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Justicia Restaurativa y Cultura de Paz

El documento habla sobre la justicia restaurativa y la cultura de paz. Resalta el trabajo de la Fundación Latinoamericana Objetivo 16 en promover sociedades pacíficas a través de actividades de justicia restaurativa. También reconoce los sistemas de justicia indígena y el concepto de "buen vivir", y el papel de las mujeres en la construcción de paz.

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Justicia Restaurativa y Cultura de Paz

El documento habla sobre la justicia restaurativa y la cultura de paz. Resalta el trabajo de la Fundación Latinoamericana Objetivo 16 en promover sociedades pacíficas a través de actividades de justicia restaurativa. También reconoce los sistemas de justicia indígena y el concepto de "buen vivir", y el papel de las mujeres en la construcción de paz.

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Justicia Restaurativa

// Aportes y reflexiones
sobre el campo restaurativo
y la cultura de paz

+
+
//
La Fundación Latinoamericana Objetivo 16, en tanto institución que trabaja en la promoción y establecimien-
to de sociedades pacíficas, justas e inclusivas, ha acompañado durante todo este tiempo la realización de
diferentes actividades que se han llevado adelante sobre Justicia Restaurativa. La fundación busca propiciar
la cultura de la paz, del encuentro y el diálogo focalizando en el potencial de las relaciones humanas y de
las instituciones a través del desarrollo de acciones, programas, procedimientos y prácticas restaurativas en
cualquiera de los ámbitos en los que se desenvuelve el ser humano.
\\

Coordinación general [ Ariel Pividori


Gestión de contenidos [ Eleonora Avilés Tulián y María de los Ángeles Pesado Riccardi
Diseño y diagramación [ / dgcv Pamela Nuñez / dgcv Martín Margüello

Fundación Latinoamericana Objetivo 16


Justicia Restaurativa. Aportes y reflexiones sobre el campo restaurativo y la cultura de paz
1a ed. – Burzaco: Fundación Latinoamericana Objetivo 16;
Lomas de Zamora: Defensoría General de Lomas de Zamora;
Santa Fe: Defensoria del Pueblo de la Provincia de Santa Fe, 2021.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga


ISBN 978-987-48101-0-6

1. Acceso a la Justicia. 2. Derecho a la Justicia. I. Título.


CDD 306.25
Justicia Restaurativa [ Prólogo

// Prólogo a la primera edición

Dr. Raúl Lamberto Dr. Eduardo Germán Bauché


Defensor del Pueblo de la Jefe de la Defensa Pública de Lomas de Zamora,
Provincia de Santa Fe, Argentina Provincia de Buenos Aires, Argentina.

[ Los artículos que conforman la presente publicación, son sólo parte de los inmensos frutos
recogidos y de los que pronto madurarán de los congresos latinoamericanos de Justicia Res-
taurativa organizados por la Defensoría del Pueblo de la provincia de Santa Fe y la Defensoría
General de Lomas de Zamora.
Si bien cuando gestamos la idea de realizarlos teníamos la certeza de que era necesario buscar
expresiones propias latinoamericanas que abarquen las teorías y prácticas que se desarrollan
en este tema (y que seguramente colaboran con los procesos de pacificación, con las culturas
de paz, con los procesos de diálogo, el empoderamiento y reconocimiento de las mujeres, el
dar la palabra a quienes no la tienen o la tienen restringida como los privados de libertad y
los jóvenes en conflicto con la ley), nunca, ni en las mejores proyecciones, pensábamos que
3
íbamos a tener tan generosa y copiosa respuesta de tantas personas y tantas instituciones que
nos acompañaron. Existen en nuestra sufrida patria grande tantas y maravillosas experiencias
desde la perspectiva restaurativa en pos de una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa de
la dignidad humana.
El 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa nos encontró aún más hermanados
con nuestros amigos colombianos y se organizó en forma colaborativa entre la Defensoría del
Pueblo de Colombia, el Consejo Superior de la Judicatura de Colombia, la Defensa Pública
de Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina, y la Defensoría del Pueblo de la provincia de
Santa Fe, Argentina.
Desde nuestro compromiso de vida buscamos sociedades realmente participativas, que dis-
minuyan los niveles de violencia y de injusticias. En el mismo acto de apertura del congreso
reflexionábamos sobre la necesidad de revisar nuestras prácticas como instituciones de de-
rechos humanos. Decíamos que la filosofía, la práctica y la justicia de lo restaurativo, se nos
presentan como una llave para la construcción de una cultura de diálogo y paz.
Las demandas actuales de la sociedad interpelan y desafían a propiciar espacios de conoci-
miento y comprensión que garanticen el efectivo acceso a la justicia de modo interdiscipli-
nario y acorde a las necesidades de las personas. Nos imponen proponer y generar entre to-
dos los actores, nuevas formas de resolver los conflictos que sean verdaderas soluciones que
comprometan y satisfagan a las partes y a la sociedad toda y esto en sí mismo es uno de los
desafíos más importantes que debemos asumir.
Justicia Restaurativa [ Prólogo

Tanto las formas de Justicia Restaurativa ya establecidas, como los nuevos abordajes de con-
flictos desde el enfoque restaurativo de las relaciones humanas, ofrecen a las comunidades la
participación, el empoderamiento y la posibilidad de intentar en forma conjunta recomponer
el tejido social.

[ Sistemas de Justicia Indígena, el Buen Vivir ]


En América latina, existen sistemas de justicia indígena que, aunque muchas veces han sido
invisibilizados (histórica, cultural, jurídica, antropológica y académicamente), persisten y dan
respuesta a la problemática social, por lo cual aspiramos a su reconocimiento. Pretendemos
contribuir a la visibilización de dichos sistemas, como precedentes necesarios a la justicia y
práctica restaurativa.
El concepto del “Buen Vivir” que forma parte de la cosmovisión indígena entiende al hombre
como un microcosmos inserto en un macrocosmos que lo afecta permanentemente y dentro
del cual debe buscar su equilibrio. Cuando ese equilibrio es vulnerado, se rompe la paz social y
entonces toda la comunidad se pone a trabajar para recuperarla y lo hace restaurando los vín-
culos, reparando los daños y comprometiéndose colectivamente en apoyar a sus miembros.
Habiendo expresado brevemente la importancia de reconocer nuestras raíces restaurativas
latinoamericanas, hoy podemos decir sin temor a equivocarnos que: las prácticas restaurati-
vas atraviesan a las ciencias sociales y estudian cómo fortalecer las relaciones entre individuos
dentro de sus comunidades, para alcanzar un aprendizaje en la toma de decisiones partici-
pativas, girando en torno al potencial de la comunidad, logrando que las personas actúen en
4 forma más cooperativa.
Sabemos que el quebrantamiento de nuestros derechos fundamentales nos impide la convi-
vencia pacífica en la comunidad toda y son esas necesidades insatisfechas las que nos deben
convocar a repensar nuestros roles a la luz de las prácticas restaurativas.
Uno de los desafíos de las prácticas restaurativas consiste en prevenir e intervenir en conflictos
en los cuales el que ofende asume su responsabilidad y el ofendido es reparado proyectando
esta resolución a nivel social. Otro de los desafíos al que se enfrentan las prácticas restaurati-
vas es repensar el rol de la víctima en un sentido amplio, entendiendo que las constantes vio-
laciones a los derechos humanos quebrantan el tejido social. No circunscribiendo las mismas
estrictamente a la materia penal, dado que si bien en las prácticas restaurativas se busca la re-
paración de los daños y el cese de conductas violentas, también son bondades de las mismas
la restauración de las relaciones, los liderazgos efectivos, la mejora de la conducta humana y
con ello el fortalecimiento de la sociedad civil.

[ Reconocimiento de las mujeres en la construcción de Paz ]


Queremos referirnos al papel que las mujeres vienen desempeñando en la creación de una
cultura de paz. Durante la larga historia de la humanidad, siempre que la sociedad sufrió el
azote de las guerras y la violencia, la opresión y la enfermedad, las violaciones a los derechos
humanos o el hambre, las que más han sufrido fueron las mujeres. Pese a todo, también fueron
ellas las que perseveraron, decididas a encauzar la sociedad en dirección al bien, a la esperanza
y a la paz. Las mujeres tienen la clave para abrir un futuro colmado de esperanza. En este con-
Justicia Restaurativa [ Prólogo

texto y más allá de la aceptación a nivel mundial del escaso espacio, acceso y exigua o nula in-
cidencia de las mujeres en la toma de decisiones que condicionan el futuro de las sociedades,
debemos reconocer que son ellas las protagonistas esenciales en la resolución de los conflic-
tos, un poco por su tradicional rol de cuidadoras de la familia, pero también como aguerridas
activistas por los derechos humanos. El desafío consiste en no perpetuar el esquema de género
tradicional, para que todas estas formas de violencia claramente puestas de manifiesto y reco-
nocidas, sean restauradas comunitaria, social y legalmente. Como recalcó Mahatma Gandhi:
“Si por fortaleza entendemos la fuerza bruta, entonces la mujer es menos bruta que el hombre.
Pero si por fortaleza entendemos la fuerza moral, entonces la mujer es inmensamente supe-
rior (…). Si la no violencia es la ley de nuestro ser, el futuro está en manos de las mujeres”.

[ Justicia Restaurativa, mucho más que una expresión de Derecho Penal ]


La Justicia Restaurativa ha cobrado relevancia en la normativa nacional e internacional y pen-
sar el enfoque restaurativo es tener participación en ámbitos penales, comunitarios, familia-
res, escolares, laborales, ambientales y en las prácticas profesionales, entre otros.
Todas estas expresiones se encuentran interrelacionadas, conforman una mirada integral a
través de la cual queremos plasmar un modelo de sociedad a construir.
Los valores y principios restaurativos invitan a pensar los vínculos, las relaciones, lo restaurativo
se devela en la comprensión del otro, en tanto otro, en su diferencia y dignidad. En definitiva se
trata de pensar qué modelo de sociedad queremos y qué relaciones personales fomentamos.
Es necesario interpelarnos como ciudadanos activos sobre la sólida base en el ejercicio de los
valores que promuevan la fraternidad, solidaridad, cooperación, democracia con acceso igua- 5
litario y dignidad humana, para propiciar los espacios —reales y simbólicos— en donde las
necesidades que nos tensionan se vean satisfechas en aras a una cultura de paz.

[ Promoción de instituciones restaurativas ]


Es tarea de las instituciones, promover el desarrollo restaurativo, como modo de intervención
sistémica, social y de sanación subjetiva de las víctimas. Como así también propiciar la comu-
nicación, el consenso, el diálogo, la aceptación de la diferencia, el respeto y el reconocimiento,
todo ello de vital importancia para generar nuevas miradas y la construcción futura de bue-
nas prácticas sobre la resolución de los conflictos en pos de la pacificación social. La expresión
“instituciones restaurativas” se vincula a la interpelación respecto a qué es lo que hace que
una institución sea restaurativa. Cómo juega el rol institucional desde lo restaurativo y cómo
opera el habitus de los agentes sociales dentro las instituciones.

[ Las prácticas restaurativas ]


Al debatir sobre nuestras prácticas restaurativas vamos a referirnos a sus tres planos: uno vin-
culado a la aplicación de los principios, valores restaurativos en el devenir cotidiano, en todos
los ámbitos en los que se desarrolla el ser humano; otro, relacionado a toda intervención en
el ámbito jurídico; y por último a los dispositivos restaurativos, también llamados programas,
como son la Mediación, los Círculos y las Conferencias, entre otros.
Justicia Restaurativa [ Prólogo

En esa tarea, conocer los Derechos más fundamentales que poseemos por la calidad de seres
humanos es vital y representa el primer paso para su posterior ejercicio.

[ Paz y Justicia Restaurativa ]


A nivel internacional resulta de relevancia la Declaración de Santiago sobre el Derecho Hu-
mano a la Paz (2010) en el marco de Naciones Unidas, adoptada por la Asamblea General de
Naciones Unidas en 2016, donde intervinieron distintos países y acordaron que es la paz es un
valor universal y permanente que sólo puede basarse en la justicia social.
La paz no puede ser la mera quietud o el mudo interludio entre dos guerras. Tiene que ser
un terreno enérgico y vital para la actividad humana, conquistado mediante nuestra propia
iniciativa voluntaria. La paz debe ser una epopeya viviente o, para decirlo con palabras de Spi-
noza, “una virtud que emane de la firme personalidad”.
El relativismo cultural no ofrece una salida viable para la soberbia implícita en el imperialismo
cultural. Toda cultura de paz deberá, necesariamente, brindar una base sobre la cual puedan in-
teractuar creativamente las múltiples tradiciones culturales, aprender unas de otras y tomar as-
pectos recíprocos, con miras al sueño de una civilización global realmente incluyente. Sin objeti-
vos amplios como estos, probablemente nos veamos sin herramientas adecuadas para afrontar
los retos de la globalización. O, peor aún, nos arriesgaremos a caer en una cínica parálisis.
No podemos hablar de paz si no tenemos en cuenta que la paz tiene que ser expresada (y
ser expresión) a través de una sociedad más justa, sin discriminación, en forma solidaria y
colaborativa en donde todos podamos realizarnos como personas con vocación comunitaria.
6 Es importante lo cultural y es importante la práctica que hacemos con el otro ser humano que
está al lado nuestro y qué práctica llevamos adelante para que nuestra sociedad sea más justa.
Cabe citar en este momento el inicio del preámbulo de la Constitución de la UNESCO (Organi-
zación de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), que nos enseña que:
“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres
donde deben erigirse los baluartes de la paz”. En el año 1995, en Sudáfrica, se crea la Comisión
para la Verdad y la Reconciliación, como Organismo Oficial, que buscaba la Justicia Restaura-
tiva en relación a los crímenes de lesa humanidad llevados a cabo en ocasión del apartheid su-
dafricano. Dicha comisión fue encabezada por el arzobispo Desmond Tutu, quien fuera luego
declarado Premio Nobel de la Paz por su labor.
El modelo sudafricano apuntó a intervenciones opuestas a los modelos basados en el castigo
o las sanciones, ya que partiendo de lo restaurativo va abogando por valores de inclusión, per-
tenencia, solidaridad y escucha activa entre otros.
Ante el daño y la pérdida, las formas de avanzar con el dolor dependen de una decisión que
Sudáfrica comprendió: dañar aún más y perpetrar la violencia, o sanar y restaurar las relacio-
nes. El ciclo del perdón y el ciclo de la venganza nos llevan a caminos antagónicos, siendo la
venganza cíclica y espiralada; a diferencia del perdón entendido como camino.
Desmond Tutu, entendiendo el valor del perdón y la reconciliación de todos como seres im-
perfectos, planteó un modelo de Justicia Restaurativa para Sudáfrica basado en que fuimos
hechos para existir en una delicada red de interdependencias; si lastimamos o somos lasti-
mados es a través del perdón que reparamos el tejido social: “El perdón es en última instancia
una decisión por tomar, y la capacidad de perdonar procede del reconocimiento de que todos
Justicia Restaurativa [ Prólogo

somos imperfectos y humanos. Todos hemos cometido errores y perjudicado a otros. Y vol-
veremos a hacerlo.”
La Antigua Sabiduría nos enseñó que debe haber verdad en nuestro pensar, belleza en nues-
tro decir y bondad en nuestro hacer. La práctica de estos ancestrales principios hoy se denomi-
na coherencia, la cual se manifiesta cuando lo que pensamos, decimos y hacemos está guiado
por un hilo conductor que es la búsqueda del bien común.
Creemos que estamos haciendo una apuesta al futuro en un momento difícil, pero no más
difícil que otros que ha vivido la sociedad global y de la que ha podido salir adelante. Por lo
tanto vemos que vamos a tener un cambio cultural con vistas de una sociedad que nos incluya
a todos y donde todos podemos realizarnos en forma personal pero en forma comunitaria
también: lo personal volcado a lo comunitario y lo comunitario para fortalecer los derechos de
cada una de las personas que conviven con nosotros.

[ Los Principios Restaurativos ]


La Justicia Restaurativa y sus distintas manifestaciones implica una postura de vida que a
nuestro entender están atravesadas y se traman por los siguientes principios:
Participación activa de todos los sujetos afectados o posiblemente afectados en el conflicto o
tema en cuestión y la participación de todos los que puedan ser agentes colaboradores y de la co-
munidad. Reparación material y simbólica del daño u ofensa que conduzca a un camino de sana-
ción e integración. Sanación, en su expresión mínima, buscando llevar la situación al estado ante-
rior al hecho o circunstancia que generó el confitico; y/o en su máxima expresión, generando un
aprendizaje, un sentido que ayude a vivir mejor y a convivir en forma cordial y pacífica. Respon- 7
sabilidad del autor y su pedido de disculpas. Reconciliación con las personas y con la comunidad.
Compromiso comunitario para enfrentar integralmente el conflicto social y sus consecuencias.
Se caracterizan además por ser: una opción por el diálogo. Una apuesta por la verdad. Una
respuesta más a necesidades reales que a pretensiones expresadas. Una mirada del ofendido
y ofensor como protagonista. Una toma de conciencia del infractor u ofensor de su responsa-
bilidad y necesidad de su reintegración social.
Una apuesta por la comunidad, por la generación de condiciones que mejoren la calidad de
vida. Un ejercicio de ternura.
Resulta necesario destacar respecto a la “Justicia Restaurativa” que es la forma de Justicia que
apunta a lo que tenemos de humanos.

[ La importancia del diálogo ]


En su visión de la historia y del futuro, Tsunesaburo Makiguchi, educador y filósofo japonés
(1871–1944), propuso una transición que fuese de una competencia militar a una competencia
política y de ésta, a una competencia humanística: “En vez de mirar a la paz como el ideal
distante, tenemos que actuar en modo que cada paso en su dirección represente la paz”. [ 1 ]

[ 1 ] Johan Galtung e Daisaku Ikeda, 2007.


Justicia Restaurativa [ Prólogo

La creación de valor es un concepto vital para el bienestar de nuestro mundo. No importa dón-
de estemos ni qué hagamos, como seres humanos tenemos el potencial de crear valor. Crear
valor de cualquier circunstancia. Se trata de lo esencial del corazón humano: la necesidad de
crear. Al crear algo, nos enlazamos y relacionamos con otros. Hay una profunda interrelación
entre el potencial del individuo y el bienestar de todos los seres vivientes. Pero crear esas con-
diciones es un acto individual volcado a lo social donde los estados no pueden estar ausentes.
Deben ser promovidos, y debe ser también desde los organismos internacionales. Cada per-
sona tiene algo singular, mediante lo cual puede contribuir al mundo que compartimos.
Por eso el diálogo es la herramienta fundamental. La sociabilidad no es un hábito creado por
la vida en el hombre, sino un ingrediente de su esencia. “La existencia humana se proyecta
hacia las otras personas” [ 2 ], y la sociedad, que se constituye con ellas, es el medio necesario
para su realización, porque las sustenta como ayuda, como protección, como colaboración y
las facilita gracias a ese inmenso bagaje de creencias, de usos, de costumbres, etc., formado
en el transcurso del tiempo. Pero la proyección hacia las otras personas se hace por medio de
la palabra y el intercambio de ideas. Palabra y diálogo dan la posibilidad de acordar qué socie-
dad estamos formando. Se van destruyendo por la violencia y se vuelven a armar en el diálogo.

[ Justicia Restaurativa: expresión de los Derechos Humanos


y un Derecho Humano en sí misma ]
Las distintas expresiones restaurativas practican y ponen en juego el ejercicio de los dere-
chos humanos ya reconocidos y, además, posibilitan la ampliación hacia el reconocimiento
de nuevos derechos humanos por ser un mecanismo de construcción de paz, un modelo de
8
convivencia pacífica. Trabajan sobre las relaciones humanas, reparan vínculos sociales, y son
un aporte significativo para el diseño y la implementación de políticas públicas promotoras de
la inclusión y el diálogo social; todo lo cual es imposible sin reconocer la dignidad de la vida.
Sin dejar de bregar por el mayor ejercicio de los derechos humanos explicitados en los do-
cumentos deberíamos ir hacia el reconocimiento de la Justicia Restaurativa como Derecho
Humano que:
// Posibilita la participación activa de los sujetos afectados a la situación conflictiva.
// Promueve la responsabilización y la reconciliación
// Permite la reparación, material y/o simbólica del daño ocasionado.
// Genera un aprendizaje, viabilizando la sanación, un sentido que ayude a vivir mejor y a
convivir en forma fraterna y pacífica.
// Focaliza en las necesidades de los sujetos afectados.
// Reconoce el derecho al diálogo y a ser oído.

[ 2 ] El ser en el mundo (sein) ha dicho Heidegger es “ser con” (mitsein). Sartre destaca la tendencia humana a
aglutinarse en “la existencia espesa del mundo del ser” y para Gabriel Marcel “el otro” es un dato primario cuya
fuente es la libertad.
Justicia Restaurativa [ Prólogo

El ideal es fomentar el poder de una comunidad restaurativa de paz, reducir el odio que hoy
se tiene para aminorar la violencia y crear procesos de sanación, fomentando la participación
responsable en la solución de los conflictos.

[ Construyendo Comunidad ]
Es innegable que las sociedades se han complejizado y el crecimiento inconmensurable del
saber científico–tecnológico y las burocracias estatales, han olvidado su actor principal: el ser
humano. En nombre de su bien–estar, el Estado le ha expropiado hasta sus conflictos.
¿Pero reprimir soluciona los conflictos, los empeora o solamente los deriva en el tiempo? ¿Qué
nos dice que aún subsiste la obligación de respetar el contrato social en esos casos en que el
Estado ha desprotegido a sus ciudadanos?
Si el Estado castiga sin haber participado de la socialización de los habitantes, se convierte en
un Estado represor, arbitrario de su ejercicio y déspota en sus decisiones. ¿Podríamos pregun-
tarnos qué hace entonces que una persona logre modificar la actitud sin necesidad de recurrir
a la represión o al castigo?
En la comunidad son los vínculos personales los que hacen que sus individuos quieran seguir
perteneciendo, cuidarla, preservar su entorno natural y sus costumbres. Es el vínculo de la
lengua franca y sincera el que amalgama la convivencia. Es en definitiva el amor de sus pares
quien le da un pertenecer que guía toda su existencia. A esa vivencia de amor nos referimos
cuando decimos que a la incorporación de la ley (marca simbólica), se accede por medio de
una mirada y una voz ligada amorosamente a otro, que nos constituyen como sujetos.
Solo el diálogo abierto y el intercambio de vida a vida permiten derribar los muros erigidos 9
por cada individuo, expresado en actitudes intolerantes y discriminatorias de muy hondo
arraigo en la vida de las personas.
Tenemos el derecho y la posibilidad de dar amor a nuestros semejantes, a corregir las conduc-
tas por medio del amor, del reconocimiento del otro como un ser de palabra y por ende con
capacidad de deliberación, de transformación y trascendencia.

[ Finalmente ]
En los dos congresos nos propusimos trabajar en el amplio campo de lo restaurativo, desde el
enfoque de derechos humanos, respetando la diversidad y desde la perspectiva de género, a
través de las prácticas que la sustentan, sabemos que es todo un desafío que nos convoca de
manera permanente a la modificación subjetiva interna que debe, inexorablemente, hacerse
externa institucional.
Todas las instituciones de la sociedad en general debemos trabajar en la transformación de
los viejos paradigmas para ver materializados nuevos modos de proceder que impacten de
manera favorable en la vida cotidiana de las y los ciudadanos. Así como, preguntarnos acerca
del rol que asumimos y del protagonismo que tenemos en la tarea de construir una cultura de
paz, encuentro y diálogo.
Justicia Restaurativa [ Prólogo

El ideal es fomentar el poder de una comunidad restaurativa de paz, abandonar el odio que
hoy se tiene, para reducir la violencia y crear procesos de sanación; fomentando la participa-
ción responsable en la solución de los conflictos.
En el firme convencimiento que sectorizar y excluir nos está conduciendo a la destrucción como
raza humana, optamos de manera definitiva por bregar por una sociedad inclusiva, donde el
diálogo y la comprensión de las diferencias nos lleve a poder convivir en forma pacífica.
Que este material que presentamos, fruto de la tarea colectiva y colaborativa, sirva como
aporte y contribución en la edificación de una sociedad restaurativa, más justa, pacífica, soli-
daria, inclusiva y fraterna.

10
Apartado 1 //
Filosofía y Epistemología
de las Prácticas Restaurativas

11

+
+
12
Justicia Restaurativa [ Díaz Colorado

++ Justicia Restaurativa: reflexión sobre su naturaleza


Fernando Díaz Colorado / Colombia

Profesor de la Universidad Católica de Colombia. Magíster en Filosofía Latinoamericana.


Master en Psicoterapia en base antropológica de la Universidad de Salamanca.

Resumen Abstract
El resurgimiento de la Justicia Restaurativa durante The resurgence of Restorative Justice during past
los últimos años ha permitido la emergencia de years has allowed the emergency of a profound
un debate profundo sobre sus fundamentos como debate about their basements as an suitable
instrumento idóneo para resolver los conflictos instrument to solve human conflicts. Nevertheless,
humanos. Sin embargo, para muchos este for many people this paradigm is centered to
paradigma se centra en plantear una forma distinta present a different way to make justice, and thus
de hacer justicia y, por ende, su debate académico se its academic debate is realized in the lands of Law
realiza en los dominios del derecho y su diferencia and its difference front the retributive paradigm.
frente al paradigma retributivo. En este ensayo se This essay pretends to show that Restorative
pretende mostrar que la justicia restaurativa no Justice is not an issue exclusive of law, neither of
es un asunto exclusivo del derecho, ni del acto de an act of justice, but it’s an ethical act, democratic,
justicia, sino que es un acto ético, democrático, recognizer of human dignity and the encounter 13
reconocedor de la dignidad humana y del encuentro with the “Other”. From this perspective, restorative
con el “Otro”. Desde esta perspectiva lo restaurativo is a human advance beyond the idea of defining
es un avance humano más allá de la idea de definir what we understand for justice, to focus on potency
qué entendemos por justicia, para centrarnos en la of the values that sustain it.
potencia de los valores que la sustentan.
Key words
Palabras clave / Restorative Justice
\ Justicia Restaurativa / ethics
\ ética / philosophy
\ filosofía / human dignity
\ dignidad humana
Justicia Restaurativa [ Díaz Colorado

[ Introducción ]
Cultura y justicia acontecen al mismo momento.
La justicia está ahí, en el amanecer de la vida humana,
antes incluso de que aparezcan las preocupaciones morales.
S. Freud

Durante los últimos años hemos venido advirtiendo la implementación de programas y me-
canismos restaurativos dentro de los sistemas de administración de justicia como una mane-
ra distinta de responder a los conflictos sociales y en general a los problemas que representa
el delito en la mayoría de los países en todos los continentes de nuestro planeta. La funda-
mentación filosófica y teórica de la postura restaurativa se centra en sostener que más que la
aplicación de castigos crueles, prisión o pena de muerte, lo que se requiere para alcanzar un
orden social y un entorno más seguro es partir de las necesidades de las víctimas enfatizando
en los mecanismos rehabilitadores para los infractores y en la asunción de responsabilidad in-
dividual y social, con el interés de fomentar en la sociedad una forma de abordar los conflictos
menos vengativa, más sanadora y reconstructora del tejido social afectado.
Sin embargo, hemos visto que los fundamentos filosóficos y teóricos que sustentan la perspec-
tiva restaurativa se enfocan sobre una concepción de justicia que parte de devolver a aquellos
quienes originaron el conflicto permitiendo un ejercicio participativo y colectivo más no des-
de una postura impositiva que se deriva de la existencia de la ley como el valor supremo que
se afecta con la realización del delito o la infracción, centrando su postura en la satisfacción
de las necesidades que emergen de la ofensa realizada. Sin embargo, no se ha profundizado
14 de la misma manera en los componentes esenciales que la sustentan y que constituyen el eje
sobre el cual los instrumentos y programas restaurativos se erigen y le dan sentido: diálogo,
memoria, olvido, culpa, vergüenza, reparación y sanación. Estos fundamentos son el centro
del presente ensayo.

[ Fundamentos de lo restaurativo ]
Hablar de los restaurativo implica considerar una postura frente a la naturaleza humana que
parta de concebir al ser humano como un ser capaz de y no un ser necesitado de. Como lo
señala M. Nussbaum (2007), los seres humanos somos capaces de poder vivir con y para los
otros, reconocer y mostrar preocupación por otros seres humanos, ser capaces de imaginar la
situación del otro y ser capaces de propender por la interacción social, componentes sin duda
centrales en el proceso restaurativo, pues lo que se comprende es que sustentados en esas ca-
pacidades los seres humanos podemos resolver conflictos de una manera distinta a la postura
tradicional centrada en la venganza y el sufrimiento. La idea de lo restaurativo implica una
postura enfocada en la reafirmación de la dignidad humana y la consideración de que los seres
humanos vivimos en un mundo en donde cooperar con los demás en términos equitativos es
beneficioso para todos. Somos seres humanos que perseguimos el bien común y que aspira-
mos a una vida en común fundamentados en la dignidad humana como seres éticos, dignidad
plenamente igual e independiente del lugar donde se encuentre ese ser humano; la sociabili-
dad humana, significa en parte una vida en común con otros, organizada de modo que respete
aquella igual dignidad y las múltiples necesidades humanas en el que la dignidad humana no
se vea comprometida por el hambre, la violencia o el trato desigual en el espacio político.
Justicia Restaurativa [ Díaz Colorado

Como lo manifiesta A. Sen (2001), la idea no es definir la justicia sino eliminar las injusticias.
La Justicia Restaurativa no es un paradigma que pretende definir la justicia, su fundamento es
resolver de una manera pacífica, dialogada y consensuada los conflictos humanos, no tiene la
pretensión de establecer unos criterios teóricos o fundamentos epistemológicos que resuel-
van el problema de la justicia como categoría legal o filosófica. Sin embargo, no cabe duda
que lo restaurativo implica plantear la actualidad de los derechos pendientes, que no es otra
cosa que eliminar la injusticia; de allí que se fundamente en restablecer los derechos de los
ofendidos como el eje principal de su accionar. Sin duda que se constituye como lo señala R.
Mate, en una justicia anamnética que tiene en cuenta el pasado que responde a la experiencia
de la injusticia, solo de esta manera se puede construir la justicia.
La injusticia genera sufrimiento y el sufrimiento resume la historia más secreta de cada ser
humano y es la clave de lo que realmente somos nos dice sabiamente H. Cohen (1997). En este
sentido la Justicia Restaurativa tiene un pretensión de universalidad en la medida que esta-
blece que no es un asunto sólo entre dos o más individuos, sino que lo que una persona le haga
a otra o lo que él le exija debe valer en la relación a los otros; es decir, que los demás deben
poder compartir las pautas de comportamiento. Lo anamnético en lo restaurativo implica no
necesariamente en la aceptación por todos de las mismas reglas de juego, sino en el recono-
cimiento del derecho de todos y cada uno de los hombres a la recuperación de lo perdido; es
decir un ejercicio de memoria y no de olvido (Benjamin, 1996).

[ Perspectiva ética de la Justicia Restaurativa ]


La perspectiva de la Justicia Restaurativa contempla los presupuestos éticos que sostienen la
15
doble dimensión de la relación humana; la primera es aquella que se da entre el sujeto y la
naturaleza, es la relación que genera la técnica y la producción del hombre; la segunda, es
aquella relación sujeto–sujeto que constituye la praxis humana; por ende, da lugar a la emer-
gencia de lo ético. El acaecimiento de lo ético se sucede en la medida en que todo aquello
que el hombre haga para defender y promover la vida se constituye en un valor supremo y
por consiguiente en el referente de lo que definimos como bueno (Dussel, 2001). Como bien
lo plantea Adorno, la ética no surge de la autonomía del sujeto, sino cuando esa autonomía
se ve sacudida por la violencia. No nace de la razón del sujeto, sino de su dolor, de la ofensa
recibida, o de la reacción ante el dolor ajeno. La ética no es algo originario, sino una respuesta
a la realidad, respuesta que debe ser negativa, en cuanto es un rechazo y una denuncia del
sufrimiento. Es una ética que defiende la memoria, porque solo ella puede liberar al futuro. El
recuerdo consciente y crítico del mal permite instaurar un orden más justo; el recuerdo de los
ofendidos, de las víctimas, de los ausentes, nos enseña a construir una comunidad más libre y
democrática (Mardones y R. Mate, 2003).
En este sentido la ética como emergencia de la autoconciencia del ser humano se dirige a
mantener la vida, a no utilizarla como medio, a no deteriorarla; es una ética del cuerpo y no
del alma como pensaban los primeros filósofos griegos (Dussel, 2001). La ética nos dice qué
sentido tiene la vida; por esta razón los problemas humanos son fundamentalmente proble-
mas de la ética de la vida. Por consiguiente, la Justicia Restaurativa se encuentra ubicada en
una ética de la vida que se opone al sufrimiento como castigo, a la pena de muerte, a la prisión
perpetua, a la venganza; es decir, a todo aquello que genere afectación de la vida y que genere
sufrimiento. La Justicia Restaurativa es entonces una postura ética que corresponde a una so-
Justicia Restaurativa [ Díaz Colorado

ciedad del conocimiento, democrática e inclusiva en la que se demandan procedimientos no


adversariales de naturaleza retributiva.
La Justicia Restaurativa pretende establecer procedimientos y la utilización de herramientas
que permitan obtener una solución a los conflictos de manera que sean equitativos, demo-
cráticos, participativos y respetuosos de los derechos humanos, de tal forma que permita la
reconstrucción del tejido social y la reconciliación de los involucrados. La Justicia Restaurativa
se enmarca en una ética de la finitud; es decir, en una ética negativa, que no está orientada a
una supuesta idea del bien, sino al deseo de evitar el mal. La tarea desde esta perspectiva ética
no es ratificar lo dado, lo encontrado, lo heredado, sino más bien contradecirlo, desmentirlo,
negarlo, transgredirlo. Establecer una relación ética es ser deferente con el otro, aceptando
su diferencia y también algo más importante acogiendo al otro, lo que en términos de Melich
(2012), se constituye en el responder de él. Este principio ético constituye uno de los pilares
restaurativos, pues pretende que el ofensor responda por la ofensa realizada, partiendo de su
capacidad para reparar lo que ha dañado, para aliviar el sufrimiento producido y para resta-
blecer la relación que se ha roto por el hecho inválido.
La responsabilidad del ofensor implica necesariamente una comprensión de lo dañino de su
acto, del derecho afectado a ese otro, de lo injusto de su actuación. En términos socráticos,
se podría decir que el ofensor ejerce un acto del pensamiento caracterizado por un diálogo
interior que le permite comprender que su acto no es válido, que ha generado sufrimiento a
otro y que por ende debe responder. El ofensor no se enfrenta a una ley, el ofensor se enfrenta
con su propio yo interior y con las consecuencias del hecho que se materializan en la existencia
de la persona o las personas ofendidas. El ofensor se enfrenta con el resultado de su compor-
tamiento y con la existencia material de quién ha sido ofendido, es con este acontecimiento
16 con el que el ofensor se encuentra, no es un enfrentamiento entre una ley y un sujeto, es algo
más trascendental, es con las consecuencias negativas e injustas de sus actos; es decir, es un
encuentro con él y con el otro. De allí, la importancia de los encuentros restaurativos. La ne-
cesidad de dejar hablar al dolor es la condición de toda verdad y, por ende, de todo proceso
restaurativo, pues sólo a través del testimonio de quien ha padecido el dolor se puede com-
prender la dimensión del sufrimiento.

[ Componentes restaurativos esenciales ]


La Justicia Restaurativa se opone al concepto Kantiano que consiste en restaurar la autoridad
de la ley violada, dejando caer el peso de la ley para restablecer el equilibrio afectado. Esta
postura es muy importante considerarla, pues el sujeto que ha ofendido o generado un daño
real y concreto y no una afectación a la ley impuesta. Para Hegel, sin embargo, la justicia va
unida al término de reconciliación que implica la participación de los actores: las víctimas, los
victimarios y a la sociedad en su conjunto. Pero para que haya reconciliación hay que poner
en juego elementos que escapan al derecho retributivo, como la conciencia de culpa moral. El
ofensor tiene que reconocer que es el autor del delito, debe reconocer la culpa, en el sentido
moral, como la cicatriz que deja en uno el daño que hace al otro. Por eso, hablar de reconci-
liación implica hablar de culpa moral. Los momentos de esa reconciliación son para R. Mate
(2013), memoria, culpa, arrepentimiento y solicitud del perdón.
La memoria en el contexto de la reconciliación es la memoria de la víctima; es decir, de una
memoria del sufrimiento del otro y de la injusticia padecida. Por la víctima. La reconciliación
Justicia Restaurativa [ Díaz Colorado

sólo es posible si el punto de partida no es el olvido, sino la memoria de la injusticia. La culpa


no es penal es moral. La culpa moral implica el reconocimiento del daño que se hace a uno
mismo, haciendo daño al otro. Este aspecto es de vital importancia comprenderlo dentro de
lo restaurativo, pues se ha creído que lo restaurativo solo contempla el daño a la víctima u
ofendido y se olvida que también implica el daño que el ofensor se hace con el acto injusto.
Por ello, la reconciliación implica considerar este daño. El arrepentimiento consiste en tomar
medida de la dimensión de la ofensa: atentado a la ley, daño al otro y daño a uno mismo. El
arrepentimiento llega a la conclusión de que mejor que aquello no hubiera ocurrido, median-
te el reconocimiento de que la ofensa ha causado daños irreparables en los demás y en uno
mismo con los que habrá que convivir. La petición del perdón es condición indispensable para
la reconciliación, mientras que la concesión sería su completud. Con la petición de perdón se
logra la recuperación para la sociedad del victimario. Si no se otorga lo que se muestra es que
la cicatriz sigue, aunque la herida haya sido suturada. La petición es la lógica consecuencia del
reconocimiento de la culpa penal y moral (R. Mate, 2013).

[ Valores fundamentales ]
El encuentro restaurativo implica la contemplación de valores fuertemente sustentados en
el reconocimiento del otro. Implica honestidad con ese otro al que se ha ofendido, implica
de parte del ofendido ser capaz de expresar su sufrimiento y lo que el hecho le produjo. Lo
restaurativo se centra en la verdad que se expresa a través de la expresión del dolor, la pérdida
y la impotencia generada por el ofensor, así como la razón del ofensor como expresión de la
condición humana que le generó el acto no permitido. Es un encuentro caracterizado por el
reconocimiento de la dignidad de ambos participantes del conflicto, es una reconstrucción 17
humana de poder reconocer la dignidad que constituye a los afectados. Implica no acudir a los
etiquetamientos o rotulaciones descalificadoras que el derecho retributivo fomenta y recrea
en los juicios legales. Si bien la reconciliación demora y requiere tiempo, no cabe duda que la
culpa, la vergüenza y el reproche que genera en el ofensor la vivencia del ofendido se constitu-
yen en los pilares que facilitan el camino hacia ella.
Lo restaurativo no pretende que se haga justicia, se pretende aliviar el sufrimiento, resarcir lo
afectado y reconstruir la relación, es algo más poderoso que ser declarado culpable o inocen-
te, es una acto humano sincero y con contenido de verdad. Verdad que no se ajusta al presu-
puesto jurídico de la verdad material o jurídica, es la verdad de lo sentido, de lo vivenciado,
de lo padecido, de lo acontecido. Es un encuentro emocional y también racional. Como dice
D. Golemán (1996), somos seres emocionales capaces de razonar. Igualmente Pinker (2018),
señala que no somos tabula rasa y que muchos de nuestros comportamientos son expresio-
nes de la estructura biológica que nos caracteriza como humanos emocionales que más que
racionales somos sobretodo irracionales.

[ Conclusiones ]
La justicia Restaurativa es un nuevo movimiento que pretende reconocer que el crimen cau-
sa daños a las personas y comunidades, se insiste en que la justicia debe abogar por reparar
esos daños y que a las partes se les debe permitir participar en ese proceso. Los programas de
Justicia Restaurativa, por consiguiente, habilitan a la víctima, al infractor y a los miembros
Justicia Restaurativa [ Díaz Colorado

afectados de la comunidad, para que estén directamente involucrados en dar una respuesta al
crimen. Ellos llegan a ser el centro del proceso de justicia penal, con profesionales adecuados
de un sistema que apunta a la responsabilidad del infractor, la reparación a la víctima, y la
total participación de ésta, el infractor y la comunidad. El proceso restaurador debe involucrar
a todas las partes, como aspecto fundamental para alcanzar el resultado restaurador de la
reparación y la paz (Diaz Colorado, F., 2013).
Como se ha venido señalando a través de lo acá planteado, la Justicia Restaurativa es un in-
tento más humano, diría que más enfocado hacia la aplicación de uno de los principios más
necesitados por la sociedad actual, como es la consecución material de la dignidad humana.
La justicia se ha perdido en el entramado propio de sus disertaciones y procedimientos, per-
diendo el rumbo y olvidando al ser concreto de carne y hueso, corpóreo y viviente, que reclama
de la justicia el reconocimiento de su dimensión humana por el conflicto acaecido. La no tan
nueva postura, reclama la inclusión y no la exclusión en la racionalidad formal abstracta, de
lo hasta ahora imperante. Reclama el reconocimiento del “Otro” como sujeto de derechos y
pleno participante de las decisiones en las cuales él está siendo perjudicado y no contempla-
do. No debemos olvidar, que la víctima tiene la autoridad que emana de su sufrimiento y sólo
desde ahí, es que debe emerger la justicia, como un acto material y posible, no como un acto
jurídico alejado de su sufrimiento.
Una comunidad que participa del acto material de “hacer justicia” es una comunidad más
próxima en la defensa del derecho a vivir con la posibilidad de desarrollar, procrear y man-
tener la vida con dignidad y sentido de su existencia. Para concluir me permito recordar lo
afirmado por J. Sampedro (2003): “si no queremos fracasar en los intentos por alcanzar la paz,
es necesario recuperar la voz de las víctimas, de aquellos por los cuales nuestros dirigentes no
18 se movilizan, de las viudas, de los huérfanos, de los desplazados, de todos aquellos que son
blanco permanente de los ataques terroristas”.
Como bien lo señala Harari (2019), las capacidades humanas han aumentado a lo largo de
la historia de la humanidad y puesto que la humanidad ha puesto sus esfuerzos para aliviar
los sufrimientos y realizar sus aspiraciones en una constante progresión hacia el progreso
constante. Un signo de este progreso y de las capacidades humanas para aliviar el dolor que
generan los conflictos humanos es sin duda la perspectiva restaurativa, pues nos hace más
dignos y capaces de resolver los problemas humanos de una manera más acertada y menos
vengativa y sancionatoria.
Justicia Restaurativa [ Díaz Colorado

Bibliografía

\ Barcena, F. y Mardones, J.M. (2004). La autoridad del sufrimiento. Barcelona: Anthropos.

\ Benjamín, W. (1996). Fragmento teológico–político: en La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre historia.


Traducción, introducción y notas Pablo Oyarzún Robles. Santiago de Chile: Editorial Arcis–Lom.

\ Diaz Colorado, F. (2013). Conflicto, Mediación y Conciliación desde una mirada Retaurativa y Psicojurídica. Bogo-
tá: Ibañez.

\ Dussel Enrique (2001). Hacia una Filosofía Crítica. Palimsesto Derechos Humanos y Desarrollo. Descleé de
Brouwer. Bilbao, España.

\ Goleman, D. (1996). La Inteligencia Emocional. Bogotá: Javier Vergara.

\ Harari, Y.N. (2019). Breve historia de la humanidad. Bogotá: Géminis.

\ Lidón, J.M. (2013). Cuadernos Penales ISBN: 978-84-15759-17-1, núm. 9/2013, Bilbao, págs. 13–19.

\ Mardones, J. y Reyes M. (2003). La ética ante las víctimas. Barcelona: Anthropos.

\ Melich, J.C. (2012). Filosofía de la finitud. Barcelona: Herder.

\ Nussbaun, M. (2007). Las fronteras de la justicia. Bogotá: Planeta.

\ Pinker, S. (2013). En defensa de la Ilustración. Bogotá: Planeta.

\ Reyes, M. (2011). Tratado de la justicia. Barcelona: Anthropos.

\ Reyes, M. (1995). Memoria de Occidente. Anthropos: Barcelona.

\ Sanpedro, J. (2003). La Humanización del Proceso Penal, Bogotá: Legis. P. 17.


19

//
Justicia Restaurativa [ Lewis

++ ¿Qué esperamos de la Justicia Restaurativa como Filosofía


y Práctica restaurativas? Algunas preguntas para hacernos
Juan Lewis / Argentina

Abogado. Ex ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Santa Fe, Argentina.

Resumen Abstract
El sistema penal se ha caracterizado por sus The penal system has been characterized by its rigid
estructuras rígidas, con poca flexibilidad para structures, with little flexibility to contemplate
contemplar las peculiaridades concretas de cada concret peculiarities of each concret conflict. Until a
conflicto concreto. Hasta hace pocos años, la few years ago, the traditional conception the penal
concepción tradicional del sistema penal ofrecía system offered only two alternatives to approach
sólo dos alternativas para abordar un conflicto: la to a conflict: impunity or punishment. Could they
impunidad o el castigo. ¿Podrían tener algún espacio have some space restorative practices in
las prácticas restaurativas en el sistema penal? the penal system?

Palabras clave Key words


20 \ derecho penal / criminal law
\ pacificación social / social pacification
\ derecho procesal penal / criminal Procedural Law
\ la pena como última ratio / the penalty as the last ratio
Justicia Restaurativa [ Lewis

[ Al momento de preparar mi intervención, el primer interrogante que me apareció fue ¿por


qué desde el Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa convocaron para este panel a
profesores de Derecho Penal? ¿No hay, acaso, otras áreas del derecho que sean más afines con
las prácticas restaurativas?
En efecto, el sistema penal se ha caracterizado por sus estructuras rígidas, con poca flexibili-
dad para contemplar las peculiaridades concretas de cada conflicto concreto. Hasta hace po-
cos años, la concepción tradicional del sistema penal ofrecía sólo dos alternativas para abor-
dar un conflicto (nótese que evité la palabra “solucionar”): la impunidad o el castigo (y éste
a través de un acotadísimo número de posibilidades, ya que el elenco de penas es bastante
escueto en el mundo occidental).
Como se ve, esta es una oferta bastante pobre para enfrentar un conflicto. Las consecuencias
están a la vista: este sistema habitualmente no soluciona conflictos. Podemos reconocerle o
discutir muchos otros objetivos o ventajas, pero está claro que no posee estructuralmente
nada que nos permita solucionar conflictos. Algunos autores son más lapidarios aún, sostie-
nen que la pena puede “congelar” el conflicto con la esperanza que el tiempo lo diluya. Pero
está claro que no ofrece una solución o superación del conflicto.
Quizás una de las razones de esta falencia se encuentre en la manera en extremo pobre de
considerar o evaluar los conflictos. Lo que los lleva a reaccionar siempre de la misma manera.
En Vigilar y castigar Foucault citaba a unos diputados franceses que, en las sesiones en que se
debatía el Código Penal, de Napoleón (quizás el primero de la época moderna) decían: si he
traicionado a mi país, se me encierra; si he matado a mi padre, se me encierra; todos los de-
litos imaginables se castigan de la manera más uniforme. Me parece estar viendo un médico
que para todos los males tiene el mismo remedio.
21
El sistema penal no tiene la capacidad de abordar la complejidad de los conflictos. Está acos-
tumbrado a una respuesta binaria, en tanto que los conflictos son proteiformes. Esta caracte-
rística nos debería hacer dudar de su efectividad.
En primer lugar, quiero hacer una veloz distinción entre sistema penal y derecho penal. El Sis-
tema Penal es el conjunto de agencias e instituciones que lidian con el fenómeno del crimen
y la pena. El Derecho Penal es la disciplina que trabaja sobre las normas penales. Respecto a
esto último, quiero recordar que un importante sector de la doctrina sostiene que esta rama
del derecho, no nació en absoluto para justificar la pena o explicar el castigo, sino, más bien,
como una estrategia para limitar la violencia de una comunidad.
El Derecho Penal no nació para explicar cómo castigar a los culpables o cómo proteger a las
víctimas, sino para proteger a los responsables ante respuestas desmedidas, para limitar la
violencia refleja ante un hecho conmocionante, para apagar las consecuencias violentas de
un crimen. En la Facultad de Derecho, hemos aprendido que una de las primeras normas ju-
rídicas —la ley del Talión—, más allá de lo descarnadamente grosera que parezca hoy día a
nuestros ojos, fue una estrategia para limitar la violencia, obligando a circunscribir la reacción
hasta un determinado límite.
Sin embargo, con el correr del tiempo, parecería haber perdido este destino original. Hoy, mu-
chos penalistas hablan del Derecho Penal como un canalizador de las expectativas sociales,
de un materializador de justicia, de venganza pública, de saneamiento social, etc.
Pues bien, como primera observación provisoria quiero destacar dos cosas:
Justicia Restaurativa [ Lewis

a// que la vocación original de nuestra disciplina es la pacificación de la sociedad,


b// que pareciéramos haber perdido ese rumbo original ya que:
\ existe una marcada desatención de los contornos concretos del conflicto,
\ siempre se proporciona la misma respuesta,
\ hay rigidez para contemplar alternativas,
\ se le da poca o ninguna participación a la víctima,
\ no se generan estrategias para comprometer a la comunidad en la solución del conflicto y
se da por presupuesto que ésta siempre busca exclusión y/o venganza, etc.

En este sentido, una reflexión que implique pensar a la justicia como una estrategia para dis-
minuir la violencia de una comunidad no puede menos que estar emparentada con nuestra
disciplina. Puede incluso, ayudarnos a re–encarrilar nuestro quehacer.
Dicho esto, pasemos a la segunda propuesta: ¿podrían tener algún espacio las prácticas res-
taurativas en el sistema penal?
Tradicionalmente, con institutos como “el principio de oficiosidad”, “el carácter indisponible
de la acción penal”, “la expropiación del conflicto a la víctima”, etc., el proceso penal en parti-
cular, y el sistema penal en general, no ofrecían espacios para pensar alternativas de reacción
construidas con criterios restaurativos. La víctima era un testigo (que declaraba sobre lo que
el juez quería, sí el juez quería y cuando el juez quería) y la comunidad era una entelequia
que podía pensarse como un monstruo que requería sangre para saciarse, o un monstruo que
22 requería ser “intimidado” mediante la aplicación de una pena al infractor… quizás el problema
sea pensar a la sociedad como un monstruo. A lo mejor es algo distinto.
Desde principios de este siglo, especialmente desde el Derecho Procesal Penal, se puso en
crisis el carácter inevitable de la reacción punitiva con variados argumentos. La consecuen-
cia fue que, en el acelerado ritmo de reformas a que asistimos en nuestra región, se dio a luz
una nueva concepción del proceso donde se fomentaban múltiples abordajes del conflicto,
con el objetivo de dejar al juicio propiamente dicho como último recurso. Los procesalistas
describen esto como “sistema multipuertas” pues son varias las salidas que se propician para
evitar la realización del juicio y solucionar el conflicto de manera real y efectiva (con el conven-
cimiento que ello lleva implícito, de la poca efectividad del juicio y la pena para estos fines).
De más está decir que esta feliz novedad teórica todavía está en disputa con criterios de trabajo
poco flexibles, y poco acostumbrados a abordar los problemas sociales con una mirada no puni-
tiva sino constructiva. Está claro que no se encuentra aún arraigada en los operadores judiciales
la idea de extremar los esfuerzos para evitar la circulación de violencia con forma de pena.
Cuesta aún entender que la reacción punitiva no soluciona nada e implica una exteriorización
de violencia (aún cuando sea legitimada por las normas). Por ello, todavía son raras las veces
en que hemos podido asistir a soluciones novedosas de los conflictos en el ámbito penal.
Pues bien, resulta evidente que si las cosas se pueden solucionar por fuera de las instituciones
de manera pacífica, ello resulta más conveniente desde un punto de vista económico y prácti-
co. Para qué desperdiciar recursos (pues un juicio demanda muchos) si se puede desactivar un
problema de manera efectiva con mucho menos esfuerzo.
Justicia Restaurativa [ Lewis

Quiero destacar que no siempre la efectiva solución del conflicto fue el norte que inspiró las
salidas alternativas al juicio, sino que, en no poca medida, éstas estaban motorizadas por cri-
terios económicos en la gestión de la administración de justicia. Como sea, la posibilidad de
evitar el juicio y la pena, pusieron en crisis las tesis retributivas y preventivas de la pena que
exigían una respuesta punitiva uniforme e inevitable. La superación del conflicto pasó a ser un
objetivo a contemplar y con ello rápidamente se derrumbaron muchos dogmas.
Ya vimos que el Estado puede acudir a estas estrategias restaurativas que se presentan como
más idóneas frente a un mecanismo acostumbrado a evaluaciones rígidas del conflicto y res-
puestas binarias, pero ahora daremos un paso más y propongo una observación final. No se
trata de una mera posibilidad sino que el Estado debe propiciar las respuestas restaurativas
frente a conflictos definidos como delitos antes que sumergirlos en el sistema penal. No se
trata de una mera posibilidad sino de un deber.
Para ello, me voy a ocupar de un principio muy reiterado y poco profundizado: el Derecho Penal
Mínimo; o el de la pena como última ratio.
Derecho Penal Mínimo es una expresión que tiene una larguísima presencia en la tradición
del Derecho Penal liberal contemporáneo. Sin perjuicio de algunas referencias y presencias
en documentos más antiguos, se encuentra ya en uno de los instrumentos fundacionales del
Derecho Penal liberal que es la obra de Beccaria (de los delitos y las penas). Sin embargo, a
fuerza de su continua utilización, ha terminado por convertirse en una expresión de muy poco
contenido concreto.
Palabras más, palabras menos, con la expresión Derecho Penal Mínimo se pretende aludir a
las distintas propuestas que denotan una vocación restrictiva del sistema penal pero sin que
exista una coincidencia absoluta en cuanto al alcance exacto de las mismas. 23
Estas diferencias se explican, para empezar, en las distintas posiciones que tienen los auto-
res en relación a las características del Derecho Penal, los objetivos del Estado, la función del
castigo en una sociedad, etc. Esta idea de la inconveniencia de la pena en la generalidad de
los casos, o el carácter extremo de las soluciones penales, recorre la obra de la gran mayoría
de los juristas, aunque, cada vez más, empiezan a aparecer obras que, o bien justifican una
expansión de las soluciones penales (teorizando la posibilidad de ampliar los supuestos en
que se podría aplicar pena), o al menos, sientan una posición pretendidamente descriptiva
al momento de operar en el sistema penal desplazando toda actitud crítica en relación a los
recursos y efectos propios del sistema penal.
En lo último que apunté, aparece otra característica del Derecho Penal Mínimo. No cabe acu-
dir a esta expresión si no se tiene una actitud crítica. En otros términos, una actitud valorativa
(más bien, desvalorativa) frente a un uso irreflexivo de la pena. Aquellos que pretendan que
la pena es “un recurso más” para solucionar conflictos, o quienes entiendan que la tarea del
operador penal es meramente técnica y no tiene la aludida cortapisa ética, no van a percibir a
la idea de Derecho Penal Mínimo como un principio con eficacia regulativa.
Hay una cuestión que tiene que ver con la fundamentación de este principio: La norma es una
indicación de carácter general que pretende regular un caso concreto. En el caso del Derecho,
nos ocupamos de “conflictos”, y en especial, en el DP, nos ocupamos de aquellos conflictos más
extremos que puedan imaginarse en nuestra sociedad. Es decir, se pretende que la norma di-
señe la solución de un conflicto de manera anticipada, genérica, uniforme.
Justicia Restaurativa [ Lewis

Esta pretensión desconoce el carácter proteico, conflictivo y diverso de la realidad social. La


ley puede dar previsibilidad, pero si se pretende eficacia, deben habilitarse más posibilidades
de abordaje.
Una solución eficaz del conflicto reclama una atención individualizada del mismo. Respon-
der con salidas estereotipadas y uniformes puede ser inconveniente. Quizás no esté mal (no
estoy tan seguro) asegurar una respuesta uniforme como piso o base para determinada clase
de conflictos; pero de ahí en más debe propenderse a la posibilidad de armar una respuesta
individualizada para la especificidad de cada conflicto.
El principio de Derecho Penal mínimo puede complementarse con el llamado principio pro-
cesal de oportunidad (contrapuesto al de legalidad en el ejercicio de la acción), que permite al
actor penal interrumpir, detener o evitar el ejercicio de la acción penal. Hoy ya nadie discute la
vigencia de éste último, y una legalidad absoluta (su contrapartida) en el ejercicio de la acción
no es seriamente sostenida por ningún jurista.
Pero la posibilidad de acudir a esta alteración de la marcha habitual del proceso todavía es
algo facultativo para los fiscales, sobre lo que no hay un convencimiento absoluto. El abordaje
del conflicto desde el punto de vista de la Justicia Restaurativa debe ser una obligación para
los actores del proceso penal, quienes sólo deberán lanzarse al ruedo del proceso una vez fra-
casados estos intentos. De la misma manera, deberán suspender su tramitación si aparecen
posibilidades de canalizar la cuestión por estas vías.
Como sea, el sistema penal no puede ser un obstáculo a la superación del conflicto y al en-
cuentro entre infractor–comunidad–víctima. Una reacción diferente y menos violenta debe
ser posible en todo momento, y debe ser intentada en todo momento.
24

\\
Justicia Restaurativa [ Oliveira Passos

++ Justicia Restaurativa: las bases metodológicas


Celia Maria Oliveira Passos / Brasil

Doctora en Psicología Social, Máster en Derecho y Sociología.


Master en Estudios Avanzados en Mediación.

Resumen Abstract
Se puede percibir la Justicia Restaurativa It can be perceived that Restorative Justice
de diferentes maneras dependiendo de los comes from different ways depending on the
entendimientos, percepciones, puntos de vista understandings, perceptions, points of view and
y experiencias con respecto a la aplicabilidad. La experiences in relations to applicability. The way
forma en que las personas conciben y se apropian people concibe and appropriate Restorative Justice
de la Justicia Restaurativa son múltiples. En las are multiples. In the conceptual bases of the
bases conceptuales de las Epistemologías del Sur, Southern Epistemologies, Actor–Network Theory,
Teoría Actor–red, Terapia de Espacios Blancos y White Spaces and Circular Process Therapy
Procesos Circulares se reflexiona sobre el uso de los it reflects about the use of restorative circles.
círculos restaurativos.
Key words
Palabras clave / restorative justice 25
\ justicia restaurativa / epistemology
\ epistemologías / methodology
\ metodología / legal pluralism
\ pluralismo jurídico / restorative circles
\ círculos restaurativos
Justicia Restaurativa [ Oliveira Passos

[ Introducción ]
No existe una ley que regule la Justicia Restaurativa en Brasil. La Resolución N° 225, de 31 de
mayo de 2016, emitida por el Consejo Nacional de Justicia (CNJ), se convirtió en una referencia
sobre el tema.
El artículo 1 de la resolución establece que la Justicia Restaurativa “se constituye como un conjun-
to ordenado y sistémico de principios, métodos, técnicas y actividades propias, cuyo objetivo es crear con-
ciencia sobre los factores relacionales, institucionales y sociales que motivan el conflicto y la violencia, y a
través de qué conflictos que generan daños, concretos o abstractos, se resuelven de manera estructurada
(...)” con la participación del delincuente, la víctima y, cuando corresponda, la comunidad, a
través de prácticas restaurativas coordinadas por facilitadores, centrándose en responsabili-
dad del autor del acto nocivo y la satisfacción de las necesidades de todos los involucrados.
La amplitud de la definición normativa presentada en el artículo 1, comporta los movimien-
tos de la Justicia Restaurativa a través del tiempo. Este modelo de justicia es como la vida, es
dinámica, palpitante y su definición experimenta transformaciones con el pasar del tiempo.
Su concepto y definición no pueden ser estáticos. Uno puede percibir la Justicia Restaurativa
de diferentes maneras dependiendo de los entendimientos, percepciones, puntos de vista y
experiencias con respecto a la aplicabilidad. La forma en que las personas conciben y se apro-
pian de la Justicia Restaurativa son múltiples.

[ Olas de Justicia Restaurativa ]


Considerando estas variaciones, uno puede percibir cuatro significados u olas de Justicia Res-
26 taurativa.
La primera ola estaba muy imbricada con la mediación en materia penal, Programas de Re-
conciliación Víctima–Victimario (Victim–Offender Reconciliation Program) y con los Progra-
mas de Mediación Víctima–Victimario. Podemos percibir que el enfoque en estos programas
era el resarcimiento para la víctima. No se puede negarla como un desdoblamiento del movi-
miento para el reconocimiento de víctimas, abolicionismo criminal, cuestionamientos acerca
del sistema penitenciario por la sociedad civil (sus costos y beneficios para la sociedad) y otros
más. En esta primera ola la Justicia Restaurativa estuvo muy focalizada en el acuerdo. Parecía
consonante el pensamiento lineal, aunque promovía la reflexión sobre los daños causados y
buscaba ofrecer soporte aquello que lo causó, visaba garantizar el cumplimiento del acuerdo
y atender las necesidades de las víctimas.
La segunda ola incluye la Familia y la comunidad. Surgió la necesidad de comprender los sis-
temas y cómo funcionaban. Lo que efectivamente llevaba a alguien a hacer algo que causaba
dolor y sufrimiento a otra persona. Esta ola se basa en el pensamiento sistémico. Las cuestio-
nes que se colocan son: ¿cómo funcionan las redes?, ¿cómo viven estas personas?, ¿qué nece-
sitan y quién les ofrece soporte? Estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre la violencia
sistémica y también la estructural y los procesos de retroalimentación de la violencia.
La tercera ola ya se desafía a comprender la Justicia Restaurativa como un modo de ser y estar
en el mundo. Una forma de vida volcada a la ética de la atención —esto involucra el pensa-
Justicia Restaurativa [ Oliveira Passos

miento complejo, consonante con Edgar Morin [ 1 ]—. Según Humberto Mariotti, no hay ac-
ción sin efectos secundarios. Tampoco hay fenómenos de causa única o efectos aislados. Las
soluciones obvias a menudo hacen más daño que bien. [ 2 ]
La cuarta ola es la conciencia profunda. Fuimos invitados a darnos cuenta de nuestras debi-
lidades, nuestra interdependencia y nuestra conectividad. Nos quedamos perplejos delante
de la volatilidad, las incertezas, la complejidad y ambigüedad que nos rodea. No hay certezas
ni garantías.

[ Metodología y Epistemología ]
Nuestra vulnerabilidad estuvo expuesta en esta pandemia. El virus, como muchos lo dicen,
no respeta la nacionalidad, las fronteras, las religiones, las clases sociales, las ideologías, las
creencias, los valores y nos impuso repensarnos como seres humanos, repensar nuestras re-
laciones y, especialmente nuestras elecciones en la vida, nuestro propósito de vida y lo que
deseamos dejar como un legado para la humanidad. ¿Cuál es nuestra contribución al mundo?
¿Qué hacemos y cómo vivimos?
El apoyo metodológico para las ideas y reflexiones expuestas encuentran bases conceptuales
en las Epistemologías del Sur, Teoría Actor–red, Terapia de Espacios Blancos [ 3 ] y Procesos
Circulares [ 4 ].
Para pensar en el uso de los círculos en nuestra cultura, un buen punto de partida pueden ser
las reflexiones sobre las epistemologías del sur, estas reflexiones, basadas en la arquitectura
del pensamiento crítico de Boaventura de Souza Santos sobre el pensamiento abismal, ayu-
dan a comprender cómo las prácticas nativas han sido eliminadas de nuestros sistemas. 27

Para el autor, existe una línea que divide el mundo en dos lados, caracterizada por la imposi-
bilidad de su convivencia, por la jerarquía y por la ausencia de diálogo entre el Norte y el Sur
Global. Como resistencia a este pensamiento abismal, Boaventura de Souza Santos desarrolla
las Epistemologías del Sur y propone un pensamiento post–abismal, activando la Sociología
de las Ausencias y la Sociología de las Emergencias.
Abismal es el pensamiento que promueve una ruptura, que crea líneas divisorias que hacen
desaparecer el otro lado de la línea; evitar cualquier presencia conjunta en ambos lados de
la línea; generan una ausencia de diálogo Norte–Sur y una relación jerárquica donde no hay
horizontalidad. El abismo es, por lo tanto, un pensamiento que descalifica y deslegitima todo

[ 1 ] Edgar Morin em seu livro Introdução ao Pensamento Complexo.


[ 2 ] Humberto Mariotti em seu livro As Paixões do Ego–Complexidade, Política e Solidariedade, lista alguns
princípios do pensamento complexo.
[ 3 ] La idea del espacio en blanco es planteada por Vinciane Despret y Jean–Marie Lamaire como un espacio de
libertad, creatividad y / o adaptabilidad que permite flexibilidad en los procesos terapéuticos interculturales.
[ 4 ] Kay Pranis foi a sistematizadora dos Processos Circulares, metodologia pautada em tradições de povos
indígenas.
Justicia Restaurativa [ Oliveira Passos

lo que no es central y hegemónico; todo lo que es distinto del norte global; todo lo que emana
del sur global. [ 5 ]
El desarrollo de las epistemologías del sur se basa en tres premisas: la primera es que la com-
prensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo, lo que
nos lleva a considerar que la transformación del mundo puede, y es probable que sea, produ-
cir métodos, hasta ahora impensables en Occidente. El segundo es que la diversidad del mun-
do es infinita, al igual que las diferentes formas de pensar, sentir, “sentir pensar, pensar sentir”,
actuar, establecer relaciones entre seres humanos y no humanos son infinitas. Esta inmensa
diversidad termina siendo desperdiciada frente al conocimiento hegemónico que hace que
todo lo demás sea invisible. Finalmente, la tercera premisa es que la inmensa diversidad antes
mencionada, “puede y debe ser activada, así como transformada teórica y prácticamente de
muchas maneras plurales, no puede ser monopolizada por una teoría general”. [ 6 ]
Las epistemologías del Sur tienen como conceptos centrales la sociología de las ausencias, la
sociología de las emergencias, la ecología de los conocimientos y la traducción intercultural
dentro de una propuesta para recuperar el conocimiento y las prácticas de grupos que, debido
al capitalismo y al colonialismo, se mantuvieron en todo momento. A los conceptos de ecolo-
gías de conocimiento y reconocimientos se agrega la ecología de la justicia acuñada por Sara
Araújo (2012), bajo la inspiración de las ecologías del conocimiento.
Pensar en intervenciones basadas en una práctica originaria del Sur (en este caso, los pueblos
indígenas). Es un reconocimiento de la pluralidad jurídica y las diferentes formas de acceso a
la justicia, una ruptura epistemológica del monocultivo del conocimiento, el derecho y la jus-
ticia. Significa romper con la lógica de los “diálogos” Norte–Sur, hacia una lógica post-abismal
que impone la coexistencia de lo hegemónico y de otros conocimientos existentes que han
28
sido invisibilizados durante muchos años. Significa, también, identificar prácticas sociales,
reconocerlas y traducirlas.
Pensar en Conferencias Familiares (Family Group Conference) y Procesos Circulares (Circle
Processes) como Epistemologías del Sur también es pensar en ellos como un nuevo pensa-
miento ¿alternativo de alternativas?, es crear espacios para que los Círculos emerjan como
otras prácticas y conocimientos válidos en el contexto hegemónico. Esto presupone recono-
cer como herramientas los procedimientos sociológicos propuestos por Boaventura de Souza
Santos: la sociología de las ausencias, la sociología de las emergencias, la ecología del conoci-
miento y la traducción.
La sociología de las ausencias busca superar totalidades de exclusión homogéneas. Su obje-
tivo es ampliar el dominio de las experiencias ya disponibles. Tiene como objetivo ampliar el
dominio de las posibles experiencias sociales y considera que la falta (ausencia) es un desper-
dicio de experiencias presentes en el mundo. La traducción hace posible identificar preocupa-
ciones comunes, enfoques complementarios y contradicciones insuperables.

[ 5 ] Santos Boaventura de Souza. Para além do pensamento abissal. Novos estud. – CEBRAP no. 79 São Paulo Nov.
2007 [versão eletrônica].
[ 6 ] Santos, Boaventura Souza. Ciclo de Aulas inaugurais. 21 de março de 2014 – Seminário Avançado, Facul-
dade de Economia da Universidade de Coimbra, 21 de Março de 2014.
Justicia Restaurativa [ Oliveira Passos

[ Procesos circulares ]
La prudencia nos invita a pensar cómo el uso de una práctica social por parte de personas cuya
visión del mundo es tan diferente puede ser considerado, apropiado e incorporado en las ac-
tividades diarias. En esta perspectiva, selecciono un conjunto de metodologías que admiten
el uso de procesos circulares.
La primera es la Teoría Actor–red (Actor–Network Theory) que propone la deconstrucción de
fragmentaciones y oposiciones. Es el primer punto que subyace a la torsión de los procesos
circulares por inspiración de TAR. Aprendimos de Latour que en TAR los humanos y los no hu-
manos se conectan sin distinción previa en las agencias que conforman las redes. Los objetos
son tratados en su multiplicidad y tienen una importancia simétrica en relación con los huma-
nos. Es a partir de la articulación entre humanos y no humanos en el contexto de los procesos
circulares que la idea de los círculos se refiere a la teoría de la red de actores, especialmente
al pensamiento de Bruno Latour y sus contribuciones a la comprensión de la dinámica de los
círculos desde el enfoque de TAR.
El Círculo tiene elementos estructurales, también conocidos como elementos esenciales: las
ceremonias de apertura y clausura; palo de hablar; el facilitador o tutor; pautas elaboradas
conjuntamente y el proceso de toma de decisiones basado en criterios de consenso, que es
distinto de la decisión mayoritaria. Son elementos humanos y no humanos en la agencia, ar-
ticulando, actuando. La idea es la de una articulación humana y no humana en las relaciones
que producen efectos, una delegación moral a los objetos que hace circular el discurso, gene-
rando una oportunidad similar para que cada uno se ubique. La delegación en Latour “implica
hacer que los artefactos pasen a la acción, a los actores”, y que este pasaje “no es una simple
continuidad o extensión de la acción humana, sino una transformación”.
29
El uso de un objeto que circula en medio de los participantes actúa en este contexto como un
dispositivo que hace circular el discurso y ayuda al proceso de creación de todos, un espacio
compartido por el colectivo instituido.
La Teoría Actor-Red nos permite referirnos a las asociaciones colectivas (humano–no huma-
no) y a lo que tenemos que hacer. Representa el apoyo a la conducta en el Círculo por parte de
un no humano (objeto que circula) que tiene la posibilidad de hablar sin interrupción y escu-
char al otro, sin interrupción y de forma secuenciada. No hay un solo especialista. El Círculo es
un lugar de conocimiento y sabiduría compartidos.
El Espacio en Blanco abre el camino para que los participantes identifiquen los temas que son
importantes para ellos y lo que realmente quieren salir del círculo, complementando las per-
cepciones del par de facilitadores (el facilitador, si actúa solo). También abre el camino para la
articulación de preguntas interesantes y respuestas útiles.
Por lo tanto, si hay algunas pautas diseñadas como preguntas desencadenantes, pero debe
entenderse, desde esta perspectiva, que no se pretende colocar el Círculo “dentro de las pregun-
tas”, sino todo lo contrario, en una construcción junto con otras.
La valiosa contribución que brinda el espacio en blanco es precisamente abrir caminos para
reconocer lo que es realmente importante para las personas, lo que quieren y cuántas perso-
nas quieren obtener del Círculo.
Justicia Restaurativa [ Oliveira Passos

Bibliografía

\ Araújo, Sara. Por uma ecologia de justiças: Um estudo rural e Urbano da Pluralidade Moçambicana. In
Kied, Helena Maria; Coelho, João Paulo Borges; Souto, Amélia Neves de; Araújo, Sara (org). A Dinâmica do
Pluralismo Jurídico em Moçambique. Maputo: Centro de Estudos Sociais Aquino de Bragança (CESAB), 2012.

\ Arendt, R.J. A pesquisa em psicologia social: substantiva e processual. Pesquisas e Práticas Psicossociais, São
João Del Rey, v. 6, n. 2, agosto/dezembro 2011.

\ Mariotti, Humberto. As Paixões do Ego – Complexidade, Política e Solidariedade: Palas Athena, São Paulo, 2000.

\ Morin, Edgar. Introdução ao pensamento complexo; tradução do francês Eliane Lisboa. Porto Alegre: Sulina,
2006.

\ Passos, Celia. Circulando dentro e fora dos Círculos – Narrativas de uma prática em Processos Circulares. Rio de
Janeiro: ISA–ADRS, 2020.

\ Santos, Boaventura Souza (2007). Para além do pensamento abissal. Novos estud. – CEBRAP no. 79 São
Paulo Nov. 2007 [versão eletrônica]. Acesso em 27 de junho de 2014. http://dx.doi.org/10.1590/S0101-
33002007000300004

\ Santos, Boaventura Souza. Ciclo de Aulas inaugurais. 21 de março de 2014 – Seminário Avançado, Facul-
dade de Economia da Universidade de Coimbra, 21 de Março de 2014. See more at: http://alice.ces.uc.pt/en/
index.php/transformative-constitutionalism/boaventura-de-sousa-santos-what-are-south-south-dialo-
gues-and-what-are-they-worth/#sthash.mf82lyoD.dpuf. Visão crítica sobre a justiça restaurativa.

30

\\
Justicia Restaurativa [ Paillet

++ Interpelando la naturaleza de lo Restaurativo.


Aportes filosóficos y epistemológicos sobre
el Campo Restaurativo y la Cultura de Paz //
Marta N. Paillet / Argentina

Consultora permanente del P.N.U.D. (Programa Naciones Unidas para el Desarrollo). Pcia. Santa Fe,
Argentina. Abogada. Mediadora especialista en Mediación Educativa, Comunitaria, Medioambiental
y Facilitación de Construcción de Consensos.

Resumen Abstract
El conflicto es una oportunidad de cambio. Lo Conflict is an opportunity for change. The
restaurativo tiene ese poder, reconocer lo que restorative has that power, to recognize what
hemos hecho mal, lo que no estamos trabajando we have done wrong, what we are not working
para lograr una cultura de paz. La construcción on to achieve a culture of peace. Construction is
es productiva, y es un modelo de restauración y productive, and it is a model of restoration and
recuperación, de perdón y de transformación. recovery, of forgiveness and transformation. Speak
Hablar en forma no adversarial hasta entendernos, in a non–adversarial way until we understand each
para lograr que la sanación de vínculos, se instale en other, to ensure that healing of bonds is installed 31
las distintas actividades de la cultura humana. in different activities of human culture.

Palabras clave Key words


\ conflicto / conflict
\ oportunidad / opportunity
\ transformación / transformation
\ persuasión / persuasion
\ consenso / consensus
\ restaurativo / restorative
\ perdón / forgiveness speak
\ hablar / resolve
\ resolver / overcome
\ superar / culture
\ cultura / peace
\ paz

// Conferencia realizada en el marco del 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa.


Justicia Restaurativa [ Paillet

[ La dignidad de la persona humana está más allá de los errores y horrores que una persona
pueda haber cometido. Esto nos lleva a afirmar que todo lo que excluye, discrimina, estigma-
tiza, es un acto contrario a la Humanidad.
La Justicia Restaurativa es un modelo actual que se proyecta exitoso hacia el futuro. Reconoce
el derecho de todos y cada uno de los directa o indirectamente involucrados, a gestionar la
reparación, la restauración de todo lo que haya sido herido. Busca atender necesidades de
todas las partes involucradas en una situación de infracción a la ley: donde todas las personas
involucradas en el evento conflictivo: Infractor, comunidad de apoyo del infractor, Víctima, co-
munidad de apoyo a la Víctima, la Comunidad, contribuyen y construyen un sistema donde
escuchan y son escuchados.
Se construye una narrativa de lo sucedido, donde todos quedan legitimados o con oportuni-
dad de ser legitimados. Esta condición, de dejarlos a todos con su dignidad como seres hu-
manos preservada, reconocidos por el resto, sin exclusión alguna, es el primer paso a la sana-
ción de lo ocurrido. En esta construcción no se impugna a las personas sino que se impugnan
conductas o actitudes cumpliendo uno de los principios de la Negociación Colaborativa de la
Escuela de Derecho de Harvard: separe la persona del problema.
Es un modelo sistémico de abordaje que aplica dentro de la teoría de la Comunicación Huma-
na, y dentro de ella la Teoría de la Narrativa, de Sara Cobb, de la Universidad de Mason, USA.
Reparados, restaurados los daños materiales e inmateriales, cumplidos los efectos legales de
la sentencia, se abre una puerta hacia un futuro donde haya espacio para todos, sin exclusio-
nes, sin estigmatizaciones, sin que ninguno de los integrantes del sistema sienta que no se lo
escuchó, que no se atendieron sus necesidades, todos proyectando un futuro donde puedan
32 decir “aquí cabemos todos”. Este sueño que muchos soñamos, tiene antecedentes en culturas
no violentas donde cuando una persona comete una violación a la ley de la comunidad, no se
la pena sino que se le hace ver el error, la desviación perjudicial para la comunidad, para la fa-
milia, para los afectados, y se procura la inmediata reparación y la responsabilización del ofen-
sor, de manera que la comunidad entera se involucra en la sanación de la situación completa.
Comunidades originarias de Nueva Zelanda y de algunas partes de África que siguen la filoso-
fía del Ubuntu, se rigen por estos principios restaurativos de manera tal, que frente al hecho
de que alguien en la comunidad se convierte en un ofensor, toda la comunidad se moviliza
para restaurar todo lo que haya sido ofendido o roto o herido en el sistema. Personalmente
creo que esta filosofía y el ejemplo testimonial de Nelson Mandela y de Desmond Tutu, fue lo
que permitió ese gran acto de Sanación Colectiva que se auspició por la Comisión de la Verdad
en la Reconciliación en Sudáfrica.
Nosotros, como civilización, elegimos el camino de la culpa y de la pena. Elegimos el castigo
como modo de buscar la transformación del ser que ha ofendido. Siguiendo esta lógica, todo lo
que no es perfecto debe ser destruido, perseguido, condenado, por ser una encarnación del mal.
Hoy desde muchos órdenes de la actividad humana se está revisando este modelo, porque
lleva cientos de años aplicándose y no ha podido demostrar resultados de transformación y
reincorporación a la comunidad de los ofensores. Ni siquiera de los llamados ofensores prima-
rios. En el ansia de perfeccionar a los imperfectos, a los malos, se ha llegado a excesos atroces
como la Inquisición.
El conflicto es un emergente dentro de las relaciones humanas, un sub–sistema, cuando no
podemos abordar correctamente el conflicto, no puede el derecho penal abordar el conflicto,
Justicia Restaurativa [ Paillet

porque el derecho penal y muchos de los aspectos del derecho, todavía no se han dado cuenta
de que el derecho regula conducta humana, vida humana y relación humana. Y aunque se re-
pite mil veces, no se llega a la conclusión certera e inmediata de lo que eso implica. La vida de
los humanos es relación, somos seres en relación que hasta para nuestra propia reproducción
y perpetuación de la especie, debemos relacionarnos. En que consiste en una relación donde
el conflicto pueda ser abordado de manera tal que no genere violencia.
Hoy todo esto se sabe, la ciencia de la conducta, ha dicho que una relación es saludable cuan-
do tiene un nivel de confianza, y que la confianza la construimos a través de la comunicación
y el reconocimiento. Mientras un ser humano sea capaz de no reconocer a otro ser humano,
como su legítimo otro, va a ser muy difícil que podamos superar la violencia que emerge del
conflicto no transformado ni resuelto.
Entonces desde donde nosotros creemos que lo restaurativo es poderoso, justamente desde
esa comprensión de que hay que restaurar no solo el daño material, sino la relación misma
dentro de la cual el conflicto, la infracción o el delito se produjo. Y desde ese lugar, lo más
importante es la educación, porque tenemos que aprender a mirarnos de otra manera y a tra-
tarnos de otra manera, para lo cual tenemos que desaprender los modos violentos, en donde
con ellos tratamos de modificar conductas.
Cuando nosotros creemos que educar, es obtener conductas por la fuerza, empezamos a gene-
rar la primera matriz de violencia entre nosotros. Educar es enseñar amorosamente los mejores
modos de actuar, porque me sirven a mí, le sirven a los que me rodean y le sirven a la comuni-
dad entera. Y entonces cuando yo educo a alguien sabiendo que su vida tiene que ser el mayor
bien del mayor número, yo empiezo realmente a trabajar en la prevención y en lo restaurativo.
Restaurar la comunidad es reconocernos como seres humanos, y en esto nosotros no hemos 33
trabajado desde el abordaje constructivo del conflicto, el abordaje positivo del conflicto, en
donde hay una pléyade de autores que nos han enseñado cosas que son valiosísimas, y a las
cuales no les estamos prestando atención.
El éxito incipiente de la Justicia Penal Juvenil aplicando modelos restaurativos es una esperan-
za de cambio y transformación dando pasos, o si ustedes lo prefieren, pasitos, hacia la Cultura
de Paz. La práctica de la Justicia Penal Restaurativa se va desarrollando en el mundo y es sin
duda una propuesta nueva y diferente de lo que se realiza en el Derecho Penal tradicional.
En Latinoamérica tenemos la urgencia de restaurar, de generar un Movimiento desde el Cam-
po Restaurativo para restaurar en primer lugar el entramado social, que en la mayoría de nues-
tros países se encuentra alterado y destejido. El entramado social se restaura cuando podemos
reconocernos en nuestra dignidad de persona humana y reconocer a los otros, no importa cuál
sea su apariencia exterior, como legítimos humanos, como nosotros y respetarnos por igual.
Este es el principio humanista subyacente detrás de todo el desarrollo no solo de la Justicia
Restaurativa sino del Ámbito Restaurativo en lo laboral, en lo empresarial, en lo escolar, en
lo educativo, en lo comunitario, en lo ambiental. Este ámbito restaurativo, con esta filosofía
humanista y profundamente social que lo fundamenta está ganando seguidores y son cientos
los dispositivos que se utilizan que tienen como base el respeto a la persona humana, su ca-
pacidad de transformación y redención y la habilidad natural del ser humano para construir
convivencia pacífica y de elegir el amor y no el odio.
La violencia directa aplicada desde los sectores públicos como desde los sectores privados, hace
que esté en peligro la integridad de nuestras sociedades y la dignidad humana en sí misma.
Justicia Restaurativa [ Paillet

Hemos aprendido y aplicado y seguimos aplicando todas las formas de violencia directa que
podamos imaginar. Sostenida y provocada por la violencia estructural —injusticia social— y la
violencia cultural al decir de Galtung, Johan (noruego, Premio Nobel Alternativo de la Paz de
1987), quien sin embargo nos advierte: “Es necesario rechazar el malentendido popular que
asegura que la violencia es propia de la naturaleza humana. Los humanos tenemos el potencial
para la violencia como para el amor, ambos son potencialmente posibles para nosotros.” Dice
que la violencia directa es la consecuencia de la violencia cultural y estructural, pero nosotros
seguimos castigando, reprimiendo y puniendo la violencia directa. La pregunta que debemos
hacernos es: ¿qué estamos haciendo para disipar la violencia cultural y la violencia estructural?
Nosotros elegimos. Si fuéramos naturalmente violentos iríamos a la guerra a matar y cuando
esta terminara, volveríamos a nuestros hogares, como si nada hubiera pasado, a continuar.
Sin embargo, el nivel de enfermedad mental y suicidios en los veteranos de guerra muestra
con claridad que no es sino con graves estigmas que pasamos por la espantosa experiencia de
la guerra. Que nuestro amigo Galtung llama “catástrofe” provocada por el humano.
Si es de verdad nuestra voluntad, la voluntad de la humanidad como un todo, darle fin a la
violencia y su corolario natural, la guerra, es necesario que creemos infraestructuras físicas
para la paz, que generemos experticia en habilidades de diálogo, de construcción colectiva,
de escucha activa, de empatía, de modelos de construcción colectiva, de dispositivos pedagó-
gicos donde practicar la circulación de la palabra, el respeto por el que expresa divergencias,
en fin habilidades que permitan el desarrollo de una cultura de paz .
Beatriz Greco, autora argentina, afirma que la peor y esencial violencia contra un ser humano
es que no sea recibido cuando llega, y lo aplica a todos los órdenes, “el que está debe recibir al
que llega”, sino cometemos una violencia fundamental. Entonces restaurar, es a todos aque-
34
llos que han sido violentados, vulnerados, y sometidos por los otros humanos a aprender el
perdón, no se trata del perdón divino, sino del perdón que todo ser humano le debe al otro
por su propia imperfección.
Qué atrevimiento es no perdonar, cuando uno mismo no puede jurar que no sigue dañando, y
desde que soberbia hay que colocarse. Restaurar es volver a creer en nosotros, porque cuando
nos tratamos bien, cuando vivimos sin violencia, cuando nos escuchamos, cuando construi-
mos juntos, cuando transformamos los conflictos, cuando decimos todos juntos podemos,
nosotros estamos entrando en la fiesta de la vida, que es la reglamentación entre las perso-
nas, la humana relación entre las personas basadas fundamentalmente en la confianza.
Por eso celebro la presencia de Gamip Internacional y de su capítulo Latinoamericano, hoy en-
tre nosotros, que trabaja en el mundo en tal sentido, buscando crear ministerios, secretarías,
oficinas, unidades con el fin de promover la cultura de paz en los gobiernos estatales y en las
jurisdicciones internas de los estados, que, con la misma fuerza con la que tenemos ministe-
rios de Guerra, secretarías de Defensa, fuerzas militares y toda la infraestructura necesaria
para vivir en una cultura de guerra y destrucción, seamos capaces de generar ministerios, se-
cretarías y unidades de paz en los gobiernos del mundo.
No solo debemos construir espacios o infraestructuras donde la cultura de paz sea posible,
sino que debemos intensificar las buenas prácticas, aún insuficientes, que promueven la edu-
cación y la adquisición de habilidades que permitan vínculos no violentos entre los seres hu-
manos, en la familia, en la escuela, en los lugares de trabajo espacio donde vincularnos desde
la palabra, la colaboración, la buena voluntad y la cooperación colectiva.
Justicia Restaurativa [ Paillet

Hoy tenemos aprendidas y practicamos conductas que auspician la violencia y la coerción


como modos de lograr conductas adecuadas en los seres humanos. Tenemos que enseñar que
hay otro modo de hacerlo.
Leyendo a Michel Foucault en Vigilar y castigar vemos como las prisiones y el modelo de vigi-
lancia y castigo no han logrado los objetivos que nos hemos planteado en relación a las per-
sonas en conflicto con la ley. Este modelo punitivo, de castigo y represión permea una buena
parte de nuestras instituciones y ha sido aplicado con la misma falta de éxito en los ámbitos
intrafamiliares, en las escuelas y organizaciones.
Aunque discutido y rechazado por muchos seguimos escuchando que son necesarios “casti-
gos ejemplificadores” en los ámbitos de formación y “premio y castigo” en los ámbitos labora-
les y empresariales.
La construcción colectiva y colaborativa del conocimiento, la búsqueda cooperativa de solu-
ciones, la empatía, la solidaridad, la buena voluntad, la escucha activa, las soluciones auto-
compositivas de situaciones problemáticas y conflictos.
El asumir la responsabilidad por los actos propios, reparar los daños, reparar los vínculos de-
bilitados, son conductas que nos van a permitir llevar lo restaurativo a la vida cotidiana, de
todos nosotros, todos los días. Esto es lo que nos va a mostrar que estamos caminando a una
cultura de diálogo, de derechos humanos y de paz.
Las habilidades necesarias para el desarrollo de lo Restaurativo, suelen ser opuestas a las ha-
bilidades que hemos adquirido oportunamente en el ejercicio de la abogacía, por ejemplo,
cuyo modelo dominante en el abordaje de conflictos es adversarial, confrontativo y violento,
ya que se basa en la defensa.
35
Defenderse implica, en el terreno de la narrativa, acusar o atacar al adversario y esto nos coloca
en una matriz violenta que, si no abandonamos, nos impide una solución Autocompositiva y
nos lleva a lo Heterocompositivo y a la coerción —violencia— para el cumplimiento de lo legal.
Cuando se trata de ganar, mi habilidad está en el desarrollo de la habilidad para hablar y ar-
gumentar hasta convencer. Esta habilidad, es opuesta a la necesaria para el abordaje cons-
tructivo, que no solo no requiere hablar, sino callar y ser sabios en la escucha, que es la que
nos va a permitir conocer las necesidades, las heridas y los intereses de los involucrados, para
proponer soluciones que se vivan como ventajosas por todos los participantes.
Cuando abordamos el conflicto de modo colaborativo para lograr un acuerdo autocomposi-
tivo, es esencial saber escuchar. Una persona no entrenada en escucha activa tendrá severas
dificultades en explorar intereses y necesidades de los involucrados en el conflicto.
De hecho, el mayor obstáculo para desarrollar la mediación dentro del ámbito judicial es y
sigue siendo, con honrosas excepciones, el hecho de que los mediadores tenían como base de
profesión la abogacía donde estaban altamente entrenados en lo adversarial y en las solucio-
nes heterocompositivas.
Como dice Federico Mayor Zaragoza, quien fuera Director General de la UNESCO, “somos el
emergente de una civilización bélica, que enfrenta el desafío de construir una Cultura de Paz”.
Y el Estatuto Orgánico de la Unesco quien indica con claridad “ya que es en la mente de los hu-
manos donde se han construido las bases para la guerra es en la mente de los humanos donde
hay que construir las bases para la paz.”
Justicia Restaurativa [ Paillet

Ken Wilber en su brillante análisis de los paradigmas y su vigencia sostiene que “todo punto
de vista depende de ciertos supuestos referentes a la naturaleza de la realidad”. Si reconoce-
mos esto, los supuestos funcionan como hipótesis, que nos permiten avanzar, pero si esto se
olvida, los supuestos funcionan como creencias. Cuando defendemos creencias con las que
nos identificamos es muy difícil dejarlas de lado aunque ya no funcionen más.
En estos tiempos de desafíos constantes que nos interpelan en todo lo que tenemos como
cierto y estable es importante no solo desarrollar la habilidad de aprender sino y tal vez más
importante, la habilidad de desaprender todo aquello que hasta ayer nos sirvió y hoy debe-
mos dejar de lado porque ya no responde a las necesidades de los tiempos.
Por último, destacar que para comprender la realidad, hacemos recortes de ella ya que nuestra
mente tiene dificultades para la visión total, la visión holística. No hacemos recortes entonces
porque la realidad deba ser recortada sino porque nuestra capacidad de focalizar y aprender
necesita recortar.
En el ámbito de lo restaurativo es importante saber dónde estamos haciendo el recorte, por-
que corremos el riesgo de dejar afuera de nuestro enfoque, elementos altamente significati-
vos. Lo que queda fuera de recorte no se ve, no se analiza, ni se considera su incidencia en lo
que estamos observando.
Hasta hace poco tiempo circunscribimos lo restaurativo a las personas incluidas en el Derecho
Penal, en consecuencia todo lo que no era penal o no había aún llegado a serlo, quedaba excluido.
Las herramientas restaurativas son usadas con mucho éxito en la educación de jóvenes y niños
y son cientos las modalidades que se han desarrollado donde restaurar confianzas, restaurar
vínculos, restaurar amistades y autoestima. Hacen a la esencia misma del acto educativo que
36 es formar y dar habilidades al ciudadano para desempeñarse como persona sujeto de derecho
y de obligaciones que se inserta como útil en la comunidad donde reside. Otro gigantesco ám-
bito para lo restaurativo es lo comunitario y la Sanación que se está operando en Brasil, en las
favelas, gracias a la acción integrativa y sistémica del Movimiento desarrollado por Adalberto
Barreto Terapida Comunitaria, que parte de Círculos de vecinos donde todos están habilitados
e incluidos, y todos los problemas pueden ser considerados. La formación de agentes comuni-
tarios dentro de las comunidades vulneradas ha permitido restauraciones extraordinarias en
villas y barrios con altos niveles de violencia.
Lo restaurativo se enseña. En las escuelas nosotros creamos un programa desde el Ministerio
de Educación de la Provincia de Santa Fe, llamado “Ruedas de convivencia”, que logró bajar el
nivel de conflictividad en las escuelas secundarias de la provincia en un 60% ; y lo pudo lograr
introduciendo “el sistema de ruedas”, que es una institución de carácter horizontal para la cir-
culación de la palabra y la expresión de los descontentos, y el primer principio allí es: restau-
ramos la relación, porque cuando la relación es de carácter permanente, si no es restaurada,
tenemos un problema, en cualquier organización. Desde la más sencilla y central de la raza
humana, que se llama familia, pasando por la escuela, las organizaciones tanto públicas como
estatales. Lo restaurativo suma, por eso trabajamos desde las organizaciones, a través de la
enseñanza y de la educación, formar en cómo resolver, transformar y superar un conflicto.
El conflicto es una oportunidad, porque cuando un conflicto se repite quiere decir que hay
algo que cambiar y cuando nos planteamos el cambio, jamás lo planteamos desde el avasa-
llamiento de la voluntad del otro, ni siquiera para pedirle silencio. Cuando nos planteamos un
cambio de conducta en el otro, sabemos que hay solo dos caminos: uno exigir el cambio, por
Justicia Restaurativa [ Paillet

lo tanto utilizar la violencia aunque sea el monopolio de la violencia el elegido por el Estado u
otorgado por nuestra sociedad de estados, no deja de ser un acto de violencia, y cuando noso-
tros obtenemos una conducta por violencia, tenemos que saber muy bien que se va a cumplir,
sólo si somos capaces de vigilar y de castigar. Porque cuando no miremos, o no castiguemos, la
conducta no se va a mantener. Cuando nosotros logramos un cambio de la conducta por per-
suasión, por educación, por consenso, por transformación, por cambio del estado de la mente,
entonces el cambio es permanente.
Lo restaurativo tiene este poder, darnos cuenta de las cosas que hemos hecho mal, las cosas
que no estamos trabajando para lograr una cultura de paz, varias veces se habló de la necesi-
dad de la pacificación de la cultura de paz, estoy totalmente de acuerdo. Los límites de violen-
cia y dolor, que el ser humano ha alcanzado en la sociedad en la que vivimos, a nivel mundial,
son intolerables e incompatibles con la esencia de un ser humano que merece ser feliz. Pero
para eso, la construcción es productiva, es un modelo de restauración y recuperación, de per-
dón y de transformación. Hablar en forma no adversarial, y hablar hasta entendernos.
Aprendiendo y desaprendiendo, aquí en este mundo, en este tiempo donde todo nos inter-
pela, nos desafía y nos muestra la fiesta que es la vida cuando los vínculos humanos son sanos
y confiables.

37

//
Justicia Restaurativa [ Pesqueira Leal

++ Pedagogía para la construcción de una Cultura de Paz y Justicia.


Desafío de nuestro tiempo
Jorge Pesqueira Leal / México

Instituto de Mediación de México y Universidad de Sonora.

