Curso
Psicología Forense
Especializada en niñas, niñas y adolescentes
Mod. VI Tema VI
Estimulación del juego proyectivo
María Cecilia López
I. INTRODUCCIÓN
El juego es una de las primeras formas de expresarse de los niños y niñas, y es por esa razón que
se transforma en un medio imprescindible para expresar su mundo interno. No sólo sus intereses y
percepciones, sino también su mundo emocional, esto es, sus miedos, sus angustias y todo aquello
que les preocupa.
Cuando decimos que el niño y la niña expresan su mundo interno a través del juego estamos
diciendo que suelen activar el mecanismo psíquico de la proyección. Mediante éste, el sujeto
expulsa mentalmente al mundo exterior sus impulsos, emociones y sentimientos, pensamientos,
percepciones, recuerdos, vivencias y deseos. El niño y la niña se proyectan a sí mismos sobre las
escenas lúdicas que arman. Al igual que un cuadro refleja el estado psíquico y emocional del pintor y
un libro el de su autor, el juego no es distinto de su jugador. Jugador y juego son las dos caras de
una misma moneda.
El juego proyectivo, herramienta imprescindible a la hora de evaluar psicológicamente a un niño o
niña, requiere múltiples y diversos desafíos para el psicólogo/a que trabaje con niños y niñas: no
sólo conocer sus bases teóricas (para lograr comprender cabalmente lo que a ellos y ellas les
sucede y quieren transmitir) sino también, y por sobre todo, acceder a un modo de abordaje y
conocimiento muy preciso respecto de la técnica necesaria en lo que respecta al desarrollo del juego
proyectivo en cuanto tal. A este último punto se refiere este documento.
1
II. PROPUESTA DE MATERIALES
Este documento retoma segmentos del libro1 “Los juegos en el abuso sexual infantil”, en el
cual se hace referencia a los materiales y juguetes con los que debe contar un psicólogo que
trabaje con niños y niñas.
“Muñecos/as, títeres, autitos, ladrillitos y cualquier otro objeto, en las manos de un niño/a son
mucho más que simples e ingenuos objetos de entretenimiento: se convierten en juguetes.
Los juguetes –muchas veces símbolos culturales- en la actividad lúdica diaria de la infancia
son utilizados como símbolos personales que pasan a integrar todo un código puesto al
servicio de expresar aquello que siente no poder poner en palabras. Así, es a través de sus
juguetes que los niños y niñas nos comunican quiénes son, qué les pasa, qué piensan, qué
sienten, qué opinan del mundo y de nosotros.”
“Los juguetes tienen la propiedad de poder ser manipulados, maltratados, estrangulados,
destrozados y hasta violados, para luego volver a ser reconstruidos. Y esas características lo
hacen perfecto para trabajar en la psicoterapia con niños y niñas…”
Ricardo Rodulfo2 en su libro “Padres e hijos en tiempos de la retirada de las oposiciones”,
respecto de los juguetes, dice:
“… Un juguete es algo vivo para un niño… jugando se convierte algo muerto o inanimado en
vivo y animado, subrayando esa animación que ocurre durante un juego, el más simple, un
bebé haciendo girar y moverse una cuchara, tan solo eso. Y no es cuestión ceñida de
muñecas. Es cosa bien prefigurada en ese gesto de una mano agarrando un objeto y
poniéndolo en marcha. Si mastico un alimento no le doy vida, en cambio, si masticándolo
imagino (a la manera de un pequeño paciente) que era un león devorando un animal que
acababa de cazar, la escena de la comida se transforma y colorea, adquiere vida ficcional.
Por donde el juego pasa, como se plasma tan nítidamente en la serie de Toy Story, la vida se
enciende, y por esa misma razón para un chico las fronteras entre lo viviente y lo inanimado
no se definen por patrones biológicos, sino ficcionales. no se trata de una afirmación literaria,
1
María Cecilia López: “Los juegos en el abuso sexual infantil”, Buenos Aires, Ed. Maipué, 2014
2
Ricardo Rodulfo: “Padres e hijos en tiempos de la retirada de las oposiciones”, Buenos Aires, Barcelona, México; Ed.
