1.
Definición
Los acoples (en inglés, howling) se producen por procesos de realimentación
(también llamada retroalimentación o, en inglés, feedback). Cuando el sonido
de los altavoces supera el sonido que entra originalmente en los micrófonos, se
produce el acople.
2. ¿De que depende?
1. Nivel de ganancia acústica. Cuanto más nivel le demos a nuestro sistema
mayor será la probabilidad de acople.
2. Nivel de la fuente. Cuanto más sople el saxo o más alto se cante, menor será
la ganancia necesaria y menores las posibilidades de que ocurra un acople.
3. Reverberación. Cuanto mayor sea la reverberación, mayor será el nivel de
presión, y por tanto la probabilidad de acople.
4. Distancia de los micrófonos a los altavoces. Cuanto más lejos, mejor.
5. Distancia de las fuentes a los micrófonos. Cuanto más cerca esté el saxo o el
cantante del micrófono, mayor será el nivel registrado por el micrófono, y por
tanto será menor la ganancia necesaria y la probabilidad de acople.
6. Directividad de los micrófonos. Cuanto más directivos sean, menor
reverberación recogerán, y por ello menor será el nivel general recogido y la
probabilidad de acople.
7. Respuesta en frecuencia de micrófonos y altavoces. Si existen picos en la
respuesta en frecuencia de cualquiera de ellas, esas frecuencias tenderán a
mostrar acoples las primeras.
8. Posición. Los modos acústicos de una sala, o las interferencias entre
altavoces, pueden causar acoples en unas posiciones y en otras no.
3. ¿Cómo evitarlo?
1. Nivel de ganancia acústica. Como es bien sabido, cuanto más bajo llevemos
el sistema, menor será la probabilidad de acople. De igual manera, cuando
menos nivel llevemos en los monitores de escenario, mejor.
2. Nivel de la fuente. Quizá podamos convencer al sacerdote o conferenciante
de que no susurre.
3. Reverberación. Normalmente no hay nada que podamos hacer, aunque si la
reverberación es muy alta e impide un sonido de calidad, podemos intentar que
se cambie.
4. Distancia de los micrófonos a los altavoces. Cuanto más lejos, mejor. A
veces necesitaremos mover los altavoces hacia la audiencia o hacia fuera del
escenario. Los huecos de cobertura que puedan surgir se pueden cubrir con
pequeñas cajas al borde del escenarios o sistemas de relleno inferior (downfills)
que cuelgan del sistema principal apuntando hacia abajo.
5. Distancia de las fuentes a los micrófonos. A veces podremos educar a
sacerdotes y conferenciantes para que se acerquen más a los micrófonos.
6. Directividad de los micrófonos. Podemos huir de los micrófonos omni-
direccionales y usar super o hyper-cardioides, aunque hay que tener en cuenta
que cuanto más direccional sea el micrófono, más crítico es el
posicionamiento : un pequeño movimiento hacia un lado nos puede situar fuera
de la cobertura del micrófono.
7. Respuesta en frecuencia de micrófonos y altavoces. Utilizando un analizador
de espectro podemos alisar los picos. Para el sistema principal utilizaremos un
micrófono de medida y un analizador, idealmente de alta resolución, combinado
con un ecualizador paramétrico que nos permita ajustar los filtros de corrección
a la frecuencia y anchura exactas de los picos. Si no disponemos de esos
medios, usaremos un analizador de tercio de octava (normalmente llamado
RTA) y un ecualizador grafico de tercio de octava. Para los ajustes rápidos en
tiempo real siempre podemos tener un ecualizador grafico independientemente
de que los picos de sistema hayan sido allanados con un ecualizador
parametrico. Para el sistema de monitoreo, podemos usar el micrófono del
escenario como micrófono de medida, puesto que de esta manera tenemos en
cuenta la respuesta en frecuencia del micrófono y el altavoz.
8. Posición. Evitemos usar más de un monitor para cada artista, de lo contrario
habrá muchas diferencias de respuesta en frecuencia entre posiciones (por la
interferencia entre los monitores) y será difícil ecualizar para eliminar los
acoples. Si hay que utilizar dos cajas para el monitoraje de un artista, es
preferible hacer poner las dos cajas juntas y anguladas.
4. Ecualización contra los acoples. Exterminadores de
acoples
Hemos comentado ya que los sistemas se deben ecualizar para evitar los picos
de frecuencias. Eso ya nos dará unos cuantos decibelios más antes de que
ocurra la realimentación. Cuando esta ocurre, a veces se intenta exprimir la
ganancia antes de feedback, y se recurre a filtros de muesca (notch). Éstos son
filtros muy estrechos con mucha atenuación. La idea es afectar a un numero
mínimo de frecuencias para que la respuesta en frecuencia quede lo más
inalterada posible. El problema con los filtros tan estrechos es que cuando
cambian las condiciones atmosféricas, en particular la humedad, cambia la
velocidad del sonido. Así, los acoples se moverán ligeramente en frecuencia, y
los filtros estrechos ya no los atenuarán.
Para ajustar estos filtros de muesca, o, en su defecto, un ecualizador de tercio
de octava, para minimizar los acoples, el proceso que se sigue es el de ir
subiendo paulatinamente el nivel del sistema hasta que ocurre el primer acople.
Atenuaremos esa frecuencia, y continuaremos el proceso. Normalmente se
atenuarán solo las tres o cuatro primeras frecuencias de acople, puesto que a
partir de ahí se asume que hemos llegado al limite de ganancia del sistema.
En los últimos tiempos se han popularizado los exterminadores de feedback,
termino acuñado por la marca Sabine, que fue pionera en la fabricación de
estas unidades digitales. En estas unidades unos filtros fijos de muesca se
ajustan automáticamente a medida que vamos subiendo el nivel del sistema.
Otros filtros de muesca son automáticos y están disponibles para detectar un
acople y aplicar un filtro adecuado. Las limitaciones de estas unidades en
cuanto a los filtros fijos son, como ya hemos comentado, que los acoples se
pueden mover ligeramente en frecuencia y desincronizarse con los filtros. En
cuanto a los filtros flotantes, a veces pueden confundir una nota sostenida de
instrumento o voz con un acople, lo que no suele ser muy del agrado de los
músicos. En general es preferible un buen diseño y linealización del sistema
antes recurrir a estos parches digitales, aunque pueden ser útiles en
determinadas circunstancias.