Resumen Abstract
Se habla en abundancia sobre la justicia There is plenty of talk about restorative justice and,
restaurativa y, en la mayoría de las ocasiones, se in most cases, there is confusion with alternative
produce confusión con los mecanismos alternativos dispute resolution mechanisms in criminal matters.
de solución de controversias en materia penal; es It is conceived as a simple procedure,
decir, se concibe como un simple procedimiento, dynamic or practice that is specified to facilitate
dinámica o práctica que se concreta a facilitar la communication between the intervening parties to
comunicación entre los intervinientes para que solve their conflicts. We must not forget that, at the
solucionen sus conflicto. No debemos olvidar que, substantive level, restorative justice is a democratic
en el ámbito sustantivo, la justicia restaurativa es un system that promotes social peace and,
sistema democrático que promueve la paz social y, consequently, the harmonization of interpersonal
38 en consecuencia, la armonización de las relaciones and social relationships damaged by crime.
interpersonales y sociales dañadas por el delito.
Key words
Palabras clave / criminal law
\ derecho penal / restorative justice
\ Justicia Restaurativa / social peace
\ paz social
Justicia Restaurativa [ Pesqueira Leal

[ Se habla en abundancia sobre la Justicia Restaurativa y, en la mayoría de las ocasiones, se


produce confusión con los mecanismos alternativos de solución de controversias en materia
penal; es decir, se concibe como un simple procedimiento, dinámica o práctica que se concreta
a facilitar la comunicación entre los intervinientes para que solucionen sus conflictos.
En realidad, el descuido de investigadores e investigadoras académicas, así como de congre-
sistas y personal operativo de esta escuela del pensamiento en materia de derecho penal, no
ha permitido valorarla como una disciplina que tiene su propia concepción del delito, de la
víctima, del delincuente, del control social, del fenómeno criminal y, sobre todo, de la res-
puesta a quien desencadena el conflicto delictivo.
La evolución de la Justicia Restaurativa en materia penal ha generado la percepción de que
esta rama jurídica es su espacio natural. Sin embargo, desde tiempos inmemoriales, las reu-
niones, encuentros o círculos de diálogos para gestionar conflictos que desestabilizan emo-
cionalmente a las personas, ha funcionado eficazmente, siendo este un fenómeno similar al
de la mediación, ya que ambas se encuentran entreveradas como vías idóneas para abordar
pacíficamente los conflictos y para identificar sus raíces, con el propósito de sanar las heridas
producidas en el ámbito emocional.
En materia penal, la Justicia Restaurativa y la mediación son constantemente mancilladas; ya
sea por ignorancia, o bien, porque los subsistemas del sistema de justicia han renunciado a
las ventajas que tienen ambas para edificar la paz social evidentemente, más allá de la repa-
ración material del daño a la víctima del delito.
La mejor manera de explicar cuál es la misión de la Justicia Restaurativa en materia penal, es
recordar que esta rama del derecho tutela los valores más relevantes para nuestra especie,
y que, por esta razón, se protegen a través de tipos penales en los que se establece qué es lo 39
que debemos hacer o no hacer para respetar la dignidad y los derechos humanos de nuestros
semejantes. Claro está, toda violación a valores absolutos o relativos origina daños materiales
y emocionales, por lo que es indispensable una respuesta que origine la prevención genérica
y específica de los delitos.
En este contexto, si la Justicia Restaurativa dispone de respuestas a la conducta delictiva, en-
contramos que estas constituyen consecuencias evolutivas que trascienden la concepción en
este ámbito de la escuela clásica, la escuela positiva y la escuela neoclásica, obsesionadas por
la protección y el cuidado de la sociedad y el delincuente, y, claro, manteniendo históricamen-
te en el olvido a la víctima del delito.
Ahora bien, la Justicia Restaurativa en materia penal se ocupa de la víctima u ofendido, del
ofensor como victimario–víctima, y de la comunidad próxima o, en general, como victima-
ria–víctima, lo que nos muestra la complejidad de esta relevante expresión de la justicia au-
tocompositiva, y la complicada tarea que corresponde a los y las operadoras de esta corriente
del derecho penal.
No debemos olvidar que, en el ámbito sustantivo, la Justicia Restaurativa es un sistema demo-
crático que promueve la paz social y, en consecuencia, la armonización de las relaciones inter-
personales y sociales dañadas por el delito. En el ámbito afectivo, en cambio, está constituida
por una constelación de procedimientos, dinámicas o prácticas en las que los protagonistas
del conflicto criminal, directa o subrogadamente, abordan sus necesidades y responsabilida-
des con la intervención de una o más personas expertas que promueven la gestión pacífica y
constructiva de las necesidades de todo y toda interviniente, con el ineludible propósito de
Justicia Restaurativa [ Pesqueira Leal

lograr la reintegración a la comunidad de los protagonistas directos y, sobre todo, la recompo-


sición del tejido social.
En su expresión adjetiva, la Justicia Restaurativa sustituye la respuesta tradicional al delito,
pero, invariablemente, se ocupa de que el ofensor se abstenga de llevar a cabo conductas que
repliquen el comportamiento criminal.
Es así como en los procesos, dinámicas o prácticas restaurativas, una vez identificadas en la
etapa previa las necesidades de la víctima u ofendido, del ofensor y de la comunidad, estas
son colocadas sobre la mesa para que, paso a paso, se gestionen, privilegiando a la víctima u
ofendido, pero siempre cuidando que las necesidades y responsabilidades del ofensor sean
cubiertas para prevenir su reincidencia, siendo precisamente en este contexto que surge la
respuesta humanística al delito. Para esto, el activo del ilícito empieza a tomar conciencia de
su responsabilidad; es decir, que su conducta ha originado daños en su más amplia acepción;
que está arrepentido, y que se encuentra dispuesto a hacer —o no hacer— todo lo que se
acuerde para modificar patrones de conducta y reducir el riesgo de reincidencia.
Como podemos observar, en la Justicia Restaurativa el delincuente realiza actividades pro-
pias de la readaptación o reinserción social para incorporarse a la comunidad como persona
honrada, pero esto sucede en libertad, durante el tiempo que se acuerda y se plasma en un
convenio sujeto a la supervisión y revisiones pertinentes.
Es evidente que las instituciones responsables de procurar y administrar justicia tienen, como
interés prioritario, prevenir la reincidencia. Luego, entonces, la Justicia Restaurativa en mate-
ria penal, así como la mediación penal con enfoque restaurativo, constituyen una respuesta
pertinente al delito, que protege y responsabiliza a los protagonistas directos e indirectos del
40 drama criminal.
Sin embargo, la mayor importancia de la Justicia Restaurativa radica en su aplicación en con-
flictos de toda índole; en particular, en aquellos que se suscitan en las instituciones socializa-
doras fundamentales: la familia, la escuela y la comunidad.
En ese contexto, las bondades de la Justicia Restaurativa resultan inagotables, y los beneficios
en relaciones interpersonales y sociales se manifiestan a través de una convivencia integral-
mente sana, pero, sobre todo, de un aprendizaje vital para toda sociedad en la que se preten-
de que sus miembros coexistan pacíficamente.
El límite de operadoras y operadores de la Justicia Restaurativa en cuanto a tipos de conflictos
no existe. Su quehacer es una continua invitación a sanar todas las heridas que hemos sufrido
a lo largo de nuestra existencia, y, sobre todo, a aprender a gestionar los conflictos desde el
diálogo, la convivencia, la ayuda mutua, la responsabilidad compartida y un profundo amor
fraternal, solidario y cooperativo hacia nuestros semejantes.
Independientemente de las experiencias que distintos países pueden tener (en particular en
América Latina) sobre la Justicia Restaurativa más allá de la materia penal, eliminando, in-
cluso, el término justicia para referirse específicamente a prácticas restaurativas, es muy im-
portante que quienes nos hemos comprometido con dar a luz a una Justicia Restaurativa sin
límites ni ataduras, reflexionemos sobre la fiel comprensión de los dos potentes elementos
que la integran. Me refiero a justicia y a restauración.
En lo relativo a la justicia, cabe precisar que ésta no necesariamente es sinónimo de derecho,
ya que, como bien sabemos, existe el consenso entre juristas y filósofos de que, si el derecho
Justicia Restaurativa [ Pesqueira Leal

no es justo, no es derecho. La justicia siempre ha sido catalogada como la esencia de todo


derecho; en particular, en aquellas sociedades que se han organizado bajo un pacto social. Por
esta razón, los pueblos originarios son quienes más aproximan sus normas de convivencia a
la justicia. Lo mismo sucede con la filosofía moral y las religiones profesadas por las más tras-
cendentes civilizaciones de nuestro planeta.
Me parece pertinente —para que en las comunidades nos empoderemos de la justicia y que
esta no sea monopolio de los Estados–Nación— que reflexionemos sobre su práctica a través
de la autorregulación de las relaciones humanas.
Metafóricamente, percibo a la justicia como vigilante y protectora de la dignidad humana.
Cabe señalar que, de la justicia, han dado cuenta las civilizaciones de la antigüedad más re-
mota. Es así como las culturas acadia y sumeria, en la gran Mesopotamia, hace ya más de 4.500
años, y la civilización egipcia, poseían sus propios dioses de la justicia: Shamash y Maat, quie-
nes velaban por la equidad, el equilibrio, la rectitud, la verdad, la honestidad y la armonía.
Concepción similar se tuvo en Asia, Europa y África, ya con el monoteísmo. Así nos encontramos
con experiencias sobre justicia en la antigua Persia, en cuya obra sagrada, el Zend Avesta, Zoroas-
tro predicaba la virtud de la justicia, asociándola al amor que debemos profesarnos unos a otros
y señalando que solo es bueno y justo aquél que no hace a otros lo que no desea experimentar
en él, proclamando que el orden justo en una sociedad debe darse en el pensamiento, en la pa-
labra y la obra, lo que solo se logra con la práctica de una ética interactiva fincada en la verdad y
la rectitud moral. No olvidemos que, a lo largo de nuestra historia, se ha proclamado una y otra
vez por amantes de la filosofía que no hay paz sin verdad y que no hay verdad sin justicia.
Bastaría transportarnos a la India, antes de Cristo, y nutrirnos de la obra sagrada Baghavad
Gita, en la que, en relación con la justicia, se plasma que esta subyace en el interior del hombre 41
y se manifiesta cuando se lleva una vida en armonía, cuando se controla la mente y se ama por
igual a todas las cosas que existen, así como cuando todas las personas se regocijan con el bien
de todas las criaturas. Cabe señalar que la concepción de justicia como virtud que da vida y or-
ganiza todas las demás virtudes contempla en la citada obra la sensibilidad, la benevolencia,
la abnegación, la pureza de corazón, la generosidad, el autodominio, la rectitud, la sinceridad,
la simpatía con todos sin reparar en sus faltas, el desapego, la amabilidad y la humildad.
En el budismo, visto como filosofía o como religión, se puntualiza la concepción de justicia
en el marco de la última de las cuatro nobles verdades vigentes aún en nuestros tiempos. Es
así como se nos muestra un óctuple sendero fincado, primeramente, en una visión justa de la
vida a la que se suman elementos que integran el todo de la justicia, teniendo como eje rector
la rectitud, elemento toral de todas las virtudes, los valores absolutos y el derecho natural.
El judaísmo y el cristianismo, con hondas raíces en occidente, aluden a la justicia con elemen-
tos tan potentes como la igualdad de todos los seres humanos, la afirmación de que todo ser
humano es guardián de sus hermanos, refiriéndose a nuestra especie. Asimismo, el señala-
miento de que todos somos responsables de las faltas de nuestro prójimo, al igual que la sen-
tencia de que todas las personas estamos dotadas de infinitas posibilidades de hacer el bien,
por lo que la sociedad, a través de la justicia, tiene el deber de estimular lo mejor que existe
en cada persona y la libertad de todos y todas. Esto último, como una prioridad irrenunciable.
En la construcción que, en su momento, gesté del árbol de la justicia, ubico tres grandes y só-
lidas ramas que se amalgaman con el derecho. Me refiero a la justicia adversarial, a la justicia
autocompositiva y a la justicia social.
Justicia Restaurativa [ Pesqueira Leal

Es así como transitamos hacia la antigua Grecia. De toda persona son conocidos los artífices de
la filosofía occidental: Sócrates, Platón y Aristóteles. Resulta importante para nosotros identi-
ficar su concepción de justicia, con el fin de notar que existe un hilo invisible, desde los tiem-
pos de Mesopotamia hasta nuestros días, lo que fundamenta la concepción de justicia como
el elemento que se ubica al interior de nuestro ser y al interior del ser social, por lo que, en
consecuencia, todas y todos podemos practicarla porque es inherente a nuestra naturaleza.
Es de esta manera como, en los diálogos de Platón con Sócrates, al referirse este último a la
justicia, afirmaba que es la más hermosa y la primera de las artes. Asimismo, proclamaba que
sólo es justo quien hace lo que le corresponde y hace el bien a sí mismo, así como a los demás.
Platón, por su parte, sostenía que la justicia es el principio ordenador de todas las virtudes; es
decir, la virtud fundamental de la que se desprenden todas las demás.
Por último, Aristóteles argumentaba que la justicia es la virtud perfecta y, al referirse al de-
recho, solo lo legitimaba cuando era expresión de la justicia. Me parecen importantes los co-
mentarios realizados sobre la justicia en distintos momentos de la historia, ya que, con ello,
sostengo que todas las personas somos operadoras de la justicia cuando nos comportamos con
rectitud; es decir, somos portadores de la cualidad de ser rectos y justos en el sentido moral.
En lo personal, sostengo que la justicia, más allá de dar a cada quién lo suyo, significa respetar a
cada quién lo que le es inherente como persona; es decir, sus derechos naturales, elevados en el
mundo contemporáneo a derechos humanos. Y lo complemento sosteniendo que, además de
respetar a cada quién en su dignidad, como portador de cualidades positivas que nos hacen di-
ferentes en el marco de la igualdad sustantiva, y que no nos dota de una identidad en la que nos
experimentamos como superiores en relación con otros, sino que nos provee los elementos,
cualidades y potencialidades que nos hermanan como miembros de la gran familia humana.
42
Antes de concluir con el alcance de la justicia, considero oportuno referirme a dos filósofos del
pasado siglo, John Rawls y Norberto Bobbio. El primero de ellos sostiene que la justicia es un va-
lor esencial en las sociedades democráticas, afirmando que es un valor de la comunidad y, por lo
tanto, debe ser protegido por esta. Asimismo, la asocia con la igualdad de oportunidades y la vi-
gilancia del Estado para que no se vulneren los derechos naturales de la ciudadanía, en tanto que
Rawls afirma que la justicia “es un conjunto de valores que, para que se acaten, necesitan del derecho”.
Como hemos observado, la justicia, además de ser el soporte del derecho, se manifiesta por
sí misma y, en consecuencia, todos tenemos el deber, con pleno apego a esta, de no vulnerar
la dignidad y los derechos humanos de nuestros semejantes, ya que, además, podemos prac-
ticarla; claro está, sin las consecuencias que origina su instrumentación en el marco del dere-
cho. Asimismo, cuando nos referimos a restaurar, nos encontramos ante una de las palabras
más potentes para la convivencia humana.
Restaurar no significa únicamente reparar. En el contexto de la filosofía moral y la religión, sig-
nifica, además, volver la situación o condición a su momento original; es decir, es un proceso de
sanación que nos permite remontarnos a las circunstancias en que nos encontrábamos antes de
que surgiera el suceso que nos dañó, nos lastimó o hirió, así como también nos permite retornar,
dentro de nosotros mismos, a una condición original cuando fuimos quienes la provocamos.
Todos los días experimentamos situaciones en las que herimos o nos hieren emocionalmente.
El impacto suele ser minúsculo y no le damos importancia, pero, con el tiempo, se convierten
en conflictos que laceran la relación con nosotros mismos y con los demás.
Justicia Restaurativa [ Pesqueira Leal

La violencia que se vive actualmente en todas las naciones se gesta en la mente de cada ser
humano. Son muchos los factores que confluyen para que, desde nuestras deliberaciones in-
ternas, surjan resoluciones que nos enfrentan con los demás. La interrogante es cómo equili-
bramos nuestra mente, cómo revisamos nuestra propia historia para identificar por qué nos
comportamos como lo hacemos. Esto, cuando sabemos que estamos hiriendo emocional-
mente incluso a las personas más cercanas a nosotros y que más queremos.
Restaurar lo roto comienza por nosotros mismos: identificar las lesiones emocionales que nos
autoinfligimos, así como la forma en que nos autorrestauramos en encuentros que se produ-
cen al interior de nuestro ser y que nos permiten dialogar con el amor, la serenidad y la gene-
rosidad que nos merecemos, así como en aquellos casos en los que estamos destrozados por
heridas emocionales que nos ha provocado el que exista la posibilidad de encontrarnos con
quienes las provocaron.
No tengo la menor duda de que, ante tales experiencias, la resiliencia es nuestra mejor aliada,
al colocarnos bálsamos que alivian nuestra condición, lo que nos prepara para convertirnos en
actores de la Justicia Restaurativa en cualquier espacio, antes de que los daños ocasionados se
agraven y se conviertan en llagas difíciles de sanar.
De la relevancia de restaurar nos habla el movimiento restaurativista, que ha logrado, después
de múltiples generaciones, que los cristianos retornen al cristianismo primitivo y, desde ahí,
restaurar su fe, superando el quebranto sufrido por los derroteros que, a lo largo de los siglos,
tomó esta religión. Claro, quienes han vuelto al principio se experimentan a sí mismos como si
hubieran nacido de nuevo, y se imaginan renovados en la pureza original de su doctrina.
Cuando, en el cristianismo, se habla de restauración, se refieren a la relación fracturada con
Dios. Es así como se afirma que las causas de la miseria humana han sido los trastornos en las 43
relaciones con el Creador. Es por esta razón que sostienen que la salvación se alcanza con la
restauración de los vínculos con Dios; es decir, se perdona todo el daño infligido y se vuelve a
una nueva realidad en la que el pasado deja de ser carga, para convertirse en experiencias que
carecen del poder para generar dolor, porque la sanación ha sido plena.
Me refiero a la religión en virtud de que el movimiento y la Justicia Restaurativa en materia
penal nació para el mundo a partir de un suceso en el que, lo que se gestó, se debió a la congre-
gación cristiana-menonita de Canadá. Esto se remonta a 1974, y a hechos acontecidos en la co-
munidad de Elmira, provincia de Ontario, donde dos adolescentes, en estado de embriaguez y
durante sólo dos horas, ocasionaron daños a automóviles y viviendas, hechos que culminaron
con la declaración de culpabilidad de 22 cargos. Fue precisamente un oficial de libertad condi-
cional menonita quien planteó al juez la opción de que los jóvenes tomaran conciencia de sus
acciones en encuentros con las víctimas, destinados a su restauración.
La evolución de los encuentros víctima–ofensor hacia la concreción de la Justicia Restaurativa
tiene como protagonista y testigo a Howard Zehr, también menonita y precursor del movi-
miento de Justicia Restaurativa en materia penal a nivel mundial.
Para comprender la relevancia de lo restaurativo, es necesario conocer la filosofía de la con-
gregación menonita, así que, de manera sucinta, me refiero a esta, porque es ejemplo para el
mundo de convivencia pacífica, de no–violencia y de contribución constante en la edificación
de la paz social en todos los países donde ejerce su esencia bienhechora.
Justicia Restaurativa [ Pesqueira Leal

En 1525, en pleno período de la reforma protestante, la congregación menonita se separó del


movimiento Anabaptista, representado por Juan Calvino y Martín Lutero. Su característica
principal fue, desde entonces, el pacifismo como una forma de vida que merece ser experi-
mentada a plenitud por la humanidad. Su contribución a la paz en pleno siglo XXI no ha sido
reconocida en la dimensión que le corresponde.
De particular relevancia resulta el concepto restauración, que se traduce al hebreo como lesha-
jzer, voz cuyas raíces son shiba, que significa “devolver”, y lorapé, que significa “curar”, lo que se
repite significativamente a lo largo del Antiguo Testamento.
En el Nuevo Testamento, kataritzo, que proviene del griego, significa “restaurar”. De la impor-
tancia de este concepto da cuenta el movimiento mundial de construcción de paz, denominado
Katartismós, cuya traducción al castellano es “perfeccionar”. En la actualidad, Katartizo es un mo-
vimiento cristiano que promueve la Justicia Restaurativa en todos los ámbitos, siempre con la
concepción de purificación y retorno a Dios, lo que significa la restauración plena de la persona.
En el Nuevo Testamento, Katartizo se utiliza como sinónimo de perfección, de pacificar una
ciudad que está dividida o fraccionada, del colocar el miembro de un cuerpo en su lugar, de
armar un todo orgánico, de reparar, de remendar redes, de completar, de transformar y de
construir el universo.
Como podemos observar, la Justicia Restaurativa es tan antigua como la vida en sociedad, y la
sanación emocional y cognitiva se ha abierto un espacio en el derecho penal. Nosotros insisti-
mos en que el espacio natural es la familia, es la escuela y es la comunidad.
Para nosotros, independientemente de credos, la Justicia Restaurativa es una vía eficaz, no
solo para generar paz entre quienes se sientan a dialogar, ya que, además, tiene la cualidad de
44 influir positivamente en la eliminación de la violencia estructural en las sociedades contem-
poráneas, y de convertirse en fiel aliada de la justicia social.

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Apartado 2 //
La Justicia Restaurativa
desde la mirada institucional

45

+
+
46
Justicia Restaurativa [ Conte-Grand

++ Justicia Restaurativa y la edificación


de la democracia como modo de vida
Julio Conte-Grand / Argentina

Procurador General. Ministerio Público de la Provincia de Buenos Aires. Argentina.

Resumen Abstract
El Ministerio Público de la provincia de Buenos The Public Ministry of Buenos Aires Province has
Aires viene incorporando herramientas de justicia been incorporating Restorative Justice’s tools many
restaurativa hace varios años, con fundamento years ago, with legal basis —mainly the criminal
legal —principalmente Código Procesal Penal de procedural code of the province (11922), law of
la Provincia (11922), ley de resolución alternativa alternative criminal dispute resolution (13433)
de conflictos penales (13433) y ley del régimen and the law of juvenile penal regime (13634)—
penal juvenil (13634)— promoviendo espacios de promoting differentiated work spaces that implies
trabajo diferenciados que implican otras formas others ways of pacifical dispute resolutions, in
de resolución pacífica de conflictos, en los que which the participants assume a protagonical role,
los intervinientes asumen un rol protagónico, y and they have the opportunity to find out
tienen la oportunidad de encontrar una solución a satisfactory solution in a joint work, 47
satisfactoria en un trabajo conjunto, con la with the collaboration of a facilitator.
colaboración de un facilitador.
Key words
Palabras clave / sistem
\ sistema / unity of diversity
\ unidad en la diversidad / justice
\ justicia / public ministry
\ Ministerio Público / mediation
\ mediación
Justicia Restaurativa [ Conte-Grand

[ Importancia del tema y ejes de análisis ]


Como primer eje de análisis en la conceptualización de la Justicia Restaurativa es necesario
destacar que el todo es mucho más que la mera suma de las partes. Esta es una consideración
muy básica, muy elemental, casi pedagógica, aunque no es suficiente.
La teoría de los sistemas determina además, que el todo es más que la suma de las partes, que
el todo tiene una dinámica intrínseca y mecanismos de funcionamiento que son diferentes
de la dinámica propia de las unidades constitutivas del todo. Asimismo, tiene mecanismos de
articulación con las partes que lo integran y respecto de otros sistemas que son singulares y
que son también diferenciales de los mecanismos de articulación de las partes entre sí, de las
partes con el todo y de las partes con otras partes del mismo sistema y de sistemas distintos.
Esto es sumamente importante para la comprensión de la problemática del funcionamiento
de los sistemas y de lo que se ha denominado, de un tiempo a esta parte, el funcionamiento
de los sistemas complejos.
Otro de los aspectos muy importantes es que el todo no se puede comprender sino a partir
de la totalidad de las partes y las partes no se pueden entender sino en función del todo que
integran y de las otras partes que constituyen ese todo. Esto que parece una especie de logo-
maquia, desde el punto de vista gramatical, es algo tremendamente importante y en orden
a la problemática de la Justicia Restaurativa, se puede simplificar de la siguiente manera: no
hay forma de entender al todo si no hay una perspectiva de solución de la problemática de
cada una y de todas las partes que lo integran.
Aquí hay un trasfondo de naturaleza metafísica que inspira —en función de principios, obje-
to y fines—, por la herramienta hermenéutica de subalternación de los saberes, a la ciencia
48 jurídica, la ciencia social y la ciencia política. No hay manera de comprender a cada una de
las partes si no se entiende que el todo está comprometido en la solución de las cuestiones
atinentes a la totalidad de esas partes que lo integran.
El segundo eje, aborda la cuestión atinente a la justicia en tanto concepto central para la
convivencia de los hombres y grupos de personas dentro de una comunidad jurídicamente
organizada. La justicia operante, es decir, la justicia aplicada a este ámbito y dimensión de
relacionamiento.
Aquí creo que nosotros debemos trasladarnos al momento clásico de la concepción de lo que
es la justicia. El pensamiento clásico lo hizo, a mi juicio, de una manera inigualable que fue
perfeccionada por las concepciones filosóficas modernas, contemporáneas y posmodernas.
El pensamiento clásico definió a la justicia, no sólo como una de las cuatro virtudes cardinales
—junto a la prudencia, la templanza y la fortaleza—, sino que la distinguió como la igual-
dad que vincula a las partes; esto es lo ajustado o adecuado a otro conforme cierta especie de
igualdad. ¿Por qué cierta especie de igualdad? Porque los clásicos reconocían que había dos
modalidades de la igualdad, la proporcional y la aritmética.
La igualdad proporcional, que era el sustento de una especie de justicia que es la justicia dis-
tributiva y la igualdad aritmética, es la base de la sustentación de las relaciones de naturaleza
conmutativa. Esta justicia conmutativa exige que cuando hay cambios o hay vinculaciones
entre partes o grupos de personas dentro de la sociedad, estas vinculaciones deben estar sus-
tentadas en el principio de igualdad estricta. Dicho en concreto, en esas relaciones debe salir
de un patrimonio un valor equivalente al que ingresa.
Justicia Restaurativa [ Conte-Grand

Ahora bien, en la dimensión de la justicia distributiva, la inspiración y sustento es una igual-


dad de carácter proporcional. Hay que darle al otro lo que le corresponde en función de su situación.
Los romanos distinguían la naturaleza de los respectivos estados, es decir el status, el estado en tanto
situación, teniendo en cuenta el principio anterior de carácter sistémico. No se puede considerar que
existe una materialización de la justicia si no hay una consideración de todos y cada uno de los
elementos que constituyen el todo y la situación singular en que se hallan.
Cuando se distribuye adecuadamente y cuando se aplica además la justicia conmutativa en el
momento de los cambios, la ciudad (polis), la sociedad, la comunidad, se encuentra en una si-
tuación, que los clásicos llamaban, de equilibrio; de un cierto equilibrio. No es un equilibrio de
naturaleza física o cósmica sino que es un cierto equilibrio natural de las relaciones humanas
y humanas–sociales (calificación de lo humano que es, por definición, una tautología). Este
equilibrio debe ser preservado para el buen orden.
La concepción griega–clásica decía que podía producirse una ruptura del equilibrio por tres
motivos:
i // lo que ellos llamaban, adikemata, que es el delito;
ii // iniuria, que es lo que la doctrina moderna denomina los cuasi–delitos; y
iii // lo que podemos denominar los cambios desequilibrados, que denominaban, los sinalag-
matas, los contratos que no estaban sustentados en un principio de equilibrio.

Lo que interesa aquí, es que cada vez que hay una ruptura del equilibrio, el sistema debe ope-
rar para preservar ese equilibrio y mantener la concordia —como lo llamaban los clásicos—
que es por supuesto, la contradicción conceptual y metafísica de la discordia. Para que exista 49
concordia es imprescindible que opere la justicia distributiva y la justicia conmutativa. Es im-
prescindible también que se considere la situación de todas las partes integrantes del todo,
sin excepción. Esto es fundamental.
El tercer eje es la necesaria consideración de la relación que existe entre justicia distributiva
y vulnerabilidad, en rigor, de aquella persona o grupos de personas que se encuentran en si-
tuación de vulnerabilidad. Los clásicos dirán las personas o grupos de personas que están de
alguna manera desconsideradas por el ámbito social, por diferentes motivos y en consecuen-
cia debe operar la justicia distributiva. Esto es clave para que se preserve el equilibrio: justicia
distributiva y vulnerabilidad.
En el plano operante, operativo o instrumental aparecen todas las consideraciones y elabora-
ciones referidas a lo que se ha denominado Justicia Restaurativa, y también otras manifesta-
ciones de esta Justicia Restaurativa, que se denomina justicia terapéutica. Hay muchos con-
gresos sobre esta materia, hay ámbitos de consideración de una suerte de desprendimiento
de la Justicia Restaurativa, que es la justicia terapéutica.
La denominación de justicia terapéutica tiene un trasfondo etimológico que es contundente,
a mi modo de ver. La palabra “terapéutica” viene etimológicamente de la palabra terapeuien,
que significa “cuidar”. Allí hay entonces una dimensión de la Justicia Restaurativa, la justicia,
que es el cuidado. Es por ello que la relación que existe entre la justicia terapéutica, la Justicia
Restaurativa, y en última instancia, las variantes de la mediación y de todos los mecanismos
de solución alternativa y pacífica de los conflictos dentro de la sociedad y de los grupos de
personas, más amplios o más concretos, tiene que ver estrictamente con la preservación de la
Justicia Restaurativa [ Conte-Grand

paz social, la tutela de los derechos individuales, de los derechos subjetivos y los derechos que
hacen al ser humano en tanto ser humano.
En este eje, aparece un vínculo entre dos conceptos que no son conceptos exclusivos del ám-
bito jurídico pero que son absolutamente relevantes: la prevención y la sanación. Esto es muy
significativo en términos de la búsqueda de la solución de los conflictos desde el punto de vis-
ta de conceptual de base. Prevenir y, una vez que se ha prevenido y no ha sido suficiente, sanar.
El sistema debe recurrir a la sanación de los conflictos, a la recuperación de los conflictos o, en
la terminología clásica, estricta en términos griegos, a la recuperación del antipepontos, que es
en la cultura griega el equilibrio, la clave del sistema en tanto sistema.

[ Labor desarrollada por el M.P.B.A. ]


En este contexto, en el Ministerio Público de la provincia de Buenos Aires venimos llevando
adelante diferentes actividades orientadas a esos fines. Por ejemplo, desde el inicio de su
existencia, actividades vinculadas a la materialización de un Sistema-Sostén. Somos el instru-
mento de coordinación y de ejecución de un sistema de sostén, que es un aporte de carácter
económico, para una serie de personas —niños, niñas y adolescentes— hasta que adquieran
la mayoría de edad, que favorece su proceso de adaptación y de educación. Esto se encuentra
vinculado íntimamente con la necesidad de fortalecer los sistemas educativos institucionales
y aquellos vinculados a los ámbitos familiares. El Ministerio Público de la provincia de Buenos
Aires es el instrumento de ese Sistema que colabora con los niños, niñas y adolescentes para
mejorar sus mecanismos de educación.
50 El Sistema de Sostén de la Procuración General (que otorga asignaciones dinerarias mensuales
destinadas a los niños, niñas y adolescentes institucionalizados, ayudándoles así a desarrollar
un proyecto de vida digno) y el Programa Casas de Justicia (que tiene por objeto garantizar un
auténtico acceso a la justicia en materia civil a los habitantes de la provincia de Buenos Aires)
se enmarcan en buena medida en los mecanismos de justicia terapéutica antes descritos.
También hemos implementado distintas alternativas en los tres ámbitos de gestión, tanto en
el ámbito del Ministerio Público Fiscal, Tutelar como el Ministerio Público de la Defensa. La
Defensoría General de Lomas de Zamora es co-participante y co-organizadora de este Congre-
so, tanto el Defensor General, como sus integrantes y los integrantes del Ministerio Público de
la Defensa de la provincia de Buenos Aires pueden informar respecto de todos los mecanis-
mos que venimos llevando adelante: las unidades de mediación, las unidades de resolución
alternativas de conflicto y una serie de instrumentos adicionales que implementa el Ministe-
rio Público de la provincia de Buenos Aires, además de los instrumentos previstos en las leyes
de procedimiento en la Provincia, tanto el Código Procesal Penal y Código Procesal Civil de la
Provincia que buscan estas alternativas.
Cabe describir con algún grado de detalle algunas aplicaciones de la Justicia Restaurativa en
el ámbito del Ministerio Público de la Provincia de Buenos Aires.
Así, el Ministerio Público de la provincia de Buenos Aires viene incorporando herramientas de
Justicia Restaurativa hace varios años, con fundamento legal —principalmente Código Proce-
sal Penal de la Provincia (11922), ley de resolución alternativa de conflictos penales (13433) y
ley del régimen penal juvenil (13634)— promoviendo espacios de trabajo diferenciados que
implican otras formas de resolución pacífica de conflictos, en los que los intervinientes asu-
Justicia Restaurativa [ Conte-Grand

men un rol protagónico, y tienen la oportunidad de encontrar una solución satisfactoria en un


trabajo conjunto, con la colaboración de un facilitador.
La experiencia de los operadores judiciales en la aplicación del código procesal penal, los cam-
bios de circunstancias y la aparición de necesidades específicas, así como el desarrollo de nue-
vos institutos, motivaron múltiples modificaciones al régimen procesal penal bonaerense a
lo largo de su evolución desde 1998. Entre las más importantes, cabe destacar, especialmente,
la reforma introducida por Ley N° 13.433, publicada el 19 de enero de 2006, la cual estableció
el régimen de resolución alternativa de conflictos penales, instrumentada en el ámbito del
Ministerio Público por los procedimientos de mediación y conciliación.
Esta modificación al régimen procesal penal tradujo una reformulación de la respuesta legal a
los ilícitos penales, orientada al reconocimiento del rol protagónico de la víctima en el proceso
penal, así como a la recomposición de los intereses afectados por delitos de menor gravedad.
En efecto, de acuerdo con el art. 6 de la Ley N° 13.433, los mecanismos alternativos resultan pro-
cedentes en las causas correccionales, es decir, respecto de delitos que tienen prevista una pena
privativa de libertad, cuyo máximo no exceda de seis años. Se aclara que son especialmente
pasibles de someter a ese régimen los casos vinculados con hechos suscitados con motivos de
familia, convivencia o vecindad, y aquellos cuyo conflicto sea de contenido patrimonial.
Asimismo, oportunamente se sostuvo que la aplicación de estos mecanismos permitiría des-
congestionar el sistema procesal penal y dedicar los mayores esfuerzos al tratamiento e inves-
tigación de los casos de mayor complejidad.
Por lo anterior, luego del desarrollo de experiencias en distintos departamentos judiciales,
resolviendo una serie de casos técnicos de mediación o conciliación con resultados alenta-
dores, se generalizó esta práctica en toda la Provincia, a través de las Oficinas de Resolución 51
Alternativa de Conflictos (ORAC).
En concreto, la Oficina Central de Mediación de la Procuración General analiza y supervisa el
trabajo de las 33 ORACs distribuidas en el ámbito del Ministerio Público Fiscal.
Durante el año 2019, se ha registrado un incremento en la cantidad de casos ingresados a di-
chas dependencias, que ascienden a 18.370 IPP, como también los resultados satisfactorios, a
través de acuerdos definitivos o acuerdos condicionales cumplidos, que habilitan el archivo
por mediación de dichas causas por parte de los Agentes Fiscales intervinientes.
Se ha mediado el 47% de los casos finalizados, y —entre estos— el 77% culminó satisfactoria-
mente. Los temas que son derivados en mayor proporción se vinculan con causas por amena-
zas, lesiones y daños.
La experiencia transmitida por los mediadores y lo que surge de los propios participantes del
proceso da cuenta de la satisfacción en los resultados obtenidos a través del diálogo y el acer-
camiento, una forma de abordaje del conflicto que da lugar a la mejora de las relaciones hu-
manas con la posibilidad de recomposición del tejido social.
Por otra parte, desde el Ministerio Público se viene trabajando en la incorporación específica
de mecanismos de Justicia Juvenil Restaurativa, a través de espacios que se fueron generando
como experiencias piloto y desarrollaron una vasta experiencia en la materia, con sus propios
protocolos de trabajo y un reconocimiento en el fuero especializado.
Justicia Restaurativa [ Conte-Grand

Porque es en lo juvenil donde mejor pueden visualizarse los beneficios de estas prácticas,
atento la finalidad esencialmente pedagógica y reparadora, no solo para el joven involucrado
en el hecho y para la víctima directa, sino para toda la comunidad que se ha visto afectada.
El dispositivo se sustenta en el paradigma de protección integral, reconocido por la Conven-
ción de los Derechos del Niño y demás instrumentos internacionales ratificados por nuestro
país, a la que se suma la ley del fuero específico Nº 13.634.
La efectividad de estos espacios y la posibilidad de disminuir la reiterancia está relacionada
con la interacción de múltiples factores, a saber, sociales, sanitarios, económicos, educaciona-
les, entre otros, de ahí la importancia de un abordaje sistemático multidisciplinario.
Actualmente, tenemos equipos especializados en Justicia Juvenil Restaurativa en los departa-
mentos judiciales Lomas de Zamora, La Matanza, Zárate Campana y San Martín, mientras que
desde 8 ORAC se despliegan actividades vinculadas a la Mediación Penal en el fuero juvenil.
(Bahía Blanca, Junín, Mar del Plata, Necochea, Pergamino, San Nicolás y Trenque Lauquen).
Particular consideración en esta línea merecen las iniciativas vinculadas al acompañamiento
de personas agresoras.
Los primeros programas de intervención con maltratadores (en inglés: “batterers’ interven-
tion programmes”) se crearon en la costa este de Estados Unidos a finales de los años 70 del
siglo pasado (“Emerge” en Boston y “Raven” en St. Louis) con la finalidad de aumentar la segu-
ridad de las víctimas de la violencia y poner fin a las situaciones de riesgo.
En 1992, se creó una red de profesionales en el Reino Unido que organizaba encuentros de
intercambio profesional bianuales y que se formalizó en el 2000 bajo el nombre RESPECT. En
52 España, por su parte, existen tres tipos de programas dirigidos a hombres que ejercen o han
ejercido la violencia de género:
a// Programas desarrollados en los centros penitenciarios;
b// Programas desarrollados como medidas penales alternativas a la prisión, y
c// Programas de acceso voluntario y desarrollados en el contexto comunitario.

Esta iniciativa comenzó a ser promovida en el ámbito del Ministerio Público, en algunos casos
a través de la articulación con los centros de asistencia a la víctima que disponen de profe-
sionales que pueden determinar el tratamiento idóneo para cada persona en función de las
particulares circunstancias de víctima y victimario.
Cabe destacar especialmente en este marco, el programa de acompañamiento al imputado
del área de prevención de la violencia familiar o de género de la Defensoría Departamental
de Mar del Plata. La creación de dicha dependencia, además de tener en miras los temas ci-
viles conexos, se funda en la defensa integral del imputado, procurando asistirlo para lograr
el cumplimiento cabal de las condiciones que se le impusieran al concederle la excarcelación,
o en el auto de suspensión de juicio a prueba, archivo condicionado, o condena en suspenso,
así como otras alternativas en la etapa de ejecución de las penas. Entre otros fundamentos, se
sostiene que dicho cumplimiento redundará tanto en su beneficio como en el de todo el gru-
po familiar implicado, evitando la frustración de las obligaciones y acuerdos que se hubieran
impuesto o consensuado por falta de apoyo o asesoramiento, y previniendo de ese modo la
generación de nuevos conflictos, lo que protege especialmente a la víctima, que generalmen-
te se encuentra en su seno familiar.
Justicia Restaurativa [ Conte-Grand

En cuanto a la metodología de trabajo, desde un gabinete interdisciplinario se brinda un tra-


bajo de asesoramiento, seguimiento, supervisión, acompañamiento y patrocinio letrado du-
rante el proceso y hasta su culminación, evaluando cada caso en particular, a fin de desplegar
las estrategias de intervención que resulten más acordes con la problemática de cada caso.
Es decir que hay base normativa de carácter sustantivo y adjetivo de orden procedimental, y
hay una estructura en todos los organismos del Estado tendientes a favorecer los mecanismos
de resolución de conflictos y, de forma más genérica, la materialización de la Justicia Restau-
rativa, en las diferentes dimensiones y momentos en que el Estado se acerca a los ciudadanos
para resolver los conflictos y avanzar sobre la paz social y la búsqueda del equilibrio.

[ Conclusiones ]
Corresponde enfatizar el valor que tiene el equilibrio dentro el ámbito social y la tutela de
todos en el todo, sin excepción, como aporte para la edificación y preservación de la democra-
cia. Si el sistema se desentiende de al menos alguno de los integrantes del sistema, si no se
instauran mecanismos para la resolución de los conflictos y la preservación de las situaciones
de vulnerabilidad, en definitiva, en términos clásicos, si no se instrumenta y materializa la
justicia distributiva para preservar o restaurar el equilibrio que eventualmente se ha perdido,
no hay destino para las sociedades.
En términos de nuestros objetivos institucionales la Justicia Restaurativa es fundamental y de la
mano de ella colaborar con la búsqueda del mantenimiento o restauración del equilibrio, en la
convicción de que es una vía idónea para que en los sistemas se fortalezcan los principios demo-
cráticos que importa por definición la participación del pueblo (demos) en el gobierno (kratos). 53
Esta participación, en la antigüedad se encontraba configurada por razones de cantidad de po-
blación y elementos geográficos, y que con posterioridad se ha ido modificando, alcanzándose
mecanismos más sofisticados de participación. Pues bien, la participación del pueblo en forma
indirecta, que es la que prevén los sistemas modernos, no estaría satisfecha si los sistemas es-
tatales de base judicial, no se encargan de preservar el equilibrio por vía de la materialización
de la justicia distributiva, es decir, la recuperación de los derechos y potestades de todos en el
todo mediante la materialización de la igualdad proporciona y la preservación del equilibrio.

//
Justicia Restaurativa [ Flórez Rodríguez

++ Proyecciones de la Justicia Restaurativa


desde la rama judicial de Colombia
Max Alejandro Flórez Rodríguez / Colombia

Magistrado del Consejo Superior de la Judicatura de Colombia;


Coordinador del Área Penal y Justicia Restaurativa

Resumen Abstract
En la judicatura resulta inaplazable integrar a In the judiciary, it is imperative to integrate a
todas las especialidades un enfoque de justicia restorative justice approach to all specialties,
restaurativa, unos protocolos que faciliten protocols that facilitate the incorporation of
incorporar al proceso judicial acuerdos y resultados restorative agreements and results into the judicial
restaurativos que surjan de forma paralela, o process that arise in parallel, not exclusively
sea, no exclusivamente en materia penal y en in criminal matters and juvenile criminal justice.
justicia penal juvenil. En el campo de las políticas In the field of public policy, restorative justice
públicas, la justicia restaurativa debe ser parte de must be part of the foundations of state action and
los fundamentos de la acción estatal y del diálogo community dialogue. This implies making serious
54 comunitario. Esto implica asumir compromisos commitments to transform society and institutions,
serios en transformar la sociedad y las instituciones, since restorative justice challenges us to adopt a
ya que la justicia restaurativa reta a adoptar una new vision and a different way of carrying out social
nueva visión y una forma distinta de realizar and institutional activity.
la actividad social e institucional.
Key words
Palabras clave / criminal law
\ derecho penal / public politics
\ políticas públicas / Restorative Justice
\ Justicia Restaurativa / therapeutics
\ terapéutica
Justicia Restaurativa [ Flórez Rodríguez

[ Unir experiencias y saberes de gran parte de las américas en torno a la reflexión sobre la Justi-
cia Restaurativa indica que hay inquietud común sobre las mejores formas, las más legítimas
y útiles, para materializar la justicia y superar los conflictos cotidianos.
El derecho penal no puede ser la mejor, ni la más recurrente herramienta para manejar la
conflictividad social.
Mientras el castigo sea el instrumento primordial para resolver asuntos que lesionan a las per-
sonas, la comunidad o la sociedad, las generaciones por venir estarán signadas de mayor in-
comprensión y violencia, sin que puedan superar la situación, sino que por el contrario puede
irse agravando, como lo revela, por ejemplo, el racismo contemporáneo.
La Justicia Restaurativa, las prácticas restaurativas, la implementación de los enfoques restau-
rativos aparecen en los panoramas judicial, institucional, académico y social, como la búsque-
da de mejores caminos para reconstruir las relaciones sociales destruidas con el delito.
No se trata simplemente de flexibilizar, ablandar o relativizar el rigor de la justicia, sino de
retornar al origen del conflicto, la naturaleza de la disputa, la personalidad de los implicados
y la realidad de sus circunstancias, para que la justicia sea más humana y efectiva.
Devolver el dominio y la facultad de resolución el conflicto a las partes, no es algo exótico, sino
natural en las comunidades ancestrales, es una necesidad, que debe satisfacerse con las con-
secuencias positivas que genera para los involucrados, la familia, la colectividad, la sociedad,
lo relacional y la justicia la formal, como fomentar la cultura de la solución pacífica de los con-
flictos, recobrar la confianza en el otro, reanudar el proyecto de vida, y facilitar la participación
ciudadana y la reinserción.
La reconciliación, como sujetos del entramado de la comunidad, permite a los pueblos concen- 55
trarse en lo sustancial de la justicia, ponerse en la situación del otro, reconocer la falta, propor-
cionar medios para superar el daño, y creer en segundas oportunidades. Una justicia que no se
piensa de ese modo carece de un rostro humano y se aleja drásticamente de los mandatos pro-
pios del constitucionalismo moderno y de los tratados internacionales de derechos humanos.
En la judicatura resulta inaplazable integrar a todas las especialidades un enfoque de Justicia
Restaurativa, unos protocolos que faciliten incorporar al proceso judicial acuerdos y resulta-
dos restaurativos que surjan de forma paralela, o sea, no exclusivamente en materia penal y
en justicia penal juvenil.
Y, sin lugar a dudas, en el campo de las políticas públicas, la Justicia Restaurativa debe hacer
parte de los fundamentos de la acción estatal y del diálogo comunitario. Lo anterior implica
asumir compromisos serios en transformar la sociedad y las instituciones, ya que la Justicia
Restaurativa reta a adoptar una nueva visión y una forma distinta de realizar la actividad so-
cial e institucional.
Por esto, además de apoyar iniciativas fundamentales para propiciar la reflexión y el diálogo
entre las diferentes latitudes del continente, como en este Segundo Congreso Latinoamerica-
no de Justicia Restaurativa, el Consejo Superior de la Judicatura viene adelantando varias ini-
ciativas al asumir estos retos, que les comparto, y así enterarlos de estrategias y realizaciones
en el empeño de ampliar y profundizar en la incorporación de enfoques de Justicia Restaura-
tiva, en la labor de los jueces.
En primer lugar, a partir de un proyecto internacional de fortalecimiento de la Justicia Res-
taurativa, en que se trabajó de forma mancomunada con el poder judicial de la República de
Justicia Restaurativa [ Flórez Rodríguez

Costa Rica y el Estado de México, con fondos de la Unión Europea, después de realizar variados
encuentros académicos con miembros de la rama judicial, la academia y organizaciones de la
sociedad civil durante aproximadamente tres años, se desarrolló un protocolo sobre el enfo-
que de Justicia Restaurativa y la incorporación de los resultados restaurativos al proceso penal
ordinario, al proceso penal abreviado y al proceso penal para adolescentes.
Esta herramienta le permite a los jueces y diferentes operadores del sistema de justicia apro-
vechar las oportunidades procesales, como luego de la formulación de la imputación, la au-
diencia preparatoria, o después de anunciado el sentido condenatorio del fallo, para dar a
conocer a los implicados la Justicia Restaurativa, atraerlos hacia ella y que acudan a un faci-
litador para que la construyan, y los acuerdos y resultados restaurativos los incorporen a los
procesos penales para que produzcan los efectos jurídicos respectivos, como la preclusión del
proceso abreviado.
No sobra recordar que en Colombia no existe una ley de Justicia Restaurativa; sin embargo, en
el artículo 250 de la Constitución se reconoce el valor de los mecanismos de Justicia Restaura-
tiva en el proceso penal y, los artículos 518 y siguientes del Código de Procedimiento Penal lo
desarrolla principalmente a través de las figura de la mediación.
Con base en este sustento normativo, el Protocolo de aplicación del enfoque restaurativo e incorpo-
ración de acuerdos y resultados restaurativos al proceso penal propone a los funcionarios judiciales
y a las partes formas de implementación de la Justicia Restaurativa a partir de una interpreta-
ción constitucional integral, la aplicación del bloque de constitucionalidad y los tratados in-
ternacionales en materia de derechos humanos, y el cumplimiento de los principios generales
de un derecho penal humanista.
56 Por esto, aunque los protocolos no son obligatorios para los jueces de la República, al estar
basados en buenas prácticas judiciales, en prácticas sociales significativas, y buscar auténticos
efectos de justicia material, plantean un ámbito de aplicación favorable, pues no se contrapo-
nen a la ley ni a la Constitución, facilitan la actividad procesal, promueven la comunicación
asertiva entre sociedad y estado, y permiten alcanzar fines superiores.
La Justicia Restaurativa lleva a recobrar la confianza pública en las instituciones jurisdicciona-
les, regresa el control de los conflictos a las partes, hace que la jurisdicción pueda concentrarse
en otras situaciones muy graves que requieren su intervención, y armoniza los intereses socia-
les y personales con los de la justicia.
Por otra parte, como la Justicia Restaurativa no solamente implica construir escenarios ade-
cuados para su realización, sino también sensibilizar al poder judicial acerca de su importan-
cia y beneficios, la conciencia colectiva se ve estimulada a través de diferentes acciones de
formación que se despliegan desde la escuela judicial.
Hace más tres años, en el Plan de Formación de la Rama Judicial se incluyó una línea específica
en materia de Justicia Restaurativa, que incluye la realización de un conversatorio anual en
que confluyen jueces de todas las regiones del país para capacitarse, reflexionar y compartir
sobre las mejores prácticas de este modelo de justicia en la actividad jurisdiccional.
Al día de hoy, en medio de la situación de aislamiento preventivo, se ha implementado la realiza-
ción de un diplomado virtual sobre Justicia Restaurativa y terapéutica, en que participan más de
un centenar de funcionarios y empleados judiciales para reforzar los elementos conceptuales y
normativos que originan el enfoque de Justicia Restaurativa con las finalidades antes indicadas.
Justicia Restaurativa [ Flórez Rodríguez

En tercer lugar, mediante la participación del Consejo Superior de la Judicatura, en diferentes


escenarios de formulación de política pública, especialmente en materia criminológica, se ha
avanzado en construir un diálogo permanente a nivel institucional que posicione la Justicia
Restaurativa en lugares prioritarios en las reformas legales o en la implementación de progra-
mas gubernamentales, lo que se ha visto fortalecido por la conciencia que se ha venido toman-
do en el nivel local, por ejemplo en la ciudad de Bogotá, hasta llegar a diseñar líneas estratégi-
cas en los planes de desarrollo para la implementación de la Justicia Restaurativa y terapéutica.
En la política criminal, entendida como parte de las políticas públicas estatales, se ha avan-
zado en ejercicios conjuntos para hacer de la Justicia Restaurativa un principio operativo del
sistema penal en algunas reformas legislativas inspiradas en decisiones de la Corte Constitu-
cional en materia penitenciaria y carcelaria.
Como cuarto escenario, el Consejo Superior de la Judicatura ha celebrado y dado ejecución a
diferentes convenios con organizaciones de la sociedad civil a fin de generar sinergias que lle-
ven a un mayor reconocimiento del papel de la Justicia Restaurativa en la promoción de la paz
social, lo que se ha acompañado de algunas acciones de divulgación y sensibilización pública
sobre la Justicia Restaurativa, que incluyen una página web especializada sobre la materia, la
divulgación de cápsulas informativas en redes sociales y eventos académicos de la rama judi-
cial, y módulos de autoformación a disposición de la comunidad en general.
Por último, actualmente, con la colaboración de expertos nacionales e internacionales, mu-
chos de ellos integrantes de la distinguida lista de conferencistas en este congreso latinoame-
ricano, se está dialogando desde hace meses, en jornadas de carácter presencial antes y ahora
virtual, entorno a la formulación de dos proyectos de ley que, de llegar a ser aprobados por el
Congreso, dotarán de un mayor ámbito institucional a la Justicia Restaurativa, y con ello se
57
facilitaría la superación de vacíos y obstáculos legales, y se marcaría un hito importante para
la consolidación de la Justicia Restaurativa en Colombia.
Por otro lado, con magistrados y jueces de los diferentes territorios y regiones del país, este
año se han efectuado mesas de trabajo de tres días a la semana, para la construcción de una
reforma al Código de la Infancia y la Adolescencia que lleve a superar dificultades en el Sis-
tema de Responsabilidad Penal para Adolescentes y, a su vez, transformarlo y ajustarlo para
materializar las finalidades restaurativa, pedagógica y diferenciada que surgen del derecho
internacional de los derechos del niño, de las decisiones y recomendaciones de tribunales y
organismos internacionales especializados y, en general, de los mandatos constitucionales.
A partir de este trabajo se aspira presentar una propuesta legislativa, que hasta ahora está
conformada por aproximadamente cien artículos, para que de manera conjunta con otros or-
ganismos nacionales pueda ser llevada al parlamento a inicios del año venidero.
El objetivo de este proyecto es presentar a la opinión pública nacional e internacional lo que
se considera debe ser un sistema penal juvenil que esté limitado frente a posibles excesos del
poder punitivo, que sirva para transformar positivamente las vidas de los adolescentes que
han entrado en conflicto con la ley penal, y que, fundamentalmente, sirva como ejemplo de
un nuevo sistema procesal que privilegia lo restaurativo sobre lo estrictamente sancionatorio.
Y, finalmente, con apoyo de expertos académicos de Argentina, México, Costa Rica, Uruguay,
España y Francia, además de magistrados, jueces y connotados profesores e investigadores
colombianos, se ha venido trabajando en los dos últimos meses en la formulación de una ley
Justicia Restaurativa [ Flórez Rodríguez

integral de Justicia Restaurativa y terapéutica para Colombia, que integre las diferentes visio-
nes, dimensiones y prácticas restaurativas.
Este proyecto procura estructurar los modelos de justicia terapéutica, principalmente, en lo
referente al delito motivado en el abuso de drogas y alcohol, con lo que se busca también brin-
dar alternativas a la política internacional de lucha contra las drogas, en que la enfermedad ha
sido tratada como delito y al consumidor se le ha puesto en condición de vulnerabilidad que
sólo se puede superar mediante modelos híbridos, terapéuticos y restaurativos.
Se tiene la esperanza de que los argumentos que llevan a modernizar la justicia hacia lo res-
taurativo y lo terapéutico son fuertes y van a dar la batalla contra las tendencias populistas
punitivas actuales.
En conclusión, la Justicia Restaurativa es un destino y una oportunidad de llevar la justicia
del campo de lo formal a la primacía de lo material, a relegitimar la acción jurisdiccional e
institucional de la mano de las necesidades públicas de superación de los conflictos, de re-
composición de los nexos sociales, y de la configuración de una nueva sociabilidad basada en
el diálogo, la solidaridad y la paz.

58

\\
Justicia Restaurativa [ Negret Mosquera

++ Justicia, Verdad y No Repetición. Acuerdo de Paz en Colombia


Carlos Alfonso Negret Mosquera / Colombia

Defensor del pueblo de Colombia (2016 / 2020) y Presidente de la Global Alliance


Of National Human Rights (GANHRI)

Resumen Abstract
En Colombia, la Justicia Restaurativa ha In Colombia, restorative justice has played an
desempeñado un papel importante en la búsqueda important role in the search for a negotiated
de una solución política negociada al conflicto political solution to the armed conflict, addressing
armado, atendiendo las necesidades y la dignidad the needs and dignity of the victims in order
de las víctimas con el objetivo de garantizar la to guarantee justice and the non-violation of
justicia y la no violación de los derechos humanos. human rights. This commitment is inspired by the
Este compromiso está inspirado en la restauración restoration of the damages caused by the armed
de los daños ocasionados por los actores armados actors of the conflict, now, those who took up
del conflicto, ahora, quienes empuñaron las arms, must contribute to the clarification of the
armas, deben contribuir al esclarecimiento de la truth, guaranteeing non–repetition, and in turn
verdad, garantizando la no repetición, y a su vez, Colombian society, must understand that
la sociedad colombiana, debe entender que los the processes of peace takes time. 59
procesos de paz llevan tiempo.
Key words
Palabras clave / restorative justice
\ Justicia Restaurativa / negotiation
\ negociación / conflict
\ conflicto / victims
\ víctimas / peace
\ paz
Justicia Restaurativa [ Negret Mosquera

[ En Colombia el enfoque de la Justicia Restaurativa ha estado presente en el diseño de los mar-


cos jurídicos para combatir la criminalidad y afianzar una cultura de paz cimentada sobre el
respeto y la promoción de los derechos humanos. Por ello, en nuestro país, los mecanismos
de Justicia Restaurativa han desempeñado un papel protagónico en los recientes procesos de
negociación para buscar una solución política negociada al conflicto armado. En particular, de
los derechos de las víctimas partiendo de reconocer su sufrimiento, reparar el daño sufrido y
restaurar su dignidad.
Ejemplo de lo anterior, el punto 5 del Acuerdo de Paz suscrito entre el Gobierno Nacional y las
FARC–EP₁ ubica la defensa de los derechos de las víctimas como el centro del Sistema Integral
de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición [ 1 ]. De este modo, propone la creación de tres
mecanismos para su satisfacción:
Comisión de la Verdad + Unidad de Búsqueda + Jurisdicción especial para la paz
Específicamente en el Acuerdo de Paz se hace especial énfasis en la Justicia Restaurativa ubi-
cándola como uno de los principios fundamentales de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)
que: “atiende prioritariamente las necesidades y la dignidad de las víctimas y se aplica con un enfoque
integral [para] garantizar la justicia, la verdad y la no repetición de lo ocurrido” [ 2 ].
Sobre el particular, tanto ex miembros de las FARC–EP en proceso de reincorporación a la vida
civil, como integrantes de las Fuerzas Militares involucrados en la comisión de graves violacio-
nes a derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional humanitario, deben suscribir
actas de compromiso donde conste la obligación de participar ante los diferentes mecanis-
mos del sistema y contribuir con aportes concretos para la reconstrucción de la verdad históri-
ca y colectiva del conflicto armado, así como de la verdad judicial particular respecto de cada
60 uno de los hechos objeto de conocimiento.
Ese compromiso está inspirado en restaurar los daños ocasionados por los actores armados del
conflicto y, por consiguiente, su observancia opera como un requisito para acceder y continuar
siendo parte del programa de beneficios ofrecidos a quienes hacen parte del proceso de paz.
Así, por ejemplo, tenemos que solo la JEP ya tiene el reconocimiento de un universo de vícti-
mas aproximado superior a 32.000 personas, y alrededor de 11.600 ex combatientes han sus-
crito actas de sometimiento ante esa jurisdicción, lo cual nos da una idea general del enorme
trabajo por delante.
Si a ello le sumamos que los mecanismos del Sistema son de tipo transicional y, por consi-
guiente, su período de funcionamiento es temporal, no cabe duda que el cumplimiento de sus
respectivos mandatos sólo es posible con el apoyo de toda la institucionalidad y el respaldo
de la sociedad civil.
// Unidad de Búsqueda de personas dadas por desaparecidas: 20 años
// JEP: 15 años
// Comisión de la verdad: 3 años

[ 1 ] El proceso de paz con las FARC–EP–CIDOB. Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto. Punto 5.
[ 2 ] “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”, incluyendo la Jurisdicción Especial
para la Paz; y Compromiso sobre Derechos Humanos.
Justicia Restaurativa [ Negret Mosquera

Digo lo anterior porque a la Paz hay que tenerle paciencia. Si el conflicto armado lo hemos pa-
decido en Colombia por más de 50 años, no podemos pretender que de un momento a otro se
tomen todas las decisiones judiciales para juzgar a los máximos responsables. Por el contrario,
la sociedad colombiana debe entender que estos procesos de paz llevan tiempo y mientras se
avanza, quienes antes empuñaron las armas hoy deben, desde la legalidad, contribuir a esclare-
cer la verdad, reparar a las víctimas, garantizar la no repetición y consolidar nuestra democracia.
De otra parte, no podemos dejar de hacer mención al gran reto que en este momento tiene
Colombia por delante, relacionado con los Grupos Armados Organizados que continúan ejer-
ciendo su accionar criminal para hacerse al control del negocio de la producción de cocaína.
Los informes del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) a cargo de la Ofici-
na de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), han iden-
tificado que, a pesar de la reducción del territorio afectado por coca, existe un incremento del
área sembrada, es decir, hay más coca en menos territorio. No obstante, el más reciente informe
sobre los avances del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos – PNIS des-
taca que se ha logrado la erradicación de 41.513 hectáreas de cultivos ilícitos de forma voluntaria
y asistida con un porcentaje de 96% de cumplimiento en los compromisos de no resiembra ad-
quiridos por la población beneficiaria, y tan solo un 0,2% de rebrote de cultivos ilícitos en áreas
erradicadas (Gráfico 1).
Los municipios que concentran la mayor presencia de cultivos de coca, como Barbacoas y Tu-
maco (Nariño), El Tambo (Cauca), Tarazá (Antioquia), Tibú, Sardinata y El Tarra (Norte de San-
tander), Puerto Asís y Orito (Putumayo), presentan una situación compleja de orden público
por la presencia de múltiples actores armados en disputa por las rutas de narcotráfico.
El Gobierno Nacional formuló un proyecto de Decreto “por el cual se adoptan medidas para el so- 61
metimiento individual a la justicia de los integrantes de Grupos Armados Organizados (GAO)” [ 3 ].
La Defensoría del Pueblo en su análisis de este proyecto de decreto advirtió que el enfoque de
Justicia Restaurativa debe iluminar la ruta de sometimiento individual de los miembros de
GAO, por lo cual es indispensable prever la existencia de mecanismos o estrategias orientadas
a obtener la vigencia material del derecho a la verdad de las víctimas.
Para terminar no me queda más que insistir en que:
// Solo bajo la férrea orientación de humanizar los combatientes y entender que, para cons-
truir una paz estable y duradera, estos deben asumir su responsabilidad individual para con
las víctimas, y colectiva para con la sociedad, es posible cambiar la sociedad colombiana hacia
una más solidaria, tolerante, democrática e incluyente.
// Todos los esfuerzos que se hagan para facilitar la dejación de armas a quienes decidan tran-
sitar a la legalidad y someterse a la justicia, deben garantizar la satisfacción de los derechos de
las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición.

[ 3 ] Decreto 965 del 7 de julio de 2020. Por el cual se adiciona el Capítulo 8 al Título 5 de la Parte 2 del Libro 2
del Decreto 1069 de 2015, se adoptan medidas para el sometimiento individual a la justicia de los integrantes
de los Grupos Armados Organizados (GAO) y se dictan otras disposiciones.
Justicia Restaurativa [ Negret Mosquera

// Gráfico 1 //

//

62

/ El monitoreo realizado por UNODC para la verificación del cumplimiento de los compromisos de sus-
titución voluntaria y no resiembra de cultivos ilícitos se realiza sobre el marco de la unidad predial del
beneficiario, por lo tanto, los cultivos ilícitos que existen de personas no inscritas en el PNIS no son objeto
de este monitoreo.
// La persistencia se calcula cuando se cumple un año de la realización del primer pago.
Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito – UNODC – Monitoreo Integral al Programa
de Desarrollo Alternativo. Informe Ejecutivo Consolidado N.º 21 – Fecha de corte: 31 de marzo de 2020.
Justicia Restaurativa [ Negret Mosquera

Bibliografía

\ Acuerdo sobre las víctimas del Conflicto. Presidencia de la Republica de Colombia. http://es.presidencia.
gov.co/Documents/Punto5.pdf

\ El acuerdo de paz entre el Gobierno Colombiano y las FARC: o cuando una paz imperfecta es mejor que
una guerra perfecta. https://www.redalyc.org/jatsRepo/282/28253016027/html/index.html

\ Gestor Normativo – EVA – Función Pública. Decreto 965 de 2020.

\ https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=134523

\ Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el delido – UNODC. Informe Nº 21. Programa Nacional In-
tegral de Sustitución de Cultivos Ilícitos – PNIS. https://www.unodc.org/documents/colombia/2020/Mayo/
INFORME_EJECUTIVO_PNIS_No._21.pdf

\ Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito – UNODC – Monitoreo Integral al Programa de
Desarrollo Alternativo. Informe Ejecutivo Consolidado Nº 21 – Fecha de corte: 31 de marzo de 2020.

63

//
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

++ Reflexiones sobre un Derecho Penal en clave Constitucional


y Restaurativa: Política Ccriminal y Justicia Transformativa
Leonel M. Peña Solano / Colombia

Magistrado auxiliar del Consejo Superior de la Judicatura de Colombia. Ex Director de la Escuela Judicial
“Rodrigo Lara Bonilla” Docente e investigador de Derecho Penal, Política Criminal y Justicia Restaurativa
y Terapéutica.

Resumen Abstract
Para reflexionar sobre la Justicia Restaurativa y el To reflect on Restorative Justice and criminal law,
derecho penal, lo primero que hay que decir es que the first thing to say is that we are talking about
estamos hablando de extremos naturales; quien natural extremes; whoever speaks of a restorative
habla de un derecho penal restaurativo haciendo criminal law, alluding to it from the punitive
alusión de ello desde el poder punitivo está power, is completely confused as regards the
completamente confundido en lo concerniente scenarios of discussion of restorative. However,
a los escenarios de discusión de lo restaurativo. who understands restorative as a parallel and
Sin embargo, quien entiende lo restaurativo complementary element of interaction with
como un elemento paralelo y complementario de criminal law, can find multiple ways to develop
64
interacción con el derecho penal, puede encontrar valuable exercises for knowledge and for
múltiples caminos para desarrollar ejercicios the institutional.
valiosos para el saber y para lo institucional.
Key words
Palabras clave / criminal law
\ derecho penal / restorative justice
\ Justicia Restaurativa / community, therapeutic and
\ justicia comunitaria terapéutica transformative justice
y transformativa
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

[ Cuando nos acercamos a la idea de la Justicia Restaurativa aparecen múltiples escenarios no-
vedosos e inusuales que plantean un reto serio a las formas tradicionales de estructuración,
comprensión, aplicación y transformación del derecho penal. Podemos observar la Justicia Res-
taurativa de manera primigenia y primordial, en el ámbito de las prácticas sociales; con algún
déficit, en los discursos académicos y la investigación aplicada; en las practicas judiciales, que
aunque al parecer no se ven muy claramente delimitadas o no se ven muy abundantes en sus
concreciones, sí se encuentra presente en las actividades de magistrados y jueces en Latinoa-
mérica; y sin duda alguna, está presente dentro de la actividad que se realizan desde los Minis-
terios Públicos, las Defensorías del Pueblo, las Defensorías Públicas y en general, en las desarro-
lladas por entidades estatales encargadas de la vigencia y protección de los derechos humanos.
Estos escenarios enfrentan diversos desafíos en lo relativo a llevar las prácticas restaurativas a
convertirse en una alternativa cierta y eficaz en la resolución pacífica y concertada de todo tipo
de conflictos acompañada de la expectativa de reconstrucción de la vida en comunidad, y no
como se ha querido creer especialmente en ciertos análisis pragmáticos o de corte burocrático,
como un instrumento para solventar mediante procedimientos principalmente transacciona-
les e indemnizatorios la baja criminalidad o la asociada a delitos que procesalmente admiten
el desistimiento u otras formas de terminación anticipada por intervención de la víctima.
En esta medida, históricamente ha sido muy significativo el impulso que han tenido las prác-
ticas propias de la justicia comunitaria principalmente en la resolución de conflictos rurales y
el reconocimiento jurídico y el respeto de la aplicación de la justicia propia de los pueblos in-
dígenas basada en mecanismos ancestrales de reparación del daño causado, reconocimiento
de las faltas, restitución de los diferentes aspectos de la vida de los afectados, y reintegración
social de las personas vinculadas en el conflicto.
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Mientras que la construcción de modelos de Justicia Restaurativa en las grandes ciudades no
ha sido una tarea sencilla de desarrollar con frutos que aún se intentan alcanzar. Es el caso
colombiano, curiosamente pueden ser observados de forma más numerosa y significativa, los
avances relacionados con las prácticas restaurativas que surgen de los modelos de justicias
comunitarias y justicia indígena, incluso en zonas del país donde se ha dado con mayor crude-
za el desarrollo del conflicto armado interno y la lucha contra bandas criminales asociadas al
narcotráfico. Precisamente, en donde la justicia formal no ha llegado de manera definitiva o
con contundencia, son las redes comunitarias, las juntas comunales o veredales quienes han
generado una serie de relaciones entre los actores institucionales o no institucionales para dar
respuestas a las necesidades de superación de los conflictos de la población.
En ese sentido y fundando el análisis desde el campo académico, hay que indicar que cuando se
nos invita a reflexionar sobre la Justicia Restaurativa y el derecho penal, lo primero que hay que de-
cir es que estamos hablando de extremos naturales; quien habla de un derecho penal restaurativo
haciendo alusión de ello desde el poder punitivo está completamente confundido en lo concer-
niente a los escenarios de discusión de lo restaurativo. Sin embargo, quien entiende lo restaurati-
vo como un elemento paralelo y complementario de interacción con el derecho penal, puede en-
contrar múltiples caminos para desarrollar ejercicios valiosos para el saber y para lo institucional.
Es común encontrar ejercicios restaurativos que no responden al campo institucional, los cuales
pueden enmarcarse en la denominada justicia transformativa, la cual busca, valga la redun-
dancia, transformar a los sujetos, a la sociedad y pretende no superar el estatus quo en térmi-
nos de reconstrucción del tejido social.
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

En esa medida, este tipo de observación resulta muy compatible con quienes en el día a día rea-
lizan prácticas de Justicia Restaurativa, porque dentro de su lenguaje y perspectiva del derecho,
entienden que lo restaurativo es importante más allá de la estructura formal de la ley, y lo que
resulta fundamental es materializar u n compromiso serio y fuerte para la consolidación de mo-
delos para la búsqueda de la convivencia pacífica y la reconstrucción del tejido social al afrontar
el fenómeno delictivo. Sin embargo, para poder hacer un buen ejercicio que conecte el derecho
penal con la Justicia Restaurativa, no podemos ignorar las condiciones actuales del derecho.
Por esto, reflexionar sobre un derecho penal que se haga compatible y armónico con el modelo
de Justicia Restaurativa, implica por lo menos tres cosas que de alguna manera se pretenden
abordar aquí: plantear los retos y oportunidades que surgen desde la fundamentación consti-
tucional del derecho actual, reconocer las asimetrías e inconsistencias de la política criminal
contemporánea, y reconocer las potencialidades de orientarse hacia alternativas propias del
campo de la justicia transformativa. Esta presentación constituye un acercamiento preliminar
a algunos de estos asuntos.
Al igual que como lo mencionara en el Congreso anterior, cuando tuve la oportunidad de ha-
blar de política criminal y Justicia Restaurativa, para ilustrar este tema resultan trascendenta-
les algunos antecedentes en la jurisprudencia colombiana, como son las sentencias T – 153 de
1998, T – 388 de 2013 y T – 762 del 2015.
Pero antes, recordemos dos figuras muy importantes. La primera, la del estado de cosas inconsti-
tucional que desarrollada de manera primigenia en Latinoamérica por la Corte Constitucional
colombiana, y es una figura valiosísima debido a que, si bien no está contemplada textual-
mente ni en la Constitución Política de 1991 o en ley alguna de la República, su inclusión en la
doctrina constitucional vino a magnificar la posibilidad del Estado de reinterpretar las institu-
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ciones existentes a partir de un enfoque de los derechos humanos.
La segunda figura es la de la acción de tutela, mediante la que se busca el reconocimiento de los
derechos fundamentales de quien reclame su protección de manera preferente y urgente. Se in-
trodujo al ordenamiento colombiano en la Constitución Política de 1991, junto con un catálogo
de derechos fundamentales y el reconocimiento de que todos los jueces de la República son jue-
ces constitucionales, por lo que, desde el presidente de la Corte Suprema de Justicia, hasta el juez
del municipio más pequeño del país, existe la institucionalidad y autoridad competente de co-
nocer y fallar la acción de tutela para el reconocimiento y protección de los derechos humanos.
A partir de estas dos figuras, a continuación, realizaré una breve presentación de los antece-
dentes jurisprudenciales que mencioné y que de manera concreta llevaron a la declaratoria
del estado de cosas inconstitucional en las prisiones y cárceles en Colombia.
Para el año de 1998, las personas privadas de la libertad en el país habían consolidado un pro-
ceso social organizativo de presos, quienes, asistidos por colectivos de abogados y organiza-
ciones no gubernamentales, tomaron la decisión estratégica de que en una misma fecha y
hora todos los presos radicarían la misma acción de tutela solicitando que se le garantizara, a
cada accionante, sus derechos a la privacidad, vida, salud, sexuales y reproductivos, dignidad,
entre otros, de manera tal que si había un solo juez en el país que garantizara los derechos
de al menos un accionante, todos los restantes podrían interponer otra acción de tutela soli-
citando la garantía al derecho a la igualdad. Efectivamente los jueces determinaron que los
accionantes privados de la libertad tenían una serie de derechos que estaban siendo concul-
cados en los centros penitenciarios y carcelarios, pero la forma principal de garantizarlos era
estableciendo una serie de cargas económicas en el Estado para que se pudieran tutelar mate-
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

rialmente dado que las condiciones infraestructurales y de prestación de servicios básicos era
muy deficitaria, lo que se hacía aún más complejo debido a que la Carta Política en materia de
Acción de Tutela estableció una restricción consistente en que el juez constitucional no puede
tomar ninguna decisión que llegue a comprometer o afectar las finanzas públicas de la nación.
La cantidad de acciones interpuestas llevó a congestionar los despachos judiciales en el país, por
lo que la Corte Constitucional, dada la importancia de los asuntos a tratar, tomó la decisión de
aplicar el mecanismo de selección para conocer todas las tutelas presentadas por los presos y fa-
llar en esa instancia de manera uniforme ya que las situaciones de base que llevaban a una grave
afectación de los derechos humanos de las personas privadas de la libertad eran comunes.
En su estudio, la Corte Constitucional realizó una diagnóstico interesantísimo de la realidad
de los centros penitenciarios y carcelarios a través de una sola decisión judicial, la sentencia
T – 153 de 1998. Por primera vez en Colombia, se puso de presente lo que muchos suponíamos,
lo que había sido alegado y denunciado por organizaciones no gubernamentales durante dé-
cadas sobre lo que pasaba al interior de las prisiones, y que nadie se había atrevido a docu-
mentar y consignar en ningún documento público específico.
En esta sentencia, la Corte Constitucional manifestó que no se iba a fallar tutela por tutela
sino que en una sola sentencia se pronunciarían frente a todos los casos ya que no se trataba
sólo de la situación de quienes interpusieron las acciones constitucionales por la vulneración
de sus derechos individuales, sino que hay una situación sistémica del Estado que llevó a la
desprotección de los derechos humanos de todos los privados de la libertad, y que por ser
contraria al ánimo del Estado Democrático de Derecho que le corresponde a un país, el alto
Tribunal podía tomar medidas excepcionales.
La primera de ellas fue señalar que lo que estaba ocurriendo en las cárceles no era solamente 67
una violación de derechos, sino la existencia de un estado de cosas abiertamente inconstitu-
cional, y que solamente se puede resolver con medidas de choque. Entre las medidas tomadas,
se consideró que debían incluirse presupuestos públicos destinados a superar esta situación;
así mismo, se le ordenó al gobierno nacional, que implementara las acciones que se requirie-
ran para que en un tiempo limitado se crearan los cupos carcelarios y penitenciarios suficientes
para que se dieran todas las condiciones de garantía de derechos humanos de los privados de
la libertad en Colombia. Aproximadamente cinco años después, la Corte Constitucional indi-
có que efectivamente se había cumplido la sentencia creando los nuevos cupos carcelarios y
adoptando las medidas para la garantía de derechos, por lo que se consideraba superado el
estado de cosas inconstitucional en las cárceles declarado en la sentencia T – 153 de 1998.
Años después, las primeras personas que cumplen la pena junto al condenado, como lo dice la
teoría del profesor Roberto Bergalli, es decir, los guardias penitenciarios, interpusieron una ac-
ción de tutela alegando la protección de sus condiciones laborales. Una de las situaciones que
pusieron de presente y que era necesario mejorar para poder restablecer los derechos labora-
les afectados, fue que las condiciones que llevaron a la declaratoria del estado de cosas incons-
titucional en 1998, no solo permanencian, sino que se habían agravado. Por lo que, mediante
la sentencia T – 388 de 2013, la Corte Constitucional realizó una nueva revisión concluyendo
que esa manifestación era verdadera, pero las decisiones tomadas no estaban directamente
ligadas a la protección de los derechos de los privados de la libertad debido a que los derechos
alegados en la acción de tutela eran relativos a la situación laboral de la guardia penitenciaria.
Posteriormente, en la sentencia T – 762 del 2015, la Corte Constitucional resolvió otra acción
de tutela en la que se indicaba sobre la necesidad de revisar qué estaba pasando en los cen-
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

tros penitenciarios y carcelarios del país ya que, pese a haber sido declarada la superación del
estado de cosas inconstitucional después de 1998 y creados más cupos carcelarios que los re-
queridos en aquel entonces, las cárceles se encuentran hacinadas en más del 40%; lo que ter-
minó en la declaración por parte del tribunal constitucional, que por segunda vez en Colombia
existía un estado de cosas inconstitucionales en las cárceles y en las prisiones.
En esta sentencia, haciendo eco de la sentencia T – 153 de 1998, se mostró como en los centros pe-
nitenciarios y carcelarios colombianos se dan una serie de condiciones que no permiten la autén-
tica garantía de los derechos fundamentales de los privados de la libertad. Esto va desde los ele-
mentos más mínimos que todos nosotros sabemos que se dan en los centros penitenciarios de
las Américas, hasta situaciones muy complejas y sistemáticas entorno a como están dispuestos
los centros de reclusión lo cual impide el ejercicio de los derechos de quienes están allí alojados.
La Corte hizo algo supremamente interesante, y que de alguna manera transformó elementos
de la comprensión del derecho penal en Colombia, señaló que si bien, el hacinamiento car-
celario, como elemento que concretiza las condiciones de no garantía de los derechos funda-
mentales de las personas privadas de la libertad, resulta evidente que es oprobioso y debe ser
combatido, a su vez esto no puede hacerse sólo a partir de soluciones de carácter institucional
como la construcción de más cupos carcelarios.
Aunque se suele decir que esta sentencia, como acabo de indicar, declara nuevamente el es-
tado de cosas inconstitucional en las prisiones, mi tesis es que lo que la Corte Constitucional
realmente declaró fue la existencia de un estado de cosas inconstitucional en el sistema penal en
Colombia, lo que es claramente distinto. Esta sentencia anuncia algo a lo que alude otra tesis
del profesor Roberto Bergalli y que también ha manifestado el profesor Eugenio Raúl Zaffa-
roni, y es que si se llega a crear una cárcel más, antes de que terminen de construirla va a ser
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promulgada una ley que la va a sobrepoblar y quede atiborrada, e incluso, supere el número
de personas que humanamente pudieran vivir allí. Por lo cual, el problema efectivamente no
es de cupos carcelarios, sino que corresponde a la interrogante sobre cuál es el tipo de derecho
penal que se está construyendo en el país; si se construye un derecho penal cuya única alterna-
tiva es la privación de la libertad para todo tipo de conflicto social, con lo que se está creando
una cultura de odio, de la necesidad de mayor pena y en la cual las alternativas al derecho
penal y a la privación de la libertad no se van a poder concretar.
Igualmente, la Corte Constitucional indicó que, y esto lo expreso con mis palabras más que
como lo plantea textualmente la sentencia, si estamos frente a un estado de cosas inconstitu-
cionales en el sistema penal, también corresponde a la inexistencia de una política criminal
en clave de derechos humanos que garantice el canon democrático, lo que conlleva a que cada
vez se quieran ver más a ciudadanos privados de la libertad que ciudadanos ejerciendo su
libertad. Podemos ver que se enfrentan dos tendencias muy fuertes, la tendencia populista
punitiva que atraviesa el mundo hoy y la tendencia expansionista de corte de garantía o tutela
de expectativas de derechos de las elites en el poder económico, financiero y político.
Adicionalmente, en la sentencia la Corte Constitucional hizo un llamado al Congreso de la
República y a las instituciones estatales del país indicándoles que el derecho penal que te-
nemos debe cambiar o no hay forma de que se supere el estado de cosas inconstitucional en
los centros penitenciarios y carcelarios. Esto es muy grave, es tanto como decretar de entrada
que mientras estas instituciones físicas y jurídicas existan en el país, habrá un sector de la po-
blación que está viendo negado y conculcados sus derechos fundamentales y eso es comple-
tamente insoportable en un Estado Democrático y de Derecho. Además, el alto Tribunal les
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

pide que no se actúe a partir de criterios de populismo punitivo; lo que equivale a indicar que
el derecho penal no se puede aplicar con base en los intereses sensacionalistas de los medios
de comunicación y de la urgencia de los políticos para obtener votos.
La alerta que da la Corte Constitucional ha sido revisada en diferentes escenarios como el Con-
sejo Superior de Política Criminal, en organizaciones no gubernamentales y universidades, y
ha llevado a demostrar otra serie de graves errores que aparecen en el derecho penal, identifi-
cándolo como un instrumento tremendamente selectivo de violencia extrema respecto a sec-
tores específicos de la población y que además contraviene reglas mínimas de la lógica y del
sentido común. No puede ser que en un Estado Democrático de Derecho como el colombiano,
el sistema penal haya establecido reformas legales con penas mucho mayores para variantes
agravadas del lavado de activos que para genocidio y otros crímenes de lesa humanidad.
Es contradictorio establecer un procedimiento penal con esquema acusatorio con procedi-
mientos agiles, que fueran adversariales, que en el marco de ese ejercicio dialógico entre las
partes para tratar de hallar la verdad procesal, que se otorgara una serie de beneficios para
quien ayuda con la verdad o para quien ayuda con el proceso penal y que llegue a reivindicar
a la víctima a partir del conocimiento de los motivos que llegaron a la comisión conflictiva; y
que después de haber tendido la mano prometiendo rebajas de pena, preacuerdos, negocia-
ciones, entre otros, cada vez que haya una reforma legal se empiece a decir que sí se pueden
realizar esos preacuerdos y negociaciones pero en este y aquel delito no, y en la siguiente re-
forma legal continúe en aumento la lista de los delitos que son excluidos hasta el punto que la
naturaleza de ese sistema adversarial termine minado por el conjunto de exclusiones, impo-
niéndose un impulso populista punitivo en cada una de las reformas penales.
Esa configuración del derecho penal ha llevado a Colombia a unos extremos que para algunos
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de nosotros son abiertamente aberrantes, mal interpretando los argumentos incluso ante el
Congreso de la República con fundamento en la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos y en un buen número de fallos de la justicia de derechos humanos a nivel internacio-
nal, para justificar cosas como la reforma constitucional en favor de la cadena perpetua en
nuestro país. Esto nos muestra un escenario que es realmente lamentable en torno a la estruc-
tura constitucional del sistema penal colombiano, pero que los diálogos que hemos tenido
con colegas en Perú, Bolivia o en Argentina no dista mucho de los ejercicios de política crimi-
nal en el nivel internacional.
Esta situación se agrava, el estado de ánimo inmovilizador que se da desde los medios de comu-
nicación seducidos o manejados por élites del poder financiero, económico y político hacen que
la sociedad se vaya acomodando a las nuevas condiciones y a la forma como se manifiesta el po-
der punitivo, es decir, cada vez más expansiva; esos diques de contención que el profesor Zaffa-
roni de muy buena forma nos enseñó y ha insistido sobre ellos en su vida académica, cada vez
se vuelvan telas más flexible es que atentan contra las libertades públicas de los ciudadanos.
Como consecuencia adicional de esta situación, el principio del derecho penal como ultima ra-
tio cada vez se convierte más en un discurso metafísico, cada vez más, se convierte en una vieja
añoranza que es la verificación de la forma como se construye el derecho penal. El proceso de
criminalización primaria va mostrando cómo se le ha dado la vuelta para que esta forma de
redacción punitiva se convierta en el primer mecanismo de reacción estatal frente a lo cata-
logado como anómalo, frente al disidente político, frente al enemigo, frente al subordinado,
e incluso frente al ciudadano que se manifiesta en torno a los elementos negativos de las po-
líticas transnacionales que afectan la educación y el empleo como fue todo este movimiento
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

internacional que se dio en Chile, que se dio en Colombia y en otros países y que terminó in-
movilizándose también por la pandemia del COVID–19.
Esto llevó a que surgieran ciertas reacciones, la primera, hay una conciencia por transformar
el derecho penal, y no precisamente porque las tesis de la criminología crítica hayan primado
sino porque hay un fallo judicial que debe cumplirse. Esta es una oportunidad para transfor-
mar las formas como se aborda el conflicto en el país. Esto ha llevado a que por ejemplo, la
Rama Judicial, el Consejo Superior de la Judicatura y la Corte Suprema de Justicia mediante
diferentes fallos y acciones empiecen a insistir en la necesidad de construir una ley general de
Justicia Restaurativa y justicia terapéutica en Colombia.
Este derecho penal también se alimenta de esta pandemia y de otras pandemias para exten-
der su carácter reactivo menos esperable y menos coherente con una concepción moderna de
carácter constitucional y democrático. Sin embargo, ¿dónde cabe la Justicia Restaurativa en
todo esto? Si la Justicia Restaurativa como discurso y como práctica es llevada como un ele-
mento de carácter finalístico o de carácter instrumental dentro del proceso penal o dentro del
derecho penal mismo, creo que hemos perdido un escenario muy importante de desarrollo la
Justicia Restaurativa como discurso y como práctica; debe plantearse como el camino necesa-
rio para reconstruir la idea de derecho penal como ultima ratio y con esto ir fundamentando
cuál es entonces la prima ratio que se requiere para la resolución de los conflictos en la tradi-
ción jurídica internacional.
Siempre se habló de la ultima ratio pero no de la prima ratio y lo fuimos descubriendo especial-
mente después de la culminación de la Segunda Guerra Mundial en el escenario del neocons-
titucionalismo latinoamericano y en el desarrollo de los tratados internacionales en materia
de derechos humanos. Pero no es sino hasta la llegada de las constituciones latinoamericanas
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de final del siglo XX, donde la garantía de los derechos humanos se puede materializar por vía
judicial; antes solamente existía a partir de las acciones públicas, de las acciones sociales y casi
de la resistencia de los sujetos frente al ejercicio del poder punitivo.
Hoy escenarios como el académico y el del diálogo internacional funda tendencias de hacia
dónde debe irse transformando la judicatura y el poder legislativo. Estoy convencido que, a
pesar del escepticismo que puedan tener litigantes o víctimas, generar un diálogo importante
con el sector social, con la academia y con las instituciones del sector público para hacer un
ejercicio fuerte de política legislativa en materia de Justicia Restaurativa resulta importante.
Hemos detectado por lo menos tres escenarios en los cuales se realizan ejercicios de buenas
prácticas que buscan la modificación de normas nacionales y que permitirían hacer de la Justi-
cia Restaurativa una prima ratio y fortalecer esos diques de contención del poder punitivo. Uno
de ellos tiene que ver con el cumplimiento de la sentencia T – 762 de 2015 de la Corte Consti-
tucional, lo que implica, empezar a revisar todo el conjunto de incoherencias e irracionalidad
que por lo menos formalmente aparecen en la norma penal para partir del ejercicio dialógico
con el Congreso de la República y tratar de hacer conquistas en torno a garantizar los princi-
pios de estricta legalidad y de proporcionalidad de la pena.
Otro escenario es en el que hemos venido trabajando con los jueces de la República en Co-
lombia, en particular con los jueces del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes,
debido a que los sistemas de justicia penal juvenil tienen una ventaja que no tiene el sistema
penal ordinario y es que cuentan con tratados internacionales que reconocen a la Justicia Res-
taurativa como uno de sus fundamentos básicos, pero infortunadamente cuando revisamos
las normas relativas en Colombia, que sería el Código de la Infancia y la Adolescencia, nos en-
Justicia Restaurativa [ Peña Solano

contramos con que lo restaurativo y lo pedagógico hacen parte de una serie de principios que
no han sido debidamente desarrollados, ni en los procedimientos, ni en las prácticas.
Sobre este punto, se ha venido trabajando desde hace aproximadamente un año con ma-
gistrados y jueces de todo el país y hemos logrado hacer un primer consenso con el poder
ejecutivo, para poder llevar al parlamento un proyecto de reforma del Código de la Infancia
y la Adolescencia que materialice finalidades restaurativas. Esto no es fácil, ya hemos sido
acusados de querer convertir el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes, en un
sistema restaurativo paternalista de adolescentes, cuando justamente lo que se trata es, que
los adolescentes sean comprendidos en su dimensión como sujetos de derechos, pero a su vez
que la respuesta del Estado frente a la comisión delictiva de una persona mayor de 14 años y
menor de 18 no esté basada en un principio retribucionista, sino en la posibilidad de transfor-
mar su vida y de garantizar un diálogo entre víctima y victimario que termine reconstruyendo
el tejido social que se fracturó con el delito.
Finalmente, quisiera señalar que si se entiende la Justicia Restaurativa como resultado y como
el ejercicio de una justicia material que se concreta con el hecho de que quienes están vincu-
lados en el conflicto, víctima y victimario, logren superar la formalidad del proceso judicial,
logren recomponer sus vidas, reconocer la verdad que hay detrás de la comisión delictiva, re-
parar el daño, pero sobre todo, reconocerse como sujetos de derechos, pues creo que la justi-
cia formal tiene que dar un paso al costado cuando resulte necesario, y en otras ocasiones, dar
apertura y reconocimiento a los resultados restaurativos que aparecen de ese diálogo social,
tiene que darle el auténtico valor que ésta tiene incorporando esa realidad a los efectos que
producen los procesos judiciales.
El derecho penal de hoy se muestra en muchos aspectos ,incompatible con las cánones del
71
derecho constitucional y el derecho internacional de los derechos humanos, ha ahuyentando
a las partes en conflicto quedándose con un proceso formal en el que incluso la víctima y el
victimario muchas veces ni siquiera hacen parte física de éste, sino que se reduce a la emisión
de sentencias que sirven para engrosar las estadísticas de la efectividad del Estado en materia
criminal, y no pasa nada con la superación de los conflictos en la sociedad.
La justicia penal debe reconocer el carácter de prima ratio de la Justicia Restaurativa y auto-
restringirse y orientarse a que sus efectos sean, no sólo los menos perjudiciales para los invo-
lucrados, sino los que mejor aporten a la restauración de sus vidas y de las comunidades, en
otras palabras, orientarse hacia la concreción de un derecho penal compatible con los princi-
pios y finalidades de la justicia terapéutica y la justicia transformativa.
Quisiera cerrar con esto, la Justicia Restaurativa como procedimiento y como resultado puede
plantearse como un adecuado destino para un derecho penal, que sea coherente con el ca-
non democrático. Parafraseando al doctor Zaffaroni, en un adecuado debate entre el poder
punitivo y el poder jurídico, espero que volvamos a poner el poder jurídico en un escenario
verdadero de resistencia y de transformación de las situaciones existentes hoy en el mundo.
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72
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\\
//
Justicia Penal Juvenil

73

+
+
Justicia Restaurativa [ Fontemachi

++ Debates y aportes interdisciplinarios para


la humanización de una Justicia Penal Juvenil
María Fontemachi / Argentina

Abogada. Doctora en Conducta Humana y Procesos Psicológicos, Universidad de Valencia.


Presidenta de la Asociación Latinoamericana de Magistrados, Funcionarios, Profesionales y
operadores de Niñez, Adolescencia y Familia. Ex Jueza Penal Juvenil.