Paidós; 2012; Cap. VII: Invención de lo viviente, pág. 162-163
2
es plenamente clínica. Tampoco es una metáfora el hablar aquí de viviente; estamos
hablando de realidad psíquica.”
Para los niños y niñas cualquier objeto puede llegar a transformarse en un juguete en el cual
puedan proyectar sus fantasías, sus deseos e impulsos, sus emociones, sus percepciones y
su mundo psíquico. Sin embargo, un psicólogo debe contar con una propuesta de materiales
variada que estimule a los niños o niñas que atiende a desplegar distintas escenas lúdicas
según lo así lo requieran.
Generalmente, se divide a los materiales de juego en “materiales estructurados” y “materiales
inestructurados”. A continuación, hablaremos de ambos:
1. Materiales inestructurados3:
“El material no estructurado es aquel que no ha sido especialmente diseñado para educar o
jugar; pero que, sin embargo, ofrece grandes posibilidades para que el niño o niña investigue
por sí mismo, desde su propio interés y curiosidad naturales, que se ajustan como un guante
a la necesidad de jugar para adquirir un mayor conocimiento del mundo que los rodea.”
A su vez, los materiales inestructurados se podrían dividir en distintas categorías:
a) Objetos cotidianos:
Espejos
Pinceles
Esponjas
Monedas
Rollos de papel de cocina
Pinzas
Llaves
Baldes
Goteros
Alcohol en gel
3
“Material no estructurado para favorecer el juego”:en Internet: aprendejuego.blogspot.com … creatividad, naturaleza y
ecología
3
Cinta adhesiva o masking tape.
Etc.
b) Objetos reaprovechados:
Hueveras
Cajas de distintos tamaños
Tornillos y tuercas
Corchos
Papeles de revistas
Sobres
Latas
Tapas
Tubos de cartón
Etc.
c) Materiales naturales:
Arena
Piedras
Arcilla
Barro
Semillas de diversa forma
Hojas de árboles
Ramitas
Agua
Etc.
d) Alimentos:
Sobrecitos con polvo de gelatina
Azúcar
Leche en polvo
Semillas comestibles
Etc.
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e) Materiales de cosméticos:
Pintura de colores para los ojos
Crema de manos
Lápices labiales
Esmaltes de uñas
Rubor
Pinceles
Hebillas
Peines
Etc.
f) Materiales escolares:
Hojas
Témperas
Lápices de colores
Crayones
Tijeras
Pegamento de colores
Plumas fluorescentes
Plastilinas
g) Disfraces:
Pelucas
Carteras
Coronitas
Anteojos
Collares, pulseras y aros
Sombreros
Chales y pañuelos
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2. Materiales estructurados:
Los materiales estructurados son una herramienta más a la hora de diagnosticar o acompañar a
un niño o a una niña. Al hablar de estos materiales nos estamos refiriendo a juguetes con formas
y características definidas así como a juegos que incluyen reglas y que no se pueden jugar al
arbitrio ni se constituyen como blanco de masivas proyecciones tal como sucede con los
materiales inestructurados a partir de los cuales se pueden armar infinidad de escenas lúdicas y
creaciones artísticas que reflejen la historia personal. Por ejemplo:
Juguetes:
a) Muñecos:
Barbies
Kens
Bebés
Princesas
Príncipes
Brujas
Hadas
Fantasmas
Etc
b) Animales domésticos:
Perros
Gatos
Canarios
Loros
Etc.
c) Animales de granja:
Burros
Caballos
Conejos
Cerdos
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Ovejas
Vacas
Etc.
d) Animales salvajes:
Arañas
Ardillas
Cocodrilos
Cuervos
Elefantes
Monos
Jirafas
Osos
Ratas
Sapos
Tiburones
Tigres
Leones
Insectos
Dinosaurios
Lobos
Serpientes
Etc.
e) Otros objetos:
Autitos
Avioncitos
Trenes
Pelotas
Ladrillos Legos
Maderitas
Linternas
Lupas
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Pizarrón
Etc.
