MODULO 1
Ley de ejercicio profesional de la psicología 23.277 - 1985
Autoriza el ejercicio en la aplicación y/o indicación de teorías, métodos, recursos,
procedimientos y técnicas específicas en: diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la
personalidad, y la recuperación, conservación y prevención de la salud mental de las
personas; la enseñanza y la investigación.
Se considera ejercicio profesional de la psicología: la enseñanza, investigación,
aplicación o indicación de teorías, métodos, recursos, procedimientos y técnicas
específicamente psicológicas en: el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento, la
enseñanza e investigación y el desempeño de cargos funciones, comisiones o
empleos por designaciones de autoridades públicas, incluso nombramientos judiciales,
etc. Condiciones: poseer título habilitante otorgado por alguna universidad, título
extranjero revalidado o los profesionales extranjeros con título que están en tránsito en
el país y q se los solicita oficialmente a una consulta o q son contratados por
instituciones con fines de investigación, docencia y asesoramiento. No pueden ejercer
la profesión: los condenados por delitos hasta el transcurso de un tiempo igual al de la
condena que en ningún caso podrá ser menor de dos años; los inhabilitados por
sentencia judicial hasta tres años después de su rehabilitación; los que padezcan
enfermedades psíquicas graves y/o infectocontagiosas. Pueden prestar servicio y
realizar diagnósticos, interconsultas y derivaciones;
Obligaciones: aconsejar internación en aquella personas q atiendan y cuyo trastorno
de la conducta signifique un peligro para sí o para terceros, así como su externación;
proteger a los examinados actuando ética y moralmente; colaboración a autoridades
sanitarias en caso de emergencias, secreto profesional y fijar domicilio profesional.
Prohibido: prescribir medicamentos, participar honorarios entre profesionales, anunciar
act profesional como psicólogo aplicando falsos éxitos terapéuticos, estadísticas
ficticias, datos inexactos, prometer resultados en la curación o cualquier otro engaño.
Para ejercer hay q inscribirse en la secretaria de políticas de salud y reglamentación
sanitaria del ministerio de salud y acción social.
El ejercicio del psicólogo comprende toda actividad profesional, específicamente
psicológica, desarrollada en forma individual, grupal o institucional, aplicada sobre
personas. Las teorías métodos y recursos q se apliquen en el ejercicio profesional
deberán ser aquellos reconocidos en los ámbitos universitarios académicos del país
en los q se imparta enseñanza de psicología.
Los actos del ejercicio profesional podrán hacerse constar por escrito.
Relación entre psicología y derecho: Psicología Jurídica. PSICOLOGIA
JURIDICA Y PRÁCTICA PERICIAL.
La psicología y el derecho son ciencias humanas y sociales. Su estudio es la conducta
humana. La psicología pretende dar cuenta del comportamiento humano, el derecho
se ve en la obligación de controlarlo. Ambos les preocupan la comprensión, la
predicción y la regulación de la conducta humana, parten de que el sujeto sea
responsable de sus actos y conductas y de su capacidad para modificarlos. Por lo
tanto, ambos tienen como finalidad la estabilidad y el bienestar social.
Si bien ambas se ocupan de la conducta, la psicología estudia las características de la
conducta humana mientras que el derecho, a través de la ley regula dichas conductas.
Es decir, en el derecho se habla de la conducta exteriorizada, mientras que la
psicología toma en cuenta los aspectos externos como los aspectos internos. La
psicología busca el descubrimiento de las leyes que le permita conocer el
comportamiento de los seres que estudia, y la LEY POSITIVA no predice, sino que
prevé y trata de fomentar o de prohibir positivamente en función del poder que tiene y
en función de lo que considera bueno o malo para la convivencia de personas, no en
función de la naturaleza humana.
La racionalidad jurídica puede llegar a moderar y manejar las representaciones
sociales de los individuos e influir ideológicamente en la vida diaria de las personas.
Es por esto que Sabaté estableció que el punto de encuentro entre derecho y
psicología esta en torno al concepto de conducencia. Este concepto de carácter
psicosociojuridico hace referencia a la capacidad que tiene una norma jurídica de
provocar cumplimiento, evidenciando la relevancia que tiene para las ciencias jurídicas
presentar un enfoque psicosocial.
Sabaté busco la relación de psicología y derecho en tres vertientes principales:
La psicología en el derecho: dados los elementos psicológicos de los que se
compone el derecho, esta precisa de la psicología.
Psicología del derecho: el sistema judicial está formado por normas y estas
constituyen estilos que estimulan o inhiben ciertos comportamientos
Psicología para el derecho: encuadraría la psicología forense.
Es el derecho quien invita con su pregunta y la psicología quien, con su respuesta,
ingresa al universo del derecho.
La relación entre psicología y Ley. Acuerdos y desacuerdos.
Psicología refiere a la ciencia que estudia la conducta humana.
Ley es una norma jurídica general, expresada mediante la palabra que ha sido creada
por un proceso determinado y por un órgano legislativo.
Derecho: conjunto de leyes, preceptos y reglas a que están sometidos los hombres en
su vida social; ciencia que estudia las leyes y su aplicación; sistema de normas
coercibles que rigen la convivencia social.
Dentro de este sistema de normas, encontramos al hombre viviendo en sociedad. Nos
constituimos en sociedad porque necesitamos satisfacer requerimientos colectivos que
no podríamos alcanzar en soledad. Ocurre que las sociedades –que no son
homogéneas ni constantes- soportan una dosis de dispersión y fragmentación, de
conflicto y violencia, causados por la condición humana y sus ansias de dominación.
En su esfuerzo por detener el caos en medio de tales fuerzas disolventes las distintas
sociedades elaboran estrategias a través de variadas formas de imposición,
persuasión o consenso a partir del control social, entendido este como la influencia de
la sociedad que delimita las conductas de los individuos. No existe una sola cultura en
el mundo en que este permitido hacerlo todo.
Una concepción del derecho natural sostiene que el fundamento último de la ley se
halla inscripto y es innato a la naturaleza humana, y por lo tanto, uno de los valores
innatos es la justicia, definida como dar a cada uno lo que le corresponde. Frente a
esta concepción innatista, debe sostenerse que el valor de la justicia, es un valor
relacional, surgido del consenso por lo cual es relativo a tiempos y circunstancias.
La ley es la representación de la norma que rigen dentro de una sociedad, por lo cual
debe ser aceptada por todos. En tanto la ley no sea quebrantada, la convivencia social
será armónica y el bien social estará asegurado. La ley es independiente al sujeto,
esta se impone a él.
Todo grupo social se organiza mediante un conjunto de disposiciones dentro de un
ámbito de legitimidad, que delimita el espacio de “lo legal”, cuyo objetivo es ordenar y
permitir la funcionalidad del sistema, generándolo y sosteniéndolo en sus jerarquías.
Se constituye como un sistema de producción de significaciones y creencias.
Tanto la psicología como el derecho parten del sujeto responsable de sus actos y
conductas y de su capacidad para modificarlos. Los dos entienden que la estabilidad y
el bienestar social son alcanzados cuanto mayor es la adaptación de cada persona.
Mientras en el derecho cuando se habla de conducta se hace referencia a la conducta
exteriorizada, la psicología en su estudio de la misma toma en cuenta tanto su aspecto
externo como fundamentalmente su aspecto interno, entendiendo a la misma como el
modo de ser del individuo y el conjunto de acciones que lleva acabo para adaptarse a
su entorno.
La regulación de la conducta es la función esencial de la ley positiva, la cual nos
marca lo que debemos hacer o evitar. Mientras que la función de la psicología en su
entrecruzamiento con el derecho, es el entendimiento de los procesos que conducen a
que el sujeto realice o no una conducta; es decir, a encontrar por qué un sujeto se
adhiere a la ley o la trasgrede. La ley supone o intuye, la psicología coloca el punto de
análisis. Se trata de lenguajes distintos: el del ser y el del deber ser, el de la imposición
y el del descubrimiento.
Una de las diferencias entre psicología y ley, es que la ley nos dice que debemos
hacer, la psicología cubre las leyes del ser, las leyes de la conducta. La ley positiva
parte de una concepción de la naturaleza humana y de una previsión del
comportamiento humano y legisla en consecuencia.
El derecho y psicología concuerdan en su carácter objetivo, empírico y cuantificador.
En este punto se hace necesario hablar de psicología aplicada.
La psicología jurídica es ante todo psicología social, es una disciplina que se ocupa de
los aspectos psíquicos, característicos del comportamiento jurídico social. Se erige en
un espacio de intersección atravesado por discursos esencialmente divergentes.
Desde el campo de inserción laboral es una especialidad de la psicología en el campo
legal, surgiendo de la articulación del conocimiento científico de la psicología y el
campo legal.
La psicología jurídica debe atenerse a la norma sin intentar explicar si la misma es o
no justa, ni pretender argumentar sobre sus fines.
El psicólogo jurídico se ve inserto en diferentes ámbitos: el ámbito tribunalicio, el
ámbito penitenciario, el ámbito minoril, el ámbito hospitalario y el ámbito de los
consumos problemáticos de sustancias.
Psicología jurídica
Comprende el estudio, asesoramiento e intervención eficaz, constructiva pro social
sobre el comportamiento humano y las normas legales e instituciones que lo regular.
Es una ciencia aplicada de ayudar a solución de problemas pertenecientes a una
realidad jurídica normativa. Se encuentra relacionada con el estudio, la explicación, la
promoción, evaluación, prevención y tratamiento de aquellos fenómenos psicológicos,
conductuales y relacionales que incurren en el comportamiento legal de las personas
mediante metodologías implícitas en el método científico.
Se refiere a la especialidad de la psicología que desarrolla su investigación y
metodología para mejorar el ejercicio del derecho en general y la intervención el
sistema de justicia en particular, es decir, fuerzas y cuerpos de seguridad.
Se distinguen diferentes ramas de la psicología jurídica dentro de las cuales se
encuentran:
Psicología forense; ciencia que ensena la aplicación de todas las ramas y
saberes de la psicología ante las preguntas de la justicia y coopera con la
administración de justicia, actuando en el tribunal mejorando el ejercicio del
derecho. Aplicada a la búsqueda, examen y presentación de pruebas
psicológicas con propósitos judiciales.
Psicología del testimonio; se encarga de estudiar la credibilidad del testigo y/o
víctima.
Psicología criminológica; se ocupa de estudiar la conducta criminal, su génesis,
desarrollo y configuración, centrándose en el estudio de la individualidad
criminal y aspectos significativos en la historia personal.
Psicóloga penitenciaria: analiza y aborda los procesos de evaluación y
tratamiento de aquellas personas que se hallan inmersas en los
establecimientos penales. De igual manera interviene en la resocialización y
reinserción social
Victimo logia: se encarga de la atención a las víctimas.
Psicología policial: procesos de selección de personal, abordaje a las
problemáticas que pueden tener la gorra
Psicología militar
Psicología aplicada a los procesos de resolución alterna.
Psicología forense:
Estudio de las personas y de los grupos en cuento tienen la necesidad de
desenvolverse dentro de ambientes regulados jurídicamente, así como de la evolución
de dichas regulaciones jurídicas o leyes en cuento que los grupos sociales se
desenvuelven en ellos. La psicología forense o pericial es la rama de la psicología
jurídica que aplica sus conocimientos y técnicas para ayudar a jueces y tribunales en
su toma de decisiones.
Es aquella parte de la psicología que desarrolla su praxis en el ámbito de los
tribunales, en sus firmemente fueros y delimita su objeto de estudio en el
entrecruzamiento entre el discurso jurídico y el discurso psicológico. Portillo la define
como la ciencia que ensena la aplicación de todas sus ramas y saberes de la
psicología ante las preguntas de la justicia y coopera en todo momento con la
administración de la justicia actuando en el foro y mejorando el ejercicio del derecho.
Varela establece que es aquella parte de la psicología que se desarrolla dentro del
ámbito jurídico específico, caracterizándose por tener técnicas propias.
El psicólogo forense en su rol de perito realiza la exportación, evaluación y diagnóstico
de las relaciones y pautas de interacción, al personalidad, inteligencia, atreudes y
actitudes, en los procesos judiciales.
Aportes de la criminalística, la psicología jurídica y la criminología al derecho
penal.
Introducción.
No hay sociedad que no contenga una ley positiva, de costumbres o de derecho,
siendo la sociedad misma fuente y destinataria de sus propias normas. Tampoco
existe una sociedad donde no exista el crimen o la transgresión de la norma.
Al ir variando la cultura, las ideas relativas a lo que es creen y delito, la explicación, la
prevención y la forma de reprimirlo se modifica. Además que se ha ido modificando de
acuerdo al devenir de los tiempos.
Criminalística y Criminología.
Ambas ciencias son colaboradoras del derecho penal y del derecho procesal penal,
pero el contenido es diferente.
La Criminalística ciencia de la pesquisa, de la táctica criminal en la escena del delito,
de la comisión del mismo. Mientras que la criminología se ha ocupado de estudiar las
causas por las cuales una persona delinque, las circunstancias que la llevaron a la
comisión del delito y su relación con la víctima.
Criminalística:
Estudio de las técnicas del crimen, su fundamento es encontrar las pruebas que lleven
a la verdad jurídica para que el delito no quede impune. Es una Disciplina auxiliar del
Derecho Penal, se ocupa del descubrimiento y comprobación científica del delito y del
delincuente. Se ocupa de la comisión del delito. Analiza las pruebas materiales para su
posterior utilización en el juicio. La criminalística se ocupa de reconstruir la historia de
un hecho pretérito a través de los vestigios materiales que deja en su accionar el
delincuente. Es la ciencia que se encarga de la investigación del delito.
Es decir, es la aplicación de recursos, métodos y procedimientos suministrados por la
ciencia a las investigaciones policiales tendientes a constatar la existencia de delitos y
la identificación de sus autores.
En este sentido, la psicología jurídica hace su aporte a la criminalística, solo después
de que se ha comprobado la autoría de un hecho delictuoso.
La psicología jurídica y la criminalística
La criminalidad es un concepto jurídico, que describe un conjunto de hechos
criminales ocurridos en un medio determinado. Se trata de un concepto genérico,
donde la psicología jurídica debe ayudar a la distinción. A la justicia le corresponde la
tipificación del hecho y considerar si la misma se encuadra como conducta típica y
antijurídica, mientras que a la psicología jurídica le corresponde asesorar en la parte
subjetiva –culpable- de la teoría del delito.
La psicología jurídica en su colaboración con la criminalística, intenta explicar las
características de personalidad de un sujeto que se encuentra imputado de un delito, y
la correlación entre éstas, el tipo de delito cometido y la capacidad psíquica del sujeto
al momento de cometer el hecho.
El psicólogo en su pericia debe tener en cuenta los aspectos ligados a la capacidad
para comprender la criminalidad del acto;
a) Estado de las funciones que componen la conciencia
b) Capacidad intelectual
c) Modalidad en que establece vínculos
d) Mecanismos defensivos
e) Otras variables
En relación a la capacidad de dirigir las acciones se evaluaran;
a) Control racional de los impulsos
b) Compulsiones
c) Tolerancia a la tensión y frustración
d) Nivel de tensión interna
e) Estado emocional
En dicha evaluación se debe considerar la posibilidad de que el sujeto manifieste
signos de:
a) simulación – producción voluntaria de síntomas psíquicos falsos o exagerados
para evidenciar patología-,
b) disimulación – se da cuando el sujeto intenta dar la impresión de normalidad.
Seudoadaptacion a la realidad-
c) sobresimulasion – el sujeto que padece trastornos metales, cuando tiende a
prolongar los síntomas de una patología ya superada.
En la evaluación se prestara atención a La congruencia o incongruencia entre el
lenguaje gestual y el verbal, la sintomatología general, y a las técnicas proyectivas.
Además deberá indagar indicadores de agresividad (conjunto de tendencias que se
actualizan en conductas reales o fantasmaticas dirigidas a dañar a otro) y peligrosidad
(es la probabilidad de que un sujeto de acuerdo a sus condiciones psicofísicas realice
una conducta auto o heteroagresiva)
Criminología:
Es la ciencia del delito. Debe ocuparse en sus varios aspectos; el natural –factores o
causas del delito- el jurídico/penal, el procedimental, el penológico y el político
criminal.
Se ocupa de las circunstancias de la esfera humana y social relacionada con el
surgimiento, la comisión y la evitación del crimen, así como del tratamiento de los
violadores de la ley. Se ocupa del estudio del hombre y de las causas y/o procesos
físicos, psicológicos y sociales que lo han conducido a la violación de la ley.
Estudia el fenómeno antisocial en tanto manifestación humana. Procura conocer al
hombre delincuente: por qué causa delinque el hombre. Se trata de una Ciencia
empírica, experimental, que se sirve del método inductivo, que no se basta a sí misma
para conocer las causas de la criminalidad. Así recurre a otras ciencias, entre ellas la
psicología.
La psicología jurídica y la criminología.
Lacan plantea que la criminología realiza una búsqueda de la verdad, ero esta
búsqueda posee una doble cara, la verdad del crimen en su aspecto policiaco y la
verdad del criminal en su aspecto antropológico.
La verdad que busca el derecho es una verdad objetivable, demostrable, a través de
pruebas. Mientras que la verdad del sujeto que delinque entraña una simbología que
va más allá del acto realizado en sí.
Esa simbología intrínseca al acto antisocial es lo que intenta develar el psicólogo,
aportando la comprensión del delito desde otra visión que abarca lo más profundo del
psiquismo humano. Se intenta que el sujeto pueda responsabilizarse de su accionar,
que alcance un cierto entendimiento sobre el acto que ha llevado a cabo y las
motivaciones inconscientes que lo han conducido al delito y que esto le permita
modificar su conducta transgresora.
De la responsabilidad subjetiva se ocupa la psicología profunda en tanto el sujeto
realizó un acto. La psicología jurídica en su colaboración con la criminología tiene por
objeto el estudio de los factores determinantes de los actos humanos y el estado
mental general del que provienen dichos actos. Trata de alcanzar un conocimiento de
la conflictiva intrapsíquica del hombre que lleva a cabo conductas antisociales
Concepto de psicología forense. En psicología forense.
Es aquella parte de la psicología que se desarrolla dentro del ámbito jurídico
específico y/o en sus órganos dependientes, caracterizándose por poseer técnicas
propias que la convierten en una ciencia auxiliar de ese campo.
Su nacimiento lo podemos situar en el auge mundial del positivismo. La civilización
resurge de la noche feudal y el saber necesita de pruebas concretas y específicas
para la probanza de los fenómenos.
Cesare Lombroso aporta la primera conceptualización psicológica de la determinación
del actuar delictivo humano. En su concepción refirió características bio-psicológicas
del ser humano “delincuente” y hasta realizó una descripción de su “delincuente nato”:
así pues se trataba de un hombre pequeño, muy velludo; brazos largos que llegaban a
la altura de las rodillas, ojos pequeños, mandíbula prominente, orejas en asa; y
psicológicamente se trataba de un hombre primitivo, de escasa cultura, definiéndolo
como un ser “atávico”, cuyo desarrollo mental no correspondía a la época que le había
tocado vivir, y al no poderse asimilar a la cultura en que había nacido se transformaba
en un “marginal”.
A partir de esta conceptualización no sólo se podía “descubrir” a quien cometía delitos,
sino también practicar métodos preventivos y “detener a los sujetos antes de que los
cometan”. Este es un pensamiento irracional: “detener a alguien antes de que cometa
el delito.
Aparecen investigadores como Pearson, Durhein y Merton, quienes aplican modelos
sociológicos de desviación social para explicar el actuar humano, los que
posteriormente fueron muy criticados
En nuestro país, aparece Jose Ingenieros aportando conceptos positivistas a la
psicología de la época. Pero en esos momentos todavía la psicología en el campo
forense no existía como tal y estaba sólo reservada como apéndice menor de la
medicina forense o la medicina legal. Es aquí donde la historia no aparece escrita, y, a
mi entender, es porque todavía está sucediendo y no se conoce el final. Un dato de
esto a tener en cuenta es que si bien existe en la Justicia nacional un cuerpo
reconocido de médicos forenses, que se ocupan de peritar (o sea funcionar como
auxiliares asesores del juez), en las distintas causas que lo requieran, no existe un
cuerpo de psicología forense como tal. Nuestra presencia sólo está reducida a un
ejercicio limitado de la profesión.
Esto en el fuero penal; en el civil es aún más grave el tema, pues la presencia del
psicólogo sólo se reduce a un listado de profesionales que es consultado por el juez a
su voluntad y elección, sin que este trabajo signifique una relación laboral en el ámbito.
Pero este no es el único ámbito de inserción del psicólogo en esta especialidad, por
ejemplo está el ámbito minoril. El rol consiste en un quehacer marcadamente clínico
(pues son funciones de diagnóstico, pronóstico, derivación y tratamiento
psicoterapéutico individual, grupal y familiar), las patologías que presentan los
menores aquí alojados, son los trastornos de conducta de características antisociales,
y aquí la reflexión sería que más allá del cuadro clínico está la real privación de la
libertad y el proceso judicial paralelo que puede, en determinados casos, limitar el
accionar terapéutico.
Independientemente del accionar puramente curativo de nuestra tarea específica,
deberemos tener en cuenta tiempos y posibilidades de egreso, de acuerdo a tiempos
jurídicos, o bien a otras características sociales; y esto limita el accionar, pues ya no
contamos con el paciente que viene a “curarse”, y podremos aplicar en él tiempos
ilimitados, sino con casos en los cuales ni siquiera vemos la presencia de conciencia
de enfermedad o sensación de incomodidad por el trastorno, y este es en principio el
objetivo fundamental: crear la conciencia de enfermedad y necesidad de cura —que
en la mayoría de los casos no se logra por diversos factores— y por lo tanto es
imperativo que el psicólogo posea nociones básicas de Derecho, lo cual no sólo va a
posibilitar una mejor atención de su paciente, sino que también le permitirá un idioma
común para la comunicación con otros profesionales —léase fundamentalmente el
juez—, es decir, que aquí entraríamos en un punto fundamental del tema que sería
necesidad de ocupación del campo especifico con discurso psicológico-forense y
técnicas propias;
Por eso planteamos la necesidad de un discurso psicológico que no solamente se
limite a la exposición de un diagnóstico tan siquiera dinámico, sino que también
propenda a su terapéutica y reversión, y para ello debemos elaborar también técnicas
adecuadas, pues no podremos utilizar los mismos principios que aplicamos con
pacientes en hospitales o centros de salud mental, y menos aún los practicados en
nuestro consultorio privado.
Otro ámbito a tener en cuenta es el trabajo profesional que se realiza en unidades
carcelarias: aquí la tarea es diversa dado que aquí sí estamos tratando con
personalidades con trastornos delincuenciales básicos; pero tampoco es sencillo por la
multiplicidad de factores convergentes nos encontramos con la imposibilidad de
atención de todos aquellos casos que la instancia judicial considera como
“procesados”, pues legalmente se trata de casos de personas “inocentes” hasta que el
juez considere por acto fundado que cambia su denominación por la de “culpable”, lo
cual en ese momento sí nos permitiría a nosotros (psicólogos) considerar a estos
sujetos como “técnicamente enfermos” y propiciar su terapéutica.
Pensemos que el sujeto presenta un cuadro anormal o patológico lo cual es
independiente del actuar delictivo, y éste funcionaría como manifestación o
consecuencia del cuadro mórbido.
Pero aquí se nos presentaría un problema de orden jurídico y sería el riesgo del
“castigo sin delito”, por el que privaríamos de libertad a una persona para su
tratamiento (digamos: “lo metemos preso por su bien y el de la sociedad”), y lo que es
más grave aún, esa privación de libertad no tendría un tiempo determinado, pues
estaría condicionado a su “cura”, o en su defecto a que desaparezcan las causales
que hacían considerar a este sujeto peligroso para sí y para terceros y era aconsejable
su internación (o sea, “lo mantenemos preso hasta que se cure”, lo cual es un doble
castigo: la enfermedad y la privación de la libertad). Esto no fue aprobado pero existe
de algún modo en nuestro Código y se da de una manera práctica.
Tal vez algunos digan que en las internaciones psiquiátricas sucede algo similar: pues
bien, en algunos de los casos el mismo paciente solicita su internación pues su
conciencia de enfermedad le plantea la necesidad de cura, y en otros, su estado de
alienación impide su capacidad de decisión y hace necesaria la autorización del
familiar para proceder a la internación. Es decir, como ya fue expuesto anteriormente,
aquí lo fundamental es crear en el enfermo su capacidad de tal, o por lo menos la
comprensión de que algo anormal está ocurriendo y es necesario hacer algo para
revertirlo. Y es por ello que la técnica de abordaje es diferente y especifica solamente
para esta especial patología
Mencionaré la tarea a desarrollar por el psicólogo en el ámbito policial.
Organizativamente se piensa en la institución policial como un órgano preventivo, que
debería operar antes que la inestabilidad social se produzca y por lo tanto la tarea
psicológica también se encontraría en este tema
MODULO 2
Foucault Vigilar y Castigar. El castigo generalizado y la Benignidad de las penas.
El castigo generalizado
Protesta contra los suplicios del Siglo XVIII: “que las penas sean moderadas y
proporcionalizadas a los delitos, que la muerte no se pronuncie ya sino contra los
culpables de asesinato y que los suplicios que indignan a la humanidad sean
abolidos”. Hay que castigar de otro modo. El suplicio se ha vuelto intolerable. Uno de
los mecanismos fundamentales del poder absoluto: entre el príncipe y el pueblo, el
verdugo constituye un engranaje.
Del lado del poder: su tiranía, el exceso, la sed de desquite y “el cruel placer
de castigar”, unido al apoyo que tiene por parte del rey y el pueblo.
Del lado de la víctima: la desesperación.
Los reformadores del siglo XVIII: denuncian la tiranía y la violencia y dicen que es
preciso que la justicia criminal, en lugar de vengarse, castigue al fin. Se debe respetar
la humanidad de los castigados. Postulan un “hombre” que es también un hombre-
medida, límite del derecho y su poder de castigar.
Problema de una economía de los castigos: es como si el siglo XVIII hubiera abierto la
crisis de esta economía, y propuesto para resolverla la ley fundamental de que el
castigo debe tener la "humanidad" como "medida".
En la segunda mitad del siglo XVIII, se da un pasaje desde la “criminalización de
masas” a una “criminalidad de flecos y márgenes” donde se da un mejor control de los
impulsos violentos. También se pasa del ilegalismo del ataque de los cuerpos a la
malversación más o menos directa de los bienes. Sin embargo, también se da una
agravación de la justicia, quien empieza a tomar en cuenta ciertos crímenes que antes
no consideraba. Se produce, a su vez, el desarrollo de un aparato policíaco que impide
el desarrollo de una criminalidad organizada y la arrastra hacia formas más discretas.
Se une a esto un aumento incesante y peligroso de los crímenes debido a la miseria
de los pueblos y la corrupción de las costumbres. Hay un aumento recíproco de la
desconfianza, los temores y los odios y de la severidad para con los pobres El
desplazamiento de las prácticas ilegalistas es correlativo de una extensión y un
afinamiento de las prácticas punitivas.
Lo que atacan los reformadores en la justicia tradicional es el exceso de los castigos
que está más ligado a una irregularidad que a un abuso del poder de castigar. La
crítica del reformador es de una mala economía del poder. Exceso de poder en las
jurisdicciones inferiores que pueden pasar por alto las apelaciones de derecho y hacer
ejecutar sin control sentencias arbitrarias; exceso de poder por parte de un acusación
a la que le dan casi sin límite ciertos medios, en tanto que el acusado se halla
desarmado frente a ella; exceso del poder a los jueces que pueden contentarse con
pruebas insignificantes con tal que sean legales y que disponen una libertad en cuanto
a la elección de las penas; exceso de poder de la gente del rey (magistrados) y, por
último, del rey mismo (puede modificar las decisiones de la justicia, frenar un proceso
judicial, declarar incompetentes los magistrados, etc.). La parálisis de la justicia se
debe a una distribución mal ordenada del poder, a su concentración en cierto número
de puntos, al os conflictos y discontinuidades resultantes.
El objetivo de la reforma no es tanto fundar un nuevo derecho de castigar a partir de
principios más equitativos, sino establecer una nueva “economía” del poder de
castigar, asegurar una mejor distribución de este poder, hacer que no esté ni
demasiado concentrado en algunos puntos privilegiados, ni demasiado dividido entre
unas instancias que se oponen, sino que este distribuido en círculos homogéneos
susceptibles de ejercerse en todas partes, de manera continua. La reforma del
derecho criminal debe ser leída como una estrategia para el reacondicionamiento del
poder de castigar, según unas modalidades que lo vuelvan más regular, más eficaz,
más constante y mejor detallado en sus efectos; en suma, que aumente estos efectos
disminuyendo su costo económico (disociando el sistema de la propiedad, de compra
y venta, etc.) y político (disociando el poder del monarca). La reforma no ha sido
preparada en el exterior del aparato judicial y contra todos sus representantes, sino
desde el interior, por un número de magistrados y de los conflictos que los oponían
entre sí.
La reforma penal ha nacido en el punto de conjunción entre la lucha contra el
sobrepoder del soberano y la lucha contra el infrapoder de los ilegalismos
conquistados y tolerados. La nueva legislación criminal se caracteriza por un
suavizamiento de las penas, una codificación más clara, una disminución notable de
la arbitrariedad, un consenso mejor establecido respecto del poder de castigar, existe
bajo ella una alteración de la economía tradicional de los ilegalismos y una coacción
rigurosa para mantener su nueva ordenación.
Al nivel de los principios, esta estrategia nueva se formula fácilmente en la teoría
general del contrato. Se supone que el ciudadano ha aceptado para siempre, junto
con las leyes de la sociedad, aquella misma que puede castigarlo. El criminal
aparece entonces como un ser que ha roto el pacto, con lo que se vuelve enemigo
de la sociedad entera y ésta participa en el castigo que se ejerce sobre él. El castigo
penal es así una función generalizada, coexistensiva al cuerpo social y a cada uno
de sus elementos. El infractor ataca desde el interior de la sociedad y es un traidor.
La conservación del estado es incompatible con la figura del traidor, por lo que es
preciso que uno de los dos perezca. Así el derecho a castigar ha sido trasladado de
la venganza del soberano a la defensa de la sociedad.
Para que las penas no recaigan nuevamente en un sobrepoder y sean excesivas se
hace necesario un principio de moderación de las penas, debiendo estas ser
siempre humanas. La ley es la que debe dar la pena y prescribir sus técnicas
afinadas.
El daño que hace un crimen al cuerpo social es el desorden que introduce en él. La
proporción entre la pena y la calidad del delito está determinada por la influencia que
tiene sobre el orden social el pacto que viola. A su vez, se calcula una pena en
función no del crimen sino de su repetición posible. No atención a la ofensa pasada
sino al desorden futuro, de modo que el malhechor no tenga ni el derecho de repetir
ni la posibilidad de contar con imitadores. Así, su función es preventiva, hay que
castigar lo exactamente lo bastante para como impedir que vuelva a suceder.
El poder de castigar reposa sobre ciertas reglas:
Regla de la cantidad mínima: Para que el castigo produzca efecto el daño
que causa debe exceder el beneficio que el culpable ha obtenido del crimen.
Equivale al nivel de los intereses.
Regla de la idealidad suficiente: lo que hace la pena en el corazón del castigo
no es la sensación de sufrimiento sino la idea del dolor, de un desagrado, de
un inconveniente. Es la “pena” de la idea de la pena. El castigo no tiene que
emplear, entonces, el cuerpo sino la representación (se debe llevar al
máximo la representación de la pena, no su realidad corporal como ponele
con castigos físicos). El recuerdo de un dolor puede impedir a su vez una
recaída.
Regla de los efectos laterales: la pena debe obtener sus efectos más
intensos en aquellos que no han cometido la falta. Si se puede estar seguro
de que el culpable es incapaz de reincidir, bastará en hacer creer a los
demás que ha sido castigado. Pena ideal: mínima para aquel que la sufre y
máxima para aquel que se la representa por lo que hay que elegir los medios
que hagan en el ánimo del pueblo la impresión más eficaz y la más duradera,
a su vez que la menos cruel para el cuerpo del culpable
Regla de Certidumbre Absoluta: es preciso que a la idea de cada delito y de
las ventajas que de él se esperan, vaya asociada la idea de un castigo
determinado con los inconvenientes precisos que de él resultan. Este vínculo
debe ser considerado como necesario y nada debe poder romperlo. Implica
medidas precisas
1) que las leyes que definen los delitos y prescriben las penas
sean absolutamente claras con el fin de que cada miembro
de la sociedad pueda distinguir las acciones criminales de
las acciones virtuosas
2) Que estas leyes se publiquen y que cada cual pueda tener
acceso a ellas. Se dan por terminadas las tradiciones
orales y las costumbres y se busca una legislación escrita
3) Que el monarca renuncie a su derecho de gracia: si deja
ver a los hombres que el crimen puede perdonarse y que el
castigo no es su consecuencia necesaria, se alimenta en
ellos la esperanza de la impunidad. Que ningún delito
cometido se sustraiga a la mirada de quienes tienen que
hacer justicia.