Resumen Abstract
Este trabajo refleja la necesidad de un cambio This work reflects the need for a change in the
en el sistema judicial juvenil para intervenir con juvenile justice system to intervene with children
menores que han cometido delitos en Argentina who have committed crimes in Argentina that
que perjudica tanto al niño como a la víctima, harm both the child and the victim, the family and
la familia y la comunidad. Se plantea la necesidad the community. The need to introduce restorative
de introducir prácticas restaurativas para facilitar practices is raised to facilitate the repair of the
la reparación del daño causado por el adolescente damage caused by the adolescent and that this
y que este proceso suponga un aprendizaje para process involves learning for their life in the future.
su vida en el futuro.
74
Key words
Palabras clave / Restorative Justice
\ Justicia Restaurativa / social conflict
\ conflicto social / adolescents
\ adolescentes / childhood
\ infancia / crimes
\ delitos
Justicia Restaurativa [ Fontemachi

[ Este trabajo se fundamenta en el acuerdo que diferentes gobiernos se propusieron en 2015 a


través del desarrollo de una serie de objetivos para el año 2030. Puntualmente, nos hablan de
las desigualdades de la infancia, de las desigualdades, de situaciones de pobreza e incluso de
violencia hacia los que nos hablan de la pobreza, de la violencia de niños y niñas. Para orientar
este trabajo ponemos foco en los objetivos que UNICEF nos marcó respecto qué y cómo tratar
estos aspectos, así como focalizar en la erradicación de la violencia.
Una de las claves para alcanzar dichos objetivos puede estar en humanizar el sistema penal,
ya que una gran parte de los menores que cometen delitos son víctimas de la pobreza, con
carencias en el cuidado, sufren de abandono siendo necesario priorizar en ellos acercándoles
a la educación como medio de terminar con esta situación de exclusión social en la que se
ven inmersos. Tras el Foro realizado en 2019 en Santiago de Chile, se pudo evaluar el creci-
miento en el cumplimiento de los objetivos y se concluía que todavía existe una ineficacia en
los mecanismos de lucha contra la desigualdad, en materia de la educación, sobre el trabajo
infantil y de la violencia que padecen los menores. Además, se reflexionó sobre el papel de los
adultos como responsables primarios, como gestores y operadores de los adolescentes, que
están inmersos en un sistema de conflicto social, conflicto penal, pero sobre todo conflicto
social. Por lo tanto, el enfoque de trabajo será desde una perspectiva interdisciplinaria e inte-
rinstitucional, incluyendo magistrados, funcionarios y todo personal para que esté totalmen-
te consustanciado con este deber que tenemos que cumplir en respeto a los derechos de los
niños y niñas. Los profesionales que trabajan con adolescentes por tanto, no solo abordarán
el delito cometido o su sanción según el Código Penal, también tendrán en cuenta cual es el
contexto familiar del menor, su educación y situación personal que le han llevado a cometer
esa infracción. Por eso, es importante tener en cuenta en la resolución de conflictos sociales,
cuál va a ser el interés superior de estas niñas y niños. 75
La intervención interdisciplinaria trata de escuchar a todas las partes implicadas para tratar de
resolverlo. El sistema judicial dificulta este proceso, ya que los jueces y otros agentes judiciales
no pueden acceder a una información relevante que puede ser aportada por un trabajador so-
cial, un psiquiatra o un examen médico que pueden indicarnos una falta de nutrición adecuada,
si hay falta de cuidados dibujando un mapa sobre cuál es su situación real e integral y por esto
también, parafraseando a Alicia Stolkiner, la interdisciplina pasa de la incontrolable indisciplina
de los problemas que se nos presentan actualmente y de la dificultad de castigarlos. Los proble-
mas como demandas complejas y difusas que dan lugar a prácticas sociales inervadas de contra-
dicciones, lo cual ha implicado cuerpos conceptuales adversos. Tenemos por tanto, que respetar
su dignidad y todos los derechos deben quedar conservados. Es muy difícil unir los profesiona-
les, unir las piezas pero creo que tenemos que hacer el esfuerzo para lograr que cada caso sea
intervenido por distintas ciencias que nos acerquen a una conclusión integrada y coordinada.
Tal y como señala el Doctor Zaffaroni, respecto al sistema penal formal, es un proceso en que
pierde el ofensor y pierden todos. En primer lugar, el ofensor que ingresa a un sistema estigma-
tizador no se reconcilia consigo mismo, se aleja de sus afectos cuando hay medidas privativas
de la libertad y en segundo lugar, una vez que termina su pena, es excluido en la sociedad. Ade-
más, pierde la víctima también, ya que sigue dañada por reiteradas testimoniales, citas, y a la
hora de ser protagonista es muy difícil que se la tome en cuenta. Es cierto que muchos códigos
procesales modernos están dando un protagonismo mayor a las víctimas, pero eso tampoco
muchas veces se cumple en la realidad si no hay conciencia de los operadores. Además, el Esta-
do también sufre pérdidas ya que frente a los escasos recursos que tiene gasta altas sumas de
dinero tanto en los procesos, los procedimientos, así como en el costo que tiene por persona
Justicia Restaurativa [ Fontemachi

que está privada de la libertad. Un claro perdedor del proceso de justicia penal tradicional es sin
duda la sociedad, porque contamina su cuerpo con sentimientos de injusticia, infelicidad, inse-
guridad, porque cree que reclamando más penas va a tener la justicia. Es por tanto una necesi-
dad social lograr una comunidad más restaurativa, de paz, que reduzca esta violencia en las que
están insertos tanto niñas, niños y adolescentes en su familia, pero también fuera, con sus pares
o inmersos en bandas. Por eso es muy importante encontrar una manera de sanar, de restaurar
tanto desde la primera infancia como luego en la adolescencia con este sistema penal juvenil.
La Justicia Restaurativa y la mirada restaurativa tiene que estar desde el principio de la vida de
las personas, no es algo que sea solamente exclusivo del sistema penal, sino que tenemos que
tratar de reparar, de dar lo que el niño o niña necesita. Por eso es que debemos empezar a res-
taurar, a aplicar este modelo sanador desde la infancia y tener una tutela judicial efectiva. To-
dos y cada uno deben ser defendidos en cuanto a sus derechos, teniendo la posibilidad de salir
adelante y tener un proyecto de vida. En el sistema penal vigente son diversos los sectores de la
sociedad que piden bajar la edad de imputabilidad para encarcelar, sin reparar en que tal vez
seamos la sociedad los que debemos cambiar nuestra mirada que vea a estos menores como
personas que aún están creciendo, que necesitan modelos sociales adecuados durante ese pro-
ceso tal y como señala la declaración de 1924 que dice que la humanidad le debe a los niños y
niñas todo lo mejor que se les puede ofrecer. Posteriormente, en 1959 se reiteró este propósito.
Puntualmente, hablando del sistema penal en nuestro país Argentina, donde tenemos una ley
que se ha marcado 40 años de margen, han pasado más de 30 años de democracia y no hemos
sido capaces los adultos de ofrecer un sistema que avale sus derechos de sistema adecuado a
las convenciones y las distintas reglas de las Naciones Unidas. A través de las prácticas, tene-
mos que plantear nuevos modelos y tratar de capacitar profesionales, para evitar estigmatizar
76 a los y las adolescentes. Por eso, el enfoque restaurativo aporta a los jueces una oportunidad,
una variable de prácticas y una alternativa de respuesta para los adolescentes. Por eso, es in-
dispensable tener en cuenta todos estos derechos, tomar la situación evaluada interdiscipli-
nariamente de cada adolescente para contar con una posibilidad de evitar la auto–respuesta.
Uno de los mayores problemas que tenemos es que los defensores es cómo pensar que “la Jus-
ticia Restaurativa no, porque va a tener que reconocer el hecho y yo no quiero eso”, quizá a una
mediación de conflictos, a un reconocimiento del hecho. Y no es esto la Justicia Restaurativa.
Según Haueter, la mediación es algo y la Justicia Restaurativa, si bien puede ser uno de los
elementos o de las estrategias de mediación, no es sólo eso. Justicia restaurativa es otra cosa,
es dar la posibilidad de ver un proceso sanador, no pensar que la mediación es sólo el resulta-
do, sino que lo que nos va a enriquecer es el proceso, esa conferencia que pueden darte esos
círculos sanadores y demostrar que la Justicia Restaurativa no es reconocimiento solamente,
sino que la Justicia Restaurativa se da en una comunidad, se da en una familia.
La mirada restaurativa, la estrategia restaurativa como bien han experimentado muchos paí-
ses con este enfoque nuevo, con una cultura nueva. Puntualmente este interés superior del
que hablábamos, el principio de oportunidad, o sea poder pensar en la investigación, en el
proceso, tener una intervención mínima, y uno de los principios más fundamentales para mí
es la flexibilidad. El principio de flexibilidad es lo que más nos cuesta asumir. Podemos cam-
biar, podemos regresar, podemos realmente dar otra posibilidad.
En Argentina ha surgido en 2018, un protocolo de mediación penal juvenil. Este protocolo con-
junto de procedimientos específicos sirve para estandarizar acciones para saber cómo vamos
a actuar en este caso. Las características más importantes son la participación y la reparación,
la responsabilidad. Sabemos que, puntualmente, a partir de la Convención de los Derechos
Justicia Restaurativa [ Fontemachi

del Niño empezaron a cambiar la legislación de toda Latinoamérica, y allí es importante saber
que nuestro país en 1994 incorporó a su constitución las Convenciones Internacionales, tene-
mos las reglas, tenemos las convenciones pero no cambiaron las legislaciones, salió el juez de
menores que no tenía límites, ni fiscal, ni defensor, ni se respetaban las garantías instituciona-
les, y vino otra justicia que respetaba las garantías, pero no estos derechos consagrados en la
convención, poniendo sanciones de muchísimos años. Pero por suerte esto hoy va cambiando
debido a estas capacitaciones, debido a entender de qué se trata la justicia especializada. Sa-
bemos que nuestro país fue sancionado por sentencias de prisión perpetua, pero esos mismos
tribunales que hace más de 20 años la pusieron ahora te muestra estadísticas que tienen una
mínima sanción, un top mínimo 5% u 8% de sanciones y el resto son absoluciones. Porque una
de las cosas importantes que entiende nuestra ley nacional es que se puede absolver cuando
en la situación, de acuerdo a la conducta del adolescente hacia la responsabilidad del hecho,
no es necesaria la pena. Por eso me parece importante resaltar esto y que esto ha ido cam-
biando gracias a la capacitación y a internalizar cuáles son los derechos respecto a la propor-
cionalidad. Estamos hablando de la Justicia Restaurativa, y una de las medidas es no imponer
sanciones, y la privación de la libertad como último recurso.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, el caso de Mendoza, dijo que las medidas
que deben dictarse deben ser consecuencias no solamente de la realización del delito, sino
que deben tener en cuenta la proporcionalidad y la finalidad. Asimismo, la corte de Mendoza
ha dado sentencia que ha recuperado estos valores. Tenemos un caso de 2014 donde un ado-
lescente junto con un adulto cometió un homicidio criminis causa en principio, la corte luego
en base a las circunstancias y a evaluar cuál era la situación incluso del adolescente, cambió la
calificación a robo con homicidio cuestión que puso, fueron 2 años y 6 meses de prisión. Lue-
go en otros fallos que fueron y que son los que orientan en mi provincia, Mendoza, también 77
dispuso que la reducción de la pena a grado de tentativa es obligatoria en materia de derecho
penal juvenil y solamente acepta aplicar sanción aquellos hechos que constituyen el núcleo
duro del derecho penal. Por eso, es importante rescatar esta jurisprudencia y pensar que hay
distintas situaciones pero qué tenemos que ir hacia adelante con esto, con la posibilidad de
poder crecer en el respeto de los derechos y darle la posibilidad también, como dicen en el
caso Maldonado, de revisar. Nosotros tenemos que ser flexibles, obviamente en el Ministerio
Público en la defensoría pidiendo la revisión de la sanción. Más allá de no tener una ley de
procedimiento que lo diga, tenemos convenciones internacionales, tenemos la declaración
iberoamericana, todo esto nos apoya para poder resolver esta maqueta. Argentina no tiene
nada de ahí, pero sí tiene jurisprudencia. Y sí tiene convenciones que son de obligatorio cum-
plimiento, por eso me parece fundamental esto tenerlo en cuenta.
Otro tema fundamental de este tribunal de menores es que la prescripción termina si en el
plazo para la sanción del grado de tentativa es cumplida, es decir que se reduce la prescripción
de las causas adolescentes y también se aplica el principio de legalidad en cuanto a que tene-
mos que tratar que todo lo que sea proteger los derechos del niño sea una realidad. Con esto
ya termino en cuanto a la capacitación de fiscales y defensores.
Y un caso puntual de un niño que no fue cuidado en su primera infancia y llega la adolescencia
sin familia. Ataca a su compañero de la escuela porque lo estaba victimizando (y saca un cu-
chillo y lo hiere). Se celebra el juicio, el fiscal acusa, la defensa no pide nada y termina con una
declaración de responsabilidad. Si se hubiera aplicado los principios de Justicia Restaurativa a
este chico que sufrió toda su vida por una violencia institucional no hubiera terminado de esa
manera. Tenemos muchos casos en donde hay soluciones de conflictos donde los fiscales no
Justicia Restaurativa [ Fontemachi

lo quieren entender, porque realmente es mucho más fácil hacerlos responsables que ponerse
a trabajar con las y los adolescentes. Por eso me parece muy importante, y ya para terminar,
que tenemos que tener en cuenta que tenemos que resolver aquellos que estamos en cargos
gerenciales de magistrados y funcionarios y profesionales para que crean en los adolescentes.
Si nosotros no queremos que pueden cambiar, si no creemos que merecen otra oportunidad en-
tonces vamos a seguir en la misma situación. Por eso son un desafío, pensar que el delito es una
acción en contra de la comunidad y no de la ley y que los niños niñas y adolescentes requieren
atención de esos derechos a la vida, a la salud, a la educación, al esparcimiento, el marco fami-
liar de cariño y respeto. Si carecen de estos derechos deben buscarse aquí el origen de los actos
infractores a la ley. Por eso, sólo desde la norma de derecho no puede respetarse los derechos
humanos de niños, niñas y adolescentes. Unidos, unidas, comprometidos y comprometidas, es-
pecializadas y especializados, todos juntos vamos a poder realizar este cambio que queremos.

78

\\
Justicia Restaurativa [ Lerner

++ Prácticas restaurativas como respuesta


al delito entre adolescentes
Gabriel Lerner / Argentina

Abogado. Maestría en Derechos Humanos. Secretario Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina.

Resumen Abstract
Este artículo trata la aplicación de la Justicia This article deals with the application of
Restaurativa como medio de intervención Restorative Justice as a means of intervention
entre adolescentes que han cometido un delito, among adolescents who have committed a crime,
las víctimas y la comunidad. La propuesta the victims and the community. The proposal
explica la modificación o inclusión de prácticas explains the modification or inclusion of restorative
restaurativas que se distancien de las tradicionales practices that distance themselves from the
sanciones basadas en motivaciones punitivas traditional sanctions based on punitive motivations
o de castigo. Para ello será necesario involucrar or punishment. For this, it will be necessary
tanto a instituciones del gobierno como formar to involve both government institutions and
adecuadamente a profesionales que puedan guiar adequately train professionals who can guide
estas prácticas en Argentina. these practices in Argentina. 79

Palabras clave Key words


\ Justicia Restaurativa / Restorative Justice
\ Derechos de la Infancia / Children’s Rights
\ sanciones punitivas / punitive sanctions
\ prácticas restaurativas / restorative practices
Justicia Restaurativa [ Lerner

[ Partimos de cuestionar una idea que está instalada en el imaginario popular y a veces en los
actores especializados, este concepto es que el sistema de justicia penal para adolescentes ar-
gentinos parece inmodificable y aparece como un generador permanente de malas noticias.
En realidad, es un país de 45 millones de habitantes y los datos actuales reflejan que hay entre
1000 y 1200 chicos y chicas privados de la libertad en todo el país, imputados por delitos. Así
mismo, hay alrededor de 2500 y 3000 jóvenes varones y mujeres con medidas alternativas a
la privación de libertad. Es decir, es una dimensión relativamente pequeña para un país con
una alta población, siendo la tasa de encierros más baja, en promedio, que en otros países de
América Latina. Lo cierto es que diversidades normativas, precariedades en los programas, y
algunos pensamientos tradicionales siguen predominando en la intervención con infractores,
lo cual nos han impedido estos años una mejora sustantiva, sin embargo, estamos conven-
cidos de que va a ser posible avanzar en este sentido y concebimos a la Justicia Restaurativa
como un instrumento que puede potenciar un abordaje de la situación de los adolescentes
infractores más acorde a la Convención de los Derechos del Niño (1989) que otros modelos
implementados anteriormente y que en general no han dado muy buenos resultados.
Tomando como base los principios del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas
podemos considerar como restaurativo un proceso donde la víctima, sujeto activo del deli-
to y otros miembros o personas relevantes de la comunidad participan conjuntamente y de
manera activa para resolver las cuestiones derivadas del delito, generalmente con la ayuda
de un facilitador. Con ese concepto amplio de la idea de Justicia Restaurativa, nosotros esta-
mos tratando de profundizar la idea para que impregne nuestro programa. No tenemos una
mirada ilusoria o naif respecto de la Justicia Restaurativa. Por el contrario, nos enrolamos en
lo que dice la investigadora Marina Medan sobre que la Justicia Restaurativa apoyando que
80 no es en sí misma una solución progresista para lidiar con el crimen, sino tal vez sea la mejor
forma de ganarle la disputa a la política criminal del punitivismo. Tal y como señala la doctora
Fontemachi, en reformas legales, lo cierto es que el punitivismo siguió avanzando en nuestro
país como intervención en los delitos de los adolescentes.
Nosotros entendemos, por tanto, a la Justicia Restaurativa como herramienta en el marco de
los principios constitucionales y convencionales y por ello, situamos la Convención sobre los
Derechos del Niño (1989) en lo más alto de nuestra jerarquía normativa. Esto es la Constitu-
ción Nacional, donde no solo tenemos en cuenta los artículos 37 y 40 de la Convención, tam-
bién existen una proliferación de instrumentos que podríamos denominar “derecho blando”
o “soft law” como son las reglas de Beijing, las directrices de RIAD, la observación general 24
Comité de Niños de las Naciones Unidas. Este conjunto de elementos internacionales que nos
aportan un marco normativo de singular importancia hacia el respeto de los derechos huma-
nos y así se desprenden principios de los que debemos nutrir las prácticas restaurativas.
Existen algunos principios a destacar respecto a los sistemas de políticas para adolescentes
infractores. El primero de ellos, es el de mínima intervención penal, es decir no solamente en
la reducción de la utilización de penas sino también, de la búsqueda salidas alternativas al
proceso penal estricto, pues la finalidad específica del proceso penal juvenil, es socio-educati-
va, donde el objetivo sea la integración social del adolescente infractor y que ese aprendizaje
lo habilite para conocer y respetar los derechos en su comunidad. Por otro lado, el principio
de la privación de la libertad supone la última alternativa. Así, el principio de especialidad
será definitivo para el abordaje diferenciado, no solamente en normas, sino también de los
funcionarios y de organismos en relación al sistema penal de adultos. Y si bien es cierto, tene-
mos una ley penal obsoleta, que mantiene un cierto sesgo autoritario y positivista, centrado
Justicia Restaurativa [ Lerner

en dotar de las amplias facultades al juzgador para la aplicación o no de una sanción para el
adolescente infractor. Es conocida la posibilidad de no solo aplicar la descarga de la responsa-
bilidad penal del adolescente en una sanción reducida, sino incluso, eximir al adolescente en
el caso de entender, como ha dicho la Corte Suprema de Justicia, que la situación no amerita la
imposición de una pena. A tenor de esto, han surgido numerosos proyectos modernizadores
en los últimos años en Argentina que no tienen este principio en cuenta.
El otro elemento normativo a destacar, es que la mayoría de los ordenamientos procesales
que se han reformado en los últimos años han incorporado el principio de oportunidad pro-
cesal, es decir, que el fiscal pueda desistir de la persecución penal del adolescente. Debemos
entender, por tanto, que es posible y aconsejable profundizar y desarrollar más experiencias
de Justicia Restaurativa en Argentina. Para tanto, en primer lugar, deberíamos plantear una
reforma de la normativa penal juvenil de fondo que establezca como regla la Justicia Restau-
rativa y sólo como excepción la recurrencia a las penas o sanciones y que lo estableciera como
un derecho del imputado, el hecho de no contar con esa norma, no nos pone en el mejor de
los escenarios, pero no impide avanzar en la construcción de prácticas restaurativas. La recla-
mación constante de modificación de la antigua ley penal ha llevado a una especie de discurso
generalizado produciendo una cierta frustración, además, tampoco se incluyen prácticas que
serían perfectamente posibles aún con la actual normativa. Un punto de vista a destacar es
que los nuevos planes de trabajo en este ámbito deben marcar una fuerte distancia del enfo-
que que entiende los esquemas restaurativos como una ornamentación de un sistema penal
para adolescentes de tipo punitivista ya que en algunas propuestas se reafirma y profundiza
para la intervención con los adolescentes. El último proyecto de Ley Penal para adolescentes
que envió el anterior gobierno al Congreso, bajaba la edad de punibilidad y permitía aplicar a
los adolescentes penas de hasta 55 años de privación de libertad y así mismo incluía algunos 81
artículos que habilitaban alguna práctica restaurativa para delitos de bagatela. No podemos
por ello, concebir la Justicia Restaurativa como un pequeño espacio frente de una gran cárcel
llena de menores con falta de recursos, es decir, las “medidas alternativas” y la Justicia Restau-
rativa —que no es lo mismo pero hay un punto de contacto— tienen que estar en el centro del
sistema penal para adolescentes.
Otra punto de inflexión de este trabajo aborda el proceso restaurativo subjetivo que hace el
joven en el tránsito de la construcción de los acuerdos, lo cual es profundamente deseable, po-
tenciando la participación activa de las víctimas pero al mismo tiempo, entender que no pue-
de ponerse como condición sine qua non su presencia, para desarrollar prácticas restaurativas.
Entendemos que la posibilidad de construir acuerdos reparatorios tiene que mirar central-
mente al proceso subjetivo y social del menor así como a la comunidad en conjunto. Muchas
veces, la víctima de un delito prefiere no volver a transitar por este tipo de recorridos o directa-
mente se opone a un acuerdo de esta naturaleza, por lo que en virtud del principio de interés
superior del niño no hay que renunciar al proceso, es decir, hay que tratar que se produzca ese
acuerdo o diálogo aún sin la víctima. Por otro lado, no se puede excluir a priori la posibilidad
de desarrollo de prácticas restaurativas justificando la tradicional cultura del castigo. Es decir,
sabemos que es más sencillo en términos de la presión social y de la repercusión mediática,
que frente a hechos de cierta gravedad y de mayor complejidad para el juzgador, adoptar ca-
minos no punitivistas, lo cierto es que no debiéramos adoptar normas, doctrinas o manuales
que excluyan algún tipo de hecho sólo por la gravedad. Es necesaria por consiguiente, una
mirada abierta que focalice en el proceso subjetivo y social que puede hacer a un adolescente.
Recientemente, la doctora Fontemachi trataba la posibilidad de revisar las sanciones. En coin-
Justicia Restaurativa [ Lerner

cidencia con los Derechos del Niño, la doctora mencionaba acerca de la obligatoriedad de que
la sentencia sea siempre revisable, aspecto que nuestra normativa no recoge y que fue indica-
do la Corte Interamericana del fallo Mendoza, que apunta justamente a que se entienda que
un menor está en proceso de evolución y crecimiento, de construcción de su propio modelo
de vida y no podemos fijar su situación a partir de un único hecho, por grave que haya sido y
que este hecho necesariamente le reste oportunidades durante muchos años en su vida. Por
eso, es relevante tener una perspectiva amplia de aplicación de la Justicia Restaurativa o de los
enfoques restaurativos más allá de la gravedad de los hechos.
En conclusión, es indispensable que los gobiernos se involucren en estas propuestas y promue-
van prácticas o sanciones alternativas basadas en modelos restaurativos para responder al de-
lito de los adolescentes. Hay instituciones que actualmente lo realizan como el Centro de Me-
diación Penal Juvenil de Lomas de Zamora, sin embargo, no hay prácticas extendidas en todo el
país. Entendemos que aún se utilizan escasamente porque es muy difícil avanzar en escenarios
adecuados si no hay un actor social o algún escenario institucional particularmente preparado
en el tema. Es imprescindible, por tanto, dotarnos de ámbitos institucionales, de acuerdos so-
ciales tal y como señala el doctor Vezzula, de acuerdos entre acuerdos entre el Ministerio de
Educación con otros ministerios. Es decir, generar escenarios propicios con equipos de recursos
humanos formados de la mano del ministerio público, de organizaciones sociales en acuerdo,
y de las propias agencias gubernamentales. Esta red con una variedad de actores podrá gene-
rar un escenario más proclive y más favorable para ensayar este tipo de acuerdos. Por tanto, el
objetivo será trabajar en esa dirección, entendiendo que si logramos institucionalizar espacios
sociales adecuados, vamos a generar mejores condiciones para ese deseable diálogo entre los
chicos y las chicas, sus familias, las víctimas y la comunidad. Para ello, habrá que poner cierta
82 distancia simbólica de la lógica del sistema penal lo cual también requiere del apoyo institu-
cional. Dentro de los profesionales de las agencias del Poder Judicial o del Ministerio Público
será más difícil encontrar personal adecuado para guiar el proceso ya que suelen tener un posi-
cionamiento más vinculado a la actividad de peritos auxiliares de los jueces, por lo que se hace
necesario contar con un acompañamiento profesional de estos procesos de acuerdo entre las
víctimas, los jóvenes y la comunidad puedan sostener los acuerdos que se han celebrado.
Para finalizar, manifestar la importancia de la capacitación en modelos de Justicia Restaura-
tiva, construir modelos institucionalidades con equipos de recursos humanos formados será
el mejor camino, para que los adolescentes que puedan haber atravesado una situación trau-
mática o haber provocado en otro situaciones traumáticas puedan resignificar ese momento
complejo y reproduzcan algún cambio subjetivo que les permita aprender otra manera de rela-
cionarse socialmente y ayudarles a construir a través de proyectos una integración social plena.

\\
Justicia Restaurativa [ Prada

++ Prácticas Interdisciplinarias en Red en el Sistema de


Responsabilidad Penal Juvenil con enfoque Restaurativo
Mariela Isabel Prada / Argentina

Defensora Fuero Responsabilidad Penal Juvenil. Mediadora.


Especialista en Derecho de Familia, Niñez y Adolescencia UBA.

Resumen Abstract
En el presente artículo, se analiza la importancia This article analyzes the importance of the
de aplicar en el proceso penal las Prácticas application in the criminal process restorative
Restaurativas como abordaje dinámico al trabajo practices as a dynamic approach to the work
con jóvenes infractores. Se diversifica el sentido with young violators. The meaning of the term
del término rito desde una mirada acorde a la rite is diversified from a point of view according
capacidad de empatía y crítica que puede afrontar to the capacity for empathy and criticism that
un adolescente, así como también desde la an adolescent can face, as well as from the other
contracara que representa a la sociedad. side that represents society. With an analysis that
Con un análisis que aborda los aspectos objetivos addresses both objective and subjective aspects,
y subjetivos se pretende focalizar en las reales it is intended to focus on real causes that motivate 83
causas que motivan el fracaso del Sistema Penal the failure of the Juvenile Penal System and lead
Juvenil y conllevan a la reiterancia. to reiteration. Finally, we share a restorative story,
Por último compartimos una historia restaurativa, as a story of life and overcoming in a context of
como historia de vida y superación en un contexto de progressive freedom that inspires us to think
libertad progresiva que nos inspira a pensar que otras that other forms of justice that bring social
formas de justicia que traen la paz social son posibles. peace are possible.

Palabras clave Key words


\ Prácticas Restaurativa / Restorative Practices
\ adolescentes ofensores / adolescent offenders
\ rito / rite
\ libertad progresiva / progresive freedom
\ paz social / social peace
Justicia Restaurativa [ Prada

[ Introducción ]
Desarrollar el tema “Prácticas Restaurativas” con jóvenes infractores, es exponer sobre aque-
llas experiencias que dan un verdadero sentido a mi labor dentro del Fuero Penal Juvenil, de
las que siento orgullo por cuanto reflejan el modelo de sociedad que ansío para mi país y para
América Latina. Una América signada por la vulneración de derechos esenciales pero arraiga-
da a la fuerza de su gente que resurge y se supera ante la adversidad.
Comienzo por significar el porque de la importancia de creer en ellas, escuche decir en el pre-
sente Congreso a la Doctora Marta Paillet “…que estas prácticas, en el todo, sólo son pasos o
pasitos”. Empero, para quien vivencia un acto disvalioso, la Justicia Restaurativa es un antes y
un después del delito, es dignidad, es aprendizaje, es satisfacción, es entendimiento es per-
dón, es pacificación social.

[ El reclamo de Justicia ]
Al hablar de delito o acto disvalioso como solemos denominarlo, al cual adhiero por entender
que el segundo término no solo no estigmatiza, sino que genera en el autor del acto infractor,
la posibilidad de considerar ese acto único y por ello poder elaborarlo desde otra perspectiva
evitando la reiterancia, encontramos un común denominador que lo atraviesa y radica en las
consecuencias traumáticas para todos los participantes.
Pensemos que cuando escuchamos por parte de la sociedad ese reclamo de “no justicia”, lejos
de significar que no se haya actuado jurídicamente, debemos replantearnos qué es lo que ver-
daderamente se está peticionando. Ese sabor amargo de creer que la justicia tradicional no
84 está dando la respuesta que los hombres y mujeres de hoy necesitan, moviliza a considerar
que el sentido del reclamo es mucho más profundo que lo que persigue el sistema penal. Por
el contrario, la Justicia Restaurativa se inserta en lo humano, porque su eje central tiene como
propósito erradicar el odio, reducir la violencia y crear procesos de sanación.
¿Y si quisiéramos detenernos por un instante a pensar por qué se fracasa? Una de las observa-
ciones, es que no podemos continuar pretendiendo subsanar con una respuesta matemática
una necesidad social. El Estado fracasa cuando pretende resolver desde lo jurídico, aplicando
penas cuantitativas, cuestiones que poseen una necesidad social, porque el sentimiento, lo
subjetivo, la esencia en la persona, no se constituye solo con la satisfacción de un análisis ob-
jetivo que a menudo es lo que importa al juzgador para sustanciar su sentencia.
Hay frustración cuando en un proceso de tinte retributivo, se pretende que el infractor (joven,
adolescente o niño) entienda mediante el ritualismo riguroso de un accionar procesal, que
“esa figura” que tiene frente a sus ojos, representa la autoridad y el castigo. Suena ilusorio
creer que por el hecho de estar privilegiado por un proceso penal, donde se lo considera sujeto
de derecho y obligaciones, adquirirá los elementos y el sustento necesario para modificar su
vida de acuerdo a lo que espera una sociedad que lo margina. Triste es verificar que, a lo largo
del tiempo y la intensidad del tratamiento respecto de los fines de la pena, el fracaso para
resolver la problemática continúa preocupándonos.
La satisfacción de la víctima es una utopía aplicando la justicia retributiva, pues en ella no se
contempla lo subjetivo del hecho, lo simbólico, su necesidad real e inmediata.Somos seres
sensibles y atender el dolor y su gratificación subjetiva contenta, porque resulta sanador.
Justicia Restaurativa [ Prada

[ ¿Qué nos dice el rito? ]


La palabra rito, que es parte del desarrollo de la presente ponencia, la incorporé tras la bús-
queda de respuestas significativas en los procesos juveniles. Me di cuenta, que difícilmente el
joven infractor pueda apreciar que en su simbología están contenidas las prácticas de derecho.
¿Acaso nos detuvimos a recapacitar qué simboliza el rito en el proceso para nuestros jóvenes?
// Si pretendemos que el joven interprete en el rito aquellas simbologías de poder contenidas
en las prácticas de derecho estamos en el equívoco.
// Si pensamos que las normas y prácticas jurídicas que se amalgaman pueden significar algo
en nuestros infractores, seguramente estaremos pretendiendo una erronea interpretación.
// Lejos estamos de comprender quienes son los sujetos que hoy conforman nuestra sociedad
más vulnerable, aquella que pretendemos insertar, para lograr la pacificación.

En este esquema y fundamentalmente considerando que los jóvenes de nuestro conurbano


bonaerense, detentan vulneración de los derechos básicos, falta de referentes, carencia de vo-
cabulario para expresar su sentir, analfabetismo, falta de contención familiar, etc., estamos
desacertados si anhelamos que sólo transitando un proceso judicial, inserten como de ma-
nera mágica y con la adecuación que el magistrado entiende como correcta, en esa sociedad
que los margina, que los relega del resto; pero al momento de juzgarlos exigen de los jueces
la aplicación de penas ejemplares.

[ La Justicia Restaurativa en Materia Penal avanza en doble vía ] 85

En la primera, se pretende minimizarla y catalogarla como un mecanismo alternativo de so-


lución de controversias destinado a despresurizar o descongestionar el Sistema de Justicia
Penal y convertir a la víctima solo en un mero instrumento para alcanzar sus objetivos. Cosifi-
ca a los ofendidos, los convierte en coadyuvantes de la liberación del circuito penal de delin-
cuentes, sin más consecuencias que reparar total, parcial o simbólicamente el daño material
ocasionado.
La segunda a la que adhiero se enmarca en la Justicia Autocompositiva, como una experiencia
diferente, más profunda, que coloca en el núcleo de sus objetivos la restauración de las heri-
das emocionales ocasionadas a los protagonistas directos e indirectos del conflicto.
Desde la Justicia Restaurativa recorremos otro camino. Intentamos:
// Evitar en la medida de lo posible que “la pena” ya sea que se constituya como medida priva-
tiva de la libertad o no, se torne una sanción sin el sentido de cambio interior, lo contrario solo
será una mera estadística.
// Procurar “la sanción penal” no como castigo, sino entendiendo la reprochabilidad conforme
a una construcción interior y en lo posible reparando el daño.

Con esta mirada Restaurativa proyectamos que los jóvenes infractores perciban que hay otro
(la víctima), que hay otros (la sociedad), que también sienten y sufren. El objetivo se centra en
que a partir de posibilitarles la incorporación voluntaria a las prácticas restaurativas logren la
capacidad de confiar, de creer y permitirse construir su historia desde otro lugar.
Justicia Restaurativa [ Prada

Porque la sanción sin el sentido del cambio interior no sirve, solo es un dato relevante para ser
utilizado por otros efectores. La estadística en ocasiones tiene por objeto cercenar este tipo de
buenas prácticas ,convenciendo a la sociedad en la ilusión que penas más duras o la baja de la
edad legal de punibilidad garantizará más seguridad y menos delito.

[ Desatando limitantes ]
Lamentablemente en el accionar de estas Prácticas Restaurativas surge como limitante que
la Legislación Argentina ha conferido al Agente Fiscal la titularidad de la acción pública. De
ahí que resulta primordial para empezar a afianzar perspectivas superadoras la necesidad de
exigir un cambio legislativo que vincule la Legislación Internacional y otorgue mayores posibi-
lidades a quienes son partes del conflicto. Resulta primordial que al Agente Fiscal en ejercicio
de su función de titular de la acción pública, se le exija al desestimar un pedido de interven-
ción a Prácticas Restaurativas realizado por la Defensa o a requerimiento de la víctima, fundar
los motivos por los que considera la denegatoria. Cuando la pretensión de prácticas restau-
rativas proceda únicamente de parte de la defensa, previo a expedirse el Agente Fiscal debe
darse posibilidad a la víctima de expresar su parecer al respecto.
El Estado no puede continuar confiscando el conflicto y ajenizando a quien debe tener más le-
gitimación. Si seguimos consintiendo decisiones que no la incorporen le expropiamos “su acto
disvalioso” y no resolvemos sus consecuencias traumáticas. Pero además previo a expedirse
el titular del Ministerio Público, se debe dar la posibilidad a la víctima de expresar su parecer.
Finalmente retomando nuevamente el concepto de rito, valido la afirmación que cuanto más
se desnaturalice la cotidianeidad del rito, vamos a poder transitar prácticas menos ortodoxas,
86 pero más saludables. Menos rígidas y más dialogadas.
El gráfico contextualizado muestra la interdisciplina y organismos que nos brindan el apoyo
cotidiano. Siguiendo los lineamientos de nuestro Procurador General, no concebimos otra
forma de Dimensión Restaurativa que “el todo con todos” y en esto incluimos intersectorial-
mente a todos los municipios que con sus distintas secretarías conforman esa gran multitud
de agentes multiplicadores de cultura en Construcción Restaurativa y Paz Social.

// Área de Mediación Penal Juvenil y Justicia Restaurativa //

// Ministerio Público Fiscal y Defensista //

// Área de Formación y Capacitación //


Justicia Restaurativa [ Prada

[ Objetivos Restaurativos ]
A fin de delinear un trabajo consensuado y uniforme se destacan los objetivos que la Justicia
Restaurativa debe considerar en sus prácticas:
// participación activa de las víctimas;
// reparación de las relaciones que han sido dañadas por el evento disvalioso;
// motivación en las responsabilidades de las partes;
// crear la conciencia de responsabilidad;
// trabajar la reprochabilidad;
// reducción de reincidencia y reiterancia.

Nuestros jóvenes son seres en formación. Si consideramos que son seres sociales y la sociabi-
lidad en el adolescente se asocia al otro, al grupo de pares, potenciando la necesidad de los
demás para representarse, en un proceso de encierro la complejidad para el abordaje será
mayor. Encontrarse privado de la libertad ambulatoria, no solo disminuye la posibilidad de
enriquecer el diálogo como facilitador de la comunicación con el otro, sino que aumenta y
empeora las emociones negativas, generando situaciones distorsionadas de la realidad que
aparejan angustia, aislamiento y encierro. Estas circunstancias dificultan la posibilidad de po-
sicionarse en el lugar del otro con conductas altruistas.
Para el que se encuentra en situación de encierro, todo su entorno se desarrolla en el queha-
cer institucional, magnificándose situaciones que en otros ámbitos serían intrascendentes o
irrelevantes. En esta cotidianidad se generan situaciones imaginarias que exacerban aún más 87
la violencia, dando lugar a sanciones que llevan a la imposibilidad de recuperar la libertad o
beneficiarse con una morigeración de la medida de coerción.

[ Una historia emotiva “Ricardo” ]


Ricardo, un joven de 17 años ingresa al Sistema de responsabilidad Penal Juvenil tras un hecho
disvalioso cuya calificación fue “robo calificado por el empleo de arma de fuego”. Particular-
mente lo que determina a la Juez de Garantías de Joven a aplicar la medida de prisión preven-
tiva denegando el pedido morigeratorio pedido por la defensa consistió en “el despliegue de
la peligrosidad”.
La descripción del Acta de procedimiento, expresa que, tras darse a conocer la víctima como
personal policial, los victimarios (sin describir quien de todos los hace) dispara contra la inte-
gridad física de las personas. Este como tantos hechos de un país que despliega en sus noticias
la inseguridad de la población no solo proyecta en la sociedad el incesante pedido de justicia,
sino que exige que la justicia sea sinónimo de encierro.
De febrero a septiembre del 2018 Ricardo estuvo alojado en el CREU, Centro de Recepción
de Lomas de Zamora. Simbólicamente las familias y su grupo de apego, a este lugar que no
es otra cosa que un centro de detención para jóvenes que cometen delitos entre los 16 y 18 lo
denominan “escuelita” y a los operadores “maestros”.
Paralelamente a estar inserto en este dispositivo, se comenzó a trabajar con el joven y su fa-
milia en Prácticas Restaurativas. Lo primero que se proyectó fue delinear la posibilidad de una
Justicia Restaurativa [ Prada

mediación intrafamiliar, para afianzar vínculos materno filiales, perdonar situaciones familia-
res adversas, superarse como familia y prepararse para el egreso.
Y cuando todo esto comenzó a transitar favorablemente, se peticionó la morigeración de Ri-
cardo a un centro de Semi Libertad.

Aspectos generales de la historia y abordaje del adolescente ]


Ricardo ingresó al Centro de Contención Almirante Brown, dispositivo de carácter semi abier-
to, el 11/9/2018, luego de la modificación de su medida Procesal y se alojó hasta el 29/8/2019,
cuando se dispuso su arresto domiciliario.
En los ámbitos de acompañamiento Institucional, presentó algunas resistencias en principio
lógicas en un espacio compartido con otros jóvenes también con conflictos inter e intra perso-
nales. Se trabajó en consecuencia en espacios, basando nuestra estrategia en: fortalecimiento
de la confianza, escucha, reconocimiento y registro de su historia. Ricardo pudo sostener pactos de
compromiso, presentaba arrepentimiento en acciones transgresoras de la normativa general
y podía disculparse y asumir un rol diferenciado positivamente.
Pudo valorar a los Profesionales que acompañaban su proceso y apegarse afectivamente a la
Licenciada en Trabajo Social Licenciada Cecilia Marcone, quien empezó a compartir espacios
“restaurativos sanadores” pudiendo hablar en espacios gratos de todo lo que le hizo mal, de
sus actos y de asumir consecuencias.

Formación académica ]
88
Cursó y sostuvo sus estudios dentro de las alternativas del dispositivo, el dato relevante de
este aspecto se centraba en el anhelo que manifestaba de llegar a poder cursar algún día es-
tudios universitarios, ya que por la historicidad de su familia ningún integrante de la misma
había podido llegar a ese nivel.
Se trabajó en ese momento en el componente simbólico de ese anhelo, como herramienta
para el fortalecimiento de su proyecto de vida futuro.
En función de la estrategia delineada en ese momento, se realizó articulación con la Defenso-
ría General de Lomas de Zamora y se ofreció la incorporación a un Curso de Mediación Básica
a dictarse por el Área de capacitación del Ministerio Público de la Defensa.
Fue necesario que la Juez de Responsabilidad Penal juvenil apoyara la Práctica Restaurativa y
para ello se sostuvo una audiencia de escucha ante la Magistrada y el joven donde no solo le
permitió la asistencia, sino que entendió que era necesario que pudiera desplazarse sin ser
acompañado para igualarlo en dignidad al resto de los asistentes.
Esta experiencia se constituyó como fortalecedora de la subjetividad del joven, aplicando las
herramientas adquiridas en la formación a la convivencia diaria con sus pares.
Ricardo asistió al Curso Mediación, Resolución de Conflictos, y Habilidades para la Vida, logró
finalizarlo, obteniendo su certificado; constituyéndose esto en un suceso vital de alto impacto
simbólico, ya que el joven tenía internalizada una representación de lejanía en la posibilidad
de capacitarse y formarse académicamente, vinculada a su historia de vulneración de derechos.
Justicia Restaurativa [ Prada

En esta instancia, el dispositivo Centro de Contención resulta el ámbito óptimo para poner
en marcha el abordaje de los jóvenes desde el Campo Restaurativo, ya que nos otorga la llave
para abrir la puerta de las posibilidades de la reparación; se avanzó respecto aspectos repa-
radores del daño e implicancia de las acciones; al ser un dispositivo de características semi
abiertas, tiene un alto contenido y participación Comunitaria, pudiendo avanzar en relación
al sentido de pertenencia, condición necesaria al momento de transitar procesos de re subje-
tivación dentro de parámetros reparadores, crea responsabilidad Social y permite el “Sentirse
parte”, internalizando nuevas formas de vinculación Social, que es lo que finalmente acompa-
ñará a los Jóvenes una vez que regresen a sus Comunidades. Se pone en juego aquí el desafío
de estar el joven en la comunidad, y la posibilidad de evaluar en el día a día cómo se activó este
enfoque, esta dimensión restaurativa.
Al darse en este entorno el joven, la comunidad y la reparación del daño, se concreta con ma-
yor facilidad la internalización del otro.
Creemos de vital importancia el compartir las experiencias de trabajo, con el objetivo de po-
der ponerlas en cuestión, problematizarlas y evaluar resultados, desde la ¿reflexibilidad = re-
flexividad o flexibilidad? profesional.
Entendiendo a los adolescentes que transitan sus días en instituciones, en donde su aborda-
je se realiza desde los múltiples enfoques que atraviesan los dispositivos, dependiendo de
factores multicausales, en donde intervienen la concepción de todos los actores, destacando
que todo vínculo de un niño, niña o adolescente con personas adultas tiene efecto subjetivan-
te, planteamos entonces la necesidad de acompañar nuestras intervenciones desde campos
restaurativos, que puedan acompañar los procesos desde abordajes integrales y dentro de
políticas públicas que respondan a ese enfoques, ya que es, en definitiva, lo que acompaña la
89
construcción de subjetividad de los adolescentes en contexto de institucionalización, para su
posterior regreso a la comunidad, construyendo la Paz Social.

Bibliografía

\ Eduardo German Bauche y Mariela Isabel Prada (2018). Diente de León. Teoría y metodología de la Justicia Res-
taurativa desde la práctica cotidiana. Rosario: Editorial Fundación Para el desarrollo de las Ciencias Jurídicas.

//
Justicia Restaurativa [ Vezzula

++ ¿Qué esperamos de la Justicia Restaurativa?


Juan Carlos Vezzula / Brasil

Psicólogo y mediador. Magister en servicio social. Docente Posgrado UBA.

Resumen Abstract
En el artículo se problematiza la Justicia The article discusses Restorative Justice, restorative
Restaurativa, las prácticas restaurativas en clave practices key to peaceful and cordial coexistence.
de la convivencia pacífica y cordial. Se plantea The difficulty of establishing restorative procedures
la dificultad de instaurar los procedimientos in our society. The place that adolescents are left
restaurativos en nuestra sociedad. También se in conflict with criminal law is also questioned,
cuestiona el lugar que se les deja a los adolescentes lack of listening. Restorative mediation requires
en conflicto con la ley penal, la falta de escucha. La broadening your gaze.
mediación restaurativa requiere ampliar la mirada.
Key words
Palabras clave / Restorative Justice
\ Justicia Restaurativa / mediation
\ mediación / adolescents
90 \ adolescentes
Justicia Restaurativa [ Vezzula

[ Los discursos anteriores de apertura del Primer Congreso Latinoamericano de Justicia Restau-
rativa han trabajado y traído la preocupación fundamental que es la duda, la pregunta. Creo
que a veces estamos afirmando muy rápidamente “Justicia Restaurativa”, “mediación restau-
rativa”, “círculos restaurativos”, “procedimientos restaurativos” y nos olvidamos de preguntar-
nos si: ¿realmente es posible instaurarlos en nuestra sociedad con continuidad?
He tenido experiencias, puntualmente en Brasil, donde empezamos a usar la Mediación en el
área penal en Juzgados Especiales de pequeños montos. Entonces las pequeñas ofensas eran
trabajadas por mediación y conciliación. Y así empezamos a probar esto. Estaba prohibido
pensar la mediación asociada al área penal. Y nos echaron.
Casualmente me he encontrado hace unos meses con el que coordinaba todos esos juzgados
pequeños, estos juzgados especiales, y me dijo: “Mirá, suspendimos el servicio porque me lla-
maron al orden”. No hablábamos de asesinatos, hablábamos de ofensas pequeñas.
Después empezamos a trabajar en el año 2000 con adolescentes. Tuve una gran suerte de
trabajar con un juez maravilloso, el Dr. Alejandro Morales Larrosa, que nos dio la oportunidad
de implementar la mediación restaurativa con adolescentes y ahí trabajamos conceptos real-
mente del joven. Trabajamos, no solamente mirando la infracción cometida, sino dirigién-
donos al adolescente como persona. Recién ahí tiene más fuerza, el principio de protección
integral. No está tan separado lo penal de lo no penal, o lo infraccional de lo no infraccional.
El principio de protección integral se trabaja con las personas que están en riesgo, los niños y
adolescentes que están en riesgo, como también con los que hayan cometido una infracción.
Entonces comenzamos a trabajar y vimos una necesidad de incorporar un representante de
la comunidad para que pudiera hablar con el adolescente, traerle la visión o la voz, como por-
tavoz, de la comunidad, porque el mediador no podía traer valores o razonamientos y en la 91
adolescencia, es importante poder escuchar el modo de los adolescentes, pero obviamente
que se precisa también escuchar. Fundamentalmente lo que percibimos fue que necesitaban
ser escuchados. Este es el principio de protección integral: escucharlos.
De modo que este centro era un espacio para que el Estado pudiese cumplir lo que había falla-
do la protección integral de la familia o de la sociedad.
Duramos 7 años y nos echaron. Claro, ustedes van a decir: “Es culpa tuya, realmente. Estás
reiterando. Ya acá hay algo raro”. Empecé a ver que esto se iba reiterando en las escuelas, direc-
tores y profesores no querían que trabajáramos exclusivamente con los chicos. Entonces, son
ellos los que necesitan. Percibí que realmente el punto era cómo hacer para crear una cultura
restaurativa. Porque más allá del derecho penal pienso que la Justicia Restaurativa no respon-
de a procesos judiciales, no se limita a procesos judiciales.
Justicia, por ejemplo en Brasil se comenzó a hablar de justicia comunitaria ¿Por qué el término
justicia?¿Cómo es eso de Justicia comunitaria? Me puse a investigar qué significaba justicia y
ahí encontré definiciones, algunas religiosas relacionadas a la justicia como una virtud cardi-
nal, donde decía que justicia era el eros entre las personas entre una sociedad. Ser armónico,
justo en el sentido de atenderse los unos a los otros. La mediación comunitaria es la justicia
comunitaria en el sentido en que ese eros, esa manera de convivir que propone. Y la Justicia
Restaurativa también necesita proponer más allá del procedimiento, nos está trayendo un
modelo de comunidad, de convivencia.
Nosotros no nos damos cuenta pero vivimos en una ciudad occidental y penalista por exce-
lencia. Desde que nacemos somos educados a obedecer y recibir premios o a desobedecer
Justicia Restaurativa [ Vezzula

y recibir castigos o privaciones de alguna cosa. Vamos a la escuela y tenemos la disciplina y


también somos premiados o castigados, somos influidos, prestigiados y reconocidos o somos
excluidos. Lo mismo en el trabajo, lo mismo en todas partes.
Y peor aún es cuando nos enojamos con nuestra novia o nuestro novio: los castigamos, les de-
jamos de hablar, negamos un amigo, le tratamos de producir un daño a un semejante a quién
pensamos que nos lo ha producido.
En la mediación familiar percibimos claramente la necesidad restaurativa porque van a me-
diar acusando al otro de culpabilidad. O sea realmente no necesitamos entrar en la adminis-
tración de los delitos y así por ejemplo el mismo sistema que trabajamos con adolescentes
judicializados trabajamos con adolescentes que se presentaban porque querían hablar con
sus padres o profesores, padres que se presentaban porque ya no sabían qué más hacer con
sus hijos y querían la mediación para saber cómo poder dialogar y restaurar ese vínculo. Un
espacio para que se escuchen.
Es necesario un cambio. Precisamos dejar de ser los dueños del saber y recuperar la inocencia
de ese chico para dejar de ser protagonistas. Como profesionales debemos tener la humildad
de darle el protagonismo a las personas. No estoy hablando del conflicto, porque “conflicto”
también es una terminología que produce una abstracción, en el sentido en que es una no-
menclatura utilizada para estudiar determinados fenómenos, pero lo importante es que so-
mos personas y nos relacionamos.
Entonces ¿Cómo podemos llegar a recuperar esta situación? No sé si es natural que el ser hu-
mano ejerza la venganza. Esto no se sabe y es una pregunta. Sé que tan poco es natural en
la sociedad que vivimos, cuando nos producen algún daño nos preguntemos por qué ¿Qué
92 te llevó a hacer o decirme eso?” y no a reaccionar. Recuerdo haber producido una mediación
donde alguien decía: “yo tengo que vengarme porque si no voy a parecer un cobarde frente
a la sociedad” y ahí: ¿Qué es más importante? ¿Tener la valentía de hacer lo que uno quiere o
uno piensa y no vengarse y poder dialogar?¿O hacer lo que la cultura y la tradición nos manda?
Pienso que es fundamental para todos los que trabajan en mediación restaurantiva o en cual-
quier otro procedimiento restaurativo, que piensen, que no se limiten a estar en ese rol. Sal-
gan a la calle, escuchen a las personas, trabajen en las escuelas, en las comunidades, con la
policía. Porque es fundamental poder llevar estos cuestionamientos a todas esas personas.

\\
//
Justicia Penal Restaurativa

93

+
+
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

++ Sobre los adolescentes y las penas perpetuas


Claudia Cesaroni / Argentina

Magíster en Criminología. Integrante del Centro de Estudios en Política Criminal


y Derechos Humanos (CEPOC) y de la Red Argentina No Baja

Resumen Abrstract
La Argentina ha sido condenada por la Corte Argentina has been condemned by the Inter-
Interamericana de Derechos Humanos en 2003 American Court of Human Rights in 2003 (Bulacio
(caso Bulacio) y 2013 (caso Mendoza). Sin embargo, case) and 2013 (Mendoza case). However, despite
pese a esas dos condenas vinculadas al modo these two convictions linked to the way in which the
en que el sistema penal descarga su peso sobre penal system unloads its weight on adolescents, in
adolescentes, en particular, con relación a la particular, in relation to the enforcement of laws
vigencia de leyes y prácticas que violan de modo and practices that flagrantly violate their rights,
flagrante sus derechos, la situación de fondo no the underlying situation has not changed. On the
ha cambiado. Al contrario, en algunos casos, contrary, in some cases, it has gotten worse.
ha empeorado.
Key words
94 Palabras clave / adolescents
\ adolescentes / penal system
\ sistema penal / illegal penalties
\ penas ilegales

Claudia Cesaroni
Abogada. Magíster en Criminología. Docente preuniversitaria y universitaria de grado y posgrado. Abogada
de Carlos Saúl Díaz y Víctor Hugo Valdez. Integrante del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos
Humanos (CEPOC) y de la Red Argentina No Baja. Autora de El dolor como política de tratamiento; La vida como
castigo. El caso de los adolescentes condenados a prisión perpetua en la Argentina; Masacre en el Pabellón Séptimo y Un
partido sin papá, entre otros libros.
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

[ En la Argentina hay más de cien mil personas privadas de libertad, según datos de la Procura-
ción Penitenciaria de la Nación (PPN) [ 1 ], una institución que tiene como función la protec-
ción de los derechos de las personas privadas de libertad en establecimientos federales. Este
dato se construye a partir de los números publicados por el Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación a través del Sistema Nacional de Estadísticas de Ejecución de la Pena
(SNEEP) [ 2 ] en diciembre de 2018 (los últimos disponibles) para todas las instituciones carce-
larias —federales [ 3 ] y de cada una de las provincias de nuestro país— y hacer una proyección
a diciembre de 2019: “La información recopilada describe cómo se encontraba el escenario del archi-
piélago carcelario local al 31 de diciembre de 2018. Para esa fecha, en Argentina había 94.883 personas
privadas de su libertad (PPL) en prisiones. Si se le agregan las alojadas en comisarías y otros espacios de
encierro, el número alcanza un total de 103.209 personas presas a lo largo y a lo ancho del territorio na-
cional [ 4 ]. De un año a otro la cifra de presos y presas creció, en términos absolutos, en casi 10.000 per-
sonas. Allí se evidencia un aumento proporcional similar en los servicios penitenciarios de las jurisdiccio-
nes con mayor cantidad de detenidos. Lo que provoca mayor preocupación son las cifras alcanzadas por
la tasa de encarcelamiento (PPL cada 100.000 habitantes), que resulta el indicador más adecuado a la
hora de analizar la evolución del fenómeno del encarcelamiento en un país o región. Para 2018 la tasa
de encarcelamiento de Argentina era de 213, y ubicaba al país en una situación notablemente más grave
que la de otros de la región, como Paraguay, Venezuela o México, que presentan cifras más moderadas”.
En la provincia de Buenos Aires, según el último informe de la Comisión Provincial por la Me-
moria [ 5 ], un organismo público que nació para promover las políticas de Memoria, Verdad
y Justicia vinculadas a la última dictadura militar (1976–1983) y que luego asumió tareas de
prevención de la tortura y de denuncia de las condiciones de detención en los establecimien-
tos provinciales, a través de su Comité contra la Tortura, a agosto de 2020, en las cárceles de la
provincia hay 51.000 personas privadas de libertad y en comisarías —no aptas para esa fun- 95
ción, en condiciones paupérrimas—, 5280. Es decir: más de la mitad de la población privada
de libertad de todo el país está en la provincia de Buenos Aires, siendo que su población total
representa un tercio de la población total del país.
Al mes de agosto de 2020, en el ámbito del Servicio Penitenciario Federal [ 6 ], según sus pro-
pios datos, el total de personas detenidas es de 11.550. En este caso, este total está diseminado
en treinta y dos unidades penitenciarias ubicadas en catorce provincias de norte a sur y de este
a oeste del país, sumándose a los establecimientos provinciales que existen en cada una de las
24 jurisdicciones argentinas (23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
Del total de más de 100.000 personas privadas de libertad, la mayoría son varones, argentinos,
jóvenes, solteros, urbanos, pobres y con baja formación educativa y pocos y/o malos trabajos.
Estos datos también surgen del SNEEP:

[ 1 ] https://www.ppn.gov.ar/institucional/noticias/2376-en-la-argentina-ya-hay-mas-de-100-000-personas-presas
[ 2 ] http://www.saij.gob.ar/docs-f/estadisticas-sneep/2018/InformeSNEEPARGENTINA2018.pdf
[ 3 ] En este caso “federal” significa “nacional”.
[ 4 ] Sin contar niñas, niños y adolescentes menores de 18 años privados de libertad o sometidxs a alguna
medida de internación por razones de protección social; ni internadxs en neuropsiquiátricos, ni alojadxs en
instituciones para el tratamiento de adicciones.
[ 5 ] https://www.comisionporlamemoria.org/comite/
[ 6 ] http://www.spf.gob.ar/www/estadisticas
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

// SNEEP 2018 – República Argentina //

Edades Cant.
35 a 44 años 23%
Menores de 18 años 9
De 18 a 20 años 4.743
De 21 a 24 años 14.839
45 a 54 años 11%
De 25 a 34 años 36.509
De 35 a 44 años 22.343
De 45 a 54 años 10.153
55 a 64 años 4%
De 55 a 64 años 4.185
65 años y más 2% 65 años y más 1.651
No consta 451
18 a 20 años 5%
Total 94.883

25 a 34 años 39% 21 a 24 años 16%

Género Cant.
Masculino 95,2%
Masculino 90.375
Femenino 4.362
Trans 146
Total 94.883

96
Femenino 4,6%
Trans 0,2%

Estado civil Cant.


Soltero 79,1%
Soltero 74.965
Casado 7.866
Viudo 775
Separado o 1.585
Casado 8,3% divorciado
Separado 333
Viudo 0,8% de hecho
Separado o Concubino 9.194
divorciado 1,7%
Sin datos 165
Separado
de hecho 0,4% Total 94.883

Concubino 9,7%
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

Nacionalidad Cant.
Argentina 94% Argentina 88.679
Boliviana 1.035
Brasileña 104
Chilena 347
Paraguaya 2.003
Limítrofes Uruguaya 344
y Perú 5% Peruana 1.106
Colombiana 254
Otras 1%
Ecuatoriana 23
Española 21
Italiana 22
Inglesa 1
China 34
Sudafricana 2
Nigeriana 7
Otras 276
Sin datos 625
Total 94.883

Nivel de instrucción Cant.


Primario completo 34% 97
Ninguno 6.826
Secundario Primario incompleto 24.596
incomp. 21% Primario completo 32.159
Secundario incomp. 19.564
Secundario comp. 8.818
Secundario Terciario incomp. 402
comp. 10% Terciario comp. 573
Universitario incomp. 750
Terciario/ Universitario comp. 347
Univers. 2%
Sin datos 848
Ninguno 7% Total 94.883

Primario incompleto 26%

De estas decenas de miles de jóvenes presos, hay un grupo que adquiere particular importan-
cia, porque en ellos se concentran varias violaciones de derechos elementales, por los que la
República Argentina ya ha sido condenada por la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos, y muy probablemente volverá a serlo.
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

[ Una vida como castigo ]


Nuestro país —nuestros gobiernos, nuestras organizaciones sociales y de derechos humanos,
nuestras representaciones políticas— tiene varias deudas con varios colectivos de personas y
comunidades. La situación en instituciones de encierro es una de esas deudas incumplidas. En
lo que respecta a las condiciones materiales de detención, y en la formación del personal que
tiene contacto con las personas privadas de libertad, por un lado, y en la necesaria discusión
acerca de para qué se encierra durante cada vez más tiempo a cada vez más gente, y con qué
objetivo se ejecutan las penas que se les imponen. Contra lo que se difunde en los medios de
comunicación masiva, las cárceles no están llenas de violadores y asesinos, sino mayormente
de personas acusadas por cometer delitos contra la propiedad —asociados en la inmensa ma-
yoría de los casos a las condiciones de inequidad social— y de transgresiones a las leyes que
reprimen el consumo de drogas y su venta minorista. La mitad de todas estas personas son
jurídicamente inocentes, es decir, han sido procesadas con prisión “preventiva”, un modo de
anticipar el castigo penal cuando todavía no se ha resuelto la culpabilidad de los hechos que
se imputan. Estos datos también son oficiales:

// Total República Argentina / Población detenida según situación legal / Diciembre 2018 //

Condenados 53%

98

Procesados 46%

Otros 1%

De quienes están condenados, hay quienes cumplen penas por delitos cometidos siendo ni-
ños conforme la Convención sobre los Derechos del Niño, es decir, cuando tenían menos de 18
años. A 2018, un total de trescientos noventa y cinco en todo el país [ 7 ]. De ellos, cincuenta y

[ 7 ] Este dato fue construido por Juan Martín Rival para la autora, sobre la base de la información publicada
por el Sistema Nacional de Estadística de Ejecución de la Pena (SNEEP). Es aproximado, en tanto no existe un
relevamiento caso a caso en ningún ámbito público. A la fecha, la autora intenta que el proyecto de construir
un banco de datos sobre condenas aplicadas a personas que cometieron sus delitos antes de los 18 años de
edad sea evaluado positivamente por alguna área del Estado.
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

ocho cumplen condenas extensas, superiores a los diez años de cárcel, llegando al caso extre-
mo de una condena a treinta y cuatro años a un joven que cometió delitos a los 17.
La Argentina fue denunciada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en mar-
zo de 2002 por aplicar penas de prisión perpetua a niños, es decir, a personas que al momento
de cometer delitos, tenían menos de 18 años de edad. Los casos denunciados tenían patrones
comunes: condenas impuestas desde 1999 a adolescentes que vivían en barrios muy humildes,
incorporados desde muy pequeños por sus hermanos o compañeros mayores a la comisión de
delitos contra la propiedad, en el marco de una situación socioeconómica que sumergía a la
mitad de la población de niñas, niños y adolescentes en la pobreza [ 8 ]. Los delitos se habían
cometido a fines de los años ‘90, luego de una década de un gobierno [ 9 ] que nació popular
y terminó aplicando recetas monetaristas, arrasando con empresas públicas, ferrocarriles y
puestos de trabajo, degradando el sistema educativo y limitando severamente las oportunida-
des para los sectores con mayor nivel de vulnerabilidad en sus derechos. Las penas impuestas a
un puñado de adolescentes que participaron en hechos graves, en ese contexto, fueron las que
entonces se denominaban “prisión perpetua”. Un tipo de pena que permitía obtener libertad
condicional recién a los veinte años de transcurrida. Si por algún motivo, esa libertad condicio-
nal no se obtenía, el límite temporal eran los veinticinco años de prisión efectiva.
Esas condenas fueron denunciadas porque se aplicaron a esos adolescentes del mismo modo
en que si hubieran sido adultos. En nuestro país, los adolescentes son juzgados con un régi-
men penal especial, distinto al que se aplica a partir de los 18 años, cuando adquieren la ma-
yoría de edad. A las personas que tienen menos de 18 años al momento de cometer los delitos
que se les imputa se les aplica el Régimen Penal de la Minoridad, Ley Nº 22.278. Y un problema
que todavía no se ha resuelto, es que esa ley la escribieron, en alguna oscura oficina, dos, tres
o cuatro abogados en 1980, bajo el gobierno del dictador Jorge Rafael Videla [ 10 ]. Para enton- 99
ces era ministro de justicia Alberto Rodríguez Varela, quien daba clases de derecho político
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, al mismo tiempo que construía
el andamiaje jurídico para sustentar el gobierno de asesinos y torturadores que violaban la
Constitución Nacional a diario. La ley, la 22.278, creada en ese contexto, dice expresamente
que, al momento de analizar qué decisión tomar con respecto a una persona menor de 18 años
que ha cometido delitos, y luego de un año de tratamiento tutelar, conforme los resultados de
ese tratamiento, los jueces podrán:
// absolver (no importando el delito cometido);
// aplicar la pena prevista para la tentativa del delito de que se trate (es decir, una pena nota-
blemente menor, como si el delito no se hubiera cometido);
// aplicar la misma pena que a un adulto.

[ 8 ] https://www.cippec.org/wp-content/uploads/2019/07/El-desafio-de-la-pobreza-en-Argentina.pdf
[ 9 ] Presidencias de Carlos Menem 1989–1994 y 1995–1999.
[ 10 ] La República Argentina fue gobernada entre 1976 y 1983 por una dictadura cívico militar, que durante los
primeros cinco años estuvo encabezada por el ex teniente general Jorge Rafael Videla, condenado por delitos
de lesa humanidad en democracia luego de que se derogaran leyes de impunidad, bajo el gobierno del ex
presidente Néstor Kirchner (2003–2007).
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

Aunque sea una ley de la dictadura, tiene algunos aspectos que les permiten a los jueces actu-
ar de un modo que no agrave la situación de los adolescentes, al darles la opción de absolver o
de imponer “la pena prevista para la tentativa”, es decir, una pena reducida.
Ahora bien: desde 1994 la Convención sobre los Derechos del Niño tiene jerarquía constitucio-
nal en nuestro país. Es decir, tiene preeminencia sobre cualquier otra ley. Y la Convención,
entre muchas otras cosas, dice que siempre, en todos los casos, si se decide aplicar pena de
prisión a un adolescente, debe ser el último recurso, y por el menor plazo que proceda [ 11 ]. Y
eso es lo que los jueces “de menores” de nuestro país, desde 1999 hasta la fecha no hicieron: no
cumplieron con lo que mandaba la Convención sobre los Derechos del Niño, que es lo mismo
que decir que no cumplieron con la Constitución Nacional. ¿Por qué sostenemos esto? Porque
aquel “podrá” de la 22.278 se vuelve obligatorio, si se hace el simple procedimiento de apli-
car la Constitución Nacional. Los jueces no “podrán”, sino que “deberán” aplicar la pena más
breve, o sea la prevista para la tentativa del delito del que se trate, porque así lo dispone la
Convención sobre los Derechos del Niño.
Como no lo hicieron, los casos fueron denunciados ante la Comisión Interamericana de Dere-
chos Humanos (CIDH) en 2002. Recién en 2010, la Comisión realizó un informe de fondo, y
recomendó solucionar la situación de los jóvenes condenados a prisión perpetua en nuestro
país. Como el Estado no lo hizo, se elevó el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos (CorteIDH), que emitió una sentencia condenatoria contra nuestro país el 14 de mayo
de 2013 [ 12 ]. Mientras las burocracias locales e interamericanas tomaban decisiones, Ricardo
David Videla Fernández, uno de los jóvenes condenados, apareció colgado en una celda de la
Penitenciaría de Mendoza, provincia en la que se habían aplicado tres de estas penas ilegales,
un cuarto del total de las impuestas en todo el país para esa fecha.
100

[ Más pena, más dolor ]


En marzo de 2004 sucedió un hecho grave en la provincia de Buenos Aires: un grupo de
jóvenes secuestró a Axel Blumberg, de 23 años, para pedir rescate por su vida. En medio de
las negociaciones con su padre, y en el marco de una pésima actuación judicial y policial, Axel
fue asesinado por sus captores. En el grupo había mayores y menores de 18 años. Uno de esos
jóvenes, Carlos Saúl Díaz [ 13 ], que tenía 17 años cuando fue el hecho, al mes de agosto de
2020 lleva dieciséis años y cuatro meses sin pisar la calle, cumpliendo una pena de veintiún
años de cárcel. Se le han negado sus derechos a obtener salidas transitorias y libertad condi-
cional, conforme le correspondía. Su caso está denunciado por la Defensoría General de la

[ 11 ] Art. 37 de la Convención sobre los Derechos del Niño: Los Estados Partes velarán por que:
a// Ningún niño sea sometido a torturas ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. No se
impondrá la pena capital ni la de prisión perpetua sin posibilidad de excarcelación por delitos cometidos por
menores de 18 años de edad;
b// Ningún niño sea privado de su libertad ilegal o arbitrariamente. La detención, el encarcelamiento o la
prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad con la ley y se utilizará tan sólo como medida de último
recurso y durante el período más breve que proceda.
[ 12 ] Caso Mendoza y otros vs. Argentina: https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_260_esp.pdf
[ 13 ] Ejerzo su defensa solidariamente, y autoriza a difundir su nombre para que su caso se conozca.
Justicia Restaurativa [ Cesaroni

Nación ante la CIDH por el tipo de condena impuesta; y ante el Comité de Derechos del Niño
de Naciones Unidas por su defensa particular, por el modo en que se ejecuta [ 14 ].
Hay situaciones aún más graves, en cuanto al monto de pena, que la de Díaz. En 2004, Blum-
berg encabezó movilizaciones acompañado por sectores de la derecha [ 15 ] —el gobierno de
Néstor Kirchner, que había nacido débil y cumplía su primer año de ejercicio, recién se estaba
consolidando— y logró que que se aprobaran reformas legislativas que llevaron el máximo
de pena aplicable en nuestro país a cincuenta años de cárcel y que se comenzaran a limitar
los derechos a acceder a salidas transitorias o condicionales a las personas que cumplían de-
terminada cantidad de tiempo privadas de libertad. Esos derechos, vigentes en la ley de Eje-
cución Penal desde 1996, fueron sucesivamente negados desde 2004 para categorías enteras
de personas. Es decir: se arrasó con el principio de progresividad en la ejecución de la pena; de
reinserción social y de tratamiento individualizado, y se resolvió que todas las personas que
cometen determinado tipo de delitos, por más que cambien su conducta durante el tiempo de
cárcel, por más esfuerzos que hagan o logros que alcancen, deben cumplir la pena de prisión
de principio a fin. Esas reformas, en cuanto al monto de pena, han impactado también en al-
gunos casos de adolescentes autores de delitos graves. Es el caso, entre otros, de Víctor Hugo
Valdez [ 16 ], un adolescente que vivía en una villa miseria de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, condenado a treinta y cuatro años de prisión por delitos cometidos cuando tenía die-
cisiete: es decir, condenado a dos vidas de castigo. Los jueces y juezas que lo condenaron en
primera instancia y que ratificaron esa pena, obviaron su condición de niño al momento de
los hechos y le impusieron una pena más alta que la que cualquier autor de delitos de lesa
humanidad haya recibido en nuestro país, e incluso, que las previstas por la Corte Penal Inter-
nacional para los autores de los delitos más graves que la comunidad internacional considera
que deben ser castigados, como el genocidio, la esclavitud o la trata de presonas. 101
Su caso está en el presente a consideración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, luego
de haberse presentado un recurso de revisión rechazado por las instancias inferiores.
Carlos y Víctor, entre otros jóvenes, cometieron delitos graves, eso está fuera de discusión.
Lo que sí se discute es lo que el Estado, tanto en sus agencias ejecutivas, como judiciales y
legislativas, quiere hacer con ellos, a quienes encerró cuando eran adolescentes de 17 años, les
impuso penas ilegales, y a quienes les niega derechos elementales. Porque probablemente
reciban indemnizaciones ordenadas por la CorteIDH cuando sus casos culminen en una nueva
sentencia condenatoria contra la Argentina, pero el daño sólo será reparado cuando nosotros,
los adultos, construyamos un modo de acercarnos a los adolescentes que se encuentran invo-
lucrados en situaciones que culminan con la comisión de delitos, entendiendo que ese delito,
del que obviamente deben hacerse responsables, no puede determinar todo el resto de sus vi-
das, etiquetándolos para siempre como delincuentes incorregibles y carne de cárcel y muerte.

[ 14 ] Informe de Admisibilidad 136/19 de la CIDH, Petición 123/2020 del Comité de Derechos del Niño de NU.
[ 15 ] Su asesor jurídico era Roberto Durrieu, ex subsecretario de Justicia durante la gestión de Jorge Rafael
Videla como presidente de facto, justamente en los años más feroces, y en los que se había diseñado el anda-
miaje jurídico de la dictadura cívico–militar.
[ 16 ] Ejerzo su defensa solidariamente, y autoriza a difundir su nombre para que su caso se conozca. //
Justicia Restaurativa [ Trebolle

++ La prevención y el valor del enfoque restaurativo


a través de procesos alternativos
María Evangelina Trebolle / Argentina

Universidad Nacional de José C. Paz y de la Universidad Católica de Salta.


Master en Mediación – Institute Universitarie Kurt Bosch – Suiza.

Resumen Abstract
La Justicia Restaurativa, podemos decir que es una Restorative Justice, we can say that it is a
construcción filosófica acerca de cómo redefinir el philosophical construction about how to redefine
sistema punitivo tradicional, enfocado en el castigo the traditional punitive system, focused on the
infligido al ofensor, sin tener en cuenta el proceso punishment inflicted on the offender, without
humano que subyace en toda la trama. taking into account the human process that
En la mirada restaurativa el centro son las personas, underlies the whole plot. In the restorative view,
busca dar el protagonismo a los afectados de forma the center is the people, it seeks to give prominence
directa e indirecta por el delito, posee una lógica to those affected directly and indirectly by the
diferente a la imperante, se focaliza en primer lugar crime, it has a different logic from the prevailing
en las personas, en segundo lugar, en cuáles serían one, it focuses first on people, secondly, on what
102
las acciones requeridas para reparar ese daño. they would be the actions required to repair
that damage.
Palabras clave
\ enfoque restaurativo Key words
\ prevención / restorative approach
\ comunicación no violenta / prevention
\ humanismo / non–violent communication
/ humanism
Justicia Restaurativa [ Trebolle

[ Introducción ]
La Justicia Restaurativa, podemos decir que es una construcción filosófica acerca de cómo re-
definir el sistema punitivo tradicional, enfocada en el castigo, infligido al ofensor, sin tener en
cuenta el proceso humano que subyace en toda la trama. En la mirada restaurativa el centro
son las personas, busca dar el protagonismo a los afectados de forma directa e indirecta por el
delito, posee una lógica diferente a la imperante, se focaliza en primer lugar en las personas,
partiendo de la premisa de que se ha causado un daño, que afecta a los involucrados primero,
a los vínculos próximos luego, y en ocasiones, intensamente a la sociedad. En segundo lugar,
en cuáles serían las acciones requeridas para reparar ese daño. Todo ser individual se com-
plementa a través de relaciones cercanas, que hacen a su vida, a su identidad, su cultura, y
ellos conforman la base de un tejido social que se encuentra herido, solamente a través de esa
reparación individual podrá forjarse una base pacífica. Aunque pueda parecer un paradigma
nuevo, lo cierto es que tiene numerosos antecedentes en lugares como Estados Unidos, Cana-
dá, y en diversas culturas procedentes de pueblos originarios de distintas partes del mundo.
Tal vez es que recientemente dentro de las sociedades modernas ha empezado a repensarse,
como decía al comienzo, en la redefinición de nuestros sistemas punitivos, en los más graves
como el penal, al que se reconoce que su aplicación es de “ultima ratio”, pero entendemos que
el campo restaurativo debe ser más abarcativo, y trabajarse desde todo el sistema en general,
familia, escuela, organizaciones, instituciones, procurándose cierta coherencia, en todo el sis-
tema, no solo en el penal.
El enfoque restaurativo, parte de la aplicación de los principios trazados por la justicia restitu-
tiva, basado en tres ejes centrales. La idea de que toda acción dañosa requiere de la compren-
sión de la situación, del reconocimiento del dolor propio y ajeno, de donde parte la necesidad
que surge de transitar un proceso que nos aleje de ese momento doloroso, procurando un ca- 103
mino reparatorio para todos los involucrados, y sabemos que en un sentido amplio, también
al dolor originado en el tejido social. Fundamentalmente, se trata de rescatar lo humano, en
sentido profundo, que significa entrar en mundos subjetivos, que se relacionan entre sí, y que
producto de cierta conducta se han generado efectos dañosos, que necesitan atención, con-
tención, y un proceso que permita recorrer el momento, pero también que permita un futuro
diferente, o al menos la posibilidad de construirlo.
Las diversas prácticas restaurativas gestionadas a partir distintas modalidades atienden a las
necesidades de la víctima de ser escuchada, comprendida, no juzgada, no revictimizada por
un sistema, obteniendo la posibilidad no solamente de ser reparada, contenida en sus nece-
sidades, sino también de sentirse de nuevo segura, transitando un proceso que la aleje de su
vulnerabilidad. En el caso del infractor, la necesidad de poder enmendar en la medida de lo
posible el daño causado, conformando un espacio de aprendizaje, obteniendo la posibilidad
de integrarse a la comunidad con empatía hacia lo que es requerido por esa comunidad, para
volver a ser una parte activa de ella.
Cuando pensamos, en estas prácticas, en términos de sociedad, entendemos que no pueden
estar restringidas a un solo sector, por ejemplo la justicia en sentido formal, sino en la amplia-
ción del acceso a justicia en su sentido más amplio, implementando sistemas que permitan
llevarse a cabo desde la familia, la escuela y de este modo atravesar a la sociedad en pleno,
con lo cual nos impulsan hacia un camino que debe pensarse desde los aprendizajes, más que
desde la imposición de castigos para modificar aquellas conductas que el conjunto observa
como disvaliosas, comprendiendo que el infligir dolor a un ofensor no permitirá sanar al heri-
do, así como tampoco significará que ese ofensor dejara de realizar esa conducta dañosa sino
Justicia Restaurativa [ Trebolle

alcanzó a procesar el significado de su conducta, muy bien reflejado en la siguiente expresión:


“Sólo cuando alguien se siente persona es capaz de poder repensar u acción cuestionada por
la sociedad, dejando de cosificar a la contraparte e internalizándolo como el prójimo. Esto le
permite al autor enfrentarse con las consecuencias reales del hecho y asumir los legítimos
intereses de la víctima.” [ 1 ]
Así es como pensamos que los métodos alternativos, como la facilitación y la mediación pue-
den aportar a esas prácticas, por estructurarse en base a procesos dialógicos, que permiten
esclarecer sentimientos, reconocer intereses, necesidades, y canalizarse a través de las re-
flexiones originadas por la pregunta dirigida a comprender a cada ser humano dentro su
emocionalidad, característica propia de aquello que nos distingue de otros seres de la natu-
raleza, el poder procesarla a través de la palabra, reconocerla, sentirla y modificar nuestros
pensamientos, abriendo un campo para el cambio de conductas.

[ La prevención en etapas tempranas y el cambio de los sistemas punitivos ]


Los primeros sistemas punitivos, los aprendemos en la familia, allí es muy probable que se
reproduzcan los aprendidos de los ancestros, y así van pasando de padres a hijos por sucesivas
generaciones. Durante mucho tiempo, se alentaron prácticas en las familias y en las escuelas
de la imposición de castigos corporales, en todas las familias habrá alguna anécdota dando
cuenta de ello, o lecciones de moral que imponían castigos ante alguna conducta deshonrosa
ante la vista de padres y/o abuelos, afortunadamente muchas de ellas han ido desaparecien-
do, y se ha tomado conciencia de lo dañosas que han resultado, originando violencia en las
familias, tapada durante años y hoy dando lugar a múltiples programas, de prevención.
104
Es decir, que si repensamos estas modalidades de imposición de castigos, desde la familia y
la escuela, con sentido restaurativo, también allí se pueden aplicar nuevas fórmulas que nos
lleven a pensar en prácticas de apoyo responsables, que permitan aprendizajes para un de-
sarrollo pleno e integrado al entorno, de modos más positivos, tanto para el individuo como
para la comunidad.
En el campo de las instituciones, y ya avanzando sobre los sistemas públicos, el espacio de
trabajo delimitado por el sistema penal, los servicios de prácticas restaurativas, como puede
ser el facilitado a través de un proceso de mediación penal, estos deberían desarrollarse en
colaboración con fiscalía, policía, jueces y demás entidades de asistencia a víctimas e infracto-
res. En este sentido cuando hablamos de mediación en el sistema penal, seguimos este pen-
samiento: “la mediación es un complemento de las estrategias de intervención en situaciones
de crisis y logra el convencimiento de los protagonistas de haber concluido un acuerdo justo,
lo cual resulta imposible de alcanzar bajo el tradicional sistema de enjuiciamiento penal”. [ 2 ]
La mediación en el ámbito penal, también constituye un proceso válido, para el “Acceso a Jus-
ticia”, entendiendo por tal noción lo expresado por la Dra. Gladys Álvarez cuando dice que ello
implica una mirada más abarcadora, teniendo relación con un concepto amplio de adminis-
tración de justicia, comprensivo de los métodos alternativos… “el acceso a justicia tiene un lugar

[ 1 ] Bauche G. y Prada M.I. Diente de León. Rosario, Santa Fe, Argentina. Ediciones AVI, 2018.
[ 2 ] Bauche E.G.y Prada M.I. ob cit.
Justicia Restaurativa [ Trebolle

primordial entre los nuevos derechos individuales y sociales, ya que la sola posesión de éstos carecería de
sentido si no existiesen mecanismos para su aplicación efectiva” [ 3 ].
Entendiendo como el acceso a justicia, a aquellas puertas que se le abren a un ciudadano para
encontrar la satisfacción de sus intereses, para el reconocimiento de sus derechos y así alcan-
zar este ideal. Durante años, la justicia se ha visto desbordada, por múltiples causas, que no
tienen respuesta, esto en el proceso estrictamente penal genera gran insatisfacción, y culmi-
na con el clásico, “no hay justicia”, como fiel reflejo de la insatisfacción.
Esa concepción dentro de las comunidades, produce desasosiego, y desesperanza, cuando no,
conductas reñidas con el orden público y/o a la comisión de otros ilícitos, como por ejemplo
“la justicia por mano propia” o los desmanes que destruyen edificios públicos, en pos de un
reclamo en principio justo.
Las propuestas como por ejemplo, las Casas de Justicia, donde encontramos un defensor, un
fiscal, un juez, un centro de orientación a la víctima, un centro de mediación, compuestos por
equipos interdisciplinarios, conforman un acceso inmediato y donde problemas “pequeños”
pueden encontrar solución en tiempos razonables, sin costo, pero con un alto beneficio social.
Resulta conveniente señalar que el diseño de cada Casa de Justicia responde a las necesidades
y problemáticas locales y propias del lugar donde se las pretenda instalar.

[ Justicia Restaurativa y mediación Penal ]


Dentro del espacio de trabajo de los especialistas en prácticas restaurativas, muchos de ellos sólo
focalizan en situaciones graves, y solamente trabajan desde ese aspecto, pero entiendo que los
procesos alternativos en casos tal vez no tan graves, pueden ser el comienzo para instalar prácticas 105
donde confluyan el diálogo, y aparezcan nuevos planteos y soluciones, antes inexplorados, con la
intervención de un mediador que dirigirá un proceso, buscando una visión de futuro que pueda
ser aceptable para los involucrados, encaminándolos hacia otra dinámica de su propio conflicto.
El buen análisis de un caso, sin duda, será un elemento vital, a la hora de un cierre con éxito.
A través del proceso de mediación, si nos entregamos convencidos a la fase del procedimien-
to reflexivo, estimulados adecuadamente por un profesional capacitado y sensible. Quien
tendrá por misión facilitar la comunicación con la otra parte del conflicto, desentrañando los
verdaderos intereses basados en necesidades, tanto materiales como emocionales de ambos,
ayudándolos a clasificarlos en un orden lógico, considerando los más importantes, y subor-
dinando a ellos los menos trascendentes. Luego de esta primera etapa, estaremos en condi-
ciones de elaborar con solidez, nuestro reclamo o bien de atender el reclamo del otro, dentro
de un contexto de responsabilidad, e irán surgiendo opciones de mutuo beneficio, sin lugar
a dudas no sólo podrá mejorar la imagen de los profesionales actuantes, sino también de las

[ 3 ] La distinción entre “Acceso a la Justicia” y “Acceso a Justicia” radica en que el primer concepto se utiliza
para referirse al sistema tradicional y formal de los tribunales, y ello es entrar en la lógica adversarial: ir a
juicio, atenerse a los rituales procedimentales, obtener una sentencia, etc.; en cambio el “Acceso a Justicia”,
alude a darle a las personas la oportunidad de darse su propia justicia, fomentar la autonomía normativa en
la decisión sobre sus problemas aunque siempre lo que resulte será de conformidad con el orden jurídico es-
tablecido. Ver Álvarez, Gladys, La mediación y el acceso a justicia. Rubinzal Culzoni Editores, Buenos Aires, 2003.
Justicia Restaurativa [ Trebolle

partes, que al recibir cierta satisfacción a sus necesidades, apreciarán el accionar de la justicia
como un valor al alcance de todos.
En ese orden de ideas, las formas adecuadas de prevención de los conflictos, son acciones ten-
dientes a desarrollar procesos convergentes, ante las desavenencias producidas por la convi-
vencia diaria, “...no resultaría extraño, si entramos a profundizar acerca de todos y cada uno de ellos,
encontramos que un derecho humano determinado entrará en colisión con el del prójimo. Por ello es
menester insistir en la faz armonizadora de éstos, tratando de perfilar políticas de convivencia y de per-
manente negociación. Ello conlleva la necesidad de que la reconversión se produzca en todas las áreas de
la sociedad, ya que tanto las mayorías como las minorías deberán someterse a reglas establecidas, a efec-
tos de lograr una internalización profunda de que la forma más favorable de resolución de los conflictos
es por vía de la armonización y del respeto y no por la descalificación y la violencia.” [ 4 ]
En este sentido, el enfoque alternativo para la resolución de disputas ha significado un gran
paso, tendiente a la reapropiación de los conflictos por las partes y su participación en la so-
lución; la inmediatez; los menores costos (humanos, económicos y de tiempo) son avances
insustituibles, base para un programa preventivo, que podría denominarse como en varios
programas lo hacen de atención primaria, esta primera atención podría estar en manos de
los primeros interventores, como puede ser la policía a través de centros de mediación para
atención de casos vecinales, o través de unidades de intervención especializadas en media-
ción para su correcta derivación. La propuesta de un centro de resolución alternativa de dis-
putas, dentro de cada circunscripción policial, es la posibilidad de comprender las temáticas
locales, aplicar mecanismos prevencionales apropiados a cada lugar para la cuestión social, es
una actitud proactiva hacia el vecino, es integración y contención de las distintas situaciones
de cada entorno. Constituye la participación activa en la búsqueda de soluciones, fijación de
106 prioridades, y correcta toma de decisiones. Así, en una conferencia brindada en Buenos Aires,
el Dr. Ivo Aertsen, destacó dentro de los programas de mediación penal, el paso policial como
la primera instancia de intervención ante de un conflicto, que comienza a encaminarse hacia
la configuración de un ilícito. Este tipo de prácticas existen en Bélgica, España, Francia, Brasil,
y en nuestro país en diversas provincias como Jujuy, Chubut, y durante años dentro de la uni-
versidad policial funcionó el Servicio universitario de Resolución de conflictos, (SURCO) que
atendían conflictos derivados de las seccionales policiales, por ejemplo aquellos casos en que
el reclamo se presenta directamente en una seccional, pero el interés o denuncia no responde
a un grupo, sino a una persona que requiere atención. En el viejo paradigma, si alguien se pre-
sentaba y no daba cuenta en un relato claramente de la existencia de “un cadáver” esta histo-
ria era desechada, es decir no existía atención, en esta nueva estructura el reclamo se atiende,
se escucha y se procede la actuación correspondiente a una causa judicial, se inicia. Pero si la
situación no quiere por el denunciante ser tratada de ese modo y no es clara calificación como
delito, la derivación a un centro de resolución de conflictos es una alternativa que permitirá
dar paso a otros procesos atendidos por profesionales especializados para administración y
solución de la compleja interacción humana, actuando de este modo en la esfera preventiva.
Por ejemplo en el caso de Francia, el sistema permite al personal policial, archivar la causa si
hay un acuerdo, al que por supuesto se le realiza el seguimiento para verificar su cumplimien-
to o eventualmente dar paso al ministerio público fiscal si correspondiera, armonizando el
trabajo a nivel institucional, dando una respuesta coordinada.

[ 4 ] Desimoni, Luis María (1999). El derecho a la Dignidad Humana. Buenos Aires, Ed. Depalma.
Justicia Restaurativa [ Trebolle

Esta búsqueda se encamina, a encontrar respuestas más idóneas a las tradicionales, que ten-
ga como epicentro de las mismas, al ser humano, pretendiendo la apertura de nuevos hori-
zontes, que nos sustraigan de aquellos patrones estructurales, que nos atrapan en “más de
lo mismo”. Ello no significa dejar de lado valores trascendentes forjados desde el inicio de
nuestro entramado social.
Por ello, consideramos como de suma importancia, instalar en la comunidad la idea del diá-
logo, como instancia superadora, al inicio o al albor de cualquier tipo de situación que se ve-
rifique como denuncia, pedido de ayuda o alguna manifestación de violencia hacia otro ser
humano, la búsqueda u obtención de reconocimiento o pedido de justicia.
Siempre la justicia ha sido considerada como un valor trascendente, hoy se ve opacada la ince-
sante y ardua labor que llevan a cabo magistrados, funcionarios y empleados, ante su lentitud
e ineficiencia para resolver los problemas del ciudadano que llegan a sus estrados, pues es
para ellos también el desafío de aprender a ordenar los conflictos en orden a su importancia
y utilizar las herramientas que proporciona la mediación, en forma directa cuando sea opor-
tuno, o buscando auxilio en el sistema de mediación existente, proponiendo tal vez mejores
modos de aprovecharlo. Pensando en que tal vez, si todos nos educamos en el ganar-ganar,
podamos crear un sistema experto, al decir de Giddens, que nos brinde la oportunidad de ac-
ceder a mejores servicios, logrando la calidad deseada en los mismos.

[ Hacia una justicia integradora, restaurativa ]


Los principios de la Justicia Restaurativa, proponen una visión más humana del sujeto, es de-
cir del hombre, donde se busca como objetivo la reparación del tejido social dañado, así “la 107
justicia restitutiva considera que, para combatir con éxito los efectos del crimen, debemos
atender a las necesidades de las víctimas individuales y de las comunidades que han resulta-
do perjudicadas”. [ 5 ]
Esta visión parte de principios que tienen por eje la restauración de la relación humana, entre
los protagonistas del conflicto penal y la participación de una sociedad responsable.
En este orden de ideas, los principios de la Justicia Restaurativa tendrá aplicaciones de máxi-
ma, como en casos graves, y de hecho muchos operadores y estudiosos consideran que, en
estas causas pequeñas o de poca monta no quedan incluidos, pero muy por el contrario en mi
visión estos principios que apuntan a la dignificación del hombre, y a una interacción de ma-
yor comprensión entre los seres humanos, deben influir en todos los ámbitos aun en peque-
ñas acciones o conductas leves, para de este modo transitar caminos de construcción de una
verdadera paz social, donde cada uno aporte su cuota de acción, entendiendo que también lo
pequeño (en sentido de gravedad mínima) necesita reparación, reconstrucción de lazos.
La realidad nos indica, sin indagar mucho más allá, de ver un noticiero o leer un periódico, que
el actual sistema no ofrece respuestas, para una sociedad cada vez más violenta, en donde las
personas, no desarrollan las actitudes necesarias para transitar caminos eficaces para resolver
sus diferencias.

[ 5 ] Highton E.I., Álvarez, G.S., Gregorio C.G., autor y ob. cit.


Justicia Restaurativa [ Trebolle

La tradicional aplicación de la justicia retributiva, basada en la aplicación de la ley y el castigo


como elementos relevantes, nos da cuenta de un estado social violento, de creciente margi-
nalidad, y de la incesante recreación de la misma, en cárceles no aptas para la resocialización
de los seres humanos allí alojados, que muy por el contrario adquieren otras habilidades su-
periores en la perpetración de nuevos crímenes para aplicar al salir, ya que tampoco se les
brindarán muchas oportunidades de insertarse dentro del conjunto social, por lo cual es muy
probable que reincidan, cayéndose en un círculo vicioso. Además, de no considerar a la vícti-
ma de un ilícito, como una parte relevante, o peor aún, cuando es revictimizada por el propio
sistema. “Existe una relación muy estrecha entre el capital social y la delincuencia. Si defini-
mos el capital social como una norma de cooperación arraigada en los vínculos que unen un
grupo de personas, entonces la delincuencia representa lisa y llanamente ausencia de capital
social, puesto que significa la violación de una norma comunitaria”. [ 6 ]
La Justicia Restaurativa o restauradora, parte de principios que tienen por eje la restauración
de la relación humana, entre los protagonistas del conflicto penal y la participación de una
sociedad responsable. Este tipo de propuestas no pretenden, un cambio como bien lo señalan
los autores Highton, Álvarez y Gregorio en su trabajo, ya citado ut supra, en modo repentino
sino gradual, a través de la búsqueda de sistemas más operativos, y respetuosos de la digni-
dad humana, en pro de una verdadera paz social construida por todos.
En este sentido, creemos que, la mediación puede ser una herramienta que permita abrir es-
tos caminos, y explorar alternativas diferentes. La Justicia Restaurativa en cambio es un con-
junto de valores y creencias acerca de lo que significa la justicia.
Esta teoría busca como objetivos primordiales:
108 1// Invitar a la completa participación y al consenso;
2// Sanar lo que ha sido roto;
3// Buscar completa y directa responsabilidad;
4// Reunir lo que ha sido dividido;
5// Fortalecer a la comunidad para prevenir y/o evitar daños mayores;
6// Buscar el esfuerzo cooperativo de la comunidad y del Estado;
7// Buscar la reintegración armónica de la víctima y el ofensor en la comunidad.

La mediación en el campo penal, desde sus inicios, se alimenta de los mismos principios de la
Justicia Restaurativa, pues es una forma de ponerlos en práctica, además, con ésta se reducen
los costos tanto económicos como emocionales porque se controla el resultado, se mejora la
comunicación, consolida la comprensión y confianza, resguarda la relación y puede confor-
mar otras bases hacia el futuro.
En este aspecto el facilitador o mediador trabajará sobre varias capas, por un lado los directos
participantes, propiciando procesos dialógicos que permitan la comunicación no violenta, se
convierte en un requisito muy apreciado, pues ayuda a las personas a intercambiar la informa-
ción necesaria para resolver conflictos de un modo tranquilo, empático y eficaz.

[ 6 ] Fukuyama, F. (1999). La gran Ruptura. Buenos Aires, Ed. Atlántida.


Justicia Restaurativa [ Trebolle

Se entiende comunicación violenta como aquella en la que nuestro lenguaje, tanto interno
como externo, ofende o hiere a los demás o a nosotros mismos. Por tanto, comunicar sin vio-
lencia implica no satisfacer nuestras necesidades y deseos a costa de los demás, distinguien-
do las emocionalidades de los participantes.
El modelo de la Comunicación no violenta (CNV) incluye cuatro elementos clave: observar sin
evaluar ni juzgar, identificar y expresar nuestros sentimientos, responsabilizarnos de nuestras
necesidades en relación con esos sentimientos y formular a los demás peticiones conscientes
para enriquecer nuestra vida. El primero, implica realizar una observación neutra de la reali-
dad, todo lo que vemos, oímos o tocamos, desde un prisma de no juicio, es aquí donde el me-
diador ayudará a través de alguna pregunta a identificar esa observación, tal vez en un buen
parafraseo, que pueda obviar la evaluación y permita al otro escuchar. Esa intervención puede
ser de gran utilidad pues transformamos la expresividad, y ello puede impactar la emociona-
lidad, ya que la misma nos puede permitir que se reconozcan sentimientos. Lógicamente, el
que debe manejar los resortes de la CNV es el mediador. El tercer elemento comporta un paso
más, reconocer el origen de los sentimientos. Los sentimientos son el resultado de cómo ele-
gimos interpretar lo que dicen o hacen los demás. Aquello que recibimos de los otros puede
ser un estímulo, pero no la causa de lo que sentimos, por ello en este campo aparecerán sin
duda las preguntas circulares o reflexivas que permitan a las partes, reconocerlos, expresarlos
y reformularlos. Tratar de buscar un sentido intelectual a los sentimientos bloquea la empa-
tía y acaba derivando en tendencia a dar consejos, tranquilizar o explicar nuestra postura en
lugar de atender a los sentimientos del otro, es este aspecto el que trabajamos desde del pro-
ceso de mediación para mantener la neutralidad, aspecto de relevancia en las intervenciones
como tercero, el cuarto componente es trabajar claramente con preguntas reflexivas que las
partes les permitan visualizar que es lo que quisieran obtener del otro y que podrían aportar 109
para encontrar la satisfacción de sus necesidades.

[ Conclusiones ]
La Justicia Restaurativa tiene como pilares fundamentales, la reparación del daño a las perso-
nas, la posibilidad de un diálogo con compromiso que permita ir hacia una cultura, que tienda
a prevenir las conductas violentas y los hechos delictivos y a su vez repensar en formas tem-
pranas de atención, la coordinación de tareas y el afrontamiento de los conflictos con sistemas
punitivos más eficientes, que abran la puerta hacia aprendizajes constructivos para los involu-
crados y a las sociedades a las que pertenecen, conteniendo a todos sus integrantes.
La sociedad en general se encuentra ante una realidad difícil pero también ante la gran opor-
tunidad de crecimiento y de superación, a través del manejo y la administración adecuada
de nuestros conflictos, se podrá descubrir nuevos caminos que permitan alcanzar mayores
niveles de calidad vida, tales como mejor educación, salud, alimentación.
Para ello, es importante luchar, desde la construcción de valores éticos, tan importantes
como la idoneidad, para llevar adelante acciones válidas para enfrentar la conflictiva, que
nos rodea. Recordemos en tal sentido a Ortega y Gasset, cuando nos refiere la peligrosidad
del otro en todo sentido. “Lo peligroso no es resueltamente malo y adverso, puede ser lo
contrario, benéfico y feliz. Pero mientras es peligroso, ambas contrapuestas contingencias
son igualmente posibles. Para salir de duda hay que probarlo, ensayarlo, tantearlo, experi-
mentarlo. Esto —prueba, ensayo— es lo que significó primero el vocablo latino periculum,
Justicia Restaurativa [ Trebolle

de donde viene por disimilación nuestro peligro. Nótese de paso el radical per de periculum, es
el mismo que anima experimentar, experiencia... el sentido originario del vocablo “experien-
cias” es haber pasado peligros. El otro Hombre es, pues, esencialmente peligroso. Todo otro
ser humano nos es peligroso, cada cual a su modo y en su peculiar dosis. No olviden ustedes
que el niño inocente es uno de los seres más peligrosos, él es quien incendia la casa con una
cerilla, el que jugando dispara una escopeta... y si a este ser llámanos inocente, es decir, no
dañino, calcúlese lo que serán cuantos han perdido la inocencia...” [ 7 ]. De allí la importancia
de una de las técnicas más relevantes en el proceso de resolución de conflictos, utilizada tanto
por negociadores, como por mediadores, facilitadores, y otros operadores, como es la empa-
tía, esa habilidad que nos permite movernos de nuestro espacio hacia el del otro, por cierto
bastante dificultosa.
Los conflictos, nos permiten la aventura del cambio, su administración nos proporcionará el
acceso a cambios beneficiosos para una gran mayoría, como aportes al bien común y a la
justicia general, entendida como fin del derecho, pero la indiferencia, y la evasión serán gene-
radoras de crisis, ello no significa perder la oportunidad pero sí la eficacia.
No necesariamente un conflicto debe desembocar en violencia física, verbal o psicológica,
pero si detectado éste, previsto o no previsto por el agente que lo vive, es desatendido, deberá
abordarse de inmediato a fin de evitar la violencia [ 8 ]. La desatención de los conflictos, o la
falta de realineamiento de los mismos por canales convergentes, los convierten en crisis, es
decir, los exacerban a su máxima potencialidad, y en ocasiones desembocan en acciones de
tipo violento, pues no se encontró un mecanismo apropiado de administración convergente,
o el mismo no fue eficaz, y entonces la situación estalla provocando una crisis, originada por la
frustración de los intereses básicos perseguidos, conduciendo al odio y a la acción directa en
110 pos de objetivos no alcanzados. Es decir, que cuando no se logra la transformación del conflic-
to en una mínima coincidencia, es probable que desencadene violencia.
Según Martín Buber, únicamente cuando el individuo reconozca al otro en toda su alteridad
como se reconoce a sí mismo, como hombre y marcha desde ese reconocimiento a penetrar
en el otro, habrá quebrantado su soledad en un encuentro riguroso y transformador...” [ 9 ].
Seguramente, no será para todos los casos, ni para todas las situaciones, por ello decimos ¿es
la construcción un camino “hacia un camino restaurativo”?

