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El Mexico Precortesiano

1. La cultura náhuatl en México precolombino había alcanzado formas avanzadas de vida y conceptos sobre el universo que sorprendieron a los europeos. 2. Existieron diversas civilizaciones en el territorio mexicano con orígenes culturales diferentes. 3. Los tlamatinime eran filósofos nahuas que educaban e interpretaban la tradición oral, y algunos velaban por la religión; plantearon problemas filosóficos sobre el ser humano y su lugar en el universo de manera similar a los griegos.

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El Mexico Precortesiano

1. La cultura náhuatl en México precolombino había alcanzado formas avanzadas de vida y conceptos sobre el universo que sorprendieron a los europeos. 2. Existieron diversas civilizaciones en el territorio mexicano con orígenes culturales diferentes. 3. Los tlamatinime eran filósofos nahuas que educaban e interpretaban la tradición oral, y algunos velaban por la religión; plantearon problemas filosóficos sobre el ser humano y su lugar en el universo de manera similar a los griegos.

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EL MEXICO PRECORTESIANO.

La cultura náhuatl, a pesar de haberse desarrollado con autonomía de otras


culturas, había alcanzado formas de vida y conceptos acerca del universo, que fueron el
asombro de quienes, con sinceridad, se han dedicado a estudiar el pensamiento y la vida
de los pueblo del Nuevo Continente.

Conviene aclarar que en lo hoy constituye el territorio mexicano, no existió


solamente una civilización, sino que convivían diversos pueblos, con orígenes culturales
y étnicos diferentes y con frecuentemente con rivalidades políticas entre ellos.

En el transcurso de los siglos hubo civilizaciones más adelantadas culturalmente


que la que encontraron los españoles al llevar a cabo la conquista y la colonización de
América, aunque hoy solo quedan los mudos testigos que son sus pinturas, frisos,
esculturas y construcciones arquitectónicas producidas por los artistas autóctonos a
través de su concepción especifica del hombre, del mundo y de sus relaciones con el Ser
Trascendente.

El conocimiento y confrontación de la cultura aborigen con la accidental, se puede


dividir en varias etapas que se enumeran respetando el origen cronológico:

- Primera: plena vigencia y vitalidad de la cultura náhuatl, antes de la


llegada de los españoles (?-1519).
- Segunda: defensa de la cultura aborigen, enfrentándose a la cultura
española y cristiana, tanto en el aspecto de lucha militar como en el dialogo y
expresión de las ideas (1519-1521).
- Tercera: decadencia de los valores establecidos por la cultura
náhuatl y prohibición, por parte de las autoridades españolas, de la difusión de los
valores culturales del pueblo náhuatl (1521-1750).
- Cuarta: estudio, hacia el siglo XVIII, como fenómeno antropológico y
redescubrimiento de los valores culturales nahuas, tratando de evaluar una
tradición conservada a pesar de la decadencia sufrida (1750-1930).
- Quinta: descubrimiento de los valores culturales nahuas usando los
métodos científicos y antropológicos actuales, incluyendo la posibilidad de
existencia de un pensamiento filosófico definido, dentro de esa cultura (época
actual).

Este interés en el estudio de los valores culturales prehispánicos es fundamental,


tanto por lo que representa como pasado cultural de un pueblo, como por el trasfondo
que ha quedado en el patrimonio de la cultura nacional, el cual ha logrado matizar al
pensamiento occidental-cristiano en México. Este pensamiento accidental y cristiano se
impuso, como resultado de una lucha militar en la que triunfó la fuerza y audacia de los
conquistadores.

La tónica del encuentro entre las dos mentalidades, nos la muestran algunos
fragmentos del “Coloquio de los Doce”, dialogo sostenido entre los primeros doce frailes
franciscanos que llegaron a México y algunos destacados Tlamatini.

1.1 Los filósofos nahuas.

En el libro “Historia de las Cosas de la Nueva España”, debido a la pluma de Fray


Bernardino de Sahagún, en la parte donde se describen los diversos oficios y
ocupaciones que existían en la sociedad azteca, se habla de la función del Tamatini, la
cual, al modo de ver de Sahagún, corresponde a la del filósofo en la sociedad occidental.

Las actividades que se le designaban al Tlamatini, eran las de educar, de


interpretar la tradición oral y escrita de la cultura y, en algunos casos, era también el
encargado de velar por la pureza del culto a los dioses. Comparando esas actividades
con el trabajo que desarrollaba el filósofo en la sociedad griega anterior a Sócrates, se
hace evidente que el Tlamatini puede ser identificado como el filósofo dentro de la
sociedad náhuatl, y así lo consigna Fray Bernardino en un manuscrito.

