Escuelas inclusivas
Un camino para construir entre todos.
Investigación y relato de experiencias
sobre educación y diversidad
Fundación Par
• 2010 •
La educación inclusiva: una reflexión compartida
L A EDUCACIÓN INCLUSIVA se inicia como un movimiento educativo
a fines de la década de 1980 y principios de los ’90, en Estados
Unidos primero y Europa después.
La motivación inicial fue la propuesta de un único sistema educa-
tivo para todos, superador del paradigma de la integración. Este últi-
mo paradigma se encuentra más próximo al modelo médico, psico-
lógico, que considera las dificultades de los alumnos desde el punto
de vista individual-educativo y no curricular-contextual del entorno,
educativo, social y cultural, como lo hace la educación inclusiva.
Describir la educación inclusiva es, como expresa Tony Booth,
en este mismo libro, aludir a la constante vigilancia necesaria
para contrarrestar las fuerzas de la exclusión en la educación,
la sociedad y, lo que es muy importante, en nosotros mismos.
Definirla es intentar llegar a un nivel de conceptualización que
implica un mayor grado de complejidad, pues se trata de un tér-
mino de múltiples significados (de hecho, algunos autores prefie-
ren hablar de inclusiones).
La inclusión es una concepción de hombre y de vida que impli-
ca un hacer posible desde la escuela y tiene consecuencias para
toda la sociedad.
Se corresponde con teorías y prácticas educativas, pedagógico-
didácticas y sociales, por lo cual tiene implicancias en el quehacer
áulico como también en el tipo de gestión que se lleve a cabo en la
escuela. Por ello, Tony Booth y Mel Ainscow, a través del “Índice
de inclusión” (2000), proponen tres dimensiones a abordar en las
instituciones educativas: culturas inclusivas, políticas inclusivas y
el desarrollo de prácticas inclusivas, a partir de un proceso de trans-
formación e intervención creciente de todos los actores miembros
del colectivo educativo.
Es necesario, en consecuencia, construir comunidades para
aprender a partir de establecer valores inclusivos, para lograr una
escuela para todos, abordando y respetando la diversidad, organi-
zando el proceso de aprendizaje y movilizando los recursos nece-
sarios, es decir, estableciendo prioridades para el accionar prospec-
tivo institucional.
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Escuelas inclusivas
Si bien es complejo el término educación inclusiva, existen ten-
dencias y caracterizaciones a inferir a partir de diferentes definiciones.
Algunas de las aproximaciones teóricas, en el mundo, nos dicen,
en relación con este tipo de educación, que:
“Las escuelas deben acoger a todos los niños, independientemente de
sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, emocionales, lingüísticas
u otras. Deben acoger a niños con discapacidades y niños bien dota-
dos… Las escuelas tienen que encontrar la manera de educar con éxito
a todos los niños, incluidos aquellos con discapacidades graves… El
mérito de estas escuelas no es solo que sean capaces de dar una educa-
ción de calidad a todos los niños, con su creación se da un paso muy
importante para intentar cambiar actitudes de discriminación, crear
comunidades que acojan a todos y sociedades integradoras” (UNESCO,
1994, ps. 59-60).
“Es el derecho a acceder, con equidad y calidad, al espacio de las opor-
tunidades que confiere un ambiente educativo determinado” (Booth y
Ainscow, 2000).
“Es el proceso de aumentar la participación de los alumnos en el currí-
culo, en las comunidades escolares y en la cultura, a la vez que se redu-
ce su exclusión en los mismos” (Booth y Ainscow, 1998, p. 2).
“Es el medio más efectivo de combatir las actitudes discriminatorias,
creando comunidades de bienvenida, construyendo una sociedad inclu-
siva y alcanzando la educación para todos; además, proporciona una
educación eficaz para la mayoría de los niños, mejora la eficacia y, en
último término, la relación coste-efectividad de todo sistema educativo”
(UNESCO, Declaración de Salamanca, 1994, XI).
“Es el modo de avanzar” (Dyson, 2001, p. 146).
“Constituye un proceso sin fin, en vez de un simple intercambio de
estado, que depende de un desarrollo pedagógico y de organización con-
tinuo dentro de la educación general” (Ainscow, 2001, p. 294).
“Es aquella que educa a todos los estudiantes dentro de un único sis-
tema educativo, proporcionándoles programas educativos apropiados
que sean estimulantes y adecuados a sus capacidades y necesidades,
además de cualquier apoyo y ayuda que tanto ellos como sus profesores
puedan necesitar para tener éxito. Pero una escuela inclusiva va más allá
de todo esto, ya que es un lugar al que todos pertenecen, donde todos son
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I• LA EDUCACIÓN INCLUSIVA: UN DESAFÍO CON Y PARA TODOS
aceptados y son apoyados por sus compañeros y por otros miembros de
la comunidad escolar para que tengan sus necesidades educativas satis-
fechas” (Stainback y Stainback, 1992, p. 6).