[ 7 ] Ortega y Gasset J. El hombre y la gente. Citado por Buber M. (1970) YO y Tú. Trad. L. Fabricant, Buenos Aires,
Ed. Nueva Visión.
[ 8 ] Ury W. Ob cit. Es posible que el conflicto sea inevitable, pero no lo son la pelea, la violencia y la guerra.
Podemos escoger entre manejar nuestros conflictos de manera constructiva o destructiva. Lejos de ser impo-
tentes, estamos en condiciones de preenir el conflicto destructivo.
[ 9 ] Buber M. (1970). YO y Tú. Trad. L. Fabricant, Buenos Aires, Ed. Nueva Visión.
Justicia Restaurativa [ Trebolle

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Justicia Restaurativa [ Zaffaroni

++ Conferencia en el marco del panel “Humanizando la Justicia


Penal: debates y aportes interdisciplinarios sobre Justicia Penal”,
del 2º Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa
Eugenio R. Zaffaroni / Argentina

Ex juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina y actual magistrado


de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

[ Queridas amigas y amigos, ante todo muchísimas gracias por esta invitación y la posibilidad
de que podamos conversar unos minutos esta tarde. Gracias por compartir con todos ustedes,
es un enorme gusto para mí.
Hablar de Justicia Restaurativa y Derecho Penal son dos cosas distintas, obviamente. Primero,
si vamos a encontrar una solución restaurativa, el modelo de solución de conflictos salió del
modelo punitivo. El modelo punitivo se caracteriza por una “expropiación”, dicen, del conflic-
to. No es expropiación, es confiscación: la expropiación se paga, la confiscación no, es gratuita.
112 Es decir, confiscan a la víctima. En el sistema penal el poder punitivo es un poder verticalizante
que no resuelve el conflicto sino que decide verticalmente en el conflicto, y en su lugar el mo-
delo reparador o restitutivo es un modelo entre partes, es decir: está la parte perjudicada del
conflicto, hay una negociación y se resuelve.
Quiero aclarar que esto de la Justicia Restaurativa, ahora nos viene como “restorative justice” y
habla todo el mundo la gran novedad, pero nosotros en América Latina tendríamos que mirar
a los del Norte y decirles “descubrieron el agua tibia” o la nieve. Y es que antes de que lle-
gara Colón nosotros resolvíamos todos los problemas acá en forma reparadora y restitutiva.
“Ustedes nos trajeron este lío del sistema penal con este genovés que vino”, que también era
un marginal pero que ocultaba toda su ascendencia y después nos colonizaron con todos los
marginales del sur de España que estaban cristianizados a garrotazos y nos trajeron todas las
infecciones que casi matan a toda la población originaria y con eso vino también el poder pu-
nitivo, hasta hoy no lo podemos sacar de encima ni creo que lo podamos sacar tampoco. ¿Por
qué? Porque hay una cuestión civilizatoria. Pero desde un punto de vista meramente lógico
sí, la Justicia Restaurativa y las soluciones reparatorias y restitutivas podrían tener un ámbito
aplicación enorme.
Ante todo aclarar lo siguiente: “el” delito no existe, existen delitos. Existen homicidios, existen
violaciones, existen robos, existen hurtos, existen estafas. Pero “el” delito no. EL delito es una
construcción abstracta, que hacemos nosotros en la teoría del delito, pero en la sociedad el
delito en abstracto no existe, existen conflictos. Y estos conflictos son tipificados en códigos
penales y lo único que tienen en común los hechos es que están todos en el código penal pero
nada más. Es decir: yo siempre digo que le agradecería si alguien me dice qué tienen en co-
mún cobrar un cheque sin provisión de fondos y violar una mujer. Yo creo que nada. Nada en el
Justicia Restaurativa [ Zaffaroni

efecto para la víctima, en dolor, en efecto del bien jurídico, en repugnancia social, en rechazo…
nada absolutamente. Sólo que están en el mismo código penal, se edita, se encuaderna y se
vende encuadernado en rojo. Por ende tampoco la reacción punitiva puede tener el mismo
efecto cuando en un supuesto delito fiscal yo voy y digo “me olvidé de incorporar un inmueble,
acá lo tiene, me había olvidado” y responden “ah bueno, usted es una persona decente” a que
tener la pena o la reacción punitiva cuando alguien le da un hachazo al vecino. Son dos cosas
absolutamente diferentes. De modo que hay una cantidad de conflictos que sí podrían re-
solverse tranquilamente por Justicia Restaurativa, sobre todo si tenemos en cuenta cuál es el
efecto del ejercicio del poder punitivo en nuestras sociedades y miramos la mayoría del resul-
tado de la operatividad de poder punitivo y el resultado carcelario: la mayoría de nuestros pre-
sos son presos por delincuencia contra la propiedad, muchas veces no violenta, o de tóxicos
prohibidos de expendio minorista, es decir, una delincuencia de supervivencia prácticamente.
Hay un porcentaje que son los patibularios, pero que es un porcentaje pequeño.
No obstante ¿por qué no se puede extender ampliamente a toda esta forma de delincuencia
supervivencia? Se podría extender. Yo como nunca sé para qué sirve la pena —no porque no
sirva para nada sino porque sirve para demasiadas cosas— sí reconozco que la pena en las so-
ciedades canaliza venganza, y la venganza no la vamos a poder hacer desaparecer de nuestra
civilización, y está vinculada al concepto de tiempo que nosotros tenemos, etcétera. De modo
que no soy abolicionista en ese sentido. Pero la venganza generalmente, si es canalizada, se
hace generalmente a través de los casos patibularios (homicidios, violaciones, esos que mues-
tra la televisión todos los días).
En los otros casos dicen “hay que citar a la víctima antes de no sé qué cosa” y el gran porcentaje
de víctimas no va. Es como si a mí me robaron el auto hace 4 años, cobré el seguro, tengo otro
auto. ¿Qué voy a ir a tribunales ahora? No sé lo que quieren hacer con lo del robo del auto, 113
no tengo la menor idea, ni me interesa tampoco. Me olvidé del asunto y mi vida circula por
otro lado. Entonces sí, canaliza venganza pero en los casos patibularios, en los otros no, y se
podría tranquilamente ampliar. Pero no lo podemos enviar por algo que es una construcción
social de la realidad a través de los medios masivos de comunicación que dicen que todas las
cárceles están llenas de patibularios cuando éstos son una minoría, esa es la realidad. Enton-
ces cualquier cosa que sea en la cárcel “No, van a soltar a los asesinos y los violadores” y todas
esas cosas que sabemos que dicen los deformadores de opinión que tenemos en los medios
masivos de comunicación.
Y en la cárcel se van juntando cada vez más. Hay que humanizar, como dice César Rojas, el
derecho penal. Pero si hay que humanizarlo es porque está deshumanizado. Las penas son
inhumanas, crueles y degradantes en toda América Latina o casi toda América Latina. Pero
normalmente si pensamos en la sobrepoblación penitenciaria que en alguno de nuestros paí-
ses alcanza el 300 o 400 por ciento, es decir, donde cabe un preso hay tres o cuatro, y que se
traduce a que el orden interno de prisión es manejado por algunas bandas delincuentes que
someten al resto a condiciones de servidumbre e incluso hasta de servidumbre sexual. Al-
gunos organismos jurisdiccionales internacionales han calificado esta forma de prisión como
tortura. Será tortura o no será tortura, pero es cruel, inhumana y degradante.
Pero, código penal en la mano, entonces yo diría que un juez que manda a alguien preso es un
autor mediato de tortura conforme a la teoría del dominio derecho de Roxin (que la comparto
a esa teoría de dominio del hecho). Pero claro, el juez que dijera esto que le pasa, lo decapitan
los medios masivos en la plaza pública y etcétera de esas cosas que saben que suceden. Y por
otra parte los jueces tienen miedo no sólo de los medios masivos sino también de los inescru-
Justicia Restaurativa [ Zaffaroni

pulosos políticos que se montan sobre ese populacherismo vindicativo, que es el que domina a
la política incluso en gobiernos populares. Hay gobiernos populares que no han hecho nada y
han agravado la situación que venía desde antes. Entonces estos gobiernos, no sólo los popula-
res, sino los otros también. Claudia (Cesaroni) hablaba de 50 años de pena máxima. Yo no sé si
son 50 años de pena máxima porque pasa algo más grave todavía en la legislación Argentina:
no sabemos cuál es la pena máxima privativa de libertad. No lo sabemos. Algunos dicen que
son 37 años y medio, otros dicen que son 50, yo creo que son 30 que es el máximo de la pena
conforme a el Estatuto de Roma, rectificado por nosotros, para el genocidio, y creo que no hay
delito más grave que el genocidio, que tiene 30 años. Lo sostuve en la corte y perdí 6 a 1: los
otros seis me dijeron que no era una cuestión federal. ¡Parece que la legalidad de las penas no
es una cuestión constitucional en Argentina! Seis a uno en la Corte Suprema o “corte modelo”.
En fin, todo esto nos lleva a pensar. Pero quería observarle algo, sobre todo a los compañeros
colombianos: cuidado, el problema no se resuelve sólo con el derecho penal o con modificar
la legislación penal. Acá hay algo que es un poco más grave y ustedes lo tienen más grave que
nosotros y es que el estado y el poder punitivo no sólo es ejercido por el Estado: hay menos
Estado. El poder punitivo empieza hacer ejercicio por sistemas penales paralelos y sistemas
penales subterráneos que no están en manos del Estado y todo eso se compatibiliza con este
populacherismo vindicativo de los medios masivos de comunicación social monopólicos que
tenemos en toda la región, se llame Televisa, Azteka, Clarín, o se llame como se llame, que no
son más que medios únicos de construcción de realidad absolutamente incompatibles con
nuestras democracias, con democracias plurales. En consecuencia no podemos pretender
tener un Estado de Derecho con una democracia plural cuando tenemos una manipulación
de opinión pública que corresponde a monopolios mediáticos, al discurso único y a la cons-
114 trucción de realidad única cómo los totalitarismos. Este es el grave inconveniente. Mientras
tengamos eso, no vamos a poder resolver el problema.
Ese populacherismo vindicativo en definitiva ¿qué quiere? ¿sólo más penas? No, quiere la au-
tonomización de las agencias ejecutivas, de las policías. Si autonomiza las policías, generan
agencias de recaudación fiscal autónomas del estado que requieren una coerción punitiva
para recaudar, naturalmente. Tenemos, por parte de esas agencias, pena de muerte en la re-
gión: Una letalidad impresionante de adolescentes en la región en algunos países con mar-
cada tendencia racista como es Brasil. Pena de muerte para menores. Claudia decía “estamos
aplicando penas de 50 años a menores”: no, estamos aplicando pena de muerte a menores.
Cuidado. Ejecuciones sin proceso, pero pena de muerte real.
Entonces frente a todo eso que hacen los pibes, que se juntan en alguna forma de organiza-
ción de ejercicio de delincuencia supervivencia que sea más o menos organizada o más o me-
nos estructurada —a mí no me gusta la expresión delincuencia organizada porque parecería
que hay una delincuencia desorganizada—, que es la oferta de servicios ilícitos en el mercado.
Genera una agencia de recaudación fiscal autónoma pero también con su poder punitivo au-
tónomo y después aparecen las autodefensas, los “parapoliciales”, “paramilitares”, las milicias.
Y después llega “un genio” que tenemos en nuestros gobiernos que dice que para poner orden
en la sociedad, que se caotiza frente a todo esto, hay que bajar las fuerzas armadas en función
policial. Entonces las fuerzas armadas que se meten en función policial, aunque no tengan
entrenamiento para eso, hacen unas cuantas barbaridades, chocan con la opinión pública y
también generan su recaudación fiscal propia y su poder punitivo propio, y ahí se destroza
la defensa nacional. Es decir: Cuidado, detrás de todo esto hay un programa, un proyecto o
un proceso de debilitamiento de nuestros estados, funcional como siempre a un ejercicio de
Justicia Restaurativa [ Zaffaroni

un colonialismo. No perdamos de vista esto, no es gratuita la situación de nuestro sistema


penal, no es gratuita la forma selectiva del poder punitivo, no es gratuita la forma violenta
de ejercicio del poder punitivo pero sobre todo menos gratuita es la pérdida de hegemonía
del ejercicio del poder punitivo por parte de los estados. Cuidado, nosotros no lo tenemos tan
avanzado en Argentina, es cierto, pero ustedes lo tienen más avanzado y hay otros países que
lo tienen aún más avanzado.
Tengamos cuidado con eso porque miramos el espejo y lo que se quiere por parte de este tota-
litarismo financiero planetario es debilitarnos como estados, ser menos estados.
Nosotros solemos decir “no, bueno, cuidado porque con esto debilitamos el Estado de Derecho
o nos vamos al estado policía”, y no, mentira, no nos vamos al estado de policía. El estado po-
licía tiene cúpulas políticas fuertísimas, como los estados de totalitarismo entre guerras o las
dictaduras de seguridad nacional nuestras. Nuestras cúpulas políticas son cada día más débi-
les, parecen ser domadores de potros de esos que se suben y parece que la única preocupación
que tienen es que no los tiren. Por eso no nos vamos a modelos de Estados de policías, que esta
forma de ejercicio del poder punitivo es un mecanismo de debilitamiento de nuestros Estados
como estados soberanos, Estados que se precian de serlo y tengan la hegemonía de la recauda-
ción fiscal y del ejercicio del poder punitivo. En definitiva es hacia eso a lo que no te están lle-
vando, hacia Estados que son cada vez menos Estados, a Estados completamente debilitados.
Por eso sí desde un punto de vista coincido que tendríamos que reducir el ejercicio del poder
punitivo y aumentar hasta donde se pueda, hasta donde esa pulsión vindicativa que existe en
toda sociedad frente a determinados hechos más o menos patibularios. Esos hechos patibula-
rios generan una vindicación, pero esa vindicación es la que extienden los medios masivos de
comunicación a cualquiera que es tocado por el ejercicio del poder punitivo. Así que cuidado
115
porque eso es lo que nos impide menos modelos de solución de conflictos menos conflictivos,
más eficaces, modelos no punitivos de solución del conflicto como serían los modelos restau-
rativos y extender el modelo restaurativo en nuestras sociedades. Esa es la dificultad con la
que chocamos pero es una dificultad política estructural.
Yo siempre he creído que no tenía que darle tanta importancia, creía que era una deformación
profesional darle una importancia tan grande al eje del ejercicio del poder punitivo, etc. Pero
ahora estoy absolutamente convencido de que es central como proyecto político de domina-
ción y justamente este es el grave problema.
Muchísimas gracias.

//
116
Apartado 3 //
Educación y Cultura de Paz

117

+
+
118
Justicia Restaurativa [ Cabezudo

++ Pedagogía para la construcción de una Cultura de Paz y Justicia.


Desafío de nuestro tiempo
Alicia Cabezudo / Argentina

Corporación Creer en la Paz (CENPAZ), Colombia.


Universidad Nacional de Rosario, Escuela de Ciencias de la Educación, Rosario, Argentina.
Universidad de Cartagena de Indias, Facultad de Ciencias Sociales, Colombia.

[ En la historia de América Latina podemos reconocer una línea histórica en la cual aparece la
reivindicación sistemática de derechos e identidades vinculada a la región geográfica en la
que se habita y a la dimensión cultural con la que nos representamos, tanto desde el punto de
vista continental como nacional, posicionándonos en alguno de los diversos países del inmen-
so territorio que habitamos.
En el continente se comparte además —entre muchas otras cosas— un estado de “reivindica-
ción permanente” desde el momento en que el territorio en su totalidad y por ende los actua-
les estados–nación fueran conquistados por los imperios español y portugués poniendo fin a 119
las dinastías autóctonas y a las comunidades nativas organizadas.
Estado reivindicativo que busca en primer lugar el conocimiento y respeto al profundo y mile-
nario desarrollo cultural preexistente a la conquista europea. Que reclama el reconocimiento
de libertades individuales y colectivas con la práctica de procesos democráticos participativos
y sustentables y que exige, por sobre todo, justicia social y económica para la población en su
conjunto sin diferencias de ningún tipo.
Esta línea de reivindicaciones que aparece atravesada por avances y retrocesos marca la histo-
ria de nuestros países en la región latinoamericana y siendo una impronta de indudable im-
portancia, debería reflejarse en los objetivos, los contenidos y la planificación de las políticas
públicas tanto a nivel nacional como regional y local.
Sin embargo no han ido éstas metas prioritarias permanentes, definidas y explícitas de los
gobiernos republicanos de turno y el rol pedagógico del Estado como actor fundamental en la
construcción sistemática de una conciencia política democrática, participativa y conocedora
de sus derechos ha sido relegado en un espacio yo diría de deliberada inconsistencia cuyas razo-
nes escapan a este análisis pero es importante recordar e investigar en cada caso.
La actualidad circundante, los problemas y las demandas provenientes de la población en lo
que respecta a su realidad político social, económica y cultural en regiones y territorios diver-
sos así como los requerimientos y defensa de los derechos de la población en su conjunto, de
las comunidades y de amplios sectores y grupos de la sociedad civil quedan frecuentemente
en una franja de vulnerabilidad e indiferencia oficial que nos abruma.
Justicia Restaurativa [ Cabezudo

En contraposición a ello, las prácticas y experiencias de la sociedad civil y de la educación no


formal asumieron las problemáticas de la realidad circundante así como la necesidad de
aprendizajes vinculados a la historia de reivindicación de derechos avasallados, demandas
desoídas y libertades violadas por la acción o inacción gubernamental del estado republicano
y democrático que dice representarnos.
A lo largo de la historia latinoamericana de los siglos XIX y XX se estructuró con todos y todas
los actores sociales un fantástico proceso de aprendizaje mediante la constitución de gran nú-
mero de organizaciones civiles, fundaciones, asociaciones vecinales y comunitarias, grupos
sindicales, religiosos, colectividades rurales, partidos políticos y corporaciones representati-
vas de intereses específicos diversos.
Proceso de aprendizaje que invitaba a reflexionar sobre temas de actualidad; a organizar ac-
tividades observando la realidad cercana; a desarrollar capacidades, habilidades y aptitudes
que claramente promovieran principios democráticos, construcción de ciudadanía, reconoci-
miento de derechos y participación de la sociedad civil en la toma de decisiones.
Desde una amplia perspectiva pedagógica estos procesos pueden interpretarse también
como intentos de construir una realidad menos violenta, abordar la resolución de conflictos
mediante recursos innovadores y promover una construcción de paz armoniosa y sustentable,
así como generalizar el aprendizaje de estrategias para superar las confrontaciones de diversa
intensidad mediante la aplicación de herramientas de intervención innovadoras.
Es verdad que el rol de la educación y del sistema formal es el de reproductor. Rol que desarro-
lla mediante contenidos específicos (diseño curricular), en espacios acotados (escuelas, cole-
gios, universidades, centros de enseñanza) y en tiempos específicos limitados (“tempo áuli-
120 co”). Desplegando contenidos o “saberes”, valores y actitudes que una sociedad dada situada
en un territorio geográfico y en un momento histórico determinado considera fundamentales
y decisivos para su construcción como país y como estado político.
El aprendizaje a través del sistema formal es regulado en todas las regiones del mundo, sea
cual fuera su ideología y latitud geográfica: tanto Cuba como Japón, Bolivia como Suecia, In-
dia, EE.UU, Rusia, Brasil, Israel o Australia, presentan una regulación oficial que es obligatoria
y otorga créditos para continuar los estudios a un grado superior siguiendo la secuencia esta-
blecida en cada país. La obligatoriedad, regulación y sistematización constituye “la razón de
ser” de la estructura educativa formal a partir de sus orígenes históricos en la lejana Babilonia
—la primera civilización que organizó una educación sistemática y regulada con objetivos pe-
dagógicos y contenido graduados por grupos de edad (etáreo) y categorización por “objeto o
asunto de estudio” (Lammana, 1970).
Pero la educación tiene también un rol transformador promoviendo pensamiento indepen-
diente, juicio crítico y metodología participativa en el proceso de aprendizaje así como una
paulatina concientización acerca de los contextos ideológicos, culturales, sociales y económi-
cos en que nos desarrollamos como personas, como sujetos políticos y como sujetos de dere-
chos (Cabezudo, 2016; Haavelsrud, 2010; Monteiro & Tavares, 2010).
Este rol transformador permite construirnos a nosotros mismos y con los otros en ciudadanos
activos de un mundo complejo donde somos habitantes de una región específica, ciudadanos
de un país, portadores de una cultura o culturas y al mismo tiempo nos desarrollamos como ciu-
dadanos conectados con un sistema global cada vez más interrelacionado que necesita de todos
los habitantes del planeta y de la práctica de solidaridad, fraternidad y cooperación entre ellos.
Justicia Restaurativa [ Cabezudo

[ El rol transformador de la Educación para la Paz ]


El rol transformador de la educación es el que corresponde a la Educación para la Paz y la construcción
de Ciudadanía activa donde el respeto a la dignidad de las personas y a su esencia como sujetos
políticos se coloca en el centro de los contenidos, de las prácticas de aprendizaje, de la metodo-
logía y de las estrategias pedagógicas en el momento de planificar su abordaje tanto en el cam-
po formal como en las prácticas no formales y sobre todo en las propuestas políticas del Estado.
Desde este rol transformador, la Educación para la Paz y el respeto a los Derechos Huma-
nos en una propuesta de concientización ciudadana adquiere una particular actualidad en
el continente latinoamericano, al contrastar los valores que esta educación implica con la
realidad de exclusión, de marginación y de deliberada enajenación de grupos de población
que por razones estructurales no tendrán acceso a aquellos conocimientos que yo llamaría
bienes culturales de educación política y que todos requerimos para vivir una vida digna, feliz,
respetable y democrática.
Resulta difícil explicar la violencia imperante en todos los niveles: violencia estructural, direc-
ta, cultural, institucional, corporativa, gubernamental y la ejercida por el poderoso aparato
del estado político. Estado nacional, provincial o local que se presenta y se considera a sí mis-
mo como republicano y democrático.
Resulta aún más difícil clarificar estos procesos cuando la supuesta solución para acciones ca-
tegorizadas como violentas son respondidas —a su vez— con agresión sistemática, represión,
castigos supuestamente moralizantes, sistema procesal y carcelario punitivo o directamente
agresión armada desde la institucionalidad sobre la población civil desarmada y culpable de
reclamar sus derechos.
En forma permanente, al analizar la desigualdad y la injusticia de nuestra realidad socio–eco- 121
nómica donde la violencia es cotidiana tanto a nivel doméstico como a nivel institucional o al
observar la violencia brutal de sociedades “modelo” donde los adolescentes masacran a sus
maestros y compañeros; donde la policía mata en forma indiscriminada, donde el peligro
acecha a cualquier hora en cualquier calle; donde la convocatoria a la guerra es una práctica
habitual para dirimir conflictos internacionales, nos estamos enfrentando ante situaciones de
violencia extrema muchas veces institucionalizada.
Todas son guerras, de distinta naturaleza, con similar contenido de violencia y destrucción.
Pese a su incuestionable importancia y su necesidad urgente, la Educación para la Paz, cons-
trucción de Ciudadanía y Derechos Humanos —eje didáctico transversal de muchas políticas
públicas internacionales— ha sido concebida como una temática subsidiaria en la planifica-
ción de acciones pedagógicas gubernamentales
Eje didáctico necesario pero aleatorio.
Importante pero no esencial.
Presente pero ausente.
La Educación para la Paz y DDHH se presenta como un discurso curricular que ennoblece a
quienes la predican sin modificar ni concebir alternativas nuevas en la formación ética y ciu-
dadana de la población en su conjunto.
Formación cada vez más necesaria en el mundo en que vivimos y particularmente en territo-
rios donde el conflicto social y las violencias son permanentes y tienden a un crescendo sin
Justicia Restaurativa [ Cabezudo

límites definidos. Agudizados hoy por la actualidad de la pandemia del Covid 19 cuyas conse-
cuencias todavía no han sido debidamente calculadas.
Para Johan Galtung (1997) la educación para la paz debe articularse desde una perspectiva
más amplia que la meramente escolar y esta formación debe incluir el estudio, la investiga-
ción y la resolución de conflictos por vía pacífica como objetivos fundamentales en un proceso
de aprendizaje integral que trasciende el ámbito escolarizado y se impone en todas las ins-
tancias de gobierno como un imperativo pedagógico y ético a la luz de los acontecimientos
del mundo actual.
La Educación para la Paz es hoy un término pluridimensional e incluye un conjunto de conceptos,
ideas y actividades que se desarrollan desde las acciones de sensibilización y divulgación ten-
dientes a la promoción de una Cultura de Paz hasta prácticas de políticas públicas concretas.
Prácticas cuyos objetivos específicos se vinculan a valores esenciales de la convivencia huma-
na tales como la solidaridad, la equidad, la cooperación, la participación, el respeto y defensa
de los derechos —Derechos que deben ser promovidos y garantizados por las autoridades del
Estado en toda sociedad democrática.

[ Educación para la Paz y los Derechos Humanos en América Latina ]


La situación de América Latina a principios del siglo XXI muestra una clara tendencia general
hacia los regímenes cívico–democráticos, hecho particularmente favorable para el desarrollo
y la aplicación de programas en Educación para la Paz, Ciudadanía y Derechos Humanos.
Sin duda, la presencia de gobiernos democráticos en la mayoría de los países latinoamerica-
122 nos, luego de largos períodos de guerra interna o dictaduras militares [ 1 ], ha abierto espacios
que ponen a prueba nuestra capacidad de desarrollar políticas educativas integrales favore-
ciendo estos temas y objetivos.
¿Cumple el Estado estos objetivos en su fundamental rol pedagógico? ¿Forma parte de su pla-
nificación político–estratégica la responsabilidad de asegurar la promoción de un desarrollo
integral de la población y la creación de una conciencia política crítica abierta al cambio y la
participación?
El concepto actual de Educación para la Paz, Ciudadanía y DDHH incluye perspectivas vin-
culadas a conocimiento y promoción de estos Derechos fundamentales, Educación para el
Desarrollo y Cooperación Internacional, Educación para el Desarme, para la Sustentabilidad
Económica , para la Ciudadanía y Buena Convivencia, para el Diálogo Intercultural, Educación
en Derechos del Niño y de Género entre otras (Naciones Unidas, 1999).
Particularmente en América Latina y África se amplía su marco de referencia, contenidos y
metodología, adquiriendo un sentido concreto y cotidiano vinculado a la vida diaria y a las
prácticas sociales y políticas de cada región y país.
Por otra parte, la dimensión en Derechos Humanos, incorporada a Educación para la Paz, no
se refiere únicamente a aspectos tradicionales relacionados con las violaciones a los derechos

[ 1 ] Ver ejemplos. Guerra interna en Nicaragua, El Salvador, Honduras y Colombia. Dictaduras en Paraguay,
Uruguay, Argentina, Brasil y Chile.
Justicia Restaurativa [ Cabezudo

individuales —suspensión de libertad, desapariciones, detención arbitraria, tortura, secues-


tros— sino que se compromete con el análisis y monitoreo del cumplimiento de estos dere-
chos, así como el reconocimiento y aplicación de los derechos sociales, culturales y políticos
por parte de los estados nacionales.
Es un capítulo particularmente importante para la construcción de paz, la investigación y el es-
tudio de todas aquellas situaciones de emergencia que crea la omisión o falencia de derechos
por parte de la población, realidad habitual en América latina —aún en regímenes democráticos.
Asistimos entonces, a una revisión pedagógica de conceptos tradicionales y la noción de Paz se
expande en un sentido amplio, contraponiéndose a aquella más limitativa que la relegaba a
sinónimo de “ausencia de guerra”, “ausencia de conflicto armado”, “suspensión de actos e vio-
lencia” o “silencio de los cañones”. Se trata además de una noción más abarcadora y compleja,
remitiéndonos también a los conceptos de equidad y justicia, dignidad y solidaridad, integra-
ción y desarrollo humano, participación y diálogo, respeto a los derechos de los pueblos y a la
diversidad cultural, entre otros (Lederach, 2006).
Por ello es fundamental el rol de la Educación para la Paz y DDHH en América Latina ya que se
trata de un campo de ejecución de políticas públicas que invita a reflexionar y actuar sobre las
demandas más urgentes de la sociedad y donde el tema de la Justicia y las formas de Justicia
tienen un rol protagónico.
Refleja también diversos enfoques, desde aquellos que surgen en particular de regiones que
han vivido o viven conflictos bélicos —Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua— hasta las
miradas que consideran este campo de trabajo político–educativo como una respuesta activa
de los gobiernos ante la presión de la sociedad civil por la impunidad imperante y las graves vio-
laciones a los derechos humanos que los mismas autoridades seudo–democráticas ejecutan. 123
Para América Latina el problema fundamental radica no sólo en la existencia de conflictos arma-
dos internos [ 2 ] sino también en la omisión sistemática de los derechos económicos, sociales y
culturales por parte de las autoridades democráticamente constituidas, derechos que no son ni
reconocidos ni respetados pese a su status constitucional en la mayoría de los países de la región.
En realidad se produce muy frecuentemente la violación u omisión por parte del Estado de
derechos civiles y políticos reconocidos en la historia moderna como los derechos fundantes
o derechos de primera generación.
Por lo tanto, la acción educativa en todo el continente debe ser absolutamente imperativa y
urgente en lo que respecta a estos temas, donde los diferentes países en tiempos democráti-
cos se han comprometido tibiamente con los principios de no violencia, construcción de paz
y defensa de libertades, y donde las organizaciones de la sociedad civil —como en muchos
otros temas— se han responsabilizado en forma casi excluyente de su desarrollo y promoción.
En las dos últimas décadas algunos sistemas educativos latinoamericanos [ 3 ] han intentado
crear diseños curriculares en este sentido, desarrollando temas vinculantes a la construcción
de paz, el respeto a los Derechos Humanos y la noción de libertades individuales garantizadas
por el Estado.

[ 2 ] La República de Colombia es un ejemplo paradigmático en nuestro continente en este sentido, pese a su


excelente Constitución reformada en el año 1995.
[ 3 ] Ver Programas de Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Costa Rica.
Justicia Restaurativa [ Cabezudo

En este sentido, la enseñanza de principios conectados a la construcción de Cultura de Paz,


desmilitarización, seguridad humana, derechos y libertades, desarrollo y cooperación inter-
nacional así como la resolución de conflictos por vía pacífica, proveen de herramientas efica-
ces para reflexionar sobre nuestra realidad cercana y lejana (Cabezudo y Haavelsrud, 2007)
posibilitando el análisis del mundo en que vivimos y la producción de proyectos para mejorar-
lo y modificarlo en el sentido que aquí proponemos.
Por otra parte, la enseñanza de la Paz, los Derechos Humanos tiene en los países latinoameri-
canos una particular relevancia como respuesta a la historia de violaciones sistemáticas produ-
cidas a partir del establecimiento de gobiernos anti democráticos y dictaduras militares desde
mediados de la década de los ’60 y hasta bien avanzada la década de los ’80 del siglo pasado.
Se suma a esto, el indudable avance de las propuestas de Paz y los tratados regionales e in-
ternacionales, los que han actuado como marco jurídico de presión y obligación de cumpli-
miento —expandiendo información acerca de los problemas que nos ocupan y promoviendo
cambios en la legislación de los países latinoamericanos. Estos factores esenciales allanaron
el camino para la introducción de temas vinculantes a los conceptos de Paz, Desarme, Dere-
chos Humanos y Derechos del Niño en los sistemas constitucionales, jurídicos y educativos de
algunos países latinoamericanos.
Por otra parte, en este proceso de consolidación democrática continental y en las etapas de post
conflicto armado, como la que está viviendo Colombia, la planificación política nacional no sólo
debería promover el conocimiento acerca de los principios de Paz, Ciudadanía activa y la necesidad
de avanzar en la defensa de los Derechos Humanos sino desarrollar posibilidades prácticas de su
implementación a través de proyectos, campañas y acciones concretas en y con la comunidad.
124 De esta manera la propuesta operaría como un vínculo entre el sistema jurídico formal exis-
tente y la práctica real de principios y derechos —muchos de los cuales no son garantizados
por las instituciones del Estado.
Si el objetivo de la educación es la preparación para la vida (Faure et al., 2005), promoviendo una acti-
tud crítica y transformadora ante la realidad, es fundamental la sensibilización acerca de la vali-
dez de la Paz y la solidaridad en el seno de la sociedad reflejándose en un aprendizaje realista y
consustanciado con los temas y problemas que enfrenta esta misma sociedad y sus miembros.
La Educación para la Paz significa hoy un desafío pedagógico sin precedentes ya que se trata
de iniciar en forma inmediata dos procesos urgentes y necesarios.
Deconstruir la Cultura de Violencia imperante desde la violencia directa armada a todas las ma-
nifestaciones de la misma en el ámbito doméstico, interpersonal, escolar, comunitario, urba-
no, rural, institucional y gubernamental.
Construir claros procesos, vías o herramientas de Cultura de Paz, recogiendo las innumerables ex-
periencias, tradiciones, “usos y saberes” existentes en las comunidades rurales de las regiones
del país y practicadas por los diversos grupos étnico–culturales de Colombia, inclusive en po-
blados y ciudades.
Justicia Restaurativa [ Cabezudo

[ A modo de síntesis ]
La educación para la Paz, Ciudadanía y Derechos Humanos es hoy una obligación ética, una
necesidad social y un imperativo incuestionable en el campo de la educación colombiana.
Para ello es necesario articular sólidos puentes de trabajo y cooperación desde las institucio-
nes del estado con la sociedad civil, con las organizaciones no gubernamentales y con todos
los actores educativos.
Deben además revisarse conceptos pedagógicos tradicionales, evaluar las prácticas de apren-
dizaje realizadas y crear alternativas nuevas, elaborando proyectos desde cada uno de los
espacios de vida y de trabajo, y partiendo de la convicción que los esfuerzos para producir
cambios y transformaciones no son antagónicos sino complementarios.
Como educadores involucrados en el proyecto de construir y promover la Paz, Ciudadanía y
los Derechos Humanos en América Latina creemos que se requiere una educación que no apunte
sólo al conocimiento sino que promueva la acción, el desarrollo del pensamiento crítico, la adquisición de
métodos de reflexión intelectual y herramientas para un trabajo colectivo trascendente.
La incorporación y desarrollo de estos campos implica además una posibilidad de mayor de-
mocratización del sistema político y múltiples caminos de empoderamiento social , así como
el aprendizaje de estrategias innovativas de transformación.
Este empoderamiento social y político es histórico y contextualmente variable.
No sabemos con anticipación cuán lejos podemos ir en esta trayectoria hoy pero sí sabemos
que debe darse ya. Que es urgente y que es necesario.
Rosario, Argentina, Julio 2020.
125

//
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

++ Estrategias de prevención social como práctica restaurativa


Margarita Cruz Torres / México

Universidad Autónoma de Querétaro, México.

Resumen Abstract
Promover la cultura de paz por medio de The promotion of peace culture through social
estrategias de prevención social para garantizar la prevention strategies to guarantee human
seguridad humana en la búsqueda de la justicia security in the search of social justice, the only
social, único camino para lograr el desarrollo way to achieve sustainable development. Higher
sostenible. Factor de cambio representan education institutions represent a factor of
las instituciones de educación superior en la change in the transformation of conflict through
transformación del conflicto a través de la práctica restorative practice.
restaurativa.
Key words
Palabras clave \ Peace culture
/ Cultura de paz \ education
/ educación \ social justice
126 / justicia social \ Restorative Justice
/ Justicia Restaurativa
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

[ Factores precursores del conflicto y las violencias ]


El abordaje de la violencia, entendida en la forma más visible como el uso de la fuerza para
causar un daño, implica la negación del otro, por ello es importante para su estudio, revisar
sus causas, características y consecuencias. La falta de definición precisa dar cuenta de la mul-
tiplicidad de formas en las que ésta se presenta, cuyo estudio requiere de diversos campos
del conocimiento en forma interdisciplinaria y la necesidad de visibilizar las violencias que
duelen a las personas y a las sociedades.
La modernidad en la que estamos inmersos nos muestra que las estructuras sociales ya no
perduran el tiempo necesario para solidificarse y poco sirven de marco de referencia para la
acción humana. Es esa modernidad líquida que nos presenta Bauman (2009), un mundo don-
de casi nadie cree que cambiar la vida de otro es importante para la propia vida.
Como sociedad hemos perdido en gran medida la capacidad de comprender la importancia
de lo significa el sentido de servicio, de hacer comunidad y de que cada uno desde su espacio
podemos contribuir a la construcción de una sociedad más equitativa e igualitaria.
La realidad que impera hoy en la sociedad posmoderna es el olvido del otro, el individualismo
como un nuevo proceso histórico.
Afirma Galtung (1998): “Las emociones se han desatado en forma de locura humana colectiva, hay
destrucción masiva de todo tipo, bajo ruinas se encuentra la raíz del conflicto. Las grandes variaciones de
la violencia se explican en términos de cultura y estructura. La violencia cultural y estructural causan
violencia directa, utilizando como instrumentos actores violentos que se rebelan contra las estructuras
y empleando la cultura para legitimar el uso de la violencia”.
En un análisis del conflicto, diversas consideraciones giran en torno a él, como algo natural, 127
necesario e inevitable en las relaciones sociales, así como lo positivo y negativo del mismo, lo
que lleva a considerarlo constructivo o destructivo. “Es constructivo cuando se obtiene algún
beneficio de la situación en crisis y destructivo cuando se convierte en un círculo vicioso el cual
perpetúa las hostilidades y fomenta el antagonismo entre los participantes, lo importante no
es eliminar o prevenir el conflicto, sino abordarlo de tal forma que salgamos enriquecidos.”
(Fierro, 2010)
Ante el conflicto presente en el desarrollo de la convivencia humana, hoy su resolución no es sufi-
ciente. Es necesario hablar del post–conflicto, su gestión, transformación y abordaje restaurativo.
Ser consciente del conflicto es el producto de un acto intelectual en el que el actor admite en-
contrarse respecto del otro actor en una relación en que ambos tienen, o creen tener, objetivos
incompatibles. (Entelman, 2009)
Derivado de la dinámica y complejidad social de nuestro entorno, es necesario desarrollar proce-
sos integrales de prevención de las violencias en espacios donde conviven los niños, niñas y ado-
lescentes, con lo cual tendrán mejores herramientas para afrontar diversas circunstancias que se
presentan en sus contextos sociales como lo son la familia, la escuela y la comunidad. Para ello
se requiere trabajar en el fortalecimiento de capacidades ciudadanas para propiciar ambientes
libres de violencia que permitan abonar a la cohesión social y a la recuperación del tejido social.
El fenómeno de la violencia trasciende de la conducta individual y se convierte en un proceso
interpersonal, porque afecta al menos a dos protagonistas: quien la ejerce y quien la padece.
Un análisis más complejo, nos permite distinguir también un tercer afectado: quien la con-
templa sin poder o querer evitarla. (Castro, 2012).
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

Ante los escenarios de violencia que se viven, no podemos ser simples espectadores, debemos
ser actores en la reconstrucción del tejido social, identificando sus causas, previniendo y aten-
diendo sus efectos.
A través del tiempo se han formulado diversas teorías enfocadas a explicar la violencia desde
una perspectiva social, como la teoría del aprendizaje social, que sostiene que la conducta es
adquirida y por consecuencia la violencia se aprende, es decir, la violencia en el ser humano no
es un fenómeno individual sino un fenómeno social, y como tal, la violencia arranca original-
mente del sistema y no del individuo. (Bandura, 1999)
Las causas de la violencia, según el Programa Nacional de Prevención Social de la Violencia y
la Delincuencia (2014) es el conjunto de factores económicos, sociales y culturales que son es-
tructurales y se relacionan entre sí, y que generan distintos tipos de violencia. Algunos ejem-
plos son: la desigualdad económica y social, la inequidad de género, educación insuficiente y
de baja calidad, cobertura insuficiente de los sistemas de salud, entre otros.
Los primeros años de vida de las personas, son críticos no sólo para la formación de la inteli-
gencia, sino también en el adecuado desarrollo afectivo y social de las personas, las brechas
de desigualdad social pueden reducirse si se invierte en opciones educativas de calidad desde
el inicio de la vida, que construyan ciudadanía, base de una sociedad democrática.
La paz positiva se define como las actitudes, instituciones y estructuras que crean y mantienen
la paz en sociedades. Estos mismos factores también conducen a muchos otros resultados
que las sociedades consideran beneficiosos. Por lo tanto, paz positiva describe un ambiente
óptimo para potenciar el desarrollo humano. (Institute For Economics and Peace, 2019)
Es así que reorientar la educación y el aprendizaje de las personas a través de estrategias de
128 prevención del conflicto y las violencias, genera oportunidades de adquirir conocimientos,
competencias, valores y actitudes para la construcción de espacios de convivencia pacífica que
permitan el desarrollo humano sostenible.

[ Identificación de los factores de riesgo y protección ]


La fortaleza de una sociedad, radica en la capacidad de la ciudadanía para demandar sus de-
rechos, pero a la vez de la respuesta institucional de garantizar los mismos. La demanda social
por condiciones de seguridad y paz social encuentra eco en cada una de las regiones de nues-
tros países y la forma en que podemos abordar las problemáticas sociales es identificando sus
causas para poder incidir en sus efectos y más aún, previniendo la repetición de conductas la
paz la tranquilidad de las personas.
Afirma Amartya Sen (2010) que “el alcance de la desigualdad real de oportunidades que las
personas tienen que afrontar, no depende únicamente de nuestro ingreso, sino de la diversi-
dad de características físicas y sociales que afectan nuestras vidas.”
Las variables que inciden o contribuyen a que se generen ambientes sociales violentos como
situaciones de profunda desigualdad se identifican como factores precursores de la violencia.
En palabras de Zaffaroni (1991) hay sujetos que tienen un mejor ámbito de autodeterminación
condicionado de esta forma por causas sociales, en consecuencia no será posible poner en la cuen-
ta del sujeto estas causas sociales y cargarle con ellas a la hora del reproche de culpabilidad, por-
que suele decirse que aquí hay una “co–culpabilidad” con la que debe cargar la sociedad misma.
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

Los factores de riesgo expresan la existencia de conflictos y desequilibrios graves que advier-
ten sobre el posible surgimiento de diversas formas de violencia, algunos son: hacinamiento,
embarazos adolescentes, deserción escolar, desempleo, adicciones, entre otros. Pueden ser
clasificados en ámbitos de procedencia que va desde el nivel individual hasta el nivel socio-
cultural. (Incide Social, 2011)
Los factores de protección son capacidades individuales, grupales o institucionales y formas
de relaciones sociales que generan respeto, tolerancia, reconocimiento del otro y de sus ne-
cesidades, y mecanismos de sanción social a las transgresiones, aceptados por todos y que
permiten procesar adecuadamente los conflictos, como son hábitos y prácticas de gobernabi-
lidad democrática, cultura de paz y diálogo, modelos de crianza democráticos, gestión parti-
cipativa de empresas, entre otros. (Incide Social, 2011)
Transformar vidas mediante la educación como motor principal del desarrollo. Sin duda que
dentro de los grupos de prioridad estratégica en todos los países se encuentra la infancia y la
adolescencia, como un grupo de mayor vulnerabilidad al conflicto y las violencias.
El principio de igualdad, implica generar condiciones de respeto a la dignidad, seguridad e
integridad de la persona, lo que se logra a través de un ambiente de sana convivencia, donde
se privilegie la práctica de los valores éticos y se fomente la cultura de paz. (Rawls, 1993)
Atender los aspectos estructurales y culturales de la población vulnerable, permite el desa-
rrollo de las capacidades del ser humano, para una convivencia armónica, mejora en el logro
educativo para una mejor calidad de vida.

[ Función de la prevención social en las prácticas restaurativas ] 129

La violencia social en América Latina ha sido considerada uno de los principales obstáculos
para alcanzar una mejor calidad de vida. Para conocer el rostro de la violencia y de sus fac-
tores desencadenantes, es necesario diseñar políticas interesadas en disminuir la violencia y
reconstruir la convivencia. (Castro, 2010)
De acuerdo a la Ley General para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (2012)
la prevención social de la violencia y la delincuencia es el conjunto de políticas públicas, pro-
gramas y acciones orientadas a reducir factores de riesgo que favorezcan la generación de vio-
lencia y delincuencia, así como a combatir las distintas causas y factores que la generan.
Para transitar a sociedades pacíficas se requieren estrategias de carácter integral donde parti-
cipe la comunidad escolar, la sociedad civil y el sector privado a través de la vinculación institu-
cional. Con un trabajo colaborativo entre los actores sociales en la búsqueda e instauración de
soluciones que generen nuevas vías de convivencia sana y que optimice los factores de protec-
ción encaminados al acceso de una mejor forma de vida, desde una mirada horizontal, donde
cada uno de los individuos involucrados en el proceso se vuelvan actores clave en la creación
de vías de crecimiento y desarrollo.
La intervención oportuna para identificar factores de riesgo y potenciar factores de protec-
ción, favorece la permanencia escolar, mejora el logro educativo y genera un ambiente sano
de convivencia que fortalece la cultura de paz y el desarrollo integral de los adolescentes.
Es necesario conformar en las instituciones educativas un grupo funcional para diseñar y fo-
mentar valores positivos como la confianza, el respeto, la comunicación efectiva, la coopera-
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

ción y promoción de la resolución pacífica de conflictos, como el diseño e implementación


de estrategias integrales, interdisciplinarias e interinstitucionales, basadas en un diagnósti-
co participativo, con intervención grupal e individual para la identificación de conductas de
riesgo y el desarrollo de actividades que fortalecen los factores de protección, por medio de
actividades lúdicas basadas en la teoría de juego.
Resultan de gran utilidad las metodologías como la investigación acción participativa (IAP),
el aprendizaje servicio (APS) y modelos teóricos como el modelo ecológico de Bronfenbren-
ner (1987) que propone una perspectiva ecológica del desarrollo de la conducta humana.
Esta perspectiva concibe al ambiente ecológico como un conjunto de estructuras seriadas y
estructuradas en diferentes niveles, en donde cada uno de esos niveles contiene al otro. El
argumento es que en el transcurso de la vida, el desarrollo toma lugar a través de procesos
cada vez más complejos en un activo organismo bio–psicológico. Por lo tanto el desarrollo es
un proceso que deriva de las características de las personas (incluyendo las genéticas) y del
ambiente, tanto el inmediato como el remoto y dentro de una continuidad de cambios que
ocurren en éste a través del tiempo, un modelo Proceso–Persona–Contexto–Tiempo (PPCT),
variables que inciden de manera directa en la identificación de factores de riesgo y protección,
para el diseño e implementación adecuada de estrategias de prevención social.
“Educar para la paz supone procurar que la comunidad incorpore habilidades que le permiten
crean un ambiente propicio para convivir en paz.” (Ramos, 2004)
Por lo que el desarrollo de habilidades socioemocionales permite la construcción de un pro-
yecto de vida que incluye la formación educativa a través de contenidos académicos, transver-
salizados por temas como respeto a los derechos humanos, equidad de género, cultura de paz,
estilos de vida saludable, la práctica del deporte, cuidado del medio ambiente, que permitan
130
el conocimiento y reconocimiento de las personas como sujetos de derechos y de su propia
dignidad y la del otro, en la solución pacífica de los conflictos que favorecen la armonía social.
El empleo del tiempo en actividades con enfoque recreativo, pedagógico y de sana conviven-
cia, para la generación de espacios seguros y un medio ambiente sostenible, hacen de la co-
munidad un espacio que favorece la convivencia armónica entre sus habitantes.
Diversas estrategias de prevención social con enfoque restaurativo se pueden llevar a la prác-
tica, como el desarrollo de temas de educación ambiental, bases de sustentabilidad alimenta-
ria mediante la capacitación para la siembra de hortalizas. La horticultura se identifica como
una estrategia terapéutica para fomentar una vida saludable por medio de la siembra, cultivo
y consumo de alimentos nutritivos. Otro estilo de vida saludable es el acondicionamiento físi-
co, la práctica del deporte como el fútbol que fomenta el respeto a las reglas de convivencia y
el trabajo colaborativo, la yoga a través de las técnicas de respiración, concentración y medita-
ción, conducen a la paz y reconciliación consigo mismo y con los demás. Estrategias de un tra-
bajo horizontal participativo y lúdico, a partir de contenidos significativos para el aprendizaje
y práctica de resolución pacífica de conflictos.
La prácticas restaurativas en el ámbito de la prevención social, son las acciones orientadas a
reducir factores de riesgo como los conflictos y desequilibrios que pueden hacer surgir las vio-
lencias y por lo tanto atienden las causas y factores que las generan, así como las necesidades
de las personas en conflicto, desacuerdo o sufrimiento y las necesidades de de la comunidad
con las que se identifican y han desarrollado sentido de pertenencia.
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

[ La responsabilidad social en las instituciones de educación superior,


para la construcción de sociedades pacíficas e inclusivas ]
La complejidad de los problemas globales, regionales y locales le confiere a la Universidad,
dadas sus funciones de vinculación y extensión de la cultura, la responsabilidad de relacionar y
vincular la comprensión de problemas de dimensiones sociales, económicas, científicas y cul-
turales con la población, a fin de responder a las necesidades de transformación del entorno.
El compromiso social universitario requiere poner en práctica procesos que permitan construir
formas y modelos que mejoren la calidad de la vida nacional, regional y local. En este sentido,
también resulta indispensable la práctica ética de funciones universitarias como la integración
de la sustentabilidad y la práctica constante de una filosofía humanista de compromiso social,
las cuales incidirán favorablemente en la construcción de ciudadanía. (UAQ, 2017)
Jacques Delors (1996) apuntaba que “la educación tiene la misión de capacitar a cada uno de
nosotros sin excepciones en desarrollar todos sus talentos al máximo y a realizar su potencial
creativo, incluyendo la responsabilidad de sus propias vidas y el cumplimiento de los objeti-
vos personales”. En el informe mencionado, Delors señalaba que la educación ha de organi-
zarse alrededor de cuatro aprendizajes, que serán los pilares del conocimiento a lo largo de la
vida de cada individuo, y que perfectamente podrían considerarse también los cuatro ejes de
la educación para la paz:
1// aprender a conocer, esto es, adquirir los instrumentos de la comprensión,
2// aprender a hacer, para poder actuar sobre el entorno,
3// aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades
humanas,
131
4// aprender a ser, progresión esencial que participa de los tres aprendizajes anteriores.

Dentro de los fines de la educación coincidentes con la cultura de paz con enfoque restaura-
tivo, se identifica el saber expresarse, entendido como la necesidad de establecer un diálogo
positivo con el otro, analizar y resolver conflictos, trabajar en equipo, fomentar la colaboración
y poder establecer diálogos constructivos para la construcción de mejores relaciones inter-
personales, es donde se pone en práctica el aprender a vivir juntos, participar y cooperar con
los demás en todas las actividades humanas.
El aprendizaje social y emocional puede ser descrito como el desarrollo de las habilidades que
los niños necesitan para comprender y gestionar sus emociones, ser conscientes de ellos mis-
mos y estar autorregulados y, a la vez, ser capaces de comprender a los demás, crear relaciones
positivas y resolver problemas. (Booth, 2017)
La Declaración Universal de Derechos Humanos, considera que la libertad, la justicia y la paz
tienen como base el reconocimiento de la dignidad humana y los derechos iguales e inalie-
nables de las personas. En congruencia con dichos principios, la Asamblea General de la ONU
adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, conocido plan de acción a favor de las
personas, el planeta y la prosperidad, así como fortalecer la paz universal y el acceso a la jus-
ticia. (ONU, 2015)
El importante papel de la educación en la transformación de las sociedades encuentra inter-
dependencia entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en específico el Objetivo 4 para
garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para promover oportunidades de
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

aprendizaje y el Objetivo 16 paz, justicia e instituciones sólidas, ambos convergen en la nece-


sidad de promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas,
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS) es un compromiso mundial para garantizar una
educación inclusiva, equitativa y de calidad, así como promover las oportunidades de apren-
dizaje durante toda la vida para todos. Es la expresión de que la educación es un derecho fun-
damental y habilitador, y en consecuencia los países deben garantizar el acceso en condicio-
nes de igualdad. La educación ha de aspirar a la plena realización de la personalidad humana
y promover el entendimiento mutuo, la tolerancia, la concordia y la paz.
Es así, que los proyectos de investigación e intervención social generados por las universidades,
como un principio de responsabilidad social universitaria, deben abordarse hoy, bajo una pers-
pectiva transversal de respeto a los derechos humanos y desarrollo sostenible, generando es-
trategias que tiendan a mejorar la calidad del medio ambiente y por lo tanto, la calidad de vida.
Los profesionistas formados en las instituciones de Educación Superior deben ser capaces de pro-
mover e impulsar cambios sociales con el compromiso de defender la dignidad y la libertad hu-
mana, a fin de lograr igualdad de oportunidades para lograr el desarrollo sostenible. (UAQ, 2017)
Se requieren estrategias de carácter integral donde participe la comunidad escolar, la socie-
dad civil y el sector privado a través de la vinculación institucional. Un trabajo colaborativo en-
tre los actores sociales en la búsqueda e instauración de soluciones que generen nuevas vías
de convivencia sana y que optimice los factores de protección encaminados al acceso de una
mejor forma de vida, desde una mirada horizontal, donde cada uno de los individuos involu-
crados en el proceso se vuelvan actores clave en la creación de vías de crecimiento y desarrollo.
La importancia que reviste la cohesión social como comportamientos y valoraciones de los
132 sujetos que forman parte de la sociedad, para el fomento de estrategias de prevención social
que favorecen la resiliencia y reducen las posibilidades de conflicto, como mecanismos que
incluyen sistemas educacionales, el fomento a la equidad, el bienestar y la protección social.
Estamos llamados a generar consciencia de la actividad humana, a construir un entorno de
oportunidades, equidad y respeto, en el que los derechos puedan ejercerse, así como el forta-
lecimiento del tejido social de cada espacio de convivencia, con el fin de generar una cultura
de comunidad, solidaridad y apoyo recíproco.

[ De la justicia social a la Justicia Restaurativa ]


La justicia social vista como el hecho de que los poderes públicos promuevan, garanticen y or-
ganicen que otros lo hagan, la satisfacción de necesidades básicas radicales, de mantenimien-
to o de mejora, bienes primarios de los que carecen los menores favorecidos y que impiden
alcanzar otros bienes, situación de la que no pueden salir por sí mismos. Necesario generar
condiciones de igualdad material. (Rawls, 1993)
Una vez cubiertas las necesidades básicas de desarrollo de las personas, creando un ambiente
propicio de atención, es pertinente hablar de educar para la paz, como una propuesta de edu-
cación en valores que llevan al bien y al compromiso social. (Castro, 2012).
Mejorar sustancial e integralmente las condiciones de vida de las personas, propicia un ambiente
óptimo para la convivencia humana y la vida productiva, en un marco de equidad y justicia social.
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

La paz es la cualidad del ser de experimentar el bien, de pensar y reflexionar sobre el bien,
de expresarlo y hacer para sí mismo y sus semejantes todo lo que es intrínsecamente bueno.
(Pesqueira y Ortiz, 2012).
De acuerdo a la Asamblea General de las Naciones Unidas, la cultura de paz se entiende como
el conjunto de valores, actitudes y conductas que plasman y suscitan a la vez interacciones e in-
tercambios sociales basados en principios de libertad, justicia, democracia, todos los derechos
humanos, la tolerancia y la solidaridad; que rechazan la violencia y procuran prevenir los con-
flictos, tratando de atacar sus causas y buscando soluciones a los problemas mediante el diá-
logo y la negociación, y que garantizan el pleno ejercicio de todos los derechos y proporcionan
los medios para participar plenamente en el proceso de desarrollo de su sociedad (ONU, 1998).
Considerando que la paz se construye desde la cultura y la estructura y hace énfasis en la jus-
ticia y el desarrollo, en la satisfacción de necesidades de seguridad, bienestar, libertad e iden-
tidad y se convierte en un proceso que compromete múltiples visiones y perspectivas teóricas
y metodológicas. (Galtung, 2004)
Dentro de los fines de la educación coincidentes con la cultura de paz, se identifica el saber
convivir, como la necesidad de establecer un diálogo positivo con el otro, analizar y resolver
problemas, conflictos y necesidades, trabajar en equipo y fomentar la colaboración y poder
construir diálogos asociativos.
Uno de los fundamentos de las prácticas restaurativas en el ámbito de la prevención social,
desde un ámbito educativo encuentra respuesta en el aprendizaje para convivir, en el encuen-
tro con el otro, con la valoración y respeto de la diferencia, y en el reconocimiento de la inter-
dependencia entre los seres humanos.
La Justicia Restaurativa se centra en las necesidades y compromisos, en la transformación y 133
reintegración de la víctima, del ofensor y de la comunidad, con la finalidad de resarcir el daño.
(Buenrostro, Pesqueira y Soto, 2003)
Por su parte, Bauché y Prada (2018) destacan de la Justicia Restaurativa: “Reparar las relaciones
que han sido dañadas por el evento disvalioso: Un factor clave de Justicia Restaurativa es que parte de los
principios que tienen por eje la restauración de las relaciones entre los protagonistas del conflicto y la co-
munidad. Se busca no solo reparar el daño ocasionado por el evento, sino reparar las relaciones afectadas
entre las partes, a fin de construir una relación a futuro.”
El acceso a la justicia como derecho humano, brinda a las personas herramientas necesarias
que posibiliten acceder a la solución pacífica, en tiempo oportuno a sus conflictos, genera con-
diciones mínimas de desarrollo personal y comunitario que favorecen la justicia social.
Las prácticas restaurativas se distinguen por ser una serie de prácticas metodológicamente es-
tructuradas dirigidas a dar respuestas reparadoras a los conflictos que surgen en la cada uno
espacios de socialización del ser humano. Se desarrollan con los involucrados en el conflicto,
en un ambiente de cooperación y no de confrontación, se privilegia el diálogo y empatía hacia
el otro miembro de la sociedad, evitando que la conducta se vuelva a repetir, como forma de
prevención. Atienden al origen del conflicto desde el punto de vista reparador, restaurativo,
reconciliador y no punitivo.
Sólo lo la verdadera vigencia de los derechos humanos hará posible la aplicación de la justi-
cia y la restauración del sufrimiento de la víctima, así como la reconciliación del sujeto activo
con la sociedad a la que también ocasionó un daño con su conducta, quebrantando el orden
Justicia Restaurativa [ Cruz Torres

público y en consecuencia restablecer el tejido social, a fin de lograr una sociedad donde se
privilegie la paz y la concordia entre sus integrantes, conservando así el orden social.
Hoy estamos convocados a la búsqueda del desarrollo humano sostenible, con una visión res-
taurativa. Es una tarea de todos.

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135

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Justicia Restaurativa [ Ramos Muslera

++ Educación para la Paz Transformadora: una educación


contribuyente a la promoción de los Derechos Humanos
y la Justicia Restaurativa
Esteban A. Ramos Muslera / Honduras

Área de Paz, Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS).


Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Honduras.
Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz (CLAIP).

Resumen Abstract
Tras realizar un breve resumen de la evolución After making a brief summary of the historical
histórica de la Educación para Paz, en la ponencia evolution of Education for Peace, the presentation
se da cuenta de la concepción que de ésta se gives an account of the conception of it from the
tiene desde la sociopráxica perspectiva de la socio-praxic perspective of Transformative Peace,
Paz Transformadora, se detallan sus rasgos its fundamental features are detailed, and some
fundamentales, y se presentan algunos de of the key factors for its momentum. By way of
los factores clave para su impulso. A modo de conclusion, the usefulness of Education for Peace
136 conclusión, se refrenda la utilidad de la Educación as a tool for the promotion of Human Rights and
para la Paz como herramienta para la promoción de Restorative Justice is endorsed.
los Derechos Humanos y de la Justicia Restaurativa.
Key words
Palabras clave / Education
\ Educación / Peace
\ Paz / Education for Transformative Peace
\ Educación para la Paz Transformadora / Transformative Peace
\ Paz Transformadora
Justicia Restaurativa [ Ramos Muslera

[ Evolución de la Educación para la Paz ]


De acuerdo con Jares (1991), sucesivas “olas” contribuyeron al nacimiento de Educación para
la Paz tras el embrión que significó el Movimiento de la Escuela Nueva (Fernández–Herrería,
2004) tras el fin de la Primera Guerra Mundial (Narváez, 2006; Apala, 2008). Un movimiento
de renovación pedagógica orientado a alcanzar la paz a través de la educación (Ribotta, 2011)
que planteaba la necesidad de promover principios y valores capaces de provocar la formación
integral del ser humano para deslegitimar el uso de la violencia que la educación tradicional
respaldaba (Hicks, 1993). La semilla sembrada por este movimiento comenzó a dar sus frutos
tras la creación de las Naciones Unidas y la UNESCO; organismos promotores de la Educación
para la Comprensión Internacional, la Educación en Derechos Humanos, y la Educación para
el Desarme. Estos programas educativos fungieron como los antecesores de la llamada Edu-
cación para el Desarrollo, la cual, complementada con el legado gandhiano, dió lugar a la Edu-
cación para la Paz propiamente dicha, enmarcada en la conceptualización de la Paz Positiva
formulada por Johan Galtung en la década de los ’60.
La concepción de la Paz Positiva comprende la paz como un orden social vinculado a dos ne-
cesarias y complementarias condiciones: por un lado, la ausencia de las tres tipologías de
violencia distinguidas por el propio Galtung (1985) —Violencia Directa (actos de destrucción
cometidos entre personas en un espacio–tiempo concreto); Violencia Estructural (derivada
del sistema que dificulta o imposibilita la atención de las necesidades); y, Violencia Cultural
(aquella que legitima socialmente las anteriores tipologías de violencia fomentando su re-
producción)— y, por otro lado, la presencia efectiva de sus opuestos —Paz Directa (ausencia
de enfrentamientos violentos entre seres humanos y presencia de mecanismos de regulación
de conflictos); Paz Estructural (ausencia de inequidades y presencia material de justicia so-
cial, económica y política); y, Paz Cultural (ausencia de rasgos culturales que legitiman el uso 137
y la reproducción de violencias, y presencia de rasgos culturales y valores universales que im-
pulsan la Paz Directa y la Paz Estructural)— que conformarían las tres dimensiones de la Paz
Positiva. Así, la Educación para la Paz propiamente dicha, se concebiría como una educación
comprometida con el estímulo de conocimientos, actitudes y destrezas para la comprensión
de la Paz Positiva; el estudio de los obstáculos que provocan su inexistencia; la transforma-
ción de conflictos haciendo énfasis en la dimensión de oportunidad de éstos; y la exploración
de futuros alternativos para la construcción de un mundo más justo (Hicks, 1993). Y, a su vez,
como una educación entendida como herramienta para responder a los problemas derivados
de los conflictos y de la violencia (Hicks, 1993), capaz de propiciar la transformación de la vio-
lencia cultural en la paz cultural. Al respecto, afirmaría Fisas (2001: 36–39) que la Educación
para la Paz tendría como finalidad última construir una ciudadanía respetuosa de todas las
formas de vida, mediante la promoción de los valores del humanismo moderno: solidaridad,
fraternidad, justicia, libertad y desarrollo sostenible. O, tal como lo plantearía Abarca (2014)
comprometida con la transformación de la estructura social, política y económica, la estructu-
ra del sistema educativo y el método de enseñanza–aprendizaje.
Diversos modelos o corrientes de Educación para la Paz (EpP) emergerían desde entonces, con
diferentes alcances e intereses específicos. El Equipo del Programa por la Paz – ACODESI (2003:
57–58) realizó una taxonomía de propuestas de EpP, agrupándolas en dos grandes apartados: en
el primero se incluyeron las propuestas centradas en el sistema educativo, y en el segundo, las
propuestas que, sin desconocer el papel del sistema educativo, ampliaban su radio de acción, con-
centrándose en la acción sociopolítica. Dentro de este segundo grupo destacaron las propuestas
englobadas en el Enfoque Liberacionista (Equipo del Programa por la Paz – ACODESI, 2003: 74–
Justicia Restaurativa [ Ramos Muslera

77), de clara inspiración Freireana (Freire, 1987). Jares (1999), por su parte, concibió dos modelos
de Educación para la Paz [ 1 ]: el modelo hermenéutico–interpretativo y el modelo socio–crítico.
El modelo hermenéutico–interpretativo se fundamenta en la concepción positiva de la paz y
se centra en las relaciones interpersonales, “en la interdependencia de los fenómenos y de las
personas y en la subjetividad” (Jares, 1999: 121). El proceso de enseñanza-aprendizaje se desa-
rrolla de acuerdo con un enfoque cognoscitivista y afectivo que da especial relevancia a los pro-
cesos comunicativos entre las personas y sus relaciones. El profesorado coordina las interaccio-
nes y aprendizajes escolares y el papel del alumnado es activo en este proceso (Abarca, 2014).
Por su parte, el modelo socio–crítico se fundamenta en la concepción positiva de la paz y en la
no violencia entendidas como fórmulas práxicas para regular y promover el conflicto social de
tal modo que sea posible contribuir eficazmente a la eliminación de las violencias estructu-
rales. De acuerdo con este modelo, la Educación para la Paz plantea la unificación de la teoría
y la práctica —integrando conocimiento, acción y valores—; orienta el conocimiento hacia la
emancipación y la liberación del ser humano, cuestionando la estructura política, social y eco-
nómica impuesta, y promueve la participación y el compromiso con el cambio de todos los
actores del proceso de enseñanza–aprendizaje, mediante la autorreflexión, la toma de deci-
siones consensuadas y la corresponsabilidad (Popkewitz, 1998, citado Cerdas, 2013: 197). Este
modelo concibe la Educación para la Paz como “un proceso que explora el desarrollo de las
personas, el respeto por los derechos humanos y la dignidad humana [que ayuda] a las perso-
nas a desvelar críticamente la realidad, desigual, violenta, compleja y conflictiva, para poder
situarse ante ella y actuar en consecuencia, [y alienta] la transformación de actitudes, accio-
nes, [y] normas de conducta” (Jares, 1995: 6). Asimismo, como un proceso de transformación y
praxis individual y social, promotor de reflexiones críticas y de “soluciones ante las realidades
138 injustas y violentas” (Cerdas, 2013: 190), para “alcanzar la triple armonía del hombre consigo
mismo, con los demás y con la naturaleza” (Rodríguez, 1995: 33). En este sentido, el conoci-
miento y el tratamiento educativo de las manifestaciones de la Cultura de Paz constituyen un
principio fundamental para prevenir cualquier tipo de violencia, visibilizando la presencia en
nuestras vidas de múltiples situaciones pacíficas que nos permiten gestionar los conflictos de
modo no violento, capacitándonos para seguir construyendo espacios y situaciones de convi-
vencia pacífica no exenta de conflictos (Sánchez et al., 2019: 244).
El interés por hacer efectiva la Educación para la Paz como proceso de formación de perso-
nas activas en la acción de paz (Fortat y Lintanf, 1989) condujo al propio Jares (1991,1995) a
proponer una currícula detallada de posible aplicación concreta en el marco del sistema edu-
cativo formal cuyos contenidos generales, principios y objetivos propios, se derivarían de las
mencionadas Educación para la Comprensión Internacional, Educación para los Derechos

[ 1 ] El tercer modelo caracterizado por el autor, el técnico-positivista, no fue considerado un modelo de Edu-
cación sobre la Paz propiamente dicho, al encontrarse inspirado en la concepción negativa de la paz (Galtung,
1985). Un enfoque teórico de la paz fundamentado en la concepción de la Eirene griega y de la Pax romana que
interpreta la paz como sinónimo de orden y control. Este modelo participó de la idea según la cual eran los
Estados y sus aparatos militares quienes debían fungir como los actores protagónicos de la paz y, no así, la
ciudadanía. En este modelo se propugna una fórmula educativa según la cual el profesorado es el encargado
de aplicar los objetivos cognoscitivos en el alumnado, entendiendo éste como mero receptor al más puro
estilo de la “educación bancaria” (Freire, 1971).
Justicia Restaurativa [ Ramos Muslera

Humanos; Educación para el Desarme, y Educación para el Desarrollo, así como al legado
gandhiano. A ellos se sumarían la Educación Intercultural y la Educación para el Conflicto y la
Desobediencia, con el propósito de ser desarrollados de acuerdo con una perspectiva de ense-
ñanza–aprendizaje cognoscitivista, que priorizaría el método socio–afectivo y la organización
cooperativa del espacio de enseñanza para aprender a aprender, así como mediante,
a// el impulso de valores como la justicia, la solidaridad, el compromiso, la autonomía perso-
nal y colectiva, y el cuestionamiento de los valores propios de la cultura de violencia —como
la discriminación, la intolerancia, el etnocentrismo, la obediencia ciega, la indiferencia, la in-
solidaridad, o el conformismo (Jares, 1995)—;
b// el compromiso con la acción, como una invitación a la coherencia para hacer lo más corta
posible la distancia entre lo que se dice y lo que se hace —así como “entre el currículum explí-
cito y el oculto” (Jares, 1995: 6)—; y
c// la apuesta por la continuidad, la constancia y la transversalización del currículum (Jares,
1995). En este sentido, la apuesta por el diálogo y “la cooperación como métodos básicos para
poder comprender la complejidad de nuestra sociedad, prevenir y resolver conflictos” (Sán-
chez et al., 2019: 248), se debe concretar en la transformación positiva de todas “aquellas si-
tuaciones que imposibilitan la paz en espacios e interrelaciones sociales” (Sandoval, 2016: 98).

[ La Educación para la Paz Transformadora ]


Los fundamentos teóricos y epistemológicos del modelo socio-crítico, entendidos tal como
plantea Fernández–Herrería (2003) en un contexto de complementación y no de oposición,
resultaron de especial relevancia para la conceptualización de la Educación en y para la Paz en 139
sintonía con la perspectiva constructivista sociopráxica de la Paz Transformadora (Montañés
y Ramos, 2012; Ramos, 2015; 2016, 2019). De acuerdo con esta perspectiva, la paz se entiende
como un constructo práxico que emerge de las acciones y valoraciones que los seres huma-
nos implementamos para atender las necesidades cuando recurrimos a satisfactores de tipo
sinérgico (Max–Neef, Elizalde y Hopenhayn, 1986); cuando logramos cristalizar, transducti-
vamente, modelos convivenciales de atención sinérgica de las necesidades para el conjunto
de la población. Esto es, modelos convivenciales de Buen Vivir (Ramos, 2015). En sintonía con
esta concepción se consideran de gran relevancia los siguientes aspectos (Ramos, 2019):
a// La paz como se comprende como un proceso de construcción colectiva; como un construc-
to social práxico que implica la participación del conjunto de la ciudadanía, al ser las personas
quienes, en nuestras relaciones, construimos y transformamos modelos convivenciales.
b// La paz se comprende como un proceso en permanente transformación cuyos contenidos
y formas dependen de nuestras acciones (y de las valoraciones que de las acciones hacemos).
c// La construcción de la paz se comprende como un “fenómeno social total” (Mauss, 1979:
260); es decir, como un fenómeno que tiene en cuenta las cuatro dimensiones relacionales
que los seres humanos podemos contraer: la dimensión personal (para la procura el equilibrio
interno mental y emocional, el autoconocimiento y la autocrítica para evitar sentimientos y
pensamientos violentos); la dimensión social (para la promoción de relaciones equitativas,
basadas en el respeto, el reconocimiento mutuo y la solidaridad); la dimensión estructural
(para la construcción de sistemas políticos y económicos justos, incluyentes y radicalmente
democráticos); y la dimensión ambiental (para el cuidado y respeto por la madre tierra).
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Teniendo en cuenta lo señalado, Montañés y Ramos (2019) concibieron la Educación en y para


la Paz Transformadora (EpPT) como el “proceso participativo, práxico y dialógico de sentipensar
para la construcción (el refuerzo o el impulso) de un saber, de un sentir y de un hacer (y de un
querer saber, de un querer sentir y de un querer hacer) promotor de la transformación novio-
lenta de conflictos y de modelos convivenciales violadores, inhibidores y pseudosatisfactores
en modelos convivenciales de atención sinérgica de las necesidades en, entre y desde los suje-
tos que dan vida al proceso” (Montañés y Ramos, 2019: 467). En consecuencia, la EpPT requiere
que se desarrollen, integrada y simultáneamente, la potencialidad del “Saber/Pensar” —esto
es, la construcción de conocimientos asociados con la disciplina de los Estudios de la Paz y el
Conflicto y el estímulo de la reflexión crítica teórica que propicia el cambio de paradigmas—,
del “Sentir” —el desarrollo de la inteligencia emocional, de la empatía y la afectividad, y de
sentimientos y creencias mediante los que promover la autoestima y el desarrollo de relaciones
comprometidas con la otredad—, del “Querer” —la motivación de una actitud proactiva y com-
prometida que invita a la acción transformadora del sujeto y entre sujetos—, y del “Hacer” —la
acción transformadora de uno mismo, hacia los y las demás, hacia la estructura del sistema y en
relación con la naturaleza—, como fórmula capaz de estimular la emergencia de un propósito
vital relacionado con la acción–reflexión–acción en y para la Paz Transformadora. Un “para qué”
capaz de propiciar la identificación grupal en, entre y desde quienes integran el proceso forma-
tivo alrededor de prácticas pacifistas que propicien la atención sinérgica de las necesidades.
Para ello, la EpPT debe potenciar el desarrollo de consensos, la promoción del respeto y el
diálogo partiendo de las posibilidades de las personas y del desarrollo de sus habilidades (Ro-
dríguez, 1995) mediante procesos de construcción colectiva del conocimiento, sentipensantes
(Torre, 2000), ajustados a los principios de la “lógica compleja, dialógica, hologramática y re-
140 cursiva” (Morin, 1995: 106), en permanente reconstrucción y concebidos para que los sujetos
partícipes —entendidos como sistemas abiertos (Bertalanffy, 1978), práxicos y autopoiéticos
(Maturana y Varela, 1990), reflexivos (Montañés, 2006), y no triviales (Foerster, 1991)— influ-
yan en su desarrollo y diseño, teniendo en cuenta “la integridad del ser humano, la interrela-
ción de las dimensiones cognitivas, afectivo–emocionales, de la acción y la experiencia” (Fer-
nández–Herrería y López–López, 2014: 127).

[ Factores vinculados al desarrollo de la Educación para la Paz Transformadora ]


Entre otros aspectos, los siguientes factores se consideran especialmente relevantes para el
desarrollo exitoso de procesos de EpPT:
1// Propiciar la construcción de un espacio de convivencia-aprendizaje dialógico y soio-afec-
tivo en el que los sujetos partícipes ejerzan como tales —y no como meros educandos sobre
los que depositar el conocimiento—. El espacio de convivencia–aprendizaje debe servir como
herramienta para potenciar la atención sinérgica de las necesidades en y entre los sujetos par-
ticipantes, de modo tal que se configure, en sí mismo, como espacio de Paz Transformadora.
2// Asumir una estrategia metodológica participativa, dialógica conversacional sentipensante
capaz de potenciar en los y las participantes el compromiso por el “querer hacer”, facilitando
la concreción de acciones orientadas a la construcción de Paz Transformadora “hacia adentro”
del propio grupo, y hacia las respectivas redes de participación, tanto telemáticas, como las
de siempre (esto eso, redes familiares, de amistad, las contraídas en los espacios de cohabita-
ción, laborales, etc).
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3// Promover la eliminación de la segregación entre educadores y educandos; entre enseñan-


tes y los que aprehenden lo enseñado. Esto no debe comprenderse como la desaparición de
la figura del profesorado, sino como la promoción de su transformación en la figura de dina-
mizador del proceso. Un dinamizador corresponsable junto al resto de sujetos partícipes, en-
cargado de proporcionar los recursos técnicos, metodológicos, organizativos y materiales del
proceso formativo, así como del impulso del espacio de convivencia-aprendizaje y del clima
conversacional que incentive la participación y la acción de paz.
4// Promover la gestión participativa del proceso formativo, integrando al estudiantado en
una estructura organizativa que propicie la deliberación colectiva para la toma de decisiones
y su implementación participativa, al tiempo que promueva el seguimiento y la sistematiza-
ción del propio proceso.
5// Favorecer la identificación grupal con las prácticas pacifistas entre todos los sujetos partí-
cipes para posibilitar el desarrollo de Cultura de Paz Transformadora, entendiendo por ésta la
“expresión colectiva de la identificación grupal resultante de la compatibilización de sentidos
inferidos a los estímulos recepcionados derivados de las prácticas que propician atención si-
nérgica de las necesidades al otorgarles a los sentidos inferidos compatibilizados un determi-
nado valor (Montañés y Ramos, 2019: 454–455).

Se han comprobado especialmente contribuyentes a ello, los siguientes aspectos:


// La cohesión del espacio convivencial de aprendizaje dialógico y socio–afectivo mediante la
promoción de relaciones empáticas, de confianza y de amistad entre todos los participantes.
// El fortalecimiento del rol de sujeto activo y propositivo en el proceso formativo.
141
// El desarrollo de conocimientos relacionados con la disciplina de los Estudios de la Paz y el
Conflicto.
// El incentivo de la escucha empática, la indagación crítica y la reflexividad sentipensante
(tanto grupal como destinada al auto-conocimiento) orientada a comprender lo que se hace,
cómo se hace, por qué y para qué se hace, y a conocer las disonancias, tensiones o ejes de opo-
sición/diferencia entre “lo que decimos y lo que hacemos” (y entre “lo que digo y lo que hago”)
como vía para potenciar la coherencia y, en consecuencia, transformaciones en el sistema de
creencias, opiniones, pensamientos, actitudes y comportamientos.
// La promoción de la idea según la cual es posible y necesario propugnar la construcción de
Paz Transformadora.
// La puesta en práctica de acciones pacifistas diseñadas colectivamente y la dotación de valor
a éstas, así al proceso participativo desarrollado para su diseño y planificación.

[ A modo de conclusión: la Educación para la Paz Transformadora como herramienta


para la Justicia Restaurativa y el fortalecimiento de los Derechos Humanos ]
El desarrollo de procesos de Educación para la Paz en clave de Paz Transformadora puede
resultar de utilidad para potenciar el trabajo de los organismos estatales encargados de la
defensa y promoción de Derechos Humanos. No sólo porque dichas instancias, entidades u
organizaciones se encuentran relacionadas con la promoción de la Educación en Derechos
Humanos, una de las modalidades educativas clave en el nacimiento de la Educación para la
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Paz, sino porque el abordaje de procesos de EpPT permite el desarrollo de la potencialidad del
“Saber/Pensar”, haciendo posible profundizar en la comprensión de los fenómenos de la paz y
de la violencia directa, estructural y cultural, y su relación con los Derechos Humanos.
Además, la promoción de la EpPT, puede convertirse en una herramienta significativa para
promover la Justicia Restaurativa al potenciar la participación empática de los actores, la deli-
beración sentipensante y la co–responsabilidad, favoreciendo la reparación y la reconciliación
mediante el desarrollo de las potencialidades del “Sentir” y del “Querer”. De igual modo, se
considera la EpPT una estrategia potencialmente contribuyente a la emergencia de justicia,
verdad y reparación integral gracias a la capacidad que estos procesos formativos tienen a la
hora de potenciar espacios de encuentro y reflexión colectiva favorecedores de la re-organi-
zación del tejido social, del empoderamiento de las comunidades, de la difusión de la voz de
quienes han sido sistemáticamente vulnerabilizados, y de la acción colectiva mediante el de-
sarrollo de la potencialidad del “Hacer”.

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144

\\
//
Justicia, contextos
y conflictos sociales

145

+
+
Justicia Restaurativa [ Eiras Nordenstahl

++ La incorporación del Derecho Indígena en


el Proceso Penal Neuquino
Ulf Christian Eiras Nordenstahl / Argentina

Director del Programa de Mediación Penal del Ministerio Público de la Provincia del Neuquén, Argentina.
Abogado. Especialización en Resolución Alternativa de Conflictos. Posgrados en Derecho Indígena en
la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y la Universidad Católica del Perú (PUCP).-

Resumen Abstract
La provincia del Neuquén se constituyó en la The province of Neuquén became the first in the
primera de la República Argentina, en dar un Argentine Republic to take such a momentous
paso tan trascendental en el reconocimiento de step in the recognition of indigenous justice,
la justicia indígena, como un modo genuino de as a genuine way of resolving conflicts, and
resolver conflictos, y a las instituciones mapuches the Mapuche institutions as true jurisdictional
como verdaderos órganos jurisdiccionales. bodies. Thus, implementing an unprecedented
Implementando así, una inédita política institutional policy in conflict intervention models.
institucional, en los modelos de intervención
146 en conflictos. Key words
\ recognition
Palabras clave \ traditions
/ reconocimiento \ justice
/ tradiciones \ pluriculturality
/ justicia \ diversity
/ pluriculturalidad \ pacification
/ diversidad \ respect
/ pacificación \ conflict
/ respeto \ dialogue
/ conflicto \ consensus
/ diálogo \ responsibility
/ consenso \ restoration
/ responsabilidad
/ restauración
Justicia Restaurativa [ Eiras Nordenstahl

[ Ya en este siglo, en el año 2007, y luego de varias décadas de debate, las Naciones Unidas han
suscrito la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,
reconociéndoles, tanto en su carácter colectivo como personas, la capacidad de disfrutar de
todas las libertades y derechos fundamentales contemplados en la normativa internacional
sobre derechos humanos.
La Provincia del Neuquén, para adaptarse al proceso nacional de reformas constituciona-
les, en el año 2006 estableció un idéntico criterio respecto de las comunidades indígenas,
incorporándolos también en el texto normativo, en el artículo 53: “La Provincia reconoce la
preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas neuquinos como parte inescindible
de la identidad e idiosincrasia provincial. Garantiza el respeto a su identidad y el derecho a
una educación bilingüe e intercultural. La Provincia reconocerá la personería jurídica de sus
comunidades, y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocu-
pan, y regulará la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de
ellas será enajenable, ni transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurará
su participación en la gestión de sus recursos naturales y demás intereses que los afecten, y
promoverá acciones positivas a su favor”. (Constitución Provincial del Neuquén).
Luego también de un largo camino esa provincia patagónica modificó su Código Procesal
Penal, y de tal manera que más que una reforma significó una verdadera revolución de su
sistema penal: un modelo acusatorio, la investigación a cargo del Ministerio Público Fiscal, la
aplicación del principio de oportunidad, el juicio por jurados puramente populares, la obliga-
ción para los jueces y fiscales de buscar la solución del conflicto por sobre la aplicación de una
pena, la inclusión de métodos alternativos de resolución de controversias, etc. Esto devino en
una nueva y apasionante experiencia para todos los sectores y en este marco, el texto legal
trajo al ruedo el principio constitucional, dándole forma y operatividad. 147

Es que en realidad, la administración de justicia indígena es reflejo de la consagración del


principio de libre determinación, y por ende, del respeto a la autonomía indígena. Por supues-
to que esta autonomía también se expresa en el ejercicio de otros derechos. Sin embargo,
su importancia está vinculada a ser conceptualizados dentro del Estado no sólo como meros
grupos “diferentes”, sino con aquella calidad que los convierte en sujetos políticos, lo que da
sentido a la interculturalidad.
Para América Latina ha sido también relevante que el Sistema Interamericano de Derechos Hu-
manos (SIDH) aplique como pauta de interpretación, para dirimir conflictos en los que se en-
cuentran involucrados Pueblos indígenas, precisamente el Convenio 169 de la OIT. Dado que el
SIDH se ha convertido progresivamente en un actor central en la región, mencionar el Convenio
en sus sentencias o informes le otorga un lugar especial para influir en decisiones de alto impacto.
Los derechos de los Pueblos indígenas han adquirido una fuerza cada vez más notable. A par-
tir de la adopción del Convenio 169 de la OIT en 1989 (y la consiguiente ratificación de gran
parte de los países latinoamericanos), las reformas constitucionales que incorporan cláusulas
de reconocimiento, así como la suscripción de la Declaración de Naciones Unidas sobre los
derechos de los pueblos indígenas de 2007, se consolidó un marco normativo que protege un
conjunto de derechos —entre los más relevantes, el derecho a la tierra y al territorio, el dere-
cho a sus recursos naturales, el derecho a la consulta y participación y el derecho a administrar
su propia justicia— que protegen su existencia como Pueblos.
Justicia Restaurativa [ Eiras Nordenstahl

En ese marco la potestad de las autoridades legítimas de los pueblos originarios a aplicar instan-
cias de justicia, es un reconocimiento a la autonomía jurisdiccional como una particularidad de
la autonomía específica de los pueblos originarios que coexiste con el sistema jurídico estatal.
Resaltamos que el derecho o posibilidad de administrar justicia debe coordinarse, armonizar-
se y conciliarse con el principio de unidad nacional debido a que las comunidades indígenas
no constituyen una entidad pública por fuera de la organización del Estado. El concepto de
pluriculturalidad conlleva la posibilidad de existencia de diversidad de naciones coexistiendo
en un solo Estado.
La propuesta, será, entonces, de respeto, cooperación y coordinación entre sistemas de justicia,
que no propone rupturas a la unidad territorial de nuestra Provincia, sino que signifique un apor-
te al funcionamiento integral teniendo ambas instancias los mismos límites constitucionales.
Los procedimientos de justicia indígena son así parte del sistema de administración de justi-
cia penal general de la provincia. Frente a algunas resistencias al reconocimiento planteado
en tanto puede ser un acto secesionista, es necesario sostener que “un Estado unitario no es
incompatible con el reconocimiento a la diversidad cultural y el pluralismo jurídico, sino muy
por el contrario la pacificación social que puede alcanzarse —con este reconocimiento— es un
elemento esencial en el proceso de cohesión y unificación del pueblo” [ 1 ]. Y que aceptar otras
formas de administrar justicia no significa reconocer las existencias de otros estados paralelos
o territorios separados sino es el reconocimiento a cada ciudadano de vivir según su cultura,
esto de ningún modo significa que los indígenas dejen de ser ciudadanos del Estado neuqui-
no al cual pertenecen.
En síntesis, el pluralismo jurídico que se propone y se ordena constitucionalmente lejos de
148 tener una visión separatista es justamente una forma de reconocimiento y respeto de lo di-
verso. “Es imprescindible admitir que la existencia de pluralismo jurídico, no atenta contra
la unidad estatal (no está en discusión la posibilidad de secesión, por ejemplo) y que no hace
sino fortalecer y legitimar los mecanismos de administración de justicia” [ 2 ]. La unidad en la
diversidad, es en definitiva el complejo desafío de articulación entre justicias.
En tanto, la jurisdicción indígena tiene su fundamento tradicional/consuetudinario permi-
tiendo ser dinámica, flexible y aun cambiante por lo tanto no es prudente estabilizarla en una
norma escrita. El modelo de la remisión al convenio Nº 169 OIT es un acierto porque respeta
esas características, permitiendo una coordinación dinámica y de respeto recíproco. Asimis-
mo, por tratarse de un tratado internacional, la remisión permite y vincula a interpretaciones
de las instituciones (soft law) del mismo carácter.
La posibilidad y opción procesal/sustancial de “extinción de la acción” penal, que ofrece el ar-
tículo 109 CPP cuando el conflicto penal ya ha sido resuelto en el ámbito indígena, genera
seguridad jurídica y confiere un reconocimiento sin matices frente a la justicia indígena y las
decisiones de sus propias autoridades.

[ 1 ] Ariza Santamaria, Rosembert; Ossio, Lorena y Gutiérrez Gantier, Germán. Justicia Ordinaria y Justicia consue-
tudinaria. ¿Un matrimonio Imposible?, La Paz, Ed. Konrad Adenauer, 2007: 31.
[ 2 ] Ramirez, Silvina. “Diversidad cultural y sistema penal: necesidad de un abordaje multidisciplinario”, Pensamien-
to Jurídico, n. 13, jul. 2000, p. 61. Disponible en: <https://revistas.unal.edu.co/index.php/peju/article/view/39242>
Justicia Restaurativa [ Eiras Nordenstahl

A partir de lo enunciado acerca del marco normativo interno existente en la República Argen-
tina y en la Provincia del Neuquén, y lo que surgió como conclusiones de un proceso de inves-
tigación llevado a cabo por el Ministerio Público Fiscal sobre el presente de la justicia indígena
en ese territorio, el día 29 de agosto de 2014, en la localidad de Aluminé, ciudad ubicada al pie
de la cordillera de los Andes neuquinos, se firmó la denominada “Declaración de Pulmarí”, por
los representantes del Ministerio Público Fiscal de Neuquén, de la Corporación Interestadual
Pulmarí y del Consejo Zonal Pewence.
Este documento, implica comenzar a reconocer la justicia indígena, constituye un hecho his-
tórico en la Provincia del Neuquén y aun en el ámbito federal de inicio de un camino hacia la
interculturalidad jurídica. Viene a materializar el reconocimiento a la justicia indígena, al am-
paro de normas internacionales, nacionales y provinciales que establecen el reconocimiento
de las costumbres de los pueblos indígenas para resolver conflictos penales, en la medida que
éstas sean compatibles con el sistema jurídico nacional y con los derechos humanos recono-
cidos internacionalmente.
En esa oportunidad, los participantes declararon:
a// Reconocer y respetar la identidad cultural de los pueblos indígenas neuquinos en la forma
de resolver sus conflictos, dentro del marco de los Derechos Humanos y del ordenamiento
jurídico vigente,
b// Fomentar, a través de actividades conjuntas, el intercambio cultural,
c// Rescatar y poner en valor las tradiciones y costumbres de los pueblos indígenas,
d// Promover los métodos de resolución de conflictos basados en el diálogo y en el respeto
mutuo, y 149
e// Coordinar acciones en conjunto para articular el abordaje de los conflictos.

Es tiempo entonces de preguntarnos cuál es el modo mapuche de resolver los conflictos, ya


que estas modificaciones legales impusieron la necesidad de profundizar el conocimiento so-
bre esas prácticas. Una primera aproximación al tema nos obliga a reconocer que estamos ante
un pueblo de tradición oral, por lo que se torna más difícil identificar la existencia de algún
modo de sistematización y organización en formato de proceso, tal como estamos habituados.
La tradición mapuche indica que los wichan debían seguir el rakizuam de la nación. Aquello
que se transmitía a través de los mayores, y se resolvían, entonces, de acuerdo a las decisiones
de los ancianos, la historia oral y la permanente búsqueda de la armonía entre todos los exis-
tentes de la mapu. Y en los wichan, la reparación debía buscar el equilibrio entre lo que era, lo
que existía antes del quiebre de la paz y el presente modificado [ 3 ].
La metodología presente como constante en las comunidades indica que toda la práctica se
lleva a cabo a través del encuentro y el diálogo, dado que la palabra tiene un elevadísimo gra-
do de representación en las relaciones interpersonales mapuches.
El diálogo, la conversación, es el método utilizado para la transmisión de la cultura y el legado
de conocimiento y cultura entre las generaciones. Está comprobada la utilización de códigos

[ 3 ] Wichan: juicios. Rakizuam: pensamiento, entendimiento. Mapu: tierra.


Justicia Restaurativa [ Eiras Nordenstahl

verbales y no verbales por parte de los padres, quienes tienden a enseñar, reforzar y perpetuar
valores y tradiciones culturales que acompañarán la vida del niño tanto en su dinámica perso-
nal y familiar, como en la comunitaria.
Resulta discutible hablar acerca de algún órgano de administración de justicia mapuche, ya
que si bien se entiende como tal el Nor Feleal [ 4 ], parece en realidad referirse a un concepto
que evidencia la idea de comportamiento social de Kvme Feleal: “vivir bien”, por lo que adop-
taría más bien una función ordenadora de las relaciones sociales. Esta autoridad está general-
mente conformada por el Lonko, el Inán Lonko, el Werken [ 5 ], o personas reconocidas por su
sabiduría o su edad.
Los conflictos son vistos como una irrupción en la armonía de las relaciones interpersonales,
por lo que las autoridades propician un llamado a la reflexión de los interesados, incluyendo
también al resto de la comunidad, socializando de esta manera a los mismos. Como en la ma-
yoría de las culturas precolombinas, el sistema jurídico mapuche es, esencialmente, un dere-
cho de mediación, donde la infracción (en rigor, el daño causado) refleja una potencialidad
de puesta en riesgo de un equilibrio colectivo que se protege con celo llamativo y de una paz
social que resulta preponderante.
Esta concepción del conflicto choca con la mirada reduccionista y binaria de la justicia estatal,
basada específicamente en la infracción a una norma que simplifica en la relación sujeto in-
fractor/Estado su tratamiento.
Tan fuerte es esa idea comunitaria del conflicto, que en las asambleas que se llevan a cabo
para tratar la situación un tema prioritario de abordaje es la autocrítica de la propia comu-
nidad acerca de los motivos que llevaron a que esa situación sucediera. Ese cuestionamiento
150 representa un fuerte involucramiento de todo el grupo social en la resolución de la controver-
sia. Implica, además, la asunción de una verdadera corresponsabilidad por parte del conjunto
social respecto de las conductas individuales.
Esta forma de abordaje, holística podríamos llamarla, tiene presente la complejidad del con-
flicto, con lo que la búsqueda de la solución incorpora diversos factores que la justicia estatal
no tendría en cuenta (tiempo, lugar, personas involucradas, contexto, entre otros). No se pro-
duce así una fragmentación de las circunstancias que rodearon esa situación. Se tiene en cuen-
ta el contexto y las causas, se busca revisar el camino que se recorrió hasta su producción, coad-
yuvando así en la búsqueda alternativas que conduzcan a posibles soluciones, siendo otra de
sus características la inmediatez, tanto en lo que respecta al espacio como al tiempo, evitando
la mediación propia del modelo de justicia estatal, a través de operadores jurídicos, mediante
una concatenación de actos formales, que deben cumplimentarse en plazos específicos.
Así, la intervención de las autoridades no está orientada a tomar resoluciones de culpabilidad
o responsabilidad sino a facilitar la reflexión, el diálogo, el llamado de atención en términos
culturales generando las condiciones para que sean las partes quienes tomen las decisiones a
través del consenso.
Este tipo de intervenciones, al incorporar herramientas específicas que tengan presente el
“hecho de la diversidad” y contribuir, de ese modo, a la construcción de paradigmas intercul-

[ 4 ] Nor feleal: órgano de justicia mapuche.


