LAS FERIAS N O V O H 1 S P A N A S
M a n u e l CARRERA STAMPA
H A S T A PRINCIPIOS D E L SIGLO X I X , el comercio novohispano era
en parte u n fenómeno periódico; las transacciones mercantiles
estaban sujetas, en su mayoría, a tiempo y lugares fijos. Esto
era consecuencia-de 4a^scasez. d e ^ m u n t e a r i a n e s y del-pr.ro
volumen de nuestro tráfico. E l comercio se efectuaba princi-
palmente por medio de mercados semanales o mensuales, y
en ferias anuales.
Las ferias existían desde épocas muy remotas en el Viejo
M u n d o . Famosas fueron las de las ciudades independientes
de Italia en la Edad Media, en donde surgió el primer banco de
crédito para facilitar el tráfico comercial entre Florencia, Ve-
rana, Pisa, Amalfi, T r i a n i , Génova, Sinigaglia, Venecia y otras
ciudades de la costa oriental del Adriático. Célebres en toda
Europa fueron las ferias de Lyon, Narbona, Aviñón, Tarbes,
Troyes, Beaucaire, Montpellier, Burdeos y Dijon, y sobre todo
la de Marsella, rival de las ciudades italianas y de Barcelona
en el tráfico del Tirreno. E n el Norte de Europa, l a Liga
Hanseática, fundada en el siglo x m , controlaba con sus enor-
mes ferias ochenta y cinco ciudades, y abarcaba por entero el
comercio del M a r del Norte y del Báltico; sujetas a su monopo-
lio mercantil estaban ciudades tan importantes como Leipzig,
Lübeck, Hamburgo, Nuremberg, Francfort, Brema, Dantzig
y Riga. Otra feria continental de gran fama fué la de Sturt-
bridge, cerca de Cambridge, en Inglaterra; y, entre los países
septentrionales, la de N i j n i Novgorod en Rusia.
España no fué ajena a esta forma de contratación mercan-
til. E n tiempo de la dominación sarracena, la de Albacete
fué sin duda la feria de mayor importancia en la Península,
y bajo el dominio de los reyes cristianos existían las de Valla-
dolid, Burgos, Villalón, Barcelona, Medina de Rioseco, y sobre
todo l a de Medina del Campo, a l a que los Reyes Católicos
y sus sucesores concedieron innumerables prerrogativas.
_ . E n j a Nueva España las ferias fueron u n trasunto de cos-
tumbres europeas, y más concretamente españolas. Dos fueron
3 20 MANUEL CARRERA STAMPA
las que afectaron de manera decisiva la economía colonial
mexicana: la de Xalapa y la de Acapulco.
L a feria de X a l a p a . — L a principal de todas las ferias novo-
hispanas fué indudablemente la de Xalapa. T a l era su im-
portancia, que la ciudad se conocía con el nombre de " X a l a p a
de la Feria". Esta hermosa ciudad, risueño caserío de tejas
rojas, blancas paredes, y patios y corredores cubiertos todo el
año de perfumadas flores, se halla recostada en las faldas
—del Maeuikepec, a 1,427 metros sobre el nivel del mar.
La costa veracruzana es insalubre. Sus habitantes se halla-
ban azotados entonces por las fiebres tercianas (malaria), por
el mortífero vómito p r i e t o (fiebre amarilla) y por millones de
mosquitos y otros bichos tropicales. E l puerto de Veracruz
era en aquellos tiempos un sitio pavoroso por el exceso de
población, la falta de higiene y lo destemplado del clima.
Quienes arribaban al puerto apenas podían permanecer en
él unos cuantos días, unas cuantas horas. Los únicos que
soportaban más o menos los rigores del clima eran los mora-
dores del castillo de San }uan de Ulúa, construido en un islote
refrescado por los vientos. Aquí era menor la mortalidad, pero
de todas maneras había víctimas entre los viajeros, soldados
y marinos que llegaban al puerto.
Para escapar de lugar tan nefasto, los comerciantes y pro-
pietarios que especulaban con las mercancías llegadas al puer-
to se refugiaban en sus fincas de Xalapa, lugar de clima más
benigno, donde pasaban por lo regular los meses de calor,
entre abril y mediados de agosto. Así, el tráfico y la contrata-
ción mercantil fueron pasando a Xalapa.
La frase de un viajero francés, "México tiene el primer
cielo, Puebla el segundo, Orizaba el purgatorio y Veracruz
el infierno",i encierra gráficamente una negra realidad. L a
ciudad de Veracruz no'se saneó hasta fines del siglo pasado
y principios del presente. Además, el puerto era inseguro; no
ofrecía buen abrigo para las naves, hecho conocido por pilotos
y marinos, que procuraban salir de él lo antes posible. E n los
tratados de navegación de la época se alude a esas circunstan-
cias^ y se dice que el puerto es uno de "los más difíciles" e in-
seguros a causa de los nortes. E n consecuencia, el amarre de las
embarcaciones se hacía al abrigo de la muralla del castillo de
LAS FERIAS NÜVOHÍSPANAS 321
San Juan de Ulúa, en unas argollas de bronce que había empo-
tradas en el sitio llamado E l Pozo; la maniobra era costosa,
pero segura. Sin embargo, pese a sus desventajas, Veracruz era
el almacén general de las mercaderías españolas y europeas y
de la producción mexicana; constituía la salida de nuestras
exportaciones, " l a garganta de las tierras opulentas de Nueva
España", como dijo en cierta ocasión el virrey Mancera.
L a s f l o t a s . — L a s ferias mercantiles de Veracruz se remonta-
ban-a época-muy antigua. L a primera se verificó en 1587.
Pero no eran ferias propiamente dichas: era sólo el desembarco
de las mercancías y su compraventa entre los comerciantes que
bajaban al puerto para surtirse de productos europeos. L a
feria, en sentido estricto, no quedó establecida hasta 1718-1720
en X a l a p a , al reorganizarse la flota española, según veremos
3
adelante.
L a feria de Xalapa dependía de la llegada de la flota que
salía de Cádiz. E l sistema de flotas se inició en 1561 y duró
hasta 1778. Desde 1720 (año en que se estableció la feria de
Xalapa) hasta 1778 vinieron trece flotas. Como se verá por
la siguiente lista, su llegada no era regular: venían cada dos,
tres, cuatro, y aun cada cinco años. He aquí la lista:
Años M a n d o d e la flota Tonelaje
1720 Fernando Chacón 4,428 5/6
1723 Antonio Serrano 4,309 59/60
1725 Antonio Serrano 3,74421/40
1729 Marqués de M a r i 4,882 1/2
1732 Rodrigo de Torres y Morales 4,458 29/100
1736 Manuel López Pintado 3,141 1/2
1757 Joaquín Manuel de Villena 7,069 7/10
1760 Carlos Regio 8,492 3/4
1762 Francisco M . Espinola 5.237
1765 Agustín de Idiáquez 8,013 3/8
1769 Marqués de Casa T i l l y 5,588
1772 Luis de Córdoba 7.674 3/4
1776 Antonio de U l l o a 8,176*
E l cargamento de estas flotas, comerciado en Xalapa, en-
grosaba el comercio y cubría la demanda de mercaderías que
3 22 MANUEL CARRERA STAMPA
por lo general existía en el país. Cuando tardaba la flota, la
demanda era intensa, aunque la satisfacían en parte los barcos
aislados que llegaban a Veracruz desde otras colonias (Cuba,
Honduras, Puerto Rico, Venezuela), los del "asiento de Ingla-
terra" y los cargamentos traídos de Asia en el galeón de Mani-
la. En la Nueva España, país de economía de consumo, hubo
siempre demanda de mercancías europeas y asiáticas. Los
precios eran elevados, lo cual daba enormes ganancias al co-
mercio y al Consulado.
