebladas y piquetes tuvieron una impronta
fuertemente sindicalrelacionada, por un lado, con la constante
rmovilizacién de los gremios de docentes y estatales en todo el
pais; y por otro lado, con el hecho de que varias lineassindica-
les, opositoras al régimen de Menem —Ia cra y la occ—en la
segunda mitad de los 90, decidieron volearse progresivamente
hhacia la organizacién de desocupados —y levantar sus bande
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ras, hecho que marcarfa el salto hacia la masividad de las or-
sganizaciones piqueteras.
‘Ahora bien, a diferencia de las movilizaciones que se pro-