[ 5 ] Lonko: jefe de la comunidad. Inan Lonko: segundo jefe. Werken: vocero, porta voz.
Justicia Restaurativa [ Eiras Nordenstahl

turales, contrario a lo que sucede con el modelo de justicia estatal tradicional, permite una
mayor sustentabilidad de los resultados.
Esto habla de un estándar socio/cultural vinculado al pluralismo jurídico que resulta ser un
valor esencial para la protección de la diversidad étnica y el reconocimiento del diálogo inter-
cultural, en un contexto de sociedades diversas.
La circunstancia de que todo el abordaje sea llevado a cabo en una forma de gestión comuni-
taria, con la participación de todos los interesados y la legitimación social de las decisiones,
nos lleva a imaginar una mayor estabilidad en lo que se refiere a las soluciones adoptadas.
La modalidad práctica del dispositivo de intervención mapuche, indica que ante un conflicto
entre integrantes del lof [ 6 ], y una vez que se hubiere recurrido (el interesado, un familiar o
vecino) a la autoridad del lonko, éste o los demás integrantes de la comisión convocan a las
partes para “conversar”, “hablar sobre el tema”, “reflexionar juntos”. Estas reuniones también
se pueden dar en conjunto con las demás partes e interesados.
Cuando la situación se refiere a problemas intrafamiliares se promueve su resolución de
modo interno.
En caso de necesidad se puede convocar a una asamblea general de la comunidad, donde
también la palabra es el eje, “se deja circular el rakizuam”, y en la que se promueve la reflexión
sobre los valores de la tradición mapuche, el respeto hacia el próximo y la naturaleza y se tra-
baja sobre las relaciones interpersonales, y la resolución de conflictos basados en el diálogo y
en el respeto mutuo.
A estas asambleas se llama a la participación de las personas mayores, “las que poseen el cono-
cimiento” y que actúan como verdaderos asesores filosóficos u orientadores de las conductas. 151
Resulta fundamental el reconocimiento del error, la asunción de responsabilidad y la posibi-
lidad de reparación.
Todos los participantes de la asamblea pueden opinar y deliberar sobre las distintas posibili-
dades de resolución del conflicto, y únicamente en caso de que no hubiera consenso queda en
manos del lonko y la comisión tomar una decisión.
En virtud de que las prácticas restaurativas conservan su vigencia en las comunidades, los resul-
tados casi nunca implican la aplicación de una sanción o castigo (medidas éstas que se contem-
plan), sino que se refieren más bien a una reparación del daño, la asunción de una conducta de-
terminada, la puesta en común de una dificultad particular para su abordaje comunitario, etc.
De este modo, raramente es llevada a la justicia ordinaria estatal una situación de conflicto
interno en un loft, quedando, sin embargo, habilitado cualquier integrante del mismo para
acudir en su llamado en caso de que estime conveniente.

[ 6 ] Lof: comunidad mapuche. //


Justicia Restaurativa [ Foley

++ Justicia Comunitaria.
La construcción radicalmente democrática de la paz
Glaucia Foley / Brasil

Ex–Jueza y Coordinadora del Programa Justicia Comunitaria del TJDFT (Tribunal de Justicia
del Distrito Federal y Territorios). Magíster en Derecho por la Universidad de Brasilia.

Resumen Abstract
Las prácticas restaurativas de la comunidad deben Community restorative practices must be
combinarse con una perspectiva transformadora combined with a transformative perspective of the
del contexto social. Con este fin, proponemos social context. To this end, we propose the valuable
el uso valioso de la metodología de los círculos use of the community circles methodology. In a
comunitarios. En un formato descolonizador, radically horizontal, dialogical and cooperative
radicalmente horizontal, dialógico y cooperativo, decolonizing format, the circles provide a collective
los círculos brindan un análisis colectivo de analysis of the circumstances in which conflicts
las circunstancias en que surgen los conflictos arise (including those found in structural violence)
(incluidos los que se encuentran en la violencia and the possible ways to overcome them. But that
152 estructural) y las posibles formas de superarlos. is not all. The establishment can be motivated,
Pero eso no es todo. Su establecimiento puede for example, to reflect on identities, projects,
motivarse, por ejemplo, a reflexionar sobre wishes. It is a resource, therefore, that dispenses
identidades, proyectos, deseos. Es un recurso, with the occurrence of specific conflicts, individual
por lo tanto, que prescinde de la ocurrencia de reparations and individualized victims.
conflictos específicos, reparaciones individuales
y víctimas individualizadas. Key words
\ peace
Palabras clave \ democracys
/ paz \ community justice
/ democracias \ restorative circles
/ justicia comunitaria
/ círculos restaurativos
Justicia Restaurativa [ Foley

[ Introducción ]
La cultura de paz, presupone cambios profundos en dos esferas: en la esfera de la justicia,
donde es necesario garantizar los derechos que promueven una vida digna, es decir, una vida
que satisfaga todas las necesidades humanas y; en la esfera política, donde es necesario trans-
formar el patrón de dominación del poder en autoridad compartida; la prevalencia del pa-
triarcado y el racismo en las experiencias de igualdad racial y de género; el colonialismo en la
integración de conocimientos incompletos.
En ese sentido, no habrá paz sin justicia social, y no habrá justicia social sin la radicalización
de la democracia formal y material. Y este proceso de radicalización de la democracia debe
impregnar las dos esferas a las que me referí anteriormente: la esfera de la política y la esfera
de la justicia.
Podemos decir que la democracia representativa, cuyos protagonistas son los representan-
tes del pueblo en el Parlamento, ha estado mostrando signos de insuficiencia y exigiendo su
articulación con la democracia participativa y comunitaria. En la misma dirección, la justicia
representativa, cuyos protagonistas son los operadores de la ley, también ha estado revelando
su carácter incompleto y exigiendo una justicia participativa y popular, una justicia más allá
de los muros de los tribunales, una justicia comunitaria.
Por lo tanto, debe existir una complementariedad entre representatividad y participación
directa, tanto en la esfera política como en la legal. Y hablo de complementariedad y no de
reemplazo de uno por otro porque la representatividad, heredera de la modernidad occiden-
tal todavía es necesaria. Es decir, a pesar de toda la complejidad de una era que revela rastros
de una posmodernidad, las soluciones modernas aún son indispensables, especialmente si
consideramos que en los países del capitalismo periférico, como es el caso de Brasil, existen 153
problemas típicos de la pre-modernidad, tales como: feminicidio, racismo perverso y trabajo
esclavo, tres cortes clásicos de violencia estructural.
Cuando las prácticas dialógicas, horizontales y cooperativas típicas de esta nueva era (me re-
fiero a las prácticas de mediación y restauración) no son viables ante la profunda desigualdad
de poder entre los involucrados en el conflicto, la construcción de la paz exige la moviliza-
ción de quienes sufren la opresión en búsqueda de reconocimiento, inclusión e igualdad. Solo
cuando hay un equilibrio entre las fuerzas en conflicto, el diálogo resulta efectivo.
Es por eso que entiendo que, con el debido respeto a quienes acuñaron la expresión “medios
adecuados para resolver conflictos” para reemplazar la expresión “medios alternativos para
resolver conflictos” no consideraron que, en ciertas situaciones de opresión, los medios apro-
piados serán exactamente la jurisdicción clásica, a pesar de todos sus problemas.

[ La Justicia Restaurativa comunitaria ]


Habiendo hecho esta advertencia inicial, volvamos al análisis de los caminos en los que se
debe sedimentar la consolidación de la paz. Cuando ocurre la violencia interpersonal, el con-
flicto puede estar sujeto a dos arenas. La primera arena es la jurisdicción que, aplicando los
principios de la justicia retributiva, analiza si el hecho es adecuado para el tipo criminal y, de
ser así, aplica el castigo. Todo el proceso, aunque público, se limita a escuchar a las partes di-
rectamente involucradas en el episodio de violencia y posibles testigos. Sin embargo, el ca-
rácter teóricamente pedagógico del castigo no parece tener el efecto deseado, a juzgar por el
Justicia Restaurativa [ Foley

número expresivo de casos de delitos, reincidencia y encarcelamiento, como es el caso de Bra-


sil, que mantiene la tercera población carcelaria más grande del mundo. Además, el derecho
penal demuestra ser perverso porque los jueces, en su mayoría blancos y varones, lo practican
quirúrgicamente y selectivamente contra la población “indeseable” y “desechable” desde el
punto de vista económico: me refiero a la población joven, negra y pobre en Brasil.
La segunda arena a la que se puede someter la violencia interpersonal es la Justicia Restaurati-
va, que busca satisfacer las necesidades de la víctima, del delincuente y, a veces, de la comuni-
dad con un enfoque en la reparación del daño, restaurando la relación entre los involucrados
y el compromiso de un futuro sin violencia.
En ambos ámbitos, este enfoque interpersonal opera, en mi punto de vista, en una esfera ex-
cesivamente privada, sin ampliar las posibilidades del conflicto interpersonal, extrapolar sub-
jetividades y entrar en la esfera pública, en la esfera de la política, de la transformación social.
Para construir una paz sostenible, debemos ir más allá.
Las prácticas restaurativas de la comunidad deben combinarse con una perspectiva transfor-
madora del contexto social. Con este fin, proponemos el uso valioso de la metodología de los
círculos comunitarios. En un formato descolonizador, radicalmente horizontal, dialógico y
cooperativo, los círculos brindan un análisis colectivo de las circunstancias en que surgen los
conflictos (incluidos los que se encuentran en la violencia estructural) y las posibles formas
de superarlos. Pero eso no es todo. Su establecimiento puede motivarse, por ejemplo, a re-
flexionar sobre identidades, proyectos, deseos. Es un recurso, por lo tanto, que prescinde de
la ocurrencia de conflictos específicos, reparaciones individuales y víctimas individualizadas.
En este sentido, además de su aspecto restaurativo, los círculos comunitarios revelan su po-
154 tencial prospectivo, en línea con las pautas de Justicia Transformativa, que busca comprender
el surgimiento de conflictos y violencia pasados, para transformar el presente y asegurar un
futuro de emancipación.

[ Algunos ejemplos ]
Tres ejemplos de cómo funciona el Programa de Justicia Comunitaria, consolidado a lo largo
de veinte años, en esta articulación entre mediación, prácticas restaurativas y círculos comu-
nitarios, para lograr transformaciones que van más allá de los límites de las personas directa-
mente involucradas en el conflicto:
// La basura. Es muy común que ocurra violencia como resultado de colocar la basura frente a
la casa del vecino. Recibido por la Justicia Comunitaria la demanda de que dos vecinos estuvie-
ran en una escalada de violencia por este hecho, decidimos promover un círculo con un amplio
espectro de participantes. Es cierto que podríamos proporcionar la mediación interpersonal
entre aquellos directamente involucrados en el conflicto. Sin embargo, elegimos involucrar a
la comunidad (incluidos sus hijos que, en un círculo específico, aprendieron la importancia de
la recolección selectiva de basura para el medio ambiente) y a las instituciones públicas en la
discusión sobre el gestión de residuos, la salud pública y la eficiencia en el sistema público de
recolección de basura. La participación de todos estos actores en el debate sobre un tema tan
esencial (que, en última instancia, es el derecho a la ciudad), fue capaz de promover transfor-
maciones locales positivas: el conductor del camión de colecta selectiva se comprometió con
la frecuencia requerida y la comunidad aprendió de los profesionales de la salud locales el
Justicia Restaurativa [ Foley

impacto del buen manejo de los desechos en la salud pública. Los residentes organizaron un
esfuerzo colectivo para hacer e instalar cestas frente a todas las casas para colocar la basura,
evitando la presencia de animales indeseables. En el círculo, la comunidad descubrió talen-
tos individuales, sufrimientos individuales y se movilizó a través de intereses compartidos. El
conflicto interpersonal que originó todo este proceso fue sometido a mediación interperso-
nal. El resultado de todo el proceso proporcionó una pequeña transformación que impulsó un
círculo virtuoso de cohesión social.
// El otro caso es sobre un director de una escuela pública que pidió al PJC que presentara téc-
nicas de mediación para lidiar con las altas tasas de violencia escolar. Como mediadores de la
comunidad, sólo podemos entender las necesidades de la comunidad cuando preguntamos a
los interesados. Al principio, escuchamos que faltaba allí, desde el punto de vista de todos, era
democracia, participación en las decisiones, discusión sobre las reglas impuestas. Fue a partir
de ese momento que comenzamos nuestro trabajo con círculos comunitarios para permitir,
en un formato horizontal y dialógico, la expresión de todas las voces. Aprendí de esta expe-
riencia que la violencia es a menudo una solicitud, ineficaz pero elocuente, de pertenencia, de
reconocimiento. Todos los segmentos de la escuela (estudiantes, docentes, directivos y em-
pleados) identificaron los problemas que exigían cambios y pensaron soluciones. La creativi-
dad, especialmente entre los jóvenes clasificados como un “problema”, fue lo que marcó este
proceso de creación de nuevas formas de sociabilidad. Desde un punto de vista cuantitativo,
las tasas de violencia han disminuido. Desde un punto de vista cualitativo, la forma en que la
escuela aborda la violencia ha pasado del castigo al diálogo. Además de tantas soluciones in-
creíbles, una que merece ser destacada fue la adopción de una especie de presupuesto partici-
pativo, basado en la discusión circular sobre el destino de una pequeña línea presupuestaria.
Los estudiantes pidieron la compra de ventiladores. El director consideró que estaba cansado 155
de comprar ventiladores y los estudiantes los rompieran. Los estudiantes luego dijeron: ¡esta
vez será diferente porque este patrimonio nos pertenece! No es infrecuente que recibamos
testimonios de padres que informan que sus hijos están adoptando círculos de conversación
en casa para resolver problemas familiares. ¡Esta es una inmensa transformación cultural!
// El tercer caso es sobre género. El equipo de PJC decidió crear un grupo de mediadoras para
reflexionar sobre “ser mujer”. Un espacio para hablar no solo sobre el dolor, la violencia, sino
las delicias de esta condición. En el primer círculo, la pregunta motivadora fue: “¿Cuál es tu
mayor sueño”? Un miembro dijo que su sueño era conducir un automóvil. Creo que es hermo-
so cuando una mujer conduce un auto… por supuesto, su sueño causó extrañeza en todas las
demás mujeres del círculo, porque objetivamente no hay nada que prohíba a las mujeres, al
menos por ahora, conducir en Brasil. La mujer luego se justificó diciendo que el automóvil era
el único activo que ella y su esposo poseían y que él la convenció de que esta propiedad estaría
en riesgo si ella la manejaba… Silencio elocuente. Luego dijo: “Me acabo de dar cuenta de que
esto es violencia sin un ojo negro, ¿no? Creo que pediré mediación con mi esposo. Necesito
hacer realidad mi sueño...” Los otros miembros del círculo salieron decididos a provocar, en
sus pequeñas comunidades, en sus familias, en el salón de belleza, en el entorno profesional,
el debate que el dicho popular “mujer al volante, peligro constante” necesita ser deconstruida
porque es una expresión de violencia estructural de género.
Estos tres ejemplos, aunque pequeños y locales, ilustran que es posible desarrollar prácticas
comunitarias que promuevan cambios importantes. Por lo tanto, es necesario pensar: ¿dónde
aplicarlos? ¿A través de quién? ¿Y cómo?
Justicia Restaurativa [ Foley

¿Dónde? En las comunidades, entendidas como cualquier agrupación que reúna identidades
compartidas, donde es posible practicar la democracia diaria, donde se construyen las relaciones
humanas, donde la vida late y, como tal, es posible una política de afecto y la ética del cuidado.
¿Quién? Agentes de la comunidad local. Este es un criterio muy importante para que los pro-
pios miembros de las comunidades sean los protagonistas y no dependan del desempeño,
generalmente colonizador, de entidades exógenas que aportan conocimiento “pasteurizado”
sin comunicación con el conocimiento de la comunidad.
¿Como? La palabra clave es capacitación para el manejo de nuevas habilidades y recursos que
proporcionan: expansión de canales para la participación política; recursos de comunicación y
habilidades dirigidas a la cooperación; técnicas de mediación para la gestión compartida de
conflictos; educación no colonizadora para los derechos; mapeo de la comunidad —sus proble-
mas, pero también sus talentos— y de los servicios estatales para la posterior articulación de re-
des y conexión entre demandas y ofertas; adopción de círculos comunitarios para la resolución
de conflictos, para la comprensión de identidades y para la organización colectiva del futuro.
Este formato permite que cada mediador de la comunidad, o el nombre que te das a estos
tejedores sociales, sea un agente de transformación, capaz de estimular que su comunidad
pueda diagnosticarse a sí misma y, construir su identidad, interpretar el mundo y prescribir
sus soluciones de acuerdo con sus propios criterios de realidad.

[ Algunas reflexiones ]
Las reflexiones y acciones necesarias para construir un futuro de paz, democracia e igualdad
156 exigen profundos cambios sociales que son posibles gracias a la lucha por los derechos, que
todavía es tan indispensable en países con capitalismo periférico. Sin embargo, más allá del
enfoque en los derechos fundamentales, la construcción del mañana comienza ahora, local y
diariamente. La utopía, ese idílico “no lugar” escondido en nuestros deseos, se puede antici-
par, en este momento, eligiendo prácticas consistentes con el futuro en el que deseamos vivir.
Durante el período en que todavía estábamos movilizados con las promesas y las utopías de
la modernidad occidental, la paz social deseada se forjó en una cultura liberal que asociaba
la paz con el orden y el silencio de las voces. Teniendo en cuenta que estas promesas se rom-
pieron por completo o, mejor dicho, se cumplieron sólo para unos pocos, la paz que deseamos
sólo será sostenible si superamos la violencia del silencio. Después de todo, adoptamos aquí
la brillante declaración de un rapero brasileño: “la paz sin voz no es paz, es miedo”.

\\
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

++ El sendero de Blue Morpho en la Justicia Restaurativa //


Carolina Prieto Molano / Colombia

Magíster en Psicología Jurídica de la Universidad Santo Tomás, a partir de un trabajo que sistematiza
la experiencia en Justicia Restaurativa Juvenil con la ONG sin ánimo de lucro Corporación Democracia,
Energía y Medio Ambiente Blue Morpho.

Resumen Abstract
La ONG CorpoBlueMorpho muestra prácticas The non–profit organization CorpoBlueMorpho
de Justicia Restaurativa con fundamento en el shows Restorative Justice practices based on the
conocimiento ancestral del continente americano ancestral knowledge of the Americas and the
y la idea de una cosmovisión que integra cuatro idea of a worldview that integrates four elements
elementos presentes en todas las culturas. Se present in all cultures. It helps the symbology of
ayuda de la simbología de objetos “rituales” y “ritual” objects and academic conceptualizations
de conceptualizaciones académicas como la such as the decoloniality of power, to apply them in
decolonialidad del poder, para aplicarlos en la justice.
157
justicia.
Key words
Palabras clave / Restorative practices Juvenile Justice
\ prácticas de Justicia Restaurativa Juvenil / coloniality of power
\ colonialidad del poder / american ancestral knowledge
\ conocimiento ancestral americano

// Ponencia presentada por Carolina Prieto Molano como líder del Programa de Justicia Restaurativa de la
Corporación Blue Morpho, en el 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa el 2 de julio de 2020.
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

Caminante no hay camino,


se hace camino al andar.
Antonio Machado

La idea de realizar prácticas de Justicia Restaurativa (en adelante JR) surge de la necesidad
que vio la autora, siendo juez penal de adolescentes con función de conocimiento de Soacha,
Cundinamarca (municipio limítrofe con Bogotá, D.C., conocido por su problemática social),
de romper paradigmas en la manera de administrar justicia. Dejar de ser un simple operador
jurídico y considerar realmente las circunstancias particulares de jóvenes ofensores, víctimas,
familias de ambos lados y comunidad a la que pertenecen, como lo ordena el Código de la
Infancia y de la Adolescencia (Ley 1098 de 2006).
En el Conversatorio Nacional del SRPA realizado en Cartagena de Indias, a fines del 2016, el
ponente Manuel López de Unicef preguntó: “Ante la posibilidad de que un mecanismo o proce-
dimiento ofrecido por ONG, Universidades o comunidades de fe puedan dar resultados restaurativos,
¿Cuál ha de ser el rol y comportamiento del juez en el trámite del proceso penal de adolescentes?” En
cuya respuesta se visualizó una Organización No Gubernamental – ONG sin ánimo de lucro,
que con el nombre de Corporación Blue Morpho, “Blue” del azul de la armonía y “Morpho” del
cambio (metamorfosis), que con un grupo de amigos habían fundado en el 2012, en cuyo ca-
pítulo de democracia, tendrían cabida realizar acciones restaurativas.

[ ¿Cómo Blue Morpho puede hacer operativa la JR en sus fines? ]


158 Con la ONG se consideró que, antes de realizar cualquier práctica, se debía conocer la visión
que tenían los funcionarios de la institución judicial sobre el cumplimiento o no de los fines
restaurativos que tenían tanto el proceso como la sanción de los adolescentes judicializados.
En ese sentido, en la secretaria del juzgado, con la coordinación de la antropóloga Constanza
Contreras de la ONG Corpo Blue Morpho se organizó un conversatorio en el que participaron
empleados judiciales de los juzgados de adolescentes, tanto de control de garantías como de
conocimiento, y se halló que la escasa y casi nula aplicación de la JR obedecía tanto a factores
institucionales como a factores culturales.
El principal aspecto institucional está en el desconocimiento o la ausencia de oferta de JR en
el municipio que, por su cercanía a la capital y su escaso presupuesto municipal, no cuenta con
esas opciones. Entre tanto, entre los factores culturales se evidenciaron, en primer lugar, la au-
sencia del sentimiento de arraigo y, en segundo, el no reconocimiento del otro. Lo cual se tradu-
ce en el desconocimiento del territorio propio y del otro por ausencia de vínculos, por el desco-
nocimiento de sí mismo, por tratarse en muchos casos de población desplazada por la violencia
con un sentimiento de nostalgia por haber abandonado su territorio de origen y la consecuente
ausencia de visión de futuro que se traduce en sobrevivir el día a día, a como dé lugar.
Respecto al no reconocimiento del otro, se encontró que, si no hay reconocimiento y respeto
propio, es muy complicado que haya ese sentimiento y valoración hacia el otro; con lo que la
restauración debe propender hacia ese reconocimiento de lo propio y, por ende, de la otredad.
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

[ Taller “El Poder Interior en la Justicia Restaurativa” ]


Con Blue Morpho y el apoyo y presencialidad de la juez, se realizó el Taller “El poder interior
en la Justicia Restaurativa”, primero, en julio de 2017, con operadores del Sistema de Respon-
sabilidad Penal para Adolescentes (en adelante SRPA) en la Sede Club Luis Amigó de Soacha
– Cundinamarca y segundo, en octubre de ese mismo año, con los Defensores de Familia del
departamento de Cundinamarca, en la Sede de la Asociación Cristiana de Jóvenes – ACJ de
Bogotá, en los cuales se empieza a abordar el viaje interior, hacia adentro, hacia el reconoci-
miento propio, con elementos y simbología del conocimiento ancestral americano, de ma-
nera que se aprendiera a conversar con la mente como generadora de las palabras y de las
acciones, y con ello buscar aplicar sus propuestas en la Justicia Restaurativa.
La realización de este taller marca el derrotero para buscar la aceptación del uso del conoci-
miento ancestral del continente en este tema, por cuanto dicho conocimiento está olvidado y
desvalorizado, e intentar abordarlo enfocándolo hacia sí mismo y en la responsabilización de los
adolescentes, en el rompimiento de los sentimientos de victimización de ofensores y ofendidos,
en la necesidad de mirar con sentido crítico los sistemas de creencias que cultural y socialmente
inciden en la formación, los roles de feminidad y de masculinidad de la crianza, los deberes fa-
miliares, la responsabilidad del mayorazgo, del consumo de bienes cuyas necesidades han sido
creadas, el respeto, la capacidad de tomar decisiones, entre otros aspectos, resultó ser muy útil.
La vinculación hacia ese conocimiento ancestral se realiza en el taller con el libro/cuaderno de
trabajo Viaje al Gran Espíritu Precolombino escrito experimentalmente por Carolina Prieto Mo-
lano, cuando con Blue Morpho se formuló el proyecto–programa “Tejidos de Paz” dirigido a la
Cátedra de Paz que implementara el Gobierno de Colombia para las instituciones educativas,
y con la alegoría del tejido presente en las culturas ancestrales americanas enuncia cómo se
159
entrelazan armónicamente diferentes hilos que armar un manto de concordia, paz y bienes-
tar, y cuyo método refiere tres momentos:
1// tomar conciencia de la situación;
2// planear la transformar el pensamiento y
3// la auto–influencia, como estrategia de acción. (2015: 7)

Pensamiento ancestral plasmado en ese // Libro/cuaderno de trabajo Viaje al Gran Espíritu


cuadernillo y que la juez empezó a usar Precolombino //
en los encuentros con los jóvenes ofen-
sores, cuando acudía, en compañía de la
asistente social del juzgado, la psicólo-
ga con maestría en pedagogía, Carolina
García Vela, a los centros donde cum-
plían sanción, privativa y no privativa de
la libertad, con gran acogida por parte
de los adolescentes, las familias y el mis-
mo equipo psicosocial de los centros.
El programa de la cátedra de paz, se aho-
gó en la travesía, pero quedó el libro de
trabajo como material imperdible para
adentrarse en formas precolombinas y
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

poder utilizarse con los adolescentes, a punto que era pedido por personas del equipo psi-
cosocial de los adolescentes, con la promesa de que prontamente se le harían correcciones y
adecuaciones, y se sacaría como material escrito, para trabajar en Justicia Restaurativa Juvenil.

[ Abordar la historia de la Justicia Restaurativa ]


Es así como con Blue Morpho se empieza a abordar la historia de la JR y a encontrar en ella
elementos de interés para su operatividad, como los que a continuación se enuncian:
1// La JR no puede desligarse de la historia de colonialismo de la administración de justicia.
En lo cual se entra a analizar la Colonialidad del Poder propuesta por el peruano Aníbal Qui-
jano (1992) [ 1 ] y que en materia de administración de justicia trajo como consecuencia que la
intervención del Estado, como único solucionador de los conflictos, minimizó las capacidades
emocionales de expresarse y solucionar sus propios conflictos.
2// En razón del territorio: Para el profesor canadiense de Pluralismo Jurídico Jeffery Hewit [ 2 ]
la JR es la propia de los primeros habitantes del continente antes de la llegada de conquistado-
res y colonizadores europeos (Hewitt, 2016). Esta armonización de conductas se efectiviza en
los círculos de palabra de los consejos de ancianos como integrantes de una comunidad cuya
red de vida se había dañado por una conducta.

Con lo que se compagina que no solamente la racionalidad occidental impuesta y enseñada


es válida, sino que el conocimiento ancestral abre espacios para su divulgación, dando una
visión pluralista de la justicia.
160
Encontrando que no se navegaba en solitario en ese mar de conocimientos y de descubrimientos
de valoración de lo propio, Blue Morpho se aproxima a la justicia ancestral en sus prácticas de JR
y encuentra en la filosofía ancestral del continente, en concreto en la propuesta del antropólogo
argentino Carlos Martínez (2019), en su libro recopilación de ensayos, El lenguaje de los Dioses
en el que habla de una cosmovisión única en el continente, con cuatro elementos integradores
básicos existentes en las diversas cosmovisiones, y que permitieron encontrar la conceptualiza-
ción que conduciría a la forma de abordar en el tema de la JR desde y al interior de los individuos.

[ 1 ] El concepto “colonialidad del poder” fue desarrollado por teóricos latinoamericanos como Aníbal Quijano,
Walter Mignolo y Enrique Dussel y refiere a que las relaciones coloniales tienen una relación cognitiva que
se refieren a la producción, distribución y asimilación de conocimientos (Castro, 2010). Y que incidieron en el
monismo estatal y la racionalidad científico–técnica occidental de la modernidad.
[ 2 ] Profesor asistente de la facultad de Derecho de la Universidad de Windsor; sus investigaciones inclu-
yen los ordenamientos jurídicos indígenas y la gobernanza, la relación entre el arte y el derecho indígenas.
Académico visitante y miembro McMurtry en la Osgoode Hall Law School, Universidad de York, en Osgoode
Hall Law School y la Universidad de Toronto, Facultad de Derecho; expresidente del Colegio de Abogados
Indígenas de Canadá; ha servido en varias juntas, incluyendo Aboriginal Legal Services de Toronto; ejecutivo
de Líderes Legales para la Diversidad. Imparte conferencias en escuelas de derecho y el poder judicial, y el
ejercicio de la profesión jurídica en sus áreas de investigación.
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

[ Cuatro elementos de una cosmovisión única ]


Esos cuatro elementos son: La totalidad – red de vida/ los opuestos; la energía; el sentido co-
munitario y la sacralidad. (Martínez, 2012), elemento este último que, en materia de las prác-
ticas de justicia, la autora cambia a “ritualidad”, y que se desglosan así:

1// La totalidad:
\ “Red de vida”: todos los puntos de vista son vistos y escuchados, para recomponer el tejido
de vida. Se hace consciente de que la vida es un tejido y que cada uno es una hebra que apor-
ta el color y la fibra que sólo él puede dar.
\ Los Opuestos: complementarios, como parte de lo mismo. No es ver cuál es correcto y cuál
equivocado. Quién tiene la razón o quién, no, como ocurre en la justicia retributiva, sino en
saber qué le interesa al otro (la otredad).
2// Energía: idea de una fuerza central generadora de vitalidad. Aprender a manejar la energía
implica un autogobierno, recobrar el poder y aprender a tomar las riendas de la vida, curar las
heridas, sanar y resolver problemas de otra forma.
3// La comunión – El sentido comunitario de la vida: sin diluirse como hombre, el indígena se une y
se fusiona con su entorno. Así como el hombre pertenece a la tierra, pertenece a la comunidad.
4// La sacralidad / La ritualidad: aquí hay
una diferencia con Martínez, por cuanto // Ritual: Círculo de Palabra //
no se trata de un culto religioso o san-
to, como ocurre en la sacralidad (2012)
sino de ritualidades, de formalidades, 161
de modos de actuar y de vivir, de ritos y
formas que se respetan y colaboran con
la finalidad restaurativa y que se concre-
tan en los “círculos de palabra”, donde se
plasman el respeto y trascendencia por
el propio ser y por el otro, como ritual
de recordación que el ser humano com-
prende los cuatro elementos inherentes
en cada materia: tierra, aire, agua y fue-
go. Además, de entender que la vida es
una “mesa ritual” donde se recomponen
los tejidos rotos por las equivocaciones.
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

[ La simbología en lo ritual ]
Los componentes de la JR ancestral del continente americano se plasman en los distintos círculos de
palabra que realiza Blue Morpho a través de objetos presentes en los encuentros y su simbología:

// Escultura del “doble yo” // 1// El doble yo – Moais: el poder del pensamiento.
Reflexivo. La figura en cerámica del “doble yo” de
la cultura agustiniana de Huila, Colombia y los
Moais de la isla de Pascua, en Chile, como figuras
que cargan pesadas cargas sobre sus cabezas, con
la interpretación de que el ser que aparece enci-
ma de la cabeza es la mente del individuo, como la
que gobierna al ser humano, por cuanto todo acto
de palabra y de hecho, obedece primero a un pen-
samiento; y el mazo lateral es la lucha existente
entre el ser humano y su mente, una pesada carga
que llevan los individuos encima, que lo condicen
a hacer conductas y a emitir palabras ofensoras.

// Hemigraphis colorata, hoja de dos colores // 2// La hoja de doble faz: diálogo de puntos de vis-
ta. La otredad. La necesidad de saber que sobre
un mismo hecho existen diferentes puntos de
vista e interpretaciones. Se muestra a la audien-
162 cia una hoja de una planta que tiene un color
por encima y otro color por debajo y al voltearla,
evidencia que un mismo hecho tiene una doble
visión: la del adolescente y la de la víctima, la
necesidad de dialogar ambas versiones y llegar
a acuerdos restauradores.

// Marioneta de hilos // 3// Un títere: asumir conciencia y consecuencias


de los propios actos. Auto–control, auto–trans-
formación. Auto–respeto con el cuerpo y por el
territorio. Se usa igualmente para asumir con-
ciencia y consecuencias de los propios actos, ya
que no se puede ser el títere de otros seres huma-
nos (instrumentalización), o permitir que el con-
sumo de sustancias psicoactivas sean los móviles
de las conductas delictivas y los daños que se
causan a sí mismo, a otro ser humano, al entorno
familiar y la sociedad.

4// Los cuatro elementos: tierra: fuerza/protección;


agua: fluir; aire: conciencia; y fuego: energía.
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

5// El bastón de la palabra: escucha activa. Para cir- // Bastón de la palabra //


cular entre los asistentes, y que cada uno solicita
para poder hablar. Invita a escuchar activamente
cuando el otro lo porta. Concentración en diná-
mica reflexiva de hablar y escuchar, sobre todo al
tomarlo con las dos manos.

6// Tambor: canto/corazón. El sonido del tambor, // Sonido de tambor //


tienen una relación directa con los latidos del co-
razón. Los cantos facilitan el poder de la palabra
y la expresión de sentimientos y emociones. Am-
bos ambientan el encuentro hacia la armonía.

163
[ Cómo Blue Morpho realiza el Encuentro Víctima – Ofensor ]
Para Blue Morpho, este encuentro es el ideal porque permite el accionar conjunto del ofensor
y los ofendidos, luego de haberse entrevistado individualmente con cada uno de ellos.
Se realiza, dentro de un toldo de telas de color rojo, denominado Carpa de saberes, sentados
en círculo en contacto directo con el suelo, que simboliza el vientre de la madre, donde se
pretende actuar con la paz innata (sin juicios) del ser humano. El círculo implica la igualdad,
no hay superiores ni inferiores, todos en similares condiciones. Los cojines circulares los ela-
boró una adolescente del SRPA en los talleres del Hogar Femenino – 2018 y como ejemplo se
presenta en encuentro realizado con un
joven ofensor en la modalidad de post–
egreso, en la que participaron las vícti- // Carpa de saberes //
mas directas y el ofensor (con los respec-
tivos consentimientos informados).
Como facilitadores de Blue Morpho, la
antropóloga, coordinadora de Proyectos
ONG sin ánimo de lucro, Constanza Con-
treras; el psicólogo jurídico estudiante
de Maestría de Psicología Jurídica de la
Universidad Santo Tomas, Damián Ruiz,
la suscrita, como Líder del Programa de
Justicia Restaurativa.
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

Cada detalle en la Carpa de Saberes tiene una significación para que la palabra sea mediadora
del conflicto, para que sea la exposición de sentimientos y de emociones; para que haya un
intercambio de experiencias.
Al iniciar se dan unas reglas de conducta y se explican algunas de las simbologías. Como reglas
están: la no emisión de juicios, el uso de la palabra voluntaria teniendo en las manos el bastón
de la palabra; no realizar diálogos con la persona cercana, es decir, no hacer conversaciones
paralelas; escuchar activamente y finalmente, hacer propuestas de reparación, que deben
plasmarse finalmente en acuerdos.

// Alimento y bebidas compartidos // La manera como la filosofía ancestral americana


se hace presente en el encuentro es a través de la
simbología:
// Bebida dulce: caguana. Endulza la palabra. En un
solo vaso se compare la bebida amazónica pre-
parada con la intención específica del encuentro,
para mojar y endulzar la palabra: Caguana (piña,
almidón de yuca, panela, canela, nuez mosca-
da). La piña es “la fruta de los mil ojos” (distintos
puntos de vista). La piña se corta por el centro, de
forma vertical; en el extremo superior la energía
del sol, en el inferior, la energía de la tierra. La
pulpa se extrae con cuchara, no con cuchillo, para
no cortar la palabra. Canela y hierbas aromáticas
164
dulces, endulzan la palabra.
// Compartir: el alimento y la bebida se sitúan
en el centro; son frutos naturales y secos para
compartir durante el diálogo, lo cual acerca el
encuentro, por cuanto el alimento sólo se com-
parte entre quienes están tejiendo un vínculo.
No se comparte la comida entre las enemistades.
Por eso la razón de ser de un solo vaso. Y una sola
bandeja que los contiene.

La palabra se circula con el bastón de la palabra y


el uso del tambor ya explicados.

[ Sanación de las relaciones ]


Todo este tratamiento que conjuga el pasado con un uso práctico en el presente ha hecho que
Blue Morpho presente sus experiencias en diferentes foros nacionales e internacionales.
Culmina este camino y con el firme propósito de portar la brújula y no perder el norte en el
proceder, se busca la creación de un Centro de Justicia Juvenil Restaurativa que con conoci-
miento ancestral del continente sea un camino hacia la reparación del daño y la restauración,
en diálogo con el proceso penal, hacia la “sanación” de las relaciones.
Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

Para el Manual de Naciones Unidas de // “El poder de la palabra” //


Justicia Restaurativa (2006) ésta es una
respuesta al delito que respeta la digni-
dad de cada actor, que construye com-
prensión y promueve la armonía social a
través de la “sanación” de todos los invo-
lucrados: ofensor, víctimas y comunidad.
El término “sanación” referido en el Ma-
nual, describe al “proceso usado para lle-
gar a un resultado” (2016, p. 28) y que en
los diálogos de los Círculos de Sentencia
“todos los miembros del círculo tienen un pa-
pel activo en facilitar ese proceso sanador”
(2016: 28), con lo que llama la atención
que la expresión “sanación”, es la misma
aludida en las relaciones comunitarias,
en la sanación tradicional y rituales para construir la comunidad en las comunidades indíge-
nas no sólo de América sino del mundo, y que el profesor Hewitt (2016) parte de considerar
que el sistema de la justicia penal canadiense sigue siendo un sitio de colonialismo en curso,
y de cómo se puede participar en la descolonización “al hacer más espacio para la curación
holística encontrada dentro de los modelos indígenas de JR” (2016), que es precisamente lo
que busca Blue Morpho en su navegar por la Justicia Restaurativa juvenil.
Motivo por el cual es un camino que también ayuda a familiarizarse con procedimientos y
habilidades para estar en capacidad de mediar y buscar soluciones de conflictos–problemas 165
que alcanzan implicación jurídica del derecho penal y “Reconocer la existencia de recursos
de sanación y crear otros nuevos” (2006: 28), sobre todo cuando las metodologías usadas son
profundas y “fortalecen genuinamente a los participantes” (2006: 44).

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Justicia Restaurativa [ Prieto Molano

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\\
Justicia Restaurativa [ Rojas Ríos

++ La genealogía de la mediación penal restaurativa


César Rojas Ríos / Bolivia

Coordinador Académico del Diplomado Latinoamericano en Conflictología, cursó estudios de Doctorado


en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), autor de Filosofía de la mediación (Y una advertencia).

Resumen Abstract
El ensayo, una vez conceptualizada la justicia The essay, once retributive justice has been
retributiva, se pregunta sobre el origen o la fina conceptualized, asks about the origin or the fine
sensibilidad de donde nace la Justicia Restaurativa. sensitivity from which Restorative Justice is born.
Esta idea del valor del perdón da un rodeo sobre This idea of the value of forgiveness takes adetour
el mito griego de Edipo para encontrar una de on the Greek myth of Oedipus to find oneof its firm
sus raíces firmes en el cristianismo y de ahí roots in Christianity and from there to humanism,
al humanismo, donde cuentan la justicia y la where justice and responsibility, but also
responsabilidad, pero también el perdón y la forgiveness and community. This is not just
comunidad. No solo se trata de un cambio de a paradigm shift, but a historical trend.
paradigma, sino de una tendencia histórica.
Key words
Palabras clave / Restorative Justice 167
\ Justicia Restaurativa / genealogy
\ genealogía / pardon
\ perdón / responsibility
\ responsabilidad / human pain
\ dolor humano
Justicia Restaurativa [ Rojas Ríos

[ Dentro del arco tipológico de la mediación, ¿hay algo más deslumbrante que la mediación
penal restaurativa, donde la mediación se eleva sobre la materialidad del acuerdo para buscar
la eminencia espiritual de la restauración? [ 1 ] ¿Ascender a la curación del espíritu (de la víctima
y del victimario) por el espíritu (del perdón y la responsabilidad)?

[ El ombligo jurídico ]
¿Qué es la Justicia Restaurativa y qué pretende? La Justicia Restaurativa es una alternativa y
una complementación respecto de la justicia retributiva y/o punitiva. Un vendaval que trae
viento fresco a las facultades y los tribunales de justicia. Por siglos, la justicia retributiva se
enseñoreó en el ámbito del derecho con una idea sencilla y lógica escrita en piedra: a un delito
le corresponde su debida penalización. Se trata del “principio de proporcionalidad de la pena”
(en inglés expresado en la máxima “Let the punishment fit the crime”), es decir, el rigor de la
pena debe ser acorde a la gravedad de la infracción. Dicho de una manera más cruda, quien
tropiece con la piedra de un delito, será apedreado con la piedra de un castigo. Se trata de la
trasposición de la ley del Talión a la esfera del derecho. Y tiene su antecedente religioso en el
cristianismo como histórico en la Edad Media: quien peca está condenado a la mortificación
en la tierra y a ser castigado en el infierno o cuando menos a purgar en llamas y lágrimas en el
Purgatorio. No cabe la impunidad, ni de la propia conciencia ni de la mirada de Dios. El presu-
puesto que la sostiene salta por su propio peso y es el siguiente: el ser humano, desde que da
su primer paso en la vida, se hará responsable de su caminar hasta el último. Y si da un cruel
paso, puede pagarlo con la propia muerte. En suma, “medida por medida”.
Avancemos otra casilla.
168
La Justicia Restaurativa cambia el punto de visión y por tanto de vista sobre la justicia: en el
centro de su sistema conceptual está el término “daño” que infringe una persona a otra per-
sona y a sí misma, y que un proceso restaurativo puede esclarecer (responsabilización) hasta
el punto de llevarlo en un proceso dialógico a pedir perdón, para reparar el dolor ajeno y el
propio, y para que el perpetrador pueda recuperar su vida como su futuro una vez purgada la
pena y así reintegrarse constructivamente en la sociedad.
Estamos hablando entonces de un edificio de dos plantas: la primera y la de abajo tiene que
ver con el daño y la penalización que entraña (ineludible al concepto de “hacer justicia”, es
decir, regular debidamente una sociedad implica que lo dictaminado como infracción no pue-
de quedar impune, sino debe ser sancionado. Y viceversa, aquello estipulado como deseable
debe ser incentivado); la segunda y la planta superior, con la conciencia y el dolor, si se produ-
ce por el perpetrador la conciencia de todo el daño perpetrado (fundamentalmente) al otro y
a sí mismo, puede producirse la restauración y habilitación (por lo menos parcial) para llevar
una vida sin la angustia mortificante de la sombra de la culpa y el daño pasado. Conjurar esta

[ 1 ] Restaurar no es un concepto cualquiera. Trae mucha luz entre sus alas. Por ese motivo, debemos desple-
garlo en múltiples direcciones. Dicho de otra manera: de su fecunda monofonía jurídica, desplegarla hacia
una saludable, subyugante y urgente polifonía multidisciplinar… a la sociología, a la política y a la economía.
¿Solo se requiere restaurar el daño en la esfera penal? ¿Acaso no es necesario restaurar los múltiples daños
que se presentan en la esfera social, política y económica? Nadie se atrevería a arquear la ceja en un dejo de
escepticismo, pues saltan a la vista los daños y los deseos de sanación.
Justicia Restaurativa [ Rojas Ríos

sombra ayuda a hacer más llevadera la vida de todos los involucrados y a retejer el frágil tejido
social del que está hecho la sociedad.
Quiero redondear una idea: la justicia redistributiva no se pregunta por los resultados de esta
manera de operar (¿se reducen los índices de criminalidad?, ¿el preso sale mejor de lo que en-
tró a la cárcel?) ni se preocupa por sus efectos respecto del estado de la sociedad (¿incrementa
a la corta o a la larga la cohesión de la sociedad?, ¿revierte su tendencia a la anomia?); mientras
la Justicia Restaurativa se enfoca en que el delito es un problema de la comunidad, que surge
en la comunidad y debe resolverse por la comunidad, para reintegrar a las personas que co-
meten actos indebidos al seno de la sociedad, reduciendo la probabilidad de reincidencia. Si
la primera piensa en la pena y no dejar el delito en la impunidad; la segunda se orienta hacia
la reintegración y el retejido social.

[ Genealogía moral ]
Ensayemos un ejercicio de genealogía de la reparación moral, para así auscultar su origen
subterráneo, y potenciar su presente como futuro. Partamos del siguiente mito griego, para
ser conscientes de los materiales inflamables que maneja entre las manos la mediación pe-
nal: Edipo, hijo de Layo y Yocasta, asesina —sin saberlo— a su propio padre, y se desposa
—también sin saberlo— con su madre, teniendo siete hijos. Al tiempo, indagando sobre el
culpable de una plaga que asola Tebas, descubre que Layo era su padre, y Yocasta su madre.
Ella, al saberlo, se suicida, colgándose en el palacio. Sus siete hijos se quitan la vida, y Edipo
se arranca los ojos con los broches del vestido de Yocasta. Una tragedia, un acontecimiento
funesto, como tantos otros en la historia de la humanidad, plagado de desesperación, con un
169
único protagonista y coro: el dolor humano.
Frente al homicidio, ¿cómo respondió la justicia durante siglos? Lo dicho líneas arriba: a un
delito le corresponde su debida penalización. Se trata del «principio de proporcionalidad de
la pena»; es decir, el rigor de la pena debe ser acorde a la gravedad de la infracción. El presu-
puesto que la sostiene salta por su propio peso y es el siguiente: el ser humano, desde que da
su primer paso en la vida, se hará responsable de su caminar, hasta el último. Y si da un cruel
paso, puede pagarlo con la propia muerte. En suma, «medida por medida».
Entonces, ¿de dónde nace esa fina sensibilidad que, a través de la mediación penal restaurati-
va, le abrirá la puerta para que el victimario busque el perdón y la víctima pueda elegir el darlo
o retenerlo, que se pase de la sanción de la falta a la sanación de la herida? El perdón tiene una
raíz honda que se remonta a la propia prédica de Jesús en su ministerio terrenal: él entiende
que, con el corazón lleno de ira, rencor y deseos de venganza, no se vive, más bien se malvive,
convirtiendo la vida en un infierno terrenal. No solo tiene un «alma en pena», sino una pena de
alma. Y es precisamente el perdón lo que restituye a los dolientes a la vida. Así como «ofrecer la
otra mejilla» evita que los seres humanos pierdan su humanidad en la espiral perversa de la ley
del Talión, inscrita en el código de Hammurabi, y elaborada por el rey de Babilonia diecisiete
siglos antes de Cristo: el precio de un ojo se cobra con otro ojo, y luego el de un diente con otro
diente, Mahatma Gandhi diría con entera razón que «ojo por ojo, y el mundo acabará ciego».
Esta raíz cristiana está presente en la mediación penal restaurativa, pero con un cariz moder-
no y secular: el humanismo toma el perdón como un valor, pero cortando su cordón umbilical
teológico. No se pide perdón a Dios, sino a la víctima. Tampoco se asume que, si no se perdo-
na, el Padre que está en los cielos no perdonará las ofensas. En el encuentro de la víctima con
Justicia Restaurativa [ Rojas Ríos

el victimario, la petición —como la concesión— del perdón tiene un sentido liberador: de una
parte de la culpa para el victimario, pues arrepentirse es asumir la responsabilidad del daño y
la conciencia de haber obrado mal, y de sanación, por lo menos parcial, de la salud del alma de
la víctima. La vida puede ser un valle de lágrimas; lo es muchas veces, pero el perdón le ahorra
muchas, y habilita la posibilidad de que la vida pueda ser un jardín algo más tibio.

[ Colofón ]
Si los seres humanos se perdonan, si las personas se arrepienten y asumen su responsabili-
dad, sí es posible sanar los espíritus; entonces, los seres humanos recobran sus vidas como
libertad, y no como fatalidad. El daño se hizo, el crimen se cometió. Layo no está, pero Edipo,
Yocasta y sus hijos no tienen por qué morir, y pueden, a través del perdón, transformar una
tragedia en un drama humano. No es el cielo, pero tampoco es el infierno; tal vez se trata de
una «dicha modesta» o de una «desdicha serena».
El humanismo es consciente de sus límites; sabe que, una vez que se genera un hecho, está
hecho, y nada lo puede deshacer; pero el hombre puede elegir la actitud que asumirá ante ese
hecho. En este caso, mirando a lo hondo de su conciencia, de su corazón, y a través del perdón,
podrá elegir no vivir bajo la sombra de la culpa, el dolor y la ira, sino restaurar en parte la loza-
nía de la vida y su «franquía frente al porvenir». Este no es un milagro, se trata de que los seres
humanos se van asumiendo en amos y señores, no de la vida, sino solo de sus vidas, y, al saber-
las únicas e irrepetibles, no quieren perderlas perdiéndose en la ira, el rencor y la venganza.

170

\\
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

++ Justicia Sin Daño: propuesta para un giro epistemológico


en la administración de justicia
Arturo Suárez Acero / Colombia

Escuela de Justicia Comunitaria, Universidad Nacional de Colombia.

Resumen Abstract
El presente artículo explora la relación entre This article explores the relationship between
Justicia Restaurativa y Justicia Comunitaria como Restorative Justice and Community Justice as
contextos para la emergencia de un modelo de contexts for the emergence of a Harmless Justice
Justicia Sin Daño, en el que la prioridad es el model, in which the priority is the comprehensive
tratamiento integral de los conflictos, la satisfacción treatment of conflicts, the satisfaction of
de necesidades humanas y el fortalecimiento de human needs and the strengthening of
vínculos comunitarios. De esa manera, plantea community networks. In this way, it proposes an
un giro epistemológico respecto del modelo epistemological turn with respect to the hegemonic
hegemónico en las sociedades capitalistas model in contemporary capitalist societies of
contemporáneas de justicia retributiva, visto como retributive justice, seen as a form of justice based
una forma de justicia basada en el daño y el dolor. on damage and pain. 171

Palabras clave Key words


\ Justicia Sin Daño / Harmless Justice
\ Justicia Restaurativa / Restorative Justice
\ Justicia Comunitaria / Community Justice
\ administración de justicia / administration of justice
\ satisfacción de necesidades de justicia / satisfaction of justice needs
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

[ Introducción ]
En sociedades democráticas, los conflictos no deberían reprimirse. Al contrario, las socieda-
des son pacíficas y democráticas debido a que cuentan con canales y mecanismos institucio-
nales para el tratamiento y la gestión de los conflictos, produciendo, entre otros resultados,
integración de la comunidad en torno a los valores y reglas sociales propios de la identidad
compartida. Así, los conflictos no deberían ser percibidos como anomalías sociales, ni como
factores que ponen en riesgo la estabilidad del tejido social.
Ahora bien, los conflictos que no se gestionan a través de dispositivos institucionales suelen
tramitarse acudiendo a mecanismos violentos, en los que la agresividad es el medio para la
obtención de los propósitos. Esta forma de resolver los conflictos sí es dañina, porque se basa
en la agresividad como conducta de respuesta. Sin embargo, la gestión violenta de los conflic-
tos no es la única forma de producir daños en las partes.
En buena parte de los conflictos que son puestos en conocimiento de las autoridades de la
justicia ordinaria, los litigantes pierden más de lo que ganan. Los tiempos procesales, los cos-
tos de representación judicial, los peritajes, las asesorías, las pólizas, las costas, etc., se erigen
como costos que hacen inconveniente gestionar una pretensión a instancias de los operado-
res judiciales. Así, es factible que ni siquiera en los pocos casos que reciben sanción efectiva de
parte del sistema judicial, en efecto, se haga justicia, ni se logre el resarcimiento de los daños
de las personas afectadas.
Esta ineficacia estructural del sistema judicial para resolver los conflictos genera impactos en
la percepción que tiene la ciudadanía respecto del Estado, toda vez que, con la defraudación
de las promesas de seguridad, amparo a los derechos y convivencia social, se reproducen y
sostienen los imaginarios que afirman que la justicia sólo es para los de ruana, esto es, que sólo
172
es eficaz cuando actúa en contra de los intereses de los más pobres.
En este artículo se pretende dar cuenta de cómo, ante el modelo hegemónico de una justicia ba-
sada en el paradigma retributivo, emerge la necesidad de producir una ruptura epistemológica
que configure nuevas bases interpretativas, fundantes de una nueva racionalidad, una nueva
sensibilidad y una nueva pragmática en el campo de la intervención y tratamiento de conflictos.
En ese orden de ideas, se planteará un modelo de justicia que cuestiona el papel de la justicia
judicial en las sociedades contemporáneas. Este modelo de justicia representa una transfor-
mación radical en la forma de representar el rol y los alcances de la justicia en la sociedad,
apostándole a superar la noción que relaciona la acción de la justicia como una acción con
daño. En segundo lugar, reposiciona el conflicto como principal unidad de análisis para la in-
tervención. Y, en tercer lugar, supera el mito de los conflictos como relaciones únicamente in-
terpartes, ampliando la mirada hacia la complejidad de las redes sociales en sentido amplio, y
devolviendo el lugar a las comunidades como contextos activos en la intervención.
A continuación, pues, se describen de manera sucinta las justicias restaurativa y comunitaria,
como expresión del modelo de justicia sin daño, y se plantea cómo ambas se constituyen como
una posible continuidad ontológica en la que se encuentran filosófica y políticamente, así como
la propuesta de interacción para que la justicia comunitaria sea, en efecto, restaurativa, y la Jus-
ticia Restaurativa sea implementada en contextos de administración de justicia comunitaria.
Esta relación necesaria entre las justicias comunitaria y restaurativa se ve como un aporte tan-
gible en la construcción de paz, como una forma de imaginar las relaciones sociales pacíficas,
no sólo en sociedades como la colombiana, sino en el escenario latinoamericano.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

[ Justicia retributiva como un modelo de justicia con daño ]


En este acápite se describirán algunas características de la justicia retributiva, a partir de la
narrativa que le da estructura, destacando cuatro conceptos clave para su entendimiento.
Posteriormente, se presentará el modelo de administración de justicia a través del cual se
gestionan los litigios que son sometidos a la intervención retributiva. Finalmente, se esboza
la conclusión que apunta a señalar que ésta es una forma de justicia que se configura como
un modelo de justicia basado en la instrumentalización del daño, del dolor, del menoscabo.

La narrativa retributiva ]
En el contexto de los Estados modernos no todo conflicto social supone un atentado contra la
estabilidad del orden jurídico. Por esa razón, le corresponde al Estado establecer políticamen-
te consensos a través de los cuales se determine las condiciones en las cuales, determinadas
conductas y determinados resultados, atribuibles a la acción u omisión de determinados suje-
tos, se consideran relevantes por la afectación que producen a la juridicidad, y, en consecuen-
cia, se constituyen en destinatarios del reproche y la desaprobación.
El modelo de la justicia retributiva persigue la realización del castigo como una forma de equili-
brar el orden jurídico alterado con el conflicto, mediante un ejercicio interpretativo estructurado
sobre una lógica de la equivalencia en el que se determina el nivel de afectación social y establecer
correlativamente la cantidad de dolor que debe infligirse, direccionadamente y de manera pro-
porcional, al sujeto que sea declarado como culpable de haber resquebrajado el equilibrio social.
Para ello, se vale del proceso judicial como escenario en el cual tiene lugar la liturgia mediante
la cual se llevan a cabo tres disputas, la de los hechos, la de las personas y la del derecho (Ardi-
la, 2016), a fin de establecer de quien puede predicarse la culpabilidad, mediante una lucha a 173
través de los argumentos y las pruebas.
Como lo han demostrado varios autores (Foucault, 2017; Ardila, 2016, 2018), el proceso judicial
contemporáneo es la prolongación de la guerra por otros medios. El modelo hegemónico de jus-
ticia encuentra sus raíces en la justicia medieval, y es una forma sofisticada de conducir las dispu-
tas a través de canales y rituales en las que metafóricamente se reproduce la lógica de la guerra.
Así, en la lógica del proceso de administración de justicia, lo que resulta imponiéndose no es
necesariamente el sentido de lo justo como realización axiológica, sino la fuerza, la astucia y
la capacidad para vencer a la contraparte.
Las consecuencias de haber sido vencido en la arena del proceso judicial, deben ser suficien-
temente aflictivas como para compensar al Estado por la afrenta hacia el orden jurídico, así
como para que el conjunto de la sociedad encuentre en el dolor y el daño recibido la adver-
tencia de lo que podría ocurrirles en caso de desafiar la majestad de la juridicidad. Así mismo,
el daño recibido deberá ser tan intenso que disuada en el futuro a la persona castigada de no
volver a cometer un agravio.
El planteamiento de la narrativa retributiva permite encontrar cuatro conceptos (Zapata,
2006), que pueden entenderse como el leitmotiv de un modelo de justicia que sólo se realiza
mediante el dolor y el daño. Estos conceptos son, el delito, entendido como una construcción
social que se materializa convencionalmente desde acuerdos políticos impuestos por grupos
de poder; la culpabilidad, como el tensor en la relación entre sujeto y estructura social, que
se activa mediante el dispositivo de la individualización, de modo que el reproche recae en
un sujeto pretendido como moralmente autónomo; el proceso, como un escenario en el que
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

se conduce la disputa por la interpretación del pasado y sus efectos al presente; y, la sanción,
que representa la cuantificación proporcional del daño que debe recibir aquel que se atrevió
a desafiar a la sociedad, desafiar el orden social, o causarle un daño.
El leitmotiv delito/culpabilidad/proceso/sanción está presente, más allá del derecho penal,
en la cultura occidental colonizada. Si se analizan los litigios civiles, laborales, de familia, ad-
ministrativos, e incluso en la representación de lo que debería ser el tratamiento de los con-
flictos en ámbitos como el educativo, vecinal, en las familias, etc., se podrá entender cómo la
sociedad configura su sentido de la justicia asociada a la retribución, al castigo, al menoscabo
del otro, a la restricción en sus derechos.

El rol de la autoridad y el uso de las normas ]


Ante situaciones de conflicto, la intervención institucional es administrada por autoridades
que trabajan con las normas de un determinado ordenamiento social a través de procedi-
mientos regulados. Como ya ha sido mencionado, el proceso, como leitmotiv de la justicia
retributiva, se desarrolla de una forma particular. Aquí se mencionará la manera en la que las
autoridades desarrollan el discurso retributivo de una manera particular, según como actúan
de cara a las partes, y cómo ponen en juego las referencias normativas.
El modo de actuar de una autoridad con competencia para administrar justicia, en clave del
leitmotiv retributivo, consiste en determinar hacia las partes quién es el vencedor en las tres
disputas que tienen lugar en el proceso moderno [ 1 ], y, una vez determinado el interés ampa-
rado, comunicar a las partes el contenido de la decisión y la forma en la que se materializarán
sus consecuencias.
174 De este modo, la autoridad desempeña un rol en el que atestigua la lucha de los litigantes y,
una vez, valorados los argumentos y sus pruebas, le entrega, en el marco de la liturgia judicial,
la decisión a las partes.
El rol del operador de justicia no es otro que el de recibir para su valoración los discursos de
los litigantes, y adjudicarles una decisión, manteniendo a las partes completamente al mar-
gen de su ejercicio intelectual. Las partes sólo actúan en el marco de su arena de combate, y
la decisión les será entregada de arriba abajo en el acto de comunicación que el operador de
justicia realiza desde su altar.
En este proceso, el operador de justicia se vale de las normas como la expresión unívoca de la
soberanía y, por lo tanto, lo que le corresponde es establecer silogísticamente la subsunción
de las particularidades del caso al imperio de la ley. De hecho, de este modo, ante una situa-

[ 1 ] Edgar Ardila reconoce tres disputas en la administración de justicia: i) la lucha por las personas consiste en
establecer si quienes están en el proceso cuentan con las condiciones para estar allí sometidas al tipo de auto-
ridad que debe decidir, para lo cual importa conocer sus capitales económico, social o cultural, en la medida en
que esto configura un tipo especial de relación de poder. ii) La lucha por las normas, tiene que ver con que según
el tipo de personas que estén involucradas en el litigio, serán aplicables unas y no otras normas, por sus fueros,
o por la argumentación que pretendan hacer que prevalezca ante el operador de justicia. Aquí, se presenta una
lucha a nivel del tipo de normas del ordenamiento jurídico que, argumentan, son el fundamento del amparo a
sus intereses. iii) La lucha por los hechos es la disputa por la narración de los acontecimientos que tendrá la fuerza
suficiente para instalarse como una verdad, desde la cual se argumentará el derecho que se reclama.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

ción de conflicto, la norma debe realizarse a toda costa, so pena de que, si no se realiza a través
de la decisión judicial, el imperio de la ley decae por ineficaz.
Así, el sistema de justicia retributivo presenta una característica adjudicatoria/imperatoria

Administración del daño: el sufrimiento y el dolor como estándar de la justicia ]


Finalmente, para cerrar este acápite, debe mencionarse que, como resultante del leitmotiv de
la retribución, la justicia ha empezado a identificarse con la sanción. Desde las narrativas me-
diáticas, hasta la configuración de un determinado sentido común, en las sociedades capitalis-
tas contemporáneas son mayoritariamente aceptadas las relaciones entre castigo y realización
de la justicia. Así, incluso, a nivel de la cultura popular son ampliamente difundidas expresio-
nes tales como “sufra para que aprenda”, “no pain, no gain” o la célebre “la letra con sangre entra”.
Ante situaciones que afectan la convivencia o la seguridad, es frecuente escuchar expresiones
relacionadas con dar con los culpables, para que se haga justicia a través de castigos ejemplarizan-
tes que no permitan que los hechos vuelvan a ocurrir.
Parece imposible figurarse que cualquier otra respuesta ante una situación de conflicto social
sea relacionada con justicia [ 2 ]. Sin embargo, no es sólo la constatación del efecto de presión
de la opinión pública. Es el análisis del sistema de justicia en sí mismo, el que permite encon-
trar que el fundamento de su quehacer es administrar el daño y el dolor.
Puede mencionarse que los conflictos sociales que no reciben un tratamiento integral, per-
tinente, oportuno y mínimamente satisfactorio tienden a escalar a situaciones de violencia,
y eventualmente pueden configurarse como delitos. Ante este estadio, es poco lo que puede
hacerse desde el derecho penal. El código penal, cuyo objeto estriba en la punición, no puede
175
ofrecer nada más que una respuesta sancionatoria. Las necesidades de las personas involu-
cradas en el conflicto quedan habitualmente por fuera de cualquier escenario de satisfacción.
Cuando el derecho penal entra en escena, todo está perdido (Zapata, 2006; Christie, 2010).
Ahora bien, incluso, antes de que emergiera el derecho penal como dispositivo para la inter-
vención, el sistema de justicia sólo puede administrar sanciones. Difícilmente se actúa con
una lógica del beneficio, de generar capacidades o habilidades a quiénes están involucrados
en el conflicto, ni de que, a través de la intervención, las partes logren interpretar mejor la
situación en la que están involucrados.

[ 2 ] Si los asaltantes quedan vinculados judicialmente al proceso penal, pero no se les administra una medida
preventiva de detención, la respuesta de la opinión pública bascula hacia señalar la impunidad. Si una persona
sancionada con medida privativa de la libertad, recupera la libertad, así sea de manera condicional, se sospecha
de la medida y se exige endurecer las condiciones a través de las cuales las personas pueden recibir beneficios
penitenciarios. Peor aún, si un adolescente comete un delito, se suele aceptar con un amplio consenso que se
le aplique una sanción de alto rigor para corregir a tiempo al joven para no tener que castigar al adulto. Ni qué decir
de las personas privadas de la libertad a las cuales las condiciones mínimas de dignidad en la reclusión se les
descalifica como premios o incentivos para los delincuentes, y se exhorta a los decisores de las políticas públicas
a retirar el sistema de alimentación subvencionada por el Estado, porque como son presos deberían trabajar para
poder comer. Estos ejemplos ilustran superficialmente (dado que no es el propósito de este trabajo ahondar en las
narrativas de criminalización e impunidad que se promueven en la esfera pública), cómo el sistema de justicia
recibe la presión social de sectores sociales que encuentran que, si no hay dolor y sufrimiento, no se hace justicia.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

La acción de la justicia imperatoria se basa en realizar lo que la norma establece, y en la configura-


ción normativa, las normas del derecho positivo se caracterizan por tener una estructura en la que
cuentan con un supuesto de hecho y una sanción (Bobbio, 1997). Esto significa que una justicia
imperatoria es una justicia que realiza las sanciones, y éstas, entendidas como menoscabo [ 3 ].
Ahora bien, debe tenerse en cuenta que la decisión que el operador de justicia adjudica, es
una decisión que en la mayoría de los casos desconoce el contexto específico de las partes,
produciendo un efecto de fractura de los vínculos sociales cuando el conflicto entre las partes
es sólo un episodio en un continuum de relaciones, por ejemplo, atravesadas por la vecindad, la
familia, los negocios, etc. Allí la decisión adoptada por el juez puede resultar más dañina que
los efectos mismos que el conflicto estaba produciendo. E incluso, llegar a impactar a terceras
personas que dependen de las partes en conflicto. La decisión del sistema de justicia puede
estar perfectamente apegada a derecho, y aun, no ser justa.
La justicia retributiva es una justicia con daño cuando está más enfocada en el restableci-
miento abstracto del orden jurídico, que en la gestión integral del conflicto que afrontan las
partes, con la satisfacción correlativa de las necesidades que les acontecen a unos y otros. Y
allí, reformas que se restrinjan a la mera descongestión, o a la aplicación de sucedáneos para
la terminación anticipada de los procesos, tales como los famosos mecanismos alternativos,
sólo representan una refacción apenas cosmética, de un sistema que continúa desarrollando
el leitmotiv de la justicia con daño.

[ El desafío de una justicia de futuro: Transitar hacia un modelo de justicia sin daño ]
La crisis en la justicia viene expresándose en su ineficacia, falta de legitimidad, marginalidad
176
respecto de los conflictos sociales más relevantes, selectividad y sesgo hacia el mantenimien-
to de relaciones sociales desiguales y discriminatorias, además de la incapacidad para que, a
través suyo, se garanticen y amparen los derechos de los más débiles.
Si el sistema de justicia vigente es una configuración retributiva, se puede afirmar que la jus-
ticia retributiva es un paradigma en crisis, que debe ser transformado, para empezar a vislum-
brar nuevas posibilidades y la superación de algunos factores de la profunda crisis.
En este acápite se plantean algunas reflexiones asociadas a la urgencia del incorporar un giro
paradigmático, de ruptura frente al modelo caduco de una justicia que no lee su tiempo y no
aporta ninguna respuesta a los problemas contemporáneos.

Una justicia sin daño es una justicia que posibilita el desarrollo humano ]
La primera tarea para la superación de la justicia retributiva es comprender que los problemas
que experimenta el modelo de justicia vigente, implican un cambio radical en la comprensión

[ 3 ] Valga la pena mencionar como ejemplo que, en el proceso de responsabilidad penal para adolescentes, la
ley de infancia y adolescencia de Colombia, presenta un esquema de sanciones dentro del que, según las condi-
ciones, puede elegir el operador de justicia. Y resulta curioso que medidas tales como las reglas de conducta o la
prestación de servicios a la comunidad, sean consideradas como sanciones. Aun cuando éstas pueden resultar
altamente constructivas, su connotación de sanciones, las condiciona a verse como restricciones o cargas que
deben tener un peso especial, porque “la letra con sangre entra”, y se hace para el adolescente “aprenda su lección”.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

de lo que debiera ser un sistema de justicia coherente con los planteamientos de un Estado
Social y Democrático de Derecho.
En este sentido, se necesita un cambio de enfoque, que permita hacer visibles los problemas
de la justicia retributiva. Un paradigma configura racionalidades, sensibilidades y prácticas
que en sí mismas se ven como internamente coherentes, y, por esa razón, sus características
no son interpretadas como problemáticas desde la lógica interna del sistema retributivo.
Por tal motivo, es necesario producir un giro epistemológico que permita reenfocar el propósito
del sistema de justicia hacia una lógica no dañina, con lo cual se posicione la idea de que es nece-
sario superar la referencia de la justicia identificada con el dolor y el daño, empezar a ver unos nue-
vos propósitos orientados al tratamiento integral de los conflictos que acontecen en la sociedad.
De ese modo podrá entenderse el sentido de una justicia que aporte en la satisfacción de las ne-
cesidades que desarrollan los sujetos involucrados en un conflicto. Así, el acceso a la justicia in-
terpretado como un derecho fundamental, de características prestacionales, tendría que basar-
se en un enfoque diferente que comprenda su papel en el desarrollo humano (Max–Neef, 1998).
El enfoque de desarrollo a escala humana ofrece la oportunidad de concebir la Justicia, como
un escenario de satisfacción de necesidades humanas. Las Necesidades entendidas en el sen-
tido amplio que aquí se asignan, trascienden la racionalidad económica convencional porque
comprometen al ser humano en su totalidad. De la misma forma, este enfoque permite que
se supere la excesiva judicialización de las realidades de la conflictividad social, y se entienda
que el Acceso a la Justicia es un derecho fundamental que debe orientarse a la satisfacción de
necesidades humanas, y no encasillar las necesidades de las personas a lo que el sistema de
justicia, en sí mismo, considera que es una necesidad [ 4 ]. La justicia no sería, así, evaluada en
clave de la relación oferta/demanda de manera exclusiva, si no, por el contrario, como garantía
177
de derechos. En este sentido, las necesidades “revelan un proceso dialéctico que constituye
en un movimiento incesante. De allí que quizás sea más apropiado hablar de vivir y realizar
las necesidades, y de vivir las y realizarlas de manera continua y renovada” (Max–Neef, 1998).
Cuando se habla de las necesidades humanas se está en presencia de un nuevo modelo interpre-
tativo de la realidad, en el que emerge un desafío para políticos y tomadores de decisiones, pues-
to que pensar en clave de las necesidades humanas es estar frente a una teoría del desarrollo.
Siguiendo este planteamiento, las necesidades no sólo son carencias sino también, y simultá-
neamente, potencialidades humanas individuales y colectivas [ 5 ]. Por su parte, los satisfac-
tores, son formas de ser, tener, hacer y estar, de carácter individual y colectivo, conducentes

[ 4 ] Diferencia entre el concepto de necesidades de justicia del concepto de necesidad jurídica insatisfecha. El
primero está asociado a las necesidades que se derivan de una relación de conflicto, respecto de los tipos de
satisfactores que los sujetos requieren para que sus intereses y expectativas se vean satisfechos. El segundo
está asociado a las posibilidades de reclamación de determinados derechos o acciones que resultan jurídica-
mente relevantes, indistintamente de que para los sujetos se traduzcan en beneficios concretos.
[ 5 ] Max–Neef reconoce necesidades en dos niveles. Por un lado, necesidades existenciales, tales como ser,
tener, hacer, estar. De otro lado, necesidades axiológicas como subsistencia, protección, afecto, entendimien-
to, participación, ocio, creación, identidad, libertad. De ese modo, plantea que cada tipo de necesidad existe
a–históricamente y sin distingo de las condiciones subjetivas o sociales de un determinado grupo humano.
En cambio, los factores que satisfacen una determinada necesidad son variables de acuerdo con el contexto
histórico, geográfico, social, cultural, etc., lo cual configura un amplio haz de posibilidades de satisfacción.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

a la actualización de necesidades. Los bienes que se producen desde los sistemas de justicia
deben ser factores que permiten afectar la eficiencia de un satisfactor, de cara a la garantía de
derechos de la ciudadanía que demanda respuestas del sistema.
Por lo anterior es pertinente plantear la relación entre necesidades humanas y los bienes que
se proveen desde la administración de justicia, debido a que desde la intervención de los con-
flictos se producen bienes que se dirigen a satisfacer las necesidades de las personas que de-
mandan respuestas de la justicia.
A contrapelo, el sistema judicial vigente, de cuño retributivo se ocupa de brindar respuestas
jurídicas a las demandas que le son formuladas, independientemente de que se dirijan a sa-
tisfacer efectivamente lo que las personas necesitan.
Quizá la experiencia del Sistema de Responsabilidad para Adolescentes en Colombia -SRPA-
ofrece unos buenos ejemplos de cómo no se satisfacen las necesidades de los diferentes acto-
res involucrados en el proceso: por ejemplo, en un proceso de esta naturaleza, la respuesta ju-
dicial se orienta a generar una sanción al joven infractor, aun cuando lo que la víctima necesita
es una reparación material, un tratamiento psicosocial, y una garantía de que no volverá a su-
frir una victimización. Pero, además, el joven infractor necesita sentir que las oportunidades
en su vida no se desvanecen ante la certeza de una condena. El joven infractor necesita condi-
ciones para poder reparar a la víctima, a través de un proceso de responsabilización. El joven
necesita sentirse libre de una estigmatización que lo lance al mundo del crimen organizado.
Por otra parte, la comunidad necesita que se reconstruya la confianza entre sus integrantes. La
comunidad necesita reconstituirse como un ámbito protector para sus individuos. La comu-
nidad necesita brindar a sus jóvenes oportunidades para que no sean seducidos por el delito.
Sin embargo, los actores involucrados no reciben los satisfactores adecuados desde el sistema
178
judicial tradicional. En cambio, es altamente factible que lo que reciban sea una condena de
un adolescente que pronto, al purgar su error en un medio cerrado, se involucre en el mundo
de la criminalidad, y que cuando salga, tenga altas posibilidades de reincidir. Una víctima del
delito que no siente que se hizo justicia en su caso, ni recuperó su dignidad. Y una comunidad
que se siente fracturada por efecto de la comisión de una conducta delictiva, que, además, la
marca como una comunidad peligrosa e insegura.
En este punto, vale la pena adelantar que un modelo que supere la justicia retributiva, como
justicia basada en el daño y la negación de derechos, debe ser un modelo de justicia que am-
pare los derechos de los sujetos y gestione integralmente los conflictos. Y para lograrlo, debe-
rá ser un modelo de justicia constructiva, una justicia sin daño.

Características de un nuevo modelo ]


El modelo planteado de una justicia sin daño basa su propuesta en el rol del sistema de justi-
cia como vehículo para la provisión de satisfactores de necesidades asociadas con el amparo
y protección ante agresiones y ofensas, en lógica de prevención, así como de tratamiento del
conflicto desde una lógica de la integralidad en la respuesta, de modo tal que se resuelvan o,
mínimamente se regulen las contradicciones entre las partes.
En este sentido, se rompe con la idea de que en el campo de la justicia sólo son posibles inter-
venciones interpartes, ampliando las posibilidades hacia lo intersubjetivo y lo comunitario.
De modo tal que las necesidades que deben ser caracterizadas en el proceso interventivo son
algo más profundo que las meras pretensiones judiciales, pudiendo articular actores colecti-
vos e, incluso comunitarios como parte de los procesos de tratamiento.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

En suma, y, como ya se ha mencionado, este modelo de justicia sin daño entiende que la respues-
ta ante los conflictos no es la administración del dolor, o el menoscabo de las capacidades huma-
nas y comunitarias. Por el contrario, basa su propuesta en los fundamentos éticos que aporta el
campo de los estudios en Acción Sin Daño, desde los cuales, toda intervención debería poder
ser evaluada desde su aporte en la dignidad, libertad y autonomía de los sujetos involucrados.
De este modo, no pueden ser aceptables tipos de intervención en los que se ponga en riesgo
la dignidad de las partes como seres humanos plenos en derechos y garantías, la libertad de
decidir sobre el conjunto de posibilidades frente a su futuro, sus relaciones e interdependen-
cias, y la autonomía desde la cual se definen y estructura un proyecto de vida con capacidades
y habilidades, en su plena realización como sujetos individuales y comunitarios.
Lo anterior implica que la realización de necesidades humanas desde el modelo de justicia sin
daño permite generar desarrollo, a través de la provisión de satisfactores dando origen así a
un desarrollo sano, autodependiente y participativo, capaz de crear los fundamentos para un
orden en el que se pueda conciliar el crecimiento económico, la solidaridad social y el creci-
miento de las personas y de toda la comunidad (Max–Neef, 1998, p. 82).

El papel del operador de justicia y las normas como referente ]


En este sentido, el papel del operador de justicia como actor que conduce la intervención so-
bre los conflictos no puede ser ya únicamente el de recibir los hechos para adjudicar el dere-
cho, sino que deberá ser, ante todo, un facilitador de la comunicación entre las partes, con la
posibilidad de hacer las preguntas pertinentes, no desde la lógica del interrogatorio en la que
lo que se busca es que el juzgador cuente con todos los elementos de conocimiento sobre el
caso que está dirimiendo, sino para que las partes interpreten mejor su conflicto, su relación y 179
su propia narración sobre los acontecimientos (Zapata, 2020).
De tal manera, el papel del operador, como facilitador de la gestión del conflicto configura un
tipo de intervención que privilegie lo consensual (Ardila, 1999), como forma en la que las partes
se empoderan de su conflicto, en el diseño y exploración de nuevas posibilidades para lo inédito
en los vínculos (Zapata, 2013) y no como lo plantea la justicia retributiva, en la que el Estado
expropia del conflicto a las partes y les despoja de toda capacidad de agencia sobre su situación.
En el mismo sentido, las normas en esta forma de justicia sin daño no existen como un mandato im-
peratorio, que se realiza como expresión del poder soberano del Estado, descontextualizado frente
a las necesidades que se derivan del conflicto específico. Las normas, sin embargo, están presentes
en este modelo de administración de justicia, pero son una base para la construcción de acuerdos
(Ardila, 1999), orientados a producir integración en torno al conflicto y de cara al futuro [ 6 ].
En este orden de ideas, las partes, con la ayuda del operador de justicia pueden construir
acuerdos recíprocos y bilaterales, mediante los cuales regular sus relaciones, recibir repara-
ción integral, reformar su proyecto de vida, limitar o intensificar ciertas interacciones, prote-
ger y amparar, recibir soporte o apoyo social, etc., de acuerdo con las necesidades como crite-
rio rector de los acuerdos y decisiones alcanzadas en sede de administración de justicia.

[ 6 ] Desde una base constitucional, las normas que se configuran como un mínimo inapelable son los dere-
chos fundamentales y los derechos humanos. Sobre este reconocimiento material, la intervención consen-
sual convocará la participación de las partes involucradas.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

Ahora bien, ante una situación en la que el desequilibrio de poder entre las partes implique
que el modelo consensual no resulte suficientemente eficaz para amparar los derechos de
la parte más débil, será oportuno estimar medidas en las que el operador de justicia podrá
adoptar medidas orientadas a la contención y cesación de los daños.
En este punto vale la pena resaltar que la lógica de la justicia sin daño puede reconocer in-
tervenciones parciales en las que el operador de justicia actúe bajo la premisa de la adjudi-
catoriedad, cuando la decisión que se otorga a las partes se conduzca a contener y amparar a
una de las partes que sufre graves afectaciones a sus derechos. De modo tal que la actuación
del operador de justica entra a determinar medidas orientadas a que cesen las afectaciones
injustificadas que recaen sobre la parte vulnerable en el desequilibrio de poder, para que, una
vez garantizadas ciertas condiciones, el operador de justicia pueda cambiar la posición adju-
dicatoria y desplazarse a desempeñar su rol como autoridad consensual.

[ Contextos de una nueva justicia: justicia comunitaria y Justicia Restaurativa ]


Dentro del planteamiento de justicia sin daño se vienen implementando modelos de admi-
nistración de justicia que desarrollan y ponen en marcha, a través de experiencias tangibles,
los elementos que han sido descritos en este acápite.
De hecho, buena parte de los factores que se agrupan en la denominación de justicia sin daño
provienen de los acumulados experienciales y teóricos de la justicia comunitaria y la Justicia Res-
taurativa, de modo que son las prácticas concretas las que han abierto nuevas sendas para el giro
epistemológico, configurándose como fuentes para un nuevo derecho y para nuevas sociedades.
180 En el acápite que sigue se presentarán con mayor nivel de detalle los elementos centrales de
estas modalidades de justicia, resaltando sus características, sus particularidades y sus puntos
de convergencia.
Se sostendrá la tesis de que justicia comunitaria y restaurativa presentan continuidades que
les permiten reconocerse una en la otra, como una realidad ontológica, al tiempo que apare-
cen puntos disímiles en los que pueden interactuar, como parte de un plan de trabajo orien-
tado a que su sinergia logre acelerar los procesos de transformación paradigmática y superar
progresivamente el leitmotiv de la justicia retributiva.

La Justicia Restaurativa en el contexto del cambio de paradigma ]


La Justicia Restaurativa es una forma de intervención de conflictos ligada a una concepción
constructivista de la sociedad y las relaciones humanas, que surgió como alternativa para
abordar el delito, dejando de lado la retribución o el castigo para centrarse en la reparación de
los daños causados, y, eventualmente la reconciliación entre víctima y ofensor.
Esto supone cuestionar si “en lugar de simplemente castigar a los delincuentes, es posible bus-
car que los victimarios asuman responsabilidad por sus crímenes al involucrarlos en encuen-
tros cara a cara con las personas que han dañado” (Costello, Wachtel & Wachtel, 2011). Y para
lograrlo se requiere “creer que las decisiones están mejor tomadas y los conflictos mejor re-
sueltos por quienes están directamente involucrados en ellos” (Costello, Wachtel & Wachtel,
2011, p. 8). Tony Marshall (1999) define la Justicia Restaurativa como “un proceso a través del
cual todas las partes involucradas en un determinado delito participan para resolver de mane-
ra colectiva una forma para lidiar con las consecuencias del delito y sus implicaciones para el
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

futuro” (Marshall, 1999, p. 5, traducción libre en OPCIÓN, 2015, p. 51). Por su parte, María Lucía
Zapata (2006) afirma que la “Justicia Restaurativa es una respuesta comunitaria al crimen en-
focada en manejar los daños infligidos a las víctimas y a las comunidades, permitiendo que
los ofensores asuman su responsabilidad por el daño cometido”.
Una de las razones que explican la ausencia de una definición concreta, en opinión de Zapata
es que “la Justicia Restaurativa se ha desarrollado desde la práctica y la experiencia de perso-
nas que, como los conciliadores en equidad, jueces de paz y autoridades indígenas, trabajan
en la transformación de conflictos en sus comunidades” (Zapata, 2006, p. 108).
Sin embargo, la Justicia Restaurativa es un desafío al modelo mismo de administración de jus-
ticia, mucho más que solamente una crítica al derecho penal. Sin embargo, lo que muestra el
proceso de aplicación de medidas de contenido restaurativo en diferentes sistemas procesa-
les, es que no existe una definición unívoca de lo que es la Justicia Restaurativa. Precisamente
allí es donde reside el potencial transformador de la Justicia Restaurativa, en que no ha apa-
recido como un dominio disciplinar puro, teóricamente autónomo, sino como un agregado de
prácticas, de lances metodológicos que han dado forma a algunos esquemas de aplicación.
Mientras el modelo de justicia retributiva se preocupa por responder preguntas como ¿qué
norma ha sido infringida? ¿quién lo ha hecho? y ¿qué castigo merecen los autores?, la Justi-
cia Restaurativa plantea que es más importante preguntarse cosas como ¿quién fue dañado?
¿cuáles son las necesidades de quien ha sido dañado?, ¿qué se necesita para reparar el daño?, y
¿quién tiene la obligación de satisfacer estas necesidades? Este cambio de enfoque se explica
al observar los tres objetivos que la Justicia Restaurativa se ha planteado, objetivos que se
conocen popularmente como “las 3R”:
a// La responsabilidad del ofensor frente a los hechos dañosos, frente a la víctima, la comuni-
181
dad y frente a sí mismo. Este reconocimiento debe ser voluntario por parte del ofensor y debe
mostrar su deseo de participar activamente en el proceso.
b// La reparación o restauración se refiere a las acciones encaminadas a atender las necesida-
des de quien se ha visto afectado por la conducta del ofensor. De la misma manera, se puede
referir a las acciones que puedan compensar el daño causado a la comunidad en su conjunto.
c// La reintegración es el conjunto de acciones orientadas a facilitar la reintegración del infrac-
tor, quien necesita restablecer los vínculos con la sociedad que se han roto con el daño. Este
proceso no sólo implica el cumplimiento de obligaciones por parte del infractor, también pue-
de comprender acciones por parte de la víctima y de la comunidad respecto de cómo relacio-
narse con la persona que causó el daño.

Estas “3R” van a ser fundamentales para desplegar las tres preguntas que se haga cualquier
operador de justicia que quiera desarrollar una intervención restaurativa:
// ¿Qué necesita la víctima? Como es más importante la reparación que la imposición de una san-
ción, la pregunta que debe hacerse la persona que examina el caso, tiene que ver con aquello
que necesita la víctima para sentirse reparada. Estas necesidades no se reducen sólo a lo que
patrimonialmente se le pueda restituir, sino que implica explorar lo material, lo simbólico
y lo espiritual, en tanto bienes atesorados por los sujetos, potencialmente afectados con la
ocurrencia de los hechos dañinos. La estimación inicial de los daños es central en el estableci-
miento de los bienes que se le deben proveer para que la reparación sea integral.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

// La segunda pregunta es ¿qué necesita el agresor? Tomando en cuenta que la persona que cau-
sa el daño también es un sujeto con capacidades, se parte del hecho de que sus recursos para
reparar pueden verse menoscabados tanto por sus condiciones socioeconómicas, así como
por sus condiciones emocionales, profesionales, educativas, familiares, etc., afectadas pos-
teriormente como efecto de la privación de libertad. Por lo tanto, si se busca que el agresor
asuma su responsabilidad en el proceso de reparación, se le deben proveer recursos para el
afrontamiento, habilidades para trabajar, conocimientos para el desarrollo de sus saberes, y,
por esa vía comprometerse en un acuerdo de reparación.
// La última pregunta es ¿qué necesita la comunidad? Esta pregunta tiene que ver con la posi-
ción que puede ocupar la comunidad, en tanto ésta puede haber sido víctima del daño, o res-
ponsable de su comisión. Esto quiere decir que la comunidad puede necesitar se reparada, o
debe poder ser capaz de reparar. En esta vía, se trata de determinar la comunidad como un
contexto de reintegración, y para lograrlo, se debe determinar qué necesidades le acontecen,
pues también necesitará, por ejemplo, recuperar la confianza entre sus integrantes, entender
cuáles son las normas que configuran su identidad, interpretar colectivamente qué fue lo que
se rompió con la conducta dañina, etc. Y aquí tiene que preguntarse en doble vía qué se nece-
sita para reintegrar a la víctima y al ofensor, dado que no sólo se excluye al sujeto que hizo el
daño, sino que en muchas ocasiones la comunidad revictimiza a quien ha sufrido la agresión,
como un efecto revictimizante, por ejemplo, en casos de violencia sexual. Por otro lado, debe
hacerse la pregunta acerca de qué necesita la comunidad para ser reparada y para reparar.

Estas tres preguntas permiten que el análisis del conflicto para su intervención se realice des-
de una perspectiva distinta, más compleja e integral, de modo que, como se suele decir en la
182 teoría del conflicto, entender adecuadamente el conflicto es empezar a gestionarlo.

Justicia comunitaria: la cultura como contexto de tratamiento de los conflictos ]


La justicia comunitaria es una modalidad de Administración de Justicia que se basa en el uso de
normas sociales, mediante las cuales una autoridad con pleno reconocimiento por su comuni-
dad, gestiona conflictos, produciendo regulación, convivencia, seguridad y reafirmación de la
identidad cultural. En este marco, y como expresión del pluralismo jurídico, hay dos modalida-
des de justicia comunitaria: La justicia comunitaria en equidad y la justicia comunitaria propia.
En la justicia comunitaria coexisten tres elementos centrales: la dimensión identitaria, que
se sostiene sobre la noción de comunidad, la dimensión institucional por cuanto el proceso
de administración de justicia se dirige a producir regulación, y la articulación de un conjunto
de escenarios de participación e incidencia en torno a las normas que configuran la identidad
comunitaria, como una expresión de cambio cultural democratizante.
Se hace énfasis en la presencia determinante de normas sociales en el marco de las diferentes
justicias comunitarias, porque es a partir de éstas que se puede plantear la vinculación de los
operadores a sus comunidades de referencia, y sobre esta base, garantizar la identidad de las
decisiones en relación con los patrones culturales.
La justicia comunitaria no es un invento reciente, por el contrario, estas formas de justicia han
existido eclipsadas tras el discurso del derecho moderno (Ardila, 2007). Así, mientras las di-
ferentes formas de justicia local presentes en la Europa feudal fueron absorbidas paulatina-
mente por el derecho y justicia reales, en América Latina, la presencia de órdenes normativos
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

diversos en coexistencia con el derecho colonial, el derecho canónico, el derecho indiano, y


formas tradicionales de justicia que pervivieron en los pueblos indígenas y afrodescendien-
tes, aseguró cierta dinámica pluralista que no desapareció con la llegada del derecho republi-
cano de las independencias (Ardila, 2018).
Puede afirmarse que la justicia comunitaria ha venido visibilizándose en Colombia desde
hace unas cuatro décadas, y, finalmente reconocida constitucionalmente desde 1991.
Su estatus constitucional, significó que el derecho moderno reconociera que el monismo jurí-
dico no era sino apenas un mito, y que el derecho estatal no tenía capacidad de regular todos
los contextos sociales, expresando profundas fisuras en la capacidad de imponerse en la to-
talidad del territorio nacional. En Colombia, se reconocen figuras de justicia comunitaria en
equidad como la conciliación en equidad o los jueces de paz, así como las justicias indígenas y
las de los pueblos afrodescendientes.
Mediante la justicia en equidad, las personas pueden resolver sus conflictos por medio de la
intervención de un conciliador o juez de paz, que haga parte de su comunidad, investido de la
facultad de intervenir conflictos con plena validez ante el ordenamiento jurídico, de modo que
los acuerdos que las partes construyen a instancias del conciliador hacen tránsito a cosa juzga-
da, y prestan mérito ejecutivo, es decir que tienen los mismos efectos de una sentencia judicial.
De otra parte, las justicias propias, tanto la indígena como la afro, se caracterizan por ser un
tipo de justicia que no se instituye a partir de una norma del ordenamiento jurídico que la crea,
sino que ésta antecede al sistema jurídico o le resulta marginal. Por ejemplo, las formas de ad-
ministración de justicia de la mayoría de los pueblos indígenas en Colombia son previas a la
existencia del Estado nacional, de manera que no hay una ley que cree este tipo de justicias.
Dentro de los mayores potenciales que han demostrado ofrecer las experiencias de justicia 183
comunitaria en Colombia, Edgar Ardila (2004) resalta los siguientes:
// Aporte a la convivencia, en la medida en que, a través de la intervención oportuna y satisfac-
toria de los conflictos, se construye tejido social.
// Empoderamiento de los sistemas de regulación comunitarios, en la medida en la que se cons-
tituyen en escenarios autónomos en la creación de normas y procedimientos, sin dependencia
de actores externos a la comunidad.
// Reafirmación del sentimiento de identidad y pertenencia a la comunidad, en la medida en que
los conflictos son tratados desde las normas que resultan conocidas para la mayor parte de los
miembros de la comunidad.
// Mayor capacidad de atender de manera responsable los factores internos y variables estruc-
turales de los conflictos, dando respuesta satisfactoria a las necesidades de las partes involu-
cradas, en clave de integralidad.
// Acceso a la justicia, en la medida en que a través del quehacer de los operadores de justicia
comunitaria se puede garantizar amparo a los derechos, en clave de comunidad.
// Contribución en la descongestión judicial, puesto que en amplias zonas del país la justicia co-
munitaria es la única vía para la ampliación de la oferta de administración de justicia, con lo
cual, los operadores formales pueden dedicarse a la atención de causas judiciales que requie-
ran exclusivamente de la intervención en derecho.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

[ Una justicia sin daño exige el (re)encuentro de las justicias ]


En este acápite conclusivo, se trazan algunas reflexiones que, más que plantear el cierre de la
discusión, invita a proponer campos específicos de aplicación de la justicia sin daño, así como del
análisis de experiencias innovadoras que materializan los postulados aquí apenas esbozados.
Si bien, esta propuesta se basa en un cuestionamiento al modelo de justicia retributiva al
entenderlo como una justicia con daño, no se pretende levantar muros infranqueables que
alinderen los campos de estudios en el derecho y la administración de justicia. Por esa razón,
quedan planteados algunos puentes que hacen posible el reconocimiento de las justicias res-
taurativa y comunitaria en articulación con algunos aspectos de la justicia retributiva.

Continuidades, encuentros y puntos de convergencia ]


De manera comparativa frente al modelo hegemónico de la justicia retributiva que impera
en el quehacer judicial, se puede afirmar que, desde las justicias restaurativa y comunitaria,
el delito ya no es el protagonista. Por el contrario, se reenfoca el análisis hacia el concepto de
daño. De tal manera, el operador de justicia no se queda viendo la conducta descrita típica-
mente, sino que se pregunta por los daños que se han producido como consecuencia de la
realización de tal conducta.
Por lo tanto, el objeto de la Justicia Restaurativa no es solamente perseguir el delito, sino en-
trar a dimensionar las implicaciones de esa conducta sobre personas de carne y hueso, para
establecer la mejor manera de reparar. Es así como el concepto de daño se ubica como central,
con lo cual, el interés primordial del proceso será la reparación del daño, más que sancionar al
sujeto que cometió el delito.
184
De otro lado, así como en la justicia retributiva, se usa el concepto de culpabilidad, en la
Justicia Restaurativa se acoge el concepto de responsabilización. La responsabilidad es una
energía reflexiva que está dentro del sujeto, que lo cuestiona, le reprende, es un efecto de la
conciencia moral del sujeto, el cual es ineludible. Cuando hay responsabilidad se reconoce la
comisión de los hechos que ocasionaron un daño, deriva en que el sujeto adquiera consciencia
sobre su llamado a hacerse cargo de los daños que generó.
Tanto la Justicia Restaurativa como la comunitaria no se ocupan del litigio, su escenario na-
tural es el conflicto. En efecto, es necesario entender que, incluso, detrás de buena parte de
delitos subyace un conflicto que involucra personas, intereses, conductas, procesos, respues-
tas, bienes, expectativas, etc. Sin embargo, el derecho penal puede administrar una sanción,
aun sin llegar a resolver la relación social conflictiva, dejando indiferentes a las personas y
comunidades involucradas.
Ahora bien, desde la perspectiva de la justicia comunitaria, la intervención de la autoridad
comunitaria tiene sentido en donde existe conflicto, no sólo donde se está en presencia de
litigios, por eso su versatilidad para abordar una amplia gama de situaciones que escaparían a
la categorización de la justicia formal por materias.
Buena parte de los conflictos que son puestos en conocimiento de una autoridad comunitaria
involucran a personas que se conocen, y el conflicto sólo es una dimensión de su relaciona-
miento. Por lo tanto, desde la justicia comunitaria se tiene más cuidado en la intervención,
porque es necesario cuidar el conjunto de relaciones que van más allá del episodio particular
del conflicto. Dicho de otro modo, la justicia comunitaria supone la existencia de un vínculo
social sobre el que se debe actuar regulatoriamente.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

Esa preocupación por el cuidado de los vínculos sociales es un factor clave en la identificación
de continuidades entre justicia comunitaria y restaurativa, toda vez que, por ejemplo, si la in-
tervención no deteriora el vínculo y no produce vencedores y vencidos, la intervención puede
considerarse como potencialmente restaurativa.

