LAS DIRECCIONES DE INTEGRACIÓN Y DESINTEGRACIÓN
Las direcciones, o caminos, de integración y desintegración nos sirven para reconocer si estarnos progresando o
retrocediendo en nuestro desarrollo. La integración nos da indicadores objetivos de nuestro crecimiento. La de-
sintegración nos indica cómo actuamos cuando estarnos estresados, cuáles son nuestras motivaciones y
comportamientos inconscientes y, paradójicamente, qué cualidades nos hace más falta integrar.
Si miras el eneagrama verás que cada número alrededor del círculo está conectado a otros dos por líneas. Por
ejemplo, del Ocho parte una línea hacia el Dos y otra hacia el Cinco; del Nueve, una línea va hacia el Tres y otra hacia
el Seis, y lo mismo vemos en todos los tipos.
Una línea representa la dirección de integración, o el desarrollo natural hacia la integridad de cada tipo, mientras la
otra representa su dirección de desintegración, que muestra qué comportamientos manifestamos cuando hemos
llevado al límite los comportamientos de nuestro tipo. Los movimientos en ambas direcciones son procesos que
ocurren de modo natural, porque el eneagrama predice cómo será cada tipo cuando esté más sano (menos limitado
y fijado) o, a la inversa, cómo será cuando esté más identificado, más tenso y, en definitiva, disfuncional. (Los
movimientos por las direcciones de integración y desintegración son distintos de los movimientos hacia arriba y
hacia abajo por los niveles, aunque están relacionados. Más adelante hablaremos de esto.)
En sentido estricto, no podemos decir que una dirección sea necesariamente
«toda buena» y la otra sea necesariamente «toda mala». La naturaleza
humana ha desarrollado sutiles recursos o mecanismos de compensación el
ambas direcciones, y el eneagrama es capaz, como ningún otro sistema, di
seguirles la pista. Comprender estos movimientos y reconocerlos en nuestra
vida diaria puede ser utilísimo para acelerar nuestro desarrollo.
En la figura del eneagrama, las flechas indican las direcciones de
desintegración de cada tipo. Por ejemplo, el tipo Ocho representa la dirección
di desintegración del tipo Dos.
Las flechas de la dirección de integración apuntan en sentido contrario de
modo que, en el ejemplo, la dirección de integración del tipo Ocho va hacia el
Dos.
Si todos los tipos están bien definidos, el eneagrama puede pronostica
comportamientos futuros. Nos dice cómo será cada tipo si continúa deterio-
rándose en sus identificaciones, defensas y comportamientos contraprodu-
centes; también predice las cualidades sanas que surgirán cuando la persona
esté menos identificada con los hábitos, estructuras y defensas de su tipo.
LA DIRECCIÓN DE DESINTEGRACIÓN
Normalmente la dirección de desintegración se manifiesta en los periodos de más estrés o incertidumbre. Cuando
forzamos al máximo la estrategia de nuestro tipo (sin llegar al extremo de pasar
a un nivel inferior) y con ello no mejoramos la situación o no conseguimos lo que
deseamos, sin darnos cuenta comenzamos a expresarnos o comportarnos como
el tipo al que lleva la dirección de desintegración. En psicología a esto se le llama
expresar o desahogar deseos o emociones inconscientes o subconscientes. Estas
actitudes y comportamientos suelen ser compulsivos, aunque no son
necesariamente destructivos de inmediato.
Casi siempre nos vemos (o vemos a alguien) desahogarnos en más o menos el
mismo nivel en que funcionamos dentro de un tipo básico. Esto sirve para
explicar todo tipo de «cambios» desconcertantes de comportamiento que
vemos en las personas. Además, también explica por qué no saltamos
súbitamente del comportamiento medio de nuestro tipo a uno patológico en la
dirección de desintegración, y por qué no es necesario estar en la franja insana
de nuestro tipo para ir en la dirección de desintegración.
Por ejemplo, los Dos creen que siempre deben ser afables y cariñosos y que
deben ocuparse de las necesidades de los demás y no de las suyas. Pero en
realidad desean que se satisfagan sus necesidades, y suponen que si reparten
bastante cariño sobre los demás, alguien corresponderá su generosidad. Si viven
dando y dando y nadie les corresponde, o no lo hace del modo que ellos
consideran afectuoso, sentirán más rabia y se expresarán con más energía para lograr satisfacer sus necesidades.