Artículos d e importación y d e exportación.—Los principa-
les eran: lienzos, tafetanes, holandillas, hilos, calcetas, cintas
de hilo, medias de estambre y de seda, mantos, sedas, enca-
jes de seda y blancos, encajes de oro, galón de oro, sombreros,
papel, libros, armas, acero, hierro, clavazón, bigornias para
herrerías, planchuelas, serrotes, sierras, escoplos, barrenas de
escora y alfajías, picos, cinceles, cuchillos, gubias, escodas, for-
mones, limas, azuelas, yunques, martillos de fragua y peña,
escalfadores, navajas, palmatorias, candelabros, cafeteras, ti-
jeras, azafates de azófar, botones, peines y barajas. Entre los
alimentos: jamones, chorizos de roja y chacina, quesos parme-
sano y abadejo, aceite de oliva y de linaza, vinagre, aguar-
dientes, aceitunas, avellanas, nueces, almendras, especias, sar-
dinas, arenques y bacalao; medias pipas, pipas enteras y
cuarterolas de vinos tintos y jereces, aloques y málagas. Otros
géneros eran: azulejos de Talavera de la Reina y de Sevilla,
aguas de olor y de colonia, jabones y aceites aromáticos de
tocador, bretañas, ruanes, bramantes crudos, velillos de eres-
pón y crepones, lienzos de Flandes, lino, panas acolchadas y
medio acolchadas, mahones, cambayas, jergas y jerguetillas,
sargas de lana, paños y medios paños, marsellas de color, co-
quillo blanco, carrancíanes de la India, alemaniscos de algo-
dón, mantilletas y encajes de Flandes, blonda francesa, zarazas
anchas y angostas, pana, batista de Madrás y de Balazor, mer¬
lines, gran cantidad de pañuelos de cambray, enrejillados,
bordados, de muselina con floreados, medias y calzas de punto
de algodón y de seda, brin, estopillas y cañamazo...
A cambio de lo anterior, las flotas se llevaban productos
agrícolas y metalúrgicos propios de l a Nueva Esuaña. entre
oíros: añil, grana cochinilla; café, tabaco en rama y torcido,
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 323
cacao en semilla y molido, azúcar, vainilla, palo campeche,
henequén, ixtle, algodón en rama, bayetas y bayetones de
Puebla, Tlaxcala y Querétaro, sarapes, bayetas y jergas de Sal-
tillo y San Luis Potosí, plata y oro amonedado y en barras,
vajillas de plata y artículos traídos por la nao de la China, como
especias, cerámica, textiles, baratijas y muebles asiáticos, ya
sea que hubieran sido encargados por los comerciantes de L a
Habana y de la Península, o bien que hubieran sobrado de
los pedidos hechos en México. 5
E s t a b l e c i m i e n t o d e la f e r i a . — L a feria quedó solemnemente
constituida en 1720. Concurrieron al acto tres representantes
del comercio español: Miguel González del Camino, Juan
Félix Andrade y Francisco M . López V i l l a m i l , y cuatro dipu-
tados o representantes del Consulado de México: Francisca
ligarte, Juan B. de Arrozqueta, Luis Monterde y Domingo de
la Canal.
Pero como Orizaba era lugar obligado de paso para el
comercio interior, quiso el vecindario que allí se celebrase
en lo sucesivo la feria, y en 1724 y 1725 hicieron gestiones para
ello, alegando su magnífica situación geográfica. Estas ges-
tiones tuvieron fruto, pues lograron dos reales cédulas, en una
de las cuales se ordenaba:
He resuelto, a consulta de mi Consejo de i<> del presente mes, que para
obviar estos y otros muchos inconvenientes que de hacerse la feria en la
ciudad de Xalapa se siguen, y se logre conveniencia de ambos comercios,
se celebre desde ahora en adelante en el pueblo de Orizaba, por ser de
temperatura templada, situada en terreno llano, tener casas suficientes don-
de se puedan almacenar las ropas sin riesgo de averia, y esto en más pro-
porcionada mediación entre la Veracruz y esa ciudad [México].»
Por bando del Marqués de Casa Fuerte, el 13 de abril
de 1725 se dispuso el cumplimiento de esa real cédula.* Pero
el Consulado de México, poderoso organismo mercantil, aten-
to a los intereses del comercio novohispano, movió a sus
apoderados en la Corte y, después de dilatados trámites, logró
que se invalidara l a real cédula, con lo cual las ferias con-
tinuaron en Xalapa.» (Más tarde hubo otro intento infructuo-
so de trasladar a Tonalá l a feria, a instancia de don Carlos
Urrutia, que alegaba la bondad del clima, la cercanía a México
3.24 MANUEL CARRERA STAMPA
y el frecuente arribo de mercancías procedentes de Yucatán,
Tabasco y Campeche.) »
Reglamentación—-Las ferias de X a l a p a estuvieron sujetas
a estricta reglamentación. E l Marqués de Casa Fuerte dió las
primeras normas para la feria de 1720, y sus atinadas medidas
de organización interna se observaron en las subsiguientes,
excepto en pequeños detalles. Los virreyes, según órdenes ema-
nadas de la Corona, debían participar en la organización de
JasJerias^ - — . -
1.a llegada de la flota era anunciada por cartas que venían
periódicamente en los barquitos "de aviso", despachados a la
Nueva España cada tres meses. E l Virrey mandaba publicar
la noticia por bando, en la capital y en las ciudades y villas
del virreinato, a fin de que los comerciantes, mineros, traji-
neros, etc., se apresuraran a acudir a la feria, para que la flota
regresara a España lo antes posible. Se disponía en los ban-
dos que todos los habitantes prestasen su colaboración. Debían
alistarse recuas y víveres para que no hubiera escasez en la
feria. Los fletes de carga, el alquiler de casas y la contribución
de tránsito o peaje por el río de L a Antigua debían ser mode-
rados. Había durante la feria un convoy semanario para la
circulación de viajeros, efectos y noticias. Por otra parte,
debían concurrir a la feria tres delegados del Consulado de
México, los "diputados de la flota" (representantes del comer-
cio de Cádiz), las autoridades de la Real Hacienda que fisca-
lizaban las operaciones y prevenían los fraudes en la medida
de lo posible, y además las autoridades de X a l a p a y Orizaba.
La internación d e mercancías y l o s impuestos—Sólo de
Xalapa podían expedirse las mercancías, señales y "marcha-
mos" para las aduanas de Veracruz, Puebla y México, y para
obtener derecho de salida hacía falta la autorización de los
cónsules o delegados del Consulado de México. N o podían
internarse los géneros y víveres traídos por las flotas sino
cuando terminaba la feria, es decir, cuando se habían concen-
trado en X a l a p a todas las mercancías que venían del interior
(de "tierra adentro" y de "tierra caliente"), los productos
agrícolas y los cargamentos traídos desde lejanos reales y
' F a l i t o s " de minas. E n ese momento el Virrey ordenaba,
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 325
por u n bando, la "internación" de los productos europeos al
interior del territorio, y señalaba asimismo la fecha de salida
de l a flota rumbo a España. L a flota hacía escala en L a
Habana, donde se le unían otros galeones, y seguía después
a Cádiz. E n tiempos de guerra o de peligro, a fin de apresu-
rar el retorno de los caudales del Rey y de las mercancías de la
Nueva España, la "internación" se hacía más rápidamente que
de ordinario. 10
A l llegar la flota a Veracruz, se disponía la pronta des-
carga•-de-las-mercancías y s» transporten X a l a p a , con laj bole-,
tas de "marchamos" o guías que las amparaban hasta su de-
pósito en manos de los consignatarios. E n los "marchamos" se
expresaba el número de fardos, cajones, pipas, botijas, baúles,
etc., y cada bulto llevaba sus marcas y señales, el nombre de
los consignatarios, la procedencia y el destino. Para evitar
contrabandos y transgresiones al reglamento de internación,
el Virrey ordenaba vigilar los caminos; de esto se encargaban
las autoridades municipales y de la Real Hacienda en L a A n -
tigua, Córdoba, Orizaba, Perote, Tlaxcala y Puebla.
Estaban libres de los derechos de alcabala, avería, unión
de armas y Armada de Barlovento todas las ventas de la carga-
zón de la flota que se realizaran en Xalapa durante la feria.
Ésta, pues, era "franca", como la feria de Portobelo y como
las de Europa. Tampoco se cobraban impuestos por los reza-
gos y productos manufacturados que se llevaban en retorno.
Si los rezagos no se devolvían a la Península (y esto rara vez
sucedía), debían trasladarse prontamente a las ciudades y
villas mexicanas para su venta, pero siempre después de termi-
nada la feria.
T o d a mercancía que no pasara por Xalapa debía pagar un
impuesto de 8 % en el momento de su introducción, por dere-
cho de alcabala. Con esto se quiso poner freno al contra-
bando de Veracruz hacia el interior, aunque sin fruto. Los
representantes del comercio y las autoridades solían proceder
con dureza, llegando a embargar las mercancías, y aun las
recuas. Las mercancías se transportaban entonces por cuenta
y riesgo de la Real Hacienda. Así sucedió cen la flota que
trajo don Luis de Córdoba en 1772. Los fraudes debieron de
-sér.'muy numerosos.. E n los L i b r o s d e a l c a b a l a s que nos quedan
de la época, se especifican los pagos hechos por los géneros Y
326 MANUEL CARRERA STAMPA
frutos. Gracias a ellos conocemos las corrientes mercantiles
de la Colonia, sus necesidades y también los numerosos fraudes.