Interacción entre las justicias en doble vía: que la justicia comunitaria sea restaurativa,
y que la Justicia Restaurativa sea una institución comunitaria ]
Si se reconocen las continuidades ya descritas, las autoridades de justicia comunitaria pueden
orientar su actuar hacia la materialización del enfoque restaurativo. Esta es una apuesta que
exige nutrirse a través del desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes. Y se requiere
de un compromiso con el actuar restaurativo, porque la justicia comunitaria también podría
caer en los vicios de la justicia retributiva, en la medida en la que se concentre en la adminis-
tración de los daños como vehículo para el logro de la justicia.
De otra parte, la Justicia Restaurativa puede actuar sobre las comunidades de referencia, co-
nectándose con los contextos culturales, normativos, identitarios, e incidiendo en su trans-
formación comunitaria a través de la intervención de los conflictos directos que son puestos
en su conocimiento. Este también es un compromiso que debe alimentarse continuamente
para evitar caer en lógicas que instrumentalizan la intervención restaurativa y la desarrollan
en lógicas de mercado.
Esta interacción de doble vía, tiene la enorme posibilidad de ofrecer los satisfactores que ha-
gan posible que los sujetos desarrollen su potencial transformador, y, por extensión, que una
comunidad reafirme su proyecto colectivo, o lo transforme. Esta interacción entre justicias es
clave en el futuro de la ciudadanía en un Estado Social y Democrático de Derecho. 185
La interacción entre las justicias comunitaria y restaurativa, entendidas como expresiones de
la justicia sin daño, debería permitir la materialización de algunos de los siguientes propósitos:
// Articulación de respuestas jurídicas y extrajurídicas. En esta vía, la intervención tiene que
estar orientada por un criterio fundamental: el goce efectivo de derechos.
// Intervenir sobre las necesidades, se puede traducir en la gestión integralmente la conflictividad,
tanto directa, como sus determinantes estructurales. Así, una intervención que se concentra
en las necesidades de los actores es una intervención profunda del conflicto que entrega res-
puestas tangibles y no solamente que se cumpla lo que dice la ley.
// Por esa misma razón, tanto desde la Justicia Restaurativa como la comunitaria las decisiones
pueden ser sostenibles, en la medida en que, si la decisión es construida a partir del acuerdo libre
de las partes, y con base en las normas sociales de la comunidad de referencia, es altamente
factible que las partes se comprometan a cumplir y honrar el acuerdo. No se debe olvidar que
para llegar a la etapa en la que se construyen acuerdos, ya se ha efectuado un análisis a nivel
de la responsabilización y la voluntad de las partes. Cuando las personas son autónomas para
construir una decisión, ésta se constituye en un patrimonio de las partes, con lo cual se puede
esperar que el contenido del compromiso adquirido se cumpla.
// A partir de la reintegración y reincorporación en las comunidades en las que se han presenta-
do las conductas dañinas, se pueden empezar a reconocer contextos generadores de seguridad y
convivencia. Una comunidad que atraviesa un proceso restaurativo comienza, a partir de él, a re-
significar los vínculos que unen a las personas y con ello, a construir confianza social. Una comu-
nidad que tiene fuertes vínculos de confianza, es una comunidad con seguridad y tranquilidad.
Justicia Restaurativa [ Suárez Acero

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Colombia? (pp. 133–175). Medellín: Corporación Región.

\\
Apartado 4 //
Experiencias y Prácticas Restaurativas

187

+
+
188
Justicia Restaurativa [ Apalategui

++ Proceso de Justicia Restaurativa en contexto de pandemia


Mariana C. Apalategui / Argentina

Coordinadora del Área de Mediación y Justicia Restaurativa de Adultos, Jóvenes en Conflicto


con la Ley e Inimputables del Departamento Judicial de Lomas de Zamora.

Resumen Abstract
En el presente artículo se describen los aspectos This article describes the characteristic theoretical
teóricos característicos de la metodología y aspects of methodology and principles of
principios de la justicia restaurativa aplicados restorative justice applied in practice, for which a
en la práctica, para ello se relata un caso real. real case is reported. The restorative intervention
La intervención restaurativa en contexto de in context of Preventive and Mandatory Social
Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en el Isolation within the framework of COVID–19
marco del COVID–19 brinda un matiz novedoso al provides a novel nuance to the case added to the
caso sumado a la exclusividad propia del abordaje exclusivity of personalized strategic approach
estratégico personalizado, armado e impulsado armed and driven according to the characteristics
acorde a las características y necesidades de la and needs of subjective uniqueness of
singularidad subjetiva de los involucrados. those involved.
189
Palabras clave Key words
\ justicia / justice
\ proceso de Justicia Restaurativa juvenil / juvenile Restorative Justice process
\ situación de pandemia / pandemic situation
\ contexto de encierro / confinement context
\ articulación interinstitucional / inter–institutional articulation
\ abordaje multidisciplinario / multidisciplinary approach
Justicia Restaurativa [ Apalategui

[ Introducción ]
En el presente artículo se describen los aspectos teóricos característicos de la metodología y
principios de la Justicia Restaurativa aplicados en la práctica, para ello se relata un caso real
llevado adelante por el Área de Mediación y Justicia Restaurativa de Adultos, Jóvenes en Con-
flicto con la Ley e Inimputables, del departamento judicial de Lomas de Zamora [ 1 ]. La inter-
vención restaurativa en contexto de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en el marco
del COVID–19 brinda un matiz novedoso al caso sumado a la exclusividad propia del abordaje
estratégico personalizado, armado e impulsado acorde a las características y necesidades de
la singularidad subjetiva de los involucrados.
La intervención del Área de Mediación y Justicia Restaurativa de Adultos, Jóvenes en Conflicto
con la Ley e Inimputables se solicita a fin de brindar a los involucrados en el conflicto, origina-
do por la infracción a la ley penal, la posibilidad de participar activamente de un proceso so-
cioeducativo, reparador y preventivo complementario del proceso penal. El inicio del proceso
restaurativo se produce en la etapa de investigación preparatoria del proceso penal y durante
el transcurso del mismo se produce la elevación a la etapa de juicio.
La intervención del área se concreta a través del diálogo entre los diferentes actores del proce-
so: Fiscalía, Defensoría, Equipo Técnico Institucional, Coordinadora del Área, sin el traslado de
expedientes en formato papel, facilitando información y datos de contacto por medios tele-
máticos, brindando celeridad, previniendo la propagación del virus y el dispendio de recursos
de tinta y papel que generan impacto negativo en el medioambiente. Los medios telemáticos
son también la vía comunicacional empleada para impulsar el proceso restaurativo específi-
camente las aplicaciones WhatsApp y Microsoft Teams.
190 Las posibilidades infinitas de intervención y/o articulación en los procesos restaurativos per-
miten: expresarse, recibir acompañamiento, escucha activa, respeto, inclusión a espacios te-
rapéuticos, aprendizajes, transformación personal y de las formas de relacionarse con el otro,
reparación, el abordaje de conflictos intra personales, intra familiares secundarios o ajenos
al delito penal, entre otras. Este abanico de posibilidades, que en definitiva responden a las
necesidades e intereses de quienes voluntariamente disponen una parte de su intimidad y/o
confianza en un tercero, en principio desconocido, pueden visualizarse en el presente caso
donde se realizan intervenciones restaurativas respetando los tiempos y voluntades indivi-
duales. Ejemplificando como herramientas típicas para la autocomposición de conflictos
como el encuentro conjunto de mediación, o los círculos restaurativos, no resultan ser las úni-
cas vías de colaboración para que los interesados alcancen algún grado de aprendizaje y/o
bienestar, siendo el proceso en sí mismo lo restaurativo.

[ El caso: datos para su análisis ]


// Delitos: Incendio, explosión o inundación con peligro común para los bienes art. 186 inc. 1°.
Robo agravado (comisión en poblado y en banda).
Robo agravado (uso de arma de fuego no apto para el disparo) art. 166 inc. 2 parr 3°.

[ 1 ] El Área de Mediación y Justicia Restaurativa de Adultos, Jóvenes en Conflicto con la Ley e Inimputables,
pertenece al Ministerio Público, Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Justicia Restaurativa [ Apalategui

// Presunto infractor: Pablo de 16 años de edad.


// Víctimas: Cintia de 17 años de edad (novia de Pablo) y Paola (madre de Cintia). Paola denun-
cia haber sido víctima de reiterados actos delictivos producidos por el joven Pablo de 16 años
quien mantenía una relación de noviazgo con su hija Cintia de 17 años.
// Del relato de Paola se desprende que:
Los primeros meses de noviazgo habrían transitado en buenos términos. Pablo solía perma-
necer muchas horas en la calle y dormir en diferentes casas por lo que fue recibido e invitado
a compartir la vivienda con Paola y Cintia. Al principio la convivencia era armoniosa, pero al
poco tiempo Pablo sustrajo dinero de la vivienda y ante el enojo, por el reclamo de Paola,
robó junto a unos amigos del barrio el vehículo, la cartera con dinero, documentación y demás
pertenencias de Paola, además de golpearla y amenazarla. Al mismo tiempo comenzaron los
problemas con Cintia, agresiones verbales, amenazas de muerte, agresiones físicas. Paola re-
fiere que realizó varias denuncias policiales a raíz de las cuales se le otorgaba una medida
de seguridad consistente en una restriccción perimetral que impedía a Pablo acercarse a su
persona y a su domicilio, sin embargo, Pablo no respetaba la restricción perimetral impuesta,
trepaba por los techos para ingresar violentamente a su domicilio, destruyó una ventana de
madera del cuarto de Cintia, rompió botellas contra la pared, un televisor, su teléfono celular
y demás objetos de la vivienda robándose hasta los medicamentos de su mesa de luz.
Los conflictos, también empezaron, entre madre e hija toda vez que Cintia tras recibir agre-
siones y saber de los robos de Pablo a su madre solía perdonarlo y permitirle ingresar a su do-
micilio aun cuando tenía la prohibición de hacerlo. El reproche y las discusiones entre Paola y
Cintia eran constantes y la violencia por parte de Pablo era cada vez más grave. En una ocasión,
en la que Cintia caminaba junto a una amiga en la vía pública, Pablo la intercepta, la agrede, 191
extrae un arma de fuego y tras amenazarla de muerte efectúa un disparo, el que afortunada-
mente impacta en el suelo, procediendo además a robarle un bolso con pertenencias, refi-
riendo que este accionar fue producto de estar molesto por la intención de Cintia de concurrir
a un baile. Paola refiere que la situación afectaba su salud, vivía en estado de nerviosismo,
angustia y temor, comenzó tratamiento psicológico y fue medicada.
Tras efectuar varias denuncias, a veces el joven quedaba unas horas detenido en comisaría y
Paola recibía amenazas de muerte de su parte y con que iba a balear su vivienda. Luego de la
detención, al quedar en libertad, Pablo ingresaba a la casa furioso, destruía cosas y robaba
dinero, ropa y distintos elementos del hogar.
El último accionar lamentable que Paola relata es el momento en que Pablo prende fuego su
propiedad en horas de la madrugada, el joven trepa por los techos de la vivienda y prende fue-
go el quincho y el departamento que se encuentran en el terreno de su vivienda destacando
que tanto el quincho como el departamento estaban amueblados y la destrucción fue total.
Las consecuencias por el riesgo de vida al que Cintia y Paola estuvieron expuestas y la pérdida
material del fruto de muchos años de trabajo, repercutieron severamente en la salud de Pao-
la, sumado a las nuevas amenazas de muerte de Pablo quien le refirió que si lo acusaban del
incendio iba a desfigurar a Cintia y que tenía balas para todas.
Cintia reafirma estos dichos de su madre, destaca la constante violencia verbal y física que le
propiciaba Pablo, resaltando que en una oportunidad en la que ambos estaban sujetándose
del cuello tuvo que usar el botón antipánico al sentirse ahorcada.
Finalmente, Pablo es detenido y alojado en el Centro de Detención de Menores.
Justicia Restaurativa [ Apalategui

Intervención del Área de Mediación y Justicia Restaurativa de Adultos, Jóvenes en Conflicto


con la Ley e Inimputables.
La necesidad de implementar estrategias conjuntas de carácter preventivo, la importancia
de la participación del joven Pablo en un espacio restaurativo con fines socioeducativos y de
transformación personal y brindar a las víctimas la oportunidad de participar activamente
en un proceso que priorice sus intereses y necesidades con posibilidad de reparación y reso-
lución de conflictos, motivaron al Equipo Técnico del Centro de Detención a sugerir a la Sra.
Defensora interviniente evaluar la posibilidad de articular la incorporación del joven al Área
de Mediación y Justicia Restaurativa. La Sra. Defensora y el Sr. Fiscal intervinientes expresaron
su consentimiento para el abordaje restaurativo desde el Área.
La intervención del Área es solicitada en el contexto de Aislamiento Social Preventivo y Obligato-
rio dispuesto por el Gobierno Nacional a fin de prevenir la propagación y contagio del COVID–19
y el impulso del proceso restaurativo se realiza a distancia a través de medios telemáticos.

Abordaje con Pablo ]


Pablo se encuentra privado de su libertad. Ante la situación de pandemia y aislamiento social,
se realiza una primera entrevista con el joven por videollamada a fin de que quien llevará ade-
lante el proceso restaurativo, en su carácter de especialista en medios alternativos de resolu-
ción de conflictos y Justicia Restaurativa y Pablo se conozcan. En la entrevista de presentación
participaron además la trabajadora social del Centro de Detención quien trabaja acompa-
ñando al joven en la institución y la Defensora Oficial de Pablo. El objetivo de esta entrevista
consistió en que Pablo pudiera visualizar el trabajo conjunto siguiendo la misma lógica, entre
192 diferentes actores del sistema penal, la conexión interinstitucional y comprendiera los alcan-
ces y principios del proceso restaurativo para poder expresar su voluntad de participar o no.
Las entrevistas restaurativas se llevan adelante utilizando un lenguaje claro, informal sin tec-
nicismos jurídicos, intentando generar un lazo de confianza, que permita al joven comprender
y hablar libremente. Pablo participó activamente de la entrevista, realizó preguntas, expresó
su consentimiento para participar del proceso propuesto y gratitud por el espacio brindado.
Articulando una estrategia de trabajo con la institución en la cual el joven se encuentra aloja-
do, se consensuó con el equipo técnico y autoridades institucionales la posibilidad de mante-
ner reuniones semanales individuales y privadas con Pablo a través de videollamadas. El día
pautado, Pablo es retirado de su celda y se le brinda un espacio privado y una computadora
para poder participar de las reuniones.
El proceso restaurativo avanza, las reuniones se van desarrollando a partir de un espacio de es-
cucha y el alcance de cada encuentro está determinado por las características, y necesidades
propias de la individualidad subjetiva a partir de la cual se adoptan estrategias para generar
diálogo, promover reflexión, reconocimiento, responsabilización, construcción y/o modifica-
ción de valores, visualización de potencialidades y habilidades positivas, revalorización per-
sonal y acompañamiento.
En las diversas reuniones Pablo conversa sobre su historia de vida, crianza, amistades, pasión por
el fútbol, deporte que practicaba en su infancia y que le gustaría retomar, el amor por su abuela
con quien refiere haber vivido, pérdidas familiares, la relación con su madre, situaciones de con-
vivencia en el contexto de encierro institucional y la situación personal frente al COVID–19. Él se
expresa respondiendo a preguntas y de manera acotada, algunas veces expresa sus emociones.
Justicia Restaurativa [ Apalategui

El diálogo respecto a su relación de noviazgo con Cintia y con su suegra Paola, los episodios de
violencia, el comportamiento delictivo y el uso de armas suelen posicionarlo en un lugar de di-
ficultad para poner en palabras sus vivencias y reacciones. Explica los acontecimientos por los
que actualmente se encuentra en detención y respecto a algunos actos por los que también
es denunciado se desentiende proyectando en otros la responsabilidad. La provocación es to-
mada como fuente de resultados y reacciones. Alcanza la responsabilización de manera par-
cial y de a poco puede comprender las consecuencias dañinas de su accionar y el sufrimiento
causado a otras personas, a su núcleo familiar y a sí mismo, mostrándose decidido a no repetir
conductas disvaliosas, modificar hábitos de vida y maneras de relacionarse como así también
su intención de dialogar con Cintia y Paola a fin de brindar una reparación.
Ante el reconocimiento y valoración del otro como ser semejante surge el interés de acerca-
miento motivando el contacto, desde su lugar de detención, por medio de terceros.
Se advierte la importancia de incluir en el proceso restaurativo a un profesional de la psicolo-
gía a fin de realizar un abordaje integral de la estructura subjetiva que de manera articulada
y conjunta posibilite de manera gradual cambios estructurales y el armado de una estrategia
de intervenciones a partir de una visión multidisciplinaria del conflicto. Se propone a Pablo
participar de entrevistas con un licenciado en psicología integrante del Área de Mediación y
Justicia Restaurativa y el joven acepta.

Abordaje con Paola ]


Ante el primer contacto, bastó que la especialista que lleva adelante el proceso restaurativo se
presente, para que Paola exprese su emocionalidad de la manera más clara y sincera, el enojo
estallaba hasta por los ojos, furia, angustia, dolor, desesperanza, desconfianza y rechazo ver- 193
tían del lenguaje verbal y corporal a lo largo de todo el encuentro.
Tres reuniones más continuaron en el mismo sentido sin poder hablar de otros temas. Paola
describe en cada encuentro el daño emocional que padece, cómo el dolor por el accionar de
Pablo, a quien había brindado su hogar y confianza, le causa sufrimiento, pero aún más lo
dolida que se siente por la actitud de su hija. Todo ese daño que Cintia permitió, la falta de
límites, respeto y comportamientos dañinos, los cuales su propia hija hacía posibles dejando
que Pablo hiciera lo que quisiera poniendo en riesgo la integridad y la vida misma de ambas.
Inmersa en furia y eufóricamente relata a lo largo de las reuniones cómo vivió cada situación
violenta, el daño en su salud causado por los nervios y angustia y la pérdida económica. Ese
daño material causado por el incendio a su casa, para ella representa una pérdida fruto de 25
años de trabajo, de sacrificio para que “un pibito”, de un día para otro, prenda fuego y destruya
todo. Preguntándose además qué hubiese pasado con su vida y la de Cintia si el vecino no
llamaba a tiempo a los bomberos.
Al mismo tiempo que muestra el sufrimiento y el daño afirma con certeza la desesperanza de
un cambio posible. Conocer a Pablo, su entorno, referentes familiares y amistades, la ausencia
de límites en su personalidad y el comportamiento contrario a la ley, fundamenta su convicción
acerca de la imposibilidad de cambio positivo alguno en la conducta y personalidad del joven y
el convencimiento de que ni bien quede en libertad volverá la violencia. Teme por su vida y la
de Cintia, repite furiosa como Pablo trepaba por los techos para meterse en su casa. El rechazo
de Paola ante la oportunidad de recibir algún tipo de reparación es rotundo como así también
la negación de ser protagonista de un proceso con fines de aprendizaje y transformación.
Justicia Restaurativa [ Apalategui

Sin embargo, el acompañamiento, la escucha activa, empática y comprometida constante


mantenida en diversas reuniones, disminuyen gradualmente las consecuencias emocionales
producto de lo vivido. Se lo percibe en su rostro, en el diálogo más distendido y la gratitud
manifiesta al finalizar los encuentros. Paola se despide con calma y receptiva a un nuevo en-
cuentro. Conectándose puntualmente a las videollamadas.
Se acompaña y escucha, respetando la voluntad y necesidad de cada momento. El tiempo que
la subjetividad individual determina para posibilitar la disposición de un sujeto a ser recep-
tivo ante una determinada circunstancia es tan incierto como necesario. Durante el proceso y
de manera inesperada Paola expresa su deseo de que Pablo cambie y de colaborar en todo lo
que pueda para que esto sea posible, se interesa en conocer el abordaje restaurativo del que
participa el joven y pregunta cómo se encuentra él.
El efecto transformador del proceso comienza a asomarse. Paola participa de la grabación de
un video donde expresa su consentimiento para participar del proceso restaurativo mante-
niendo reuniones de manera individual, resalta su deseo de no ver a Pablo. Sus intereses y
necesidades son claros, solicita que el joven no vuelva a acercarse por ningún medio y man-
tenga un respeto absoluto. Refiere no estar interesada en recibir un pedido de disculpas o el
arrepentimiento del joven, ni en la reparación del daño material, sólo desea vivir en paz y
considera que para que eso suceda necesita que Pablo se mantenga alejado de su domicilio,
se abstenga de realizar algún tipo de acercamiento, incluso de intentar contacto por las redes
sociales y/o por medios de terceros.
Las reuniones con Paola avanzan, comienzan con una sonrisa, se expresa desde el corazón, de
manera sincera y reflexiva, requiere ayuda para Pablo y para que Cintia pueda ver el daño que
su novio produjo. Tiene la certeza de que Cintia es quien va a ir a buscar al joven y que todo lo
194
sucedido también es culpa de su hija. Refiere que Cintia no acepta límites, no la escucha, no
ve la gravedad de lo acontecido ni el riesgo de vida al que se expone en la relación con Pablo.
Cuenta la negación de su hija a participar de espacios terapéuticos. Las reuniones con Paola
se extienden y relata vivencias de su esfera íntima que le impidieron estar presente en la ni-
ñez de Cintia, se culpabiliza por decisiones en su rol materno que generan la relación familiar
conflictiva y los reproches de su hija. Transmite conflictos intrafamiliares de larga data y su
voluntad de que sean abordados durante la intervención restaurativa. Esperanzada, deposita
confianza en el proceso y participa asertivamente de manera constructiva más allá del daño
sufrido. La serenidad alcanzada se refleja en su manera distendida de expresarse y en el cam-
bio de actitud respecto a los primeros encuentros.

Abordaje con Cintia ]


Quien lleva adelante el proceso restaurativo realiza una primera reunión con la joven por vi-
deollamada. Se transmiten en lenguaje simple, informal y cordial los alcances y principios del
proceso, resaltando la confidencialidad y voluntariedad del mismo, el rol de la facilitadora, y se
brinda un espacio de escucha dando libertad al diálogo sobre temas de interés y voluntad de
Cintia. Ante el primer contacto la joven mantiene una actitud cautelosa, respondiendo mono-
silábicamente y destacando su desinterés al diálogo y deseo de no querer perjudicar a Pablo
por quien refiere sentir aprecio. Enojada repite que no va a participar de ningún juicio en contra
del joven, pero si acepta conectarse a las videollamadas que se le proponen.
Continuaron las reuniones en las que se dispusieron actividades lúdicas de acompañamiento
emocional, respetando la resistencia al diálogo, a participar de instancias reparadoras y a en-
Justicia Restaurativa [ Apalategui

tablar algún tipo de confianza con la facilitadora. Resultaría irresponsable y avasallante lo con-
trario y conllevaría a más rechazo y desconexión. Cintia se muestra sorprendida y entusiasta al
juego a través del cual se expresa. Segura y decidida, impone su impronta a los encuentros con
interés en mostrar ideales y habilidades cognitivas. Reflexiva y contundente concluye diálogos
con respuestas pensadas y desafiantes. A la vez que pregunta y espera aprobación.
Luego de un lapso de tiempo y de algunas reuniones, Cintia comienza a participar de mane-
ra confiada, la reflexión sobre vivencias propias y en el marco de la relación de noviazgo con
Pablo, aspectos de su vida privada y su visión sobre el comportamiento de terceros, forman
parte del espacio compartido. Las emociones son contradictorias y la inestabilidad constante.
Las reuniones en presencia de terceros, con quienes Cintia se encuentra en el hogar influyen
en los cambios y distorsionan la franqueza. La necesidad de contar con espacios individuales
que brindan privacidad para favorecer el diálogo sincero se siente. Aspecto negativo de la si-
tuación de aislamiento social que en varias ocasiones impide a los jóvenes contar con espacios
privados o que al tenerlos no están preparados para posicionarse frente al otro y solicitar un
momento de privacidad a solas. Exponer a jóvenes y/o adolescentes a manifestar su necesi-
dad de privacidad frente a otro es posicionarlos, en muchas ocasiones, a una situación angus-
tiante como así también el pretender hacerlo por ellos. La facilitadora ingresa a la intimidad
del hogar familiar a través de la pantalla. Cada movimiento y mensaje tiene un impacto en el
otro y en el entorno que lo rodea, adecuarse a los contextos y realidades variantes, lugares,
presencias, situaciones de convivencia y a la vez intervenir asertivamente implica poner en
juego las habilidades y creatividad producto de la formación y experiencia.
Cintia tras este tiempo de escucha y acompañamiento comprometido expresa su deseo de
participar de un proceso restaurativo para solucionar los conflictos con Pablo. En una video-
grabación expresa su consentimiento. 195

La necesidad de hablar sobre la relación con su madre, con Pablo y de conflictos intrafamiliares
tornan las reuniones en espacios de autorreflexión que permiten visualizar el daño y el sufri-
miento concreto en su humanidad y en la humanidad de su madre. Refiere: “antes no lo veía” o
“no lo quería ver” y la decisión de Cintia de no volver a situaciones lastimosas es tan firme como la
dicotomía de no querer ver nunca más a Pablo, pero tener la certeza de que van a volver a encon-
trarse. Reflexiona acerca de la importancia de tener la posibilidad de elegir y de contar con herra-
mientas para la toma de decisiones asertivas, la necesidad de modificar formas de relacionarse
con su entorno y la oportunidad para recibir ayuda, expresar dudas, sentimientos y opiniones. Se
proponen entrevistas con la licenciada en Psicología integrante del Área de Mediación y Justicia
Restaurativa, la multidisciplina como medio fundamental para el abordaje de la estructura sub-
jetiva que posibilite trabajar estos aspectos de manera integral, la autonomía, revalorización y el
fortalecimiento para poder desarrollarse. Cintia quiere intentarlo y aunque varias veces se lo su-
girió y pidió su madre, es la primera vez que siente ganas de participar de un espacio terapéutico.

De las reuniones multidisciplinarias mantenidas en diversas etapas del proceso restaura-


tivo en curso, se desprende la necesidad de continuar con intervenciones que posibiliten: ]
// Acompañar la decisión de Pablo de sostener su compromiso de mantenerse alejado de Cin-
tia y su familia, no acercarse personalmente cuando quede en libertad ni a través del uso de
redes sociales y/o de medios telemáticos, como así tampoco enviar mensajes por medio de
terceras personas específicamente de amistades en común. Mantener respeto absoluto de la
necesidad y petición de Cintia y de Paola de no querer volver a verlo.
Justicia Restaurativa [ Apalategui

// Acompañar el sostenimiento de la participación en procesos terapéuticos personales centra-


dos en la historia de vida propia y dificultades subjetivas individuales, anteriores al ingreso en
la relación con el otro para poder visualizar y advertir la necesidad de trabajar sobre cuestiones
propias en un tratamiento para que las futuras relaciones sean más satisfactorias. El trabajo
psicológico profundo individual para operar eficazmente en la estructura subjetiva y el desa-
rrollo personal a partir del cual se puede pensar en la construcción de relaciones pacíficas.
// La incorporación al proceso restaurativo de la comunidad y personas allegadas, entre ellas: Car-
la, una joven amiga de Pablo de la infancia con la que Pablo se comunica frecuentemente aún
estando institucionalizado y por medio de quien mantiene un vínculo comunicacional con Cintia.
Destacando el rol colaborativo que podría tener Carla para prevenir conflictos. La abuela y madre
de Pablo como referentes afectivos familiares que permiten explorar y tener en cuenta posibilida-
des de despliegue y desarrollo personal satisfactorio para la reinserción del joven y su fundamen-
tal acompañamiento. Los bomberos voluntarios que acudieron al incendio en la casa de Paola per-
mitirán visualizar el daño individual y comunitario padecido, brindar aprendizaje y prevención.
En este sentido se realiza un círculo restaurativo con familiares de Pablo, en el que participan
sus hermanas, su madre y su abuela quienes dialogan respecto a aspectos positivos y adversos
de las relaciones familiares que mantienen, expresan sus emociones y opiniones respecto de
su accionar y logran alcanzar un acuerdo que determina la organización familiar y el lugar
habitacional que consideran más idóneo para acompañarlo en el proceso de cambio y cons-
trucción de un proyecto de vida respetuoso y enfocado en la formación, superación personal
y convivencia pacífica. Además se realiza una articulación con organismos locales y Pablo es
incluido en un dispositivo de Masculinidades de la Dirección de Políticas de Género de la Mu-
nicipalidad de Lomas de Zamora, construyendo de esta manera redes sociales que posibiliten
196 aprendizaje, deconstrucción y adquisición de herramientas y habilidades que le permitan al
joven sostener relaciones humanas y sociales respetuosas.

[ A modo de conclusión ]
Cuando una víctima pide intervención, estamos en presencia de un ser que ha sido dañado
y que está pidiendo ayuda. Ese es el punto de partida. Una oportunidad para colaborar con
lo mejor posible. Y ¿cómo podemos colaborar ante ese hecho que marcó su vida con dolor y
sufrimiento? Así como cada ser humano es único e irrepetible también lo son su sentir y nece-
sidad. Está en cada persona la respuesta misma y tomar decisiones por ella sin tener en cuenta
su voluntad, es nada más y nada menos que anularla y revictimizarla.
¿Podemos exigirle a una persona que cambie y que no reitere una forma de ser violenta y las-
timosa sin ofrecerle las herramientas para poder hacerlo? Si ante un hecho disvalioso se aplica
un castigo omitiendo abordar las causas subyacentes al delito y la participación de un proceso
de aprendizaje que permita adquirir conocimiento y habilidades para modificar hábitos indi-
viduales y sociales es muy probable que el comportamiento siga siendo el mismo.
Ante el delito se abre la oportunidad de intervenir en la vida de otros seres humanos en situa-
ciones adversas, tenemos la opción de actuar imponiendo medidas y soluciones arbitrarias
cosificando a las personas y manteniendo latente los conflictos o colaborar para intentar un
verdadero cambio en la humanidad, la resolución sincera de conflictos y mejorar la conviven-
\\ cia social. He aquí la muestra de un camino posible.
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

++ Prácticas restauradoras en situaciones de violencia de género


Eleonora Avilés Tulián / Argentina

Abogada de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Santa Fe. Integrante del Comité Organizador de los
Congresos Latinoamericanos de Justicia Restaurativa e Integrante de la Fundación Latinoamericana Objetivo 16.

Resumen Abstract
Los círculos restaurativos en las situaciones de Restorative circles in situations of gender violence,
violencia de género, se constituyen hoy en día como are constituted today as fundamental spaces
espacios fundamentales para sostener y recomponer to sustain and recompose the subjectivity of
la subjetividad de las mujeres que han sido víctimas women who have been victims of violence. The
de violencia. La respuesta tradicional en el sector traditional response in the public sector is limited
público queda circunscrita a la denuncia y el proceso, to the complaint and the process, when it is not
cuando no queda exclusivamente en el ámbito de exclusively in the “private” sphere, leaving aside
lo “privado”, dejando de lado la voz de las mujeres the voice of women who are victims of situations
víctimas de situaciones de violencia. Junto a la idea of violence. Along with the idea of recomposing
de recomposición de lo que ha sido dañado, se what has been damaged, there is the objective
encuentra el objetivo de la prevención; mediante of prevention; by means of a device so that the
un dispositivo para que los ofensores reeduquen offenders re–educate their attitudes and behaviors,
sus actitudes y comportamientos, y que las propias and that the victims themselves, based on their 197
víctimas, a partir de su experiencia en el grupo, se experience in the group, become true actors
conviertan en verdaderas actoras “diagnosticadoras” “diagnoses” of their environment. A critical analysis
de su entorno. Se realiza un análisis crítico de la of the current situation and the responses that
situación actual y de las respuestas que las mujeres women in situations of gender violence in its
en situación de violencia de género en sus múltiples multiple forms obtain. Examples of restorative
formas obtienen. Se define y se citan ejemplos practices are defined and cited as well as a review
de prácticas restaurativas a la vez que se hace un of national and international regulations and
repaso de las normativas y legislaciones nacionales e legislation on the subject matter. Finally, the need
internacionales sobre el tema tratado. Finalmente se for a paradigm shift is discussed that contemplates
discute la necesidad de un cambio de paradigma que moving towards restoration, as well as the
contemple ir transitando hacia la restauración, como construction of a culture of peace.
así también la construcción de una cultura de paz.
Key words
Palabras clave / restorative circles
\ círculos restaurativos / gender violence
\ violencia de género / prevention
\ prevención / reeducation
\ reeducación / subjectivity
\ subjetividad / restorative / restorative practices
\ prácticas restaurativas/restauradoras / culture of peace
\ cultura de paz / critical path
\ ruta crítica
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

[ Es ciertamente complejo y difícil ponerse en el lugar de una mujer que ha sufrido cualquiera de
las formas de violencia de género, por más desarrollada que tengamos nuestra capacidad de em-
patía y esto vale no sólo para los varones, sino también para algunas mujeres. Por lo que tal vez
y sólo tal vez y a manera de introducción, sería un buen ejercicio para todas y todos los lectores,
que nos detengamos a leer segmentos de testimonios reales de víctimas de violencia de género.
Los invito que los leamos:
“Para mí el espacio grupal fue fundamental, me sirvió para sostener, porque me encuentro con personas
que escuchan lo que me está pasando y me ayudan a ver que no era yo la culpable de todo lo que me es-
taba pasando, porque cuando llegué yo me culpabilizaba de todo, sentía que había fallado como mamá,
mujer, como todo”. (A).
“Hicieron que yo me reinvente. Un hombre violento me vino a reprimir lo que yo fui, el grupo y las chicas
de la institución me hicieron dar cuenta de que yo podía retomar todo aquello que yo hacía. Me encontré
con la que fui siempre, no la que encerraron, no la que sometieron, pusieron entre cuatro paredes y psi-
copateaban, entonces hoy estoy bien…”. (M).
“El grupo me permitió ver y escuchar, y cuando a otra mujer le está pasando lo mismo, decir, ‘no mirá…
yo también pasé por esto y hay formas de que salgas de esto’ todo lo que vas escuchando lo vas incorpo-
rando…” . (M).
“Saber que no era la única, me salvó de pensar que estaba loca, que iba a perder todo y lo peor de todo que
iba a perder a mi hijos… que nadie se iba a ocupar de ellos ni tampoco de lo que me pasaba, sentía que era
invisible para la sociedad”. (L).
Algunas de estas voces fueron recogidas en un trabajo de investigación realizado por el Cen-
198 tro de Asistencia a la Víctima y Testigo del delito, de la Defensoría del Pueblo de la provincia
de Santa Fe, Argentina. Como su título lo indica, Reescribiendo Historias entre Mujeres (2017), se
trata de una esclarecedora investigación que da cuenta de una línea de trabajo que viene rea-
lizando el centro de dicha institución desde hace varios años, alumbrando, entre otros temas,
la importancia de las prácticas restaurativas para las situaciones de violencia de género.
En esta función en especial que lleva adelante el centro mencionado, las y los profesionales
(psicólogas/gos, trabajadoras sociales y abogadas/dos) trabajan con aquellas mujeres que
fueron víctimas de algún tipo o situación de violencia, no sólo en los grandes centros urbanos
como las ciudades de Rosario o Santa Fe, sino también en otras localidades con menor densi-
dad poblacional como Reconquista, Rafaela y Venado Tuerto. Es decir, se trata de un trabajo
con un gran despliegue territorial.
Considero que el equipo de profesionales realiza prácticas restaurativas —o parcialmente res-
taurativas, para ser más específica— puesto que procuran habilitar a las víctimas, sus familia-
res u otros miembros de la comunidad, que pueden haber sido afectados directa o indirecta-
mente por el hecho o la situación violenta, devenida muchas veces en un delito, para que parti-
cipen directa y activamente en la respuesta, con la vista puesta en la reparación y la paz social.

[ Desarrollo ]
Existe una frondosa literatura que da cuenta del origen y desarrollo de diferentes tipos de
prácticas restaurativas en el mundo, especialmente en los pueblos originarios o indígenas, no
siempre disponibles, ya que los contextos históricos, económicos, culturales y políticos mu-
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

chas veces las han invisibilizado en razón de intereses poco comprensibles. Se busca la unidad
en la diversidad con el propósito de ampliar nuestra conciencia social y ser uno con toda la
humanidad, una humanidad que está representada en cada uno de nosotros. La conciencia es
un sustantivo femenino que se refiere a la capacidad para reconocer y percibir la realidad que
lo rodea; para relacionarse con ella, reconocerse dentro de ella y reflexionar sobre ella; y es
también el acto psíquico por medio del cual el individuo se reconocer a sí mismo en el mundo.
Para hablar de la filosofía que sustenta la Justicia Restaurativa, debemos decir que es una for-
ma de justicia que dialoga con la justicia tradicional, la comunitaria, la transicional y la retri-
butiva, para que, ante la comisión de un acto disruptivo, antisocial o la comisión de un delito
se pueda dar una respuesta que salga de la lógica binaria: se juzga al responsable y si se le
encuentra culpable se le aplica un castigo. Una respuesta magra, poco satisfactoria para todos
los afectados ya que, en general, el elenco de penas es bastante escueto en el mundo occiden-
tal. El sistema penal, particularmente, se ha caracterizado por estructuras con poca flexibili-
dad para contemplar las necesidades concretas de las personas involucradas en un conflicto o
delito. Algunos procesos desde su concepción tradicional del sistema penal siguen ofreciendo
sólo dos alternativas: la impunidad o el castigo, en donde la víctima y la comunidad, quedan
inadvertidas, una señal que impacta simbólica y objetivamente.
La conflictividad social en algunos temas es constante; en otros, mutante. Los niveles de vio-
lencia estructural, directa e indirecta nos interpelan a fin de pensar y reflexionar otras opcio-
nes, otras respuestas que nos permitan evolucionar como sociedad, conscientes de que lo que
hasta ahora construimos como legalidad debe construirse como legitimidad. En este sentido
algo que me impactó, por la simpleza con la que fue expresado, apelando al sentido común,
fueron las palabras del ex presidente uruguayo en la Primera Conferencia Internacional para
la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia; “El ser humano no ha podido salir de la pre- 199
historia, ya que aún no pudo salir de la lógica de la guerra” (Mujica, 2020) [ 1 ].
La insatisfacción que producen las respuestas del sistema actual nos provoca introspección,
reflexión, un volver sobre nuestros pasos, repensarnos, y, por qué no, preguntarnos: ¿puede
ser la Justicia Restaurativa, una respuesta que dé mayores posibilidades para la evolución de
las comunidades?, en la búsqueda del reconocimiento de cada una de nuestras individualida-
des como parte única y necesaria de esta aldea global.
Las personas en nuestro proceso de maduración de la vida, crecemos, cambiamos y evolu-
cionamos en nuestros pensamientos, sentimientos, percepciones del mundo y de lo que nos
rodea. Y lo mismo acontece con las sociedades: ellas también están llamadas a evolucionar.
Es por eso que las instituciones deben acompañar estos cambios para que brinden respuestas,
que estén a la altura de las circunstancias y las necesidades de los cambios propuestos.
Por ello es necesario ampliar la respuesta, y no dudo que es en la Justicia Restaurativa donde
vamos delineando este perfil. Como explica Zehr (2007), “…se corresponde con una forma de
ver la justicia penal que enfatiza la reparación del daño ocasionado a la gente y el restable-
cimiento de las relaciones en lugar de solamente castigar a los infractores.” En resumen: “se
trata de una variedad de prácticas que buscan responder al crimen de un modo más cons-
tructivo que las respuestas dadas por el sistema punitivo tradicional” (Kemelmajer, 2005). Las

[ 1 ] Primera Conferencia Internacional del acuerdo de Paz en Colombia-Visionado: https://www.youtube.


com/watch?v=2trVxfCeAGQ
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

Naciones Unidas (2006–2020), por su parte, la definen, como “una respuesta evolucionada al
crimen que respeta la dignidad de cada persona, construye comprensión y promueve armonía
social a través de la sanación de las víctimas, infractores y comunidad” (Manual sobre programa
de Justicia Restaurativa – Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito)

[ Los círculos restaurativos en situaciones de violencia de género ]


Puede decirse, en mi opinión, que se trata de prácticas “parcialmente restaurativas” porque,
en realidad, una práctica restaurativa como tal, debería contar con la participación, siempre
voluntaria, de la víctima —y cualquier otro miembro afectado por el delito—, el ofensor o
delincuente, el facilitador o facilitadora, la comunidad y el estado —un actor muchas veces
olvidado— para resolver cuestiones derivadas del hecho punitivo en cuestión.
Es decir que la Justicia Restaurativa o Restauradora puede considerarse un proceso que busca
habilitar a las víctimas, al infractor, a los miembros afectados de la comunidad, y, en determi-
nadas situaciones a el Estado, para que participen directa y activamente en la respuesta del
delito ó el hecho dañoso, con la vista puesta en la reparación y la paz social. Ya veremos qué
significa esto para quienes participan de estos espacios.

[ ¿Cómo se lleva adelante una práctica restaurativa? ]


Una de las formas que más se utilizan tienen que ver con espacios de encuentros guiados en-
tre la víctima y el victimario; círculos restaurativos en donde “se reúnen la víctima o el ofen-
200 dido, el adolescente o el adulto infractor, los familiares de ambas partes, así como amigos y
vecinos, con el objeto de gestionar y resolver el conflicto, atendiendo a las necesidades de la
víctima, del infractor y de la comunidad” (Pesqueira Leal, 2009).
En la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, son invitadas a estos círculos restaurativos, las muje-
res que han atravesado situaciones ó episodios de violencia de género. Destacamos aquí que
en la institución no se considera a las participantes como “víctimas” ni “mujeres maltratadas”,
sino que se las denomina como “mujeres en situación de violencia de género (...) al considerar
que han vivido o viven experiencias de desigualdad y abuso de poder por parte de una pareja
o expareja, pero no son sólo estas experiencias las que las constituyen o definen” (Asensio &
Nadalich, 2017).
En este caso en particular los círculos son parcialmente restauradores porque no se encuen-
tran presentes todos los actores —está ausente el ofensor— sólo están las víctimas -mujeres-
y la comunidad, la víctima y su familia, o la víctima con quien ella lo disponga.
No obstante, su objetivo sigue siendo el mismo. Los círculos se constituyen como espacios
fundamentales donde efectivamente la voz, los intereses, las necesidades, los pensamientos,
las emociones de las mujeres en situación de violencia de género son resignificadas por las
propias mujeres. Se trata de realidades que no se pueden abordar en otros ámbitos. Como ma-
nifiesta Faur (2012), “el grupo promueve recuperar la capacidad de soñar, el optimismo, el des-
cubrimiento de fortalezas, la creatividad y sobre todo la confianza en otros en quien confiar”.
Demás está decir que estos espacios se constituyen como lugares seguros, por ser confiden-
ciales, voluntarios, donde rige el secreto profesional, las personas no son juzgadas ni valo-
radas por lo que dicen, piensan y sienten. Aquí hay un reconocimiento de las percepciones
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

individuales, una escucha activa, empática, un diálogo que pretende recomponer algo que ha
sido percibido como roto o descompuesto.
La utilización de los círculos restaurativos en este ámbito, comienza a ser visualizada como
una herramienta eficaz y eficiente, así como una práctica útil al mismo tiempo, para lograr
trascender la violencia y volver a pensar en un proyecto de vida. En el ámbito de lo público,
de lo estatal, las acciones quedan circunscritas —generalmente— a la denuncia y al proceso
solamente, mientras que el ámbito privado es el reino donde todo (o nada) puede suceder.
En este sentido, la figura del facilitador es fundamental. Se trata de una persona encargada
de guiar el proceso de restauración del círculo en cuestión. Deben ser profesionales formados
para interactuar multidisciplinariamente a fin de realizar un abordaje integral del grupo, no
reduciéndose exclusivamente al campo de lo psicológico. Que puedan identificar necesidades
grupales e individuales, donde las mujeres son cuidadas en torno a lo que implica transitar es-
tos espacios, sabiendo que a veces es necesario volver al encuentro profesional personalizado
para poder retornar al círculo.
Insisto en el rol del facilitador como actor central en este proceso, ya que debe contar con un
entrenamiento en determinadas habilidades, a modo de ejemplo: la escucha activa, la comu-
nicación no violenta, la programación neurolingüística, el juego de roles, la organización de
reuniones, la creatividad, el autoconocimiento, la asertividad para el manejo de situaciones
difíciles, que le permita, por ejemplo, discernir cuándo es necesario derivar a otros espacios.
Podrían enumerarse otras herramientas comunes a la formación de los mediadores, aunque
no es lo mismo ser un facilitador que un mediador.
Pero con ello sólo no basta. Quienes asuman el rol de facilitadores de estos círculos deben, casi
diría como condición ineludible para el ejercicio de su función, estar formados en perspectiva 201
de género [ 2 ] y enfoque de derechos humanos, ya que en las situaciones de violencia estas
miradas son esenciales para no caer en las escenas revictimizantes, que suelen poner todos,
o casi todos, los cuestionamientos en la víctima. Quienes se comprometen con estos procesos
han comprendido que estos espacios constituyen verdaderos encuentros de transformación
personal, familiar y por lo tanto de transformación social, donde se generan vínculos y es ese
vínculo el que le da nuevo sentido a lo que hacemos. Ya no sólo el círculo es restaurativo: los
vínculos que conformamos lo son. Y las personas también.
La participación de un miembro de la familia o de la comunidad es un lugar estratégico para
sostener estos espacios, son lo que se han denominado el “tercer lado”, es decir, una persona
que tiene la capacidad de traspasar los inconvenientes que la inercia propia de dicho conflicto
acarrea, para traer a otros a sumarse a una tarea común. Es decir, “(…) es gente (de la comuni-
dad) que, usando un cierto tipo de poder (el poder de los pares) desde una cierta perspectiva,
en respaldo de un proceso (de diálogo, de no–violencia, comprensión y acompañamiento),
apuntan a un cierto producto” (Ury, 2000). Es un otro que sufre las consecuencias de la situa-
ción violenta, pero de una manera diferente a la de la víctima.

[ 2 ] Nota de la autora: Reconozco que nuestro país ha sancionado la ley N° 27.499 (denominada “Ley Micae-
la”) que impone a todos los niveles de gobierno la formación en género, pero ello sólo aún no es suficiente
porque sería como afirmar que porque el rol de facilitador está ejercido por una mujer está implícita la pers-
pectiva de género.
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

[ La Ruta Crítica. Breve referencia ]


En relación al recorrido de la mujeres en situación de violencia, cuando buscan ayuda insti-
tucional, es imprescindible mencionar el trabajo realizado por la OPS/OMS que dentro del
Programa mujer, salud y desarrollo desarrolla: “La ruta crítica de las mujeres afectadas por la
violencia intrafamiliar en América Latina”, publicada en el año 2000 (estudio de casos en 10
países) y es definida como: “La Ruta Crítica nos abre una puerta y nos lleva por los caminos que toman
las mujeres para salir de su situación de violencia. La Ruta empieza con la decisión y determinación de
las mujeres de apropiarse de sus vidas y las de sus hijos. Siguiendo esta Ruta, conocemos los factores que
impulsan a las mujeres a buscar ayuda, las dificultades encontradas para llevar adelante tal decisión,
sus percepciones sobre las respuestas institucionales, y las representaciones sociales y significados sobre
la violencia intrafamiliar que existen entre el personal de las instituciones que deben ofrecer respuestas
a este serio problema de salud pública. Al fin, aprendemos sobre sus frustraciones y resignaciones que, en
muchos casos, las llevan otra vez a la situación de violencia.”
Como vemos, es un concepto que reconstruye la lógica de las decisiones, acciones y reaccio-
nes de las mujeres en situación de violencia, así como los factores que intervienen en este
recorrido. La publicación citada también expresa: “Independientemente del país y lugar donde se
realizó la Ruta, las historias de estas mujeres revelan que existe una gran brecha entre el discurso de la
democracia formal que se emplea en estos diez países y la concreción de una verdadera justicia social
para las afectadas por la violencia intrafamiliar. A pesar de los avances en los últimos años, todavía no
garantizan a las mujeres el acceso pleno a sus derechos, lo que atenta contra sus oportunidades de vida
y su condición de ciudadanas.”
En la provincia de Santa Fe, producto de un trabajo de investigación, se publicó Ruta Crítica:
Trayectorias que siguen las mujeres en situación de violencia (Bassó, 2017), realizado por profesio-
202
nales del Centro de Asistencia a la Víctima de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, Argentina,
que da cuenta que una mujer para encontrar una respuesta institucional pública ó privada,
camina aproximadamente 400 kilómetros. Reflexiono inevitablemente que a esta altura de
los acontecimientos podría denominarse “laberinto crítico” y De los laberintos sólo se sale desde
arriba Leopoldo Marechal (1900–1970) ¿cómo lo haremos, sino es entre todos?
El camino que implica “el laberinto crítico”, hace dudar a la víctima de su propia vivencia, al
no ser reconocida, no encontrar una respuesta contenedora, confiable, en donde su voz pa-
deciente sea creíble. La mujer debe declarar, testificar, probar todo, a veces buscar estrategias
para defenderse de su ofensor. Qué paradoja la de la víctima, ya que pese a todas las bibliote-
cas, tratados internacionales, leyes, congresos, manifestaciones y estudios científicos, lo que
dicen las mujeres, todavía hoy, para muchos es poco creíble. Como enseña Rita Segato, “hay
una vulnerabilidad moral en la voz de las mujeres”.
Realmente me sigue azorando la complejidad del sistema, sobre todo teniendo presente que,
como afirma ONU Mujeres, 1 de cada 3 mujeres sufren algún tipo de violencia, que las muje-
res conformamos el 50% de la población, que las solicitudes de respuesta a los estados en este
tema son constantes y permanentes, y que llegamos en algunos países de la región a pedir la
declaración de emergencia por los femicidios.
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

Quiero resaltar aquí que las mujeres no llegan solas: están con sus hijos e hijas, niños, niñas,
adolescentes, de quienes, cuando pueden, y generalmente así lo asumen, se hacen cargo [ 3 ]
de este núcleo familiar que ha sufrido uno o varios hechos traumáticos con consecuencias para
todos. Estos eventos traumáticos, imposibles de anticipar y de evitar para estas víctimas —y
aquí incluyo a los hijos, hijas u otros familiares convivientes ó no de las mujeres— es imposible
de procesar objetiva y subjetivamente, es por ello que debemos dejar de concebir a las muje-
res en situación de violencia como sujetos aislados, solos, de estudio e interpretación, para
concebirlas como seres sociales, comunitarios, familiares, con deseo, con voz, con necesidades
y opiniones sobre lo que les sucede a ellas y a su entorno más íntimo.
Haremos una referencia a lo que se establece en la Ley 26.485/09 de protección integral para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarro-
llen sus relaciones interpersonales, vinculado especialmente con los espacios de reeducación
o de atención a los agresores.
Rescato, entre otros, el artículo 3º de la mencionada ley, que da cuenta de la integridad del
abordaje en lo más profundo de su propósito: “Derechos Protegidos. Esta ley garantiza todos los
derechos reconocidos por la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación con-
tra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer, la Convención sobre los Derechos de los Niños y la Ley 26.061 de Protección Integral de los dere-
chos de las Niñas, Niños y Adolescentes”. Asimismo en varios artículos se insta a la ejecución de
medidas concretas de prevención y protección así como a la adopción del principio de trans-
versalidad en todas las acciones que se adopten en cualquiera de los poderes del estado.
Me parece de vital importancia la mención legislativa de la difusión, sensibilización y capaci-
tación en violencia de género (definición y tipos: arts. 4° y 5°) en todos los niveles educativos
203
como modo de prevención, sino la especificación de generar espacios de “rehabilitación de los
hombres que la ejercen” (a la violencia), ya que son claves para poder construir una forma de
vinculación diferente. Es necesario incorporar activamente a todos los actores de esta tragedia
social, ya que implica también un espacio de contención para los varones, que puede generar
algún tipo de seguridad a la mujer violentada, no quedando sola en el trabajo de repensar las
situaciones violentas, sino que se incorpora al gran ausente de todo este proceso vivencial.
Hay que mencionarlo, reconocerlo, identificarlo, sacarlo del anonimato de la violencia, es una
medida que implica un seguimiento de las conductas y por lo tanto puede resultar preventiva
de posibles situaciones de violencia.
Para poder pensar una construcción diferente es necesario trabajar en la formación, en la edu-
cación y en la información no sólo de las víctimas y de sus hijos sino también de los agresores.

[ 3 ] Nota de la autora: Véase que en muchas situaciones las mujeres no pueden llevar consigo a sus hijos e hi-
jas; sólo les resta pensar como única posibilidad: salvar sus vidas. Cuando esto es relatado solemos escuchar
discursos acusatorios, con adjetivos que van desde: abandónica, loca, mala madre, zorra, histérica etc.; situa-
ción absolutamente diferente en el caso inverso. Los varones, como progenitores, nunca ó casi nunca son cas-
tigados tan duramente por una sociedad que sigue “naturalizando” como rol protagónico el de mujer/madre.
Cuando es la mujer la que se hace cargo de todo, de su propia vida y de la vida de sus hijos e hijas, esto debe
ser cumplido de modo impoluto, incuestionable, además de siempre estar en situación de rendir “cuentas”:
ante las solicitudes de un régimen de contacto por parte del padre, la crianza, la educación, los alimentos, las
actividades recreativas… su propia vida.
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

También es importante mencionar que quienes han estudiado e investigado las conductas de
los agresores, lo que destacan es que son un porcentaje mínimo quienes representan características
psicopáticas o que tienen problemas mentales, este grupo no podría ser incorporado a un espacio
restaurativo, por los numerosos fundamentos que hasta ahora han dado las ciencias sociales
y de la salud, lo que no es motivo de análisis en este texto.
Trabajar con los ofensores o agresores no implica abolir ni desestimar las denuncias y las ma-
nifestaciones de las mujeres víctimas de violencia, y esto debe quedar perfectamente en claro.
Pero sería contradictorio una forma de construcción de nuevos vínculos, relaciones y roles si
no incorporamos a todos los miembros de una comunidad, sociedad o de una situación de
violencia. Sólo podemos cambiar verdaderamente nuestras conductas y expresiones, si logra-
mos cambiar nuestros pensamientos y sentimientos.
Por último y con la aspiración de un mejor futuro para todos, entiendo imprescindible con-
cebir de manera urgente, espacios/círculos restaurativos para los hijos e hijas de la violencia
familiar, ellos también son víctimas y las consecuencias para sus vidas y para la sociedad son
graves, a veces irreparables.

[ No mediación. Sí restauración ]
Muchas veces suele prestarse a confusión que los diferentes tipos de prácticas restaurativas
que se realizan constituyen acciones que se resuelven desde el ámbito de la mediación. Sin
embargo, nada más alejado de la realidad.
En este sentido cabe destacar que el Estado argentino ha asumido compromisos contra la vio-
204 lencia hacia las mujeres tras la firma de tratados y convenciones internacionales que ha sus-
crito y ratificado constitucionalmente, entre ellos, la Convención para la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW) y la Declaración sobre la Eliminación
de la Violencia Contra la Mujer —la cual señala que la violencia es una violación de derechos
humanos—; en tanto que en el ámbito regional latinoamericano tenemos la Convención Inte-
ramericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer “Belem do Pará”.
La Ley N° 26.485, concretamente en su artículo 28, prohíbe la mediación. Estos espacios de me-
diación o conciliación no son lugares donde abordar las situaciones de violencia de género por-
que uno de los presupuestos de estos es que ha existido una co–construcción del conflicto, lo que
se busca es una salida consensuada del conflicto y en general la futurización de las relaciones.
Si hablamos de una situación de violencia, la víctima no puede haber co–construido su con-
flicto, y, además, hay una situación de asimetría en relación con el ofensor, el agresor, que ge-
neralmente es un varón. La asimetría referida no sólo tiene que ver con la construcción social
del género sino también con el poder implícito o explícito en cuestiones como lo económico,
el nivel de estudios, posibilidades de trabajo, cantidad de hijos/hijas, edad, existencia de al-
guna discapacidad o enfermedad, etc.
Entonces se da una situación de violencia de género. “La violencia de género es aquella que refleja
la asimetría existente en las relaciones de poder entre varones y mujeres y que perpetúa la subordina-
ción y desvalorización de lo femenino. Esta inequidad responde al patriarcado como sistema simbólico
determinante de un conjunto de prácticas cotidianas concretas que niegan los derechos de las mujeres y
reproducen el desequilibrio existente entre los sexos. La diferencia entre ésta y otras formas de violencia
estriba en que el factor de riesgo o vulnerabilidad es el sólo hecho de ser mujer”. (CEPAL, 1994)
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

Siguiendo a la CEPAL, diremos que el género es una construcción social que “se extiende a par-
tir de las diferencias biológicas entre los sexos para incluir un conjunto de normas sobre conductas y
actitudes aceptables y esperadas de cada uno de ellos” (1992). El género no es definido por el sexo,
es una construcción socio cultural, el género es lo que se entiende socialmente varón, mujer
o disidencias, es dinámico, puede cambiar conforme el tiempo y el lugar, produce diversas
desigualdades y jerarquías que dan preeminencia a los hombres y lo masculino.
Por ello insistimos en que debemos mirar los fenómenos de la realidad desde la perspectiva
de género y el enfoque de derechos humanos, lo que para muchos significa ponerse un lente
diferente. En el amplio mundo de las relaciones sociales no hay nada natural, todo es construi-
do. Por ello todas las situaciones, especialmente las crisis, los conflictos, las violencias tienen
diferente implicancia desde la perspectiva de género. La igualdad es el objetivo general, pero
no es lo mismo. Género es un sistema de ordenamiento social, perspectiva sistémica por lo
cual son susceptibles los cambios. Es un sistema, un conjunto de elementos que incluye: for-
mas y patrones sociales, prácticas asociadas a la vida cotidiana, símbolos, costumbres, senti-
dos comunes, identidades, vestimentas, tratamiento y ordenamiento del cuerpo, creencias y
argumentaciones, coexiste con otros sistemas, el de la masculinidad. La naturalización de la
violencia social, es la más amplia, pero la menos visibilizada.
Por ello es central la práctica y la Justicia Restaurativa como un sistema preventivo para no
llegar al femicidio, que es la última y más grave de todas las violencias de género. Entonces a
partir de estos espacios las mujeres podrían cambiar algo de sus vidas, y los varones —o los
que se constituyen como ofensores— pueden trabajar estas emociones y reeducar sus con-
ductas. Paralelamente al proceso que tiene lugar desde la Justicia Retributiva (sistema puni-
tivo) y que se basa en el cumplimiento de leyes establecidas por el Estado; se busca al mismo
tiempo promover este enfoque de la Justicia Restaurativa que pone el eje en las víctimas y en 205
la recomposición de su subjetividad.

[ Conclusión ]
En las últimas décadas el estado se ha comprometido desde todos los poderes que lo constitu-
yen y en todos los ámbitos internacionales, nacionales, locales, refrendando y dictando normas
(en el sentido amplio de la palabra) en relación a la problemática grave que implican las violen-
cias contras las mujeres. Además hay un diagnóstico claro de cuál es la situación de las muje-
res, no sólo en Argentina sino también en América Latina con datos que provienen de organi-
zaciones gubernamentales y no gubernamentales, y diversas organizaciones internacionales.
Ahora bien, ¿qué podemos entender por medidas preventivas? Las medidas preventivas no
se corresponden única y exclusivamente a la educación. Este es un eje importante, sin dudas,
pero no el único. La propuesta amerita una reflexión más; pensar qué tipo de sociedad vin-
cular queremos, qué significa ser varón o mujer, qué significa género y cuáles son los tipos de
violencia que hoy se ejercen, reconocer las diferencias para comprenderlas y aceptarlas. Ya
que si, aquello que nos constituye en nuestra esencia como seres humanos —conductas, pen-
samientos, creencias, sentimientos— no se encuentra legitimado por los parámetros socio-
culturales, sólo pareciera tener como único destino la eliminación ó la invisibilización, estas
respuestas no nos permiten salir de la lógica que justifica la violencia.
En otro orden, hay otra cuestión que me gustaría pensar y es esta repetición de las víctimas
en relación a la “Ruta Crítica”, todas las instituciones y organizaciones gubernamentales y no
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

gubernamentales pueden hacer mucho y cumplir un rol preventivo de violencias y de revic-


timizaciones (que también es un tipo de violencia). Esperar a que haya muchas denuncias o
lesiones físicas para recién ahí tomar medidas de protección implica aumentar los riesgos, el
sufrimiento, es una espera interminable, provoca un estado de vulnerabilidad y estrés per-
manente. Considero pertinente aclarar en este punto que no todas las mujeres estamos en
igualdad de condiciones aunque padezcamos las mismas situaciones de violencia, ya que los
niveles de educación, la etnia, la edad, la religión, la condición socio-cultural-económica-re-
lacional, son factores que de acuerdo a su combinación pueden generar una hiper vulnerabi-
lidad. De acuerdo a la condición en la que estemos y las herramientas materiales, simbólicas,
económicas, sociales, etc, con las que contemos, serán las opciones de respuesta que tendre-
mos, pero esto de ninguna manera implica una exoneración de la responsabilidad en la pro-
tección y cuidado de las víctimas por parte del estado para la atención integral de la violencia.
Es preciso contar con más y mejor educación (información), habilitar los espacios para los
ofensores para cambiar esta forma de vincularnos y de sociabilizarnos, la credibilidad inme-
diata como forma de prevenir la escalada de la situación de violencia de este conflicto vio-
lento, desigual y asimétrico. La humanización del sistema con la formación en perspectiva de
género, permanente, continua y evaluada, incorporando la palabra de las víctimas, porque
solamente ellas saben qué es lo que necesitan para ser verdaderos sujetos de derechos.
Por último, todas las iniciativas de políticas públicas deberían ser fortalecidas y enriquecidas
desde diferentes espacios, siguiendo las recomendaciones de la resolución 1325/2000 del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde reafirma el “importante papel que desem-
peñan las mujeres en la prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz, y subrayan-
do la importancia de que participen en pie de igualdad e intervengan plenamente en todas las iniciativas
206 encaminadas al mantenimiento y el fomento de la paz y la seguridad, y la necesidad de aumentar su
participación en los procesos de adopción de decisiones en materia de prevención y solución de conflictos.”

[ Construyendo Cultura de Paz ]


En la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, los círculos restaurativos para las situaciones de vio-
lencia de género se constituyen como espacios prácticos y útiles donde se visibilizan senti-
mientos, vivencias y percepciones acerca de sus propias realidades y de su entorno. La escucha
activa y contenedora busca recomponer el tejido social dañado. Hay un seguimiento y acom-
pañamiento de las mujeres por parte de las y los profesionales que los conducen.
El objetivo es que las palabras dolientes o los silencios forzados de las víctimas, tengan un
sentido, para que no vuelvan a suceder o bien lo menos posible. La aspiración es que se trans-
formen en iniciativas que respondan a la propuesta restaurativa integral desarrollada.
Y en esta idea de recomponer algo de aquello que se ha roto también se encuentra el objeti-
vo, más ambicioso quizás, de la prevención. Una prevención que seguramente hará eje en los
actores mismos de los círculos, no sólo para que los ofensores (o aquellos vinculados con los
ofensores) reeduquen sus actitudes y comportamientos, sino también para que las propias
víctimas, a partir de su experiencia en el grupo y de las habilidades adquiridas por su propia
causa puedan, al mismo tiempo, ser una actora diagnosticadora en el entorno social en que
usualmente se mueva.
Justicia Restaurativa [ Avilés Tulián

Debemos reforzar los compromisos institucionales y personales, coordinar desde las diferen-
tes organizaciones de derechos humanos con los estados para avanzar en políticas concretas y
sostenibles sostenibles en el corto, mediano y largo plazo. El horizonte que nos alienta es con-
tribuir a la construcción de una cultura de paz; dinámica, participativa, inclusiva y respetuosa
de todos los seres humanos y sus derechos.

Bibliografía

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//
Justicia Restaurativa [ Carbajal

++ Paz y Derechos Humanos en


Contextos de Desigualdad Sustantiva
Liliana M. Carbajal / Argentina

Arquitecta, Universidad de Buenos Aires (UBA), Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (CABA). En los últimos años 2011–2018 desarrolla trabajos diversos en temas urbanos y DDHH en la
Defensoría del Pueblo CABA y participa en proyectos de investigación del Centro de Estudios del Hábitat y
la Vivienda, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo UBA. Es autora de publicaciones diversas y parti-
cipa como panelista o conferencista en congresos nacionales e internacionales en las temáticas asociadas.

Resumen Abstract
El análisis de los procesos sociales–territoriales– The analysis of the ongoing social–territorial–
urbanos–políticos en curso revela la profundidad urban–political processes reveals the depth of
de las injusticias en términos de los DESC, el injustices in terms of Economic Social and Cultural
Derecho a la Ciudad, los DDHH y también — Rights, the Right to the City, the Human Rights and
formula el texto— ciertos desencajes del ideario also —the text formulates— certain unleashes of
y de los modos de abordaje en el territorio de los ideology and modes of approach in the territory of
procesos de gestión o transformación de conflictos. the processes of management or transformation of
208
Desde aquí se intenta esbozar algunas señales para conflicts. From here we seek to outline some signals
contribuir, desde este campo, a correr el horizonte to contribute, from this perspective, to push the
de lo posible en la construcción de ciudades justas, horizon of what is possible in the construction
plurales e integradas. of just, plural, and integrated cities.

Palabras clave Key words


/ ciudad y territorio \ city and territory
/ gestión o transformación de \ management or transformation
conflictos sociales–urbanos–territoriales of social–urban–territorial conflicts
/ DESC \ ESCR
/ Derecho a la Ciudad \ Right to the City
/ DDHH \ Human Rights
Justicia Restaurativa [ Carbajal

[ En el marco de las transformaciones de las últimas décadas y de los procesos en curso, vivimos
en tiempos en los que la ciudadanía social (DESC) y la ciudadanía urbana (Derecho a la Ciu-
dad) están siendo puestas en juego. Es preciso entonces que renovemos la mirada del campo
de gestión o transformación de conflictos sociales urbanos territoriales, entre ellos la Justicia
Restaurativa. Esto es, un movimiento desde y hacia este campo con el fin de complejizar los
principios, saberes y modos de intervenir.
Cabe retomar entonces, aquellas preguntas formuladas en el 1º Congreso Latinoamericano de
Justicia Restaurativa: ¿qué queremos restaurar?, ¿aquello que había antes del daño, esto es, que cada
cual vuelva a su lugar geográfico–social–simbólico?, ¿no será necesario pensar en procesos de transfor-
mación de las condiciones por las cuales emergió la violencia? En este caso, la Justicia Restaurativa
puede ser un proceso que no es un punto de llegada sino un nuevo punto de partida, o las dos
cosas a la vez. Luego, el hecho que llamó nuestra atención, puede ser el elemento visible, un
síntoma de fallas o procesos más generales y la señal de la necesidad de un nuevo orden de las
palabras y las cosas. (Carbajal, L. Rosario, 2019).
Desde aquí, en una primera aproximación cabe la distinción en cuanto a que los procesos res-
taurativos refieren a planos, cualidades e intensidades muy distintas, a veces en escenarios de
violencia radical, otros que no han transitado experiencias tan dolorosas, pero cuya base o el
motor de la violencia puede ser el mismo: las desigualdades…
En cuanto a los primeros, se abren las preguntas formuladas en un texto que recorre procesos
distintos, casi contratantes, Sudáfrica y Argentina. ¿Cómo puede una comunidad política rehacerse
como tal, o hacerse tal, tras el daño?, ¿qué hacer con lo irreparable?. (Hilb, Claudia; Salazar Philippe,
Joseph y Martín Lucas C. 2014).
Estas preguntas abren la reflexión alrededor de ambos procesos que pueden resumirse o re- 209
presentarse con la idea general de Verdad, Justicia, Perdón (Sudáfrica); Ni Olvido ni Perdón,
Juicio y Castigo a los Culpables… (Argentina). En Argentina, el encuadre se completa en la ex-
presión social con forma de canto en las manifestaciones por los derechos humanos: a donde
vayan los iremos a buscar!!!, que nació en los años 80 y se sigue cantando hasta nuestros días,
como reafirmación de un ideario o en tanto este es un proceso inconcluso. Vale la aclaración
en cuanto a que la idea de los iremos a buscar no conlleva un ánimo de venganza, sino que refie-
re exclusivamente a llevar ante la justicia a quienes han cometido delitos de lesa humanidad.

// Banksy //
Justicia Restaurativa [ Carbajal

En este sentido, es oportuno señalar que aún cuando se promulgaron leyes que atenuaban las
penas o daban un paso atrás en las condenas (indultos), no hubo ningún hecho de venganza
por parte de las víctimas. Sí por parte de los perpetradores, como la re-desaparición, ahora en
democracia, de Julio López, víctima y testigo central del juicio a su torturador Miguel Etche-
colatz, uno de esos personajes, como se dijo, “empapados en sangre”. La experiencia argentina
es singular en tanto los juicios se desarrollaron en el territorio y por la justicia ordinaria del
país en el que se perpetraron los delitos (torturas, crímenes, desapariciones, des-identifica-
ción y apropiación de niñes desde sus hogares o nacides en los centros clandestinos de deten-
ción). El recorrido de los organismos de DDHH, tanto en la búsqueda de justicia como en la
construcción de memoria puede verse como ejemplar. Las Madres y las Abuelas de Plaza de
Mayo se han constituido en una referencia en el mundo. Otras experiencias llegan, como se-
ñaló Libardo Orejuela Díaz para el caso de Colombia, como la salida de un estadio: “50 años de
violencia–500 mil muertos, no damos más, tenemos que acabar con la violencia de algún modo.” (2014).
Sudáfrica hizo un proceso en la línea de la Reconciliación. En Argentina no hubo Perdón ni Re-
conciliación. ¿A quién le fue mejor? La historia, la humanidad, cada sociedad y cada une podrá
valorarlo, pero lo que se revela en estas referencias es que lo que a los ojos de una comunidad
puede aparecer, entonces, como la solución más justa, más ética, más democrática, el proble-
ma del Mal, puede aparecer, desde otra mirada, que no lo es. Entonces: “depende”, y a modo
de primera indicación, los procesos no deben dejar de lado, deben asumir, las condiciones
culturales y políticas del contexto de acogida. (Carbajal, L. 2014)
Luego, deberíamos advertir que las fórmulas de perdón o la reconciliación pueden ser absolu-
tamente legítimas en lo individual pero esto resulta al menos complejo en lo colectivo. No
se puede legislar el perdón, decía una Madre de Plaza de Mayo, y las principales víctimas ya no
210 están, o aquellos niñes, hoy hombres y mujeres, transitan la vida sin saber quiénes son, mien-
tras son buscados incansablemente por sus abuelas. Al fin, si como se ha dicho “toda socie-
dad, es una asociación no sólo entre los vivos, sino entre los vivos, los muertos y los que han de nacer”
(Edmund Burke, cit. en Terán, O. 2004), el conjunto Memoria, Verdad y Justicia puede ser el
camino para rehacerse después del MAL y lograr un Nunca Más.

// Marcha DDHH, Argentina, 2017 //


Justicia Restaurativa [ Carbajal

En cualquier caso, los procesos deben entenderse en el sentido que propone el gran filósofo
Gianni Vattimo en su Lezione di Congedo (Lección de despedida, Turín) bajo el título: “Del diálogo al
conflicto”. Él dice, antes está la violencia, el deseo de eliminar al otro, física o discursivamente…
Cuando logramos entrar en el diálogo, entonces, es cuando podemos estar ante el conflicto.
(Vattimo, G. 2014). Así, podemos inferir, que aún dejando de lado el perdón o reconciliación, si el
proceso no se orienta a abordar las condiciones que hicieron posible su emergencia, un acuer-
do puede ser solo una tregua en la cadena de violencias, probablemente la violencia tomará
otras formas, pero la violencia está ahí…
Otro conjunto que nos ocupa es el que refiere el texto de presentación del Congreso cuando
coloca la desigualdad como “marco en el que se potencia y escala la conflictividad, y se hace necesario re-
pensar nuestra formas de vincularnos, de prevenir y gestionar las situaciones que inciden en los conflictos,
las violencia, los delitos”… Lo primero que se puede decir es que si se trataba de prevenir, llegamos
tarde, esto es, después del daño. Pero, si el daño se sigue sucediendo, si las condiciones estruc-
turales se sostienen, entramos en una continuidad también de lo restaurativo, como un estado
permanente, quizás infinito, tal vez no con los mismos protagonistas pero sí en una superpo-
sición de daños en distintas direcciones, en los cuerpos, en las relaciones, en el tejido social.
Vivimos en el continente más desigual del mundo, con una desigualdad que se amplía y pro-
fundiza, que el COVID–19 agudiza. La desigualdad se reproduce o se sobreimprime en las ciu-
dades de la región, ciudades de la opulencia y la miseria en la misma postal, ciudades de un
contraste ominoso.

// Puerto Madero – Villa Rodrigo Bueno, enclaves a solo unas pocas cuadras de distancia.
Imágenes: José Luis Schanzenbach. Defensoría del Pueblo CABA, 2018. // 211
Justicia Restaurativa [ Carbajal

En este escenario se suceden violencias múltiples y diversas, violencias densas, violencias de


proximidad, violencias… Las desigualdades, la exclusión o segregación social y espacial, las
expulsiones, el desamparo, el hambre, propician otras violencias, algunas hacia los otros. Como
refiere un estudio sobre jóvenes en la periferia de Córdoba, provincia argentina… “donde todo
es violencia nada es violencia” (Duschatzky–Corea, 2004) y ahí cabe la propia muerte cuando se
asume que “al final no nacimos pa’semilla” (Alonso Salazar, 1991, Medellin).
Estas condiciones pueden darse en escenarios que se perciben como pacíficos, lo cual nos su-
giere que la paz no es “el bien”, sino solo en determinadas circunstancias políticas, sociales y
culturales. Se trata, entonces, de que problematicemos la idea de Paz, desde nuestras claves
ideológicas, conceptuales y metodológicas, y desde allí intentemos delinear procesos com-
plejos, desde los cuales contribuir en la construcción de una Paz con justicia social, un mundo
más humano, en el que quepamos todes.
Los conflictos pueden observarse como síntoma, como señal o elemento visible de algunos
fracasos o de un desencaje entre los procesos sociales–económicos–políticos–culturales y las
transformaciones con capacidad de contener la diversidad de situaciones que se suscitan en el
territorio. Una globalización asimétrica, múltiples procesos de orden regional, nacional o lo-
cal, una nueva fase del capitalismo, tanto en el Norte como en el Sur global, que David Harvey
identifica como un capitalismo de acumulación por desposesión, la financiarización de las ciudades
como describe Raquel Rolnik, las expulsiones en múltiples formas y sentidos, que analiza Sas-
kia Sassen, “la vida a pura la intemperie, porque la ciudad ya no cobija”, como refiere Gabriela
Massuh, o los procesos de construcción de subjetividades en el orden capitalístico, colonial y pa-
triarcal como analiza Suely Rolnik van produciendo lo que José Nun, enunció hace algunos
años como democracias excluyentes y vivimos como dijera en estos días Boaventura de Sousa
212 Santos, en un tiempo simultáneamente de conflicto y de repetición.
Vivimos en un mundo cada vez más urbano, con disputas más o menos intensas, disputa por
[y en] la ciudad, una ciudad disputada, una ciudad (re)negada…
A veces ocurre que, como formula Ana Esther Ceceña, el espacio del conflicto como el lugar de
expresión de lo que en principio es considerado irrebasable, se convierte en el espacio del Ya bas-
ta!!! (2002) La ciudad y el territorio recuperan así su condición de espacio de la política. En un
escenario de malestar creciente, alguna mínima novedad puede ser “la gota que rebasa el vaso”.

// Barrio de La Boca, CABA // // “Chile llora” //


Justicia Restaurativa [ Carbajal

Las grandes manifestaciones que se dieron en el mundo, hasta el COVID–19, a las que refiriera Ig-
nacio Ramonet como rebelión popular, social, planetaria, son, aunque heterogéneas y en general
sin un programa, expresiones de algo más que un malestar, y focalizadas en las causas del ma-
lestar (2020). En Chile (2019), una sucesión de manifestaciones culmina en lo que ellos mismos
llamaron “reventón social”. Una referencia muy contundente: no es por 30$, es por 30 años y, como
señaló Juan Pablo Luna en aquellos días, “el vaso se desbordó pero ocurre que ahora el vaso también está
roto” (2019), un no va más radical, un daño humano (inhumano) tremendo. (Carbajal, L. 2020)
También emergen fuerzas reactivas, a los procesos que intentan condiciones más equitativas
y plurales… Quemaron la Whipala, dijo Evo Morales, esto es, como dijera un referente político,
se cargaron un entramado social cultural político, eso simboliza la Whipala. Se expulsó la bandera
de un estado plurinacional y entró la Biblia al Palacio, imponiendo una única moral. La emoti-
vidad —el odio—, que prima en muchas de estas manifestaciones, como señala Álvaro García
Linera demarca nuevas fronteras y nuevos “enemigos”.
En lo general las respuestas desde el Estado, con distintos grados de violencia real o simbólica,
suelen estar orientadas a retrotraer o restaurar el estadio anterior y como efecto disciplinador
o de “control social” de los grupos sociales que sufren o se revelan a las políticas excluyentes,
discriminatorias, o que amplían la brecha de las desigualdades. En su versión extrema po-
demos inscribir el reciente asesinato de George Floyd y que estimularon manifestaciones en
todo el mundo con el no va más a los racismos.
En Argentina tuvimos nuestros George Floyd, cuando en el marco de una acción (ilegal) de la
gendarmería resulta muerto Santiago Maldonado, un joven identificado con las víctimas del
poder colonial, o cuando con tiros por la espalda muere Rafael Nahuel integrante de estos
grupos históricamente oprimidos o avasallados (Mapuches), las protestas por estos hechos
213
fueron brutalmente reprimidas…
En cualquier caso, las tensiones en el territorio son el signo de nuestro tiempo, y emergen una
diversidad de términos, fórmulas dispositivos que suelen resultar como formula Jordi Borja
“trampas del lenguaje” (2012) o como señala José Mansilla con “significantes flotantes”(2020).
Esto es, cada término puede entenderse con significados muy distintos, a veces contrarios. Uno
de esos términos o fórmulas es precisamente el que nos convoca diálogo. Entre tantas referen-
cias de estas divergencias de sentidos, una representante indígena le dice a la coordinadora de
un Programa Especial para la Promoción del Diálogo y la Resolución de Conflictos de la OEA:
“Mire, nosotros no estamos interesados en el diálogo. Ya participamos en 21 diálogos con el Gobierno y
todavía no ha hecho lo que le pedimos.” A este malestar/rechazo, quienes proponen o llevan ade-
lante estos procesos, lo encuadran como “fatiga del diálogo”. Si no se entiende que la fatiga es por
el ninguneo, la falta de respuestas a los problemas, las injusticias, la vulneración de derechos
de forma radical y persistente, no avanzamos. Así, la fórmula deviene fetiche, los procesos de
diálogo un espacio espectral de ciudadanía. En otros casos como el Diálogo en Ecuador (2019),
como “salida” de una confrontación radical en las calles, la misma presentación de la experien-
cia revelaba que el proceso funcionó como desmovilizador o propició la división de los distintos
movimientos sociales y el proceso fue al menos funcional al poder opresor: lograr la paz a la vez
que sostener el avasallamiento de derechos. Cuando le preguntaron en una entrevista al ex–
presidente Rafael Correa acerca de este proceso dijo: qué diálogo? Eso no fue un dialogo!!! (2020).
En lo local, una toma de escuelas chicos/jóvenes (12 a 17 años), un corte de calle o un acampe
por parte de los movimientos sociales, dan lugar a intervenciones desde organismos de de-
fensa, mediadores, o instancias mediadoras… Luego los protagonistas de las protestas dicen:
Justicia Restaurativa [ Carbajal

siempre nos jodieron, vienen para desactivar la protesta, y después chau!!! No hacen nada. En los ins-
titutos penales los detenidos se suben a los techos o provocan incendios para que se escuche
que necesitan ser cuidados. Un documental “La visita” (director: Jorge Leandro Colás, 2019);
registra la llegada de mujeres, hombres y niñes a la visita a los presos de la Cárcel de Sierra
Chica, en donde además de su dolor, sufren la violencia institucional. Un chico en situación de
calle, dice: “la policía primero te da un par de bifes (golpes), después te pregunta cómo te llamás, qué
estás haciendo… aunque solo estés sentado en un banco de la plaza…”.
En la ciudad se despliegan una diversidad de dispositivos: observatorios, talleres, procesos de diálogo,
acuerdos de convivencia, que en nombre de la “convivencia ciudadana”, se intenta —y en muchas oca-
siones se logra— “normalizar” u “homogeneizar” modos de vivir. Una consecuencia casi natura-
lizada: la segregación social–espacial o la expulsión de aquellos que “no encajan”: les vendedores
ambulantes, quienes ofrecen sexo en la calle, los géneros no binarios, les jóvenes, les artesanos, les
graffiteros, les que duermen en la calle y tantes otres, (re)produciendo desigualdades múltiples…
El territorio deviene así en espacio de disputa y productor de sentidos en las luchas por el De-
recho a la Ciudad o simplemente el derecho a quedarse, el derecho a estar. Así, como señala David
Harvey, el derecho a la ciudad “es un grito, una demanda […] es un grito que se escucha y una deman-
da que tiene fuerza en la medida en la que hay un espacio, a partir del cual y dentro del cual, ese grito y
esa demanda son visibles”. (2013)
Un proceso de transformación de conflictos, un proceso de Justicia Restaurativa pueden ser
ese espacio, pero, otra vez, depende. Depende de su ideario (saberes y principios), de su instru-
mentación, de su puesta en juego en el territorio.
El COVID–19: suspende la calle, la desigualdad se agudiza. El virus puede llegar a todes pero el
214 impacto no es igual en la sociedad y en el territorio… Se superpone o se intensifica la distribución
asimétrica de ventajas y desventajas y de los beneficios de la ciudad, con procesos que suelen
ser acumulativos (Ziccardi A., 2020) Lo vemos en Chicago, en la periferia de París, o en nuestra
región… La brecha social se traduce en una brecha sanitaria, el aislamiento arroja a la pobreza a mi-
llones de personas. Esto, como se señala en un análisis del impacto en la periferia de París, “genera
miedo y rabia a la vez, porque muchos se sienten abandonados, es como si la vida de ellos no tuviera ningún
valor.” (Hamza, E., 2020). El “quédate en casa”, como si todos tuvieran un techo y una vida digna se
transformó en el “quédate en tu barrio”… otra vez, vidas que no valen igual, algunas no valen nada.
En Buenos Aires, el Jefe de Gobierno dice que están trabajando muy bien en las villas, pero
no es así como se vive en el territorio… prima el maltrato o el destrato estatal. Advierte una
referente barrial en un espacio de las Villas: puede haber rebelión popular!!! En una reunión de
lo que se llama Comité de Crisis, una consejera estalla: Basta con esta maldita farsa!!! nunca dan
respuesta!!! (29 de mayo/Villa 31)
En el inicio de este proceso, murió Ramona, una referente de “La Poderosa”, una organización
social que Boaventura de Sousa Santos destaca como una de las más relevantes en Latinoamé-
rica (2020). Ramona vivía en la Villa 31, con unos 60 mil habitantes en una ciudad con un pre-
supuesto de ciudad global, en la que trabajan centros de mediación, centros de acceso a la justicia,
defensorías judiciales y defensorías del pueblo y diversos actores institucionales, académicos y sociales…
pero sin embargo la voz de Ramona —como tantas otras voces— no fue escuchada: “todo el día
diciéndonos que debemos lavarnos las manos para protegernos del virus, pero no tenemos agua….” decía
Ramona en un video que circuló en las redes, le hablaba a las autoridades de gobierno, se veía/
se sentía su angustia. Hacen que escuchan, hacen que hacen, dicen les vecines. La Poderosa escribió:
Ramona no murió, a Ramona la mataron los dueños del silencio, los cómplices de la indiferencia, los mudos
Justicia Restaurativa [ Carbajal

de la justicia, ¡la mataron!”. Algo estamos // http://lapoderosa.org.ar mayo de 2020 //


pensando o haciendo mal… Dice La Po-
derosa, “y entonces nos queda nuestra propia
capacidad de organizarnos, para cuidarnos de
los que vienen a ‘salvarnos’ (…) esta realidad
tiene que cambiar hoy mismo (…) será muy
difícil hacerles entender a los pibes de cual-
quier esquina el valor que tiene tu vida, tan
indiscutiblemente sagrada, mientras les ha-
gamos creer que la suya no vale nada” (2020)
Roger Waters, a través de la Poderosa,
envió un mensaje muy bello: “a su familia y a todos en la Villa 31”, que al final dice: casi digo que no
tengo palabras, pero sí sé qué decir, sé exáctamente qué decir, por supuesto, que Ramona tenía razón”.
En estos días, hay un consenso en cuanto a que “la salida de esta situación absolutamente inédita, va
a ser una salida con fuertísimas tensiones…” La pandemia abre espacios de conflicto y tal vez la am-
plitud de la crisis abre la oportunidad de una transformación en distintos registros. Entonces, la
Justicia Restaurativa puede ser uno de los dispositivos a poner en juego, pero debe inscribirse
en un proceso más amplio e integrarse en una acción conjunta, que haga ciertos los DDHH.
Se trata así de generar espacios y procesos que abran a posibilidad de que la energía de los
movimientos sociales pueda convertirse en fuerza transformadora, un espacio emancipador.
(v. Boaventura de Sousa Santos, 2019). Se trata al fin, de transformar todo lo que haya que
transformar, para que los pibes (niñes, jóvenes) de cualquier esquina sientan que su vida vale, y
desde allí puedan valorar otras vidas….
215
La pandemia es una ventana de oportunidad para repensar nuestros saberes, nuestras prácticas y
nuestro rol en los conflictos sociales urbanos territoriales, encontrar una “brújula ética” (Suely Rol-
nik) para nuestras intervenciones y, como sugiere la inestimable colega Fadhila Mammar, “rein-
ventarnos” (2018) Entonces, como he dicho en otras ocasiones, es preciso que un congreso sea
más que un congreso, que sea un modo de vida, para Otro por-venir de los procesos de abordaje de
conflictos, esto es, orientados y ocupados en la construcción de ciudades justas, plurales e inte-
gradas…. El Derecho a los deseos, el Derecho a la Ciudad, los Derechos Humanos, para todas, todes y todos.

// Alejandro Nató, Liliana Carbajal (material cursos) // // Urban Thinkers Kids “La voz de los niños, niñas y
adolescentes”. Min. Público de la Defensa, 2017 //
Justicia Restaurativa [ Carbajal

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Justicia Restaurativa [ Carbajal

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Compilación María Mercedes Di Virgilio Prólogo de Manuel Castells. Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
CLACSO, Libro digital, PDF (Antologías del pensamiento social latinoamericano y caribeño / Batthyány, Ka-
rina). iblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20101029064541/7verdera.pdf

\\ Imagen Chile llora: https://elinformatedigital.com/wp-content/uploads/2020/03/chile-llora.jpg

\\ Imagen Marcha Pañuelos Blancos: https://ep01.epimg.net/internacional/imagenes/2017/05/10/argenti-


na/1494431965_661817_1494518338_noticia_normal_recorte1.jpg

217

//
Justicia Restaurativa [ Corley

++ Conferencia realizada en el marco del panel “Interpelando


la naturaleza de lo restaurativo: aportes filosóficos y episte-
mológicos sobre el campo restaurativo y la cultura de paz”,
del 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa
Andy Corley / Reino Unido

Presidente y CEO de Prison Prison Fellowship International (PFI).

Resumen Abstract
Este artículo desarrolla la relación de conexión This article develops the connection relationship
que existe entre las personas y cómo afecta esa that exists between people and how this
interrelación a la vida familiar y comunitaria. Desde relationship affects family and community life.
la perspectiva del autor, la Justicia Restaurativa From the author’s perspective, Restorative Justice
no solo es un servicio que responde al crimen o la is not only a service that responds to crime or
mala conducta sino se puede considerar como un misconduct but can also be considered as a social
movimiento social que transforma la sociedad. movement that transforms society. It demands
Exige una coalición de la voluntad que ve y a coalition of the will that sees and understands
218 entiende la justicia restaurativa como una mejor restorative justice as a better way of life. Restorative
manera de vivir. La justicia restaurativa tiene el justice has the potential to heal people, reconcile
potencial de curar a las personas, reconciliar las relationships, and bring people together; to uproot
relaciones y unir a las personas; para desarraigar systemic and structural injustices and bring them
injusticias sistémicas y estructurales y sacarlas a la to light so they can be addressed.
luz para que puedan ser tratadas.
Key words
Palabras clave / Restorative Justice
\ Justicia Restaurativa / relationship
\ relación / social movement
\ movimiento social / crime
\ crimen / transformation
\ transformación
Justicia Restaurativa [ Corley

[ En un espacio pequeño ubicado entre los edificios altos de Nueva York se encuentra el par-
que de Ralph Bunche. Enfrente del parque se encuentra el edificio con la sede de las naciones
unidas. El parque lleva el nombre del primer afroamericano en ganar el premio nobel de paz
en 1950 por su trabajo en el conflicto árabe israelí. También fue instrumental en desarrollar la
declaración universal de los derechos humanos.

[ Texto de Isaías ]
En la pared del parque están unas palabras de Isaías inscritas “Golpearán sus espadas en rejas
de arado y sus lanzas en podaderas. La nación no alzará espada contra la nación, ni aprende-
rán más la guerra”.
Estas palabras reflejan el concepto en la tradición judeocristiana conocida como shalom. Pero
el concepto también existe en otras tradiciones religiosas e indígenas. La palabra hebrea a
menudo se traduce como paz, pero eso solo captura parcialmente su esencia. Expresa la visión
de Dios para su reino donde vivimos en una relación correcta con Dios, nuestro prójimo y toda
la creación. Es una imagen de cómo deberían ser nuestras relaciones, nuestras familias, nues-
tras comunidades y nuestro mundo.
Es una visión del mundo hacia el cual seguimos progresando y un estado del ser que anhelamos.

[ Dos principios fundamentales de la Justicia restaurativa ]


Me gustaría destacar dos verdades centrales relacionadas con shalom porque son fundamen- 219
tales para vivir en una relación correcta entre sí:
1// todos estamos interconectados y;
2// todos tenemos dignidad y valor inherentes como hijos de Dios.

[ Interconectados ]
Nuestro mundo está conectado como nunca antes. Vivimos en una red de relaciones que va
más allá de nuestras familias y vecindarios y se extiende a personas de otras ciudades, estados
y naciones.
Los eventos económicos, sociales y políticos en todo el mundo se convierten en preocupacio-
nes locales. Una pandemia que se originó en China nos afecta a usted y a mí. Desde Inglaterra,
puedo unirme a esta importante reunión con otros de América Latina y España. Las voces en
los Estados Unidos que protestan por la muerte de George Floyd y la brutalidad policial están
relacionadas con la esclavitud en los Estados Unidos e Inglaterra. La guerra en Siria continúa
produciendo una crisis de refugiados para sus vecinos.
Desde esta perspectiva de interconexión, el crimen daña a las personas y las relaciones. Pero
se extiende hacia nuestras familias, comunidades y más allá.
Si bien el crimen causa relaciones rotas, también fluye desde las relaciones y comunidades
rotas. El crimen ocurre dentro de un contexto de heridas más profundas, desequilibrios de
poder y estructuras injustas.
Justicia Restaurativa [ Corley

El problema del crimen y cómo manejarlo es un problema grandísimo en todas partes. Todos
estamos interconectados.

[ Respeto para los demás ]


Una segunda verdad fundamental para vivir en una relación correcta entre nosotros es que
cada persona tiene dignidad y valor inherentes. Esta verdad central es la base de la libertad,
la justicia y la paz en el mundo. Esto fue afirmado en el primer artículo de la Declaración Uni-
versal de Derechos Humanos que Ralph Bunche ayudó a desarrollar. Lo cito: todos los seres
humanos nacen libres e iguales, en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia
y deben actuar unos con otros en un espíritu de hermandad.
Por consiguiente, está el principio que debemos respetar a todas las personas, independien-
temente de sus acciones pasadas, buenas o malas, su raza, género, orientación sexual, edad,
discapacidad, creencias religiosas o posición en la sociedad.
La Justicia Restaurativa es una respuesta al crimen que tiene su raíz en estos dos principios.
Se basa en la premisa de que la justicia debería reparar el daño que surge del crimen. De la
misma manera que el daño se propaga hacia afuera, la justicia debería extenderse hacia afue-
ra y conducir a la integridad y el bienestar dentro de nosotros, nuestras relaciones, nuestras
comunidades y nuestro mundo.

[ La visión de PFI y su trasfondo en la Justicia Restaurativa ]


220
La visión de la Confraternidad Carcelaria Internacional a la que me referiré como PFI de ahora
en adelante, es romper el ciclo del crimen y restaurar vidas, en todo el mundo, a través del
amor de Jesús. La red global de socios de PFI utiliza la Justicia Restaurativa para ayudarnos
a alcanzar esta visión. Dentro de PFI, ninguna otra persona ha tenido un mayor impacto en
el campo de la Justicia Restaurativa que Dan Van Ness. Dan se retiró a finales de 2018, pero
trabajó con PFI más de 20 años. Fue pionero en el campo de la Justicia Restaurativa moderna.
Fundó el Centro de Justicia y Reconciliación de PFI y en 2002 presidió el comité de redacción
de lo que se convirtió en los Principios básicos de la ONU sobre el uso de programas de Justicia
Restaurativa en asuntos penales. Su legado continúa en el estatus consultivo de PFI con la
ONU en asuntos de Justicia Restaurativa.
Bajo el liderazgo de Dan, PFI implementó el Proyecto Árbol Sicómoro, un programa de Justicia
Restaurativa dentro de las cárceles que ayuda a los delincuentes a asumir la responsabilidad
del comportamiento delictivo y comenzar a hacer restauración. En la actualidad el proyecto
árbol sicómoro opera en 27 países y ha tenido impacto en más de 28500 internos en las cárce-
les y en víctimas.
En 2004, mi colega y miembro de la junta de PFI Lácides Hernández, quien dirige la Confrater-
nidad Carcelaria de Colombia, comenzó a desarrollar el proyecto Árbol sicomoro en diferentes
prisiones, este programa ayudó a implementar el modelo restaurativo carcelario APAC basa-
do en un modelo que ha tenido un impacto tremendo en cárceles de Brasil.
Justicia Restaurativa [ Corley

[ Marco de la Justicia Restaurativa ]


Al comenzar este Congreso, se me ha pedido definir para nosotros qué es realmente un marco
de Justicia Restaurativa. Cómo podemos pensar sobre el mundo y la sociedad, cómo se tra-
duce esto en práctica en la familia PFI y luego solo unos breves comentarios sobre cómo esto
contribuye a construir una cultura de diálogo, paz y derechos humanos, que es el tema del
congreso. El marco restaurador será conocido para ustedes, pero hay tres pilares que cubriré
por separado y brevemente: Encuentro, Reparación y Transformación.
Si bien estos pilares están interconectados, también representan un viaje hacia un destino, el
bienestar y la integridad (shalom si se quiere) que las víctimas, delincuentes y miembros de
la comunidad pueden experimentar: un progreso desde el encuentro hasta la reparación y, en
última instancia, la transformación.

[ Encuentro ]
Un encuentro es el punto de partida en el camino de la Justicia Restaurativa. Una reunión fa-
cilitada que reúne a las personas más afectadas por las malas acciones para determinar cómo
reparar el daño. En general, los encuentros toman tres formas: mediaciones de víctimas y de-
lincuentes, conferencias y círculos restaurativos. A medida que los programas y las prácticas
restaurativas evolucionan según el contexto y las necesidades, estos modelos se combinan.
Para que las reuniones se conviertan en encuentros, deben ser espacios seguros que fomenten
la vulnerabilidad y compartan hechos y verdad. Son emocionales: los participantes compar-
ten libremente sin ser juzgados y escuchan con respeto y buscan comprender. Sacan la verdad:
los delincuentes asumen la responsabilidad de las malas acciones; las víctimas comparten su 221
verdad y el proceso las reivindica.
Los encuentros valoran la inclusión. Todas las partes que han sido afectadas por el delito (vícti-
mas, delincuentes, miembros de la comunidad) tienen voz en el proceso de justicia. Las vícti-
mas y los delincuentes están más conectados con las malas acciones, por lo que son centrales
para los procesos. Pero otras personas dentro de la comunidad que impactan el crimen tam-
bién pueden unirse a encuentros, incluidos, donde el contexto lo demanda los funcionarios
del gobierno y oficiales de la justicia.
El papel del gobierno es importante porque tienen intereses legítimos en la seguridad pú-
blica, los derechos humanos y el bienestar de sus ciudadanos. Este era un objetivo principal
de los Principios Básicos de la ONU: dado que los procesos de Justicia Restaurativa son más
informales y, a menudo, se llevan a cabo fuera del ojo público, podrían dar lugar a abusos de
los derechos humanos de los delincuentes y las víctimas.