Este es el sentido del movimiento del tipo Dos hacia el tipo Ocho: la persona tipo Dos comienza a desahogar o
expresar su rabia reprimida de modo agresivo e impulsivo; en lugar de continuar reprimiendo su necesidad y
halagando a los demás, se vuelve franco y trata de imponerse. Cuanto más niegan su rabia y sus necesidades estas
personas, más explosiva y destructiva será su manera de expresarla.
LA DIRECCIÓN DE DESINTEGRACIÓN (CON CAMBIO)
1 Los metódicos Uno de pronto se vuelven irritables e irracionales en Cuatro.
2 Los necesitados Dos de pronto se vuelven agresivos y dominantes Según los Ocho.
3 Los ambiciosos Tres de pronto se reprimen y se vuelven apáticos según los Nueve.
4 Los distantes Cuatro de pronto se involucran y se apegan exageradamente según los Dos.
5 Los indiferentes Cinco de pronto se vuelven hiperactivos y dispersos según los Siete.
6 Los obedientes Seis de pronto se vuelven competitivos y arrogantes según los Tres.
7 Los dispersos Siete de pronto se vuelven perfeccionistas y críticos según los Uno.
8 Los confiados Ocho de pronto se vuelven reservados y temerosos según los Cinco.
9 Los satisfechos Nueve de pronto se vuelven angustiados y preocupados según los Seis.
En todos los tipos opera el siguiente principio: aquello que un tipo determinado reprime, lo expresará de los modos
indicados por su dirección de desintegración cuando se sienta presionado. En el cuadro se insinúa este proceso; en
los capítulos dedicados a cada tipo se explica esto con más detalle.
Es importante comprender que, desde un cieno punto de vista, el movimiento en la dirección de desintegración es
otro mecanismo de supervivencia más. La naturaleza ha dotado a nuestra psique de un buen número de «válvulas de
escape», para que no caigamos fácilmente en lo patológico. La dirección de desintegración es entonces una manera
de dejar salir cierta presión. Ese desahogo de la emoción nos produce un alivio temporal y frena un posible descenso
más aniquilador hacia la franja insana de nuestro tipo básico, pero ciertamente no nos soluciona el problema;
habremos gastado una buena cantidad de energía y seguiremos teniendo que enfrentar el mismo problema.
Expresar la emoción así simplemente nos permite postergar el enfrentamiento con el problema hasta otra ocasión.
Cuando la personalidad está estresada durante un periodo largo de tiempo podemos comenzar a desviarnos con
tanta asiduidad que daremos la impresión de que el tipo al que pertenecemos nos lleva en la dirección de
desintegración. Por este motivo, las personas que llevan un tiempo abrumadas con dificultades emocionales o crisis
importantes en sus vidas suelen identificarse erróneamente con el tipo al que lleva su dirección de desintegración y
no con el suyo.
Por ejemplo, los Uno que llevan un largo periodo estresados podrían creer que son Cuatro porque expresan
constantemente muchas características del tipo Cuatro a un nivel entre medio e insano. De igual modo, los Nueve
muy estresados podrían parecerse más a los Seis en su franja media. Además, este proceso se acelera a medida que
bajamos por los niveles, llegando a su máxima intensidad entre el nivel medio inferior y la franja insana.
También hemos observado que las personas que han sufrido del trastorno de estrés postraumático, o que tienen
rasgos fronterizos importantes en su personalidad, tienden a moverse en su dirección de desintegración con mayor
frecuencia y facilidad. Sus personalidades son más volubles y están menos afirmadas en su tipo básico y, por lo
tanto, se desvían en gran medida hacia la dirección de desintegración.
EXPRESIÓN O DESAHOGO DE LAS EMOCIONES
¿Que diferencia hay entre sentir una emoción y desahogarla? Si sentimos ira podemos expresarla
con una rabieta o resistir el impulso y permanecer tranquilos con lo que sentimos, observando las
sensaciones que nos produce la rabia en el cuerpo. Cuando lo hacemos así tenemos la oportunidad
de conocer en profundidad nuestros sentimientos. Esto no significa reprimirlos, sino, por el
contrario, sentir cómo son en realidad en lugar de permitirles que nos conduzcan a
comportamientos compulsivos. A modo de ejercicio de trabajo interior, la próxima vez que te
sorprendas expresándote en tu dirección de desintegración, procura detenerte, no hacerlo, aunque
ya hayas empezado. Detente a mitad de frase si es preciso y siente tu cuerpo. Obsérvate y averigua
cómo es no expresarse de aquella manera y dónde está la energía en tu cuerpo. Observa qué le
ocurre a tu energía cuando la experimentas directamente en lugar de descargarla. ¿Cuánto tiempo
puedes hacerlo? Fíjate en cualquier «montaje» que te hagas acerca de la situación. ¿Qué ocurre si
continúas expresando así esa emoción? Obsérvate sin juzgarte, ya sea que lo logres o no.