4) Los procedimientos no se mantendrán secretos, que los
motivos por los que se ha condenado o puesto en libertad
a un inculpado sean conocidos por todos y que cada cual
pueda reconocer los motivos de castigar.
Regla de verdad común: La realidad debe ser establecida con toda evidencia
y según medios válidos para todos. La verificación del crimen debe obedecer
a los criterios generales de toda verdad. La sentencia judicial, en los
argumentos que emplea, en las pruebas que aporta, debe ser homogénea al
juicio. Se da la necesidad de una demostración completa para hacer una
verdad justa. La verdad del delito no podrá ser admitida sino una vez
enteramente probada. Para ello debe ser llevada a cabo una investigación
empírica, donde se buscan elementos heterogéneos de demostración
científica que se presentan ante el juez para formar su convicción al
respecto. El que señorea la justicia no es ya señor de su verdad, sino de lo
que dice la ciencia.
Regla de la especificación óptima: clasificaciones de todas las infracciones y
reunión en especies dentro de un código común. Debe definir los delitos y
fijar sus penas explícitamente. A su vez, dicho código debe tomar en cuenta
la necesidad de una individualización de las pernas, conforme a los
caracteres singulares de cada delincuente.
Se dan ciertas formas de individualización antropológica como es la noción de
reincidencia. Es una calificación del propio delincuente que la pena puede modificar.
A través de la reincidencia a lo que se apunta no es al autor de un acto definido por
la ley, es al sujeto delincuente, a una voluntad determinada que manifiesta su índole
intrínsecamente criminal.
La Benignidad de las Penas
El arte de castigar debe apoyarse en toda una tecnología de la representación. No
puede lograrse si se inscribe en una mecánica natural. Encontrar para un delito el
castigo que conviene es encontrar la desventaja cuya idea sea tal que vuelva
definitivamente sin seducción la idea de una acción reprobable
Son necesarias unas relaciones entre la naturaleza del delito y la del castigo. Para
funcionar deben obedecer a varias condiciones: ser lo menos arbitrarios posibles (que
el castigo derive del crimen); este juego de signos debe apoyarse en el mecanismo de
las fuerzas: disminuir el deseo que hace atractivo el delito; utilidad por consiguiente de
una modulación temporal: la pena transforma, modifica, establece signos, dispone
obstáculos. Por parte del condenado, la pena es un mecanismo de los signos, de los
intereses y de la duración, pero el culpable no es más que uno de los blancos del
castigo, ya que el castigo afecta sobre todo a los otros; de donde toda una economía
docta de la publicidad; entonces podrá invertirse en la sociedad el tradicional discurso
del delito. Es indispensable combatir el delito desde su materialización y su
erradicación de raíz.
La prisión no tenía sino una posición restringida y marginal en el sistema de las
penas. En la prisión se detiene a alguien, no se le castiga, tal es el principio general.
Y si la prisión desempeña a veces el papel de pena, es esencialmente a título
sustitutivo: remplaza las galeras para aquellos que no pueden servir en ellas. En esta
equivalencia, vemos bien dibujarse un relevo posible. Pero para que se realice, ha
sido preciso que la prisión cambie de estatuto jurídico.
Lo más importante, es que este control y esta transformación del comportamiento van
acompañados de la formación de un saber de los individuos. Este conocimiento
permite repartirlos en la prisión menos en función de sus delitos que de las
disposiciones de que dan pruebas. La prisión se convierte en una especie de
observatorio permanente que permite distribuir las variedades del vicio o de la
flaqueza. La prisión funciona como un aparato de saber.
Lo que queda comprometido en la emergencia de la prisión es la institucionalización
del poder de castigar, o más precisamente: el poder de castigar, ¿estará más
garantizado ocultándose bajo una función social general, en la "ciudad punitiva", o
informando una institución coercitiva, en el lugar cerrado del "reformatorio"?
Al final del siglo XVIII nos encontramos ante tres maneras de organizar el poder de
castigar: la primera es la que funcionaba todavía y se apoyaba sobre el viejo derecho
monárquico, la otras se refieren ambas a una concepción preventiva, utilitaria,
correctiva, de un derecho de castigar que pertenecía a la sociedad entera; pero son
muy diferentes una de otra, al nivel de los dispositivos que dibujan. En el derecho
monárquico, el castigo es un ceremonial. En el proyecto de los juristas reformadores,
el castigo es un procedimiento para recalificar a los individuos como sujetos de
derecho. En fin, en el proyecto de institución carcelaria que se elabora, el castigo es
una técnica de coerción de los individuos; pone en acción procedimientos de
sometimiento del cuerpo, con los rastros que deja, en forma de hábitos, en el
comportamiento; y supone la instalación de un poder específico de gestión de la pena.
En conclusión, la vida dentro del penal se divide de acuerdo a un empleo del tiempo
absolutamente estricto, bajo una vigilancia ininterrumpida en donde cada instante del
día tiene marcada una ocupación, determinado un tipo de actividad, lo cual conlleva
obligaciones y prohibiciones.
Control social, grupos, e instituciones.
Control social.
Se entiende como toda actividad que tienda a regular la interacción humana. Puede
asumir la forma de cooperación de conflicto o de intentos para superar el conflicto o de
intentos para superar el conflicto.
Cada sociedad definirá de acuerdo a su cultura cuales son las pautas de
comportamiento que requiere de sus integrantes, a los fines de mantener el orden
social necesario para que dicha organización social pueda sostenerse.
Se entiende por cultura a las pautas de comportamiento, explicitas o implícitas,
adquiridas y trasmitidas mediante símbolos, y constituye el patrimonio singularizado de
los grupos humanos.
La cultura es entendida como un proceso –red, malla, entramado- de significación
comunicativa, objetiva y subjetiva, entre los procesos mentales que crean los
significados y un medio ambiente o contexto significativo y a la vez significante. Para
pertenecer a la sociedad, los sujetos deben pasar por un proceso de aprendizaje
acerca de lo culturalmente útil y necesario en su medio, para luego convertirse en
miembro de su sociedad.
La socialización es el proceso social por el cual aprendemos a ser miembros de una
comunidad humana y a interiorizar los valores y roles de la sociedad en que hemos
nacido y habremos de vivir. A través de la socialización aprendemos a vivir dentro de
un grupo.
La socialización es:
proceso por el cual se logra que los individuos se ajusten al orden social, es
decir asuman el orden social en que nacieron como propio
la socialización es el proceso por el cual una sociedad se reproduce por sí
misma en una nueva generación
socializar algo pasa a ser el compartir ese algo con otros para que lo
interioricen y lo hagan parte de su ser cultural.
Es necesario que el individuo aprenda cuales son las conductas culturalmente
aceptadas a los efectos de que la sociedad pueda establecer el orden social. La
existencia de una sociedad trae como consecuencia la instauración de un orden social
en el sentido de unas pautas institucionalizadas de comportamiento. El orden es la
fuerza externa que actúa como orientador de la conducta individual a través de la
estandarización en categorías pautadas culturalmente. Es ese orden social el que fija
los límites de la satisfacción de las necesidades morales y quien regula el tejido
normativo de las relaciones interpersonales.
Toda sociedad presenta una estructura de poder, con grupos que dominan y grupos
que son dominados, con sectores más cercanos o más lejanos a los centros de
decisión. Partir de esta estructura, se controla socialmente la conducta de los
hombres, control que no solo, se ejerce sobre los grupos alejados del poder, sino
también sobre los más cercanos al mismo, a los que se les impone controlar su
conducta para no debilitarse.
Toda sociedad tiene una estructura de poder en la cual puede distinguirse grados de
centralización y de marginación. Esta centralización-marginación teje una maraña de
múltiples formas de control social.
Ese claro que el problema de las actuales democracias no es ya la restricción del
derecho a voto, sino la manera como se ejerce ese derecho por lo que los medios
masivos de comunicación social, inducen pautas de conducta sin que la población en
general, lo perciba a eso como formas de control, ya que es asimilado como reacción.
Cualquier institución tiene una parte de control social que es inherente a su esencia. El
control social se ejerce, a tres de la familia, de la educación, de la medicina, de la
religión, del arte, etc.
El control social puede ser por lo tanto ser difuso (medios masivos de comunicación, la
familia, rumores, prejuicios, modas) o institucionalizados (escuela, iglesia, universidad,
policía)
El común de la gente, en realidad, vinculo siempre el control social al tema carcelario,
al tema manicomial, a todos esos lugares vinculados a instituciones totales. El sistema
penal es la parte del control social que resulta institucionalizado en forma punitiva y
con discurso punitivo. Es la parte del control social que en la práctica abarca desde
que se detecta o supone que se detecta una sospecha de delito hasta que se impone
y ejecuta una pena, presuponiendo una actividad monopolizadora que genera la ley
que institucionaliza el procedimiento, la actuación de los funcionarios y señala el caos
y condiciones para actuar.
El control social considera como marginal a todo aquel individuo que se encuentra
situado al margen de la normalidad. El sistema social establece un sistema de
mecanismos e instituciones cuyo objetivo es presionar a los individuos para obtener de
ellos la conformidad de su comportamiento a las pautas institucionalizadas y a lo que
llamamos control social. La principal institución de control social es la jurídica,
mediante el cual se tipifican como normales o legales unas determinadas conductas y
como anormales o ilegales a otras, a las cuales se persigue
Sin una socialización adecuada, no se podrá lograr la inserción adecuada del sujeto al
contexto social. La escuela, es parte de la socialización, y junto con la familia, se
constituyen en instancias socializadoras, de las cuales dependerá el desarrollo de las
capacidades personales de cada individuo.
Sin embargo, el proceso de socialización no siempre es suficiente para asegurar la
adaptación de comportamiento de todos los que integran la comunidad social. Por lo
que aquellos que no acepten son los que aparecen dentro de la marginación social.
Como paradigma en el estudio de la criminalidad, el positivismo destaca la naturaleza
determinista del actuar humano. Esta postura desempeña un papel partícula en el
desarrollo de las reglas el control social. Por lo cual, si el comportamiento de los
individuos no es más que el resultado de determinadas relaciones de causa efecto, y
si estas relaciones presentan la naturaleza de constantes, se conseguirá que, una vez
que sean individualizadas estas conductas, será siempre posible prever y controlar las
condiciones najo las que se realizan las conductas criminales y al mismo tiempo
siempre será posible controlar estas condiciones y por esto mismo a la criminalidad.
Por lo tanto, los criminales serian una minoría que no quiere o no puede comportarse
según los valores impuestos por la mayoría. Un individuo siempre es marginal en
relación a las características diferentes que evidencie de los grupos normativos y por
otro lado, un grupo social se convierte en normativo en función de una determinada
estructura de poder.
No es la calidad de ese grupo sino su poder que lo que vierte en predominante. A ese
grupo van a ser comparados todos los demás grupos e individuos. El conflicto surge
porque es solo el poder político el que se pone en juego y el que hace que algunos
sean donantes y otros dominados, unos sujetos del poder y otros sujetos al poder.
El proceso de criminalización planteado por Basaglia, sería a través del cual los
grupos poderosos consiguen influir sobre la legislación y sobre las instituciones. Esto
significa que en una sociedad moderna la acción de estos grupos se traduce en el
poder de condicionar la acción del estado.
Este proceso, según pavarini, está compuesto por dos fases:
La primera se llama criminalización primaria marcada por valoraciones políticas
discriminatorias, que hace que solo algunos sujetos sufran a distinto nivel los
procesos de criminalización.
La segunda fase es la criminalización secundaria, la cual está integrada por los
órganos de control e la acción de selección de que ilegalismos deben ser
penalmente perseguidos y criminalizados.
Al servicio del control social se hallan las instituciones totales. Las características son:
a) Todas las actividades están programadas
b) Todos los aspectos de la vida se desarrollan en el mismo lugar
c) Poseen un sistema de normas formales impuestas por el personal
d) Supervisión continua del comportamiento
Entre los efectos que producen en los sujetos podemos decir:
a) Proceso de des culturalización
b) Anulación del desempeño de los roles sociales
c) Aislamiento físico, afectivo y social.
Grupos
Conjunto de personas que interactúan, llevan adelante reivindicaciones cuyo fin es el
mantenimiento o ampliación de formas de conducta que son inherentes a las actitudes
compartidas. Hay cohesión y un interés compartido. Accionan en función de su interés
común. La articulación de intereses es importante ya que señala los límites entre la
sociedad y el sistema político.
Si los grupos que conforman la sociedad no encuentran los canales adecuados para
expresar sus intereses y necesidades, es más probable que sus demandas queden
insatisfechas y esto puede generar violencia.
Medios para articular demandas:
demostración de fuerza y violencia;
conexiones personales;
representación directa en el proceso de toma de decisiones.
lobby.
Grupos de interés:
Función mediadora de articulación de intereses dentro del orden legal; interés
particular común a todos, ligados por lazos de necesidades compartidas.
Grupos de presión:
Interés común que presiona. Se caracteriza por su intento dinámico de integrarse a la
realidad política como fuerza de acción a través de los recursos económicos, el
número de miembros, la imagen de prestigio y reconocimiento social, la capacidad
organizativa y los contactos con funcionarios del gobierno.
Grupos de tensión:
Recurren a la acción directa, sabotaje, para provocar la anormalidad y ubicarse al
margen de la legalidad e intentando subvertir el orden vigente mediante la acción
clandestina.
Grupo de poder:
Grupos social normativo en función de una determinada estructura de poder, gobierna
la realidad sociopolítica de una sociedad.
Coerción penal:
Control social formalmente establecido desde el discurso punitivo. Acción de contener
o reprimir que el derecho penal ejerce sobre los individuos que han cometido un delito.
Y su manifestación es la pena y las medidas de seguridad.
La pena es restricción o privación de bienes jurídicos impuesta conforme a ley por los
órganos jurisdiccionales, competentes, al culpable de una infracción penal. Es un
hecho universal, su objetivo es garantizar la seguridad jurídica reconociendo una
función preventiva especial mediante la reeducación resocializadora. Es el mal
impuesto por sentencia judicial a una persona consistente en la pérdida de un bien
jurídico de que gozaba, por ser autor o participe de un delito. En nuestro país domina
el ambiente de las penas privativas de la libertad.
Individualización de la pena
Para realizarla se deberá tener en cuenta. La infracción cometida, el tipo de norma
violada y las circunstancias que revelan el grado de culpabilidad y peligrosidad.
Implica conocimiento y valoración de las condiciones biológicas, psicológicas y
sociales del sujeto. Si es un individuo sano o enfermo, primario o reincidente habitual.
Existe la individualización legislativa que no se refiere a casos concretos sino a
normas que le dan margen al juez para dictar sentencia. Consiste en la fijación de
atenuantes y agravantes.
Otra es la individualización judicial, que implica o requiere que antes de dictar
sentencia el juez disponga de amplios informes sobre la personalidad de procesado
así como su estado biológico y situar y social.
Todo lo anterior lleva a la más importante, la penitenciaria que se desarrolla en el
tratamiento al que es sometido el condenado. Esta progresividad del régimen se
cumple en periodos de observación, tratamiento y prueba.
Otra fase es la individualización es la post penitenciaria, tiene lugar en libertad y
corresponde a la libertad condicional y liberar asistida.
Tipos de penas:
• Prisión: priva de la libertad, encarcelamiento medido por la gravedad del delito;
puede reemplazarse por arresto domiciliario. Debe cumplirse durante ocho meses para
obtener libertad condicional, en sentencia a tres años o menos. Puede imponerse
condicionalmente.
• Reclusión: priva de la libertad, no puede reemplazarse por arresto domiciliario;
cumplimiento de un año para libertad condicional, no puede imponerse
condicionalmente. (Ambas, por más de tres años, conllevan inhabilitación absoluta por
el tiempo de la condena de: empleo o cargo público, derecho electoral, goce de
jubilación o pensión)
• Inhabilitación: incapacidad para ejercer una determinada actividad.
• Multa: pérdida pecuniaria que, por falta de pago, puede ser sustituida por la prisión.
Condena condicional: situación que deja en suspenso el cumplimiento de la pena por
sentencia. Halla su razón de ser en el reconocimiento de la conveniencia de evitar las
penas cortas privativas de la libertad, admitiendo su carácter perjudicial y criminógeno
y su nulo valor preventivo.
Probación:
Le confiere a los deficientes la oportunidad de probarse a ellos mismos y a los demás
que, supervisados, pueden reintegrarse a la comunidad sin restricciones.
Libertad condicional:
Cuando haya cumplido dos tercios de su condena. No se otorga a reincidentes. Se
revoca si comete nuevo delito o viola la obligación de residencia. Para obtenerla:
domicilio fijo, empleo, someterse al cuidado de un patronato.
Libertad asistida:
Reincidentes, seis meses antes del cumplimiento efectivo de la condena. Fijar
residencia, trabajo, asistencia psicológica, contacto oficial con agente de prueba.
Prisión preventiva:
Privación de la libertad personal impuesta al imputado en el curso del proceso como
seguridad de su sometimiento al mismo. Zafaron: el encarcelamiento preventivo sólo
puede ser legítimo cuando se aplica como coacción directa, resultando inválido en los
demás casos. Sólo será admitida para neutralizar un peligro inminente o interrumpir
una actividad lesiva en curso, a través de la actividad de la autoridad administrativa, la
que debe cesar, a fin de no convertirse en punitiva, en el momento en que desaparece
el peligro mencionado.
Historia de la Pena. En aportes desde la subjetividad.
De suplicios y supliciados
En la base del suplicio corporal real o simbólico, se encuentra la idea de que el
castigado es un ser diferente; el salvaje no es un hombre, el esclavo, el siervo. El
obrero es un bien material, el loco es un deshecho social, el niño un ser al que es
necesario educar.
Durante siglos la tortura estaba legitimada, los griegos y romanos consideraban
normal el suplicio infringido a los esclavos en las casas de sus amos. La tortura era n
método que también gallaba fundamento para autorizar su uso en el hecho de poder
lograr una total certeza respecto del crimen cometido a través de las declaraciones del
acusado, de los testigos, que rara vez coincidían en dar la absoluta evidencia que se
necesitaba para la condena
A partir del siglo XVIII comienzan a aparecer nuevos escritos filosóficos que
propendían la defensa de la propiedad privada. La burguesía, el poder, el mapa
político y económico cambian, no hubo una humanización de las costumbres, sino que
la sensiblería se puso de moda. El capitalismo despliega sus banderas de libertad,
fraternidad, igualdad.
Como señala Foucault, a partir de ahora se presentan suplicios y empleo del tiempo.
En un lapso de medio siglo cambian algunos delitos, el género de los delincuentes y
cambia el estilo penal. Se redistribuye la economía del castigo, nuevas teorías de la
ley y del delito, nueva justificación moral o política del derecho a castigar, redacción de
castigos modernos.
Siempre se consideró que estas modificaciones se debieron a la humanización de la
sociedad, sin embargo, esta supresión de los suplicios fue el efecto de reordenaciones
más profundas, y por sobre todo, no fue en verdad desterrado de las practicas
manicomiales, carcelarias, educativas, en algunos casos.
Podemos encontrarnos o con una cierta discreción en el arte de hacer sufrir, un juego
de dolores más sutiles, más silenciosos, pero el sufrimiento es el de siempre. Lo que
desapareció fue el cuerpo del supliciado, amputado, marcado, expuesto. Ha
desaparecido el cuerpo como objeto principal de represión penal.
El macabro espectáculo que daba por finalizado el castigo se hace sospechoso de
mantener con él las tibias relaciones, el salvajismo con el que se castigaba era igual o
peor que el crimen que se juzgaba.
Por otra parte el estado comprendo que la ferocidad con la que trabaja al condenado
para demostrar lo que les podía llegar a suceder si cometían un delito, termino por
volverse en contra del él y sus representantes. Se invirtieron los papeles, el verdugo
era un criminal y los jueces los asesinos, lo que hace del supliciado un objeto de
compasión o de admiración.
Es así como el castigo en los comienzos del siglo XIX tendió a convierte en la parte
más oculta del proceso penal. Se abandonó el dominio de la percepción cotidiana,
para entrar en el de la conciencia abstracta, era la certidumbre de ser castigado y no el
teatro macabro, lo que debe apartar del crimen. El castigo para del cuerpo a la
representación.
Se trató de que sea la propia condena la que marcara al delincuente con un signo
negativo y univoco. La ejecución de la pena se convierte en un sector autónomo. Y a
partir de ahora la pena que se infringe no consiste en castigar, sino que se tratara de
corregir, reformar y/o curar al reo.
Las prácticas punitivas se han vuelto púdicas, no tocar el cuerpo o tocarlo lo menos
posible. Esto, para herir en el algo que no es el cuerpo mismo. El dolor del cuerpo no
es el elemento constitutivo de la pena
Los estados nacionales imperialistas.
Acerca del encierro en el antiguo régimen.
Bajo el antiguo régimen la renegación del individuo no era motivo de preocupación. La
detención era realizada por tres tipos de instituciones; las mazmorras, los hospitales
generales y las abadías.
a) La mazmorra no tenía por fin castigar privando de la libertad, su papel consistía
en proporcionar los medios para aplicar la verdadera pena, es decir, las
torturas que eran en ese momento esenciales.
b) En las abadías y en los hospitales generales se agrupaban sin distinción
indigentes, criminales, locos, prostitutas, el único fin era sacarlos de la
circulación social.
La tortura pertenecía a un espacio laico y público; el exilio, en cambio a un espacio
religioso. Los crímenes contra la religión, eran objeto de tortura, los crímenes contra la
moral feudal serán objeto de internamiento. Los crímenes religiosos serán castigados
duramente, la pena no es simplemente un castigo sino también la reequilibraciòn del
sistema social y debe ser proporcional a la importancia del ofendido. (Para además
advertir a todos los demás las consecuencias de tales actos, de ahí su carácter de
castigo público)
Los crímenes contra la moral feudal, en cambio, serán los únicos objetos legítimos de
la vindicta social. Paradójicamente en los recintos religiosos donde esta forma de
desviación será penada. Es aquí donde empiezan a delimitarse progresivamente las
nuevas formas de culpabilidad y de represión.
En sus comienzos el monasterio se definió como tierra de exilio, un lugar para aislarse
del mundo a voluntad. Pero en occidente y desde la edad media, era también
asistencia a la que podían ir a refugiarse los pobres.
La función de refugio del monasterio se encuentra asociada en el siglo XVII a una
función de represión prefigurada en la edad media. Estas casas desempeñas a la vez
un papel de asistencia y de coacción. Aun antes de ser expulsados de la comunidad,
colocados en casas de reclusión, hospitales, el pobre, el loco y las nuevas variedades
de criminales tenían ya una alianza sellada con el mundo del internamiento religioso.
Una vez dentro, la obligación del trabajo establecía en el internamiento, debía servir
para cubrir los gastos de subsistencia y además se daba como practica purificadora
para el hombre, pero también como una condena moral y religiosa del no-trabajar.
Bajo el antiguo régimen la reclusión y la obligación de trabajar adquieren su
significación en el interior de una condena religiosa, moral y política de la ociosidad.
El liberalismo clásico.
Con la revolución industrial se rompe un orden sociopolítico, el dominio feudal y
aparecía un nuevo orden; el capitalista. La clase burguesa conquisto el poder político
asumiendo el papel de clase dominante van gestándose las primeras formas de
conocimiento criminológico
Este nuevo conocimiento es, en sus orígenes, una teoría política como discurso
acerca del buen gobierno, sobre los modos de preservar el orden, la concordia, la
felicidad. En la elaboración del proyecto para un nuevo orden se tienen en cuenta las
nuevas formas de desobediencia, de la no integración, y por lo tanto de la violación de
leyes que la nueva sociedad establece.
En efecto, el siervo se hace libre pero, simultáneamente la acumulación de capital en
pocas manos despoja de los medios de producción a las masas productoras liberando
de este modo al siervo de los medios para su propio sustento. Estas condiciones
constituyeron el fundamento para su trasformación en fuerza de trabajo asalariado
Las nuevas leyes de mercado determinan que una minoría de los medios de
producción domine frente a una mayoría de no propietarios, o bien propietarios de su
fuerza de trabajo, es decir, proletarios. Ningún vínculo jurídico obligara a nadie a
someterse a otro. Pero la imperiosidad de satisfacer las necesidades vitales obligara a
las masas a ceder contractualmente su propia capacidad laboral a la clase patronal a
cambio del salario. Se establece así una sujeción de muchos a pocos que será tenida
como una consecuencia casi natural de una realidad objetiva: la económica donde
reinaran las leyes del mercado y de la producción.
Así surgieron nuevas formas de control y disciplina social que actualmente
conocemos.
Libertad burguesa; derecho a castigar.
La reforma penal y procesal propone redefinir el derecho de castigar y las formas de
su ejercicio sobre la base de las nuevas libertades burguesas. El eje de su teorización
será el contrato. La legitimación del poder punitivo, él porque del castigo y porque este
derecho pertenece al príncipe encontrara su fundamento en el pacto social; postulado
político que quiere a súbditos y soberanos ligados por un contrato en el que
recíprocamente es combinado el mínimo posible de las libertades de los súbditos por
el orden social administrado por el príncipe.
El príncipe es el titular del poder represivo, de eso deriva el principio de legalidad en
materia penal; solo el determinara lo que es licito y lo que penalmente no lo es. Su
voluntad se expresara en la ley y esta deberá ser clara e inequívoca.
El juez nunca podrá ser legislador, la interpretación de la ley deberá ser circunscripta y
disciplinada. En cuanto a la pena debe ser siempre medida por la gravedad del delito
cometido, sufrimiento contractualmente equivalente a la ofensa.
Estas modificaciones no solo tienen por objeto controla mejor a las masas populares,
sino que estaba en el espíritu de los reformadores limitar también la esfera de
autoridad del soberano que garantizaran el libre juego del mercado
La necesidad: producir. La orden es: disciplinar.
Fue necesario que los excluidos de la propiedad acepten las reglas del juego
impuestas, como naturales. Surge así otro problema, educar a este universo de ex
campesinos y ex artesanos acostumbrados a vivir en la naturaleza, habituados a otras
costumbres y códigos, para ahora devenir en clase obrera, para aceptar, por lo tanto,
la lógica del trabajo asalariado y reconocer la disciplina de la fábrica como condición
natural.
Las políticas sobre esto fueron contradictorias y diversas. En un primer momento, el
violento proceso socioeconómico (acumulación de riqueza en manos de la clase
burguesa y creación de un ejército industrial de reserva, es decir, marginados, estuvo
caracterizado por una violenta reacción contra esa masa de pobres y vagabundos.
Una política de tipo criminal, sanguinaria, que a través de la horca, la marca de fuego,
y el extermino busco contener la amenaza creciente al orden constituido determinada
por esa nueva población de marginales. La única posibilidad de resolver la cuestión
del orden público fue la eliminación física y una política de terror para los demás vivos.
Con el desarrollo de la manufactura a la fábrica, y por lo tanto con la posibilidad de
transformar aquellas masas en proletariado, la consideración política respecto de las
clases marginales cambio. Comenzó a surgir una idea distinta de la marginalidad
social. Comienzan medidas tendientes a disciplinar y educar a la población a través de
la beneficencia pública y del internamiento institucional.
La nueva política social se basa en la aptitud para el trabajo subordinado que
discrimina entre el –pobre inocente- el ansiando, niño, la mujer, invalido y el –pobre
culpable- el joven, hombre maduro desocupado. Para las necesidades del primero se
recurre a la organización asistencial y para el segundo la internación coercitiva.
De esta manera, se crean instituciones para que los ociosos, los vagabundos, los
inadaptados los trasgresores de la ley serán obligados a trabajar, trabajo duro y
alienante que el que era posible de encontrar en el mercado libre.
En Los orígenes de la sociedad capitalista el principio de la política de control social se
encuentra en la emergencia de un proyecto político capaz de conciliar la autonomía de
los particulares en su relación respecto de la autoridad del soberano, con el
sometimiento de las masas disciplinadas a las exigencias de la producción. En la
lógica de este proyecto afloran las primeras formas de conocimiento del delincuente y
estrategias de control social en relación a la desviación criminal.
La escuela liberal clásica parte de la hipótesis del delito entendido como concepto
jurídico, es decir como violación del derecho y de aquel pacto social que se hallaba en
la base del estado y del derecho. No consideraba al delincuente como un ser diferente
a los demás, su comportamiento, el delito surge de la libre voluntad del individuo, no
de causas patológicas. Por eso, el derecho penal y la pena eran considerados no tanto
como un medio para modificar al sujeto delincuente sino, sobre todo, como un
instrumento legal, para defender a la sociedad del crimen, creando frente a este, una
contra motivación.
Menos crueldad, menos sufrimiento, mas benignidad, más respeto, mas humanidad,
estas modificaciones del antiguo régimen, en realidad producen un desplazamiento en
el objeto mismo de la acción punitiva, ya no es el cuerpo el objeto de la penalidad,
ahora es el del alma.
Bajo el nombre de crímenes y de delitos se juzgan concretamente objetos jurídicos
codificados, pero se juzga además pasiones, instintos, anomalías, inadaptaciones, se
castigan las agresiones pero a través de ellas también las agresividades.
La escuela positivista; la invención penitenciaria.
La escuela clásica había conducido a un sistema de derecho penal en el que el delito
es considerado como un ente jurídico. Esto significa abstraer el hecho del delito del
contacto ontológico que lo liga. La personalidad del delincuente por un lado, y su
historia biológica y psicológica, y por otro lado a la totalidad natural y social en la que
se inserta su existencia. Esta doble abstracción surge de una interpretación basada en
la individualización mate física de los entes. El delito es un ente jurídicamente
calificado y autónomo. Se crea un sistema penal asado en la objetividad del delito. Las
estructuras represivas se van inclinando hacia un nuevo sistema; la cárcel.
Tiempo de cárcel.
Antes que se impusiese la pena de cárcel, los ordenamientos penales, sancionaban
sacrificando algunos bienes del culpable, la integridad física y la vida con las penas
corporales y pena de muerte. No consideraban la pérdida de la libertad como un
castigo apropiado. Existía ya la cárcel, pero era donde el imputado esperaba el
proceso. Solo con la aparición del nuevo sistema capitalista la libertad adquirió valor
económico. Es decir que, cuando todas las formas de la riqueza social fueron
reducidas al denominador de trabajo humano medido en el tiempo, fue posible
concebir una pena que privase al culpable de un quantum de trabajo asalariado.
La pena privativa de la libertad se convierte en el castigo más difundido y es paralelo a
su desarrollo al del liberalismo.
Dos razones para esta transformación:
a) La idea de que la libertad medida en el tiempo constituye la forma más simple
de valor de cambio
b) Esta sanción ofrece la ocasión más propicia para ejercitar sobre el encarcelado
un poder disciplinario, educación de los desviados según las necesidades del
proceso productivo.
La cárcel produce un viraje en la práctica de control social: se pasa de una política de
aniquilación del trasgresor, a una política de reintegración de aquí que rompió el pacto
social.
Aparecen así nuevos sujetos y objetos de conocimiento: la cárcel es una organización
de espacios, un observatorio social. Se desarrolla así toda una arquitectura destinada
a permitir el control interno, hacer visibles a los que se encuentran dentro. Con el
dispositivo panóptico se invierte el principio del calabozo, de sus tres funciones:
encerrar, privar de la luz y ocultar. Cada cual está encerrado en su celda, es visto pero
él no ve. Esto asegura el funcionamiento automático del poder, lograr que la vigilancia
se sienta permanentemente.
El detenido esta sin cesar observado, mas esto no es lo esencial: se debe saber
vigilado. Esto es para modificar el comportamiento, encauzar la conducta de los
sujetos, experimentar medicamentos. El panóptico funciona como una especie de
laboratorio del poder.
Unas instituciones completas y austeras
La prisión debe ser un aparato disciplinario exhaustivo. Debe ocuparse de todos los
aspectos del individuo, de su educación física, de su aptitud para el trabajo, de su
conducta cotidiana, de su moral. La prisión es omnidisciplinaria. Además no tiene
exterior ni vacío, su acción sobre el individuo es ininterrumpida: disciplina incesante.
Da un poder total sobre los detenidos: una disciplina despótica. Es quizás el
aislamiento de los condenados es que garantiza que se pueda ejercer obre ellos el
máximo poder. La soledad era la condición primera de la sumisión total.
Es sobre este punto que se sitúa el debate sobre dos sistemas norteamericanos de
encarcelamiento:
El modelo aurbumiano prescribe la celda individual durante la noche, el trabajo
y las comidas en común pero bajo silencio absoluto. Los detenidos solo pueden
comunicarse con los guardias, previo permiso y en voz baja. La prisión es vista
como un microcosmos de la sociedad perfecta donde los individuos se hallan
aislados de su existencia moral. Esto garantiza un control ininterrumpido que
adapta al delincuente como individuo social.
El modelo filadelfia se inclina por un aislamiento absoluto. La readaptación del
delincuente pasa en confrontar al prisionero con su conducta. Logra la
sumisión profunda, un cambio moral. El trabajo aquí es más un consuelo que
una obligación.