[ Reparación ]
El segundo pilar es la reparación. Si bien los encuentros son el mecanismo utilizado en los
procesos de restauración, su objetivo es reparar el daño y satisfacer las necesidades básicas de
las partes interesadas principales:
Justicia Restaurativa [ Corley

1// la necesidad de reparación de la víctima;


2// el delincuente necesita hacer las paces y;
3// la comunidad necesita un sentido racional de salud y seguridad.

[ La víctima necesita reparación ]


Las víctimas son las principales personas perjudicadas por el delito, por lo que su necesidad
principal es reparar ese daño. Como resultado del delito, las víctimas pueden perder la sensa-
ción de control o se les puede alterar su autonomía personal. El crimen también podría ocasio-
nar daños y pérdidas a su persona y propiedad.
El ofensor/victimario necesita restaurar.
Los ofensores son los principales responsables de causar daños, por lo que tienen una nece-
sidad fundamental de enmendar el error, principalmente a las víctimas. También han roto la
confianza entre sus familias y seres queridos y sus acciones podrían haber creado desconfian-
za y tensión dentro de la comunidad en general, por lo que esto también necesita reparación.
Dos formas en que los delincuentes pueden reparar el daño son:
1// asumir toda la responsabilidad y disculparse con las personas perjudicadas y;
2// hacer reparaciones.

Cuando los delincuentes asumen la responsabilidad de lo que han hecho y se disculpan sin-
222 ceramente con las personas afectadas, se reivindica a las personas perjudicadas y les ayuda a
recuperar la sensación de poder que habían perdido.
Para la reparación, una forma principal es la restitución. Por lo general, está vinculado direc-
tamente a la cantidad de daño. Los delincuentes pueden devolver o reemplazar la propiedad,
hacer un pago financiero o llevar a cabo un acto de servicio directo para la víctima, pero el
ofensor o delincuente también lo puede hacer de manera simbólica o puede hacer un acto de
servicio a la comunidad para reparar el daño. Inclusive en algunos casos esto puede ser más
significativo porque puede reflejar sacrificio, creatividad y tener un significado más profundo.

[ La comunidad necesita seguridad y salud en sus relaciones ]


Finalmente, las comunidades necesitan tener un sentido racional de salud y seguridad. Dentro
de los procesos de Justicia Restaurativa, pueden ayudar a hacer esto al apoyar a las víctimas y
los delincuentes mientras tratan con el crimen. Caminan con las víctimas para ayudarlas a re-
cuperarse. Y apoyan y responsabilizan a los delincuentes, por lo que cumplen con los compro-
misos de reparar el daño y evitar el comportamiento criminal. En última instancia, la comuni-
dad juega un papel importante ayudando a los delincuentes a reingresar a la comunidad. Este
es especialmente el caso de las personas encarceladas que se están uniendo a su comunidad.
Justicia Restaurativa [ Corley

[ Transformación ]
El tercer pilar es la transformación. La Justicia Restaurativa es más efectiva cuando crea espa-
cios seguros o encuentros donde las personas pueden hablar y escucharse de manera auténti-
ca. Si bien estos espacios deben conducir a resultados tangibles que el delincuente debe hacer
para reparar el daño, estos espacios también pueden transformar a las personas y las relaciones
porque crean conexión; las personas son escuchadas, respetadas y entendidas. Si bien este im-
pacto es impredecible y no se puede forzar, pero cuando se da es poderoso y transformador.
A nivel individual, los frutos de los procesos de Justicia Restaurativa son la curación, el remor-
dimiento y la redención; perdón, reconciliación y un cambio de corazón, mente y acción. He
tenido el privilegio de observar estos resultados en vidas cambiadas en todo el mundo. Justo
este fin de semana recibí una nota del padre de un joven llamado Josh en una prisión guate-
malteca, quien actuó como mi traductor en octubre del año pasado diciéndome, con orgullo
justificado, que su hijo está tratando y sirviendo a pacientes codiciosos en la prisión, haber
tenido una temperatura elevada y dolor de cabeza durante tres semanas.
Vi lo mismo en la histórica e infamemente violenta prisión de Bellavista en Colombia hace
cinco años. Una cohorte de 200 hombres se graduó en uno de nuestros nuevos programas de
vida. Cuando recibieron el reconocimiento legítimo de la Junta de PFI, Lacides presentó una
lista de los 200 nombres a las autoridades penitenciarias en un documento comprometiéndo-
se a no ser violentos por el resto de su período de prisión.
Y, por último, a nivel comunitario, las personas se sienten seguras y poseen voz. Están compro-
metidos con la respuesta de la comunidad y esto toda la comunidad tiene la oportunidad de
crecer y prosperar.
223

[ La influencia de la Justicia restaurativa ]


Pero la Justicia Restaurativa también comienza a infectar y transformar otras partes de la so-
ciedad. Si bien los programas de Justicia Restaurativa inicialmente se arraigaron en los siste-
mas de justicia penal, el marco también se aplica en otros entornos e instituciones: nuestras
familias, escuelas, universidades, el lugar de trabajo, las iglesias y las cárceles. Cualquier co-
munidad o institución donde ocurra un conflicto puede ser beneficiosa.
Necesitamos comenzar a ver cómo se aplica la Justicia Restaurativa en todos los sistemas que
crean un ecosistema. Un ejemplo es usar la Justicia Restaurativa para interrumpir la tubería
de la escuela a la prisión que a menudo impacta a los jóvenes pobres y marginados.
El marco de Justicia Restaurativa también se aplica a ayudar a las comunidades o naciones
a sanar de la violencia colectiva y la discriminación histórica que ocurre dentro de ellas. Los
mecanismos de reconciliación comunitaria y justicia de transición, como las comisiones de
la verdad, las reparaciones colectivas y las disculpas simbólicas, son formas en que los líderes
locales y nacionales podrían expiar colectivamente los errores sistémicos o estructurales.

[ El trabajo en Justicia restaurativa de la CC de Colombia ]


En este punto, quiero destacar el importante trabajo de Justicia Restaurativa que realiza PF
Colombia. Desde 2004, el equipo ha reunido a víctimas y delincuentes por delitos como ase-
Justicia Restaurativa [ Corley

sinato, secuestro, rebelión, abuso sexual y robo. En los últimos 16 años, han facilitado encuen-
tros restaurativos que han impactado a más de 20,000 personas. Han sensibilizado a los ofi-
ciales militares, la Policía Nacional, comunidades enteras, excombatientes guerrilleros de las
FARC, jueces, fiscales, estudiantes universitarios y miles de víctimas.
PF Colombia se enfoca en tres programas distintos de Justicia Restaurativa:
1// En primer lugar, el Sycamore Tree Project comenzó en 2004 en su primera prisión. Ahora el
equipo opera STP en 22 prisiones en todo el país.
2// En segundo lugar, han establecido Comunidades Restaurativas, un programa que ayuda a
sanar el quiebre en las comunidades rurales después de décadas de conflicto armado interno.
Basaron el modelo del trabajo de nuestros afiliados en Ruanda para ayudar a sanar las aldeas
afectadas por el genocidio de 1994. El equipo facilita los diálogos restaurativos entre las víctimas,
los exguerrilleros de las FARC y los militares, donde discuten el daño y cómo se puede reparar,
a menudo a través de gestos simbólicos que satisfacen las necesidades de la comunidad local.
3// En tercer lugar, han construido el Centro Dan Van Ness de Justicia y Prácticas Restaurativas para
Menores, donde el fiscal remite a los jóvenes que cometen delitos comunes a un programa de Jus-
ticia Restaurativa donde los jóvenes, la víctima y sus familias discuten el daño y un camino a seguir.

[ La Justicia Restaurativa como un movimiento social ]


Por lo tanto, al concluir, animo a todos a considerar las posibilidades de expandir el principio
de Justicia Restaurativa y practicar aún más, más allá de pensarlo como un programa o ser-
224 vicio que responde al crimen o la mala conducta. Pensar en la Justicia Restaurativa como un
movimiento social que transforma la sociedad.
En su libro, The Second Mountain, David Brooks escribe que normalmente el cambio cultural
comienza cuando “un pequeño grupo de individuos creativos encuentra que la ecología mo-
ral actual, donde se priorizan ciertos valores y ciertas formas de ser esperadas, son opresivos y
alienantes. Entonces, retroceden en la historia y actualizan una vieja ecología moral que parece
proporcionar una mejor manera de vivir. Crean un estilo de vida que otros encuentran atractivo”.
Brooks continúa: “Si puedes crear un movimiento social al que las personas quieran unirse, te
doblegarán sus energías e ideas”.
La Justicia Restaurativa se ha convertido en un movimiento. Este congreso es evidencia de eso.
Exige una coalición de la voluntad que ve y entiende la Justicia Restaurativa como una mejor
manera de vivir. La Justicia Restaurativa tiene el potencial de curar a las personas, reconciliar
las relaciones y unir a las personas; para desarraigar injusticias sistémicas y estructurales y
sacarlas a la luz para que puedan ser tratadas.
Entonces, mis amigos, los aplaudo y los aliento a que estén dispuestos e implacables con una
energía, creencia y esperanza contagiosa. Y a medida que trabaje, las personas se unirán y se
generará un impulso que tiene el potencial de derrocar sistemas opresivos e injustos; toma lo
que está dividido y trae integridad.
El cambio vendrá, porque como Martin Luther King Jr. nos recuerda, “el arco moral del univer-
so es largo, pero se inclina hacia la justicia”, y así la justicia puede fluir como un río y dejar que
la bondad fluya como una corriente que nunca se seca.
\\
Justicia Restaurativa [ Hernández Álvarez

++ Prácticas de Justicia Restaurativa.


Confraternidad Carcelaria de Colombia
Lácides Hernández Álvarez / Colombia

Presidente de la Confraternidad Carcelaria de Colombia.

Resumen Abstract
Aplicación de la Justicia Restaurativa más allá del Application of Restorative Justice beyond the
ámbito penal juvenil. Antecedentes normativos en juvenile criminal sphere. Regulatory background
Colombia. Proyectos y programas de experiencia in Colombia. Projects and programs of experience
y prácticas de la Confraternidad Carcelaria de and practices of the Prison Fellowship of Colombia,
Colombia, organización perteneciente a Prison an organization belonging to Prison Fellowship
Fellowship International desde 1980. International since 1980.

Palabras clave Key words


\ Justicia Restaurativa en Colombia / Restorative Justice in Colombia
\ víctimas / victims
\ ofensores / offenders 225
\ privados de libertad / deprived of liberty
\ ex militares / former military personnel
\ FARC / FARC
\ menores en conflicto con la ley / minors in conflict with the law
\ prisiones / prisons
Justicia Restaurativa [ Hernández Álvarez

[ En el transcurso de este II Congreso sobre prácticas restaurativas, se ha hecho un enfoque es-


pecial a la aplicación de estos procesos a niños, niñas y adolescentes, lo cual sin dudas es de
suma importancia, sin embargo, existe el temor de que se continúe viendo la Justicia Restau-
rativa con recelo y se aplique únicamente a menores o que en el peor de los casos, se mire
como un tipo de justicia que beneficia a los ofensores, perdiendo de vista que tiene beneficios
importantes para las víctimas y la comunidad.
En ese sentido, es pertinente pensar en la aplicación de la Justicia Restaurativa en un marco
jurídico más amplio que albergue a todo tipo de personas y que al mismo tiempo, no deje por
fuera a ninguna de las partes involucradas en un conflicto.
La Confraternidad Carcelaria de Colombia, en adelante CCC, es miembro de Prison Fellowship
International desde 1980, y se ha inspirado en la aplicación de la Justicia Restaurativa en tres
hechos concretos:
1// En el Centro de Justicia y Reconciliación de la Confraternidad Carcelaria Internacional di-
rigido por Dan Van Ness, que permitió conocer alrededor del mundo muchas experiencias de
reconciliación mediante la aplicación del método Árbol Sicómoro.
2// El primer encuentro Internacional sobre Justicia Restaurativa organizado por la CCC en
2003, en el que participaron instituciones públicas y privadas relacionadas con la justicia. Pos-
teriormente en el Simposio Internacional organizado por la Fundación Alvaralice en 2005, con
la participación de Desmond Tutu y del cual la CCC hizo parte de la mesa organizativa.
3// El nacimiento y desarrollo de un proceso hacia un marco jurídico para la Justicia Restaura-
tiva que inició con el Acto Legislativo 003 de 2002.

226
Colombia ha estado sumida en una serie de hechos violentos escalonados que se han arraiga-
do en la cultura a través de la mafia, la trampa, el crimen y la corrupción, hechos que se han
normalizado y hoy en día se ven con normalidad, como si esto hiciera parte de la cultura del
colombiano, no en el sentido de que el colombiano de a pie sea violento, sino en el sentido de
que se ha acostumbrado a estas acciones, por lo tanto, están normalizadas en la sociedad. La
pregunta por resolver ahora es ¿cómo romper este ciclo de violencia y contribuir en la cons-
trucción de nuevos valores? 
En Colombia ha sido difícil construir una cultura de diálogo, de paz y derechos humanos. Ni
el confinamiento producido por el COVID-19 ha frenado esta violencia en donde en lo que va
corrido de la pandemia han asesinado un gran número de líderes sociales. La violencia ha sido
cíclica, solo cambia de rostro cada cierto tiempo.
A pesar de la situación histórica de hechos violentos que han marcado a Colombia, desde el
Gobierno Nacional, se han tomado iniciativas jurídicas para mitigar estas acciones a través de
la Justicia Restaurativa; las principales normas son:
// Acto Legislativo 03 de 2002 / Seminario Internacional sobre Justicia Restaurativa.
// Constitución Política Acto Legislativo 03 de 2002. Reforma Art. 250 C.P.C.
// Código de Procedimiento Penal – Ley 906 de 2004.
// Código de Infancia y Adolescencia.
// Desarrollos Jurisprudenciales .
Justicia Restaurativa [ Hernández Álvarez

// Bloque de Constitucionalidad
// Contexto Internacional

Desarrollo Legal Cronológico de la Justicia Restaurativa en Colombia


// Ley 497 de 1.999, que reglamenta el Artículo 116.
// Ley 975 de 2005 “Ley de justicia y paz”.
// Ley 1098 de 2006 “Ley de Infancia y Adolescencia”.
// Documento 3629. Documento CONPES “Consejo Nacional de Política Económica y Social”,
República de Colombia, Departamento de Planeación Nacional.
// Decreto 860 del 16 de marzo de 2010.
// Sentencias C-873 de 2003, C-966 de 2003, C-899 de 2003, C-1092 de 2003, C-979 de 2005.
// Justicia Transicional: Acuerdo de Paz Gobierno – FARC.

Debido al problema de violencia y de normalización del conflicto que hay en la sociedad co-
lombiana, la CCC decidió implementar en 2004 el Proyecto Árbol Sicómoro en las cárceles del
país, con la modalidad de círculos restaurativos, y con participación de pequeños grupos de
víctimas y ofensores.
Desde hace 16 años la CCC ha organizado círculos restaurativos dentro de las cárceles, a través
de facilitadores, en donde se han creado espacios para el diálogo, y se ha ayudado a las víctimas
a tener un encuentro con las personas que les han hecho daño. Cada encuentro restaurativo es 227
distinto, ninguno se parece al otro, cada uno tiene su propio proceso hacia el logro de un resul-
tado restaurativo. Estos encuentros tienen efectos según la ley, para ello se requiere el acompa-
ñamiento del abogado del privado de libertad y la voluntad de los jueces de penas y medidas.
Uno de los resultados que se han evidenciado a lo largo de estos 16 años de práctica, es que
las víctimas desean encontrarse con sus ofensores en las prisiones para hablar sobre lo suce-
dido.  Adicionalmente, más de 5000 prisioneros han participado en estos procesos y se puede
concluir que la Justicia Restaurativa ha frenado de algún modo el crimen dentro y fuera de las
cárceles; esta es una contribución a La Paz.
Por otro lado, la experiencia en las prisiones preparó el escenario para que en el 2014 se diseñara
el Programa Comunidades Restaurativas, previo a los inicios de diálogos de paz entre el Gobierno
Colombiano y las FARC. A través de este programa se han podido hacer encuentros entre excom-
batientes de las FARC con comunidades que fueron víctima del conflicto armado, pero también
se han encontrado a ex militares que afectaron con abusos de autoridad a esas poblaciones.
El programa de las Comunidades Restaurativas ofrece oportunidad de reparaciones simbó-
licas, como escuelas, parques, iglesias, puentes, entre otros.  Esto es gracias a que la Justicia
Restaurativa facilita el encuentro para dialogar, trabajar y compartir.  
Finalmente en el 2019 se dio inicio al programa Justicia Restaurativa Juvenil a través de un
pilotaje que finaliza en 2021, este programa atiende a menores en conflicto con la ley, los
cuales, al igual que en el proyecto Árbol Sicómoro y el Programa Comunidades Restaurativas,
tienen la oportunidad de encontrarse con sus víctimas, y beneficia en gran manera a los me-
nores puesto que el enfoque es supremamente educativo.
Justicia Restaurativa [ Hernández Álvarez

Aguardamos la esperanza que la Justicia Restaurativa pueda posicionarse, deje de ser mirada
como una justicia en favor de la impunidad, y que ella contribuya a incluirnos a todos en la
construcción de un movimiento de transformación a través de una cultura de diálogo, paz y
respeto por los derechos humanos. 
Estoy convencido que la JR, arraigada como algunos expositores anteriores lo han dicho, en la
justicia bíblica, en las propuestas de los reformadores del siglo XVI, en las comunidades me-
nonita en Canadá y en la cultura judeocristiana, es sin duda alguna una poderosa herramienta
que ayuda a romper los círculos del crimen y a construir mediante el encuentro, mediante el
diálogo con el otro una cultura de paz que transforma al entorno social.

228

\\
Justicia Restaurativa [ Navas Paús

++ Comunidad, Diálogo y Justicia Restaurativa


Emilio Navas Paús / España

Presidente de AIEEF Asociación Interdisciplinaria Europea de Estudios de la Familia www.aieef.online

Resumen Abstract
La idea de conflicto o de problema que puede ser The idea of c​​ onflict or problem that can be analyzed
analizada como una realidad no productiva por as a non–productive reality by an initial liberalism,
un liberalismo inicial, es la base fundacional de is the foundational basis of our recognition as
nuestro reconocimiento como seres humanos. human beings.
El nuevo paradigma de la Justicia Restaurativa, The new paradigm of Restorative Justice, based
basado en la fraternidad y el diálogo, es entonces on fraternity and dialogue, is then a natural
una consecuencia natural de nuestras sociedades consequence of our societies that, far from
que, lejos de rechazar los valores igualitarios rejecting the egalitarian values ​​contributed by the
aportados por el Siglo de las Luces, los completa Enlightenment, completes them in a revision based
en una revisión basada en la conciencia de on the conscience of the reciprocal obligations that
las obligaciones recíprocas que nos unen y unite us and constitute us.
nos constituyen. The Restorative Justice agent has a much more
229
El agente de Justicia Restaurativa tiene una tarea complex task, more evolved, than the official
mucho más compleja, más evolucionada, que el in charge of monitoring and punishing. It must
funcionario encargado de vigilar y castigar. Debe structure a dialogue. How to do it?
estructurar un diálogo. ¿Cómo hacerlo?
Key words
Palabras clave / dialogue
\ diálogo / mediation
\ mediación / Restorative Justice
\ Justicia Restaurativa / registry
\ registro / community
\ comunidad
Justicia Restaurativa [ Navas Paús

[ Hablar de Justicia Restaurativa nos invita a recorrer los caminos subyacentes en el término
“Justicia” y en la estructura del diálogo. Las siguientes líneas no son más que un sustento para
esa reflexión.

[ La idea de sociedad y comunidad en occidente ]


Bien sabido es que para Aristóteles el ser humano es un “Zoon Politikon”, un ser político, socia-
ble. Esta idea del sabio de la realidad, del enorme pensador anclado en la Atenas de hace dos
mil cuatrocientos años, estuvo vigente hasta bien entrado el Siglo de las Luces.
Efectivamente, la idea del mandato, por ejemplo, que arrastramos —como tantas otras insti-
tuciones— del derecho romano, sufre una enorme transformación cuando es “codificada” por
el espíritu de las luces.
Allí, en Roma, el mandato es una de las obligaciones derivadas de la amistad.
La amistad que me relaciona con el amigo ausente me “obliga” sin que implique contrapresta-
ción alguna a comprar un fundo para él. Quiere decir que a su pedido compraré un inmueble
que quedará a mi nombre hasta que su presencia en la ciudad permita que el mandato acabe
y se ponga a su nombre.
Esta idea del “munus” se traduce mal en los términos comerciales actuales. Se trata sí de una
obligación, pero no hay contraprestación. Se trata de una “gracia”, un hacer libre en cumpli-
miento del lazo de amistad, pero al tiempo estoy obligado [ 1 ].
La abolición de toda obligación que no implique una contraprestación llega a occidente con
230 el triunfo de la razón y motivada por la revolucionaria idea de eliminar al “antiguo régimen”,
quitar de la faz de la tierra los privilegios y las ideas que sostuvieron la esclavitud o la servi-
dumbre de la gleba [ 2 ].

[ 1 ] En este sentido dice Roberto Esposito: “1. Quisiera intentar una reflexión sobre la comunidad a partir de su
originaria etimología latina. Aunque no está plenamente probado, el significado de “comunidad” que todos
los diccionarios dan como más probable es aquel que asocia cum y munus (o munia). Esta derivación es impor-
tante en la medida en que califica de manera precisa aquello que contiene los miembros de la comunidad. No
se trata de vínculos de una relación cualquiera, sino de los de un munus, es decir, una “tarea”, un “deber”, una
“ley”. Atendiendo al otro significado del término, más cercano al primero de lo que parece, son también los
vínculos de un “don”, pero de un don de hacer, no de recibir y, por tanto, igualmente, de una “obligación”. Los
miembros de la comunidad lo son por eso y porque están vinculados por una ley común”. Comunidad, Inmuni-
dad y biopolítica. Capítulo 1. Pag. 25. Herder Madrid 2020.
[ 2 ] En este sentido debemos destacar como ejemplo y aclaración que el Código Civil redactado por Don Dal-
macio Velez Sarsfield sancionado por ley 340 de la Argentina, como vigente desde el 1ro de enero de 1871 (hoy
derogado) establece en su artículo 499: “No hay obligación sin causa, es decir, sin que sea derivada de uno de
los hechos, o de uno de los actos lícitos o ilícitos, de las relaciones de familia, o de las relaciones civiles” pero
señala con claridad en su nota al artículo 2508 lo siguiente: “… Cuando establecemos que el dominio es exclu-
sivo, es con la reserva que no existe con este carácter, sino en los límites y bajo las condiciones determinadas
por la ley, por una consideración esencial a la sociedad: el predominio, para el mayor bien de todos y de cada
uno, del interés general y colectivo, sobre el interés individual”.
Justicia Restaurativa [ Navas Paús

Así, en Occidente vemos triunfar con el pensamiento de Locke o de Hobbes una idea no ya
“comunitaria” sino “societaria”, contractualista y es con esta concepción del individuo como
elemento soporte de la sociedad que avanzamos en la llamada “modernidad” [ 3 ].
Sin embargo, que “El hombre es lobo para el hombre”, es decir, un estado de naturaleza en el
que cada uno está en guerra con su hermano, es contrario al fundamento mismo del amor al
prójimo que ilumina las doctrinas espirituales nunca abandonadas por Occidente.
Pensar en la represión policial como garante del funcionamiento ordenado de una comuni-
dad, es una idea estrafalaria que bien merece ser estudiada no tanto por su contenido como
para analizar las razones por las que tal teoría llegó a imponerse.
¿Si faltase la policía nuestras sociedades serían el caos?
Alguien podría traer el ejemplo de la llamada “noche de las bestias”, aquel famoso apagón
eléctrico en Nueva York que desató el caos. Sin embargo, yo que he pasado buena parte de mi
vida en el continente americano, tiendo a creer que una sociedad que estalla por un apagón
debe haber tenido problemas previos, pues, si cada vez que falta la luz en cualquiera de las ciu-
dades de Sudamérica se desatara el caos social, las mismas serían a estas alturas solo ruinas.
¿Es la presencia policial la que permite la vida de los habitantes de la Patagonia?
¿Somos gente perversa que estamos esperando que el hombre de seguridad se distraiga para
arrebatar el bolso a la viejecita que camina delante nuestro?
¿Nos abstenemos de delinquir, principalmente, por el temor al castigo?
Una reflexión lejos de aquellos momentos de furor revolucionario contra el antiguo régimen,
creo que nos obliga a reconocer ¿volviendo a Aristóteles? nuestra naturaleza política, recono-
231
cernos como seres sociables [ 4 ].
Nacemos en una familia. Nos criamos en una comunidad que se estructura, además de con
el correcto funcionamiento de las fuerzas del orden, por la “realización” de la misma, que a su
vez permite la realización del individuo.
Pero no podemos ver nuestra “realización” como un simple ejercicio intelectual de alcanzar
un punto medio, un equilibrio entre el defecto y el exceso en las pasiones. Nuestra realización

[ 3 ] Hobbes, Thomas. Leviatan, o La materia, forma y poder de un estado eclesiastico y civil. Parte I: Del Hombre,
Capiyulo XIII.
[ 4 ] Debemos atender también, a lo que señala Giorgio Agamben: “2.3 Es el sentido mismo de esta contra-
posición, que habría de tener una descendencia tan tenaz en la cultura política de Occidente, el que hay que
considerar de un modo nuevo. La polémica sofística contra el nómos a favor de la naturaleza… puede ser con-
siderada como la premisa necesaria de la oposición entre estado de naturaleza y commonwealth, que Hobbes
sitúa como fundamento de su concepción de la soberanía. Si, para los sofistas, la anterioridad de la physis jus-
tifica, en último término, la violencia del más fuerte, para Hobbes es precisamente esta misma identidad de
estado de naturaleza y violencia (homo homini lupus) lo que justifica el poder absoluto del soberano. En ambos
casos, si bien en un sentido aparentemente opuesto, la antinomia physis/nòmos constituye el presupuesto que
legitima el principio de soberanía, la indistinción de derecho y violencia… Es importante señalar, en efecto,
que en Hobbes el estado de naturaleza sobrevive en la persona del soberano, que es el único que conserva
su ius contra omnes natural.” Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida. Página 51. Pre–Textos, Valencia, 2016.
Justicia Restaurativa [ Navas Paús

en esta etapa posterior a la modernidad en la que vivimos tiene más que ver con el reconoci-
miento y elaboración de nuestros conflictos tanto personales como colectivos.
Efectivamente, la idea de conflicto o de problema que puede ser analizada como una realidad
no productiva por un liberalismo inicial, es la base fundacional de nuestro reconocimiento
como seres humanos.
Tenemos conflictos con nosotros, con nuestras distintas realidades —soy padre y a la vez hijo,
soy nativo y a la vez extranjero, hablo la lengua local o intento el inglés cuando doy un curso
fuera—[ 5 ] es decir, anidan dentro de mí las perspectivas propias de la otredad, y esas pers-
pectivas una vez reconocidas y aceptadas hacen que problematice la idea de una “comunidad”
que se base en un destino histórico común, en una raza o en una religión dominante a la que
los demás deben adherir para poder ser admitidos [ 6 ].
Nuestra idea actual de comunidad, vuelve a basarse en la idea de lo “cum munus” es decir de
las “obligaciones” sin contrapartida, las obligaciones gratuitas que asumimos y nos permiten
realizarnos en un territorio determinado.
Lo que fueron triunfos socialistas o conquistas obreras —el horario limitado de trabajo, el des-
canso hebdomadario, las vacaciones pagas, el acceso a la salud y a la educación igualitarias y
gratuitas, el derecho al acceso a una vivienda digna, el concepto de igual retribución a igual ta-
rea, las ayudas por desempleo, y un larguísimo etc.— son ahora la definición, la substancia de
nuestras comunidades, y por lo tanto, el reconocimiento del derecho del Otro a serlo, el respeto
por la diferencia, han ganado su carta de ciudadanía en nuestros ordenamientos jurídicos.

232 [ La novedad de la Justicia Restaurativa ]


El nuevo paradigma de la Justicia Restaurativa, basado en la fraternidad y el diálogo, es enton-
ces una consecuencia natural de nuestras sociedades que, lejos de rechazar los valores iguali-
tarios aportados por el Siglo de las Luces, los completa en una revisión basada en la conciencia
de las obligaciones recíprocas que nos unen y nos constituyen.
El diferente, el alienado, el extranjero, el delincuente, no pueden ya ser vistos como un “ene-
migo” a exterminar, apartar, aislar o dominar sino como lo que son, seres humanos, personas
merecedoras de la dignidad propia de cada integrante de la humanidad.
Los planes de “hambre cero” o los objetivos planetarios contra el calentamiento global, no son
bonitos discursos sino una necesidad de la hora.
Es esa necesidad de nuestra hora la que motiva que realicemos esfuerzos para no “disciplinar”
o simplemente recluir para no ver al otro, sino para acercarnos al ser humano en su realidad
polifacética e intentemos la gestión de los conflictos desde una perspectiva abarcadora que
podemos resumir en la palabra “diálogo”.

[ 5 ] Nietzche, Friedrich. La gaya ciencia. Ariel, 2019.


[ 6 ] Foucault, Michel. Surveiller et punir. Naissance de la prison. Paris, Gallimard, 1975.
Justicia Restaurativa [ Navas Paús

[ La estructura del diálogo ]


El diálogo, como todo hacer humano, se realiza en —necesita de— un tiempo y un espacio.
El agente de Justicia Restaurativa tiene una tarea mucho más compleja, más evolucionada,
que el funcionario encargado de vigilar y castigar. Debe estructurar un diálogo. ¿Cómo hacerlo?
El diálogo requiere un conocimiento, un estudio previo de “el otro” [ 7 ]. Este primer acerca-
miento requiere ser hecho con antelación al primer encuentro. ¿Con quién voy a encontrarme?
¿Cuáles son sus costumbres, su lenguaje, esas notas que hacen a su identidad? Está claro que
sí mi oficina está poblada de signos religiosos y recibo a una persona que no profesa mi reli-
gión no estoy ayudando a construir confianza. No estoy demostrando respeto.
¿La persona con la que me entrevistaré tiene en su cultura aceptado el mirar a los ojos o esto
es visto como una amenaza, un desafío?
Si soy mujer/hombre/otro le está permitido el contacto físico conmigo? En este caso ¿puedo
cambiar “mi” apretón de manos por un saludo cordial pero hecho respetando la distancia so-
cial requerida por mi interlocutor?
Prepararse para el diálogo requiere a la vez una investigación hacia el otro como una intros-
pección. ¿Qué me pasa con lo que le pasa? ¿Creo que un judío ortodoxo, por ejemplo, es en
realidad un misógino? ¿Cómo vibra en mi interior la diferencia del diferente a mí? ¿Qué veo en
el acento diferente, en la utilización de un lenguaje poco elevado, una persona basta, inferior,
un subordinado? ¿Qué me ocurre frente a un catedrático, un diplomático o cualquier alta au-
toridad laica o religiosa? ¿Actúo igual? ¿Soy el mismo?
Recién después de realizado este trabajo de preparación estaré en condiciones de enfrentar-
me a una conversación con esta parte en el conflicto y luego, repetido el análisis y la introspec- 233
ción, realizar el encuentro con cada una de los otros agentes que intervengan en el mismo.

[ La idea de neutralidad ]
El agente de Justicia Restaurativa, suele tener el deber de mostrarse imparcial respecto de
los involucrados y neutral respecto del conflicto. Pero ¿es posible ser neutral frente a una si-
tuación de desigualdad en el poder o de injusticia? ¿No se trataría, de sostenerse el principio
de neutralidad a ultranza, de un método más edulcorado y elegante de perpetuación de las
estructuras de poder propias del vigilar y castigar del que queremos salir?
Creo que los límites del presente texto exceden el tratamiento siquiera superficial de estas
cuestiones, es por eso que, simplemente, enunciando los fundamentos para la realización
de una guía, un plano a mano alzada de nuestro hacer, quise dejar planteadas sólo algunas
preguntas y espero que estas líneas sean un disparador para una reflexión más profunda y
conjunta sobre la estructura del diálogo en el marco de un paradigma de cultura inclusiva, so-
lidaria y moderna al que estamos dando en llamar, no sé si con fortuna, Justicia Restaurativa.

[ 7 ] Levinas, Emmanuel. Le temps et l’autre. Presses universitgaires de France, 1979. //


Justicia Restaurativa [ Zamudio

++ Un viaje a Tierra Incógnita.


El diálogo para la transformación pacífica de la crisis
Alfredo Zamudio / Chile / Noruega

Director Centro Nansen para la Paz y el Diálogo.

Resumen Abstract
El diálogo es un camino para los valientes, Dialogue is a way for the brave, it is a peaceful
es una transformación pacífica de la crisis, transformation of the crisis, dialogue means talking
dialogar significa hablar sobre las necesidades, about need, feelings, it is a form of communication,
sentimientos, es una forma de comunicación, the success of dialogue depends largely on the
el éxito del diálogo depende en gran medida quality of conversations and listening to others, we
de la calidad de las conversaciones y de la escucha must dare to listen to the uncomfortable, open the
hacia los demás, debemos atrevernos a escuchar a thought, rebuild meeting spaces and approach the
los incómodos, abrir el pensamiento, future with hope.
reconstruir espacios de encuentro y
abordar el futuro con esperanza. Key words
\ dialogue
234
Palabras clave \ crises
/ diálogo \ brave
/ crisis \ journey
/ valientes \ future
/ viaje \ mediation
/ futuro
/ mediación
Justicia Restaurativa [ Zamudio

[ El diálogo ]
En toda situación de crisis donde se busca una transformación pacífica, hay tres fuerzas im-
portantes: los que saben que sucede, los que pueden hacer algo y los que deciden si se hace.
Cuando hay mucha desconfianza, estos no se comunican ni colaboran fácilmente. La descon-
fianza es parte de los escenarios que provocan las crisis.

[ No es negociación ]
Para superar las crisis hay que hacerse cargo de la desconfianza. Hay gente que se molesta
cuando le hablan de diálogo, porque creen que es lo mismo que negociación o mediación.
Mientras la negociación y la mediación priorizan los resultados, el diálogo se basa en el proce-
so, donde se van descubriendo las dificultades (que pueden ser muchas), y las soluciones (que
pueden ser escasas)

[ Para valientes ]
El camino del diálogo es para valientes, porque hay que atreverse a escuchar lo incómodo y
abrirse a la posibilidad que uno no tiene toda la versión de lo que el otro piensa o ha vivido,
con la situación que nos separa. Cuando hay dolor e historias no escuchadas, las desconfianzas
pueden ser profundas, y no son fáciles de cambiar. La escucha activa y la humildad son ele-
mentos esenciales para crear el espacio seguro para esas conversaciones difíciles.

235

[ Hechos, necesidades, sentimientos ]


Dialogar no significa aceptar lo que es injusto. Hablar con el contrincante no es igual a la clau-
dicación de los ideales o derechos. Transformar un conflicto en forma pacífica significa hablar
sobre los hechos, necesidades y sentimientos, pero siempre y cuando nos veamos como igua-
les y con el mismo derecho de vivir en esos espacios compartidos.

[ Viaje épico ]
Dialogar es una forma de comunicación que se centra en comprender «al otro», en lugar de
intentar convencerlo de que tú tienes la razón. El diálogo no se trata de aceptar lo inaceptable,
de justificar crímenes, ni de olvidar, sino que entender el punto de vista del otro y también
decirle todo lo que tú tienes que decir. El diálogo es un viaje épico, donde podemos construir
una historia común y recuperar la confianza que necesitamos.

[ El lugar más bajo de la pirca ]


El diálogo es un proceso adaptativo, cuyo éxito depende de la calidad de las conversaciones y
de la escucha. Quienes se embarcan en un proceso de diálogo, se embarcan en un viaje a tierra
incógnita. Igual que cuando vamos a lugares que no conocemos, no se trata sólo de llegar a
destino, sino que la travesía en sí nos enseña cosas que no sabemos. Cuando no hay nada de
Justicia Restaurativa [ Zamudio

confianza y necesitamos construir en conjunto, el diálogo puede ayudar a encontrar el lugar


más bajo de la pirca, por el cual podemos cruzar sin fallar en el primer intento. El tejido social
de la sociedad se reconstruye con esos espacios de encuentro y de diálogo.

[ Las coordenadas para el futuro ]


Si no logramos construir algo en conjunto en el primer intento, por lo menos hemos aprendi-
do algo que no sabíamos. Y podemos volver a probar. La historia nos muestra que el reencuen-
tro de los pueblos no es un camino en línea recta. Puede ser un camino difícil. El diálogo nos
puede dar las coordenadas para navegar en esas dificultades.

[ El futuro compartido ]
Si tenemos un mejor mapa para los desafíos de hoy y de mañana, sabremos dónde construir
puentes, donde tener más cuidado y cómo llegar seguros a nuestro punto de destino. Ahí está
el futuro compartido que necesitamos y que podemos construir.

236 Bibliografía

\ Nansen Fredssenter. Nansen Center for Peace and Dialogue. www.peace.no 

\\
Apartado 5 //
Justicia Restaurativa como
Derecho Comunitario

237

+
+
238
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

++ La Justicia Restaurativa como un Derecho Humano


Josepht T. Eldrige / / Estados Unidos
Juan R. Ferreira //, Leonel Groisman /// / Uruguay

/ Profesor Emérito American University, Estados Unidos.


// Ex Presidente de la Institución Derechos Humanos, Defensoría del Pueblo de Uruguay.
/// Director de la Cátedra de Mediación, CEFIR, Uruguay.

Resumen Abstract
En este trabajo, los autores proponen incorporar The authors of this work propose to incorporate
los Derechos Comunitarios como Derechos Community Rights as Human Rights. They
Humanos. Específicamente proponen comenzar specifically propose to begin by incorporating
por incorporar la Justicia Restaurativa que por Restorative Justice which, due to its individual and
sus aristas individuales y colectivas, podría collective aspects, could be used as a link between
servir de enlace entre los Derechos Humanos Individual Human Rights and the Community
individuales y los comunitarios. Proponen además, ones. Besides, the authors propose that this could
sea incorporada mediante una Convención con be incorporated through a Conventions with
Mecanismos por países. Mechanisms by countries. 239

Palabras clave Key words


\ Derechos Humanos / Human Rights
\ Derechos Restaurativos / Restoratives Rights
\ víctima / victim
\ ofensor / offender
\ comunidad / community
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

A nuestro amigo Luois Joinet


Memoriae

[ A. Los Derechos Humanos ]


[ I. Nacimiento de los Derechos Humanos ]
La falta de una educación temprana en Derechos Humanos hace que muchas veces se consi-
dere su nacimiento en 1948 cuando los países acuerdan la Declaración Universal de Derechos
Humanos. Ningún autor especializado en el tema considera su nacimiento después de la Re-
volución Francesa de 1789, o aún la Declaratoria de Independencia de los Estados Unidos en
1776 en Filadelfia, la mera definición de esta última que hay Derechos que son inherentes al
hombre (y mujer) y “autoevidentes” (self evident) que no requieren probarse, deberíamos re-
montarnos a la aparición del ser humano en la tierra para que con él haya nacido los derechos
humanos. Sí existen procesos históricos de reconocimiento de esos derechos y en la evolución
histórica una ampliación del criterio de cuáles son esos derechos.
Una vez de acuerdo de las categorías de Derechos Humanos, un tema compatible con esa cla-
sificación, pero con su propio calendario, es el de los instrumentos del Derecho Internacional
y del Derecho positivo de los países en reconocerlo.
En esa medida podemos hablar de tres generaciones reconocidas de derechos, una cuarta,
más reciente según algunos especialistas. Nosotros pretendemos en este trabajo acompañar
este proceso histórico, con la propuesta de una nueva generación de derechos, incorporando
el restaurativo el que nos imponen los tiempos en que vivimos.
240

[ II. Generaciones de derechos ]


II.1. Derechos de Primera Generación ]
Se considera como tales los derechos civiles y políticos y tienen su primera expresión formal
en el siglo XVIII, como hemos señalado, en las sendas revoluciones de Estados Unidos y Fran-
cia. Si bien es cierto que esto no genera mayores polémicas, la doctrina se inclina a reconocer
que fue en esta última donde los derechos nacen para difundirse al resto del mundo. Ello no
niega la influencia de los pensadores e inspiradores de la Declaración de Independencia nor-
teamericana en los pensadores que inspiraron la Revolución Francesa trece años después.
Hoy es un hecho fuera de discusión (no siempre fue así) que los grandes pensadores de la
“ilustración” como Locke, Montesquieu, Voltaire y Rousseau, por ejemplo, fueron estudiosos
de las obras de Benjamín Franklin, Thomas Jefferson, John Adams, Thomas Paine y Joseph
Priestley. Lo que no quita que muchos expertos en la materia digan que fueron las obras de los
pensadores franceses los que se difundieron por el mundo de un modo contagioso, marcando
el inicio de una era en materia de reconocimiento de derechos.
En ese sentido no vacilamos en sostener que fueron obras como las de John Locke (1632–1704)
Ensayo sobre el gobierno civil establece la división de poderes del Estado; Luis Montesquieu
(1713–1784), Cartas persas (critica la sociedad y al gobierno francés); Francisco M. Voltaire
(1694–1778) y Juan Jacobo Rousseau (1712–1778), entre otros las que circulan en su tiempo en-
tre los pensadores libertarios del resto del mundo.
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

Sigue sin embargo abierta la discusión de cuál fue el aporte de cada una a la consagración
de los Derechos Civiles y Políticos. En esa dirección escribe Hannah Arendt (1963) en que “la
diferencia de principio más importante desde el punto de vista histórico entre la Revolución
norteamericana y la Revolución francesa estriba en la “afirmación únicamente compartida
por la última, según la cual ‘la ley es expresión de la Voluntad General’ (como puede leerse
en el artículo VI de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789), una
fórmula que no se encontrará, por más que se busque, en la Declaración de Independencia o
en la Constitución de los Estados Unidos”.

II.2. Derechos de Segunda Generación ]


Se conoce con este nombre a los derechos económicos, sociales y culturales. Surgen en el mun-
do académico en el siglo XIX y los recoge en el siglo XX la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948. Esta Declaración es aprobada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas (Resolución 217 A–II), el 10 de diciembre de 1948 en París. Establece en sus 30 artículos
los derechos humanos considerados básicos, en el momento histórico de su aprobación.
Las Naciones Unidas (ONU) nacieron en 1945, poco después del final de la Segunda Guerra
Mundial, tras el intento fallido del Presidente Wilson de fundar la Liga de las Naciones des-
pués de la primera Guerra, organismo que llegó a funcionar poco tiempo y que nunca llegó a
ser reconocido los propios Estados Unidos, país proponente de su fundación. Como veremos
más adelante el fracaso del Presidente Wilson en 1919, crea un precedente que aún sobrevive,
por el que EEUU exige el cumplimiento de instrumentos internacionales de protección de de-
rechos de los que no forma parte. El propósito establecido de la ONU es traer paz a todas las
naciones del mundo. Uno de sus primeros pasos fue la Declaración. 241
La misma crea las bases fundamentales para las diversas Convenciones Internacionales en la
materia a nivel mundial, y aún regional que analizaremos más adelante cuando señalemos
los diversos instrumentos existentes a nivel mundial, regional, y en los diversos Estados para
la promoción y garantía del ejercicio de los derechos.

II.3. Derechos de Tercera Generación ]


Estos vienen a ser una puesta al día de los consagrados en la Carta de 1948. No hay un solo
documento sino un conjunto de Tratados, Convenios Internacionales, Resoluciones de la ONU
o de organismos regionales como la entonces Comunidad Europea, La Organización de Esta-
dos Americanos y la propia Organización de Estados Americanos. Luego los diversos países
los han ido incorporando a su derecho positivo a través de las respectivas sanciones de los
instrumentos de ratificación.
A modo de ejemplo, la Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhuma-
nos o Degradantes, El Consejo de Derechos Humanos, la Convención Americana de Derechos
Humanos, la Creación (muy posterior) de la Corte Penal Internacional etc. En el caso de la Con-
vención Americana, la ratificación y presentación de los instrumentos respectivos por parte de
11 países (según lo consignaba la propia Convención), nació siendo con carácter vinculante a
todo país que la reconozca de la Corte Americana de Derechos Humanos, el Examen Preventi-
vo Universal (EPU) de la ONU etc.
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

Antes, a nivel regional, solo existía la Comisión Interamericana de DDHH, no vinculante,


como órgano especializado limitada a informar a la Asamblea General de la OEA, que solo
podía hacer “recomendaciones” a los Estados Miembros, tanto sobre los DDHH en general
como respecto de casos individuales. Tenemos acá un claro ejemplo de un organismo donde
Estados Unidos siempre nomina un ciudadano, pero no forma parte, ni ha firmado (por lo
tanto tampoco ha ratificado) la Convención.
Cuando analicemos los instrumentos como tales, veremos que algunos son integrados por
los Estados: Consejos de Derechos Humanos y otros por personas que no representan a sus
Estados, Corte y Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por ejemplo.
En general la temática de los derechos de tercera generación giran en torno a avances en los
derechos individuales (integridad física) y nuevos conceptos en lo social a temas nuevos como
Paz Mundial y Medio Ambiente.
Contemporáneamente con los derechos de Tercera Generación se aprueban, firman y ratifi-
can nuevos tratados para generar los mecanismos de contralor y ciencia de los derechos de
primera y segunda generación. Los avances en este campo no se dan sólo en materia jurídica
sino también en la doctrina como los llamados Principios de París, de 1991, que entre otras
cosas veremos cómo dan a luz a las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos.

II.4. Derechos de Cuarta Generación ]


Aunque no existe unanimidad en la doctrina se han dado en llamar de este modo a los dere-
chos asociados a las nuevas realidades fruto de los cambios tecnológicos. Acá se incorporarían
242 pues, aunque no haya unanimidad al respecto, los derechos de acceso a la información, a la
informática, al uso de los medios radioeléctricos, acceso internet etc.

[ B. Convenciones y mecanismos ]
Los Derechos Humanos, hasta la fecha, han sido reconocidos y declarados en Convenciones y
su aplicación está garantizada por diversos mecanismos. Como vemos en la siguiente lista, las
convenciones más importantes han sido, antes, o después, centralizadas a través de la ONU,
pero no necesariamente han nacido a su impulso. A su vez, dichas Convenciones han sido fir-
madas o no por las naciones que lo componen.
Los mecanismos, en cambio, necesitan de una ratificación especial de las naciones, hecho que
será particularmente importante si se avanza en una Convención sobre Derechos Restaurativos.

[ III. Convenciones más importantes ]


III.1. Contra la Tortura ]
Convención Sobre la Tortura y Otros Tratos y Penas Crueles Inhumanos y Degradantes, apro-
bada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1984. La misma
entró en vigencia en forma vinculante el 26 de junio de 1987, al haber sido instaurados los
instrumentos de ratificación en el número necesario. Su protocolo facultativo fue aprobado
en 2002 entrando en vigencia en 2006.
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

III.2. Convención Americana de Derechos Humanos ]


También conocida como Pacto de San José, por haber sido aprobada en la Capital de Costa
Rica el 22 de noviembre de 1969. Obligatoria para sus Estados miembros, adquiere su carácter
vinculante con la entrega de 11 instrumentos de ratificación, el 18 de julio de 1978, Al entrar en
vigencia se conformó en su seno la Corte Americana de Derechos Humanos de carácter vincu-
lante para los Estados parte. Antes solo existía la Comisión Interamericana de DDHH que ac-
tuaba como generador de recomendaciones a los Estados miembros de los que daba cuenta
a la Asamblea General de la OEA, tanto de la situación global en cada Estado como casos par-
ticulares aceptando como denunciante a todo/a ciudadano/a de los Estados miembros de la
OEA. Ahora la Comisión formaliza la presentación de casos para fallos vinculantes de la Corte.

III.3. Principios de París ]


Aunque formalmente este conjunto de principios y normas no tiene carácter de Tratado, es
uno de los más aplicados en el mundo de hoy. Formalmente deberíamos considerarlo doctri-
na y surge de un encuentro de juristas destacados especializados e Instituciones Nacionales
así como organismos no gubernamentales reunidos en dicha ciudad en octubre de 1991. Ha-
biendo hecho suyos estos principios la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, ha pasado
a tener fuerza de norma. A modo de ejemplo, para ser reconocidas como tales por las Nacio-
nes Unidas, las Instituciones Nacionales de DDHH deben ajustar su funcionamiento a estos
principios. En muchos casos la legislación que las crea así lo establece expresamente.

[ IV. Instrumentos y mecanismos más usados ] 243

IV.1. Internacionales ]
IV.1.a. Consejo de Derechos Humanos
Integrada por Estados miembros elegidos rotativamente por la Asamblea General de la ONU.
Sus miembros no actúan a título personal sino en representación de los Estados mandantes.

IV.1.b. Examen Periódico Universal


Es un instrumento del Consejo de Derechos Humanos (ut supra) creado en el 2005​por la AG
de la ONU. Allí rotativamente se examina la situación de los 193 Estados Miembros. Cada Es-
tado puede hacer recomendaciones al resto de los Estados miembros. Los mismos las pueden
aceptar o no, pero a pesar de no ser vinculantes, los Estados que aceptan las recomendaciones
recibidas deben de informar sobre la misma en la sesión siguiente a la que sea convocado.
Examina la situación de los derechos humanos en los 193 estados miembros de la ONU.

IV.1.c. Corte Penal Internacional


Surge del Estatuto de Roma, adoptado en dicha Ciudad el 17 de julio de 1998. De competencia
en delitos de lesa humanidad con jurisdicción Universal.
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

IV.1.d. Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos


Ver Ut Supra Convención Americana de DDHH. (III.2.)

IV.2. Nacionales. Caso de la República Oriental del Uruguay ]


IV.2.a. Instituciones Nacionales de Derechos Humanos
Creadas por Ley en cada país, deben ajustarse a los principios de París para ser reconocidas
por la ONU, que las controla y califica de grado C según su apego a dichas normas. Debe ser
independiente de todo Poder del Estado. La tendencia es que funcionen también como De-
fensoras del Pueblo. Sus decisiones tienen el valor de recomendación y no vinculantes. Puede
actuar en los juicios sin vulnerar la independencia de los magistrados pero opinando sobre el
caso a través de la figura del amicus curiae.

IV.2.b. Defensorías del Pueblo


Comúnmente conocido como ombudsman, nace en Suecia, en 1703, para supervisar la res-
ponsabilidad, la actividad y la eficacia del gobierno respecto de los derechos del individuo. Se
moderniza y extiende en el Siglo XX. Su norma fundamental es recibir las quejas directamen-
te de los ciudadanos respecto a situaciones individuales o colectivas. A partir de los principios
de París y autores que la identifican, con las Instituciones de DDHH, aunque muchas de estas
tienen sus funciones pero en una oficina especializada.

IV.2.c. Mecanismos de Prevención


244
Instrumento de contralor para prevenir los tratos crueles y la tortura creado por el Protocolo
Facultativo de la respectiva Convención (ver ut supra III.1.) Muchas veces lo ejercen las mismas
Instituciones Nacionales de DDHH. Deben cumplir con los principios de París para ser recono-
cidos por la ONU. Cada país puede tener más de uno. Pueden ser generales (para todo tipo de
prevención del cumplimiento de las obligaciones de la Convención en general) o en particular
de algunos de los derechos que consagra. La ley puede establecer que haya solo uno. Por ej.
Uruguay “el Mecanismo Nacional de Prevención lo ejercerá….” (Ley 18.446, 2008).

[ C. La Justicia Restaurativa como un Derecho Humano ]


[ V. Hacia una promulgación de Derechos de Quinta Generación ]
“La Justicia Restaurativa es un proceso dirigido a involucrar, dentro de lo posible a todos los
que tengan un interés en una ofensa particular, e identificar y atender colectivamente los da-
ños, necesidades y obligaciones derivados de dicha ofensa, con el propósito de sanar y en-
mendar los daños de la mejor manera posible”. (Zerh, 2006)
Podríamos decir que la Justicia Restaurativa es una nueva modalidad de Justicia. Se comienza
a hablar sobre ella a fines de la década del 70, pero no es hasta la década del ’80 cuando esta
modalidad adquiere importancia singular. Durante la misma, la teoría y la práctica restaurati-
va se han nutrido mutuamente, generando sinergia y crecimiento.
Howard Zehr (2006) nos dice sobre su origen: “El campo que se conoce actualmente como Justicia
Restaurativa empezó como un pequeño chorrito durante la década de los 80; una iniciativa de unas cuan-
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

tas personas que soñaban con hacer justicia de una forma diferente. Nació de la práctica y la experimenta-
ción, no de conceptos abstractos. La teoría y el concepto surgieron después. Pero, aunque las fuentes inme-
diatas del moderno arroyo de la Justicia Restaurativa son recientes, tanto el concepto como la práctica se
nutren de tradiciones tan profundas como la historia humana y tan amplias como la comunidad global.”
Surge, entre otros motivos, porque “se adopte un sistema inquisitorial o uno adversarial en el plano del
proceso penal, el sistema punitivo y la acción pública del Estado por su propia naturaleza represiva, torna
ineficaz la posibilidad de resolver conflictos que el delito ha generado” (Bauché y Prada, 2018). Al decir
del Profesor Lederach, (2003) afronta con éxito el episodio, pero olvida el epicentro del mismo.
En efecto, la idea central de la Justicia Restaurativa, es la idea de comunidad, de interconexión
e interdependencia de la sociedad, y en ese sentido, en especial del ofensor y la víctima. Otra
vez aquí, lo mismo que nos une es lo que nos separa. Este concepto está presente en la idea
de shalom en la cultura hebrea, whakapapa entre los maoríes, así como en diversos conceptos
similares de las poblaciones originarias de África y América Latina. “Un daño como el ocasio-
nado por un crimen se extiende como una onda, trastornando toda la red. Además el delito
muchas veces es un síntoma de que algo se ha desestabilizado en esa red”. Incluso en el código
de Hamurabi, está presente la idea de reparación. La Justicia Penal no es ajena al concepto de
Justicia Restaurativa, pero mientras la primera se centra en la ley infringida, la Justicia Restau-
rativa tiene una visión holística del daño.
“En 1651 el filósofo inglés Thomas Hobbes realizó un experimento intelectual en el que descri-
bió la condición prototípica de la existencia humana. En su famosa obra Leviatán propugnó la
existencia de un ‘estado natural’ en el que reina bellum omnium contra omnes, ‘la guerra de todos
contra todos’. Es la anarquía total. De hecho, a Hobbes debemos la afirmación de que “la vida
del hombre es solitaria, pobre, grosera, brutal y mezquina”. El uso que Hobbes hace de solita-
245
ria —palabra que a menudo y de manera inexplicable se omite en esta cita— sugiere que una
vida desconectada está llena de desgracias. Hobbes teorizó que, dadas estas circunstancias, los
hombres habrían decidido crear un “contrato social”, sacrificando parte de su libertad a cambio
de seguridad. En el corazón de una sociedad civilizada se formarían conexiones entre unos y
otros. Estas conexiones mitigarían la violencia y serían una fuente de consuelo, paz y orden. La
gente dejaría de ser solitaria y se volvería cooperadora. Un siglo más tarde, el filósofo francés
Jean Jacques Rosseau propuso argumentos similares, defendiendo en El Contrato Social que el
estado natural de la humanidad era en efecto brutal, desprovisto de leyes o códigos morales
y marcado por la rivalidad y la violencia. Fue el deseo de defenderse de las amenazas de los
otros lo que animó a la gente a unirse para crear una presencia colectiva. Esta progresión de los
seres humanos desde una situación tan ostensiblemente anárquica hacia congregaciones cada
vez más grandes y más ordenadas —clanes, aldeas, ciudades y Estados— puede de hecho en-
tenderse como el argumento gradual en el tamaño y complejidad de las redes sociales. Y hoy
día este proceso continúa desarrollándose en la medida en que estamos hiperconectados. Las
redes que creamos tienen una vida propia. Crecen, cambian, se reproducen, sobreviven y mue-
ren. En su interior hay cosas que fluyen y se desplazan. Una red social es una suerte de superor-
ganismo humano, con una anatomía y una fisiología —una estructura y una función— propias.
(…) Las redes sociales pueden manifestar un tipo de inteligencia, que aumenta o complementa
a la inteligencia individual, de la misma manera que una colonia de hormigas es ‘inteligente’
a pesar de que individualmente las hormigas no lo sean, o que una bandada de pájaros decide
hacia donde volar combinando los deseos de cada ave individual”. (Christakis y Fowler, 2010)
La Justicia Restaurativa se diferencia de la Justicia Civil o Penal, en que la mayoría de las veces,
el castigo al ofensor, no es entendido por la víctima como un beneficio. Ésta percibe, en todo
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

o en parte, que es ella misma la que debe ser “compensada” por quien cometió la falta, y es
allí donde el ofensor cumple un rol fundamental. Sólo se puede enmendar si se cometió la
falta. Este concepto no descalifica la Justicia Penal, la que por supuesto deberá continuar su
proceso, en gran medida porque es precisamente esta modalidad de justicia la que asegura el
bienestar común de los integrantes de una sociedad como conjunto. No se trata de sustituir
una modalidad de justicia por otra, sino de complementarse y generar sinergia.
En 1989, cuando Nueva Zelanda adopta la Justicia Restaurativa como eje central de todo su siste-
ma central de justicia juvenil, la Justicia Restaurativa comienza formalmente a ser parte del Sis-
tema Judicial de Occidente. Más cercano a nosotros, España, Suecia, Noruega, Finlandia, Canadá,
Inglaterra, Francia, USA, México y por estos días Colombia, se integran al núcleo de países que han
incorporado esta modalidad de Justicia, y seguramente serán muchos más en los años venideros.
Recientemente, John Braithwaite (2002) la definió como: “un proceso en el cual todas las personas
afectadas por una injusticia tienen la oportunidad de discutir cómo han sido afectadas por ella y decidir
qué debe hacerse para reparar el daño. Porque el crimen hace un daño, en un proceso de Justicia Res-
taurativa se intenta que la justicia sane. Por ello algo central en el proceso son las conversaciones entre
aquellos que han sido dañados y aquellos que han infligido el daño”.
Parte de la base de que el ofensor a fallado los tres pactos fundamentales:
a// consigo mismo como persona de bien;
b// con el prójimo al que le ha fallado en ese pacto implícito de no daño que tenemos todos
los que vivimos en sociedad; y
c// el que se tiene con la comunidad toda. Y es por eso, que en la práctica restaurativa no sólo
246 están presentes el ofensor y la víctima, sino el conjunto de la sociedad que en modo directo e
indirecto tiene interés en el evento que promovió la falta.

Según Van Ness y Strong, (1997) los valores centrales de la justicia Restaurativa son:
a// el Encuentro, que es la posibilidad de reunir al ofensor, la víctima y la comunidad, en una
red de apoyo de las partes;
b// la Reparación, que es la respuesta que da la Justicia Restaurativa al delito (ésta abarca a veces
no sólo a la víctima, sino muchas veces a personas que han sido perjudicadas en forma indirecta);
c// la Reintegración de la víctima y del ofensor a la comunidad, en la que la red conformada
cumple un rol esencial; y
d// la Participación, es decir el involucramiento de la red en la búsqueda de la reparación y
la reinserción. En el tercer valor que se ha señalado, está implícito el concepto de “necesidad
insatisfecha” promover la falta, y es allí donde la comunidad afectada puede, en ocasiones,
generar una reparación a la necesidad insatisfecha del ofensor.

Contrariamente a lo que muchos piensan cuando se acercan a un programa de Justicia Res-


taurativa, el énfasis no está en el pedido de disculpas, sino en la recomposición del entramado
social. Y es por eso que la Justicia Restaurativa no sólo trata sobre el daño causado, sino tam-
bién sobre las causas del daño, en el entendimiento que adentrándose sobre las segundas, se
disminuye en forma dramática la posibilidad de reiteración de las primeras. Éste ha sido el
gran logro de los programas que se han implantado en los estados señalados. El trabajo, fun-
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

damentalmente con menores, actúa como una herramienta de contención de su reiteración y


adquiere entonces la forma de una justicia preventiva.
Y aunque su énfasis no está en la disminución del delito (como vimos, el énfasis está en la
recomposición del entramado social), en los hechos actúa colaborando para que ocurra.
La Justicia Restaurativa teje nuevamente el entramado social incluyendo al ofensor, y es por
ello que también es responsable del entramado social que surge de ella.
El Derecho Restaurativo no es sólo un derecho individual. Más allá de su formato único como
derecho, combina aristas individuales y colectivas: garantiza derechos al ofensor, al ofendido,
pero también a la sociedad en su conjunto.
El primer derecho, es un derecho esencial y humano: el derecho a equivocarse y que ese no sea
un punto de inicio de un nuevo camino basado en el daño, sino un pequeño punto de quiebre
en la vida de una persona. Es el derecho a enmendar y continuar, no como si nada hubiese su-
cedido, sino con la carga del aprendizaje y el sanamiento. Reparar y reinsertarse socialmente,
es, desde el inicio de los tiempos (como hemos visto), no sólo un derecho sino una condición
para vivir en sociedad.
El segundo derecho es el derecho a ser resarcido. El ámbito del derecho, íntimamente ligado
al cuerpo legal que lo define, en muchos casos pauta penas y no compensaciones. Pero mu-
chas veces la pena al otro no actúa como un satisfactor en el dañado. El individuo necesita del
reconocimiento del error del ofensor, pero también del resarcimiento, de la compensación. El
“estado del alma” cambia radicalmente frente al reconocimiento y el resarcimiento.
El tercer derecho, el derecho colectivo, es el derecho a convivir en forma armónica de acuerdo
al pacto social inicial, donde se disminuya dramáticamente la posibilidad de la reiteración del 247
daño (o de daños futuros), y se restaure el entramado social.
“Con cada paso que da, uno se aleja del individuo para integrarse en una red social y el número
de vínculos con otros seres humanos y la complejidad de esos vínculos crecen, y crecen a gran
velocidad. (…) Al mismo tiempo, en el momento en que tuvimos la idea de que las personas
están conectadas por inmensas redes sociales, nos dimos cuenta de que nuestra influencia
no termina en las personas que conocemos. Si es cierto que tenemos alguna influencia en
nuestros amigos, y si es también cierto que éstos tienen influencia en sus amigos, entonces en
teoría, nuestras acciones pueden alcanzar a personas a las que ni siquiera conocemos. (…) Ver-
nos a nosotros mismos como parte de un superorganismo nos permite ver nuestras acciones,
nuestras elecciones y nuestras experiencias bajo un nuevo prisma. Si formar parte de las redes
sociales nos afecta y nos afectan también otras personas que mantienen con nosotros lazos
muy estrechos o muy laxos, es evidente que perdemos cierto poder sobre nuestras elecciones.
Una pérdida de individualidad semejante puede dar pie a reacciones especialmente fuertes
cuando las personas descubren que sus vecinos o incluso que unos desconocidos pueden ejer-
cer cierta influencia en algunos hábitos y conductas que tienen consecuencias morales o so-
ciales. Por el contrario, el lado positivo de esto, es darse cuenta de que los individuos podemos
trascendernos a nosotros mismos y nuestras limitaciones. (…) Durante décadas, siglos incluso,
el debate sobre las preocupaciones más graves de la humanidad, como las que giraban en
torno a la vida o la muerte de una persona, o en torno a su riqueza o pobreza, o a la justicia o
injusticia de sus actos, se reducía a los siguientes términos: individuo sobre responsabilidad
colectiva. A grandes rasgos, los científicos, los filósofos y todos los que han reflexionado so-
bre la sociedad se pueden dividir en dos grupos: los que piensan que los individuos contro-
Justicia Restaurativa [ Eldrige, Ferreira, Groisman

lan su destino, y los que creen que la culpa de todo (esto es, desde la ausencia de una buena
educación pública hasta la presencia de un gobierno corrupto) es de las fuerzas sociales. Pero
nosotros opinamos que en este debate falta un tercer factor. A la vista de nuestras investiga-
ciones y de las diversas experiencias que hemos vivido —desde conocer a nuestras esposas a
conocernos nosotros dos, desde cuidar de pacientes con una enfermedad terminal a construir
letrinas en aldeas pobres—, creemos que nuestras conexiones con otras personas son lo que
más importa y que, al vincular el estudio de los individuos con el estudio de los grupos, la cien-
cia de las redes sociales tiene mucho que decir sobre la experiencia humana. (…) Para saber
quiénes somos, debemos comprender cómo estamos conectados”.
El Derecho Restaurativo es un Derecho Humano que además recoge la esencia misma del de-
recho, en cuanto prevé la pena, pero también la compensación. También recoge la esencia de
la Justicia Restaurativa: el daño es un problema de toda la sociedad, por lo que el derecho es
un derecho colectivo con aristas que afectan a los individuos involucrados directamente y al
conjunto social. Es nuestro derecho a vivir en sociedad.
Los autores consideramos que, en estos tiempos de Pandemia (producida por la aparición del CO-
VID–19), los Derechos Humanos de tipo comunitarios, adquieren particular relevancia, especial-
mente aquellos que hacen a la reivindicación del interés colectivo, visibilizados por su interacción
con decisiones económicas, gubernamentales o semejantes. Y es por eso que es ahora, cuando
su visibilización parece más clara, cuando es hora de comenzar a convocar a dicha Convención.
Declarar el Derecho Restaurativo en sus tres aristas, hace necesaria una Convención que,
impulsada por la ONU (o que busque su involucramiento en forma posterior), obligue a los
países miembros a mecanismos que impulsen su práctica. A decir de Louis Joinet, (“Los ele-
mentos centrales para la composición de una institución nacional son la independencia y el
248
pluralismo. En cuanto a la independencia, (…) es que la designación de sus comisionados u
otro liderazgo debe de efectuarse por un acto oficial que establece la duración del mandato
específico, que puede ser renovable”. (Joinet, 2003)

Bibliografía

\ Arendet, Hannah (1963). Sobre la Revolución Francesa.

\ Bauché G. y Prada M. (2018). Diente de León. Ediciones AVI.

\ Braithwaite, J. (2002). Restorative Justice & Responsive Regulation. Oxford.

\ Christakis, N.A. y Fowler, J. (2010). Conectados. Editorial Santillana.

\ Joinet, L. (2003). National Human Rights Institutions: Implementing Human, Rights. Dansh Institute for Human Rights.

\ Leaderach, P. (2003). El Pequeño libro de Transformación de Conflictos. Editorial Good Books.

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cual se crea la Institución Nacional de Derechos Humanos. Diario Oficial Nº 27661. https://tbinternet.ohchr.org/
Treaties/CCPR/Shared%20Documents/URY/INT_CCPR_ADR_URY_14902_S.pdf

\ Van Ness, D. y Strong, K. (1997). Restoring Justice. Editorial Routledge.


\\ \ Zehr, H. (2006). El Pequeño Libro de la Justicia Restaurativa. Editorial Good Books.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

++ La mediación penal y penitenciaria: recopilación


de experiencias en apoyo de la Justicia Restaurativa
María Concepción Rayón Ballesteros /, Daniela P. Almirón //,
Roberto Anadija Obregón ///, Mercedes Pérez Fuentes //// / España

/ Profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Abogada y mediadora.


// Abogada. Mediadora. Docente.
/// Mediador.
//// Psicóloga. Máster en Neuropsicología. Especialista altas capacidades. Mediadora.

Resumen Abstract
En este breve artículo escrito por profesores, In this article written by professors, mediators and
mediadores y estudiantes del Master de students of the Mediation Master of Complutense
mediación de la Universidad Complutense de University of Madrid different experiences of
Madrid se presentan distintas experiencias de restorative justice are shown. The objective is
Justicia Restaurativa llevadas a cabo en España to explain all these experiences to promote
y que han conseguido buenos resultados. the definitive implementation of penal and
El objetivo es difundir todas estas experiencias penitentiary mediation as a satisfactory alternative 249
para promover la definitiva implantación de la dispute resolution between victims and offenders.
mediación penal y penitenciaria como fórmula
satisfactoria de solución de conflictos entre Key words
las víctimas y los victimarios. / crime
/ delinquent
Palabras clave / Restorative Justice
\ delito / mediation
\ delincuente / criminal mediation
\ Justicia Restaurativa / penitentiary mediation
\ mediación / mediator
\ mediación penal / victim
\ mediación penitenciaria / offender
\ mediador / violence
\ víctima
\ victimario
\ violencia
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

La vida
Es el tiempo maravilloso de una persona.
Es como… un mar que jamás termina.
En la vida, podés hacer o pasar una aventura extraordinaria.
Vas viendo cada espectáculo, o ver un atardecer.
Clara Palacio [ 1 ]

[ Presentación ]
La integración de la Justicia Restaurativa en el derecho español ha venido siendo pro-
piciada por organizaciones internacionales muy relevantes, como Naciones Unidas y el Con-
sejo de Europa, y además se ha promovido como fórmula satisfactoria de solución de
conflictos en numerosos congresos internacionales y diversos foros.
En el ordenamiento jurídico español la referencia a la Justicia Restaurativa y los efectos de la
mediación penal vienen regulados por primera vez en la LO 5/2000 reguladora de la respon-
sabilidad penal de los menores y en el Real Decreto 1774/2004, de 30 de julio, por el que se
aprueba su reglamento de desarrollo.
Por lo que se refiere a la mediación penal de adultos se introduce con la LO 1/2015 de 30 de
marzo de modificación del Código Penal y la Ley 4/2015 de 27 de abril del Estatuto de la
Víctima del delito que garantiza el acceso de las víctimas a servicios de Justicia Restaurativa.
Este reconocimiento de la mediación penal de adultos a través de la legislación vino pre-
cedida de algunas experiencias en algunos juzgados, concretamente en el juzgado de
250 instrucción número 2 de Valencia durante el año 1993 y posteriormente en otros
juzgados de comunidades autónomas con competencias transferidas en materia de jus-
ticia y ejecución penitenciaria, especialmente Madrid, Cataluña y el País Vasco, siempre
con resultados muy positivos [ 2 ].
En todo caso el modelo que se ha ido implantando se ha ajustado al sistema procesal
penal vigente en España de manera que se ha desarrollado durante la fase de instrucción
en que se investigan los delitos y los supuestos responsables, en fase de enjuiciamiento
de las conductas punibles y la fase de ejecución, y siempre completándolo con los
principios básicos que se contienen en la Ley de mediación: básicamente la neutralidad,
la voluntariedad por ambas partes, la gratuidad, la confidencialidad la autonomía e
imparcialidad del mediador, la legalidad, la eficacia procesal del acuerdo [ 3 ].

[ 1 ] De su ópera prima Pasó lo que pasó… escrita a los 9 años. Puerto Madryn, Chubut, Argentina.
[ 2 ] Proyecto «Justicia Restaurativa y mediación penal. Análisis de una experiencia (2005–2008)», del Con-
sejo General del Poder Judicial–Servicio de Planificación y Análisis de la Actividad Judicial. Disponible
en www.poderjudicial.es/.../Investigación%20del%20CGPJ%202008%202b, firmado en 2005 entre el Servicio
de Planificación del Consejo General del Poder Judicial, la asociación de mediación y planificación de conflictos
de Madrid y Navarra y las fiscalías de Madrid y Navarra, con protocolos para la introducción de esta figura y
su extensión a otros juzgados. V. referencias en Ríos Martín, J.C. (2012), La mediación penal y penitenciaria.
Experiencias de diálogo en el sistema penal para la reducción de la violencia y el sufrimiento humano, 3.ª ed., ed. Colex.
[ 3 ] Flores Prada, I. “Algunas reflexiones sobre la justicia restaurativa en el sistema español de justicia penal”,
Riedpa Revista Internacional de Estudio de Derecho Procesal y Arbitraje, número 2, 2015.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

Sin embargo, a pesar de la regulación legal y las numerosas experiencias que se han lleva-
do a cabo, la mediación en el proceso penal de adultos no ha arraigado completamente en
nuestro país, debido en gran parte al excesivo garantismo de nuestro sistema procesal penal
con los derechos del infractor.
Por ello con el presente trabajo pretendemos presentar una recopilación de experiencias exi-
tosas en el ámbito de la Justicia Restaurativa y la mediación penal llevadas a cabo en España
para reforzar la necesidad de implementar la Justicia Restaurativa junto a la tradicional
justicia retributiva, por considerar que son modelos complementarios y no antagónicos.
Consideramos que ambos modelos de justicia no son modelos opuestos entre sí, porque dan
respuesta a las necesidades de las víctimas y al mismo tiempo impulsan la rehabi-
litación del victimario y siempre teniendo en consideración el derecho a la tutela judicial
efectiva de nuestra Constitución y el derecho a la justicia y a un proceso justo como dere-
chos humanos.
Entendemos que los supuestos del Código Penal que son más propicios a realizar una media-
ción penal sean los delitos patrimoniales como la estafa del art. 248l, y algunas modalidades
particulares cuando media manipulación tecnológica para conseguir actos de disposición
no deseados como sucede con las compras por internet o con fraudes de tarjetas de crédito
y débito. También para el caso de las apropiaciones indebidas del art. 252 y defraudaciones
diversas del art. 255 o la acusación y denuncia falsa y las simulaciones de delitos de los
art. 456 y 457, o los delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social donde el sujeto
regularice la deuda o reintegre las cantidades debidas y a los que se refieren los art. 305
y siguientes. También para los supuestos de hurto de uso de vehículos de motor del art.
244 y las usurpaciones del art 245 y siguientes. Pero, sobre todo, consideramos que el
251
ámbito fundamental en el que la Justicia Restaurativa consigue mejores resultados son
los delitos privados como las injurias y calumnias contra particulares y sin publicidad o en
los delitos semipúblicos que exigen la previa denuncia de la parte agraviada [ 4 ].

[ La mediación penal y la Justicia Restaurativa


son dos caras de una misma moneda ]
La experiencia de los tribunales en el panorama mundial nos muestra no solo la insatis-
facción de las víctimas, traducida a su vez en la insatisfacción de la comunidad con un sistema/
proceso penal, inquisitivo, persecutorio, con su visión puesta exclusivamente en la retribu-
ción del ofensor, despojando al ofendido de un espacio de actuación y de expresión de lo sentido.
Las personas recurren ante una situación de malestar y conflicto de manera inmediata a los
tribunales, a “La justicia”, al juez, al Poder Judicial.
El derecho penal continúa siendo el primer espacio al que el ciudadano intenta acceder
para resolver un conflicto/problema/malestar de índole “penal”. Quienes trabajamos la
restauración con el uso de la mediación, la conciliación, el diálogo, sabemos del bienestar

[ 4 ] Leal Medina, J. (2014) «Tiene futuro la mediación penal de adultos? ¿Dónde estamos actualmente? ¿Es
un método viable para solucionar los problemas de convivencia que genera la acción delictiva?», Diario La
Ley digital, 13 de octubre de 2014.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

que implica para los particulares, para el profesional de la mediación que conduce el pro-
ceso y que se transmite de forma multiplicada a la comunidad.
La ponderación de la oportunidad de aplicación del proceso de mediación, en qué tipo pe-
nal, cuáles situaciones, denuncias y que no ponga en crisis el orden público es tarea de la
normativa aplicable como de los criterios jurisdiccionales. Tanto el derecho penal como la
aplicación de los métodos dialogales restaurativos, comprenden un producto concreto para
el ciudadano, en la ecuación tiempo, dinero, emociones y el resultado sanador para ambas
partes y además de aprendizaje para el ofensor.
Sujetar todo al derecho penal con el fin de mostrar una respuesta estatal que satisfaga a
los medios de comunicación, atiborrando los espacios penales de casos, solo trae más
descontento a la ciudadanía y una percepción negativa de los operadores judiciales.
La capacitación, la responsabilidad de los funcionarios del sistema con el rol que les toque
desempeñar, como la continuidad de los proyectos de mediación penal restaurativa y sus
resultados concretos, hacen sostenible y sustentables programas de esta naturaleza y de
acuerdo con prácticas similares en otros países como Argentina.
En la amplia gama de situaciones nos preguntamos en los zapatos de los afectados, si uno
les consulta a ellos si desean que el ofensor esté detenido, o ¿preso? Muchos responderán
que no, y responderán quizás “¡que le hagan algo!”, y uno puede decirle o preguntarle a la
persona afectada, teniendo justamente la posibilidad de decidirlo ¿qué desea usted? ¿Qué
podría hacer el ofensor para usted que le haría sentir bien? ¿Qué le haría sentir satisfecha/o?
Como mediadores, al hacer estas preguntas, las personas nos sorprenden con sus res-
puestas, ya que saben muy bien qué les haría sentir restaurados más que una “condena
252 penal”. Concretar esto se logra con la Justicia Restaurativa a través de la mediación penal.
Un pionero de la práctica de la mediación penal en Argentina es el Prof. Ulf Eiras, y define
perfectamente la cuestión: “Entendemos que la sanción penal debería estar reservada a la reso-
lución de conflictos de alta intensidad y alto impacto, ya que sin dudas representa el nivel más fuerte
de intervención estatal en la conflictividad social. Esto nos lleva a promover una solución consensuada
por las partes siempre que ésta no agravie el interés público en aquellos conflictos que no ameritan
una persecución intensiva del estado. El derecho penal debe ser considerado, entonces, como la última
ratio de la política social, interesándose únicamente por aquello que no corresponda a otras ramas del
derecho. No obstante, esta visión del mismo como un último recurso se desdibuja cuando suele ser el
primer nivel al que se recurre ante un conflicto, con lo que se genera una suerte de inflación penal que
sólo cumple propósitos simbólicos.” [ 5 ]
La justicia retributiva prevista en la aplicación de sanciones normadas en los Códigos
Penales no llega muchas veces a dar respuesta para esa gama de situaciones que se
presentan, o porque no resultan delitos en términos de naturaleza jurídica del Código
Penal, o, es más, porque la persona afectada, se sentiría mejor, restaurada, restituida con
otra respuesta de quien lo puso en ese lugar de malestar, de afectación, de dolor.
El proceso de mediación, en encuentros separados o conjuntos, según las circunstancias
contextuales y el deseo de las partes, junto con los mediadores, permite trabajar esta
restauración.

[ 5 ] Eiras Nordenstahl, U.C. Mediación penal de la práctica a la Teoría, Librería Editorial Histórica, 2005.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

Este paradigma se abrió paso en todo el mundo, sin distinción en cuanto a norte sur este y
oeste, el paradigma de la Justicia Restaurativa en el ámbito penal y aún interno peni-
tenciario, se desarrolla día a día en diferentes espacios del planeta.
Son cambios de paradigmas y trabajando en lo cotidiano esta propuesta e invitación a los
ciudadanos de “qué quiere del otro, que lo haría sentir mejor”, se devela satisfactorio, no es
la panacea, sin duda, pero la primera respuesta es: quiero que sepa cómo me sentí; quiero
decirle todo lo que pasé; quiero saber por qué no me preguntó cómo me sentía; por qué no
me llamó; quiero que se disculpe y que lo escriba; quiero que pague los gastos que tuve
que hacer; quiero terminar con esto; quiero estar tranquilo. Son estos algunos ejemplos.
No se trata de la abolición del derecho penal. La mediación penal será complementaria, del
proceso penal, y también puede admitirse desde un punto de vista preventivo de alivio so-
cial. Ello al divulgar en la comunidad, una nueva manera diferente y dialogal, de solucionar
sus conflictos.
Como mediadores que somos, hay un desafío que es preguntarse primero si creemos en la
Justicia Restaurativa, reparadora, si estamos convencidos que la justicia retributiva en mu-
chos casos no satisface al particular y que podemos invitar a los particulares a pensar en una
respuesta sanadora, restauradora para el hecho dañoso vivido.
Si como mediadores estamos convencidos de esto, y de que, además, colaborar en una si-
tuación de estas características, bajo ciertas condiciones, con una metodología tanto en uso
de herramientas como en cuanto a gestión, puede resultar pacificador, entonces avanzo
conduciendo mediaciones de estas características.
La justicia restitutiva y restaurativa, que implica volver a poner una cosa en el estado o cir-
cunstancia en que se encontraba antes del hecho, nos refiere al restablecimiento de las rela- 253
ciones humanas y tiene en vista sin duda a la paz social.
Para Susan Sharpe [ 6 ], autora canadiense, los principios claves de la Justicia Restaurativa
son:
// Invita a la participación y al consenso de todos; la víctima y el ofensor tienen participa-
ción, pero también les abren las puertas a otras personas involucradas (por ejemplo, los ve-
cinos dañados indirectamente por el ilícito)
// Pretende curar lo dañado, lo roto. La primera pregunta para contestar es: ¿qué necesita la
víctima para curar, para recuperar el sentido de la seguridad? La respuesta es: primaria-
mente, la víctima necesita información y expresar su angustia.
// Persigue alcanzar una responsabilidad completa y directa: el infractor debe reconocer
lo que hizo mal, pero además debe intentar repararlo. Explicar su conducta a la víctima y a
la sociedad es dar el primer paso para la reparación.

¿Cuál es la verdad? La suya, la mía, la nuestra, la de cada uno. “Escucha a todos —dice La Deside-
rata— incluso al ignorante y al aburrido, todos tienen una verdad que contar.” Entre las prue-
bas posibles de ofrecer según el código, está la llamada prueba de confesión de la verdad.

[ 6 ] Op. cit. en búsqueda de la tercera vía. La llamada “Justicia Restaurativa”, “Reparativa”, “Reintegrativa”
o Restitutiva” Aída Kemelmajer, http://www.bibliojuridica.org/libros/4/1723/15.pdf
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

Los griegos, para referirse a la verdad, utilizaban la palabra aletheia, en un sentido de descubri-
miento, aquello que no está oculto. En latín es veritas en cuanto a la exactitud y el rigor en el de-
cir, lo exacto como opuesto a la mentira. Y en hebreo es la palabra emunah, en el sentido de
confianza de que se cumpla algo que se espera. Tres sentidos diferentes e interesantes:
descubrimiento, exactitud y confianza. En el Procedimiento Penal se refiere a la confesión
del delito, como acto por el cual una persona reconoce haber cometido un hecho punible.
Este tema de la verdad lo trajo a nosotros un participante de una mediación. Un señor que
llamaremos aquí Víctor y que le propuso una mediación a una señora que llamare-
mos Marta, y que se trabajó con ellos en sendos encuentros individuales, un día me dice:
“Sabe qué pasa mediadora, yo quiero tener una reunión juntos, porque la verdad la tene-
mos nosotros, y estando ahí, mirándonos, tiene que salir la verdad”.
El proceso de mediación es confidencial y esto permite la apertura de los participantes. La
conversación permite sacar a la luz, del ocultamiento interno, sus verdades, porque como
canta Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
Hay una dimensión ética en lo expuesto y tan acertada, definida en la siguiente idea “Ser
responsable es tener que responder ante la estructura jurídico–formal de reproche, asumir
consecuencias de los actos y tratar de reparar sus efectos dañinos. Esto es, simplemente,
poner en juego la dimensión ética el ser humano y convertir la propia persona en reconduc-
tora de su vida.” [ 7 ]
La verdad, la de cada uno, expresada clara y pacíficamente, la buena fe de quienes están
involucrados en una disputa, en un conflicto, permite construir, y así lo creemos,
soluciones sostenibles en el tiempo. Las partes son reconductoras de su vida y por ello se
254 hace más sustentable así mismo, brinda tranquilidad y confianza, auto constructores de la
solución, y en el mediador que colaboró en que pudiesen comprenderse, en el sistema
judicial, y lo más importante, genera confianza social.

[ La necesaria transformación pacificadora ]


En la sociedad en la que vivimos, estamos acostumbrados a dejarnos llevar por la cul-
tura, que determina nuestra forma de vivir y la manera en la que entendemos el mundo.
Poco a poco a lo largo de la historia, nos hemos ido dando cuenta de forma más exhaustiva,
del poder que tiene el conjunto de nuestro grupo social ante nuestras acciones y nuestra
vida. Todo se refleja y todo se transmite hacia los diferentes espacios en los que convivimos y
compartimos. Sin embargo, parece que nuestra existencia, (al menos hasta antes de la gran
pandemia que acaba de arrollar a todos los países), tiende a construirse cada vez más hacia
un individualismo en el que el ser humano es uno e independiente de los demás, y, por
tanto, se le responsabiliza solo a él/ella de la conducta que realiza. Y no decimos que a
niveles de derecho no sea así, por supuesto cada uno es responsable de lo que hace, sin em-
bargo, desde los agentes externos cuesta hacer un esfuerzo de entender y empatizar con la
persona y con el ser humano que realiza las acciones, la gente trata de encasillarlo en la
anomalía de lo que hace, lo diferente que es en relación con los demás y lo alejado que esta
del resto. Sin embargo, nunca se plantea el, y si yo estuviese en su lugar, ¿Qué haría?, si yo
hubiese vivido lo que él ha vivido ¿Qué se me pasaría por la mente? Con esto no deseamos,
ni mucho menos, justificar todo acto solo por el hecho de que (a lo mejor) nosotros, u otra
persona en las mismas condiciones podrían llegar hacer, sino más bien reflexionar so-
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

bre la naturaleza del ser humano, sobre cómo podemos percibir a ‘’el otro’’ para poder
cambiar las cosas. Como se puede hacer para que la otra persona, repudiada por el resto de la
sociedad, pueda ser capaz de ser escuchada y entendida, sin dejar de juzgar por supuesto,
sus actos delictivos. En este punto es donde a mi parecer comienza la justicia restaurativa.
Las personas demandan el amparo jurídico, y este es un derecho fundamental, el cual tie-
ne que quedar determinado por postulados pacíficos. Y la visión humana de la justicia
tiene que tratar de satisfacer las necesidades de los actores que se amparan en ella, tanto
si la gestión de los conflictos y su solución la determina un juez, como si es gestionado por
las partes en cuestión. Esta última, prioriza un marco de comunicación que se nutre de la
cooperación, entendimiento, del compartir y construir un relato conjunto sobre el daño
causado. La justicia ha ido evolucionando desde la perspectiva retribucionista pasando por
la resocializadora, hacia la reparadora que en la actualidad podríamos considerar como Jus-
ticia Restaurativa y por la que se realiza un proceso de entendimiento del sentido del delito
por parte del autor, la víctima y la comunidad, acercándose hacia las necesidades del siste-
ma integral que acontece al acto delictivo [ 8 ].
La Justicia Restaurativa favorece la escucha de ambas partes, crea puentes de entendi-
miento y reparación, estimula la comunicación y ayuda la creación de soluciones que van más
allá de la compensación y se aleja de las represalias, lo que anima a las personas a hacer el
bien y desarticular el mal. De este modo se forma la cultura de la empatía y se fomenta la
inteligencia emocional, creando esa cultura de pensamiento en el otro y también del bien
común. También se toma conciencia sobre la responsabilidad ética de lo que se ha hecho
y de actos futuros, importantísimo para la prevención de la violencia y además de la res-
ponsabilidad criminal que tiene cada uno ante la relación institucional y comunitaria. Esta
idea del diálogo entre víctima y victimario parece una situación utópica, debido a cómo 255
tenemos concebida la idea del delito en nuestrasociedad, sin embargo, se conoce que
con la mediación penal esto deja de parecer una utopía y se convierte en un método fructí-
fero para que la palabra (herramienta esencial en las relaciones humanas) pueda lograr la
humanización de los actores implicados en un proceso penal [ 9 ].
Desde que cursamos los estudios para ser mediadores siempre se suele percibir la me-
diación penal como una forma de reparar a la víctima y, además, mejorar el sistema judicial.
Sin embargo, al leer e interesarnos por el tema, creemos que esas dos razones no son las
únicas interesantes para realizar Justicia Restaurativa, creemos que el proceso de entender
al victimario es crucial, tanto para su propio cambio como para el cambio social.
Además, los beneficios de este tipo de justicia y mediación penal tienen beneficios para am-
bas partes. En el caso de las víctimas pasa por el reconocimiento de los hechos por parte del
agresor, expresar sus emociones ante el victimario, la identificación del victimario, con-
seguir respuestas, reducir temores e incertidumbre sobre el victimario y sobre los hechos
ocurridos, etc, y algo muy importante que es reconocer al victimario como una persona,
cuyos beneficios derivados de este proceso son la oportunidad de pedir disculpas, poder

[ 7 ] Ríos, J.; Pascual, E.; Segovia, Jl.; Etxebarría, X. y Lozano, F. Mediación penal, penitenciaria y encuentros Restau-
rativos, Ediciones Comillas, 2016.
[ 8 ] Subijana Zunzunegui, I.J. El paradigma de humanidad en la justicia restaurativa, 2012.
[ 9 ] Ríos Martín, J.C. Justicia restaurativa y mediación penal, 2016.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

explicar los hechos, entender las consecuencias humanas de los actos, poder ser en tendido
como una persona y no como criminal, poder participar en el proceso de reparación de la víc-
tima, y reducir la reincidencia, favoreciendo tanto su transformación, como su integración
dentro de la comunidad [ 10 ].
A raíz de esto se nos viene a la cabeza una de las experiencias de Justicia Restaurativa muy
relevante sobre todo para España, que es el caso de los círculos restaurativos y la influen-
cia de la sociedad vasca en el movimiento de la banda terrorista ETA en la Comunidad
Autónoma del País Vasco. Consideramos que es un gran ejemplo para justificar todo lo
dicho anteriormente. En este caso fue un éxito, no solo para muchas víctimas directas de
esta violencia, consiguiendo reparar parte del daño y perdonar, sino que, a la vez, los exin-
tegrantes de la banda que participaron, pudieron tener la oportunidad de no ser vistos
como monstruos sino como personas, seres humanos que han cometido un acto violento
en una situación sociopolítica determinada. Además, gran parte de la sociedad vasca, como
víctimas indirectas, también han tenido que hacer un esfuerzo y un trabajo enorme para
recuperar la armonía, sin caer en un combate político, ideológico o criminal contra ellos, es
decir han conseguido perdonar y volver a convivir [ 11 ].
Teniendo en cuenta esta experiencia y unido al hecho de que no se consigue todavía un acer-
camiento hacia esta idea, por parte de los poderes superiores, nos preguntamos por qué unas
víctimas de terrorismo pueden superar un acercamiento como este y sin embargo nues-
tros líderes no pueden acercarse para mejorar la situación de la justicia y el sistema peniten-
ciario. Igual ahí está el punto principal del problema del cambio, los malos referentes, o quizás
la falta de buenos referentes que conduzcan a un camino sin venganza.
Es necesario por el bien común, entender la justicia como la reconstrucción del conflicto tras
256
la violencia y no el uso de la venganza para desarticular la violencia, y la política, como su-
puesto ámbito de reconstrucción, cohesión y transformación social es la que tiene que dar
solución al conflicto y a la violencia, para redirigirnos hacia la paz como cultura y no como
una simple idea que parece inalcanzable. Ya que la solución de los conflictos de forma des-
tructiva no solo es incoherente con los objetivos y la idea de democracia, sino que es con-
traproducente para la cultura de paz y puede dar pie a más conflictos. Además, en la historia
se ha visto la misma contradicción de las guerras en las que la forma habitual de gestionar
los conflictos ha sido la violencia y tras esa violencia, los tratados de paz, desmontando
la idea del enemigo-amigo y cooperando para la restauración de las consecuencias de ese
desentendimiento. Lo peor no es solo la contradicción en sí misma y la dificultad social de
aprender de ella, si no que los más perjudicados en última instancia son los ciudadanos que
entran dentro de esta dinámica sin entender de quien realmente están dependiendo [ 12 ].

[ 10 ] Olalde, A. (2006). “Justicia Restaurativa y mediación en el ámbito penal”. Apuntes Máster de media-
ción familiar y social de la Universidad de Murcia.
[ 11 ] Sistiaga, J., Cortés–Cavanillas, A. (2019). ETA, el fin del silencio. España. (Disponible en la plataforma de conte-
nido audiovisual Movistar+). Documental de homenaje a las victimas del terrorista de ETA en el que se exponen di-
ferentes experiencias de círculos restaurativos con presos y expresos de la banda terrorista ETA y distintas víc-
timas tanto directas como indirectas de diversos ataques que cometieron en el periodo en el que actuaban.
[ 12 ] Pardo, A.C. Justicia restaurativa: construyendo un marco englobador para la paz, Criterio Jurídico, 10, 2011.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

Aquí es donde entra no solo la justicia, como responsable de la gestión del conflicto y sus
consecuencias, sino también la educación como ámbito imprescindible para la forma-
ción y el desarrollo social de la ciudadanía, como agente de conciencia y ejemplaridad
para la conducta política y la cultura del entendimiento y la cooperación.

[ La mediación penal en el proceso de menores y el proceso penal de adultos ]


La mediación penal no es un sistema aplicable a todos los conflictos de índole penal sino
que solo puede aplicarse con buenos resultados en los procesos en los que el diálogo
pueda funcionar como una herramienta de solución satisfactoria. Suelen manejarse dos cri-
terios para determinar qué causas penales son susceptibles de derivarse a mediación y cuáles
deben ser excluidas: en función de la gravedad y naturaleza del tipo delictivo, de manera
que quedan excluidos los delitos con penas graves, en función del bien jurídico protegido, y
en función del grado de consumación.
La iniciativa para promover la aplicación de la mediación penal ante la comisión de un de-
terminado delito puede provenir del juez o del fiscal y también de las partes implica-
das tanto la víctima como el imputado por los hechos. De esta forma se requiere una solici-
tud inicial y una resolución sobre dicha solicitud en el sentido de concederla o denegarla que
recae tanto en el fiscal como en el juez.
Generalmente la mediación penal se desarrolla considerando varias fases: contacto ini-
cial y por separado con las partes llevado a cabo por el mediador, entrevistas separa-
das de las partes con el mediador para intercambiar informaciones, encuentro entre las
partes con el mediador con el objetivo de intentar alcanzar un acuerdo entre víctima y vic- 257
timario para lo cual resulta fundamental el diálogo entre las partes y en último término la
formalización del acuerdo concreto alcanzado.
Como ya hemos indicado más arriba, en España se configura inicialmente la mediación pe-
nal para el proceso de menores y para el proceso penal de adultos requiere que, para poder
ser planteada, se reúnan determinados requisitos pues se excluyen determinados ámbitos
por considerar que requieren una adecuada protección con garantías procesales.
La mediación puede llevarse a cabo antes de la incoación del proceso penal para con-
cretar aspectos como lo relativo a la responsabilidad civil derivada del delitos, y para concretar
una posible renuncia al ejercicio de la acción en el caso de los delitos que solo se persiguen
a instancia del ofendido o perjudicado por el delito. Seguidamente se producirá la deri-
vación a mediación que podrá acordarse tanto en fase de instrucción o investigación del
delito como en fase de juicio o incluso en fase de ejecución [ 13 ] para conseguir algunos
beneficios como la progresión de grado penitenciarios, la libertad provisional o favorecer la
concesión de un indulto.
Aunque algunos sectores se destacan algunos inconvenientes de la mediación penal como
son la privatización del modelo de justicia penal, el peligro de burocratización por falta de
medios y la colocación de la víctima y del agresor en un mismo plano, lo cierto es que por

[ 13 ] Flores Prada, I. “Algunas reflexiones sobre la justicia restaurativa en el sistema español de justicia
penal”, Riedpa Revista Internacional de Estudio de Derecho Procesal y Arbitraje, número 2, 2015, pg. 40 y ss.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

nuestra parte consideramos que las ventajas que ofrece son considerables al conceder pro-
tagonismo activo a las partes, conseguir la reparación integral del daño causado por el delito,
fomentar la concienciación de responsabilidad y rehabilitación del agresor, y es igualmente
elemento de descongestión de la justicia penal.