La tarea educativa, que era una de las funciones que tenía a su cargo el tlamatini,
se desarrollaba en dos clases de instituciones, una llamada el Calmecac que estaba
destinado fundamentalmente a educar a los hijos de la gente de clase noble y
acomodada; sus egresados solían convertirse en dirigentes políticos o religiosos; y la otra
el Telpochcali, se educaban principalmente los hijos de la gente de menores recursos
económicos y la preparación que recibían estaba encaminada, casi específicamente a
adquirir los conocimientos requeridos para el buen desempeño del servicio militar.
El Tlamatini, en lo que se refiere a la parte de su actividad como sabio o educador,
tenía una misión principal la que le había asignado paulatinamente la tradición, o sea,
formar en los hombres “un rostro sabio y un corazón firme como piedra”, expresión
idiomática que nos indica el alto concepto de la persona humana y la finalidad que de la
educación tenían los aztecas.

El Dr. Miguel León Portilla, ha hecho un análisis a fondo del sentimiento


auténticamente que, en su concepto, tienen los textos recogidos y conservados a través
del tiempo, para llegar a la conclusión de que, aunque no de una manera explícita,
consiente y sistemática, el hombre náhuatl sí había abordado, a través de la observación
del mundo que le rodea y de la reflexión sobre sí mismo, los problemas que se pueden
plantear en cualquier sistema filosófico, por profundo y organizado que este sea.

Con esto queremos decir que el hombre náhuatl quizá no tuvo conciencia que
estaba haciendo una filosofía en el sentido que se le da en el mundo occidental a esa
palabra, sino en el sentido de “Amor a la Sabiduría” cuando reflexionaba sobre la
problemática fundamental del ser humano, al plantear esos problemas y proponer
diversas soluciones.

Probablemente la principal objeción a esa afirmación de la existencia de una


filosofía náhuatl consista en que el saber, o la cultura náhuatl estaba fundamentalmente
basada en conocimientos y actitudes derivados de sus conocimientos de origen religiosos
que son precisamente, la negación de un pensamiento filosófico, pero podemos descubrir
que, también en el fenómeno cultural griego hubo hombres que, en un momento
determinado de la evolución de su pensamiento, superaron las explicaciones a la
problemática fundamental del hombre que le presentaba la mitología, para buscar una
explicación racional de las últimas causas religiosas.

Igualmente en el saber tradicional náhuatl, llegó un momento en el que, pequeños


grupos de hombres (Tlamatinime) empezaron hacer, usando un modo metafórico para
expresarse, una serie de afirmaciones, independientemente de la que les entregaba la
tradición religiosa, que le plantearan su problemática y le respondieran a su característica
de ser racional, asombrada ante el espectáculo del hombre frente al mundo y al
sentimiento de estar sumergido en el universo.
Por otro lado, una característica diferente que encontramos, en comparación de lo
que sucede con la filosofía griega, es que los textos que plantean la problemática del
hombre náhuatl frente a la verdad y frente al sentido que tiene su propia existencia, no
son atribuidos a tal o cual pensador, a excepción hecha quizá de Tlacaélel o
Netzahualcóyotl y posiblemente algún otro, sino que forman parte de una tradición
cultural que se venía transmitiendo de generación en generación que no es atribuida a
ningún personaje en particular, sino a naciones o grupos humanos existentes en la
antigüedad, tradición que había sido recibida como herencia por los pueblos que se
pusieron en contacto con el hombre europeo.

1.2 Problemática general.

Entre las diversas soluciones a la problemática fundamental del hombre, en el


mundo náhuatl podemos encontrar, según los diversos textos conservados hasta ahora,
algunas corrientes de pensamiento que conducen a adoptar actitudes similares al
escepticismo, al epicureísmo o al estoicismo, tal como se dieron en la antigua filosofía
griega.

1.3 Cosmovisión náhuatl.

Junto a esas reflexiones fundamentales, encontramos la explicación del origen del


Universo el cual se considera como una acción realizada por quien tiene
simultáneamente potencialidades masculinas y femeninas y quien por ellas engendra al
mundo al concebir cuatro hijos, quienes lo gobiernan sucesivamente en sus diferentes
edades.