La oposición entre estos dos sistemas origino discusiones en el ámbito religioso con la
pregunta por si la conversión debe ser el elemento principal de la corrección, el medico
¿vuelve loco el aislamiento? El económico ¿Dónde está el menor costo?
Administrativos ¿Qué forma garantiza la mejor vigilancia? Pero en el corazón de las
discusiones el tema era; la individualización coercitiva por la ruptura de toda relación
que no estuviera controlada por el poder u ordenada según una jerarquía. Este era el
objetivo de la acción penitenciaria.
Tiempos modernos
La escuela positivista de Lombroso, Ferri y Garofalo, conduce a una nueva forma de
considerar el delito, basado en el concepto naturalista de totalidad. Se trata de hacer
de la prisión un saber-poder que debe servir como regulador del ejercicio de la práctica
penitenciaria.
Se debe obtener sobre el detenido un saber que permita transformar la medida penal
en una operación penitenciaria que hará de esa pena una modificación del detenido,
útil para la sociedad.
Así el aparato penitenciario sustituye al infractor condenado, quien, al traspasar los
muros de la prisión, se convierte en delincuente. Este se distingue del infractor por el
hecho de que es menos su acto en relación a lo que es su vida. Si la idea es la
reeducación, la institución entonces ha de totalizar la existencia de ese individuo. El
castigo legal recae sobre un acto, la técnica punitiva, sobre una vida.
Las consecuencias de esta política institucional es que se confunda al delincuente con
el internado institucionalizado o desviado reducido. Sobre este equivoco se fundara
todo el saber criminológico, es decir, la estrecha equiparación entre delincuente y
encarcelado. De esta manera surge un saber práctico, como política de prevención y
represión de la criminalidad, que será usado en todos los niveles de la sociedad para
señalar al distinto, al que, al no reunir alguno de los caracteres que estas sociedades
dan como norma, queda fuera de ella, es marcado, individualizado y sospechoso.
Por ejemplo el carácter preventivo que subyace en esta ideología se extiende al
ámbito carcelario convirtiendo a los habitantes de la prisión, sean estos guardias o
internos, en productos para uno mismo. El poder dominante confiere una legalidad y
una autoridad a quienes podrían también ser alentadores contra la propiedad.
UNIDAD 3
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS AL CAMPO DEL DERECHO.-FICHA DE
CATEDRA
Introducción ¿qué es el derecho?
Innúmeras veces se ha definido al derecho como un “sistema de normas coercibles
que rigen la convivencia social”.
Se trata de un conjunto más o menos ordenado y jerarquizado de reglas o normas de
conducta que, por ejemplo impone la obligatoriedad de dar o hacer determinadas
cosas, indica cómo debemos realizar ciertos actos, aunque no tengamos la obligación
de hacerlos, que establece que actos están prohibidos, son pena de sanción
La palabra “coercibles” hace referencia a que son susceptibles de ser aplicadas
mediante la fuerza pública en caso de inobservancia. Este carácter de coercibilidad es
lo que las diferencias de otras normas que también rigen la convivencia social, pero
cuyo cumplimiento no es obligatorio como lo son las normas morales, las de
urbanidad, o usos sociales
El hecho de que “rijan la convivencia social” refiere a que en todas las sociedades,
desde las más primitivas hasta las más modernas, las normas jurídicas rigen las
relaciones de los seres humanos entre sí.
Así, en cada etapa histórica puede identificarse la existencia del derecho positivo, es
decir, un plexo normativo vigente en determinado tiempo y lugar.
Nuestro derecho positivo, el derecho que rige la convivencia en nuestro país, esta
signado por un sistema de normas escritas que poseen una jerarquía especialmente
establecida. Pero debe diferenciarse tal constructo, del “valor justicia”.
La “Justicia” como tal, hace referencia a un valor axial, un valor fundante que resulta
inherente a la subjetividad humana. Según Ulpiano se define como “dar a cada uno lo
suyo de sí”. O sea, el valor justicia es relativo y variable según la individualidad de
cada persona a que aplique. Derecho y Justicia NO son sinónimos.
Fuentes del derecho
Las fuentes del derecho son aquellas de las que emanan las reglas sociales
plasmando un derecho positivo. Existen fuentes materiales y formales del derecho.
Las fuentes materiales están ligadas a factores sociales que dan nacimiento a las
leyes
Dentro de ellas se encuentran:
Usos y Costumbres: crean reglas basadas en la realidad de los hechos y que
en muchos casos son, luego confirmadas por el órgano legislativo
Jurisprudencia: constituida por el conjunto de sentencias y que caracteriza el
hábito de juzgar de igual manera una cuestión similar.
Doctrina: opinión que vierten autores de reconocidos antecedentes en el
campo de la investigación del derecho.
En cambio, las fuentes formales son los medios creadores del sistema jurídico general
que conforma el derecho positivo de un país.
En esta categoría se encuentran:
La Ley: es una norma jurídica general, expresada mediante la palabra,
que ha sido creada por un proceso determinado y por un órgano
legislativo.
La característica esencial de una ley por sobre todas las cosas es su
generalidad, o sea, sus directivas apuntan a orientar la conducta de
toda la población de un país.
La Jurisprudencia de fallos plenarios (fallos unánimes de las Cámaras
Revisoras) y sentencias de la corte suprema
La pirámide jurídica de Kelsen
El sistema normativo en nuestro país tiene distinto grados de jerarquía que se grafica
del siguiente modo: Constitución nacional y tratados internacionales con jerarquía
constitucional – otros tratados – las leyes – decretos de poder ejecutivo – sentencias
judiciales.
La Constitución Nacional es la ley suprema y fundamental de la organización
de nuestro Estado.
Otros Tratados Internacionales son aquellos que no fueron incorporados a la
Constitución Nacional, pero que son “contratos” entre Estados que se
comprometen a determinadas prestaciones mutuas con la finalidad de lograr un
bien común
Las leyes son dictadas por órganos legislativos Nacionales
En nuestro país existen además cuerpos normativos de importancia. Ellos son
los conocidos códigos de fondo y de forma.
Los Códigos de fondo rigen en todo el territorio de la República Argentina
Ejemplos: Código Civil y Código Penal.
En tanto los Códigos de forma rigen solo en la jurisdicción específica para la
cual fue creado
Los Decretos del Poder Ejecutivo: son los llamados Decretos de Necesidad y
Urgencia.
Las sentencias judiciales son dictámenes emanados de una autoridad
competente con facultades jurisdiccionales.
Principios que signan el concepto de Ley
La ley como tal posee dos características esenciales que imponen su estricta
observación y conocimiento, a saber:
Obligatoriedad de la Ley
Ignorancia de la Ley
Las leyes son directivas sobre el obrar humano, adjudicando a ciertas acciones y/o
omisiones penalizaciones para el ejecutante, y el término obligatoriedad no tiene otro
significado que le dé afirmar que en caso de que el hombre en su accionar no cumpla
o haga lo que legalmente debe o ejecute lo que le está prohibido podrá hacerse
destinatario de una sanción.
En cuanto al tema de la ignorancia de la Ley, cabe manifestar que el derecho positivo
de un país se considera conocido por todos bajo ciertos recaudos y que esa
presunción no admite prueba en contrario
Organización del Poder Judicial de la Nación
Conforme a la organización del Poder Judicial el aparato jurídico se encuentra dividido
en fueros que se especializan en una competencia.
Son Fueros Nacionales:
Fuero de Casación en lo Criminal y Correccional
Fuero Nacional en lo Comercial
Fuero Nacional del Trabajo
Fuero Nacional en lo Civil
Fuero Nacional en lo Criminal y Correccional
El Poder judicial de la Nación está organizado constitucionalmente de manera tal que
permite que las decisiones adoptadas por los jueces de primera instancia sean
apeladas por cualquiera de las partes, o sea autoriza la revisión de una sentencia
dictada por un juez de primera instancia, y será la Cámara Nacional de Apelaciones
del fuero respectivo, quien revea el caso dando una sentencia que ratifique o rectifique
lo decidió en primera instancia. Si la sentencia rectificara lo acordado en la instancia
anterior podrá solicitarse a la Corte Suprema una nueva revisión de dicha causa.
La Corte Suprema de justicia de la Nación interviene como último tribunal de alzada y
lo que determina no es revisable, sus fallos hacen “Cosa Juzgada”, son inapelables,
no susceptibles de modificación.
Es justamente la especificidad en cada rama del derecho lo que hace que sus Fueros
abarquen el tratamiento de ciertos temas dejando por fuera otros, así como también
variando el modo en el procedimiento que se lleva a cabo para la administración del
derecho especifico. Por lo que el proceso resulta disímil según el fuero en el que se
desarrolle la temática.
En los Fueros Comercial, Civil y del Trabajo, los procesos de conocimiento pueden
explicarse a través de las siguientes etapas:
Afirmación
Negación
Confirmación: presentación de las pruebas
Alegatos
Sentencia
En cambio, el proceso penal conlleva las etapas que a continuación se enumeran:
Investigación Penal Preparatoria (IPP) o Instrucción
Elevación al juicio oral
Debate oral
Alegatos
Sentencia
Ejecución de la sentencia
El contenido de dichas etapas y la participación del psicólogo en tales procesos reviste
entidad específica.
Teoría general del proceso.
La noción de derecho, en el sentido de normativo de la convivencia social existe desde
los inicios de la humanidad. Sin normas que regulen la conducta de los sujetos, no
sería posible un estado de armonía social.
La existencia de cuerpos legales es el fundamento mismo de la organización social. El
derecho positivo es el plexo normativo que rige en determinado tiempo y lugar. En
nuestro país el derecho civil constituye uno de los cimientos de nuestro derecho
positivo.
El derecho civil rige las relaciones ordinarias y más generales de la vida. Estas
normas, obligan a todos los habitantes de la nación al conocimiento de las leyes y por
lo tanto, establecen la presunción de conocimiento de la ley ipso facto a su vigencia.
Consecuentemente no puede desconocerse ciertos aspectos inherentes a la
naturaleza de un litigio judicial.
Todo pleito jurídico implica per se la contraposición de pretensiones y su comienzo
está dado por el inicio de una acción. Puede entender proceso judicial como una serie
lógica y consecuencial de instancias bilaterales conectadas entre sí por la autorizada
jurisdiccional –juez-
El proceso jurídico tendera a que en el debate de los hechos se llegue a una
resolución del conflicto existente, sea porque se llegue al final del proceso y se
alcance una sentencia o, en otros casos, se logre un modo de finalización anormal del
proceso –conciliación, desistimiento-
Los procesos judiciales se llevan a cabo conforme las normas establecidas en los
respectivos códigos de procedimiento o llamados código de forma respetando las
etapas.
Los actos que se realizan en el contexto de unos procesos judicial deben cumplir un
orden estricto, a saber, afirmación de pretensión, negación de pretensión, confirmación
–presentación de pruebas- alegación y sentencia.
Quienes intervienen en el proceso judicial son: la parte demandante, la parte
demandada, y el juez, estableciendo una relación jurídica trilateral.
La parte demandante es la que inicia el proceso en su demanda que le presenta a la
contraparte. Las dos partes presentaran pruebas a lo largo del juicio, que demuestren
los hechos que sostienen como verídicos.
A lo largo del proceso judicial, las partes y-o el juez realizaran actos jurídicos
procesales, los cuales son manifestaciones de voluntad destinados a crear, regular,
modificar o extinguir relaciones jurídicas procesales. El objetivo es probar las
afirmaciones sobre los hechos. Lo importante es la verdad jurídica objetiva que es
aquello que se puede probar, y no la verdad material –verdad de lo que sucedió-
De ello se desprende que el objeto de los medios de prueba son los hechos afirmados
controvertido pasados. Los hechos controvertidos son posturas contrapuestas que
discuten procesos jurídicos-En tanto, los medios de prueba son instrumentos legales
conducentes a acreditar la verdad jurídica.
La prueba deberá producirse por los medios previstos por la ley y por los que el juez
disponga, siempre que no afecten la moral, la libertad personal de los litigantes o de
terceros.
Los tipos de prueba son:
Prueba documental
Prueba de informes
Prueba de confesión
Prueba de peritos
Prueba de testigos
Reconocimiento judicial.
La función de la prueba es argumentar, demostrar, acreditar una verdad particular, la
verdad que se afirma. Por tanto, quien afirma un hecho debe ser quien lo pruebe.
Una vez finalizada la etapa de presentación de pruebas durante el proceso, el juez
deberá valorar las mismas para emitir su sentencia. La sentencia es un acto judicial
que resuelve heterocompositivamente el litigio
CONCEPTOS CLAVE:
Litigio Judicial: todo pleito jurídico implica per sé la contraposición de
pretensiones. Su comienzo está dado por el inicio de una acción.
Proceso judicial: serie y consecuencial de instancias bilaterales conectadas
entre sí por la autoridad del Juez.
Pretensión procesal: pedido fundado en derecho, se constituye en un reclamo
“justificable” en tanto esté reconocido por el ordenamiento jurídico.
Proceso jurídico: tenderá a que en el debate de los hechos se llegue a una
resolución del conflicto existente, se llegue al final del proceso y se alcance una
sentencia o se logre un modo de finalización anormal del proceso (conciliación,
desistimiento, etc.). Los procesos se llevan a cabo conforme a las normas
establecidas en los respectivos códigos de procedimiento (códigos de forma) y
respetando etapas que allí se determinan.
Quienes intervienen en la relación trilateral del proceso judicial son:
La Parte Demandante (o actora): Es quien inicia el proceso
exponiendo en su demanda el reclamo (pretensión) que le presente a
su contraparte.
La Parte Demandada
El Juez: Tiene deberes y facultades a los que debe sujetarse su
función: el cumplimiento de su función en la potestad de aplicar las
facultades disciplinarias, ordenatorias, instructorias, y sancionatorias
conminatorias que posee. No puede emitir opiniones sobre las
actuaciones de las partes que hagan presumir su parecer evidenciando
una actitud parcializada hacia una u otra parte. Impartialidad,
imparcialidad e independencia.
Objeto de medios de prueba: hechos afirmados controvertidos pasados
(posturas contrapuestas que discuten aspectos jurídicos.
Medios de pruebas: instrumentos legales conducentes a acreditar la
verdad jurídica.
Tipos de pruebas: Prueba Documental, Prueba de informes, Prueba de
Confesión, Prueba de testigos, Prueba de Peritos y Reconocimiento
Judicial.
Función de las pruebas: argumentar, demostrar, acreditar una verdad
particular, la que se afirma. La carga de la prueba recae sobre quien
pretende beneficiarse con tal afirmación. Hay una excepción: “inversión
de la carga de la prueba” se cdo el hecho q se afirma es públicamente
notorio y no deberá ser demostrado.
Sentencia: acto judicial que resuelve heterocompositivamente el litigio
MODULO 4 – Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad N° 24.660
La observación y el tratamiento son obligatorios para el procesado y el sentenciado. La
ejecución de la pena privativa de la libertad tiene como finalidad logar que el
condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar la ley procurando su
adecuada inserción social. El condenado podrá ejercer todos los derechos no
afectados por la condena o por la ley y las reglamentaciones que en su consecuencia
se dicten, así como cumplirá con todos los deberes que su situación le permita y con
todas las obligaciones que su condición legalmente le impone. La ejecución de la pena
privativa de libertad, en todas sus modalidades, estará sometida al permanente control
judicial. El juez de ejecución o juez competente garantizará el cumplimiento de las
normas constitucionales, los tratados internacionales ratificados por la República
Argentina y los derechos de los condenados no afectados por la condena o por la ley.
El régimen penitenciario deberá utilizar, de acuerdo con las circunstancias de cada
caso, todos los medios de tratamiento interdisciplinario que resulten apropiados para la
finalidad enunciada. El Tratamiento Interdisciplinario incluye un período de
observación (por el organismo técnico criminológico), un período de tratamiento, un
período de prueba (autodisciplina y salidas transitorias), un periodo de libertad
condicional (patronato de liberados. Será de competencia judicial durante la ejecución
de la pena:
a. Resolver las cuestiones que se susciten cuando se considere vulnerado
alguno de los derechos del condenado;
b. Autorizar todo egreso del condenado del ámbito de la administración
penitenciaria.
El tratamiento del condenado deberá ser programado e individualizado y obligatorio
respecto de las normas que regulan la convivencia, la disciplina y el trabajo. Toda otra
actividad que lo integre tendrá carácter voluntario. En ambos casos deberá atenderse
a las condiciones personales, intereses y necesidades para el momento del egreso,
dentro de las posibilidades de la administración penitenciaria.
El régimen penitenciario se basará en la progresividad, procurando limitar la
permanencia del condenado en establecimientos cerrados y promoviendo en lo posible
y conforme su evolución favorable su incorporación a instituciones semiabiertas o
abiertas o a secciones separadas regidas por el principio de autodisciplina. La
progresión por los distintos períodos conllevaran un pasaje de regímenes de mayor
control a una mayor autodisciplina.
El condenado podrá ser promovido excepcionalmente a cualquier fase del período de
tratamiento que mejor se adecue a sus condiciones personales, de acuerdo con los
resultados de los estudios técnico-criminológicos y mediante resolución fundada de la
autoridad competente. Las normas de ejecución serán aplicadas sin establecer
discriminación o distingo alguno en razón de raza, sexo, idioma, religión, ideología,
condición social o cualquier otra circunstancia. Las únicas diferencias obedecerán al
tratamiento individualizado.
La ejecución de la pena estará exenta de tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Quien ordene, realice o tolere tales excesos se hará pasible de las sanciones previstas
en el Código Penal, sin perjuicio de otras que le pudieren corresponder. La
conducción, desarrollo y supervisión de las actividades que conforman el régimen
penitenciario serán de competencia y responsabilidad administrativa, en tanto no estén
específicamente asignadas a la autoridad judicial.
Nociones del derecho procesal penal. Libro.
Sistema penal argentino.
Nuestro sistema penal se funda sobre un proceso penal mixto, por un lado se investiga
todo lo relacionado a la comisión de un delito y en consecuencia con sus resultados,
puede alcanzarse la instancia de enjuiciamiento oral. El proceso penal tiene por
finalidad probar la comisión de un delito y atribuirle la pena congruente con el hecho al
autor.
Los actores en el proceso penal.
Las figuras comunes a todos son: el ministerio publico fiscal, el imputado y el defensor.
La víctima y potenciales afectados o involucrados no necesariamente siempre formal
parte de todos los procesos.
El ministerio publico fiscal representado por el fiscal, participara del proceso
impulsando la acción penal, siendo su función la representación del estado para
promover la recopilación de pruebas que aporten la acreditación del delito cometido y
la identidad del autor.
El imputado será aquel sujeto a quien se le atribuye la autoría de un delito.
En tanto el defensor, será público o privado, es un abogado de la matricula que
defenderá al imputado en el proceso penal, tratando de que prevalezca el principio de
inocencia y su demostración fáctica en el caso concreto.
El procedimiento penal durante las etapas del proceso.
Cuando se inicia una causa, la denuncia ingresa por denuncia policial o también la
victima puede acudir al fiscal de turno o al juez de turno, y asimismo puede ir a la
cámara presentando un escrito y este lo derivara a un juez.
También se puede iniciar por las denominadas investigaciones encubiertas y se le
solicita al juez de turno este permiso refiriéndole que se iniciara una investigación.
Si la denuncia es realizada ante la policía, esta actuara de la siguiente manera:
a) La comunicara al juez competente
b) Mientras el juez no intervenga, la policía practicara una investigación
preliminar.
c) Formará un proceso de prevención que deberá contener: día mes y año en que
fue iniciado, nombre profesión estado y domicilio de las personas
intervinientes, declaraciones recibidas, informes y resultados obtenidos
d) La policía continuara en la tarea de auxiliar al juez cuando este comience a
actuar y así se lo ordene.
Cuando se realiza la denuncia, el primer funcionario que se entera debe avisarles a los
demás dentro de las primeras 24 horas, ya que el fiscal debe decidir si el proceso
debe seguir o se archiva la causa.
La denuncia será desestimada cuando los hechos referidos en ella no constituyen un
delito o cuando no se pudiere proceder. Esto puede ser apelable.
Si se decide que la causa debe continuar, deberá requerir la apertura de la instrucción,
y es cuando el juez puede decidir que el fiscal siga manejando la investigación o que
sea el que instruya la causa.
El requerimiento de la instrucción deberá tener:
a) Las condiciones personales del imputado
b) Una relación circunstanciada del hecho
c) Identificación de las diligencias útiles tendientes a la averiguación de la verdad.
En este contexto, la declaración indagatoria es un acto de defensa que tiene el
imputado en una causa, no es una prueba por lo que el imputado puede o no decir la
verdad. El sujeto puede hacer una presentación espontánea y puede aportar una
prueba para demostrar que no tiene nada que ver con el caso. Pero si en esa
presentación dice algo que puede incriminarlo, se procede a hacerlo callar y a leerle
sus derechos, y entonces la declaración se transformara en indagatoria. Si esto no se
hace deberá declararse la nulidad del acto. Que puede ser relativa o absoluta (se hace
caer todos los actos siguientes) Si la nulidad es relativa deberá ser subsanada por el
acto siguiente.
La declaración indagatoria es un acto de defensa y no puede ser tomado como prueba
porque puedo incriminarme sabiendo que es otro el que cometió la acción.
El juez, luego de esto, debe tomar una decisión respecto del imputado. Tiene 10 días
hábiles para tomar la decisión. Puede sobreseerlo definitivamente y no podrá volver a
llamarlo como procesado, porque no se puede juzgar a una persona dos veces por el
mismo hecho.
Puede considerarlo como procesado. Lo puede procesar con o sin prisión preventiva.
La prisión preventiva es la privación de la libertad personal impuesta al imputado en el
curso del proceso como seguridad de su sometimiento a él. Dicha medida se
denomina cautelar y difiere de la pena en razón a sus fines.
Solo puede ser impuesta con el objetivo de asegurar los fines del proceso: correcta
averiguación de la verdad y actuación de la ley penal.
En algún momento del proceso el juez considerara que no se puede seguir
investigando ya que se agotaron las pruebas. Cuando llega, es el fiscal que también
debe presentar el requerimiento de elevación a juicio si está de acuerdo. O puede
referir que hay más pruebas para practicar, y el juez puede decir que está de acuerdo
o puede decir que no. Si el juez no acepta la inclusión de pruebas, se debe pasar a la
etapa del plenario, esta decisión es inapelable y aquí se termina la etapa procesal.
Hay una tercera posibilidad y es que el juez diga ya se investigó todo y el fiscal está de
acuerdo y se decida el sobreseimiento.
Pero también puede suceder que el juez no esté de acuerdo con el fiscal y eleve un
pedido a la cámara pidiendo el relevamiento del fiscal del caso y que se nombra a otro
fiscal.
El fiscal puede oponerse por falta de fundamentación y esto será evaluado por la
cámara de casación.
El pedido de sobreseimiento puede ser aceptado o no por el juez quien es el que
decide si da lugar a que el caso sea elevado al tribunal oral. Todas las decisiones del
juez son apelables por el defensor.
En el debate oral interviene el tribunal compuesto por tres jueces, uno de los cuales
oficia como presidente. A partir de ese momento tienen 10 días para interponer
recusaciones, acepciones o nulidades absolutas. Además pueden solicitar la
incorporación nuevas pruebas.
Los juicios son orales y públicos, salvo en el caso de que las victimas fueran menores
de edad. Tiene que estar presente el imputado.
Introducción al derecho penal.
¿Qué es el derecho?
El derecho es un sistema de normas coercibles que rigen la convivencia social. El fin
del derecho es el orden social. Cuando la conducta transgreda-afecta ese orden justo,
el derecho penal interviene para reprochar la misma a quien la cometiera.
El sistema de normas establecido es, un conjunto más o menos ordenado y
jerarquizado de reglas de conducta.
Nuestro sistema jurídico se caracteriza por la coercibilidad de sus normas, es decir,
por la capacidad de que sean aplicadas con la fuerza pública en caso de
inobservancia. Es decir que el cumplimiento es obligatorio.
El derecho penal y la imputación del delito.
El derecho penal argentino distingue la concepción más moderna de conceptualizar al
delito, esto es la teoría finalista, la cual se inspira en la filosofía aristotélica-tomista
según la cual todo agente siempre obra en procura de un fin. Su estudio propone el
escape del universo de lo material para ingresar en el terreno de lo subjetivo, partiendo
de la premisa de que la conducta o accionar del hombre no es solo una relación causal
–de causa y efecto- sino que va a ir con ella la finalidad que ese sujeto tuvo en miras
al desplegar tal conducta.
La teoría del delito es una parte de la ciencia del derecho penal, que se encarga de
estudiar el fenómeno social que es la base de todo andamiaje: el delito, el cual es el
centro de todo el sistema penal.
Se trata de una teoría de imputación ya que se ocupa de considerar como una acción
que lesiona o pone en riesgo un bien jurídico debe ser imputada al sujeto que realiza
la misma o que omite ejecutarla.
Esta teoría define al delito como una conducta típica, antijurídica y culpable. Y está
compuesta por aspectos positivos (conducta típica, antijurídica y culpable) y aspectos
negativos (ausencia de conducta atipicidad causas de justificación inculpabilidad)
Conducta, acción, acto, hecho.
Se habla del acto como un concepto que abarca la acción, y la omisión como no hacer
lo debido. A nivel de la conducta, es decir, antes de entrar en el plano de la tipicidad,
no hay omisiones, todas son acciones, de allí que en el derecho acto y acción sean
sinónimos.
En relación a hecho, hay autores que usan esta denominación considerando que es la
suma de la conducta, más el nexo causal y el resultado. Pueden ser humanos o de la
naturaleza. Los hechos humanos a su vez, pueden ser voluntarios o involuntarios y
justamente los hechos humanos voluntarios son las conductas.
Por otro lado, cuando se habla de conducta en derecho se hace referencia a la
conducta exteriorizada.
Además, se debe diferenciar la acción dirigida por la voluntad, de aquellos actos que
son meramente impulsivos. Se entiende por voluntad como el proceso anímico
humano por el cual se determina que el impulso debe ser realizado y que, además,
alcance de este modo la meta fijada contra todas las resistencias que se oponen a su
realización.
Desde la psicología, la acción voluntaria tiene 4 fases:
a) Concienciación y fijación de metas.
b) La voluntad requiere que se cumpla la meta.
c) Organización de la ejecución.
d) Censura o concienciación.
Se considera acción a todo actuar del hombre que sea dirigido desde la voluntad. Solo
las acciones humanas pueden constituirse en la base de la responsabilidad penal
(culpabilidad)
Estructura de la conducta
Se distinguen dos aspectos en la conducta: interno y externo. Al aspecto interno
pertenece el fin a conseguir, así como la selección de los medios para su obtención.
Siempre que nos proponemos un fin, retrocedemos mentalmente desde la
representación del fin para seleccionar los medios con que poner en marcha la
causalidad para que se produzca el resultado requerido. La exteriorización de la
conducta consiste en la puesta en marcha de la causalidad en dirección a la
producción del resultado.
Resultado y nexo causal.
A toda acción corresponde un resultado. Siempre hay una relación causa-efecto. Entre
la acción y el resultado, debe existir una conexión que haga identificar a la acción
concreta como causa del resultado. El nexo causal es el lazo que permite identificar si
una conducta es o no causa de un resultado.
El nexo causal y el resultado, si bien no forman parte de la conducta, la acompañan
como su sombra.
Ausencia de conducta
Toda actividad física que no tenga finalidad ni este dirigida por la voluntad constituye
una ausencia de conducta. Refiere al estado de inconsciencia y a la imposibilidad de
dirigir las acciones.
En las siguientes situaciones nos encontramos con ausencia de conducta
a) Fuerza física irresistible: proviene de la naturaleza, donde opera sobre el
hombre una fuerza física material de tal magnitud que lo hace intervenir como
una mera masa mecánica, eliminando así la acción. Existe también la fuerza
física irresistible interna, la cual proviene de la naturaleza y tiene que ver con
acontecimientos que se originan en el propio cuerpo del sujeto y que dan lugar
a movimientos que no son controlables por la voluntad.
La ausencia de conducta se limita a la voluntad de causar el resultado.
Involuntariedad o involuntabilidad.
La incapacidad psíquica de conducta se da en los hechos en que no participa la
voluntad del hombre que los causa, es decir, de que carece la capacidad psíquica de
voluntad. Si tomamos en cuenta que dicha incapacidad está dada por el estado de
inconsciencia, hay que decir que el concepto de conciencia es una cualidad inherente
a la actividad psíquica que hace que tengamos conocimiento de ella.
Para Henri Ey, la conciencia se presenta como una estructura completa que vincula al
sujeto consigo mismo, con los demás y con su mundo. Esta actividad se constituye
entre dos polos: los datos inmediatos y la actividad reflexiva.
El delito requiere siempre que el autor tenga capacidad psíquica, y a eso se lo
denomina capacidad para el delito. Cuando no media la voluntad psíquica estamos
frente a una ausencia de conducta por involuntabilidad.
Estos casos, en donde estamos frente a un estado de inconciencia, pueden deberse a:
alcohol, narcóticos, trance hipnótico, epilepsia, síntoma postraumático.
Este estado de inconsciencia se caracteriza por ser transitorio. Son episodios. Por eso
se denominan trastornos mentales transitorios completos que producen inconsciencia
transitoria, perturbación grave de la voluntad, del juicio y de la inteligencia, llegando al
estado de inconsciencia. Hay automatismo y descarga motriz.
Involuntabilidad por incapacidad para dirigir las acciones: la incapacidad para dirigir los
movimientos como consecuencia de alguna patología mental da lugar a la ausencia de
conducta.
Estos casos hacen referencia a ciertos estados de perturbación de la volición, en que
el aspecto cognoscitivo y la capacidad comprensiva quedan intactos pero, no obstante,
la dirección de las acciones se torna incontrolable para el sujeto, no consistiendo esto
en meros automatismos o reflejos, como por ejemplo, estados fóbicos graves, las
compulsiones graves. Lo que se dificulta es el control en la dirección de las acciones,
pero el sujeto sabe lo que su acción significa, pero no se le puede pedir otra acción, se
trata de una causa de inimputabilidad.
La involuntabilidad procurada se da en el caso en que el sujeto se procura un estado
de incapacidad psíquica realizando, de esta forma, una conducta (por ejemplo el que
sabe que tomar alcohol lo torna violento) en estos casos la conducta de procurarse la
incapacidad causa directamente el resultado lesivo, pues el sujeto se vale de su
cuerpo como si fuese una maquinaria y una vez en este estado solo hay causalidad.
Por lo tanto NO hay ausencia de conducta.
Tipo y tipicidad.
El tipo penal es un instrumento lega lógicamente necesario de naturaleza descriptiva,
que tiene como función individualizar las conductas humanas prohibidas. Es la forma
en que aparecen descriptas en la ley las conductas que constituyen delito.
Ahora bien, decimos que es un instrumento porque se trata de formas legales que
sirven para individualizar las conductas que están sancionadas penalmente. Sin la
tipicidad no se podría analizar la culpabilidad ni la antijuricidad. Los elementos
descriptivos son los más importantes para individualizar conductas, siendo el más
relevante de ellos el verbo tipo que es el que connota la acción: al que matare, el que
se apoderare.
Los elementos normativos del tipo necesitan una cierta valoración jurídica, es decir
que se entiende por eso.
La tipicidad es la cualidad o característica que presenta una conducta que se adecua a
un tipo penal.
El juez comprueba la tipicidad comparando una conducta particular realizada, con la
individualización típica para ver si se adecua o no a la misma. A esto se lo denomina
juicio de tipicidad.
Los tipos legales o judiciales: existen en todo sistema jurídico. Siempre está en la ley y
es una garantía de que si una conducta no está descripta en la ley, no se constituye
delito.
Dentro del código penal se encuentra con tipos abiertos y tipos cerrados:
a) Los tipos cerrados se autoabastecen a sí mismos, no es necesario ir a buscar
otra interpretación diferente a lo que dice.
b) Los tipos abiertos, las conductas no están totalmente individualizadas dentro
del tipo legal. Necesitan una interpretación por parte del juez, dado que no está
claramente definida y el juez deberá interpretar cual es la conducta prohibida.
La tipicidad conglobante cumple una función correctiva respecto de la tipicidad penal.
Conglobar significa cotejar la conducta típica con todo el ordenamiento jurídico:
laboral, civil, etc. con la finalidad de asegurarse de que no se está en presencia de un
caso de atipicidad conglobante, por encontrarse permitida en otras normas. Por lo
tanto para verificar sin una conducta es pasible de ser punible habrá que realizar la
siguiente formula: tipo legal + tipo conglobante = tipo penal.
Los tipos pueden ser activos u omisivos:
a) Tipo activo es aquel que describe la conducta prohibida. Los tipos activos
constituyen el grueso de los tipos penales.
b) El tipo omisivo describe la conducta debida, o sea, que lo que está sancionado
es la no realización de una conducta.
La acción y la omisión son dos técnicas diferentes para prohibir conductas humanas.