Juegos de mesa:
Ajedrez
Rompecabezas
Crucigrama
III. AMBIENTE
Cuando se trabaja con un niño y una niña tanto en un proceso psicodiagnóstico así como
psicoterapéutico se hace imprescindible tener en cuenta el ambiente en el cual se lo atenderá.
Al hablar de ambiente nos estamos refiriendo al lugar físico del consultorio en el cual se
realizarán las entrevistas. Este lugar debe guardar ciertas y determinadas características que
no podrán contraponerse a nivel estético ni a nivel estructural con los paradigmas de la
infancia.
Los consultorios donde se atienden a niños y niñas deberán adecuarse a sus necesidades;
esto es, deben ser lo suficientemente amplios, luminosos y contar con distintos sectores en
los cuales poder distribuir los distintos canastos de juegos y juguetes así como las cajas con
los distintos tests. Así, uno de los sectores podrá ser destinado al escritorio con los elementos
escolares y batería de tests, mientras que en otros sectores del mismo podrán distribuirse los
distintos canastos o cajas con muñecos, disfraces, juegos de mesa, juegos del doctor,
cocinerita, mamá, maestra, etc. También, siempre es importante contar con un sector especial
en donde haya una colchoneta en el suelo con almohadones y mantas, puesto que el suelo es
el lugar favorito en donde suelen jugar los niños y niñas.
IV. ENCUADRE
Otro factor que habrá que tomar en cuenta es el encuadre. Al hablar de encuadre nos
estamos refiriendo a las características y a la modalidad del vínculo que debe establecerse
entre el psicólogo y su paciente –en este caso, el niño o niña- a la hora de administrarle un
psicodiagnóstico o una vez ya dentro del marco del tratamiento. El vínculo entre un paciente –
o cliente- y su psicólogo debe estar regido por ciertas y determinadas pautas porque esto es
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lo que ayuda en gran medida al logro eficaz de las metas psicodiagnósticas y
psicoterapéuticas. Así, de esta manera, el psicólogo y el niño o niña a la que atiende no
pueden ni deben ser “amigos” porque esto interferiría en la objetividad del tratamiento. Por lo
tanto, si bien el trato entre ambos puede ser cordial y amistoso, ciertamente debe mantener
un respeto y cierta formalidad (sin entender formalidad por falta de empatía emocional ni
ausencia de afectuosidad).
También, siempre hay que aclarar que la duración de las sesiones tanto de psicodiagnóstico
como las de psicoterapia variará según la edad de los niños y niñas. Cuando éstos y éstas
cuentan con menos de 3 años de edad se recomienda que no tengan una duración mayor a la
media hora y cuando son mayores se podrá aumentar la carga horaria, aunque no más de 45
o 50 minutos. Es de suma importancia que tanto el profesional como los padres responsables
del tratamiento del niño o niña respeten la puntualidad de los horarios ya que esperar los
agota mental y emocionalmente, lo cual termina incidiendo negativamente a la hora de ser
evaluados.
A su vez, el psicólogo/a será quien pautará con el adulto que esté a cargo del niño o la niña
cuántas entrevistas serán necesarias para evaluarlo y también qué características tendrán
dichas entrevistas (si serán individuales o vinculares con algún miembro de la familia, si serán
sesiones libres de juego o si se le administrará alguna batería de tests). Podrán considerarse:
a. Entrevistas individuales:
En este tipo de entrevistas se cita al niño o niña a solas con el objetivo de estudiar su
comportamiento y reacciones ante distintas propuestas que funcionarán como estímulos.
- Hora libre de juego:
Se trata de una técnica proyectiva en donde se le propone al niño o niña jugar
libremente a lo que él o ella deseen. El psicólogo deberá ir registrando cada una de las
acciones lúdicas desarrolladas para luego proceder a analizar e interpretar su
contenido simbólico y todo lo que en éstas se fue proyectando.