[ Discapacidad, pena grave y Justicia Restaurativa ]


La necesidad de hablar de los derechos de las personas con discapacidad que se en-
cuentran internas en un Centro Penitenciario, viene determinada por el derecho de la socie-
dad para encontrar un equilibrio entre la pena que ha de cumplir la persona que ha cometido
un delito y, el deber de las Instituciones penitenciarias para evitar que el cumplimiento
de la pena agrave el estado de salud de la persona discapacitada y en el último extremo
tal agravamiento del estado provoque su muerte prematura, lo que puede ocurrir con
bastante probabilidad en las personas internas con discapacidad derivada de una enfer-
medad muy grave y con padecimientos incurables.
Queremos destacar algunas ideas respecto a situaciones con las cuales personas con discapa-
cidad en cualquier edad tienen que convivir:
// Los niños y niñas con necesidades educativas especiales, en el colegio pueden tener
dificultades para su inclusión, luego hemos de proporcionar los medios necesarios para fa-
vorecer la ansiada inclusión, tanto a los propios niños y niñas afectados como a sus com-
pañeros. De ello se debe responsabilizar educación, economía, etc.
// En los Institutos de Enseñanza Secundaria tiende a agravarse la situación, aunque aque-
258 llos que cumplen la condición de IES preferentes, ya sea de alumnos con discapacidad
auditiva, trastornos del espectro autista, motóricos… presentan una mayor adaptabilidad
para el alumnado con discapacidad ya que cuentan con profesionales especializados en
lengua de signos, apoyo emocional y comunicativo, tienen ascensor y además los recur-
sos son buenos para todos los alumnos del Centro. Estos Institutos que cuentan con apoyos
para alumnos con diversas necesidades son sólo algunos, y al no estar generalizados es muy
probable que la alumna o el alumno con afectación motora, auditiva o TEA tenga que
renunciar al IES que le corresponde por cercanía y desplazarse.
// En los puestos de trabajo hay condicionantes para que una persona con discapacidad
o minusvalía reconocida tenga acceso a trabajar en lo que realmente quiere, y no siempre
derivado de la propia minusvalía sino de la falta de condiciones para el acceso de la persona.

Cuando una persona comete un delito se enfrenta a una condena, nada que decir, aunque
sí debemos preguntarnos si en el acto delictivo se ha tenido en cuenta la repercusión de la
minusvalía.
Una vez que se entra en un Centro Penitenciario, la condena para la persona que tiene minus-
valía se convierte directamente en dos y si como ocurre en la actualidad hay una pandemia, la
condena se convierte en tres. Éste puede ser el caso de una persona que tiene una enferme-
dad degenerativa o discapacidad derivada de una enfermedad muy grave y con padecimien-
tos incurables con afectación motora, que para desplazarse en el centro Penitenciario ha de su-
bir y bajar escaleras, recorrer largas distancias para llegar a la comida, llamar por teléfono, etc…
y si además ha de ir a un Centro hospitalario para seguimiento de su enfermedad, teniendo en
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

cuenta que en situación de pandemia, cada vez que sale ha de guardar 14 días de confinamien-
to parece que la condena se reviste de mayor dureza que la de las otras personas internas.
Todo ello unido a medidas de prevención, como no recibir visitas y no poder tener vis a
vis… Si la situación de pandemia es difícil para todos parece que para algunos lo es más.
En el sistema penitenciario español hay avances en lo que respecta a personas afectadas por dis-
tintas discapacidades; en este sentido están los módulos de respeto o, con alguna salvedad, el
Centro Penitenciario Madrid VII en Estremera que tiene un módulo específico para reclusos
con discapacidad intelectual, eso sí, cuando aglutinamos apoyos en un Centro o en unos pocos,
conlleva que en muchos casos, la familia de la persona interna se tenga que desplazar, si puede.
Reconociendo la importancia de los pasos que se vienen dando en la rehabilitación de los
internos y las internas, nuestra propuesta pretende avanzar un poco más y parece que la nor-
mativa apoya la necesidad de seguir avanzando.
La Resolución aprobada por la Asamblea General el 17 de diciembre de 2015, establece una
serie de reglas mínimas de las Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos (Reglas
Nelson Mandela). De manera más específica, los principios contenidos en la Convención de
Naciones Unidas sobre los Derechos de las personas con discapacidad adoptados el 13 de
diciembre de 2006, se aplican a todas las personas con discapacidad, incluyendo a aquellas
que enfrentan juicios penales, a detenidos y a reclusos.
Por lo que se refiere al plano constitucional, debe mencionarse, en primer lugar, el art. 49 de
la Constitución española (CE) cuyo tenor literal establece “Los poderes públicos realizarán
una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos
físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requie-
ran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga 259
a todos los ciudadanos”. Evidentemente la terminología está desfasada en la actualidad.
Para cumplir con la normativa tenemos que continuar avanzando y para ello es nece-
sario hacer estudios con objetividad y no dejar de confiar en que el fin último de un Centro Pe-
nitenciario es que las personas reclusas se incluyan en la sociedad de forma positiva y pacífica.
El deterioro que sufre un interno o interna enfermo/a con discapacidad, que se enfrenta a
una “pena grave”, le puede suponer tal menoscabo de su salud que cuando ha cumpli-
do la pena, sus condiciones personales no le van a permitir incorporarse a la vida activa y la
enfermedad habrá avanzado de tal manera que su final se precipita. Por consiguiente la
pena ha sido cuando menos, doble, e insistimos, en confinamiento, triple. Todo ello con-
vierte al victimario en víctima del sistema.
¿Cuál es nuestra propuesta? En el marco del sistema de justicia penal, nos apoyamos en el
concepto de Justicia Restaurativa. Si tuviéramos que definir la Justicia Restaurativa [ 14 ]
podríamos decir que promueve una solución dialogada al conflicto, solución que tendría
como finalidad la reparación del daño causado a la víctima y la pacificación social.
Entre otras, las ventajas que proporciona la Justicia Restaurativa son: atención a la vícti-
ma, potencial resocializador e importancia de la verdad.

[ 14 ] Carnevali Rodríguez, R. (2017). La justicia restaurativa como mecanismo de solución de conflictos. Su


examen desde el derecho penal. justicia Juris, 13 (1), 122–132.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

Si permitimos que victimario y víctima puedan dialogar a través de procesos como la me-
diación, círculos de diálogo [ 15 ], etc., y se produce un avance real en cuanto a asumir las con-
secuencias negativas que su hacer ha generado, y la víctima es escuchada por el victimario
aportando la persona victimaria opciones que puedan reducir sentimientos negativos en la
víctima, se podría revisar el paso de grado aunque el delito cometido sea tipificado como grave.
En los casos de víctimas consideradas como agresiones contra la mujer nos deberíamos re-
plantear la prohibición de comunicación entre la víctima y el victimario porque dar voz a la
víctima conlleva empoderamiento de la misma.
Importante reseñar que en las discapacidades ocasionadas por enfermedades degenerati-
vas, su progreso depende del grado de cuidados que se presten para prevenir que la disca-
pacidad avance.
Las decisiones sobre cambio de grado de la persona interna con discapacidad no solo de-
ben depender del número de años que conlleva la pena impuesta sino de las carac-
terísticas de la persona, de su vida anterior a la privación de libertad, comportamiento
como interno o interna y sus posibilidades de afrontar el futuro.
Los procedimientos relacionados con Justicia Restaurativa nos permiten dos cuestiones impor-
tantes; la primera, dar voz a la víctima y /o familia y la posibilidad de entender lo que ha pasa-
do, y la segunda es dar la posibilidad al victimario de enfrentarse a su responsabilidad con
la posibilidad de un tercer grado que le permita “vivir” en el sentido literal de la palabra.

[ Conclusiones ]
260
Con la actual situación de crisis y colapso judicial que atraviesan el conjunto de los siste-
mas de justicia penal, a nivel global, resulta favorable y muy valiosa la aparición de iniciativas
y fórmulas diferentes que pretendan reformar el sistema vigente, por eso nos ha parecido
muy interesante realizar todas estas reflexiones sobre el modelo vigente y las aportaciones
de la Justicia Restaurativa y la mediación penal.
Esta propuesta de desarrollo de mediación penal puede llevarse a cabo en todo mo-
mento, pues puede tener lugar antes incluso de la incoación del proceso penal o iniciado
ya el mismo en cualquier de sus fases de instrucción o investigación del delito, en la fase de
juicio o incluso en la fase de ejecución.
Consideramos que la Justicia Restaurativa aporta soluciones complementarias al sistema
tradicional de justicia penal y que requiere una amplia vía de consenso para proteger las ga-
rantías procesales de las partes, para lo cual se debe dotar al poder judicial del control sobre
el acuerdo alcanzado.
Nuestra principal propuesta de futuro sería la necesaria la profesionalización de los me-
diadores penales, junto con el compromiso de los profesionales de la justicia y los poderes
públicos competentes para cambiar el paradigma realmente haciendo posible el camino a la
cultura de la paz y una justicia más humana y de calidad.

[ 15 ] Choya Forés, N. (2014). Prácticas restaurativas: círculos y conferencias. Justicia Restaurativa: nuevas
perspectivas en mediación. 2014–2015.
Justicia Restaurativa [ Rayón Ballesteros, Almirón, Anadija Obregón, Pérez Fuentes

Bibliografía

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núm. 94, págs. 23–3; “Mediación penal: fundamento, fines y régimen jurídico”, Ed. Tirant lo Blanch; “Las
ADR en la justicia del siglo XXI, en especial la mediación”, Revista de Derecho, núm. 1, págs. 185–211.

\ Carnevali Rodríguez, R. (2017). “La Justicia Restaurativa como mecanismo de solución de conflictos. Su
examen desde el derecho penal”. justicia Juris, 13 (1), 122–132.

\ Choya Forés, N. (2014). “Prácticas restaurativas: círculos y conferencias”. Justicia restaurativa: nuevas pers-
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\ Eiras Nordenstahl, U.C. (2005 ). Mediación penal de la práctica a la Teoría, Librería Editorial Histórica.

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\ Kemelmajer, Aida (2005). En búsqueda de la tercera vía. La llamada “Justicia Restaurativa”, “Reparativa”,
“Reintegrativa” o “Restitutiva” Aída Kemelmajer, http://www.bibliojuridica.org/libros/4/1723/15.pdf.

\ Leal Medina, J. (13 de octubre de 2014). “Tiene futuro la mediación penal de adultos? ¿Dónde estamos
actualmente? ¿Es un método viable para solucionar los problemas de convivencia que genera la acción
delictiva?”, Diario La Ley digital.

\ Olalde, A. (2006). Justicia restaurativa y mediación en el ámbito penal. Apuntes Máster de mediación
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\ Pardo, A.C. (2011). Justicia restaurativa: construyendo un marco englobador para la paz. Criterio Jurídico, 10.

\ Ríos Martín, J.C. (2012). La mediación penal y penitenciaria. Experiencias de diálogo en el sistema penal para la 261
reducción de la violencia y el sufrimiento humano, 3.ª ed., ed. Colex. en especial, págs. 156–170.

\ Ríos, J.; Pascual, E.; Segovia, J.l.; Etxebarría, X. y Lozano, F. (2016). Mediación penal, Penitenciaria y Encuen-
tros Restaurativos, Editorial Comillas.

\ Subijana Zunzunegui, I.J. (2012). El paradigma de humanidad en la justicia restaurativa.

//
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

++ Presentación de un Dispositivo Específico en la búsqueda


de la transformación de varones condenados por abuso sexual
a niñas–niños y adolescentes. Resultados preliminares
de su implementación
María Eva Sanz, María Bernarda Romero, Hebe Muñoz / Argentina

Asociación Mutual “Grupo Buenos Ayres” (Argentina).

Resumen Abstract
El “Programa de Prevención y Asistencia específica The “Prevention and Specific Assistance Program
a varones condenados por abuso sexual a niñas, for Males condemmed for sexual abuse of girls,
niños y adolescentes’”, se focaliza en el trabajo boys and adolescents”, focuses on psycho–socio-
psico–socioeducativo con varones condenados por educational work with males convicted of Sexual
Delitos Sexuales, derivados por la Justicia Nacional, Crimes, derived by the National Justice, of the
de la Provincia de Buenos aires y de Organismos Province of Buenos Aires and of Official bodies
oficiales de seguimiento de las condenas. for monitoring sentences.

262
Palabras clave Key words
\ justicia / justice
\ programa de prevención / prevention program
\ dispositivo / device
\ sexualidad / sexuality
\ abuso sexual / sexual abuse
\ niñez / childhood
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

[ De la lectura de textos relacionados al abuso Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes, publi-


cados por especialistas nacionales, surge escasa información sobre la temática del Abusador
Sexual y un vacío en relación con Modelos de Asistencia. Asimismo, los tratamientos ofrecidos
suelen ser individuales y desde marcos teóricos diversos.
Desde la Asociación Mutual “Grupo Buenos Ayres” adherimos, desde el Paradigma de la
Complejidad, al Modelo Interactivo Multidimensional, que contempla varias dimensiones
para abordar la multicausalidad de las conductas abusivas sexuales. Se crea en el año 2017,
el “Programa de Prevención y Asistencia específica a varones condenados por abuso sexual a
niñas, niños y adolescentes’”. Este programa se focaliza en el trabajo psico–socioeducativo con
varones condenados por Delitos Sexuales, derivados por la Justicia Nacional, de la Provincia
de Buenos aires y de Organismos oficiales de seguimiento de las condenas. Es una actividad
específica socio–psicoeducativa grupal, para la promoción y prevención de la salud, donde
se pretende conocer los perfiles de los Abusadores Sexuales en la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires (Argentina), hacer una evaluación potencial de riesgo de reincidencia, y transformar
conductas abusivas en beneficio de la sociedad en su conjunto.
Con la finalidad de que los dispositivos tengan una dinámica acorde a las necesidades que se
plantean, se proponen de modalidad abierta, a desarrollarse en 4 etapas:
// 1era etapa: Proceso de Admisión.
// 2da etapa: Ejecución del Dispositivo Grupal.
// 3era etapa: Evaluación (a cargo de una Junta transdisciplinaria compuesta por trabajo social,
psicología, psicología social, grafología, medicina, sexología, abogacía, ciencia política, filo-
sofía y sociología).
263
// 4ta etapa: Egreso.

Los ingresos fueron evaluados por el Equipo de Coordinación transdisciplinario a cargo del
Dispositivo Grupal, a través de los oficios judiciales y notas de derivación que se recibieron en
la Asociación Mutual “Grupo Buenos Ayres”, o por otras fuentes de derivación como Organis-
mos oficiales de control de la conducta sexual abusiva.
Presentaremos los resultados preliminares evaluados en el año 2019, a los seis meses y al año
de permanencia en el Dispositivo. Tanto el instrumento específico de recolección de datos en
el Proceso de Admisión, como el de evaluación del proceso grupal, han sido avalados por la
Universidad Nacional de San Juan (Argentina) y aplicados a los varones que cumplieron un
año de permanencia en el Dispositivo.
El Modelo teórico utilizado ha sido el Interactivo Multidimensional, por lo cual las técnicas
aplicadas provienen de los paradigmas cognitivo, psicodinámico, interaccional y conductual,
con adaptaciones e interacciones a cargo de profesionales del equipo asistencial.

// Datos generales. Año 2019 //

Total de entrevistados y admitidos al Dispositivo Grupal 21


Total de entrevistados y no admitidos al Dispositivo Grupal 3
Total de participantes del Dispositivo Grupal que realizaron la Evaluación 18
Total de entrevistados y admitidos que no realizaron la Evaluación // 3
//
No realizaron la evaluación por no cumplir aún el año asistencial.
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

[ Análisis de la evaluación del alcance de los objetivos específicos ]


Cada integrante admitido pasó por dos instancias evaluatorias, a los 6 meses de comenzado el
Dispositivo y luego a los 12 meses; para ello se establecieron una serie de objetivos específicos
principalmente, como herramientas medidoras, desde donde los profesionales del equipo
evaluaron el grado de alcance de los mismos. De la sistematización de los datos obtenidos,
surge la siguiente información que permite tener una medida de la evolución de los partici-
pantes y del Dispositivo Grupal.

[ Objetivos específicos ]

// Diferenciar las ideas estereotipadas acerca de los roles masculinos y femeninos //

17

14

5
4
1 2 2

264 Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

Se desprende que al inicio del Dispositivo Grupal ninguno de los integrantes podía diferenciar
las ideas estereotipadas acerca de los roles masculinos y femeninos y sólo UNO de ellos lo
hacía medianamente.
En la evaluación realizada a los 6 meses, 2 participantes establecían claras diferencias, otros
2 integrantes lo hacían medianamente (destacando que 1 de ellos mantuvo ese grado de di-
ferenciación desde el inicio); mientras que en la evaluación a los 12 meses de transcurrido el
Dispositivo, el cambio fue más notorio con 9 participantes que registraron haber alcanzado
el objetivo específico (2 de los 9 sostuvieron el cambio desde la evaluación de los 6 meses), 5
diferenciaron medianamente (1 de los 5 lo sostuvo desde el inicio) y sólo 4 no manifestaron
evolución al respecto. Lo que representa que el 78% de los participantes alcanzó por completo
o medianamente el objetivo propuesto.
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

// Desnaturalizar las creencias en relación a la sexualidad //

18
16

8
6
4
2

Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

Del gráfico anterior se desprende que a los 12 meses de iniciado el Dispositivo Grupal, 4 de los
varones admitidos lograron desnaturalizar sus creencias en relación a la sexualidad, mientras
que otros 6 lograron medianamente el objetivo (resaltando que 2 de ellos mantuvieron este
cambio desde la evaluación realizada a los 6 meses). Se extrae que un 56% de los varones
alcanzaron en distinto grado el objetivo.

// Fomentar la sexualidad sana // 265

18
16

9
8

2 1 Sí
Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

Como surge del gráfico, si bien a los 6 meses sólo 2 integrantes lograron el objetivo mediana-
mente; a los 12 meses se evidencia un avance significativo, obteniendo que uno de los varones al-
canzó el mismo, mientras que 9 varones lo alcanzó medianamente (1 de ellos lo mantuvo desde
la evaluación de los 6 meses), destacando el importante avance logrado con el trabajo continuo.
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

// Reconocer su propia victimización como niño y comprender cómo los afecta //

16 16

7
6
5

1 1 1 1 Sí
Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

Cobra relevancia este análisis ya que, como manifestamos anteriormente, las conductas
aprendidas en la niñez afectan de manera directa el comportamiento en la adultez. Desde
allí podemos destacar el avance significativo en cuanto al trabajo del grupo en este aspecto
ya que al comienzo sólo 2 varones admitidos reconocían de forma total o medianamente su
propia victimización y comprendían cómo esto los afectaba. En la evaluación a los 12 meses
observamos un cambio significativo en tanto que 6 varones tuvieron un reconocimiento y
comprensión total (1 de ellos lo mantuvo desde el inicio) y 5 lograron un reconocimiento y
266 comprensión parcial (1 de ellos lo mantuvo desde el inicio), lo que resulta en un 61% de visibi-
lización total o parcial de sus propias vivencias en la niñez.

// Aprender a ser empático y cuidar del otro //

18

15

9
8

3
1 Sí
Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

El gráfico 5 nos señala que una de las características más visibles de los varones admitidos es la
falta de empatía y cuidado para con el otro. Habiendo logrado apenas un cambio de magnitud
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

media en este aspecto en sólo 3 integrantes del dispositivo, en la evaluación a los seis meses.
En la evaluación a los 12 meses, se incrementó en 7 varones quienes alcanzaron medianamen-
te el objetivo (1 lo sostuvo desde los 6 meses, para dar un total de 8 varones) y 1 que lo alcanzó
por completo. Los 9 varones restantes, que representan el 50% deben aún continuar con un
trabajo más minucioso sobre estos aspectos.

// Aprender a regular emociones //

18
17

11

1 Sí
Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

Otro de los aspectos fundamentales es el aprendizaje de la autorregulación de las emociones; 267


en este análisis podemos observar que inicialmente ninguno de los varones admitidos tenía
la capacidad de regular sus emociones, obteniendo de la evaluación a los 12 meses, que 7 de
ellos lograron el objetivo medianamente (1 de ellos lo mantuvo desde la evaluación a los 6
meses). Aún es menester continuar trabajando este aspecto, ya que aquellos que no lograron
ningún cambio en este apartado componen el 61% de los varones participantes.

// Aprender habilidades parentales y familiares //

17

14

10

6
4
1 2

Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

Se visualiza la tendencia a comenzar el aprendizaje de las habilidades parentales al año de


la participación en el Dispositivo Grupal, donde 10 de los varones admitidos cumplieron me-
dianamente con el objetivo (3 de ellos mantuvieron este logro desde la evaluación de los 6
meses y 1 desde el inicio del grupo). Los restantes 6 se encuentran en proceso de incorporar
herramientas que faciliten este aprendizaje.

// Incrementar su autoestima //

18

15

8
6
4
1 2

Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

268
Otra de las características a resaltar es la baja autoestima de todos los varones al inicio del
dispositivo, finalmente con la evaluación a los 12 meses se observa un cambio significativo en
este apartado, ya que 12 de los participantes incrementaron su autoestima alcanzando com-
pleta o medianamente el objetivo.

// Desarrollar habilidades psicosociales //

18
16

10

2 1 Sí
Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

En cuanto al desarrollo de habilidades psicosociales también podemos evidenciar cierta evo-


lución significativa en la evaluación llevada a cabo a los 12 meses. Como se desprende del grá-
fico, los participantes pasaron de un nulo o escaso desarrollo de dichas habilidades, al inicio
de su participación en el Dispositivo, a haber desarrollado o medianamente desarrollado ha-
bilidades psicosociales en la evaluación a los 12 meses, constituyendo el 61% que concretó o
se acercó a concretar dicho objetivo.

// Asumir totalmente la responsabilidad //

17

14

7
6
5

1 2 2

Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

269
Es destacable el trabajo grupal realizado sobre el objetivo de asumir y reconocer la responsa-
bilidad total de su comportamiento, partiendo de varones que casi en su conjunto no regis-
traban responsabilidad sobre lo sucedido, a tener en la evaluación de los 12 meses un 67% de
varones que asumen completa o medianamente su responsabilidad, lo que refleja el trabajo
realizado en el transcurso del Dispositivo con ellos como actores activos de su transformación.

// Tener insight y estar alerta a la dinámica del comportamiento abusivo //

17

14

9
7

4
1 2

Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

En cuanto a la capacidad de los varones admitidos al Dispositivo, de visualizar y estar alerta a la


propia dinámica del comportamiento abusivo, se pasó de no tener registro casi en el 100% de
los casos, a progresivamente comenzar a visualizar esto, es decir, en la evaluación realizada a
los 6 meses, 4 de los varones alcanzaron medianamente la capacidad de visualizar su conducta
(1 lo sostuvo desde el inicio). Posteriormente a los 12 meses de estar participando en el grupo se
obtuvo que 2 participantes alcanzaron el objetivo, mientras que otros 9 (4 los sostuvieron desde
los 6 meses) comenzaron a estar más alerta y empezaron a visualizar en términos medios sus
conductas abusivas. Los 7 restantes aún deben trabajar estos aspectos con mayor conciencia.

// Aprender habilidades de comunicación //

17

14

5
4 4
1 Sí
Medianamente
No
270 inicio 6 meses 12 meses

En cuanto a las habilidades de comunicación el grupo pasó de tener escasos recursos comunica-
tivos casi en su totalidad a paulatinamente adquirir mayores recursos; como se desprende del
gráfico, se identifica una significativa evolución con respecto a la concreción de este objetivo, ya
que a los 12 meses formar parte del Dispositivo, 5 varones dieron evidencias de haber alcanzado
el mismo, mientras que 9 de ellos (4 lo sostuvieron desde los 6 meses), lo alcanzaron de forma
parcial, mientras que 4 de ellos aún no lo consiguieron, representando apenas un 22% del total.
Justicia Restaurativa [ Sanz, Romero, Muñoz

// Aprender a aceptar las críticas y el punto de vista de los demás //

16

13

6
5
3
2

Medianamente
No
inicio 6 meses 12 meses

Otro de los aspectos trabajados que se reflejan en el gráfico anterior es la aceptación de crí-
ticas y otros puntos de vista, obteniendo como resultado al inicio, que sólo 2 varones cum-
plían con esto medianamente, mientras que a los seis meses fueron 5 los participantes que
cumplieron medianamente el objetivo (los 2 del inicio, lo sostuvieron); finalmente a los doce
meses, el 67% cumplió total o parcialmente con el objetivo (3 varones alcanzaron el objetivo,
mientras que los otros 9 comenzaron a incorporar este aprendizaje, quedándoles aún camino
para alcanzarlo completamente).
271

[ Análisis ]
Si bien existe cierto imaginario social que descarta la posibilidad de transformaciones positi-
vas en la conducta de varones que han abusado de niñas, niños y adolescentes, pudo analizar-
se a lo largo de la evaluación anual cierta tendencia optimista en relación con el cumplimiento
de los objetivos específicos. No obstante, el equipo de investigación y asistencia es cauteloso
con el seguimiento de estos varones y la focalización de sus acciones.
Cabe señalar que todas estas prácticas fueron producto del compromiso de profesionales de la
Mutual “grupo buenos ayres”, que de forma voluntaria se atrevieron a desafiar los múltiples impe-
dimentos que surgieron en un inicio. Fue necesario confrontar modelos teóricos, mitos en relación
con la temática, y embates con profesionales externos a nuestra Institución quienes, no habiendo
tenido experiencia en esta materia, desacreditaron y accionaron para que este Programa no surja.
También contamos con apoyos muy importantes como los de la Universidad Nacional de San
Juan que validaron nuestros instrumentos de Admisión y Evaluación, demostrando un alto
compromiso en la investigación y asistencia de abusadores sexuales para prevenir la reinci-
dencia. Y, por otro lado, con el respeto y confianza de quienes derivaron a los varones con-
denados para ser incorporados al Programa, y con el apoyo de RIMA (Red de iniciativas de
trabajo en masculinidades).
El compromiso del equipo profesional, asociados y asociadas a la Mutual “grupo buenos ayres”,
se ha fortalecido con estas primeras evaluaciones, y están trabajando en profundizar las herra-
mientas técnicas y metodológicas para que los resultados del próximo año sean más profundos. //
272
Apartado 6 //
Lo restaurativo como campo:
la trama que tramamos

273

+
+
274
Justicia Restaurativa [ Pesado Riccardi

++ De la ola humanitaria restaurativa: tramas y entramados


María de los Ángeles Pesado Riccardi / Argentina

Secretaria de Relaciones Interinstitucionales de la Defensa Pública de Lomas de Zamora, Bs. As., Argentina.
Magister en Educación, Especialista en Niñeces y Juventudes. Investigadora Clacso. Abogada.

Resumen Abstract
El ser humano en su dignidad personal es un ser The human being in his personal dignity is a social
social. Del reconocimiento de la dignidad humana being. From the recognition of human dignity
surgen los principios operativos de la edificación de arise the operative principles for the building of
sociedades justas, pacíficas, solidarias, inclusivas just, peaceful, supportive, inclusive and fraternal
y fraternas en las que el goce de los derechos societies in which the enjoyment of human rights
humanos pueda ser una realidad efectiva. La idea can be an effective reality. The idea of this article
de este artículo es presentar algunas reflexiones, is to present some reflections, relating certain
relacionando ciertas notas descriptivas del descriptive notes of the world in which we live
mundo en el que vivimos con la noción de trama, with the notion of plot, pedagogy and
pedagogía y de Justicia Restaurativa. Restorative Justice.

Palabras clave Key words 275


\ contexto / context
\ trama / plot
\ pedagogía / pedagogy
\ desarrollo humano / human development
\ Justicia Restaurativa / Restorative Justice
Justicia Restaurativa [ Pesado Riccardi

[ Introducción ]
El ser humano en su dignidad personal es un ser social. Del reconocimiento de la dignidad
humana surgen los principios operativos de la edificación de sociedades justas, pacíficas,
solidarias, inclusivas y fraternas en las que el goce de los derechos humanos pueda ser una
realidad efectiva. Pensar e incidir en esa construcción social fue el horizonte en el que se con-
vocaron [ 1 ] los dos Congresos Latinoamericanos de Justicia Restaurativa, entendidos como
ámbitos de intercambio, producción e incidencia, en el que se vincularon la academia, las
políticas públicas y las organizaciones socio–comunitarias.
La importancia de los Congresos Latinoamericanos de Justicia Restaurativa radica, a nuestro
entender, en haberse constituido en un espacio de apropiación, en un proceso de construcción
colectiva y colaborativa, en el que un sin número de referentes, de instituciones y de diversos
colectivos se sintieron convocados y participaron con ponencias, experiencias y discusiones que
permitieron ampliar profundamente los márgenes epistemológicos y conceptuales de la justi-
cia y las prácticas restaurativas. Se tramó una narrativa en la que lo restaurativo dialogó con la
justicia comunitaria, la transformativa, la terapéutica, la tradicional y la transicional. Se planteó
la necesidad de pensar la cultura organizacional de las instituciones y el sistema de creencias de
quienes se desempeñan en cada una de ellas. Como afirmamos con Bauche (2020) hablar de
Justicia Restaurativa no se reduce sólo a lo penal o a la mediación, las distintas expresiones que
la manifiestan constituyen el campo restaurativo en el que se configura su alcance y sentido.
A partir de los debates y producciones suscitados en el marco de los congresos, la idea de este
artículo es presentar algunas reflexiones, relacionando ciertas notas descriptivas del mundo
en el que vivimos, con la noción de trama, pedagogía y de Justicia Restaurativa .
276 La hipótesis que sostenemos es que se advierte la presencia de un movimiento restaurativo.
Los congresos son parte de esta movida, son un incipiente, significativo y representativo apor-
te restaurativo. Son una ola de humanismo.

[ Y el mundo quedó en jaque ]


En el contexto actual de aislamiento y/o distanciamiento social en el marco de la emergencia
sanitaria por el COVID–19, las relaciones sociales desde las geopolíticas, económicas, financie-
ras hasta la intimidad de las personas se vieron alteradas en el transcurso de pocos días. Son
tiempos de urgentes y constantes demandas y de profundas y aceleradas transformaciones
El aumento de las desigualdades, las violencias y el miedo, como una de las tantas consecuen-
cias de la pandemia, amenaza y confirma la debilidad de la paz social. Escenas de la vida cotidia-
na quedan atrapadas en imágenes que reflejan, al igual que los murales de Berni [ 2 ], el desam-
paro, la vulnerabilidad y la exclusión que sufren distintos colectivos de nuestras sociedades, es-
cenario que interpela desempeños profesionales, prácticas institucionales y políticas públicas.

[ 1 ] Los congresos se convocaron desde la Defensa Pública de Lomas de Zamora de la provincia de Buenos
Aires y la Defensoría del Pueblo de la provincia de Santa Fe
[ 2 ] Antonio Berni, pintor y muralista nacido en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina. Su obra refleja a
través de sus murales,la triste y cruda realidad de la pobreza, la inmigración y las infancias. Más información
https://www.cultura.gob.ar/antonio-berni-y-el-collage-de-una-vida-comprometida-9014/
Justicia Restaurativa [ Pesado Riccardi

Vulnerabilidad y desamparo a los que se suman, como sostiene Zelmanovich: “la fragilidad y la
inconsistencia de los discursos que sostienen el vínculo social... debilitamiento de un tejido simbólico que
estructura los ideales y las creencias.” (2003: 1)
En octubre 2020, mientras buscaba dar forma y estructura al presente artículo, dos líderes
mundiales con tradiciones y cosmovisiones ampliamente diferentes coincidían en la necesidad
de que el mundo debe encaminarse hacia la paz y la convivencia fraterna que permita superar
los graves problemas que afligen a la humanidad. El presidente de China Xi Jinping, en la 75ta.
Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, apeló a comprender en la diversi-
dad del planeta una poderosa fuerza que puede conducir al progreso siempre que se preserve
la condición humana de todas las civilizaciones. El Papa Francisco presentó la Encíclica Fratelli Tu-
tti, una exhortación a la fraternidad y la amistad social y junto a los representantes de las principa-
les religiones del mundo, firmó un llamamiento por la paz: “Nadie se salva solo. Paz y Fraternidad”.
El mundo, en un abrir y cerrar de ojos, quedó en jaque. Pero al mismo tiempo podemos identi-
ficar los llamamientos ecuménicos por la convivencia pacífica y fraterna; los instrumentos de
derechos humanos contra todo tipo de violencia y discriminación; las iniciativas de educación
y cultura por la paz; las marchas por la igualdad de género, la no violencia y el desarme en los
distintos puntos del planeta; los debates en distintos foros mundiales sobre la justicia juvenil
restaurativa y la dignificación de los contextos de encierro; el reclamo del cuidado de nuestra
casa común; las voces clamando por la igualdad de los géneros y generaciones; los ámbitos
académicos de producción y debate sobre la justicia y las practicas restaurativa entre los que
destacamos los congresos latinoamericanos de Justicia Restaurativa , entre tantas otras ma-
nifestaciones. Estas expresiones las entendemos como indicios contundentes que visibilizan la
existencia de un lento y constante movimiento humanitario restaurativo. Una luz, que aún
parece pequeña pero que, en la oscuridad de la noche, ilumina, guía, abriga la esperanza. 277

[ La necesidad de tejer la trama ]


La palabra trama, en este artículo, la entendemos como red de significaciones desde donde se
lee la realidad y se disponen o deciden sobre ella. También la concebimos como malla simbó-
lica que da sentido, resignifica las situaciones que atravesamos y vivimos.
La Justicia Restaurativa alude a prácticas, enfoques, instituciones, normas, procesos, dispo-
sitivos, conforma un campo, es decir un espacio social donde se debate su sentido y alcance.
“Lo restaurativo es la red de interacciones discursivas, institucionales, normativas y operativas donde se
pone en juego el saber y el hacer” (Bauche, 2020: 2). La lectura, problematización y comprensión
del contexto desde lo restaurativo pone en juego ese conjunto de elementos que cobran y dan
sentido en su relación e interacción.
Por otro lado, la posibilidad de dar sentido a la contingencia del acontecer, a la vida que vivi-
mos también requiere una red de significaciones, una narrativa que atempere, que proteja,
que resguarde e imagine ante la adversidad futuros posibles. Refiriéndose a la vulnerabilidad
y las niñeces, nuevamente Zelmanovich, nos ilumina cuando dice: (la) “trama que hace las veces
de intermediación, capaz de generar condiciones mínimas para una posible subjetivación de la realidad,
una delgadísima malla que recubre la crudeza de los hechos, que le brinda la posibilidad a quien la pade-
ce, de erigirse como sujeto activo frente a las circunstancias, y no mero objeto de éstas” (2003: 3)
Justicia Restaurativa [ Pesado Riccardi

Como se sostuvo en las conclusiones del primer Congreso Latinoamericano de Justicia Restau-
rativa, “restaurar es humanizar, es focalizar en el desarrollo humano integral entendido como el proce-
so activo de constitución del sujeto en su dimensión social e individual, el cual se realiza en contextos y
situaciones de interacción” (2019: 2).
Una de las pioneras en Argentina en pensar la Justicia Restaurativa, Aida Kemelmajer (2004)
nos enseñaba y repetía que la palabra delincuencia está compuesta del vocablo link, que en
inglés significa ligamen, cadena, y de, que es una partícula negativa. Delincuencia, etimoló-
gicamente, significa ausencia de ligamen, ausencia de vínculos. La propia palabra arroja la
respuesta a la problemática: reforzar los vínculos originarios. Pensar dispositivos que ayuden
a “que el sujeto alcance la conciencia de sí y de su mundo para posicionarse histórica, cultural y social-
mente, para relacionarse de modo sano y genuino con el mundo y los demás, para responsabilizarse de
sus actos y de su proyecto de vida” (2019: 2), este es el desafío.
Tramas, potenciales y despliegues. Tejer la trama restaurativa interpela y visibiliza el poten-
cial del desempeño profesional, la tarea institucional, la articulación intersectorial y la cons-
trucción del conocimiento. Posibilita otros abordajes e intervenciones, se generan condicio-
nes, oportunidades.
Tejer la trama restaurativa abre horizontes de sentido, se entiende a la persona más allá de sus
circunstancias, en su dignidad como auténtico ser de posibilidades, capaz de abrirse a lo in-
édito. Permite futurizar, intermediar para que la contingencia dramática de los acontecimien-
tos no se vea potenciada en sus efectos por el empobrecimiento de las significaciones que brindan el
amparo necesario frente a lo incomprensible (Zelmanovich, 2003).
Restaurar es dar amparo, es instalar una red de significaciones ante una realidad inexplica-
278 ble que proteja y posibilite el acceso a la sociedad y a la cultura que brinde a las personas las
herramientas para que puedan incorporar e incorporarse en ellas, aun en las situaciones más
extremas y penosas.

[ De los procesos de subjetivación y socialización: la pedagogía restaurativa ]


La tarea restaurativa es manifestación de la justicia operante del buen convivir. La justicia y las
prácticas restaurativas no se reducen sólo a resolver o transformar conflictos, buscan sanar las
relaciones, promover y fortalecer los vínculos. Nos constituimos como sujetos y como socie-
dades mediante las formas en que cotidianamente aprendemos a relacionarnos. La violencia
también es un aprendizaje que lo naturalizamos. El director de la UNESCO Federico Zaragoza
decía que así como en las mentes de los hombres se erigían las guerras, también en sus men-
tes se encuentran los baluartes de la paz. La justicia y las prácticas restaurativas son una forma
de aprender a vivir juntos genuinamente.
Cuando hablamos de tramas, entramados, aprendizajes restaurativos nos estamos refirien-
do a procesos pedagógicos de subjetivación y socialización de la persona, a la constitución de
lo humano y lo social. Y estos procesos los pensamos desde el concepto de desarrollo huma-
no entendido como “el proceso activo de constitución del sujeto en su dimensión social e individual,
el cual se realiza en contextos y situaciones de interacción, cuyo fin es que el sujeto alcance la conciencia
de sí y de su mundo para tomar posicionamiento en el orden histórico, cultural y social” (Alvarado,
Justicia Restaurativa [ Pesado Riccardi

2016) [ 3 ]. Esta mirada más amplia del desarrollo humano permite incluir en la comprensión
de su sentido constitutivo elementos sociales e individuales, contextuales e históricos, esfe-
ras micro y macro, ámbitos públicos y privados, procesos biológicos y psicológicos, condicio-
nes económicas y políticas, patrones culturales y construcciones simbólicas.
Los procesos pedagógicos de subjetivación y socialización se dan en el marco de la vida coti-
diana, tanto en la producción de lo material —mundo físico—, como en las relaciones sociales
que establecen los seres humanos para ello —mundo social—, y en los marcos simbólicos
desde los cuales las personas se representan su realidad y se hacen comunicables ante los
otros —mundo simbólico— (Heller, 1993). Es decir, que la intersubjetividad —necesaria para
el proceso de constitución de la subjetividad e identidad de las personas— se da en la acción
compartida día a día en sus contextos vitales y en su relación con los ámbitos de lo material,
lo relacional y lo simbólico.
Pensar, comprender y ayudar a formar y potenciar la subjetividad obliga a comprenderla como
expresión de un proceso complejo de producción de un sujeto capaz de estar en el mundo con
otros, para comprender y transformar cotidianamente dicho mundo.
De la sistematización de varios casos trabajados desde la Defensoría General de Lomas de
Zamora con el fuero de jóvenes en conflicto con la ley penal, podemos sostener que los pro-
cesos pedagógicos de subjetivación y socialización desarrollados en el marco de dispositivos
restaurativos apuntan al fortalecimiento de cuatro dimensiones potenciales de las señaladas
por Alvarado (2018):
// Dimensión afectiva: es la toma de conciencia de sí desde el reconocimiento de la autobiogra-
fía, de las mediaciones y de los sueños de cada sujeto y a partir de los cuales se constituye la
autopercepción. En la formación de esta dimensión se trabaja el sujeto que reconoce desde 279
su biografía y su condición histórica los acontecimientos que dan cuenta de quiénes son, de
dónde vienen y qué historia van construyendo en la intersubjetividad.
// Dimensión comunicativa: parte de la necesidad de reconocimiento de la comunicación como
un proceso inherente al desarrollo humano. En la formación de este potencial se busca que
los jóvenes reconozcan a los otros como interlocutores válidos, para que hagan uso consciente
del lenguaje y lo doten de sentidos propios. La intersubjetividad como principio constitutivo
de lo humano y lo social.
// Dimensión creativa: se ayuda a adolescentes y jóvenes a reconocer el conflicto como una con-
dición inherente a la vida humana, en la cual pueden llegar a desarrollar posiciones creativas,
restaurativas donde la resolución del conflicto no se agoten en la violencia que elimina al otro.
Este potencial busca la apertura de pensamiento, que sean capaces de identificar sus proble-
mas y sus posibles soluciones, se busca fomentar la capacidad de argumentaciones visibili-
zando el entramado de emociones, sentimientos y necesidades.
// Dimensión ético–moral: requiere el reconocimiento de la existencia de marcos valorativos que
regulan las relaciones intersubjetivas. Formar jóvenes capaces de comprender los marcos axioló-
gicos, que puedan respetar, ser justos, responsables, ampliando su círculo de comprensión ética.

[ 3 ] Alvarado expuso esta concepción de desarrollo humano en el Primer congreso Latinoamericano de Justi-
cia Restaurativa en Rosario 2019.
Justicia Restaurativa [ Pesado Riccardi

La pedagogía restaurativa se desarrolla en el diálogo y la ternura, que son las fuentes del re-
conocimiento del otro en su dignidad y posibilidad. La pedagogía restaurativa abre una posi-
bilidad trascendente que se vincula con la noción de inaugurar algo nuevo, poder romper con
un destino supuestamente prefijado. Y ser un agente, operador, servidor restaurativo, es ser
“cómplice” de ese hecho; no haber sido su autor, su único responsable, sino un participante
de un proyecto que involucra a otros y otras. Es creer en el potencial humano, en que el acto
pedagógico restaurativo vale la pena y que puede inaugurar condiciones inesperadas, nuevos
horizontes de sentido, proyectos de vida dignos y felices.

[ Conclusión ]
Ante la fragilidad y el desaliento del escenario global actual, en el que la desigualdad y la vio-
lencia son características lacerantes y los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad
se debilitan, y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas,
sostenemos que, no obstante, se advierte la presencia de un movimiento restaurativo, que in-
terpela y resignifica conflictos, prácticas, políticas, instituciones y principalmente relaciones.
Un movimiento humanitario restaurativo que al problematizar, contextualizar, indagar lo res-
taurativo nos invita a pensar los vínculos, la capacidad humana, las condiciones instituciona-
les, la producción y circulación del saber, desde lo más genuino, nuestra propia humanidad,
desde el diálogo y la ternura, fuentes transformadoras y potenciadoras de la convivencia pa-
cífica y fraterna.
Una ola humanitaria restaurativa, un modo de ser, de entender y de vincularse, que busca res-
280 taurar lo propiamente humano, la dignidad que iguala y la fraternidad que nos hermana.
“El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta for-
ma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a
todos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos
de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada
uno con su propia voz, todos hermanos” (Francisco I, 2020).
Esta ola humanitaria restaurativa está anclada en la pedagogía de la ternura cuya estela res-
taurativa va sanando e integrando el alterado y dañado entramado social en el que nos encon-
tramos. La ternura entendida como cuidado, protección, respeto y reconocimiento del otro en
cuanto otro.
A principios del siglo XXI, Ernesto Sábato, nos decía: “Siento que puede ser este siglo que comienza
una providencial posibilidad de recuperar cuanto de humano hemos perdido para encontrar al borde
mismo del abismo, la solidaridad que nos salve. (..) El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos
caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”.
Justicia Restaurativa [ Pesado Riccardi

Bibliografía

\ Arendt, H. (1958). La condición humana. Barcelona: Paidós .

\ Bauché, E.G.; Prada, M. y Pesado Riccardi, M.A. (2020). “Aproximaciones al campo restaurativo: Expre-
siones, principios y conceptos para su estudio”. En La Trama. Nº 66. Revista Interdisciplinaria de Mediación
y Métodos RAD Bs. As. Argentina.

\ Francisco I (2020). Encíclica Fratelli Tutti una exhortación a la fraternidad y la amistad social.

\ Heller, A. (1995). La vida cotidiana. Peninsula Barcelona.

\ Kemelmajer, A. (2005). En búsqueda de la tercera vía. La llamada “Justicia Restaurativa”, “reparativa”, “reintegra-
tiva” o “restitutiva”. Derecho Penal. Memorias del Congreso Internacional de Culturas y Sistemas Jurídicos
Comparados, coordinado por Sergio García Ramírez, 271–324. México: Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas de la UNAM.

\ Ospina–Alvarado, M.C.; Alvarado, S.V. y Serna, I.L. (2016). Socialización política y construcción social de subje-
tividades de niñas y niños en contexto de conflicto armado.

\ Sen, A. (2000). Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta.

\ Zelmanovich, P. (2003). “Contra el desamparo”, en Enseñar hoy. Una introducción a la educación en tiempos de
crisis. Dussel Ines y Finocchio Silvia (comp.). Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.

281

//
Justicia Restaurativa [ Pividori

++ Comunicación y Derechos Humanos: una cuestión estratégica


Ariel Pividori / Argentina

Magíster en Comunicación Estratégica. Coordinador de Comunicación y Cultura de la Defensoría del


Pueblo de la Provincia de Santa Fe, Argentina. Integrante de la Fundación Latinoamericana Objetivo 16.

Resumen Abstract
Las prácticas de comunicación se encuentran Communication practices are colonized by unique
colonizadas por dimensiones únicas. La dimensión dimensions. The informational dimension, the
informativa, el mundo de los medios y mensajes, es world of media and messages, is one of them and
una de ellas y la más frecuente. Pero existen otras the most frequent. But there are other dimensions
dimensiones de lo comunicacional (ideológica, of communicational (ideological, interactional, of
interaccional, del encuentro sociocultural) que the sociocultural encounter) that also contribute
también aportan al registro de lo comunicacional to the record of the communicational and must be
y es preciso atender. La Teoría de la Comunicación addressed. The Theory of Strategic Communication,
Estratégica, como metaperspectiva que aborda la as a meta–perspective that addresses corporeality,
corporalidad, la multidimensionalidad y la fluidez, multidimensionality and fluidity, offers an
ofrece un paraguas interesante en el campo de interesting umbrella in the field of Human Rights,
282 los Derechos Humanos, donde inscribimos a las where we enroll restorative practices.
prácticas restaurativas.
Key words
Palabras claves \ Strategic Communication
/ Comunicación Estratégica \ Communication and Human Rights
/ Comunicación y Derechos Humanos \ Communication and New Paradigms
/ Comunicación y Nuevos Paradigmas
Justicia Restaurativa [ Pividori

[ Comunicación y Estado ]
Existe una concepción ampliamente difundida que concibe a las prácticas de comunicación
como pertenecientes de manera exclusiva al reino de los medios y mensajes. Se trata de en-
foques vinculados sobre todo con el trabajo periodístico y las acciones de prensa y difusión
que otro tipo de propuestas más enriquecedoras. Desde el nacimiento de las carreras de la
comunicación, y, paralelamente, el surgimiento de áreas de prensa y comunicación en los di-
ferentes niveles del Estado, sean de índole nacional, provincial o municipal, se suele armar las
políticas comunicativas dentro de este ámbito únicamente.
En este paradigma tradicional, las estrategias de comunicación consisten en la elaboración
de una batería de medidas de piezas propias de la dimensión informativa [ 1 ] de la comuni-
cación: páginas web, folletos, flyers, comunicados de prensa, podcasts, videos, etc. Este es el
mundo de la construcción (de mensajes) y la transferencia (difusión). Se concibe a lo informa-
tivo como única función posible de lo comunicacional, sin considerar ni abordar otras dimen-
siones de la misma: interaccional, ideológica o del encuentro sociocultural.
Las acciones de comunicación en el ámbito de lo público se disponen casi únicamente en este
mundo. La comunicación institucional consiste, muchas veces, en la elaboración de “mensa-
jes”, de contenidos que, se estima, son de interés para un grupo determinado de personas y
que le afectará de alguna manera en algún aspecto de su vida. Por lo general, estos contenidos
tienen un marcado acento propalador de políticas públicas en el convencimiento de que ello
será suficiente para el sector hacia el cual se esté dirigiendo. En un sentido estricto, podemos
decir que hay políticas comunicativas, pero no políticas comunicacionales, en donde por “comu-
nicacional” queremos significar un verdadero encuentro con el otro.
Este paradigma que aún hoy persiste en diferentes niveles del estado opera en dimensiones 283
únicas. Se trata de un paradigma sobre el cual no hay dudas de su efectividad en términos de
resultados, pero que puede mejorarse, enriquecerse, ampliarse, para incorporar de manera
real, y no sólo declamativa, al otro como actor, como persona, como ser humano, con su forma
de habitar el mundo, y también al otro como medio ambiente.
Aún en organizaciones vinculadas con la temática de los Derechos Humanos, la comunicación
institucional sigue estancada en el saturado mundo de los medios y mensajes, algo muy tan-
gible hoy en día con la proliferación de las múltiples plataformas digitales.
Por eso consideramos que un enfoque que desborde las dimensiones únicas de la comuni-
cación para abrazar otras aportaría una mejora de las funciones del Estado moderno y sus
instituciones, en tanto se lo concibe a éste como garante de los derechos, y como responsable
de la calidad de sujetos de derechos de las personas y grupos con las que el Estado interactúa.

[ La comunicación: un derecho de segundo orden ]


En el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX y XX, lo que la comunicación aportaba a las
democracias estuvo vinculado principalmente con “hacer llegar”, “difundir”, o “hacer saber”
para que las personas cuenten con la información y estén conectados con sus representantes.

[ 1 ] Ver Massoni, S., 2015.


Justicia Restaurativa [ Pividori

No obstante, como sostiene Massoni, “es necesario entender que la idea del acceso es uno de
los componentes posibles pero que el acceso en sí mismo no garantiza nada. De la misma ma-
nera que el trabajo comunicacional en cualquier dimensión de la comunicación por separado
lo hace. Lo único que consigue la sostenibilidad de los sistemas es la sinergia emergente de
la multidimensionalidad comunicacional. No se trata de procesos lineales sino de una demo-
cratización a partir de la reconfiguración de los vínculos en la cotidianeidad”. (Massoni, 2018)
Muchos autores sostienen que la comunicación se inscribe como un derecho de segundo or-
den ―o de cuarta generación― ya que habilita a otros derechos fundamentales para la sos-
tenibilidad de los sistemas democráticos. Estos derechos de cuarta generación están basados
en la necesidad de asegurar a todos los individuos el acceso a las nuevas herramientas de la
información y de la comunicación dado que la tecnología surge por la necesidad de hacer más
eficientes los recursos y facilitar la vida cotidiana. En esta nueva etapa de la humanidad, las
libertades y derechos se han introducido en el espacio digital, lo que ha provocado que su
reconocimiento y protección por parte del Estado constituya un verdadero reto por parte del
sistema jurídico.
Cuando se habla de la comunicación como un derecho de cuarta generación significa que,
cuando no se respeta, no sólo se ven afectados los sistemas comunicacionales, sino que tam-
bién se perjudican otros sistemas porque la comunicación es un fenómeno transversal en la
vida social. Es una “(...) llave para garantizar el abanico complejo de derechos que sirven de
cimiento a la dignidad de las personas. Sin derecho a la información y a la comunicación todos
los restantes derechos terminan velados, cuando no vedados” (Uranga, 2008).

284
[ Comunicación Estratégica como teoría del encuentro en la diversidad ]
En este sentido, la Teoría de la Comunicación Estratégica [ 2 ] que se promueve desde la Escue-
la de Comunicación Estratégica de la ciudad de Rosario (Argentina), se ofrece como una teoría
que aborda el encuentro sociocultural, comprensiva, y aplicable de modo general. Se sale de
un esquema lineal de transmisión de significados para abrazar uno mucho más enriquecido
que contempla a la comunicación en su multidimensionalidad y complejidad; considerando
a los actores en juego, al escenario en que se desenvuelven y a la fluidez de las interacciones
propias de un sistema vivo.
Como sostiene Massoni (2013), esta escuela se plantea abordar a la comunicación como un “(…)
fenómeno histórico, complejo, situacional y fluido. Alejándose de los enfoques sociológicos y
semiológicos clásicos que estudian lo comunicativo en tanto significaciones transmitidas, este
nuevo enfoque estudia lo comunicacional en tanto acciones y sentidos emergentes que no se
desentienden de los acoplamientos dinámicos y evolutivos de la realidad y los sujetos”.
Tiene como su característica fundamental definir y entender la realidad como comple-
ja, y concebir la comunicación como fenómeno histórico y situacional. Se trata de una
metaperspectiva que propone una teoría “menos racional y más relacional” (Pérez, 2006), en
donde se concibe a las estrategias de comunicación como acción y no como inventario de lo
real. Es por eso que, en ese marco, la Estrategia de Comunicación no puede ser un plan cerrado

[ 2 ] Ver Massoni, S. (2016)


Justicia Restaurativa [ Pividori

o una receta a ser aplicada o ejecutada en el territorio. “Una estrategia comunicacional no es


una fórmula. No es un contenido, no es un mensaje, no es un plan previo —elaborado para ser
aplicado— sino un dispositivo flexible y especialmente atento a lo situacional en tanto espa-
cio fluido, en tanto lugar en el que coexisten las alteridades socioculturales con otros seres de
la naturaleza. Es una mirada respetuosa de las heterogeneidades presentes en la situación
que se desea abordar, que no se limita tampoco a lo discursivo, sino que se vincula más bien
con aquello del sentido emergente.” (Massoni, 2016: 87).
La Comunicación Estratégica trabaja desde una perspectiva de la complejidad, desplegándo-
se en siete operaciones cognitivas y no fórmulas que se aplican por igual. (Massoni y Bussi,
2020). Para el fin que aquí nos convoca, y sin pretender hacer una explicación exhaustiva de
esta metodología, diremos simplemente que una de estas operaciones centrales tiene que
ver con la identificación de los actores, grupos o sectores sociales vinculados con el problema
de comunicación acordado de manera conjunta en el principio del diagnóstico. Los actores
que identifiquemos como vinculados de forma directa a la problemática en un momento de-
terminado muy posiblemente cambien con el correr del tiempo puesto que una estrategia
comunicacional aborda procesos dinámicos, no fotografías estáticas.
Sin embargo, lo importante de señalar aquí es que estos actores se encuentran constituidos
en grupos o sectores sociales que poseen características principales en cuanto a su lógica de
funcionamiento que los diferencia unos de otros. En el marco de esta perspectiva, se trata de
una Matriz Sociocultural. “Una matriz sociocultural es un autodispositivo colectivo desde el
cual cada actor establece la comunicación. No es previo y por eso la investigación en comuni-
cación estratégica no busca inventariar sino indagar el especial tipo de encuentro sociocultu-
ral actual de los distintos actores/sectores con la problemática” (Massoni, 2013). Es decir que
las matrices socioculturales son lugares simbólicos desde donde los actores se comunican con 285
el resto. En este caso, se trata de actores que se distinguen de otros a partir de su ámbito de
acción en el marco del problema que aborda la estrategia.
Para caracterizar matrices socioculturales es necesario posicionarnos en otro registro que no
sea el del inventario, sino en el de apuntar “los rasgos básicos de una lógica de funcionamiento,
de una manera especial de vincularse con el problema”. (p. 84). Además de los actores también
se identificarán saberes, intereses, necesidades y expectativas de los grupos involucrados.

[ Actores de prácticas restaurativas configurando una matriz sociocultural ]


En un proyecto de comunicación estratégica realizado en la Defensoría del Pueblo de Santa Fe
[ 3 ], surgió, a partir de las 18 entrevistas realizadas en la institución, que las actividades vincu-
ladas con el área de Asistencia a la Víctima necesitaban una mejor difusión. La frase núcleo o
problema comunicacional inicial, en este proyecto, había sido la necesidad de profundizar la
difusión de los alcances de la institución en la sociedad para que fuera una verdadera herra-
mienta de defensa de derechos ciudadanos para las personas.

[ 3 ] Ver Pividori, A. (2020)


Justicia Restaurativa [ Pividori

// Temas sobre los que debería mejorar su difusión la institución //

0
Vocero Mediación Discapacidad Salud Visibilización Alcances de Consumi- Asistencia a
institucional de problemas la Defensoría dores la Víctima
coyunturales del Pueblo

Fuente: Ariel Pividori. Trabajo Final Integrador – Proyecto de Comunicación Estratégica en la Defensoría del
Pueblo de Santa Fe (2017).

Traemos a colación este ejemplo precisamente porque la Defensoría del Pueblo de Santa Fe
es un organismo que cuenta con un Centro de Asistencia a la Víctima que trabaja con prácticas
286 de Justicia Restaurativa, sobre todo en situaciones de violencia de género. Aclaramos que el
aspecto de “difusión” en el trabajo en cuestión no fue profundizado o bien fue dejado para un
trabajo ulterior, pero lo que queremos problematizar en realidad es que los actores víctimas
con los cuales se trabajan acciones restaurativas podrían configurar una matriz sociocultural
a ser consideradas en futuras estrategias de comunicación desde esta perspectiva inclusiva.
La visión tradicional de la comunicación se encuentra en sintonía con la prevalencia del énfa-
sis de la Justicia Retributiva, que es la que, ante la comisión de un delito, se juzga al responsa-
ble del mismo y si se le encuentra culpable se le aplica un castigo. En la Justicia Restaurativa,
en cambio, como explica Zehr (1990), se corresponde con una forma de ver la justicia penal
que enfatiza la reparación del daño ocasionado a la gente y el restablecimiento de las relacio-
nes en lugar de solamente castigar a los infractores. Es esta parte la que creemos que está en
sintonía con la comunicación bajo los nuevos paradigmas.
Las prácticas restaurativas y los actores que se encuentran afectados a ella conforman un
grupo con intereses, saberes, expectativas, necesidades y emociones definidas que resulta
pertinente de ser incorporadas como una matriz sociocultural para las estrategias de comu-
nicación de las organizaciones y el Estado. Al hacerlo, también habremos de caracterizarla,
puesto que aquello nos permitirá “atender a la especial modalidad de vinculación que los ac-
tores tienen con los diferentes componentes del problema que aborda la estrategia a partir
de reconocer sus trayectorias, sus lógicas de funcionamiento desde el paradigma de lo fluido”
(Massoni, 2016).
Justicia Restaurativa [ Pividori

[ Hacia políticas comunicacionales públicas respetuosas de los derechos humanos ]


En este contexto, valen las siguientes preguntas: ¿cómo salir del esquema comunicacional que
opera en dimensiones únicas?, ¿cómo incorporar verdaderamente las voces de las víctimas en
el diseño ya no sólo de políticas públicas, sino también de políticas comunicacionales, y que
sea beneficioso para todos?, ¿cómo puede aportar la investigación enactiva en comunicación
para mejorar políticas públicas vinculadas con las prácticas restaurativas?
Dijimos que la teoría de la Comunicación Estratégica ofrece un andamiaje teórico–conceptual
que aborda la multidimensionalidad de lo comunicacional y explora el problema en cuestión
asumiendo a la comunicación como una ciencia de la articulación, considerando, asimismo,
la complejidad y la fluidez que es propia de la redefinición de la comunicación estratégica
desde los nuevos paradigmas. Desde esta nueva mirada, abierta, democrática, respetuosa
de la diversidad, es posible elaborar estrategias de comunicación cuyas acciones integrales
incorporen la voces de las víctimas, de los victimarios y también de las consecuencias de la
reparación llevada adelante.
En ese conjunto de tareas, trabajos y propuestas que surjan desde la Comunicación Estratégi-
ca, muy posiblemente una de las acciones será la difusión pública —es decir, el mundo de los
medios y mensajes— de ciertos aspectos relacionados con la temática; pero casi con toda cer-
teza surgirán otras que estarán en sintonía con las dimensiones interaccional y del encuentro
sociocultural. Todo será posible de diseñarse y hacerse en la medida en que desde la institu-
ción o grupo de personas que encabecen el proyecto comunicacional se trabaje a partir de las
técnicas participativas de la comunicación.
Por eso el rol del comunicador tampoco podrá ser el mismo. Ya no será una persona o un grupo
de personas que, desde una pretendida posición de superioridad intelectual, la que arme o 287
proyecte dispositivos de trabajo; sino que será el grupo en su totalidad (comunicadores y no
comunicadores, dirigentes, autoridades, asociaciones, ONG’s, etc.) el que, a partir de técnicas
de gestión participativa de proyectos, disponga qué hacer. La tarea del comunicador será la de
ser más una guía que un asesor, más un conductor e impulsor que un experto, más un oyente
activo que un hablador.
La comunicación tradicional se sigue pensando en políticas que resguardan derechos, en dar
voces a los que no tienen voz, en asegurar el acceso, en garantizar la producción cultural de
las minorías, la circulación y el consumo de la cultura ancestral. Nadie discutirá que esto deba
dejar de hacerse; sino más bien que es preciso comprender que la idea del acceso es uno de los
elementos posibles y necesarios pero que el acceso, por sí mismo, no garantiza nada.
En la actividad “Hacia el reconocimiento de la Justicia Restaurativa como Derecho Humano”
[ 4 ] llevada adelante por la Defensoría del Pueblo de Santa Fe y la Defensoría General de Lo-
mas de Zamora, ambas de Argentina, la presidenta de la Junta Federal de Cortes, María del
Carmen Bataini, expresó que: “Una justicia restaurativa interdisciplinaria, comprensiva que se
pone en el lugar del otro, que atiende no solamente a la aplicación rigurosa de la ley, sino a las
necesidades que tiene la comunidad, una justicia socialmente responsable es lo que necesi-
tamos para cumplir con el objetivo 16 de Naciones Unidas para tener una sociedad más justa,
pacífica, solidaria e inclusiva y la justicia restaurativa es el ejemplo práctico, real y concreto de

[ 4 ] Disertación disponible en https://www.youtube.com/watch?v=uWhVaxLmVVk


Justicia Restaurativa [ Pividori

la materialización de los derechos humanos”. Si buscamos promover una sociedad más justa,
inclusiva y en paz, entonces todas las herramientas que se utilicen, sea desde lo público o de
organizaciones de la sociedad civil, deben estar en sintonía con esta visión. La Teoría de la Co-
municación Estratégica recupera al ser humano, considera a la estrategia como una ciencia
de la relación, y no como una disciplina de la batalla; añadiendo a lo económico otros facto-
res intangibles en un mundo flexible, cambiante y simbólico. (Pérez 2006 y 2007)
Esta escuela no trabaja sobre el conflicto, antes bien prefiere hablar de la comunicación en tér-
minos de oportunidad: es decir, no niega las diferencias sino que trabaja desde ellas. Para fina-
lizar diremos, junto con Pérez (2007:178) que “en nuestras sociedades predomina el marco cul-
tural ‘adversativo’ en que todo es percibido en términos dialécticos y de confrontación”, y que es
necesario “convertir a la Estrategia de la ciencia del conflicto, en una ciencia de la oportunidad”.

Bibliografía

\ Fals Borda, O. (2007). La Investigación Acción en convergencias disciplinarias, disponible en http://histo-


riactualdos.blogspot.com/2008/11/la-investigacin-accin-en-convergencias.html (consultado en enero 2021).

\ Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) (2002). Informe Anual de la Relatoría Espe-
cial para la Libertad de Expresión. Disponible en http://www.cidh.org/relatoria/ showarticle.asp?artI-
D=138&lID=2 (Fecha de última consulta: 20 de noviembre de 2011).

288 \ Massoni, S. (2018). Aportes de la comunicación estratégica a las políticas públicas en sociedades políticamente de-
mocráticas, pero socialmente fascistas, en Políticas públicas y comunicación: una cuestión estratégica. Nueva
Editorial Universitaria, Universidad Nacional de San Luis, San Luis.

\ Massoni, S. y Bussi, M. (2020). Guía IEC: Investigación Enactiva en Comunicación: la ciencia de la articulación, 1a
ed. Rosario. Libro digital, PDF.

\ Massoni, S. (2013). Metodologías de la comunicación estratégica. Del inventario al encuentro sociocultural. Rosa-
rio, Homo Sapiens Ediciones.

\ Pérez, R.A. (2006). “¿Una Nueva Teoría Estratégica? Razones y Sinrazones”. En Hologramática – Facultad de
Ciencias Sociales – UNLZ - Año III, Número 4, V2. Disponible en www.hologramatica.com.ar

\ Pérez, R.A. (2008). “Siete cambios que conducen a una Teoría Estratégica más humanizada”. Comunica-
ción, Ciudadanía y valores. Reinventando conceptos y estrategias (OCLACC) / Universidad Técnica Particu-
lar de Loja. Quito, Ecuador.

\ Pérez, R. (2007, enero julio). “Estratega de la comunicación y el Managment Narrativo. Entrevista a Rafael
Pérez por Jesús Martín Barbero”. En Revista RE: presentaciones, Periodismo, Comunicación y Sociedad. Universi-
dad de Santiago. Año 1, nro 2.

\ Pividori, A. (2020). Proyecto de Comunicación Estratégica para la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, Universidad
Nacional de Rosario (UNR), Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Rosario.

\ Uranga, W. (2008). “Prospectiva estratégica desde la comunicación. Una propuesta de proceso metodo-
lógico de diagnóstico dinámico y planificación”. Buenos Aires, mayo de 2008.

\\
Justicia Restaurativa [ Palabras finales

// Palabras finales y una invitación

[ Desde el Comité Organizador de los Congresos Latinoamericanos de Justicia Restaurativa tu-


vimos el enorme desafío de poder convocar a todos aquellos actores e instituciones que tra-
bajan acerca de la temática en todo Latinoamérica. No sabíamos cuál iba a ser la respuesta,
pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando vimos que existía un interés genuino en el tema
a nivel internacional.
Conocedores de la riqueza conceptual de todo el material compartido en aquellos eventos,
nos propusimos entonces condensar lo expuesto por parte de los profesionales y especialistas
de todas partes de Iberoamérica -junto con otros y otras que se sumaron a la iniciativa- con el
objetivo de que este trabajo pueda servir tanto para el ámbito académico como para profesio-
nales de diversos organismos en su trabajo diario. Los textos que componen este libro transi- 289
tan por temas varios y disímiles, pero todos aportan al objetivo en común que es revalorizar
otra mirada de la Justicia Restaurativa en las sociedades actuales.
La emergencia sanitaria provocada por el avance de la pandemia del Covid–19 no sólo interpeló
la vida, las relaciones, las instituciones y las pocas certezas que aún se sostenían, sino que tam-
bién nos interpela sobre lo propiamente restaurativo y la prospectiva. En esta situación en la
que la mayoría de los gobiernos han adoptado medidas de aislamiento y distanciamiento social
preventivo, se ha evidenciado, aún más, la agudeza de la desigualdad, marco en el que se po-
tencia y escala la conflictividad, resultando necesario repensar nuestra formas de vincularnos,
de prevenir y gestionar las situaciones que inciden en los conflictos, las violencias, los delitos.
En el primer Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa celebrado en 2019, en Rosa-
rio, Argentina, nos preguntamos “¿qué es restaurar?”, y las respuestas tuvieron como base la
idea de que restaurar es humanizar, es focalizar en el desarrollo humano entendido como el
proceso activo de constitución del sujeto en su dimensión social e individual, el cual se realiza
en contextos políticos, económicos, culturales y en situaciones de interacción.
En el segundo congreso, realizado de manera virtual en 2020, apuntó a la reflexión sobre qué
es lo restaurativo. ¿Qué es lo que hace que la justicia sea restaurativa, que las prácticas sean
restaurativas, que las leyes sean restaurativas, que los dispositivos sean restaurativos? Bajo
esta consigna ha surgido la necesidad de pensar lo restaurativo en vinculación con la cultura
del diálogo, la paz y los derechos humanos como una invitación prospectiva que busca poner
en juego las propias condiciones de la edificación cultural, del modo de entender lo común, de
los saberes y las instituciones, de la complejidad y el sentido paradójico del ser humano y de
las relaciones que establece consigo mismo, con los demás y con su mundo.
Justicia Restaurativa [ Palabras finales

Es que la construcción de sociedades más solidarias, tolerantes, participativas e inclusivas, la


edificación de una cultura de paz, de diálogo y encuentro, nos exige generar nuevos corpus
teóricos, debates y políticas de intervención.
Por eso es que también, desde el Comité Organizador, hemos impulsado en diciembre del
2020, la jornada “Hacia el reconocimiento de la Justicia Restaurativa como Derecho Humano”,
un evento que contó con expositores nacionales e internacionales en la materia y se realizó
en el marco de las conmemoraciones por el día de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de Naciones Unidas, que tiene lugar todos los 10 de diciembre.
Esta jornada contó con el objetivo de conmemorar este día en especial iniciando un recorrido,
una tarea interinstitucional, colectiva, colaborativa, nacional e internacional que permita di-
vulgar las ideas del campo restaurativo, que los países las vayan asumiendo como una práctica
a incorporar en sus legislaciones y políticas públicas, que los organismos nacionales e interna-
cionales de derechos humanos las reconozcan y promuevan, con el deseo que finalmente se
convierta la Justicia Restaurativa en una política pública de Derechos Humanos.
Asimismo, estamos emprendiendo otras acciones entre las que destacamos el diseño y la im-
plementación de propuestas de formación y capacitación en Justicia y Prácticas Restaurati-
vas co-organizadas con municipios, universidades y otras instituciones; la conformación de
un Comité Internacional que pueda reflexionar sobre las prácticas restaurativas y su efectiva
implementación en las políticas públicas; la integración de una red de instituciones y profe-
sionales en Justicia y Prácticas Restaurativas y el relevamiento de experiencias nacionales en
prácticas restaurativas.
Producto de todas estas acciones y de este recorrido, y en un hecho sin precedentes, es necesa-
290 rio destacar que el Parlamento Centroamericano (Parlacen), en tanto organismo político que
se propone avanzar en la integración y desarrollo de las Naciones que lo integran (Guatemala,
El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Panamá como Estados Miembros;
México, Puerto Rico, Marruecos, Taiwán y Venezuela como Estados Observadores), dispuso
instar a los estados que lo integran a impulsar acciones para la implementacion de la Justicia
Restaurativa como una herramienta de diálogo, derechos humanos y paz en la resolución de
conflictos de las sociedades de la región.
En resumen: hicimos, seguimos y seguiremos generando instancias que continúen aportando
a la construcción de una Cultura de Paz convencidos de que se trata de un aspecto primordial
para avanzar hacia sociedades más inclusivas, humanas y pacíficas.
Por eso una invitación final: la de continuar trabajando juntos, aportando, conectándonos,
siguiendo este recorrido iniciado, puesto que sabemos que la construcción de la paz es un tra-
bajo colectivo, que nadie se salva solo sino que nos salvamos entre todos.
Justicia Restaurativa [ Palabras finales

Instituciones que nos acompañan en esta travesía ]


Dijimos que en nuestras actividades no estamos solos, que existen un gran conjunto de insti-
tuciones con las cuales estamos en contacto de manera permanente y que nos acompañan en
este camino de la construcción de una Cultura de Paz. Hasta el momento, ellas son:

\ A Mediar (España)

\ Academia Mundial de Justicia Restaurativa

\ Adhesión declarando de Interés el Superior Tribunal de San Luis (Argentina)

\ Adolescencia y Familia

\ Alianza Global de Ministerios e Infraestructuras para la Paz (GAMIP)

\ Alianza Global de Ministerios e Infraestructuras para la Paz (GAMIP) Latinoamérica

\ Alianza Global para Ministerios e Infraestructuras de Paz – GAMIP América Latina

\ Área de Resolución de Conflictos de la Municipalidad de Posadas (Misiones, Argentina)

\ Asociación Civil Casa de la Pax Cultura (Argentina)

\ Asociación de Defensores del Pueblo de la República Argentina (ADPRA)

\ Asociación de Defensores Públicos de la República Argentina

\ Asociación Latinoamericana de Magistrados, Funcionarios, Profesionales y Operadores de Niñez,


Adolescencia y Familia
291
\ Asociación Mexicana de Psicología Jurídica y Derecho Penal (México)

\ Asociación Mutual “Grupo Buenos Ayres” (Argentina)

\ CEMAJUR (Argentina)

\ Centro de Estudios y Análisis en Resolución y Transformación de Conflictos,


Facultad de Ciencias Económicas – UNER (Argentina)

\ Centro de Investigaciones para la Paz de Latinoamérica

\ Centro de Mediación del Colegio de Abogados de Rosario (Argentina)

\ Centro Internacional de Estudios sobre Democracia y Paz Social CIEDEPAS (Argentina)

\ Centro Privado de Mediación KAIROS

\ Centros de Estudios e Investigaciones para la Paz y la Convivencia de Barranquilla (Colombia)

\ Círculo de Mujeres por la Paz

\ Colegio de Abogados 1º y 2º Circunscripción de la Provincia de Santa Fe (Argentina)

\ Colegio de Abogados Penalistas del Estado de Querétaro (México)

\ Colegio de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de Buenos Aires

\ Colegio de Psicólogos de Rosario (Argentina)

\ Comisión de Mujeres Mutualistas Santa Fe (Argentina)


Justicia Restaurativa [ Palabras finales

\ Concejo Deliberante de la Ciudad de Santa Fe (Argentina)

\ Confraternidad Carcelaria Colombia

\ Confraternidad Carcelaria México

\ Consejo Latinoamericano para la Paz

\ Coordinación de Gestión Educativa para una Cultura de Paz

\ Coordinadora Club Amigo Soacha (Colombia)

\ Coordinadora de Niñez sin Rejas Colombia – Bice. Terciarios Capuchinos

\ Cruzada Educativa para Construir Cultura de Paz (Chile)

\ Defendamos la Paz Internacional (Atenas, Grecia)

\ Defensoría del Pueblo de Neuquén (Argentina)

\ Defensoría del Pueblo de Paraná (Argentina)

\ Defensoría del Pueblo de Río Negro (Argentina)

\ Director de la Escuela de Fiscales del Estado de Bolivia

\ Dra. María Angélica Gastaldi, Ministra Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe (Argentina)

\ Dra. María Concepción Rayón, Coordinadora de Proyectos de Investigación


de la Universidad Complutense de Madrid (España)

\ EGES (Bolivia)
292 \ Empatio Cooperativa de Mediadores (Argentina)

\ Enlace Institucional del Colegio Interdisciplinario de Desarrollo Humano y Medios Alternos


de Solución de Conflictos A.C. (México)

\ Equipo de Facilitadores de la Procuración Penitenciaria (Argentina)

\ Equipo IMCA (Argentina)

\ Espacio Surgir – Pensamientos en Movimientos (Argentina)

\ Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral (Argentina)

\ Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO)

\ Federación Santafesina de Entidades Mutualistas “Brigadier Estanislao López” (Argentina)

\ Fiscalía General de Estado y Escuela de Fiscales del Estado de México

\ Foro Internacional de Mediadores Profesionales. Conferencia Internacional

\ Fundación Coepio (Argentina)

\ Fundación Fraternitas (Argentina)

\ Fundación Latinoamericana Objetivo 16

\ Fundación Markani

\ Fundación Shambala de Palma de Mayorca (España)

\ Fundación Mediar (Salta, Argentina)


Justicia Restaurativa [ Palabras finales

\ Global Alliance of National Human Rights (GANHRI)

\ Grupo de Asistencia Técnica ICBF Regional Guajira (Colombia)

\ Grupo de Trabajo y Acompañamiento, Formación y Prácticas Restaurativas


del Juzgado de Menores 1 (Rosario, Argentina)

\ Grupo Protección Regional Antioquia ICBF (Medellín, Colombia)

\ Instituto Catalán Internacional por la Paz

\ Instituto Catalán por la Paz

\ Instituto de Ciencias Psicojurídicas y Sociales (México)

\ Instituto de Estudios Judiciales de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires (Argentina)

\ Instituto de Mediación de México

\ Instituto Internacional por la paz (Barcelona, España)

\ Instituto Latinoamericano del Ombudsman (ILO)

\ Instituto para la Seguridad y la Democracia de México

\ INTERMED Salta (Argentina)

\ International Peace Bureau – IPB América Latina

\ Jueces Penales de Menores de la Provincia de Santa Fe (Argentina)

\ Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Lanús (Argentina)

\ Mediación Argentina 293

\ Medicina Integrativa Santa Fe (Argentina)

\ Método TAI (Argentina)

\ Ministerio de Desarrollo Social de la República Argentina

\ Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires (Argentina)

\ Ministerio Público de la Acusación de la Provincia de Santa Fe (Argentina)

\ Movimiento Los Sin Techo (Santa Fe, Argentina)

\ Municipalidad de Recreo (Argentina)

\ Núcleo Apoio Psicopedagógico Brasil

\ ONG Crecer en Familia (Colombia)

\ ONG Paz, Vida, Conducción y Educación por la Paz (Chile)

\ ONG Todo sobre Mediación

\ ONG Trama Social

\ Parlamento Centroamericano (PARLACEN)

\ Procuración de Derechos Humanos de Guatemala

\ Procuración de Guatemala

\ Procuración de la Provincia de Buenos Aires (Argentina)


Justicia Restaurativa [ Palabras finales

\ Procuración de la Provincia de Río Negro (Argentina)

\ Procuración de la Provincia de Santa Fe (Argentina)

\ Programa Filosofía y Prácticas Restaurativas de la Facultad de Derecho


de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina)

\ Programa Probemos Hablando “Marcos Paz” (Buenos Aires, Argentina)

\ Red de Docentes por la Paz, Universidad de Querétaro (México)

\ Red de Mujeres para la Justicia ONG Federal (Argentina)

\ Red Federal de Mediadoras con Perspectiva de Género, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
de la Nación Argentina

\ Red Mujeres para la Justicia Argentina

\ Red Nacional de Investigadores del Sistema de Justicia Penal de México

\ Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la República Argentina

\ Sentit Nobis (Hermosillo, Sonora, México)

\ Servicio Público de la Defensa de Santa Fe (Argentina)

\ Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes (Soacha, Colombia)

\ Sociedad Argentina de Sociología Jurídica (Argentina)

\ Unión de Funcionarios y Magistrados del Departamento Judicial de Lomas de Zamora


(Buenos Aires, Argentina)
294
\ Universidad Abierta Interamericana (Argentina)

\ Universidad Católica de Salta (Argentina)

\ Universidad Católica de Uruguay

\ Universidad de Querétaro (México)

\ Universidad de Río Cuarto (Argentina)

\ Universidad de Santo Tomás (Colombia)

\ Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)

\ Universidad Nacional de Lanús (Argentina)

\ Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Argentina)

\ Universidad Nacional de Rosario (Argentina)

\ Universidad Nacional del Litoral (Argentina)

\ Universidad Santo Tomás (Colombia)

\\ Declaración de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe año 2019 y 2020 (Argentina)

\\ Declaración de Interés de la Municipalidad de Recreo (Santa Fe, Argentina)

\\ Declaración de Interés del Concejo Deliberante de la Ciudad de Santa Fe (Argentina)


Justicia Restaurativa [ Anexo

// Resolución del Parlamento Centroamericano (Parlacen)


con respecto a la Justicia Restaurativa

[ El 27/10/20 el Parlamento Centroamericano (Parlacen) dispuso instar a los Estados que lo


integran a desarrollar la Justicia Restaurativa en la región. El hecho constituye un hito de gran
relevancia para América Latina, colocando a Centroamérica en un lugar de avanzada desde el
punto de vista de las políticas en la materia.
El Parlacen es un organismo político que se propone avanzar en la integración y desarrollo
de las Naciones que lo integran. Nuclea a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Re-
pública Dominicana y Panamá como Estados Miembros; y a México, Puerto Rico, Marruecos,
Taiwán y Venezuela como Estados Observadores.

PARLAMENTO CENTROAMERICANO
295

INICIATIVA DE RESOLUCIÓN
QUE DISPONE
“RECOMENDAR A LOS PODERES JUDICIALES DE LOS ESTADOS PARTE DEL SISTEMA DE LA INTE-
GRACIÓN CENTROAMERICANA EL IMPULSO DE ACCIONES PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA JUS-
TICIA RESTAURATIVA COMO UNA HERRAMIENTA DE DIÁLOGO, DERECHOS HUMANOS Y PAZ EN
LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS DE LAS SOCIEDADES DE NUESTRA REGIÓN”

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
La justicia restaurativa surgió en la década de los años 70 como una forma de mediación entre
víctimas y delincuentes y en la década de los años 90 amplió su alcance para incluir también
a las comunidades de apoyo, con la participación de familiares y amigos de las víctimas y los
delincuentes en procedimientos de colaboración denominados reuniones de restauración.
Los principios internacionales en esta materia se derivaron de la Declaración sobre los princi-
pios fundamentales de justicia para las víctimas del delito (1985 Asamblea General de la ONU
resolución 40/34 el 29 de noviembre) que otorga a las partes acceso a los mecanismos de jus-
ticia que garanticen la reparación del daño, señalando en su artículo 7 que: “… la utilización,
cuando proceda, de mecanismos oficiosos para la solución de controversias, incluidos la me-
diación, el arbitraje y las prácticas de justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin de facilitar la
conciliación y la reparación a favor de las víctimas”.
Justicia Restaurativa [ Anexo

Conforme al Manual de Programas de Justicia Restaurativa de Naciones Unidas, las denomi-


naciones utilizadas para describir a la justicia restaurativa se encuentran los de justicia comu-
nitaria, hacer reparaciones, justicia positiva, justicia relacional, justicia reparadora y justicia
restauradora.
Expertos en el tema, son enfáticos al señalar que la justicia restaurativa es un “proceso dirigido
a involucrar, dentro de lo posible, a todos los que tengan un interés en una ofensa particular e
identificar y atender colectivamente los daños, necesidades y obligaciones derivados de dicha
ofensa, con el propósito de sanar y enmendar los daños de la mejor manera posible.
En ese sentido, el proceso restaurativo es: “Cualquier proceso en el que la víctima y el delin-
cuente y cuando es adecuado, cualquier otro individuo o miembros de la comunidad afecta-
dos por un crimen, participan en conjunto activamente en la resolución de asuntos derivados
del crimen, generalmente con ayuda de un facilitador. Los procesos restaurativos pueden in-
cluir mediación, conciliación, conferencias y círculos de sentencias”.
Para la implementación de la Justicia Restaurativa en los Estados Parte del SICA, es necesario
que el Parlamento Centroamericano haga un llamado a las autoridades del Consejo Judicial
Centroamericano y del Caribe, a los órganos, organismos e instituciones relacionadas y a la
sociedad civil centroamericana, para que tome de base las experiencias que otros países han
tenido sobre el tema, haciendo un análisis y determinando un plan de trabajo, en aras de con-
solidar este modelo de justicia.
El Parlamento Centroamericano, fue creado por los mandatarios de la región para analizar
entre hermanos centroamericanos, las reglas comunes de la convivencia pacífica y desarrollo
de la región. Como órgano de representación política y democrática del Sistema de la Inte-
296 gración Centroamericana —SICA—, debe seguir impulsando iniciativas y acciones propicias
para la convivencia pacífica y la reconstrucción de nuestras sociedades, priorizando la cultura
de dialogo, de derechos humanos y de paz.

INICIATIVA DE RESOLUCIÓN
QUE DISPONE
“RECOMENDAR A LOS PODERES JUDICIALES DE LOS ESTADOS PARTE DEL SISTEMA DE LA INTE-
GRACIÓN CENTROAMERICANA EL IMPULSO DE ACCIONES PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA
JUSTICIA RESTAURATIVA COMO UNA HERRAMIENTA DE DIÁLOGO, DERECHOS HUMANOS Y PAZ
EN LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS DE LAS SOCIEDADES DE NUESTRA REGIÓN”

EL PARLAMENTO CENTROAMERICANO
CONSIDERANDO
Que el Parlamento Centroamericano nació como una necesidad de los Estados centroame-
ricanos de fomentar la cultura de paz en la región, además de ser el máximo órgano de re-
presentación política y democrática del Sistema de la Integración Centroamericana que tiene
entre sus principales atribuciones la de servir como foro de deliberación y propuesta de todos
aquellos asuntos de interés para la integración de los Estados Parte.
Justicia Restaurativa [ Anexo

CONSIDERANDO
Que el Artículo 32 de la Convención Americana de Derechos Humanos, establece que toda
persona tiene deberes para con la comunidad, ya que como dice el Artículo 29 de la Declara-
ción Universal de los Derechos Humanos, sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente
su personalidad; enfatizándose que los derechos de cada persona están limitados por los de-
rechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en
una sociedad democrática.

CONSIDERANDO
Que a diferencia de la justicia tradicional, la justicia restaurativa reserva un papel fundamen-
tal a la víctima y a la persona ofensora, brindándoles la posibilidad de expresar los sentimien-
tos y los daños causados por el delito cara a cara, y que a partir de ese diálogo, la persona
imputada debe asumir su responsabilidad en la reparación del daño a la víctima y a la comu-
nidad propiciando el diálogo y generando la cultura de paz.

CONSIDERANDO
Que el Consejo Judicial Centroamericano y del Caribe (CJCC) es el órgano integrador de políti-
cas en materia de aplicación de justicia y seguridad jurídica entre los Poderes Judiciales de los
países miembros del Sistema de la Integración Centroamericana —SICA—, que junto a otras
instituciones regionales ha venido impulsando acciones sobre el tema de justicia restaurativa,
en particular sobre la Justicia Juvenil Restaurativa en Centroamérica y el Caribe.
297

CONSIDERANDO
Que en el segundo foro regional de justicia penal juvenil: “Hacia una Justicia Restaurativa en
Centroamérica” Declaración de San Salvador, del 24 de noviembre de 2009, llevado a cabo
como un esfuerzo conjunto de la SG–SICA, la Corte Centroamericana de Justicia el gobierno
de la Republica de El Salvador, con el apoyo de la cooperación internacional, se recomendó
a las instituciones supranacionales de ámbito regional (SG–SICA, PARLACEN, Corte Centro-
americana de Justicia y Consejo Judicial Centroamericano), su refuerzo y apoyo para que en
el ámbito de sus respectivas competencias, se “apropien, lideren, impulsen e implementen
las acciones que ayuden a la consolidación de la justicia juvenil restaurativa en el marco de la
Estrategia de Seguridad Democrática de Centroamérica y México.

CONSIDERANDO
La urgente necesidad de que los Estados de la región, promuevan la incorporación de un Enfo-
que de Justicia Restaurativa a los actuales Modelos de Justicia Penal, dirigido hacia la desjudi-
cialización de los procesos, la determinación de la responsabilidad en la autoría, la restitución
de la víctima y la reparación del daño.
Justicia Restaurativa [ Anexo

CONSIDERANDO
Que en los países de nuestra región, hoy más que nunca debe propiciarse la reflexión y la pro-
ducción de conocimientos sobre lo restaurativo y la cultura del diálogo, paz y los derechos, en
aras de identificar y socializar buenas prácticas restaurativas, en distintos ámbitos de aplicación
(ejecutivo, legislativo, judicial y no gubernamental) y a nivel local, nacional y latinoamericano.

POR TANTO
La Asamblea Plenaria, en uso de sus facultades legales que el confiere el Tratado Constitutivo
del Parlamento Centroamericano en sus artículos 5 y 10; el articulo 1 y 112 del Reglamento In-
terno y 6, 7 y 9 del Manual de Técnica Legislativa.

EMITE LA RESOLUCIÓN
QUE DISPONE
PRIMERO: Recomendar a los Poderes Judiciales de los Estados Parte del Sistema de la Inte-
gración Centroamericana —SICA—, el impulso de acciones para la implementación de la Jus-
ticia Restaurativa como una herramienta de diálogo, derechos humanos y paz en la resolución
de conflictos de las sociedades de nuestra región.
SEGUNDO: Instar a los Poderes Judiciales de la región, sobre la necesidad de capacitar al perso-
nal judicial y comunidades de nuestros pueblos, en el tema de Justicia Restaurativa, además de
298 impulsar acciones para la construcción de un protocolo de actualización para la implementación
del modelo, entre otras acciones, que conlleven al a la efectiva implementación de esta práctica.
TERCERO: Hacer un llamado para que los órganos competentes, para la formación de una
red de profesionales comprometidos con lo restaurativo y la construcción de una cultura del
diálogo, paz y los derechos humanos. Además de promover la articulación de la academia, las
políticas públicas y las organizaciones sociales para construcción de proyectos y programas de
justicia restaurativa en toda la región.
CUARTO: Instruir a la Comisión de Asuntos Jurídicos e Institucionalidad Regional y a la Comi-
sión de Paz, Derechos Humanos y Participación Ciudadana a dar seguimiento a la presente
Resolución.
QUINTO: Remitir la presente Resolución a la Secretaría General del SICA, al Consejo Judicial
Centroamericano y del Caribe y a los órganos, organismos e instituciones del Sistema de la
Integración Centroamericana relacionados con este importante tema.
SEXTO: Publíquese en la Gaceta Oficial del SICA y todas las plataformas digitales del Parla-
mento Centroamericano.

APROBADO EN SESIÓN ORDINARIA DE ASAMBLEA PLENARIA DEL PARLAMENTO CENTRO-


AMERICANO EL 27 DE OCTUBRE DE 2020.
// Índice

3 \\ Prólogo a la primera edición

Apartado 1 // Filosofía y Epistemología de las Prácticas Restaurativas


13 \\ Justicia Restaurativa: reflexión sobre su naturaleza /
Fernando Díaz Colorado
20 \\ ¿Qué esperamos de la Justicia Restaurativa como Filosofía y Práctica restaurativas?
Algunas preguntas para hacernos /
Juan Lewis
25 \\ Justicia Restaurativa: las bases metodológicas /
Celia Maria Oliveira Passos
31 \\ Interpelando la naturaleza de lo Restaurativo. Aportes filosóficos y epistemológicos
sobre el Campo Restaurativo y la Cultura de Paz /
299
Marta N. Paillet
38 \\ Pedagogía para la construcción de una Cultura de Paz y Justicia.
Desafío de nuestro tiempo /
Jorge Pesqueira Leal

Apartado 2 // La Justicia Restaurativa desde la mirada institucional


47 \\ Justicia Restaurativa y la edificación de la democracia como modo de vida /
Julio Conte-Grand
54 \\ Proyecciones de la Justicia Restaurativa desde la rama judicial de Colombia /
Max Alejandro Flórez Rodríguez
59 \\ Justicia, Verdad y No Repetición. Acuerdo de Paz en Colombia /
Carlos Alfonso Negret Mosquera
64 \\ Reflexiones sobre un Derecho Penal en clave Constitucional y Restaurativa:
Política Criminal y Justicia Transformativa /
Leonel M. Peña Solano
// Justicia Penal Juvenil
74 \\ Debates y aportes interdisciplinarios para la humanización de una Justicia Penal Juvenil /
María Fontemachi
79 \\ Prácticas restaurativas como respuesta al delito entre adolescentes /
Gabriel Lerner
83 \\ Prácticas Interdisciplinarias en Red en el Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil
con enfoque Restaurativo /
Mariela Isabel Prada
90 \\ ¿Qué esperamos de la Justicia Restaurativa? /
Juan Carlos Vezzulla

// Justicia Penal Restaurativa


94 \\ Sobre los adolescentes y las penas perpetuas /
Claudia Cesaroni
102 \\ La prevención y el valor del enfoque restaurativo a través de procesos alternativos /
María Evangelina Trebolle
112 \\ Conferencia en el marco del panel “Humanizando la Justicia Penal:
debates y aportes interdisciplinarios sobre Justicia Penal”,
del 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa /
Eugenio R. Zaffaroni

300
Apartado 3 // Educación y Cultura de Paz
119 \\ Pedagogía para la construcción de una Cultura de Paz y Justicia. Desafío de nuestro tiempo /
Alicia Cabezudo
126 \\ Estrategias de prevención social como práctica restaurativa /
Margarita Cruz Torres
136 \\ Educación para la Paz Transformadora: una educación contribuyente a la promoción
de los Derechos Humanos y la Justicia Restaurativa /
Esteban A. Ramos Muslera

// Justicia, contextos y conflictos sociales


146 \\ La incorporación del Derecho Indígena en el Proceso Penal Neuquino /
Ulf Christian Eiras Nordenstah
152 \\ Justicia Comunitaria. La construcción radicalmente democrática de la paz /
Glaucia Foley
157 \\ El sendero de Blue Morpho en la Justicia Restaurativa /
Carolina Prieto Molano
167 \\ La genealogía de la mediación penal restaurativa /
César Rojas Ríos
171 \\ Justicia Sin Daño: propuesta para un giro epistemológico en la administración de justicia /
Arturo Suárez Acero
Apartado 4 // Experiencias y Prácticas Restaurativas
189 \\ Proceso de Justicia Restaurativa en contexto de pandemia /
Mariana C. Apalategui
197 \\ Prácticas restauradoras en situaciones de violencia de género /
Eleonora Avilés Tulián
208 \\ Paz y Derechos Humanos en Contextos de Desigualdad Sustantiva /
Liliana M. Carbajal
218 \\ Conferencia realizada en el marco del panel “Interpelando la naturaleza de lo restaurati-
vo: aportes filosóficos y epistemológicos sobre el campo restaurativo y la cultura de paz”,
del 2° Congreso Latinoamericano de Justicia Restaurativa /
Andy Corley
225 \\ Prácticas de Justicia Restaurativa. Confraternidad Carcelaria de Colombia /
Lácides Hernández Álvarez
229 \\ Comunidad, Diálogo y Justicia Restaurativa /
Emilio Navas Paús
234 \\ Un viaje a Tierra Incógnita. El diálogo para la transformación pacífica de la crisis /
Alfredo Zamudio

Apartado 5 // Justicia Restaurativa como Derecho Comunitario


239 \\ La Justicia Restaurativa como un Derecho Humano /
Josepht T. Eldrige, Juan R. Ferreira, Leonel Groisman 301
249 \\ La mediación penal y penitenciaria:
recopilación de experiencias en apoyo de la Justicia Restaurativa /
María Concepción Rayón Ballesteros, Daniela P. Almirón,
Roberto Anadija Obregón, Mercedes Pérez Fuentes
262 \\ Presentación de un Dispositivo Específico en la búsqueda de la transformación
de varones condenados por abuso sexual a niñas–niños y adolescentes.
Resultados preliminares de su implementación /
María Eva Sanz, María Bernarda Romero, Hebe Muñoz

Apartado 6 // Lo restaurativo como campo: la trama que tramamos


275 \\ De la ola humanitaria restaurativa: tramas y entramados /
María de los Ángeles Pesado Riccardi
282 \\ Comunicación y Derechos Humanos: una cuestión estratégica /
Ariel Pividori

289 \\ Palabras finales y una invitación


295 \\ Anexo
//

[ Las demandas actuales de la sociedad interpelan y desafían a propiciar espacios


de conocimiento y comprensión que garanticen el efectivo acceso a la justicia
de modo interdisciplinario y acorde a las necesidades de las personas.
La Justicia Restaurativa nos permite proponer y generar, entre todos los actores,
nuevas formas de resolver los conflictos que sean verdaderas soluciones que
comprometan y satisfagan a las partes y a toda la sociedad.
En ese contexto, el papel de las mujeres en la creación de una Cultura de Paz es
central. Durante la larga historia de la humanidad, siempre que la sociedad sufrió
el azote de las guerras y la violencia, la opresión y la enfermedad, las violaciones
a los derechos humanos o el hambre, las que más han sufrido fueron las mujeres.
Pese a todo, también fueron ellas las que perseveraron, decididas a encauzar la
sociedad en dirección al bien, a la esperanza y a la paz.
Mas allá de la aceptación a nivel mundial del escaso espacio, acceso y exigua o
nula incidencia de las mujeres en la toma de decisiones que condicionan el futuro
de las sociedades, debemos reconocer que son ellas las protagonistas esenciales
en la resolución de los conflictos, un poco por su tradicional rol de cuidadoras de
la familia, pero también como aguerridas activistas por los derechos humanos.
La construcción de sociedades más solidarias, tolerantes, participativas e
inclusivas, la edificación de una cultura de paz, de diálogo y encuentro,
nos exige generar nuevos corpus teóricos, debates y políticas de intervención
como lo que se propone desde la filosofía y prácticas restaurativas.

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