Los "floristas" (como se llamaban los grupos de concu-
rrentes a la feria) no podían sacar las mercancías n i los rezagos
o los caudales que enviaban las "cajas foráneas" de la Real
Hacienda sin el aviso de internación de que ya he hablado.
Para trasladar los productos manufacturados al interior del
territorio, cada mercader debía manifestar individualmente
(con facturas, guías, etc.), y en dos ocasiones (en Veracruz
j en Xalapa)^ el número- de -productos que le pertenecían, su
calidad, tamaño, a quiénes venían consignados, y las ventas
y compras que se hubieran hecho con las facturas, compro-
bante de pago de fletes y seguros marítimos, y declaración de
vendedores y compradores, "jurando en toda forma de derecho
el vendedor y el comprador si legítimamente habían sido trans-
feridos de uno al otro por venta real y efectiva".
No hacía falta aviso de internación para introducir en el
territorio productos como cera de Campeche o cera blanca,
pastas de harina, almendras, alcaparras y alcaparrones, vina-
gre, cacao, harinas, frutas secas, caldos, medicinas y artículos
de farmacia, que podrían alterarse fácilmente a causa del ca-
lor de la costa. También podían internarse sin necesidad
de aviso los tipos de imprenta y los libros. Pero debían llevar
la guía correspondiente, y había que satisfacer ciertas forma-
lidades.
E l j u r a m e n t o — E l juramento, en aquella época de arraiga-
das convicciones religiosas, ataba positivamente a los merca-
deres en sus tratos. Pero, como es natural, la honradez de los
comerciantes era siempre relativa, y especulaban con las mer-
cancías, alterando los precios de acuerdo con las leyes de la
oferta y la demanda. Los comerciantes más ricos del Consu-
lado solían acaparar el cargamento de las flotas, y revendían
después los géneros a los mercaderes del interior que llegaban
a Xalapa atraídos por el señuelo de la feria. Pero en los tratos
de comerciante a comerciante se procedía por lo general "a
verdad sabida y buena fe guardada", como se decía. A fines
del siglo x v i n —victoria del enciclopedismo— se suprimió el
juramento. Pero hasta esa fecha, la evaluación de las merca-
derías se hacía sin desempacar los fardos amparados por guías
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 327
y "marchamos"; los funcionarios no exigían examen detallado,
sino que se contentaban con el juramento. Tampoco había
examen aduanal para los objetos que se importaban o se
exportaban, n i se exigían facturas a los desembarcadores o
embarcadores, a menos que hubiese sospecha grave de fraude
o una orden del tribunal del Consulado. Bastaba una declara-
ción general y privada de la calidad y clase de los productos.
V e n t a s y p r e c i o s . — V a r a determinar el precio de venta (al
-_ffla3£CffiÉD^---aLmoiiuleQÍ ...la.s autoridades^ de X a l a a y_ los
r D
diputados del Consulado reconocían minuciosamente^ las'mer-
canelas, confrontándolas con las guías, registros o "marcha-
mos", que hacían las veces de facturas. Esto solía prestarse
a abusos y sobornos de los comerciantes más astutos. E n el
ardor de fas operaciones de la feria no había juramento que
valiera.
E l nivel general de los precios se determinaba por el sistema
de balancear el valor total de las mercancías importadas con
el valor total de las materias primas, metal amonedado o en
lingotes que entregaban los comerciantes de México. Pero los
exportadores de la Península, que eran quienes determinaban
la cantidad y calidad de los artículos que se enviaban al vi-
rreinato, subían los precios, y llegaban a conseguir u n 300
y hasta un 500 % de premio. Los comerciantes novohispanos,
como es natural, hacían subir a su vez el precio de los artículos
de exportación. Para lograr tablas de precios que regularan
ambos comercios, los diputados del Consulado y los "dipu-
tados de la flota" discutían largamente sus respectivos intere-
ses, hasta llegar a un acuerdo que reportaba, como he dicho,
pingües ganancias.
E n la feria misma, si no se conocía u n sistema de "precios
tope" como el que se usa hoy sobre todo en épocas de emer-
gencia, se trataba por otros medios de detener la subida in-
moderada de ios precios de víveres, animales y alquileres. Pero
en realidad, como sucede en nuestros días, las reglamentacio-
nes de ese género solían ser infructuosas.
Esplendor y decadencia d e l a feria de Xalapa.—Pov lo
general, la feria duraba dos o tres meses; pero en ocasiones,
por causas especiales - l l u v i a s , mal estado de ios caminos,
328 MANUEL CARRERA STAMPA
epidemias, etc.—, se prolongaba con autorización del Virrey,
que en todo caso oía el parecer del Consulado. Entre los
meses de febrero y abril afluían a Xalapa todas las mercaderías
que la Colonia enviaba a la Península. Durante ese tiempo.
Xalapa era el centro de mayor importancia mercantil en la
Nueva España y aun en toda América, con excepción, quizá,
de Portobelo en la época de la llegada de los galeones de
"Cádiz.
E l doctor Manuel B. Trens es quien mejor ha descrito
^laJfiria-,-de_=Xalapa—-^íos = d i c e = . - = — — - —
¡ I espectáculo de las ferias jalapeñas era magníficamente esplendente:
traficantes, marineros de la flota, arrieros, comerciantes del interior, foras-
teros atraídos por el husmo de ganancias, faquines y recuas interminables
que llegaban de Veracruz, Puebla, México y otras provincias del reino, se
desbordaban sobre calles, plazas y plazuelas y poblaban hasta el hacina-
miento tiendas, bodegas y mesones, entre el regateo de los tratos, el grito
de los pregones y el tintineo campanil de las bien enjaezadas guías de los
atajos, que clamoreaban en el ambiente de sus callejas empinadas y sus
abajaderos estrechos, mal alumbrados por las noches con velas de sebo
o candiles de aceite o de resina, y en las que todo era movimiento, anima-
ción, alegría por el mucho dinero que circulaba.il
A l calor de las ferias aumentó la población y creció la
villa. Se levantaron almacenes, tiendas, figones, bodegas y
habitaciones. Fué entonces cuando los barrios de San José,
de Santiago y del Calvario se unieron al centro de la villa. E l
título mismo de villa no se le dió a X a l a p a hasta 1791, años
después de la desaparición del sistema de flotas, pero desde ha-
cía mucho había dejado de ser el pueblo humilde y sin
importancia que era antes de las ferias. Por ejemplo, en 1769
decía don Manuel Santiesteban en su Relación d e l c a m i n o
d e Veracruz a Perote.- ". . .se experimenta u n grande incre-
mento en hauitadores, y buenos edificios proporcionados al
depósito de géneros. L a población se compone de muchas ca-
sas de cal y canto, otras de piedra y barro techadas con tejas;
de la primera especie tiene S. M . una m u i capaz, en el paraje
mejor del pueblo". Sin embargo, no se conservan de esta
12
época construcciones civiles o religiosas de verdadera impor-
tancia: lo único interesante es un templo barroco. Es que, en
realidad, Xalapa fué sólo u n lugar de tránsito.........
Su época de mayor auge fué la de las ferias regulares (1720-
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 329
1778). Gracias a la enorme concurrencia de toda clase de
gentes se construyeron innumerables locales en que se aloja-
ban o trabajaban los comerciantes, arrieros y forasteros, y se
levantaron casas, mesones y bodegas. Las rentas de habitacio-
nes y locales llegaron a alcanzar precios muy altos, a pesar de
las disposiciones dictadas para ponerles freno.
E l Decreto del Comercio Libre, de 1778, revolucionó la
economía colonial. Se suprimía en él el sistema de flotas, que
se sustituía con el envío de embarcaciones aisladas. Además,
una real disposición de 16 de octubre de 1765 abolió el mo-
nopolio comerciar que'desde principios del siglo x v m ejercí a
el puerto de Cádiz, sucesor del monopolio sevillano de los
siglos x v i y XVII. A l permitirse la libre importación desde otros
puertos españoles, la feria de Xalapa decayó notablemente y
acabó por ser inútil, pues las mercancías se vendían directa-
mente a los comerciantes en Veracruz, Puebla o México, o en
la misma Xalapa, en menor medida. Otra real disposición
de 1786, que daba mayor libertad comercial, fué el tiro de
gracia. A l establecerse que las mercancías se depositaran en Ve-
racruz, de donde se las podía internar libremente al territorio,
quedaba automáticamente eliminada la feria de Xalapa. Desde
entonces, los comerciantes de "tierra adentro" y de "tierra
caliente" acudían directamente a Veracruz. L a mal llamada
libertad de comercio rompió hasta cierto punto con el estricto
monopolio comercial, aunque el tráfico no era tan libre como
hoy lo entendemos. Siguió normándose por la autoridad del
Consulado y otras disposiciones administrativas y arancelarias.
