Ringuelet Capitulo3 ConceptoEstructuraAgraria
Ringuelet Capitulo3 ConceptoEstructuraAgraria
FACULTAD DE
CIENCIAS AGRARIAS Y FORESTALES
CAPÍTULO 3
Roberto Ringuelet
Introducción
El mundo rural moderno tuvo su inicio con la consolidación de las nuevas sociedades
urbanas industriales desde fines del siglo XVIII en el occidente de Europa. Aquí comienza
una transformación que fue extendiéndose al resto del mundo y que aún continúa. Es
cuando aparece la especialización moderna de la ingeniería agronómica en la Europa
Occidental del siglo XIX y se define su perfil profesional como consecuencia de este
proceso histórico de cambios sociales que, en Argentina, se despliegan concentradamente
a fines del siglo XIX por influencia europea 4.
Entendemos como estructura agraria una parte específica de la estructura social general,
con componentes y características que son, sin embargo, parte de un proceso social global.
Constituye una esfera específica de la sociedad que es la producción agraria (o más
ampliamente la economía agraria) pero en el contexto de un conjunto social que incluye
otras instituciones sociales tal como las político- jurídicas, asociativas, identitarias, etc.
4
En todo el territorio de la actual Argentina, sin embargo, antes de la llegada de los españoles existían diversas
formas de agricultura.
3. Permanencia. Este tipo de hechos estructurales implican también una permanencia en
el tiempo, distinguiendo lo permanente y lo eventual, la estructura y la coyuntura (los hechos
más transitorios).
Si bien toda estructura del mundo real es relativa a un espacio- tiempo, es en las
sociedades humanas en donde este hecho es particularmente importante. Hablar de la
estructura agraria cobra significado cuando la referimos a un recorte social - espacial
determinado (sea por ejemplo la Argentina, una región de la misma o una localidad) y un
tiempo determinado. Lo que es válido para una región, puede no serlo para otra y un
diagnóstico podrá variar según el período histórico de referencia.
A su vez, cualquier referencia a una estructura agraria implica una dinámica social entre
componentes internos y entre ese sistema y un ámbito o ámbitos externos de diversa
conectividad (horizontal y vertical). Si tomamos como referente estructural una unidad
productiva del tipo que sea, se articula a lo largo del ciclo económico en los distintos
mercados (de insumos, financiero, para la venta de las mercaderías, etc.) y se articula
asimismo asociativamente y a partir del cumplimiento de las normas del Estado.
I. Campos institucionales
1. La base económica
La lógica tácita de este texto, como lo aclaramos en la Introducción general del libro, es
la complementación con otros cursos de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales,
como el de Economía. En tal sentido, nos interesa principalmente definir algunas cuestiones
básicas de la economía para incorporarlas al tratamiento del mundo social general y no
hacer un desarrollo elaborado de la misma.
La producción agraria forma parte de la economía, en tanto definimos lo económico
como la actividad específica de la producción, distribución y consumo de bienes materiales
y, a la vez, el aspecto específico de todas las actividades humanas que no pertenecen
propiamente a este campo pero cuyo funcionamiento acarrea el cambio y el uso de los
medios materiales (Godelier 1967).
Lo económico funciona como un entramado de instituciones sociales básicamente
integradas en el sentido de que, siendo la producción material la referencia básica de la
economía, también forman parte de ésta las diversas instituciones referidas a la producción.
Las reglamentaciones jurídicas de la economía, las ideas económicas, las formas
identitarias ancladas en producciones regionales, etc. Aunque en la sociedad moderna lo
económico adquiere una dimensión dominante y parece funcionar como un campo de
actividad autónoma, de hecho está arraigada en un conjunto institucional. Por otra parte, su
supuesta autonomía deriva más de enfoques teóricos de los mismos economistas que ven
la actividad sólo en su faz técnica y de manera cosificada y no como un hecho político y
social en general (Astori 1984, Godelier 1967). Un componente básico de lo económico es
el régimen económico como un conjunto de reglas legales que, a la vez, constituye un
hecho de poder al definir la propiedad sobre los distintos elementos participantes en la
producción (Lajugie 1960).
* Los medios de producción son los distintos elementos que intervienen en la producción:
herramientas simples y complejas, medios de transporte, edificaciones, etc.; directamente
materiales o indirectamente en tanto medios financieros. Habitualmente en la economía
capitalista se lo denomina capital. La denominación usada medios de producción es más
amplia si entendemos que estrictamente sólo maneja capital una unidad capitalista. Sin
embargo, hay formas productivas actuales que son parcialmente capitalistas, tal como las
diversas producciones familiares. Sobre todo el sector más pequeño de producciones
familiares, que no emplea trabajo asalariado, maneja una dimensión y tipo de bienes de
producción que no permite aplicarlos como capital en sentido estricto y su racionalidad
productiva se orienta al consumo y no al lucro o inversión5 (Godelier 1967, Bartra 1982).