Para tener un mayor acceso a su mundo interno, el psicólogo deberá estar atento no
sólo al desarrollo del juego en sí mismo sino a todo lo que paralelamente le va
sucediendo al niño o a la niña mientras juegan, esto es a: cada una de sus expresiones
faciales y corporales, sus cambios de humor, sus cambios en los tonos de voz y en sus
estados de ánimo, etc.
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También, habrá de tenerse en cuenta: la historia que se cuenta en ese juego en
particular; las secuencias de acciones desplegadas a lo largo del juego; los ritmos en la
dinámica del jugar y el tema o el conflicto principal alrededor del cual se teje la trama
principal del juego.
Juego dirigido:
Dentro del marco de la evaluación psicodiagnóstica, el psicólogo deberá proponer una
consigna específica en lo que respecta a realizar un determinado juego en ciertas y
determinadas circunstancias:
- Cuando el niño o niña se niega a colaborar debido a un bloqueo emocional
- Cuando el niño o niña tiene un retraso mental
- Cuando tiene dudas respecto del diagnóstico (por ejemplo: cuando se trabaja en
diagnóstico de un niño o niña abusado y se quiere discernir acerca de la posible
identidad del abusador se le puede proponer jugar con un muñeco papá, con una
muñeca mamá, con un muñeco tío, etc para observar luego cómo es que reacciona
ante ese estímulo)
Administración de tests:
El psicólogo deberá diseñar toda una batería de tests específicos y acordes a la edad
del niño o niña a quien le debe administrar el psicodiagnóstico y estimularlo de manera
positiva a que lo realice, ya que muchos de ellos, sobre todo los más pequeños, suelen
negarse a realizarlos.
Entrevistas vinculares:
En un proceso psicodiagnóstico siempre es muy productivo administrar entrevistas
vinculares; esto es entre madre e hijo o hija (materno-filiales); entre padres e hijos e hijas
(paterno-filiales) y entre hermanos; o entre el niño o niña y otra persona mayor que esté a
su cargo.
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Entrevistas grupales:
Este tipo de entrevistas, en el proceso psicodiagnóstico de un niño o niña se refieren
principalmente a las entrevistas familiares, en donde todo el grupo familiar es citado en el
consultorio y se le puede dar la consigna de jugar libremente o de realizar cierta y
determinada actividad pautada para investigar cómo es que se vinculan entre sí.
V. LÍMITES ENTRE LA ESTIMULACIÓN DEL JUEGO Y LA INDUCCIÓN
El psicólogo trabaja con niños y niñas con diferentes patologías, constituciones psíquicas,
personalidades y conflictivas. Muchas veces, sucede que a la hora de evaluarlos se encuentra
con pacientes que no presentan ninguna dificultad a la hora de simbolizar sus conflictos en el
armado de escenas lúdicas, pero frecuentemente se encuentra con niños y niñas que
establecen juegos estereotipados (juegos poco creativos en donde se repite una y otra vez la
misma acción, por ejemplo, hacer chocar autitos una y mil veces, hacer pelear animales,
vestir y desvestir muñecas, etc.) o, peor aún, cuyo juego se haya inhibido.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo debe intervenir el psicólogo en estos últimos casos? ¿Cuál
sería el límite entre la estimulación normal del juego y la inducción al mismo?
Para contestar a estas preguntas, lo primero que hay que averiguar es por qué el niño o niña
en cuestión se podría haber bloqueado a la hora de jugar. Esto puede deberse a infinidad de
razones, algunas de las cuales a continuación procederemos a enumerar:
a) Falta de estimulación en el medio ambiente en el cual está siendo educado
b) Depresión o tristeza generalizada
c) Desinterés o cansancio
d) Trastornos del espectro autista
e) Estrés post traumático
f) Bloqueo emocional
g) Timidez
h) Rebeldía
i) Psicosis
j) Problemas físicos (en el área cognitiva, motriz, del lenguaje, etc)
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k) Etc.