Desde entonces Veracruz prosperó comercial y urbanística-
mente, se hicieron calles y edificios y se arregló el muelle.
Xalapa, en cambio, quedó como "una hermosa población
yerma, número competente de buenas casas, que se hicieron
con destino a las ferias, cerradas, destruyéndose y asolándose,
y las gentes de oficio despoblando su patria para poblar la
que les dé el alimento". 13
L a feria de A c a p u l c o . — Y X puerto de Acapulco, distante
14
416 kilómetros de la capital, había sido elegido por Urdaneta,
desde 1565, como terminal americana de la línea de navegación
asiática. Para el comercio de la Nueva España con las islas
Filipinas había una nao o galeón que surcaba anualmente el
330 MANUEL CARRERA STAMPA
inmenso Pacífico. Este comercio se realizó con bastante regu-
laridad desde 1565 hasta 1817. Era aquélla, posiblemente, la
línea marítima de mayor antigüedad entre las establecidas
en los tiempos modernos, y, desde luego, la de mayor impor-
tancia en el Pacífico E l anuncio de la llegada de la nao de
Filipinas desataba una febril actividad, entre los funcionarios
v mercaderes de todo el virreinato. N o bien avistaban las
atalavas el "ealeón de M a n i l a " o "nao de la C h i n a " corría
rápidamente la noticia por medio de correos terrestres o ma-
rítirnos ¿nenueñas embarcaciones que bordeaban la costa del
ríífico)!^ ^
deiaba algunos caiones destinados a T e o i c v Guadalaiara
Durante el s M o x i n recalaba antes en el puerto de Monte'
rrey (California). E n las ciudades se echaban a vuelo las
ramDanas v el Virrey avisaba a los interesados ñor medio
de bandos para que llevasen sus mercancías a Acapulco Se
enarbolaban banderas para el reclutamiento de soldados que
irían a Filininas se nrcuaraban las cuerdas de nresos one H u r -
garían sus sentencias en el lejano archipiélago y se reunían
los "situados" o excedentes de la Nueva Esoaña con cjue se
ayudaba a la economía del remoto Oriente. 15
Nominalmente, la feria de Acapulco duraba de veinte a
treinta días; pero el Virrey, a pedido de los comerciantes,
solía prolongarla hasta dos meses. De ordinario se hacía entre
el 20 de enero y el 25 de febrero. E n esos días era enorme el
movimiento en' Acapulco: innumerables mercaderes acudían
para acaparar lo más y mejor de las mercancías, rivalizando
en llegar los primeros,' y miles de recuas de asnos y muías,
con sus vistosos aparejos, y custodiadas por escoltas particula-
res, p u l u l a b a n en calles y mesones. Subía el precio de los al-
quileres, y los artículos de primera necesidad encarecían
enormemente.
L a de Acapulco tuvo características de feria internacional.
Humboldt, testigo presencial, llegó a llamarla la feria más
importante del mundo. H u b o muchas otras ferias internacio-
nales, en Europa y en Asia, y aun en América (Panamá, Porto-
belo, Xalapa); pero la de Acapulco atraía hacia América el
comercio asiático. E r a lugar de cita de los mercaderes de toda
la costa americana del Pacífico, de los de la Nueva España y
de los filipinos. Dos razones hay para explicar la importan-
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 331
cia de la feria de Acapulco: la situación geográfica de México,
colocado entre dos grandes océanos, y el monoplio comercial
entre España y sus colonias, según el cual sólo Sevilla (y des-
pués Cádiz) tenía autorización para comerciar con determina-
dos puertos americanos, entre ellos Veracruz y Acapulco; y
Acapulco era lugar obligado de paso para Guam y Filipinas.
L a Nueva España era entonces lo que hoy es Panamá. Así
Acapulco, por su situación geográfica, vino a ser el principal
puerto comercial del Pacífico americano. A través del territo-
se surtía de uno a otro extremo. (Véase mapa adjunto).
Artículos d e importación y d e exportación.—La. mano de
obra china y japonesa fué siempre baratísima, de manera que
era enorme la demanda de los productos orientales, finamen-
te acabados, cuidadosamente pintados o tejidos. Los mexica-
nos preferían, con mucho, las manufacturas chinas a las eu-
ropeas: no podían éstas competir con aquéllas. Se arrebataban
de las manos de los mercaderes los damascos, tejidos de diver-
sas clases, muselinas, medias para señoras, tápalos y "mantones
de M a n i l a " , las magníficas porcelanas, tibores, jarras y vajillas
fabricadas durante la dinastía Ch'íng (1644), las de la época
de los Khang-hi (1672-1728), de bellísimo colorido y mara-
villosa ejecución, y las de la dinastía de Kien-long (1732¬
1799), de colores carmín, rosa y verde. L a cocina criolla, por
16
su parte, consumía gran cantidad de especias (canela, clavo,
pimienta, nuez moscada, azafrán). Otros artículos de importa-
ción eran muebles de diversas clases, y cera blanca.
L a Nueva España exportaba al lejano Oriente café, vaini-
lla, azúcar, cacao, grana y granilla, tabaco, añil, henequén e
ixtle, y productos manufacturados como bayetas y jergas, ba-
yetones y sarapes, sombreros de palma, sayales, y sobre todo
barras de oro y plata. Además, artículos venidos de España
por Veracruz y Xalapa, y los "situados" que la Nueva Espa-
ña enviaba a Manila. E l galeón se llevaba además, como pa-
sajeros, funcionarios enviados desde España, frailes misioneros,
tropa y delincuentes destinados a los presidios orientales.
T r a n s a c c i o n e s ^ t M W i m k n t e . d e la tría. d e . A c a p u k a * - E x & .
común que varias casas poderosas de giro mercantil se asocia-
332 MANUEL CARRERA STAMPA
ran para acaparar todo el cargamento de la nao. Si al princi-
pio acudían los comerciantes a Acapulco a proveerse de géne-
ros, a fines del siglo x v m los acaparadores tenían ya comprado
de antemano todo el cargamento, y cada "churlo" de canela,
cada saco de pimienta, desde su desembarco, tenía dueño."
Los mercaderes del virreinato (españoles o criollos) tenían
incluso u n procurador en M a n i l a encargado de hacer las con-
signaciones a su nombre. Otro tanto ocurría en el viaje de
vuelta: los mercaderes filipinos monopolizaban la carga de me-
"TaTIT y" p l ^ u c W a g r i e s ^ •=
en Acapulco. E l monopolio del "comercio de Filipinas" fué
18
poderosísimo: el "gremio de mercaderes de la China", o "los
filipinos", como también se decía, llegaron a ser dueños ab-
solutos del Parián, la famosa serie de tiendas que había en el
corazón de la ciudad de México. Desde un principio intervino
el clero en este tráfico, vendiendo directamente al consumi-
dor, o revendiendo a los propios comerciantes, con grandes
ganancias. E l clero ponía los dos tercios necesarios para ad-
quirir de u n golpe toda la carga de la nao, cuyo costo era la
enorme suma de un millón a dos millones y medio de pesos.
Los "filipinos" o tratantes de la feria ganaban de 100 a 400 %
sobre el precio inicial, a pesar de que el Virrey, el gobernador
general de las Filipinas, los cónsules de ambos comercios y
las Audiencias de México y M a n i l a regulaban cada cinco
años los precios.
Para los tratos comerciales entre la Nueva España y el
Archipiélago imperaba el mismo sistema de "facturas juradas"
que hemos descrito al hablar de la feria de Xalapa; pero aquí
también la mala fe y la picardía de los comerciantes los hacían
infringir a menudo el juramento sobre las facturas o registros:
introducían mercancías de inferior calidad que la señalada, o
se ponían de acuerdo para retardar la carga del galeón en
M a n i l a , a pesar de estar señalada y aun vigilada por las auto-
ridades; los precios de los géneros subían entonces, pues el
galeón debía zarpar en fecha fija, aprovechando los vientos
favorables. Otro expediente de los comerciantes era cohechar
a los oficiales de la Real Hacienda y al castellano del castillo
de San Diego, en Acapulco, a fin de que retardaran la aper-
•twa d é la feria: t o n esto obtenían l a ventaja de poner en- -.
competencia a los comerciantes mexicanos y peruanos. Otras
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 333
veces, los peruanos y los mexicanos se ponían de acuerdo para
hacer bajar el precio de toda la carga de la nao en el momento
de l a feria de Acapulco, y naturalmente subían luego los
precios a su antojo, aquí y en el Perú, al internarse las merca-
derías.