El tipo tiene dos aspectos; uno objetivo y otro subjetivo:
a) El objetivo del tipo hace referencia a la parte externa de la conducta.
b) El subjetivo está relacionado con el dolo y con la culpa.
El tipo doloso siempre implica la acusación de un resultado pero se caracteriza porque
requiere también la voluntad de causarlo. Esta voluntad del resultado, la
intencionalidad con que se realiza una conducta es propiamente el dolo. El autor quiso
y busco el resultado obtenido.
Este puede ser directo o dolo de primer grado, indirecto o dolo de segundo grado y
eventual.
a) El dolo directo o de primer grado: es aquel en que el autor quiere directamente
la producción del resultado típico. Se propone el fin.
b) El dolo indirecto o de segundo grado: se constituye a partir de los medio
seleccionados para obtener una determinada finalidad. Ello implica que el autor
desea un resultado, pero tiene conocimiento de que los medios que ha elegido
para obtenerlo, lo llevara además, a provocar necesariamente otro resultado,
no querido, pero que le es indiferente.
c) El dolo eventual: lo que se lleva a cabo es también un hecho por el cual se
puede provocar eventualmente un resultado dañoso, que si bien no se desea
no impide el accionar.
El tipo culposo se caracteriza por la no intencionalidad en la provocación del resultado
obtenido. No se individualiza la conducta por la finalidad, sino que, por la forma en que
se obtiene el resultado, el elemento que constituye la tipicidad de la misma será la
violación de un deber de cuidado. Este tipo puede darse por: negligencia, imprudencia,
o impericia.
La negligencia es una falta grave en el actuar, descuido u omisión.
La impericia tiene que ver con la falta total o parcial de pericia, entendiendo a la misma
como los conocimientos científicos y técnicos, experiencia y habilidad en el ejercicio de
una profesión u oficio.
La imprudencia es entendida como un exceso en el actuar, realizando un acto con
ligereza, sin la adecuada precaución.
La culpa consciente o la culpa con representación implican que el sujeto se representa
mentalmente que su quehacer puede provocar un resultado no deseado, pero confía
en que conseguirá evitarlo.
En la culpa inconsciente o sin representación al sujeto ni se le planteó la posibilidad de
que puede obtener un resultado no deseado, no hay representación previa al suceso.
También nos encontramos con el tipo preterintencional. Este es el caso en que se
observa una conducta dolosa por dirigirse a un fin típico, pero, conjuntamente se
observa una conducta culposa por la causación de un resultado distinto al buscado.
Atipicidad.
El error de tipo es la falla en el conocimiento de los elementos del tipo penal, ya sea
por equivocación o por ignorancia. Este es el caso que determina la ausencia de dolo
cuando n habiendo tipicidad objetiva, falta o es falso el conocimiento de los elementos
requeridos por el tipo (cree que dispara a un oso pero le pega a una persona, hay un
error sobre la cosa que es objeto de la acción) es decir que el error o la ignorancia
impiden comprender la criminalidad del acto, el sujeto no puede imaginarse que con
esa acción se realice la comisión de un acto prohibido por la ley.
Causas de justificación:
Hacen referencia a ciertos preceptos permisivos que justifican una conducta típica:
La legítima defensa es el único caso que encuentra su fundamento en el principio de
que nadie puede ser obligado a soportar lo injusto. Las condiciones para que sea
viable la legítima defensa son: que se realice una agresión ilegitima, que no haya
habido provocación y que los medios empleados para repeler la agresión sean
proporcionales a los usados para la realización de la misma. La legítima defensa
puede ser propia o de terceros. (La diferencia es que en la de terceros pueden
participar de la defensa en caso que no hayan participado en la provocación)
El estado de necesidad justificante, encuentra su fundamento en la necesidad de
salvar un interés mayor sacrificando uno menor, en una situación no provocada, de
conflicto externo. Por lo tanto, cuando se causa un mal para evitar otro mayor que es
inminente y no fue provocado por el sujeto que se encuentra en tal estado.
En el estado de necesidad el autor debe actuar con el fin de evitar un mal motor para
el bien jurídico de un tercero o del que actúa, incluso del mismo afectado. Para
establecer el mal menor se toma en cuenta: la jerarquía de los bienes jurídicos, la
magnitud de la lesión amaneada y el grado de proximidad del peligro, que la amenaza
no la haya provocado el autor del mismo con una conducta que al menos haga
previsible la producción de la misma, y que el autor no debe estar obligado a soportar
el mal.
Es necesario el conocimiento de la situación de necesidad y la finalidad de evitar un
mal mayor. Por mal debe entenderse la afectación del bien jurídico que puede ser lo
que realiza la conducta típica, como de un tercero. Puede provenir de cualquier fuente,
debe ser inminente, debe ser inevitable de otro modo
Culpabilidad:
La culpabilidad es la última característica que tiene que tener una conducta típica y
antijurídica para ser un delito. Es un reproche de naturaleza jurídica que se le hace al
autor de una conducta típica y antijurídica que pudiendo en el hecho concreto actuar
conforme a derecho, no lo hizo. Es un juicio de reproche jurídico-penal que se le hace
al autor de un injusto
Este reproche está fundado en que en la situación concreta el sujeto tuvo la opción de
actuar conforme a derecho. Es la reprochabilidad del injusto. Es culpable, el injusto,
cuando el autor le es reprochable la realización de una conducta por no se motivó en
la norma. Culpable es el sujeto capaz –pasible- de que se le reproche un injusto.
Es decir, que el sujeto puede haber hecho algo distinto a lo que hizo y que además le
era exigible jurídicamente en esas circunstancias.
La reprochabilidad presupone la posibilidad de comprensión de la criminalidad de la
conducta y que el ámbito de autodeterminación del sujeto haya tenido cierta amplitud.
La comprensión de la criminalidad de los actos es entender que son antijurídicos.
La dirección de las acciones implica que el sujeto haya podido adecuar las mismas a
la comprensión de su antijuricidad.
La imputabilidad es la capacidad psíquica de culpabilidad. Para que un sujeto es
imputable debió haber podido comprender la criminalidad de su conducta y haber
podido dirigir sus acciones.
Inculpabilidad.
Existen diferentes causas que hacen desaparecer algunos de los dos aspectos de la
culpabilidad: son las llamadas causas de inculpabilidad. Se excluye el reproche porque
el autor de la conducta no se le puede exigir otra cosa.
Dos causales de inculpabilidad por la no posibilidad de exigir comprensión de la
criminalidad
a) La inimputabilidad por imposibilidad psíquica de comprensión se relaciona con
la insuficiencia de las facultades mentales y la alteración morbosa de las
mismas. Cuyo carácter es ignorado por el enfermo o mal comprendido y que
impide la adaptación al medio y a las normas sociales.
b) El error de prohibición que es el error o falso conocimientos de la norma
prohibitiva o de un precepto permitido. El sujeto sabe lo que hace pero cree
que esta permitido.
I- Puede ser en el conocimiento directo de la norma. Aborto legal en
EEUU y en argentina NO.
II- Puede ser en el conocimiento de un permiso.
III- El autor supone falsamente que existe una causa de justificación
IV- Lo que se supone falsamente es un hecho que de haber existido
hubiera permitido justificar la conducta.
El estado de necesidad inculparte o exculpan te elimina la culpabilidad cuando se
actúa la conducta bajo un estado de necesidad inculparte.
Artículo 34 del Código Penal: Cada elemento del aspecto negativo de la Teoría
del Delito se encuentra englobado dentro de las causales del Art. 34° del Código
Penal Argentino, el cual reza textualmente:
“No son punibles:
1. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de
sus facultades mentales, alteración morbosa de las mismas, o por su estado de
inconsciencia, error o ignorancia, de hecho no imputable, comprender la criminalidad
del acto o dirigir sus acciones. En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la
reclusión del agente en un manicomio, del que no saldrá sino por resolución judicial,
con audiencia del ministerio público y previo dictamen de peritos que declaren
desaparecido el peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o a los demás.
2. El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de sufrir un
mal grave e inminente.
3. El que causare un mal para evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño
4. El que obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio de un
derecho autoridad o cargo.
5. El que obrare en virtud de obediencia debida
6. El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieran
las siguientes circunstancias:
a. Agresión ilegitima
b. Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla
c. Falta de provocación suficiente por parte del que se defienda
7. El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro siempre que
concurran las circunstancias de a y b del inciso anterior y en caso de haber precedido
provocación suficiente por parte del agredido, la de que no haya participado en ella el
tercero defensor”.
Los trastornos mentales y su relación con la trasgresión penal.
Inimputabilidad: sujeto peligroso
Imputabilidad: Imputar implica asignar, atribuir, poner en la cuenta o a cargo de
alguien. Existen dos escuelas que refieren al tema de la imputabilidad:
La imputabilidad es la capacidad de reproche jurídico, es decir, que pueda comprender
la criminalidad de la acción cometida. La persona a la que se le atribuye debe poseer
una integridad biopsicológica que permita que se lo pueda hacer responsable de una
acción u omisión que devenga en un delito. Es así que implica:
1. Capacidad para comprender la criminalidad del acto (evaluamos el estado de
las funciones de la conciencia, mecanismos de defensa, modalidad para establecer
vínculos).
2. Capacidad para dirigir las acciones de acuerdo a dicho entendimiento
(evaluamos el control de los impulsos, la tolerancia a la frustración, el estado
emocional).
En términos prácticos el hecho de que un sujeto sea inimputable por causa de
enajenación mental es asimilable a decir que es un sujeto peligroso para sí y para la
sociedad.
La Peligrosidad: Es la probabilidad de que un sujeto de acuerdo a sus condiciones
psicofísicas realice una conducta auto o heteroagresiva. Si ya realizo esta conducta
entra en lo llamado “estado peligroso”, un estado jurídico biológico que surge de la
estructura psicofísica-social del individuo y que le confiere probabilidad de infringir la
ley.
Ahora bien el perito debe considerar que el análisis que realiza este fundado en el
contexto en que el episodio sucedió porque puede darse la posibilidad de que el sujeto
en el momento en que efectuao la acción divaliosa, estuviera en una situación de
perturbación que afectara su conducta habitual. Debe centrarse en la situación misma.
La evaluación pericial tendrá en consideración los aspectos ligados a la capacidad de
comprender la criminalidad de la acción que se realizara y por el otro, a la capacidad
de dirigirse de acuerdo a esa comprensión.
La comprensión no es el mero entendimiento que implica simplemente la captación,
sino que implica captar y aprehender o apropiarse del concepto, internalizarlo y
hacerlo propio.
Entonces deberá evaluarse la estructura de la personalidad y las alteraciones
psicopatológicas, el estado de las funciones psíquicas superiores al momento de la
acción y las posibles alteraciones que pudieren haber sufrido, mecanismos defensivos,
capacidad judicativa, modalidad vincular, capacidad de controlar los impulsos, nivel de
tolerancia a la tensión y a la frustración, nivel de ansiedad y otras variables que
puedan aparecer.
Se deberá considerar también la posibilidad de que, durante la evaluación, el sujeto
manifieste signos ante los cuales se infiera:
• Simulación: producción voluntaria de síntomas psíquicos o físicos falsos o
exagerados, con el fin de evidenciar patología.
• Disimulación: el sujeto intenta dar la impresión de normalidad y observamos
una exacerbación del control ideacional, pseudo adaptación a la realidad.
• Sobresimulación: realizada por el sujeto que padece trastornos mentales
cuando prolonga los síntomas de una patología ya superada.
Debemos tomar en cuenta si hay discrepancias entre lo exhibido por el paciente y lo
concluido habrá que prestar atención al lenguaje gestual y verbal, congruencias e
incongruencias del mismo, la sintomatología general que se nos presenta, las técnicas
proyectivas en su conjunto, todo esto nos permitirá diagnosticar simulación,
disimulación y sobresimulación.
Retraso mental:
La característica del retraso mental es una capacidad intelectual general
significativamente inferior al promedio que se acompaña de limitaciones significativas
de la actividad adaptativa. La capacidad delictiva depende del nivel de gravedad del
retraso mental y de su modalidad clínica. Por un lado, a mayor grado de retraso
mental, menor será la posibilidad de que cometa actos delictivos. Por otro lado, la
forma eretica –intranquila, irritable o activa- da lugar a mayor conflictividad que la
forma tórpida –apática, tranquila o pasiva-. Son inimputables.
Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
Su presencia incapacita al sujeto para valorar adecuadamente la realidad y para
gobernar rectamente su propia conducta.
Delirium.
Es un síndrome, no una enfermedad. Responde a diversas causas que presentan un
patrón de síntomas similares en lo que se refiere al nivel de deterioro cognitivo y de
conciencia del paciente. La mayoría de las causas del delirium son ajenas al sistema
nervioso central. Tiene un deterioro cognitivo general. Si se demuestra que la acción
se produjo en un estado de delirium establecido y pleno la inimputabilidad es positiva,
ya que le impide comprender lo injusto del hecho. Cuando no es la sintomatología tan
intensa no se puede anular la imputabilidad.
Demencias:
Se caracterizan por el desarrollo de múltiple déficit cognoscitivo que incluye el
deterioro de la memoria. Se exime la responsabilidad. El problema surge en los
periodos iniciales de la enfermedad donde la sintomatología todavía no es muy
evidente, por eso es importante aún estudio pleno del caso.
Trastornos del estado de ánimo.
Trastornos de la personalidad.
Trastornos mentales transitorios: En los mismos se deberá evaluar el grado de
emoción, la aparición súbita, la duración temporaria y la conmoción psíquica global.
Tener en cuenta también el factor desencadenante en el actuar de la persona
predispuesta. Las características que debe presentar la sintomatología son las
siguientes:
1) Que haya sido desencadenada por una causa inmediata y fácilmente
evidenciable
2) Que su aparición haya sido brusca
3) Que su duración haya sido breve
4) Que cure de forma igualmente rápida
5) Que haya surgido sobre una base de personalidad del Sujeto que lo
predisponga a la misma
Dentro de estos estados mentales transitorios se hallan:
• Emoción violenta: Ficción jurídica: un sujeto actúa realizando una conducta
tipificada como delito en circunstancias en que siente que él o su familia están merced
a una situación de peligro. El Sujeto actúa con perturbación de la capacidad de
síntesis, tendencia al automatismo, sin llegar a suprimir la conciencia. La memoria
evidencia falta de nitidez y lagunas, hipomnesia y tendencia a conducta impulsiva. La
ley lo contempla como atenuante en el actuar.
• Emoción patológica: equivale al trastorno mental transitorio completo,
perturbación grave de la voluntad, el juicio y la inteligencia, llegando al estado de
inconsciencia. Hay automatismo, descarga motriz y amnesia total del acto realizado. A
un Sujeto en tal situación no se le puede exigir otra conducta distinta y, por ende, se
trata de una causa de inimputabilidad: es un eximiente de punibilidad penal.
La psicología jurídica ante la resocialización del sujeto transgresor a la ley
penal.+
Aspectos legales
Hablar de resocialización de los sujetos transgresores a la ley penal, remite siguiendo
nuestro derecho positivo, la transgresión a la ley penal implica la comisión de un delito.
Este queda definido por la descripción de los tipos penales, es decir, la descripción de
la conducta que se pena. Es punible cualquier conducta descripta en el código penal
como delictiva.
Se requiere de los psicólogos, de su intervención para el tratamiento de la
problemática para aquellas personas privadas de su libertad. Es necesario que el reo
pueda rehabilitarse durante el cumplimiento de la pena privativa de la libertad, que
adquiera la capacidad de respetar y comprender la ley, así como también la gravedad
de sus actos y de la sanción impuesta, procurando su adecuada reinserción social.
Los sujetos transgresores a la ley penal.
No existe al momento un perfil psicológico univoco que identifique a los sujetos
autores de delitos, ni siquiera cuando existe identidad entre las conductas realizadas.
Sin embargo, la observación y evaluación de ciertos aspectos de estos sujetos resulta
primordial para determinar su diagnóstico y terapéutica. Así el examen de la
personalidad de base y los antecedentes personales son pilares fundamentales para la
labor del psicólogo jurídico.
La historia vital de los sujetos transgresores de la ley penal, aportara la clave de las
conductas cometidas, a la luz de la constelación familiar, estrato sociocultural y
económico, nivel educacional, gustos recreacionales, historial laboral y antecedentes
médicos. Esto brinda una síntesis integrativa de los motivos psicosociobiologicas que
promovieron la transgresión.
Instituciones de rehabilitación social.
Existen cinco problemas o necesidades principales de los sistemas penitenciarios de
américa latina:
a) Ausencia de políticas integrales.
b) Hacinamiento carcelario.
c) Deficiente calidad de vida de los prisioneros.
d) Insuficiente personal penitenciario y sin capacitación
e) Falta de programas de capacitación y de trabajo para las personas persas.
Autores hablan sobre el paradigma RE, que tiene como propósito resocializar y
reinsertar socialmente a los sujetos privados de libertad. Se debe anular un supuesto
carácter peligroso actual o potencial de esta población, definiendo así un interés
superior de defensa de la sociedad.
El propio fracaso de la prisión es su razón de existencia, ya que cumple con su
verdadera función, que es la de mantener fuera de la convivencia social a
determinados sujetos y grupos. La cárcel supone un sistema total. Funciona de
manera autónoma con sus propias normas, sus diferentes roles, patrones de
comportamiento, sistemas y códigos de comunicación, estilo de vida, sus grupos.
Al proceso de incorporación y paulatina adaptación a este peculiar hábitat alternativo
se lo llama prisionizacion o enculturación. Cosiste en la progresiva asunción por parte
de la persona presa de una forma de vida, en el aprendizaje de nuevas habilidades y
consistencias comportamentales, la cual tiene efectos negativos sobre la
resocialización.
La prisionizacion, la adopción de la subcultura carcelaria comporta la aceptación del
rol de preso, socialmente desvalorizado, la acumulación de información sobre el
funcionamiento de la cárcel, la modificación de los modos de comer, vestir, dormir y
trabajar, el uso del argot carcelario, el reconocimiento de no estar en deuda con la
institución por satisfacer sus necesidades básicas y el deseo de un buen trabajo en el
establecimiento.
Los efectos de la prisionalizacion son:
a) Aumento del grado de dependencia de los sujetos encarcelados debido a un
amplio control conductual a que se ven sometidos.
b) Devaluación de la propia imagen y disminución de la autoestima, concebidas
como la valoración que el sujeto realiza y mantiene de sí mismo.
c) Aumento de los niveles de dogmatismo y autoritarismo de los presos.
d) Aumento de ansiedad.
Goffman expone un conjunto de consecuencias que describen el impacto de la cárcel
sobre el sujeto:
a) Desculturacion: que incapacita al sujeto a adaptarse nuevamente a la sociedad
libre
b) Mutilación del yo: por las distintas condiciones de las instituciones totales.
c) Alta tensión psíquica
d) Creación de un estado de dependencia de estilo infantil con pérdida de
volición, autodeterminación y autonomía, debido a la exhaustiva programación
de la existencia en el establecimiento que tiene incidencia negativa en la
identidad del sujeto.
e) Sentimiento de tiempo perdido, robado.
f) Producción de una actitud egoísta.
g) Estigmatización como categorización social del atributo de ex recluso con el
rechazo de la sociedad.
Tres serían las dificultades mayores para la integración social de la persona
excarcelada:
a) Un trabajo con lo que supone una elevación de autoestima, de autonomía
económica, organización del tiempo. Contra esto choca la escasa capacitación
y experiencia laboral
b) Soporte familiar y relacional para normalizar los vincular y resistir las
frustraciones y decepciones de las primeras semanas.
c) Soporte psicosocial: el apoyo de una red de contención social favorece el
equilibrio emocional.
Modulo 5- Ley de Adopción N° 24.779 (1997)
Establece que la adopción de menores emancipados se otorga solamente a través de
sentencia judicial, a pedido del adoptante. Por lo tanto la labor del Juez consistirá en
evaluar cada situación en particular, a través de estudios específicos que estarán a
cargo de profesionales idóneos, quienes corroborarán si están dados los requisitos de
forma y fondo que exige este instituto.
Existen 2 tipos de adopción:
1. Plena: le da al adoptado una filiación que sustituye la de origen,
extinguiendo el parentesco y obteniendo el adoptado los mismos derechos y
obligaciones que el hijo biológico. Es irrevocable.
2. Simple: confiere al adoptado la posición de hijo biológico pero no crea
vínculo de parentesco con la flia biológica del adoptante. Los hijos adoptivos del
mismo adoptante, serán considerados hermanos entre sí. La adopción de un hijo del
cónyuge siempre será una adopción simple. Subsisten y no se sustituyen los lazos
entre el adoptado y la flia de origen, los derechos y deberes que resulten del vínculo
biológico del adoptado no quedan extinguidos por la adopción. Dichos casos están
contemplados en situaciones tales como padres con graves patologías mentales, que
los inhabilitan para ejercer el paternaje, pero es beneficioso para el niño la
continuación del vínculo afectivo, o en los casos en que hubieren derechos sucesorios
en los cuales está contemplado el menor. Es revocable en los siguientes casos:
a) Por haberse negado alimentos sin causa justificada
b) Por petición justificada del adoptado mayor de edad
c) Por acuerdo de partes manifestado judicialmente cuando el
adoptado fuere mayor de edad.
Después de otorgada la adopción plena no es reconocible el conocimiento del
adoptado por sus padres biológicos, mientras que después de la adopción simple sí es
admisible el ejercicio de la acción de filiación. El adoptado tiene derecho a conocer su
realidad biológica y podrá acceder al expediente a partir de los 18 años de edad.
El adoptante deberá tener bajo su guarda al menor durante un lapso mínimo de seis
meses para iniciar el juicio de adopción.
Los requisitos para que un niño sea dado en adopción son:
1. Cuando no tenga filiación acreditada (abandonados)
2. Cuando los padres hubiesen perdido la patria potestad.
3. Cuando estuviese en un establecimiento asistencial por más de un año
sin noticia de los padres
4. Cuando los padres hubiesen manifestado expresamente la voluntad de
que su hijo sea adoptado
5. Cuando es huérfano de padre y madre.
Requisitos para la adopción:
No se puede ser adoptado por más de una persona simultáneamente,
salvo que los adoptantes sean cónyuges se podrá otorgar una nueva
adopción sobre el menor.
El adoptante debe ser 18 años mayor que el adoptado.
Se podrá adoptar a varios menores de uno y otro sexo simultáneamente
o sucesivamente.
La existencia de descendientes no impide la adopción, aquellos podrán
ser oídos por el juez o tribunal.
Residencia en el país mínimo 5 años anteriores a la petición.
Personas que no están en condiciones de solicitar adopción:
a) Menores de 30 años.
b) Cónyuges que tengan más de 3 años de casados, o que puedan
acreditar la imposibilidad de tener hijos.
c) Quienes no fijen residencia permanente en el pais por un periodo
mínimo de cinco años.
d) Los ascendientes a sus descendientes
e) Hermanos mayores a hermanos menores de edad.
Las personas casadas solo podrán adoptar si lo hacen de manera conjunta. El
adoptante deberá cumplir una guarda no menor a 6 meses ni mayor a un año. El juicio
comenzara luego de 6 meses de guarda.
Requisitos para otorgar la guarda:
A- Citar a los progenitores del menor a fin de que presten consentimiento
para otorgar la guarda. Esta citación se hará dentro de los sesenta días posteriores al
nacimiento. Esto no será necesario en los casos en que el menor esté en un
establecimiento asistencial y sus padres se hubieran desentendido del niño por un
periodo de tiempo de más de un año de desamparo o cuando los padres hubiesen
perdido la patria potestad.
B- Tomar conocimiento personal del menor por parte del juez.
C- Tomar conocimiento de las condiciones personales, edades y aptitudes
del o de los adoptantes y de la familia biológica del menor; a través de la opinión de
equipos técnicos, teniendo en consideración las necesidades e intereses del menor.
Reglas del juicio de adopción:
La acción legal debe llevarse ante el juez o tribunal del domicilio del
adoptante o donde se otorga la guarda.
Son partes: el adoptante y el Ministerio Público de Menores
El juez oirá, si lo juzga conveniente, al adoptado, y valorará si la
adopción es lo más adecuado. Los adoptantes deberán asegurarle las necesidades
materiales, educativas y emocionales.
Las audiencias serán privadas y el expediente será secreto y reservado,
solo tendrán acceso a él las partes interesadas, letrados y peritos intervinientes.
deberá constar en la sentencia q el adoptante se ha comprometido a
hacer conocer al adoptado su realidad biológica y éste tiene derecho a acceder al
expediente a partir de los 18 años.
En todos los casos se valorará el interés del menor.
El adoptante deberá tener bajo su guarda al menor durante un lapso mínimo de 6
meses. Permite la evaluación de la pareja o persona. Pasado este periodo se inicia el
juicio de adopción. La adopción debe inscribirse en el registro del estado Civil y
Capacidad de la personas.
La llamada adopción ilegal: sustitución de estado: En general escuchamos hablar de
adopción legal e ilegal como si existieran dos modalidades dentro de esta institución,
pero debemos tener en claro que la adopción siempre es legal, ya que consiste en la
incorporación de un menor dentro de una familia, confiriendo al adoptado una filiación
determinada, de acuerdo al tipo de adopción que corresponda. Pero no todas las
parejas incapacitadas para procrear recurren a este proceso legal, la modalidad ilegal
refiere a toda situación en la que se altera una partida de nacimiento, inscribiendo
como hijo biológico a quien en realidad no lo es y manteniendo oculto el verdadero
origen de los niños).
Si preguntamos porque se ha actuado así, se nos dirá que ha sido para evitar todos
los trámites que se deben realizar para una adopción, para acortar los tiempos de
espera, para evitar que terceros evalúen su accionar en la intimidad, etc. Pero lo que
en realidad sucede es que no hacer explícita la imposibilidad de procrear tiene que ver
con la no elaboración de dicha incapacidad biológica y con la culpa por sentirse
incompletos al no poder engendrar un hijo, hallándose sometidos a un imperativo
interno que les indica que de no tener hijos no estarían cumpliendo con los mandatos
de la novela familiar. De esta manera, al no evidenciar ante terceros tal imposibilidad
y, considerando a ese hijo como "verdadero", creen poder superar esta situación. Pero
lo que en realidad sucede es que, ocultando el verdadero origen del niño no sólo no se
sienten tranquilos sino que viven angustiados y con fantasías sobre el hecho de
haberse apropiado de algo que no les pertenece, sobre el cual no tiene ningún
derecho y al que, por lo tanto, no pueden poner límites ya que temen que algún día los
abandone.
Nulidad: La adopción quedara nula en violación de los preceptos referentes a:
la edad del adoptado.
Diferencia entre la edad del adoptante y adoptado.
La adopción que hubiese tenido un hecho ilícito
La adopción simultánea por más de una persona salvo adoptantes
cónyuges.
Adopción de descendientes.
Adopción de hermanos.
Ley de Protección contra la Violencia Familiar N° 24.417
Protección contra la Violencia Familiar (Fuero Civil)
La violencia familiar se la considera un conflicto intrafamiliar y social. Se adopta
la vía civil, y si hay lesiones se inicia una denuncia penal. Si la víctima es un mayor
puede decidir no iniciar la causa penal, si en cambio es un menor, se inicia
automáticamente. La ley protege a la víctima para que pueda recibir el auxilio que
necesita y evite la continuación del maltrato.
Es obligatorio denunciar el hecho cuando la violencia es ejercida sobre niños,
ancianos, incapaces o discapacitados. El denunciante no tiene que probar el maltrato
ni cómo ni cuándo sucedió el mismo; una vez hecha la denuncia será la justicia la
encargada de evaluar el hecho. El profesional que no denuncie puede incurrir en el
delito de abandono de persona y/o cometer un acto de mala praxis por inobservancia
de los deberes a su cargo.
La presente ley contempla la intervención de peritos a los efectos de evaluar la
dinámica familiar teniendo en cuenta el daño causado a la víctima y los indicadores de
una eventual situación de riesgo. Debe informar al juez los indicadores de riesgo para
poder así tomar medidas cautelares como: exclusión del victimario del hogar,
prohibición de acercarse a la casa, trabajo o lugar de estudio, tenencia de los hijos,
régimen de visitas supervisadas, interacción de la víctima, indicación de tratamiento.
En cuanto a la prevención, plantea 3 niveles:
1) Prevención primaria: se dirige a las raíces mismas de la violencia. Tiene
como objetivo eliminar los aspectos de la vida social o familiar que provocan la
insensibilidad respecto al otro, el odio y el sentimiento de inferioridad.
2) Prevención secundaria: hay que conocer los grupos de riesgo a fin de
detener la violencia en el seno de la familia. Grupos de riesgo: niños; condiciones
socioeconómicas; padres alcohólicos o drogadependientes; padres de la tercera edad
que conviven con la familia; la mujer pensada como objeto sexual. Prestar ayuda a
estas personas ofreciendo servicios de consulta familiar, servicios ambulatorios en
hospitales.
3) Prevención terciaria: asistencia y tratamiento de todas las personas que
conforman la familia que ha padecido algún tipo de violencia por lo menos 1 vez.
Se confecciona el diagnóstico a través de la valoración clínica, el diagnóstico
psicológico, el diagnóstico social y ambiental, la evaluación del riesgo (gravedad de las
consecuencias, características de la víctima, historia previa, acceso del perpetrador al
niño, etc) reunión y estrategia: las distintas acciones a realizar pueden ser:
tratamientos psicológicos individuales y familiares, acciones legales, tratamientos
médicos, seguimiento, etc.
ARTICULO 1º — Toda persona que sufriese lesiones o maltrato físico o
psíquico por parte de alguno de los integrantes del grupo familiar podrá
denunciar estos hechos en forma verbal o escrita ante el juez con competencia en
asuntos de familia y solicitar medidas cautelares conexas. A los efectos de esta ley se
entiende por grupo familiar el originado en el matrimonio o en las uniones de hecho.
ARTICULO 2º — Cuando los damnificados fuesen menores o incapaces,
ancianos o discapacitados, los hechos deberán ser denunciados por sus
representantes legales y/o el ministerio público. También estarán obligados a
efectuar la denuncia los servicios asistenciales sociales o educativos, públicos o
privados, los profesionales de la salud y todo funcionario público en razón de su labor.
El menor o incapaz puede directamente poner en conocimiento de los hechos al
ministerio público.
ARTICULO 3º — El juez requerirá un diagnóstico de interacción familiar
efectuado por peritos de diversas disciplinas para determinar los daños físicos y
psíquicos sufridos por la víctima, la situación de peligro y el medio social y ambiental
de la familia. Las partes podrán solicitar otros informes técnicos.
ARTÍCULO 4º — El juez podrá adoptar, al tomar conocimiento de los hechos
motivo de la denuncia, las siguientes medidas cautelares:
a) Ordenar la exclusión del autor, de la vivienda donde habita el grupo familiar;
b) Prohibir el acceso del autor, al domicilio del damnificado como a los lugares
de trabajo o estudio;
c) Ordenar el reintegro al domicilio a petición de quien ha debido salir del
mismo por razones de seguridad personal, excluyendo al autor;
d) Decretar provisoriamente alimentos, tenencia y derecho de comunicación
con los hijos.
El juez establecerá la duración de las medidas dispuestas de acuerdo a los
antecedentes de la causa.
ARTICULO 5º — El juez, dentro de las 48 horas de adoptadas las medidas
precautorias, convocará a las partes y al ministerio público a una audiencia de
mediación instando a las mismas y su grupo familiar a asistir a programas educativos
o terapéuticos, teniendo en cuenta el informe del artículo 3.
ARTICULO 6º — La reglamentación de esta ley preverá las medidas
conducentes a fin de brindar al imputado y su grupo familiar asistencia médica
psicológica gratuita.
ARTÍCULO 8º — Incorpórase como segundo párrafo al artículo 310 del Código
Procesal Penal de la Nación (Ley 23.984) el siguiente:
En los procesos por alguno de los delitos previstos en el libro segundo, títulos I,
II, III, V y VI, y título V capítulo I del Código Penal cometidos dentro de un grupo
familiar conviviente, aunque estuviese constituido por uniones de hecho, y las
circunstancias del caso hicieren presumir fundadamente que puede repetirse, el juez
podrá disponer como medida cautelar la exclusión del hogar del procesado. Si el
procesado tuviese deberes de asistencia familiar y la exclusión hiciere peligrar la
subsistencia de los alimentados, se dará intervención al asesor de menores para que
se promuevan las acciones que correspondan.
NUEVAS CONFORMACIONES FAMILIARES: INTERVENCIONES EN LA
CONTEMPORANEIDAD – Izcurdia.
El concepto de familia
Podría decirse desde una visión jurídica tradicionalista que, la familia ha sido
entendida a lo largo del tiempo como un conjunto de personas, fundado principalmente
en una pareja, y demás lazos consanguíneos y por afinidad (lazos legales).