5
Genéricamente denominamos “productor familiar” aquel que básicamente emplea fuerza de trabajo y gestiona la
producción en base a la familia. Entendida ésta de modo amplio centrada en la convivencia en el hogar y con
variables lazos de parentesco. Definimos “pequeño productor”, más allá de su diversidad, a aquellos que ejercen un
"pequeño control” sobre sus medios materiales de existencia y en mayor o menor medida integrado y variablemente
subordinado en el sistema económico. Si bien no todos los productores familiares son pequeños hay, por lógica
productiva, una gran coincidencia. Y definida la familia de manera comprensiva como hacemos en el texto, diríamos
que la gran mayoría de los pequeños productores son familiares.
Debemos sumarle a los medios de producción los saberes técnicos y las formas organizativas
que articulan los objetos y les dan un sentido u orientación.
Son los medios político jurídicos de control de los factores como parte integrante básica del
funcionamiento del sistema económico en sus distintos niveles, sea nacional, regional o en las
unidades productivas operativas. Aquí las preguntas principales son quién es propietario de
qué factores, de qué manera se implementan esos derechos y correlativamente esos controles,
cómo se ejerce la dirección. Hay autores que refieren al punto como régimen económico
(Lajugie 1970). Luego veremos más adelante cómo este aspecto es definitorio para delimitar
unidades productivas, por ejemplo las diferenciaciones generales entre unidades empresariales
y unidades familiares. También a nivel global constituye un eje básico para distinguir en la
historia sistema económicos y tipos de sociedad: capitalistas, socialistas, feudales, esclavistas
y otros.
2. La esfera regional
Este es un aspecto que atraviesa a los demás componentes de la estructura agraria y los
agrupa territorialmente, entendiendo el territorio como el uso construido del espacio. Se verá la
distribución territorial del hábitat de los sectores sociales y sus diversas actividades, la
localización de las producciones, etc. Su importancia deviene de la particularidad de la
producción agraria con su base ambiental y su amplia distribución en el espacio. Aquí podemos
apreciar más claramente las diferencias de géneros productivos y tipos de actividad de los
distintos sectores económicos, las diferencias poblacionales con la composición y distribución
demográfica, la inclusión e interfaces o desequilibrios entre distintas dimensiones y niveles de
la actividad en sentido vertical (nacional, regional, local) y horizontal (entre localidades y
regiones). Una cualidad fundamental en la consideración regional es la historicidad. En este
sentido, una región es un espacio social en construcción (más lenta o más rápida), cambiante,
que puede tener límites más o menos definidos que dependen de una delimitación temática
(dependiendo de los fenómenos que se quiere observar) y teórica - metodológica (dependiendo
cómo se piense privilegiadamente la composición y el cambio de los fenómenos del mundo
rural).
3. La esfera política
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Textos generales de consulta son el de G. Giménez 1981 y el de S. Attademo 2013.
4. La esfera asociativa
Las asociaciones, las relaciones más difusas como las redes sociales o aquellos vínculos
más puntuales son parte inherente a la actividad de los actores sociales; vínculos que pueden
ser más o menos formales o informales. Esto se ve con más detalle en el punto sobre actores
sociales y en los últimos capítulos.
5. La esfera cultural
De manera amplia se trata de las representaciones sociales referidas a las diversas formas
y sistemas de comprensión y comunicación. Según el énfasis en algún aspecto de este
fenómeno social, diversas ciencias sociales y teorías han usado algunos términos principales
(entre otros): sistemas simbólicos (la comunicación abstracta del lenguaje humano); sistemas
de ideas o ideologías y sistemas culturales. Más adelante, en este mismo punto, haremos una
breve elaboración de los conceptos de cultura y de ideología.
A los fines que nos interesan, constituyen parte de la temática, por un lado, las distintas y
variadas instancias de la educación formal y no formal, común y técnica. Esto nos da un marco
referencial relacionado con el tipo de tecnología y su uso, con las redes de diálogo técnico, con
las formas de capacitación, etc. Así como de un componente importante del comportamiento de
los mismos actores sociales involucrados. Por otro lado, las formas regionales de conocimiento
y valores de los distintos sectores sociales que, articuladamente con las formas de poder
constituyen “formas identitarias” locales – regionales.
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La idea del relativismo cultural es aquella que sostiene que el comportamiento humano tiene características
universales, pero se manifiesta en cada cultura con características particulares (Herskovits 1968). Paralelamente se
inicia un movimiento político cultural contra el racismo y el reduccionismo biológico (Archenti, Sabarots y Wallace 1990,
Rey 2005).
Pero la cultura no es simplemente un mundo simbólico aislado, sino que se sitúa en
sociedad. Las diferencias culturales de los pueblos debemos verlas no sólo en sus contrastes
simbólicos, sino también en situación social de desigualdad. La posibilidad de que un grupo
sustente los valores culturales propios depende de su capacidad política de mantenerlos.
Hablar de la cultura de un grupo, entonces, es hablar de las luchas culturales correlativas a las
luchas sociales. A esta definición de cultura la llamamos “simbólico crítica” (Archenti 2013).
Esta definición de cultura ha tenido influencia del concepto de ideología que, desde su uso
inicial en el siglo XIX, se fue ampliando y elaborando en el transcurso del siglo XX.