Estos hijos de Ometóol son los soles que habían existido, dominando el Universos
y durante su reinado, marcan cada una de las edades (soles) antiguas del universo. En
cada una de esas edades, prevaleció uno de los elementos constitutivos de la vida, que
en ciertos momentos se identifican con los cuatro elementos de la naturaleza: fuego,
agua, aire y tierra, de la física clásica para dar lugar, finalmente, al Quinto Sol, o Sol de
Movimiento, concepto fundamental del acaecer cósmico que, a pesar de su origen tipo
religioso, trata de ser la explicación racional de la génesis del universo para llegar a una
concepción “sui generis” del estado actual del dinamismo universal.
Los nahuas concebían al mundo como un gran disco que se extendía hacia los
cuatro rumbos cardinales, rodeado de agua por todas partes. Hacia arriba estaba el
número determinado de “cielos”, ocupados por los distintos cuerpos celestes, hasta llegar
al más alto y lejano, el cual se consideraba era la mansión de Ometéotl, el “dios viejo”.
Igualmente, hacia abajo, se consideraba la existencia, según los datos que se han podido
reconstruir, de nueve “infiernos” que debían ser recorridos por las almas de los muertos,
al final de los cuales descansarían completamente en paz.

Toda esta concepción de la estructura del universo, esta descrita en la


extraordinaria escultura de la “Coatlicue”.

1.4 Concepto del Ser Supremo.

En esos tratados o textos (Los Informantes de Sahagún; Códice Florentino), a


través del manejo de profundos y complicados conceptos, tratan sus autores de dar a
conocer las cualidades de la divinidad desde el punto en que la razón humana, en su
limitación, puede ir acercándose a descubrir la naturaleza de Dios. Sin embargo, el texto
náhuatl que citaremos nos va a dar referencia, a través de la metáfora, de las cualidades
que se descubren de él.

“Madre de los dioses, padre de los dioses”.

A este ser se le atribuye, en su intimidad el acto de dar origen al universo, teniendo


en sí mismo el principio y la capacidad de engendrar a los dioses, o sea, a las fuerzas
que regulan la marcha del cosmos.

“El dios viejo”.

En estas tres palabras, el relator está hablando de que la edad de ese Dios supera
a cualquier otra cosa. O sea, si es el más viejo, quiere decir que existe antes de cualquier
otra cosa hubiera existido. Se puede pensar que aquí está expresando con claridad el
concepto de eternidad.

“Tendido en el ombligo de la tierra”.

La noción de ombligo es fundamental en toda la visión cosmológica náhuatl. Quien


está tendido en el ombligo es quien tiene la facultad de comunicar a través de él, la vida
que sostiene a toda la creación. El mundo, como el feto, se alimenta a través de su
conexión umbilical, por donde se proveerá de la suficiente vitalidad para que no parezca
ni le falte nada de lo necesario para la subsistencia. Esta expresión se hace más clara
cuando a un occidental se le habla de la función de Dios como conservador o providente
del mundo.

“El que está encerrado en nubes”.

A pesar de estar allá, en la inmensidad del cielo y de las aguas que rodean el
universo es, sin embargo, invisible para los ojos de los simples mortales.

“El que habita en las sombras de la región de los muertos”.

Ese Ser no solo está presente en todo el universo visible y en lo que lo rodea, sino
que también se encuentra en aquella región de los muertos hacia la cual nos dirigimos y
algún día llegaremos. Es claro el concepto de la omnipresencia de Dios.

“El Señor del fuego y del año”.

Finalmente, haciéndose más concreto el relator o descriptor de Ometéotl, nos dirá


que ese Ser Supremo gobierna el acontecer del tiempo, los ciclos diarios del sol, y
además que es fuego, que calienta y da vida, regula el ciclo por el cual, en el correr del
año, nos muestra repetidamente su poder a través del orden de las estaciones, más allá
del tiempo y del espacio.

1.5 El poseedor de la verdad.

La “Flor” y el “Canto”, lo encontramos como medio adecuado para llegar al


contacto del hombre con lo que lo trasciende con aquel Ser que es el “dador de la vida”.