Sin embargo, la simpleza que aparenta tal definición encubre no solo aspectos legales
sino estereotipos sociales y prejuicios discriminatorios que, en la actualidad, y a la luz
del derecho contemporáneo, en muchos casos, ya han sido modificados y derribados
Desde una perspectiva amplia, se pude definir a “la familia” como“… un grupo social
en el que se satisfacen las necesidades afectivas y sexuales, indispensables para la
vida social de los individuos y donde se protegen las generaciones que se desvinculan
del mercado laboral”
Partiendo de ello, debe señalarse que en el devenir histórico siempre han existido lo
que se denomina “familias mixtas o poligínicas”, que son el resultado de separaciones
de una unión legal o de hecho previos, y el establecimiento de una nueva unión, con
hijos en común que se suman a los hijos de tales relaciones pasadas
En argentina, el divorcio vincular estuvo vigente entre 1954 y 1956. Luego, recién en
1987 fue definitivamente legalizado; y posteriormente modificadas sus condiciones en
2016. En contraste, nuestro marco normativo detenta desde 1919 la instauración de lo
que se denominara por aquel entonces la “institución de la adopción”; y sucesivas
modificatorias, las más importantes de 1996 y 2016. Esta figura legal da lugar a la
constitución de un tipo de familia: “la familia adoptiva”, entendida como aquélla que
consolida el deseo y aptitud de paternar en el encuentro con un niño que necesita
padres amorosos y responsables; a través de un proceso legal.
Por otra parte, frecuentemente encontramos la llamada “familia monoparental”, la cual
funda su origen en en numerosas causas. Por ejemplo: ruptura o disolución del vínculo
conyugal, abandono de alguno de los cónyuges, fallecimiento de un miembro de la
pareja, privación de la libertad o de la patria potestad, decisión de ser madre o padre
solteros, entre otras.
Finalmente, se impone citar a las “familias de parejas de un mismo sexo”, las cuales
adquirieron estatuto legal en Argentina a partir de la ley de matrimonio civil que fuera
modificada en el año 2010 bajo el número 26.618
LA HOMOSEXUALIDAD Y OTRAS CARACTERIZACIONES DESDE LA MIRADA
JURÍDICA
El desarrollo de la identidad se constituye en un complejo proceso que comienza
desde la gestación misma; y encuentra su punto nodal en la adolescencia. Las
relaciones que se establezcan, y el manejo objetal, así como las sucesivas
identificaciones proyectivas irán conformando diversos aspectos de la identidad. Uno
de ellos, la identidad sexual, es decir la percepción subjetiva que una persona tiene
sobre sí misma en relación a pertenecer a uno u otro sexo.
Según Taliercio (2010): Homosexual es aquella persona quien ama el sexo dentro del
cual nació, encontrándose absolutamente identificada con el mismo. En tanto el
transvertismo es la utilización de vestimenta y elementos socialmente delimitados para
el sexo opuesto. Y, el transexual es aquel que odia al sexo dentro del cual nació al
punto tal que repudia su anatomía deseándola cambiar.
PARENTALIDAD
El concepto de parentalidad hace referencia a las actividades desarrolladas por los
padres y madres para cuidar y educar a sus hijos, al tiempo que promover su
socialización. La parentalidad no depende de la estructura o composición familiar, sino
que tiene que ver con las actitudes y la forma de interaccionar en las relaciones
paterno/materno-filiales.
A su vez, asociado a dicho concepto aparecen las nociones de capacidad de
procreación y competencia parental (función de protección, afecto, educación, de
estimulación, etc.). En relación a la capacidad de procreación nos encontramos en un
momento en que “ser padres asistidamente” se ha convertido un recurso invaluable
para aquellos que por incapacidad bilógica o elección objetal de un mismo sexo no
pueden concretar su deseo de ser padres por sí.
En esos casos, la ciencia, en sus ramas jurídica y médica, ha sabido hacer sus
aportes. La ley, en tanto brinda la posibilidad de concretar procesos de guarda y
adopción. Y a medicina, en tanto ha desarrollado métodos de fecundación asistida,
fertilización in vitro, por donación de material de fertilización; vientre subrogado;
métodos combinados.
EL ORIGEN DE LAS FAMILIAS CONTEMPORÁNEAS
La diversidad en los modelos de constitución familiar que hoy existen, ha sido el fruto
de una serie de circunstancias que dan cuenta de las transformaciones sufridas por la
familia en razón de disimiles circunstancias que han propiciado estos cambios. Entre
ellas, Vásquez Rúa (2011) y (Hoyos Boero (1996) mencionan las siguientes:
Urbanización y citadinización del país;
Espacios urbanos más pequeños;
Reducido número de miembros;
Vinculación de la madre al trabajo productivo;
Pareja providente y no progenitor-varón providente;
Los pares generacionales o etáreos de niños y jóvenes como referentes
obligados en la socialización básica;
Incidencia preponderante de instituciones del Estado (escuela, guarderías,
colegios) de la Iglesia, o de la sociedad civil (ONG) en la vida familiar;
Influencias de los medios masivos de comunicación sobre la población infanto-
juvenil;
Mayor importancia concedida por los padres a instituciones sociales o redes de
comunicación social, en razón del trabajo sobre las relaciones doméstico-
vecinales;
Cambio profundo y paulatino del rol femenino y materno; Cambios culturales;
La secularización de usos y costumbres en relación con el papel de mujer, del
hombre y de la familia,que han producido cambios al interior del hogar
Otros.
CAUSAS DE LAS DISFUNCIONALIDADES EN LA ACTUALIDAD
Aún con las variaciones en el modo de conformación de la familia que se han dado a
lo largo de la historia, podría decirse que las causas de disfuncionalidad no resultan
distintas ni excluyentes en la actualidad respecto de las de antaño. Podría ser que, los
factores que las desencadenan hayan cambiado su modo de expresión, pero el origen
de las mismas no sigue igual camino
Así, encontramos como diversas causas de las disfunciones vinculares en el contexto
familiar, como ser:
Fuentes de carencias y de estrés;
Presencia de enfermedades mentales o consumo de tóxicos;
Contexto familiar con características desfavorables;
Las condiciones psicosociales en las que vive la familia;
El escenario educativo que los padres o tutores han construido para realizar su
tarea;
Dificultades en la discriminación de roles y asunción de funciones;
Fallas en los modos de comunicación;
Otros.
Independientemente de la conformación estructural familiar a la que hagamos
referencia, siempre encontraremos diversos tipos de disfuncionalidad en su
interactuar, propiciados por la dinámica interna a la cual se hayan acostumbrado los
miembros de ésta. Estas disfuncionalidades dependen de la manera como los padres
asuman sus propios conflictos o dificultades conyugales y asuman la relación con sus
hijos.
Las relaciones que se establecen a través de la comunicación, se contextúan en un
marco social y cultural determinados, que condicionan la información que se
intercambia y transmite. En esta “vinculación” es donde se producen “alteraciones” que
perturban la “normalidad” del vínculo
El ser humano inserto en sociedad, transita por diversas instituciones a lo largo de su
vida (la familia, la primera de ellas). Ellas inscriben experiencias de connotación
positiva o negativa en la vida del sujeto, y a su vez, generan fenómenos de identidad y
subjetivación
En tal sentido, Rivera (1998) ha dicho que si bien está en continuo proceso de
construcción, y no se presenta como algo invariable, la subjetividad queda definida a
partir de las relaciones con el otro; siendo de suma relevancia la vida social que se
despliegue en la realidad.
El ser humano en su desarrollo, como parte de su proceso de adaptación al medio
ambiente, intenta construir una estructura mental para poder controlar la tendencia a la
entropía de su experiencia. A través de dicho proceso, el sujeto establece experiencias
repetibles y relaciones confiables y estables; lo que le permite armar un mundo al que
denomina realidad. De esta manera, el efecto de la comunicación produce que las
personas en su interacción logren estructuralmente coordinar sus conductas y co-
construir un mundo que les es común
Este proceso que se inicia en la familia, se continúa y complementa en otros grupos
sociales y su obstaculización dará resultados negativos en el individuo,
evidenciándose –entre otras cosasdificultades en la asunción y ejercicio de roles, en el
control de los impulsos, autoconcepto y autoestima perturbados, y expectativas
desajustadas. Cuando el sistema familiar funciona de manera distorsionada, aparecen
los distintos trastornos de personalidad, de relación y de adaptación
LA INTERVENCIÓN DEL PSICÓLOGO EN LA ACTUALIDAD
Las nuevas configuraciones familiares, obligan al profesional psicólogo a asumir una
posición ética y científica comprometida en el conocimiento y desarrollo del estudio de
las mismas tanto a nivel psicológico, como social y legal de modo fundamental.
Considerando que el ser humano no es un ser aislado, y que sus acciones son
condicionadas y condicionantes de un contexto más amplio que el familiar, el
psicólogo debe evitar encerrar su conocimiento en la vida intrapsíquica de un individuo
o en sus vinculo familiares, ya que ambos son parte de un macro sistema que aún hoy
cristaliza prejuicios y actos discriminatorios y hasta intimidantes ante los cambios
contemporáneos a nivel de la individualidad y la constitución familiar.
Apuntalar los aspectos señalados, propenderá a que el psicólogo ejerza su labor
terapéutica, acompañando y comprendiendo el universo y las instancias que
probablemente quienes recurren a él deban habitar y transitar.
La intervención pericial en procesos de familia.
Intervención del psicólogo en los procesos de separación conyugal.
El psicólogo interviene con familias en las que ha fracasado el intento de elaboración
de acuerdos y colaboración. La separación conyugal es conceptualizada como un
proceso que evoluciona y cambia con el transcurso del tiempo modificando las
posiciones de los que intervienen en ella.
Existen tres etapas globales en el proceso de la separación conyugal: la primera es la
previa a la separación propiamente dicha, donde las características que la define son
las dudas, la ambivalencia y la toma de decisiones. La segunda etapa se encuadra
durante la separación en la cual aparecen en los adultos, las posturas antagónicas. La
tercera etapa, es en la cual se logra un reequilibrio de las partes.
En este contexto la intervención del psicólogo, independientemente del momento del
proceso, ha de estar encaminada a reorganizar la familia para minimizar las
consecuencias negativas que la ruptura familiar con frecuencia implica. Las medidas
que tome el psicólogo siempre deben estar dirigidas para salvaguardar el interés
superior del niño.
No existe ninguna medida directa y precisa de decisión sobre la custodia infantil (salvo
donde hay violencia) y que estas solo pueden ser guiadas por aproximaciones, en
base a indicadores, considerando especialmente que no se pueden evaluar
indicadores aislados sino contextualizados y que la acumulación de factores no es
simplemente aditiva, sino progresiva y debe incluir un estudio de la familia completa en
todos sus aspectos y en su contexto.
Entonces el divorcio no es solo un problema jurídico sino que queda definido como un
problema psicosociojuridico. Los psicólogos que participan lo hacen en el ROL de
peritos, lo que hace que la intervención tenga valor de prueba, pero como tal el juez
decide.
El examen psicológico pericial.
Los objetivos son:
a) La valoración de los conflictos familiares desde una disciplina no jurídica,
desde la comprensión de los vínculos emocionales, comunicacionales y roles
familiares.
b) Facilitar las decisiones judiciales con información necesaria, pertinente.
c) Maximizar los recursos de la familia en crisis, ayudando a evitar o disminuir en
lo posible los riesgos no deseados para los niñes implicados.
Dichas intervenciones son acotadas en el tiempo, impuestas por la instancia jurídica y
no existe demanda de la familia y su finalidad no es la cura.
Las diferentes temáticas que el psicólogo interviniente en cuestiones de familia son:
a) Evaluación pericial de niñes en procesos de custodia, de reglamentación de
visitas, de privación de patria potestad o casos de maltrato o abuso infantil.
b) Evaluación psicológica de los progenitores o de quienes aspiren a la custodia
de menores de edad, con el fin de emitir un informe pericial que orientara al
juez para dictar sentencia judicial.
c) Apoyo en el proceso de conciliación para favorecer las actitudes de las partes
hacia el acuerdo, para contener, para asesorar psicológicamente a las partes.
d) Emitir los informes técnicos de la especialidad solicitados por el juzgado en los
procesos de ruptura de parejas con hijos.
e) Emitir informes de otras situaciones que plantea el derecho de familia.
f) Seguimiento de casos complejos.
g) Elaboración de talleres educativos
h) Programa de capacitación personalizada para funcionarios.
i) Actividades académico-investigativas.
Goodman sostiene que son tres los factores que se relacionan con la potenciación de
las consecuencias negativas de la separación en los hijos: el conflicto parental, la
inestabilidad e inseguridad que acompaña la disolución familiar y la disminución del
nivel económico.
En relación a esto Amato describe una serie de variables a tener en cuenta:
a) La pérdida de un progenitor, generalmente la custodia en solitario obliga a que
el menor mantenga significativamente, menos contacto con el progenitor no
custodio, impidiendo conocimiento, habilidades y recursos de ese padre.
b) La pérdida económica. La separación produce un descenso de poder
adquisitivo de ambos progenitores y de forma especial, en el custodio.
c) Incremento del nivel de estrés.
d) El estado psicológico de los padres que puede traer la separación: depresión,
estrés, pérdida de autoestima.
e) Competencia parental pobre. Falta de habilidades o destrezas de los padres
para prestar apoyo a los hijos.
f) La exposición al conflicto interparental. Son pocas las parejas que deciden
separarse sin mediar un periodo de conflicto previo.
La separación de los padres por sí misma no origina daños ni trastornos irreversibles
en los hijos, y que con el tiempo, estos pueden superar satisfactoriamente la crisis. El
objetivo del psicólogo de la intervención psicológica no deberá limitarse a la realización
de un informe escrito al juez sino que sin desconsiderar los referentes jurídicos esta en
abordar también otras metas con la familia, como ser la promoción de los mejores
recursos del grupo familiar, en relación a la resolución de los conflictos que amenazan
a los hijos.
Marafiore propone cinco áreas de evaluación:
a) La capacidad de los potenciales cuidadores del niño. Competencia parental
definida en términos de capacidad de respuesta efectiva a situaciones
específicas de parentaje que son problemáticas, maximizando las
consecuencias positivas y minimizando las negativas.
b) El repertorio conductual del niño en relación al ambiente que permita conocer
el papel de cada padre en la adquisición y mantenimiento de conductas
especificas del hijo a través de análisis funcionales múltiples.
c) El papel de modelo para el niño que desempeñan los potenciales cuidadores.
d) Los potenciales ambientes posdivorsios.
e) La autoprediccion de potenciales cuidadores bajo hipotéticas situaciones
específicas posdivorcio.
Para dicha evaluación se deben emplear entrevistas semiestructuradas y observación
conductual en ambientes estructurados.
Otro modelo usado en la práctica con familias es el de Schutz, Dixon, Lindenberger y
Ruther. Se trata de un procedimiento más práctico que usa la combinación de varias
técnicas de evaluación: observaciones conductuales de la interacción paterno-filial,
pero también entrevistas estructuradas, test psicológicas y recogida de información de
otras fuentes.
El modelo se basa básicamente en la observación de la interacción parento-filial.
Además, considera la definición previa de la interacción parento-filial para el registro
observacional en cinco dimensiones de buena paternidad construidas como continuos
bipolares: apego emocional –calidez rechazo- diferenciación del yo, percepciones
precisas del niño, expectativas razonables y habilidades de comunicación.
El proceso de adoptar.
El análisis de la adopción debe considerar el marco legal vigente, la necesidad de
formar una familia para cumplir con un rol social y para satisfacer una necesidad
emocional y la distinción entre lo biológico y lo psicológico.
El nacimiento del deseo de ser padres es el primer eslabón en la cadena que da
origen a la decisión de adoptar y al inicio y concreción de los requerimientos
administrativos conducentes a poder tener un hijo por la vía legal.
Es ese mismo deseo, el de ser padre, el que motiva colocarse, en lo real, a través de
los trámites para una adopción, en la espera, jurídica y simbólica, que representa la
espera del hijo deseado.
Esta anidación extrauterina, resulta fundamental para el desarrollo del psiquismo de un
niño al igual que la intrauterina. Así engendrar simbólicamente un hijo realizando
trámites y sometiéndose a evaluaciones, también es parte de ocuparse preparándose
para recibir a ese hijo.
Aspectos legales.
Es el derecho a que los niños tengan una familia y crezcan en un ambiente
contenedor, lo que da lugar a que una de las ramas del derecho se especialice en lo
que suele denominarse como asuntos de familia.
Cuando un niñe se encuentra en situación de abandono o vulnerabilidad, es
importante que tenga la posibilidad de desarrollarse en un seno familiar. Para ello
existen figuras legales que abren la puerta a esas posibilidades cuando hay un niño
que necesita una familia.
Previo a la sentencia, el juez deberá contemplar si procede a declarar el estado de
adaptabilidad del niñe, el cual puede dictarse cuando:
a) Cuando no hay una filiación acreditada o los padres han fallecido y no se
encuentran familiares
b) Cuando los padres decidieron entregar a su hijo para que sea adoptado
c) Cuando las medidas tendientes a que el niño permanezca con su familia de
origen no han dado resultado en un plazo máximo de 180 días.
El estado de adaptabilidad no puede ser dado si algún familiar solicita la guarda o
tutela, valorándose judicialmente que dicha petición es viable de ser atendida. Se
puede dar la guarda teniendo en cuenta:
a) El interés superior de los menores.
b) El resultado del informe del equipo psicosocial de los juzgados, exigido
legalmente.
c) El derecho de audiencia de los menores
d) El principio de no separar a los hermanos
e) La edad de los menores
f) El tiempo de que disponen los progenitores
g) El lugar de residencia.
La tenencia de un niño implica el ejercicio de la patria potestad, entendida esta como
un conjunto de deberes y derechos de los padres en relación con los hijos menores de
edad. Este solo puede ser extinguido por la ley.
La guarda de hecho – es decir, la circunstancia real de convivir con un niño y velar por
su bienestar y velar por su bienestar sin declaración judicial alguna, se encuentra
prohibida así como la entrega directa de un niñe a otra persona.
El juez deberá citar al niñe para conocer su opinión sobre las circunstancias jurídicas
que le atañen. Esto es gracias a la reforma realizada en el código civil donde los niños
son sujetos de derecho. También han sido modificados los tipos de adopción
existentes:
a) Adopción plena: el adoptado tiene la condición de hijo y extingue los vínculos
jurídicos con la familia de origen.
b) Adopción simple: confiere el estado de hijo al adoptado, pero no crea vínculos
jurídicos con parientes ni con el conyugue del adoptante.
c) Adopción de integración: se configura cuando se adopta al hijo del conyugue o
del conviviente.
Ejes del examen pericial.
Dado que la institución en tratamiento tiene como finalidad primordial brindar una
familia a un niño que la necesita, es tarea del psicólogo que intervenga en el proceso
considerar ciertos ejes:
- Características de personalidad
- Mecanismos defensivos
- Nivel y modalidad de comunicación.
- Nivel de integración e integración
- Nivel de tolerancia a la tensión
- Nivel de tolerancia a la frustración
- Causales de infertilidad
- Nivel de elaboración de infertilidad
- Funcionamiento de la sexualidad
- Fantasías respecto de la existencia de los padres biológicos del niño adoptivo.
El informe pericial, si bien se caracteriza a nivel jurídico por no ser vinculante, debe ser
claro y preciso.
Evaluación pericial a los postulantes a una adopción.
Es esperable que toda situación de examen eleve el nivel de ansiedad de un sujeto.
La intervención evaluativa de modo reiterado en los términos de la ley, puede ser
considerada en términos psicológicos como actos iatrogénicos que impactan de modo
negativo en el psiquismo en tanto los niveles de ansiedad se han elevado
reiteradamente por condicionamientos previsibles, alterando el modo de
funcionamiento psíquico de los examinados y por consecuencia los resultados
obtenidos en los consecutivos procesos de examen.
El principal eje del examen es la aptitud paternal de los adoptantes. Entendida esta
como la posibilidad de paternar, en tanto el ejercicio de la función paterna. La
evaluación respecto del desempeño de dicha función debe recaer en el interés por el
bienestar integral del niño, así como también en la capacidad psíquica que posibilite su
ejercicio, brindándole al niño posibilidades de un armónico desarrollo en las relaciones
afectivas e interpersonales, así como también de su salud psicofísica.
Entre lo biológico y la subjetividad: el ser.
El vínculo biológico es corporal, en tanto el vínculo que se establece con los padres
adoptantes es por pacto, y que deberán construir un vínculo también corporal a través
de la satisfacción de necesidades y en ese devenir se le da significación afectiva a ese
otro que ocupa el lugar de hijo.
Modulo 6 – Aportes de la psicología jurídica al abordaje de jóvenes en conflicto
con la ley penal.
Comprender la problemática integralmente.
La psicología jurídica aplicada al abordaje de adolescentes se vincula dentro del
ordenamiento normativo al objetivo de la protección y formación integral, ofreciendo a
los juristas una visión científica y moderna al considerar al joven como ser psico-bio-
social y facilitando, de esta forma, la comprensión, el pronóstico y la modificación del
comportamiento transgresor.
Para que la psicología jurídica realice este aporte a la ciencia del derecho, es
necesario que en su estructura metodológica se tomen en cuenta los siguientes ejes:
a) Estática de la persona humana y de la personalidad del joven
b) Dinámica de su personalidad
c) Factores determinantes de las actitudes morales, conducta y personalidad.
d) Génesis y evolución de los conceptos de derecho, deber, ley y justicia
e) Concepto psicológico de la conducta
f) Estudio de las motivaciones
g) Estudio psicológico de las diversas fases del proceso judicial
h) Estudio psicológico de las denominadas teorías de la prueba y facultades
discrecionales de los jueces
i) Normas generales de la terapéutica psicosocial
j) Necesidad de constituir los servicios de normalización jurídica social como
instrumentos que posibiliten la integración al medio familiar, escolar, laboral y
social.
Cuando hablamos de jóvenes en riesgo psicosocial, estamos haciendo referencia a
aquellos jóvenes que se encuentran a disposición de un juez. En esos casos, la
justicia requiere de la intervención de los profesionales de distintas especialidades,
quienes serán encargados de brindar un análisis pormenorizado de la situación de
cada joven y de su entorno socio familiar.
El adolescente vive en un contexto que no es simple ni unificado y que afecta de
continuo su comportamiento y desarrollo. Desde ese medio le llegan patrones de
estímulos y el a su vez, en virtud de su propia formación, recoge selectivamente
elementos de ese contexto
El adolescente está dentro de un engranaje en continuo proceso de desarrollo no
reversible, a causa de las interrelaciones que se acumulan. Ni las relaciones internas,
ni aquellas dentro del medio ambiente, ni su interacción pueden ser reproducidas
fielmente en su forma original. El comportamiento es siempre resultante de la historia
pasada y del estímulo presente.
El psicólogo que se dedica al estudio de esta problemática busca principios de
aplicación que faciliten la comprensión, el pronóstico y la modificación del
comportamiento. Es así como debe interesarse por conocer fundamentalmente los
siguientes factores:
a) La mecánica y la dinámica fundamentales del individuo en desarrollo
b) Las acciones que ejerce sobre él, el medio ambiente
c) Los efectos que el medio ambiente produce sobre él.
El psicólogo intentara realizar una descripción del comportamiento individual y sus
motivaciones tratando de obtener un diagnóstico del sujeto que permita la aplicación
de un tratamiento adecuado al mismo según sus particularidades.
El abordaje
El joven en conflicto con la ley penal es una persona que ha infringido la ley en algún
momento. La delincuencia juvenil se da cuando un niño o adolescente comete
infracciones contra las leyes criminales de un país.
El abordaje solo puede sostenerse en la necesidad de trabajar en equipo desde la
interdisciplinar con una meta globalizadora, considerándolo como persona. La
psicología no puede remitirse solo a la conducta del sujeto o a la expresión del ICC,
sino que debe hablarse, ante todo, de una psicología social, dado que hay que tener si
o si en cuenta el entramado de relaciones sociales que se tejen, las subjetividades que
intervienen en el crecimiento y desarrollo de los seres que viven en sociedad.
Un adolescente que ha padecido situaciones de riesgo y-o vulnerabilidad social,
necesita tiempo, paciencia, desahogo, solidaridad, protección, recursos, revalorización
como persona, información sobre sus derechos, expectativas y estrategias de
resolución.
Cuando el adolescente llega a una institución pueden presentarse situaciones de gran
hostilidad, vivencias paranoides, extrema actuación, rechazo, abandono y carencia
afectiva, por lo que su recepción tiene que ser muy especial. Se los observa como
carentes de autocontrol y anomicos, así como también se infiere que no han recibido
pautas de lo correcto y lo incorrecto. Tienen una visión distorsionada de lo que se
espera de ellos y de la realidad, con carencia de límites internos. Por ello es necesario
poner límites externos que posibiliten el ejercicio de determinadas acciones, tendientes
a generarles un proyecto de vida, ya que viven en un presente absoluto sin poder
proyectarse hacia el futuro.
El límite externo comienza por ser el molde a través del que podrán incorporar todas
aquellas pautas y normas que después constituirán su propio manejo adecuado.
El tratamiento institucional debe contemplar los aspectos educativos, laborales,
socializantes, afectivos y la problemática profunda.
UN ABORDAJE TERAPEUTICO A LA PROBLEMATICA DE LA DELINCUENCIA
JUVENIL
La problemática delincuencial juvenil como una clasificación nosográfica patológica
particular que nada tiene que ver con cuadros psicopatológicos conocidos —tales
como: neurosis, psicosis o psicopatías—, siendo que pueden tener en su
manifestación y a una ingenua observación características de estas últimas, pero la
problemática de base será un neto proceso delictivo.
Tomamos el período comprendido por estos menores en su etapa adolescencial,
entendiendo ésta entre los 14 y 20 años aproximadamente, por considerarla un
momento de transición y crisis en el cual la sociedad espera de ellos ver conductas
desadaptadas, por lo que permite al joven vivir en un lapso de adaptación en su paso
al mundo adulto, otorgándole una moratoria que en términos utilizados por Erickson
llamaremos “psico-social”. En términos generales podemos decir que estamos ante
una patología cuando los factores incidentales “pueden modificar o influenciar la
conducta en sentido desviante, sin que ésta tenga poder sobre esta orientación que se
le impone”.
Hablamos de factores y no de causas porque entendemos que no existen causas en el
sentido de un elemento o más que den como resultado una personalidad desajustada
socialmente, sino toda una configuración que de acuerdo a como se den los factores
que la componen en su interrelación, podrá aparecer la conducta marginal.
Podemos decir que este proceso llega a definirse como la perturbación aparecida
tempranamente, que se mantiene, e impide al sujeto vivir experiencias correctoras.
Entonces sí hablamos de una personalidad patológica, el trastorno se manifiesta como
corolario de grandes perturbaciones en los primeros años, y de una consecutiva
acumulación de dificultades que han acentuado la evolución en un sentido desviado.
Notamos en la observación de estos jóvenes una serie de características personales
que se mantienen constantes en todos ellos:
Conductas de acción: La secuencia normal de la realización de los actos va
desde el impulso al deseo, del deseo al propósito, del propósito a la acción y
de ésta al acto, la compulsión se caracteriza por pasar directamente a la acción
a partir del impulso, sin la operación de una instancia mediatizadora, que sería
el pensamiento; estos impulsos tienen la característica de ser irreversibles e
incontrolables, el sujeto se siente compelido hacia la acción directa y
constante, actuando a través de lo anti-social permanentemente sus conflictos,
esta actuación simboliza una solución de conflictos y gratificaciones
inconscientes.
Escasa tolerancia a la frustración: La intolerancia estaría marcada hacia todo
tipo de frustración y postergación de las necesidades. Existe una permanente
urgencia impostergable de resolverlo, todo debe ser en el acto, “aquí y ahora” a
través de cualquier método, el sujeto siente que es “ahora o nunca”, de ahí que
gran parte de la acción delictiva significa una salida que permite al joven
evadirse de una situación insostenible.
DESARROLLO
La problemática delincuencial puede ser abordada desde diferentes ópticas una
aproximación legal, dado que la denominación “delincuente” nos remite
específicamente a tener en cuenta el delito siendo que “todo individuo que comete un
delito, por definición, es un delincuente
El delito pone en marcha el organismo policial-jurídico correspondiete en la búsqueda
de un o unos responsables para que recaiga sobre ellos el “juicio de reproche” de la
sociedad hacia el sujeto que comete un hecho antisocial.
Si el enfoque aplicado fuera de causa-efecto quedaría saldada la cuestión (delito-
responsable, delincuente-culpabilidad- pena), pero sabemos que no es así, pues
comprobamos que el aspecto legal no alcanza para responder satisfactoria, y
completamente el problema planteado. Una vez que la justicia tiene en su poder al
responsable (entendiendo por responsable al autor real y comprobado del delito
ocurrido), ya esta ciencia es incompleta para abordar por sí sola la problemática, por lo
tanto deberá recurrir a otras ciencias auxiliares a los efectos de complementarla, la
Psicología la evocaríamos desde un ámbito psico-social, aclarando que la sociedad es
la responsable de aportar factores para la emergencia de un producto enfermo,
entendiéndose por producto el “delincuente”, la cual no debería establecer para su
defensa instituciones ineficaces que no brindan el tratamiento adecuado a los
individuos desviados, sino tratar de conocer los factores determinantes de estas
conductas antisociales para promover una posterior resocialización y vuelta a su
medio social con el fin de aprovechar sus aspectos positivos.
Definimos al menor incurso en actos antisociales, al hombre o mujer, entre los catorce
y veinte años aproximadamente, que realiza actos reñidos con las normas sociales.
Por lo general los estratos sociales que nos proporcionan estos menores son las
clases bajas o marginales, pero este no es el factor determinante.
Desde una óptica psicológico-criminológica podemos afirmar que la conducta
delincuencial dada en el acto de un adolescente, sería un llamado de atención, un
alerta, que indicaría que en el desarrollo emocional de ese individuo “algo” ha ocurrido
para que la manifestación de ese “algo” surja a través de un hecho de características
asociales.
En la lucha por ubicarse definitivamente en el mundo del adulto, puede llevarlo a
conductas de desajuste o a comportamientos antisociales de diversa índole y
modalidad; es en este período donde el individuo se encuentra abocado al logro de su
identidad. Teniendo en cuenta estos conceptos, el acto delictivo de un adolescente
puede revelar una perturbación de la personalidad, perturbación que indica una
patología definida.
Visión distorsionada de la realidad: La realidad es algo que se le impone por su
propiedad, se cambia y se vive en relación a aquello que se precisa.
Noción del tiempo como presente absoluto: Todo debe ser “hoy”, al no tener
tolerancia a la frustración lo único que cuenta es el presente, la experiencia no
tiene sentido, pues si bien es conocida no ha sido capitalizada, no ha sido
internalizada, y el futuro como proyecto no existe, pues no hay nada por
esperar ni tolerar.
Imposibilidad de acceder a la abstracción: No hay acceso a lo simbólico, todo
su accionar se mantiene en un nivel concreto de pensamiento, la acción
sustituye constante y permanentemente a la elaboración, el símbolo, el gesto y
la palabra, son reemplazados por el acto.
Utilización del propio cuerpo y de los “otros” como objetos: El mundo es vivido
como “cosificado”, está compuesto por “cosas” y esas “cosas” son pasibles de
ser utilizadas como objetos, incluido el propio cuerpo, pertenece a la categoría
de una cosa que sirve en cuanto le permite satisfacer sus necesidades.
Constantemente muestra comportamientos taliónicos o de venganza, abriga una
concepción egocéntrica del mundo, que incrementa sus fantasías persecutorias y
emerge una intensa hostilidad con una profunda necesidad de venganza, pero en el
fondo recrea situaciones arcaicas de su infancia, en la que los progenitores fueron
frustradores de la niñez del sujeto en que se “carga de resentimiento”, constituyendo
así el embrión de su ética vindicatoria.
Todas estas características nos llevan a ver la personalidad de estos menores como
algo no formado, indiferenciado, donde el Ello parece regir todas las instancias, su Yo
sería lábil e inmaduro, no pudiendo mediatizar por insuficiente energía disponible, por
lo cual los mecanismos defensivos instaurados serían primitivos, tales como la
proyección, introyección, evitación y negación; su Superyó, como instancia permisiva o
represora, no existiría, y si la encontramos en todo caso sería de manera lacunar.
Este menor vive inmerso en un medio social que de una u otra manera ha influido en
su conformación, y el medio más próximo que tenemos para observarlo, sería el
núcleo familiar.
No podemos decir que exista una familia tipo, cuya modalidad pueda generar
conductas de esta índole, lo que trataremos de mostrar es una serie de características
familiares que se dan frecuente y reiteradamente en los hogares que generan jóvenes
delincuentes con estas características.