Enero y febrero eran meses de tremenda actividad en
Acapulco. Si en tiempos ordinarios su población era, durante
los siglos xvn y xvin, de unos 4,000 habitantes, en las semanas
de feria llegaba a tener unos 9,000 o 10,000. H e aquí cómo se
describe e l puerto en u n relato de viaje del siglo x v n :
E n cuanto a la ciudad de Acapulco, me parece que debía dársele el
nombre de humilde aldea de pescadores mejor que el engañoso de primer
mercado del Mar del Sur y escala de la China, pues sus casas son bajas
y hechas de madera, barro y paja, no habitando más que negros y
mulatos. Terminada la feria que se hace en el puerto con ocasión a la
llegada de la Nao de la China y de las naves del Perú, se retraen los
comerciantes españoles, los oficiales reales y el castellano a otros lugares,
por causa del mal aire que reina en aquél, y así queda desolada la ciudad.19
E n efecto, concluido el movimiento de desembarco y em-
barco del galeón, terminado el ajetreo de mercaderes, arrieros
y acémilas, y llevadas las mercancías hacia el altiplano en lar-
gas y bien escoltadas "conductas", Acapulco era u n pueblo
muerto. Su clima era pésimo, y la malaria y el vómito p r i e t o
se cebaban sobre todo en los españoles. (Por lo demás, tan
malsano era Acapulco como otros puertos de la Nueva España:
Tampico, Bacalar, Campeche, Alvarado, San Blas, Manzani-
llo.. .). L a falta de actividad durante el resto del año se
explica también porque el comercio de especias no necesita
almacenamiento, sino que exige rapidez en las transacciones.
Terminada la feria, todo acababa, y los rezagos que les que-
daban a los comerciantes podían introducirse'tierra adentro. 20
No renacía la actividad hasta que se avistaba el siguiente ga-
león, que ponía otra vez en movimiento las villas'costeñas y
las ciudades del interior. 21
Por otra parte, cuando en 1785 se estableció la R e a l Com-
pañía de Filipinas, Acapulco perdió el privilegio del mono-
22
polio asiático: desde entonces tocaron otros barcos el puerto
de San Blas. E l último galeón de M a n i l a llegó a Acapulco
en 1821. E n esta ocasión don Agustín de Iturbide, con ob-
334 MANUEL CARRERA STAMPA
jeto de poner en práctica su plan de independencia, se apoderó
de los caudales para hacer la feria.**
L a f e r i a d e S a n J u a n d e l o s L a g o s - S a n Juan de los L a -
gos fué al principio un lugar de peregrinación, pero "a la 24
creciente afluencia de los devotos congregados para venerar
a la Virgen correspondía la de los tratantes que fueron a su
vez en demanda de consumidores para sus mercancías, estable-
ciéndose así, de manera natural, un comercio muy provechoso
Xtama-t^^ en qürsrsftpiaza -
estaba colocado en parte céntrica del país". L a feria tuvo25
un auge increíble: si en 1630 concurrían 2,000 personas, en
1639 concurrían ya 3,000, en 1736 pasaban de 8,000, y en 1792
eran unas 35,000. Entre 1732 y 1769 se construyó el santuario
dedicado a la V i r g e n . 28
Los comerciantes de Querétaro, San Luis Potosí, San Juan
del Río, Valle de Santiago, Celaya, Guadalajara, Valladolid,
Aguascalientes y Zacatecas vieron en la nueva feria una mag-
nífica oportunidad para vender sus saldos. Las mercancías
adquiridas en Xalapa o en Acapulco dejaban en poder de los
comerciantes hasta un 2 0 0 % de ganancia. Los comerciantes
en pequeño y los mercaderes ambulantes iban a surtirse a San
Juan de los Lagos. Cada año hacían el viaje por pésimos
caminos y llevaban sus mercancías hasta Saltillo, Durango,
Monterrey y Chihuahua.
Aunque ya a mediados del siglo x v m un gobernador de la
Nueva Galicia decía, con notoria exageración (olvidándose
adrede de X a l a p a ) , que la feria de San Juan era " l a más
intensa" de la Nueva España, la autorización para hacer una
feria anual "perpetuamente franca y libre del derecho de
alcabala" no vino hasta 1792, en una real cédula dada el
20 de noviembre por Carlos IV. Se reglamentaba en ella
lo que las autoridades de San Juan y de Guadalajara habían
intentado en vano regular. Se daban normas para el orden
y buen concierto del tráfico. L a feria podría durar quince
días, más otros tres forzosos para que saliera todo lo que a
ella hubiera entrado, so pena de pagar alcabala. Los "cajones"
o tiendas de ropa se colocarían en perfecto orden y alinea-
-Hiie»t»-€«~€l- atrio del sa»t«ario, y su costo-4o- desembolsarían -
el Consulado de Guadalajara y la Aduana. E n cuanto al trá-
LAS FERIAS N0V0H1SPANAS 335
fico que había a fines del siglo xvm, he aquí lo que dice u n
historiador jalisciense:
Hacia el año de 1 7 9 2 se consumieron 1 0 0 tiendas de ropa de Europa
y de China, 1 0 de mercería y 3 1 de vinatería, habiendo entrado 4 , 0 0 0 ter-
cios de efectos de Castilla e igual número de "la tierra"; se calcula pruden-
temente la venta en reales efectivos en 5 0 0 , 0 0 0 pesos y 7 0 0 , 0 0 0 de fraude; el
concurso de gente pasa de 3 5 , 0 0 0 almas. Del paso y terreno para la colo-
cación de las tiendas se sacan 2 , 3 0 0 pesos; rinde la alcabala de 1 4 a
1 6 , 0 0 0 pesos.27
" E n 1807 él virrey Iturrigaray extendió a ocho el plazo de
tres días para sacar de San Juan todas las mercancías de la
feria. Ésta se suspendió durante 1810-1817 a causa de la gue-
rra. Posteriormente continuó más como feria religiosa que
como feria mercantil, y en nuestros días es más bien una ro-
mería que una feria propiamente dicha.
L a feria d e Saltillo.—Estudiaremos ahora las ferias menos
importantes, y en primer lugar la de Saltillo. Esta feria se
celebraba cada año durante septiembre y los primeros días
de octubre, y acudían a ella muchos mercaderes de "tierra
adentro", y sobre todo de las Provincias Internas de Oriente
y Occidente (Sonora y Sinaloa, Chihuahua, Durango, Nuevo
León, Coahuila, Nuevo México, Tamaulipas y Texas). Se
traficaba con géneros de "tierra afuera" (Europa y A s i a ) ,
productos agrícolas y ganaderos, manufacturas de la colonia,
artículos traídos de la "apachería", o sea del Norte, más allá
de los "presidios" y de las misiones más avanzadas, y con los
excedentes de las ferias de Xalapa y Acapulco.
Saltillo era, geográfica y mercantilmente, un punto muy
bien situado. L a feria comenzó a celebrarse a principios del
siglo XVII. L a afluencia de personas traía, naturalmente, el
problema de la habitación y del alza de los alquileres. E l mu-
nicipio tuvo que construir barracas cercanas a la iglesia, y en
plazas y plazuelas inmediatas, así como en el pueblo de San
Esteban de Nueva Tlaxcala. » T o d o era alegría y movimiento
2
en esos días. Se comerciaba en ropa, cueros curtidos, jabón,
mestizas y vinos, arroz, azúcar, golosinas, ganado, semillas,
cueros de venado, lanas, sal, muías, etc. E l P. Juan Agustín
de Morfi, que visitó Saltillo a mediados del siglo x v m , nos
dice que "se hace aquí un gran comercio de géneros de España,
336 MANUEL CARRERA STAMPA
con frutos, semillas y ganado"; ™ y don Gaspar González
Cándamo, gobernador de la mitra, declaraba en un informe
fechado el 17 de octubre de 1791: ™
Con este motivo viene a ser la villa de Saltillo como un almacén donde
no sólo se proveen en tiempos de feria las provincias de la comarca, sino
que a ella recurren para surtirse por entre año de los artículos que esca-
sean, que son bastantes, por la imposibilidad de conservarlos en parajes
calurosos. De todos estos principios que dejo asentados nace que su co-
mercio es el mayor él solo que todo lo restante de las cuatro provincias, y
--que es el único de algún modo-provisto de lo necesario para la vida
humana, y donde puede pasarse menos incomodidad.