El concepto de ideología en su uso más extendido reconoce una tradición marxista. A partir
de los usos del término que le fueron dando Carlos Marx y los marxistas, la idea fundamental
es ver las ideas de un sector social en términos del manejo del poder en la sociedad. De ahí
podemos identificar dos componentes básicos que son el sesgo interpretativo (cada sector ve
el mundo desde su óptica particular) y la capacidad justificativa de todo pensamiento (el poder
sustentar e imponer la propia visión del mundo). Entonces, la ideología de un sector social
determinado es el conjunto de sus representaciones de la sociedad (sin importar la “verdad” o
“falsedad” de las mismas), su “visión del mundo” que representa sus propósitos y aspiraciones
condicionados por la posición que ocupan en el conjunto de la sociedad. Incluye tanto aspectos
conscientes cuanto (fundamentalmente) inconscientes (gestos, gustos, criterios morales, etc.)
recalando esencialmente en el campo de vida habitual.
Hay otra definición más específica que enfatiza las relaciones de desigualdad en la
sociedad, de modo que la “función ideológica” de los sectores sociales dominantes en la
sociedad es oscurecer las reales relaciones de desigualdad, de manera que las ideas sociales
dominantes en general, terminan siendo las propias de las clases dominantes. De esto deriva
un paradigma básico reconocido en el siglo XX por los estudiosos de la comunicación y la
cultura: La cultura nacional, o “cultura oficial” es, en proporción importante, la de los propios
sectores sociales que han tenido históricamente el poder y, por ende, la posibilidad de imponer
sus ideas al conjunto de la población (Ratier 1988).
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Quien ha estudiado extensamente esta cuestión fue García Canclini (García Canclini 1990), por ejemplo, en relación
a los museos sustentando cómo una muestra cualquiera (de antropología, de arte, incluso de ciencias naturales) no
porta una esencia que constituiría su significado, sino que éste depende de quien y cómo exhibe los objetos y de
quienes y cómo los vean.
9
Esta visión tiene su historia en el enfoque teórico político evolucionista del siglo XIX en un contexto colonialista, según
el cual las sociedad “originales”, situadas en un estadio primitivo de la evolución se consideraban subespecies distintas
a los humanos civilizados. Originalmente el enfoque antropológico hacia las sociedades aborígenes fue el estudio de
los “pueblos primitivos” y el “folklore” (disciplina inventada en la Europa de los imperios coloniales) se concebía como el
estudio de los resabios actuales de antiguas expresiones primitivas que emergían como “fósiles culturales” del “fondo
de la historia” (Ringuelet y otros 2013).
de la estructura social en un sentido de permanencia nos va a dar un panorama fijo de la
actividad económica, pero la visión integral y dinámica del sector debe incorporar la acción de
los diversos actores económicos, sus maneras de vincularse mediante asociaciones y redes
sociales, el conocimiento de sus formas identitarias y sus modos de acción política.
Un término comparable al de actor social es el de sujeto social. Dependiendo los autores y
teorías, el concepto de sujeto puede entenderse como sinónimo del primero o, cuando se
marca una diferencia, ésta radica en enfatizar que el sujeto social, como individuo o colectivo
social actúa en términos de una estructura social del cual es contraparte. El uso del concepto
de actor y agente en las últimas décadas tiene que ver con la importancia creciente del estudio
de la acción social en términos de los cambios sociales.
Otro término aproximadamente equivalente es el de agente - agencia. Es más específico,
por cuanto por agente se entiende un actor en una determinada situación social. Agencia es la
capacidad de generar ideas y acciones en un contexto social específico. Los actores en sus
relaciones sociales tienen agencia e influyen sobre el conjunto de personas y objetos de la
situación (Giddens 1998).
La consideración de los actores sociales es, como en toda referencia social, de tipo
colectivo, grupal. En este texto usamos casi como sinónimos grupo social y sector social, lo
que es muy habitual. En sentido más estricto, un grupo se identifica como tal por tener ciertas
normas y comportamientos reconocidos por los actores pertenecientes al mismo. Lo que
llamamos sector social tiene características propias, pero no necesariamente es total o
parcialmente reconocido por sus miembros como una cierta unidad o grupo. Nos interesa el
individuo formando parte de un sector social. Aún cuando se tenga un enfoque teórico que
resalta la acción del individuo, de lo que se trata no es de la historia individual sino de la de un
tipo de personas. Se entiende que cuanto más general sean las referencias más tenderemos a
ver las generalidades y cuando más localizados sean los temas y referencias nos acercaremos
más a las circunstancias individuales. Desde un punto de vista analítico, estudiamos los casos
para insertarlos en procesos generales como hemos visto en el segundo capítulo. Las mismas
acciones de extensión puntuales, aspiran siempre a ser ejemplos y pasos hacia intervenciones
más generalizadas.
Otro plano es cómo enmarcamos el tema en un enfoque teórico. Hay enfoques teóricos
recortados muy preferentemente hacia la acción individual – pequeño grupal (por ejemplo, en la
llamada “Teoría de la Acción”). Nacen en el marco de una crítica hacia la rigidez de las
conceptualizaciones estructurales, pero también de darle un lugar destacado al consenso y al
equilibrio en las relaciones sociales (y no al conflicto), orientada principalmente contra enfoques
marxistas a partir de enfoques liberales – conservadores (Long 2007). Existen autores que, al
contrario, critican a su vez esa visión como voluntarista y liberal y rescatan una visión más de
tipo “histórico estructural” (Rubio 2006, Coraggio 2007). Pero no es el lugar de desarrollar en
particular este punto, pese a su importancia. Se incorpora con lecturas especiales formando
parte de la última unidad del curso de Sociología Agrícola: “Teorías sociales enfocadas hacia
las temáticas agrarias”.