Provienen generalmente de hogares de familias desintegradas, pero no hablamos
solamente de desintegración en el sentido exclusivo de separación o desaparición de
ciertos miembros de la familia, sino que hablamos de desintegración, en el sentido de
vínculos integradores perturbados; suele basarse su vinculación en la obtención de
bienes materiales con empobrecimiento de los intercambios afectivos, hay un marcado
déficit comunicacional por no intercambio verbal, predomina la acción como medio
expresivo, ésto no permite en el niño elaboraciones afectivas adecuadas, se tiende a
la negación de las situaciones depresivas, depositación en el pequeño de situaciones
de hostilidad por conflictos de la pareja, o utilización del hijo en la competencia por los
roles de poder, sobrecargándola de esta manera de angustia y tensión, frente a lo cual
por inmadurez se encuentra indefenso, teniendo como única vía de descarga la
acción. En general la vinculación entre los padres es deficiente y emerge entre ambos
hostilidad, celos, promiscuidad, competencia, que se da de un modo frontal o
encubierto larvadamente, en esa desintegración familiar aparece la presencia mucho
más constante de la madre que del padre, es decir, generalmente son familias
constituidas casi exclusivamente por la madre y los hijos, la figura del padre tiene
características de ausente
Las características de la madre son fundamentalmente las siguientes: son madres
narcisistas, esto estaría implicando un vínculo de gran dependencia por parte del
menor hacia ella; las actitudes de esta mujer son muy inmaduras, muy poco
elaboradas e inconscientes, hay formas de actuación permanentes, la elaboración y el
pensamiento reflexivo se reemplaza por una acción constante. Además es bastante
rígida y sin matices, con poca flexibilidad frente a determinadas situaciones.
Otra característica sobresaliente es la alternancia de distintas características opuestas,
en un momento pueden ser sumamente permisivas y en otros momentos, con igual
valencia, sumamente restrictivas.
De ninguna manera podríamos hablar de vínculo positivo o negativo, sino de un
vínculo no establecido, no conformado, de un “no vínculo”. Además estas madres
abandónicas refuerzan el sentimiento de abandono vivido por el menor con una
agresión, la que la autora dio en llamar “abandono activo”.
También se ve con bastante frecuencia que estas familias son numerosas y se dan
muchas diferencias entre ellos, porque algunos de los hijos son de distintos padres,
unos más rechazados que otros; estas familias no han podido constituir un núcleo
estable, se han formado sin sentido familiar, no hay una consolidación.
Desde el punto de vista social, sería una familia muy marginada, sin ocupación
estable, con viviendas precarias, con características de promiscuidad, falta de higiene,
falta de hábitos y falta de pautas educativas conductuales.
Al llegar a la etapa adolescencial todo púber se aleja del núcleo familiar, y recurre a su
grupo de pares, buscando “recrear en él padres de la infancia”, encontrar modelos de
identificación positivos, que le permitan atravesar las diferentes crisis de crecimiento.
Estará unido a éstos por fuerza de lazos afectivos, y luchará por mantenerlos contra
toda fuerza desintegradora; fabricará líderes e ídolos a los cuales tendrá como
modelos y tratará de imitar.
En nuestros adolescentes, su salida al mundo y unión con grupos de pares, no tendrá
por fin los proyectos anteriormente expuestos, pues se alejan de sus “hogares”, no por
oposición si no por carencia de vínculos, y mal podría querer recrear “los padres de la
infancia” pues éstos no fueron dadores ni gratificadores; no tendrá ídolos, pues no
habrá discriminación con “los otros”, por ese egocentrismo y narcisismo anteriormente
expresado, no podrá separar entre su Yo y el medio, por lo que formará grupos pares
donde todos tendrán las mismas carencias, y donde la unión de éstos no será por el
afecto sino por el “uso”, y la utilidad que cada miembro pueda prestar al grupo; su
principal objetivo de encuentro será el acto delictivo, pero sin planeamiento previo, se
“juntarán” y “actuarán” sin elaboración previa y por el solo hecho de evacuar
necesidades y evitar la tensión
El tratamiento lo podríamos dividir en tres etapas: una primera aproximación del
psicólogo como un Yo auxiliar, pero no, “como si”, sino “en sí” o sea, hará las veces de
“madre”, “padre”, o “amigo”, de manera real; lo que tratará es de ganarse la confianza
del chico, confianza que no ha podido capitalizarse nunca, dado que la persona
encargada de instaurar ese sentimiento en el niño es su madre, a través de la
decodifícación de los mensajes enviados en forma de ansiedades masivas hacia ella y
devolverlos decodificados y con un sentido, de manera que se pueda calmar la
angustia que generan, se tratará fundamentalmente de fortalecer su Yo lábil, carente y
primitivo. Esta primera etapa tenderá a procurar una discriminación entre el “Yo” y el
“no Yo”, “lo mío” y “lo tuyo”, procurando pasar de un momento de indiscriminación
total, donde aparece todo sin límites ni separación, a un momento integrativo real,
donde se puedan separar las personas; deberá comprender que el “otro” está al “lado
suyo” y no “dentro suyo”.
Una vez superado este primer momento pasaremos al segundo que será el de
convertimos en su guía y protector; una vez establecido en el menor el estadio de la
confianza básica, debemos procurar su estadio de autonomía, por lo cual, la labor de
consejero y orientador es fundamental; si se logra esto no tendremos necesidad de
mantener el límite cerrado, y podremos a partir de aquí, iniciar el tercer momento, que
será el del tratamiento psicológico propiamente dicho, con una terapia a nivel
interpretativo que tendrá la efectividad que en anteriores momentos no hubiéramos
conseguido, creando en él la conciencia de enfermedad y la necesidad de ayuda, que
a través de su constante actuar no podría llegar a ver.
Hablamos de momentos y no de tiempos, pues establecer relación vincular es cuestión
de períodos, en la cual un tiempo es imposible de predecir.
ASPECTOS JURIDICOS Y PSICOLOGICOS DE LA ADOLESCENCIA MARGINAL
Capítulo I
Al hablar de adolescencia marginal, automáticamente pensamos en actividades
delictivas, por lo que debemos esclarecer qué entendemos por dicho término y sobre
qué criterios nos basamos para designar a alguien como tal.
Si lo vemos desde el punto de vista jurídico, podemos decir que una actividad
marginal, puede remitir en oportunidades a actuares delictivos y en principio un
delincuente es un sujeto que comete acciones penadas por la ley, es decir que comete
hechos que están tipificados en un código como delitos.
Este concepto de delincuencia es relativo al medio, al lugar, al país en donde el
individuo acciona porque de acuerdo a lo que la legislación vigente de ese medio, de
ese lugar, de ese país establezca como delito, así ese acto será delincuencial o no y el
sujeto actor en delincuente o no. Por eso nuestro Código Penal considera en términos
generales que es delincuente aquel que comete actos penados por la ley, y que no lo
es aquel que no comete actos considerados como delito. ¿Por qué pena la ley una
determinada acción? En síntesis porque la considera antisocial, atentatoria contra la
vida o los bienes de una comunidad, porque determina un daño a la sociedad.
Si nos referimos a la marginalidad o delincuencia juvenil veremos que lo legal
establece diferencias sustanciales con la consideración de delito adulto y el
“delincuente menor de edad”; el llamado adolescente o juvenil. Diferencias que van
mucho más allá que las de la simple edad.
Cuando se habla legalmente de un delincuente juvenil, menor, se está hablando por
un lado de alguien que ha cometido un delito a una edad determinada, pero por otro se
está hablando no sólo de un sujeto actor de una acción delictiva sino también de
“alguien”, de quién es este “alguien”, de cómo es este “alguien”.
Mientras que en la delincuencia adulta hay una relación de causa-efecto, podríamos
decir, a tal acción le corresponde tal sanción, en el adolescente, cuando se dice que
alguien ha cometido un hecho, el peso de la consideración no cae sobre el hecho en
sí, sino sobre el “alguien” que lo cometió, es decir el peso caería no sobre la figura
delictiva sino sobre el individuo. Esto nos revela que existe otra óptica frente a la
marginalidad juvenil, que incidirá en la respuesta que la ley proporcionará a los hechos
cometidos por menores. Esta respuesta será la resultante a tener en cuenta, cómo es
la persona de este marginal juvenil, cómo se ha desarrollado, cuál ha sido el medio en
que se ha criado, cómo se lo ha guiado, educado, qué se le ha dado y qué se le ha
negado, de qué ha carecido, cómo se han comportado los adultos con él.
Lo que se considerará va a ser no un sujeto que ha cometido una acción sancionable,
sino un sujeto que ha sido comprometido en una acción delictiva por aquello que
puede haber padecido, por habérselo privado de los aportes necesarios para su
desarrollo, por haber carecido de los cuidados y tutela necesarios y adecuados a su
edad, por haber estado desprotegido.
Y es en base a esto que la ley considerará al marginal juvenil como un carenciado, y
por lo mismo su respuesta será esencialmente tutelar. La actitud que se va a tomar
con el menor comprometido en un hecho que la ley califica como delito, será la actitud
de cuidado, de custodia, de arbitrar los medios para proveerlo de aquellos aportes de
que ha carecido, de protección y de formación.
Porque además la ley considera a este joven como incapaz. Incapaz en el sentido de
que por ser menor no es capaz de tener una plena responsabilidad de sus actos. Por
ello la plenitud del ejercicio de los derechos y obligaciones no es posible todavía. Para
la ley el marginal juvenil no es alguien pasible de sanción por haber cometido un
hecho anti-social, sino que es alguien necesitado de protección cuya carencia se
manifiesta a través de la comisión de hechos delictivos.
La consideración de la marginalidad juvenil desde el punto de vista social nos lleva a
concebirlo como un desviado. Sería alguien que se aparta, se desvía de las normas
establecidas, como aceptables, como válidas en una sociedad determinada.
Si el adolescente marginal que ha cometido un delito es alguien que aún no está
capacitado para la comprensión y estimación total de sus acciones, entonces esa
desviación de las normas será una desviación relativa. Porque estas normas aún no
son sentidas, vividas, percibidas en una cabal conciencia responsable. O sea estas
normas no tienen para él todavía una valencia afectiva.
Por su edad, el joven marginal, así como todos los jóvenes menores, se encuentra en
un período de inmadurez, de desarrollo, de crecimiento que hace que exista una
apreciación relativa con respecto a lo pautado, estaría en la etapa de transición entre
el abandono de la total irresponsabilidad de la infancia
Por supuesto que a través del proceso de socialización que comienza desde el
momento que el individuo nace, éste va recibiendo e incorporando las pautas de su
cultura, pero podemos decir que éste transgresor juvenil, por el sólo hecho de ser un
adolescente todavía está en etapa de transición, en un período que llamaremos,
siguiendo a Erikson, de “moratoria psicosocial”, un período previo a la asunción real de
los roles y responsabilidades adultas.
Desde el enfoque psicológico, la presencia del acto antisocial en un adolescente será
un llamado de atención, una alerta, que indicará que en el desarrollo emocional de ese
individuo “algo” ha ocurrido, para que la manifestación de ese “algo”, surja a través de
un hecho antisocial.
Sabemos que el desarrollo de la personalidad puede describirse como “una sucesión
de fases diferenciadas”, que presentan cualidades y modalidades distintas entre sí.
Entre cada una de estas etapas existen períodos en los que el comportamiento resulta
indiferenciado, perteneciendo el mismo a etapas anteriores al desarrollo y anticipando
conductas del período siguiente. Estos momentos de transición se caracterizan por
trastornos en todas las áreas, con predominancia de lo intelectual y afectivo.
Si consideramos a la adolescencia como un período de crisis, en el cual el sujeto se
encuentra perteneciendo aún al mundo infantil, en algunos aspectos de su desarrollo,
y perteneciendo al mismo tiempo a algunas esperas del mundo adulto, concluiremos
en que la lucha por ubicarse definitivamente puede llevarlo a conductas de desajuste,
a comportamientos antisociales de diversa índole y modalidad.
En este período de la adolescencia en el que el individuo se encuentra abocado al
logro de su identidad.
Capitulo II
Cuando hablamos del adolescente marginal desde el punto de vista psicosocial, nos
referimos al individuo, pero enfocando a éste de acuerdo al modelo conceptual de la
Psicología Social, “como totalidad en las situaciones concretas y en los vínculos
interpersonales”, al individuo en situación. Este adolescente comprometido en hechos
antisociales presenta un tipo de desorganización de la personalidad de un carácter
especial que lo hacen inubicable dentro de los cuadros de nosología clásica.
El adolescente marginal no es un psicótico, no es un neurótico, no es un deficiente
mental, no es un psicópata no es producto de una enfermedad neurológica.
Difiere de lo normal en un tipo de perturbación que me atreveré a clasificar como una
distinta entidad nosológica debido a la circunstancia, recurrencia y originalidad de sus
características específicas.
Una definición operacional de las mismas sería la siguiente:
- Compulsividad a la acción: esta es la característica predominante. El sujeto se
siente competido hacia la actuación delictiva, actúa a través de lo antisocial
permanentemente sus conflictos. Esta actuación simboliza una solución de
conflictos y gratificaciones inconscientes de necesidades. El delito en sí mismo
constituye sólo la manifestación más dramática de una deformación difusa de
la personalidad total. Consecuentemente a esta característica y en directa
relación con ella encontramos:
- Intolerancia a la tensión y frustración: hay una intolerancia marcada a todo tipo
de frustración y postergación de las necesidades. Existe una permanente
urgencia, impostergable de resolverlas. Todo debe ser en el acto, ahora,
inmediatamente, a través de cualquier medio porque lo que se siente es que es
ahora o nunca. De ahí que en gran parte la acción delictiva signifique una
salida que permite al sujeto evadirse de una situación insostenible.
- Visión tergiversada de la realidad: La realidad deja de ser algo que se impone
por su propiedad, que tiene valencia por lo que es, que existe en sus propias
connotaciones para constituirse en algo dimensionado por el propio sujeto de
acuerdo a sus demandas. Se cambia y se vive en relación a aquello que se
precisa.
- Noción del tiempo como presente absoluto: el tiempo es solamente “hoy”. No
hay pasado con autorreferencia ni por ende proyecto de la existencia, lo que
sucedió, y el futuro carece de sentido. De aquí también que no pueda haber
postergación porque no existe un porvenir que dé sentido a nuestra espera
basado en la existencia pasada.
- Falla en el proceso de simbolización: no hay acceso a lo simbólico, el
pensamiento se mantiene en un nivel concreto. La acción sustituye constante y
permanentemente a la elaboración. El símbolo, el gesto, la palabra son
reemplazados por el acto.
- Manejo del mundo como objeto: el mundo es vivido como “cosificado”. Está
compuesto de cosas, cosas posibles de ser manejadas, objetos utilitarios.
Incluso el propio cuerpo pertenece a la categoría de cosa, instrumento para ser
utilizado.
La compulsividad a la acción, producto de un inadecuado intento de resolución de
conflictos nos estaría indicando un yo débil, pobremente integrado, incapaz de la
organización del mundo, impotente para tolerar y manejar los impulsos. La intolerancia
a la frustración y la postergación de las necesidades nos muestra que éstas son tan
fuertes, tan exigentes, tan masivas, jamás saciadas en sus demandas, que inundan al
sujeto en una invasión descontrolada.
La incapacidad de simbolizar nos remite a la carencia de instancias mediatizadoras, de
perturbaciones en la relación con el mundo.
El manejo del mundo como objeto nos indica los trastornos en las relaciones
interpersonales primarias, la perturbación en los vínculos. El tiempo como presente
absoluto nos está mostrando la imposibilidad de la experiencia.
La experiencia demuestra que en la última década, ha habido un incremento de actos
delictivos en sujetos cada vez más jóvenes. Asimismo ha aumentado
proporcionalmente la agresividad en la comisión de hechos antisociales.
Teniendo en cuenta esta realidad, en el año 1976, la ley 14.394, que regula el proceso
penal de los menores, reduce la edad de imputabilidad, de 16 a 14 años, a través de la
ley 22.278, modificatoria que luego se corrige, pero con características particulares.
Desde el punto de vista psicológico cabría preguntamos, si el hecho de que
encontremos menores cada vez más jóvenes que cometen actos antisociales, se debe
a una aceleración en el proceso madurativo.
Empíricamente ocurre lo contrario. Estos jóvenes se caracterizan por una madurez por
debajo de lo esperado para su edad cronológica, por una mayor indiscriminación, por
una acentuada pobreza de juicio, por una vulnerabilidad yoica, por una gran
influenciabilidad, y por una marcada impulsividad.
Podemos decir que la complejidad de factores que han actuado y actúan sobre la
familia, en ésta década, en el sentido de mayores exigencias para sus miembros, la
crisis de valores en la sociedad global, los movimientos migratorios internos, la
necesidad de satisfacer mayores demandas, etcétera, ha aumentado la tendencia a la
desintegración del grupo familiar.
De los jóvenes delincuentes extraemos la conclusión de que el hecho antisocial, que
da el alerta de una conducta desviada, es el corolario de su actividad, de un estilo de
vida, que se ha iniciado tempranamente, actividad en la que el menor ha estado
expuesto continuamente al peligro de la concreción de un hecho antisocial: vagancia,
asociaciones marginales.
Se observa un incremento de la gravedad de los hechos, con aumento de la
agresividad, lo que marcaría el progresivo deterioro de su personalidad al no recibir
experiencias correctoras, que le permitan una modificación de su conducta.
La delincuencia juvenil trasciende estructuras socioeconómicas y políticas, aunque se
modela según las mismas. Es por ello lógico hablar de una universalidad del fenómeno
delictivo juvenil. Lo que sí observamos son diferentes modalidades. La conducta
errática de un menor de clase marginal puede estar manifestado en un vagabundeo
por la caridad. La misma conducta errática para un joven de clase alta, puede estar
demostrada en un deambular por clubes, cafés o discotecas. Para ambos no existe
una finalidad, un objetivo, ambos pueden permanecer varias horas fuera del hogar, sin
un fin específico. Mientras que un joven de clase marginal puede ingerir alcohol, vino
habitualmente, el menor de clase alta puede tener acceso a bebidas blancas o a
drogas. El joven de clase alta puede cometer desmanes, actos de violencia en un
lujoso bar, o conduciendo su moto; mientras que el joven de clase marginal lo hará en
el “baile del barrio”, o conduciendo un coche robado.
Las características del vínculo perturbado en las figuras parentales será similar,
aunque su forma de presentación será diferente. Una madre abandónica,
desinteresada de sus hijos, que mantiene una unión narcisística, la encontramos en
aquella que abandona el hogar realmente (clase marginal), como en aquella que aun
estando permanece absorbida por otros intereses, trabajo, viajes, compromisos,
etcétera.
Un padre hostil es aquel que castiga a sus lujos, que se embriaga, que abandona el
hogar (clase marginal), pero lo es también aquel que es indiferente con sus hijos, no
dedicándoles tiempo, no prestándoles atención a sus demandas, pasando la mayor
parte del día fuera del hogar, o que esporádicamente reclama una obediencia que no
se sustenta en el respeto por la autoridad (clase alta).
¿Por qué asimilamos la conducta sexual desenfrenada, de la adolescente mujer al
hecho delictivo perpetrado por el varón hacia la sociedad? Si definimos en términos
generales a la delincuencia como un trastorno de la personalidad que se manifiesta en
un conflicto con la sociedad, lo vemos claramente en la actuación del varón, que se
enfrenta abiertamente con las normas pautadas por la sociedad, y en las mujeres a
través de una conducta de franca indocilidad sexual. Esta indocilidad sexual aparece
de diversos modos: como prostitución, homosexualidad, u otra forma de perversión.
Podemos decir que en general las perversiones revisten un carácter más antisocial, ya
que representan una adaptación aloplástica del sujeto. De allí que consideramos a la
actuación sexual de la mujer como el equivalente de la actuación en el medio del
varón, de donde, en ambos casos, la impulsividad es de la misma intensidad.
Mientras que el hombre posee un órgano genital externo, eréctil, la mujer es
poseedora de un espacio interior, con órganos de acceso vestibular y huecos que se
encuentran estáticos.
De allí que para el hombre, la manifestación del conflicto endopsíquico, se dará a
través de la actuación hacia afuera, en tanto que la mujer actuará el suyo a través de
su propio espacio interior.
Ambos son sujetos carentes de aportes básicos, con una experiencia falente, que
dirigen su ataque al vínculo, de acuerdo a su estructura anatómica.
Peter Bloss admite tres consideraciones básicas de la delincuencia femenina
relacionadas con la crisis puberal y la forma de resolución del conflicto edípico.
Siguiendo el desarrollo psico- sexual del individuo, parte del momento en que el varón
y la mujer toman distintos rumbos.
En un principio la relación del infante con su madre es una relación en la cual la madre
es activa y él es pasivo-receptor. Este estado de pasividad se resuelve con una
progresiva identificación del niño con la madre activa. En este punto el desarrollo del
varón y la mujer se bifurcan. Mientras que para el varón el objeto de amor es la madre
y el sexo del objeto de amor no cambiará, la niña deberá abandonar este primer objeto
de amor y se volverá hacia el padre. Cuando la niña se dirige al padre en sus
requerimientos de amor, puede suceder que sus deseos pasivos hacia él, la impulsen
a volver a la primitiva dependencia oral con la madre arcaica.
Si no logra abandonar su unión pasiva con la madre, no podrá acceder a una posición
edípica que la conducirá a una posición de identificación femenina positiva.
Un padre hostil y enérgico o ausente que no permite el acceso de la niña, puede ser el
precursor de la vuelta a la pasividad primaria.
Al entrar a la adolescencia observamos a la mujer reeditando sus experiencias
edípicas.
Existe nuevamente una tendencia a regresar a la madre preedípica, de lo que la niña
se defiende a través de una desenfrenada vuelta hacia el otro sexo, lo que se trasunta
en una desenfrenada actuación heterosexual.
Peter Bloss habló de tres tipos de adolescentes mujeres inclinadas a esta actuación:
una que ha regresado a la madre preedípica, y la otra que se adhiere a la etapa
edípica, si bien ésta nunca ha alcanzado a establecerse.
Aquella que mantiene una posición edípica ilusoria, ha sufrido un doble fracaso: el
suyo y el de la madre frente a la pareja. De tal modo madre e hija mantienen un
vínculo indestructible y negativo basado en la decepción, que no permite a la niña
lograr una buena identificación con la madre.
Estas niñas eligen compañeros con características de personalidad similar a las de su
padre, hostil, abandónicos, crueles. Su actuación sexual representa una venganza
hacia la madre, la que en su fantasía no ha sabido conservar a su padre.
El otro tipo de adolescentes mujeres que ha regresado a la madre preedípica se
protege en contra de esa regresión a través del despliegue desenfrenado de la
pseudoheterosexualidad.
Aquí, la hostilidad hacia el hombre es severa. Busca en estas relaciones la
satisfacción de necesidades orales muy tempranas. En general vemos a estas jóvenes
manifestar su conflicto a través, de su propio cuerpo (se dañan, se lastiman), en tanto
que esta actividad es menos frecuente en el varón.
Según Erikson, el crecimiento se da a través de un plan preestablecido en distintas
etapas de diferenciación donde se cumplen los requisitos de crecimiento fisiológico,
maduración mental y responsabilidad social (estadios psicosociales)... “el niño sano a
quien se orienta de manera adecuada, obedecerá las leyes interiores de evolución,
leyes que crean una sucesión de potencialidades para la interacción significativa con
las personas que lo cuidan y responden a sus exigencias y con las instituciones que
están a su disposición”.
Este crecimiento, para ser exitoso, debe contar con la adecuada respuesta a las
necesidades del que nace que garantizará la supervivencia a través de la formación de
un equipo de dispositivos de adaptación útiles. Cuando el individuo nace, su primera
relación es con la madre, ella no sólo es quien le da el ser si no que es la portadora
cultural de “su” mundo, que recibe y reconoce a este sujeto como un nuevo miembro,
continuador y asegurador de su especie. A través de su relación con la madre el
infante enfrenta las modalidades principales de su cultura. El bebé recién nacido, por
ser una criatura totalmente desválida necesita constantes aportes de la madre (el
mundo) para poder continuar viviendo. Necesita que haya una respuesta afectiva a
sus necesidades por parte de la madre (una respuesta efectiva del medio).
El primer estadio, el incorporativo: En estos primeros años de la vida “el bebé vive
por su boca y ama por ella” y la madre responde con su cuerpo “su deseo de
proporcionar al hijo lo que necesita”. Para el bebé la boca es el primer enfoque general
de la vida: el incorporativo. Durante este estadio incorporativo el bebé es receptivo a
todo lo que se le da. El que la madre le proporcione aquello que el bebé necesita, en la
forma y modo que lo necesita, hará que el bebé se satisfaga. A su vez este sujeto va
perfilando su modo de pedir en relación al modo de recibir.
Cuando el bebé es comprendido en sus necesidades y siente que se le da aquello que
lo satisface se gesta en él, el sentimiento de confianza básica.
Cuando él necesita, es atendido, cuando él reclama se le responde. Si este desarrollo
normal se ve interferido en cuanto a la provisión necesaria de aportes, ya sea porque
no se le proporcionan o porque su forma de pedir no sea interpretada, puede disminuir
esa sensación de confianza y aparece la desconfianza.
El estado general de confianza básica además, no sólo implica que el individuo
aprenda a contar con los proveedores externos porque están cuando los necesita, sino
también que puede confiar en sí mismo, porque es merecedor de lo que se le da.
Esto nos indica que esa primera relación con ese primer mundo es fundamental en las
disposiciones futuras del sujeto.
El segundo estadio sería el de la autonomía, la que se incrementa por los logros
que hace el niño para coordinar varias pautas de acción a través de distintos
desarrollos de la motricidad, etcétera. Se siente apto para pararse y desplazarse de un
lado a otro, siente que puede retener y soltar a su arbitrio (etapa anal). Comienza pues
a experimentar su voluntad autónoma.
Comienza a aprender la diferencia entre “yo” y “tú”, entre lo “mío” y lo “tuyo”, entre lo
que “me pertenece”, y lo que “te pertenece”. Comienza el autocontrol, este autocontrol
que significa poder hacer o no hacer a su propio arbitrio.
Si hay respuesta positiva a la autonomía incipiente del niño de parte de los padres, si
ese reclamo evolutivo es comprendido y aceptado entonces se establece un nuevo
eslabón positivo para el mismo, remarcando su confianza en sí mismo y en los demás.
Si la regulación mutua se halla perturbada, se desarrolla una propensión a la duda y la
vergüenza, a la inseguridad en sí mismo. Este estadio es el que trae aparejado la
primera emancipación del sujeto respectó de la madre, que constituirá el modelo de
todas las siguientes formas de autonomía.
En el tercer estadio, el de la iniciativa, el niño trata de comprender los posibles roles
futuros. Durante este estadio su aprendizaje se hace más intenso y es
fundamentalmente intensivo alejándolo de sus propias limitaciones (etapa fálica), y
llevándolo a posibilidades futuras.
Este sentimiento de crear por sí mismo, de iniciativa, este poder crear y manejar
fantasías le permite la disposición a ir perfilando lo que puede llegar a ser, sentando
las bases de un sentimiento realista de ambición y propósito. Aquí ya se perfilan las
modalidades futuras de la diferencia de los sexos. En el varón el énfasis está en el
hacer, en la niña en el atrapar violentamente o en la seducción. Aparece el sentimiento
de culpa por la constitución del superyó.
Si los adultos significativos apoyan la iniciativa del niño ubicándolo en sus
posibilidades, demostrándole una igualdad esencial entre el padre y el hijo y la madre
y la hija en cuanto al valor de cada uno, a pesar de las diferencias de la edad, podrá
integrar la culpa en una conciencia fuerte pero no severa. Podrá aprender que llegará
a ser tanto como la madre y el padre.
Si la regulación mutua fracasa, aparecerán perturbaciones desviadas con una culpa
intensa y paralizante, en que se sentirá que fantasear hacer es destruir y pasible de
ser castigado, buscándose la autopunición como alivio.
El siguiente es el estadio de la laboriosidad, y corresponde a la edad en que el niño
ingresa en un medio más amplio: la escuela. Aquí empieza a hacerse grande
compartiendo obligaciones, disciplinas. Es la época del compartir, de hacer con otros.
Esto les enseña la forma en que deben hacerse las cosas, los prepara para el futuro,
aprenden a ganar reconocimiento haciendo cosas, la sociedad llega a serles
significativa enseñándoles los roles que los preparan para la realidad de la tecnología
y la economía. Comienzan a tomar conciencia de sus reales posibilidades y de lo que
verdaderamente son capaces de hacer.
Nuevamente la regulación del niño con sus adultos (su medio) es la que garantiza el
éxito de este estadio. Si se estimula al niño en su necesidad de hacer compartiendo, si
se encuentra en las reales capacidades que son las “buenas” y las que se esperan de
él, si se le hace sentir que lo que hace tiene importancia y vale para los demás,
entonces se habrá logrado cimentar su autovalor y que su medio sea sentido por él
como valioso.
Si en cambio se lo desvaloriza y no se lo considera suficientemente bueno, lo que
hace en relación a los otros, sobretodo los adultos, puede sentir que él es inferior y
que la comunidad no confía en él. Puede sentir que él nunca servirá para nada, evitará
la competición y anulará su posibilidad de participar cooperativamente de la vida
adulta productiva.
El éxito o fracaso de los distintos estadios dependerá del tipo de vínculo logrado en
cada uno de ellos. Pero sería equivocado afirmar que el fracaso o el éxito de un
estadio traería aparejado necesariamente el fracaso o el éxito de los otros.
En cualquier estadio, en cuanto existen elementos capaces de modificar las
situaciones anteriores, se establecerá un vínculo diferente que podrá compensar las
falencias anteriores o perturbar lo logrado.
En la adolescencia se da un replanteo total de todo lo vivido anteriormente, el joven
experimenta un renacimiento, porque recompone su mundo.
Las identificaciones infantiles, útiles para la infancia, son descartadas en su
composición ulterior (hay un proceso de desidentificación), y recompuestos en nuevas
identificaciones en una nueva combinación para obtener la propia identidad. Por
consiguiente, la adolescencia es un proceso conflictivo, pero no anormal sino
normativo.
El atraversarlo con éxito dependerá de la capacidad del individuo para transformarse
en una “personalidad operativa”. Si lo que trae como bagaje de su vida infantil ha sido
negativo, será mucho más difícil su tránsito y si al mismo tiempo falla la mutua
regulación, si el joven rechaza o no puede ser capaz de responder a aquello que de él
se espera, la sociedad lo reprobará sintiéndolo extraño e indeseable.
Se habrán establecido las bases para una futura vida patológica. Fallas en el proceso
de desarrollo evolutivo de un individuo constituirán los factores básicos, que unidos a
otros específicos encauzan la perturbación hacia la patología marginal.
En el adolescente marginal Lo primero que encontramos es que sus historias infantiles
son regularmente muy traumáticas. Con precisión monótona se descubren repetidos
abandonos y rechazos, graves carencias y negligencias, castigos frecuentes y
privaciones reales. A menudo importantes períodos de la infancia han transcurrido en
instituciones o en distintas casas sustitutas de su hogar, lo cual fue un obstáculo para
lograr identificaciones. No se les ha proporcionado en general oportunidad para
adquirir y desarrollar un código consistente y cohesivo de normas éticas y de valor.
Estos niños no recibieron la cantidad de aportes necesarios para el desarrollo normal,
no fueron satisfechas sus necesidades de amor y de cuidado, lo cual es esencial para
permitir el desarrollo de procesos de identificación sin deformaciones, resultando de
éste una fijación de primitivos mecanismos de identificación o mejor dicho casi la
inexistencia de identificaciones.
La prolongada frustración de tempranas necesidades de seguridad no sólo interfieren
con mecanismos de identificación normal, sino que también tiene como consecuencia
una persistente actitud de sentir que el medio es hostil y rechazante, junto con un
profundo sentimiento de inadecuación personal y una sensación de desconexión.
Se produce entonces un molde de desconfianza básica que se transforma en el
modelo de subsecuentes relaciones emocionales perturbadas.
De acuerdo a lo dicho por Spitz, “niños rechazados o gravemente privados con
frecuencia mueren o se vuelven psicóticos”. Pero también pueden desarrollar una
personalidad potencialmente criminal, desorganización similar a la esquizofrenia, en su
fijación a un narcisístico estado omnipotente de la infancia. Debido al poco
revestimiento libidinoso de sus pobremente desarrolladas relaciones objetales, los
suministros narcisísticos no han sido obtenidos de la realidad externa, sino de estos
tempranos sentimientos omnipotentes narcisísticos de los cuales ellos derivan su
autoestima. El perturbado proceso de identificación como la fijación narcisística
temprana condicionan un desarrollo psico- sexual muy defectuoso y débil. La
capacidad para establecer identificaciones maduras está negada.
No hay acceso a la posición edípica. Vamos a encontrar así pseudoidentificaciones
bisexuales y tendencias homosexuales.
Este molde de desconfianza básica puede verse incrementado a través de un
“quantum” de carencias y hostilidades de todo aquello que rodea al niño: medio
ambiente precario, insuficiencia de vivienda y medios sanitarios adecuados,
dificultades económicas, promiscuidad sexual, ignorancia, falta de educación, etcétera.
La madre enfrentada a estas circunstancias debe alejarse muchas horas por día para
ir a ganar su subsistencia, y su hijo puede resultar una carga, un problema más. Es
por lo tanto el hijo algo no deseado, una circunstancia obstaculizante lo cual dificulta y
perturba la relación afectiva desde el primer momento.