Las referencias argentinas suman una perspectiva similar a las
del mundo cuando hacen mención a que:
“Se refiere a la capacidad del sistema educativo de atender a todos los
estudiantes, sin exclusión de ningún tipo. Para ello es necesario abordar
la amplia gama de diferencias que presentan los alumnos y asegurar la
participación y el aprendizaje de cada uno de ellos en el marco de servi-
cios comunes y universales” (Ministerio de Educación, Argentina,
2009, p. 18).
“Se presenta como un enfoque filosófico, social, político, económico y
especialmente pedagógico” (Ministerio de Educación, Argentina,
2009, p. 18).
“Es entendida como aquella que intenta construir un camino alterna-
tivo al de la integración escolar” (Tomé, 2001, p. 37).
Se evidencia, a partir de estos distintos conceptos, que la educa-
ción/escuela inclusiva está direccionada hacia una concepción de
hombre y de vida basada en la defensa de los derechos humanos.
Se opone a cualquier forma de etiquetamiento, segregación y
exclusión.
Se fundamenta desde lo educativo en los principios de equi-
dad y calidad; las diferencias, las singularidades de cada uno de
nosotros son consideradas como un valor frente a la homogenei-
dad/universalidad de la escuela de ayer:
Desde lo socio-comunitario se destaca la importancia del traba-
jo con el otro, con particular énfasis en el trabajo colaborativo,
ante el individualismo a ultranza de la escuela tradicional y tecno-
crática.
Se diferencia de la integración, ya que, mientras esta última res-
ponde al principio de normalización –sólo algunos son integrados
(ver cuadro)–, en la inclusión no se selecciona, sino que todos
son sujetos de la educación a partir del trabajo en equipos inter-
disciplinarios, configurados en distintos tipos de apoyo.
Ello no significa negar ni la educación, ni la escuela especial, por
el contrario, recordemos: “Incluso en los casos excepcionales en que
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Escuelas inclusivas
sea necesario escolarizar a los niños en escuelas especiales, no es nece-
sario que su educación esté completamente aislada” ((UNESCO:
Declaración de Salamanca, 1994, XI).
Sin embargo, las diferencias entre integración e inclusión exis-
ten. Así como desde la escuela integradora describimos al alum-
no especial por sus ‘necesidades educativas especiales’ (NEE),
desde la inclusión lo hacemos desde el medio, es decir, desde el
contexto. Se habla entonces de ‘barreras al aprendizaje y la par-
ticipación’.
Las primeras, es decir las NEE, son caracterizadas como: “las
experimentadas por aquellas personas que requieren ayudas o recursos
que no están habitualmente disponibles en su contexto educativo, para
posibilitarles su proceso de construcción de las experiencias de aprendi-
zaje establecidas en el Diseño Curricular” (Acuerdo Marco para la
Educación Especial, 1998, VII).
En tanto que a las ‘barreras al aprendizaje y la participación’ se
las define como aquellas que: “implican un modelo social frente a las
dificultades de aprendizaje y la discapacidad (…) De acuerdo con el
modelo social, las barreras al aprendizaje y la participación aparecen a
través de una interacción entre los estudiantes y sus contextos: la gente,
las políticas, las instituciones, las culturas y las circunstancias sociales
y económicas que afectan sus vidas” (Booth, T. y Ainscow, M., 2000,
ps. 18-20).
Es decir, la integración es una concepción más cercana al abor-
daje individual, a una perspectiva curricular centrada en el niño;
en cambio, la inclusión está centrada en el entorno, en lo social.
De lo dicho se desprende la necesidad de abordar la educación
desde una concepción socio-constructiva, ya que la primera, a la
hora de las singularidades, aborda al niño desde las ‘adecuaciones
curriculares individualizadas’ (ACI); en cambio, la segunda lo hace
desde la realidad social, desde las redes sociales en las que está
inserto ese alumno. Por ello se habla de ‘adaptaciones curriculares
socio-constructivas’ (ASC).
En síntesis, se trata de dos tipos de educación: integradora e
inclusiva; dos conceptos distintos, dos formas de ver al mundo
en términos de cultura, política y desarrollo de las prácticas en
el ámbito educativo escolar, con incidencia en lo comunitario.
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I• LA EDUCACIÓN INCLUSIVA: UN DESAFÍO CON Y PARA TODOS
Cuadro.
Preguntas para la integración Preguntas para la inclusión
¿Quién está encontrándose con
barreras que limitan su apren-
dizaje y participación en la
¿Qué alumnos tienen un fun- escuela?
cionamiento (intelectual, so-
cial, lingüístico...) diferente del ¿Cuáles o de qué tipo son
“normal”, que dificulta o en- dichas barreras; están en nues-
torpece el desarrollo de la tras actitudes, en nuestra forma-
mayoría? ción, en el currículo, en la orga-
nización de los apoyos, en la
organización de los grupos, en
la promoción y evaluación…?