En toda sociedad existen principios estructurantes que definen a los actores sociales según
formas de integración y desigualdad. Consideramos principalmente las agrupaciones en base
al género, a los tipos de edades, a la familia y parentesco, a la etnicidad y formas culturales en
general, a lo económico.10 A lo largo de toda la historia del ser humano han existido estas
formas sociales, pero es en las sociedades estratificadas como en las sociedades actuales11
que lo económico pasa a ser el eje vertebrador principal aunque nunca exclusivo (Attademo
2003, Balandier 1975). Según las realidades analizadas, variará la importancia de los principios
estructurantes a considerar. Si analizamos, por ejemplo, el funcionamiento de una unidad de
producción familiar, además de lo económico será fundamental observar cómo interviene la
edad, el género y las formas de parentesco en la división del trabajo, la cooperación y la
distribución interna y comunitaria del poder. Si estudiamos determinadas producciones como
las zonas hortícolas de La Plata y del Gran Buenos Aires, el factor étnico cultural es de
relevancia.
Uno de los aspectos fundamentales del concepto de clases sociales, es que estas no
existen separadamente. Se trata de relaciones sociales articuladas, es decir que una clase
social sólo puede existir en vinculación a las otras. Existen sectores sociales dominantes
controlando los resortes fundamentales de nuestra vida económica y política, obviamente en
referencia a otros sectores precisamente subordinados. Y hablamos de clases medias en la
medida en que se sitúan fluctuantemente en una situación intermedia entre sectores sociales
más polarizados. De todas maneras, cada sistema plantea sus límites. En la sociedad
esclavista greco romana había esclavos que podían alcanzar su libertad, pero era un mundo
10
En general se puede consultar el manual de Ringuelet y otros Temas y problemas de Antropología Social (Ringuelet
y otros 2013) para ver temas sobre clases sociales, género, cuestiones étnicas y familia y parentesco.
11
Culminando una larga historia antecedida de otro tipo de sociedades feudales, esclavistas, sociedades agrarias con
restricciones a la propiedad privada como fueron las sociedades arqueológicas, etc.
inconcebible sin esclavos, así como un mundo feudal era inconcebible sin campesinos serviles
(aunque éstos circunstancialmente pudieran cambiar de condición). Por su parte, el
capitalismo en este aspecto tiene mayor flexibilidad dependiendo las circunstancias históricas.
Más allá de las fluctuaciones por “movilidad social” microsocial, en la historia argentina hubo
épocas con posibilidades de ascenso social de las clases sociales subordinadas bastante
generalizado (por ejemplo la historia de los chacareros), lo que no borró los límites del sistema.
Esta flexibilidad en las relaciones de clase que restringió comparativamente los conflictos, se
debió, a su vez, a las posibilidades de riqueza de los propietarios en el contexto nacional y
mundial12. Cuando estos límites de un sistema se quiebran, se pasa por una etapa de
revolución social en el sentido de un cambio estructural en donde se transforman los principios
básicos de poder económico y hay una transformación general que modifica diversamente
todos los aspectos de la vida social. Esto ocurrió en Argentina a inicios del siglo XIX, con el
paso de una sociedad colonial a una sociedad capitalista. En ese caso, como ocurre
habitualmente en estos fenómenos sociales de grandes transformaciones, hay un período de
transición con su particularidad histórica.
12
Si bien recordamos la década de 1910 en la historia Argentina como una de grandes conflictos agrarios, como el
“Grito de Alcorta” y los disturbios de asalariados en el Norte y en el Sur del país, analíticamente podemos considerarlos
“conflictos de equilibrio”: se pedían mejoras en las condiciones de trabajo y en el salario. Pensemos que en el mismo
momento histórico en México comenzaba la larga “Revolución Mexicana” que cambiaría los destinos de aquel país en
el contexto de una cruenta guerra nacional. Los campesinos pedían (y en parte consiguieron) la propiedad de la tierra y
la expulsión de los terratenientes.
13
Por ejemplo, si estudiamos las dinámicas del trabajo, puede no ser lo mismo un sector de asalariados permanentes o
un sector de asalariados transitorios, o trabajadores de distintas regiones productivas. Por otra parte, por ejemplo, para
ver la factibilidad de un sistema de crédito, es necesario conocer en detalle los distintos estratos productivos con
variaciones en la capacidad de pago.
Las distintas formas de clasificar en tipologías sectores sociales (o más específicamente
productores) siempre son coherentes en el contexto social del que esas tipologías forman
parte. Es así que en América, tanto en la colonia, en el período de transición histórica o en el
nuevo mundo capitalista, los sectores sociales (considerados en su generalidad) aparecen muy
polarizados pues se trata de sociedades fuertemente estratificadas (si bien de diferentes
maneras). En general distinguimos así los sectores supraordinados de grandes propietarios
por un lado y los sectores sociales subordinados que, en el período capitalista, son los
pequeños productores con variadas formas de subordinación en el sistema social, asalariados
y otro tipo de dependientes y empleados. Y una fluctuante capa de sectores medios.