Puede suceder que el niño tenga que sufrir permanentes cambios de la figura materna
porque su madre lo abandona por largos períodos o definitivamente, o de la figura
paterna por distintas y promiscuas relaciones de la madre. Se daría la imposibilidad de
identificación por continuas pérdidas, primero de los padres y luego de las figuras
sustituías, que también revisten en general las mismas características hostiles,
agresivas, desvalorizadas, inadecuadas y frustrantes. Todo esto aumenta la vivencia
de un mundo hostil, carenciado y rechazante, un mundo que no da y que imposibilita
posteriormente que el sujeto sea un dador.
Cuando la agresión, la violencia, el permanente lenguaje de acción es lo más real (a
través de la madre por ejemplo: que siempre reemplaza la palabra por la acción, o a
través del padre o sustitutos donde la violencia, el castigo corporal a su pareja y al
niño, la pelea, la brutalidad, es lo más frecuente, es el modo de vida), al enfrentarse
más tarde, con tan pobre “yo” controlador, con ciertos factores económico-sociales
“oportunos”, en cierta época de su vida, surge la conducta delictiva.
La excesiva tolerancia suele alternarse con prohibiciones estrictas, no existe la
posibilidad de discriminar entre lo mío y lo tuyo, el yo y el tú, lo que me pertenece y lo
que te pertenece, lo que está bien y lo que está mal, pues todo esto no está inscripto
en las pautas reales, lo normativo, sino en el arbitrio de los adultos en donde lo bueno
y lo malo, lo útil o inútil, lo mío y lo tuyo dependen del momento, del humor o de la
conveniencia momentánea de los padres.
La imposibilidad de autocontrol del desarrollo normal de la autonomía debilita más el
“Yo”, lo hace más permeable, más influenciable a los factores negativos señalados,
que van a determinar el acrecentamiento de la situación de perturbación hacia la
configuración de la conducta delictiva.
Esas perturbaciones en el desarrollo empobrecen la imaginación y la fantasía es vivida
como algo peligroso, porque está inscripta en lo agresivo, vengativo, retaliativo, por lo
que la iniciativa es vivida como muy peligrosa. Aparece la culpa persecutoria, con la
consiguiente búsqueda de castigo, por ejemplo: a través del delito, como apaciguador.
La acción delictiva se presenta también como una defensa frente a la desintegración
psicótica.
El Superyó también es deficitario, prácticamente inexistente. Y cuando aparece tiene
características muy sádicas.
Todo esto nos habla de que el vínculo entablado con el mundo está perturbado, ya sea
por la carencia o por la hostilidad, habiendo fallado la resolución de todos los estadios
accediendo a la adolescencia con una base predisposicional negativa que unida a los
otros factores enunciados, derivan en una patología “delincuencial”.
Algunas características individuales, familiares y de los grupos de referencia y
pertenencia que aparecen notablemente reiteradas:
Lo que vemos más asiduamente son familias con perturbaciones en su relación,
perturbaciones afectivas fundamentalmente, y también sociales. Las familias son en
general lo que podemos dar a llamar “familias desintegradas”. Pero no hablo de
desintegración en sentido exclusivo de separación o desaparición de ciertos miembros
de la familia, hablo de desintegración en el sentido de “relaciones integradoras
perturbadas”.
En dicha desintegración se da la presencia mucho más constante de la madre que el
padre, es decir, generalmente son familias constituidas casi exclusivamente por la
madre y los hijos, la figura del padre tiene características de ausente. Es ausente en
sentido real, porque no existe, porque es un “N.N.”: un desconocido, ha sido una
relación ocasional de la madre, o ha vivido con ella un período muy breve; también
porque es una imagen de padre que no mantiene vínculo real con su prole; no hay
asunción del rol paterno.
La configuración familiar tiene como elemento fundamental a la madre, en relación con
quien se dan todos los tipos de interacción. Como ya vimos en el enfoque psicosocial,
las características de la madre son fundamentalmente “narcisísticas”, lo que implica un
vínculo de gran dependencia del hijo hacia ella; las actitudes son muy inmaduras, muy
poco elaboradas e inconsistentes; hay formas de actuación permanentes; la
elaboración, el pensamiento reflexivo se reemplaza por una acción constante.
Además es bastante rígida y sin matices, con poca flexibilidad frente a determinadas
situaciones. Otra característica es la alternancia de distintas conductas opuestas, en
un momento puede ser sumamente permisiva, y en otro y con igual valencia,
sumamente restrictiva. El vínculo con el hijo es muy lábil, dependiente, poco
estructurado e inconsistente.
El padre, dijimos, es en general una figura ausente, poco consistente, sin posibilidad
de asumir los roles paternos, alguien que, por circunstancias fortuitas ha tenido un hijo;
esto luego se reitera en el adolescente marginal, que en general tiene conductas
antisociales, francamente delictivas o socialmente desajustadas, como podría ser la
ebriedad o la imposibilidad de asumir roles adultos, o dificultad en la relaciones
laborales, o la estabilidad en un marco social adecuado.
Pero lo más importante es que en ningún momento asume su figura de padre, dicha
figura no puede ser asumida por él, porque no se ha desarrollado normalmente en sus
etapas como para constituirse en un dador, en un formador, en un transmisor de
pautas de conducta consistentes; no reviste autoridad, privando al hijo de un valioso
instrumento formador de un Yo integrador y adaptado.
Este “padre ausente” es fácilmente suplantable por figuras sustitutivas que revisten
sus mismas características. No podría ser de otro modo, habrá reiteración de la misma
“patología” en las sucesivas uniones que pueda realizar la madre. Las figuras
sustitutivas serán indiscriminadas, con dificultades de relación, características
antisociales, poca integración y bastante inconsistencia.
El chico, al encontrarse solo, puede optar por irse, y puede no volver. No lo buscan, no
lo reclaman, su ausencia no es vivida como algo importante. Desaparece por cierto
tiempo, puede reaparecer, y estas desapariciones y reapariciones no son registradas
con cabal importancia, son sólo circunstancias.
El adolescente marginal tiene generalmente una visión muy idealizada de su madre, la
vive como alguien perfecta. La idealización se produce precisamente porque la
agresión es tan grande, debido al abandono, a la indiferencia, a la falta de afecto, que
genera una gran culpa. Hay tendencia a idealizar el objeto que se quiere destruir, para
que no se vuelva contra él y lo destruya.
Desde el punto de vista social, sería una familia marginada, sin ocupación estable, con
vivienda precaria, con características de promiscuidad, falta de higiene, falta de
hábitos y de pautas conductuales.
Esto es lo más frecuente estadísticamente, pero de cualquier manera, las
características de madre narcisística, indiscriminada en los roles, padre con ausencia
real o afectiva y falta de integración en la pareja, también se dan frecuentemente en
otras configuraciones en las cuales aparece el adolescente marginal, cualquiera sea la
clase social a la que pertenezca la familia.
Ahora bien, si el padre debe ser el transmisor de las pautas y normas del medio, si
como autoridad es el portador de toda la tradición cultural, si los padres son los
elementos fundamentales en el proceso de socialización, es indudable que en estas
familias, este proceso no se cumple. El hijo de ningún modo recibe algo que podría ser
una imagen estructurada de la sociedad. No puede sentir que él es un miembro más
de ese medio que lo está esperando con determinadas expectativas, y frente al cual
tiene que responder, para ser reconocido. Se cría sin ninguna posibilidad de
internalizar normas morales, de respeto, de convivencia.
A veces, dichas normas actúan “como si” tuvieran vigencia. A través del contacto con
los jueces y las instituciones, o con personas de otro núcleo social, se les repite cómo
deben comportarse, qué se debe hacer y qué no se debe hacer, pero para ellos es
algo incomprensible. Este “debe ser” es frecuentemente expresado por ellos como
carente de significado. Por todo esto resulta equívoco hablar de desviación, de
carencia de normas.
Puede adoptar ciertos comportamientos puramente formales, en relación con lo útil o
inútil, cómodo o incómodo. Al sancionar al chico, no lo hace en base a una pauta, la
sanción está relacionada simplemente con actitudes que la perturban o la molestan, o
le impiden hacer algo, entonces también el castigo es indiscriminado. El estímulo
también puede ser formal, en relación a lo útil o inútil, cómodo o incómodo. Puede
premiar al chico porque atendió a su hermanito, quitándole la molestia de hacerlo a
ella y no porque la acción sea positiva. De igual manera sucede con el control de
esfínteres, la comida, solo Son acciones para manejar el objeto en su propio beneficio.
Podemos hablar de otro grupo de pertenencia del cual nuestro adolescente ha
emergido. La institución, que aparecería cuando estos chicos han carecido totalmente
de familia. La institución va a constituir para él su primer vínculo con el mundo, va a
ser su familia.
Si nosotros vimos como características del adolescente marginal un vínculo muy
perturbado, carente, abandónico, que constituía lo predisposicional para la elección de
la patología marginal, podemos decir que el medio “institución”, como primer vínculo,
también implica un vínculo falente, carenciado, abandónico.
Por el simple hecho de serlo, una institución, por más perfecta que sea, es totalmente
opuesta al medio natural de desarrollo del individuo. Esta primera relación es anormal
en sí misma
Capitulo III
Los primeros años de vida del ser humano transcurren preferentemente en el seno
familiar.
Con el ingreso a la escuela, la que comparte con la familia el desarrollo del proceso de
socialización.
En la adolescencia el ámbito del individuo se extiende, la familia deja de ejercer la
primaria salud del individuo, y éste pasa la mayor parte de su tiempo con otros grupos
humanos.
Grupos humanos vinculados en el quehacer escolar, laboral, de tiempo libre, etcétera.
Entre éstos, el grupo de pares cobra jerarquía en este período adolescencial. Los
grupos juveniles normales permiten que sus miembros desarrollen sus atributos
básicos psicológicos de maduración, la capacidad de elegir, de optar, de ensayar entre
varias alternativas sus futuros roles laborales, profesionales, ideológicos, etcétera, y la
posibilidad de adquirir estabilidad emocional en su comportamiento.
Para los adolescentes marginales el grupo de pares reviste connotaciones
significativas, ya que, al fallar otras asociaciones, pasan en él la mayor parte del
tiempo. El grupo está constituido por un variable número de jóvenes cambiantes en
cada momento.
Un individuo cumple un determinado rol en este grupo, pero en un momento dado, por
diversas circunstancias abandona el grupo, y puede ser reemplazado inmediatamente
o no.
Si bien estos grupos pueden ser considerados como grupos primarios con relación
cara a cara, directa, está ausente el factor afectivo. El individuo como tal, “sirve” o “no
sirve” a los fines del grupo, y al ser cosificado puede ser fácilmente reemplazado o
descartado.
Si decimos en general que en los grupos de pares de tiende a recrear los grupos
familiares de la infancia, vemos que el adolescente marginal repite en sus grupos de
pares la misma estructura familiar, en el sentido de la movilidad, la inestabilidad de sus
miembros, la carencia de vínculos afectivos duraderos, la utilización del otro como
objeto.
Otra característica que observamos en los grupos de adolescentes marginales es la
homogeneidad de los miembros que la componen, en cuanto que reúnen las mismas
condiciones del ámbito psicosocial y sociodinámico.
La unidad del grupo de adolescentes marginales se da a través del acto antisocial,
como una nueva característica. Mientras que los grupos juveniles normales, pueden
mantener la unidad variando las actividades, ya que el vínculo operativo y el
compromiso grupal los mantiene juntos, el grupo de adolescentes marginales, no es
capaz de unirse con otro propósito que no sea el de cometer un hecho delictivo.
Para el adolescente marginal el grupo de pares representa la posibilidad de canalizar
todas las pulsiones agresivas, el grupo resulta ser el depositario que le permitirá llevar
a cabo conductas con una finalidad vindicatoria.
Al principio de una participación en un grupo, es posible que el joven, deposite en él, o
en sus miembros, todas sus expectativas en el sentido de haber encontrado un lugar
seguro, de sentirse querido o amparado. Pero pronto será decepcionado, ya que sus
compañeros que padecen las mismas carencias que él, no cubrirán sus necesidades,
al ser éstas insaciables en su fantasía. La nueva derrota, esta vez, en manos de sus
pares, incrementará su visión hostil del mundo y su desconfianza.
Capitulo IV
El adolescente marginal es un fenómeno universal, que trasciende estructuras
económicas, políticas y que la mayoría de los jóvenes provienen de núcleos familiares,
que por sus características, los podríamos considerar como de clase marginal.
Estas “familias” se nuclean especialmente en los típicos conglomerados
habitacionales, conocidos como villas de emergencias, o en barrios urbanos o
suburbanos que sin llegar a ser “villas”, poseen similares condiciones a éstas.
También los encontramos, en menor proporción, en casa de inquilinato y hoteles.
Lo que caracteriza a estos hogares es la promiscuidad y el hacinamiento.
Encontramos frecuentemente un número de miembros que cohabitan en una misma
vivienda, que excede en cantidad a las posibilidades físicas de alojamiento digno. La
discriminación, el sentimiento de intimidad, la noción de pertenencia está ausente en
este tipo de hábitat.
La falta de organización interna, la carencia de límites, se trasunta en un acentuado
desorden y confusión de elementos cotidianos.
Capítulo V
En este tipo de barrio el menor encuentra fácilmente pares que responden a sus
mismas características, y no tarda en unirse a ellos en búsqueda de una seguridad y
un apoyo que no encuentra en su hogar. Cuando hablamos de jóvenes asociales
pertenecientes a clases medias o altas, no podemos circunscribirlos o atribuirles un
barrio o zona determinada, ya que aquéllos se encuentran distribuidos por todo el
ámbito de la ciudad.
Capítulo VI
Al caracterizar al joven marginal mencionamos su incapacidad de acceder
“adecuadamente” al plano simbólico, su escasa tolerancia a la frustración. En el área
de la escolaridad sistemática, estas características se revelan en los primeros años de
aprendizaje.
El niño es escasamente estimulado por su familia, en la escuela no aprende, se
convierte en constante repetidor y por último abandona la escolaridad. Su escasa
tolerancia a las frustraciones, su desinterés por el aprendizaje, los incipientes
problemas de conducta provocados por su compulsividad a la acción, inciden en el
abandono escolar.
Es posible que por alguna circunstancia vuelva a la escuela más tarde, pero ya lo hará
como un descolocado escolar, repitiendo nuevamente los fracasos anteriores.
Capítulo VII
De acuerdo a sus características de personalidad, el área laboral se presenta para
estos jóvenes como inestable y cambiante.
Su incapacidad de espera y la urgencia por satisfacer sus necesidades hacen que no
puedan permanecer por mucho tiempo en un mismo trabajo. Ello implica la
imposibilidad de acumular experiencia o perfeccionarse en un oficio o profesión
determinados. Prefieren el trabajo tipo “changas”, de pago inmediato.
Capítulo VIII
En cuanto al proceso de socialización, la participación exitosa de la vida en común
sólo es posible para quienes comparten significados convencionales. La socialización
es por esencia un proceso de comunicación. Las distintas personas desarrollan
gradualmente su capacidad de participar en grupos organizados y en esta
participación van corrigiendo sucesivamente sus esfuerzos hasta que son capaces de
anticipar las reacciones de los otros y de adaptarse a ellos. Lo que da forma a las
pautas de conducta y las fija, son las reacciones reiteradas y uniformes de las demás
personas. Los significados se desarrollan en cada individuo a través de un proceso de
selección natural. La socialización así, constituiría la adaptación continua de un
organismo vivo a su ambiente y a nuevas condiciones.
Dado que cada individuo es único y debe hacer frente a un contexto histórico
particular, las estructuras que desarrolla son en cada caso diferentes.
Pero los procesos de desarrollo son regulares y pueden describirse mediante un
conjunto de principios generales.
Una persona así es "socializada" cuando se halla en condiciones de participar en
acciones concertadas sobre la base de normas convencionales.
La estructura social consiste en pautas de acción concertadas. Estas pautas se
mantienen intactas y son discernibles en tanto que cada uno de los participantes acata
las normas convencionales, pero encontramos que determinados sujetos se desvían
de esas normas válidas y vigentes por el consenso.
¿Qué implica en términos generales la desviación?
Apartarse de las normas establecidas como válidas por una sociedad dada, normas
exigidas y esperadas de ser cumplidas por el individuo y cuya transgresión es sentida
por el medio como la destrucción del orden social.
Robert Merton propone que si pueden hallarse grupos sociales sometidos a tales
presiones, es de esperar una conducta desviada, producto de tales presiones y no
como consecuencia de anomalías particulares”.
Su hipótesis es que la conducta anormal o desviada debe considerarse como producto
de la divergencia existente entre las aspiraciones culturales prescriptas y las vías
socialmente estructuradas para lograr esas aspiraciones. La estructura cultural “es
aquella serie organizada de valores normativos que gobiernan la conducta que es
común a los miembros de una determinada sociedad.
Distingue cinco modos de conducta desviada:
1. Conformismo: éste se da cuando existe conformidad tanto con los fines culturales
como con los medios institucionalizados para lograrlos. Esto parecería ser la
adaptación más normal, sin embargo, Merton la relaciona con la conducta desviada,
ya que implicaría una actitud paralizante.
2. Innovación: existe conformidad con los fines culturalmente proscriptos (éxito igual a
riqueza y/o poder), pero no se han in- ternalizado, se carece de los medios lícitos, por
el contrario para su obtención se utilizan medios ilícitos o ilegítimos. Para Merton la
conducta innovadora es la típica de los delincuentes. Considera que sea cual fuere la
tasa de criminalidad en las distintas capas sociales, la que se siente más presionada
hacia la conducta desviada es la baja, por haber internalizado el fin cultural
“éxitodinero”, y por carecer de los medios socialmente adecuados para obtenerlo.
3. Ritualismo: existe abandono o reducción de las metas culturales, aunque continúa
obedeciendo casi compulsivamente a las normas institucionales; son los perfectos
burócratas.
4. Retraimiento: existe rechazo por los fines culturales y los medios institucionalizados
para lograrlos. Ante el continuo fracaso para obtener ambos, el individuo resuelve el
conflicto evadiéndose. Para Merton, éste es el caso de los psicóticos, vagabundos,
parias, adictos al alcohol.
5. Rebelión: existe el rechazo de los fines y de los medios socialmente prescriptos,
pero para un cambio total de la estructura de la sociedad buscando una nueva. Esto
sería una desviación de sentido opuesto a las anteriores.
La teoría de Merton fue objeto de críticas por varios autores, por considerarse que
estaba fundada en concebir al sujeto eligiendo adaptaciones al sistema social en
forma individual, sin conceder importancia a las interacciones con los otros que sirvan
de grupo de referencia y que afectan la respuesta y adaptación del actor y porque
consideraba las metas en forma universal, valiendo de la misma manera para todos,
sin tomar en cuenta que de los fines buscados surgen las exigencias multivalentes,
ante los cuales se ven los individuos.
A partir de Merton surgen sucesivas teorías de la desviación. Lo que a nosotros nos
interesa ver es cómo se ubica la marginalidad juvenil a partir de estas teorías.
En general se considera a la adolescencia marginal como una forma de conducta
desviada, conceptualizándose a ésta como la que viola las expectativas
institucionalizadas.
Para Peter Heintz el adolescente marginal es un fenómeno de masa por oposición a la
delincuencia adulta, porque entrarían en juego diversos factores tales como:
1) Emancipación de la familia: el joven, por cuestiones laborales o frustraciones
familiares, se va de su familia conectándose con nuevos grupos donde aprende
nuevas pautas desarraigándose de las propias de su familia.
Esto le produce inseguridad, inestabilidad y miedo, perdiendo su orientación, lo que lo
puede llevar al delito.
2) Inseguridad de status adolescente: al no tener status reconocido por la sociedad
global, se hace muy dificultoso integrarse a la sociedad.
3) Conflicto cultural: por lo anterior, el joven se siente abandonado y crea con sus
compañeros de la misma edad una subcultura propia opuesta al grupo mayoritario.
4) La frustración: este joven permanentemente frustrado puede desarrollar una
conducta agresiva.
Para Sykes y Matza, la clave para entender la marginalidad juvenil es que la ley, no es
“totalmente imperativa”. Se justifican a veces ciertas acciones que en otras
oportunidades se sancionan (matar en la guerra por ejemplo). Así, aprendiendo de
estas justificaciones, el joven se transforma en marginal.
James F. Short Jr., considera que la delincuencia no es un atributo (no se nace
delincuente). Como es una cuestión de grado, ya que todos somos más o menos
delincuentes, la conducta delincuente debe percibirse como multidimensional, es decir,
que a diferentes factores corresponderán diferentes estrategias de control. Hay
numerosos factores que inciden para la aparición de determinadas formas de
marginalidad juvenil.
Cloward y Ohlin, piensan que la adolescencia marginal se deriva de las diferentes
oportunidades de acceso a los medios legítimos e ilegítimos de lograr los valores o
metas sociales.
Todas estas teorías, a pesar de sus variantes o variaciones individuales, podríamos
decir que sostienen en común que la adolescencia marginal surge como consecuencia
de presiones sociales de distinto tipo, que el joven es producto de tensiones,
carencias, angustias, frustraciones a las cuales permanentemente se ha encontrado
expuesto y ante las cuales ha respondido con desajustes.
Capitulo IX
La historia de los pueblos nos muestra que las culturas más avanzadas se ocuparon
siempre de la población minoril en estado de carencia. Dirigían sus acciones hacia
aquellos que no contaban con la protección de sus padres, por orfandad, o que por
algún motivo habían quedado excluidos de la patria potestad.
Contemporáneamente el concepto de protección se amplía, para abarcar no sólo al
huérfano o abandonado materialmente, sino a aquel que está en riesgo o peligro
moral, a aquel en estado de conflicto o asociabilidad.
El organismo judicial, a través de los jueces de menores, trabajando en estrecha
relación con aquél, va siguiendo paso a paso la evolución del joven, mediante
entrevistas personales con éstos, y nutriéndose con los informes periódicos que le
envía el Organismo Técnico Administrativo. Esto le permitirá al juez de menores, quien
tiene el poder de decisión sobre el joven, evaluar la situación y en consecuencia
dictaminar las acciones que considere conveniente. Uno de los más utilizados con
nuestros adolescentes marginales es el sistema de la Libertad Vigilada, que se ejerce
a través de delegados tutelares, quienes se encargarán de orientar al joven, respecto
de cualquier área de la vida cotidiana, trabajo, estudio, salud, convivencia familiar,
etcétera. El Delegado Tutelar deberá informar al juez de menores sobre la evolución
del joven en el medio y evaluará la conveniencia o no de continuar con este tipo de
tratamiento o si debe ser reemplazado por otro.
Desde el punto de vista psicológico, el hecho delictivo en sí, la modalidad del mismo,
la frecuencia o la intensidad va a aportar un dato más acerca de la personalidad del
joven.
En general podemos decir que cuanto menos estructurada es la personalidad del
sujeto, más diversificada e indiscriminada, aparece la forma del delito.
Por el contrario, en aquellos jóvenes que presentan un Yo más integrado, podemos
encontrar un tipo de delito específico, o la tendencia a actuar con una modalidad, con
un estilo definido. Los primeros por su inmadurez general resultan potencialmente más
peligrosos para sí y para terceros. El escaso dominio de sus pulsiones los lleva a la
comisión de hechos de violencia que pueden revestir distintos grados de gravedad.
En el segundo grupo, el Yo puede actuar como mediatizador, anticipar conductas y
ejercer alguna forma de regulación.
Considerando el robo y hurto como lo más frecuente, observamos primacía en el robo
de automotores. El adolescente se apropia de un coche con diversos fines: para
cometer otro hurto, para desarmarlo y comercializar sus piezas, para movilizarse sin
otro objetivo específico.
La segunda variante es la menos usual, adquiriendo un mayor porcentaje la última.
Vemos a menudo la necesidad del joven de utilizar el automóvil, como un elemento de
poder, como una manera de reafirmar su Yo
Capitulo X
Llegamos a la conclusión que el adolescente antisocial era señalado como el
emergente de una enfermedad social. Dijimos que así como la sociedad llevaba en sí
misma núcleos enfermos, también arbitraba sistemas de combate para esos núcleos
enfermos: los tipos de tratamiento que la comunidad asume para rehabilitar y restituir
aquello que de alguna manera la enfermedad le ha suprimido.
Sabemos que todo el quehacer social de los individuos transcurre en las instituciones,
es vida institucional. A través de las instituciones es como el individuo se revela como
persona.
Las instituciones donde viven los hombres son aquellas donde el individuo se pone en
contacto más precozmente: la familia, los amigos, el grupo de pertenencia en general.
También están aquellas con las que el individuo se va a conectar posteriormente: el
trabajo, el estudio, las recreativas, etcétera, su medio ambiente en general.
Recordamos que según como se dé la mutua regulación entre sujeto-medio, inscribirá
un tipo especial de vínculo que va a signar el comportamiento de los hombres. O sea
que se ha inscripto un tipo especial de vínculo que condiciona comportamientos
hostiles, fragmentados, de rechazo, de masiva defensa que lo llevan a actitudes
antisociales. todo tratamiento de estos adolescentes sería a la modificación del
vínculo, creando básicamente una nueva relación valente para su desarrollo exitoso,
dando una respuesta correcta a sus necesidades, llevándolo a la instauración de un
Yo capaz, operativo, discriminador y regulador de la experiencia.
Este tratamiento se irá desarrollando en base a la prevención primaria, secundaria y
terciaría (rehabilitación).
Cuando nos referimos a prevención primaria, entendemos por ésta una serie de
acciones que se van a desarrollar en la población en riesgo que tiene mayores
posibilidades de enfermar; cuando se realizan acciones de prevención primaria en
referencia a la adolescencia marginal.
La prevención secundaria estaría constituida por una serie de acciones que se van a
ejercer cuando ya ha aparecido el trastorno, para que éste no se intensifique y se haga
retroceder la enfermedad.
La prevención terciaria está constituida por todas aquellas acciones que actúan una
vez instaurado el trastorno, o sea una vez que éste ya está definido. Estarían dirigidas
a restaurar al individuo de la enfermedad que padece, a rehabilitarlo. Al mismo tiempo
esta rehabilitación tendería a prevenir las secuelas del trastorno, con lo cual ya se
constituiría en una prevención primaria, ya que al trabajar sobre la futura
consecuencia, se está actuando frente a la aparición de mayores trastornos.
Es decir, podemos establecer un círculo: prevención primaria seria el comienzo de un
tratamiento que se continuaría con la secundaría y la terciaría, y allí comenzaría
nuevamente la primaría.
El tratamiento específico del trastorno instaurado. Este se realiza en la institución.
Cuando aquí nos referimos a institución hablamos de organismos concretos con una
distribución geográfica, temporal y de roles. La institución constituiría un medio
ambiente, el mundo nuevo en el cual el individuo va a entrar en vinculación. Esta
institución deberá actuar como lo terapéutico. Y dada la gravedad del trastorno a
través de la internación.
Si la institución es consciente de su rol será capaz de proveer los medios adecuados
para el desarrollo exitoso, es decir, será capaz de dar una respuesta efectiva a los
reclamos y necesidades del joven, obrará como la buena madre con capacidad de
“reverie” (Bion), decodificando los mensajes del adolescente y devolviéndole un todo
coherente y organizado.
Si la institución no es consciente de su rol o no tiene la capacidad de interpretación del
individuo que establece la relación con ella, obrará nuevamente como un vínculo
perturbador y por ende no podrá proporcionar los aportes básicos necesarios,
reforzando lo patológico.
Para que el tratamiento institucional sea efectivo tiene que ser integral y abarcar todas
las áreas de relación posible. Deberá contemplar los aspectos educativos, laborales,
socializantes, afectivos, la problemática profunda.
La terapia integral ofrece el marco adecuado a la psicoterapia. Dentro de este
tratamiento, el rol del psicólogo tiene características particulares. La psicoterapia debe
tender a instaurar (o a corregir los defectos) del Yo para que resulte operativo, capaz
de realización del mundo realístico. Él tratamiento es un proceso de paulatinos
cambios, que únicamente puede lograrse a través de una estrategia y procedimientos
adecuados. Podemos dividirlos en cuatro etapas:
1) Resistencia: el paciente no tiene conciencia de estar enfermo. Nunca
por sí mismo reclamará la atención psicoterapéutica, hay que ir a
buscar al paciente, esta etapa tiene como objetivo el control de la
actuación y que el terapeuta se constituya para el paciente en algo
próximo y confiable que le brinde permanente seguridad. El paciente
resiste los esfuerzos del terapeuta y la comunicación se da a nivel de
las acciones, no de las palabras. Lo pone a prueba constantemente con
el rechazo o la indiferencia.
2) Acercamiento masivo: (etapa simbiótica). Aflora la avidez y la necesidad
de contacto masivo por carencias masivas. El paciente se comporta
como un bebé que necesita constantes suministros. Afloran
comportamientos regresivos que deben ser permitidos (necesidad de
contactos, caricias, cercanías), la meta en esta etapa es que el paciente
se sienta gratificado y querido, que cuando necesita se le da. Comienza
la sensación de un mundo “bueno”, relaciones significativas, y comienza
la autoestima.
3) Elaboración: (principio de la individualización). Aparece la depresión. El
paciente comienza a controlar su conducta, se reduce la actuación, y es
progresivamente capaz de conciencia de la relación entre sus
sentimientos y comportamiento. Tiende a la verbalización de sus
conflictos. Comienza una verdadera relación terapéutica.
El paciente comienza a individualizarse. El Yo comienza a funcionar en
forma más acorde con lo esperado como instancia reguladora. Se
introduce lo verbal en la psicoterapia. La meta en esta etapa es que
aparezca como un ser autónomo capaz de reconocimiento de sí mismo.
4) Elaboración de la problemática de fondo: (tratamiento psicoterapéutico
verbal tradicional). En esta etapa hay que trabajar sobre la separación
del adolescente del internado y su reinserción al medio. Es conveniente
unirla con terapia familiar conjunta. Debe ser completada con
psicoterapia posterior en el medio.
Dentro de este tratamiento, la actuación del psicólogo tiene características propias.
Tiene que ejercer un rol múltiple. Por un lado, como son chicos que no han accedido
adecuadamente a la simbolización y que han reemplazado siempre el pensamiento
por la acción, se tiene que tender, como objetivo terapéutico, a llevar al sujeto de la
acción a la reflexión. Si bien eso es la resultante del trabajo en todas las áreas,
especialmente en el tratamiento psicológico estará centrado el enseñarle a pensar.
La tarea es muy diferente a la que puede hacerse en una terapia común, en la que ya
se parte de la posibilidad de reflexionar de un individuo, que permite la incorporación
de los señalamientos y las interpretaciones. Como esto aquí no está instaurado, no
existe un Yo constituido sólidamente, el terapeuta “prestará” el Yo que no tiene el
adolescente, se constituirá en una suerte de Yo sustituto, el modelo a través del cual el
chico podrá ir incorporando identificaciones, modalidades, normas, comportamientos
adaptados. El terapeuta irá jugando una cantidad de roles necesarios para su
paciente: será la mamá, el papá, la autoridad, la guía, el amigo. Esto es similar en
algunos aspectos al tratamiento con psicóticos. Es un trabajo lento, de ir poco a poco
significando el mundo en su nueva versión.
Módulo 7 – El padecimiento mental – lo clínico y lo jurídico.
Lo clínico y lo jurídico, dos criterios fundamentales para la asistencia.
Al hablar de las implicancias terapéuticas y su relación con el marco jurídico, se hace
necesario hablar sobre la internación psiquiátrica, ya que es un recurso terapéutico y
también un acto jurídico (es un acto jurídico porque tiene por finalidad preservar el
derecho a la salud del que toda persona goza por imperio constitucional)
La internación psiquiátrica entendida como acto jurídico trae aparejadas
consecuencias tanto jurídicas como familiares y sociales. Hay que prever siempre los
pasos a seguir sin perder de vista que es solo un recurso terapéutico, y como tal, no
puede ser el único posible de ser implementado, así como tampoco debe ser un
recurso permanente para evitar la estigmatización del sujeto, la exposición al
padecimiento del síndrome de institucionalización.
Antes de la nueva ley de salud mental, se entendía el criterio fundamental que había
de tenerse en cuenta al momento de decidir una internación psiquiátrica, que el sujeto
resulte peligroso para sí o para terceros. A partir de la nueva ley, el estado psíquico
que propicia la internación debe dar cuenta de un momento crítico por el que atraviesa
el sujeto, presentando un episodio agudo que haga temer por su integridad o la de
terceros.
Desde el punto de vista jurídico debe evitarse que la internación se convierta en una
cuestión controvertida o dudosa que dé lugar a juicios.
En los casos en las que la internación no es voluntaria se debe prestar atención
puesto que todo sujeto tiene derecho a ejercer su libertad, derecho que se ve
afectado. Desde el punto de vista civil puede aparecer la figura del daño moral.
Mientras que para los profesionales tratantes lo primordial en una internación es el
estado del paciente y su necesidad de tratamiento, para los juristas, la misma se trata
de una cuestión de libertad individual y de garantías que la ley prevé para proteger
dicha libertad.