En 1800 se acusó a las autoridades de la villa de haber
introducido (en connivencia con el gobernador y con algunos
altos funcionarios y mercaderes) muchos géneros de contra-
bando, de haber alzado los precios y de haber cometido otras
arbitrariedades.» ¡La eterna historia de explotación! E n ge-
neral, los derechos de alcabala y de "internación", impuestos
sobre las mercancías, hacían subir escandalosamente los pre-
cios, aquí y sobre todo en las ferias de Chihuahua y Taos.32
L a exoneración de derechos o privilegio de "franca" fué cosa
tardía: se estableció por medio de un decreto de 26 de marzo
de 1814.
L a s ferias de C h i h u a h u a y T a o j . — L a villa de Taos, en
Nuevo México, constituía la avanzada más remota del territo-
rio novohispano. N o tardó en organizarse allí una feria, que
se llamaba "de los apaches", y que se celebraba a fines de julio
de cada año. L a villa contaba en 1760 con 160 españoles y
328 indios, y hacia 1799 con 1,351 españoles y 728 indios.
E l obispo don Pedro Tamarón y Romeral, que visitó Taos
en el segundo tercio del siglo x v m , nos dice:
Todos los años acuden a los rescates o ferias. Concurren el gobernador
con gran parte de su presidio y gente de todo el reino a aquellas ferias que
llaman de rescate. Traen cautivos que vender, prisioneros, provisiones de
gamuzas, millares de pieles de cíbolos y de los pelajes que han tenido en
otras partes, caballos, pieles, escopetas, municiones y cuchillos, carnes y
otras varias cosas. No corre moneda en estas ferias, sino trocar uno por otro,
y así se presentan estas gentes.33
Lafofá, en él celebré relató de sn Visita a los presidios del
Norte, corrobora las palabras del obispo Tamarón, y dice que
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 337
las gentes "suelen venir todos los años a la feria del año, donde
cambalachean gamuzas, pieles de cíbolo y algunos esclavos...,
llevando en retorno ropas y caballos". * Se rescataban cautivos
3
españoles o indios de tribus enemigas de los comanches, que
eran quienes en mayor número acudían al "cambalache". Es
notable aquí el funcionamiento del sistema de trueque, en au-
sencia de la moneda.
De Saltillo y de Chihuahua salían anualmente recuas,
"conductas" y tropa para la feria de Taos. Y a fines de año
iewwre^^ _ _
hua, en grupos de quinientas personas a veces, para asistir a
la feria que se celebraba en enero. E n Chihuahua cambia-
ban lo que habían obtenido en Taos: mantas, siervos o esclavos
indios (tomados a los comanches y apaches como cautivos
o rehenes), pieles, ganado, carnes, y volvían con vinos, alimen-
tos, ropas, armas, municiones, correajes, telas, etc. Este comer-
cio se calcula en 30,000 pesos para el año de 1788. Hasta allá
35
llegaban los rezagos de las ferias de Xalapa y Acapulco, y de
las de San Juan de los Lagos y Saltillo. De esta manera las
manufacturas europeas y asiáticas recorrían el territorio novo-
hispano encontrando en todas partes buena acogida y dejando
pingües ganancias en poder de los comerciantes.
Conclusión— Las ferias eran el lugar ideal para las contra-
taciones, pues en ellas se ponían en contacto productores,
mercaderes y consumidores. Constituían, por eso, centros de
tráfico y de intercambio nacional e internacional. Allí se fija-
ban los precios en un momento dado, y estos precios eran
únicos y generales para un mismo artículo; por consiguiente,
mientras mayor era el número de comerciantes, mayor era la
utilidad marginal individual de cada uno de ellos, y con esto
se beneficiaba la clase consumidora, o sea la colectividad.
L a feria de Acapulco primero, y en el siglo x v m la de
Xalapa, hicieron de México el punto de reunión de la corrien-
te comercial entre Asia y Europa. L a ruta mercantil y de
pasajeros Acapulco-México-Xalapa-Veracruz hizo de la Nueva
España la colonia más importante del vasto Imperio español,
y puso al virreinato, dentro de la economía mundial de enton-
c e s , en situación a n á l o g a s Ja qv^^
Así, pues, l a economía novohispana se desarrolló bajo la
338 M A N U E L CARRERA STAMPA
influencia del comercio de exportación. Este comercio estuvo
determinado por las luchas que España trabó sucesivamente
con genoveses, venecianos, portugueses, holandeses, franceses
e ingleses, para abastecer a la Europa de los siglos xvi a x i x
de las imprescindibles y preciosas especias. Puede decirse que
las especias alimentaron el comercio de la Nueva España. Su
tráfico creaba verdaderas fortunas; la facilidad de su transpor-
te y los altos precios que alcanzaban hicieron de ellas el ar-
tículo comercial más importante. E l comercio asiático fué un
-comercio de mercancías de lujo, esto es, de instaracionés relati-
vamente baratas y de grandes utilidades, y siempre conservó
ese carácter. E n cambio, el comercio europeo requería gigan-
tescas acumulaciones de capital, enorme material de transporte
y grandes expediciones de materias primas y de artículos de
consumo. Sin embargo, las especias no llegaron a absorber por
completo el comercio de la Colonia; las importaciones europeas
tuvieron cada vez mayor importancia, y todavía vemos que
Veracruz es el puerto más activo de México. E n este comercio
se daba preferencia a los productos industriales sobre los agríco-
las y alimenticios; las importaciones consistían sobre todo en
productos de las industrias textiles y metalúrgicas europeas.
Los Consulados de Cádiz y México, que obraban conjunta-
mente en el tráfico xalapeño, satisfacían las necesidades del
comercio a larga distancia. Y las ganancias, desde el principio,
fueron considerables.
Siendo la Nueva España una colonia, un territorio de eco-
nomía de consumo, la oferta fué siempre inferior a la demanda.
Unos cuantos "churlos" de canela o "picos" de pimienta, algu-
nas docenas de medias de seda o de cortes de paño tenían
segura una venta tanto más ventajosa cuanto que no se some-
tía a competencia alguna. Y fuera de las ferias, en el interior
del país, estos artículos no tenían precio fijo de mercado, de
manera que, por mucho que el mercader tuviera que pagar
por transporte, derechos de peaje, alcabalas, almojarifazgo, real
armada, etc., siempre tenía segura una buena ganancia. Las
fortunas se amasaban rápidamente.
E l pequeño mercader que llevaba sus artículos a las ferias
interiores de San Juan de los Lagos, de Saltillo, Chihuahua y
Taos, compraba en ellas las mercaderías que le ofrecía el gran
comercio de importación realizado en Xalapa y Acapulco. Ve-
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 339
mos, pues, que el capitalismo comercial, naciente en la Nueva
España, se adaptó a las condiciones que imponían los mer-
caderes y el estado social de l a Colonia. L a importación era
insuficiente para satisfacer la demanda de una población en
constante aumento. E insuficientes fueron, para surtir a la
población, las ferias interiores y los enormes contrabandos.
NOTAS
iJœsEX.m..^ Cf-Jambién
Pierre C H A Y E N N E , M o n v o y a g e a u M e x i q u e , París, 1 8 3 6 , vol. I l , p. 5 4 ;
Michel C H E V A L I E R , L e M e x i q u e a n c i e n e t m o d e r n e , Paris, 1 8 6 3 , pp. 3 0 4 ss.;
M . BEULLOCK, L e M e x i q u e , Paris, 1 8 2 4 , vol. II, pp. 1 1 1 ss.; D A U F I N
S A I N T - A N D R É , L e M e x i q u e , Paris, 1 8 8 4 , pp. 1 - 8 ; Just G I A R D , E x c u r s i o n d ' u n
t o u r i s t e a u M e x i q u e , Tours, 1 8 7 7 , p. 1 7 ; Joël R. P O I N S E T T , N o t e s o n
M e x i c o , Filadelüa, 1 8 2 4 , pp. 3 9 S Í .
2 Véase, por ejemplo, Jorge U I X O A , C o n v e r s a c i o n e s d e U l l o a s o b r e
navegación, Madrid, 1 7 9 5 , pp. 6 7 - 6 9 , y Pedro C U B E R O S E B A S T I Á N , P e r e g r i n a -
ción q u e h a hecho d e l am a y o r parte d e l m u n d o . . . , c o n l a s cosas más
s i n g u l a r e s q u el e h a n s u c e d i d o y v i s t o , Zaragoza, 1 6 8 8 , pp. 8 7 « . Y cf. AGN
(de aquí en adelante = Archivo General de la Nación), M a r i n a , vol. 1 8 7 ,
mss. sin foliar.