La flor y el canto son las cualidades propias del poeta, ya que descubrir el misterio
de una flor es, al fin de cuentas, captar la armonía y la belleza del mundo natural. La flor
representa la síntesis del universo visible en todo su esplendor; en ella se conjugan la
forma que agrada a la vista, el color, y la tersura que impresionan a nuestros ojos y a
nuestro tacto; su perfume toca igualmente las fibras de nuestros sentidos, que nos hablan
todos ellos del mundo en el que estamos sumergidos.
Además las flores, unidas al canto, vienen a completar la posibilidad del hombre
náhuatl de acercarse a la verdad. El canto es la armonía que impacta rítmicamente
nuestro sentido del oído para descubrirnos, por medio de la melodía, la belleza captada
en la naturaleza y expresada por aquel –el poeta-, que es capaz de interpretar en formas
bellas, y hacerlas susceptibles de ser comunicadas a los demás. La síntesis de la belleza
natural –flor-, y el canto, la armonía, unidos, son capaces de entregarle al hombre el
mensaje que lo haga capaz de acercarse al misterio de la existencia del “dador de la
vida”, de acercarse a la verdad.

1.6 El número.

Tampoco es ajeno el hombre náhuatl al manejo de conceptos de aquello que


pudiera llamarse una filosofía de las matemáticas, así encontramos en diversas crónicas
de los “Informantes de Sahagún” y otros textos, conservados con posterioridad de la
conquista, que aquella cultura tenía un preciso sistema numerario vigesimal, y que
además tiene la noción de cero –que es signo fundamental en la matemática- y todo esto
aplicado a la cuenta del tiempo y sus relaciones con el espacio, nociones que sitúan al
hombre en esas dos coordinadas que determinan la conciencia de estar sumergidos en
una realidad que, al atravesarla, marcan su origen y su destino.

1.7 La ética náhuatl.

En general, existía una moral natural como ha existido en todos los pueblos de la
tierra. Sin embargo, en el aspecto de la filosofía moral, encontramos que también se
plantea el problema de la libertad del hombre, o sea, la existencia del libre albedrío: y en
ese aspecto encontramos que, para el hombre náhuatl no existe la libertad, sino que la
dependencia del hombre, en relación con el Ser Trascendente, es total.

Por otro lado, los historiadores relatan que había una serie de prácticas sociales
que se seguían cuando un niño nacía y era incorporado a la sociedad por medio de una
ceremonia llamada “bateo”, similar al bautismo. Así, dicha ceremonia el sacerdote,
después de ver la posición de los astros en el día del nacimiento, o el del “bateo”, se le
señalaba al niño el destino que habría de seguir a lo largo de su existencia y, si lo cumplía
adecuadamente, iría al final de su vida a ocupar su lugar en “Mictlán” hasta descansar
definitivamente.

Esa pretensión del destino del hombre náhuatl, no implicaba que no se hiciera
ningún esfuerzo para mejorar la actitud de una conducta correcta de su vida, aunque sin
una finalidad trascendente, sino fundamentalmente con un sentido social de quedar bien
con los demás.

Para el náhuatl, como sucede en otras culturas, tal como las grandes tragedias
griegas, el hombre es un juguete del destino, pero su comportamiento estará motivado
por el servicio que presta a la familia y a la sociedad en general.

1.8 La estética.

Dentro del aspecto de la filosofía prática, también encontramos entre los nahuas
dos conceptos para llegar al descubrimiento del ser, en su relación con la belleza y el
arte, y aunque la fuente de inspiración para la creación artística de los pueblos nahuas
es fundamentalmente religiosa o mitológica, tiene como finalidad primordial, según la
propia expresión, relativa a la misión del artista, que es:

“humanizar el querer de la gente”.

Con lo cual, en este sentido, se identifica con las concepciones estéticas que se
han dado en las diversas culturas en el curso de la historia.

En el mundo náhuatl para que el artista pueda lograr esa finalidad sublime de
“humanizar el querer de la gente”, requiere de una noble actitud interna, a fin de poder
comunicar su intuición a los demás, para lo cual debe “dialogar con su corazón”, como
dice el texto de “los informante de Sahagún:

“El verdadero artista: capaz se adiestra, es hábil; dialoga con su corazón,


encuentra las cosas en su mente”.

Esa característica de los artistas nahuas, podemos descubrirla aún hoy día en los
variadísimos exponentes del arte indígena pues, a pesar de la adopción de muchos
conceptos occidentales que se impusieron sobre los nativos, la fuerza expresiva y la
concepción de formas para acercarse a la belleza, subsisten en nuestros días en el
producto de las artes populares, como en los monumentos antiguos que se han
conservado hasta la actualidad y que pueden ser admirados por su equilibrio, originalidad
y armonía entre el paisaje y la expresión natural del artista autóctono.

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