LA DIRECCIÓN DE INTEGRACIÓN
La dirección de desintegración es inconsciente y compulsiva; es la manera que tiene el ego de compensar
automáticamente los desequilibrios de la psique. Pero la transformación en la dirección de integración es otro
asunto, porque requiere una elección consciente. Cuando estamos en el camino de la integración, nos decimos:
«Deseo estar más plenamente en mi vida. Deseo abandonar mis viejos hábitos e historias. Estoy dispuesto a aceptar
la verdad de todo aquello que descubra de mí mismo. Me sienta como me sienta y descubra lo que descubra, deseo
ser libre y estar realmente vivo».
La dirección de integración comienza a experimentarse alrededor del nivel 4, pero se hace más accesible en el nivel 3
y los superiores.
Cuando comenzamos a desprendernos del bagaje de nuestra personalidad, experimentaremos un crecimiento y un
desarrollo en cierta «dirección», la curación de nuestros principales problemas simbolizada por el tipo al que lleva el
camino de integración. Las cualidades que necesitamos para crecer se nos hacen más asequibles, y cuanto más las
aprovechemos, más acelerarán el proceso de liberarnos de los hábitos limitadores de nuestra personalidad. Por
ejemplo, cuando los Ocho comienzan a desprender-' se de sus problemas en relación a su protección, de sus
armaduras, y dejan de estar en guardia, automáticamente comienzan a conectar con su vulnerabilidad y su
sufrimiento; empiezan a comprender por qué llevaban armadura, y cuanto más
se liberan de esas defensas, más comprenden lo agradable que es querer a las
personas, como los Dos sanos. Los Ocho saben que están en el camino correcto
cuando comienzan a notar que realmente disfrutan de estar conectados con las
personas y de desear hacer cosas buenas por ellas.
Cuando aprendemos a estar más presentes, comienzan a aflorar de forma
natural las cualidades positivas del tipo al que lleva nuestra dirección de
integración. Cuando ocurre esto, se hacen dolorosamente evidentes las limi-
taciones de la franja media de nuestro tipo. Esto nos da más incentivos para
continuar nuestra práctica y para advertir cuándo estamos cayendo en las
compulsiones automáticas de nuestro tipo. Así pues, podríamos decir que la
dirección de integración representa el antídoto para las fijaciones de nuestro
tipo.
EL PUNTO DE SEGURIDAD
Hay circunstancias concretas, limitadas, en las que podemos exhibir comportamientos del nivel medio del tipo al que
lleva nuestra dirección de integración. Por rutina, tendemos a expresar el comportamiento de la franja media en la
dirección de integración cuando nos sentimos seguros de nuestra posición en una situación. Cuando estamos
seguros de la fuerza de nuestra relación con otra persona, expresamos comportamientos que serían demasiado
arriesgados con alguien a quien no conocemos tan bien. Por eso a este fenómeno lo llamamos punto de seguridad.
Por ejemplo, los Uno en su franja media a veces se comportan como los Siete en su franja media, pero no con la
frecuencia con que tienden a expresar los problemas entre medios e insanos del tipo Cuatro. Los Uno no se
expresarán como los Siete medios a menos que se sientan seguros para hacerlo. De modo similar, los Cinco podrían
expresar con frecuencia comportamientos del tipo Siete medio, sobreactivando la mente y dispersándose;
pero en circunstancias en que se sienten más seguros pueden actuar también como los Ocho medios, haciéndose
valer enérgicamente e imponiendo su voluntad si están muy convencidos de su relación con la otra persona.
LA DIRECCIÓN DE INTEGRACIÓN
1 Los airados y críticos Uno se vuelven más espontáneos y alegres, como los Siete sanos.
Los soberbios y autoengañados Dos cuidan más de sí mismos y perciben más sus emociones,
2 con los Cuatro sanos.
Los engreídos y falsos Tres colaboran y se comprometen más con los demás, como los Seis
3
sanos.
Los envidiosos y turbulentos Cuatros se vuelven más objetivos y fuertes en sus principios,
4
como los Unos sanos.
Los avariciosos e indiferentes Cinco adquieren más confianza en sí mismos y una mayor
5 capacidad de decisión, como los Ocho sanos.