En estos casos en que hay ausencia de juego o el juego adquiere características
estereotipadas el psicólogo deberá realizar ciertas y determinadas intervenciones que le
permitan estimular al niño o a la niña hacia la posibilidad del armado de una escena simbólica
que le podrá ayudar a proyectar su conflictiva en una actividad lúdica de la cual el psicólogo
tendrá luego que descifrar. En el marco de una evaluación psicodiagnóstica, dichas
intervenciones podrán ser de dos tipos según el objetivo:
1) Intervenciones para estimular el juego:
a. Contener empáticamente:
El psicólogo/a lejos de mostrarse como un científico frío y distante deberá mostrarse
ante los niños o niñas como alguien cálido y digno de confianza, disponible como para
que se abran a confiarles sus problemas.
b. Transmitir una actitud positiva:
Es fundamental que el psicólogo/a transmita a los niños y niñas que atiende –quienes
seguramente vendrán con problemas y conflictos- una actitud positiva y alegre ya que
está demostrado que el comportarse de manera demasiado formal con ellos los asusta
y los inhibe.
c. Actuar de forma dinámica:
El psicólogo/a que trabaje con niños y niñas siempre deberá ser alguien dinámico y
capaz de adaptarse a las exigencias y demandas de sus pacientes o entrevistados.
2) Intervenciones para averiguar datos puntuales:
a. Interrogar:
El psicólogo/a deberá saber interrogar a los niños y niñas que esté evaluando de
manera neutral y objetiva (no demasiado invasiva, ni que los asuste) con el objetivo de
recopilar datos de su historia actual y pasada así como de su mundo interno,
percepciones, deseos, fantasías, sentimientos y emociones respecto de cada uno de
quienes lo rodean.
b. Clarificar:
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Cuando el psicólogo/a tenga una duda respecto de algo que ha dicho el niño o la niña
o de algo que ha sucedido en alguno de sus juegos deberá estimularlo a que pueda
clarificar, esto es, explicar al respecto.
c. Señalar:
El psicólogo/a puede realizar señalamientos en orden a abrir el diálogo con los niños y
niñas que esté evaluando. Por ejemplo, si uno de sus pacientes está jugando a
asesinar a todos los muñecos del consultorio, el psicólogo/a podrá señalarle dicha
acción mediante palabras con el objetivo de observar su reacción emocional frente a
un testigo que lejos de ser indiferente a su conducta (como quizás, el resto de su
familia) se da cuenta que algo lo angustia y pretende ayudarlo.
d. Sugerir:
En los casos más extremos en donde existen traumas; por ejemplo, de índole sexual,
muchas veces sucede que los niños y niñas realizan preguntas directas (ellos mismos
o a través de sus muñecos/as) al psicólogo/a respecto a si está bien o si está mal que
un adulto les haya tocado los genitales. En este tipo de casos el profesional a cargo de
la evaluación no sólo está habilitado para sugerir que eso es algo que no debe suceder
de nuevo sino que debe hacerlo ya que callarse no sería otra cosa que sumarse a la
confusión –y en definitiva, al silenciamiento- que seguramente le generó su potencial
abusador/ra.
e. Rectificar o ratificar información:
Muchas veces los niños y niñas se sienten cohibidos a la hora de ser evaluados por la
simple razón de que no saben los motivos reales de por qué están siendo evaluados ni
tampoco saben qué función cumple un psicólogo/a. Por lo tanto, siempre es muy
importante preguntarles si es que ellos saben para qué vienen y quiénes somos y a
partir de ahí rectificar o ratificar dicha información.
Si bien en determinados casos en los cuales hay trastornos psíquicos severos (tal como
psicosis, autismo, depresión endógena, etc.) se hace necesario que el profesional a cargo
induzca explícitamente al niño o niña a jugar a determinada cosa como parte un plan
metodológico de abordaje de estudio del caso, en otro tipo de patologías o conflictos esto no
haría más que favorecer el alejamiento y la reticencia por parte del paciente a ser evaluado.