Ciertamente toda clasificación operativa, más allá de estos lineamientos globales, dependerá
de los niveles de referencia (sean localidades, regiones más o menos amplias), la especificidad
del momento histórico y la índole de la producción y conformación de grupos. Y estas
tipologías, como se verá en el capítulo 5 dependen del enfoque teórico y político.
Las identidades
El interés por la identidad social en siglo XX, se basó en la visibilidad social que fueron
teniendo en general los contrastes culturales: Emergencia de movimientos sociales por la
identidad, movimientos étnicos, la universalización de los estilos de vida y la resistencia a estas
presiones sociales (Balandier 1971, Ringuelet y Rey 2015). La identidad de un grupo social
tiene que ver con las formas de identificación (la identidad en acto) como características
culturales en función de expresar los valores sustentados por el grupo. El concepto tiene un
sentido ideológico, dado que expresa y pone en relieve la defensa de modos de expresión
propios.
La identidad de un grupo social es el conjunto de atributos propios que adquieren
significación en contraste con aquellos relativamente distintos de otros grupos (una relación de
alteridad). Entendemos que la identidad es un proceso dinámico de autoidentificación e
identificación por otros y forma parte, a su vez, de procesos históricos de diversa temporalidad.
Las identidades no son ni una instancia subjetiva producto de la mente del sujeto o el grupo, ni
una instancia objetiva como si fuese un objeto inalterable. El lugar de creación de las
identidades son las relaciones sociales múltiples que van provocando los cambios y ajustes en
las mismas (Chiriguini 2005). Existen diversos tipos de unidades sociales que encarnan
procesos identitarios: grupos sociales, sectores sociales más laxos y localidades - regiones.
Las identidades con un fuerte recorte cultural refieren al concepto de grupo étnico y
subculturas (asociaciones culturalmente más laxas que la etnía).
A qué llamamos grupo étnico o fenómeno étnico en general? En Argentina, su uso refiere a
las comunidades indígenas y a las colectividades de inmigrantes. Como decíamos en otra
ocasión (Ringuelet y Rey 2015), los estudios étnicos se vinculan estrechamente a la historia de
la Argentina moderna, al avance colonizador del Estado argentino hacia las poblaciones
aborígenes y a la nueva conformación de la población a partir de las oleadas inmigratorias
(Ratier 1988).
Un recorte específico del concepto de etnicidad (a través del conjunto de dimensiones que
hemos analizado más arriba) nos permite diferenciarla y articularla a otros fenómenos sociales,
tales como minorías no propiamente étnicas y agrupamientos culturales más abiertos que
llamamos subculturas (o simplemente culturas). Por ejemplo: culturas de clase, culturas
profesionales, culturas regionales. Un acentuado proceso de fragmentación y diferenciación
social puede ser incompatible con un grupo étnico unificado, aunque a veces se mantenga un
código étnico no grupalizado, como los estudiados por Cardoso de Oliveira a partir de la
destrucción de grupos indígenas en el Brasil (Cardoso de Oliveira 1973). También puede
establecerse una superestructura étnica más amplia como ocurre con muchas asociaciones
étnicas de inmigrantes en nuestro país14. Al estudiar grupos étnicos, estudiamos, a no dudar,
un fenómeno de permanencia cultural. Pero todo sector social o grupo específico, sobre todo
en la sociedad moderna con sus presiones a la vez unificadoras y desigualadas, es inducido
hacia el cambio. De tal manera, analizar un grupo étnico es estudiar un complejo de
interacciones sociales múltiples, como fenómenos en equilibrio entre la permanencia y el
cambio, cuyos resultados pueden ser diversos. No sólo asistimos a procesos de
“desetnización” y asimilación, sino a procesos de cambios orientados a nuevas formas étnicas.
Por último, en las sociedades actuales, las personas conviven en un mundo intercultural en
donde se adscriben individual y colectivamente a distintos grupos sociales. En tal sentido, en
cualquier grupo étnico argentino sus participantes se asumen asimismo como argentinos,
formando parte también de otras adscripciones que pueden ser regionales, ocupacionales, etc.
La producción
14
Otra posibilidad histórica ha sido la ampliación de una etnia en población y poder, transformando el grupo original en
una proto nación, o sea en una entidad cultural compleja que comporta en su seno una unidad aunque, asimismo, una
división en clases sociales. Potencialmente puede constituirse en Nación soberana y subordinar a otras regiones y
etnias y minorías de diverso tipo, o mantenerse como una cuasi nación, lo que en España llaman “nacionalidades” en
forma de regiones autónomas, algunas más culturalmente diferenciadas (tal Cataluña, Euskadi o Galicia).
15
Se puede consultar la reseña histórica al final del capítulo “Apéndice, esquema de la historia agraria argentina”.