6 Los temerosos y pesimistas Seis se vuelven más relajados y optimistas, como los Nueve
sanos.
7 Los glotones y distraídos Siete se vuelven más centrados y profundos, como los Cinco sanos.
Los lujuriosos y controladores Ocho se vuelven más generosos y cariñosos, como los Dos
8
sanos.
Los perezosos y descuidados Nueve son capaces de desarrollarse más y se vuelven más
9
enérgicos, como los Tres sanos.
El punto de seguridad, entonces, no equivale a moverse en la dirección de integración: es otra válvula de escape,
como la dirección de desintegración; es otra manera de expresarse o desahogar las emociones, aunque requiere
condiciones especiales. Las personas que funcionan entre las franjas media e insana de su tipo básico pueden saber
que necesitan las cualidades del tipo al que lleva la dirección de integración, pero cuando reaccionan compulsiva y
automáticamente no son capaces de integrar en realidad los aspectos más sanos de ese tipo. El movimiento hacia el
punto de seguridad no es un verdadero proceso integrador, sino un caso en que una parte de la personalidad es
reemplazada o complementada por otra. Eso no equivale a ser más libre y consciente. El movimiento hacia el punto
de seguridad de cada tipo está, por definición, dentro de las franjas medias.
EL VERDADERO SENTIDO DE LA INTEGRACIÓN
La percepción consciente es sanadora.
SURYA DAS
Sólo hay dos maneras de vivir la vida. Una es como si nada fuera un milagro; la otra es como si todo fuera un
milagro.
ALBERT EINSTEIN
Aunque el movimiento en la dirección de integración exige una elección consciente, no se realiza imitando las
actitudes y comportamientos del tipo al que lleva esa dirección, y mucho menos las características de las franjas
medias. Por ejemplo, si eres Ocho, eso no significa que debas comenzar a «actuar como un Dos», preparando
pastelitos o abriendo las puertas a la gente. De hecho, imitar la conducta del tipo al que lleva la dirección de
integración puede hacer «más densa» la personalidad, ya que la verdadera transformación entraña abandonar los
hábitos y defensas del ego, no añadirle nuevas. Este tipo de comportamiento está condenado al fracaso.
Siempre hemos de recordar que la personalidad no es capaz de resolver los problemas de la personalidad, y
mientras no percibamos profundamente nuestra esencia y esta guíe nuestras actividades, poco puede hacer la
personalidad aparte de «no hacer» sus viejos trucos.
El proceso de integración no trata de lo que «debemos» hacer; es un proceso de dejar marchar conscientemente los
aspectos de nuestro tipo que nos bloquean. Cuando dejamos de aferramos a defensas, actitudes y temores, ex-
perimentamos un desarrollo y un equilibramiento orgánicos tan naturales como la eclosión de una flor. Una planta
no tiene que hacer nada para convertirse en árbol, dar flores y frutos: ese es un proceso orgánico natural, y el alma
desea desarrollarse del mismo modo. El eneagrama describe este proceso orgánico en cada tipo. El tipo a que nos
lleva la dirección de integración nos da las pistas sobre cuándo ocurre esto y nos sirve para entender y activar el
proceso con más facilidad.
Moverse en la dirección de integración enriquece enormemente la calidad de todas nuestras actividades, porque el
tipo al que lleva nuestra dirección de integración nos orienta hacia lo que realmente nos realiza y nos ayuda a hacer
realidad todas las capacidades de nuestro tipo básico. Por ejemplo, un Cuatro que desea expresarse mediante la
música será disciplinado y se entregará a la práctica regular como un Uno sano, porque eso le irá bien para realizar
sus capacidades; «ir al Uno» es su manera de ser el Cuatro más eficaz que puede ser.
Cuando vemos y entendemos plenamente y experimentamos todos los bloqueos contraproducentes que han
ocultado nuestras cualidades esenciales, estos se desprenden como hojas muertas de una planta en crecimiento, y
surge de forma natural la plenitud de nuestra alma. Nuestra alma, con todos los magníficos dones que hemos visto
en la franja sana, ya está ahí. Sólo nuestra arraigada creencia en las defensas de nuestra personalidad, nuestra
necesidad de aterrarnos a ellas y a la resistencia, la imagen propia y las estrategias de nuestro tipo basadas en el
miedo, nos impiden presentarnos y reclamar lo que nos corresponde por derecho propio.
Fuente: Sabiduría del Eneagrama – Riso &Hudson