S Se cree que la ciudad de Xalapa se fundó hacia 1 5 5 5 ; en todo caso,
en esta fecha se erigió el convento franciscano. En 1 7 9 1 obtuvo título de
villa, y en 1 8 3 0 el de ciudad. Véase A H I N A H (= Archivo Histórico del
Instituto Nacional de Antropología e Historia), Jurisdicción d e Xalapa
(1781:1816), t. 2 , 2 5 , fols. 1 - 1 0 . Y cf. Jorge S A L A S Y MEDINA, "Jalapa; su
historia y su leyenda", en Divulgación Histórica, III, 1942, pp. 482-494.
i Rafael A N T Ú N E Z Y A C E V E D O , M e m o r i a s históricas sobre la legislación
y gobierno d e l comercio d e l o s españoles c o n sus c o l o n i a s e nl a s I n d i a s
O c c i d e n t a l e s , Madrid, 1 7 9 7 , apéndices VII, XXVII y X X I X . Véase Miguel
LERDO DE TEJADA, Apuntes históricos d el aheroica ciudad d e Veracruz,
México, 1 8 5 0 - 1 8 5 8 , vol. I, p. 2 9 4 , y vol. III, D o c u m e n t o s , pp. 2 5 1 - 3 6 4
(docs. 1 - 1 2 ) . Se da allí una relación de las flotas y de sus cargamentos. Los
historiadores posteriores se basan en sus datos.
5 Véase el P r o y e c t o d e galeones y f l o t a s d e l Perú y N u e v a España para
navios d er e g i s t r o y avisos q u e navegasen a ambos reynos, Madrid, 1 7 2 0 :
AGN, R e a l e s cédulas, vol. 4 1 , exp. 2 4 , fol. 5 .
6 Real cédula d e 2 6d e n o v i e m b r e d e 1724, s o b r e q u e l a s f e r i a s se
celebren e n O r i z a b a : AGN, Reales cédulas. Duplicados, vol. 1 0 6 , núm. 9 ;
Real cédula d e 14 d e a b r i l d e 1725, p r o v e y e n d o l omismo q u ela d e 26
de noviembre d e 1724: A G N , i b i d . , núm. 10. Véase Joaquín ARRÓNIZ,
Ensayo d e u n a historia d e Orizaba, México, 1 8 6 7 , pp. 3 0 0 ss.; Manuel
RIVERA, Historia antigua y moderna d eJ a l a p a y d el a s r e v o l u c i o n e s d e l
Estado d e Veracruz, México, 1869, vol. I, pp. 1 3 1 ss.; Miguel LERDO DE T E -
J A D A , "Comercio exterior de México", en el D i c c i o n a r i o d e h i s t o r i a y g e o -
340 MANUEL CARRERA STAMPA
grafía, México, 1 8 5 4 , vol. I, p. 6 2 1 ; I D E M , A p u n t e s históricos d e l a heroica
ciudad d e V e r a c r u z , vol. I, p. 3 1 9 ; José María N A R E D O , E s t u d i o geográfico,
histórico y estadístico d e l cantón y d e l a ciudad d e O r i z a b a , Orizaba, 1 8 9 8 ,
vol. I, pp. 5 0 - 5 1 .
I AGN, B a n d o s , vol. II, núm. 1 3 .
8 Real cédula sobre q u e l a sferias se efectúen e nJ a l a p a ( 2 de abril
de 1 7 2 8 ) : A G N , R e a l e s cédulas, vol. 4 7 , exp. 4 6 , fol. 6 ; B a n d o d eJ u a n d e
Acuña, marqués d e Casa Fuerte (7 de noviembre de 1 7 2 9 ) : A G N , Bandos,
vol. II, núm. 1 5 ; R e a l cédula sobre q u el a s f e r i a s se efectuarán e n Jalapa
(24 de julio de 1 7 3 0 ) , y R e a l cédula sobre q u e se h a g a la feria e n Jalapa, y
otros puntos r e l a t i v o s a l a internación d el o sefectos: AGN,R e a l e s cédulas,
— . v o l . 4 9 , exp. g^-fels. 7 5 - 7 € , y vol, 5 1 , exp. 1 1 , fols. 4 4 - 5 0 .
9 Proposición d e d o n Carlos Urrutia p a r a establecer l aferia d e Jalapa
en Tonalá (septiembre de 1 8 1 8 ) : AGN, C o m e r c i o e industria, vol. VI,
fol. 2 3 6 .
1 0 Lo que aquí se lee es breve síntesis de lo que digo en mi ensayo
L a f e r i a d e X a l a p a (en prensa). La fuente de esta investigación son las
muchas reales cédulas y los bandos de los virreyes, que en general mantu-
vieron la organización implantada por el Marqués de Casa Fuerte. Véase
A G N , B a n d o s , vol. II, núm. 1 5 (bando de Casa Fuerte, 7 de noviembre
de 1 7 2 9 ) , vol. II, núm. 2 7 (del mismo, 2 4 de noviembre de 1 7 3 2 ) , vol. III,
núm. 6 (bando de Juan Antonio Vizarrón y Eguiarrieta, 3 1 de marzo
de 1 7 3 5 ; otro del mismo, de abril de 1 7 3 6 , puede verse en la G a c e t a d e
México, núm. 1 0 1 , p. 8 0 5 ) , vol. V , núm. 6 (bando del Marqués de las
Amarillas, 2 8 de febrero de 1 7 5 7 ) , vol. V , núms. 4 1 , 4 5 , 4 8 , 5 5 y 93, y
vol. VI, núm. 1 7 (bandos del Marqués de Cruillas, 1 5 de octubre y 27
de diciembre de 1 7 6 0 , 1 8 de enero de 1 7 6 1 , 1 3 de febrero de 1 7 6 2 , 1 8 de fe-
brero de 1 7 6 4 y 1 0 de julio de 1 7 6 5 ) , vol. VII, núm. 5 8 (bando del Marqués
de Croix, 1 3 de abril de 1 7 6 9 ) ; vol. VIII, núms. 1 9 , 2 4 y 2 7 , vol. I X ,
núms. 3 3 y 3 8 , y vol. X , núm. 3 1 (bandos de Bucareli, 3 0 de octubre
de 1 7 7 3 , 1 0 de octubre y 1 8 de septiembre de 1 7 7 2 , 9 de julio y u de
agosto de 1 7 7 6 , y 2 2 de octubre de 1 7 7 7 ) . Cf. " L a feria de Jalapa en 1 7 6 9 " ,
en el Boletín d e lArchivo General d e l a Nación, V , 1 9 3 4 , pp. 3 5 7 ss. El
Dr. Manuel B. T R E N S , en su H i s t o r i a d e V e r a c r u z . L a dominación española
(1519-1808), Jalapa, 1 9 5 0 , estudia (vol. I, pp. 3 9 2 - 3 9 4 ) el bando arriba
mencionado de Vizarrón. Conviene consultar: R e a l e s cédulas, vol. 5 4 ,
exp. 1 7 , fol. 2 ( D e l o s desórdenes habidos e n l a celebración d el a feria,
Madrid, 3 1 de marzo de 1 7 3 5 ) , y exp. 8 0 , fol. 2 . Sobre las flotas y cargazones
cf. la G a c e t a d e México, II, núms. 6 9 9 , 7 0 0 , 7 0 5 , 7 1 0 , 7 1 6 , 7 2 3 , 7 3 0 , 7 3 6 - 7 3 7 ,
7 4 3 y 7 4 7 - 7 4 8 , y sobre las ferias de Xalapa i b i d . , núms. 1 4 4 , 1 5 0 , 1 6 7 , 1 7 2 ,
1 7 8 , 1 8 3 , 3 5 5 y 3 7 8 . Véase asimismo Alian C H R I S T E L O W . "Great Britain and
the trades from Cádiz and Lisbon to Spanish America and Brazil", en T h e
Hispanic American Historical Review, X X V I I , 1 9 4 7 , pp. 8 - 1 1 ; finalmente,
para una clara comprensión de las antiguas medidas españolas y sus equiva¬
lencias actuales, cf. Manuel C A R R E R A S T A M P A , " T h e evolución of weights
and measures in New Spain", en la misma revista, X X I X , 1 Q 4 Q , pp.
1-23.
II Manuel B. T R E N S , H i s t o r i a d e V e r a c r u z , o p . c i t , vol. I , p p . " 3 8 9 - 3 9 0 .