En los sistemas precapitalistas, el medio fundamental del control del trabajo es la propiedad
fundiaria. Cuando avanza el sistema capitalista en el transcurso del siglo XIX, rompe con los
monopolios sobre la tierra en el área original del sistema que es Europa occidental. No así en
Europa Oriental, en las colonias de Oriente o en América Latina, donde se mantuvieron
sistemas o subsistemas no capitalistas o no totalmente tales, entre otros, los de tipo servil-
esclavista, cuyo principio es fundamentalmente el monomio condicionante sobre la tierra como
palanca de la explotación del trabajo. Pero en el seno del mismo capitalismo, aún en las
primeras décadas del siglo XX, la tierra no es un recurso – medio productivo flexible y fácil de
reproducir mediante el avance tecnológico. En tal sentido, aquellos productores como los
terratenientes argentinos, concentradores de tierras comparativamente más fértiles que sus
competidores extranjeros, a igual nivel tecnológico aproximado en ese momento histórico y a
precios internacionales, obtuvieron un plus de ganancia16.
16
Ese plus, como distorsión del mecanismo ideal de mercado capitalista, fue conceptualizado por muchos autores
como “renta diferencial” (Flichman 1977) siguiendo los análisis agrarios de Carlos Marx (Marx 1975).
17
Desde un enfoque analítico el típico campesino es aquel, por ejemplo, de los países andinos o de Mesoamérica.
Son productores familiares formando un amplio círculo de parentesco comunitario, integrados por diversos lazos
comunales económicos y culturales, con una producción considerable de bienes de uso interno. En Argentina, en la
Región Pampeana especialmente, aún las colonias étnicas de inmigrantes carecían de esas características o estaban
poco pronunciadas. Sí se pueden constatar tipos campesinos en regiones marginales más característicamente en el
Norte del país.
siempre y variablemente existen formas económicas subordinadas que implican una
subsunción del trabajo al capital de manera indirecta como en las producciones familiares
“autónomas” o de manera meramente formal, en empresas capitalistas con poca incorporación
tecnológica18.
A fines del siglo XIX y principios del XX, cuando Argentina, destacando dentro del conjunto
de América Latina iniciaba un avance modernizador capitalista en gran parte del país,
contrastaba con casi todo el resto del continente19. En la segunda mitad del siglo XX muy
variablemente el conjunto de países latinoamericanos van nivelando sus tecnologías y las
formas capitalistas de producción. A su vez Argentina, con un nivel tecnológico bastante
equilibrado a nivel mundial a inicios del siglo XX, se va distanciando en la segunda mitad del
siglo de los centros imperiales de avance técnico.
La región y la cultura
En cuanto a la ocupación del espacio, la historia argentina es diferente por lo general tanto
del resto de América Latina cuanto de Europa. En el territorio del Cono Sur de América, las
poblaciones indígenas con economías de caza y recolección (en bando seminómadas) y con
agricultura itinerante (en aldeas) ocupaban, hasta fines del siglo XIX, la Patagonia y una parte
importante de la Región Pampeana y de la Región Chaco. El espacio nacional, excepto parte
del NO del país, se concentraba en poblados dispersos. Fue en el transcurso de la segunda
mitad del siglo XIX, cuando se va construyendo la Argentina como nación ampliando su
territorio en desmedro de las sociedades indígenas y se configura el eje territorial unitario y el
lugar central de la Región Pampeana. En el centro neurálgico de la nación se construye una
nueva ruralidad capitalista (Ringuelet 1986, 2002). Se construye un espacio nuevo y en gran
medida se ocupa el territorio con “población moderna” en base a la inmigración europea, luego
de eliminar o desplazar a los antiguos pobladores aborígenes hacia las fronteras. Es verdad
que preexistía una población criolla con arraigo local, pero no constituía propiamente una masa
campesina en términos cuantitativos ni cualitativos. La Región Noroeste fue más parecida al
mundo de los latifundios tradicionales y fue una zona marginal subordinada al Alto Perú. Ya a
fines del siglo XIX la región estaba profundamente transformada por el paulatino avance de las
relaciones sociales burguesas capitalistas y no había grandes haciendas o plantaciones
tradicionales al estilo andino. Las relaciones sociales, comparadas con las de Bolivia o Perú,
18
El término “subsunción” traduce el sustantivo “subsumtion” (de origen latino, pero que existe como término técnico en
alemán e inglés) que significa tanto “subordinación” como “inclusión”. Lo desarrolló brevemente Marx en El Capital,
Libro I Capítulo VI, “inédito” (Marx 2001).
Marx diferenciaba la subsunción real plenamente capitalista de la formal constituida por la mera formación de plusvalía
en base a la prolongación de tiempo de trabajo con poca tecnología, mencionando también brevemente la subsunción
indirecta de producciones “autónomas” campesinas.
19
En esta parte, el término “modernización” es usado de forma descriptiva en el contexto histórico latinoamericano del
paso de los sistemas coloniales a las sociedades republicanas capitalistas, proceso social contradictorio y paulatino.
eran mucho más flexibles y dependían de normativas político jurídicas centrales contrastantes
con la de éstos países andinos.