Cuando el acto de internación no responde en su forma de efectivizarse a los
requisitos impuestos por la ley, podría incurrirse en el delito de privación ilegítima de la
libertad. Todas las internaciones se encuentran sometidas a un control judicial.
La ley 22.914 tenía un espíritu proteccionista apuntando a la protección del sujeto y de
sus bienes, teniendo como objetivo preservar el bienestar y su patrimonio. En su
espíritu tutelar, la ley indicaba que cuando el sujeto se encuentre bajo autoridad
judicial, la institución que lo albergue deberá dar cuenta regularmente al juez
interviniente sobre el estado del paciente y el régimen de tratamiento. Los
profesionales harán informes que dan cuenta del estado del paciente.
A partir de la ley 26637 el acto de internar no debe ser entendido como un eslabón
más dentro del proceso de tratamiento, sino como una etapa crítica en la que se priva
de su libertad a alguien que por estar afectado psíquicamente puede producirse un
daño a sí mismo o causarlo a otra persona.
Cuando se decide una internación es necesario tener la seguridad de que no hay otras
alternativas posibles de tratamiento. De no ser así, deberá optarse por otras
modalidades de abordaje como ser: hospital de día, casas de medio camino,
acompañamiento terapéutico, atención domiciliaria, entre otros. El acto de internar
está fundado sobre un trípode que funciona como eje para el mismo, esto conlleva la
certeza sobre el diagnostico, la definición de una terapéutica y la estimación del
pronóstico en función de la terapéutica aplicada.
En cuanto a la certeza diagnostica, no hay que perder de vista que la misma será
llevada a cabo bajo estrictos criterios científicos, y que, más allá del cuadro
psicopatológico, a lo que se hace referencia es al estado de un sujeto.
Será forzoso evitar que el diagnostico se constituya en una etiqueta que marque al
sujeto como un enfermo sin posibilidades de recuperación. Esto implica que se
entendería al diagnóstico dinámicamente, tomando en cuenta la confluencia de
factores que lo determinan para poder establecer un tratamiento individualizado,
adecuado y eficaz.
La definición de la terapéutica o plan de tratamiento esta signada por su objetivo
principal: la externacion, pensada en términos de rehabilitación y reinserción
comunitaria. Será necesario tomar en cuenta ciertos aspectos que serán directrices del
tratamiento. Estos son: estado clínico del paciente, estado psiquiátrico, estado
psicológico, situación familiar, situación socioeconómica, situación legal, y situación
laboral. Sobre ellos se construye una cura que aborde al sujeto desde su singularidad
y le posibilite el ejercicio de su autonomía y libertad.
Las internaciones prolongadas carecen de eficacia terapéutica. Pero nos encontramos
con que muchas veces la cronicidad de la internación encuentra justificación en el
hecho de que el paciente no tiene otro lugar donde permanecer. Este aspecto socio-
familiar debe ser contemplado al momento de plantearse la estrategia terapéutica,
dado que, si el sujeto no tiene una red de contención, será necesario construir redes
sociales e institucionales alternativas.
EVALUACIÓN INTERDISCIPLINARIA EN CASOS DE RESTRICCIÓN DE LA
CAPACIDAD CIVIL Varela, O., Puhl, S., Izcurdia M.
Introducción
A partir de la modificatoria del Código Civil de la Nación Argentina en el año 2016 y la
promulgación de La Ley de Salud Mental 26657, se produjo en cambio sustancial en lo
que se denominaban los “juicios sobre insañía”, los que tenían por finalidad la
suspensión total o parcial de la capacidad de ejercer derechos por sí mismo. En esos
casos, el Perito Psicólogo era convocado a intervenir en casos excepcionales, ya que
la participación de profesionales en dichos procesos se encontraba a cargo de
médicos psiquiatras y/o médicos legistas
Actualmente, no solo resulta obligatoria la participación de psicólogos en la evaluación
de casos de lo que se denomina “restricción de la capacidad civil”, sino que además
debe intervenir un equipo interdisciplinario durante el proceso judicial tendiente a su
determinación.
Específicamente el psicólogo deberá evaluar la aptitud psíquica para ser titular de
derechos y deberes jurídicos.
Aspectos jurídicos, psicológicos e interdisciplinarios
Considerando que la restricción de la capacidad civil o incapacidad por causa de
enfermedad mental en el contexto procesal legal debe ser entendida en términos
jurídicos y no psiquiátricos y/o psicológicos; no puede dejar de observarse entonces
que jurídicamente poco interesa la clasificación de la patología psiquiátrica que da
lugar a ello, sino que lo que resulta de relevante importancia es la dilucidación
respecto de si el sujeto cuenta o no con aptitud mental para ejercer sus derechos
civiles, entendiendo a ésta “aptitud mental” desde el punto de vista jurídico- como la
capacidad para conducirse a sí mismo y en sus relaciones de familia y para
administrar sus bienes.
Por tanto desde las ciencias que estudian el psiquismo humano, cuando son
convocadas a apreciar hechos de tal naturaleza, debe rigurosamente tomarse como
criterio de evaluación el determinar si existe alteración del psiquismo pero
fundamentalmente si tal alteración condiciona la “aptitud mental para autodirigirse y
administrar sus bienes”. Es decir, que el Perito debe apreciar la concurrencia de los
criterios clínico y jurídico para expedirse en su Informe.
Ahora bien, conforme ello, se deben analizar dos dimensiones al momento de
expedirse pericialmente sobre la “aptitud mental” de una persona que es causante de
un proceso de restricción de la capacidad, a saber:
1) Qué patología existe en el sujeto (Diagnóstico):
Para realizar un diagnóstico certero habrá que tomar en cuenta que el mismo se
realiza sobre un sujeto, el cual debe considerarse como una integridad
biopsicosocial; valorando entonces el conjunto del ser y por tanto los distintos
trastornos mentales, enfermedades médicas, problemas psicosociales y ambientales
así como el nivel de su actividad global; con la finalidad de poder captar la
complejidad de situaciones clínicas que atañen a éste. Es decir, la patología que el
sujeto presenta, y en qué aspecto de su vida lo condiciona jurídicamente.
Este condicionamiento jurídico a su vez puede pensarse desde dos ópticas:
Capacidad de auto dirigirse: Tal aspecto debe ser considerado como el
conjunto de condiciones jurídicas y psíquicas que den al individuo aptitud
para desenvolverse en sociedad.
Capacidad de administrar sus bienes: En este sentido, deberá entenderse que
el sujeto pueda ser capaz de realizar actos jurídicos con discernimiento,
intención y voluntad.
En el proceso psicodiagnóstico es necesario considerar los siguientes aspectos:
Situación psicosocial actual del examinado: su estado psíquico, los vínculos
que mantiene; actividades que desempeña y responsabilidades que sostiene.
Necesidad de la protección jurídica y alcances de la misma.
Para la confección del informe pericial es necesario tener en claro que en casos de
esta naturaleza pueden encontrarse consignados puntos periciales o no; pero en
cualquier caso el Perito deberá expedirse sobre aspectos tales como:
Diagnóstico;
Fecha aproximada en que la enfermedad se manifestó;
Pronóstico;
Régimen aconsejable para la protección (actos que puede o no realizar en la
vida diaria) y tratamiento;
Necesidad o no de internación.
Debe quedar claro que la realización de un examen “conjunto interdisciplinario” es
indispensable para otorgar el valor legal que el derecho persigue al imponer en la
letra de la ley dicha condición.
En tal sentido, es necesario aclarar que los peritos que intervengan deben realizar
una valoración integral conformando una Junta de evaluación. Para ello acordarán
criterios de análisis y acciones tendientes a la investigación de los aspectos a ser
estudiados. Las acciones que consensuen y planifiquen por lo menos contemplará
una entrevista conjunta, y debate interdisciplinario de las conclusiones con la
confección de un único informe que contenga los aspectos inherentes tanto al
examen integral como a niveles científicos disimiles (es decir que, podrá
diferenciarse aspectos específicos de la evaluación psiquiátrica y la psicológica,
especialmente en consideración a las diferentes metodologías de abordaje que se
utilizan mayormente).
Modulo 8 - Fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre
el Recurso del Hecho presentado en el Caso “Arriola
El fallo Arriola dio por sentado a través de la corte suprema de justicia de la
Nación la despenalización de la tenencia de estupefacientes para consumo
personal. La Corte declaró la inconstitucionalidad del artículo que sanciona
penalmente la tenencia de estupefacientes para consumo personal (Art.14 Ley 23.737)
por ser incompatible con el Art.19 de la Constitución Nacional, el cual protege las
acciones privadas siempre y cuando estas no afecten al orden público, a la moral
pública ni perjudiquen a un tercero.
El hecho que da origen a la investigación se produjo cuando personal policial
advierte que en un domicilio de la ciudad de Rosario, se estaban produciendo
maniobras compatibles con la venta de estupefacientes al menudeo, razón por la cual,
comienzan las tareas de inteligencia que culminaron con un allanamiento en la morada
y el hallazgo del material prohibido. En primera instancia, el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal Nº 2 de Rosario, condenó a tres de los imputados en orden al delito
de tráfico de estupefacientes en la modalidad tenencia de estupefacientes con fines de
comercialización y a dos de ellos, con fines de consumo, luego de rechazar las
nulidades y el pedido de inconstitucionalidad del artículo 14 párrafo segundo de la ley
23.737.
El objeto de análisis por parte de la Corte Suprema se circunscribió a los
hechos cometidos por algunos de los imputados, a los que se les incautó pocos
cigarrillos de marihuana de armado casero que tenían en sus bolsillos, y se les imputó
la comisión del delito de tenencia de estupefacientes con fines de consumo. Con
anterioridad al conocimiento del Máximo Tribunal, había sido rechazado un recurso por
parte de la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, órgano que, hasta ahí,
bregaba por la constitucionalidad de la norma del artículo 14 segundo párrafo de la ley
23.737.
El recurso extraordinario de la defensa tuvo como eje la exposición de
argumentos referidos a la violación del principio de reserva consagrado en el artículo
19 de la Constitución Nacional, dado que la conducta de los imputados se había
llevado a cabo dentro del marco de intimidad; a la circunstancia de que la escasa
cantidad no permitía influir en la generación de dependencia física o psíquica por
parte del consumidor y menos aún podía afectar la pretendida salud pública; a que el
incremento de causas de este estilo a partir de la vigencia de la ley 23.737 demostraba
que el efecto disuasivo pretendido no había surtido efecto y por último, haciendo
referencia a la doctrina de la arbitrariedad, a que no se había acreditado afectación
alguna al bien jurídico y por tanto ante la falta de lesividad de la acción, era inadmisible
la aplicación de una sanción por tratarse de una acción atípica.
La ley no se modificó por este caso. Lo que le da importancia este caso es el
fallo. Marcó un precedente, y aunque el artículo 14 sigue vigente, cuando alguien es
detenido por tenencia no se lo puede condenar. A partir del mismo, todos los casos
similares resolvieron apoyándose en el artículo 19 donde dice que no se puede
sancionar una acción privada que no genera un daño público, descalificando de esa
manera al art. 14 que sancionaba la tenencia.
Código Penal de la Nación Arg: “Tenencia y Tráfico de
Estupefacientes” Ley N° 23.737 (Artículos 14 a 22)
Se refiere a la penalización y aplicación de medidas alternativas (de seguridad,
curativas, educativas y de tratamiento) para quienes transgreden la ley por tenencia
para el consumo personal. La pena es de un mes a dos años. La medida curativa
consiste en un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación que cesara por
resolución judicial, previo dictamen de peritos que así lo aconsejen. Se llevará a cabo
en establecimientos adecuados que el tribunal determine de una lista, bajo conducción
profesional reconocida, evaluadas periódicamente, registradas oficialmente con
autorización y habilitación de la autoridad sanitaria nacional o provincial lista
actualizada al poder judicial y difundida públicamente. Si después de 3 años de
recuperado a lo social, familiar, laboral, el juez previo dictamen de peritos podrá librar
oficio al registro nacional de reincidente para la supresión de la anotación en la lista de
uso y tenencia de estupefacientes.
Art. 14 — Será reprimido con prisión de un mes a dos años cuando por escasa
cantidad y demás circunstancias la tenencia es para uso personal.
Art. 15 — La tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural
destinado a la práctica del coqueo o masticación, o a su empleo como infusión, no
será considerada como tenencia o consumo de estupefacientes.
Art. 16 — Cuando el condenado por cualquier delito dependiere física o
psíquicamente de estupefacientes, el juez impondrá, además de la pena, una medida
de seguridad curativa que consistirá en un tratamiento de desintoxicación y
rehabilitación por el tiempo necesario a estos fines, y cesará por resolución judicial,
previo dictamen de peritos que así lo aconsejen.
Art. 17 — En el caso del artículo 14, segundo párrafo, si en el juicio se
acreditase que la tenencia es para uso personal, declarada la culpabilidad del autor y
que el mismo depende física o psíquicamente de estupefacientes, el juez podrá dejar
en suspenso la aplicación de la pena y someterlo a una medida de seguridad curativa
por el tiempo necesario para su desintoxicación y rehabilitación. Acreditado su
resultado satisfactorio, se lo eximirá de la aplicación de la pena. Si transcurridos dos
años de tratamiento no se ha obtenido un grado aceptable de recuperación por su falta
de colaboración, deberá aplicársele la pena y continuar con la medida de seguridad
por el tiempo necesario o solamente esta última.
Art. 18 — En el caso de artículo 14, segundo párrafo, si durante el sumario se
acreditase por semiplena prueba que la tenencia es para uso personal y existen
indicios suficientes a criterio del juez de la responsabilidad del procesado y éste
dependiere física o psíquicamente de estupefacientes, con su consentimiento, se le
aplicará un tratamiento curativo por el tiempo necesario para su desintoxicación y
rehabilitación y se suspenderá el trámite del sumario.
Acreditado su resultado satisfactorio, se dictará sobreseimiento definitivo. Si
transcurridos dos años de tratamiento, por falta de colaboración del procesado no se
obtuvo un grado aceptable de recuperación, se reanudara el trámite de la causa y, en
su caso, podrá aplicársele la pena y continuar el tratamiento por el tiempo necesario, o
mantener solamente la medida de seguridad.
Art. 19 — La medida de seguridad que comprende el tratamiento de
desintoxicación y rehabilitación, prevista en los artículos 16, 17 y 18 se llevará a cabo
en establecimientos adecuados que el tribunal determine de una lista de instituciones
bajo conducción profesional reconocidas y evaluadas periódicamente, registradas
oficialmente y con autorización de habilitación por la autoridad sanitaria nacional o
provincial, quien hará conocer mensualmente la lista actualizada al Poder Judicial, y
que será difundida en forma pública.
El tratamiento podrá aplicársele preventivamente al procesado cuando prestare
su consentimiento para ello o cuando existiere peligro de que se dañe a sí mismo o a
los demás. El tratamiento estará dirigido por un equipo de técnicos y comprenderá los
aspectos médicos, psiquiátricos, psicológicos, pedagógicos, criminológicos y de
asistencia social, pudiendo ejecutarse en forma ambulatoria, con internación o
alternativamente, según el caso. Cuando el tratamiento se aplicare al condenado su
ejecución será previa, computándose el tiempo de duración de la misma para el
cumplimiento de la pena. Respecto de los procesados, el tiempo de tratamiento
suspenderá la prescripción de la acción penal.
El Servicio Penitenciario Federal o Provincial deberá arbitrar los medios para
disponer en cada unidad de un lugar donde, en forma separada del resto de los demás
internos, pueda ejecutarse la medida de seguridad de rehabilitación de los artículos
16, 17 y 18.
Art. 20 — Para la aplicación de los supuestos establecidos en los artículos 16,
17 y 18 el juez, previo dictamen de peritos, deberá distinguir entre el delincuente que
hace uso indebido de estupefacientes y el adicto a dichas drogas que ingresa al delito
para que el tratamiento de rehabilitación en ambos casos, sea establecido en función
del nivel de patología y del delito cometido, a los efectos de la orientación terapéutica
más adecuada.
Art. 21 — En el caso del artículo 14, segundo párrafo, si el procesado no
dependiere física o psíquicamente de estupefacientes por tratarse de un principiante o
experimentador, el juez de la causa podrá, por única vez, sustituir la pena por una
medida de seguridad educativa en la forma y modo que judicialmente se determine.
Tal medida, debe comprender el cumplimiento obligatorio de un programa
especializado relativo al comportamiento responsable frente al uso y tenencia indebida
de estupefacientes, que con una duración mínima de tres meses, la autoridad
educativa nacional o provincial, implementará a los efectos del mejor cumplimiento de
esta ley.
La sustitución será comunicada al Registro Nacional de Reincidencia y
Estadística Criminal y Carcelaria, organismo que lo comunicará solamente a los
tribunales del país con competencia para la aplicación de la presente Ley, cuando
éstos lo requiriesen.
Si concluido el tiempo de tratamiento éste no hubiese dado resultado
satisfactorio por la falta de colaboración del condenado, el tribunal hará cumplir la
pena en la forma fijada en la sentencia.
Art. 22 — Acreditado un resultado satisfactorio de las medidas de recuperación
establecidas en los artículos 17, 18 y 21 si después de un lapso de tres años de dicha
recuperación, el autor alcanzara una reinserción social plena, familiar, laboral y
educativa, el juez previo dictamen de peritos, podrá librar oficio al Registro Nacional de
Reincidencia y Estadística Criminal y Carcelaria para la supresión de la anotación
relativa al uso y tenencia indebida de estupefacientes.
Consumos problemáticos de sustancias. Virajes hacia nuevos paradigmas
desde una perspectiva integral de derechos. Dabul.
Aproximación histórica
Viciosos, enfermos, delincuentes o usuarios?
Al recapitular sobre las definiciones que se aplicaron al encuentro de las personas
consumidoras de drogas, podemos entender como ese segmento de la población, se
transformo, en desposeído heredero de los peores estigmas, que se pueden
desprender de la criminología y la psiquiatría clásica, por un lado y de las teorías del
flagelo demonológicas religiosas, por otro. Con el consenso social y la herramienta
jurídico penal como aliados, para la segregación, estigmatización y exclusión.
De esta manera se logra consolidar a través, de la utilización de un Modelo Ético
Jurídico, que sostiene la conducta del consumidor de sustancias como moral y
jurídicamente objetables desde lo penal, y el Modelo Medico Hegemónico que
convalida una lista de sustancias prohibidas, como objetos penales, en tanto desde su
visión funcionan a través de la teoría del contagio, que infecta al tejido sano de la
población, ya no solo la sustancia misma, con, “sus mágicos poderes”. Sino también a
quien toma contacto con ella, y luego sociabiliza con otros, como “agente trasmisor,”
por lo que el aislamiento, y la sanción son las dos propuestas de dichos modelos. Los
mismos corporizados a través de la Ley 23.737, que considera la tenencia de drogas
para consumo personal, un delito, y le impone un tratamiento coercitivo las Medidas
Educativa o Curativas.
Siendo el resultado visible, la ausencia de una intervención politicosanitaria como
instrumento de inclusión, de estas problemáticas para el usuario de drogas y un
agravamiento, politicosocial de la situaciones de comercialización, y tráfico de
sustancias.
Por que consumen drogas las personas?
Dar una respuesta es cerrar un interrogante, que solo la singularidad, del sujeto que
escuchamos en cada caso en particular, nos puede aportar, al acercamiento de
respuestas, que posibiliten el cambio desde la complejidad de su subjetividad.
En ese intento de respuesta, cada sujeto se encontrara con su propia historia, con las
diferentes tipos de drogas y consumos, ya sean esta legales o ilegales, un contexto
particular desde la perspectiva sociofamiliar. Solo en esas coordenadas la significación
para cada uno, determinara una relación con el toxico, tal vez un usuario ocasional,
con fines recreativos, tal vez un usuario, con mayor periodicidad.
Solo en algunos casos, ese particular entramado, que se produce, entre un sujeto, su
contexto, y una droga, determinara una conducta adictiva, para ese sujeto.
Si podemos escuchar, esta singularidad aparecen personas que consumen porque les
divierte, o porque no toleran la felicidad, o porque no conciben, que la angustia de la
existencia, es propia y singular del ser parlante, y que ningún polvo mágico puede ser
el remedio permanente para nuestras pérdidas, el único camino es atravesar y
elaborar los duelos, sino queremos que los mismos, nos tracen laberintos sin salida.
Las concepciones que intentan, tener una respuesta única a porque se drogan las
personas, sin abrir, este abanico de posibilidades descriptas, nos dieron resultados de
paradigmas, basados en miradas abstencionistas, de tolerancia cero de consumo, con
dispositivos de encierro en comunidades terapéuticas, como única oferta posible, para
todos igual, el problema puesto en el toxico, y no en lo que le pasa al sujeto, en que
contexto se manifiestan sus consumos, los diferentes tipos de tóxicos y los efectos de
los mismos, con las consecuencias psíquicas y neurológicas diferenciales, y la
estructura psíquica del usuario.
El resultado fue, la inversión de millones de pesos de la SEDRONAR, en ONGS
quienes recibían las becas de las personas que eran internadas, sin monitorear los
escasos y deficientes resultados de esos modelos de atención, donde muchas veces,
ni siquiera estaban presentes las intervenciones psicoterapéuticas, con la única mirada
de ex pacientes erigidos, en una sádica postura, superyoica, a imitar a seguir,
ofreciéndose como modelo identificatorio, sin aval, de conocimiento intrapsiquico
alguno.
Al reflexionar sobre el rol del psicólogo, desde estos modelos de intervención, es fácil
concluir, que nuestros conocimientos sobre la realidad psíquica y las vicisitudes del
consumidor de sustancias, no eran consideradas, muy necesarias, solo apartar al
sujeto del objeto, era suficiente, y luego dotar al consumidor, de una significación la de
drogadicto, donde lejos estaba la posibilidad, de poder producir cambios de
posicionamiento subjetivo.
Se trataba de producir un congelamiento en esa significación, y tan solo dotarlo de una
serie de reglas de conducta, a seguir día a día, durante todas su vida, sin nunca
olvidar que se “es drogadicto”, durante toda ella, aunque no se consuma hace veinte o
treinta años, esa es su identidad, y en una época de vacios, esa proposición parece
que era, un austero intercambio posible.
Como broche, de una fallida intervención, a nuestras prácticas, se nos delegaba a
través de la implementación de la Medida Curativa, que el Juez penal ordena, realizar
los tratamientos compulsivos en esta doble moral, por un lado delincuente y al mismo
tiempo paciente, un inédito lugar a nuestras prácticas, ya que nuestro informe
psicológico, se convierte en el único caso en que para la Justicia adquiere la
connotación de vinculante.
Nuevas perspectivas
Desde el punto de vista estrictamente jurídico, desde la aplicación del Fallo de la Corte
Suprema de Justicia en el caso Arriola, son cada vez menores los oficios recibidos, por
aplicación de la Ley 23.737, en el caso de personas que tienen drogas para su
consumo personal, pero al ser todavía una Ley vigente, se esperan se pueda
cumplimentar con los proyectos que se encuentran es estudio por nuestros
legisladores, que proponen la despenalización de la tenencia de drogas para consumo
personal, derogando finalmente esa lapidaria sentencia, que se implementa desde
hace décadas en la Argentina.
Desde el aspecto político, también es destacable el desdoblamiento tanto tiempo
reclamado de tareas de la SEDRONAR, ya que las cuestiones atinentes al
Narcotráfico pasaron a esfera de organismos propios de seguridad, siendo
responsabilidad exclusiva de la SEDRONAR, lo atinente al campo de la salud y
organización de tratamientos para usuarios.
Desde el campo de la salud, toda una conquista y un gran avance, para comenzar a
interpelar nuestras prácticas y aggiornar las miradas, desde la gestión pública en
salud, comienza con la incorporación en la vigente Ley Nacional de Salud Mental Nro.
26.657 Este enfoque comienza a proponer, un nuevo paradigma, amparado en una
visión ética, y respetuosa de los derechos de acceso a la salud de los usuarios de
drogas, involucrando a los servicios de salud en su conjunto, en todos sus sectores y
subsectores, a brindar respuestas de atención específicas.
Posteriormente este marco jurídico, es reforzado a través de la Ley Plan IAC.O.P, Nro.
26.934, .de Abordaje Integral de los Consumos Problemáticos, aprobada el 30 de Abril
de 2014. En su artículo segundo, la misma expresa:
ARTÍCULO 2°: Consumos problemáticos. A los efectos de la presente ley, se entiende
por Consumos Problemáticos aquellos consumos que -mediando o sin mediar
sustancia alguna- afectan negativamente, en forma crónica, la salud física o psíquica
del sujeto, y/o las relaciones sociales. Los consumos problemáticos pueden
manifestarse como adicciones o abusos al alcohol, tabaco, drogas psicotrópicas –
legales o ilegales- o producidos por ciertas conductas compulsivas de los sujetos hacia
el juego, las nuevas tecnologías, la alimentación, las compras o cualquier otro
consumo que sea diagnosticado compulsivo por un profesional de la salud.
Una primera proposición a destacar, es la consideración del término consumos
problemáticos, que ya se instrumenta en la clínica, por muchos profesionales, el
mismo apuesta a descentrar, esa diada objeto que flagela a un sujeto, sobre la cual
estuvo construido el paradigma, tradicional descripto párrafos arriba. Otra disquisición
interesante, es que desprende la situación de que cualquier consumo, necesariamente
instaura un problema crónico, que afecta la salud psicofísica, y o las relaciones
sociales del sujeto, esto abre la discusión, sobre el uso recreativo o las conductas del
sujeto, que no se manifiestan en escala progresiva, hacia una adicción.
Otro punto de revisión del articulo se detiene, en el borramiento de la diferenciación
entre lo legal o lo ilegal, en la intervención de las practicas del equipo de salud,
proponiendo además, la inclusión de otras conductas donde el objeto tangible no es
tan claro como las sustancias, haciendo hincapié, en que lo determinante, es la
conducta del sujeto, que claramente deberá ser una incógnita a desentramar en el
tratamiento del usuario, para no caer en una mirada linealmente sintomática
nuevamente.
El mismo es un plan de alcance Nacional que propone crear en todo el territorio,
centros de prevención, articulando tres componentes básicos, prevención, la
asistencia, (incorporando al PMO de la asistencia a las adicciones y la obligatoriedad
de abrir camas en todos los hospitales generales para casos de desintoxicación) y la
integración social, por medio de becas de estudio y trabajo para personas que estén
en situación de vulnerabilidad y por ello se encuentre en riesgo su tratamiento.
También crea un registro de efectores, para el control de los efectores asistenciales, y
se incorpora la perspectiva de reducción de riesgos y daños, respetando los derechos
de los usuarios.
Adicciones. Entre la psicología y la ley.
Introducción.
Si realizamos una revisión del lugar que ha ocupado la droga en la historia de la
humanidad podemos hacerla ubicando dos ejes: el eje histórico –épocas, culturas y
sociedades) y el eje de la respuesta del estado, la respuesta en torno a qué lugar
ocupa la droga, como se piensa al sujeto que consume, se ira delineando en función
del cuadrante que conforme ambos ejes.
Dentro de estos ejes podemos ubicar diferentes modelos que se identifican a partir de
las respuestas que da el estado e virtud de cómo se piensa, desde el eje histórico, las
conductas adictivas y cuáles serán consideradas como tales según la época y la
cultura:
a) un modelo prohibitivo y penalizador, el cual tiene políticas orientadas hacia el
tratamiento y la prevención a través de una postura prohibicionista y de castigo.
b) un modelo despenalizador, acepta la prohibición a su vez que despenaliza el
consumo de sustancias, dando apertura a una política de reducción de daño que da
respuesta a una inevitable realidad.
c) el modelo a favor de la legalización que postula que la mejor solución a los
problemas de drogas ilegales es su legalización, limitando el control de la sustancia.
Por lo tanto la adicción o consumos problemáticos de sustancias serán consecuencia
de un juicio social en un momento determinado y ello condicionara su tratamiento
legal, policial y sanitario.
La construcción de la droga como problema en sí mismo, la eleva a la categoría de
causa, velando diferentes problemáticas sociales tales como sociedad en situación de
crisis, quiebre de las estructuras productivas tradicionales, dificultad de inserción en el
mundo laboral, deterioro de la calidad de vida e incremento de la violencia social.
Sin dudas la prevención es la meta fundamental y más deseable para todas las
enfermedades. Sin embargo, en este caso debido a la variedad y multiplicidad del
tema, es más complejo. En nuestro país a partir de la ley 23737, en la cual se
homologa al sujeto que presenta un consumo problemático de sustancias con un
delincuente, se le impone una sanción penal a la persona. Si bien es cierto que a partir
del caso Arriola, se declara inconstitucionalidad dicho artículo ya que vulnera un
derecho, la ley sigue vigente.
A partir de la ley de salud mental se incorpora el artículo 4 a las adicciones como parte
integrante de las políticas de salud mental. Se especifica que las personas con un uso
problemático de drogas legales o ilegales tienen todos los derechos en relación a los
servicios de salud mencionados en la ley.
Surge asi un nuevo modo de pensar el campo de las adicciones, donde no se los
considera delincuentes, sino que se los considera sujetos de derecho en los cuales el
estado debe garantizar asistencia e inclusión social.
Es asi que se impone un nuevo modo de nominar las categorías drogodependencia,
toxicomanías y su sustitución por otras como consumidores de droga, consumos no
problemáticos y consumos problemáticos de sustancias.
Se entiende por consumo problemático aquellos consumos que afectan negativamente
en forma crónica la salud física o psíquica del sujeto y las relaciones sociales. No solo
es referido a sustancias legales o ilegales, sino al juego, tecnología, comida, compras,
etc.
Debemos ubicar los atravesamientos sociales, sanitarios, jurídicos y políticos que el
fenómeno de la droga tiene, y así, dar cuenta de las adicciones como un problema
social complejo que interpela y visibiliza las contradicciones de las sociedades de
consumo. Pensar el problema del sujeto consumidor de drogas como un tema
homogéneo podría llevarnos a un error no solo en las políticas de salud pública sino
también en las intervenciones clínicas. El encuentro del sujeto con el consumo
problemático de sustancias se caracteriza por su complejidad y heterogeneidad, es
decir que se encuentra multideterminado, ante los cuales estamos obligados a incluir
la dimensión subjetiva, el socio normativo y la biológica para no sesgar nuestra
práctica.
En la dimensión subjetiva se ubica la relación que establece el sujeto con la sustancia.
La socio-normativa tendrá que ver con la significación cultural e histórica que dará
cuenta de la definición y del diseño de las estrategias de intervención en torno al
fenómeno del consumo de sustancias, así como su estatus socio-legal.
Los consumos problemáticos desde el punto de vista jurídico.
El inicio de las respuestas del estado sobre los estupefacientes se remonta a las
primeras décadas del siglo XX en donde se desarrolló una legislación administrativa.
La ley 4687 de 1905 regulaba el ejercicio de las farmacias y la importación de
estas.
La década del 1920 y la influencia del positivismo, hizo que se agravaran las
sanciones. Se tenía la visión de vicioso-contagioso.
En 1926 se sanciona la ley 11331 en la que por primera vez se tipifica la
tenencia incorporando un artículo que sanciona la venta de droga ilegitima.
En 1974 aparece una nueva ley que establece penas de prisión a todo tenedor
de estupefacientes, incluso aquellos que demostrarán que la tenencia estuviera
destinada a uso personal. Se incluye la posibilidad de imponer junto a la pena
una medida de seguridad curativa quedando así como un delito y una
enfermedad.
En 1986 la corte suprema de justicia dicta el fallo bazterrica por el cual se
declara la inconstitucionalidad de la punición para el consumo personal.
En 1989 se sanciona la ley 23737 aún vigente, se establecen las penas para
los delitos de tráfico, se discrimino la tenencia simple, y la tenencia para
consumo personal con la posibilidad de suspender la pena por una medida de
seguridad curativa en caso de ser dependiente o una medida de seguridad
educativa en caso de ser un experimentador.
La ley 23737
Esta ley plantea un cambio en todo lo relativo al régimen penal de estupefacientes, ya
que no se limita a las drogas ilícitas, sino también a los psicotrópicos y demás
sustancias susceptibles de producir dependencia psíquica o física.
La ley de salud mental: de delincuentes enfermos a sujetos con derechos.
La ley 26657 parte definiendo como objeto de la misma al asegurar el derecho a la
protección de la salud mental de todas las personas y de aquellas con padecimiento
mental reconociendo los instrumentos internacionales de derechos humanos con
jerarquía constitucional.
Las problemáticas en torno a la adicción planteaban a la hora de pensar respuestas
desde el estado una ambigüedad a causa de esta doble dimensión delincuente-
enfermo. El cambio, de paradigma en el área de salud a partir de la sanción de la ley
de salud mental y la redacción del artículo 4 debería eliminar dicha ambigüedad
puesto que los consumos problemáticos de sustancias quedan incluidos dentro de la
esfera de los padecimientos mentales y de los derechos y garantías que la ley
establece. Ahora es una mirada integradora de la salud, viendo más allá del objeto
droga y desarmando a partir de la definición de servicio de salud la matriz
prohibicionista-abstencionista que sigue aún vigente con la ley 23737.