Así, en la mayoría de los casos lo ideal es siempre estimular el juego proyectivo evitando ser
intrusivos con el niño o la niña y la mejor manera de estimular el juego proyectivo es
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ofreciéndole un arsenal de juegos y juguetes con los cuales pueda identificarse y así
proyectar sus conflictos.
VI. DESARROLLO DE UNA SESIÓN DE JUEGO PROYECTIVO EN EL
PSICODIAGNÓSTICO
Una sesión de juego proyectivo realizado en el marco de una evaluación psicodiagnóstica se
desarrolla a lo largo de tres etapas:
1. Etapa de inspección:
Cuando un niño o niña entra al consultorio por primera vez siempre dedica un tiempo (que
puede ir de unos segundos a unos minutos) a investigar con qué juguetes ha de querer
jugar ese día en particular.
2. Etapa de transferencia:
Cuando el niño o niña, luego de inspeccionar los distintos juguetes y muñecos que tiene a
su alcance, se identifica con alguno de ellos y transfiere o proyecta en éste aquello que de
sí mismo más le preocupa y ese día en particular quiere trabajar o elaborar mediante su
juego.
3. Etapa del juego propiamente dicho:
Cuando el niño o niña se disponen a jugar armando una escena lúdica valiéndose de
muñecos, disfraces, etc.
En el juego proyectivo los niños y niñas exteriorizarán su mundo interno. Así, sus deseos,
impulsos, percepciones y emociones quedarán reflejados en cada una de las historias que
jugarán. Generalmente, el juego proyectivo planteará una historia de la cual los niños y niñas
serán sus guionistas, sus escenógrafos, sus vestuaristas, sus directores y sus actores
intérpretes. La trama de la historia inventada del juego nos dirá mucho acerca de la conflictiva
que ellos y ellas están o han atravesado. También, nos dirá mucho acerca la modalidad en
cómo es que se deciden a jugar sus juegos, ya que no será lo mismo jugar un juego de
princesas con desgano que con alegría y entusiasmo, ni tampoco será lo mismo jugar a un
juego de monstruos con miedo que desplegando capacidad de lucha y energía, por mencionar
tan sólo algunos ejemplos.
Si bien se considera que el juego proyectivo por excelencia es aquel juego en donde los niños
y niñas arman escenas con muñecos, disfraces y guiones que ellos mismos interpretan,
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también es verdad que esto va cambiando a medida que van creciendo, a lo largo de las
distintas edades y etapas evolutivas de la infancia.
El juego proyectivo de un niño o niña aún no escolarizado cuyo tipo de pensamiento es
“intuitivo-animista” no será el mismo que el de un niño que ya está cursando la escuela
primaria y ha logrado un tipo de pensamiento llamado “pensamiento concreto”. Así es cómo el
juego proyectivo va evolucionando a la par del jugador que lo juega y el juego de un niño o
niña de 2,5 años cambiará cada 5 o 10 minutos porque no será capaz de mantener la
atención por largos periodos de tiempo, mientras que los niños y niñas que ya van a Jardín de
Infantes, en cambio, son cada vez más capaces no sólo de concentrarse sino, además, de
vincularse con otros y jugar en grupo.
Los niños y niñas que están en el colegio primario y ya han aprendido a leer y escribir son
capaces de jugar por largos periodos. Así por ejemplo, quienes ya tienen 7 u 8 años pueden
ser capaces de desarrollar historias lúdicas que duran media hora o, incluso, más tiempo. Los
niños y niñas más grandes, aquellos que tienen entre 10 y 12 años suelen inclinarse a jugar
juegos de competencia o juegos de mesa. En este último caso, también su mundo interno
suele quedar reflejado en el acto mismo del jugar así como en la modalidad que adquiere su
conducta; esto es, si se posiciona como jugador perdedor, ganador, tramposo, , respetuoso
de las reglas, etc.
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