En la Región Pampeana, desde las últimas décadas del siglo XIX hasta mediados del siglo
XX, se fueron creando formas propias de ocupación del espacio con algunas diferencias
regionales que han tenido que ver con diferencias en la producción y en la forma de instalación
de los inmigrantes. Esquemáticamente, en las zonas de las estancias más antiguas de la
Provincia de Buenos Aires los pueblos se conformaron merced a una serie de fenómenos
vinculados: Antiguos poblados en sitio de fortines, a la vez vinculados a las antiguas estancias,
a la vez variablemente vinculados a posteriori a las nuevas estaciones ferroviarias (que
fomentaron nuevos poblados). En aquellas zonas en las que se fueron asentando los
inmigrantes, especialmente las colonias, tuvieron una población más continua, conformando un
arco territorial que abarcó el este de Córdoba, sur de Santa Fe y Entre Ríos rodeando aquella
Pampa ganadera tradicional. Se fue creando una cultura rural que fue levemente contrastante
con la vida urbana. Esto fue muy diferente del tajante contraste rural (campesino indígena) –
urbano que existía en los países andinos. Es verdad que las colonias étnicas argentinas cada
una tuvo características culturales propias parcialmente conservadas, pero con una gran
asimilación socio económica y experimentando profundas transformaciones en el lapso de una
generación.
Ya en la década de 1960, merced al avance técnico de la agricultura y de los servicios
rurales, de la urbanización y de la industria del consumo del anterior período peronista, hay un
movimiento de mayor integración campo – ciudad y agricultura – industria, que es más tardío
en el Norte del país (Coscia 1983).
Aproximadamente en los últimos 30 / 40 años la expansión de los monocultivos, la
concentración y centralización productiva y el desarrollo de la agricultura periurbana
reconfiguró nuevamente el ambiente rural en casi la totalidad del país (Ringuelet 2002).
En América Latina, marcadamente desde la etapa de la globalización, los procesos agrarios
se van asemejando, más allá de las idiosincrasias regionales. Anteriormente se podía aún
observar claramente las formas diferentes y especiales en las que el capitalismo fue
avanzando sobre los espacios previamente ocupados por haciendas y plantaciones
tradicionales y poblados campesinos (Szmrecsányi y Queda 1976).
Por su parte, en Europa Occidental especialmente, hubo un largo período de transformación
del campesinado tradicional y de las haciendas feudales en el marco del capitalismo comercial
y de la transformación manufacturera de la producción y de la vida urbana. El campesinado se
fue integrando paulatinamente, perdiendo ya en el siglo XIX, si no antes, muchas de sus
particularidades culturales diferenciales y sociales en general (Mendras 1995).
Los procesos de cambio social
Los sistemas sociales, como hemos visto inicialmente, tienen límites y una coherencia
relativa en un período determinado. En una perspectiva histórica podemos observar que, según
los cambios institucionales internos en las distintas partes del sistema social y en su conjunto, y
según las disputas entre los distintos sectores sociales diferentes - desiguales, se generan
desarmonías o contradicciones estructurales y luchas sociales. Contradicciones entre ciclos y
sectores de la economía, desfasajes político jurídicos y culturales, etc. que se trasladan y se
articulan con la generación de diversos conflictos de intereses entre grupos sociales. Cuando
estas contradicciones y conflictos alcanzan un grado “anormal” los sistemas se quiebran, sea
de manera mas o menos progresiva o violenta, y se fragmentan. Si bien un sistema social es
habitualmente una suma de pequeños cambios internos y conflictos “normales”20, si estas
transformaciones comienzan a contradecir las mismas normas en las que ese sistema se
sustenta, este no puede subsistir y aparecen los llamados “cambios estructurales”. Aquellos
que llevaron en la historia americana a la destrucción de las sociedades aborígenes y la
implantación del colonialismo y varios cientos de años después a la misma disolución de los
imperios coloniales21. En conclusión, una característica básica de la sociedad humana es la
historicidad, entendida como una cualidad de cambio social inherente al mismo
comportamiento.
Ubicándonos ya en el mundo moderno nos interesa articular tres instancias focalizando
nuestro país en el marco latinoamericano: Los cambios sociales, las políticas agrarias
dominantes que articulan con los sectores en el poder y que orientan tales cambios y las
teorías agrarias que los sustentan. Pero toda situación de poder y generación de políticas en el
mundo moderno es habitualmente hegemónica, o sea que incorpora visiones alternativas en
situaciones complejas en donde las luchas de poder se corresponden con luchas de gestión de
políticas y de sustentos teóricos. Acá conviene ir definiendo algunos términos básicos. Uno de
ellos es el concepto de desarrollo, que enmarca las políticas agropecuarias argentinas desde
fines del siglo XIX. El concepto tiene que ver en primera instancia con el crecimiento
económico (desarrollo = crecimiento del PBI). Pero el significado habitual en las teorías y
políticas agrarias es más amplio y refiere a la política económica global en el marco de algún
determinado enfoque teórico y que, para algunos autores, se enmarca en una idea más amplia
incorporando variables políticas y sociales en general.
Si contextualizamos la problemática en la historia americana desde fines del siglo XIX, la
influencia de los EE.UU. en las políticas continentales de desarrollo es fundamental,
sumándose a la tradicional influencia europea, especialmente inglesa. Particularmente en
Norteamérica se genera un enfoque de desarrollo conocido como Teoría de la Modernización.
20
La vida humana experimenta una situación continua de cambios por cuanto el comportamiento humano es
esencialmente aprendido y sujeto a múltiples condicionamientos sociales que le otorgan diversidad y variabilidad
(Ringuelet comp. 2013).