¿Qué maestros/especialistas de- ¿Qué podemos hacer juntos
ben hacerse cargo de estos alum-
para minimizarlas?
nos?
¿Qué recursos tenemos y qué
¿Qué escuelas y/o recursos nuevos recursos podemos con-
especiales necesitamos para seguir para promover la partici-
atenderlos adecuadamente? pación y el aprendizaje de todos
los alumnos?
Fuente: Köppel-Tomé, 2008.
Un desafío con y para todos
¿Cómo iniciar el camino hacia una escuela inclusiva?
El primer paso es acordar entre todos y luego decidir colectiva-
mente si queremos transformar nuestra institución en una escuela
con y para todos.
De ser así habrá que comenzar a pensar en proyectos comparti-
dos entre los actores involucrados, tanto docentes como alumnos,
padres y todos aquellos que son responsables o co-responsables de
llevar adelante la tarea de educar.
Un proyecto central es el Proyecto Escuela (PE), conocido tam-
bién como Proyecto Educativo Institucional (PEI). Ellos son tron-
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Escuelas inclusivas
cales, porque es un camino que intenta prever el futuro a partir de
un análisis totalizador de la situación actual de la institución, con
una mirada puesta en el contexto.
También hace hincapié en las necesidades, recursos y estrategias
posibles para superar dificultades, alcanzar metas, de manera colec-
tiva a partir de una evaluación real de aquello que sucede, para pre-
ver, entonces, acciones y estrategias vinculadas con aquello que
queremos alcanzar.
Por lo dicho, es necesario la construcción de redes intra e inter-
institucionales, es decir, relaciones hacia adentro y hacia afuera,
con todos y para todos, con la convicción de que dicha creación es
condición necesaria, pero no suficiente, para sostener y recrear las
relaciones profesionales y sociales en todo grupo humano en el
marco de las organizaciones, en particular las escuelas.
Así como el proyecto escuela debe ser elaborado desde una con-
cepción holística, el otro proyecto central es el curricular institu-
cional, ya que desde este punto de vista se decidirá cómo abordar
la diversidad a partir del proceso de enseñanza y aprendizaje, con-
siderando al currículo desde una perspectiva inclusiva.
El Proyecto Escuela y el Curricular son estrategias en la búsque-
da de una institución que educativa, social y comunitariamente ha
decidido trabajar a partir de respetar la diversidad y singularidades
de todos los que allí enseñan y aprenden, valorándolas y abordán-
dolas a partir de las posibilidades de cada uno y no desde sus limi-
taciones.
Esta tarea debe completarse con un plan de planificaciones inter-
ciclos y áulicas que den cuenta de un verdadero trabajo colectivo
entre docentes, alumnos y padres, a través de una tarea colaborati-
va que permita lograr una institución que en el accionar se con-
vierta en una verdadera comunidad para aprender.
Así, la educación especial se concibe como un conjunto de apo-
yos y ayudas a todo el sistema educativo, transversal a él, en par-
ticular a aquellos alumnos que, desde la integración, presentan
‘necesidades educativas especiales’ (NEE) y, desde la inclusión,
‘Barreras al aprendizaje y la participación’ (con especial referen-
cia a las personas con discapacidad), por lo cual se refuerza la pro-
puesta de trabajar desde el contexto.
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I• LA EDUCACIÓN INCLUSIVA: UN DESAFÍO CON Y PARA TODOS
¿Qué consecuencias tiene esta última afirmación? La necesidad
de centrar el quehacer educativo desde una concepción socio-
constructiva, tanto a la hora de enseñar como de aprender. David
Paul Ausubel, Lev Semenovich Vigotsky, Jean Piaget, Jerome
Bruner, las teorías de la cognición, las teorías de la información,
entre otras, más las relaciones afectivo-sociales, están al servicio de
aquello que cada uno necesita aprender y enseñar. Para ello habrá
entonces que apelar a las características inherentes a una educa-
ción inclusiva.
Conclusiones
En síntesis, se puede afirmar que la educación inclusiva es una
realidad posible de construir y lograr para un mundo mejor.
Algunas de sus características y acciones a considerar, entre
ellas son:
• El respeto como valor ante la diversidad.
• Los derechos por las diferencias.
• Proyectos institucionales, curriculares y áulicos.
• Las escuelas en redes caracterizadas en su accionar a
través del trabajo colaborativo (docentes, alumnos, pa-
dres, otros).
• La intervención activa de la comunidad.
• Una propuesta curricular contextualizada, flexible,
abierta.
• Una concepción socio-constructiva y sus implicancias
para el proceso de enseñanza y aprendizaje, como para
la gestión.
• Una planificación estratégica áulica.
• Evaluaciones y adaptaciones curriculares holísticas.
Estos son, entonces, algunos de los caminos a construir al pen-
sar hoy en una educación/escuela, con y para todos.
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