12 A G N , I n d i f e r e n t e d e g u e r r a , vol. 329, sin foliar.
LAS FERIAS NOVOHISPANAS 341
1 3 Relación d e Xalapa e n 1791: A G N , P a d r o n e s , vol. 2 0 , fols. 6 0 ss.
1 4 Su descubrimiento se atribuye falsamente a Gil González Dávila,
en 1 5 2 3 . Lo cierto es que desde Acapulco partió Diego Hurtado de Men-
doza para explorar el Mar del Sur, el 3 0 de junio de 1 5 3 2 ; esta fecha se
considera como nacimiento del puerto. E l título de ciudad se le dió el i<?
de noviembre de 1 7 9 9 .
1 5 Cuando el galeón llegaba a las costas del Pacífico, las autoridades
de pueblos y villas se ingeniaban para dar aviso o "pitazo" de que ya
venía la nao¡ y mandaban correos espontáneos a Acapulco, Chilpancingo,
Taxco, Oaxaca y México. De esta manera se sabía de antemano, por regla
general, la fecha aproximada de la llegada, con lo cual se apresuraban los
mercaderes a acudir a Acapulco. Véase Fernando O C A R A N Z A , Crónicas
"y ^ r e l a c i o n e s : d e l ' o c c i d e n t e d e México, México, 1 9 3 7 7 vol? ÍT p / 1 4 9 ; Vito
ALESSIO ROBLES, A c a p u l c o e n l a h i s t o r i a y e n l a l e y e n d a , México, 1 9 3 2 ,
pp. 1 2 1 - 1 2 7 , y Juan Francisco A R E V A L O L A D R Ó N D E G U E V A R A , C o m p e n d i o
de noticias mexicanas, c o n Índice general d e t o d a s e n l a impressión d e las
Gazetas d e México (apud Nicolás L E Ó N , Bibliografía mexicana d e l si-
g l o x v i i i , México, 1 9 0 1 - 1 9 0 3 ) , sección primera, I I , 1 7 , 26, 9 2 , 102, 162, 178.
235, 378, 598, 670, 672, 687, 755, 823-824 y 834.
16 Véase Ernest GONDO, L a céramique c h i n o i s e , París, 1 8 9 0 , y Manuel
ROMERO DE TERREROS, " L a casa colonial", en A n a l e s d e l M u s e o N a c i o n a l ,
V, 1913, p. 178.
17Véase C A R R E R A S T A M P A , " T h e evolution of weights and measures...",
art. cit., p. 2 3 .
1 8 Lo que se lee aquí acerca de la feria de Acapulco es un breve extrac-
to de lo que digo en mis I n d a g a c i o n e s económicas e n e lv i r r e i n a t o d e N u e -
v a España, en preparación.
19 G E M E L L I C A R R E R I , V i a j e a l a N u e v a España, trad. del italiano por
José Agreda y Sánchez, México, 1 9 2 7 , pp. 8 - 9 .
2 0 Cf. William Lytle S C H U R Z , "México, Perú and the Manila galleon",
en T h e H i s p a n i c American Historical Review, I , 1 9 1 8 , pp. 3 9 0 - 3 9 2 .
21 Véase Francisco MONTEMAYOR DE CUENCA y Eusebio VENTURA BE-
L E Ñ A , Recopilación s u m a r i a d e l o sa u t o s a c o r d a d o s d e l aR e a l Audiencia...
de Nueva España, México, 1 7 8 3 , vol. I , núm. 1 1 9 , p. 1 4 0 ; Bernardo de
VARGAS MACHUCA, Noticias y descripción d e I n d i a s , Madrid, 1 8 9 2 , vol. I ,
p. 1 1 5 ; G a c e t a s d e México, I I , 2 6 , 9 2 , 1 0 2 , 1 7 8 , 2 3 5 , 3 1 8 , 3 7 8 , 5 2 6 ,5 9 8 , 6 8 7 .
755 y 8 2 3 - 8 2 4 ; D i a r i o d e México, meses de enero a abril de cada año;
W. L . S C H U R Z , a r t . c i t . , y T h e M a n i l a , G a l l e o n , Nueva York, 1 9 3 7 .
2 2 Cf. Holden F U R B E R , " A n abortive attempt at Anglo-Spanish com¬
mercial cooperation in the Far East in 1 7 9 3 " , en T h e H i s p a n i c A m e r i c a n
Historical Review, X V , 1 9 3 5 , pp. 4 5 2 - 4 5 3 .
Sobre este episodio véase Lucas A L A M Á N , H i s t o r i a d e Méjico, vol. V,
23
México, 1 8 5 2 , p. 9 6 .
2 4 Sobre la "aparición" de la Virgen de los Lagos y los comienzos de
la peregrinación véase Alonso T E L L O , Crónica miscelánea d e la Santa Pro-
vincia d e Xalisco, Guadalajara, 1 8 9 1 , pp. 1 8 5 ss.
ai^lbexio. S A N T O s e o y j j l i s t o r i a d e Nuestra Señora d e San Juan de l o s
Lagos, Guadalajara, 1903, pp. 260-262. "
342 MANUEL CARRERA STAMPA
20 Cf. Vicente D Á V I L A , R i n c o n e s d e México, México, 1947, pp. 3 6 s s .
27 S A N T O S C O Y , l o c . c i t . Cf. A G N , A l c a b a l a s , voi. 1 5 2 - 2 ( L i b r o real d e
alcabalas d eLagos durante la,feria d e 1784); en este y otros volúmenes
de l a sección de A l c a b a l a s aparecen el nombre y procedencia de los mer-
caderes, l a calidad y cantidad de sus mercancías y el monto de las opera-
ciones, y consta lo que l a R e a l Hacienda recaudaba p o r diversos conceptos
(impuesto a d v a l o r e m , derecho de alcabala, etc.).
28 Cf. V i t o A L E S S I O ROBLES, Coahuila y Texas e n l a época colonial,
México, 1 9 3 8 , p . 3 9 2 .
29 V i a j e d e I n d i o s y D i a r i o d e lN u e v o México, con u n a introducción
bibliográfica y acotaciones p o r V i t o Alessio Robles, 2 ? ed., México, 1 9 3 5 ,
pp. 159-160.
30 Este informe se transcribe en V i t o A L E S S I O ROBLES, Saltillo e n l a
historia y e n l a leyenda, México, 1934, pp. 164-165. Cf., d e l mismo autor,
Coahuila y T e x a s . . . , o p . c i t . , pp. 3 9 0 - 3 9 2 y 6 0 8 - 6 0 9 .
31 Denuncia d e mercancías d econtrabando expedidas e n l aferia d e
Saltillo, 1800: A G N , Indiferente d e g u e r r a , v o i . 2 0 1 . Cf. A L E S S I O ROBLES,
op. cit., pp. C22-623.
32 Véase u n análisis y u n a severa crítica de esta política económica en
Miguel R A M O S A R I Z P E , M e m o r i a s s o b r e e l e s t a d o d e l a s p r o v i n c i a s i n t e r n a s
de Oriente presentadas a las Cortes d e Cádiz, ed. de México, 1 9 3 2 , p p . 9 1 ¬
93 y 117-123. Cf. A L E S S I O R O B L E S , op. cit., pp. 609-611.
33 Pedro T A M A R Ó N Y R O M E R A L , Demostración d e l vastísimo obispado
d e l a N u e v a V i s c a y a , 1 7 6 5 , con una introducción bibliográfica y acotaciones
por V i t o Alessio Robles, México, 1 9 3 7 , p p . 3 4 3 - 3 4 4 .
34 Nicolás de LAFORA, Relación del viaje q u e hizo a los presidios fron-
teros situados e n l afrontera d e l a América. Septentrional pertenecientes
a l R e y d e España, con u n l i m i n a r bibliográfico y acotaciones de V i t o
Alessio R o b l e s , México, 1 9 3 8 , p. 1 0 2 .
35 Cf. H . H . B A N C R O F T , H i s t o r y of A r i z o n a a n dN e w M e x i c o (i¡jo-
1 8 8 8 ) , San Francisco, 1 8 8 9 , p p . 2 7 7 - 2 8 0 ; G a c e t a d e México, II, 228; Alejan-
dro de H U M B O L D T , E n s a y o político sobre el reino d e l aNueva España,
6 ? ed., México, 1 9 4 1 , voi. I I , p. 3 3 5 .
N . B . - L o s mapas que aparecen aquí, basados en derroteros y documen-
tos manuscritos y en las obras que quedan citadas, se deben a l a inter-
pretación y elaboración d e l autor del presente artículo.