21
Para un desarrollo de esta perspectiva consultar el libro “Estado y sociedad” de Marcos Kaplan (Kaplan 1980).
El concepto de modernización tiene varios significados. Uno general significa un cambio
histórico general o en algún aspecto, como cuando hablamos de la Argentina Moderna en la
segunda mitad del siglo XIX especialmente las últimas décadas, significando la constitución
del Estado Nación la ampliación de los medios comunicacionales y educativos, el gobierno
democrático y el avance técnico, que se dan en los moldes del sistema capitalista. Otro
significado tiene que ver con un enfoque teórico y de políticas de gobierno. Los puntos básicos
de tal teoría (articulada a la economía “neoclásica” del momento) fueron la visión de la historia
por cambios progresivos con poca consideración de las luchas sociales; el esquema dicotómico
entre la “sociedad tradicional” y la “sociedad moderna” con un sentido unilineal e impositivo de
la historia cuyo avance tiene un carácter “difusionista” desde los centros desarrollados del
mundo (léase los EE.UU.). Corolario de lo anterior es la consideración pasiva de la sociedad
tradicional y la interpretación de sus luchas como “resistencia al cambio”. Por último, cuando se
rescata la acción social, se lo hace a partir de la sobrevaloración del individuo racional,
motivado por valores liberales (Ringuelet y Rey 2010).
A nivel mundial en los tiempos de la segunda posguerra, aparecen nuevas visiones teóricas
alternativas al enfoque modernizador neoclásico. Generalizando no referimos al enfoque
teórico que tiene un correlato en una nueva visión de las políticas agrarias: La doctrina del
desarrollo, o desarrollismo, que se expande en organismos internacionales como la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL - ONU) y en expresiones diversas teórico – políticas
especialmente en América Latina. El término “desarrollo” pasa entonces a asociarse con esta
nueva orientación que da una nueva idea de la economía mundial de tipo estructural o
sistémica. Si bien la orientación presenta variaciones, podemos sintetizar algunos núcleos
básicos (Piñeiro 1996). El sistema mundial se ve (a diferencia de la “modernización”), como un
entramado sistémico que, en su versión más marcada, se ve como contradicción desarrollo-
subdesarrollo. En cuanto a las políticas nacionales incorpora la idea de una economía
planificada con intervención estatal (vs. el “libre juego de la economía de mercado”). Esta
orientación corresponde a nivel nacional a particulares etapas de la historia latinoamericana en
períodos nacionalistas y populares orientados a la integración regional, al desarrollo industrial
urbano asociado a las transformaciones del agro y, en general, a lograr una “modernización
inclusiva”. En casi toda América Latina con una base campesina grande, la cuestión acuciante
era resolver el problema del contraste entre el mundo campesino – latifundista tradicional y la
economía capitalista desarrollada. En nuestro país, el primer desarrollismo se corresponde con
los primeros gobiernos peronistas. Su énfasis en el dirigismo agrario, la articulación entre la
producción agraria y la producción urbano industrial, la promoción de los pequeños productores
y el trabajo y los sindicatos.
Pero esta política termina con la caída de Perón y se reimplanta la hegemonía política
tradicional que, sin embargo y de forma variable, subsistió en algunos organismos del estado y
sectores políticos e intelectuales, en la misma acción y doctrina de entidades agropecuarias
vinculadas a Federación Agraria y al movimiento cooperativo.
En resumen
El sistema interno se define según el recorte socio territorial (unidad productiva, sector
social, localidad, sector productivo, etc.) y según un recorte socio histórico.
- La base económica que incluye los factores productivos y las formas de propiedad- control
de factores.
- La esfera regional
- La esfera asociativa
Los actores sociales considerados en sus tipos, asociaciones y redes sociales, modos de
acción política y formas identitarias.
Período colonial
Situaciones comunes en América Latina: Guerras civiles. Herencias coloniales comunes que
continuaron transformadas: persistencia de latifundios, persistencia y reorientación de la
dependencia externa, persistencia de desigualdades sociales y regionales.
Continúa la concentración de tierras, pero inicio del mercado libre. Código Rural de 1865.
Tecnificación de las estancias asociada a la expansión del ovino. Decadencia del gaucho.
Aumento de población por inmigración europea, mano de obra rural y urbana. Rápida
urbanización.
En 1913 las exportaciones generales argentinas eran el 32% del valor total de América
Latina. En la 1ra. Guerra (1914-1919) se reducen.
Golpe militar a Irigoyen, inicio de la llamada “Década Infame”. 1929: Crisis mundial de
sobreproducción y gran restricción a las exportaciones. Los gobiernos intervienen en el sector
privado para corregir y regular la producción, las exportaciones y la moneda: Junta Reguladora
de Granos, del Azúcar, Vino y Yerba Mate. Creación del Banco central. Convenios favorables a
Inglaterra sobre cuotas y precios de exportación.
Dos sectores sociales que adquieren poder son la burguesía nacional y los asalariados y
sindicatos.
Mejoras substanciales para los asalariados: Aplicación efectiva de leyes, “Estatuto del
Peón”, “Estatuto del Tambero Mediero”. Desarrollo de la extensión rural. Mejoras para los
arrendatarios y pequeños propietarios.
Etapa 1955-1966:
Etapas posteriores:
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